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Bolen Impulso Marista, Provincia Marista de México Central Nombrar es Sanar FICHA nº13 1. Me sitúo aquí y ahora... Vamos a comenzar, como cada encuentro, regalándonos un espacio de relajación. Recordar algunas claves en las que siempre insismos, que nos ayudan a sacar el jugo a estos diez minutos: - Encuentra un lugar donde sientas comodidad… puede ser en tu casa, en la escuela, en un espacio público, en la capilla del colegio… Hasta el asiento de un medio de transporte puede ser “tu lugar” en la medida que logres crear ciertas condiciones. - Busca una postura corporal cómoda, libre de tensiones. Lo mejor es estar sentado, con la espalda derecha. Las piernas descruzadas, excepto que estés sentado en el suelo. Es ese caso, idealmente, hacerlo con un almohadón, de modo que las caderas queden un poco por encima de las rodillas. Una vez lograda esa posición cómoda, con la cabeza haciendo un cierto ángulo recto con la columna (pero sin tensionar) puedes llevar respiraciones más profundas a algún lugar del cuerpo que sientas parcularmente tenso. - Finalmente, hacemos un pequeño ejercicio de respiración, que nos ayuda a situarnos aquí y ahora. Como sabes, la respiración logra conectar el cuerpo- alma- espíritu que somos. La respiración consciente nos permite senr y a la vez trascender lo que senmos…. Nos abre a la experiencia más profunda de la meditación y la contemplación. - El ejercicio que estamos entrenando en las úlmas fichas es el siguiente: inspiro por la nariz en cuatro empos, llevando el aire a la zona abdominal…. Retengo el aire allí en seis empos…. Exhalo por la nariz en ocho empos… Completo cuatro rondas de ese ejercicio… 2. Una breve reflexión La úlma semana propusimos un ejercicio que pretendía ayudarnos a hacer un viaje intenso y profundo: parr de aquellas reacciones desproporcionadas, emociones intensas recurrentes, y, reconociendo las emociones que hay debajo, viajar hacia nuestro niño interior. Efecvamente, nuestras heridas más primarias enen su origen en senmientos de dolor, abandono, angusa, enojo…de la niñez. Cargamos con ellos durante años. Se cristalizan en nuestra amígdala cerebral (como memoria molecular). Cuando viajamos hacia el niño interior y nos permimos senr, llorar, enojarnos…, estamos dando cabida, desde nuestra actualidad de adultos, a esas emociones reprimidas u olvidadas de la infancia. Decíamos que ese ejercicio es muy sanador, porque justamente permite liberar esa memoria molecular.

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Boletín Impulso Marista, Provincia Marista de México Central

Nombrar es Sanar

FICHAnº13

1. Me sitúo aquí y ahora...Vamos a comenzar, como cada encuentro, regalándonos un espacio de relajación. Recordar algunas claves en las que siempre insistimos, que nos ayudan a sacar el jugo a estos diez minutos:

- Encuentra un lugar donde sientas comodidad… puede ser en tu casa, en la escuela, en un espacio público, en la capilla del colegio… Hasta el asiento de un medio de transporte puede ser “tu lugar” en la medida que logres crear ciertas condiciones.

- Busca una postura corporal cómoda, libre de tensiones. Lo mejor es estar sentado, con la espalda derecha. Las piernas descruzadas, excepto que estés sentado en el suelo. Es ese caso, idealmente, hacerlo con un almohadón, de modo que las caderas queden un poco por encima de las rodillas. Una vez lograda esa posición cómoda, con la cabeza haciendo un cierto ángulo recto con la columna (pero sin tensionar) puedes llevar respiraciones más profundas a algún lugar del cuerpo que sientas particularmente tenso.

- Finalmente, hacemos un pequeño ejercicio de respiración, que nos ayuda a situarnos aquí y ahora. Como sabes, la respiración logra conectar el cuerpo- alma- espíritu que somos. La respiración consciente nos permite sentir y a la vez trascender lo que sentimos…. Nos abre a la experiencia más profunda de la meditación y la contemplación.

- El ejercicio que estamos entrenando en las últimas fichas es el siguiente: inspiro por la nariz en cuatro tiempos, llevando el aire a la zona abdominal…. Retengo el aire allí en seis tiempos…. Exhalo por la nariz en ocho tiempos… Completo cuatro rondas de ese ejercicio…

2. Una breve reflexiónLa última semana propusimos un ejercicio que pretendía ayudarnos a hacer un viaje intenso y profundo: partir de aquellas reacciones desproporcionadas, emociones intensas recurrentes, y, reconociendo las emociones que hay debajo, viajar hacia nuestro niño interior.

