arquitectura para los museos

11
 rquitectura para los museos 1. l formación de una teoría de la proyección constitu ye el obj etivo es- pecífico de una escuela de arquitectura y su prioridad por encima de cualqui er otra investigación es incontestable. Una teoría de la proyección representa el momento más importante fundamental de toda arquitectura y por ello u n curso de teoría de la proyección debería colocarse como eje principal de las escuelas de ar- quitectura. Pero todos podemos comprobar que no existen o son muy raras las teorfas de la proyección o en otros térmi nos las explicacion es racionales sobre cómo se ha de proceder al hacer arquitectura. Cabe decir que se leen algunas cosas sobre esto en los más ingenuos o en los más grandes; pero sobre todo podemos notar que los que sostienen en teoría algún principi o luego están inseguros por estas en importante de la propia teoría: es dec i r  la relación que existe entre la visión teórica de la arquitectura y la realización de la arquitectura. En fi n  se puede decir que para muchos la teoría solamente es una racionalización a posteriori de una determinada ac ción . Y de ahí viene la tendencia a una norm ati va más que a un a teo ría. Me arriesgo a ser inc lui do entre los má s ingenuos pue s me propongo trazar de alguna manera una teoría de la proyección propiamente dicha; o mejor un a teoría de la proyección como momento de la teoría de la arquitectura. Por ello  para hablar de una teoría de la proyección he de decir en primer lugar qué es lo que entiendo por arquitectura; después intentaré dar definiciones de la arquitectura fij r los criterios en los cuales se ha de inspirar la proyección ar- quitectónica sus relaciones con la historia de la arquitectura y al fin Jos términos concretos de la arquitectura  a mi juicio: la ciudad la historia  los monumentos. He de hablar de las cuestiones de forma; aquí el discurso es más ditrcil si queremos enfocarlo desde el punto de vista arquitectónico. Aunque yo considero to da la arquitectura como un hecho positivo un tema concreto creo que al final nos enc ontramos con algo que no puede ser racionalizado del todo: este algo es  en gra n parte el elemento subjetivo. El elemento subjetivo tiene una importancia en orme tanto en la arquitectura como en la política; en realidad  arquitectura y po-

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7/23/2019 Arquitectura Para Los Museos

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  rquitectura para los museos

1. l formación de una teoría de la proyección constituye el objetivo es-

pecífico de una escuela de arquitectura y

su

prioridad por encima de cualquier otra

investigación

es

incontestable. Una teoría de la proyección representa el momento

más importante fundamental de toda arquitectura y por ello un curso de teoría

de la proyección debería colocarse como eje principal de las escuelas de ar-

quitectura.

Pero todos podemos comprobar que no existen o son muy raras las teorfas

de la

proyección

o en

otros términos las explicaciones racionales sobre cómo se

ha de proceder al hacer arquitectura. Cabe decir que se leen algunas cosas sobre

esto en los más ingenuos o en los más grandes; pero sobre todo podemos notar

que los que sostienen en teoría algún principio luego están inseguros por estas

pseudoteorías que nunca quieren comprobar lo que en realidad es el momento más

importante

de

la propia teoría: es decir  la relación que existe entre la visión teórica

de la arquitectura y la realización de la arquitectura.

En

fin   se puede decir que para

muchos la teoría solamente

es

una racionalización a posteriori de una determinada

ac

ción . Y de ahí viene la tendencia a una normativa más que a una teoría.

Me arriesgo a ser incluido entre los más ingenuos pues me propongo

trazar de alguna manera una teoría de la proyección propiamente dicha; o mejor

un a teoría de la proyección como momento de la teoría de la arquitectura.

Por ello  para hablar de una teoría de la proyección

he

de decir en primer

lugar qué es lo que entiendo por arquitectura; después intentaré dar definiciones

de la arquitectura fij r los criterios en los cuales

se

ha de inspirar la proyección ar-

quitectónica sus relaciones con la historia de la arquitectura y al fin

Jos

términos

concretos de la arquitectura  a mi juicio: la ciudad la historia  los monumentos.

He de hablar de las cuestiones de forma; aquí el discurso es más ditrci l si

queremos enfocarlo desde el punto de vista arquitectónico. Aunque yo considero

toda la arquitectura como

un

hecho positivo

un

tema concreto creo que al final nos

encontramos con algo que no puede ser racionalizado del todo: este algo es   en

gran parte el elemento subjetivo. El elemento subjetivo tiene una importancia

en orme tanto en la arquitectura como en la política; en realidad   arquitectura y po-

lítica se

han

de considerar como ciencias aunque su momento creativo se base

en elementos decisorios.

