conciencias libres n 11

Upload: difusionesa

Post on 04-Apr-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    1/9

    1

    LA POLTICA NO HA ENSEADO NUNCA A NADIE EL MEDIO DE

    GANAR HONRADAMENTE SU PAN

    A.BELLEGARRIGUEN 11ENERO 2012

    A

    DOCE PRUEBAS DE LA INEXISTENCIA DE DIOS

    PRIMERA SERIE DE ARGUMENTOS

    El gesto creador es inadmisible.

    Qu se entiende por crear?

    Qu es crear?

    Es tomar los materiales esparcidos, separados,pero existentes, luego, utilizando ciertos principios

    experimentados, aplicando ciertas reglas conocidas,

    reunir, agrupar, asociar, ajustar estos materiales,

    con el fin de hacer de ellos algo?

    No. Esto no es crear. Ejemplo: puede decirse de

    una casa que ella ha sido creada? No. Ha sido

    construida. Puede decirse de un mueble que ha

    sido creado? No. Ha sido fabricado. Puede

    decirse de un libro que ha sido creado? - No. Hasido compuesto, impreso.

    Luego, tomar estos materiales existentes y hacer de

    ellos algo, eso no es crear.

    Qu es, pues, crear?

    Crear Me encuentro, a fe ma, muy perplejo para

    explicar lo inexplicable, para definir lo indefinido.

    Sin embargo voy a hacerme comprender:

    Crear, es sacar algo de nada. Es hacer con nada

    alguna cosa. Es llamar la nada a ser.

    Eso supuesto, imagino que no se encuentra ni una

    sola persona dotada de razn que pueda concebir y

    admitir que de nada se pueda sacar algo, que con

    nada sea posible hacer alguna cosa.

    Imaginad a un matemtico, elegid al calculador ms

    eminente, colocad detrs de l un enorme cuadro

    negro. Rogadle que trace sobre ese cuadro ceros y

    ms ceros: podr esforzarse en sumar, en

    multiplicar, en librarse todas las operaciones de las

    matemticas, y no alcanzar jams a extraer de la

    acumulacin de esos ceros una unidad. Con nada,

    no se hace nada; con nada no se puede hacer nada.

    El famoso aforismo de Lucrecio ex nihilo nihil queda

    como la expresin de una verdad y de una evidencia

    manifiestas. (continuar)

    S.Faure

    COMUNA DE PARIS - 1871

    LA MALDAD, COMO ARGUMENTO RETARDATARIOEL NICO REMEDIO

    La maldad por excelencia, radica en el Poder, que

    envilece tanto al que lo ejerce, como al que lo sufre. El

    Estado mantiene al pueblo indefenso, atado de pies y

    manos ante la provocacin y el despojo del capitalismo.

    Constrie al individuo en la ignorancia, o en una

    institucin sectaria y falsa, peor que la ignorancia misma.

    Le ofrece el opio de las creencias y el aturdimiento del

    alcohol, hacindolo vegetar en la abyeccin fsica y moral

    de la miseria. Lo hace sucumbir al yugo de la familia,

    fomentando la reproduccin y premiando las proles

    numerosas. Todo, como quisiera a toda costa cultivar la

    maldad del carcter, para justificar sus instituciones

    represivas, y lograr que pase desapercibida la maldad

    organizada, consustancial con el sistema

    El remedio es la Libertad; la Educacin, la cultura y la

    Ciencia libres de tutelas. En una palabra: el Anarquismo.

    Isaac Puente

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    2/9

    2

    PSICOLOGA DE LA REVOLUCIN (V)

    VAMOS A LA REVOLUCIN (I)

    17 Octubre 1848

    Ciudadanos:

    Cuando nuestros amigos de la

    Repblica democrtica, inquietos por

    nuestras ideas y nuestras tendencias,

    se lamentan de la calificacin de

    socialistas que nosotros juntamos a la

    de demcratas, Qu reprueban?

    Reprueban no ser revolucionarios.

