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EL UNIVERSAL DOMINGO —21 — 19 de julio de 2015 cia y acepto con gratitud el gran afecto de los pueblos de América. Pero no soy ambicioso. Tampoco estamos discriminados los hispa- nohablantes, somos un mundo dentro de otro; y en este submundo, el rock es un aste- roide. Nuestro límite es el idioma pero por suerte existe el noble oficio del traductor que nos permite acceder a la literatura, la filosofía, la poesía y el cine. Reconozco que mi música se conoce apenas en unos pocos países en el mundo, pero aun así no me alcanza el tiempo para cantar en todos estos generosos sitios que me han abierto la puerta. Me hubiera gustado ser un artista mimado por la crítica estadounidense y las estrellas de Hollywood, tomado en cuenta por los figurones del Hip Hop; pero en donde me conocen es en los am- bientes delictivos y tauromáquicos; el públi- co es mi amante y mi cliente. —¿Te han valorado lo suficiente? —No termino de creerme un gran rockero, ni un artista de verdadera importancia. Quizás debería haberme instalado en California ha- ce años. Argentina y España son países que ofrecen un rico folclor; tanguista, flamenco, folclórico, torero. Puedo cantar en inglés, pero necesito el idioma para reconocer a los de- más; hablo para observar si me entienden… y saber con quién estoy. Me resigno a transitar la casualidad de vivir en un mundo donde 500 millones de personas hablan castella- no-español, pero confieso que a veces me siento encerrado en el micro-clima argenti- no. Me gustaría abrazar el respeto del mundo musical entero. —Después de haber vivido tantos años en España y ver cómo tu carrera despegó, ¿podrías afirmar que uno nunca es pro- feta en su tierra? —Yo llegué a España como un completo des- conocido, pero ya había hecho muchas cosas con el rock en mi país, no me fui para existir. En Argentina ya había grabado discos y esta- ba incluido en una especie de aristocracia del rock nuestro. España fue conquistada, aun- que tampoco fuimos grandes estrellas, nos ganamos la vida y nos acostumbramos a cier- tos pequeños lujos. —Entonces no fue un error... —Quizás mi error fue volver a la Argentina en lugar de buscar desafíos diferentes en otras regiones, pero la vuelta fue muy exitosa y sembramos nuevas generaciones de público y multitudes. —A lo largo de tu carrera abarcaste otros ritmos musicales como el tango y la cum- bia ¿Cómo llegaste a ellos? —Fue en un encuentro con el maestro Ma- riano Mores —uno de los más extraordinarios creadores del género—. El me vio, me miró de arriba a abajo y, sin conocerme de nada, me dijo: “Nene, vos vas a hacer la música popular en Argentina”. Yo crecí escuchando tango, como todos los de mi generación hacia atrás… aunque mis antepasados rockeros es- taban enfrentados con el tango y el folclor (li- brando una caprichosa batalla de ética y es- tilos) nunca rechacé el encanto de nuestra hermosa música propia. Puedo cantar tangos sin ser cantante de tango porque es un reper- torio extraordinario de canciones, incluso más allá de los códigos rítmicos, lunfardos (el argot porteño) y el compás. No tengo reper- torio, si quiero cantar un tango tengo que aprenderlo primero. Y los canto porque el tango me eligió a mí. —¿Y la cumbia...? —La cumbia es otra historia, porque es un gé- nero panamericano que llega desde Colom- bia y Perú. Toda la vida envidiamos el asunto brasileño, sus ritmos bailables, el swing. La identidad. Finalmente el pueblo llano encon- tró su propio ritmo en la cumbia suburbial y en la cadencia de la cumbia sentimental san- tafesina. Pero es rock lo que tengo en las ve- nas. Cualquiera puede tatuarse y distorsio- nar, decirse rockero; pero el verdadero rock está en las venas. —¿Y qué significación tiene para Andrés Calamaro mezclar estos ritmos afuera de Arg entina? —En Argentina no les entusiasma demasia- do escucharme cantar tangos, pero en Co- lombia lo aprecian muchísimo. En España y en Argentina hay sectores que entienden que traicione ciertos valores, o esquemas, del rock. Sinceramente, no puedo formar parte de este debate, yo crecí escuchando Bossa Nova, Tangos, Jazz y a Los Beatles; mi infan- cia y juventud estuvo rodeada todo el tiempo de cuadros y escuchando las conversaciones de mi padre con poetas y generadores de ideología y marco político. A lo largo de su carrera, Andrés Calamaro ha tenido importantes logros como solista, pero también ha formado parte de las influyentes bandas Los abuelos de la nada (Argentina) y Los Rodríguez (España).

