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MÉTODOS ANT[GUOS PARA DETERMINAR LA CALIDAD DE UNA ESTACIÓN A clasificación de localidades según su calidad era al principio del todo subjetiva, y se basaba en el hecho de la existencia de localí- dades que diferían grandemente entre sí, respecto a su rendimiento forestal, por ser esta propiedad, más o menos permanente, sobre la que el hombre puede ejercer en general una influencia, aunque muy limita- da. Se establecían un número muy arbitrario de clases de calidad, desde las más productivas hasta las de menos producción, haciéndose dicha cla- sificación por simple estimación o experiencia empírica, y distinguién- dose en los mapas forestales las distintas localidades por dicho proce- dimiento. ENRIQUE CorT,+, recomienda en su manuai ciásico Guia sistemática para la tasación de los montes (1804) una serie de cien clases de calidad, )igurando con el número cero el terreno completamente estéril e incapa- citado para producir madera, y con el número cien el mejor terreno posi- ble. Un contemporáneo de CoTTA, JoROE Luls HnRrIG, en su obra clásica Orientaciones referentes a la tasación y descripción de los montes (1795) aconseja la clasificación de los montes forestales, con sólo dividirlos en clases buena, mediana y.pobre y añadiendo al mismo tiempo que dicha diferenciación no debe hacerse de una manera descuidada, aunque tam- poco debe perderse inútilmente tiempo en análisis químicos del suelo, puesto que esto redundaría solamente en una confusión de la finalidad principal. En Europa Central, el método de clasificar el suelo forestal en cinco clases es el más corriente. Así se ven también en la octava edicíón del conocido libro de ,^UDEICH La ordenación de montes, editada por NEU- MEISTER (192 Ĵ ), las siguientes clases, cada una con sus dos subdivisiones: Excelente . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 y 0,9 Muy buena . . . . . . . . . . . . . . . . 0,8 y 0,7 Buena . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,6 y 0,5 Mediocre. . . . . . . . . . . . . . . . 0,4 y 0,3 Pobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,2 y 0,1

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MÉTODOS ANT[GUOS PARA DETERMINARLA CALIDAD DE UNA ESTACIÓN

A clasificación de localidades según su calidad era al principio deltodo subjetiva, y se basaba en el hecho de la existencia de localí-dades que diferían grandemente entre sí, respecto a su rendimiento

forestal, por ser esta propiedad, más o menos permanente, sobre la queel hombre puede ejercer en general una influencia, aunque muy limita-da. Se establecían un número muy arbitrario de clases de calidad, desdelas más productivas hasta las de menos producción, haciéndose dicha cla-sificación por simple estimación o experiencia empírica, y distinguién-dose en los mapas forestales las distintas localidades por dicho proce-dimiento.

ENRIQUE CorT,+, recomienda en su manuai ciásico Guia sistemáticapara la tasación de los montes (1804) una serie de cien clases de calidad,)igurando con el número cero el terreno completamente estéril e incapa-citado para producir madera, y con el número cien el mejor terreno posi-ble. Un contemporáneo de CoTTA, JoROE Luls HnRrIG, en su obra clásicaOrientaciones referentes a la tasación y descripción de los montes (1795)aconseja la clasificación de los montes forestales, con sólo dividirlos enclases buena, mediana y.pobre y añadiendo al mismo tiempo que dichadiferenciación no debe hacerse de una manera descuidada, aunque tam-poco debe perderse inútilmente tiempo en análisis químicos del suelo,puesto que esto redundaría solamente en una confusión de la finalidadprincipal.

En Europa Central, el método de clasificar el suelo forestal en cinco

clases es el más corriente. Así se ven también en la octava edicíón del

conocido libro de ,^UDEICH La ordenación de montes, editada por NEU-

MEISTER (192Ĵ), las siguientes clases, cada una con sus dos subdivisiones:

Excelente . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 y 0,9Muy buena . . . . . . . . . . . . . . . . 0,8 y 0,7Buena . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,6 y 0,5Mediocre. . . . . . . . . . . . . . . . 0,4 y 0,3Pobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,2 y 0,1

6 A. K. CAJANDER

Dicho método de clasificación es, sin embargo, muy subjetivo; porello se estaba buscando hace tiempo una definición más exacta de las cla-ses de calidad. 13ie,^ es verdad que un prolongado entrenamiento en lasmediciones de parcelas, así como el conocimiento de los datos referentea los verdaderos rendimientos de los distintos rodales, cortados y tratadosbajo una ordenación, permiten al forestal realizar la clasificación con bas-tante exactitud, pero entre los tipos de clasificación de los distintos fores-tales puede haber una gran divergencia, y para el clasificador menos expe-rimentado dicho método no puede ofrecer una gran seguridad; por esose trataba, de establecer unos índices de clasificación que permitieran unafácil identificación y una norma o agrupación de tipos para los técnicosforestales.

