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mente en todos los prestigios culturalesposibles (aún los propios, como al citar aArtemio Cruz) y hacer literatura de laliteratura, intentando compensar así su impotencia para asumir una realidad concretacualquiera. Novela de la contradicción, lostrucos mitificantes de su autor sólo acentúan la debilidad interna del texto, el apresuramiento de su factura, la ya lamentablecolonización cultural de un escritor incapazde ver a su país o a su literatura si no escon ojos extranjeros. En todo caso, éstasson las cabezas de hidra que amenazan conaniquilar a Carlos Fuentes.
Carlos Fuentes: La cabeza de la hidra, JoaquínMortiz, México, 1978.
Gustavo García
Razón, locuray sociedad
Razón, locura y sociedad recoge las ponencias de varios investigadores -Franco BasagUa, Marie Langer, Igor Caruso, ThomasSzasz, Eliseo Verón y Armando Suárezque dieron lugar al ciclo de conferenciascelebrado en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM en julio de 1975. Lostemas fundamentales que se desarrollan enestas ponencias son: la salud mental, lalocura, el papel social de la psiquiatría, lasconsecuencias de la industrialización del psicoanálisis, los marcos teóricos de la psicología social y la evolución de la relaciónentre psicoanálisis y marxismo: Aunque diferentes entre sí, todos ellos guardan una
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estrecha relación: la que está dada por laperspectiva crítica desde la que se realiza elanálisis y en la cual los factores de caráctersocial y político constituyen el elementorector que permite reunirlos, en forma coherente, en un mismo libro.
Cada uno de estos trabajos centra suatención en un aspecto que, al parecer, hallegado a convertirse en la rémora principalde la práctica científica: la institucionalización burocrática y represiva de la ciencia ylos conflictos sociales que ello produce.Franco Basaglia, a partir de su praxis psiquiátrica", analiza la cárcel y el manicomiocomo instituciones de la violencia: originadas de la violencia social sobre el individuo,no hacen otra cosa que reproducir esaviolencia en el ámbito institucional que leses propio. Ambas instituciones fueron creadas originalmente para proteger a la sociedad -tanto en el caso del delincuentecomo en el del enfermo mental- de todaaquella persona que se apartara de la norma, y por lo tanto, más que fungir comoverdaderos centros de rehabilitación, hanllegado a constituirse en ámbitos de marginación "en los que los sujetos no sontratados por lo que son sino por las molestias sociales que ocasionan". La terapéuticaa seguir, entonces, no se apoya en unaideología de cura, que debía tender a rehabilitarlo, sino por el contrario, en unaideología de castigo, tendiente a reforzar larepresión en la marginación a la que se lesomete.
Thomas Szasz abunda aún más sobre elcarácter represivo de la institución psiquiátrica al señalar que, al ingresar· en ella, el paciente queda exento de la posibilidad deejercer la defensa de sí mismo. No lequedará más que someterse pasivamente alos tratamientos obsoletos -electroshocks,aislamiento y castigo- que caracteriza aeste tipo de instituciones. Así, en la actualidad, la práctica que define a la instituciónpsiquiátrica no es más que el ropaje pseudocientífico detrás del que se oculta unaconcepción anacrónica del tratamiento delenfermo mental.
Por lo que se refiere al psicoanálisis,Marie Langer señala que su institucionalización ha llegado a convertirlo en un centrode poder, y a los psicoanalistas, beneficiarios de ese poder, en una élite económica ycultural que niega la posibilidad de que elconocimiento psicoanalítico siga otros cauces que los prefijados, de manera rígida yautoritaria, por la propia institución.
Pero es que la crisis institucional que
cada día profundiza más sus contradicciones no es más que el emergente superestructural de una crisis aún más profunda ydefinitiva: la crisis de un tipo de sociedaderigida sobre la base del control y delpoder. La estructura interna de las organizaciones científicas no hace más que reflejar esa crisis social a través de su propiaespecificidad, y de ahí la necesidad dedesarrollar una crítica a fondo de este tipode instituciones. Sin embargo, el ejerciciode esta crítica, tan necesaria e impostergable, 110 es algo tan simple como puedeparecer por su sola enunciación. Su dificultad estriba precisamente en que los científicos y profesionales que debían llevarla acabo están inmersos en los privilegios quedimanan de esa situación. Y no es tan fácilrenunciar a esos privilegios, sobre todocuando ello implicaría el cuestionamientode los contenidos y fmes de su propiaformación profesional así como de las prácticas producto de esta formación.
En general, todos los trabajos coincidenen destacar la función ideológica que cumple socialmente la institucionalización de lapsiquiatría, el psicoanálisis y la psicología.Pero es Eliseo Verón el que pone mayorénfasis en este aspecto. Su investigación secentra en la psicología social, y, dentro delo posible, hace una revisión exhaustivatanto de su surgimiento (a raíz de la segunda guerra mundial) como de su objeto deestudio. El análisis de Verón pone al descubierto el hecho de que muchas de las"categorías" de la psicología social más quefacilitar el conocimiento de los fenómenosque se estudian, tiende a limitarlo y simplificarlo, pues conceptos como "motivación","objetivos", "metas", "liderazgo", etc., pa-·ra explicar la conducta humana, no son
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categorías producto de la práctica científica, sino formulaciones en la ideología.
