viviane brachet-contienda y dominacion una propuesta legible

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Contienda y dominación: una propuesta para teorizar la desigualdad 1 Viviane Brachet-Márquez Resumen Propongo un marco teórico que especica los principios dinámicos relacionados con la interacción cotidiana generalizada y ubicua de actores de la sociedad y el Estado, alternativamente en el cumplimiento y el socavamiento de las normas que denen la distribución inequitativa del poder y los recursos. El marco propuesto reúne un mi- cro-proceso históricamente especíco —la contienda— con un macro-principio general de permanencia y cambio en las normas de distribución —la creación, la re- negociación, y destrucción ocasional de un “pacto de dominación”, generalmente duradero pero continuamente impugnado. La desigualdad representa simultánea- mente un principio central de organización de la vida social y una fuente persistente de conictos sobre derechos y normas; esto es, las normas prácticas que rigen la in- teracción en casos especícos de contienda, dando a los organismos rectores la e- xibilidad necesaria para actuar casuísticamente, cediendo aquí o apoyando allá, de donde a veces surgen nuevas reglas formales, o a veces las viejas caen en desuso. En este esquema, el Estado es un agente organizacional y coercitivo históricamente crea- do, que encarna y hace cumplir el pacto actualmente válido, principalmente mediante un poder legal/coercitivo, pero también ideológico, sobre su territorio de jurisdicción. Las formas de Estado son especícas para cada pacto de dominación históricamente construido, por lo que no existe un Estado en general, sino una serie de Estados his- tóricamente construidos, cada uno con sus reglas de “quién tiene derecho a qué” y peculiares formas de mantener la desigualdad entre dominantes y dominados. Palabras clave: Estado, desigualdad, sociedad, pacto de dominación. 1 Agradezco a los editores de la revista Current Perspectives in Social Theory por haber otorgado permiso para la traducción y publicación en español del artículo “Domination, Con- tention, and the Negotiation of Inequality: a Theoretical Proposal”, publicado en el vol. 27 (2010), pp. 123-161, de dicha revista. El presente, sin embargo, contiene cambios con respecto a ese texto inicial. 111

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  • Contienda y dominacin:una propuesta para teorizar la desigualdad1

    Viviane Brachet-Mrquez

    Resumen

    Propongo un marco terico que especifi ca los principios dinmicos relacionados con la interaccin cotidiana generalizada y ubicua de actores de la sociedad y el Estado, alternativamente en el cumplimiento y el socavamiento de las normas que defi nen la distribucin inequitativa del poder y los recursos. El marco propuesto rene un mi-cro-proceso histricamente especfi co la contienda con un macro-principio general de permanencia y cambio en las normas de distribucin la creacin, la re-negociacin, y destruccin ocasional de un pacto de dominacin, generalmente duradero pero continuamente impugnado. La desigualdad representa simultnea-mente un principio central de organizacin de la vida social y una fuente persistente de confl ictos sobre derechos y normas; esto es, las normas prcticas que rigen la in-teraccin en casos especfi cos de contienda, dando a los organismos rectores la fl e-xibilidad necesaria para actuar casusticamente, cediendo aqu o apoyando all, de donde a veces surgen nuevas reglas formales, o a veces las viejas caen en desuso. Eneste esquema, el Estado es un agente organizacional y coercitivo histricamente crea-do, que encarna y hace cumplir el pacto actualmente vlido, principalmente mediante un poder legal/coercitivo, pero tambin ideolgico, sobre su territorio de jurisdiccin. Las formas de Estado son especfi cas para cada pacto de dominacin histricamente construido, por lo que no existe un Estado en general, sino una serie de Estados his-tricamente construidos, cada uno con sus reglas de quin tiene derecho a qu y peculiares formas de mantener la desigualdad entre dominantes y dominados. Palabras clave: Estado, desigualdad, sociedad, pacto de dominacin.

    1 Agradezco a los editores de la revista Current Perspectives in Social Theory por haber otorgado permiso para la traduccin y publicacin en espaol del artculo Domination , Con-tention, and the Negotiation of Inequality: a Theoretical Proposal, publicado en el vol. 27 (2010), pp. 123-161, de dicha revista. El presente, sin embargo, contiene cambios con respecto a ese texto inicial.

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    Abstract

    Domination, contention,and the negotiation of inequality: a theoretical proposal

    I propose a theoretical framework that specifi es dynamic principles involving the generalized and ubiquitous everyday interaction of society and state actors alternately in upholding and undermining the rules that spell the unequal distribution of power and resources. The framework proposed brings together a historically specifi c micro-process contention with a general macro-principle of permanence and change in the distributive rules the creation, renegotiation, and occasional destruction of a generally durable yet continuously contested pact of domination. Inequality represents simultaneously a central organizing principle of social life and a recurring source of confl ict over rights and rules, the latter being the practical rules that govern interaction in specifi c cases of contention, giving governing agencies the necessary fl exibility to act casuistically, giving in here, and throwing its weight there, with new formal rules sometimes following that process, or old ones falling in disuse. In this scheme, the state is a historically created organizational and coercive agent embody-ing and enforcing the currently valid pact, mostly through legal/coercive, but also ideological power over its territory of jurisdiction. State forms are specifi c to each historically constructed pact of domination, so that there is no such thing as a state in general, but a series of historically constructed states, each with its rules of who should get what and peculiar ways of maintaining inequality between dominant and dominated. Key words: state, inequality, society, pact of domination.

    The modern State is a compulsory a ssociation which organizes domination.

    Max Weber2

    Every fi eld is the site of a more or less overt struggle over the defi nition of the legitimate principles of division of the fi eld.

    Pierre Bourdieu3

    2 Citado en Gerth y Mills (1958:82).3 Bourdieu (1985:734).

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    The state is constructed and reconstructed, invented and reinvented, through its interaction as a whole and of its parts with others.

    Joel Migdal4

    Por qu la gente cumple, casi siempre, con las reglas que sostienen una dis-tribucin desigual del poder y de los recursos sin cuestionarlas? La desigual-dad es omnipresente y justifi cada en una gran variedad de arenas institucio-nales, desde la del parentesco hasta las de la religin y del trabajo, de manera que diariamente estamos literalmente amaestrados a fi n de que aceptemos ellugar que ocupamos y demos por hecho el lugar que ocupan los dems en las jerarquas del poder y de la riqueza. Mientras nos entrenamos de esta ma-nera, tambin aprendemos a reproducir la desigualdad, a aplicar las reglas con nuestros familiares y subalternos, a la vez que agacharnos ante nuestros superiores jerrquicos. Pero no siempre acatamos estas reglas. Solemos re-parar, postergar, protestar y arrastrar los pies, y a menudo fi ngimos cumplir a la vez que saboteamos estas reglas con toda tranquilidad, inventando unas alternativas que tcitamente compartimos con los miembros de grupos se-lectos. Tambin entramos en confl ictos en cuanto a quin es dueo de qu, o quin tiene derecho a qu. En tales casos, autoridades superiores intervienen: en tiempos premodernos, intervenan los sacerdotes y los terratenientes loca-les, hoy son la polica y los tribunales. Y all tambin, en el mismo proceso de resolver una disputa, la desigualdad resultar reforzada o debilitada en el caso particular.

    En la perspectiva que se presenta en este trabajo, la desigualdad ya no es vista como una estructura inmvil y fi ja, sino como el resultado de un conjunto complejo de interacciones entre agentes5 en el tiempo: en otras palabras, es un proceso.6 La desigualdad est enraizada en los procesos macro-histricos, por lo que distintas regiones y naciones han adquirido a lo largo de su historia muy distintos niveles de desigualdad, y sistemas institucionales para man-

    4 Migdal (2001:23).5 Utilizo aqu la defi nicin de agencia propuesta por Giddens: Ser agente es ser capaz de

    desplegar [] una variedad de poderes causales, incluso el de infl uir en el poder desplegado por los dems []. La accin depende de la capacidad del individuo de transformar el esta-do preexistente de alguna situacin o curso de acontecimientos (Giddens, 1984:14).

    6 Defi nir el concepto de proceso como una secuencia de sucesos ordenados en el tiempo y que siguen una trama causal (Abbott, 1992; Sewell Jr., 2005b; Somers, 1994). Los eventos sern defi nidos como concatenaciones de sucesos que transforman las estructuras de manera signifi cativa (Sewell Jr., 2005b:100).

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    tenerlos.7 Pero la desigualdad tambin est presente en los micro-procesos cotidianos, en los cuales individuos, grupos y colectividades ya confi rman, ya cuestionan uno u otro aspecto de sta en el curso de sus transacciones, y al hacerlo validan o transgreden alguna regla que se traduce por una forma de desigualdad. Sin embargo, dichas reglas no siempre estn claramente de-fi nidas, y las autoridades encargadas de imponerlas no siempre son capaces de lograrlo. Estas reglas evolucionan con el tiempo en sociedades que nunca quedan estticas: la gente sube y baja las escaleras jerrquicas, adquiere en vez de heredar riquezas y estatus; las autoridades superiores a menudo se contentan con mediatizar las disputas en vez de imponer el orden desde arriba; y los tribunales varan en su interpretacin de la ley. Si queremos entender cmo se instituye, se reproduce y se transforma la desigualdad, debemos, por tanto, ser capaces de visualizar de qu manera estos procesos dinmi-cos cotidianamente conforman las trayectorias histricas de las sociedades que les corresponden.

    A fi n de representar tericamente la dinmica de estos procesos, propongo un esquema analtico que integra la nocin de contienda, concepto que designa micro/meso-procesos confl ictivos con un proceso transhistrico8 general de renegociacin y destruccin ocasional de un conjunto amplio de reglas res-pecto de quin tiene derecho a tener qu, llamado pacto de dominacin. En este marco conceptual, los Estados9 estn continuamente ocupados en crear e imponer reglas que establecen la desigualdad, pero sus esfuerzos se enfrentan a la resistencia de diversos actores de la sociedad (sean lites o subalternos) que peridicamente logran renegociar las reglas por medio de las contiendas en las que participan los actores de la sociedad (sean lites o subalternos). En resumen, la desigualdad es vista a la vez como principio organizador central de la vida social y como fuente permanente de confl ic-to y de cambio en la sociedad.

