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COMERCIO Y POLITICA COMERCIAL

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COMERCIO Y POLITICACOMERCIAL

PROTECCIONISMO

Los tiempos que corren son propicios para discutir en tornoa la tesis del proteccionismo. En realidad, la preocupación no esnueva. A lo largo y a lo ancho del mundo, en cuestiones de políticacomercial exterior han estado en lucha dos posiciones fundamentales,que han predominado alternativamente en ciertas zonas:librecambismo y proteccionismo.

Nuestro país ha sido tradicionalmente librecambista. Hastaaduaneras reciente no se consideró la necesidad de levantar barrerasinternacional. Los aranceles se establecían con la única finalidad deproporcionar ingresos al Fisco. Y es más: muchas veces, o mejordicho, casi siempre, esos aranceles funcionaban atendiendo solo a lanecesidad de un mayor rendimiento fiscal, sin que se les manejaracomo instrumento del nivel de vida de la población.

El período que media entre las dos guerras mundiales fuétestigo de un desarrollo ponderoso de la tendencia proteccionista entodo el mundo. Los países europeos principalmente estaban poseídospor la preocupación de la autosuficiencia, algunos con finesexclusivamente guerreristas, como Alemania e Itallia; otros obligadospor su propia situación política, como la Unión Soviética. Incluso lavieja Inglaterra, cuna del librecambismo y de la teoría clásica delcomercio internacional, estableció un sistema aduanero depreferencias que constituye un instrumental de obstáculos al libretráfico comercial.

Durante la segundaguerra mundialnacieron yse desarrollaronen América Latina numerosas industrias ligeras, a la sombra de laescasez producida por la guerra en los mercados mundiales. Estasindustrias pertenecen principalmente a los ramos de textiles, farmaciay química, papel, bebidas, materiales de construcción, aceites y

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grasas, etc. Mal que bien esta producción atendió a las necesidadesdel consumo interno durante todo ese período y la capacidadindustrial de varios países de este continente se amplióconsiderablemente. Los altos costos de producción no constituíanentonces problema, por cuanto el poder adquisitivo de la población,como consecuencia de un mayor ingreso nacional y de una menorproporción de importaciones y gastos en el exterior, absorbía losaltos precios resultantes. Las empresas establecidas antes o durantela guerra realizaron ganancias, la mayor parte de las cuales fueaplicada a ampliar los equipos y el potencial productivo de lasfábricas. Cuando finalizó elconflicto, varios países latinoamericanostenían industrias formadas, eficientes, que producían no solo paraabastecer al mercado interno sino para exportar.

Esta nueva situación modificó un tanto las condiciones delcomercio internacional existentes antes de laguerra. Al comienzo dela post-guerra las industrias de exportación de los paises europeosestaban destruidos y su reconstrucción se hizo dificil. EstadosUnidos dedicaba toda su capacidad productiva a satisfacer lademanda acumulada durante cinco años de lucha. Prácticamente lademanda diferida iba siendo satisfactoria, que las reservas de divisasde los países latinoamericanos se iban agotando por las continuas yvoluminosas importaciones, que los paises europeos ponían otra vezen pie de producción sus industrias, que los dineros y recursos delplan Marshall proveían de capitales a Europa y que el gran númerode desocupados determinaba la depresión de los salarios, lacompetencia en mercancías ligeras se ha hecho presente. Como yano hay demanda diferida que satisfacer, como escasean las divisasen todo el mundo, como en Europa se logra mano de obra barata,como el ritmo de la producción ha aumentado extraordinariamente,las existencias crecen en las fábricas, los precios bajan, se exporta aprecios de dumping y las industrias de los países latinoamericanosse encuentran abocados a una crítica situación de competencia, condesventaja para ellas.

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En nuestro país ha ocurrido que ciertas industrias sedesarrollaron bastante durante la guerra, obteniendo apreciablesbeneficios. La textil, la de grasas y aceites, la farmacéutica, sonbuenos ejemplos. El mercado absorbió toda su producción a losprecios que se ofreció. Los costos se elevaron hasta un niveldemasiado alto, que se conserva aún. Frente a la situación delmercado mundial, cuando los precios están por debajo de losnuestros en proporción enorme, estas industrias necesitan deprotección aduanera para subsistir. Tal es el caso que se discuteactualmente en las esferas comerciales e industriales directamenteinteresadas en el problema.

La diferencia que tenemos con el resto de los paíseslatinoamericanos es que disponemos de un volumen relativamenteabundante de divisas, lo que estima la importación. El alto poderadquisitivo externo de nuestro signo monetario es también unestímulo· a la importación. Somos estructuralmente un paísimportador, cuya balanza de pagos es positiva solo mientras existela industria petrolera que proporciona divisas y cubre la ausencia deexportaciones. Por ello el comercio internacional tiene para nosotrosuna dirección fundamental: del exterior hacia el interior. Por ello elsistema de circulación de mercancías extranjeras en nuestro país seha hipertrofiado y el consumidor tiene que soportar los onerososcostos de ese crecimiento innecesario. Por ello, a pesar de que en losmercados del mundo los precios de las mercancías de exportaciónhan bajado apreciablemente, los venezolanos. Por ello resultaindudablemente mejor negocio importar hasta los alimentos, hastael pan y la salsa de nuestra mesa, que comprar lo poco queproducimos porque esto es escaso y caro, debido a los altos costosy al elevado poder adquisitivo del poder interno.

La tesis del proteccionismo desde el punto de vista de un paísque como el nuestro está en período de desarrollo, intentandoestructurar una industria de bienes de consumo, es justa. So¡'o que

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necesita unas correcciones que la situen en su verdadero terreno.Tenemos que proteger la industria nacional de la competenciaextranjera, del dumping en el peor de los casos. Para ello debe actuarel arancel. Pero al mismo tiempo se requiere practicar una severarevisión de los costos de producción a objeto de ajustarlos a losniveles más bajos posibles, ampliar los equipos y mejorarlos,racionalizar los sistemas industriales, hacer obligatoria la costumbrede re-invertir en la fábrica buena parte de los beneficios obtenidosy estimular la iniciativa en todo momento, motor esencial de todoprogreso económico.

El arancel proteccionista no debe ser aplicadoindiscriminadamente. No basta que una industria se califique a símisma nacional y esté domiciliada en nuestro territorio para quemerezca la protección aduanera. El primer tipo de industria que debeser objeto de protección en el sentido expuesto es la que utilizamateria prima nacional, porque en este caso su actividad determinaotras actividades productivas en el campo de la agricultura, de laganadería, de la pesca, de la minería, etc. Tal es el caso de la industriatextil de algodón; el de la industria de aceites y grasas vegetales; etc.Esto no excluye la posibilidad de que sea protegida una industria queutilice materia prima importada, sies que otras circunstancias dignasde considerar hacen deseable esa medida. El arancel proteccionistadebe ser manejado con aka delicadesa y claro criterio, porqueademás del interés de desarrollar la industria existe el de colocar alconsumidor en la mejor posición compatible con la necesidadproteccionista. Quiero significar que el sacrificio que implica elproteccionismo debe ser soportado equitativamente por el productor,por el distribuidor, por el Fisco y por el consumidor. En esteproblema de establecer lasjustas proporciones en que deba moversecada sector interesado encontramos la mayor dificultad delproteccionismo.

"El Nacional".-Caracas, 2 de marzo de 1949; p. 8

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LAS LIMITACIONES DEL PROTECCIONISMO

Las exigencias de la industria establecida en el país conrelación a la defensa aduanera de sus productos frente a la competenciaextranjera, suscitan una serie de problemas delicados y dificiles, acuyo estudio deben abocarse las autoridades respectivas cuandoatienden a aquellas exigencias. Queremos significar que las medidasproteccionistas buena y simplemente se tienen repercusiones hondasen las relaciones económicas internas y externas, las cuales deben serconsideradas en la oportunidad de proyectar las medidas de referencia.

El interés del consumidor, tan llevado y traído por otrosdiversos intereses debe ser la orientación más adecuado para lapolítica económica que se ajuste a las necesidades reales del país. Esel bienestar de la mayoría el índice más apropiado para medir losalcances de tal política, bienestar que es indudablemente el mismo dela Nación, pues no se concibe que ésta sea feliz y próspera si no lo esel número mayor de sus componentes, los que con su trabajodeterminan los grandes resultados de la patria.

El proteccionismo, digámoslo de una vez tiene sus ventajas ysus desventajas, y el problema de difinir cual de estas pesa más en labalanza de la economía nacional es el mismo que de trazar los rumbospor los cuales habrá de caminar el país en el futuro. No es sencillamenteelegir entre industria y comercio, o entre producción y consumo oentre un grupo más o menos poderoso y otro, o entre un sector de lavida económica y el resto de la comunidad. Estos no son los términosde la cuestión.

Producción y consumo son términos de algo que debería seruna ecuación si la sociedad estuviera bien organizada y si la economíase desarrollarajustamente como las diversas piezas de una maquinariacompleja. No es, desde luego, procedente tratar así el asunto,diciendo simplemente: sacrifiquemos el consumo presente para lograr

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una buena producción en el futuro; o en otras palabras: para que vivala industria es menester que el consumidor resulte afectado en suinterés de tal y consuma menos artículos que los necesarios a preciosmayores que los que serían determinados en un mercado decompetidores; consuma menos artículos de inferior calidad además,para que la industria del país pueda sobrevivir y quizás desenvolversehasta los niveles adecuados alas necesidades nacionales. Porque si elconsumidor tiene que financiar con sus ingresos la vida y el desarrollode una industria protegida irracionalmente su poder adquisitivoresultará a la postre sensiblemente disminuido y el mercado, por lotanto, se reducirá para los productos nacionales, con lo cual el arancelprotector haría el juego de un "boomerang", ni protegeríasuficientemente a la industria ni la economía nacional estaría salvadade la inseguridad y de la condición precaria.

