la guerra de las brujas 01 - el clan de la loba (carranza maite)

280
Maite Carranza EL CLAN DE LA LOBA EL CLAN DE LA LOBA Trilogía de la Guerra de las Brujas Trilogía de la Guerra de las Brujas

Upload: nancy-arita

Post on 06-Nov-2015

109 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Primer título de la trilogía. Desde tiempos inmemoriales, los clanes de las brujas Omar han vivido ocultándose de las sanguinarias brujas Odish y esperando la llegada de la elegida por la profecía. Ahora los astros confirman que el tiempo está próximo. Anaíd, que ha vivido durante sus catorce años de vida apartada en un pueblo del Pirineo, ignora los secretos que atañen a las mujeres de su familia...Hasta que la misteriosa desaparición de su madre, Selene la pelirroja, la enfrenta a una verdad tan escalofriante como increíble y la obliga a recorrer un largo camino cuajado de peligros y descubrimientos. Narrativa juvenil su lectura está recomendada a partir de 12 años.

TRANSCRIPT

Maite Carranza

Maite Carranza

EL CLAN DE LA LOBA

Triloga de la Guerra de las Brujas

PROFECA DE O

Y un da llegar la elegida, descendiente de Om

Tendr fuego en el cabello

alas y escamas en la piel

un aullido en la garganta

y muerte en la retina

Cabalgar el sol

y blandir la luna

CAPITULO I

La desaparicin de Selene

a nia dorma en su habitacin de techos altsimos y paredes encaladas una y mil veces. Una habitacin alegre en una casa de pueblo que ola a lea y a leche dulce acabada de hervir. Los postigos de las ventanas estaban pintados de verde y verdes eran tambin los rombos del kilim que cubra el suelo de madera, los valles de los dibujos que colgaban de las paredes y algunos de los lomos de los libros juveniles que se apiaban en las estanteras junto a otros muchos rojos, amarillos, anaranjados y azules. Abundancia de colores diseminados con atrevimiento en los cojines, la colcha, las cajas de los puzzles y las babuchas abandonadas bajo la cama. Colores de infancia que ya no se correspondan con la ausencia de muecas, relegadas al fondo del armario, ni con la seriedad de la mesa de trabajo, ocupada casi enteramente por un Pentium de ltima generacin.A lo mejor la nia no era tan nia.Y, aunque an lo fuera, no saba que aquella maana empezara a dejar de serlo.El sol se colaba a raudales por las rendijas de las persianas mal cerradas mientras Anad, que as se llamaba la nia, se mova inquieta y gritaba en sueos. Un rayo de sol rept por la colcha, alcanz trabajosamente su mano, ascendi lento pero tenaz por su cuello, su nariz, su mejilla y, finalmente, al rozar sus prpados cerrados, la despert.

Anad lanz un grito y abri los ojos. Estaba confusa. Le faltaba el aliento y extraaba la intensa luz que invada su habitacin. Se hallaba en ese estadio de duermevela que an no discierne entre el sueo y la realidad.En su pesadilla, tan vivida, corra y corra bajo la tormenta buscando refugio en el bosque de robles. Entre el fragor de los truenos oa la voz de Selene gritando detente!, pero ella no haca caso de la advertencia de su madre. A su alrededor, los rayos caan por doquier, a centenares, a miles, deslumbrndola, cegndola, inundando el bosque con una lluvia de fuego hasta que un rayo la alcanzaba y caa fulminada.Anad parpade y sonri aliviada. Efectivamente. El culpable de todo haba sido un rayo de sol juguetn que se haba filtrado por las persianas de su ventana sin pedir permiso.Ya no quedaba ni rastro de la tormenta elctrica que la noche anterior haba azotado el valle. El fuerte viento haba barrido las nubes y los cielos lavados resplandecan como el agua violeta de los lagos.Y esa luz tan intensa? Tan tarde era? Qu extrao! Cmo es que Selene no la haba despertado todava para ir a la escuela?Salt de la cama y reprimi un escalofro al poner los pies desnudos sobre el kilim. Se visti, como de costumbre, sin dedicar a su atuendo ms de un segundo, y se lanz en busca de su reloj, las nueve! Era tardsimo! Ya haba perdido la primera hora de clase. Y su madre? Cmo es que Selene an no estaba levantada? Le habra ocurrido algo? Siempre la despertaba a las ocho.

Selene?Musit Anad empujando la puerta de la habitacin contigua y reprimiendo la angustia de su pesadilla que comenzaba a invadirla de nuevo. Selene?Repiti incrdula al comprobar que en la habitacin no haba nadie excepto ella y el aire glido del norte que entraba por la ventana abierta de par en par. Selene!Exclam enfadada como haca siempre que su madre le gastaba una broma pesada. Pero esa vez Selene no apareci tras la cortina, riendo con su risa atolondrada, ni echndose sobre ella para rodar juntas sobre la cama medio deshecha.Anad respir profundamente una vez, dos, y lament que el viento hubiera barrido el perfume a jazmn que impregnaba la habitacin de Selene y que tanto le gustaba. Luego cerr la ventana temblando. Haba nevado. A pesar de estar avanzado el mes de mayo y de apuntar ya los primeros brotes primaverales, esa noche haba nevado. El campanario de pizarra negra de la ermita de Urt, en lontananza, amaneca espolvoreado de blanco como un pastel de nata. Pens que era una mala premonicin por tratarse de un ao bisiesto y cruz los dedos como le haba enseado a hacer Demter. Selene? repiti de nuevo Anad en la cocina.Pero all todo estaba intacto, tal y como lo haban dejado la noche anterior despus de la discusin, antes de la tormenta y la pesadilla. Anad fisgone meticulosamente. Ni un rastro de taza de caf tomada a hurtadillas, ni una galleta mordisqueada, ni un vaso de agua bebido a deshora. Selene no haba puesto los pies la cocina. Segursimo.

Selene! insisti Anad gritando cada vez ms nerviosa.Y su voz reson en la era, en el porche y lleg hasta el viejo pajar que haca las veces de garaje. Y all Anad se detuvo unos instantes, justo en el lindar de la destartalada puerta de madera, esforzndose en acostumbrar sus ojos a la penumbra del interior. El viejo coche estaba inmvil, cubierto de polvo y con las llaves en el contacto. Sin l Selene no poda haber ido muy lejos. Urt quedaba alejado de todas partes y a medio camino de todos sitios. Era necesario coger el coche para ir a la ciudad, a la estacin de trenes, a las pistas de esqu, a la montaa, a los lagos y hasta al supermercado de las afueras. Entonces..., si no haba cogido el coche...Anad comenz a urdir una sospecha. Regres al casern y lo revolvi a conciencia. Efectivamente, las pertenencias de Selene estaban intactas. Su madre no poda haber salido de casa sin abrigo, sin bolso, sin llaves y sin zapatos.Anad, cada vez ms alterada, iba acumulando ms y ms certezas que la remitan a la ansiedad que sinti la maana de la muerte de su abuela Demter. Era absurdo, pero todo pareca indicar que Selene se haba esfumado con lo puesto, sin una miserable horquilla de su cabello, semi-desnuda y descalza.Con el corazn latindole desacompasadamente arranc literalmente su grueso anorak de plumas del perchero de la entrada y, ponindoselo de cualquier manera, se cercior de que las llaves estuviesen en el bolsillo, cerr la puerta tras de s y sali a la carrera. En la callejuela, el viento helado se colaba silbando y zigzagueando por el estrecho corredor que dejaban las casas de gruesos muros construidas a resguardo del norte.Urt, de casas de piedra y tejados de pizarra, se alzaba en la cabecera del valle de Istan, a pie de Pirineos, rodeado de altas cimas e ibones helados. En su plaza, orientada al este para recibir en su altar el primer rayo de sol, se levantaba la iglesia romnica. En lo alto, dominando el valle y la entrada del desfiladero, se ergua el torren en ruinas, habitado por cuervos y murcilagos. Antiguamente, el viga permaneca alerta da y noche con una nica tarea, mantener viva la antorcha destinada a prender la fogata al divisar al enemigo. La torre viga de Urt era la torre madre de los valles, su seal se divisaba desde seis poblaciones distintas y cuenta la leyenda que la fogata de Urt detuvo el avance implacable de las huestes sarracenas a travs de los valles pirenaicos, all por el siglo VIII, en una hazaa ignorada y annima.Anad se mantuvo al abrigo del viento hasta que franque las ruinas de las viejas murallas de Urt. Una vez a campo descubierto, recibi el azote del norte en pleno rostro. Dos gruesos lagrimones le resbalaron mejillas abajo, pero no se arredr y, enfrentndose al vendaval, tom el camino del bosque sin detenerse ni una sola vez.

El viejo robledal apareca de buena maana con un aspecto lastimoso. Ramas desgajadas, troncos centenarios carbonizados, hojas cadas, matorrales chamuscados... Aqu y all la tormenta haba dejado heridas que slo el tiempo se encargara de cicatrizar. Anad, con la ayuda de un bastn, desbrozaba palmo a palmo el manto grisceo y fangoso que cubra el suelo. Tema dar con lo que buscaba. Lo tema tanto que lo negaba una y otra vez. Pero as y todo, y a pesar de su pnico, haca su trabajo concienzudamente. Se haba propuesto recorrer el bosque de punta a punta, revisando palmo a palmo todos sus rincones.Buscaba el cuerpo de Selene.Anad nunca podra olvidar la maana en que desapareci Demter ni la noche que precedi a su muerte. Demter, su abuela, haba muerto en el bosque durante una noche de tormenta haca poco menos de un ao, al regresar de atender su ltimo parto. Era comadrona. Al recordarlo, Anad todava notaba el sabor salado de las lgrimas que llor por ella.

Esa maana, tras una aparatosa tormenta, el da haba amanecido cubierto por una neblina descolorida. Selene estaba inquieta porque Demter no haba dormido en su cama, y Anad sinti un miedo abstracto, inconcreto. Selene no dej que la acompaara al bosque, quiso ir sola, y al regresar, aterida de fro y con los ojos cubiertos por una telaraa de dolor, no poda articular las pocas palabras que necesitaba para comunicarle la muerte de su abuela. Pero no hizo falta porque Anad ya lo saba. Haba notado el gusto agrio de la muerte subiendo por su garganta nada ms despertar. Selene, a duras penas, le explic que ella misma haba encontrado el cuerpo de Demter en el bosque. Luego call. Selene, de natural tan parlanchina, enmudeci y no respondi a una sola de las preguntas de Anad.Durante los das siguientes la casa se llen de familiares lejanas venidas de todas las partes del mundo. Recibieron centenares de cartas, de llamadas telefnicas, de e-mails, pero nadie aventuraba nada. Por fin dijeron que haba sido un rayo y la mdica forense, una especialista que vol desde Atenas, as lo certific. Sin embargo Anad no pudo besarla antes de meterla en su atad, pues su cuerpo estaba carbonizado, irreconocible.En el pueblo se habl largamente del rayo que alcanz a la abuela de Anad esa noche de tormenta elctrica, aunque nadie se explic nunca, ni siquiera Anad, qu haca Demter en el robledal a osas horas de la noche. Su coche fue hallado en la carretera, apareado junio a la cuneta del camino forestal, con la ventanilla de la puerta del conductor abierta, los faros de posicin encendidos y el intermitente parpadeando con terquedad.