    Para unir estas dos concepciones de interaccin confl ictiva, me apo-yo en dos tradiciones distintas sin puertas de comunicacin entre ellas, ysin inters en la desigualdad como problema sociolgico. La primera consi-

    7 Sobre las diferencias interregionales en los niveles de desigualdad, y la discusin de los procesos histricos que subyacen a estas diferencias, vase Mann y Riley (2007).

    8 Por transhistrico entiendo un proceso que se identifi ca a travs de varios periodos his-tricos, pero asume distintas formas empricas, parmetros y duracin en sus distintas lo-calizaciones y periodos histricos.

    9 Por razones que se aclaran ms adelante, el Estado se defi ne aqu como la instancia poltica de la dominacin, y a la vez como el conjunto organizacional-institucional dotado de capacidades administrativas y coercitivas a lo largo de un territorio bajo su jurisdiccin (ODonnell, 1984; Oszlak, 1997).

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    dera que la desigualdad est generada desde arriba por los Estados que con-quistan territorios y dominan a la poblacin que los ocupa, mientras quela segunda se enfoca en los nexos interactivos confl ictivos cotidianos median-te los cuales las personas se enfrentan unas con otras al perseguir lo que per-ciben como sus intereses. A continuacin reviso ambos enfoques a fi n de plantear con claridad cules aspectos sern incorporados en el modelo que propongo.

    La formacin del Estado10 como creacin e imposicinde la desigualdad desde arriba

    Aunque desde los aos sesenta surgieron estudios pioneros sobre la forma-cin del Estado (Hintze, 1975; Hobsbawm, 1962; Moore, 1966), no fue sino hasta los setenta cuando este campo de inters ech races en la investigacin sociolgica con obras maestras como Lineages of the Absolutist State dePerry Anderson (1974a), The Formation of National States in Western Europe editado por Charles Tilly (1975), y el estudio monumental de Michael Mann (1986, 1993) sobre el nacimiento histrico y la conformacin de las civiliza-ciones, los imperios y los Estados-naciones.11 Estas obras, que se concentraron en actividades estatales como la guerra, la fi scalidad, la polica, el control de la distribucin de los alimentos y la formacin de cuadros burocrticos que eran difciles, costosos y a menudo rechazados por altas proporciones de la poblacin (Tilly, 1975:6), lanzaron el estudio sistemtico de la historia dela construccin histrica del Estado en Europa. En una gran proporcinde estos estudios, los Estados occidentales fueron retratados como surgidos dela historia de las conquistas y prdidas territoriales entre lites militares (Hin-tze, 1975; Finer, 1975; Downing, 1992; Tilly, 1990, 1993; Tallett, 1992; Porter, 1994). El argumento que sustentaba la concepcin militar de la formacin de los Estados se centraba en el fortalecimiento por las guerras de las capa-cidades coercitivas, fi scales y organizacionales del Estado (Finer, 1975). La

    10 En ingls, State making o literalmente, hacindose el Estado, concepto que no tiene equivalente en castellano. Se utilizar formacin del Estado en este mismo sentido (y no en el sentido ms usual de Estado en formacin). En lo que sigue, no dar por hecho que el Estado es el poder clasista supremo e independiente, sino simplemente que el Estado es un instrumento de dominacin necesario en todas las sociedades, excepto las ms sencillas, independientemen-te de quines sean las lites, o si stas gobiernan directamente, o slo se benefi cian de las reglas que implementan las agencias estatales.

    11 A pesar de que no abarc sociedades enteras, debemos tambin citar los aportes extra-ordinariamente fructferos de los estudios sobre la cultura inglesa realizados por E. P. Thompson, en sus variaciones histricas y clasistas (Thompson, 1975, 1991, 2001).

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    dominacin duradera sobre un territorio conquistado por una lite victoriosa se consideraba, por lo tanto, inseparable de la creacin de un aparato extrac-tivo/administrativo el Estado dedicado a asegurar y ampliar el poder del conquistador transformado en soberano, as como de sus seguidores ms cer-canos, o miembros del crculo gubernamental (Tilly, 2000).12 En otras pa-labras, para poder cosechar los frutos de una conquista, era necesario crear e imponer la desigualdad mediante la extraccin de recursos de la poblacin autctona. Como Tilly lo expres, algunos conquistadores lograron ejercer un control estable sobre las poblaciones de territorios extensos, y obtener ac-ceso de manera rutinaria a los bienes y servicios producidos en estos territo-rios; se hicieron regentes (1990:14-15). Al cooptar a las lites, los Estados tambin adoptaron las desigualdades anteriores a la conquista para servir a suspropios intereses, o simplemente las destruyeron, como lo hicieron los con-quistadores portugueses y espaoles.

    Los estudios de la formacin del Estado que fl orecieron a partir de los ochenta se abocaron a reconstruir el proceso de crecimiento de los apara-tos estatales sobre sus territorios durante distintos periodos y en distintas lo-calidades. En la antigedad clsica, las conquistas generaban recursos fi scales al producir cosechas sufi cientemente abundantes para mantener a los ejrcitos conquistadores mediante el trabajo de los esclavos capturados a raz de di-chas conquistas, de tal manera que los campos de batalla producan la mano de obra para los campos de trigo, y viceversa (Anderson, 1974b:28).13 En la Europa medieval, los dirigentes inicialmente extraan recursos del trabajo de los campesinos de sus propias tierras (inicialmente apropiadas), igual que sus vasallos que co-fi nanciaban el costo de las guerras. En Hispanoamri-ca, la extraccin del tributo indgena fue el primer paso en la consolidacin de la conquista. Aun en casos en los que la formacin del Estado se basaba ms en el comercio que en la extraccin directa, es decir, en que este proce-so era ms intensivo de capital que de coercin (Tilly, 1990), era necesario constituir ejrcitos a fi n de proteger las rutas que tomaban las mercancas, de manera que la capacidad fi scal se transformaba en poder militar, y el poder militar, a su vez, en expansin del Estado. En nuestro mundo contemporneo, el intento que hizo Hitler de conquistar Europa es impensable sin la pavorosa

    12 En el texto original polity members.13 El estudio de Mann (1986) sobre las civilizaciones antiguas sugiere que, en el mun-

    do antiguo, la logstica de las conquistas por los Estados y de extraccin del excedente era mu-cho ms compleja de lo que indica esta frmula lapidaria. Esto se debe a que la capacidad de los Estados de controlar un territorio estaba limitada por el rango exiguo dentro del cual las tropas ylas provisiones podan ser transportadas. Adems de conquistar, la diplomacia y las alianzas con las lites conquistadas deban utilizarse, pero no sin riesgos de consecuencias adversas.

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    capacidad coercitiva/extractiva del Tercer Reich, complementada en algunos momentos por el trabajo de los esclavos;14 como tampoco es concebible el xito de Rusia en mantener sus conquistas coloniales hasta el fi nal del siglo XX, sin la enorme capacidad represiva del Estado sovitico. Ms que una mera defi nicin conceptual del Estado, el control coercitivo y la extraccin de recursos sobre un territorio aparece como un requisito para la estabilizacin de cualquier tipo de dominacin, de ah la creacin de cuerpos especializa-dos los Estados entendidos como conjuntos burocrticos para asegurar el fl ujo continuo de recursos y personal militar mediante la implementacin de un sistema de cooperacin forzada. En este contexto, la administracin serefi ere a la forma ms o menos efectiva en que estos recursos bsicos son re-colectados y administrados.

    Los estudios de la formacin de los Estados europeos que han seguido esta lnea general de investigacin ofrecen un panorama extremadamente rico que muestra las maneras en que estos requerimientos se llevaron a cabo en los Estados premodernos,15 con diferencias importantes en los grados en que se lograron y en el papel de las asambleas representativas en limitar el poder real de imposicin fi scal (y por consiguiente de lanzarse a guerras). No obstante, del otro lado del debate se ha argumentado que no todos los Estados nacieron de las guerras (Mann, 1986, 1988), y que Europa estuvo involucrada en guerras durante largos periodos sin que ningn Estado nue-vo surgiera (Centeno, 2002:104). Inglaterra tambin representa un con-tra-ejemplo muy destacado a la tesis de que hacer guerra es hacer Estado, por haberse mantenido alejada de las guerras europeas desde el fi nal de la guerra de los cien aos hasta 168816 (Brewer, 1988). Por consiguiente, la perspectiva militarista se bas principalmente en los casos de Espaa y Francia, casos tpicos de involucramiento temprano en las guerras europeas; pero tambin de prcticas administrativas inefi cientes que llevaron a estos dos pases a la

    14 Segn Mann (2005), hasta una tercera parte del personal que preparaba la Alemania nazi para entrar en la guerra fue en algn momento prisionera de campos de concentracin, y numerosos nazis de hueso colorado se oponan a la solucin fi nal, argumentando que sta remova a los trabajadores que necesitaba el programa blico. Tambin es conocido el uso que hizo Japn de mano de obra esclava asitica durante la segunda guerra mundial; y tambin sabemos, principalmente a travs de la obra de Solzhenitsyn, del uso como mano de obra esclava que hizo Stalin de los prisioneros del Gulag.

    15 Para estudios de la formacin del Estado en Europa, vanse Aminzade (1993), Anderson (1974a), Brewer (1988), Downing (1992), Ertman (1997), Gorski (2003), Mann (1986; 1988; 1993) y Tilly (1975; 1978; 1986; 1990; 1997; 2005).

    16 Entraron en guerra debido a las campaas de expansin territorial que llevaba a cabo el rey de Francia, Luis XIV, en su esfuerzo por anexar los territorios limtrofes a las fronteras de Francia (las fronteras naturales, como l las llamaba).

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    bancarrota al fi nal del siglo XVIII, coronadas por una revolucin en Francia y por la prdida de un imperio para Espaa en los albores del siglo XIX.

    Al comparar el pasado blico de los Estados europeos con el de los Es-tados latinoamericanos, es evidente, como lo comenta Centeno (1997:1569), que los primeros representan un fenmeno nico y no replicado.17

    El inters en la formacin de los Estados latinoamericanos18 est menos desarrollado que el de los Estados europeos por varias razones, pero sobre todo debido a la preponderancia del paradigma del desarrollo en el estudio de esta regin, que domin en la investigacin acadmica hasta que queda-ra desplazado por el enfoque de la dependencia tras la publicacin en 1966 del estudio pionero de Cardoso y Faletto.19 Pero mientras la atencin se des-plaz de la estructura de las clases a las relaciones de explotacin entre centro y periferia, el Estado permaneci a la sombra de los procesos de clase. Sinembargo, con ODonnell, el Estado regres con fuerza a fi gurar como com-ponente de la dominacin sobre una sociedad delimitada por un territorio, ycomo complejo institucional organizacional dotado de capacidades adminis-trativas y coercitivas (1984:200). La importancia de esta concepcin estribaen que se basa en el principio de la desigualdad que surge del control diferen-cial de ciertos recursos, gracias a los cuales es habitualmente posible lograr elajuste de los comportamientos y de las abstenciones del dominado a la volun-tad expresa, tcita o presunta del dominante (ODonnell, 1984:200-201).