La justificación de una barrera aduanera proteccionista es lade permitir y asegurar el suficiente desarrollo de la industria del país.Si pasado un tiempo prudencia las condiciones en que trabaja estaindustria siguen siendo desfavorables, sus costos no han sufridonirigún reajuste sustancial, el volumen de producción permaneceescaso y la calidad de la misma inferior, ello es señal de que la medidaadecuada para lograr el mejoramiento de la producción nacional noes precisamente la de cercar el mercado interno para las mercancíasextranjeras, sacrificando al consumidor, es decir a la mayoría en arasde un interés que permanece sin desarrollo. Entonces habría queexplorar otras rutas para fomentar la industria, salvando al mismotiempo la posición del consumidor, es decir el bienestar de la mayoría.

La barrera aduanera es un compromiso que suscriben, frenteal pueblo el gobierno conductor de la política económica y elempresario productor que lucha por llevar adelante su industria. Noes un prívilegio, ni entraña un sentido apostólico de la economía: esun contrato en el que está envuelto el interés público y cuya violacióno incumplimiento voluntario debe ser objeto de las sanciones másenérgicas. No es cosa de jugar o ensayar peninos con las necesidades

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urgentes e imprescindibles de una comunidad: a ésta se la sirve conlo mejor de que se es capaz. El empresario debe demostrar, en elcampo de los resultados su posibilidad de éxito al empeñarse enadelantar una industria promovida encomendada a él; si no, loindicado es que desaparezca y ceda el paso a los capaces. Y elgobernante debe demostrar justeza de sentido para dirigir la marchade los asuntos económicos de su competencia, y debe tener alteza demiras para extender lejos su visión del desenvolvimiento nacional.Una política proteccionista por lo tanto, es algo que reclama elevadacalidad humana en quienes necesariamente tienen que dictarla,conducirla y llevarla exitosamente hasta su culminación, que es laestructuración de una economía propia y fuerte, libre de zozobraslibre de caos, vinculada firmemente a la tierra y al pueblo que le dansustancia y fruto.

El Cacao y el Chocolate

Los fabricantes de chocolate establecidos en Venezuelaconfrontan, según han declarado envarias oportunidades, el problemadel costo de la materia prima, el cacao venezolano, en relación con lacompetencia extranjera. El precio al cual adquieren el cacao en elmercado interno es un precio con prima, puesto que tienen que cubrirla diferencia que prácticamente establece el cambio diferencial, entreel dólar cacao (Bs. 4,25) Yel dólar corriente (Bs. 3,33), porque de otramanera no podrían encontrar quien quisiera venderles el fruto, ya quesería mejor negocio exportarlo, para obtener prima de cambio, quevenderlo aquí, a un precio relativo al valor del dólar corriente.

Los fabricantes norteamericanos, por ejemplo, que utilizan unmoderado porcentaje de cacao venezolano para aromatizar susproductos de chocolate, pagan ese fruto de acuerdo con el precio querige en su mercado, lo cual les da ventaja en costos con respecto alindustrial venezolano, que elabora su chocolate empleando cacaovenezolano en su totalidad y a precio que difiere del pagado por elnorteamericano en la prima pagada a los exportadores por el BancoCentral.

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Para enmendar esta situación desfavorable los fabricantes dechocolate del país proponen una alternativa: o se les reintegra,mediante algún procedimiento que se establezca al respecto, ladiferencia anotada entre elprecio norteamericano y elprecio venezolanodel cacao; o se levanta hasta una altura protectora el derechoaduanero sobre los productos de chocolate extranjeros lo que endefinitiva determinaría el mismo resultado. Los industriales de esteramo han destacado la posición crítica de sus empresas en vista delproblema que sufren y la necesidad de que se le encuentre pronto unasolución adecuada.

Lo que primeramente hay que advertir en este caso es lanecesidad de dejar a salvo los intereses de los cultivadores del fruto,dignos de la ayuda que el Estado les está prestando en forma de primade cambio. Esta ayuda debe ser racionalizada y mejorada en el sentidode estimular directamente la obtención de calidades más finas decacao (una fermentación perfeccionada) para que el prestigio de esteproducto venezolano, tanto en el interior como en el exterior, alcancealturas mayores que las logradas hasta ahora.

Luego hay que considerar que en el país debe existir laindustria de elaboración del cacao, por sentido común y en beneficiode la economía interna. Y que en el país debe ser consumidoexclusivamente el cacao venezolano elaborado, no solo por serproducto de Venezuela, sino porque efectivamente es el mejor delmundo. Para que la industria viva y se desarrolle convenientemente,es menester que se coloque en posición favorable con respecto alcompetidor extranjero reajustando sus costos, mejorando la calidady la presentación de sus productos, intensificando su producción ygozando de una justa protección arancelaria

"Venezuela Económica".-Caracas, 24 de diciembre de 1949; p. 3

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DUMPING

Somos rehacios a dar nombres extranjerosa algo que respondea una idea concebida en castellano. Pero hay términos dificilmentetraducibles a nuestro idioma y están tan extendidos en el uso generalque no hay más remedio que usarlos uno mismo, si se desea seretendido por los demás. Tal acontece con la palabra inglesa "dum­ping", que ahora traemos a esta columna con la intención manifiestade aplicarla a un fenómeno económico, que puede afectar directamentea la industria establecida en Venezuela.

"Dumping" en la acepción más sencilla significa que unaindustria exportadora -por ejemplo la del acero en los EstadosUnidos-, que al mismo tiempo controla eficazmente el mercadointerno de su país, establece precios más bajos para las exportacionesque hace al extranjero -por ejemplo a Venezuela- que aquéllos que fijapara su propio país. El interés de la empresa productora al hacerdumping consiste en conquistar el mercado extranjero, batiendo enéste a todos los competidores, incluso la industria local, eliminándolosdel mercado y controlando después este a su antojo. Los precios deexportación llegan a establecerse en ocasiones a un nivel inferior al delos costes de producción, lo que puede hacerse merced a unmecanismo bastante complejo para explicar aquí en términosperiodísticos.

Lo importante del caso es que la industria nacional afectadapor la competencia con características de "dumping" no puederesistir, pura y simplemente, y termina por desaparecer, si no seenmienda la situación del mercado mediante la intervención delEstado o la de algún factor imprevisto. Se puede ejercer "dumping"en ciertas ocasiones con el objeto de proveerse de divisas escasas ­como el.dólar- y parece que ciertas zonas del Hemisferio Orientalefectivamente lo han practicado con este propósito.

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En Venezuela, donde la industria trabaja en condicionesdesventajosas frente a la competencia extranjera, donde los costosson comparativamente elevados y por lo tanto los precios de ventaque puede ofrecer son considerablemente altos en relación con losofrecidos por el exportador extranjero, donde la propensión aconsumir artículos de importación es intensa y las facilidades parafinanciar estas importaciones son numerosas, los casos de "dumping"pueden presentarse con mucha frecuencia, pero son dificilmentecontrolables. Este es un caso típico de competencia desleal quereclama la intervención del Estado en defensa de la producciónnacional. Parece que en renglones de la industria siderúrgica, en elcemento y en otros de fundamental importancia se registran casos de"dumping" y sería conveniente abrir una investigación al respecto. Laindustria venezolana, aún en condiciones de competencia normal, noestá capacitada para desenvolverse en un mercado de preciosrelativamente bajos; la posición desfavorable se agrava más aún sientra en juego el fenómeno anormal que hemos esbozado y quepersigue el goce futuro de una posición de monopolio por el granproductor extranjero. Porlo tanto ladefensadela producción interna,con todos sus defectos e inconveniencia, debe ser emprendido contoda decisión y energía, porque esa defensa es, al mismo tiempo, unade protección del mercado contra situaciones futuras indeseables demonopolio y extorsión a base de precios fijados por un controladorúnico de la oferta de bienes tan necesarios como son los de acero.

Sin embargo, el caso frecuente no es precisamente el de"dumping" en el sentido exacto de este término. El productorextranjero trabajando en una escala mundial, en un mercado demuchos millones de compradores, puede distribuir su oferta a preciosdiferenciales en los distintos mercados nacionales, compensando lapérdida neta sufrida en algunos con las ganancias netas elevadasobtenidas en otros, donde dicho productor controla eficazmente laoferta y puede imponer condiciones al mercado. Una serie infinita desituaciones puede presentarse en este campo. En un mundo azotado

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por la escasez de dólares, por la dificultad de competencia en ampliosmercados, por la necesidad de mejorar las balanzas de pagos, lospeligros de una acción de esta clase son numerosos y complejos. Unpaís de incipiente desarrollo como el nuestro, donde la producciónnacional lucha por la existencia y el mejoramiento, debe mantenersealerta contra dichos peligros. Los intereses permanentes dela economíanacional merecen una actitud firme frente a una competencia deslealque procura arruinar lo poco que producimos para sujetar el mercadoa un monopolio exhaustivo.

"El Nacional't-Caracas, 1 de febrero de 1950; p. 2

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NUESTRO COMERCIO INTERNACIONAL

Entre los argumentos que está usando la misión económicavenezolana en los Estados Unidos para convencer de las consecuenciasnegativas que tendría una medida restrictiva de las importaciones depetróleo en aquel país, se encuentra el de nuestra política comercialinternacional, sostenida hasta ahora, aún en medio de los avatares enque se debate el mundo de hoy, sobre la base de la libertad deintercambio y del multilaterismo, por supuesto.

Lo planteado por esa misión es verdad. El sistema aduaneroprevaleciente en Venezuela en todas las épocas ha sido y continúasiendo el más propicio para el auge de las importaciones, puesto quelas tarifas establecidas no tienen finalidad proteccionista, sino fiscalo convencional. Los procedimientos de entrada de las mercancías sonlos más sencillos y fáciles y la circulación de una creciente masa debienes procedentes de los más diversos lugares de la tierra no tienetrabas en el interior del país. Este es el mercado mejor para losexportadores de ambos hemisferios, pues su condición fundamentales que sin las importaciones no sería posible aquí la existencia en laforma concebida en la actualidad. El principal resguardo de losintereses del exterior aquí es la absoluta necesidad de ellos paranuestra vida económica; ante este hecho indiscutible los argumentosno son sino modos de expresarlo. El resto del mundo lo sabe bien yprocura, sino tiene ya una participación importante en este mercado,conquistar su acces a él y mantenerlo. He aquí pues la fuerza de lanecesidad.

