suspenso en letras diego montalvo

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LOBOAULLADOR

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LOBOAULLADOR

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BEST

SELLER

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Diego Montalvo, nació en 1995 en Quito,

Ecuador. Es Miembro de la Sección Acadé-

mica de Literatura de la Casa de la Cultura

Ecuatoriana y desempeña una campaña de

motivación a la lectura. Es el primer autor de

ficciones terroríficas. Loboaullador ha publi-

cado Suspenso en letras, como primera nove-

la digital del autor.

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DIEGO

MONTALVO

SUSPENSO EN LETRAS

LOBOAULLADOR

Page 5: Suspenso en letras diego montalvo

Primera edición en Loboaullador septiembre 2015

©2011, Diego Montalvo.

©2015, Metrópoli

El sello Loboaullador, pertenece a la Editorial Metrópoli, de edición únicamente para libros en formato

PDF. El editor agradece la colaboración de los lectores que difunden y disfrutan de estos libros.

Queda totalmente prohibida la distribución de esta obra, todo está bajo protección de la ley.

Derecho de Autor número: 002325

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Quiero dedicar esta colección de relatos a mis fieles lectores.

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SUSPENSO EN LETRAS

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PRÓLOGO

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Los seres tenebrosos y sobrenaturales.

Los cuentos o relatos cortos de terror siempre poseen situaciones en las que sus protagonistas

cambian la vida cotidiana, por una vida inusual, que, por lo general, tiene suspenso o misterio.

Cierta clase de relatos cortos permiten al lector sacar sus propias conclusiones u opiniones. Otra

cosa que hace el lector es imaginar que sentiría o como se verían las situaciones que viven los

protagonistas de cada historia. Pero lo que más llama la atención, sin duda, son los seres tene-

brosos o seres sobrenaturales que aparecen y son los encargados de alterar la vida normal. Los

seres tenebrosos, en ciertos casos no mueren y también hay seres que ya murieron y que regre-

san a nuestro mundo para atemorizar o tal vez para tomar algún acto de venganza. Esta segunda

clase de seres, por lo general, se dividen en zombis y fantasmas.

Entre los seres tenebrosos y sobrenaturales tenemos a los demonios, quienes vienen a

cobrar viejas deudas, una veces, y, otras, a llevarse las almas de las personas al infierno en don-

de el diablo se encargará de torturarlas y hacer que paguen por todos sus pecados.

Zombis y fantasmas

Entre estos dos seres existen semejanzas y diferencias. Los zombis, a diferencia de los fantas-

mas, poseen cuerpo, aunque es sólo esqueleto, por eso se los conoce como muertos vivientes.

Porque para ser zombi ya se debe haber muerto y es por eso que a pesar de que el cuerpo ya no

posea órganos o piel aún tiene vida y por lo general los zombis poseen el don de la inmortali-

dad. Mientras que los fantasmas ya han perdido su cuerpo y sólo queda su alma que vaga por

este mundo, esperando llegar al cielo o al infierno. Los fantasmas o espíritus son los encargados

de hacer asustar a la gente moviendo cosas o haciendo ruido o apareciéndose en la oscuridad.

Otra gran diferencia entre zombis y fantasmas es que los zombis han sido víctimas de maldicio-

nes y están condenados a vivir por siempre. Según eruditos en la materia los zombis debe ali-

mentarse de personas vivas, además algunos zombis aparecen en medio de epidemias creadas

por virus o por algún tipo de falla en algún experimento científico. Los fantasmas son más natu-

rales y pueden presentarse por algún tipo de castigo divino o porque aún no pueden descansar en

paz, hasta que hayan completado sus asuntos pendientes. Pero, por lo general, estos dos seres,

que la mayoría de veces protagonizan los sucesos más extraños y misteriosos de las narraciones

de terror, sólo pueden venir para una cosa… matar.

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El terror

El terror es el sentimiento más antiguo y más intenso del hombre, por eso las narraciones de

terror se basan en lo que la gente más teme. Por fortuna, para algunos escritores, la gente toda-

vía siente miedo a lo sobrenatural y a lo desconocido.

Por eso, la mejor forma de renovar el miedo de la gente son las narraciones de terror y

suspenso que, sin duda, han logrado producirnos escalofríos o incluso nos han logrado sacar

más de un grito de terror. Por desgracia hoy en día los libros han sido reemplazados por la tele-

visión y la computadora, pero aún así no hay que olvidar que la mayoría de buenas películas de

terror han sido basadas en libros o en historias cortas.

El terror produce más impacto cuando el lector logra sumergirse en la historia y se deja

llevar por las extrañas y fascinantes situaciones dónde se puede sentir el verdadero terror tanto

de los protagonistas como el terror que ellos producen hacia el lector. Los eventos que son ex-

traños y sobrenaturales dan un cierto aspecto de ultratumba a los relatos y eso resalta la belleza

única que produce el terror.

Los escenarios típicos de los relatos de terror.

Sin duda una gran historia de terror está compuesta por escenarios que ayudan a realzar ese

aspecto lúgubre y macabro que deben tener las historias de terror. Cementerios, morgues, casas

abandonadas, pueblos apartados son los escenarios más perfectos para desarrollar una buena

historia de terror. Pocas son las historias que se desarrollan en plena ciudad, por lo general

cuando a las historias se las quiere hacer en zonas urbanas, se las desarrolla en pueblos peque-

ños porque allí se ve un poco más las supersticiones que tienen que ver con hechos pasados que

han marcado la vida de los pobladores. Otro escenario perfecto es el cementerio sin duda, ya

que aquí viven los zombis y los fantasmas rondan por doquier ocultos en la oscuridad para espe-

rar el momento preciso para atacar y asustar.

Los lugares abandonados también son buen hábitat para fantasmas que tal vez hayan

muerto en ese lugar y ronden por allí protegiendo el hogar en el que vivían antes de morir.

El secreto para hacer un buen relato de terror es basarse en algo imaginativo y ponerle

sentimiento recurriendo tal vez en lo que la gente más teme.

El nacimiento de los relatos de terror y el origen del género policíaco

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El siglo XIX vio nacer a los relatos de terror y policíacos. Fue en este siglo cuando la mayoría

de los clásicos del terror escritos por diversos autores empezaron a florecer como rama de la

literatura. Sin duda el fundador del género policíaco es el famoso escritor estadunidense Edgar

Allan Poe, quien nos maravilla con sus historias como Los Crímenes de la Calle Morgue, pu-

blicada por primera vez en el año 1841 o El misterio de Marie Roguêt. Luego nació el detecti-

ve más famoso del mundo Míster Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle quien fue inspirado

en el primer detective del mundo Le Monsieur Aguste Dupin creado por Poe y es el detective

que presenta un atractivo singular.

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Al Caer la Noche

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DIEGO MONTALVO 12

l caer la noche todo puede suceder, los demonios más perversos

salen a destruir todo a su paso. Al caer la noche, los fantasmas del

pasado ciegan a aquel que tiene una visión del futuro. Al caer la

noche, sin remedio, tus temores tomarán tu cuerpo y te sumergirán en la

oscuridad atormentándote y no podrás dormir pensando en todo lo mal que

has hecho durante el día. Al caer la noche tus fuerzas se acabarán y todo lo

que más anhelas desaparecerá. Al caer la noche nada existirá y no podrás

hacer nada para evitarlo. Al caer la noche la luna brillará y se oirán el aulli-

do de los lobos que se aproximan, tendrás ganas de llorar, pero no podrás

porque el miedo te ha bloqueado. Desearás que amanezca pronto, pero tus

súplicas no serán oídas, la noche llama y es ahí cuando tus temibles deseos

de matar o de asesinar a sangre fría cobran vida. Estás solo y no puedes

llamar a nadie porque todos están en casa durmiendo, pero tú estás despier-

to presenciando todos los acontecimientos más horribles que encierra la

oscuridad. Luego habrá una voz que llama pero no la oyes porque tus oídos

sangran con cada palabra que pronuncian aquellas almas que como tú están

pagando su condena. Al caer la noche te preguntarás. ¿Por qué a mí? Y la

respuesta es simple pero no la sabes, entonces te vuelves como loco y tratas

de escapar, pero te darás cuenta de que no hay salida.

