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Rebelarse desde el nosotrxs Porque desde el abismo es imposible vivir sin luchar…

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http://laoropendolasostenible.blogspot.com.es/2014/09/libro-libredescarga-rebelarse-desde-el.html Autores: Gustavo Esteva Jérôme Baschet Vilma Almendra Emmanuel Rozental Primera edición: Querétaro, Diciembre de 2013 Diseño de Portada: Alicia Esquivel [[email protected]] Maquetación: Guadalupe Suarez [[email protected]] Impresores: Atani Impresión y Diseño [[email protected]] Equipo de En cortito que´s pa´ largo en esta publicación: Rene Olvera Salinas [[email protected]] Arturo Chavero Osorio [[email protected]] Juan Alberto Pichardo Hernández [[email protected]] Isel Lucio Trujillo [[email protected]]

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Rebelarse desde el nosotrxs

Porque desde el abismo es imposible vivir sin luchar…

COPYLEFTEsta publicación es una herramienta de lucha contra el capitalismo, la colonialidad y el patriarcado en todas sus expresiones, por lo que puede reproducirse y distribuirse en todos los soportes imaginables, de los cuales se sugiere el más poderoso: de boca en boca en comunidad.

Rebelarse desde el nosotrxs Porque desde el abismo es imposible vivir sin luchar…

Autores: Gustavo Esteva Jérôme Baschet Vilma AlmendraEmmanuel Rozental

Primera edición: Querétaro, Diciembre de 2013

Diseño de Portada: Alicia Esquivel [[email protected]]

Maquetación: Guadalupe Suarez [[email protected]]

Impresores: Atani Impresión y Diseño [[email protected]]

Equipo de En cortito que´s pa´ largo en esta publicación:Rene Olvera Salinas [[email protected]]Arturo Chavero Osorio [[email protected]]Juan Alberto Pichardo Hernández [[email protected]]Isel Lucio Trujillo [[email protected]]

C

Rebelarse desde el nosotrxs

Una publicación autogestiva y sin patrón

Porque desde el abismo es imposible vivir sin luchar…

CONTENIDO

Presentación - En cortito que´s pa´ largo.........................................6

Tiempos de indignación, tiempos de reflexión -Gustavo Esteva.........................................................8

Ya estamos en camino, haciendo otros mundos - Jérôme Baschet.......................................................39

La paz de los pueblos sin dueños -Emmanuel Rozental y Vilma Rocío Almendra Quiguanás......................67

La paz de la Mama Kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios - Vilma Rocío Almendra Quiguanás.........................85

PresentaciónEn cortito que´s pa largo

La compilación de textos que tienes en tus manos es un pretexto para compartir-nos dolores y sueños entre compañerxs; para arrancarle tiempo a las

múltiples actividades cotidianas y necesarias de nuestros colectivos y reflexionar desde –no sobre- el Horror de las relaciones sociales capitalistas/patriarcales/coloniales/estatistas nuestras diversas rebeldías.

La importancia de reflexionar desde el Horror nuestras rebeldías pensamos y sentimos que nos ofrece algunas opciones de salida al estado de confusión política en el que estamos inmersos a nivel mundial, donde incluso, la diferencia entre ellxs [los de arriba] y nosotrxs [los de abajo] se desdibuja por la ejecución de un entramado de mecanismos de control, cooptación y represión sistemáticos que están ganando terreno.

No negar ni maquillar el Horror nos ancla a la realidad de guerra en que estamos muriendo, con balas, venenos, becas, o “programas sociales” y reflexionarlo desde y no sobre nos permite dejar de verlo ajeno a nuestros espacios de habitación, trabajo, recreo. Espacios desde dónde rebelarse no solo resulta deseable sino la única opción de vivir con dignidad, como está ocurriendo en muchísimos espacios en todo el mundo, pequeños o grandes, cada uno a sus modos pero contra el Horror, contra los de arriba, contra la confusión que promueven.

Agradecimientos

Agradecemos a los compañerxs Gustavo Esteva, Jérôme Baschet, Emmanuel Rozental y Vilma Almendra sus palabras que ahora se vuelven letra

y viajan de mano en mano; a lxs compañerxs que haciendo la coperacha de manera autogestiva financiaron esta edición; a lxs artistas que lo diagramaron y dieron color y vida a sus páginas; a quienes sin patrón lo imprimieron en sus talleres autónomos; a quienes lo distribuirán por fuera y en contra de los círculos de distribución capitalista; a quienes lo leerán y compartirán reproduciéndolo de todas las maneras imaginables; gracias compañerxs.