Cuando en algunos casos hemos tenido que recurrir a loscontroles de comercio exterior para sortear las circunstanciasextraordinarias impuestas por los acontecimientos mundiales, -comocuando la guerra- las medidas puestas en vigor no revistieroncaracteres drásticos como en otros países y fueron denunciadasapenas aquellas circunstancias cambiaron. Ello habla elocuentementede la tendencia dominante en comercio extrior en este país: la lealtadal librecambio y la lealtad están en crisis y todos, con más o menos

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descaro se acogen a la defensa de sus específicos intereses con losprocedimientos más eficaces, aun cuando sean los menos justos desdeun punto de vista formal.

La celebración de convenios comerciales con otros países ­Estados Unidos en primer término- ha revestido el mismo carácterexpresado: una manera de favorecer los intereses de los exportadoresextranjeros en nombre de una teórica defensa de derechosy facilidadespara nuestras exportaciones. El modus vivendi comercial con EstadosUnidos, por ejemplo, ha servido hasta ahora para incrementarfuertemente nuestras importaciones de dicho país, asegurandorelativamente, en cambio, la entrada de productos venezolanos aaquel país tales como el petróleo, el café y el cacao, de casiimprescindible necesidad para la economía norteamericana. Lasinconveniencias de un tratado comercial de esta naturaleza laspodemos constatar con harta frecuencia en los obstáculos que eldesarrollo de la producción nacional encuentra merced a la facilidadabsoluta y las ventajas incontestables que los artículos extranjerostienen en nuestro mercado; en paridad de condiciones, -lo queformula la escuela del librecambio-, es imposible para la producciónnacional mantenerse. Ello ha conducido a introducir modificacionesaccidentales y ligeras a la política comercial exterior, sin afectar laesencia y el contenido de la misma, con el objeto de proteger elcrecimiento de lo nuestro. Y esta conducta de defensa de los propiosintereses con todos los medios posibles, que es la normal en casi todoslos países del mundo, constituye en el nuestro una excepción.

La liberalidad de la política comercial venezolana puede serverificada al comparar la relación entre los derechos de importaciónsobre los valores f.o.b., de las mercancías importadas en 1938, que dióuno de 13,5%. Es decir a un incremento casi vertical del valor de lasimportaciones en el puerto de embarque ha correspondido, en formarelativa, un descrecimiento, también casi vertical, en el valor de losderechos de importación, debido a reducciones sustanciales en lastarifas aduaneras. Cabe decir, para hacer más concreta estademostración estadística, que si el Fisco Nacional hubiera seguidopercibiendo por concepto de derechos de importación el 35% delcosto f. o. b., de las importaciones, en 1949 las entradas fiscales

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habrían ascendido a Bs. 819.350.000 en lugar de bolívares 314.917.000a que alcanzaron, lo cual indica una pérdida potencial de Bs.504.433.000.

A esta altura de nuestro desarrollo cabe plantear una preguntafundamental: esa política de comercio exterior adelantada por Vene­zuela a través de su historia económica ha sido beneficiosa para laeconomía nacional o ha dificultado el crecimiento de esta?

La respuesta a dicha cuestión es compleja. La facilidad de lasimportaciones ha contribuido notablemente a mantener abastecido almercado aún en productos de primera necesidad y ha contribuídotambién a moderar el ritmo de los precios, por medio de dosinfluencias: primero, por el aumento de la oferta de toda clase demercancías y segundo, por el relajamiento de la presión del circulantemonetario sobre el nivel de las cotizaciones. En otros términos,suponiendo que durante todo eltiempo en que han estado aumentandolos ingresos nominales de la población venezolana, la corriente demercancías extranjeras se hubieran mantenido a un nivel constante ybajo el alza de los precios habría sido más fuerte y rápida que elincremento del poder nominal de compra, con la consecuencia de quecada consumidorvenezolano habría dispuesto de una cantidad precariade mercancías y servicios para llenar sus necesidades y su nivelde vidano habría corrido parejas con el aumento de su ingreso monetario nicon la productividad de su trabajo.

La hipótesis anterior envuelve otra constante, que constituyeprecisamente, raíz del problema y que quizás nos de la clave de larespuesta: la producción nacional, en todo ese tiempo, no habríaaumentado y por tanto la oferta de toda clase de bienes y serviciospermanecería entre límites demasiados estrechos, en tanto que lademanda registraba ascensos considerables. Esta condición de inerciaen el crecimiento de la economía venezolana es precisamente el factorque ha hecho posible el desenvolvimiento de una política liberal encomercio exterior, que ha conducido, desde luego, a un auge intensode nuestras importaciones, en tanto que nuestras exportaciones,deducción hecha del petróleo, han venido en descenso casi continuo.

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La constante, desde luego, no ha sido estrictamente unaconstante. Ha sufrido variaciones relativas, algunas hacia el alza,lamentablemente muy pocas; otras hacia la baja, que es lo quecaracteriza la decadencia de nuestras fuentes tradicionales de riqueza,la agricultura y la cría. Es precisamente la falta de eficacia en la"siembra de petróleo" lo que ha impulsado nuestro comerciointernacional por los caminos dudosamente beneficiosos por los quemarcha hoy. Una economía propia en ascenso firme a través de estelargo período de auge petrolero, habría determinado la necesidad deser menos liberales, menos mercado abierto a todos los exportadores,menos adictos al multilateralismo de lo que hemos sido y somos aún.La necesidad de resguardar el mercado interno en primer lugar paralos productos de procedencia nacional y la necesidad de lograrmercados extranjeros más o menos amplios y seguros para lacolocación de los excedentes de producción nacional, hubieran sidoen ese supuesto las normas orientadoras del comercio exterior.Hubieramos tenido forzosamente, que exigir para conceder, venderpara comprar, afianzar nuestros derechos tanto de compradorescomo de vendedores en el mercado mundial, hoy erizado denacionalismos económicos y cada día más dificil para mantener ladoctrina del librecambio y del multilaterismo, como no sea por elsacrificio de los propios intereses.

Un país rico

La revista "Industrie", órgano de la Federación de IndustriasBelgas dedica un amplio reportaje a Venezuela, motivado en lasposibilidades de comercio belga-venezolano en mayor proporciónque en la actualidad. Muchas cosas ciertas se dicen en dicho trabajo,lo que indica que su autor está bien informado. Entre otras, el hechoque sorprende y mueve a la envidia en el mundo de hoy: Venezuelano conoce la penuria de divisas que sufre la mayoría de los países,gracias a los ingresos petroleros: estos proveen en el presente el95üpor ciento del total de entradas de divisas (en 1938 proveían el 89%).En 1926, dice el reportaje, por primera vez las exportaciones depetróleo ocupan el primer lugar entre todas las exportacionesvenezolanas, con 62,5% del total. Donde entonces, la prosperidad delpaís depende de este renglón y su economía está sujeta a el de maneraestrecha y determinante.

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Los belgas dicen de éste que es un "país rico". Desde su puntode vista de exportadores, Venezuela se presenta corno un mercadoapetecible, que gasta elevadas cantidades de dólares en importacionesde todo género, que tiene un poder de compra extraordinario y quees solvente, palabra mágica en estos días que corren, cuando todo elmundo peca por insolvencia. En consecuencia, hay que fomentar elcomercio con este país: hay que venderle más, a cambio de nocomprarle porque nada tiene que vender. El ahora, cuando correpeligro su exportación petrolera -la primera en escala mundial- lascosas se ponen distintas.

Este país rico, con los pies de barro, necesita estructurar sueconomía, so pena de perecer en el futuro, cuando las condicioneseconómicas se tornen más difíciles. Podríamos negociar con losbelgas y con todos los europeos y con el resto de la América, desdeluego, pero sobre bases distintas: ahora necesitarnos exigir paraconceder, necesitarnos sacar el máximo provecho de nuestras divisas,desearnos que este siga siendo un buen mercado, pero principalmentepara productos nacionales, principalmente para los bienes y serviciosproducidos por el trabajo venezolano. Y cuando salgamos al exterioren plan de compradores, no adoptaremos -porque no podremoshacerlo- la actitud displicente del nuevo rico, que despilfarra sufortuna lograda tan sin esfuerzo y que confía en que dure toda la vida.Necesitaremos reflexionar antes de comprar y ver si podernos venderantes. Necesitaremos obtener más por cada dólar e invertirlo mejor.Necesitaremos, en una palabra, encontrar el camino de nuestraeconomía, el de la defensa del futuro, el del aprovechamiento de lospropios recursos y posibilidades. Necesitaremos valorizar el trabajovenezolano, revaluar los ingresos sobre el patrón de la emergenciaeconómica. Y hacer en defínitiva realidad la hipótesis o leyenda del"país rico".

"Venezuela Económica-Caracas, 1 de abril de 1950, pp.3-6

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PROTECCIONISMO A MEDIAS

Recientemente se dió cuenta de la medida proteccionistatomada por el Gobierno para aliviar la situación .dificil por la queestaba atravesando -y atraviesa-la industria venezolana de conservasy jugos de tomate, debido a la inundación del mercado interno por losproductos similares extranjeros. Tal medida, en principio, nos llenóde entusiasmo por cuanto apreciamos en ella una voluntad dispuestaa favorecer a la producción nacional dentro de los términos posibles.Pero posteriormente, en el estudio de la situación surgida, caimos encuenta cabal de que la solución no es completa y por lo tanto carecede auténtica eficacia, ya que se ha dejado abierta una puerta ancha porla cual las mercancías importadas se filtran a su antojo planteando porconsiguiente a la industria nacional idéntica dificultad para colocarsus productos. Ello significa, en sencillas palabras, que elproteccionismo a medidas no proteje efectivamente, sino que creauna ilusión en este sentido, contrastando con la realidad incontestabledel mercado.

