juegos funerarios

Upload: vicentiranzo

Post on 08-Apr-2018

280 views

Category:

Documents


4 download

TRANSCRIPT

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    1/154

    Juegos

    funerarios

    Mary Renault

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    2/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    2

    Juegos funerarios Mary Renault

    SALVATDiseo de cubierta: Ferran Cartes/Montse Plass

    Traduccin: Rafael UrbinoTraduccin cedida por Editorial Edhasa

    Ttulo original: Funeral Games

    1995 Salvat Editores, S.A. (Para la presente edicin) 1981 Mary Renault 1983 Edhasa

    ISBN: 84-345-9042-5 (Obra completa)ISBN: 84-34590727 (Volumen 29)

    Depsito Legal: B35991995Publicado por Salvat Editores, S.A., Barcelona

    Impreso por CAYFOSA. Febrero 1995Printed in SpainImpreso en Espaa

    CONTRAPORTADA

    Alejandro Magno, rey de los macedonios y dueo y seor de la mitad del mundoconocido, vive sus ltimas horas bajo un angustioso calor, que parece derretir los murosde su palacio babilnico. A la muerte del emperador, militares y cortesanos se disputan elpoder sobre los incontables dominios de Alejandro. Grecia, Egipto y parte de Asia son loscodiciados tesoros por los que la vida humana y el cdigo del honor perdern su valor enun complejo tramado de intrigas. Slo un joven persa se mantendr fiel a la memoria delgran emperador.

    Mary Renault es el pseudnimo de Mary Challans (19051983). De origen britnico,realiz sus estudios en Oxford y asisti como enfermera a las tropas aliadas durante la IIGuerra Mundial. Posteriormente pas a residir en Sudfrica, desde donde recorri buenaparte del continente negro. Asimismo, viaj exhaustivamente por Grecia. De MaryRenault tambin se han publicado en esta coleccin Fuego del paraso y El muchachopersa, que con Juegos funerarios forman la extraordinaria triloga dedicada a Alejandro.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    3/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    3

    Preveo grandes competencias en mis juegos funerarios.

    Palabras de Alejandro Magno en su lecho de muerte, segn testimonios.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    4/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    4

    HECHOS PRINCIPALES ANTES DE LA MUERTE DE

    ALEJANDRO

    326 a.C. Alejandro vuelve a la India. Durante su marcha a lo largo del Indo recibe unapeligrosa herida en el pecho.

    325 a.C. Regreso por el desierto de Gedrosia en condiciones extremas.

    324 a.C. Alejandro en Susa. Boda con Estatira, hija de Daro III. Ella permanece en elharn del palacio con su abuela Sisigambis. Alejandro va al palacio de verano deEcbatana, acompaado por Roxana, su esposa desde 328, y su amigo Hefestin. Roxanaqueda embarazada. Hefestin enferma repentinamente y muere.

    323 a.C. Alejandro va a Babilonia y organiza el funeral de Hefestin. Se prepara para suprxima campaa, explorando las costas de Arabia. Luego de navegar en el bajo ufrates

    contrae una fiebre fatal. En su lecho de muerte entrega el anillo real a Prdicas, sulugarteniente desde la muerte de Hefestin.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    5/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    5

    323 a.C.

    Haca un siglo y medio que el zigurat de BelMarduk estaba derruido, desde que Jerjeshaba humillado a los dioses de la rebelde Babilonia. Las cornisas de las terrazas sehaban desmoronado en deslizamientos de betn y arcilla; anidaban cigeas en la cimadeteriorada que en un tiempo haba albergado la dorada alcoba del dios y su concubinasagrada con su lecho dorado. Pero stas eran pequeas mutilaciones; la enorme mole delzigurat haba desafiado la destruccin. Las murallas de la ciudad interior junto a la Puertade Marduk tenan trescientos pies de altura, pero el zigurat se ergua por encima de ellas.

    En las cercanas estaba el templo del dios que los hombres de Jerjes habanconseguido demoler a medias. El resto del techo estaba remendado con barda yapuntalado con vigas de madera tosca. En el extremo interior, donde frente a lascolumnas haba esmaltes esplndidos pero descascarillados, reinaba an una oscuridadvenerable, un olor a incienso y a ofrendas quemadas. En un altar de prfido, bajo unconducto para el humo, el fuego sagrado arda en el cuenco de bronce. Estaba dbil; lacaja de combustible estaba vaca. El aclito rapado mir al sacerdote que, a pesar deestar abstrado, repar en la debilidad de la llama.

    Trae combustible. En qu ests pensando? Debe un rey morir por culpa de tu

    pereza? Muvete! Viniste al mundo cuando tu madre dorma y roncaba.El aclito hizo una apresurada reverencia; la disciplina del templo no era rigurosa.An no es la hora dijo el sacerdote. Quiz ni siquiera el da. l es fuerte como el

    len de la montaa, tardar en morir.Dos sombras ocuparon la entrada del templo. Los sacerdotes que entraban usaban

    la alta mitra de fieltro de los caldeos. Se acercaron al altar con gestos rituales,inclinndose con la mano en la boca.

    No hay novedad? pregunt el sacerdote de Marduk.No dijo el primer caldeo. Pero pronto la habr. No puede hablar; apenas puede

    respirar. Pero cuando los soldados de su tierra clamorearon en la puerta, exigiendo verlo,los recibi a todos. No a los comandantes, ellos ya estaban all. Los lanceros, losguerreros de infantera. Pasaron media maana desfilando por su alcoba y l los salud a

    todos por seas. Eso lo agot, y ahora est en el sueo de la muerte.Se abri una puerta detrs del altar y entraron dos sacerdotes de Marduk. Por laabertura se vea una habitacin lujosa, con colgaduras bordadas, destellos de oro. Habaolor a carne con especias. La puerta se cerr. Los caldeos, recordando un viejoescndalo, intercambiaron una mirada.

    Hicimos lo posible para alejarlo de la ciudad dijo uno de ellos. Pero l haba odoque no haban restaurado el templo y pens que le tenamos miedo.

    El ao no ha sido auspicioso para las grandes obras dijo rgidamente unsacerdote de Marduk. Nabucodonosor construy en un ao nefasto. Sus esclavosextranjeros pelearon entre s, raza contra raza, arrojndose de la torre. En cuanto aSikandar, an sera afortunado y estara seguro en Susa, si no hubiera desafiado al dios.

    A mi entender prosper mucho junto al dios, aunque lo llam Heracles dijo uno

    de los caldeos. Ech una severa ojeada al edificio derruido, como diciendo: Dnde estel oro que el rey os dio para reconstruir, os lo habis comido y bebido todo?.Hubo un silencio hostil. El jefe de los sacerdotes de Marduk dijo con dignidad

    tratando de ser conciliador:Sin duda vuestra prediccin fue atinada. Habis ledo los cielos desde entonces?Las altas mitras se inclinaron para asentir. El caldeo de ms edad, de barba

    plateada, cara morena y manto escarlata, le hizo una sea al sacerdote de Marduk,indicndole la parte rota del templo.

    Esto dijo fue lo que auguramos para Babilonia. Hizo un ademn con la vara conestrellas de oro, sealando las paredes derruidas, el techo deteriorado, las vigasinclinadas, las losas tiznadas por el fuego. Esto por un tiempo, y luego... Babiloniadejar de ser. Camin hacia la entrada y escuch; pero los ruidos de la noche no haban

    cambiado. Los cielos dicen que empezar con la muerte del rey.El sacerdote record al esplndido joven que ocho aos atrs haba venido con unaofrenda de tesoros e incienso rabe; y al hombre que haba regresado este ao, curtido yavejentado, el pelo rojizo blanqueado por el sol y entrecano, pero con los ojos profundos

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    6/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    6

    an ardientes, an plenos del encanto desenfadado de los jvenes amados, an terriblesen su furia. El aroma del incienso haba perfumado mucho tiempo en el aire, el oromucho ms en el erario; incluso entre hombres que saban gozar de la vida, la mitadestaba todava en las arcas. Pero para el sacerdote de Bel Marduk ya no resultabaplacentero. Ese oro hablaba ahora de llamas y de sangre. El nimo se le apagaba como elfuego del altar cuando no lo alimentaban.

    Lo veremos? Vendr un nuevo Jerjes?

    El caldeo mene la cabeza.Una muerte, no un asesinato. Otra ciudad se levantar y la nuestra decaer. Estbajo el signo del rey.

    Cmo? Entonces vivir, pese a todo?Est agonizando, como te he dicho. Pero su signo camina a lo largo de las

    constelaciones, ms all de lo que podemos calcular en aos. No lo vers ponersemientras vivas.

    Bien, mientras vivi no nos hizo dao. Tal vez sea benigno despus de muerto.El astrlogo frunci el ceo como un adulto eligiendo palabras para hablar con un

    nio.Recuerda el fuego que cay del cielo el ao pasado. Omos dnde cay, y fuimos

    all, una semana de viaje. Haba iluminado la ciudad con ms brillo que la luna llena.

    Pero descubrimos que al caer se haba partido en rescoldos rojos que calcinaron la tierraalrededor. Un granjero haba llevado uno a su casa, porque ese da su esposa habaalumbrado mellizos. Pero un vecino se lo haba robado pretendiendo disfrutar de supoder; pelearon, y ambos hombres murieron. Otro fragmento cay a los pies de un niomudo que recuper el habla. Un tercer fragmento inici un incendio que destruy unbosque. Pero el mago del lugar haba tomado el fragmento ms grande y lo convirti enel altar del fuego, recordando la luz que esparca cuando estaba en el cielo. Y todo estode una sola estrella. As ser.

    El sacerdote inclin la cabeza. De la cocina le llegaban aromas. Era mejor invitar alos caldeos que dejar que la carne se estropeara por esperar. Dijeran lo que dijesen losastros, la buena comida era la buena comida.

    Aqu donde estamos dijo el viejo caldeo, escrutando las sombras, el leopardoamamantar a sus cras.

    El sacerdote esper respetuosamente. No se oa nada en el palacio real. Consuerte, podran comer algo antes que empezaran los llantos.

    Las murallas del palacio de Nabucodonosor tenan ms de cuatro pies de espesor yestaban revestidas con azulejos esmaltados, pero el calor del verano lo atravesaba todo.El sudor que goteaba por la mueca de Eumenes manchaba la tinta del papiro. La ceratena un brillo hmedo en la tablilla que estaba transcribiendo; la sumergi nuevamenteen la tina de agua fra que su asistente le haba dejado con los otros borradores, paramantener en condiciones la superficie. Los escribas locales usaban arcilla hmeda, perola arcilla estara endurecida antes de la revisin. Fue por tercera vez a la puerta en buscade un esclavo que lo abanicara. Una vez ms los ruidos prudentes y sigilosos pasossuaves, voces bajas, furtivas, reverentes o plaideras lo obligaron a volver a susilenciosa tarea detrs del cortinaje. Batir las palmas, llamar, gritar una orden, erancosas impensables.

    No haba buscado a su asistente, un hombre parlanchn; pero le habra venido bienel esclavo silencioso y la agitacin del abanico. Observ el rollo inconcluso clavado en elescritorio. Haca veinte aos que no escriba con su propia mano cartas que no fueranmuy secretas. Por qu escriba ahora una que jams se despachara, salvo por milagro?Se haban producido muchos milagros, pero sin duda no se producira ninguno ahora. Eraalgo que hacer, lo alejaba del futuro desconocido. Sentndose de nuevo retom latablilla, la apoy, se sec la mano con la toalla que haba dejado el asistente y recogi lapluma.