    Veamos, pues, de una vez quin entre

    ellos y nosotros es tradicionalista, quin

    entre ellos y nosotros ejerce la

    verdadera prctica revolucionaria.

    Y cuando nuestros enemigos de la

    burguesa, inquietos por la suerte de

    sus privilegios, vierten sobre nosotros

    la calumnia y el ultraje, cul es el

    pretexto de su acusacin? Este es: que

    queremos destruir todo y todo

    perderlo; propiedad, familia,

    civilizacin.

    Veamos, pues, quien entre nosotros y

    nuestros adversarios merece mejor la

    calificacin de conservadores.

    Las revoluciones son manifestaciones

    sucesivas de justicia en la sociedad. Por

    eso ocurre que toda revolucin tiene su

    punto de partida en otra revolucin

    anterior.

    Quien dice revolucin, dice, pues

    necesariamente progreso, y dice al

    mismo tiempo conservacin. De aqu

    resulta que la revolucin es

    permanente en la historia, y que

    precisando, no son muchas

    revoluciones, sino es una sola, misma y

    perpetua revolucin.

    La revolucin hace diez y ocho siglos

    se llamaba Evangelio, la Buena

    Nueva. Su dogma fundamental se

    llamaba unidad de Dios, su divisa la

    igualdad de todos los hombres delante

    de Dios. La esclavitud antigua reposaba

    en el antagonismo y la desigualdad de

    los dioses, o sea en la inferioridad

    relativa de las razas bajo el estado de

    guerra. El cristianismo cre el derechode gentes, la fraternidad de los

    pueblos; fue por la fuerza de su dogma

    y de su divisa por lo que quedaron

    simultneamente abolidas la idolatra y

    la esclavitud.

    Cierto que no se negar hoy que los

    cristianos, estos revolucionarios que

    combatan con la palabra y el martirio

    no fuesen hombres de progreso;

    aadiremos an, que eran hombres

    conservadores.

    La iniciacin politesta, despus de

    haber civilizado a los primeros

    hombres, despus de haber convertido

    estos hombres de los bosques,

    silvestres homines como dice el poeta

    en hombres de ciudad, en

    ciudadanos, volva a ella misma, por

    causa del sensualismo y del privilegio,

    un principio de corrupcin y de

    servilismo. La humanidad estaba ya

    perdida, cuando surge para salvarla

    Cristo, el que por esta misin gloriosa

    recibe el doble ttulo de Salvador y

    Redentor, como quien dice en nuestro

    lenguaje poltico, conservador y

    revolucionario.

    Tal fue el carcter de la primera y ms

    grande de las revoluciones: ella renov

    el mundo, y renovndolo lo conserv.

    Ms por cuanto esta revolucin fuesesobrenatural y espiritual, no significaba

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    3/9

    3

    otra cosa que el lado ms material de la

    justicia, la liberacin del cuerpo, la

    abolicin de la esclavitud. Teniendo por

    fundamento la fe, dej esclavo el

    pensamiento: no bastaba a la

    emancipacin del hombre, que escuerpo y alma; materia e inteligencia:

    as ella misma vena a suscitar otra

    nueva revolucin. Mil aos despus de

    la venida de Cristo, empezaba, en el

    seno mismo de la religin que haba

    fundado, una agitacin inconsciente,

    preludio de un nuevo progreso. Los

    escolsticos llevaban en su seno,

    acatando la autoridad de la Iglesia y de

    la Escritura, la autoridad de la razn!

    Ved; en el siglo XVIII, la revolucin

    estall. La revolucin de esta poca, sin

    abandonar su primer fruto, sin renegar

    de s misma, toma otro nombre,

    nombre ya clebre; se llam Filosofa.

    Tiene por dogma la libertad de la razn

    y por divisa (bien podemos decir esto,

    porque una cosa es consecuencia

    inmediata de la otra) tiene igualdad de

    todos ante la razn.

    He aqu el hombre declarado

    inviolable y libre en su doble esencia de

    alma y cuerpo!

    Era esto un progreso? Quin otro que

    un tirano puede negarlo?Era

    conservacin? Esto no necesita

    respuesta.

