caso no sueño irma

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Un gran vestíbulo -muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. - Entre ellos Irma, a quien enseguida llevo aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que todavía no acepte la «solución». Le digo: «Si todavía tienes dolores, es realmente por tu exclusiva culpa». - Ella responde: «Si supieses los dolores que tengo ahora en el cuello, el estómago y el vientre; me siento oprimida». - Yo me aterro y la miro. Ella se ve pálida y abotagada; pienso que después de todo he descuidado sin duda algo orgánico. La llevo basta la ventana y reviso el interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, como las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso entre mí que en modo alguno tiene necesidad de ello. - Después la boca se abre bien, y hallo a la derecha una gran mancha blanca, y en otras partes veo extrañas formaciones rugosas, que manifiestamente están modeladas como los cornetes nasales, extensas escaras blanco-grisáceas. - Aprisa llamo al doctor M*, quien repite el examen y lo confirma. . . El doctor M. se ve enteramente distinto que de ordinario; está muy pálido, cojea, está sin barba en el mentón ... Ahora también está de pie junto a ella mi amigo Otto, y mi amigo Leopold la percute a través del corsé y dice: «Tiene una matidez abajo a la izquierda», y también señala una parte de la piel infiltrada en el hombro izquierdo (lo que yo siento como él, a pesar del vestido) ... M. dice: «No hay duda, es una infección, pero no es nada; sobrevendrá todavía una disentería y se eliminará el veneno» ... Inmediatamente nosotros sabemos de dónde viene la infección. No hace mucho mi amigo Otto, en una ocasión en que ella se sentía mal, le dio una inyección con un preparado de propilo, propiteno ... ácido propiónico ... trimetilamina (cuya fórmula veo ante mí escrita con caracteres gruesos) ... No se dan esas inyecciones tan a la ligera ... Es probable también que la jeringa no estuviera limpia.

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  • Un gran vestbulo -muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. - Entre ellos Irma, a quien enseguida llevo aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que todava no acepte la solucin. Le digo: Si todava tienes dolores, es realmente por tu exclusiva culpa. - Ella responde: Si supieses los dolores que tengo ahora en el cuello, el estmago y el vientre; me siento oprimida. - Yo me aterro y la miro. Ella se ve plida y abotagada; pienso que despus de todo he descuidado sin duda algo orgnico. La llevo basta la ventana y reviso el interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, como las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso entre m que en modo alguno tiene necesidad de ello. - Despus la boca se abre bien, y hallo a la derecha una gran mancha blanca, y en otras partes veo extraas formaciones rugosas, que manifiestamente estn modeladas como los cornetes nasales, extensas escaras blanco-grisceas. - Aprisa llamo al doctor M*, quien repite el examen y lo confirma. . . El doctor M. se ve enteramente distinto que de ordinario; est muy plido, cojea, est sin barba en el mentn ... Ahora tambin est de pie junto a ella mi amigo Otto, y mi amigo Leopold la percute a travs del cors y dice: Tiene una matidez abajo a la izquierda, y tambin seala una parte de la piel infiltrada en el hombro izquierdo (lo que yo siento como l, a pesar del vestido) ... M. dice: No hay duda, es una infeccin, pero no es nada; sobrevendr todava una disentera y se eliminar el veneno ... Inmediatamente nosotros sabemos de dnde viene la infeccin. No hace mucho mi amigo Otto, en una ocasin en que ella se senta mal, le dio una inyeccin con un preparado de propilo, propiteno ... cido propinico ... trimetilamina (cuya frmula veo ante m escrita con caracteres gruesos) ... No se dan esas inyecciones tan a la ligera ... Es probable tambin que la jeringa no estuviera limpia.

  • Una dama, cuya edad frisa en los 30 aos, que padece de las ms graves manifestaciones, ejecutaba, entre otras, la siguiente, asombrosa accin varias veces al da. Corra de una habitacin a la habitacin contigua, se paraba ah en determinado lugar frente a la mesa situada en medio de ella, tiraba del llamador para que acudiese su mucama, le daba algn encargo trivial o aun la despachaba sin drselo, y de nuevo corra a la habitacin primera. No era ese, por cierto, un sntoma patolgico grave, pero s apto para despertar el apetito de saber. El esclarecimiento vino tambin de la manera ms impensada, sin contribucin alguna de parte del mdico. Y yo no s cmo habra podido llegar a una conjetura sobre el sentido de esta accin. Toda vez que haba preguntado a la enferma: Por qu hace eso?, ella haba respondido: No lo s. Pero un da, despus de que pude vencer en ella un grueso reparo de principio, de pronto devino sabedora y cont lo que importaba para la accin. Haca ms de diez aos se haba casado con un hombre mucho, pero mucho mayor que ella, que en la noche de bodas result impotente.

