agustín de hipona

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El presente trabajo pretende ahondar miradas en torno a San Agustín de Hipona, figura que nos trae muchos abordajes para reflexionar en su camino a la conversión, y que en cierto modo refleja la vida de muchos de todos nosotros. Su obra es el resultado de la crisis que atraviesa en el orden personal y de las polémicas que tuvo que enfrentar, es decir, el Agustín adolescente fue apartándose de la fe cristiana, él mismo relata en las obras su etapa de orgullo, soberbia, toda esa experiencia de una vida bastante disoluta. Después de su conversión al Cristianismo, se va a dedicar a defender la ortodoxia y plasmar lo que había negado por mucho tiempo y que después descubre que era La Verdad. Para ello, se recurre a dos obras centrales en el pensamiento de San Agustín, Contra Académicos y Confesiones, de esta última, ha descripto y reconocido cuan perdido se encontraba, mientras vagaba por caminos sin fin, “tarde te amé, hermosura tan antigua y tan buena…” Luego, empezando la búsqueda de Dios por la razón, para poder encontrar la sabiduría encarnada que es Jesucristo, sale al paso de la última etapa de contra académicos platónico, ésta había caído finalmente en el escepticismo. Un grupo de filósofos que decían que nada podía ser conocido con certeza y que la actitud del hombre sabio era dudar absolutamente de todo. 1

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Camino a la Conversión y certeza y auto conciencia- Fernando Marcial

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El presente trabajo pretende ahondar miradas en torno a San Agustn de Hipona, figura que nos trae muchos abordajes para reflexionar en su camino a la conversin, y que en cierto modo refleja la vida de muchos de todos nosotros. Su obra es el resultado de la crisis que atraviesa en el orden personal y de las polmicas que tuvo que enfrentar, es decir, el Agustn adolescente fue apartndose de la fe cristiana, l mismo relata en las obras su etapa de orgullo, soberbia, toda esa experiencia de una vida bastante disoluta. Despus de su conversin al Cristianismo, se va a dedicar a defender la ortodoxia y plasmar lo que haba negado por mucho tiempo y que despus descubre que era La Verdad. Para ello, se recurre a dos obras centrales en el pensamiento de San Agustn, Contra Acadmicos y Confesiones, de esta ltima, ha descripto y reconocido cuan perdido se encontraba, mientras vagaba por caminos sin fin, tarde te am, hermosura tan antigua y tan buena Luego, empezando la bsqueda de Dios por la razn, para poder encontrar la sabidura encarnada que es Jesucristo, sale al paso de la ltima etapa de contra acadmicos platnico, sta haba cado finalmente en el escepticismo. Un grupo de filsofos que decan que nada poda ser conocido con certeza y que la actitud del hombre sabio era dudar absolutamente de todo. San Agustn les mostrar, por el camino de la razn, que hay verdades que permanecen para siempre y que podemos conocer cosas con certeza, entonces, la probabilidad no es el mejor criterio para vivir, sino buscar siempre la certeza, que las encontramos en los elementos trascendentales, es la verdad manifiesta por Dios en Jesucristo.