¡Grita! ¡Grita lo que quieras! Pero nadie te oye, estás solo. Al caer la

noche todo es silencio y es un silencio para asustarse, más no para calmarse.

Al caer la noche todo es oscuridad y todo puede pasar, ten cuidado con lo

que deseas pues puede que lo que desees sea peligroso y te mate. Al caer la

noche te desesperas no puedes hacer nada más que quedarte viendo el reloj

y quedarte en silencio.

Lo principal en estos casos es no perder la calma, no te presiones el

pecho, puede que tu corazón se detenga. Su latido es fuerte y por eso puede

explotar. ¡Cálmalo! ¡Cálmalo!

A

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AL CAER LA NOCHE

Ten cuidado de las brujas y fantasmas que vuelan riendo y disfrutan-

do de tu tormento. Ten cuidado con los monstruos bajo tu cama, puede que

ellos te arrastren y te maten. Al caer la noche te habrás vuelto loco, te espe-

ra un largo silencio. Allí van tus hermosos recuerdos y tú corres tras ellos,

pero no los alcanzas, luego finges estar muerto y te duermes. Al caer la no-

che tus pesadillas tomarán cuerpo. Al caer la noche estarás llorando porque

no hay nadie a tu lado, luego golpearás tu almohada y te enfadarás para que

toda esta porquería se acabe.

¡Reza! ¡Reza! Sólo Dios se apiadará de ti, pero quién sabe si tal vez

tus rezos sean sólo un eco en la habitación.

¡Reza! ¡Reza! Eso es lo mejor que puedes hacer.

Al caer la noche estarás perdido entre lo que ves y lo que sientes.

Finalmente ha amanecido, pero tú estás tranquilo… has muerto…

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El Circo de Pesadilla

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DIEGO MONTALVO 15

rabajar para el circo es algo muy interesante, pues se viaja mucho y

se conocen muchas culturas diferentes. Aunque los espectadores

pertenezcan al común de la sociedad pueden apreciar la belleza de

estos exóticos espectáculos. Los animales fueron siempre el atractivo prin-

cipal de los circos y por eso entrenar a animales, prácticamente indomables,

es un reto que todo buen cirquero debe afrontar. Otro atractivo especial de

los circos son los trapecistas y los bufones y, finalmente, tenemos a los es-

pectaculares y especiales payasos, que como yo, nos encargamos de diver-

tir a los niños con nuestras ocurrencias y con nuestros extravagantes disfra-

ces. Un día llegamos a hacer una gran presentación en Rusia, así que te-

níamos que prepararnos muy duro para impresionar a la gente con nuestro

ballet sobre hielo. Nuestro número era realizar una obra de teatro, así que

quisimos interpretar una obra llamada: “Soñando con Payasos”.

–Nunca os atreveréis a hacer esa obra de teatro –nos dijo nuestro jefe.

– ¡¿Eso cree?! –grité.

–Pues claro, un montón de cobardes como ustedes jamás podrán ha-

cer ese acto. ¡Vaya cosa!

Al llegar a San Petersburgo vimos un enorme circo que tenía una

enorme pista de hielo completamente iluminada por reflectores y teníamos

incluso nuestros propios camerinos e íbamos a dormir en el gran hotel So-

kos Hotel Palace Bridge, que está situado a sólo 15 minutos a pie del Mu-

seo Hermitage. Por desgracia “Soñando con Payasos” es una obra que no

tiene animales y tuvimos que dejarlos en París. Con nuestro acto debería-

mos pasar de simples cirqueros a cirqueros con alto talento, con la condi-

ción de que nuestro acto le encantara a la gente. Tuvimos que hacer una

inversión de más de doscientos mil dólares en disfraces y maquillajes y so-

bretodo en costosísimos patines de hielo.

T

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EL CIRCO DE PESADILLA

Faltando dos días para el acto recibimos una llamada desde París di-

ciendo que los animales habían muerto por un incendio provocado por un

corto circuito. Nunca olvidamos tal dolor.

Los sorprendentes animales habían muerto y no había duda de ello, pero

como decimos nosotros los cirqueros “el espectáculo debe continuar”. El

gran día llegó y nuestro talento debía hacerse notar, así que salimos a la

pista a dejar en alto nuestro nombre y, naturalmente, para mejorar el pres-

tigio de circo.

Era obvio que no nos iba a ser fácil, puesto que el tramposo dueño

del circo cambió la música original que debíamos interpretar, por otra que,

en la vida, habíamos escuchado y mucho menos habíamos practicado; pero

bueno, no tuvimos más que aceptar las trampas de ese horrible señor.

Al acabar el acto sinceramente dejamos a nuestro jefe con la boca

abierta, puesto que dejaron los trapecistas su miedo a hacer sus acrobacias

sin red, los bufones perdieron su miedo a resbalar y romperse algo, incluso

nosotros los payasos teníamos miedo de que la gente no se riera con nues-

tros chistes. Otra cosa que teníamos miedo todos era que no saliera bien la

obra, puesto que en ella no participaron los lanzadores de cuchillos, ni el

traga fuego ni los domadores de animales, porque ellos no pasaron las au-

diciones. Por eso cada uno de nosotros teníamos más de dos roles que jugar

en esta obra, pero al fin salió y como ya lo dije, a la gente le agradó.

– ¡Bien hemos pasado a ser grandes artistas! –dijo el más importante

de los trapecistas.

–Claro que no –respondió, ese horrible hombre.

–Pero si a la gente le ha gustado.

–Eso no importa, igual son sólo simples cirqueros y no lo han logra-

do.

– ¡Escúcheme pedazo de tonto, hemos pasado la prueba y lo sabe!

– No. No. No lo han hecho y fin de la discusión.

Entonces abandonamos Rusia y nos dirigimos a París. Mi despecho fue tal

que me volví loco y tuvieron que internarme en un asilo siquiátrico.

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DIEGO MONTALVO

Durante ese tiempo me dediqué a escribir poemas sobre circos y

animales, mi más grandioso poema se llamaba “El circo de la Pesadilla”,

estaba seguro que todos lo recordarían para siempre.

Cada vez que alguien me visitaba le recitaba el poema, fuera quien

fuera, pero cuando mis amigos del circo se iban, me sentía sólo nuevamen-

te y volvía a escribir otros poemas.

Intenté encontrar más hojas para escribir mis poemas, y mis alucina-

ciones me llevaron a destruir mi celda.

Al rasgar la esponja de los muros descubrí que los anteriores locos

que estaban aquí habían escondido picos y palas, y que los muros ya habían

sido enyesados varias veces.

Al retirar el yeso de uno de los muros, empecé a notar que alguien,

años atrás, había hecho un túnel, el cual me conduciría a las hojas de papel

para seguir escribiendo.

Por fortuna luego de cavar casi tres metros encontré algo inesperado,

no eran hojas de papel, era algo mejor… Era un diario de la persona que

había hecho el túnel, tomé el diario y me lo llevé para seguir escribiendo

en él.

Cuando me disponía a hacerlo en la última hoja pude leer una adver-

tencia que decía:

“Tened cuidado, pues la pluma es más poderosa que la espada y to-

do lo que escribáis aquí tendrá un realismo sorprendente.”

Esto nunca me importó y entonces seguí escribiendo, pero un fatal

día mientras el hospicio estaba en tinieblas, se vio un resplandor y ese res-

plandor venía desde el diario y entonces se presentó un horrible ser que me

decía:

– Has escrito en el diario y has cometido un error fatal, ahora tus

poemas se volverán contra ti, para torturarte más tus recuerdos quedarán

para siempre y además tu aspecto cambiará un poco.

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EL CIRCO DE PESADILLA

Y así fue, ahora vivo en el Circo de la Pesadilla y yo soy el payaso

que me alimento del terror de todos aquellos ingenuos, ya sean niños o

adultos. Advertencia para todos los que tengan pesadillas: yo estaré ahí

custodiando sus temores y miedos.

Yo, ahora soy El Payaso de los Sueños, el legítimo dueño del Circo

de Pesadillas.

