fals borda conocimiento y poder popular

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    Siglo veintiuno editores, s.a.Cerro del agua 248 Mxico 20 DF

    Siglo veintiuno de Espaa editores, s.aC/ Plaza, 5 Madrid 33 Espaa

    Siglo veintiuno argentina editores, s.a

    Siglo veintiuno de Colombia, ltdaAv. 3 17-73 primer piso. Bogota D.E Colombia

    COLABORADORES EN EL TERRENO

    Orlando Fais Borda (coordinador)Bertha BarragnFlix CadenaJohn Jairo CrdenasJos Galeano

    Salvador Garca AnguloMalena de MontisVctor Negrete yAlvaro Velasco

    Edicin al cuidado de Santiago Pombo portada de Felipe Valencia

    Oficina internacional del trabajo 1985 primera edicin en espaol publicada por siglo XXI editores de ColombiaISBN 958-606-003-9

    Preparacin litogrfica:Servigraphic ltda., Bogot

    Impreso y hecho en Colombia por:Editorial presencia

    Las denominaciones empleadas, en concordancia con la prctica seguidaen las Naciones Unidas, y la forma en que aparecen presentados los datosen esta publicacin no implican juicio alguno por parte de la OficinaInternacional del Trabajo sobre la condicin jurdica de ninguno de lospases, zonas o territorios citados o de sus autoridades, ni respecto de ladelimitacin de sus fronteras. -La responsabilidad de las opinionesexpresadas en los artculos, estudios y Otras colaboraciones firmadosincumbe exclusivamente a sus autores, y su publicacin no significa quela OIT las sanciones.

    APOYOS INSTITUCIONALES -Servicio de Polticas de Empleo Rural, Departamento deEmpleo y Desarrollo, Oficina Internacional del Trabajo,Ginebra.Centro Latinoamericano de Apoyo al Saber y la EducacinPopular, Mxico.Viceministerio de Educacin de Adultos, Managua.Fundacin del Sin, Montera.Empresas de Cooperacin al Desarrollo, EMCODES, yFundacin para la Comunicacin Popular, Cali.Fundacin Punta de Lanza, Apartado Areo 52508, Bogot

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    PREFACIO

    El presente estudio sobre Conocimiento y poder popularsurge del programa de la Oficina Internacional del Trabajosobre organizaciones participativas de los pobres delcampo, PORP, cuyo propsito es contribuir al

    entendimiento de las clases campesinas e impulsar su participacin en los procesos de desarrollo medianteesfuerzos propios de organizacin. Dos de los componentes principales del programa se refieren las necesidades deinvestigacin y a la cooperacin tcnica con institucionesnacionales para estimular aquel tipo de iniciativas.El tema del presente estudio tiene pertinencia en conexincon dos instrumentos adoptados por la Conferencia Internacional del Trabajo: el Convenio sobre lasorganizaciones de trabajadores rurales, 1975 (num. 141) yla Recomendacin acerca del mismo tema, tambin de 1975

    (num. 149). Ambos subrayan que es urgente disponer deinformacin de primera mao en torno a los obstculos conque tropieza la creacin de organizaciones populares y las posibilidades de desarrollarlas. Esta vez los procesos seexaminan desde el ngulo de la metodologa hoydenominada investigacin-accin participativa, IAP, queabre perspectivas promisorias. Ya el Programa Mundial deEmpleo, PME, de la OIT, haba venido propiciando ensayosen este campo, especialmente en Asia, sobre lo cual hanaparecido varios libros y monografas. Ahora se publicaeste libro sobre Amrica Latina, en el que el mtodo de

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    La IAP adquiere una mayor madurez al desarrollar procedimientos sistemticos para trabajar con las basescampesinas respetando su autonoma y su capacidad creadora.Este escrito sntesis de experiencias efectuadas enColombia, Nicaragua y Mxico es una contribucin fundamental no slo para comprender sobre el terreno los procesos de base, sino tambin como gua parainvestigaciones participativas en diversos contextossociopolticos. Expone una alternativa a las prcticas formales de la investigacin acadmica y a, la participacin provocada desde arriba ~ que no siempre cristalizan encambios sustantivos de la sociedad. Los autores han puesto a prueba un instrumento metodolgico comparativo y ensayado

    una variada gama de tcnicas de difusin de conocimientosen el campo de la accin social y la prctica poltica,llenando as un vaco tanto en el mbito cientfico como enlas disciplinas prcticas del desarrollo.. Al poner de relieve la necesidad de organizaciones estables y fuertes de las clases trabajadoras del campo, este libro les propone en forma comprensible y amena, herramientasintelectuales para defender sus propios intereses. No se trata pues de un simple informe institucional, sino de una gua te-rico-prctica valiosa para trabajar con los principios participativos a varios niveles.

    DHARAM GHAI,Jefe del Servicio de Polticas de Empleo Rural,

    Departamento de Empleo y Desarrollo,Oficina Internacional del Trabajo

    PRESENTACIN

    El Simposio Mundial de Cartagena de 1977, plataforma delanzamiento de la metodologa de la investigacin-accin participativa, IAP, abri un intenso lustro de ensayos en elcampo de las polticas, as desarrollistas comorevolucionarias. Los resultados se han venido sometiendo a lacrtica internacional ya la consideracin prctica de grupos populares. Desde el Asia y frica hasta Amrica Latina, conalgunas expresiones en Europa, Estados Unidos y Canad, la IAP ha ido perfilando su presencia en el contexto cientfico y poltico, pues se reconoce dialcticamente en ambos campos. Al determinar sus componentes especficos, ha ensayado en la praxis concreta las tcnicas y pautas que la distinguen deaquellos otros quehaceres que buscan combinar elconocimiento con la eficacia en la transformacin social.,~ - Quienes hicimos tales ensayos hemos realizado un buen

    nmero de informes sobre trabajos en el terreno. Para elefecto organizamos reuniones regionales, nacionales einternacionales. Fueron publicados varios estudios tericos,as como los primeros intentos de sistematizacin, con uno queotro manual de procedimientos. (Vase la bibliografa incluidaen el presente libro) Muchos investigadores participativos fuimos convergiendoconceptual y tcnicamente, casi en forma inesperada pues provenamos de diversas culturas y sistemas polticos ytenamos presupuestos ideol-

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    gicos diferentes. Quiz lo que nos acerc fue la problemticacomn de nuestros pueblos dependientes, pobres y explotadosdel Tercer Mundo perifrico, de donde parti la idea, y cuyas preocupaciones nos han fundido en un solo haz. Por todo ellohoy puede sostenerse que la IAP ha adquirido ciertaconsistencia y que aspira a afianzarse corno aquellaalternativa abierta y creadora que vislumbramos como unreto en Cartagena. La IAP ha demostrado ser un proceso de creacin intelectual y prctica endgena de los pueblos del Tercer Mundo. En loque respecta a Amrica Latina no es posible explicar suaparicin ni captar su sentido por fuera del contexto deldesarrollo econmico, social y cientfico de la regin a partir del decenio de 1960. Sus ingredientes formativos provienendel impacto causado por las teoras de la dependencia(Cardoso, Furtado) y de la explotacin (Gonzlez Casanova);

    la contra teora de la subversin (Camilo Torres) y lateologa de la liberacin (Gutirrez); las tcnicas dialgicas(Freire) y la reinterpretacin de las tesis del compromiso yneutralidad de los cientficos, tomadas de Marx y Gramsci,entre otros. Ahora vernos a la IAP como una metodologa dentro de un proceso vivencial (un ciclo productivo satisfactorio de vida ytrabajo en las comunidades) en busca de poder y no tanslo de desarrollo para los pueblos de base, un procesoque incluye Simultneamente educacin de adultos,investigacin cientfica y accin poltica, en el cual se

    consideran el anlisis crtico, el diagnstico de situaciones yla prctica como fuentes de conocimiento. La IAP implicaadquirir experiencias e informacin para construir un poder especial el poder popular que pertenezca a las clases ygrupos

    Oprimidos y a sus organismos, con el fin de defender los justos intereses de stos y avanzar hacia metas compartidasde cambio social en un sistema poltico participativo. El poder popular se expresa mediante mecanismos de control, ya internos, ya externos a las organizaciones de base, quegarantizan los procesos de cambio y vigilan a los dirigentesen la forma que aqu llamamos de contrapeso poltico popular, o contrapoder, cuya expresin ms compleja son losmovimientos de base que se articulan en las regiones, paraempezar. El captulo 8 se dedica a elaborar conceptual ytericamente dichas nociones. Los estudios efectuados hasta ahora con la IAP se hanbasado casi exclusivamente en micro casos y regiones particulares. Ello ha sido necesario para entender conclaridad los mecanismos de tan complicado procesoinvestigativo. Los ensayos d sistematizacin reflejan la

    sumatoria resultante de los casos examinados, con el paradjico efecto (contraproducente a mi juicio) de dar lasensacin de que la IAP es ya un producto redondeado ydefinitivo. Claro que no es as, ni ha sido sta la meta quenos propusimos quienes impulsamos la idea. Al contrario,todava deseamos conservar en la IAP la frescura y amplitud espontneas de la propuesta original, junto con la necesarianitidez metodolgica. No obstante, entre las tareas pendientes de estos duros aosde lucha figuraba, la de entrar al campo comparativodirecto, esto es, al empleo de una misma gua conceptual y

    tcnica para trabajar con la IAP en contextos, pases yculturas diferentes. Semejante paso, que a primera vista parece contradecir los presupuestos autonomistas delmtodo, no poda darse sin haber afianzado antes lasentidades participativas locales, ni tampoco sin la existencia

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    De equipos nacionales de investigadores capaces de realizar las tareas con el cuidado y control indispensables, sin perder la filosofa, de la accin, ni el afn de bsqueda que nos haanimado a todos en este asunto. Las situaciones nacionales fueron madurando en todos losaspectos anteriores, a tal punto que el planteamientocomparado al fin acaba de cristalizar para Amrica Latina.Ello fue posible gracias al auspicio de la Oficina Internacional del Trabajo (Departamento de Empleo y Desarrollo, Servicio de Polticas de Empleo Rural) con lacolaboracin de Anisar Rahman, Dharam Ghai y J.P. Martin, y la contribucin de organismos privados y pblicos deColombia, Nicaragua y Mxico que acudieron a la cita conentusiasmo y dedicacin.- En Colombia se cont con la colaboracin de cuatroorganismos privados que desde hace tiempo vienenlaborando con los campesinos. Aparte de la Fundacin Puntade Lanza en Bogot, la Empresa de Cooperacin al