Especialmente en los países septentrionales es donde dicha modifica-

ción tenía bastantes adeptos. Así, por ejemplo, podemos mencionar a

A. G. BLOMQVIST, que fué duran;e muchos años Director de la Escuela de

Montes, en Evo, Finlandia, y que en su libro Tablas de crecimiento de

rodales bien poblados y de la misrna edad de pino silvestre, picea y abe-

dul (1872), dividía Finlandia de Norte al Sur, en tres zonas de crecimien-

to, distinguiendo en cada una de ellas tres clases de calidad. Dicha divi-

sión tomaba como clase ínfima todos los brezales de arena seca y guija-

rros, donde se encuentra el píno silvestre en rodales puros y predomina,

debido a sus pocas exigencias, sobre todas las demás especies; a la clase

media pertenecen todos los suelos forestales más húmedos, donde pueden

prosperar juntamente con el pino el abeto noruego (Picea excelsa) y el abe-

dul y que figuran en los mapas de Finlandia como terrenos favorables para

la conversión en campos agrícolas; a la mejor clase pertenecen sólo los

suelos forestales más productivos y aquellos terrenos aptos para la agri-

cultura y donde el suelo es en la mayoría de los casos arcilloso o mar-

goso. En el Norte de Finlandia, donde la exposición climatológica influye

sobre el creci ►niento de los árboles, debía tenerse en cuenta para la clasi-

ficación del suelo forestal la situación de las localidades. Éste era el siste-

ma de clasificación que BLOMQvisT usaba como base para la preparación

de las tablas de producción.Como otro ejemplo podemos mencionar una circular publícada por

la Junta del Patrimonio Real, de Suecia, en 1916, que tenía por título rins-trucciones referentes a la organización de montes domaniales ordenadosa.Según dicha circular deben distinguirse nueve clases de calidad, figurandocomo clase primera el mejor suelo, donde crece el pino, los abies y lasfrondosas, y como clase segunda, ei suelo forestal más apropiado paraPinus sylvesfris; estas dos clases son relativamente raras y se limitan prin-

LA TEORÍA DE LOS TIPOS DE MONTES 7

cipalmente al Sur de Suecia. Respecto a las demás clases, la calidad delsuelo, en general, disminuye gradualmente del Sur al Norte, figurando laclase octava como el sueio más pobre para montes, miei^tras que la clasenovena comprende todos los sitios donde las coníferas, debido a los vien-tos, no ]legan a formar rodales completos, aunque por eso no puedenconsiderarse como terrenos desiertos. En esta categoría se comprende todoel terreno donde el crecimiento medio anual, aun en las mejores condicio-nes, no llega a 1 m.3 por hectárea.

En Finlandia la siguiente escala ha tenido una aceptación bastante ge-neral respecto a la clasificación de los suelos forestales, llamados econó-micamente productivos:

Turberas (brezales) secas.Húmedas.Bajas.De frondosas y pícea.De pino.No cabe duda, que estos sistemas de cfasificación pueden dar, en

determinadas circunstancias, resultados bastante satisfactorios, y puedenconsiderarse como una manifestación o un deseo de apartarse de siste-mas artificiales de clasificación para establecer otros más naturales. Enlo que se refiere a la parte meridional de Finlandia especialmente, dichosistema se ha empleado bastante, porque corresponde a sus condicionesnaturales, aunque no se puede decir que sea correcto, pues la turberahúmeda, por ejemplo, puede incluir localidades que difieran bastante res-pecto a la capacidad del rendimiento, y el término turbera baja es unaexpresión muy ambigua, a no ser que se iguale a]a mejor clase deBLOMQvtsT que comprende una gran extensión de variedades. Se ha com-probado que dicho sistema de clasificación, que responde en muchos casosa las condiciones dominantes en el Sur de Finlandia, no corresponde a lostipos de un sistema exacto respecto a la producción, por cuya causa seempleó en Finlandia, para indicar la calidad del suelo forestal, un métododonde se indican en una columna las clases de calidad ([-V) determina-das a ojo y por experiencia, y en otra, el carácter del suelo. Los defectosde dicho sistema de clasificación salen aún más, cuando se le quiere apli-car a superficies más extensas cotno, por ejemplo, a Laponia ^ a EuropaCentral.

