vigencia (alternativa) del paradigma norte-sur en el … · 2015-03-04 · be benemÉrita...
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BE BENEMÉRITA UNVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
FACULTAD DE ECONOMÍA
CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL
MAESTRÍA EN DESARROLLO ECONÓMICO Y
COOPERACIÓN INTERNACIONAL
VIGENCIA DEL PARADIGMA NORTE-SUR EN EL CONTEXTO ACTUAL DE LA COOPERACIÓN
INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO. CASO QUEBEC
T E S I S
QUE PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO DE
MAESTRO
P R E S E N T A
EL LIC. EDGAR IGNACIO GONZÁLEZ REYES
ASESOR
DR. HÉCTOR DAVID SOTOMAYOR CASTILLA
PUEBLA, PUE. ENERO 2015
I
AGRADECIMIENTOS
Aprovecho este espacio para expresar mi profundo agradecimiento al cuerpo académico y
administrativo de la Maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional por su
constante compromiso con los estudiantes; a mi comité de tesis, en especial al profesor
Héctor David Sotomayor Castilla, por sus valiosa guía en la elaboración de este trabajo; y
al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Vicerrectoría de Investigación y Estudios
de Posgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, ya que sin su apoyo este
proyecto no hubiera sido posible.
Así mismo, agradezco a Les Offices Jeunusse Internationaux du Québec por haberme
aceptado como un miembro más de su equipo, en especial a Luis Huertas por su confianza,
apoyo y liderazgo, que me permitieron la realización de la enriquecedora estancia en la
ciudad de Quebec.
II
ÍNDICE
PRESENTACIÓN ................................................................................................................ IV
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 1
CAPITULO I. EL SISTEMA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL
DESARROLLO HACIA UNA AGENDA POST BUSAN. LA INSERCIÓN DE
AMERICA LATINA EN ÉL .................................................................................................. 5
I.1 LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO Y EL
SISTEMA GLOBAL .......................................................................................................... 7
I.2 LOS PAÍSES DE RENTA MEDIA Y LA NUEVA ARQUITECTURA DE LA
AYUDA ............................................................................................................................ 13
I.2.1 La reducción de la Ayuda Oficial al Desarrollo ................................................... 13
I.2.2 La Agenda de Eficacia de la Cooperación Internacional ..................................... 19
I.3 EL SUR LATINOAMERICANO EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
¿SOLUCIÓN DEFINITIVA? ........................................................................................... 22
I.3.1 Características de la Cooperación Sur-Sur latinoamericana ................................ 23
I.3.2 La otra cara de la CSS .......................................................................................... 26
I.4 HACIA UNA NUEVA ESTRATEGIA ...................................................................... 28
CAPITULO II. EL DESARROLLO Y LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL DESDE
EL NORTE ........................................................................................................................... 32
II.1. LA ALTA ESFERA POLÍTICA GLOBAL Y LA ACADEMIA DEL NORTE EN
LA NOCIÓN DE DESARROLLO .................................................................................. 34
II.2 HACIA UN CONCEPTO DE DESARROLLO ........................................................ 41
II.3 SECURITIZACIÓN DE LA AGENDA Y LOS PAÍSES FRÁGILES ..................... 44
III
II.4 LA CÚPULA DE LA GOBERNANZA GLOBAL ................................................... 48
CAPÍTULO III. CANADÁ EN LA COOPERACION INTERNACIONAL PARA EL
DESARROLLO .................................................................................................................... 51
III.1 DESHOMOGENEIZANDO EL NORTE DONANTE ............................................ 51
III.2 LA POLÍTICA EXTERIOR CANADIENSE Y SU ESTRATEGIA DE
COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO ............................... 57
CAPÍTULO IV. QUBEC COMO ESTADO FEDERADO Y SU MODELO NORTE-SUR
EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL ................................................................... 69
IV.1 PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL ESTADO CANADIENSE Y QUEBEC ........ 70
IV.1.1 Hacia la construcción de un federalismo propio ............................................... 75
IV.1.2 El nacionalismo quebequense ........................................................................... 78
IV.2 UNA POLÍTICA EXTERIOR PARTICULAR ....................................................... 84
IV.3 COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO DE QUEBEC 93
IV.3.1 Precisiones conceptuales ................................................................................... 94
IV.3.2 Estructura de CID de Quebec ............................................................................ 98
IV.3.3 La movilidad internacional y el fortalecimiento de la ciudadanía en la CID de
Quebec ........................................................................................................................ 106
IV.3.4 Les Offices Jeunesse Internationaux du Québec, LOJIQ ............................... 110
CONCLUSIONES .............................................................................................................. 118
SIGLAS .............................................................................................................................. 124
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 125
IV
PRESENTACIÓN
A la luz del nuevo siglo, el Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo
enfrenta una acelerada reconfiguración resultado de una crisis financiera que castiga los
recursos de Ayuda Oficial al Desarrollo de algunos donantes tradicionales y de la
emergencia de nuevos actores de la Cooperación Internacional, en el marco de un nuevo
planteamiento geopolítico global, siendo indisoluble de este proceso de reestructuración las
reformulaciones del concepto de desarrollo reivindicadas principalmente desde el Sur.
En esta reconfiguración, están gravitando los esfuerzos que, desde la llamada “fatiga
de la ayuda”, apuntan a construir una nueva arquitectura que busca mayores eficiencia,
eficacia y rendición de cuentas, al tiempo que emerge una necesidad imperiosa de
resignificar tanto al Sistema como al concepto mismo de Cooperación Internacional para el
Desarrollo.
En medio de este proceso de reestructuración característico del inicio del siglo XXI,
por un lado la Cooperación Internacional tradicional intenta adaptarse dando cabida a estos
nuevos actores, procesos y conceptos nutriendo una desgastada arquitectura de la ayuda, y
por otro, la cooperación Sur-Sur reemerge con más fuerza enarbolando una bandera
alternativa a la cooperación tradicional que suele concentrar las reflexiones de la academia
especializada que derivan en una focalización sobre su carácter distinto y al mismo tiempo
crítico de la Cooperación Norte-Sur.
Pero ¿qué tan alternativa puede llegar a ser la Cooperación Sur-Sur?, ¿hasta dónde
se están maximizando las expectativas de la Cooperación Sur-Sur y minimizando las del
paradigma de Cooperación Norte-Sur? Es decir, en este contexto actual de pobreza y
desigualdad que necesitan soluciones urgentes, ¿es necesario desmantelar el Sistema de
Cooperación Internacional para el Desarrollo o pueden encontrarse alternativas vigentes
dentro del mismo?
V
Esta tesis pretende abonar a la construcción de las respuestas a estos
cuestionamientos representando al mismo tiempo un esfuerzo reflexivo, conclusivo y plural
de la maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional del Centro de
Estudios del Desarrollo Económico y Social de la Facultad de Economía de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Para ello, por un lado será necesario establecer una
importante diferencia entre los terrenos del discurso y acciones de la cúpula política global
en la Cooperación Internacional y el de la academia especializada, y por otro, hacer un
esfuerzo por deshomogenizar los paradigmas de cooperación del Norte y del Sur. Ello a la
luz de una postura que pretende, más que concentrar los esfuerzos en la búsqueda de
diferencias entre los modelos de Cooperación Internacional del Norte y del Sur, buscar las
semejanzas que de acuerdo a esta investigación parecen ser mayores de lo que se piensa.
Así mismo, uno de los argumentos básicos que sostienen la idea principal de esta
investigación es la presentación de las particularidades del modelo quebequense de
Cooperación Internacional que dentro del mismo paradigma Norte-Sur puede ser
considerado como alternativo y al que se ha podido profundizar gracias a la estancia de
practicum llevada a cabo en la provincia de Quebec como parte de las actividades de la
maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional.
1
INTRODUCCIÓN
Para hablar sobre la vigencia actual de los modelos de Cooperación Internacional Norte-Sur
es necesario abordar el tema desde lo general hasta lo particular y a partir de una
perspectiva histórica y contextual que si bien no puede dejar de ser crítica, si debe de ser lo
suficientemente amplia para poder contemplar desde distintos ángulos la problemática que
envuelve a la Cooperación Internacional para el Desarrollo.
De esta forma, se tiene que uno de los temas fundamentales es la relación original
entre el concepto de Desarrollo y el Sistema de Cooperación Internacional para el
Desarrollo. El concepto de Desarrollo para los pueblos es tema de debate. Durante la
historia de las teorías del desarrollo han existido diversos enfoques. Desde los postulados
basados en enfoques económicos clásicos con énfasis en el libre mercado y el desarrollo a
través del sistema colonial; los intervencionismos a favor de las metrópolis; los análisis de
intercambio desigual y el concepto de centro–periferia de la CEPAL; hasta llegar a nuevos
conceptos como los de desarrollo sostenible en la nueva ideología liberal o del buen vivir y
la suprema felicidad que se esgrimen como alternativas al neoliberalismo.
Al mismo tiempo, a partir de la segunda posguerra comienza a gestarse un
entramado organizacional global bilateral y multilateral, dirigido por el país que emerge
como la única superpotencia, Estados Unidos, con el objetivo, al menos en el discurso, de
procurar la paz y el bienestar permanentes a la población del mundo, entre otros
mecanismos, a través de un Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo del
que formarán parte en su inicio solo naciones del llamado mundo desarrollado de acuerdo a
los criterios en ese entonces establecidos.
Así, la Cooperación Internacional y el Desarrollo inician su largo y tortuoso camino
en lo que será conocido como la Cooperación Internacional para el Desarrollo. Desde la
academia especializada se despliegan diversidad de análisis y posturas tanto desde el Norte
como del Sur para intentar desmenuzar la maraña de implicaciones de esta relación
2
intrínseca, Desarrollo-Cooperación Internacional que al mismo tiempo se ve
institucionalizada en un Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo que
enfrenta en nuestros días sus cambios más vertiginosos.
Parte fundamental de estos cambios es el ascenso de nuevos actores y modalidades
de la cooperación internacional en medio de una crisis financiera que afecta principalmente
a los donantes tradicionales pero sobre todo, en medio de una reconfiguración geopolítica
mundial sustentada en regionalismos estratégicos que buscan una multipolaridad global.
Como consecuencia de ello, retoman fuerza mecanismos de cooperación no
alineados a los postulados oficiales del Norte a manera de Cooperación Sur-Sur, de la cual
son protagonistas los llamados países de Renta Media siendo la región latinoamericana
considerada una de sus principales impulsores. Así mismo, desde el esquema oficial de
Cooperación Internacional para el Desarrollo del Norte, toman fuerza esquemas de
cooperación más directos y flexibles no sujetas al gobierno central, al tiempo de abrirse
nuevos espacios que intentan incluir de manera cada vez más activa a los esquemas de
cooperación del Sur.
Todo ello puede tener perspectivas de análisis diferentes y muchas veces
extremadamente opuestas. Por un lado la Cooperación Sur-Sur puede ser considerada como
una alternativa esperanzadora que ofrece un halo de luz solidario en medio de la obscuridad
de los intereses de dominación del Norte, o puede representar motivaciones y mecanismos
geopolíticos y geoeconómicos similares a las de naciones del Norte en pos de un interés
individual o regional. Por otro lado, la apertura y flexibilización del paradigma Norte-Sur
de Cooperación Internacional hacia una nueva alianza global para el desarrollo, puede ser
entendida como una evolución natural del Sistema de Cooperación Internacional que
integra cada vez más las particularidades del Desarrollo sin dejar de considerarlo como un
asunto de importancia global o puede ser considerado como una estrategia de emergencia
ante la constante pérdida de protagonismo y legitimidad del Sistema de Cooperación
Internacional gestionado desde el Norte que no busca más que la consolidación de un
neocolonialismo capitalista.
3
Ante este panorama de polarización, es que emerge el objetivo principal de este
trabajo referente a la búsqueda no de las diferencias entre conceptos de desarrollo entre el
Sur y el Norte, sino de sus puntos de convergencia y de las posibilidades de acciones
alternativas de Cooperación Internacional para el Desarrollo para los países de renta media
dentro del mismo paradigma Norte-Sur, sin que esto signifique en ningún momento
abandonar una necesaria postura crítica. Todo ello además de ser argumentado
académicamente, estará acompañado de un conocimiento empírico resultante de diversas
estancias en el Norte siendo la última la realización de un practicum en la ciudad de
Quebec al seno de Les Offices Jeunesse Internationaux du Quebec (LOJIQ por sus siglas en
francés) organización para-gubernamental de Quebec, Canadá, dedicada a la Cooperación
Internacional.
Para poder lograr el mencionado objetivo, será necesario analizar en el primer
capítulo los elementos que marcan la reestructuración del Sistema de Cooperación
Internacional para el Desarrollo poniendo énfasis en las fortalezas y debilidades tanto de la
Cooperación tradicional como de la Cooperación Sur-Sur, para de esta forma allanar el
terreno hacia argumentos más concretos sobre la vigencia del paradigma Norte-Sur de
Cooperación Internacional.
Posteriormente, en un segundo capítulo se situará la mirada en y desde el Norte para
profundizar de manera académica y en base a diversos textos y encuentros cara a cara,
sobre su concepción de Desarrollo y Cooperación Internacional para así sustentar la idea de
una confluencia más que de un distanciamiento. En este apartado será conveniente
establecer una diferenciación entre los terrenos académicos con respecto a aquellos
concernientes a los discursos y acciones de la alta gobernanza global, observándose que en
los primeros existen muchas coincidencias entre Norte y Sur en relación a las concepciones
de Desarrollo y más aún en relación a las críticas hacia dicha élite política global.
En un tercer capítulo, antes de adentrarnos en el caso de la Cooperación
Internacional de Quebec como Estado federado, se considera pertinente presentar un cuadro
general del contexto histórico sobre el cual surge el sistema de organización federal de
4
Canadá, y que tiene entre sus características una gran autonomía de sus provincias con
respecto al gobierno central. Al mismo tiempo se analizará el panorama internacional que
tiene Canadá como relativa nueva potencia media, derivando ello en el estudio de su
política exterior y su política de Cooperación Internacional. Así mismo se propondrá, tal
cual se hace constantemente de Sur a Norte, una mirada des homogeneizadora, más no
acrítica del Norte donante.
Finalmente, en el cuarto capítulo se aterriza en el estudio concreto de las acciones
de Cooperación Internacional de Quebec proponiéndose a ésta como una de las alternativas
dentro del paradigma de Cooperación Norte-Sur. Para argumentar esta idea, será importante
retomar las distintas experiencias recabadas durante la estancia de practicum en Les Offices
Jeunusse Internationaux du Québec entre las que se encuentran, además de un trabajo
diario en el campo de la Cooperación Internacional de Quebec, entrevistas con funcionarios
gubernamentales, con académicos y con distintos actores de la misma. Así mismo será
necesario entender la personalidad que adquiere Quebec como un Estado peculiar donante
de Cooperación Internacional y minoritario en Norteamérica lo que invariablemente nos
llevará a analizar su relación histórica con respecto al gobierno Canadiense.
Con todo ello se espera tener los elementos necesarios para sustentar de buena
manera la idea de la vigencia para países de renta media como México, en la coyuntura
política-económica global actual, de un paradigma de Cooperación Internacional Norte-Sur
con las características que ofrece Quebec.
5
CAPITULO I. EL SISTEMA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL
PARA EL DESARROLLO HACIA UNA AGENDA POST BUSAN. LA
INSERCIÓN DE AMERICA LATINA EN ÉL
Bajo la estructura de este trabajo que va de lo general a lo particular, es pertinente
comenzar por estudiar los orígenes y conformación del Sistema de Cooperación
Internacional para el Desarrollo (SCID) y su intrínseca relación con el surgimiento y
evolución del concepto de desarrollo.
En este sentido, es relevante analizar el concepto de Cooperación Internacional para
el Desarrollo (CID) siendo una primera definición a tomar en cuenta la de Gómez y
Sanahuja, (1999: 17) quienes consideran que es el:
Conjunto de actuaciones realizadas por actores públicos y privados entre países de diferente
nivel de renta con el propósito de promover el progreso económico y social de los países del
sur de modo que sea más equilibrado en relación con el norte y resulte sostenible.
La definición anterior refleja la idea original de la CID en la que los países
desarrollados asumen la responsabilidad de la conservación de la paz mundial y la tutela
sobre los países en desarrollo, por lo que estos últimos, los países receptores del sur,
tendrán que seguir las instrucciones y modelos de los países donantes en una relación
vertical que abre la opción de convertirse en una herramienta más de política exterior con
diversos intereses y resultados.
Pero el rol paternalista y de modelo guía del desarrollo que se asume desde el norte
y que básicamente es liderado por Estados Unidos, data de antes de la conformación del
SCID, pudiéndose ubicar en la primera posguerra, en medio de un incipiente sistema
internacional liderado por la Liga de las Naciones que mantiene el sistema de relaciones
coloniales. Es en este contexto que Woodrow Wilson en 1919 expresaba:
Hay pueblos incapaces de administrarse ellos mismos en las condiciones especialmente
difíciles del mundo…El bienestar y el desarrollo de estos pueblos forman una misión
6
sagrada de la civilización…El mejor método para realizar este principio es el de confiar la
tutela de estos pueblos a las naciones desarrolladas (Sotillo, 2011: 104).
Es hasta después de la segunda posguerra que las bases del SCID quedan sentadas y
surgen así los grandes organismos multilaterales que rigen hasta nuestros días, sin muchos
cambios de fondo aunque si diversas adecuaciones, las actividades de CID oficial en el
mundo. El vínculo entre los conceptos de desarrollo y la aplicación de estrategias de
Cooperación Internacional (CI) para alcanzarlo es claro, y desde la consolidación del SCID
hasta nuestros días, las reflexiones sobre el desarrollo en el norte y en el sur han encontrado
nuevos posicionamientos y nuevos sustentos que cuestionan las visiones clásicas y plantean
propuestas diferentes. Por ejemplo, tal y como se retomará más adelante, José María
Tortosa (2010) hace un recuento de lo que podrían ser las principales vertientes de las
concepciones de desarrollo vigentes partiendo desde la visión más clásica y generalizada
basada netamente en el crecimiento económico reflejado en el PIB nacional, hasta visiones
más amplias que restan importancia a dicho crecimiento económico e incluyen elementos
como los desequilibrios ambientales, la búsqueda de la equidad y la subjetividad en las
percepciones de las distintas calidades de vida.
Bajo esta concepción, se puede argumentar que para estudiar al SCID se debe tener
una aproximación holística a la luz de un contexto histórico determinado. Al inicio del
SCID y sus bases conceptuales, la riqueza económicamente hablando fue considerada
sumamente necesaria para lograr el desarrollo y el PIB apareció como el indicador
primordial para medirlo, convirtiéndose por lo tanto en la base del criterio para destinar la
CID desde el norte. Sin embargo, el SCID al estar integrado por una gran diversidad de
actores de contextos, percepciones y objetivos distintos, y al estar tan íntimamente
relacionado con la situación económica y política global de un momento determinado; se
mantiene en constante evolución y genera un caldo de cultivo de donde emergen cantidad
de fenómenos y reflexiones tanto desde el Norte como desde el Sur. A la luz de este
contexto, es motivo de recientes análisis intentando vislumbrar el futuro de la CID, el
cuarto Foro de Alto Nivel de Busan del 2011, que marca el estatus actual de la
reconfiguración del SCID y que de manera general busca plantear un escenario de
confluencia entre la cooperación tradicional Norte-Sur, actores como la sociedad civil y
7
esquemas de Cooperación Sur-Sur y Triangular teniendo como protagonistas a los Países de
Renta Media (PRM) incluyendo así de manera protagónica a los países latinoamericanos.
Así, en el presente capítulo se analiza de manera general el panorama actual de
reconfiguración del SCID a la luz de una perspectiva histórica, con lo que se pretende
sentar la base sobre la que se desarrollará la idea principal de este trabajo de tesis que
apunta hacia un renovado aprovechamiento de los recursos de la Cooperación Norte-Sur y
que culminará con el análisis específico de la Cooperación de Quebec como alternativa
viable dentro de este paradigma.
Para tal motivo, es necesario conocer desde su génesis al SCID y su vínculo original
con las concepciones imperantes en ese momento sobre el desarrollo. Cuestión que se
tratará en la primera parte; posteriormente se revisa el papel que tienen los PRM, en
especial los países latinoamericanos en el panorama actual de la CID, lo que a su vez da pie
a una tercera parte sobre el análisis de la pertinencia de la Cooperación de Latinoamérica
bajo el marco de la llamada Cooperación Sur-Sur analizando sus fortalezas y debilidades,
para finalmente establecer lo que es considerada en este trabajo como la estrategia más
viable de CID sentando las bases para la argumentación sobre la vigencia del paradigma
Norte-Sur.
I.1 LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO Y EL
SISTEMA GLOBAL
Después de los efectos devastadores de la segunda guerra mundial, al menos en el discurso
parece surgir una renovada consciencia y preocupación en el norte sobre las crecientes
disparidades en los niveles de vida de la población del mundo. En este contexto y a través
de un renacido multilateralismo, en 1945 en el artículo 55 de la carta de las Naciones
8
Unidas1 se establece la voluntad mundial para “el aumento de los niveles de vida, el pleno
empleo y unas condiciones de progreso y desarrollo en el orden económico y social” así
como “el realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales
de carácter económico, social, cultural y humanitario” (Ramírez, 2008: 29).
Sentadas las bases ideológicas y estratégicas que seguiría el sistema de ayuda
internacional, las acciones específicas de Cl comienzan a configurarse dentro de un
esquema al que hoy podríamos llamar Cooperación Norte-Norte (CNN). Es el caso de los
flujos de capital que son enviados desde Estados Unidos para apoyar la reconstrucción de
Europa a través del denominado “Plan Marshall” de 1947, que supuso el 2.5% del PNB
norteamericano de la época2
(Prado, 2011: 294) y que fueron administrados en el viejo
continente por la Organización Europea de Cooperación Económica (OEEC por sus siglas
en inglés). La preocupación norteamericana por la reconstrucción europea estribaba en la
reactivación económica de su principal mercado y la colocación de cuantiosos excedentes
generados por la economía de guerra.
La OEEC en 1961, tras la adhesión de Estados Unidos y Canadá y bajo la intención
de extender los beneficios de la cooperación económica en el mundo, se reformula para dar
pie a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), conocido
también como el club de países ricos y a su principal órgano de coordinación, el Comité de
Ayuda al Desarrollo (CAD) que aglutina a los principales países industrializados donantes
de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD), cuya misión es “promover una estrategia de
cooperación y ayuda al desarrollo coordinada, efectiva y con la financiación adecuada”
(Gómez y Sanahuja, 1999: 99)
1 Carta de las Naciones Unidas que representa la fundación de dicho organismo en la Conferencia de San
Francisco el 25 de junio de 1945 y que “fija la paz y la seguridad internacional como sus objetivos supremos“
(Ramírez, 2008: 29)
2 Se puede apreciar la importancia que tenía la reactivación económica de Europa para Estados Unidos si se
compara la cantidad de recursos movilizados en 1947 como porcentaje del PIB bajo el Plan Marshall con el
.19 % del PIB destinado en el 2012 por Estados Unidos para Ayuda Oficial al Desarrollo (OECD, 2012)
9
El concepto de desarrollo manejado, seguía siendo ligado meramente al crecimiento
económico y el PIB el indicador para medirlo. Privaba una idea de desarrollo como un
proceso evolutivo, de etapas que hay que alcanzar, descuidando análisis y caracterizaciones
más precisas e incluso históricas de aquellos países que fueron denominados en desarrollo.
En este sentido, Tortosa (2010: 157) establece que: “El desarrollo consistiría, entonces, en
el conjunto de medidas que llevarían a un país situado en el segundo grupo
(subdesarrollado) a situarse en el primero (desarrollado)”.
Como ya se ha visto, los primeros discursos a favor de la CID dejan clara la
“percepción mesiánica y evangelizadora”3 (Sotillo, 2011: 104) de las potencias económicas
para con los países en desarrollo. Estados Unidos, en función de su condición de potencia
hegemónica, asume el papel de protector mundial de la paz y de guía para llevar al mundo
por el buen camino, lejos del comunismo y cerca de sus políticas e intereses económicos.
Teniendo en cuenta que el mundo estaba bajo un contexto de polarización entre
sistemas económicos en disputa, por un lado, con el bloque capitalista liderado por Estados
Unidos y, por otro, el bloque comunista con la extinta Unión Soviética a la cabeza; los
intereses y preocupaciones geo-políticas y económicas estaban a la orden del día. Es a la
luz de esta tención mundial e intenciones desarrollistas que desde una perspectiva particular
se puede resumir la configuración inicial del SCID. Prueba de la situación de la CI en esa
época es el caso del extinto país de Europa del este, Yugoslavia, que debido a su posición
geopolíticamente estratégica, recibía ayuda tanto de la parte socialista como de la
capitalista al grado tal, que en 1953 recibió “más ayuda estadounidense que toda
Sudamérica junta” (Prado, 2011: 296).
Más países industrializados se insertan en el sistema de CID asumiendo el rol de
donantes. Por ejemplo, Inglaterra y Francia a mediados de los sesenta se suman a la lógica
norteamericana y utilizan a la CID como instrumento político, pero en este caso para
“recomponer sus relaciones con sus antiguas colonias” (Sotillo, 2011: 117). Dicha relación
3 Un ejemplo más se encuentra en la afirmación de Winston Churchil: “El gobierno del mundo debería ser
confiado a naciones satisfechas, que no desearan para sí mimas más de lo que tienen…” (Sotillo, 2011:103-
104).
10
vertical Norte-Sur ex colonial, por diversas situaciones4, es uno de los rasgos característicos
de la AOD hasta nuestros días. Cabe resaltar el caso de Francia que en medio de la
desarticulación de su imperio principalmente en África, da gran peso a su cooperación
internacional y ubica su ministerio gubernamental en la materia en el lugar que antes
ocupaba su anterior oficina dedicada a la administración de sus antiguas colonias.
Después de consolidado el SCID, las líneas de pensamiento y actuación
concernientes al desarrollo de los pueblos, que dan excesiva importancia a la riqueza
económica medida a través del PIB, han resultado en una CID sesgada y desarrollista que
definitivamente terminó por demostrar su ineficacia y que derivó en intentos de reforma del
SCID desde el llamado periodo de fatiga de la ayuda que para Unceta (2003: 190) “refleja
hasta qué punto el sistema de cooperación en su conjunto es puesto en entredicho de
manera más o menos vergonzante…”
Con la finalidad de revitalizar un desmejorado SCID, surge entonces una llamada
agenda de eficacia de la CID que inicia en el 2002 con el Consenso de Monterrey y que
tuvo su última cita durante el Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda de Busan a
finales del 2011, donde se establecen los acuerdos que el SCID seguirá a través de una
Alianza Global para la Cooperación Eficaz al Desarrollo5 y que son agrupados bajo la
llamada agenda post-Busan.
Al día de hoy, parece que a las buenas declaraciones y retóricos discursos se los ha
llevado el viento. Según el Banco Mundial, en el 2008 había en el planeta mil 300 millones
de personas por debajo del umbral de los 1.25 dólares diarios y 2 mil 471 millones por
debajo del umbral de 2 dólares diarios (El Universal, 2012). La desigualdad en la renta de
las naciones ha crecido durante los últimos años, y el consumo tan elevado principalmente
4Los motivos por los cuales la CI se da de manera más intensa entre naciones que guardan una relación ex
colonial pueden ser considerada en una suerte de neocolonialismo a través de la localización de empresas
multinacionales en sus territorios o de la explotación directa o indirecta de sus recursos naturales, de afinidad
cultural teniendo a la lengua como primer elemento, sin descartar el legítimo interés social resultado de algún
tipo de deuda histórica. 5 La primera reunión de la Alianza Global para la Cooperación Eficaz al Desarrollo tiene lugar en la Ciudad
de México el 14 y 16 de abril de 2014.
11
en el norte y los nuevos procesos extractivistas del sur, han generado serias amenazas al
medio ambiente.
Ante este panorama, durante sus décadas de institucionalización, los fundamentos
de la CID se han mantenido casi intactos. La Carta de San Francisco no ha sufrido
modificaciones y los organismos multilaterales como la Organización de las Naciones
Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) mantienen
respectivamente sus estructuras como los inamovibles y decisivos miembros permanentes
del consejo de seguridad, o los respectivos presidentes ya sean de origen europeo o
estadounidense.
Haciendo un balance general podría adelantarse que el SCID ha fracasado en cuanto
al logro de sus objetivos básicos. Prueba evidente de ello es su misma existencia pues,
finalmente, se aspira a un mundo donde las condiciones de vida de la población sean
óptimas y que, en consecuencia, la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID) ya
no sea necesaria.
Para reforzar el análisis de la génesis del SCID hace falta hacer hincapié en lo que
puede ser catalogado como el discurso de la modernización. Unos años después de la
creación de la carta de las Naciones Unidas y sentando el protagonismo estadounidense en
el SCID, Harry S. Truman durante su segunda envestidura pronuncia su famoso discurso de
los cuatro puntos, donde entre otras cosas queda oficializada la existencia del subdesarrollo:
Debemos embarcarnos en un nuevo programa que haga disponibles nuestros avances
científicos y nuestro progreso industrial para la mejora y crecimiento de las áreas
subdesarrolladas. (y aclara más adelante que dichas áreas subdesarrolladas tienen una) vida
económica […] primitiva y estancada. (Tortosa, 2010: 157)
Vale la pena detenernos en este punto, puesto que se trata de la base fundamental
del que sería el Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SCID). Las
concepciones sobre el desarrollo del sur y la estrategia para lograrlo a través de la
cooperación se establecen así desde el norte, más específicamente, desde Estados Unidos.
Podemos ver sintetizados en el punto IV del discurso de Truman una serie de ideas
clave. Aquí aparece tanto el concepto de desarrollo como el de subdesarrollo. La aparición
12
del término subdesarrollo sugiere no solamente la posibilidad de un cambio dirigido hacia
un estadio final sino también la posibilidad de provocar dicho cambio. Por lo tanto el
desarrollo toma un sentido teleológico que corresponde a un principio de organización
social y el subdesarrollo será considerado como un estado previo que existe naturalmente.
Tras haber afirmado la existencia del subdesarrollo, Estados Unidos se presenta con
una propuesta generosa que de manera retórica aparece por encima del enfrentamiento
ideológico capitalismo-comunismo. “El ejercicio del poder está ligado al uso de las
palabras y el discurso del desarrollo justifica la intervención en nombre de la libertad y de
la modernización” (González Reyes & Lo Brutto, 2014: 9)
Se establecen también la forma de medir el subdesarrollo, y así súbitamente Estados
Unidos tiene un elemento que le ayuda a afirmar su hegemonía ante el mundo cuando se
establece la clasificación por PIB de las naciones. Bajo dicho criterio netamente económico
y carente de dimensiones humanas y sociales que no terminan de ser integradas en la
actualidad, en 1943 más de dos mil millones de personas en el mundo cambian de estatus
sin saberlo y pasan a la clasificación de subdesarrolladas. Por lo tanto, el camino a seguir es
la occidentalización a fuerza y con desprecio de sus propios valores por lo que ya no serán
latinoamericanos, africanos o asiáticos sino subdesarrollados.