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que los artistas más importantes se

han

detenido más en la teoría que en la práctica 

y que

en

algunas épocas como

en

la nuestra se siente la exigencia de establecer

una teoría considerada sobre todo como fundamento de la práctica como

un

prin-

cipio

de

certeza

de

lo que se está realizando .

Ya

sé que muchos no quieren

una

teoría: parte del movimiento moderno

ha

afirmado que

la

teoría estaba superada

por el método y que

la

propia arquitectura moderna era el método. Como

se

ve 

me refiero a las enseñanzas

de

Gropius sobre todo;

en

realidad aquel método que

se

pretendía elemento generalizador

ha

llevado

al

eclecticismo. Del método

se ha

comprendido tan sólo

la

lección totalmente empírica que pretende resolver los

problemas que se van planteando sin un orden lógico; pero esto

se

resuelve

en

gran

parte por el profesionalismo. Estas posiciones incluyendo la del raptus artístico  

no pueden considerarse como teorías.

El

primer anticipo

de

teoría creo que es

la

obstinación

en

algunos temas

y que precisamente es propio

de

los artistas y de los arquitectos

en

particular

el hecho

de

centrar un tema para desarrollarlo realizar una elección dentro

de la

arquitectura y procurar resolver siempre aquel problema.

Esta obstinación es también el signo más evidente

de

la validez y

de

la

coherencia autobiográfica de un artista;

de la

misma manera que Séneca afirmaba

que el estúpido es el que siempre empieza

de

nuevo desde el principio y que no

cuida de desarrollar de una manera continua el hilo

de

su experiencia propia.

En realidad si debiéramos escribir

la

historia de la última arquitectura y en

particular de la arquitectura italiana podríamos escribir de la

miseria de la arqui-

tectura

precisamente a causa de este continuo empezar de nuevo que

es

típico de

los menores este volver siempre a cosas ajenas a

la

experiencia que se real iza  

que es signo

de

debilidad y fragilidad cultural extrema.

Si

he

de

decir

de

una forma

directa y personal cuál es el principio básico

de

una teoría

de la

educación arqui-

tectónica y por lo tanto de una teoría de la proyección debería hablar de esta

obstinación

en

un único problema.

Esta regla parece tan sencilla que todos nosotros acabamos por no apli-

carla. Hay que terminar hablando

de

nuestras obras del sueño

de

nuestra experien-

cia; pienso entre los artistas y los intérpretes de la cultura moderna que me han

formado

en

el libro

de

Raymond Roussel

Comment j ai

écrit

certains de mes livres ;

este libro es fundamental como teoría

de la

composición que quiere dominar todos

los aspectos

de la

creación artística .

De la misma manera todos los que se apoyan seriamente en la arquitectura

y que proyectan y piensan a la vez los edificios   deberían preguntarse: ¿cómo he

hecho algunas de mis obras?

Esto es lo que me propongo hacer

en

un próximo futuro .

Lo interesante en lo que hoy les digo puede consistir en el hecho de que

intento p rtir de premisas y de cuestiones internas de la arquitectura que se re-

fieren al significado de la arquitectura y al cchacer arquitectura•. sea que intento

superar el funcionalismo más o menos declarado que a p rtir de Vitruvio se en-

cuentra en todo el recorrido del pensamiento arquitectónico. Es probable que ha-

ciéndolo de esta manera y abandonando unos esquemas ciertos en apariencia deje

abierto e incompleto mi discurso.

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vida al construirse un clima artificial , y construyeron de acuerdo con una inten

cionalidad estética. Iniciaron la arquitectura, junto con los pri meros indicios

de

la

ciudad;

de

esta manera, la arquitectura es connatural con

la

formac ión

de la

civiliza

ción , y es un hecho permanente, universal y necesario.

Sus

caracteres estables son

la creación

de

un ambiente más propicio a la vida y

la

intencionalidad estética .

En este sentido, los tratadistas de la Ilustración se refieren a

la

cabaña primitiva

como el fundamento positivo de

la

arquitectura.

Por

lo tanto , la arquitectura se

constit

uye co n la ciudad , y con la ciu da d se constituyen a la vez las vivie

nd

as y los

monumentos. Viviendas y monumentos, hechos privados y hechos colectivos , son

los términos de referencia para el estudio de la ciudad, que

se

imponen desde el co

mienzo. Constituyen los principios de clasificaci

ón

del análisis aristotélico de la

ciudad.