    Y las naves comandadas por Nearco se reunirn en la desembocadura del ro,

    donde les pasar revista mientras Prdicas trae el ejrcito desde Babilonia; y all seharn sacrificios a los dioses adecuados. Luego tomar el mando de las fuerzas de tierrae iniciar la marcha hacia el Oeste. La primera etapa...

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    7/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    7

    Cuando tena cinco aos, antes que le ensearan a escribir, l vino a verme al estudio delrey.

    Qu es eso, Eumenes?Una carta.Qu dice esa primera palabra, escrita con letras grandes?

    Es el nombre de tu padre. Filipo, rey de Macedonia. Ahora estoy ocupado. Ve ajugar.Escribe mi nombre. Hazlo, por favor.Se lo di escrito, en el dorso de un despacho inservible. Al da siguiente lo haba

    aprendido y lo haba tallado en la cera de una carta real para Cersobleptes de Tracia.Tena mi regla sobre su palma...

    A causa del calor haba dejado abierta la puerta maciza. Se acercaron pasos,discretos como todos los dems sonidos. Tolomeo abri la cortina y la cerr al entrar.Tena arrugas de cansancio en la cara enrgica y curtida; haba pasado la noche en vela,sin el estmulo de la accin. Aparentaba ms de sus cuarenta y tres aos. Eumenesesper en silencio.

    Le ha dado el anillo a Prdicas dijo Tolomeo.

    Hubo una pausa. La atenta cara griega de Eumenes no una cara libresca, tambinl haba combatido escrut la cara impasible del macedonio.Qu atribuciones le dio? Las de delegado? O regente?Como no puede hablar dijo secamente Tolomeo, nunca lo sabremos.Si l ha aceptado la muerte razon Eumenes, podemos presumir lo segundo. De

    lo contrario...Ahora da lo mismo. No puede ver ni or. Est en el sueo de la muerte.No ests tan seguro. He sabido de hombres a quienes ya se daba por muertos que

    ms tarde declararon que lo oan todo.Tolomeo reprimi un gesto de impaciencia. Estos griegos charlatanes. Acaso tiene

    miedo de algo?Vine a verte porque t y yo lo conocimos desde que naci. No quieres estar all?Los macedonios me quieren all? Un viejo resentimiento torci por un instante la

    boca de Eumenes.Oh, vamos. Todos confan en ti. Pronto te necesitaremos.El secretario orden lentamente sus utensilios.Y no dijo nada sobre un heredero? pregunt secando la pluma.Prdicas lo interrog, mientras an poda emitir un susurro. l slo dijo: Al mejor

    hombre. Hot to kratisto .Dicen que los moribundos pueden hacer profecas, pens Eumenes. Se

    estremeci.Al menos aadi Tolomeo, eso nos cont Prdicas. l estaba inclinado. Nadie

    ms pudo orlo.Eumenes dej la pluma e irgui la cabeza.O Kratero? Dices que susurraba, le faltaba el aliento. Se miraron. Crtero, el

    ms eminente general de Alejandro, se diriga a Macedonia para tomar la regencia deAntpatro. Si l hubiera estado en la habitacin...

    Quin sabe... dijo Tolomeo, encogindose de hombros. Si Hefestin hubieraestado all, pens... Pero si l hubiera vivido, nada de esto habra pasado. l no habracometido ninguna de esas locuras que lo llevaron a la muerte. Venir a Babilonia enverano, remontar los pestilentes pantanos... Pero ms vala no hablar de Hefestin conEumenes. Esta puerta pesa como un elefante. Quieres que la cierre?

    Detenindose en el umbral, Eumenes dijo:Nada sobre Roxana y su hijo? Nada?Faltan cuatro meses. Y si tiene una nia?El corpulento macedonio y el esbelto griego avanzaron por el corredor sombreado.

    Un joven oficial macedonio se les acerc torpemente, casi tropez con Tolomeo y

    tartamude una disculpa.Hay algn cambio? dijo Tolomeo.No, seor. Creo que no. El oficial se esforz por dominarse; vieron que estaba

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    8/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    8

    llorando.Ese muchacho todava cree dijo Tolomeo cuando el oficial se alej. Yo an no

    puedo.Bien, vamos.Espera. Tolomeo le aferr el brazo, lo llev de nuevo a su habitacin y cerr la

    puerta de bano de goznes crujientes. Ser mejor que te diga esto mientras an haytiempo. Debiste saberlo antes, pero...

    S, dime dijo Eumenes con impaciencia. Haba reido con Hefestin poco antesde su muerte, y Alejandro ya no confiaba tanto en l.Estatira tambin est encinta dijo Tolomeo.Eumenes, que antes no poda estarse quieto de ansiedad, qued paralizado.La hija de Daro?Cul otra? A fin de cuentas, es la esposa de Alejandro.Pero esto lo modifica todo. Cundo...?No recuerdas? No, claro. Habas ido a Babilonia. Cuando Alejandro se recobr de

    la muerte de Hefestin (era imposible callar el nombre constantemente) fue a guerrearcon los coseos. Yo lo incit. Le dije que exigan el pago de peajes y l se enfureci.Necesitaba alguna actividad. Le hizo bien. Cuando termin con ellos y venia hacia aqu,se detuvo una semana en Susa para visitar a Sisigambis.

    Esa vieja bruja dijo Eumenes con amargura. Pero de no ser por ella, pens, losamigos del rey no habran podido conseguir esposas persas. La boda colectiva en Susase haba celebrado como un drama de magnificencia sobrehumana, hasta que de prontol se encontr a solas en un pabelln perfumado, acostado con una noble persa cuyosungentos le daban asco y que no saba ms palabras griegas que Salud, mi seor

    Una gran dama dijo Tolomeo. Lstima que la madre de l no fuera como ella.Ella lo habra hecho casar antes que saliera de Macedonia para que tuviera un hijo varn.A estas alturas ya tendra un heredero de catorce aos. Ella no le habra hecho detestarel matrimonio cuando era nio. De quin fue la culpa de que l no estuviera preparadopara las mujeres hasta que conoci a la bactriana? As llamaban la mayora de losmacedonios a Roxana en privado.

    Eso pertenece al pasado. Pero Estatira... Prdicas lo sabe?Precisamente por eso le pidi que nombrara al heredero.Y aun as l se neg?Al mejor hombre dijo. Nos encomend a nosotros, los macedonios, la

    responsabilidad de elegir cuando los nios alcancen la mayora de edad. S, es unmacedonio hasta el final.

    Si son varones le record Eumenes.Y si alcanzan la mayora de edad dijo Tolomeo, que haba estado absorto en sus

    pensamientos.Eumenes no dijo nada. Caminaron entre las paredes azulejadas del corredor hacia

    la cmara mortuoria.

    La alcoba de Nabucodonosor, en un tiempo pesadamente asiria, se haba vuelto cada vezms persa por obra de los reyes desde Ciro en adelante. Cambises haba adornado lasparedes con los trofeos de la conquista de Egipto; Daro el Grande haba revestido lascolumnas con oro y malaquita; Jerjes haba colgado en un costado la tnica dorada deAtenea, robada del Partenn. El segundo Artajerjes haba trado artesanos de Perspolispara que construyeran la gran cama donde Alejandro ahora agonizaba.

    El estrado estaba cubierto por tapices carmeses con galones de oro. La cama erade nueve pies por seis. El tercer Daro, un hombre de gran estatura, haba tenido lugarsuficiente. El gran dosel estaba sostenido por cuatro demonios del fuego esculpidos enoro, con alas de plata y ojos enjoyados. El moribundo estaba desnudo, apoyado enalmohadas que lo ayudaban a respirar, y empequeecido por tantos esplendores. Lohaban tapado hasta la cintura con un manto de lino al desaparecer las convulsiones.Empapado en sudor, se le adhera a la piel como si estuviera esculpido.

    Los jadeos bruscos y montonos crecan gradualmente, luego cesaban. Al cabo deuna pausa durante la cual nadie ms respiraba en la alcoba atestada, empezaban denuevo, lentamente, con el mismo crescendo.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    9/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    9

    Hasta haca unos instantes el silencio haba sido casi total. Ahora que haba dejadode reaccionar, un murmullo suave empez a propagarse, demasiado discreto y cautelosopara ser individualizado, un murmullo de fondo para el ritmo intenso de la muerte.

    Prdicas estaba junto a la cabecera de la cama. Hizo una sea a Tolomeo con lascejas pobladas y oscuras; era un hombre alto, con la contextura de un macedonio,aunque no con la misma complexin, en cuyo rostro la autoridad se acentuabagradualmente. Ese silencioso cabeceo indicaba: An no hay cambios

    El movimiento de un abanico llam la atencin de Tolomeo. All, en el estrado,aparentemente sin dormir, estaba desde haca das el muchacho persa. As loconsideraba Tolomeo, aunque ya deba de tener veintitrs aos; con los eunucos costabadistinguir. A los diecisis aos un general persa involucrado en el asesinato de Daro lohaba presentado a Alejandro como testigo de sus declaraciones. Era la persona indicadapues haba sido uno de los sicarios del rey y conoca las intimidades de la corte. Se habaquedado para relatar su historia a los cronistas y, desde entonces, nunca se habaapartado de Alejandro. La belleza que haba deslumbrado a dos reyes, no era ya tanvisible. Los ojos grandes y oscuros estaban hundidos en la cara ms demacrada que ladel moribundo vctima de la fiebre. Estaba vestido como un sirviente. Acaso pensabaque si reparaban en l lo echaran? Qu pensar?, se preguntaba Tolomeo. Se habracostado con Daro en esta misma cama.

    Una mosca revolote sobre la transpirada frente de Alejandro. El persa la ahuyent,luego dej el abanico para humedecer una toalla en un cuenco de agua aromatizada yenjugar la cara inmvil.

    Al principio a Tolomeo le haba disgustado esa presencia extica que rondaba losaposentos de Alejandro, incitndolo a asumir los atributos de la realeza persa y losmodales de la corte persa, persiguindolo da y noche. Pero esa presencia se habaimpuesto. Tolomeo, en medio de su propio pesar y su presentimiento de una crisisinminente, senta piedad por el persa. Se acerc y le toc el hombro.

    Ve a descansar, Bagoas. Deja que otro de los chambelanes haga todo esto. Ungrupo de eunucos, resabios avejentados de la corte de Daro y aun de Oco, se adelantservicialmente. Tolomeo dijo: l no se dar cuenta ya...

    Bagoas mir en derredor. Era como si le hubieran dicho que estaba condenado auna ejecucin inmediata, una sentencia esperada mucho tiempo.

    De acuerdo dijo Tolomeo gentilmente. Es tu derecho. Qudate si lo deseas.Bagoas se llev los dedos a la frente. El mal momento haba pasado. Con la mirada

    fija en los ojos cerrados de Alejandro, agit el abanico removiendo el caluroso airebabilnico. Tena capacidad para resistir, reflexion Tolomeo. Haba soportado incluso elvendaval que sigui a la muerte de Hefestin.

    Contra la pared ms prxima a la cama, en una mesa maciza como un altar,Hefestin an estaba endiosado. Endiosado y multiplicado; all estaban las estatuillas ybustos votivos obsequiados por amigos apesadumbrados, arribistas asiduos, hombresasustados que alguna vez haban reido con el difunto realizados por los mejoresartistas que pudieron encontrarse en tan poco tiempo para consolar a Alejandro.Hefestin en bronce, un Ares desnudo con escudo y lanza; con armadura de oro, rostro ymiembros de marfil; en mrmol teido con una corona de laurel dorado, como plateadoestandarte del escuadrn que llevara su nombre; como semidis, la primera maquetapara la estatua destinada a su templo en Alejandra. Alguien haba hecho lugar paraapoyar un objeto y un pequeo Hefestin de bronce se haba cado. Echando una ojeadaa la cara ciega del moribundo, Tolomeo lo levant. Esperad a que l se vaya.

