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SUPLEMENTO CULTURAL No. 144 - 14 DE ABRIL DE 2014 - AÑO 3 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN La exposición El Santero se inauguró el sábado 12 de abril pasado. Participan en esta exposición colectiva los artistas zacatecanos Alfonso López Monreal, Jesús Reyes Cordero, Víctor Hugo González C. y Juan Carlos Villegas. La muestra está conformada por cerámicas, dibujos, gráfica, óleos y esculturas de los cuatro autores. Visítela: Callejón del Santero 107, Centro Histórico, Zacatecas, Zac. [Foto-galería en páginas centrales] Víctor Hugo González C., Sin título, Acrílico /madera, 25 x 20 cm., 2014.

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Page 1: La Gualdra 144

SUPLEMENTO CULTURAL No. 144 - 14 DE ABRIL DE 2014 - AÑO 3 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

La exposición El Santero se inauguró el sábado 12 de abril pasado. Participan en esta exposición colectiva los artistas zacatecanos Alfonso López Monreal, Jesús Reyes Cordero, Víctor Hugo González C. y Juan Carlos Villegas. La muestra está conformada por cerámicas, dibujos, gráfica, óleos y esculturas de los cuatro autores. Visítela: Callejón del Santero 107, Centro Histórico, Zacatecas, Zac.

[Foto-galería en páginas centrales]

Víctor Hugo González C., Sin título, Acrílico /madera, 25 x 20 cm., 2014.

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira Saade / Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas /Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada Lazarín /Dir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade Trinidad /Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas /Ilustraciones

[email protected]

Algo está sucediendo este año que se está llevando a mucha gente… Me quedé pensando cuando el viernes pasado me enteré del fa-llecimiento de don Rafa Vera, el señor que durante muchos años estuvo en el Portal de Rosales ven-diendo unas galletas deliciosas a las que él mismo llamaba “frutas de horno”. Don Rafa era un persona-je singular, primero por la amabili-dad que le caracterizó durante toda su vida y por la generosidad de re-galar una galleta a quien le sonreía y le saludaba al pasar frente a él en el Centro Histórico de esta ciudad. Segundo, porque su amor a la vida se manifestaba a través de la músi-ca, le gustaba cantar y lo hacía ade-más muy bien; recuerdo con nos-talgia que durante algún tiempo, llegaba por las mañanas otro señor que vendía gelatinas, se sentaba en los escalones del Portal de Rosales y sin descuidar su negocio, ambos, don Rafa y él, se ponían a cantar. Para quienes no conozcan Zacate-cas, deben saber que las mañanas en el centro son muy tranquilas, lo que ayudaba a que las voces de es-tos señores inundaran la Avenida Hidalgo. Cantaban por horas, los dos señores se divertían; de vez en cuando, entre canción y canción, se escuchaba un “Llévelas, lléve-las”, que ya no se escuchará más. Recuerdo además dos cosas más: hace algunos años, cuando vino en estas fechas a un Festival de Semana Santa, Eulalio

A don Rafa Jorge IbargüengoitiaLa fórmula perfecta para leernos como país por Mauricio Flores 3

El cuento es un breve instante en la vida de las personas[entrevista a Mariel Iribe Zenil]por Joel Flores

Desayuno en Tiffany’s, mon kupor Carlos Belmonte Grey

Castillo de sal si puedes por Ester Cárdenas

El Picaporte por Simitrio Quezada9

Luis por Pilar Alba

¿A dónde? por Alberto Huerta

Petra, de Tom Sorvino por Edgar Khonde

Flores de Azahar por Gerardo del Río

Refugio Reyes Rivas, arquitecto empíricopor Gerardo Martínez Delgado

El templo de las musaspor Violeta Tavizón

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Foto-galería de la ExposiciónEl Santero

LA GUALDRA NO. 144 / 14 DE ABRIL DE 2014 / AÑO 3

González El Piporro, don Rafa lle-gó ataviado elegantemente a Plaza de Armas y le pidió cantar jun-to a él; el Piporro aceptó y ambos cantaron juntos para beneplácito de quienes estábamos en el con-cierto; al final, el Piporro le dijo: “Hijo, mío, dónde has estado todo este tiempo” y don Rafa taconeó de gusto junto a él. Hace dos diciem-bres, don Rafa invitó a sus amigos a cantar junto con él en la Plazuela de la Caja; no sé exactamente qué festejaban, pero lo que sí sé es que por lo menos unos diez amigos contemporáneos a él llegaron al lugar para homenajearlo; cantaron con mariachi, celebraron la vida y la amistad. Don Rafa era parte ya del Centro Histórico y me atrevo a decir, de su patrimonio; cuando alguien pasa tanto tiempo en el mismo lugar se convierte por cos-tumbre, en una tradición o en un símbolo, y nuestro patrimonio está conformado también por un capi-tal simbólico cargado de imágenes y de recuerdos. Lo que son las co-sas: la ciudad se va quedando sin sus símbolos y a cambio, nos van dejando una serie de armatostes de fibra de vidrio carentes de valor es-tético y sí cargados de violencia. Desde el viernes, en la es-quina en la que solía estar todos los días, hay un carrito sin galle-tas, sin don Rafa. Pero está lleno de agradecimientos, de flores, de veladoras y de cartitas que la gente le deja a ese jilguerillo del centro histórico al que sin duda vamos a extrañar. Descanse en paz, don Rafa Vera.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