Tiempos de indignación, tiempos de reflexión1

Gustavo Esteva

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Tiempos de indignación, tiempos de reflexión

Son tiempos de indignación. Por eso, son tiempos de reflexión.

Según me cuenta Cecilia Zeledón, en una tarde lluviosa

y fría, hace ya varios años, durante una reunión de mujeres en Oventic, las compas promotoras nos dijeron: “Cuando una está enojada, tiene rabia, digna rabia, hay que ‘echar claridad’ sobre la rabia; hay que preguntarnos por qué nos salió ese enojo. Buscando se va conociendo el corazón adentro y entendiéndose juntas con otras que vamos caminando”.

1Las notas para la intervención improvisada en el Tercer Seminario internacional de reflexión y análisis “...Planeta Tierra: movimientos antisistémicos”, San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 1 de enero de 2013, fueron revisadas y actualizadas por el compañero Gustavo Esteva para su publicación en este libro durante julio de 2013.

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México está cayendo a pedazos. Perdió la paz y tiene el tejido social y el alma desgarradas. Sin cachondeo apocalíptico, con entereza, necesitamos repasar rigurosamente nuestro horror, preguntarnos de donde salió todo este dolor y esta rabia que sentimos, para “echarles claridad”.

Recojamos algunos hechos que pueden ilustrar la gravedad del drama actual.

Recuento de los daños

• La tercera parte de los mexicanos vive actualmente fuera de México –una de las más grandes migraciones de la historia. 20 millones han emigrado a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. La mayoría va a Estados Unidos y Canadá, pero los mexicanos están emigrando hasta países tan lejanos como Japón.

• México vive en un estado de guerra permanente, de ocupación interna. No nos cansemos de repetir las cifras de la guerra civil impulsada por el presidente Calderón y que continúan las autoridades actuales de todos los niveles: más de 100 000 muertes, 20 000 desaparecidos reportados y muchos más no reportados, medio millón de desplazados, por lo menos 50 000 secuestrados… Se trata del conflicto más mortífero del mundo: una “espiral de barbarie”, lo calificó Le Monde. Se han registrado numerosas masacres, incluyendo las de migrantes centroamericanos (particularmente indígenas). Numerosas poblaciones, sobre todo en el norte del país, viven bajo un toque de queda impuesto

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por los criminales y los comercios sólo pueden operar bajo un régimen de “protección” pactado con ellos. La “seguridad” toma la forma de militarización y paramilitarización. Este régimen de ocupación es la expresión política de la ocupación económica, que se extiende todos los días.

• México ha dejado de ser un estado de derecho. Las violaciones de los derechos humanos y de los pueblos son constantes…lo mismo que la persecución de defensores de esos derechos, de los ambientalistas, de los periodistas…y particularmente de los luchadores sociales. Existe buen número de presos políticos y de conciencia. Existe una regresión democrática, una desviación estructural de poder y la cooptación de la ley por distintas facciones. La Corte Interamericana de Derechos Humanos definió esta situación como “el uso de los poderes del estado para perseguir y abatir los derechos civiles de la gente”. En otras palabras, quienes están en el poder formal actúan de mala fe hacia la población que se supone deben proteger. Según Amnistía Internacional, la tortura practicada por las fuerzas de seguridad mexicanas es una práctica “generalizada y sistemática” que en los últimos años “alcanzó niveles escandalosos”. La impunidad por estos actos o las violaciones de derechos humanos es casi total. De los 22 campos de ilegalidad establecidos por Naciones Unidas, México está presente en 21.

• México ya no puede considerarse una sociedaddemocrática. Se ha documentado con claridad la práctica del fraude, la compra y manipulación de votos y otros vicios del sistema electoral y del régimen de partidos, todos los cuales se hallan en descomposición

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y muestran un deterioro profundo en su “democracia interna”, que nunca fue muy sólida. Grave corrupción afecta todos los niveles y esferas del gobierno y de los tres poderes –ejecutivo, legislativo y judicial-, que carecen de apropiados controles y sistemas de equilibrio. La farsa electoral y el despotismo y autoritarismo crecientes han propiciado una pérdida creciente de confianza en el régimen democrático. Carecemos ya de la principal institución de una sociedad democrática: la convicción de la mayoría de los ciudadanos de que pueden elegir libremente a sus representantes y que esos representantes realmente los representan. Tal convicción nunca fue muy fuerte en México, por el largo periodo de ficción democrática en la “dictadura perfecta” que manejó el PRI de 1928 a 2000. La poca confianza que se tenía en el sistema democrático se perdió en los años recientes, cuando a las manipulaciones y fraudes tradicionales se agregó la grave descomposición de todos los partidos políticos.