El proyecto hegemónico estadounidense encontró paradójicamente un impulso en la
conferencia de Bandung del 18 al 24 abril de 1955 y sus procesos de descolonización, ya
que las nuevas naciones, pese a su recién lograda autodeterminación política aún no habían
conseguido la autodeterminación y soberanía económica por lo que el caminar sobre la
senda del desarrollo apareció como la opción obligada teniendo como imperativo el
aumento del PIB.
El discurso de Truman es el de la modernización y ésta significa a su vez superar las
relaciones arcaicas y no materiales sin importar los costos sociales, políticos o culturales y
más bien apoyados en la industrialización y la urbanización. La modernización por tanto
sinónimo de desarrollo, guiaría a las naciones subdesarrolladas hacia el progreso social,
cultural y político. En este sentido, es sumamente ilustrativo retomar el texto de Rostow:
Las etapas del crecimiento. Un manifiesto no-comunista, donde se sustenta la idea de que
13
los países subdesarrollados tenían que pasar por una serie de etapas antes de llegar al
desarrollo. Bajo ésta visión economicista son vitales los flujos de capital hacia los países
subdesarrollados a manera de inversiones y es bajo esta misma visión, además inmersa en
la bipolaridad capitalismo-comunismo, que surge la CID como actor determinante.
I.2 LOS PAÍSES DE RENTA MEDIA Y LA NUEVA ARQUITECTURA DE LA
AYUDA
El contexto actual de reordenamiento y cambios en el Sistema de Cooperación
Internacional para el Desarrollo tiene su base entre otras cosas, además de lo ya visto hasta
ahora, en el surgimiento de nuevos actores, en el agotamiento de modelos tradicionales
Norte-Sur íntimamente relacionados con los objetivos de la cúpula política internacional,
en una crisis sistémica y civilizatoria, en la abundancia de reflexiones teóricas desde el Sur
y el Norte, y en la reducción de recursos provenientes de los donantes tradicionales.
Este último punto es el que se analiza a continuación teniendo en cuenta que los
países donantes del norte redefinen sus criterios y reducen sus aportaciones hacia los Países
de Renta Media para enfocarlos hacia países que se consideran con mayores requerimientos
de ayuda. Esto se oficializa cuando en el marco de los Objetivos del Milenio, la conferencia
de Monterrey del 2002 sobre Financiación al Desarrollo, junto al compromiso, viable en
ese entonces, de aumento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), se establece también su
reorientación hacia los países de menor desarrollo relativo.
I.2.1 La reducción de la Ayuda Oficial al Desarrollo
Las reformas al SCID reflejadas en la agenda del desarrollo que inició durante la década
pasada, incluyen de manera general una orientación de los recursos hacia países de menor
desarrollo relativo que puede clasificarse en dos periodos distintos. Primero antes del 2008
cuando la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) aumentaba y la problemática se centraba en
la necesidad de buscar medios para hacer la AOD más eficaz en los lugares donde en teoría
14
es más necesario. Una segunda etapa, a partir de aquel año, se da cuando en medio de la
crisis de la economía mundial, los agentes tradicionales de CID, unos más que otros, inician
recortes a su AOD buscando que sea, además de eficaz, eficiente, bajo la lógica que impone
el modelo neoliberal.
Fijando la atención en el panorama descendente que en los últimos años ha tenido la
AOD, se analizan algunos datos. En el 2009 la AOD bajó 1.9% con respecto al 2008, ello
en el contexto de una importante caída, en el contexto de crisis, de la actividad económica
mundial, particularmente en Estados Unidos. La AOD, después de una recuperación
general en el 2010, en el 2011 registró un recorte del 4%, el más importante desde 1997.
Para finalizar esta breve radiografía de la caída de la ayuda, tomando como
referencia el 2010, año donde la AOD alcanzó sus máximos históricos, para el 2012 la
ayuda había descendido 6% (ver gráfica 1). La principal explicación de esta reducción se
encuentra en la situación económica actual inmersa en la irrupción de una nueva
manifestación de la crisis general a través de una crisis financiera que ha llevado a diversos
gobiernos, principalmente en Europa, a tomar medidas de austeridad que repercuten en los
montos de ayuda internacional (OCDE, 2013) que además coinciden con las presiones
liberales de adelgazamiento del gasto social.
15
Si al anterior panorama sumamos la reorientación de los menguados recursos hacia
países considerados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos
(OCDE) y por el Banco Mundial (BM) como de renta baja (PRB)6; el panorama para
América Latina es aún más complicado pues la mayoría de los países de nuestra región son
catalogados como PRM7 por lo que dejan de ser países prioritarios para la recepción de
AOD.
Se suma también la estrategia que Morais de Sá e Silva contemplaba en el 2009,
donde además de la reducción de la AOD, se incluía la posibilidad de una focalización de la
misma hacia fines de reactivación económica a causa de la reducción del consumo en el
6 El Banco Mundial utiliza los niveles de PIB per cápita de las naciones para agruparlas en cuatro grupos: los
países de ingreso bajo, los países de ingreso medio-bajo, los países de ingreso medio-alto y los países de
ingreso alto. La OCDE retoma dicha clasificación y genera la suya conformando tres grupos de países: los
países desarrollados, que son los países clasificados por el BM como de ingreso alto; los países en desarrollo,
donde se agrupan los países que el BM clasifica como países de ingreso medio-bajo y medio-alto llamados
también PRM; y los países de ingreso bajo, los cuales son clasificados como países menos desarrollados o
países de renta baja (PRB). (CEPAL, 2012) 7 Nuestra región se compone de 33 países de los cuales solo 3 son considerados por la OCDE y el BM como
de renta alta (Bahamas, Barbados y Trinidad y Tobago), el resto de los 30 países están en la clasificación de
renta media (CEPAL, 2012).
Gráfica 1. Evolución de la AOD del 2001 al 2012 en millones de dólares
Fuente: OCDE, 2014
16
norte, relegando los objetivos sociales a un segundo término con lo que el panorama de la
CI para los PRM se dificultaría aún más (Morais de Sá e Silva, 2009).
Si nos concentramos en la región de Latinoamérica, la reducción de AOD se puede
apreciar de mejor forma cuando comparamos el 14%, respecto de los montos totales, que se
recibía en la década del 60 con los montos al 2011, donde América Latina (AL) recibió sólo
el 5.7% comparándolo con el 17.5% de Asia y el 24.2% de África. El caso de Asía también
es representativo, pues en el 60 recibía el 50% de la AOD (OCDE, 2013).
Concentrando la atención en los flujos de AOD como porcentaje del PIB hacia
América Latina, estos han pasado del 1.5% en la década del sesenta a .22% en el 2010
(CEPAL, 2012: 14) Bajo esta misma clasificación, hacia el interior de nuestra región (ver
cuadro 1) tenemos los países catalogados por el BM como de ingreso medio bajo como los
mayores receptores. Vale la pena señalar que Paraguay, El Salvador, Guatemala y Belice,
pese a encontrarse en el listado de los 8 países de renta media baja del BM (ver cuadro 2),
no se encuentran así en el listado de los 8 países que más reciben AOD como porcentaje de
su PIB cuestión que podría reflejar la existencia de otras prioridades para los tomadores de
decisiones en el SCID.
Bajo esta clasificación de riqueza económica bruta, muchos países como México,
Brasil, Venezuela o Argentina, reciben los menores montos de AOD pese a que sus
poblaciones en pobreza superan la población total de muchos otros países en la región. Así
mismo, la estandarización en bloques por ingresos medidos a través del PIB, deja de lado
un conjunto de particularidades históricas en las problemáticas económicas y sociales de
cada país.
En este marco, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
(2012) propone sumar a los criterios del ámbito económico de los donantes de CID, aunque
sin salir netamente de ellos, una serie de dimensiones más profundas, que no son
homogéneas en la región y que toman en consideración las particularidades de cada país en
aspectos como pobreza, inversión y ahorro, educación o salud. A la cabeza de estos análisis
más particulares sobre el desarrollo en Latinoamérica se encuentran los niveles de
17
desigualdad en riqueza económica, que han caracterizado a los países de la región8 desde su
estatus como naciones coloniales y que continuaron posteriormente como naciones
independientes lideradas por las élites sociales y económicas locales que se entremezclan
con sus élites políticas. Así mismo, al caso mexicano puede sumarse una particular
debilidad de su Estado consecuencia entre otras cosas de una falta de democracia efectiva y
de ciudadanía consolidada.
Esta problemática mexicana no resalta dentro de los indicadores internacionales
pues ante la mirada exterior se trata de una democracia funcional que ha tenido alternancias
durante la década pasada, pero que después de una mirada más cuidadosa desde adentro,
muestra características que nos pueden llevar a pensar en un Estado disfuncional, cooptado
por una pequeña oligarquía separada de la realidad y los intereses de las masas, y por otro
lado, una sociedad que no conoce otra realidad y que parece adoctrinada en la resignación y
desesperanza.
En este sentido, tal cual se profundizará en el último apartado, la CID juega un
papel importante para los PRM como el nuestro, tratándose no solo del envío de recursos
para proyectos tradicionales de desarrollo que toman en consideración la consolidación de
un nivel básico de vida, sino también en un tipo de CID que apunta hacia la generación de
consciencia ciudadana que incida en la conformación de una mejor democracia y en la
apropiación de su aparato gubernamental.
8 De acuerdo a la clasificación por coeficiente de Gini del World Factbook de la CIA nueve de las 20 naciones
más desiguales del mundo se encuentran en nuestra región (CIA, 2014)
18
Fuente: Elaboración
propia con datos del
Cuadro 2, CEPAL, 2012
pag. 16
TABLA 1. Recepción
de AOD como
porcentaje del PIB
Fuente: Elaboración propia
con datos del Cuadro 1,
CEPAL, 2012
TABLA 2. Clasificación del BM
de países por PIB
19
I.2.2 La Agenda de Eficacia de la Cooperación Internacional
El panorama de austeridad planteado junto con la inserción de nuevos actores y donantes
públicos, además de privados,9 ha acelerado una reformulación del SCID. Así, se han
logrado abrir espacios que han permitido hacer escuchar la voz del sur en lo que se ha
llamado la nueva arquitectura de la ayuda. En este sentido, se puede analizar lo que Ayllón
(2013: 2) llama la “Agenda de Eficacia” de la CI que comienza en el 2002 con el Consenso
de Monterrey donde ya se hablaba de la necesidad de fortalecer la CSS y la Cooperación
Triangular (CT).
Desde el CAD se crea en el 2003 el programa Open Doors para la promoción del
dialogo con terceros países y protagonistas de la CSS. Por otro lado, se celebra el primer
Foro de Alto Nivel sobre eficacia de la ayuda de Roma donde se buscaron soluciones para
la reducción de requisitos y procedimientos exigidos por los donantes del norte10
(Ayllón ,
2013).
En el 2005 en el marco del foro de efectividad de la cooperación para el desarrollo
de la OCDE y el PNUD, se reconoce que la “CSS y triangular pueden mejorar la eficiencia
y eficacia destacando la apropiación y asociaciones más inclusivas” así como “Fortalecer la
capacidad como donantes de países no miembros de la OCDE” (OCDE y PNUD en Ashoff,
2009: 1) y en ese año como fruto del segundo Foro de Alto Nivel sobre eficacia de la ayuda
se firma la Declaración de París donde se estipulan los lineamientos que tendrá que tener la
CID para hacerla más eficiente11
.
9 Para el 2008, las grandes fundaciones y ONG aportaron el 15% de la AOD. (Domínguez, 2011)
10 Dicha reunión fue “fruto del proceso de reflexión iniciado en los años noventa por el Comité de Ayuda al
Desarrollo (CAD) de la OCDE y por el Banco Mundial para corregir las deficiencias de la cooperación”
(Ayllón, 2013, p. 127) 11
El argumento en contra de la DP de algunos países del sur, no son sus principios de apropiación, alineación,
armonización, gestión por resultados y transparencia, sino por la forma en que dicha declaración fue
elaborada donde las particularidades de la CSS no fueron tomadas en cuenta para la mejora de la efectividad
de la ayuda.
20
Para el 2008, desde el programa de acción de Accra, se reconoció por primera vez
de manera oficial el papel como donantes de los PRM así como la validez de los principios
de no injerencia, igualdad e independencia de los países (Alonso, Aguirre, y Santander,
2011: 15–16) También, como resultado de dicho programa, desde el seno del CAD surge el
grupo de tareas sobre la CSS con la finalidad de dar seguimiento a la eficacia de los
procesos de CSS y CT12
. En marzo del 2010 en Bogotá, Colombia, el grupo de tareas sobre
la CSS mostró los avances en la materia e intentó llegar a “una declaración final
consensuada” (Ayllón, 2013, p. 131) entre los participantes, sin embargo, los distintos
objetivos de los bloques de países latinoamericanos, consecuencia del regionalismo
estratégico del siglo XXI se vieron reflejados en una falta de acuerdo donde solamente
México, Colombia y Perú13
se encontraron entre los firmantes latinoamericanos, países que
por cierto, conforman la Alianza Pacífico, el más reciente bloque regional latinoamericano
pero que es impulsado por Estados Unidos en lo que parece ser una contra estrategia para
recuperar presencia en el continente (Lo Brutto & González Reyes, 2014).
Ayllón (2013) comenta que ante la falta de acuerdos totales entre los protagonistas
de la CSS y los donantes tradicionales sobre la opción que puede representar la mencionada
Alianza Global para la Cooperación Eficaz al Desarrollo para la reconfiguración del
SCID, es necesario sacar el debate del seno de la OCDE y llevarlo a las “plataformas
regionales existentes” pues a la luz de “la dinámica de concertación” de la región
latinoamericana sería más viable arribar a soluciones prácticas. Sin embargo, como el
mismo autor analiza posteriormente, pudiera ser que esta propuesta no contemple las
particularidades sobre las reconfiguraciones en los regionalismos latinoamericanos que
encuentran una nueva etapa a partir de la segunda década del siglo XXI.
En este sentido es necesario mencionar que en la región se han experimentado
diversos ejercicios de integración llevados a cabo desde distintos enfoques de desarrollo y
cooperación que de acuerdo a diversos autores, apuntan más hacia una desintegración.
12 Este seguimiento de la CSS por parte del CAD puede ser interpretado como una presión desde el norte para “evidenciar
la eficacia” de la CSS y la conveniencia de adaptar o no, desde el norte, la Declaración de Paris sobre eficacia de la ayuda
a las particularidades de la CSS (Ayllón, 2013, p. 130) 13
Países firmantes junto con Chile del reciente bloque de integración económica Alianza Pacífico
21
Como ya se ha argumentado, la práctica de la CI difícilmente se puede deslindar de los
intereses geopolíticos de sus actores internacionales por lo que podemos encontrar posturas
más radicales y de marcados fundamentos libertarios como los de la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), o posturas económicas más clásicas como la
del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) hasta el reciente y ambicioso proyecto de la
Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que demás de apuntar hacia la construcción
de una identidad latinoamericana, contempla la completa libre circulación de personas en el
subcontinente sudamericano, así como su posibilidad de trabajo y residencia en cualquier
nación miembro. Por otro lado podemos mencionar a la también reciente Alianza del
Pacífico de clara tendencia liberal y que de acuerdo con Giuseppe Lo Brutto (n.d.) revive
“esquemas de integración regional ligados a los intereses económicos, comerciales y
políticos de los Estados Unidos”. Cabe señalar que en los esquemas de integración regional
mencionados, México solo participa en éste último.
Varios países se encuentran en más de un bloque regional atendiendo a diversos
criterios y políticas. Existen al mismo tiempo países líderes que tratan de impulsar sus
proyectos regionales y globales que no necesariamente coinciden con el resto de la región,
por lo que la mencionada idea de una desintegración en vez de una integración regional,
puede encontrar argumentos y la propuesta de que el debate sobre la integración de la CSS
a los procesos de ampliación de la CID de los donantes tradicionales llegará a mejores
consensos si se lleva a cabo desde la región latinoamericana, parece lejana.
Finalmente, se puede terminar este breve recuento sobre los esfuerzos de apertura de
espacios en el sistema de CID con el cuarto Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la
Ayuda de Busan del 2011 donde se reconoció a la CSS “como uno de los actores clave para
lograr un desarrollo efectivo” y se destacó su capacidad para generar soluciones desde los
distintos contextos del sur (Rivero, 2013: 152). En dicho foro, se establece la intención de
conformar la Alianza Global para la Cooperación Eficaz al Desarrollo mediante “la
implementación de principios comunes, pero reconociendo el principio de diferenciación
respecto a la naturaleza de los compromisos aplicables a la CSS” (Ayllón Pino, 2013: 133-
134). Esta alianza pretende integrar las distintas visiones de CI tanto del norte como del sur
y cuenta con una participación activa de países latinoamericanos como Guatemala, Perú y
22
México, país donde se llevó a cabo la primera reunión de ésta alianza el 15 y 16 de abril del
2014.
El objetivo para el SCID después de Busan es el de seguir avanzando en la
eficiencia de la ayuda al tiempo de buscar la integración de la CSS al sistema de CID. Para
ello, se crearon nueve bloques temáticos o Building Blocks como espacios de debate,
articulación y negociación entre países donantes, socios y organizaciones, llevándose a
cabo la primera de estas reuniones en Bruselas en el 2012. Con estas acciones, “se pretende
a priori renovar la retórica de la cooperación y revitalizar su enfoque, a la vez que se
materializó la determinación de la OCDE para adaptarse a un mundo cambiante” (Ayllón
Pino, 2013: 134).Todo ello en medio de una fuerte crisis económica mundial que
desemboca en un recorte generalizado de la AOD y en su encaminamiento hacia su
eficiencia además de su eficacia.
Podría decirse que Busan marca la pauta para poder vislumbrar el panorama futuro
de la CID. La conclusión fundamental de éste foro es la necesidad de confluencia entre los
diversos actores de la CI “sustituyendo la agenda de la ayuda por una Asociación Global
para el Desarrollo” (Arriola, Garranzo, y Ruiz, 2013: 8). Los esfuerzos teóricos y prácticos
deben apuntar a partir de ahora hacia una CID integradora, de acercamiento entre actores
del Sur y del Norte para una mejor comprensión de las realidades y problemáticas que en el
caso de los PRM como México, parece concentrarse en la endeble capacidad institucional
estatal, que pasa por la falta de conciencia en la base de la población con miras a su
empoderamiento y control de su propio andamiaje político.
I.3 EL SUR LATINOAMERICANO EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
¿SOLUCIÓN DEFINITIVA?
Podría decirse que todo este entramado de reuniones y foros, la propia crisis financiera con
sus consecuencias en reducciones presupuestarias, los retóricos discursos y presencia de
nuevos donantes, públicos o privados con todo y sus estrategias de marketing o
multipolaridad global, nos ha llevado a lo que Domínguez (2011) llama una “crisis de
23
identidad del sistema de ayuda” donde las viejas estructuras verticales Norte – Sur se ven
forzadas a ser repensadas para dar pie a esquemas que pretenda dar una mayor inclusión de
las voces del sur a través de relaciones más horizontales en nuevos tipos de CI.
En este sentido, las llamadas potencias emergentes de la región, aprovechando sus
bonanzas económicas y posesión de recursos naturales, han comenzado a buscar nuevas
estrategias que, además de identificables objetivos geoestratégicos y de posicionamiento
global y multipolaridad ante el norte, pretenden hacer frente a la escases de recursos para la
CI a través de un papel dual ya que, además de receptores, se han convertido también en
donantes de ayuda dentro del reciente esquema de Cooperación Sur- Sur (CSS) que suele
ser presentado como una alternativa distinta al a cooperación tradicional. Este tipo de
cooperación tiene características que de acuerdo a la perspectiva de análisis, pueden ser
tanto positivas como negativas y que a continuación se analizan para poder dar pie a lo que,
en línea con el planteamiento del presente trabajo, puede significar una estrategia viable de
CID en beneficio de la población de la región.
I.3.1 Características de la Cooperación Sur-Sur latinoamericana
Antes de adentrarnos en el tema, cabe mencionar que la CSS no es un esquema del todo
novedoso, pues pueden rastrearse flujos de ayuda entre el sur inmediatamente después de la
consolidación del sistema de ayuda internacional de la posguerra. Pero es hasta 1955, en la
conferencia de Bandung, que se comienza a hablar formalmente de CSS en los aspectos
económicos y culturales entre naciones del sur de África y Asia. Más aún, se enfatiza ya el
interés mutuo y el respeto a la soberanía nacional aspectos que son considerados
representativos de la CSS (The Reality of Aid, 2010).
No es sino en 1964 cuando dentro de las instituciones multilaterales globales, el
grupo de los 77 y la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo
(UNCTAD), se hace mención a CSS en la modalidad de cooperación técnica y económica
entre países en desarrollo. Posteriormente, en la siguiente década, la CSS sigue su camino
de institucionalización oficial creándose en 1974 dentro del PNUD la Unidad Especial de
Cooperación Sur-Sur (Xalma & Vera, 2008).
24
Siguiendo la evolución cronológica de la CSS, la década de los 80 es conocida
como la “década perdida” por su baja actividad consecuencia de una crisis de deuda en los
países del sur, lo que redujo el flujo de fondos de ayuda entre estos. En los noventa se da
una situación particular, que termina de consolidar a la CSS dentro de los nuevos esquemas
internacionales de ayuda. Por un lado, algunos países del sur experimentan bonanzas
económicas aumentando así los recursos destinados a la CI, y en segundo lugar, como parte
de la nueva arquitectura de la ayuda, los países del norte redefinen sus criterios y reducen
sus aportaciones hacia los PRM para enfocarlos hacia países que se consideran con
mayores requerimientos de ayuda.
Desde el inicio del presente siglo, a causa de los malos resultados sociales de las
tendencias neoliberales en Latinoamérica, se da el llamado giro a la izquierda14
con el que
se retoma al Estado central como impulsor del desarrollo y pone énfasis en la solución de la
antigua deuda social de la región. Bajo este contexto es que surgen estrategias de
integración regional alternativas que dan un renovado énfasis a la CSS dentro de lo que
puede ser llamado un nuevo regionalismo estratégico.
Es a la luz de este contexto que emerge de manera interesante la CSS
latinoamericana que puede ser vista como una modalidad alternativa a la cooperación
internacional Norte-Sur (CNS) o Cooperación Internacional Tradicional que surge en un
contexto de reestructuración del sistema de ayuda global15
. La CSS busca romper con
diversos esquemas que han caracterizado a la cooperación tradicional a través de posturas
que se pudieran considerar como anti hegemónicas, pero que también responden a una
necesidad de financiamiento de los países catalogados como de renta media. En este
sentido, la CSS retoma importancia en los últimos años en la región debido a, por un lado,
el asenso al poder de algunos gobiernos progresistas en Latinoamérica, y por otro, al global
recorte de fondos provenientes del norte hacia los PRM para dirigirlos hacia países de renta
baja.
14 Aunque para autores como Rogelio Núñez (2014) , no existe tal giro a la izquierda ni tampoco alguna tendencia
generalizada hacia la derecha, en su opinión, en Latinoamérica existe un “despliegue de variedades de tendencias políticas
y partidarias”. 15
Javier Suraski (2011) menciona que la CSS no es ni complementaria ni contraria a la cooperación tradicional sino
diferente además de tener una postura disidente y contestataria.
25
Si bien una de las motivaciones para la consolidación de la CSS ha sido la reducción
desde el norte de la AOD a los PRM, no se deben de dejar de lado además de sus
concepciones de desarrollo que parecen ser similares a las del norte16
, sus motivaciones
ideológicas y de reivindicación histórica. Una de las aportaciones más interesantes de
Latinoamérica con respecto al concepto de desarrollo es la noción del buen vivir, que
aunque al igual que muchos discursos del norte suele quedarse como una figura retórica
vale la pena mencionar ya que:
Recoge ideas de la cultura de los pueblos originarios…, reconocen la diversidad de
respuesta desde la diversidad de culturas, la importancia del respeto a la naturaleza el
sentido de comunidad y toda una serie de valores ausentes de las versiones dominantes y
economicistas (Tortosa, 2010: 164).
Por otro lado, si se parte de la idea de que la CID tradicional ha sido desde sus
inicios un instrumento de soft power neo-colonial, que incluye elementos de verticalidad y
desarrollismo económico; podríamos entonces hacer una contrastación básica con la CSS al
aparecer ésta como una ayuda basada en la solidaridad, respeto por la soberanía, la
horizontalidad y la complementariedad.
Un ejemplo de lo anterior es la llamada condicionalidad. Ésta aparece como
elemento característico de la ayuda tradicional estableciendo requisitos mínimos de carácter
político o económico para el receptor, lo que puede ser interpretado como una intervención
a la soberanía nacional del país del sur. En este sentido y bajo esta visión, la CSS representa
una vía distinta, pues bajo su principio de respeto a los asuntos internos, no establece
condiciones a los países receptores.
Así mismo, dentro de las particularidades en las economías de los países del sur,
específicamente en América Latina, guardando las excepciones, podemos encontrar
similitudes regionales en los niveles de renta y en aspectos como el cultural o social, que
generan mayores sinergias y hacen más efectiva a la CSS más allá de términos monetarios.
Así, la CSS ofrece elementos de sustento con miras a una integración regional que a la vez
16 Como se tratará de argumentar a lo largo de este trabajo y más sustancialmente en el capítulo II, estas concepciones de
desarrollo tanto el norte como el sur concuerdan hacia una misma noción de desarrollo desde una perspectiva académica y
alejada de la cúpula política global.
26
nos puede llevar a un análisis de otro elemento fundamental, la geopolítica anti
hegemónica. No cabe duda que el carácter geoestratégico de la CSS está presente, pero
desde América Latina y en base a los bloques progresistas que buscan consolidarse en la
región, la CSS se torna hasta cierto punto desafiante de los esquemas hegemónicos
tradicionales y brinda elementos para un “desmantelamiento de la subordinación ante
Estados Unidos” (Hirst, 2013: 1)
Está claro que los elementos geo-estratégicos han estado presentes desde el inicio
mismo del SCID. Desde el norte, a través de la CID se han buscado diversos objetivos que
pueden ir desde el fortalecimiento de potenciales socios comerciales, hasta claras
intenciones por ganar adeptos ideológicos en la polarización de la guerra fría o en
posteriores posicionamientos globales poscoloniales. También se puede hablar de intereses
comerciales, políticos y de hasta de seguridad nacional por parte de algunos países del norte
que los lleva a intervenir bajo el manto de la cooperación en países del sur pero, ¿qué tan
lejano es esto a la CSS?
I.3.2 La otra cara de la CSS
Como parte de esta reconfiguración del SCID, a la luz de los discursos oficiales, desde el
norte se intenta ampliar el sistema de CI para dar cabida a sus nuevos actores y desde el sur
se habla de lograr una cooperación distinta y solidaria. ¿Es posible lograr en la práctica esta
confluencia de esquemas?, ¿es necesaria una ruptura total del SCID o pueden abrirse
caminos distintos dentro del mismo?, y finalmente, ¿podemos encontrar en el sur el
paradigma definitivo?
Como se verá, a lo largo de este trabajo se argumenta la vigencia del paradigma
Norte-Sur desde el entendido que no deberíamos concentrar los esfuerzos teóricos y
prácticos en plantear un desmantelamiento completo del SCID sino que es más pertinente
concentrarnos en estrategias que dentro del sistema actual respondan a las problemáticas
sociales presentes y urgentes en nuestros países.
De esta forma es necesario comenzar por analizar la otra cara de la moneda.
Concentrándonos en el caso de los PRM, protagonistas de la CSS, pese a sus grandes
potencialidades económicas, crecimientos del PIB por encima de los países desarrollados,
27
amplias reservas de recursos naturales y ventaja demográfica; aún albergan al 70% de la
población mundial en condiciones de pobreza además de tener los más altos índices de
desigualdad17
y problemáticas particulares como la función pública, educación, democracia
o medio ambiente (CEPAL, 2012, p. 18). Históricamente, la región no ha terminado de
conformar un entramado institucional confiable y el rubro de la CID no es la excepción,
careciendo de personal, presupuesto o infraestructura en ese sentido.
La CSS, pese al crecimiento del 50% en el 2006 y llegar a su máximo histórico en el
2008 representando el 10% de la CI total; al igual que la AOD cayó pero en un alarmante
20% para el 201018
(ONU 2012 en Rivero, 2013: 145). Además de ello, otros argumentos
pueden dar pie a la no idealización de la CSS como lo es su excesiva centralización y
estatalización, lo que le da a la ayuda del sur un amplio carácter geopolítico y poco espacio
para las organizaciones civiles, quienes finalmente son las que entran en contacto directo
con las necesidades y demandas de ayuda.
Pero más allá de los intereses geo-estratégicos, que pueden ser legítimos, la CSS
puede entrar en ámbitos de intereses económicos lejanos a la solidaridad, como el alto
contenido de ayuda atada o la no condicionalidad en pos de la no injerencia en asuntos
internos de los demás países (Reality of Aid Management Committee, 2010). Esta postura
puede representar un arma de doble filo, pues si bien es cierto que las condicionalidades
políticas y de gobierno, provenientes del norte representan una trasgresión a los asuntos
particulares de cada nación, también pueden significar valiosos obstáculos para la
reproducción de prácticas autoritarias y abusos en contra de la sociedad civil.
Así mismo, un elemento más que se puede resaltar es la premisa de la CSS de no ser
una limosna unilateral19
es decir, que prevalece un sentido de utilidad mutua. Entonces ¿se
tiene que esperar algo a cambio al momento de cooperar? Es decir, ¿si no hay utilidad en
17 Diez de las 15 naciones más desiguales del mundo se encuentran en América Latina (PNUD, 2010, p. 37)
18 No existe aún una sistematización homogénea de los países del sur para medir sus montos y resultados de
Cooperación Internacional. 19
China establece dentro de sus ocho principios para las políticas de ayuda internacional establecidos desde
los años sesenta, que su ayuda no puede ser considerada como “limosna unilateral, sino como algo mutuo”
(Reality of Aid Management Committee, 2010). Esta visión es recurrente dentro de los esquemas de CSS
abogando por la complementariedad mutua.
28
algún sentido, entonces no se ayuda? En las declaraciones de intención de la CSS
latinoamericana debería considerarse la ayuda unilateral no como una limosna o como una
imposición derivada de la CNS, sino simplemente como la ayuda de un país solidario que
ofrece recursos de diversa índole a un país que lo necesita, sin significar ello alguna señal
de menosprecio sino, en todo caso, una señal de unidad.
