la gualdra no.48, domingo 29 de abril del 2012

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 48 - 30 DE ABRIL DE 2012 - AÑO 1 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Hoy 30 de abril celebramos el Día del Niño y con ese pretexto le pedimos de favor a nuestros colaboradores que buscaran en sus archivos familiares alguna fotografía de cuando eran menores de edad. Reunimos las imágenes que están incluidas en páginas centrales y las compartimos con usted para que conozca cómo eran en su in- fancia quienes participan en esta publicación periódicamente, ya sea con artículos, entrevistas, fotografías, etc. ¿Ya adivinó quiénes son los personajes de esta portada?

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Domingo 29 de Abril del 2012

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Page 1: La Gualdra No.48, Domingo 29 de Abril del 2012

SUPLEMENTO CULTURAL No. 48 - 30 DE ABRIL DE 2012 - AÑO 1 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Hoy 30 de abril celebramos el Día del Niño y con ese pretexto le pedimos de favor a nuestros colaboradores que buscaran en sus archivos familiares alguna fotografía de cuando eran menores de edad. Reunimos las imágenes que están incluidas en páginas centrales y las compartimos con usted para que conozca cómo eran en su in-fancia quienes participan en esta publicación periódicamente, ya sea con artículos, entrevistas, fotografías, etc. ¿Ya adivinó quiénes son los personajes de esta portada?

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira Saade/ Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas /Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada Lazarín /Dir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade Trinidad /Diseño

[email protected]

Juan Carlos Villegas /Ilustraciones

[email protected]

Ejemplo de niñopor Gabriel Luévano Gurrola

La burbujapor Gustavo Contreras

Diásporapor Adso Eduardo Gutiérrez Espinoza

Mi lecturapor J. Manuel Trujillo

Galería de Infantes Gualdreños

Sierra de Pinos: un tramo del Camino Real de Tierra Adentropor Judith Ernestine Bosnak

Regalar libros a los niñospor Eduardo Campech Miranda

Castillo de sal si puedespor Andrea Sampedro

La Catarina Sangrienta por Pilar Alba

Poema de la eternidad y Emilio–jugando cerca de la piscina-por Roberto Galaviz

Espacio de refl exión por Ximena Nava

Acerca de Floyd, cerca de Parsonpor Miguel Carrillo

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Hoy 30 de abril celebramos el Día del Niño y con ese pretexto le pedimos de favor a nuestros colaboradores que bus-caran en sus archivos familiares alguna fotografía de cuando eran menores de edad. El ejercicio resultó además de di-vertido, sumamente interesante. Prime-ro, porque todos dijeron sí sin chistar y la reacción fue de alegría, casi todos rie-ron al contestar la solicitud y lo hicieron con agrado; en poco tiempo reunimos las imágenes que están incluidas en pá-ginas centrales y que compartimos con usted para que conozca cómo eran en su infancia quienes participan en esta publicación periódicamente, ya sea con artículos, entrevistas, fotografías, etc. La mayoría de ellos hicieron comentarios similares, por ejemplo: “Me puse a buscar en mis álbumes y me pasé un muy buen rato recordando”, “Me emocioné mucho al ver cómo era cuando estaba chiquito”, “Pedí a mis pa-pás que me mandaran una foto”, “No sa-bía cuál foto mandar, si en la que estoy vestida de mariposa, o donde me disfra-zaron de angelito”, “Me acordé que en aquel entonces no tenía tantas preocu-paciones”, “Mi mamá me disfrazaba de todo lo que se le ocurría”... Invariable-mente todos “batallaron” para elegir su foto, y algunos de los compañeros que-daron indecisos porque me mandaron una foto muy seria y se quedaron con la tentación de mandarme ésa, en la que salían en calzones o con el típico pei-nado de “cacahuatito”… Pero ahí están, � nalmente, las fotos de quienes decidie-ron compartir con nosotros una parte muy especial de su vida. Volvimos al pasado momen-táneamente y nos llenamos de nostal-gia, de esa pasión por retornar a los orígenes, al seno familiar. En cada una de las fotos están una historia, un lugar, afectos y quereres que nos hacen ser lo que ahora somos. Recordamos aquellos días en que efectivamente, teníamos menos preocupaciones, menos mie-dos, menos compromisos que cumplir. Nos divertíamos mucho, jugábamos con lodo, íbamos a la escuela, salíamos por las tardes a jugar con los vecinos, comíamos dulces, peleábamos con los hermanos por los juguetes y por la no-che cenábamos juntos como si nada hu-biera pasado, íbamos de vacaciones con los abuelos, en � n… jugábamos todo el tiempo.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

¿Cuáles eran nuestros juegos? El trompo, el yo-yo, las muñecas, los caicos, los carritos, los “trastecitos”. Ju-gábamos a los encantados, al bebe-leche, al elástico, a la pichada, a la lotería, a las escondidas, al Chinchilagua, a las cebo-llitas, a la matatena, a los indios y vaque-ros, al ¡Basta!, al Maratón, al Atari… En el radio, algunos escuchábamos a Cri-Cri, a Parchís, a Enrique y Ana, a Timbi-riche. Los de las generaciones anteriores a los años 80´s veíamos poca televisión porque sólo había dos canales –no había televisión por cable-, pero recordamos al Tío Gamboín y a Chabelo, veíamos Odisea Burbujas, El Tesoro del Saber, El Chavo del Ocho, y las caricaturas de La Pantera Rosa, El Gato Félix y Los Pitu-fos… ¡Qué tiempos aquéllos! ¿No? Hoy, aunque en el fondo siga-mos teniendo algo de niños, las cosas han cambiado, con el paso del tiempo nos llenamos de responsabilidades, de trabajo, de compromisos económicos, etc. Ahora nos preocupan cosas distin-tas a la tarea de matemáticas que tenía-mos que entregar, o la monografía que deberíamos llevar a clase al día siguien-te, o del disfraz que nos pondrían nues-tras madres el Día del Niño, o la poesía que tendríamos que “recitar” el lunes en Honores a la Bandera. Hoy somos adultos y estamos preocupados por lo que pasa en nuestro país, por los gaso-linazos, por la declaración de impues-tos, por la situación de inseguridad que vivimos, por la incertidumbre de quién será el próximo presidente… Y estamos tan ocupados y agobiados por esto que nos hemos olvidado de sonreír. Y en ese sentido, a veces pienso que perdemos la noción de que nuestro paso por este mundo no es eterno. Este número, va dedicado a todos aquellos niños y niñas que fuimos algún día, pero sobre todo, a aquéllos que hoy son menores de edad y que vi-ven desafortunadamente en condición de calle; a aquéllos que vemos todos los días pidiendo un peso para comer, a los que se quedan solos porque sus padres emigraron en busca de trabajo; a los que necesitan servicios de salud, a los que merecen una educación de calidad y una vida digna. A los niños y niñas que son nuestro presente.