    Desarrollo, EMCODES, y la Fundacin para laComunicacin Popular, ambas de Cali, destacaron personal y recursos para el trabajo de campo en el sur del pas. Lacoordinacin local corri a cargo de lvaro Velasco,abogado, y del educador John Jairo Crdenas. Con ellos seescogi la poblacin de Puerto Tejada corno escenario de laexperiencia, visto el interesante historial de accin y estudioque sus entidades haban venido mostrando desde 1978. En el norte de Colombia, la Fundacin del Sin, Montera,organiz los trabajos correspondientes con sus directivos, los profesores, Vctor Negrete y Jos Galeano. All se determin

    apoyar con tcnicas participativas el trabajo emprendido detiempo atrs en el casero de El Cerrito, al borde de una

    Cinaga: y unos playones donde los campesinos mantienen

    con su lucha los derechos de ocupacin.En Mxico se recibi el apoyo del Centro de Es-tu dios y Apoyo a la Educacin y la Ciencia Popular, con los aportesde Flix Cadena Barqun, Bertha Barragn, Carlos Cadena y Roberto Cubas, educadores y cientficos sociales vinculadoscon la comunidad mixteca de San Agustn Atenango enOaxaca, escogida para adelantar la experiencia de la IAP. Adems, en Mxico se obtuvo la contribucin adicional deltrabajador social Salvador Garca Angulo, quien posea unaimportante experiencia con los campesinos otomes del Valledel Mezquital.En Nicaragua se procedi primero a realizar contactos conel Departamento de Planificacin Nacional, donde sedestac a la sociloga Malena de Montis para verificar lainvestigacin de campo en El Regado, escogida comocomunidad de vanguardia en la Regin No. 1 en Estel, cercade Honduras. El apoyo provino del Viceministerio deEducacin de Adultos y de la Unin Nacional de

    Agricultores y Ganaderos, UNAG.El presente libro es una sntesis metodolgica y conceptualde estos trabajos colectivos. Para que nuestro esfuerce fuerade verdad comparativa y para poder. llegar juntos a la meta,basamos nuestro quehacer en una gua tcnica o marcoconceptual preparado de antemano, como un reflejo de los problemas que, desbordaban lo regional y en los cuales nosidentificbamos en principio, aparte de las preocupacionescompartidas que distinguen a los investigadores participativos. La gua preliminar fue primero estudiada por todos, modificada en aspectos atinentes a las realidades

    locales y vuelta a discutir en varias reuniones durante elcurso del ejercicio, especialmente con el coordinador que firma, la

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    Presente introduccin. La gua permita flexibilidad deaplicacin sobre el terreno, como era de esperarse. La prueba de su eficacia vino con la prctica, y pudosobrevivirla. Las tareas de campo se realizaron entre 1982 y1984 en las cinco comunidades campesinas escogidas(mestizas, negras e indgenas), segn las condiciones y en loscontextos descritos ms adelante.El asunto que nos congreg e identific a todos fue el problema del poder popular, los mecanismos del contrapeso poltico y sus relaciones con la bsqueda y acumulacin d conocimientos para crear los cambios necesarios. Todosestuvimos de acuerdo en que el tema era importante yreflejaba a cabalidad preocupaciones y situaciones realesencontradas entre los campesinos e indgenas de los tres pases.

    La temtica nos indujo, pues, a la reflexin colectiva comomaneras de poner, a prueba tanto la metodologa de la IAPcomo nuestras convicciones en el campo d la accin social y poltica, en los niveles local y regional. En efecto, un estudioreflexivo en comn sobre la problemtica del poder popular yel conocimiento poda efectuarse de muchas maneras: desdeel olimpo sociolgico con sus hiptesis de trabajo, variables y matrices, hasta la antropologa formal. Sin duda se habran producido investigaciones d inters, algo voluminosas,llenas de cuadros estadsticos, buenas fotografas y dibujosdocumentales, escritas en estilo ponderoso y solemne. Esasabidura letrada se habra limitado a un pequeo crculo delectores, a una elite intelectual consagrada e industriosa.Pero al no ser devueltas a las comunidades, stas no sehabran enterado de tales monografas o no las habran

    entendido en caso de haberlas recibido.

    Nosotros, en cambio, nos propusimos ensayar, de maneracrtica y comparada, la idea de que se puede culminar untrabajo analtico y serio con base en conocimientos prcticossobre la realidad tanto de la gente del comn como de loscuadros activistas, que pudiera enriquecer no slo el fondogeneral de las ciencias sino el acervo popular mismo. Elobjetivo era tomar la sabidura de los grupos de base como punto de partida; sistematizarla y ampliarla con la accin, decomn acuerdo con agentes externos de cambios tales comonosotros, los redactores de este libro, y todo con miras areforzar el poder de los organismos formales e informales del pueblo trabajador. No nos propusimos hacer ciencia en s y porque s, ni un simpledesarrollismo (o desarrollo rural integrado), tareas que no nossatisfacan. Queramos construir herramientas intelectuales

    propias de las clases trabajadoras y humildes, que han llevadoinjustamente el peso del desarrollo, para enriquecimiento deotras clases, y formar organismos de base como cooperativas;sindicatos, centros artesanales y culturales, brigada deeducacin y de salud qu permitieran hacer frente asituaciones reales con movilizaciones, justificadas, creacin detrabajo y empleo, aumento del ingreso y mejoramiento del nivelde vida de las comunidades. As lo hemos realizado en el terreno durante estos aos, comose explica en los captulos que siguen. Result de este modo un proceso real de transformacin y progreso material eintelectual desde la base, congruente con nuestros propsitos personales e institucionales. Un proceso que sigue vivo hastahoy, a veces multiplicndose ms all de nuestras expectativas.

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    Si tales pudieran ser nuestros, objetivos intelectuales,sociales y econmicos, ellos quedan todava subordinados aotro propsito general de naturaleza prctica. Nuestrosreferentes eran y siguen siendo representantes autorizadosde intereses populares, con la potencialidad de convertirse(si es que no lo son ya) en dirigentes capaces y esclarecidos,como miembros de un nuevo tipo de vanguardia de serviciono sectaria, no verticalista, no mesinica ni impositiva dearriba abajo. Junto con ellos nos propusimos contribuir anuestro modo y dentro de nuestras capacidades a cambiar lasociedad injusta y violenta que hemos heredado, para queentre todos encaucemos mejor la transformacin necesaria aque nos vemos abocados. Nuestros afanes intelectuales y prcticos se fundan as en

    una sola vivencia, en la cual no se distinguan jefes nisubordinados. Con ella, con esa vivencia corno anclaespiritual, ensayamos las diversas tcnicas de creacin ycomunicacin de conocimientos con los respectivos ajustesen actitudes y valores que van descritos en el presenteinforme, sin olvidar los problemas organizativos y deinteraccin implcitos en las luchas populares ni lanecesidad de reforzar las organizaciones propias de lostrabajadores. Afincndonos en la tierra y en la gente del comn, losinvestigadores participativos procedimos a reunirnos variasveces en los tres pases para intercambiar informacin,compartir descubrimientos, conceptos y tcnicas, y aclarar posiciones. Estos encuentros, a veces ampliados con colegasde otros continentes, fueron reafirmando el procedimientocomparativo de nuestras tareas y nos llevaron a un fructuosoconsenso terico-practico, tambin ideolgico. Vimos que eltema escogido poda en

    Verdad tratarse con la IAP de manera sincrnica endiferentes contextos culturales y polticos. Las principalescategoras con que nos iniciamos, a raz de experiencias participativas anteriores, fueron quedando confirmadas;otras pasaron a segundo plano o fueron descartadas. Elconsenso resultante ha sido plasmado en el libro que ahorase publica. Importante fue reconocer los diferentes estadioseconmicos, sociales, culturales y polticos en que seencontraban nuestros tres pases al momento de realizar losestudios. En Colombia se haban hecho algunos intentos dela IAP entre campesinos y obreros durante la dcada de1970. Se insertaban esos trabajos en una poderosa ola deactivismo poltico impulsada por grandes organizacionescampesinas y sindicales. Los altibajos de dicho proceso

    afectaron el desarrollo de la IAP en la regin costeacolombiana. Pero con la destruccin parcial de lasiniciativas de los aos setenta fue resucitando lametodologa participativa en los mismos sitios, hastadesembocar en el actual proyecto de El Cerrito, queaparece aqu reseado. Es ste, pues una continuacin seriade la metodologa pionera que por entonces se puso enmarcha. No sorprende que de tal experiencia haya salido noslo un reforzamiento de las aspiraciones populares de laCosta, con movimientos polticos, culturales y cvicos, sinotambin la publicacin de una serie de interesantesinvestigaciones regionales de buen nivel cientfico. Algo parecido ha estado ocurriendo de maneraindependiente y por los mismos aos en el sur de Colombia;donde un inquieto grupo de intelectuales y cuadros polticosaprovech las coyunturas institucionales existentes y selanz a trabajar con las bases campesinas. Producto deellos ha sido un movimiento popular e investigativo que haincidido

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    Final, en consulta con los dems investigadores y con lasbases populares, para su revisin y autorizacin. Debido a que las cinco comunidades escogidas en los tres pases eran y siguen siendo nuestros grupos de referencia, el presente libro hubo de ser escrito de manera sencilla,siguiendo las tcnicas de difusin del conocimientoadoptadas por los investigadores participativos. Serecordar que hemos desarrollado cuatro niveles decomunicacin: el O, cuando la informacin es totalmentegrafa y se basa exclusivamente en imgenes y smbolos; el1, cuando la misma informacin aparece en forma mixta,escrita y visual, al estilo del folleto ilustrado; el 2, cuandoaqulla se prepara con miras a adiestrar dirigentes ocuadros de comunidades con alguna iniciacin; y el 3, que

    representa el mismo material llevado a un plano analtico,conceptual, y terico ms complejo, para cuadros avanzadose intelectuales. Pues bien, en el presente trabajo la introduccin y los primeros siete captulos, divididos en dos partes, seconcibieron y redactaron para el nivel 2; el captulo 8 y lasbibliografas (corno lecturas adicionales) pertenecen al nivel3. No escribimos los textos pensando necesariamente en laOficina Internacional, del Trabajo ni en sus funcionarios deGinebra, aunque esta entidad auspiciara los estudios ytrabajos de campo. Al contrario: por causa de aquella

    referencia primordial a los grupos de base, nos complaceinformar que este escrito ya se est empleando comomaterial formativo de cuadros en, nuestros pases. Esto,nada ms justificara plenamente el esfuerzo que desdeafuera hemos hecho quienes no somos campesinos de origen,con e1 fin de aportar algo til para las reivindicaciones yluchas populares.