Así mismo, desde Latinoamérica, región considerada por el SCID como de renta
media y protagonista en esquemas alternativos de CI como la CSS, el panorama de
cooperación e integración puede ser complicado si tomamos en consideración los procesos
de integración regional que a la luz de la segunda década del siglo XXI encuentran diversas
tensiones de cara a proyectos geoestratégicos muchas veces opuestos.
Finalmente cabe decir, a manera de conclusión adelantada, que los análisis tanto de
la CNS como de la CSS, no pueden ser hechos desde la generalidad, por el contrario, se
debe de analizar sino caso por caso, por lo menos por grupo de países, pues existen un sin
número de variables y contextos histórico-sociales que influyen de distintas formas.
I.4 HACIA UNA NUEVA ESTRATEGIA
Después de analizar los objetivos y los puntos positivos y negativos de los esquemas
emergentes de CID y los procesos de apertura hacia nuevos actores del SCID en medio de
un proceso de austeridad en los recursos de AOD, a través de su recorte y focalización,
podemos comenzar en este apartado con el planteamiento general del presente trabajo sobre
la pertinencia de la confluencia del sur y del norte en mecanismos de CID, sin que esto
signifique dejar de profundizar en análisis sobre alternativas viables y estudios de caso en la
CID o cesar en la crítica sustentada y los señalamientos hacia sus deficiencias.
José Antonio Alonso establece que es necesario concebir un sistema de CID que al
contrario de castigar los logros, como sucede en este llamado proceso de graduación en la
ayuda internacional; los estimule, ya que con esto “perpetuará la cadena de transmisión de
conocimientos y capacidades que pueden éstos países brindar…a otros de su región”
29
(citado por Rivero, 2013, p. 148). En este sentido cabe resaltar en el foro de Busan la
postura que mantuvieron en conjunto de los países iberoamericanos20
a través del
Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur, quienes,
además de demostrar un esfuerzo de estructuración y legitimación de la CSS en el SCID no
dejan de lado el esquema de cooperación Norte-Sur recordando “la necesidad de mantener
el apoyo de la cooperación internacional a los países llamados de renta media” pues se
establece que es necesario “consolidar sus capacidades para enfrentar los desafíos de su
desarrollo” (Xalma, 2012: 14)
En esta misma idea, Domínguez (2011) señala que los países del norte pudieran
considerar a las nuevas modalidades de cooperación basadas en el surgimiento de nuevos
donantes como una justificación para eludir los objetivos establecidos con SCID. Es decir,
estos intentos de apertura desde el norte para incorporar los esquemas de CSS y de CT
pueden ser una “argucia para desvincularse de compromisos financieros en un contexto de
progresiva pérdida de peso económico de los países desarrollados” (Domínguez, 2011: 6)
Se sigue entonces que más allá de la discusión sobre los criterios desarrollistas que
son catalogados de manera general, al menos en su origen, como provenientes del norte; no
podemos dejar de ver a dichos países como actores importantes en un sistema internacional
que pretende de alguna manera incidir en algo para redistribuir la riqueza mundial, ni
mucho menos deslindarlos de lo que, tanto desde el Sur como desde el Norte, se perciben
como deudas históricas. Tanto el norte como el sur deben de considerar por lo tanto a la
CID como un esfuerzo conjunto para la mejora de las condiciones de vida de la población.
El norte en este sentido no puede dejar de ser un actor fundamental así como el sur no debe
de dejar de hacerse escuchar y aprovechar los espacios que se abren dentro del sistema de
ayuda apuntando hacia una mejor convergencia de objetivos.
Para los países de nuestra región, es importante tomar en cuenta que pese a las
reorientaciones de la ayuda mencionadas, no todos los países del CAD han visto afectados
20 Se habla de Iberoamérica desde el concepto de la Secretaria General Iberoamericana (SEGIB) que
considera como países iberoamericanos a los países de habla española y portuguesa de América y Europa con
lo que se contemplan 19 países de nuestro continente más España, Portugal y Andorra.
http://segib.org/es/node/39
30
sus montos de ayuda internacional. La mayoría de los países donantes del norte han
experimentado durante los últimos años un déficit en sus balances fiscales pero no todos
han reducido su AOD, o por lo menos no de manera tan dramática y proporcional a dicho
déficit (Fanjul, 2013) (ver gráfica 2). Y de acuerdo a la OCDE (2013) de 2011 a 2012
países como Australia, Austria, Islandia, Corea, Luxemburgo o Canadá han aumentado sus
fondos de AOD (ver tabla 3).
Por lo tanto, aunado a las reconfiguraciones del SCID, los PRM como México, no
pueden dejar de lado las modalidades de cooperación tradicionales, al contrario, se debe
partir de una estrategia renovada que pueda complementarse con los recursos que, pese a
las recientes reducciones, están ahí y siguen siendo disputados.
En México, como PRM con un mal desarrollo caracterizado por la desigualdad de
ingreso y escasa movilidad social, no se puede solo pensar en estrategias para buscar el
recurso monetario del Norte que se transformaría en asistencialismo de corto plazo, sino
que, como se comienza a vislumbrar en el siguiente capítulo, se puede optar por la
búsqueda de mecanismos de CI que incluyan la formación de ciudadanía ya que “los
recursos de cooperación pueden funcionar para activar las palancas políticas que permitan
romper brechas estructurales como la de la desigualdad” (Arriola et al., 2013: 10).
GRÁFICA 2. Relación entre el balance fiscal y la AOD de los países del CAD
Fuente : Gonzalo Fanjul (2013)
31
Ello, al tiempo que desde el norte no se debe cesar en la búsqueda para lograr
mejores esquemas de incorporación de los receptores de ayuda al SCID y de esta forma
caminar hacia una verdadera eficacia de la CID.
A partir de los argumentos aquí expuestos, podemos comenzar a dirigir el
planteamiento del trabajo hacia las posibilidades que existen en el norte en materia de CID
para beneficio de nuestra región, para lo cual será necesario explorar las nociones de
desarrollo y CI que se tienen desde aquella perspectiva, adelantando desde ahora que los
análisis críticos al SCID coinciden en el norte y en el sur y dirigen su crítica hacia la cúpula
del sistema de gobernanza global de la Cooperación Norte-Sur.
32
CAPITULO II. EL DESARROLLO Y LA COOPERACIÓN
INTERNACIONAL DESDE EL NORTE
Una vez entendido desde una perspectiva histórica, el contexto en el que se encuentra el
SCID y de la pertinencia de que los PRM como México generen estrategias de CID con
miras a un aprovechamiento de la cooperación tradicional, se da pie al presente capítulo
donde en sus distintos apartados, se pretende brindar una aproximación a las ideas
fundamentales que delimitan lo que en el Norte se entiende por desarrollo y CI y que
finalmente, a manera de conclusión adelantada y como se tratará de justificar, después de
los necesarios señalamientos y excepciones no están alejadas de aquellas del sur que suelen
ser vistas desde nuestra perspectiva como únicas y de confrontación.
Para tal motivo, se apelará al análisis de literatura especializada en el tema
proveniente de países como España y Canadá, entrevistas con académicos especializados y
actores de la CI en Quebec y se recurrirá a experiencias de vida y profesionales en el Norte
como puede ser el reciente practicum en el marco de la Maestría en Desarrollo Económico
y Cooperación Internacional. Todo ello, al tiempo de delimitar los alcances de la crítica y la
reflexión especializada con respecto a las acciones y decisiones de la alta esfera política
global, estableciéndose así dos campos bien diferenciados dentro del estudio de la CID, el
académico y el geopolítico.
Cabe aclarar que el presente capítulo no tiene la finalidad de hacer un análisis sobre
la evolución comparativa de las distintas posturas y conceptos de desarrollo que han
surgido desde el norte con respecto al sur, pues ello derivaría en un trabajo de objetivos y
dimensiones distintas. Lo que se pretende a continuación es analizar de manera general,
tomando como base encuentros académicos en la universidad de Laval en Quebec y
entrevistas con distintos actores de CI y ciertos textos de publicación canadiense y
española,21
las percepciones que se tienen en el norte sobre el desarrollo desde diversas
21 España y Canadá forman parte del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE siendo así donantes
protagonistas en el SCID
33
perspectivas. De esta forma se intenta demostrar que además de las críticas hechas desde el
Sur existen muchas otras coincidencias que deberían ser tomadas en cuenta y que las
suspicacias que se tienen en el sur sobre los conceptos de Desarrollo y CI del Norte apuntan
más hacia la alta esfera de la gobernanza de la CID que a la académica. Con ello se espera
poder avanzar dentro de la postura general planteada en este trabajo de tesis a cerca de la
viabilidad de un mayor acercamiento de cooperación para el desarrollo entre Sur y Norte.
Así mismo y dentro de esta breve introducción de carácter aclarativo, se menciona
también que la cuestión de si las definiciones y posicionamientos que se analizaran tienen
pertinencia en sociedades o culturas de cosmovisión no occidental, podría quedar como
nota al pie ya que un análisis profundo sobre ello podría desarrollar un tema de objetivos
completamente distintos. En nuestro análisis se parte del hecho de la occidentalización
evidente e inmersión al sistema capitalista de una buena parte del mundo, y específicamente
de México, donde en ningún momento se niega que existen pueblos originarios que han
logrado resistir los embates y estragos de la “modernidad” en sus recientes versiones y que
es sumamente importante voltear a ver para comprender y entender maneras distintas de
percibir el mundo y el mismo desarrollo.
Pero se sigue que aun estos pequeños cosmos sociales que han logrado resistir se
encuentran ya bajo influencias occidentales que incluyen por su puesto la inmersión en un
sistema capitalista global. Por lo tanto, desde la postura tomada para esta investigación, no
se pretende entrar en la discusión sobre nuevos paradigmas de organización económica y
social sino que se entiende que desde la occidentalización peculiar resultante en el país, el
lograr mejores condiciones de vida, en el sentido amplio y pluridimensional de la
expresión, es una aspiración vital y urgente para la población.
Se reconoce pues, que es necesario estar conscientes de los diversos orígenes de
nuestra realidad actual, conocer las alternativas pre capitalistas que existieron y pueden
persistir o las que son planteadas con miras a un mundo post capitalista y hacia una
necesaria descolonización de la consciencia, para lo cual existen diversidad de reflexiones y
planteamientos que escapan a los objetivos de la indagación que guían esta tesis. Así, en el
presente trabajo se parte de una realidad actual y apremiante que deriva en un punto de
34
vista pragmático, que no por ello menos idealista, en busca de un aprovechamiento más
efectivo de la cooperación internacional, más precisamente la cooperación Norte-Sur.
II.1. LA ALTA ESFERA POLÍTICA GLOBAL Y LA ACADEMIA DEL NORTE
EN LA NOCIÓN DE DESARROLLO
Se pretende a continuación, al tiempo de presentar y analizar los distintos planteamientos
sobre el desarrollo consultados, sustentar la idea de una separación existente entre las
percepciones sobre desarrollo y cooperación internacional que pueden tener, por un lado,
los grandes organismos multilaterales y los donantes públicos que toman las decisiones
finales y conforman las altas esferas del SCID, y por otro, las de los académicos,
especialistas y organismos no gubernamentales quienes suelen estar entre el entramado de
actores y analistas de los mecanismos de CID. La alta gobernanza mundial modela las
políticas globales que incluyen indudablemente acciones de CID que recientemente son
justificables bajo la llamada securitización de la agenda pero que siguen siendo tema de
señalamiento y crítica por parte de la academia especializada del Sur y del Norte.
Como es sabido, la evolución del concepto de desarrollo inicia desde la segunda
posguerra y tiene su última vertiente con los procesos de securitización que inician con la
caída del muro de Berlín y que retoman importancia preponderante en los países donantes
del norte después del 11 de septiembre del 2001 influyendo esto en la conformación de la
mencionada nueva arquitectura de la ayuda.
Tal cual se analizó durante el capítulo uno, puede apreciarse desde la gestación del
SCID en la cúpula política internacional un sentido de paternalismo desarrollista liderado
por Estados Unidos tal cual se nota en el ya mencionado discurso de Truman de 1949
donde se asume el compromiso de aquella nación para con las naciones menos
desarrolladas tomando en cuenta el PIB como centro fundamental de análisis y a través del
cual queda identificado y clasificado el mundo no desarrollado.
35
Por otro lado, también desde el norte, pero esta vez desde la perspectiva multilateral
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), surge la primera definición universal de
desarrollo entendiéndose como “el crecimiento (económico) más el cambio, y el cambio, a
su vez, es tanto social y cultural como económico, tanto cuantitativo como cualitativo”
(Sotillo, 2011: 128). Esta definición, pese a mantener una base económica contrasta con la
postura desarrollista oficial de Estados Unidos de la misma época y deja ver desde un inicio
la falta de concordancia de las visiones de la cúpula política y económica mundial que toma
las decisiones y que es representada por aquel país, con la del resto de actores de la CID
desde la perspectiva discursiva multilateral.
Después de los efectos devastadores de la Segunda Guerra Mundial, parece surgir
una renovada y diversamente justificada consciencia y preocupación en el norte sobre las
crecientes disparidades en los niveles de vida de la población del mundo. En 1945, en el
artículo 55 de la carta de las Naciones Unidas22
se establece la voluntad mundial para “el
aumento de los niveles de vida, el pleno empleo y unas condiciones de progreso y
desarrollo en el orden económico y social” (Ramírez, 2008: 29) así como “el realizar la
cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter
económico, social, cultural y humanitario”. Se contempla entonces una definición de
desarrollo que va más allá de los términos estrictamente economicistas y se incluye
consecuentes acciones de cooperación internacional.
Para los académicos quebequenses Louis Favreau, Lucie Fréchette y René
Lachapelle existe una distancia entre las decisiones de las instituciones de política
internacional y la academia mencionando que el concepto desarrollo ha sido
“reducido…por las grandes instituciones económicas internacionales a una simple gestión
de la pobreza y a la lucha contra la extrema pobreza”, lo que ha llevado realizar acciones de
CID desde un “relativismo económico” (Favreau, Fréchette, & Lachapelle, 2008: 4–5).
22 Carta de las Naciones Unidas que representa la fundación de dicho organismo en la Conferencia de San
Francisco el 25 de junio de 1945 y que “fija la paz y la seguridad internacional como sus objetivos supremos“
(Ramírez, 2008: 29)
36
De manera general, los autores establecen dos concepciones básicas e iniciales de la
noción de Desarrollo ubicadas durante las décadas de los sesenta y setenta, estableciendo lo
que para ellos es una diferenciación entre el norte y el sur. En una primera línea de análisis,
ubican una perspectiva liberal tomada como referencia por los donantes del norte,
principalmente Estados Unidos, en la que el sub desarrollo es considerado como retraso en
las etapas hacia el desarrollo, para lo que resulta básico el análisis de Walt W. Rostow de
1961. Pueden agruparse en esta primera línea las ideas de desarrollo como un proceso
evolutivo, de etapas que hay que alcanzar, descuidando análisis y caracterizaciones más
precisas e incluso históricas de aquellos países que fueron denominados en desarrollo. A la
luz de esta idea es que Tortosa (2010: 157) establece que: “El desarrollo consistiría,
entonces, en el conjunto de medidas que llevarían a un país situado en el segundo grupo
(“subdesarrollado”) a situarse en el primero (“desarrollado”)” . Puede identificarse en
nuestros días un apego continuo a esta idea por parte de las instituciones económicas
globales tal cual se mostró en el Foro Económico Mundial del 2009, considerado el foro
máximo del capitalismo global, donde se presentó una clasificación de los países del mundo
en tres grupos dependiendo de su nivel de renta y la manera de ir avanzando entre grupos
hasta llegar al “fin de la historia” (Tortosa, 2010: 161).
La segunda línea de análisis del Desarrollo, de acuerdo a Favreau, Fréchette y
Lachapelle (2008) es la llamada marxista y corresponde a muchas de las percepciones del
sur. En base a este análisis, el subdesarrollo se debe a la intervención de los países del norte
en el sur desde tiempos coloniales y que no encontraría solución más que en una ruptura
revolucionaria.
Este planteamiento dual de los autores quebequenses carece de un análisis más
profundo ya que el mero señalamiento de un norte liberal capitalista y un sur sometido,
marxista y revolucionario es demasiado simplista pues además de los matices que existen,
tanto en el norte como en el sur podemos encontrar posturas liberales económicas pro
capitalistas23
y posturas socialistas críticas del capitalismo o al menos de su vertiente
23 No es de extrañar que en la misma Bolivia existan académicos y especialistas críticos del progresismo
boliviano, declarando que el bienestar que han logrado algunos segmentos de la población indígena ha sido
gracias al “trabajo, ahorro, confianza y mercado. Toda esta ostentación de poder económico se debe al
37
neoliberal, así como también en ambos lugares del mundo se abre paso a miradas y
planteamientos pre y post capitalistas. Así pueden estudiarse en el norte estados de
bienestar avanzados como los de los países nórdicos y en el sur modelos liberales como el
chileno. Pero más allá de ello, los autores plantean que las dos líneas de desarrollo descritas
son inviables y la evolución del concepto pasa necesariamente por el reconocimiento
paulatino de que el mero crecimiento económico está lejos de ser la solución final, y que en
este sentido son un parteaguas las teorías originadas en el sur en los años noventa que
derivan por ejemplo en la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH) y que aportan
esfuerzos para recorrer el camino hacia una necesaria multidimencionalidad del Desarrollo.
Sobre esta misma idea, Joëlle Deschambault (2009) dentro de su análisis de los
cambios de la política de Cooperación Internacional canadiense hacia la seguridad durante
las dos décadas pasadas, considera que el término clave es el de Desarrollo Humano y que
incluye “el objetivo de centrar los desafíos del desarrollo en la persona y no más sobre del
Estado, poniendo el acento sobre la calidad de vida y no más sobre el PIB” por lo que “el
desarrollo se mide ahora de manera holística…” (Deschambault, 2009: 45). De esta forma,
además de una elemento económico como lo es el nivel de ingreso, se incluyen elementos
básicos como la tasa de escolaridad y la esperanza de vida así como el acceso a recursos
naturales, la participación ciudadana y política en la sociedad24
.
Sin embargo, pese a que igualmente resalta la multidimensionalidad, cuando el
autor menciona que el desarrollo humano se enfoca al individuo y se aleja de mediciones
sobre la riqueza del estado vale la pena señalar que esta relación de riqueza estatal y
ciudadanía, tiene que estar presente cuando indicadores individuales como educación o
salud dependen de la capacidad del Estado en cuestión para proveerlos siendo muchos
estados del norte, a excepción de Estados Unidos, un ejemplo de ello por lo menos hasta
antes de las recientes desmantelaciones de los estados de bienestar.
capitalismo (y no a las políticas de Evo Morales)” (Rivas Salazar, en Economía Bolivia:
http://www.economiabolivia.net/2014/06/06/el-capitalismo-aymara/) 24
Desde la academia y los organismos no gubernamentales involucrados en la CI, se diseñan y proponen un
amplio abanico de estrategias encaminadas a tratar las deficiencias en cada uno de los elementos mencionados
y mucho otros más, sin embargo, desde la perspectiva de este trabajo la formación de ciudadanía aparece
como tema fundamental de cooperación Norte-Sur
38
La relación específica entre la riqueza generada en un país, y la capacidad de su
Estado para traducirla en un desarrollo humano generalizado en la población, es vital (ver
gráfica 3). Si esta relación no es del todo positiva, como el caso mexicano, vale la pena
cuestionar entonces su entramado institucional, el nivel de empoderamiento ciudadano que
da como resultado que poblaciones insatisfechas y con pocas probabilidades de mejora
actual o trans-generacional, no puedan desencadenar los cambios necesarios en su propio
ente gubernamental que parece estar conformado por élites alejadas de la realidad de la
mayoría de la población. En este sentido, podría hablarse de una problemática que apunta
más hacía lo político que a lo económico o en todo caso, a la disociación entre estas dos
esferas que es característica del modelo neoliberal y que afecta tanto al norte como al sur y
donde puede estar un objetivo claro de CID.
Otro elemento fundamental en los análisis de desarrollo desde el norte, es la
relación de éste con el medio ambiente, es decir, la integración de los principios ecológicos
a los económicos, humanos y sociales, ampliando así aún más el espectro de análisis y
complejidad del tema. En este sentido, el Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo de la ONU de 1987, mejor conocido como informe Brundtland,
define el desarrollo sustentable como el que “responde a las necesidades de las
GRÀFICA 3: Relación entre PIB per cápita e IDH
Fuente: Wikimedia Commons,, 2011
39
generaciones del presente sin comprometer las capacidades de generaciones futuras para
atender sus propias necesidades” (en Deschambault, 2009: 46)
Por otro lado, el español José María Tortosa (2010) igualmente elabora un recuento
de lo que podrían ser las principales vertientes de las concepciones de desarrollo. Identifica
también la persistencia de una visión más clásica y generalizada basada netamente en el
crecimiento económico reflejado en el PIB nacional así como posturas más amplias que
restan importancia a dicho crecimiento económico e incluyen elementos como los
desequilibrios ambientales, la búsqueda de la equidad y la subjetividad en las percepciones
de las distintas calidades de vida.
Aunque estos últimos y amplios planteamientos sobre el desarrollo parecen ser más
completos y adaptarse de mejor manera a la diversidad cultural, política y económica
mundial, no logran tener el mismo impulso político que sí tienen los enfoques más
economicistas. Tortosa (2010) comenta que esto es debido a que dicha postura:
“…es efectivamente, sencilla de comprender aunque esté aparentemente basada en
matemáticas incomprensibles, da por supuesto que el sujeto del desarrollo es el país, tiene
muy claras las relaciones causa- efecto de modo que puede convertirse fácilmente en un
recetario sencillo…en ningún momento introduce a otros países en el diagnóstico…no hay
imperialismo” (Tortosa, 2010:161).
De igual forma, el académico de la Universidad de Alicante identifica una
efervescencia teórica por parte de distintos actores del desarrollo pero su lejanía de la
puesta en marcha por parte de los tomadores de decisiones por lo que es un objetivo con
“pocas probabilidades de ser buscado si no es beneficioso para los que tienen capacidad de
promoverlo” (Tortosa (2010: 163). A este análisis, podría sumársele la preponderancia
mundial actual de un sistema económico capitalista neoliberal, adoptado entusiastamente
por las élites políticas del que es calificado, de acuerdo a los mismos criterios del sistema,
como mundo en desarrollo y que es donde irónicamente tiene sus peores resultados al no
contar con un entramado institucional lo suficientemente fuerte para hacer frente a los
embates del mercado y es cooptado por una oligarquía dominante.
40
Los planteamientos aquí mostrados no difieren de aquellos analizados en el sur
como se puede ver en el caso de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL, 2012) que elabora un amplio análisis para demostrar la inviabilidad de la
tendencia de la CID, retomada con mayor fuerza desde el inicio del siglo XXI, de poner
énfasis en la clasificación de los países donantes a través de sus niveles de renta. De esta
forma, se propone un análisis más amplio principalmente hacia los países de nuestro
continente. Así, el estudio establece que:
“… la pobreza es a la vez causa y efecto del proceso de desarrollo… (su superación )
se trata de un proceso multifacético…que requiere hacerse cargo de una gran variedad
de brechas estructurales que limitan y entorpecen un crecimiento inclusivo…”
(CEPAL, 2012: 8)
Además de estas brechas estructurales, uno de los señalamientos clave de la CEPAL
es la tendencia a la homogeneización por parte del norte hacia los países receptores de
ayuda del sur partiendo de indicadores económicos. Esta visión indistinta sobre las
problemáticas en el sur, puede ser la fuente de la crítica que se hace desde nuestra región
hacia los procesos desarrollistas planteados por la gobernanza global desde el norte. Pero
esta tendencia a generalizar se da también de manera inversa, catalogando desde la
perspectiva del sur a un solo norte desarrollista, individualista, imperialista y contaminante
sin tomar en consideración que, al igual que en el Sur existen varios nortes, en el Norte
sucede lo mismo. Finalmente, los esfuerzos teóricos o académicos para entender nuestros
mutuos procesos históricos, sociales y económicos, seguirán teniendo deficiencias si no
existe una aproximación natural y/o de primera mano que puede encontrar solución en
modelos de CI Norte-Sur como el de la movilidad internacional de Quebec, que se analiza
en el último capítulo.
Puede comenzar a concluirse que los análisis de desarrollo que se hacen desde la
academia en el norte, apuntan hacia la expansión del concepto dentro de una idea de
pluridimensionalidad que abarca mucho más allá de los términos económicos, y que éstos
están más ligados a las esferas políticas y económicas del mundo, tanto del norte como del
sur, quienes finalmente anteponen otro tipo de intereses que, legítimos o no, están lejos de
brindar soluciones reales a las masas. Así mismo, podría vislumbrarse la pertinencia de un
41
acercamiento entre el sur y el norte para llevar a cabo CI con miras a la construcción de una
ciudadanía que se apropie de su aparato estatal.
II.2 HACIA UN CONCEPTO DE DESARROLLO
Encaminados en el planteamiento de este capítulo, a continuación se analizan algunas
definiciones de desarrollo provenientes de la academia en el norte, comenzando por la de
Favreau, Fréchette y Lachapelle, (2008: 9):
“Proceso de movilización de todas las potencialidades económicas, sociales y culturales de
un país (o de una región o comunidad local) alrededor de un cierto número de objetivos de
mejora de las condiciones de vida de las poblaciones”.
Los autores, enfatizan que el Desarrollo pasa por el mejoramiento de las
condiciones de vida de la población existiendo, para ello, distintos modelos y distintas
dimensiones tomando en cuenta que los procesos de desarrollo encuentran actualmente
grandes retos tanto en el Norte como en el Sur a causa de una mundialización neoliberal,
por lo que se vuelve necesario en todo el mundo “reafirmar la primacía de la sociedad sobre
la economía” (Favreau, Fréchette y Lachapelle, 2008: 9). Para estos autores, el Desarrollo
debe continuar siendo un concepto clave para los investigadores del Norte y del Sur con la
intención de avanzar en la búsqueda de soluciones, tanto para la exclusión social
caracterizada por la pobreza, como para elementos de creación de ciudadanía como lo son
la promoción de la democracia, y la creación de formas de regulación sociopolítica. Estos
son, desde la perspectiva de este trabajo, puntos clave hacia los debería apuntar con mayor
fuerza la CID en países como México.
De igual forma, los autores británicos Mark Duffield y Nicholas Waddell del
departamento de políticas del desarrollo de la universidad de Bristol definen desarrollo
como:
“...intervenciones de diversa índole en los campos de la economía, educación, salud y
política apuntando a mejorar la fortaleza y el bienestar de gente cuya existencia está
42
definida por las contingencias y los eventos aleatorios del –subdesarrollo-” (en
Deschambault, 2009: 46)
Se habla de intervenciones como acciones que se emprenden dentro del mismo
Estado con el objetivo de mejorar “las condiciones de vida…aumentar las posibilidades de
empoderamiento ciudadano y reforzar las capacidades para hacer frente a toda eventualidad
de la vida humana” (Deschambault, 2009: 46). Nuevamente, se resalta aquí la necesaria
ampliación de los campos de acción de las estrategias de Desarrollo hacia la formación de
ciudadanía y se coincide con el catedrático español Bruno Ayllón cuando establece que la
CID debe ser “inclusiva y democrática” a través del:
“fortalecimiento de las capacidades institucionales estatales de los actores y sujetos más
vulnerables…apoyando su articulación política”, pero apunta que esto solo se puede lograr
con “un buen conocimiento de los contextos y procesos locales” (Ayllón Pino, 2013: 140)
Por otro lado, la Dra. Sophie Brière25
describe al desarrollo comenzando por el
reconocimiento de la existencia de conceptos clásicos no aplicables en la actualidad. Las
ideas de desarrollo como proceso llevado de manera vertical desde el norte hacia el sur a
través la de transferencia de recursos y conocimientos, contrastan con el enfoque que se
tiene, por lo menos en la universidad Laval, de desarrollo como un producto endógeno,
resultado de capacidades, cultura y necesidades locales (Brière, 2014).
Al igual que se analiza en el Sur, la Dra. Brière identifica de manera general los
distintos perfiles que puede adquirir la CID, pudiendo representar ésta una continuación de
la política extranjera de los actores del sistema internacional, una perpetuación de
relaciones coloniales o históricas, sin descartar la posibilidad de existir motivaciones
legítimas de ayuda; pero enfoca su análisis a la premisa de que las acciones de CID deben
partir de un “diagnóstico elaborado, una reflexión estratégica…una relación equitativa, de
intercambio…de aprendizaje”. De igual forma es importante para la especialista de la
universidad Laval, el ver a la CID como un apoyo a los procesos que deben surgir desde la
misma localidad pues si estos son sustituidos “está demostrado que los resultados no son
25 Entrevista con Sophie Brière, doctora en desarrollo internacional y globalización por la Universidad de
Ottawa, especialista en desarrollo y gestión de proyectos internacionales en la facultad de administración de la
Universidad Laval.
43
durables” por lo que es indispensable en los proyectos de CID que se piense en la
apropiación de los mismos por la comunidad y evitar así que se reduzcan a una “imposición
del norte” (Brière, 2014).
Por su parte, en un análisis que propone una mirada “fuera del enfoque dominante”
desde la salvedad del desafío que ello implica, Tortosa (2010: 164-165) va más allá y
establece un cambio necesario básico: dejar de ver al desarrollo como contrario a la falta de
crecimiento sino como lo “opuesto al mal desarrollo” o “mal vivir” entendido a éste como
“la insatisfacción de necesidades humanas básicas” por lo que propone hablar más bien de
un buen vivir que del desarrollo. En su reflexión, Tortosa agrupa elementos como la
desigualdad de ingreso y la pobreza dentro de una un listado más extenso de problemáticas
del mal vivir que incluyen la falta de identidad y de democracia, yendo desde lo local hasta
su relación con lo global en un sistema mundo interdependiente. Al igual que en el análisis
de la CEPAL, Tortosa identifica una gran variedad de problemáticas del mal vivir y al
enumerarlas pretende hacer una “llamada de atención frente a los simplismos de reducirlo
todo a un solo elemento…” estableciendo la necesidad de atender las problemáticas desde
distintas perspectivas y campos de conocimiento pues “no hay actividad humana que pueda
afrontar simultáneamente todos estos problemas” (Tortosa, 2010: 166).
Pero estos valiosos conceptos y análisis, que se generan constantemente desde las
universidades y centros de estudio en la materia, parecen no haber formado parte en las
acciones de SCID si se revisa el panorama general de sus resultados. Pese a que son una
herramienta útil para entender la realidad entorno a los fenómenos del desarrollo y
proponer estrategias para las acciones de CI, las reflexiones que surgen en la efervescencia
académica del sur y del norte se ubican en segundo plano conforme se sube en la pirámide
de responsables en el SCID, apareciendo en el mejor de los casos como retóricos
enunciados en los libros blancos y discursos de las agencias y ministerios relacionados a la
CID de algunos países quienes finalmente están sujetos a las decisiones de política exterior
del país en cuestión.