    La misma concepcin del Estado es sintticamente expresada por Oscar Oszlak, quien defi ne la formacin del Estado como a la vez conformacin de la instancia poltica que articula la dominacin en la sociedad y la mate-rializacin de esta instancia en un conjunto interdependiente de instituciones

    17 Esta refutacin lleva a Centeno (1997:1569) a proponer tres requisitos para que las guerras refuercen al Estado, generalmente ausentes en el proceso temprano de conformacin del Estado en Amrica Latina: la capacidad del Estado para extraer recursos fi nancieros y apoyo poltico de su propia poblacin; sufi ciente pericia administrativa antes de que se lleven a cabo los preparativos de guerra para poder hacer frente a la explosin de ingresos y gastos; y una hegemona indisputada sobre un territorio. Tambin podramos agregar las prcticas de corrupcin adquiridas a lo largo y ancho de 400 aos de resistir al control espaol sobre los recursos (que los Estados de Europa occidental tambin padecieron, pero quizs no con la misma intensidad).

    18 Para estudios del poder estructurante del Estado desde arriba en Amrica Latina, vanse Chiaramonte (1997), De la Fuente (2000), Dunkerley (2002), Gootenberg (1989), Lpez-Alves (2000), Mahoney (2001; 2010), ODonnell (1976; 1980; 1984), Oszlak (1978; 1981; 1997), Peloso y Tennenbaum (1996), Torres Rivas (1979; 2006), Walker (1999), y Williams (1994).

    19 Dependencia y desarrollo en Amrica Latina sali publicado en ingls en una versin revisada en 1979, ms de diez aos despus de que su publicacin en espaol haba generado una literatura autctona extremadamente rica sobre la dependencia, misma que, sin embargo, dej a un lado el tema de la formacin del Estado (Cardoso y Faletto, 1966).

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    que permiten su ejercicio []. El Estado es, de este modo, relacin social y aparato institucional (Oszlak, 1997:16). Aqu, el proceso de conformacin y transformacin del Estado no se limita a la adquisicin y al ejercicio por los Estados de algunas capacidades sobre un territorio dado, sino que incluye tambin un proceso relacional histrico entre el Estado y la sociedad que conforma las condiciones de la dominacin.

    La aportacin principal al estudio del Estado en Amrica Latina (prin-cipalmente por historiadores) consiste, sin embargo, no en averiguar a qu grado los Estados lograron dominar su territorio durante algunos periodos, sino en demostrar que los campesinos efectivamente se involucraron en lu-chas polticas nacionales, aunque esta participacin luego qued sumergida en el olvido, y sus demandas sin satisfacer.20 Tras la revolucin liberal de losaos cincuenta del siglo XIX en Mxico, en la que los campesinos de More-los, Guerrero y Puebla se aliaron con los liberales para combatir a la coali-cin Francia-conservadores, se ha afi rmado que el Estado liberal incorpor algunas de las demandas de esta poblacin en su agenda, a diferencia del Estado peruano, que repetidamente reprimi las demandas populares y la participacin en las luchas nacionales (Mallon, 1995:311), aunque esta conclusin es debatible, en vista del efecto expoliador de las leyes liberales (1857-1910) sobre la propiedad de la tierra entre los campesinos.21

    En estas obras no se trataba solamente de establecer que los campesinos efectivamente se haban involucrado en luchas de carcter nacional (y no meramente en la defensa local de la tierra y de sus comunidades), sino de demostrar que las alianzas cruzadas conformadas entre las lites insatisfechas y los campesinos (adems de otros grupos subalternos) haban constituido las fuerzas que haban impulsado las trayectorias y marcado los puntos de giro de la formacin del Estado en el siglo XIX (Guardino, 1996), y ms all (Mallon, 1995; Knight, 1986). Esta tesis le permite a Mallon (1995) afi rmar que los campesinos de Mxico estaban participando en una revolucin democrtica, mientras que Zeitlin (1984) interpreta que los campesinos chilenos que se aliaron con la rebelin de lites de mediados del siglo XIX

    20 Vanse, por ejemplo, Stern (1987), Katz (1988), Nugent (1988), Mallon (1983; 1994; 1995), Meyer (1973; 1986 [1974]), Gilbert y Nugent (1994), Knight (1986; 1994), Guardino (1996), Manrique (1981), Warman (1976), Tutino (1986; 1987), y Reina (1980).

    21 Esta interpretacin es dudosa tambin porque a partir de la instalacin en el poder de Porfi rio Daz, en 1876, los pueblos de campesinos independientes de estos mismos estados, particularmente en Morelos, fueron sistemticamente perjudicados a favor de las haciendas, y los ayuntamientos fi scalmente debilitados y administrativamente controlados por jefes polticos que respondan directamente al poder federal. Este proceso, como es sabido, dio nacimiento a la revolucin del sur en 1909, misma que se junt con la del norte en 1910, para conformar la revolucin mexicana.

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    estaban participando en una revolucin burguesa que fracas. Pero es igual-mente posible interpretar que estos soldados campesinos defendan, ante todo, sus propias comunidades,22 y que las lites rebeldes se inspiraban ms enlas posibilidades de consolidar su poder regional y autonoma local, queen metas tan idealistas como la democracia y la igualdad en la ciudadana (Sinkin, 1979; Bazant, 1985). En cualquier caso, las lites liberales victoriosas en Mxico hicieron poco (ms all del discurso ofi cial y de la constitucin de 1857, que nunca se aplic) para incorporar a sus aliados de clases subalternas en un conjunto de reglas democrticas de dominacin, prefi riendo adoptar una clase sui generis de autoritarismo liberal, que con la subida al poder de Porfi rio Daz se transformara en una dictadura de treinta y dos aos. Lo que sigui, en el caso chileno, de las rebeliones de esa poca fue la transformacin de un estrecho sistema conservador autocrtico en un rgimen oligrquico parlamentario que pronto incorpor a las lites rebeldes (Loveman y Lira, 1999), pero dej fuera a sus aliados de clases bajas.

    Centrar la atencin en las luchas regionales inter-lites y populares que marcaron la formacin del Estado en Amrica Latina destruye tambin el mito de una clase capitalista unida, as como la visin instrumentalista de un Estado que exclusivamente protege a los intereses capitalistas. Para consolidar su poder bajo su hegemona, los que triunfaban en los golpes de Estado repriman prioritariamente a los miembros de su propia clase: impedan que los perdedores tramaran derrocarlos (o invitaran algn poder externo a hacerlo), procuraban que los impuestos locales no se acumularan en las arcas de los estados, y que no se levantaran ejrcitos en preparacin pa-ra un golpe. Para asegurar la cooperacin pasiva de las masas, tambin te-nan que limitar las imposiciones de las lites sobre la poblacin bajo su jurisdiccin, algo no muy diferente de lo que haba sucedido con las lites premodernas europeas un siglo antes.

    En cierto sentido son complementarios, a pesar de las diferencias en sus enfoques, los estudios de formacin del Estado enfocados en Europa y los centrados en Amrica Latina en cuanto a su visin sobre la relacin entre Estado y sociedad. Los primeros se concentraron en la adquisicin por parte de los incipientes Estados de capacidades administrativas, fi scales y coercitivas, pero trataron como algo marginal qu tipos de confi guraciones de poder, principios de dominacin sobre la sociedad y desigualdades sociales se creaban en ese proceso. Los segundos, en cambio, subrayaron que los Estados

    22 Por ejemplo, las milicias cvicas del Mxico decimonnico que pertenecan a la Guardia Nacional reclutaban campesinos/soldados que a menudo tuvieron que defender en contra de la invasin francesa a sus propios pueblos donde vivan sus familias.

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    actan como agentes que articulan e imponen los principios de dominacin que estructuran la sociedad, pero tuvieron poco inters (excepto Centeno, 2002) en los procesos mediante los cuales las capacidades de los Estados alternativamente crecen y decrecen. Al mismo tiempo, ambas partes han tendido a adoptar supuestos evolucionistas, ya sea al defi nir la adquisicin de capacidades clave como el camino hacia un Estado plenamente desarrollado (full statehood), entendido implcitamente como la meta fi nal; o al insistir en un punto histrico fi nal en el Estado capitalista burgus (Oszlak, 1997; Torres Rivas, 2006). Por lo tanto, ambas perspectivas predefi nen la direccin en que los Estados se van progresivamente formando, lo que implcitamente afi rma elfi nal de la historia (o un proceso post-formacin totalmente distinto) una vez que instituciones estatales relativamente estables se han creado.

    Desde la perspectiva adoptada en este trabajo, ambas tradiciones han fallado en la tarea de mostrar los procesos mediante los cuales los Estados se abocan, a travs de sus aparatos institucionales, a reforzar el poder y la hegemona econmica de los que dominan (sean clases, grandes empresas, o cuerpos de lites) sobre los grupos dominados en la sociedad, y de esta manera imponer ciertas formas de desigualdad. Aunque los estudiosos de Amrica Latina arriba citados abrieron la puerta a tal conceptuacin, no indi-caron en qu arenas estas interacciones entre Estado y sociedad tienen lugar y pueden observarse e investigarse. De la misma manera, los estudiosos de los Estados europeos premodernos, que se centraron en decisiones estatales clave (las de entrar en guerras, aumentar impuestos, etc.) presentaron un proceso de formacin del Estado desvinculado del teje y maneje cotidiano entre Estado y sociedad que modifi caba o, en algunos casos, prcticamente anulaba estas decisiones. En estos estudios, rara vez nos enteramos de qu manera distintas lites reaccionaron ante acciones estatales especfi cas, y aun menos cmo la gente comn las percibi. No obstante que los trabajos relativamente recientes de la formacin cotidiana del Estado (everyday state making) han intentado llenar esta laguna (Scott, 1985; 1990; Knight, 1994; Gilbert y Nugent, 1994), se han centrado ms en la resistencia y el sabotaje clandestinos que en la protesta y la rebelda abierta como medios de oposicin a las acciones estatales.