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30 de abril DE 2012

Por Gabriel Luévano Gurrola*Ejemplo de niñoPara Gustav Jung el inconsciente es un contenido mental olvidado o supri-mido, dotado con complejos de carga afectiva. No necesariamente un demo-nio externo que prevarique el espíritu. Al contrario, habita en lo profundo de nosotros, enterrado, a la expectativa de una libertad intermitente para salir. Describe en su libro Arquetipos e in-consciente colectivo, un buen número de experiencias oníricas que ejempli� -can � guras constantes que representan esa parte escondida de los individuos. Veamos los tres grandes arquetipos. El primero: la sombra. La sombra es el “uno mismo” ignorado, temido, pero deseoso de vi-vir. El encuentro con ella es inevitable, y permite el diálogo con lo primordial de la naturaleza que se encarna en no-sotros. El resultado de la confrontación puede aligerar la tensión de creernos proyectos de otro, dolorosamente in-completos. Pero si el diálogo con la sombra torna o� cial al aprendiz, para ser maestro hay que hacer lo mismo con el ánima. El ánima es algo viviente por sí, lo espontáneo. Desprende y torna movimiento a lo estático, arrasa a la vida lo muerto, desata los contrarios, azuza la jaula de los demonios y nos baja el cielo de los ángeles más altos. Lógico es pensar que este arquetipo produzca un resquemor en las menta-lidades dogmáticas, que buscarán ra-cionalizarlo. En ese caso se pierde el ar-quetipo y se le controla, ya a distancia, aniquilado. Las � guras arquetípicas se viven, no se explican, porque nacieron cuando el hombre no pensaba, sino que sentía, y su interior era el espacio donde la vitalidad crecía y giraba en círculos creativos y plenos. El tercer gran arquetipo, ven-dría completando el proceso emprendi-do por la sombra y el ánima. Ya activos los contrarios, habiendo bajado a los arcanos del alma, aparecen las dudas morales, otro clavo para nuestro calva-rio de por sí escéptico. El anciano sabio, representa al espíritu elevado, el sentido de la vida oculta, el conductor hacia el descanso (recuérdese la bella historia del caballo negro y el mago que encon-tró el paraíso). El anciano es la tentativa a descansar sobre el osario del ánima. A partir de símbolos tan suge-rentes y oníricamente claros, es posible hacer una exploración a la experiencia propia del sueño, y tratar de explicar su recreación. Pongo de ejemplo un sueño que tuve hace tiempo: La calle en que vivía mi abuela contaba con una pequeña ex-planada, derruida, cínicamente pelo-

na. Salvo algunos pequeños árboles en cierta época. Esta explanada separaba, en dos vías las casas de cada acera. Éste fue el escenario. Ahí me hallaba. No había ve-nido de ningún lado, pero ahí estaba, y ahí estaba un ser horrible. No recuerdo si fue primero el alarido o la imagen. El caso es que la criatura tenía una apa-riencia híbrida, entre burro y centauro, grisáceo y enorme. Dicho ser espetaba enloquecidos gritos, berridos desgarra-dos, como si lo estuvieran torturando. En ese tiempo inasible que tienen to-dos los sueños, pude percatarme, para mi desventura, que probablemente los alaridos eran de placer, o satisfacción, pues iba a alimentarse. No de yerbajos o porquerías, sino de un niño, que de pronto apareció a unos cuantos metros del demonio y comenzó a correr. Se dio entonces una carrera breve donde escuché el golpear tesonero de patas y luego, los gritos de angustia del peque-ño, que había sido levantado y cuya ca-beza ya estaba siendo masticada por la bestia. Enfrente de la casa donde vivía mi abuela. El último recuerdo de la pe-sadilla fue el concierto de alaridos. De júbilo del ser y de dolor del niño. A pesar de la inmediatez de los protagonistas del sueño, primera-mente podríamos analizar el escenario. La casa de una abuela y la explanada deberían representar, quizá no para to-dos los niños, pero sí para mí un lugar íntimamente ligado a la niñez. Como dijo el poeta mexicano, nuestra única y

verdadera patria es la niñez. En ella no existen los miedos y podemos, cobija-dos precisamente por la intuición pura, sin cortapisas morales o prejuicios do-lorosos, sentirnos protegidos. El áni-ma, no hay que olvidar, tiende a carac-terizarse como femenino. En nuestra cultura, la relación importantísima con la madre es la fuente para la vitalidad inherente de nuestros actos, sean loa-bles o destructivos. Dejarse caer, de la mano del ánima, hacia lo profundo de esas sombras de la memoria en que se convirtió la infancia, es un retorno a la madre. O en este caso, a la abuela, otro tipo de madre. Pasemos ahora al centau-ro. Dice Borges en El libro de los seres imaginarios, que el centauro es el ser mitológico más armonioso de todos. Incluso comenta una opinión que ase-gura que los centauros son descendien-tes de Apolo. Cuán nobles y mesurados deberían ser estos seres. Solitarios, ne-morosos, rehuyeron el contacto con los humanos. Sólo algunos de ellos tuvie-ron contacto con nosotros, y uno muy famoso, fue maestro de Aquiles. Ahora bien, ¿cómo es posible que un escenario placentero y puro y un ser tranquilo y solitario puedan reintegrarse en mi sueño con tintes tan infernales como los ya expuestos? Si-gamos con la historia de los centauros. Resulta que en cierta ocasión los lapitas los convidaron a una boda y ellos, que no conocían el vino, se emborracharon tan desconsideradamente que uno de

*[email protected]

Banksy, No Future

ellos vejó a la novia y se dio la deno-minada Centauromaquia, una matan-za entre los centauros y sus an� triones. Vencidos, son expulsados de Tesalia y tiempo después Hércules aniquila a la estirpe. Curioso y fascinante es en-contrar aquí los dos impulsos básicos, lo apolíneo y lo dionisiaco. El hijo de Apolo se emborracha y vuelve violento. La idea de perversión se presenta. Lo extraño resulta cuando identi� camos al anciano sabio con el ser mitológico. Recuerdo que algunas de mis primeras lecturas consistieron en un compendio de mitología grie-ga para niños y la imagen de los seres forestales me fue siempre bastante atrayente. En más de una ocasión, ya desde niño, deseé alejarme de la gen-te, y vagar, adentrarme en lo denso del bosque junto a un centauro, para que me contara o explicara la razón de la existencia, del estar vivo, del ánima. La casa de mi abuela, pudo haber sido una especie de bosque. La clave estriba en que al igual que el maestro se emborracha con los lapitas, el niño crece y pierde la inocencia, de cierto modo se pervierte y pierde la po-sibilidad del sueño como algo placen-tero y alimentado por las frustraciones, las traiciones, las burlas y los sinsenti-dos de la vida adulta, pierde su relación con el arquetipo. (Y todo esto para decir, que ahora entiendo por qué de niño siem-pre me dolía la cabeza. Y que aún me duele…)

