anselmi an is mo

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2. «Anselmianismo» y su aplicación en El león, la bruja y el ropero El «Anselmianismo» es la doctrina soteriológica explicada por Anselmo de Canterbury en su libro Por qué Dios se hizo hombre. En el capítulo XI del primero de los dos libros en los cuales está seccionado Por qué Dios se hizo hombre, intitulado como Qué sea pecar y satisfacer el pecado, Anselmo investiga cómo es que Dios perdona los pecados. Para hacerlo indaga, en primer lugar, sobre las siguientes cosas: Pecar: es negar a Dios lo que se le debe. En otras palabras, si el ser humano paga, no existe el pecado; pero si no paga, peca. Pagar es darle a Dios el honor que se le debe; pecar es no darle a Dios ese honor debido, es decir, quitarle su honor, que es equivalente a deshonrarlo. Satisfacer: Anselmo dice que: “mientras no devuelve lo que ha quitado, permanece en la culpa, ni basta el que pague sólo lo que ha quitado, sino que, a causa de la injuria inferida, le debe devolver más de lo que quitó”. 1 El ser humano que deshonra a Dios no satisface con simplemente devolverle el honor. Para satisfacer debe compensar la molestia que le causó con algo que 1 ANSELMO. Por qué Dios se hizo hombre. EN : LA EDITORIAL CATÓLICA, S. A. Obras completas de Anselmo. Madrid : La editorial católica, S. A., 1952. p. 775

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Anselmianismo

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Page 1: Anselmi an is Mo

2. «Anselmianismo» y su aplicación en El león, la bruja y el ropero

El «Anselmianismo» es la doctrina soteriológica explicada por Anselmo de Canterbury en su libro

Por qué Dios se hizo hombre. En el capítulo XI del primero de los dos libros en los cuales está

seccionado Por qué Dios se hizo hombre, intitulado como Qué sea pecar y satisfacer el pecado,

Anselmo investiga cómo es que Dios perdona los pecados. Para hacerlo indaga, en primer lugar,

sobre las siguientes cosas:

Pecar: es negar a Dios lo que se le debe. En otras palabras, si el ser humano paga, no existe el

pecado; pero si no paga, peca. Pagar es darle a Dios el honor que se le debe; pecar es no darle a

Dios ese honor debido, es decir, quitarle su honor, que es equivalente a deshonrarlo.

Satisfacer: Anselmo dice que: “mientras no devuelve lo que ha quitado, permanece en la culpa, ni

basta el que pague sólo lo que ha quitado, sino que, a causa de la injuria inferida, le debe devolver

más de lo que quitó”.1 El ser humano que deshonra a Dios no satisface con simplemente devolverle

el honor. Para satisfacer debe compensar la molestia que le causó con algo que le agrade, es decir,

algo que Dios no podría exigirle si no le hubiera robado su honor.

Por qué el Dios justo en grado sumo exige que nuestros pecados sean castigados o satisfechos,

en vez de ser perdonados por pura misericordia: Sigue en pie la tarea de contestar cómo es que

Dios perdona los pecados; pero antes de responder, Anselmo indaga en el capítulo XII si conviene

que Dios por pura misericordia perdone los pecados sin pago de la deuda, es decir, sin la restitución

del honor quitado. En primer lugar, el castigo consiste en ordenar lo referente al pecado por el cual

no se ha satisfecho. De ahí se sigue que perdonar el pecado es no castigar, o sea, permitir el

desorden. Por cuanto no conviene que Dios deje en su reino algo desordenado, no conviene que él

perdone por pura misericordia, que deje el pecado impune.

1 ANSELMO. Por qué Dios se hizo hombre. EN : LA EDITORIAL CATÓLICA, S. A. Obras completas de Anselmo. Madrid : La editorial católica, S. A., 1952. p. 775

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En segundo lugar, al dejar impune el pecado, “ante Dios lo mismo sería el pecador que el no

pecador, lo que no es digno de Él”.2 Asimismo, por cuanto la justicia de los seres humanos está

sometida a la ley, “la mayor o menor recompensa de parte de Dios está en proporción con la

magnitud de aquélla”.3 De ahí se sigue que si el pecado no es castigado ni satisfecho, no está

sometido a la ley. “Entonces más a gusto está la injusticia, que se perdona con sola la misericordia,

que la justicia, lo que parece un gran inconveniente. Con este agravante, que hace semejante a Dios

a la injusticia, porque, así como Dios no está sujeto a ninguna ley, así tampoco la injusticia”.4 A

estas cosas Boson objeta diciendo lo siguiente: “como Dios nos hace un precepto formal de que

perdonemos a los que nos ofenden, parece extraño que nos mande lo que no conviene que él mismo

haga”.5 Y Anselmo responde, diciendo que Dios es vengativo y manda a las personas a que

perdonen a quienes las ofenden, para que no presuman hacer lo que es sólo de él (es decir, ser

vengativos). En otras palabras, si una persona se venga, está imitando a Dios; pero, según

Anselmo, Dios no quiere ser imitado. Boson se da cuenta de que Anselmo, más que argumentar

que Dios es libre, como él mismo cree estar haciéndolo, está argumentando que Dios está atado a

una ley. Si Dios es libre y no se halla sometido a una ley, si es benigno, y si su voluntad es recta y

procura lo conveniente, “parece extraño el decir que o quiere o no puede perdonar la ofensa, ya que

a Él solemos pedir perdón de las injurias que hacemos a otros”.6 Y para responderle, Anselmo

propone una norma hermenéutica para interpretar la libertad, voluntad y benignidad de Dios, a

saber: “éstas debemos entenderlas de suerte que no repugnen a su dignidad”.7 O sea, tales atributos

divinos están subordinados a la dignidad de Dios, “porque no hay libertad mas que para aquello que

es conveniente, y no puede llamarse benignidad un atributo divino que hiciese algo indigno de

