revista el barrero

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AÑO 10 Nº 47 ABRIL 2011 ESPIEL EJEMPLAR GRATUITO ¡¡ Feliz Romería 2011 !! Miguel Ramirez, Dionisia Ruiz y sus hijos: Ani, Antonia, Miguel, Isabel, Dioni y Trini Estrella Ruis y Antonio Pérez José Naranjo, Elvira Rivera, Elvira Naranjo, María de la Torre, Rafael Ribera, Estrella Ribera, Antonio Pérez, María Rivera, Florencio Ruiz, Conchi Naranjo, Rafael Naranjo y Rosario Ruiz. (1965)

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Abril 2011

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Page 1: Revista El Barrero

AÑO 10Nº 47ABRIL 2011ESPIEL

EJEMPLAR GRATUITO

¡¡ Feliz Romería 2011 !!

Miguel Ramirez, Dionisia Ruiz y sus hijos:

Ani, Antonia, Miguel, Isabel, Dioni y Trini

Estrella Ruis y Antonio Pérez

José Naranjo, Elvira Rivera, Elvira Naranjo, María de la Torre, Rafael Ribera,

Estrella Ribera, Antonio Pérez, María Rivera, Florencio Ruiz, Conchi Naranjo,

Rafael Naranjo y Rosario Ruiz. (1965)

Page 2: Revista El Barrero

Nº 47 • ABRIL 2011

SumarioEditorialCartas al DirectorOpiniónSociedadNoticiasSemana SantaCarnavalPersonajesCulturaHumorRecuerdos Entrañables

Registro Civil

EditaPepe Ortiz

SubvencionaExcmo. Ayuntamiento de Espiel

PublicidadAvda. Ollerías, 49 - 1ºB

Telfs.: 957 48 36 69957 48 39 74

[email protected]

ImprimeDigital Asus

C/ Sor Ángela de la Cruz, 3Telf.: 957 27 02 00

[email protected]

Depósito LegalCO - 48 / 1996

Colaboradores

Juan José MárquezJosé Antonio Fernández Romero

Antonio Giménez AzconaJuan Manuel López Márquez

Rafael de la Torre Alcalde (Cádiz)Juan Pedro Barbero

Sergio Cortés Antonio Gómez Fuentes

Pilar BejaranoPepe Ortiz

Estrella DoñasAntonio Gómez de La Torre

Pilar GiménezAntonio Bejarano MartínGloria Caballero GarcíaC.P. Antonio Valderrama

Elena García RomeroJosé Manuel Ruiz SánchezAna Mª Morales Ramirez

Ana Serrano ArévaloYolanda Lorenzo Martín

Hermandad de la Virgen de EstrellaManuel Reyes Calvo

Emilia OlmoNoelia Bravo

Mari Pili del ReyRafael Nevado Mansilla

Antonio Olmo FabraÁngel Nevado Mansilla

Elvira RiberaAntonio Segovia

Antonio Fuentes CejudoMari Nieves Romero Gómez

D. Carmelo Mª SantanaJoxean Azkona GorostizaRosario Romero Guerrero

TELÉFONOS DE EMERGENCIA

POLICÍA LOCAL617 459 845 / 957 119 901

GUARDIA CIVIL957 363 021

MÉDICOS EMERGENCIA957 365 901

PROTECCIÓN CIVIL627 527 881

El Barrero no se hace responsable de los contenidos firmados por cada autor ni tiene que compartirlos. Queda autorizada la reproducción total o parcial, citando su procedencia.

Lectura en Internet de esta revista:http://penarroyalerumeur.blogspot.com

La Revista “El Barrero” se reserva el derecho de comprimir cualquier colaboración por razones de espacio. Recordemos que las mismas no deben superar dos folios a doble espacio o uno.AVISO

• NACIDOSAiram Langella RodríguezCayetano Sánchez TorricoJosé Antonio Barragan CalderónFátima Gálvez MenaÁngel Zamora NaranjoDaniela Murillo MedinaDiego Porriño CanteliJavier Paños CaballeroGuillermo Abril PérezÁngel Aranda GarcíaDaniela Moyano Porriño

• MATRIMONIOSJuan Carlos Gómez Martín con María Luisa Perea Carrasco

• DEFUNCIONESFrancisco Alcalde CaballeroManuel Trenado CarrascoAgustina Lomeña SantosAntonio Torrico EspadasFrancisco Ruiz CrespoVictoriano de la Torre NevadoJuan de la Torre SegoviaRafael Gómez RosaPetra Irene Luna GómezVirtudes Alcaide GómezMagdalena Fernández RodríguezMaría Ángeles Reyes Gallardo

06-01-201114-01-201125-01-201101-02-201109-02-201105-03-201109-03-201116-03-201128-03-201130-03-201102-04-2011

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No se publicarán artículos bajo pseudónimos que la Dirección de la Revista no conozca su identidad.

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EL nuevo nº de cuenta es (Caja Sur):2024 - 6117 - 10 - 3003163359

Page 3: Revista El Barrero

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Nº 47 • ABRIL 2011Editorial

A veces nos pregun-

tamos por qué hay cosas

que antes se nos queda-

ban con nada y hacíamos

estas y aquellas cosas, y

ahora otras, incluso más

sencillas, nos cuesta tanto

recordar o apenas las lle-

vamos a cabo.

En la edad y en la pérdida o merma de parte de

nuestras facultades podríamos encontrar una explica-

ción lógica a esta circunstancia. Pero también, y no

podemos olvidar, juegan un papel importante nuestros

intereses y nuestra actitud. Y es que, a lo largo de la

vida, en cada una de las etapas, van cambiando intere-

ses, actitudes y visión de las cosas.

De pequeño, el ser humano es una esponja, ávido

de cosas nuevas, de ganas de aprender – sus capacida-

des le acompañan -, de empaparse de todo; está abierto

a todo lo que le rodea, a todo lo que le llega, incluso

todo le parece bueno.

El tiempo suele traer cierto grado de saturación,

a veces de desencanto y otras veces de desmotivación.

Esto hace, lógicamente, que cambie la actitud e, in-

cluso, los intereses de una persona; esta “ensalada”,

por sí sola, puede hacer que una persona se parapete

por comodidad en torno a la idea de que “he perdido

facultades” y, en el fondo, no es sino la muestra más

evidente de hastío, de falta de motivación y de interés

y, no tanto, las tan “cacareadas” edad y pérdida de fa-

cultades. Que el hastío existe es cierto, que la satura-

ción aparece, verdad; (se cuenta una anécdota de Luis

Aragonés siendo seleccionador nacional de fútbol y

ya campeón de Europa, que pidió a sus colaboradores

que: “por favor, que no me presenten a más personas,

que no quiero conocer a nadie más”) pero a veces se

debería ser más realista en el análisis para llegar, en

muchas ocasiones, a la conclusión de que el tiempo y

las etapas imponen ciertos peajes, pero hay aspectos

como la actitud y los intereses vitales que deberíamos

cultivar más para así dotar al transcurrir por la vida de

más aspectos positivos, de más energía y, así, generar

algo que pasa por ser el motor de cualquier persona, la

ilusión.

La ilusión se convierte en una eterna melodía, en

un fecundo manantial de la existencia e inspiración y

en sustento del sentirse vivo.

Y, lo más curioso de todo, es que la ilusión per-

tenece al individuo mientras que los años y las etapas

pertenecen al tiempo.

JOSE ANTONIO FERNÁNDEZ ROMERO.

Editorial

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Cartas al Director Me llamo María Morales Romero. Nací el día 7 de Octubre. No valoramos lo que tenemos hasta que no lo perdemos, y yo en este momento doy fe de ello.Pues en un segundo recibimos una noticia que nos trastoca y cambia la vida de tus seres queridos, en este caso sobre todo la de mi tía y primos y muy especial-mente la de mis abuelos, pues perder un hijo a unas edades tan avanzadas es algo tan doloroso que nadie lo debería vivir. Quiero alentarlos y animarlos y decirle que lo recuer-den siempre como cuando nos visitaba y era tan feliz y todos juntos vivíamos unos días tan entrañables y maravillosos. Pues en esos días él, mi tío Manolín, era el alma de la fiesta y seguro su recuerdo lleno de alegría y felicidad nos ayudará y guiará a lo largo de nuestra existencia.Si bien es cierto que los días de su pérdida fueron du-

Nº 47 • ABRIL 2011

rísimos queremos toda mi familia y yo a través de este escrito agradecer las enormes muestras de cariño que hemos recibido. En 1º lugar a nuestra llegada al País Vasco, pues estu-vimos en todo momento arropados por todos nuestros familiares y paisanos, de los cuales recibimos enormes muestras de cariño y aliento. Y en 2º lugar a nuestra vuelta a nuestro pueblo, pues ciertamente creo que todos nos acompañasteis en nuestro dolor y os aseguro que eso no se olvida. Por ese motivo vaya para todos los de allí y los de aquí nuestro agradecimiento más sincero, pues os ase-guro qué en estos momentos tan difíciles es cuando realmente valoras a las personas que te acompañan.

¡Gracias en mi nombre y en el de toda mi familia!

Yolanda Lorenzo Martín

A Mari , Carmen, Bea,Mari Nieves, Fefi… Veníamos de un año trágico en lo que a muertes de personas jóvenes se refiere y éste ha seguido de la mis-ma manera. Siempre que esto ocurre y la persona no es muy cercana, te duele, lo sientes pero la vida sigue y el día a día te hace envolverte en otros asuntos y parece que te atañe menos. Cuando es más cercano las cosas cam-bian y te das cuenta de cómo es el día a día, de qué manera se puede soportar algo así, como una madre cuando ha perdido lo más bello que le dio la vida se lo arrebatan y tiene que seguir cada día, levantarse, llorar, trabajar, aprender a vivir sin ellos. El dolor de ellas es inmenso, me han dicho que les falta un trozo de su alma. Jamás olvidaré su llanto des-garrador o el cántico entrecortado por la pena. Estas palabras son para deciros que sois muy va-lientes, que algo así no se supera nunca pero vosotras tenéis la fuerza suficiente para salir de dónde estáis, para reíros con vuestros hijos, nietos, sobrinos, mari-dos y con todos nosotros y que ellos, desde donde es-tán (dentro de nuestros corazones), siempre seguirán con todos los que los quisimos ¡¡ánimo!!

Ana Serrano Arévalo

A mi sobrino: Escribo estas palabras llorando, queriendo decir mu-cho y no sé si lo conseguiré. Te vi nacer un día de San José, eras regordete, con la nariz muy chata, grande, precioso… yo quise siempre tener un hijo pero Dios no me lo dio hasta entonces. Fuiste creciendo poco a poco, siendo un niño alegre y cariñoso. Siempre que nos veíamos, tenías un beso para tu tía. Al acabar tus estudios me dijiste: “la cosa está muy mal y a mi me gusta el ejército ¿qué te parece? “. Te di mi opinión, como siempre que me la pedías , y aca-baste llamándome desde el Líbano. Cuando yo oí tu voz parecía que estuvieras detrás de la puerta. Mi ale-gría fue inmensa igual que mi tristeza, un día de junio, cuando supe que ya no te volvería a ver más. Se habían truncado todas tus ilusiones, tus ganas de vivir, tus ri-sas, tu manera de dejarlo todo en medio, ¡tu mamá! Ya estoy aquí, las peleas con tu hermano, el tocar a mi puerta y decir: “tía, vengo a verte”. Me queda tu re-cuerdo de niño grande, bueno, cariñoso, trabajador…¡un hombre! De todo lo que he oído y leído sobre ti en tus páginas de Tuenti, de tus compañeros, tus amigos, tus primos y de tu hermano, pienso que quizás no te conocí lo sufi-ciente pero creo que sí, por eso, para ti, siempre seré tu tía que no dejará de quererte.

Ana Serrano Arévalo

A LOS QUE NO ESTÁNQue la muerte está tan segura de sí misma que hasta nos da una vida por delante, es una frase bastante cier-ta. Aunque a veces y como casi todo en la vida depen-de de distintas perspectivas. Discutibles y respetables

del que las sabe defender con coherencia. Lo que es bastante más cierto que: cada rincón de nuestro pueblo, de vuestra casa y nuestro recuerdo conserva el calor de vuestra simpatía. Simpatía que ce-

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HACE YA 68 AÑOSDesde el 25 Abril del 1943, no ha vuelto a acontecer lo que ha ocurrido en este nuestro 2011, y es que el Domingo de Resurrección y Romería coincidan.Es ciertamente algo inusual y después de 68 años se repite.