tuve una gran deliberacin y consejo conmigo mismo De utilitate credendi

Nos dice el Filsofo Contemporneo Miguel de Unamuno, que el hombre es un hombre preocupado y consciente, con necesidades, un hombre de carne y hueso, (Unamuno, 2011). Pensar en este hombre que transcurriendo su vida le surgen nuevos interrogantes y necesidades en trminos filosficos, quizs merezca plasmar que as pareci serle a un gran pensador del Medievo, Agustn de Hipona, nacido en Tagaste, (en Numidia, colonia romana del norte de frica) el 13 de noviembre del ao 354. Este navegante del yo interior, en este enfrentamiento existencial, que vive, que le afecta y que quiere resolver, est la llave de su conversin, en este anlisis del hombre interior y hombre exterior, que yace en uno, en toda esta entramada lucha y reconocimiento de s, nos invita a la reflexin y reconocer como Agustn, que la vida supone un peregrinaje, este es el camino de la razn y fe. En Confesiones, reconoce su itinerario que llevo a cabo para reconocer esa verdad y reconocerse a s mismo:tarde te am, hermosura tan antigua y tan nuevaTarde te am y t estabas dentro de m y yo fuera Y as por de fuera te buscaba; y, deforme como era,me lanzaba sobre estas cosas que t creaste (Confesiones, 2013) Si leemos detalladamente estas expresiones del Santo, encontramos el camino de la evidencia, es decir, la afirmacin de aquella verdad tan ansiada pero tarde encontrada, como as tambin el modo de bsqueda que se trueca hasta cierto punto en el errado camino pero necesario e inevitable para la conversin. De este modo podemos reconocer aspectos vinculantes en ese itinerario y la afirmacin de lo encontrado, aquella hermosura tan antigua y tan nueva. Si tenemos en cuenta su biografa que nos ofrece Victorino Capnaga, el estado psicolgico de duda por el que atraves en su juventud, en el camino mismo de la sabidura; vemos que Agustn fue apartndose de la fe cristiana, aquella fe de la cual su madre Mnica haba puesto y dispuesto todo su afn. Luego continuar sus estudios en Cartago, donde se completa el desorden moral de su conducta. La lectura de una obra de Cicern, Hortensius despierta en l, el afn por la bsqueda de la verdad, y tambin la preocupacin por el problema del mal, cuestionndose cul era el origen del mismo en el mundo. Crey encontrar una respuesta a este ltimo problema en las doctrinas de la secta maniquea ( una gnosis de origen persa, que sostena fundamentalmente la existencia de dos principios opuestos entre s, uno de la luz o del bien, y el otro de las tinieblas o del mal, que tambin libran batalla en el interior del hombre, por lo cual no sera ste, el responsable cuando predomina en l el principio de la tinieblas) en este sentido, la materia misma tiene su origen en el principio de las tinieblas y es por lo tanto, mala en s misma. Este trayecto fue corto, se fue decepcionando y distanciando de los Maniqueos. En Miln frecuento el escepticismo y tambin participo de algunas doctrinas propias de la misma. Sin embargo, escuchando los sermones de Ambrosio comenz a tener mejor opinin del cristianismo, ya que en ellos, hacia una exegesis o interpretacin espiritual o alegrica de los textos bblicos. Por eso se puede afirmar que Ambrosio se convierte en el medio para que Agustn comience paulatinamente a cuestionarse. Entonces ocurri algo decisivo para la evolucin del proyecto intelectual de Agustn, cayeron en sus manos ciertos libros platnicos traducidos del griego al latn y con esa lectura se le hizo claro: la posibilidad que existiesen sustancias inmateriales o sea puramente espirituales y tambin inferir que el mal no existe en s mismo, sino que es la privacin de un bien. En sntesis podemos distinguir etapas en su camino, partiendo desde la desilusin respeto del maniquesmo y acercamiento al escepticismo. Mas adelante la aproximacin puramente exterior a la iglesia a travs de los sermones de Ambrosio, tambin una conversin intelectual al neoplatonismo, en cuarto lugar una conversin terica o de deseo al cristianismo y finalmente una conversin de vida.Agustn replica que el pensamiento de los acadmicos, llego a ser mucho ms contundente que los otros, infiriendo que el hombre no es capaz de ninguna verdad; nos describe San Agustn el estado psicolgico de duda atraves en su juventud, en el camino mismo de la sabidura. Suceda entonces que habiendo perdido la esperanza de hallar la libertad, frente a una duda que no fue metdica sino angustiosa. El Hortensius fue el ms enrgico estimulante