Anad se detuvo y el presente se reinstal raudo entre las sombras de las hojas de los robles. Su bastn haba topado con algo, con un objeto duro cubierto por la hojarasca. Sin poder remediarlo sus manos la traicionaron y comenzaron a temblar de forma insistente. Record los consejos de Demter para vencer al miedo cuando el pnico se enseoreaba de la voluntad. Dej su mente en blanco y luego apart las hojas con sus botas y contuvo la respiracin: era un cuerpo todava caliente, pero no perteneca a un ser humano, era..., era... un lobo, mejor dicho, una loba, puesto que se distinguan perfectamente sus mamas hinchadas de leche. Sus cachorros no deban de andar lejos. Pobrecillos, sin la leche de su madre estaban condenados a morir de hambre. Anad se consol pensando que tal vez ya estuviesen lo suficientemente crecidos para subsistir con la ayuda de la manada. Observ al animal. Era bello. Su pelaje, a pesar de la suciedad del barro, era de un gris perla, suave y sedoso al tacto. Sinti lstima por la joven loba y la cubri de nuevo con hojas secas, ramaje y piedras para evitar que fuese pasto de carroeros. La loba estaba lejos de las montaas, haba bajado al valle aventurndose en territorio humano y haba hallado la muerte. Por qu bajara al valle?Anad mir su reloj. Eran las doce del medioda. Decidi que lo ms sensato sera volver a casa y comprobar si todo segua igual. A veces suceda que las circunstancias cambiaban inesperadamente y aquello que horas o minutos antes pareca horroroso dejaba de serlo.Confiando en la remota posibilidad de hallar a Selene en casa, encar el camino de regreso sin tomar precauciones y tuvo la mala fortuna de topar con sus compaeros de clase que salan en tropel de la escuela. Dar explicaciones o responder a preguntas engorrosas era lo ltimo que deseaba hacer en aquellos momentos. Tampoco se vea con nimos de afrontar sus burlas. As pues dio media vuelta y sali disparada en direccin contraria desvindose por el callejn del puente. Se gir para comprobar si haba conseguido esquivarlos y ese gesto la perdi. No vio venir el Land Rover azul que bajaba la cuesta y slo sinti un fuerte golpe en la pierna y un chirrido de frenos. Despus un grito. Luego nada.Anad yaca en el suelo atontada, sin poder moverse, y la conductora del vehculo, una turista vestida con ropa deportiva, cabello rubio, ojos azules y leve acento extranjero, se arrodillaba sobre ella lamentndose y tanteando su cuerpo. Pobrecilla nia, qudate quieta, llamar a una ambulancia. Cmo te llamas?Antes de que Anad abriese la boca, un montn de voces respondieron por ella. Anad Tsinoulis. La enana sabelotodo. La empollona.Anad quiso fundirse y se neg a abrir los ojos. Haba odo la voz de Marin, la chica ms guapa de su clase, la que montaba las fiestas ms guay y nunca la invitaba. Y tambin haba odo la voz de Roc, el hijo de Elena, con el que jugaba de pequea pero que ya no le hablaba, ni la miraba, ni la vea... Quera morirse.Supona que todos los buitres de su clase estaban en corro sobre ella, sealndola con el dedo, regodendose de su desgracia, vindola pequea, enana, miserable, fea y cachondendose de su accidente...Quera morirse de vergenza.Desde que las chicas de su clase crecieron, crecieron y la dejaron atrs, rindose de su talla de nia, Anad se senta una marciana. Ni Marin ni las otras la invitaban a sus fiestas de cumpleaos, ni a sus salidas nocturnas a la ciudad, ni compartan con ella sus secretos, ni intercambiaban su ropa y sus CD. Y no era porque le tuviesen ojeriza o envidia por sacar mejores notas, sino porque ni siquiera la vean. Su problema, el gran problema de Anad, era que a pesar de haber cumplido catorce aos meda como una nia de once y pesaba como una de nueve.

Era invisible, pasaba inadvertida fuese donde fuese, excepto en el aula. En el aula brillaba con luz propia y ah resida su pequea tragedia. Tena la mala suerte de entenderlo todo a la primera y de sacar las mejores notas, as que cuando responda en clase o le puntuaban con un diez en un examen sus compaeros se burlaban apodndola la enana sabelotodo. Para colmo de males, su inteligencia tambin molestaba a algunos profesores y en ms de una ocasin se haba arrepentido por no morderse la lengua a tiempo. ltimamente se abstena de levantar la mano en clase y procuraba cometer siempre alguna falta en los ejercicios para bajar nota. Pero daba lo mismo, continuaba siendo la enana sabelotodo. Y eso escoca, vaya si escoca.Anad, en el suelo, slo quera que se marchasen y la dejasen tranquila, que dejasen de mirarla con sus ojos burlones y poco compasivos. Fuera de aqu, nios, largo! les increp la extranjera.La misma voz dulce y firme que la haba atendido se haba tornado dura e inflexible. Y le hicieron caso. Los chavales de su clase salieron a la desbandada y Anad, estirada en medio de la calzada, oy el retumbar de las suelas de sus zapatos al correr por los suelos empedrados de las callejuelas de Urt. Corran para propagar la noticia de su atropello.

Anad, ya se han ido murmur la bella extranjera.Anad abri los ojos y se sinti reconfortada. La esperaban una sonrisa cmplice y unos ojos azules y profundos como el lago, el recibimiento ms dulce que una nia pudiera soar tras una tanda de sucesos tristes. Creo que no es nada coment Anad imbuida de un sbito optimismo mientras se tocaba la pierna herida. No, espera, no te pongas de pie! -intent impedir la turista.Pero Anad ya se haba levantado de un salto y mova las articulaciones una a una. Estaba perfectamente. No puedo creerlo musit la extranjera subiendo la pernera del pantaln de Anad y buscando la fractura de su pierna all donde supona que haba recibido el impacto del Land Rover. De verdad, estoy bien, slo ha sido una rascada. Mire dijo Anad mostrndole la pierna y sintiendo la suave caricia de la mano delicada, muy blanca, sobre su rodilla. Sube, te llevar al mdico yo misma insisti la mujer.Y la tom de la mano para ayudarla a subir al vehculo alquilado. No, no, no puedo ir al mdico se resisti Anad.La extranjera pareci dudar. Tienen que hacerte radiografas, pruebas.Anad suplic con vehemencia: De verdad que me es imposible. Tengo que ir a casa. Pues te acompaar yo misma y hablar con tu madre. No puede ser! grit Anad, corriendo ya calle abajo, totalmente repuesta de su cada. Espera! -grit la hermosa mujer, desconcertada, sin saber qu hacer.

Pero Anad ya haba desaparecido por el primer callejn a la izquierda y en esos precisos momentos estaba abriendo la puerta de su casa.A pesar de sus buenos presagios la casa continuaba vaca.Selene no haba regresado.Anad se sent en la mecedora que tiempo atrs estaba reservada para Demter y se meci durante largo rato. El movimiento repetido de echar el cuerpo hacia adelante y hacia atrs columpiando su tristeza, frenando su desasosiego, acab por tranquilizarla y relajar su mente. No poda precipitarse, deba hacer las cosas ordenadamente, una tras otra. Selene estaba en alguna parte y, si no tena forma de comunicar con ella, bien poda intentar seguir su rastro.Antes de acudir a nadie en busca de ayuda, Anad imprimi todos los e-mails recibidos y enviados a lo largo del ltimo mes desde la cuenta de correo electrnico de su madre, apunt religiosamente el nmero de las ltimas cincuenta llamadas telefnicas que constaban en la memoria de su aparato y copi todos los movimientos de caja que registraban sus cuentas bancarias, comprobando as que no hubiera retirado dinero en la ltima semana y que no hubiera ningn cobro extrao durante el ltimo mes.Tambin hizo acopio de la correspondencia que guardaba en su cajn, correspondencia en su mayora editorial y bancaria, y hoje su agenda personal donde anotaba citas, compromisos y nombres. Al repasar los datos se dio cuenta de que el nmero telefnico ms repetido en las llamadas recibidas y efectuadas provena de Jaca, la ciudad ms cercana a Urt y a la que Selene iba muy a menudo de compras.Anad marc el nmero sin titubear. Al otro lado de la lnea respondi una voz de hombre. Soy Max, ahora no estoy en casa. Si quieres ponerte en contacto conmigo djame tu mensaje. Pero Anad colg. Quin era ese Max? Por qu Selene no le haba hablado nunca de l? Un amigo? Algo ms que un amigo? En sus e-mails y en su agenda, en cambio, no haba ni rastro de Max, ni nada que destacar, excepto, tal vez, una correspondencia cada vez ms ntima y frecuente con una admiradora que se declaraba apasionada lectora de sus cmics y que le peda una cita para conocerla personalmente.Firmaba S. Gaya estaba corrigiendo exmenes junto al fuego. A veces, como aquella tarde, lo encenda sin necesidad, por el simple placer de acercar las manos a las llamas y gozar de su caricia. Estaba arrepentida de haber aceptado esa plaza de maestra en Urt. Tena demasiados alumnos, el invierno duraba diez meses y no le quedaban tiempo ni ganas para la msica. Crey que sera un destino tranquilo y que el aislamiento le permitira componer, pero se equivoc. Y no era nicamente el fro lo que haca perecer las notas congeladas antes de nacer, eran las continuas interferencias que se sucedan una tras otra.La haban engaado. Haba ido a parar al ojo del huracn. En ese mismo instante llamaron al timbre y Gaya supo, por la desazn que la invada, que lo peor an no haba llegado.La visita no era otra que Anad, la hija de Selene, que no haba acudido a la escuela en todo el da. Precisamente acababa de corregir su examen. Un buen examen, demasiado bueno. Por eso le haba bajado un punto con la excusa de que haca la letra demasiado puntiaguda. Y no es que le tuviera ninguna mana especial a la nia... Anad era fecha y tmida, pero no incordiaba. Lo que la fastidiaba era que Selene se apuntase los mritos de su hija y un diez era excesivo para la petulancia de aquella pelirroja narcisista. Qu pasa, Anad?Anad no acababa de arrancar, tena los ojos enrojecidos y pareca asustada. Gaya se impacient y la oblig a sonarse los mocos y a beber un sorbo de agua fra. Anad se salpic el jersey al beber. No era fea, sus ojos azules, de un azul cobalto, magntico, siempre haban fascinado a Gaya, pero tena tan poca gracia la pobre, tan flaca y esmirriada, con esos jersis grandotes y con aquellos cuatro pelos ralos, muy cortos, saliendo debajo de los gorros de lana que la afeaban tanto. Nunca haba comprendido el mal gusto de Selene vistiendo a su hija y cortndole el pelo. Nadie que las viera juntas dira que la provocadora y atractiva pelirroja pudiera ser la madre de aquella adolescente desgarbada. Por fin pareci que Anad reaccionaba. Selene ha desaparecido.

Gaya se puso a mil. Cundo?Anad estaba confundida y Gaya detect que esquivaba su mirada con culpabilidad. Esta maana cuando me he levantado no estaba, por eso no he ido a la escuela. La he estado esperando, esperando, pero no ha regresado.Gaya explor la posibilidad de que Anad se equivocara Debe de estar en el despacho de Melendres, discutiendo sobre la ltima entrega de Zarco.Anad neg. Melendres era el editor de los cmics de su madre, y efectivamente se llevaban como el perro y el gato, aunque el personaje de Selene, Zarco, estuviese empezando a tener un cierto xito. No ha ido a la ciudad, el coche est en el pajar. A lo mejor...Sin embargo Anad estaba muy segura de lo que deca: He repasado todos sus zapatos y abrigos y no falta ninguno. Y su bolso, con las llaves, las tarjetas y el billetero, est colgado en el perchero.Gaya palideci y cogi el telfono sin apenas dar importancia a la presencia de Anad. Mientras marcaba senta que se la coma la rabia. Si tuviese delante a Selene la abofeteara, le tirara de los pelos hasta arrancrselos uno a uno, le pisara los pies embutidos en esas botas de tacn de aguja, llamativas, fardonas. Por qu? Por qu no le hizo caso? Haba estado buscando su propia ruina desde haca un ao, desde la muerte de su madre Demter. Elena? Soy Gaya. Tengo aqu delante a Anad, que dice que Selene ha desaparecido.Gaya pareci asombrada al or las palabras de Elena. Un accidente? y se dirigi a Anad: Elena dice que has tenido un accidente, que te ha atropellado un coche esta maana.Anad maldijo a Roc y a Marin y a todos sus compaeros de clase. No fue nada, ni siquiera me toc. La has odo? Pues te esperamos.Gaya colg el telfono, se qued mirando fijamente a Anad y sinti lstima por ella. Estaba sola y haba pasado tantas desgracias seguidas... No obstante no estaba dispuesta a acarrear con los errores de Selene. Era la hija de Selene, no la suya. Mir sus exmenes, su fuego, y no pudo evitar un rictus de contrariedad por todos los problemas que le supondra cualquier decisin que tomase. Ahora vendr Elena y te llevar a su casa.Anad abri los ojos sorprendida. Tenemos que ir a la polica. No! grit ni el arlo Gaya.