Dios”.8 “Así que de todo aquello solamente es verdadera la afirmación: Si Dios quiere esto, es

2 Ibid., p. 7773 Ibid., p. 7774 Ibid., p. 7775 Ibid., p. 7796 Ibid., p. 7797 Ibid., p. 7798 Ibid., p. 779

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bueno, cuando no es indigno de Dios el quererlo. Porque si Dios quiere que llueva, es bueno que

llueva, y si quiere que un hombre sea muerto, es bueno que así sea”.9

El capítulo XIII se intitula Que es un abuso intolerable, en el orden de la creación, el que la

criatura no dé el honor debido al creador y no pague lo que debe. Que la criatura quite el debido

honor a Dios es intolerable, y tolerar lo intolerable es injusto. Dios es justo y debe guardar el honor

de su dignidad. Y la manera de defender dicha dignidad es castigando a quien se la quita o

exigiéndole que se la devuelva.

Si el honor de Dios está en la pena del pecador, que es el título del capítulo XIV, es un intento de

averiguar cuál es la gloria que la pena del pecador le procura a Dios. Boson dice que el pecador

queda perdido para siempre si Dios no saca ningún honor del castigo que le da. Y Anselmo le

contesta que Dios hace lo mismo que el ser humano: “así como el hombre pecando roba lo que es

de Dios, así también Dios castigando quita lo que es del hombre”.10 Según Anselmo, “es imposible

que Dios pierda su honor, porque o el pecador devuelve espontáneamente lo que debe o Dios se lo

cobra a la fuerza”.11 “Dios le somete, quiera o no, por el tormento, y así le demuestra que es su

señor, ya que el hombre rehúsa hacerlo por su propia voluntad”.12 El Dios de Anselmo es un Dios

que necesita demostrarle al pecador que tanto él como todas sus cosas le están sometidos. Este

punto está bien resumido en el primer ítem del capítulo 2 de los Cánones de Dort, que se llama De

la doctrina de la muerte de Cristo y de la redención de los hombres por éste. Dicho ítem dice que:

“I.- Dios es no sólo misericordioso en grado sumo, sino también justo en grado sumo. Y su justicia

(como Él se ha revelado en su palabra) exige que los pecados, cometidos contra su majestad

infinita, no sólo sean castigados con castigos temporales, sino también castigos eternos, tanto en el

9 Ibid., p. 77910 Ibid., p. 78311 Ibid., p. 78312 Ibid., p. 783

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alma como en el cuerpo; castigos que nosotros no podemos eludir, a no ser que se satisfaga

plenamente la justicia de Dios”.13

La humanidad no tiene manera alguna de pagarle a Dios lo que le debe: El capítulo XX,

intitulado Que la satisfacción debe estar en proporción del pecado, y que el hombre no puede

darla por sí mismo, dice que la penitencia, el corazón contrito y humillado, la abstinencia, los

diversos trabajos corporales, la misericordia de dar y perdonar y la obediencia no son cosas que

honren a Dios. Esto puede explicar por qué Lutero no vio la necesidad de rechazar la propuesta de

Anselmo para hablar de la justificación por la fe. Estas son cosas que se le deben a Dios, pero no

pueden ser consideradas como una satisfacción de la deuda.14 “Con esto ya no me atrevo a decir

que doy a Dios nada que no le deba… Si aun cuando no peco, y, so pena de pecado, le debo todo a

Él, yo mismo y lo que poseo, no me queda nada con que satisfacerle por el pecado”.15 Al respecto,

Driver explica lo siguiente:

De hecho, la única satisfacción adecuada es la muerte: eso es lo que corresponde al pecado y a la culpa. Así estaba establecido desde el principio: «El alma que pecare, ésa morirá». Por tanto, la única satisfacción posible para la humanidad es el castigo mortal. Debido a que la humanidad obviamente no puede ofrecer la satisfacción adecuada, y Dios no puede meramente perdonar aquello que los seres humanos no pueden pagar («es imposible para él ser misericordioso de este modo», dado que esto implicaría la negación de la justicia propia de la naturaleza divina [1, 25], es necesario que haya «satisfacción completa por el pecado, la cual ningún pecador puede ofrecer» (II, 4).16

La necesidad de Jesucristo, Dios y ser humano: Luego de mostrar qué es pecar y qué es

satisfacer, Anselmo procede a contestar por fin cómo es que Dios perdona los pecados. En el

capítulo VI del segundo libro, llamado Que la satisfacción necesaria para la salvación del hombre

no puede realizarla más que Dios hombre, Anselmo retoma el aspecto de la satisfacción que dice

que ésta “no puede realizarse más que dando a Dios por el pecado del hombre algo mayor que todo

lo que existe fuera de Dios”.17 “Es también conveniente que aquel que pueda ofrecer a Dios algo

13 CÁNONES DE DORT. http://www.ire.es/biblioteca/canones-02.php14 ANSELMO, Op. Cit., p. 80715 Ibid., p. 80916 DRIVER, La obra redentora de Cristo y la misión de la iglesia, Op. Cit., p. 5517 ANSELMO, Op. Cit., p. 833