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El Demonio Rojo

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DIEGO MONTALVO 20

l amor es un sentimiento poderoso, se dice que el amor todo lo

puede y para conseguirlo todo vale. ¿Pero qué pasa cuando el amor

falla? Sin duda cuando el amor falla, sólo queda tragedia.

Una tormentosa noche de abril, la luna no se dejaba ver y los rayos ilumi-

naban el cielo. Aquí en Alaska el invierno es algo terrible y lo único que

encuentro hermoso es la bella aurora boreal que, a veces, ilumina el cielo

cuando choca con el casquete polar.

Vivir entre la nieve es hermoso, pero esta maravilla entraña peligros,

uno de ellos es que la nieve es muy suave y, con frecuencia, los caminantes

caen. Mi pueblo está algo apartado y, para mi ánimo de solitario, eso es lo

que más me gusta. El pueblo tiene una leyenda sobre un acontecimiento

que ocurrió hace sesenta años. El suceso tuvo consecuencias que marcaron

la memoria de las personas más viejas que viven aquí. Yo también conozco

la leyenda y siempre viene a mi mente, cada vez que hay noches de tormen-

ta:

Se dice que en una larga noche de invierno, se juntaron dos personas

a planear la forma de descubrir un espíritu que, según se decía, encarnaba

a todos los animales, con la peculiaridad de que cada noche de invierno,

tenía una forma diferente. Unos decían que vieron a una cabra roja que bri-

llaba en la oscuridad, otros decían que veían lobos que se iluminaban y

otros decían que sólo era una luz roja que se presentaba junto a la luna llena.

El asunto es que nadie supo en realidad que era, y eso fue lo que ins-

piró a estos dos hombres a realizar su búsqueda y de una vez por todas des-

cifrar este asunto tan misterioso. Entonces los dos hombres emprendieron

su viaje a las montañas para averiguar el secreto del espíritu.

Recorrieron un largo camino, abriéndose paso por los espesos bos-

ques, caminaron por las escarpadas rocas de los picos más altos de los ne-

vados. Pero su interés en descubrir el secreto, los llevaría a continuar su

búsqueda. Nunca encontraron nada y se dice que estos dos señores se per-

dieron en el bosque.

E

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EL DEMONIO ROJO

Otra versión de la historia, la cual era cierta, dice que les devoró el

demonio rojo, porque incluso tras realizar una búsqueda de los dos hom-

bres, encontraron sus cadáveres completamente devorados y además los

árboles tenían rastros de sangre y las otras plantas estaban pintadas con un

color rojo brillante. Lo cierto es que es que ese espíritu es real y que tal vez

busque más víctimas.

Ese demonio siempre fue una gran inspiración para mí y algunas de

mis canciones las escribí basándome en el posible aspecto de este personaje.

Para otras canciones me inspiré en una vecina mía que vive a poca distan-

cia de mí; de la que me enamoré perdidamente, juntos compartimos muy

bellos momentos y eso me ayudó a crear también novelas de amor y cada

vez que lo hacía, me enamoraba más. Incluso mis destrezas en el baile tam-

bién me ayudaron bastante a atraer su atención.

Así pasaron los años y me casé con ella. Pero mi antigua intriga, fue

tal que junto a John y a Steve fui a buscar el horrible secreto de ese espíritu.

Obviamente mi esposa nunca quiso que fuera a esa expedición, pero

mi plan ya estaba hecho y nada me iba a hacer cambiar de opinión, enton-

ces a la noche siguiente fuimos tras ese fantasma que se escondía en el

miedo de las personas, para usar el terror como arma para evitar ser descu-

bierto. Hicimos el mismo recorrido que hicieron esos dos hombres hace

sesenta años. Parecía que nuestro viaje fue en vano, pero justo cuando

estábamos a punto de regresar vimos una luz brillante que salía de una cue-

va y quisimos ver que era. Tomé una linterna y la encendí para entrar en la

oscura cueva..., la situación fue espantosa, había huesos por todas partes y

también había carne putrefacta que colgaba de las estalactitas que había en

la caverna. Aun así nos adentramos más en ella, de pronto, de la oscuridad,

salieron murciélagos y nos hicieron asustar. De todas maneras nos aden-

tramos aún más en el horrible sitio, el piso estaba mojado y el ruido del

agua goteando nos ponía más asustados, porque a veces sonaba como pasos.

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DIEGO MONTALVO

Repentinamente, en la oscuridad aparecieron dos horribles ojos ama-

rillos que nos miraban fijamente.

Al principio creímos que podría ser la luz de la linterna que golpeaba

contra la base de las estalagmitas del piso de la cueva, pero luego se asomó

un hocico con horribles colmillos blancos que también brillaban…

Esa cosa, que no de otra manera puedo llamarla, rugió y salimos corriendo

gritando mientras que se oían carcajadas que salían de la cueva. Nuestro

terror fue tanto que al correr nos adentramos en el bosque y esas horribles

carcajadas seguían viniendo detrás de nosotros. El asunto es que nunca sa-

limos del bosque y ese monstruo nos arrastró y nos devoró por completo.

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El Ladrón de Almas

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DIEGO MONTALVO 24

o más importante para una persona es su alma, porque al morir es

lo único que es juzgado, por eso morir es peor que vivir. Por des-

gracia a todos nos encuentra la muerte. ¿Pero qué pasa cuando nos

encuentra? Nada bueno es seguro. Siempre me ha encantado ese estado de

los seres vivos. La muerte es algo tan natural, pero a su vez es algo tan mis-

terioso y se puede presentar de varias formas, tanto naturales como inexpli-

cables. En París vivía un chino de nombre Sung-Yu quien se dice saltó

desde lo más alto de la torre Eiffel. Nadie nunca supo más de él. Hasta que

hubo un tiempo en el que empezó a desaparecer gente y tras buscarla, por

mucho tiempo, la encontraba muerta cerca de la torre con causas extrañas y

extremadamente anormales. Lo que pasaba era que ese chino, de alguna

forma, poseía a la gente que era inocente y estaba libre de toda culpa, para

que en el mundo sólo quedara gente mala como él. Así Sung-Yu, podría

vagar por este mundo con toda tranquilidad.

Se dice que cuando una persona es poseída por Sung-Yu le roba el

alma buena y le deja un alma malvada para que esta persona cumpla las

órdenes de Sung-Yu. Por un largo período de tiempo nadie quería viajar a

París, y los que ya vivían allí, se suicidaban en sus casas para evitar que su

alma sea intercambiada por un alma maldita y recibir órdenes de Sung-Yu.

Nunca supe si en verdad era cierta esa historia o sólo era una leyenda

urbana para atemorizar a los extranjeros. Cuando un hombre es encontrado

con indicios de estar poseído la gente lo asesina para evitar que Sung-Yu

tenga control sobre su cuerpo, aunque la mayoría de las veces matan a dro-

gadictos que por su estado parecen estar poseídos por el fantasma. Los ha-

bitantes de París empezaron a mudarse a Niza, por temor a que el fantasma

robe sus almas y los convirtiera en zombis sin mente.

Yo viaje desde Londres hasta París para asegurarme si ese fantasma

era o no verdadero, entonces visité los lugares donde aparentemente ronda-

ba el espectro de Sung-Yu. Pero nunca encontré nada. Un día decidí que-

darme en un hotel a dormir para ver si en verdad había o no un espectro.

L

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EL LADRON DE ALMAS

La primera noche fue tranquila, la segunda ya no tanto, pues cuando me

quedaba profundamente dormido sentía un respiro y me levantaba ese

mismo instante para ver qué pasaba. Pero nada sucedía. A la tercera noche-

vi un hombre sentado en una butaca cerca de la ventana. A la cuarta noche

ya sacudía mi cama y no me dejo pegar el ojo en toda la noche. Luego a la

quinta noche ese fantasma ya había destrozado las cobijas y el cobertor.

Pero fue el sexto día cuando pasó lo más horrible que le podría pasar a un

hombre, el fantasma apareció ante mí y me hizo gritar del puro terror.

– ¡¿Qué es lo que quieres?! –grité.

– Pues te quiero a ti –dijo el espectro.

