D iríamos que la mosca-rilla podría ser el esla-bón perdido, el señue-

lo ideal, perfecto, creado paracubrir las necesidades del pes-cador más exigente, aquelque por indecisión no llega ala mosca, o del pescadorintransigente que sin dejar lamosca quiere probar con lacucharilla...

Cholo, cholo... Conocí aCholo el año pasado, en lasjornadas técnicas organizadaspor Sodetur dedicadas a lapesca en el Najerilla y en el Ire-gua. Cholo es todo un persona-je, algo bajito, muy simpático ysorprendentemente abiertoante los desconocidos. Demirada noble, muestra siempreunas enormes ganas de contara todo el mundo cómo funcio-

nan sus extraordinarias mos-cas, sus increíbles y perfectosstreamers y sus maravillosasmoscarillas...

Lo conocí en el río ¿Quémejor sitio?, gracias a TomásGil (otro privilegiado de lamosca), y pude admirar algu-nos de sus montajes, quedandoasombrado con sus pececillos,streamers, cangrejos, camaro-nes, avispas, hormigas. Monta-jes puristas más destinados auna sala de exposición que aser destrozados por los salmó-nidos bajo las aguas de cual-quier río. Pero lo que más mellamó la atención fueron susmoscarillas, algo que yo consi-deré revolucionario segundosdespués de haberlas probado.

Lógicamente no son unseñuelo mágico, por lo tanto si

no hay pescado, no lo va asacar... Eso sí, donde hay tru-chas agobiadas, incluso estre-sadas, la moscaril la puedeapuntarse todavía algunascapturas. Por lo demás y bajoun plano técnico, poco más sepuede añadir ya que comoverán en las fotos adjuntas, elingenio lo dice todo con su sim-ple imagen, ya que muestraoriginalidad, funcionalidad yefectividad.

Si acaso, conviene repasarla historia de Cholo, cómo lle-gó a crear este nuevo señuelo ycomo lo perfeccionó, y cómosin ser un pescador de élite ocontrastado ha logrado triunfaren el arte del diseño de minús-culos señuelos, consiguiendoimitaciones tan perfectas ycapaces de pasar desapercibi-

das cuando se insertan adredeen espacios naturales... Comoejemplo, mi compañero dehabitación chafó, de un zapa-tazo, una de sus preciosasavispas...

P: Cholo, ¿Cómo empezótodo?

R: Con la primera lecciónde pesca, que nunca olvidaré...Fue durante una mañana deprimavera, en una excursión alrío en compañía de mis herma-nos y mi padre cuando éste,pescador empedernido ymaestro en este arte, nos des-cubría ante nuestros atónitosojos, al levantar las piedras delrío, aquellos bichos acuáticosde diversas formas y colores,de los cuales y desde aquelmismo momento quedé pren-dado. No les quitaba la vistade encima, pues la verdad esque me fascinaron y además lapesca era fácil y segura conellos, ya que el f lotador nodejaba de hundirse; estabaclaro que eran efectivos.

Luego fue la cucharilla, queaunque en el primer momentono me impactó como aquellosmaravillosos insectos, al verlanadar en el agua con aquelmágico y rítmico parpadeo alfinal me acabó convenciendo yentusiasmando. Era el “boom”de la cucharilla, por lo menosen los pueblecitos de las sierrasde Madrid, cuando había queir al río en tren y luego andaralgunos kilómetros para llegarhasta la orilla.

Recuerdo también y congran claridad a aquellos pasto-res de la sierra del Atazar,pues ellos fueron los que dealguna manera me alertaron

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LA “MOSCARILLA”EL ESLABÓN PERDIDOSi alguien pensó alguna vez en un señuelo intermedio, cuyasfunciones se asemejaran a las que presta una cucharilla de diseñopurista o una mosca atrofiada, está de enhorabuena ¡Existe!

LA “MOSCARILLA”EL ESLABÓN PERDIDOSi alguien pensó alguna vez en un señuelo intermedio, cuyasfunciones se asemejaran a las que presta una cucharilla de diseñopurista o una mosca atrofiada, está de enhorabuena ¡Existe!

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■ Cholo ha conseguido crear el eslabón perdido, el señuelo ideal, entre la mosca y la cucharilla...SOLO

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■ Estos ingenios han probado su eficacia enmuchas aguas.

■ Las moscarillas llamaron la atención desdesu misma presentación en público.

■ Las muestras fueron probadas en el Najeri-lla e Iregua, siempre con éxito.

■ Parte de la colección de Cholo.■ José, de Xinón, me regaló una de estas avispas.Durante una broma, mi compañero la chafó...

■ Los pececillos también tienen su diseñopurista.