    El destino del hombre, ha dicho un

    sabio, es contemplar la obra de dios..

    Despus de haber conocido el hombre

    a dios a travs del corazn por la fe, era

    preciso para el hombre conocerlo a

    travs de la razn. El Evangelio era para

    la humanidad una especie de

    enseanza infantil; luego que la

    humanidad fue adulta, se hizo precisa

    una enseanza superior, bajo pena de

    caer en el idiotismo y en la servidumbre

    que le sigue.

    As los Galileo, los Arnaldo de Brescia,

    los Giordano Bruno, los Descartes, losLutero, toda esa plyade de sabios, de

    pensadores y de artistas que brillaron

    en el quince, diez y seis y diez y siete

    siglos, todos estos grandes

    revolucionarios, fueron al mismo

    tiempo los conservadores de la

    sociedad, los heraldos de la civilizacin.Ellos prosiguieron en contra de los

    representantes de Cristo el movimiento

    empezado por Cristo, aunque a ellos no

    molestaron las persecuciones y

    martirios.

    Ved cul fue la segunda revolucin, la

    segunda gran revolucin de la justicia.

    As ella rejuveneciendo el mundo, lo

    salv.

    Perola filosofa, juntando su conquista a

    la del Evangelio, no terminaba el

    programa de esta eterna justicia,;

    faltaba algo. La libertad trada de Cristo

    al seno de Dios, no era todava ms que

    una libertad individual. Se haca preciso

    llevarla en el interior; precisaba llevarla

    en la conciencia y hacerla entrar en la

    ley.

    Hacia la mitad del siglo pasado empez

    una segunda elaboracin; y como la

    primera revolucin fue religiosa, la

    segunda fue filosfica y la tercera

    poltica. Llamse el Contrato social.

    Tom por dogma la soberana del

    pueblo; contraposicin del dogma

    cristiano la unidad de Dios.

    Su divisa fue igualdad ante la Ley; era el

    corolario de las otras, porque la

    revolucin haba ya escrito sobre su

    bandera: igualdad ante dios e igualdad

    ante la razn.

    As, en cualquier revolucin, la libertad

    aparece siempre como el instrumento

    de la justicia, la igualdad como la

    medida de la justicia misma. El tercer

    trmino es el fin de la justicia. Este fin,

    siempre perseguido, siempre cercado,

    es la fraternidad. No perdan nunca de

    vista el orden seguido por el

    movimiento revolucionario.

    Testimoniado por la historia, lafraternidad, fin supremo de la

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    4/9

    4

    revolucin, no se impone; tiene como

    condicin primeramente la libertad,

    despus la igualdad. Igualmente que si

    la justicia dijera: Hombres, seis libres;

    ciudadanos debis ser iguales; y

    despus, hermanos, abrazaos.Quin osar negar que la revolucin

    empezada hace sesenta aos por

    nuestros padres, cuyo heroico recuerdo

    hace vibrar nuestros corazones con

    tanta violencia que casi toca al

    sentimiento de nuestros propios

    deberes; quin negar, pregunto yo,

    que esta revolucin fue un progreso?

    Nadie. Y bien, yo pregunto: no es,

    pues, cierto que tanto como fue

    progresiva, fue tambin conservadora?

    Era entonces posible que la sociedad

    continuase viviendo bajo el antiguo

    despotismo, con su nobleza envilecida,

    su clero corrompido, sus parlamentos

    egostas, indisciplinados, entregada a la

    intriga, con un pueblo de desastrados,

    con una especie de gente tabernaria?

    Pero para qu hemos de iluminar el

    sol y demostrar la evidencia? La

    revolucin del 89 fue la salvacin de la

    humanidad; por esto merece el ttulo

    de revolucin.

    Pero, ciudadanos, si nuestros padres

    han hecho mucho por la libertad e

    igualdad, si han excavado en el camino

    de la fraternidad, han dejado todava

    mucho que desear.