– ¿A mí? ¿Por qué?

–Porque necesito tu alma para sobrevivir.

–No. Yo creo que sólo eres una estúpida leyenda urbana.

– ¿En verdad eso crees?

–Sí.

– Pues se ve que no sabes los verdaderos poderes del mal.

–Sí, claro.

–¿No crees en nada de esto verdad ?…

– ¡Pues claro que no!

–Entonces eres un tonto, mira esto.

Sentí un escalofrió que me recorría todo el cuerpo. Luego tuve una

sensación, como si me estuvieran apartando de mi cuerpo, miré hacia abajo

y vi como la ciudad se hacía cada vez más pequeña. Miré hacia arriba y vi

el cielo cada vez más cerca, pasaron unos instantes y ya estuve en el cielo

junto a Dios. Luego él me dijo que mirara hacia abajo y vi como mi cuerpo

se transformaba en un ser despreciable. Entonces admití que Sung-Yu sí

tenía el poder para convertir a toda la humanidad en seres malvados, pero

también admití la lección más dura de todas: las leyendas pueden ser ver-

daderas y pueden traer consigo la mismísima muerte sin remedio.

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DIEGO MONTALVO

Pero Dios está a mi lado, mi alma se ha salvado Sung- Yu ha perdido.

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El Rey Calabaza

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DIEGO MONTALVO 28

l terror es lo único que ayuda a que la gente te respete, el

miedo es el sentimiento más antiguo del ser humano y por

eso es necesario analizar todas las causas que producen mie-

do y también todas sus fatales consecuencias. Sin duda realizar un estudio

del cerebro humano es algo que puede explicar ciertos desórdenes mentales

o ciertos descuadres de la mente que producen el temor o miedo.

Por lo general el temor aparece por algún tipo de trauma que se haya tenido

a lo largo de la vida, pero, comúnmente, las fobias se presentan desde la

niñez, otras se presentan sólo porque tenemos asco a algo, como por ejem-

plo a las arañas, a la oscuridad, pero todos tememos a lo desconocido. En

resumen, todos presentamos algún tipo de miedo aunque no sea notorio,

pero tenemos algo que tal vez nos produzca rechazo o asombro por alguien

o algo. En un treinta y uno de octubre los niños pasaban pidiendo dulces y

todas las casas tenían la típica decoración de Noche de Brujas, con calaba-

zas y telarañas hechas de algodón. Junto a mi casa vivía un vecino muy

alegre que se dedicaba a hacer dulces para todos esos mocosos que vienen a

molestar con sus disfraces de cualquier cosa, se tomaba toda la mañana en

esta labor.

Existe aquí una leyenda urbana acerca de un hombre que nació en

1849 y murió en 1928, este hombre era vil y cruel y se decía que nunca sa-

lía de su casa y cada Noche de Brujas salía a cazar niños para matarlos y

así evitar que llegaran a su casa a molestarle. Incluso se dice que una noche

de octubre de 1925, se confeccionó un traje del Rey Calabaza. Se colocó en

la cabeza una calabaza, un traje marrón con botas del mismo color y un par

de guantes, luego bajó hasta su estudio y tomó una espada antigua que el

viejo solía coleccionar y así salió a la calle a asesinar a todos los niños que

pedían dulces cerca de su casa. Luego con la sangre escribía en las paredes:

“Dulce o Truco” y se retiraba a su casa.

Los pobladores, al descubrir al verdadero asesino de sus hijos, planearon la

muerte de aquel espantoso hombre.

E

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EL REY CALABAZA

A la noche siguiente se reunieron en una de las casas y sorprendieron al

hombre durmiendo, entonces lo ataron y lo quemaron en su casa junto con

su traje de calabaza. Se dice que cada noche se divisa en el fuego quemán-

dose la casa y se escuchan las risas del Rey Calabaza.

– ¡Que buen sujeto, algo así debo hacer para evitar que estos moles-

tos niños vengan a molestarme! – pensé, desde luego en broma.

Así pasaron los días y quise salir de viaje por Suramérica y llegué

hasta Brasil. Las playas de Rio de Janeiro cautivan a cualquier turista que

venga por aquí, la hospitalidad de la gente es algo que se tiene que admitir;

¡no hay nada como Brasil. Luego de quedarme varios días en ese país, viajé

hasta Curaçao donde el clima también es cálido. Así pasé viajando por va-

rios meses hasta que mi última parada sería en Cuba. Sinceramente La Ha-

bana es uno de los lugares más perfectos para hacer florecer el socialismo

latino, aunque éste no funcione y deje mucho que desear.

Al volver a los Estados Unidos la tranquilidad se había acabado y

con ella mi buen humor. Bueno, al menos tengo mis libros y mis narracio-

nes que escribo acerca de todos los lugares que visito.

Un día de otoño, tocaron a mi puerta. Yo salí y no encontré a nadie,

pero me habían dejado una caja con forma de ataúd en el suelo. La recogí y

la llevé adentro. Estaba bien empacada y tenía una tarjeta que decía:

“Mi turno ya se acabó, ahora te toca a ti.” Entonces procedí a quitar la

envoltura, apareció una caja negra bien pulida y parecía muy costosa. Lue-

go la abrí, estaba forrada con un terciopelo rojo y su interior había una ropa

un tanto extraña. Luego eché un vistazo más de cerca y descubrí una mani-

ja, tiré de ella. En ese instante esa especie de cajón se abrió y cayó una ca-

labaza.

La tomé y vi que tenía tallada unos horribles ojos y una sonrisa que

dejaba ver colmillos puntiagudos muy filosos. Luego la puse en la mesa y

saqué el resto de la ropa, era el traje completo del Rey Calabaza, estaba to-

do allí. Sus botas, su capa, sus guantes y sobretodo su espada.

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30

DIEGO MONTALVO

Era increíble, ese hombre que siempre había sido mi ídolo por usar

esa forma de erradicar a los fastidiosos niños me estaba regalando su traje.

¿Pero por qué?

Tras varias investigaciones de quién era el propietario del traje des-

cubrí que ese propietario era nada más y nada menos que mi propio abuelo.

Luego pasó el año y llegó nuevamente la Noche de Brujas, esperé a

que todos se durmieran y me coloqué el traje para empezar a asesinar a

esos niños fastidiosos. Primero empecé con Kodi un niño de diez años, lue-

go asesiné a Martha y finalmente asesiné a George un joven muchacho de

quince años. Me di cuenta de que por cada niño o adolescente que mataba

se incrementaba mi sed de maldad. Luego amaneció y el mensaje Dulce o

Truco, apareció por todas partes escrito con sangre. Tal y como a mi abuelo,

me ataron y me quemaron en mi casa, pero a pesar de que las brasas que-

maban mi cuerpo, nunca sentí dolor. Entonces cuando todo quedó consu-

mido por las llamas ya no podía moverme, pero algo me dio vida una vez

más y oí una voz que me decía:

–Has quedado maldito, por eso yo te condeno a que seas el Rey Ca-

labaza por siempre.

Ahora ya no uso disfraz, porque en realidad es mi cuerpo que se ha

mezclado con la maldad para convertirme en lo que siempre quise ser…

El Rey Calabaza.

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El Secreto de la Pintura

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DIEGO MONTALVO 32

l excéntrico millonario Johan Greed, junto a su mayordomo, vivía

en una lujosa mansión, pero esta construcción no era del agrado del

Sr. Greed. Su mal humor y su extrema mezquindad en los negocios

le dieron la fama de un ser despreciable y tacaño. La afición de Johan era el

arte, tenía innumerables cuadros de Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, in-

cluso del reconocido Leonardo Da Vinci.

Al parecer los cuadros eran lo único que decoraba las tristes y viejas

paredes de la mansión. Los grandes ventanales de la tétrica casa estaban

polvorientos, inclusive en ciertas esquinas las arañas se hacían notar con

sus finas telas. Los candelabros, estilo antiguo, y la decoración de la casa y

su fachada demostraban que podía haber sido construida por el año 1800. A

mí, personalmente, la casa no me gustaba, a pesar de que trabajé como ma-

yordomo del señor Greed más de veinte años. Los inviernos siempre me

dan horror, sobre todo las noches de truenos y rayos, esto es el resultado

del siguiente acontecimiento:

Cierto día a la mansión Greed llegó un señor de negra vestimenta,

que le cubría casi en su totalidad, sólo dejaba ver sus rabiosos y horribles

ojos, su contextura era sumamente delgada, con una estatura que fácilmente

excedía los dos metros, parecía un poste telefónico, sólo que le faltaban los

alambres.