    En resumen, lo que falta para que el estudio de la formacin del Esta-do permita visualizar la dinmica de la desigualdad, es la defi nicin de un proceso que vincule a la sociedad con el Estado, ya sea apaciblemente cuan-do se da por hecho las formas en que se distribuyen el poder y los recursos, ya confl ictivamente cuando los actores estatales interactan violentamente con los no estatales en el contexto de desacuerdos abiertos sobre el nivel de las imposiciones que conforman las desigualdades en la sociedad.

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    Hacer y cuestionar las reglas desde abajo: la contienda

    El primer paso en la construccin de una teora de la dinmica de la desigual-dad consiste en defi nir el proceso social del cual es objeto. Por tanto, no estamos hablando de un fenmeno inferido a partir de interrelaciones entre variables (como en urbanizacin, secularizacin o diferenciacin), sino de acciones emprendidas por gente de carne y hueso que persigue objetivos y, al hacerlo, entra en contacto con representantes estatales dotados de legitimidad y poderes legales y coactivos muy variables. Una aportacin crucial en este sentido es el modelo del proceso de polticas de contienda (contentious politics) que propusieron Charles Tilly y su grupo de colegas (en lo sucesivo Tilly et al.: principalmente Tarrow, 1999; Aminzade et al., 2001; McAdam, Tarrow y Tilly, 2001; Tilly y Tarrow, 2007; Tilly, 1995; 2001; 2008a; 2008b).23 La contienda (contention) signifi ca un enfrentamiento entre colectividades24 respecto de derechos o propiedades en disputa, en el que est involucrado el Estado. No interesan las contiendas comunes y corrientes que designan demandas que tienen consecuencias para los intereses de otras personas (Tilly y Tarrow, 2007:4), sino las contiendas de carcter poltico (ms adelan-te contiendas o polticas de contienda) que se defi nen como episodios de interaccin colectiva pblica entre reclamantes y reclamados, en los cualesa) por lo menos un gobierno est involucrado como reclamante, objeto de reclamo o es parte en un reclamo, y b) los reclamos, de ser satisfechos, afectaran los intereses de por lo menos uno de los reclamantes (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:5). Esta defi nicin excluye los confl ictos que ocurren en la esfera privada o los confl ictos pblicos en que el Estado no interviene. Tambin excluye las interacciones confl ictivas en que una de las partes se somete al poder de la otra, como en casos de fl agelacin pblica u otras formas de castigo cuando el perdedor no se resiste (o mejor dicho no puede resistirse), y por tanto no est en posibilidad de cuestionar quin tiene derecho a qu. Adems, excluye los encuentros confl ictivos espontneos en los cuales la violencia brota ocasionalmente, pero sin que se haya emitido demanda alguna, como en los insultos, puetazos, motines o peleas de cantina. Finalmente,

    23 En lo que sigue excluir de la discusin el libro Durable Inequality de Tilly (1998), que pre-senta la desigualdad como un fenmeno que se genera dentro de las organizaciones, mediante suincorporacin de las descripciones culturales adscriptivas de pares desiguales (como hombre/mujer, blanco/no-blanco, etc.), como si las organizaciones por s mismas no tuvieran jerarquas que defi nen la desigualdad en trminos de estatus y salario sin vnculo con la cultura exterior.

    24 El trmino colectividades se refi ere a agrupamientos organizados, como pueblos, co-munidades agrarias (como los ejidos), empresas, sindicatos, asociaciones profesionales, clubes polticos, etc. Sin embargo, no incluye a las agencias estatales.

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    aunque la defi nicin no lo especifi ca, queda claro por los ejemplos citados por los autores como ilustraciones que el Estado incluye tanto la funcin ejecutiva como la legislativa y judicial. Los autores distinguen tambin entre las contiendas polticas llamadas detenidas (contained) y las transgresoras (transgressive), donde las primeras se refi eren a contiendas en las que to-das las partes en el confl icto estuvieron previamente establecidas como actores polticos constituidos (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:7), y las segundas alas contiendas en que por lo menos algunas de las partes en el confl icto son actores polticos recin auto-identifi cados como tales, y/o por lo menos algunas partes utilizan acciones colectivas innovadoras (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:8).25 Los autores (as como yo misma) se interesan ms en el lado transgresor de las contiendas polticas, aunque observan que las dos formas frecuentemente surgen una de la otra e interactan, por lo que resulta algo artifi cial la distincin entre acciones polticas institucionalizadas y no institucionalizadas. Sin embargo, es poco probable que encontremos contien-das de tipo transgresor en asuntos de bancarrotas o de rupturas de contrato, mientras que las disputas laborales ocasionalmente se salen del cauce de los procedimientos aceptados para las negociaciones colectivas.

    El propsito de una tan amplia defi nicin es juntar debajo de la misma sombrilla conceptual y procedimental una diversidad de formas de contien-da, como por ejemplo las huelgas, las protestas pblicas, los movimientos socia-les, las rebeliones y las revoluciones, que anteriormente se han estudiado con instrumentos tericos completamente distintos. El meollo del modelo que proponen los autores es demostrar que una vez divididas entre sus respecti-vos mecanismos dinmicos, entendidos como las causas recurrentes que, en distintas circunstancias y secuencias se combinan para generar efectos altamente variables, sin embargo explicables (Tilly, 1995:1610), las formas ms diversas de contienda se volvern comparables al compartir un nmero de mecanismos que producirn esencialmente los mismos efectos en un amplio rango de circunstancias (Tilly, 2001:20). Los mecanismos com-partidos demostrarn que formas de interaccin contenciosa muy distintas representan, de hecho, el mismo amplio fenmeno.26 Entre los mecanismos

    25 La accin se considera innovadora si incorpora reclamos, selecciona objetos de di-chos reclamos, si incluye auto-representacin colectiva, y/o adopta medios que son sin prece-dentes o prohibidos dentro del rgimen en cuestin (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:8). Ano-temos que estas condiciones incluyen los ataques terroristas (por ejemplo, en los casos de bombas en vehculos o aviones), al igual que las manifestaciones pacfi cas de los aos sesenta, en las quelos participantes permanecan sentados (sit-ins) como formas de protesta.

    26 Ohlin Wright ha llamado esta forma de teorizacin estructuralismo combinatorio ba-sado en un men de formas elementales (en este caso los mecanismos) y confi guraciones es-

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    ms citados encontramos la competencia, la negociacin, la movilizacin, la represin y la radicalizacin.

    Dejando a un lado, por el momento, la cuestin de si las contiendas de diversas clases y formas se componen de combinaciones de mecanismos la cual, al fi n de cuentas, es una cuestin emprica, quisiera poner la vista en varios aspectos del modelo de contienda que me parecen problemticos para una teora de la desigualdad: las razones por las cuales la gente se involu-cra en ellas; la relacin entre las demandas de los contendientes y el orden es-tablecido, y el papel del Estado; la naturaleza de los mecanismos en relacin con la nocin de agencia; y el problema de pasar de contiendas pequeas y locales a las grandes, o problema de agregacin.

    a) Por qu se involucran las personas en contiendas? Si nos basamos en la defi nicin citada arriba del concepto de contienda, slo los intereses parecen tener relevancia en la decisin de participar en la expresin de un recla-mo (los reclamos, de ser satisfechos, afectaran los intereses de por lo menos uno de los reclamantes). Sin embargo, en el mismo trabajo tambin se selecciona a la cultura histricamente acumulada (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:22), adems de la identidad que se menciona varias veces, como sujeta a cam-bios en el transcurso del proceso de contienda. Ambos conceptos expresan losaspectos ms emocionales de una contienda, pero ninguno se ha mencionado en la defi nicin de la misma, sino como mecanismos que mueven a los participantes en una direccin u otra. Por otra parte, el agravio se menciona solamente una vez, pero no en el sentido usual de la palabra. Pero, qu hay de los aejos agravios de los campesinos franceses del siglo XVIII frente al resurgimiento de los derechos feudales (Anderson, 1974a)? O, deberamos pensar que el fenmeno de La Grande Peur27 (el Gran Pavor) fue slo un comportamiento irracional que nada tena que ver con las protestas en contra del antiguo rgimen ni las peticiones inscritas en los Cahiers de Dolances?28

    tructurales ms complejas [que] entonces son analizadas como combinaciones especfi cas de estas formas elementales (Wright, 2000:460).

    27 La Grande Peur (o el Gran Pavor) fue un movimiento campesino que estall en Francia entre mayo y julio de 1789, a raz de rumores de que bandidos haban sido reclutados por los aris-tcratas para destruir sus cosechas, para que stos pudieran vender sus cereales almacenados al precio ms alto (la venta del trigo en precios altos por los acaparadores en tiempos de hambruna haba sido un fenmeno frecuente en el antiguo rgimen y originado numerosos motines locales, generalmente llamados motines alimentarios). El miedo a estos bandidos (que aparentemente nunca se materializaron) se difundi en el campo, provocando que los campesinos atacaran y quemaran los castillos de los terratenientes.

    28 Los Cahiers de Dolances (literalmente cuadernos de quejas) era una institucin del antiguo rgimen que permita a los campesinos registrar quejas sobre abusos por parte de

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    O, cmo se sintieron los campesinos mexicanos de la era liberal (1854-1910) cuando sus tierras se declararon pblicas y fueron compradas (o simplemente confi scadas) por las haciendas? Los intereses son neutrales con respecto a los sentimientos de qu es justo e injusto, mientras que el agravio expresa un sentimiento de injusticia (Moore, 1978). Contrariamente a Tilly et al., si postulamos que el agravio es un ingrediente posible, y de hecho frecuente, de las contiendas, su esencia es la contestacin con respecto a quin tiene un reclamo legtimo en una disputa, y por tanto debera, en trminos de lo que se considera justo, ganar sobre el otro.

    b) Cul es la base normativa de los reclamos, y cul es la autoridad que puede resolverlos? Califi car los reclamos como legtimos o no legtimos im-plica la existencia de reglas y normas que son conocidas por los contendientes, de tal suerte que la disputa en realidad es sobre los principios (legales o de costumbre) que deben ser aplicados cuando se decide cul de los reclamos puede considerarse como justifi cado. Pero, entonces, quin tendr la au-toridad para juzgar cul de los contendientes tiene el reclamo ms legtimo? En la defi nicin de Tilly et al., el Estado aparece como reclamante, objeto de reclamo o [es] parte en un reclamo (2001:5), en otras palabras, como un contendiente de la misma clase y al mismo nivel que cualquier otro, y con sus propios intereses.29 Esta defi nicin no reconoce el papel del Estado como ejecutor de reglas cuya presencia en una disputa necesariamente implica su poder de declarar legtimo tal y no cual reclamo, e imponer su fallo a favor del que considera haber tenido el reclamo ms legtimo. Adems, algunos reclamos se dirigen en contra de acciones perpetradas por el Estado (o de alguno de sus representantes), declaradas ilegtimas por uno de los conten-dientes. En tal caso, lo que est siendo disputado es el uso que hace el Estado de las reglas establecidas.