    El ruido llam la atencin de Eumenes que se apresur a desviar nuevamente lamirada.

    Ahora no tienes nada que temer, pens Tolomeo. Oh, s, era arrogante de vez encuando. Al final pensaba que l era el nico que comprenda. Y hasta qu punto seequivocaba? Acptalo, Eumenes, l le hizo bien a Alejandro. Yo lo supe cuando ambosestudiaban juntos. l era alguien en s mismo y ambos lo saban. Ese orgullo que tedisgustaba fue la salvacin de Alejandro; jams lo adulaba, jams lo incitaba, jams loenvidiaba, jams le menta. Amaba a Alejandro y nunca lo us, aprovech tanto como l

    las lecciones de Aristteles, jams perda a propsito cuando competa con l. Al final desus das poda hablar con Alejandro de hombre a hombre, decirle en qu se equivocaba;y nunca lo temi. Lo salv de la soledad, y quin sabe de qu ms. Ahora se ha ido y a

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    10/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    10

    esto hemos llegado. Si l estuviera vivo, hoy todos estaramos celebrando en Susa, diganlo que digan los caldeos.

    Un mdico atemorizado, empujado desde atrs por Prdicas, apoy la mano en lafrente de Alejandro, le tom la mueca, murmur gravemente y retrocedi. Mientraspudo hablar, Alejandro se haba negado a tener ningn mdico cerca; e incluso cuandocay en la inconsciencia, no se poda encontrar a nadie que lo atendiera, pues todosteman que despus los acusaran de haberlo envenenado. Ahora ya daba lo mismo;

    Alejandro ya no tragaba. Maldito sea ese matasanos, pens Tolomeo, que dej morir aHefestin para asistir a los juegos. Lo volvera a ahorcar si pudiera.Creyeron que cuando cambiara el ritmo de los jadeos slo sera para que llegaran

    los ronquidos finales pero, como si la mano del mdico hubiera despertado una chispa devida, las exhalaciones cobraron un ritmo ms regular y los prpados se movieron.Tolomeo y Prdicas dieron un paso hacia adelante. Pero el callado Bagoas, a quien todoshaban olvidado, dej el abanico y, como si nadie ms estuviera presente, se inclinsobre la cabeza del moribundo, rozndola con su pelo castao claro. Susurr algosuavemente. Alejandro abri los ojos grises. Se agit la sedosa melena del persa.

    Movi la mano dijo Prdicas.Ahora estaba inmvil, los ojos nuevamente cerrados, aunque Bagoas an los

    miraba como en trance. Prdicas tens la boca; all haba toda clase de personas. Pero

    antes que pudiera adelantarse para reprenderlo, el persa retom su puesto y recogi elabanico. Salvo por ese movimiento, habra podido ser una estatua tallada en marfil.Tolomeo not que Eumenes le hablaba.Qu? dijo roncamente. Estaba al borde del llanto.Vendr Peucestes.Los apiados funcionarios se separaron para dejar entrar a un macedonio alto y

    fornido vestido con ropas persas, pantalones incluidos, para consternacin de la mayorade sus compatriotas. Cuando le concedieron la satrapa de Persis haba adoptado lasropas nativas para complacer a Alejandro, no sin advertir que le sentaban bien. Seadelant, los ojos clavados en la cama. Prdicas le sali al encuentro.

    Se elev un murmullo. Los ojos de los dos hombres intercambiaron un mensaje.Prdicas dijo formalmente para que escucharan los presentes:

    Recibiste un orculo de Sarapis?Peucestes inclin la cabeza.Velamos toda la noche. El dios dijo al amanecer: No traigis al rey al templo.

    Estar mejor donde est.No, pens Eumenes, no habr ms milagros. Por un instante, cuando movi la

    mano casi haba credo que se producira otro.Se volvi para buscar a Tolomeo, pero ste se haba alejado para recobrar la

    compostura. Fue Peucestes quien, apartndose de la cama, le pregunt:Roxana lo sabe?

    El harn del palacio era un claustro espacioso construido alrededor de un estanque delirios. Aqu tambin haba voces susurrantes, pero de diferente modulacin; los pocoshombres de este mundo de mujeres eran eunucos.

    Ninguna de las mujeres que vivan en el harn haba visto al rey moribundo. Habanodo hablar de l; haban vivido cmodamente sin ser molestadas; haban esperado unavisita que nunca lleg. Y eso era todo, excepto que no saban de ningn heredero que lasheredara a ellas; aparentemente, en poco tiempo ya no habra gran rey. Las voces seahogaban presas de creciente temor.

    Aqu estaban todas las mujeres que Daro haba dejado cuando march hacia sudestino en Gaugamela. Desde luego se haba llevado a sus favoritas. Las que habanquedado estaban extraamente mezcladas. Las concubinas de ms edad, de los das enque l era un noble no destinado al trono, haca tiempo estaban instaladas en Susa; aquestaban las muchachas que le haban conseguido despus de acceder al trono, las que nohaban logrado despertarle mayor inters o las que haban llegado demasiado tarde para

    atraerlo siquiera. Adems de stas, estaban las sobrevivientes del harn del rey Oco que,por decoro, no haban sido despedidas cuando muri. Constituan una herenciaindeseable que, con un par de viejos eunucos, formaban una camarilla que odiaba a las

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    11/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    11

    mujeres de Daro, el usurpador a quien sospechaban cmplice de la muerte de su amo.La situacin de las concubinas de Daro era diferente. Las haban trado cuando

    tenan catorce, quince, dieciocho aos a lo sumo. Haban conocido el verdadero dramadel harn: los rumores e intrigas, el soborno para obtener las primeras noticias sobreuna visita real, las sofisticaciones del tocador, la ubicacin inspirada de una joya, laenvidiosa desesperacin cuando los das menstruales obligaban al retiro, el triunfocuando una llamada del seor era recibida en presencia de la rival, el regalo que las

    honraba despus de una noche afortunada.De una de esas noches provenan un par de nias de alrededor de ocho aos, queestaban retozando en el estanque y dicindose solemnemente que el rey agonizaba.Tambin haban nacido hijos varones. Cuando Daro cay, se los haban llevadorecurriendo a toda clase de artimaas, pues las madres tenan la certeza de que el nuevorey brbaro los hara estrangular. Sin embargo, nadie haba venido a buscarlos; habanregresado en su momento y a la sazn, ya en edad de ser criados lejos de las mujeres,eran educados como hombres por parientes lejanos.

    Como haca tiempo que ningn rey resida en Babilonia, el harn se haba reducido.En Susa, donde viva la reina madre, Sisigambis, todo era impecable. Pero aqu habanvisto pocas veces a Daro y ninguna a Alejandro.

    Un par de mujeres se las haban ingeniado para intrigar con otros hombres y huir

    con ellos; los eunucos, a quienes Oco habra hecho empalar por negligencia, lo habancallado. Algunas de las muchachas, en los largos das de ocio, haban tenido relacionesentre s; los celos y escndalos resultantes llenaron muchas largas y calurosas nochesasirias. Una muchacha haba sido envenenada por una rival, pero los eunucos tambin lohaban callado. El jefe de la guardia se haba dedicado a fumar camo, y no le gustabaque le molestaran.

    Ms tarde, despus de largos aos en el oriente inexplorado, victorias legendarias,heridas, peligros en los desiertos, el rey comunic que regresaba. El harn despertcomo de un sueo. Los eunucos se alarmaron. Durante todo el invierno, la estacintemplada de Babilonia en que se celebraban las fiestas, lo estuvieron esperando pero nolleg. En el palacio cundi el rumor de que un amigo de la infancia segn algunos, unamante haba muerto y lo haba enloquecido el dolor. Luego haba recobrado la cordura,pero estaba en guerra con los coseos de las montaas. El harn volvi a caer en suletargo. Al fin estuvo en camino, pero interrumpi la marcha en Susa. Cuando la reinici,embajadas de todos los pueblos de la tierra le salieron al encuentro, llevndole coronasde oro y pidindole consejo. Luego, cuando el calor de la primavera anunciaba el verano,la tierra haba temblado bajo los caballos y los carros, los elefantes y los hombres deinfantera; y el palacio haba hormigueado con el olvidado ajetreo de la llegada de un rey.

    Al da siguiente se anunci que el jefe de los eunucos del rey inspeccionara elharn. Este formidable personaje era aguardado con temor, pero sorprendentementeresult ser slo un joven, nada menos que el clebre Bagoas, sicario de dos reyes.Tambin causaba impresin, desde luego. Vesta de seda, un gnero jams visto dentrode esas paredes, y brillaba como el pecho de un pavo real. Era persa de pies a cabeza, locual siempre haca sentir provincianos a los babilonios. Diez aos en la corte le habanpulido los modales como plata vieja. Salud, sin embargo, a los eunucos que habaconocido en tiempos de Daro y se inclin respetuosamente ante algunas de las esposasde ms edad. Luego puso manos a la obra.

    No poda precisar cundo el atareado rey tendra tiempo para visitar el harn; sinduda encontrara, no obstante, ese orden perfecto que trasunta respeto. Hubo un par deinsinuaciones reprobatorias (Creo que la costumbre en Susa es tal y cual...) pero elpasado qued sin examinar. Los guardias ocultaban suspiros de alivio cuando Bagoasquiso ver los aposentos de las reales damas.

    Lo guiaron hasta all. Esas habitaciones estaban separadas del resto y tenan supropio patio, exquisitamente embaldosado. Bagoas manifest cierta consternacin ante elestado de abandono, las plantas secas y las trepadoras, la fuente tapada con desechosverdes y peces muertos. Todo esto haba sido reparado, pero las habitaciones an tenanel olor hmedo del desuso prolongado. Bagoas lo insinu en silencio, abriendo apenas las

    delicadas fosas nasales.Los aposentos de la real esposa, pese al descuido, an eran suntuosos; aunque

    autocomplaciente, Daro tambin haba sido generoso. Condujeron al jefe de los eunucos

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    12/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    12

    a los aposentos de la reina madre, ms pequeos, pero todava elegantes. Sisigambis loshaba ocupado al principio del corto reinado del hijo. Bagoas los inspeccion, ladeandoligeramente la cabeza. Sin darse cuenta, con los aos, haba copiado este tic deAlejandro.

    Muy agradable dijo. O puede serlo, al menos. Como sabis, Roxana viene haciaaqu desde Ecbatana. El rey desea que ella tenga un viaje cmodo. Los eunucosprestaron atencin; el embarazo de Roxana an no era conocido pblicamente. Estar

    aqu en siete das. Ordenar algunas cosas y mandar buenos artesanos. Por favor, vedque cumplan con todas las instrucciones.Hizo una pausa y los ojos de los eunucos se volvieron hacia los aposentos de la

    esposa real. Los de Bagoas los siguieron imperturbables.Esos aposentos sern cerrados de inmediato. Slo ved que los mantengan

    aireados y limpios. Tenis la llave de la puerta exterior? Bien. Nadie dijo nada. Bagoasaadi, afablemente: No hay necesidad de mostrar esos aposentos a Roxana. Si ellahace preguntas, decid que estn en reparaciones.

    Se fue cortsmente, tal como haba venido.En ese momento, haban pensado que Bagoas quera ajustar alguna vieja cuenta.

    Los favoritos y las esposas eran enemigos tradicionales. Se rumore que poco despusde casarse, Roxana haba querido envenenarlo, pero que nunca haba vuelto a

    intentarlo... Tan terrible haba sido la clera del rey.El mobiliario y las colgaduras enviados eran costosos y los aposentos no carecande esplendor real en ninguno de sus detalles.