Luego, al ver el efecto contraproducente que haba causado en Anad rectific: Imagina que tiene un lo con... con alguien. Sera un escndalo. La buscaremos. Pero... Tu madre no est bien de la cabeza, hace muchas tonteras. Quieres que adems te sealen con el dedo por la calle?Anad call. Saba que Gaya, a pesar de ser amiga de Selene, la envidiaba. Envidiaba su melena roja y rizada, sus largas piernas, su simpata y su desparpajo. No haca falta ser muy lista para darse cuenta de que Gaya, una maestra mojigata, hubiera vendido su alma al diablo por ser como Selene.Elena, la bibliotecaria, la que proporcion a Anad todas sus lecturas infantiles, lleg resoplando con sus kilos de ms. Anad pasaba apuros en su presencia puesto que era incapaz de distinguir cundo estaba embarazada, cundo estaba recin parida y cundo no estaba ni una cosa ni otra. Calculaba, si no haba perdido la cuenta, que Elena deba de tener ya siete hijos, todos nios. El mayor era Roc, y a Anad, la posibilidad de convivir con Roc bajo el mismo techo se le antojaba un suplicio. Roc era clavado a su padre, el herrero del pueblo, fuerte, socarrn y moreno de cutis y cabello. Roc y ella haban jugado muchas veces en el bosque y se haban baado juntos en la poza del ro. Pero eso haba sido de nios. Ahora Roc tena moto, vesta vaqueros ajustados, se acababa de hacer un piercing en el lbulo izquierdo, iba a la ciudad los sbados y, si se cruzaba con ella, miraba hacia otra parte, como los dems, como casi todos.Elena, a diferencia de Gaya, era cariosa y lo primero que hizo fue abrazar a Anad y abrumarla con sus besos.

Explcame, bonita, cmo ha sido? No sabe nada interrumpi Gaya. Alguna pista nos podr dar, algo que nosotras no sepamos...Pero Gaya estaba indignada. Lo sabamos, t, yo y todas. Sabamos que ocurrira tarde o temprano. No te precipites. Qu pretenda si no Selene con sus faldas cortas y esa largusima melena roja, chillo-na y rizada que ondeaba a los cuatro vientos? Qu pretenda con esos reportajes en Internet, dejndose entrevistar y fotografiar en su casa, en su estudio, haciendo declaraciones controvertidas sobre el mundo del cmic y permitindose criticar a personajes pblicos? Y qu decir de sus continuas multas por excesos de velocidad? Y sus sonadsimas borracheras?Elena la interrumpi azorada: Gaya, por favor, estamos delante de Anad. Comprtate.Gaya tena ganas de explotar desde haca demasiado tiempo y no reprimi su ltima frase La ha perdido su ego.Anad se sinti obligada a defenderla: Selene es especial, es diferente... y yo la quiero.La agresividad de Gaya la hizo mostrarse valiente, pero tambin precavida. Anad decidi que no pasara a nadie la informacin que haba conseguido sobre los ltimos movimientos de su madre.Gaya se sinti en falso. No soportaba a Selene, narcisista, enamorada de s misma, y le pareca mentira que la pobre nia a la que haba eclipsado y arrinconado como un mueble viejo saliese en su defensa. Suspir. Lo siento, Anad, no tengo nada contra su madre, slo contra su falta de discrecin. Es una forma de... buscarse enemigos, de llamar la atencin. Comprendes?

Quieres decir que ha desaparecido a consecuencia de esa entrevista de Internet? inquiri Anad sardnica.Gaya deseaba haberse callado la boca minutos antes. No, no, yo... bueno yo, no me hagas caso. Pero que sepas que yo admiraba mucho a Demter, tu abuela. Demter era toda una dama.Elena la tom de las manos. Anad, esta noche, has odo algo, has intuido algo... desagradable como cuando...?Anad fue tajante, contundente, ni se plante de dnde sala la fuerza que la inspir para responder con tanta seguridad. Mi madre no est muerta.Gaya y Elena respiraron aliviadas. La certeza de Anad no admita dudas. Cmo lo sabes? Lo s y punto.Elena se sent en la silla y qued pensativa unos instantes. Anad, haremos una cosa. Nosotras dos te ayudaremos a encontrar a Selene, pero t tambin tienes que ayudarnos. En primer lugar te pediremos una cosa muy difcil para una chica curiosa como t. Cul? Que no hagas preguntas.Anad trag saliva. Necesitaba una sola razn para convencerse de que su discrecin podra ayudar a encontrar a Selene. Est metida en algn lo?Elena y Gaya se miraron y asintieron. As es. De acuerdo, no har preguntas. Y la segunda condicin? Que no hables con nadie de este tema, con NADIE. Entendido?Anad asinti. Necesitaba beber las palabras de Elena para saber que la desaparicin de Selene estaba dentro de los parmetros posibles de la lgica. Y as era. Y qu versin doy en Urt? Diremos..., diremos que Selene ha salido de viaje. A Berln. Te gusta Berln?Anad asinti. Y mientras tanto? Mientras tanto yo me ocupar de ti afirm Elena. Dnde dormir? Pues, pues con... No puedo dormir con Roc grit con un cierto desespero Anad. Por qu no? Sois amigos.Anad se sinti desfallecer. Lo peor que le poda pasar en este mundo no era que su madre desapareciese, sino que le obligaran a pasar la vergenza ms grande de su vida compartiendo habitacin con Roc. No, no somos amigos. Pues... as os reconciliis. Qu te parece? Fatal.Elena suspir y se llev la mano al vientre. Anad se fij. Se mova? S, efectivamente, el enorme barrign de Elena se agitaba inquieto. Deba de estar embarazada de nuevo.Gaya, para librarse de su mala conciencia, le acarici el cabello con la mano tensa, un intento de aproximacin que viniendo de ella significaba un gran esfuerzo.Anda, te acompaar a casa a recoger tus cosas, pero antes come algo, seguro que no has probado bocado.Y le sac pollo fro y una verdura que recalent en el fuego y que Anad, a pesar de odiar la verdura, agradeci. No haba comido nada desde la noche anterior.

CAPITULO IITa Griselda

nad masticaba lentamente la croqueta rogando que le durase horas. Se senta incapaz de levantar la vista del plato y topar con los ocho pares de ojos que estaban fijos en ella.Era la novedad.Era el centro de la curiosidad y la atencin de los siete hijos de Elena y su marido. Veis cmo come Anad? Poco a poco, masticando, sin hablar con la boca llena, ni eructar, ni limpiarse los dedos grasientos en la camiseta... Pues as son las chicas bien educadas.Anad se quera fundir de la vergenza. El marido de Elena no haca ms que hablar de ella como de una nueva especie de chimpanc recin descubierta.Elena intent distraer la atencin. Anda, dejadla, ya. Roc, has decidido el disfraz para la fiesta de Marin?Roc contest con desgana. Es un secreto. No puedo decirlo.Anad no haba sido invitada y al recordarlo la croqueta se le hizo una bola y se empe en quedarse atascada. Y comenz a ponerse nerviosa. Era ms que evidente que Roc no quera hablar del disfraz porque ella estaba delante. Era tonta Elena? No se daba cuenta de que Roc y ella era como el agua y el aceite? Qu empeo en casarlos quieras o no!

Por ms que lo intentaba, no poda tragar la croqueta, se le haba atragantado. Sin levantar apenas la vista, acerc la mano hasta el vaso y bebi de un trago. Anad no se ha limpiado los morros! se chiv uno de los mocosos.Anad le mir a travs del vaso, que lo deformaba horriblemente, y lo fulmin con la mirada. Era un gemelo desdentado con un enorme chichn en la frente.Su padre quit hierro al asunto. Bueno, bueno, no pasa nada, los tena limpios. Mentira, estaban sucios de croqueta atac el otro gemelo con un ojo a la funerala.Deban de atacar a pares, pens Anad, que no saba si limpiarse los labios con la servilleta, lanzar el agua sobre la cara de los gemelos o salir corriendo. Elena la sac del apuro. Queris hacer el favor de dejarla tranquila? Anad es exactamente como vosotros. No! Es una chica. Y las chicas tienen tetas! Pero Anad no! A callar!Anad estaba roja como un tomate. Los pequeos monstruos no se callaban ni una. Seguro que en esos momentos la estaban repasando de arriba abajo y anotando I odas las diferencias para luego escupirlas sin piedad. Puedo salir esta noche?Era la voz de Roc que peda permiso a su padre.

Con Anad? pregunt Elena. Con Anad? -exclam Roc sorprendido. Cmo quieres que salga con Anad?Anad supo que lo que Roc haba querido decir era: Anad es algo con lo que se pueda salir por la calle?Pero Elena insisti: Es nuestra invitada. Ya he quedado con otra gente y no les gustar si me presento con Anad...Anad sac fuerzas de donde no le quedaban. Tengo que pasar por casa para imprimir el trabajo de Sociales.Lo dijo de un tirn. Fue lo nico que dijo en toda la cena y lo hizo para salvar a Roc del apuro y para salvarse a s misma del engorro. Pero Roc no tuvo ni la gentileza de agradecrselo.Una vez en la calle corri y corri y corri, pero no fue a su casa. Se refugi en un lugar que slo ella conoca. En el mismo lugar donde llor a solas la muerte de Demter. En su cueva del bosque.Antes de su muerte, Anad sola ir con Demter al robledal. Desde muy nia la ayudaba a recolectar las races de mandrgora, las hojas de belladona, las flores de estramonio, los tallos de beleo blanco y todas las plantas medicinales con las que preparar tisanas y ungentos.Con ella Anad aprendi a conocer el bosque y a desconfiar de los poderes alucingenos de las amanitas que proliferaban bajo los frondosos robles, de las venenosas hojas del tejo y de la cicuta silvestre, letal y fulminante.Con Demter celebraba el solsticio de invierno en la quietud de la noche, mirando al norte y abrindose a la inspiracin. En el equinoccio de primavera, de cara al sol que nace al este, se preparaban para la sabidura. En el solsticio de verano, en pleno da enfrentndose al sur, celebraban la expresin de sus sueos. Por fin llegaba el equinoccio de otoo, en el que el sol se esconda por el oeste y que era tiempo de recoleccin de frutos y experiencias y la preparacin para el renacer de un nuevo ciclo.

A veces, Anad senta pereza de las serias tareas que le impona Demter y se esconda tras unos matorrales eludiendo su llamada. As descubri su cueva, apenas un resquicio en la roca por el que se col reptando y por donde cay a travs de un tnel que, a guisa de tobogn, desembocaba en una maravillosa sala de amplios techos. Y cuando la explor, extasiada ante sus delicadas estalactitas y sus lagos y grutas subterrneos, supo que aqul sera por siempre ms su refugio, el pequeo lugar del mundo confortable y solitario que la haba escogido a ella y no al revs, y donde de ahora en adelante se cobijara siempre que tuviese miedo.Esa noche no tuvo miedo de atravesar el bosque oscuro, de or el solitario grito de la lechuza, ni de dejarse caer por el tnel hasta las profundidades de su cueva. All, sola, con la nica luz de un candil, tall meticulosamente dos pedazos de su piedra meterica negra en forma de lgrimas, tal y como hizo cuando muri su abuela Demter. La piedra, un meteorito que cay en el bosque el verano anterior, tena la dureza y el brillo que Anad precisaba. Por eso ambas veces colg una lgrima de su cuello y enterr la otra en la entrada de su cueva. Nadie le haba dado instrucciones, nadie le haba explicado el significado de su ritual. Lo repiti para confortarse nuevamente. Era su forma primitiva de marcar el territorio de su pena y expresar su dolor pblicamente. En su cuello luca dos lgrimas, una por cada mujer que la haba querido y la haba abandonado.Demter, sensata y estricta, pero justa.Selene, extravagante y loca, pero cariosa.