    La justicia no ha dicho su ltima palabra

    en el 89, y quin sabe todava cuando la

    dir. No somos nosotros testimonios,

    nosotros generacin de 1848, de una

    corrupcin peor todava que aquella de

    los ms terribles das de la historia; de

    una miseria igual a la de los tiempos

    feudales, de una opresin del espritu y

    de la conciencia, de un

    embrutecimiento de toda la facultad

    humana, ms bajo que todo cuanto se

    ha visto en la poca de la barbarie? De

    qu sirven la conquista del pasado, lareligin, la filosofa, la constitucin y los

    cdigos, cuando en virtud de los

    derechos mismos que garantizan esta

    constitucin y estos cdigos, nos

    encontramos desposedos de la

    naturaleza, incomunicados con el

    gnero humano? Qu es entonces lapoltica, cuando comemos pan,,

    viniendo precisamente desechados del

    trabajo que procura el pan? Qu

    importa la libertad de ir y venir, la

    libertad de pensar y de no pensar, la

    garanta de la ley, el espectculo de las

    maravillas de la civilizacin y la estril

    enseanza que se hace, cuando por la

    falta de todo aquello sobre que puede

    ejercerse la actividad humana, nos

    vemos sumergidos en el vaco absoluto;

    cuando al llamamiento de nuestros

    sentidos, de nuestro corazn, de

    nuestra razn, el universo y la sociedad

    responden: Nada!

    Ciudadanos, yo lo juro por Cristo y por

    nuestros padres. La justicia ha dado el

    toque de cuarta hora, y desgraciados

    de aquellos que no le han atendido-

    -Revolucin de 1848, cmo te

    llamas?

    -Me llamo Derecho al trabajo.

    -Cul es tu bandera?

    -LaAsociacin.

    -Tu divisa?

    -La igualdad ante la riqueza.

    -Dnde te conduce?

    -A la Fraternidad.

    -Yo te saludo, oh, Revolucin!

    Yo te servir como sirvo a Dios,

    como sirvo a la Filosofa y a la

    Libertad, de todo corazn, con

    toda mi alma, con toda mi

    inteligencia, con todo mi valor, y

    no tendr otra regla ni otra

    soberana que t.

    La revolucin, despus de ser de una

    vez a otra, religiosa, filosfica, poltica,

    se vuelve econmica. Y como todas las

    revoluciones precedentes, viene a traer

    una contradiccin al pasado, unaespecie de revuelta en el orden

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    5/9

    5

    establecido. Sin esta mudanza

    completa de los principios y de las

    creencias, no hay revolucin; es slo

    una mistificacin. Continuemos,

    ciudadanos, interrogando la historia.

    Bajo el imperio del politesmo estabaestablecido y se perpetuaba la

    esclavitud. Pero en nombre de que

    principio? En el de la religin. Despus

    la venida de Cristo aboli la esclavitud

    precisamente en nombre de la religin.

    El cristianismo a su vez subyuga la

    razn a la fe, la Filosofa despus

    resuelve este orden, y subordin la fe a

    la razn.

    El feudalismo, en nombre de la poltica

    hace siervo a todo el mundo,

    sometiendo el obrero al burgus, el

    burgus al noble; el noble al rey, el rey

    al sacerdote, el sacerdote a una letra

    muerta. El 89 somete todo el mundo a

    la ley, y no reconoce en todos los

    hombres ms que ciudadanos.

    Hoy el trabajo est a discrecin del

    capital. Y bien. La revolucin trata de

    mudar este orden; es el capital el que

    debe reconocer la preponderancia del

    trabajo, el instrumento que debe

    ponerse a disposicin del obrero.

    Tal es esta revolucin, a la cual el

    sarcasmo y la calumnia, as como las

    persecuciones, no faltarn, as como no

    han faltado a las otras revoluciones.

    Pero as como las otras, la revolucin

    de Febrero ser ms profunda por la

    sangre de sus mrtires. Sanguis

    martyrum, semen christianorum

    gritaba uno de los grandes

    revolucionarios del tiempo pasado, el

    indomable Tertuliano. Sangre de

    republicanos, simiente de republicanos.