Para ilustrar mejor sobre lasconsideraciones anteriores diremosque el "catsup" quedó fuera 'de la medida proteccionista, porconsiderársele incluido en el "modus vivendi" comercial con EstadosUnidos y por lo tanto "Intangible" para los efectos de la prohibicióno aún restricción de las importaciones. Tal hecho se sustenta en unainterpretación errónea del mencionado convenio, como lo hademostrado en documento hecho público la empresa de conservas yjugos de tomate "Pampero", con razones técnicas las cuales creemosirrebatibles. Dicho en términos sencillos: los encargados de interpretarese "modus vivendi" fueron extremosos y perdieron de vista, por loque se infiere de su dictamen, los intereses legítimos de la economíavenezolana. Quizá, si se le hubiere encomendado a un norteamericanopurista y desinteresado la interpretación del "modus vivendi" encuanto a las salsas de tomate que nos ocupan, los intereses de nuestraindustria habrían quedado mejor parados, porque objetiva eimparcialmente tal es lo que se desprende de ello: el "catsup" no estátécnicamente incluido en la lista de artículos sujetos al convenio con

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los Estados Unidos y por lo tanto no hay motivo alguno paraconsiderarlo excluído de la medida proteccionista en referencia.

Las consideraciones que rodean a este hecho nos mueven aformular unas más generales. La industria venezolana necesitaurgentemente de protección eficaz, compatible desde luego con loscompromisos internacionales del país, pero totalmente dirigida asatisfacer ese requerimiento. La preocupación de los conductores denuestra política económica no debe orientarse tanto hacia la fiel yextremada interpretación de los tratados públicos de Venezuela,como hacia el objetivo de extraer de estos tratados el máximo debeneficio posible para los intereses económicos del pais sin despertarprotestas o recelos de los otros paises con los cuales hemos celebradoacuerdos. En ello están implicados el talento del funcionario económico,su habilidad para manejar compromisos internacionales y su devociónpor la necesidad de la Patria.

Lo expuesto nos conduce a una segunda norma irrenunciable,pero no siempre cumplida por los encomendados de hacerlo: siemprey cuando algún término de un convenio comercial celebrado porVenezuela con alguna potencia extranjera se preste a interpretación,hay que efectuar ésta en favor de Venezuela y si ello despertare réplicade la otra parte contratante, defender con los argumentos más capacesel punto de vista venezolano. Y aquí radica la clave de una políticaproteccionista llevada a cabo dentro de un campo cubierto de espinosy acechanzas por los tratados internacionales que gobiernos anteriorescarentes de previsión celebraron.

En el caso presente de "Pampero" toda la razón está de partenuestra y hay que darla sin regateos y sin timideces. Agricultores,obreros, empleados y en general el pueblo lo esperan asi. Es lacoyuntura de defender un producto venezolano que tiene la posibilidadde satisfacer la demanda interna en condiciones iguales o mejores quelos productos importados. Y si nuestro empeño es fundar industriapropia y educar y proteger al mercado nacional para ella, no lodejemos para más tarde, cuando seguramente será demasiado tarde.

"El Nacional".- Caracas, 11 de abril de 1950; p.2

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LOS PELIGROS DEL PROTECCIONISMO

No vamosa exponer en contradel principio del proteccionismo,porque lo consideramos justo y necesario en un país que como elnuestro está realizando esfuerzos por su industrialización. Ennumerosas oportunidades hemos librado campaña por la proteccióna nuestra producción y la seguiremos librando en la medida denuestras fuerzas. Somos, por lo tanto, ajenos a la sospecha de anti­proteccionismo.

Queremos, si,mostrar los peligros reales de un proteccionismoque no contemple todas las repercusiones y consecuencias que una talpolítica determina. Implantar la medida proteccionista sin cuidar desu suerte a través del sistema económico, sin constatar a cada paso suéxito o SlJ inconsecuencia, es hacer las cosas a medidas. Es comoponer a marchar un vehículo a lo largo de una avenida muy concurriday descuidar el manejo del mismo, amenazando a los peatones yatropellando aquí y acullá con una soberana falta de responsabilidad

El primer beneficiado de la política proteccionista es elindustrial. Para que su empeño por levantar empresa sólida y deporvenir sea eficaz se le coloca en posición favorable frente alproductor extranjeros, se le dota del arma más efectiva, que es el casiexclusivo dominio del mercado. El resto de la tarea tiene queefectuarlo él, con sus recursos, con los factores productivos queemplea, con su capacidad de empresario que está peleando duramentepor la existencia de su industria y por su triunfo, en un mundo dondela victoria debe ser la del más capaz y el más tenaz.

Para que esa arma poderosa colocada en manos del empresarioprotegido no se torne en contra del consumidor local ni, en definitiva,en contra de la economía nacional, contradiciendo así el objetivo delproteccionismo, se confia en primer término en la conciencia delindustrial, en su responsabilidad, en su dedicación al fomento de suempresa. El arma será bien manejada por los industriales honestos,progresistas, capaces, que encuentran que es más útil incluso para su

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propio interés aprovechar la ventaja para afirmar la presencia y elprovenir de su industria que hacerlo para realizar ganancias deurgencia bajo el signo de la especulación y la ausencia de honradez.

Pero el arma será una daga tremenda en contra del consumidory en contra de la economía en manos de los que, bajo el calificativode industriales, ocultan un espíritu torcido de especuladores, decomerciantes inescrupulosos, que solo procuran realizar jugosasganancias al amparo de lo que ellos consideran como un privilegioconstituído en su favor. Y en este aspecto encontramos uno de lospeligros, el más directo y dañino de cuantos rodean la políticaproteccionista.

Este tipo de "hombre de negocios", que encuentra fácil yoportuna medrar beneficios de especulación a la sombra de unanecesidad y de un principio hondamente sentidos por la Nación, noescasea en nuestro país. Casi podríamos decir que en ningún país cuyaetapa inicial de industrialización transcurrió al amparo delproteccionismo estuvo ausente esta suerte de parásito del cuerpoeconómico. Ellos no sienten, no han sentido jamás, esa pasiónencendida del industrial verdadero que pone toda su voluntad, todasu esperanza y toda su esperanza y todos sus recursos en la realizaciónde una nueva empresa productiva, de la cual puede o no derivarbeneficios. Ellos desconocen esa fiebre del creador de una unidadeconómica, de ese forjador del progreso económico que es elempresario auténtico, a cuya iniciativa y constancia se debe eldesenvolvimiento del capitalismo en la forma como lo conocemos enel presente. Ellos solo se encuentra bien en un clima turbio demaniobras gananciosas, donde riqueza se encuentra no como resultadode un proceso productivo sino como recompensa a una trama burdade extorsión y de engaño.

El consumidor pagará ese extremo negativo. Como el mercadointerno hasta cierto punto está dominado por el "hombre de negocios"protegidos, la circulación de las mercancías se adapta enteramente asus intereses de los dominadores, quienes procurarán en todo momentodevengar el mayor beneficio de su posición estratégica. Por ello loshábitos normales del comercio se tuercen y el buen cliente no es aquelque compra regularmente y está solvente en todo momento, sino solo

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aquel que se pliega a las exigencias deshonestas del controlador de laoferta de productos. Los precios de especulación -no obstante labuena voluntad puesta por los organismos reguladores de preciospara mantener estable el nivel de los mismos reguladores de precios­mandan a su antojo en un mercado manejado de tan mala manera.Escasea artificialmente elproducto, ciertos comerciantes disponen decantidades apreciables en todo momento para vender a su voluntady otros, menos inescrupulosos, encontrarán que no podrán ofrecer asu clientela esa mercancía y perderán negocios por tal circunstancia.El aparato económico marchará así desajustado, obligado a transitarpor canales anormales y perjudiciales y el objetivo propuesto por lapolítica proteccionista se vuelve en contra de la economía, exaccionaal consumidor y solo sirve para enriquecer a unos cuantos que seconstituyeron a sí mismos en privilegiados bajo el manto de laindustrialización.

De otra parte, cuando se implanta una medida proteccionistase tiene en perspectiva un mejoramiento efectivo de la situaciónindustrial del país; este mejoramiento solo se puede constatar enhechos cumplidos en aumento de la producción medida por lasestadísticas, en rebaja de los costos, con la consecuente rebaja deprecios, en alza de la calidad de los productos y en fortalecimientogeneral de las empresas protegidas. En algunos casos -de los queconocemos y están al día- se observa ostensiblemente el resultado casiinmediatamente después de establecida la medida proteccionista; seve aumentar las cifras de producción, se constata un incremento dela actividad industrial, una preocupación del o de los empresarios porlograr éxitos en laestabilización yfortalecimiento de sus explotaciones,un deseo de cooperar tanto con el distribuidor de sus productos paraque el mercado no sufra como con el consumidor, para que susnecesidades no quedan insatisfechas o mal cubiertas. Pero en otroscasos no se puede constatar es ningún aspecto progreso en el sentidomencionado; las cifras de producción permanecen estacionarias obajan, los precios de costo y de venta se comportan de la mismamanera, el mercado confronta dificultades de abastecimiento y decirculación de bienes y los consumidores sufren las consecuencias. Yen estos se puede observar directamente el fracaso de la políticaproteccionista.

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Queremos concluir esta nota inclinando a los conductores delproteccionismo, a las autoridades gubernamentales que dictan medidaspara asegurar la existencia de la industria y promover posibilidades dedesarrollo económico, a los organismos privados que agrupan en suseno a los hombres que actúan en el frente económico conresponsabilidad y con honestidad, aunque simultáneamente con lavigencia del proteccionismo emprenden y llevan hasta sus últimasconsecuencias una acción de control eficaz de la marcha y de losresultados de tal política; para ello hay que confrontar la situación delos diversos sectores de la vida económica en que la industriaprotegida extiende su trabajo y determina sus efectos; en el mercado,en la situación del consumidor, en las estadísticas verificadas en elpropio terreno del proceso productivo. El hecho de que el Estadosacrifique parte de sus ingresos fiscales y de que el consumidor sufraal comienzo de la calidad o de la escasez relativa de los productosnacionales protegidos, da derecho a que se ejerza un control en la vidade las empresas favorecidas; no un control en el sentido de intervenciónen la dirección y manejo de las mismas, sino en el de constalación yanálisis de resultados.

