revista conocimiento 101

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Revista Ciencia CONOCIMIENTO Tecnología número 101

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?72

A personajes nuestros de la política Juan Roberto [email protected]

RECONOCIMIENTOLicenciado Ricardo Canavati TafichConocedor de los entramados institucionales, y con una destacada trayectoria en el sector público y una vocación de servicio con contenido humano y carisma que lo distinguen y lo hacen muy pronto ganarse la confianza de quienes lo conocen, Ricardo Canavati Tafich es un destacado nuevoleonés, que ha desempeñado importantes cargos administrativos y de elección popular.

De entre ellos, sólo mencionamos que ha sido contralor y subdirector administrativo del Metro de la ciudad de México; director del Fideicomiso de Fomento Metropolitano de Monterrey (FOMERREY); subsecretario de Vivienda de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología y subsecretario de Desarrollo Urbano e Infraestructura de la SEDESOL; tres veces diputado federal; dos veces senador de la República; alcalde de San Nicolás de los Garza y presidente municipal de Monterrey. Su Licenciatura en Administración de Empresas es de la Universidad Iberoamericana.

Licenciado Lucas de la Garza GonzálezHombre de aguda inteligencia, valor civil y con una clara inclinación por el fortalecimiento de la cultura política y la democracia, Lucas de la Garza González entiende y siempre ha ejercido la política con decisiones que imprimen mejores rumbos al país y al Estado. De ahí su conocido transparente ejercicio en el servicio público y de ahí también su bonhomía confirmada. Asimismo, es bien conocido que sabe reconocer a los demás, pero es enemigo de los reconocimientos hacia

él.Es licenciado en Derecho; tiene un posgrado en París, Francia,

y ha sido secretario de Asentamientos Humanos y Desarrollo Urbano, y secretario general de Gobierno. Ha ejercido también actividades como profesionista y hombre de empresa. En 1987 fue fundador del Frente Democrático Nacional y, posteriormente, del PRD nacional y estatal. En 1991 fue candidato a gobernador del Estado de Nuevo León por este último partido.

Ingeniero César Lazo HinojosaCon un bien planeado y continuado esfuerzo de organización, que logró niveles de eficiencia y con ello el desarrollo armónico e integral de la administración municipal de Monterrey, César Lazo Hinojosa ha sido dirigente de diversas organizaciones políticas; diputado local por el segundo distrito; director de obras públicas de Monterrey y, de 1967 a 1969, presidente municipal de Monterrey. Fue también secretario de Desarrollo Urbano y Obras

Públicas de Nuevo León. Hizo la carrera de Ingeniería en la entonces Universidad de

Nuevo León, habiendo obtenido, en 1952, el Premio al Saber que otorgaba la Sociedad de Ingenieros y Técnicos de Monterrey. Posgraduado en la Universidad de Purdue, en Lafayette, Indiana, Estados Unidos, en 1996 recibió la Medalla al Mérito Cívico en el campo de Administración Política. Es autor de La Otra Imagen de Monterrey. Su Fidelidad Revolucionaria (1971).

Ingeniero Rogelio Sada ZambranoImpulsor de reformas políticas que permiten tomar decisiones para dar un mejor rumbo al país y con una destacada trayectoria en los ámbitos nacional y estatal, además de ser defensor de la libertad individual y de la dignidad humana, Rogelio Sada Zambrano siempre ha entendido a la economía y a la política como instrumentos al servicio del hombre. En 1988 participó en la campaña presidencial de Manuel Clouthier, .

Ha sido diputado federal; de 1966 a 1968, presidente de CAINTRA en Nuevo León, y de 1992 a 1994, alcalde de San Pedro Garza García. Además, ha sido un destacado empresario y, siendo director general de Fomento de Industria y Comercio, impuso el nuevo nombre de VITRO a la institución. Es ingeniero administrador e ingeniero mecánico electricista por el ITESM y ha sido dirigente y consejero de numerosas instituciones industriales y bancarias.

Licenciado Luis Santos de la GarzaDistinguido nuevoleonés, con un profundo sentido de la ética profesional y la solidaridad, que lo ha llevado a ser consejero de múltiples personas e instituciones, Luis Santos de la Garza es uno de los más destacados abogados en la historia de Nuevo León, protagonista de significativos episodios políticos y sociales de Nuevo León y de México e impulsor de importantes mejoras electorales en el país. Ha sobresalido también en la función pública, pues ha sido

diputado local, regidor en el Ayuntamiento de Monterrey y senador de la República.

Es licenciado en derecho por la UANL y ha sido profesor en el ITESM. Entre otros, es autor del libro Los derechos humanos en materia política. En 2001, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UANL le impuso la Medalla al Mérito Jurídico “José Alejandro de Treviño y Gutiérrez” y en 2003 el Gobierno del Estado le otorgó la Medalla al Mérito Cívico: Presea Estado de Nuevo León.

Licenciado Jorge A. Treviño MartínezUno de los gobernadores más sobresalientes en la historia de Nuevo León, pues independientemente de su genuino deseo de servir a la sociedad, Jorge Treviño Martínez realizó una vasta obra, como la planeación y notorio avance en la construcción de la más importante presa del Estado, “El Cuchillo”; trazó y puso en operación la primera línea del metro con una longitud de 18.5 kilómetros; hizo de Congregación Colombia el primer “puerto” fronterizo de

Nuevo León, con su puente internacional; edificó el Hospital Metropolitano y los hospitales de Sabinas Hidalgo y Doctor Arroyo y con su apoyo se construyó CINTERMEX.

Es licenciado en Derecho por la UNAM y tiene un Doctorado en Derecho Administrativo por la Universidad de París. Hizo también estudios de Derecho Fiscal en la Universidad de Roma y ha sido catedrático en la UANL, el ITESM y la UDEM. Fue gobernador de Nuevo León en el periodo 1985-1991.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas,

página 4, sugiere hacer mucha me-

moria para revisar qué objetivos

–de la Independencia y la Revo-

lución- se han cumplido, y cuáles

tenemos pendientes: el licenciado

Javier Treviño Cantú hace, página

9, un análisis de la fragmentación

que, en los tiempos actuales, ha

experimentado el poder político;

el licenciado Porfirio Muñoz Ledo,

página 13, considera fundamental

el preguntarnos si es posible una

genuina reforma del Estado mexi-

cano.

CONTENIDO

Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo LeónLicenciado Rodrigo Medina de la CruzDirector GeneralDoctor Luis Eugenio ToddSubdirectorLicenciado Juan Roberto ZavalaDirector EditorialFélix Ramos GamiñoEducaciónProfesor Ismael Vidales DelgadoCiencias Básicas y del AmbienteDoctor Juan Lauro AguirreDesarrollo Urbano y SocialIngeniero Gabriel ToddCiencias MédicasDoctor David Gómez AlmaguerCiencias Políticas y / o de Administración PúblicaContador Público José Cárdenas CavazosCiencias de la ComunicaciónDoctora Patricia Liliana Cerda PérezLa Ciencia es CulturaLicenciado Jorge PedrazaEducación Física y DeporteDoctor Óscar Salas FraireLas Universidades y la CienciaDoctor Mario César Salinas CarmonaRedacciónLicenciado Carlos JoloyDiseñoLindsay Jiménez EspinosaJavier Estrada CejaArte GráficoArquitecto Rafael Adame DoriaCirculaciónProfesor Oliverio Anaya RodríguezAsistente EditorialLicenciada Edith Flores Ceballos

Directorio

Editorial3

Para el licenciado Luis Santos de

la Garza, página 16, la democra-

cia en México es joven, de apenas

14 años, todavía con sus naturales

imperfecciones superables; el sena-

dor Alberto Anaya, página 19, hace

un recorrido histórico, desde la

antigua Grecia hasta nuestros días,

para analizar la relación de política

y poder; en lo referente a la reforma

del Estado, tenemos aún asignatu-

ras pendientes, sostiene, página 25,

el licenciado Héctor Gutiérrez de la

Garza.

La ciencia del poder

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Nada que festejar, mucha memoria que hacer.Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas

El poder de la políticaLicenciado Javier Treviño Cantú

La reforma del Estado mexicano Licenciado Porfirio Muñoz Ledo

La novedad de la democracia en MéxicoLicenciado Luis Santos de la Garza

Política y PoderLicenciado Alberto Anaya Gutiérrez

Reforma del Estado: una visión federativa

Licenciado Héctor Gutiérrez de la Garza

De la política, a la política públicaDoctor Sergio Elías Gutiérrez

Del animal político de Aristóteles, al político científicoMaestro Rodrigo Soto

Teoría del Análisis PolíticoM. P. P. José Manuel Vázquez Godina

Política y crisisDoctor Víctor López Villafañe

42 Encuestas: ¿realidad o fantasía? Doctor Salvador Borrego

LA POLÍTICA¿CIENCIA O PATOLOGÍA?

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La Politica ¿Ciencia o

Patologia?

Francisco Domínguez

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la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 71

Traducción del inglés por Farouk Rojas

un sesgo automático, con frecuencia parcialmente oc-ulto, hacia usar la ciencia para fortalecer su conclusión. El financiamiento de arranque para la investigación cientí-fica jamás debe ser dependiente de la conclusión.

Desafortunadamente, cualquier entidad que pague por este tipo de ciencia encontrará muchas mentes alta-mente creativas capaces de encontrar alguna forma de verificación científica para atraer estos fondos (los buenos científicos siempre pueden generar teorías plausibles de “cómo” algo funciona). Es también cierto que cualquier disidente de las premisas asumidas no obtendrá fondos. Este tipo de presión transforma profecías en realidades científicas, y ficción en hecho establecido; es el peligro más amenazante para la ciencia, destruyendo su naturale-za misma de cuestionamiento libre.

Las fuerzas políticas utilizan la ciencia de corrobo-ración para reunir apoyo para sus ideas. En su mayoría, otros grupos no necesitan usar este método, ya que tienen ideas que están brindando valor que no requiere corrobo-ración. Para ellos, el “cómo” permite el desarrollo de otros productos lo cual es de hecho una aplicación de la ciencia pura.

Cuídese de cualquier agrupación política que intente extinguir a sus disidentes y acumular poder, dinero o fa-vores políticos usando a la ciencia de corroboración como herramienta. Mediante de este manejo, la herramienta de la ciencia es convertida en un arma.

Guardando un lugarSi hemos de ocupar posiciones de poder entre humanos, debemos hacerlo

sosteniendo la responsabilidad sagrada de su uso: para crear valor, no para es-clavizar. El poder es sólo una herramienta y no un fin. El poder moral-ético debe ser ganado y bajo ninguna circunstancia deberá ser tomado de quienes lo producen.

A fin de cuentas nosotros, como humanos participantes, debemos consider-ar que todos nuestros semejantes luchan por la misma posición final, el mismo canje: intercambiar nuestro tiempo en esta tierra por gozo. Todos estamos ha-ciendo fila en el mostrador esperando servicio—todos podemos ser servidos si somos lo suficientemente nobles, esperamos nuestro turno, amándonos mutua-mente lo suficiente como para no meternos en frente de nadie.

Acerca de Executive Success Programs, Inc.

Executive Success Programs, Inc.MR (ESP) ofrece programas de entrenamiento enfocados en crear consistencia en todas las áreas y ayudar a desarrollar las habilidades prácticas, emocionales e intelectuales que la gente necesita para alcanzar su máximo potencial. Todos los programas de ESP utilizan una tecnología punta con patente en trámite llamada Cuestionamiento Racional MR, una ciencia basada en la creencia que entre más consistentes sean las creencias y patrones de conducta de un individuo, más exitoso será en todo lo que haga. El Cuestionamiento RacionalMR permite a las personas volver a examinar e incorporar percepciones que pueden ser la base de limitaciones autoimpuestas.

Mayores informes: [email protected]

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Por lo menos hasta ahora, no es

posible prescindir ni de la política

ni de los políticos, afirma, página

28, el doctor Sergio Elías Gutiérrez;

en una u otra forma, todos somos

políticos, sostiene, página 33, el

maestro Rodrigo Soto; la Teoría del

Análisis Político, escribe, página 36,

el maestro José Manuel Vázquez

Godina, forma parte de la Ciencia

Política; para el doctor Víctor Ló-

pez Villafañe, página 40, la política

debe ser elemento directivo para la

solución de problemas sociales.

CONTENIDO

“CIENCIA CONOCIMIENTO TECNOLOGIA”, revista quincenal. Editor responsable: Dr. Luis Eugenio Todd Pérez. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2008-052311205700-102. Número de Certificado de Licitud de Título: No. 14158 Número de Certificado de Licitud de Contenido: No. 11731. Domicilio de la Publicación: Andes No. 2722 Col. Jardín Obispado, Monterrey, Nuevo León.Imprenta: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V., con domicilio en Ave. Avena No. 17 Col. Granja Sanitaria Ixtapalapa, Estado de México. Distribuidor: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V. con domicilio en Ave. Eugenio Garza Sada Sur No. 2245 Monterrey, Nuevo León.”

Teléfonos en la redacción: 8346 7351 y 8346 [email protected]

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La participación social en la políticaMaestro Omar Suro Reyes

Comunicación y política: caminos convergentesDoctorando Manuel Yarto Wong

Sociedad y Política en AristótelesProfesor Ismael Vidales Delgado

Partidos políticos y élites en MéxicoM. P. P. Francisco Ramiro Sánchez

García

La participación política: una respon-sabilidad compartidaDoctora Patricia Liliana Cerda Pérez

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Política internacional, globalización y poder Maestro Gerardo Tamez González

La política: arte y ciencia

Periodista Martha Anaya

Las encuestas forman parte, prácti-

camente, de todos los contextos de

nuestra vida cotidiana, y la política

no es la excepción, sostiene el doc-

tor Salvador Borrego, página 42;

gracias a la globalización, todos

podemos ahora contribuir a la

planeación e implementación de

la política internacional, es convic-

ción del maestro Gerardo Tamez,

página 45; para el maestro Omar

Suro Reyes, página 52, el poder es

el centro de atención de la actividad

política, orientada al bien común.

Portada

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Empresa incubada en el Tec fabrica avión autónomo no tripulado

Al principio de la fila Keith Raniere

ReconocimientoLicenciado Juan Roberto Zavala

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Las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Consejo EditorialPresidente del Consejode Ciencia y Tecnología de Nuevo LeónIngeniero Juan Antonio González AréchigaN. L. Gob.Licenciado Francisco Cienfuegos Martinez Director del Programa Ciudad Internacional del ConocimientoIngeniero Jaime Parada ÁvilaCAINTRAIngeniero Enrique Espino Barros LozanoITESMM. C. Silvia Patricia Mora CastroUANLDoctor Mario César Salinas CarmonaDoctora Diana Reséndez PérezDoctor Alan Castillo RodríguezIngeniero Jorge Mercado Salas

Pericles (495-429 a. C),

orador, político e impulsor de las artes.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?70 EDITORIAL

Pienso, luego existo

DESCARTES1596 a 1650

La política no es sólo ciencia y arte social. Es también –como lo dirá un viejo líder chino del siglo XX- una guerra sin derra-mamiento de sangre.

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Desde los tiempos de los griegos -incluido Pericles, el gran gobernante, cuya efigie ilustra la portada de esta edición-, el poder ha sido motivo de preo-

cupación de reyes, emperadores, presidentes y filó-sofos sociales, que han tratado de encontrar en sus laberintos, la solución a la génesis del comportamiento humano.

En México, dada nuestra identidad cultural y nues-tro proceso histórico, el poder se ha convertido, más que en una ciencia, en un arte social que responde a fenómenos históricamente deterministas. Por esa razón, nuestra madurez política ha sido muy pobre en resultados reproducibles y científicamente válidos.

La transición política actual, democrática, que inició, entre otros, Cuauhtémoc Cárdenas, ha sido acompañada de cambios en el partido tradicional del poder, que era el PRI, y que ahora resurge con nuevos y modernos bríos, ya que la derecha -que ocupó tran-sitoriamente el gobierno-, no ha encontrado su rumbo histórico, y perdió su génesis social cristiana, mientras que la izquierda, en lugar de conservar sus objetivos sociales, ha entrado en el laberinto de buscar el poder por el poder mismo.

En toda esta confusión, hemos perdido lo mejor que teníamos, que era nuestro concepto de patria y nuestro reducto como nación soberana y con profunda identidad cultural; es decir, por ingresar a la llamada política moderna, estamos arriesgando nuestra génesis de nación con una ideología social muy clara y justa.

Para analizar estos temas, seleccionamos en esta edición a grandes prohombres de la política mexicana nacional y local, que con diferentes fórmulas políticas, y en completa libertad, analizan esta ecuación social,

La Ciencia del Poderque puede conducirnos a una transición pacífica y socialmente justa, recordando que nuestro México es el México de todos, y no sólo el de los partidos políticos, que, en su esencia, buscan exclusivamente el poder.

Los articulistas que aquí escriben hablan de la ciencia política y de las enfermedades que, a veces, adquiere el ser humano en su búsqueda del poder, que, como todos sabemos, es efímero y transitorio, y no representa los grandes intereses de la nación, que quiere cambiar lo que hay que cambiar y conservar lo que hay que conservar, y en México, nuestra gran patria, tenemos mucho que conservar y algo que cambiar. Éste es el gran dilema.

“Alejandro Magno en el Templo de Jerusalén”. Santiago Conca.

Una actividad de ciencia pura es aquella que estudia una cuestión de “porqué” sin buscar un resultado en par-ticular. Este tipo de ciencia puede no producir valor en lo absoluto. Es la ciencia por el afán de la ciencia. A menos que este esfuerzo sea de hecho una fachada para uno de los otros dos tipos de ciencia, es probable que no sea un abuso de poder ya que el valor resultante de este ejercicio es dudoso. La única manera de abusar directamente de este tipo de ciencia es usándola para manipular dinero a escondidas.

La ciencia de ingeniería es usada para crear un pro-ducto que cumple con criterios específicos y contesta una cuestión de posibilidad. Este es el tipo principal de ciencia usado por empresas comerciales. Es poco probable que sea corrupta porque los resultados producidos coinciden con un valor predeterminado. Es posible que los produc-tos de esta ciencia sean usados para abusar del poder, o

que la ciencia en sí sea usada, al igual que con la ciencia pura, para manipular dinero.

Un último tipo de ciencia busca verificar algún resulta-do o proveer un mecanismo para algún proceso conocido. Busca contestar una cuestión de “cómo”. Hay tres resul-tados para este tipo de cuestionamiento: 1) un mecanismo propuesto, 2) resultados indeterminados, 3) una dem-ostración de que el mecanismo es falso.

Desde un punto de vista comercial la opción 1 es la mejor, la 2 es menos deseable y la 3 es con frecuencia inaceptable (el mecanismo ya está siendo utilizado o asu-mido). Esta última conclusión es probable que resulte en el uso de un equipo de científicos distinto.

Esta es la ciencia más susceptible a la corrupción. Quienes otorgan los derechos a esta investigación tienen

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?4 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 69

Nada que festejar,mucha memoria que hacer

NOTA DE LA REDACCIÓN:Agradecemos las gestiones del

licenciado Lucas de la Garza para la participación del ingeniero

Cuauhtémoc Cárdenas en la presente edición.

Ingeniero Cuauhtémoc

CárdenasFundador y Líder

Moral del PRD

Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas

Con motivo del bicentenario del inicio de la Indepen-dencia y del centenario del inicio de la Revolución, hay quienes hablan de celebración y hay quienes

hablan de conmemoración, y, viendo al México que hoy tenemos, habría que empezar por decirnos, teniendo en mente los objetivos de esos dos grandes movimien-tos reivindicadores, que poco o nada hay que celebrar, poco o nada que festejar, y mucho que conmemorar, mucha memoria que hacer para revisar cuáles de sus objetivos se han cumplido y cuáles tenemos aún como pendientes.

De la lucha por la independencia recoge nuestro derecho los principios de que la soberanía de la nación reside en el pueblo y que éste la ejerce al través de las instituciones que él mismo se da, principios de los que nacen la propia independencia y nuestra democracia. Esa misma lucha reivindica el derecho de todo hombre a ser libre, y reconoce a todos como iguales, a partir de que Hidalgo decretara la abolición de la esclavitud en Guadalajara, el 29 de noviembre de 1810.

Hidalgo mismo empieza a imaginar una nación in-dependiente y justa, así como un orden internacional equitativo y de paz, cuando plantea la constitución de un congreso cuyas leyes “destierren la pobreza, mode-rando la devastación del reino y la extracción de su dinero; fomenten las artes y la industria para que los mexicanos podamos hacer uso libre de las riquísimas tierras de nuestro país”.

“...Cuando vea que el intercambio se hace, no por consentimiento, sino por compulsión—cuando vea que para pro-ducir, necesita obtener permiso de hombres que no producen—cuando vea que el dinero fluye hacia quienes tratan, no con bienes, sino con favores—cuando vea que los hombres se enriquecen más mediante la corrupción y la influencia que mediante el trabajo, y sus leyes no le protegen contra ellos, sino que les protegen a ellos contra Ud.—cuando vea que la corrupción es premiada y la honestidad se vuelve un auto-sacrificio—sabrá entonces que su sociedad está perdida...”

—del ‘Discurso del dinero’ en La rebelión del Atlas, de Ayn Rand

Candidatos

Una forma simple de obtener una evaluación prelim-inar de un candidato político es examinar su estrategia electoral. Cualquier candidato tiene una cierta cantidad de poder personal que puede ser usado para impulsar ciertas propuestas o al candidato mismo, o para atacar oponentes.

El candidato óptimo usaría todo su poder para expre-sar virtudes y crear valores—no gastaría energía alguna en atacar personalmente a otros candidatos.

Es sorprendente ver cuantas figuras políticas usan una

porción de su poder para ataques ad hominem—es aún más perturbador cuando resulta efectivo ya que una victo-ria así indica el ascenso de personas innobles al poder.

Para cambiar las fibras de un sistema político es nec-

esario que el pueblo haga un boicot a cualquier campaña que utilice el poder de esta forma.

No importa cuan atractivo nos resulte un candidato, in-cluso si hizo mal uso del poder por mera ignorancia, debe-

mos retirar todo nuestro apoyo. Hasta que alcancemos esta simple meta pública, permaneceremos irresponsables en nuestras propias decisiones políticas. Una vez logrado esto, podremos entonces iniciar la jornada de un mayor refinamiento ético para purgar a los sistemas políticos de toda autoridad que no haya sido ganada.

La ciencia y la política

¿La ciencia es gobernada por intercambios nobles o in-nobles? Para entender esta cuestión es necesario analizar su sistema de méritos: ¿cómo se gana uno el derecho a ser un científico profesional? ¿Es otorgado este derecho sin uso de la fuerza o sesgos ocultos?

Yo defino que los científicos trabajan en una o más de tres categorías generales: ciencia pura, ciencia de ingeni-ería o ciencia de corroboración.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?68 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 5

INVASIÓN NAPOLEÓNICA

En 1808, España estaba invadida y ocupada por las tropas napoleónicas, y los reyes habían sido forzados a abdicar en favor del hermano del emperador, al que éste sostenía contra el pueblo y sólo con la fuerza de las bayonetas.

El rey y su heredero se habían entregado en actitud pusilánime y derrotista al invasor extranjero, pero las co-

lonias americanas se negaron a reconocer al monarca

impuesto, y, ante la falta de su soberano, reclamaron

la restitución de la legitimidad dinástica y sostuvieron

que la soberanía residía en el pueblo y se ejercía por las

instituciones que éste había constituido. Por otra parte, en sectores importantes de la vida pública se cobró con-ciencia de que la relación de dependencia de la metrópoli se daba al través del rey, de ninguna otra persona y de nin-guna otra institución española, por lo que voceros distin-guidos de esa corriente declararon que la representación popular radicaba en los cabildos y reclamaron que éstos debían asumir las plenas funciones de la autoridad, empe-zando a plantearse la separación de la corona.

Así, en México, Nueva España entonces, Juan Francisco Azcárate y Ledezma, regidor del Ayuntamiento de la capi-tal, expresaba que “[Por] su ausencia o impedimento [del rey], reside la soberanía, representada, en todo el reino y las clases que lo forman, y con más particularidad en los tribunales superiores que lo gobiernan, administran jus-ticia, y en los cuerpos que llevan la voz pública…” ideas que recoge el Ayuntamiento en pleno, añadiendo que el nombramiento del virrey correspondía al reino “represen-tado por sus tribunales y cuerpos, y [a] esta metrópoli [la ciudad de México] como su cabeza”.

Melchor de Talamantes, argumentando en apoyo del Ayuntamiento, sostenía que cuando falta el rey, “la nación recobra inmediatamente su potestad legislativa, como to-dos los demás privilegios y derechos de la corona” y por su parte, Francisco Primo de Verdad, síndico del Ayun-tamiento, declaraba que “[Dos] son las autoridades legíti-mas que reconocemos: la primera es de nuestro soberano, y la segunda de los ayuntamientos, aprobada y confirmada por aquél. La primera puede faltar, faltando los reyes…, la segunda es indefectible por ser inmortal el pueblo”.

Estas ideas las afinó aún más fray Servando Teresa de Mier, cuando expresó que “conservaron los reyes en su fondo nuestras leyes fundamentales, según las cuales las

Américas son reinos independientes de España sin otro

vínculo con ella que el rey…, dos reinos que se unen y

confederan por medio del rey, pero que no se incluyen”. En efecto, los soberanos –sostenía fray Servando- concedie-ron a la Nueva España todos los derechos de un reino independiente, la dotaron de sus propias Cortes, de su Consejo de Indias, separado del Consejo de Castilla, de su propia jurisdicción eclesiástica, etcétera. El único vínculo reconocido entre América y España era el soberano y cada país se gobernaba como si éste no fuera común, sino pro-pio de cada reino.

LEGITIMIDAD Y SUSTENTO

MORAL A LA INDEPENDENCIA

Estos hombres: Francisco Primo de Verdad, Melchor de

Talamantes, Juan Francisco Azcárate y Ledezma, Servando Teresa de Mier, de los que sólo estos dos últimos verían la transformación de la Nueva España en el México independiente, estarían contribuyendo con las razones jurídicas e históricas que darían legitimidad y sustento moral a nuestra independencia y con una muy valiosa aportación al desarrollo ulterior de nuestro derecho cons-titucional.

Pero volvamos a la colonia, que vivía tiempos revueltos. La autonomía pre-tendida por el Ayuntamiento lo enfrentó con la Real Audiencia y los intereses de las clases pudientes, que mediante un golpe de mano acabaron por imponerse al enviar a prisión a los autonomistas del Ayuntamiento, depusieron al virrey, designaron nuevo virrey y declarativamente mantuvieron su relación de depen-dencia con la dinastía destronada.

Es en ese estado de confusión, que el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo convoca a restablecer la legitimidad en la nación y a echar abajo al mal gobierno, levantando así a miles de mexicanos que desencadenaron la que habría de ser la primera gran revolución de un pueblo en la América Latina.

Napoleón Bonaparte

PolíticaUna definición de política: 6. Uso de la intriga o es-

trategia para obtener cualquier posición de poder o con-trol, como en los negocios, universidad, etc.

—Dictionary.com

Una definición de intriga: 4. Lograr o forzar mediante planeación astuta o maquinaciones clandestinas. —Dictionary.com

Es claro que la política, tanto en la práctica como en su definición, puede ser vista como algo malo. ¿Es la política sólo el lado obscuro de la amistad o la alianza—un resul-tado sin valor alguno que le redima?

Para determinar esto es necesario examinar el poder involucrado: si el poder no se ha ganado tiene que ser tomado por la fuerza o con engaños y tiene que ser man-tenido de igual forma. Si el poder es ganado, otros lo otorgan a través de un medio generalmente aceptado de intercambio sin involucrar robo, engaño (sesgo oculto) o uso de la fuerza.

Si se usan medios políticos para obtener autoridad que no se ha ganado—colocando el favor por sobre el mérito—entonces todos aquellos que se ganan lo que tienen se vuelven sirvientes de aquellos con la disposición y aptitud para intercambiar favores sin restricción.

Tales intercambios incluyen los procesos de coerción, extorsión y violencia.

Si el poder es ganado noblemente, el método para ob-tenerlo es claro: mediante la contribución en base a valor. Esta es la única manera de crear poder.

Si el poder es procurado mediante favor o fuerza, no es creado ni ganado; por lo tanto, debe ser robado a través de un juego donde el mérito (la creación de poder ganado) sucumbe al favoritismo.

En un juego así, la persona que mejor hace trampa tiene la probabilidad de ganar más.

La gente honesta se gana el poder mediante producir valor.

Cuando una persona no produce valor, no puede ga-narse el poder.

La gente honesta debe, en línea con su moral y ética, usar el poder para crear más valor.

Esto es un contraste directo con los tramposos que usan el poder como palanca para extorsionar más poder.

La diferencia es clara: la honestidad usa el poder como medio de intercambio y herramienta para construir valor;

la deshonestidad ve al poder como un fin y lo emplea para obtener más poder.

Para una persona honesta el poder sin construir valor es inútil; para una persona deshonesta el poder sin gente a quien subordinar es inútil.

A la mayoría de la gente le gusta pensar que la buena conducta siempre vence a la mala conducta.

En la teoría de juego, como en otras cosas, esto no es cierto.

Por ejemplo, si estoy jugando un juego con Ud., y en-cuentro una manera de hacer trampa, he incrementado mi probabilidad de ganar ya que he incrementado mi número de opciones estratégicas y tácticas desproporcionada-mente con respecto a las suyas.

En cuestiones de poder, si Ud. obtiene poder creando valor, y sólo usa su poder para construir aún más valor—porque para Ud., para eso es el poder—estará indefenso ante quienes usan su poder para tomar el poder de otros.

Los tomadores de poder siempre vencen a los produc-tores de poder.

Por ejemplo, si Ud. y yo tenemos la misma cantidad de poder, y yo uso todo mi poder para tratar de tomar el suyo, a menos que Ud. use todo su poder para defenderse, lo perderá.

Una persona cuya más alta prioridad es construir valor no se defiende hasta que ya es demasiado tarde—algo del poder en cuestión se habrá enfocado en construir valor y por lo tanto no estará disponible para la defensa.

En cuestiones de política, si hago trampa, tiendo a vencer a quienes no hacen trampa, y a asumir el control de sus recursos.

A través de este proceso construyo una base de po-der.

Mientras más prospero, más necesito incrementar mis favores de sesgo oculto y el uso de la fuerza para man-tener mi poder—venciendo a otros tramposos que buscan tomar mi posición.

La naturaleza del poder que no se ha ganado es así: no se ha ganado así que tiene que mantenerse por otros medios.

Quienes creen que el poder debe ser tomado y no creado, constantemente amenazan este poder.

Siempre que logro tomar el dominio de alguien más, mi poder aumenta, y si alguien más toma mi dominio, lo pierdo.

Así que obtener habilidades para hacer trampa, y fa-vores acumulados, se vuelve la estrategia más efectiva para lograr el poder político.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?6 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 67

VISIÓN DE MORELOS

Poco dura la lucha de Hidalgo y sus primeros seguidores. La bandera de la independencia la retomaría el gran Morelos, que se propondría ya no recuperar el trono para el monarca destrona-do, sino lograr la separación plena de la corona; esto es, la in-dependencia de la América mexi-cana, y daría al movimiento con-tenido igualitario y democrático.

“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a cons-tancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de

tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto…” escribió Morelos como punto 12° de sus “Sentimientos de la Nación”, escrito fundacional, cimiento de nuestro derecho constitucional, que tuvo su primera expresión en el Decreto Constitucional de Apatzingán, del 22 de octubre de 1814, en el que se decretó la independencia de la nación y se afirmó que “la soberanía reside originariamente en el pueblo y su ejercicio en la representación nacional compuesta de diputados elegidos por los ciudadanos” (Art. 5°); el que definía a la ley como “la expresión de la voluntad general en orden a la felicidad común” (Art. 18) y explicaba que esa felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consistía “en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad…” (Art. 24).

DE LA REFORMA A LA REVOLUCIÓN

Dando un salto en la historia y cruzando por las Leyes de Reforma, que concedieron la libertad de conciencia a los mexicanos y que, tratándose de aniversarios, andan ahora por el 150, llegamos a la Revolución Mexicana.

El antecedente ideológico más importante de la Re-

volución lo constituye sin duda, el Programa del Partido

Liberal, del 1 de julio de 1906, que con el sello fuerte de

Ricardo Flores Magón deposita su confianza en el pro-

ceder del pueblo: “Lo que no es más que un principio, lo que no puede decretarse, sino debe estar siempre en la conciencia de los hombres liberales, no figura en el Progra-ma –se dice en el mismo-, porque no hay objeto para ello… siendo rudimentarios principios de liberalismo que el Go-bierno debe sujetarse al cumplimiento de la Ley e inspirar todos sus actos en el bien del pueblo, se sobreentiende que todo funcionario liberal ajustará su conducta a este principio. Si el funcionario no es hombre de conciencia ni siente respeto por la Ley, la violará… No se puede decretar que el gobierno sea honrado y justo: tal cosa saldría so-brando, cuando todo el conjunto de las leyes, al definir las atribuciones del gobierno, le señalan con bastante claridad el camino de la honradez; pero para conseguir que el go-bierno no se aparte de ese camino, como muchos lo han hecho, sólo hay un medio: la vigilancia del pueblo sobre sus mandatarios”.

En ese mismo programa se plantea la no reelección del presidente y los gobernadores, la abolición de la pena de muerte, la laicidad y obligatoriedad de la enseñanza, la jornada de trabajo de ocho horas, el salario mínimo, la reglamentación del trabajo doméstico, la obligación de proporcionar vivienda a los trabajadores, la obligación de hacer producir la tierra, la entrega de tierra a quien lo solicitara para ser trabajada, la extensión máxima de la propiedad rural, la creación de un banco agrícola, el esta-blecimiento de lazos de unión con los países latinoameri-canos, principios que serán recogidos por otros lucha-dores revolucionarios y plasmados en lo fundamental en la Constitución de 1917.

Esta Carta, la primera constitución social de nuestros

tiempos, delínea un proyecto de país que reafirma que

la soberanía de la nación reside en el pueblo y que de

éste surge todo poder público, el que instituye para su

propio beneficio; que recupera para la nación el dominio pleno de su territorio y de sus recursos naturales, condi-ciona las modalidades de la propiedad al interés público, restituye las tierras a las comunidades despojadas de ellas, reconoce derechos a los trabajadores, establece la laicidad de la educación pública, prohíbe los monopolios, salvo los que reconoce como instrumentos del Estado, y garantiza el pleno ejercicio de las libertades individuales.

La Revolución Mexicana, que recoge lo esencial de los legados de otras luchas libertarias del pueblo mexicano, de manera destacada del movimiento por la Independencia y de la Reforma, se propuso la edificación de una nación independiente, con capacidad para ejercer con plenitud su soberanía; de un Estado democrático y de una sociedad igualitaria, en un orden internacional equitativo, pacífico y justo.

“Zapata”Diego Rivera

Entré al restaurante de comida rápida (una vez más una lección relacionada con alimentos) con un amigo y dos adultos que iban a pagar por nuestra comida. Había una fila muy larga de clientes por delante, empacados como bestias arreadas, contra la pared y detrás de un área acordonada. Más allá de la frontera estaban los cli-entes ya servidos quienes se sentaban, en plena vista de la fila, comiendo hasta completar. En este día en particular, debemos haber llegado justo después de un grupo grande de personas, pues la línea estaba muy larga, sin embargo había mesas vacías; muchas veces, los clientes de estos es-tablecimientos esperaban, charola en mano, hasta que una mesa se abriera. Con tanta gente por delante, era seguro que todas las mesas estarían ocupadas por clientes recién sentados. Como éramos cuatro, probablemente tardaría-mos aún más en sentarnos juntos.

Uno de los adultos de mi grupo notó esta situación y nos pidió (a los dos miembros más jóvenes del grupo, quienes no pagaríamos) que fuéramos y apartáramos una mesa guardando un lugar para que todos nos sentáramos. Así empezó la lección: conforme las diferentes familias, parejas e individuos recibían su comida y buscaban sen-tarse, se volvió más y más obvio que de hecho nos había-mos metido enfrente de quienes por derecho merecían sentarse primero. Se volvió aún más incómoda la situ-ación conforme quienes normalmente se sentarían en la mesa que ahora controlábamos, se alejaban y tenían que adaptarse como pudieran a nuestra colocación estratégica. El resto de nuestro grupo todavía no pedía de comer y ya empezaba gente con comida a quedarse de pié.

Yo estaba horrorizado ante mis efectos; sentí que había creado una gran injusticia conforme el resto de nuestro grupo finalmente se nos unió, atravesando traba-josamente la muchedumbre de personas que permanecían de pié con sus charolas. Tomaron felizmente sus lugares guardados “al principio de la fila”.

Jamás lo volví a hacer.

Favor sobre mérito

Había empezado a adquirir la habilidad de distinguir entre los beneficios de la amistad, la gente ayudando a la gente, el apoyo que proviene del cuidado; y los favores que reemplazan al mérito, las ventajas estratégicas tomadas fuera de integridad, el elitismo, la discriminación, la vio-lencia y el prejuicio.

La amistad es bella en su expresión compasiva y ética—una herramienta que impulsa los valores más altos de la humanidad—y odiosa como arma de poder, control y esclavitud.

En el mejor de los casos la amistad, o la alianza, per-mite a las personas actuar en sinergia; la totalidad de las

acciones y recursos es mayor que la suma de sus partes. Lo que es más impor-tante, tal amalgama no se hace a expensas de un sistema de méritos.

En el peor de los casos, este “esfuerzo de equipo” es usado específicamente para hacer trampa, destruir mérito y demostrar innoblemente principios estra-tégicos. Se usan las alianzas con el logro de una meta materialista y orientada al poder como el más alto valor, independientemente de qué—o quién—sea destruido en el proceso.

Así que ¿cómo podemos distinguir entre una transacción destructiva de fa-vores y el noble acto de la amistad? Hay dos claves: el uso de la fuerza y la trampa.

El uso de la fuerza respalda los intercambios a falta de consentimiento mu-tuo. Es el sistema de méritos de la fuerza física. Cualquier sociedad que use este sistema de méritos es primitiva y tiene sólo el robo, la pelea y la guerra como mecanismos de intercambio humano. Aún el amor es subordinado a las prácticas de la violación, el saqueo y la esclavitud.

Si quitamos todo uso de la fuerza de las transacciones personales, puede que aún no tengamos un sistema noble de méritos. El único elemento contrario res-tante son las transacciones con trampa—los intercambios con un sesgo oculto.

Si, adicionalmente, removemos todo sesgo oculto, se acabará toda conspir-ación y las transacciones que dependen del valor del juicio sin sesgos ya no serán corrompidas. En un sistema sin uso de la fuerza ni sesgos ocultos, no es posible hacer trampa. Un sistema así será universalmente basado en méritos, despro-visto de elitismo, y verdaderamente un sistema de la gente, para la gente.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?66 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 7

PASO A LAS TRANSFORMACIONES

La Independencia, la Reforma y la Revolución provocaron grandes transformaciones en nuestro país, de sus institu-ciones, la sociedad y la economía. Ninguno de estos mo-vimientos tuvo un desarrollo lineal. En su devenir, dieron logros positivos a los mexicanos: mejores instituciones, avances políticos y progreso social y económico. Des-viaciones impuestas por intereses contrarios a sus obje-tivos fundamentales los llevaron a puntos ciegos, al es-tancamiento, a la destrucción al menos parcial de su obra constructiva; repitiendo, con las peculiaridades derivadas de los cambios de época y los reacomodos de fuerzas políticas y económicas en México y en el mundo, las condi-ciones de descrédito y rechazo al régimen político, dete-rioro social y retroceso productivo que fueron las chispas que en su momento constituyeron los detonadores de aquellos movimientos.

No quiero con ello decir que nos encontramos al borde de un estallido ni menos, en un sentido determinista, que por la llegada de una fecha deban producirse hechos de-terminados. En la historia no existen los destinos mani-fiestos ni las repeticiones mecánicas, pero estaremos de acuerdo, independientemente de nuestras particulares vi-siones, que México se encuentra en momentos graves en

que precisa cambios, cambios profundos en sus condi-

ciones sociales y económicas, en sus instituciones y en

sus relaciones con el mundo, que mucho tienen que ver

con aspiraciones planteadas por nuestros grandes movi-

mientos sociales que han quedado en eso: en aspiraciones y, para decirlo mejor, en aspiraciones no cumplidas.

México es hoy un país sumamente desigual, con una pobreza creciente y una economía estancada, como con-secuencia de treinta años de neoliberalismo, con fuerte descrédito de sus políticos, con un gobierno distante del pueblo y con su autoridad moral cada vez más disminui-da, corroído por la corrupción y una delincuencia cada día más desbordada.

El gobierno reconoce que 47 por ciento de los mexi-canos -más de 50 millones- no cuentan con ingresos sufi-cientes para satisfacer sus necesidades básicas y que, de éstos, 18 por ciento -casi 20 millones- están incapacitados para adquirir la canasta alimentaria básica. Sólo en los años de la presente administración, hay seis millones más de mexicanos en condiciones de pobreza.

DISTRIBUCIÓN DESIGUAL DE LA RIQUEZA

La desigualdad social puede apreciarse en el hecho de que el uno por ciento de los hogares más pobres del país con-centra el 0.07 por ciento (7 centésimas) del ingreso, mien-tras que al uno por ciento de los hogares más ricos llega el 9.2 por ciento de ese ingreso; esto es, 131.43 veces más. Muy lejos se está de la moderación de la opulencia y la

indigencia a la que aspiraba Morelos.

En lo que va del siglo, y de hecho desde hace tres déca-das en las que se siguen con rigor los lineamientos dicta-dos por los Consensos de Washington, nuestra economía ha crecido con gran lentitud, y la actual crisis mundial, sumada a una política económica oficial contraria al in-terés nacional, harán que en este año se produzca un de-

crecimiento de alrededor del ocho por ciento respecto al PIB, la mayor caída en la historia moderna del país, que ha provocado ya la pérdida de casi un millón de empleos for-males y una desocupación que oficialmente afecta a dos millones 800 mil personas, aunque, a decir de Humberto Musacchio, “[Los] números reales deben ser mucho ma-yores, pues el INEGI no considera desocupados a los que se incorporan a la economía informal o a quienes laboran unas cuantas horas a la semana, ni tampoco a los seis y medio millones de personas en edad de trabajar que no buscan empleo. Sin embargo, si se suma a este universo el de los jóvenes que llegan a edad laboral pero carecen de ocupación, el total de mexicanos sin empleo anda cerca de los 20 millones”.

Los años de neoliberalismo económico y entreguismo

político han sido años de desmantelamiento de sectores

productivos clave, como la agricultura y la empresa

mediana y pequeña, la mayor generadora de ocupación; de privatización y extranjerización de servicios básicos, como la banca, que ha dejado así de servir al desarrollo del país; de consolidación de poderosos monopolios pri-vados, en el área de la comunicación destacadamente; y de extinción de instituciones y servicios públicos, como la banca de fomento y el extensionismo agrícola, para sólo citar algunos ejemplos, que hoy se ven como indispen-sables para la recuperación de un crecimiento económico sostenido en el largo plazo y para generar políticas de me-joramiento social.

por Keith Raniere

Al principio de la filaC

reo que aprendo la mayoría de mis lecciones de vida de mi infancia. No quiero decir que aprendo sólo de cosas que me sucedieron en los confines de mi tierna

edad; estoy declarando que eventos que ocurren en mi vida adulta, de ser contemplados y examinados con la ade-cuada discriminación, tienden a ser sólo exageraciones y extensiones adultas y amplificadas de principios muy sen-cillos experimentados durante esos años formativos.

Mis muy básicas experiencias fuente de cosas como la amistad, el cuidado, el trabajo en equipo, el rechazo y el estar sólo fueron experimentadas mucho antes de ser yo lo suficientemente cerebral como para articularles plena-mente. Para cuando entré en la adolescencia, gracias a la buena fortuna de una crianza robusta, ya tenía yo una sana apreciación por los buenos amigos, ayudar a los demás y la camaradería. Como tal era yo social y con frecuencia me encontraba uniéndome a, u organizando, actividades que involucraban la participación de otros niños.

No fue sorpresa que conforme mi grupo de compañe-

ros obtuviera los derechos (y la necesidad) de tener traba-jos y puestos de responsabilidad menor, yo me volviera un beneficiario más material de mis logros extrovertidos. Por ejemplo, siempre que frecuentaba un restaurante de comida rápida donde uno de mis amigos laboraba, de al-gún modo acababa obteniendo porciones extra grandes—a veces al punto del exceso.

Mis amigos y yo nos cuidábamos mutuamente a través de nuestra mini-red donde todos usábamos nuestros tra-bajos y recursos para ayudarnos mutuamente.

Por supuesto, debido a mi falta de visión, no se me ocurrió que esta forma de favoritismo-comercio era, en parte, a expensas de terceros. No empecé a excogitar la naturaleza de esta situación hasta que me impactó un profundo reconocimiento durante un evento menor y de rutina.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?8 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 65

En la situación por la que atravesamos, es indispen-sable que el Estado asigne más recursos y tome medidas concretas para la reactivación de la economía, la protec-ción del empleo existente, la creación de nuevos puestos de trabajo; esto es, para elevar las condiciones de bienes-tar de la gente y para estimular la producción, la economía real.

Iniciada con solidez la recuperación económica, debe ponerse en práctica una política que garantice un cre-cimiento económico sostenido en el largo plazo, social y ambientalmente sustentable, y coordinadamente, una política social que permita avanzar en la disminución, hasta llegar a eliminarlas, de las desigualdades sociales y las diferencias en la calidad de los desarrollos regionales y urbanos.

VERDADERA Y PROFUNDA REFORMA FISCAL

Seriamente debe pensarse en una verdadera y profunda re-forma fiscal, que sea resultado de un pacto social, llevado a cabo democráticamente entre los factores de la produc-ción –trabajadores, empresa y gobierno-, que aporte los recursos que el país requiere para financiar su desarrollo; que tenga, entre sus contraprestaciones para la población, la universalización del sistema de seguridad social (esto es, de atención a la salud, pensión, seguro de desempleo, etcétera), financiado con recursos fiscales y, consecuen-temente, desvinculado de la nómina.

Es imprescindible, además, iniciar lo que bien puede llamarse la reconstrucción institucional del Estado, con-siderando la legislación necesaria para hacer exigible ante el Estado el pleno ejercicio de los derechos constitucio-nales del ciudadano (al trabajo, a la salud, a la vivienda, etcétera); la creación, reconstitución o reorganización de

instituciones que den orden a las actividades del gobierno, apoyen el desarrollo de la economía y fomenten el bie-nestar de la sociedad, así como la desarticulación de los monopolios inhibidores del desarrollo.

Finalmente, en lo que hace a cuestiones programáti-cas, no puede omitirse hacer mención de la necesidad

de saneamiento de todo el sistema de justicia, de su pro-

curación y administración, lo que se vincula al combate

a la inseguridad, la corrupción y a todos los demás tipos

de delincuencia.

RESPONSABILIDAD Y RETO

Estamos frente al reto y con la responsabilidad como generación, no sólo de imaginar, sino de construir una nación como la soñaron –y por la que con denuedo lucha-ron con las armas, con las ideas, la palabra y la pluma, transformando y construyendo instituciones y acuerdos- los actores que el pueblo libertario puso al frente de los movimientos por la Independencia, la Reforma y la Revo-lución, actualizando sus visiones para transformarlas en realidades.

Una nación de hombres libres e iguales ante el Estado, la ley y la sociedad, exige no sólo cambiar la situación que actualmente vive México, sino empeñarnos también en lograr un orden internacional equitativo y justo, y en in-sertarnos en las corrientes positivas de la globalización y de la integración que están teniendo lugar en el mundo y, sobre todo, en nuestro continente.

Con el vecino del norte tenemos una estrecha relación, que es indispensable se torne equitativa. Las últimas ad-ministraciones, las del neoliberalismo, han deliberada-mente ignorado al sur.

México requiere vincularse en los dos sentidos.

Plantear un acuerdo continental de desarrollo, que

abarque desde el Canadá hasta la Patagonia, que con-sidere instrumentos que fomenten una cooperación para todos ventajosa, que se proponga disminuir hasta elimi-nar las asimetrías económicas, fomentar la igualdad social y garantizar el libre tránsito de mercancías y personas, y plantear al mismo tiempo la integración política con América Latina, a modo de constituir, en esta época de los grandes bloques político-económico-demográficos, que son los que aprovechan con ventajas las corrientes positivas de la globalización –Estados Unidos, la Unión Europea, China, Rusia, son ejemplos de ello-, un bloque que tenga la capacidad para insertarse y para insertarnos en esas corrientes, que tendrían que ser las de la coope-ración y complementación equitativas y solidarias con to-dos los demás.

Asumir el reto de transformar el presente de degra-

dación y desesperanza en un presente de edificación y

optimismo, será garantizar un futuro, inmediato y media-

to, de igualdad, progreso y bienestar, y será, sobre todo, cumplir como generación de hoy con el legado histórico que hemos recibido de quienes entregaron sangre, vida, talento y esfuerzo en la Independencia, la Reforma y la Revolución, para crear un México independiente y sobe-rano, de libertades, democrático, justo y generoso con sus hijos.

En el marco de la celebración del Cuadragésimo Con-greso de Investigación y Desarrollo del Tecnológico de Monterrey, la empresa regiomontana de reciente

creación, Aerovantech, presentó al público, por primera vez, el avance de su desarrollo tecnológico en aeronáu-tica.

Se trata del prototipo Alfa 3, un avión autónomo no

tripulado, que cuenta con un avanzado equipo electróni-

co, aeronáutico y de telecomunicaciones, que hace po-sible que vuele de manera estable y sea capaz de enviar y recibir la información deseada.

Cuenta con una computadora a bordo, sistema GPS, giroscopios y acelerómetros, radio-modem y cámara de video para pilotaje remoto, entre otros sistemas.

recepción de datos, de toda la sincronía entre toda la red de sensores por lo cual demostramos que esto es factible y que puede ser evolucionado a otras dimensiones”.

DIFERENTES APLICACIONES

Estos vehículos pueden tener diferentes aplicaciones, desde las de negocios y civiles, hasta las de seguridad ur-bana, vigilancia y supervisión de zonas importantes.

Gracias a la facilidad de los recorridos autónomos y la capacidad de enviar y recibir información, el avión

puede usarse para fumigación remota, localización de

cardúmenes en flotas pesqueras, así como recorridos de

inspección y monitoreo.

Empresa incubada en el Tec fabrica

avión autónomo no tripuladoMODELO COMERCIAL

EN CONSTRUCCIÓN

Aldo Díaz Prado, quien es parte del equipo de desarrollo, dio a conocer que, además del prototipo, la empresa tiene ya en etapa de construcción su primer modelo comercial, denominado Beta 1.

Este avión contará con una autonomía máxima de 15 horas y un alcance máximo de mil 500 kilómetros, además de ofrecer mejores prestaciones que el actual prototipo.

Señaló que ya están en etapa de fabricación algunas partes de la nave y la idea es que, como ya se probaron los conceptos de electrónica, están a la espera de empezar a recibir las piezas para armar los primeros aviones y em-pezar a embeber la electrónica, a fin de, en un periodo de unos ocho meses, lanzar su primer avión comercial.

“El avión que tenemos aquí hoy en día, que es el Alfa 3, demuestra que esto es factible; nuestro avión vuela. No hemos tenido incidentes de desplomes ni cosas de esas; es un avión muy estable, en el que hemos probado los con-ceptos de estabilidad, de horas de vuelo, de transmisión y

EMPRESA INCUBADA EN EL ITESM

Díaz Prado destacó que la empresa que lleva a cabo este desarrollo, es incubada en el Tecnológico de Monterrey, con el apoyo de profesores, alumnos de doctorado, inver-sionistas externos y especialistas en aeronáutica.

Agregó que Aerovantech es la primera empresa en el Estado que ha incursionado en el campo del desarrollo de este tipo de vehículos, y señaló que los colaboradores en este proyecto, que lleva ya más de un año en la generación de conocimiento, son personas que han nacido o han des-arrollado sus carreras en la ciudad de Monterrey.

“Estamos en este proceso, todavía de incubación, pero ya como una empresa formal, con un prototipo físico y funcional. No es un dummy. La tecnología está probada. Hay videos y hay evidencia de que nuestro avión vuela, de que trasmite video, de que puede hacer recorridos pre-viamente programados en situaciones críticas en lugares aislados. Entonces, básicamente esa es la flexibilidad de este tema: el poder llevar y vigilar áreas de no muy fácil acceso”, concluyó.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?64 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 9

El Poder de la PolíticaLicenciado Javier

Treviño CantúSecretario General

de Gobierno de Nuevo León

LA ERA DE LA TRANSFORMACIÓN

Reflexionar acerca de conceptos como el poder y la política representa un ejercicio que, si bien implica referirse a términos conocidos y hasta cierto punto

“familiares” que en diversos sentidos no han cambiado a lo largo de la historia, también nos lleva a reconocer la no-table transformación que su significado está adquiriendo en la actualidad.

En este contexto, el concepto del poder político en el mundo “occidental” ha formado parte de una larga tradición del pensamiento moderno, que, sobre todo, se basaba en la acción de gobierno como una relación for-mal y legítima de mandato-obediencia entre gobernantes y gobernados, a través del poder concedido por la libre voluntad de los ciudadanos.

Esta concesión del poder ciudadano al gobierno elegi-do democráticamente se debía a la necesidad primordial de construir y mantener un orden que, ante todo, evitara el conflicto para garantizar una paz duradera.

La existencia de estas condiciones básicas eran refe-rentes indispensables para la gobernabilidad de una nación. Por lo tanto, la gobernabilidad hace alusión a las capacidades requeridas a los gobiernos (ya sean éstas ju-rídicas, fiscales, administrativas, de diseño de políticas o de autoridad política) para dirigir a sus respectivas socie-

*Actualmente se desempeña como

Secretario General de Gobierno del

Estado de Nuevo León. Es licenciado

en Relaciones Internacionales

por El Colegio de México y obtuvo

la maestría en políticas públicas en la Universidad de Harvard. En el gobierno federal ocupó diversos cargos, incluso el de Ministro

de Información en la Embajada

de México en Washington,

Subsecretario de Cooperación

Internacional de la Secretaría

de Relaciones Exteriores y

Oficial Mayor de la Secretaría de

Hacienda y Crédito Público. Antes

de incorporarse al gobierno de

Nuevo León, fue Vicepresidente

de Comunicación y Asuntos

Corporativos de Cemex.

Las opiniones contenidas en el

presente artículo no reflejan

necesariamente la posición oficial del Gobierno de Nuevo

León.

dades. En la actualidad, los conceptos que sustentan la base de la doctrina del poder del Estado moderno están transformándose para adecuarse a los nuevos tiempos, caracterizados por la velocidad y la constancia del cambio como factor estructural de la acción de gobierno.

LA “FRAGMENTACIÓN” DEL PODER

El reconocido politólogo estadounidense James N. Rosenau acuñó hace algún tiempo el concepto de la “fragmen-tación”, para tratar de sintetizar una de las paradojas de las tendencias asociadas a la globalización . En síntesis, se refería a los procesos simultáneos que estaban propician-do una fragmentación de los espacios de decisión política a escala global y, a la vez, una concentración de los efectos de dichos fenómenos a nivel local.

Eventualmente, este análisis contribuiría al desarrollo de la idea de lo “global” como referente fundamental de la nueva realidad que se vive.

Este mismo concepto resulta útil para reflexionar sobre algunos de los cambios observados respecto a la noción de lo que constituyen el poder y la política. En el caso del primer concepto, por ejemplo, lo que se ha registrado es una tendencia a la fragmentación del poder que anterior-mente detentaban en forma cuasi exclusiva los Estados en el escenario internacional, y los gobiernos centrales

Javier Treviño Cantú

“Benito Juárez”, Mural dentro del Castillo de Chapultepec.

mos respuestas contundentes. Las graves patologías que

históricamente se han observado en esta noble ciencia

se han dado cuando los pueblos no están dispuestos a

cooperar en su hora presente, para sacar o modificar las estructuras o políticas sociales ya caducas o sin vigencia y, a la luz del pensamiento preclaro, el humanismo y la reflexión, cambiarlas de acuerdo a la propia marcha de la sociedad y de sus instituciones.

RESPONSABILIDAD

DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA

En medio de todo esto, en materia de política sólo tenemos una respuesta clara: hoy, más que nunca, nadie puede o debe sustraerse de participar en las acciones políticas, sin incurrir en graves responsabilidades por no intervenir en la creación y justa distribución de los bienes colectivos.

El abstencionismo en las decisiones públicas -cómodo para algunos-, ya no es posible. Tampoco lo es pretender dejar a la política sólo en manos de políticos como si ésta fuera algo lejano de nuestro contexto o cotidianeidad.

De lo poco que hemos aprendido de la política, en siglos de aprendizaje, destaca el hecho de asumir la de-mocracia, no sólo como un mero sistema político; sino, so-bre todo, como un estilo de vida, por el cual participamos diariamente en actos sociales de los cuales todos somos responsables: los estadistas, los políticos, los científicos, los académicos, los tecnócratas y los simples ciudadanos.

La cooperación lúcida y entusiasta de ciudadanías

forjadas en opiniones ilustradas y conscientes es, sin lu-

gar a dudas, una de las mejores medicinas para combatir

las patologías ejercidas desde la política.

Es cierto, como decía Plinio el Joven: “en el gobierno, como en el cuerpo humano, las enfermedades más graves proceden de la cabeza”(1). También lo es que, cuando un pueblo no frena a tiempo tales enfermedades o excesos de los políticos o los gobernantes, se convierte en cómplice o en víctima de un sinnúmero de injusticias y arbitrarie-dades.

Cuando en la política dominan las patologías, como las ansiedades, las ambiciones, los miedos, las bipolaridades o las esquizofrenias de quienes dirigen esta actividad, es difícil pensar que una metodología científica sobre psico-patías nos revele verdades absolutas sobre si éstas son producto de una bioquímica del comportamiento huma-no, del medio ambiente, de factores psicológicos o de la suma de todos estos en sus patológicos dirigentes.

Las en antaño llamadas “enfermedades del alma” no sólo lesionan la salud de los políticos, sino que se extien-den a la colectividad; cuando ésta permanece apática, las aprueba, las justifica, y en ocasiones hasta las apoya.

Si la política se envilece o se pervierte en nuestro

entorno inmediato, esto es producto de enfermedades

mentales que entre todos debemos curar desde el te--

rreno racional. Aunque no seamos médicos, psiquiatras o psicólogos, sí contamos como miembros de un cuerpo so-cial que puede extirpar a los agentes patógenos o perma-necer inmóvil hasta contaminarse y enfermar su espíritu y alma como sociedad.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?10 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 63

en los países, junto a una revalorización de los distin-tos tipos de poder que debe contemplar e integrar un Es-tado determinado para promover sus intereses o alcanzar un fin específico.

En el turbulento paso del siglo XX al XXI, desde hace aproximadamente dos décadas la globalización ha traído consigo un nuevo paradigma no sólo conceptual, sino principalmente operativo, que está llevando a la redefi-nición de nuevas reglas de convivencia política, económi-ca, social y cultural para todos. A su vez, el poder se ha fragmentado ante el surgimiento de nuevos actores, for-males e informales, con capacidad de ejercer influencia significativa sobre otros grupos políticos, económicos, so-ciales y culturales.

DESPLAZAMIENTO DEL PODER GEOPOLÍTICO

Por una parte, el poder geopolítico está pasando por un desplazamiento relativo de “occidente a oriente”, de los países más desarrollados hacia las llamadas “potencias emergentes”, por el crecimiento económico acelerado que han registrado en los últimos años países como China o la India, así como aquellas otras naciones en desarrollo que hoy se concentran en el “Grupo de los 20” , incluyendo a México.

A pesar de que se considera que Estados Unidos sigue siendo la única “superpotencia” mundial por su predo-minio militar, y que la Unión Europea constituye un caso particular por su dimensión “supranacional”, los nuevos equilibrios de poder económico y financiero a escala glo-bal han conducido a que los países agrupados en la cuenca oriental del Pacífico ganen mayor poder, frente a los que se ubican tradicionalmente en el occidental Atlántico.

Por otra parte, si bien los Estados siguen siendo los actores predominantes del sistema internacional, es un hecho que su poderío también ha dejado de ser exclusivo frente a un amplio número de actores no-gubernamentales con una evidente capacidad de influencia. Sin afán de ha-cer un listado exhaustivo, cabría mencionar entre ellos a las grandes empresas de alcance global; los medios de comu-nicación con una cobertura igualmente global; individuos “superempoderados”, ya sea por sus capacidades finan-cieras, como Bill Gates de Microsoft, o por su condición de “celebridades con conciencia social”, como el cantante Bono, cuyos respectivos esfuerzos, por ejemplo, han con-tribuido a replantear toda la agenda de cooperación inter-nacional hacia África; y organizaciones sociales dedicadas a la promoción o defensa de temas específicos, como los derechos humanos en el caso de Amnistía Internacional, o Greenpeace en el de la protección del medio ambiente.

Desafortunadamente, a este listado es necesario añadir el de otros actores no-legítimos, pero con un indisputable poder “fáctico”, como sería el caso — entre otros— de las organizaciones terroristas y criminales transnacionales.

PODER COMPARTIDO

A la vez que ello ocurre en el escenario mundial, el poder que anteriormente detentaban a nivel nacional en forma casi exclusiva los gobiernos centrales, ahora es “comparti-do” por otros actores, tanto legítimos como fácticos. Así,

en el caso de nuestro país, por ejemplo, durante los últimos 20 años, el poder prácticamente omnímodo que alguna vez detentó la Presidencia de la República se ha “atomizado”.

