toy story 3

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Page 1: Toy story 3
Page 2: Toy story 3

Andy ha crecido y tiene que dejar su hogar y marcharse a la universidad.Tiene que decidir entre dejar sus juguetes en el ático, donarlos a un centro infantil donde jugaran con otros niños o tirarlos a la basura donde acabará por comple-to con sus vidas.Andy toma la decisión de llevarlos al ático excepto Woody, su juguete más especial.Que decreta llevar-selo con él a la universidad.Por equivocación su madre los tira a la basura pero con la ayuda de Woody logran esca-par.Los juguetes y Woody se cuelan en la caja que iba destianada al centro infantil.Allí seran maltratados por Lotso, un oso de peluche rosa.Tras sobrevivir a niños de prescolar,Woody intenta de t o d a s las formas posibles llevarse a los juguetes antes de que Andy mar-chara a la universidad pero las cosas se complicaron cuando Buzz se daña en un intento de fuga.Después de conse-guir arreglar a Buzz, huyen y consi-guen volver a la caja.Cuando Andy iba camino a la universidad se encuen-tra a su vecina y cree conveniente regalarle los juguetes a su vecina para que tengan una infancia feliz como el la tuvo con ellos.Así que se despide de ellos y parte hacia la universidad.

Page 3: Toy story 3

Me considero a partir de ahora autor absoluto de una subjetividad plenamen-te ligada a una infancia vivida en para-lelo a esta hermosa historia. Mis juguetes eran de Toy Story, mis aventuras tam-bién, y así sucesivamente. Podría hablarles durante muchos párrafos lo que significó esta saga de Pixar (ama absoluta de la animación, no importa quien se niegue a esta verdad irrefuta-

ble) para mí, pero ese no es el caso. Así que, ya advertidos y a sabiendas de cuál será la nota de esta peli, consigno la reseña.

Difícilmente se pueda encontrar algo malo a ésta, quizás la mejor obra de la facto-ría Pixar en cuanto a un todo divertido. Mientras Toy Story (1995) mostraba más seriedad y Toy Story 2 (1999) una leve incli-nación al divertimen-to por divertimento mismo sin ningún tipo de enseñanza que avale lo sucedido, Toy Story 3 se consagra como la fusión de ambas fórmulas, dejando bien en claro que el drama es un factor clave para el desenlace de la histo-ria, y afianzando la idea del final... triste, triste final. Pero no teman, no hacen la

gran Disney, y me tomo el atre-vimiento de contarles que no muere nadie: los juguetes ¡no pueden volar! ni tampoco morir, así que ¿cuál es su única finalidad? Jugar y ayudar a la diversión.

Sobre esta última premi-sa pende la duda exis-tencial de Buddy, Buzz, Sr. Cara de Papa, Ham, y el resto del ahora reducido

grupo de juguetes de Andy, que ya es un adolescente próximo a ingresar a la Univer-

sidad. Por esto, el joven deberá pasar por uno de los momentos más duros en la vida de un hombre: dejar su niñez, es decir, sus juguetes, para convertirse en un adulto. Mientras tanto, mediante una serie de hechos

muy hilarantes y entretenidos, los protagonistas de plástico se debaten entre ser usados o ser fieles a su dueño, en un ida y vuelta que los deja varados en una guardería, infier-

no y paraíso.

Sinceramente, está demás hablarles de calidad de animación, argumento fabuloso, construcción de personajes, y demás matices, porque se trata de

Pixar. Y, a menos que hablemos de The Incredibles (2004) o Cars (2006), todos sabemos lo que implica

mencionar a Pixar a la hora de referirse a un título animado. Lo que importa en esta tercera y última entrega de la histo-

ria de los juguetes que cobran vida es lo que transmite, lo que hace sentir. Y si bien a muchos en edades neutra-les les será indiferente el desarrollo de la película, a nadie le puede resultar pasajero el hecho de recordar el mo-mento en que tocó crecer.

Y esta cinta, amigos, duele como crecer.

El film lo vale todo. La calidad del relato, la madurez en la producción (esa escena apocalíptica en el basural es glo-rio-sa), la responsabilidad en el mensaje, la capacidad de llegar a un verdadero público en general, y un nuevo episo-dio después de tanto tiempo es lo que más se agradece de Toy Story 3. Y del final, mejor ni hablemos... pura lágrima.

NUESTRA GRAN AMISTAD, EL TIEMPO NO BORRARÁ

Page 4: Toy story 3

Me considero a partir de ahora autor absoluto de una subjetividad plenamen-te ligada a una infancia vivida en para-lelo a esta hermosa historia. Mis juguetes eran de Toy Story, mis aventuras tam-bién, y así sucesivamente. Podría hablarles durante muchos párrafos lo que significó esta saga de Pixar (ama absoluta de la animación, no importa quien se niegue a esta verdad irrefuta-

ble) para mí, pero ese no es el caso. Así que, ya advertidos y a sabiendas de cuál será la nota de esta peli, consigno la reseña.

Difícilmente se pueda encontrar algo malo a ésta, quizás la mejor obra de la facto-ría Pixar en cuanto a un todo divertido. Mientras Toy Story (1995) mostraba más seriedad y Toy Story 2 (1999) una leve incli-nación al divertimen-to por divertimento mismo sin ningún tipo de enseñanza que avale lo sucedido, Toy Story 3 se consagra como la fusión de ambas fórmulas, dejando bien en claro que el drama es un factor clave para el desenlace de la histo-ria, y afianzando la idea del final... triste, triste final. Pero no teman, no hacen la

gran Disney, y me tomo el atre-vimiento de contarles que no muere nadie: los juguetes ¡no pueden volar! ni tampoco morir, así que ¿cuál es su única finalidad? Jugar y ayudar a la diversión.

Sobre esta última premi-sa pende la duda exis-tencial de Buddy, Buzz, Sr. Cara de Papa, Ham, y el resto del ahora reducido

grupo de juguetes de Andy, que ya es un adolescente próximo a ingresar a la Univer-

sidad. Por esto, el joven deberá pasar por uno de los momentos más duros en la vida de un hombre: dejar su niñez, es decir, sus juguetes, para convertirse en un adulto. Mientras tanto, mediante una serie de hechos

muy hilarantes y entretenidos, los protagonistas de plástico se debaten entre ser usados o ser fieles a su dueño, en un ida y vuelta que los deja varados en una guardería, infier-

no y paraíso.

Sinceramente, está demás hablarles de calidad de animación, argumento fabuloso, construcción de personajes, y demás matices, porque se trata de

Pixar. Y, a menos que hablemos de The Incredibles (2004) o Cars (2006), todos sabemos lo que implica

mencionar a Pixar a la hora de referirse a un título animado. Lo que importa en esta tercera y última entrega de la histo-

ria de los juguetes que cobran vida es lo que transmite, lo que hace sentir. Y si bien a muchos en edades neutra-les les será indiferente el desarrollo de la película, a nadie le puede resultar pasajero el hecho de recordar el mo-mento en que tocó crecer.

Y esta cinta, amigos, duele como crecer.

El film lo vale todo. La calidad del relato, la madurez en la producción (esa escena apocalíptica en el basural es glo-rio-sa), la responsabilidad en el mensaje, la capacidad de llegar a un verdadero público en general, y un nuevo episo-dio después de tanto tiempo es lo que más se agradece de Toy Story 3. Y del final, mejor ni hablemos... pura lágrima.

CRITICO: PABLO MARTINEZ