El objeto preciso

Seguramente no se importará más azúcar refinada en nuestropaís. Se traerá azúcar refinada en nuestro país. Se traerá azúcar crudapara efectuar en los centrales nacionales la transformación final. Ello,desde luego, es una ventaja para la economía interna, pues aseguratrabajo a las plantas durante el tiempo en que no hay zafra, mantienela ocupación en todo el año por lo tanto, se hace una economíaapreciable de divisas, pues las cotizaciones del producto crudo sonmás bajas que las del refino y se obtiene ese sub-producto que sirvepara algo, que son las mieles.

El objetivo, como se comprenderá, no es éste. Es el deemanciparnos del mercado mundial para nuestro abastecimiento deazúcar. Aquí, en un futuro cercano y perfectamente definido, deberáproducirse toda el azúcar que consumimos y deberá realizarse aquítodo el proceso de su elaboración desde la siembra y cultivo delcañamelar hasta la refinación del azúcar. Y este objetivo demanda unarealización perentoria.

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Mediante dos caminos se puede lograr. esto: aumentando Iacapacidad de los centrales existentes, lo que es posible si se organizamejor la producción, si se extrae del equipo y de los mediosproductivos de que se dispone todo el rendimiento de que soncapaces; y por la instalación de nuevos centrales de capacidadconsiderable, con maquinaria moderna y ubicados en regionesconvenientes, tanto por sus condiciones naturales para el cultivo,como por las económicas de la localización, facilidad de transporte,mano de obra disponible, distancia a los centros de distribución yconsumo, etc. Ello representa la inversión a plazo mediano y largo deunos cuantos millonesde bolívares y la superación técnica y económicade las empresas actuales. Es decir tiene que ser obra del Estado y delos productores privados, en colaboración estrecha y positiva.

Por lo menos dos proyectos de centrales están en espera derealización: uno en Lara y otro en Sucre. Se ha hablado en los últimosdías de otros dos proyectos, uno en los Andes y otro en Falcón.También se menciona como posible el de Barlovento. La realizaciónde los dos primeros, promovidos desde hace tiempo y apoyado entodaslasformas,dependedeladecisióndelaCorporación Venezolanade Fomento, la cual no se ha dado hasta ahora no sabemos por qué.Mientras transcurre el tiempo, proseguimos gastando divisas enfinanciar importaciones de azúcar y la demanda interna continúa enascenso. Tenemos una probabilidad efectiva de liquidar el déficit deazúcar mediante producción interna; hay que efectuarla. Que se traigaazúcar cruda, si, para aligerar la carga que para nuestra economíarepresenta la importación de tan crecida cantidad del producto; peroque se coloque el pensamiento y la acción al mismo tiempo al serviciodel objetivo preciso, que es el de aumentar la capacidad productivadel país hasta el límite, cuando menos de satisfacer la propia demanda.

El Café de México

Hemos tenido noticias de importante progresos alcanzadospor la República mexicana en la agricultura, en café han estadoaumentando rápida y fuertemente su producción y sus excedentesexportables han crecido hasta sobrepasamos con creces; en algodónhan obtenido una calidad excelente en la estación invernal, siendo elprimer país que logra esto.

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México es una lección y un estímulo para la economíavenezolana. Mientras este país que sembró y cosechó café antes queColombia, que Brasil y que México y que derivó de este renglón susprincipales ingresos en el pasado, observa lamentándose la decadenciade su caficultura, los otros celebran progresos. Somos aún un paíscafetero? Podemos aun salvar este elemento de laeconomía nacional?Sin duda alguna hay tiempo de vía, lo que no observamos por ningúnlado es la acción salvadora. Al ritmo de descenso que registra nuestraexportación cafetera, para el año 1955 habremos desaparecido delmercado mundial en éste renglón. .

"Venezuela Económica".-Caracas, 22 de abril de 1950; pp. 3-6

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EL INFORME GILLETTE

Los circulos cafeteros de toda América están inquietos comoconsecuencia del informe que recientemente presentó el subcomitédel Senado dirigido por el señor Guy M. Gillette. Protestas justas hansuscitado en los países productores de América Latina y en el propiocomercío importador de Estados Unidos, las peregrinas conclusionesa que llega la comisión mencionada, que no sabe nada de café, ni delas condiciones en que se produce en nuestros países, ni de laformación de los precios en un mercado no monopolista, ni de losprincipios que deben regir las relaciones entre Estados Unidos y lasnaciones latinoamericanas, a la luz de las enseñanzas rooseveltianas.

El informe Gillette afirma tácitamente que el alza de preciosdel café no tiene justificación alguna y que por lo tanto constituye undelito contra el consumidor norteamericano. Es un producto colonial,en el criterio de ese Senador, que debe ser pagado siempre a preciosde miseria, por cuanto el trabajo que lo produce es casi esclavista ypor lo tanto a remunerarse con salarios insignificantes. El nivel de vidade los productores de nuestro Continente latinoamericano no esobjeto de cuidado en el estudio de Gillette, por cuanto a éste sólo lepreocupa el nivel de vida de sus compatriotas, único que tiene derechoa que se les remunere más equitativamente por su trabajo.

La investigación de Gillette -sies que verdaderamente investigóalgo- arranca de la época reciente en que se registró alza de precios.No dice ni una sola palabra sobre la época larga en que los precios delcafé eran demasiado bajos, en que ni aún siguiera llegaron a cubrir loscostos mínimosde producción y que nuestros gobiernos se encontraronobligados a brindar protección a los caficultores en forma de subsidiosy primas de exportación. Esa época fué la de dificultades para lospaíses productores latinoamericanos, pero entonces no se quejaron,sufrieron silenciosamente su crisis y cumplieron con sus compromisosde abastecimiento de los grandes mercados cafeteros. Estados Unidosen primer término. Ahora, cuando se registra un nivel de precios del

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café más equitativo y la producción de nuestros países comienza avenderse casi en su valor, surge un investigación como Gillette,encendido de amor por el consumidor de su país, y proclama que elalza es injustificada y atentatoria, que todo se debe a una maniobraespeculativa de los exportadores y a un juego incorrecto de bolsa enNueva York y que el Gobierno norteamericano debe intervenir elcomercio cafetero, a objeto de hacer bajar las cotizaciones.

He aquí dos mundos en oposición consciente. Gillette,representativo del imperialismo típico, niega a las masas productorasde los países de América Latina el derecho a un nivel de vida acordeen su productividad y con el grado de cultura media que este mundoes alcanzado. El café, producto colonial, no puede subir de preciospor que ello perjudica el poder adquisitivo de la gran metrópoli delNorte. Y nuestro poder adquisitivo, qué funciónjuega en este cuadro.Además, la lógica del señor Gillette está un poco trasnochada. Losingresos obtenidos por las compras a los exportadoresnorteamericanos. Se deduce de ésto que si ese nivel de ingresos sube,las empresas a los productores de Estados Unidos subiráncorrespondientemente, para beneficio de aquella economía. Pero elinvestigador Gillette está obsecado, y en su propósito de defendereficazmente imperialismo se enreda en sus propios argumentos ytrastoca notablemente los términos de la cuestión.

Este informe del subcomité senatorial norteamericano noayuda en absoluto a la política de buena vecindad. Gillette es unheredero tardío de la vieja política de exacción sin inteligencia y niescrúpulos del trabajo y de los recursos de los países "atrasados"semicoloniales, como estos de nuestra América. Es un "buen vecino"de los antiguos, que aún no han logrado disfrazarse a la moderna paradisimular sus garras. No sirve bien al imperialismo contemporáneo,necesitado de métodos refinados, de sutilezas yde amplia sonrisa paraagradar. Afortundamente, las leyes del mercado actual puedencontradecir este señor Gillette.

"El Nacional".-Caracas, 14 dejunio de 1950; p. 2

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LAS IMPORTACIONES DE EMERGENCIA

La Cámara de Industriales de Caracas ha publicado unaextensa exposición sobre el debatido asunto de las importaciones a

. realizar en previsión de acontecimientos que pudieran afectar nuestroabastecimiento en artículos de absoluta necesidad. La Cámara coin­cide en líneas generales con elcriterio sustentado por nosotros en notaanterior, cuando destacábamos la conveniencia de resguardar lasconquistas logradas hasta ahora en cuanto a producción nacional, lascuales podrían naufragar, si, so pretexto de adelantarnos a condicionesde emergencia, se permitiera indiscriminadamente la introducción alpaís de cuanto juzgara oportuno importar el sector de los negocios.

Deseamos ampliar los comentarios y apreciaciones queentonces hicimos. La escasez de cauchos, según todos lasdemostraciones hechas hasta el presente artificial y sin fundamentoalguno, nos sirvió como ejemplo de lo que podría ocurrir si nosdejábamos tomar por entero, de la alarma que en estas situacionesinvade los ánimos. Si los interesados en este caso obtuvieran el triunfode sus aspiraciones, es decir, si se permite la libre importación de esosartículos, no tardará en que otros importadores, afectados pormedidas de restricción impuestos en defensa de la producción interna,levantara sus reclamaciones para que se les permitiera a su vezimportar libremente, para llenar sus almacenes en previsión de futurasescaseces, y con el motivo de la seguridad en el abastecimiento, laincipiente y vacilante economía productiva del país parecierairremediablemente en el mar de la abundancia, de una falaz y pasajeraabundancia que ahora parece enturbiar las miradas de muchos quepresumen de prudentes y visionarios.

No nos vamos al extremo. Consideramos, y ésto ya lo hicimosver claramente en la oportunidad de iniciar el tema que ahoraampliamos, que nuestra capacidad productiva es muy débil, que nopuede pensarse en auto-abastecimiento cuando los progresos

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registrados por la producción nacional son pequeños, y que de todasmaneras es necesario, y seguirá siéndolo por tiempo apreciable,importar los fuertes déficits que se acusan entre esa producción y elconsumo interno que va en alza. ¿Qué es lo indicado en estascondiciones? En primer término proveer los elementos necesariospara que dicha capacidad de producir aumente rápidamente, lo cualno puede lograrse de otra forma que trayendo del exterior equiposmodernos, materias primas cuando no se consigan en el interior delpaís, elementos auxiliares para la industria, la agricultura, la cría, laganadería, los servicios, bienes de capital en una palabra, que son losque contribuyen ala preparación económica para afrontar contingenciasreales o posibles. Quiere ésto decir que la preferencia en lasimportaciones que realicemos ha de dársele a las de capital, por seresta la actitud más prudente a adoptar cuando el curso de losacontecimientos de muestra incierto y todo está sumergido en unocéano de dudas e interrogaciones.