Esos sistemas tienen principalmente una importancia local y, por lotanto, también una aplicación relativamente estrecha. Parece, pues, impo-sible construir sobre una base tan vaga un sistema de clasificación de loca-lidades o estaciones, según la capacidad productiva, que pudiera aplicarse

8 A. K. CAJANDER

universalmente, aunque contenga los rudimentos de una clasificaciónnatural de localidades.

Una vez que JusTVS v. Llesla demostró la gran importancia de lacomposición química del suelo, para la nutrición de las plantas y su bien-estar en general, se abrigaba la esperanza de que el problema de la cali-dad del suelo, y singularmente el de las tierras de labor, podría resol-verse con una gran exactitud, mediante el análisis químico del suelo. Sinembargo, esa esperanza resultó defraudada, debido, en parte, a la imper-fección del método de análisis químico del suelo, pues es difícil obtenerdel mismo los elementos nutritivos de las plantas exactamente en la mismaproporción y las mismas condiciones como los tiene la planta en estadonatural; y, por otra parte, los elementos nutritivos que existen en el suelono son los únicos factores que influyen sobre la vida de las plantas, yaque las propiedades físicas del mismo como, por ejemplo, el contenido dehumedad, su porosidad, etc., tienen importancia igualmente grande, ytampoco pueden descuidarse los factores climatológicos, que ejercen tam-bién influencia sobre las plantas.

Aunque el análisis del suelo no haya satisfecho las esperanzas que sefundaron respecto a la agricultura, resultó, dentro de ciertos límites, decierta importancia, especialmente para la selvicultura. Así, por ejemplo,ha demostrado Scxiirze (1871), al examinar seis áreas forestales en el Nor-te de Alemania que representaban, desde el punto de vista forestal, dis-tintas clases de calidad, que su capacidad de rendimiento se hallaba gran-demente reflejada en su composición química, como puede verse por lossiguientes datos que representan los porcentajes de la materia mineralsoluble en ácido clorhídrico, contenida en una superficie hasta 1,75 m. deprofundidad:

CLASES DE CALIDAD P,O^ Ca0 Mg0i

K,O Na,O

I . . . . . . . . . . . . 0,0501 1,8876 0,0484 0,0457 0,0129II . . . . . . . . . . 0,0569 ^ 0,1622 0,0716 I 0,0632 0,0065

II-I[I . . . . . . . . . . . ^ 0,0464 0,1224 I 0,0981 0,1235 0,0037IV . . . . . . . . . . , .j 0,0299 0,0270 0,0505 0,0241 0,0016V . . . . . . . . . . . . i 0,0236 0,0453 0,0348 0,0215 0,0031

Dichos datos demuestran que todas las substancias examinadas exis-tían en mayores cantidades en la clase 1 que en la clase V, y que, además,Ias proporcio^tes de ácido fosfórico y cal disminuyen bastante desde laprimera hasta la última clase.

LA TEORfA DE LOS TIVpS DE MONTES ^

Más tarde demostró v. FALCKENSTEIN que en los terrenos arenosos delNorte de Alemania el humus y su contenido de nitrógeno eran de unaimportancia mayor que las substancias antes mencionadas. Los resultadosde sus análisis se ven en la siguiente lista de cifras que indican la cantidadde humus y nitrógeno, eh kilogramos por hectárea, contenido en unacapa de super6cie, a los 60 centímetros de profundidad:

Clases de calidad. Humus.ii Contenldo de nitrógeno.^

[ . . . . . . . 34,168

- -i

1,170[ . . . . . . . 28,191 0,918

III. . . . . . . 36,422 i 0,658Ill (IV). . . . . 22,428 ^I 0,537IV. . . . . . . 11,730 0,441IV . . . . . . . 8,230 U,327IV . . . . . . . 9,879 0,?89IV . . . . . . . 11,326 0,277

Basándose en los análisis del suelo realizados por VALMARI, VR)ó ILVES-sALO calculó el coeficiente de relación entre el crecimiento de los roda-les de pino silvestre de desarrollo normal y la composición química delsuelo forestal en la parte meridional de Finlandia, obteniendo los siguien=tes resultados respecto a dicho coeficiente:

Para el nitrógeno . . . . . . . . . . . . 0,736 -±- 0,056Para la cal . . . . . . . . . . . . . . . 0,612 ± 0,069 .Para la potasa . . . . . . . . . . . . . 0,214 t 0,091

Respecto al ácido fosfórico, no había relacibn alguna.