En la actualidad, el Gobierno Federal comparte y, por lo tanto, debe estable-cer nuevos equilibrios de poder con las dos cámaras del Congreso de la Unión, el Poder Judicial de la Federación, así como con un creciente número de institu-ciones autónomas, como sería el caso del Banco de México o el Instituto Federal Electoral. Lo hace igualmente con todos los gobiernos de los Estados y, también, de algunos Municipios que, por su dimensión territorial o demográfica, detentan un peso específico significativo y —por supuesto— los partidos políticos.

En ciertos ámbitos, su poder de decisión incluso debe considerar la influen-cia de actores externos, señaladamente el de países como los Estados Unidos, por los estrechos vínculos existentes en materia económica y comercial, social y, en forma cada vez más notable, de seguridad regional; o el de los múltiples or-ganismos multilaterales al que pertenece, así como el de las instancias jurídicas internacionales a los que se ha sometido por voluntad soberana, como sería el caso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos .

A la vez, también debe competir con las versiones equivalentes a nivel na-cional de los mismos actores legítimos que hoy conforman el sistema mundial —empresas, medios de comunicación, organizaciones sociales y ciudadanía em-poderada por las tecnologías de la información y comunicación instantánea—, al igual que los poderes fácticos, en especial las organizaciones del crimen orga-nizado, dispuestas a retar la soberanía y el monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado.

En lo que respecta a los tipos de poder, en este mismo tiempo la noción ha dejado de enfocarse únicamente en sus aspectos “duros”, para dar paso a la concepción de un “poder suave” y, en especial, de un “poder inteligente” que idealmente permitiría ambas cualidades.

Históricamente, el poder nacional se ha relacionado con factores “duros”, como sería la dimensión demográfica de un Estado, su extensión territorial y/o ubicación geopolítica, el tamaño o eficiencia de su economía y capacidad comer-cial, su disponibilidad o acceso a recursos naturales estratégicos y, sobre todo, su fuerza militar. Estos elementos siguen determinando en buena medida el poder en la actualidad. Sin embargo, la globalización también ha hecho que co-bren mayor importancia otros aspectos, considerados como “suaves” por estar vinculados al aspecto cultural de una sociedad.

Arduos e intrincados son los problemas para definir a la política. Su noble concepto y su ejercicio son dos campos de equilibrio en los cuales históricamente no

siempre hay coincidencias. De ahí nacen, en parte, los be-moles para su conceptualización.

Como ciencia, la política se enfoca en gobernar, or-

ganizar y administrar un Estado en sus ámbitos exterior e interior, mediante un conjunto sistematizado de princi-pios; como arte, en la suma de reglas, procedimientos y

voluntades para el logro del bien común. Cuando este concepto –política- se pervierte, deriva en

patologías donde se resta y lesiona a la colectividad y a los bienes públicos, desde una balanza social desequili-brada por ambiciosos, aventureros, cínicos, apáticos y/o peligrosos psicópatas en el poder.

CLAROSCUROS

Los campos en los cuales interviene la política son múlti-ples, complejos y saturados de claroscuros. Ahí se eviden-cia la conducta de los gobernantes y de los gobernados, y se trata de explicar la suerte, el destino y la conducta de los hombres y mujeres de cada época. Para tratar de entender

la política, hoy formulamos múltiples preguntas, que ge-neralmente no tienen respuestas absolutas. Así, hac-emos a los economistas preguntas sobre aspectos que antes parecían ajenos al quehacer de esta ciencia, porque el dinero y las finanzas son, ahora, el desvelo y angustia de estadistas, políticos y, sobre todo, del pueblo; recur-rimos a historiadores y filósofos para reflexionar, desde el espejo del pasado, sobre nuestros errores y aciertos para, desde ahí, abrir paso a nuevas meditaciones y oportunidades.

Poetas, periodistas, ciudadanos comunes y hom-

bres de letras tratan con fina sensibilidad o abierto des-

afío las crisis o consecuencias de una mala aplicación de

la política.

Desde los dominios del psicoanálisis, tratamos ahora de explorar la mente y conducta de quienes participan activamente en el campo de la política; interpelamos sus decisiones para la resolución de los arduos conflictos que día a día se tienen y, para ello, tratamos de aplicar lo último en psicoanálisis, en la medicina psiquiátrica, en la psicología y en la bioquímica del comportamiento del hombre y la mujer, buscando dar un tratamiento lógico a las psicopatías de la política, sin que hasta ahora tenga

La participación política,

una responsabilidad compartida

Doctora Patricia Liliana Cerda PérezCoordinadora del Centro de Investigaciones FCC/UANL [email protected]

Patricia Liliana Cerda Pérez

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En este sentido, destacados autores han insistido en que la diferencia radicaría no en la capacidad con que cuente un Estado determinado para imponer sus intereses o lograr sus objetivos mediante el uso directo de la fuerza o acciones coercitivas de otra naturaleza, sino de hacerlo a través del convencimiento generado por el aprecio y respe-to de otros actores, debido a cuestiones como la calidad de sus instituciones, la legitimidad de sus acciones respecto a la consistencia de sus valores, o la capacidad de proyectar la vitalidad de su cultura a través de una vigorosa diplo-macia pública. En suma, a su “poder suave”

Ahora, desde los círculos académicos y los gobiernos de algunos países, también se plantea que la suma o la aplicación de estas dos capacidades en forma integral, de-rivaría en un “poder inteligente”.

DESCENTRALIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA

Desde finales del siglo XX, el Estado moderno, tal y como se constituyó en los últimos tres siglos, inició un proceso de cambio que le permitiera adecuarse a las nuevas condi-ciones y recuperar los espacios cedidos y el poder perdido frente a otros actores; en otras palabras, la gobernabili-dad. Ante las crisis económica y fiscal de la décadas de los ochenta y los noventa, a la que se enfrentaron varias economías en el mundo, incluyendo a México y otras de América Latina, comenzó a discutirse la necesidad de im-pulsar una reforma del Estado.

Si bien la discusión se centraba en la legitimidad de los gobiernos, ahora también importaba, y quizá aún en ma-yor grado, su capacidad para gobernar o su eficacia direc-tiva para administrar de manera eficiente el bien común y garantizar servicios públicos de calidad.

La descentralización política y administrativa fue la respuesta que muchos países adoptaron como punto de partida de sus respectivas reformas del Estado. Los tipos y grados de descentralización, o desconcentración, han variado ante la multiplicidad de casos que se han regis-trado en el mundo. No obstante, debido a que en un inicio la discusión fue impulsada y dirigida particularmente por organismos financieros internacionales —como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE—, esta primera generación de cambios estuvo marcada por un carácter homogéneo de los mismos, ya fueran éstos adoptados por países desarrollados o en desarrollo, en el marco del llamado Consenso de Washington, el cual pro-pugnaba por otorgar prioridad a la dimensión financiera de la crisis del Estado, sobre todo a la apertura comercial y el ajuste fiscal, a través de la simplificación administrativa y la reducción del aparato gubernamental .

A fines de los años noventa, la experiencia de algunos países dio cuenta de que más que un Estado disminuido, se requería de un Estado reconstituido con base en sus pro-pias capacidades y posibilidades. Por lo tanto, la segunda generación de reformas adquirió un carácter heterogéneo que, al menos en una buena parte de los países de América Latina, se concentró en tres puntos específicos: la consoli-dación de la democracia, el crecimiento económico, y la reducción de la desigualdad social, quedando claro que el desarrollo institucional era la base sobre la que habría

que edificar el desarrollo económico de los países latino-americanos.

POLÍTICOS Y ADMINISTRADORES

Para lo anterior, se proponía la reforma del aparato admi-nistrativo hacia nuevas formas de gestión pública, partien-do del reconocimiento de la gran brecha que existe entre los políticos y los administradores; entre los diseñadores de la política pública y aquellos responsables de ponerla en práctica; es decir, entre la formulación de políticas y la implementación de las mismas. La falta de comunicación y de coordinación entre estos dos nodos de poder guberna-mental ocasionaba ineficacia, ineficiencia y servicios

Otra función de recompensa es la de obtener cargos de funcionarios públi-cos en las distintas ramas de la administración pública, y, de nueva cuenta, en los distintos niveles; cargos como funcionarios partidistas, que también reciben compensaciones pecuniarias; becas para estudiar posgrados en el extranjero, para ellos o sus familiares

Tienen, asimismo, la posibilidad de influir en quien será su sucesor en algún puesto, al permitir los partidos las herencias de poder. De manera peculiar, en el nivel municipal, es frecuente que se deje o busque dejar el cargo a un familiar cercano: un padre a un hijo, entre esposos, entre primos . Cuentan igualmente con protección legal, ya que los cargos de elección popular implican un fuero constitucional que les ayuda a evadir la justicia. Sirven los partidos para rescatar a miembros de la élite que han salido de otros partidos.

El sistema de recompensas existente ha logrado crear un establishment parti-dista, que acepta los beneficios y las recompensas que otorga el mismo, además de alentar a los grupos políticos a buscar su registro como partido político na-cional, por las ventajas que eso conlleva, como el nombrar candidatos a cargos políticos, el financiamiento directo e indirecto que se recibe.

En suma, podemos decir que los partidos políticos se han convertido en ins-trumento para el beneficio de la élite del poder, que los ha usado para obtener todavía más beneficios

Su objetivo no es la democracia del país, sino obtener los beneficios que el sistema de partidos les pueda otorgar. Eso se demuestra al ser los partidos los principales opositores de cualquier cambio que les reste privilegios.

Por eso, una reforma que busque permitir la reelección en cargos de diputa-dos, el aumento en el porcentaje para obtener el registro de partido político está condenada a no recibir el apoyo de las élites partidistas, que perderían capaci-dad de maniobra.

1PANEBIANCO, Angelo, Modelos de partidos. Op.cit. pp. 40-41. Las negritas son nuestras. Para el tema de los incentivos en la organización y en los partidos véase el capítulo 2, El poder. Los incentivos. La participación, pp. 61-812MOSCA Gaetano, La clase política. Selección de Norberto Bobbio. Fondo de Cultura Económica, Colección Popular 290, México, p. 1063MICHELS, Robert, Los partidos políticos, Amarrotu, Buenos Aires, 1976, Vol. II, p.694AGUAYO QUEZADA, Sergio, Almanaque de México. México todo en cifras, Editorial Aguilar, México, p. 145.5En este caso resulta interesante revisar lo que consigna el periódico El Norte, en su sección local pagina 1, del día 17 de mayo del 2009, donde se ven casos peculiares de este tipo en el Estado de Nuevo León. De cuatro casos que intentaron heredar el cargo en la elección del 4 de julio del 2009, tres los perdieron. En Abasolo, es el único lugar en el que se dará el cargo como una especie de herencia familiar ya que el alcalde del PRI, Jaime Villareal Ramírez dejará el cargo en manos de su padre Enrique Villarreal Gutiérrez. Por otra parte dentro de los perdedores tenemos los casos de: General Zuazua , donde Roberto Montemayor intentó dejar a su esposa Elvira Fernández Morín ambos del PAN, alcanzando apenas el 25.5% de la votación. En Doctor Arroyo, Juan Francisco Espinoza Eguía, yerno de Juan Paredes Gloria líder de la CNC, le intentó dejar la alcaldía siendo ambos del PRI, pero perdió al obtener el 40.6% contra el 52.5% de su rival. Por último después de ocupar el cargo del 2000 al 2003, la priísta María Guadalupe Guajardo heredo ese cargo a su esposo para el período 2003 -2006 ambos del PRI, en esta elección intento ganar la alcaldía de nueva cuenta, pero hasta el día 7 de julio había perdido con un 49% de votos contra el 50.3% de su rival, los datos de los resultados tienen como fuente el SIPRE de la CEE http://www.sipre.org.mx/eleccion_1_M.html

Referencias

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?12 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 61

1James N. Rosenau, Distant Proximities: Dynamics beyond Globalization, Princeton University Press, 2003. El capítulo sobre el tema se puede consultar en http://press.princeton.edu/chapters/s7529.html

2Existen numerosas interpretaciones y definiciones de lo que constituye la “globalización”, pero para efectos de la presente reflexión, se parte de la que ofrece el sociólogo español Manuel Castells: la globalización es “en sentido estricto, el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria [a través de] un sistema tecnológico de sistemas de información, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo el planeta en una red de flujos en las que confluyen las funciones y unidades estratégicamente dominantes de todos los ámbitos de la actividad humana”. En Manuel Castells, Globalización, identidad y Estado en América Latina, PNUD, Santiago de Chile, 1999.

3En particular, Rosenau se refiere a “la tensión entre fragmentación e integración, entre globalización y localización, entre descentralización y centralización. En todas partes del mundo, en comunidades, países y regiones, las fuerzas globalizadoras y localizadoras están fomentando a la vez la integración y la fragmentación. Y ellas no sólo ocurren de forma simultánea, sino que son también interactivas. Desde una perspectiva fragmentativa, el mundo se ve desprovisto de distinciones claras entre asuntos domésticos y externos, con el resultado de que los problemas locales pueden volverse transnacionales en cuanto a su alcance, mientras que los retos globales pueden tener repercusiones para las comunidades pequeñas”. James N. Rosenau, “Cambio y complejidad”, en Análisis Político, IEPRI-UNC, N. 32, Septiembre/Diciembre de 1997. Se puede consultar en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/assets/own/analisis%20politico%2032.pdf

4En 2010 Corea del Sur preside el grupo. La dirección en Internet del sitio oficial es: http://www.g20.org/

5CIDH, “Texto informativo sobre el Sistema Interamericano, presentación de denuncias, realización de consultas a la Corte y visitas a la Sede del Tribunal”, en http://www.corteidh.or.cr/denuncias_consultas.cfm

6Joseph S. Nye, Power in the Global Information Age, Routledge, 2004

7Craig Cohen, Joseph S. Nye, Richard Armitage, A Smarter More Secure America: Report of the CSIS Commission on Smart Power, CSIS, 2007. http://csis.org/publication/smarter-more-secure-america

8Ver, por ejemplo, U.S. Department of State, American “Smart Power”: Diplomacy and Development are the Vanguard, mayor 4, 2009. http://www.state.gov/r/pa/scp/fs/2009/122579.htm

9John Williamson, A Short History of the Washington Consensus, en http://www.iie.com/publications/papers/williamson0904-2.pdf

10James N. Rosenau, The Study of World Politics; Globalization and Governance, Routledge, 2006.

11Luis F. Aguilar la define como el “proceso mediante el cual los actores de una sociedad deciden sus objetivos de convivencia —fundamentales y coyunturales— y las formas de coordinarse para realizarlos: su sentido de dirección y su capacidad de dirección”. Luis F. Aguilar, Gobernanza y gestión pública, FCE, 2006.

públicos de mala calidad, con el consecuente descontento de los ciudadanos.

La descentralización fue entonces vista como la opción más viable para poder zanjar esta brecha entre políticos y operadores, redimensionar el aparato gubernamental, re-ducir costos, delegar responsabilidades hacia unidades de gestión más pequeñas (ya sea estatal, municipal y/o local), a partir del reconocimiento de que entre más cerca se esté del conflicto que se quiere resolver, mejor se conocerán sus posibles soluciones. Ello ha llevado a la consideración del empoderamiento y responsabilización de la ciudada-nía como forma de solución de los problemas públicos.

Desde esta óptica, la acción del gobierno está bus-cando tener mayor claridad acerca de aquellos criterios relevantes que le permitan juzgar su eficacia, su eficiencia y la calidad de los servicios que ofrece a través de la con-sideración de los siguientes elementos: 1) qué se hace; 2) quién lo hace; 3) cómo lo hace, 4) con cuántos recursos lo hace y, lo más importante, 5) para quién lo hace.

Este proceso de planeación y evaluación ha dejado claro que los funcionarios públicos se encuentran frente a relaciones inter e intragubernamentales cada vez más complejas, producto de la convivencia simultánea de procesos de descentralización, regionalización y globa-lización .

GOBERNABILIDAD CORRESPONSABLE Y GOBERNANZA

Ello ha traído consigo la natural dispersión en la toma de decisiones, que sólo habrá de encontrar solución a través de la coordinación horizontal y/o vertical de políticas en el gobierno, de marcos legales claros y acotados, de la transparencia en la acción del gobierno y de la rendición de cuentas claras a la sociedad. Pero, más importante aún, de una nueva concepción del poder a través de la con-cesión del mismo a la ciudadanía por medio de su partici-pación en los asuntos públicos, tanto desde el punto de vista financiero, como de gestión, e inclusive del diseño y formulación de las políticas públicas.

Por lo tanto, las nuevas formas de acción del gobierno que aluden a sus nuevas capacidades, y en específico al proceso de gobernar, deben incorporar la gobernabilidad y la gobernanza , a través de la participación responsable de la ciudadanía en la solución de los asuntos públicos. Con ello, la antigua consideración del poder político como garante de una gobernabilidad orientada a lograr una paz absoluta y un orden estricto, parece haber quedado re-basada.

Justamente aquí es donde reside el nuevo poder de la política: en construir los canales y los mecanismos ins-titucionales y legales que promuevan, bajo este enfoque de gobernanza, nuevas formas de gestión de los asuntos públicos con base en la participación ciudadana, y la de los nuevos y múltiples actores que se entrelazan en un mundo regido por el cambio constante y la convivencia con el con-flicto constructivo y promotor de mejoras continuas. En este sentido, más que frente a la fragmentación del poder, estaríamos ante un nuevo escenario determinado por el poder compartido, entendido como sinónimo de corres-ponsabilidad política y ciudadana.

Pie de página y de allí a alguna de las secretarías de gobierno, ruta que se altera al llegar al poder Ernesto Zedillo Ponce de León, egresado del Instituto Politécnico Nacional.

A partir de la alternancia política del año 2000, cuando el Partido Acción Nacional y su candidato, Vicente Fox Que-sada, llegan a la presidencia, las élites y los partidos políti-cos han tenido que adaptarse a esta nueva condición.

En el caso del PRI, que ya no puede garantizar pues-tos federales, el poder de las camarillas del centro político nacional se ha trasladado a las fuerzas políticas de los estados, lo que ha aumentado la presencia e importancia de los gobernadores en el juego político, ya que ellos si pueden todavía disponer de recursos que permitan pre-miar a sus integrantes.

En el caso del PAN, el triunfo federal significó un reto para la élite partidista, que llegó sin cuadros suficientes para cubrir y ocupar los cargos federales, tanto de las se-cretarias, como de la dependencias.

Durante el gobierno de Fox, éste nunca tuvo una re-lación tersa con su propio partido, ya que privilegió a miem-bros externos del PAN, así como a elementos de otros partidos como ajenos a la política para ocupar esos car-gos.

CAMBIOS CON FCH

Esto, sin embargo, ha cambiado con el nuevo gobierno de Calderón, quien en la búsqueda del control, tanto del go-bierno como del partido, ha apostado por miembros del PAN y gente cercana a la figura presidencial, que se ven reflejados en el partido en la imposición de sus dos diri-gentes, en lo que va de gobierno: primero, Germán Mar-tínez Cázares, y luego el actual, César Nava Vázquez.

Asimismo, se aprecia esto en la designación de gente cercana a él para cargos de elección popular; pero, de manera específica, en la creación de la Comisión Nacional de Elecciones, entre cuyas facultades destacan el preparar, organizar y vigilar los procesos de selección de candida-tos a cargos de elección popular; definir el método, que puede ser en casos extraordinarios la elección directa o la designación directa de los candidatos; es decir, lo que popularmente se conoce como “dedazo”.

En el caso del Partido de la Revolución Democrática, las distintas fuerzas políticas internas han planteado, después de la elección del año 2006, dos estrategias di-vergentes: una, encabezada por Andrés López Obrador y el llamado Frente Amplio Progresista, quienes sostienen una línea de desconocimiento y ataque a la Presidencia de Felipe Calderón, mientras que el otro grupo sostiene la necesidad de mantenerse dentro de un diálogo con el gobierno, ya que se han convertido en parte del establish-ment político mexicano, que no iba a renunciar a los privi-legios que se obtienen al tener diputados y senadores en el Congreso.

En el caso de los demás partidos políticos, como el Verde Ecologista de México, la situación de las élites es la misma

CONCLUSIONES

Las élites usan a los partidos políticos como un meca-

nismo institucional que les permite obtener recompensas; han hecho de los partidos agencias de colocaciones, y és-tos han perdido su objetivo de ayudar a crear una cultura democrática, ya que se dedican a distribuir recompensas tanto a sus élites como a sus militantes.

Entre tales recompensas, tenemos los cargos de elec-ción popular en cualquiera de los niveles de gobierno; ya sean cargos ejecutivos (presidente o gobernador) o legisla-tivos (senadores, diputados federales o locales, además de poder ser integrantes de los ayuntamientos).

JUGOSOS INGRESOS

En el caso de los legisladores federales, los diputados ob-tienen, además de ingresos netos mensuales de 152 mil 246 pesos, seguros de vida, de gastos médicos, de sepa-ración individual, así como gratificación de fin de año.

Los senadores tienen un ingreso neto de 386 mil 476 pesos, junto con los beneficios que tienen los diputados. Cuentan, además, con la asignación de vehículo. Cada grupo parlamentario recibe 260 mil 976 pesos por sena-dor, para consultorías, estudios jurídicos; prestaciones de personal de apoyo, gastos operativos y de comunicación.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?60 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 13

La convicción detrás de este artículo supone que Mé-xico está necesitado de un nuevo proyecto global. Se reconoce que los que tuvo en el pasado han perdido

vigencia y que ahora nos encontramos a la deriva, por lo que es fundamental preguntarse si es posible una genuina reforma del Estado en ausencia de un consenso básico.

A pesar de que hoy casi nadie se pronuncia formal-mente en nuestro país en contra de la imperiosa necesi-dad de llevar a cabo una profunda reforma del Estado, los esfuerzos realizados han resultado fallidos. Existe una

extendida conciencia pública sobre la urgencia de cons-

truir un nuevo sistema político, que asegure la susten-

tabilidad de la democracia y la viabilidad del país.

Sin embargo, los actores políticos responsables no han avanzado en los acuerdos mínimos que permitirían llevar adelante una empresa de tal envergadura. Hemos caído en la insalvable contradicción del doble lenguaje, que a su vez incrementa el descrédito de la clase gobernante.

La dimensión de la reforma que es menester empren-der sólo ha sido entendida de modo gradual y progresivo. Después de los acontecimientos de 1988, a muchos parecía que bastaba un cambio drástico de las instituciones elec-torales, la ampliación de las libertades públicas y el ejer-cicio de los derechos ciudadanos para que el país pudiese transitar hacia una democracia plural.

La reforma del Estado mexicano

Licenciado Porfirio Muñoz LedoDiputado FederalPresidente de la Asociación Nacional para la Reforma del Estado [email protected]

Mural de la Revolución Mexicana.

Porfirio Muñoz Ledo

REPRESENTACIÓN POLÍTICA PLURAL

Una vez que pusimos fin al sistema de partido hegemóni-co y se produjo el pluralismo en la representación política, ingresamos a un nuevo escenario, para el cual no teníamos un proyecto compartido. Tal vez cada uno de los actores involucrados tenía previsiones distintas respecto de las consecuencias del sufragio efectivo sobre la vida política del país.

Llevamos a cabo las modificaciones legales para que el voto se respetara y se generó también la emergencia social que hizo posible el triunfo electoral a los adversarios del poder establecido. Con ello, se satisfizo una gran asig-

natura pendiente de nuestra historia, pero arribamos a

un escenario inédito, en que los contendientes privile-

giaron la ocupación y el reparto del poder y desestima-

ron la reforma institucional.

De este modo dio comienzo un período anómalo de nuestra evolución política, que se prolonga hasta ahora. A pesar de las promesas de campaña y del compromiso explícito de emprender una reforma cabal del Estado una vez que se instalara el gobierno, el Ejecutivo federal, después de convocar el 5 de febrero de 2001 a un gran es-fuerzo concertado para la “refundación de la República”, abandonó el propósito en aras de proyectos políticos de corto plazo.

Partidos políticos y élites en México

MPP Francisco Ramiro

Sánchez GarcíaMaestro en

Políticas Públicas Facultad de

Ciencias Políticas y Administración Pública / UANL

Catedrático de Historia del Pensamiento

Político Estudiante del Doctorado en

Filosofía con acentuación en Ciencias Políticas /

UANLfranksangar@

gmail.comfranksangar@

hotmail.es

PARTIDOS Y SISTEMAS DE PARTIDOS

La teoría de los partidos políticos y los sistemas de partidos han sido estudiados por autores como Robert Michels: Los partidos políticos; Maurice Duverger: Los

Partidos Políticos; Giovanni Sartori: Partidos y sistema de partidos; Angelo Panebianco: Modelo de partidos.

De Duverger se debe destacar su relación entre el sistema electoral y el sistema de partidos predominante, lo que a su vez marcará las formas y tipo de recompensas que otorgue o pueda otorgar un partido político.

Para Panebianco, “La teoría de los incentivos selectivos explica bastante bien el comportamiento de las élites que compiten entre sí, dentro del partido, por el control de los cargos” , misma que será usada para explicar el fenóme-no de recompensas que predomina en el sistema político mexicano, fenómeno que ha permitido el establecimiento de un sistema de partidos conservador, en el sentido de buscar la permanencia o aumento de los beneficios que el sistema en general le pueda proveer.

SISTEMA DE RECOMPENSAS

En nuestro país, se han usado las reformas electorales con la intención básica de legitimar al sistema político, y con ello se ha logrado la legitimación del sistema de partidos; pero, para lograr mantener un sistema político y abrirlo a

Francisco Ramiro Sánchez García

fuerzas políticas que se mantenían al margen del mismo e incluso eran antisistémicas, se tuvo que recurrir al ex-pediente de otorgar una serie de prebendas, que, al incre-mentarse, han logrado crear un sistema de partidos que se sostiene bajo un sistema de recompensas. Éstas, nos dice Panebianco, son: poder, status, y los incentivos ma-teriales.

Los primeros estudios de la ciencia política del siglo XX destacan la importancia del estudio de las élites: Gaetano Mosca, con La clase política; Vilfredo Pareto, con Tratado de Sociología General; Robert Michels, con Los partidos políticos; Wrigth Mills, con su estudio clásico de La élite del poder.

La aportación más importante de Gaetano Mosca es su noción de clase política: “en todas las sociedades, empe-zando por las medianamente desarrolladas, que apenas han llegado a los preámbulos de la civilización, hasta las más cultas y fuertes, existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él. En tanto, la segunda es más numerosa, es dirigida y regulada por la primera de una manera más o menos legal”.

El siguiente teórico importante de las élites es Vilfredo Pareto. Aporta la teoría de la circulación de las élites. De Robert Michels tenemos su famosa ley de hierro de la oli-garquía: la aparición de una oligarquía dentro de toda or-ganización. “Cuando en cualquier organización la oligar-quía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan a identificar consigo mismos, no sólo las instituciones partidarias, sino también la propiedad del partido. Este fenómeno es común, tanto en el partido como en el Estado”.

Los estudios de la élite política en México tienen que hacer referencia al estudio de Peter H. Smith: Los labe-rintos del poder; y Roderic Ai Camp: La formación de un gobernante.

Las élites partidistas no son un conglomerado homo-géneo, sino que, forman sus camarillas políticas que se enfrentan entre sí por el control político del partido y las ventajas que eso conlleva: políticas, económicas, simbóli-cas, mientras el sistema político no logró establecer una serie de incentivos que hiciera atractiva la oferta a los gru-pos políticos de establecerse como partidos políticos.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS NACIONALES

En nuestro país, durante el siglo XX, el Partido Revolucio-nario Institucional se convirtió prácticamente en la única ruta para alcanzar el poder y la integración a la élite, como señala Roderic Ai Camp, la ruta clásica para la integración de la misma, que había sido, desde 1940: Universidad Na-cional Autónoma de México vía la Escuela Nacional Pre-paratoria; después, la Escuela Nacional de Jurisprudencia,

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Se dilapidó así la legitimidad carismática de que dis-ponía entonces el primer presidente de la transición. Na-die, por otra parte, mostró interés real en abolir las prácti-cas autoritarias del pasado ni en combatir las secuelas de la corrupción.

Desde las filas de la oposición habíamos dicho hasta

el cansancio que, con el fin del milenio, aspirábamos a la

instauración de un nuevo régimen y no sólo a la entroni-

zación de un nuevo gobierno. Para ello, era inescapable la revisión del andamiaje institucional y el consenso general sobre las nuevas reglas del juego político. Era imprescin-dible el establecimiento de un genuino Estado de Derecho.

COMISIÓN PARA LA REFORMA DEL ESTADO

En cumplimiento del compromiso esencial de una alianza política, un grupo numeroso de especialistas y dirigentes políticos instalamos la Comisión de Estudios para la Re-forma del Estado (CERE), que dividimos en seis mesas de trabajo. Tres meses más tarde entregamos 180 propuestas consensuadas sobre la transformación de las instituciones políticas del país, que el Ejecutivo de la Unión dejó de pro-mover poco después de haberlas asumido solemnemente.

Las conclusiones a las que llegamos ese año han servi-do, no obstante, como referente obligado para agendas e iniciativas ulteriores. Tuvieron, en mi criterio, como prin-cipal virtud el descubrimiento público de la amplitud, complejidad e interrelación de los temas comprendidos en una reforma del Estado digna de tal nombre. Revelaron que ésta es, para todos efectos, sinónimo de una nueva constitucionalidad.

No fue sino hasta 2007 cuando el Legislativo ideó un nuevo mecanismo para la concreción de las reformas: la Ley para la Reforma del Estado. Para ello, se previó la crea-

ción de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construc-

ción de Acuerdos (CENCA), la cual fungiría como órgano

rector y conductor de los trabajos para la Reforma. La CENCA representaba una interesante novedad que

hubiese podido, a través de un procedimiento excepcional, lograr la tan mencionada pero poco comprendida reforma del Estado. La Comisión era un mecanismo similar al pro-puesto por la CERE en el año 2000, en el sentido de ha-bilitar una comisión del Congreso, a través de un artículo transitorio constitucional, con el propósito de dar vida a la reforma del Estado.

MILES DE PROPUESTAS

A través de este mecanismo, se presentaron seis mil 188 propuestas, 532 de los partidos políticos y cinco mil 656 de la sociedad. Cinco instituciones académicas de pres-tigio fueron las encargadas de sistematizar las propues-tas presentadas, que posteriormente darían origen a la agenda temática de la reforma. Cinco fueron los temas: 1)

Régimen de Estado y Gobierno; 2) Democracia y Sistema

Electoral; 3) Federalismo; 4) Reforma del Poder Judi-

cial y 5) Garantías Sociales.

Una de las mayores cualidades de la Ley era el esta-blecimiento de una clara metodología que marcaba la pau-ta de los participantes, para así arribar a los resultados

que se esperaban. Siguiendo esto, se arribó a un importante acuerdo: la reforma constitucional en materia electoral. Como lo marcaba la Ley, las decisiones se tomarían con el máximo consenso posible, lo que facilitó la aprobación de la reforma.

DEBILITACIÓN DE LA CENCA

Sin embargo, después de este crucial momento, la CENCA perdió fuerza, debido, sustancialmente, a que los procedimientos y metodología fueron hechos de lado al privilegiar la opacidad de los acuerdos, hegemonizándolos a grado tal que solamente los tres partidos con mayor presencia en las Cámaras acordaban, y pretendían que el resto fungieran simplemente como espectadores. La falta de

compromiso de los partidos fue el factor clave que provocó la debilidad de

la CENCA.

Si bien el proceso desatado por la Ley para la Reforma del Estado permitió la revisión de la temática constitucional del país pendiente de modificar y contribuyó a la socialización de las propuestas entre algunos legisladores, nu-merosos asesores, organizaciones civiles y especialistas, su resultado final fue decepcionante. Solamente la reforma electoral resultó de tan importante esfuer-zo.

Habría que pensar sobre todo el método para hacer frente a una tarea de tamañas proporciones, para la cual ninguno de los procedimientos adoptados ha resultado eficaz. Se escuchan voces que, razonadamente, demandan la convo-catoria a una asamblea constituyente. Otros opinan que esta Legislatura debería definir con claridad el destino final de este ejercicio. En definitiva, éste es hoy el núcleo central del debate público.

Toda transición que no modifica sustancialmente al Estado desemboca

en un reparto de los privilegios y de los vicios del sistema político anterior.

Sustituye a menudo las ventajas relativas de una conducción autoritaria por los indeseables pantanos que genera la ausencia de mayorías y la primacía de los intereses facciosos sobre los amplios consensos.

pierde, porque con frecuencia invade la esfera de la vida

individual; es decir, orienta todo su esfuerzo a lograr el bien propio.

El análisis más elemental de las fortunas y bienes de cualquier político antes y después de su ingreso y perma-nencia en el círculo del poder, corrobora ampliamente esta afirmación, y esto vale desde el dirigente del más modesto sindicato, hasta las enormes confederaciones, alcaldías, diputaciones, gubernaturas. Si lo duda, trate de elaborar una lista de cinco ex dirigentes o gobernantes a quienes conoció desempeñándose en un trabajo honrado, y ob-serve cuántos de ellos han vuelto a su trabajo. ¡Nuestra política es una máquina de producción de ricos abstemios al trabajo!

NUEVAS CONCIENCIAS CIUDADANAS

Afortunadamente, están despertando nuevas conciencias ciudadanas, que comienzan a alterar esta inercia política abominable.

La nueva camada de ciudadanos está construyendo una nueva legalidad que trasciende los espacios domésti-cos y está saltando barreras inmediatas para insertarse en el mundo global, donde las voces están teniendo eco.

Por ahora, el avance más visible se está dando en los derechos humanos, pero no está lejano el día en que el

plebiscito, el referendo, la revocación de mandato, y otras expresiones democráticas, se empiecen a instalar y a ope-rar en la política nacional. ¡Eso espero!

No sería desperdicio revisitar a Hegel, Marx, Giambat-tista Vico y Moreau. Este último destaca la preocupación aristotélica porque la economía en la esfera doméstica no se saliera de sus límites: posibilitar la vida de la comuni-dad política.

Sin embargo, la crítica más inmediata que podríamos

hacerle a la sociedad actual, desde el punto de vista de

Aristóteles, sería, precisamente, que la economía se ha

salido de órbita y ha invadido todas las esferas de la

vida de la comunidad, de tal forma, que los umbrales que delimitan la política y la economía, se han perdido y son ahora, -en función del poder- una sola cosa.

Ése es nuestro karma, nuestra maldición, nuestro eterno sufrimiento; la política ha dejado de ser el interés por lo público, por el pueblo; y es simple y llanamente el interés por ejercer el poder y contar con el financiamiento que éste requiere, invadiendo para ello la esfera individual y familiar; esto es, esquilmando a los que sí trabajan, para mantener a una nueva clase cuya característica central es precisamente su aversión al trabajo de ocho horas, tasado en salarios mínimos.

Una alegoría de la filosofía, con las imágenes de Aristóteles, Platón, Séneca y Sócrates. Imagen de Pellegrino Tibaldi.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?58 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 15

LA REFORMA: TRES GRANDES APARTADOS

La Reforma del Estado debe dividirse en tres grandes apartados. El primero contendría asuntos relacionados con los temas económicos y

sociales, primordialmente el pleno reconocimiento constitucional, exigibilidad y universalización de la educación, la salud, la vivienda, la seguridad social, etcé-tera, así como la recuperación del poder adquisitivo del salario y la democracia y autonomía sindicales.

El segundo estaría integrado por la reforma a los medios de comunicación,

su democratización y la creación de un ente autónomo para su regulación. El tercer apartado se orientaría al rediseño político-institucional que

democratice el sistema, que destierre el autoritarismo imperante y promueva sistemáticamente el diálogo entre poderes, entre éstos y los ciudadanos y trans-parente las actividades y toma de decisiones de los actores políticos.

Esto tendría como expresión final la adopción de una nueva constitucio-

nalidad.

Nuestro deber más urgente es evitar que se reproduzcan las contradicciones insalvables entre poderes públicos y la impotencia del conjunto del sistema político; impedir que la incompetencia de la clase gobernante ahogue la viabili-dad histórica del país.

Estemos conscientes de que las reformas que no seamos capaces de empren-der hoy, tal vez no puedan realizarse en un futuro previsible, sino a costa de enormes sacrificios.

EROSIÓN DE LA LEGITIMIDAD POLÍTICA

México necesita rescatar al Estado. La crisis económica ha provocado una enorme erosión de la legitimidad política. La ciudadanía desconfía de la capacidad de políticos y go-bierno de encontrar la salida a la precaria y grave situación económica. Las reformas políticas inspiradas en la coyun-tura no resolverían los problemas de la gobernabilidad, sino que agudizarían la supremacía de los poderes fácti-cos sobre las instituciones públicas.

Ante la parálisis de la reforma del Estado, florecen la irracionalidad y el contubernio. Los intentos fallidos de renovación institucional, el poder de los fueros y las cor-poraciones, la desintegración política y social, la posibili-dad de revueltas y la disolución del Estado de Derecho por el ejercicio de la violencia institucional, son indicadores de que estamos en los límites de una crisis irreversible. Es

urgente promover, entre todos los actores responsables,

una reflexión nacional sobre la supremacía del Estado

mexicano.

Sociedad y Política en

Profesor Ismael Vidales Delgado

Director Académico del CECyTE, NL

[email protected]

AristótelesU

no de los más preclaros filósofos de la antigüedad es Aristóteles, para quien la mejor o más perfecta relación de poder es la política, que crea una dinámica en la que los que mandan y los que obedecen no son siempre los

mismos.La política es la relación de poder propia de los hombres libres en condición

de ciudadanos. Para Aristóteles, el poder y el dominio nunca podrían ser equiva-lentes; pero son, en cierto sentido, complementarios, pues de otra forma la so-ciedad perdería su característica fundamental, que es el dinamismo o cambio productivo.

Dadas las condiciones que vive la política en estos días, podría plantearse si la teoría aristotélica sigue estando vigente y aporta categorías para comprender lo que sucede en las sociedades modernas, pongamos el caso de México.

VOCACIÓN DE SERES LIBRES

Teóricamente, y siendo muy positivos, se puede decir que, en cierto sentido, las relaciones descritas por Aristóteles existen y son funcionales en el sistema político capitalista, y esto se debe a que no todos los hombres y mujeres tienen vocación de ser seres libres o no todos pueden ser libres, o muchos prefieren seguir tutelados, lo que les es más cómodo, más rentable.

Si seguimos en estricto a Aristóteles, tendremos que aceptar que, tanto las

relaciones de poder como las relaciones de dominio, son naturales; es decir, de

acuerdo a la naturaleza de las cosas. En este contexto, el dominio no tiene una valoración negativa, ya que es una forma de relación, inferior a la política. Lo que tiene valoración negativa para Aristóteles es lo que es impedido en su desarrollo o apartado de su curso natural. Lo negativo es que un ser humano no desarrolle todas sus potencialidades por un impedimento exterior.

FORMAS DE GOBIERNO

Aristóteles distingue entre las tres formas legítimas de gobierno y las formas ilegítimas. En las formas legítimas, el que manda lo hace en función del bien común, mientras que en las formas ilegítimas, el que manda lo hace en su propio beneficio, como el déspota en la antigüedad.

La ilegitimidad es válida en la esfera doméstica, pues es natural la persecución del bien propio, pero es ilegítimo hacerlo en la esfera política. El despotismo en la esfera política es antinatural, y éste es el espejo en el que están actuando los políticos mexicanos, que anteponen el bien propio, partidario o de secta, al bien común.

De acuerdo con Aristóteles, una comunidad de hombres libres sólo puede

tener tres formas de gobierno: el de uno solo (monarquía), el de algunos (aris-

tocracia) o el de todos (democracia). Estas tres formas de gobierno son legítimas y tienen virtudes y defectos; pero existen otras tres formas de gobierno ilegítimo, degradadas de las primeras al pervertir e invertir el bien común por el bien pro-pio. Éstas son demagogia, oligarquía y tiranía.

Si partimos de la premisa de que toda comunidad está dirigida a lograr algún bien, el bien de la comunidad doméstica es garantizar los niveles elementales de la vida: la manutención y la reproducción. El fin de la comunidad política es

lograr el bien común. Sin embargo, en la época moderna, esta perspectiva se

Ismael Vidales Delgado

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?16 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 57

Sobre el tema de los procedimientos electorales para designar a los integrantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo en México, hay que hacer una primera

distinción: lo que establece la Ley Suprema y la realidad. Desde que nuestro país se independizó, todas las consti-tuciones han señalado para ese efecto el sistema de par-ticipación de los ciudadanos en forma directa y también indirecta, esta última en las de 1824, 1836 y 1857.

En la realidad, el pueblo; o sea, el conjunto de ciuda-danos con derechos electorales –activos y pasivos- nunca tuvo la facultad real de designar a sus presidentes, gober-nadores y legisladores, hasta las importantes reformas a la Carta Magna, publicada en el Diario Oficial, de 22 de agosto de 1996.

ANTES Y DESPUÉS DE 1996

Podemos hablar, en consecuencia, de dos épocas: antes de 1996 y después. La primera época registra una sola excep-ción: las elecciones de 1911, que llevaron a Francisco I. Ma-dero a la Presidencia de la República. En ese gran período

(primera época) siempre se mencionó la democracia,

pero el titular del Ejecutivo era el que decidía, a veces

para reelegirse, (Porfirio Díaz es el mejor ejemplo).

Después del sacrificio de Madero, el 22 de febrero de 1913, las luchas armadas entre los “herederos” de la Revo-lución acordaban quién sería el presidente de la República, y éste, a su vez, mandaba en los estados, directamente o a

través de caciques que prevalecían varios períodos.

CONSTITUCIÓN DEL PNR

En 1929 se constituyó el Partido Nacional Revolucionario que, con cambios de nombre, años después se convirtió en el actual Partido Revolucionario Institucional. Su logro

principal fue acabar con las luchas armadas para desig-

nar al Ejecutivo Federal.

Desde entonces, hasta empezar lo que he designado segunda época, iniciada en 1996, el llamado Partido Ofi-cial mantuvo una férrea estructura totalmente antidemo-crática, que controlaba en forma absoluta la designación de los sucesivos presidentes de la República, senadores, diputados y gobernadores. De hecho, estas facultades las ejercía personalmente el presidente en turno, que era el jefe absoluto del partido oficial.

CONSTITUCIÓN DEL PAN

En 1939, después de casi diez años de trabajos y estudios encabezados por el licenciado Manuel Gómez Morín, se creó, en el mes de septiembre, el Partido de “Acción Na-cional”. Para ello, el fundador realizó un arduo y paciente trabajo en todas las entidades de la república, a fin de encontrar adeptos a su propósito, que era simplemente convencer a toda la ciudadanía del país a que ejerciera los derechos políticos, activos y pasivos, que la Carta Magna le otorgaba.

Licenciado Luis Santos de la

Garza69 años en el PAN.

Decano de los Presidentes Estatales en Nuevo León

Ex Senador de la República

[email protected]

*Con este mismo título, el licenciado Manuel Gómez Morin dictó una conferencia en Monterrey, en los Salones Aragón, el día 21 de marzo de 1957.

La novedad de la

democracia en México*

Luis Santos de la Garza

encuestas a los ciudadanos desempeñan un papel im-portante, que en su mayor parte son dirigidas y publica-das por los medios, y es la televisión el gran actor de este proceso. También están los momentos de no-crisis o entre dos elecciones, cuando la comunicación política también la alientan los medios al destacar aquellos problemas que el político no ve o no quiere ver. Los medios se trans-

forman así en el canal que comunica a los ciudadanos

con la clase política, la cual se encuentra replegada en sí misma al no tener necesidad de llamar la atención de los votantes, en virtud de no haber procesos electorales cercanos.

En situación de crisis política, interna o externa, el equilibrio de la comunicación política es diferente, ya que es dominada por los políticos. La urgencia de la situación, la importancia de la acción y de las decisiones que se de-ben tomar colocan al político en el centro de la comuni-cación política. La velocidad que se requiere para tomar decisiones, y la incertidumbre de los hechos inesperados, disminuyen el papel de la opinión pública y la importancia de los sondeos, pues en tales situaciones los políticos ra-ras veces actúan para dar gusto a la opinión pública.

Ésos son los tres tiempos, y cualquier análisis de la realidad político-comunicativa debe considerarlos.

EL MARKETING POLÍTICO

Debido quizás a lo novedosa que resulta la comunicación política, algunos críticos la censuran o le hacen mala pu-blicidad, al confundirla con la mercadotecnia política o marketing político, pues argumentan que el marketing lo único que logra es degradar a la política, al transformar el debate político en una campaña publicitaria para vender la imagen de un candidato, como si se vendiera un jabón o una pasta dental.

Wolton rechaza esa visión, y explica que la comuni-

cación política es exactamente lo contrario de una degra-

dación de la política, ya que permite ampliar el espacio

público tradicional a lo que hoy denominamos demo-

cracia masiva, donde medios masivos de comunicación, políticos y ciudadanos pueden enfrentarse en busca del dominio de la interpretación política de la situación.

Respecto del marketing político -hijo de la publicidad

comercial-, podemos ubicar el año 1952 como la fecha de su nacimiento. En ese año, Eisenhower, en plena campaña por la presidencia de Estados Unidos, decidió contratar a agencias de publicidad para hacer investigación política de mercados.

De ahí en adelante, la mercadotecnia política ha ido desempeñando un papel creciente en las campañas elec-torales. Ello explica en parte la confusión arriba mencio-nada.

Achache (1998), por su parte, sí acepta una conexión directa entre marketing político y comunicación política, al proponer para ésta tres modelos: dialógico, propagan-dístico y de comercialización. A partir de ahí, asegura que es en este último donde se desarrolla la mercadotecnia política. Sin embargo, minimiza su importancia al aclarar que, en este modelo, la mercadotecnia política “se presen-ta como un conjunto de técnicas puramente instrumen-tales” (p.120).

LOS CAMBIOS EN LA POLÍTICA

La comunicación llegó para quedarse en el mundo de la política, modificando en muchos sentidos las reglas del juego; si antes el espacio ideal de un candidato o de un gobernante eran los mítines callejeros o los discursos ante una nutrida multitud, hoy ese ideal lo componen los mi-crófonos de la radio, las cámaras de televisión y las graba-doras y cámaras fotográficas de los periodistas.

Éstos, y muy particularmente la televisión, le permiten comunicarse con un gran número de ciudadanos electores, porque la comunicación política es indispensable para el

funcionamiento de la democracia masiva; es el pulmón

que le permite respirar y vivir.

Sin embargo, es necesario aclarar, para evitar nuevas confusiones, que la política no se puede reducir al acto comunicativo. Ésta es una confusión peligrosa, espe-cialmente para los ciudadanos. El debate mediatizado a través de los medios, ya sea los tradicionales o a través de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs), no significa hacer política.

Ésta se practica en los espacios públicos tradiciona-les, como las urnas o los mítines callejeros. Ignorar esto sí sería una verdadera degradación de la política.

Achache, G. (1998). El marketing político. El nuevo espacio público. D. Bergman, D. Dayan; J. Ferry. & D. Wolton. Barcelona, Gedisa: 112-123.Monzón, C. (1996). Opinión pública, comunicación y política. Madrid: Tecnos.Nimmo, D. & Sanders, K. (1981). Handbook of Political Communication. Beverly Hills: Sage Publications.Vega, A. (2003). Los escenarios de la Comunicación Política mexicana. Razón y Palabra(35).Wolton, D. (1998a). Las contradicciones de la comunicación política. En Comunicación y política. G. Gauthier, A. Gosselin and J. Mouchon. Barcelona, España, Gedisa: 110-130.Wolton, D. (1998b). La comunicación política: construcción de un modelo. El nuevo espacio público. D. Bergman, D. Dayan, J. Ferry & D. Wolton. Barcelona, España, Gedisa: 28-46.

REFERENCIAS

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?56 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 17

Simultáneamente, se destacaba como sustento de

esos y de otros derechos, el principio de la “eminente

dignidad de la persona humana”. El esfuerzo ha sido por décadas. Aunque la ciudadanía despertó y participaba con su voto a favor de candidatos del PAN y de otros partidos políticos distintos al PRI, la voluntad popular no era res-petada, porque la misma legislación, desde su Ley Supre-ma, aseguraba que la organización de los procesos electo-rales los controlaba el presidente de la República y en los estados los gobernadores.

La legislación que imperó para dicho objeto hasta an-tes de 1996, aseguraba ese sustento. El fraude electoral era la pieza maestra que sostenía el sistema. En materia federal, hasta el mencionado año de 1996, el organismo superior responsable de los procesos electorales estaba encabezado por el secretario de Gobernación, totalmente dependiente del presidente de la República, y aunque era un organismo colectivo de más de diez personas, inclui-dos representantes de los partidos políticos, la mayoría los controlaba el PRI; y por las dudas, había en la propia ley un gran candado: si no estaba presente el secretario de Gobernación, el Consejo General Electoral no tenía facul-tad de decisión alguna.

Como observamos, aunque la revolución de 1910 que encabezó Madero tuvo como principal lema el “Sufragio Efectivo”, éste en la realidad no existía. Para vestir de de-mocracia el árbol electoral, sucesivas reformas legales

permitieron los diputados de partido y esporádicamente,

con el mismo objetivo de estética política, se recono-

cieron los triunfos (auténticos) en 1946, de cuatro diputa-

dos Federales del PAN, uno de ellos de Nuevo León: don

Antonio L. Rodríguez, y años después, en 1989, de un

gobernador: Ernesto Rufo Appel, en Baja California. Esta experiencia se siguió viviendo, pero siempre dependía de la decisión del presidente de la República.

SEGUNDA ÉPOCA

Me referiré ahora a lo que al inicio denominé segunda época. El 25 de julio de 1996, el presidente de la Repúbli-ca, con la firma de apoyo de los cuatro coordinadores de los grupos parlamentarios del Congreso de la Unión, pre-sentó a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma, adición y derogación de 18 distintos artículos de la Consti-tución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Se trataba de asuntos de gran importancia. Uno de ellos fue la modificación al Artículo 41-III de la Carta Magna,

relativa a la integración de la entidad pública encargada

de la organización de las elecciones federales. El Poder

Ejecutivo quedó fuera de toda participación.

Otro aspecto relevante fue la modificación del artículo 99 de la Carta Magna, la cual, también por primera vez en la historia, estableció como máxima autoridad jurisdiccio-nal electoral a un Tribunal Electoral, que formaría parte del Poder Judicial de la Federación, integrado por una Sala Superior y cinco Salas Regionales.

Estas reformas (D.O. 22-VIII-1996), fueron seguidas de congruentes modificaciones al Código Federal de Institu-ciones y Procedimientos Electorales en sus Artículos 74, 75, 76, 77 y 79, (D.O. 31–X-1996).

Se expidió también la importante Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral. (D.O. 22-XI-96).

En los 31 estados de la República Mexicana y en el Distrito Federal, después de la reforma en materia federal, se expidieron nuevas leyes electorales o se modificaron las existentes, con los mismos objetivos antes señalados.

JOVEN DEMOCRACIA

Por primera vez se podría decir que había justicia electoral en México. Por lo mismo, nuestra democracia es nueva, de menos de 14 años, con sus naturales imperfecciones, superables.

Esa gran reforma de 1996 se produjo debido a una gran presión que en los años anteriores se había acumulado para obtenerla. Destaco los siguientes factores:

1º.- La lucha de los verdaderos partidos políticos, Acción Nacional desde 1939 y el Partido de la Revolución Democráti-ca a partir de 1988.

2º.- De diversos organismos no gubernamentales (ONGS), promotores y defensores de los derechos humanos.

3º.- De los medios de comunicación.4º.- De intelectuales independientes que, con motivo de

las elecciones para gobernador en Chihuahua, se decidieron a exponer el capital de su prestigio personal para denunciar las irregularidades electorales. Entre otros, Enrique Krauze,

Lorenzo Meyer, Octavio Paz, Elena Poniatowska, Héctor

Aguilar Camín, José Luis Cuevas y Gabriel Zaid (desplegado de julio de 1985, publicado en los principales periódicos de México).

5º.- De la Iglesia Católica, que al efecto publicó distintos documentos.

mental o pública. Pero el campo se ha ensanchado, a gra-do tal, que la comunicación política engloba al papel que juega toda comunicación que tiene por objeto la actividad política, desde las encuestas y las campañas políticas, has-ta la construcción de la opinión pública.

Como bien lo explica Wolton, toda política llega a ser

comunicación política en el sentido en que la política es

constantemente objeto de debates y de comunicaciones. Pero aclara que, “si bien la comunicación política desem-peña un papel fundamental en nuestras democracias, la política domina siempre. La comunicación no sustituye a la política sino que le permite existir”. (1998b, p. 32).

Los nexos entre ambas ciencias los podemos rastrear

hasta los inicios de la civilización occidental. Si considera-mos que en Grecia se veía a la política como el esfuerzo de un grupo de ciudadanos libres por resolver los problemas de la ciudad -de la polis-, tenemos que reconocer la im-portancia que seguramente tuvo para esos ciudadanos el recurso del diálogo, de la conversación, de la retórica para analizar, argumentar y buscar consensos.

Luego, podemos trasladarnos a la Edad Media, cuando las monarquías y señores feudales requerían de ciertas formas de comunicación altamente simbólica y teatral con vasallos o siervos, para convencerlos de iniciar una guerra con el reino vecino, para pagar más impuestos, o sencilla-mente para atraer su temor y respeto (Monzón, 1996).

DESTACADO PAPEL

EN EL QUEHACER POLÍTICO

Fue en el siglo XX cuando la comunicación asumió un pa-pel destacado en el quehacer político. Dos factores fueron clave en este nuevo proceso: por una parte, la creciente importancia que alcanzaron los medios de comunicación masiva como nuevos actores en el juego del poder; y por otra, el papel que empezó a tomar la opinión pública –léase los ciudadanos que se expresaban mediante las encues-tas- al extenderse y afianzarse el modelo democrático de masas como sistema de gobierno, pues no debemos olvi-dar que no hay democracia masiva sin la consideración de

la opinión pública. Llegados a este punto, nos apoyamos de nuevo en Wolton (1998, p. 110) quien define a la comu-nicación política como “el espacio donde se intercambian

los discursos contradictorios de los tres actores que

tienen la legi-timidad para expresarse públicamente so-

bre la política y que son los políticos, los periodistas y

la opinión pública a través de los sondeos”. Sin duda, ésta es la definición más aceptada entre los

estudiosos, aunque hoy usaríamos el término medios de comunicación en vez de periodistas.

COMUNICACIÓN POLÍTICA

Al hacer un rastreo histórico del término, encontramos la primera referencia al concepto de comunicación política en el libro Political Behavior, de Eulau, Eldersveld y Janovtiz, publicado en 1956 (Nimmo & Sanders, 1981). Según di-chos autores, la comunicación política, el liderazgo políti-co y las estructuras de grupo eran los tres procesos media-dores que explicaban y hacían posibles las relaciones entre las instituciones gubernamentales y el comportamiento de los ciudadanos al momento de asistir a las urnas.

Podemos, por lo tanto, considerar que éste es el mo-

mento en que se define ya el campo de investigación

de la comunicación política, y se empieza a construir un vocabulario propio.

LOS TIEMPOS DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA

+Wolton, en sus estudios sobre la comunicación política, señala que ésta se puede analizar según tres momentos sociales importantes: los tiempos electorales –ya sea an-tes y después del proceso de la votación-; los momentos de crisis, cuando surge una amenaza externa o interna y se requiere la participación de los diversos actores so-ciales; y, por último, aquellos momentos entre procesos electorales, cuando no hay problemas significativos que requieran la acción urgente de la élite política.Según esta propuesta, en el período de elecciones, las

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?18 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 55

6º.- De la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el uno de enero de 1994, en la cual el subcomandante Marcos, a nombre del denominado Ejército Zap-atista de Liberación Nacional, reclamó, entre otras cosas “el derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades”.

7º.- De organismos internacionales con alta autoridad jurídica y moral. De es-tos últimos, destaca especialmente la Comisión Interamericana de Derechos Hu-manos (CIDH), órgano constituido según la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrita en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969 y de la cual México es miembro desde marzo de 1981. En particular, el Informe Nº. 8/91- Caso 10,180 México, derivado de una denuncia que como ciudadano formuló el que escribe estas líneas. En la resolución que por unanimidad de los siete eminentes juristas que la integran se dictó, con fecha 22 de febrero de 1991, se concluyó, después de estudiar a fondo la legislación electoral mexicana, que la misma violaba el artículo 23 de los Derechos Humanos de la Convención Interamericana de Derechos Humanos del citado tratado internacional. Dicha CIDH, en varias ocasiones posteriores, por escrito, reiteró al Ejecutivo Federal que México estaba en incumplimiento.

8º.- La decisión valiente del presidente Ernesto Zedillo, de modernizar a Méx-ico en el aspecto político y lograr que su propio partido, el PRI, junto con todos los demás partidos políticos y el propio presidente de la República, su-scribiera la iniciativa que dio lugar a lo que he denominado gran reforma elec-toral de 1996.

RÁPIDAS CONSECUENCIAS

Las primeras consecuencias de la nueva Legislación Electoral se dieron pronto: i) En las elecciones del Congreso de la Unión en 1997, el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que siempre había mantenido, y así volvió a suceder en las siguientes cuatro elecciones para renovar dicho Congreso; ii) En las elecciones de jefe de Gobierno en el Distrito Federal y el mismo año, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por el PRD, obtuvo el triunfo. En las dos siguientes elecciones, también triunfaron los candidatos del PRD; iii) El mismo año de 1997, el candidato del PAN a la Gober-natura del Estado de Nuevo León, licenciado Fernando Canales Clariond, ob-

tuvo el triunfo sin discusión, e igualmente la mayoría de los candidatos a diputados locales del mismo partido. En otros estados hubo triunfos similares; iv) En las dos elec-ciones para presidente de la República efectuadas los años 2000 y 2006, obtuvieron el triunfo los candidatos del PAN, respectivamente Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa.

Para millones de ciudadanos mexicanos jóvenes que no vivieron esa primera época, hay que decirles que, com-

parativamente, ahora existe, sobre la materia electoral,

una situación que, aunque tiene problemas, representa

enormes avances por lo ya expresado.

PROPUESTA DE NUEVAS REFORMAS

Los problemas actuales son ciertos y toca a las actuales generaciones atenderlos. El presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, recientemente anunció que pro-pondrá al Congreso de la Unión reformas en materia elec-toral, algunas de las cuales, por su importancia, destaco:

La reelección inmediata de alcaldes, legisladores fe-derales y estatales;

Las candidaturas independientes, tema por demás im-portante;

La disminución de senadores de 128 a 96 y de diputa-dos federales de 500 a 400;

La segunda vuelta para la elección del presidente de la República.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Otro aspecto que a mi juicio está afectando la evolución político electoral en México, es la actuación de los parti-dos políticos que, en mayor o menor grado, parecen olvi-dar que las prerrogativas que tienen (económicas y como oligopolio para postular candidatos) son en función de ser instrumentos que, de acuerdo a nuestra Carta Magna (artículo 41-I) “tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la inte-gración de la representación nacional y, como organiza-ciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio uni-versal, libre, secreto y directo”.

Pareciere que las decisiones en los partidos políti-

cos, controladas frecuentemente por grupos de interés

personal, se adoptan considerando que los derechos

políticos son de los partidos y no, como corresponde,

de los ciudadanos. En mi criterio, este fenómeno explica en buena medida

la desilusión que muchos mexicanos tienen sobre la actu-ación, en los últimos años, de los partidos políticos.

Esta situación, no mencionada en la propuesta del Ejecutivo Federal, es corregible y el primer partido que lo haga (por la simple aplicación de sus principios de doctri-na, se le facilitaría al PAN) advertirá los beneficios de tener una mejor comunicación con la ciudadanía, analizando con cuidado sus necesidades y deseos, particularmente al designar a sus candidatos y al vigilar su actuación ya como funcionarios.

Qué tan importante es la comunicación en el complejo mundo de la política? Mucho, sin duda alguna; incluso los estudiosos y actores mismos de la política consi-

deran fundamental a la primera –la Comunicación- para la existencia de segunda –la Política.

Sin embargo, aunque la comunicación y la política es-tán intrínsecamente ligadas, y hoy hablamos de una inci-piente disciplina científica llamada Comunicación Política, debemos aclarar que la comunicación no se ha apro-pia-

do de la política, sino que más bien la política ahora se

viste con un estilo comunicacional que le permite nu-

trirse y crecer.

Hoy día, el término comunicación aparece permanente-mente en la agenda política. Todo lo relacionado con el concepto (libertad de expresión, libertad de opinión, libre circulación de información, diálogo, negociación, etcétera) es aceptado, aunque poco practicado. Incluso, muchos consideran que la política moderna ya no se practica en las calles, ni en las instituciones tradicionales, sino a través de los medios de comunicación, afirmación que merece cuestionarse y que se tratará más adelante.

PODER MEDIÁTICO

Un ejemplo palpable de la interacción profunda de comu-nicación y política se observa en el creciente poder que acumulan los grandes conglomerados mediáticos y que continuamente se deja sentir en el mundo político, a grado tal, que los medios de comunicación se han convertido, en

muy poco tiempo, en un Cuarto Poder, que en más de un momento supera a alguno de los tres poderes tradiciona-les –Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Al delimitar el escenario de las diferentes perspectivas sobre el campo de estudio de la ahora llamada Comuni-cación Política, Vega (2003) explica que ésta ha sido defini-

da desde múltiples visiones: como actividad comunica-

tiva, con efectos potenciales en la política, (Fajen, 1966); como intercambio de símbolos políticos (Meadow, 1980); como elemento potencial en la regulación de la conducta

humana, cuando ésta se encuentra en una situación de conflicto (Nimmo, 1978); como condición necesaria para

legitimar a las instituciones políticas ante los ciudada-

nos (Trent y Friedenberg, 1995); como un fenómeno que

involucra elementos como poder, ideología, conflictos

y consensos (Parés i Maicas, 1990); y, por último, como

un espacio más amplio que permea toda la actividad

política (Wolton, 1992; Gosselin, 1998). Es este último el enfoque que nos interesa explorar.