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EL UNIVERSAL DOMINGO —21 — 19 de julio de 2015

cia y acepto con gratitud el gran afecto de lospueblos de América. Pero no soy ambicioso.Tampoco estamos discriminados los hispa-nohablantes, somos un mundo dentro deotro; y en este submundo, el rock es un aste-roide. Nuestro límite es el idioma pero porsuerte existe el noble oficio del traductor quenos permite acceder a la literatura, la filosofía,la poesía y el cine. Reconozco que mi músicase conoce apenas en unos pocos países en elmundo, pero aun así no me alcanza el tiempopara cantar en todos estos generosos sitiosque me han abierto la puerta. Me hubieragustado ser un artista mimado por la críticaestadounidense y las estrellas de Hollywood,tomado en cuenta por los figurones del HipHop; pero en donde me conocen es en los am-bientes delictivos y tauromáquicos; el públi-co es mi amante y mi cliente.

—¿Te han valorado lo suficiente?—No termino de creerme un gran rockero, niun artista de verdadera importancia. Quizásdebería haberme instalado en California ha-ce años. Argentina y España son países queofrecen un rico folclor; tanguista, flamenco,folclórico, torero. Puedo cantar en inglés, peronecesito el idioma para reconocer a los de-más; hablo para observar si me entienden…ysaber con quién estoy. Me resigno a transitarla casualidad de vivir en un mundo donde500 millones de personas hablan castella-no-español, pero confieso que a veces mesiento encerrado en el micro-clima argenti-no. Me gustaría abrazar el respeto del mundomusical entero.

—Después de haber vivido tantos años enEspaña y ver cómo tu carrera despegó,¿podrías afirmar que uno nunca es pro-feta en su tierra?—Yo llegué a España como un completo des-conocido, pero ya había hecho muchas cosascon el rock en mi país, no me fui para existir.En Argentina ya había grabado discos y esta-ba incluido en una especie de aristocracia delrock nuestro. España fue conquistada, aun-que tampoco fuimos grandes estrellas, nosganamos la vida y nos acostumbramos a cier-tos pequeños lujos.

—Entonces no fue un error...—Quizás mi error fue volver a la Argentina enlugar de buscar desafíos diferentes en otrasregiones, pero la vuelta fue muy exitosa ysembramos nuevas generaciones de públicoy multitudes.

—A lo largo de tu carrera abarcaste otrosritmos musicales como el tango y la cum-bia ¿Cómo llegaste a ellos?

—Fue en un encuentro con el maestro Ma-riano Mores —uno de los más extraordinarioscreadores del género—. El me vio, me miró dearriba a abajo y, sin conocerme de nada, medijo: “Nene, vos vas a hacer la música popularen Argentina”. Yo crecí escuchando tango,como todos los de mi generación haciaatrás… aunque mis antepasados rockeros es-taban enfrentados con el tango y el folclor (li-brando una caprichosa batalla de ética y es-tilos) nunca rechacé el encanto de nuestrahermosa música propia. Puedo cantar tangos

sin ser cantante de tango porque es un reper-torio extraordinario de canciones, inclusomás allá de los códigos rítmicos, lunfardos (elargot porteño) y el compás. No tengo reper-torio, si quiero cantar un tango tengo queaprenderlo primero. Y los canto porque eltango me eligió a mí.

—¿Y la cumbia...?—La cumbia es otra historia, porque es un gé-nero panamericano que llega desde Colom-bia y Perú. Toda la vida envidiamos el asuntobrasileño, sus ritmos bailables, el swing. Laidentidad. Finalmente el pueblo llano encon-tró su propio ritmo en la cumbia suburbial yen la cadencia de la cumbia sentimental san-tafesina. Pero es rock lo que tengo en las ve-nas. Cualquiera puede tatuarse y distorsio-nar, decirse rockero; pero el verdadero rockestá en las venas.

—¿Y qué significación tiene para AndrésCalamaro mezclar estos ritmos afuera deArg entina?—En Argentina no les entusiasma demasia-do escucharme cantar tangos, pero en Co-lombia lo aprecian muchísimo. En España yen Argentina hay sectores que entienden quetraicione ciertos valores, o esquemas, delrock. Sinceramente, no puedo formar partede este debate, yo crecí escuchando BossaNova, Tangos, Jazz y a Los Beatles; mi infan-cia y juventud estuvo rodeada todo el tiempode cuadros y escuchando las conversacionesde mi padre con poetas y generadores deideología y marco político.

A lo largo de sucarrera, AndrésC a l a m a ro hatenido importanteslogros como solista,pero también haformado parte delas influyentesbandas Los abuelosde la nada(Argentina) y LosRodríguez (España).