44
II.3 SECURITIZACIÓN DE LA AGENDA Y LOS PAÍSES FRÁGILES
El peso de las decisiones políticas en el SCID se ve reflejado en la última vertiente que
algunos países del norte le han dado a la CI desde el final de la guerra fría: la seguridad.
Después de que las superpotencias vieran reducidas la posibilidad de una tercera guerra
mundial de alcances nucleares, y con el triunfo definitivo del capitalismo, la atención
mundial se volcó hacia los conflictos en el interior de los países, principalmente en el este
europeo y en África.
Comienzan entonces intervenciones directas para frenar los efectos negativos de los
conflictos internos y así restablecer las estructuras y medios básicos de subsistencia de las
naciones involucradas, entendiéndose que la relación conflicto interno y desestabilidad, es
un obstáculo para los procesos de desarrollo que, aún más importante, puede traspasar
fronteras y desencadenar problemas globales.
Se habla en este periodo de un concepto de seguridad íntimamente ligado a la
estabilidad económica que pueda garantizar la expansión del liberalismo económico por el
mundo dando como resultado el aprovechamiento por parte del capital del Norte de amplios
mercados y fuentes de recursos. En 1994 año en que desde las Naciones Unidas se publica
la llamada Agenda por la Paz, el concepto se aleja de la concepción militar y económica
que se tenía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y entra al terreno humano, a la
posibilidad de emancipación de grupos sociales dentro de un Estado determinado en
condiciones de estabilidad y no de restricción, temor o violencia, donde se ven
desaparecidos “sus modos de vida…sus medios de subsistencia”. Se habla de seguridad
enfocada hacia el ser humano más que al Estado, siendo así que el “lazo entre seguridad y
desarrollo se cristaliza” (Deschambault, 2009: 48).
La conceptualización académica sobre la seguridad de las naciones del Norte y sus
nuevas amenazas, inevitablemente apuntan al interior de algunos Estados del Sur,
generando así reflexiones sobre los elementos humanos y sociales de la seguridad
derivando ello en un nuevo concepto: el de seguridad humana. Ésta se integra a los
procesos de desarrollo cada vez más multidimensionales y se une a las discusiones sobre su
45
pertinencia tomándose como una alternativa o como substituto del mismo concepto de
Desarrollo, lo que por sí mismo puede dar pie a un análisis mayor.
Caroline Thomas (2001: 161) define a la seguridad humana como:
“…una condición de existencia en la cual, necesidades materiales básicas (comida,
vivienda, educación, salud) son satisfechas y en la cual la dignidad humana, incluyendo la
participación significativa en la vida de la comunidad, puede ser alcanzada…La suficiencia
material es necesaria pero no suficiente”
La autora hace énfasis en el aspecto no material y cualitativo del concepto
proponiendo que este pasa por la posibilidad de emancipación dentro de estructuras de
poder opresivas lo que inevitablemente recae en una “substantiva noción de
democracia…que asegura la oportunidad de todos para participar en las decisiones que
afectan sus vidas” (Thomas, 2001: 162).
A partir del 2001, en medio de una guerra contra el terrorismo, la seguridad humana
parece entrar en una nueva etapa que perfila un militarismo de las acciones de CID en
detrimento de sus objetivos primordiales. Así, al igual que sucede con el desarrollo, los
nuevos conceptos de seguridad llevan consigo acciones de política internacional pudiendo
ser tomados como justificante para renovadas formas de intervención de potencias del
Norte. Una vez más, la academia va en un sentido, tratando de analizar y desmenuzar las
diversas implicaciones de los procesos de desarrollo que son llevados a la escena mundial
por organismos como la ONU o el PNUD e incluso dentro las comisiones representativas
internacionales de los países en el SCID, mientras que las decisiones finales del orden
hegemónico mundial pueden atender a otros intereses en los que se podría incluir por
ejemplo la “expansión continua del sistema económico liberal” (Deschambault, 2009: 33).
Bajo el manto de la seguridad humana, las potencias del norte encuentran nuevas
justificaciones para el accionar de su política internacional. En esta última vertiente de la
CID es que se dan nuevas clasificaciones de países a intervenir, pero ahora de acuerdo a los
niveles de amenaza que éstos representan para la estabilidad, si no internacional, sí de algún
país específico. Para esta nueva clasificación del mundo ya no se opta por los datos de
46
crecimiento económico, sino que esta vez se toma en consideración el nivel de fragilidad
del Estado.
No existe un término concreto y oficial sobre qué es un Estado frágil, y desde
distintos círculos académicos se hacen varios análisis y propuestas partiendo de ideas
generales. En la era global actual, los desequilibrios sociales al interior de un país pueden
tener fácilmente repercusiones globales tanto económicas como demográficas. Por otro
lado, la fragilidad de un estado supone obstáculos importantes para lograr los objetivos de
desarrollo propios, pues “se ha demostrado que únicamente Estados con una capacidad y
una soberanía reales pueden acceder a un progreso humano efectivo (por lo que) es
necesario tener una base de estabilidad” (Hernández, 2013: 7)
En su análisis sobre el concepto de Estado frágil, María J. Hernández (2013)26
identifica los puntos principales de las definiciones de distintos autores, concluyendo entre
otras cosas que la fragilidad de un Estado no es un momento estático sino un proceso hacia
el cual se puede ir adentrando un país de manera gradual y que estriba en su falta de
capacidad para promover servicios públicos básicos a sus ciudadanos, siendo los países ex
coloniales los más propensos al no terminar de cristalizar sus estructuras políticas,
económicas y sociales, pues los regímenes coloniales “destruyeron las estructuras sociales y
las identidades tradicionales sin reemplazarlas por otras” (Hernández, 2013: 14). Cabe decir
en este punto, que si bien las estructuras sociales e identidades de los pueblos
mesoamericanos fueron destruidas, éstas no se quedaron sin un reemplazo como menciona
Hernández, no puede existir una sociedad sin estructura social y sin algún tipo de identidad.
A los pueblos colonizados de México se les interrumpió de tajo un proceso propio de
consolidación social y económica que fue reemplazado por uno ajeno, uno que no terminó
de encajar; una occidentalización a tres cuartos que se encuentra construida sobre los
remanentes de un mundo que alguna vez existió y que conforma ahora sus cimientos
26 María José Hernández Lorente, es egresada del Master en Desarrollo Económico y Cooperación
Internacional de la Universidad de Murcia, España, generación 2011-2012.
47
inestables. Ello, coincidiendo con Bonfil Batalla (1990),27
da como resultado una
estructura endeble, en conflicto identitario y cultural permanente que, a la luz de nuestro
tema de análisis y retomando la conclusión de Hernández (2013) sobre Estados frágiles, no
facilita sino obstaculiza la conformación de una sociedad con amplio control de sus propias
estructuras políticas.
La clasificación de países por su grado de fragilidad, desde la perspectiva de la
seguridad humana, para focalizar los recursos de la CID trae consigo la discusión sobre la
pertinencia de dividir en segmentos homogéneos a los países destinatarios así como la
validez de dicha clasificación unilateral. El debate académico del norte en este sentido, se
centra en la poca apertura del concepto, basándose en percepciones y juicios de valor
negando el rol que los países occidentales juegan en los mismos procesos de fragilización,
y en el posible uso de la nueva terminología sobre seguridad humana y estados frágiles para
enmascarar objetivos geopolíticos tachados como neo coloniales, lo que deriva a su vez en
la discusión sobre la validez de intervenir o no en un país en el que el Estado ha dejado de
garantizar las condiciones mínimas de vida para su población (Deschambault, 2009) .
Así mismo, la fragilidad de un Estado, considerada como la incapacidad de proveer
servicios básicos a su población como consecuencia de endebles estructuras políticas,
económicas y sociales, y el grado en que estas deficiencias están presentes, pueden llevar a
distintas estrategias y prioridades de CID aparentemente más precisas que por los niveles
brutos de riqueza generada medida a través del PIB. En este caso, países como México, con
altos niveles de marginalidad, pobreza y desigualdad no reflejadas en las estadísticas
macroeconómicas y que llevan a una ciudadanía disfuncional, pueden ser sujeto receptor
importante de CID.
27 Para Guillermo Bonfil Batalla existen en México conviviendo dos proyectos culturales distintos, uno el de
raíces mesoamericanas que está presente en la vida diaria de la gran mayoría en elementos imperceptibles y
otro, el occidental, que ha sido impuesto de manera forzada por las minorías detentoras del poder desde la
colonia y que se ha aceptado por las mayorías como el correcto, el proyecto de nación a seguir.
48
II.4 LA CÚPULA DE LA GOBERNANZA GLOBAL
Los esfuerzos teóricos y académicos por lo general solo son tomados por la cúpula política
global para formar parte de la “articulación de una retórica en la gobernanza mundial”
(Deschambault, 2009: 30). Esta afirmación puede constatarse en el discurso de Hillary
Clinton en el 2010:
“(El desarrollo) ahora es un imperativo estratégico, económico y moral —tan central para
satisfacer los intereses estadounidenses y resolver los problemas globales como la
diplomacia o la defensa” (en Tortosa, 2010: 159-160).
Dicha declaración es interpretada enseguida por el autor como la utilización de la
“política, violencia y economía en función de los intereses de...Estados Unidos en este
caso”.
Para Favreau, Fréchette y Lachapelle, (2008) las grandes instituciones económicas
internacionales se alejan cada vez más de las propuestas académicas del desarrollo y la CI,
siguiendo una línea de acción sometida al modelo económico liberal que tiene como
fundamento la desconfianza del rol del Estado como ente potencializador, socializador y
distribuidor de recursos. Por lo tanto, la cúpula de la gobernanza internacional del Norte
centra su accionar en los mercados emergentes importantes para las inversiones de
occidente por su nivel de consumo o de producción barata a la vez que establecen medidas
paliativas contra la pobreza y extrema pobreza.
De esta forma, las acciones de política exterior impulsadas por los países del norte a
través de su CID:
“no tocan las reglas que rigen la economía internacional y su arquitectura financiera.
Persiguen objetivos sociales aparentemente realizables sin tener en cuenta los obstáculos
estructurales…las políticas neoliberales…la debilidad de la infraestructura…sin contar los
cuadros institucionales y las políticas necesarias para asegurar un mínimo de democracia
social y política (Favreau, Fréchette y Lachapelle, 2008: 12-13)”
49
La academia especializada en temas de desarrollo y cooperación internacional tanto
del Norte como del Sur, coincide en la crítica hacia el accionar de la cúpula de la
gobernanza global que puede verse reflejada a través del SCID. Sophie Brière (2014)
comenta al respecto que:
“…en la universidad debemos mostrar todas las perspectivas, (se abre un espacio plural de
opinión) para que finalmente el alumno decida qué postura adopta, pero es cierto que
nosotros (los académicos) tenemos una perspectiva distinta del desarrollo y la cooperación
internacional a la que maneja por ejemplo el gobierno canadiense. Los países ven a la
cooperación internacional como una inversión, desde una perspectiva económica unilateral”
Por lo tanto, retomando las ideas clave de este capítulo para seguir con la
construcción del planteamiento de este trabajo, podemos considerar que existe desde la
academia del Norte una misma aproximación crítica hacia los tratamientos que las grandes
instituciones globales han dado al desarrollo de las naciones. Al igual que el sur, en el norte
se reflexiona sobre la amplitud del concepto dejando atrás reduccionismos económicos y
abriendo la discusión desde varias perspectivas para proponer acciones de CID más
efectivas.
El camino hacia una construcción teórica nutrida y amplia entre el norte y el sur,
encontraría la un obstáculo en la falta de contacto directo con las realidades en distintas
latitudes. En este sentido, como se verá en el capítulo cuatro, la CID jugaría un gran papel
para la movilidad e intercambio académico y los organismos multilaterales para la
cooperación y el desarrollo aparecerían como espacios clave para la conjunción de distintas
reflexiones. El aprovechamiento de recursos de la CI Norte-Sur para la movilidad
internacional es por tanto una idea clave en este trabajo, cuyas repercusiones positivas para
ambos actores, donante y receptor, se intentan plantear más adelante.
Es a la luz de esta idea que resulta importante el planteamiento de la CEPAL (2012)
sobre la búsqueda de mecanismos de diálogo y acercamiento entre el Norte y el Sur en el
SCID. De esta forma, se podría caminar hacia la construcción SCID más eficiente e
inclusivo, donde tanto el Norte como el Sur converjan con el gran objetivo de mejorar los
50
procesos de desarrollo. Al quedar claro que las altas esferas de la gobernanza mundial están
integradas por las élites locales y actúan bajo estrategias geo políticas de diversa índole, los
ámbitos académicos y ciudadanos tendrían que ser la base de los procesos de acercamiento
Norte-Sur, Sur-Norte, a través de intercambios, estancias, foros y generación de redes de
investigación. Se trata de un dialogo franco con miras a profundizar en el conocimiento de
las particularidades, capacidades, necesidades, posibilidades, recursos y mecanismos que
cada contraparte en el norte y el sur posee, de tal forma que se reduzca al mínimo la
tendencia a la homogeneización y a la búsqueda de soluciones estandarizadas y de poca
repercusión como consecuencia de las diversas particularidades que caracterizan a cada uno
de los países.
También dentro de la multidimencionalidad establecida del desarrollo y, por tanto,
de las acciones de CID, se resalta la importancia de la idea de avanzar hacia la creación de
condiciones sociales que permitan la emancipación ciudadana. En este sentido se considera
a la CID Norte-Sur para los países de renta media, como una serie de acciones que superan
las meras transferencias de recursos monetarios, a través de proyectos humanitarios o para
la construcción de infraestructura física de emergencia, y que buscan aportar elementos
para la construcción de ciudadanía.
51
CAPÍTULO III. CANADÁ EN LA COOPERACION INTERNACIONAL
PARA EL DESARROLLO
Durante el desarrollo del capítulo anterior se pudo tener un somero panorama sobre lo que
la academia en el Norte reflexiona acerca del desarrollo y la CI observándose similitudes
con lo estudiado en el sur, ello al tiempo de un franco distanciamiento con respecto a las
acciones reales de CID orquestadas por algunos de los principales estados protagonistas del
SCID.
En el marco de esta idea, durante la presente sección se pretende dar un panorama general
sobre la posición de Canadá en la escena internacional y comprender de mejor forma sus
políticas de CID. A partir de ello, se avanzará hacia una comprensión más precisa sobre las
características de Quebec, que es un Estado Federado de Canadá y actor peculiar dentro de
un SCID que está viviendo procesos de reformulación. Para tal fin, se analizarán desde una
perspectiva histórica, los hechos que han modelado al actual estado canadiense y su
consiguiente política internacional para posteriormente, entrar en los detalles sobre las
características de la CID canadiense poniendo énfasis en su relación con América Latina.
III.1 DESHOMOGENEIZANDO EL NORTE DONANTE
Asumir que la política de CID de un país está completamente subordinada a un solo tipo de
política exterior (PEX) es caer una vez más en las homogeneizaciones distorsionadoras del
Norte y del Sur de las que ya se ha hecho mención. Para tomar distancia de esa percepción,
es necesario identificar el tipo de relación que existe entre la PEX y la política de CID de
acuerdo al rol específico del donante, en este caso del Norte, como superpotencia o
potencia media así como su situación política interna y contexto histórico, no perdiendo de
vista que, por ejemplo, es distinto el caso de Estados Unidos o de Noruega o de cualquier
otro país de ese status. También hay que tener presente que son diferentes las situaciones
como la etapa de polarización de la posguerra o la de multipolaridad del siglo XXI; la de un
52
país de tendencia tradicionalmente social demócrata a la de uno de carácter neoliberal o la
de uno con altos intereses neo coloniales a la de uno que jamás ha jugado el rol de invasor.
Como se ha hablado en el capítulo uno, tampoco la cooperación del Sur escapa a este tipo
de relación y así mismo, desde la región latinoamericana, se pueden realizar análisis sobre
los posicionamientos geoestratégicos que adquieren los países protagonistas de CI, tal cual
se comenta en el texto de Lo Brutto & González Reyes, (2014) pero que daría pie a una
discusión fuera de los límites del presente trabajo.
Enfocándonos en el concierto de naciones del Norte inmersas activamente en el
sistema de gobernanza global con roles activos en la CID, como lo pueden ser los países
integrantes de CAD de la OCDE, y en un esfuerzo por no caer en estandarizaciones,
podríamos partir examinando las diferencias en cuanto a su protagonismo en el sistema
internacional, pudiéndose dividir entre superpotencias y potencias medias.
Cabe señalar que, a pesar de este esfuerzo por analizar más a fondo las
características de los países del norte, esta categorización puede ser también muy ambigua
ya que depende de la perspectiva temporal con la que se aborde el tema y de muchos
factores interdependientes. Así, para saber si un país es una superpotencia o potencia media
pueden tomarse en cuenta su poderío militar, su grado de riqueza económica, su nivel de
desarrollo tecnológico, cantidad de recursos naturales, población, territorio o su capacidad
de interferencia o regulación en el sistema económico mundial. Bajo esta premisa, Kenia
M. Ramírez (2012) hace una recopilación conceptual donde se establece que una súper
potencia es entre otras cosas, aquella que tiene la capacidad y la posible voluntad de
intervenir en el área militar, económica, diplomática e ideológica dentro de la sociedad
mundial partiendo de una solidez interna, totalmente contraria a la inestabilidad de los ya
analizados Estados frágiles, que puede incluir una importante extensión territorial, gran
cuota demográfica y una “cohesión y estabilidad político-ideológica” (Ramírez, 2012: 41).
Estos mismos elementos pueden ser tomados en cuenta de manera comparativa para
identificar a países como potencias medias, pero siendo necesario para este fin, considerar
su rol como tomadores de decisiones internacionales, su nivel de influencia regional, su
papel de intermediarios para la disputa de conflictos internacionales y su grado de
53
aspiración a protagonismo internacional. Todo ello bajo una importante relación de interés
mutuo con una superpotencia.
A la luz de estos planteamientos, podrían ubicarse históricamente superpotencias
como el Reino Unido, la extinta Unión Soviética y a partir de la segunda guerra mundial,
Estados Unidos, quien toma las riendas del mundo de manera política, económica, militar e
ideológica. Como se ha descrito anteriormente, alrededor de la supremacía norteamericana
mundial diversas potencias medias se agrupan y configuran el SCID. Cada una de las
naciones donantes del norte pese a estar alineadas bajo el proyecto de origen
norteamericano, desarrollan de manera distinta su relación con el resto del mundo y por su
puesto con el Sur. Por ejemplo Francia o Inglaterra, antiguos imperios coloniales establecen
de inmediato vínculos con sus ex dominios donde naturalmente se tendría mayor capacidad
de influencia persiguiendo distintos objetivos. Canadá en este sentido es considerado una
potencia media con peculiaridades que se intentarán analizar a lo largo de este apartado.
Por otro lado, para poder avanzar hacia nuestro objetivo y entender la política de
CID de Canadá y posteriormente la de Quebec, es necesario analizar también el panorama
general de la relación existente entre PEX y política de CID de los países donantes del
Norte. Para ello, es de gran utilidad el texto de Manuel de la Iglesia Caruncho (2011),
Política exterior y política de cooperación: ¿amistades peligrosas?. Para el autor existen
tres grandes tipos de relación entre la PEX y la política de CID (ver esquema 1). La primera
sería una relación de completa subordinación, en la cual, la política de CID es un
instrumento para lograr los objetivos de un país en el exterior. Este sería el claro caso de
una superpotencia, es decir, Estados Unidos.28
La segunda se da cuando existe una relación no de dependencia sino de autonomía
relativa de la CID de un país, es decir, dentro la agenda internacional, la política de CID se
ocupa independiente y de manera exclusiva de la agenda de desarrollo global, para lo cual
tendrá diseñada una estructura determinada pudiendo tener un ministerio o secretaría
28 En De la Iglesia (2011:2) se presentan ejemplos que sustentan la afirmación sobre la subordinación de la
política de CID de EE.UU a su PEX.
54
dedicada a la CID. En algún punto entre estos dos modelos es donde se puede ubicar a gran
parte de los países del SCID incluyendo por su puesto a Canadá, con características que se
mencionarán más adelante.
El tercer tipo de relación entre PEX y política de CID que el autor identifica es la
que se da en países donde el completo de políticas nacionales, están influenciadas por la
agenda global de desarrollo, por lo que las acciones de CID, además de ser independientes,
influyen hacia el interior del país. Ejemplo de ello, son los países nórdicos europeos que
con una población de “renta per cápita elevada y bien formada espera de sus gobiernos un
ejercicio de responsabilidad, tanto en el plano interno como en el internacional” (De la
Iglesia, 2011: 2). Cabe señalar que éstos países, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda
además de Luxemburgo; han alcanzado el anhelado 0.7% de su PIB para AOD desde hace
varios años, siendo esta medición una probable fuente de clasificación para diferenciar los
donantes del norte (ver gráfica 4). Así mismo, estos países están dentro de los que más
impuestos recaudan con respecto a su PIB y dentro de los 10 países más igualitarios por
coeficiente de GINI29
, es decir, su cooperación internacional puede ser reflejo de su
sociedad contando con una gran presencia estatal rigiendo procesos de desarrollo en una
sociedad sumamente equitativa.
29 Datos de la OCDE del 2012: Tax revenues rising slow across the OECD y el Informe sobre Desarrollo
Humano 2011, PNUD
Fuente: Elaboración propia en base al texto de Manuel de la Iglesia Caruncho (2011)
Esquema 1. Tipos de relación entre la Política Exterior de un país y su política de CID
55
La relación de políticas nacionales locales de países del Norte, con los compromisos
de desarrollo globales se puede apreciar de mejor forma a través del Índice de Compromiso
con el Desarrollo (ICD) que lleva a cabo el Centro para el Desarrollo Global,30
que, a su
vez, puede representar una clasificación más a considerar para analizar el tipo de donante
tradicional. Dicha clasificación mide desde el 2003 las características de la AOD ofrecida
por los 27 países más ricos del mundo tomando en consideración siete políticas nacionales
que tienen repercusiones en la agenda global de desarrollo: AOD en porcentaje del PIB sin
ayuda atada, inversiones directas y productivas en el extranjero, reducción de barreras al
comercio con el sur, flexibilidad para la migración, impacto al medio ambiente, generación
y compartición de tecnologías y acciones humanitarias y de seguridad global.
De esta forma, encontramos una vez más a los países nórdicos dentro de los
primeros lugares pareciendo reflejar las características de su sociedad hacia la acción
internacional y a Estados Unidos dentro de los diez últimos junto a países no protagonistas
de AOD como Polonia, República Checa o Hungría (ver tabla 4). Tomando en cuenta la
posición de Estados Unidos en este ranking y que es el mayor donante de AOD neta del
mundo, podríamos confirmar la deficiencia en calidad de su ayuda.
30 Centro de investigación sobre el desarrollo, especializado en temáticas sobre políticas y acciones del norte y
sus repercusiones en el sur. Disponible en http://www.cgdev.org/
TABLA 4. Índice de Compromiso con el Desarrollo 2013
ICD País ICD2 País3
1 Dinamarca 15 Canadá
2 Suecia 16 España
3 Noruega 17 Francia
4 Luxemburgo 18 Italia
5 Holanda 19 Estados Unidos
6 Finlandia 20 Suiza
7 Irlanda 21 Grecia
8 Reino Unido 22 Hungría
9 Nueva Zelanda 23 Polonia
10 Bélgica 24 Eslovaquia
11 Austria 25 República Checa
12 Australia 26 Japón
13 Portugal 27 Corea del sur
14 AlemaniaFuente: Elaboración propia con datos del Centro para el
Desarrollo Global, rankings del 2003 al 2013
56
Gráfica 4. AOD como proporción del PIB de los países del CAD (1989-2010)
Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE: Estadísticas en flujos de recursos a países en desarrollo, tabla 9.
57
III.2 LA POLÍTICA EXTERIOR CANADIENSE Y SU ESTRATEGIA DE
COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO
Como en el siguiente capítulo se profundizará en el origen histórico del Estado canadiense,
cabe destacar que aunque inicialmente formó parte del imperio francés, Canadá integra
hasta la actualidad al imperio Británico, por lo que Isabel II es la jefa de Estado a través de
un modelo de monarquía constitucional, siendo solo desde 1931 con el tratado de
Westminister que tiene autonomía para llevar a cabo políticas internacionales, que habían
estado sometidas hasta ese año a los objetivos del Reino Unido. Por tanto, y a manera de
ejemplo de lo anterior, durante la Primera Guerra Mundial Canadá ingresó bajo mando
británico no siendo así en la Segunda Guerra Mundial donde formó parte del bloque aliado
como nación autónoma y soberana. Esta dualidad francesa e inglesa en combinación con
una situación de total soberanía pero siendo aún parte del reino británico, forma parte de la
característica principal de la personalidad del Estado canadiense y a su vez de sus
provincias, como Quebec.
Durante la segunda posguerra, y ya con independencia oficial del Reino Unido,
Canadá intenta integrarse en el panorama internacional asumiendo su rol de potencia media
a través del apoyo al multilateralismo. “Su origen histórico y su situación geográfica lleva
al país a conceder una atención especial a los países europeos y a Estados Unidos”
(Argüelles, 2003: 44) por lo que Latinoamérica queda fuera de su panorama inicial. Así por
ejemplo, dentro de un contexto de securitización militar internacional que seguiría hasta el
fin de la guerra fría, Canadá se integra como miembro fundador de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN), forma parte de la ONU y del Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), mientras que no participa en procesos políticos
continentales como la Organización de Estados Americanos (OEA).
La lejanía de Latinoamérica podría explicarse por la carencia de obtención de
beneficios comerciales y políticos de la región, cuestión opuesta a la de Estados Unidos. En
este sentido Carlos G. Argüelles, (2003) considera que Canadá siguió una estrategia de
prudencia para no interferir con los asuntos de la que emergió como superpotencia
58
capitalista y concentrarse en alianzas globales más que regionales, situación que cambiaría
con la evolución del contexto económico y político mundial.
Conforme el panorama internacional cambia, Canadá adapta su política exterior.
Con el fin de la guerra fría y el triunfo del capitalismo global, comienzan a surgir bloques
económicos regionales apoyados en una ideología neoliberal por lo que Canadá comienza a
pensar pertinente el voltear la mirada a la región. La decisión de tener más presencia en
Latinoamérica se refleja a partir de 1990 con su adhesión a la OEA, siendo la antesala de lo
que sería posteriormente su inclusión junto con Estados Unidos y México en la zona de
libre comercio de Norteamérica, el TLCAN, y su apoyo a la creación del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA).
Con la distención que genera la caída del muro de Berlín, los objetivos de política
exterior y conceptos como el de seguridad son replanteados. Canadá como potencia media
de Norteamérica asume un rol cada vez más protagónico para la región, liberándose un
poco en este sentido de su alineamiento definitivo a Estados Unidos pudiendo ser un
mediador entre este país y el resto del continente (Argüelles, 2003). Desde la política
exterior canadiense surgen posturas de acercamiento al sur como su apoyo a la reinserción
de Cuba en la OEA, sus recientes votos en contra de bloqueo económico o la creación del
término de seguridad cooperativa que amplía el concepto de seguridad, hacia temas de
medio ambiente y pobreza y que sirve de antecedente para la adopción del término de
seguridad humana que como se ha visto anteriormente, extiende la visión a elementos de
democracia, buen gobierno, desarrollo sostenible entre otros.
Los cambios de objetivos en la política exterior canadiense que incluyen su CID, se
pueden apreciar de manera ilustrativa a través de las modificaciones a los nombres y
estructuras de sus instituciones en la materia, así como de la postura del partido en el poder
dentro del espectro político. Así, durante los años ochenta, bajo un gobierno conservador
que sería casi ininterrumpido desde 1983 hasta 1993, se plantea el unificar en un solo
organismo las secretarías dedicadas a la diplomacia, la inmigración y el comercio. A partir
de 1993, bajo un gobierno liberal, se formaliza un solo departamento llamado
59
Departamento de Asuntos Internacionales y Comercio en el que se incluían los Ministerios
de Relaciones Internacionales, Ministerio de Comercio Internacional y un Ministerio
exclusivo para la Cooperación Internacional.
Durante los primeros años del siglo XXI en un regreso liberal al poder que duró de
1993 al 2006, se intentó dar independencia a cada uno de los ministerios mencionados,
cuestión que no fue aprobada en el parlamento y que al contrario, con los conservadores en
el poder de nuevo a partir del 2006, fueron ratificados dentro de un mismo organismo
creando en el 2013 el Departamento de Asuntos Internacionales, Comercio y Desarrollo
(DAICD), cuya característica primordial es la desaparición o absorción de la Agencia
Canadiense de Desarrollo Internacional.
Estos hechos nos dan pie a una primera conclusión sobre el carácter de la AOD
canadiense, puesto que puede apreciarse una alineación de la política internacional al
gobierno central cuyos matices se darán por las características del gobierno en turno
elegido de manera democrática ya sea liberal o conservador, pero que no deja de estar a su
vez alineado a la superpotencia vecina. En este sentido, retomando la clasificación de De la
I glesia (2011), Canadá estaría entre el primero y el segundo de los tres grupos
mencionados (ver esquema 1), es decir, un punto entre una política de CID completamente
alineada a los objetivos de PEX y una de relativa y parcial autonomía con instituciones y
mecanismos independientes y especializados, pero que finalmente dependen del
presupuesto y las medidas que se logren negociar con el gobierno central.
Para entender cuál es la postura actual de la política internacional, y por lo tanto de
CID de Canadá, a la luz del gobierno conservador de Stephen Harper, basta con mirar
algunos puntos principales de las prioridades del DAICD (2013):
Contribuir a la prosperidad económica a través de la implementación de una estrategia de
comercio global con énfasis en la diversificación y expansión de las relaciones comerciales
con mercados emergentes o de gran crecimiento.
Promover la democracia y el respeto a los derechos humanos y contribuir a la gobernanza
global y a la seguridad internacional
60
Reforzar la relación Canadá-E.U y extender la participación de Canadá en el hemisferio
Aumentar la participación económica y política de Canadá en Asia
Dirigir los esfuerzos internacionales de Canadá para reducir la pobreza en países en
desarrollo y proveer ayuda humanitaria a la gente vulnerable, (incluyendo acciones en)
seguridad alimenticia, cuidado infantil, estímulo al desarrollo sustentable y colaboración
con el sector privado como actor del desarrollo
Se resumen en estas prioridades de política exterior de Canadá sus intereses
comerciales con énfasis en su relación con Estados Unidos en la seguridad e interés en
mercados emergentes, su intención de jugar un rol de potencia media buscando soluciones
multilaterales como “buen ciudadano internacional” (Ramírez, 2012: 42) y la integración
explicita de una visión y estrategia de desarrollo hacia el sur dentro de su política exterior.
