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1 Título Complicaciones arrítmicas del consumo de cocaína Autores María Teresa Politi 1 , Luciano Fallabrino 1 , Diego Abella 1 , Ernesto Cortínez 1 , Diego Crippa 1 , Matías Failo 1,2 . 1 Residencia de Cardiología. Sanatorio de la Trinidad - Mitre. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina. 2 Jefe de Residentes. Sanatorio de la Trinidad - Mitre. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina. Correspondencia Dr. Matías Failo. Sanatorio de la Trinidad - Mitre. Bartolomé Mitre 2553, Torre Mitre, 4to piso. Sector Unidad Coronaria. Cuidad Autónoma de Buenos Aires. C1039AAO. Teléfono: (54 011) 4954-7070 (int 256).

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Page 1: as_failoDOC file · Web viewTítulo. Complicaciones arrítmicas del consumo de cocaína. Autores. María Teresa Politi1, Luciano Fallabrino1, Diego Abella1, Ernesto Cortínez1, Diego

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Título

Complicaciones arrítmicas del consumo de cocaína

Autores

María Teresa Politi1, Luciano Fallabrino1, Diego Abella1, Ernesto Cortínez1,

Diego Crippa1, Matías Failo1,2.

1 Residencia de Cardiología. Sanatorio de la Trinidad - Mitre.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina.

2 Jefe de Residentes. Sanatorio de la Trinidad - Mitre.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina.

Correspondencia

Dr. Matías Failo.

Sanatorio de la Trinidad - Mitre.

Bartolomé Mitre 2553, Torre Mitre, 4to piso. Sector Unidad Coronaria.

Cuidad Autónoma de Buenos Aires. C1039AAO.

Teléfono: (54 011) 4954-7070 (int 256).

E-mail: [email protected].

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Resumen

Introducción y objetivos: La cocaína es una sustancia psicoactiva ilegal que

cumple los criterios de dependencia y abuso. Al año 2012, se calcula que la

prevalencia anual mundial del consumo de cocaína se ha mantenido

estable, entre el 0,3% y el 0,5% de la población adulta de 15 a 64 de años

de edad. El aparato cardiovascular es uno de los sistemas más afectados,

tanto por su uso habitual como esporádico. El consumo de cocaína está

asociado con diversas complicaciones cardiovasculares tales como

arritmias, isquemia e infarto, disección de aorta y endocarditis infecciosa,

entre otras. La intoxicación por cocaína es un motivo de consulta frecuente

en salas de emergencia en todo el mundo. La finalidad de esta revisión es

analizar su impacto sobre el sistema cardiovascular a modo general, siendo

de particular interés sus efectos arritmogénicos.

Métodos: Para la obtención del material se realizaron búsquedas

bibliográficas en libros y revistas del área de interés, así como en sitios de

Internet, utilizando las palabras clave.

Resultados: La cocaína es un antagonista de la recaptación periférica de

diversas catecolaminas, postulándose también efectos centrales asociados.

A nivel electrofisiológico, actúa a nivel de canales cardíacos de sodio

gatillados por voltaje (INa), canales rectificadores rápidos de potasio (IKr) y

canales de calcio de tipo L (ICaL). Sus efectos incluirían un retraso en la

conducción ventricular, con un consiguiente ensanchamiento del complejo

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QRS, un aumento en la variabilidad del intervalo QT, la inducción de

postpotenciales y la generación de taquicardias supraventriculares y

ventriculares potencialmente fatales. Estos cuadros se pueden diagnosticar

utilizando herramientas sencillas de primer alcance en la sala de

emergencias.

Conclusión: El consumo de cocaína es una práctica extendida, con

potenciales intercurrencias cardiovasculares de gravedad, generadas por

mecanismos electrofisiológicos complejos. Su reconocimiento y manejo

adecuados son de importancia en la práctica médica actual.

Palabras clave: Cocaína. Cardiotoxicidad. Arritmias. Enfermedad

cardiovascular.

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Title

Arrhythmic complications of cocaine use

Abstract

Introduction and objectives: Cocaine is an illegal psychoactive substance

that meets the criteria for substance dependence and abuse. In 2012, the

estimated annual global prevalence of cocaine use has remained stable,

between 0.3% and 0.5% of the adult population between 15 and 64 years

old. The cardiovascular system is especially affected both by frequent and

sporadic use. Cocaine has multiple systemic effects and it is associated with

several cardiovascular complications such as arrhythmias, myocardial

ischemia and infarction, aortic dissection and infective endocarditis, among

others. Cocaine intoxication is a frequent finding in emergency rooms

worldwide. The purpose of this review is to analyze the impact of cocaine on

the cardiovascular system in general, with particular emphasis on its

arrhythmogenic effects.

Methods: Research material was obtained through bibliographic search in

books and journals from specific medical fields, and also by searching on

the Internet, using keywords.

Results: Cocaine acts as an antagonist of peripheral catecholamine uptake,

possibly also involving central mechanisms. Among its electrophysiologic

effects, cocaine blocks cardiac voltage-gated sodium channels (INa), rapid

potassium rectifier channels (IKr) and L-type calcium channels (ICaL). Cocaine

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delays ventricular conduction thus prolonging QRS duration, increases QT

interval variability, induces afterdepolarizations and produces

supraventricular and ventricular tachycardias which are potentially fatal.

These disorders can be easily diagnosed using simple diagnostic tools

found in emergency rooms.

Conclusion: Cocaine use is a common practice with potentially serious

cardiovascular complications produced by complex electrophysiologic

mechanisms. The adequate diagnosis and clinical management of this

problem is high-yield in current clinical practice.