    A pesar de que la defi nicin de contienda arriba citada no sita los re-clamos en relacin con normas sociales, la conexin entre los reclamos de los contendientes y el orden establecido est claramente indicada en la fi gu-ra. 2.1 de McAdam, Tarrow y Tilly (2001:45) que representa desafi adores (challengers) opuestos al rgimen en relacin de contienda con miembros del crculo gubernamental (polity members), defensores del mismo. La secuencia interactiva que representa la fi gura involucra, segn dice el texto, por lo menos

    los terratenientes. Estos escritos eran ledos muy selectivamente y sesgadamente por los ayun-tamientos locales, que en ocasiones hacan recomendaciones a los acusados.

    29 Unas pginas ms adelante, los autores mencionan que el Estado puede operar como mediador, como blanco de los reclamos o como reclamante (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:5), pero no lo mencionan como actuando en calidad de rbitro o ejecutor de reglas.

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    un colectivo de actores estatales y uno de insurgentes (sic). Tarrow (1999) tambin cita contiendas basadas en reclamos en contra de terratenientes que violan los derechos basados en las costumbres que los campesinos dicen tener sobre la tierra (Tarrow, 1999:35). En resumen, el concepto de contienda en Tilly et al. contiene ambivalencias no resueltas.

    c) Mecanismos, o decisiones estratgicas? Qu fuerza mueve a las contien-das? Aunque McAdam, Tarrow y Tilly (2001:41-50), en sus anlisis de casos, nos describen actores refl exivos entramados en interacciones estratgicas e innovadores en el uso de los recursos, los mismos actores son vistos, en trminos tericos, como utilizando repetitivamente las mismas estrategias entendidas como mecanismos que no se defi nen independientemente de la agencia como clases de eventos delimitados que cambian la relacin entre conjuntos especifi cados de elementos de manera idntica o muy similar en una gran variedad de situaciones (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:24; Tilly y Tarrow, 2007:29). Por tanto, la nocin de mecanismo en Tilly descansa en supuestos contradictorios: los contendientes pueden ser a la vez actores conscientes y estratgicos, y que por consiguiente inventan constantemente formas novedosas de alcanzar sus objetivos (o sea, nuevos mecanismos); o tambin pueden ser reproductores de pautas culturales establecidas entendidas como habitus (Bourdieu, 1977), en cuyo caso lo que impulsa a las contien-das son los hbitos culturalmente arraigados que reproducen los actores. En elprimer caso tenemos una gran variedad de recursos que arrojarn una gran cantidad de mecanismos, y en el segundo un repertorio limitado y predeci-ble de respuestas que se repiten sin explicar la dinmica interactiva de una contienda. Concediendo que los contendientes utilizan, al calor de la accin, tanto estrategias y repertorios conocidos como otros novedosos, no puede negarse que el carcter innovador de las contiendas transgresoras preocu-pacin central en Tilly et al. est insufi cientemente especifi cado en trmi-nos tericos, a pesar de que se han propuesto especifi caciones desde ambos lados del debate. Por el lado del habitus, Wacquant (1989:45), a diferencia de Bourdieu (1977), concede que los actores pueden estar implementando conscientemente estrategias y realizando clculos de costos y benefi cios. Sin embargo, insiste en que todos estos clculos son determinados por el habitus. Sewell Jr. (1992), en cambio, defi ne cuatro condiciones que permiten que los contendientes inventen nuevas estrategias y repertorios: la multiplicidad de estructuras, la transportabilidad de los esquemas, la imprevisibilidad de los recursos acumulados y la polisemia de los recursos.30

    30 1) Multiplicidad de las estructuras: las estructuras varan y pueden contradecirse de una

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    La solucin a este impasse terico que propongo adoptar es reconocer, con Tilly et al., que cada mecanismo representa un conjunto de reglas ms o menos fi jas y estndares, y por tanto reproducibles y comparables de una contienda a otra. Sin embargo, agregar que los contendientes pueden, en cada momento, escoger entre mecanismos (o reglas a seguir). En una situacin con-fl ictiva dada, stos pueden, por ejemplo, escoger entre la negociacin (enten-dida como conjunto ms o menos fi jo de reglas), y el enfrentamiento blico (tambin entendido como esquema reproducible). Una vez que se ha elegido entre estas dos opciones, el mecanismo correspondiente se desenvuelve de una manera predecible. Pero si uno de los contendientes llega a considerar que el mecanismo escogido no logra el resultado esperado, puede optar por otro con reglas radicalmente distintas. En la revolucin mexicana, por ejemplo, Zapata decidi optar por entrar en guerra con el gobierno federal encabeza-do por Madero, una vez que constat que ste no cumpla con su compromiso de devolver las tierras confi scadas a sus dueos legtimos.

    El debate sobre agencia en relacin con la generacin de mecanismos innovadores o ya ensayados se complica cuando introducimos la desigualdad en la discusin, porque entonces tenemos que especifi car cules elecciones los contendientes realmente pueden ejercer, dada la desigualdad en el acceso al poder y a los recursos, y hasta dnde los estilos innovadores de contienda pueden cambiar estos parmetros. Los participantes en una contienda serna la vez habilitados y limitados en sus elecciones estratgicas y sus reperto-rios por las reglas de acceso al poder y la desigual distribucin de los recursos.

    esfera a otra, y hasta dentro de una misma esfera. Esto signifi ca que los actores cognoscentes (knowledgeable) cuyas prcticas constituyen la sociedad son mucho ms verstiles que lo implicado en la nocin de habitus de Bourdieu: son capaces de utilizar un rango muy amplio de esquemas y tienen acceso a una gran variedad de recursos. 2) Transportabilidad de los esquemas: los esquemas se aplican a una gran variedad de situaciones que no corresponden al contexto en que fueron inicialmente aprendidas. Por lo tanto, conocer una regla, o un esquema, esser capaz de aplicarlo en casos no conocidos, por lo que la capacidad de transposicin es una condicin bsica de la competencia del actor. 3) Imprevisibilidad de la acumulacin de recursos: si la aplicabilidad de los esquemas no est predefi nida, tampoco pueden serlo los recursos que corresponden a la actualizacin de dichos esquemas. Esto implica que las consecuencias en trminos de distribucin de los recursos de la reproduccin de esquemas nunca pueden preverse. De all que las decisiones que toman los actores de cules esquemas utilizar en situaciones emergentes tienen consecuencias imprevisibles en cuanto a su acceso a recursos en el futuro (una inversin, un matrimonio, etc., pueden cambiar el tablero de los recursos). 4) Polisemia de los recursos: cualquier conjunto de recursos puede ser interpretado de diferentes maneras, puede empoderar a varios actores y reforzar distintos esquemas. 5) Interseccin de estructuras: elsignifi cado de las estructuras es abierto y contestado, as que diferentes actores pueden tratar de utilizarlos para propsitos radicalmente opuestos, aprovechando su transportabilidad de una esfera a otra. Esto hace la reproduccin social problemtica, en vez de automtica.

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    Pero se participa en contiendas transgresoras precisamente para no acatar las formas autorizadas en que se ejerce el poder, buscando recursos y esque-mas novedosos que permitan cambiar las relaciones de fuerza. De esta manera, el proceso de contienda podr, en algunos casos, efectuar cambios en el valor poltico y cultual atribuido a recursos convencionales (v. gr. el valor de ser hombre vs. mujer, o aristcrata en vez de una persona comn).

    d) De las contiendas pequeas a las grandes. Al estipular que tanto las pe-queas contiendas locales como las grandes y multirregionales pueden ana-lizarse con los mismos instrumentos, la nocin de mecanismo recurrente en Tilly et al., crea un puente entre procesos micro y macro-analticos. Como lo afi rma Tilly:

    las regularidades en la vida poltica son muy amplias, de hecho, son trans-histricas, pero no funcionan como estructuras y procesos de gran escala recurrentes. Consisten en causas recurrentes, mismas que en circunstancias y secuencias distintas se combinan para producir efectos altamente variables, sin embargo explicables. Los estudiosos de las revoluciones se han imaginado que se encontraban frente a fenmenos tales como las mareas de los ocanos, cuyas regularidades podan deducirse a partir de conocimientos sufi cientes de los movimientos celestes, cuando en realidad, se enfrentaban con fenmenos como las grandes inundaciones, que son igualmente coherentes en trminos cau-sales, pero extremadamente variables en estructura, secuencia y consecuencias, segn el terreno, las precipitaciones previas, el entorno construido y la respuesta humana. (Tilly, 1995:1610)

    Para obviar el trato con procesos grandes o con el problema de especifi car cmo las contiendas pequeas se transforman en grandes, Tilly et al., divi-den los fl ujos de contiendas polticas en segmentos de eventos, a cada uno de los cuales se atribuye un mecanismo. Luego tratan a estos segmentos como procesos. De esta manera, la nica diferencia que habr entre una micro y una macro-contienda estar en el nmero de estos segmentos, especifi cando que las grandes cantidades de estos segmentos constituyen episodios. Por ejemplo, la porcin de la revolucin francesa que tuvo lugar en julio de 1789 se describe como un episodio que consisti en alguna combinacin de mo-vilizacin, cambios de identidad y polarizacin, tres mecanismos y procesos muy generales pero distintos en las contiendas polticas (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:28). Por otro lado, los mecanismos se consideran causales en la medida que repetidamente transforman las relaciones entre conjuntos especfi cos de elementos de manera idntica o muy similar (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:24). Sin embargo, si tomamos la movilizacin como

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    uno de estos mecanismos, podemos realmente afi rmar que la movilizacin del pueblo parisino en julio de 1789 implica la misma transformacin que, por ejemplo, el bloqueo de carreteras por los agricultores en protesta contra los bajos precios agrcolas (un ejemplo tpico de contienda en la Francia contempornea)? En un caso, la autoridad del Estado est siendo directa y violentamente atacada, mientras que en el otro el descontento se expresa ac-tiva, pblica y transgresivamente, exigindose un cambio, pero sin intencin alguna de retar al rgimen. Aunque fuera posible describir confl agraciones nacionales como la revolucin francesa en trminos de concatenaciones de elementos abstractos distintos que representan grupos de eventos (como la movilizacin), tales descripciones no avanzan mucho en la tarea de identifi car la dinmica de las transformaciones institucionales, pero esto es precisamen-te lo que buscan los estudiosos de las revoluciones.