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LA GUALDRA NO. 48

Por Gustavo Contreras

La burbuja

El mundo es como una gran burbuja, una esfera que nos involucra unos con otros, mezclándonos entre sentimien-tos compartidos. Pero no sólo vivimos en una gran burbuja, poseemos una de manera individual, nosotros mismos la construimos y se alimenta de ilusiones, deseos y esperanzas; la idealización es una de las mejores cualidades que po-see el ser humano, aunque sea también la más destructiva. Cuando la idealiza-ción se rompe, despertamos de vuelta en el mundo, caemos en esa burbuja que no permite soñar. Andar por el mundo resulta tortuoso: el aire, el suelo, la vida mis-ma; todo da igual sin una creencia, sin una idealización. No cabe duda que el mezclarse resulta difícil cuando deja-mos de flotar. No espero proyectar frus-traciones al amigo lector, simplemente quisiera ejemplificar la vida desde una perspectiva romántica (vista desde el concepto original), ya que servirá cuan-do se explique un juego que se presenta previo a la ruptura de dicha burbuja. De alguna manera todos flo-tamos, no hablo de la levitación que el payaso Pennywise de Stephen King decía a sus víctimas, hablo de sueños que el hombre adopta para darle sa-bor a su existencia y donde aparece el deseo. Nada es para siempre, la bur-buja se rompe y la vida se vive como

José Sánchez Pescador, Encuentro de don Fernando, Dorotea, Cardenio y Luscinda en la Venta, 1860-87.

es: trágica desde el punto de vista que Nietzsche maneja en El origen de la tragedia y se apoya de La genealogía de la moral, donde la vida es insatisfac-ción, la búsqueda del deseo, aunque no por ello deje de ser vida. Quejarse poco o nada ayuda; ni siquiera a don Quijote y a Sancho Panza, pese a tan-tos golpes recibidos, les hubiera ayu-dado angustiarse. Hablar de El Quijote, la obra más importante escrita en lengua es-pañola, es pretender beber el agua del mar con un sorbo: la extensión, el con-tenido, la obra en sí lo impide. Cervan-tes supo concatenar toda una tradición en 1100 páginas, revolucionó la lengua. Dejemos cabalgar un poco a don Quijote y centrémonos en Car-denio, Fernando, Luscinda y Dorotea, personajes de un peculiar relato que se teje en torno a la historia principal. Sin darnos cuenta, don Quijote cabalgará con nosotros, sólo que al margen de la narración. Cardenio es un loco que San-cho y don Quijote se encuentran en el bosque, después de varios episodios cuenta a los aventureros el motivo del por qué andaba errante: cuando don Fernando, su amigo y compañero, co-noce a Luscinda (eterna enamorada de Cardenio), se convierte en mal amigo al enamorarse de ella; no obstante, el

daño es doble cuando deja a Dorotea, su enamorada, y con quien ya estaba comprometido, para comprometerse con Luscinda. Dorotea y Cardenio es-capan cada quien por su lado, mientras Luscinda y don Fernando se casan. Luscinda no tiene opción, pues su pa-dre la obliga a quedarse (para él) con “el mejor pretendiente”. Desafortuna-damente la burbuja de Cardenio y Do-rotea se rompe, la desilusión es cruel. Luscinda pierde credibilidad por malos entendidos y don Fernando se convier-te en el niño con el alfiler que rompió la burbuja de su amigo y su enamorada. Mientras avanza Cardenio con los aventureros, incluyendo a Doro-tea por motivos que dejo al lector descu-brirlos, cruzan camino con don Fernan-do, pues la historia se corta hasta donde a Cardenio le permite su conocimiento: Luscinda esconde una carta en su ro-paje y don Fernando entiende que no le amaba. Ambos salen, don Fernando en busca de venganza contra Cardenio, quien desconocía esto último, y Luscin-da se refugia en un monasterio. El centro de la reunión es en la venta donde don Quijote tuvo la batalla con unos cueros de vino tinto: don Fernando llega a la venta con Lus-cinda después de sacarla del monaste-rio, Dorotea reconoce a don Fernando y se desmaya. Cardenio reconoce a

1 De Cervantes, Miguel, Don quijote de la mancha, Alfaguara, México, 2004, pp. 378-379

don Fernando, pero éste no reconoce a Cardenio. Dorotea, al recuperarse, em-pieza a aclarar la confusión y con la voz de la mujer enamorada, le habla a don Fernando para hacerlo recapa-citar: “Tú no puedes ser de la hermosa Luscinda, porque eres mío, ni ella puede ser tuya, porque es de Cardenio; y más fácil te será, si en ello miras, reducir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera”.1 Luscinda se desmaya y, a punto de caer, Cardenio la sostiene. Don Fernando se da cuenta de ello y piensa en su venganza. Aunque luego desiste de su terquedad, acepta a Do-rotea y desaparece la barrera que fa-bricaba desamores. Cardenio se queda finalmente con Luscinda. Todos recu-peran su burbuja. Dentro de las facetas de reali-dad idealizada, y donde me refiero a la visión romántica, se encuentra el juego de desamores, un acontecimiento pre-vio a la ruptura de la burbuja: cuando don Fernando rompe la burbuja de Dorotea y Cardenio, ambos caen al mundo real, dejan de idealizar a la per-sona amada, aunque sigan amándola. La insatisfacción sale a flote y la vida se les muestra trágica. El sentimiento predomina sobre la razón. No obstante, la fortuna que acompaña a don Quijote favorece a ambas parejas, todos se en-cuentran y los errores se enmiendan. La conclusión resulta favora-ble, aunque cabe resaltar dos factores que Nietzsche menciona para que el deseo perdure: uno sería la preferen-cia de la persona que nos daña sobre la que nos alivia; y el otro se resume en perder a la persona para que adquiera valor. En Dorotea funciona sólo uno: ella ama a don Fernando y a pesar de hacerle daño lo perdona. Por su parte, y en defensa del villano, don Fernando no resulta tan desconsiderado, pues se queda con la persona que le ama y re-media los dos males construidos con su propia decisión. Termina favore-ciendo a Luscinda y Cardenio, y rom-pe el paradigma Nietzscheano: hoy se queda con la persona que le alivia y adquiere valor sin haberla perdido. El Quijote hizo posible que la burbuja, una vez rota, se avivara nue-vamente y no desapareciera. Adquira-mos un deseo y sigamos viviendo en nuestra burbuja. Si ésta se rompe viva-mos la vida como se presente, así sea trágica, no hay vuelta atrás.