De dichos constituyentes químicos del suelo, el nitrógeno y la cal .ejercían la máxima influencia sobre la capacidad de producción del sueloforestal en la parte meridional de Finfandia, y en este sentido se ve clara-mente la congruencia de esos datos cori los resultados obtenidos porScHiiTZE y v. FALC1cENSTEIIV, mientras que el contenido de potasa resultóser de importancia menor y el de ácido fosfórico, dentro de los límitesdados, no ejercía influencía alguna.

Investigaciones de esta índole demuestran que (os elementos consti-tutivos del suelo tienen una influe ►^cia definitiva sobre su capacidad pro-ductiva. Va L1ESla estableció la Ilamada ley del mínimo, según ta cual lacapacidad productiva del suelo depende de aquel elemento alimenticiocuya proporción en el suelo es relativamente mínima. 1 or lo tanto, la

IO A. K. CAJANDER

capacidad productiva del suelo podria continuamente aumentarse, aumen-tando la proporción del elemento nutritivo que figura en cantidades míni-mas hasta que la proporción de alguno otro empieza a ser la mínima.Wol.^NV amplió dicha ley incluyendo también las propiedades físicas delsuelo. Teniendo en cuenta la posibilidad de que un factor de crecimientofigure en cantidad excesiva, VATt:R formuló dicha ley de tal modo quela capacidad productiva del suelo resultó dependiente de su constituyentemás desfavorable.

Aunque es posible establecer una correlación definída entre la capa-cidad productiva de una localidad y sus elementos constitutivos, el caminopara llegar a una clasificación natural de localidades es aún largo. Bien esverdad que se pueden demostrar las relaciones entre el rendimiento ylos factores de crecimiento; pero, por^otra parte, investigaciones recientes- especialmente las de la escuela de M1TSCnExt,lcn - han enseñado quelos factores de crecimiento colaboran entre sí de tal modo, que hasta ladeficíencia de un factor puede ser compensada por el sobrante de otro;por lo tanto, no tenemos que ocuparnos de un determinado «factor míni-mo^, sino que antes bien debemos fijar la atención sobre la acción combi-nada de 1os distintos factores de crecimiento, aunque uno de ellas se des-taque sobre los demás {1).

Hay que tener en cuenta, particularmente, que en la Naturaleza laintensidad de los distintos factores de crecimiento varía, obteniéndose unnúmero limitado de varias combinaciones de factores. La importancia dedichas combinaciones para el bienestar de los árboles está más o menosal#erada según el cambio de la región climática.

Los fáctores de crecimiento varían constantemente dentro de deter-minados límites, de modo que (os valores determinados no ofrecen fluc-tuaciones repentinas. Considerando los factores de crecimiento por sísolos, sea cada uno aisladamente o en distintas combínaciones con otros,la posibilidad de fijar unidades naturales para la clasificación de localida-des, es en extremo arriesgada.

Por otra parte, si fuese posíbte limitar las clases de caiidad de modonatural mediante otros medios, aunque fuese solamente en líneas genera-les, no sería difícil obtener, por investigaciones prolongadas, una deter-minación de cada una de esas clases de calidad en relación con sus facto-res de crecimiento. Además, sería concebible que, al fin - aunque sólo

(1) No puede ^eneralizarse esta idea referente a los elementos constitutivos delsuelo, sobre todo, cuando afecta a otros fundamentates de la vida vegetal como al calor,la luz y la humedad.

LA 'CEORÍA DE LOS TIPOS DE MONTES I1

mediante un método directo -, se llegase a una clasificación natural de

localidades, establecida exclusivamente sobre la base de factores de creci-

rniento.Podríamos aducir aquí un ejemplo análogo en el campo de la clima-

tología. W. KóPPEN, en su famoso libro Ensayo de una clasijtcac[ón de losclimas, basándose principalmente en sus relaciones con la flora (1900),ha definido, acogiéndose a los fenómenos generales de la vegetación delgtobo, un gran número de regiones climáticas, cuyo carácter fué deter-minar por factores puramente climatológicos, habiendo reunido aquellasregiones que se corresponden entre sí en las distintas partes del globo, enlos mismos tipos principales.