    Concediendo que las contiendas deben arraigarse en la movilizacin co-lectiva de gente real, que interacta en lugares reales y en tiempo real, esto no signifi ca que tales procesos deban entenderse exclusivamente en los trminos defi nidos por los participantes en el proceso. Deberamos poder distinguir entre tales dinmicas de grupo y el lugar ocupado por episodios particulares de procesos de escalas chicas, y los de escalas grandes de transformacin de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Regresando a los eventos de julio de 1789, la micro-interpretacin de los sucesos nos indicara cules amenazas perciban los contendientes (los regimientos del ejrcito real que rodeaban la ciudad), cules objetivos perseguan (encontrar armas para defender a la ciudad), por qu fueron a la Bastilla (para encontrar plvora para sus fusiles), y tambin probablemente por qu estaban enojados (se sentan traicionados por la negativa del rey a cumplir con sus promesas). Pero julio de 1789 tambin debe investigarse en trminos de cmo estos eventos se vinculan con otros ndulos de contienda que abiertamente retaron a la autoridad del Estado francs en bancarrota, como por ejemplo, la declaracin del tercer estamento de constituirse como Asamblea Nacional y abolir los derechos feudales, con base en la autoridad que se adjudic a s mismo. La revolucin francesa, en esta perspectiva, no es la mera suma de pequeos segmentos que describen lo que hacan o sentan los contendientes, sino un conjunto intra-relacionado de redes de contiendas que organizaron ataques al orden establecido y proclamaron nuevas reglas y nuevos principios de autoridad: el fi n del feudalismo, del absolutismo real y de los privilegios. En palabras de Sewell, en julio de 1789, estamos viendo un conjunto de eventos que desata[ron] una cadena de sucesos que transforma[ro]n de manera durable las estructuras y las prcticas anteriores (Sewell, 2005a:227). Si entendemos por estas estructuras y prcticas las reglas de dominacin y de desigualdad

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    que caracterizan a una sociedad en un momento particular, podemos afi r-mar que la contienda es el proceso mediante el cual se crean rupturas durables en las estructuras. Por consiguiente, deberamos analizarlas desde la ma-cro-perspectiva de un proceso de cambio institucional.

    Al reducir la explicacin de los procesos grandes31 a una enumeracin de combinaciones de mecanismos extrados de procesos pequeos, Tilly et al. proponen una solucin inaudita al problema de agregacin micro-macro, que merece ser examinado ms detenidamente. Pero primero debemos hacer distinciones que ayudarn a clarifi car esta discusin. El problema de pasar de pequeo a grande es doble: primero, debemos preguntar bajo qu condiciones un episodio de contienda de pequeo tamao puede ya sea unirse con una grande, ya sea crecer hasta constituir un complejo nacional grande de contiendas: esto es un problema de cambiar de nivel de anlisis. Segundo, debemos preguntar si tratamos de ir de 1) un acto nico, como por ejemplo quin empez la revolucin estadounidense a, 2) secuencias de eventos tipifi cados, como mecanismos y a, 3) una entidad genrica, como contienda o revolucin. Esto ltimo es un problema de cambiar de nivel de abstraccin.32 El Cuadro 1 muestra las distintas combinaciones de niveles de anlisis y de abstraccin.

    En el Cuadro 1 podemos ver cul fue la opcin que adoptaron Tilly et al.para resolver el problema de agregacin. Ellos evitan cometer el pecado co-mn de explicar una entidad genrica, por ejemplo una revolucin, sumando a las acciones que tienen lugar en niveles analticos bajos, e infi riendo de all al nivel societal. En vez de ello, afi rman primero que la revolucin no existe como fenmeno genrico, y eligen el trmino de contienda para referirse genricamente tanto a niveles analticos bajos como altos (celdas 6 y 9 del Cuadro 1).33 Luego dividen el proceso de contienda y ah es donde se agrega de micro a macro en segmentos secuenciales de sucesos impulsados por agentes, pero que son designados como mecanismos que operan a un nivel analtico intermedio entre el acto nico y las entidades genricas (celda 5 del Cuadro 1). Pero proceden combinando implcitamente los dos niveles de abstraccin ms altos al tratar los mecanismos como trminos genricos (en vez de simplemente una lista de eventos), basados en la hiptesis de que las

    31 En lo que sigue califi car los procesos de pequeo, intermedio o grande en vez de micro-, meso- o macro-, porque esta discusin no trata de cmo se generaliza a la sociedad entera a partirdel caso nico, sino de procesos interactivos pequeos que se agregan unos a otros para trans-formarse en procesos grandes que se extienden a lo largo de un territorio nacional.

    32 Debo esta distincin a Alford y Friedland (1985:20).33 A pesar de que el subttulo del libro es Mecanismos en contiendas revoluciona-

    rias (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:198), lo cual implica que hay distintas clases de contiendas.

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    narrativas empricas, una vez analizadas, siempre arrojarn una lista limitada de estos mecanismos en varias combinaciones.34 Finalmente, afi rman que los mecanismos explican causalmente las secuencias histricas bajo estudio. Qu podemos decir de la agregacin entre niveles de anlisis en Tilly et al.? A pesar de que insisten en que un gran nmero de luchas locales nicas (como la huelga de los trabajadores de los astilleros de Gdnsk analizada en Tilly y Tarrow, 2007) a menudo fl orecen para transformarse en contiendas de

    34 Estudiamos seis casos de contienda en Arteaga Prez y Brachet-Mrquez (2010), y encontramos una gran variedad de mecanismos entre los cuales slo unos cuantos (negociacin, coalicin y represin) se repiten, a pesar de que los casos de contienda estudiados se limitaron atres pueblos localizados en el estado de Morelos durante un periodo que abarc de 1909 a 2009.Uno de estos tres pueblos, Anenecuilco, es donde naci Emiliano Zapata, y donde estall la primera contienda que, segn nuestro anlisis, se encamin hacia la revolucin mexicana.

    Cuadro 1

    Niveles de anlisis y de abstraccin en Tilly et al.

    Niveles de abstraccin

    Conjunto de Secuencias de EntidadesNiveles de anlisis acciones unitarias eventos tipifi cados genricas

    Individual X 1 X 2 X 3

    Societal pequeo Huelga en astillero Mecanismos de Contienda 6 Lenin, Gdnsk, apropiacin social, 1980a 4 certifi cacin y difusin 5 Societal grande Conformacin Mecanismos de de coaliciones intereses de lites multiclasistas en infringidos, agravios contra del rgimen, sbitamente Nicaragua, aos impuestos,c 1970b 7 descertifi cacin 8 Contienda 9

    a Caso analizado en Tilly y Tarrow (2007:115-120).b Caso analizado en McAdam, Tarrow y Tilly (2001:196-207).c Defi nido como evento singular que dramatiza e intensifi ca el perfi l poltico de una cues-

    tin particular (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001:202); en este caso, el terremoto de Managua de1974, que puso en una luz ms cruda los elementos nefastos de la dictadura de los Somoza.

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    carcter societal (en este caso el movimiento polaco Solidaridad), no ofrecen regla terica alguna que permita pasar de un nivel al otro: no hay encuentros entre lderes disidentes, o institucin vinculadora (a pesar de que la Iglesia catlica tena un perfi l muy alto en esta contienda en particular), no hay deliberaciones estratgicas entre lderes locales y lderes de mayor nivel, ni coaliciones de grupos menores con movimientos nacionales incipientes: el movimiento nacional grande simplemente cuaj.

    En el Cuadro 2 cancel el supuesto de que los ltimos niveles de abs-traccin ms altos se confunden, dejando contienda en el nivel intermedio de abstraccin, que corresponde a una lista de mecanismos extrados por el analista. Se distingue, adems, entre distintos tipos genricos de contienda, de tal forma que sta representa una familia de conceptos genricos, y no un concepto genrico nico.

    En el Cuadro 2, el paso entre micro y macro se lleva a cabo en ambas es-calas. En la escala de abstraccin, las celdas 1, 4 y 7 son instancias nicas de

    Cuadro 2

    Niveles de anlisis y niveles de abstraccin en el modelo propuesto

    Niveles de abstraccin

    Niveles Conjunto de Secuencias de Entidadesde anlisis acciones unitarias eventos tipifi cados genricas

    Individual Zapata ocupa las Violacin de normas va Contienda tierras con hombres confi scacin de tierras dispersa 3 armados 1 en mltiples casos 2

    Societal Anenecuilco y otros Mecanismos: de Contiendapequeo pueblos intentan en negociacin, invasin, rebelde vano recuperar sus represin. 5 localizada 6 tierras 4

    Societal El grupo de Zapata Mecanismos del proceso Contiendagrande se une al de Madero revolucionario mexicano: revolucionaria 9 en lucha en contra alianzas, rupturas de del rgimen de alianzas, negociaciones, Daz 7 incumplimientos de compromisos 8

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    sucesos (o casos), los cuales a su vez son tipifi cados como mecanismos en las celdas 2, 5 y 8, respectivamente. Estos ltimos, a su vez, son identifi cados co-mo miembros de una clase genrica de eventos llamados respectivamente contienda dispersa, contienda rebelde localizada y contienda revolucionaria.35 El vnculo lgico entre el primer y el ltimo nivel de abstraccin es, por tan-to, la instanciacin, igual que en el Cuadro 1. La agregacin de pequeas a grandes unidades de anlisis en el Cuadro 2 se logra con vincular los niveles individual, societal pequeo y societal grande mediante la agencia estrat-gica. Aqu, la agencia signifi ca que las colectividades que se enfrentan en contiendas deliberan, conciertan coaliciones, buscan alianzas, negocian con oponentes o con el Estado, incumplen sus promesas, etc. Esto signifi ca que debemos considerar al crecimiento de pequeo a grande no como algo que su-cede espontnea o misteriosamente, sino como el resultado de procesos de-liberativos intra-grupales, en los cuales las jerarquas internas y el liderazgo desempean importantes papeles: la pequea historia de la revolucin mexicana empez en varios puntos del pas, particularmente en el pueblo de Anenecuilco, cuyas tierras haban sido anexadas por una hacienda vecina, y cuyos miembros colectivamente decidieron ocuparlas por la fuerza. Ms adelante se aliaron con otros pueblos por medio de un club poltico, y ofrecie-ron colectivamente sus servicios a un conjunto de contienda mucho ms am-plio liderado por Francisco Madero, quien, despus de haber sido apresado poratreverse a ser candidato a la presidencia, declar su decisin de tomar el po-der por las armas.36 La accin de los pueblos de entrar en una alianza con Madero se bas en un artculo de los principios plasmados en el Plan de San Luis que estipulaban que las tierras ilegalmente apropiadas seran devueltas a sus dueos legtimos.