• La libertad de expresión se encuentra seriamente en

entredicho. Según el Comité para la Protección de Periodistas, con sede en Nueva York, “hay un deterioro muy marcado en las condiciones de la libertad de prensa”. 70 periodistas han sido asesinados en los últimos diez años. Se han reprimido, incluso con asesinatos, múltiples expresiones de comunicación independiente. Se impone por la fuerza el silencio a cuantos resisten la ocupación de sus vidas y sus tierras. Dos grandes empresas monopolizan el sistema de radio y televisión y lo han puesto al servicio de intereses políticos facciosos.

• La evolución de la economía ha sido desastrosa: es una

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de las peores de América Latina y ha llegado a ser inferior a la de Haití –el país que ocupa recientemente el último lugar. La crisis, como un estado de cosas, se extiende ya a todos los sectores de la actividad económica y es cada vez más profunda.

–La tasa anual de crecimiento económico entre 1981 y 2011 es de poco más de dos por ciento, apenas la tercera parte de la que se registró en los 20 años anteriores, de 1960 a 1981. En ese periodo, además, el país ha enfrentado cinco crisis económicas serias, en 1982, 1986, 1995, 2001 y 2009. En este último año se produjo la caída en el producto más pronunciada de América Latina, un 9%.

–Más de 60 millones de mexicanos se encuentran bajo la línea de la pobreza. 50 millones viven en inseguridad alimentaria; 12 millones no pueden comprar la canasta básica; 28 millones sufren hambre; tres millones enfrentan hambruna.

–La inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra en la economía informal. Casi diez millones de personas están formalmente desocupadas y muchos millones más sub-ocupadas.

–La clase media entró en un proceso de aguda degradación y buena parte de sus integrantes cayó debajo de la línea de pobreza o entró en el sector informal.

• México produce el hombre más rico del mundo y algunos de los más pobres. No se trata de dos fenómenos distintos sino de dos aspectos del mismo proceso. El 10% más acaudalado recibe más de la mitad del ingreso nacional. Buena parte de su riqueza sale del país y se acumula en paraísos fiscales. El lavado de

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dinero asciende por lo menos a 45 000 millones de dólares al año.

• Se cierran todas las puertas legales para los jóvenes.

Existen más de 10 millones de “ninis” – jóvenes que no pueden continuar sus estudios ni encuentran trabajo. En las comunidades indígenas, sólo uno de cada mil jóvenes podrá tener título universitario. La mayor parte de los graduados de las universidades mexicanas no podrán tener empleo en aquello que estudiaron. La vía de la migración está crecientemente cerrada para los jóvenes, pues el costo de cruzar la frontera está fuera de sus posibilidades económicas. Como las familias ya no pueden sostenerlos, un número creciente de jóvenes son condenados a la ilegalidad, que empieza por actuaciones limitadas en el margen de la ley y se hace cada vez más grave y riesgosa en una espiral de deterioro humano.

• El ritmo y magnitud de la destrucción y degradación de la naturaleza no tiene precedentes. La desregulación y la concesión masiva de tierras a intereses privados ha propiciado una acelerada destrucción ambiental, que en algunos casos llegó ya a extremos irreversibles. El aire, el agua, el suelo y el subsuelo, el bosque, las playas, los ríos, lagos y mares…todo ha sido objeto de compraventa, destrucción sistemática y degradación continua.

En suma, sobre todo a partir de los años 90, se adoptó en México, de manera sistémica e institucionalizada, una política y una estrategia que han producido un empeoramiento progresivo de las condiciones de vida del pueblo mexicano y de sus posibilidades de acceso a

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protección jurídica cuando se violan sus derechos.

En el curso de las décadas pasadas los gobiernos mexicanos han adoptado diversas estrategias económicas, sociales y represivas, pero no han dejado de tener una planificación bien detallada, que ha buscado imponer por la fuerza una lógica de gobierno y de organización social en la que los derechos de las personas, como individuos y como grupos, se subordinan a las prioridades de intereses económicos nacionales e internacionales. Se desechan o marginan los derechos de la gente en nombre de la estabilidad macro-económica y al servicio de intereses privados.