En segundo término, la conducta a seguir consiste en proveerlas necesidades del consumo inmediato, acomodando las importacionesde bienes de esta clase a la situación real del mercado interno. Abrirlas puertas para los artículos sometidos ahora al régimen de contigente,sin establecer normas al respecto, sin que ningún plan oriente ydistribuya racionalmente dichas importaciones, es casi como dispararun tiro a la sien de la producción nacional en momentos en que másnecesitamos que viva, que trabaje, que crezca. Lo conveniente esadaptar las compras al exterior a la productividad del país, la presentey la estimada para el futuro cierto, y a la demanda efectiva. Para ello,en cada caso han de estudiarse las condiciones pertinentes, realizaruna investigación lo mejor posible hasta establecer la verdad, sinatención a los reclamos de los intereses creados. No es justo guiarsepor las cosas con el lado favorable a su conveniencia. Y es el procederempírico el que precisamente ha llevado a los errores más graves y alas inconsecuencias más absurdas. En situación de emergencia -comose está diciendo ahora- nada hay tan perjudicial como el apresuramientoinconsulto, la ausencia de serenidad y de raciocinio, la omnipotencia

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del temor y el reflorecimiento de los más mezquinos intereses degrupos e individuos.

No nos oponemos a las importaciones de previsión, a las quedicta la prudencia más sana con vistas al bienestar presente y futurode la Nación. Nos oponemos decididamente a que se deje en manosde la anarquía -bautizada con el nombre de libre comercio y defensadel consumidor-el proceso de crecimiento de laeconomía venezolanay los frutos, escasos pero promisores, obtenidos hasta ahora.

"El Nacional".~Caracas, 19 de julio de 1950; p. 2

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INCONVENIENCIAS DEL LmERALISMO

El título de este tema sugiere un planteamiento político. Enrealidad, no voy a combatir a los liberales en política pura, ni a hacerun pronunciamiento político. Voy a referirme a las inconvenienciasdel liberalismo económico, que es de cierta manera una política. Nopuede desvincularse la economía de la politica, tajantemente, comopretenden muchos. Separadas es contrasentido. Nada haymás político,en el concepto exacto de esta materia, que la economía.Tradicionalmente la denominaron economía política, haciendo énfasisen este carácter. Ahora, cuando a la luz de los principios y de lasdoctrinas de la economía teórica, se intenta transformar la realidadeconómica, dirigirlahacia determinados objetivos por medios tambiéndeterminados, hablamos de política económica. No hay manera, pues,de escapar a la política, cuando tratamos de las maneras de mejorarla vida económica.

Se ha repetido muchas veces, ahora más que antes, que somosun país liberal en la conducta económica que seguimos. Hacemos galade nuestro liberalismo económico tradicional. Sipreguntamos cuántohemos ganado con esa actitud, no podríamos responder que mucho.Gozamos de algún bienestar, pero éste no se debe al liberalismoeconómico. En cambio, las raíces profundas, los fundamentosdefinitivos de nuestra vida económica, están aún por hacerse.Ensayamos ,ahora industrializarnos, fomentar la agricultura, volverlos esfuerzos y los recursos hacia fuentes de riqueza que pueden serpermanentes y sometidas más o menos al control nacional. Sinembargo, estos ensayos sehacen dando palmadas tímidas al liberalismo,solicitando permiso de la tradición y de los compromisos derivadosde ella a hurtadillas, como quien comete un pecado. Y la industriabalbucea sus primeras palabras para pedir protección, porque todavida que comienza es débil y necesita defensa. Y la protección y ladefensa naufragan en nuestra condición liberal.

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Nadie en el mundo de hoy, torturado por la sed de bienestary de solidez económica, las restricciones y las prohibiciones, loscompromisos entre diversos intereses, rigen por doquier y elcomercioexterior, los movimientos de capital, los desplazamientos de gruposhumanos, están sometidos a reglas que defienden intereses nacionales.En estas condiciones, un país como Venezuela, donde prácticamenteno hay restricciones, a esos movimientos, ni limitaciones en el interiordignas de consideración ofrece un campo único, estupendo, que seconvierte en objetivo soñado por los exportadores de todo el globo:por los exportadores de mercancías y servicios, de capitales y defuerza de trabajo.

En los países de alto desarrollo industrial se presentanproblemas de inversión. No han llegado al sumum de bienestar y deriqueza, no han logrado la plena ocupación, sufren de escasez depoder de compra exterior, necesitan expandir su comercio, necesitanconquistar mercados amplios y ricos, zonas de materias primas,campos de inversión para sus capitales que se ahogan en el país deorigen y para sus excedentes de población. Es una paradoja detremendas repercusiones en el progreso real de la humanidad. Lospaíses como Venezuela, cuyo mercado interior está en desarrollo,cuyos recursos están inexplotados sustancialmente, cuya industria esapenas ensayo y voluntad, cuyas instituciones permiten la más amplialibertad de movimiento económico, cuya posición financierainternacional es excelente, constituyen para esos exportadores elmodelo ideal y están dispuestos a realizar cualquier esfuerzo porhacerse de un buen sitio aquí. No vienen como solicitados por unaimperiosa necesidad nuestra, sino impulsados por una necesidad vitalsuya de mantenerse y sobrevivir. Los capitales que no encuentranoportunamente un campo de inversión donde asegurarse yrentabilizarse, terminan por desaparecer. Y es esta angustia lo queorienta los fondos de inversión de allende los mares hacia los paísesnuevos, casi vírgenes en economía y casi ingenuos por lo tanto, comoel nuestro.

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Nuestra necesidad no es simplemente de una oferta decapitales enforma absoluta, incondicional, incontrolada. AlvinHansenafirma que el problema del desenvolvimiento económico en el mundode hoy no es el de "planeación o no planeación""sino el de planeacióndemocrática o planeación totalitaria. No hay, pues, lugar, al liberalismoque no se compadece con la necesidad y con el interés nacional. Laeconomía venezolana debe desarrollarse planeada, no anárquica,sometida a fuerzas ciegas, porque ello retardaría el proceso yconduciría a problemas muy graves. La única forma de abreviar en eltiempo y en el rendimiento efectivo las etapas largas y dolorosas queotros países recorrieron antes de llegar a un alto nivel de podereconómico, es orientado las fuerzas que actúan sobre la marcha de laeconomía nacional. Y las inversiones extranjeras constituyen unafuerza harto poderosa para que dejemos de tomarla en cuenta en estatarea de guiar para que el resultado se logre mejor y más rápido.

No se trata torpemente de obstaculizar la entrada a loscapitales foráneos para que el capital nacional cumpla toda la tarea dela industrialización del país. Lo que se requiere en orientar aquelloscapitales hacia sectores nuevos de la industria, no explotados aún oinsucifientemente desarrollados; y alejarlos, de manera inteligente yeficaz, de aquellos sectores donde el capital nacional ha asegurado supermanencia y permite un avance continuo y beneficioso a la Nación.No propugnamos el levantamiento de una valla en nuestras fronteraseconómicas, inaccesible para los que vienen buscando oportunidades;sino una política adecuada que compagine el interés de la economíavenezolana en proceso de estructuración, con la seguridad y rentabilidadque desean los inversionistas extranjeros.

Esta tesis no es revolucionaria. No es ni siquiera reformista.Un político latinoamericano, insospechable elegido Presidente delBrasil, la ha expresado claramente en estos términos indudables:"Deseo que se entienda claramente que estoy contra la inversión ennuestro país de capital meramente parásito. Estoy en contra delcapital que solo desea invertirse en sectores que el capital nacional ya

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abarca,oque,eninterésanuestrasoberaníao defensanacional, debenser controlados por el capital nacional. Esta es la única restricciónalaentradadecapitalextranjero particular". Nosotros nopodemossermenoscuidadososdeldesarrollo delaeconomíanacional queVargas.Ni aún por consideraciones al liberalismo.

"El Nacional".- Caracas, 24 de octubre de 1950; p. 2

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LOS TRATADOS COMERCIALES

La Cámara de Industriales de Caracas someterá a laconsideración de la séptima asamblea anual de la Federación deComercio y Producción, ponencias relativas a la revisión de todos lostratados comerciales celebrados por Venezuela, que afecten eldesarrollo industrial del país. La política comercial exterior es uno delos temas fundamentales a tratar por la Asamblea de Valencia, y laindustria nacional es el sector más vivamente interesado en estamateria, por cuanto le afecta directamente, como se constata a diarioen la vida económica.

El aspecto más importante de dos tratados comerciales es elde la inclusión de la cláusula de "nación más favorecida", por cuantode esta derivan los serios problemas de mercado y desarrollo queafectan a la producción nacional. Mediante esa cláusula -que consisteesencialmente en que los privilegios o concesiones que mediante unconvenio comercial otorgue Venezuela a determinada Nación seextienden automáticamente a todas las naciones con las cualesVenezuela -tiene acordada dicha cláusula- se facilita la importaciónal país de cantidades considerables de productos competitivos con losnacionales y se crea una situación dificil a las empresas venezolanas,que se encuentran de esta forma parcialmente excluídas del mercadointerno, que debería ser su mercado natural e indiscutible. El caso másreciente lo contemplamos con las conservas de pescado. El alza delarancel aduanero, resuelto por el Gobierno con el objeto de protegerla producción nacional, ha resultado prácticamente ineficaz, debidoprecisamente a la existencia de lacláusula de laNación más favorecidade un modus vivendi con Estados Unidos, instrumentos que permitencontinuar introduciendo al país casi la misma cantidad de conservasde pescado que antes de ser promulgada la resolución citada.Cualquier medida similar a esta que comentamos correrá la mismasuerte, mientras permanezcan en vigencia los tratados comercialesdel tipo de los actuales, que oponen serios obstáculos al desarrollo dela producción venezolana, impidiendo que se realice una política de

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adecuada protección a aquélla y retardando por lo tanto el proceso deestructuración de una economía nacional sólida y capaz para satisfacersustancialmente las necesidades internas.