    Quien no osa confesar esta fe

    consagrada con la sangre de nuestros

    hermanos, no es un revolucionario; es

    un infiel. Quien la disimula, es un

    renegado. Separar la repblica del

    socialismo, es querer concordar lalibertad del espritu con la esclavitud de

    los sentidos, el ejercicio del derecho

    pblico con la institucin del derecho

    civil; es contradictorio; es absurdo.

    Ved, ciudadanos, la genealoga de las

    ideas sociales; estamos nosotros, o no

    estamos en la tradicin republicana? Setrata ahora de saber si nosotros lo

    mantenemos de la misma manera en la

    prctica; si, como nuestros padres, no

    somos hombres conservadores,

    adems de los hombres de progreso;

    porque no es ms que por este doble

    ttulo por lo que nos llamamos hombres

    de revolucin.

    Profesamos el principio revolucionario,

    el dogma revolucionario, la divisa

    revolucionaria. Qu nos faltar para

    cumplir la obra que la providencia ha

    confiado a nuestras manos? Una sola

    cosa: la prctica revolucionaria.

    Ahora cul es esta prctica que en

    tiempos ordinarios distnguese de las

    pocas de revoluciones?

    Lo que constituye la prctica

    revolucionaria es esto: que no procede

    por detalles ni diversidades, o por

    transiciones imprescriptibles, sino por

    simplificaciones y asaltos.

    Se coloca encima, con sus largas

    ecuaciones, cuyo trmino medio

    conseguido de las costumbres y

    sentido comn, cuya aplicacin debi

    hacerse, normalmente, en perodos

    anteriores, si no lo hubiese impedido el

    egosmo de los felices y la inercia de los

    gobernantes.

    Esta gran mudanza de principios. Esta

    transicin gigantesca en las

    costumbres, tienen todava sus leyes;

    nada menos arbitrario, menos casual,

    que la prctica de la revolucin.

    Pero, cul es, por fin, esta prctica?

    Yo supongo que los hombres de Estado

    que hemos visto en el poder despus

    del 24 de Febrero, que estos polticos

    cortos de vista, de medios pequeos,

    de restringida y meticulosa inteligencia,se encontraron en el lugar de

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    6/9

    6

    apstoles; pregunto a vosotros: qu

    fueron capaces de hacer?

    Ellos, en conferencias privadas, en

    concilibulos secretos, acordaron con

    los innovadores que la pluralidad de los

    dioses era una cosa absurda. Ellosdijeron, como Cicern, que no podan

    concebir que dos augures se pudieran

    mirar a la cara sin rer. Ellos

    condenaron muy filosficamente y en

    voz baja la esclavitud.

    Ms protestaron contra aquella

    propaganda temeraria, que negando

    los dioses y todo aquello que la

    sociedad tena de ms sagrado, se

    suscitaba contra toda supersticin y

    todos los intereses; creyeron acto de

    buena poltica, en vez de atacar las

    viejas creencias, interpretarlas;

    quisieron que en vez de abolir el culto,

    se purificase. Se inclinaron ante

    Mercurio el ladrn, ante Venus la

    impdica, Jpiter el incestuoso.

    Hablaron con respeto de lo juegos

    florales y de las bacanales.

    Sobrepusieron una filosofa de

    politesmo, contada la historia de los

    dioses, renovado el personal de los

    templos, publicados los reglamentos

    para los sacrificios y las fiestas pblicas,

    concordaron, en cuanto podan, la

    razn y la moral con la impura tradicin

    de los padres, a fuerza de miras,

    complacencia y respetos humanos; y en

    lugar de salvar al mundo lo perdieron.

    En el primer siglo de la era cristiana una

    secta,, un partido potente, por genio y

    por elocuencia, de frente a la

    revolucin cristiana, se propuso

    continuar la idolatra desde el punto de

    vista de una Repblica moderada y

    progresiva; fueron los neoplatnicos, a

    los que se agrega Apolonio y el

    emperador Juliano. Precisamente como

    ciertos predicadores que hemos visto

    con nuestros mismos ojos, los cuales

    tienden a la renovacin del catolicismo,

    interpretando sus smbolos desde el

    punto de vista de las ideas modernas.