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14 de abril DE 2014

Por Mauricio Flores*

Jorge IbargüengoitiaLa fórmula perfecta para leernos como país

En el México del partido único, como también en el de la fallida alternancia, mirar con desenfado la historia no es una actividad que se haya vanaglo-riado. Las coyunturas actuales, mar-cadas por la restauración del anciano régimen y la violencia criminal casi generalizada, parecen apuntalar esa especie de sobriedad perenne ante los acontecimientos de la vida diaria, ya sea pública o privada. Los vencedores de la historia, lo recordó en varias oca-siones Carlos Monsiváis, les encargan a los perdedores su redacción. Por eso la historia impresa debe observarse siempre con ciertos recelos. Lo que por fortuna no suce-de con los textos estrictamente litera-rios, cuya gestación proviene de otros intereses, aunque a su vez basados en los episodios del quehacer de los co-lectivos de las naciones. En la llamada literatura histórica, y específicamente en el género novelístico, cabe todo. Y si ese todo proviene de una pluma como la de Ibargüengoitia, la verosi-militud, que nunca la verdad, está ga-rantizada. Súmesele a ello un estilo lú-dico: ¡la fórmula perfecta para leernos como país! Al recordarse los treinta años de su muerte, Ibargüengoitia ocupó (si bien efímeramente) el sitio que la cultura nacional y sus lectores le debemos. Tanto en la reedición de varios de sus títulos, como desde nue-vos estudios referentes, y en especial con uno muy bueno, autoría de Car-los Martínez Asaad (Jalisco, 1946). En Los héroes no le temen al ridículo (UNAM), sucinto pero demostrativo ensayo sobre la obra del guanajuaten-se, se recrea y analiza su etapa nove-lística sostenida en Los relámpagos de agosto y Maten al león. Resulta curioso que sea des-de la perspectiva de un especialista en

temas históricos, como lo es Martínez Asaad, que se descubra con eficacia y tino la esencia de la obra literaria de Ibargüengoitia, además de ubicarla en el apartado correspondiente de nues-tras letras del siglo veinte. Se sabe que, apoyado en el humor y la ironía, el guanajuatense habría de prolongar la llamada novela de la Revolución Mexicana. En Los relámpagos de agos-to, escribe en este nuevo libro el re-cientemente merecedor del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013, Ibargüengoitia logra “la más aguda crítica a las deidades de la Revolución, una novela brillante, con un tono satí-rico y un humor irreverente contra la historia oficial, capaz de quitarle a la gesta revolucionaria su tomo trágico y solemne”. También vista como la “pri-mera novela grotesca y divertida” de la literatura mexicana, Los relámpa-gos… recupera personajes y acciones no muy lejanas en el tiempo, y todavía colocadas en el más alto pedestal por la formalidad del régimen. Los héroes no le temen al ri-dículo, editado por la Dirección de Literatura de nuestra Máxima Casa de Estudios, resulta una muy buena invitación para acercarse a la obra del guanajuatense. Pero no sólo a los títulos referidos sino a otros de distin-ta huella: Estas ruinas que ves, Las muertas, Dos crímenes y Los pasos de López (donde aborda el tema de la Independencia), como también a su inicial obra teatral (El atentado y La conspiración vendida). Un cosmos narrativo no del todo estimado en nuestros días —lamentable— colma-do de crítica y sarcasmo. Lo que siempre nos viene bien a todos.

* [email protected]

Carlos Martínez Assad, Los héroes no le temen al ridículo, UNAM, México, 2013, 84 pp.

Libros

Al guanajuatense Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) las letras mexicanas tendrían al menos que reconocerle dos grandes virtudes: haber recreado un estilo narrativo de altos e irreverentes vuelos, y haberlo hecho fijando su mirada en los sucesos históricos. En su obra, truncada prematuramente por un trágico accidente, no que-da títere —político o civil— con cabeza.

Revolución MexicanaCuesta trabajo recordar que nació como un impulso arrollador para arrancar de su pedestal a un figurón monolítico, que sus pri-meros veinte años son, en realidad, una sucesión no interrumpida de acusaciones de traición y de actos de desconocimiento, que al alcanzar su mayoría de edad pasó por un periodo francamente socialista, y que al llegar a su madurez tuvo necesidad de reco-nocer la existencia de ciertos problemas fundamentales de supervivencia y que se vio obligada a claudicar en muchos terrenos.

Jorge Ibargüengoitia(Instrucciones para vivir en México, fragmento).

Obras de Jorge IbargüengoitiaLa Ley de Herodes y otros cuentos (1967)Maten al león (1969)Viajes en la América ignota (1972)La conspiración vendida (1975)Estas ruinas que ves (1975)Las muertas (1977)

El atentado (1978)Los pasos de López (1982)

Los relámpagos de agosto (1998)Dos crímenes (1979)

Autopsias rápidas (1988)Instrucciones para vivir en México (1990)

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LA GUALDRA NO. 144

El cuento es un breve instanteen la vida de las personas

[entrevista a Mariel Iribe Zenil]Por Joel Flores*

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ra Cuando escribimos pasamos por alto cómo son los procesos creativos de nuestros homólogos, cómo ha sido su formación y con qué suerte ha co-rrido su talento y sus libros ante las editoriales. Poco nos apura quién los formó o los forma, cómo definen los géneros que los ocupan, cómo miran su país, desde dónde escriben y qué los impulsa a hacer literatura. Cuando escribimos, parece, lo hacemos sólo para nosotros y un lector virtual: esa proyección personal que busca llenar el hueco del lector ideal. Con este proyecto de entrevistas a escritores nacidos durante el ochenta (que inició en enero de 2014), pretendo respon-der esas preguntas y crear un diálo-go con aquéllos que escriben, como muchos otros, desde sus trincheras y sólo nos llegan noticias de ellos gra-cias a sus libros, las redes sociales o sus bitácoras personales. En esta ocasión dialogamos con Mariel Iribe Zenil (Chicontepec, Veracruz, 1983), escritora afincada en Culiacán desde hace más de once años, que se ha abierto camino como periodista, gracias a la redacción de la nota roja en una de las zonas más calientes de México y como cuentista. Su obra se ha publicado en las anto-logías A fin de cuentas (Instituto Muni-cipal de Cultura, 2007), Cuadernos de periodismo Gonzo (Editorial Almadía, 2011) y Lados B (Editorial Nitro Press, 2011). Su libro El último intento (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013) es una compilación de nueve historias imbri-cadas por la violencia psicológica en los matrimonios jóvenes, “chapados a la antigua,” del Sur de México. Escritos con un lenguaje bien calibrado, las piezas de este libro fungen como un escenario doméstico o rural donde los demonios más ínti-mos de las parejas se destapan y detonan el conflicto: un matrimonio roto, que no halla el equilibrio tras la madurez y vuelo de sus hijos, intenta llenar ese vacío remodelando su casa para heredárselas, pero lo que edifican son paredes que los desunen; una joven pareja no puede tener hijos y acude a todos los remedios caseros que se recomiendan en la comunidad en la que viven, hasta que la intromisión de un futuro compadre les da una ayudadita; un hombre y una mujer que ya no se toleran ni en la cama, convierten su lecho matrimonial en un duro campo de batalla; una joven pareja busca romper la monotonía creando celos entre sí valiéndose imaginariamente de los vecinos. Si gran parte de la narrativa joven que escribe en las ciudades que unen el triángulo dorado se inclina por retratar el fenómeno de la violencia en manos del narco, sus pistoleros, milicos y federales, dar con El último intento de Iribe Zenil es hallazgo. Este libro da la vuelta de tuerca al tema de la violencia y la explora desde el terreno de lo psicológico, desde lo más íntimo, lo más privado, es decir, desde donde nace y se conforma la familia: el hogar.