COMUNICACIÓN PÚBLICA

El estudioso francés Dominique Wolton, al hacer un re-paso histórico sobre la confluencia de estas dos ciencias –Comunicación y Política-, señala que en un principio la comunicación política designaba simplemente al estudio de la comunicación entre gobernantes y gobernados o en-tre los miembros de la clase política - mayoría y oposición-, comunicación que en otro momento llamaríamos guberna-

Comunicación y política:

caminos convergentes

Doctorando Manuel Yarto Wong Periodista y Académico. Fue editor en El Porvenir, El Norte y Milenio, y jefe de Información de noticieros del Grupo Multimedios Profesor de la UR y la UDEM [email protected]

Manuel Yarto Wong?

18y55.indd 1 26/01/2010 12:34:52 p.m.

CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?54 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 19

Política y Poder

Licenciado Alberto Anaya GutiérrezSenador de la RepúblicaPartido del Trabajo

Alberto Anaya Gutiérrez

I. LOS CONCEPTOS

POLÍTICA

Etimológicamente, la palabra política deriva del adjeti-vo griego polis (politikós), que significa todo lo que se refiere a la ciudad, y en consecuencia, al ciudadano. Se

debe a Aristóteles, producto de su obra titulada Política, la primera caracterización de la política como el arte o la ciencia del buen gobierno.

Una de las definiciones que más debate ha suscitado es la de Carl Schmitt, quien considera la política como jue-go o dialéctica amigo-enemigo, que tiene en la guerra su máxima expresión.

La definición de política que goza de mayor consenso es aquélla que la concibe como el conjunto de actividades tendientes a la consecución (cuando no se tiene), conser-vación y ejercicio del poder político.

Estatua de Aristóteles situada en la Universidad de Freiburg, Alemania.

estaban restringidos o no existían para buena parte de la sociedad, y prevalecían los privilegios para ciertas clases.

La necesidad de controlar el ejercicio del poder trajo consigo la idea de cons-truir instituciones que velaran por la integridad y seguridad de los individuos. Ello se generó en virtud de que los esquemas de gobierno que prevalecían hasta ese entonces no obedecían a las necesidades que la sociedad planteaba. Era en-tonces urgente diseñar modelos estructurales que permitieran llevar las voces de la sociedad ante instancias que las hicieran valer.

Los gobiernos autoritarios o despóticos fueron sustituidos por gobiernos democráticos. Estos primeros esbozos de participación política, que en buena

medida siguen prevaleciendo, marcaron la pauta para el surgimiento de una

sociedad más participativa.

La participación social se daba no sólo en la elección, sino en la confor-mación de las instituciones del Estado. Buena parte del conflicto que se suscitó ante la falta de atención a las demandas sociales, fue la ausencia de participación de amplios segmentos de la sociedad que quedaban al margen y excluidos de las decisiones políticas.

Si bien la construcción de los estados modernos se dio en función de otorgar garantías al ciudadano en su seguridad, en un amplio sentido, habría entonces que dar paso al diseño de estructuras de poder que respondieran a esa premisa, pues existía el riesgo de que el poder igualmente se desvirtuara y cayera en manos de los déspotas. Los órganos de representación requerían entonces de la presencia de ciudadanos que tomaran decisiones con una responsabilidad más objetiva y real.

La amplitud de las poblaciones hizo urgente diseñar instrumentos de re-presentación que respondieran a esta circunstancia. Las democracias directas que imperaron en la antigua Grecia no eran factibles en poblaciones numerosas, donde era necesario tener órganos de representación e intermediación.

DIVISIÓN DE PODERES

La teoría de la división de poderes señala que los contrapesos entre éstos ga-rantizan el buen funcionamiento del sistema. Asimismo, la publicación de la máxima jurídica en la cual se establecen de manera clara obligaciones y derechos de los ciudadanos y las autoridades, son los elementos indispensables para que el sistema político no salga de los cauces éticos y legales que le dan vida.

A primera vista, el esquema parece ser lo más indicado. Un órgano legislativo que plasme en la norma escrita el sentimiento popular; un órgano ejecutor de estas disposiciones y encargado de la administración de los asuntos públicos, y uno más, responsable de la impartición de justicia.

La pregunta entonces es: ¿Quiénes deben formar parte de los cuerpos de re-presentación? Podríamos advertir que las figuras que detentaban el poder políti-co en las primeras civilizaciones fueron los sabios o cuya edad representaba la experiencia adquirida con los años. En las sociedades occidentales modernas, y producto del advenimiento de las ideas democráticas, esto ha cambiado. Hoy en

día, la amplitud de los derechos políticos permite que cualquier ciudadano

(salvo excepciones) pueda aspirar a ejercer el mandato popular.

En el caso mexicano y de muchas otras democracias en el mundo, la posi-bilidad de que los ciudadanos formen parte de los cuerpos de representación, depende de ser postulados por un instituto político, pues la ley prohíbe a los ciudadanos en lo individual ejercer este derecho. Ello ha dejado en manos de los partidos políticos, la obligación y responsabilidad de la representación, y ha limitado el derecho a los ciudadanos.

Sin embargo, ante esta limitante, surgen otras formas de expresión política

que igualmente tienen impacto en las decisiones del Estado. Algunos factores han favorecido esta circunstancia. Hoy en día, la sociedad es más educada. En tér-minos generales, el acceso a diferentes medios de información y comunicación, la amplitud en la cobertura de los sistemas educativos formalizados, así como la presencia de actores sociales con mayor peso, como lo es contar con medio masivos de comunicación más libres y autónomos, son algunos factores que han

favorecido y alentado la participación social. Por otro lado la globalización que ha permeado en los temas políticos, ha provocado la construcción de una agenda común que va despertando, cada vez más, el interés por resolver asuntos de gran alcance, como lo son los problemas ambientales, la hambruna, las guerras, el terrorismo, la desigualdad y la exclusión social, que han generado una conciencia social más dinámica y participativa.

SECTOR SOCIAL MÁS ACTIVO

Los esquemas verticales de solución de problemas entre sociedad y autoridad dejaron de funcionar. Las crecientes necesidades versus la falta de recursos económicos, la ine-ficiencia gubernamental, el incremento de la corrupción pública, la diversificación de los asuntos y la falta de pron-titud para su solución, entre otros muchos factores, dieron paso también a la consolidación de un sector social más activo y dinámico, cuya participación cada vez depende menos de la influencia gubernamental.

Los estados democráticos deben proveer espacios de expresión para los distintos grupos sociales, a fin de que sus demandas se encaucen dentro de los canales institu-cionales, y que ello no derive en insurgencias que trunquen los beneficios que hasta ahora la democracia garantiza.

Para ello, es urgente recuperar la confianza ciudadana en sus instituciones. Un ejemplo son los niveles de abs-

tencionismo en los procesos electorales. Cerca del 50

por ciento de los mexicanos no acuden a votar. Cifras similares se presentan en democracias más consolidadas, aunque el motivo de la ausencia no se deba precisamente a la pérdida de confianza, sino, contrariamente, es un síntoma de aprobación implícita para con el gobierno en cuestión.

Alentar la participación social en política implica la conformación de un Estado que responda de forma efi-ciente a sus demandas; un Estado que, conjuntamente con la sociedad, diseñe y ejecute una agenda social que res-ponda al interés nacional y no privilegie a ciertos grupos o élites políticas o de cualquier otra índole; un Estado que verdaderamente haga valer la ley en toda su expresión, y que, por el contrario, su deficiente aplicación no estimule el incremento de la criminalidad y la corrupción.

Éstas y otras condiciones fomentarán una cultura política distinta, más participativa y a la vez responsable, a través de la cual los esquemas de rendición de cuen-tas y acceso a la información pública, sólo por citar dos elementos, sean referentes indispensables para propiciar un Estado democrático que responda verdaderamente al pacto nacional.

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PODER

El doctor José Valenzuela Feijóo dice que por poder se en-tiende “la capacidad de un grupo (o persona) para deter-minar la conducta de otro grupo (o persona), incluso con-trariando la voluntad de ese grupo (o persona)…”. Por su parte, Nicos Poulantzas entiende por poder “la capacidad de una clase social para realizar sus intereses objetivos específicos”.

Desde el punto de vista de quienes lo ejercen, se afir-ma que el poder político es una consecuencia lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro de un sistema de gobierno en un país.

RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y PODER

Aristóteles afirmó que el hombre es un zoon politikon; es decir, un ser sociable, que nace y se desarrolla dentro de una sociedad, la polis. Ahora bien, independientemente de si consideramos al Estado como la forma de organización política-jurídica que asume la sociedad para alcanzar sus propios fines y que es encabezada por quien ejerce el po-der, o como un medio de dominación de una clase sobre otra, lo cierto es que la política, entendida como el con-junto de actividades relacionadas con la consecución, con-servación y ejercicio del poder, tiene en el poder político el objetivo que busca alcanzar, ya sea para realizar los fines de interés colectivo o bien para servir de instrumento de dominación.

La política implica la existencia de una sociedad para cuya cohesión son necesarias relaciones de poder político; es decir, relaciones de dominio basadas en última instan-cia en el uso exclusivo de la fuerza, del poder coactivo. Es aquí donde surge la relación entre política y poder.

II. POLÍTICA Y PODER EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

LA POLIS GRIEGA

El Estado esclavista en Grecia tenía la forma original de la polis, ciudad-Estado; es decir, estados integrados por una ciudad y varios poblados a su alrededor. La polis griega antigua tenía la misión de asegurar el dominio de los es-clavistas sobre las inmensas masas de esclavos, quienes, a los ojos de los hombres libres, no eran más que “instru-mentos animados”, “objetos parlantes”.

Las actividades políticas en la polis se realizaban con la plena cooperación voluntaria de los ciudadanos, y su principal instrumento era la libre y plena discusión de la política en todos sus aspectos. Fue precisamente su creen-cia en la discusión, como el máximo medio para ordenar las medidas públicas y llevarlas a cabo, lo que ha hecho que los atenienses sean considerados los creadores de la democracia y la filosofía política.

LA RES PUBLICA ROMANA

Res publica es una expresión del latín, que significa literal-mente “cosa pública”. Etimológicamente, es el origen de la palabra castellana “república”, y, conceptualmente, de la inglesa commonwealth. En la Roma republicana jamás se promovió la participación política de los ciudadanos, contrariamente a lo que sucedió en la Atenas democrática.

En Roma, un particular cualquiera no tenía capacidad de iniciativa legislativa; esto era exclusivo de los cargos públicos. La élite romana hizo todo lo posible por evitar el control popular de los órganos de gobierno y la intervención del pueblo en ellos.

EDAD MEDIA

Marx y Engels calificaron el régimen feudal como una “…asociación dirigida con-tra la clase oprimida y productora…” Una de las peculiaridades de esa asocia-ción es la vinculación directa entre la propiedad de la tierra y el poder político.

La decadencia del feudalismo comenzó con el desarrollo y expansión de las actividades comerciales. La burguesía no pudo aceptar la extendida injerencia de la Iglesia feudal en la vida política y las tentativas de los feudales eclesiásticos de someter a su dominio el poder secular.

MODERNIDAD, MAQUIAVELO, HOBBES, LOCKE Y ROUSSEAU

La virtud de Maquiavelo (1469-1527) consiste en haber llevado la política al rango de ciencia, susceptible de un análisis empírico. Al constituir la política en ciencia, la separa de su manto divino y la entrega a los hombres bajo su res-ponsabilidad, encontrando que la sociedad política no es una creación divina, a priori y anterior al hombre mismo, sino que, por el contrario, es una de las creaciones donde el hombre tiene mayor protagonismo: es el hombre el actor y juez de la política.

En Maquiavelo se separa la política de la ética tradicional, permitiendo así el surgimiento en la política de una nueva moral: la del éxito, la de la eficacia en el mantenimiento del poder, desarrollando así toda una racionalidad de carácter estratégico, encaminada al logro de los fines de la conquista, conservación y acrecentamiento del poder del Estado.

El poder de un hombre, para Thomas Hobbes (1588-1679), consiste en los medios para obtener determinada ventaja futura. Considera este pensador que todos somos iguales en cuerpo y espíritu para lograr la felicidad, pero somos desiguales en fuerza física y en cuestiones inteligibles, lo cual genera un estado

Julio César

demos. La desigualdad persistente en aquellas comu-nidades llamadas polis, restringían los derechos a ciertas personas, que, dada su condición social o económica, eran sujeto de exclusión, y no sólo en el ámbito político.

El desarrollo del pensamiento político dio paso al establecimiento de teorías que explicaban las diferentes formas de expresión y ejecución del poder. La política comienza así a tener un impacto en el ámbito intelectual y académico. Hoy en día, es preciso remontarnos al estu-dio de la política desde perspectivas muy diversas que in-cluyen la historia, el derecho, la sociedad y la cultura, los sistemas económicos, la ética y la filosofía, entre otros.

LA SOCIEDAD, DEPOSITARIA DEL PODER

El punto de partida en el estudio de la política es identifi-car el rol que la sociedad desempeña en cuanto al uso del poder; pues es en ésta donde se deposita, lo que da origen a esta condición humana que plantea al poder como ins-trumento necesario para hacer prevalecer el orden y que a partir de ello se generen condiciones de subsistencia y desarrollo óptimas.

El individuo nace libre, inclusive de pensamiento, y en la medida en que se incorpora al compuesto social va adquiriendo formas de pensar y actuar que la sociedad determina como necesarias, legitimas e incluso legales. El

individuo, entonces, cede parte de su individualidad y

libertad, en aras de la supervivencia social para, juntos, lograr objetivos que se han determinado como necesarios para una mejor condición de vida. Y es precisamente en este punto donde comienzan las interrogantes y se vuel-ven más complejas las relaciones políticas.

La sociedad se conforma por segmentos o grupos con necesidades muy concretas. Es preciso identificar aquellas demandas que podríamos llamar genéricas y cuyos efec-tos repercuten en todos sus integrantes, así como también reconocer la existencia de problemas o demandas cuyos efectos impactan más directamente a ciertos segmentos. De la misma forma, se deben crear acuerdos sociales sufi-cientes para dar atención a dichos asuntos.

En su libro El poder y el Valor (FCE, 1997), Luis Vi-lloro expresa que cada institución o comunidad persigue sus propios fines, que inclusive en ocasiones se oponen a otros de comunidades distintas; sin embargo, la colectivi-dad mantiene su carácter en función precisamente de esos valores y fines comunes, que es lo que le da vida y sentido a esta forma de vida. Es decir, la colectividad no es en sí

la suma de individuos, sino la integración de éstos bajo

ciertas premisas que el poder busca orientar, conducir,

regular e inclusive sancionar. Ante este cúmulo de necesidades genéricas o específi-

cas, se van desarrollando medios de expresión de grupos sociales que tratan de llamar la atención de la autoridad, para que dedique su atención a aquellos asuntos que le son planteados.

CONFLICTO SOCIEDAD-AUTORIDAD

El conflicto entre sociedad y autoridad ha estado presente en todo momento. Los movimientos sociales insurgentes que dieron paso a los estados modernos fueron el origen de una participación social más amplia. Antes de las revo-luciones en Inglaterra y Francia, los regímenes feudales mantenían al margen la participación social. Los derechos

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de guerra que sólo se puede evitar celebrando un pacto social y reconociendo un soberano que se encargue de la conducción de los asuntos públicos.

Considerado el padre del liberalismo moderno, John Locke (1632-1704) pro-pone que la soberanía emana del pueblo, y que la propiedad, la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son derechos naturales de los hombres, anteriores a la constitución de la sociedad. El Estado tiene como misión principal proteger esos derechos, así como las libertades individuales de los ciudadanos.

Para Jean Jacques Rousseau (1712-1778), únicamente con una organización democrática del Estado, el hombre, a cambio de su libertad natural ya perdida, adquiere la libertad política, bajo la cual, aun cuando se subordina al poder, ya no es un esclavo, como bajo el despotismo.

Rousseau afirma que la voluntad común, si está orientada hacia objetivos comunes e instaura disposiciones generales que afectan a todos los ciudadanos, es infalible y siempre contribuirá a la realización del bien común; por tanto, pos-tula una organización política en la que la plenitud del poder y la soberanía del Estado pasen íntegramente a manos del pueblo; o sea, a las de toda la población sin excepción.

POLÍTICA Y PODER EN LA CONCEPCIÓN MARXISTA

Para el pensamiento marxista, el Estado es “un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma, y está di-vidida por antagonismos irreconciliables, que es importante para conjurar. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado”.

Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels 1820-1895), conciben la política como el ámbito en el cual se desarrolla la lucha por el poder del Estado; en tanto que el poder político, hablando propiamente, es considerado por ambos autores como la violencia organizada de una clase para la opresión de otra.

LAS TESIS DE WEBER

Max Weber (1864-1920) también hace una contribución importante a los conceptos de lo político y del poder. We-ber concibe la política como el espacio público en el cual se desenvuelven la tarea del Estado y las actividades de los ciudadanos, en tanto que el poder político es visto como la dominación que ejerce el Estado sobre los ciudadanos y busca garantizar la justicia y la eficacia en el gobierno.

Este teórico diferencia distintos tipos de poder, aten-diendo al tipo de dominación que cada uno ejerce: domi-nación carismática, dominación tradicional y dominación racional o legal.

GRAMSCI, DIFERENCIA ENTRE LA POLÍTICA

Y LO POLÍTICO

Respecto a la diferencia entre la política y lo político, con-sideramos valioso reproducir la siguiente cita de Gram-sci: “La primera cuestión que hay que plantear y resolver en un estudio sobre Maquiavelo es la de lo político como ciencia autónoma; es decir, del lugar que la ciencia política ocupa o debe ocupar en una concepción sistemática del mundo…, en una filosofía de la praxis. (…) ¿En qué sen-tido puede establecerse una identidad entre la política y la historia, y por consiguiente entre el conjunto de la vida y la política? ¿Cómo, en ese caso, podrá concebirse todo el sistema de las superestructuras como diferencias de la política, y cómo se justificará entonces la introducción del concepto de diferencia en una filosofía de la praxis? … Concepto de bloque histórico, es decir, de la unidad de estructura y superestructura, unidad de los contrarios y de los diferentes”...

Nicos Poulantzas plantea la diferencia que establece Gramsci en los siguientes términos: la superestructura jurídico-política del Estado es lo que entendemos por lo político, en tanto que las prácticas políticas de clase –lu-cha política de clase– es lo que puede llamarse la política.

Finalmente, y a manera de conclusión de este reco-rrido histórico, podemos decir que desde el siglo V a.C. y hasta nuestros días, la política ha sido vista en térmi-nos generales como un ámbito, un saber y una práctica en dos sentidos: como un ámbito, un saber y una práctica de dominación de una parte de la sociedad sobre los demás, o bien, como, un ámbito, un saber y una práctica puesta al servicio de la sociedad en general.

A continuación, expondremos cómo se ha presentado la política en la historia reciente de nuestro país.

III. DEGRADACIÓN DE LA POLÍTICA EN MÉXICO

A lo largo de nuestra historia como país independiente, pero sobre todo desde el Porfiriato y hasta nuestros días, con la honrosa excepción del sexenio del general Lázaro Cárdenas y algún otro momento, la política nunca ha sido vista por los políticos ni por la sociedad como un ámbito, un saber y una práctica de beneficio colectivo. Más bien todo lo contrario: la política ha sido y es entendida como fuente de enriquecimiento, poder e influyentismo perso-nal, así como sinónimo de corrupción, engaño, demagogia e impunidad; en síntesis, como instrumento de dominación. Sobre todo en las décadas recientes, esta percepción se ha Karl Marx

Desde que decidió establecerse como grupo social, el hombre incorporó a esta forma de vida elementos indispensables para que sus condiciones de subsis-

tencia fueran mejores. Las relaciones sociales dieron como resultado el surgimiento de comportamientos sociales propios de la integración humana, y la aparición de con-ductas alineadas u orientadas en torno a un propósito: el poder.

El fenómeno del poder, que aparece desde una óptica política a partir de la integración social, representa el eje central en la conformación de una ciencia que lo tiene como objeto de estudio: la ciencia política.

Las formas de ejercer el poder, su traslado, elimi-

nación, conquista, consecuencias, efectos, entre otros,

son elementos a los que se avoca el estudio científico de

la política. Asimismo, se considera a la política como una actividad humana, al margen del rigor científico con el que se estudia. Es una práctica común y cotidiana en la que se ven inmersos los seres humanos, y difícilmente podemos encontrar actividad alguna al margen de la política.

PODER Y ACTIVIDAD POLÍTICA

Es entonces, el poder, el centro de atención de la actividad política, entendido éste como la capacidad de convencer, persuadir o influir en las conductas de los demás, para que lleven al cabo acciones en beneficio del colectivo; lo que habitualmente llamamos el “bien común”.

La participación social en la política

Maestro Omar Suro Reyes

Profesor InvestigadorUniversidad

Regiomontana [email protected]

Omar Suro Reyes

Desdeñada por muchos, malinterpretada por otros, venerada y apasionada por otros más, la política ha sido de fundamental importancia para el desarrollo de las civiliza-ciones en el mundo. Desde los pueblos más pequeños, en

los sitios más remotos, hasta las grandes civilizaciones

e imperios que hasta hoy persisten, difícilmente podría-

mos entenderlos y estudiarlos al margen de la óptica

política.

La sociedad ha participado en esta actividad desde que se incorporó a una forma de vida en común. Tomar parte de las decisiones que afectaban al colectivo y que por consiguiente tenían que ser atendidas mediante acuer-dos políticos, permitió ir consolidando una idea firme so-bre la importancia de participar e involucrarse en estos asuntos.

PRIMERAS CIVILIZACIONES Y POLÍTICA

Sin embargo, las primeras civilizaciones que dieron un carácter trascendente a la política y dedicaron buena parte de su literatura a dejar sentadas las bases para su estu-dio, fueron igualmente selectivas al no permitir a todos los integrantes de una colectividad tomar parte en las de-cisiones políticas.

Basta citar el ejemplo de la antigua Grecia, cuna de

la civilización y del desarrollo del pensamiento político,

donde surgieron los primeros esbozos de la democracia. Ésta no era considerada tal y como hoy en día la enten

“Heraclitus and Democritus”, Bramante.

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acentuado notablemente. Durante 71 años, entre 1929 y el año 2000, la vida política en México estuvo sometida al ré-gimen paternalista-autoritario del presidencialismo y del partido de Estado (PNR–PRM–PRI). Éste se instituyó como mecanismo corporativo de control político sobre la socie-dad, lo que se expresó en un esquema organizativo por sectores: militar (excluido en la era del PRI), campesino, obrero y popular.

Como la otra cara de la moneda, el Estado impuso a la sociedad formas de organización gremiales y sectoriales: centrales obreras, Congreso del Trabajo, centrales campe-sinas, y organizaciones populares y profesionales. Nada ni nadie podía existir o ser reconocido social y políticamente por fuera de este esquema de dominación política.

La división e independencia de los Poderes de la República, consagradas en la Constitución de 1917, en términos generales han sido letra muerta. Los procesos comiciales y las leyes electorales estaban en manos del gobierno federal. El sistema legal de partidos era esencial-mente ornamental. Con excepción del PAN y algunos otros casos, las fuerzas políticas de oposición eran consideradas ilegales y se les obligaba a llevar una vida prácticamente clandestina, especialmente a los partidos y organizaciones de izquierda.

“CARRO” COMPLETO

Los resultados de las elecciones para los cargos de re-presentación popular (Congreso de la Unión y congresos locales) o en los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) se sabían por anticipado, como si se tratara de un sistema de partido único. Todas las ganaba con “carro completo” el partido de Estado, y en caso de inconformi-dad de las oposiciones o del electorado, se recurría a las amenazas y la imposición por medio de la fuerza pública

y del Ejército. Los movimientos sociales de ferrocarrileros de 1957-1958, del magisterio y de los médicos en 1964-1965, estudiantil-popular de 1968 y 1971, la guerrilla urbana y rural de finales de los sesenta y principios de los setenta, y la insurgencia sindical de 1973-1976, fueron todos reprimidos por el Estado con saldo de incontables muertos, heridos, encarcelados y desaparecidos. No obstante, desataron la exigencia social de cambios importantes en el sistema político.

La reforma política de 1977, bajo la tesis de Jesús Reyes Heroles, de que “lo que resiste, apoya”, abrió un pequeño espacio para la participación de otros partidos de izquierda y de derecha en los procesos electorales y en la Cámara de Diputados federal. Pero el gobierno se siguió reservando el control de los mismos.

A partir del gobierno de Miguel de la Madrid, se impuso el modelo neoliberal en lo económico, social, político y cultural, todavía vigente con Felipe Calderón. Los cambios que en efecto estaban ocurriendo en el mundo, comandados por el neoliberalismo, fueron el pretexto ideal para que el nuevo bloque en el poder (la tecnocracia neoliberal y la gran burguesía mexicana, asociada al capital extran-jero), rompiera el Pacto Social emanado de la Revolución Mexicana y procediera a instrumentar sin obstáculos el modelo neoliberal.

REFORMA ELECTORAL DE 1996

En el marco de la profunda fractura y descomposición del régimen priísta, se buscó la refuncionalización del sistema político. Ernesto Zedillo tuvo que aceptar la reforma electoral de julio-agosto de 1996, que llevó al PRI a perder la Cámara de Diputados en 1997, pero rescató a los banqueros mediante el megafraude del FOBAPROA/IPAB y consolidó el poder de la oligarquía financiera, con la compli-cidad del PAN, al que allanó el camino a la Presidencia de la República en el año 2000. La reforma electoral de 1996 “ciudadanizó” el IFE; se quitó la validación de los resultados a la Cámara de Diputados y se creó el Tribunal Federal Electoral. Estos cambios bajaron a los órganos estatales. No obstante, el nuevo Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (COFIPE) mantuvo la inequidad en la asignación de prerrogativas económicas y el acceso a los medios de comu-nicación en beneficio del PRI y del PAN, y dispuso la sobre-representación del partido mayoritario en la Cámara de Diputados. Este esquema de competencia

y quedaría atrás el aprisionamiento en el que se vieron los últimos mandatarios priístas.- ¡Craso error! Fue exac-tamente lo contrario. Sin experiencia alguna en su trato

con militares, los verdes asumieron con mayor rigurosi-

dad el control del jefe del Estado en sus actividades.

Imaginé, además, que los puestos para el gabinete ya no serían para los amigos del ungido, sino que veríamos pura gente preparada.- ¡Aún no me la acabo! Comenzamos la “nueva era” con la historieta de los head hunters, que fue, a fin de cuentas, pura pantomima, y los nuevos herede-ros poco o nada se distinguieron de sus antecesores. Hoy en día, a mitad del segundo sexenio panista, muy diversos sectores claman por cambios en el gabinete ante su inocuo y/o pésimo desempeño.

Imaginé que el “dedazo” pasaría a la historia y sólo quedarían, como constancia de su existencia, las reseñas de éste en los libros de Daniel Cossío Villegas.- ¡Qué va! Lo que nos obsequió Acción Nacional (y el presidente de la república) en sus elecciones intermedias, fue un monu-mento al dedazo, coronado por el dedadazaso de César Nava en la presidencia del PAN, por más que manotearon algunos de sus correligionarios.

ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

Imaginé, por añadidura, que la justicia dejaría de ser uti-lizada con fines políticos, que los impartidores de justicia harían honor a la doctrina del “bien común” de quienes ahora nos gobiernan. Desilusión completa. Ni siquiera la Suprema Corte de Justicia de la Nación se salva. Esconde sus más controvertidos veredictos en discusiones sobre la forma y no el fondo de los asuntos; y evade lo más posible su capacidad de investigación.

Imaginé, asimismo, que la impunidad dejaría de ser el pan de cada día; que ya no sólo veríamos “peces gordos” muy de vez en vez para apaciguar la indignación de la gente y entretenerla con un personaje tras las rejas, sino que entraríamos en una etapa donde la honradez sería la divisa. La desmemoria frente al pasado y los escándalos de los abusos por parte de los hijos de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, fue el debut en ese terreno. Carpetazos a cuantas anomalías se hallan, es práctica común en el go-bierno actual.

Imaginé y deseé fervientemente que se acabara con

los funestos cacicazgos sindicales, como el de Elba Es-

ther Gordillo, y se acotara a los monopolios. Fue todo

lo contrario (el caso del SME fue garbanzo de a libra): los líderes sindicales se convirtieron en los aliados de los nuevos gobiernos panistas, y éstos aumentaron a su vez la fuerza de los llamados poderes fácticos, al grado de que son ellos los que imponen su ley, y poco falta para que impongan al futuro habitante de Los Pinos.

Imaginé, por último, que viviríamos mejor; que las oportunidades de trabajo se abrirían más y más, y que nuestro nivel de vida aumentaría. La debacle económica que vivimos –debida no sólo a la crisis mundial, sino al mal manejo interno de ésta, y a la enorme desigualdad que pervive y el infame aumento impositivo en las percep-ciones de la gente desde hace décadas-- no requiere ma-yores comentarios. Como en tiempos de José López Porti-llo, con este “shock económico” se sella el derrumbe de

las ilusiones.

¿Ha cambiado la política?, se preguntan muchos. De-jemos de lado a los insignes pensadores en la materia, y no le demos vueltas al asunto. Bien decía el filósofo de Güemes, aquel famoso viejo al que –cuenta la leyenda ur-bana--consultaban los tamaulipecos cuando se encontra-ban ante un dilema: “En política, si las cosas no cambian, es porque siguen igual”.

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electoral sigue vigente hasta el presente. Es un esquema orien-tado a establecer en México un sistema bipartidista similar al de Estados Unidos.

En julio de 2000 se dio la alter-nancia, pero no la transición a la democracia. En julio de 2006, me-diante otro gran fraude electoral, simultáneamente tradicional y cibernético, el bloque dominante logró mantener la continuidad de la alternancia neoliberal, en per-juicio del bloque de izquierdas, de la mayoría del pueblo y de un nuevo rumbo para nuestro país.

La redefinición del Proyecto Nacional y el rediseño institucio-nal quedaron entrampados en el juego de intereses y la confron-tación entre la oligarquía, los intereses extranjeros y los dos partidos de derechas, por un lado, y las oposiciones de izquierdas y la mayoría de la sociedad, por el otro. Los intereses del primer bloque se han impuesto esencial-mente hasta ahora.

El saldo de la dominación del bloque neoliberal para la mayoría de la sociedad mexicana está a la vista: de 1982 a 2009 la economía apenas ha crecido alrededor de 0.5 por ciento, en promedio, cada año (descontando el crecimiento promedio anual de la población de 1.6 por ciento); hemos sufrido cuatro desastrosas crisis económicas, en 1982, 1987, 1995 y 2009, siendo esta última la más grave desde la Gran Depresión mundial de 1929-1933.

MILLONES DE MEXICANOS POBRES

Según las cifras oficiales, poco más de 50 millones de mexicanos sufren algún tipo de pobreza (alimentaria, patrimonial o de oportunidades), pero según los especialistas no oficiales son alrededor de 70 millones; el salario real ha perdido alrededor del 60 por ciento de su poder adquisitivo; también oficialmente, el desempleo abierto llegó a más de tres millones de trabajadores de la ciudad y del campo, pero en realidad el desempleo total, junto con el subempleo y el trabajo en la economía informal, suman más del 50 por ciento de la PEA nacio-nal; y la emigración hacia los Estados Unidos alcanzó la cifra de más de 650 mil mexicanos al año antes de que se desatara la crisis mundial de 2009.

Y esto ha estado pasando en uno de los países más ricos en recursos huma-nos y naturales del mundo. En contrapartida, las fabulosas fortunas de las cien familias más ricas de nuestro país se han acrecentado escandalosamente, junto con las de la alta burocracia gubernamental y las de los políticos más renombra-dos de los partidos de la derecha.

En este contexto, la política como ámbito, saber y práctica, se ha venido degradando severa y aceleradamente. El problema no es sólo el abstencionismo electoral, sino también el abstencionismo político que hoy se vive en México. Los gobiernos, en sus tres niveles; los representantes populares, los candidatos a cargos de elección y los partidos políticos, principalmente los de derecha, han contribuido al rechazo creciente de la ciudadanía.

Tenemos un fenómeno de crisis de participación política y electoral de la ciudadanía, por el incumplimiento de las prome-sas de campaña, por la ausencia de ética política y por la inca-pacidad de los tres niveles y las diversas instancias de gobierno para dar respuestas a sus de-mandas, lo cual se ha traducido en un descontento generalizado que ha desprestigiado aún más a la política e incluso ha llevado a rechazar todo aquello que ten-ga que ver con ella.

CAMPAÑAS ELECTORALES

Las campañas electorales se han convertido en dobles cam-pañas de Estado, donde gobier-nan los dos viejos partidos más antiguos. Estos partidos reciben cuantiosos recursos, además de contar con apoyos financieros y en especie provenientes de sus gobiernos y de particulares, mu-chos de los cuales son incluso ilegales. Persisten condiciones de inequidad en los procesos electorales, las cuales intro-ducen un vicio de origen en los resultados. Los partidos emer-gentes enfrentamos esas cam-

pañas de Estado. Esta situación vacía de todo contenido real a la incipiente democracia electoral mexicana y ha contribuido decisivamente al desprestigio de la política.

Aunado a lo anterior, los medios de comunicación han contribuido en gran medida a la falta de participación ciudadana y al desprestigio y degradación de la política, porque han privilegiado y alentado el espectáculo y la nota escandalosa, en detrimento de la información y análisis de los asuntos públicos, de los programas y plataformas electorales de los partidos, y de las promesas de campaña de los candidatos.

Las experiencias recientes ponen en duda que sea el sufragio el que otorga el triunfo o la derrota. La sociedad observa que partidos y candidatos pueden violar la ley, y que todo queda en sanciones administrativas y económi-cas. Incluso, que se puede obtener la Presidencia de la República con fabulosas sumas de dinero.

En este escenario, el mensaje que se envía a la sociedad es el de que el grave deterioro en las condiciones de vida y de trabajo de la sociedad y la voluntad popular están por debajo de los intereses partidistas y de los grupos de pod-er económico asociados a ellos. Por lo tanto, estamos ante una crisis de credibilidad y de participación, crisis que se ha extendido a todo el sistema político, particularmente al sistema electoral. La desconfianza y el rechazo ciudadano ya son una constante en nuestra vida política.

CANDIDATOS DE GRAN PERSONALIDAD

Tres personajes de fuerte personalidad disputaron enton-ces la Presidencia de la República: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Manuel J. Clouthier y Carlos Salinas de Gor-tari.

La guerra no se hizo esperar. Y tenía varios frentes: Desde el gobierno, contra Cárdenas, su principal enemigo. Desde el interior del PRI (particularmente algunos sindi-catos) contra el propio Salinas. Y por parte de Clouthier, contra los medios de comunicación, porque prácticamente desdeñaban a los candidatos de oposición y no les otor-gaban espacio a sus campañas.

Este enfrentamiento con los medios de comunicación alcanzó tal grado, que prácticamente no había mitin de

los candidatos de oposición en que no se agrediera a

los periodistas, que se les gritara “¡vendidos!” y en oca-

siones hasta se les impidiera permanecer en el lugar,

lanzándolos con todo y cámaras.

ARTE DE TRAGAR SAPOS SIN HACER GESTOS

Si la política “es el arte de tragar sapos sin hacer gestos” -como bien advertían los viejos políticos-, no es de extra-ñar que nuestros políticos, neopolíticos, juniors y demás personajes que nos gobiernan sigan hoy en día con cara de sapos.

Porque, la verdad, nuestra clase política poco ha cam-

biado en la forma de ejercer el poder. Y si en algo han cambiado, poco ha sido para mejorar; más bien ha sido para empeorar. Vaya, hasta el presidente Felipe Calderón reconoce esa inercia en la manera de conducirse de nues-tros políticos, al llamarla: “el priísta que todos llevamos dentro”.

LA ALTERNANCIA

Cuando llegó el año 2000, y con esta fecha la alternancia en nuestro país, imaginé que vería cosas distintas... senci-llas, hasta eso. Por ejemplo, supuse que el presidente de la República sería más abierto, cercano a la gente y dis-puesto a escuchar críticas. Ello ocurrió tan sólo los prime-ros meses del gobierno de Vicente Fox. En su segundo año, comenzó a amurallarse, a despotricar contra los medios de comunicación por sus “ataques”, y terminó alejado, ais-lado y tan criticado como cualquiera de sus antecesores priístas.

Con Felipe Calderón, ni se diga. Él, desde que ocupó la famosa “silla del águila”, se encerró con su equipo más cercano en Los Pinos. Se topa con un periodista en alguno de sus actos, o en sus giras, ¡y parece que ve al diablo! Da media vuelta instantáneamente, sin saludar siquiera (ya hasta critica a los criticones).

Y con eso de la “guerra contra el narcotráfico”, ni quien pueda acercársele. Sus actos, tanto en la ciudad de México como en sus giras por el país, están tan controlados, que nadie puede acercársele.

RIGUROSO CONTROL

Imaginé también que el Estado Mayor Presidencial, con un presidente proveniente de las filas del PAN, habría de verse obligado a comportarse de manera más accesible,

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?24 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 49

Todos los actores debemos asumir la responsabilidad ante esta situación y llevar a cabo los cambios que exige la reconstrucción de la política como ámbito, saber y prác-tica de beneficio colectivo.

IV. REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA

La concepción de la política como arte o ciencia del buen gobierno, que nos fue legada por Aristóteles desde la an-tigüedad griega, debe ser reivindicada como ámbito de actividad de los seres humanos y como conocimiento científico de la realidad; pero, sobre todo, como práctica de servicio a la sociedad.

Como ámbito de actividad y conocimiento de la reali-dad, no puede ser reducida a los sondeos de opinión so-bre el desempeño de los diversos niveles e instancias de gobierno o sobre la intención del voto de los electores. Tampoco puede ser determinada por los diseños de la mercadotecnia política o electoral, que indican cómo se puede imponer en la percepción de la sociedad la imagen de un buen gobernante, representante popular o candi-dato, aunque en realidad no atiendan las demandas o no representen los intereses de la mayoría de la población.

Como ámbito de actividad, la política es el plano donde se procesa el conflicto de intereses económicos y sociales y donde se toman las decisiones sobre los asuntos públicos que afectan, para bien o para mal, a todos los integrantes de una comunidad. Es, por lo tanto, el ámbito privilegiado del poder, que en síntesis es la capacidad de decisión de unos sobre los demás. Es un ámbito complejo que no puede ser reducido a los instrumentos estadísticos de los sondeos o encuestas ni a los instrumentos de la mercadotecnia; y del cual la política como conocimiento de la realidad debe dar cuenta adecuadamente, de manera objetiva y veraz.

Éste es el sentido esencial de la ciencia, y lo debe ser de la política como conocimiento de la realidad, como ciencia política. Por poner un solo ejemplo, debe explicar obje-

tivamente por qué amplios segmentos del pueblo pobre votan por partidos y candidatos de derecha que generalmente representan los intereses de las clases dominantes, o aceptan pasivamente a gobernantes y representantes populares que se desempeñan en este mismo sentido.

Y como práctica, la política debe ser el medio que, según el caso, recupere o constituya la participación del pueblo (de la mayoría real, y de ser posible de todos) en el conocimiento, análisis y decisiones sobre los asuntos públicos.

En México no hemos caminado en esta dirección. Por el contrario, se perci-ben aires de restauración, signos ominosos de que vuelvan los peores vicios del viejo régimen; muchos de los cuales, por cierto, han sido mantenidos, aplicados y agudizados por los últimos dos gobiernos de la alternancia de derechas: en-riquecimiento personal inexplicable, influyentismo, autoritarismo, represión a los movimientos y luchas sociales, la promoción personal de los gobernantes a través de los medios electrónicos de comunicación, corrupción, engaño, dema-gogia, impunidad, dominación de unos pocos sobre la mayoría de la Nación.

En la práctica política de democracia representativa que existe en México, la gente no se siente representada. Requerimos una Reforma Democrática del Estado para fortalecer al Poder Legislativo, acotar las atribuciones del Ejecutivo y garantizar la independencia del Poder Judicial.

Hace falta, de manera urgente, que la ciudadanía participe directamente en la determinación de los principales problemas y las soluciones que México requie-re. Si la democracia no genera bienestar para el pueblo, no es tal.

Por ello, frente al desgaste acelerado de nuestra incipiente democracia, re-presentativa o formal, es indispensable incorporar las figuras de la democra-cia participativa a la construcción de la democracia en México. Estas figuras son, entre otras: presupuesto participativo, consulta ciudadana, afirmativa ficta, afirmativa ficta parlamentaria, gobierno comunitario como cuarto nivel de go-bierno, rendición de cuentas, auditoría social, iniciativa popular, revocación de mandato, referéndum, plebiscito, licitación abierta de la obra y adquisiciones públicas, y derecho a voz ciudadana.

Con lo anterior, la sociedad ya no tendría sólo el voto cada tres o seis años como instrumento para exigir buenas cuentas a sus representantes y servidores públicos electos, sino que contaría con un conjunto más amplio de instrumentos para colocar en el centro de nuestra vida política la voluntad popular. Con ello caminaríamos firmemente en dirección de reivindicar la política como práctica de servicio a la sociedad, en la dirección de constituir a la política como instru-mento de poder popular.

1Valenzuela Feijóo, José. Organización para el cambio. CEDA, México, 2008, 2ª edición, p. 83.

2Poder político y clases sociales en el estado capitalista. Siglo XXI editores, México, 1969, p. 124.

3C. Marx y F. Engels, Obras Completas, Ed. Rusa, t. IV, p.14

4V.S. Porkrovski. Op. cit. p.218, 219, 220 y 222.

5Engels, Federico. Citado por Lenin, V. I. en El estado y la Revolución. Ed. Letras S.A. México-Ed. Cartago Argentina, México, 1982, p. 13

6Marx, Karl, y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista. Citado por Valenzuela Feijóo, José. Op. Cit. p. 83.

7Citado por Poulantzas, Nicos. Op. cit. P. 35-36.

8Ibidem, p. 33.

Pie de página

Y sobre Carlos Salinas de Gortari, expresa: “Ahí está, con una pretensión de saber política. Pero lo que supo fue acomodarse a los intereses transnacionales. Eso es lo que me parece: que, como político, no fue nada destacado y es ahí donde viene ese quiebre en el sentido de que los que deben gobernar al mundo son los economistas. Y lo podemos analizar desde el punto de vista de la ciencia política. ¿Por qué? Por el consenso de Washington, por el predominio norteamericano, por la imposición de la glo-balización. Todos ellos se prestaron a la misma filosofía políticamente conservadora”.

RELACIÓN CON SALINAS DE GORTARI

En lo personal, la autora tuvo estrecha relación con Salinas de Gortari, pues cubrió, para Excélsior, la crónica de su campaña por la Presidencia de la República:

Y, una mañana, Carlos Salinas de Gortari me mandó llamar. Estábamos en plena gira. Él, como candidato a la Presidencia de la República por el PRI, y yo, como cronis-ta de Excélsior. Era la primera ocasión que me requería a solas. Normalmente nos reunía con él a los tres o cuatro reporteros que escribíamos la crónica de su campaña en el ya ido –y sin embargo tan presente—1988. Pero esa maña-na, en uno de los trayectos por la ciudad de Guadalajara, fue diferente. Y es que, tres días atrás, se había suscitado un incidente en San Pedro de la Colonias, en Coahuila. Aquella noche en la Comarca Lagunera, al finalizar el

mitin, un grupo de los asistentes comenzó a agredir al

candidato al momento en que éste avanzaba hacia el

autobús: le lanzaron palos, piedras y cuanto tenían en

mano. Lo ocurrido quedó plasmado en las primeras pla-nas de los diarios al día siguiente.

Curiosamente, como el mitin se había realizado ya tarde, la mayoría de los reporteros se regresó antes a la sala de prensa y sólo cuatro periodistas nacionales acom-pañamos a Salinas de Gortari a San Pedro de las Colonias. Y, como suele suceder, cada uno escribió su nota tal como vio las cosas.

RECLAMO DEL CANDIDATO

Éste era precisamente el tema del que quería hablar el en-tonces candidato conmigo aquella mañana. Me expuso que no estaba de acuerdo en un detalle que había consignado dentro de la nota: que le habían lanzado agua al rostro. Salinas simplemente decía que eso no había ocurrido. La verdad es que en ese momento –sentados ya a solas frente a frente en el autobús- me sorprendió que le diera tanta importancia a un detalle dentro de toda una nota dedicada a lo que había sucedido; además, a mi entender, habían ocurrido cosas más graves y estaban igualmente consigna-das. No alegaba lo de los palos, ni lo de las piedras, ni los

gritos, ni los jaloneos, ni las injurias, ni todo lo demás

que había escrito. Era sólo eso: el vaso con agua que le habían lanzado.

Yo estaba segura de haber visto que le lanzaban el agua al rostro. Iba codo a codo con el propio candidato cuando esto ocurrió. El caso es que le alegué un rato que sí había ocurrido hasta que el propio Salinas me detuvo con esta frase: “Lo que pasa es que no te das cuentan del poder del

medio en el que escribes…” Me dejó pasmada. Más bien sentí que me fulminaba un rayo. En ese instante me di cuenta del por qué del alegato, que poco o nada tenía que ver con el vaso de agua, y entonces se me vinieron a la mente algunos otros de sus comentarios: escritura apasionada…, demasiada emoción…

Pero lo que más me impactó fue que, efectivamente, tenía razón. En ese entonces, principiante y muy joven aún, no tenía cabal idea del poder de un medio… (¡ni mucho menos del de un presidente o quasi presidente!, como luego aprendería).

LOS RASGOS DEL PODER

Viene a cuenta todo lo anterior porque a partir de ese momento, además de entusiasmarme por escribir mi crónica, levanté la vista para mirar el entorno y comencé a sopesar el lugar en el que tenía puestos los pies. Fue así como crucé la puerta y empecé a distinguir los rasgos del poder a uno y a otro lado de la mesa.

En ese entonces, (digamos los años sesenta, setenta, y buena parte de los ochenta) el poder de los gobiernos en turno frente a los medios de comuni-

cación era avasallante, si bien la intensidad de las presiones variaba de acuer-

do a la situación política que se vivía en el momento y a la personalidad de

cada uno de los mandatarios.

Digamos que no se comparan por igual la mano dura de Gustavo Díaz Or-daz hacia los medios, ni la sinuosa y lapidaria de Luis Echeverría, con el amor-despecho con que se condujo José López Portillo frente a los periodistas, o la timidez de Miguel de la Madrid.

Precisamente aquí, en la etapa de Miguel de la Madrid, quisiera hacer un pequeño alto. Porque fue durante los últimos años de su sexenio, luego de los sismos del 85, cuando comenzamos a escribir con mayor libertad. Y aunque las notas críticas (como las de los desfiles obreros del primero de mayo) apareciesen en las últimas páginas, casi escondidas, el caso es que comenzaron a publicarse en los principales medios de opinión.

Así llegamos a la contienda presidencial de 1988 que –desde la perspec-

tiva que me tocó vivir- inició el cambio de la relación de poder entre los me-

dios y el gobierno.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?48 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 25

Las leyes tienen como único objeto regular a la socie-dad, por lo que la transformación de ésta implica la necesidad de adecuar los aspectos de aquéllas que se

encuentren desfasados.En tal sentido, debe reconocerse que si bien México no

se encuentra ante un marco jurídico ajeno a su circuns-tancia, sí cuenta con normas que han perdido su vigencia, de la misma manera que presenta lagunas ante escenarios actuales no contemplados dentro de nuestros cuerpos le-gales.

De esta forma, el proceso para llevar a cabo la nueva

Reforma del Estado no ha logrado concretarse, por no

existir coincidencias políticas en todas las materias, o

simplemente, por no haberse formulado diagnósticos

acertados y propuestas viables para la solución de Los grandes problemas nacionales del siglo XXI, a 101 años de la publicación señera de don Andrés Molina Enríquez.

ASIGNATURAS PENDIENTES

En el pasado inmediato, encontramos el esfuerzo que el Senado de la República realizó al promover una Ley de la Reforma del Estado, cuyo objeto fue establecer la meto-dología y estructura orgánica para analizar la creación de leyes o reformas para resolver las asignaturas pendientes en cinco rubros: Régimen de Estado y Gobierno, Demo-cracia y Sistema Electoral, Federalismo, Reforma del Poder Judicial y Garantías Sociales.

A la conclusión del período pactado, se logró una amplia reforma en materia electoral, que, pasadas las elecciones de 2009, demostró no contar con elementos bastantes para obtener los resultados que con la misma se planteaban, y una reforma constitucional en materia judicial, cuyas re-formas secundarias aún se encuentran en construcción.

En la mesa existen varias propuestas, algunas de

fondo y otras coyunturales, pero todas encaminadas a

plantear soluciones para el mejor desarrollo del país.

PRINCIPALES PROPUESTAS

I. En marzo de 2009, el senador Manlio Fabio Beltrones presentó la propuesta del PRI para la modernización del régimen político mexicano, planteamiento que tiene más de tres años de ser impulsado por la fracción parlamen-taria priísta, y que se conoce como las “8 Erres”.

En ella se propone (i) Ratificación de los integrantes del gabinete por parte del Senado; (ii) Reducción del tama-ño de las cámaras legislativas; (iii) Reelección inmediata de legisladores y munícipes; (iv) Reorganización del Go-bierno Federal, para que funcione mejor y cueste menos; (v) Referéndum en reformas constitucionales de trascen-dencia; (vi) Revocación del mandato; (vii) Rendición de cuentas, a través de una Auditoría Superior de la Fede-ración con más facultades; y (viii) Regulación económica moderna para recuperar la capacidad rectora del Estado.

II. En noviembre de 2009, Héctor Fix Zamudio, titular

Héctor Gutiérrez de la Garza

Licenciado Héctor Gutiérrez de la GarzaMaestro en Derecho y Diputado Local de la LXXII Legislatura del H. Congreso del Estado de Nuevo Leó[email protected]

Reforma del Estado, una visión federativa

La crisis económica ha desatado en nuestro país un asombroso vendaval en el terreno político, que lo mismo ha ubicado a unos como “catastrofistas”, y a

otros como “realistas”; a unos más como “contadores de cuentos de hadas”, y a los restantes como “profetas del desastre”.

Y, desde luego, no faltan quienes declaran una cosa, al poco rato cambian su percepción, se desgarran las vesti-duras, amarran navajas, aporrean al oponente con recla-mos de ingratitud y hasta de traición a la patria; mientras, unos pocos se contonean y zorrunamente aprovechan el momento para tomar el bolso, irse de compras y llevar agua a su molino.

En medio de este vendaval político-económico, no sue-na ociosa la pregunta: “¿Es la política una ciencia o una patología?

Para quienes ejercen o han ejercido el poder político, y para los analistas serios del fenómeno político, la respues-ta se inclina definitivamente por la convicción de que la política es una ciencia.

SENTIR DE MANUEL BARTLETT

Para Manuel Bartlett, político de tiempo completo, mili-tante del Partido Revolucionario Institucional: “La política es la relación, de la conducción de la sociedad, la vida, el apoyo… La polis… Es la serie de reglas para el gobierno de la comunidad. Tiene el fin particular de conducir, de gobernar, de llevar toda la relación con el poder. El poder tiene obviamente una función y tiene los fines. Fines que pueden estar explícitos o no”.

Pero la cuestión no termina ahí. Para Bartlett: “La política es una ciencia… y un arte. Hay toda una tradición

filosófica y científica en torno de la Ciencia Política. Hay

toda una serie de elementos para hacer de la política

una ciencia. Es una de las ciencias sociales. No es una ciencia exacta…, pero sí es una ciencia en el sentido de que se pueden analizar condiciones geográficas, físicas, sociológicas, sicológicas para definir los fenómenos de la política”.

ALGUNOS POLÍTICOS

Y sobre algunos de los políticos que han gobernado al país en los sexenios más recientes, tiene Bartlett frases lapi-darias.

Como político-político, dice de Vicente Fox, que “está tachado en primer término”, porque “no tiene la menor idea”.

“Zedillo (Ernesto) salió de la oscuridad de la computa-dora, de un rincón, y no tenía la menor idea de la política”. Era un “tecnócrata educado en Estados Unidos”.

La política: arte y ciencia

Martha AnayaEscritora

Premio Nacional de Periodismo

[email protected]

Martha Anaya

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?26 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 47

del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, pre-sentó al Senado, en el marco de la Reforma del Estado, propuestas para actualizar las relaciones entre poderes del sistema presidencial mexicano, muchas de ellas coin-cidentes con las que presentó el líder de la bancada priísta en el Senado.

Entre los planteamientos que se promueven, desta-can los siguientes: participación del Congreso para la ratificación de los miembros del gabinete; disminución del número de diputados y senadores; reelección legis-lativa; extender al Senado la aprobación del Presupuesto de Egresos; un procedimiento específico para sustituir al Presidente de la República en caso de ausencia definitiva, que incluye un listado de funcionarios que podrían suce-derlo; que el Congreso apruebe una parte del Plan Nacio-nal de Desarrollo, así como crear un Consejo de Estado.

III. En diciembre de 2009, el presidente Felipe Calde-rón remitió al Congreso de la Unión una iniciativa que contiene diez puntos, relativos a las siguientes materias: elecciones, Congreso de la Unión, y Partidos Políticos.

Las propuestas en materia electiva se refieren a la

reelección consecutiva de ayuntamientos y jefes de-

legacionales; la reelección consecutiva de legisladores

federales, las candidaturas independientes y la segunda

vuelta para elección presidencial.

Las concernientes al Congreso de la Unión, tienen por objeto la reducción del número de sus integrantes, la ini-ciativa ciudadana, el derecho de iniciativa de la Suprema Corte de Justicia para asuntos de su competencia, la ini-

ciativa preferente del Ejecutivo y el veto presidencial en materia de presupuesto.

La reforma que se propone en relación a los partidos políticos tiene la finalidad de aumentar a cuatro por ciento el mínimo de votación para efecto de mantener el regis-tro.

Como puede observarse, la mayoría de estas iniciati-vas se encuentran consideradas en los documentos elabo-rados por el senador Beltrones y por el Instituto de Inves-tigaciones Jurídicas de la UNAM.

Esta circunstancia permite augurar la viabilidad de muchas de ellas, dado el consenso inicial que en esas ma-terias se advierte.

LA AGENDA LOCAL

Las propuestas descritas han recibido los primeros co-mentarios de los actores políticos nacionales, y se espera su próximo análisis en la arena del Congreso Federal. Sin embargo, es de considerarse que existe una agenda adi-cional que debe incorporarse a este escenario: la agenda local.

I. Si revisamos el surgimiento del Estado mexicano, encontraremos que no es más que una república confor-mada por entidades federativas. Esto es, la Federación es la suma de los Estados federados, que la integran y le dan origen. De esta forma, el espíritu del Artículo 135 consti-tucional prevé a las Legislaturas de los Estados como parte del Constituyente Permanente, responsable de las refor-mas a la Carta Magna.

La globalización debe ayudar a hacer más efectiva la contribución social a la formulación e implementación de la política internacional, haciendo que las ideas que tras-pasan las fronteras de los diversos países contengan va-lores como la solidaridad, bondad, amistad, responsabili-dad y patriotismo.

Como fenómeno social internacional, la globalización

es sin duda parte esencial de la vida global. Hay quienes

apuestan a este fenómeno y quienes se oponen a la glo-

balización. La globalifobia y la globalifilia, términos recientes para

las voces en contra y a favor, se presentan en el aconte-cer diario internacional. Interesante es equilibrar las opi-niones, no radicalizar, tomando lo mejor de lo que cada persona, empresa, organización, gobierno y nación pueden aportar al mundo.

La solidaridad de los mexicanos, la honestidad de los noruegos, el trabajo de los japoneses, la tenacidad de los alemanes y la perseverancia de los hindúes son ejemplos de lo que cada nación aporta a la globalización.

De ahí podemos formular e implementar la política

internacional que hemos mencionado, que si bien es

percibida desde un punto de vista idealista, lo que bus-

camos es el logro de la paz mundial como fin último.

LA HUMANIDAD NECESITA LÍDERES

Cada vez la humanidad necesita de líderes que como Gandhi y Mandela han resaltado valores nacionales y han hecho que el mundo tome conciencia de la necesidad de llevar valores positivos individuales o nacionales a un es-cenario internacional.

Destaco la frase de un mexicano ilustre que sin duda encierra la idea que se propone. “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

CONSIDERACIONES FINALES

El ciudadano del mundo es sin duda factor del cambio, por lo que debe estar atento a las necesidades no sólo de su entorno, sino que debe buscar la participación y con-cientización de todo el mundo.

El poder que tenemos, ya sea en lo individual o en

lo organizativo, debe usarse para trascender positiva e

internacionalmente. Los valores deben resaltarse y debe-mos impulsarlos a que traspasen fronteras.

La globalización de la información y de las ideas

debe ser democratizada, para que todos los ciudadanos del mundo se expresen mediante las fuentes de comuni-cación como el Internet.

La política internacional debe contener lo que toda la

humanidad pide: paz. Cambiar el odio por amor. Buscar la prosperidad económica y cultural de las naciones, debe dejar de ser sólo la tarea de organismos internacionales y debe formularse e implementarse con la participación de todos.

Imagen: Poder360°

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?46 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 27

En este sentido, resulta importante considerar que las

Legislaturas locales deben formar parte efectiva del pro-

ceso de reforma constitucional.

En Nuevo León, las reformas a la Constitución se reali-zan conforme a un procedimiento que coloquialmente se denomina de “dos vueltas”. En la primera, se presenta un dictamen que contiene la propuesta que se somete a discusión, una vez autorizada por la asamblea. Dichas propuestas son publicitadas y posteriormente sometidas de nueva cuenta a un análisis, ahora para su aprobación definitiva, incluyendo en su caso las mejoras derivadas de ese ejercicio de difusión.

De esta manera, podría establecerse un mecanismo de reforma a la Ley Fundamental que brinde oportunidad a los estados que conforman la Federación para que tengan una efectiva participación en el mismo, permitiendo que, al analizar la Minuta que el Congreso de la Unión remite a las Legislaturas locales, éstas puedan, más que emitir un voto a favor o en contra, expresar sus consideraciones sobre el contenido y, en su caso, sus propuestas de modi-ficación.

Con lo anterior, se busca que en el Congreso Federal se realice otra ronda de estudio para incorporar las pro-puestas que le parezcan viables, y, ya considerada efecti-vamente la opinión de todas las entidades federativas, se proceda a la aprobación definitiva.

II. También resulta importante considerar las adecua-ciones a los artículos 115 y 116 de la Constitución Federal, para efecto de tomar en cuenta la diversidad municipal, cuya omisión ha provocado que lo que debiera traducirse en el fortalecimiento del federalismo, redunde en la afec-tación a los particulares, ya que la gran mayoría de los

municipios no tienen capacidad técnica, económica o

material para poder proveer a la población de todos los

servicios públicos que se señalan como atribuciones

municipales.

De igual forma, debe reconocerse que es la entidad federativa la que debe ser fortalecida para lograr un verda-dero federalismo, ya que es ella la célula base de nuestra Federación y no el municipio, que más precisamente es la base que conforma a aquélla.

Fortaleciendo las atribuciones estatales y descentrali-zando los fondos necesarios para cubrir sus crecientes respon-sabilidades, es como puede garantizarse el desarrollo mu-nicipal y el beneficio de sus habitantes, toda vez que las entidades federativas tendrían de esta forma oportunidad de reservarse las funciones más complicadas, en el caso de las municipalidades que aún no tengan capacidad de llevarlas a cabo, y descentralizar aquéllas que puedan des-arrollar los municipios.

III. En este mismo sentido, resulta necesario estable-

cer alternativas financieras para los gobiernos locales,

ante la próxima desaparición del impuesto a la tenencia

de automóviles, ya que los recursos percibidos por este concepto son base importante de los presupuestos de las entidades federativas, y, en consecuencia, de los munici-pios.

IV. Pero, aún más allá, resulta pertinente considerar los temas económicos y sociales, ya que las propuestas

que se encuentran en la mesa de discusión, se refieren básicamente a la organización del Estado y a la partici-pación de los partidos políticos y los ciudadanos en las elecciones, mas no contemplan temas sustanciales que significan asignaturas pendientes, quizá más apremiantes, y que se refieren al desarrollo social y la calidad de vida de los mexicanos.

REFORMA FISCAL

-Una es la reforma fiscal, que, además de incluir el tema energético, resuelva el financiamiento de la actividad pública, revirtiendo la voraz tendencia recaudatoria que se percibe en el aumento del uno por ciento al IVA, los in-crementos de las tarifas de luz y gas, y el alza de los com-bustibles, que lesiona gravemente la economía privada y que retrae la recuperación económica.

No puede permitirse que la función pública sea sufra-

gada a costa del desgaste del bienestar familiar; mucho

menos, una acción gubernamental que no está siendo

efectiva para generar desarrollo social, y que cada vez tiende más al asistencialismo con fines electorales.

De manera adicional, resulta indispensable generar re-formas que nos dirijan a la senda que abandonamos. Las prestaciones laborales, los sistemas de seguridad social, y los salarios con real poder adquisitivo, son elementales para la recuperación económica. El dinero en manos de los particulares, utilizado para obtener sus satisfactores bási-cos, es mucho más efectivo y asequible, en proporción con el alto costo que significa la recaudación y administración de los recursos públicos para dotar a la comunidad de ser-vicios asistenciales.

La responsable participación de los mexicanos en el desarrollo de propuestas para resolver los grandes proble-mas nacionales permitirá la elaboración de un diagnóstico más certero, y seguramente de más y mejores alternativas de solución. En este papel, las Legislaturas locales, en su carácter de representación social, tienen un papel deter-minante. La Reforma del Estado debe incluir una visión federativa.