La

arquitectura y la ciudad

se

destacan

de cu

al

qu

ier otro arte o ciencia por

que se proponen como transformación de

la

naturaleza , y son , a la vez, elementos

naturales. Este

tipo

de definición se encuentra en todo el curso de la historia del

pensamiento de la arquitectura, y se puede resumir

en

la definición de Viollet-le-Duc

de la arquitectura como création humaine  así como

en

aquella otra más reciente de

Lév

i-

Strauss, que habla de

la

ciudad como de

la

chose humaine par excellence. Efec

tivamente, nada nos afecta tanto como las grandes manufacturas que atraviesan el

campo, como la arquitectura que se pone como signo concreto

de

la transformación

de

la naturaleza por obra del hombre. Toda

la

ciudad y el

territorio

forman parte

a

la

vez

de

esta construcción. Son una pa rte

de

la arquitectura. En este sentido ,

Cario Cattaneo hablaba de la naturaleza y

de

la

ciudad a la vez , como de

la

patria ar

tificial del hombre, y afirmaba que no se puede conocer

la

real i

dad

del campo,

de

los territorios de las ciudades, sin pensar que éstas son un ·enorme depósito

de

esfuerzos: este depósito

de

esfuerzos representa a la vez , el proceso concreto

de

formación de

la

ciudad. Cuando Milizia aborda

la

definición

de la

ciudad cito a

Milizia, precisamente a causa de su actitud característica, que

es

propia del pen

samiento ilustrado, hacia

la

arquitectura), se plantea

la

cuestión

de

la definición

de

la arquitectura respecto a las demás artes , y reproduciendo

la

definición del na

tural ismo del siglo XVIII , escribe:

« En

verdad  a la arquitectura le falta

el

modelo

formado por la naturaleza; pero tiene

otro

  formado por los hombre

s

según su in-

dustria natural l construir las primeras viviendas

Así, al considerar

la

arquitec

tura , se ve obligado a apartarse de una imagen de imitación naturalista, y se sitúa

dentro de

una

visión histórica.

He

expuesto los principios

de la

arquitectura , que

he

desarrollado

en

otro

lugar. Ahora nos hemos de preguntar cuáles son las implicaciones de este proceso

cognoscitivo , de este análisis , y, en general, cuáles son las contr ibuciones

qu

e una

teoría arquitectónica aporta a la proyección . En otras palabras , ¿qué importancia

tiene, cuál es el valor del conocimiento de algunos principios

en

la proyección?

En

una primera aproximación , creo que se puede responder que se trata de dos mo

mentos de un mismo proceso, es decir que cuando proyectamos conocemos , y cuan

do nos aproximamos a una teoría de la proyección, a la vez definimos una teoría de

la arquitectura.

En este sentido, todos los arquitectos antiguos y modernos han llevado ade

lante a la vez análisis y proyección , en sus escritos y en sus proyectos.

Pero si los principios de

la

arquitectura son permanentes y necesarios ,

¿cómo se sitúan dentro del devenir histórico de las diversas y concretas arquitec

turas? Creo que se puede decir que

Jos

principios

de la

arquitectura , en cuanto fun

damentos, no tienen historia, son fijos e inm utables, aunque las diferentes solu

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En el primer caso se trata de

un

proceso colectivo lento y apreciable

en

períodos largos en el que participa toda

la

ciudad

la

sociedad

la

humanidad aso

ciada en sus diversas formas. En este sentido

la

evolución urbana la modificación

del aspecto de la ciudad es un proceso lento y meditado; se

ha

de estudiar de

acuerdo con sus propias leyes y sus particularidades. Pensemos

en

los diversos

es-

tratos que constituyen una ciudad;

en

sus permanencias y

en

las reacciones que

provocan algunos elementos nuevos.

Así el estudio de

la

ciudad puede compararse con el estudio

de la

lengua;

es particularmente evidente que el estudio

de

la ciudad presenta analogías con

el de la lingüística sobre todo por la complejidad de los procesos de modificación

y permanencia. Me refiero a los puntos fijados por De Saussure para el desarrollo de

la

lingüística. Entendida de este modo una teoría de la ciudad una ciencia urbana

puede diferenciarse difícilmente de una teoría de

la

arquitectura; sobre todo si

aceptamos

la primera hipótesis de que la arquitectura nace y es una misma cosa

con las primeras huellas

de

la ciudad. Pero en esta formación y en su continua veri

ficación con el contexto urbano también

la

arquitectura elabora principios

se

transmite de acuerdo con ciertas leyes que

la

hacen autónoma.

Elabora su propio

corpus

doctrinal.

3.