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superior a todo lo que está debajo de Dios, sea mayor que todo lo que no es Dios… Pero no hay

nada que esté por encima de lo que no es Dios, más que Dios mismo… Y nadie puede dar esa

satisfacción más que Dios mismo”.18 Aquí Anselmo llegó al clímax de su argumentación: lo que la

humanidad le debe a Dios es tan grande que sólo Dios lo puede pagar. Ahora el filósofo y teólogo

hace posible recordar que la satisfacción: “no debe hacerla más que un hombre; de lo contrario no

satisface el hombre”.19 Con esto, trae a colación el problema que ya enunciaba en el título que le dio

a ese capítulo: para que la deuda quede indemnizada, es necesario un ser que sea al mismo tiempo

divino y ser humano. Obviamente, este ser no es otro que Jesús. Y como dice Driver: “Por el

hecho de hacerse ser humano, Dios podría morir la clase de muerte que padecen los humanos. Por

ser inocente, este ser humano tan peculiar podría aplicar su propia muerte a favor de otros. Por ser

divino, su mérito es suficiente para cubrir a la humanidad entera”.20 Esto tiene que ver con la

motivación que tuvo C. S. Lewis para escribir las Crónicas de Narnia. Como él le dijo a los niños y

niñas del querido quinto año: “Supongamos que hubiese un país como Narnia y que el Hijo de

Dios, así como se hizo Hombre en este mundo, se hizo León allí, y entonces imaginemos lo que

sucedería”. 21 O como le escribió a la querida Patricia: “Supongamos que hubiese un mundo como

Narnia y necesitara ser redimido, y el Hijo de Dios (o del ‘Gran Emperador de Más Allá del Mar’)

fuera a redimirlo, así como vino a redimir a este mundo, ¿cómo habrían sucedido las cosas en aquel

mundo?”. 22 De lo que dice Lewis, se puede deducir que Aslan es ciento por ciento Dios y ciento

por ciento animal.

Otro aspecto importante de la soteriología anselmiana es el del capítulo XI, que se llama: Que

murió libremente y que la mortalidad no pertenece a la esencia de la naturaleza pura del hombre.

A Anselmo le preocupa saber si Jesús puede morir según la naturaleza humana, porque según la

divina es incorruptible.23 Así como la doctrina del «pecado original», Anselmo dice que

18 Ibid., p. 83519 Ibid., p. 83520 DRIVER, La obra redentora de Cristo y la misión de la iglesia, Op. Cit., p. 5621 DORSETT y MEAD, Op. Cit., pp. 51, 52 22 Ibid., pp. 88, 8923 ANSELMO, Op. Cit., p. 847

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naturalmente todo ser humano es inmortal: “No creo que la mortalidad pertenezca a la naturaleza

pura, sino a la corrompida; pues si nunca hubiese pecado el hombre y su inmortalidad se hubiese

afirmado de un modo inmutable, no por eso sería menos verdaderamente hombre”.24 Esto implica

que si hay un ser humano que no ha cometido pecado, no debe morir. Anselmo sigue diciendo que

aunque Jesús es inmortal, puede morir y resucitar si así lo desea, ya que es Dios omnipotente.

“Podrá, pues, no morir si así lo quiere, y podrá morir y resucitar. Pero, sea que muera sin

intervención de otro o que otro le haga morir permitiéndolo Él, es igual para el caso”.25

Por otra parte, “Él debe tener algo mayor que todo lo que no sea Dios, para que pueda ofrecerlo a

Dios, no como una cosa exigida y debida, sino espontáneamente”.26 Ese “algo mayor” es Jesús

mismo. Y “Ese ofrecimiento hay que entenderlo, por consiguiente, en forma que no parezca ser un

deudor el que ofrece… Si decimos que se ofrece a Dios por obediencia, por la sumisión a la

voluntad de Dios, por la práctica constante de la justicia, este ofrecimiento no tiene valor, porque es

exigido por Dios como una obligación, pues toda criatura racional debe esa obediencia a Dios… Ha

de ser, por tanto, un ofrecimiento distinto”.27 Y a continuación Anselmo da la clave del sacrificio de

Jesús, ese que se muestra en el caso de Aslan: “Veamos entonces si ese modo no consistiría en

sacrificar su existencia o entregarse a sí mismo a la muerte por el honor de Dios, puesto que Dios no

puede exigirle esto en justicia, ya que, no existiendo el pecado en Él, como dijimos, no está sujeto a

la muerte”.28 Esto es lo que a Aslan le permite resucitar. Él no ha cometido traición, no merece la

muerte en la Mesa de Piedra, y por eso no está sujeto a dicha muerte.

Anselmo continúa diciendo que es conveniente que el ser humano satisfaga con su sacrificio el

pecado que cometió por placer. Fue vencido por el demonio de la manera más fácil, por lo cual en

la satisfacción que ofrezca a Dios debe encontrar la mayor pena posible en vencer al demonio y dar

24 Ibid., p. 84925 Ibid., p. 84926 Ibid., p. 84927 Ibid., p. 85128 Ibid., p. 851

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gloria a Dios. Anselmo tiene en cuenta los polos opuestos (facilidad/sacrificio). Un pecado

cometido contra Dios con extrema facilidad requiere un sacrificio cometido para Dios con extrema

dificultad. ¿No es razonable que la persona que por el pecado se separó de Dios lo más que pudo,

dándole satisfacción, se entregue a él lo más que sea posible? Una vez más, esta argumentación de

Anselmo tiene como propósito dar cabida a la exclusividad de la obra redentora de Jesús. Cuando

Boson la entiende, dice: “Comprendo claramente que el hombre que buscamos debe ser tal, que ni

muera por necesidad, porque es omnipotente, ni por deuda, porque no es pecador, y al mismo

tiempo pueda morir por libre voluntad, porque será necesario”.29 Al respecto, Driver comenta que:

Esta pena puede ser pagada por otra persona. Pero obviamente ningún deudor puede cubrir la deuda de otro deudor. Sin embargo, si una persona sin pecado, que no tuviera que morir por causa de su transgresión (ya no habría cometido ninguna), muriera, entonces el mérito correspondiente a la muerte de dicha persona podría ser aplicado a cubrir la culpa de alguna otra. Si además de ser inocente, la persona en cuestión fuera más que humana, el mérito de su muerte podría ser aplicado a la humanidad toda.30

Y esto está claramente expresado en el siguiente diálogo entre Aslan y las niñas:

-Pero ¿qué quiere decir todo esto? –preguntó Susana cuando se calmaron un poco. -Quiere decir –dijo Aslan- que, a pesar de que la Bruja sabía de la Magia Profunda, hay una magia más

profunda aún que ella no conoce. Su saber llega sólo hasta el Amanecer del Tiempo. Pero si a ella le hubiera sido posible mirar más hacia atrás, en la oscuridad y la quietud, antes de que el Tiempo amaneciera, hubiese podido leer allí un encantamiento diferente. Y habría sabido que cuando una víctima voluntaria, que no ha cometido traición, es ejecutada en lugar de un traidor, la Mesa se quiebra y la Muerte misma comienza a trabajar hacia atrás. Y ahora…31

Por otra parte, aunque ya se ha visto en cierta manera cómo es que el «Anselmianismo» se aplica en

El león, la bruja y el ropero, es pertinente que se tenga en cuenta una variante de dicha teoría

soteriológica: la perspectiva gubernamental. Según Driver:

Aquí Dios es entendido como el gobernante o legislador, más que como el demandante o juez. ¿Por qué sostiene el gobernante o legislador que debe haber compensación o castigo? No es porque haya sido ofendido (como en el caso del demandante), ni tampoco debido a su ira justa (en cuanto juez o fiscal), sino más bien porque se interesa por el bienestar de los ciudadanos. Hace leyes que requieren castigo porque esto es necesario para mantener el orden público. El bien común requiere leyes que deben ser obedecidas. La desobediencia no puede ser desatendida, como si se tratase de un asunto sin importancia. Debe mostrarse con claridad que el pecado es cosa seria. Para poder hacerlo, las infracciones deben ser penalizadas. En este caso, la satisfacción se torna indispensable para asegurar el buen funcionamiento permanente del orden moran en el que Dios es gobernante y legislador. Por tanto, Dios no puede meramente perdonar y olvidar.32

29 Ibid., p. 85130 DRIVER, La obra redentora de Cristo y la misión de la iglesia, Op. Cit., p. 5631 LEWIS, El león, la bruja y el ropero, Op. Cit., pp. 170, 17132 DRIVER, La obra redentora de Cristo y la misión de la iglesia, Op. Cit., p. 58

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Como se ha visto, para Lewis el Emperador-Más-Allá-del-Mar es el Padre de Aslan. Y si Aslan es

el Hijo de Dios encarando en Narnia, entonces su Padre es el Padre del Hijo de Dios. Y dicho

Padre decreta la siguiente ley, que Jadis conoce muy bien:

¿Contarte a ti lo que se lee en el cetro del Emperador-Más-Allá-del-Mar? Al menos tú conoces la magia que el Emperador estableció en Narnia desde el comienzo mismo. Tú sabes que todo traidor me pertenece, que, por ley, es mi presa, y que por cada traición tengo derecho a matar.

-¡Oh! –dijo el Castor-, así es que eso fue lo que la llevó a imaginarse que era Reina…, porque usted era el verdugo del Emperador. Ya veo…

-Paz, Castor –dijo Aslan, con un gruñido muy suave.-Por lo tanto –continuó la Bruja-, esa criatura humana es mía. Su vida está en prenda y me pertenece.

Su sangre es mía. -¡Ven y llévatela, entonces! –dijo el Toro con cabeza de hombre, en un gran bramido.-¡Tonto! –dijo la Bruja, con una sonrisa salvaje, que casi parecía un gruñido-. ¿Crees realmente que tu

amo puede despojarme de mis derechos por la sola fuerza? Él conoce la Magia Profunda mejor que eso. Sabe que, a menos que yo tenga esa sangre, como dice la Ley, toda Narnia será destruida y perecerá en fuego y agua.

-Es muy cierto –dijo Aslan-. No lo niego.33

En el cuento el Padre es un legislador que se interesa por el bienestar de las criaturas narnianas, por

lo cual hace leyes que requieren castigo. El castigo es necesario para mantener el orden público,

porque si no se lleva a cabo, como bien lo sabe Jadis, toda Narnia será destruida y perecerá en fuego

y agua. Por eso, El Emperador no puede simplemente perdonar a quien cometa traición contra él.