Se identifica una característica primordial bajo la temática de este trabajo, que es
confirmada por Louis Bélanger, (2014) cuando comenta que:
“es claro que el desarrollo no es una prioridad inmediata de la política extranjera
canadiense, (ya que) está de entrada interesada en las relaciones con los Estados Unidos, los
intercambios comerciales, en particular con los países emergentes”.
Se puede comenzar a apreciar que la estrategia de CID va de la mano de la PEX
canadiense como potencia media supeditada a Estados Unidos, pero ¿qué características
tiene esa CID? Después de la Segunda Guerra Mundial, ya bajo un estatus de
independencia por lo menos de sus relaciones internacionales y en medio de un contexto de
descolonización, Canadá es miembro fundador de la OCDE en 1960 e ingresa al concierto
de naciones donantes oficiales en un marco de continuidad de su estrategia de
consolidación como potencia media, comenzando acciones de CI que girarían entorno a sus
dos grandes raíces históricas acercándose así de manera más empática a los países del sur
recientemente descolonizados por Francia e Inglaterra, siendo Canadá mismo una ex
colonia de aquellos dos países.
En este sentido, la CID canadiense vislumbra un objetivo hacia la consolidación de
su propia identidad, que históricamente ha encontrado obstáculos debido a las sucesiones
61
primero del imperio francés y luego del británico, y recientemente a la gran cantidad de
nacionalidades y culturas que se entremezclan como resultado de amplios programas
inmigratorios; ya que “la propia percepción canadiense de sus logros en la escena
internacional y de su rol en el mundo, ha sido siempre muy positiva y ha jugado a favor de
la inestable unidad interna” (Deschambault, 2009: 74)
Canadá encontró un nicho natural para llevar a cabo su CID aprovechando dos
grandes programas llevados a cabo por terceros, por un lado el del ex imperio británico que
extiende su influencia y presencia en sus ex colonias a través de la Mancomunidad de
Naciones, y por otro, el de Francia a través las extintas Unión Francesa y Comunidad
Francesa y la actual Organización Internacional de la Francofonía. Por lo que los países
objetivo de Canadá inicialmente se ubicaban de manera natural en África y el Caribe siendo
América Latina ya un objetivo relativamente reciente.
El comienzo de los años noventa puede ser un primer punto de quiebre, ya que antes
de aquel periodo, desde la creación de la Agencia Canadiense para el Desarrollo
Internacional (ACDI) en 1968, los Organismos no Gubernamentales (ONG) del norte y del
sur significaban los principales socios autónomas para la CI pudiendo realizar proyectos de
impacto más directo sobre la población destino en temáticas como reducción de la pobreza,
educación, salud, agricultura o desarrollo rural con recursos superiores a los de ahora,31
ya
que por ejemplo la AOD alcanzó en 1975 el 0.53% del PIB de Canadá comparándolo con el
0.32 del 2012 (ver gráfica 5).
31 Se habla de ADO como porcentaje del PIB. En cambio, si se toma en cuenta los recursos netos en dólares,
estos han aumentado de 1600 millones de USD en el periodo 2000-2001, 2600 millones de USD durante el
2004-2005, hasta los 5600 millones de USD al 2012. Canadá está en la lista de países que no redujeron su
ayuda en el periodo crítico 2011-2012 sino que aumentó en un 4%. (SELA, 2012 y OCDE-Canadá en
www.oecd.org/dac/canada.htm)
62
Desde 1971 y hasta 1995, la AOD canadiense como porcentaje del PIB rondaba el
0.45%, pero el panorama cambia durante la segunda mitad de los años noventa y su avance
neoliberal impregnado por reducciones a los presupuestos estatales además de nuevas
prioridades del Estado canadiense, para quien “los acuerdos económicos y las
organizaciones supranacionales a los que se inserta frenéticamente, le dictan nuevos
imperativos y presupuestos…” (Beauregard, 2007: 10).
En dicho periodo Canadá pone atención a los procesos de regionalización
económica y vuelve la mirada hacia el continente para tener presencia regional pudiendo
comenzar a ser considerado como un actor alternativo de cooperación Norte-Sur en el
continente. Este periodo, coincide con el comienzo de la tendencia mencionada por Favreau
et al; (2008) para dar prioridad a una cooperación de gobierno a gobierno con miras a una
mejor apropiación y adecuación de la AOD a los programas estatales de desarrollo del
receptor y que culmina siendo formalizada, en lo general, en la declaración de París del
2005 y en lo particular en la ley federal canadiense de Responsabilidad de Ayuda al
Desarrollo del 2008.
Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE y de Fraveau et al., 2008
Evolución de la AOD de Canadá como porcentaje de su PIB
63
La CID de gobierno a gobierno ejerce mucha influencia sobre las acciones de AOD
canadienses, dando especial responsabilidad a los gobiernos centrales de los países
receptores y generando un panorama adverso para las ONG y la sociedad civil, que eran los
principales socios de la ACDI antes de su desaparición. La finalidad de esta estrategia de
cooperación para fortalecer la buena gobernanza tiene como consecuencia una vez más la
estandarización de la problemática y la solución, pues países con gobiernos poco
legitimados y de democracias débiles como México, necesitan un proceso de
fortalecimiento institucional con base a un empoderamiento ciudadano; un esquema en dos
vías a manera de pinza, desde las mismas estructuras gubernamentales, como lo intenta la
CID canadiense pero también desde la sociedad civil. Es aquí por tanto donde puede
comenzar a verse el papel que puede jugar un tipo de cooperación Norte-Sur al que podría
llamarse alternativa, más directa y encaminada a la formación de ciudadanía, como la que
se podría encontrar en Quebec a través de la conformación de esquemas de movilidad
académica y ciudadana.
Para Raphaëlle Beauregard, (2007), históricamente la situación de la CID
canadiense es dual y muchas veces contradictoria como resultado natural de un proceso
democrático y sólido, donde conviven distintas posturas al interior del país, cuestión que
puede ser común en todos los países donantes. De esta forma, Canadá “continua con su
compromiso hacia los países más pobres mientras que pone énfasis sobre el desarrollo de
buenas relaciones económicas con los países emergentes” (Beauregard, 2007: 9), situación
que va a depender del gobierno en turno y del contexto internacional pero siempre
buscando un elemento de identidad y diferenciación internacional como es el acercamiento
simultaneo a las excolonias francesas e inglesas o su vocación hacia la multiculturalidad,
democracia y equidad de género todo ello bajo una “retórica progresista y un carácter
proactivo” (Beauregard, 2007: 11)
Así mismo desde el fin de la guerra fría, tal cual se comenta en el capítulo anterior,
comienza un proceso de securitización en las agendas internacionales a través del cual las
percepciones de amenaza global cambian teniendo consecuencias en las acciones de CID y
encontrando su punto clave a partir del 2001 cuando Canadá firma el Acuerdo de Frontera
64
Inteligente con Estados Unidos y publica en 2004 su primer Política Nacional de
Seguridad. A partir de este momento queda establecido su interés en la seguridad del orden
internacional y la seguridad nacional entendiendo ésta como “la integridad territorial y la
soberanía estatal así como la seguridad de la población, la preservación de valores y –una
vez más- de la identidad del país (Deschambault, 2009: 73).
Todo lo anterior, al tiempo de integrar en su agenda de CID los conceptos de
seguridad humana, que como se ha mencionado requieren de análisis académicos profundos
de donde emanan diversas reflexiones y críticas pero que terminan siendo reducidas por los
ejecutores oficiales de CI en acciones para el restablecimiento de la gobernanza e
integridad en estados en conflicto. Ejemplo de ello, es que en el año 2003-2004, los dos
principales destinatarios de AOD canadiense fueron Iraq y Afganistán (Favreau et al., 2008:
27), este último ocupando el segundo lugar después de Haití en el periodo 2010-2011,
además de que en los estatutos de la ACDI del 2005 se establece el de “apoyar los
esfuerzos de la comunidad internacional para reducir las amenazas a la seguridad
canadiense e internacional” (Deschambault, 2009: 80).
Una característica de la CID canadiense es una alta tasa de diversidad de actores en
cuanto a la administración de los fondos de AOD se refiere, lo que da como consecuencia
la existencia de varias posturas e intereses internos. De la iglesia (2011) señala que
mientras más dispersa esté la gestión de la CID en un estado, más se tiende a que exista una
relación de dependencia de la política de CID a la PEX32
. Tomando como referencia por un
lado a los países nórdicos ya mencionados y al Reino Unido quienes concentran alrededor
del 90% de la gestión de la AOD en un solo organismo, y por otro a España que en 2002
tenía el 20% de la AOD en un ministerio y el 50% en 2011; podría decirse que la
cooperación canadiense es medianamente dependiente de las decisiones centrales pues en
32 Hay que ser cuidadoso con dicha afirmación, pues no se puede establecer una relación dependiente
definitiva entre estas dos variables ya que puede ser el caso contrario, y que a mayor dispersión de las
acciones de CID más independencia puedan tener del organismo rector de la misma. Esta situación puede ser
positiva o negativa para la CID Norte-Sur dependiendo de qué tan supeditado este dicho organismo a la
política del gobierno central y del perfil éste.
65
promedio desde el 2005 al 2013 concentró un 66% de su gestión de AOD en la ACDI33
, sin
mencionar que actualmente ésta ha sido desaparecida en la que podría identificarse como
una clara posición del gobierno actual por retomar el control central de las acciones de CID,
por lo que valdría la pena analizar este dato en un par de años más para así validar o no esta
afirmación.
Con respecto a la AOD canadiense y nuestra región, es durante la década pasada a la
luz del contexto mencionado que la CID canadiense voltea hacia América Latina
incrementando los montos netos de ayuda (ver gráfica 5), siendo el 2007 un año clave ya
que es cuando el primer ministro Stephen Harper anuncia su intención de tener más
presencia en el continente a través de tres objetivos: La promoción de valores democráticos,
el fortalecimiento de relaciones económicas y la atención a nuevos retos de seguridad en la
región.
En relación al porcentaje que ocupa Latinoamérica con respecto a otras regiones
receptoras de AOD canadiense, desde el 2006 la nuestra es destino del 14.6%34
del total
global teniendo presencia en todo el continente pero existiendo países prioritarios como:
Haití, Honduras, Colombia, Perú o Bolivia, en ese orden. México es el noveno de los 32
receptores de CID canadiense en el periodo 2011-2012 (MRICD, 2013) por arriba de Cuba,
El Salvador, o Ecuador. Estos datos dejan en claro el compromiso de Canadá hacia países
con altas tasas de pobreza y desigualdad junto con la intención paralela de dar prioridad al
principal socio comercial de la región, México, quien dentro del total de los fondos
recibidos provino un 41% de los fondos de AOD por parte de la ACDI y un 40% por parte
del ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional.
33 Cálculo propio en base a los datos de los reportes estadísticos de AOD de Canadá del Ministerio de
Relaciones Internacionales y Desarrollo (MIRID) 34
Cálculo propio en base a los datos de los reportes estadísticos de AOD de Canadá del Ministerio de
Relaciones Internacionales y Desarrollo (MIRID)
66
En 2007 el primer ministro Stephen Harper confirma una renovada estrategia de
Canadá en la región en base a tres objetivos con ligeros cambios para para el 2013 (ver
tabla 5), donde se resalta el interés comercial y la seguridad en su entorno cercano, es decir,
México, Centroamérica y el Caribe.
Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE. Estadísticas OCDE/Canadá
GRÁFICA 5. Evolución de la AOD neta de Canadá en América Latina
67
Sobresale también como rasgo característico de la CID canadiense los grandes
montos que se asignan para la administración de la migración selectiva y movilidad
estudiantil y académica,35
lo que de acuerdo al Centro para el Desarrollo Global (CDG,
2013) es de gran peso para posicionar a Canadá en el puesto 15 del mencionado Índice de
Compromiso con el Desarrollo y que significa al mismo tiempo un nicho de oportunidad
para la cooperación con México de acuerdo a las líneas y posturas adoptadas en este
trabajo. Así mismo, se incluye en el desglose oficial de la AOD canadiense un apartado
correspondiente a las aportaciones que hacen a la misma las provincias autónomas,
resaltando el caso de Alberta, Manitoba y Quebec, siendo ésta última la más importante en
este respecto y tema primordial para esta investigación.
Por lo tanto, y a manera de un breve resumen, se pueden identificar cuatro líneas
claves de la CID de Canadá. La primera, es el continuo alineamiento con las políticas de
Estados Unidos priorizando el comercio con aquel país y con países del sur, en beneficio
propio y como forma de alcanzar el desarrollo según el estándar neoliberal; la segunda,
íntimamente relacionada con la anterior, es la atención que se da a la seguridad y la guerra
contra el terrorismo en búsqueda de condiciones de estabilidad interna en los países del sur
que podría significar el correcto funcionamiento del sistema capitalista; la tercera, línea
rectora es la intención primero de consolidarse y después de mantenerse como potencia
35 Es palpable esta política pública internacional al observar por ejemplo la cantidad de trabajadores
extranjeros en las ciudades canadienses así como de estudiantes y académicos en sus universidades.
TABLA 5. Objetivos de la AOD de Canadá en Latinoamérica 2007/2013
Fuente: Datos del SELA (2011) y MRICD (2013)
GRÁFICA 5: Comparativa de la AOD canadiense en los últimos años
68
media en la región y en el mundo con un rol y presencias activas en el Norte y en el Sur a
través de una personalidad propia de acuerdo a sus fortalezas como donante; y por último,
una cuarta línea que va encaminada a cumplir con los objetivos multilaterales en materia de
desarrollo en medio de una agenda de eficacia y reconfiguración de la ayuda.
Canadá asume un papel de potencia media desde un tiempo comparativamente
reciente buscando hacerse de un lugar entre el concierto de naciones históricamente
protagonistas del norte. Es en ese sentido que diseña una estrategia de PEX muy amplia que
al tiempo de envolver evidentes elementos comerciales, económicos y de seguridad global,
incluye acciones de CID diseñadas y administradas desde una estructura interior
relativamente independiente en base a objetivos propios que deben ser negociados por un
gobierno central y a una agenda para desarrollo que se alinea a los estatutos globales.
Dentro de las características de la CID de Canadá esta la diversidad de fondos
públicos manejados, entre los que se encuentran los aportados por las provincias autónomas
y de los que sobresalen los originarios de Quebec, cuyo estatus histórico en la federación
canadiense es peculiar y en materia de CI ofrece particularidades que se vislumbran
interesantes para nuestro país y que serán analizadas en el siguiente capítulo.
69
CAPÍTULO IV. QUBEC COMO ESTADO FEDERADO Y SU
MODELO NORTE-SUR EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Continuando con la estructura de este trabajo que va desde lo general a lo particular, en
seguida se presenta el último capítulo que hace referencia al caso específico de Quebec
como actor del SCID. Se han analizado ya diversos temas que van desde la génesis del
SICID y sus posturas desarrollistas hasta sus características actuales que concuerdan con un
mundo en vías de la multipolaridad en el cual el desarrollo como una aspiración nacional
se ha desteñido para enfrentar a la pobreza focalizada; se han presentado reflexiones
académicas del Norte con respecto al desarrollo y la CI que nos hacen pensar más en
confluencias relativas que en divergencias absolutas con aquellas del Sur principalmente en
la crítica hacia la alta gobernanza de la CID global; y se intentó identificar las
características básicas de los donantes tradicionales, haciendo mención específica de
Canadá, siendo a partir de esto último que se deriva el contenido del presente capítulo. Así
mismo, se espera que las conclusiones que a lo largo de las distintas secciones se han
venido desarrollando, nos sirvan de base para sustentar el argumento principal de este
trabajo encaminado a presentar la cooperación Norte-Sur, específicamente, la de Quebec,
como una de las alternativas viables para un estado como el mexicano en un SCID que
atraviesa un proceso de reformulación.
Para iniciar, es necesario comenzar por establecer cuál es la relación que guarda esta
provincia autónoma con su federación, pues existen características históricas que serán
necesario analizar para así comprender el perfil actual de Quebec como actor y donante
internacional. Posteriormente, al igual que se hizo en el caso de Canadá, se revisará la
política exterior de Quebec con lo que se terminará de ubicar el contexto y las motivaciones
en las que se desarrolla su discurso y práctica de CID.
Finalmente, se situara a la CID de Quebec como una interesante fuente de recursos,
humanos y materiales, que pueden resultar en la consolidación de estrategias que colaboren
en la resolución de problemáticas particulares en nuestro país. Cabe resaltar en este sentido
la estancia realizada en la dependencia para gubernamental quebequense Les Offices
70
Jeunesse Internationaux du Quebec (LOJIQ) pues el estudio de caso será de gran ayuda
para poder sustentar nuestro planteamiento, incluyendo un apartado a este respecto.
IV.1 PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL ESTADO CANADIENSE Y QUEBEC
Como se ha mencionado a lo largo de este trabajo, la situación de la federación
canadiense es peculiar desde su mismo origen. A diferencia de otros Estados, el canadiense
surge por una voluntad de territorios, con la corona británica a la cabeza, de unirse bajo uno
solo, esto con la finalidad de optimizar el comercio hacia el interior y el exterior del basto
subcontinente y para poder hacer frente a las amenazas bélicas principalmente desde
Estados Unidos. Dicha unión en una federación en Norteamérica por voluntad de distintos
territorios significa una serie de compromisos asumidos bajo un gran proyecto de nación
que no percibe a la metrópoli en Europa como un yugo que impide la emancipación
ciudadana, sino que es identificada como un símbolo de identidad y catalizador de procesos
de unificación. Pero esta relación entre la federación canadiense y el Reino Unido envuelve
hacia su interior una relegación histórica hacia la que es actualmente una minoría, que se
identifica bajo un origen y un destino distintitos al anglosajón y que de hecho forma parte
crucial para el origen de esta nación, la sociedad franco-canadiense de Quebec.
A comienzos del siglo XVI en medio del frenesí conquistador europeo y de una
disputa entre Inglaterra y Francia por la parte norte de América, el explorador francés
Jacques Cartier llega al continente en 1534. A diferencia de las nuevas colonias españolas
hacia el sur, en aquellos lejanos territorios no existían civilizaciones americanas de gran
población ni grandes centros urbanos, por lo que el avanzar de las expediciones francesas
por aquella zona no encontró grandes dificultades de no ser por el frío extremo y la basta e
intrincada geografía, cuestiones en la que el apoyo y guía de los pobladores locales jugaron
un papel crucial. La relación de colaboración e intercambio entre los conquistadores
franceses con los pobladores locales, aunque no del todo idílica, es una diferencia a
destacar con respecto a la que se dio en los dominios españoles y portugueses en el
continente caracterizada por la esclavitud, despojos y saqueos sistemáticos, y una serie de
estrategias de inferiorización que terminaron por desmembrar desde su raíz el sentido de
71
pertenencia e identidad de las culturas mesoamericanas e incluso en el exterminio de varias
de ellas.
La puerta al subcontinente norteamericano era el codiciado río San Lorenzo a través
del cual los barcos exploradores podían llegar tierra adentro desde el océano Atlántico y
hacer más eficiente la exploración e intercambios comerciales. Es por ello, que los primeros
asentamientos franceses son a las orillas del río donde se desarrollarían las ciudades más
importantes de la región, Montreal y Quebec, fundada esta última por Samuel de
Champlain en 1608 y convirtiéndose en el centro estratégico de la Nueva Francia, siendo
hasta la fecha la actual capital nacional36
.
Champlain, quien analógicamente y guardando las debidas distancias podría ser el
Hernán Cortés de Norteamérica, inicia una importante labor colonizadora a través del
estímulo a la permanencia francesa en la región y un acercamiento a las comunidades
indígenas. Envía a su tutorado Étienne Brûlé a pasar un invierno con los pueblos nativos del
norte del río San Lorenzo, aprendiendo su lengua e involucrándose culturalmente. En base
a los buenos resultados económicos y logísticos de estas inmersiones culturales, en 1615 el
mismo Champlain decide conocer más a fondo a sus nuevos aliados y se interna en la
ciudad más importante de la comunidad de los Hurones, compilando información
importante sobre esa nueva cultura y estableciendo vínculos más profundos que llevarían a
una fructífera cooperación entre europeos y nativos americanos.
Para principios del siglo XVIII Canadá era solo una de las grandes posesiones
francesas en Norteamérica, los territorios de la Nueva Francia, siguiendo las grandes
cuencas fluviales, abarcaban hasta el golfo de México y eran muy superiores por lo menos
en extensión a los que tenía Inglaterra a quien prácticamente rodeaba a lo largo de la costa
del Atlántico (ver mapa 1) y que aún no mostraba intenciones de expandirse hacia el oeste.
Las trece colonias británicas en América, tenían más apego hacia la metrópoli que entre las
colonias mismas “cada una de las trece colonias…se sentía más cerca a la madre patria que
36 La ciudad de Quebec es actualmente la capital de la provincia del mismo nombre y es nombrada como
Capital Nacional reflejando la percepción colectiva de encontrarse más que en una provincia autónoma.
72
una a otra colonia” (Benedict, 1994: 25). Pero a mediados de ese siglo, cuando Inglaterra
comienza a perfilarse como la siguiente superpotencia militar y económica, al tiempo de
grandes conflictos bélicos en Europa, y renovadas pretensiones expansionistas en América
por el comercio, las tensiones entre estos dos países alcanzarían su punto más álgido.
En 1754 comienzan una serie agresiones bélicas entre el imperio británico y el
francés en tierras americanas en una guerra que duraría nueve años tras la cual emergería el
Reino Unido como vencedor. La batalla decisiva fue la que se libró a las fueras de la ciudad
amurallada de Quebec en 1759, en las Llanuras de Abraham, donde después de un largo
asedio y bombardeo, las tropas inglesas entran a la rendida ciudad, comenzando así la
conquista anglosajona de los habitantes neo franceses. A partir de esa fecha, el control
inglés será total y los franco-americanos formaran parte de una futura minoría en
Norteamérica que en los siglos sucesivos se esforzará por reivindicar su origen e identidad
distinta basada primordialmente en la lengua y religión.
MAPA 1. Territorio de Norteamérica ocupado por Francia hacia mediados del
S. XVIII
Fuente: La Nueva Francia. Wikipedia, 29 de agosto de 2014
73
Actualmente, las mencionadas llanuras de Abraham, son un parque público a orillas
del río San Lorenzo, en la parte sur de la ciudad de Quebec, impregnado de mucho
significado para los canadienses francófonos donde se leen estandartes que dicen “memoria
y quietud” y donde el 24 junio se celebra la fiesta nacional del Quebec, una muestra total de
identidad local, franco-canadiense, no anglo-canadiense, donde ondean las banderas azules
con las cuatro flores de lis blancas y se leen eslóganes como “Nosotros somos el Quebec”.
Contrastante es la situación con respecto a la fiesta nacional de Canadá el 1 de julio, donde
mientras en el resto del país ondean las banderas rojas con blanco y se celebra una fiesta
nacional, en la capital de Quebec pasa desapercibido un pequeño desfile de la guardia
nacional al estilo británico.
La cesión oficial de la Nueva a Francia a Inglaterra se da en el año de 1763 a través
de los tratados de París, que entre otras cosas establecen la peculiaridad de la nueva
provincia en base a sus costumbres, e idioma diferentes al resto de la región, con lo que
queda asentado desde su origen, el trato especial que tendrá Quebec con respecto al resto de
territorios ingleses y posteriormente de la federación canadiense37
. Lo anterior se ratifica
cuando en medio de la guerra de independencia de las colonias inglesas al sur y con la
finalidad de evitar un contagio independentista al norte, la corona británica da una serie de
concesiones a Quebec como “el derecho de utilizar la lengua francesa…de profesar la
religión católica y restablece las fronteras de la antigua posesión francesa” (en Jarquín
Orozco, 2008: 44) a través del Acta de Quebec de 1774, aunque dicho acuerdo también
puede ser interpretado como un intento de apaciguar los conflictos internos a fin de
preparar el terreno para una absorción cultural a largo plazo,
Con la consumación de la independencia de Estados Unidos en 1783, se provocó
una emigración masiva de gente leal a la corona inglesa hacia el norte, cruzando la
recientemente creada frontera con la colonia de Quebec, situación que representa el inicio
de la desventaja demográfica francesa y obligó a un reordenamiento territorial por parte de
37 El estado canadiense sigue teniendo hasta la fecha a la reina Isabel II del Reino Unido como jefa de Estado
74
la corona inglesa que en 1791 dividió el territorio en el alto Canadá38
, de población
anglosajona y actual provincia de Ontario; y en el bajo Canadá, de población francesa y
actual provincia de Quebec; ambos con gobiernos relativamente autónomos tanto uno del
otro aunque con claro control británico39
.
Para esa fecha, frente a una tentativa invasión estadounidense, los sentimientos de
identidad se enraizaban al norte de la frontera a través de fuertes vínculos con Europa ya
sea del lado británico o francés, situación diferente a la que se vivía por ejemplo en los
territorios españoles donde la mayoría de la población se encontraba desprotegida e
invisibilizada a causa de las élites locales quienes a su vez buscaban cortar los lazos con la
metrópoli con la finalidad de aumentar su poder tanto político como económico.
Al comenzar el siglo XIX las distintas identidades al norte de América se
cristalizan. Los recientemente conformados Estados Unidos, por un lado debido a bloqueos
comerciales por parte de la Gran Bretaña pero por otro a causa de una asimilación más
fuerte de los preceptos de su destino manifiesto y una supuesta intención para liberar a
América de la monarquía europea, declaran la guerra en 1812 a la Gran Bretaña y deciden
atacar a sus vecinos, las colonias en el norte del continente. Gran Bretaña logra
contrarrestar la desventaja demográfica y aprovechar la mala organización militar de la
recién creada nación independiente y se llega a acuerdos de paz que delimitarían la actual
frontera norte de este país hasta el océano pacífico, zona inexplorada hasta ese entonces.
Así, de un lado los Estados Unidos empiezan a legitimarse ante ellos mismos y ante
el mundo como una nación independiente en franco ascenso, y de otro, las provincias
inglesas en América del Norte confirman su intención de permanecer bajo el cobijo del
imperio británico y de mantenerlo como símbolo de unión, como lo es hasta la fecha para
los anglo-canadienses, no siendo así del todo para los franco-canadienses de Quebec, para
quienes los sentimientos de diferenciación se acrecentaban.
38 Éste es el primer uso oficial del nombre Canadá (Rosas, 2002)
39 El sistema de gobierno estaba basado en el Inglés, con una cámara baja con integrantes por elección y una
cámara alta cuyos integrantes eran designados por la corona así como el gobernador general (Ogelsby, 1985)
75
Es así que en este periodo las personalidades al norte del continente quedan
asentadas, pues quedaba claro que:
“los norteamericanos británicos no deseaban ser americanos (y que) no podían subsistir
contra los Estados Unidos sin la protección del imperio británico…Los canadienses no
podían enfrentarse a los Estados Unidos (de mayor población y en constante ascenso
militar), como lo confirmarían (años después) los mexicanos” (Benedict, 1994: 49).
IV.1.1 Hacia la construcción de un federalismo propio
El federalismo puede ser el formato de organización política nacional más apropiado para
lograr la unidad dentro de la diversidad. Para ello es necesaria una fuerte voluntad de unión
de todos sus participantes, pues territorios independientes ceden su soberanía a un órgano
de gobierno central dispuesto a recibir tal responsabilidad y quien será soberano a partir de
ese momento; por su parte, las nuevas provincias unidas no serán más soberanas sino
autónomas conformando así una federación.
El federalismo por tanto puede considerarse, como:
“un pacto voluntario a través del cual diversos territorios ceden su soberanía a un órgano
común al tiempo que retienen en cierta medida su identidad y poderes individuales para un
nuevo papel de miembros constituyentes de la unión” (Jarquín, 2008: 62)
Como resultado de dicho acuerdo, surge una constitución que delimita los derechos,
obligaciones y funciones tanto del órgano central como de los Estados o provincias. Esta
división de responsabilidades envuelve uno de los principales debates en Canadá ya que la
situación entre el gobierno federal canadiense y la provincia de Quebec tiene argumentos
encontrados que a continuación se analizarán ya que tienen repercusiones importantes en
nuestro tema de análisis.
En este sentido, es oportuno retomar los momentos históricos que fueron abriendo el
camino para la conformación del actual sistema federal canadiense y las características que
76
adquieren dentro de éste las provincias autónomas, importándonos en este caso, Quebec.
Así pues, en 1841 la corona británica decide unir el territorio franco canadiense de Quebec
con el anglo-canadiense de Ontario, persiguiendo varios objetivos que además de una lenta
asimilación cultural de los habitantes de Quebec, pretendían facilitar las comunicaciones y
el comercio, minimizar los conflictos entre franceses e ingleses y entre éstos y la oligarquía
gobernante; y fortalecerse ante la latente amenaza estadounidense quien comenzaba a
expandirse hacia el oeste y hacia el sur donde ya había arrebatado inmensos territorios a
México.
Pese a lo anterior, los conflictos internos entre franceses e ingleses no cesaron a la
luz de un declive económico a causa de la guerra civil en Estados Unidos quien desde ese
entonces ha sido el principal socio comercial, por lo que la corona se vio en la encrucijada
de separar los territorios una vez más pero perder competitividad ante el creciente comercio
mundial o mantenerlos unidos en un solo territorio con el riesgo de generar desestabilidad
interna y levantamientos armados, por lo que planteamientos como el siguiente surgieron
desde los líderes de las mismas colonias:
“¿Por qué no seguir el modelo Americano y buscar fortaleza en una unión nacional? ¿Por
qué no crear una nación que incluya a los pescadores marítimos, los granjeros y las fábricas
de las Canadás y los ricos pero aún no explotados recursos de las praderas al oeste y de la
Columbia Británica?” (Saywell, 1996: 31)
Esta situación contrasta una vez más con lo que acontecía en los países de América
Latina recientemente formados, donde después de largas guerras basadas en deseos
independentistas con respecto de la metrópolis europea, se logran conformar naciones
sustentadas en un gobierno centralista cuyo poder sería motivo de disputa aún décadas
después de su independencia.
De esta forma en el norte del continente en 1867, con la firma del Acta de la
América Británica del Norte, cuatro colonias pasaron a ser provincias con un gobierno
autónomo pero que cederían a “un gobierno central (la administración y gestión de) los
asuntos en común como la economía, transporte y defensa” (Saywell, 1996: 33). La Reina
77
Victoria seleccionó a la ciudad de Ottawa como la capital del nuevo país de Canadá, por su
ubicación estratégica y de conexión entre las ciudades de Toronto, anglófona y Quebec,
francófona, y en la frontera de las provincias de Ontario y Quebec y donde actualmente
residen los poderes federales y significa la frontera entre los dos mundos, el inglés y el
francés. Así mismo, queda instaurado desde el origen de este pacto el carácter especial que
tendría Quebec con respecto al resto de provincias.
