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Enseñanzas del Papa Francisco. No.35

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Enseñanzas del Papa Francisco. No.35

El 25 de octubre dijo: "La familia se funda en el matrimonio para siempre y es el ámbito natural de la vida humana en donde las personas

aprenden a amar." “la familia se funda en el matrimonio.

A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio, en cuanto

sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más sólida

la unión de los cónyuges y su entrega recíproca."

" El amor conyugal y familiar también revela

claramente la vocación de la persona de amar de forma única y para siempre y de

que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja, como de la misma familia, representan pasajes para crecer en el bien en la

verdad y la belleza”. “Es una experiencia de fe en

Dios y de confianza recíproca,

de libertad profunda, de santidad, porque la

santidad presupone entregarse con fidelidad y

sacrificio todos los días de la vida”.

”La familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma... No es la suma de las

personas que la constituyen, sino una comunidad de personas” .

“La familia es el lugar donde se aprende a amar; el centro natural de la vida humana...

Cada uno de nosotros construye su personalidad en la familia... all í se aprende el arte del diálogo

y de la comunicación interpersonal”.

"Por eso la comunidad-familia debe reconocerse como tal, todavía más en el día de hoy, cuando predomina

la tutela de los derechos individuales”. “ Los niños y los ancianos son los dos polos de la vida y también los más vulnerables y, a menudo,

los más olvidados. Una sociedad que abandona a los niños y margina a los ancianos arranca sus raíces y

ensombrece su futuro”.

“Cada vez que se abandona a un niño y se deja de lado a un anciano, no sólo se comete una injusticia, sino que se sanciona el fracaso de esa sociedad. Prestar atención a los pequeños y a

los ancianos denota civilización”.

“La 'buena nueva' de la familia es una parte muy importante de la evangelización, que los

cristianos pueden comunicar a todos con el testimonio de sus vidas:

ya lo hacen, es evidente en las sociedades secularizadas”. “Propongamos por tanto a todos,

con respeto y valentía, la belleza del matrimonio y de la

familia iluminados por el Evangelio".

" Y por eso nos acercamos con atención y afecto a las familias que atraviesan por dif icultades,

a las que se ven obligadas a dejar su tierra, que están divididas, que no tienen casa ni trabajo,

o que sufren por tantos motivos; a los cónyuges en crisis y a los que están separados.

Queremos estar cerca de todos.

El 27 de octubre dijo: “¿Cómo es posible hoy vivir la alegría de la fe en

familia?”.“Yo me pregunto. ¿Es posible vivir esta alegría o no es posible? Hay una palabra de Jesús en el Evangelio de Mateo que nos viene al encuentro: ‘Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y agobiados y yo

los aliviaré’.""Frecuentemente la vida es agotadora. También,

tantas veces trágica. Lo hemos escuchado recientemente”.

“El trabajo es un esfuerzo. Buscar trabajo es una fatiga, y encontrar trabajo hoy,

requiere tanta fatiga. Pero aquello que pesa más en la vida no es esto. Aquello que pesa más de todas las cosas es la falta de amor.

Pesa no recibir una sonrisa, no ser recibidos. Pesan ciertos silencios”.

“A veces, también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos.

Sin amor el esfuerzo se hace más pesado, intolerable”.

“los ancianos solos, en las familias que tienen que fatigar porque no reciben ayuda

para sostener a quien en casa tiene necesidad de atención especial y cuidados. ‘Vengan a

mí, todos ustedes que están cansados y oprimidos’ dice Jesús”.

“Queridas familias, el Señor conoce nuestras fatigas, las conoce; y conoce los pesos de

nuestra vida. Pero el Señor conoce también nuestro

profundo deseo de encontrar la alegría del descanso”.

“La palabra de Jesús ‘Vengan a mí, familias de

todo el mundo –dice Jesús-

y Yo les daré alivio’, para que su alegría sea

plena. Y esta palabra de Jesús,

l lévenla a casa, l lévenla en el corazón,

compártanla en la familia. Nos invita a ir hacia Él para darnos y darles a

todos la alegría. Nos invita a ir hacia él para tener la

alegría”.

“quien se casa, en el sacramento, dice: ‘prometo serte fiel siempre, en la

alegría y en el dolor, en la salud y en la

enfermedad, y de amarte y honrarte todos los días de

mi vida’.“Los esposos en ese momento no saben

qué ocurrirá. No saben qué alegrías y qué dolores les esperan."

" Parten como Abraham. Parten en camino juntos, y esto es el matrimonio. Partir y

caminar juntos, de la mano, confiándose a la gran mano del

Señor, de la mano siempre y para toda la vida,

sin hacer caso a esta cultura del provisorio,

que nos corta la vida en pedazos”.

“los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y peligros de la

vida, pero no tienen miedo de asumir su

responsabilidad delante de Dios y de la sociedad”.

“Sin escaparse, sin aislarnos, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo a los hijos. ‘Pero hoy, es difícil’.

Por eso es necesaria la gracia, la gracia que nos da el Sacramento”.