– ¿Está el señor Greed? – preguntó el extraño hombre, con una voz que me

produjo estremecimiento.

– Sí, ya le busco – respondí, fingiendo normalidad.

El señor Greed salió casi enseguida y preguntó a que se debía la visi-

ta del caballero, éste le dijo que venía a venderle una genuina pintura de un

famoso personaje ya fallecido. El señor Greed quitó la tela que cubría el

cuadro y en efecto era el retrato de un viejo sir sentado en su silla roja y su

aguda mirada siempre al frente.

– Señor Greed, le dijo el visitante, antes de colgar este cuadro pro-

métame que dejará atrás su vida de mezquindad–

E

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33

EL SECRETO DE LA PINTURA

– ¿Por este simple cuadro? ¡Jamás!

Así, sin decir nada más, el señor Greed adquirió el cuadro y despidió

fríamente al personaje misterioso; y naturalmente continuó con su vida de

mezquindad y avaricia. Yo, poco a poco, fui tomando el ejemplo de mi

amo y así ambos tuvimos una vida de amor desenfrenado por el dinero.

Un año después de adquirido el cuadro, empezó a tomar formas dis-

tintas, el hombre de la pintura ya no tenía su silla y estaba de pie, en otra

ocasión Greed notó que el sir empuñaba una espada, luego de unos días

miraba a todas partes menos al frente (como en la posición original).

Pero la ocasión que nos marcaría para siempre tuvo lugar una tor-

mentosa noche, luego de que Greed regresó de una reunión de negocios,

totalmente malhumorado porque sus socios no aceptaron sus planteamien-

tos; yo, siempre pendiente de sus movimientos, observé el cuadro y noté

que el hombre del mismo no estaba en su silla, incluso llovía dentro de la

pintura, naturalmente Greed y su terrible contrariedad le impidieron notar

los cambios.

– ¡Señor Greed!, ¡Señor Greed! Exclamé lleno de asombro y temor.

– ¡¡Maldita sea!! Y ahora qué quieres, no ves que estoy furioso.

– Perdone señor, venga a ver el cuadro.

Greed nunca creyó en fantasmas, ni en espectros, ni en apariciones,

todo eso lo calificaba como una verdadera basura. Al ver el cuadro Greed

quedó impresionado, puesto que su forma original en verdad había cambia-

do y el temible aspecto del sir era totalmente diferente, no sólo estaba de

pie, también presentaba una horrible sonrisa con la que le hacía notar a

Greed su desprecio y repugnancia. Lo único que pasaba por la mente del

avaricioso caballero, era la forma de explicar esta serie de sucesos inusua-

les y la actual apariencia del retrato.

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34

DIEGO MONTALVO

No se le ocurrió mejor idea al señor Greed que llamar a un exorcista

para ver si este cuadro tenía un demonio o algo por el estilo, entonces acor-

dó con el cura que lo visitaría al día siguiente.

Las preguntas del cura fueron muy de rutina, pero cuando supo que

Greed había comprado la pintura a un señor de negra vestimenta le llamó

poderosamente la atención y muy asustado dijo:

–¡En que estaba pesando señor Greed! –

– ¡¿Por qué?! ¡¿Ocurre algo malo?!

–Señor Greed, el vendedor de la pintura es el mismo Lucifer.

– ¿Está usted seguro?...

–Por supuesto, es la única explicación que hay para tan raros sucesos.

Greed jamás creyó en lo que le dijo el cura y su incredulidad, sin saberlo, lo

llevaría a su fin.

Para atenuar el fracaso en los negocios y dejar de pensar en la pintura

realizó una larga travesía por Europa, pero, desgraciadamente, no logró ale-

jar de su mente las palabras del exorcista, entonces decidió acabar con ese

cuadro él mismo.

Para llevar a cabo su propósito, Greed optó por quemar ese horrible

objeto, cuando llegó a su lúgubre mansión me llamó a su lado, bajamos el

lienzo de la pared, lo sacamos al patio posterior, lo empapamos en gasoli-

na y los dos vimos cómo se consumía en el fuego y se reducía a cenizas.

–Lo habíamos logrado, al fin esa maldita imagen se había extinguido. Así

pasaron tres años de aparente tranquilidad. Mi amo regresó a sus negocios,

pero nunca dejó de ser el personaje malhumorado, ambicioso e inhumano.

De repente, una noche en que parecía que el cielo se había transformado en

un infierno, la lluvia caía a raudales y los truenos rugían tan sobrecogedo-

ramente, que parecía que la vetusta casa se partiría en mil pedazos, alcan-

zamos a ver, en medio de los enceguecedores relámpagos la presencia de

aquel misterioso personaje que antaño se había presentado y había vendido

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35

EL SECRETO DE LA PINTURA

aquella obra de arte al Sr. Greed, se acercó a la puerta de la mansión y con

voz atronadora pronunció unas frases que no pudimos entender; dio unos

pasos más, se acercó tanto que parecía que entraría a la estancia…¡¡en ver-

dad lo hizo!...¡Atravesó la puerta… pero no era “él”… ¡Dios…era el mis-

mo personaje del cuadro!... Se adelantó hacia Johan Greed y lo atravesó

varias veces, con su afilada espada. Grité con todas mis fuerzas, intenté

salir corriendo, pero mis piernas no se movían, mis pies parecían clavados

al piso, mientras mi amo agonizaba en medio de un charco de sangre, aquel

espanto se volvió hacia mí y de un solo tajo me desfiguró mi rostro… rió

espantosamente y desapareció en medio de una fétida bruma…

Tardé un largo rato en recuperar la conciencia, procedí, de la mejor

manera, a curar mi rostro y como mi amo no tenía parientes, entre lamentos

y temores lo sepulté en el jardín bajo un enorme pino.

Desde esa diabólica noche se escuchan los que deben ser gritos del

Sr. Greed y una espeluznante carcajada que demuestra la presencia del

dueño de la fatídica pintura.

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La 13ra

Tumba

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DIEGO MONTALVO 37

e creería que trabajar en un cementerio es algo aburrido, pero no

siempre, para mí esta idea es totalmente errónea y espero que todos

piensen lo mismo que yo, después de esta historia contada por un

auténtico guardia de cementerio:

Transcurría una tormentosa noche de invierno y yo en mi garita cui-

daba que no entren a saquear tumbas y robar los cadáveres para prácticas

médicas ilegales. Bueno, continuando con mi relato, esa noche la niebla en

el pueblo no era muy espesa, tanto que podía ver el farol que alumbraba la

calle empedrada que brillaba por el agua que había caído sobre ella. El ce-

rramiento, con puntas chorreando agua, y esa llovizna finita que me acom-

pañó toda la noche, golpeaba, suavemente, el vidrio de la garita. Al día

siguiente llegó mi compañero y me preguntó que como pasé la noche y le

dije que la pasé normal sin ningún problema, sólo con un poco de frío. Al

poco rato aparecieron unos señores de dudosa presencia y le preguntaron a

mi compañero si sabía dónde quedaba un número de lápida. Mi colega to-

mó el papel que tenía escrito la tumba número trece. Tras leer el número

procedió a guiarles hasta el lugar y observó cómo depositaban el féretro

dentro de los tres metros de profundidad que tenía el agujero, pero lo raro

era que esa gente no lloraba sino más bien reía y, para colmo, una señora de

los que formaban la comitiva lanzó un bastón antes de enterrar el ataúd. Mi

colaborador esperó a que se fueran esas personas y buscó la tumba. Esa no-

che me llamó a mi casa justo cuando estaba cenando, me pidió que fuese al

cementerio a verme con él pero a pesar de que al principio me negué les

confieso que al final acepté ir ante tantas insistencias y ruegos.