Benedict (1994) argumenta que dentro de estos progresivos cambios políticos y
sociales en pos de una unificación territorial, se encontraba un interés de asimilación de los
franco-canadienses a la cultura anglosajona. Cuestión que confirma Saywell (1996: 87)
cuando menciona que en la nueva federación los francocanadienses se encontraban en
medio de una:
“… extranjera y a menudo hostil cultura que rechazaba proveer escuelas donde sus hijos
pudieran ser educados en su propia lengua y religión, y que los obliga a vivir y trabajar en
inglés si quisieran tener éxito.”
Con el paso del tiempo la provincia de Quebec sería una minoría que comenzaría a
unir los nuevos ideales liberales que se expandían por el mundo, y que el mismo imperio
británico impulsaba en América, con los sentimientos de diferenciación cultural e
independencia, cuestión que preocupaba a la corona británica y sigue siendo fuente de
conflicto para el gobierno canadiense.
La nueva nación es independiente en cuanto a su administración interna pero era
aún dependiente al exterior de la Corona Británica quien tiene el único derecho de aprobar
en última instancia las modificaciones constitucionales además de gestionar entre otras
cosas, todo lo referente a la política exterior canadiense. De esta manera, se pretende
garantizar “el máximo desarrollo de la libertad y la civilización con la autoridad estable de
una monarquía hereditaria”(Benedict, 1994: 62). Una combinación, democracia-monarquía
digna de análisis más profundos ya que, como resultado de su relativamente reciente y
planeada conformación como nación, Canadá puede tomar elementos de distintos sistemas
políticos consolidados para ese entonces formando un sistema político propio.
78
La nueva federación canadiense continua su expansión hacia las lejanas tierras del
oeste, propiedad privada de la Compañía de la Bahía de Hudson de origen inglés, y después
de varias negociaciones con poblaciones nativas y mestizas y de una primera
administración desde Londres, son finalmente anexadas a Canadá el resto de territorios
hacia la costa del pacífico y que adquirieron el estatus de provincias hasta 1905 siendo en
1949 que se unen la actual provincia de Terranova y Labrador. Con ello, la población
franco-canadiense en Quebec ha quedado definitivamente en minoría.
Como se ha visto, Canadá se conforma como nación en muchos sentidos muy
recientemente, y como se verá en seguida, ha tenido que sortear distintos desencuentros
entre Quebec y el Canadá británico, las dos naciones fundadoras. En este sentido, cabe
mencionar su reciente repatriación constitucional en 1982 pues antes de esa fecha como ya
se ha señalado, el parlamento británico tenía la última palabra en cuanto a cualquier
modificación constitucional.
Por otro lado, es también tema importante para nuestro análisis, las tensiones entre
las atribuciones del gobierno central y de las provincias en materia de política exterior
principalmente cuando se trata de Quebec, ya que entre otras características que serán
mencionadas posteriormente, es la única provincia que ha mantenido hasta la actualidad
oficinas y acciones de representación provincial en el exterior al mismo tiempo que las del
gobierno federal, procurando así sus propios intereses en el extranjero a través de distintas
políticas como las de CID.
IV.1.2 El nacionalismo quebequense
Como se ha mencionado, la política exterior de Canadá estaba supeditada a las decisiones
del imperio británico, resultantes de sus distintos intereses en el globo. Así, durante la
79
guerra de dominación británica en Sudáfrica, Canadá tuvo que enviar tropas pese a la
oposición de Quebec. Después en la Primera Guerra Mundial, el ingreso del Reino Unido al
conflicto europeo significó automáticamente el involucramiento de Canadá en el mismo lo
que derivó en el envío de tropas, primero a través de un reclutamiento voluntario y
posteriormente a causa de un servicio militar obligatorio. Una consecuencia importante de
este hecho para nuestro tema de estudio es un resurgimiento del conflicto entre Quebec y
los anglo-canadienses, pues éstos últimos apoyaban los intereses de la metrópoli, mientras
que los primeros consideraban esto una muestra más de la preponderancia de los ideales
británicos en la federación, al ser obligados a participar en un conflicto ajeno a sus
intereses.
Después del conflicto, Canadá emerge como nuevo protagonista mundial y participa
de manera separada del Reino Unido en los consecuentes acuerdos internacionales, como la
Sociedad de Naciones, antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ello
dio como resultado que la metrópoli se planteara dar definitiva autonomía en asuntos
internacionales a sus colonias, cuestión que se cristaliza en 1931 a través del Estatuto de
Westminister que además permite a las colonias autorizar en última instancia las iniciativas
de ley enviadas desde Londres.
En la Segunda Guerra Mundial, todas las provincias, excepto Quebec, apoyaban la
incursión de Canadá en la misma así como el envío de tropas a Europa. El ejército era una
institución casi completamente anglófona y los soldados franco-canadienses pudieron ser
una complicación logística minimizada por la necesidad de aumentar el número de
efectivos. Después de la decisión del gobierno federal de entrar en la guerra pese a la
oposición franco-canadiense, se celebra en la ciudad de Quebec una reunión entre los
primeros ministros de Canadá y el Reino Unido, William Lyon Mackenzie y Wiston
Churchill, y el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosvelt; para discutir las
incursiones aliadas en la liberación de Europa.
Pareciera que la estrategia del gobierno canadiense de celebrar tan importante
reunión no en la capital federal, sino en la capital de la provincia de Quebec, es la de ganar
80
el apoyo de los reacios franco-canadienses quienes significan una fuente de inestabilidad
social y a quienes a sabiendas de su simpatía más por los franceses que por los ingleses, el
primer ministro Mackenzie dice: “¿No sería magnífico si la historia pudiera contar que fue
en Quebec que hemos asegurado la liberación de Francia”?, tal cual reza en pleno centro de
la ciudad de Quebec un monumento conmemorando la mencionada reunión.
La provincia experimenta un rápido crecimiento industrial a comienzos del siglo
XX gracias a sus grandes recursos minerales y forestales, el desarrollo de su industria
hidroeléctrica, mano de obra calificada y comparativamente más barata así como puertos
marítimos excelentemente ubicados en el río San Lorenzo, que al tiempo de adentrarse al
continente norteamericano tiene salida al océano Atlántico (Saywell, 1996).
Para la década de los sesenta y tratando de aprovechar los remanentes del despegue
económico de la posguerra que siguieron al crecimiento industrial de principios de siglo, el
gobierno de Quebec decide tomar las riendas de su propia modernización económica y
social a través de una serie de medidas de renovación del Estado en lo que sería conocida
como La Revolución Tranquila.
Quebec venía saliendo de 15 años de un gobierno conservador de derecha donde los
movimientos sociales no tenían lugar y donde la iglesia católica adquiría más poder del que
ya tenía. Los capitales foráneos inundaban la industria que se desarrollaba a la manera
anglosajona. Saywell, (1996: 90) menciona que en ese periodo:
“los franco-canadienses eran los peor pagados dentro del mismo Quebec, ganando incluso
menos que los nuevos inmigrantes europeos. Su estándar de vida era diez por ciento menor
que el promedio en Canadá y veinte por ciento menor que en su provincia vecina (inglesa)
de Ontario.”
Un contrapeso político surgía lentamente en la sociedad donde sectores
nacionalistas abrazaban cada vez más ideologías progresistas que finalmente se comienzan
a consolidar con la llegada de Jean Lesage en 1960. La Revolución Tranquila puede
considerarse entonces como una serie de reformas progresistas hacia y desde el mismo
81
Estado quebequense para que éste asuma de manera responsable su propio destino, pues era
innegable entonces, al igual que sucede hoy en varios países del Sur, que los intereses del
capital extranjero tienen otros objetivos muy lejanos al interés del bienestar de la sociedad
local. Ello, además de reformas sociales importantes como la educativa, de salud, laborales
trae consigo la nacionalización de varios sectores industriales,40
antes de capital
principalmente británico o estadounidense.
Las repercusiones en el pensamiento nacionalista franco-canadiense fueron fuertes.
Se enraizaba en sus pobladores y en el resto de Canadá la idea de que Quebec “no era una
provincia como las otras. En el sentido cultural, era una nación…que tenía su propia cultura
e historia…su propia lengua, instituciones y gobierno” (Saywell, 1996: 93).
En medio de este fortalecido pensamiento nacionalista quebequense es que se da la
visita del presidente francés Charles de Gaulle a Canadá donde no visitó la capital federal
Ottawa concentrando su gira solo en Quebec donde ondearon solo banderas quebequenses y
francesas y donde en Montreal en 1967 pronunciaría para finalizar su discurso su afamada
frase: “¡Viva Montreal, viva el Quebec…viva el Quebec Libre!”.
A la luz de todos estos hechos surgen oficialmente partidos políticos en pos del
nacionalismo quebequense que buscan en última estancia la independencia de la provincia.
Bloques extremistas desvirtúan estos ideales de identidad nacional incurriendo en actos de
terrorismo con atentados a la vida civil y secuestros de altos funcionarios que llevan a una
condena social generalizada. Es bajo este marco, y con el apoyo de un primer ministro de
origen quebequense, que el gobierno federal aprueba en 1969 que tanto el inglés como el
francés, serán los dos idiomas nacionales en un intento por aliviar las tensiones, por lo que
todos los funcionarios federales deberían poder manejarse en ambas lenguas y todos los
comunicados oficiales tendrían que ser emitidos de manera bilingüe.
40 El mayor símbolo de este proceso de nacionalización es la empresa Hydroquebec, ek mas grande productor
mundial de energía hidroeléctrica cuyo único accionista es el gobierno de Quebec.
82
Siguieron en Quebec alternancias políticas entre el Partido Liberal de perfil
federalista y el emergente Partido Quebequense de corte separatista aunque no extremista.
Ambos partidos son resultado del renovado nacionalismo quebequense e impulsan medidas
para su consolidación. Así en 1977 teniendo como antecedente una propuesta del Partido
Liberal, el gobierno del Partido Quebequense impulsa y autoriza el proyecto de ley 101 o
Carta de la Lengua Francesa a través de la cuál Quebec deja de ser una provincia bilingüe
para convertirse en la única provincia canadiense de habla oficialmente francesa, por lo que
por ejemplo, empresas de más de 50 empleados deberán manejarse en francés tal cual lo
debe hacer la educación básica pública. Ello ha traído consigo diversos debates por
creciente intervención del Estado en la vida pública y por la confrontación directa a varios
estatutos de la constitución federal de 1867 por lo que tuvo que ser modificada en varios
sentidos, siendo un tema muy presente en la actualidad.
Posteriormente en el marco del nacionalismo quebequense, vinieron los conocidos
referéndums por la independencia de Quebec. El primero en 1980 con 59.5% de votos en
contra y el segundo en 1995 con una mayoría mínima del 50.4%. El primer ministro de
Quebec durante esos años y organizador de los dos referéndums fue René Lévesque,
actualmente una gran avenida en la ciudad de Quebec lleva su nombre y se erige frente al
parlamento de la provincia una estatua en su memoria. Él diría después de los resultados del
primer referéndum: “La bola ha sido pasada al campo de los federalistas. La gente de
Quebec les ha dado claramente otra oportunidad…Aceptémoslo, pero no lo dejemos ir. Ya
volverá” (en Saywell, 1996: 99).
El nacionalismo quebequense está presente en la actualidad, la alternancia política
entre el Partido Quebequense y Partido Liberal solo lo matizan de distinta manera, más o
menos radical, hablándose de la independencia económica y política o solo de la cultural
respectivamente. Así, Robert Bourassa, (2014), primer ministro liberal, aun desde la
postura que ello puede representar expresa que: “No importa lo que digan y no importa lo
que hagan, Quebec es, hoy y siempre, una sociedad distinta, libre y capaz de asumir su
destino y desarrollo”.
83
El penúltimo partido en el gobierno de Quebec fue del Partido Quebequense
liderado por Pauline Marois, primera ministra provincial quien a principios de este año
2014, después de dos años de gobierno minoritario y con la pretensión de aumentar la
presencia de su partido en pos la autorización de reformas como la de mayor laicidad en el
Estado y un posible referéndum por la independencia, convoca a elecciones, pero pierde
frente al Partido Liberal de manera abrumadora. Ante este hecho, Luis Huertas, ex director
de la Oficina Quebec-Américas de LOJIQ, comenta tal vez con cierta decepción que: “Es
evidente con estos resultados, que el movimiento independentista en Quebec está muerto”.
84
IV.2 UNA POLÍTICA EXTERIOR PARTICULAR
“Lo que es de competencia quebequense en Québec,
es de competencia quebequense en todas partes.”
Jean Charest, Primer Ministro de Québec,
8 de noviembre de 2004.
A partir de los argumentos referentes a la consolidación y particularidad de la federación
canadiense y de la consolidación del nacionalismo quebequense, podemos dar pie al
análisis de la política exterior de Quebec encontrando su sustento en dos grandes pilares.
El primero se basa en la relación Estado Federado y Federación que confiere ciertas
competencias a ambos entes de gobierno bajo el principio de equidad, es decir, el gobierno
central no está por encima del gobierno provincial. De esta forma, el gobierno de Quebec
tiene bajo su responsabilidad funciones específicas como la administración y gestión de
sus recursos naturales, así como de su sistema educativo y de salud; y otras que serán
compartidas con la federación, como la agricultura, transporte o inmigración (ver tabla 6).
El segundo pilar es el elemento ideológico. En base a su reivindicación como sociedad
distinta a la del resto de Norteamérica, utiliza la política exterior para reafirmar su identidad
y difundir su cultura y presencia en el mundo.
85
El fundamento constitucional canadiense basado en la mencionada Acta de la
América Británica del Norte de 1867 establece las facultades del gobierno federal en
materia de política exterior pero no prohíbe las acciones provinciales en la materia. De esta
forma, Quebec “asume la dimensión internacional de sus atribuciones” a través de una
forma “concertada y complementaria con el gobierno federal canadiense” (MRIQ, 2007: 1-
5). Cabe señalar que esta postura de diálogo y acuerdo entre los dos ámbitos de gobierno en
materia de política internacional es asumida en su vertiente más reciente por el gobierno
liberal en su penúltimo periodo del 2003 al 2012, cuestión que cambia durante el gobierno
del Partido Quebequense del 2012-2014 y que se puede apreciar en las palabras de Jean-
François Lisée, Ministro de Relaciones Internacionales de Quebec de ese periodo, cuando
dice que con respecto a Canadá “Somos como una pareja que no se habla más,
distantes…estamos listos para el divorcio”. (TV5MONDE, 2013)
En cuanto al papel de Quebec ante los organismos multilaterales, desde el 2005 ha
fijado su postura reconociendo que el gobierno federal es quien lo representa frente a estos,
TABLA 6. Distribución de responsabilidades entre el gobierno federal y Quebec
Asuntos sociales Energía Investigación y desarrollo
Asuntos urbanos Medio ambiente Recursos naturales
Agricultura Vivienda Salud
Seguro de desempleo Industria y comercio Seguridad pública
Comunicaciones Lengua Turismo
Cultura Recreación y deporte
Desarrollo regional Empleo
Educación Políticas familiares
Asuntos indígenas Pesca
Impuestos Justicia
Inmigración Política extranjera
Instituciones financieras Transporte
Defensa y seguridad del territorio Moneda y deuda
Aduanas Distribución presupuestal
COMPETENECIAS EXCLUSIVAS DE QUEBEC
COMPETENCIAS COMPARTIDAS
COMPETENCIAS EXCLUSIVAS DE CANADÁ
Fuente: Encyclopédie de l’Agora, 2014
86
sin que ello signifique renunciar a la búsqueda de una presencia y reconocimiento cada vez
mayores en dichos organismos. Esto lo intenta lograr, por lo menos desde la perspectiva
liberal desde la que se desarrolló su presente política exterior, a través de una cooperación
estrecha con el gobierno federal para estar presente en las delegaciones canadienses y
reservarse el derecho de aprobar los acuerdos que Canadá pretenda firmar. Es decir, la
preponderancia de los intereses locales no puede estar supeditada a los intereses de otros,
inclusive del mismo gobierno federal.
Por otro lado, Quebec emprende sus propias políticas al exterior en base a las
atribuciones que la constitución le da al interior. Es decir, establece relaciones directas con
otros países o sus Estados en asuntos relativos a la educación, salud, cultura, industria,
inversión, etc. (ver tabla 6). Para ello, resaltando Estados Unidos y Francia, Quebec
establece socios prioritarios con los que mantiene relaciones de diversa índole
principalmente a través del establecimiento de una Delegación u Oficina General en
determinado territorio y de esta manera construir un vínculo más directo. A este fin Quebec
despliega grandes recursos económicos y humanos encaminados al mantenimiento y
funcionamiento de dicha presencia directa, en la cual México no es la excepción.
Así, resultado de los dos pilares fundamentales mencionados y como cualquier
política exterior de un Estado nacional complemento de su política interior, Quebec
complementa hacia el exterior la consecución de objetivos específicos a favor de su
prosperidad económica y social incluso a través de mecanismos para su participación en la
solución de problemáticas internacionales a través de la CI, pero añade un elemento
diferenciador particular en la persecución del reconocimiento mundial de su cultura como
Estado federado peculiar en Norteamérica.
Diversas instituciones públicas de Quebec, como las universidades, centros de
investigación, o ministerios de gobierno como el de Comercio o Trabajo, pueden llevar a
cabo acciones internacionales de acuerdo a sus propios objetivos y necesidades, pero es el
87
Ministerio de Relaciones Internacionales y Francofonía de Quebec41
(MRIFQ) el principal
protagonista en la materia emprendiendo acciones directas de CI a través de acuerdos
bilaterales con los gobiernos en todos los niveles de los países socios abarcando gran
diversidad de temáticas que a continuación se mencionaran. De esta forma, de acuerdo al
Reporte Anual de Gestión 2013-2014 del MRIFQ se llevaron a cabo durante el periodo
pasado 288 proyectos de CI de los cuales 21 fueron con México, ocupando así el tercer
lugar de actividad de CI solo después de los socios naturales francófonos, Francia y
Valonia-Bruselas42
(MRIFQ, 2014: 2). Para gestionar la CI con nuestro país, se creó en
1982 el Grupo de trabajo Quebec-México que de manera bianual programa y coordina entre
20 y 25 proyectos de cooperación en materia de educación, cultura, investigación científica
y economía. (“Relations politiques,” n.d.). Tal cuál se ratificó durante la última reunión en
2013, donde se resaltaron avances en proyectos sobre la innovación en el tratamiento de
aguas residuales y el diagnóstico de cáncer en la piel, (Secretaria de Relaciones Exteriores,
2013).
La acción directa del gobierno de Quebec en el extranjero es llevada a cabo en
distintos niveles a través de sus 28 representaciones en 16 países del mundo de las cuales 7
son Delegaciones Generales que son las instituciones más importantes de Quebec en el
extranjero, ubicándose una de ellas en la ciudad de México desde 1980 y desde donde se
gestionan los asuntos económicos, educativos, culturales y de inmigración para el país y
toda América Latina.
Los objetivos generales de la política exterior de Quebec pueden ser encontrados en
el documento que publica el MRIFQ en el 2007: Política Internacional de Quebec. La
fuerza de la acción concertada y que marca la pauta de las acciones en la materia hasta el
41 Este Ministerio dedicado a la planeación y gestión de las relaciones internacionales, ha sufrido diversos
cambios de nombre de acuerdo a las distintas atribuciones que ha tenido como resultado natural de la
evolución de la política exterior de Quebec en la que inciden también las posturas políticas del partido en el
gobierno. Hasta antes de las elecciones provinciales del 2014, bajo el mandato del Partido Quebequense de
corte nacionalista, este ministerio llevaba por nombre Ministerio de Relaciones Internacionales, Francofonía y
Comercio Exterior. 42
Quebec hace referencia a la región francófona de Bélgica y no al país en sí, siendo coherente con su postura
sobre las particularidades culturales de los territorios nacionales.
88
2014.43
De acuerdo a estos objetivos se resalta, en primer lugar, la consolidación de las
relaciones comerciales en medio de un contexto mundial cada vez más interdependiente
económicamente y del cual Quebec forma parte activa. De esta manera, la red de Quebec
en el mundo tiene dentro de sus principales misiones el afianzar las relaciones comerciales
y promover la industria y servicios quebequenses en el exterior a través de más de
trecientos convenios con Estados nacionales y federados. Dentro de los argumentos para
llevar a cabo una política exterior abundan las alusiones a temáticas como la conformación
de bloques económicos, economías emergentes, inversión extranjera, energía, productos y
servicios.
La focalización de la política exterior de Quebec en las relaciones comerciales es
básica para su prosperidad económica. Es la economía más diversificada de Canadá y las
exportaciones que representan el cincuenta por ciento de su PIB. Así mismo, la focalización
en los asuntos en el área de libre comercio de América del Norte ya que comparte 813 km
de frontera con Estados Unidos, recibe casi dos tercios de su Inversión Extranjera de aquel
país al que también envía más del ochenta por ciento de sus exportaciones. En éste ámbito,
el continente americano abarca el 49% de sus proyectos y México aparece como su
principal socio en Latinoamérica ocupando un lugar prioritario en su agenda exterior
(MRIQ, 2007).
Quitando éste elemento comercial, diversos temas resaltan como prioritarios en la
política exterior de Quebec como la cultura e identidad, de los que se hablará más adelante
en este apartado; la seguridad internacional, el desarrollo sustentable, el manejo de los
recursos naturales principalmente hidráulicos y forestales, en los que se puede observar
interesantes alusiones a la CI, así como un apartado dedicado exclusivamente a la CID, con
43 Una particularidad en la esfera política de la mayoría de los países del norte es el establecimiento de
programas básicos consensados a largo plazo a los que no afecta, o por lo menos no en su raíz, las
alternancias del partido político en el poder conservando incluso la imagen gráfica de las distintas
dependencias de gobierno. Cuestión que contrasta en México cuando con la entrada de un nuevo gobierno, a
todos los niveles, se tiende a romper o modificar programas establecidos en la administración anterior,
comenzando por la imagen gráfica, teniendo así que gastar recursos poco abundantes en la reconfiguración de
logotipos y demás elementos visuales para poder identificar al nuevo gobierno en una clara acción de
marketing político. Esto ess tema importante para la CID de Quebec pues el intercambio de estrategias de
buena gobernanza forman parte de sus prioridades.
89
lo que se abarcan los tres grandes elementos de su política exterior: el económico, el
político y el cultural.
En cuanto al tema de la seguridad, Quebec argumenta que mientras los conflictos
bélicos y posibles ataques militares son asuntos nacionales, las consecuencias y las
soluciones pueden darse en el ámbito local. Mencionando que:
“la prevención y el tratamiento de las nuevas fuentes de peligro frecuentemente dependen
de las responsabilidades internas, especialmente las de los estados federados y las
colectividades locales” (MRIQ, 2007: 67)
Al igual que sucede con Canadá, Quebec da gran importancia a su relación con
Estados Unidos en el sentido comercial, tal cual se mencionó, pero también en el de
seguridad cuestión así mismo ligada a la estabilidad económica. Por tanto, la frontera con
su vecino país es vital en este tema, teniendo su sustento en la llamada Alianza para la
Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. Ello podría ser un tema de crítica pues
siguiendo a Preciado, (2009: 113) esta estrategia de seguridad regional liderada por Estados
Unidos es un mecanismo para garantizar la seguridad de aquel país a través del cierre de
sus fronteras principalmente hacia Latinoamérica y supone al mismo tiempo “la adopción
de acuerdos de libre comercio dentro de la ortodoxia neoliberal, sin una agenda social…”
Por tanto, en el rubro de la seguridad, se aprecia una postura clásica de la misma
estipulando que se deben identificar elementos exteriores que pueden significar una
amenaza y en consecuencia tomarse acciones para la protección propia, por ejemplo el
combate al terrorismo o el tráfico de armas a través de monitoreos más drásticos a la
frontera, ello garantizando al mismo tiempo el flujo de mercancías y capitales. No se
consideran en este rubro cuestiones de fondo y análisis concretos hacia el exterior que
conllevan a una mayor responsabilidad social y estructural global, tal cual es el caso de la
ya mencionada seguridad humana. Por tanto, la debilidad en las instituciones de naciones
en el Sur y la incapacidad de sus Estados nacionales de garantizar condiciones mínimas
para la emancipación social, si bien son temas tocados en políticas específicas de CID de
Quebec, no son consideradas como una temática de seguridad.
90
Finalmente, uno de los elementos diferenciadores de la política exterior de Quebec
es el peso que tiene en ella la defensa y difusión mundial de su cultura nacional, lo que al
mismo tiempo representa un esfuerzo identitario y de emancipación social tanto al interior
de Canadá como hacia el mundo entero. Aunque puede argumentarse que este pilar de la
política exterior también se encuentra involucrado en la lógica económica,44
encuentra
muchos otros que lo integran al mundo de la CI desdibujándose la línea divisoria con
respecto a la CID. Como sociedad minoritaria en América del Norte, la lengua y la cultura
aparecen como los elementos constructores de identidad nacional de Quebec y el Estado
como su principal protector y gestor tanto al interior como al exterior a través de políticas
públicas tanto nacionales como internacionales.
Cabe hacer mención que la fuerte intervención estatal en la materia, que como ya se
ha visto obedece a situaciones actuales de profundas raíces históricas es motivo de
discusión y contraste. Para Hélène Oeconomo, agregada de cooperación educativa de
Quebec en México, es gracias a la gran presencia del Estado en materia de protección
lingüística que el francés ha podido sobrevivir hasta nuestros días como parte de una
sociedad enclavada en una Norteamérica de clara mayoría anglófona. Así mismo, la
funcionaria quebequense establece que Quebec, a diferencia de Canadá no es
multicultural,45
sino que instaura una obligada cohesión social a través de medidas desde el
Estado en una franca “lucha por la supervivencia” (Estudiar en Quebec, 2014). Esto parece
contrastar al menos con la imagen que se pretende proyectar hacia el plano internacional,
donde se establece que no se tiene una postura cerrada con respecto a la multiculturalidad
global, pues al contrario, esto representa una riqueza social más para Quebec “favoreciendo
al mismo tiempo la apertura y el acceso a las demás lenguas y culturas”. (MRIQ, 2007: 81).
44 Si bien podría interpretarse a este gran pilar de la política exterior de Quebec como distinto al resto en
cuanto a su motivación económica, también puede señalarse su justificación en este sentido, pues la industria
cultural representa el 2.3 por ciento del PIB de la provincia desde donde se realizan más de la mitad de las
producciones artísticas de todo Canadá. “La penetración (cultural) en el extranjero se traduce en más trabajo y
más ingresos para artistas y trabajadores culturales” (MRIQ, 2007: 83) 45
El Multiculturalismo para Hélène Oeconomo se entiende como la convivencia libre en una misma sociedad
de distintos hábitos y orígenes culturales que sustentan la identidad del individuo por lo que la creación de
una nueva identidad cultural pasa a segundo plano.
91
Sin embargo, más allá de este contraste entre política interna y externa que se
consideró pertinente señalar y que derivaría en análisis más profundos, la política exterior
de Quebec en materia cultural representa un gran nicho de oportunidad de acercamiento
con América Latina, teniendo en cuenta que el español es la lengua por la que más se opta
estudiar después del inglés. Esto se puede ver en el fomento que se da a la traducción de
producciones culturales al español y la participación y de Quebec en festivales culturales
latinoamericanos como el Festival Cervantino de Guanajuato o el festival de Cine de
Guadalajara en 2014.
Como parte de esta estrategia dual de promoción nacional y de acercamiento global
nos encontramos con un elemento fundamental de este trabajo que es parte activa de la CI
de Quebec: la movilidad internacional. Si bien como parte de la política exterior de Quebec
y en base a lo pactado en el acuerdo federal, la migración y movilidad internacional es un
asunto gestionado desde lo local con miras a su desarrollo económico y social
contrarrestando la desventaja demográfica, también es un elemento de CI que resulta
interesante si se analiza a la luz de la premisa ya mencionada de la necesidad de
acercamiento entre Sur y Norte para la mejor comprensión de los procesos sociales y
políticos.
Así, en el marco cultural, pero también en el académico y ciudadano, existen los
recursos y voluntad desde Quebec de estimular la movilidad bilateral en búsqueda de
relaciones recíprocas y enriquecedoras. Tal cual se establece en su política Exterior,
Quebec busca la CI para así llegar a soluciones conjuntas y novedosas a problemas globales
y las estancias internacionales, principalmente en el ámbito académico, son una
herramienta importante.
Los recursos y la disponibilidad desde Quebec para este tipo de CI deben de ser
aprovechados por los PRM como el nuestro dentro de un esquema de reciprocidad
interesante. Quebec busca mostrar sus logros políticos y culturales en temáticas como
92
igualdad de género, laicidad de instituciones, economía solidaria,46
educación, salud o
desarrollo sostenible; al tiempo que busca “interesarse en lo que se hace en otras partes del
mundo…[e] inspirarse en las mejores prácticas” (MRIQ, 2007: 37). Para ello, destina
recursos, muchas veces escasos en los PRM, para la realización de estancias de
investigación, estudios de posgrado, intercambios universitarios, festivales culturales, etc.
Se habla aquí y en general en la CI Norte-Sur, de una relación de reciprocidad entre
donante y receptor o más bien entre actores socios de la CI. Pese a la idea que suele
provenir en mayor medida desde el Sur de una CI recíproca entre socios, no se puede negar
la diferencia de presupuestos e infraestructura, por lo que en este sentido, ambas partes
aceptan que el socio del Sur no necesariamente corresponderá de manera equitativa en
materia presupuestal, pero sí en la medida de sus posibilidades a través de por ejemplo la
facilitación y acondicionamiento de espacios, recursos intelectuales, capacidad de
organización y logística, entre otros. Ello, como se verá en el siguiente apartado, significa
una relación de colaboración más que de reciprocidad.
Por tanto, a la luz del argumento vital de este trabajo, la vigencia del paradigma
Norte-Sur incluye un acercamiento entre actores que lejos de posturas de ruptura puedan
diseñar esquemas de cooperación que asuman de entrada y de manera realista las
características de los socios para así poder establecer nuevas formas de colaboración más
que de complementariedad. Es decir, poner de manera crítica sobre la mesa de negociación,
un mayor compromiso y recursos desde el Norte y una definición autónoma de las
restricciones y fortalezas del socio del Sur.
46 El banco más grande y empleador más importante de Quebec es una cooperativa financiera, la Caja Popular
Desjardines
93
IV.3 COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO DE
QUEBEC
Tal cual se ha analizado, la CID Norte-Sur debe significar la posibilidad de llevar al
exterior los logros alcanzados hacia el interior de una nación, en un intercambio
enriquecedor para ambas partes y en diversos sentidos, pero que debe, en primer lugar,
aportar elementos para la consecución de los objetivos de desarrollo propios del país del
sur47
. En base ello y a las características ya mencionadas de Quebec como una nación
dentro de otra nación con acciones hacia lo internacional, a continuación se analizarán las
características de su CID.