Se cuenta con amplia evidencia de la violación sistemática y masiva de los derechos humanos de los pueblos indios, así como de otros grupos bien identificados y de la población en general; muertos innumerables, secuestros, feminicidios, migrantes que caen víctimas del crimen, la extorsión y la discriminación; personas desplazadas, trabajadores despedidos, sindicatos desmantelados, personas sin empleo, mal nutridas y hambrientas, muchas de ellas en la cárcel; devastación ambiental extendida, un sistema de salud en buena medida desmantelado; militares, policías y otras fuerzas represivas patrullando las calles; impunidad para quienes cometen todos esos crímenes…

Hay evidencia específica de la devastación que las corporaciones dejan a su paso: invasión, despojo y expropiación de la tierra, de los recursos naturales y de incontables áreas y bienes que eran ámbitos de comunidad.

Este es nuestro horror. El año pasado, en este mismo

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Seminario, sugerí que no estábamos al borde del abismo sino que ya habíamos caído en él y parecía insondable. La imagen se mantiene: no se ve fondo en esta caída libre de degradación material y espiritual en que ha caído el país.

El escenario

No es consuelo constatar que esa espiral destructiva se generaliza por el mundo y un número creciente de países cae en ella. Hace 150 años algunos socialistas alemanes pensaban que su país podría evitar las rupturas y desgarramientos que el régimen capitalista estaba produciendo en Inglaterra. Marx les advirtió que no debían alzarse farisaicamente de hombros y hacerse ilusiones optimistas. Se los dijo elegantemente en latín: De te fabula narratur, lo que podría traducirse como “Mírense en ese espejo”. Reconoció que las naciones podían y debían escarmentar en cabeza ajena, pero no saltar ni descartar por decreto procesos históricos. A los hermanos y hermanas de otros países que se encuentran en condiciones mucho mejores que las nuestras y se sienten a salvo de nuestras desgracias, necesitamos decirles que caminan en la misma dirección, hacia el despeñadero; que harían bien en mirarse en este espejo.

Necesitamos aquilatar con rigor la naturaleza de este horror. Quizá salimos ya de la pesadilla neoliberal, pero eso sólo significa que acaso habríamos entrado en otra peor.

El neoliberalismo, aunque sólo fuese en la retórica, en el discurso, se postulaba como una orientación que ponía la vida social en manos del mercado. Un alto

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funcionario del presidente Bush declaró que nada tenía contra el Estado: sólo quería reducirlo a un tamaño en que fuera posible deshacerse de él en el excusado. Esta posición de los “fundamentalistas del mercado” fue ya abandonada hasta por sus más decididos promotores. La descartó desde 2007 el Banco Mundial. Los presidentes latinoamericanos la desecharon en El Salvador un año después. Cuando el presidente Obama tomó posesión por primera vez señaló con claridad que sólo el Estado podía hacer frente a la crisis. Unos meses después dijo lo mismo el primer ministro de Inglaterra y procedió a nacionalizar la banca en riesgo de bancarrota.

En un sentido riguroso, el neoliberalismo ha muerto. Para describir la orientación actual podemos emplear la expresión que hace años usamos para aludir a la Unión Soviética y a los países del socialismo real: capitalismo de Estado. En esta nueva modalidad que habría sustituido al neoliberalismo, el Estado no sería ya un dispositivo para la gestión política y para procesar diferencias entre grupos y clases sociales. Es cada vez más claramente un conjunto de aparatos, reglas e instituciones para controlar a la población y proteger al capital de sus propios excesos. Se le usará cada vez más, no cada vez menos, como querían los neoliberales “puros”. El neoliberalismo no era nuevo ni liberal. El posneoliberalismo es capitalismo puro y duro, capitalismo salvaje, sin matices ni reservas…bajo administración estatal.

El capitalismo, además, sufre una regresión. El capital ha estado regresando a la vieja técnica colonial del despojo ante el colapso de la equívocamente llamada “economía real”, es decir, la esfera caracterizada por relaciones capitalistas de producción dedicada a producir bienes y

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servicios. El colapso fue causado en parte por los excesos e imprudencia de los capitalistas tras la disolución de la Unión Soviética, pero también por las contradicciones estructurales que ha estado señalando Wallerstein.

El capital fue siempre un régimen basado en el despojo: nació con el cercado de los ámbitos de comunidad, con la destrucción de formas autónomas de subsistencia. La palabra “privada”, en la expresión propiedad privada, viene de privar, de despojar. Pero desde Marx distinguimos con claridad el periodo de la acumulación originaria, la que Adam Smith llamaba “acumulación previa”. No es la evolución idílica que siempre han querido imaginar los defensores del capitalismo. No es el producto del esfuerzo empeñoso de unos cuantos que acumulan riquezas mediante vida austera y trabajo duro y fundan el capitalismo al convertir sus ahorros en medios de producción. La acumulación originaria es el proceso histórico en que los trabajadores carecen ya de las condiciones de realización de su trabajo, cuando ya no pueden ser propietarios de esas condiciones. Es el proceso en que se disocian el productor y los medios de producción, en que se expropia a los trabajadores de las condiciones en que pueden realizar su actividad. Se le llama originaria porque es la prehistoria del capital y del régimen capitalista de producción. El famoso capítulo XXIV del tomo I de El Capital muestra con toda claridad que este proceso nunca fue pacífico o tranquilo. Fue una historia de despojo, en la cual, según Marx, unos cuantos usurpadores expropiaron a la masa del pueblo de sus medios de subsistencia.