Cuando nos dimos cuenta de ello, se nos planteó un problema, pues evidentemente tanto si coincide como si no, conlleva ventajas e inconvenientes.Las ventajas serían que la fecha no se alteraría y que se contaría en nuestra localidad con más personas ve-nidas de fuera a ser la Semana Santa una fiesta a nivel nacional.Los inconvenientes entre otros serían que ambas fies-tas pudiesen perder grandiosidad, que posiblemente no se realizarían los judas, ni la procesión que se recu-peró hace dos años del Resucitado, que las famosas acampadas se acortarían en días y nos encontraríamos nuestro bello paraje de Estrella totalmente sucio y des-cuidado al no tener tiempo físicamente para poder ade-centarlo después de las acampadas y que el patatum podría tener problemas para celebrarse.Por ello la decisión ha sido difícil de tomar, pero al final se ha decidido hacer lo que harán la inmensa ma-yoría de hermandades que celebran sus romerías el úl-timo domingo de abril (y es como todos bien sabéis atrasarla en el tiempo y que pase a ser el 1 de Mayo),

y estas hermandades han tomado como referencia lo que hará la hermandad más antigua de España, que no es otra que la Virgen de la Cabeza.Evidentemente la decisión tomada tendrá muchos se-guidores y muchos detractores, pero lo que os pedimos es que valoréis las ventajas y no os obcequéis solo bus-cando los inconvenientes.Pues las ventajas por supuesto son que nuestra fiesta no pierda grandiosidad, que el paraje reuna unas con-diciones mínimas y aceptables, que nuestro patatum se pueda celebrar sin ningún inconveniente (al contar cada año con un mayor numero de seguidores) y pen-

sar que también esta fecha atraerá una gran cantidad de paisanos que residen fuera al coincidir con el puente de Mayo.Pero sobre todo lo que es para nosotros más importante es que disfrutéis de una bella y felicísima Romería en compañía de todos los vuestros sin ningún problema que pueda acarrear la coincidencia de ambas fechas. Y no olvidéis que esta coincidencia no se repetirá hasta el 25 de Abril del 2038, o sea, dentro de 27 años, por lo cual somos unos privilegiados que tendremos algo más que contarles a nuestros nietos y ojalá nos tenga-mos que plantear la misma tesitura en 2038, porque eso significaría que aún estamos aquí.

FELIZ ROMERIA 2011

La Hermandad de la Virgen de Estrella

Cartas al DirectorNº 47 • ABRIL 2011

OpiniónNº 47 • ABRIL 2011

rrando los ojos y dando libertad desenfrenada a nuestra imaginación, nos asalta con vuestro recuerdo inmortal en cada esquina, en cada calle pisamos y en cada rin-cón de nuestro corazón. Donde quiera que estéis, sé con toda certeza que éste sitio no será el mismo desde vuestra presencia. Lo mismo que éste no lo fue desde vuestra ausencia. Lo que es seguro que debemos vivir la vida al máximo,

para que cuando la seguridad de nuestros días nos sor-prenda no nos podamos reprochar nada. Eso tan sim-ple, es lo más difícil. Dicen que tras la nube más oscura siempre aguarda un sol esplendoroso, ahora sé que ese sol tiene 3 nom-bres propios: Antonio, Fidel e Isa. Gracias por ense-ñarnos a vivir.

Mº NIEVES ROMERO GÓMEZ

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OpiniónNº 47 • ABRIL 2011

LOS ZAPATITOS DEL PAJE O LA PÉRDIDADE ARTISTAS

Si observamos la vestimenta del paje de la Virgen de Estrella veremos claramente cómo ésta es práctica-mente nueva, sin embargo, los zapatos tienen ya casi 50 años. Los fabricó mi tío Antonio Reyes Martínez por encargo de mi tía, su prima, Elisa Reyes Serrano, la cual los costeó. Están fabricados en fieltro de color rojo sobre una planta de material duro de color negro, llevan en la parte superior delantera un gran lazo del mismo fieltro y rematados con un cuadrado de perlas blancas. Como es natural, con los años se encuentran un poco deteriorados. Si los miramos detenidamente, nos dare-mos cuenta de lo bien hechos que están y lo ajustados que le quedan, pero a la vez sin estrecheces. Si algu-na vez, de tarde en tarde, salía la conversación de los zapatitos estando su autor delante, se dejaba caer con aquella leve sonrisa, con la boca entreabierta ( parece que lo estoy viendo), diciendo: “Pues se conoce que le están bien, porque todavía no se ha quejado”. Como es de comprender, las carcajadas que soltábamos los que estábamos delante no eran ni chicas, ni pocas.

Digo lo de la pérdida de artistas porque, aunque a mí me gustaría que se conservaran siempre, tal vez in-cluso restaurándolos si fuera posible, puede que no los

hayan cambiado, no por respetarlos, sino por no haber encontrado un buen artista zapatero que sea capaz y capataz de hacer otros iguales. También quiero referirme con esta pérdida de artistas, (sin el más mismo ánimo de criticar), a las puertas de la ermita, tanto la que comunica ésta con la puerta del santero, como las principales, aquella puerta de cuar-terones de una sola hoja y más endeble, aunque tam-bién tenía su valor y no sea mi oficio la carpintería en madera, no tiene ni puntísimo de comparación al grandioso valor de la principal: una puerta regia de dos hojas anchas y altas y a mi parecer bien conservada por estar reservada con el porche de las inclemencias del tiempo. Y metidos en materia y ya en lo que a mí me concier-ne, la herrería, quiero decir y digo, que si el valor de la madera era enorme, muchísimo más lo eran los traba-jos de herrería y cerrajería, como son la rejilla incrus-tada que tenía para ver la imagen de Nuestra Patrona desde fuera si no se podía entrar a la ermita por alguna circunstancia, gorrones, cerrojo y armellas, pero, si trabajo tienen éstas el hacerlas, no se imagina el lec-tor que no entienda, el trabajazo que tienen hacer los clavos que afianzaban las tablas al armazón de la puer-ta con aquellas cabezas tan enormes, porque mientras más grande sea la cabeza de un clavo, muchísimo ma-yor es el trabajo para fabricarlo. Siempre tenemos que partir de un hierro bastante grueso para posteriormente ir dejándolo por un lado en punta finísima para que clave y en otro gordísima para poder hacerle la cabeza en la correspondiente clavera. No sé exactamente por qué se han cambiado, ¿no había artistas? o ¿presupuesto? o ¿ambas cosas?... Lo que sí puedo decir a ciencia cierta es que ha sido una enorme pérdida. Deseo a todos la mejor Romería sin olvidar a LA ESTRELLA para que a DIOS nos lleve y ahí va mi frase sobre ESPIEL, mi pueblo que es ésta: “Lo mejor de ESPIEL, vivir en él”.

Manuel Reyes Calvo

C/ Coronel Gimenez Ruiz Nº21 - 14220 Espiel (Córdoba)Tlf.: 957 36 35 08

ANTONIO BEJARANO MARTÍNExpendeduria Nº1

Papeleria, articulos de regalo, informatica y articulos del fumador.

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OpiniónNº 47 • ABRIL 2011

ESKERRIK ASKO ESPIEL ( GRACIAS ESPIEL). Un día de hace muchos años, un joven chaval espeleño que se llama Antonio Azcona Martínez tuvo que dejar su pueblo para labrar su porvenir como muchos de sus paisanos y alejarse de su pueblo,de su familia, amigos y costumbres, en definitiva, de lo que más amaba, y poner rumbo hacia una tierra desconocida para él. El destino fue el pueblo de Eskoriatza en Guipúzcoa, como lo fue el de otros muchos espeleños y el de gen-tes de otras provincias. Allí conoció a una muchacha de Eskoriatza, guapísi-ma, que se llama Piedad Gorostiza Uribe y de su unión, nacimos tres hijos , el que escribe y dos hermanas. El primer recuerdo que tengo de Espiel es de lo largo que se me hizo el viaje en el Seat 124 de mi padre y como nos distraíamos mis hermanas y yo mirando las matriculas de los coches y observando si tenían matri-cula de San Sebastián , Bilbao o Vitoria en busca de complicidad, intentando hacer el viaje mas ameno. Cuando entramos en la provincia de Córdoba ya se le notaba la alegría a mi padre pues estaba cerca de su pueblo, y nos iba explicando todo lo que veía, como al pasar por Cerro Muriano, donde hizo la mili . De repente aparecieron a lo lejos las casitas blancas, ¡ ya estábamos cerca !; bajamos por el pequeño puer-to y entramos en Espiel , ¡ que emoción ! , subimos por unas cuestas empinadas e interminables a la calle Alegría , donde nos esperaban mis abuelos Antonio Azcona y Carmen Martínez ;su recibimiento era el co-mienzo de nuestras vacaciones por tierras cordobesas.Día tras día empecé a conocer Espiel y a sus gentes sin saber que aparte de mi abuelo Antonio, adoptaría otro abuelo. Estando dentro de casa escuché el sonar de unos cascos. Enseguida salí a la calzada ; para mi sorpresa vi a un vecino de mis abuelos , que se llamaba Manolo Molina, con un montón de mulos y algún burro, no lo recuerdo bien. Desde ese primer día, sentí una gran atracción ha-cia ese hombre mayor. Quería montarme en los mulos como él. Así que siempre estaba merodeando alrededor de la puerta de su cuadra para ver si salía otra vez con sus mulos y podía montarme en ellos. Mi insistencia tuvo su regalo y un día me montó encima de uno de ellos mientras mi abuelo Antonio dirigía una mirada asus-tadiza hacia mi, ¡ niño , ten cuidado , no vaya a darte una coz ! Manolo le respondía diciéndole que estuvie-se tranquilo, que no me pasaría nada , y entonces co-menzaba el pequeño viaje que duraba lo que tardaban sus mulos en subir la cuesta que de la cuadra iba a la calle ¡ corto trayecto en distancia pero muy intenso en mi interior!. Entonces Manolo me despertaba de mi sueño , me bajaba cariñosamente y se perdía calle arriba con sus mulos cargados de algún cereal. Yo em-pecé a llamarle abuelo Manolo, y cuando lo veía , iba corriendo hacia el , llamándole : ¡ abuelo Manolo ! ¡

abuelo Manolo ! ¿puedo ver los mulos? El abuelo Ma-nolo al verme tan emocionado, me invitaba a su casa donde su mujer Florinda se alegraba al verme , pero a la vez le decía a su marido ¡ que tengas cuidado con el niño, haber si todavía vamos a tener un disgusto! Así esperaba llegase otro un día y escuchar de nuevo el sonido de los cascos golpeando el suelo para volver a la calle velozmente. Hoy, el hijo de mi abuelo Manolo, que hace honor a su padre llamándose igual que él, me hace recordar aquellos momentos cada vez que lo veo montado en el burro que tiene aquí en Eskoriatza , y montar encima del burro a todos los niños que desean subirse en las romerías que se celebran en los alrededores ¡los ojos de esos niños reflejan la inmensa alegría que yo sentí!. Por las mañanas me iba con mi padre a dar una vuel-ta al paseo , él con ganas de ver a sus amigos y de enseñarme el pueblo y yo con la curiosidad de verlo. Bajábamos por el Pilar del Matadero. Cuando lo veía lleno de mulos , burros o caballos bebiendo agua , mi padre tenía que esperar a que su niño se cansara de observarlos para poder echar unos vinos con su gente, pensando él también ¡ como pueden gustarle tanto las bestias! Los últimos años que he pasado por ahí no he vuelto a ver aquellas imágenes sintiendo como el pilar del matadero tiene que conformarse con ofrecer su agua para la limpieza de coches, añorando el agra-decimiento que los animales que por allí pasaban le ofrecían. Mi abuelo Antonio me llevaba a su huerto, abría el cerrojo de la puerta, que nos cantaba su bonita canción al hacerla chirriar y entrábamos en el pequeño recinto. Allí estaba el pozo , solitario, deseoso de ofrecer lo mas valioso que tenia ;mi abuelo le quitaba la tapa que lo cubría y después echaba un cubo al abismo inten-tando sacar algo de las profundidades, después de lle-nar el cubo, subirlo un poco y volver a soltarlo varias veces, volvía a llenarlo con agua limpia que subía a la superficie; entonces desparramaba el agua por la vege-tación de alrededor, regalo que ésta cogía con sorpresa pero con alegría ¡adios a la sed que venían padecien-do! Mi abuelo me cedió el cubo y yo intenté imitarlo, pero mi torpeza era mayor que mi destreza, al ser la primera vez que lo intentaba, por lo que solo pude sa-car un poco de aquel bonito tesoro .Escribiendo estas líneas veo como aquel día cada uno extrajo el tesoro en proporción de la experiencia y sabiduría en la vida que entonces tenía. Después mi abuelo saco la bonita llave, que introdujo otra vez en la cerradura y cerró la puerta; el chirriar del cerrojo sumió al pozo en su silencio mas absoluto.Después de esto , a comer aquellas viandas que mi abuela Carmen preparaba. El ajo de patata, acom-pañado de uvas, tenia más éxito que hoy, y, después tomábamos sandía o melón de postre, aunque cuando había chumbos ni lo dudaba . Más tarde una siesta y a la piscina.