GLOBALIZACIÓN

La trascendencia de la Política Internacional radica hoy en día en el hecho de que ya no sólo se realiza en el head-quarter de las Naciones Unidas (New York, E.U.A.), sino que, gracias a un fenómeno mundial denominado Globa-

lización, todos podemos contribuir a la planeación e im-plementación de la política internacional.

Esto, cabe aclarar, ya no es tan reciente; ha sido un

proceso lentamente filtrado en los procesos internacio-

nales, y recientemente se le ha considerado factor va-

lioso para la toma de decisiones internacionales.

La globalización debe a la tecnología mucha de su importancia; el Internet y el acceso a la información de manera precisa y al instante han vuelto al ciudadano del mundo un actor importante en la formulación de la políti-ca internacional.

De forma rápida, el ciudadano del mundo se entera, analiza y exige soluciones a los problemas de la sociedad internacional. Observa dificultades, por ejemplo, de salud como el cáncer o el virus VIH; se informa y proporciona, en el mejor de los casos, soluciones a dichos problemas ya sea de manera individual pero en la mayoría de los casos mediante el apoyo de organismos internacionales guber-namentales o no gubernamentales.

Para citar otros ejemplos, también participa en la for-mulación de política internacional en diversos aspectos, como combate al analfabetismo, migración y terrorismo; fomento de la salud pública, protección del medio am-biente, entre otros. Todos estos temas sin duda alguna

coadyuvan a la búsqueda y mantenimiento de la paz,

ideal supremo de la humanidad.

Cabe aclarar que existe un gran problema en la toma de decisiones internacionales, denominado participación. Es muy bajo el indicador de colaboración ciudadana, a pe-sar de la gran cantidad de información a la que se puede acceder y los diferentes medios por los que se puede par-ticipar.

EL PODER

Lo anterior da pie a la tercer variable que analizamos: el Poder, si lo definimos como la capacidad de cualquier per-sona o institución para lograr que otro haga algo que de otra manera no hubiese hecho (R. Dahl).

Entonces, el ciudadano puede ejercer su poder me-

diante la participación en la política internacional, utili-

zando la globalización como instrumento. Entendamos lo anterior. Cualquier persona de toda la

humanidad tiene el poder de participar en la formulación de la política internacional, pero existe una resistencia de parte de los ciudadanos y de los poderes fácticos a dicha colaboración.

PODERES FÁCTICOS

Los poderes fácticos son, en suma, fuerzas económicas, autoridades sociales o quien monopoliza el uso de la fuer-za, y que no corresponden a mandatos ciudadanos, sino que anteponen sus intereses a los intereses de la gene-ralidad.

La política internacional, entonces, debiese contener las aspiraciones de todos quienes formamos al mundo, anhelando la paz mundial, alejándose de los intereses par-ticulares y anteponiendo el bienestar social.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?28 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 45

Uno de los lugares comunes más recurrentes en Mé-xico, cuando se trata de temas políticos, es decir que, “si Franz Kafka hubiera nacido en México, sería un

escritor costumbrista”. Quienes lo hacen, seguramente, en la mayoría de los casos, no conocen la obra de ese escritor checo.

Otro no menos recurrente es, ante cualquier acción, por lo general reprobable o poco ética, de un personaje relacionado con la actividad política, decir que esa con-ducta o ese personaje es “muy maquiavélico”. Ese seña-lamiento alude por lo general a una conducta que, aunque parezca reprobable, causa cierta admiración.

Sin embargo, la política y lo político no son ni tan des-preciables ni tan diabólicos como los consejos dados por el escritor florentino al príncipe o a quien aspire al ejerci-cio del poder. Además, hasta ahora no se ha encontrado

actividad alguna que pueda sustituir a lo que, en cual-

quier sociedad, realizan la política y los políticos. Por lo

menos hasta ahora, no es posible prescindir ni de una

ni de los otros.

De la política a la política pública

Doctor Sergio Elías Gutiérrez

Director de la Maestría en

DerechoEscuela de Graduados

en Administración Pública

y Política Pública / ITESM

Sergio Elías Gutiérrez

EL PRÍNCIPE, REFERENCIA OBLIGADA

A Nicolás Maquiavelo se le considera el escritor fundador de la ciencia política moderna. Su obra central, El Príncipe, publicada en 1513, a punto de cumplir sus primeros cinco siglos, sigue siendo objeto de análisis y referencia obli-gada cuando se estudia el proceso político y del ejercicio del poder en las sociedades estatales.

En este mismo sentido, la pensadora mexicana de ori-gen sirio, Ikram Antaki, señala, en el Manual del Ciudada-no Contemporáneo, que Agustín, ¿San Agustín? plantea el problema de las relaciones conflictivas entre la fe religiosa y las pasiones de la ciudad; observa la pasión de domi-nación y de bienes materiales, así como los apetitos car-nales; ve su desencadenamiento, y habla de la necesidad de un poder temporal. Éste sería la potestas, para garan-tizar la paz civil y el funcionamiento de las instituciones. La ciudad terrestre necesita ese poder regulador”.

Añade Antaki que: “Contrariamente a Agustín, Maquia-

velo aconseja: debido a la influencia que ejerce sobre el

pueblo, el príncipe debe saber manipular a la religión,

manifestarle su respeto, presentar las apariencias de la

devoción, sin importar cuál fuese su fe. Maquiavelo ana-liza las pasiones de los pueblos y la rabia de los grandes,

Política Internacional, Globalización y Poder

Maestro Gerardo Tamez GonzálezFacultad de Ciencias Políticas / UANL [email protected]

La Política Internacional es, sin duda, la suma de rela-ciones entre los diferentes actores que participan en escenarios más allá de sus propias fronteras. No

solamente me refiero a organismos gubernativos, sino también a organismos no gubernamentales e, incluso, a entes considerados como poderes fácticos. Para enten-derla, es necesario comprender las relaciones que se dan entre los actores ya mencionados.

Existe un organismo internacional, denominado Na-ciones Unidas, el cual ya tiene más de sesenta años, y cuya noble finalidad es ayudar al mantenimiento y/o ins-tauración de la paz, ideal perseguido desde los albores de la humanidad, y que hoy en día vemos como un es-tado de bienestar cada vez más difícil de alcanzar.

La ONU, siglas de dicho organismo internacional, compuesta por 192 miembros, busca constantemente ese ideal con acciones diversas, pero que en conjunto alínean las acciones que la gran mayoría de la humani-dad considera como la Política Internacional. Además, formula de manera precisa esta política, considerando variables políticas, económicas, sociales y de temas es-pecíficos (salud, trabajo, etcétera).

Gerardo Tamez González

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con el fin de decir al príncipe cómo defenderse de ellos y cómo instrumentalizarlos; pasa del conocimiento a la ac-ción. ¿Cómo debe actuar el príncipe con y contra las pa-siones tratándose de conquistar un principado, dirigirlo, defenderlo por dentro y por fuera?”.

ARISTÓTELES Y LA POLÍTICA

Muchos siglos antes, en la antigua Grecia, Aristóteles ini-cia la sistematización de lo que se denominó La política, como se titula el libro de este filósofo fundador del estu-dio sistemático de la Polis, la ciudad, de la que extrajo algunos conceptos que hasta la fecha son los usuales para explicar ese vocablo.

Según Marcel Prélot, Aristóteles distinguía los diversos aspectos de la política, usando cuatro diferentes vocablos: Polis, la ciudad, el Estado, el recinto urbano y también la unión de ciudadanos que forman la ciudad. La Politeía es El Estado, la Constitución, el régimen político, la República, la ciudadanía en el sentido de derecho de los ciudadanos. La Política, plural neutro de políticos, las cosas políticas, las cosas cívicas, todo lo concerniente al Estado. Y, por último, la Politiké, el arte de la política.

A Aristóteles se deben conceptos que han estado vi-gentes por más de 25 siglos. La definición de que el hom-

bre es un animal político, alude la pertenencia a un con-

glomerado humano congregado en la Polis. El hombre,

por instinto, es un ser social.

A él se debe también la categorización de las formas de gobierno en: monarquía, aristocracia y democracia, según la manera en que el poder era ejercido. De esas formas pu-ras derivan las llamadas formas impuras: de la monarquía, se pasa a la tiranía; de la aristocracia, a la oligarquía, y, por último, de la democracia, a la demagogia.

Así, los antecedentes más lejanos de la política nos indican que ésta ha sido objeto de preocupación de los más destacados filósofos y pensadores desde la antigüedad y hasta nuestros días.

EJERCICIO DEL PODER

Empezando por Aristóteles, y siguiendo siglos después con Nicolás Maquiavelo, se sientan las bases de lo que sería el estudio de este fenómeno social del ejerci-cio del poder y de su ejercicio por parte de los grupos dominantes y de los que detentan el poder político desde la estructura del Estado, desde la antigüedad hasta la aparición del Estado Moderno, que se ubica en las revoluciones de inde-pendencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la Revolución Francesa.

En esos movimientos libertarios: uno, el americano, contra la dominación

colonial, y el segundo, contra el absolutismo de la monarquía, nace el Estado

Moderno, según lo afirman destacados autores de ciencia política, historiadores y, en general, científicos sociales.

Ambos procesos desataron el fenómeno del constitucionalismo moderno, ya que plasmaron en sendos documentos las reglas bajo las cuales se ejerce desde entonces el poder político en las sociedades modernas. Este proceso de consti-tucionalización del poder, que en principio implica la sumisión del poder del derecho, es una de las características que se han venido imponiendo por todo el mundo, al menos en los estados democráticos y constitucionales de derecho.

En el siglo XX, el sociólogo alemán Max Weber caracterizó al Estado Moderno de una manera que hasta la fecha ha servido de modelo de guía para los análisis que los científicos sociales hacen hasta la fecha.

En una celebre conferencia: “La política como vocación”, dictada en 1919 a jóvenes recién graduados poco después de la terminación de la Primera Guerra Mundial, Weber señaló: “¿Qué entendemos por política? El concepto es extraor-dinariamente amplio y abarca cualquier género de actividad directiva autónoma. Se habla de política de divisas de los Bancos, de la política de descuento del Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga… Naturalmente, no es este amplísimo concepto el que servirá de base a nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política; es decir, en nuestro tiempo, de un Estado”.

DEFINICIÓN DE ESTADO

De ahí pasa a la definición de Estado que hasta la fecha es dominante. “Dicho Estado sólo es definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física”.

Para explicar el alcance de esa afirmación, definió al Estado como “aquella

comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es

elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia

física legítima”. A los demás individuos o asociaciones, sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite.

El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es vista como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan”.

A eso sigue la pregunta: ¿Cuándo y por qué hacen esto? ¿Sobre qué moti-vos internos de justificación y sobre qué medios externos se apoya esta domi-nación?

DOMINACIÓN POLÍTICA

De ahí, se pasa a la enunciación de los tres tipos de dominación política que han conocido las sociedades. La primera de ellas, la “dominación tradicional, es aquélla del “eterno ayer” de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto”. La segun-da es la “autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria; la entrega

Aristóteles.

so, como los siguientes:Los hábitos, tales como fumar, consumir bebidas al-

cohólicas, ejercitarse físicamente, etcétera.Condiciones socio-económico-demográficas, tales

como número de personas por vivienda, nivel de ingresos, desempleo, etcétera.

En cambio, debemos desconfiar de las encuestas cuan-do nos informan sobre asuntos como los siguientes:

Intención de voto en un proceso electoral.Nivel de popularidad de un gobernante.Grado de aceptación de una propuesta política. La razón fundamental para establecer el grado de con-

fianza que se sugiere, es el hecho de que la realización de una encuesta, por lo común requiere, al menos, de cuatro días de trabajo. En consecuencia, aquellos procesos que difícilmente se modificarán en períodos tan cortos como cuatro días, serán estudiados con suficiencia por las en-cuestas; procesos tales como los señalados en los puntos 1 y 2 anteriores.

En cambio, en los procesos señalados en los puntos 3, 4 y 5, es tal el dinamismo, que en cuatro días podrían modificarse radicalmente. En consecuencia, las encuestas que se utilizan para evaluar este tipo de procesos frecuen-temente presentan resultados poco creíbles, y cada vez es más común que todas las encuestas fallen cuando evalúan un proceso de este tipo, como ocurrió en Estados Unidos en las elecciones internas presidenciales de 2008 del Parti-do Demócrata en New Hampshire, y como también ocurrió en las elecciones presidenciales españolas de 2004.

Finalmente, llegamos a una respuesta que podría no ser la esperada por algunas mentes simples. Esto es, una que postule a las encuestas ya como realidad, ya como fantasía. Lamentablemente, para las mentes simples, la ciencia se mueve en el terreno de las condicionalidades,

no de los absolutos. Por tanto podremos considerarlas como realidades (en tanto razonablemente nos muestran el estado de opinión o condición de algún fenómeno bajo estudio), si el fenómeno estudiado es relativamente es-table, o al menos se modifica muy poco en períodos tan cortos como el que nos demande la propia realización del estudio.

Y serán punto menos que fantasías cuando se utili-cen para medir procesos dinámicos, como los electorales y los de imagen pública de personajes que tienen mu-cha exposición en los medios. Dicho de otro modo, o de modo más claro, las encuestas que por lo común vemos

publicadas en los medios, que con mucha frecuencia

tienen como tema de interés los procesos políticos, son

poco más que pasatiempos.

Tomar decisiones con base en sus resultados es un grave error, derivado de la incultura estadística que la-mentablemente aqueja a amplios sectores de nuestras dirigencias políticas, empresariales, académicas y líderes de opinión.LAS CARTAS DE NAVEGACIÓN POLÍTICA

Aunque apartándome un poco del tema, me veo obligado a concluir esta discusión señalando que la solución al

problema de estudiar fenómenos sociales dinámicos,

consiste en estudiarlos no a través de las técnicas con-

vencionales de encuesta, sino a través del Control Es-

tadístico de Calidad.

La razón es muy entendible: así como en los años re-cientes se dinamizó la vida social, por esa nueva condición de comunicación entre las personas, que de acuerdo a Niklas Luhmann deriva en una mayor complejidad del sistema social y en un incremento de la posibilidad de cambios bruscos en él, dos siglos antes se había iniciado la dinamización de la vida industrial, cuando en 1750 se iniciÍó la Revolución Industrial, manteniéndose esta ten-dencia con la producción en serie y la automatización de

los procesos.La alternativa que ofreció la ciencia para atender los

problemas de calidad y control en el nuevo entorno, fue justamente el Control Estadístico desarrollado por Walter

A. Shewhart, a finales de la década de los veinte del siglo pasado. De modo que adecuar estas técnicas al campo so-cial es la mejor forma de atender estos procesos.

Una solución integral –de nuestra autoría- a este pro-blema, siguiendo este enfoque, la constituyen justamente las Cartas de Navegación Política, las cuales desarrolla-mos entre 1993 y 2004. Desde entonces, se han aplicado exitosamente en procesos electorales en diferentes esta-dos de México y el extranjero, y de manera permanente para evaluar la gestión de gobierno de algunos goberna-dores de México, que tienen, con esta metodología, una forma eficiente para alcanzar un propósito que en política resulta vital: la previsión, la anticipación de problemas.

Podría pensarse que esta técnica aprovecha la experien-cia empresarial de buscar a través del Control Estadístico un enfoque preventivo en lugar de un enfoque correctivo, pero perderíamos de vista que justamente este enfoque: el de anticipar los problemas, lo recomendó, hace más de medio milenio, Nicolás Maquiavelo, como algo que todos los príncipes prudentes deberían hacer.

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puramente personal, y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades del caudillo”.

La tercera, que a nuestro juicio explica la situación actual en los Estados modernos, es la dominación que Weber llama dominación legal racional. Este

tipo de dominación está basada en la “legalidad”, en la creencia en la validez

de preceptos legales y en la “competencia” objetiva fundada sobre normas

racionalmente creadas; es decir, en la orientación hacia la obediencia a las o-bligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que ejercen el mo-derno servidor del Estado y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él”.

Con estas ideas, enunciadas en muy apretada síntesis, Weber dio pie a la formulación de una amplia teoría que sustenta hasta hoy el poder político, que no es otro que el poder del Estado, en la validez de un sistema jurídico que lo explica, pero además le da sustento y justificación al poder social que se expresa en el Estado.

El vocablo política, por lo general se emplea para definir actos del poder público; es, sin embargo, equívoco. En su Diccionario de la Política, Rodrigo Borja señala que: “la propia etimología no nos presta una gran ayuda para explicarlo, aunque cumple con el deber de orientarnos hacia la polis griega; es decir, hacia la ciudad, entendida como en los tiempos de los helenos: la sociedad política dotada de autogobierno… La política fue la actividad propia de la polis. Éste fue el sentido con que utilizó Aristóteles la palabra”. Sin embargo, agrega, “no es sencillo definirla sin que escamoteemos buena parte de la realidad social”.

CIENCIA Y ARTE

Enseguida, añade que la política es, al tiempo, una ciencia y una arte: ciencia, en el sentido que implica el “conocimiento y el estudio sistemático de los fenóme-nos del Estado y de las asociaciones políticas anteriores o coetáneas a él; y arte, en la medida en que se envuelve en una técnica del manejo de los asuntos es-tatales, a fin de controlar y conciliar los intereses diversos y con frecuencia con-trapuestos que bullen dentro de la sociedad”.

La política, concluye, es una ciencia síntesis, puesto que en ella confluyen

conocimientos de todas las ciencias del hombre y de la sociedad. También señala que el poder está en el juego de la política. La política, en cuanto cono-

cimiento científico aplicado a tareas prácticas, se relaciona con el poder, y tiene, en consecuencia, la doble dimensión de conducción de seres humanos y de administración de cosas”.

Para el mismo autor, presidente de la República de E-cuador hace algunas décadas, el término también se em-plea en el sentido inglés del vocablo policy, distinto al de politics. Este último significa “conjunto de planes”, “sistema”, “método” o modo de proceder de un gobier-no. Es la orientación, alcances y prioridades que él da a su gestión. Así, se habla de política social, económica, agraria o internacional. Esta visión amplia del término nos parece adecuada por lo que señalaremos más delante.

ANÁLISIS DEL ESTADO

En el libro clásico de la ciencia política, Introducción a la política, el autor inglés Harold J. Laski, dedica su obra al análisis del Estado, de la justificación del poder y de las tareas del Estado. No obstante el título de la obra, no define lo que es la “política”. A partir de la idea de que todo individuo es súbdito de un Estado, dedica su traba-jo a explicar la forma como éste funciona para asegurar la obediencia y así cumplir sus fines sociales. El Estado, dice, “preside un vasto conjunto de intereses, personales y corporativos, que rivalizan entre sí. Su derecho a la obe-diencia debe estar cimentado en su poder de dar carácter máximo a la respuesta, a las demandas sociales”.

Para él se “se plantea el problema de moldear las ins-tituciones con que opera el Estado del modo más conve-niente para la mejor consecución de sus fines”.

Ya en épocas más recientes, la ciencia política, sin de-

jar de considerar el aspecto de la dominación y el poder,

se planteó también aspectos relativos a las funciones y

tareas que el poder político debe cumplir en beneficio

opinión pública estaba fracasando completamente en di-cha tarea. Señalaba que los encuestadores eran “obtusos a la naturaleza funcional de la opinión pública en nuestra sociedad”, al enfocarse en las opiniones individuales, ex-cluyendo los grupos funcionales y los canales organizados de influencia política. Sugería que los investigadores de-berían empezar por investigar a los que diseñan las políti-cas, determinando las formas particulares de expresión de la opinión pública que llaman su atención y afectan sus acciones. La investigación podría entonces proceder siguiéndoles la pista en retrospectiva a estas expresiones a través de sus diversos canales, y al hacerlo así, identificar los canales principales, los puntos de importancia clave y

la manera en que cualquier expresión dada se ha llegado a desarrollar, y escoger una retrospectiva organizada de lo que inicialmente debe haber sido una condición relativa-mente amorfa”.

Casi una década después, H. H. Hyman profundizó en los señalamientos de Blumer y llegó a un punto medular que en nuestros días cobra una relevancia fundamental. Al respecto Vincent Price nos ofrece lo siguiente (pág. 122):

Hyman (1957) hizo eco de las preocupaciones de Blumer. Éste argumentaba que aun cuando la investigación había hecho aportaciones considerables en la teoría psi-cológica sobre la formación y cambio de la opinión, tenía mucho menos qué decir sobre los procesos sociales de gran escala o sobre las relaciones entre la opinión pública y los procesos de gobierno.

OPINIÓN PÚBLICA

Esto resultaba así porque los investigadores raramente reunían datos de series de tiempo que rastrearan el desa-rrollo de la opinión pública alrededor de un tema particu-lar, o la interacción de la opinión pública con el sistema político formal. Los datos de encuesta, apuntaba, se re-colectan sólo después de que el tema ha entrado en escena y sólo después de que el problema ha estado presionando.

No hay muchos datos disponibles sobre las fases inicia-les y de cierre del debate público (capítulo 3). Para que la teoría de la opinión avance, se necesitarían datos sobre el curso de vida de un tema.

“Desde entonces, el campo ha respondido en una di-versidad de formas a los llamados de Blumer y Hyman hacia la investigación orientada al proceso”.

Cincuenta años después, las preocupaciones de Blum-

er y en especial las de Hyman, cobran una relevancia dramáticamente superior por los avances logrados por la humanidad en materia de comunicación. Si antes era

vital seguir la evolución de la Opinión Pública, ahora,

con los cambios vertiginosos que operan en ella como

consecuencia de los teléfonos celulares y la Internet, se

hace imprescindible, al grado que, no hacerlo así, con-duce a inexactitudes y confusiones. Las encuestas, en consecuencia, se convierten en productos de información perecederos y por tanto se transforman, aun impecable-mente realizadas, en fantasías más que en realidades.

CONCLUSIÓN INICIAL

Llegamos entonces a una extraña conclusión inicial: Tanto desde la perspectiva de la ignorancia como desde la perspec-tiva del conocimiento, las encuestas son más fantasía que realidad. Los únicos que las toman como realidades, como fieles formas de evaluar las condiciones políticas o socia-les, son aquéllos que algo conocen del tema, pero que no saben lo suficiente como para entender que las encuestas, hoy en día, se deben tomar con algunas reservas.

Debemos, entonces, señalar aquellos casos en los cuales podemos confiar más y aquéllos en los cuales debemos confiar menos, de los resultados de encuestas, aclarando que nos referimos a encuestas impecablemente re-alizadas; esto es, encuestas que han cuidado debidamente la aleatorización y el resto de los aspectos metodológicos. Podemos decir que las encuestas serán más confiables cuando estudien procesos cuyo dinamismo es poco inten

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?42 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 31

del cuerpo social. En efecto, después de la Primera Gue-rra Mundial, tanto en la Constitución Mexicana de 1917, como en la alemana de Weimer, de 1919, se atribuyeron al Estado funciones que Manuel García Pelayo, en su obra, Las Transformaciones del Estado Contemporáneo -que ha ejercido una amplia influencia en los análisis del Estado contemporáneo-, denominó “El Estado de Búsqueda de la procura existencial”.

En esta evolución del Estado, éste se caracteriza ya no sólo por cumplir las funciones que hasta entonces había ejercido el Estado Gendarme, que se limitaba a resolver los problemas derivados de la convivencia social y a eliminar la venganza privada, para evolucionar hacia un Estado que aseguraba al gobernado algunos servicios como la edu-cación, la salud y más actualmente hasta la absorción de muchas actividades antes desarrolladas por la sociedad civil.

Esta evolución llegó a tal grado, que Octavio Paz,

ensayista y poeta mexicano, la denominó “El Ogro Fi-

lantrópico”, en un texto publicado en la revista Vuelta,

en agosto de 1978.

Ante esta evolución, del estado gendarme o estado policía, después de la Segunda Guerra Mundial, se pasó a lo que la ciencia política norteamericana denominó como política pública, cuyo objeto de análisis son los procesos de decisión y la elaboración de las políticas públicas. Luis F. Aguilar Villanueva, en su libro, Gobernanza y Política Pública, analiza con amplitud la llamada Policy decision making, que por razones de espacio no podemos desa-rrollar.

En síntesis, podemos decir que la ciencia o el arte

de la elaboración de las políticas públicas se refiere a

la necesidad que tiene el Estado de racionalizar los pro-

cesos de toma de decisiones, ante la escasez de recur-

sos que tiene para enfrentar las crecientes demandas

y necesidades de la sociedades modernas en las que el Estado no se limita a la conservación del orden o la se-guridad públicas, sino que su actuación abarca muchos campos de la actividad social.

Así, la política -podemos decir más propiamente la ciencia política-, evoluciona hasta ser una realidad en la que los gobiernos, al menos los de las sociedades más evo-lucionadas, requieren racionalizar la toma de decisiones en aquellos campos en que la intervención estatal es cada vez más necesaria.

De lo que se trata es de someter a los diversos actores que en una sociedad determinada están dotados de poder, a que sus decisiones se den en un marco en que el ren-dimiento social sea óptimo.

CIENCIA-SÍNTESIS

La política pública es una ciencia-síntesis, en la que los encargados de tomar las decisiones en las cuestiones del ejercicio del poder, deben extraer de la economía, del derecho, de la sociología y de la administración, las me-jores herramientas, para que las decisiones públicas sean las mejores.

Ives Meny y Jean Claude Thoening señalan que el ob-

jeto de estudio de las políticas públicas se orienta a la

acción. “Su objeto principal será contribuir a la mejora

de las decisiones públicas a corto y largo plazo.

Para concluir este breve repaso por la política, hay que mencionar que, tanto el concepto como los modos de con-cebir a la política, han evolucionado según las épocas y lugares en que se ha desarrollado.

Pero, al final de cuentas, siguen vigentes las teorías

del poder y de la política de Aristóteles, de Maquiavelo,

de Max Weber, y ahora recobran vigencia las de Carlos

Marx, hasta los orígenes del actual Estado que conoció en la misma segunda mitad del siglo pasado el auge y la caída del llamado Estado Benefactor, para dar paso a un Estado Mínimo o neoliberal, de escasa intervención y regulación social y económica, y que en la actual condición de crisis, enfrenta fuertes cuestionamientos.

SUMISIÓN A LA LEY Y AL DERECHO,

NO AL SOBERANO

La política moderna sigue siendo un proceso de domi-nación de los que mandan sobre los que obedecen; pero ahora ese proceso se sujeta a las instituciones y leyes que el Estado moderno ha creado para, como dice el célebre autor francés, George Burdeau, ennoblecer la obediencia. En el Estado moderno, la sumisión de los individuos es a la ley y al derecho, y no al soberano absoluto del antiguo régimen.

La política moderna es cumplimiento de los fines del Estado, los que, además de exigir del ciudadano el apego a la ley en sus actos, también le ofrecen bienes y servicios públicos que, de una u otra manera, suplen las deficien-cias de las personas en lo individual.

Los bienes públicos, las prestaciones estatales, de-

ben, en consecuencia, estar a disposición de los indivi-

duos en igualdad de condiciones. Una de las caracterís-ticas de las democracias constitucionales es precisamente asegurar la igualdad frente a la ley; pero, de igual manera, la llamada por Luigi Ferrajoli democracia sustancial.

REFERENCIAS

EL PRÍNCIPE. Nicolás Maquiavelo, Ediciones Libertador.

LA CIENCIA POLÍTICA, Marcel Prélot.- Eudeba.

EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO.- La Ren de Jonas.- Premia Editora.

INTRODUCCIÓN A LA POLÍTICA.- Harold J. Laski.- Ediciones Siglo veinte.

GOBERNANZA Y GESTIÓN PÚBLICA.- Luis F. Aguilar Villanueva.- Fondo de Cultura Económica.

EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO.- Max Weber. Alianza Editorial.

EL MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORÁNEO.- Ikram Antaki.- Ariel.

L’ÉTAT.- Georges Burdeau.- Seuil.

EL OGRO FILANTRÓPICO.- Octavio Paz.- Historia y Política.

Una de las características de nuestros tiempos es el uso creciente de las encuestas. Las encontramos

prácticamente en todos los contextos de nuestra

vida cotidiana, y sabemos que muy importantes deci-siones son tomadas con base en sus resultados. De ahí que la inquietud sobre su condición de realidad o fantasía sea por demás entendible.

Mucho contribuye a la inquietud antes referida el hecho de que resulta por demás fantástico que tomar la opinión de unas cuantas personas, digamos de un millar, nos permita conocer la opinión de más de 50 millones de personas en países como el nuestro, o de más de cien millones de personas en otros países.

Para apreciar lo razonable del portento metodológico anterior, es necesario que tengamos integradas en nuestra forma de interpretar las cosas -pensando en Emmanuel

Kant-, nuevas categorías de carácter estadístico, que nos permitan comprender cabalmente el significado de aleato-riedad y el de margen de error en las estimaciones.

CULTURA ESTADÍSTICA

Sin esos elementos de cultura estadística, inevitable-mente nos será imposible entender las encuestas como realidades; esto es, para mucha gente, las encuestas serán fantasías, como consecuencia de su incapacidad para en-

tender lo que éstas entrañan. Es claro, entonces, que si les diéramos machetazo a

caballo de espadas a las encuestas; esto es, si aplicáramos una encuesta nacional para indagar sobre lo que la gente piensa respecto de si las encuestas son fantasía o realidad, muy probablemente llegaríamos a la conclusión, desde la perspectiva de la ignorancia en su forma de incultura es-tadística, de que las encuestas son más fantasía que reali-dad.

Consideremos entonces otra perspectiva: la de los es-pecialistas en estos temas, y centremos la atención en la encuesta cuyo propósito es indagar el estado de la Opi-

nión Pública. Aquí pareciera que las encuestas disfru-tan de una gran credibilidad, en atención a que sus pre- dicciones en el ámbito electoral han sido, por lo común, acertadas.

Sin embargo, a pesar de ello, las encuestas han

sido severamente cuestionadas por algunos investiga-

dores importantes, tales como el sociólogo Herber Blu-

mer, quien enfocó su crítica más que a la encuesta en

sí, a la valoración que de sus resultados se hace y al

planteamiento metodológico general de estudio de la

opinión pública. Al respecto, Vincent Price escribe, en su libro Opinión Pública, lo siguiente (pag. 122):

“En 1948, Blumer denunció que la investigación en

Encuestas: ¿realidad o fantasía?

Doctor Salvador BorregoSaba Consultores

[email protected]

Salvador Borrego

?

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?32 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 41

Quién hubiera pensado que él fuese a terminar de esa forma; él, que había sido un diplomático, un conse-jero, un pensador, un analista preciso, un estudioso

del comportamiento humano, un sociólogo, un filósofo, entre otras cosas que se necesitan para ser un político? ¿Quién hubiera pensado que ahora tendría que dejar de usar su mente para usar sus manos para obtener el ali-mento? Triste era el exilio, rutinaria era su vida.

Miró hacia el cielo y descubrió que había llegado la mejor parte del día: la tarde, que era la que más ansiaba después de un duro y tedioso día laboral, sin sustancia de valor, desarrollado sólo con el fin de conseguir dinero

para sobrevivir. Fue así como Nicolás entró en su casa y se fue directamente a su estudio, donde se quitó las ropas sudadas, sucias y embarradas de lodo, debido a su pesado trabajo, para cambiarse y ponerse el traje que él llamaba: “digno de la corte y el palacio”, con el objetivo de trans-portarse idealmente a mejores tiempos.

ERAN OTROS TIEMPOS

Esos tiempos eran aquéllos que le recordaban una vida plena y para lo que había nacido: para la discusión, el análisis, la creación, la estrategia y la escritura política. Era esa vida la que lo hacía sentirse realizado plenamente, y era esa misma vida la que lo inspiraba para seguir en la brega cotidiana.

En una misiva dirigida a Francesco Vettori, según Wiki-pedia, le decía: “cuando llega la tarde, regreso a casa (del

trabajo y de la taberna local) y camino hacia mi estudio.

En el umbral me desnudo, para quitarme la ropa diaria

de trabajo sudorosa, sucia de lodo, y me pongo el traje

de la corte y el palacio, y en ese vestido más serio, entro en la corte de los antiguos, siendo bienvenido por ellos, y ahí disfruto de la comida que sólo es mía, y para lo que yo nací. Ahí me atrevo a hablar con ellos y preguntarles el motivo de sus acciones, y ellos, en su humanidad, me responden. Por ese espacio de cuatro horas, me olvido del mundo, no recuerdo ninguna vejación, la pobreza no me da miedo, no tiemblo más ante la muerte; paso realmente a su mundo”.

EL PRÍNCIPE

El breve texto anterior se refiere al exilio que sufrió Nico-lás Maquiavelo, filósofo y escritor político italiano, con-siderado uno de los principales fundadores de la ciencia política moderna, según Wikipedia. Para muchos, su mayor aportación es El Príncipe, libro que ha sido de cabecera y consejero fiel de diversos actores políticos de la antigüe-dad y de los tiempos actuales.

Existe un debate en relación con el objeto de El Prín-cipe, pues los métodos propuestos resultan cuestionables para el beneficio común de un pueblo. También se debate en

relación con el personaje utilizado: si fue o no basado en

César Borgia, o si realmente se tomó como modelo al Papa

Alejandro VI; es decir, a Rodrigo Borgia, padre de César.

Maestro

Rodrigo Soto

Economía de las Ideas

[email protected]

?

Del animal político de Aristóteles,

al político científico

Rodrigo Soto tante con que cuentan los gobiernos para realizar, no sólo las correcciones temporales, sino los cambios que puedan significar un bienestar futuro.

DESMEDIDAS GANANCIAS FINANCIERAS

La actual crisis mundial tiene como factor explicativo el desmedido crecimiento de las ganancias financieras como producto de políticas que fueron desmontando las regu-laciones que existían precisamente para impedir que el capital financiero obtuviera mayores beneficios a costa de otros sectores.

En Estados Unidos, especialmente en el segundo tér-mino de la presidencia de Clinton, se adoptaron medidas para desregular plenamente el mercado financiero, como ponerle fin a la ley Glass-Steagall, que fue promulgada en 1933 para regular los radios de acción de los actores finan-cieros (banca de depósito y banca de inversión) e impedir que se pudieran hacer negocios de carácter especulativo.

Con el presidente Bush, a partir del año 2000, se con-tinuó con una política tendiente a facilitar el crédito, espe-cialmente el inmobiliario y el del consumo, que engendró un auge en la bolsa de valores y promovió toda una serie de negocios financieros que no tenían ningún sustento en la economía real.

La presente crisis es global, pues los mercados fi-

nancieros están interconectados, de manera que lo que

sucede en el mercado de Estados Unidos tiene ahora

más que en otras ocasiones un impacto en todo el pla-

neta, pero especialmente para economías altamente liga-das a ese mercado como lo es la economía mexicana.

Es interesante anotar que, aunque esta crisis es global, las políticas para darle respuesta son de carácter nacional o local. En general, lo que hemos estado viendo por parte de muchos gobiernos es la aplicación de políticas para es-timular el crecimiento económico y apoyar los mercados internos en un periodo muy difícil del comercio mundial.

ESFUERZOS GUBERNAMENTALES

Desde los Estados Unidos, pasando por China, Brasil y otros en Europa, los gobiernos están implementando pro-gramas económicos para minimizar los efectos de esta crisis y en algunos casos, como en Brasil y China a la vez, tratando de restaurar los equilibrios sociales, sin los que no hay posibilidades de sostener el crecimiento en el largo plazo.

Estos países no sólo han venido aplicando políticas para apuntalar su desarrollo industrial, sino que están aprovechando esta crisis para salir fortalecidos en el esce-nario mundial, y esa es la razón de fondo por la que ya se les ve como potencias emergentes en este siglo XXI. Por el contrario, pensamos que México no está hacien-

do uso de la política en el sentido que le hemos dado a

este concepto, para enfrentar esta crisis. Está dejando

que la crisis actúe de manera autónoma y eso puede ser

una gran diferencia entre el presente que tenemos, ya

de grandes calamidades, y el futuro, que encierra una

gran incertidumbre. La política es la brújula para surcar los mares, y en especial en los tiempos más difíciles de la travesía.

REFERENCIAS1 El libro al que nos referimos del profesor Robert Heilbroner es: Capitalismo en el siglo XXI. México, editorial Nueva Imagen, 1997.

2 Peter Gourevitch, Politics in Hard Times. Comparative Responses to International Economic Crises. Cornell University Press, 1986. En este estudio se analizan los impactos de las crisis internacionales del último tercio del siglo XIX, y las crisis de la década de los años 30 y la de los 70 y principios de los 80 del siglo XX, y de cómo varios países ; Estados Unidos, Alemania, Francia, Suecia, Inglaterra, enfrentaron cada una de estas crisis, así cómo sus coaliciones de gobierno fueron modificadas; igualmente se revisan las opciones de política económica que tuvieron que adoptar para enfrentar dichas crisis.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?40 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 33

Las opiniones en torno a las estrategias de Maquiavelo están divididas. Unos sostienen que se requiere un prínci-pe para subir al trono, y para lograrlo y hacerse del poder, le es permitido recurrir a todos los medios a su alcance –de donde se infiere que “el fin justifica los medios”.

Otros estudiosos piensan que en la época en que vivió Maquiavelo, época de intrigas, conspiraciones y traiciones, la única forma de mantener el orden era por medio de un príncipe dotado de poder dictatorial; pero, una vez res-taurado el orden, debía ceder ante la república y rendir cuentas.

TODOS SOMOS POLÍTICOS

Pero, entremos en el tema: hablar de política no resulta nada sencillo, pues es común que se le vea como una ac-tividad carente de sentido social y de sentido común, fría y calculadora, entre otros atributos negativos. Empero, si hacemos un análisis detenido, nos daremos cuenta de que todos somos políticos en cierta forma.

Recordemos lo que dijo Aristóteles, en el sentido de que, por naturaleza, el hombre es un animal político. He-mos, pues, pasado de ser homínidos políticos, con nues-tros antepasados, a hombres políticos.

Pensamos así que, en nuestras primeras organiza-ciones, cuando compartíamos el alimento alrededor del fuego y discutíamos la supervivencia y el beneficio de nuestra especie para el futuro, las tareas de organizar al pueblo, crear y regir de cierta forma los primeros vestigios de un Estado, eran conferidas a los más sabios, o, en oca-siones, a los más fuertes, tal vez en busca de mantener un

orden social, económico, político y religioso, en beneficio de lo que ya podía llamarse sociedad.

EL DICTUM DE ACTON

Sin embargo, recordemos la frase célebre de lord Acton, conocida como el Dictum de Acton: “el poder corrompe

y el poder absoluto corrompe absolutamente”. De aquí que muchos dirigentes, a lo largo de la historia de la hu-manidad, hayan hecho de la política una herramienta de engaño al pueblo, mientras saquean sus arcas y lo dejan en la ruina.

También son conocidas las frases cínicas, aunque tam-bién jocosas, como la dicha en la película Arráncame la Vida, por el general Andrés Ascencio, cuando su esposa le pregunta por qué a todo mundo le dice que sí va a ayudar-los, y él le responde: “prometer no empobrece”, frase con la que el pueblo quiere etiquetar a todos los políticos.

Pero no debemos generalizar. Es cierto que podemos encontrar algunas manzanas podridas, pero no por ello vamos a tener toda la cosecha desperdiciada.

CIENCIA POLÍTICA

Lo que pasa es que la política debe recurrir más a la cien-cia; y, cuando hablemos de ella, debemos no solamente referirnos a la política, sino a la ciencia política, con el fin de que el ciudadano la acepte y la considere como una actividad benéfica para la sociedad.

El desarrollo de la política en el devenir histórico de la raza humana debe ir ligado estrechamente a la ciencia. Solamente así podremos satisfacer las aspiraciones de una sociedad que demanda libertad, igualdad y fraternidad, como en su momento lo proclamaron los hacedores de la Revolución Francesa.

GENÉTICA POLÍTICA

Volviendo con Aristóteles y la naturaleza política que viene determinada en cada uno de nosotros, vemos que la ciencia, al estudiar la política, devela, de acuerdo con Sci-entific American, en su estudio de la genética de la políti-ca, que podríamos tener insertado en nuestra biología el deseo político.

James Fowler, científico político, ha estudiado a indi-viduos que son gemelos fraternales e idénticos. Su estu-dio sugiere que, genéticamente, podemos tener la predis-posición a votar o simplemente a abstenernos de hacerlo. Incluso, es muy interesante lo que ha encontrado Fowler, en el sentido de que las personas que son propensas a votar, parecen estar programadas para hacerlo, y nos dice lo siguiente: “es como si las personas que votan estuvieran programadas para mantenerse votando, incluso cuando su sentido común les diga que es probablemente inútil; por otro lado, existen personas que no votan, no importa lo que pase…”.

Para Fowler las personas votan aunque sepan de ante-mano que su voto no vaya a cambiar el resultado de una elección, y las que no votan no sienten el deseo de hacerlo, o no se sienten motivados a ello.

Analizando a los gemelos idénticos (monocigóticos, un óvulo y un espermatozoide) y fraternales (dicigóticos, me-

mercado en la actualidad es enorme, debido fundamental-mente a la integración de mercados prácticamente en todo el planeta, y la dinámica de las grandes transnacionales, cuyo peso económico, junto con las empresas financieras, es gigantesco.

DESEMPLEO CRÓNICO

La incorporación tecnológica a los procesos de produc-ción tiene también un impacto enorme, debido a que en muchos casos compite y desplaza en tiempos muy breves al trabajo tradicional, provocando un tipo de desempleo crónico en nuestras sociedades.

En este sentido, de nuevas y mayores complejidades del mercado, la política no desaparece; por el contrario, su carácter de factor no sólo mediador y atenuador de estas tensiones debe ser reforzado. Además, la política debe

convertirse en el elemento directivo más importante

para resolver y encauzar los problemas sociales deriva-

dos de todos estos nuevos procesos económicos. Así, la mano invisible del mercado debe ir acompañada

de la intervención visible de la política. Una no existe sin la otra. La política es, de este modo, la fuerza más impor-tante para el desarrollo de un país y el mantenimiento de los equilibrios sociales, y de cómo se use dependerá si un país puede avanzar, estancarse o incluso retroceder.

MAYORES DESEQUILIBRIOS

Cuando existe una crisis económica profunda, significa que los desequilibrios aumentaron -muy probablemente como consecuencia de algún tipo de política implemen-tada,- y que la sociedad requiere volver a un punto de acuerdo, y por lo tanto las decisiones políticas se vuelven mucho más relevantes.

Por ejemplo, si se requiere implementar una política fiscal, para producir una redistribución de la riqueza, el gobierno deberá utilizar su poder político para llevar a cabo una nueva política fiscal. Lo mismo podemos decir sobre el empleo y otros problemas en los que las deci-siones políticas son de la mayor importancia.

En tiempos recientes, el problema de la ecología es una

prioridad y son los gobiernos principalmente, ejerciendo la representación de toda la sociedad, los que deben afron-tar la solución. El estado es, y especialmente en tiempos

de crisis, el factor central para dar soluciones. Ningún

otro sector social aislado puede realizar esta tarea.

¿Cómo reacciona el Estado frente a una crisis? Otro estudio que conocemos, el del profesor Peter Gourevitch, que analizó las respuestas de varios países a diferentes crisis internacionales, encontró que las crisis modifican la política de acuerdo al peso de los intereses de los actores societales2.

Por ejemplo, en la crisis internacional de la década de los años 30, después de una resistencia inicial, el go-bierno de los Estados Unidos pudo imponer una política de bienestar social, con beneficios para los trabajadores, que los empresarios aceptaron, pues el desarrollo interno de los Estados Unidos se vería favorecido en un momento de crisis internacional.

En esa misma década, y para hacer frente a esa crisis, Suecia estableció un tipo de corporativismo empresarial-

sindical que sería el fundamento de la política social-demócrata que adoptaría ese país prácticamente durante todo el siglo pasado y que aún hoy está presente en el llamado estado de bienestar sueco. En el caso alemán, la respuesta a esta crisis mundial significó el ascenso del na-zismo y la búsqueda de la expansión económica y política como expresión de un fuerte nacionalismo ideológico.

En México, la respuesta a la crisis internacional de

los años 30, que afectó especialmente a las ramas ligadas

a los mercados externos, como la minería, y el empleo

entre otros sectores, provocó una respuesta de apoyo

a los trabajadores después de 1934, para mejorar sus

condiciones salariales y de trabajo en general, a la vez que se implementaron apoyos para fortalecer a la indus-tria nacional. Esta época fue la base de la modernización económica de México que vendría por las siguientes déca-das y que conocemos como el desarrollo estabilizador.

En suma, podemos decir que las crisis son periodos intrínsecos al desarrollo y evolución de las economías de mercado, y que la política es la herramienta más impor

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?34 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 39

llizos, dos óvulos y dos espermatozoides) y sus histo-rias de votación, se encontró que de 326 gemelos idénticos y 196 fraternales, la genética es responsable en un 60

por ciento de diferencias en el voto entre los tipos de

gemelos; el restante 40 por ciento de diferencia proviene de factores ambientales o sociales.

Otros estudios, éstos del genetista Robert Plomin, han arrojado que la genética es responsable de un 40 por cien-to en la diferencia de votación entre los tipos de gemelos, lo que abre la puerta a que un 60 por ciento de la propen-sión al voto esté determinada por la influencia social y ambiental.

Se requieren posteriores estudios que refuercen las in-vestigaciones aquí descritas; pero, por lo pronto, resulta llamativo inferir que Aristóteles tenía razón: nuestra

genética juega un papel importante en el hombre políti-

co que llevamos, o no, dentro.

GENES E INCLINACIÓN POLÍTICA

Pasando ahora a otros estudios relacionados con la política científica, tomamos el escrito de Jordan Lite en Scientific American, en el cual se menciona un estudio publicado en el Journal of Political Psychology, donde también se pre-tende identificar si los genes son responsables de deter-minar si cierta persona es liberal o conservador, o, para el caso de Estados Unidos, si es demócrata o republicano.

El estudio, llevado por Sam Gosling, Dana Carney y John José, se fundamenta en analizar los dormitorios estudiantiles de universitarios y las oficinas de los profe-

sionistas. Los resultados señalan que los dormitorios y las oficinas de los liberales tienden a ser llenos de colorido, con libros de viajes, etnicidad y feminismo, así como dis-cos de música folk, rock moderno, al igual que recuerdos de viajes y tickets de cine.

Por otro lado, los dormitorios y las oficinas de los con-servadores tienden a estar rodeados por calendarios, es-tampas postales, recipientes para la ropa sucia, aditamen-tos para coser, aspirar, decorados con carteles o artículos de deportes y banderas -en este caso, la bandera de los Estados Unidos.

La inferencia, para Carney, es que los liberales pasan

el tiempo pensando; gravitan, en su mayoría, en relación

con el arte y cosas que no son tan concretas; pero, para

el caso de los conservadores, el orden tiene que manten-

erse; no les gusta la ambigüedad, y son amantes de tener

todo organizado, para sentirse en un ambiente seguro.

Se han realizado nuevos estudios para comprender cómo eran las discusiones políticas de nuestros ancestros homínidos, para deducir el origen de éstas y analizar los comportamientos. Lo anterior se ha logrado gracias al apoyo de la resonancia magnética funcional, para ver las regiones del cerebro y también pruebas genéticas para el estudio de nuestro ADN.

Un punto interesante que se destaca en la política científica, explorado por Lite, es que los seres humanos contamos con las llamadas “neuronas espejo”, que dis-paran cuando vemos a alguien que se comporta como nosotros y de cierta forma sentimos empatía con esa per-sona.

LA NEUROPOLÍTICA

Ahora se habla de una nueva disciplina ligada a la política y a nuestras decisiones, llamada neuropolítica, que pre-tende analizar los neurotransmisores, como lo señala Lite. Ejemplifica con la serotonina, que regula las interacciones sociales, así como la confianza y el miedo.

Para el profesor de ciencia política, no existe un solo gen para indicar al demócrata o al republicano, al liberal o al conservador. Sin embargo, los genes pueden ayudar-

nos a esclarecer cómo nos sentimos social o política-

mente respecto del mundo y también cómo concebimos

nuestro ambiente.

Lo que podemos constatar, gracias a lo anterior, es que ahora la política está siendo analizada desde el punto de vista científico, con el uso de herramientas que, bajo un estricto método científico, nos darán conclusiones más concretas y específicas de la conducta política de los indi-viduos, y tal vez podamos trazar tendencias de votación, los ganadores de una elección; determinar efectivamente a qué partido se afiliarán los individuos, entre muchas otras.

Sin embargo, cuando logremos esos avances -si es que se logran-, deberemos tener cuidado de que el progreso científico en materia política no sea usado para crear condicionamientos al estilo Pavlov, para inducir a los in-dividuos a votar por x o y partido, sino que se respete la libertad de opinión. Nadie quiere un estado al estilo

La política es un concepto que ha evolucionado, es-pecialmente cuando las sociedades dejaron de ser tradicionales, basadas en el poder personal de los

monarcas en la Europa feudal, y transitaron a lo que se ha llamado sociedades modernas, en las que se expresa a través de instituciones democráticas. Éstas deben repre-sentar las aspiraciones de una comunidad y tener como meta el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Como sabemos, el arribo de sociedades democráticas se ha dado en tiempos diferenciados en el mundo. Eu-ropa Occidental y los Estados Unidos siempre han sido citados como pioneros en el establecimiento de regímenes democráticos, a los que posteriormente se han unido países de otras regiones del mundo en épocas más re-cientes..

No obstante, quedan en el planeta muchos estados

que están lejos de ser clasificados como democracias, y

otros, como China -que sería el ejemplo perfecto-, en que

el poder político es autoritario y está centrado en las

decisiones de un solo partido y de una élite que domina

los procesos políticos dentro de este partido.

Las diferencias de los regímenes democráticos tienen que ver con la historia, la cultura y, sobre todo, de cómo el poder político fue utilizado para resolver las nuevas ten-

siones que aparecieron como producto de las transiciones hacia las economías de mercado.

MODELOS POLÍTICOS

En un análisis muy interesante del profesor Robert Heil-broner, hace pocos años, en el que se preguntaba qué tipo de modelos políticos podrían prevalecer en el siglo XXI, respondía que serían aquéllos que utilizaran sus institu-ciones para dar cabida al mayor número de expresiones societales y en los que las respuestas a un entorno de mayor incertidumbre fueran de consenso y buscaran man-tener los equilibrios sociales1.

En este estudio, Heilbroner señala que en las economías de mercado, las tensiones, los desequilibrios y en con-secuencia las crisis económicas, son parte indisoluble de su evolución. Citando las ideas centrales al respecto de Adam Smith, Marx, Keynes y Schumpeter, el profesor Heil-broner nos dice que todos ellos, desde diferentes perspec-tivas, indicaban que las tensiones y desequilibrios son

inherentes a la economía de mercado capitalista. La política se convierte entonces en el instrumento más

importante para reordenar, regular, enfocar y mantener la continuidad del mercado en estadios más avanzados de su desarrollo. La complejidad de las economías de

Política y crisis

Doctor Víctor López VillafañeProfesor-investigador / EGAP Tecnológico de Monterrey [email protected]

Víctor López Villafañe

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?38 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 35

controlador y dictatorial de Leviatán, ni tampoco un “Big Brother” que nos suprima la libertad y la intimidad.

Para ir cerrando el tema, pensemos que el binomio de política y estado se encuentra fuertemente relacionado. Es

difícil hablar de política sin incluir al estado, y vicever-

sa; todavía más hoy día, en que el estado ha tenido que

intervenir ante la caída capitalista de los mercados, de

los países y de las empresas.

Incluso The Economist, en su artículo “Smart Status”, comenta que, debido a esto, los estados han crecido en demasía, al tener, por ejemplo, el control de empresas, como lo sucedido con GM,. Pero, el principal reto para el Estado en 2010, será hacer más con menos recursos, pues la recuperación económica, tanto de individuos como de empresas, aún está lejana.

Incluso, en el citado artículo se expone que, tradicio-nalmente, a los estados les cuesta trabajo reclutar a las personas más brillantes, para que se incorporen al sec-tor público y político, y que, ante la crisis vivida el año pasado, la tarea ineludible para los estados (gobiernos) será incorporar a sus filas, no a cualquier individuo que diga traer la camiseta puesta, sino a los mejores y los más brillantes.

Recuerdo haber escuchado, en alguna ocasión, de al-gún creativo político, la aseveración de que si la política se acerca más a la ciencia, entonces será más fácil repro-ducirla. Además, mientras el estado y los políticos, con sus reformas generen progreso en materia económica principalmente, siendo extendida ésta a los ciudadanos, difícilmente tendrán queja de sus gobernantes y represen-tantes en las cámaras.

IDEAS ERRÓNEAS Y OBSOLETAS

Como dijo Leo Zuckermann: en una encuesta de consulta Mitofsky se obtuvo que el 55 por ciento de los mexicanos quisieran que México se pareciera a Estados Unidos, y la razón fundamental es la economía. También nos dice que es hora de eliminar aquella idea de que los mexicanos ve-mos con buenos ojos la pobreza. Y por último menciona que el mensaje es claro para los políticos de nuestro país: es decir, que los mexicanos no estamos peleados con el progreso económico y que eso es lo que anhelamos.

La conclusión es simple: la política debe apegarse

a la ciencia para tener validez científica y, así, mejor

aprobación, por parte de la población, de las estrategias

adoptadas, y poder reproducirse con mayor facilidad; así como hacer hincapié en que los políticos busquen el desarrollo y el crecimiento económico, especialmente en nuestro país.

REFERENCIASLite, Jordan. The body politic: “Can we tell from pols faces if they´re competent?”, Scientific American, February 2009.

Wooldridge, Alan. “Smart States, The World in 2010”, The Economist, December 2009.Lite, Jordan. “Political Science: What being neat of messy says about political leanings”. Scientific American, October 2008.

“The Genetics of Politics”, Scientific American, November 2007.

Niccolo Machiavelli.http://en.wikipedia.org/wiki/niccoló_Machiavelli

E. Andrade Sánchez (2004), Introducción a la ciencia política, Oxford.

S. Huntington (1997), Choque de civilizaciones, Paidós.

K. Holsti (1974), International Politics, A Framework for Analysis, Prentice Hall International.

M. Kaplan (1962), Systems and Process in International Politics, Wiley and Sons.

REFERENCIAS

BASES PARA EL ANÁLISIS

Para finalizar, podemos establecer que para poder realizar un análisis del poder político, ya sea local, nacional o internacional, es necesario conocer no solamente de metodología, sino también las teorías políticas y modelos, los cuales son necesarios para tener una visión clara de los acontecimientos políti-co-sociales que surgen en el sistema internacional y en nuestro ámbito local y nacional.

Sin embargo, siempre vamos a estar pensando como idealistas o realistas; los primeros, soñando en un mundo en el cual el ser humano es bueno, y puede llegar un momento en el cual los seres humanos se den cuenta de la importancia de vivir en paz y solu-cionar los problemas a través de negociaciones, sin llegar a tomar las armas para solucionar los conflic-tos políticos.

Pero, para los realistas, esto es imposible, debido a que, como mencionaba Hobbes, “los hombres son egoístas y violentos por naturaleza; por tal motivo y viendo que los que nos dirigen son hombres o mu-jeres, la lucha por el poder político va a continuar.

Ilustración de “Thomas Hobbes” por John Michael Wright.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?36 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 37

El análisis político forma parte de la ciencia política; es una visión personal del fenómeno político-social, ya sea de carácter nacional o internacional. De acuerdo con Andrade (2004), el análisis político debe partir del cono-

cimiento científico, de una observación de los hechos; posteriormente (se

elabora) una hipótesis o suposición, para terminar en una crítica que puede

ser teórica, o ética. Sin embargo, para cuestiones de la ciencia, esta última no debe existir, ya que al momento de establecer la crítica, se convierte en un conocimiento subjetivo.

Para encontrar la diferencia entre una crítica ética y una teórica, tenemos que partir de que la primera es una opinión personalizada, en la cual el au-tor se responsabiliza de lo que se escribió o lo que se dijo; en cambio, la segunda es una opinión basada en otra; es decir, que no es la opinión del autor.

FENÓMENOS POLÍTICO-SOCIALES

Lo difícil de un análisis político se presenta al momento de concep-tualizar los fenómenos políticos-sociales, ya que los podemos obser-var, los podemos describir; sin embargo, al momento de establecer un concepto, como: monarquía, poderío, autoritarismo, democracia, etcétera, nos podemos equivocar; pero, a pesar de todo, es nuestro punto de vista, en el cual pueden estar o no de acuerdo las demás personas.

Para realizar un análisis político no es necesario el conocimiento

científico; existen otras formas, como es la de conocer la opinión del

pueblo, a través de encuestas de opinión y sondeos, que es un me-dio por el cual la sociedad puede calificar las acciones del gobierno. A partir de aquí, se puede analizar el trabajo del gobierno frente a su sociedad, análisis que realiza un grupo de personas autorizadas y calificadas.

Teoría del Análisis Político

M. P. P. José Manuel Vázquez

GodinaSecretario

Académico Facultad de

Ciencias Políticas / UANL jmgodina@

hotmail.com

José Manuel Vázquez Godina

“El pensador” de Auguste Rodin.

Desde el momento de su creación, la polis aristotélica se ha presentado como una relación entre la sociedad y su gobierno, para lo cual es necesaria la intervención del poder político, para que la sociedad pueda mantener un orden y no caer en un caos.

LIMITANTES AL PODER

Para que las personas que representan a los ciudadanos no lleguen a tener un poder absoluto, como ocurrió du-rante la Edad Media, es necesario establecer algunas limi-taciones, como la constitución, las leyes internas de los estados, y una representación democrática.

Para poder comprender y analizar las formas en las cuales se puede mantener el orden en la sociedad, es ne-cesario conocer las diferentes teorías de los clásicos, que se preocupaban por la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.

Más adelante, los científicos políticos se van a preocu-par por la forma de gobernar, mientras que, hoy en día,

la preocupación principal es la integración del Estado

en un todo, en la cual se acepta que existen diferentes

grupos de ciudadanos (campesinos, obreros, mujeres,

grupos vulnerables, indígenas, etcétera,) y que deben in-

corporarse a la vida económica y política del Estado.

Al análisis político no solamente pertenece estudiar cuestiones de poder en la sociedad local, regional, o nacio-nal, sino que también existen métodos o paradigmas para realizar estudios de los diferentes centros de poder que existen en el sistema internacional.

Para poder entender la situación que se vive en estos momentos, y la forma en la cual se vive una transición de modelo bipolar, antes de 1991, a un modelo multipolar, y cómo van surgiendo nuevos centros de poder, como los organismos internacionales (políticos, económicos y so-ciales); las empresas (internacionales, globales y suprana-cionales); Organismos No Gubernamentales Internaciona-les (ONG’s I), sin olvidar a los mismos Estados-Nación, es necesario conocer los siguientes modelos o paradigmas.

CENTROS DE PODER

A pesar de que en el sistema internacional hay un fuerte sentimiento de legitimidad, siguen existiendo centros de poder muy fuertes por querer dominar sobre los demás; para poder estudiarlos, es necesario conocer los dife-rentes modelos hipotéticos de los cuales nos habla Kaplan (1962), como la balanza de poder, el bipolar flexible, el bipolar rígido, el universal internacional, el internacional jerárquico, y el de la unidad de veto.

Dentro de cada uno de ellos hay un conjunto de varia-bles, como reglas y actores, dependiendo del momento y el fenómeno sociopolítico internacional que deseamos estudiar.

También podemos analizar el sistema en su conjun-to, utilizando la teoría de Holsti (1974), que nos define sistema internacional como cualquier colección de enti-dades políticas independientes, que interactúan con con-siderable frecuencia y de acuerdo a procesos regulares. Este modelo nos sirve no solamente para estudiar el sistema internacional actual, sino también para estudiar

los sistemas que se han presentado en diferentes momentos; poder hacer com-paraciones y establecer las posibles causas que los llevaron a decaer.

En el plano internacional, se utilizan las teorías de toma de decisiones, que

han sido moldeadas de acuerdo a la experiencia de Estados Unidos, que ha vivido en el sistema internacional, y en la cual aparece la teoría de los juegos, en la cual los conflictos internacionales pueden tratarse como un juego.

ESTRATEGAS DE GUERRA

A través de la historia, nos hemos encontrado que diferentes generales o estra-tegas de guerra han jugado a adivinar los avances de los enemigos para oponer la mejor defensiva o el contraataque.

A pesar de las controversias que existen al utilizar la teoría de juegos para el análisis, ésta nos permite mencionar que en las ultimas décadas se ha convertido en un instrumento de la ciencia política que ayuda en las tareas de los docentes, de investigadores y en la formulación de las políticas; a pesar de no poder pre-cisar en la interpretación de los motivos que subyacen en las elecciones de los jugadores.

Dentro del análisis político también se puede utilizar la teoría de las simu-

laciones, que, a diferencia de la teoría de juegos, pretende crear una situación

real de la situación que se esta viviendo en esos momentos. Es un modelo construido a través de jugadores, y dinámico, en el cual los jugadores están tratando de dar respuesta a problemas reales del sistema internacional.

La simulación se utiliza como instrumento de enseñanza en la investigación y construcción de teorías y diseños de las políticas públicas. Tanto los maestros de ciencias políticas como los de relaciones internacionales, utilizan este modelo para explicar una situación de la realidad. A los primeros les sirve para explicar el proceso de construcción de una política pública, y los segundos la utilizan para explicar las soluciones que se pueden dar a los problemas globales, como la pobreza, la educación o mantener la paz, utilizando modelos de simulación de negociaciones entre los diferentes actores que participan.

