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IV. Argumentos por analogía

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La mayoría de nuestras inferencias en la vida cotidiana las hacemos por

analogía.

Ejemplo:

Si un nuevo libro de un determinado autor me llama la atenció n, infiero que gozaré leyéndolo sobre la base de que he leído y gozado otros libros del mismo autor.

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La analogía constituye,

el fundamento de la mayoría de nuestros razonamientos ordinarios en los que, a partir de experiencias pasadas, tratamos de discernir lo que puede reservarnos el futuro.

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Así que, en una analogía, en lugar de reunir muchos ejemplos para

apoyar una generalizació n

se pasa de un ejemplo específico a otro ejemplo, argumentando que, como los dos ejemplos son semejantes en muchos aspectos, lo son también en otro aspecto específico.

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Un argumento por analogía

requiere de un ejemplo que sea similar de una manera relevante.

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Ejemplo:

Así como la gente lleva su coche al servicio cada seis meses o cada añ o, ¿por qué no le da el mismo cuidado a su propio cuerpo?

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Por analogía

La gente sabe que tiene que llevar su coche a revisió n en forma regular (de otro modo se pueden producir problemas más graves).

Los cuerpos de las personas son similares a los coches (porque también los cuerpos humanos pueden tener problemas , si no se revisan con regularidad).

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¿Có mo se evalúa un argumento por analogía?

Compruebe que su primera premisa es verdadera.

La segunda premisa requiere tener un ejemplo similar de manera relevante (no se requiere que sea absolutamente igual al ejemplo de la conclusió n).

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En el ejemplo se hace una analogía entre el coche y el cuerpo humano.

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Otro ejemplo:

Ayer, en Roma, un jefe indio, ejecutó un acto notable al descender de un avió n proveniente de California. Anunció , en el nombre del pueblo indio estadounidense, que estaba tomando posesió n de Italia «en virtud del derecho de descubrimiento», de la misma manera que lo hizo Cristó bal Coló n en América.

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Dijo: «¿Qué derecho tenía Coló n a descubrir América cuando ya estaba siendo habitada desde hacía miles de añ os? El mismo derecho que ahora tengo yo para llegar a Italia y proclamar el descubrimiento de su país.»

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Está sugiriendo que su «descubrimiento» de Italia es similar al descubrimiento de América por parte de Coló n, al menos en un aspecto importante: ambos reclamaban un territorio que ya estaba siendo ocupado por su pueblo hacía siglos.

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Entonces,

El jefe indio insiste en que tiene tanto «derecho» a reclamar Italia como lo tenía Coló n para reclamar América.

Pero, por supuesto, el jefe indio no tiene derecho a reclamar Italia.

Por lo tanto, por analogía, Coló n no tenía derecho a reclamar América.

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La pretensió n de Coló n sobre América «en virtud del derecho de descubrimiento» es similar a la pretensió n del jefe indio sobre Italia.

Por lo tanto, Coló n no tenía derecho a reclamar América para otro pueblo «en virtud del derecho de descubrimiento».

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Evaluació n de la analogía:

El siglo XX de Italia no es absolutamente igual al siglo XV en América. Cualquier persona en el siglo XX sabe de la existencia de Italia, mientras que en el siglo XV América era desconocida para la mayoría de las personas del mundo. El jefe indio no es un explorador, y un avió n comercial no es la Santa María.

Sin embargo, el jefe indio sugiere que estas diferencias no son relevantes para la analogía.

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los razonamientos por analogía no pueden clasificarse como “válidos” o

“inválidos”.

Lo que se pretende es que tengan cierta probabilidad.

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Ejemplo:

Alguien me dice que le han extraído una muela sin anestesia y yo le expreso mi simpatía;

Otro me pregunta: ¿Có mo sabes que le dolió ?

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Yo puedo responder razonablemente:

Yo sé que me dolería. He ido al dentista y sé cuan doloroso es que le curen a uno una muela sin anestesia, para no hablar de sacarla.

É l tiene el mismo sistema nervioso que yo. Infiero, por ende, que en esas condiciones sintió considerable dolor, como lo habría sentido yo.

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Ejemplo:

Wittgenstein solía comparar el pensar con la natació n; así como en ésta nuestros cuerpos tienen una tendencia natural a flotar sobre la superficie del agua, de modo que se necesita un gran esfuerzo físico para sumergirse hasta el fondo, de igual manera,

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en el pensar, se necesita un gran esfuerzo mental para alejar a nuestras mentes de lo superficial y sumergirlas en la profundidad de un problema filosó fico.

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Ejercicio:

Escribe dos argumento cortos siguiendo el modelo de la analogía.

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Bibliografía

Copi, Irving M. Introducción a la Lógica. EUDEBA Manuales. Buenos Aires, 1974.

Herrera, Alejandro y Torres, José Alfredo. Falacias. Torres Asociados. México, 1994.

Pizarro, Fina. Aprender a razonar. Alhambra. Madrid, 1986.

Weston, Anthony. Las claves de la Argumentación. Ariel. Barcelona, 1994.