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OpiniónNº 47 • ABRIL 2011

Allí me juntaba con mis amigos Ángel y Enrique Az-cona , Porriño, Nacho, Franki, Oriol , Eva , Cristina , Rakel , Chari , mi prima Vanesa Ubeda y muchos otros más con los que pasaba unas tardes fabulosas. Volvía a casa de mis abuelos con mi toalla al hom-bro, e iba directo a la azotea donde volvía a bañarme otra vez ; en esos momentos la regadera llena del agua templada del deposito, que allí tenían, era mi aliada, mientras otras veces el agua fría que salía de la man-guera me hacia saltar de una baldosa a otra . La merienda era el inicio de otro de mis deseos dia-rios, que era subir al cerro Rísquez , donde se junta-ban mi abuelo Antonio y algunos vecinos de alrededor como el cuñado de mi abuelo , mi tío Antonio Gimé-nez, mi tío Azconita ; mi otro abuelo adoptivo , Mano-lo , el primo de mi abuelo Manuel Ramos al que lla-maban Caparratones y que para mi era mi ti Manolo, y otros vecinos más. Me lo pasaba en grande escuchando las conversa-ciones que tenían entre ellos, y oía atentamente todo lo que relataban; trabajos de sol a sol , historias de la mina , de la guerra civil y de lo bien que se lo pasaban entre los amigos, de las juergas que se echaban, en de-finitiva , de sus vidas. Ahora me doy cuenta del valor de aquellas palabras, aquellos recuerdos , pues la vida sigue su curso y la muerte también , y con ella se van vivencias de toda una vida que serán sepultadas bajo el olvido si no las damos a conocer. Gracias a mis abuelos Antonio y Carmen , de los que tengo el gran privilegio de poder disfrutar de su compañía y su cariño; gracias, porque si no fuese por ellos no estaría escribiendo estas líneas.Después de estar en el cerro y disfrutar de las conver-saciones, bajaba al paseo con mis amigos y amigas y nos echábamos unas risas sentados en los bancos; estos eran curiosos, casi todos estaban enmarcados con rosales , abiertos a las miradas de todos, pero había uno cubierto de hiedra que era más serio, oscuro , más intimo; aquí era donde se sentaban las parejas buscan-do complicidad y tranquilidad con la esperanza de que nadie les robase con su mirada esos bonitos momen-tos; en mi imaginación me veía algún día de esos vera-nos con una muchacha espeleña bajo el arco cubierto de hiedra, intentando imitar a las parejas de mayores.

Los buenos ratos del paseo se aplazaban hasta el día siguiente cuando llegaba la hora de cenar , y entonces vuelta a subir a la calle Alegría, ¡ que nombre mas bonito para una calle! , cenaba y volvíamos a la calle. Allí me juntaba con otros niños con la intención de cazar salamanquesas. La calle de mis abuelos, como tantas otras de Es-piel era especial, allí se sentaban al fresco mi familia y nuestros vecinos. Conversaciones había de todo tipo, pero lo mejor era cuando nos meábamos de risa con las historias que allí se contaban. Al llegar la hora de dormir me iba a regañadientes, pues me lo pasaba tan bien que me daba rabia irme a la cama, pero como entonces venia otro momento auten-tico, se me pasaba enseguida. La primera vez que mis abuelos sacaron el colchón a la azotea es otro de los momentos que jamás se me olvidarán; allí dormíamos mis abuelos , mi primo Emilio, su hermana Vanesa y yo. Mi abuelo nos señalaba la Osa Mayor, la Menor y la Estrella Polar, entre otras, y cuando, entre medias de la explicación, una estrella fugaz hacía su aparición, como si fuera una lagrima que el cielo dejaba escurrir por sus mejillas, pedíamos un deseo.. Aún hoy sigo disfrutando de dormir al aire libre, pues mi afición por la montañas me ha hecho estar cons-tantemente bajo cielos estrellados en sitios verdadera-mente salvajes, pero sabiendo que fue el cielo espele-ño la semilla que después ha fructificado. Pero, como cada lugar tiene su belleza y aunque yo vivo en un entorno precioso con verdes prados salpi-cados de caseríos, vigilados por bonitas montañas a las que amo con locura , me gusta el paisaje de Espiel por lo diferente que es respecto a Eskoriatza: campos salpicados de bonitos cortijos, interminables olivares y encinares¡ una naturaleza salvaje donde poder dis-frutar de todo lo que ella nos ofrece!. Con este escrito lo que querría es devolverle a Espiel parte de lo que yo cogí prestado. A mi padre Antonio Azcona , GRACIAS POR SER DE ESPIEL. Un saludo

Joxean Azkona Gorostiza

GLORIA CABALLERO GARCÍA

C/ Ramón y Cajal Nº3 - 14220 Espiel (Córdoba)Tlf.: 957 36 30 87

Expendeduría Nº3Papelería, artículos de regalo, informática y artículos del fumador.

Page 9: Revista El Barrero

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OpiniónNº 47 • ABRIL 2011

¡VIVA LA VIRGEN DE ESTRELLA!POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN.

Fascinante artículo aparecido el jueves 17 de Abril de 1913, en el Diario de Córdoba, por un belmezano de cuna y espeleño de corazón, como podréis comprobar al leer su escrito, que describe de forma magistral los intensos días que vivió en la feria de abril de Espiel, allá por el año de 1870:

RECUERDO DEL TIEMPO VIEJO.LA FERIA DE ESPIEL

A la memoria de un respetable y querido amigo.Hace muchos años que, en alguno que otro de ellos, asistía yo a la feria de la villa de Espiel, verificada el 25 de Abril. Las costumbres de aquel tiempo eran hermosamente sencillas; el pueblo era tan democrático como cristia-no, y la más pura fraternidad era la norma de sus ha-bitantes. No sé como será hoy aquellas fiestas pues, aunque de vez en cuando he visitado el pueblo, desde la última feria a que asistí, hará unos cuarenta años, no he vuelto a presenciar ninguna otra. De tiempo inmemorial hay en el pueblo una herman-dad religiosa dedicada a la Virgen de la Estrella, Patro-na de los espeleños, formada por hombres y mujeres, y que, tanto los unos como las otras contribuían en aquel tiempo al esplendor de toda fiesta que con su Virgen se relacionase. Cada sexo tenía sus obligaciones y atribuciones, siendo del débil la mayordomía, cuyo nombramiento, hecho por el párroco del pueblo, recala cada año en dos señoritas de la localidad, las que eran encargadas de la organización del festival en honor de la Santa Virgen. Para ingresar en la hermandad se requerían ciertos requisitos, siendo los primeros ser natural de Espiel y de honradez reconocida. Generalmente el título de hermano se trasmitía de padres a hijos a los que pasaba también el distintivo de la hermandad, consistente en una levita de diferente tela y hechura cada una y una escopeta para correr la pólvora en las fiestas de la Virgen. El día 24 de Abril, víspera de aquella feria, uno de los hermanos, que hacía de tamborilero, paseaba por las calles de la población redoblando su tambor; una turba de muchachos lo seguía, los que, parándose de vez en cuando, bailaban al son del redoblante una dan-za especial, en la que, tan pronto en pie como sentados o tendidos, llevaban con cuerpo y manos el compás del redoble más o menos ligero que imprimía el tam-borilero. Esta que podía llamarse la introducción de la fiesta, era seguida a la mañana siguiente del alegre viaje a la ermita de la Estrella, para traer al pueblo la milagrosa imagen. La ermita de la Virgen de la Estrella está situada a unos cuatro kilómetros de Espiel, en un pintoresco llano, entre los cerros de Nava-Obejo y el Castillo, lin-

dando con la hermosa huerta de la Estrella. El camino que conduce desde el pueblo a la ermita es muy accidentado. Sombreado por corpulentas enci-nas y oculto en su mayor parte por espeso follaje, que riegan bullidores regajuelos, es en primavera suma-mente delicioso pasar por aquellas tortuosas veredas que, ascendiendo hasta el puerto de la Calera, siguen serpenteando entre monte bajo y calizas hasta llegar a la ermita, más atractiva esta por la fe y cariño con que es venerada por los espeleños que por su arquitectura y pintoresca situación. En la ermita se celebraba una misa que los herma-nos y expedicionarios oían con devoción, y después se preparaba por todos la gran comida, a la que, según oí, contribuían muchos vecinos aunque no asistiesen. Alegremente se pasaba el tiempo hasta las tres y me-dia o las cuatro de la tarde en que, formando procesión y haciendo salvas, conducían a Espiel, precedida de San Sebastián, la milagrosa Virgen de la Estrella. Las salvas y los cohetes no cesaban en todo el cami-no y, al llegar al sitio denominado el Barrero, el pueblo entero, acompañado del Olero y de la imagen del Re-sucitado, se unía a la procesión en medio de la general alegría y, ya juntos todos, seguían por la calle de la Estrella a desembocar en la de la Plaza, hoy de Basilio Manso. De la espaciosa plaza y calle que, empezando en la ermita de Loreto termina por la parte alta en la igle-sia, no se veía una sola piedra del suelo; tal era la mu-chedumbre de hombres, mujeres y niños que iba en la procesión, que sólo se veía en aquel espacio un mar movible de cabezas humanas descubiertas. Allá, cerca de la iglesia y en el centro de la población, ondeaba la magnífica bandera de colores brillantinos, insignia de la hermandad. Seguían dos filas de herma-nos, escopeta al brazo, los que iban haciendo cuanto podían por imponer un orden imposible, por el excesi-vo número de criaturas. Seguido del abanderado conducían unos mozuelos la imagen de San Sebastián, yendo detrás la del Resuci-tado y, casi en medio de la cuesta, llevada por gentes que se disputaban este honor, la venerada imagen de la Virgen de la Estrella, objeto principal de todas las miradas y entusiasmo. A la Virgen seguía el Clero y a este las autoridades y la banda de música, que alegraba el acto con sus gratas armonías. Consecutivas salvas y cohetes atronaban el espacio

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y, entre los vivas y el entusiasmo religioso, ascendía hacia la iglesia aquella compacta muchedumbre, entre la que no era extraño ver algunos con lágrimas en los ojos, producto hermoso de sus creencias religiosas. Así se subía a la iglesia y, una vez depositadas en ella las imágenes, terminaba por aquel día la fiesta re-ligiosa, hasta el día 26 en que se celebraba la misa del Ayuntamiento. La misa del día 26, costeada por el Municipio, era uno de los números mejores de la feria. Los hermanos no sólo invitaban a ella a los vecinos, sino a los foras-teros que tuviesen en sus casas. La iglesia era pequeña para contener el inmenso número de fieles que querían asistir a la citada misa. Entre los asociados y a las autoridades se ocupaba la mitad de ella, y muchos que no podían entrar oían la misa desde la calle. Yo, por deferencias de amistad, pude aquel año colo-carme en el coro alto, donde sólo se permitía la entrada a los músicos y cantantes. Un murmullo que parecía interminable se dejó oír por largo rato hasta que cada uno se colocó como mejor pudo. El empeño especial que aquel año había, además del que por la fiesta se tenía, era por oír a un sabio predicador, gloria de la cátedra sagrada, el que, tanto por su elocuencia cuanto por sus virtudes, era de todos admirados: don Juan Leal y Carmona, Cura párroco de Alcaracejos. La casualidad lo había llevado a Espiel y, por com-placer, tomó a su cargo el sermón del día. Con toda solemnidad empezó la misa, que los fie-les oían con devoción. Terminado el Evangelio, un sa-cerdote de aspecto venerable y cabellos blancos salió de la sacristía: era el predicador. Se hincó de rodillas ante el altar mayor; el oficiante lo bendijo y, con lento aunque firme paso, subió al púlpito, donde estuvo un momento orando. Por fin se levantó. De estatura regular y mirada tan modesta como ex-presiva, atraía sobre sí la simpatía en el momento de mirarlo. En su rostro brillaba la mansedumbre y, tras su espaciosa frente, parecía adivinarse un algo supe-rior que, exteriorizando lo sublime, hacía asomar a los labios la oración; su palabra era dulce y su expresión tan elocuente como persuasiva. Habló del amor de Dios; el amor a la humanidad; sublimidad de relaciones entre estas dos entidades; grandeza del primero y pequeñez del segundo; debili-dad del hombre en los dos extremos de la vida; niñez y vejez; comparaciones del poder de Dios y la impoten-cia humana; la caridad de los unos a los otros tanto por deber cuanto por egoísmo, y terminó con una sublime loa y conmovedora súplica a la Virgen. El orador concluyó su elocuentísima oración despi-diéndose de los espeleños con estas palabras: La dicha humana es muy efímera; para conseguir la mayor cantidad del bienestar posible, sólo os aconsejo que tengáis el amor a Dios como esperanza suprema presente y futura y el amor a vuestros semejantes, ha-ciendo siempre con ellos lo que quisierais que ellos