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30 de abril DE 2012

Por Adso Eduardo Gutiérrez Espinoza*

Por J. Manuel Trujillo

Diáspora

Mi lectura

* (Zacatecas, 1988). Estudiante de Literatura en la UAZ. [email protected]

No algo se ha convertido en la sustan-cia de la vida, un espacio dejado entre la simiente, la oscuridad, y la razón, ¿acaso no hay valía en ello? El espacio paradigmático, hacer conciencia de lo que soy. No quiero introducirme en procedimientos existenciales, ya tan clásicos en mí, sino navegar con la bandera de lo que soy. Ahora, confieso, que tengo esa necesidad, temo a volar en el horizonte. ¿Qué es volar sino un proce-so cognitivo de la libertad? Soy libre, incluso, para definir lo que soy, a través de hacer real mi pensamiento o darle significado a la palabra. Eso creía yo cuando leí a Heidegger y a Wittgens-tein. En pocas palabras, no sé ni lo que digo. Hoy sintonizo la estación de ra-dio para escuchar un poco de rock clá-sico. Janis Joplin me produce redobles en mi espíritu, cuánto dolor reunido en una persona: llorar y sufrir por lo que (no) se tiene. Escucharla, me hizo rememorar un discurso panegírico escuchado hace unos meses, con res-pecto a la banalidad del pensamiento y su carácter de hacer formal absoluta-

Había llegado el día de retirar las ven-das, revisiones anteriores indicaban que todo iría sin contratiempos, hoy por la tarde estaría viendo como antes. En los primeros segundos después de abrir los ojos todo era demasiado borroso como para saber quién era quién, parpadeaba, trataba de agudizar la mirada y poco a poco me quedó todo claro; podía ver de nuevo o dicho con las palabras co-rrectas, podía leer el mundo. Pasó por mi mente toda esa teoría de la luz, los cromatismos y la ciencia de la perspectiva muy an-teriores a mi nacimiento, las leyes que construyen la óptica, los trata-dos sobre la física de la visión, pude sentirlos desquebrajándose, cediendo sus cimientos y el edificio del razona-miento humano cuartearse y a punto de aplastar a sus constructores. Lo que el mundo me ofrecía cuando pude distinguir cada objeto era su palabra. De todo en lo que po-saba la mirada surgía el nombre mis-mo, letra por letra. En el pan yo no veía más que la palabra pan y por una maquinación mía que logré dominar,

mente todo. En cierta medida, confieso que racionalizo todo, incluso el amor. Jamás he perdido la cabeza, influida por el corazón, jamás he sentido la va-nagloria de levantarme, desperezarme, sólo para ver a mi objeto amado. Jamás he perdido la cabeza, amigo, raciona-lizo el corazón, sometiéndolo a proce-dimientos cognitivos muy inflexivos, propios de la materia gris. Envidio, amigo, tu capacidad de sentir dolor, amargura, perder la cabeza y emplear todos los medios posibles, incluso manipular un tercero, para llegar a X. Confieso mi admiración por esa capa-cidad de sentir y dejar todo por nada, retornar hacia el pasado para recupe-rar lo dejado: un amor que jamás será como antes. Eres joven, como yo; la di-ferencia: soy un joven viejo, mi alma ya ha de tener unos cuarenta años. No quiero ser tú, sólo quiero decirte que mi conocimiento me ha lle-vado a un lugar donde el amor es una cuestión del sentir, le doto de una ca-racterística fría, muy racional. Soy un corazón con el reloj del intelecto evo-lucionado en mi haber, he sobrevalo-

hacía surgir de todas las cosas un en-cadenamiento de palabras, una tras la otra, ligadas, muchas de ellas, con un lazo fuerte como un pétalo a una flor y otras sujetadas por una fina telaraña, distantes y de alguna forma relaciona-das. Salían de todas partes y las podía leer en una especie de omnividencia, era lo más parecido a estar ante una página llena de adjetivos calificando un paisaje entero, desde el cielo y sus nubes, hasta un insecto que caminaba entre las pisadas de la gente. He logrado desentrañar de todo lo que me rodea hasta la última le-tra, no hay más, las imágenes son esca-sas en mis recuerdos. Todavía hoy logro distinguir grupos de esas figuras colo-readas, pero desaparecen rápido, se des-componen con mucha facilidad. Puede ser cualquier padecimiento propio de una vejez temprana que me dice lo cer-ca que estoy de perderlas por completo y lo único que me queda es aferrarme a un mundo que se describe por sí sólo en una palabra donde se condensan todas. Quizá es eso y desde ahora mis ánimos se centrarán en esa palabra, la encontra-ré así tenga que inventarla.

rado el conocimiento y cosecho ahora lo cultivado. He, a diferencia de Nietzs-che, ignorado ya a la religión, sin matar a Dios, y al concepto de Dios, no me parece propio de mi intelecto, ni cubre mis necesidades, la visión o la creencia de un Creador; es ya, para mí, un mero pensamiento mágico. No puedo definir mis creencias religiosas a partir de una concepción divina porque sé no hay tal detrás. Mi razón es quien me da esas respuestas, esa capacidad de relacionar. Sin embargo, quiero engañarme, sentir esa protección mágica o irracional o, tal vez, una obvia vulnerabilidad tra-ducida en un delirio de persecución.

Dios no ha muerto, quiero creer en él, simplemente, en estos años, lo apar-té de mí, porque mi conocimiento no me permitió creer en ello. Escuché en una película, parafraseándola, que el mundo está jodido, pero siempre hay algo por el cual continuar, un algo que nos haga ver que valió la pena levan-tarse, sonreír con sinceridad. Ahora entiendes por qué te admiro: eres ca-paz de amar y dejarlo todo, pues ese amor te permite continuar; en mi caso, me consume la creencia en la razón y vivo en una diáspora nihilista, donde no encuentro el sentido de mi propia existencia.

Xooang Choi

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LA GUALDRA NO. 48

Abraham OrozcoAdso Eduardo

Gutiérrez

Andrea Sampredro

Fátima Sánchez GabrielLuévano Gurrola

Heraclio CastilloHumberto Medina

(Charro)Indalecio

(Flausebio Kalimán)

Edgar A.G Encina

EduardoCampech

EduardoJacobo

Eduardo RománQuezada (Torque)

Alejandro Ortega Neri

Alfonso Lòpez Monreal

RaymundoCárdenas Vargas

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30 de abril DE 2012

Iván Martínez J. ManuelRuiz Regil

Luis ArmandoGarcía Garza

MateoEstrada Gaviria

Roberto Galaviz Samuel IvánMuñoz González

Sandra Andrade Sergio O.Mayorga Víctor HugoRodríguez Bécquer

Mauricio Flores Nelson Guzmán Odín Barrios Pilar Alba

Manuel García Garduño

MarcoCasillas Maritere EspinozaMarianita Terán

Jael AlvaradoJánea

Estrada LazarínJuan Carlos

VillegasJudith Bosnak

ManuelTrujillo

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LA GUALDRA NO. 48

Por Judith Ernestine Bosnak *

Sierra de Pinos:

Al llegar por la mañana al poblado de Sierra de Pinos, en el sur de Zacatecas, se contempla un maravilloso cielo des-pejado. Bajo la sombra de sus portales todavía se siente helado, mientras que sus calles estrechas a plena luz del sol re-quieren que el visitante utilice un buen sombrero. La Plaza de Armas, mejor co-nocida como “Jardín Hidalgo”, es muy amplia y limpia, su superficie está lige-ramente inclinada hacia el norte donde se encuentra el Palacio Municipal. Alrededor del kiosco en me-dio del jardín, se disfruta un ambiente sumamente verde, y por lo tanto muy acogedor, invitando a contemplar la vida sentado en un banco de hierro forjado. Sin duda es el sitio indicado para el pinense que lleva su periódico o a su persona amada. Quizás el lugar adecuado para el escritor en busca de palabras. Quizás el lugar perfecto para el historiador en búsqueda del pasado. Por cierto, es un lugar tan romántico e irreal para el visitante de tierras le-janas, que no deja de sorprender. Hay mucho que explorar en este poblado: es tiempo de recorrer sus calles. Por suerte nos acompañan los bailarines Matachines (también

un tramo del Camino Real de Tierra Adentro

* Doctora en estudios literarios y lingüísticos por la Universidad de Leiden (Los Países Bajos). [email protected]

conocidos como Matlachines) cuando nos dirigimos hacia el oriente, rum-bo al barrio Tlaxcala. ¡Qué maravilla el sonido de las pisadas rítmicas en el suelo! ¡Cómo se destacan sus pe-nachos brillantes de colores amarillo y naranja! Por fin, dejando el baile y la música atrás, pasamos por dos par-ques bonitos donde se encuentran va-rios obreros que están pintando cui-dadosamente la parte inferior de las rejas que consiste de una pared bajita de color rojo terracota. Paseando por las calles has-ta la Capilla de Tlaxcalita, se observa el pasado en el presente: varios or-namentos arquitectónicos, como las rejas en las ventanas, las portadas ro-bustas de madera con clavos de puerta en forma de máscara y los balconcitos de hierro forjado, son testimonios de aquellos tiempos cuando en Sierra de Pinos y sus alrededores habitaban los grandes hacendados que sobresa-lieron en la producción de plata, oro y mezcal. El pueblo minero desem-peñó un papel muy importante en el Camino Real de Tierra Adentro, una de las rutas más antiguas y extensas de las Américas. Por lo tanto Pinos

fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en Agosto 2010 cuando inscribieron El Camino Real en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Entrando al Templo de Tlaxcalita se nota la riqueza de los viejos tiempos: el retablo churrigue-resco es simplemente magistral. Aún hay que descubrir más templos y arte sacro: regresamos al Jardín Hidalgo. Tanto al sur y al norte de la Plaza de Armas se encuentran dos iglesias majestuosas, ambas de tiem-pos virreinales. La Parroquia de San Matías al lado sur, con la torre de reloj Centenario a su costado, cuenta con una fachada barroca y en su sótano se localiza el Museo de Arte Sacro. Llaman la atención las bellas pintu-ras coloniales que se albergan en este museo. Por ejemplo, las que muestran a San José y a la Sagrada Familia son increíbles en cuanto a detalles, colo-res y estado de conservación. Vale la pena acercarse cuidadosamente para disfrutar su esplendor y líneas finas de oro. En la misma sala se exhiben cus-todias sagradas muy refinadas. El vi-sitante se queda verdaderamente sor-prendido en medio de tanta riqueza

artística-religiosa. Al norte de la Plaza se levanta el Templo y ex convento de San Francisco en cuyo interior se pueden apreciar tres retablos dorados impresionantes: el altar mayor es del estilo churrigueresco y los dos latera-les son de estilo barroco. Muy cerca del Templo San Francisco se ubica el Museo Comuni-tario IV Centenario, donde se puede apreciar un acervo curioso que con-siste, entre otros, de restos fósiles, puntas de flechas, fotografías antiguas y máquinas de escribir. Varias piezas de uso cotidiano son donaciones de la gente del pueblo y cuentan con su propia anécdota graciosa de cómo lle-garon a formar parte de la colección. Por fin visitamos una casona grande que están arreglando para convertir-la en un hotel. La terraza del segundo piso da vista a la llanura de Sierra de Pinos. A lo lejos se distinguen las chi-meneas de unas haciendas mineras. Entre las azoteas de las casas surgen de manera aislada algunos pinos muy elegantes que quizás son un recuerdo de los majestuosos bosques que en un lejano tiempo cubrieron esta hermosa comarca del sur de Zacatecas.

Baile de Matachines Plaza de Armas

Capilla de Tlaxcalita

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30 de abril DE 2012

Por Eduardo Campech MirandaRegalar libros a los niños

Por Andrea Sampedro

Charles Dickens se ha mantenido a lo largo del tiempo en la mente de las personas, ya sea porque todos hemos visto alguna vez una de las versiones ci-nematográ� cas de Canción de Navidad (mi favorita sigue siendo en la que el tío Rico McPato es Scrooge), las también innumerables cintas de Oliver Twist, la versión en miniserie de Casa Desolada o David Copper� eld (en la cual el niño David era el actor que luego todos re-cordaríamos como Harry Potter y la tía Bessy era Maggie Smith, o sea la profe-sora McGonagall), tal vez simplemente en algún momento dejamos nuestras grandes esperanzas (literal y metafó-ricamente) en una feria de libro. Otra probabilidad es que hayamos leído al-guno de sus libros en nuestra más tierna infancia y de una forma u otra nos haya dejado una huella indeleble. A mí me marcó de una mane-ra curiosa, suelo ver niñitos “dickensia-nos” en todas partes, creo más bien que

Desde hace meses, tal vez un par de años, que circula por la red un video de un pequeño que recibe, como rega-lo de Navidad, un libro. El niño mues-tra con un berrinche la desilusión causada por el obsequio. Más allá de la hilaridad que pueda causar la reacción del pequeño, queda de mani� esto la conducta no lectora de los padres, o de quien haya decidido qué regalarle. Si en esa casa se leyera, hu-biera libros, visitaran bibliotecas, li-brerías, ferias de libros, el niño actua-ría distinto, pero no se haría famoso, no circularía en Youtube, Facebook o correos electrónicos, pero recibiría con agrado, y hasta emoción, el libro. El propósito de quien hizo el regalo supone una buena acción, sin embar-go desafortunada, como invitar unas exquisitas carnitas a alguien con co-lesterol alto. Si hoy piensa ofrecer a algún niño un libro, cerciórese de considerar algunas cuestiones básicas: • La relación cotidiana, libre, que el niño tiene con los libros. Es decir, si acostumbra leer fuera de la obligato-riedad escolar y familiar.• Los gustos e intereses del presunto lector. Si éste no le gusta el balompié,