El emperador romano Claudio, junto a sus guardias.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?36 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 37

El análisis político forma parte de la ciencia política; es una visión personal del fenómeno político-social, ya sea de carácter nacional o internacional. De acuerdo con Andrade (2004), el análisis político debe partir del cono-

cimiento científico, de una observación de los hechos; posteriormente (se

elabora) una hipótesis o suposición, para terminar en una crítica que puede

ser teórica, o ética. Sin embargo, para cuestiones de la ciencia, esta última no debe existir, ya que al momento de establecer la crítica, se convierte en un conocimiento subjetivo.

Para encontrar la diferencia entre una crítica ética y una teórica, tenemos que partir de que la primera es una opinión personalizada, en la cual el au-tor se responsabiliza de lo que se escribió o lo que se dijo; en cambio, la segunda es una opinión basada en otra; es decir, que no es la opinión del autor.

FENÓMENOS POLÍTICO-SOCIALES

Lo difícil de un análisis político se presenta al momento de concep-tualizar los fenómenos políticos-sociales, ya que los podemos obser-var, los podemos describir; sin embargo, al momento de establecer un concepto, como: monarquía, poderío, autoritarismo, democracia, etcétera, nos podemos equivocar; pero, a pesar de todo, es nuestro punto de vista, en el cual pueden estar o no de acuerdo las demás personas.

Para realizar un análisis político no es necesario el conocimiento

científico; existen otras formas, como es la de conocer la opinión del

pueblo, a través de encuestas de opinión y sondeos, que es un me-dio por el cual la sociedad puede calificar las acciones del gobierno. A partir de aquí, se puede analizar el trabajo del gobierno frente a su sociedad, análisis que realiza un grupo de personas autorizadas y calificadas.

Teoría del Análisis Político

M. P. P. José Manuel Vázquez

GodinaSecretario

Académico Facultad de

Ciencias Políticas / UANL jmgodina@

hotmail.com

José Manuel Vázquez Godina

“El pensador” de Auguste Rodin.

Desde el momento de su creación, la polis aristotélica se ha presentado como una relación entre la sociedad y su gobierno, para lo cual es necesaria la intervención del poder político, para que la sociedad pueda mantener un orden y no caer en un caos.

LIMITANTES AL PODER

Para que las personas que representan a los ciudadanos no lleguen a tener un poder absoluto, como ocurrió du-rante la Edad Media, es necesario establecer algunas limi-taciones, como la constitución, las leyes internas de los estados, y una representación democrática.

Para poder comprender y analizar las formas en las cuales se puede mantener el orden en la sociedad, es ne-cesario conocer las diferentes teorías de los clásicos, que se preocupaban por la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.

Más adelante, los científicos políticos se van a preocu-par por la forma de gobernar, mientras que, hoy en día,

la preocupación principal es la integración del Estado

en un todo, en la cual se acepta que existen diferentes

grupos de ciudadanos (campesinos, obreros, mujeres,

grupos vulnerables, indígenas, etcétera,) y que deben in-

corporarse a la vida económica y política del Estado.

Al análisis político no solamente pertenece estudiar cuestiones de poder en la sociedad local, regional, o nacio-nal, sino que también existen métodos o paradigmas para realizar estudios de los diferentes centros de poder que existen en el sistema internacional.

Para poder entender la situación que se vive en estos momentos, y la forma en la cual se vive una transición de modelo bipolar, antes de 1991, a un modelo multipolar, y cómo van surgiendo nuevos centros de poder, como los organismos internacionales (políticos, económicos y so-ciales); las empresas (internacionales, globales y suprana-cionales); Organismos No Gubernamentales Internaciona-les (ONG’s I), sin olvidar a los mismos Estados-Nación, es necesario conocer los siguientes modelos o paradigmas.

CENTROS DE PODER

A pesar de que en el sistema internacional hay un fuerte sentimiento de legitimidad, siguen existiendo centros de poder muy fuertes por querer dominar sobre los demás; para poder estudiarlos, es necesario conocer los dife-rentes modelos hipotéticos de los cuales nos habla Kaplan (1962), como la balanza de poder, el bipolar flexible, el bipolar rígido, el universal internacional, el internacional jerárquico, y el de la unidad de veto.

Dentro de cada uno de ellos hay un conjunto de varia-bles, como reglas y actores, dependiendo del momento y el fenómeno sociopolítico internacional que deseamos estudiar.

También podemos analizar el sistema en su conjun-to, utilizando la teoría de Holsti (1974), que nos define sistema internacional como cualquier colección de enti-dades políticas independientes, que interactúan con con-siderable frecuencia y de acuerdo a procesos regulares. Este modelo nos sirve no solamente para estudiar el sistema internacional actual, sino también para estudiar

los sistemas que se han presentado en diferentes momentos; poder hacer com-paraciones y establecer las posibles causas que los llevaron a decaer.

En el plano internacional, se utilizan las teorías de toma de decisiones, que

han sido moldeadas de acuerdo a la experiencia de Estados Unidos, que ha vivido en el sistema internacional, y en la cual aparece la teoría de los juegos, en la cual los conflictos internacionales pueden tratarse como un juego.

ESTRATEGAS DE GUERRA

A través de la historia, nos hemos encontrado que diferentes generales o estra-tegas de guerra han jugado a adivinar los avances de los enemigos para oponer la mejor defensiva o el contraataque.

A pesar de las controversias que existen al utilizar la teoría de juegos para el análisis, ésta nos permite mencionar que en las ultimas décadas se ha convertido en un instrumento de la ciencia política que ayuda en las tareas de los docentes, de investigadores y en la formulación de las políticas; a pesar de no poder pre-cisar en la interpretación de los motivos que subyacen en las elecciones de los jugadores.

Dentro del análisis político también se puede utilizar la teoría de las simu-

laciones, que, a diferencia de la teoría de juegos, pretende crear una situación

real de la situación que se esta viviendo en esos momentos. Es un modelo construido a través de jugadores, y dinámico, en el cual los jugadores están tratando de dar respuesta a problemas reales del sistema internacional.

La simulación se utiliza como instrumento de enseñanza en la investigación y construcción de teorías y diseños de las políticas públicas. Tanto los maestros de ciencias políticas como los de relaciones internacionales, utilizan este modelo para explicar una situación de la realidad. A los primeros les sirve para explicar el proceso de construcción de una política pública, y los segundos la utilizan para explicar las soluciones que se pueden dar a los problemas globales, como la pobreza, la educación o mantener la paz, utilizando modelos de simulación de negociaciones entre los diferentes actores que participan.

El emperador romano Claudio, junto a sus guardias.

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controlador y dictatorial de Leviatán, ni tampoco un “Big Brother” que nos suprima la libertad y la intimidad.

Para ir cerrando el tema, pensemos que el binomio de política y estado se encuentra fuertemente relacionado. Es

difícil hablar de política sin incluir al estado, y vicever-

sa; todavía más hoy día, en que el estado ha tenido que

intervenir ante la caída capitalista de los mercados, de

los países y de las empresas.

Incluso The Economist, en su artículo “Smart Status”, comenta que, debido a esto, los estados han crecido en demasía, al tener, por ejemplo, el control de empresas, como lo sucedido con GM,. Pero, el principal reto para el Estado en 2010, será hacer más con menos recursos, pues la recuperación económica, tanto de individuos como de empresas, aún está lejana.

Incluso, en el citado artículo se expone que, tradicio-nalmente, a los estados les cuesta trabajo reclutar a las personas más brillantes, para que se incorporen al sec-tor público y político, y que, ante la crisis vivida el año pasado, la tarea ineludible para los estados (gobiernos) será incorporar a sus filas, no a cualquier individuo que diga traer la camiseta puesta, sino a los mejores y los más brillantes.

Recuerdo haber escuchado, en alguna ocasión, de al-gún creativo político, la aseveración de que si la política se acerca más a la ciencia, entonces será más fácil repro-ducirla. Además, mientras el estado y los políticos, con sus reformas generen progreso en materia económica principalmente, siendo extendida ésta a los ciudadanos, difícilmente tendrán queja de sus gobernantes y represen-tantes en las cámaras.

IDEAS ERRÓNEAS Y OBSOLETAS

Como dijo Leo Zuckermann: en una encuesta de consulta Mitofsky se obtuvo que el 55 por ciento de los mexicanos quisieran que México se pareciera a Estados Unidos, y la razón fundamental es la economía. También nos dice que es hora de eliminar aquella idea de que los mexicanos ve-mos con buenos ojos la pobreza. Y por último menciona que el mensaje es claro para los políticos de nuestro país: es decir, que los mexicanos no estamos peleados con el progreso económico y que eso es lo que anhelamos.

La conclusión es simple: la política debe apegarse

a la ciencia para tener validez científica y, así, mejor

aprobación, por parte de la población, de las estrategias

adoptadas, y poder reproducirse con mayor facilidad; así como hacer hincapié en que los políticos busquen el desarrollo y el crecimiento económico, especialmente en nuestro país.

REFERENCIASLite, Jordan. The body politic: “Can we tell from pols faces if they´re competent?”, Scientific American, February 2009.

Wooldridge, Alan. “Smart States, The World in 2010”, The Economist, December 2009.Lite, Jordan. “Political Science: What being neat of messy says about political leanings”. Scientific American, October 2008.

“The Genetics of Politics”, Scientific American, November 2007.

Niccolo Machiavelli.http://en.wikipedia.org/wiki/niccoló_Machiavelli

E. Andrade Sánchez (2004), Introducción a la ciencia política, Oxford.

S. Huntington (1997), Choque de civilizaciones, Paidós.

K. Holsti (1974), International Politics, A Framework for Analysis, Prentice Hall International.

M. Kaplan (1962), Systems and Process in International Politics, Wiley and Sons.

REFERENCIAS

BASES PARA EL ANÁLISIS

Para finalizar, podemos establecer que para poder realizar un análisis del poder político, ya sea local, nacional o internacional, es necesario conocer no solamente de metodología, sino también las teorías políticas y modelos, los cuales son necesarios para tener una visión clara de los acontecimientos políti-co-sociales que surgen en el sistema internacional y en nuestro ámbito local y nacional.

Sin embargo, siempre vamos a estar pensando como idealistas o realistas; los primeros, soñando en un mundo en el cual el ser humano es bueno, y puede llegar un momento en el cual los seres humanos se den cuenta de la importancia de vivir en paz y solu-cionar los problemas a través de negociaciones, sin llegar a tomar las armas para solucionar los conflic-tos políticos.

Pero, para los realistas, esto es imposible, debido a que, como mencionaba Hobbes, “los hombres son egoístas y violentos por naturaleza; por tal motivo y viendo que los que nos dirigen son hombres o mu-jeres, la lucha por el poder político va a continuar.

Ilustración de “Thomas Hobbes” por John Michael Wright.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?34 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 39

llizos, dos óvulos y dos espermatozoides) y sus histo-rias de votación, se encontró que de 326 gemelos idénticos y 196 fraternales, la genética es responsable en un 60

por ciento de diferencias en el voto entre los tipos de

gemelos; el restante 40 por ciento de diferencia proviene de factores ambientales o sociales.

Otros estudios, éstos del genetista Robert Plomin, han arrojado que la genética es responsable de un 40 por cien-to en la diferencia de votación entre los tipos de gemelos, lo que abre la puerta a que un 60 por ciento de la propen-sión al voto esté determinada por la influencia social y ambiental.

Se requieren posteriores estudios que refuercen las in-vestigaciones aquí descritas; pero, por lo pronto, resulta llamativo inferir que Aristóteles tenía razón: nuestra

genética juega un papel importante en el hombre políti-

co que llevamos, o no, dentro.

GENES E INCLINACIÓN POLÍTICA

Pasando ahora a otros estudios relacionados con la política científica, tomamos el escrito de Jordan Lite en Scientific American, en el cual se menciona un estudio publicado en el Journal of Political Psychology, donde también se pre-tende identificar si los genes son responsables de deter-minar si cierta persona es liberal o conservador, o, para el caso de Estados Unidos, si es demócrata o republicano.

El estudio, llevado por Sam Gosling, Dana Carney y John José, se fundamenta en analizar los dormitorios estudiantiles de universitarios y las oficinas de los profe-

sionistas. Los resultados señalan que los dormitorios y las oficinas de los liberales tienden a ser llenos de colorido, con libros de viajes, etnicidad y feminismo, así como dis-cos de música folk, rock moderno, al igual que recuerdos de viajes y tickets de cine.

Por otro lado, los dormitorios y las oficinas de los con-servadores tienden a estar rodeados por calendarios, es-tampas postales, recipientes para la ropa sucia, aditamen-tos para coser, aspirar, decorados con carteles o artículos de deportes y banderas -en este caso, la bandera de los Estados Unidos.

La inferencia, para Carney, es que los liberales pasan

el tiempo pensando; gravitan, en su mayoría, en relación

con el arte y cosas que no son tan concretas; pero, para

el caso de los conservadores, el orden tiene que manten-

erse; no les gusta la ambigüedad, y son amantes de tener

todo organizado, para sentirse en un ambiente seguro.

Se han realizado nuevos estudios para comprender cómo eran las discusiones políticas de nuestros ancestros homínidos, para deducir el origen de éstas y analizar los comportamientos. Lo anterior se ha logrado gracias al apoyo de la resonancia magnética funcional, para ver las regiones del cerebro y también pruebas genéticas para el estudio de nuestro ADN.

Un punto interesante que se destaca en la política científica, explorado por Lite, es que los seres humanos contamos con las llamadas “neuronas espejo”, que dis-paran cuando vemos a alguien que se comporta como nosotros y de cierta forma sentimos empatía con esa per-sona.

LA NEUROPOLÍTICA

Ahora se habla de una nueva disciplina ligada a la política y a nuestras decisiones, llamada neuropolítica, que pre-tende analizar los neurotransmisores, como lo señala Lite. Ejemplifica con la serotonina, que regula las interacciones sociales, así como la confianza y el miedo.

Para el profesor de ciencia política, no existe un solo gen para indicar al demócrata o al republicano, al liberal o al conservador. Sin embargo, los genes pueden ayudar-

nos a esclarecer cómo nos sentimos social o política-

mente respecto del mundo y también cómo concebimos

nuestro ambiente.

Lo que podemos constatar, gracias a lo anterior, es que ahora la política está siendo analizada desde el punto de vista científico, con el uso de herramientas que, bajo un estricto método científico, nos darán conclusiones más concretas y específicas de la conducta política de los indi-viduos, y tal vez podamos trazar tendencias de votación, los ganadores de una elección; determinar efectivamente a qué partido se afiliarán los individuos, entre muchas otras.

Sin embargo, cuando logremos esos avances -si es que se logran-, deberemos tener cuidado de que el progreso científico en materia política no sea usado para crear condicionamientos al estilo Pavlov, para inducir a los in-dividuos a votar por x o y partido, sino que se respete la libertad de opinión. Nadie quiere un estado al estilo

La política es un concepto que ha evolucionado, es-pecialmente cuando las sociedades dejaron de ser tradicionales, basadas en el poder personal de los

monarcas en la Europa feudal, y transitaron a lo que se ha llamado sociedades modernas, en las que se expresa a través de instituciones democráticas. Éstas deben repre-sentar las aspiraciones de una comunidad y tener como meta el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Como sabemos, el arribo de sociedades democráticas se ha dado en tiempos diferenciados en el mundo. Eu-ropa Occidental y los Estados Unidos siempre han sido citados como pioneros en el establecimiento de regímenes democráticos, a los que posteriormente se han unido países de otras regiones del mundo en épocas más re-cientes..

No obstante, quedan en el planeta muchos estados

que están lejos de ser clasificados como democracias, y

otros, como China -que sería el ejemplo perfecto-, en que

el poder político es autoritario y está centrado en las

decisiones de un solo partido y de una élite que domina

los procesos políticos dentro de este partido.

Las diferencias de los regímenes democráticos tienen que ver con la historia, la cultura y, sobre todo, de cómo el poder político fue utilizado para resolver las nuevas ten-

siones que aparecieron como producto de las transiciones hacia las economías de mercado.

MODELOS POLÍTICOS

En un análisis muy interesante del profesor Robert Heil-broner, hace pocos años, en el que se preguntaba qué tipo de modelos políticos podrían prevalecer en el siglo XXI, respondía que serían aquéllos que utilizaran sus institu-ciones para dar cabida al mayor número de expresiones societales y en los que las respuestas a un entorno de mayor incertidumbre fueran de consenso y buscaran man-tener los equilibrios sociales1.

En este estudio, Heilbroner señala que en las economías de mercado, las tensiones, los desequilibrios y en con-secuencia las crisis económicas, son parte indisoluble de su evolución. Citando las ideas centrales al respecto de Adam Smith, Marx, Keynes y Schumpeter, el profesor Heil-broner nos dice que todos ellos, desde diferentes perspec-tivas, indicaban que las tensiones y desequilibrios son

inherentes a la economía de mercado capitalista. La política se convierte entonces en el instrumento más

importante para reordenar, regular, enfocar y mantener la continuidad del mercado en estadios más avanzados de su desarrollo. La complejidad de las economías de

Política y crisis

Doctor Víctor López VillafañeProfesor-investigador / EGAP Tecnológico de Monterrey [email protected]

Víctor López Villafañe

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?40 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 33

Las opiniones en torno a las estrategias de Maquiavelo están divididas. Unos sostienen que se requiere un prínci-pe para subir al trono, y para lograrlo y hacerse del poder, le es permitido recurrir a todos los medios a su alcance –de donde se infiere que “el fin justifica los medios”.

Otros estudiosos piensan que en la época en que vivió Maquiavelo, época de intrigas, conspiraciones y traiciones, la única forma de mantener el orden era por medio de un príncipe dotado de poder dictatorial; pero, una vez res-taurado el orden, debía ceder ante la república y rendir cuentas.

TODOS SOMOS POLÍTICOS

Pero, entremos en el tema: hablar de política no resulta nada sencillo, pues es común que se le vea como una ac-tividad carente de sentido social y de sentido común, fría y calculadora, entre otros atributos negativos. Empero, si hacemos un análisis detenido, nos daremos cuenta de que todos somos políticos en cierta forma.

Recordemos lo que dijo Aristóteles, en el sentido de que, por naturaleza, el hombre es un animal político. He-mos, pues, pasado de ser homínidos políticos, con nues-tros antepasados, a hombres políticos.

Pensamos así que, en nuestras primeras organiza-ciones, cuando compartíamos el alimento alrededor del fuego y discutíamos la supervivencia y el beneficio de nuestra especie para el futuro, las tareas de organizar al pueblo, crear y regir de cierta forma los primeros vestigios de un Estado, eran conferidas a los más sabios, o, en oca-siones, a los más fuertes, tal vez en busca de mantener un

orden social, económico, político y religioso, en beneficio de lo que ya podía llamarse sociedad.

EL DICTUM DE ACTON

Sin embargo, recordemos la frase célebre de lord Acton, conocida como el Dictum de Acton: “el poder corrompe

y el poder absoluto corrompe absolutamente”. De aquí que muchos dirigentes, a lo largo de la historia de la hu-manidad, hayan hecho de la política una herramienta de engaño al pueblo, mientras saquean sus arcas y lo dejan en la ruina.

También son conocidas las frases cínicas, aunque tam-bién jocosas, como la dicha en la película Arráncame la Vida, por el general Andrés Ascencio, cuando su esposa le pregunta por qué a todo mundo le dice que sí va a ayudar-los, y él le responde: “prometer no empobrece”, frase con la que el pueblo quiere etiquetar a todos los políticos.

Pero no debemos generalizar. Es cierto que podemos encontrar algunas manzanas podridas, pero no por ello vamos a tener toda la cosecha desperdiciada.

CIENCIA POLÍTICA

Lo que pasa es que la política debe recurrir más a la cien-cia; y, cuando hablemos de ella, debemos no solamente referirnos a la política, sino a la ciencia política, con el fin de que el ciudadano la acepte y la considere como una actividad benéfica para la sociedad.

El desarrollo de la política en el devenir histórico de la raza humana debe ir ligado estrechamente a la ciencia. Solamente así podremos satisfacer las aspiraciones de una sociedad que demanda libertad, igualdad y fraternidad, como en su momento lo proclamaron los hacedores de la Revolución Francesa.

GENÉTICA POLÍTICA

Volviendo con Aristóteles y la naturaleza política que viene determinada en cada uno de nosotros, vemos que la ciencia, al estudiar la política, devela, de acuerdo con Sci-entific American, en su estudio de la genética de la políti-ca, que podríamos tener insertado en nuestra biología el deseo político.

James Fowler, científico político, ha estudiado a indi-viduos que son gemelos fraternales e idénticos. Su estu-dio sugiere que, genéticamente, podemos tener la predis-posición a votar o simplemente a abstenernos de hacerlo. Incluso, es muy interesante lo que ha encontrado Fowler, en el sentido de que las personas que son propensas a votar, parecen estar programadas para hacerlo, y nos dice lo siguiente: “es como si las personas que votan estuvieran programadas para mantenerse votando, incluso cuando su sentido común les diga que es probablemente inútil; por otro lado, existen personas que no votan, no importa lo que pase…”.

Para Fowler las personas votan aunque sepan de ante-mano que su voto no vaya a cambiar el resultado de una elección, y las que no votan no sienten el deseo de hacerlo, o no se sienten motivados a ello.

Analizando a los gemelos idénticos (monocigóticos, un óvulo y un espermatozoide) y fraternales (dicigóticos, me-

mercado en la actualidad es enorme, debido fundamental-mente a la integración de mercados prácticamente en todo el planeta, y la dinámica de las grandes transnacionales, cuyo peso económico, junto con las empresas financieras, es gigantesco.

DESEMPLEO CRÓNICO

La incorporación tecnológica a los procesos de produc-ción tiene también un impacto enorme, debido a que en muchos casos compite y desplaza en tiempos muy breves al trabajo tradicional, provocando un tipo de desempleo crónico en nuestras sociedades.

En este sentido, de nuevas y mayores complejidades del mercado, la política no desaparece; por el contrario, su carácter de factor no sólo mediador y atenuador de estas tensiones debe ser reforzado. Además, la política debe

convertirse en el elemento directivo más importante

para resolver y encauzar los problemas sociales deriva-

dos de todos estos nuevos procesos económicos. Así, la mano invisible del mercado debe ir acompañada

de la intervención visible de la política. Una no existe sin la otra. La política es, de este modo, la fuerza más impor-tante para el desarrollo de un país y el mantenimiento de los equilibrios sociales, y de cómo se use dependerá si un país puede avanzar, estancarse o incluso retroceder.

MAYORES DESEQUILIBRIOS

Cuando existe una crisis económica profunda, significa que los desequilibrios aumentaron -muy probablemente como consecuencia de algún tipo de política implemen-tada,- y que la sociedad requiere volver a un punto de acuerdo, y por lo tanto las decisiones políticas se vuelven mucho más relevantes.

Por ejemplo, si se requiere implementar una política fiscal, para producir una redistribución de la riqueza, el gobierno deberá utilizar su poder político para llevar a cabo una nueva política fiscal. Lo mismo podemos decir sobre el empleo y otros problemas en los que las deci-siones políticas son de la mayor importancia.

En tiempos recientes, el problema de la ecología es una

prioridad y son los gobiernos principalmente, ejerciendo la representación de toda la sociedad, los que deben afron-tar la solución. El estado es, y especialmente en tiempos

de crisis, el factor central para dar soluciones. Ningún

otro sector social aislado puede realizar esta tarea.

¿Cómo reacciona el Estado frente a una crisis? Otro estudio que conocemos, el del profesor Peter Gourevitch, que analizó las respuestas de varios países a diferentes crisis internacionales, encontró que las crisis modifican la política de acuerdo al peso de los intereses de los actores societales2.

Por ejemplo, en la crisis internacional de la década de los años 30, después de una resistencia inicial, el go-bierno de los Estados Unidos pudo imponer una política de bienestar social, con beneficios para los trabajadores, que los empresarios aceptaron, pues el desarrollo interno de los Estados Unidos se vería favorecido en un momento de crisis internacional.

En esa misma década, y para hacer frente a esa crisis, Suecia estableció un tipo de corporativismo empresarial-

sindical que sería el fundamento de la política social-demócrata que adoptaría ese país prácticamente durante todo el siglo pasado y que aún hoy está presente en el llamado estado de bienestar sueco. En el caso alemán, la respuesta a esta crisis mundial significó el ascenso del na-zismo y la búsqueda de la expansión económica y política como expresión de un fuerte nacionalismo ideológico.

En México, la respuesta a la crisis internacional de

los años 30, que afectó especialmente a las ramas ligadas

a los mercados externos, como la minería, y el empleo

entre otros sectores, provocó una respuesta de apoyo

a los trabajadores después de 1934, para mejorar sus

condiciones salariales y de trabajo en general, a la vez que se implementaron apoyos para fortalecer a la indus-tria nacional. Esta época fue la base de la modernización económica de México que vendría por las siguientes déca-das y que conocemos como el desarrollo estabilizador.

En suma, podemos decir que las crisis son periodos intrínsecos al desarrollo y evolución de las economías de mercado, y que la política es la herramienta más impor

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?32 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 41

Quién hubiera pensado que él fuese a terminar de esa forma; él, que había sido un diplomático, un conse-jero, un pensador, un analista preciso, un estudioso

del comportamiento humano, un sociólogo, un filósofo, entre otras cosas que se necesitan para ser un político? ¿Quién hubiera pensado que ahora tendría que dejar de usar su mente para usar sus manos para obtener el ali-mento? Triste era el exilio, rutinaria era su vida.

Miró hacia el cielo y descubrió que había llegado la mejor parte del día: la tarde, que era la que más ansiaba después de un duro y tedioso día laboral, sin sustancia de valor, desarrollado sólo con el fin de conseguir dinero

para sobrevivir. Fue así como Nicolás entró en su casa y se fue directamente a su estudio, donde se quitó las ropas sudadas, sucias y embarradas de lodo, debido a su pesado trabajo, para cambiarse y ponerse el traje que él llamaba: “digno de la corte y el palacio”, con el objetivo de trans-portarse idealmente a mejores tiempos.

ERAN OTROS TIEMPOS

Esos tiempos eran aquéllos que le recordaban una vida plena y para lo que había nacido: para la discusión, el análisis, la creación, la estrategia y la escritura política. Era esa vida la que lo hacía sentirse realizado plenamente, y era esa misma vida la que lo inspiraba para seguir en la brega cotidiana.

En una misiva dirigida a Francesco Vettori, según Wiki-pedia, le decía: “cuando llega la tarde, regreso a casa (del

trabajo y de la taberna local) y camino hacia mi estudio.

En el umbral me desnudo, para quitarme la ropa diaria

de trabajo sudorosa, sucia de lodo, y me pongo el traje

de la corte y el palacio, y en ese vestido más serio, entro en la corte de los antiguos, siendo bienvenido por ellos, y ahí disfruto de la comida que sólo es mía, y para lo que yo nací. Ahí me atrevo a hablar con ellos y preguntarles el motivo de sus acciones, y ellos, en su humanidad, me responden. Por ese espacio de cuatro horas, me olvido del mundo, no recuerdo ninguna vejación, la pobreza no me da miedo, no tiemblo más ante la muerte; paso realmente a su mundo”.

EL PRÍNCIPE

El breve texto anterior se refiere al exilio que sufrió Nico-lás Maquiavelo, filósofo y escritor político italiano, con-siderado uno de los principales fundadores de la ciencia política moderna, según Wikipedia. Para muchos, su mayor aportación es El Príncipe, libro que ha sido de cabecera y consejero fiel de diversos actores políticos de la antigüe-dad y de los tiempos actuales.

Existe un debate en relación con el objeto de El Prín-cipe, pues los métodos propuestos resultan cuestionables para el beneficio común de un pueblo. También se debate en

relación con el personaje utilizado: si fue o no basado en

César Borgia, o si realmente se tomó como modelo al Papa

Alejandro VI; es decir, a Rodrigo Borgia, padre de César.

Maestro

Rodrigo Soto

Economía de las Ideas

[email protected]

?

Del animal político de Aristóteles,

al político científico

Rodrigo Soto tante con que cuentan los gobiernos para realizar, no sólo las correcciones temporales, sino los cambios que puedan significar un bienestar futuro.

DESMEDIDAS GANANCIAS FINANCIERAS

La actual crisis mundial tiene como factor explicativo el desmedido crecimiento de las ganancias financieras como producto de políticas que fueron desmontando las regu-laciones que existían precisamente para impedir que el capital financiero obtuviera mayores beneficios a costa de otros sectores.

En Estados Unidos, especialmente en el segundo tér-mino de la presidencia de Clinton, se adoptaron medidas para desregular plenamente el mercado financiero, como ponerle fin a la ley Glass-Steagall, que fue promulgada en 1933 para regular los radios de acción de los actores finan-cieros (banca de depósito y banca de inversión) e impedir que se pudieran hacer negocios de carácter especulativo.

Con el presidente Bush, a partir del año 2000, se con-tinuó con una política tendiente a facilitar el crédito, espe-cialmente el inmobiliario y el del consumo, que engendró un auge en la bolsa de valores y promovió toda una serie de negocios financieros que no tenían ningún sustento en la economía real.

La presente crisis es global, pues los mercados fi-

nancieros están interconectados, de manera que lo que

sucede en el mercado de Estados Unidos tiene ahora

más que en otras ocasiones un impacto en todo el pla-

neta, pero especialmente para economías altamente liga-das a ese mercado como lo es la economía mexicana.

Es interesante anotar que, aunque esta crisis es global, las políticas para darle respuesta son de carácter nacional o local. En general, lo que hemos estado viendo por parte de muchos gobiernos es la aplicación de políticas para es-timular el crecimiento económico y apoyar los mercados internos en un periodo muy difícil del comercio mundial.

ESFUERZOS GUBERNAMENTALES

Desde los Estados Unidos, pasando por China, Brasil y otros en Europa, los gobiernos están implementando pro-gramas económicos para minimizar los efectos de esta crisis y en algunos casos, como en Brasil y China a la vez, tratando de restaurar los equilibrios sociales, sin los que no hay posibilidades de sostener el crecimiento en el largo plazo.

Estos países no sólo han venido aplicando políticas para apuntalar su desarrollo industrial, sino que están aprovechando esta crisis para salir fortalecidos en el esce-nario mundial, y esa es la razón de fondo por la que ya se les ve como potencias emergentes en este siglo XXI. Por el contrario, pensamos que México no está hacien-

do uso de la política en el sentido que le hemos dado a

este concepto, para enfrentar esta crisis. Está dejando

que la crisis actúe de manera autónoma y eso puede ser

una gran diferencia entre el presente que tenemos, ya

de grandes calamidades, y el futuro, que encierra una

gran incertidumbre. La política es la brújula para surcar los mares, y en especial en los tiempos más difíciles de la travesía.

REFERENCIAS1 El libro al que nos referimos del profesor Robert Heilbroner es: Capitalismo en el siglo XXI. México, editorial Nueva Imagen, 1997.

2 Peter Gourevitch, Politics in Hard Times. Comparative Responses to International Economic Crises. Cornell University Press, 1986. En este estudio se analizan los impactos de las crisis internacionales del último tercio del siglo XIX, y las crisis de la década de los años 30 y la de los 70 y principios de los 80 del siglo XX, y de cómo varios países ; Estados Unidos, Alemania, Francia, Suecia, Inglaterra, enfrentaron cada una de estas crisis, así cómo sus coaliciones de gobierno fueron modificadas; igualmente se revisan las opciones de política económica que tuvieron que adoptar para enfrentar dichas crisis.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?42 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 31

del cuerpo social. En efecto, después de la Primera Gue-rra Mundial, tanto en la Constitución Mexicana de 1917, como en la alemana de Weimer, de 1919, se atribuyeron al Estado funciones que Manuel García Pelayo, en su obra, Las Transformaciones del Estado Contemporáneo -que ha ejercido una amplia influencia en los análisis del Estado contemporáneo-, denominó “El Estado de Búsqueda de la procura existencial”.

En esta evolución del Estado, éste se caracteriza ya no sólo por cumplir las funciones que hasta entonces había ejercido el Estado Gendarme, que se limitaba a resolver los problemas derivados de la convivencia social y a eliminar la venganza privada, para evolucionar hacia un Estado que aseguraba al gobernado algunos servicios como la edu-cación, la salud y más actualmente hasta la absorción de muchas actividades antes desarrolladas por la sociedad civil.

Esta evolución llegó a tal grado, que Octavio Paz,

ensayista y poeta mexicano, la denominó “El Ogro Fi-

lantrópico”, en un texto publicado en la revista Vuelta,

en agosto de 1978.

Ante esta evolución, del estado gendarme o estado policía, después de la Segunda Guerra Mundial, se pasó a lo que la ciencia política norteamericana denominó como política pública, cuyo objeto de análisis son los procesos de decisión y la elaboración de las políticas públicas. Luis F. Aguilar Villanueva, en su libro, Gobernanza y Política Pública, analiza con amplitud la llamada Policy decision making, que por razones de espacio no podemos desa-rrollar.

En síntesis, podemos decir que la ciencia o el arte

de la elaboración de las políticas públicas se refiere a

la necesidad que tiene el Estado de racionalizar los pro-

cesos de toma de decisiones, ante la escasez de recur-

sos que tiene para enfrentar las crecientes demandas

y necesidades de la sociedades modernas en las que el Estado no se limita a la conservación del orden o la se-guridad públicas, sino que su actuación abarca muchos campos de la actividad social.

Así, la política -podemos decir más propiamente la ciencia política-, evoluciona hasta ser una realidad en la que los gobiernos, al menos los de las sociedades más evo-lucionadas, requieren racionalizar la toma de decisiones en aquellos campos en que la intervención estatal es cada vez más necesaria.

De lo que se trata es de someter a los diversos actores que en una sociedad determinada están dotados de poder, a que sus decisiones se den en un marco en que el ren-dimiento social sea óptimo.

CIENCIA-SÍNTESIS

La política pública es una ciencia-síntesis, en la que los encargados de tomar las decisiones en las cuestiones del ejercicio del poder, deben extraer de la economía, del derecho, de la sociología y de la administración, las me-jores herramientas, para que las decisiones públicas sean las mejores.

Ives Meny y Jean Claude Thoening señalan que el ob-

jeto de estudio de las políticas públicas se orienta a la

acción. “Su objeto principal será contribuir a la mejora

de las decisiones públicas a corto y largo plazo.

Para concluir este breve repaso por la política, hay que mencionar que, tanto el concepto como los modos de con-cebir a la política, han evolucionado según las épocas y lugares en que se ha desarrollado.

Pero, al final de cuentas, siguen vigentes las teorías

del poder y de la política de Aristóteles, de Maquiavelo,

de Max Weber, y ahora recobran vigencia las de Carlos

Marx, hasta los orígenes del actual Estado que conoció en la misma segunda mitad del siglo pasado el auge y la caída del llamado Estado Benefactor, para dar paso a un Estado Mínimo o neoliberal, de escasa intervención y regulación social y económica, y que en la actual condición de crisis, enfrenta fuertes cuestionamientos.

SUMISIÓN A LA LEY Y AL DERECHO,

NO AL SOBERANO

La política moderna sigue siendo un proceso de domi-nación de los que mandan sobre los que obedecen; pero ahora ese proceso se sujeta a las instituciones y leyes que el Estado moderno ha creado para, como dice el célebre autor francés, George Burdeau, ennoblecer la obediencia. En el Estado moderno, la sumisión de los individuos es a la ley y al derecho, y no al soberano absoluto del antiguo régimen.

La política moderna es cumplimiento de los fines del Estado, los que, además de exigir del ciudadano el apego a la ley en sus actos, también le ofrecen bienes y servicios públicos que, de una u otra manera, suplen las deficien-cias de las personas en lo individual.

Los bienes públicos, las prestaciones estatales, de-

ben, en consecuencia, estar a disposición de los indivi-

duos en igualdad de condiciones. Una de las caracterís-ticas de las democracias constitucionales es precisamente asegurar la igualdad frente a la ley; pero, de igual manera, la llamada por Luigi Ferrajoli democracia sustancial.

REFERENCIAS

EL PRÍNCIPE. Nicolás Maquiavelo, Ediciones Libertador.

LA CIENCIA POLÍTICA, Marcel Prélot.- Eudeba.

EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO.- La Ren de Jonas.- Premia Editora.

INTRODUCCIÓN A LA POLÍTICA.- Harold J. Laski.- Ediciones Siglo veinte.

GOBERNANZA Y GESTIÓN PÚBLICA.- Luis F. Aguilar Villanueva.- Fondo de Cultura Económica.

EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO.- Max Weber. Alianza Editorial.

EL MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORÁNEO.- Ikram Antaki.- Ariel.

L’ÉTAT.- Georges Burdeau.- Seuil.

EL OGRO FILANTRÓPICO.- Octavio Paz.- Historia y Política.

Una de las características de nuestros tiempos es el uso creciente de las encuestas. Las encontramos

prácticamente en todos los contextos de nuestra

vida cotidiana, y sabemos que muy importantes deci-siones son tomadas con base en sus resultados. De ahí que la inquietud sobre su condición de realidad o fantasía sea por demás entendible.

Mucho contribuye a la inquietud antes referida el hecho de que resulta por demás fantástico que tomar la opinión de unas cuantas personas, digamos de un millar, nos permita conocer la opinión de más de 50 millones de personas en países como el nuestro, o de más de cien millones de personas en otros países.

Para apreciar lo razonable del portento metodológico anterior, es necesario que tengamos integradas en nuestra forma de interpretar las cosas -pensando en Emmanuel

Kant-, nuevas categorías de carácter estadístico, que nos permitan comprender cabalmente el significado de aleato-riedad y el de margen de error en las estimaciones.

CULTURA ESTADÍSTICA

Sin esos elementos de cultura estadística, inevitable-mente nos será imposible entender las encuestas como realidades; esto es, para mucha gente, las encuestas serán fantasías, como consecuencia de su incapacidad para en-

tender lo que éstas entrañan. Es claro, entonces, que si les diéramos machetazo a

caballo de espadas a las encuestas; esto es, si aplicáramos una encuesta nacional para indagar sobre lo que la gente piensa respecto de si las encuestas son fantasía o realidad, muy probablemente llegaríamos a la conclusión, desde la perspectiva de la ignorancia en su forma de incultura es-tadística, de que las encuestas son más fantasía que reali-dad.

Consideremos entonces otra perspectiva: la de los es-pecialistas en estos temas, y centremos la atención en la encuesta cuyo propósito es indagar el estado de la Opi-

nión Pública. Aquí pareciera que las encuestas disfru-tan de una gran credibilidad, en atención a que sus pre- dicciones en el ámbito electoral han sido, por lo común, acertadas.

Sin embargo, a pesar de ello, las encuestas han

sido severamente cuestionadas por algunos investiga-

dores importantes, tales como el sociólogo Herber Blu-

mer, quien enfocó su crítica más que a la encuesta en

sí, a la valoración que de sus resultados se hace y al

planteamiento metodológico general de estudio de la

opinión pública. Al respecto, Vincent Price escribe, en su libro Opinión Pública, lo siguiente (pag. 122):

“En 1948, Blumer denunció que la investigación en

Encuestas: ¿realidad o fantasía?

Doctor Salvador BorregoSaba Consultores

[email protected]

Salvador Borrego

?

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?30 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 43

puramente personal, y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades del caudillo”.

La tercera, que a nuestro juicio explica la situación actual en los Estados modernos, es la dominación que Weber llama dominación legal racional. Este

tipo de dominación está basada en la “legalidad”, en la creencia en la validez

de preceptos legales y en la “competencia” objetiva fundada sobre normas

racionalmente creadas; es decir, en la orientación hacia la obediencia a las o-bligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que ejercen el mo-derno servidor del Estado y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él”.

Con estas ideas, enunciadas en muy apretada síntesis, Weber dio pie a la formulación de una amplia teoría que sustenta hasta hoy el poder político, que no es otro que el poder del Estado, en la validez de un sistema jurídico que lo explica, pero además le da sustento y justificación al poder social que se expresa en el Estado.

El vocablo política, por lo general se emplea para definir actos del poder público; es, sin embargo, equívoco. En su Diccionario de la Política, Rodrigo Borja señala que: “la propia etimología no nos presta una gran ayuda para explicarlo, aunque cumple con el deber de orientarnos hacia la polis griega; es decir, hacia la ciudad, entendida como en los tiempos de los helenos: la sociedad política dotada de autogobierno… La política fue la actividad propia de la polis. Éste fue el sentido con que utilizó Aristóteles la palabra”. Sin embargo, agrega, “no es sencillo definirla sin que escamoteemos buena parte de la realidad social”.

CIENCIA Y ARTE

Enseguida, añade que la política es, al tiempo, una ciencia y una arte: ciencia, en el sentido que implica el “conocimiento y el estudio sistemático de los fenóme-nos del Estado y de las asociaciones políticas anteriores o coetáneas a él; y arte, en la medida en que se envuelve en una técnica del manejo de los asuntos es-tatales, a fin de controlar y conciliar los intereses diversos y con frecuencia con-trapuestos que bullen dentro de la sociedad”.

La política, concluye, es una ciencia síntesis, puesto que en ella confluyen

conocimientos de todas las ciencias del hombre y de la sociedad. También señala que el poder está en el juego de la política. La política, en cuanto cono-

cimiento científico aplicado a tareas prácticas, se relaciona con el poder, y tiene, en consecuencia, la doble dimensión de conducción de seres humanos y de administración de cosas”.

Para el mismo autor, presidente de la República de E-cuador hace algunas décadas, el término también se em-plea en el sentido inglés del vocablo policy, distinto al de politics. Este último significa “conjunto de planes”, “sistema”, “método” o modo de proceder de un gobier-no. Es la orientación, alcances y prioridades que él da a su gestión. Así, se habla de política social, económica, agraria o internacional. Esta visión amplia del término nos parece adecuada por lo que señalaremos más delante.

ANÁLISIS DEL ESTADO

En el libro clásico de la ciencia política, Introducción a la política, el autor inglés Harold J. Laski, dedica su obra al análisis del Estado, de la justificación del poder y de las tareas del Estado. No obstante el título de la obra, no define lo que es la “política”. A partir de la idea de que todo individuo es súbdito de un Estado, dedica su traba-jo a explicar la forma como éste funciona para asegurar la obediencia y así cumplir sus fines sociales. El Estado, dice, “preside un vasto conjunto de intereses, personales y corporativos, que rivalizan entre sí. Su derecho a la obe-diencia debe estar cimentado en su poder de dar carácter máximo a la respuesta, a las demandas sociales”.

Para él se “se plantea el problema de moldear las ins-tituciones con que opera el Estado del modo más conve-niente para la mejor consecución de sus fines”.

Ya en épocas más recientes, la ciencia política, sin de-

jar de considerar el aspecto de la dominación y el poder,

se planteó también aspectos relativos a las funciones y

tareas que el poder político debe cumplir en beneficio

opinión pública estaba fracasando completamente en di-cha tarea. Señalaba que los encuestadores eran “obtusos a la naturaleza funcional de la opinión pública en nuestra sociedad”, al enfocarse en las opiniones individuales, ex-cluyendo los grupos funcionales y los canales organizados de influencia política. Sugería que los investigadores de-berían empezar por investigar a los que diseñan las políti-cas, determinando las formas particulares de expresión de la opinión pública que llaman su atención y afectan sus acciones. La investigación podría entonces proceder siguiéndoles la pista en retrospectiva a estas expresiones a través de sus diversos canales, y al hacerlo así, identificar los canales principales, los puntos de importancia clave y

la manera en que cualquier expresión dada se ha llegado a desarrollar, y escoger una retrospectiva organizada de lo que inicialmente debe haber sido una condición relativa-mente amorfa”.

Casi una década después, H. H. Hyman profundizó en los señalamientos de Blumer y llegó a un punto medular que en nuestros días cobra una relevancia fundamental. Al respecto Vincent Price nos ofrece lo siguiente (pág. 122):

Hyman (1957) hizo eco de las preocupaciones de Blumer. Éste argumentaba que aun cuando la investigación había hecho aportaciones considerables en la teoría psi-cológica sobre la formación y cambio de la opinión, tenía mucho menos qué decir sobre los procesos sociales de gran escala o sobre las relaciones entre la opinión pública y los procesos de gobierno.

OPINIÓN PÚBLICA

Esto resultaba así porque los investigadores raramente reunían datos de series de tiempo que rastrearan el desa-rrollo de la opinión pública alrededor de un tema particu-lar, o la interacción de la opinión pública con el sistema político formal. Los datos de encuesta, apuntaba, se re-colectan sólo después de que el tema ha entrado en escena y sólo después de que el problema ha estado presionando.

No hay muchos datos disponibles sobre las fases inicia-les y de cierre del debate público (capítulo 3). Para que la teoría de la opinión avance, se necesitarían datos sobre el curso de vida de un tema.

“Desde entonces, el campo ha respondido en una di-versidad de formas a los llamados de Blumer y Hyman hacia la investigación orientada al proceso”.

Cincuenta años después, las preocupaciones de Blum-

er y en especial las de Hyman, cobran una relevancia dramáticamente superior por los avances logrados por la humanidad en materia de comunicación. Si antes era

vital seguir la evolución de la Opinión Pública, ahora,

con los cambios vertiginosos que operan en ella como

consecuencia de los teléfonos celulares y la Internet, se

hace imprescindible, al grado que, no hacerlo así, con-duce a inexactitudes y confusiones. Las encuestas, en consecuencia, se convierten en productos de información perecederos y por tanto se transforman, aun impecable-mente realizadas, en fantasías más que en realidades.

CONCLUSIÓN INICIAL

Llegamos entonces a una extraña conclusión inicial: Tanto desde la perspectiva de la ignorancia como desde la perspec-tiva del conocimiento, las encuestas son más fantasía que realidad. Los únicos que las toman como realidades, como fieles formas de evaluar las condiciones políticas o socia-les, son aquéllos que algo conocen del tema, pero que no saben lo suficiente como para entender que las encuestas, hoy en día, se deben tomar con algunas reservas.

Debemos, entonces, señalar aquellos casos en los cuales podemos confiar más y aquéllos en los cuales debemos confiar menos, de los resultados de encuestas, aclarando que nos referimos a encuestas impecablemente re-alizadas; esto es, encuestas que han cuidado debidamente la aleatorización y el resto de los aspectos metodológicos. Podemos decir que las encuestas serán más confiables cuando estudien procesos cuyo dinamismo es poco inten

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con el fin de decir al príncipe cómo defenderse de ellos y cómo instrumentalizarlos; pasa del conocimiento a la ac-ción. ¿Cómo debe actuar el príncipe con y contra las pa-siones tratándose de conquistar un principado, dirigirlo, defenderlo por dentro y por fuera?”.

ARISTÓTELES Y LA POLÍTICA

Muchos siglos antes, en la antigua Grecia, Aristóteles ini-cia la sistematización de lo que se denominó La política, como se titula el libro de este filósofo fundador del estu-dio sistemático de la Polis, la ciudad, de la que extrajo algunos conceptos que hasta la fecha son los usuales para explicar ese vocablo.

Según Marcel Prélot, Aristóteles distinguía los diversos aspectos de la política, usando cuatro diferentes vocablos: Polis, la ciudad, el Estado, el recinto urbano y también la unión de ciudadanos que forman la ciudad. La Politeía es El Estado, la Constitución, el régimen político, la República, la ciudadanía en el sentido de derecho de los ciudadanos. La Política, plural neutro de políticos, las cosas políticas, las cosas cívicas, todo lo concerniente al Estado. Y, por último, la Politiké, el arte de la política.

A Aristóteles se deben conceptos que han estado vi-gentes por más de 25 siglos. La definición de que el hom-

bre es un animal político, alude la pertenencia a un con-

glomerado humano congregado en la Polis. El hombre,

por instinto, es un ser social.

A él se debe también la categorización de las formas de gobierno en: monarquía, aristocracia y democracia, según la manera en que el poder era ejercido. De esas formas pu-ras derivan las llamadas formas impuras: de la monarquía, se pasa a la tiranía; de la aristocracia, a la oligarquía, y, por último, de la democracia, a la demagogia.

Así, los antecedentes más lejanos de la política nos indican que ésta ha sido objeto de preocupación de los más destacados filósofos y pensadores desde la antigüedad y hasta nuestros días.

EJERCICIO DEL PODER

Empezando por Aristóteles, y siguiendo siglos después con Nicolás Maquiavelo, se sientan las bases de lo que sería el estudio de este fenómeno social del ejerci-cio del poder y de su ejercicio por parte de los grupos dominantes y de los que detentan el poder político desde la estructura del Estado, desde la antigüedad hasta la aparición del Estado Moderno, que se ubica en las revoluciones de inde-pendencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la Revolución Francesa.

En esos movimientos libertarios: uno, el americano, contra la dominación

colonial, y el segundo, contra el absolutismo de la monarquía, nace el Estado

Moderno, según lo afirman destacados autores de ciencia política, historiadores y, en general, científicos sociales.

Ambos procesos desataron el fenómeno del constitucionalismo moderno, ya que plasmaron en sendos documentos las reglas bajo las cuales se ejerce desde entonces el poder político en las sociedades modernas. Este proceso de consti-tucionalización del poder, que en principio implica la sumisión del poder del derecho, es una de las características que se han venido imponiendo por todo el mundo, al menos en los estados democráticos y constitucionales de derecho.

En el siglo XX, el sociólogo alemán Max Weber caracterizó al Estado Moderno de una manera que hasta la fecha ha servido de modelo de guía para los análisis que los científicos sociales hacen hasta la fecha.

En una celebre conferencia: “La política como vocación”, dictada en 1919 a jóvenes recién graduados poco después de la terminación de la Primera Guerra Mundial, Weber señaló: “¿Qué entendemos por política? El concepto es extraor-dinariamente amplio y abarca cualquier género de actividad directiva autónoma. Se habla de política de divisas de los Bancos, de la política de descuento del Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga… Naturalmente, no es este amplísimo concepto el que servirá de base a nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política; es decir, en nuestro tiempo, de un Estado”.

DEFINICIÓN DE ESTADO

De ahí pasa a la definición de Estado que hasta la fecha es dominante. “Dicho Estado sólo es definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física”.

Para explicar el alcance de esa afirmación, definió al Estado como “aquella

comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es

elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia

física legítima”. A los demás individuos o asociaciones, sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite.

El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es vista como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan”.

A eso sigue la pregunta: ¿Cuándo y por qué hacen esto? ¿Sobre qué moti-vos internos de justificación y sobre qué medios externos se apoya esta domi-nación?

DOMINACIÓN POLÍTICA

De ahí, se pasa a la enunciación de los tres tipos de dominación política que han conocido las sociedades. La primera de ellas, la “dominación tradicional, es aquélla del “eterno ayer” de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto”. La segun-da es la “autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria; la entrega

Aristóteles.

so, como los siguientes:Los hábitos, tales como fumar, consumir bebidas al-

cohólicas, ejercitarse físicamente, etcétera.Condiciones socio-económico-demográficas, tales

como número de personas por vivienda, nivel de ingresos, desempleo, etcétera.

En cambio, debemos desconfiar de las encuestas cuan-do nos informan sobre asuntos como los siguientes:

Intención de voto en un proceso electoral.Nivel de popularidad de un gobernante.Grado de aceptación de una propuesta política. La razón fundamental para establecer el grado de con-

fianza que se sugiere, es el hecho de que la realización de una encuesta, por lo común requiere, al menos, de cuatro días de trabajo. En consecuencia, aquellos procesos que difícilmente se modificarán en períodos tan cortos como cuatro días, serán estudiados con suficiencia por las en-cuestas; procesos tales como los señalados en los puntos 1 y 2 anteriores.

En cambio, en los procesos señalados en los puntos 3, 4 y 5, es tal el dinamismo, que en cuatro días podrían modificarse radicalmente. En consecuencia, las encuestas que se utilizan para evaluar este tipo de procesos frecuen-temente presentan resultados poco creíbles, y cada vez es más común que todas las encuestas fallen cuando evalúan un proceso de este tipo, como ocurrió en Estados Unidos en las elecciones internas presidenciales de 2008 del Parti-do Demócrata en New Hampshire, y como también ocurrió en las elecciones presidenciales españolas de 2004.

Finalmente, llegamos a una respuesta que podría no ser la esperada por algunas mentes simples. Esto es, una que postule a las encuestas ya como realidad, ya como fantasía. Lamentablemente, para las mentes simples, la ciencia se mueve en el terreno de las condicionalidades,

no de los absolutos. Por tanto podremos considerarlas como realidades (en tanto razonablemente nos muestran el estado de opinión o condición de algún fenómeno bajo estudio), si el fenómeno estudiado es relativamente es-table, o al menos se modifica muy poco en períodos tan cortos como el que nos demande la propia realización del estudio.

Y serán punto menos que fantasías cuando se utili-cen para medir procesos dinámicos, como los electorales y los de imagen pública de personajes que tienen mu-cha exposición en los medios. Dicho de otro modo, o de modo más claro, las encuestas que por lo común vemos

publicadas en los medios, que con mucha frecuencia

tienen como tema de interés los procesos políticos, son

poco más que pasatiempos.

Tomar decisiones con base en sus resultados es un grave error, derivado de la incultura estadística que la-mentablemente aqueja a amplios sectores de nuestras dirigencias políticas, empresariales, académicas y líderes de opinión.LAS CARTAS DE NAVEGACIÓN POLÍTICA

Aunque apartándome un poco del tema, me veo obligado a concluir esta discusión señalando que la solución al

problema de estudiar fenómenos sociales dinámicos,

consiste en estudiarlos no a través de las técnicas con-

vencionales de encuesta, sino a través del Control Es-

tadístico de Calidad.

La razón es muy entendible: así como en los años re-cientes se dinamizó la vida social, por esa nueva condición de comunicación entre las personas, que de acuerdo a Niklas Luhmann deriva en una mayor complejidad del sistema social y en un incremento de la posibilidad de cambios bruscos en él, dos siglos antes se había iniciado la dinamización de la vida industrial, cuando en 1750 se iniciÍó la Revolución Industrial, manteniéndose esta ten-dencia con la producción en serie y la automatización de

los procesos.La alternativa que ofreció la ciencia para atender los

problemas de calidad y control en el nuevo entorno, fue justamente el Control Estadístico desarrollado por Walter

A. Shewhart, a finales de la década de los veinte del siglo pasado. De modo que adecuar estas técnicas al campo so-cial es la mejor forma de atender estos procesos.

Una solución integral –de nuestra autoría- a este pro-blema, siguiendo este enfoque, la constituyen justamente las Cartas de Navegación Política, las cuales desarrolla-mos entre 1993 y 2004. Desde entonces, se han aplicado exitosamente en procesos electorales en diferentes esta-dos de México y el extranjero, y de manera permanente para evaluar la gestión de gobierno de algunos goberna-dores de México, que tienen, con esta metodología, una forma eficiente para alcanzar un propósito que en política resulta vital: la previsión, la anticipación de problemas.

Podría pensarse que esta técnica aprovecha la experien-cia empresarial de buscar a través del Control Estadístico un enfoque preventivo en lugar de un enfoque correctivo, pero perderíamos de vista que justamente este enfoque: el de anticipar los problemas, lo recomendó, hace más de medio milenio, Nicolás Maquiavelo, como algo que todos los príncipes prudentes deberían hacer.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?28 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 45

Uno de los lugares comunes más recurrentes en Mé-xico, cuando se trata de temas políticos, es decir que, “si Franz Kafka hubiera nacido en México, sería un

escritor costumbrista”. Quienes lo hacen, seguramente, en la mayoría de los casos, no conocen la obra de ese escritor checo.

Otro no menos recurrente es, ante cualquier acción, por lo general reprobable o poco ética, de un personaje relacionado con la actividad política, decir que esa con-ducta o ese personaje es “muy maquiavélico”. Ese seña-lamiento alude por lo general a una conducta que, aunque parezca reprobable, causa cierta admiración.

Sin embargo, la política y lo político no son ni tan des-preciables ni tan diabólicos como los consejos dados por el escritor florentino al príncipe o a quien aspire al ejerci-cio del poder. Además, hasta ahora no se ha encontrado

actividad alguna que pueda sustituir a lo que, en cual-

quier sociedad, realizan la política y los políticos. Por lo

menos hasta ahora, no es posible prescindir ni de una

ni de los otros.

De la política a la política pública

Doctor Sergio Elías Gutiérrez

Director de la Maestría en

DerechoEscuela de Graduados

en Administración Pública

y Política Pública / ITESM

Sergio Elías Gutiérrez

EL PRÍNCIPE, REFERENCIA OBLIGADA

A Nicolás Maquiavelo se le considera el escritor fundador de la ciencia política moderna. Su obra central, El Príncipe, publicada en 1513, a punto de cumplir sus primeros cinco siglos, sigue siendo objeto de análisis y referencia obli-gada cuando se estudia el proceso político y del ejercicio del poder en las sociedades estatales.

En este mismo sentido, la pensadora mexicana de ori-gen sirio, Ikram Antaki, señala, en el Manual del Ciudada-no Contemporáneo, que Agustín, ¿San Agustín? plantea el problema de las relaciones conflictivas entre la fe religiosa y las pasiones de la ciudad; observa la pasión de domi-nación y de bienes materiales, así como los apetitos car-nales; ve su desencadenamiento, y habla de la necesidad de un poder temporal. Éste sería la potestas, para garan-tizar la paz civil y el funcionamiento de las instituciones. La ciudad terrestre necesita ese poder regulador”.

Añade Antaki que: “Contrariamente a Agustín, Maquia-

velo aconseja: debido a la influencia que ejerce sobre el

pueblo, el príncipe debe saber manipular a la religión,

manifestarle su respeto, presentar las apariencias de la

devoción, sin importar cuál fuese su fe. Maquiavelo ana-liza las pasiones de los pueblos y la rabia de los grandes,

Política Internacional, Globalización y Poder

Maestro Gerardo Tamez GonzálezFacultad de Ciencias Políticas / UANL [email protected]

La Política Internacional es, sin duda, la suma de rela-ciones entre los diferentes actores que participan en escenarios más allá de sus propias fronteras. No

solamente me refiero a organismos gubernativos, sino también a organismos no gubernamentales e, incluso, a entes considerados como poderes fácticos. Para enten-derla, es necesario comprender las relaciones que se dan entre los actores ya mencionados.

Existe un organismo internacional, denominado Na-ciones Unidas, el cual ya tiene más de sesenta años, y cuya noble finalidad es ayudar al mantenimiento y/o ins-tauración de la paz, ideal perseguido desde los albores de la humanidad, y que hoy en día vemos como un es-tado de bienestar cada vez más difícil de alcanzar.

La ONU, siglas de dicho organismo internacional, compuesta por 192 miembros, busca constantemente ese ideal con acciones diversas, pero que en conjunto alínean las acciones que la gran mayoría de la humani-dad considera como la Política Internacional. Además, formula de manera precisa esta política, considerando variables políticas, económicas, sociales y de temas es-pecíficos (salud, trabajo, etcétera).

Gerardo Tamez González

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?46 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 27

En este sentido, resulta importante considerar que las

Legislaturas locales deben formar parte efectiva del pro-

ceso de reforma constitucional.

En Nuevo León, las reformas a la Constitución se reali-zan conforme a un procedimiento que coloquialmente se denomina de “dos vueltas”. En la primera, se presenta un dictamen que contiene la propuesta que se somete a discusión, una vez autorizada por la asamblea. Dichas propuestas son publicitadas y posteriormente sometidas de nueva cuenta a un análisis, ahora para su aprobación definitiva, incluyendo en su caso las mejoras derivadas de ese ejercicio de difusión.

De esta manera, podría establecerse un mecanismo de reforma a la Ley Fundamental que brinde oportunidad a los estados que conforman la Federación para que tengan una efectiva participación en el mismo, permitiendo que, al analizar la Minuta que el Congreso de la Unión remite a las Legislaturas locales, éstas puedan, más que emitir un voto a favor o en contra, expresar sus consideraciones sobre el contenido y, en su caso, sus propuestas de modi-ficación.

Con lo anterior, se busca que en el Congreso Federal se realice otra ronda de estudio para incorporar las pro-puestas que le parezcan viables, y, ya considerada efecti-vamente la opinión de todas las entidades federativas, se proceda a la aprobación definitiva.

II. También resulta importante considerar las adecua-ciones a los artículos 115 y 116 de la Constitución Federal, para efecto de tomar en cuenta la diversidad municipal, cuya omisión ha provocado que lo que debiera traducirse en el fortalecimiento del federalismo, redunde en la afec-tación a los particulares, ya que la gran mayoría de los

municipios no tienen capacidad técnica, económica o

material para poder proveer a la población de todos los

servicios públicos que se señalan como atribuciones

municipales.

De igual forma, debe reconocerse que es la entidad federativa la que debe ser fortalecida para lograr un verda-dero federalismo, ya que es ella la célula base de nuestra Federación y no el municipio, que más precisamente es la base que conforma a aquélla.

Fortaleciendo las atribuciones estatales y descentrali-zando los fondos necesarios para cubrir sus crecientes respon-sabilidades, es como puede garantizarse el desarrollo mu-nicipal y el beneficio de sus habitantes, toda vez que las entidades federativas tendrían de esta forma oportunidad de reservarse las funciones más complicadas, en el caso de las municipalidades que aún no tengan capacidad de llevarlas a cabo, y descentralizar aquéllas que puedan des-arrollar los municipios.

III. En este mismo sentido, resulta necesario estable-

cer alternativas financieras para los gobiernos locales,

ante la próxima desaparición del impuesto a la tenencia

de automóviles, ya que los recursos percibidos por este concepto son base importante de los presupuestos de las entidades federativas, y, en consecuencia, de los munici-pios.

IV. Pero, aún más allá, resulta pertinente considerar los temas económicos y sociales, ya que las propuestas

que se encuentran en la mesa de discusión, se refieren básicamente a la organización del Estado y a la partici-pación de los partidos políticos y los ciudadanos en las elecciones, mas no contemplan temas sustanciales que significan asignaturas pendientes, quizá más apremiantes, y que se refieren al desarrollo social y la calidad de vida de los mexicanos.