hiciesen con vosotros. El sacerdote bendijo al público en general y bajó del púlpito en medio de la admiración de todos los que lo habíamos escuchado. Después la hermandad, con la bandera a la cabeza y la banda de música, acompañando a las autoridades, bajaba al Ayuntamiento, frente al cual, mientras la mú-sica tocaba composiciones escogidas, los que sabían, revoloteaban la bandera, en tanto que los hermanos, formando círculo a la misma, disparaban sus escope-tas. Autoridades, hermanos e invitados, pasaban al local del Ayuntamiento, en el que, mientras se servía un es-pléndido convite, con una alegría ilimitada, se comen-taban los gratos acontecimientos de la fiesta. Por las tardes se paseaba en el Barrero y por las noches estaban los unos en el teatro, si lo había, y los otros en los bailes, que duraban hasta el día. El tercer día por la noche se hacía a la Virgen una solemne procesión que, recorriendo varias calles, ter-minaba en la de la Plaza, en la que, al llegar frente al Ayuntamiento, en la cuesta de la calle, se quemaban bonitos fuegos artificiales, que casi siempre termina-ban con una inscripción resplandeciente de colores que decía:¡Viva la Virgen de la Estrella!, cuyo viva re-petía el público verdaderamente emocionado. Una de las notas más simpáticas de esta Fiesta, siem-pre ha sido la bondad característica de los espeleños para con todo forastero que les es medianamente cono-cido; no sólo los invitan a todas sus fiestas populares, sino que se les atiende con una amabilidad exquisita, y esta condición innata en los naturales de aquel pueblo les hace dignos de todo encomio. ¿Siguen siendo las ferias de Espiel las mismas que en la época a que me refiero?¿Tienen los espeleños tanta fe en su Virgen como en aquella fecha tenían? Lo primero lo ignoro, pues, como digo, hace muchos años que no asisto a ellas. Lo segundo lo dudo, por lo mucho que vamos sabien-do, mientras peor estamos y vivimos. Yo creo que ascendemos tanto en ideas como baja-mos en positivo bienestar y que la alegría desaparece a medida que la materialidad la sustituye. El Espiel de hoy, aunque en sus fiestas populares y religiosas difiera algo en general por las causas indica-das en el párrafo anterior, puede asegurarse que sigue siendo el mismo en cultura y en bondad para con los forasteros, condición, como antes he dicho, innata en sus naturales, por lo cual son merecedores de toda cla-se de consideraciones. Hilario J. SolanoLa fe mueve montañas y perdura en el tiempo de gene-ración en generación.

¡¡¡Feliz Romería espeleños y visitantes!!!gritemos también nosotros en este 2011:

¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE LA ESTRELLA!!!

A.G.T./P.G.G.

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¡ Feliz Romería 2011!

ESCRITO SOBRE “EL PAJE”Ahora que nos llega nuestra Romería quería hacer un escrito sobre dos imágenes que tenemos en nuestro pueblo con el mismo nombre, una de nuestro Patrón del pueblo llamado San Sebastián celebrando su fiesta el día 20 de Enero y de otra que es “ El Paje “ de nuestra Queridísima Patrona Nª Sra. La Virgen de Estrella llamado también San Sebastián , el cual acompaña siempre a Nuestra Reverenda Madre en el regreso al pueblo y en la llevada a su Santa Casa , es-tando custodiada siempre por él. Sus vestiduras son una casaca y calzón de terciopelo rojo granate, chaleco con adornos, camisa blanca con unos encajes y medias también blancas, llevando tam-bién zapatos del mismo tono del traje con hebillas Sus vestiduras son siempre del mismo color, cambia el tono del rojo terciopelo de unos trajes a otros pero apenas se nota, pues las vestiduras que tiene ya de an-

taño guardadas son siempre iguales. En las manos lleva en una, una cruz y en la otra una flecha cortita. El también tiene sus fieles devotos haciendo sus pro-mesas para portearlo en Romería y Cofradía. Esto es simple comentario, que hará ya 40 o 50 años cuando los jóvenes iban al Servicio Militar sus fami-lias hacían promesas que si durante dicho servicio no les ocurría nada tenían que portearlo o bien de regreso al pueblo o a la llevada a la Ermita, es curioso porque la mayoría de dichas promesas las hacían las familias como anteriormente he dicho pero quien tenía que cumplirlas era el propio soldado. En honor de La Santísima Virgen su Hijo y El Paje desear una feliz Romería a todos.

Pilar Bejarano Barbero

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ARRE BORRIQUITO“ Va por un rucio que tampoco tuvo nombre, era que-rencioso y andarín, y durante años sirvió de cabalga-dura a mi padre” Hay una Fuente de Piedra, provincia de Málaga, un refugio para burros, cuyos fines son la prevención de la crueldad contra estas acémilas y sus hijos cruzados, los mulos, así como el proporcionarles los cuidados y pro-tección convenientes a los que los necesiten por causa de malos tratos, enfermedad o similares. También en Rute (Córdoba) existe la Asociación en Defensa del Borrico, con los mismos objetivos, prácticamente, que la organización malagueña. Y, por suerte, existen más asociaciones y refugios de este tipo en otros lugares de España. Yo, nunca fui buen caballista, sí me sentí en cam-bio jinete seguro a lomos de burro, animal por el que siempre tuve particular simpatía y por el que ahora me alegro especialmente al saber que hay personas que dedican su tiempo, medios y conocimientos a su pro-tección y cuidado. Por su docilidad, sobriedad y aguante, desde un prin-cipio los burros nos prestaron en la paz una ayuda no menos importante que sus parientes los caballos en la guerra, y, aunque se les identificaba como la cabalga-dura de los más humildes, para ellos fueron también siempre los trabajos más penosos. A lo largo y ancho del mundo, minas, canteras, trazados de ferrocarril, fa-tigosas norias tuvieron en el asno el servidor más efi-caz y sacrificado. Algunos, los más granadillos, tuvimos aún posibili-dad de ver pulular a los borricos por los senderos de estos campos, transportando a pastores, porqueros, ca-seros y hortelanos y a sus enseres y viandas, y también a las recuas de los arrieros trajinando disciplinadamen-te por nuestras carreteras. Pero de igual modo fuimos testigos de la subsiguiente etapa de la emigración ma-siva a las ciudades y otros países, con la consecuente despoblación del campo, lo que dio origen a cambios profundos en las zonas rurales. La progresiva mecanización de la agricultura, nueva causa y a la vez respuesta a dicha despoblación, signi-ficaba la desaparición no sólo de herramientas y uten-silios cuyo uso se perdía en la memoria de los tiempos, tales como el arado, el carro, la hoz, sino también de los animales que durante toda la vida habían constitui-do el medio exclusivo para la locomoción y el tiro. El fin de los burros y de sus hijos los mulos estaba sen-tenciado. En lo sucesivo, si alguien, en un país desa-rrollado, quería saber de estas acémilas, que tanto bien habían aportado a los humanos, tendría que recurrir a los zoos o a los libros. Los burros, inexplicablemente, nunca gozaron de

buen cartel, pues para el común de los mortales re-presentaban el colmo de la torpeza y de la terquedad más negativa. Sin embargo, para contento de los que les tenemos afición, la literatura nos reserva joyas en las que los burros adquieren un papel preponderante y justamente estimable. Sin olvidar que el propio Cristo los dignifica cuando, según San Mateo, elige expresa-mente para su entrada en Jerusalén, que había de ser triunfal, no un soberbio corcel, sino una humilde borri-ca que pacía mansamente con su pollino en una aldea. Como es sabido, ya en el cuarto texto de la Biblia, en “Números”, atribuido a Moisés, es decir, escrito unos 1400 años antes de Cristo, se nos cuenta la prodigiosa historia de la burra de Balam o Balaam. El animali-to tuvo el singular don de ver al ángel enviado por el Señor con la misión de asesorar al profeta Balam, su amo, visión que a éste le era negada de momento. La burrita para no atropellar al ángel, que se había plan-tado en medio del camino, se desvió, metiéndose en el campo, lo que hizo reaccionar al profeta propinando a su considerada montura una buena somanta de palos, a lo cual, a su vez, dio pie a un hecho más infrecuente aún, si cabe, puesto que originó que la burra hablase y, dirigiéndose a su amo, le preguntase por qué le pegaba y recibiese puntual contestación de éste, entablándose de tal modo el primer, y que so sepa único, diálogo en-tre un hombre y un jumento del que queda testimonio histórico. En definitiva, la subsiguiente intervención del ángel evitó que cosa fuese a mayores y propició que Balam realizase cumplidamente su cometido. Eso sí, nada impidió ya que nuestra inocente amiga dur-miese aquella noche con el lomo bien caliente. Más próximos en el tiempo, y dentro ya de la literatu-ra de ficción, encontramos maravillosos relatos en los que los borricos son protagonistas, y de sus aventuras y desventuras venimos sabiendo los humanos genera-ción tras generación. Me referiré a cuatro.Así el escritor latino Apuleyo (siglo II de nuestra era) nos cuenta en su obra “El asno de oro” cómo Lucio es embrujado y convertido en brujo. Como tal es robado, vendido a distintos dueños y, a la más mínima, apalea-do, hasta que, al fin, recobra su naturaleza humana por voluntad de una diosa. Lucio, desde su azaroso vivir asnal, es mudo testigo de los más reprobables vicios y maldades de los humanos. Sin embargo, de esta lectura nos queda el mensaje moral de que las bajas pasiones nos hacen perder nuestra condición auténtica, que solo podemos recobrar mediante la práctica de la virtud. “La disputa del asno”, libro escrito a principios del siglo XV por el fraile mallorquín Anselmo de Tur-meda, es una deliciosa narración salpicada de ironía e ingenio que nos hace sonreir y pensar. Decidido el

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reino de los animales a defender frente a los hombres que, en contra de lo que el fraile Anselmo predica, los animales son superiores en nobleza y dignidad a los humanos, convoca al fraile a una disputa. Para ello, el recién elegido rey, el León Rojo de la Éste, cuya profundidad dialéctica para sí quisieran nuestros vo-cingleros tertulianos de la televisión, va desmontando una tras otra todas las razones en las que el sabio fraile fundamenta su discurso. Todas salvo la que tan correo-so oponente se reservó para el final, consistente en que Dios tomó carne humana en la persona del Hijo y no carne ni semejanza de ningún animal. Ante tal razón, el asno se da por vencido, reconociendo que esto solo bastaba para admitir la superior naturaleza y dignidad del género humano. Tras lo cual, el rey de los anima-les, sin nada que objetar, reconoce como vencedor de la disputa el muy sabio fray Anselmo. Sin duda, más conocida es la figura del Platero, el burrito inmortalizado por nuestro Premio Nobel Juan Ramón Jiménez en su obra “Platero y yo”. Para mí el poeta de Moguer nos ofrece en el primer capítulo del libro no sólo la descripción más poética, sino también la más exacata que se puede hacer de un burro: “Pla-tero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos…”; y unos renglones más abajo, los hombres de campo, los que entienden, los que saben ver en las bestias lo que no se ve, dicen de Platero que tiene acero. Apariencia tierna, dureza de pedernal: eso es un burro. Todo el libro es pura poesía. Ya el autor define el relato como una elegía, anunciándonos el lirismo que va a empapar

sus páginas. También el final triste de su personaje. Naturalmente, resultaría imperdonable hablar de bu-rros y no acordarse del de Sancho Panza, el más uni-versal de todos, acerca del cual pocas cosas quedarían por decir. Por eso, yo me limitaré a reseñar dos cues-tiones. La una es que puede parecer contradictorio que siendo un animal tan famoso como su compañero de fatigas el rocín de don Quijote, éste tuviese nombre, mientras él era mentado solamente como el rucio, en alusión, sin duda, al color de su pelaje. Claro que el he-cho de que un autor tan genial como Cervantes, quien con todo tino bautizaba a los personajes de su inmor-tal obra, no le pusiera nombre al rucio, permite que veamos retratados a todos los burros que en el mundo han sido en la figura de su congénere manchego. La segunda es que, en todo lo que he visto y leído en relación con los burros, no recuerdo una muestra de amor más espontánea y plena de humanidad que la de Sancho hacia el suyo cuando lo recupera de manos de Ginés de Pasamonte, el galeote que tiempo atrás se lo había robado. Así nos lo cuenta Cervantes en el capítu-lo XXX de la primera parte del Quijote: “Sancho llegó a su rucio, y abrazándole le dijo: --¿Cómo has estado, bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío? – Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin responderle palabra alguna…” Don Miguel de Cer-vantes Saavedra ha hablado. Punto final.