para despertar el genio de San Agustn. no somos de los que niegan en absoluto existencia de la verdad, sino de los que sostienen que la verdad y falsedad andan tan hermanados y mezcladas, que en ellas no hay ninguna seal cierta para discernirlas y prestarles asentimiento, de donde resulta que el sabio debe regir su vida segn la probabilidad. Esta es la doctrina de la Segunda Academia que haba sido introducida por el mundo romano. En el paisaje citado resaltan las dos actitudes fundamentales de la escuela acadmica, por un lado la actitud especulativa agnstica, que renuncia al conocimiento de la verdad, por hallarse velada en semejanza de los falso; y en segundo lugar, la actitud prctica, que se apoya en lo probable como norma de conducta. Tenan una tendencia agnstica y relativista y de esta manera se admita el conocimiento de lo verosmil Envistieron contra el testimonio de los sentidos a lo cual se aade la de la razn, el relativismo del conocimiento humano no conocemos con plena garanta ninguna cosa y que hemos de atenernos a la verosimilitud. Cicern fue el vocero de este escepticismo relativo. Luego nos advierte que considerando la vivacidad de la mente humana, no crea que estuviese oculta la verdad, sino ms bien no era patente el medio de hallarla y que haba de tomarlo de alguna autoridad (Victorino, 1962) Advertimos el periodo crtico por el cual Agustn debi pasar en este andar, l mismo lo reconoce y le desespera al parecerle que no poda encontrarla, sin embargo considera que al no tener un medio manifiesto, deba buscarlo de alguna autoridad. Siguiendo a Capnaga esta es la situacin psicolgica de Agustn, este estado de fluctuacin; oscilacin que lo desestabilizaba, en consecuencia, tomando las estrofas de Antonio Machado Caminante, no hay camino, se hace camino al andar; el joven empieza su caminar. Viene despus un periodo de entusiasmo neoplatnico; como ley en Miln algunos libros de Platn y sobre todo de Plotino, recobro la esperanza de hallar la verdad. Finalmente, un periodo de luchas y angustias, hasta que la luz entra en su alma por las divinas escrituras. El descubrimiento de las realidades espirituales mediante el mtodo de la introversin platnica fortaleci su entusiasmo en orden a la posibilidad del hallazgo de la verdad. La razn y autoridad le dieron la mano para sacarlo del precipicio acadmico. Frente a la negacin escptica de la verdad, procur San Agustn refutar primero las objeciones del escepticismo sensualista fundada en los engaos de los sentidos, de las alucinaciones y vida de los sueos. Se dedic sobre todo a descubrir las verdades en que la duda no puede hacer mella. Mencionaba que la verdad permanece oculta nicamente porque no disponemos de un mtodo adecuado para descubrirla; y ese mtodo se lo dara la filosofa neoplatnica. La verdad no hay que buscarla en el exterior, en los sentidos, en la experiencia empricamente, sino en su propia intimidad, en la conciencia y por intuicin del espritu. Descubri as San Agustn la certeza de los hechos de la conciencia. Si prestamos atencin a Confesiones encontramos esta manifestacin:Habindome convencido de que deba volver a m mismo, penetr en mi interior, siendo t mi gua, y ello me fue posible porque t, Seor, me socorriste. Entr, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no est luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo ms alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo ms bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad. (Confesiones, 2013) El concepto de sabidura, tal como lo maneja San Agustn, enriquecidos con elementos cristianos, nos viene de la sophia de los antiguos filsofos. Segn ellos comprenda el saber seguro e inmutable. La sophia entraa una conexin necesaria con la verdad, es decir, no se puede entender una sabidura deshabitada de conocimiento, por eso se muestran asociadas: sabidura, verdad y beatitud. Los acadmicos alteraron sustancialmente este concepto del sabio y de la sabidura. Nos revelaba el santo, que el sabio acadmico es un ser irracional y contradictorio es un despropsito decir que uno es sabio y no posee la sabidura. Algo cierto y manifiesto es que el sabio debe saber si vive, como vive, y para que vive, porque la sabidura es la ciencia y el arte de vivir. La misma, no solo implica una conexin con la verdad, sino con el bien soberano, esta es la meta que debemos alcanzar, en tanto es de las metas, la ms profunda y ultimas aspiraciones. Y tomando a Cicern, Agustn replica quien no admite