Joel Flores: Hay escritores y escrito-ras nacidos durante los ochenta que se están formando en talleres literarios, maestrías en creative writing en Méxi-co, España o Estados Unidos, o de for-ma autodidacta. ¿Desde qué edad co-menzaste a escribir y por qué? ¿Cómo ha sido tu formación? Mariel Iribe Zenil: Desde siempre me ha gustado la lectura, pero fue hasta la secundaria y prepa cuando empecé a leer con un gusto que opa-caba cualquier otra actividad, incluso el basquetbol, que para mi hermana y para mí fue muy importante. Leía, sobre todo, sugerencias, algunas muy buenas, que me hacían mis maestros. En ese tiempo conocí casi todo García Márquez, por ejemplo, también algu-nas cosas de Vargas Llosa que no en-tendía muy bien, pero me gustaban, y

otras menos complicadas, como ¿Quién mató a Palomino Molero?, una novela de la que casi nadie habla. Como quería ser poeta, me leí los cuentos y nove-las de Benedetti y muchos poemas de Neruda y Octavio Paz. Cuando entré a la univer-sidad, fui a un taller de poesía con Rocío Cerón. Ahí me dijeron que a lo mejor, como siempre escribía poemas en prosa que contaban algo, encajaría más en la narrativa. Así llegué al taller de Élmer Mendoza, donde hicimos un grupo muy sólido con varios de los in-tegrantes. A la fecha sólo sobrevivimos dos que seguimos leyéndonos y traba-jando nuestros proyectos. Y de manera formal, con una beca estatal, en aquel tiempo FOECA, empecé en 2006 mi li-bro de cuentos El último intento.

JF: ¿Crees que las becas ayudan a for-talecer la pericia de los escritores y su formación?MIZ: Hay de casos a casos. A mí me han ayudado mucho a ser disciplinada, tanto en mis lecturas como en los pro-yectos que trabajo. Como en las becas se escribe con tiempos establecidos, si uno pretende cumplir, más allá de una formalidad, entonces debe hacer la ta-lacha. Y aquí es en donde entra lo eco-nómico: para escribir y rescribir se ne-cesita tiempo y con una beca podemos centrar todo el esfuerzo intelectual y de investigación en la escritura.

JF: La mayoría de las historias de El último intento son anticlimáticas: dos personajes urden su propia trampa que termina resuelta o complicada por un final suspendido o abierto, que genera ambigüedad, una interrogante para el lector. ¿Cómo concibes el cuento?MIZ: Siempre he creído que el cuento es un breve instante en la vida de las personas. Un instante que guarda cier-ta magia y algo oscuro que puede o no revelarse al final. Siempre que escribo o que estoy pensando en una idea que me da vueltas en la cabeza, no puedo evitar pensar en la teoría de Hemin-gway, en la que compara este género con un iceberg. En el cuento sólo se re-vela de manera parcial la vida de una persona, y todo lo que está debajo lo sabe el autor, pero no lo revela. Y ahí, en esa línea tan delgada en donde se establece el límite de lo que se dice y lo que no, está el arte o la habilidad para construir un cuento.

JF: Tu libro se fragua con base a la fór-mula: mujer más hombre, igual a lucha constante por encontrarse o separar-

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14 de abril DE 2014

* Zacatecas, 1984. Ha residido en la Ciudad de México y España. Autor de los libros de relato El amor nos

dio cocodrilos (Editorial Vozed) y Rojo semidesierto (Premio Internacional de Literatura Sor Juan Inés de

la Cruz 2012). Seleccionado internacional en 2008 por la Fundación Antonio Gala para escribir durante

nueve meses un proyecto literario en el Convento de Corpus Christi de Córdoba, España. Actualmente

vive en Tijuana, donde termina la patria y comienzan los sueños.

Literatura

se, como si el matrimonio fuera sinó-nimo de inmolación. MIZ: Tienes razón. Este libro me tomó mucho tiempo. Es un libro con el que he aprendido. Lo empecé en 2006 (por supuesto que era una ver-sión muy diferente) y lo finalicé en 2012. Los cuentos pasaron por mu-chos procesos, incluso algunos ya los había descartado. Pero al volver a leer-los tiempo después, encontré en ellos algo que pude rescatar y retrabajar. Otros quedaron definitivamente fue-ra. El juego, por ejemplo, lo escribí ese mismo año, mientras mi hija de días de nacida dormía en su cuna. Después me di cuenta de que casi todos tenían la misma línea temática: historias de parejas disfuncionales, por llamarlas de alguna manera, o como leí hace un momento: historias de personas que creen que amor es tener la capacidad de arruinarse la vida; historias de la vida cotidiana. “Aman los puercos. No puede haber más excelente prueba de que el amor no es cosa tan extraordina-ria”, Eduardo Lizalde dixit. JF: Una parte considerable de la litera-tura que escriben jóvenes en el norte de México parte del realismo social, busca enunciar o responder cómo lo público invade lo privado, la violencia estructural, el narco y sus daños. En tu libro, en cambio, hay un apuro por ex-plorar la violencia psicológica, entre matrimonios, en su mayoría jóvenes, afincados en comunidades o ranche-rías del sur. ¿Por qué escribir sobre la violencia en lo privado y no sobre los recientes conflictos sociales que vive México?