Observemos ahora

un

monumento: el Panteón. Prescindamos de la com

plejidad urbana que determina esta arquitectura. En un sentido determinado pode

mos referirnos

al

proyecto del Panteón o concretamente a los principios los enun

ciados lógicos que rigen su proyección. Creo que

la

lección que se puede deducir

de

estos enunciados lógicos es del todo actual como puede serlo

la

lección que

recibimos de una obra de arquitectura moderna; o podemos comparar dos obras

para ver que todo el discurso de la arquitectura por complejo que sea se puede

compender

en un

solo discurso  reducido a unos enunciados básicos.

Así pues la arquitectura se presenta como una meditación sobre las cosas

sobre

Jos

hechos; los principios son pocos e inmutables pero las respuestas con

cretas que el arquitecto y la sociedad

dan

a los problemas que

se

van planteando en

el curso del tiempo son muchísimos.

La

inmutabilidad viene dada por el carácter

racional y reductivo

de

los enunciados arquitectónicos.

«Así pues,

si

h

de haber

unidad del arte

y

de la arquitectura, ésta no puede venir aplicando

t l

cual forma,

sino buscando aquella forma que sea expresión de lo que prescribe la razón.»

Son

palabras de Viollet-le-Duc pero podrían ser de cualquier otro arqui

tecto racionalista porque en la historia de

la

arquitectura esta posición emerge

hasta tal punto que puede definirse como característica.

Esta característica es lo que hace típico el trabajo del arquitecto. En su

obra consagrada a los monumentos

de

Francia

de 1816

Alexandre

de

Laborde ala

baba al igual que Ouatremere de Ouincy a los artistas de finales del siglo XVIII

y principios del XIX por haber ido a

Roma

a estudiar y a captar Jos principios inmu

tables de Jos estudios superiores recorriendo así las grandes vías de la antigüedad.

Los arquitectos de la nueva escuela se presentaban como estudiosos atentos a Jos

hechos concretos

de su

ciencia: la arquitectura. tsta por

o

tanto seguía un camino

seguro porque sus

ma

estros estaban preocupados por establecer una lógica

de la

arquitectura basada en principios esenciales: « . . . lis

sont a fois des

rtistes

et

des savants;

ils

ont

pris

/ habitude de / observation

et

de la

critique

...

» Nosotros re

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De

esta manera, esta arquitectura pensada aparece casi obsesivamente en los escri-

tos

de dolf

Loos, quien declara que

la

arquitectura puede ser descrita , pero no

diseñada ; es más, este carácter

de

formulación lógica que permite

su

descripción

es característico

de

la gran arquitectura: el Panteón puede describirse, las cons-

trucciones de la Secesión, no . Por ello, me pregunto: ¿cómo se puede formalizar

todo esto, cómo podemos llegar a esta serie de enunciados que constituyen los fun-

damentos

de

una teoría

de la

arquitectura, a una teoría de la proyección? En primer

lugar, como he dicho, creo que todo ello debe ser objeto de un discurso autónomo;

en otros términos, que la arquitectura ha de ser reducida a sí misma. Me refiero

a todas aquellas cuestiones que quieren establecer si

la

arquitectura es arte o cien-

cia , y a otras cuestiones

de

este tipo; estas posiciones , son, en gran medida, un

falso problema, y no tienen solución . Por otra parte, no hace falta ni siquiera inten-

tar explicar

la

arquitectura con ningún presunto saber ajeno a ella. Una de las cosas

más tristes

de

la reciente historia

de

la arquitectura italiana, y que constituye en

gran parte aquella miseria e la arquitectura  a la que nos referíamos

al

principio, es

la

invención y

la

aplicación

de

alguna teoría tomada

de

una disciplina ajena

a

veces

se

trata

de la

economía, otras

de la

sociología o

de la

lingüística con

la

pretensión

de

deducir algún enunciado, en sí muy claro para aquella disciplina, como aplica-

ción y explicación, necesariamente mecánica, del hecho arquitectón ico. Ya es sabido

que

en

los

últ

imos años, algunos procedimientos de este

tipo

han fracasado rotun-

damente, y

su

carácter

de

moda es signo indudable

de su

debilidad intrínseca.

Pensemos, por ejemplo, en las groseras y hasta ridículas transposiciones

de

los

principios

de la

teoría marxista que se han hecho en pintura e incluso en arquitec-

tura. Estoy convencido de que las verificaciones y las relaciones son importantes,

y de que hemos de procurar siempre instituir algún tipo de relación de campo entre

lo que estamos haciendo, pero estoy igualmente convencido

de

que esto solamente

es científicamente productivo cuando sabemos verdaderamente en qué nos estamos

ocupando.