    Vana tentativa. La prediccin cristiana,

    o sea la prctica revolucionaria, alej a

    todos los dioses y a todos sus

    adoradores. Y Juliano, el mayor polticoy el ms bello espritu de su tiempo,

    por oponerse locamente a la justicia

    evanglica, permanece deshonrado en

    la historia bajo el nombre deApstata.

    Citemos ahora un ejemplo.

    Supongamos que en el 89 los

    consejeros prudentes del despotismo,

    los espritus iluminados de la nobleza,

    los tolerantes del clero, los sabios de la

    burguesa, los pacientes del pueblo;

    supongamos, digo, que esta porcin de

    ciudadanos de las ms rectas miras, de

    las ms sanas ideas, de las intenciones

    filantrpicas, pero penetrados todos

    del peligro de las bruscas innovaciones,

    se encuentran forzados a conducir a

    buen fin, segn las reglas de alta

    poltica, la transicin y la libertad; Qu

    habran hecho?

    Habran votado, despus de larga

    discusin y madura deliberacin, y

    entre artculo y artculo habran

    tardado lo menos diez aos de

    intervalo, concedindose un estatuto;

    habran negociado con el Papa,

    adaptndose a toda especie de

    sumisiones, la constitucin civil del

    clero; habran tratado con los

    conventos amigablemente el rescate de

    sus bienes, habran abierto una

    informacin sobre el valor de los

    derechos feudales, sobre la indemnidad

    de reconciliarse con los seores;

    habran colmado de compensaciones a

    los privilegios, en cambio de los

    derechos concedidos al pueblo. Y as

    hubieran hecho durar mil aos una

    revolucin que la prctica

    revolucionaria hubiera hecho en una

    sola noche.

    Y todo esto no es del todo una vanahiptesis; no faltaron hombres el 89

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    7/9

    7

    que obraron con acuerdo de esta falsa

    sabidura revolucionaria.

    El primero de todos fue Luis XVI; Lus

    XVI, revolucionario por sentimiento y

    por teora, an cuando ninguno ms

    incapaz de comprender que se hacapreciso serlo igualmente en la prctica.

    Luis XVI se meti a comerciar y a tirar

    sobre todo, tanto y tan bien, que la

    revolucin impaciente lo volc.

    Esto es lo que yo entiendo por prctica

    revolucionaria.

    La revolucin de Febrero ha

    proclamado el derecho al trabajo, esto

    es, la preponderancia del trabajo sobre

    el capital.

    Partiendo de este principio, afirmamos

    que antes de pasar a cualquier otra

    forma, debemos sobre todo, ocuparnos

    de una institucin de orden general que

    exprese la subordinacin del capital al

    trabajo bajo todos los puntos de la

    economa social; que en lugar de

    mandar al obrero como vanguardia del

    capital, sea el primero, rbitro y patrn

    del segundo; una institucin que

    cambie las relaciones que existen hoy

    entre el capital y el trabajo, esas dos

    grandes potencias econmicas y de la

    cual se derive enseguida, por fuerza de

    la consecuencia, todas las otras

    reformas. (continuar)

    P.J.Proudhon

    Banderola seccin lionesa AIT

    SINCERIDADEs un espectculo triste el de nuestros

    das. La mentira pblica y privada

    corroe las entraas de la sociedad. Elvicio gana a los hombres y a las

    mujeres, a los ancianos y a los nios. La

    vanidad desvanece al cerebro.

    Hipcritas y fatuos, embusteros y

    degradados, corremos tres miserables

    fines de pasajero goce.

    Invadidos por la epidemia del

    escepticismo ms repugnante

    pisoteamos la conciencia,

    despreciamos la personalidad. Todo es

    igual si cuidadosos aparentamos

    cualidades que ni nosotros mismos ni

    nadie nos reconoce.

    Hemos firmado un compromiso con las

    apariencias rindindonos a la maldad.