MIZ: Por las marcas de la infancia, sin duda. Yo crecí en un rancho de la Huasteca veracruzana, conocido como El Tecomate Zenil. Algunos de mis cuentos bien podrían ubicarse en ese espacio, porque ése es el espa-cio en el que viví. Y bueno, siempre me ha preocupado y me ha llamado mucho la atención la capacidad que tenemos los seres humanos para ha-cernos daño, no sólo físicamente, sino de manera psicológica: con acciones y con el peso que tienen las palabras. Llegué a vivir a Culiacán a los 11 años y conocí una forma diferente de vivir, sobre todo de vivir con miedo por esa violencia del narcotráfico que men-cionas. Sin embargo, ya había vivido la experiencia un tanto borrosa del secuestro. Tendría unos ocho años cuando unos hombres entraron a la casa y secuestraron a mi abuelo por uno o dos días. En fin, resultó ser un malentendido, pero también me ha tocado conocer esa violencia, sobre todo cuando cubrí la nota roja en Cu-liacán. Tengo un proyecto de novela Bajo tierra, que he estado trabajando desde 2011, precisamente la inicié con la beca del FONCA. Este proyecto habla de esa violencia física que trae consigo el narcotráfico, fenómeno in-merso en casi todo el país y difícil huir de él como ciudadano, incluso como creador.

JF: Voy a decirte un par de palabras y tú me contestas lo que se te venga a la mente.Norte: No pude evitarlo: violencia. Cambio. Descubrimiento. Literatura: Escritura. Escape. Placer.

Amor: “Si nada nos salva de la muer-te, al menos que el amor nos salve de la vida”, Neruda dixit.Cuento: Fuerte. Perturbador. Complica-do. Chéjov. Hemingway. El último intento: Una parte de mí con ese aroma a encinos y tierra mojada. México: Riqueza, tradiciones entraña-bles, rituales de la Huasteca veracruza-na, misticismo, una canción que siempre resuena en mi cabeza con la voz de mis abuelos: “Xihualacan huan poyohuan /Ti paxalo ce María /Timiyehualotzan, huan Tonantzin/ Santa María Gua-dalupe”. Un país lastimado, violencia, delincuencia organizada y narcotráfico trasminado en casi todo el país. Sur: Infancia: Chalaguites, jobos, palmi-to, coyoles. Frutos míticos y desconoci-dos para el norte de México.

JF: Escribir un libro es complicado. Sin embargo, a veces es más compli-cado publicarlo. Las políticas de las editoriales comerciales no siempre suelen tener las puertas cerradas a propuestas jóvenes. ¿Qué fue más complicado para ti, escribir o publi-car tu libro? ¿Alguna vez tu trabajo ha sido rechazado en alguna editorial? MIZ: Mucho más complicado es escri-bir. Le dediqué muchos años a este li-bro y mi mente estuvo ocupada en él. En un libro se dejan las fuerzas y un pedazo de vida. Me sucedió lo contra-rio con la publicación. Recuerdo que llamé a Tierra Adentro para preguntar si podía mandar mi libro y me dijeron que lo iban a mandar a dictamen. Es-peré unos seis meses y me llamaron para decirme que había salido positivo y esperé, creo, otros seis meses para su publicación. No busqué mucho para publicarlo y creo que en realidad me negaba a soltarlo, quiero decir, a darlo por terminado.

JF: Con la evolución de la literatura impresa a la digital y los nuevos so-portes de lectura y difusión, es más fácil que los textos se diseminen y lleguen a más lectores. ¿Estás abierta a publicar en formato e-book o crees centrar tu obra sólo en el papel?MIZ: Estoy abierta a ese tipo de pu-blicaciones. Es una buena opción para poder ser leído en otros países. Aunque, no sé cómo, lo veo casi un misterio tomando en cuenta la mala distribución que hacen algunas edi-toriales, pero la literatura, incluso en papel, se abre paso. En una ocasión, hace ya varios años, encontré una

traducción al inglés de mi cuento “El último intento”, que le da nombre al libro. Había llegado en la antología A fin de cuentos, hasta la biblioteca de la Brigham Young University, en Provo, Utah, EUA, y Alexander Aldrich, estu-diante de un posgrado en traducción, se interesó por mi texto. Luego publi-có la traducción en su blog. Raro, pero sucede.

JF: Solemos escribir mirando hacia el pasado o el presente y con la lectu-ra pasa similar: leemos a los que nos anteceden o a nuestros contemporá-neos. ¿Sueles leer a escritores nacidos durante los ochenta o prefieres a los maestros reconocidos por un canon?MIZ: Como estudiante de letras his-pánicas, pues llevamos también un cierto orden en cuanto a la evolución de la literatura, leí a los clásicos. Pero fuera de ese tipo de lecturas impues-tas, algunas muy necesarias, leo lo que va llegando a mis manos. Muchas re-comendaciones de amigos como Irad Nieto o el poeta Jesús Ramón Ibarra. O muchas veces, de acuerdo a lo que estoy escribiendo, surgen ciertas in-quietudes. Como ahora que me ha dado por buscar literatura erótica. O como en su momento busqué mucha novela y crónica sobre el narco. Pero de mi generación he leído con mucho gusto y admiración a Gabriela Torres Olivares, por ejemplo. A Óscar David López, poeta, narrador y gran amigo. A Hermann Gil Robles. Todos dife-rentes, pero igual comprometidos con este ejercicio de escribir. De los 70, por ejemplo: Bibiana Camacho, Na-dia Villafuerte, Alejandro Almazán, Miguel Tapia Alcaraz, en fin, con al-gunos de ellos tengo una relación de amistad.