Sin pretender pasar precipitadamente de una teoría de la arquitectura a

una teoría de la proyección, voy a indicar cuáles considero los puntos fundamentales

de una teoría de la proyección. En primer lugar,

la

lectura

de

los monumentos,

en segundo lugar, el discurso sobre

la

forma de

la

arquitectura y del mundo físico,

y, en fin , la lectura de la ciudad, es decir,

la

concepción , en muchos aspectos

nueva,

de la

arquitectura urbana.

Sobre el primer punto, la lectura

de

los monumentos,

se ha

creado tal grado

de

terrorismo por parte del movimiento moderno, y no precisamente por los maes-

t ros del movimiento moderno, que parece

difícil

incluso hablar

de

ello. A este pro-

pósito, Tafuri ha observado muy acertadamente que los maestros como Le Cor-

busier, Loos y otros, siempre han hablado de los monumentos y de la importancia

de su estudio , y que han sido precisamente los académicos,

en

especial autores

como Giovannoni, quienes han propuesto

el

ambiente como alternativa al monu-

mento. Admito que a principios de siglo

se

produjo una reacción justa contra

un

his-

toricismo insulso, contra

la

llamada imitación

de

lo antiguo, contra el uso ecléctico

de los estilos históricos ; pero hoy ya podemos plantearnos con toda claridad el

discurso del estudio

de

los monumentos sin caer en estos equívocos. Y con el es-

tudio

de

los monumentos, me refiero también a

la

formación del arquitecto sobre

la

arquitectura, es decir, a la meditación sobre los hechos arqu itectón icos; no a

la

historia de la arquitectura propiamente dicha, sino más bien a lo que, desde un punto

de vista disciplinario, se llamaba y se llama el aspecto arquitectónico.

El

aspecto

arquitectónico del monumento constituye en realidad el principal , si no el único

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arquitectura moderna. Si cogemos los libros publicados por Le Corbusier podremos

ver la parte fundamental que ocupa el estudio

de

los monumentos el estudio

de la

ciudad así como la insistencia continua las anotaciones repetidas sobre algunas

arquitecturas que son como un

leit-motiv,

precisamente para un análisis lingüístico

de su obra para entender la formación teórica del artista. Me refiero en particular

a obras antiguas que aparecen en todo el arte moderno como por ejemplo el Bat-

tist ro

y el Duomo de Pisa.

s

natural que para generaciones enteras de arquitectos

la lectura de estos monumentos no haya producido nada y

en

cambio que

en

artistas como

Le

Corbusier y

Paul

Klee sean auténticos elementos compositivos .

Esta aparición particular de algunas obras en la historia de la técnica y del arte

ciertamente se debe al llamado espíritu de la época y a la necesidad a menudo

de

carácter autobiográfico que un artista tiene en el transcurso

de

su vida

de

re-

ferirse a algo que exprese en forma completa un universo de aspiraciones que

quiere seguir. Hay una gran parte de este elemento personal de

la

importancia de

esta opción del carácter autobiográfico

de

una persona y

de

una nación en lo que

he indicado al principio y sobre lo cual intentaré concluir. n este sentido las obras

como los monumentos de Pisa se ofrecen

en

todos sus aspectos lingüísticos y con

todas sus características técnicas como elementos de formación del lenguaje de

la

arquitectura moderna.

Por

otra parte se

ha

de pensar siempre a propósito

de

Le Corbusier y me refiero particularmente a este artista no sólo por su grandeza

sino también por el carácter singular y racional a la vez de su obra

en

la insistencia

y

en

la transposición en sus esbozos del paisaje gótico francés.

Le

Corbusier dibuja

los pueblos góticos en torno a la catedral ve la naturaleza que penetra en ellos y ve

elevarse las grandes torres góticas con los ojos del constructor del constructor

de

•cuando las catedrales eran blancas» y por ellas ve los modernos edificios blancos

la

unité d habitation,

que es

ya

proyecto de aquella manera de conocer de estudiar

y de vivir la realidad arquitectónica así como la naturaleza que la rodea.

n la historia de la arquitectura se

han

hecho profundos análisis de este

tipo: es iluminador el análisis que Hempel hace de las relaciones entre la arqui-

tectura de Borromini y la visión continua que éste tiene de las dos máximas obras

milanesas

San

Lorenzo y el Duomo. Esta visión de Borromini viene a ser una es-

pecie de meditación o de subrayado por medio

de

esbozos y

de

anotaciones que

ponen de manifiesto el aspecto de la construcción tardía romana y bárbara por un

lado y el vertical ismo gótico por otro. Estos dos aspectos se convierten

en

otros

términos

en la

síntesis histórica y personal

de

Borromini

en

los caracteres esencia-

les de su extraordinario barroco. Así contemplando estas obras siempre llego

a considerarlas como el esqueleto como superpuestas a las arquitecturas barrocas

romanas de Borromini.