    Como lo advertir el lector, el informe est distribuido endos partes, a cada una de, las cuales hemos llamadoleccin para enfatizar la naturaleza colectiva de labsqueda del conocimiento que hemos emprendido. La primera leccin destaca la necesidad de saber interactuar y organizarse para las labores del campo, teniendo encuenta no slo las experiencias de la investigacin participativa si no tambin la urgencia de concretar cambios significativos en las estructuras d la sociedad.Para ello encontrarnos fundamental insistir en elrompimiento de las relaciones de subordinacin (y de formas conexas de produccin del conocimiento) acostum-bradas en otros tipos de trabajo y formas de vida, comotambin inducir organismos estables con miras a la accin. La segunda leccin, saber reconocerse, destaca loscomponentes mismos del mtodo de la IAP y los medios de

    produccin y difusin del conocimiento adquirido. Aqu advertimos sobre la importancia capital del trabajocolectivo en el estudio, el rescate de la historia regional y elempleo respetuoso de elementos de la cultura popular. Ambas lecciones van precedidas de una descripcin de lascinco comunidades estudiadas, en forma de dilogo, paraambientar la lectura que sigue. Finalmente, luego delcaptulo conceptual-terico de nivel tres la bibliografaescogida, hemos colocado resmenes de las experiencias decada pas, con lo cual se cierra el libro. A raz del estudio, hubo repercusiones positivas eh l6~

    niveles de vida y cultura de la poblacin rural y en lacreacin de nuevas fuentes de empleo e ingresos. Ello podrconstatarse en los sitios concretos as como en lasdescripciones detalladas de los informes parciales. Tambinse han visto otras

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    Consecuencias, prcticas e inmediatas, especialmente enColombia, tales como el refuerzo de redes locales demovimientos polticos, Cvicos y culturales independientes.Surgi una articulacin de trabajos dispersos dentro de unnuevo contexto de estudio y accin enfocado hacia el poder popular, o contra-poder, contexto que ha llegado a ser nacional. Las regiones se hacen representar en dicha red nacional procediendo de las bases hacia arriba y de la periferia al centro, lo cual puede llevar a que las comuni-dades retomen el poder que les pertenececonstitucionalmente (como mandantes primarios), parallegar a formas ms participativas de democracia.El sistema o red nacional del poder popular, con susmecanismos de contrapeso poltico (grupos, sindicatos,

    cooperativas, comits de accin, juntas comunales, etc.) seest extendiendo por el mundo. Se ha descubierto que la IAP funciona hasta en pases gobernados por dictaduras,mediante procedimientos imaginativos y prudentes. Y se hanhecho interesantes ensayos participativos no slo en muchos pases del Tercer Mundo sino tambin en Suecia, Austria,cualquiera, como los estudiados en- este trabajo, puedantener apoyos mltiples a nivel regional nacional einternacional. Mucho se ha avanzado, pues, desde el primer Simposio Mundial de Cartagena.

    ORLANDO FALS BORDAFundacin Punta de Lanza

    Bogot, Colombia

    Pases Bajos, Italia, Canad, Blgica y Estados Unidos.,Varios organismos, de coordinacin e intercambio se, hanestablecido en ciudades como Santiago de Chile, Toronto, Roma, Helsinki, Uppsala, Colombo, Nueva Delhi, Ginebra,

    Mxico y Bogot. El proceso general de la IAP estdesembocando as en redes de organismos internacionalesconvergentes de apoyo al poder popular local. Ello esnecesario, si se recuerda que los, problemas de las capas po- pulares muchas veces desbordan las fronteras de lasnaciones. Ha llegado el momento en el cual los mecanismos delcontrapeso poltico provenientes de la IAP en un sitio

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    ENTRADA DE LAS VOCES(Nivel dos)

    1 LOS POBRES DEL CAMPO SE MOVILIZAN

    Abuelo, qu es poder?Poder es ser capaz de actuar bien en la vida con lo que unosabe y lo que tiene a mano. Las palabras suben y desciendencomo una avalancha por el cerro del Acostado, golpean por igual los nopales del valle del Mezquital, las jitomateras deSan Agustn Atenango, los maizales espigados de El Regado y los cacaotales marchitos de Puerto Tejada, para rebotar con un chasquido en las aguas de la cinaga de El Cerrito. Igual que si las hubiera dicho Quetzalcatl, Bochica o algunadeidad chorotega. Ahora la respuesta vena de un anciano decejas arqueadas y viva mirada que ocupaba el taburetecentral en la cocina de una choza de palmas, donde secelebraba el triunfo del da: la toma de 30 plazas (manzanas o fanegadas) arrebatadas con la ley en la mano al ingeniocaero de La Cabaa cerca de Puerto Tejada, del Cauca,Colombia, que hasta entonces, junto con otros ingenios, habaahogado con su cerco verde a millares de familias negras ymulatas del pueblo. o Didacio recuenta como en las semanas anteriores a latoma habl en la asamblea comunal que ciertos dirigentes y jvenes, preocupados por la crisis 1ocal de la vivienda,haban promovido para recontar la vida que llevaban antes dela invasin de

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    La caa de ese diablo malvado sin corazn, cuandola gente viva del cultivo del cacao, era propietaria de suslotes, no se enfermaba tanto, se alimentaba bien yorganizaba grandes fiestas o bundes en el pueblo.Su nieto haba formado parte de un grupo de observadoresnombrados por la asamblea, y haba sido uno de losencuestadores de casas y familias, aunque casi no saba leer ni escribir. Con su inspeccin haba enriquecido elacervo popular sobre la situacin de la vivienda y lahistoria del pueblo, que finalmente suministr la capacidad tica y legal para proceder colectivamente contra losingenios de azcar Ya tenemos la fuerza y la razn, ahoranecesitamos la accin haba concluido o Didacio. Y todosen el foro (especialmente las mujeres, aunque

    permanecieron calladas durante las reuniones) concordaroncon l en que haba llegado el momento de invadir, despusde acumular datos, hechos, leyes, informaciones,tabulaciones y grabaciones para hacerlo bien y coneficacia. Haban adquirido un poder que nadie sera capazde arrebatarles aunque les costara algunos muertos: el poder del conocimiento vlido, apoyado en la razn, lamoral y la justicia, que se plasm a poco en un movimientocvico-poltico regional contra las grandes plantaciones decaa que se haban apropiado de la tierra y estabanoprimiendo a la poblacin. Y todos lo haban hecho en sus

    propias condiciones y con sus propios recursos humanos,sin apelar tcnicas complicadas de investigacin.Jepa, o Didacio!, replica don Silvestre en su casa de ElCerrito, departamento de Crdoba, Colombia. Aqu en ElCerrito no faltaba tanto la vivienda como la tierra, parasembrar comida, pues nuestras familias tienen muchasbocas, Figrese

    Que slo una de nuestras mujeres, la china Muoz, tuvotreinta hijos Hacemos la siembra de yuca, ame; patilla yotros productos en los playones frescos que quedan cuandoel agua de la cinaga (laguna baja estacional) se retira. Laley protege nuestros derechos comunales sobre esas tierrasdesecadas; pero los ricos dueos de haciendas vecinas, conel apoyo de autoridades malas, han venido extendiendo suscercas de alambre de pilas para robrnoslas.Y no han sido capaces de hacer respetar esos derechosantiguos?.Pues hemos sido inconstantes, aunque este ao ya nosorganizamos mejor. Revivimos una historia del pueblo quenos llen de razones para defendernos y actuar. Yo mismocont cmo fue e1origen de El Cerrito y cmo usamos antesla cinaga para fundar un pueblito prspero, alegre, degente sana y muy unida, hasta cuando llegaron los tragonescapitalistas. Otros vecinos ensearon las formas de defensa

    de la tierra aprendidas en la organizacin campesinadepartamental, mientras los jvenes cerriteros hacanteatros y canciones sobre nuestra situacin. As animados,en la noche del 4 de marzo de 1982 nos reunimos ydecidimos entrar en los playones con nuestros machetes ysemillas. Hubo arremetida de la polica, presos y bala. Pero ya nos ve, aqu estamos todava y seguimos firmes; porque,como en Puerto Tejada, tambin nos asisten la razn y la justicia.Veo que ustedes, los campesinos colombianos, perdieron el poder de las costumbres viejas del pueblo, y han tenido que

    reconstruirlas trabajosamente para defender sus interesesmedita bajo un sombrero aln don Vicente, el anciano TataYiva o,seor de los poderes de los indios mixtecos de San Agustin Atenango, Estado de Oaxaca, Mxico

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    Aqu las mujeres hicieron rajarse (correr) a un presidentemunicipal porque no dej que el mayordomo echara plvora y cmaras en la fiesta del pueblo, como se haba hechosiempre. Ahora nos preocupa defendernos de los

    compradores abusivos del jitomate. Por eso impulsamos unacooperativa de produccin, estamos estudiando formassencillas de llevar cuentas y elaborando un manual decontabilidad, en mixteco, teniendo en cuenta nuestra propiarealidad.Eso es todo?, levantan la cabeza, medio incrdulos, o Didacio y don Silvestre.Pues no. Estamos descubriendo tambin que, as pobres yanalfabetos como somos, podemos defendernos de muchos peligros con tradicin que pasamos de boca en boca y de

    familia en familia. No tenamos conciencia de esta fuerza propia hasta cuando hace poco hicimos recuerdo de la vidadel pueblo cuando la gente no dependa de nadie de afuera. Ahora, por ese conocimiento que no se olvid y que hemosaprendido a retomar, estamos reviviendo la alfarera, lacostura y la comida de nuestros abuelos, lo que ns sirvecontra la mala situacin econmica. Y estamosconstruyendo un centro de capacitacin cultural para la juventud, porque la historia no termina y nos sirve. As va-mos otra vez adquiriendo el dominio sobre nuestras vidas

    que habamos perdido en parte. Hasta los ladinos deOaxapan nos respetan ahora, pues ven que progresamoscon dignidad, qu es mucho! . Lo mismo asegura doa Jovita, campesina de Cuesta Blanca, una de las 54 comunidades del valle del Mezquital,Estado de Hidalgo, Mxico, cuando describe en otom, al pie de un bello nogal cimarrn, las reuniones de curanderosde plantas y mdicos que se realizan cada dos meses en loscrculos

    De estudio del centro comunal. Tambin ellos buscan laindependencia por el conocimiento tradicional que ponen alservicio del cambio y de su propio progreso. Sus esfuerzosse suman a los de educadores populares, invasores deterrenos, ejidatarios unidos y estudiantes que llevaninformacin para inducir transformaciones mayores en lasociedad mexicana. Entre todos nos educamos y produci-mos conocimiento tal como las abejas se juntan para hacer

    miel. Podemos hasta llegar a formar un movimiento popular y poltico de grande participacin, termina diciendo doa Jovita mientras espanta unas cabras que amenazaban conacercarse demasiado a los deliciosos chilacayotes queestaba cocinando.El aroma de itacates y tunas abiertas vuela al sur y se posaal pie de una de las grandes rocas camino al casero de El Regado cerca de Estel, Nicaragua, y de la frontera con Honduras. Muy sabrosa la comida, pero as como van en Mxico y Colombia, nunca harn una revolucin!, objeta

    la Teresa mientras prende un candil en el corredor de sucasa. All acomodar en largas bancas a los compaeroscampesinos de unos de los 17 CEPS (Colectivos deEducacin Popular) de la regin, hombres y mujeres queempiezan a llegar al atardecer para la clase de costumbre.Nuestra revolucin andinista, en cambio, busca crear yconsolidar el poder popular ahora mismo, que es la fuerza yel conocimiento de todos nosotros trabajando y aprendiendo juntos para tener una patria mejor.Cmo es eso? Y las vanguardias?, replican

    preocupados mexicanos y colombianos.Aqu no es como en otras partes, dice Teresa. La prctica va aclarando que la vanguardia es la del: puebloorganizado que se reconoce en sus capa-