Se podría concebir un, método parecido que pudiera aplicarse a laclasificación de localidades.

Respecto a dicha clasificación, es natural que fuese en primer lugardirecta, es decir, una clasificación que se base sobre las características delas localidades. Pero, puesto que la selvicultura no se refiere a la clasifica-ción de localidades como tal, sino a su relación con la capacidad de pro-ducción, resulta lógico que se empleen los rendimientos de los rodalescumo base para dicha clasificación. V en efecto, tarnbíén se ha aplicadoeste método.

Uno de estos métodos, que se basa solamente en el rendimiehto delos rodales, es el Ilamado método de franjas, que se debe probablementeal francés DE PERTHUIS (1788); pero que alcanzó empleo general por elalemán FR. BAVR (1877). BAUR aplicó dicho método para establecer lastablas de producción, según el siguiente procedimiento (1):

En una región forestal, para la que se intentaban establecer tablas deproducción, se escogieron el mayor número posible de parcelas de roda-les puros y uniformes en su desarrollo y de la misma edad, teniendo cui-dado de que las parcelas fuesen repartidas sobre toda la región, pararepresentar en lo posible toda clase de estaciones o localidades. Tomandocomo base cinco clases de calidades, se establecieron por lo menos l50parcelas para cada especie, teniendo en cuenta de que figurasen sus indi-viduos en buena representación numérica, tanto en las mejores clases decalidad como en las más pobres.

En dichas parcelas se hicieron todas las mediciones necesarias parala formación de las tablas de producción. Los datos así obtenidos servían

(1) Puede verse descrito este método en cualquier Tratado de Dendrometría - es-

pccialmente véase HuFFE:L: Les arbres et les peuplernents forestiers (Nancy-Berger-

Levrault, 1893).

12 A. K. CAJANDER

para calcular rápidamente los volúmenes de madera, por hectárea, de lasparcelas, representándose las de cada especie en un sisterna separado decoordenadas y donde las abscisas representan las edades de los rodalesde las parcelas y las ordenadas sus volúmenes.

En la representación gráfica, los puntos que representan rodales jóve-nes, están naturalmente cerca del cruce de los ejes coordenados y al aumen-tar los arlos los puntos forman una franja cada vez más ancha, que estásituada encima y a la derecha del punto original, en forma de la cola deun cometa.

Después se trazaron curvas, pasando por los puntos más altos y másbajos de esta cola. Contando con cinco clases de calidad, la franja delimi-tada por las curvas, se dividía por otras cuatro en cinco franjas de igualanchura, dividiéndose así las parcelas en cinco clases de cafidad. Por elcentro de cada franja seccional se trazó una curva, según el rumbo de lasanteriores. Cada una de esas curvas representaban el crecimiento de vo-lumen, en metros cúbicos, por hectárea de rodales normales de cada clasede calidad, respecto a cada especie y a cada edad.

El sistema empleado por BAUR era, en efecto, muy sencillo, pero nosatisface las exigencias científicas, pudiéndose hacerle las siguientes obje-ciones:

1 8 Es de una estructura del todo artificial y las clases de calidadobtenidas son meras abstracciones gráñcas de carácter completamente arbi-trario, puesto que se pueden distinguir cinco, seis o más ctases de calidad,según se desee. El resultado es que en la naturaleza no hay diferenciamarcada que pueda apreciarse según las clases establecidas.

2.' No hay garantía alguna de que el crecimiento de un rodal dedesarrollo normal sea en realidad tal como resulta representado por lascurvas normales trazadas del modo descrito.

3.' Se basa solamente en los rodales de la máxima y mínima produc-ción, hasta el extremo que resulta del todo superfluo utilizar parcelas deensayo para las clases de calidad media. Pero, además, resulta difícilencontrar, en número suficiente, rodales normales de esas clases de calidadextrema. BAUR mismo encontró, para sus tablas de rendimiento de haya,nada más que ocho parcelas de ensayo de la clase de calidad másbaja (V), y un estudio más detallado demuestra que las clases extremasde sus ocho parcelas tenían muy poca influencia respecto al trazado de lacurva-límite inferior.

4.' Es verdad que dicho defecto podría corregirse basando las curvasnormales, no sobre las curvas-límites, cuya fijación es muy insegura, sinosobre una curva media que se obtendría contando con todos los puntos

l A TEORÍA DE LOS TI POS DE MONTES 13

de parcela, y que podría trazarse con mucha más seguridad. Pero, tam-bién, así resulta impracticable, por basarse dicho procedimiento, princi-palmente, en la hipótesis de que las curvas normales de distintas clases decalidad tengan un trazado idéntico, hipótesis que no solamente carece detodo fundamento, sino que resultó ser en muchos casos del todo errónea,como el autor pudo demostrarlo antes (1909).