Rafael de la Torre Alcalde.

REFRESCANDO LA MEMORIADurante los días que en verano suelo pasar en Espiel de vacaciones he tenido ocasión, este último año de 2010, de leer un artículo, “Las dos aceras del bar Labrado-res”, El Barrero 44, Página 21 a 23, abril de 2010, de mi buen amigo Juan de la Torre Cruz (Juanito para los amigos).

En dicho artículo observo cierta amnesia (falta de me-moria) que podría atribuirse a la edad por déficit de riego cerebral y arteriosclerosis (endurecimiento de las arterias) pero no es este el caso pues en ese proceso se pierde la memoria anterograda, es decir, se olvidan los hechos recientes, por ejemplo, lo comido hoy, pero se recuerdan muy bien los hechos antiguos acaecidos cuando éramos más jóvenes. Hay otros tipos de amnesias, lacunar o temporal, sistemática o nominal, etc. pero en cualquiera de ellos es fundamental que las personas que han vivido los hechos olvidados aporten sus vivencias sobre dichos olvidos para así tratar de recuperar la memoria de la persona que la perdió.Por último puede que ninguno de estos tipos de amne-sia permitan explicar lo que a Juan le ha ocurrido y que todo sea un lapsus calami, es decir, un fallo de la plu-ma al describir los hechos. Por todo ello y sea cual sea la causa del olvido creo conveniente aportar algunos

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datos que puedan contribuir a refrescar la memoria. En primer lugar la acera de la calle Ramón y Cajal no terminaba en la casa de Manuel Alcalde ya que más adelante, hacia el “Paseo viejo”, estaba el herradero-clínica veterinaria de Don Manuel Olmo, mi padre, y la fragua de los hermanos López-Durán – José , Segis-mundo y Curro- hijos de Pedro, el herrero, en el local que hoy es autoservicio de Cesarita. A continuación estaba la cerca, parte de la cual le fue estafada a mi padre y a mi tío Antonio Olmo, por Jorge Beitía, para construir la fábrica de las lámparas, cuyo esqueleto de hierros aún persiste allí.

Hacia el otro lado, más próximo al centro, y tras la fábrica de harinas, el motor de la luz, el almacén del trigo, la mal llamada casa de Miguel García, pues todo era de su esposa,doña Florencia Crespo Olmo, parece ser, según el relato de Juan, que estaba la casa de don Felipe, el médico, olvidándose que entre ambas exis-tía y existe una casa construida por mi abuelo, Antonio Olmo Rodriguez, en el año 1948, en la que vivíamos mis abuelos, Antonio y Micaela de la Torre Serrano, mis padres, Manuel Olmo, mi madre, mi hermana , Angela María y yo y en la que desde entonces pasaba y paso, todos los años parte de mis vacaciones de vera-no.Por fin llegamos en esa acera al bar Labradores, de grato recuerdo para mí pues raro era el día que faltara a la hora del aperitivo. Allí con mi padre,con Juani-to y su cuñado,Vitoriano, recordábamos los tiempos de estancia en Varguillas y Valdeladrillos con Antonio

Fernández, padre e hijo, Isidoro, Eloy, José Arévalo, etc. etc. Otras veces entrábamos con Don Felipe Gimeno, el médico, y su hijo José Antonio, compañero mio de colegio en Córdoba y de carrera en Sevilla así como jugadores en el equipo de fútbol de Espiel durante las vacaciones de verano. También coincidíamos, a veces, en el Labradores, con Antonio, el guarda agujas de la estación, que era el marido de María, la hermana de Juanito y que estando yo ya de médico en Madrid iba a la consulta del hospital de San Carlos donde la tratá-bamos de su diabetes. Todos estos buenos ratos y gratos recuerdos no se perdieron ni incluso después de traspasar el bar a la simpática hija de Arturo Alcalde, con la que seguimos mi padre y yo tomándonos el aperitivo en verano todos los días durante varios años. Siguiendo la acera de la derecha y la calle San Sebas-tián, tras del bar de Sixto estaba correos donde vivía el administrador D. Francisco Andrade y su esposa Trini Flores. Más arriba y pasada la casa de los Bei-tías, no estaba la casa de Olimpia sino que antes de llegar a ella se pasaba por el callejón que daba entrada a la cerquilla de D. Rafael Giménez, posteriormente convertida en casa de Cultura y la casa y barbería de José Gallego. A continuación había y hay una casa que perteneció a D. Angel Giménez, estando ubicado allí un tiempo Correos y donde yo viví hasta el año 1948. Enfrente estaba la barbería de Vargas y la zapatería de Leocadio. En fin, creo que con esto he contribuido a completar las lagunas que faltaban en el escrito de Juan y espero que al leerlo le haya servido para refrescar la memoria. Con mis mejores deseos le envío un fuerte abrazo a mi amigo Juanito y espero, Dios mediante, poder charlar con él este verano para recordar todos los momentos aquí reseñados y puesto que ya el bar Labradores no existe, lo invito a tomar el aperitivo en Ramón y Cajal nº 17, es decir, en mi casa.

Antonio Olmo Fabra

ALTA PELUQUERÍA

FRANCISCO Y PILARSan Sebastián , 22 - 14220 Espiel (Córdoba)

Tlf.: 957 36 34 22

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BAUTIZO DE GONZALO

El pasado 12 de marzo de 2011 y en la parroquia de La Compañía de Córdoba tuvo lugar el bautizo de Gon-zalo Jiménez Grimas, siendo padrinos, sus tíos Silvia y Miguel.Sus padres Luis Enrique “Chendo” y Carmen María agasajaron a la familia a un extraordinario ágape en los salones del Hotel Córdoba Center.

¡¡ FELICIDADES!!

Pepe Ortiz

CENTENARIOSEl pasado 17 de enero de 2011 cumplió CIEN AÑOS doña Rafaela Caballero Manso.

¡¡FELICIDADES!! Y que cumplas muchos más…

El pasado 12 de abril de 2011 cumplió CIEN AÑOS doña Felicia Bravo Barbero.

¡¡FELICIDADES!! Y que cumplas muchos más…

Rafael Nevado Mansilla

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II CERTAMEN DE BANDAS DE MUSICA DE ESPIELEl pasado 19 de Marzo tuvo lugar en la Caseta Muni-cipal el II Certamen de Bandas de Música de Espiel.Al certamen le precedió un pasacalles por las distintas calles de la localidad.Este pasacalles fue algo novedoso, pues es la prime-ra vez que se realiza en nuestro pueblo y creemos fue del agrado de todos y llenó Espiel de bellos compases musicales.

A la terminación del mismo comenzó el evento propia-mente dicho.Y en él participaron las siguientes agrupaciones:Agrupación Musical San Martín de Añora, formada por 90 componentes, por lo que, aunque nuestro es-cenario es magnífico, en esta ocasión resultó pequeño para albergar a tantos músicos.

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Centuria Romana de Pedro Abad, los cuales destaca-ron por su atuendo, pues como bien su nombre indica van ataviados como las antiguas centurias romanas.Banda de Cornetas y Tambores Maestro Valero de Aguilar de la Frontera.

Y cerró el acto nuestra y vuestra Agrupación Musical Sierra del Castillo de Espiel.Queremos agradecer al Ayuntamiento, empresas, enti-dades y particulares que han colaborado con nosotros y que han hecho posible que este II Certamen haya podido ser una realidad.Y especialmente nuestro agradecimiento a nuestras familias, que saben el amor que sentimos por la mú-

sica y nos perdonan las muchas horas que dedicamos a ensayar y los muchos sinsabores que la dirección u organización de cualquier agrupación o evento puede suponer.Deseamos que todos hayan disfrutado en este II Certa-men, gracias por acompañarnos y prometemos seguir dándole continuidad en años venideros.

Un cordial saludo de todos los componentes de la Agrupación Musical Sierra del Castillo de Espiel.

Esterlla Doñas

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Nº 47 • ABRIL 2011Noticias

C.E.I.P. ANTONIO VALDERRAMA

actividades 2º trimestre• El pasado día 21 de Enero de 2011 tuvo lugar la visita pastoral del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Demetrio Fer-nández, Obispo de nuestra Diócesis de Córdoba, que tuvo a bien dedicarnos estas líneas en el libro de visitas del Centro: Al colegio Antonio Valderrama de Espiel con mi reconocimiento y gratitud por su calurosa acogida, y con mis mejores deseos de que en este lugar educativo se forjen los hombres y mujeres del futuro de Espiel.A todos los alumnos y particularmente al Claustro de Profesores, mi afecto y bendición. + Demetrio Fernández Obispo de Córdoba 21 de enero de 2011 Bendito el que viene en nombre del Señor. Gracias a D. Carmelo y a D. Ginés.• Excursión a Granada alumnos 2º ESO.• Juegos de la paz: maratón de 9 juegos - 150 minutos. Infantil 5 juegos.• Día de Andalucía: desayuno molinero, webquest espeleñito, canciones, juegos…• Carnaval: disfraces, canciones, paseo por el pueblo y convivencia en la carpa.Gracias al A.M.P.A. por su labor y esfuerzo desinteresado.Podéis verlo todo en nuestro web:http://redcentros.ced.junta-andalucia.es/centros-tic/14003484/helvia/sitio/

XIX PREMIO NACIONAL DE POESIA ACORDES 2.011El Premio Nacional de Poesía Acordes 2.011 en su XIX edición, que se celebrará el próximo día 29 de Abril, volverá a contar con la actuación de la Rondalla Coral Espeleña, que interpretará temas tan acordes a la romería, como nos viene acostumbrando en ediciones anteriores.

El repertorio elegido para este año es el siguiente:

Serenata de AldeaYa van a la cruz de MayoAbril

Pasacalles de la RomeríaVirgen Santa de la EstrellaDesde el trono de amor donde reinas

Este último bloque de canciones son himnos de nues-tro pueblo, de nuestra Romería, de nuestra Virgen, a los que ha puesto arreglos musicales, nuestro director

Angel Nevado Mansilla, y concretamente “Desde el trono de amor donde reinas” es un tema que estrenaran en esta edición del Premio Acordes 2.011 para todos los presentes al acto.La Rondalla Coral Espeleña, les desea una feliz Ro-mería 2011.

La Agrupación actuando en la edición anteriorÁngel Nevado Mansilla

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Semana SantaSEMANA SANTA

No estábamos acostumbrados a una Córdoba así. Para nosotros la ciudad era la de los días de agosto, bañada en calor y medio solitaria. Tantos años de asiduidad, de fidelidad periódica, nos crearon una imagen cierta-mente distorsionada. A veces, la verdad se nos oculta a los ojos, y una mentira se hace dueña de nuestras creencias y nuestros pensamientos.

Sí, Córdoba era toda color y aire que no quemaba, perfume de naranjos y sombras frescas, tan alejada del sonado calor de los veranos como próxima a esos “pa-tios” de mayo. Era la Córdoba que se vuelca con su Semana Santa, la Córdoba nazarena, la Córdoba peni-tente, la Córdoba de la emoción apasionada en aquel miércoles en que cualquier esquina desprendía perfu-mes de primavera. Las notas que siguen fueron las que allí tomé.