El asombroante el tornode montaje

Volví a casa más contentoque unas castañuelas, pero conmuchas dudas sobre su resis-tencia o sus problemas a lahora de navegar definitiva-mente; pensaba tan deprisaque no podía ordenar las ideasy me puse a montar más. Eransencillas de hacer, increíble-mente sencillas, tanto comouna ninfa de cobre, lo único

que había que añadirle era la“medallita” (por la pala) y pes-car con un emerillón quitavuel-tas ya que no giran sobre supropio eje... Además pensabaen lo sencillo que fue tambiénel invento de la cucharilla...Tan sencillo como el de la fre-gona o el chupa-chups, sóloque aquí no había “palo”.

Mi entusiasmo crecía pues siaquello funcionaba habría con-quistado los ríos y el mar; losmodelos pequeños podían serimitaciones de insectos acuáticosmecanizados, con sus chapastransparentes con infinidad detonos y los modelos más gran-

des servirían para peces de grantamaño, por ejemplo el salmón,pasando por toda la gama detonos y tamaños para la imita-ción de infinidad de animalesacuáticos.

Enseguida comencé a pro-bar con diferentes montajes ytamaños, incluso una del 14 conuna palita diminuta (tenéis quesaber que a mí me gusta más loimposible que lo difícil); así queaunque me pareció demasiadaambición hice una para probar.En el anzuelo podía plasmar lostonos conocidos y ya probados,también con dubbing de pelo,fibras enrolladas y todo tipo de

materiales utilizados en el mon-taje tradicional más los materia-les nuevos. También se podíaincorporar la técnica del foaminventada ya para la colecciónde las virtuales, y la nueva defieltro, mientras pensaba que siesto funcionaba sus posibilida-des se harían casi infinitas.

Las pruebasdefinitivas

No las barnicé tan siquiera;tenía que ver aquello rápida-mente, así que con mi hermano

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Carlos nos fuimos a probarlas aCebrones del Río. Al caer alagua ya funcionaban y trasunos toques en la pala empeza-ron a funcionar excepcional-mente. Era una cucharilla, nohabía la menor duda, peromucho más sigilosa debajo delagua que la original; se posabacomo una mosca ligera o comouna mosca de gran tamaño y alno l levar popera y no girarsobre sí misma, camuflaba elanzuelo, que además le dabamás brillo aún. Por otra parte,no se enganchaba con tantafacilidad como las otras ya quela pala, al sobresalir por fueradel anzuelo en sus giros, ibaapartando los obstáculos. Todoesto unido a su ligereza permi-tía arrastrarla por el fondoincluso lentamente, parándolaperiódica y simultáneamente,ya que además su pala flexiblepero resistente no estorbaba enla clavada.

Lo cierto es que el ritmo deaquella cucharilla enganchabay no hacíamos nada más quelanzar y probar para arriba ypara abajo, alucinados total-mente; fijaros si estábamosalterados que al marcharnos

me dejé las botas de gomacolocadas al lado del coche yno me enteré hasta los tresdías.

Al día siguiente era lunes yaprovechando que el anticiclónestaba centrado, cosa rara enel mes de febrero, y no habíaun pelo de aire, abandonétodo y me fui a hacer las prue-bas definitivas en las aguasparadas del pantano de Anto-ñán; Ahí comprendí definitiva-mente, al verla posarse y nave-gar en aguas paradas, quehacía nacido por fin la MOS-CARILLA, tan esperada por laafición. Era la cucharilla deeste siglo, más ligera, más sutily más civilizada, donde ade-más de poder imitar el movi-miento tradicional de la cucha-rilla, con un mínimo esfuerzode muñeca y haciéndolo cómo-do le podríamos añadir tam-bién los diferentes ritmos decola de rata, ampliando y per-feccionando sus movimientosdebajo del agua, haciéndolamás desconocida y misteriosapara los peces, ya resabiadosgenéricamente y acostumbra-dos al “chop” que precedesiempre a la cucharilla.

Al quedar más resistentesy con la ayuda de plomos olastrándolas un poco más sir-ven para el lance, por lo tantosu uso se extiende al lancel igero y u l t ra l igero, unamodalidad que ahora puedepasar por la mesa de monta-je, lo cual era increíble hastahace unos días. Por último, losmodelos sencillos los puedemontar cualquiera, incluidoslos pescadores más noveles ymenos manitas, o los aburri-dos ya un poco en el mundode la cucharilla.

Esta ha sido la historia decómo volvió a mi caja aquellaantigua compañera con la queme aficioné a la pesca, hace yamás de treinta años, a la que ladebo muchos buenos ratos, y ala que sin saberlo echaba demenos. Lo único que me preocu-pa de todo esto es el no saber sihabré creado un Frankestein...

Para más información over catá logo de producto,pueden visitar la página web:www.moscasorbigo.com SP

Texto y Fotos: Cholo

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60 m2

de exposición

■ Entre los señuelos de Cholo existen verda-deras maravillas.

■ Vean una imitación de acabados excepcio-nales.

■ Cholo monta también un gran número deimitaciones, siempre con arte.

■ Las creaciones de Cholo son múltiples y variadas.

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