JF: ¿En qué proyecto te encuentras trabajando actualmente?, ¿es otra no-vela o libro de cuentos?MIZ: Una novela con cierta carga eró-tica. Una adolescente empieza una re-lación con un hombre mayor, pero a la vez descubre el placer de la lectura con el que tendrá que lidiar toda su vida. Tengo la intención de hacer una especie de homenaje a los clásicos de la literatura erótica, desde los grie-gos, Lisístrata, por ejemplo, que es una comedia con una carga sexual, hasta textos más contemporáneos que van apareciendo conforme esta adolescente los descubre.

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LA GUALDRA NO. 144

Exposición El Santero Afonso López Monreal, Jesús Reyes Cordero, Víctor Hugo González C. y Juan Carlos Villegas

Arte

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es

Alfonso López Monreal, Mecanismos de luz II, Encáustica/tela y madera, 240 x 190 cm.

Alfonso López Monreal Minificciones II, Encáustica/aluminio, 30 x 22.5 cm.

Víctor Hugo González C., Sin título, acrílico y óleo/tela, 70 x 50 cm.

Jesús Reyes Cordero, Paisaje de Santa Mónica, Óleo/tela, 60 x 90 cm.

Juan Carlos Villegas, La Araña, Jugo de limón oxidado/papel, 34 x 26 cm.

Juan Carlos Villegas, Roque, Jugo de limónoxidado y tinta china/papel, 34 x 26 cm.

Alfonso López Monreal, Minificciones I, Encáustica, aluminio, 30 x 22.5 cm.

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14 de abril DE 2014

Exposición El Santero Afonso López Monreal, Jesús Reyes Cordero, Víctor Hugo González C. y Juan Carlos Villegas

Artes visuales

[Callejón del Santero 107, Centro Histórico, Zacatecas, Zac.]

Juan Carlos Villegas, Yordana, Jugo de limón oxidado/papel, 34 x 26 cm.

Víctor Hugo González C., V, Acrílico/madera, 25 x 20 cm. Jesús Reyes Cordero, Viborracha I, escultura en bronce.

Jesús Reyes Cordero, La Modelo, Óleo/tela, 27 x 35.

Víctor Hugo González C., III, Acrílico/madera, 25 x 20 cm.

Juan Carlos Villegas, Roque, Jugo de limónoxidado y tinta china/papel, 34 x 26 cm.

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LA GUALDRA NO. 144

Libr

osAr

tePor Gerardo Martínez Delgado

Por Violeta Tavizón

Refugio Reyes Rivas, arquitecto empírico*

El templo de las musasRepertorio pictórico novohispano

“A Refugio no lo hemos descubierto”, escribió en 1974 Víctor Manuel Ville-gas en uno de los dos libros con los cuales inauguró la exploración formal de la labor constructiva que Refugio Reyes Rivas realizó en los estados de Aguascalientes, Zacatecas y Jalisco en los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX. De aquella sentencia a la fe-cha han transcurrido 40 años y el libro Refugio Reyes Rivas. Arquitecto empíri-co, que acaba de publicar el Instituto Cultural de Aguascalientes, evidencia con creces que, por fortuna, el tiempo

El barroco fue un estilo que transfor-mó la forma de vivir, de pensar y de sentir en el mundo novohispano. Di-versos procesos económicos, políticos, sociales y religiosos dieron lugar a nue-vas manifestaciones en la literatura, la música, la pintura y las demás artes. El barroco novohispano fue un reflejo del mismo proceso, tanto por su depen-dencia de la Corona española, como por el auge económico y la expansión territorial que alcanzó. Ejemplo de lo anterior, fue la bonanza en la minería que hizo de Zacatecas un centro eco-nómico con una cuantiosa y sobresa-liente actividad artística.

no ha pasado en vano. Cuando parecía que las fuentes se habían agotado, que los documentos particulares de “don Cuco” ya se conocían, y que lo que sabíamos era todo cuanto se podía sa-ber, han aparecido valiosas e innume-rables sorpresas que aquí se reúnen y que permiten tener una imagen mu-cho más completa de uno de los ar-quitectos que –con título o sin él- ha llamado la atención de los estudiosos de muchas latitudes. Los resultados de este libro se deben al trabajo, voluntad e inte-rés de un buen número de personas y a la acumulación de investigaciones y esfuerzos labrados a lo largo de las últimas décadas. No obstante, ha sido posible por el quehacer constante y la capacidad de hacer equipo que ha tenido José Luis García Ruvalcaba quien, sin prisas pero sin pausas, ha acumulado un conocimiento profun-do de la obra de Refugio Reyes que ahora exterioriza y materializa en un producto de gran riqueza, belleza e importancia para la historia de la ar-quitectura mexicana. El libro puede dividirse en tres grandes partes. En la primera, cinco artículos se hilvanan con mucho tino para encuadrar las múltiples vidas y planos de la ciudad con los múltiples aspectos de la vida de Refugio, ya la

personal, familiar y profesional, con sus muy diversas variables. En la se-gunda parte se presenta un diccionario arquitectónico ilustrado de “elementos estilísticos reyistas”, un gran acier-to, y el tercer apartado, que es el más amplio, reúne un catálogo general de los proyectos, intervenciones y obras realizadas por Reyes en los estados de Zacatecas, Jalisco y Aguascalientes. El diccionario breve de ele-mentos estilísticos incluye 57 entra-das donde se enfocan los elementos decorativos, los detalles y las formas de las fachadas y obras en su conjun-to en las que intervino Refugio Reyes. El diccionario, como el catálogo, de-berán ser una excelente herramienta para estudiantes de arquitectura, no sólo en Aguascalientes, pero más im-portante aún, su consulta es una expe-riencia para los ojos poco entrenados, ésos que andan por los edificios y, aun valorando la armonía del conjunto, pasan por alto los detalles, las piezas. La elaboración del catálogo, la parte que ha guiado y dado vida a este proyecto, destaca no sólo por las magníficas fotografías con que se