La “acumulación originaria” no ha cesado. Esa forma violenta de despojo ha acompañado la historia del capitalismo y lo caracteriza. Sin embargo, una vez

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cumplida su función histórica –la gestación del régimen capitalista de producción- fue quedando más o menos en el margen. En el centro dominaba la ley del valor y se realizaba la forma de acumulación simple y ampliada propia de este régimen específico de producción. Si bien esta forma domina aún en el mundo y sigue siendo la fuente principal de la ganancia capitalista, la dinámica del sistema ya no se encuentra ahí porque lo impiden límites de toda índole. Lo que David Harvey está llamando “acumulación por despojo” es esta regresión a formas coloniales, pre-capitalistas, de acumulación. En América Latina se ha estado llamando extractivismo a tal forma de despojo, para referirse en particular al de la explotación minera. El mismo mecanismo, el mismo principio, se está empleando en la especulación inmobiliaria en las ciudades y en el sistema financiero: un pequeño grupo se apropia de porciones crecientes de la plusvalía generada por la operación capitalista en su conjunto…sin participar en su generación. Al paso que vamos, cada vez más acelerado, ya no podremos caracterizar a este régimen como capitalista: será una modalidad poscapitalista que emplea procedimientos precapitalistas para formas salvajes de acumulación…

Esta evolución ha estado desmantelando los procedimientos de la democracia y haciendo evidente la naturaleza de ese régimen político. Se desvirtúa el régimen de representación, que sólo representaría al 1%, como señaló Occupy Wall Street. Además, la implementación del despojo exige recurrir cada vez más a la violencia y desmantelar el estado de derecho, en la forma de un estado de excepción no declarado para el que se usan diversos pretextos, como el terrorismo internacional o la guerra contra los narcotraficantes. El Estado se convierte

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en empresario de la violencia, una vez que ha perdido legitimidad y el monopolio de la fuerza. Se instala, paso a paso, una especie de criptoestalinismo o neoestatalismo que a veces tiene ángulos populistas. En nuestro caso, el uso del garrote y la zanahoria se combinará con un instrumento perverso: hordas de golpeadores locales bien adiestrados, para hacer aparecer la resistencia como conflicto entre comunidades o grupos de pobladores, un instrumento que el PRI perfeccionó en el curso de sus décadas de “dictadura perfecta”.

Cuando la esperanza se vuelve anticapitalista

En estas circunstancias no hay lugar alguno para el optimismo. La perspectiva es sombría. La Cuarta Guerra Mundial que hace ya una década anticiparon los zapatistas, esa guerra en que la población misma se caracteriza como enemigo, está teniendo un impacto desastroso en todos los aspectos de la vida social y en la naturaleza. ¿Cómo evitar la desesperación ante esta perspectiva? ¿Cómo evitar las reacciones desesperadas que se observan ya en muchas personas, particularmente entre los jóvenes?

Según el Mahabharata, el libro sagrado de la India, cuando se destruye la esperanza se produce una pena que es casi igual a la muerte. Recuperar la esperanza como fuerza social se ha convertido en una necesidad estricta de supervivencia. La esperanza es la esencia de los movimientos populares: la gente actúa movida por la esperanza de que su acción producirá el cambio que hace falta. En este contexto, esperanza es lo opuesto de expectativa: no es la convicción de que las cosas ocurrirán como se desea, sino la convicción de que la acción tiene

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sentido independientemente de lo que pase. Existe siempre el riesgo de que la esperanza sea experimentada como pasividad y propicie la parálisis, convirtiéndola en mera ilusión, en sueño escapista. Existe, sin embargo, un remedio efectivo a ese riesgo. Para evitar la desesperación basta nutrir la esperanza imaginando la opción…y dándole realidad. De inmediato. En el presente. Es obvio que la acción en que se encarna la esperanza no puede cambiarlo todo de golpe, pero cualquier avance, por pequeño que sea, es materia de esperanza.