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    cidades, va moldeando la nueva realidad y persiste en laaccin hasta la victoria. Precisamente aqu, en El Regado,investigamos nuestra historia y aprendimos a hacer uncenso nosotros mismos, en lo que nos adelantamos atcnicos de Estel y Managua. Estamos comprendiendocmo relacionarnos con los funcionarios del gobierno, puesbuscamos con nuestra experiencia coordinar los esfuerzosde todos para construir una sociedad justa. Luchamoscontra el latifundio; y despus del Triunfo hemos fundadodos CAS (Cooperativas Agrcolas Sandinistas) en tierrasque quitarnos a los viejos hacendados de aqu. Y tambinseguirnos peleando contra los somocistas. Miren, all vuelven de la frontera nuestros jvenes milicianos Con otravictoria! Todo eso es poder popular.Y el poder para qu?.Se dice que sta fue una pregunta que se formul un poltico y filsofo colombiano cuando tuvo en sus manos la suertedel pas el 9 de abril de 1948, al desgajarse el violentobogotazo que destruy parcialmente la capital cuando el jefe poltico Jorge Elicer Gaitn fue, asesinado. Al cabo decasi cuarenta aos de aquel desastre la respuesta parecems clara, si no para l, por lo menos para las grandesmasas que sufrieron en carne viva las consecuencias de larevuelta.Un coro al unsono retumba entonces desde las veredas ycomarcas de los tres pases, porque en ellos los campesinoshan vivido un destino comn que ya entienden mejor: el dela explotacin a que han sido sometidos por, siglos enteros. Dicen las voces: El poder es para combatir la pobreza y para hacer que reine la justicia. Ya todos nos hicimos las

    mismas preguntas: Por qu hay pobreza aqu en esta tierratan rica? Por qu somos tan pobres?

    Al contestarlas con las herramientas de nuestro saber resucitado y del de compaeros colaboradores de fuera, ycon las armas en la mano hemos comprendido mejor la durarealidad en que vivimos y lo que somos capaces de hacer.Ya lo haba dicho: saber es poder, responde otra voz. Aentender as la pobreza y sus causas, hemos empezado alevantar la cabeza que antes habamos enterrado en lossurcos. Estamos adquiriendo un nuevo orgullo de ser gente.Por eso queremos terminar con la pobreza y con laexplotacin en todas sus formas. Para eso sirve nuestro poder, el poder del pueblo. No somos ya los ignorantesdespreciables, como nos dibujan los blancos ricos, losaristcratas, los mandones. Ni tan sonsos o dundos ni tanapagados como muchos doctores decan que aramos. Atodos ellos y a todo el mundo les hemos dado de lo nuestro, poco hemos recibido de vuelta. Ha llegado el tiempo: de queasumamos el poder que nos pertenece y que proviene denuestra voluntad para alcanzar la prosperidad y la felicidad que nos corresponden. Queremos dejar de ser ciudadanosde segunda clase; vivir, en fin, como humanos a plenitud.Y como hicieron para ascender a esa forma de conciencia y de accin?, pregunta alguienEl cmo de estos logros es asunto propio del trabajo querealizarnos entre todos para comprender nuestra realidad y poder transformarla, responde la voz. Esta labor la hemoshecho desde hace un buen tiempo. Vamos a explicar en dosgrandes lecciones cmo llegamos a la situacin de alerta es- piritual y de actividad econmica y poltica en que estamos.

    Porque queremos compartir estos logros Con todos loshermanos de Amrica y del mundo, .hacerles or nuestrasvoces y opiniones que antes

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    Quedaban reducidas al silencio de nuestras veredas oescondidas en reseas tcnicas escritas por visitantes quenunca nos conocieron bien.Es lo que sigue en las pginas de este libro, que noincluyen obviamente otras formas del conocimiento queelaboramos para nosotros mismos, tales como folletos, pelculas, fotos, sonoramas, grabaciones, canciones de protesta, teatro, festivales, programas de radio y cuentos;todo lo cual lo desarrollamos en nuestras cooperativas ysindicatos, en crculos de amigos, talleres, centrosartesanales y culturales, brigadas de salud y educacin,cabildos, foros y encuentros de estudio y accin colectivos.Son elementos que quedan entre nosotros como legtimos propietarios de ese saber: quedan en las mismas

    comunidades, las que suministramos la informacin y dondeempleamos la Investigacin-AccinParticipativa, mtodo de trabajo y estudio por el que hoyaceptamos dar a la luz pblica el presente escrito..

    PRIMERA LECCIN (Nivel dos)

    1. La tensin entre bases y activistas.2. Rompiendo la relacin de sumisin.

    3. Para persistir: Articulacin sin plazos

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    1. LA TENSIN ENTRE BASES Y ACTIVISTAS

    Cuando se inund aquella vez, una de muchas, el barrioCarlos Alberto Guzmn de Puerto. Tejada, milquinientas familias resultaron afectadas. Eligieron Uncomit pro-damnificados, pero las familias no pudierondefender sus intereses y resultaron manipuladas por loscaciques polticos de siempre, que tan slo se preocupabande usurpar los dineros y, auxilios provenientes de afuera yasegurar votos en las elecciones. La gente sigui all viviendo mal, sin conseguir los drenajes ni el puente que

    necesitaban para resolver en parte su problema. Apenasunas cuantas familias recibieron raciones enviadas por elgobierno. Y para colmo, a Andrs, el dirigente principal delbarrio, lo amenazaron los policas si continuaba trabajandoen el comit.Por qu, tantos desastres? Porque la gente del barrio, nosupo organizarse para contrarrestar, con su propio poder los abusos y faltas de respeto de los caciques y de susagentes armados. No ejerci el contrapeso poltico. Pero lacomunidad del puerto aprendi la leccin: deba descubrir como movilizarse mejor si quera progresar y asegurar untrato justo por parte de terceros, especialmente de losagentes del Estado, y cmo interactuar con stos. Dichaactitud los llev a entrar en contacto con personas de otrasregiones y clases sociales, que pudieran compenetrarse conla situacin del campo y

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    Con el tema de estudio propuesto por las bases. Ocurri que Andrs y otros compaeros haban conocido a un grupo de profesionales de la Fundacin EMCODES casi todos declase inedia en la cercana ciudad de Cali, que seencontraban estudiando asuntos campesinos y apoyaban alos sectores populares. Andrs les explic el problema propuesto por la comunidad: Nos preguntamos un da qu han hecho los llamados jefes polticos de la zona paraevitar las atrocidades contra los pobres del norte delCauca, y vimos que ellos cabalgaban sobre nuestrasnecesidades. Nos dijeron que nos haran la reforma agraria, y ah est la caa de los ingenios invadindonos; nos dijeronque mejoraran nuestras condiciones de vida y ah seguimoscon bajos salarios, sin trabajo, sin educacin, enfermos, malalimentados, endeudados y todos los das ms pobres. Los profesionales caleos, aunque tcnicamente muyidneos, no estaban totalmente preparados para colaborar con Andrs y su gente; pero, a pesar de su origen de clase,empezaban a sensibilizarse sobre la necesidad de encontrar mtodos ms eficaces de trabajar con las bases del pueblo. Las frmulas tradicionales que ellos conocan seencaminaban a promover el desarrollo social desde loscentros de poder, donde campean los profesionales, losacadmicos y los tcnicos; o proponan adelantar el proceso de cambio desde arriba donde se aposenta unavanguardia radical que imparte la teora y los conceptosrevolucionarios que deberan guiar la accin colectiva. Nilas unas ni las otras haban satisfecho el afn honesto queinspiraba a aquellos jvenes serios, entusiastas e idealistas,

    algunos de los cuales haban pasado por las experiencias prcticas de los pies descalzos.

    La iniciativa de los vecinos de Puerto Tejada cre lanecesaria situacin de confianza mutua y movi a los profesionales caleos a comprometerse ms a fondo con larealidad de la poblacin. La eficacia que todos queran tanto los pobladores como los profesionales dependa deque el conocimiento adquirido en el proceso calara hondo,hasta el alma del pueblo, para que ste articulara sus luchasal entender mejor sus vivencias. Implicaba desarrollar una praxis especial para combinar la teora con la prctica yestablecer una interaccin fructuosa en la cual la prctica fuera elemento determinante. Las herramientas analticas aprendidas en las universidadesresultaban demasiado costosas, petulantes einnecesariamente complejas para el contexto local. Adems,no permitan profundizar en el sentido vivencial propio deaquella praxis. Por el contrario, tendan a distorsionar larealidad o a verla como a travs de una bruma con tintes deculturas de otros continentes. Por ejemplo, lo que losactivistas identificaban como capitalismo agro-industrialen los ingenios de caa del rea no se entenda as en elentorno de la regin. Aquel concepto remita al procesohistrico del capitalismo europeo. En Puerto Tejada, encambio, se observaban pautas de explotacin extrema ydirecta de la fuerza de trabajo, resumidos en la imagen popular del: cerco verde. El proletariado clsico tanbuscado por grupos revolucionarios tampoco era detransparente evidencia en la zona, dnde se encontraban

    mltiples formas de trabajo formal e informal quedesbordaban el concepto aprendido en los libros.Pese a las discrepancias existentes entre las gentes del pueblo y los intelectuales en lo que atae a la visin delmundo, result obvio para todos, des-

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    De un comienzo, tanto que el saber no transforma por s mismo la realidad cuanto que la accin no estudiada oreflexionada se vuelve ciega y futilmente espontnea. Era preciso ir ms all y combinar no slo la teora con la prctica sino tambin la sabidura emanada de varias fuentes. La tarea del cambio social no poda acometerse acabalidad sin una alianza ideolgica de compromiso mutuo

    entre los pobladores locales y los intelectuales de afuera para llegar a unas metas compartidas. La coexistencia en la praxis de tcnicas, conocimientos yorgenes sociales distintos, cuando existe de por medio uncompromiso ideolgico real con el cambio, generunatensin dialctica entre ambos polos que oblig amodificar las respectivas situaciones de donde provenan losactores. De una parte, los profesionales buscaron superar laactitud de clase, el viejo vanguardismo, la academia y laracionalidad cartesiana de la costosa y complicada cienciamoderna, para convertirse en intelectuales orgnicos de lasclases trabajadoras. De la otra, la gente procur descartar el complejo popular de inferioridad, aportar su experiencia y saber tradicionales en pos de su propia racionalidad prctica, y desarrollar una nueva concepcin social no tanalienada del mundo.Se establecieron as los fundamentos de un encuentro promisorio, con dos objetivos importantes: 1) sembrar unaconciencia crtica y reflexiva en el pueblo que iluminara larealidad y superara la anterior alineacin de su conciencia,condicionada por la explotacin tradicional; y 2) forjar un

    pensamiento que unificara a las masas populares y a losactivistas o cuadros, convertidos en intelectuales orgnicoscomo tipo de vanguardia de servicio con el propsito deorganizar la accin ante enemigo