Y aparte de esta perspectiva gubernamental, hay otra perspectiva, la forense, que es quizás la que

más les importa a los lectores que pueden identificar la muerte de Aslan por Edmundo como la

muerte de Jesús por la humanidad. En dicha perspectiva Dios no es visto como legislador, sino

“como juez y fiscal en un proceso criminal”.34 Desde esta perspectiva jurídica, la humanidad es

hallada culpable porque quebrantó la ley divina, y debe ser castigada. Pero se establece que Cristo

sufra la pena que le corresponde a la humanidad. Como dice 2 Corintios 5:21, “este texto

significaría, entonces, que se hace cargar a Cristo con la culpa real y con el castigo correspondiente

a esa culpa”.35 Así, la muerte de Cristo permite que: “Dios, en cuanto fiscal y juez, queda satisfecho

por medio de la pena que Cristo padece a favor de los pecadores: de esta manera, su justa ira es

33 LEWIS, El león, la bruja y el ropero, Op. Cit., pp. 148, 14934 DRIVER, La obra redentora de Cristo y la misión de la iglesia, Op. Cit., p. 5735 Ibid., p. 57

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aplacada, su actitud es modificada, queda atendida su demanda de justicia”.36 Esta perspectiva

forense del «Anselmianismo» es la que está plasmada en los Cánones de Dort. Ya se había

mencionado el primer ítem del capítulo 2. Obsérvese a continuación lo que sigue en dicho capítulo:

II.- Mas, puesto que nosotros mismos no podemos satisfacer y librarnos de la ira de Dios, por esta razón, movido Él de misericordia infinita, nos ha dado a Su Hijo unigénito por mediador, el cual, a fin de satisfacer por nosotros, fue hecho pecado y maldición en la cruz por nosotros o en lugar nuestro. III.- Esta muerte del Hijo de Dios es la ofrenda y la satisfacción única y perfecta por los pecados, y de una virtud y dignidad infinitas, y sobradamente suficiente como expiación de los pecados del mundo entero. IV.- Y por eso es esta muerte de tan gran virtud y dignidad, porque la persona que la padeció no sólo es un hombre verdadero y perfectamente santo, sino también el Hijo de Dios, de una misma, eterna e infinita esencia con el Padre y el Espíritu Santo, tal como nuestro Salvador tenía que ser. Además de esto, porque su muerte fue acompañada con el sentimiento interno de la ira de Dios y de la maldición que habíamos merecido por nuestros pecados.37

Pero quizás la manifestación de la teoría de Anselmo más interesante para los propósitos de esta

monografía está en las siguientes palabras de Lewis, consignadas en Mero Cristianismo, así:

Antes de que me convirtiese al cristianismo yo creía que lo primero en lo que debían creer los cristianos era una teoría en particular en cuanto a la razón de esta muerte. Según esa teoría, Dios quería castigar a los hombres por haberle abandonado y haberse unido al Gran Rebelde, pero Cristo se ofreció como voluntario para ser castigado en lugar de ellos, y de ese modo Dios nos perdonó a nosotros. Ahora admito que ni siquiera esta teoría me parece tan inmoral y tan tonta como solía parecerme, pero ese no es el punto al que yo quería llegar.38

En dicho libro de Lewis se pueden ver los puntos principales del «Anselmianismo». Uno que se

muestra con suma claridad es el que dice que la humanidad contrajo una deuda con Dios y éste no

puede perdonarla por pura misericordia, así:

La teoría que han escuchado la mayoría de las personas es la que mencioné antes: la de ser perdonados porque Cristo se había ofrecido voluntario para sufrir el castigo en lugar de nosotros. Pero en apariencia esta teoría es bastante absurda. Si Dios estaba dispuesto a perdonarnos, ¿por qué no lo hizo sin más? ¿Y qué sentido tenía castigar en cambio a una persona inocente? Ninguno, a mi parecer, si estáis pensando en un castigo como los que inflige un juzgado de guardia. Por otro lado, si pensáis en una deuda, tiene mucho sentido el que una persona que tenga medios pague en nombre de otra que no los tiene. O si pensamos en «pagar la multa», no en el sentido de ser castigado sino en el sentido más general de «aguantar el chaparrón» o «correr con los gastos», entonces, por supuesto, es del todo sabido que cuando una persona se ha metido en un lío, la responsabilidad de sacarlo de él suele recaer sobre un amigo generoso.39

Otro punto es el que dice que Jesús paga lo que sólo Dios puede pagar y lo que sólo el ser humano

debe pagar:

36 Ibid., p. 5837 CÁNONES DE DORT, Op. Cit.38 LEWIS, Mero cristianismo, Op. Cit., pp. 70, 7139 Ibid., pp. 71, 72

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Recordad que este arrepentimiento, esta voluntaria sumisión a la humillación y a una especie de muerte, no es algo que Dios os exige antes de recibiros de nuevo y de lo cual podría libraros si quisiera: es simplemente una descripción de lo que es volver a Él. Si le pedís a Dios que os reciba de nuevo sin arrepentiros, lo que realmente le estáis pidiendo es volver a Él sin pasar por ahí. No puede ocurrir. Pues bien; entonces debemos pasar por ahí. Pero la misma maldad que nos hace necesitarlo nos imposibilita el hacerlo. ¿Podemos hacerlo si Dios nos ayuda? Sí, ¿pero qué queremos decir cuando hablamos de la ayuda de Dios? queremos decir que Dios nos ponga dentro un trocito de Sí, por así decirlo. Él nos presta un poquito de Su capacidad para razonar, y de ese modo pensamos; nos presta un poquito de Su amor y así es como nos amamos los unos a los otros. Cuando se le enseña a un niño a escribir, él forma las letras porque vosotros las estáis formando. Nosotros amamos y razonamos porque Dios ama y razona y nos sostiene la mano mientras lo hacemos. Si no hubiéramos caído, todo eso sería facilísimo. Pero desgraciadamente ahora necesitamos la ayuda de Dios para hacer algo que Dios, en Su propia naturaleza, no haría jamás… rendirnos, sufrir, someternos, morir. Nada en la naturaleza de Dios corresponde a este proceso en absoluto. De modo que el único camino para el que ahora necesitamos más que nunca la ayuda de Dios es un camino que Dios, en Su propia naturaleza, jamás ha recorrido. Dios sólo puede compartir lo que Él tiene, y esto, en Su propia naturaleza, no lo tiene.