existen en muchos lugares, por ejemplo en el libro La invención de Hugo Cabret llevada recientemente al cine por Mar-tin Scorsese, el mismo Harry Potter, la niña llamada Arya Stark que encontra-mos recorriendo caminos dentro de Canción de hielo y fuego, en los niños de películas que retratan la situación bélica en el medio oriente como Las tortugas también vuelan, los que apa-recen en la película Voces inocentes o ¿por qué no? Los infantes que viven en la extrema pobreza, trabajando en fábricas chinas, en minas de diamantes africanas, viviendo en las calles de paí-ses europeos o aquí mismo en México los niños que no tienen nada o los que han quedado huérfanos por una guerra que no es nuestra. Ellos, junto con muchos otros son los personajes que tomaría Charles Dickens para sus novelas en la actuali-dad, éstos eran los personajes infantiles del escritor que retratan un poco de su

propia infancia: “Dickens tuvo que sus-pender sus estudios y comenzar a tra-bajar a los doce años en una fábrica de betún situada en uno de los barrios más miserables de Londres […]”. 1 También dice Sergio Pitol que David Copper� eld es una lectura que cuando lees mientras eres un niño sientes que es como un cuento de hadas pero cuando la relees tiempo después observas todas las atrocidades que pa-san, todas la imperfecciones “Pero no sólo las relaciones � liales no existen en el libro sino que toda relación familiar resulta viciada, corrompida o con� icti-va”. 2 Sobre esta a� rmación me encuen-tro en un punto intermedio, es cierto que nos damos cuenta de aspectos que no notamos en una primera lectura, pero eso ocurre con todo lo que vemos cuando somos unos niños, a veces las heroínas de cuentos de hadas que tanto nos gustaban cuando éramos peque-ños nos parecen tontas cuando las vol-

vemos a ver. Aun así cuando acabamos de ver las películas de nuestra infancia y cuando terminamos la lectura de Da-vid Copper� eld nos sentimos felices, los personajes tan queridos acaban bien, alcanzan la felicidad que desean y por lo tanto nos la regalan. Leer a Charles Dickens me ofreció un viaje al pasado, desde el principio del primer capítulo. Me lle-vó a una infancia que casi no recuer-do pero que estuvo rodeada por sus historias: las navidades que asustaban un poco con el Señor Scrooge, la unión familiar con El grillo del hogar, la des-gracia con un toque de diversión junto con unos pequeños Oliver y David que pudieron haber sido amigos. Todo esto con una enseñanza, con un mensaje de unión y amistad que al � nal nos con-virtió un poco en las personas que so-mos ahora. Así que lean a Dickens por-que le hace bien al espíritu y aprendan de él con responsabilidad y desenfado.

1 Sergio Pitol, Adicción a los ingleses. Vida y obra de diez novelistas, Lectorum, México, 2002, p. 402 Sergio Pitol, op.cit., p. 48

por favor, evite darle títulos como El fútbol a sol y sombra o Pateando lunas.• Los propósitos que persigue al de-sear que el infante lea. A la par de la edad, los intereses lectores, los pro-pósitos de� nirán mucho del contacto con el libro y la palabra escrita.• Evite cuestionamientos, en torno a la historia, como si fuese un interro-gatorio judicial o ministerial. En caso de que usted crea que ese método es infalible, no olvide el Tehuacán.• Si no tiene ni la más mínima idea de lo que la literatura infantil puede ofre-cer, y su universo se circunscribe a los cuentos de hadas clásicos, los libros de Walt Disney, de personajes de dibujos animados, entonces la recomendación es que se asesore en una biblioteca pú-blica o en una librería. En caso de no con� ar plenamente en estas dos op-ciones, busque por sí mismo reseñas bibliográ� cas en línea. Recomiendo los blogs, que tienen libertad de opi-nión, sin compromisos editoriales. Dice Felipe Garrido que el goce de la lectura está disponible para quien esté educado a hacerlo. Ese proceso es constante, interminable, cotidiano. Es un proceso de lectura del mundo y de la palabra, de con-

versaciones y espacios colectivos. De esta manera, el lector no se sentirá como el Minotauro: solo en un labe-rinto. Acompañar y no supervisar, es una estrategia que puede ser el hilo

de Ariadna. Pero, principalmente, com-partan las lecturas, sus opiniones, sus puntos de vista, las imágenes que cons-truyen. En sus manos está mucho de la formación lectora de su vástago.

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LA GUALDRA NO. 48

JUEVES 3, 10, 17, 24 y 31Tradicional ConciertoBanda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y OrtegaPlazuela Goitia19:00 horas

VIERNES y SÁBADOSLeyendas de ZacatecasFrente a Catedral20:00 horas

SÁBADOS 5, 12, 19 y 26Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín20:00 horas

SÁBADO 5Danza folklóricaPresencia Cultural COBAEZPlantel de Ignacio Zaragoza y Villa González OrtegaTeatro “Ramón López Velarde”Entrada libre / 17:30 horas

DOMINGOS 6, 13, 20 y 27Tradicional ConciertoOrquesta Típica de ZacatecasDir. Florentino RaygozaCasa Municipal de Cultura de ZacatecasEntrada libre / 18:00 horas

MARTES 8Martes de lectura en voz altaObra de Rosario CastellanosParticipan: Mediadores de Salas de Lectura, Alumnos de la Unidad Académica de Letras de la U.A.Z., público en generalVestíbulo de la Cineteca ZacatecasEntrada libre / 18:30 horas

DOMINGO 13Domingos de cantoAlumnos de la Academia de Canto de laUnidad Académica de Artes de la UAZ.Auditorio del Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez”Entrada libre / 13:00 horas

VIERNES 18Participación de los municipiosBanda Municipal de TacoalecheDir. Arturo García y OrtegaFuente de Luz y Sonido del Parque Sierra de Álica19:00 horas

SÁBADO 19Danza folklóricaPresencia Cultural COBAEZPlantel de LoretoTeatro Ramón López VelardeEntrada libre / 17:30 horas

Jóvenes en movimientoRock progresivo metal instrumentalMil900Dir. Mario OrtegaFuente de Luz y Sonido del Parque Sierra de Álica19:00 horas

MIÉRCOLES 23Bellas Artes a todas partesLectura en voz alta: “Leo… luego existo”Patio del Museo ZacatecanoEntrada libre / 19:00 horas

VIERNES 25Inauguración de la exposición de fotografíaDiego y Frida. Una sonrisa a mitad del caminoFototeca de Zacatecas Pedro Valtierra20:00 horasPermanencia: 29 de julioEn colaboración con Alianza Francesa, Zacatecas

DOMINGO 27Domingos de cantoAlumnos de la Academia de Canto de laUnidad Académica de Artes de la UAZ.Auditorio del Museo de Arte Abstracto Manuel FelguérezEntrada libre / 13:00 horasMUNICIPIOS

JUEVES 24Bellas Artes a todas partesLectura en voz alta: “Leo… luego existo”Teatro HinojosaEntrada libre / 20:00 horas

MUSEOS Y GALERÍAS

ANTIGUO TEMPLO DE SAN AGUSTÍNRetrofuturaObra del Mtro. Rafael CoronelPermanencia: 10 de junio