    Comunes de dentro y fuera de las comunidades de base. Setrataba de fundamentos para construir y ejercer a fondo el poder popular y el contrapeso poltico propio de las masasdel campo y la ciudad. A ese mismo punto de tensindialctica, confianza mutua y conciencia crtica en la praxisestaban convergiendo ya, oiran a converger pronto, loscompaeros de El Cerrito, el Mezquital, San Agustn

    Atenango y El Regado, en el norte de Colombia, Mxico y Nicaragua. Cada cual con su cultura, su idioma y su visinespecial del mundo, pero con problemas especficos querequeran tambin una alianza de fuerzas y clases socialescomprometidas con las mismas metas de cambio, como ocu-rra en Puerto Tejada. Las 1 20 familias de El Cerrito no haban podido defender,desde 1 969, el derecho legal al uso de mil hectreas que el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA,haba desecado y declarado baldas tres aos antes. Esarica tierra iba quedando irregularmente en poder degrandes propietarios vecinos, sin que valieran para nada lasquejas individuales ante las autoridades. Clovis, untrabajador de Montera (capital del departamento deCrdoba, a 15 kilmetros de distancia), quien haba sidodirigente del movimiento agrario regional (Asociacin Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC), intent sin,mucha suerte entrar a la cinaga con el fin de sembrar comida para su familia en un pequeo lote. Con los relatosdel compaero Clovis sobre su experiencia en la ANUC, losvecinos de El Cerrito se decidieron a organizarse. Al igual

    que en Puerto Tejada, los campesinos adelantaron sus propios sondeos sobre la situacin, inicialmente en mediode la clandestinidad para garantizar la observacin en lashaciendas vecinas a travs de compaeros trabaja-

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    dores, y establecieron un comit de defensa encabezado por don Medardo, persona respetada del pueblo, devoto deSanta Luca, de 50 aos de edad y analfabeto. El comit dispuso luego invitar. A los intelectuales de la Fundacin delSino, en Montera, que haban ayudado antes a la ANUC regional en el combate contra el latifundio. Entre todos, losunos aportando su iniciativa y datos empricos, los otros suentrenamiento previo, estudiaron ahora con mayor decisin

    y confianza la situacin econmica, social y legal de la zona y se prepararon para actuar en defensa de los amenazadosderechos de los campesinos.En el Mezquita!, Mxico, la iniciativa para la accineducativa bsica no haba provenido al comienzo de loscampesinos pobres, sino de funcionarios que, no obstante,cometieron el error de saturar el valle con entrevistadores yencuestas casi intiles, provocando una reaccin negativaentre las gentes. Pero el contacto permanente con el rea,desde 1975, los fue llevando a corregir los procedimientoselitistas as como la estrategia desarrollista con la cualempezaron. Los funcionarios del Centro de Educacin de Adultos, CEDA, advirtieron que a los campesinos no lesinteresaba tanto un certificado de escuela primaria cuantoobtener conocimientos para mejorar sus condiciones de vida y defender el mercadeo de sus productos. El intercambiorespetuoso de puntos de vista permiti no slo que despusde un tiempo, los campesinos participaran con mayor entusiasmo en las actividades educativas, sino que los promotores se vincularan a las actividades que dirigan loslabriegos. Una herramienta nueva para la accin pedaggica y poltica de las masas se haba descubierto enel Mezquital, gracias a la tensin dialctica: fue lo que lostcnicos llamaron despus

    El autodidactismo solidario o la enseanza por s mismos, que siguieron empleando en diversos campos.

    Los atenanguenses, por su parte, haban logrado sobrevivir gracias a su tradicin oral, al vigor de las institucionesantiguas y a la lengua mixteca; pero constantemente eranvctimas de ladinos y blancos de otros pueblos que los veancomo gentes que no son de razn. El agua de riego no les

    llegaba a tiempo; les robaban el abono de los murcilagosrecogido en las cuevas cercanas; las autoridades no hacancaso de sus quejas verbales. Pero algunos de ellos eran parientes de licenciados en ciencias sociales y econmicasorientados hacia la IAP, que trabajaban en la capital. Seabri eficazmente en esta forma la posibilidad de uncontacto que permiti plantear a la comunidad atenanguense la importancia de la investigacin participativa. Los repetidos viajes de los licenciados a San Agustn Atenango fueron creando una dimensin especial deconfianza frente a los activistas, as como en las relacionesdel pueblo con sus vecinos y en la manera como los propioshabitantes se miraban a s mismos. Atenango ya no fue elmismo de antes. Tampoco los licenciados pertenecan ahoraa la categora acadmica clsica. Eran ms orgnicos conel pueblo.El Regado era conocido en los medios gubernamentales de Managua como una comunidad de vanguardia: cerca deella se haban librado combates por la revolucin andinista,con el combatiente Miguel Angel Corts a la cabeza, y all se haban instalado, desde 1979, representantes de losorganismos de masas de la Revolucin. El proceso de cam-bio avanzaba. Pero no a la, velocidad esperada ni con laconviccin necesaria.

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    La oportunidad de alimentar el proceso de construccin dela nueva sociedad con comunidades militantes como El Regado surgi al ser considerada la IAP en los mediosgubernamentales como una herramienta eficaz para lainvestigacin y la accin en el contexto revolucionario. Las preguntas que se hacan all eran: Cmo desarrollar revolucionariamente un movimiento campesino y

    cooperativo que sea al mismo tiempo soporte y motor de lastransformaciones, sociales? Cmo poner en marcha un proyecto de transformacin que movilice, que una el pasado,el presente y el futuro, que muestre el camino hacia dndeir? Quines elaboraran el proyecto? Y se contestaron:con miras a concretarlo, hay que conocer e investigar primero la estructura cultural y educativa del pueblo paracentuplicar su fuerza con las armas del propio conocimiento y con otras nuevas, convergentes y necesarias, buscandoconstruir una conciencia crtica en las bases.En El Regado se daban buenos elementos para ese ensayo. Adems, estaba cercano a la amenazada frontera con Honduras. Por eso se escogi. Una vez cimentada laconfianza de las gentes del vecindario mediante repetidasvisitas de preparacin y explicacin del trabajo, el resultado fue un mutuo enriquecimiento de los funcionarios y loscampesinos locales, especialmente los de la Comisin deCoordinacin integrada all, por eleccin democrtica. Lasexperiencias se atinaron para descubrir cmo los Colectivosde Educacin Popular, CEP, adems de seguir en su labor didctica, pudieran impulsar la vital produccinagropecuaria regional. De esa suma de conocimientos salila idea de incorporar la vida practica en el proceso deaprendizaje continuo, y tambin la de aplicar formas participativas

    Entre los maestros y alumnos de los CEPs, conceptos queiran a extenderse a otras partes del pas y, de retorno, a losmandos superiores del gobierno central.

    La articulacin de las instituciones del Estado con lacomunidad organizada de El Regado enfrent momentos detensin, como era previsible, al ejercer, funciones decontrapeso popular hacia fuera de la comunidad,especialmente cuando el contacto entre los delegadosmunicipales y departamentales del gobierno y los miembrosde la Comisin de Coordinacin local cre una naturaloleada de esperanzas. En la medida en que los vecinos ibanadquiriendo conciencia crtica y conocimiento sistematizadosobre su propia realidad, fueron respondiendo con prontitud a las solicitudes de los funcionarios. En sentido inverso, sinembargo, los delegados no correspondan a las demandasde las masas con la misma eficacia. Esto trajo comoconsecuencia una interpretacin nerviosa de lasexpectativas creadas por el proceso de formacin decontrapesos populares externos. Pese a ello, los vecinoscomentaron que sabemos que el pas est en una situacinPobre y no podernos resolver todo, al mismo tiempo; lo quequeremos es conversar sobre lo que es posible hacer juntos,con nuestro apoyo. De esta suerte se lleg al umbral deuna fructuosa articulacin pueblo-Estado; tras un procesode aprendizaje y esfuerzo recprocos. De all surgi un interesante esquema de coordinacin einteraccin de los dos niveles (comunidad y Estado) que semuestra as:

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    CDS = Comits de Defensa

    UNAG = Unin Nacional de Agricultores yGanaderos

    AMNLAE = Asociacin de Mujeres Nicaragenses Luisa A. Espinosa

    VIMEDA = Viceministerio deEducacin de Adultos

    MICOIN = Ministerio de Comercio Interior

    MIDINDRA = Ministerio de Desarrollo Agropecuario e Instituto De Reforma Agraria

    Las dos comisiones han logrado corregir en la prctica laidea de dependencia tan extendida de que todo debe provenir del Estado; y la de verticalidad centralista queimpide tomar mejor en cuenta

    La realidad comunal para impulsar el progreso de unaregin. Este dialogar e interactuar de niveles y poderes facilita en Nicaragua la combinacin de las miles de propuestas creativas surgidas de las bases con lasiniciativas del Estado; es decir, permite articular las perspectivas de la micro y la macro planificacin; el

    conocimiento que atesoran las bases sobre su peculiar realidad con una visin amplia de los peso deretroalimentacin aclaracin permanentes, vistas lasconfusiones y desconocimientos que se van presentando por ambas partes.En esta forma mltiple y variada se expresa laarticulacin e interaccin entre promotores, activistasexternos y pueblos de base en la praxis del poder popular, lo cual produce una inevitable tensin dialcticaen los trabajos de la IAP. Cuan creadora sea depende por supuesto de otros factores, que estudiaremos en prximos captulos.