Es por esto que el trabajo de IgorCaruso -junto con el de Basaglia y MarieLanger- cobra una significación particulardentro de los ensayos reunidos en estelibro. Caruso analiza la obra de Freud apartir de su carácter revolucionario; es decir, en tanto que la teoría freudiana, comométodo terapéutico, busca, mediante la tiberación de lo reprimido, devolver al serhumano la conciencia de sus impulsos ynecesidades, de sus deseos y pulsiones másprofundos, y a través de ello, restituirle suespíritu crítico frente a cualquier circunstancia, ya sea ésta social o individual.
La ponencia de Armando Suárez, quecierra el libro, analiza las relaciones entre elpsicoanálisis y el marxismo, destacando lanecesidad de reubicar la práctica psicoanalítica en su contexto histórico, como únicaforma de devolverle su verdadero caráctercientífico y revolucionario.
Así, Razón, locura y sociedad viene aconstituirse en un serio intento por desarrollar la crítica a la burocratización de lasinstituciones psquiátricas y psicoanalíticas.Y, además, recuerda algo que la ciencia nodebía nunca haber olvidado: toda teoría ypráctica científica es producto de un determinado contexto social, y sus resultadosnecesariamente deberán reincidir sobre esecontexto. De lo contrario, y en la medidaque no se democraticen las estructuras deestas instituciones, sus prácticas seguirándominadas por la ideología y los productosque se obtengan de ellas serán cualquiercosa menos productos científicos.
lrma J. Lorentzen
Varios autores, Razón, locura y sociedad, SigloXXI editores, México, 1978, 199 pp.
Juan Villoro:El mariscal de campo
Uno de los últimos volúmenes de "Lamáquina de escribir", colección de plaquettes creada y dirigida por Federico Campbell, corresponde a El mariscal de campo,de Juan Villoro. Del autor conocíamos yaalgunos cuentos publicados en revistas y enel volumen colectivo Zepelín compartido.
El mariscal de campo reúne tres cuentos
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en los que el lenguaje ha adquirido mayorprecisión, el tratamiento de' la anécdotamás disciplina y el humor más libertad. "Elverano y sus mosquitos" narra la desesperación de un estudiante mexicano en uninternado de los EE. UU. ante el encierroal que está sometido por los reglamentos.Privado de "chavas", de libertad para nadary tomar leches malteadas o Com flakes asu antojo, y sin otro consuelo que imaginarun escape y matar a sus celadores ("sabien.do que no había sido en serio, que lo quehabía matado era mi almohada"), el narrador ha perdido su última esperanza: "nisiquiera Dios me podía sacar de ah!"'. Elmariscal de campo presenta a un personajede 16 afios que se debate entre el futbol yel amor, Maracaná e Isabel, la gloria dejugar en el Estadio Azteca o de salir con suenamorada al cine, a tomar churros conchocalate o a las luchas ("pensó en llevarsu camisa de dragones y sus zapatos detacón aerodinámico"). "El cielo desnudo"es un cúmulo de reflexiones que no dejanen paz al insomne Rodolfo. El universodeja de ser un teorema abstracto para mezclarse con la rutina diaria ("Después sequedó dormido, sofiando que llevaba en suscalcetines la medida del universo").
El lenguaje de Juan Villoro es el lenguaje de un interesante "contador de cuentos",más o menos a la manera en que lo entienden Borges y Bioy Casares. Todo en élintenta ser expresión sensible de los acontecimientos. Espontaneidad, color, adolescencia, humor, los cuentos de Juan Villorotranscurren con la fluidez de un buen conversador y con una causalidad lograda muyminuciosamente. Las continuas comparaciones, sintomáticas de su prosa, buscan siempre una certeza en la percepción de los
sentidos y se amparan en una ingenuidadvoluntaria: "Metí la cabeza en el hoyo comosi fuera el león de las películas gringas",'exactamente como si estuviera atrapado enun nebulo o en un gran malvavisco", "sudando como si me rostizaran", "unas nubeschicas como palomitas de maíz", etc.
Quizás uno de los mayores logros deesta "máquina" de Villoro sea el provechoque el au tor le saca a la ingenuidad adolescente en vista de una explosi6n de humor.Úl ret6rica de la "onda" pretende aquíalgo más que un encuentro con la realidad.Su realismo, especialmente en "El verano ysus mosquitos", no representa un fm en símismo. Es más un instrumento que unpunto de llegada, pues se puede entrever unanhelo por buscar temas de mayor complejidad. Seguramente que con la publicaciónde El mariscal de campo Juan Villoro iniciaun proceso de asimilación de los límites delpuro "contador de cuentos".
Francisco Hinojosa
Juan Villoro: El mariscal de campo
La máquina de escribir, México, 1977.
Kosinski el héroede sí mismo
Como en su anterior novela, El árbol deldiablo -que los kosinskianos ponen entrelas "malas" con Desde el jardin- Blinddate, la última que ha publicado Kosinskien Estados Unidos, se inicia con una escena