Para Anad, que tuvo dos madres radicalmente opuestas, ambas conformaban un equilibrio. Muerta Demter, se aferr a Selene como a un clavo ardiente. Reconoca que Selene la haca avergonzar muy a menudo, que no se comportaba como las otras madres ni vesta como las otras madres ni guardaba discrecin como las otras madres. Y sin embargo la quera.Y ahora que Selene haba desaparecido, estaba SOLA. Pero no quera sentir miedo ni angustia, por eso se repeta continuamente que Selene regresara en cualquier momento.Anad, acuclillada en la entrada de su cueva, acab de enterrar su lgrima y, aunque le hubiera gustado permanecer a solas con sus recuerdos, un rumor impreciso, una brisa extraa, la oblig a levantarse de un salto y reparar en la oscuridad que la rodeaba. Mientras se sacuda el fango y las hojas secas que haban quedado adheridas a sus vaqueros, se gir hasta tres veces con la certeza de que unos ojos la miraban a travs de la negrura del bosque.De regreso al pueblo fue acelerando el paso imperceptiblemente. Senta una vaga inquietud a sus espaldas, y tal vez fuera un espejismo producto del cansancio y la tristeza, pero hubiera jurado que el aire se enrareca y el fulgor ntido de la luna en cuarto creciente se mitigaba.Sin Selene, el mundo, su mundo, pareca ms pequeo y sombro. Como si alguien hubiera encerrado el valle de Urt en una bola de cristal empaado. Anad, Anad!Anad, con la cartera al hombro, levant la cabeza. Elena haba ido a esperarla a la puerta de la escuela. Acaba de llegar tu ta Criselda.Se qued tan sorprendida con la noticia que ni siquiera supo reaccionar. Mi ta? Qu ta?

La hermana de tu abuela. Anda, vamos, seguro que la recuerdas, estuvo en su entierro el ao pasado.Anad, ante su asombro, la recordaba perfectamente a pesar de que no se pareca en nada a Demter. Tal vez no recordaba con precisin los rasgos de su cara, suaves, imprecisos, pero en cambio tena muy presente su aroma de lavanda y la caricia de su mano en su cabello. Su mano, el contacto de la palma de su mano, la tranquiliz profundamente y eso que la ta Criselda no era nada tranquilizadora. Pequea, revoltosa y regordeta, tena la cabeza ocupada en tantas cosas a la vez que algo acababa por salir malparado. Un plato, un vaso, un jarrn o un pobre perro. Cuando la abraz con cario, Anad se dio cuenta, sorprendida, de que en el poqusimo tiempo que llevaba ah, haba puesto la cocina patas arriba. Por qu? Estaba muy sucia, muy revuelta. Las cocinas son el alma de las casas y hace falta limpieza y orden.Anad no se pregunt quin la haba llamado, cmo haba entrado en casa ni de dnde haba sacado la peregrina idea de que lo primero que tena que hacer era vaciar las alacenas, la nevera, revolver los tarros de Demter, probar todas las especias con las que cocinaba Selene, alinear los pucheros y las cazuelas y meter las narices en las hierbas que colgaban en rastrojos de las vigas del techo.Por suerte, ta Criselda no se haba movido de la cocina. An no haba tenido ocasin de entrar en tromba en la biblioteca, el saln o las habitaciones. Anad estaba acostumbrada a las excentricidades de Selene y decidi no enfadarse. Criselda la sacaba de un apuro terrible. Podra volver a dormir en su cama y olvidarse de la pesadilla de las cenas en la mesa de Elena y las noches en el plegatn junio a Roc. Consider que si sa era la manera de sentirse cmoda de su la la aceptaba, pero... Qu significaba su llegada? Qu significaba su presencia en casa?

Sabes algo de Selene? Pronto tendremos noticias, pequea, pronto, muy pronto.Y mientras hablaba, la mano de Criselda se pos de nuevo en la frente de Anad y borr sus inquietudes, como un blsamo.Elena, maternal, regres de la cocina al cabo de unos instantes con un delicioso potaje de carne, patatas, garbanzos y col humeante. Anad no era nia de potajes, pero record que tena hambre y ni siquiera pregunt quin haba cocinado aquel plato tan laborioso ni de dnde haban salido los ingredientes. En la nevera de su casa nunca haba col, Selene no soportaba la col.Las tres se dispusieron a dar buena cuenta de la comida y Anad dedujo tres cosas de la conversacin cruzada y algo enigmtica que mantuvieron Criselda y Elena por encima de su cabeza.Que Elena estaba embarazada por octava vez, pero que de nuevo era un varn.Que Criselda no tena ni idea de cuidar nios, pero pensaba quedarse en su casa, hacerse cargo de ella y averiguar el paradero de Selene.Y que Criselda haba roto y tirado todos los tarros de la cocina incluida su medicina de crecimiento.Y eso la indign mucho. Llevo cuatro aos tomando ese jarabe! Desde que tena diez y Karen nos advirti que iba muy atrasada en mi crecimiento...El asombro de ta Criselda fue maysculo. Tienes catorce aos?Y su sorpresa, sincera, la indign ms todava, porque estaba indignada por el atropello. Y fjate en cmo estoy!Entonces su la Criselda abri una boca enorme y le hizo el tipo de pregunta que slo hacen las tas, las tas indiscretas.

Y ya tienes la regla?Anad se dio cuenta de que dos pares de ojos la escrutaban atentamente. Su respuesta tena gran importancia, puesto que la expectativa que se haba generado era enorme. No dilat ms el misterio, era ms que obvio que su naturaleza femenina era un desastre. No.Y las dos mujeres cruzaron una mirada de preocupacin. Elena se disculp con un movimiento de hombros como diciendo Lo siento, no computaba ese detalle. Y dime, Anad, tu madre te habl de tomar precauciones? De estar... preparada por si...Anad se ofendi. Por quin la tomaban? En mi clase todas mis amigas tienen la regla, s lo que son una compresa y un tampn. No voy a llorar ni a asustarme, no os preocupis.Sin embargo, ni Elena ni Criselda se tranquilizaron por la respuesta de Anad. Al contrario, su preocupacin aument. El lenguaje de los signos de los adultos, cuando haba infiltrados incmodos delante, siempre la haba fascinado. Desde nia desentra, o se propuso desentraar, muchas de las seales que se enviaban su madre y su abuela y que ella interceptaba. Anad tradujo algo as como Menuda faena nos ha hecho Selene. Pero no pudo comprender su significado. A ella continuaba preocupndole su medicina. Y ahora qu tomo? Selene era la nica que conoca la frmula de Karen y ahora Karen est trabajando en un hospital de Tanzania.Y al acabar de decirlo, Anad se pregunt cmo y desde cundo saba que Karen haba viajado a Tanzania. Haba sido algo muy curioso. Una revelacin. De pronto lo supo, como supo que Selene estaba viva y como supo tambin, un ao antes, al despertarse bruscamente a las tres de la madrugada, que Demter haba muerto.

No te preocupes, lo solucionaremos. Criselda te preparar una frmula con la misma receta, estoy segura de haberla visto por ah.A pesar de que ese por ah se perda en la inmensidad del casern, su espritu maternal y pragmtico bast para calmar a Anad, que no se qued tranquila del todo hasta comprobar con sus propios ojos que ta Criselda no haba arrasado tambin con su champ especial. Tena un pelo tan desastroso que, si no se aplicaba el fortalecedor y lo lavaba con su champ de vitaminas, se le caa a puados.Por qu Selene era alta, esbelta y tena un cabello precioso? Anad no se pareca en nada a su madre, a su lado se senta un buuelo mal frito. Y a pesar de eso aoraba a Selene. Vindola tan mundana y segura de s misma, tan habladora, simptica y extrovertida, se reconfortaba y soaba en parecerse a ella algn da. Su angustia por la falta del medicamento no era tal, se mezclaba todo, era la angustia por la ausencia de la madre. Ta Criselda la tom entonces de la mano y la mir al fondo de su retina. Ahora quiero que me lo expliques todo desde el principio. Explcame todo lo que recuerdes de la noche en que desapareci Selene. Todo.Y susurr ese todo tan persuasivamente que Anad sinti como si los recuerdos que ella haba borrado para que no la molestasen aflorasen de golpe.De uno en uno, obedientes, los recuerdos de Anad se pusieron en fila y salieron del fondo de los cajones de su memoria inmediata para que ta Criselda los desempolvara y los estudiara detenidamente.