    2. ROMPIENDO LA RELACIN DE SUMISIN

    La unificacin del pensamiento entre bases y profe-sionales con miras a crear confianza mutua y alcanzar enla praxis metas comunes de transformacin social y poder popular, no es tarea fcil. El peso mayor de laresponsabilidad, segn los casos observados, recaemenos en los elementos internos de la comunidad y msen los promotores, activistas, brigadistas, animadores,cuadros y, en fin, agentes externos, cuyascalificaciones generales ideolgicas y tcnicas semencionaron atrs. Tanto las comunidades involucradascomo los 2 observadores independientes esperan de losactivistas, adems, un esfuerzo especial de superacin,modestia, comprensin,

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    Proyeccin, empata y. capacidad autocrtica que del trabajode campo. Como lo dicen en Mxico, que necesitan nacer con sangre y saber hacer sus tareas, porque. no todos losque chiflan son arrieros. Esto parece indicar, en efecto, queen la IAP es necesaria la presencia de agentes o animadoresexternos con capacidad de vivencia y con las calidades

    crticas y orientaciones expresadas aqu, especialmente en lainiciacin de los procesos, cuando deben compartir con lasbases las primeras decisiones respecto a las investigaciones por realizar y su desarrollo. (Con intelectuales orgnicos delas propias bases las tareas y problemas son similares,aunque se den a un nivel distinto, igualmente comprensivo ydinmico). La visin poltica de los animadores externos (y desus contrapartes de las bases), as como su destreza en 1asrelaciones humanas son vitales para el xito. Pero este xitodepende en buena parte del rompimiento de las relaciones desumisin o dependencia entre los cuadros y las bases.

    En los casos de descomposicin o decadencia en los trabajos,las fallas personales de los agentes de cambio externos einternos, al no aplicar aquellas reglas: de conducta, fueroncausa suficiente de las crisis resultantes: podan convertirseen hombres-pivotes orientados por intereses ajenos a lascomunidades: obsequiosos. Ante las presiones ejercidasdesde fuera por instituciones u organismos explotadores Enconsecuencia, les era fcil caer en. Las redes de lacooptacin, es decir, dejarse convencer por ventajas. Realeso ficticias ofrecidas por otros para abandonar los trabajosemprendidos; sucumban a las tentaciones de la corrupcincon dineros, sueldos excesivos y honores o dignidades deotra

    ndole; o se vean enredados en la telaraa de la fatiga por no advertir avances rpidos ni hacerse entender delas bases, o por sufrir el bombardeo constante de lacrtica externa. Podan quedar tambin hipnotizados por la radicalizacin de las ideas, como fanticos tercos ydogmticos incapaces de reconocer la verdad en los

    dems, y proceder a guerras santas internas, denuncias, purgas y castigos irracionales y contraproducentes por las divisiones generadas, o listos a desarrollar procedimientos confusos, tales como la mezcla de logremial y lo poltico en la misma organizacin(anarcogremialismo).Por regla general, estas actitudes soberbias de loshombres-pivotes estuvieron, ligadas casi siempre a unaespecial nocin de vanguardismo, inspirada en lasrevoluciones del pasado. Segn tal vanguardismo las pautas del cambio deben ser verticales y monoplicasdel grupo minoritario, esclarecido en la luchaideolgica y organizada en un partido poltico radical.En nuestro caso, con el enfrentamiento de las distintassiglas y subdivisiones (mitosis) nacidas en la polmicavanguardista ocurri algo muy peculiar: que aquelladiscusin ideolgica se redujo a los dirigentesesclarecidos de las minoras polticas pero no seextendi a las bases. Estas guardaban silencio en lasconfrontaciones y observaban desde la barrera, a vecescon sorna, la verborragia y el canibalismo de losdoctores. El sentido comn de: las gentes lesordenaba marginarse de tales artificios en lo quedemostraron ser superiores a los dirigentes y saber ejercer diestramente el contrapeso vigilante haciaadentro. Crean que la vanguardia deba ser otra,concebida como elemento de catlisis social, estmulo yapoyo del proceso popular para hacerlo avanzar con sudinmica, y no Como guas impositivos e infalibles deesa marcha.

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    A los dirigentes fallidos no les qued otro recurso, si queranvolver a ser eficaces y a tener audiencia, que retornar acargar bateras en nuevos y ms respetuosos contactos conlas bases. Por esos, Mario Giraldo, uno de los dirigentes del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano, MOEC, alcanz

    a proponer ya en 1972 que entendemos que poder popular hace relacin a que el pueblo pueda, y no a la pretensin deque los cuadros marxistas (creyndonos el partido) podamos.Parece, pues, que las tcnicas vanguardistas yanarcogremialistas del pasado reciente han sido criticablesen nuestro contexto y que sus fallas prcticas han llevado alas gentes a buscar alternativas de liderazgo adecuadas, sincaer necesariamente en la opuesta espontaneidad ineficaz. Laexperiencia con la TAP deja ver tres de esas alternativas decontrapeso interno basadas en el destierro de la subordina-cin que las tcnicas vanguardistas implican. Estasalternativas son: 1) la direccin colectiva o en co1ectivos, 2)el principio del primero entre iguales (primus inter pares) en la dirigencia, aunque no resultara en sitios como ElCerrito donde existe una acendrada tradicin machista ycaciquista de clase pivotal que habra que estudiar mejor, nien San: Agustn Atenango, donde persiste el carismatradicional del Tata Yiva; y 3) el paralelismo en la relacinde la poltica con los organismos gremiales, Cvicos yculturales para no confundirlos y respetar su autonoma.Trataremos estos asuntos en el resto de este captulo y enel siguiente.

    El nuevo tipo de liderazgo cataltico esclarecido, servicial ycomprensivo que se dibuja en la IAP el equipo responsableorientador, sistematizador y ejecutor de los trabajos juntocon las bases responde a la aparicin y desarrollo devalores sociales

    Nuevos que cuestionan la sociedad existente y buscansuperar sus, contradicciones e inconsistencias. Seinspira en la funcin integral de los intereses orgnicos

    (especialmente los desarrollados en las propias clasestrabajadoras), cuando las actitudes y convicciones delos activistas son como las que se estipularon atrs. Elquebrar la tradicional dependencia, si se hace bien,hara redundante el papel de los dirigentes vitalicios,hombres-pivotes y vanguardias cancerberas que hanmonopolizado el conocimiento y los recursos yexplotado indebidamente a las masas. El liderazgocataltico de equipo se forma con una amplia participacin poltica (no solamente con la tcnica uoperativa), como se ha ensayado en Nicaragua,concediendo cierta autonoma a los organismos de base y haciendo una verdadera delegacin de poderes de losorganismos centrales a los regionales. Este liderazgo deservicio, de impulsos catalticos, se est destacandocomo una vanguardia de nuevo estilo y superior filosofa de la vida y de la accin, frente al desarrollorevolucionario del pas. Result duro en las experiencias observadas resistir, lastentaciones vanguardistas y anarcogremiales antigua por el peso, de la costumbre e1 falso o bien ganado prestigio de tareas polticas anteriores. Cuando no se pudo, hubo problemas graves.Pero se descubri que anticipar esas tentaciones con elobjeto de equilibrarlas era un factor vital en loscuadros como mecanismo de contrapeso interno, parano desvirtuar la creatividad de los procesosdesencadenados junto con las bases.El vanguardismo antiguo no fue el nico obstcu1o queenfrentaron los cuadros. Tampoco pudieron Sustraersea permanecer con la experiencia para tu-

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    A tal propsito, surgan momentos tensos de silencios profundos en espera de las respuestas; o la reunin sedispersaba en conversaciones triviales y en chistes.Con otra orientacin, nuestros investigadores habranasumido fcilmente el papel de dirigentes indispensables que

    era esperado normalmente por los campesinos de El Regado. En cambio, aquello exigi a stos repasar crticamente sus propios patrones de dependencia,autoritarismo y paternalismo heredados del sistema deexplotacin tradicional que seguan vivos all a pesar de la Revolucin del 19 de julio de 1979. Junto Con los resultadosdel censo, el anlisis histrico-social fue otra excelentemanera para que la comunidad se observara a s misma: erala primera vez que 1o~ vecinos lo hacan y as su historiaadquiri un rostro, tal como lo acababan de emprender losotomes del valle del Mezquital. En esta forma s dinamizaronen El Regado los procesos de cambio y los vecinos pudieronasumir nuevas tareas para su propio desarrollo con mayor eficacia y seguridad en s mismos.

    Si no se hubiera roto el esquema de sumisin, el censocomunal habra fracasado porque los entrevistados habrandado contestaciones falsas. La desconfianza termin cuandolos encuestadores surgieron de la comunidad y fueronadiestrados all mismo (con sociodramas, entre otrastcnicas) por los investigadores, establecindose la relacindirecta de sujeto a sujeto. Si hubiera Venido gente de otrolado habra estado mala la investigacin, porque haycompaeros que creen que les van a quitar algo, Concluycorrectamente la Comisin de Coordinacin.

    En el caso nicaragense no hubo ningn problema, enadiestrar a los cuadros y encuestadores populares entcnicas simples de registro, conteo, sistematizacin yanlisis. As se desmitific el fetiche de la investigacincomo algo mgico y difcil, monopolio exclusivo deexpertos y acadmicos. Algo parecido ocurri en Puerto

    Tejada, Colombia, al momento de investigar lascondiciones de la vivienda popular. Ello afianz laconfianza de las comunidades en las tareasreivindicativas. All se puso especial cuidado para quelos nuevos cuadros no asumieran actitudes superioresde explotacin y se convirtieran en hombres-pivotes precisamente por haber recibido aquel adiestramientoque, en una u otra forma, los distingua de los dems.Esta capacitacin selectiva mal hecha tuvo efectoscontraproducentes precisamente en el valle del Mezquita! Como parte del rompimiento de los ritos desumisin y dependencia se adopt en los tres pases el procedimiento fsico de trabajar en crculos, dondetodos los presentes pudieran verse sin recurrir obligatoriamente al lder colocado al frente, comoocurre en las escuelas tradicionales entre maestros yalumnos. As, al recomponer circularmente las bancas osilletas, la gente se senta ms cmoda para participar en las discusiones. Y ms dispuesta a aportar informacin, con un sentido democrtico de la relacinestablecida entre los visitantes y la comunidad. Tambinse emple con xito la tcnica del socio drama, comoviene dicho.El proceso de mutuo descubrimiento y estmulo desujeto a sujeto se hubiera obstruido de no haber mediado otro paso en los tres pases, que parece Obvioa primera vista: la adopcin por parte de los agentesexternos del mismo cdigo de comunicacin que regainternamente en los grupos de base.