acompaña (por lo demás uno de los grandes méritos del libro) sino princi-palmente porque no se conformaron con una identificación y un registro, siguiendo un método, sino con una ficha técnica completa que incluye, cuando es posible, ubicación, tipo de intervención realizada por Refugio, fecha, propietarios originales, propie-tarios actuales, etcétera y en muchos casos alguna reseña más amplia de su historia y características. Si algunas circunstancias y algunos libros influyen en el valor pú-blico que se tiene de ciertas obras o de ciertos personajes, éste marca un homenaje y un re-descubrimiento de don Cuco, a cuyo ingenio se le debe, “una de las porciones más valiosas del patrimonio arquitectónico” de la ciu-dad de Aguascalientes. En el ánimo celebratorio, se corre sin embargo “el peligro de la apología” y sería muy de-seable que el libro, ajeno a ese sentido, fuera visto en su mejor valor, que es el de estimular que el ejercicio de deve-lamiento continúe.

* Instituto Cultural de Aguascalientes, 26 x 25 cm., 466 pp.

El libro se presenta en el marco del Festival Cultural Zacatecas 2014, el jueves 24 de abril, a las 13:00

Hrs., en el Teatro Calderón. Presentan: Arq. José Luis García Ruvalcaba, Arq. Héctor Castanedo Quirar-

te, Arq. Carlos Augusto Torres Pérez y Arq. Raúl Lara Quintanar. Modera: Patricia Guajardo

Pero al escuchar la palabra “barroco”, cabe hacernos la pregunta: ¿Por qué se le llama así? El vocablo viene del portugués baroco, denomi-nación que se le daba a las perlas por su figura deformada e irregular; por otro lado, dentro de la filosofía se le nombraba “barroco” al pensamiento retórico e incongruente. Teóricos de la historia del arte denominan al arte de los siglos XVII y XVIII como barroco, al referirse a esta época como extrava-gante y confusa. Desde el siglo XVI el gobier-no español instituyó los gremios, para organizar el trabajo; el maestro que había pasado el examen correspon-diente, enseñaba y dirigía a los oficia-les y aprendices, tal como estipulaban las ordenanzas o reglamentación ex-pedidas en 1557. Menciono de forma cronológica a algunos de los grandes maestros de la pintura novohispana, importantes por la obra que realizaron y porque Zacatecas cuenta con acervo de ellos ya sea en iglesias o museos. Luis Juárez (Ca. 1585-1639). Padre de José Juárez y bisabuelo de Ni-colás y Juan Rodríguez Juárez. Fue el iniciador de una de las dinastías de pin-

tores novohispanos más importantes. Trabajó a lo largo de las primeras déca-das del siglo XVII y su obra se caracte-riza entre otros rasgos, por la delicadeza de los rostros de los ángeles y los perso-najes sagrados, así como el tratamiento de las telas de las vestimentas. Juan Correa (1646-1716). Pintor mulato autor de una extensa producción pictórica. Junto con Cris-tóbal de Villalpando, representa la transición del barroco del siglo XVII al XVIII. Por la inmensa cantidad de obras que se han catalogado se eviden-cia la participación de un amplio taller. Cristóbal de Villalpando (Ca. 1649-1714). Fue uno de los pinto-res más fecundos de la Nueva España. Su primera etapa de trabajo la desarro-lló en Puebla y se nutrió de la influen-cia de los artistas de aquella ciudad. En algunas de sus obras se aprecia que tomó como modelos los grabados del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), para realizar sus propias composiciones. Tuvo gran prestigio y trabajó para diversas órdenes religio-sas como los dominicos, franciscanos, jesuitas y carmelitas. Antonio de Torres (1667-

1731). Nació en la Ciudad de México y se formó en el taller de su tío, Antonio Rodríguez, junto con sus primos Nico-lás y Juan Rodríguez Juárez. Su produc-ción es abundante y se encuentra muy dispersa, tanto en la Ciudad de Méxi-co como en buena parte del centro y norte del territorio que comprendía la Nueva España a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro. En 1720 traba-jó para los franciscanos de Propaganda Fide de Guadalupe, Zacatecas. Miguel Cabrera (Ca. 1695-1768). Su acta de bautismo asienta que nació en el Valle de Antequera, actual Oaxaca. La mayor parte de su produc-ción artística fue de pintura religiosa, pero también hizo retratos y series so-bre las castas que habitaban la Nueva España. En el año de 1751 Cabrera par-ticipó en el análisis del lienzo de la Vir-gen de Guadalupe y en 1756 publicó su estudio Maravilla americana y conjunto de raras maravillas. Fue uno de los pin-tores novohispanos más prolíficos. Gabriel José de Ovalle (ac-tivo de 1726-1767). Se formó como pintor en la Ciudad de México y llegó a Zacatecas en 1742, donde se desarrolló como artista, hasta su muerte en 1767.

Templo de San Gregorio Magno en Mazapil,Zacatecas

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14 de abril DE 2014

Cine

Por Violeta Tavizón

El picaporteSusceptible y capazLa diferencia que existe entre las palabras “susceptible” y “ca-paz” es la misma que existe entre la voz pasiva y la activa en los verbos. “Susceptible”, de acuerdo con el Diccionario de la RAE, se aplica a algo que puede recibir modificación o impresión. Así se intuye que ese algo se encuentra expuesto a la acción transformadora en cuestión.