“Las farolas acompañan a una cruz de terciopelo negro, el mismo color de los capirotes de los nazare-nos que van detrás. Llevan faroles plateados, apaga-dos todavía a las nueve de esta noche que comienza a desperezarse. La plaza de Emilio Luque está aba-rrotada, pero Pilar empuja hasta llegar a la callejue-la y colocarnos a todos a dos palmos de la procesión. Los cirios, inclinados, gotean en el asfalto cuando los niños se acercan a encender sus velitas. Huele aquí a cera más que a incienso o azahar. Al estandarte mora-do, que reza unas estrofas que no distingo, le sigue una bandera completamente blanca. Algunos nazarenos se afanan en taparse la boca, como si tuvieran miedo que el viento, que no hace, fuera a descubrirlos. ¿Cuál será el verdadero motivo de su anonimato? ¿Acaso, la pasión anónima? ¿Una pasión altruista? De niño, más que por su figura, conocía a mi padre por sus zapatos y por el cirio de mando que llevaba en medio de la fila. No estamos acostumbrados ya a los perfiles de las tú-nicas y de los hábitos. “Fíjate en los zapatos que llevo” –me decía, entonces, cuando caminaba con soltura–. De tanto en tanto, entre una y otra cofradía, la gente come pipas, ríe, charla… los niños continúan entrete-niéndose con los encendidos, y aunque algún nazareno se los niega, no es lo habitual. Córdoba se llena de una luz de sombras que caminan entre sus calles, buscan-

do los pasos conocidos. Hay tanta gente que cualquier rincón se hace pequeño. Siguen pasando penitentes, con cirio o bastón de mando, con la mano junto a la boca. Ahora me percato de que la mayoría de los ni-ños no buscan encender velas, sino llenar de cera una pequeña pelota de papel de aluminio que se han pre-parado. Los tambores, roncos y solitarios, suenan por el callejón; esta hermandad no parece llevar otro ins-trumento. El paso aparece balanceándose, casi tocando las paredes de la estrecha callejuela, tanto que no sé si cabremos todos juntos. Ahora, como reservadas para esta zona de máxima resonancia, suenan las trompetas. También llegó el incienso. Intenso. El olor de las velas murió con él. El capataz dirige. ¡Difícil!... incienso, incienso… manto rojo… ¡a la derecha!... ¡adelante, valientes!… Siempre caminando los costaleros, aun-que sea sin moverse del sitio. A treinta centímetros, no más de nuestras cabezas, pasa. Michael toca la madera labrada. El centurión… Jesús… El juicio… Mientras la bandera les sigue con su caminar cansino, la gente aplaude. Redobla el tambor y las trompetas se agitan rompiendo la tarde que ya murió. Vuelve el tambor so-litario. Doscientos músicos, cuento por encima, desfi-lan con los intensos redobles. El paso se pierde en una distancia no lejana. Todo se para. Hablan los músicos, la gente, los cofrades… es como si el descanso des-terrara la emoción de hace dos minutos, como si sur-giera el control de lo aprendido, de lo conocido repe-titivamente. Tal vez el aplauso fuera la inflexión de lo obligado, pero es innegable la emoción reciente. Nada tiene que ver con lo de antes, y la fuerza del apren-dizaje permite pasar de lo misterioso y lo divino a lo más humano y terrenal. Retornan las pipas y el cigarro de algunos músicos, ávidos de charlas y nicotinas. Al rato, otro aplauso, otra inflexión, las trompetas… Los nuevos repiques y unos platillos indican, finalmente, el reinicio de la marcha. La calle retumba y otro silencio nace en esta noche de Semana Santa. Entre la cola y la gente que sigue a la procesión hay algún que otro pá-rroco, apenas sin notoriedad frente a los monaguillos y los uniformes militarizados de la banda. Los cíngulos cuelgan balanceándose al compás del paso y los tam-bores, y un estandarte del Cristo victorioso sobre un Satanás alado precede al último grupo de nazarenos de

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estas horas. Junto a la casa de fontanería y albañilería, de pintura y electricidad, “Rafael Juntas”, los niños apuran las ceras de los últimos cirios”.

Casi sin tregua, esquivando a los que venían y a los que iban con menos prisa, fuimos acercándonos al Cír-culo Taurino. Pasamos por Las Tendillas, donde había-mos quedado con Carlos, Marisa y su hija Marta. Hace tiempo que procuran no perderse estos días, y lo que son las cosas, viviendo también en Barcelona, es en Espiel donde solemos vernos. Algunas veces, Carlos y yo nos encontramos en la Universidad para tomar un café, pues su escuela y la mía están a tiro de piedra. Sentados en un velador de la plaza estaban con par-te de su familia: Rafael, Miguel y Mercedes Gavilán, Ana Ledesma, Charo Madrid y Manolo de la Torre. Insistieron en que nos sentáramos, pues acababan de llegar y no era momento de despreciar la mesa libre en la abarrotada plaza mayor cordobesa. Pero Pilar tenía prisa por coger un buen sitio para La Paz. Tenía razón, la procesión merecía la pena y su papel de anfitrio-na la condicionaba. Aún nos dio tiempo a tomar unas cervezas y unos montaditos de lomo, eso sí, de pie y sin el abandono de las estrecheces y las disputas en la barra, pero Michael está acostumbrado a lidiar en es-tas plazas y pudimos darles cuenta antes de que por la esquina de la calle aparecieran los primeros nazarenos. Desistí de la escritura; primero porque me era imposi-ble, y segundo porque quise concentrarme en lo que estaba viendo. Recuerdo especialmente el laborioso paso por la esquina. Doblarla, con el majestuoso paso de La Paz, no es algo por lo que pueda apostarse si no se ha visto antes. Me dijeron que se necesita mucho entrenamiento para conseguirlo sin que la talla sufra golpes o deterioros. Tal vez fuera media hora lo que invirtieron en virar. Recuerdo algunas de las palabras del capataz: ¡Vamos a llevar al Señor como se merece! ¡Ánimo valientes, como vosotros sabéis!

Al día siguiente, Jueves Santo, fuimos a la iglesia de San Francisco, desde donde saldría La Caridad, una de las cofradías más populares y numerosas de las treinta y cinco de penitencia con las que ahora cuenta la ciu-dad. Manolo, el hijo pequeño de Michael y Pilar iba de “luz guía” –Juanmi, el mayor, estaba finalizando sus

estudios en Alemania, ya resignado a la pérdida de las primaveras andaluzas de los últimos años–. Los legio-narios, con gran capacidad de convocatoria, era otro de los reclamos de la procesión. Michael nos acercó con el coche hasta la cercana orilla del Guadalquivir y regresó a Manolete, porque era imposible aparcar. Lo tenía previsto y ni siquiera lo intentó. Dio la vuelta justo cuando una ambulancia se llevaba a la mujer que, allí mismo, acaban de atropellar. El alboroto nos trai-ciona, y a veces termina jugándonos una mala pasada. Subiendo la pequeña pendiente que en el río inicia la calle San Fernando, muy concurridos ya los alrededo-res de la Plaza del Potro a una hora y media todavía de la salida, cuál fue nuestra sorpresa al toparnos, casi literalmente, con Rafael y Flor. La de ellos, después de no vernos desde la feria y sabiéndonos ajenos a la Semana Santa, aún debió de ser mayor. Miraron a Ma-nolo como nosotros lo miramos poco antes, e imagino que aquellas miradas y las que le dirigían a lo largo del recorrido previo lo asimilaban a una pequeña estrella, esa que especialmente admiran niños y mayores. Su capa al aire acentuaba su esbeltez y la incipiente ju-ventud que atesoraba.

Pilar llevaba dos invitaciones para entrar dentro y poder ver todo desde el principio. Insistió en que en-trásemos. Éramos más de la cuenta, pero eso no suele ser problema para ella. Lo habló con unos conocidos y nos dejaron entrar. Saqué el cuaderno del día anterior y proseguí las notas.

“La iglesia es barroca, blanca en su nave central y dorada en el altar y los retablos. El Cristo crucifica-do resalta en el paso, en el centro del pasillo, lleno de claveles rojos; la Virgen, arrodillada bajo la cruz. Es una de las imágenes más antiguas que salen. Cuando entramos, apenas hay nadie. Poco a poco, aún con la cara descubierta, van llegando niños nazarenos. Visten túnicas negras con peto rojo, y el capirote, rojo tam-bién, lo sostienen apoyado en la cintura. Un hombre enciende los cuatro cirios rojos que delimitan el es-pacio más sobresaliente. Al llegar los de la Herman-dad del Huerto las llamas ya son estables, y la luz que dan a la cruz se hace patente. Algunos comienzan a

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probarse los capirotes, con la inevitable mano bajo la boca, según me confirmaron, para asegurar una buena visión. –No recordaba esta necesidad, pues del año en que siendo niño me vestí de nazareno, ya distan mu-chos–. La mano bajo la boca para estirar la tela del capirote y centrarla en los ojos. Que el aire entre por cualquier sitio es cuestión de supervivencia, pero a la vista es fácil cegarla.

Un corro de madrinas negras, con peinetas del mismo color, habla junto a Manolo, que acaba de aparecer en el pasillo con su luz guía: un farol plateado, típico de la magnífica orfebrería cordobesa. Algunos costaleros ríen; son todos jóvenes de poco más de veinte años. Hoy puede ser uno de esos días grandes, pues es im-probable que el tiempo lo estropee. La tarde trajo sol y pocas nubes, y la lluvia parece haberse alejado de este 2010 pasado por agua. Hay muchas niñas nazarenas. Pilar comenta que también hay costaleras, aunque eso fuera polémico hasta hace bien poco –a fuerza de lo-gros vamos aprendiendo lo que debería ser una eviden-cia: que los deberes y derechos no deben distinguir en sexo–. En la iglesia se mezcla frescor e incienso, inclu-so cuesta respirar por momentos. Cada hombre tiene su cara, sus ojos y su expresión. Cada uno es diferen-te a los demás. Dentro de un rato la impersonalidad se adueñará de ellos, y diríase que cualquiera puede ser otro, sin nombre, sin personalidad, casi sin volun-tad propia. Solamente serán nazarenos. El hábito los equiparará y la voluntad se tornará fin común. ¿Cuánto pesa la tradición? ¿Cuánto la fe? ¿Cuánta cultura he-redada año tras año? “Mi primo es ateo, pero que no le toquen su Cristo resucitado” –nos dijo ayer noche una de las amigas de Pilar que nos acompañaba. Un estandarte verde, con un fajín amarillo su abanderado, pasa a nuestro lado. Es el único color discrepante entre tanto negro y rojo. Suena el teléfono. No es ninguno de los nuestros (Rubén avisó al entrar de que lo pusié-ramos en silencio). Contesta Pilar. Nadie se extraña, y ya somos muchos los que estamos aquí, pues la iglesia ha crecido tanto por dentro que más parece tratarse de una catedral. Los que sumaron fueron sobre todo los cofrades, pues los bancos que ocupamos nosotros es-tán semivacíos; justo detrás del nuestro se sienta una conocida diputada del Parlamento de Andalucía y uno

piensa que es un privilegiado por poder vivir la Sema-na Santa desde dentro. Aprovecho tal privilegio para preguntar a los cofrades, y así me entero de cómo car-gan el paso, como se estructuran las filas y se ajustan las alturas, cuando se relevan y que sienten. “Sarna con gusto no pica”, me dice uno, y otro completa con “no sé, es un sacrificio que gusta… tienes que tener ese gusanillo”. Me enseñan el interior de la estructura y responden con soltura a mi curiosidad, aunque dudan en los orígenes y los significados. Las cosas son como son y no hay que darles tantas vueltas. Uno se aventura a decir que cree que lo del capirote se remonta a épo-ca de La Inquisición, cuando a los condenados se les tapaba la cabeza con un saco; de ahí que los peniten-tes, para pulgar sus pecados, también buscaran hacerlo desde el anonimato.

Empieza a notarse un cierto nerviosismo, un mur-mullo que recorre el templo desde la pila bautismal hasta el altar. En poco tiempo se articula la aparente anarquía, y un nazareno adulto pasa con una lista en la mano. La “cruz de guía” se prepara. Manolo con su farol de luz también. Llegó la hora. Las puertas de la iglesia se abren y dan paso a la luz del día, a la forma-ción de los legionarios y a la expectación de la calle, donde la gente se apiña para ver la salida de la proce-sión –a mi pensamiento llega una vez más el agrade-cimiento a Pilar y Michael–. El paso se levanta con un impulso seco, y la luz de los cirios vibra sobre la cruz que iluminan. Comienza un suave redoble de tambores fuera de la iglesia. La tarde aún está alta”.