    No temis la extravagancia haba dicho Bagoas. Congeniar con el gusto deella.

    A su debido tiempo la caravana lleg de Ecbatana. La mujer morena de ojosbrillantes y oscuros que baj del palanqun, era una belleza deslumbrante y altiva. Elembarazo apenas se le notaba, excepto por cierta opulenta blandura. Hablaba el persacon fluidez, aunque con un acento bactriano que su squito no haca nada por corregir;dominaba bastante bien el griego, lengua que desconoca antes de casarse. Babilonia leresultaba tan extraa como la India; se haba instalado sin reparo en los aposentos quele haban sido destinados, observando que eran ms pequeos que los de Ecbatana, peromucho ms bonitos. Tenan su propio patio, elegante y sombreado. Daro, que habareverenciado y estimado a la madre, siempre se preocup por su comodidad.

    Al da siguiente, un chambeln de edad venerable anunci al rey.Los eunucos esperaron con ansiedad. Y si Bagoas haba actuado sin autoridad? Se

    deca que la clera del rey era poco frecuente, pero terrible. Sin embargo, los saludamablemente con su persa conciso y formal y no hizo comentarios cuando le mostraronlos aposentos de Roxana.

    A travs de rendijas y grietas conocidas en el harn desde los tiempos deNabucodonosor, las concubinas ms jvenes lo espiaron mientras estuvo all.Comentaron que era apuesto, para tratarse de un occidental (la tez clara no eraadmirada en Babilonia); no era alto, un defecto grave, pero esto ya lo saban desdeantes. Sin duda deba de tener ms de treinta y seis aos, pues tena mechones grisesen el pelo; pero admitan que era aplomado y aguardaron su regreso para volverlo a ver.Esperaban una prolongada vigilia, pero regres al poco tiempo, apenas el que tardabauna mujer cuidadosa en baarse y vestirse.

    Esto infundi esperanzas a las mujeres ms jvenes. Limpiaron sus joyas yrevisaron sus cosmticos. Una o dos, que por aburrimiento haban engordado, eranridiculizadas y lloraban todo el da. Pero el rey no vena. En cambio reapareci Bagoas,quien conferenci en privado con el jefe de la guardia. La pesada puerta de la alcoba dela esposa real estaba abierta y ambos entraron.

    S dijo Bagoas. No se necesita mucho. Slo cortinas nuevas, aqu y all. Losrecipientes de aseo estn en el tesoro?

    Con alivio (pues lo haban tentado ms de una vez) el jefe de la guardia los mandbuscar; eran exquisitos, plata con incrustaciones de oro. Contra la pared haba un granbal de ciprs. Bagoas alz la tapa e inhal una fragancia difusa. Levant una bufanda

    engarzada con perlas de cultivo y cuentas de oro.Supongo que esto perteneca a la reina Estatira.Es lo que no se llev consigo. Daro era capaz de brindarle cualquier cosa.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    13/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    13

    Excepto su vida, pens cada cual durante el embarazoso silencio. La huida de Daroen Isos la haba condenado a terminar sus das bajo la proteccin del enemigo. Bajo labufanda haba un velo bordeado con alas verdes de escarabajo egipcio. Bagoas loacarici delicadamente.

    Nunca la vi. La mortal ms adorable de Asia, dicen... Era verdad?Quin ha visto a todas las mujeres de Asia? S, es posible que lo fuera...Al menos he visto a su hija. Bagoas guard la bufanda y cerr el bal. Deja

    todas estas cosas. A Estatira le gustar tenerlas.Ya ha partido de Susa? Era otra pregunta la que temblaba en los labios delguardin.

    Bagoas no dej de advertirlo.Vendr cuando haya pasado la poca ms calurosa dijo. El rey desea que viaje

    cmodamente.El guardin reprimi un brusco suspiro. El viejo y gordo chambeln y el esbelto y

    reluciente favorito establecieron con los ojos la inmemorial comunicacin entre los de suclase. Fue el guardin quien habl primero.

    Hasta ahora, todo ha salido perfectamente. Con la cabeza seal las otrashabitaciones. Pero en cuanto se abran estos aposentos, habr rumores. No hay modode impedirlo. T lo sabes tan bien como yo. El rey se propone decrselo a Roxana?

    Por un momento, el barniz de urbanidad de Bagoas se resquebraj, revelando unprofundo pesar.Lo repar de inmediato.Se lo recordar si puedo. No es fcil en este momento. Est planeando el funeral

    de su amigo Hefestin, que muri en Ecbatana.El guardia habra querido preguntar si era cierto que esa muerte haba enloquecido

    al rey durante ms de un mes. Pero la actitud de Bagoas lo disuadi de manifestar sucuriosidad. Decan que Bagoas, si se lo propona, poda ser el hombre ms peligroso de lacorte.

    En ese caso dijo cautelosamente el guardin, podramos demorar las obras porun tiempo? Si me hacen preguntas sin que haya rdenes del rey...

    Bagoas hizo una pausa y por un instante pareci un poco inseguro y an muyjoven. Pero respondi vivazmente:

    No, hemos recibido nuestras rdenes. l espera que se obedezcan.Se fue y no regres. En el harn se coment que el funeral del amigo del rey haba

    sido ms suntuoso que el de la reina Semramis, clebre en la historia; que la pira habasido un zigurat ardiente de doscientos pies de altura. Pero el jefe de los guardianes dijo aquien quisiera orlo que esas llamas no haban sido nada, comparadas con las que tuvoque afrontar cuando los aposentos de la esposa real fueron abiertos y Roxana recibi lanoticia.

    En su hogar montas de Bactra, los eunucos del harn haban sido sirvientes yesclavos de la familia y saban cul era su lugar. La tradicional dignidad de loschambelanes de palacio le pareca mera insolencia. Cuando Roxana orden que azotaranal jefe, se enfureci al descubrir que nadie tena poderes para hacerlo. El viejo eunucobactriano que haba trado desde su hogar, fue enviado para comunicrselo al rey. Volvicon el informe de que ste estaba remontando el ufrates para explorar los pantanos.Cuando regres ella volvi a intentar hablarle; primero estaba ocupado y luego estabaafiebrado.

    Estaba segura de que su padre se habra encargado de que ejecutaran al guardin.Pero la satrapa que el rey le haba concedido estaba en la frontera india; cuando tuvieranoticias de l, ella ya habra dado a luz. Ese pensamiento la aplac.

    Que venga, que venga ese palo vestido de Susa dijo a sus damas bactrianas. Elrey no la soporta. Si tiene que hacer esto para complacer a los persas, qu me importaa m? Todo el mundo sabe que yo soy la esposa real, la madre del hijo del rey.

    Las damas comentaron en secreto:No quisiera ser ese beb, si es una nia.El rey no llegaba y los das de Roxana eran montonos. Aqu, en lo que iba a ser el

    centro del imperio del esposo, daba lo mismo que estar en un campamento deDrangiana. De haberlo deseado, hubiera podido alternar con las concubinas. Pero hacaaos que esas mujeres vivan en palacios, algunas desde que ella era una nia en la

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    14/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    14

    choza montaesa de su padre. Tema la aplomada elegancia persa, la charla sofisticada ydesdeosa. Ninguna de ellas haba cruzado el umbral y prefera que la consideraranarrogante que temerosa. Sin embargo, un da descubri una de las antiguas grietas. Seentretuvo fisgoneando y oyndolas hablar.

    As fue como, cuando haca nueve das que Alejandro sufra la fiebre de lospantanos, oy a un chambeln chismorreando con un eunuco del harn. Se enter de doscosas: de que la enfermedad haba afectado el pecho del rey y tal vez muriera; y de que

    la hija de Daro estaba embarazada.No esper a que terminaran de charlar. Llam a su eunuco bactriano y a susdamas, se puso un velo, pas frente al asombrado gigante nubio que custodiaba elharn, y slo respondi a sus gritos estridentes con un debo ver al rey.

    Los eunucos de palacio vinieron corriendo. No podan hacer ms que correr trasella. Era la esposa del rey, no una cautiva; permaneca en el harn slo porqueabandonarlo era impensable. En las largas marchas hasta la India, y en el regreso aPersia y Babilonia, donde el rey instalaba un campamento se descargaban biombos demimbre de los carretones para que ella pudiera bajar de su carreta y tomar aire. En lasciudades tena su litera con cortinas, sus balcones enrejados. Todo esto no era unacondena sino un derecho; los hombres slo exhiban a las prostitutas. Cuando sucedaalgo sin precedentes, era inconcebible tocarla. Guiada por el tembloroso eunuco, seguida

    por ojos asombrados, atraves corredores, patios, antecmaras, hasta que lleg a laalcoba real. Era la primera vez que entraba all; o, llegado el caso, en cualquier lugardonde durmiera el rey. l nunca la haba llamado a su cama, slo haba ido a la de ella.sa era, le haba dicho, la costumbre de los griegos.

    Se detuvo ante la puerta, viendo el alto cielo raso de cedro, la cama custodiada pordemonios. Era como una sala de audiencias. Generales y mdicos, atnitos de sorpresa,retrocedieron a su paso.

    Las almohadas que mantenan erguido al rey an le prestaban cierta ilusin deautoridad. Los ojos cerrados, la boca abierta y jadeante, parecan evidenciar unensimismamiento voluntario. Ella no poda estar en su presencia sin creer que todoestaba todava bajo su control.

    Sikandar! exclam, en su dialecto nativo. Sikandar!l movi dbilmente los prpados agrietados y exanges, pero no los abri. Tens

    la piel como para protegerse del resplandor agresivo del sol. Ella le vio los labioscuarteados y secos, la profunda cicatriz en el costado, por la herida que haba recibido enla India, estirndose y encogindose con su respiracin agitada.

    Sikandar, Sikandar! exclam. Le aferr el brazo.l inhal ms profundamente y se sofoc. Alguien se acerc con una toalla y le

    enjug la baba sanguinolenta de los labios. El rey no abri los ojos.Como si no hubiera sabido nada hasta el momento, Roxana comprendi de golpe y

    fue como si la hiriera una pualada. Se le haba escapado de las manos, ya no era eldueo de sus das. Ya no tomara ms decisiones; jams le respondera lo que habavenido a preguntar. Para ella, para el nio que llevaba en las entraas, ya estabamuerto.

    Se puso a sollozar, como una plaidera ante un cadver, arandose la cara,golpendose el pecho, rasgndose la ropa, sacudiendo el pelo desaliado. Cay debruces, los brazos sobre la cama, hundiendo la cara en la sbana, casi sin reparar en lacarne tibia, an viva, que tena debajo. Alguien le habl; una voz joven y ligera, la vozde un eunuco.

    l puede orla. Lo perturbar.La aferraron con fuerza por los hombros, echndola hacia atrs. Habra podido

    reconocer a Tolomeo, pues lo haba visto en triunfos y procesiones desde las celosas;pero estaba mirando al que haba hablado. Habra adivinado quin era, aun si no lohubiera visto una vez en la India, remontando el Indo en la nave insignia de Alejandro,vestido con las telas brillantes de Taxila, escarlata y oro. Era el odiado muchacho persa,familiarizado con esta alcoba donde ella nunca haba entrado; sa tambin era unacostumbre griega, aunque su esposo jams se lo haba dicho.

    Sus ropas de sirviente, su cara demacrada y exhausta, no hacan concesiones. Yano deseable, se haba vuelto autoritario. Generales, strapas y capitanes que le debanobediencia a ella, que deban alzar al rey para que le contestara, para que nombrara al

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    15/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    15

    heredero, escuchaban sumisamente a ese bailarn. Ella era una intrusa.Lo maldijo con los ojos, pero l ya no le prestaba atencin; indic a un esclavo que

    tomara la toalla manchada de sangre e inspeccion la pila de toallas limpias que tena allado. Las duras manos de Tolomeo la liberaron; las manos delicadas e implorantes de susservidores la guiaron hacia la puerta. Alguien recogi su velo de la cama y se lo arroj.