Estoy convencido de que este tipo de estudio y de análisis de los monu-

mentos debería extenderse y que su importancia es fundamental; una posición de

este tipo debería iluminar también nuestros propios proyectos y deberíamos estar

en

condiciones de formular claramente de qué arquitectura nace nuestra arqui-

tectura. Y aquí se incluye también el problema

de la

opción que constituye al carác-

t r decisivo de la proyección.

Se puede educar a

un

joven arquitecto en una forma completa de compo-

sición arquitectónica pero se le

ha

de dejar necesariamente libre ante la responsa-

bilidad personal de la opción. Esta responsabilidad personal que es lo que les

falta a los mediocres en el artista se convierte en una necesidad en el elemento

que permite poner

en

primer plano

la

acepción personal

de la

experiencia.

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Se pueden destruir y reconstruir, se pueden rediseñar o inventar: son ele-

mentos de una realidad segura.

Los mismos grandes proyectos de la arquitectura moderna aquellos a los

cuales nos referimos continuamente, de Le Corbusier, de Loas, de

Mies

van der

Rohe, de los constructivistas), ofrecen fragmentos seguros para una reconstrucción

de la

ciudad. e esta manera

miro

a veces, con mirada de arqueólogo , las ciudades

modernas.

Es difícil y está llena de posibles equívocos, la discusión sobre el segundo

punto a que me he referido, el problema de la forma. Diré sencillamente que con-

sidero la forma como un signo preciso que se coloca

en

la realidad y que da la

medida

de

un proceso de transformación. Así,

la

forma arquitectónica es algo cerra-

do y completo, una vez más vinculado estrechamente a un enunciado lógico.

En

este

sentido, creo que forma y signo son, por ejemplo, los acueductos romanos, que pre-

cisamente modifican un determinado

tipo

de realidad y definen la imagen que te-

nemos de aquella realidad. Naturalmente, al referirme a un acueducto romano y no

a otra clase de obras, realizo una opción, y esta opción forma parte de mi poética.

Es evidente que podemos sustituirlo por el puente romano o por otro tipo de manu-

factura, pero

un

ejemplo como éste me parece interesante, porque se refiere a una

inserción en el mundo natural, de particular importancia y que nos advierte también

del significado particular que la forma tiene desde el punto de vista del aconteci-

miento histórico. Es evidente que viendo con tanta insistencia la forma como forma

cerrada y generatriz, estoy personalmente fascinado por el desarrollo del pensa-

miento tardío ilustrado, incluso

en

sus formas más modernas, por la polémica sobre

lo finito, por

la

forma que se propone como signo de la movilidad

de

las cosas,

por la temática clásica y neoclásica, hasta los desarrollos más recientes de la lógica

formal y del pensamiento neoaristotélico. Pero voy a indicar, en este

tercer

punto

relativo a la forma, un campo nuevo y nuestro, que pertenece de pleno derecho

a la teoría de la proyección, y del cual quien proyecta no puede prescindir: me re-

fiero a la ciudad, al estudio y a la construcción de

la

ciudad. También llamo a todo

esto arquitectura de la ciudad.

Me refiero, una vez más a la forma física de la ciudad, a su construcción,

a la ciudad como manufactura. No se trata solamente de los problemas del ámbito

urbano; hemos iniciado una lectura analítica

de la

ciudad,

de

su formación,

de

sus

fenómenos más importantes, de la naturaleza de los hechos urbanos .

No es aquí el lugar para resumir todo esto, que por otra parte ya he ex-

puesto en forma sistemática en mi libro; ahora sólo quisiera ver de qué manera los

fundamentos de una teoría de la ciudad pueden ser también los fundamentos de

una nueva arquitectura.

Creo que antes de plantear este problema hemos de ver bien que el pro-

blema de la ciudad, de la contextura urbana, etc., han surgido en la arquitectura

italiana como problemas de fondo. Esto nos permite ver su auténtica importancia ,

y a la vez ver las distorsiones o el doble aspecto con el que se

ha

planteado.

Por una parte , tenemos el problema

de la

construcción de

la

ciudad nueva,

de la

comprensión

de la

antigua, de los fundamentos

de la

arquitectura; por otra parte,

se

trata de algo completamente distinto , tenemos el problema del ambiente, de

la

con-

servación, etc.

l

terminar la guerra,

en

la universidad, estábamos ante un aspecto par-

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escrito mucho; ya es conocida su importancia, especialmente del segundo, así como

la magnitud de los problemas que comprendían. La

crisis

del funcionalismo pronto

se convirtió en crisis de la propia poética del racionalismo y de la arquitectura

orgánica.