Aun suponiendo que dicho procedimiento fuese admisible en todoslos puntos anteriormente tratados y que se lograran dividir efectivamentelas parcelas de ensayo en clases de calidad naturales, se necesitaría algúníndice que permitiese reconocer en el monte esas clases de calidad, traza-das sobre papel. El volumen por hectárea no puede servir de tal criterio,pues aunque fuese posible adquirir destreza en la valoración del volumende un rodat a simple vista, para poder clasificarlo, según el método B,^uR,en su clase de calidad correspondiente el método podría aplicarse sola•mente a rodales de un desarrollo normal, que representan en la actualidadun porcentaje relativamehte pequeño.

Respecto al volumen, así como otros factores característicos, la granmayoría de los rodales son más o menos anormales, de modo que elvolumen de un rodal, valorado a simple vista, sería un medio muy pocoseguro para clasificar el rodal en una ^franjar determinada, puesto que senecesitaría la rectiftcación del valumen verdadero respecto al normal.Pero, en este caso, el factor del juicio subjetivo desempeñaría un papeldemasiado grande, especialmente tratándose de rodales no coetáneos.

Por esta razón BAVR propuso, como índice de las clases de calidad, laaltura rnedia de rodates en cada edad, determinándolo gráficamente porun procedimiento exactamente igual al descrito anteriormente.

La curva de la altura media, obtenida de la manera descrita, está, sinembargo, sujeta a los mismos defectos que ]as curvas de volumen. Si lacurva de altura está trazada independientemente de la curva del volumen,no hay además seguridad alguna de qtie las curvas de volumen y de alturacorrespondan una a la otra. Dicho error puede evitarse tomando las par-cetas de ensayo de cada clase separadamente, realizando la clasificaciónmediante el método de rfranja^ de volumen, y trazando la curva dé laaltura media en cada clase de calidad, a base de las alturas medias de lasparcelas de ensayo de dicha clase exclusivamente. Pero, aparte del hechode que una exacta valoración a simple vista dé la altura rnedia de un rodalno es muy útil, puesto que esta tíltima depende grandemente no sóio dela localidad, sino también de la clase de claras, y aun más del tratamientoaplicado.

Cuanto más anormal es un rodal, tanto menos se presta la altura a

14 A. K. CA)ANDER

servir como criterio de la cafidad de una estacibn, y en rodales no coetá-neos, la altura media, como índice de clase de calidad, resulta un fracasocompleto.

Para remediar este defecto se aplicó como norma la llamada alturadominante, o sea la altura de los árbales dominantes, que pueden ser 20, 40u 80, etc., árboles del máximo diámetro por hectárea. La valoracíón ocularde su altura media es, sin embargo, de difícil realización, puesto que seencuentran dispersos entre los demás árboles. Además, se ha demostradoque hasta la altura dominante de rodales de desarrollo normal no es uníndice seguro de la calidad de la localidad, como lo indican las investiga-ciones realizadas por I^vessALO, que demostraron que en la parte Sur deFinlandia un rodal de pino silvestre alcanza el máximo de altura domi-nante, aunque el suefo es solamente de una calidad media (MT.), mientrasque en un suelo superior a la clase media (OMT.) los troncos de losárboles dominantes de los rodales de pino silvestre alcanzan seguramenteun diámetro mayor, pero no una altura mayor.

Se ha demostrado también, que la altura dominante puede, aun en lamisma localidad, variar con la densidad del rodal; así alcanzan, por ejem-plo, rodales abiertos de pino silvestre una altura inferior a los de un repo-blado normal. Si en un rodal se han hecho cortas yue afectan, hasta ciertogrado por lo menos, al conjunto dominante de copas, la altura dominan-te da una impresión del todo errónea de la calidad de la localidad. Laaltura dominante es, por tanto, factor tan endeble como el de la alturamedia, especialmente en los montes actuales, donde la calidad de un rodaldifiere grandemente del estado normal, lo que no quiere decir que enalgunas condiciones bien determinadas, ambas no puedan servir bien parala clasificación de las localidades.