    No hay vnculo necesario alguno entre los dos conjuntos de eventos, excepto una decisin colectiva muy riesgosa de hacer uso de la fuerza (proba-blemente muy infl uido por Zapata, el jefe de facto de la coalicin de pueblos),decisin que podra no haberse tomado, dejando como nica opcin para losvecinos de Anenecuilco de transformarse en peones en sus propias tierras

    35 Las razones para califi car contienda en las celdas 3, 6 y 9 se explicar en la tercera parte del artculo.

    36 En aquel momento todava no haba intencin de llevar a cabo una revolucin, aunque Madero utiliz esa palabra en el llamado del 20 de noviembre. Lo que Madero buscaba era derro-car al dictador para reestablecer la constitucin de 1857, que estipulaba una regla de no reeleccin, nombre del partido que encabezaba. Despus de su asesinato en 1913, el grupo de oponentes a la nueva dictadura se llamaran constitucionalistas por la misma razn. Sera la pequea contienda, nacida en Anenecuilco, que en su momento inyectara elementos revolucionarios que otros contendientes aliados con este grupo no podran excluir, pese a sus esfuerzos por reprimir el movimiento de la reforma agraria tanto en el norte como en el sur.

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    secuestradas, como ya haba sucedido en varios pueblos vecinos (Womack, 1969).

    Los vnculos entre las celdas 2, 5, y 8 siguen la misma regla: el paso uno es representado por el hecho individual de que las tierras haban sido confi scadas por los hacendados en distintas partes de los estados de Morelos, Guerrero y Puebla; en el paso dos entran los mecanismos de contienda utili-zados para entrar en la lucha armada, a pesar de la amenaza de represin; y el paso tres categoriza los pasos anteriores como contienda de rebelin. En este ltimo nivel hay progreso en la intensidad y extensin del fenmeno genrico de contienda dispersa a localizada y revolucionaria, que resume en trminos genricos ms abstractos el cambio hacia arriba en la unidad de an-lisis que ha tenido lugar en las celdas 4-1-7 y 2-5-8, respectivamente.

    En resumen, en ambos cuadros, la concatenacin de mecanismos de contienda es el proceso general que tiene lugar a niveles intermedios de abs-traccin en cualquiera de los tres niveles analticos identifi cados. La principal diferencia entre los dos cuadros estriba en la regla de agregacin de pequeas a grandes unidades de anlisis, y en la califi cacin de la contienda (respec-tivamente, como dispersa, localizada y revolucionaria) en el nivel ms alto en el Cuadro 2. Por supuesto, el identifi car la agencia como la condicin que posibilita el paso de pequeo a grande en los procesos de contienda nos lleva a abrir una nueva caja de Pandora, porque deja sin respuesta la pregunta de qu impulsa a los contendientes a actuar de una manera u otra en una situacin dada, lo cual deja a la contingencia como ltimo recurso. Pero la nocin de agencia por lo menos apunta en la direccin correcta: deliberacin interna, disensiones internas y escisiones frecuentes dentro de las colectividades de contendientes, debates y cambios en los discursos que estos grupos elabo-ran en defensa de sus reclamos, cambios en la membresa y/o el liderazgo, etc. Esta solucin tambin se conforma al postulado, implcito tanto en la perspectiva de contienda como en la de formacin del Estado, de que las cosas suceden porque los actores eligen acciones estratgicamente sea cual sea su interpretacin de los hechos, como cuando los campesinos franceses quemaron castillos en vez de juntarse con las muchedumbres parisinas en rebelin, o cuando los campesinos de Morelos equivocadamente, creyeron que Madero iba a restituirles sus tierras una vez elegido presidente del pas.

    Basados en las consideraciones crticas y los cambios sugeridos en las partes 1 y 2 de este trabajo, podemos ahora construir un puente terico entre el proceso de formacin del Estado y el de contienda dos perspectivas inicialmente inconmensurables, para plasmar en trminos tericos el proceso mediante el cual las relaciones entre Estado y sociedad generan y reproducen la desigualdad.

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    Formacin del Estado, contienda y desigualdad:el esquema del pacto de dominacin

    La formacin del Estado, aunque se extiende sobre varios siglos, representa un proceso discontinuo con paros imprevistos, regresiones y transformaciones que se presentan de manera irregular. Por consiguiente, abarcar esta gran va-riedad de movimientos requiere adoptar una visin macroscpica y de longuedure. Las contiendas, en cambio, estallan en momentos precisos y se desa-rrollan dentro de un marco microscpico y de courte dure. A fi n de hacer compatibles estos dos marcos dimensionales y temporales, representar lasinteracciones entre Estado y sociedad que se expresan en el proceso de for-macin del Estado como la estructuracin histrica de un complejo de re-

    Grfi ca 1

    Dominacin va coercin vs. hegemona

    Aplicacin de reglas

    Institu

    cional

    izada

    No institucionalizada

    Dominacin pactada

    Reglas que defi nen:Quin es dueo de quQuin hace cual trabajo,bajo qu condicionespor edad, gnero, clase, raza/etnia, casta.

    Dominacin no pactada

    Defi niciones arbitrarias dequin es tratado de qu forma,(en contexto de: conquista mi-litar/represalias, toma de escla-vos, etctera).

    Distribucin diferencial de re-cursos y castigos:Quin recibe qu segn edad, gnero, clase, raza/etnia, casta.

    Represin arbitraria por vence-dor (esclaviza, ejecuta, tortura, aniquila).

    Distribucinde derechos y recursos

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    glas, o pacto de dominacin, que designa quin tiene derecho a qu en el ejercicio del poder y la distribucin del excedente econmico (Grfi ca 1). La contienda, en este marco, se defi ne como el proceso dinmico mediante el cual cambia un pacto de dominacin.

    La nocin de pacto de dominacin yuxtapone el cumplimiento con reglas conocidas (pacto) con el uso potencial de la coercin (dominacin), ambos presentes conjuntamente en la realidad histrica, para expresar la idea de que una distribucin dada del poder y de los recursos puede ser acatada duran-te largos periodos, aunque nunca logre ser plenamente o permanentemente hegemnica. La nocin de pacto tambin implica que niveles dados de des-igualdad sern aceptados y dados por hecho como normales.

    Dado que las estructuras distributivas nunca son defi nitivas, cualquier nivel de desigualdad que no se cuestiona representa, en una perspectiva de larga duracin, una pausa momentnea o un empate entre las partes que lu-chan por una porcin mayor del poder, de los privilegios y del excedente econmico, durante el cual el nivel de las contiendas permanecer bajo, li-mitndose mayormente a muestras de resistencia.

    Conforme a una concepcin de la formacin del Estado como un proceso que alterna entre la creacin, reproduccin y destruccin de los pactos de do-minacin, la autoridad ejercida por el Estado se concibe a la vez como legtima y contestada en todos momentos, de manera que la hegemona, entendida como punto fi nal, nunca se logra cabalmente. Sin embargo, la manera espe-cfi ca en que un Estado domina sobre la sociedad puede estabilizarse porperiodos muy largos, en el sentido de ser aceptado como algo natural por lamayora de la poblacin, aunque nunca de manera defi nitiva. Adems de do-minar a la poblacin bajo su jurisdiccin por medio de la amenaza del uso de la fuerza, los dirigentes de los Estados deben aprender a construir un dis-curso legitimador que hace ms aceptable su dominacin, y menos visible la desigualdad que le corresponde.37

    Una visin interactiva de la formacin del Estado nos orienta tambin a considerar la incorporacin en la ideologa ofi cial no slo de reglas que favorecen a los ricos y a los poderosos, sino tambin de guiones culturales populares profundos (incluyendo la discriminacin hacia las minoras), de demandas por el mejoramiento de las condiciones sociales y econmicas que surgen desde abajo, y de la legitimidad de las protestas en contra de los abusos perpetrados por las lites o algunos representantes del Estado. Un

    37 La distincin que hace Scott (1990) entre la hegemona espesa y la delgada puede sernos til aqu, en la medida que el hecho de no cuestionar la autoridad del Estado no implica necesariamente que uno se identifi ca con los smbolos y las declaraciones ofi ciales, sino que uno slo cumple con las reglas sin mucho entusiasmo.

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    ejemplo extremo de aquello es el Estado populista38 que imparte dignidad alpueblo al pretender que gobierna a nombre suyo y bajo sus directivas, mien-tras que gobierna de forma paternalista y autoritaria (especialmente cuandoel ejrcito respalda tales declaraciones, como en la Italia fascista o en la Argen-tina peronista), o lo hace a travs de un Estado-partido poderoso (como en la Unin Sovitica y en Mxico durante la mayor parte del siglo XX). No obstan-te, no cabe duda de que el Estado populista, para permanecer en el poder, debe satisfacer algunas de las demandas que emanan de las capas populares (al-gunas reales, otras ms simblicas), lo cual implica que habr transacciones importantes entre la base y la cspide.39

    El nacionalismo,40 inventado durante las revoluciones americana y fran-cesa, y perfeccionado durante el siglo XX a lo largo de dos guerras mundiales, es el ejemplo paradigmtico de ingeniera desde arriba basada en la prome-sa de emancipacin de condiciones de dominacin que son cuestionadas. El nacionalismo puede unir al pueblo en contra del enemigo externo que amenaza a la comunidad de ciudadanos libres, o puede movilizar en contra del pas colonizador con la promesa de conformar una nacin independiente. Al igual que el populismo, el discurso nacionalista debe cumplir con algunas de sus promesas, por lo que el nacionalismo acabar generando naciones (Gellner, 1983; Hobsbawm, 1992). Sin embargo, este fenmeno tambin tiene que en-tenderse como algo continuamente contestado y negociado, resultado de las transacciones entre dominantes y dominados.