La experiencia de resistencia, que se extiende cada vez más, está mostrando que la forma más efectiva de resistir el horror actual, quizá la única, es crear una alternativa. No basta decir NO, oponerse, aunque esto es indispensable. El NO necesita estar acompañado de una afirmación, del acto creativo que muestra no solamente por qué se resiste sino cuál es el sentido de la resistencia. Los zapatistas siguen siendo el mejor ejemplo de esta postura. Es cada vez más evidente que su capacidad de resistencia a lo largo de dos décadas, ante toda suerte de agresiones cotidianas, se basa en la creación continua de un mundo nuevo, basado en el empeño transformador cotidiano. No se han colgado de una utopía, de una nueva tierra prometida, o de una ideología. Han encontrado la manera de aprender juntos sus caminos…caminándolos, aventurándose cotidianamente en nuevo territorio sociológico y político, transformando sus tradiciones recuperadas, enriqueciendo continuamente sus saberes…

En las circunstancias actuales, quienes ya estaban en movimiento necesitan acelerar el paso, profundizar el empeño, concertar con otros y otras acciones y esperanzas y saberes. Quienes estaban paralizados o confundidos,

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quienes se habían dejado llevar por la ilusión de las urnas y en ellas depositaban todos sus sueños, quienes son ahora invitados a trasladarlos al 2018, necesitan volcar su energía en el empeño de crear, cada día, los elementos de una sociedad alternativa a la capitalista. No cabe ya esperar más desastres de cualquier índole o la llegada de un líder iluminado o un partido al control de los dispositivos del poder. Ha llegado la hora de actuar, en las condiciones, la escala y el sentido que en cada lugar resulte apropiada.

Las formas de la resistencia

Necesitamos ponernos en movimiento, resistir con eficacia, pero es preciso hacerlo con sentido. Se ha agotado el tiempo de las marchas, cuando largas y confusas asambleas sólo desembocan en un acuerdo sobre la fecha de la siguiente, aunque se reconozca su creciente ineficacia. Se ha estado haciendo evidente que una de las crisis más profundas del momento es la crisis de la imaginación: una vez agotadas las teorías y las prácticas que en el último siglo guiaron las movilizaciones se comprueba una grave ausencia de ideas, de iniciativas.

Una de las formas de expresar la reconstrucción de la iniciativa es la recuperación de los verbos, sustituyendo sustantivos como educación, salud, empleo, vivienda, etc., que nos instalan en la dependencia de instituciones contraproductivas, por verbos como aprender, sanar, trabajar, habitar, etc., que nos devuelven la iniciativa, la agencia autónoma de la transformación.

Se ha estado formando consenso en cuanto a la necesidad de desmantelar los aparatos del Estado, las instituciones

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dominantes, en vez de tratar de conquistarlas y ocuparlas por cualquier vía. La experiencia está demostrando que la manera más eficaz de hacerlo es suprimir la necesidad de su función. De la misma manera, si de lo que se trata es de dejar atrás las relaciones capitalistas de producción, basadas en la explotación y la enajenación, lo que hace falta es eliminar su necesidad para sobrevivir. Y a fin de suprimir las relaciones jerárquicas y autoritarias del régimen dominante se requiere igualmente disolver su necesidad. En vez de combatir el aparato económico y político o tratar de apoderarse de él el desafío consiste en hacerlo innecesario, disolver las condiciones fundamentales de su existencia.

Se están multiplicando los ejemplos de la manera en que la gente está llevando a la práctica esta nueva actitud, que recupera antiguas tradiciones de lucha, en todas las esferas de la vida cotidiana.

Aprender

Cada año las instituciones de educación superior rechazan a un millón de personas que no pueden acomodar en sus programas. Cada año los rechazados de organizan para exigir su inclusión y una pequeña parte de ellos lo logra. Estas movilizaciones frustrantes se suman a las de cuantos exigen más y mejores escuelas y maestros, a todos los niveles, y consiguen escasos resultados: ninguna sociedad ha conseguido satisfacer la “demanda” de educación. Es una “demanda” creada por la propia sociedad, cuando convirtió los servicios educativos y su certificación formal en un requisito para ser aceptado como ciudadano “legítimo”, una condición a la que sólo una minoría

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puede tener pleno acceso. Incluso en los países que han logrado mayores avances en materia educativa, como Cuba y Finlandia, se observan inmensos desajustes entre la oferta de servicios educativos y lo que la gente quiere y necesita. El derecho a la educación, ahora universalmente reconocido, tiene dos impactos importantes en la vida social: centraliza en el Estado recursos y facultades para dar vigencia a ese derecho y convierte a todos los ciudadanos en pedigüeños, que demandan continuamente al Estado los servicios educativos que no puede proporcionarles ni en calidad ni en cantidad.