REFORMA FISCAL

-Una es la reforma fiscal, que, además de incluir el tema energético, resuelva el financiamiento de la actividad pública, revirtiendo la voraz tendencia recaudatoria que se percibe en el aumento del uno por ciento al IVA, los in-crementos de las tarifas de luz y gas, y el alza de los com-bustibles, que lesiona gravemente la economía privada y que retrae la recuperación económica.

No puede permitirse que la función pública sea sufra-

gada a costa del desgaste del bienestar familiar; mucho

menos, una acción gubernamental que no está siendo

efectiva para generar desarrollo social, y que cada vez tiende más al asistencialismo con fines electorales.

De manera adicional, resulta indispensable generar re-formas que nos dirijan a la senda que abandonamos. Las prestaciones laborales, los sistemas de seguridad social, y los salarios con real poder adquisitivo, son elementales para la recuperación económica. El dinero en manos de los particulares, utilizado para obtener sus satisfactores bási-cos, es mucho más efectivo y asequible, en proporción con el alto costo que significa la recaudación y administración de los recursos públicos para dotar a la comunidad de ser-vicios asistenciales.

La responsable participación de los mexicanos en el desarrollo de propuestas para resolver los grandes proble-mas nacionales permitirá la elaboración de un diagnóstico más certero, y seguramente de más y mejores alternativas de solución. En este papel, las Legislaturas locales, en su carácter de representación social, tienen un papel deter-minante. La Reforma del Estado debe incluir una visión federativa.

GLOBALIZACIÓN

La trascendencia de la Política Internacional radica hoy en día en el hecho de que ya no sólo se realiza en el head-quarter de las Naciones Unidas (New York, E.U.A.), sino que, gracias a un fenómeno mundial denominado Globa-

lización, todos podemos contribuir a la planeación e im-plementación de la política internacional.

Esto, cabe aclarar, ya no es tan reciente; ha sido un

proceso lentamente filtrado en los procesos internacio-

nales, y recientemente se le ha considerado factor va-

lioso para la toma de decisiones internacionales.

La globalización debe a la tecnología mucha de su importancia; el Internet y el acceso a la información de manera precisa y al instante han vuelto al ciudadano del mundo un actor importante en la formulación de la políti-ca internacional.

De forma rápida, el ciudadano del mundo se entera, analiza y exige soluciones a los problemas de la sociedad internacional. Observa dificultades, por ejemplo, de salud como el cáncer o el virus VIH; se informa y proporciona, en el mejor de los casos, soluciones a dichos problemas ya sea de manera individual pero en la mayoría de los casos mediante el apoyo de organismos internacionales guber-namentales o no gubernamentales.

Para citar otros ejemplos, también participa en la for-mulación de política internacional en diversos aspectos, como combate al analfabetismo, migración y terrorismo; fomento de la salud pública, protección del medio am-biente, entre otros. Todos estos temas sin duda alguna

coadyuvan a la búsqueda y mantenimiento de la paz,

ideal supremo de la humanidad.

Cabe aclarar que existe un gran problema en la toma de decisiones internacionales, denominado participación. Es muy bajo el indicador de colaboración ciudadana, a pe-sar de la gran cantidad de información a la que se puede acceder y los diferentes medios por los que se puede par-ticipar.

EL PODER

Lo anterior da pie a la tercer variable que analizamos: el Poder, si lo definimos como la capacidad de cualquier per-sona o institución para lograr que otro haga algo que de otra manera no hubiese hecho (R. Dahl).

Entonces, el ciudadano puede ejercer su poder me-

diante la participación en la política internacional, utili-

zando la globalización como instrumento. Entendamos lo anterior. Cualquier persona de toda la

humanidad tiene el poder de participar en la formulación de la política internacional, pero existe una resistencia de parte de los ciudadanos y de los poderes fácticos a dicha colaboración.

PODERES FÁCTICOS

Los poderes fácticos son, en suma, fuerzas económicas, autoridades sociales o quien monopoliza el uso de la fuer-za, y que no corresponden a mandatos ciudadanos, sino que anteponen sus intereses a los intereses de la gene-ralidad.

La política internacional, entonces, debiese contener las aspiraciones de todos quienes formamos al mundo, anhelando la paz mundial, alejándose de los intereses par-ticulares y anteponiendo el bienestar social.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?26 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 47

del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, pre-sentó al Senado, en el marco de la Reforma del Estado, propuestas para actualizar las relaciones entre poderes del sistema presidencial mexicano, muchas de ellas coin-cidentes con las que presentó el líder de la bancada priísta en el Senado.

Entre los planteamientos que se promueven, desta-can los siguientes: participación del Congreso para la ratificación de los miembros del gabinete; disminución del número de diputados y senadores; reelección legis-lativa; extender al Senado la aprobación del Presupuesto de Egresos; un procedimiento específico para sustituir al Presidente de la República en caso de ausencia definitiva, que incluye un listado de funcionarios que podrían suce-derlo; que el Congreso apruebe una parte del Plan Nacio-nal de Desarrollo, así como crear un Consejo de Estado.

III. En diciembre de 2009, el presidente Felipe Calde-rón remitió al Congreso de la Unión una iniciativa que contiene diez puntos, relativos a las siguientes materias: elecciones, Congreso de la Unión, y Partidos Políticos.

Las propuestas en materia electiva se refieren a la

reelección consecutiva de ayuntamientos y jefes de-

legacionales; la reelección consecutiva de legisladores

federales, las candidaturas independientes y la segunda

vuelta para elección presidencial.

Las concernientes al Congreso de la Unión, tienen por objeto la reducción del número de sus integrantes, la ini-ciativa ciudadana, el derecho de iniciativa de la Suprema Corte de Justicia para asuntos de su competencia, la ini-

ciativa preferente del Ejecutivo y el veto presidencial en materia de presupuesto.

La reforma que se propone en relación a los partidos políticos tiene la finalidad de aumentar a cuatro por ciento el mínimo de votación para efecto de mantener el regis-tro.

Como puede observarse, la mayoría de estas iniciati-vas se encuentran consideradas en los documentos elabo-rados por el senador Beltrones y por el Instituto de Inves-tigaciones Jurídicas de la UNAM.

Esta circunstancia permite augurar la viabilidad de muchas de ellas, dado el consenso inicial que en esas ma-terias se advierte.

LA AGENDA LOCAL

Las propuestas descritas han recibido los primeros co-mentarios de los actores políticos nacionales, y se espera su próximo análisis en la arena del Congreso Federal. Sin embargo, es de considerarse que existe una agenda adi-cional que debe incorporarse a este escenario: la agenda local.

I. Si revisamos el surgimiento del Estado mexicano, encontraremos que no es más que una república confor-mada por entidades federativas. Esto es, la Federación es la suma de los Estados federados, que la integran y le dan origen. De esta forma, el espíritu del Artículo 135 consti-tucional prevé a las Legislaturas de los Estados como parte del Constituyente Permanente, responsable de las refor-mas a la Carta Magna.

La globalización debe ayudar a hacer más efectiva la contribución social a la formulación e implementación de la política internacional, haciendo que las ideas que tras-pasan las fronteras de los diversos países contengan va-lores como la solidaridad, bondad, amistad, responsabili-dad y patriotismo.

Como fenómeno social internacional, la globalización

es sin duda parte esencial de la vida global. Hay quienes

apuestan a este fenómeno y quienes se oponen a la glo-

balización. La globalifobia y la globalifilia, términos recientes para

las voces en contra y a favor, se presentan en el aconte-cer diario internacional. Interesante es equilibrar las opi-niones, no radicalizar, tomando lo mejor de lo que cada persona, empresa, organización, gobierno y nación pueden aportar al mundo.

La solidaridad de los mexicanos, la honestidad de los noruegos, el trabajo de los japoneses, la tenacidad de los alemanes y la perseverancia de los hindúes son ejemplos de lo que cada nación aporta a la globalización.

De ahí podemos formular e implementar la política

internacional que hemos mencionado, que si bien es

percibida desde un punto de vista idealista, lo que bus-

camos es el logro de la paz mundial como fin último.

LA HUMANIDAD NECESITA LÍDERES

Cada vez la humanidad necesita de líderes que como Gandhi y Mandela han resaltado valores nacionales y han hecho que el mundo tome conciencia de la necesidad de llevar valores positivos individuales o nacionales a un es-cenario internacional.

Destaco la frase de un mexicano ilustre que sin duda encierra la idea que se propone. “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

CONSIDERACIONES FINALES

El ciudadano del mundo es sin duda factor del cambio, por lo que debe estar atento a las necesidades no sólo de su entorno, sino que debe buscar la participación y con-cientización de todo el mundo.

El poder que tenemos, ya sea en lo individual o en

lo organizativo, debe usarse para trascender positiva e

internacionalmente. Los valores deben resaltarse y debe-mos impulsarlos a que traspasen fronteras.

La globalización de la información y de las ideas

debe ser democratizada, para que todos los ciudadanos del mundo se expresen mediante las fuentes de comuni-cación como el Internet.

La política internacional debe contener lo que toda la

humanidad pide: paz. Cambiar el odio por amor. Buscar la prosperidad económica y cultural de las naciones, debe dejar de ser sólo la tarea de organismos internacionales y debe formularse e implementarse con la participación de todos.

Imagen: Poder360°

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?48 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 25

Las leyes tienen como único objeto regular a la socie-dad, por lo que la transformación de ésta implica la necesidad de adecuar los aspectos de aquéllas que se

encuentren desfasados.En tal sentido, debe reconocerse que si bien México no

se encuentra ante un marco jurídico ajeno a su circuns-tancia, sí cuenta con normas que han perdido su vigencia, de la misma manera que presenta lagunas ante escenarios actuales no contemplados dentro de nuestros cuerpos le-gales.

De esta forma, el proceso para llevar a cabo la nueva

Reforma del Estado no ha logrado concretarse, por no

existir coincidencias políticas en todas las materias, o

simplemente, por no haberse formulado diagnósticos

acertados y propuestas viables para la solución de Los grandes problemas nacionales del siglo XXI, a 101 años de la publicación señera de don Andrés Molina Enríquez.

ASIGNATURAS PENDIENTES

En el pasado inmediato, encontramos el esfuerzo que el Senado de la República realizó al promover una Ley de la Reforma del Estado, cuyo objeto fue establecer la meto-dología y estructura orgánica para analizar la creación de leyes o reformas para resolver las asignaturas pendientes en cinco rubros: Régimen de Estado y Gobierno, Demo-cracia y Sistema Electoral, Federalismo, Reforma del Poder Judicial y Garantías Sociales.

A la conclusión del período pactado, se logró una amplia reforma en materia electoral, que, pasadas las elecciones de 2009, demostró no contar con elementos bastantes para obtener los resultados que con la misma se planteaban, y una reforma constitucional en materia judicial, cuyas re-formas secundarias aún se encuentran en construcción.

En la mesa existen varias propuestas, algunas de

fondo y otras coyunturales, pero todas encaminadas a

plantear soluciones para el mejor desarrollo del país.

PRINCIPALES PROPUESTAS

I. En marzo de 2009, el senador Manlio Fabio Beltrones presentó la propuesta del PRI para la modernización del régimen político mexicano, planteamiento que tiene más de tres años de ser impulsado por la fracción parlamen-taria priísta, y que se conoce como las “8 Erres”.

En ella se propone (i) Ratificación de los integrantes del gabinete por parte del Senado; (ii) Reducción del tama-ño de las cámaras legislativas; (iii) Reelección inmediata de legisladores y munícipes; (iv) Reorganización del Go-bierno Federal, para que funcione mejor y cueste menos; (v) Referéndum en reformas constitucionales de trascen-dencia; (vi) Revocación del mandato; (vii) Rendición de cuentas, a través de una Auditoría Superior de la Fede-ración con más facultades; y (viii) Regulación económica moderna para recuperar la capacidad rectora del Estado.

II. En noviembre de 2009, Héctor Fix Zamudio, titular

Héctor Gutiérrez de la Garza

Licenciado Héctor Gutiérrez de la GarzaMaestro en Derecho y Diputado Local de la LXXII Legislatura del H. Congreso del Estado de Nuevo Leó[email protected]

Reforma del Estado, una visión federativa

La crisis económica ha desatado en nuestro país un asombroso vendaval en el terreno político, que lo mismo ha ubicado a unos como “catastrofistas”, y a

otros como “realistas”; a unos más como “contadores de cuentos de hadas”, y a los restantes como “profetas del desastre”.

Y, desde luego, no faltan quienes declaran una cosa, al poco rato cambian su percepción, se desgarran las vesti-duras, amarran navajas, aporrean al oponente con recla-mos de ingratitud y hasta de traición a la patria; mientras, unos pocos se contonean y zorrunamente aprovechan el momento para tomar el bolso, irse de compras y llevar agua a su molino.

En medio de este vendaval político-económico, no sue-na ociosa la pregunta: “¿Es la política una ciencia o una patología?

Para quienes ejercen o han ejercido el poder político, y para los analistas serios del fenómeno político, la respues-ta se inclina definitivamente por la convicción de que la política es una ciencia.

SENTIR DE MANUEL BARTLETT

Para Manuel Bartlett, político de tiempo completo, mili-tante del Partido Revolucionario Institucional: “La política es la relación, de la conducción de la sociedad, la vida, el apoyo… La polis… Es la serie de reglas para el gobierno de la comunidad. Tiene el fin particular de conducir, de gobernar, de llevar toda la relación con el poder. El poder tiene obviamente una función y tiene los fines. Fines que pueden estar explícitos o no”.

Pero la cuestión no termina ahí. Para Bartlett: “La política es una ciencia… y un arte. Hay toda una tradición

filosófica y científica en torno de la Ciencia Política. Hay

toda una serie de elementos para hacer de la política

una ciencia. Es una de las ciencias sociales. No es una ciencia exacta…, pero sí es una ciencia en el sentido de que se pueden analizar condiciones geográficas, físicas, sociológicas, sicológicas para definir los fenómenos de la política”.

ALGUNOS POLÍTICOS

Y sobre algunos de los políticos que han gobernado al país en los sexenios más recientes, tiene Bartlett frases lapi-darias.

Como político-político, dice de Vicente Fox, que “está tachado en primer término”, porque “no tiene la menor idea”.

“Zedillo (Ernesto) salió de la oscuridad de la computa-dora, de un rincón, y no tenía la menor idea de la política”. Era un “tecnócrata educado en Estados Unidos”.

La política: arte y ciencia

Martha AnayaEscritora

Premio Nacional de Periodismo

[email protected]

Martha Anaya

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?24 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 49

Todos los actores debemos asumir la responsabilidad ante esta situación y llevar a cabo los cambios que exige la reconstrucción de la política como ámbito, saber y prác-tica de beneficio colectivo.

IV. REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA

La concepción de la política como arte o ciencia del buen gobierno, que nos fue legada por Aristóteles desde la an-tigüedad griega, debe ser reivindicada como ámbito de actividad de los seres humanos y como conocimiento científico de la realidad; pero, sobre todo, como práctica de servicio a la sociedad.

Como ámbito de actividad y conocimiento de la reali-dad, no puede ser reducida a los sondeos de opinión so-bre el desempeño de los diversos niveles e instancias de gobierno o sobre la intención del voto de los electores. Tampoco puede ser determinada por los diseños de la mercadotecnia política o electoral, que indican cómo se puede imponer en la percepción de la sociedad la imagen de un buen gobernante, representante popular o candi-dato, aunque en realidad no atiendan las demandas o no representen los intereses de la mayoría de la población.

Como ámbito de actividad, la política es el plano donde se procesa el conflicto de intereses económicos y sociales y donde se toman las decisiones sobre los asuntos públicos que afectan, para bien o para mal, a todos los integrantes de una comunidad. Es, por lo tanto, el ámbito privilegiado del poder, que en síntesis es la capacidad de decisión de unos sobre los demás. Es un ámbito complejo que no puede ser reducido a los instrumentos estadísticos de los sondeos o encuestas ni a los instrumentos de la mercadotecnia; y del cual la política como conocimiento de la realidad debe dar cuenta adecuadamente, de manera objetiva y veraz.

Éste es el sentido esencial de la ciencia, y lo debe ser de la política como conocimiento de la realidad, como ciencia política. Por poner un solo ejemplo, debe explicar obje-

tivamente por qué amplios segmentos del pueblo pobre votan por partidos y candidatos de derecha que generalmente representan los intereses de las clases dominantes, o aceptan pasivamente a gobernantes y representantes populares que se desempeñan en este mismo sentido.

Y como práctica, la política debe ser el medio que, según el caso, recupere o constituya la participación del pueblo (de la mayoría real, y de ser posible de todos) en el conocimiento, análisis y decisiones sobre los asuntos públicos.

En México no hemos caminado en esta dirección. Por el contrario, se perci-ben aires de restauración, signos ominosos de que vuelvan los peores vicios del viejo régimen; muchos de los cuales, por cierto, han sido mantenidos, aplicados y agudizados por los últimos dos gobiernos de la alternancia de derechas: en-riquecimiento personal inexplicable, influyentismo, autoritarismo, represión a los movimientos y luchas sociales, la promoción personal de los gobernantes a través de los medios electrónicos de comunicación, corrupción, engaño, dema-gogia, impunidad, dominación de unos pocos sobre la mayoría de la Nación.

En la práctica política de democracia representativa que existe en México, la gente no se siente representada. Requerimos una Reforma Democrática del Estado para fortalecer al Poder Legislativo, acotar las atribuciones del Ejecutivo y garantizar la independencia del Poder Judicial.

Hace falta, de manera urgente, que la ciudadanía participe directamente en la determinación de los principales problemas y las soluciones que México requie-re. Si la democracia no genera bienestar para el pueblo, no es tal.

Por ello, frente al desgaste acelerado de nuestra incipiente democracia, re-presentativa o formal, es indispensable incorporar las figuras de la democra-cia participativa a la construcción de la democracia en México. Estas figuras son, entre otras: presupuesto participativo, consulta ciudadana, afirmativa ficta, afirmativa ficta parlamentaria, gobierno comunitario como cuarto nivel de go-bierno, rendición de cuentas, auditoría social, iniciativa popular, revocación de mandato, referéndum, plebiscito, licitación abierta de la obra y adquisiciones públicas, y derecho a voz ciudadana.

Con lo anterior, la sociedad ya no tendría sólo el voto cada tres o seis años como instrumento para exigir buenas cuentas a sus representantes y servidores públicos electos, sino que contaría con un conjunto más amplio de instrumentos para colocar en el centro de nuestra vida política la voluntad popular. Con ello caminaríamos firmemente en dirección de reivindicar la política como práctica de servicio a la sociedad, en la dirección de constituir a la política como instru-mento de poder popular.

1Valenzuela Feijóo, José. Organización para el cambio. CEDA, México, 2008, 2ª edición, p. 83.

2Poder político y clases sociales en el estado capitalista. Siglo XXI editores, México, 1969, p. 124.

3C. Marx y F. Engels, Obras Completas, Ed. Rusa, t. IV, p.14

4V.S. Porkrovski. Op. cit. p.218, 219, 220 y 222.

5Engels, Federico. Citado por Lenin, V. I. en El estado y la Revolución. Ed. Letras S.A. México-Ed. Cartago Argentina, México, 1982, p. 13

6Marx, Karl, y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista. Citado por Valenzuela Feijóo, José. Op. Cit. p. 83.

7Citado por Poulantzas, Nicos. Op. cit. P. 35-36.

8Ibidem, p. 33.

Pie de página

Y sobre Carlos Salinas de Gortari, expresa: “Ahí está, con una pretensión de saber política. Pero lo que supo fue acomodarse a los intereses transnacionales. Eso es lo que me parece: que, como político, no fue nada destacado y es ahí donde viene ese quiebre en el sentido de que los que deben gobernar al mundo son los economistas. Y lo podemos analizar desde el punto de vista de la ciencia política. ¿Por qué? Por el consenso de Washington, por el predominio norteamericano, por la imposición de la glo-balización. Todos ellos se prestaron a la misma filosofía políticamente conservadora”.

RELACIÓN CON SALINAS DE GORTARI

En lo personal, la autora tuvo estrecha relación con Salinas de Gortari, pues cubrió, para Excélsior, la crónica de su campaña por la Presidencia de la República:

Y, una mañana, Carlos Salinas de Gortari me mandó llamar. Estábamos en plena gira. Él, como candidato a la Presidencia de la República por el PRI, y yo, como cronis-ta de Excélsior. Era la primera ocasión que me requería a solas. Normalmente nos reunía con él a los tres o cuatro reporteros que escribíamos la crónica de su campaña en el ya ido –y sin embargo tan presente—1988. Pero esa maña-na, en uno de los trayectos por la ciudad de Guadalajara, fue diferente. Y es que, tres días atrás, se había suscitado un incidente en San Pedro de la Colonias, en Coahuila. Aquella noche en la Comarca Lagunera, al finalizar el

mitin, un grupo de los asistentes comenzó a agredir al

candidato al momento en que éste avanzaba hacia el

autobús: le lanzaron palos, piedras y cuanto tenían en

mano. Lo ocurrido quedó plasmado en las primeras pla-nas de los diarios al día siguiente.

Curiosamente, como el mitin se había realizado ya tarde, la mayoría de los reporteros se regresó antes a la sala de prensa y sólo cuatro periodistas nacionales acom-pañamos a Salinas de Gortari a San Pedro de las Colonias. Y, como suele suceder, cada uno escribió su nota tal como vio las cosas.

RECLAMO DEL CANDIDATO

Éste era precisamente el tema del que quería hablar el en-tonces candidato conmigo aquella mañana. Me expuso que no estaba de acuerdo en un detalle que había consignado dentro de la nota: que le habían lanzado agua al rostro. Salinas simplemente decía que eso no había ocurrido. La verdad es que en ese momento –sentados ya a solas frente a frente en el autobús- me sorprendió que le diera tanta importancia a un detalle dentro de toda una nota dedicada a lo que había sucedido; además, a mi entender, habían ocurrido cosas más graves y estaban igualmente consigna-das. No alegaba lo de los palos, ni lo de las piedras, ni los

gritos, ni los jaloneos, ni las injurias, ni todo lo demás

que había escrito. Era sólo eso: el vaso con agua que le habían lanzado.

Yo estaba segura de haber visto que le lanzaban el agua al rostro. Iba codo a codo con el propio candidato cuando esto ocurrió. El caso es que le alegué un rato que sí había ocurrido hasta que el propio Salinas me detuvo con esta frase: “Lo que pasa es que no te das cuentan del poder del

medio en el que escribes…” Me dejó pasmada. Más bien sentí que me fulminaba un rayo. En ese instante me di cuenta del por qué del alegato, que poco o nada tenía que ver con el vaso de agua, y entonces se me vinieron a la mente algunos otros de sus comentarios: escritura apasionada…, demasiada emoción…

Pero lo que más me impactó fue que, efectivamente, tenía razón. En ese entonces, principiante y muy joven aún, no tenía cabal idea del poder de un medio… (¡ni mucho menos del de un presidente o quasi presidente!, como luego aprendería).

LOS RASGOS DEL PODER

Viene a cuenta todo lo anterior porque a partir de ese momento, además de entusiasmarme por escribir mi crónica, levanté la vista para mirar el entorno y comencé a sopesar el lugar en el que tenía puestos los pies. Fue así como crucé la puerta y empecé a distinguir los rasgos del poder a uno y a otro lado de la mesa.

En ese entonces, (digamos los años sesenta, setenta, y buena parte de los ochenta) el poder de los gobiernos en turno frente a los medios de comuni-

cación era avasallante, si bien la intensidad de las presiones variaba de acuer-

do a la situación política que se vivía en el momento y a la personalidad de

cada uno de los mandatarios.

Digamos que no se comparan por igual la mano dura de Gustavo Díaz Or-daz hacia los medios, ni la sinuosa y lapidaria de Luis Echeverría, con el amor-despecho con que se condujo José López Portillo frente a los periodistas, o la timidez de Miguel de la Madrid.

Precisamente aquí, en la etapa de Miguel de la Madrid, quisiera hacer un pequeño alto. Porque fue durante los últimos años de su sexenio, luego de los sismos del 85, cuando comenzamos a escribir con mayor libertad. Y aunque las notas críticas (como las de los desfiles obreros del primero de mayo) apareciesen en las últimas páginas, casi escondidas, el caso es que comenzaron a publicarse en los principales medios de opinión.

Así llegamos a la contienda presidencial de 1988 que –desde la perspec-

tiva que me tocó vivir- inició el cambio de la relación de poder entre los me-

dios y el gobierno.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?50 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 23

electoral sigue vigente hasta el presente. Es un esquema orien-tado a establecer en México un sistema bipartidista similar al de Estados Unidos.

En julio de 2000 se dio la alter-nancia, pero no la transición a la democracia. En julio de 2006, me-diante otro gran fraude electoral, simultáneamente tradicional y cibernético, el bloque dominante logró mantener la continuidad de la alternancia neoliberal, en per-juicio del bloque de izquierdas, de la mayoría del pueblo y de un nuevo rumbo para nuestro país.

La redefinición del Proyecto Nacional y el rediseño institucio-nal quedaron entrampados en el juego de intereses y la confron-tación entre la oligarquía, los intereses extranjeros y los dos partidos de derechas, por un lado, y las oposiciones de izquierdas y la mayoría de la sociedad, por el otro. Los intereses del primer bloque se han impuesto esencial-mente hasta ahora.

El saldo de la dominación del bloque neoliberal para la mayoría de la sociedad mexicana está a la vista: de 1982 a 2009 la economía apenas ha crecido alrededor de 0.5 por ciento, en promedio, cada año (descontando el crecimiento promedio anual de la población de 1.6 por ciento); hemos sufrido cuatro desastrosas crisis económicas, en 1982, 1987, 1995 y 2009, siendo esta última la más grave desde la Gran Depresión mundial de 1929-1933.

MILLONES DE MEXICANOS POBRES

Según las cifras oficiales, poco más de 50 millones de mexicanos sufren algún tipo de pobreza (alimentaria, patrimonial o de oportunidades), pero según los especialistas no oficiales son alrededor de 70 millones; el salario real ha perdido alrededor del 60 por ciento de su poder adquisitivo; también oficialmente, el desempleo abierto llegó a más de tres millones de trabajadores de la ciudad y del campo, pero en realidad el desempleo total, junto con el subempleo y el trabajo en la economía informal, suman más del 50 por ciento de la PEA nacio-nal; y la emigración hacia los Estados Unidos alcanzó la cifra de más de 650 mil mexicanos al año antes de que se desatara la crisis mundial de 2009.

Y esto ha estado pasando en uno de los países más ricos en recursos huma-nos y naturales del mundo. En contrapartida, las fabulosas fortunas de las cien familias más ricas de nuestro país se han acrecentado escandalosamente, junto con las de la alta burocracia gubernamental y las de los políticos más renombra-dos de los partidos de la derecha.

En este contexto, la política como ámbito, saber y práctica, se ha venido degradando severa y aceleradamente. El problema no es sólo el abstencionismo electoral, sino también el abstencionismo político que hoy se vive en México. Los gobiernos, en sus tres niveles; los representantes populares, los candidatos a cargos de elección y los partidos políticos, principalmente los de derecha, han contribuido al rechazo creciente de la ciudadanía.

Tenemos un fenómeno de crisis de participación política y electoral de la ciudadanía, por el incumplimiento de las prome-sas de campaña, por la ausencia de ética política y por la inca-pacidad de los tres niveles y las diversas instancias de gobierno para dar respuestas a sus de-mandas, lo cual se ha traducido en un descontento generalizado que ha desprestigiado aún más a la política e incluso ha llevado a rechazar todo aquello que ten-ga que ver con ella.

CAMPAÑAS ELECTORALES

Las campañas electorales se han convertido en dobles cam-pañas de Estado, donde gobier-nan los dos viejos partidos más antiguos. Estos partidos reciben cuantiosos recursos, además de contar con apoyos financieros y en especie provenientes de sus gobiernos y de particulares, mu-chos de los cuales son incluso ilegales. Persisten condiciones de inequidad en los procesos electorales, las cuales intro-ducen un vicio de origen en los resultados. Los partidos emer-gentes enfrentamos esas cam-

pañas de Estado. Esta situación vacía de todo contenido real a la incipiente democracia electoral mexicana y ha contribuido decisivamente al desprestigio de la política.

Aunado a lo anterior, los medios de comunicación han contribuido en gran medida a la falta de participación ciudadana y al desprestigio y degradación de la política, porque han privilegiado y alentado el espectáculo y la nota escandalosa, en detrimento de la información y análisis de los asuntos públicos, de los programas y plataformas electorales de los partidos, y de las promesas de campaña de los candidatos.

Las experiencias recientes ponen en duda que sea el sufragio el que otorga el triunfo o la derrota. La sociedad observa que partidos y candidatos pueden violar la ley, y que todo queda en sanciones administrativas y económi-cas. Incluso, que se puede obtener la Presidencia de la República con fabulosas sumas de dinero.

En este escenario, el mensaje que se envía a la sociedad es el de que el grave deterioro en las condiciones de vida y de trabajo de la sociedad y la voluntad popular están por debajo de los intereses partidistas y de los grupos de pod-er económico asociados a ellos. Por lo tanto, estamos ante una crisis de credibilidad y de participación, crisis que se ha extendido a todo el sistema político, particularmente al sistema electoral. La desconfianza y el rechazo ciudadano ya son una constante en nuestra vida política.

CANDIDATOS DE GRAN PERSONALIDAD

Tres personajes de fuerte personalidad disputaron enton-ces la Presidencia de la República: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Manuel J. Clouthier y Carlos Salinas de Gor-tari.

La guerra no se hizo esperar. Y tenía varios frentes: Desde el gobierno, contra Cárdenas, su principal enemigo. Desde el interior del PRI (particularmente algunos sindi-catos) contra el propio Salinas. Y por parte de Clouthier, contra los medios de comunicación, porque prácticamente desdeñaban a los candidatos de oposición y no les otor-gaban espacio a sus campañas.

Este enfrentamiento con los medios de comunicación alcanzó tal grado, que prácticamente no había mitin de

los candidatos de oposición en que no se agrediera a

los periodistas, que se les gritara “¡vendidos!” y en oca-

siones hasta se les impidiera permanecer en el lugar,

lanzándolos con todo y cámaras.

ARTE DE TRAGAR SAPOS SIN HACER GESTOS

Si la política “es el arte de tragar sapos sin hacer gestos” -como bien advertían los viejos políticos-, no es de extra-ñar que nuestros políticos, neopolíticos, juniors y demás personajes que nos gobiernan sigan hoy en día con cara de sapos.

Porque, la verdad, nuestra clase política poco ha cam-

biado en la forma de ejercer el poder. Y si en algo han cambiado, poco ha sido para mejorar; más bien ha sido para empeorar. Vaya, hasta el presidente Felipe Calderón reconoce esa inercia en la manera de conducirse de nues-tros políticos, al llamarla: “el priísta que todos llevamos dentro”.

LA ALTERNANCIA

Cuando llegó el año 2000, y con esta fecha la alternancia en nuestro país, imaginé que vería cosas distintas... senci-llas, hasta eso. Por ejemplo, supuse que el presidente de la República sería más abierto, cercano a la gente y dis-puesto a escuchar críticas. Ello ocurrió tan sólo los prime-ros meses del gobierno de Vicente Fox. En su segundo año, comenzó a amurallarse, a despotricar contra los medios de comunicación por sus “ataques”, y terminó alejado, ais-lado y tan criticado como cualquiera de sus antecesores priístas.

Con Felipe Calderón, ni se diga. Él, desde que ocupó la famosa “silla del águila”, se encerró con su equipo más cercano en Los Pinos. Se topa con un periodista en alguno de sus actos, o en sus giras, ¡y parece que ve al diablo! Da media vuelta instantáneamente, sin saludar siquiera (ya hasta critica a los criticones).

Y con eso de la “guerra contra el narcotráfico”, ni quien pueda acercársele. Sus actos, tanto en la ciudad de México como en sus giras por el país, están tan controlados, que nadie puede acercársele.

RIGUROSO CONTROL

Imaginé también que el Estado Mayor Presidencial, con un presidente proveniente de las filas del PAN, habría de verse obligado a comportarse de manera más accesible,

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?22 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 51

acentuado notablemente. Durante 71 años, entre 1929 y el año 2000, la vida política en México estuvo sometida al ré-gimen paternalista-autoritario del presidencialismo y del partido de Estado (PNR–PRM–PRI). Éste se instituyó como mecanismo corporativo de control político sobre la socie-dad, lo que se expresó en un esquema organizativo por sectores: militar (excluido en la era del PRI), campesino, obrero y popular.

Como la otra cara de la moneda, el Estado impuso a la sociedad formas de organización gremiales y sectoriales: centrales obreras, Congreso del Trabajo, centrales campe-sinas, y organizaciones populares y profesionales. Nada ni nadie podía existir o ser reconocido social y políticamente por fuera de este esquema de dominación política.

La división e independencia de los Poderes de la República, consagradas en la Constitución de 1917, en términos generales han sido letra muerta. Los procesos comiciales y las leyes electorales estaban en manos del gobierno federal. El sistema legal de partidos era esencial-mente ornamental. Con excepción del PAN y algunos otros casos, las fuerzas políticas de oposición eran consideradas ilegales y se les obligaba a llevar una vida prácticamente clandestina, especialmente a los partidos y organizaciones de izquierda.

“CARRO” COMPLETO

Los resultados de las elecciones para los cargos de re-presentación popular (Congreso de la Unión y congresos locales) o en los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) se sabían por anticipado, como si se tratara de un sistema de partido único. Todas las ganaba con “carro completo” el partido de Estado, y en caso de inconformi-dad de las oposiciones o del electorado, se recurría a las amenazas y la imposición por medio de la fuerza pública

y del Ejército. Los movimientos sociales de ferrocarrileros de 1957-1958, del magisterio y de los médicos en 1964-1965, estudiantil-popular de 1968 y 1971, la guerrilla urbana y rural de finales de los sesenta y principios de los setenta, y la insurgencia sindical de 1973-1976, fueron todos reprimidos por el Estado con saldo de incontables muertos, heridos, encarcelados y desaparecidos. No obstante, desataron la exigencia social de cambios importantes en el sistema político.

La reforma política de 1977, bajo la tesis de Jesús Reyes Heroles, de que “lo que resiste, apoya”, abrió un pequeño espacio para la participación de otros partidos de izquierda y de derecha en los procesos electorales y en la Cámara de Diputados federal. Pero el gobierno se siguió reservando el control de los mismos.

A partir del gobierno de Miguel de la Madrid, se impuso el modelo neoliberal en lo económico, social, político y cultural, todavía vigente con Felipe Calderón. Los cambios que en efecto estaban ocurriendo en el mundo, comandados por el neoliberalismo, fueron el pretexto ideal para que el nuevo bloque en el poder (la tecnocracia neoliberal y la gran burguesía mexicana, asociada al capital extran-jero), rompiera el Pacto Social emanado de la Revolución Mexicana y procediera a instrumentar sin obstáculos el modelo neoliberal.

REFORMA ELECTORAL DE 1996

En el marco de la profunda fractura y descomposición del régimen priísta, se buscó la refuncionalización del sistema político. Ernesto Zedillo tuvo que aceptar la reforma electoral de julio-agosto de 1996, que llevó al PRI a perder la Cámara de Diputados en 1997, pero rescató a los banqueros mediante el megafraude del FOBAPROA/IPAB y consolidó el poder de la oligarquía financiera, con la compli-cidad del PAN, al que allanó el camino a la Presidencia de la República en el año 2000. La reforma electoral de 1996 “ciudadanizó” el IFE; se quitó la validación de los resultados a la Cámara de Diputados y se creó el Tribunal Federal Electoral. Estos cambios bajaron a los órganos estatales. No obstante, el nuevo Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (COFIPE) mantuvo la inequidad en la asignación de prerrogativas económicas y el acceso a los medios de comu-nicación en beneficio del PRI y del PAN, y dispuso la sobre-representación del partido mayoritario en la Cámara de Diputados. Este esquema de competencia

y quedaría atrás el aprisionamiento en el que se vieron los últimos mandatarios priístas.- ¡Craso error! Fue exac-tamente lo contrario. Sin experiencia alguna en su trato

con militares, los verdes asumieron con mayor rigurosi-

dad el control del jefe del Estado en sus actividades.

Imaginé, además, que los puestos para el gabinete ya no serían para los amigos del ungido, sino que veríamos pura gente preparada.- ¡Aún no me la acabo! Comenzamos la “nueva era” con la historieta de los head hunters, que fue, a fin de cuentas, pura pantomima, y los nuevos herede-ros poco o nada se distinguieron de sus antecesores. Hoy en día, a mitad del segundo sexenio panista, muy diversos sectores claman por cambios en el gabinete ante su inocuo y/o pésimo desempeño.

Imaginé que el “dedazo” pasaría a la historia y sólo quedarían, como constancia de su existencia, las reseñas de éste en los libros de Daniel Cossío Villegas.- ¡Qué va! Lo que nos obsequió Acción Nacional (y el presidente de la república) en sus elecciones intermedias, fue un monu-mento al dedazo, coronado por el dedadazaso de César Nava en la presidencia del PAN, por más que manotearon algunos de sus correligionarios.

ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

Imaginé, por añadidura, que la justicia dejaría de ser uti-lizada con fines políticos, que los impartidores de justicia harían honor a la doctrina del “bien común” de quienes ahora nos gobiernan. Desilusión completa. Ni siquiera la Suprema Corte de Justicia de la Nación se salva. Esconde sus más controvertidos veredictos en discusiones sobre la forma y no el fondo de los asuntos; y evade lo más posible su capacidad de investigación.

Imaginé, asimismo, que la impunidad dejaría de ser el pan de cada día; que ya no sólo veríamos “peces gordos” muy de vez en vez para apaciguar la indignación de la gente y entretenerla con un personaje tras las rejas, sino que entraríamos en una etapa donde la honradez sería la divisa. La desmemoria frente al pasado y los escándalos de los abusos por parte de los hijos de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, fue el debut en ese terreno. Carpetazos a cuantas anomalías se hallan, es práctica común en el go-bierno actual.

Imaginé y deseé fervientemente que se acabara con

los funestos cacicazgos sindicales, como el de Elba Es-

ther Gordillo, y se acotara a los monopolios. Fue todo

lo contrario (el caso del SME fue garbanzo de a libra): los líderes sindicales se convirtieron en los aliados de los nuevos gobiernos panistas, y éstos aumentaron a su vez la fuerza de los llamados poderes fácticos, al grado de que son ellos los que imponen su ley, y poco falta para que impongan al futuro habitante de Los Pinos.

Imaginé, por último, que viviríamos mejor; que las oportunidades de trabajo se abrirían más y más, y que nuestro nivel de vida aumentaría. La debacle económica que vivimos –debida no sólo a la crisis mundial, sino al mal manejo interno de ésta, y a la enorme desigualdad que pervive y el infame aumento impositivo en las percep-ciones de la gente desde hace décadas-- no requiere ma-yores comentarios. Como en tiempos de José López Porti-llo, con este “shock económico” se sella el derrumbe de

las ilusiones.

¿Ha cambiado la política?, se preguntan muchos. De-jemos de lado a los insignes pensadores en la materia, y no le demos vueltas al asunto. Bien decía el filósofo de Güemes, aquel famoso viejo al que –cuenta la leyenda ur-bana--consultaban los tamaulipecos cuando se encontra-ban ante un dilema: “En política, si las cosas no cambian, es porque siguen igual”.

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de guerra que sólo se puede evitar celebrando un pacto social y reconociendo un soberano que se encargue de la conducción de los asuntos públicos.

Considerado el padre del liberalismo moderno, John Locke (1632-1704) pro-pone que la soberanía emana del pueblo, y que la propiedad, la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son derechos naturales de los hombres, anteriores a la constitución de la sociedad. El Estado tiene como misión principal proteger esos derechos, así como las libertades individuales de los ciudadanos.

Para Jean Jacques Rousseau (1712-1778), únicamente con una organización democrática del Estado, el hombre, a cambio de su libertad natural ya perdida, adquiere la libertad política, bajo la cual, aun cuando se subordina al poder, ya no es un esclavo, como bajo el despotismo.

Rousseau afirma que la voluntad común, si está orientada hacia objetivos comunes e instaura disposiciones generales que afectan a todos los ciudadanos, es infalible y siempre contribuirá a la realización del bien común; por tanto, pos-tula una organización política en la que la plenitud del poder y la soberanía del Estado pasen íntegramente a manos del pueblo; o sea, a las de toda la población sin excepción.

POLÍTICA Y PODER EN LA CONCEPCIÓN MARXISTA

Para el pensamiento marxista, el Estado es “un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma, y está di-vidida por antagonismos irreconciliables, que es importante para conjurar. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado”.

Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels 1820-1895), conciben la política como el ámbito en el cual se desarrolla la lucha por el poder del Estado; en tanto que el poder político, hablando propiamente, es considerado por ambos autores como la violencia organizada de una clase para la opresión de otra.

LAS TESIS DE WEBER

Max Weber (1864-1920) también hace una contribución importante a los conceptos de lo político y del poder. We-ber concibe la política como el espacio público en el cual se desenvuelven la tarea del Estado y las actividades de los ciudadanos, en tanto que el poder político es visto como la dominación que ejerce el Estado sobre los ciudadanos y busca garantizar la justicia y la eficacia en el gobierno.

Este teórico diferencia distintos tipos de poder, aten-diendo al tipo de dominación que cada uno ejerce: domi-nación carismática, dominación tradicional y dominación racional o legal.

GRAMSCI, DIFERENCIA ENTRE LA POLÍTICA

Y LO POLÍTICO

Respecto a la diferencia entre la política y lo político, con-sideramos valioso reproducir la siguiente cita de Gram-sci: “La primera cuestión que hay que plantear y resolver en un estudio sobre Maquiavelo es la de lo político como ciencia autónoma; es decir, del lugar que la ciencia política ocupa o debe ocupar en una concepción sistemática del mundo…, en una filosofía de la praxis. (…) ¿En qué sen-tido puede establecerse una identidad entre la política y la historia, y por consiguiente entre el conjunto de la vida y la política? ¿Cómo, en ese caso, podrá concebirse todo el sistema de las superestructuras como diferencias de la política, y cómo se justificará entonces la introducción del concepto de diferencia en una filosofía de la praxis? … Concepto de bloque histórico, es decir, de la unidad de estructura y superestructura, unidad de los contrarios y de los diferentes”...

Nicos Poulantzas plantea la diferencia que establece Gramsci en los siguientes términos: la superestructura jurídico-política del Estado es lo que entendemos por lo político, en tanto que las prácticas políticas de clase –lu-cha política de clase– es lo que puede llamarse la política.

Finalmente, y a manera de conclusión de este reco-rrido histórico, podemos decir que desde el siglo V a.C. y hasta nuestros días, la política ha sido vista en térmi-nos generales como un ámbito, un saber y una práctica en dos sentidos: como un ámbito, un saber y una práctica de dominación de una parte de la sociedad sobre los demás, o bien, como, un ámbito, un saber y una práctica puesta al servicio de la sociedad en general.

A continuación, expondremos cómo se ha presentado la política en la historia reciente de nuestro país.

III. DEGRADACIÓN DE LA POLÍTICA EN MÉXICO

A lo largo de nuestra historia como país independiente, pero sobre todo desde el Porfiriato y hasta nuestros días, con la honrosa excepción del sexenio del general Lázaro Cárdenas y algún otro momento, la política nunca ha sido vista por los políticos ni por la sociedad como un ámbito, un saber y una práctica de beneficio colectivo. Más bien todo lo contrario: la política ha sido y es entendida como fuente de enriquecimiento, poder e influyentismo perso-nal, así como sinónimo de corrupción, engaño, demagogia e impunidad; en síntesis, como instrumento de dominación. Sobre todo en las décadas recientes, esta percepción se ha Karl Marx

Desde que decidió establecerse como grupo social, el hombre incorporó a esta forma de vida elementos indispensables para que sus condiciones de subsis-

tencia fueran mejores. Las relaciones sociales dieron como resultado el surgimiento de comportamientos sociales propios de la integración humana, y la aparición de con-ductas alineadas u orientadas en torno a un propósito: el poder.

El fenómeno del poder, que aparece desde una óptica política a partir de la integración social, representa el eje central en la conformación de una ciencia que lo tiene como objeto de estudio: la ciencia política.

Las formas de ejercer el poder, su traslado, elimi-

nación, conquista, consecuencias, efectos, entre otros,

son elementos a los que se avoca el estudio científico de

la política. Asimismo, se considera a la política como una actividad humana, al margen del rigor científico con el que se estudia. Es una práctica común y cotidiana en la que se ven inmersos los seres humanos, y difícilmente podemos encontrar actividad alguna al margen de la política.

PODER Y ACTIVIDAD POLÍTICA

Es entonces, el poder, el centro de atención de la actividad política, entendido éste como la capacidad de convencer, persuadir o influir en las conductas de los demás, para que lleven al cabo acciones en beneficio del colectivo; lo que habitualmente llamamos el “bien común”.

La participación social en la política

Maestro Omar Suro Reyes

Profesor InvestigadorUniversidad

Regiomontana [email protected]

Omar Suro Reyes

Desdeñada por muchos, malinterpretada por otros, venerada y apasionada por otros más, la política ha sido de fundamental importancia para el desarrollo de las civiliza-ciones en el mundo. Desde los pueblos más pequeños, en

los sitios más remotos, hasta las grandes civilizaciones

e imperios que hasta hoy persisten, difícilmente podría-

mos entenderlos y estudiarlos al margen de la óptica

política.

La sociedad ha participado en esta actividad desde que se incorporó a una forma de vida en común. Tomar parte de las decisiones que afectaban al colectivo y que por consiguiente tenían que ser atendidas mediante acuer-dos políticos, permitió ir consolidando una idea firme so-bre la importancia de participar e involucrarse en estos asuntos.

PRIMERAS CIVILIZACIONES Y POLÍTICA

Sin embargo, las primeras civilizaciones que dieron un carácter trascendente a la política y dedicaron buena parte de su literatura a dejar sentadas las bases para su estu-dio, fueron igualmente selectivas al no permitir a todos los integrantes de una colectividad tomar parte en las de-cisiones políticas.

Basta citar el ejemplo de la antigua Grecia, cuna de

la civilización y del desarrollo del pensamiento político,

donde surgieron los primeros esbozos de la democracia. Ésta no era considerada tal y como hoy en día la enten

“Heraclitus and Democritus”, Bramante.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?20 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 53

PODER

El doctor José Valenzuela Feijóo dice que por poder se en-tiende “la capacidad de un grupo (o persona) para deter-minar la conducta de otro grupo (o persona), incluso con-trariando la voluntad de ese grupo (o persona)…”. Por su parte, Nicos Poulantzas entiende por poder “la capacidad de una clase social para realizar sus intereses objetivos específicos”.

Desde el punto de vista de quienes lo ejercen, se afir-ma que el poder político es una consecuencia lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro de un sistema de gobierno en un país.

RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y PODER

Aristóteles afirmó que el hombre es un zoon politikon; es decir, un ser sociable, que nace y se desarrolla dentro de una sociedad, la polis. Ahora bien, independientemente de si consideramos al Estado como la forma de organización política-jurídica que asume la sociedad para alcanzar sus propios fines y que es encabezada por quien ejerce el po-der, o como un medio de dominación de una clase sobre otra, lo cierto es que la política, entendida como el con-junto de actividades relacionadas con la consecución, con-servación y ejercicio del poder, tiene en el poder político el objetivo que busca alcanzar, ya sea para realizar los fines de interés colectivo o bien para servir de instrumento de dominación.

La política implica la existencia de una sociedad para cuya cohesión son necesarias relaciones de poder político; es decir, relaciones de dominio basadas en última instan-cia en el uso exclusivo de la fuerza, del poder coactivo. Es aquí donde surge la relación entre política y poder.

II. POLÍTICA Y PODER EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

LA POLIS GRIEGA

El Estado esclavista en Grecia tenía la forma original de la polis, ciudad-Estado; es decir, estados integrados por una ciudad y varios poblados a su alrededor. La polis griega antigua tenía la misión de asegurar el dominio de los es-clavistas sobre las inmensas masas de esclavos, quienes, a los ojos de los hombres libres, no eran más que “instru-mentos animados”, “objetos parlantes”.

Las actividades políticas en la polis se realizaban con la plena cooperación voluntaria de los ciudadanos, y su principal instrumento era la libre y plena discusión de la política en todos sus aspectos. Fue precisamente su creen-cia en la discusión, como el máximo medio para ordenar las medidas públicas y llevarlas a cabo, lo que ha hecho que los atenienses sean considerados los creadores de la democracia y la filosofía política.

LA RES PUBLICA ROMANA

Res publica es una expresión del latín, que significa literal-mente “cosa pública”. Etimológicamente, es el origen de la palabra castellana “república”, y, conceptualmente, de la inglesa commonwealth. En la Roma republicana jamás se promovió la participación política de los ciudadanos, contrariamente a lo que sucedió en la Atenas democrática.

En Roma, un particular cualquiera no tenía capacidad de iniciativa legislativa; esto era exclusivo de los cargos públicos. La élite romana hizo todo lo posible por evitar el control popular de los órganos de gobierno y la intervención del pueblo en ellos.

EDAD MEDIA

Marx y Engels calificaron el régimen feudal como una “…asociación dirigida con-tra la clase oprimida y productora…” Una de las peculiaridades de esa asocia-ción es la vinculación directa entre la propiedad de la tierra y el poder político.

La decadencia del feudalismo comenzó con el desarrollo y expansión de las actividades comerciales. La burguesía no pudo aceptar la extendida injerencia de la Iglesia feudal en la vida política y las tentativas de los feudales eclesiásticos de someter a su dominio el poder secular.

MODERNIDAD, MAQUIAVELO, HOBBES, LOCKE Y ROUSSEAU

La virtud de Maquiavelo (1469-1527) consiste en haber llevado la política al rango de ciencia, susceptible de un análisis empírico. Al constituir la política en ciencia, la separa de su manto divino y la entrega a los hombres bajo su res-ponsabilidad, encontrando que la sociedad política no es una creación divina, a priori y anterior al hombre mismo, sino que, por el contrario, es una de las creaciones donde el hombre tiene mayor protagonismo: es el hombre el actor y juez de la política.

En Maquiavelo se separa la política de la ética tradicional, permitiendo así el surgimiento en la política de una nueva moral: la del éxito, la de la eficacia en el mantenimiento del poder, desarrollando así toda una racionalidad de carácter estratégico, encaminada al logro de los fines de la conquista, conservación y acrecentamiento del poder del Estado.

El poder de un hombre, para Thomas Hobbes (1588-1679), consiste en los medios para obtener determinada ventaja futura. Considera este pensador que todos somos iguales en cuerpo y espíritu para lograr la felicidad, pero somos desiguales en fuerza física y en cuestiones inteligibles, lo cual genera un estado

Julio César

demos. La desigualdad persistente en aquellas comu-nidades llamadas polis, restringían los derechos a ciertas personas, que, dada su condición social o económica, eran sujeto de exclusión, y no sólo en el ámbito político.

El desarrollo del pensamiento político dio paso al establecimiento de teorías que explicaban las diferentes formas de expresión y ejecución del poder. La política comienza así a tener un impacto en el ámbito intelectual y académico. Hoy en día, es preciso remontarnos al estu-dio de la política desde perspectivas muy diversas que in-cluyen la historia, el derecho, la sociedad y la cultura, los sistemas económicos, la ética y la filosofía, entre otros.

LA SOCIEDAD, DEPOSITARIA DEL PODER

El punto de partida en el estudio de la política es identifi-car el rol que la sociedad desempeña en cuanto al uso del poder; pues es en ésta donde se deposita, lo que da origen a esta condición humana que plantea al poder como ins-trumento necesario para hacer prevalecer el orden y que a partir de ello se generen condiciones de subsistencia y desarrollo óptimas.

El individuo nace libre, inclusive de pensamiento, y en la medida en que se incorpora al compuesto social va adquiriendo formas de pensar y actuar que la sociedad determina como necesarias, legitimas e incluso legales. El

individuo, entonces, cede parte de su individualidad y

libertad, en aras de la supervivencia social para, juntos, lograr objetivos que se han determinado como necesarios para una mejor condición de vida. Y es precisamente en este punto donde comienzan las interrogantes y se vuel-ven más complejas las relaciones políticas.

La sociedad se conforma por segmentos o grupos con necesidades muy concretas. Es preciso identificar aquellas demandas que podríamos llamar genéricas y cuyos efec-tos repercuten en todos sus integrantes, así como también reconocer la existencia de problemas o demandas cuyos efectos impactan más directamente a ciertos segmentos. De la misma forma, se deben crear acuerdos sociales sufi-cientes para dar atención a dichos asuntos.

En su libro El poder y el Valor (FCE, 1997), Luis Vi-lloro expresa que cada institución o comunidad persigue sus propios fines, que inclusive en ocasiones se oponen a otros de comunidades distintas; sin embargo, la colectivi-dad mantiene su carácter en función precisamente de esos valores y fines comunes, que es lo que le da vida y sentido a esta forma de vida. Es decir, la colectividad no es en sí

la suma de individuos, sino la integración de éstos bajo

ciertas premisas que el poder busca orientar, conducir,

regular e inclusive sancionar. Ante este cúmulo de necesidades genéricas o específi-

cas, se van desarrollando medios de expresión de grupos sociales que tratan de llamar la atención de la autoridad, para que dedique su atención a aquellos asuntos que le son planteados.

CONFLICTO SOCIEDAD-AUTORIDAD

El conflicto entre sociedad y autoridad ha estado presente en todo momento. Los movimientos sociales insurgentes que dieron paso a los estados modernos fueron el origen de una participación social más amplia. Antes de las revo-luciones en Inglaterra y Francia, los regímenes feudales mantenían al margen la participación social. Los derechos

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?54 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 19

Política y Poder

Licenciado Alberto Anaya GutiérrezSenador de la RepúblicaPartido del Trabajo

Alberto Anaya Gutiérrez

I. LOS CONCEPTOS

POLÍTICA

Etimológicamente, la palabra política deriva del adjeti-vo griego polis (politikós), que significa todo lo que se refiere a la ciudad, y en consecuencia, al ciudadano. Se

debe a Aristóteles, producto de su obra titulada Política, la primera caracterización de la política como el arte o la ciencia del buen gobierno.

Una de las definiciones que más debate ha suscitado es la de Carl Schmitt, quien considera la política como jue-go o dialéctica amigo-enemigo, que tiene en la guerra su máxima expresión.

La definición de política que goza de mayor consenso es aquélla que la concibe como el conjunto de actividades tendientes a la consecución (cuando no se tiene), conser-vación y ejercicio del poder político.

Estatua de Aristóteles situada en la Universidad de Freiburg, Alemania.

estaban restringidos o no existían para buena parte de la sociedad, y prevalecían los privilegios para ciertas clases.

La necesidad de controlar el ejercicio del poder trajo consigo la idea de cons-truir instituciones que velaran por la integridad y seguridad de los individuos. Ello se generó en virtud de que los esquemas de gobierno que prevalecían hasta ese entonces no obedecían a las necesidades que la sociedad planteaba. Era en-tonces urgente diseñar modelos estructurales que permitieran llevar las voces de la sociedad ante instancias que las hicieran valer.

Los gobiernos autoritarios o despóticos fueron sustituidos por gobiernos democráticos. Estos primeros esbozos de participación política, que en buena

medida siguen prevaleciendo, marcaron la pauta para el surgimiento de una

sociedad más participativa.

La participación social se daba no sólo en la elección, sino en la confor-mación de las instituciones del Estado. Buena parte del conflicto que se suscitó ante la falta de atención a las demandas sociales, fue la ausencia de participación de amplios segmentos de la sociedad que quedaban al margen y excluidos de las decisiones políticas.

Si bien la construcción de los estados modernos se dio en función de otorgar garantías al ciudadano en su seguridad, en un amplio sentido, habría entonces que dar paso al diseño de estructuras de poder que respondieran a esa premisa, pues existía el riesgo de que el poder igualmente se desvirtuara y cayera en manos de los déspotas. Los órganos de representación requerían entonces de la presencia de ciudadanos que tomaran decisiones con una responsabilidad más objetiva y real.

La amplitud de las poblaciones hizo urgente diseñar instrumentos de re-presentación que respondieran a esta circunstancia. Las democracias directas que imperaron en la antigua Grecia no eran factibles en poblaciones numerosas, donde era necesario tener órganos de representación e intermediación.

DIVISIÓN DE PODERES

La teoría de la división de poderes señala que los contrapesos entre éstos ga-rantizan el buen funcionamiento del sistema. Asimismo, la publicación de la máxima jurídica en la cual se establecen de manera clara obligaciones y derechos de los ciudadanos y las autoridades, son los elementos indispensables para que el sistema político no salga de los cauces éticos y legales que le dan vida.

A primera vista, el esquema parece ser lo más indicado. Un órgano legislativo que plasme en la norma escrita el sentimiento popular; un órgano ejecutor de estas disposiciones y encargado de la administración de los asuntos públicos, y uno más, responsable de la impartición de justicia.

La pregunta entonces es: ¿Quiénes deben formar parte de los cuerpos de re-presentación? Podríamos advertir que las figuras que detentaban el poder políti-co en las primeras civilizaciones fueron los sabios o cuya edad representaba la experiencia adquirida con los años. En las sociedades occidentales modernas, y producto del advenimiento de las ideas democráticas, esto ha cambiado. Hoy en

día, la amplitud de los derechos políticos permite que cualquier ciudadano

(salvo excepciones) pueda aspirar a ejercer el mandato popular.

En el caso mexicano y de muchas otras democracias en el mundo, la posi-bilidad de que los ciudadanos formen parte de los cuerpos de representación, depende de ser postulados por un instituto político, pues la ley prohíbe a los ciudadanos en lo individual ejercer este derecho. Ello ha dejado en manos de los partidos políticos, la obligación y responsabilidad de la representación, y ha limitado el derecho a los ciudadanos.

Sin embargo, ante esta limitante, surgen otras formas de expresión política

que igualmente tienen impacto en las decisiones del Estado. Algunos factores han favorecido esta circunstancia. Hoy en día, la sociedad es más educada. En tér-minos generales, el acceso a diferentes medios de información y comunicación, la amplitud en la cobertura de los sistemas educativos formalizados, así como la presencia de actores sociales con mayor peso, como lo es contar con medio masivos de comunicación más libres y autónomos, son algunos factores que han

favorecido y alentado la participación social. Por otro lado la globalización que ha permeado en los temas políticos, ha provocado la construcción de una agenda común que va despertando, cada vez más, el interés por resolver asuntos de gran alcance, como lo son los problemas ambientales, la hambruna, las guerras, el terrorismo, la desigualdad y la exclusión social, que han generado una conciencia social más dinámica y participativa.

SECTOR SOCIAL MÁS ACTIVO

Los esquemas verticales de solución de problemas entre sociedad y autoridad dejaron de funcionar. Las crecientes necesidades versus la falta de recursos económicos, la ine-ficiencia gubernamental, el incremento de la corrupción pública, la diversificación de los asuntos y la falta de pron-titud para su solución, entre otros muchos factores, dieron paso también a la consolidación de un sector social más activo y dinámico, cuya participación cada vez depende menos de la influencia gubernamental.

Los estados democráticos deben proveer espacios de expresión para los distintos grupos sociales, a fin de que sus demandas se encaucen dentro de los canales institu-cionales, y que ello no derive en insurgencias que trunquen los beneficios que hasta ahora la democracia garantiza.

Para ello, es urgente recuperar la confianza ciudadana en sus instituciones. Un ejemplo son los niveles de abs-

tencionismo en los procesos electorales. Cerca del 50

por ciento de los mexicanos no acuden a votar. Cifras similares se presentan en democracias más consolidadas, aunque el motivo de la ausencia no se deba precisamente a la pérdida de confianza, sino, contrariamente, es un síntoma de aprobación implícita para con el gobierno en cuestión.

Alentar la participación social en política implica la conformación de un Estado que responda de forma efi-ciente a sus demandas; un Estado que, conjuntamente con la sociedad, diseñe y ejecute una agenda social que res-ponda al interés nacional y no privilegie a ciertos grupos o élites políticas o de cualquier otra índole; un Estado que verdaderamente haga valer la ley en toda su expresión, y que, por el contrario, su deficiente aplicación no estimule el incremento de la criminalidad y la corrupción.

Éstas y otras condiciones fomentarán una cultura política distinta, más participativa y a la vez responsable, a través de la cual los esquemas de rendición de cuen-tas y acceso a la información pública, sólo por citar dos elementos, sean referentes indispensables para propiciar un Estado democrático que responda verdaderamente al pacto nacional.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?18 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 55

6º.- De la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el uno de enero de 1994, en la cual el subcomandante Marcos, a nombre del denominado Ejército Zap-atista de Liberación Nacional, reclamó, entre otras cosas “el derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades”.

7º.- De organismos internacionales con alta autoridad jurídica y moral. De es-tos últimos, destaca especialmente la Comisión Interamericana de Derechos Hu-manos (CIDH), órgano constituido según la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrita en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969 y de la cual México es miembro desde marzo de 1981. En particular, el Informe Nº. 8/91- Caso 10,180 México, derivado de una denuncia que como ciudadano formuló el que escribe estas líneas. En la resolución que por unanimidad de los siete eminentes juristas que la integran se dictó, con fecha 22 de febrero de 1991, se concluyó, después de estudiar a fondo la legislación electoral mexicana, que la misma violaba el artículo 23 de los Derechos Humanos de la Convención Interamericana de Derechos Humanos del citado tratado internacional. Dicha CIDH, en varias ocasiones posteriores, por escrito, reiteró al Ejecutivo Federal que México estaba en incumplimiento.