  • Esa noche, l corri incontables veces desde su habitacin a la de ella para repetir el intento, y siempre sin xito. A la maana dijo, fastidiado: Es como para que uno tenga que avergonzarse frente a la mucama, cuando haga la cama; y cogi un frasco de tinta roja, que por casualidad se encontraba en la habitacin, y volc su contenido sobre la sbana, pero no justamente en el sitio que habra tenido derecho a exhibir una mancha as. Al principio yo no entend la relacin que este recuerdo poda tener con la accin en cuestin, pues slo hallaba una concordancia con el repetido correr-de-una-habitacin-a-la-otra, y tal vez con la entrada de la mucama. Entonces mi paciente me llev frente a la mesa de la segunda habitacin y me hizo ver una gran mancha que haba sobre el mantel. Declar tambin que se situaba frente a la mesa de modo tal que a la muchacha no pudiera pasarle inadvertida la mancha. Ahora no quedaba nada dudoso sobre la ntima relacin entre aquella escena que sigui a la noche de bodas y su actual accin repetitiva, pero s restaban muchas cosas por aprender.

  • Sueos infantilesUna niita de 3 aos y tres meses ha navegado por primera vez por el lago. Ya en el desembarcadero, no quiere abandonar la embarcacin y llora amargamente. Le pareca que el tiempo del viaje por el lago haba pasado demasiado rpido. A la maana siguiente: Esta noche he viajado por el lago. Sin duda este viaje dur ms, bien podemos agregar nosotros.

  • Un chiquillo de 5 aos y tres meses particip en una excursin a Echerntal, en Hallstatt. Haba odo decir que Hallstatt estaba al pie del monte Dachstein, y mostr mucho inters por este cerro. Desde la casa donde habitaba en Aussee, el Dachstein se vea hermoso, y con el anteojo poda distinguirse en la cumbre la cabaa de Simony. El nio se haba esforzado repetidas veces por discernirla con el anteojo; no se supo el resultado. La expedicin comenz con talante alegre y esperanzado. Cada vez que se vea un nuevo cerro, preguntaba el muchacho: Es el Dachstein?. Fue enmudeciendo cada vez ms a medida que se le contestaba negativamente, despus se qued mudo del todo y no quiso participar de una pequea escalada hasta una cada de agua. Se pens que estara fatigado, pero a la maana siguiente cont, dichoso: Esta noche he soado que estbamos en la cabaa de Simony. Con esa esperanza haba participado entonces en la excursin. En cuanto a detalles, slo dio lo que l haba odo antes: Se sube durante seis horas por escalones.

  • Una de mis pacientes me comunica un breve sueo que acaba en una disparatada combinacin lxica. Asiste con su marido a una fiesta campestre, y dice: Esto terminar en un "Maistollmtz" general. Con relacin a esto, el sueo trae la vaga idea de que sera un plato hecho con maz, una suerte de polenta. El anlisis separa la palabra en Mais {maz} - toll {loco} - mannstoll {ninfmana} - Olmtz [ciudad de Moravia], fragmentos todos que se reconocen como restos de una conversacin que mantuvo estando a la mesa con sus parientes. Tras maz se ocultan, adems de la alusin a la Exposicin del jubileo que acaba de inaugurarse, las palabras: Meissen (una figura de porcelana de Meissen [Dresde], que representa un pjaro), miss (la institutriz inglesa de sus parientes haba viajado a Olmtz), mies = asqueroso, malo, empleado con intencin burlesca en la jerga juda; y una larga cadena de pensamientos y de anudamientos parte de cada una de las slabas de esta palabra compuesta.

  • Una seora pasea su gato y un transente se detiene a acariciar el gato y le pregunta: araa? A lo que la seora le responde: no, gato!

  • Dos hombres que hicieron fortuna muy rpidamente se hacen retratar por el ms famoso pintor de la ciudad. Los hombres realizan una recepcin con la gente aristocrtica de la ciudad y exponen los cuadros uno al lado del otro. Un importante crtico de arte asiste a la reunin y cuando es consultado por su opinin de los cuadros, mira entre los cuadros, en la muralla blanca, y pregunta: Y donde est el Salvador?.