La política comercial exterior venezolana hasta el presente nose ha caracterizado precisamente por tendencias restrictivas de lacirculación de mercancías. No se la puede calificar de proteccionista,ni de anti-liberal. En contrario, ha sido predominantemente abierta alcomercio exterior, al libre-cambio, en la forma como se puede cumpliren la vida real este arquetipo ideal de los clásicos. Los convenioscomerciales si bien en la forma reviste "carácter bilateral, en lapráctica, debido a la cláusula de "nación más favorecida", funcionancomo multilaterales, extendiéndose los beneficios acordados a ungrupo más o menos grande de países. La ejecución de esa política mechocó con los intereses reales de la Nación venezolana durante ellargo tiempo en que no tuvo lugar la aparición de brotes industrialesy en que, por lo tanto, no ocurrieron problemas de concurrencia entrelas importaciones y la producción interna. En los últimos años, el paísha entrado en una fase de industrialización a ritmo moderado y ciertasempresas, cuya situación de costos no es ventajosa en comparacióncon los productos extranjeros, están sufriendo quebranto en sudesenvolvimiento, en buena parte debido al favorecimiento de lasimportaciones mediante los tratados comerciales vigentes. Quiereello decir que ahora si choca la ejecución de una política comercialexterior de corte liberal con los intereses reales de la Nación y que,por lo tanto, debe ser reajustada a las nuevas condiciones deldesarrollo económico venezolano.

Sin embargo, la revisión sustancial de convenios comercialesy, desde luego la revisión de una tradición ya larga en materia depolítica comercial exterior, no es una tarea simple, de inmediatarealización y de resultados perentorios. Requiere estudios hondos dela realidad y de la perspectiva económica nacional e internacional,consideración equilibrada de todos los factores en juego, a objeto deno suscitar efectos contraproducentes, manejo inteligente de lasfacultades diplomáticas yfirmeza en las decisiones orientadas al logrode ese fin. Venezuela está hoy en una posición inigualable paraintentar una reforma de esa naturaleza. Aprovechar íntegra yjustamente

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la oportunidad que se nos ofrece es un imperativo de políticaeconómica, que puede y debe traducirse en espléndidos de beneficiospara el futuro del país.

Consideramos conveniente, por lo tanto, la propuesta de laCámara de Industriales de una revisión de los tratados comercialessuscritos por nuestro país, lo que implica una revisión de nuestrapolítica de comercio exterior.

Los recursos y las necesidades

Todos los institutos autónomos dependientes del Estadoestán atravesando temporalmente por lo que se ha dado en llamar"crisis de dinero". Sus presupuestos se han agotado mucho antes definalizar el período para el que fueron elaborados y dotados, y obrasy proyectos en víasde ejecuciónestán siendotemporalmente archivadosen espera de" mejores días" o retardados, confiando en una soluciónpronta a la escasez de disponibilidades.

Esta situación general es perfectamente explicable, aunque nose puede afirmar que es perfectamente justificable. Se explica por laamplitud de los programas, útiles, semi-útiles o totalmente inútiles, enque se han embarcado esos organismos, sin prever el alcance de susrecursos actuales, y por el hecho de que el ritmo de los ingresosfiscales no se corresponde con elelevado ritmo de los gastos oficiales,lo que dificulta al Tesoro liberal dinero con la misma rapidez con quees demandado. El resultado de esta desproporción es un déficit decaja, que está afectando agudamente las actividades de esos institutosy en consecuencia, dejándose sentir sobre sectores más o menosamplios de la comunidad, que están en relación directa o indirecta conaquéllos.

La actividad fiscal, por lo que respecta a los gastos, ha estadodesenvolviéndose durante el año económico en curso a niveles sinprecedentes en la historia venezolana. Al mismo tiempo, los ingresosno han aumentado tanto, como para compensar los elevados gastos.Hay un desequilibrio entre los recursos presentes y las necesidadestambién presentes, entendiendo por necesidades todas las demandasde los organismos estatales obedientes aldesarrollo de sus respectivas

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funciones. Se han sobreestimado los recursos o se han subestimadolas necesidades. O se ha incurrido en ambos errores a la vez. O se hanampliado las necesidades en un grado tal que sobrepasatoda previsión.O, en el peor de los casos, han concurrido todos estos hechos paradeterminar una situación como la que pretendemos explicar en estepárrafo.

Lo cierto es que los dirigentes de la política fiscal estánrecibiendo en estos tiempos lecciones vivas, que pueden servirles yque deben servirles para ajustar en el futuro sus previsiones, con elobjeto de evitar que esta Medusa de milcabezas que es elPresupuestoNacional, se violente de tal manera que haga fracasar todos los planes,pagando "justos por pecadores", es decir los planes enteramentejustificados en necesidades reales del pais, resultan sacrificados enaras de planes artificiales, sin razón alguna.

"Venezuela Económica"> Caracas, 31 de marzo de 1951; p. 3

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ARANCELES EN PRO Y EN CONTRA

Dos modificaciones elesituaciones arancelarias, la del tabacorubio en hojas y la de cigarrillos, han sido sugeridas con signoscontrarios. Se propone -aunque nadie del público conoce exactamenteel nombre y apellido del proponente- una rebaja o incluso exoneraciónde los derechos aduaneros sobre el tabaco en hojas que se importe.Se propone -y en este caso todo el mundo puede decir quienes son losproponentes- simultáneamente que los cigarrillos sean excluídos delas ventajas acordadas en el tratado comercial con los EstadosUnidos, en la oportunidad en que esas ventajas están en proceso derevisión.

Desde luego, la opinión tiene que dividirse con respecto aambas propuestas. Todos debemos estar acordes en que los cigarrillostienen que ser excluidos de los beneficios del convenio comercialvenezolano-norteamericano. Ninguna conveniencia nacional sustentala inclusión de los cigarril1os, artículo de vicio, en una lista demercancías de importación favorecidas con un arancel más bajo queel de la ley. Los únicos que ganan con esto son los importadores, desdeluego también ganan los exportadores norteamericanos, pero deestos no hay que hablar, pues siempre están ganando. En contrario,la industria del país pierde mercado y encuentra obstáculo en sudesarrollo por tal razón. No hay, pues, materia a discutir en este caso.La propuesta de que se dificulte la entrada al pais de cigarrillos decualquier procedencia, mediante un arancel alto, es justa.

No puede sustentarse un criterio favorable con respecto a laotra propuesta. La agricultura de tabaco rubio, de reciente desarrolloen el país, es una actividad de porvenir y ha conquistado ya puesto designificación en nuestra economía rural. Se ha levantado merced alesfuerzo privado y hoy proporciona ocupación e ingresos a ímportantesgrupos de trabajadores. Según se ha informado, no menos de dos milquinientas hectáreas en los Estados Aragua, Carabobo, Yaracuy,

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Cojedes y Portuguesa, se han dedicado al cultivo de tabaco rubio deexcelente calidad. Si la industria cigarril1era nacional estuvierafavorecida por una protección eficaz contra lacompetencia extranjera,su producción aumentaría rápida y sustancialmente, y estaría encapacidad real de absorber crecientes cantidades de materia primaproducida en el país, es decir de tabaco cultivado en nuestras tierras.Esta perspectiva no es incierta, pues está sujeta a la política arancelariaque el Gobierno esté dispuesto a seguir con respecto a los cigarrillos;y, según todos los indicios, tal política, será positiva para los interesesnacionales.

Las condiciones necesarias que determinan la aplicación demayores recursos y factores productivos al cultivo del tabaco rubioen el país, son, a nuestro juicio las siguientes: garantía de un precioremunerador, en el sentido de que no sólo cubra el costo total deproducción, sino que deje un adecuado margen de beneficio alagricultor; garantía de que la industria adquiriría a dicho precio ­precio mínimo y no fijo por cierto-las cantidades de tabaco que le seanofrecidas por los agricultores; facilidades crediticios, en condicionesjustas, proporcionadas por la industria a los agricultores para elmantenimiento y ampliación de su producción. Estas condiciones,desde luego, suponen otras imprescindibles; salarios relativamenteequitativos para los trabajadores ocupados en esta actividad, no solocomo reinvindicación social justa, sino como aliciente necesario paraasegurar una oferta de trabajo suficiente, etc., etc.

Esas condiciones son incompatibles con una rebaja o unaexoneración del arancel sobre la importación de tabaco rubio en hojas.Si se rebaja o se exonera ese derecho, no podrá haber garantía, ni deun precio remunerador, ni de la venta de la producción total, ni defacilidades crediticias que otorga la industria cigarrillera interesada.Vale decir, la agricultura del tabaco estaría destinada a desaparecerprontamente, dejando sin ocupación cantidades apreciables de manode obra, de tierray de capital. Esta situación es la que hay que impedir,negando absolutamente la petición de rebaja o exoneración que nosocupa.

Las medidas conducientes a un mayor desarrollo de laproducción nacional -agricultura e industria- consisten: primero, en

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la protección arancelaria eficaz de la producción de tabaco de buenacalidad en el país, aumentando, si ello es menester, el derecho actual,de Bs. 24 por kilogramo; segundo, en la protección arancelaria eficazde la producción de cigarros y cigarrillos nacionales, elevando elarancel sobre las importaciones de estos artículos en la proporciónconveniente y no haciendo objeto de concesiones en convenioscomerciales con otros países.

Expresando nuestro criterio sobre las bases enunciadas, senos encontrará siempre, en cuantas oportunidades sea necesariointervenir para defensa y fomento de los intereses nacionales.

"El Nacional".- Caracas, 3 de agosto de 1951; p. 29

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EL CONVENIO COMERCIAL CON LOS ESTADOSUNIDOS

Está en proceso de revisión eltratado de reciprocidad comercialentre Venezuela y los Estados Unidos. En repetidas ocasiones hemoshecho énfasis en la primordial importancia que este hecho tiene parala economía nacional en todas sus sobresalientes manifestaciones.Desde luego, la gente más responsable de la Nación se da perfectacuenta de la trascendencia de ese hecho y procura contribuir en cuantole sea posible a su mejor desarrollo. Está en juego, nada menos, elfuturo del bienestar y de la actividad económica de este país, y ningúncomentario al respecto peca por superabundante e innecesario.