8º.- La decisión valiente del presidente Ernesto Zedillo, de modernizar a Méx-ico en el aspecto político y lograr que su propio partido, el PRI, junto con todos los demás partidos políticos y el propio presidente de la República, su-scribiera la iniciativa que dio lugar a lo que he denominado gran reforma elec-toral de 1996.

RÁPIDAS CONSECUENCIAS

Las primeras consecuencias de la nueva Legislación Electoral se dieron pronto: i) En las elecciones del Congreso de la Unión en 1997, el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que siempre había mantenido, y así volvió a suceder en las siguientes cuatro elecciones para renovar dicho Congreso; ii) En las elecciones de jefe de Gobierno en el Distrito Federal y el mismo año, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por el PRD, obtuvo el triunfo. En las dos siguientes elecciones, también triunfaron los candidatos del PRD; iii) El mismo año de 1997, el candidato del PAN a la Gober-natura del Estado de Nuevo León, licenciado Fernando Canales Clariond, ob-

tuvo el triunfo sin discusión, e igualmente la mayoría de los candidatos a diputados locales del mismo partido. En otros estados hubo triunfos similares; iv) En las dos elec-ciones para presidente de la República efectuadas los años 2000 y 2006, obtuvieron el triunfo los candidatos del PAN, respectivamente Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa.

Para millones de ciudadanos mexicanos jóvenes que no vivieron esa primera época, hay que decirles que, com-

parativamente, ahora existe, sobre la materia electoral,

una situación que, aunque tiene problemas, representa

enormes avances por lo ya expresado.

PROPUESTA DE NUEVAS REFORMAS

Los problemas actuales son ciertos y toca a las actuales generaciones atenderlos. El presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, recientemente anunció que pro-pondrá al Congreso de la Unión reformas en materia elec-toral, algunas de las cuales, por su importancia, destaco:

La reelección inmediata de alcaldes, legisladores fe-derales y estatales;

Las candidaturas independientes, tema por demás im-portante;

La disminución de senadores de 128 a 96 y de diputa-dos federales de 500 a 400;

La segunda vuelta para la elección del presidente de la República.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Otro aspecto que a mi juicio está afectando la evolución político electoral en México, es la actuación de los parti-dos políticos que, en mayor o menor grado, parecen olvi-dar que las prerrogativas que tienen (económicas y como oligopolio para postular candidatos) son en función de ser instrumentos que, de acuerdo a nuestra Carta Magna (artículo 41-I) “tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la inte-gración de la representación nacional y, como organiza-ciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio uni-versal, libre, secreto y directo”.

Pareciere que las decisiones en los partidos políti-

cos, controladas frecuentemente por grupos de interés

personal, se adoptan considerando que los derechos

políticos son de los partidos y no, como corresponde,

de los ciudadanos. En mi criterio, este fenómeno explica en buena medida

la desilusión que muchos mexicanos tienen sobre la actu-ación, en los últimos años, de los partidos políticos.

Esta situación, no mencionada en la propuesta del Ejecutivo Federal, es corregible y el primer partido que lo haga (por la simple aplicación de sus principios de doctri-na, se le facilitaría al PAN) advertirá los beneficios de tener una mejor comunicación con la ciudadanía, analizando con cuidado sus necesidades y deseos, particularmente al designar a sus candidatos y al vigilar su actuación ya como funcionarios.

Qué tan importante es la comunicación en el complejo mundo de la política? Mucho, sin duda alguna; incluso los estudiosos y actores mismos de la política consi-

deran fundamental a la primera –la Comunicación- para la existencia de segunda –la Política.

Sin embargo, aunque la comunicación y la política es-tán intrínsecamente ligadas, y hoy hablamos de una inci-piente disciplina científica llamada Comunicación Política, debemos aclarar que la comunicación no se ha apro-pia-

do de la política, sino que más bien la política ahora se

viste con un estilo comunicacional que le permite nu-

trirse y crecer.

Hoy día, el término comunicación aparece permanente-mente en la agenda política. Todo lo relacionado con el concepto (libertad de expresión, libertad de opinión, libre circulación de información, diálogo, negociación, etcétera) es aceptado, aunque poco practicado. Incluso, muchos consideran que la política moderna ya no se practica en las calles, ni en las instituciones tradicionales, sino a través de los medios de comunicación, afirmación que merece cuestionarse y que se tratará más adelante.

PODER MEDIÁTICO

Un ejemplo palpable de la interacción profunda de comu-nicación y política se observa en el creciente poder que acumulan los grandes conglomerados mediáticos y que continuamente se deja sentir en el mundo político, a grado tal, que los medios de comunicación se han convertido, en

muy poco tiempo, en un Cuarto Poder, que en más de un momento supera a alguno de los tres poderes tradiciona-les –Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Al delimitar el escenario de las diferentes perspectivas sobre el campo de estudio de la ahora llamada Comuni-cación Política, Vega (2003) explica que ésta ha sido defini-

da desde múltiples visiones: como actividad comunica-

tiva, con efectos potenciales en la política, (Fajen, 1966); como intercambio de símbolos políticos (Meadow, 1980); como elemento potencial en la regulación de la conducta

humana, cuando ésta se encuentra en una situación de conflicto (Nimmo, 1978); como condición necesaria para

legitimar a las instituciones políticas ante los ciudada-

nos (Trent y Friedenberg, 1995); como un fenómeno que

involucra elementos como poder, ideología, conflictos

y consensos (Parés i Maicas, 1990); y, por último, como

un espacio más amplio que permea toda la actividad

política (Wolton, 1992; Gosselin, 1998). Es este último el enfoque que nos interesa explorar.

COMUNICACIÓN PÚBLICA

El estudioso francés Dominique Wolton, al hacer un re-paso histórico sobre la confluencia de estas dos ciencias –Comunicación y Política-, señala que en un principio la comunicación política designaba simplemente al estudio de la comunicación entre gobernantes y gobernados o en-tre los miembros de la clase política - mayoría y oposición-, comunicación que en otro momento llamaríamos guberna-

Comunicación y política:

caminos convergentes

Doctorando Manuel Yarto Wong Periodista y Académico. Fue editor en El Porvenir, El Norte y Milenio, y jefe de Información de noticieros del Grupo Multimedios Profesor de la UR y la UDEM [email protected]

Manuel Yarto Wong?

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?56 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 17

Simultáneamente, se destacaba como sustento de

esos y de otros derechos, el principio de la “eminente

dignidad de la persona humana”. El esfuerzo ha sido por décadas. Aunque la ciudadanía despertó y participaba con su voto a favor de candidatos del PAN y de otros partidos políticos distintos al PRI, la voluntad popular no era res-petada, porque la misma legislación, desde su Ley Supre-ma, aseguraba que la organización de los procesos electo-rales los controlaba el presidente de la República y en los estados los gobernadores.

La legislación que imperó para dicho objeto hasta an-tes de 1996, aseguraba ese sustento. El fraude electoral era la pieza maestra que sostenía el sistema. En materia federal, hasta el mencionado año de 1996, el organismo superior responsable de los procesos electorales estaba encabezado por el secretario de Gobernación, totalmente dependiente del presidente de la República, y aunque era un organismo colectivo de más de diez personas, inclui-dos representantes de los partidos políticos, la mayoría los controlaba el PRI; y por las dudas, había en la propia ley un gran candado: si no estaba presente el secretario de Gobernación, el Consejo General Electoral no tenía facul-tad de decisión alguna.

Como observamos, aunque la revolución de 1910 que encabezó Madero tuvo como principal lema el “Sufragio Efectivo”, éste en la realidad no existía. Para vestir de de-mocracia el árbol electoral, sucesivas reformas legales

permitieron los diputados de partido y esporádicamente,

con el mismo objetivo de estética política, se recono-

cieron los triunfos (auténticos) en 1946, de cuatro diputa-

dos Federales del PAN, uno de ellos de Nuevo León: don

Antonio L. Rodríguez, y años después, en 1989, de un

gobernador: Ernesto Rufo Appel, en Baja California. Esta experiencia se siguió viviendo, pero siempre dependía de la decisión del presidente de la República.

SEGUNDA ÉPOCA

Me referiré ahora a lo que al inicio denominé segunda época. El 25 de julio de 1996, el presidente de la Repúbli-ca, con la firma de apoyo de los cuatro coordinadores de los grupos parlamentarios del Congreso de la Unión, pre-sentó a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma, adición y derogación de 18 distintos artículos de la Consti-tución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Se trataba de asuntos de gran importancia. Uno de ellos fue la modificación al Artículo 41-III de la Carta Magna,

relativa a la integración de la entidad pública encargada

de la organización de las elecciones federales. El Poder

Ejecutivo quedó fuera de toda participación.

Otro aspecto relevante fue la modificación del artículo 99 de la Carta Magna, la cual, también por primera vez en la historia, estableció como máxima autoridad jurisdiccio-nal electoral a un Tribunal Electoral, que formaría parte del Poder Judicial de la Federación, integrado por una Sala Superior y cinco Salas Regionales.

Estas reformas (D.O. 22-VIII-1996), fueron seguidas de congruentes modificaciones al Código Federal de Institu-ciones y Procedimientos Electorales en sus Artículos 74, 75, 76, 77 y 79, (D.O. 31–X-1996).

Se expidió también la importante Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral. (D.O. 22-XI-96).

En los 31 estados de la República Mexicana y en el Distrito Federal, después de la reforma en materia federal, se expidieron nuevas leyes electorales o se modificaron las existentes, con los mismos objetivos antes señalados.

JOVEN DEMOCRACIA

Por primera vez se podría decir que había justicia electoral en México. Por lo mismo, nuestra democracia es nueva, de menos de 14 años, con sus naturales imperfecciones, superables.

Esa gran reforma de 1996 se produjo debido a una gran presión que en los años anteriores se había acumulado para obtenerla. Destaco los siguientes factores:

1º.- La lucha de los verdaderos partidos políticos, Acción Nacional desde 1939 y el Partido de la Revolución Democráti-ca a partir de 1988.

2º.- De diversos organismos no gubernamentales (ONGS), promotores y defensores de los derechos humanos.

3º.- De los medios de comunicación.4º.- De intelectuales independientes que, con motivo de

las elecciones para gobernador en Chihuahua, se decidieron a exponer el capital de su prestigio personal para denunciar las irregularidades electorales. Entre otros, Enrique Krauze,

Lorenzo Meyer, Octavio Paz, Elena Poniatowska, Héctor

Aguilar Camín, José Luis Cuevas y Gabriel Zaid (desplegado de julio de 1985, publicado en los principales periódicos de México).

5º.- De la Iglesia Católica, que al efecto publicó distintos documentos.

mental o pública. Pero el campo se ha ensanchado, a gra-do tal, que la comunicación política engloba al papel que juega toda comunicación que tiene por objeto la actividad política, desde las encuestas y las campañas políticas, has-ta la construcción de la opinión pública.

Como bien lo explica Wolton, toda política llega a ser

comunicación política en el sentido en que la política es

constantemente objeto de debates y de comunicaciones. Pero aclara que, “si bien la comunicación política desem-peña un papel fundamental en nuestras democracias, la política domina siempre. La comunicación no sustituye a la política sino que le permite existir”. (1998b, p. 32).

Los nexos entre ambas ciencias los podemos rastrear

hasta los inicios de la civilización occidental. Si considera-mos que en Grecia se veía a la política como el esfuerzo de un grupo de ciudadanos libres por resolver los problemas de la ciudad -de la polis-, tenemos que reconocer la im-portancia que seguramente tuvo para esos ciudadanos el recurso del diálogo, de la conversación, de la retórica para analizar, argumentar y buscar consensos.

Luego, podemos trasladarnos a la Edad Media, cuando las monarquías y señores feudales requerían de ciertas formas de comunicación altamente simbólica y teatral con vasallos o siervos, para convencerlos de iniciar una guerra con el reino vecino, para pagar más impuestos, o sencilla-mente para atraer su temor y respeto (Monzón, 1996).

DESTACADO PAPEL

EN EL QUEHACER POLÍTICO

Fue en el siglo XX cuando la comunicación asumió un pa-pel destacado en el quehacer político. Dos factores fueron clave en este nuevo proceso: por una parte, la creciente importancia que alcanzaron los medios de comunicación masiva como nuevos actores en el juego del poder; y por otra, el papel que empezó a tomar la opinión pública –léase los ciudadanos que se expresaban mediante las encues-tas- al extenderse y afianzarse el modelo democrático de masas como sistema de gobierno, pues no debemos olvi-dar que no hay democracia masiva sin la consideración de

la opinión pública. Llegados a este punto, nos apoyamos de nuevo en Wolton (1998, p. 110) quien define a la comu-nicación política como “el espacio donde se intercambian

los discursos contradictorios de los tres actores que

tienen la legi-timidad para expresarse públicamente so-

bre la política y que son los políticos, los periodistas y

la opinión pública a través de los sondeos”. Sin duda, ésta es la definición más aceptada entre los

estudiosos, aunque hoy usaríamos el término medios de comunicación en vez de periodistas.

COMUNICACIÓN POLÍTICA

Al hacer un rastreo histórico del término, encontramos la primera referencia al concepto de comunicación política en el libro Political Behavior, de Eulau, Eldersveld y Janovtiz, publicado en 1956 (Nimmo & Sanders, 1981). Según di-chos autores, la comunicación política, el liderazgo políti-co y las estructuras de grupo eran los tres procesos media-dores que explicaban y hacían posibles las relaciones entre las instituciones gubernamentales y el comportamiento de los ciudadanos al momento de asistir a las urnas.

Podemos, por lo tanto, considerar que éste es el mo-

mento en que se define ya el campo de investigación

de la comunicación política, y se empieza a construir un vocabulario propio.

LOS TIEMPOS DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA

+Wolton, en sus estudios sobre la comunicación política, señala que ésta se puede analizar según tres momentos sociales importantes: los tiempos electorales –ya sea an-tes y después del proceso de la votación-; los momentos de crisis, cuando surge una amenaza externa o interna y se requiere la participación de los diversos actores so-ciales; y, por último, aquellos momentos entre procesos electorales, cuando no hay problemas significativos que requieran la acción urgente de la élite política.Según esta propuesta, en el período de elecciones, las

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?16 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 57

Sobre el tema de los procedimientos electorales para designar a los integrantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo en México, hay que hacer una primera

distinción: lo que establece la Ley Suprema y la realidad. Desde que nuestro país se independizó, todas las consti-tuciones han señalado para ese efecto el sistema de par-ticipación de los ciudadanos en forma directa y también indirecta, esta última en las de 1824, 1836 y 1857.

En la realidad, el pueblo; o sea, el conjunto de ciuda-danos con derechos electorales –activos y pasivos- nunca tuvo la facultad real de designar a sus presidentes, gober-nadores y legisladores, hasta las importantes reformas a la Carta Magna, publicada en el Diario Oficial, de 22 de agosto de 1996.

ANTES Y DESPUÉS DE 1996

Podemos hablar, en consecuencia, de dos épocas: antes de 1996 y después. La primera época registra una sola excep-ción: las elecciones de 1911, que llevaron a Francisco I. Ma-dero a la Presidencia de la República. En ese gran período

(primera época) siempre se mencionó la democracia,

pero el titular del Ejecutivo era el que decidía, a veces

para reelegirse, (Porfirio Díaz es el mejor ejemplo).

Después del sacrificio de Madero, el 22 de febrero de 1913, las luchas armadas entre los “herederos” de la Revo-lución acordaban quién sería el presidente de la República, y éste, a su vez, mandaba en los estados, directamente o a

través de caciques que prevalecían varios períodos.

CONSTITUCIÓN DEL PNR

En 1929 se constituyó el Partido Nacional Revolucionario que, con cambios de nombre, años después se convirtió en el actual Partido Revolucionario Institucional. Su logro

principal fue acabar con las luchas armadas para desig-

nar al Ejecutivo Federal.

Desde entonces, hasta empezar lo que he designado segunda época, iniciada en 1996, el llamado Partido Ofi-cial mantuvo una férrea estructura totalmente antidemo-crática, que controlaba en forma absoluta la designación de los sucesivos presidentes de la República, senadores, diputados y gobernadores. De hecho, estas facultades las ejercía personalmente el presidente en turno, que era el jefe absoluto del partido oficial.

CONSTITUCIÓN DEL PAN

En 1939, después de casi diez años de trabajos y estudios encabezados por el licenciado Manuel Gómez Morín, se creó, en el mes de septiembre, el Partido de “Acción Na-cional”. Para ello, el fundador realizó un arduo y paciente trabajo en todas las entidades de la república, a fin de encontrar adeptos a su propósito, que era simplemente convencer a toda la ciudadanía del país a que ejerciera los derechos políticos, activos y pasivos, que la Carta Magna le otorgaba.

Licenciado Luis Santos de la

Garza69 años en el PAN.

Decano de los Presidentes Estatales en Nuevo León

Ex Senador de la República

[email protected]

*Con este mismo título, el licenciado Manuel Gómez Morin dictó una conferencia en Monterrey, en los Salones Aragón, el día 21 de marzo de 1957.

La novedad de la

democracia en México*

Luis Santos de la Garza

encuestas a los ciudadanos desempeñan un papel im-portante, que en su mayor parte son dirigidas y publica-das por los medios, y es la televisión el gran actor de este proceso. También están los momentos de no-crisis o entre dos elecciones, cuando la comunicación política también la alientan los medios al destacar aquellos problemas que el político no ve o no quiere ver. Los medios se trans-

forman así en el canal que comunica a los ciudadanos

con la clase política, la cual se encuentra replegada en sí misma al no tener necesidad de llamar la atención de los votantes, en virtud de no haber procesos electorales cercanos.

En situación de crisis política, interna o externa, el equilibrio de la comunicación política es diferente, ya que es dominada por los políticos. La urgencia de la situación, la importancia de la acción y de las decisiones que se de-ben tomar colocan al político en el centro de la comuni-cación política. La velocidad que se requiere para tomar decisiones, y la incertidumbre de los hechos inesperados, disminuyen el papel de la opinión pública y la importancia de los sondeos, pues en tales situaciones los políticos ra-ras veces actúan para dar gusto a la opinión pública.

Ésos son los tres tiempos, y cualquier análisis de la realidad político-comunicativa debe considerarlos.

EL MARKETING POLÍTICO

Debido quizás a lo novedosa que resulta la comunicación política, algunos críticos la censuran o le hacen mala pu-blicidad, al confundirla con la mercadotecnia política o marketing político, pues argumentan que el marketing lo único que logra es degradar a la política, al transformar el debate político en una campaña publicitaria para vender la imagen de un candidato, como si se vendiera un jabón o una pasta dental.

Wolton rechaza esa visión, y explica que la comuni-

cación política es exactamente lo contrario de una degra-

dación de la política, ya que permite ampliar el espacio

público tradicional a lo que hoy denominamos demo-

cracia masiva, donde medios masivos de comunicación, políticos y ciudadanos pueden enfrentarse en busca del dominio de la interpretación política de la situación.

Respecto del marketing político -hijo de la publicidad

comercial-, podemos ubicar el año 1952 como la fecha de su nacimiento. En ese año, Eisenhower, en plena campaña por la presidencia de Estados Unidos, decidió contratar a agencias de publicidad para hacer investigación política de mercados.

De ahí en adelante, la mercadotecnia política ha ido desempeñando un papel creciente en las campañas elec-torales. Ello explica en parte la confusión arriba mencio-nada.

Achache (1998), por su parte, sí acepta una conexión directa entre marketing político y comunicación política, al proponer para ésta tres modelos: dialógico, propagan-dístico y de comercialización. A partir de ahí, asegura que es en este último donde se desarrolla la mercadotecnia política. Sin embargo, minimiza su importancia al aclarar que, en este modelo, la mercadotecnia política “se presen-ta como un conjunto de técnicas puramente instrumen-tales” (p.120).

LOS CAMBIOS EN LA POLÍTICA

La comunicación llegó para quedarse en el mundo de la política, modificando en muchos sentidos las reglas del juego; si antes el espacio ideal de un candidato o de un gobernante eran los mítines callejeros o los discursos ante una nutrida multitud, hoy ese ideal lo componen los mi-crófonos de la radio, las cámaras de televisión y las graba-doras y cámaras fotográficas de los periodistas.

Éstos, y muy particularmente la televisión, le permiten comunicarse con un gran número de ciudadanos electores, porque la comunicación política es indispensable para el

funcionamiento de la democracia masiva; es el pulmón

que le permite respirar y vivir.

Sin embargo, es necesario aclarar, para evitar nuevas confusiones, que la política no se puede reducir al acto comunicativo. Ésta es una confusión peligrosa, espe-cialmente para los ciudadanos. El debate mediatizado a través de los medios, ya sea los tradicionales o a través de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs), no significa hacer política.

Ésta se practica en los espacios públicos tradiciona-les, como las urnas o los mítines callejeros. Ignorar esto sí sería una verdadera degradación de la política.

Achache, G. (1998). El marketing político. El nuevo espacio público. D. Bergman, D. Dayan; J. Ferry. & D. Wolton. Barcelona, Gedisa: 112-123.Monzón, C. (1996). Opinión pública, comunicación y política. Madrid: Tecnos.Nimmo, D. & Sanders, K. (1981). Handbook of Political Communication. Beverly Hills: Sage Publications.Vega, A. (2003). Los escenarios de la Comunicación Política mexicana. Razón y Palabra(35).Wolton, D. (1998a). Las contradicciones de la comunicación política. En Comunicación y política. G. Gauthier, A. Gosselin and J. Mouchon. Barcelona, España, Gedisa: 110-130.Wolton, D. (1998b). La comunicación política: construcción de un modelo. El nuevo espacio público. D. Bergman, D. Dayan, J. Ferry & D. Wolton. Barcelona, España, Gedisa: 28-46.

REFERENCIAS

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?58 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 15

LA REFORMA: TRES GRANDES APARTADOS

La Reforma del Estado debe dividirse en tres grandes apartados. El primero contendría asuntos relacionados con los temas económicos y

sociales, primordialmente el pleno reconocimiento constitucional, exigibilidad y universalización de la educación, la salud, la vivienda, la seguridad social, etcé-tera, así como la recuperación del poder adquisitivo del salario y la democracia y autonomía sindicales.

El segundo estaría integrado por la reforma a los medios de comunicación,

su democratización y la creación de un ente autónomo para su regulación. El tercer apartado se orientaría al rediseño político-institucional que

democratice el sistema, que destierre el autoritarismo imperante y promueva sistemáticamente el diálogo entre poderes, entre éstos y los ciudadanos y trans-parente las actividades y toma de decisiones de los actores políticos.

Esto tendría como expresión final la adopción de una nueva constitucio-

nalidad.

Nuestro deber más urgente es evitar que se reproduzcan las contradicciones insalvables entre poderes públicos y la impotencia del conjunto del sistema político; impedir que la incompetencia de la clase gobernante ahogue la viabili-dad histórica del país.

Estemos conscientes de que las reformas que no seamos capaces de empren-der hoy, tal vez no puedan realizarse en un futuro previsible, sino a costa de enormes sacrificios.

EROSIÓN DE LA LEGITIMIDAD POLÍTICA

México necesita rescatar al Estado. La crisis económica ha provocado una enorme erosión de la legitimidad política. La ciudadanía desconfía de la capacidad de políticos y go-bierno de encontrar la salida a la precaria y grave situación económica. Las reformas políticas inspiradas en la coyun-tura no resolverían los problemas de la gobernabilidad, sino que agudizarían la supremacía de los poderes fácti-cos sobre las instituciones públicas.

Ante la parálisis de la reforma del Estado, florecen la irracionalidad y el contubernio. Los intentos fallidos de renovación institucional, el poder de los fueros y las cor-poraciones, la desintegración política y social, la posibili-dad de revueltas y la disolución del Estado de Derecho por el ejercicio de la violencia institucional, son indicadores de que estamos en los límites de una crisis irreversible. Es

urgente promover, entre todos los actores responsables,

una reflexión nacional sobre la supremacía del Estado

mexicano.

Sociedad y Política en

Profesor Ismael Vidales Delgado

Director Académico del CECyTE, NL

[email protected]

AristótelesU

no de los más preclaros filósofos de la antigüedad es Aristóteles, para quien la mejor o más perfecta relación de poder es la política, que crea una dinámica en la que los que mandan y los que obedecen no son siempre los

mismos.La política es la relación de poder propia de los hombres libres en condición

de ciudadanos. Para Aristóteles, el poder y el dominio nunca podrían ser equiva-lentes; pero son, en cierto sentido, complementarios, pues de otra forma la so-ciedad perdería su característica fundamental, que es el dinamismo o cambio productivo.

Dadas las condiciones que vive la política en estos días, podría plantearse si la teoría aristotélica sigue estando vigente y aporta categorías para comprender lo que sucede en las sociedades modernas, pongamos el caso de México.

VOCACIÓN DE SERES LIBRES

Teóricamente, y siendo muy positivos, se puede decir que, en cierto sentido, las relaciones descritas por Aristóteles existen y son funcionales en el sistema político capitalista, y esto se debe a que no todos los hombres y mujeres tienen vocación de ser seres libres o no todos pueden ser libres, o muchos prefieren seguir tutelados, lo que les es más cómodo, más rentable.

Si seguimos en estricto a Aristóteles, tendremos que aceptar que, tanto las

relaciones de poder como las relaciones de dominio, son naturales; es decir, de

acuerdo a la naturaleza de las cosas. En este contexto, el dominio no tiene una valoración negativa, ya que es una forma de relación, inferior a la política. Lo que tiene valoración negativa para Aristóteles es lo que es impedido en su desarrollo o apartado de su curso natural. Lo negativo es que un ser humano no desarrolle todas sus potencialidades por un impedimento exterior.

FORMAS DE GOBIERNO

Aristóteles distingue entre las tres formas legítimas de gobierno y las formas ilegítimas. En las formas legítimas, el que manda lo hace en función del bien común, mientras que en las formas ilegítimas, el que manda lo hace en su propio beneficio, como el déspota en la antigüedad.

La ilegitimidad es válida en la esfera doméstica, pues es natural la persecución del bien propio, pero es ilegítimo hacerlo en la esfera política. El despotismo en la esfera política es antinatural, y éste es el espejo en el que están actuando los políticos mexicanos, que anteponen el bien propio, partidario o de secta, al bien común.

De acuerdo con Aristóteles, una comunidad de hombres libres sólo puede

tener tres formas de gobierno: el de uno solo (monarquía), el de algunos (aris-

tocracia) o el de todos (democracia). Estas tres formas de gobierno son legítimas y tienen virtudes y defectos; pero existen otras tres formas de gobierno ilegítimo, degradadas de las primeras al pervertir e invertir el bien común por el bien pro-pio. Éstas son demagogia, oligarquía y tiranía.

Si partimos de la premisa de que toda comunidad está dirigida a lograr algún bien, el bien de la comunidad doméstica es garantizar los niveles elementales de la vida: la manutención y la reproducción. El fin de la comunidad política es

lograr el bien común. Sin embargo, en la época moderna, esta perspectiva se

Ismael Vidales Delgado

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?14 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 59

Se dilapidó así la legitimidad carismática de que dis-ponía entonces el primer presidente de la transición. Na-die, por otra parte, mostró interés real en abolir las prácti-cas autoritarias del pasado ni en combatir las secuelas de la corrupción.

Desde las filas de la oposición habíamos dicho hasta

el cansancio que, con el fin del milenio, aspirábamos a la

instauración de un nuevo régimen y no sólo a la entroni-

zación de un nuevo gobierno. Para ello, era inescapable la revisión del andamiaje institucional y el consenso general sobre las nuevas reglas del juego político. Era imprescin-dible el establecimiento de un genuino Estado de Derecho.

COMISIÓN PARA LA REFORMA DEL ESTADO

En cumplimiento del compromiso esencial de una alianza política, un grupo numeroso de especialistas y dirigentes políticos instalamos la Comisión de Estudios para la Re-forma del Estado (CERE), que dividimos en seis mesas de trabajo. Tres meses más tarde entregamos 180 propuestas consensuadas sobre la transformación de las instituciones políticas del país, que el Ejecutivo de la Unión dejó de pro-mover poco después de haberlas asumido solemnemente.

Las conclusiones a las que llegamos ese año han servi-do, no obstante, como referente obligado para agendas e iniciativas ulteriores. Tuvieron, en mi criterio, como prin-cipal virtud el descubrimiento público de la amplitud, complejidad e interrelación de los temas comprendidos en una reforma del Estado digna de tal nombre. Revelaron que ésta es, para todos efectos, sinónimo de una nueva constitucionalidad.

No fue sino hasta 2007 cuando el Legislativo ideó un nuevo mecanismo para la concreción de las reformas: la Ley para la Reforma del Estado. Para ello, se previó la crea-

ción de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construc-

ción de Acuerdos (CENCA), la cual fungiría como órgano

rector y conductor de los trabajos para la Reforma. La CENCA representaba una interesante novedad que

hubiese podido, a través de un procedimiento excepcional, lograr la tan mencionada pero poco comprendida reforma del Estado. La Comisión era un mecanismo similar al pro-puesto por la CERE en el año 2000, en el sentido de ha-bilitar una comisión del Congreso, a través de un artículo transitorio constitucional, con el propósito de dar vida a la reforma del Estado.

MILES DE PROPUESTAS

A través de este mecanismo, se presentaron seis mil 188 propuestas, 532 de los partidos políticos y cinco mil 656 de la sociedad. Cinco instituciones académicas de pres-tigio fueron las encargadas de sistematizar las propues-tas presentadas, que posteriormente darían origen a la agenda temática de la reforma. Cinco fueron los temas: 1)

Régimen de Estado y Gobierno; 2) Democracia y Sistema

Electoral; 3) Federalismo; 4) Reforma del Poder Judi-

cial y 5) Garantías Sociales.

Una de las mayores cualidades de la Ley era el esta-blecimiento de una clara metodología que marcaba la pau-ta de los participantes, para así arribar a los resultados

que se esperaban. Siguiendo esto, se arribó a un importante acuerdo: la reforma constitucional en materia electoral. Como lo marcaba la Ley, las decisiones se tomarían con el máximo consenso posible, lo que facilitó la aprobación de la reforma.

DEBILITACIÓN DE LA CENCA

Sin embargo, después de este crucial momento, la CENCA perdió fuerza, debido, sustancialmente, a que los procedimientos y metodología fueron hechos de lado al privilegiar la opacidad de los acuerdos, hegemonizándolos a grado tal que solamente los tres partidos con mayor presencia en las Cámaras acordaban, y pretendían que el resto fungieran simplemente como espectadores. La falta de

compromiso de los partidos fue el factor clave que provocó la debilidad de

la CENCA.

Si bien el proceso desatado por la Ley para la Reforma del Estado permitió la revisión de la temática constitucional del país pendiente de modificar y contribuyó a la socialización de las propuestas entre algunos legisladores, nu-merosos asesores, organizaciones civiles y especialistas, su resultado final fue decepcionante. Solamente la reforma electoral resultó de tan importante esfuer-zo.

Habría que pensar sobre todo el método para hacer frente a una tarea de tamañas proporciones, para la cual ninguno de los procedimientos adoptados ha resultado eficaz. Se escuchan voces que, razonadamente, demandan la convo-catoria a una asamblea constituyente. Otros opinan que esta Legislatura debería definir con claridad el destino final de este ejercicio. En definitiva, éste es hoy el núcleo central del debate público.

Toda transición que no modifica sustancialmente al Estado desemboca

en un reparto de los privilegios y de los vicios del sistema político anterior.

Sustituye a menudo las ventajas relativas de una conducción autoritaria por los indeseables pantanos que genera la ausencia de mayorías y la primacía de los intereses facciosos sobre los amplios consensos.

pierde, porque con frecuencia invade la esfera de la vida

individual; es decir, orienta todo su esfuerzo a lograr el bien propio.

El análisis más elemental de las fortunas y bienes de cualquier político antes y después de su ingreso y perma-nencia en el círculo del poder, corrobora ampliamente esta afirmación, y esto vale desde el dirigente del más modesto sindicato, hasta las enormes confederaciones, alcaldías, diputaciones, gubernaturas. Si lo duda, trate de elaborar una lista de cinco ex dirigentes o gobernantes a quienes conoció desempeñándose en un trabajo honrado, y ob-serve cuántos de ellos han vuelto a su trabajo. ¡Nuestra política es una máquina de producción de ricos abstemios al trabajo!

NUEVAS CONCIENCIAS CIUDADANAS

Afortunadamente, están despertando nuevas conciencias ciudadanas, que comienzan a alterar esta inercia política abominable.

La nueva camada de ciudadanos está construyendo una nueva legalidad que trasciende los espacios domésti-cos y está saltando barreras inmediatas para insertarse en el mundo global, donde las voces están teniendo eco.

Por ahora, el avance más visible se está dando en los derechos humanos, pero no está lejano el día en que el

plebiscito, el referendo, la revocación de mandato, y otras expresiones democráticas, se empiecen a instalar y a ope-rar en la política nacional. ¡Eso espero!

No sería desperdicio revisitar a Hegel, Marx, Giambat-tista Vico y Moreau. Este último destaca la preocupación aristotélica porque la economía en la esfera doméstica no se saliera de sus límites: posibilitar la vida de la comuni-dad política.

Sin embargo, la crítica más inmediata que podríamos

hacerle a la sociedad actual, desde el punto de vista de

Aristóteles, sería, precisamente, que la economía se ha

salido de órbita y ha invadido todas las esferas de la

vida de la comunidad, de tal forma, que los umbrales que delimitan la política y la economía, se han perdido y son ahora, -en función del poder- una sola cosa.

Ése es nuestro karma, nuestra maldición, nuestro eterno sufrimiento; la política ha dejado de ser el interés por lo público, por el pueblo; y es simple y llanamente el interés por ejercer el poder y contar con el financiamiento que éste requiere, invadiendo para ello la esfera individual y familiar; esto es, esquilmando a los que sí trabajan, para mantener a una nueva clase cuya característica central es precisamente su aversión al trabajo de ocho horas, tasado en salarios mínimos.

Una alegoría de la filosofía, con las imágenes de Aristóteles, Platón, Séneca y Sócrates. Imagen de Pellegrino Tibaldi.

14y59.indd 1 26/01/2010 12:35:27 p.m.

CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?60 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 13

La convicción detrás de este artículo supone que Mé-xico está necesitado de un nuevo proyecto global. Se reconoce que los que tuvo en el pasado han perdido

vigencia y que ahora nos encontramos a la deriva, por lo que es fundamental preguntarse si es posible una genuina reforma del Estado en ausencia de un consenso básico.

A pesar de que hoy casi nadie se pronuncia formal-mente en nuestro país en contra de la imperiosa necesi-dad de llevar a cabo una profunda reforma del Estado, los esfuerzos realizados han resultado fallidos. Existe una

extendida conciencia pública sobre la urgencia de cons-

truir un nuevo sistema político, que asegure la susten-

tabilidad de la democracia y la viabilidad del país.

Sin embargo, los actores políticos responsables no han avanzado en los acuerdos mínimos que permitirían llevar adelante una empresa de tal envergadura. Hemos caído en la insalvable contradicción del doble lenguaje, que a su vez incrementa el descrédito de la clase gobernante.

La dimensión de la reforma que es menester empren-der sólo ha sido entendida de modo gradual y progresivo. Después de los acontecimientos de 1988, a muchos parecía que bastaba un cambio drástico de las instituciones elec-torales, la ampliación de las libertades públicas y el ejer-cicio de los derechos ciudadanos para que el país pudiese transitar hacia una democracia plural.

La reforma del Estado mexicano

Licenciado Porfirio Muñoz LedoDiputado FederalPresidente de la Asociación Nacional para la Reforma del Estado [email protected]

Mural de la Revolución Mexicana.

Porfirio Muñoz Ledo

REPRESENTACIÓN POLÍTICA PLURAL

Una vez que pusimos fin al sistema de partido hegemóni-co y se produjo el pluralismo en la representación política, ingresamos a un nuevo escenario, para el cual no teníamos un proyecto compartido. Tal vez cada uno de los actores involucrados tenía previsiones distintas respecto de las consecuencias del sufragio efectivo sobre la vida política del país.

Llevamos a cabo las modificaciones legales para que el voto se respetara y se generó también la emergencia social que hizo posible el triunfo electoral a los adversarios del poder establecido. Con ello, se satisfizo una gran asig-

natura pendiente de nuestra historia, pero arribamos a

un escenario inédito, en que los contendientes privile-

giaron la ocupación y el reparto del poder y desestima-

ron la reforma institucional.

De este modo dio comienzo un período anómalo de nuestra evolución política, que se prolonga hasta ahora. A pesar de las promesas de campaña y del compromiso explícito de emprender una reforma cabal del Estado una vez que se instalara el gobierno, el Ejecutivo federal, después de convocar el 5 de febrero de 2001 a un gran es-fuerzo concertado para la “refundación de la República”, abandonó el propósito en aras de proyectos políticos de corto plazo.

Partidos políticos y élites en México

MPP Francisco Ramiro

Sánchez GarcíaMaestro en

Políticas Públicas Facultad de

Ciencias Políticas y Administración Pública / UANL

Catedrático de Historia del Pensamiento

Político Estudiante del Doctorado en

Filosofía con acentuación en Ciencias Políticas /

UANLfranksangar@

gmail.comfranksangar@

hotmail.es

PARTIDOS Y SISTEMAS DE PARTIDOS

La teoría de los partidos políticos y los sistemas de partidos han sido estudiados por autores como Robert Michels: Los partidos políticos; Maurice Duverger: Los

Partidos Políticos; Giovanni Sartori: Partidos y sistema de partidos; Angelo Panebianco: Modelo de partidos.

De Duverger se debe destacar su relación entre el sistema electoral y el sistema de partidos predominante, lo que a su vez marcará las formas y tipo de recompensas que otorgue o pueda otorgar un partido político.

Para Panebianco, “La teoría de los incentivos selectivos explica bastante bien el comportamiento de las élites que compiten entre sí, dentro del partido, por el control de los cargos” , misma que será usada para explicar el fenóme-no de recompensas que predomina en el sistema político mexicano, fenómeno que ha permitido el establecimiento de un sistema de partidos conservador, en el sentido de buscar la permanencia o aumento de los beneficios que el sistema en general le pueda proveer.

SISTEMA DE RECOMPENSAS

En nuestro país, se han usado las reformas electorales con la intención básica de legitimar al sistema político, y con ello se ha logrado la legitimación del sistema de partidos; pero, para lograr mantener un sistema político y abrirlo a

Francisco Ramiro Sánchez García

fuerzas políticas que se mantenían al margen del mismo e incluso eran antisistémicas, se tuvo que recurrir al ex-pediente de otorgar una serie de prebendas, que, al incre-mentarse, han logrado crear un sistema de partidos que se sostiene bajo un sistema de recompensas. Éstas, nos dice Panebianco, son: poder, status, y los incentivos ma-teriales.

Los primeros estudios de la ciencia política del siglo XX destacan la importancia del estudio de las élites: Gaetano Mosca, con La clase política; Vilfredo Pareto, con Tratado de Sociología General; Robert Michels, con Los partidos políticos; Wrigth Mills, con su estudio clásico de La élite del poder.

La aportación más importante de Gaetano Mosca es su noción de clase política: “en todas las sociedades, empe-zando por las medianamente desarrolladas, que apenas han llegado a los preámbulos de la civilización, hasta las más cultas y fuertes, existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él. En tanto, la segunda es más numerosa, es dirigida y regulada por la primera de una manera más o menos legal”.

El siguiente teórico importante de las élites es Vilfredo Pareto. Aporta la teoría de la circulación de las élites. De Robert Michels tenemos su famosa ley de hierro de la oli-garquía: la aparición de una oligarquía dentro de toda or-ganización. “Cuando en cualquier organización la oligar-quía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan a identificar consigo mismos, no sólo las instituciones partidarias, sino también la propiedad del partido. Este fenómeno es común, tanto en el partido como en el Estado”.

Los estudios de la élite política en México tienen que hacer referencia al estudio de Peter H. Smith: Los labe-rintos del poder; y Roderic Ai Camp: La formación de un gobernante.

Las élites partidistas no son un conglomerado homo-géneo, sino que, forman sus camarillas políticas que se enfrentan entre sí por el control político del partido y las ventajas que eso conlleva: políticas, económicas, simbóli-cas, mientras el sistema político no logró establecer una serie de incentivos que hiciera atractiva la oferta a los gru-pos políticos de establecerse como partidos políticos.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS NACIONALES

En nuestro país, durante el siglo XX, el Partido Revolucio-nario Institucional se convirtió prácticamente en la única ruta para alcanzar el poder y la integración a la élite, como señala Roderic Ai Camp, la ruta clásica para la integración de la misma, que había sido, desde 1940: Universidad Na-cional Autónoma de México vía la Escuela Nacional Pre-paratoria; después, la Escuela Nacional de Jurisprudencia,

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1James N. Rosenau, Distant Proximities: Dynamics beyond Globalization, Princeton University Press, 2003. El capítulo sobre el tema se puede consultar en http://press.princeton.edu/chapters/s7529.html

2Existen numerosas interpretaciones y definiciones de lo que constituye la “globalización”, pero para efectos de la presente reflexión, se parte de la que ofrece el sociólogo español Manuel Castells: la globalización es “en sentido estricto, el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria [a través de] un sistema tecnológico de sistemas de información, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo el planeta en una red de flujos en las que confluyen las funciones y unidades estratégicamente dominantes de todos los ámbitos de la actividad humana”. En Manuel Castells, Globalización, identidad y Estado en América Latina, PNUD, Santiago de Chile, 1999.

3En particular, Rosenau se refiere a “la tensión entre fragmentación e integración, entre globalización y localización, entre descentralización y centralización. En todas partes del mundo, en comunidades, países y regiones, las fuerzas globalizadoras y localizadoras están fomentando a la vez la integración y la fragmentación. Y ellas no sólo ocurren de forma simultánea, sino que son también interactivas. Desde una perspectiva fragmentativa, el mundo se ve desprovisto de distinciones claras entre asuntos domésticos y externos, con el resultado de que los problemas locales pueden volverse transnacionales en cuanto a su alcance, mientras que los retos globales pueden tener repercusiones para las comunidades pequeñas”. James N. Rosenau, “Cambio y complejidad”, en Análisis Político, IEPRI-UNC, N. 32, Septiembre/Diciembre de 1997. Se puede consultar en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/assets/own/analisis%20politico%2032.pdf

4En 2010 Corea del Sur preside el grupo. La dirección en Internet del sitio oficial es: http://www.g20.org/

5CIDH, “Texto informativo sobre el Sistema Interamericano, presentación de denuncias, realización de consultas a la Corte y visitas a la Sede del Tribunal”, en http://www.corteidh.or.cr/denuncias_consultas.cfm

6Joseph S. Nye, Power in the Global Information Age, Routledge, 2004

7Craig Cohen, Joseph S. Nye, Richard Armitage, A Smarter More Secure America: Report of the CSIS Commission on Smart Power, CSIS, 2007. http://csis.org/publication/smarter-more-secure-america

8Ver, por ejemplo, U.S. Department of State, American “Smart Power”: Diplomacy and Development are the Vanguard, mayor 4, 2009. http://www.state.gov/r/pa/scp/fs/2009/122579.htm

9John Williamson, A Short History of the Washington Consensus, en http://www.iie.com/publications/papers/williamson0904-2.pdf

10James N. Rosenau, The Study of World Politics; Globalization and Governance, Routledge, 2006.

11Luis F. Aguilar la define como el “proceso mediante el cual los actores de una sociedad deciden sus objetivos de convivencia —fundamentales y coyunturales— y las formas de coordinarse para realizarlos: su sentido de dirección y su capacidad de dirección”. Luis F. Aguilar, Gobernanza y gestión pública, FCE, 2006.

públicos de mala calidad, con el consecuente descontento de los ciudadanos.

La descentralización fue entonces vista como la opción más viable para poder zanjar esta brecha entre políticos y operadores, redimensionar el aparato gubernamental, re-ducir costos, delegar responsabilidades hacia unidades de gestión más pequeñas (ya sea estatal, municipal y/o local), a partir del reconocimiento de que entre más cerca se esté del conflicto que se quiere resolver, mejor se conocerán sus posibles soluciones. Ello ha llevado a la consideración del empoderamiento y responsabilización de la ciudada-nía como forma de solución de los problemas públicos.

Desde esta óptica, la acción del gobierno está bus-cando tener mayor claridad acerca de aquellos criterios relevantes que le permitan juzgar su eficacia, su eficiencia y la calidad de los servicios que ofrece a través de la con-sideración de los siguientes elementos: 1) qué se hace; 2) quién lo hace; 3) cómo lo hace, 4) con cuántos recursos lo hace y, lo más importante, 5) para quién lo hace.

Este proceso de planeación y evaluación ha dejado claro que los funcionarios públicos se encuentran frente a relaciones inter e intragubernamentales cada vez más complejas, producto de la convivencia simultánea de procesos de descentralización, regionalización y globa-lización .

GOBERNABILIDAD CORRESPONSABLE Y GOBERNANZA

Ello ha traído consigo la natural dispersión en la toma de decisiones, que sólo habrá de encontrar solución a través de la coordinación horizontal y/o vertical de políticas en el gobierno, de marcos legales claros y acotados, de la transparencia en la acción del gobierno y de la rendición de cuentas claras a la sociedad. Pero, más importante aún, de una nueva concepción del poder a través de la con-cesión del mismo a la ciudadanía por medio de su partici-pación en los asuntos públicos, tanto desde el punto de vista financiero, como de gestión, e inclusive del diseño y formulación de las políticas públicas.

Por lo tanto, las nuevas formas de acción del gobierno que aluden a sus nuevas capacidades, y en específico al proceso de gobernar, deben incorporar la gobernabilidad y la gobernanza , a través de la participación responsable de la ciudadanía en la solución de los asuntos públicos. Con ello, la antigua consideración del poder político como garante de una gobernabilidad orientada a lograr una paz absoluta y un orden estricto, parece haber quedado re-basada.

Justamente aquí es donde reside el nuevo poder de la política: en construir los canales y los mecanismos ins-titucionales y legales que promuevan, bajo este enfoque de gobernanza, nuevas formas de gestión de los asuntos públicos con base en la participación ciudadana, y la de los nuevos y múltiples actores que se entrelazan en un mundo regido por el cambio constante y la convivencia con el con-flicto constructivo y promotor de mejoras continuas. En este sentido, más que frente a la fragmentación del poder, estaríamos ante un nuevo escenario determinado por el poder compartido, entendido como sinónimo de corres-ponsabilidad política y ciudadana.

Pie de página y de allí a alguna de las secretarías de gobierno, ruta que se altera al llegar al poder Ernesto Zedillo Ponce de León, egresado del Instituto Politécnico Nacional.

A partir de la alternancia política del año 2000, cuando el Partido Acción Nacional y su candidato, Vicente Fox Que-sada, llegan a la presidencia, las élites y los partidos políti-cos han tenido que adaptarse a esta nueva condición.

En el caso del PRI, que ya no puede garantizar pues-tos federales, el poder de las camarillas del centro político nacional se ha trasladado a las fuerzas políticas de los estados, lo que ha aumentado la presencia e importancia de los gobernadores en el juego político, ya que ellos si pueden todavía disponer de recursos que permitan pre-miar a sus integrantes.

En el caso del PAN, el triunfo federal significó un reto para la élite partidista, que llegó sin cuadros suficientes para cubrir y ocupar los cargos federales, tanto de las se-cretarias, como de la dependencias.

Durante el gobierno de Fox, éste nunca tuvo una re-lación tersa con su propio partido, ya que privilegió a miem-bros externos del PAN, así como a elementos de otros partidos como ajenos a la política para ocupar esos car-gos.

CAMBIOS CON FCH

Esto, sin embargo, ha cambiado con el nuevo gobierno de Calderón, quien en la búsqueda del control, tanto del go-bierno como del partido, ha apostado por miembros del PAN y gente cercana a la figura presidencial, que se ven reflejados en el partido en la imposición de sus dos diri-gentes, en lo que va de gobierno: primero, Germán Mar-tínez Cázares, y luego el actual, César Nava Vázquez.

Asimismo, se aprecia esto en la designación de gente cercana a él para cargos de elección popular; pero, de manera específica, en la creación de la Comisión Nacional de Elecciones, entre cuyas facultades destacan el preparar, organizar y vigilar los procesos de selección de candida-tos a cargos de elección popular; definir el método, que puede ser en casos extraordinarios la elección directa o la designación directa de los candidatos; es decir, lo que popularmente se conoce como “dedazo”.

En el caso del Partido de la Revolución Democrática, las distintas fuerzas políticas internas han planteado, después de la elección del año 2006, dos estrategias di-vergentes: una, encabezada por Andrés López Obrador y el llamado Frente Amplio Progresista, quienes sostienen una línea de desconocimiento y ataque a la Presidencia de Felipe Calderón, mientras que el otro grupo sostiene la necesidad de mantenerse dentro de un diálogo con el gobierno, ya que se han convertido en parte del establish-ment político mexicano, que no iba a renunciar a los privi-legios que se obtienen al tener diputados y senadores en el Congreso.

En el caso de los demás partidos políticos, como el Verde Ecologista de México, la situación de las élites es la misma

CONCLUSIONES

Las élites usan a los partidos políticos como un meca-

nismo institucional que les permite obtener recompensas; han hecho de los partidos agencias de colocaciones, y és-tos han perdido su objetivo de ayudar a crear una cultura democrática, ya que se dedican a distribuir recompensas tanto a sus élites como a sus militantes.

Entre tales recompensas, tenemos los cargos de elec-ción popular en cualquiera de los niveles de gobierno; ya sean cargos ejecutivos (presidente o gobernador) o legisla-tivos (senadores, diputados federales o locales, además de poder ser integrantes de los ayuntamientos).

JUGOSOS INGRESOS

En el caso de los legisladores federales, los diputados ob-tienen, además de ingresos netos mensuales de 152 mil 246 pesos, seguros de vida, de gastos médicos, de sepa-ración individual, así como gratificación de fin de año.

Los senadores tienen un ingreso neto de 386 mil 476 pesos, junto con los beneficios que tienen los diputados. Cuentan, además, con la asignación de vehículo. Cada grupo parlamentario recibe 260 mil 976 pesos por sena-dor, para consultorías, estudios jurídicos; prestaciones de personal de apoyo, gastos operativos y de comunicación.

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En este sentido, destacados autores han insistido en que la diferencia radicaría no en la capacidad con que cuente un Estado determinado para imponer sus intereses o lograr sus objetivos mediante el uso directo de la fuerza o acciones coercitivas de otra naturaleza, sino de hacerlo a través del convencimiento generado por el aprecio y respe-to de otros actores, debido a cuestiones como la calidad de sus instituciones, la legitimidad de sus acciones respecto a la consistencia de sus valores, o la capacidad de proyectar la vitalidad de su cultura a través de una vigorosa diplo-macia pública. En suma, a su “poder suave”

Ahora, desde los círculos académicos y los gobiernos de algunos países, también se plantea que la suma o la aplicación de estas dos capacidades en forma integral, de-rivaría en un “poder inteligente”.

DESCENTRALIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA

Desde finales del siglo XX, el Estado moderno, tal y como se constituyó en los últimos tres siglos, inició un proceso de cambio que le permitiera adecuarse a las nuevas condi-ciones y recuperar los espacios cedidos y el poder perdido frente a otros actores; en otras palabras, la gobernabili-dad. Ante las crisis económica y fiscal de la décadas de los ochenta y los noventa, a la que se enfrentaron varias economías en el mundo, incluyendo a México y otras de América Latina, comenzó a discutirse la necesidad de im-pulsar una reforma del Estado.

Si bien la discusión se centraba en la legitimidad de los gobiernos, ahora también importaba, y quizá aún en ma-yor grado, su capacidad para gobernar o su eficacia direc-tiva para administrar de manera eficiente el bien común y garantizar servicios públicos de calidad.

La descentralización política y administrativa fue la respuesta que muchos países adoptaron como punto de partida de sus respectivas reformas del Estado. Los tipos y grados de descentralización, o desconcentración, han variado ante la multiplicidad de casos que se han regis-trado en el mundo. No obstante, debido a que en un inicio la discusión fue impulsada y dirigida particularmente por organismos financieros internacionales —como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE—, esta primera generación de cambios estuvo marcada por un carácter homogéneo de los mismos, ya fueran éstos adoptados por países desarrollados o en desarrollo, en el marco del llamado Consenso de Washington, el cual pro-pugnaba por otorgar prioridad a la dimensión financiera de la crisis del Estado, sobre todo a la apertura comercial y el ajuste fiscal, a través de la simplificación administrativa y la reducción del aparato gubernamental .

A fines de los años noventa, la experiencia de algunos países dio cuenta de que más que un Estado disminuido, se requería de un Estado reconstituido con base en sus pro-pias capacidades y posibilidades. Por lo tanto, la segunda generación de reformas adquirió un carácter heterogéneo que, al menos en una buena parte de los países de América Latina, se concentró en tres puntos específicos: la consoli-dación de la democracia, el crecimiento económico, y la reducción de la desigualdad social, quedando claro que el desarrollo institucional era la base sobre la que habría

que edificar el desarrollo económico de los países latino-americanos.

POLÍTICOS Y ADMINISTRADORES

Para lo anterior, se proponía la reforma del aparato admi-nistrativo hacia nuevas formas de gestión pública, partien-do del reconocimiento de la gran brecha que existe entre los políticos y los administradores; entre los diseñadores de la política pública y aquellos responsables de ponerla en práctica; es decir, entre la formulación de políticas y la implementación de las mismas. La falta de comunicación y de coordinación entre estos dos nodos de poder guberna-mental ocasionaba ineficacia, ineficiencia y servicios

Otra función de recompensa es la de obtener cargos de funcionarios públi-cos en las distintas ramas de la administración pública, y, de nueva cuenta, en los distintos niveles; cargos como funcionarios partidistas, que también reciben compensaciones pecuniarias; becas para estudiar posgrados en el extranjero, para ellos o sus familiares

Tienen, asimismo, la posibilidad de influir en quien será su sucesor en algún puesto, al permitir los partidos las herencias de poder. De manera peculiar, en el nivel municipal, es frecuente que se deje o busque dejar el cargo a un familiar cercano: un padre a un hijo, entre esposos, entre primos . Cuentan igualmente con protección legal, ya que los cargos de elección popular implican un fuero constitucional que les ayuda a evadir la justicia. Sirven los partidos para rescatar a miembros de la élite que han salido de otros partidos.

El sistema de recompensas existente ha logrado crear un establishment parti-dista, que acepta los beneficios y las recompensas que otorga el mismo, además de alentar a los grupos políticos a buscar su registro como partido político na-cional, por las ventajas que eso conlleva, como el nombrar candidatos a cargos políticos, el financiamiento directo e indirecto que se recibe.

En suma, podemos decir que los partidos políticos se han convertido en ins-trumento para el beneficio de la élite del poder, que los ha usado para obtener todavía más beneficios

Su objetivo no es la democracia del país, sino obtener los beneficios que el sistema de partidos les pueda otorgar. Eso se demuestra al ser los partidos los principales opositores de cualquier cambio que les reste privilegios.

Por eso, una reforma que busque permitir la reelección en cargos de diputa-dos, el aumento en el porcentaje para obtener el registro de partido político está condenada a no recibir el apoyo de las élites partidistas, que perderían capaci-dad de maniobra.

1PANEBIANCO, Angelo, Modelos de partidos. Op.cit. pp. 40-41. Las negritas son nuestras. Para el tema de los incentivos en la organización y en los partidos véase el capítulo 2, El poder. Los incentivos. La participación, pp. 61-812MOSCA Gaetano, La clase política. Selección de Norberto Bobbio. Fondo de Cultura Económica, Colección Popular 290, México, p. 1063MICHELS, Robert, Los partidos políticos, Amarrotu, Buenos Aires, 1976, Vol. II, p.694AGUAYO QUEZADA, Sergio, Almanaque de México. México todo en cifras, Editorial Aguilar, México, p. 145.5En este caso resulta interesante revisar lo que consigna el periódico El Norte, en su sección local pagina 1, del día 17 de mayo del 2009, donde se ven casos peculiares de este tipo en el Estado de Nuevo León. De cuatro casos que intentaron heredar el cargo en la elección del 4 de julio del 2009, tres los perdieron. En Abasolo, es el único lugar en el que se dará el cargo como una especie de herencia familiar ya que el alcalde del PRI, Jaime Villareal Ramírez dejará el cargo en manos de su padre Enrique Villarreal Gutiérrez. Por otra parte dentro de los perdedores tenemos los casos de: General Zuazua , donde Roberto Montemayor intentó dejar a su esposa Elvira Fernández Morín ambos del PAN, alcanzando apenas el 25.5% de la votación. En Doctor Arroyo, Juan Francisco Espinoza Eguía, yerno de Juan Paredes Gloria líder de la CNC, le intentó dejar la alcaldía siendo ambos del PRI, pero perdió al obtener el 40.6% contra el 52.5% de su rival. Por último después de ocupar el cargo del 2000 al 2003, la priísta María Guadalupe Guajardo heredo ese cargo a su esposo para el período 2003 -2006 ambos del PRI, en esta elección intento ganar la alcaldía de nueva cuenta, pero hasta el día 7 de julio había perdido con un 49% de votos contra el 50.3% de su rival, los datos de los resultados tienen como fuente el SIPRE de la CEE http://www.sipre.org.mx/eleccion_1_M.html

Referencias

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?10 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 63

en los países, junto a una revalorización de los distin-tos tipos de poder que debe contemplar e integrar un Es-tado determinado para promover sus intereses o alcanzar un fin específico.

En el turbulento paso del siglo XX al XXI, desde hace aproximadamente dos décadas la globalización ha traído consigo un nuevo paradigma no sólo conceptual, sino principalmente operativo, que está llevando a la redefi-nición de nuevas reglas de convivencia política, económi-ca, social y cultural para todos. A su vez, el poder se ha fragmentado ante el surgimiento de nuevos actores, for-males e informales, con capacidad de ejercer influencia significativa sobre otros grupos políticos, económicos, so-ciales y culturales.

DESPLAZAMIENTO DEL PODER GEOPOLÍTICO

Por una parte, el poder geopolítico está pasando por un desplazamiento relativo de “occidente a oriente”, de los países más desarrollados hacia las llamadas “potencias emergentes”, por el crecimiento económico acelerado que han registrado en los últimos años países como China o la India, así como aquellas otras naciones en desarrollo que hoy se concentran en el “Grupo de los 20” , incluyendo a México.

A pesar de que se considera que Estados Unidos sigue siendo la única “superpotencia” mundial por su predo-minio militar, y que la Unión Europea constituye un caso particular por su dimensión “supranacional”, los nuevos equilibrios de poder económico y financiero a escala glo-bal han conducido a que los países agrupados en la cuenca oriental del Pacífico ganen mayor poder, frente a los que se ubican tradicionalmente en el occidental Atlántico.

Por otra parte, si bien los Estados siguen siendo los actores predominantes del sistema internacional, es un hecho que su poderío también ha dejado de ser exclusivo frente a un amplio número de actores no-gubernamentales con una evidente capacidad de influencia. Sin afán de ha-cer un listado exhaustivo, cabría mencionar entre ellos a las grandes empresas de alcance global; los medios de comu-nicación con una cobertura igualmente global; individuos “superempoderados”, ya sea por sus capacidades finan-cieras, como Bill Gates de Microsoft, o por su condición de “celebridades con conciencia social”, como el cantante Bono, cuyos respectivos esfuerzos, por ejemplo, han con-tribuido a replantear toda la agenda de cooperación inter-nacional hacia África; y organizaciones sociales dedicadas a la promoción o defensa de temas específicos, como los derechos humanos en el caso de Amnistía Internacional, o Greenpeace en el de la protección del medio ambiente.

Desafortunadamente, a este listado es necesario añadir el de otros actores no-legítimos, pero con un indisputable poder “fáctico”, como sería el caso — entre otros— de las organizaciones terroristas y criminales transnacionales.

PODER COMPARTIDO

A la vez que ello ocurre en el escenario mundial, el poder que anteriormente detentaban a nivel nacional en forma casi exclusiva los gobiernos centrales, ahora es “comparti-do” por otros actores, tanto legítimos como fácticos. Así,

en el caso de nuestro país, por ejemplo, durante los últimos 20 años, el poder prácticamente omnímodo que alguna vez detentó la Presidencia de la República se ha “atomizado”.

En la actualidad, el Gobierno Federal comparte y, por lo tanto, debe estable-cer nuevos equilibrios de poder con las dos cámaras del Congreso de la Unión, el Poder Judicial de la Federación, así como con un creciente número de institu-ciones autónomas, como sería el caso del Banco de México o el Instituto Federal Electoral. Lo hace igualmente con todos los gobiernos de los Estados y, también, de algunos Municipios que, por su dimensión territorial o demográfica, detentan un peso específico significativo y —por supuesto— los partidos políticos.

En ciertos ámbitos, su poder de decisión incluso debe considerar la influen-cia de actores externos, señaladamente el de países como los Estados Unidos, por los estrechos vínculos existentes en materia económica y comercial, social y, en forma cada vez más notable, de seguridad regional; o el de los múltiples or-ganismos multilaterales al que pertenece, así como el de las instancias jurídicas internacionales a los que se ha sometido por voluntad soberana, como sería el caso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos .

A la vez, también debe competir con las versiones equivalentes a nivel na-cional de los mismos actores legítimos que hoy conforman el sistema mundial —empresas, medios de comunicación, organizaciones sociales y ciudadanía em-poderada por las tecnologías de la información y comunicación instantánea—, al igual que los poderes fácticos, en especial las organizaciones del crimen orga-nizado, dispuestas a retar la soberanía y el monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado.

En lo que respecta a los tipos de poder, en este mismo tiempo la noción ha dejado de enfocarse únicamente en sus aspectos “duros”, para dar paso a la concepción de un “poder suave” y, en especial, de un “poder inteligente” que idealmente permitiría ambas cualidades.