Pero supongamos que Dios se hace hombre… supongamos que nuestra naturaleza humana que puede sufrir y morir se amalgamase con la naturaleza de Dios en una persona. Esa persona, entonces, podría ayudarnos. Podría entregar su voluntad, sufrir y morir, porque era un hombre, y podría hacerlo perfectamente porque era Dios. Vosotros y yo sólo podemos pasar por este proceso sólo si Dios lo hace en nosotros, pero Dios sólo puede hacerlo si se hace hombre. Nuestros intentos de padecer esta muerte podrán llegar a buen fin sólo si, como hombres, compartimos la muerte de Dios, del mismo modo que nuestros pensamientos sólo pueden llevarse a cabo sólo porque son una gota del océano de Su inteligencia. Pero no podemos compartir la muerte de Dios a menos que Dios muera, y Él no puede morir a menos que se haga hombre. Es en este sentido en el que Él paga nuestras deudas, y sufre por nosotros lo que, como Dios, no es necesario que sufra.40

Así, se puede afirmar que para Lewis la doctrina anselmiana es tan importante, que hay que

plasmarla tanto en un ensayo como en un cuento. Gracias a ella puede realizar lo que para él es la

síntesis del Cristianismo: “Se nos dice que Cristo fue muerto por nosotros, que Su muerte ha

redimido nuestros pecados y que por el hecho de morir derrotó a la muerte misma. Esa es la

fórmula. Eso es el cristianismo. Eso es lo que debe ser creído”.41

3. Análisis de ambas doctrinas

David van Biema dice que: “Anselmo también leyó las líneas del Nuevo Testamento que hablaban

de la muerte de Cristo como un rescate; pero él no podía creer que se le debiera algo al diablo. Por

eso, reestructuró la deuda cósmica”.42 Sucede que la iglesia de los primeros siglos enfatizó la

enseñanza de la deuda cósmica, que ahora también tiene el nombre de «Christus Victor» (Cristo

victorioso), y que concuerda con el Anabautismo. En Cristo, Dios intervino en el mundo para

40 Ibid., pp. 74, 7541 Ibíd., p.42 VAN BIEMA, Op. Cit.

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enfrentar a Satanás y sus fuerzas de idolatría, materialismo, violencia y dominación. Jesús vino a

liberar a toda la creación del poder corruptor del pecado, mostrando con su vida y enseñanza qué

significa ser plenamente humano según la voluntad de Dios. La forma en que Dios intervino en

este mundo fue enfrentando las estructuras y prácticas del mal con verdad, autoridad y amor

sufriente. Jesús llamó a los fariseos “sepulcros blanqueados”, cenó con los despreciados cobradores

de impuestos, tocó a los leprosos, sanó a los endemoniados, calmó la tormenta y llamó a sus

seguidores y seguidoras a llevar vidas más santas que las de los más estimados líderes espirituales.

Al hacer esto, desarmó los poderes del mal, quitándoles su máscara de respetabilidad y

legitimidad.43

Según Yoder, Jesús quebrantó la soberanía de los poderes. Y lo hizo llevando una vida libre que lo

llevó a la cruz. “En su muerte, los poderes –en este caso los representantes de más valor y peso en

la religión judía y en la política romana- se confabularon. Como cualquier persona, Cristo estuvo

también sujeto (pero en su caso voluntariamente) a estos poderes. Aceptó su propio status de

sumisión. Pero moralmente rompió sus reglas al rehusarse a apoyarlas en su auto-glorificación, y

por esta razón lo mataron”.44 Y es importante que Jesús no sólo no tuviera temor a los poderes, sino

que tampoco temiera a su propia muerte. Así, su cruz, que como se ha resaltado en el capítulo

anterior, es su victoria, “es la confirmación de que estaba libre de las pretensiones rebeldes propias

de la condición de las criaturas”.45 Ni siquiera para salvar su propia vida se dejó esclavizar por los

poderes. En ese sentido, por la cruz abolió la esclavitud que siempre es una amenaza y una

acusación para la humanidad. En la cruz él desarmó a las potestades, y las exhibió públicamente,

triunfando sobre ellas. O sea, en la crucifixión salió a la luz la verdadera naturaleza de los poderes.

“Antes de esto habían sido aceptados como las realidades más básicas y últimas, como los dioses

del mundo. Nunca nadie se había dado cuenta, ni se podría haber percibido que esta creencia estaba

basada en el engaño”.46 Pero la manera de pensar de Dios se revela en Cristo aquí, en la tierra, y 43 Ibid.44 YODER, John, SOLANO, Lilia y PADILLA, René. Iglesia, ética y poder. Bogotá : Kairós, 1998. p. 3045 Ibid., p. 3146 Ibid., p. 32

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manifiesta que los poderes le son hostiles, porque no actúan como sus instrumentos, sino como sus

adversarios. Ni los fariseos ni los escribas ni los sacerdotes ni los romanos entendieron la sabiduría

de Dios, porque, como dice 1 Corintios 2:8, si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado a

Jesús. “Ahora han sido desenmascarados como falsos dioses al encontrarse con Dios mismo; han

sido hechos un espectáculo público”.47

Las personas anabautistas prefieren esta doctrina soteriológica porque las anima a resistir, como

Jesús, a la corrupción, sin violencia. No hubo violencia de parte de Jesús en el desenmascaramiento

de los poderes que le eran hostiles a su Padre, y así es que las personas cristianas anabautistas deben

comportarse. Se recalca que Cristo triunfó pacíficamente sobre ellos en la cruz. “El

desenmascaramiento es ya, de hecho, su derrota”.48 Es en ese sentido que la resurrección de Jesús

manifiesta lo que ya fue realizado por su Padre en la cruz, “que en Cristo, Dios ha desafiado las

potestades, ha penetrado en su territorio, y ha exhibido que El es más fuerte que ellas”.49 Y cuando