nada cierto, nada obra, pues sin certeza no es posible la accin una conciencia es suspenso de duda no puede determinarse y ha de caer forzosamente en una inercia fatal. Para el filsofo de Hipona, es indubitable la supremaca directa del pensamiento sobre la accin del logos sobre el ethos; adems no solo yerra el que toma el camino falso, sino tambin el que no sigue el verdadero. Para l, implica contradiccin negar toda la verdad absoluta y establecer como normas de accin las aproximaciones a ella, en referencia a esto, se cuestionaba Cmo se atreve a hablar de parecido con la verdad el que no conoce su semblante? de este modo el relativismo probabilstico no era suficiente base para la vida, por ser insostenible y contradictoria. Cualesquiera que sean las cosas y las formas dadas que se muestran aparentemente inciertas y relativas y de que se puede dudar, la duda misma y el patente error, implican como certeza primera e inquebrantable, la existencia del alma sumida en la duda; es decir el alma cuyo ser parece en un principio sucumbir a la duda, se revela como la realidad inmediatamente cierta. No se debe buscar el alma en el mundo exterior, como anteriormente se intent, sino a la inversa, es necesario plantear la cuestin del ser y del sentido de lo real objetivo, partiendo de la realidad del alma, dada a s misma, inmediatamente sentido. La experiencia interna tiene la absoluta ventaja sobre todo lo externo en cuanto a la evidencia. Patentemente es conquistada la realidad primitiva de la conciencia y con ello pasan a primer trmino los hechos de sta. Lo que existe y vive es ante todo el alma y las realidades espirituales de su naturaleza. Todo lo dems que pretende ser, necesita probarse partiendo de aqu. Tenemos entonces el punto arquimedico de la filosofa de San Agustn, la realidad del mundo de la conciencia aprehendido con un acto de intuicin inteligible. la duda universal no solo es imposible sino infundada e ilegtima y el Hiponense lo demuestra haciendo un llamamiento al testimonio de la conciencia, que atestigua en nosotros la existencia de una intuicin de lo inteligible en condiciones en que el engao no puede darse. Hay evidencia en las cosas en la que no puede mellar la duda Quin, negara por ejemplo, que no sabe si es hormiga u hombre?, replica. Nos dice, Capanga que en base a todos los libros que analiza, concluye que hay un patrimonio axiolgico que el hombre posee, y estas son las normas a priori que regulan nuestros conocimientos de la dialctica, ontologa, matemtica, esttica y tica. Hay entonces una esfera de lo inteligible, un reino puro y luminoso de la verdad, donde no pone pie la dubitacin. Ahora bien, con idntica validez y fuerzas se presentan a nuestros ojos las verdades matemticas. Puede hallarse el hombre sometido a los ms fuertes vaivenes de su ser y siempre lucir idntica en su mente la verdad y de manera anloga brillan las normas y principios de la tica y esttica. Ingresamos aqu al terreno firme de la epistemologa agustiniana: la forman las verdades absolutas, necesarias y universales independientes de la experiencia externa y captada con una intuicin. Ellas tienen su punto final de apoyo en Dios, ser absoluto, verdad primera, valor de todos los valores. Agustn, nos recuerda esta inferencia en Confesiones: Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! T eres mi Dios, por ti suspiro da y noche. Y, cuando te conoc por vez primera, fuiste t quien me elev hacia ti, para hacerme ver que haba algo que ver y que yo no era an capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre m, y me estremec de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre t y yo, como si oyera tu voz que me deca desde arriba: Soy alimento de adultos: crece, y podrs comerme. Y no me transformars en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que t te transformars en m. (Confesiones, 2013) Hay dos mundos y dos rganos de captacin de los mismos, los sentidos y la mente, ojo espiritual del hombre. En el mundo inteligible esta ensalzada la verdad misma, que es objeto de una contemplacin inmediata libre de todo error. Frente a las objeciones del escepticismo sensualista mantiene firme la objetividad del conocimiento sensible y la realidad del mundo corpreo. Los sentidos nos dan una imagen fiel y segura del mundo; y el mismo es tal como nos aparece. Cierto que el saber emprico del mundo externo no posee la lumbre evidencia y objetividad propia del inteligible. Ms Agustn no disgrega ambos mundos