Selene me sirvi un zumo de arndanos, que me chiflan, y me invit a sentarme en el porche, a su lado, para jugar a nombrar las constelaciones. Lo hacamos a menudo, pero aquella noche me pill desprevenida y, mientras yo buscaba desesperadamente Andrmeda y Casiopea, me propuso pasar las vacaciones de verano en Sicilia con una amiga suya, Valeria. Me vendi que tena un chal junto al mar en la playa de Taormina, bajo el Etna, y una hija como yo, de mi edad. Y, al rato, me ense un billete de avin. Yo no me lo poda creer: Selene lo tena todo preparado y no me haba dicho nada antes. Por eso no reaccion como ella crea que tena que reaccionar, no di saltos de alegra ni la bes ni me fui a probar el bikini del ao pasado. Slo le pregunt que cmo se le haba ocurrido que a m me gustara pasar las vacaciones sola, sin ella, con una familia desconocida y en un pas extranjero. Selene se puso muy nerviosa, como si la hubiese contrariado, y bizque. Cuando Selene est en apuros bizquea. No quera que yo me diese cuenta de que para ella era muy importante que yo me marchase de casa. Fingi que no le importaba y se sac de la manga que todo haba sido casual y que se le ocurri esa posibilidad por una llamada de Valeria felicitndola por su personaje Zarco y que fue en ese momento, mientras hablaban por telfono, cuando se le encendi la bombilla y crey que comprarme el billete sera una sorpresa bomba para m. Me dijo que, si yo no quera ir, lo anulara inmediatamente, pero que era una lstima porque Clodia, la hija de Valeria, era muy extrovertida y tena un montn de amigos y yo necesitaba ver mundo y estar con gente joven, de mi edad. Y entonces le dije que no, un no definitivo. No me daba la gana. Y no lo dije por falta de curiosidad ni porque Sicilia no tuviese atractivos. Al revs, me encantara visitar el teatro de Siracusa y conocer Palermo, participar en una persecucin de la malla, subir al Etna y lanzarme de cabeza al Mediterrneo, pero ni loca, ni borracha, estaba dispuesta a ser el hazmerrer de Clodia y sus amici italiani. Cuantas ms virtudes tuviera Clodia, peor. No se daba cuenta de que mi problema era se? Si me hubiera vendido que Clodia, la pobre, tena lepra y no poda salir de casa porque se le caan los dedos y las orejas, a lo mejor hubiese aceptado.Sin embargo Selene crey que lo haca para fastidiarla y me dijo que era una irresponsable estpida que no entenda nada, y me amenaz, me amenaz con... una desgracia, con una desgracia terrible. Me dijo que si ella faltaba, si ella se vea obligada a marcharse o le suceda algo..., yo deba estar acompaada. Y me dio tanta rabia que usase una treta tan cochina para salirse con la suya, que me ofusqu y pens que lo que quera en realidad era quitarme de en medio para estar sola con alguien y que ese alguien deba de ser MUY importante para ella y a lo mejor era el destinatario de todos sus perfumes, sus maquillajes, sus vestidos ajustados y sus noches en la ciudad. Vaya, que me convenc de que Selene tena un novio que no poda conocerme porque yo no era importante para Selene. 0 porque Selene se avergonzaba de m. Y por eso me obcequ y me negu a bajar del burro. Jur que nunca ira a Taormina. Y luego hice lo que ms fastidiaba a Selene: me levant, sin abrir la boca, y me largu. Selene me persigui hasta mi habitacin intentando que la mirara a la cara, rogndome que le hablase, obligndome a escucharla para ablandarme, para estudiar mis flaquezas y atacar mis puntos dbiles. Pero, por eso mismo, me negu a darle cancha, me met en la cama, apagu la luz y fing dormir.Y ya no volv a verla ms.Esa noche, de madrugada, me despert a causa de un rayo. El resplandor fue tan grande que abr los ojos de golpe y cre que era de da, que estaba tomando el sol en la playa de Taormina, al lado de una italiana leprosa, y el Etna entraba en erupcin. Daba miedo ver el cielo y or los truenos que hacan retumbar las paredes. Hasta los cuervos parecan asustados y no paraban de volar en crculos ante mi ventana. Lo curioso es que ahora que lo pienso, y recuerdo que lo pens, parecan ms grandes, enormemente deformados y como si quisiesen refugiarse dentro de casa. Uno de ellos se me qued mirando fijamente a travs del cristal y tena una mirada inteligente, sent que me hablaba y que me ordenaba abrir la ventana y... por un momento estuve a punto de abrirla.Luego cerr los ojos e intent continuar durmiendo a pesar de la tormenta.No fui a la habitacin de Selene para que no se creyese que ceda y que aceptaba su propuesta. Continuaba enfadada y quera demostrarle mi enfado. Por eso no me mov de mi habitacin y no me met en su cama, como otras veces, ni ella me llam para salir juntas al huerto a danzar bajo la lluvia hasta caer en el barro empapadas y exhaustas, como hacamos siempre que llova a cntaros, para desesperacin de Demter que se desgaitaba rindonos.Al da siguiente Selene no estaba en su cama y su ventana estaba abierta. Pens que estara en la ducha o en la cocina. Pero no. No estaba en ninguna parte. No faltaba nada, ni sus zapatillas, ni su libro, ni su cepillo de dientes, ni su pasador del pelo, slo ella. Tampoco haba signos de lucha ni de violencia, no haba sangre en el suelo ni cabellos en la almohada. Todo estaba intacto, como si durante el sueo Selene se hubiese esfumado, como si hubiese salido volando por la ventana y en cualquier momento pudiese regresar a dormir a su cama.Yo no toqu nada, lo dej lodo tal cual lo haba dejado ella, pero esa maana explor palmo a palmo el bosque con miedo de encontrar el cuerpo de mi madre alcanzado por un rayo.

Slo encontr una loba muerta y de repente supe que Selene estaba viva. Aunque no supe por qu lo saba.

PROFECA DE ODI

Ella destacar entre todas,ser reina u sucumbir a la tentacin.

Disputarn su favor y le ofrecern su cetro,

cetro de destruccin para las Odish, cetro de tinieblas vara las Omar.

El dictado del corazn de la elegida propiciar la verdad.

La una triunfar sobre las otras.

Definitivamente.

CAPITULO III

Selene

elene, recostada sobre el camastro de paja, respiraba lenta y acompasadamente. Permaneca inmvil, aletargada. No quera malgastar fuerzas intilmente puesto que no haba comido ni bebido nada en tres das.

Las moscas verdes revoloteaban sobre el cubo de los excrementos y algunas de ellas se posaban sobre su frente y sus mejillas, pero Selene no las ahuyentaba y permaneca con los ojos entrecerrados, los labios exanges, el pulso lento y el rostro fro. Si bien su cuerpo se encontraba ah, su espritu flotaba muy lejos del minsculo zulo, cegado a la luz, de apenas cinco metros cuadrados. El control absoluto que ejerca sobre su cuerpo le impeda sentir hambre, fro, sed, asco. Hasta su olfato se haba acostumbrado al intenso olor de orines que le revolvi el estmago al llegar.

Posiblemente, si nada hubiera alterado el aislamiento, Selene hubiera continuado ajena a su entorno, pero al or los pasos que se acercaban supo que no podra continuar anestesiando sus sentidos. De nuevo vio las paredes rezumando humedad, los piojos y las chinches saltando por doquier, las cucarachas trepando por los minsculos barrotes de su camastro y los hocicos de las ratas temblando al olisquear su angustia. Y al bajar la guardia arrug su nariz con asco: acababa de percibir con claridad el olor a sangre, sudor y miedo impregnando las paredes y la suciedad del jergn amarillento, salpicado de manchas parduscas, donde se recostaba. Todo el esfuerzo de contencin y autocontrol que haba estado practicando durante ese tiempo se esfum ante la expectativa de que la puerta se abriera y de que por ese hueco se colase la esperanza de un mundo clido, luminoso y limpio. Selene, prisionera, se sinti al lmite de sus fuerzas y tuvo la flaqueza de permitirse el deseo imperioso de huir del calabozo al precio que fuera.

La puerta se abri sin necesidad de llaves y Selene, dominndose, se irgui tan alta como era, alis las arrugas de su liviano camisn y desenred con los dedos la espesa cabellera rojiza que caa sobre sus hombros desnudos en un intento por recuperar su dignidad.

Vaya, vaya musit la visitante mirndola fijamente Eres ms hermosa de lo que imaginaba.

Selene, con la expresin marmrea y el rostro severo como una mscara, permaneci impermeable a las palabras amables de su carcelera.

Y tu fortaleza resulta admirable. No has pedido agua, comida, ni abrigo, no has gemido ni llorado, ni te has comunicado con nadie.

Selene la mir altivamente.

Qu creas?

Sinceramente. Crea que utilizaras tu magia.

Selene se ri.

La reservo para cosas ms importantes.

La visitante se situ frente a su prisionera y clav su mirada en ella. Era tan alta como Selene, tal vez ms joven y sin lugar a dudas tan bella como la extica pelirroja, aunque se trataba de una belleza clsica, de rostro ovalado, ojos negros y almendrados, cabellos de azabache y piel nvea, blanquecina, casi translcida. Su piel era tan fascinante que Selene se entretuvo en repasar la huella de las venas azuladas de su pulso que vibraban al ritmo de sus latidos. Cascadas de sangre ansiosas de lluvia.

Selene sostuvo su mirada con fiereza. Los ojos de la desconocida, dos brasas de carbn incandescente, acuchillaban su carne y heran su cerebro, pero Selene, a pesar de la debilidad del ayuno, no desfalleci.La visitante abandon su juego antes de que Selene parpadeara ni diera muestras de flaqueza. Simplemente se cans. Eres poderosa. La primera Omar que resiste mi mirada.Selene esboz una sonrisa irnica. Salma, supongo. Supones bien.Selene midi sus palabras y las sazon con la rabia justa.Nuestro comienzo no ha sido muy prometedor. Me engaaste.

Salma disimul su sorpresa. Te atreves a llamarme mentirosa?Pero Selene no se arredr lo ms mnimo. Me prometiste esperar hasta el verano.La risa de Salma sonaba a hueca, a eco de risa repetida una y mil veces. Una risa gastada y vieja. Qu importancia tienen dos meses si los comparas con la eternidad? Mucha. No es as como yo lo plane. Ha sido todo tan precipitado que no he podido borrar las huellas de nuestros contactos, ni he podido urdir una coartada coherente, ni tan siquiera despedirme de mi trabajo, ni cerrar la casa, ni cancelar mis cuentas... Y qu? Nadie es imprescindible. Pasados unos meses te darn por desaparecida y todos se olvidarn de ti, hasta tu editor.Selene no estaba de acuerdo. Mis compaeras no se resignarn, me buscarn, os crearn problemas, tenedlo por seguro. Atarn cabos y se interferirn en mi camino...Salma consider que tal vez Selene tuviera razn. Hubieras preferido simular tu propia muerte...Selene afirm. se era el trato.Salma se encogi de hombros. Ha sido orden de la condesa. Yo lo llevaba a mi manera hasta que la condesa dio la orden. Fue ella quien adelant las fechas.Selene enmudeci unos instantes, pero se repuso. Tengo que volver y solucionarlo todo. An estoy a tiempo de impedir que mi marcha cause ms revuelo de lo necesario.Sin embargo, Salma no estaba dispuesta a permitirlo. Imposible, la condesa quiere verte.Selene tembl, un leve temblor que se expandi por su nuca y alete hasta la punta de sus dedos fros. Ha regresado? No. Entonces? pregunt Selene con miedo, intuyendo la respuesta. Tendrs que acudir a su lado. Viajars conmigo al mundo opaco.Selene palideci y se aferr al barrote del camastro sin importarle la cucaracha que aplast. Al mundo opaco? Tienes miedo? le reproch Salma burlona.Selene no se avergonz de su temor, no era infundado. Ninguna Ornar ha regresado nunca.Salma volvi a rer con su risa hueca. T no eres una Ornar cualquiera.Selene pensaba con rapidez, no poda dilatar la espera de Salma ni de la condesa. Viajar... con una condicin. Antes debo regresar a mi casa y borrar mis huellas.Salma ri. Lo har yo. T? exclam horrorizada Selene. Ser divertido musit Salma repentinamente convertida en una nia traviesa. Las engaar. No, Salma, t no. Adems han pasado tres das. No importa.Selene se enfad.Te he dicho que no te acerques a mi casa o te arrepentirs.De pronto Salma call y su silencio se prolong un tiempo demasiado largo para que Selene pudiera permanecer tranquila. Ocultas algo?Selene neg.Salma esboz un gesto de contrariedad. Una semana ms aqu dentro te har recuperar la memoria.Selene se sinti desesperar. Salma dio media vuelta dispuesta a salir de nuevo sin ofrecerle siquiera un poco de agua, una mana. No. Selene saba que una vez concebida la esperanza resulta imposible deshacerse de ella. Y suplic. Espera.Salma se detuvo y aguard a que hablase. Hay un hombre, Max, que vive en la ciudad y que me estar esperando. Est loco por m. Y t?Selene se mordi los labios antes de responder. An le dolan sus besos. Podr olvidarlo. Alguien ms? Una nia. Una nia? Mi hija adoptiva. Una hija?

Selene se revolvi con mpetu. No es ma, Demter me oblig a criarla. Fue ms hija suya que ma. Una Omar? No, una mortal fecha y algo torpe, sin poderes, sin ninguna gracia especial... Y qu importancia tiene?Selene pens en una cama mullida, en un vaso de agua fresca, en un bao caliente, en una estancia clida, en un rayo de sol luminoso. Mir fijamente a la astuta Salma. No poda engaarla....Para ella soy su madre y... Y? Le tengo cario admiti bajando la cabeza.CAPITULO IV

El despertar de Anad

l telegrama lleg la misma tarde de la llegada de ta Criselda. Iba dirigido a Anad, pero el redactado era impropio de Selene. Y no obstante las palabras del telegrama la hirieron profundamente. Deca as.

Anad:No me busques, Max me recogi en su coche, empezaremos una nueva vida lejos de todo. No era posible estar los tres. Enviar dinero a Elena. Me olvidars. Selene.