En suma: el sistema educativo no está preparando a la gente para la vida y el trabajo y crea profunda desigualdad: la mayoría de la gente se ve obligada a abandonar la escuela antes de terminar sus estudios y por ese motivo sufre discriminación de por vida; y la minoría que logra llegar hasta el final no encuentra empleo en aquello que estudió.

Ante esta situación, casi enteramente universal, se realizan en todas partes del mundo vigorosos esfuerzos para reformar el sistema educativo. Ciertos grupos, cansados de ese empeño que sólo logra cambios marginales, intentan crear formas alternativas de educación. Un número creciente de personas, sin embargo, está orientando su esfuerzo en otra dirección. Manden o no sus niños y jóvenes a la escuela, para que obtengan el diploma que funciona como una especie de pasaporte en la sociedad moderna, están organizando formas alternativas de aprender fuera del sistema educativo, sin sujetarse a las reglas del sistema y con creciente autonomía. Se trata, quizás, del “movimiento” que involucra a mayor número de personas en el mundo, aunque quienes están en él no

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se ven a sí mismos como parte de un movimiento: actúan por simple sentido común y por la necesidad de aprender habilidades, destrezas y conocimientos útiles para su vida o que les despiertan curiosidad. Gracias a este movimiento autónomo la gente está recuperando su capacidad de aprender, se organiza para hacerlo sin imposiciones ni cortapisas y logra ejercer la capacidad crítica como punto de partida del aprendizaje mismo, como desafío radical al sistema. Hay creciente conciencia de que por esa vía, que se enriquece continuamente, todas las personas, niños y adultos, podrían aprender lo que necesitan y quieren, en libertad.

Cada escuela zapatista, cada centro autónomo de producción de conocimiento (que desafía la producción institucional de “verdad”), cada “universidad de la tierra” (ya las hay en tres países), son ejemplos puntuales de empeños que en vez de tratar de reformar los aparatos educativos, cuya contraproductividad se reconoce cada vez más, organizan formas autónomas de aprender.

Sanar

Un fenómeno semejante se observa en el campo de la “salud”. La contraproductividad del sistema es cada vez más evidente: se constata continuamente que la industria de la salud tiende a generar más enfermedades que las que cura. La reforma impulsada por el presidente Obama en el sistema de salud de Estados Unidos, la más importante de los últimos 50 años, no logró evitar que ese sistema siga siendo el más caro e ineficiente del mundo. Se multiplican en todas partes las iniciativas y esfuerzos para mejorar y ampliar el sistema de salud o crear otras

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opciones fuera del sistema, pero al mismo tiempo se extiende una nueva actitud, que no sólo se concentra en remedios o terapias alternativas sino en una redefinición de la forma de determinar en qué consiste estar bien y en nuevas concepciones sobre el cuerpo y el alma. Se trata de una actitud radicalmente novedosa, aunque se apoya en antiguas tradiciones. La postura ante la fiebre puede ser símbolo o metáfora de lo que se está haciendo. Si se permite al cuerpo que por ese medio enfrente la situación, cuidando de no rebasar ciertos límites de temperatura, la mayor parte de las infecciones que nos aquejan se curarán y nuestro sistema de defensas se habrá fortalecido. Si a los tres días la infección persiste, habrá que recurrir a antibióticos u otros remedios y examinar lo que está pasando con nuestro sistema inmune y nuestro funcionamiento general.

La construcción zapatista aparece de nuevo como una sólida ilustración del camino así abierto. Partieron de una situación en extremo delicada, cuando muchas personas morían cotidianamente de enfermedades curables. En su construcción autónoma han estado combinando sus saberes tradicionales y prácticas más sanas con recursos contemporáneos de alta calidad. Sus clínicas han estado ganando un sólido prestigio, y no es raro ver que un paciente priísta o de otra denominación acude a una clínica zapatista, frustrado por la mala o nula atención que recibe en el sistema oficial.

Comer

Se ha llegado a un punto en que, como ha apuntado Eduardo Galeano, quien no tiene miedo al hambre tiene miedo de

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comer: mil millones de personas se van cada día a la cama con el estómago vacío y se fortalece la conciencia de los ingredientes dañinos de los alimentos que se ofrecen en el mercado. La urbicultura –producir los alimentos en las ciudades- y la concertación de arreglos entre campesinos y productores urbanos es ya una corriente vigorosa de acción que define una tendencia. Cuba es en la actualidad el campeón mundial de la agricultura orgánica y la mitad de lo que consumen los habitantes de las ciudades se produce en ellas. La urbicultura empieza a tomar la intensidad de una epidemia en muchos países y se avanza cotidianamente en su construcción.