La CID de Quebec aparece como uno de los apartados de su política exterior que es
diseñada y gestionada directamente desde el MRIFQ pero en la que tienen participación
instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil. En base a ello y a que no existe
un organismo oficial dedicado exclusivamente a las acciones de CID se puede argumentar,
tomando como base el mencionado análisis de De la Iglesia Caruncho (2011) (ver esquema
1), que la CID de Quebec se encuentra subordinada a su política exterior de manera aún
más directa que la misma CID canadiense pero con características peculiares como su
independencia del gobierno central, la diversidad de actores y proximidad con los socios de
Sur, cuestiones que se tratarán a lo largo de este apartado junto con sus fundamentos,
objetivos y las posibilidades que presenta para nuestro país.
47 En el capítulo II y dentro de los límites que conllevan las pretensiones de este trabajo, se ha hablado sobre
el origen del concepto de desarrollo dentro de la CI y los debates hasta nuestra actualidad así como la
coincidencia más que la divergencia de posturas entre la academia del Sur y del Norte.
94
IV.3.1 Precisiones conceptuales
Antes de dar pie a las políticas y estrategias específicas de CID de Quebec, cabe hacer
mención tal cual se establece en el apartado anterior, y desde una perspectiva teórico-
conceptual como la que elabora Ayala Martínez (2012), que muchas de las acciones de la
política exterior y CI de Quebec pueden ser catalogadas como acciones de CID Norte-Sur
pese a que no estén contabilizadas en este rubro, en la medida que son recursos movilizados
hacia el exterior en proyectos conjuntos que involucran a países del Sur para quienes
finalmente resultan aportaciones benéficas y en distintas dimensiones, para sus procesos
desarrollo.
Favreau, Fréchette, & Lachapelle, (2008) desde la Universidad de Quebec en
Montreal, hacen una precisión conceptual argumentando que existe por un lado la Ayuda
Internacional y la Cooperación Internacional, pero agregan una tercera categoría, la
Solidaridad Internacional, que es así mismo utilizada por el MRIFQ como uno de los
objetivos de la acción global de Quebec.
Los autores coinciden con la noción aceptada de que la Ayuda Internacional es la
categoría más básica de las tres. Ésta se trata de la destinación de fondos unilaterales para
respuestas de emergencia en materia de ayuda humanitaria. Pero señalan que este tipo de
intervención en el sistema internacional por parte de los países del Norte, es la de mayor
tendencia actualmente obedeciendo a una simple lógica filantrópica y de compasión que
“olvida que los países del Sur no son para empezar víctimas de mala suerte…sino de la
dominación y exclusión” por lo que este tipo de ayuda carece de una “lógica de largo plazo,
de una lógica de desarrollo en base en la auto organización” (Favreau et al., 2008: 43).
La situación distinta en el caso de Quebec, por lo menos de acuerdo a los
académicos seguidos en este texto, es el tratamiento que se le da al término CI y CID. De
manera general la CI es entendida como la serie de acuerdos y acciones entre actores
95
internacionales resultado del interés mutuo. Por su parte, se entiende que la CID da un paso
más tal cual se aprecia en los diversos foros del SCID, donde se ha comprendido como una
acción concertada y entre las partes en favor de una de ellas pero bajo la primicia de una
anhelado y dignificante esquema de reciprocidad que es más bien un esquema colaborativo
como se intenta justificar a lo largo de este capítulo.48
Pero para Favreau, Fréchette, & Lachapelle (2008), desde Quebec, la CI dentro del
paradigma Norte-Sur incluye en sí los elementos de la CID mencionados por lo que no es
útil hablar de una CID Norte-Sur. Para los autores la CI Norte-Sur es la de más presencia en
Quebec y el mundo y tiene implícita una lógica de ayuda al desarrollo que incluye por lo
tanto apoyo técnico, financiero y profesional de países del Norte hacia el Sur a través de
asociaciones entre distintos actores que puede concebir efectos estructurales hacia el largo
plazo. Siguiendo a estos autores, la CI Norte-Sur de Quebec tiene un carácter que puede ser
considerado, más que recíproco, de trabajo conjunto entre el grupo de Organizaciones No
Gubernamentales (ONG) de Quebec especializados en el Desarrollo con aquellos socios y
actores del Sur, intentando así establecer una relación más directa y sin distorsionadores
externos en un esquema llamado Cooperación de Proximidad.
Aunado a esto, se da un paso más a través de la llamada Solidaridad Internacional
que concibe un esquema de CI donde sí tenga lugar una verdadera reciprocidad entre socios
del Sur y del Norte a través de la cual ambos aportan distintos elementos para el desarrollo
48 El tema de la reciprocidad como bandera dignificante del receptor del sur, tan mencionado en la CID,
entraña un debate básico, pues al menos en el discurso a través de esta se intenta terminar con la clásica
mirada vertical Norte-Sur comenzando por cambios conceptuales, donde el Sur no es visto como un receptor
pasivo sino que aporta recursos de distinto tipo al proyecto conjunto y es quien toma las riendas del mismo.
Sin embargo a este tipo de relación no puede llamársele recíproca sino colaborativa donde ambas partes
convergen en el proyecto aportando recursos materiales e inmateriales pero que finalmente actúan bajo el
entendido de que las acciones son en beneficio a un solo actor. Por lo tanto, que no sea una relación recíproca,
no tiene por qué ser algo negativo si se persiguen objetivos de desarrollo auto determinados y dirigidos por el
receptor en una relación colaborativa y de legítima cooperación con un donante en el Norte.
96
conjunto. La base de esta concepción de la CI radica en los intercambios culturales,
técnicos, profesionales y económicos a través de la colaboración de distintos actores como
las universidades o las ONG del Sur y del Norte para trabajar sobre temáticas como el
medio ambiente, comercio justo, redes de comercio para productores del Sur, creación de
cooperativas, hermanamientos efectivos de ciudades, participación en foros mundiales,
crítica al neoliberalismo o bienes públicos mundiales.
Se habla entonces de una mirada más amplia que intenta abarcar problemáticas
globales principalmente resultantes de una globalización de consecuencias inequitativas,
por lo que el trabajo conjunto, solidario entre Sur y Norte, es necesario para avanzar hacia
el ambicioso, pero pertinente, objetivo de la “construcción de otra mundialización”
(Favreau et al., 2008: 45).
Una característica más a resaltar sobre la CI de Quebec es el énfasis en el papel de
sus ONG en estrecha relación con organismos gubernamentales y privados para articular
procesos de cooperación con distintos actores del Sur entre los cuales se encuentran ONG,
en el esquema llamado Cooperación de Proximidad. En Quebec, estas ONG especializadas
en temas de desarrollo se agrupan en la Asociación Quebequense de Organismos de
Cooperación Internacional que funge como el representante más visible de Quebec en
materia de CID y es el principal vínculo con el gobierno provincial.
A través de este tipo de cooperación se pretende por un lado atender acciones de
CID mediante el establecimiento de fuertes lazos entre organismos del Norte, quienes
reciben recursos públicos y cuentan con recursos humanos especializados, y los organismos
del Sur quienes entienden de primera mano las problemáticas locales y son quienes asumen
la responsabilidad de sus proyectos. Por otro lado, al dar un gran peso a las ONG, la
Cooperación de Proximidad viabiliza la participación de movimientos sociales y grupos
académicos que coinciden en objetivos y posturas que van más allá de la filantropía para
centrarse en temáticas como la denuncia de las consecuencias negativas del neoliberalismo
o la propuesta de alternativas al mismo. De esta forma, además de reforzar los procesos de
97
desarrollo en el Sur, se da pauta para el avance hacia el trabajo conjunto, recíproco y de
objetivos globales que implica la mencionada Solidaridad Internacional.
Finalmente para terminar esta breve delimitación conceptual sobre la CID de
Quebec, se considera necesario el precisar el término de Cooperación Descentralizada
considerándola como el:
“…proceso mediante el cual se transfieren competencias y poder político, desde el
gobierno central hacia instancias…dentro del Estado que están dotadas de recursos
financieros e independencia administrativa, así como legitimidad propia” (Gálvez citado en
(Ayala Martínez, 2012: 115)
Obviamente y tal cual se ha visto, el caso de Quebec en la situación política
canadiense encaja en esta definición, pero va aun más allá incluyendo dentro de sus
facultades administrativas estrategias de política exterior propias resultantes de una
autodeterminación de necesidades. Es dentro de esta política exterior independiente en la
que se enmarcan las acciones de CID que consecuentemente pueden ser consideradas como
descentralizadas.
Sin embargo, en el caso canadiense, pese a su organización política de tanta
autonomía provincial, no se utiliza el término de Cooperación Descentralizada sino el de
Cooperación Municipal a Escala Internacional donde las acciones subnacionales de
cooperación CI pasan necesariamente por la actuación de municipios y ciudades
principalmente a través de acuerdos bilaterales y del esquema de hermanamiento (Favreau
et al., 2008). No se hace alusión a las acciones que puedan emprender los gobiernos
provinciales en materia internacional ya que, por lo menos en el caso de Quebec, su estatus
histórico en el pacto federal no está por debajo de un gobierno central y por lo tanto se
infiere que las acciones de CI se suscriben a un mismo nivel, siendo este origen de varias
discusiones.
En este sentido, el MRIFQ tampoco hace alusión al término de Cooperación
Descentralizada pues se establece que su política exterior “reafirma la libertad de Quebec
98
de conducir una acción internacional fuerte y autónoma allí donde lo consideremos
conveniente” (Primer Ministro de Quebec Jean Charest en MRIQ, 2007: 9). Así mismo,
para Favreau, Fréchette, & Lachapelle, (2008) es de resaltar el aporte vital de Quebec a
través de la Cooperación de Proximidad y que junto con la anhelada Solidaridad
Internacional, aportarían los rasgos particulares al marco desde el que emergen las acciones
de CID de Quebec.
IV.3.2 Estructura de CID de Quebec
Como ya se ha podido apreciar, la situación de Quebec con respecto a lo internacional tiene
varias particularidades en las que, aunque someramente pero lo suficiente para validar lo
señalado en esta tesis, se ha intentado explicitar. Así, a la luz de lo analizado hasta ahora es
que se da pie al estudio específico de la estructura de su CID (ver esquema 2).
Al igual que en el apartado anterior, en lo referente a CID, el MRIFQ aparece como
protagonista y utiliza como en el ámbito académico el término Solidaridad Internacional en
vez del término de CID,49
en donde quedan comprendidos los diversos proyectos y guías
de acción por parte del gobierno en la materia. La concepción del término desde la
perspectiva oficial, aunque basada en la perspectiva académica anteriormente establecida,
intenta ser más práctica y tener un mayor rango de acción abarcando objetivos y acciones
que podrían ser clasificados como de Ayuda al Desarrollo y/o de CID. Esta estrategia de
Solidaridad internacional se sustenta en el compromiso que asume Quebec como nación
del Norte con respecto a la pobreza e inequidad global entendiendo a estas como parte de
una problemática común, que compromete a diversos actores en todo el mundo hacia la
“búsqueda de un equilibrio en la distribución mundial de la riqueza” (MRIQ, 2007:18).
49 A partir de este apartado, y una vez aclaradas las diferencias y similitudes, se utilizarán para fines prácticos
indistintamente los términos CID de Quebec y de Solidaridad Internacional
99
Las acciones de Solidaridad Internacional de Quebec se basan en los siguientes
principios que son considerados por el MRIFQ como la base de un desarrollo sustentable y
que hacen clara alusión a la Declaración de París:
1. La autonomía de los socios locales.
2. La capacidad de los socios locales a responder a las necesidades que ellos mismos
han identificado.
Acciones de CID del M.R.I.F.Q
Principio de la Solidaridad Internacional del MRIFQ
-Autonomía de socios locales para la identificación de problemáticas y autogestión del proyecto
Rubros de acción
-Formación de recursos humanos
-Desarrollo de capacidades de gobernanza
-Gestión e intercambio cultural
Programas
-Programa quebequense de desarrollo internacional
-Quebec sin fronteras
-Sensibilización hacia el desarrollo y la solidaridad internacional
O.N.G’s a para el Desarrollo de Quebec
O.N.G’s para el desarrollo de socios receptores
Movilidad Internacional y Cooperación de
Proximidad, herramientas básicas
Esquema 2. Estructura de la CID de Quebec
Fuente: Elaboración propia en base a los textos citados en este apartado
100
3. El fortalecimiento de los recursos humanos y materiales ofrecidos a los socios
receptores de modo que puedan efectivamente hacerse cargo de sus propios
proyectos de desarrollo (“Québec et la solidarité,” n.d.).
Dejando claro que no se trata de un donante protagonista y que cuenta con
características particulares, Quebec se adscribe al SCID y asume los acuerdos
internacionales en materia de CID como los Objetivos de Desarrollo del Milenio o la
Declaración de París a través de una estrategia que busca mejorar la eficacia de sus
comparativamente menores recursos en materia de desarrollo. Así, el MRIFQ establece que
Quebec “pretende, a su manera, contribuir de forma tangible al progreso y avance de los
países en desarrollo” (“Québec et la solidarité,” n.d.). Para ello, decide acotar su oferta en
materia de CID en base a las fortalezas tangibles e intangibles que ha desarrollado a lo
largo de su historia reciente y que identifica como relevantes para el SCID.
También opta por la utilización de dos herramientas a través de las cuales considera
viable el logro de sus objetivos en materia de CID. La primera de ellas, es el apego al
esquema de Cooperación de Proximidad en el que resulta básica la colaboración entre el
gobierno de la provincia, organismos de la sociedad civil y universidades de todos los
socios de CI, resultando una estrategia conveniente en vista del reducido tamaño y
complejidad de su estructura. La segunda, es el apoyo en la movilidad internacional,
integrando en varias de sus acciones de CID el envío y recepción de personas con miras a
lograr mayor acercamiento entre socios de cooperación. Esta herramienta de CID resulta
vital desde la postura de este trabajo y será retomada en el penúltimo de los apartados del
capítulo.
De esta forma surgen sus tres principales rubros de acción en la materia que se
encuentran relacionados entre sí. El primero es la formación de recursos humanos. En este
rubro, adquieren gran protagonismo las universidades y centros de investigación de Quebec
desde donde se indaga, reflexiona e innova, a través de distintas disciplinas, a cerca de
temáticas en las que la provincia se ha especializado. De esta forma, se pueden aportar a la
101
acción de la CID infraestructura, recursos y conocimiento en materia de gestión del
territorio, administración de recursos naturales especialmente madereros e hídricos,
agronomía, economía social, telecomunicaciones, medicina, equidad de género, salud,
educación, soberanía alimentaria, derechos humanos, ciudadanía y gobierno.
El segundo de los objetivos principales de Solidaridad Internacional es el desarrollo
de las capacidades de gobernanza en base principalmente a la consolidación de la
democracia entendiendo a esta como una base fundamental para el bienestar en las
sociedades. Específicamente, los sectores en este campo en los que Quebec cuenta con un
valor agregado para integrarlo a ejercicios de CID son:
El acompañamiento de instituciones garantes de la democracia y los derechos humanos, el
perfeccionamiento de los parlamentarios, los funcionarios públicos y los representantes
locales, el establecimiento de contabilidades nacionales, el mejoramiento de los sistemas de
justicia, educación, seguridad pública, salud o gestión municipal (MRIQ, 2007: 97)
Para tal motivo y en base al continuo acercamiento con distintos organismos,
principalmente centros académico y a través de financiamiento público conjunto, se creó
desde la Escuela Nacional de Administración Pública50
en el 2007 el Centro de
Valorización Internacional de la Habilidad Pública Quebequense.51
En este sentido, cabe hacer mención que la relación entre democracia y desarrollo
puede derivar en diversos debates y observaciones desde distintas perspectivas, pero en este
trabajo, coincidiendo con el análisis de José Woldenberg ( é ico ocia - Democracia y
Desarrollo, 2013) se entiende a la democracia como la base para un gobierno e
instituciones fuertes legitimadas y representativas de la sociedad, capaces de evitar la
concentración de poder y la interferencia suprema del mercado. Ello a través de la
50 La Escuela Nacional de Administración Pública, pese a que hace referencia a lo nacional, es una institución
de educación superior especializada en las ciencias de gobierno que forma parte de la red de universidades
públicas de la provincia de Quebec. Tiene su modelo de la Escuela Nacional de Administración en Francia, de
donde egresan los funcionarios públicos de alto nivel de aquel país. 51
El nombre en francés de este centro de investigación es Centre de Va orisation Inernationa e de ’Expertise
Publique Québécoise que también puede ser traducido como Centro de Valorización Internacional de la
Pericia y/o Experiencia Pública Quebequense.
102
consolidación de mecanismos para la “participación de movimientos ciudadanos (dentro del
proceso democrático) en el espacio público y en la formulación de políticas públicas”
(Entrevue, 2010). Se habla entonces de la construcción de una ciudadanía participativa,
crítica y reflexiva capaz de apropiarse de su aparato de gobierno, que en casos como el
mexicano, parece ajeno y completamente desconectado de las realidades, las necesidades y
las demandas de las mayorías.
Finalmente el tercero de los elementos diferenciadores de la estrategia de
Solidaridad Internacional de Quebec es su pericia en la gestión cultural. Ya se ha hecho
mención del peso que tiene la reivindicación y promoción cultural de Quebec dentro de sus
acciones de política Exterior, identificando al Estado como determinante para su gestión en
base a una postura defensiva como sociedad minoritaria en Norteamérica.
El Estado quebequense reconoce como características culturales a compartir sus
avances en “equidad de género, la laicidad, respeto a la diferencia y el respeto al desarrollo
sostenible” así mismo resalta sus “grandes consensos sociales…en favor de la universalidad
de los servicios de salud, accesibilidad a los estudios superiores y la solidaridad hacia los
más encarecidos” (MRIQ, 2007: 81). Cabe hacer mención que estos postulados oficiales
pueden resultar nuevamente en señalamientos contradictorios con respecto a las políticas
locales como los altos costos de la educación pública superior o la francización obligatoria
para los inmigrantes, que pueden poner en entredicho la legitimidad de la acción
internacional de Quebec.
Sin embargo, la consolidación del saber hacer de Quebec en materia de gestión
cultural brinda una herramienta más a su CID a través del apoyo a la “eclosión de industrias
culturales y la implementación de políticas públicas de apoyo a la cultura” (MRIQ, 2007:
97) que se ven reflejados en su participación y patrocinio de diversos festivales culturales
en México y Latinoamérica como Danzalborde en Chile, Conectados en Colombia, o
Festival Cervantino en México .
En base a estos tres elementos, la formación de recursos humanos, el desarrollo de
las capacidades de gobernanza y la pericia en gestión cultural, que conforman el valor
103
añadido de la CID quebequense, se desarrolla una estrategia que abarca tres programas de
solidaridad internacional a través de los cuales los distintos organismos y las ONG
dedicadas a la CID tanto del Norte como del Sur pueden acceder a recursos específicos. El
primero de estos es el Programa Quebequense de Desarrollo Internacional que destina un
presupuesto especial a las ONG quebequenses que participan en proyectos y acciones de
desarrollo con sus socios en el Sur. El MRIQ, al ser el donante público, establece una serie
de criterios para la elegibilidad los proyectos presentados que apuntan hacia la
consolidación práctica de la nueva noción de desarrollo. De acuerdo al documento Québec
et la solidarité (n.d.) del MRIQ, dentro de dichos criterios se encuentran:
-Que el proyecto se inscriba a la visión integral del desarrollo durable.
-Fortalecer a los organismos socios receptores para que la población local sea quien
dirija su propio proyecto.
-Que la participación sea resultado de un proyecto definido por la población y
organismo socio receptores, respetando sus percepciones de desarrollo.
El segundo programa es llamado Quebec sin fronteras y su principal objetivo es el
de otorgar financiamiento para el envío de jóvenes cooperantes de la provincia a estancias
en organismos socios receptores en el sur quienes en coordinación con aquellas de Quebec,
diseñan el marco de dicha pasantía. Este es un tema importante en la CID que se integra a
la categoría mencionada de movilidad internacional y que es pieza clave en las estrategias
de CI de Quebec. Se pretende que esta movilidad internacional no solo sea hacia el Sur sino
que también a través de esquemas de acogida se puedan recibir en Quebec a distintos
actores del Sur. Con ello se da pie a la proyección de la imagen de Quebec y a una
contribución particular de su CID Norte-Sur a través de sus instituciones gubernamentales,
su capital humano e infraestructura. Por otro lado, este esquema permite tener un
acercamiento directo a las problemáticas que enfrentan distintas sociedades y las distintas
estrategias y buenas prácticas que han emergido para enfrentarlos, lo que permite afinar los
análisis que se hacen sobre el desarrollo y dotarlos de mayor sustento.
104
Estas inmersiones directas permiten alejarse de la consensada crítica hacia la
homogeneización incluso de regiones específicas tanto en el Norte como en el Sur, por lo
que la movilidad internacional recíproca juega un papel vital en las relaciones
internacionales y la CID de Quebec, y es en esta precisa categoría que LOJIQ adquiere un
rol protagonista tal cual se especificará en el último apartado.
Por último, el tercero de estos programas es el de Sensibilización hacia los asuntos
del desarrollo y la solidaridad internacional que busca llevar las reflexiones sobre los
asuntos del desarrollo internacional hechas desde la academia y resultado de distintas
experiencias, hacia la población de Quebec en general. Las ONG para el Desarrollo
vuelven a ser el actor principal para la articulación entre la población y el gobierno
provincial, en este caso a través de la formulación y puesta en marcha de proyectos que
tengan como fin la transmisión a la sociedad quebequense de los temas básicos sobre el
desarrollo a través de conferencias, talleres y exposiciones. Así mismo, en base a esta
colaboración con las ONG del desarrollo, se realizan anualmente las Jornadas
Quebequenses de la Solidaridad Internacional a través de las cuales se llevan a cabo
actividades a lo largo de la provincia con la finalidad de “incentivar en el público en
general a pensar a cerca de las transformaciones sociales producto de la globalización y
propone maneras para que la sociedad se involucre…” (“Québec et la solidarité,” n.d.)
Finalmente, además del claro protagonismo que bajo el esquema de Cooperación de
Proximidad adquieren las ONG dedicadas al desarrollo, el gobierno de la provincia también
emprende proyectos directos de CI principalmente a través del MRIFQ que resultan en
acciones de movilidad internacional que pueden ser catalogadas como de CID por el
beneficio final que representan al socio del sur. El formato en este caso es el de acuerdos
bilaterales con los gobiernos en todos los niveles de los países socios.
En México por ejemplo, además del Grupo de Trabajo Quebec-México encargado
de la cooperación bilateral entre ambos territorios desde 1980, se firmó en el 2006 el
acuerdo de cooperación entre el estado de Nuevo León y Quebec resultando de ello entre
otras cosas la Cátedra de Estudios e Investigación sobre el Quebec Contemporáneo de la
105
Universidad Autónoma de Nuevo León, llevando a lo largo de estos años distintas
emisiones bajo títulos como: Derecho, cultura y religión: patrimonio común, identidades
plurales; medio ambiente y desarrollo sustentable; La igualdad entre mujeres y hombres
como motor del progreso económico de las naciones: ejemplo Quebec; entre otros.
También en el mismo año se creó en la Universidad de Montreal la cátedra de estudios del
México Contemporáneo con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de
México y el MRIFQ con la finalidad de favorecer la producción científica en temas
económicos, políticos, sociales, jurídicos y culturales sobre México así como la difusión del
México contemporáneo. Los resultados de estos programas de estancias y colaboración, se
ven reflejados en las publicaciones de la Universidad de Montreal, por ejemplo: La radio
comunitaria y el espacio en el México neoliberal (2012), El militantismo cultural en el
México contemporáneo (2012) o Instrumentalización y control de los trabajadores
migrantes latinoamericanos en los mercados periféricos del trabajo: el caso de Quebec y
Canadá (2013).
En el caso de Jalisco cuyo convenio fue renovado en el año 2013, resalta la
colaboración cultural a través de la participación de Quebec en diversos festivales como la
Feria del Libro, El festival Cultural de Mayo o el Festival Internacional de Cine de
Guadalajara. Así mismo se pueden nombrar intercambios de materiales didácticos en la
enseñanza del francés y español, estancias de perfeccionamiento del idioma, intercambio de
experiencias en sistema de información turística o el fomento económico a través de
misiones comerciales y creación de empresas de economía social.
Por lo tanto, podemos concluir en base a los argumentos presentados, que la CID
llevada a cabo por Quebec como estado federado autónomo dentro del sistema de
organización política canadiense y que se desprenden a su vez de su propia política
exterior; puede ser clasificada como una cooperación descentralizada centralizada, es
decir, una cooperación adaptada a los objetivos y características propios de la provincia
pero que por ello depende al mismo tiempo de la gestión central del gobierno provincial a
través del MRIFQ. Sin embargo, se ha argumentado también la importancia que el gobierno
106
de Quebec da a otros actores de la CID considerándolos como una herramienta y un
eslabón fundamental para lograr conformar el esquema aquí analizado.
Dentro de este esquema se hace constante alusión a temas de la CI de Quebec que
pueden ser objeto de estudios mucho más detallados y específicos, como la importancia de
la cultural en la CI, la delimitación de fortalezas para el acotamiento de una oferta de CI de
calidad, la relación entre centros académicos y organismos públicos de CI, la Cooperación
de proximidad o la importancia que tiene en todos ellos la movilidad internacional, pero
que integran finalmente el marco de la CID de Quebec. La movilidad internacional en la
CID, es un tema clave de este trabajo por lo que se toca con más detalle a continuación.
IV.3.3 La movilidad internacional y el fortalecimiento de la ciudadanía en la CID de
Quebec
Como se ha podido observar a lo largo de este capítulo, la movilidad internacional de
Quebec es un tema recurrente. De entrada, el que las acciones de CI y de CID estén
integradas a un proyecto centralizado provincialmente, implica una intensa presencia de sus
actores en los países socios, por ejemplo en el caso de las Delegaciones Generales de
Quebec en el extranjero, se envía a personal en puestos permanentes para gestionar la
cooperación científica, cultural o educativa.
La movilidad Norte-Sur va más allá, significa para Quebec un mecanismo vital para
el logro de sus objetivos de política exterior entre los cuales se encuentra el reconocimiento
cultural, ya que la presencia de sus ciudadanos por el mundo a través de distintas maneras
de colaboración conlleva la expansión del conocimiento sobre su realidad.
En el terreno de la CID, Quebec al no limitarse a la sola aportación de fondos, se
involucra de manera más directa bajo el esquema de cooperación de proximidad para lo
cual la movilidad internacional resulta un instrumento necesario. Dentro de cada uno de los
107
rubros de acción de su CID, formación de recursos humanos, desarrollo de capacidades de
gobernanza, gestión e intercambio cultural; se hace alusión a la necesidad de enviar o
recibir gente aprovechando los recursos públicos y capacidades de los que Quebec dispone.
Pero además del aporte material e intelectual que ello implica para el socio
receptor, el panorama se amplía cuando dentro de esta movilidad internacional se incluye la
de la contraparte, es decir, la movilidad Sur-Norte. Las universidades, centros de estudio y
ONG son una vez más los organismos protagonistas pero esta vez a manera de receptores
de actores sociales del sur que pueden así acceder a formación universitaria y técnica,
capacitación en temas comunes prioritarios o al conocimiento de una realidad distinta. Esto
último por si solo es un tema relevante que podría desembocar en análisis más profundos
para conocer los impactos que tiene en el individuo y sociedad la movilidad internacional y
el conocimiento de manera directa de una organización social diferente, hacia la generación
de consciencia ciudadana.
Por lo menos desde la perspectiva de Quebec, la movilidad internacional tiene
consecuencias positivas en su sociedad y por ello se integra como parte de sus políticas
públicas. Las experiencias en otras sociedades por parte de distintos actores, ya sean
académicos, universitarios, cooperantes o ciudadanos interesados, trae consigo diversos
aportes, por ejemplo la reflexión a la que lleva el conocimiento directo de los conflictos
sociales que aquejan a las sociedades del Sur así como de la eficacia o ineficacia de las
soluciones que se han diseñado. El contacto directo con dicha problemática a hace que ésta
no sea más una situación aislada que solo corresponde a los lejanos países de Sur, sino que
se vuelve un problema común internacional del que el norte ha sido también partícipe. Por
otro lado, la movilidad internacional puede aportar en la complementación a las
formaciones universitarias, el intercambio de avances o puntos de vista en investigaciones
científicas, o el enriquecimiento cultural a través del aprendizaje de una lengua o de nuevas
formas de expresión artística.
Tomando en consideración lo anterior, podrían argumentarse también las
consecuencias positivas de la movilidad internacional Sur-Norte, resaltando la importancia
108
en la reflexión crítica sobre la propia situación del Sur resultado de una natural y sana
comparativa. El estudiante, académico o representante de la sociedad civil, adquiere un
panorama ampliado de su propia realidad al darse cuenta por un lado de los logros y
avances alcanzados en su entorno local y nacional pero también de las deficiencias, vicios y
distorsiones en los mismos, principalmente en el apartado democrático y de consolidación
ciudadana, superando la impresión de que dichas problemáticas son endémicas y naturales,
abriendo lugar hacia el cambio comenzando por un cambio de consciencia.
Así pues, se puede argumentar que la movilidad internacional lleva consigo grandes
aportes en la construcción ciudadanía, entendiéndola como el cimiento para un sistema
democrático consolidado, ya que éste “no puede funcionar de manera correcta y sustantiva
si no cuenta con una ciudadanía interesada, participativa que pueda ejercer de manera real
sus derechos” (El Colegio de México-IFE, 2014: 17). La ciudadanía en la actualidad
además de lo anterior es considerada como:
“… un tipo de igualdad básica asociada al concepto de pertenencia a una comunidad, que en
términos modernos es equivalente a los derechos y obligaciones de los que todos los
individuos están dotados en virtud de su pertenencia a un Estado nacional. [Asimismo, es]
un espacio sustancialmente mayor que va más allá del régimen político y sus reglas
institucionales. Hablar de ciudadanía integral es considerar que el ciudadano de hoy debe
acceder armoniosamente a sus derechos cívicos, sociales, económicos y culturales, y que
todos ellos conforman un conjunto indivisible y articulado” (PNUD citado en El Colegio de
México-IFE, 2014: 20)
Por otro lado, los recursos aportados por Quebec para la movilidad internacional, en
ambos sentidos hacia o desde el Sur, pueden considerarse técnicamente como una acción de
CID que contiene un alto grado de reciprocidad. Nuevamente al tratarse de políticas que
traspasan las fronteras nacionales, el MRIFQ aparece como órgano público principal lo que
no impide la participan de otras dependencias gubernamentales como las universidades a
través de las subvenciones y becas de estudio u organismos de la sociedad civil como el que
se menciona a continuación.