Otras objeciones que pueden aducirse respecto al método deBAUR, SOn:

1.a Aplicando dicho método a cada especie de árboles, se obtiene unaclasificación de las clases de calfdad de modo independiente respecto a lasdemás especies, por cuya causa no permite una clasificación uniforme deaplicación a todas las calidades. Así, por ejemplo, la clase de calidad ter-cera, establecida sobre los datos de rodales de pino silvestre, no corres-ponde en modo alguno a la clase de calidad tercera obtenida para roda-les de Ptcea excelsa, y esas dos difieren fundamentalmente de las clases decalidad correspondientes a rodales de haya y roble. Por las razones ex-puestas no se le puede considerar como método satisfactorio para clasifi-car las localidades.

2.' Dicho método no permite alcanzar una uniformidad respecto a las

LA TEORÍA DE LOS TIPOS DE MONTES 15

clases de calidad en los distintos países, aun refiriéndose a las mismas es-pecies. Así, por ejemplo, la clase de calidad tercera de montes de hayao abeto rojo, de Baviera, determinadas según el método BAUR, no corres-ponde en el Norte de Aletnania a la que se obtiene aplicando el mismométodo sobre idénticas especies.

Se ha señalado como un defecto que el método de tfranja• no garan-tiza en modo alguno el que las curvas de crecimiento normal, obtenidasgráficamente, reflejen el crecimiento de un rodal de desarrollo norrr ►al.Dicho defecto puede remediarse por algunos métodos auxiliares.

El método de la curva directriz. (Leitkurvenverfahren), introducidopor C. HEYER (1846) y por E. HEYER (1857), consiste en recoger datos deparcelas permanentes de ensayos que se miden en intervalos regulares decinco años. Aplicando el mismo sistema gráfico de BAUR, se obtienenseries más o menos largas de puntos que dependen de las fechas de larepetición de la medición de las parcelas. Dichos puntos pueden unirsepor líneas rectas, obteniéndose así líneas quebradas que puedan servir deguía, sea directa, sea indirectamente, para trazar después las curvas direc-trices especiales que permiten trazar las definitivas de crecimiento. Deeste modo se logra que la dirección de ellas no dependa de curvas-límitespoco seguras, siendo su exactitud tanto mayor cuanto más a menudo sehaya repetido la medición de las parcelas de ensayo. Dicho método se haempleado, como es sabido, durante varias décadas en los Institutos fores-tales de la Europa Central.

El método de los tantos indicadores (Weiserverfahren), es un métodoinventado por HvBER (1824) e introducido por Tri. y R. HARTI^. Dichométodo se basa en la hipótesis, más o menos correcta, de que los árbolesdominantes de un rodal han sido, como norma, también los árboles domi-nantes durante las primeras etapas; que a medida que el rodal crece losárboles dominantes pasan constantemente a la clase de árboles dominan-tes, siendo el caso que los árboles dominados vuelvan a alcanzar otravez el grado de árboles dominantes, cosa muy excepcional. A base deestas suposiciones se seleccionan, de la manera acostumbrada, las parce-las de ensayo, sometiendo los árboles medios de la clase dominante deestos rodales, que se determinaron por distintos investigadores y distin-tos métodos, al llamado análisls de tronco. Todos los rodales de des-arrollo normal se toman como representantes de la misma serie decrecimiento al demostrar el crecimiento del árbol medio de la clase domi-nante, determinado por el análisis de tronco, una tendencia parecida,permitiendo así trazar las curvas de crecimiento. Dicho método ha tenido

lÓ A. K. CAJANDER

varias adaptaciones, aSÍ, pOr ejemplo, la de WACieN£R, LOREY, SCHWAP-

PACtt, BLOCK, IwESSAto, etc. (1).

Acogiéndose a los métodos matemático-estadísticos, W£RNER CAJANUSha desarrollado en su estudio: Sobre el desarrollo de rodales coetá-neos (1914), un método auxiliar único. Dicho método se basa sobre la dis-tribución de troncos obtenida al clasificar los árboles de parcelas de ensa-yo, según su diámetro a la altura de pecho, en clases diamétricas con in-tervalos determinados y expresadas en centímetros. Todos los rodales dedesarrollo normal se consideran como perteneciendo a la misma serie decrecimiento cuando las características (árbol medio, número de troncos,espaciamiento, forma y crecimiento) de su serie de distribución de troncos,basada sobre el diámetro de los árboles, coinciden en la misma edad derodal, o que la desviación del valor medio de cualquier característica enesa edad no sea superior al triple error mínimo establecido. Dicho mé-todo auxiliar ha sido empleado también por ILVessAl.o.