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    Sobre este asunto volv eremos a referirnos en detalle al hablar de la produccin y difusin del nuevo conocimiento.Por ahora vamos a subrayar que una forma prctica deaprender el cdigo popular fue, por supuesto, conversar,actuar y convivir con la gente, aplicando la comunicacinhorizontal entre los cuadros y las bases. As se hizo enreuniones de amigos; como en El Cerrito, Colombia. Lo

    mismo en los talleres de discusin y crculos de estudio deSan Agustn Atenango e Ixmiquilpan, Mxico; en las sesionescolectivas para socializacin de los datos, de El Regado y,en los talleres de anlisis de Puerto Tejada.El impacto de la necesidad comunicativa tuvo singularesconsecuencias en los esquemas de supe-rioridad/subordinacin de los cuadros externos visitantes Enlas convivencias y en la discusin colectiva convino muchoms a los cuadros or que ser odos. Ello contradijo lasexpectativas creadas por el teoricismo y la jerga ideolgicaque se acostumbran en esas reuniones por los cuadros con losnaturales efectos de confusin, susto y humillacin en lasaudiencias expuestas a tales peroratas.Un primer efecto de la comunicacin horizontal fue destacar el contraste entre el intelectualismo de los modelos que por regla general presentan los cuadros y el pragmatismo dequienes escuchan. Los animadores mexicanos, por ejemplo, al principio no llegaron a tomar conciencia de sa falla sinocuando, al reaccionar ante las presentaciones, loscampesinos oyentes exigan no perder ms tiempo endiscusiones pues los problemas no se resuelvendiscutindolos. El mtodo empleado divorciaba el anlisisde la realidad y el estudio puro del contexto directo, esto es,consagraba la distancia

    Entre el sujeto y el objeto, entre la teora y la prctica.Otra resultante fue el combate a la reunionitis quesufren muchos cuadros, ajenos a los ritmos de vida y losciclos de trabajo de la gente del campo. En estos casoslos objetos del valle del Mezquital lograron imponer sus puntos de vista sobre los doctores por simple

    sustraccin de materia: no asistieron a las reunionescitadas. Aun as, al hacer frente a los problemas iniciales delencuentro de ambos mundos, muchas veces se presentla tendencia a mantener la asimetra del binomio sujeto-objeto cuando algunos cuadros narcisistas tendieron amonopolizar el uso de la palabra en las sesiones,arrebatando al pueblo el ejercicio del derecho a emitir sus opiniones. Y la persistencia en tales actitudes fuedesdibujando la imagen positiva de algunos cuadroshasta inducir cierto rechazo a su presencia entre lasbases, como ocurri en el norte del Cauca.El rompimiento del esquema de sumisin se registr formalmente cuando los campesinos sostuvieron conconviccin que ya perdimos el miedo de hablar. Estanueva habilidad y adopcin de ms poder puedereforzarse con la tecnologa moderna, como pas en elvalle del Mezquital cuando unos empresarios de laciudad de Mxico ofrecieron a una comunidad instalar un balneario si les cedan parte de las tierrascomunales. Los campesinos grabaron la conversacin ycuando los empresarios no cumplieron, transcribieron elcasete y repartieron volantes sobre el caso. El controlhorizontal de la comunicacin se cumpli con el apoyo ~la tcnica, y los campesinos pudieron ejercer el poder deemisor de iniciativas contrapoder externo que lescorresponda.

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    La prctica de la tensin dialctica entre bases activistas yel quiebre de la relacin de sumisin implican elreforzamiento de las conocidsimas organizaciones formales de las comunidades, con las cuales se ejerce el

    contrapeso poltico hacia afuera en casos necesarios:comits veredales, acciones comunales, cooperativas,sindicatos, colectivos, brigadas, juntas cvicas, clubesdeportivos, grupos culturales, conjuntos teatrales, etc., frente al Estado y las instituciones pblicas y privadas dediferente ndole. As como saber es poder, de la mismamanera saber organizarse e interactuar por la justicia ante propios y extraos es reconocer el viejo dicho de que launin hace la fuerza. En estos casos, el desplegar elcontrapeso popular hacia afuera es una expresin de lalucha de clases y puede llegar a ser un verdaderocontrapoder.Pero hay que aprender a hacer la unin y a permanecer unidos no solo hacia fuera sino tambin hacia adentro, conel fin de vigilar las actividades de la organizacin y laconducta de los lderes o dirigentes formales einformales. Aqu tambin se practica un contrapoder popular, pero internamente, para evitar que ocurranaquellos errores, desfases, derrotas y desganos que impidenllegar a las metas del cambio social. A este nivel, elcontrapoder popular alimenta una conciencia colectiva debase que mantiene a la gente alerta contra los abusos ydescuidos del poder formal propio;

    3. PARA PERSISTIR: ARTICULACIN SIN PLAZOS

    Cunto tiempo puede tomar el rompimiento de la relacinde sumisin y la aplicacin de la regla de la redundanciaen la praxis? Las experiencias estudias no ofrecen ninguna

    frmula segura: slo que debe perseverarse en labsqueda y en el sostenimiento de la organizacin parala accin de la autonoma popular. A veces ladependencia y el paternalismo subsisten por perodos

    prolongados, segn las coyunturas, como las estudiadasenseguida. Pero no deja de ser una prueba del xito elque las personas que logran romper el binomio sujeto-objeto persistan en ello por sus propias fuerzas y sinnecesidad de tutores. He aqu una prueba de fuego parala IAP. Los trabajos nunca estuvieron siempre bien en nuestros pueblos. Hubo altibajos en las campaas y en losestudios, algunas veces bastante dramticos, producidos por crisis diversas y problemas graves de personas ysituaciones que no podan controlar-se ni anticiparse losuficiente.Cmo explicar los descensos de inters, las fatigas conlos procesos de interaccin y organizacin? Por fortuna,tales hechos negativos no parecan ser definitivos, pues latendencia general se encaminaba hacia el avance delcambio. Se presentaban ms bien como un problemaespecial situado tanto en el plano de las expectativascomo en el del tiempo. Tenan que ver con ritmos detrabajo, incidentes sociales y actitudes personales.Podr haber plazos fijos, planificacin, evaluacin formal y. leyes absolutas en la praxis de la investigacin-accin participativa, o implica sta un devenir menosriguroso y ms coyunturalUna de las grandes diferencias que se observaron entrela investigacin-accin participativa empleada local yregionalmente en Mxico, Nicaragua y Colombia, y losmtodos clsicos de investigacin Social, result ser lavigencia abierta, plstica e indefinida de la IAP. Pudoverse que sta no tiene cortes

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    Fijos o seccionales, como las encuestas; ni corre contrareloj para llenar requisitos o escribir tesis con miras agraduarse a tiempo. Sus perodos son determinados tanslo por el compromiso de los cuadros investigativos(intelectuales orgnicos) con los organismos, movimientos y acciones resultantes, segn las metas del cambio

    alcanzadas. El trabajo de la IAP resulta, por lo general, delargo plazo, tan largo como sus protagonistas lo quieran ytanto como persistan en sus justos empeos. Dentro de estas perspectivas, como se observ en los casosestudiados, la constancia tctica y la flexibilidad cuentanms que la regimentacin central, disciplinada y alejadade las bases. Los movimientos sociales de origen IAP estnsujetos a fuerzas propias que desbordan la planificacin yevaluacin formales, y que mantienen por fortuna, laautonoma espiritual del hombre pensante, actuante ycreador, capaz de responder coyunturalmente a medida

    que avanza hacia el cambio propuesto. No parece haber leyes en este campo ni predicciones cientficas absolutas: prima loaleatorio dentro de marcos generales. Por eso,los organismos y movimientos sociales de la IAP estnexpuestos a ritmos marcados por flujos y reflujos segn elinters, eficacia o amplitud del envolvimiento e interaccinde las bases y los cuadros, y no por exactos principiostericos, ideolgicos o cientficos. Su regla de oro estribaen la persistencia dentro de lo posible; con miras aalcanzar las grandes metas de transformacin radical, mssin desesperarse por resolver antes de tiempo los graves problemas estructurales que afectan a las genteslaboriosas. Tal es la peculiaridad de su evaluacin.Persistir, en este sentido, no significa estar en pie de luchada y noche. arengando, en las plazas pblicasbloqueando el trfico o echando bala en el monte o en lascalles porque ello sera imposible.

    Las comunidades necesitan detenerse y respirar profundo de vez en cuando para tomar nuevo impulso.Persistir significa mantener constantemente la iniciativa para crear hechos que cubran frentes mltiples (desde el

    cultural hasta el ecolgico, en diversas clases sociales),unos tras otros o varios al tiempo, segn lasoportunidades y sin bajar la guardia, con el fin decristalizarlos en organizaciones permanentes. La luchaes larga, abarca todos los flancos imaginables y esurgente. No debera ser difcil persistir, y saber hacerlo,Si existe la voluntad. A veces la voluntad accin se pierde, tanto en las comunidades como en los cuadrosdirigentes y de all provienen en parte los ritmosaludidos. Los organismos y movimientos de base sufrencomo intervalos de muerte y resurreccin, entre estallar

    como burbuja o llegar a enraizarse como buena sernilla. Los ritmos aparecen cuando las comunidades ceden a larutina de la explotacin y sumisin, cuando vuelven a lainercia antigua u olvidan sus mecanismos de contrapesode protesta y vigilancia. Y cuando los cuadros se dejancooptar, se corrompen, se fatigan, se radicalizan fanticamente o mezclan lo gremial con lo poltico, aveces por las limitaciones del vanguardismo impaciente y las Contradicciones de los hombres-pivotes. La diversidad en la concepcin del tiempo ent re ellos. El problema surge cuando entre los activistas aparecenurgencias, a veces de origen pequeo burgus, que losllevan a actuar compulsivamente, como si de repentequisieran todo y al instante! En cambio, al pueblo no loatormenta la presin de pasar a la historia comocelebridad, aunque sea

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    Heroico cuando acta. Pero sabe esperar y abriga en el futuro, sobre todo cuando se reconoce a si mismo ydescubre las potencialidades de la accinUna ilustracin de esta dialctica de flujos y reflujos,ritmos y tendencias, burbujas y semillas, impaciencias yesperanzas, proviene de Puerto Tejada y del Movimiento

    Cvico Popular Nortecaucano que se fue perfilando como frente poltico al comps de ensayos locales de la IAPdesde 1978. Superada la etapa acadmica con la entidad auspiciador, se hizo entonces la bsqueda de un modelo participativo de accin social y econmica. Hubo reaccincontra los dogmas de la izquierda vanguardista de donde provena la mayora de los cuadros activistas; pero todavaquedaba algo de aquel mesianismo de lites, equilibradoslo por la obvia necesidad de responder a los graves problemas del rea. La labor promocional avanz tanto, que pronto fue posible

    detectar, en potencia, intelectuales orgnicos de la clasecampesina con quienes practicar la tensin creadora que proviene del rompimiento del binomio sujeto-objeto. Andrs es uno de ellos: un maestro de origen campesino.Entre los agentes externos e intelectuales de la localidad como l se plane el gran foro de 1981 sobre problemasregionales, que fue como el clmax del movimiento. El xitoalcanzado alent el siguiente paso tctico jugar en laselecciones para asegurar concejales en los pueblos de la zona. Se ganaron dos curules. Pero enseguida quiz por eso mismo Comenzaron los desbarajustes.El movimiento haba sido popular hasta entonces, valedecir, se fundaba en la lucha por reivindicacionesconcretas en lo econmico, cultural y poltico. Ello gust ala gente, especialmente a la hastiada de la politiqueraimperante con sus engaos demaggicos. En la IAP veanuna forma nueva, inteligente y til de hacer poltica.Pero la posterior adicin de cvico al nombre de laorganizacin dio lugar a estrepitosas discusiones. Muchas personas empezaron a marginarse de las actividades al

    descubrir en stas una dimensin confusa que recordabaviejas y malas prcticas anarcogremiales. Los desconfiados tenan en parte la razn. Elmovimiento estaba sufriendo dos clases de impactos, degrupos organizados cuya metodologa de trabajo no era participativa sino impositiva y mesinica. El otro

    provena de la inesperada auto-suficiencia de algunoscuadros fundadores que, tal vez por reaccin, empezarona hacer barricada y a tratar de imponerse a toda costa,ellos tambin, en los encuentros y reuniones. Laagrupacin dej de ser del pueblo por un tiempo paratornarse en arena de rias bizantinas de ndole personal y grupal, convertida en un inters creado por encima y por fuera de los organismos de base de la gente comn.El reflujo no se hizo esperar, con varios resultadosnefastos: por una parte el fraccionamiento en por lomenos dos grupos, en Puerto Tejada y Santander de