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Introducción y objetivos

Se estima que 230 millones de personas (es decir, el 5% de la

población adulta del mundo) ha consumido alguna droga ilícita por lo

menos una vez al año 2010. Entre ellos, 27 millones (es decir, el 06% de la

población adulta mundial) son considerados consumidores problemáticos,

teniendo este fenómeno fuertes repercusiones sociales y económicas,

fomentando la delincuencia, la inseguridad y propagación de

enfermedades. Al año 2012, se calcula que la prevalencia anual mundial

correspondiente a la cocaína se ha mantenido estable, entre el 0,3% y el

0,5% de la población adulta de 15 a 64 años de edad (es decir, entre 13,2

millones y 19,5 millones de usuarios) 1.

La cocaína es una sustancia psicoactiva. Este concepto se refiere a

la capacidad de estimular al sistema nervioso central y provocar

alteraciones en el pensamiento, el estado de ánimo y la conducta.

Adicionalmente, cumple los criterios de dependencia y abuso de sustancias

según el DSM-IV2, siendo considerada a nivel global una droga ilegal.

El sistema cardiovascular es uno de los aparatos más afectados

tanto por su uso habitual como esporádico. El consumo de cocaína tiene

múltiples efectos sistémicos y está asociado con diversas complicaciones,

tales como arritmias, angina, isquemia e infarto agudo de miocardio,

disección de aorta y endocarditis infecciosa, entre otras. Por este motivo, la

intoxicación por cocaína es un motivo de consulta frecuente en salas de

emergencia en todo el mundo.

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Teniendo en cuenta que la enfermedad cardiovascular es la primera

causa de morbimortalidad a nivel global y que el consumo de cocaína en el

último decenio ha estado en ascenso en países de Europa y de América del

sur1, la finalidad del esta revisión es analizar el impacto del consumo de

esta droga sobre el sistema cardiovascular en general, con particular

énfasis sobre sus efectos arritmogénicos. Se detallará la epidemiología, los

mecanismos fisiopatológicos involucrados y se establecerán pautas de

manejo clínico a través de estrategias diagnósticas y terapéuticas.

Métodos y material

Para la obtención del material se realizaron búsquedas bibliográficas

en libros de Cardiología Clínica, Farmacología y Toxicología, así como

sitios de Internet, principalmente PubMed utilizando palabras claves como

cocaine and heart disease, cocaine cardiotoxicity y cardiotoxiceffects of

cocaine. Además se acudió a revistas de Cardiología y Medicina Interna

tanto en ediciones en papel como on line a través de la biblioteca de la

Sociedad Argentina de Cardiología y de la Facultad de Medicina de la

Universidad de Buenos Aires. Luego de esta primera búsqueda, se

realizaron otras basándose en el material encontrado.

Se delimitó la búsqueda del material desde el año 1980 hasta abril

de 2013. Se priorizaron los artículos en los que se hiciera hincapié en los

mecanismos fisiopatológicos, el impacto clínico y estudios experimentales

en humanos.

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Resultados

Reseña histórica

La cocaína es originaria de América central y del sur. Es el principal

alcaloide del arbusto Erytroxylon coca. El uso de sus hojas se remonta a

épocas anteriores a los 1.500 años A.C. en que los Incas las masticaban

para aumentar el vigor físico y la capacidad de trabajo. Se han hallado

restos de la misma en rostros de momias peruanas que datan de esos

tiempos3.

Con la llegada de los conquistadores españoles a América, en un

primer momento se abolió el consumo de hojas de coca. Sin embargo,

luego éste fue permitido entre los trabajadores de las colonias, sobre todo

en la minas de plata, ya que reducía el apetito y aumentaba el rendimiento

físico. El consumo en Europa inicialmente fue esporádico porque el arbusto

sólo crecía en las alturas de los Andes y porque la potencia del efecto de

las hojas de coca se perdía durante el transporte hacia el viejo continente3.

En 1859, Albert Neilman aisló e identifico a la cocaína como

componente activo de las hojas de coca, reparando además en su efecto

anestésico local. En 1884, Sigmund Freud la utilizó para el tratamiento de la

depresión y de la adicción a diversas sustancias (tales como alcohol y

opioides). El primer intento de restringir su uso exclusivamente a la

prescripción médica fue en 1914. Actualmente, su uso en la práctica

médica sólo se encuentra aprobado en Estados Unidos y en algunos países

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de Europa como anestésico local en cirugías otorrinolaringológicas y

oftalmológicas y en algunas prácticas endoscópicas3.

Epidemiología y situación en el mundo

Las principales regiones consumidores de la cocaína continúan

siendo América del Norte y Europa occidental, representando la tercera y la

cuarta parte de los consumidores mundiales, respectivamente. Respecto a

los países productores, durante el período 2006-2010 en contexto de la

reducción de la fabricación de cocaína en Colombia, se ha observado un

desplazamiento del mercado hacia nuevos países productores, ocupando

lugares centrales Bolivia y Perú. Si bien se considera que en el último

decenio el consumo mundial de cocaína se ha mantenido estable, en

regiones como Europa y América del sur se ha constatado un aumento en

su consumo1. El uso de cocaína puede generar cardiotoxicidad tanto aguda

como crónica, siendo 5-10% de las consultas en los departamentos de

emergencia de los Estados Unidos secundarios al consumo de cocaína4.

De este modo, la cocaína resulta ser la droga ilícita más frecuentemente

utilizada entre las persona que solicitan atención en salas de emergencias

o centros de rehabilitación en ese país5.

Farmacocinética

La cocaína puede ser absorbida a través de todas las mucosas del

organismo. El inicio, pico y duración del efecto son variables dependientes

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de la forma de administración (Tabla 1), habiendo fundamentalmente cinco

formas en las que puede ser consumida6:

a) Clorhidrato de cocaína: Contiene 89% de cocaína. Es un polvo blanco

cristalino que se consume por aspiración nasal o por vía intravenosa.