Por otra parte, se desarrollan los estudios de urbanismo; antes de orientar-

se con espíritu científico, no eran más que un estado de ánimo y no se sabía bien

a qué autores ni a cuáles obras debía referirse. Algunas experiencias, como la

de Le Corbusier, eran bastante ignoradas desde el punto de vista global; sólo se

tenía una experiencia fragmentaria

de

ellas. En aquel punto apareció un libro muy

importante me estoy refiriendo a la situación italiana, pero si esta situación no

estuviera, todavía hoy, bastante aislada, también podría servir para Europa): L urba-

nistica J avvenire del/a citta.

Me he

de

referir también a todas aquellas obras que por vez primera

han

propuesto algo distinto, oponiéndose a una situación estática e indicando una base

distinta para nuestros estudios. Esta base

es

la ciudad, vista por primera vez

en

toda su integridad, vista

en

su línea continuada de evolución; se asestaba

un

golpe

definitivo al

moralismo angosto que regía y quizá rige todavía en los estudios urba-

nos. La ciudad se convertía

en

un hecho, y

en

un hecho de tal importancia, que se

ha de contar con él continuamente; incluso, y sobre todo, desde el punto de vista

de la arquitectura.

Si

vemos los números

de Casabe/la Continuita, se

puede observar el

desarrollo

de

esta polémica, así como el nuevo examen llevado a cabo por un grupo

de jóvenes arquitectos italianos y por Ernesto

N

Rogers, que nunca se arredró ante

los aspectos más problemáticos de la arquitectura.

Este interés renovado por la ciudad corría parejo con un examen más vasto,

aunque llevado a cabo también desde dentro

de

nuestra arquitectura,

de la

propia

arquitectura de nuestras ciudades. A mí me pareció necesario estudiar e indicar los

aspectos principales del neoclasicismo, como momento fundamental del desarrollo

de una ciudad italiana

en

sentido europeo: Milán.

Algunos proyectos del Plan Napoleónico de Milán, el propio plan, se con-

figuraban con caracteres preeminentes para la arquitectura, formaban un todo, en el

momento en que una opción poi ítica de carácter progresivo se encontraba con

una arquitectura racional y transmisible de una sociedad a otra, de un país a otro.

De esta manera se iba precisando una nueva aportación a la cultura arqui-

tectónica, aunque quizá también

se

estaba constituyendo

una

nueva arquitectura.

De todo ello surgió esta idea de ciudad en la que los monumentos repre-

sentan los puntos

fijos

de la creación humana, los signos tangibles de la acción de

la

razón y

de la

memoria colectiva;

en la

que

la

residencia

se

convierte

en

el pFO ble-

ma concreto de la vida del hombre, que poco a poco va organizando y mejorando el

espacio

en

el que habita, según sus viejas necesidades; y

de

esta manera, la estruc-

tura urbana, según las leyes de la dinámica de la ciudad, se va disponiendo en

modos diversos, aunque siempre con los mismos elementos fijos la casa, los ele-

mentos primarios, los monumentos. Estas diversificaciones dentro de la ciudad no

corresponden simplemente a funciones, sino que ellas mismas comprenden las fun-

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Y el momento máximo de la medida del arquitecto será una vez más el mo-

numento, precisamente porque el monumento es el signo último de una realidad

más compleja; es la cifra con la cual leemos lo que no se puede decir de otra ma-

nera; pertenece a la biografía del

artista

y a la

historia

de la sociedad.

La

concepción funcionalista queda invertida; la función no es más que un

instrumento frente a la experiencia de la arquitectura. Creo que se puede construir

un sistema de enseñanza, partiendo del desarrollo de esta teoría de la arquitectura y

de la ciudad.

Pero no puedo terminar esta lección sin referirme a un problema que con-

sidero fundamental, precisamente para nosotros los arquitectos, en una teoría

de la proyección: me refiero al elemento subjetivo.

De la misma manera que hemos examinado las relaciones entre la teoría

de la arquitectura y la teoría de la proyección, hemos de examinar las relaciones que

existen entre una teoría de la proyección y la aportación subjetiva, si se quiere,

la autobiografía del artista.

n otros

términos, si pusiéramos en práctica lo que he dicho al principio,

y parafraseando a Raymond Roussel, «Có no he hecho algunas de mis rquitectur s•  

acabaríamos por abordar este tema; de hecho, es impensable que al hacer ésta

o aquella arquitectura concreta no queramos expresar también otra cosa distinta,

algo nuestro. Esto,

en

el caso de que no seamos totalmente mediocres. ¿Pero, cómo

se concilia esta aportación con aquellos

principios

racionales y transmisibles, en

los que he

insistido

tanto, con la matriz de una arquitectura clásica y racional?