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUÉREZPinturaAlquimista Matérico Obra de Álvaro BlancarteSala de Exposición Temporal IPermanencia: Junio 30

Colectiva de pinturaAbstracciones (Querétaro)Sala de Exposición Temporal IIPermanencia: Junio 30

Colectiva de cerámicaTierra y FuegoSala de los ZacatecanosPermanencia: Junio 30

Visitas guiadas Grupos escolares Lunes, miércoles, jueves y viernes de 10:00 a 12:00 horas, previa cita 924 37 05

Visitas guiadas para familias.Domingos de 10:00 a 13:00 horas, previa cita 924 37 05, según disponibilidad, entrada gratuita para los zacatecanos. MUSEO FRANCISCO GOITIATransparenciasGrupo Negro (Charlie Tomorrow, Tarcisio Pereyra, Cora Van y Javier Cortez)Salas de Exposiciones Temporales I y IIMuseo Francisco Goitia20:00 horasPermanencia: Hasta mayo 13

FOTOTECA DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRAXV años del taller fotográfico de Mary Ellen Mark en Oaxaca. Colectiva Permanencia: 20 de mayoEn colaboración con el Centro Fotográfico Manuel Álva-rez Bravo, Oaxaca, Oaxaca.

La ciencia en un clickConcurso Nacional de Fotografía CientíficaPermanencia: 10 de junioEn colaboración con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

Taller de colodión húmedo4, 5 y 6 de mayo en las instalaciones de la Fototeca

GALERÍA ARROYO DE LA PLATAExposición colectiva y venta permanenteManuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Emilio Carrasco, Juan Manuel de la Rosa, Luís Felipe de la Torre, Francisco de Santiago, Ismael Guardado, Jesús Reyes Cordero, Tarsicio Pereyra, Luís Enrique Gutiérrez,

Javier Cortez, Ángeles Perelló, Pedro Valtierra, Armando Ezequiel Haro, Eduardo Román Quezada, Juan Carlos Villegas, Enrique Barajas Pro.

IRMA VALERIO GALERÍASExposición colectiva y venta permanente:Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Francis-co de Santiago, Mario Martín del Campo, Jazzamoart, Sergio Garval, Luis Filcer, Benjamín Domínguez, José Luis Bustamante, Ismael Guardado, Georgina Gómez, Gabriela Suárez del Real, Emilio Carras-co, Rito Sampedro, Rita Gallé, Carmen Alarcón, Enrique Barajas Pro José Esteban Martínez, Jorge Vallejo

MUSEOGRABADOExposición y venta de obra gráfica:Francisco Toledo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Alberto Castro Leñero.Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez”De lunes a sábado de 10h00 a 17h00 Tel: 492.103.04.07 www.museograbado.com

MUNOExhibición y venta de obra gráfica:Bem Dierckx, Marcelo Balzaretti,Plinio Ávila, Ernesto Morales, Adam Leech.Objetos de diseñadores mexicanosTacuba 128, centro históricoDe lunes a sábado de 12h00 a 21h00 horasTel. 492.126.56.32 www.muno.com.mx

TALLERES, CURSOS Y SEMINARIOS

INSTITUTO ZACATECANO DE CULTURATalleres de DanzaBallet Clásico – Blanca AlatorreDanza Contemporánea – Mauro CháirezDanza Flamenca – Ángeles ValleDanza Jazz – Susana AlemánDe lunes a viernesDe 16:00 a 21:00 horasDe enero a junio 2012

CENTRO CULTURAL CIUDADELA DEL ARTETalleres de MúsicaGuitarra y Trompeta - Antonio Ramírez ZacaríasDe 8:00 a 10:00 horasDe agosto 2011 a junio 2012

CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE ZACATECASDibujo y pintura infantil – David Pastrana MoralesDibujo y pintura – Netzahualcóyotl Del RealGrabado en relieve – Eduardo Arvizu OlivanTeatro para jóvenes y adultos – Juan Manuel Chávez ConchaIntroducción al arte circense contemporáneo – Martín SolchagaDanza Árabe – Rosalba García y Blanca BautistaBallet para niñas – Jazeth RodríguezDanza flamenca – Cecilia BecerraTango – Mizrahim MartínezSamba – Eréndira CamposDanza jazz – Iván IñiguezGuitarra, piano y bajo – Ernesto Antonio RuizViolín – Oscar Antonio PinedoCanto y piano – Rafael Ernesto UgaldeGuitarra eléctrica – Jesús Alejandro Becerra EscobedoPatch working cuilting – Rosy GarnicaLectura en voz alta, declamación y poesía coral – Fernando Aragón Valladares

Mayores informes: Jardín Independencia No. 100, Centro Histórico, Tel. 924 88 18

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30 de abril DE 2012

Por Miguel Carrillo*

Acerca de Floyd, cerca de ParsonDespués de tres décadas volvió a vibrar la música de Pink Floyd en la Plaza de Armas de de Zacatecas. El domingo primero de abril de este 2012 el “Shi-ne On Your Crazy Diamond” se dejó caer desde la casi luna llena, planean-do por los linderos del Cerro de la Bufa hasta llegar a las luces ámbar de la Catedral, a cargo del grupo Surro-gate Band de San Luis Potosí, acom-pañados de los músicos de la Orques-ta Filarmónica de Zacatecas, bajo la bajo la batuta del maestro José Gua-dalupe Flores, titular de la Orquesta Filarmónica de Querétaro. La primera vez, no hubo nin-guna de estas peculiaridades de eje-cución y desempeño, tan solo fueron tocada ésta y algunas otras composi-ciones más por un Radson con tocacin-tas, allá a finales de los setentas del siglo pasado, cuando un grupo de alumnos se aventaban una cascarita durante una guardia nocturna, en un movimiento en pos de una nueva escuela. En esa época los huéspedes del Hotel Reina Cristina se quejaron de tan especial serenata; mientras que este pasado do-mingo de abril, la gente emotivamente exclamaba de una forma inequívoca que Syd Barrett no había muerto, que vivirá cada vez que se desprendan las notas y los efectos de esa magnífica composición. Es en esencia una de las mejores propuestas de ese grupo inglés sin precedente. El magma de que está hecho Pink Floyd es de una neta intención de escape, de pleno viaje, sin dejar de ubicar el piso, la Tierra, el Sol y el ajuste de sus controles, la Vía Láctea, las demás galaxias, los hoyos negros, el Universo en sí; regresar desde esas odiseas de sonido para advertir “Hey Eugenia, ten cuidado con esa hacha”. Y aunque sentimos que The Wall fue