Suele adulterarse con sustancias como cafeína, polvo de vidrio y

anfetaminas.

b) Sulfato de cocaína: Conocida popularmente como “pasta base”. Tiene

un punto de ebullición más alto que el del clorhidrato de cocaína, por lo

que puede ser fumado.

c) Base libre purificada (o “crack”): Se obtiene a partir de la disolución

del clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio,

seguida de su extracción con un solvente. Se denomina así por el ruido

que produce al fumarse. Esta forma es considerada como la más

potente y adictiva.

d) Rumiación de hojas de coca: Contiene 0,5 a 1% de cocaína.

Frecuentemente se consume con bicarbonato de sodio. Es de uso

popular en el altiplano andino.

e) Té de coca: Posee características similares al anterior pero se consume

mediante la infusión de las hojas de coca.

El metabolismo de la cocaína se realiza fundamentalmente mediante

colinesterasas hepáticas y plasmáticas y mediante la hidrólisis no-

enzimática, produciéndose metabolitos inactivos hidrosolubles como la

benzoylecgonine y metylesterecgonine5. Dicho metabolismo puede estar

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disminuido en ancianos, niños, embarazadas, adultos que padecen

hepatopatías y hasta en el feto, quienes corren un mayor riesgo de

toxicidad por cocaína. Otro metabolito menor, la norcocaína −que si bien

representa menos del 5% de los metabolitos de la cocaína es el único que

se ha confirmado como metabolito activo− se produce por N-demetilación y

sufre circulación enterohepática, pudiendo tener efectos tardíos7.

La excreción de los metabolitos inactivos es por vía renal,

permaneciendo en el organismo hasta 72 horas posteriores a su consumo,

lo que permite su detección ante la sospecha diagnóstica. En los

consumidores crónicos, estos metabolitos pueden ser detectados en orina

luego de aún más tiempo (habiéndose descripto tiempos de hasta 22 días)5.

Farmacodinamia

Mecanismo de acción

La cocaína actúa como antagonista competitivo inhibiendo la

recaptación presináptica de diferentes neurotransmisores

−fundamentalmente noradrenalina, dopamina y serotonina−, aumentando

así la concentración de estas sustancias en las hendiduras sinápticas, lo

que determinaría una mayor disponibilidad de los mismos para su unión a

receptores. De este modo, la cocaína ejerce sus efectos principalmente

mediante los siguientes mecanismos8:

a) Inhibiendo la recaptación de noradrenalina en las

terminaciones nerviosas simpáticas periféricas. Esto determina una mayor

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disponibilidad de noradrenalina para su unión a los receptores

postsinápticos adrenérgicos tipo beta y alfa. De esta forma, la cocaína

actúa como un potente agente simpaticomimético. Es a nivel de la

potenciación del efecto adrenérgico que se postula que el etanol y el

consumo de cigarrillos tienden a reforzar algunos efectos deletéreos de la

cocaína9.

b) Aumentando la liberación e inhibiendo la recaptación de

dopamina en las terminaciones nerviosas, al comienzo del consumo. Esto

provoca la estimulación del sistema nervioso central, manifestándose como

hiperactividad, comportamientos estereotipados, euforia y adicción. Ante el

consumo repetitivo, induce depleción del contenido de dopamina,

manifestándose como depresión, disminución del deseo sexual, tolerancia

e intenso deseo de consumir la droga (conocido esto último como

“craving”).

c) Inhibiendo la recaptación de serotonina en un primer

momento, pero con el consumo crónico provocaría depleción de dicho

neurotransmisor, manifestándose como depresión crónica y alteraciones

del ciclo sueño-vigilia.

Además de los mecanismos expuestos, se postula que la cocaína

ejercería al menos parte de sus efectos mediante el aumento del tono

simpático central.

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Vongpatanasin y colaboradores exploraron en humanos este posible

efecto de la cocaína sobre el sistema nervioso autónomo central,

proponiendo un mecanismo de acción nuevo, más allá de la conocida

inhibición de la recaptación periférica de noradrenalina.

Para ello, un número pequeño de voluntarios sanos (14 individuos),

recibió 2 mg/kg de cocaína intranasal y 2 mg/kg de lidocaína intranasal,

comparando los resultados entre sí antes, durante y hasta 90 minutos

después de la dosis. Se evaluaron diferentes parámetros hemodinámicos,

como así también la actividad nerviosa simpática periférica (ANSP) a través

de microelectrodos intraneurales colocados en la piel. En cuanto al registro

de la ANSP, se evidenció un incremento transitorio de 3,3 veces al inicio y

otro incremento sostenido de 2,4 veces hasta 90 minutos luego de la

administración de cocaína. Por el contrario, la dosis de lidocaína fue

seguida únicamente de un leve y transitorio aumento de la ANSP, a causa

de irritación nasal local. El aumento de la ANSP tras la administración de

cocaína se asoció a un descenso en el flujo vascular local y a un aumento

de las resistencias vasculares locales y de la frecuencia cardíaca. Se

postuló que estos cambios hemodinámicos (que, como se analizará luego,

no se observan con la aplicación directa intracoronaria de cocaína y que,

por ende, indican un efecto sistémico −e indirectamente, central− de la

cocaína), serían prueba de los efectos de la cocaína sobre el sistema

nervioso autónomo central. A su vez, el mencionado aumento en la

frecuencia cardíaca desaparecía con la administración de un

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betabloqueante (propanolol) y no presentaba cambios ante la

administración de un bloqueante muscarínico (atropina), evidenciando que

dicho fenómeno sería mediado por efectos simpáticos. Si bien este estudio

experimental es limitado (considerando el escaso número de observaciones

y la baja dosis de cocaína comparada con la consumida habitualmente),

apoyaría la hipótesis de que la cocaína aumentaría la descarga a nivel

central del sistema nervioso simpático, produciendo vasoconstricción

periférica y taquicardia, y exacerbando así el efecto ya conocido sobre la

recaptación de neurotransmisores10.