“Capaz”, por su parte, tiene dos significados principales: uno re-ferente a la acción y otro al espacio. En cuanto al espacio se refiere a la disponibilidad de éste. En este contexto, algo muy capaz es algo con mucha capacidad para contener algo. En cuanto a la acción, se refiere a la aptitud, el talento o las cua-lidades para determinada tarea. En otro ámbito, “capaz” puede referirse también al atrevimiento. Para ejemplificar todo esto podemos afirmar: Una franela es susceptible de mojarse. Un asesino es capaz de cometer otro homicidio. Un garrafón es capaz de contener veinte litros de líquido.

* Envíe comentarios y demás inquietudes a:[email protected]

Por Simitrio Quezada

Happy-Go-Lucky- Ser FelizPor Carlos Belmonte Grey

Por Ester Cárdenas

Desayuno en tiff any’s, mon ku

A veces viene bien recordar algunas películas que aunque no son viejitas sí pueden haber ya caído en el olvido o simplemente haber pasado a los estan-teros de una biblioteca para empolvar-se, más que por alguna razón adquie-ren actualidad. El boom de la cultura hipster, con sus tablets, y el individualismo de los jóvenes profesionistas treintañe-ros reacios a repetir o a incrustarse en la formación de nuevas familias nos ha hecho recordar la cinta que, en la edición 2008 del festival de Ber-lín, permitió a la actriz británica Sally Hawkins recibir el Oso de Planta por su interpretación femenina en el rol de Poppy, de la película dirigida por su compatriota Mike Leigh, Happy-go-lucky.

La película es un paréntesis dentro de la filmografía de Leigh co-múnmente centrada en los conflictos de los barrios populares y los delirios de la comunidad urbana; en esta oca-sión quiso filmar le bonheur, la alegría de la naturalidad. Leigh creó un argumento a partir de ese sentimiento y de su opuesto, el chagrin, la rigidez y la tris-teza de la vida reglamentada. Sin embargo, el director no tenía imágenes perfiladas ni historias para sus personajes, necesitaba una historia que pudiera contar frente a su cámara. Así, decidió contratar a Hawkins para comenzar a armarla a partir de los matices y la historia de vida que ella misma se iba inventado,

para ser más concretos, Leigh creó su personaje principal a la medida de la actriz que lo inspiró. Y así lo hizo con el antagó-nico que recayó en uno de sus actores fetiches, Eddie Marsan, quien también recibió varios reconocimientos en dis-tintos festivales del mundo anglosajón. El resultado fue la historia de la cotidianidad de dos personajes que la viven de forma distinta: una, maes-tra de primaria, llena de risa y broma simplona, despreocupada de su vesti-menta y sus amores, treintañera com-partiendo un departamento, y llena de buena suerte achacada a su optimis-mo; el otro, profesor de autoescuela, preocupado por sus cotizaciones, vi-gilante al mínimo detalle y ansioso de encontrar pareja.

El lugar de encuentro no podía ser otro que dentro de un co-che durante las clases de manejo que uno da a la otra. Para las escenas, lo mismo que en la construcción de los personajes, Leigh instaló cinco cáma-ras miniatura, les leyó las líneas del argumento y les permitió improvisar el resto de los diálogos con reacciones faciales espontáneas ante la inmedia-tez de la respuesta. Los comentarios de los crí-ticos de la época encontraron que el principio de la película podría agobiar a los espectadores pero que el final, si conseguían verla completa, podría ha-cerles sonreír con lo fácil que puede ser la vida, es un pure eye candy. Espe-ro que se emocionen al verla.

Estamos en abril y aún no termino de ver las películas del 2013 premiadas en este año que ya va en su cuarto mes, al día de hoy sigue estando en primer lugar Blue Jasmine, de Woody Allen; en fi n, todo a su tiempo. También he vuel-to a ver varias cintas del siglo pasado, entre ellas, Antes de la lluvia de Milcho Manchevski, que una vez más me conmovió. La película está aparentemente dividida en tres episodios “Palabras”, “Rostros” y “Fotografías”. El prime-ro y el tercero transcurren en los Balcanes, mientras que el segundo tiene lugar en un Londres, en teoría ajeno al confl icto que sufre la Antigua Yugoslavia. De esta manera se entrecruzan tres historias: el amor imposible entre un joven monje y una chica albanesa, el profundo dilema per-sonal de una editora fotográfi ca londinense y el regreso a la patria de un fotógrafo macedonio interpretado por Rade Serbdzija, un gran actor serbio nacido en Croacia que tuvo que abandonar su país tras varias amenazas de muerte. En especial los episodios balcánicos están resuel-tos de forma magistral, por el director Milcho Manchevski, cuya “opera prima” y sus comienzos en el largometraje no

pudieron ser mejores. Manchevski nació en Macedonia, pero en cuanto pudo se fue a Nueva York, donde aprendió lo in-decible sobre publicidad, videos musicales, documentales y vanguardia audiovisual en general. Antes de la lluvia no acusa esa infl uencia de la publicidad y el videoclip tan común en muchos realizadores, pero sí consigue ser mucho más vanguardista que la mayoría de los fi lmes presuntamente modernos que invadían las pantallas en los noventas. La terrorífi ca y absurda guerra que sufrió la anti-gua Yugoslavia es el telón de fondo de esta desesperada y penetrante película y contra lo que pudiera pensarse, no es la típica cinta bélica, sino una refl exión sobre la condición humana y sobre la necesidad de tomar partido ante una situación intolerable. Su belleza radica no sólo en su trata-miento del misterio que supone continuar vivo ante el caos, sino también en su demoledor guión, en su extraordinaria banda sonora, su espectacular fotografía, las actuaciones tejidas con gran delicadeza y fuerza y en esa sensación irrepetible con que se maneja el tiempo. No es una película fácil, aun así, si pueden traten de verla, es, sin duda, cine con mayúscula.

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Por Pilar Alba

Por Gerardo del Río

Por Alberto Huerta

Por Edgar Khonde

Luis

Flores de Azahar

¿A dónde?