    Nuestra educacin poltica, nuestra

    educacin social, nuestra mentalidad,

    nuestra efectividad, todo,

    absolutamente todo, descansa en ese

    compromiso. No es esto pesimismo de

    escuela ni pesimismo de tendencia

    orgnica. Es la expresin de la realidad

    que se impone por doquier.Contemplamos a un hombre

    OPTIMISMONo culpis las Ideas, son los hombres

    los falsos, veleidosos y mudables.

    Que sin sentir el fuego de la Idea,

    quiz sean rebeldes, quiz audaces

    Son los mismos de siempre los que gritan,

    los que hablan de luchar y verter sangre,

    los que huyen del peligro, los traidores

    a sus propias palabras, los cobardes.

    Otros son los valientes abnegados

    que viven para amar sus ideales

    Y, ay del da que al mundo estos locos,

    soadores le falten!

    Solano Palacio

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    8/9

    8

    cualquiera, sean las que fueren sus

    ideas y sus sentimientos y de pronto

    salta la mentira, salta el fingimiento,

    salta la vanidad. Los escpticos

    declarados se confiesan o excusan.

    Quien se excusa se acusa, le no sdonde. Los que tienen o parecen tener

    ideas, aspiraciones, velan lo mejor

    posible su propia insania. Provocadlos,

    y os ensearn ms mentiras que

    verdades, ms vanidad que ciencia

    propia, ms hipocresa. La lnea recta es

    el egosmo estrecho de las ms diversas

    concupiscencias. No faltan los que

    cnicamente ostentan la perversidad de

    la moderna vida social.

    Estamos en plena crisis de todo un

    mundo que amenaza prxima ruina.

    Desgraciados los resortes de la vida

    moral, del idealismo trascendental, de

    la poltica rancia, pero el mundo se

    entrega a las ms bajas pasiones. La

    ambicin se desborda: ambicin

    mezquina, pobre, deleznable. El

    egosmo cristaliza; egosmo raqutico,

    anmico. Todas las cualidades nobles

    de la personalidad bailan una danza

    macabra y se prosternan en el altar de

    la concupiscencia. Se ponen las ideas,

    los sentimientos, al servicio de la

    pasin. Es menester arrastrarse para

    subir, como hacen las orugas, a lo largo

    de una estaca. En vano (Dumont) un

    hombre reflexivo y sensato querr

    permanecer inmvil en su condicin,

    hacer consistir su lujo y su

    independencia y gozar descanso y

    reposo: no se le dejar tranquilo. El

    desinters, la vida simple y con

    severidad independiente, son artculos

    pasados ya de moda y objeto de un

    desdn general.

    Se miente religiosidad, se miente amor

    al prjimo, se miente abnegacin, se

    miente sinceridad. La cucaa

    tentadora, la cucaa poltica, la cucaa

    de la riqueza, la cucaa del renombre,la cucaa del aplauso: he ah todo. Hay

    que trepar aunque se arrastrndose

    como los insectos ms repugnantes.

    Trepad, pues, hombres del da. Trepad

    los que aspiris a gobernar, los que

    queris dirigir, los que sois con brillos

    de efmero deslumbre; trepad los

    ambiciosos, los glotones de la riqueza;

    trepad los que os creis elegidos,

    predestinados a una hegemona

    literaria, poltica, cientfica o social;

    trepad todos a porfa, que la masa

    estulta os ayudar placentera,

    creyendo o aparentando creer en

    vuestras promesas de gloria o de

    bienestar o de grandeza; en vuestros

    mentidos servicios; en vuestra necia

    superioridad.

    Las pestes se vencen a fuerza de

    higiene. La higiene social tiene un

    nombre; verdad.La verdad ser el gran reactivo que nos

    devuelva al dominio de nosotros

    mismos. Digamos, impongamos la

    verdad tercamente, sin arredrarnos por

    nada, hasta con los puos, si es

    necesarioLa verdad nos emancipar.

    (Accin Libertaria, n22 . Madrid 17-octubre1913) Ricardo Mella

  • 7/31/2019 Conciencias Libres n 11

    9/9

    9