    De vuelta en su habitacin, se puso a llorar rabiosamente, golpeando y mordiendolos almohadones del divn. Cuando se atrevieron a hablarle, sus damas le suplicaron que

    se calmara para no daar al nio. As lograron que se dominara. Pidi leche de yegua ehigos, lo que ms apeteca ltimamente. Anocheca; se tendi en la cama. Por ltimo,con los ojos secos, se levant y camin de aqu para all en el patio iluminado por laluna, donde la fuente murmuraba como un conspirador en la calurosa noche deBabilonia. Una vez sinti que el nio se mova con fuerza. Apoyndose las manos en elvientre, susurro:

    Tranquilo, mi pequeo rey. Te lo prometo...Volvi a la cama y cay en un sueo pesado. So que estaba en la fortaleza de su

    padre en la Roca Sogdiana, una caverna almenada bajo la cresta de la montaa, ante unprecipicio de mil pies. Los macedonios la estaban sitiando. Ella miraba la masa dehombres, desperdigados como granos oscuros en la nieve; las rojas fogatas de loscampamentos, empenachadas de humo tenue; las tiendas, que parecan motas de color.

    El viento arreciaba, gimiendo sobre el despeadero. Su hermano le ordenaba quepreparara puntas de flecha con las otras mujeres, reprochndole su pereza yzarandendola. Despert. Su servidora le solt el hombro, sin hablar. Haba dormidohasta tarde, el sol calentaba el patio. Pero el viento an arreciaba, llenando el mundo consu aullido, subiendo y bajando como cuando su voz invernal soplaba de las imponentesestribaciones del este... Pero estaba en Babilonia.

    Aqu amainaba y all arreciaba, acercndose a veces, el alto gemido del harn;poda or el rumor del ritual formal. Las mujeres que tena al lado, al verla despiertarompieron a llorar, salmodiando las antiguas frases ofrecidas a las viudas de los jefesbactrianos desde tiempos inmemoriales. La estaban mirando. Ella deba guiar el rezo delas plaideras.

    Se incorpor obedientemente, se destrenz el pelo, se golpe el pecho con lospuos. Conoca las palabras desde la niez: Ay, ay! La luz ha desaparecido del cielo, hacado el len de los hombres. Cuando alzaba la espada, temblaban mil guerreros; cuandoabra la mano, desparramaba oro como las arenas del mar. Cuando se regocijaba, nosentibiaba como el sol. Tal como el vendaval cabalga en las montaas, as cabalgaba lhacia la guerra, tal como la tempestad que tala grandes rboles, se lanzaba l a labatalla. Su escudo era el techo que protega a su pueblo. Las tinieblas lo han cubierto, sumorada est llena de afliccin. Ay, ay, ay!.

    Apoy las manos en el regazo. Sus lamentos cesaron. Las mujeres, la miraronatnitas.

    Ya he llorado. Basta por ahora dijo. Llam a su doncella principal y despidi alresto.

    Treme mi vieja bata de viaje, la azul.La encontraron, y le sacudieron el polvo del camino de Ecbatana. Era una tela

    resistente y tendra que rasgarla con el trinchete para que se abriera. Despus dedesgarrarla en algunas partes, se la puso. Sin peinarse, pas la mano por una cornisapolvorienta y se tizn la cara. Luego mand buscar al eunuco bactriano.

    Ve al harn, y dile a Badia que venga a verme.Oigo y obedezco, seora.Cmo saba ella el nombre de la concubina ms importante de Oco? Pero

    obviamente no era momento para hacer preguntas.Desde el lugar donde escuchaba, Roxana poda or el bullicio del harn. Algunas an

    lloraban por el rey, pero la mayora estaba charlando. Badia se demor brevemente paravestirse y luego se present con el traje de luto que haba usado quince aos antes almorir el rey Oco. El vestido ola a hierbas y a madera de cedro.

    No lo haba vestido por Daro.

    Oco haba reinado veinte aos y ella haba sido su concubina cuando el rey erajoven. Era una cincuentona consumida, sin gracia. Mucho antes de la muerte del rey lahaban dejado en Babilonia mientras mujeres ms jvenes eran llevadas a Susa. Pero en

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    16/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    16

    un tiempo haba mandado en el harn y no lo olvidaba.Primero intercambiaron condolencias protocolares. Badia elogi el valor del rey, su

    devocin por la justicia, su generosidad. Roxana replic como corresponda,hamacndose y gimiendo suavemente. Luego se enjug las lgrimas y dijo algunaspalabras entrecortadas. Badia le ofreci el consuelo inmemorial.

    Su hijo nos lo recordar. Lo vern alcanzar la honra de su padre.Todo esto era una frmula. Roxana la dej de lado.

    Si vive solloz. Si los malditos descendientes de Daro lo dejan vivir. Pero lomatarn. Lo s, lo s. Se tir del pelo con ambas manos y llor.Badia contuvo el aliento, consternada por sus recuerdos.Oh, buen Dios! Volvern esos das?Oco haba llegado al trono mediante el fratricidio y muri envenenado. Roxana no

    deseaba or reminiscencias. Se ech el pelo hacia atrs.Por qu no? Quin asesin al rey Oco cuando estaba enfermo? Y al joven rey

    Arses y sus leales hermanos? Y al hijo de Arses cuando todava mamaba? Y ms tarde,quin mat al visir que era su hechura, para silenciarlo? Daro! Me lo dijo Alejandro.

    As pensaba antes le haba dicho Alejandro no haca mucho, pero eso fuecuando an no haba peleado con l. No serva ms que para ser una herramienta delvisir. Lo mat despus porque le tema. Era tpico de ese hombre.

    Eso dijo el rey? Ah, el len de la justicia, el reparador de los males! Badia elevla voz, dispuesta a llorar de nuevo; Roxana la contuvo con un gesto.S, l veng a tu seor. Pero a mi hijo, quin lo vengar? Ah, si t supieras!Badia alz los penetrantes ojos negros, vida de curiosidad.Qu deseas, seora?Roxana le habl. Alejandro, an apesadumbrado por la muerte del amigo de su

    infancia, haba partido dejndola a ella en Ecbatana para limpiar de salteadores el caminode Babilonia. Luego, fatigado por la guerra del invierno, se haba quedado a descansar enSusa, y la reina Sisigambis lo haba engatusado; esa vieja hechicera que sin duda habaincitado a su hijo, el usurpador, a cometer todos sus crmenes. Le haba presentado alrey a la hija de Daro, esa muchacha torpe y larguirucha con quien l se haba casadopara complacer a los persas. Tal vez lo haba drogado, era experta en pociones. Habametido a su nieta en la cama del rey y le haba dicho que ella tendra un hijo del rey,pero quin poda saber la verdad? Y como se haban casado en presencia de los jefespersas y macedonios, no podan menos que aceptar a ese heredero.

    Pero l se cas con ella slo por razones polticas. l me lo dijo.(Y era cierto que antes de la boda, desconcertado por el frenes de Roxana,

    ensordecido por sus gritos, y sintiendo remordimientos, Alejandro haba dicho algoparecido. No haba hecho promesas para el futuro, pues tena por principio dejar el futuroabierto; pero le haba secado las lgrimas y le haba trado unos hermosos pendientes.)

    De ese modo exclam, bajo este techo ella dar a luz a un nieto del asesino deOco. Y quin nos proteger, ahora que el rey ha muerto?

    Badia rompi a llorar. Pensaba en los largos y apacibles sueos en el tranquiloharn, donde el peligroso mundo exterior era slo un rumor. Haba superado lanecesidad de hombres e incluso de distracciones, y viva satisfecha con su pjaroparlante, su monito de vello rojo y sus chismosos eunucos, mantenida confortablementepor el rey errante. Ahora evocaba esos espantosos recuerdos de traiciones, acusaciones yhumillacin, el miedo de cada da al despertar. Una cruel rival la haba desplazado ante elrey Oco. Los aos apacibles terminaban. Llor y gimi, esa vez pensando en s misma.

    Qu podemos hacer? llorique. Qu podemos hacer?La mano blanca y rechoncha de Roxana aferr la mueca de Badia. Los ojos

    grandes y oscuros que haban hechizado a Alejandro se clavaron en la concubina.El rey ha muerto. Debemos tratar de salvarnos nosotras.S, seora. Los viejos tiempos haban vuelto; de nuevo se trataba de sobrevivir.

    Qu haremos, seora?Roxana la atrajo hacia s y hablaron en voz baja, recordando las grietas de la

    pared.Un rato ms tarde un viejo eunuco de Badia entr por la puerta de la servidumbre.

    Traa una caja de madera bruida.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    17/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    17

    Es verdad que sabes escribir en griego? dijo Roxana.Por cierto, seora. El rey Oco a menudo utilizaba mis servicios.Tienes buen lacre? Es para una carta real.S, seora. El eunuco abri la caja. Cuando el usurpador Daro entreg mi

    puesto a uno de los suyos, me llev un poco conmigo.Bien. Sintate y escribe.Cuando ella le dio el sobrescrito, el eunuco casi arruina el rollo. Pero no haba

    olvidado del todo sus funciones; y Badia le haba dicho que si la hija de Daro reinaba enel harn, mandara a toda la gente de Oco a mendigar a la calle. l sigui escribiendo.Ella vio que el texto era parejo y claro, con las frases protocolares pertinentes. Cuandohubo terminado, le dio un drico de plata y lo dej ir. No lo hizo jurar que guardarasilencio; su dignidad no se lo permita; y Badia se encargara de ello.

    Aunque el eunuco haba trado cera, ella no lo haba lacrado en su presencia. Tomun anillo que Alejandro le haba obsequiado en la noche de bodas. Tena una amatistaimpecable del color de las violetas oscuras donde Pirgoletes, su tallador favorito, habagrabado el retrato de Alejandro. No se pareca al anillo real de Macedonia con Zeus en eltrono. Pero Alejandro nunca haba sido convencional y ella pens que servira.

    Hizo brillar la piedra en la luz. El trabajo era soberbio, y aunque un poco idealizadohaba logrado captar al rey vvidamente. l se lo haba dado cuando al fin estuvieron

    solos en la cmara nupcial, un sustituto de las palabras, pues ninguno de los dos hablabala lengua del otro. Se lo haba puesto, encontrando enseguida el dedo adecuado. Roxanalo haba besado respetuosamente, y luego l la haba abrazado, con la frescura tibia deun joven. Record cun inesperadamente agradable era el cuerpo de l, lozano como elde un nio; pero haba esperado un abrazo ms fuerte. Alejandro deba haber salido paradesnudarse y ponerse la tnica nupcial; pero se quit las ropas, se qued desnudo y asse meti en la cama. Al principio se sorprendi tanto que l pens que le tena miedo.Tuvo para ella toda clase de atenciones, algunas muy sofisticadas; estaba sin duda muybien entrenado aunque entonces ella an no saba por quin. Pero lo que Roxana enverdad quera era ser poseda violentamente. Haba adoptado posturas sumisas,adecuadas en una virgen; con una actitud ms apasionada en la primera noche, un noviobactriano la habra estrangulado. Pero ella not que l estaba desorientado, y tema quea la maana siguiente sus huspedes contemplaran una sbana nupcial sin manchas. Sehaba visto obligada a abrazarlo; y luego todo haba ido bien.