"Los sacramentos, no están para adornar una vida. ‘Que bonito matrimonio, que l inda la ceremonia, la

fiesta’. Pero eso no es el sacramento, no es la gracia del sacramento, aquello es una decoración, y

la gracia no es para decorar la vida, es para hacernos fuertes, para hacernos valientes,

¡para poder ir hacia delante! Sin aislarnos, s iempre juntos”.

“Para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras: permiso, gracias,

y perdón. Tres palabras claves”.

"Escuchen este consejo: no terminen el día sin hacer las paces. La paz se rehace cada día en la familia. Pidiendo perdón: ‘perdóname’

y se recomienza de nuevo"

“¿ustedes escuchan a los abuelos? ¿Ustedes abren su corazón a la memoria que

nos dan los abuelos? ¡Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de

un pueblo! ¡Y un pueblo que no escucha a los abuelos,

es un pueblo que muere! ¡Escuchen a los abuelos!”.

“María y José son la familia santificada por la presencia de Jesús, que es el cumplimiento

de todas las promesas. Cada familia, como aquella de Nazaret,

está insertada en la historia de un pueblo, que no puede existir sin las generaciones

precedentes. "

“Querida familia, también ustedes son parte del Pueblo de Dios. Caminen con alegría juntos a este Pueblo. ¡Quédense siempre

unidos a Jesús y llévenlo a todos con su testimonio!”.

“Juntos hagamos nuestras las palabras de San Pedro que nos

darán fuerza. Nos darán fuerza en los momentos difíciles.

‘Señor, ¿a quién iremos?

Sólo Tú tienes palabras de vida

eterna’. Con la gracia de Cristo, vivan la

alegría de la fe”.

y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí”.

“la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente,

es sal de la tierra y luz del mundo”.

  “La familia que ora. El texto del Evangelio pone en

evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su

misericordia, sino más bien la satisfacción de sí”.

“El fariseo se siente justo, se siente en

orden, se pavonea de esto y juzga a los demás

desde lo alto de su pedestal. El publicano,

por el contrario, no util iza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la

conciencia de su propia indignidad, de su propia

miseria: este hombre verdaderamente se

reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios”.

“La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como

dice la primera Lectura, ‘sube hasta las nubes’,

mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad”.

 

“A la luz de esta Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se

hace? Pero si se hace como el publicano, es claro: humildemente, delante de Dios.

Cada uno con humildad se deja mirar por el Señor y pide su bondad, que venga a

nosotros”.

 “Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión

de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, ¡como el publicano! Y todas las familias,

tienen necesidad de Dios: todas, ¡todas!”.

Las familias, tienen necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su

perdón. Y se requiere sencil lez. ¡Para rezar en familia se requiere sencil lez! Rezar juntos el

‘Padre nuestro’, alrededor de la mesa, no es una cosa extraordinaria: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha

fuerza”.

“Y también rezar el uno por el otro: el marido por la mujer, la mujer por el

marido, ambos por los hijos, los hijos por los padres,

por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es orar en familia, y esto hace fuerte

a la familia: la oración”. 

“la segunda Lectura nos sugiere otro aspecto:

la familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance

fundamental, y dice ‘He conservado la fe’. ¿Cómo la

conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo

tierra, como aquel siervo un poco perezoso”.

“San Pablo compara su vida con una

batalla y con una carrera.

Ha conservado la fe porque no se ha

limitado a defenderla, sino que

la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto

decididamente a quienes querían

conservar, ‘embalsamar’ el

mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina.”

“También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros,

en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta

bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los

demás?”. 

“Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia ‘a la carrera’, muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que

esta ‘carrera’ puede ser también la carrera de la fe?

Las familias cristianas son familias misioneras”. 

“Las familias misioneras, son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas de

todos los días, ¡poniendo en todo la sal y la levadura de la fe!

Conservar la fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los

días”. 

“la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo

superficial, no viene de las cosas,

de las circunstancias favorables…

la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las

personas, que todos

experimentan en su corazón y que nos hace

sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse

mutuamente el camino de la vida”.

“A la base de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en

la familia, está su amor acogedor, misericordioso,

respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente:

la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno con

el otro. Tener paciencia entre nosotros”. 

“solo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde

la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría.

Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra

y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad”.

“Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret.

¡La alegría y la paz del Señor esté siempre con ustedes!”

Santa María, la Reina de la

Familia, “ruega por nosotros”

“Con esta oración, invocamos la protección de María, nuestra Madre, para las familias del mundo entero, de forma particular por aquellas que viven en situaciones de mayor

dificultad. ¡María, Reina de la Familia, ruega por

nosotros!”.

El 1 de noviembre el Papa Francisco tras la oración del Ángelus por la Fiesta de Todos los

Santos dijo: “Esta tarde iré al cementerio de Verano y all í

celebraré la Santa Misa, uniéndome espiritualmente a cuantos en estos días visitan los

cementerios, donde duermen los que nos han precedido en el signo de la fe

y esperan el día de la resurrección”.

“en particular, rezaré por las víctimas de la violencia, especialmente por los cristianos

que han perdido la vida a causa de las persecuciones”.