Efectos sobre variables fisiológicas

Considerando que la cocaína incrementa las concentraciones

sistémicas de catecolaminas circulantes, resulta intuitivo intentar predecir

sus efectos finales sobre las diversas variables fisiológicas

cardiovasculares, como el aumento de la contractilidad ventricular, la

presión arterial, la frecuencia cardíaca y la demanda miocárdica de

oxígeno. Sin embargo, discernir los mediadores de cada uno de estos

efectos ha sido más difícil de dilucidar y, en algunos casos, todavía se

encuentran en discusión. Este ha sido el objeto de estudio de diversos

trabajos realizados tanto en humanos como en animales.

Presión arterial y frecuencia cardíaca

Pitts y colaboradores demostraron las consecuencias directas de la

droga sobre el miocardio luego de su infusión intracoronaria (obteniendo

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concentraciones representativas a las halladas en sujetos fallecidos por

intoxicación con cocaína). Observaron un aumento significativo de la

presión arterial sistólica y media, presión de fin de diástole y volumen de fin

de sístole del ventrículo izquierdo, así como un descenso en la fracción de

eyección. Esto se logró sin presentar diferencias en la frecuencia cardíaca

así como tampoco en la función sistólica del ventrículo izquierdo (dp/dt) ni

en el volumen de fin de diástole. Si bien se trata de un estudio experimental

con apenas 20 personas, su valor es incuestionable, ya que logró

demostrar de manera aislada el efecto directo de la cocaína sobre el

miocardio humano11.

El equipo de Tracy estudió en perros sedados el efecto de la cocaína

endovenosa (2 mg/kg) sobre varios parámetros electrofisiológicos

cardíacos. La cocaína indujo cambios significativos en seis animales de

control con sistemas autónomos intactos. Luego de un bloqueo autonómico

con una betabloqueante (propanolol) y un antimuscarínico (propantelina), la

cocaína prolongó el intervalo PR, fundamentalmente al reducir la

conducción cardíaca a nivel del nodo AV. Al inducir un marcapaseo

auricular a una frecuencia mayor que la sinusal, se prolongaron los

intervalos AH y HV y el período nodal AV refractario efectivo. De este

modo, la cocaína mostró disminuir la tasa de aumento de voltaje de la fase

0 del potencial de acción en las fibras de Purkinje. Estos datos indican que

la cocaína reduce la conducción cardíaca mediante acciones directas a

nivel del nodo AV y de las células de His-Purkinje12.

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Fischman y colaboradores encontró resultados compatibles en

humanos. Ellos constataron un incremento dosis-dependiente de la

frecuencia cardíaca y de la presión arterial luego de la administración

sistémica endovenosa de cocaína en sujetos sanos. Mientras que una

dosis de 4 mg no tuvo efectos sobre la frecuencia cardíaca, dosis mayores

de 8 mg, 16 mg y 32 mg de cocaína incrementaron la frecuencia cardíaca

en un 21%, 32% y 34%, respectivamente cuando se los comparó con

valores basales. Con respecto a los resultados sobre la presión arterial

sistólica, dosis de 4 a 8 mg no tuvieron efecto alguno sobre este parámetro;

en cambio sí hubo un incremento con respecto a los valores basales en un

10% y 15% con 16 mg y 36 mg, respectivamente13.

Tono vascular

Lange y colaboradores estudiaron el efecto de la cocaína sobre el

tono vascular en humanos. Analizaron parámetros hemodinámicos de las

arterias coronarias mediante cinecoronariografías realizadas luego de la

administración de bajas dosis (2 mg/kg) de cocaína intranasal. En este

estudio experimental se observó una reducción aguda de grado leve en el

calibre de los vasos coronarios (8-12%), una reducción significativa del flujo

sanguíneo a nivel del seno coronario (17%) y un incremento significativo de

las resistencias vasculares coronarias (33%), asociado a un incremento

moderado tanto de la frecuencia cardíaca como de la presión arterial. De

esta forma, se evidenció que la cocaína, a través del aumento de la

frecuencia cardíaca y de la presión arterial, determina un aumento del

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consumo de oxígeno miocárdico y a su vez disminuye el aporte del mismo,

al generar vasoconstricción14.

Asimismo, se comparó el efecto diferencial de la cocaína sobre el

tono vascular según la presencia o ausencia de lesiones ateroscleróticas.

Flores y colaboradores observaron tras la administración de 2 mg/kg de

cocaína intranasal en humanos un descenso en el calibre de vasos con

aterosclerosis en un 29% comparado con un descenso del 13% en vasos

sin lesiones 15,16.

Contractilidad

El inotropismo también se vería afectado luego del consumo de

cocaína. Estudios en animales, como el de Morcos y colaboradores,

buscaron determinar si los efectos negativos de la cocaína sobre la

contractilidad miocárdica son independientes del flujo coronario. Este grupo

de investigadores aisló el septum interventricular de conejos y,

manteniendo un aporte constante de oxígeno y nutrientes, analizó

diferentes parámetros que permitirían inferir el estado de contractilidad

miocárdica, tales como el desarrollo de tensión parietal, velocidad máxima

de contracción (dp/dt) y velocidad máxima de relajación (dp/dt). El resultado

fue una depresión profunda de todos estos parámetros en forma

proporcional a la concentración media de cocaína. Otro punto de análisis en

este estudio fue la evaluación del umbral de estimulación, que mostró

incrementarse de manera proporcional a la concentración de cocaína del

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medio. Como conclusión, la cocaína tendría efectos directos agudos y

transitorios tanto eléctricos como mecánicos sobre el miocardio, de manera

independiente del flujo coronario17.