Petra, de Tom Sorvino*

Está cabrón, muy cabrón… de la chinga-da; ser hermano de un santo. Siempre saca buenas calificaciones, no se mete en pleitos, ni desgasta la ropa o los za-patos tan rápido. “Se porta tan bien, no da nada, pero nadita de lata”; es lo que mi mamá les dice a las visitas, porque delante de ellas se comporta con bue-nos modales. Saúl es pues el niño más bueno. Mientras que yo, pues… cómo lo diré… mmm pues yo: soy un des-madre. Caga que siempre me estén comparando: “Saulito sí, pero Luis no”, “Saúl sacó otra vez el primer lugar de su salón; y Luis, ay Luis, a ver si este año sí lo pasa”, “Saúl aprendió a tocar el piano, la próxima semana vamos a ir a su pri-mer concierto; y Luis, ay Luis, ése no toca

Al contacto con el agua caliente las flores de azahar del limonero se abren y ese perfume delicado me permite aposentarme en la cocina de mi abuela Altagracia (tenía el nombre perfecto) en aquel espacio ella reinaba, ahí ela-boraba con dedicación amorosa cada uno de sus guisos, cuando estaba de buen humor y sobretodo en aquellas tardes en que la lluvia refrescaba el ambiente de la casa, me ofrecía una infusión de hojas y azahares, que en-dulzaba con miel y a la que le ponía un chorro de leche; a veces acompañaba a la bebida con una semita de la panade-ría de doña Tacha y la rellenaba de re-quesón. A cada sorbo y mordida todas

Para Tarsicio¿A dónde se fueron los interminables días de grandes luchas y pequeñas victorias?

Petra es una película dirigida por Tom Sorvino e interpretada por Geena Mi-les, David Banner y Harold Gleason. La trama de la película se desarrolla en el norte de México. Petra es el nombre de una heroína mexicana que viste un an-tifaz violeta para ocultar su identidad. Sus antagonistas son bandas de crimi-nales y bandoleros, principalmente pe-queños narcotraficantes que les hacen la vida dura a los pobladores de diver-sos pueblos. En la Feria de San Benito de la Parra, Petra se encuentra con su amigo de la infancia Joaquín Buenaventura. Ninguno de los dos conoce la identidad del otro. Joaquín, o Joaco, es el líder de la banda más peligrosa de la región a la que Petra ha llegado buscando a Luis ‘la Cobra’ Riofrío. La Cobra es un antiguo boxeador que conoce al padre de Petra.

ni siquiera la puerta”. Lo repito, está de hueva andar escuchando todo el tiem-po sus mismas pendejadas. Y sí, a mí no me gusta la escuela, prefiero andar en el barrio con mi patineta o escuchando rock en lugar de música clásica. Con la patineta soy el mejor de la cuadra. Me gusta acostarme hasta tarde jugando al play, viendo la tele o nada más sentado junto a la ventana viendo las estrellas mientras Saúl, Saulitooooo, como le di-cen en mi casa, duerme profundamen-te. “Agua y aceite”, nos dice mi abuelita. Cuando lo veo así tan tranquilo, como un desconocido o como si de repente me viera en un espejo, me parece raro, es más, casi imposible que hayamos na-cido juntos.

mis penurias se iban diluyendo, mi abuela era una gran contadora de his-torias, pero también había magia en su mirada, así la noche llegaba lenta po-blada de aparecidos, cuando no con-taba historias, la radio acompañaba a ritmo de boleros las horas, recuerdo con precisión la canción de Lucho Gatica, “Encadenados”, y el perfume suave de los azahares inundando la cocina y el comedor; doy un sorbo a mi té y veo a mi abuela con esa hermo-sa sonrisa que iluminaba todo y desde ese rincón de su reino vigilaba a sus hijos y sus nietos, deseando que vivan en paz consigo mismos; yo por mi par-te dejo que la tarde transcurra lenta y

Joaco está obsesionado por poseer a Petra, o Anita como él la co-noce. Petra que descubre quién es Bue-naventura y entiende que tiene que acabar con él, al tiempo de encontrar a la Cobra. San Benito será el escenario de la batalla final entre Petra y Joaco. En el último momento Petra obtendrá la ayuda inesperada de un viejo que bo-xea como pocos y que desde que llegó a San Benito la ha ayudado: el borracho del pueblo. Interminables balaceras, ex-plosiones de autos, peleas de artes mar-ciales, eso y más nos ofrece Sorvino en esta película que nos revela la vida en el desierto mexicano. La música de Orphan Tracks, adereza este extraordinario filme.* Filmografía extraordinaria: Las películas que

nunca existieron.

Río de palabras

con sorbos cortos voy escuchando esa versión de Chavela Vargas y Miguel Bosé que me araña el alma, veo a mi abuela desdibujarse y sigo mantenien-do ese dialogo con fantasmas queri-dos. Enciendo la luz, abro la novela de Erri Luca, El peso de la mariposa, soy

el dueño de este instante de nostalgia evocadora, en unas horas más iré a mi cama y podré sentir el cuerpo tibio de mi mujer y podré abrazarme a su piel desnuda y perfumada, con ese aroma que es una invitación silente para ini-ciar el ritual amatorio.

Edgar Degas, El empresario

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 144 - 14 DE ABRIL DE 2014 - AÑO 3 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Mariel Iribe Zenil (Chicontepec, Veracruz, 1983), escritora afincada en Culiacán desde hace más de once años; se ha abierto camino como periodista, gracias a la redacción de la nota roja en una de las zonas más calientes de México, y como cuentista. Su obra se ha publicado en las antologías A fin de cuentas (Instituto Municipal de Cultura, 2007), Cuadernos de periodismo Gonzo (Editorial Almadía, 2011) y Lados B (Editorial Nitro Press, 2011). Su libro El último intento (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013) es una compilación de nueve historias imbricadas por la violencia psicológica en los matrimonios jóvenes, “chapados a la antigua,” del Sur de México.

[En páginas 4 y 5, una entrevista con ella realizada por Joel Flores]