Efectivamente, nuestras heridas más primarias tienen su origen en sentimientos de dolor, abandono, angustia, enojo…de la niñez. Cargamos con ellos durante años. Se cristalizan en nuestra amígdala cerebral (como memoria molecular). Cuando viajamos hacia el niño interior y nos permitimos sentir, llorar, enojarnos…, estamos dando cabida, desde nuestra actualidad de adultos, a esas emociones reprimidas u olvidadas de la infancia.

Decíamos que ese ejercicio es muy sanador, porque justamente permite liberar esa memoria molecular.

Page 2: FICHA nº13 Nombrar es Sanarmaristas.mx/wp-content/uploads/Ficha-13.pdf · expresar lo que le sucedía; o tal vez tenía las palabras, pero no el coraje de expresarlas; o no encontró

Boletín Impulso Marista, Provincia Marista de México Central

De algún modo la química cerebral se renueva. Por eso es tan importante que, durante ese viaje, no dejemos de respirar conscientemente. Es como una gran limpieza, o una desinfección, donde el agua fresca y renovada (el oxígeno de la respiración) va removiendo y sacando aquello que producía suciedad, mal olor o daño. Decíamos también que para un creyente este ejercicio, realizado en clima de oración, invocando al Espíritu Santo, es también una oportunidad maravillosa de abrirse a vivir en carne propia aquellos hermosos milagros de sanación que Jesús practicaba de modo casi natural.

Podemos hacer este ejercicio cada vez que lo sintamos necesario. Cada vez que nuestro mundo emocional nos reclame una atención un poco más fina… También puede ocurrir que, al hacerlo, sintamos que no llegamos allí donde sentimos que debiéramos llegar. Que hay como una pared que nos impide estar totalmente en contacto con el niño/a interior. Esa será la señal de que, alguno de los viajes, necesitamos hacerlo en compañía de un terapeuta. Entonces, con toda tranquilidad, tendremos la oportunidad de buscar la ayuda adecuada.

Hay un paso importante para cerrar este ciclo: poner palabras a la experiencia. El niño herido, la niña herida, posiblemente, no tenía el vocabulario necesario para expresar lo que le sucedía; o tal vez tenía las palabras, pero no el coraje de expresarlas; o no encontró los oídos atentos y sensibles que hubiera necesitado. El adulto, hoy, puede nombrar, con bastante precisión, todo aquello que no fue dicho oportunamente. Y al nombrarlo, sencillamente, se apropia de eso, lo reconoce como parte de sí, deja de verlo como un enemigo al acecho y lo acoge en su historia personal.

Julián Zini dice en un hermoso poema: cada hombre es su palabra y no es él mismo hasta que no se pronuncia por entero. El nombrar lo que nos sucede nos asemeja cada vez más a quiénes somos.

Vivir humanamente es, de alguna manera, narrar y narrarse. Nuestra vida, nuestra historia.... son primordialmente el relato que hemos hecho de ellas. Sin esta capacidad de narrarnos, nuestra existencia sería una incesante catarata de vivencias y acontecimientos. Gracias al don (y la tarea) de narrarnos, nuestra existencia es una historia con continuidad.

Las experiencias de intenso dolor interrumpen el relato de nuestra propia vida, abren un vacío que se llena de fantasmas que nos visitarán cada vez que un nuevo acontecimiento, incluso muchos años después, le recuerde a nuestro corazón aquello que vivimos. Cuando no encontramos las palabras que nos expresen, la emoción es maltratada. Frente a ese mal nuestra naturaleza posee, justamente, el poder sanador de la narración. Cuando alguien logra contar un relato de su vida, no lo revive, lo reconstruye. De ese modo vuelve a unir los trozos sueltos de sus vivencias, y elabora la puesta en escena de lo que sucedió. Eso le permite volver a sentirse fuerte, dueño de sí y en paz consigo.

Se narra el pasado, para asumirlo. Se narra el presente, para apropiarse de él. Se narran los sueños, para despertar la esperanza del porvenir. Se narran los miedos para exorcizarlos... Al narrarse, la vida se aflora de un modo cada vez más real, y se habilita el desenmascaramiento de los estigmas y mandatos que suelen recortar partes de la experiencia para sustentar ciertos prejuicios. Se narra mediante palabras, pero también a través del dibujo, de la pintura, de la escultura, de la expresión corporal, de la música....

Uno de los mayores regalos que nos puede hacer la vida es contar con alguien que, con el corazón esponjado, escuche, acepte y contenga nuestros relatos. Ese es el lugar del amigo/a, de la pareja, de la Comunidad… El lugar también del mismo Dios, cuando le abrimos nuestro corazón en intimidad profunda.

3. Dejando ser al corazón. Ensaya poner palabras a tu experiencia de niño/a herido/a… Lo que viviste; vacíos; enojos; tristezas…. Inclusive las consecuencias que eso acarreó a tu vida. Decirlo en voz baja, o imaginaria. O si te sirve, por escrito. Y, si te animas, hacerlo en ambiente de oración, narrándote ante Jesús como quien abre su corazón ante un entrañable amigo.