En su reciente boletín mensual, la Cámara de Comercio deCaracas hizo público el texto completo del tratado en referencia, consus anexos, con el fin de ilustrar suficientemente a los sectorescomerciales sobre la materia en discusión, y con el de obtener, sobrela base de ese conocimiento, la opinión sensata, desapasionada yecuánime de personas en el mundo de los negocios. Encontramos queesa labor de la Cámara es últil, por cuanto hay numerosa gente, inclusoen el ramo del comercio, que no está del todo enterada del contenidodel convenio, no obstante constituir éste la pieza muestra de lamaquinaria venezolana del comercio exterior. La Cámara intentaestimular en nuestro medio una participación tan activa de lossectores económicos en la revisión del hatado, como lo que, según dacuenta el cable, están realizando los exportadores y productores delos Estados Unidos.

En comentario reciente exponíamos la necesidad de que elproceso de la revisión del convenio no se llevara a efecto únicamenteen el clima cerrado de los gabinetes oficiales, agenos al movimientopúblico, a la opinión responsable de la Nación, a las necesidades,problemas y aspiraciones de cuantos representan un interés económicolegítima y justo, con derecho por lo tanto, a que se le considere en laoportunidad en que ventila el futuro de nuestro comercio exterior y

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de nuestro desenvolvimiento económico general, por consiguiente.Porque, hay que repetirlo hasta la fatiga, la suerte entera de laeconomía venezolana de hoy y de mañana está ligada estrecha,definitivamente, a la estructura, condiciones y fluctuaciones denuestro comercio exterior. Cuando decimos comercio exterior,estamos tomando el concepto como un todo, envolviendo tanto lasexportaciones principales, como petróleo y sus derivados, café ycacao, como las importaciones, de los cuales depende casi enteramenteel consumo y las producciones nacionales. Un país que, comoVenezuela, depende tan absolutamente de la situación de un solomercado exterior, que es el norteamericano, tiene que esforzarse enderivar todas las ventajas posibles de este comercio bilateral, y ellosólo se logra mediante una negociación inteligente, sagaz, firme ypatriótica, del tratado que sirve de instrumento a ese comercio.

Conocemos por lo que nos trae el cable -es decir por el aspectomás exterior de la cuestión- los movimientos de los exportadores yproductores norteamericanos en la oportunidad de la revisión, parala defensa de sus intereses. La Administración de Washington, a esterespecto, les brinda facilidades para que expongan sus puntos de vistay sus aspiraciones en el nuevo convenio. Nos parece que esta es unamanera democrática y viable de ponerse en contacto con la realidadnacional y de ser consecuente con las necesidades y los intereses delos gobernados. Téngase bien en cuenta que los Estados Unidosbuscan en esta negociación -y siempre lo han buscado y mantenido­la mayor ventaja, el nivel óptimo de satisfacción de sus intereses, loque no es digno de crítica, ya que un país negocia para si y por si, envirtud de un egoismo nacional explicable Si acceden a rebajar losderechos aduaneros sobre los hidrocarburos y sobre el mineral dehierro, y mantener la exoneración sobre café, cacao y otrasmenudencias, es porque toda esto es necesario para su vida económicay no choca con los intereses de productores de ese país Por lo tanto,no sufren sacrificio alguna cuando negocian abase detales concesiones.-En contrario, cuando Venezuela accede a otorgar privilegíosaduaneros a los productos norteamericanos de una larga lista, enbuena medida está realizando considerables sacrificios económicos yfiscales, pues está aceptando la competencia desfavorable con suproducción interna y el recorte de su ingreso aduanero.

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Compárense las dos listas anexos al tratado comercial vigentecon los Estados Unidos. Es posible que para la fecha en que se firmó-fines de 1939- nuestro interés consistía en dar ventajas que entoncesno representaban sacrificios duros o cambio de otras que si tenían unasignificación, como lo es la entrada de petróleo al mercadonorteamericano con facilidades arancelarias. Ya hemos visto que eneste particular estuvimos gozando de los beneficios indirectos de untratado entre México y ese país, de tal manera que buena parte de laventaja consistió enuna circunstancia fortunosa, agena ala negociación.Hay, y probablemente en el futuro previsible, las condiciones sondiferentes. La necesidad de hidrocarburos en elmundo es firme y estáen crecimiento, no sólo a causa de la guerra o de los preparatoriosbélicos, sino también por el incremento constante y notorio delconsumo para fines civiles. También es notoria la necesidad demineral, de hierro en la industria norteamericana, visto que lasreservas de dicho país se están agotando y por lo tanto los costos desu explotación aumentándolafuertemente. Por lo tanto, lasconcesionesque nos otorgaríaEstados Unidos en elnuevo convenio no representanuna ventaja neta muy grande.

En el otro platillo de la balanza nuestros intereses son críticos.Necesitamos con urgencia y con intensidad promover nuestraproducción, tanto esa tarea nacional los esfuerzos no deben serescatimado. En otras palabras, nuestras organizaciones productivasactuales y también las posibilidades ciertas de nuevas producciones,necesitan estar protegidas suficientemente, porque es indudable queen una lucha abierta de precios llevan y llevarán la peor parte. En estesentido habrá lucha pues algunos exportadores norteamericano no seresignarán a perder un mercado tan excelente como el venezolano.Pero tenemos a mano dos argumentos igualmente poderoso: Petróleoy hierro en primer término; y derecho -si en el mundo occidental sehabla y se actúa con sinceridad- a asegurar las condiciones paranuestro desarrollo económico, puesto que somos un país"económicamente atrasado" no obstante la riqueza petrolera yabundante producción de dólares que hacen nuestra fama.

"Venezuela Económica".- Caracas, 9 de septiembre de 1951; p. 4

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EL MAL COMERCIO

Nunca he creido que haya comerciantes bondadosos ycomerciantes malévolos. Simplemente ha comerciantes, interesadosen la realización de una ganancia óptima. Pero el comerciante debetener su ética profesional, como la tienen el médico, el abogado, elingeniero, el economista. Y hay organismos propios, como lascámaras de comercio, para ejercer la vigilancia de las normas éticas,para impedir y sancionar el fraude, la especulación, la mala fe, que sonlas peores plagas del comercio.

Esas consideraciones se me ocurren en la oportunidad en queparece efectuarse una especulación desmedida y descarada con latemporal escasez de ciertos productos alimenticios, como la papa,ocasionada por dificultades en el puerto de Nueva York. Fuentesserias aseguran que en manos de ciertas personas que se dicencomerciantes, hay existencias apreciables de papas, que sirven deinstrumento para expoliar al consumidor con precios de escándalo.No se trata del funcionamiento legítimo de la ley de oferta y demandaen un mercado libre, sino de maniobras arteras de accidentalescontroladores de la oferta, para imponer precios injustificados desdetodo punto de vista, ya que el costo real de las papas en los mercadosextranjeros no ha subido, ni ha subido ningún otro costo de talartículo, inclusive el transporte.

Me parece que las cámaras de comercio dentro de susrespectivas jurisdicciones deben abocarse afestudio y control de estasituación, pues esos organismos existen no sólo para defensa económicadel negociante, sino para defensa de la moralidad del mercado.Cuando se pide libertad en los negocios, no intervención del Estado,y otras utopías por el estilo, hay que proceder sobre la base de que lasfuerzas privadas son capaces de impedir las coacciones sobre elmercado, como la que nos ocupa ahora en el caso de la papa. De otramanera, no hay autoridad para solicitar algo que convierte al mercadoen unjuego de lobos y corderos, con evidente peligro mortal para loscorderos.

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En el caso de que las cámaras no tengan capacidad paraejercer la vigilancia y el control necesarios sobre la marcha legítimade las actividades comerciales, corresponde a la Comisión Nacionalde Abastecimiento actuar para restablecer el orden.

"El Nacional".- Caracas, 9 de.noviembre de 1951; p. 22

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MAS ALLA DEL TRATADO

Todo tratado comercial es, desde luego, un arma de doble filo.Si se piden concesiones, por muy justificadas que estén, hay que darconcesiones en cambio. Las potencias contratantes se colocan,teóricamente, en un plano de igualdad y las ventajas óptimas para cadauna de las partes, dependen de la habilidad para negociar, de lafortaleza comercial y de la oportunidad de la negociación.

Estamos preparándonos para negociar un nuevo tratadocomercial con los Estados Unidos. La opinión pública no estásuficientemente enterada de la trascendencia que para el futuroeconómico del país tendrá ese convenio. Si sólo se trata de asegurarmercado favorable para nuestro petróleo, ya sería motivo poderosopara despertar el interés nacional. Pero hay algo más, mucho más: setrata de lograr condiciones propicias para nuestro desarrolloeconómico, que no debe ser únicamente petróleo, sino destacadamenteindustrial, agropecuario, minero. La vida económica propia deVenezuela, la que le dé estabilidad a su bienestar, es potencialmentemás sustancial que ladeterminada por la actividad petrolera. Encontrarel signo de esa vida, su camino más conveniente, su meta más justa,es la preocupación de cuantos vemos la realidad en el fondo de lassimples apariencias y formalidades. La realidad es que si no logramosen este nuevo tratado con Norteamérica, los medios eficaces que nospermitan defender nuestra producción -toda la producción- de laintensa competencia extranjera, la prosperidad de que aún nosufanamos durará poco y la catástrofe económica será mortal.

En el mundo contemporáneo, donde persisten los tremendosdesniveles de progreso y bienestar económico entre las regiones, elderecho al desarrollo y a la maduración de la economía nacional esindiscutible. Más allá de los convenios comerciales -especie de peleaentre lobo y lobo o entre lobo y cordero- se impone la necesidad desalvar los resortes fundamentales de la independencia económica, no

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por sentimentalismo o nacionalismo idealista, sino por razones deseguridad pública, puesto que de esa independencia dependerá el pande las generaciones venideras.

"El Nacional".- Caracas, 15 de noviembre de 1951; p. 28

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