Efectos a largo plazo

Si bien hay un difundido acuerdo sobre la presencia de complicaciones a

largo plazo que resultan de la exposición crónica a cocaína (por ejemplo,

insuficiencia cardíaca e hipertrofia ventricular), en materia de los

mecanismos de dicha cardiotoxicidad crónica, no existiría tal consenso. Hay

evidencia de que la administración crónica de cocaína estaría asociada a

cambios oxidativos generados por radicales libres. Este severo estrés

oxidativo a nivel cardíaco estaría mediado por un aumento de la expresión

(up-regulation) de la NADPH oxidasa −puntualmente de la isoforma Nox2 y

de su subunidad regulatoria mayor, la p47− requiriendo, a su vez, de la

activación de la proteinquinasa activada por mitógenos (MAPK) y de la

proteinquinasa c-Jun NH2-terminal (JNK).

En un modelo animal de administración crónica de cocaína −en el que se

administraron en ratones dosis escalantes de cocaína que imitaran el

patrón de consumo repetitivo de humanos−, el tratamiento con apocinina

(un inhibidor de la NADPH oxidasa) redujo la producción de radicales libres,

mejoró los valores de volumen minuto, volumen sistólico y de fracción de

acortamiento. En corazones tratados con cocaína, los niveles de radicales

libres tanto como la expresión de Nox2 fueron significativamente mayores

(p = 0,03), al igual que los niveles de ERK1/2, MAPK, JNK (p<0.05)18.

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Arritmias asociadas al uso de cocaína

Bases moleculares

La cocaína tiene efectos directos sobre algunos canales iónicos a

nivel cardíaco, generando la inhibición de canales de sodio voltaje-

dependiente (INa) y de canales rectificadores rápidos de potasio (IKr);

pudiendo a su vez estimular o inhibir a los canales de calcio tipo L (ICaL)19.

La disminución de la velocidad de conducción miocárdica del

impulso eléctrico es un factor de riesgo conocido de arritmogénesis, con un

rol importante en la cardiotoxicidad por cocaína20. La inhibición de canales

de sodio voltaje-dependiente disminuye la velocidad la fase 0 del

potencial de acción (de manera similar a los antiarrítmicos de clase I);

enlenteciendo de esta manera la conducción del impulso nervioso,

prolongando el QRS y el intervalo HV. En estudios electrofisiológicos

realizados en modelos heterólogos, la cocaína ha mostrado disminuir

significativamente la recuperación de canales de sodio entre pulsos

despolarizantes repetitivos de alta frecuencia a voltajes hiperpolarizados

(versus su escaso efecto sobre canales de sodio en condiciones de reposo,

sostenidos a voltajes hiperpolarizados y estimulados a baja frecuencia),

indicando que el gating del canal de sodio (es decir, su

activación/inactivación) juega un rol importante en la unión molecular de la

cocaína, lo que se ha dado en llamar inhibición uso-dependiente21. A su

vez, la cocaína produciría un desplazamiento en el estado estacionado de

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inactivación del canal, disminuyendo así la disponibilidad del canal cercano

a potenciales de reposo. De este modo, la cocaína se uniría

preferentemente a canales abiertos e inactivados, estabilizando el canal en

un estado inactivado de no-conducción, que se recuperaría lentamente a

voltajes hiperpolarizados22. Esta inhibición de las corrientes sodio (INa)

disminuiría la velocidad conducción intramiocárdica, produciendo por un

lado la disminución de la contractilidad y de la función sistólica ventricular,

con sus consiguientes efectos hemodinámicos, y por otro mediaría la

prolongación de la duración de la despolarización ventricular (complejo

QRS), aumentando el riesgo de arritmias por reentrada que podrían resultar

potencialmente letales (Figura 1). Este es el mecanismo por el que se

genera la taquicardia monomórfica ventricular, el efecto arritmogénico más

característico de la cocaína.

Los canales rectificadores rápidos de potasio (IKr) generan una

corriente saliente de potasio durante la fase 2 (plateau) del potencial de

acción, cuando se liberan de la inactivación voltaje-dependiente que sufren

al comienzo del potencial de acción, y alcanzan su valor máximo en la

repolarización tardía. De este modo, cumplen un rol crítico en la

repolarización ventricular y, por ende, en la determinación del intervalo QT.

El bloqueo de estos canales mediado por la cocaína genera una

prolongación de la duración del potencial de acción mediante un aumento

del intervalo QT, siendo éste el mecanismo propuesto por el que la cocaína,

al igual que otras drogas, podría producir torsión de puntas23.

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La subunidad formadora del poro de estos canales se encuentra

codificada en el gen HERG (human ether-a-go-go related gene). Este gen

se ha propuesto como blanco molecular del bloqueo de IKr mediado por

diversas drogas, entre ellas la cocaína, y su mutación sería responsable de

una de las formas del síndrome de QT largo congénito (LQT2)24.

Los canales de calcio tipo L (ICaL) son esenciales para el proceso

de acoplamiento excito-contracción y contribuyen de manera importante a

la fase 2 (plateau) del potencial de acción. A diferencia del claro efecto

inhibitorio de la cocaína sobre las corrientes INa y IKr, su efecto sobre ICaL no

se encuentra bien establecido, pudiendo ser estimulante o inhibitoria.

Clarkson et al han propuesto un modelo de efecto bifásico (desarrollado a

partir de experimentos en miocardiocitos ventriculares de cobayos) según el

cual altas dosis de cocaína (30 y 100 uM) tendrían un efecto inhibitorio

sobre los canales de calcio tipo L (produciendo una reducción de la ICaL pico

de ~24 and 43% respectivamente, versus 9% en los controles),

prolongando la duración del potencial de acción, mientras que bajas dosis

de cocaína tendrían el efecto contrario25.

Por último, el consumo de cocaína ha mostrado inducir

postdespolarizaciones tempranas. Este efecto ha sido estudiado por

Kimura et al en miocardiocitos ventriculares de felinos mediante la técnica

de clampeo de voltaje, observándose una prolongación dosis-dependiente

de la duración del potencial de acción tras la exposición a cocaína (10 y 50

uM), asociada a una reducción de la corriente pico de ICaL y IKr. Bajo estas

condiciones fue posible inducir actividad gatillada con

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postdespolarizaciones tempranas que eran aumentadas con la exposición a

isoproterenol y reducidas con la exposición a verapamilo. Se postula que

este mecanismo tendría un rol en la génesis de arritmias fatales inducidas

por cocaína26.