No cabe duda de que sería de una manera mucho más compleja de lo que se podría

en

aquellas teorías en las que la subjetividad constituye la única posibilidad de

hacer, y en las que el carácter ambiguo del arte se eleva a la categoría de sistema.

Por otra parte, si en los

principios

de una arquitectura racional buscamos

el elemento de una poética, no podemos apartarnos de la frase de Lessing: «La ma-

yor claridad ha sido siempre para

la mayor belleza.• Y también podemos adoptar

como divisa la célebre frase de Cézanne: «Yo pinto sólo para os museos.» Con esta

frase, Cézanne, de una manera muy clara, declara la necesidad de una pintura que

sigue un desarrollo lógico riguroso y que se sitúa dentro de la lógica de la pintura

que precisamente se verifica en los museos. Pero el desarrollo y la

verificación

de los museos no modifican la cualidad subjetiva de la obra, que corresponde a una

cualidad humana.

Lessing, «aristotélico moderno» como se le ha llamado, escribía que

«

todo genio es un critico nato ... Y firm r que las reglas y la crític pueden de-

primir

el genio equivale a firm r  en otros términos que pueden hacerlo también

os

ejemplos

y

la práctica. Significa no solamente

isl r

el genio en sí mismo sino

incluso encerrarlo en sus primeras tentativas;

el

que razona bien también está

en condiciones de inventar;

y

quien quiere inventar ha de ser capaz de razonar...

y sólo consideran separada de la otra quienes son incapaces de ambas». Inteligen-

cia y técnica los ejemplos y la práctica) son, por tanto , lo que hace posible el obrar

y, con él, la liberación del elemento personal.

He querido deducir de este tema la cuestión de la técnica; cuestión sobre

la cual se podría abrir de nuevo el discurso sobre la teoría de la proyección.

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como ser y, por tanto, como arte particularmente significativo, y una relación

de

tipo

externo,

la

admiración de Wittgenstein por

dolf

Loos y

su

arquitectura.

De

esta manera, la casa del filósofo, coherente con

su

pensamiento, resulta

a la vez una casa loosiana; el autor del artículo identificaba en esta arquitectura

la aparición del interés geométrico, y en particular la composición en cubos que,

por otra parte y como es sabido, corresponde a un componente clásico purista de la

arquitectura

de

dolf

Loos). Pero el autor del artículo relacionaba esta composición

por cubos con una prueba psicológica, la de Von Raab según la cual los niños a

quienes se les hace construir figuras de cera y que solamente modelan cubos

están invadidos por una profunda angustia la prueba también es válida para los

adultos). ¿Expresa

la

arquitectura

de

Wittgenstein una profunda angustia? ¿Y tam-

bién la de Loos?

¿Y

si Hegel, por ejemplo, hubiera hecho arquitectura, cómo hubiera sido?

Probablemente una arquitectura neoclásica, a

la

manera de Schinkel.

Con todo esto quería decir que resulta muy difícil valorar el componente

psicológico de una arquitectura, o que este componente

se

expresa por medio de un

estilo

determinado, o por una técnica. Y es por ello que solamente el dominio com-

pleto de

la

técnica puede

permitir

una expresión original, sobre todo

en

el campo

de

la arquitectura.

Se

pueden hacer consideraciones análogas sobre la cuestión de los

contenidos.

Voy a concluir.

Un

discurso riguroso sobre

la

proyección arquitectónica

debe basarse en fundamentos lógicos.

Y en

sus líneas generales, ésta es

la

actitud

racionalista respecto a la arquitectura y a su construcción: creer en la posibilidad

de una enseñanza que está totalmente comprendida

en un

sistema y

en

la que el

mundo de las formas es tan lógico y preciso como cualquier otro aspecto del hecho

arquitectónico, y considerar esto como significado transmisible de la arquitectura ,

al igual que cualquier otra forma de pensamiento.

La

arquitectura, nacida de la necesidad, actualmente es autónoma; en su

forma más elevada, crea piezas de museo a las que los técnicos se referirán, para

transformarlas y adaptarlas a las múltiples funciones y exigencias

en

que deben ser

aplicadas.

De

esta manera hemos

de

educarnos

en

el análisis

de

los caracteres cons-

titutivos de

un proyecto; y es esto lo que debe proponerse: un curso de teoría de

la proyección.

Seminario sobre •Teoria della progettazione architettonica•, efectuado en

el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia durante el curso académico

1965-1966.

Incluido en:

VV. AA., Teorie del/a progettazione architettonica Dedalo, Bari, 1968