y seguirá siendo un éxito, debemos de reconocer que ésa no era precisamente la propuesta inicial de Pink Floyd, pese a que el nombre de la banda se conciba desde los queridos acetatos de blues de Barret, de los músicos Pink Anderson y Floyd Council. No por nada desde los inicios perdidos de Syd, el grupo mon-taba un avión en el escenario. El viaje, musical antes que nada, antes de cual-quier catalizador alto o bajo octanaje. El muro, es una impactante denuncia más que una propuesta musical. Ahora bien, el Pink Floyd Sin-fónico tiene como emblema la portada de El lado oscuro de la luna, porque con este disco se consagraron como una banda imponente y fuera de serie. Sin embargo, ellos aportaron un material de sonidos, figuras, canciones, efectos, carcajadas, bromas y un canto hecho llanto -o al revés- que finalmente Alan Parson, escuchó, escogió, mezcló y de-puró desde una consola. Sí, el mismí-simo Alan Parson que el jueves 12 de abril pasado se presentó en el mismo sitio y con la misma gente. Alan Parson no volvió a tra-bajar para Pink, pues surgió su Alan Parson Project, que no ha sido un mal proyecto; desde sus inicios, cuando emitieron grabaciones como “Tales of mistery and imagination”, “I Robot”, “Pyramid”, “Eve”, “The turn of a frien-dly card” y “Eye in the sky”. Aunado a esto, Alan Parson ya tenía su trayecto-ria, discreta pero sustancial, había par-ticipado en los discos “Abbey road” y “Let it be”, de The Beatles; en “The year of the cat”, de Al Stewart; en algunas composiciones con Wings de Sir Mc-Cartney; y hasta con otros de la Ola In-glesa como los Hollies: “Ain’t heavy he’s my brother”. Y pese a que Pink Floyd está etiquetado como un grupo de rock progresivo y Alan Parson en un estilo

por entero Pop, ambas etiquetas no son del todo adecuadas y del todo ciertas. Alan presenta en muchas de sus composiciones, melodías tan fres-cas, delicadas y perfectamente estruc-turadas, aunque no sean por entero complejas; se puede decir que él pro-pone más que nada un Pop progresivo. En tanto que Pink Floyd siendo rock, sea o no en planeador, o en una línea de fuego, en una madre sobreprotectora, o

en los mismísimos controles del Sol y de la Luna, entre Nosotros y Ustedes. Recomiendo ver “Classic albums: The making of the dark side of the moon”, el documental del cómo se fue configu-rando y desarrolando esa espectacu-lar grabación; en ella se puede ver los aspectos fundamentales y de talento de que está hecho la gran aeronave lla-mada Pink Floyd y el gran ingeniero de sonido llamado Alan Parson.

* Mejor conocido por los cuates como El Duro. [email protected]

Storm Thorgerson

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LA GUALDRA NO. 48 / 30 DE ABRIL de 2012

Por Pilar Alba*

Por Ximena Nava*

Por Roberto Galaviz

La Catarina Sangrienta

Espaciode

reflexión

Poema de laeternidady Emilio

Hace algún tiempo, en un lugar muy pero muy lejano… no se crean, tam-poco era tan lejano como piensan. Existía una catarina (o mariquita -aunque ese nombre no me gusta-, o vaquita de San Antonio o chini-ta, como les dicen en otros países) linda y pequeña que no tenía otra ilusión más que llegar a ser una cata-rinita adulta y feliz; pasear de planta en planta, beber gotas de rocío, ex-tender sus alitas bajo el sol, posarse de vez en cuando en la palma de la mano de un niño curioso y volar rá-pidamente antes de quedar atrapada. Pero un día, escuchó un alboroto en el campo, a lo lejos se acercaba una caravana de lucha libre. Juntó los ahorros de todos los domingos que tenía guardados en un frasco debajo

Este relato corto está basado en una escultura de mi papá. Él dice que en los baños públicos, ya sabes, de plazas, restau-rantes, etc., encontrarás diferentes historias simplemente observando la forma en que las personas acomodan los pies. Hay gente precavida, gente ruidosa, gente nerviosa, gente que olvidó el papel, gente preocupada, y entonces está este místico personaje, el de los converse azules que parece estar esperando a la suerte, yo lo lla-maría un intelectual cohibido que ha encontrado su espacio de reflexión en el baño. Pocos lo han visto, pero si lo llegaras a ver ¿lo saludarías por mí?

* (Batichica)

Emilio se divierte junto a la piscinaacaba de cumplir 6 añospersiguea los bichos y a los moscosque aparecen cerca del área,en el aire cálidoexisten -desde este momento-,millones de palabras y aventurasque lo esperan en la vida.,pero –mientras tanto-juega a ser invisible, inmóvil e inasible,juega a camuflarse con lo que haypor todos ladospara atraparin fraganti el instante casi quieto de la tarde.tiene el poder de hacerloaunque todavía no lo sepa.,de prontome alerta del inminente peligro:-Tío Robbie, hay una eternidad de mosquitosa tu alrededor, me dice. Para él, la eternidad es infinita, incontable.,Lo observo, y con una ternura que no cabe en todo el idioma español-ni en ningún otro-, pienso:

¿A los cuántos años, nos damos cuentaque la eternidad no es nuestra?Que no nos perteneceque por más que queramosnos dura a lo mucho 100 años...

Emilio gruñe y ruge y salta espantando la temible invasión sobre mi cabezaestoy a salvo, al menos hoy.

–jugando cerca de la piscina-

de la cama para poder pagar la en-trada a la función que ofrecían en la tarde. Rogó, lloró, suplicó, moqueó y moqueó hasta que sus padres la de-jaron ir con la condición de que la acompañara su hermano mayor. En la función ella se emocionó mucho al ver cómo los luchadores daban saltos

de cuerda en cuerda, cómo volaban por encima del público, le fascinaron también las máscaras y los atuendos que vestían. Así que de pronto tomó una determinación y decidió que para ser feliz: tenía que convertirse en luchadora. Aunque no le gustaba la lucha técnica, porque era pausada,

monótona y triste, parecía más truco que lucha de verdad, así que resolvió irse por el lado de los rudos que son más veloces, fuertes y ágiles; desde ahí se llamó: Catarina Sangrienta. Pero su decisión no tuvo un final feliz, pues resultó un fracaso como luchadora, porque la Catarina Sangrienta era tan tierna y dulce que a los otros lucha-dores les daba pena pegarle, cuando por accidente la tumbaban, la lucha se paraba y sus contrincantes casi con lágrimas en los ojos le pedían discul-pas y juraban que jamás lo volverían a hacer… entonces los espectadores de las luchas se alejaban de la arena eno-jados gritando: ¡Quiero ver saaaaan-greeee! La Catarina Sangrienta, tomó entonces otra decisión, se dedicaría nada más a volar entre las cuerdas y dar brincos muy, muy altos, para que la gente se emocionara con sus acro-bacias, así que de sangriento nada más le quedó el nombre… aunque dicen que a veces cuando en el campo algún insecto se encuentra en peligro o necesita un poco de ayuda, de pron-to se aparece la Catarina Sangrienta para auxiliarlos y que tiene muchas, muchas historias por contar todavía.

Barry McGee AKA Twist