109
El Instituto del Nuevo Mundo (INM) en Montreal, es un organismo de la sociedad
civil al que se visto para la realización de esta investigación y cuya misión es aumentar la
implicación de los ciudadanos en la vida democrática. A través del INM se “estimula el
diálogo entre ciudadanos y expertos a fin de reforzar la democracia participativa y la
participación ciudadana” (INM, n.d.). Julie Caron-Malenfant, (2014) directora adjunta del
INM y ex consultora de proyectos de desarrollo en la SECTUR, México; comenta en
entrevista del 29 de mayo del 2014 que la misión del organismo es “incrementar la
participación de los ciudadanos al debate público y al debate democrático…la vida
democrática” ello se logra a través de un enfoque “al desarrollo de las capacidades cívicas”
ante el hecho de que “la democracia representativa, no es suficiente”. Para ello se diseñan
“actividades que se dican a dar a los ciudadanos herramientas” con miras a lograr una
participación ciudadana constructiva.
Han desarrollado una escala del proceso de participación ciudadana que establece en
su punto básico la necesidad de información por parte del ciudadano, en segundo lugar la
consulta pública organizada por el gobierno, seguidas del diálogo, y toma conjunta de
decisiones entre sociedad y gobierno, siendo en éstas escalas más altas de participación
donde se pone énfasis ya que es donde se da el surgimiento “de una inteligencia
compartida, de un lenguaje común” (Caron-Malenfant, 2014). .
Los programas que se manejan se dirigen a la población general y a las mismas
instituciones públicas de Quebec a manera de consultoría, buscando fortalecer “el vínculo
con la ciudadanía”. Extienden su participación al exterior a través del apoyo de diversas
instituciones gubernamentales nacionales o internacionales, por ejemplo, se encuentran en
la etapa de instauración de un proyecto para la renovación de la Secretaria de Salud en
Tunes a través de fondos de la CID en lo que podría ser un ejemplo de Cooperación
Triangular.
Dentro de los programas que se manejan, resalta para los fines de este trabajo la
Escuela de Verano que es una inmersión total de tres días en un taller de ciudadanía llevado
a cabo en colaboración con la Universidad de McGill, con la participación de especialistas,
110
figuras públicas, y ciudadanos de todo el mundo, para construir una reflexión de espíritu
crítico sobre los principales problemas sociales, económicos, políticos y culturales en el
mundo. La participación de ciudadanos extranjeros enriquece las discusiones y debates,
ofrece puntos de vista alternativos al tiempo de que este participante se lleva consigo
nuevas perspectivas. Para lograr esta participación, aparecen de nuevo los fondos públicos
de Quebec que por un lado, junto con la iniciativa privada, hacen posible el diseño y
ejecución de los programas, y por otro, estimulan la movilidad internacional ofreciendo
posibilidades de CID para el Sur. Dentro de los organismos públicos especializados en la
movilidad internacional se encentra LOJIQ, del cual se habla a continuación.
IV.3.4 Les Offices Jeunesse Internationaux du Québec, LOJIQ
Como se ha justificado a lo largo de este capítulo, en las acciones de CI y CID, a veces de
frontera conceptual porosa entre ellas, juegan un papel básico distintos organismos públicos
o privados, con o sin fines de lucro, alrededor de la política dirigida por el MRIFQ donde la
movilidad internacional se presenta como una de los rasgos característicos. Un organismo
protagonista para las acciones de movilidad internacional de Quebec es LOJIQ, del cual se
hablará en este apartado en base a la documentación oficial disponible pero sobre todo de
manera empírica gracias a la experiencia profesional vivida durante cuatro meses en dicho
organismo bajo el marco de la realización del Practicum de la Maestría en Desarrollo
Económico y Cooperación Internacional.
Las Organizaciones Internacionales de la Juventud de Quebec, (Les Offices
Jeunesse Internationaux du Quebec, LOJIQ), son un organismo para estatal dependiente en
gran parte del MRIFQ y que tiene entre sus demás fuentes de financiamiento a las
dependencias gubernamentales de empleo, de juventud y de educación, además de otros
socios privados.
111
LOJIQ se encarga de la formulación y evaluación de proyectos de CI a través de la
movilidad internacional de jóvenes de 18 a 35 años,52
fomentando así las estadías en el
extranjero, los encuentros con socios de interés y la adquisición de conocimientos que
incluyen un acompañamiento y el seguimiento del participante a su regreso. La finalidad
primordial de LOJIQ es que los jóvenes aprendan a familiarizarse con la interculturalidad y
adquieran nuevas competencias desarrollando al mismo tiempo una mejor comprensión de
las relaciones socioeconómicas y políticas a escala internacional. A través de lo anterior, se
pretende que los jóvenes puedan dar prueba de su adaptabilidad y ser capaces de cuestionar
sus valores y sus prejuicios para llegar a ser mejores ciudadanos, capaces de intervenir e
integrarse en un entorno social, cultural y laboral diversificado y en constante mutación,
característica elemental de la sociedad quebequense. Es decir, se retoma la perspectiva de la
movilidad internacional como herramienta para la construcción de la ciudadanía.
Antes del 2007 existían en Quebec distintos organismos dedicados a la movilidad
internacional, especializados en distintas áreas del mundo. Pero desde aquel año, LOJIQ se
transformado en la ventanilla única para la que los jóvenes de Quebec interesados en
proponer un proyecto en el extranjero o que postulan su candidatura para una determinada
convocatoria. De esta forma, la Oficina franco-Quebequense para la juventud (OFQJ), la
Oficina Quebec-Américas para la juventud (OQAJ), la Oficina Quebec-Valonia Bruselas
para la juventud (OQWBJ) y la Oficina Quebec-Mundo para la juventud (OQMJ) han sido
agrupadas en un solo organismo para poder ofrecer a los jóvenes de Quebec una
oportunidad de desarrollo profesional y personal a través de diversas experiencias
internacionales, significando al mismo tiempo una ventana hacia Quebec para los jóvenes
del resto del mundo a través de los distintos programas existentes.
La historia de la movilidad internacional de la juventud de Quebec tienes sus
orígenes en los programas europeos de reconciliación y acercamiento que tuvieron lugar
después de la Segunda Guerra Mundial. Francia y Alemania inician actividades de CI entre
52 En Quebec, el rango de edad de quienes son considerados como jóvenes a efectos de distintos programas o
bases de datos es de 18 a 35 años, en cambio la legislación en México establece para términos estadísticos que
es de 12 a 29 años siendo solo elegibles para programas de movilidad las personas entre 18 y 29 años.
112
las cuales se encuentran la movilidad internacional con el objetivo de “conocer al antiguo
enemigo, de desmitificarlo” (Huertas, 2014). De esta forma en la década de los sesenta, en
medio del proceso de consolidación de la ciudadanía y de reformulación del Estado a la luz
de la Revolución Tranquila, es que Quebec planifica su integración al concierto
internacional a través de una política exterior propia que entre otras cosas incluye a la
movilidad internacional. Así, se formaliza en 1968 el primer acuerdo bilateral de movilidad
a través de la propuesta de la Francia de Charles de Gaulle.
Naturalmente los países francófonos son sus primeros socios coincidiendo con el
periodo de consolidación de la francofonía internacional después de la desarticulación del
imperio francés. El principal socio para la CI de movilidad de Quebec ha sido
históricamente Francia, Luis Huertas (2014) comenta que el origen de ello puede ser por un
lado resultado el interés de Francia de reposicionarse como potencia global lo que derivaría
en la búsqueda de “un socio blanco, católico y rico” que lo apoyara; o por otro puede ser un
simple acercamiento de cooperación entre la madre patria y la ex colonia aprovechando “un
sentimiento naciente de independencia y prosperidad”.
En 1984 se suma a los acuerdos de movilidad la región francófona de Bélgica,
Valonia-Bruselas, con lo que se consolida el sistema bilateral de movilidad internacional
de Quebec bajo un esquema de CI Norte-Norte. Pero los proyectos de CI en movilidad con
Latinoamérica no se dan sino hasta el inicio del nuevo milenio. Este interés surge de la
mano del canadiense por los regionalismos clásicos que comienzan a consolidarse en el
mundo y que tienen como sustento la apertura de fronteras para el libre comercio. Quebec
lanza entonces el programa la Década quebequense en las Américas con la finalidad de
consolidar la americanidad53
de la provincia y reducir la dependencia económica con
Estados Unidos, redirigiendo sus nuevas estrategias hacia el continente latinoamericano. Es
53 Término utilizado por Louis Balthazar, politólogo del departamento de Ciencia Política de la Universidad
Laval, Quebec. Se refiere a la consolidación de la presencia de Quebec en el continente americano y no solo
en Estados Unidos, a través su estructura de relaciones internacionales y su presencia en diversos territorios
dirigida por el MRIFQ. Balthazar, L (1994). Les relations internationales du Québec en Alain-G. Gagnon
(Director), Québec : État et société. Montréal : Les Éditions Québec/Amérique. Págs 505-535
113
a la luz de este contexto que se crea en al año 2000 la Oficina Quebec-Américas para la
Juventud (OQAJ por sus siglas en francés) con la finalidad de atender las cuestiones
relativas a la movilidad internacional entre Quebec y Latinoamérica en el que podría ser el
único organismo de LOJIQ que contempla directamente un esquema de CI Norte-Sur.
Finalmente en el año del 2009 es cuando se completa el abanico actual de regiones
geográficas para proyectos de movilidad con la inclusión de África, Europa, Asia y
Oceanía, y se enmarcan todas las oficinas creadas hasta el momento en una sola bajo el
nombre de LOJIQ, que durante el año 2012-2013 apoyó a cerca de 5,700 participantes que
desarrollaron proyectos en más de 200 países y territorios (LOJIQ, 2014). Para lograr su
cometido ha sido vital la cooperación con socios colaboradores en el extranjero en acuerdos
bilaterales recíprocos, por ejemplo con los gobiernos de Francia o de la región de Valonia-
Bruselas, en un esquema Norte-Norte. En este sentido la CI con América Latina es distinta
y ello puede ser visto desde dos perspectivas, ya que si bien implica un reto mayor, pues
además de ser una vasta región, no existe un organismo que funja como la contraparte
específica bilateral ni una reciprocidad en cuanto a los recursos monetarios; también puede
representar un nicho de oportunidad y elemento diferenciador de la CI con el resto de
organismos de movilidad, pues se tiene mayor flexibilidad, capacidad de adaptación de
acuerdo al proyecto de que se trate, además de que se puede concebir dentro de un esquema
de CID Norte-Sur vigente y funcional.
L’Office Québec-Amériques pour la jeunesse (OQAJ) departamento específico
dentro de LOJIQ, se enfoca en las relaciones entre LOJIQ y América Latina en proyectos
de envío de jóvenes quebequenses primordialmente pero también en la recepción de
jóvenes latinoamericanos en una gran diversidad de temáticas así como en distintas
modalidades de cooperación financiera y logística. Una de las tareas principales de este
organismo es establecer los vínculos de colaboración con la diversidad de actores
latinoamericanos que pudieran ser considerados socios de CI ante la carencia de un ente
contraparte de referencia. Para ello, las prioridades establecidas por el MRIFQ son la guía
principal, por lo que en México por ejemplo, los acuerdos bilaterales se han desarrollado
con instituciones del gobierno Federal como el Instituto Mexicano de la Juventud
114
(IMJUVE)54
, de gobiernos estatales como los de Jalisco y Nuevo León pero también de
acuerdo a las características del proyecto de movilidad, se celebran acuerdos con Colima,
Querétaro o Guanajuato.
Al no tratarse de un esquema de CID, pues para ello como ya se ha visto el MRIFQ
implementa otros mecanismos, el elemento de reciprocidad se hace más evidente. De esta
forma en los acuerdos de CI de movilidad Norte-Sur existe una organización conjunta que
destina cuantiosos recursos de manera bilateral, alcanzando por ejemplo tan solo con sus
dos socios más importantes del Norte, Francia y Valona-Bruselas, el 43% del total de
personas apoyadas por LOJIQ.
La situación para México es distinta. Al tratarse de un esquema de CI Norte-Sur, la
frontera con respecto a la CID se vuelve más endeble tal cual se ha justificado a lo largo de
este capítulo. El presupuesto del OQAJ no encuentra contraparte reciproca o al menos no
de manera equitativa en el Sur. Esta diferencia se aprecia de manera clara si tomamos como
ejemplo una comparativa de los presupuestos asignados en Quebec y México para sus
organismos dedicados a la juventud. De acuerdo a los datos de la Secretaría de la Juventud
(SAJ por sus siglas en francés), organismo que a su vez aporta a LOJIQ, ésta recibió
durante su último periodo alrededor de 250 millones de dólares canadienses, en
comparación con los aproximadamente 26 millones de dólares canadienses que recibió su
similar en México, el IMJUVE (ver gráfica 6). La diferencia es aún más pronunciada si
estos montos se dividen entre el número de destinatarios, es decir de jóvenes55
de cada
territorio, 1.5 millones en Quebec y 38 millones en México. De esta forma, suponiendo
que todos los jóvenes en cada territorio hicieran uso del presupuesto a cada joven
quebequense le corresponderían 2000 pesos mexicanos, mientras que a cada joven de
nuestro país le corresponderían 8 pesos mexicanos.
54 El IMJUVE puede ser considerado como el mayor socio en Latinoamérica para LOJIQ, además de por su
alcance nacional, por su paulatino interés en el esquema de la de la movilidad internacional. De esta manera
el IMJUVE pone en marcha en el 2014 a través de una colaboración cercana con LOJIQ, el programa Rumbo
Joven a través del cual los jóvenes mexicanos dispondrán de 100 becas de movilidad 55
Para México se toma en cuenta el número de jóvenes entre 12 y 29 años y para Quebec de 15 a 29 años.
115
Debido a esta disparidad, que se puede repetir en muchos aspectos de la CI Norte-
Sur y que dificultan en demasía la reciprocidad, es que a diferencia de lo que sucede con la
CI Norte-Norte de movilidad, la OQAJ debe asignar una partida especial dentro de su
propio presupuesto para estimular una reciprocidad artificial, es decir, con el mismo
presupuesto de Quebec destinado a la movilidad internacional de jóvenes hacia
Latinoamérica, también se financian los proyectos de movilidad desde esa región hacia
Quebec. De no ser así, sería un esquema unilateral Norte-Sur que carecería del sentido vital
de la movilidad internacional y de la CI Norte-Sur de Quebec.
Aunado a ello, se puede tomar en consideración que muchos de los proyectos de
movilidad Norte-Sur desde Quebec tienen como objetivo temáticas que serían campo de
acción de la CID, como puede ser la gestión de recursos forestales en la selva de Honduras,
o labores de observación electoral internacional en las pasadas elecciones nacionales de
Panamá.
En cuanto a la formulación y evaluación de proyectos de CI, LOJIQ establece un
mecanismo dual. En el primero la ciudadanía en general puede proponer su proyecto de
movilidad bajo requisitos bien establecidos en temáticas como compromiso ciudadano;
estudios, pasantías y proyectos estudiantiles; desarrollo profesional; y emprendedores,
donde el socio receptor puede ser contactado de manera directa, pudiendo ser una ONG, la
organización de algún evento, o la dirección de algún centro de estudios. En el segundo,
son los especialistas de LOJIQ en colaboración con los socios bilaterales, quienes elaboran
un proyecto específico al cual se accede por convocatoria.
116
La puerta a programas de movilidad Sur-Norte se abre a través de este último
mecanismo, ya que es así que en LOJIQ se formulan y financian proyectos llamados de
recibimiento o acogida, en temas culturales, ciudadanos, medio ambiente y de desarrollo
como pueden ser la generación de economías sociales, la gestión de recursos naturales, la
participación en foros sobre gestión de recursos hídricos o la participación en la ya
mencionada Escuela de Verano del INM. Así, a través de estos proyectos de acogida se
diseña una estancia interesante y productiva para el participante y para el organismo
receptor en Quebec.
En suma, al cerrar el ciclo de la movilidad internacional en ambas vías, Norte-Sur,
Sur-Norte, se puede construye un mecanismo de CID donde la reciprocidad por fin puede
ser visible no necesariamente a través del aporte monetario del socio del sur, sino a través
del aporte que conlleva su participación. El necesario acercamiento de primera mano entre
Sur y Norte o Norte y Sur, desde la perspectiva académica o ciudadana, aporta en demasía a
la solución de conflictos conceptuales resultado de la tendencia en los temas de
Cooperación y Desarrollo a homogenizar las problemáticas y por tanto las soluciones en
ambos sentidos, tanto desde el norte como hacia él. Este precisamente es el sentido que se
le da a la movilidad internacional en base a la cooperación que se aborda en este trabajo, en
GRÁFICA 6. Comparativa presupuestal entre Quebec y México
de instituciones públicas para la juventud
Fuente: Elaboración propia con datos del SAJ de Quebec y el IMJUVE
Mil
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óla
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can
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nse
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117
la “desmitificación del otro” que menciona Luis Huertas (2014), en el acercamiento entre
territorios para reflexionar de mejor manera sobre la realidad actual, de las consecuencias
del sistema económico y político global y de las alternativas que surgen.
El mecanismo de CI de LOJIQ así como las herramientas de CID de Quebec
mencionadas a lo largo de este capítulo, si bien no son perfectos y pueden ser criticados
desde distintas perspectivas, ofrecen una opción viable para distintos proyectos de
desarrollo de un país de renta media como México, que no es destino prioritario dentro del
SCID y cuyas problemáticas al interior, muchas de ellas estructurales de su sistema
político, no pueden escatimar en alternativas para su tratamiento, perfilándose la CID de
Quebec como una alternativa vigente del paradigma de CID Norte-Sur.
118
CONCLUSIONES
Conforme el siglo XXI se acercaba, se hizo cada vez más evidente el fracaso del modelo
sistema de CID que emanó de la segunda posguerra como herramienta política para lograr
el camino que guiaba el faro del desarrollo. Aquel panorama de verticalidad Norte-Sur en
pos de la modernidad occidental y capitalista enfrenta hoy, después de un desencanto y
fracaso global, su reconfiguración más grande.
Dicha reconfiguración tal cual se ha planteado en este trabajo, tiene distintas causas
y consecuencias en las concepciones y políticas de Desarrollo, que deben de ser analizadas
desde una perspectiva histórico-contextual que invariablemente contempla entre otras cosas
el ascenso de Estados Unidos como la súper potencia mundial, el conflicto económico y
político que representó la guerra fría, los procesos de descolonización política pero
dependencia económica enmarcados en la consolidación de un sistema capitalista
globalizado que tiene al Norte en su centro y al Sur relegado en la periferia. Pero al
amanecer del presente siglo, nuevas naciones, principalmente del Sur, se afirman como
protagonistas geopolítico-económicos en búsqueda de una nueva multipolaridad global que
tiene como fondo durante este último año una crisis económica de alcance mundial.
De esta forma, la CID aparece como una herramienta de la alta esfera política,
utilizada desde el Norte y desde el Sur, que se inserta en las nuevas estrategias de
posicionamiento regional y que encuentra una gran diversidad de reflexiones y
señalamientos desde la academia especializada. Naciones y regiones del Sur, emprenden
acciones de cooperación internacional no alineada a los formatos oficiales pudiéndose
presentar por tanto como un tipo de cooperación alternativa pero que finalmente, después
de análisis más profundos, resultan en muchas situaciones similares al modelo tradicional
Norte-Sur del cual se pretende su distanciamiento.
Por su parte, ante la crisis del modelo civilizatorio, y por ende del SCID, y después
de experimentar desde el final de la década pasada una reducción los fondos totales
oficiales de cooperación al desarrollo para ajustarse a una agenda de eficacia y de
eficiencia; la élite política del Norte parece reformular sus concepciones y acciones sobre
119
Desarrollo y amplía sus espacios para dar cabida a nuevas propuestas del Sur. Sin embargo,
ello no puede dejar de ser interpretado como una reacción estratégica y natural ante la
pérdida de legitimidad global y el inminente ascenso de nuevos protagonistas mundiales.
Ante este panorama, se puede optar por distintos enfoques. Puede abogarse por una
interrupción definitiva de la CID y el desmantelamiento del SCID, se puede seguir
profundizando sobre los aportes, vicios, diferencias y similitudes de la CSS y la CNS, o
como se ha argumentado en este trabajo, retomar el paradigma Norte-Sur de CI a través de
sus formatos no tradicionales, apuntando hacia la viabilidad del mismo sin que ello
signifique dejar de lado una reflexión crítica ni el reconocimiento de las posturas
alternativas.
Así mismo, se ha partido de la premisa a partir de la cual se conviene que los
análisis superen la generalización ya sea positiva o negativa para dar pie a una des-
homogeneización de los conceptos y acciones que envuelven al Desarrollo y la CI tanto del
Norte como del Sur. En base a ello y a través de experiencias académicas en el Norte, se ha
intentado demostrar una tendencia hacia la convergencia teórica sobre la expansión y
pluridimensionalidad del concepto de Desarrollo y una crítica conjunta hacia las acciones
de las altas esferas políticas mundiales inmersas en el SCID quienes en distinta medida,
retoman las reflexiones académicas solo como recurso retórico.
Dentro de la acordada multidimencionalidad de las problemáticas del Desarrollo y
de sus consecuentes acciones de CI, además de puntualizar la presencia de distintos Nortes
en el Sur, se ha identificado principalmente para los PRM como México, la viabilidad de
avanzar hacia la creación de condiciones sociales para la reflexión política que permitan la
emancipación ciudadana. En este sentido puede interpretarse a la CID como una serie de
acciones que superan las meras transferencias de recursos monetarios, a través de proyectos
humanitarios o para la construcción de infraestructura física de emergencia; y buscar
aportar elementos para la construcción de ciudadanía, entendiendo a ésta como un parte
clave de la instauración de una democracia efectiva que dé como resultado un gobierno
legitimado.
120
Por otro lado, al analizar más detenidamente al Norte donante, queda de manifiesto
una diversidad de posturas que pueden depender de los roles geopolíticos como potencias
medias o superpotencias, su cercanía o proximidad de un control político central y el nivel
de importancia y compromiso con una agenda global al desarrollo que puede estar más o
menos vinculada a su política exterior. En este orden de ideas y de acuerdo a los
planteamientos de este trabajo, se ha analizado el caso de Canadá, que asume un rol de
potencia media desde un tiempo relativamente reciente, buscando hacerse de un lugar entre
el concierto de naciones históricamente protagonistas del Norte. Su estrategia de CID está
vinculada a una Política Exterior ambiciosa que al tiempo de envolver evidentes elementos
comerciales, económicos y de seguridad global, incluye acciones de CID diseñadas y
administradas desde una estructura interior relativamente autónoma en base a objetivos
propios, pero que no pueden dejar de depender de la negociación presupuestal con un
gobierno central democráticamente legitimado y de los acuerdos globales de la agenda para
Desarrollo.
A este análisis sobre Canadá, base para concentrar posteriormente la mirada sobre el
caso de Quebec, no puede escapar la particularidad de su pacto federal que tiene dentro de
sus principios una paridad entre el Estado federal y los Estados federados, por lo que no
puede estar uno por sobre del otro, que además de la gran autonomía en las atribuciones de
éstos últimos, puede traer consigo conflictos de distinta índole principalmente en cuanto a
las acciones de las provincias canadienses hacia el exterior, siendo Quebec la más activa en
este rubro.
Al analizar los principales puntos históricos fundacionales de Canadá, teniendo
como base la sucesión colonial francesa y británica, se ha podido sustentar el papel de
Quebec como Estado peculiar dentro de la federación canadiense partiendo de su rol como
sociedad francófona minoritaria, no solo en América del Norte sino en todo el continente,
que sobre la base constitucional de autonomía provincial, asume una postura defensiva, de
supervivencia y reivindicación cultural, liderada por su gobierno provincial que deriva entre
otras cosas en una efervescente actividad hacia lo internacional.
121
De esta manera como Estado federado, Quebec se inserta como un actor más de la
CI ampliando el abanico de particularidades que se pueden encontrar bajo el paradigma
Norte-Sur. Desde el plano conceptual y a primera vista, se puede hablar de un modelo de
CNS descentralizado, pero después de realizar un análisis más concreto se observa que se
trata de un modelo de CI muy ligado a organismos de la sociedad civil pero que al mismo
tiempo no deja de estar altamente centralizado, en este caso por el gobierno provincial
quien lo financia e integra como parte de una amplia y bien estructurada política exterior
autónoma.
Por lo tanto, se ha establecido que más que tratarse de un modelo de cooperación
descentralizada se puede hablar de un modelo de CI independiente, que no tiene la
envergadura de las grandes estrategias geopolíticas protagonistas del Norte y que busca
generar una concepción y una acción de Desarrollo y Cooperación alternativas, basadas en
entre otras cosas, en la cultura y el compromiso ciudadano teniendo a la movilidad
internacional como herramienta básica.
Esto no quiere decir que la CI de Quebec sea la alternativa definitiva, pues además
de sus comparativamente reducidos montos, al igual que otros modelos de CI tanto del Sur
como del Norte, abraza intereses estratégicos principalmente económicos que junto a su
estrecha dependencia de E.U no le permite llevar a cabo una CI de nivel más más alto, de
estrecha interacción política, como la que se puede encontrar en algunos casos de la CSS,
más precisamente en Latinoamérica.
También, se ha acotado en medio de este análisis, a la luz de una precisión
académica rigorista, que la pretendida reciprocidad en la CID enarbolada desde el Sur como
bandera dignificante del socio receptor por la relación más vertical que puede representar,
no es necesariamente factible ni ideal, por lo que debería tratarse más bien de relaciones
colaborativas. En el caso de la CI Norte-Sur, ambas partes convergen en un mismo
proyecto aportando recursos materiales e inmateriales desde una aceptada y asumida
diferencia de presupuestos e infraestructura, pero se actúa, al menos desde el enfoque
teórico, bajo el entendido de que las acciones de cooperación son de carácter solidario en
beneficio a un solo actor, en este caso del Sur, de quien emana una demanda determinada
122
de CID. La eliminación de la utilización del término de reciprocidad no puede significar
que se considere la aceptación de una relación patriarcal o de subordinación, pues si se
supone a la reciprocidad como elemento sine qua non para proyectos de CID Norte-Sur, se
da pie a interpretar que cada actor aporta recursos en la misma medida y a la espera de una
retribución.
En un proyecto de CID se acuerda desde la academia que se deben perseguir
objetivos de desarrollo auto determinados y auto dirigidos por el receptor en una relación
solidaria y de legítima cooperación con un donante en el Norte. De esta forma, dentro de las
reflexiones académicas sobre el paradigma Norte-Sur de CI se puede hablar más que de
relaciones recíprocas, de relaciones colaborativas que comprenden una participación activa
y protagonista del socio receptor.
Tocante al caso concreto de Quebec e igualmente desde el terreno académico, se
han hecho precisiones teórico conceptuales sobre Desarrollo y la CI, en donde la CI Norte-
Sur tiene implícita objetivos de Desarrollo pluridimensionales, auto determinados y auto
gestionados, así como una participación profunda de organismos de la sociedad civil del
Sur y del Norte dedicados al Desarrollo, teniendo que ésta estrecha participación de la
sociedad civil allana el terreno para la reproducción de relaciones colaborativas a través de
la proximidad de los actores. Así mismo, desde el miso caso de Quebec, se propone una
mirada más amplia de la CI que involucre el trabajo solidario entre el Norte y el Sur y que
derive en reflexiones y acciones sobre las consecuencias negativas de la globalización
principalmente del modelo neoliberal.
Por su parte, dentro del terreno oficial de la CI llevada a cabo por el gobierno de
Quebec, además de retomar la proximidad entre actores que tiene como resultado la
participación directa de organizaciones civiles; la movilidad internacional aparece como
una de sus herramientas principales. Este es un elemento que toma importancia en este
trabajo pues representa un mecanismo para el necesario acercamiento de primera mano
entre Sur y Norte o Norte y Sur, desde la perspectiva académica o ciudadana, aportando a la
solución de los mencionados conflictos conceptuales resultado de la tendencia en los temas
de Cooperación y Desarrollo a homogenizar las problemáticas y sus soluciones. Así mismo,
123
la movilidad internacional como instrumento de CI Norte-Sur, representa un mecanismo
mutuo para la concientización ciudadana y desmitificación, principalmente a través de
experiencias de vida y de aprendizaje en contextos distintos.
En este sentido, LOJIQ, organismo de CI paragubernamental quebequense donde se
realizó la estancia práctica; representa un brazo de acción oficial de CI que tiene a la
movilidad internacional como su razón de ser. A través de este organismo se destinan
recursos y formulan proyectos de CI Norte-Norte y Norte-Sur como consecuencia de los
objetivos de política exterior quebequense que en el caso de los proyectos Norte-Sur, que
como sea mencionado pueden representar ejemplos de CID, tienen a América Latina y
México principalmente como socios prioritarios.
Así mismo, más allá de los señalamientos críticos que puede incluir el acotado
rango de acción de estos proyectos por su estrecha dependencia a las prioridades del
gobierno central provincial y por ende su reducida difusión y visibilidad entre la población,
o la falta de una reflexión teórica desde el mismo LOJIQ sobre su papel como agente de
CID; se establece que este tipo de recursos disponibles, deben de ser aprovechados por
países de PRM como México quienes no pueden escatimar en la búsqueda de estrategias
para enfrentar problemáticas específicas de su desarrollo.
Finalmente, a través de una amalgama de sustentos teóricos y ejemplos prácticos, y
desde una mirada plural y pragmática más no acrítica, se ha pretendido construir los
argumentos pertinentes para la demostración de la vigencia del paradigma Norte-Sur de CI
a través de mecanismos que pueden considerarse como alternativos dentro del mismo,
buscando con ello sumar una propuesta y una perspectiva de análisis más a la compleja
relación entre Cooperación Internacional y Desarrollo.
124
SIGLAS
ACDI - Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional
AOD - Ayuda Oficial para el Desarrollo
CAD – Comité de Ayuda al Desarrollo
CEPAL - Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CI – Cooperación Internacional
CID - Cooperación Internacional para el Desarrollo
CNN - Cooperación Norte-Norte
CNS – Cooperación Norte-Sur
CSS - Cooperación Sur-Sur
CT – Cooperación Triangular
IMJUVE - Instituto Mexicano de la Juventud
LOJIQ - Les Offices Jeunusse Internationaux du Québec
MRIFQ - Ministerio de Relaciones Internacionales y Francofonía de Quebec
OCDE - Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
ONG - Organismos no Gubernamentales
ONU - Organización de las Naciones Unidas
OQAJ - L’Office Québec-Amériques pour la jeunesse
PEX – Política Exterior
PNUD - Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
PRM- Países de Renta Media
SCID - Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo
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