“En especial rezaré por cuantos, hermanos y hermanas nuestras, hombres mujeres y niños, han

muerto de sed, hambre y fatiga en el trayecto para lograr l legar a una condición de vida

mejor: en estos días hemos visto las imágenes del cruel desierto. Recemos todos en si lencio una oración por estos hermanos y hermanas

nuestros”.

“Y recemos también por los que se han salvado y en estos momentos están en tantos lugares de

acogida, amontonados, esperando que los trámites legales se aceleren, para poder ir a otro

lugar, estar más cómodos, en otros centros de acogida”

Al celebrar la Misa por la fiesta de todos los Santos, dijo:

“Es un día de esperanza”, pues “nuestros hermanos y hermanas están en la presencia de

Dios. También nosotros, estaremos all í , por pura gracia

del Señor, si nosotros caminamos en la vía de Jesús”.

“Nos espera en el cielo , el Señor Dios, la belleza, la bondad, la verdad, la ternura, el amor pleno”.

 “Y aquellos que nos han precedido, y han muerto en el Señor, están allá. Y proclaman que fueron

salvados no por sus obras, hicieron obras buenas, pero fueron salvados por el Señor”.

 

“la salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono. Y Él es quien nos salva y es Él que nos l leva como un Papá, de la mano, al f inal de nuestra vida, justamente a aquél cielo,

donde están nuestros antecesores”.

“solamente podemos entrar en el cielo gracias a la sangre del Cordero. Gracias a la Sangre de Cristo,

y justamente es la Sangre de Cristo que nos ha justif icado, nos ha abierto la puerta del Cielo, y si

hoy recordamos a estos nuestros hermanos y hermanas que nos han precedido en la vida y que están en el cielo, es porque fueron lavados en la

Sangre de Cristo”. 

“Y esta es nuestra esperanza, la

esperanza de la sangre de Cristo.

Y esta esperanza no desilusiona.

Si andamos por la vida con el Señor, Él no desilusiona

nunca”. 

“Juan decía a sus discípulos ‘vean cuánto amor nos ha tenido el Padre para ser l lamados hijos de

Dios’. Lo somos, por eso el mundo no nos conoce.

Somos hijos de Dios. Pero eso que seremos no fue todavía revelado, ¡de más! Cuando Él será

manifestado, nosotros seremos similares a Él porque lo veremos

como Él es. Ver a Dios, ser similares a Dios, y ésta es nuestra esperanza”.

“En el día de los santos, antes del día de los muertos,

es necesario pensar un poco en la esperanza. Esta esperanza que nos acompaña en la vida”. “Los primeros cristianos diseñaban la esperanza con un ancla, como si la vida fuera el ancla, allá

arriba, y todos nosotros yendo, teniendo la cuerda.

Una bella imagen, esta esperanza”. 

“Tengan el corazón anclado allá,

donde están los nuestros, donde están nuestros antepasados,

donde están los santos, donde está

Jesús, donde está Dios.

Ésta es la esperanza, ésta es la esperanza que no desilusiona, y hoy y mañana son días de esperanza”.

 

“La esperanza es como la levadura que te hace

crecer el alma. Hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza, el alma va

adelante, va adelante…

¡Mira aquello que nos espera!”.

 

“Cada uno de nosotros, puede pensar en el atardecer de su vida. ¿Cómo será mi

atardecer? El mío, el tuyo, el tuyo, el tuyo, el tuyo…

¡todos tendremos un atardecer, todos! ¿Lo miro con esperanza, lo miro con aquella

alegría de ser recibido por el Señor? Esto es lo cristiano y esto nos da paz”.

 

  “es un día de alegría,

pero de una alegría serena, de una alegría

tranquila, de la alegría de la paz.

Pensemos en el atardecer de tantos hermanos y hermanas que nos han

precedido, pensemos en nuestro atardecer cuando vendrá,

y pensemos en nuestro corazón y

preguntémonos”.

“¿Dónde está anclado mi corazón? Si no está bien anclado, anclémoslo allá, en aquella, arriba,

sabiendo que la esperanza no desilusiona, porque el Señor Jesús no desilusiona”.

En twitter dijo:Está para concluir el Año de la fe. Señor,

ayúdanos en este tiempo de gracia a tomar en serio el Evangelio.

Nuestra vida debe centrarse en lo esencial: en Jesucristo. Todo lo demás es secundario.

Dios nos ama. Descubramos la belleza de amar

y de ser amados.

Tengamos presentes a Fil ipinas, Vietnam

y la región afectada por el tifón Haiyan. Seamos solidarios con la oración y con la ayuda concreta.

Cuiden la creación. Pero, sobre todo, cuiden a las personas que no tienen lo

necesario para vivir.

Queridos jóvenes, sean siempre misioneros del Evangelio, cada día y en

todo lugar.

Jesús ha conservado sus llagas para hacernos ver su misericordia. Ésta es nuestra fuerza y nuestra

esperanza.

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Servicio Gratuito. Que Dios te llene de bendiciones.

Y que permanezcamos unidos en el amor a Jesús.