    Quilichao; por otra, se registraron deserciones y fallas personales en activistas que flaquearon en actitudes,convicciones y manejos. Pero estos yerros tuvieron elefecto de avivar en otros sectores el ritmo del trabajo. Sedescubri que las orientaciones bsicas y la praxisdesarrollada hasta entonces haban sido, a pesar detodo, bien encaminadas. Se intua que la metodologa participativa propuesta resultaba til y segua siendotcticamente aprovechable. Para empezar, la dirigencialocal, abandonada a sus propias fuerzas pudo por fin pasar a primer plano. Varios Andrs, Surgidos de laregin, empuaron el mando del pro-

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    ceso. Los propsitos, un poco ms modestos que al principio, maduraron polticamente. Se aprendi a manejar los ritmos de la prctica.Tambin se advirti que la gente amiga no habadesaparecido: All estaba, expectante, calientita como unabrasa esperando el soplido del cocinero. A los primerosvientos renovados de accin y estudio volvi a verse la

    punta de la flama en Puerto Tejada. Se extender otravez, por las atribuladas veredas del Norte del Cauca yquiz ms all? Es posible. Hasta cundo? Lo ignoramos, porque es una lucha de vigencia abierta, una praxis sintrmino. Sabemos que el compromiso de la TAP no entraa plazos fijos, ni termina sino hasta que no gane la justicia yse obtenga el progreso comunitario en cada lugar y encada regin donde se investiga y acta. Esta es su,evaluacin real y final.Un proceso similar, aunque en perodo ms prolongado, seobserv en El Cerrito y en el departamento de Crdoba, en

    general. Los primeros ensayos de la IAP se realizaron all desde 1972, insertos en el movimiento campesino paraayudar a organizarlo y promoverlo como poder popular autntico Hoy, doce aos ms tarde no se puede decir quehayan culminado, y el personal comprometido en ellos algunos desde el primer da, otros incorporados despussigue all trabajando con insistencia:Su responsabilidad histrica no, ha cesado, como tampocohan concluido los movimientos sociales en que quedaronaquellos activistas inscritos. Los primeros reflujos del trabajo campesino en Crdobacasi fueron mortales, pues el gobierno de entonces y otrasagencias intensificaron la represin y sabotearon lainstitucin madre, la ANUC, durante el resto de1 deceniode 1970. Simultneamente, algunos, gruposautodesignados como

    Vanguardias revolucionarias se encargaron, por procedimientos anarcogremiales y sin adecuada vigilan-cia interna, de destruir las instituciones del pueblo bajocuyos auspicios se adelantaban los ensayos de la IAP enCrdoba. Slo quedaron los rescoldos en algunosbaluartes campesinos, como recuerdos rescatables deluchas anteriores, y en ciertos dirigentes y personas

    inoculados por el virus de las pasadas luchas, preocupados por la suerte de la gente y listos a asumir de nuevo su responsabilidad.En efecto, al tercer ao de reflujo, algunos compaerosque haban participado en las primeras experiencias dela IAP se encargaron de revivirlas, reconstruyendo lasinstituciones es muerta. Resolvieron el problema delanarcogremialismo creando organismos paralelos, unoscvicos de masas, otros polticos congruentes, con elmismo personal o con una parte significativa de lasbases, para no mezclar ambos aspectos del trabajo. Por

    ejemplo, formaron comits de defensa ecolgica, fundaciones investigativas, cooperativas, sindicatos ygrupos de discusin por una parte; y organizaronmovimientos populares, paros, marchas, comits deimpulso a la accin poltica y clulas partidarias, por laotra. Desde entonces abrieron diversos frentes en los an-teriores sitios y en otros nuevos, adquiriendo lacapacidad tctica para apoyar a tiempo la lucha por 1atierra en El Cerrito, expandirse a otras partes cenagosasdel departamento (Cinaga Grande, Martinica, Betanc,el ro San Jorge) y sentar bases para unareestructuracin eventual del movimiento campesino enlos niveles regional y nacional.

    En el valle del Mezquital, las crisis ms serias desde elinicio de los ensayos de auto enseanza, en l975 provinieron de la manipulacin que algunos ejercierondesde arriba contra las

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    Reglas democrticas que ellos mismos predicaban delabios para afuera. All, los procesos de cooptacin puestosen marcha desde estructuras partidistas sin la debidavigilancia interna de las comunidades, fomentaronhombres-pivotes en nuevos cacicazgos. Estos ltimosimpidieron que los procesos autoeducativos del primer proyecto avanzaran adecuadamente Y se convirtieran en el

    movimiento sociopoltico arrollador para el que tienentodo el potencial. Como en Colombia, en el Mezquital huboque establecer instituciones paralelas, ir y venir con el finde sostener el ritmo original del trabajo y aplicar lasreglas del mtodo participativo.En San Agustn Atenango al cabo de dos aos, se dibujannuevos frentes tcticos de accin popular reivindicativa,que anticipan una labor constante silos investigadores propios y externos no claudican. La tragedia coyuntural de la guerra contra los contrasque repetidas veces han invadido a Nicaragua por la

    frontera hondurea, ha puesto en parte freno al desarrollode la investigacin participativa que se inici en 1982 enEl Regado. All se impuso la pausa de la guerra. Ocho delos doce miembros de la Comisin local de coordinacindel estudio ingresaron a las milicias defensoras de lacomunidad y combaten hoy en las zonas cercanas a Estel. Amanecer y veremos. El hecho es que la semilla de la participacin ha quedado tambin sembrada en Estel,esperando la oportunidad de retoar, sin plazo fijo, envigencia abierta, hacia un nuevo flujo de cambios profundos en la regin;Finalmente, advertimos que en lo que compete a la IAP ladimensin espacial es tan importante como la temporal. EnColombia, Mxico y Nicaragua, durante el desarrolloinicial de la experiencia de la

    IAP en busca del poder popular, los cuadros externosnos fascinamos primero con los trabajos de base ms pequeos. Quisimos llegar a las races, entender mejor la cultura popular y asumir directamente, junto concampesinos y trabajadores sus limitadasreivindicaciones. Por eso se puede hablar tan

    detalladamente de sitios donde los investigadores deafuera hemos desarrollado vnculos afectivos, donde lagente de la comunidad nos hizo sentir como parte de suvida y su mundo.Pero la praxis local no ha resultado suficiente paraconocer los problemas sociales en su verdaderadimensin ni para organizar acciones de contrapeso poltico realmente eficaces y de efecto ms duraderosobre las estructuras injustas. Hemos sentido que hayque buscar lo macro, lo ms grande. Este es un esfuerzoen el espacio y en el tiempo que requiere constancia,

    paciencia, persistencia. Cuando se hacen bien, lostrabajos de la IAP exigen permanente expansin, comola onda circular que se inicia al lanzar un pedruzco a unestanque. Se necesitan espacios cada vez mayores paraseguir apoyndose en las luchas. De all nacen otras dostensiones en la IAP lo micro vs lo macro, lo cvico vslo poltico que vienen del descubrimiento de laimportancia de lo regional. En este aspecto los cuadrosexternos pueden hacer un aporte importante Nuestra experiencia en los tres pases indica que este proceso regional se desarrolla en dos sentidosverticalmente, en las mismas comunidades, cuando loscuadros se topan con personas u organizaciones activasigualmente preocupadas por la situacin social ydeseosas de aumentar la eficacia de sus trabajos; yhorizontalmente, en otras comunidades, al hallar diversos grupos constituidos por personas que rara vezse encuentran entre s pero que luchan

    constante abierta del conocimiento que el mtodo

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    Por los mismos ideales. Despertamos entonces a larealidad de que ha existido por un buen tiempo en nuestros pases un esfuerzo regional mltiple de transformacin ylucha, con numerosos padrinos y creadores, desconectadosunos de otros.

    Y ocurri algo ms complejo todava. Al descubrirnos losunos a los otros empezamos a articularnos en una red derelaciones que, al entretenerse, aadi una dimensinadicional a las tareas que se adelantaban, sin que stas sedesdibujaran ni perdieran su autonoma y liderazgo propios. Esta dimensin no era simplemente cvica osindical, econmica o cultural, religiosa, ecolgica,deportiva, sino una dimensin ms formal y organizativade sabor poltico. Se trataba ya de movimientos sociales debase.Siendo esto as la IAP se descubre como un mtodo

    cientfico de trabajo productivo (no slo de investigacin)que implica organizar e impulsar movimientos sociales debase como frentes amplios de clases populares y gruposdiversos comprometidos en alcanzar metas de cambioestructural El quehacer de los investigadores va quedandotan ligado a tales movimientos, que al fin resulta difcildistinguir entre estudio y militancia Los movimientos de base aparecen, por tanto, como una parte experimental y esencial de la IAP a todo nivel. All seconfirman o desvirtan los presupuestos terico-prcticoshiptesis de trabajo, se ajustan los objetivos segn larelacin dialctica entre lo esperado, lo observado y loejecutado y, en fin, al consolidarse el compromiso personalde los cuadros, se realiza la praxis mas amplia de lavivencia de la IAP All se diferencian los desarrollosepisdicos o superficiales del proceso la burbujasde los ms serios o permanentes las semillas ogrmenes. Los movimientos sociales generados por la IAP, seanepisdicos o permanentes, hacen parte de la bsqueda

    constante abierta del conocimiento que el mtodoentraa, con miras a perfeccionar la eficacia y elcompromiso en la lucha transformadora. En lasexperiencias de los tres pases hemos visto que la teorase va creando con y en la propia accin. Aunque puedahaber reflexin consciente (Como en el yoga) en la cualsta disminuya relativamente, no cabe esperar que en la IAP la tarea de construccin terica se cumpla por fuera

    de la accin, sino en relacin praxiolgica y simultnea-mente con ella.Estudiemos ahora cmo se han desenvuelto losincipientes procesos de teorizacin y militancia ennuestro caso trabajo con el contrapoder resultante. De Puerto Tejada haban partido comisiones desolidaridad h