    Ech la cera caliente en el rollo y apret la gema. De pronto tuvo el dolorosorecuerdo de un da en Ecbatana, pocos meses antes, una tarde de verano junto a lapiscina. Estaba alimentando la carpa, incitando al viejo y hosco rey de la piscina aabandonar su guarida bajo los lirios. No quiso entrar para hacer el amor hasta que huboconvencido al pez. Ms tarde se durmi; ella record la tez aniada y clara con lascicatrices profundas, el pelo suave y fuerte. Haba querido sentirlo y olerlo como si fueracomestible, como pan recin horneado. Cuando hundi la cara en l, Alejandro despert,la abraz y se durmi de nuevo. Evoc esa presencia fsica como si la estuviera viviendo.Al fin, sola, en silencio, derram verdaderas lgrimas.

    Pronto se las enjug. Tena asuntos urgentes que atender.

    En la cmara mortuoria, los largos das de agona haban terminado. Alejandro habadejado de respirar. Los plaideros eunucos haban retirado las almohadas apiladas; elcuerpo yaca recto y chato en la gran cama, la inmovilidad le haba devuelto ciertadignidad majestuosa que para los presentes resultaba, sin embargo, alarmante en supasividad.

    Los generales, llamados apresuradamente cuando el fin era inminente, lo mirabansin expresin. Haca dos das que pensaban qu hacer en este momento. Pero el hechoinevitable pareca una mera contingencia vislumbrada con la imaginacin. Mirabanestupefactos el rostro familiar, distendido al fin, y casi sentan rencor, tan imposiblepareca que a Alejandro pudiera ocurrirle algo sin que l lo consintiera. Cmo podamorir dejndolos en esa confusin? Cmo poda rechazar su responsabilidad? No era

    tpico en l.Se ha ido, se ha ido! exclam de pronto una voz joven y cascada en la puerta.

    Era un joven de dieciocho aos, uno de los integrantes del Cuerpo de Guardia que se

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    18/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    18

    haba turnado para custodiarlo. Rompi a llorar histricamente y su llanto super ellamento de los eunucos que rodeaban la cama. Alguien debi de llevrselo, pues se oyque la voz se alejaba, enronquecida por incontenible pesar.

    Fue como si hubiera invocado un ocano. Se haba reunido con medio ejrcitomacedonio, llorando alrededor del palacio para esperar las noticias.

    La mayora de ellos haban desfilado por la alcoba el da anterior y l an los habareconocido, los haba recordado; tenan buenas razones para esperar un milagro. Se

    elev un gigantesco clamor de pesar, de luto ritual, de protesta como si algunaautoridad fuera culpable, de consternacin ante las incertidumbres del futuro hechopedazos.

    El clamor alert a los generales. Sus reflejos, entrenados para responder en elinstante preciso por el hombre que haba muerto, entraron en accin. El pnico debacombatirse de inmediato. Salieron a la gran plataforma que daba al patio frontal. Unheraldo que temblaba en su puesto fue llamado por Prdicas, alz su larga trompeta ytoc a reunin.

    La reaccin fue catica. Slo un da antes, creyendo que la llamada era deAlejandro, se habran alineado inmediatamente en filas y falanges, cada tropacompitiendo por llegar primera a la formacin. Pero en ese momento, las leyes naturalesestaban suspendidas. Los que estaban al frente tuvieron que gritar a los del fondo que

    era Prdicas. Desde la muerte de Hefestin haba sido el lugarteniente de Alejandro. Elrugido de Prdicas les infundi cierta seguridad, y se movieron y alinearon con ciertaapariencia de orden.

    Los soldados persas se agruparon con los dems. Sus gritos de lamentacin habancompetido con el clamor de los macedonios. Entonces callaban. Eran haban sidosoldados de Alejandro, quien les haba hecho olvidar que eran un pueblo conquistado, leshaba infundido orgullo de s mismos, haba obligado a los macedonios a aceptarlos. Lasfricciones del principio casi haban desaparecido, y la jerga de los soldados griegos estabaplagada de palabras persas. Se haba entablado cierta camaradera. Pero de sbito,sintindose una vez ms nativos derrotados sometidos a un ejrcito extranjero, semiraban furtivamente planeando desertar.

    A una seal de Prdicas, Peucestes se adelant. Era una figura tranquilizadora; unhombre clebre por su valor, que haba salvado la vida de Alejandro en la India cuandorecibi una herida casi mortal. Alto, apuesto, imponente, con la barba segn la moda desu satrapa, los interpel en un persa tan correcto y aristocrtico como su indumentaria.Les anunci formalmente la muerte del gran rey. En su momento, se les anunciara quinsera el sucesor. Mientras tanto podan dispersarse.

    Los persas se calmaron. Pero un murmullo sordo creci entre los macedonios. Poruna ley ancestral, el derecho a elegir un rey les perteneca a ellos, al conjunto de todoslos varones macedonios capaces de portar armas. Qu era eso de anunciar al sucesor?

    Peucestes se acerc a Prdicas. Hubo un momento de suspenso. Durante doceaos, ambos haban visto cmo trataba Alejandro a los macedonios. No eran hombres aquienes pudiera ordenarse calma y acatamiento a la autoridad. Haba que hablarles, y llo haba hecho; slo una vez en doce aos haba fracasado. Aun entonces, cuando loobligaron a regresar de la India, siguieron pertenecindole. A la sazn, enfrentado conese desorden, Prdicas por un momento crey or los pasos impacientes, la reprimendaenrgica y serena, la voz vibrante creando un silencio inmediato.

    Pero el rey no vino y Prdicas, aunque careca de magia, saba qu era autoridad.Adopt como hiciera Alejandro en momentos de necesidad el dialecto drico de su patria,la lengua que haban aprendido en la niez antes que les ensearan el griego culto.Todos acababan de perder, dijo, al ms grande de los reyes, al ms valeroso de losguerreros, que el mundo haba visto desde que los hijos de los dioses abandonaron latierra.

    Aqu lo interrumpi un bramido creciente, no de duelo formal, sino un estallido deverdadero dolor y desolacin. Cuando pudo hacerse or, dijo:

    Y los nietos de vuestros nietos an dirn lo mismo. Recordad, pues, que vuestraprdida est compensada por vuestra fortuna anterior. Vosotros habis podido compartir

    la gloria de Alejandro. Y ahora, macedonios, a quienes l leg el dominio de la mitad delmundo, os corresponde conservar vuestro coraje y demostrar que sois los hombres quel hizo de vosotros. Todo se har de acuerdo con la ley.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    19/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    19

    La multitud cay en un trance expectante. Cuando Alejandro los haca callar,siempre tena algo que decirles. Prdicas lo saba; pero todo lo que tena que decirles eraque l era, de hecho, el rey de Asia. Era demasiado pronto; ellos slo conocan un rey,vivo o muerto. Les dijo que volvieran al campamento y aguardaran nuevas rdenes.

    Empezaron a marcharse; pero cuando l hubo entrado, muchos volvieron en gruposy se instalaron con las armas al lado, dispuestos a velar toda la noche al muerto.

    En la ciudad el rumor de los lamentos, como un fuego impulsado por un vendaval, sepropag desde las calles atestadas de las inmediaciones del palacio a los suburbios y lascasas construidas a lo largo de las murallas. En los templos, los delgados penachos dehumo, que se elevaban rectamente en el aire quieto desde los fuegos sagrados, sedisiparon y murieron uno tras otro. Al calor de las cenizas hmedas del brasero de BelMarduk, los sacerdotes recordaron que sta era la segunda vez en poco ms de un mes.El rey haba ordenado que se hiciera lo mismo el da del funeral de su amigo.

    Le avisamos que era un mal presagio, pero no quiso escucharnos. A fin decuentas, era un extranjero.

    El fuego de esos sacerdotes fue el primero que se apag. En el templo de Mitra,custodio del honor del guerrero, seor de la lealtad y la palabra empeada, un joven

    sacerdote estaba en el santuario con un aguamanil en la mano. Encima del altar estabatallado el smbolo del sol alado, en guerra con las tinieblas, era tras era hasta la victoriafinal. El fuego an arda, pues el joven lo haba alimentado exageradamente, como situviera poder para dar nueva vida al rey moribundo. Cuando le ordenaron extinguirlo,dej el aguamanil, corri hacia un cofre de incienso rabe y arroj un puado para quesu fragancia se propagara. El ltimo de los oficiantes, slo despus de que su ofrenda seelevara al cielo de verano, derram agua sobre los rescoldos.

    Por la carretera real de Susa viajaba un correo. Su dromedario devoraba las distanciascon su andar bamboleante y gil. Antes que el animal necesitara descanso, habrallegado a la prxima posta, donde otro hombre y otra bestia seguiran adelante con elmensaje.

    Su tramo estaba a mitad de la jornada. El pergamino que llevaba en la alforja se lohaba entregado el mensajero anterior, sin tiempo para responder preguntas. Slo laprimera etapa desde Babilonia haba sido recorrida por un jinete desconocido por surelevo. Cuando al extranjero le preguntaron si era verdad que el rey estaba enfermo,haba respondido que era posible, pero que no tena tiempo para chismorrear. El silencioy la prisa eran la norma de los correos; el relevo haba saludado y se haba puesto enmarcha, mostrando al siguiente hombre de la cadena, sin una palabra, que la cartaestaba lacrada con la imagen del rey.

    Se deca que un despacho llevado por mensajeros reales era an ms veloz que lospjaros. Ni siquiera el alado rumor poda alcanzarlo, pues de noche el rumor se detienepara dormir.

    Dos viajeros que haban frenado para dejar pasar al correo casi son derribados alrelinchar y corcovear sus caballos ante el odiado olor a camello. El hombre de ms edad,que tena unos treinta y cinco aos y era fornido, pecoso y pelirrojo, domin primero sumontura, tirando de las riendas hasta que el tosco bocado se manch de sangre. Suhermano, diez aos menor que l, tostado y convencionalmente apuesto, tard mstiempo porque trat de calmar al caballo. Casandro observ sus esfuerzos con desdn.Era el hijo mayor del regente de Macedonia, Antpatro, y era un extrao en Babilonia.Haba llegado haca poco, enviado por su padre para averiguar por qu Alejandro lo habaconvocado a Macedonia sustituyndolo por otro regente, Crtero.

    Iolas, el hermano menor, haba combatido junto a Alejandro y, hasta haca poco,haba sido su copero. Esa designacin haba implicado un gesto conciliador para con elpadre de ambos; Casandro haba sido designado a la guarnicin de Macedonia, puesAlejandro y l se detestaban desde la niez.

    Cuando el caballo se calm, Iolas dijo:Ese era un correo real.Ojal l y esa bestia caigan muertos.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    20/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    20

    Cul ser el mensaje? Tal vez ya todo haya terminado.Que el perro del Hades le devore el alma dijo Casandro, mirando hacia Babilonia.Cabalgaron un rato en silencio.Bien dijo al fin Iolas, apartando la vista de la carretera, ahora nadie podr

    deshacerse de nuestro padre. Ahora podr ser rey.Rey? gru Casandro. No lo creo. Hizo un juramento y se mantendr fiel.

    Incluso al hijo de la mujer brbara, si es varn.

    El caballo de Iolas se sobresalt, sintiendo la sorpresa del jinete.Entonces por qu? Por qu me hiciste actuar as? No por nuestro padre? Slopor odio! Dios todopoderoso, deb haberlo sabido!

    Casandro se inclin y cruz de un fustazo la rodilla del joven, quien solt un gritode dolor y de furia.

    No te atrevas a hacerlo de nuevo! Ahora no estamos en casa y no soy un nio.Casandro seal el moretn rojo.El dolor es un recordatorio. T no hiciste nada. Recurdalo, nada. Tenlo presente.