Llegamos al pueblo en hora del nuevo día, algo tarde para lo acordado con Laura, que prefirió las amigas a las procesiones cordobesas. Nos acompañó, eso sí, al Santo Entierro y a la primera de las salidas procesio-nales de la nueva banda. Allí volví a encontrarme con Rafael, y junto a José Antonio y Manolo, fuimos reco-rriendo las calles que desde niño guardo por Semana Santa, sin saeta alguna que se adueñara del silencio y la emoción de entonces. Tal vez el próximo año.

Antonio Fuentes Cejudo

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CARNAVAL 2011La Chirigota de Espiel: “LOS QUE LIARON LA MUNDIAL” se presentó este año con un tipo que rápidamente al verlos, estuvimos con ellos sin duda alguna. Nos recordaron momentos inolvidables este verano pasado, como fue, la proclamación de nues-tra Selección Española de fútbol, como campeona del mundial en Sudafrica. Ellos vieron que esta oportuni-dad no se presenta dos veces, y quisieron homenajear este carnaval, a nuestros héroes campeones del mundo de Fútbol. Sexto año consecutivo que salen. Otros años se lla-maban: “Los fantasmas... del más allá” - “Una jartá de pamplinas, en la terrassa de arriba” – “Los Go-bernantes dum pueblo dal lao” – “Los que tos’ los días se ven y nunca se separan…” – El año pasado se llamaban “Los Charangueros”, y este carnaval como arriba se indica, con el nombre de : “Los que liaron la mundial”. El grupo estuvo formado por 11 componentes (7 ve-teranos y 4 canteranos), con su entrenador a la cabe-za. La letra, música y dirección estuvo a cargo, como siempre de: Angel Nevado Mansilla Es de agradecer este afán carnavalero, por que man-tienen viva la tradición de las agrupaciones en la ma-ñana del domingo de carnaval en Espiel. También los pudimos ver en diferentes pueblos de las Comarcas del Guadiato y Valle de los Pedroches, por cierto, siempre tan esperados. A continuación algunos cuples de “Los que liaron la mundial”: Cuplé : Pasó un domingo en octubre Pasó un domingo en octubre, muy tempranitoLa gente iba p’ariba, a por los churritosY en tos’ los bares abiertos, se comentabaQue las bolas de “El Barrero”, po’ ya no estaban Las bolas que hay delante la carreteraAl lado de la parada del autocarPor lo visto ha sido un coche, lan’ pegao un zarpazo esta nocheY no saben quién ha sido, pero lo van ¡¡schiss!! ave-riguar En el pueblo, lo que pasa, llega a nuestro oídoEl Alcalde en el momento ¡¡cuscha!! que se enteróSe bajó p’abajo, para ver lo que ha sucedidoNadie le ayudó, recogió las bolas todas solito.

Lo vio nuestro director, y anotó en sus notasPues ahora será nuestro recoge–pelotas Cuplé: Le invito a dar una vuelta por nuestro pueblo Le invito a dar una vuelta por nuestro puebloAhora que está to’ hecho y todo nuevoA mi el Paseo Viejo, es que me encantaQue hay más olivos que en la “umbría de Alcantara” La calle San Sebastián la han dejao’ preciosaPorque es la más importante y la principalPero le hemos visto un defecto, creo que ha fallao’ el arquitectoTenían que habernos puesto, más macetones pa’ no aparcar La calle que va pabajo’ pa’ las ChaparrasQue después de hecha, pues la tuvieron que levantarUnos dicen que “no se qué”, las casas le entra aguaOtros que el albañil, la machota, se la dejó olvidá El campo de fútbol es algo estupendoPa’ que jueguen los forasteros del Espeleño

Estribillo:

JUNTOS PODEMOS, PODEMOS

LLEGAR HASTA LA FINAL

Y ENTRE COPA Y COPA

ME GANO OTRA COPA

Y TE LIO LA MUNDIAL

Ángel Nevado Mansilla

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Nº 47 • ABRIL 2011Personajes

Nº 47 • ABRIL 2011

JESÚS ARAGONÉS RICO

Galán de la época, que a sus casi 88 años para mí sigue siendo un galán, y creo que merece leer éstas líneas. Le tocó pasar por una Guerra Civil y por la multi-tud de desgracias de aquellos tiempos, siendo sólo un niño; y de tiempos más recientes, con la pérdida de seres queridos, desde que “su novia” no está…. no es lo mismo. No fue siempre anciano, pero yo lo recuerdo desde pequeña con ese andar cansino que los ancianos car-gan a su espalda, mucha vida y una bolsa repleta de consejos. Nunca se ha caracterizado por mostrar mucho sus sentimientos, puede ser por los tiempos duros que le tocó vivir, que han marcado su carácter. Hombre, ca-bal, recto, noble y siempre por el camino de en medio pero sin duda de gran corazón y que aún sigue irra-diando fortaleza. A día de hoy sigo escuchando las historias que han llenado su vida, en las recuerda los nombres y apelli-dos de todos los que las compartieron con él; (Verde-jo, Rafael Guerrero, muchos compañeros de trabajo y amigos de sus días en Murcia) Una de las cosas más importantes que he aprendido en sus conversaciones es que no es suficiente que de-seemos algo para que se cumpla, sino que además hay que esforzarse y trabajar para lograr las cosas. Siento un enorme agradecimiento y el resto de la fa-milia también de tener el privilegio de tener un abuelo, bisabuelo y padre como tú. Recordaros a todos que sin los abuelos, muchos ho-gares en España y en todo el mundo, sencillamente no podrían funcionar. Muchas familias saben que en los abuelos tienen a un maestro, a un cocinero y hasta un conciliador familiar. Y todo esto lo tienen de forma in-condicional y voluntaria, sin tener en cuenta, horarios ni festivos. Siempre con amor y cariño. Por eso, debe-ríamos agradecérselo más a menudo. Uno de los problemas hoy en día, es que estamos demasiado ocupados y muchas veces se nos olvida lo fundamental, NUESTROS MAYORES.

Con Cariño, Noelia B. A.

Jesús Aragonés Rico

Jesús Aragonés Rico y su Esposa

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la calle “DEL HORNO” hoy “GONGORA”, esquina a calle IGLESIA un pequeño BAR con el nombre de “LA CUEVA” seguidamente tuvo sus primeros clien-tes tal como el tío Ricardo, mí tío Antonio, Francisco Gómez de la Fuente, Paquito Alcaide y el que escribe, así como los que subían para las “CALZAS”. En la acera de enfrente estaba Juan Reyes con otro pequeño bar que también lo visitábamos, pero con menos fre-cuencia porque dejaba las copas con coronilla.

En la misma calle, frente a la cueva, “LA NORIA” de la señora Máxima con su vendeja del agua, no se a que precio pero creo que eran céntimos de peseta el cántaro.

A la vuelta de la esquina de Juan Reyes la Fuente de arriba y el pozo hoy desaparecido, donde se daba el agua racionada a base de poner la vez con un cubo o un cántaro viejo y cada día se ocupaba un municipal, tal como Isidro, Miguel, Ramón o el Pelícano.

Esto es lo que sucedía en aquellos tiempos; hoy en día no tenemos el agua racionada, pues según los medios los pantanos están a tope. Hasta aquí mi relato, desean-do a todos los paisanos y a los que vendrán con motivo del puente, FELIZ ROMERÍA 2011, yo creo que veré la llegada de la procesión al pueblo como cada año.

VITALIA 27 MARZO 2011 – ANTONIO SEGOVIA

Personajes

ANTONIO SEGOVIAAllá por los años cuarenta y cinco o cincuenta según recuerdo llegaron a Espiel procedentes de Ojuelos Altos (Fuente Ovejuna) la familia Mateo Castillejo y Juan Ortiz, ya mayores compuesta por dos hijas Car-men, Dolores y Eugenio de mí quinta ya fallecido, ex-celente amigo y mejor persona.

Mi escrito va dirigido a sus nietos Pepe y Carmen que al estar nuestras viviendas cercanas, yo los vi crecer en el ir y venir diariamente del piso de la casa del horno, frente a la calzada de Don Emilio (digo esto para mejor conocimiento de los pai-sanos). Dicho horno estuvo regentado en los años 30 – 35 por Ángeles la hornera y su hija María. En aquellos tiempos lo que prevalecía en el pueblo era la agricultura, a la cual se dedicaron nuestros convecinos; pero Juan no tardó mucho en instalar en

Juan Ortiz Horrillo ( Juan de la Cueva)

Finca “La Vega” de Obejo (1960).Gabriel Sánchez, ??, Eugenio Mateo Castillejo, Carmeluchi Mateo,Eugenio Mateo, D. Emilio Caballero, Vidal, Juan, ? y Mari Loli.

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ENRIQUE CRESPO “Establecerse en el abismo de Dios”

Este sacerdote y gran misionero nació en Espiel (Cór-doba) en 1937.Hijo de Enrique Crespo Ruiz y de Ra-faela Rodriguez Crespo. Vivió, hasta su ingreso en el seminario, en la calle Julio Romero de Torres nº 5 (Es-calerillas). Entró en el seminario de Badajoz en 1955 y en 1958 ingresa en el Instituto de los misioneros de la Consolata. En el primer número de Antena Misionera, marzo de 1963, se daba la noticia de su ordenación sacerdotal el día 30 de aquel mes. Después de algu-nos años de trabajo misionero en Colombia vuelve a España. Por un largo periodo dirige Antena Misionera y es provincial de los misioneros de la Consolota en España donde ingresa el 25 de enero de 1977 y ese mismo día habla por teléfono con su antiguo maestro de novicios en Dueñas y le dice: “Rezad por mí, por-que no sé lo que el Señor me va a pedir en la Oliva”. El Señor no le iba a pedir “nada” sino que le iba a tomar a él entero. Cuando apenas llevaba quince días en mo-nasterio, Enrique muere. De forma inesperada, el 10 de febrero de 1977, moría en la Trapa de Santa María de La Oliva en Carcastillo (Navarra). Hoy una sencilla cruz señala el lugar del cementerio de La Oliva donde reposa su cuerpo.

Su última carta es del 6 de febrero, entre otras cosas, dice: “ Tengo paz y en vísperas de cruzar el ecuador de los 40 me doy cuenta de que vivido mucho y aprisa. Ahora se impone un ritmo más pausado, más denso y consiguientemente más presente a mi mismo. Mentiría si dijera que no me cuesta. Por encima de todo está Dios. Está nuestro Jesús de Nararet. He renunciado a hacerme preguntas y porqués sobre mi vocación aquí

y ahora. No encuentro ninguna respuesta, o mejor, la única respuesta es que Jesús lo quiere; Dios porque me ama, maneja los hilos de mi vida…Quiero que el Señor me conceda abandono y fidelidad a sus planes sobre mí. Lo demás es relativo.” A los cuatro días de morir su maestro de novicios escribía: “La muerte le sobrevino de improviso cuando estaba a la noche preparando la liturgia de la Palabra del día siguiente. Una muerte sencilla, como era él. Se le quedó la cara blanca y serena como la de un ángel.” Como interpretación póstuma de sus deseos le vesti-mos el hábito cisterciense y le enterramos en nuestro cementerio: “Misionero y contemplativo a la vez, sín-tesis de toda la actividad de la Iglesia y modelo para todos los religiosos por su entrega a la búsqueda de Dios.”

Bernardo Baldeon, en Grandes Misioneros, escribió sobre él: Quienes conocimos a Enrique recordamos con cariño su sencillez, su sinceridasd, su respeto a las personas y a iniciativas que a veces no veía claras, su profundad capacidad de amistad. Pero más allá de sus cualidades , era fundamentalmente un “hombre insa-

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hablaba hacía que el oyente estuviera con los cinco senti-dos pendiente de su mensaje y con aquel tono de voz tan peculiar presumiblemente fruto de las largas estancias misioneras en Colombia y que, para mí siendo un niño, me impresionó. Hoy sabemos algo más de éste insigne sacerdote y misionero espeleño gracias a Rafi, su sobrina, que ama-blemente me ha facilitado cuánto en este articulo pu-blico y que especialmente quiero agradecer.