No pasó nada raro durante buena parte de la noche, pero él me expli-

caba que se escuchaban ruidos como de golpes seguidos por pasos muy

torpes, pero yo nunca oí nada aunque quise ver y aclarar mis dudas.

S

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38

LA 13RA

TUMBA

Finalmente nos acercamos a la tumba, no había nada excepto por la

tremenda niebla que dificultaba la visión y mi pequeña lámpara no alum-

braba nada. Luego de unos diez a quince minutos oímos ruidos y aun así yo

los ignoré. Con cada paso que daba estos ruidos se hacían más fuertes y

claro, ya en ese punto, me asusté.

De pronto giré la cabeza y vi a algo que se movía y eso era…

¡Un cadáver! Cada vez se acercaba y veía que se movía más hacía

donde yo estaba, entonces corrí gritando:

– ¡Amigo vámonos de aquí, tenías razón hay un horrible cadáver vi-

viente!

– ¡Lo ves, te lo dije!...

– Eso no importa… ¡Vámonos de aquí!

Nunca creí ver a algo tan horrible como esa criatura repulsiva y

completamente podrida, lo único que tenía era un trozo de ropa morada que

le colgaba.

Los pavorosos demonios de la noche son siempre más aterradores y

se presentan en diversas formas y siempre buscan alterar la vida normal de

las personas. Pero como en todo gran misterio hay curiosos designios que

tal vez impulsen al retorno a la vida de ese cadavérico ser.

La horrorosa figura logró alterar mi corazón con sus espantosos rui-

dos y con su temible y asqueroso aspecto de muerto, sin mencionar el olor

que emanaba de su poca carne en total putrefacción de los músculos que

aún le quedaban en ciertas partes de los huesos.

A la siguiente noche decidimos los dos ir tras ese fantasma, pero esta

vez estaríamos armados con objetos muy peculiares. Mi amigo llevaba una

pala y yo un pico.

Aquí surgen las preguntas:

¿Para qué diablos tendríamos estas “armas” si el hombre ya está muerto?

Y la otra pregunta: ¿Los picos y las palas se podrían llamar armas?

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39

DIEGO MONTALVO

Pues la respuesta es muy simple, este fantasma busca algo, no, más

bien dicho, cuida algo y es más que seguro que lo que cuida es lo que no le

permite ir al cielo o al infierno, según sea el caso; entonces si desenterra-

mos ese algo y lo destruimos puede ser que el fantasma deje esta tierra y

vaya a su lugar con los demás muertos.

Y era verdad, este fantasma cuidaba algo y ese algo era un objeto

muy valioso para él. Al desenterrar al ataúd lo abrimos pero no había nada,

luego vimos que al fondo del hoyo había algo que brillaba, pero no se sa-

bía que era, así que bajé ignorando las advertencias de mi amigo. Tome el

objeto.

Al subir vi era un bastón que tenía una inscripción con las iníciales

J.M.P.

– Qué raro amigo tiene las iníciales de tu nombre… Eso quiere decir

que tú mataste a este hombre.

– No camarada… ¡Yo soy el muerto!

Entonces me arrastró al hoyo y encima de mí, la tierra se cerraba

hasta que quedé enterrado por completo. Y en la superficie del lugar del

entierro quedó sólo la lámpara que alumbraba el número tallado en la lápi-

da, la cual correspondía a la tumba número trece.

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La Caja de Pandora

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DIEGO MONTALVO 41

o tengo un gran problema, me he hecho adicto y no existe fuerza

en el mundo que me detenga. Vivo con mi abuela Margaret.

Nuestra casa es antigua, pero todavía se sostiene dolorosamente

sin desplomarse por los suelos. En el ático no existe mucha luz por lo que

siempre me dio miedo entrar.

Cierto día empecé a sentir los estragos de los estupefacientes que ha-

bía ingerido y llegué a la casa casi sin poder caminar y apenas entré vomité

en la alfombra y luego me desmayé. Al día siguiente desperté acostado en

la cama de mi habitación y una dulce cara me veía con ternura.

– ¿Abuela eres tú? –pregunté inseguro.

– Claro. ¿Quién más puede ser?

Nunca pude curarme de mi adicción y eso poco a poco empezó a

disgustarle a mi abuela. Los estragos de las drogas cada vez se hacían más

fuertes hasta tal punto que empezaba a delirar caminando. Una tormentosa

noche se cortó la luz en todo el barrio y no hubo que hacer, sólo se escu-

chaba el sonar del enorme reloj de péndulo y la casa sólo se iluminaba con

los rayos y las velas que ardían en los antiguos candelabros dorados que

estaban en las mesas y en las paredes. Mi abuela asqueada de mi olor a tra-

go y a tabaco quiso que me fuera un rato por lo menos de su presencia, pe-

ro no encontraba el modo de lograrlo. Entonces encontró la forma. Me retó

a que fuera al ático con un candelabro de dos velas y buscara una caja do-

rada preciosa que estaba cubierta con una manta transparente. En aquel

momento me armé de valor y entré a ese tenebroso lugar en busca de la di-

chosa caja. Con poca luz me tardé varias horas en encontrarla pero final-

mente lo conseguí.

Su belleza era increíble, y con los rayos de sol del amanecer que se

filtraban trabajosamente por la sucia y diminuta ventana, esta brillaba

asombrosa y misteriosamente e incitaba a abrirla, mi fuerza de voluntad era

muy débil pero el miedo muy grande, sin embargo, vencí mi gran temor y

cuando la tomé para abrirla, algo cayó creando un hueco en el techo.

Y

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42

LA CAJA DE PANDORA

Rápidamente puse dos trozos de madera para arreglarlo.

Horas más tarde mi abuela fue a mi habitación para preguntarme si

encontré esa caja.

– Claro que la encontré abuela, pero no he querido abrirla.

– Pues nunca la abras porque entonces saldrá algo horrible.

Jamás había visto a mi abuela hablar con tanta preocupación. Pero el

misterio era enorme y decidí abrir esa caja…

Tras tomar esta decisión, quise saber finalmente sobre ese “algo te-

nebroso” que me había dicho mi abuela, pero antes me acordé de la fiesta

de mi novia y entonces, cuando vuelva de esa fiesta ebrio, como es normal,

iba a abrir esa endemoniada caja.

Justamente llegué ebrio pero en mí aún quedaba deseos de abrirla,

entonces saludé a mi abuela, entré corriendo a mi habitación y ahí estaba la

caja brillando como nunca lo había hecho. Si lo siguiente son más coinci-

dencias déjenme decir que no lo sé, pero la caja nunca se abrió, traté con

una palanca, luego con un trozo de madera, lanzándola contra el suelo pero

no lo logré.

Me enojé tanto que fui donde el vecino y le pregunté si tenía algo

con filo y me dio un hacha. Subí corriendo y sin dudarlo corté el candado

(que lo había notado después) y lo rompí, y como por arte de magia, apa-

reció un demonio horrible que reía sin parar. Sus filosos dientes se mostra-

ban y su boca se abría y se cerraba, sus ojos brillaban en la oscura habita-

ción.

Lo único que sentía era que mi sangre se helaba y mi corazón latía a

mil por hora.

Nunca supe si ese monstruo era real, o era un truco de mi abuela o

incluso he pensado que pudo haber sido producto de mi borrachera.

Pero lo que sí era seguro es que desde aquel día nunca más volví a

probar ninguna clase de droga.

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El Lord Vampiro

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44

DIEGO MONTALVO

ientras estuve en Escocia, visité una curiosa casa. Era enorme y

tenía ventanas grandes, pero esas ventanas parecían ojos vacíos

y la puerta parecía una enorme boca dispuesta a devorar a cual-

quiera que se acerque. De sólo mirar la casa me daba una gran depresión,

pero ¿quién soy yo para juzgar?, así que me decidí a entrar.

Por dentro tenía era hermosa, pero estaba bastante escasa de aseo y

gracias a ello las arañas disfrutaban haciendo sus hogares en cada esquina

ya sea del pasamano o en los enormes candelabros que colgaban desde el

techo.

–¿Puedo ayudarle? –dijo un viejo que bajaba las escaleras.