Yoder cita a Berkhof, dice:

La evidencia concreta de este triunfo es que en la cruz Cristo «despojó» (o, «desarmó») a los principados. El arma que en otro tiempo les daba su poder ha sido arrebatada de sus manos. Esta arma era el poder de la ilusión, su habilidad para convencer a los hombres que ellos eran los regentes divinos del mundo, certeza y dirección última, felicidad última y deber último para la pequeña y dependiente humanidad. Desde Cristo sabemos que esto es una ilusión. Somos llamados a un destino más alto; tenemos órdenes superiores y estamos bajo un Protector más grande. Ningún poder nos puede separar del amor de Dios en Cristo. Desenmascarados, descubiertos en su verdadera naturaleza, han perdido su poderoso arrastre sobre los hombres. La cruz los desarmó; donde sea que predique, el desenmascaramiento y el desarme de los poderes se efectúa.50

Y en la trama de El león, la bruja y el ropero el desenmascaramiento del poder ilusorio de la Bruja,

quien era experta en gobernar a través de su poder ilusorio, de su legitimidad para nada auténtica

pero creída por algunas personas narnianas, se estaba llevando a cabo por Aslan, tal cual como el

Hijo de Dios lo llevó a cabo en este mundo. Así, la teología del «Christus Victor» plasmada en el

cuento venía siendo una forma útil y vigente de explicar la salvación en la actualidad, cuando los

conflictos son tan notorios en el mundo. Se sabe que las religiones del mundo, especialmente el

Islam y el Cristianismo, compiten a nivel global. Junto a los conflictos religiosos, vienen los

47 Ibid., p. 3248 Ibid., p. 3249 Ibid., p. 3250 Ibid., p. 32

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políticos, que se presentan en, por ejemplo, Palestina, Irak, Colombia. Hay conflicto hasta con la

Naturaleza, por lo cual muchas especies y hábitats están desapareciendo. Por tanto, en esta época

de filiaciones globales en conflicto, se necesita proclamar que Cristo, “habiendo despojado a los

poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos” por medio de la

cruz (Colosenses 2:15).51 Así se trae la salvación a la tierra, se vive desde ya, se anticipa.

Pero la pertinencia para este mundo de la teoría del «Christus Victor» se ve obstaculizada por la

aparición, en el cuento, del «Anselmianismo». Aquel desnudamiento pacífico de los poderes

realizado por Aslan queda relegado por una doctrina que, desde la perspectiva anabautista, apela y

promueve a la violencia, por lo cual se cree que, debido a tantas guerras que surgen con tanta

facilidad en nuestra época, no es una manera tan útil de explicar la salvación en estos tiempos.

“Debido a que la teología de la expiación sustitutiva resalta el castigo, parece justificar la guerra, la

pena capital y otras formas de violencia que infestan este mundo. Si Dios mismo ataca a quienes no

creen en él, e incluso le infligió castigo a Jesús en el Calvario, ¿por qué dudarían los cristianos en

apoyar la violencia contra naciones e individuos transgresores?”.52

Para atar clavos respecto al capítulo anterior, no sobra decir que el «Anselmianismo» tiene una

relación estrecha con la pretensión violenta de la doctrina de la «Guerra Justa». Los problemas con

el «Anselmianismo» son, básicamente: “la glorificación de la muerte y el sufrimiento, el incentivo a

la victimización de inocentes, y el hecho de convertir el perdón en una responsabilidad o carga

[como la de Jesús] de la víctima”.53 Y en El león, la bruja y el ropero, el «Anselmianismo» y la

doctrina de la «Guerra Justa» priman, desafortunadamente, sobre la visión clásica dramática. El

concepto anselmiano del Dios de ira que necesita ser aplacado se erige como el punto hermenéutico

para interpretar el cuento y, quizás, la Biblia. El problema es que, al ser más fuerte que la visión

«dramático clásica», como se había dicho, se pierde el relevante acto pacifista de Aslan de 51 VAN BIEMA, Op. Cit. 52 KRAYBILL, J. Nelson. Cuatro verdades espirituales de un Dios pacificador. http://www.puertachile.cl/anabaptismo/2005_4verdades.htm 53 VAN BIEMA, David, Op. Cit.

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desenmascarar el poder de Jadis y, entonces, Aslan sale corriendo, más rápido que un caballo

inglés, para armar su ejército y arrojarse sobre a Jadis.

Otra razón por la cual no se considera conveniente el uso del «Anelmianismo» es, como sugiere

David van Biema, citando a Dominic Crossan, que: “después de que la iglesia cristiana obtuvo

poder mundano, la teoría de Anselmo creó un sentido de deuda y un instrumento para el control

social. ‘Si yo puedo convencerte de que hay un Dios castigador y de que mereces ser castigado,

pero que yo tengo alguna clase de salida para ti, entonces ésa resulta ser una teología muy

atractiva’”.54 De hecho, algunas personas han llevado tal teología atractiva a la práctica cotidiana,

como informa la siguiente cita:

Otros ven una doble falencia: primero, en una humanidad cuya redención está siendo negociada bien por encima de sus cabezas y, lo que es más importante, en Cristo, el hijo de un padre cuyo universo moral de algún modo parece requerir de su muerte. Aun cuando uno ignore los argumentos literalistas de que la substitución implica un maltrato infantil divino, la evidencia acumulada durante centenares de años sugiere que, en malas manos, puede entregar el mensaje equivocado. La Rev. Dr. Susan Thistlethwaite, presidenta del Seminario Teológico de Chicago, escribe acerca de su experiencia como consejera espiritual: “Innumerables mujeres me han dicho que su pastor o ministro les había aconsejado que, como ‘buenas cristianas’ aceptaran las palizas dadas por sus maridos tal como ‘Cristo aceptó la cruz’. Para apoyar la violencia, se ha tendido a aplicar un énfasis excesivo en el sufrimiento de Jesús que lleva a la exclusión de su enseñanza”. 55

¿En qué queda entonces la denuncia profética propia del Cristianismo? ¿Se debe tolerar su

casamiento con los poderes, como sucedió con el Constantinianismo? ¿Se debe aceptar la

justificación que C. S. Lewis hace en su cuento de que los caballeros cristianos tales como Pedro

Fenris Ulf se comporten tal cual como lo hizo Jadis, no tanto por el deseo de imitarla, ya que ella

mató a muchas personas narnianas, sino por el deseo de imitar a Aslan mismo, quien les ordenó

acabar con el ejército enemigo y él mismo se arrojó sobre Jadis? ¿En vez de que los cristianos y

cristianas anabautistas lleven una vida íntegra que deslegitime los poderes, usarán sus argumentos

violentos de dominación con pretensiones idolátricas, de tal manera que la cruz no sea ninguna

victoria y que el mundo no vea ninguna diferencia entre los poderes y el Cristianismo anabautista?

¿No será mejor que se tenga la cosmovisión de Jesús como punto hermenéutico, el cual acerca a la

54 Ibid.55 Ibid.

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humanidad al Padre amoroso que protesta contra las estructuras violentas y dominadoras? Por eso,

para no perder el rumbo, es mejor que las personas anabautistas se esfuercen en hallar la coherencia

entre las prácticas pacifistas y las doctrinas soteriológicas que las sustentan, en vez de seguir

simplemente importando doctrinas soteriológicas que apoyan a la violencia, como lo sugiere la

siguiente cita:

Esta línea de argumentación es probablemente el aspecto más polémico del trabajo de Weaver. No obstante, este punto de vista describe un fracaso de la teología menonita a lo largo de los siglos diecinueve y veinte: haber convertido el rechazo de Jesús a la espada en un “agregado” de las fórmulas teológicas tradicionales que no abordan el tema de la violencia. Es más, este tipo de agregado hace que “el statu quo o la visión dominante [sean] normativos y [nos] lleven a la torpe postura de defender la misma teología que ostentaban los opresores del anabaptismo” (5). Nuevamente, existe una alternativa. Weaver dice: “busco el desarrollo de una nueva teología de las iglesias de paz, y no el mero agregado de un par de componentes ni el intento de salvar, de alguna otra manera, fórmulas de la Cristiandad que son complacientes con la violencia” (6). Ésta es la razón por la cual la observación de Yoder es tan importante para el proyecto de Weaver.56

A las personas anabautistas les es difícil reconocer al Hijo de Dios en Narnia gracias al

«Anselmianismo». Recuérdese que: “Jesús no tuvo que aplacar a un Dios airado y poco dispuesto

a perdonar. Dios está siempre deseando perdonar, y perdonar incondicionalmente. La muerte de

Jesús revela esta realidad y despierta nuestra fe en ella, permitiendo que, de ese modo, el perdón de

Dios transforme nuestras vidas”.57 Es difícil reconciliar la vida íntegra de Jesús, quien rechazó el

poder y murió libremente en la cruz, permaneciendo coherente con su Pacifismo después de haber

resucitado, con el uso de la violencia realizado por Aslan luego de su resurrección.

El «Anselmianismo» es: “una elaboración puramente jurídica, todo es discurso; no hay nada más

que cabeza, no hay corazón, no hay humildad, sentimiento. Y tal es la primera gran objeción, la

grandísima objeción que merece este discurso: resulta que Dios, del que el discurso cristiano no se

cansa de repetir que es bueno, resulta que este Padre es un ser que necesita sufrimiento, muerte y

sangre de su propio Hijo para quedar satisfecho”.58 Por eso, personas anabautistas, la

56 Weaver afirma que “la expiación por Satisfacción depende de la premisa de que hacer justicia significa castigar; que una mala obra se compensa con violencia”. EN : WEAVER, J. Denny. Teología Anabaptista y Expiación no violenta. http://www.puertachile.cl/anabaptismo/2004_weaver_atonement.htm 57 NOLAN, Albert. ¿Quién es Este Hombre? Jesús, antes del Cristianismo. 7ª ed. Santander : Sal Terrae, 1981. p. 188.58 CASTILLO, José María. Sacrificio y victimización en las religiones monoteístas. El Dios satisfecho. http://www.pagina12web.com.ar/diario/psicologia/index-2005-04-30.html

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recomendación es que se prefiera la sencilla doctrina soteriológica que permite reconocer a Jesús

como el portador de la voluntad pacifista del Padre.

Reconocer a Jesús como nuestro Señor y Salvador únicamente tiene sentido en la medida en que tratemos de vivir como Él vivió y adecuar nuestras vidas a su escala de valores. No tenemos necesidad de teorizar sobre Jesús, sino de ‘reproducir’ a Jesús en nuestro tiempo y en nuestras circunstancias. Él mismo no consideró la verdad como algo que nos limitamos a ‘afirmar’ y ‘mantener’, sino algo que decidimos vivir y experimentar.59

59 NOLAN, Op. cit., p. 226.