    Dado que no todos los Estados son capaces, al mismo grado, de estable-cer un discurso legitimador estable a la vez que controlar a su poblacin, lahistoria de los territorios nacionales puede ser una sucesin de periodos mso menos largos durante los cuales el cumplimiento con las reglas est relati-vamente asegurado, seguidos de periodos de contienda intensifi cada en res-puesta a los intentos del Estado de adquirir ms poder, incrementar las exi-gencias fi scales o tolerar ms imposiciones despticas/explotadoras sobre los grupos subalternos por parte de las lites; en otras palabras, de redefi nir el pacto de dominacin afectando la porcin de poder y de excedente a la cual lapoblacin general y las lites perciben que tienen derecho.

    En este punto es til aclarar algunos conceptos, a fi n de que no se malin-terprete la nocin de pacto como aqu se utiliza. No se trata de afi rmar que exis-

    38 Sobre el populismo en Amrica Latina, vanse Ianni (1968), Conniff (1999), Moscoso Perea (1990), y Quintero Lpez (2004).

    39 Esto se ha argumentado, por ejemplo, en una versin revisionista del peronismo en Argentina, primero interpretndolo como una dictadura pura y simple, y luego como receptiva a las demandas de los trabajadores (Portantiero y Murmis, 1969).

    40 No incluyo en esta defi nicin el nacionalismo sin Estado, como los nacionalismos vasco, bretn o quebequense.

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    te, en la realidad de los hechos observables, algo que puede identifi carse comopacto de dominacin. Pacto se entender como algo heurstico, considerando que todo sucede como si hubiera un acuerdo entre los miembros de una sociedad de no pelear la distribucin del poder y de los recursos y aceptarla (con entusiasmo o con renuencia) como normal, y para algunos hasta legti-ma. La nocin de pacto, como se usa aqu, tiene, por tanto, poco que ver con la de contrato, segn el cual la poblacin subalterna tendra que explcita-mente estar de acuerdo con las reglas que se defi nen. Lejos de constituir un conocimiento compartido y que no se cuestiona (como lo sera un contrato), los pactos de dominacin estn permanentemente sujetos a redefi niciones y manipulaciones estratgicas, tanto por parte de los actores societales con intereses opuestos como de los estatales. La brecha entre el discurso pblico de la dominacin y el que varios grupos elaboran culturalmente alternar entre fomentar hegemona, acumular el agravio en la esfera privada, o provocar la expresin colectiva y pblica de sentimientos de injusticia (Moore, 1978).

    Tampoco debemos pensar en un pacto de dominacin como un conjunto monoltico de reglas claras que divide la sociedad ntidamente en dominantes y dominados, o se aplica uniformemente dentro de cada una de estas catego-ras. Se trata de un conjunto complejo de mltiples prcticas traslapadas que dictan explcita o implcitamente derechos y obligaciones correspondientes a cada categora social. Estas reglas son distintas (de jure o de facto) para blancos y negros, cristianos y judos, catlicos y protestantes, hombres y mujeres, esclavos y hombres libres, campesinos y artesanos, miembros del crculo gubernamental y opositores del rgimen, etctera.

    Finalmente, anotaremos que a pesar de generalmente poner fi n a formas radicales de contienda (y de ah a cambios polticos bruscos), los pactos de-mocrticos comparten los mismos mecanismos generales de contestacinde las reglas que otros pactos, aunque las contiendas en este contexto siguen caminos ms graduales e institucionalizados. Por tanto, las democracias se distinguen no slo por la lista de atributos que las identifi ca como tales, sino por las interrelaciones histricamente especfi cas y las expectativas mutuas que establecen entre Estado y sociedad, por su cultura poltica distinta, por sus reglas del juego ampliamente compartidas, etc. Por lo tanto, hablaremos de familias cualitativamente distintas de democracias, como las democra-cias corporativista, liberal y social demcrata, ninguna de las cuales es, en principio, ms democrtica que otra; pero que tienen, cada una, un estilo distinto de interaccin entre Estado y sociedad, un papel distinto del Es-tado y distintos esquemas redistributivos. Adems, lejos de haber abolido la desigualdad en la distribucin del poder y de los recursos, las democracias, especialmente las emergentes, publicitan discursos igualitarios a la vez que

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    conservan diferencias econmicas fuertes.41 Lejos de representar excepciones a la dinmica general de la contiendas entre el cambio y la permanencia, las democracias pueden considerarse como una familia de pactos de dominacin con similitudes bsicas, pero tambin diferencias internas importantes.

    Una sucesin hipottica de pactos de dominacin (PD) est representa-da en la Grfi ca 2: empieza en T2, encaminndose hacia T3 mediante una conquista violenta, seguida de ocupacin militar, de pacifi cacin con coer-cin y de divisin de las propiedades y objetos robados entre los victoriosos; seguido de la institucionalizacin coercitiva de reglas que estabilizan la distribucin del poder y de los recursos.

    Luego sigue el periodo de institucionalizacin de las reglas durante PD1, que gradualmente se vuelven menos abiertamente violentas, ms naturales y aparentemente ms aceptadas durante todo el periodo T4, permaneciendo solamente algunas formas de resistencia cotidiana no violenta. Pero en T5, en circunstancias histricas transformadas, regresa el sistema a una mayor frecuencia de contiendas entre conjuntos nuevos (o viejos) de contendien-tes, lo cual abre un nuevo ciclo de confrontaciones y negociaciones sobre

    41 Sobre el incremento reciente de la desigualdad en los pases desarrollados, vanse Alderson, Beckfi eld y Nielsen (2005), y Moller, Alderson y Nielsen (2009).

    Grfi ca 2

    De un pacto de dominacin al siguiente

    T1 PD0 institucionalizado = orden establecidoT2 Orden retado y respuesta estatal = coyuntura crticaT3 PD1 impuesto = nuevo orden impuesto por la fuerzaT4 PD1 institucionalizado = regreso al orden sin coercinT5 Orden retado y respuesta estatal = coyuntura crticaT6 PD2 impuesto = nuevo orden impuesto por la fuerzaT7 PD2 institucionalizado = regreso al orden sin coercinetc.

    Apr

    endi

    zaje

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    la distribucin del poder y de los recursos (T5-T6), que crea un nuevo arreglo en los principios de dominacin bajo PD2, seguido de un proceso de institucionalizacin durante T7. No se congela la historia en este punto, por lo que debemos representar la continuacin de estos ciclos recurrentes de reconfi guracin del poder como un PD3 futuro.

    En este modelo general extremadamente simplifi cado, las formas de Esta-do son especfi cas de cada pacto de dominacin histricamente constituido, y por tanto surgirn y morirn con l. El Estado existe, por tanto, como instancia de dominacin de un tipo particular, con las agencias burocrtico-policiacas especfi cas que lo respaldan (Oszlak, 1978; 1997; ODonnell, 1984). Por tan-to, no existe, empricamente hablando, una forma general de Estado, ni siquie-ra de Estado capitalista o socialista, sino una gran gama de Estados cons-tituidos histricamente, cada uno con sus reglas de quin tiene derecho a qu, y formas idneas de mantener el orden mediante una combinacin depremios y castigos. Por ejemplo, el Estado militar en Argentina (1976-1983) literalmente se derrumb a consecuencia de la derrota militar en la guerra delas Malvinas contra el Reino Unido,42 y este derrumbe posibilit el resurgi-miento, en 1983, de una forma democrtica de gobierno. El conjunto de nue-vas instituciones que fueron construidas a raz de este cambio, lejos de ser defi -nitivo, posteriormente atraves una crisis causada por la oposicin de las litesque desataron una infl acin galopante, misma que llev la economa y la ma-yora de las funciones de gobierno al borde del derrumbe a fi nales de la dca-da de 1980, seguida de le re-estabilizacin de una forma restringida de demo-cracia (ODonnell, 1994; Alonso, 1998). Los Estados, por tanto, nunca quedan defi nitivamente estructurados, y peridicamente reconfi guran sus estructu-ras de poder, crendose nuevos o transformados pactos de dominacin.

    Desde esta perspectiva general, la historia de las relaciones entre Estado y sociedad es la de una sucesin de pactos temporales (aunque a veces muy largos), cuyas trayectorias son marcadas, en momentos de giro, por conjuntos estrechamente concatenados de episodios de contienda tendientes a transformar las estructuras cuando estos pactos son renegociados, ya sea violenta o no violentamente (como por ejemplo en Europa Central en los noventa), o mediante alguna clase de levantamiento.43

    42 Anotaremos que esta derrota no fue la causa del descontento generalizado, tanto entre las lites conservadoras como en los oponentes; lo que precipit la cada de los generales fue su declaracin pblica de que ellos estaban ganando la guerra, a fi n de seguir mandando hombres jvenes (y hasta adolescentes) a una muerte inevitable, a la vez que recolectar dinero de la poblacin civil para apoyar una guerra que ya se haba perdido.

    43 En el caso especial de los pactos de dominacin democrticos, el cambio ya no se logra con retar al pacto de dominacin in toto, sino por medio de los procesos electorales y

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  • BRACHET-MRQUEZ: CONTIENDA Y DOMINACIN: UNA PROPUESTA... 141

    Para que se efecten estos cambios estructurales en los pactos de domi-nacin, no hay necesidad de invocar macro-procesos extraordinarios. Propongo basar la dinmica de los pactos de dominacin en el proceso de contienda, considerado como una forma cotidiana y ubicua de interaccin dentro de la so-ciedad y entre sta y el Estado, que normalmente slo reproduce las reglas de dominacin, pero peridicamente las transforma. En esta perspectiva, la tra-yectoria de las sociedades es vista como peridicamente marcada por momen-tos de intensifi cacin en la frecuencia e intensidad de las contiendas que, endichos momentos, tienen posibilidades de crear rupturas (algunas profundas, otras apenas detectables) en las estructuras establecidas (Sewell Jr., 2005a). Mientras que los episodios de contienda, en circunstancias normales, no dejan de ser manifestaciones locales de descontento relacionadas con reclamos limitados acomodables dentro del sta