Anad lo ley hasta aborrecerlo. As pues era cierto. Max exista, era un hombre de carne y hueso, un amante de su madre en la ciudad, alguien a quien Selene prefera antes que a ella. Sinti deseos de llamar de nuevo al nmero de Max y de dejarle un mensaje a gritos pidindole que le devolviese a Selene, pero era absurdo. Selene le amaba a l y en esos momentos deban de estar los dos lejos, muy lejos.Ta Criselda, con las gafas caladas, ley el telegrama sin acabar de crerselo y la mare a preguntas sobre Max, su madre y sus locuras. Pero Anad no le respondi, nicamente quera estar a solas y llorar.Unas horas ms tarde Elena se present en la casa con un sobre que contena dinero en metlico y, junto con los billetes, que entreg a Criselda, mostr una breve nota mecanografiada y firmada por Selene rogando a Elena que se hiciese cargo de Anad con la promesa de recibir ms adelante una cantidad para su manutencin. De dnde ha sacado el dinero? se pregunt Anad en voz alta. Todas sus libretas y tarjetas de crdito estaban dentro de su bolso, yo misma anot los movimientos y no haba retirado dinero.Elena y Criselda, sorprendidas, miraron a Anad. Dijiste que Selene no se llev nada con ella. Anad se reafirm en lo que sus ojos vieron el da despus de la tormenta. Todo qued aqu, su ropa, sus zapatos, su abrigo y su bolso.Y mientras Anad lo iba diciendo, comprobaba con asombro que en el perchero no haba ni rastro del bolso de Selene, ni de su abrigo. Los vi aqu, colgados! protest.Elena y Criselda cruzaron una mirada cmplice. Y los zapatos has dicho? Venid a verlo, est todo intacto, hasta su maleta...Sin embargo, tras subir las escaleras y abrir las puertas del armario de Selene, Anad palideci. Estaba medio vaco: de sus zapatos apenas quedaban un par de viejas katiuskas agujereadas y unos mocasines sin suelas, el lugar donde reposaba su maleta era ahora una balda vaca y de su mesilla de noche haban desaparecido su libro de lectura, sus gafas de sol y sus pasadores del pelo. Anad fue con precaucin al bao. No poda creerlo: tampoco estaba el cepillo de dientes. Ni el champ, ni el guante de pita con el que frotaba su cuerpo cada maana.Pero eso no fue lo ms extrao ni lo ms curioso que sucedi esa tarde. Cuando Anad mostr a Criselda y Elena el estado del correo electrnico de su madre para dejar patente que no se haba despedido de nadie ni haba advertido a su editor de su marcha, se encontr con la desagradable sorpresa de que los archivos tampoco eran los mismos que ella haba ledo. Haba unos e-mails diferentes. En ellos, datados con anterioridad a su desaparicin, Selene anunciaba su partida a la editorial y cancelaba a travs del correo diversos compromisos adquiridos de antemano: una conferencia, un congreso de cmics y la inauguracin de un saln de exposiciones. Anad los contrast con los e-mails que imprimi ella misma tres noches antes. No haba ninguna coincidencia. Ni siquiera quedaba rastro de la relacin epistolar con esa admiradora furibunda que tanto la elogiaba. S.Mostr sus impresiones a Elena y a Criselda, pero not que ninguna de las dos lo consideraba importante. Y cuando Criselda se quej de la desaparicin de los nmeros telefnicos en la memoria inmediata del aparato, Anad, anonadada, consider que lo mejor sera callar.Era ms que evidente que tras la desaparicin de Selene alguien haba regresado dispuesto a borrar todas las huellas.Tuvo su primer escalofro.Cmo haba entrado en casa?Cmo haba sabido cules eran sus efectos personales?Cmo haba conseguido borrar la memoria del aparato telefnico?Cmo haba logrado escribir e-mails datados en fecha anterior?

Slo haba una explicacin. Lo haba hecho Selene en persona.

Luego se sinti mal, muy mal, y se meti en cama tiritando.

No tena fiebre y sin embargo se senta mucho peor que cuando sufri la neumona y la ingresaron a causa de las convulsiones. A Anad le dola todo el cuerpo, desde la raz del cabello hasta las uas de los pies. Se senta crujir los huesos uno a uno, senta las vsceras removerse dentro de sus cavidades, senta cuchillos clavados en los tendones, senta los msculos asaeteados por mil agujas, senta la piel tensa a punto de resquebrajarse. Imposible pegar ojo, sentarse, leer o... simplemente pensar.

Haca ya dos semanas que se senta morir y no iba a la escuela, aunque esto ltimo no tena importancia. El mdico le haba dicho que descansara y que no se preocupase por los estudios, que estaba alterada por lo que haba ocurrido con su madre. Anad se avergonz. En boca de todos estaba la historia de la huida de Selene con un hombre llamado Max y, si bien al principio Anad se resisti a admitir la traicin, fue considerando que Selene haba huido con l en un rapto de locura, que era su estilo, y que luego haba regresado de noche para llevarse sus cosas, reescribir sus e-mails, borrar sus llamadas y enviar el telegrama y su dinero. Lo haba solventado todo sin atreverse a dar la cara. Eludindola. Y por su cobarda y sus mentiras hubiera querido odiarla, extirparla de su vida como una apendicitis infecciosa. Hubiera querido tenerla delante para echarle en cara su egosmo, su absoluta falta de responsabilidad, la misma que le reprochaba Demter. Pero tambin saba que la necesitaba. Fuese egosta, ambiciosa, irresponsable o loca...

Durante esos das de obligado reposo lo que ms la inquietaba era su cabeza, o lo que tuviese dentro, porque en lugar de cerebro pareca que se le hubiese instalado un enjambre de abejas o un aserradero de madera. El zumbido le resultaba insoportable; era constante, pero se agudizaba en determinados momentos y en sitios muy concretos. Una tarde intent hallar tranquilidad en su refugio, pero no consigui recorrer el camino del robledal, pues antes de llegar a su cueva se vio obligada a dar media vuelta y regresar corriendo. Era una tortura, la mezcolanza de sonidos que desprenda el bosque agudiz el zumbido hasta un nivel insoportable y a punto estuvo de volverla loca.Anad aoraba a Selene constantemente, pero en los momentos en que se encontraba peor aoraba a Karen. Dese que Karen, su mdico y gran amiga de su madre, regresara de Tanzania, la tendiese en su camilla de olor a azcar Candy para hacerle cosquillas con el auscultmetro y la curase. De nia crea que el estetoscopio de Karen era mgico y que con slo acariciar su pecho o su espalda sanaba sus bronquios o sus pulmones resfriados.Intent pensar como habra pensado Karen, intent preguntarle a Karen cmo comportarse, y la respuesta le lleg a travs de un susurro que la visit una noche de insomnio: Anad, bonita, no luches contra el dolor ni el ruido, es tu cuerpo, eres t, forman parte de ti, no los rechaces, siente el dolor, respira hondo, escucha los sonidos que hay dentro de ti, acptalos, intgralos en ti.La sugestin de la voz de Karen funcion como la seda. Consigui que su cuerpo aflojase la tensin y que el retumbar de su cabeza se amortiguase, sobre todo al caer la noche.Pero al igual que en los episodios febriles, le suceda que luego, de madrugada, tras haber conseguido dar un par de cabezadas, se despertaba con los ojos abiertos y el corazn palpitante creyendo que las paredes de su habitacin hablaban, que de las cortinas de la ventana surga una esbelta figura de una dama con una airosa tnica y que sobre su kilim turco reposaba un guerrero a la antigua usanza, con yelmo y armadura.sas eran sus alucinaciones, cobraban forma cada noche y cada noche ocupaban el mismo lugar. El caballero y la dama eran osados y curiosos, la observaban con descaro y pareca que iban a ponerse a hablar en cualquier momento. Eso era tal vez lo ms divertido de todo lo que le estaba sucediendo.Mientras tanto, ta Criselda, un encanto, pero no serva ms que para causarle problemas y montar estropicios. Anad intent explicarle los sntomas de su extraa enfermedad, pero tras visitar al mdico y no obtener un diagnstico claro ni un remedio concreto, la mujer se asust, se li diciendo que ella no entenda de nios y le dio a beber un lquido nauseabundo que le produjo una gran vomitona. Se pasaba la mayor parte del da haciendo llamadas telefnicas o revolviendo en la biblioteca y en la habitacin de Selene. ltimamente la tena preocupada la difcil situacin financiera en que vivan. Ta Criselda haba descubierto que tras la muerte de Demter Selene hipotec la casa y derroch el dinero a manos llenas. Se cambi de coche, compr mobiliario nuevo, viaj y se regal un montn de caprichos. En esos momentos las deudas y facturas impagadas amenazaban con ahogarlas y ta Criselda no saba cmo conseguir el dinero. Melendres, el editor de su madre, era un mal bicho. Se neg a adelantarles ni un duro si Selene no firmaba personalmente sus facturaciones.Pero a Anad, a sus catorce aos, no le preocupaba ese tipo de cosas. Adems, no confiaba en la ta Criselda. Excepto sus manos balsmicas que borraban las preocupaciones, para nada recurrira de nuevo a ella en busca de soluciones prcticas a problemas concretos. Nunca le pedira que le preparase una tortilla (se la fri con vinagre) o un filete (se lo sirvi crudo) o que le lavase un jersey (lo desti con leja).Lo que no acababa de comprender Anad era por qu motivo se consideraba que un adulto cuidaba de un nio cuando en su caso era completamente al revs. Ta Criselda, con todo el morro, se apuntaba a las comidas y a las cenas que ella preparaba. Afortunadamente Criselda era conformista, le daba lo mismo comer unos espaguetis carbonara, que unos espaguetis con tomate que unos espaguetis al pesto. En eso le agradeca la falta de gusto y Anad confirmaba que ta Criselda era un espcimen muy raro de adulto y que las mujeres de su familia no se parecan en nada entre ellas, pero que cada una en su especialidad juntas podan poblar un zoolgico.Fuese por el atracn de espaguetis, el reposo o los mismos nervios, lo cierto es que a los quince das de la desaparicin de Selene y a los trece exactos de la llegada de ta Criselda Anad se dio cuenta de que la ropa que usaba no le serva. Ni le suba la cremallera de los pantalones ni le abrochaban los botones de las camisas y, ante su estupor, se percat de que necesitaba un sujetador. Anad, sin crerselo, comprob que por primera vez en su vida le estaba creciendo el pecho. Y Selene no estaba para celebrarlo!No quiso decrselo a ta Criselda. Era demasiado indiscreta o demasiado poco entendida en nias. Proclamara a los cuatro vientos que su sobrina necesitaba un sujetador o dira que ella no entenda de sujetadores de chicas. Con lo cual, decidi salir sola, hacia el crepsculo, cuando los ruidos disminuan y su cabeza dejaba de echar humo por unas horas. Cogi dinero del sobre del cajn de la cmoda y sali de casa camino de la mercera rogando que no estuviese Eduardo. Si la atenda Eduardo se morira de vergenza, sera capaz de Cundirse ante el mostrador. Eduardo tocaba a su lado en la banda del pueblo: ella, el acorden, y l, el trombn. No la haba mirado jams, no saba que exista, pero Anad s que miraba a su izquierda constantemente para contemplar el sudor que perlaba su frente morena y la vena que se le hinchaba en el cuello al soplar el instrumento. Eduardo era mayor, haca msculos en el gimnasio, tena novia y estaba como un queso, o eso decan sus amigas, envidiosas de que tocara junto a Eduardo.Antes muerta que dejar que Eduardo le vendiese un sujetador.YEduardo estaba ah.Anad, muy nerviosa, le vio claramente a travs del cristal del aparador y dio media vuelta dispuesta a abandonar. Tan abstrada estaba y tan confundida por el contratiempo que choc de frente con una seora y cay al suelo. Oh, disculpe dijo sintindose tonta por disculparse, encima de caerse. Perdona, ha sido culpa ma respondi la seora con un leve acento extranjero.Ylas dos se quedaron mudas de asombro al reconocerse. Nuestro destino es chocar... exclam la bella extranjera, la misma que conduca el Land Rover azul la maana que desapareci Selene y que la atropello sin querer en la cuesta del puente.Yse echaron a rer. Te has recuperado ya de la cada? S, completamente, muchas gracias. Pues hoy no te escapars, te debo una compensacin por atropellarte. Te apetece un cruasn con un chocolate con nata?Anad dud. Cmo saba que la chillaba el chocolate con nata? Con Selene celebraban todas sus fiestas en la chocolatera, con sus amigas o solas, y ahora haca dos semanas que no probaba el chocolate. Se le hizo la boca agua. Probablemente la compra (o no compra) de su primer sujetador era una ocasin ms que importante para ser celebrada, probablemente Selene la habra invitado ella misma. Conozco una cafetera muy cerca de aqu dijo.Y la bella extranjera le sonri y le ofreci su brazo con un gesto elegante y natural. Anad, con la misma naturalidad, se asi al brazo de la mujer y la gui a travs de las callejuelas mirndola de soslayo.Tena la tez muy blanca, el cabello rubio ceniza, los ojos azules, de un azul profundo, intenso como el mar, y una sonrisa encantadora. Era hermosa y fascinante, extranjera sin duda, pero imposible descubrir de dnde provena por el acento. Hacia esas pocas, al inicio de la primavera y una vez acabada la temporada de esqu, comenzaban a llegar los extranjeros. Se alojaban en el hotel y los campings. Algunos practicaban rafting y descendan por las rpidas aguas del ro aprovechando los primeros deshielos, otros comenzaban a ascender las montaas, si el tiempo lo permita, y a salpicar los valles de colores con sus anoraks chillones, hasta que cedan el puesto a los escaladores, los ms voltiles y atrevidos, que llegaban adelantado el verano, cuando ya se haba fundido el hielo de las grietas de la roca. Estaban tambin los que simplemente paseaban por los valles y visitaban los lagos gozando de las maravillosas vistas y respirando el aire sano de la montaa. La extranjera bien educada pareca ser de estos ltimos. Te espera tu madre?Anad sinti un nudo en la garganta. No la esperaba nu madre. No tena madre ni abuela, slo una ta medio intil que no le serva de nada. El otro da no me present, me llamo Cristine Olav. Yo soy Anad. Ya lo recuerdo, bonito nombre, Anad, imposible de olvidar. Te hace honor. Sabes que eres muy bonita?No era cierto. Anad saba que no lo era, pero cuando la seora Olav lo dijo con tanta sinceridad crey que era cierto y se sinti hermosa, admirada, y sobre todo querida.Por eso, y a pesar de su promesa a Elena, le explic a la seora Olav la reciente desaparicin de su madre y su sbita enfermedad y tambin, por qu no?, la llegada de su ta y su compra frustrada del sujetador. Se lo explic porque necesitaba que alguien la mirara con arrobo, la escuchara con atencin y le sonriera constantemente. La seora Olav fue menos explcita, slo le dijo que se alojaba en el hotel unos das y que estaba de paso, pero que le gustara visitar los lagos. Y entonces se le ilumin el rostro. Querras acompaarme?Sin dudarlo, sin ni siquiera pestaear, Anad acept. Durante toda la merienda no haba sentido en ningn momento ni el zumbido en la cabeza ni el constante dolor de las articulaciones ni la pena por la ausencia de Selene. La seora Olav y el chocolate con cruasn eran, hasta el momento, la mejor medicina que haba probado.De pronto la seora Olav se puso en pie y le hizo un signo mudo para indicarle que regresaba enseguida. Anad crey que iba al bao y aprovech para acabar de engullir el segundo cruasn y pedirle a Rosa, la encargada, que le pusiese otra cucharada de nata, por favor, porque el chocolate estaba delicioso, pero se le haba acabado la nata.No supo si la seora Olav se haba ausentado un minuto o una hora, aunque lo cierto es que le dio tiempo para traerle un regalo. Con una sonrisa enigmtica le hizo entrega de un obsequio envuelto en el papel de la mercera de Eduardo.Anad no poda dar crdito. La seora Olav le haba comprado el sujetador ms bonito que nunca haba visto. Un estampado tnico de fondo granate festoneado de alegres dibujos geomtricos verdes y azulados. Le ira bien?Se levant emocionada y fue a probrselo al bao. Era su talla, se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, era exactamente como lo haba soado, divertido, desenfadado, cmodo. No conoca la marca pero ninguna de sus amigas tena un sujetador como se, estaba segura. Se puso el jersey encima y sali corriendo de nuevo hacia la mesa para agradecer el regalo a la maravillosa seora Olav, pero ante su estupor en la mesa slo haba una caja de bombones. Son para ti le dijo Rosa, la encargada.Anad no tena ms hambre, as pues cogi la caja de bombones mientras Rosa recoga las tazas de chocolate y le explicaba que la extranjera haba pagado la merienda y se haba marchado discretamente tras dejarle los bombones a Anad y una generosa propina a ella.