–No creo señor, porque sólo estoy de paso y quise admirar su casa.

–Pero si le molesto creo entonces que lo mejor es que me vaya.

respondí.

–No señor tranquilo quédese y le contaré una historia sobre esta casa.

–Vaya es usted muy amable.

Entonces el viejito tomó una silla y me invitó a la sala para contarme

la historia.

<<Bueno, mi abuelo era el mayordomo y tenía un patrón. Se llamaba

sir Charles Stroe, él nació en Londres pero tenía descendencia rumana; Sir

Charles coleccionaba todo tipo de objetos raros. Pero el que más curiosidad

presentaba era el traje de un lord que aparentemente era un vampiro y la

gente del pueblo en donde vivía aquel hombre, le atribuían todas las muer-

tes inexplicables que sucedían allí, por lo que le mataron clavándole una

estaca en el pecho y luego lo enterraron en su propio castillo. Por eso sir

Charles viajó hasta a Rumania para comprar el traje con el que le habían

enterrado al vampiro.

Luego de unos tres años la hija de sir Charles decidió casarse con un

muchacho francés que había conocido mientras ella estuvo en Francia de

vacaciones.

M

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45

EL LORD VAMPIRO

–¡Es perfecto hija, así podré estrenar mi nuevo traje que compré en

Rumania! –exclamó sir Charles.

Efectivamente, en la boda de su hija estrenó el traje que había com-

prado. Luego de la boda las cosas empezaron a complicarse. Cada noche,

sir Charles, tenía hambre y sed y lo que había en la casa no le satisfacía el

hambre que sentía, pero luego de unos instantes sir Charles volvía a la ca-

ma y se dormía toda la noche. Mientras más pasaba el tiempo, el sir em-

pezaba a querer más ese traje, así que lo usaba todo el día.

Una mañana, compró un perro y lo llamó Kodi, siempre lo hacía

dormir cerca de su cama. Pero una noche, se levantó con el hambre de

siempre y luego volvió a la cama para seguir durmiendo.

Al amanecer, él y su esposa se levantaron y vieron al perro muerto.

–¡¿Qué ha pasado!? –pregunto la esposa

–No lo sé. Tal vez le dio un infarto –respondió

–No lo creo. ¡Mira su cuello!

Entonces, sir Charles, levantó el cuello del perro y observó que tenía dos

orificios que parecían marcas de colmillos. Llevaron al perro donde un ve-

terinario para que éste les diga las causas de la muerte del pobre animal, la

pareja procedió a enterrar al perro en la casa de ellos para tenerlo siempre

cerca. Poco tiempo después la gente empezó a morir en extrañas circuns-

tancias. Primero Mac y Luck, ellos eran dueños de la panadería del barrio,

luego murió Rosa, la vecina de sir Charles y posteriormente murió John, su

mejor amigo desde el colegio, lo curioso es que la policía en un principio,

no lograba descubrir indicios de estos asesinatos y lo que probablemente

tenían en común.

Tras una exhaustiva investigación, empiezan a encontrar pistas para

determinar las posibles causas de la muerte de estas personas, al descubrir

que todos presentaron marcas en el cuello como las marcas que tenía Kodi,

no podían explicarse que podía haber estado pasando; la gente estaba mu-

riendo en las narices de todos, pero nadie podía hacer nada al respecto.

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46

DIEGO MONTALVO

Sir Charles, la esposa y mi abuelo decidieron viajar a Rumania, para

averiguar si el traje tenía algo que ver con las muertes.

Al llegar allá, el vendedor que le entregó la vestimenta, le aconsejó

que eviten usar el mismo.

–¡Pero señor, mi esposo ya se ha puesto este traje! –dijo la dama.

–Joven ¿Qué le pasa a este traje? –preguntó mi abuelo.

–Lo que sucede es que ese traje perteneció a un lord que ya murió y

era un vampiro.

Ninguno de los dos creyó en lo que dijo aquel hombre, entonces vol-

vieron a Escocia con el despecho de haber viajado por nada.

Pero con el paso del tiempo empezaban a darse cuenta de que ese se-

ñor no les mentía. En verdad sir Charles empezó a cambiar de actitud y su

dieta era un poco distinta, la carne ya no la comía cocinada, sino cruda y

eso daba asco a quien lo veía comer. Luego mi abuelo y la esposa le pedían

a sir Charles que quemara ese traje. Como era de esperarse sir Charles de-

cidió conservar el traje.

Las muertes en la ciudad iban incrementándose y todos presentaban

la misma causa de muerte. Entonces, cansados de ver esto, mi abuelo y la

esposa de sir Charles procedieron a quemar el traje.

Pero justo cuando iban a quemarlo, llegó sir Charles a la casa y al no

ver su traje, bajó hasta el patio y logró salvarlo antes de que las llamas lo

consumieran.

–¡Idiotas que están haciendo!

Entonces sir Charles empujó a su esposa y ella cayó al fuego, inten-

taron salvarla, pero ya era tarde, entonces decidió esconder el cadáver en la

casa para evitar que los dos vayan a la cárcel.

Una vecina denunció que nunca más ha vuelto a ver a la esposa de

sir Charles y por eso la policía empezó a hacer investigaciones; por alguna

extraña razón, luego de varios años la policía dejó de investigar.

Sir Charles, con miedo de que mi abuelo lo delatara, lo mató claván-

dole una daga que siempre llevaba con él.

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47

EL LORD VAMPIRO

Así sir Charles quedó como vampiro para siempre y se dice que su

traje está escondido en algún lugar de la casa. >>

–Gran historia señor. Pero dígame ¿Ha buscado el traje? –pregunté.

–No, no hace falta.

–¿Por qué? –pregunté intrigado. –Bueno porque yo no soy el nieto

del mayordomo. Yo soy en realidad sir Charles y me temo que la única

forma de que salga de aquí es estando muerto. Así que adiós señor.

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Spider

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49

DIEGO MONTALVO

La locura es un tema muy interesante, en especial si

el loco soy yo.

Spider

n los últimos seis meses, mi oficio de inspector de criminalística se

ha vuelto muy complicado, tras el último caso ocurrido hace casi

tres años. La resolución fue muy cuestionada por las autoridades

estatales que afirman que lo sucedido con Spider fue una verdadera exage-

ración por parte mía y de mis hombres, quienes me ayudaron a resolver es-

te caso. Pero a diferencia del juez, la gente si creyó en el veredicto dado por

mí ante un tribunal conformado por la peor escoria de la sociedad inglesa.

Spider fue nombrado así por pertenecer a la banda de rock conocida como

The Spider Adventure, en la misma que trabajó como vocalista. Si alguien

quisiera dedicarse a una vida de crimen, un disfraz de popularidad sería

perfecto.

Se acusó a Spider de ser el autor de una serie de crímenes que ocu-

rrieron en la calle Baker, la cual hasta ahora es una de las más transitadas

de Londres.

Spider, como es de suponer, tenía un expediente manchado, puesto

que su primer asesinato lo cometió cuando él apenas tenía cinco años de

edad, pero a pesar de que, aparentemente, fue accidental, nunca hubo prue-

bas suficientes como para comprobarlo. Luego, cuando Spider ingresó a la

escuela primaria había matado a una profesora, empujándole para que ro-

dara las gradas. Pero, como era de esperarse, tampoco hubo pruebas para

comprobar el horrendo suceso.

Cuando Spider ingresó al nivel secundario, se enamoró de una chica

y conoció a sus dos mejores amigos. La aceptación en la escuela fue algo

difícil de conseguir, pero gracias a la insistencia de sus padres Spider fue

aceptado.

E

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50

SPIDER

Su prometida, de nombre Rackelle, es una de esas personas buenas e

ingenuas que viven el amor de una forma desenfrenada, este sentimiento

supone poner una venda en los ojos de los amantes que cuando descubren

la verdad, se desmoronan como castillos de naipes.

Spider, aprovechando la hermosura de sus amigas, unas bellas chi-

cas, a todas las engañaba con promesas que luego se transformaban en

palabras vacías, pues su único propósito era que estas adolescentes, enamo-

radas de él, sean fácilmente manipulables, a tal punto que Spider podía te-

ner un control total sobre ellas.