Fisiopatogenia

Clásicamente, los mecanismos arritmogénicos pueden agruparse en

dos categorías principales: por formación anormal o incrementada del

impulso y por reentrada27. Según este paradigma, la cocaína podría generar

arritmias mediante ambos mecanismos.

Por medio de mecanismos de reentrada la cocaína intervendría de

varias formas propuestas, a nombrar:

a) Uniéndose a los canales de sodio voltaje-dependientes que

intervienen en la despolarización celular. La cocaína se disociaría

lentamente de los mismos, lo que determinaría una lenta recuperación y

conducción intraventricular28,29. Este efecto parece ser similar al provocado

por los antiarrítmicos del grupo IC de la clasificación de Vaughan-Williams.

b) Aumentando la variabilidad de la duración del intervalo QT

de latido a latido, lo que favorecería un aumento de la heterogeneidad

eléctrica ventricular30. Haigney y colaboradores demostraron en humanos

un incremento dosis-dependiente de la duración del intervalo QT ajustado

por frecuencia cardíaca luego de la administración endovenosa de 20 y 40

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ug de cocaína comparado con un grupo control. El mayor pico de efecto se

obtuvo a los 10 minutos de la infusión y desapareció a los 45 minutos25,26.

c) Promoviendo cambios histopatológicos, como focos de

necrosis miocárdica y fibrosis rodeados de miocardio normal. Estas zonas

aisladas de tejido muerto podrían generar áreas de conducción

enlentecida31.

d) Aumentando el riesgo de infarto de miocardio y, por lo tanto,

de la formación de bandas necróticas, lo que también generaría áreas de

conducción enlentecida28.

e) Favoreciendo la hipertrofia ventricular secundaria que, a

través de la isquemia subendocárdica, podría contribuir a una mayor

heterogeneidad en la repolarización ventricular28, 32.

En cuanto a la formación anormal del impulso como causa

arritmogénica, Premkumar y colaboradores evidenciaron en animales que

la cocaína actúa sobre los canales de calcio tipo L (ICaL) aumentando su

apertura y disminuyendo su cierre. Adicionalmente, ICaL se encuentra

incrementada ante el estimulo simpático en individuos no-consumidores de

cocaína33. Por lo tanto se postula que, tanto por un efecto directo de la

droga como por acción exacerbada del sistema nervioso simpático, las

concentraciones de calcio intracelulares aumentarían tras el consumo de

cocaína, provocando la aparición de postpotenciales.

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24

Otras alteraciones proarritmogénicas descriptas son la prolongación

del intervalo QT a través del bloqueo de la corriente rectificadora rápida de

potasio (IKr)34 y algunos casos reportados con un patrón electrocardiográfico

de Brugada en contexto de consumo de cocaína35.

Manifestaciones electrocardiográficas

Los hallazgos electrocardiográficos relacionados con el consumo de

cocaína en seres humanos son muy variados. La evidencia existente a la

fecha se basa principalmente en estudios observacionales, en pequeños

estudios controlados y en reporte de casos. En conjunto, estos estudios

muestran faltas de congruencia en sus hallazgos; sin embargo, es posible

identificar ciertos rasgos en común. Quizás esta heterogeneidad en la

evidencia se deba a que la mayoría de las alteraciones

electrocardiográficas descriptas se producen en contexto del uso

concomitante de alcohol u otras drogas y/o en contexto de trastornos

metabólicos (en particular, la acidosis y las alteraciones hidroelectrolíticas),

que pueden contribuir a los resultados observados.

Los cambios electrocardiográficos más comúnmente descriptos

asociados al consumo de cocaína son36:

a) Cambios en el intervalo PR: Con evidencia contradictoria. Los

pocos estudios realizados en humanos o bien no demostraron

afección del intervalo PR o sólo reportaron una disminución leve

en su duración. Sin embargo, en reportes de casos se encuentran

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descripta la prolongación de dicho intervalo, produciéndose

bloqueos aurículoventriculares de diferentes grados.

b) Ensanchamiento del complejo QRS: En ensayos clínicos se

reportó un ensanchamiento del complejo QRS en una tasa de

hasta un 6% (siendo mayor en los reportes de casos). Este

fenómeno ha sido atribuido a un bloqueo de rama derecha, un

trastorno indeterminado en la conducción intraventricular o como

parte de un patrón de Brugada.

c) Elevación del segmento ST: Descripto en ensayos clínicos en

personas asintomáticas en un 22-100%, atribuyéndose en su

mayoría a una variante de repolarización precoz. En dolor

precordial es un signo poco sensible y poco específico de infarto

agudo de miocardio, presentándose como tal con una incidencia

de 7,2%, según la evidencia disponible.

d) Prolongación del intervalo QT: Reportada en ensayos clínicos

como un patrón infrecuente. Sin embargo, en reporte de casos se

han descripto numerosos casos, incluso presentándose con

torsión de puntas. Es importante destacar que en el 50% de estos

casos habían alteraciones hidroelectrolíticas concomitantes o uso

concurrente de fármacos que aumentan el riesgo de prolongar el

intervalo QT de manera independiente.

e) Patrón de Brugada: Al momento, se desconoce su significado.

Descripto en numerosos reportes de casos en los que, sin

embargo, el 70% de los casos los pacientes presentaban acidosis.