    Un poco ms adelante, viendo lgrimas en los ojos de Iolas, le dijo con desganadatolerancia: El aire de los pantanos pudo haberle trado la fiebre. A estas alturas yahabr bebido bastante agua sucia. Los labriegos de ro abajo beben agua del pantano, yellos no mueren. Cierra el pico, o morirs t.

    Iolas trag saliva. Pasndose la mano por los ojos, y manchndose la cara con elpolvo negro de la llanura babilonia, dijo hurao:Nunca recobr las fuerzas despus de esa herida de flecha en la India. No

    sobrevivira a una fiebre... Fue bondadoso conmigo. Yo slo lo hice por nuestro padre. Yahora me dices que l no ser rey.

    Y no ser rey. Pero sea cual fuere el ttulo, morir siendo el amo de Macedonia yde toda Grecia. Y ya es un viejo.

    Iolas lo mir en silencio; luego espole el caballo y sigui galopando entre lostrigales amarillos, sollozando al ritmo de los cascos trepidantes.

    Al da siguiente en Babilonia los principales generales se prepararon para laasamblea donde se designara al jefe de los macedonios. La ley no estableca laprimogenitura como condicin inalienable. Los hombres de armas tenan derecho a elegirentre los miembros de la familia real.

    A la muerte de Filipo haba sido sencillo. Casi todos los guerreros estaban en supatria. Alejandro ya era clebre a los veinte aos y ningn otro pretendiente haba sidotan mencionado. Incluso cuando Filipo que tena un hermano mayor haba sidopreferido al hijo del rey Prdicas, muerto en batalla, tambin haba sido sencillo; Filipoera un comandante con experiencia, el hijo del rey un nio de pecho y estaban enguerra.

    Ahora, las tropas macednicas estaban desperdigadas en fortalezas por toda el Asiacentral. Diez mil veteranos regresaban a la patria al mando de Crtero, un hombre joven,perteneciente a la familia real, a quien Alejandro le haba dado un rango inmediatamenteinferior al de Hefestin. En Macedonia estaban las tropas de guarnicin, as como en lasgrandes fortalezas de piedra que dominaban los pasos de la Grecia meridional. Todo estoera sabido por los hombres de Babilonia. Pero ninguno de ellos dudaba de su derechoinalienable a elegir un rey. Eran el ejrcito de Alejandro, y para ellos no haba ms quehablar.

    Fuera, en la calurosa plaza de armas, esperaban, riendo, conjeturando,rumoreando. A veces, cuando crecan la impaciencia y la intranquilidad, el ruido subacomo una rompiente en una playa de guijarros.

    Dentro, los generales, el alto mando conocido como el Cuerpo de la Guardia Real,haban tratado de localizar a los principales oficiales de los aristocrticos Compaeros,con quienes deseaban conferenciar ante el dilema. Al no conseguirlo, haban ordenado alheraldo que tocara a silencio, y los llamara por sus nombres. El heraldo, que no conocaningn toque para pedir silencio nada ms, toc Reunin para rdenes. Los hombres,impacientes, lo entendieron como Venid a la asamblea.

    Ruidosamente entraron en tropel por las grandes puertas de la sala de audiencias,

    mientras el heraldo gritaba en medio del bullicio los nombres que le haban dado, y losoficiales que mencionaba, los que podan orlo, trataban de abrirse paso entre lamuchedumbre. Adentro quedaron peligrosamente apiados; las puertas se cerraron tras

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    21/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    21

    los que haban entrado, autorizados o no. El heraldo, mirando con impotencia a lamultitud inquieta y maldiciente dejada en la plaza de armas, se dijo que si Alejandro lohubiera visto, muy pronto alguien hubiera deseado no haber nacido jams.

    Los primeros en entrar, porque otros les haban cedido el paso, fueron los hombresde los Compaeros, los dueos de caballos de Macedonia, y los oficiales que habanestado cerca de las puertas. El resto de la multitud era una mezcla catica de oficiales ysoldados. Lo nico que tenan en comn era una profunda inquietud y la agresividad de

    los hombres contrariados. Acababan de comprender que eran tropas aisladas en unatierra conquistada, a medio mundo de distancia de su patria. Haban llegado aquimpulsados por su fe en Alejandro y slo por l. Lo que ahora necesitaban no era un reysino un lder.

    Una vez cerradas las puertas, todos los ojos se volvieron hacia el estrado real. All,como a menudo anteriormente, estaban los grandes hombres, los amigos ms ntimos deAlejandro, sentados alrededor del trono, el antiguo trono de Babilonia con los brazostallados como acechantes toros asirios, el respaldo reformado para Jerjes con la imagenalada del sol inconquistado. Ah haban visto a la figura menuda, compacta, brillante, quenecesitaba un taburete para los pies, reluciendo como una joya en una caja demasiadogrande, las alas extendidas de AhuraMazda sobre la cabeza. Pero el trono estaba vaco.Sobre el respaldo estaba el manto real y en el asiento la diadema.

    Un suspiro ronco atraves la sala con columnas. Tolomeo, que haba ledo a lospoetas, evoc el nudo de una tragedia, cuando las puertas del escenario se abren pararevelar al coro que sus temores son ciertos y el rey acaba de morir.

    Prdicas se adelant. Todos los amigos de Alejandro all presentes, dijo, erantestigos de que el rey le haba dado el anillo real. Pero, como no poda hablar, no pudodecir cules eran los poderes que le haba conferido.

    Me mir fijamente, y era obvio que deseaba hablar, pero le faltaba el aliento. Puesbien, hombres de Macedonia, aqu est el anillo. Se lo quit y lo dej junto a la corona.Entregadlo segn vuestros deseos, de acuerdo con la ley ancestral.

    Hubo murmullos de admiracin y ansiedad, como en el teatro. Prdicas, an fuerade la escena principal, esper, como un buen actor que sabe cundo decir susparlamentos. Eso pens Tolomeo, observando la cara alerta y arrogante, ahora digna eimpasible; una mscara bien tallada. La mscara de un rey?

    Nuestra prdida es inconmesurable dijo Prdicas, eso lo sabemos. Sabemos quees impensable que el trono sea entregado a alguien que no lleve la sangre del rey. Suesposa Roxana est embarazada desde hace cinco meses; roguemos porque d a luz unvarn. Primero debe nacer, y luego alcanzar la mayora de edad. Entretanto, quin debegobernaros? Vosotros debis decidir.

    Hubo murmullos; los generales del estrado se miraron inquietos; Prdicas no habapresentado a otro orador. De pronto, sin ser anunciado, el almirante Nearco se adelant;un cretense enjuto y esbelto, con la cara curtida y tostada. Las penurias del espantosoviaje por la costa de Gedrosia lo haban envejecido diez aos; aparentaba cincuenta,pero an era gil y enrgico. Los hombres callaron para escucharlo; l haba vistomonstruos del abismo y los haba ahuyentado con trompetas. Poco acostumbrado ahablar en pblico en tierra firme, us la voz con que llamaba a las naves en el mar,asombrndolas con su resonancia.

    Macedonios, sugiero como heredero de Alejandro al hijo de Estatira, la hija deDaro. El rey la dej encinta cuando estuvo por ltima vez en Susa. Hubo murmullossorprendidos, desconcertados; l elev la voz como si se tratara de una ruidosatormenta. Habis visto la boda. Habis visto que fue una boda real. l se proponatraerla aqu. Me lo dijo a m.

    Esta noticia totalmente imprevista sobre una mujer que, apenas entrevista el da dela boda, haba desaparecido inmediatamente en los recovecos del harn de Susa,provoc confusin y consternacin.

    Ah dijo una voz campesina y gutural, pero l dijo algo acerca del hijo?No dijo Nearco. En mi opinin se propona criar juntos a ambos hijos, si los dos

    eran varones, y elegir al mejor. Pero no vivi para ello. Y el hijo de Estatira tiene el

    derecho que le da el rango.Retrocedi; no tena ms que decir. Haba cumplido con lo que crea su deber y eso

    era todo. Mirando por encima del mar de cabezas, record cmo Alejandro, flaco y

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    22/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    22

    consumido por la marcha en el desierto, lo haba saludado cuando regres con la flota asalvo, abrazndolo con lgrimas de alivio y alegra. Desde que eran nios, Nearco lohaba amado, sin apetencias sexuales, sin exigencias; aquel momento haba sido el picede su vida. No se atreva a pensar qu hara con el resto de ella.

    Prdicas apret los dientes con furia. Haba exhortado a los hombres a designar unregente; quin sino l? Ahora se pondran a discutir la sucesin. Dos nios no nacidos,que tal vez fueran mujeres. Era cosa de familia; Filipo haba engendrado una horda de

    hijas y un solo hijo, a menos que se contara al idiota. Lo importante era la regencia.Filipo mismo haba empezado como regente de un heredero nio, pero los macedonios nohaban perdido tiempo eligindolo rey. Prdicas mismo tena bastante sangre real en lasvenas. Qu le pasaba a Nearco? Era imposible ya encauzar el debate.

    La discusin se volvi ruidosa y violenta. Si algn error haba cometido Alejandro,opinaban, era el de haber pretendido identificarse con los persas. Las bodas de Susahaban sido una manera de manifestarlo y haban causado mucha ms inquietud que elcasamiento en campaa con Roxana, algo que su padre haba hecho una y otra vez.Haban sido indulgentes con el bailarn persa, como si fuera un mono o un perro. Peropor qu no poda haberse casado con la hija de una decente familia macedonia, en vezde elegir a dos brbaras? Ah estaba el resultado.

    Algunos argumentaban que cualquier descendiente del rey debera ser aceptado,

    bastardo o no. Otros decan que no haba modo de saber si l los hubiera reconocido; ytampoco era seguro, en caso de que esas mujeres dieran a luz una nia o un hijomuerto, que no recurrieran a una artimaa. Haba que cerciorarse de que un nio nofuera cambiado por otro...

    Tolomeo observaba con pesar y rabia, ansiando irse. Desde que la muerte deAlejandro se haba vuelto una certidumbre, saba adnde quera ir. Desde que Egipto lehaba abierto los brazos a Alejandro, quien lo haba liberado del yugo persa, Tolomeohaba quedado cautivado por esa civilizacin delicada e inmemorial, de sus estupendostemplos y monumentos, de la riqueza vital del ro que la mantena. Era defendible comouna isla, protegido por el mar, el desierto y la selva; slo haba que ganarse la confianzadel pueblo para tenerlo seguro para siempre. Prdicas y los dems se alegraran de darlela satrapa. Queran quitarlo de en medio.

    Era peligroso, un hombre que poda alegar que era hermano de Alejandro, aunquehijo de un adulterio cometido por Filipo cuando era adolescente. Esa paternidad noestaba demostrada ni reconocida, pero Alejandro siempre le haba reservado un lugarespecial y todos lo saban. Si, Prdicas se alegrara de mandarlo al frica. Pero deverdad pensaba ese hombre que poda designarse heredero de Alejandro? Eso era lo quebuscaba, se le vea en la cara. Haba que hacer algo; y pronto.

    Cuando Tolomeo se adelant, los soldados dejaron de discutir para escucharlo.Haba sido amigo de la infancia de Alejandro; tena presencia sin la arrogancia dePrdicas; los hombres que haban servido bajo su mando le tenan simpata. Algunos deellos lo recibieron con una ovacin.

    Macedonios, espero que no sea vuestro deseo elegir un rey entre los hijos de losconquistados.

    Hubo un fuerte aplauso. Los hombres, que haban venido con sus armas eran laprueba de su derecho al voto, golpearon los escudos con las lanzas hasta que el salnretumb. Tolomeo pidi silencio.