Para mala suerte de todo ser que fuera del sexo femenino, Spider co-

nocía todos los secretos del amor y gracias a ello podía tomar ventaja de

cualquier situación emocional por la que sus amigas estuvieran pasando,

incluso su astucia y la falta de transparencia le ayudaban a cumplir cual-

quier objetivo que él se propusiera.

Tras llegar a la universidad, tuvo la suerte de que Rackelle tuviera

los mismos intereses de él y así, luego de una serie de eventos, ella estaba

cada vez más enamorada.

Gracias a la inteligencia de Spider fue nombrado el jefe a cargo del

departamento de química de la Universidad, como proyecto final de su in-

vestigación debía probar la existencia de la mutación.

Tras presentar su plan de trabajo en la Sociedad de Médicos Londi-

nenses (S.M.L), le calificaron como un idiota sin escrúpulos que sólo

quería presentar una teoría absurda, sinceramente, un vocalista nunca será

gran científico químico.

Aquella figura extravagante, no imaginé que fuera a transformarse en

un gran genio del asesinato, la investigación fue realizada por mí, que en-

tonces era muy conocido en la SML ya que en varias ocasiones hemos rea-

lizado trabajos en conjunto, pero, este proceso en particular no pasó por mí

mente que traería fatales consecuencias, tales como frustrar a Spider y

volverlo loco. El pobre ser fue internado en un psiquiátrico y allí lo dejaron

la mitad de su vida.

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51

DIEGO MONTALVO

Una vecina aseguró ver a Spider asesinando a sus padres en la casa

su testimonio fue el siguiente:

“Spider amordazó y ató a sus padres, eran ancianos, en sus ojos

reflejaban el terror. Gritó a su padre quien en aquel momento luchaba por

desatarse, entonces, enfurecido y descontrolado lanzó un cuchillo hacia su

víctima pero terminó a centímetros del cráneo.

Al ver tal reacción inesperada de su hijo, quedaron atónitos y esto se

reflejaba claramente en sus rostros con cada paso que su victimario daba,

ellos lo seguían con la mirada, mientras cruzaba la habitación de lado a la-

do por varias veces; tenían la esperanza de que todo aquello terminara.

Repentinamente, cogió a su padre y lo golpeó contra la pared, ante la

mirada de súplica de su madre, los ojos de Spider brillaban de odio.

– ¡Me pudren en ese hospicio la mitad de mi vida! Me olvidaron, ¡¿qué tan-

to he hecho!? –gritó Spider.

El arma corto punzante se despegó de la pared, él se lanzó a través

del cuarto, la tomó y, repitiendo sus palabras una y otra vez con sus ojos

llenos de rabia , la clavaba sin piedad a su padre, hasta terminar con su vida.

El cuerpo ya inerte, lo lanzó a distancia de él, luego se centró en su

madre, tomó el cuchillo con el que destripó a su progenitor y así lo hundió

en el cráneo de su segunda víctima mientras reía sin parar.

Mirar sus manos salpicadas de sangre, provocó en Spider una risa

más fuerte, luego tomó la sangre del piso y con ella escribió un mensaje

que decía:

“Nunca miren a los ojos de un loco, pues pueden encontrar cosas

horribles y cuando miren su sonrisa, no griten o lloren, puede que ésta los

lleve a la locura, pero hagan lo que hagan no rían porque si ríen, es por-

que ya se han vuelto locos.”

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52

SPIDER

Con la sangre restante que quedó en el piso, la acercó a su boca y se

la bebió.”

Cuando terminé de escuchar aquello, no podía creer que hablábamos

de la misma persona que conocí hace varios años.

Ordené a la brevedad posible, allanar el inmueble. Al llegar ahí, el

lugar estaba lleno de moscas y el hedor de la muerte estaba impregnado en

el aire, al igual que el olor de la descomposición de los dos cadáveres y el

mensaje seguía escrito en la pared de la habitación.

Pero lo más extraño es que nunca hubo pruebas para sustentar las pa-

labras de la vecina.

Este caso, en verdad, sería difícil de resolver.

Parece ser que al secarse la sangre, el sitio quedó impregnado con el

rojo escarlata, el mismo que tal vez nunca se borrará de mi mente.

Otro efecto de la maldad y el sadismo que se mezclan en un ser des-

preciable y vil es haber convertido a Londres en un lugar de terror. Yo nun-

ca más volví a ver a Spider, por lo tanto no sé cómo es él actualmente, por-

que las personas que han dado su declaración, no se han atrevido a descri-

birlo, lo que me da una idea de que Spider da un aspecto terrorífico del cual

no quieren comentar.

La frustración por no resolver el misterio me llevó beber sin control,

creo enloquecer y delirar y, entonces, tanto en mis pesadillas como en mis

delirios de media noche percibo el repugnante olor de los cadáveres de los

padres de Spider y a veces veo riendo al frente mío y justo cuando saca el

cuchillo empapado de sangre me despierto y deseo encontrar la solución

para este problema.

Paseando por la calle Baker en este tormentoso día, escuché gritos

que provenían de una casa, entonces llamé a mi gente y los esperé sentado

en una banca que para suerte mía estaba al frente.

Tras una hora de espera, mi equipo llegó, y sin pensarlo dos veces

procedimos a tomarnos el sitio, dispuestos a todo.

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53

DIEGO MONTALVO

Una vez asegurada el área de la planta baja, sigilosamente, subí hacia

las habitaciones, y la carestía de electricidad apenas me dejaba distinguir

las escaleras, parecía que mis únicos aliados eran los rayos que iluminaban

el cielo, al entrar, frente a mis ojos ocurría lo que hasta ese momento pare-

cía que sólo podría ver en películas de terror, y créanme, la escena era es-

peluznantemente real, jamás había visto un ser más abominable sobre la faz

de la tierra, frente a él había un brazo de algo y lo estaba comiendo.

Recordé aquel macabro proyecto entregado ante el tribunal S.M.L

años atrás, el mismo que fuera rechazado; cristalizó el experimento, lo que

había hecho no sólo funcionó, también lo había convertido en un ser carní-

voro y lo único que quedaba de su antigua personalidad era su maquillaje,

su cara pintada de blanco y el ruedo de los ojos en negro, de los que salían

unas líneas que le llegaban a la mejilla, su rubia cabellera hacía resaltar sus

verdosos ojos y sus colmillos blancos que brillaban con cada rayo que caía,

estaban teñidos de rojo, hacían de este ente, algo pavoroso.

Caminó hacia mi pausadamente y fue el instante en el que tomé la

decisión de salir corriendo, ese monstruo me perseguía, a medida que des-

cendía gritaba a mi equipo que desalojen el sitio, ya no era seguro, estaba

detrás de mí y dispuesto a todo.

Al acercarme al segundo al mando de la operación, noté que nadie se

había movido de su posición, a pesar de mis advertencias.

–Señor, con el debido respeto que se merece, no hay nada detrás de

usted –dijo

Volteé nerviosamente mi cabeza hacia atrás, y en efecto, al final, se esfumó

en la oscuridad.

Pero he aquí por qué se hizo mi trabajo difícil, bueno, luego de decir

esto ante el tribunal, me encerraron en el asilo siquiátrico al cual los padres

de Spider lo enviaron y puedo probarlo porque él está allí mirándome

mientras sonríe y créanme creo que me liberarán pronto y estaré libre, pero

la pregunta es:

¿Voy a estar libre del mundo de los vivos o estaré libre de mi celda?

FIN

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ÍNDICE

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PRÓLOGO…………………………………………... 8

AL CAER LA NOCHE ……………………………... 12

EL CIRCO DE PESADILLA ……………………….. 15

EL DEMONIO ROJO ………………………………. 20

EL LADRON DE ALMAS …………………………. 24

EL REY CALABAZA ……………………………… 28

EL SECRETO DE LA PINTURA ………………….. 32

LA 13RA TUMBA …………………………………. 37

LA CAJA DE PANDORA …………………………. 41

EL LORD VAMPIRO ……………………………… 44

SPIDER …………………………………………….. 49

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