abrazados en un sujeto pensante. Los sentidos pueden engaarnos sobre la naturaleza de las cosas que vemos, pero no sobre su existencia, debido que, aunque parezcan no ser ms que aparentes, hay algo certsimo, que estas apariencias existen. Y el mundo sensible adems de la capa superficial que percibimos con los sentidos, como figuras, colores, ofrece otra ms profunda, perteneciente al dominio de la metafsica. Los conceptos de unidad, de nmero, de medida, de peso, de verdad, de bondad, aluden a un conocimiento superior al de la intuicin sensible, si bien apoyndose en ella. As ambos mundos se hallan comunicados entre s: la luz viene de arriba de las normas y patrones que el espritu intuye en s mismo para enjuiciar todo el material aportado por la experiencia sensible. En sntesis, la gran palabra invicta sobre el escepticismo, es intuicin en su triple dimensin: sensible, emprico-psicolgico, intelectual. De esta manera, el pensador del medievo, parte de esta intuicin fecunda, abundante y primera, hacia otra contemplacin dichosa, que consistir la vita beata. Por eso, en los ms profundos estados de la duda subyace la verdad absoluta, inquebrantable segura, ella conduce directamente a Dios, con ciencia cierta sabemos que vivimos y el acadmico no puede objetarnos. En otro pasaje, nos seala si duda vive; si duda, recuerda que duda; si duda piensa; si duda sabe que no sabe; si duda juzga que no debe dar ligeramente su consentimiento. Quien duda no puede dudar de todas estas cosas El espritu se descubre a si mismo al hallar la manifestacin y huellas de la conciencia infinita del creador y aun nosotros, en nosotros mismos reconocemos la imagen de Dios tambin nosotros somos y conocemos que somos y amamos nuestro ser y conocimiento (Victorino, 1962) San Agustn nos va decir con respeto a cul es la razn de la certeza absoluta de los hechos de conciencia, respondiendo que no la aprehendemos por medio y testimonio de reproducciones, sino que los percibimos como presentes y los contemplamos con la mirada interior ms verdadera: Entr, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no est luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta (Confesiones, 2013) Tenemos de estas verdades un conocimiento intuitivo inmediato. Porque nada conoce el espritu en tan alto grado como aquello que tiene presente y nada tiene ms presente que as mismo. Este criterio de la evidencia intuitiva es lo que ha motivado las objeciones de los filsofos, contra el testimonio de los sentidos y la objetividad del mundo exterior es la distincin entre el sujeto y el objeto y que se ha convertido en una de las aporas sobresalientes y difcil del problema de conocer. Ms en esta clase de actos psicolgicos de conocer, de sentir, de amar, de dudar, queda suprimida la distancia entre el objeto y el sujeto. El objeto es inmanente a la conciencia. Establece una jerarqua de visiones, en la primera visin hay presencia corporal del objeto visto. En las visiones imaginarias, los objetos, se hallan ausentes en s mismos y presentes en la imagen que se conserva de ellos representar. En la visin intelectual el objeto es intuido en su propia forma. La mente solo se conoce con la mente: es el ojo maravilloso que se ve a s mismo, porque tiene el gran privilegio de volver sobre s, el rayo de la mirada. El espritu, segn san Agustn, posee la singular propiedad de la luz, la cual se muestra a s misma y a las dems cosas. Para ver la luz no necesitamos otra luz, sino ella misma se pone de manifiesto hacindose visible. Los ojos corporales ven lo que tienen, pero as mismo no se ven. Mas en el entendimiento se entiende a s mismo y las dems cosas En este sentido, sabe que hay verdades, reales o de existencia y verdades ideales y leyes cannicas para el universo. Admite la intuicin de ciertas verdades necesarias y universales. Y no pens en derivar el orden de las verdades del hecho elemental de la certeza de la conciencia. En estas verdades necesarias y universales se ilumina el triple reino de los valores, de lo verdadero, de lo bello y de lo bueno, el despliegue para que el Santo hallara el camino de la ciencia, del conocimiento de la realidad y del ser, segn Baumgartner; en este sentido, el espritu saca de s mismo los conceptos y las leyes de la lgica y de la matemtica, esttica y tica, y los despliega del pensamiento puro libre de experiencia, haciendo resaltar el carcter apriorstico del conocimiento cientfico, podemos dar cuenta que la cancelacin de toda teora emprica