Por separado y hasta en conjunto, todos esos métodos auxiliares ofre-cen un medio muy bueno para trazar las curvas de crecimíento con bastan-te exactitud, pero para la clasificación de localidades que sirvan para laselvicultura son de poco aprovechamiento; bien es verdad que permiten1a determinación de curvas de crecimiento, pero no limitan su número.Todos esos métodos auxiliares presuponen que la clasificación de localida-des haya sido realizada anteriormente por otro medio. Por tanto, los mé-todos que se basan sobre la producción de rodales han fracasado en loque se refiere a la solución del problema de la clasificación de estaciones.

En las lineas que anteceden hemos hecho alusión a los ensayos quetrataban de dar con un sistema natural para la elasificación de loealidades,que sea independiente de abstracciones gráficas o matemáticas. Tal sistemanatural es especialmente necesario para las finalidades de la selvicultura, pu-diéndose presentar para la cubícación de montes sistemas menos artificiales.

En lo que se refiere a la selvicultura, los distintos tipos de localidaddifieren grandemente. La localidad determina la especie que se debe culti-var. En las regiones más secas de Finlandia, sólo los rodales de Pinus syl-vestris pueden prosperar; en las localidades medias crecen satísfactoria-mente los Picea excelsa, &etula y también los Populus, mientras que losAlnus y otras especies frondosas exigen, para su crecimiento próspero, lasmejores localidades.

Por otra parte, en las distintas regiones la misma especie exige un

(1) Este método se halla c(ararnente descrito en HuFFeu Economie forestiére,

pág. 266. Tomo I1, 1919.

LA TEORÍA DE (AS TIPOS DE MONTES 17

tratamiento selvícola muy distinto; así por ejemplo, el tratamiento de losmontes de Pinus sylvestris depende grandemente del hecho de si crecenen terreno seco de matorral (ciase I, BLOMQVIST, 8), o sobre suelo húme-do de matorral (clase II), o sobre suelo forestal de frondosas (clase III).Las diferencias de tratamiento se aplican también a los métodos de re-población y a los métodos de corta, crecimiento de árboles medios tipos,mezcla de especies, etc., siendo todos esos factores de suma importancia.

El tratamiento de rodales de pino siivestre, en turberas de pino, ofreceun contraste aun mayor. Por interés de la selvicultura es de importanciaesencial el tener un sistema natural de clasificación de localidades. Hastaque iIO se haya encontrado tal sistema no cabe esperanza de progreso fun-damental en asuntos de selvicultura. Un sistema de selvicultura que notiene en cuenta las localidades, como ocurre actualmente en la mayoríade los casos, debe abandonarse, para substituirlo por un sistema naturalque se base sobre las clases de estación.

La gran idea de MAYR's de una selvicultura universal, sólo puede rea-lizarse sobre una base como la expuesta. Los numerosos métodos selví-colas que se han desarrollado en los distintos países, especialmente enEuropa Central, pueden contar con una aplicación general sólo cuando laclasificación de localidades se haga por estaciones biológicamente equiva-lentes y suponiendo que la distribución de estas clases, así como las natu-rales de cada monte sean conocidas.

Es evidente que la clasificación de localidades para las finalidades dela selvicultura y medición forestal se debe basar sobre los mismos princi-pios. De este modo se podría obtener un sólido fundamento para lasinvestigaciolles relacionadas con las estadísticas forestales, especialmenteaquéllas que se refieren a la producción forestal. A medida que las estadís-ticas forestales alcancen un carácter cada vez más internacional resultarámás urgente la introducción de un sistema uniforme de clasificación.

Resumiendo los argumentos antes expuestos, se puede decir:1. Es de suma importancia, desde el punto de vista de la medición,

valoración, ordenación, selvicultura y de la estadística forestal, así comopara la política forestal, que se basa principalmente sobre esta última, eltener un sistema natural uniforme e internacional pnra la clasificación delocalidades y su empleo para finalidades forestales.

2. Tal sistema resulta indispensable para todas aquellas investigacionesforestales, cuyo resultado está de uno u otro modo afectado por la localidad.

3. Los métodos estudiados hacta ahora no han logrado, sin embargo,dicha finalidad, al contrario, hay que reconocer que todos ellos han fraca-sada respecto a la solución del problema que se han propuesto.

INSTITUTO FORESTAL^ 10. Z