    Ignoramos si ambas esposas de Alejandro darn a luz. En caso de que ambas lohicieran, cuando los hijos alcancen la mayora de edad debern presentarse antevosotros y vuestros hijos, para que la asamblea decida a quin aceptarn losmacedonios. Entretanto, esperis al heredero de Alejandro. Pero quin actuar por l?Aqu tenis a aquellos a quienes Alejandro honr con su confianza. Para que ningnhombre rena demasiado poder, propongo un Consejo de Regencia.

    Las voces se calmaron. Al recordar que en quince aos o ms aun podran rechazara ambos pretendientes, vieron cul era el asunto urgente a resolver.

    Recordad a Crtero dijo Tolomeo. Alejandro confiaba en l como en s mismo.Lo envi a gobernar Macedonia. Por eso no est presente ahora.

    Eso los impresion. Honraban a Crtero casi tanto como a Alejandro; era de sangrereal, capaz, valeroso, apuesto y considerado. Tolomeo sinti en la nuca la miradafulminante de Prdicas. Lo siento por l; yo hice lo que deba hacer.

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    23/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    23

    Mientras todos parloteaban y murmuraban, Tolomeo pens de pronto: Hace unosdas todos ramos amigos de Alejandro, y slo esperbamos que l se levantara paraguiarnos. Qu somos ahora, qu soy yo?.

    Jams lo haba enorgullecido mucho ser hijo de Filipo; le haba costado demasiadoen la infancia. Filipo era un desconocido, un hijo menor rehn de los tebanos, cuando lnaci. No puedes hacer que ese bastardo se comporte?, le deca su padre a su madrecuando l estaba en apuros. Filipo le haba propinado ms azotes de los que mereca un

    nio. Ms tarde, cuando Filipo fue rey y l escudero real, la suerte cambi; pero lo queaprendi fue a tratar de olvidar que era el hijo de Filipo, si en verdad lo era. En cambio,con afecto y creciente orgullo, le import ser hermano de Alejandro. No importa,pensaba, si es la verdad de mi sangre, o no. Es la verdad de mi corazn.

    Una nueva voz interrumpi su breve evocacin. Arstono, miembro de la GuardiaReal, se adelant para indicar que Alejandro, fuera cual fuese su intencin, haba dado elanillo a Prdicas. Primero haba mirado en derredor, y saba lo que haca. Eso era unhecho, no una conjetura, y Arstono defenda los hechos.

    Habl con sencillez, con franqueza y subyug a la asamblea. Los presentes gritaronel nombre de Prdicas, y muchos lo urgieron a tomar el anillo. Lentamente,escudrindolos, l avanz unos pasos hacia el trono. Por un momento su mirada secruz con la de Tolomeo, escrutndolo como un hombre que acaba de encontrar un

    nuevo enemigo.An no convena, pens Prdicas, demostrar un exceso de ansiedad. Necesitabaotra voz que respaldara la de Arstono.

    La sala, atestada de hombres sudorosos, era sofocante y calurosa. Al tufo de latranspiracin se aada el de la orina, pues algunos hombres se haban descargadosubrepticiamente en los rincones. Los generales del estrado estaban cada vez msaturdidos por sus diversos sentimientos de pesar, ansiedad, rencor, impaciencia einquietud. De pronto, barbotando palabras confusas, un oficial se abri paso a travs dela muchedumbre. Qu querr decir Meleagro?, pensaron todos.

    Haba sido comandante de falange desde la primera campaa de Alejandro, pero nohaba ascendido ms. Alejandro le haba confiado a Prdicas, durante una cena, que erabuen soldado si no se le exiga demasiado esfuerzo mental.

    Lleg hasta el estrado, enrojecido de calor y furia y, a juzgar por el aspecto, por elvino. Luego solt una indignada exclamacin que acall a la asombrada multitud.

    se es el anillo real! Dejaris que ese sujeto lo tome? Ddselo ahora y loconservar hasta la muerte. Con razn quiere un rey que todava no ha nacido!

    Los generales, que reclamaban orden, apenas fueron odos en medio de larepentina algaraba. Meleagro haba arrancado de una especie de sopor inquieto a unamasa de hombres que antes no se haban odo, la resaca de la multitud. Ahoraparticipaban de la escena, como si fuera un duelo callejero, un hombre aporreando a laesposa o una pelea entre perros. Y gritaban por Meleagro, como si fuera el perroganador.

    En el campamento, Prdicas habra restaurado el orden en unos minutos. Pero estoera la asamblea; aqu no era tanto el comandante en jefe como un candidato. Larepresin podra parecer un preanuncio de despotismo. Hizo un gesto de tolerantedesprecio, como diciendo: Incluso a ese hombre tenemos que orlo

    Haba visto el odio en la cara de Meleagro. El rango de los padres de ambos habasido el mismo; ambos haban sido escuderos reales de Filipo; ambos haban contempladocon secreta envidia el cerrado crculo de allegados del joven Alejandro. Luego, cuandoFilipo fue asesinado, Prdicas fue el primero en perseguir al asesino fugitivo. Alejandro lohaba elogiado, mencionado y promovido. Con la promocin lleg la oportunidad y jamsla desaprovech. Al morir Hefestin, recibi su mando. Meleagro era an un jefe defalange, til cuando no se le exiga demasiado. Y Prdicas not que le dola el hecho deque ambos hubieran empezado en igualdad de condiciones.

    Cmo sabemos que Alejandro se lo dio? grit Meleagro. Con qu garantascontamos? La de l y la de sus amigos? Y qu estn buscando? El tesoro de Alejandroest aqu, y todos contribuimos a ganarlo! Aceptaris eso?

    El bullicio se transform en tumulto. Los generales, que haban credo conocer a sushombres, vieron sorprendidos que Meleagro estaba ponindose a la cabeza de una turbade hombres dispuestos a saquear el palacio como una ciudad conquistada. Empezaba a

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    24/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    24

    cundir el caos.Prdicas recurri, desesperado, a toda su capacidad de dominio.Alto! vocifer. Hubo una respuesta refleja. Grit rdenes y muchos hombres las

    obedecieron. Slidas hileras con escudos se formaron ante las puertas. Los aullidosmurieron en gruidos. Me alegra ver dijo Prdicas con su voz profunda que antenemos aqu a algunos soldados de Alejandro.

    Hubo un silencio, como si hubiera invocado el nombre de un dios ultrajado. La

    turba empez a diluirse en la multitud. Los escudos se bajaron.En medio de un silencio inquieto una voz rstica, desde la muchedumbre, se hizoor.

    Deberais avergonzaros! Como dice el comandante, somos soldados de Alejandro.Queremos que su sangre reine sobre nosotros, no regentes ni nios extranjeros. Aqutenemos al verdadero hermano de Alejandro, en esta misma sala!

    Hubo un silencio atnito. Tolomeo, sorprendido, sinti que todas sus meditadasdecisiones eran sacudidas por un estallido primitivo del instinto. El antiguo trono deMacedonia, con su salvaje historia de rivalidades tribales y guerras fratricidas, lo tentcon su hechizo cautivante. Filipo... Alejandro... Tolomeo...

    El lancero campesino que estaba hablando, tras haber llamado la atencin, siguicon creciente confianza.

    Hablo de su propio hermano, reconocido por el mismo rey Filipo, como todossabis. Alejandro siempre lo tuvo por uno de los suyos. He odo que fue postergadocuando nio, pero no hace un mes que ambos hicieron sacrificios por el alma del padreen el altar domstico. Yo estaba como escolta... y tambin mis compaeros. l actusiempre correctamente.

    Hubo expresiones de asentimiento. El boquiabierto Tolomeo no pudo evitar ungesto de asombro. Arrideo! Deben de estar locos.

    El rey Filipo insisti el soldado se cas con Filina legalmente, pues tena derechoa tener ms de una esposa. Por eso, en mi opinin, debemos olvidar a los hijosextranjeros y coronar a su hijo, al heredero legtimo.

    Hubo aplausos de los legalistas que haban repudiado la propuesta de Meleagro. Enel estrado, todos callaban pasmados. Honestos o perversos, ninguno de ellos habapensado en esto.

    Es verdad? se apresur Prdicas a decirle a Tolomeo por encima del bullicio.Alejandro llev a Arrideo al altar? El apremio super a la rivalidad; Tolomeo dira laverdad.

    S. Tolomeo record las dos cabezas juntas, una morena y otra rubia, como lapieza del discpulo y la del maestro escultor. Ha mejorado mucho ltimamente. Hace unao que no sufre un ataque. Alejandro deca que deba recordrsele quin era su padre.

    Arrideo! clamaba un grito creciente. Dadnos al hermano de Alejandro! VivaMacedonia! Arrideo!

    Cuntos lo han visto? dijo Prdicas.La escolta de Compaeros, la guardia de infantera y todos los que estaban

    presentes. Supo comportarse. Siempre lo hace... o lo haca, con Alejandro.Esto es intolerable. No saben lo que hacen. Hay que detenerlos.El orador, Pitn, era un hombre bajo y nervudo de cara taimada y ahusada barba

    de zorro. Perteneca a la Guardia, era buen comandante, pero no se destacaba por sunimo conciliador. Se adelant, deteniendo a Prdicas, y barbot:

    El hermano de Alejandro! Sera mejor elegir a su caballo! Esa voz amenazanteprodujo un silencio breve, pero no amistoso; no estaba en la plaza de armas. El hombrecontinu: Ese fulano es retardado. Se cay de cabeza cuando pequeo y tiene ataques.Alejandro lo cuidaba como a un nio, con un criado a su servicio. Queris un rey idiota?

    Prdicas ahog una maldicin. Por qu haban promovido a este hombre? Era buenguerrero, pero no saba cmo manejar a los hombres en otras situaciones. Si este idiotano se hubiera inmiscuido, l habra recordado a los hombres la romntica conquista deRoxana, la toma de la Roca Sogdiana, la caballera del vencedor, llamndoles de nuevo laatencin sobre el hijo de Alejandro. Ahora estaban ofendidos. Arrideo les pareca la

    vctima de una oscura conspiracin. Haban visto al hombre, y se haba portado comotodos los dems.

    Alejandro siempre tuvo suerte, pens Tolomeo. Ya la gente usaba su imagen

  • 8/7/2019 Juegos Funerarios

    25/154

    Mary Renault Juegos funerarios

    25

    tallada en anillos como amuleto. Qu destino aciago lo haba incitado, tan cerca del fin,a demostrar tanta bondad por un idiota inofensivo? Pero, desde luego, habra unaceremonia, en la cual l deba aparecer. Tal vez Alejandro haba pensado en eso...

    Mientes! le gritaban los hombres a Pitn. Arrideo, Arrideo, queremos aArrideo!

    l respondi con insultos, pero todos lo abuchearon.Nadie not, hasta que fue demasiado tarde, que Meleagro no estaba en la sala.

    Haba sido un da largo y tedioso para Arrideo. Nadie haba venido a verlo excepto elesclavo con la comida, que estaba demasiado cocida y medio fra. Le habra gustadoaporrear al esclavo, pero Alejandro no se lo permita. Un servidor de Alejandro vena casitodos los das a ver cmo estaba, pero ese da no haba venido nadie a quien quejarse dela comida. Aun el viejo Conon, que cuidaba de l, se haba marchado poco despus delevantarse sin prestarle demasiada atencin, diciendo que deba asistir a una reunin oalgo parecido.

    Necesitaba a Conon por varias cosas: para ver si le daban una cena sabrosa, paraque le encontrara una piedra favorita que haba puesto en alguna parte y para que leexplicara por qu haba habido tanto ruido esa maana, esos gemidos y au