Históricamente, el poder nacional se ha relacionado con factores “duros”, como sería la dimensión demográfica de un Estado, su extensión territorial y/o ubicación geopolítica, el tamaño o eficiencia de su economía y capacidad comer-cial, su disponibilidad o acceso a recursos naturales estratégicos y, sobre todo, su fuerza militar. Estos elementos siguen determinando en buena medida el poder en la actualidad. Sin embargo, la globalización también ha hecho que co-bren mayor importancia otros aspectos, considerados como “suaves” por estar vinculados al aspecto cultural de una sociedad.

Arduos e intrincados son los problemas para definir a la política. Su noble concepto y su ejercicio son dos campos de equilibrio en los cuales históricamente no

siempre hay coincidencias. De ahí nacen, en parte, los be-moles para su conceptualización.

Como ciencia, la política se enfoca en gobernar, or-

ganizar y administrar un Estado en sus ámbitos exterior e interior, mediante un conjunto sistematizado de princi-pios; como arte, en la suma de reglas, procedimientos y

voluntades para el logro del bien común. Cuando este concepto –política- se pervierte, deriva en

patologías donde se resta y lesiona a la colectividad y a los bienes públicos, desde una balanza social desequili-brada por ambiciosos, aventureros, cínicos, apáticos y/o peligrosos psicópatas en el poder.

CLAROSCUROS

Los campos en los cuales interviene la política son múlti-ples, complejos y saturados de claroscuros. Ahí se eviden-cia la conducta de los gobernantes y de los gobernados, y se trata de explicar la suerte, el destino y la conducta de los hombres y mujeres de cada época. Para tratar de entender

la política, hoy formulamos múltiples preguntas, que ge-neralmente no tienen respuestas absolutas. Así, hac-emos a los economistas preguntas sobre aspectos que antes parecían ajenos al quehacer de esta ciencia, porque el dinero y las finanzas son, ahora, el desvelo y angustia de estadistas, políticos y, sobre todo, del pueblo; recur-rimos a historiadores y filósofos para reflexionar, desde el espejo del pasado, sobre nuestros errores y aciertos para, desde ahí, abrir paso a nuevas meditaciones y oportunidades.

Poetas, periodistas, ciudadanos comunes y hom-

bres de letras tratan con fina sensibilidad o abierto des-

afío las crisis o consecuencias de una mala aplicación de

la política.

Desde los dominios del psicoanálisis, tratamos ahora de explorar la mente y conducta de quienes participan activamente en el campo de la política; interpelamos sus decisiones para la resolución de los arduos conflictos que día a día se tienen y, para ello, tratamos de aplicar lo último en psicoanálisis, en la medicina psiquiátrica, en la psicología y en la bioquímica del comportamiento del hombre y la mujer, buscando dar un tratamiento lógico a las psicopatías de la política, sin que hasta ahora tenga

La participación política,

una responsabilidad compartida

Doctora Patricia Liliana Cerda PérezCoordinadora del Centro de Investigaciones FCC/UANL [email protected]

Patricia Liliana Cerda Pérez

10y63.indd 1 26/01/2010 12:36:15 p.m.

CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?64 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 9

El Poder de la PolíticaLicenciado Javier

Treviño CantúSecretario General

de Gobierno de Nuevo León

LA ERA DE LA TRANSFORMACIÓN

Reflexionar acerca de conceptos como el poder y la política representa un ejercicio que, si bien implica referirse a términos conocidos y hasta cierto punto

“familiares” que en diversos sentidos no han cambiado a lo largo de la historia, también nos lleva a reconocer la no-table transformación que su significado está adquiriendo en la actualidad.

En este contexto, el concepto del poder político en el mundo “occidental” ha formado parte de una larga tradición del pensamiento moderno, que, sobre todo, se basaba en la acción de gobierno como una relación for-mal y legítima de mandato-obediencia entre gobernantes y gobernados, a través del poder concedido por la libre voluntad de los ciudadanos.

Esta concesión del poder ciudadano al gobierno elegi-do democráticamente se debía a la necesidad primordial de construir y mantener un orden que, ante todo, evitara el conflicto para garantizar una paz duradera.

La existencia de estas condiciones básicas eran refe-rentes indispensables para la gobernabilidad de una nación. Por lo tanto, la gobernabilidad hace alusión a las capacidades requeridas a los gobiernos (ya sean éstas ju-rídicas, fiscales, administrativas, de diseño de políticas o de autoridad política) para dirigir a sus respectivas socie-

*Actualmente se desempeña como

Secretario General de Gobierno del

Estado de Nuevo León. Es licenciado

en Relaciones Internacionales

por El Colegio de México y obtuvo

la maestría en políticas públicas en la Universidad de Harvard. En el gobierno federal ocupó diversos cargos, incluso el de Ministro

de Información en la Embajada

de México en Washington,

Subsecretario de Cooperación

Internacional de la Secretaría

de Relaciones Exteriores y

Oficial Mayor de la Secretaría de

Hacienda y Crédito Público. Antes

de incorporarse al gobierno de

Nuevo León, fue Vicepresidente

de Comunicación y Asuntos

Corporativos de Cemex.

Las opiniones contenidas en el

presente artículo no reflejan

necesariamente la posición oficial del Gobierno de Nuevo

León.

dades. En la actualidad, los conceptos que sustentan la base de la doctrina del poder del Estado moderno están transformándose para adecuarse a los nuevos tiempos, caracterizados por la velocidad y la constancia del cambio como factor estructural de la acción de gobierno.

LA “FRAGMENTACIÓN” DEL PODER

El reconocido politólogo estadounidense James N. Rosenau acuñó hace algún tiempo el concepto de la “fragmen-tación”, para tratar de sintetizar una de las paradojas de las tendencias asociadas a la globalización . En síntesis, se refería a los procesos simultáneos que estaban propician-do una fragmentación de los espacios de decisión política a escala global y, a la vez, una concentración de los efectos de dichos fenómenos a nivel local.

Eventualmente, este análisis contribuiría al desarrollo de la idea de lo “global” como referente fundamental de la nueva realidad que se vive.

Este mismo concepto resulta útil para reflexionar sobre algunos de los cambios observados respecto a la noción de lo que constituyen el poder y la política. En el caso del primer concepto, por ejemplo, lo que se ha registrado es una tendencia a la fragmentación del poder que anterior-mente detentaban en forma cuasi exclusiva los Estados en el escenario internacional, y los gobiernos centrales

Javier Treviño Cantú

“Benito Juárez”, Mural dentro del Castillo de Chapultepec.

mos respuestas contundentes. Las graves patologías que

históricamente se han observado en esta noble ciencia

se han dado cuando los pueblos no están dispuestos a

cooperar en su hora presente, para sacar o modificar las estructuras o políticas sociales ya caducas o sin vigencia y, a la luz del pensamiento preclaro, el humanismo y la reflexión, cambiarlas de acuerdo a la propia marcha de la sociedad y de sus instituciones.

RESPONSABILIDAD

DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA

En medio de todo esto, en materia de política sólo tenemos una respuesta clara: hoy, más que nunca, nadie puede o debe sustraerse de participar en las acciones políticas, sin incurrir en graves responsabilidades por no intervenir en la creación y justa distribución de los bienes colectivos.

El abstencionismo en las decisiones públicas -cómodo para algunos-, ya no es posible. Tampoco lo es pretender dejar a la política sólo en manos de políticos como si ésta fuera algo lejano de nuestro contexto o cotidianeidad.

De lo poco que hemos aprendido de la política, en siglos de aprendizaje, destaca el hecho de asumir la de-mocracia, no sólo como un mero sistema político; sino, so-bre todo, como un estilo de vida, por el cual participamos diariamente en actos sociales de los cuales todos somos responsables: los estadistas, los políticos, los científicos, los académicos, los tecnócratas y los simples ciudadanos.

La cooperación lúcida y entusiasta de ciudadanías

forjadas en opiniones ilustradas y conscientes es, sin lu-

gar a dudas, una de las mejores medicinas para combatir

las patologías ejercidas desde la política.

Es cierto, como decía Plinio el Joven: “en el gobierno, como en el cuerpo humano, las enfermedades más graves proceden de la cabeza”(1). También lo es que, cuando un pueblo no frena a tiempo tales enfermedades o excesos de los políticos o los gobernantes, se convierte en cómplice o en víctima de un sinnúmero de injusticias y arbitrarie-dades.

Cuando en la política dominan las patologías, como las ansiedades, las ambiciones, los miedos, las bipolaridades o las esquizofrenias de quienes dirigen esta actividad, es difícil pensar que una metodología científica sobre psico-patías nos revele verdades absolutas sobre si éstas son producto de una bioquímica del comportamiento huma-no, del medio ambiente, de factores psicológicos o de la suma de todos estos en sus patológicos dirigentes.

Las en antaño llamadas “enfermedades del alma” no sólo lesionan la salud de los políticos, sino que se extien-den a la colectividad; cuando ésta permanece apática, las aprueba, las justifica, y en ocasiones hasta las apoya.

Si la política se envilece o se pervierte en nuestro

entorno inmediato, esto es producto de enfermedades

mentales que entre todos debemos curar desde el te--

rreno racional. Aunque no seamos médicos, psiquiatras o psicólogos, sí contamos como miembros de un cuerpo so-cial que puede extirpar a los agentes patógenos o perma-necer inmóvil hasta contaminarse y enfermar su espíritu y alma como sociedad.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?8 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 65

En la situación por la que atravesamos, es indispen-sable que el Estado asigne más recursos y tome medidas concretas para la reactivación de la economía, la protec-ción del empleo existente, la creación de nuevos puestos de trabajo; esto es, para elevar las condiciones de bienes-tar de la gente y para estimular la producción, la economía real.

Iniciada con solidez la recuperación económica, debe ponerse en práctica una política que garantice un cre-cimiento económico sostenido en el largo plazo, social y ambientalmente sustentable, y coordinadamente, una política social que permita avanzar en la disminución, hasta llegar a eliminarlas, de las desigualdades sociales y las diferencias en la calidad de los desarrollos regionales y urbanos.

VERDADERA Y PROFUNDA REFORMA FISCAL

Seriamente debe pensarse en una verdadera y profunda re-forma fiscal, que sea resultado de un pacto social, llevado a cabo democráticamente entre los factores de la produc-ción –trabajadores, empresa y gobierno-, que aporte los recursos que el país requiere para financiar su desarrollo; que tenga, entre sus contraprestaciones para la población, la universalización del sistema de seguridad social (esto es, de atención a la salud, pensión, seguro de desempleo, etcétera), financiado con recursos fiscales y, consecuen-temente, desvinculado de la nómina.

Es imprescindible, además, iniciar lo que bien puede llamarse la reconstrucción institucional del Estado, con-siderando la legislación necesaria para hacer exigible ante el Estado el pleno ejercicio de los derechos constitucio-nales del ciudadano (al trabajo, a la salud, a la vivienda, etcétera); la creación, reconstitución o reorganización de

instituciones que den orden a las actividades del gobierno, apoyen el desarrollo de la economía y fomenten el bie-nestar de la sociedad, así como la desarticulación de los monopolios inhibidores del desarrollo.

Finalmente, en lo que hace a cuestiones programáti-cas, no puede omitirse hacer mención de la necesidad

de saneamiento de todo el sistema de justicia, de su pro-

curación y administración, lo que se vincula al combate

a la inseguridad, la corrupción y a todos los demás tipos

de delincuencia.

RESPONSABILIDAD Y RETO

Estamos frente al reto y con la responsabilidad como generación, no sólo de imaginar, sino de construir una nación como la soñaron –y por la que con denuedo lucha-ron con las armas, con las ideas, la palabra y la pluma, transformando y construyendo instituciones y acuerdos- los actores que el pueblo libertario puso al frente de los movimientos por la Independencia, la Reforma y la Revo-lución, actualizando sus visiones para transformarlas en realidades.

Una nación de hombres libres e iguales ante el Estado, la ley y la sociedad, exige no sólo cambiar la situación que actualmente vive México, sino empeñarnos también en lograr un orden internacional equitativo y justo, y en in-sertarnos en las corrientes positivas de la globalización y de la integración que están teniendo lugar en el mundo y, sobre todo, en nuestro continente.

Con el vecino del norte tenemos una estrecha relación, que es indispensable se torne equitativa. Las últimas ad-ministraciones, las del neoliberalismo, han deliberada-mente ignorado al sur.

México requiere vincularse en los dos sentidos.

Plantear un acuerdo continental de desarrollo, que

abarque desde el Canadá hasta la Patagonia, que con-sidere instrumentos que fomenten una cooperación para todos ventajosa, que se proponga disminuir hasta elimi-nar las asimetrías económicas, fomentar la igualdad social y garantizar el libre tránsito de mercancías y personas, y plantear al mismo tiempo la integración política con América Latina, a modo de constituir, en esta época de los grandes bloques político-económico-demográficos, que son los que aprovechan con ventajas las corrientes positivas de la globalización –Estados Unidos, la Unión Europea, China, Rusia, son ejemplos de ello-, un bloque que tenga la capacidad para insertarse y para insertarnos en esas corrientes, que tendrían que ser las de la coope-ración y complementación equitativas y solidarias con to-dos los demás.

Asumir el reto de transformar el presente de degra-

dación y desesperanza en un presente de edificación y

optimismo, será garantizar un futuro, inmediato y media-

to, de igualdad, progreso y bienestar, y será, sobre todo, cumplir como generación de hoy con el legado histórico que hemos recibido de quienes entregaron sangre, vida, talento y esfuerzo en la Independencia, la Reforma y la Revolución, para crear un México independiente y sobe-rano, de libertades, democrático, justo y generoso con sus hijos.

En el marco de la celebración del Cuadragésimo Con-greso de Investigación y Desarrollo del Tecnológico de Monterrey, la empresa regiomontana de reciente

creación, Aerovantech, presentó al público, por primera vez, el avance de su desarrollo tecnológico en aeronáu-tica.

Se trata del prototipo Alfa 3, un avión autónomo no

tripulado, que cuenta con un avanzado equipo electróni-

co, aeronáutico y de telecomunicaciones, que hace po-sible que vuele de manera estable y sea capaz de enviar y recibir la información deseada.

Cuenta con una computadora a bordo, sistema GPS, giroscopios y acelerómetros, radio-modem y cámara de video para pilotaje remoto, entre otros sistemas.

recepción de datos, de toda la sincronía entre toda la red de sensores por lo cual demostramos que esto es factible y que puede ser evolucionado a otras dimensiones”.

DIFERENTES APLICACIONES

Estos vehículos pueden tener diferentes aplicaciones, desde las de negocios y civiles, hasta las de seguridad ur-bana, vigilancia y supervisión de zonas importantes.

Gracias a la facilidad de los recorridos autónomos y la capacidad de enviar y recibir información, el avión

puede usarse para fumigación remota, localización de

cardúmenes en flotas pesqueras, así como recorridos de

inspección y monitoreo.

Empresa incubada en el Tec fabrica

avión autónomo no tripuladoMODELO COMERCIAL

EN CONSTRUCCIÓN

Aldo Díaz Prado, quien es parte del equipo de desarrollo, dio a conocer que, además del prototipo, la empresa tiene ya en etapa de construcción su primer modelo comercial, denominado Beta 1.

Este avión contará con una autonomía máxima de 15 horas y un alcance máximo de mil 500 kilómetros, además de ofrecer mejores prestaciones que el actual prototipo.

Señaló que ya están en etapa de fabricación algunas partes de la nave y la idea es que, como ya se probaron los conceptos de electrónica, están a la espera de empezar a recibir las piezas para armar los primeros aviones y em-pezar a embeber la electrónica, a fin de, en un periodo de unos ocho meses, lanzar su primer avión comercial.

“El avión que tenemos aquí hoy en día, que es el Alfa 3, demuestra que esto es factible; nuestro avión vuela. No hemos tenido incidentes de desplomes ni cosas de esas; es un avión muy estable, en el que hemos probado los con-ceptos de estabilidad, de horas de vuelo, de transmisión y

EMPRESA INCUBADA EN EL ITESM

Díaz Prado destacó que la empresa que lleva a cabo este desarrollo, es incubada en el Tecnológico de Monterrey, con el apoyo de profesores, alumnos de doctorado, inver-sionistas externos y especialistas en aeronáutica.

Agregó que Aerovantech es la primera empresa en el Estado que ha incursionado en el campo del desarrollo de este tipo de vehículos, y señaló que los colaboradores en este proyecto, que lleva ya más de un año en la generación de conocimiento, son personas que han nacido o han des-arrollado sus carreras en la ciudad de Monterrey.

“Estamos en este proceso, todavía de incubación, pero ya como una empresa formal, con un prototipo físico y funcional. No es un dummy. La tecnología está probada. Hay videos y hay evidencia de que nuestro avión vuela, de que trasmite video, de que puede hacer recorridos pre-viamente programados en situaciones críticas en lugares aislados. Entonces, básicamente esa es la flexibilidad de este tema: el poder llevar y vigilar áreas de no muy fácil acceso”, concluyó.

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PASO A LAS TRANSFORMACIONES

La Independencia, la Reforma y la Revolución provocaron grandes transformaciones en nuestro país, de sus institu-ciones, la sociedad y la economía. Ninguno de estos mo-vimientos tuvo un desarrollo lineal. En su devenir, dieron logros positivos a los mexicanos: mejores instituciones, avances políticos y progreso social y económico. Des-viaciones impuestas por intereses contrarios a sus obje-tivos fundamentales los llevaron a puntos ciegos, al es-tancamiento, a la destrucción al menos parcial de su obra constructiva; repitiendo, con las peculiaridades derivadas de los cambios de época y los reacomodos de fuerzas políticas y económicas en México y en el mundo, las condi-ciones de descrédito y rechazo al régimen político, dete-rioro social y retroceso productivo que fueron las chispas que en su momento constituyeron los detonadores de aquellos movimientos.

No quiero con ello decir que nos encontramos al borde de un estallido ni menos, en un sentido determinista, que por la llegada de una fecha deban producirse hechos de-terminados. En la historia no existen los destinos mani-fiestos ni las repeticiones mecánicas, pero estaremos de acuerdo, independientemente de nuestras particulares vi-siones, que México se encuentra en momentos graves en

que precisa cambios, cambios profundos en sus condi-

ciones sociales y económicas, en sus instituciones y en

sus relaciones con el mundo, que mucho tienen que ver

con aspiraciones planteadas por nuestros grandes movi-

mientos sociales que han quedado en eso: en aspiraciones y, para decirlo mejor, en aspiraciones no cumplidas.

México es hoy un país sumamente desigual, con una pobreza creciente y una economía estancada, como con-secuencia de treinta años de neoliberalismo, con fuerte descrédito de sus políticos, con un gobierno distante del pueblo y con su autoridad moral cada vez más disminui-da, corroído por la corrupción y una delincuencia cada día más desbordada.

El gobierno reconoce que 47 por ciento de los mexi-canos -más de 50 millones- no cuentan con ingresos sufi-cientes para satisfacer sus necesidades básicas y que, de éstos, 18 por ciento -casi 20 millones- están incapacitados para adquirir la canasta alimentaria básica. Sólo en los años de la presente administración, hay seis millones más de mexicanos en condiciones de pobreza.

DISTRIBUCIÓN DESIGUAL DE LA RIQUEZA

La desigualdad social puede apreciarse en el hecho de que el uno por ciento de los hogares más pobres del país con-centra el 0.07 por ciento (7 centésimas) del ingreso, mien-tras que al uno por ciento de los hogares más ricos llega el 9.2 por ciento de ese ingreso; esto es, 131.43 veces más. Muy lejos se está de la moderación de la opulencia y la

indigencia a la que aspiraba Morelos.

En lo que va del siglo, y de hecho desde hace tres déca-das en las que se siguen con rigor los lineamientos dicta-dos por los Consensos de Washington, nuestra economía ha crecido con gran lentitud, y la actual crisis mundial, sumada a una política económica oficial contraria al in-terés nacional, harán que en este año se produzca un de-

crecimiento de alrededor del ocho por ciento respecto al PIB, la mayor caída en la historia moderna del país, que ha provocado ya la pérdida de casi un millón de empleos for-males y una desocupación que oficialmente afecta a dos millones 800 mil personas, aunque, a decir de Humberto Musacchio, “[Los] números reales deben ser mucho ma-yores, pues el INEGI no considera desocupados a los que se incorporan a la economía informal o a quienes laboran unas cuantas horas a la semana, ni tampoco a los seis y medio millones de personas en edad de trabajar que no buscan empleo. Sin embargo, si se suma a este universo el de los jóvenes que llegan a edad laboral pero carecen de ocupación, el total de mexicanos sin empleo anda cerca de los 20 millones”.

Los años de neoliberalismo económico y entreguismo

político han sido años de desmantelamiento de sectores

productivos clave, como la agricultura y la empresa

mediana y pequeña, la mayor generadora de ocupación; de privatización y extranjerización de servicios básicos, como la banca, que ha dejado así de servir al desarrollo del país; de consolidación de poderosos monopolios pri-vados, en el área de la comunicación destacadamente; y de extinción de instituciones y servicios públicos, como la banca de fomento y el extensionismo agrícola, para sólo citar algunos ejemplos, que hoy se ven como indispen-sables para la recuperación de un crecimiento económico sostenido en el largo plazo y para generar políticas de me-joramiento social.

por Keith Raniere

Al principio de la filaC

reo que aprendo la mayoría de mis lecciones de vida de mi infancia. No quiero decir que aprendo sólo de cosas que me sucedieron en los confines de mi tierna

edad; estoy declarando que eventos que ocurren en mi vida adulta, de ser contemplados y examinados con la ade-cuada discriminación, tienden a ser sólo exageraciones y extensiones adultas y amplificadas de principios muy sen-cillos experimentados durante esos años formativos.

Mis muy básicas experiencias fuente de cosas como la amistad, el cuidado, el trabajo en equipo, el rechazo y el estar sólo fueron experimentadas mucho antes de ser yo lo suficientemente cerebral como para articularles plena-mente. Para cuando entré en la adolescencia, gracias a la buena fortuna de una crianza robusta, ya tenía yo una sana apreciación por los buenos amigos, ayudar a los demás y la camaradería. Como tal era yo social y con frecuencia me encontraba uniéndome a, u organizando, actividades que involucraban la participación de otros niños.

No fue sorpresa que conforme mi grupo de compañe-

ros obtuviera los derechos (y la necesidad) de tener traba-jos y puestos de responsabilidad menor, yo me volviera un beneficiario más material de mis logros extrovertidos. Por ejemplo, siempre que frecuentaba un restaurante de comida rápida donde uno de mis amigos laboraba, de al-gún modo acababa obteniendo porciones extra grandes—a veces al punto del exceso.

Mis amigos y yo nos cuidábamos mutuamente a través de nuestra mini-red donde todos usábamos nuestros tra-bajos y recursos para ayudarnos mutuamente.

Por supuesto, debido a mi falta de visión, no se me ocurrió que esta forma de favoritismo-comercio era, en parte, a expensas de terceros. No empecé a excogitar la naturaleza de esta situación hasta que me impactó un profundo reconocimiento durante un evento menor y de rutina.

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VISIÓN DE MORELOS

Poco dura la lucha de Hidalgo y sus primeros seguidores. La bandera de la independencia la retomaría el gran Morelos, que se propondría ya no recuperar el trono para el monarca destrona-do, sino lograr la separación plena de la corona; esto es, la in-dependencia de la América mexi-cana, y daría al movimiento con-tenido igualitario y democrático.

“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a cons-tancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de

tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto…” escribió Morelos como punto 12° de sus “Sentimientos de la Nación”, escrito fundacional, cimiento de nuestro derecho constitucional, que tuvo su primera expresión en el Decreto Constitucional de Apatzingán, del 22 de octubre de 1814, en el que se decretó la independencia de la nación y se afirmó que “la soberanía reside originariamente en el pueblo y su ejercicio en la representación nacional compuesta de diputados elegidos por los ciudadanos” (Art. 5°); el que definía a la ley como “la expresión de la voluntad general en orden a la felicidad común” (Art. 18) y explicaba que esa felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consistía “en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad…” (Art. 24).

DE LA REFORMA A LA REVOLUCIÓN

Dando un salto en la historia y cruzando por las Leyes de Reforma, que concedieron la libertad de conciencia a los mexicanos y que, tratándose de aniversarios, andan ahora por el 150, llegamos a la Revolución Mexicana.

El antecedente ideológico más importante de la Re-

volución lo constituye sin duda, el Programa del Partido

Liberal, del 1 de julio de 1906, que con el sello fuerte de

Ricardo Flores Magón deposita su confianza en el pro-

ceder del pueblo: “Lo que no es más que un principio, lo que no puede decretarse, sino debe estar siempre en la conciencia de los hombres liberales, no figura en el Progra-ma –se dice en el mismo-, porque no hay objeto para ello… siendo rudimentarios principios de liberalismo que el Go-bierno debe sujetarse al cumplimiento de la Ley e inspirar todos sus actos en el bien del pueblo, se sobreentiende que todo funcionario liberal ajustará su conducta a este principio. Si el funcionario no es hombre de conciencia ni siente respeto por la Ley, la violará… No se puede decretar que el gobierno sea honrado y justo: tal cosa saldría so-brando, cuando todo el conjunto de las leyes, al definir las atribuciones del gobierno, le señalan con bastante claridad el camino de la honradez; pero para conseguir que el go-bierno no se aparte de ese camino, como muchos lo han hecho, sólo hay un medio: la vigilancia del pueblo sobre sus mandatarios”.

En ese mismo programa se plantea la no reelección del presidente y los gobernadores, la abolición de la pena de muerte, la laicidad y obligatoriedad de la enseñanza, la jornada de trabajo de ocho horas, el salario mínimo, la reglamentación del trabajo doméstico, la obligación de proporcionar vivienda a los trabajadores, la obligación de hacer producir la tierra, la entrega de tierra a quien lo solicitara para ser trabajada, la extensión máxima de la propiedad rural, la creación de un banco agrícola, el esta-blecimiento de lazos de unión con los países latinoameri-canos, principios que serán recogidos por otros lucha-dores revolucionarios y plasmados en lo fundamental en la Constitución de 1917.

Esta Carta, la primera constitución social de nuestros

tiempos, delínea un proyecto de país que reafirma que

la soberanía de la nación reside en el pueblo y que de

éste surge todo poder público, el que instituye para su

propio beneficio; que recupera para la nación el dominio pleno de su territorio y de sus recursos naturales, condi-ciona las modalidades de la propiedad al interés público, restituye las tierras a las comunidades despojadas de ellas, reconoce derechos a los trabajadores, establece la laicidad de la educación pública, prohíbe los monopolios, salvo los que reconoce como instrumentos del Estado, y garantiza el pleno ejercicio de las libertades individuales.

La Revolución Mexicana, que recoge lo esencial de los legados de otras luchas libertarias del pueblo mexicano, de manera destacada del movimiento por la Independencia y de la Reforma, se propuso la edificación de una nación independiente, con capacidad para ejercer con plenitud su soberanía; de un Estado democrático y de una sociedad igualitaria, en un orden internacional equitativo, pacífico y justo.

“Zapata”Diego Rivera

Entré al restaurante de comida rápida (una vez más una lección relacionada con alimentos) con un amigo y dos adultos que iban a pagar por nuestra comida. Había una fila muy larga de clientes por delante, empacados como bestias arreadas, contra la pared y detrás de un área acordonada. Más allá de la frontera estaban los cli-entes ya servidos quienes se sentaban, en plena vista de la fila, comiendo hasta completar. En este día en particular, debemos haber llegado justo después de un grupo grande de personas, pues la línea estaba muy larga, sin embargo había mesas vacías; muchas veces, los clientes de estos es-tablecimientos esperaban, charola en mano, hasta que una mesa se abriera. Con tanta gente por delante, era seguro que todas las mesas estarían ocupadas por clientes recién sentados. Como éramos cuatro, probablemente tardaría-mos aún más en sentarnos juntos.

Uno de los adultos de mi grupo notó esta situación y nos pidió (a los dos miembros más jóvenes del grupo, quienes no pagaríamos) que fuéramos y apartáramos una mesa guardando un lugar para que todos nos sentáramos. Así empezó la lección: conforme las diferentes familias, parejas e individuos recibían su comida y buscaban sen-tarse, se volvió más y más obvio que de hecho nos había-mos metido enfrente de quienes por derecho merecían sentarse primero. Se volvió aún más incómoda la situ-ación conforme quienes normalmente se sentarían en la mesa que ahora controlábamos, se alejaban y tenían que adaptarse como pudieran a nuestra colocación estratégica. El resto de nuestro grupo todavía no pedía de comer y ya empezaba gente con comida a quedarse de pié.

Yo estaba horrorizado ante mis efectos; sentí que había creado una gran injusticia conforme el resto de nuestro grupo finalmente se nos unió, atravesando traba-josamente la muchedumbre de personas que permanecían de pié con sus charolas. Tomaron felizmente sus lugares guardados “al principio de la fila”.

Jamás lo volví a hacer.

Favor sobre mérito

Había empezado a adquirir la habilidad de distinguir entre los beneficios de la amistad, la gente ayudando a la gente, el apoyo que proviene del cuidado; y los favores que reemplazan al mérito, las ventajas estratégicas tomadas fuera de integridad, el elitismo, la discriminación, la vio-lencia y el prejuicio.

La amistad es bella en su expresión compasiva y ética—una herramienta que impulsa los valores más altos de la humanidad—y odiosa como arma de poder, control y esclavitud.

En el mejor de los casos la amistad, o la alianza, per-mite a las personas actuar en sinergia; la totalidad de las

acciones y recursos es mayor que la suma de sus partes. Lo que es más impor-tante, tal amalgama no se hace a expensas de un sistema de méritos.

En el peor de los casos, este “esfuerzo de equipo” es usado específicamente para hacer trampa, destruir mérito y demostrar innoblemente principios estra-tégicos. Se usan las alianzas con el logro de una meta materialista y orientada al poder como el más alto valor, independientemente de qué—o quién—sea destruido en el proceso.

Así que ¿cómo podemos distinguir entre una transacción destructiva de fa-vores y el noble acto de la amistad? Hay dos claves: el uso de la fuerza y la trampa.

El uso de la fuerza respalda los intercambios a falta de consentimiento mu-tuo. Es el sistema de méritos de la fuerza física. Cualquier sociedad que use este sistema de méritos es primitiva y tiene sólo el robo, la pelea y la guerra como mecanismos de intercambio humano. Aún el amor es subordinado a las prácticas de la violación, el saqueo y la esclavitud.

Si quitamos todo uso de la fuerza de las transacciones personales, puede que aún no tengamos un sistema noble de méritos. El único elemento contrario res-tante son las transacciones con trampa—los intercambios con un sesgo oculto.

Si, adicionalmente, removemos todo sesgo oculto, se acabará toda conspir-ación y las transacciones que dependen del valor del juicio sin sesgos ya no serán corrompidas. En un sistema sin uso de la fuerza ni sesgos ocultos, no es posible hacer trampa. Un sistema así será universalmente basado en méritos, despro-visto de elitismo, y verdaderamente un sistema de la gente, para la gente.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?68 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 5

INVASIÓN NAPOLEÓNICA

En 1808, España estaba invadida y ocupada por las tropas napoleónicas, y los reyes habían sido forzados a abdicar en favor del hermano del emperador, al que éste sostenía contra el pueblo y sólo con la fuerza de las bayonetas.

El rey y su heredero se habían entregado en actitud pusilánime y derrotista al invasor extranjero, pero las co-

lonias americanas se negaron a reconocer al monarca

impuesto, y, ante la falta de su soberano, reclamaron

la restitución de la legitimidad dinástica y sostuvieron

que la soberanía residía en el pueblo y se ejercía por las

instituciones que éste había constituido. Por otra parte, en sectores importantes de la vida pública se cobró con-ciencia de que la relación de dependencia de la metrópoli se daba al través del rey, de ninguna otra persona y de nin-guna otra institución española, por lo que voceros distin-guidos de esa corriente declararon que la representación popular radicaba en los cabildos y reclamaron que éstos debían asumir las plenas funciones de la autoridad, empe-zando a plantearse la separación de la corona.

Así, en México, Nueva España entonces, Juan Francisco Azcárate y Ledezma, regidor del Ayuntamiento de la capi-tal, expresaba que “[Por] su ausencia o impedimento [del rey], reside la soberanía, representada, en todo el reino y las clases que lo forman, y con más particularidad en los tribunales superiores que lo gobiernan, administran jus-ticia, y en los cuerpos que llevan la voz pública…” ideas que recoge el Ayuntamiento en pleno, añadiendo que el nombramiento del virrey correspondía al reino “represen-tado por sus tribunales y cuerpos, y [a] esta metrópoli [la ciudad de México] como su cabeza”.

Melchor de Talamantes, argumentando en apoyo del Ayuntamiento, sostenía que cuando falta el rey, “la nación recobra inmediatamente su potestad legislativa, como to-dos los demás privilegios y derechos de la corona” y por su parte, Francisco Primo de Verdad, síndico del Ayun-tamiento, declaraba que “[Dos] son las autoridades legíti-mas que reconocemos: la primera es de nuestro soberano, y la segunda de los ayuntamientos, aprobada y confirmada por aquél. La primera puede faltar, faltando los reyes…, la segunda es indefectible por ser inmortal el pueblo”.

Estas ideas las afinó aún más fray Servando Teresa de Mier, cuando expresó que “conservaron los reyes en su fondo nuestras leyes fundamentales, según las cuales las

Américas son reinos independientes de España sin otro

vínculo con ella que el rey…, dos reinos que se unen y

confederan por medio del rey, pero que no se incluyen”. En efecto, los soberanos –sostenía fray Servando- concedie-ron a la Nueva España todos los derechos de un reino independiente, la dotaron de sus propias Cortes, de su Consejo de Indias, separado del Consejo de Castilla, de su propia jurisdicción eclesiástica, etcétera. El único vínculo reconocido entre América y España era el soberano y cada país se gobernaba como si éste no fuera común, sino pro-pio de cada reino.

LEGITIMIDAD Y SUSTENTO

MORAL A LA INDEPENDENCIA

Estos hombres: Francisco Primo de Verdad, Melchor de

Talamantes, Juan Francisco Azcárate y Ledezma, Servando Teresa de Mier, de los que sólo estos dos últimos verían la transformación de la Nueva España en el México independiente, estarían contribuyendo con las razones jurídicas e históricas que darían legitimidad y sustento moral a nuestra independencia y con una muy valiosa aportación al desarrollo ulterior de nuestro derecho cons-titucional.

Pero volvamos a la colonia, que vivía tiempos revueltos. La autonomía pre-tendida por el Ayuntamiento lo enfrentó con la Real Audiencia y los intereses de las clases pudientes, que mediante un golpe de mano acabaron por imponerse al enviar a prisión a los autonomistas del Ayuntamiento, depusieron al virrey, designaron nuevo virrey y declarativamente mantuvieron su relación de depen-dencia con la dinastía destronada.

Es en ese estado de confusión, que el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo convoca a restablecer la legitimidad en la nación y a echar abajo al mal gobierno, levantando así a miles de mexicanos que desencadenaron la que habría de ser la primera gran revolución de un pueblo en la América Latina.

Napoleón Bonaparte

PolíticaUna definición de política: 6. Uso de la intriga o es-

trategia para obtener cualquier posición de poder o con-trol, como en los negocios, universidad, etc.

—Dictionary.com

Una definición de intriga: 4. Lograr o forzar mediante planeación astuta o maquinaciones clandestinas. —Dictionary.com

Es claro que la política, tanto en la práctica como en su definición, puede ser vista como algo malo. ¿Es la política sólo el lado obscuro de la amistad o la alianza—un resul-tado sin valor alguno que le redima?

Para determinar esto es necesario examinar el poder involucrado: si el poder no se ha ganado tiene que ser tomado por la fuerza o con engaños y tiene que ser man-tenido de igual forma. Si el poder es ganado, otros lo otorgan a través de un medio generalmente aceptado de intercambio sin involucrar robo, engaño (sesgo oculto) o uso de la fuerza.

Si se usan medios políticos para obtener autoridad que no se ha ganado—colocando el favor por sobre el mérito—entonces todos aquellos que se ganan lo que tienen se vuelven sirvientes de aquellos con la disposición y aptitud para intercambiar favores sin restricción.

Tales intercambios incluyen los procesos de coerción, extorsión y violencia.

Si el poder es ganado noblemente, el método para ob-tenerlo es claro: mediante la contribución en base a valor. Esta es la única manera de crear poder.

Si el poder es procurado mediante favor o fuerza, no es creado ni ganado; por lo tanto, debe ser robado a través de un juego donde el mérito (la creación de poder ganado) sucumbe al favoritismo.

En un juego así, la persona que mejor hace trampa tiene la probabilidad de ganar más.

La gente honesta se gana el poder mediante producir valor.

Cuando una persona no produce valor, no puede ga-narse el poder.

La gente honesta debe, en línea con su moral y ética, usar el poder para crear más valor.

Esto es un contraste directo con los tramposos que usan el poder como palanca para extorsionar más poder.

La diferencia es clara: la honestidad usa el poder como medio de intercambio y herramienta para construir valor;

la deshonestidad ve al poder como un fin y lo emplea para obtener más poder.

Para una persona honesta el poder sin construir valor es inútil; para una persona deshonesta el poder sin gente a quien subordinar es inútil.

A la mayoría de la gente le gusta pensar que la buena conducta siempre vence a la mala conducta.

En la teoría de juego, como en otras cosas, esto no es cierto.

Por ejemplo, si estoy jugando un juego con Ud., y en-cuentro una manera de hacer trampa, he incrementado mi probabilidad de ganar ya que he incrementado mi número de opciones estratégicas y tácticas desproporcionada-mente con respecto a las suyas.

En cuestiones de poder, si Ud. obtiene poder creando valor, y sólo usa su poder para construir aún más valor—porque para Ud., para eso es el poder—estará indefenso ante quienes usan su poder para tomar el poder de otros.

Los tomadores de poder siempre vencen a los produc-tores de poder.

Por ejemplo, si Ud. y yo tenemos la misma cantidad de poder, y yo uso todo mi poder para tratar de tomar el suyo, a menos que Ud. use todo su poder para defenderse, lo perderá.

Una persona cuya más alta prioridad es construir valor no se defiende hasta que ya es demasiado tarde—algo del poder en cuestión se habrá enfocado en construir valor y por lo tanto no estará disponible para la defensa.

En cuestiones de política, si hago trampa, tiendo a vencer a quienes no hacen trampa, y a asumir el control de sus recursos.

A través de este proceso construyo una base de po-der.

Mientras más prospero, más necesito incrementar mis favores de sesgo oculto y el uso de la fuerza para man-tener mi poder—venciendo a otros tramposos que buscan tomar mi posición.

La naturaleza del poder que no se ha ganado es así: no se ha ganado así que tiene que mantenerse por otros medios.

Quienes creen que el poder debe ser tomado y no creado, constantemente amenazan este poder.

Siempre que logro tomar el dominio de alguien más, mi poder aumenta, y si alguien más toma mi dominio, lo pierdo.

Así que obtener habilidades para hacer trampa, y fa-vores acumulados, se vuelve la estrategia más efectiva para lograr el poder político.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?4 la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 69

Nada que festejar,mucha memoria que hacer

NOTA DE LA REDACCIÓN:Agradecemos las gestiones del

licenciado Lucas de la Garza para la participación del ingeniero

Cuauhtémoc Cárdenas en la presente edición.

Ingeniero Cuauhtémoc

CárdenasFundador y Líder

Moral del PRD

Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas

Con motivo del bicentenario del inicio de la Indepen-dencia y del centenario del inicio de la Revolución, hay quienes hablan de celebración y hay quienes

hablan de conmemoración, y, viendo al México que hoy tenemos, habría que empezar por decirnos, teniendo en mente los objetivos de esos dos grandes movimien-tos reivindicadores, que poco o nada hay que celebrar, poco o nada que festejar, y mucho que conmemorar, mucha memoria que hacer para revisar cuáles de sus objetivos se han cumplido y cuáles tenemos aún como pendientes.

De la lucha por la independencia recoge nuestro derecho los principios de que la soberanía de la nación reside en el pueblo y que éste la ejerce al través de las instituciones que él mismo se da, principios de los que nacen la propia independencia y nuestra democracia. Esa misma lucha reivindica el derecho de todo hombre a ser libre, y reconoce a todos como iguales, a partir de que Hidalgo decretara la abolición de la esclavitud en Guadalajara, el 29 de noviembre de 1810.

Hidalgo mismo empieza a imaginar una nación in-dependiente y justa, así como un orden internacional equitativo y de paz, cuando plantea la constitución de un congreso cuyas leyes “destierren la pobreza, mode-rando la devastación del reino y la extracción de su dinero; fomenten las artes y la industria para que los mexicanos podamos hacer uso libre de las riquísimas tierras de nuestro país”.

“...Cuando vea que el intercambio se hace, no por consentimiento, sino por compulsión—cuando vea que para pro-ducir, necesita obtener permiso de hombres que no producen—cuando vea que el dinero fluye hacia quienes tratan, no con bienes, sino con favores—cuando vea que los hombres se enriquecen más mediante la corrupción y la influencia que mediante el trabajo, y sus leyes no le protegen contra ellos, sino que les protegen a ellos contra Ud.—cuando vea que la corrupción es premiada y la honestidad se vuelve un auto-sacrificio—sabrá entonces que su sociedad está perdida...”

—del ‘Discurso del dinero’ en La rebelión del Atlas, de Ayn Rand

Candidatos

Una forma simple de obtener una evaluación prelim-inar de un candidato político es examinar su estrategia electoral. Cualquier candidato tiene una cierta cantidad de poder personal que puede ser usado para impulsar ciertas propuestas o al candidato mismo, o para atacar oponentes.

El candidato óptimo usaría todo su poder para expre-sar virtudes y crear valores—no gastaría energía alguna en atacar personalmente a otros candidatos.

Es sorprendente ver cuantas figuras políticas usan una

porción de su poder para ataques ad hominem—es aún más perturbador cuando resulta efectivo ya que una victo-ria así indica el ascenso de personas innobles al poder.

Para cambiar las fibras de un sistema político es nec-

esario que el pueblo haga un boicot a cualquier campaña que utilice el poder de esta forma.

No importa cuan atractivo nos resulte un candidato, in-cluso si hizo mal uso del poder por mera ignorancia, debe-

mos retirar todo nuestro apoyo. Hasta que alcancemos esta simple meta pública, permaneceremos irresponsables en nuestras propias decisiones políticas. Una vez logrado esto, podremos entonces iniciar la jornada de un mayor refinamiento ético para purgar a los sistemas políticos de toda autoridad que no haya sido ganada.

La ciencia y la política

¿La ciencia es gobernada por intercambios nobles o in-nobles? Para entender esta cuestión es necesario analizar su sistema de méritos: ¿cómo se gana uno el derecho a ser un científico profesional? ¿Es otorgado este derecho sin uso de la fuerza o sesgos ocultos?

Yo defino que los científicos trabajan en una o más de tres categorías generales: ciencia pura, ciencia de ingeni-ería o ciencia de corroboración.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?70 EDITORIAL

Pienso, luego existo

DESCARTES1596 a 1650

La política no es sólo ciencia y arte social. Es también –como lo dirá un viejo líder chino del siglo XX- una guerra sin derra-mamiento de sangre.

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Desde los tiempos de los griegos -incluido Pericles, el gran gobernante, cuya efigie ilustra la portada de esta edición-, el poder ha sido motivo de preo-

cupación de reyes, emperadores, presidentes y filó-sofos sociales, que han tratado de encontrar en sus laberintos, la solución a la génesis del comportamiento humano.

En México, dada nuestra identidad cultural y nues-tro proceso histórico, el poder se ha convertido, más que en una ciencia, en un arte social que responde a fenómenos históricamente deterministas. Por esa razón, nuestra madurez política ha sido muy pobre en resultados reproducibles y científicamente válidos.

La transición política actual, democrática, que inició, entre otros, Cuauhtémoc Cárdenas, ha sido acompañada de cambios en el partido tradicional del poder, que era el PRI, y que ahora resurge con nuevos y modernos bríos, ya que la derecha -que ocupó tran-sitoriamente el gobierno-, no ha encontrado su rumbo histórico, y perdió su génesis social cristiana, mientras que la izquierda, en lugar de conservar sus objetivos sociales, ha entrado en el laberinto de buscar el poder por el poder mismo.

En toda esta confusión, hemos perdido lo mejor que teníamos, que era nuestro concepto de patria y nuestro reducto como nación soberana y con profunda identidad cultural; es decir, por ingresar a la llamada política moderna, estamos arriesgando nuestra génesis de nación con una ideología social muy clara y justa.

Para analizar estos temas, seleccionamos en esta edición a grandes prohombres de la política mexicana nacional y local, que con diferentes fórmulas políticas, y en completa libertad, analizan esta ecuación social,

La Ciencia del Poderque puede conducirnos a una transición pacífica y socialmente justa, recordando que nuestro México es el México de todos, y no sólo el de los partidos políticos, que, en su esencia, buscan exclusivamente el poder.

Los articulistas que aquí escriben hablan de la ciencia política y de las enfermedades que, a veces, adquiere el ser humano en su búsqueda del poder, que, como todos sabemos, es efímero y transitorio, y no representa los grandes intereses de la nación, que quiere cambiar lo que hay que cambiar y conservar lo que hay que conservar, y en México, nuestra gran patria, tenemos mucho que conservar y algo que cambiar. Éste es el gran dilema.

“Alejandro Magno en el Templo de Jerusalén”. Santiago Conca.

Una actividad de ciencia pura es aquella que estudia una cuestión de “porqué” sin buscar un resultado en par-ticular. Este tipo de ciencia puede no producir valor en lo absoluto. Es la ciencia por el afán de la ciencia. A menos que este esfuerzo sea de hecho una fachada para uno de los otros dos tipos de ciencia, es probable que no sea un abuso de poder ya que el valor resultante de este ejercicio es dudoso. La única manera de abusar directamente de este tipo de ciencia es usándola para manipular dinero a escondidas.

La ciencia de ingeniería es usada para crear un pro-ducto que cumple con criterios específicos y contesta una cuestión de posibilidad. Este es el tipo principal de ciencia usado por empresas comerciales. Es poco probable que sea corrupta porque los resultados producidos coinciden con un valor predeterminado. Es posible que los produc-tos de esta ciencia sean usados para abusar del poder, o

que la ciencia en sí sea usada, al igual que con la ciencia pura, para manipular dinero.

Un último tipo de ciencia busca verificar algún resulta-do o proveer un mecanismo para algún proceso conocido. Busca contestar una cuestión de “cómo”. Hay tres resul-tados para este tipo de cuestionamiento: 1) un mecanismo propuesto, 2) resultados indeterminados, 3) una dem-ostración de que el mecanismo es falso.

Desde un punto de vista comercial la opción 1 es la mejor, la 2 es menos deseable y la 3 es con frecuencia inaceptable (el mecanismo ya está siendo utilizado o asu-mido). Esta última conclusión es probable que resulte en el uso de un equipo de científicos distinto.

Esta es la ciencia más susceptible a la corrupción. Quienes otorgan los derechos a esta investigación tienen

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la política ¿ciencia o patología?CONOCIMIENTO 71

Traducción del inglés por Farouk Rojas

un sesgo automático, con frecuencia parcialmente oc-ulto, hacia usar la ciencia para fortalecer su conclusión. El financiamiento de arranque para la investigación cientí-fica jamás debe ser dependiente de la conclusión.

Desafortunadamente, cualquier entidad que pague por este tipo de ciencia encontrará muchas mentes alta-mente creativas capaces de encontrar alguna forma de verificación científica para atraer estos fondos (los buenos científicos siempre pueden generar teorías plausibles de “cómo” algo funciona). Es también cierto que cualquier disidente de las premisas asumidas no obtendrá fondos. Este tipo de presión transforma profecías en realidades científicas, y ficción en hecho establecido; es el peligro más amenazante para la ciencia, destruyendo su naturale-za misma de cuestionamiento libre.

Las fuerzas políticas utilizan la ciencia de corrobo-ración para reunir apoyo para sus ideas. En su mayoría, otros grupos no necesitan usar este método, ya que tienen ideas que están brindando valor que no requiere corrobo-ración. Para ellos, el “cómo” permite el desarrollo de otros productos lo cual es de hecho una aplicación de la ciencia pura.

Cuídese de cualquier agrupación política que intente extinguir a sus disidentes y acumular poder, dinero o fa-vores políticos usando a la ciencia de corroboración como herramienta. Mediante de este manejo, la herramienta de la ciencia es convertida en un arma.

Guardando un lugarSi hemos de ocupar posiciones de poder entre humanos, debemos hacerlo

sosteniendo la responsabilidad sagrada de su uso: para crear valor, no para es-clavizar. El poder es sólo una herramienta y no un fin. El poder moral-ético debe ser ganado y bajo ninguna circunstancia deberá ser tomado de quienes lo producen.

A fin de cuentas nosotros, como humanos participantes, debemos consider-ar que todos nuestros semejantes luchan por la misma posición final, el mismo canje: intercambiar nuestro tiempo en esta tierra por gozo. Todos estamos ha-ciendo fila en el mostrador esperando servicio—todos podemos ser servidos si somos lo suficientemente nobles, esperamos nuestro turno, amándonos mutua-mente lo suficiente como para no meternos en frente de nadie.

Acerca de Executive Success Programs, Inc.

Executive Success Programs, Inc.MR (ESP) ofrece programas de entrenamiento enfocados en crear consistencia en todas las áreas y ayudar a desarrollar las habilidades prácticas, emocionales e intelectuales que la gente necesita para alcanzar su máximo potencial. Todos los programas de ESP utilizan una tecnología punta con patente en trámite llamada Cuestionamiento Racional MR, una ciencia basada en la creencia que entre más consistentes sean las creencias y patrones de conducta de un individuo, más exitoso será en todo lo que haga. El Cuestionamiento RacionalMR permite a las personas volver a examinar e incorporar percepciones que pueden ser la base de limitaciones autoimpuestas.

Mayores informes: [email protected]

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Por lo menos hasta ahora, no es

posible prescindir ni de la política

ni de los políticos, afirma, página

28, el doctor Sergio Elías Gutiérrez;

en una u otra forma, todos somos

políticos, sostiene, página 33, el

maestro Rodrigo Soto; la Teoría del

Análisis Político, escribe, página 36,

el maestro José Manuel Vázquez

Godina, forma parte de la Ciencia

Política; para el doctor Víctor Ló-

pez Villafañe, página 40, la política

debe ser elemento directivo para la

solución de problemas sociales.

CONTENIDO

“CIENCIA CONOCIMIENTO TECNOLOGIA”, revista quincenal. Editor responsable: Dr. Luis Eugenio Todd Pérez. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2008-052311205700-102. Número de Certificado de Licitud de Título: No. 14158 Número de Certificado de Licitud de Contenido: No. 11731. Domicilio de la Publicación: Andes No. 2722 Col. Jardín Obispado, Monterrey, Nuevo León.Imprenta: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V., con domicilio en Ave. Avena No. 17 Col. Granja Sanitaria Ixtapalapa, Estado de México. Distribuidor: Milenio Diario de Monterrey, S.A. de C.V. con domicilio en Ave. Eugenio Garza Sada Sur No. 2245 Monterrey, Nuevo León.”

Teléfonos en la redacción: 8346 7351 y 8346 [email protected]

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La participación social en la políticaMaestro Omar Suro Reyes

Comunicación y política: caminos convergentesDoctorando Manuel Yarto Wong

Sociedad y Política en AristótelesProfesor Ismael Vidales Delgado

Partidos políticos y élites en MéxicoM. P. P. Francisco Ramiro Sánchez

García

La participación política: una respon-sabilidad compartidaDoctora Patricia Liliana Cerda Pérez

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Política internacional, globalización y poder Maestro Gerardo Tamez González

La política: arte y ciencia

Periodista Martha Anaya

Las encuestas forman parte, prácti-

camente, de todos los contextos de

nuestra vida cotidiana, y la política

no es la excepción, sostiene el doc-

tor Salvador Borrego, página 42;

gracias a la globalización, todos

podemos ahora contribuir a la

planeación e implementación de

la política internacional, es convic-

ción del maestro Gerardo Tamez,

página 45; para el maestro Omar

Suro Reyes, página 52, el poder es

el centro de atención de la actividad

política, orientada al bien común.

Portada

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Empresa incubada en el Tec fabrica avión autónomo no tripulado

Al principio de la fila Keith Raniere

ReconocimientoLicenciado Juan Roberto Zavala

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Las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Consejo EditorialPresidente del Consejode Ciencia y Tecnología de Nuevo LeónIngeniero Juan Antonio González AréchigaN. L. Gob.Licenciado Francisco Cienfuegos Martinez Director del Programa Ciudad Internacional del ConocimientoIngeniero Jaime Parada ÁvilaCAINTRAIngeniero Enrique Espino Barros LozanoITESMM. C. Silvia Patricia Mora CastroUANLDoctor Mario César Salinas CarmonaDoctora Diana Reséndez PérezDoctor Alan Castillo RodríguezIngeniero Jorge Mercado Salas

Pericles (495-429 a. C),

orador, político e impulsor de las artes.

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CONOCIMIENTOla política ¿ciencia o patología?72

A personajes nuestros de la política Juan Roberto [email protected]

RECONOCIMIENTOLicenciado Ricardo Canavati TafichConocedor de los entramados institucionales, y con una destacada trayectoria en el sector público y una vocación de servicio con contenido humano y carisma que lo distinguen y lo hacen muy pronto ganarse la confianza de quienes lo conocen, Ricardo Canavati Tafich es un destacado nuevoleonés, que ha desempeñado importantes cargos administrativos y de elección popular.

De entre ellos, sólo mencionamos que ha sido contralor y subdirector administrativo del Metro de la ciudad de México; director del Fideicomiso de Fomento Metropolitano de Monterrey (FOMERREY); subsecretario de Vivienda de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología y subsecretario de Desarrollo Urbano e Infraestructura de la SEDESOL; tres veces diputado federal; dos veces senador de la República; alcalde de San Nicolás de los Garza y presidente municipal de Monterrey. Su Licenciatura en Administración de Empresas es de la Universidad Iberoamericana.

Licenciado Lucas de la Garza GonzálezHombre de aguda inteligencia, valor civil y con una clara inclinación por el fortalecimiento de la cultura política y la democracia, Lucas de la Garza González entiende y siempre ha ejercido la política con decisiones que imprimen mejores rumbos al país y al Estado. De ahí su conocido transparente ejercicio en el servicio público y de ahí también su bonhomía confirmada. Asimismo, es bien conocido que sabe reconocer a los demás, pero es enemigo de los reconocimientos hacia

él.Es licenciado en Derecho; tiene un posgrado en París, Francia,

y ha sido secretario de Asentamientos Humanos y Desarrollo Urbano, y secretario general de Gobierno. Ha ejercido también actividades como profesionista y hombre de empresa. En 1987 fue fundador del Frente Democrático Nacional y, posteriormente, del PRD nacional y estatal. En 1991 fue candidato a gobernador del Estado de Nuevo León por este último partido.

Ingeniero César Lazo HinojosaCon un bien planeado y continuado esfuerzo de organización, que logró niveles de eficiencia y con ello el desarrollo armónico e integral de la administración municipal de Monterrey, César Lazo Hinojosa ha sido dirigente de diversas organizaciones políticas; diputado local por el segundo distrito; director de obras públicas de Monterrey y, de 1967 a 1969, presidente municipal de Monterrey. Fue también secretario de Desarrollo Urbano y Obras

Públicas de Nuevo León. Hizo la carrera de Ingeniería en la entonces Universidad de

Nuevo León, habiendo obtenido, en 1952, el Premio al Saber que otorgaba la Sociedad de Ingenieros y Técnicos de Monterrey. Posgraduado en la Universidad de Purdue, en Lafayette, Indiana, Estados Unidos, en 1996 recibió la Medalla al Mérito Cívico en el campo de Administración Política. Es autor de La Otra Imagen de Monterrey. Su Fidelidad Revolucionaria (1971).

Ingeniero Rogelio Sada ZambranoImpulsor de reformas políticas que permiten tomar decisiones para dar un mejor rumbo al país y con una destacada trayectoria en los ámbitos nacional y estatal, además de ser defensor de la libertad individual y de la dignidad humana, Rogelio Sada Zambrano siempre ha entendido a la economía y a la política como instrumentos al servicio del hombre. En 1988 participó en la campaña presidencial de Manuel Clouthier, .

Ha sido diputado federal; de 1966 a 1968, presidente de CAINTRA en Nuevo León, y de 1992 a 1994, alcalde de San Pedro Garza García. Además, ha sido un destacado empresario y, siendo director general de Fomento de Industria y Comercio, impuso el nuevo nombre de VITRO a la institución. Es ingeniero administrador e ingeniero mecánico electricista por el ITESM y ha sido dirigente y consejero de numerosas instituciones industriales y bancarias.

Licenciado Luis Santos de la GarzaDistinguido nuevoleonés, con un profundo sentido de la ética profesional y la solidaridad, que lo ha llevado a ser consejero de múltiples personas e instituciones, Luis Santos de la Garza es uno de los más destacados abogados en la historia de Nuevo León, protagonista de significativos episodios políticos y sociales de Nuevo León y de México e impulsor de importantes mejoras electorales en el país. Ha sobresalido también en la función pública, pues ha sido

diputado local, regidor en el Ayuntamiento de Monterrey y senador de la República.

Es licenciado en derecho por la UANL y ha sido profesor en el ITESM. Entre otros, es autor del libro Los derechos humanos en materia política. En 2001, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UANL le impuso la Medalla al Mérito Jurídico “José Alejandro de Treviño y Gutiérrez” y en 2003 el Gobierno del Estado le otorgó la Medalla al Mérito Cívico: Presea Estado de Nuevo León.

Licenciado Jorge A. Treviño MartínezUno de los gobernadores más sobresalientes en la historia de Nuevo León, pues independientemente de su genuino deseo de servir a la sociedad, Jorge Treviño Martínez realizó una vasta obra, como la planeación y notorio avance en la construcción de la más importante presa del Estado, “El Cuchillo”; trazó y puso en operación la primera línea del metro con una longitud de 18.5 kilómetros; hizo de Congregación Colombia el primer “puerto” fronterizo de

Nuevo León, con su puente internacional; edificó el Hospital Metropolitano y los hospitales de Sabinas Hidalgo y Doctor Arroyo y con su apoyo se construyó CINTERMEX.

Es licenciado en Derecho por la UNAM y tiene un Doctorado en Derecho Administrativo por la Universidad de París. Hizo también estudios de Derecho Fiscal en la Universidad de Roma y ha sido catedrático en la UANL, el ITESM y la UDEM. Fue gobernador de Nuevo León en el periodo 1985-1991.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas,

página 4, sugiere hacer mucha me-

moria para revisar qué objetivos

–de la Independencia y la Revo-

lución- se han cumplido, y cuáles

tenemos pendientes: el licenciado

Javier Treviño Cantú hace, página

9, un análisis de la fragmentación

que, en los tiempos actuales, ha

experimentado el poder político;

el licenciado Porfirio Muñoz Ledo,

página 13, considera fundamental

el preguntarnos si es posible una

genuina reforma del Estado mexi-

cano.

CONTENIDO

Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo LeónLicenciado Rodrigo Medina de la CruzDirector GeneralDoctor Luis Eugenio ToddSubdirectorLicenciado Juan Roberto ZavalaDirector EditorialFélix Ramos GamiñoEducaciónProfesor Ismael Vidales DelgadoCiencias Básicas y del AmbienteDoctor Juan Lauro AguirreDesarrollo Urbano y SocialIngeniero Gabriel ToddCiencias MédicasDoctor David Gómez AlmaguerCiencias Políticas y / o de Administración PúblicaContador Público José Cárdenas CavazosCiencias de la ComunicaciónDoctora Patricia Liliana Cerda PérezLa Ciencia es CulturaLicenciado Jorge PedrazaEducación Física y DeporteDoctor Óscar Salas FraireLas Universidades y la CienciaDoctor Mario César Salinas CarmonaRedacciónLicenciado Carlos JoloyDiseñoLindsay Jiménez EspinosaJavier Estrada CejaArte GráficoArquitecto Rafael Adame DoriaCirculaciónProfesor Oliverio Anaya RodríguezAsistente EditorialLicenciada Edith Flores Ceballos

Directorio

Editorial3

Para el licenciado Luis Santos de

la Garza, página 16, la democra-

cia en México es joven, de apenas

14 años, todavía con sus naturales

imperfecciones superables; el sena-

dor Alberto Anaya, página 19, hace

un recorrido histórico, desde la

antigua Grecia hasta nuestros días,

para analizar la relación de política

y poder; en lo referente a la reforma

del Estado, tenemos aún asignatu-

ras pendientes, sostiene, página 25,

el licenciado Héctor Gutiérrez de la

Garza.

La ciencia del poder

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Nada que festejar, mucha memoria que hacer.Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas

El poder de la políticaLicenciado Javier Treviño Cantú

La reforma del Estado mexicano Licenciado Porfirio Muñoz Ledo

La novedad de la democracia en MéxicoLicenciado Luis Santos de la Garza

Política y PoderLicenciado Alberto Anaya Gutiérrez

Reforma del Estado: una visión federativa

Licenciado Héctor Gutiérrez de la Garza

De la política, a la política públicaDoctor Sergio Elías Gutiérrez

Del animal político de Aristóteles, al político científicoMaestro Rodrigo Soto

Teoría del Análisis PolíticoM. P. P. José Manuel Vázquez Godina

Política y crisisDoctor Víctor López Villafañe

42 Encuestas: ¿realidad o fantasía? Doctor Salvador Borrego

LA POLÍTICA¿CIENCIA O PATOLOGÍA?

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?La Politica ¿Ciencia o

Patologia?

Francisco Domínguez

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