Elena se senta incmoda. Estaba sentada en su cocina, junto a Criselda, pelando judas y vigilando los pucheros. Pero se sentara como se sentara, el beb continuaba pataleando con sus piececitos contra su vientre. Eran golpes secos, contundentes, y el ltimo la haba dejado sin aliento. As pues era cierto?Criselda afirm llevndose un bombn a la boca y tentando a Elena. Efectivamente. Se ha producido ya la conjuncin de Saturno y Jpiter. Y se corresponde con la prediccin que hace la astrnoma Hlder en su tratado sobre la llegada de la elegida. Y la conjuncin de los siete planetas? Est prxima, tal vez un par de meses, o tres.Elena rechaz el bombn y continu pelando las judas. Llvate la caja, son demasiado ricos luego, pensativa, aadi: Todo parece encajar. La conjuncin astral y el meteorito lunar sealan el cundo y el dnde. Aqu y ahora. No me lo puedo creer. Sospechbamos que Selene fuera la elegida, pero no existan certezas como las que ahora nos das. Las Odish lo saban desde mucho antes. Desde la ofensiva en la que muri Demter afirm Criselda. Malditas Strigas..., malditas brujas Odish, a punto estuvieron tambin de llevarse a Anad.Llegados a ese punto Criselda neg rotundamente con la cabeza. Anad no pudo ver a la Striga, no ha sido iniciada. Ah no? La descripcin que nos hizo del cuervo era la de una Striga. Dijo deformada, enorme, ojos inteligentes, hasta le habl... Intent torcer su voluntad le rebati Elena. Pero... si hubiera sido la Striga, hubiera corrido la misma suerte que Selene. Nadie, y menos una nia, puede resistirse a su voluntad le rebati Criselda tozuda como una mua. Y ese Max? No merece la pena ni buscarlo. Probablemente no exista.Elena se puso nerviosa y el beb lo not, por eso comenz su sesin de nuevo, una patada, dos... Haba tantas cosas extraas, tantas. Y estaba segura de que Criselda le ocultaba muchas ms. Entonces ests diciendo que Anad tena razn, que la desaparicin de la ropa de Selene, el telegrama, el dinero, todo lo que justific su partida posterior fue un apao para hacernos creer que se haba marchado por voluntad propia....Lo supe desde el primer momento. Entonces..., por qu has dejado que Anad crea que su madre la ha abandonado por un hombre? Y qu bamos a decirle? pregunt Criselda comiendo otro bombn. La verdad defendi Elena. Tiene derecho a saber la verdad. Eso deber decidirlo el coven. Muy bien, pero hasta entonces tenemos que protegerla. Tiene catorce aos, concdele un escudo protector suplic Elena. Yo? objet Criselda levantndose nerviosa de la mesa.Era incapaz de permanecer cinco minutos sentada y no poda tener las manos quietas. Cogi un cucharn de encima del mrmol. Elena insisti. Mientras duerme, sin que lo note. Recuerdas el conjuro?Y mientras lo recordaba, Elena se entristeci al constatar que ella nunca lo haba recitado y, dada su mala suerte de concebir slo varones, tal vez no lo llegara a recitar jams. El escudo protector serva para las muchachas adolescentes, para protegerlas de la maldicin de las Odish e impedir que en el delicado trnsito de nia a mujer perecieran desangradas. Anad lo ignoraba y deba protegerse.Criselda estaba apurada. Se notaba a la legua que jams haba creado un escudo protector para una adolescente. Removi el enorme puchero con excesivo mpetu mientras hablaba. Pero Anad parece que tenga diez aos, no hace falta. Que no hace falta? Su madre acaba de ser secuestrada y ella est en el momento ms delicado de la vida de una Ornar. Y dices que no hace falta? Qu hace falta entonces? grit Elena desesperada.Criselda era un absoluto desastre, pens Elena. A quin se le haba ocurrido la brillante idea de enviar a Criselda? A Gaya, claro, para sacarse de encima a la nia y vengarse de Selene.Pero Criselda se enfad y agit el cucharn. Mi trabajo es encontrar a Selene, por eso vine y eso es lo que estoy haciendo. Y la nia? inquiri Elena. La nia ya se apaa, yo no soy ninguna niera.Y era cierto, Criselda entenda tanto de nias como de cocidos. No tena ni idea.Elena cambi de postura e interrog a Criselda. Ya llevas dos semanas en eso y an no nos has dicho nada. Qu has averiguado desde el telegrama y el sobre del dinero? Eh? Nada se excus Criselda sin ocultar su apuro.Y con ese nada no menta, pero era una ocultacin de la verdad. Ese nada significaba mucho. Significaba sospechas en torno a Selene. Sospechas que ella no formulara hasta que estuviera completamente segura. Lo que haba averiguado era precisamente nada, lo cual era lo menos tranquilizador de todo. Y tampoco te ocupas de Anad. Cmo que no me ocupo? Estoy viviendo con ella. Quiero decir que no la vigilas, no la atiendes, no sabes siquiera lo que le pasa por la cabeza. Tonteras, le pasan tonteras, le aplico las manos cada noche para borrarle las tonteras se defendi Criselda con pasin. Y eso es todo? Estoy buscando a su madre, que es lo que Anad necesita. A su madre. Yo no he tenido hijos como t. Por qu no te quedaste t con ella?A Elena le dio un patats. Ya tuvo bastante con los dos das que convivi bajo su techo y que se le antojaron complicadsimos. En el prximo coven tenemos que decidir qu hacemos con Anad dijo Elena para resolver la cuestin de una vez.Criselda la mir con estupor y seal su enorme vientre. Podrs volar? Pues claro, qu remedio. Estoy ms pesada, no puedo comunicarme, pero el hechizo funciona igual.Criselda prob el guiso y se quem la lengua. Anad no me preocupa. No sufro por su seguridad, no quiere salir de casa. Es muy prudente.Elena se vio en la obligacin de advertir a Criselda, no saba nada de Anad. Es muy lista. Ya me he dado cuenta. Acab con todos los libros de la biblioteca juvenil hace dos aos. Selene le traa libros de la ciudad. Una nia lectora. Habla y escribe cinco lenguas perfectamente. Ya. Toca todos los instrumentos que se le pongan por delante.Criselda ya se estaba quedando sin argumentos. Qu me quieres decir? Que no entiendo ni entender nunca por qu Selene no la inici a la edad que le corresponda.Elena observ a Criselda, que reaccionaba poco a poro, y retuvo la respiracin cuando se apoy en el puchero y el puchero se tambale. Elena grit demasiado tarde. Cuidado!Criselda agarr el puchero, pero sin querer trastabill y se sujet a la cortina de la ventana. La cortina se vino abajo y el puchero cay al suelo con gran estrpito; se rompi en mil trozos esparciendo pedazos de pollo, tocino, apio, zanahoria, cebollas y patatas por toda la cocina.Elena respir hondo una vez, dos, el pequeo saltarn se alteraba con ella. Resistira los dos meses que le quedaban hasta el parto con el pequeo futbolista arremetiendo desde dentro y Criselda complicndole la vida desde fuera? Tras el estruendo, la cocina comenz a llenarse de nios que llegaban de todas partes creyendo que haba explotado una bomba. Y la bomba? Qu ha pasado? Qu comeremos? Fuera! Fuera de aqu todo el mundo! grit Elena a punto de echarse a llorar.Criselda, en cambio, pareca flotar ajena a todo y a todos. Aun teniendo delante el desastre, pareca ciega y lo contemplaba sin verlo. Estaba atando cabos lentamente. Me ests diciendo que Selene tena alguna razn que desconocemos para no iniciar a Anad? Cul? Quiz no es una Omar? A lo mejor es una simple mortal?Y Elena, agachada recogiendo pedazos de tocino, sonri a travs de las lgrimas, porque como mnimo una cosa le haba salido bien en ese da atravesado. La desastrosa Criselda haba entendido que Selene les ocultaba ms cosas de las que crean y que Anad era una de ella.