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26

Algunos autores han sugerido que la cocaína simplemente

desenmascara una canalopatía subyacente.

f) Arritmias supraventriculares: Fundamentalmente, taquicardia

sinusal. Otras descriptas son: taquicardia supraventricular,

fibrilación auricular y bradicardia sinusal.

g) Arritmias ventriculares: Rara vez informadas en ensayos

clínicos, pero comúnmente descriptas en reporte de casos,

presentándose como taquicardia ventricular y fibrilación

ventricular. La acidosis era reportada en hasta en un 32% de

casos con taquicardia ventricular y el consumo de alcohol se

encuentra reportado hasta en un 22% de los casos con fibrilación

ventricular. A pesar de no evidenciarse una clara asociación por

ensayos clínicos, dada la gran cantidad de reportes individuales

parece prudente alertar sobre este riesgo.

Por último, es necesario mencionar la muerte súbita cardiaca

asociada al consumo de cocaína, frecuentemente postulada como de

etiología primariamente arritmogénica, asociada al bloqueo de canales de

sodio37, mientras otras hipótesis se centran más en el rol del mencionado

estrés oxidativo38 o, alternativamente en una teoría isquémica, (asociada

a la trombosis arterial coronaria, la hipertrofia ventricular, la enfermedad

microvascular y la fibrosis miocárdica). Un ejemplo en este sentido es un

estudio reciente en el sudoeste de España se informó que hasta 3% de las

muertes súbitas entre los años 2003 y 2006 estaban asociadas al uso de

cocaína, siendo la mayoría de ellas de etiología cardio o cerebrovascular39.

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27

El consumo de etanol y el tabaquismo también se han visto asociados al

riesgo de muerte súbita por consumo de cocaína (presentes en un 76% y

un 81% de los casos, respectivamente), presumiblemente al exacerbar sus

mecanismo isquémicos de cardiotoxicidad40.

Otras manifestaciones cardiovasculares asociadas al uso de cocaína

El espectro global de manifestaciones cardiovasculares de la

cocaína es amplio y difícil de abarcar, no siendo éste el objetivo principal de

esta revisión. Sin embargo, es importante destacar que el consumo de

cocaína genera múltiples manifestaciones cardiovasculares que exceden el

campo de las arritmias. Entre ellas, vale la pena destacar:

a) La disección de aorta, fundamentalmente asociada al consumo de

base libre purificada fumada o “crack” debido a su rápido pico

plasmático y, consiguientemente, vertiginoso efecto hemodinámico41.

b) La endocarditis infecciosa, que debe considerarse como

diagnóstico diferencial en todo paciente con fiebre y antecedente de

consumo de cocaína. La mayor prevalencia de esta condición en los

individuos que consumen cocaína se encuentra asociada no sólo al

riesgo inherente de inoculación bacteriana que existe con el uso de

cualquier droga inyectable, sino que se ha mostrado como facto de

riesgo independiente42. Esto se debería a la lesión endotelial

generada por los efectos hemodinámicos de la cocaína, que

facilitarían la colonización bacteriana43. A su vez, las alteraciones

inmunológicas producidas por la cocaína, vinculadas a la síntesis

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defectuosa de interleukinas y de otros mediadores de la inflamación,

podrían promover la proliferación del germen44. En contraste con

otras drogas de abuso, la cocaína se asocia más frecuentemente

con endocarditis infecciosa de cavidades izquierdas,

desconociéndose el motivo.

c) La cardiopatía isquémica, relacionada al vasoespasmo y a al

aumento del consumo miocárdico de oxígeno ocasionados por la

cocaína. . Adicionalmente, la cocaína aumenta la agregabilidad

plaquetaria y se asocia a un aumento del inhibidor del activador del

plasminógeno (PAI-1), pudiendo llevar a la trombosis

intracoronaria45. En este sentido, habría ciertas consideraciones

especiales para hacer al sospechar síndrome coronario en individuos

que consumen cocaína. Una de ellas es el uso de fibrinolíticos y el

temor a un mayor riesgo de hemorragia intracraneana, propuesto

inicialmente mediante series de casos46, sin llegar a resultados

concluyentes en ensayos sistematizados47. Otro es el mayor riesgo

de trombosis del stent en la angioplastia primaria, si bien es un

riesgo cuestionado por lo la baja prevalencia del evento −aún más en

la era de la doble antiagregación plaquetaria− y por resultados

contradictorios en estudios subsiguientes48. Por último, el uso de

betabloqueantes ante un síndrome coronario agudo en esta

población ha sido objeto de controversia49,50, dado el riesgo de mayor

vasoespasmo coronario. Actualmente, las recomendaciones

sugieren evitar la utilización de estos fármacos durante la evolución

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del infarto agudo de miocardio y consideran indicarlos como

prevención secundaria al alta hospitalaria sólo si el paciente

abandona definitivamente el consumo de cocaína.

Manejo clínico: diagnóstico y terapéutico

Diagnóstico

El diagnóstico de intoxicación por cocaína en la práctica clínica

habitual se realiza a través de la detección urinaria de metabolitos de

cocaína (principalmente el benzoylecgonine) mediante pruebas cualitativas.

El ejemplo más difundido es el de los inmunoensayos (positivos a valores

mayores a 300 ng/ml), que son pruebas que resultan bastante confiables en

la práctica clínica, ya que tiene un valor predictivo positivo del 92% y una

probabilidad muy baja de reacción cruzada con otras sustancias (por

ejemplo, el té de coca). Es importante tener en cuenta que se puede

establecer el diagnóstico del consumo de cocaína mediante dicha prueba

hasta 2 a 4 días luego del mismo (debido a que el metabolito

benzoylecgonine tiene una vida media urinaria de 6-8 horas)51 .

Terapéutica

El tratamiento de taquicardias de QRS ancho asociado al consumo

de cocaína está basado en experimentos realizados en animales, y se

encuentra respaldado por una limitada evidencia en humanos.