Pepe Ortiz

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tisfecho” y por ello en búsqueda permanente de una mayor profundidad. Una y otra vez repetía: “Cuan-do las obras, la actividad no tienen su fundamento en Dios, caerán y se desmoronarán” Una insatisfacción que le llevaba a buscar a Dios por lo que El es. En los pocos días que vivió en La Oliva escribió algunas no-tas sueltas, eran apuntes personales, uno de ellos dice así: “Sólo quiero lo que Dios quiere para mí; quiero establecerme en el abismo de Dios; todo lo demás lo deseo, lo quiero y lo acepto en cuanto que El lo quiere para mí” ,”Pide para mí que lleve muy dentro a los hombres. Y con su muerte llevó a los hombres hasta el mismo corazón de Dios”. Vino a Espiel en algunas ocasiones y tuve la oportuni-dad de conocerlo personalmente en casa de Leocricia, su tía, que vivía frente a la escuela de doña Fernanda en la calle San Sebastián, donde yo estudiaba. Lo re-cuerdo perfectamente. Vi en él una persona humilde, amable, sencilla, de un carisma especial, que cuando

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HOSPITAL MILITAR EN ESPIEL DURANTELA ÚLTIMA GUERRA CIVIL

Durante la última guerra civil, la de 1936 a 1939, la zona norte de la provincia de Córdoba quedó, práctica-mente, en poder del gobierno de la República. A partir de octubre de 1936, las tropas nacionalistas ocuparon el Valle del Guadiato. Las Columnas del comandante Saenz de Buruaga, partiendo de Cerro Muriano; la del teniente coronel Álvarez de Rementería, que procedía de Villaviciosa; y la que llegaba de Badajoz, al mando del comandante Gómez Cebrián, fueron ocupando la zona, pese a tímidos intentos republicanos, como ocu-rrió en Espiel el 12 de otubre, repelido por Baturone, con fuerzas del Regimiento Granada, y la harca de Be-renguer. El frente quedó estabilizado a partir de enero de 1937, en una línea que iba desde Los Blázquez hasta Ada-muz y Montoro, con ofensivas nacionalistas (Batalla de Pozoblanco en marzo de 1937, conquista de Obejo en junio, el “ Cierre de la Bolsa de Los Blázquez” etc) y contraofensivas republicanas; hasta la definitiva ocu-pación del territorio, por parte del ejército de Franco, en la llamada “Ofensiva de la Victoria” (26 y 27 de

marzo de 1939, cuando el general Yagüe con los Cuer-pos del Ejercito Marroquí y de Andalucía conquistaría todos los pueblos de la zona). Durante este período de estabilización, funcionó en Espiel un Hospital Militar que atendía enfermos y heridos procedentes de los diversos cuerpos atrinche-rados en la zona ( La Zarca, Calatraveño, Chimorra, etc). Frente, poco estudiado, pero en la batalla de Val-sequillo, se dice, se enfrentaron 72.000 nacionales y 90.000 republicanmos, con unos 8.000 muertos y más de 20.000 heridos. Pero, vayamos al Hospital Militar en Espiel, conoci-do también como “Hospital de Guerra”. En los prime-ros días de estallar el “Movimiento” varias casas del pueblo, las de más extención, fueron ocupadas por la Comisión de Incautaciones para servicios sociales (la de D. Ricardo fue sede del Comité y Casa del Pueblo; la de D. Manuel Giménez Maya se utilizó como hos-pital desde el 9 de septiembre y, poco después, sería la de D. Rafael Giménez Núñez la que se utilizaría para el mismo servicio, tal vez, por la necesidad hospitalaria.) (1).

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Marzo 733Estancias

A 4´5 pts. 3.298´50 pts 712 Hospi-talizados

Abril 2.065 “ “ 9.292´50 ” 420 HospMayo 1.816 “ “ 8.172´00 ” 395 HospJunio 1.286 “ “ 5.787´00 ” 282 HospJulio 1.956 “ “ 8.802´00 ” 562 HospAgosto 2.140 “ “ 9.630´00 “ 513 HospTOTAL 9.996 “ “ 44.982´00” 2.884 Hosp

Hasta febrero de 1937 fue abastecido, dicho hospital, de forma mixta por el Ayuntamiento y la Intendencia Militar. Desde marzo hasta el mes de agosto, incluido, lo hizo sólo el Ayuntamiento y, a partir de esa fecha, lo haría la Intendencia, que lo trasladaría, al terminar la guerra a Fuente Agraria. (2). En el Hospital prestaron sus servicios, como médi-cos, D. Emilio Caballero Caballero y su hijo, Emilio Caballero Manso, que era, por aquellas fechas, estu-diante de medicina. Además de otros médicos milita-res de las diversas fuerzas de la zona. Allí trabajaron, como asistentas, Modesta Tena, Ezequiela Plazuelo, Adela Romero, Carmen Gavilán, entre otras. Sabemos, por un cargo que hizo a la Jefatura de Servicios la Intendencia Militar de Córdoba el 16 de noviembre de 1938, los gastos que afrontó el Ayunta-miento en el periódico de seis meses que fue adminis-trado por la Corporación Municipal (febrero de 1937 - agosto del mismo año) 9996 estancias, a razón de 4´5 pts. diarias, con un valor de 44.982 pesetas. Estancias que oscilaron entre 32 días (Alfonso Melero Campos) y un día la mayoría de los asistidos.

Con estos datos de seis meses y, sabiendo que funcio-nó desde el 9 de sepiembre de 1936 hasta el termino de la Guerra (Abril de 1939), sin contar el período poste-rior que lo hizo en Fuente Agraria, podemos calcular, a groso modo, unos 14.420 hospitalizados y 48.880. El Ayuntamiento de Espiel no se limitó a prestar servicios sanitarios del Hospital sino que también en-contramos facturas por aportación de alimentos cuan-do ya no atendía directamente a la institución, des-pués de agosto de 1937, (valga como ejemplo una de 13.418´92 pesetas por diversos alimentos). También la Corporación suministró leña al mismo Hospital, a

razón de 0´07 pts. el Hg. y a las diversas fuerzas que actuaban en la zona (2º Grupo Divisionario de Inten-dencia, 4ª. Cía. de Montaña, 2ª. Cía de Telégrafos, Regt. De Infantería Cádiz 33, Depósito de Intenden-cia 1ª Cía. Falange Española de la JONS de Cádiz, 1º Bon. de 1º Tercio, 23 Cía. Divesionaria de Auto-movilismo, REGT: De Infantería de Oviedo, Servicio de Intendencia de la 23 División, Regt. De Infantería Pavía nº7, Zapadores Minadores nº2,6ª Cía. Regt. De Infantería Lepanto nº5, Regt. de Artillería Pesada nº1 Bon 12, Grupo de Sanidad Militar Cía Mixta de la 23 Div. Regt. Granada nº6, 3º Bon. etc.). Sólo en los me-ses de Julio - Noviembre de 1937 lo hizo por valor de 5.016´49 pesetas. Por otra parte, encontramos facturas de sumistros, realizados por comerciales locales al Hospital (María Bejarano Abril - Leche-, Juan del Río Fernández - Pes-cados, frutas y carbón-, José Manuel Querol - pescado y frutas-, “ La mariposa” Julia Sámchez García -dul-ces-, Manuel Valdecantos Muñoz -platos-, orinales, etc-, Miguel Ruiz -carne-, Casa León -tejidos- etc.) (3). Todo ello le sería abonado al Ayuntamiento por In-

tendencia de la 2ª Región. Con estos datos, doy por terminado el escrito, es-perando haber puesto un granito de arena más para el hipotético edificio que es la historia de nuestro pueblo.

Bibliografía:Manuales de Historia. (1) Memorias de D. Manuel Jiménez Ruiz (2) Archivo Municipal de Espiel. Doc nº5, Leg. 134 (3) Ibidem

Antonio Giménez Azcona. Julio, 2010

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CulturaNº 47 • ABRIL 2011

¡¡ VIVA LA VIRGEN DE ESTRELLA !!La Virgen de Estrella, la Virgen de Luna, de los Dolo-res, de los Desamparados, de las Angustias, de Regla, del Rocío, del Pilar, de Aránzazu, de Monserrat … es lo mismo, estamos hablando de la Virgen María que, como sabemos, tiene distintas acepciones en función de los distintos pueblos que la veneran y cuya protec-ción invocan.No puede faltar su presencia en la moneda española, aunque sea de forma puntual.La primera vez que la encontramos es con Felipe IV en la ceca de Trujillo, y representa a la Virgen de la Victoria.

1.- Resello de VIII maravedíes de 1641 de Trujillo (marca de ceca a las 6) sobre VIII maravedíes de 1624, de Valladolid 2.- Resello de IIII maravedíes de 1654/5 de Trujillo (marca de ceca entre las 10 y las 11) sobre un ochavo de Felipe II de Toledo, y con otro resello visible de 1636 igualmente de Toledo y de VI maravedíes.

Se trata de una imagen simplificada de la Virgen, y teniendo en cuenta que se presenta en resellos que son realizados con poco cuidado, por manos poco exper-tas, en momentos de emergencia y con cuños muy gastados, tenemos como resultado una imagen que en ocasiones es difícilmente identificable con la Virgen. Vemos una cabeza con una capa de forma muy básica.

En el caso de la Virgen de la Victoria la tienen como patrona Málaga y Trujillo, y esa preciosa localidad ca-cereña tuvo el acuerdo de plasmarla en monedas rese-lladas en ella.En resumen, una marca de ceca humilde para la más humilde de las mujeres.

1.- 4 reales de Carlos II, tipo María. Sevilla.2.- 1 real de Carlos II, tipo María. Sevilla.

Anverso: CAROLVS II DEI GRATIA-S-M (“Carlos II por la Gracia de Dios”)Reverso: PROTECTIONE VIRTUTE (“Protección de la virtud”) Las iniciales S-M corresponden a los ensayadores, Salvador Antonio de Texeda y Manuel Manso respec-tivamente.

Algo más tarde, con Carlos II a partir de 1686, lo que aparece es el hermoso anagrama de María en la mone-da, pero ahora ocupando toda una cara de las piezas, y superado de una cruz. El anagrama de María se suele encontrar en las igle-sias, capillas, en los estandartes de nuestras procesio-nes… Hermosura y humildad se dan en María

Juan Manuel López Márquez

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Humor

En este Barrero aparece la 4ªentrega de “Los Chascarrillos de Manolo Muñoz”, coincidiendo con la llegada de la primavera y con ella el comienzo de la temporada de los rallyes.El que siempre gustó escribir sus cancioncillas de todos los temas que consideraba divertidos también en esta ocasión quisó referirse a dos paisanos nuestros, uno de ellos ya desaparecido, Antonio Pozo, vaya desde aquí nuestro mejor y más entrañable recuerdo hacía él.Agradecer a su viuda Manoli Muñoz el que podamos hoy contemplarlo en esta foto subido en su caballo en una romería. Gracias por permitinos en primer lugar referirnos a él y en segundo lugar contar con su imagen en este barrero.Ambos Antonio Pozo y Antonio Casado hicieron una carrera algo intrépida pero con final feliz que sirvió para que el tío Manolo nos hiciese esta graciosa canción, que es el mismo titulo “ Rally por Sierra Morena”.Seguro que os divertiréis leyéndola.

Nº 47 • ABRIL 2011

“ PANADERO VA POR TI”

Antonio Pozo

Estrella Dueñas

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Nº 47 • ABRIL 2011Recuerdos entrañables

Enlace de Rafael Gómez López y Angelita de la Torre Muñoz (1974)

Estrella Juárez y Rosario Romero (Abril 1948)

Antonio Fernández y Rosario Romero (Abril 1952)Francisco Nevado, Adela Serrano, Antonio Fernández,

Rosario Romero, Santa Lopez, Pedro Luna, Clotilde Luna,

Carmen Gavilán y Daniel Barbero. Abril del 1949.

Gloria Gómez López y su sobrina Manoli.Año aprox 1969.

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Nº 47 • ABRIL 2011

Francisco Nevado, Adela Serrano, Antonio Fernández,

Rosario Romero, Santa Lopez, Pedro Luna, Clotilde Luna,

Carmen Gavilán y Daniel Barbero. Abril del 1949.

Gloria Gómez López y su sobrina Manoli.Año aprox 1969.

Recuerdos entrañables

Visi Puertos, Estrella Juárez, Rosario Romeroy Micaela Doñas. Abril del 1947.

Antonio Fernández, Rosario Romero, Clotilde Luna,

Pedro Luna, Daniel Barbero, Carmen Gavilán,

Adela Serrano y Francisco Nevado. Abril del 1949.

Emilia Olmo de la Torre ( 21-04-1920)

Pepe Luque y Gabriel Sánchez

Dia 26 de Abril de 1924: (de pie de izquierda a derecha)

Florencia Crespo Olmo, Carmen y Estrella Madrid, ??

(sentadas de izquierda a derecha)

Carmen Caballero, Rafalita Crespo Olmo, Emilia Olmo de la

Torre, ?, Eloisa Caballero y Micaela de la Torre Olmo

Page 32: Revista El Barrero

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