CAPTULO VEl clan de la loba

nad despert sobresaltada y abri los ojos. Haba odo un aullido de lobo, estaba segura. No pudo continuar durmiendo. Algo la empuj a levantarse, un desasosiego, o quiz la luz; haba excesiva luz para ser de noche.En efecto, abri los postigos de la ventana y comprob que la luna llena, majestuosa, coronaba las cumbres. La contempl acodada en el alfizar de la ventana. Haca una temperatura algo bochornosa. Se relaj dejndose acariciar por los rayos lunares. Sin embargo, la noche, una noche primaveral, no haca honor a ese firmamento despejado de nubes. El cielo pareca turbio. Desde que Selene desapareci la luz dej de iluminar el da y matizar la noche con la misma intensidad. La cpula terrestre pareca sucia sin ella.Un bao de luna, te apetece?, la invitaba Selene algunas noches de verano, y juntas se estiraban sobre el csped y se dejaban adormecer por la luz mortecina sonriendo con complicidad cuando a lo lejos, provenientes de las montaas, les llegaban los primeros aullidos del lobo. Aullaban a la luna, su amiga, y se comunicaban unos con otros. Y ellas bailaban al son de los aullidos. Aullidos de amor, de pasin, de aoranza, de melancola.Todo en esa noche le recordaba a Selene. Dnde estaba? Por qu no le deca nada? La aoraba tanto, tanto.Otra vez son el aullido, largo, insistente, y mientras lo oa, Anad sinti cmo se le erizaba la piel de la nuca. Al poco rato, de una forma natural, del fondo de su garganta surgi tambin un aullido triste. Anad aull y relat su pena a sus amigos los lobos, los amigos de Selene. Luego qued inmvil y se tap la boca con la mano en un gesto espontneo, con la sorpresa de quien acaba de cometer una travesura sin proponrselo. Pero no tuvo tiempo de reflexionar. La madre loba le respondi y Anad, ms sorprendida todava, comprendi el significado de su respuesta: Ellas se la han llevado, ellas la tienen, ellas son poderosas, pero vulnerables.Se retir de la ventana con las piernas temblorosas. Era absurdo, totalmente absurdo, pero haba aullado y haba entendido la respuesta de la loba. Cmo saba que era una loba? Lo saba y punto. No, no tena ni pies ni cabeza. Lobos y hombres no se comunicaban. No podan entenderse, pero ella la haba entendido, aunque el mensaje fuera tan crptico. Quines eran ellas? Quines eran las que se haban llevado a su madre? No haba huido con Max?Se cercior de que sus brazos no se estuvieran volviendo peludos y se mir a hurtadillas en el espejo. No, no se estaba convirtiendo en una nia loba. Todo era tan extrao... Qu tontera, haba sido simplemente una alucinacin, pero necesitaba explicrselo a alguien que la convenciese de que no se estaba volviendo loca, como Selene. Sin dudarlo se dirigi a la habitacin de su la Criselda.La cama estaba intacta, la habitacin vaca y la ventana abierta. Anad se qued atnita. El reloj marcaba las dos de la madrugada y en toda la casa no haba rastro de ta Criselda. Dnde se haba metido? Haba desaparecido como Selene? La haba alcanzado un rayo como a Demter? Eso ltimo pareca improbable, el cielo estaba cuajado de estrellas opacas y la luna se meca en el desfiladero.Con ojos inquietos repas todos los objetos de la habitacin de ta Criselda a la bsqueda de una pista, de un indicio. Sobre la mesilla, junto a un libro, reposaba un tarro de crema abierto. Le atrajo su olor. Ola a Selene, era la misma crema que Selene utilizaba. Unt su dedo ndice, aspir el aroma a vainilla mezclado con efluvios de jazmn que le recordaba a Selene y, sin pensarlo dos veces, se frot el rostro y las manos como le haba visto hacer algunas noches. Aspir una vez y otra y not cmo la invada poco a poco una agradable sensacin.Un ligero cosquilleo comenz a ascenderle por las piernas y se sinti desfallecer, los miembros lasos, inertes, presos de una pereza terrible. Se dej caer en la cama de ta Criselda y junto a ella, por efecto de su cada atolondrada, cay el libro de la mesilla, abierto por una pgina al azar, o tal vez no fuese al azar, puesto que era una pgina arrugada y el libro tenda a abrirse siempre por ah.Un rayo de luna ilumin esa pgina e invit a Anad a la lectura y Anad, prisionera de las casualidades que se alineaban en su camino mostrndole la direccin de sus pasos, ley sin ton ni son, en una lengua extraa, pronunciando, ante su asombro, los sonidos, graves, exactos de las palabras que lea. Y a pesar de ignorar su significado, comprendi su sentido.A medida que lea se senta ms y ms segura de haber recitado esas palabras antes, de haberlas pronunciado en compaa de alguien y de saber perfectamente la cadencia y la meloda de cada una de ellas.Not un calor intenso que inundaba su cuerpo y haca fluir su sangre por todas las arterias de sus miembros dormidos. El torrente sanguneo lata en cada uno de los poros de su piel y la haca sentir desbordante de vida, generosa de espacio. Una bruma nubl sus ojos y se adormeci notando cmo su cuerpo liviano, casi etreo, se sumerga en la noche y flotaba a merced del viento.

El claro del bosque, cruzado por un arroyo y flanqueado por la ladera este de la montaa, estaba inusualmente visitado esa noche de luna llena. Cuatro mujeres haban formado un crculo y, tras entonar unos cnticos, haban bailado juntas una danza. Luego, la de mayor edad dispuso las velas en los cinco puntos que cortaban el crculo, propiciando la fuerza geomtrica del pentgono, y las prendi.Criselda, regordeta y desprovista de encanto, solt el largo cabello que llevaba recogido en un moo, alz su rostro hacia la luna y sus ojos resplandecieron y embellecieron sus facciones. Las otras tres oficiantes, imitando el gesto de su anfitriona, soltaron sus cabellos, elevaron sus miradas a la luna, se tomaron de la mano y aullaron al unsono, en el lenguaje de las lobas, su clan.Estaban llamando a Selene. La desaparecida.Al cabo de unos minutos les lleg una respuesta. Alguien responda a su llamada, pero no era Selene. Su aullido era musical e impreciso. Se extraaron, en su valle no haba ningn otro miembro del clan de la loba. Sin embargo no tuvieron ocasin de verbalizar su extraeza. Al cabo de muy poco escucharon ntidamente, algunas por primera vez, la respuesta de la madre loba: Ellas se la han llevado, ellas la tienen, ellas son poderosas, pero vulnerables.Elena, Gaya, Criselda y Karen se dejaron caer al suelo vctimas del agotamiento psquico y de un cierto desnimo. Ninguna fue capaz de expresar las dudas y el miedo que sentan por el rapto de Selene. Criselda menos que ninguna. Todas saban que la fuerza teleptica que haban desencadenado bastaba para que Selene las oyese y les respondiese, a no ser que Selene misma se protegiese de sus llamadas. Elena lanz la pregunta a Criselda: Y bien? Qu podemos hacer con Selene?Elena, la intuitiva, haba cazado en ms de una ocasin las dilaciones de Criselda en confesarles sus dudas. Estoy sobre la pista, pero necesito ms tiempo.Criselda saba que no podra silenciar sus sospechas mucho ms tiempo.Todas callaron sumidas en sus propios pensamientos y le concedieron implcitamente el tiempo que peda.Criselda aprovech para solucionar su otra preocupacin. Mientras tanto, quin se hace cargo de Anad y su aprendizaje?Criselda no tena la ms mnima intencin de solicitar ese honor a pesar de ser la familiar ms cercana. Aprendizaje? -pregunt Karen-. Eso quiere decir que pretendis iniciarla.Criselda se sec la frente perlada de sudor. Se hallaba en el centro del crculo de tiza, las velas comenzaban a titilar y la fuerza iba disminuyendo. Eso habamos dicho Elena y yo. Ya tiene catorce aos.Karen haba venido de muy lejos y tena las ideas muy claras. Yo he sido su mdico y os puedo asegurar que la nia no tiene la ms mnima intuicin ni aptitudes, a pesar de ser la hija de Selene.Gaya, indignada, la interrumpi: Por mucho que lo insines, Selene no es la elegida.Karen le dirigi una mirada implacable.

No lo insino, lo afirmo. Selene es la elegida de la profeca.Criselda reorient el tema. No estamos poniendo en duda la profeca ni considerando que Selene sea o no la elegida, estamos hablando de Anad y de su futuro. Y su presente puntualiz Elena. Y os rogara que os dieseis prisa, porque a las tres acostumbra a dejar de surtir efecto mi hechizo de sueo y si mi marido descubre que no estoy se va a armar una buena. Karen se qued perpleja.

No lo sabe? Cmo va a saberlo?

Si yo tuviera marido, se lo dira. Ah, s? A cuntos novios se lo has dicho? Karen se qued cortada y Elena remach el clavo. Prueba, dselo y tu novio te durar lo que me dura a m un flan con nata.Criselda aprovech el desconcierto de Karen para encararse con ella. Tu diagnstico como mdico es que Anad no tiene capacidades... Exacto afirm Karen. Aunque estoy dispuesta a hacerme cargo de ella. S que Selene hara lo mismo por una hija ma.Gaya y Criselda respiraron tranquilas. Karen se haba pronunciado como candidata para ocuparse de la pequea, no les tocara quedarse con ella. Pues ya estamos de acuerdo. Podemos irnos concluy Gaya resolutiva.Pero Elena se neg. No estoy de acuerdo con Karen. Tenemos que iniciar a Anad. Esa nia esconde un gran potencial. Su inteligencia no tiene nada que ver con su poder protest Karen ofendida. Y recuerda que soy mdico. Su mdico, su profesora..., las expertas en Anad! Buena jugada, Gaya, hacer venir a la pobre Karen desde Tanzania para vengarte de Selene. Muy propio de ti gesticul Elena picada con Gaya. Yo no la hice venir protest Gaya. No fuiste t? pregunt Karen sorprendida, dirigindose a Elena. Yo? exclam Elena sujetndose el enorme vientre. Sabes que no puedo hacer llamadas embarazada.Karen necesitaba una explicacin a su viaje precipitado. Quin me llam entonces? Sent la llamada claramente y regres, por eso estoy aqu.Nadie contest y Karen se sinti confundida. Elena se encar con Criselda. Y t qu opinas, Criselda?Criselda dud. Apenas conoca a Anad, pero negar la posibilidad de iniciarla le pareca una traicin a su hermana muerta. Todas las mujeres de la familia Tsinoulis hemos sido iniciadas de nias. No ha habido ninguna que no mostrase condiciones, a no ser que...Mir a Elena. La duda sobre el origen de Anad y la probabilidad de que no fuera hija de Selene no la haba abandonado. Slo as podra explicarse su falta de aptitudes.Gaya lanz una patada al suelo. Lo saba, barres para tu propia casa, tu propio linaje. Demter muerta, Selene desaparecida, Criselda enviada para mandarnos, y al final pretenderis que nos mande la nia.Criselda, que ya estaba