En una serie de experimentos realizado en corazones de cobayos

expuestos a cocaína, se evaluó el efecto de tres posibles antídotos:

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concentraciones equimolares de dos drogas con diferente cinética de unión

a canales de sodio (lidocaína y quinidina) y el bicarbonato de sodio, un

conocido antídoto de la reducción de la conducción ventricular inducida por

cocaína52. La cocaína prolongó de manera significativa todos los intervalos

electrocardiográficos. Los efectos de la quinidina y la lidocaína fueron

consistentes con sus propiedades antiarrítmicas conocidas. La quinidina

prolongó aún más la duración del complejo QRS ya que al tratarse de un

antiarrítmico del grupo IA que (al igual que los antiarrítmicos del grupo IC)

bloquean los canales de sodio con una cinética de disociación lenta, sus

efecto esperado era justamente el de resultar sinérgico con el bloqueo

producido por cocaína. Por el contrario, la lidocaína (un antiarrítmico del

grupo IB) tiene una cinética de disociación rápida y rara vez se asocia con

una prolongación del complejo QRS, y de hecho se ha utilizado

exitosamente en la terapéutica de intoxicaciones con otros bloqueantes de

canales de sodio, tales como el propoxifeno53 o los antidepresivos

tricíclicos54,55. De este modo, la lidocaína puede competir con la cocaína por

la unión de canales de sodio, resultando en una disociación más rápida,

con una consiguiente mejoría en la conducción ventricular. A pesar de

estos datos, el uso de lidocaína en humanos con intoxicación por cocaína

es considerado al menos controversial debido a sus potenciales efectos

aditivos proconvulsivantes.

En experimentos realizados en perros que recibieron cocaína con

desarrollo posterior de complejos QRS anchos, estas alteraciones

revirtieron con la administración de bicarbonato de sodio hipertónico56. Si

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bien se ha observado mejoría clínica con el uso de bicarbonato en

humanos57, estos estudios suelen presentar como posibles confundidores la

presencia de acidosis y la administración simultánea de otras estrategias

terapéuticas.

Respecto al tratamiento del estado hiperadrenérgico asociado a la

intoxicación por cocaína, los cuidados de soporte son necesarios e incluyen

la administración de benzodiacepinas, oxígeno suplementario, hidratación

parenteral y estrategias antitérmicas. Si bien no existen estudios

comparativos, suele preferirse el midazolam debido a que su corta duración

reproduce mejor la cinética de la cocaína y por ende es menos probable

que induzca una sedación excesiva una vez que haya desaparecido el

efecto de la cocaína. En cuanto a sus mecanismos, el efecto ansiolítico y

sedante de las benzodiacepinas ayudaría a reducir la presión arterial y la

frecuencia cardíaca, favoreciendo de este modo el descenso del consumo

miocárdico de oxígeno. A la vez, la mejoría de los síntomas de ansiedad y

agitación, ha mostrado una fuerte asociación a la resolución de estas

taquiarritmias58.Por último, estudios experimentales en animales han

evidenciado que las benzodiacepinas reducen tanto la toxicidad central

como la periférica mediada por cocaína59.

Discusión

El consumo de cocaína se puede diagnosticar rápidamente y sin

mayor complejidad en las salas de emergencia. En un estudio realizado en

jóvenes médicos de planta del Reino Unido se observó que, si bien los

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médicos saben que la cocaína es un factor de riesgo para síndromes

coronarios agudos, no suelen interrogar sobre este punto en la anamnesis

de rutina o lo hacen en mucha menor medida que los clásicos factores de

riesgo cardiovasculares, tales como diabetes, tabaquismo o hipertensión60.

De modo similar los médicos refirieron no preguntar sobre este punto ante

la presentación aguda de arritmias cardíacas, lo que explicaría al menos en

parte la escasa evidencia clínica que se observa en esta área61.

Las arritmias cardiacas relacionadas con el uso de cocaína pueden

asociarse a sus efectos a nivel de canales iónicos cardíacos, al aumento de

la actividad adrenérgica simpática o a la isquemia miocárdica asociada62.

No hay evidencia publicada de la incidencia de arritmias asociadas al uso

de cocaína. Algunas de las arritmias cardíacas reportadas asociadas al

consumo de cocaína son bradicardia y taquicardia sinusales, taquiarritmias

supraventriculares, asistolia, ritmo idioventricular, taquicardia ventricular,

torsión de puntas y fibrilación ventricular. Existe una notable controversia

acerca del manejo agudo de las arritmias inducidas por cocaína, en

particular sobre el rol de la lidocaína y del bicarbonato de sodio63.

Conclusión

El consumo de cocaína es prevalente en el mundo entero. No es

infrecuente que el médico de emergencias se enfrente con cuadros de

intoxicación con esta droga de abuso. Dada la gravedad de sus

repercusiones clínicas, las complicaciones cardiovasculares de la cocaína

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33

deberían ser tenidas en cuenta a la hora de considerar este diagnóstico

diferencial como posibilidad.

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Tablas y figuras

Vía Inicio Pico Duración

Inhalada 3-5 segundos 1-3 minutos 5-15 minutos

Intravenosa 10-60 segundos 3-5 minutos 20-60 minutos

Mucosa nasal 1-5 minutos 15-20 minutos 60-90 minutos

Gastrointestinal > 20 minutos > 90 minutos > 180 minutos

Tabla 1. Efecto de la cocaína según la vía de administración (Adaptado de M Egred, G K Davis. Cocaine and the heart. Postgrad Med J 2005;81:568–571).

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Figura 1. Representación esquemática del mecanismo de cardiotoxicidad inducida por cocaína mediado por canales de sodio voltaje dependientes. (Adaptado de O’Leary ME, Hancox JC. Role of voltage-gated sodium, potassium and calcium channels in the development of cocaine-associated cardiac arrhythmias. Br. J. Clin. Pharmacol.69, 427–442 (2010).)

COCAINA

Unión a canales de

sodio

Inhibición uso

dependiente

Disminución de la velocidad de

despolarización (fase 0) y de la

conducción intracardíaca

Prolongación del QRS

Arritmias ventriculares

Muerte súbita cardíaca

Disminución de la contractilidad

Deterioro de la función sistólica

ventricular

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