y abstraccin de lo sensible en el conjunto de las verdades eternas. En base a todo lo expuesto, encontramos a superacin del escepticismo, en favor al descubrimiento de esta clase de intuiciones y de la existencia de la luz superior que tanto nos hablar Agustn en sus Confesiones, ya que entrando en s misma, por la reflexin neoplatnica, vio sobre el ojo de su alma, por encima del entendimiento, el resplandor de una evidencia inmutable y encontr una categora de juicios de valor, cannicos e invariables, conforme a los cuales se juzga del mundo de la experiencia. Estas verdades eternas tienen para todo el mundo de lo real, sobre todo iluminan cuatro reinos, cantidad, el del conocimiento de la verdad, el de la hermosura y el del bien, pertenecientes o manifestadas en las disciplinas de la matemtica, lgica, esttica y tica. Con respeto a la primera, si la estructura de lo real sensible es matemtica, teniendo en cuenta que sta no solo sirve para construir un orden de conocimientos seguros, sino para educar el espritu en la dialctica de ascensin y el manejo de las ideas puras. Si la estructura de lo real sensible es matemtica, ofrece, relaciones con lo inteligible y puede ser objeto de conocimiento racional, pleno de garanta, en este sentido, el mundo sensible admite la luz de una ordenacin inteligible. De esta manera, de los nmeros realizados en el espacio y el tiempo asciende a la Sabidura increada, aquel artfice supremo, como ltima razn de la inteligibilidad de las cosas, es decir, en virtud de las leyes de los nmeros de los elementos el universo material se hace inteligible. Para San Agustn, las criaturas llevan impresos los sellos de la omnipotencia, sabidura y bondad del creador, y el mundo en virtud de estas leyes matemticas y estticas, no se presenta como un caos, sino todo lo contrario, un conjunto ordenado y teleolgico, donde cada cosa ocupa su lugar, realiza su quehacer, en tanto sirve a la glorificacin de su Ser supremo que lo ha creado. Si prestamos atencin a los acadmicos, ellos hacan hincapi en la falsedad del punto de vista individual, que da lugar a la infinidad de opiniones contrapuestas, no existe la verdad, porque carece de esta garanta mltiple de la comunidad pensante; sin embargo, hay una categora de verdades comunes, nos va decir el filsofo de Hipona, y stas, resplandecen a los ojos de todos en un panorama supraindividual, es decir, cada individuo tiene su ojo propio, la razn. De esta manera los objetos inteligibles se hallan a la vista de todos sin consumirse ni destruirse por asimilacin. Y la matemtica es percibida con la inteligencia, gozando de una esencia incorruptible y que no sucede lo mismo con los sentidos corporales que estn sujetos a corrupcin y son limitados. De algo certsimo es que siete ms tres es igual a diez, verdadera antes, ahora y siempre. Recapitulando, podemos afirmar que estas verdades eternas no estn sujetas a vaivenes, sino que resplandecen integra e inviolables, contrariamente a los juicios que dependen del estado de nuestro nimo, pasin, por ejemplo. Finalmente, los principios axiolgicos son tambin verdades constantes del espritu, lo fijo del pensamiento humano que est siempre con la misma luz de la evidencia. La inferencia que se despliega en torno a la verdad, es que est en una conciencia infinita, en un logos o razn divina. A partir de todo lo expuesto, y sostenidos por el abordaje de Capnaga, evidenciamos el camino recorrido del filsofo de Hipona, pareciera en un momento convertirse en una especie de apora, un camino sin salida, en efecto, tambin parece que el joven Agustn sucumbe a ese juego. Su autobiografa es el mejor testimonio sobre los problemas, angustias y bsquedas que supone la lucha contra esa resistencia interior. Una lucha que se transpola y lacera el alma del hombre, y que ha supuesto para la humanidad un personaje tan grande como San Agustn.

BibliografaHipona, A. d. (1968). Confesiones . Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.Unamuno, M. d. (2011). Del sentimiento tragico de la vida . Madrid: Austral .Victorino, C. (1962). Introduccion general a Contra Academicos en obras de San Agustn. Madrid : Biblioteca de Autores Cristianos .

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CATAMARCAFACULTAD DE HUMANIDADESDEPARTAMENTO DE FILOSOFIACATEDRA: FILOSOFIA MEDIEVAL

CAMINO A LA COVERSION Y CERTEZA

DOCENTE: LIC. MALUF ALFREDO ALUMNO: MARCIAL FERNANDO M. U. N 2819AO: 2015

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