Del 9 al 13 de junio de 2013 se realizó en Yakarta la 6ª. conferencia internacional de Vía Campesina, que celebró sus 20 años de lucha. Se trata de la organización campesina más grande de la historia. Es el movimiento social de mayor tamaño del mundo actual. Estuvieron ahí representantes de 183 organizaciones de 88 países. Lo que acordaron tendrá repercusiones inmediatas, de enorme relevancia. Pero su conferencia pasó de noche para los medios. No existió.

El hecho corresponde en parte al prejuicio contra los campesinos: no deberían existir; su desaparición ha sido reiteradamente anunciada por la izquierda y la derecha, como resultado inevitable de la modernización. Pero ahí están y son más que nunca. El prejuicio atribuye también a la agricultura industrial y a los monsantos del planeta la producción actual de alimentos. Pero la agricultura campesina, el pastoralismo y la pesca artesanal siguen siendo la principal fuente de alimentos en el mundo. Según algunos especialistas, generan hasta 70% de lo que hoy comemos.

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Vía Campesina forjó hace tiempo consenso sobre una nueva definición de la soberanía alimentaria: debemos definir por nosotros mismos lo que comemos, en vez de que lo determinen por nosotros el mercado o el Estado, y debemos producirlo nosotros mismos. Y es lo que la organización está haciendo e impulsando en el mundo entero.

El Llamamiento de Jakarta que se publicó el 13 de junio merece consideración detenida. Empieza con un llamado urgente “a tejer hilo a hilo la unidad a nivel global entre organizaciones del campo y la ciudad para participar activa, propositiva y decididamente en la construcción de una nueva sociedad, basada en la soberanía alimentaria, la justicia y la igualdad… Hoy más que nunca otro mundo es urgente y necesario. La destrucción de nuestro mundo a través de la sobrexplotación y desposesión de los pueblos y la apropiación de los bienes naturales están produciendo la actual crisis climática y profundas desigualdades que amenazan a la humanidad en su conjunto y a la vida misma. La Vía Campesina dice un rotundo NO a esta destrucción impulsada por las corporaciones.”

El Llamamiento recuerda que Vía Campesina articuló su visión radical de la soberanía alimentaria en Tlaxcala, en 1996, cuando estableció que campesinas y campesinos tendrían un papel central “en los procesos de resistencia a la agenda de comercio neoliberal y en la construcción de alternativas.”

Vía Campesina reconoció la gravedad de la crisis

sistémica actual, “la mayor de la historia”, una crisis que “está llevando al colapso en muchas partes del mundo.” Ante ella, la organización reitera su rechazo al capitalismo,

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Tiempos de indignación, tiempos de reflexión

cuyo agresivo flujo financiero y especulativo genera “acaparamiento de tierras, expulsión de campesinas y campesinos de su tierra, y la destrucción de pueblos, comunidades, culturas y ecosistemas, creando migraciones y desempleo masivos”.

Los Altos de Chiapas sufrían repetidas hambrunas desde los años sesenta. La gente se moría de hambre y enfermedades curables, muchas de ellas vinculadas a la desnutrición. Desde que los zapatistas tomaron posesión de sus tierras recuperadas, en 1994, el hambre desapareció de su territorio. Han logrado un alto nivel de autosuficiencia y exportan lo necesario para adquirir lo que requieren en el mercado.

Hacer

La ética protestante, la tradición judeo-cristiana y la devoción por el proletariado han sido vehículos para la idolización del trabajo. Se ha perdido por completo de vista el origen etimológico de la palabra: tripalium, un instrumento de tortura, aunque muchas personas están conscientes de que el trabajo que realizan es una forma de tortura. Desde Marx adquirimos conciencia de la doble enajenación asociada con el trabajo en la sociedad capitalista: los frutos de nuestro trabajo se nos hacen ajenos, se nos expropian, se nos enajenan, y la actividad creativa misma, lo que hacemos con manos y cabeza, escapa a nuestro control e incluso a nuestra comprensión.Sin embargo, el trabajo, el empleo, esa forma de tortura, es actualmente condición de supervivencia para cientos de millones de personas. Muchas manifestaciones de trabajadores en estos años de vacas flacas han estado saliendo a la calle para sostener que hay algo peor que

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Rebelarse desde el nosotrxs - Gustavo Esteva

ser explotado por el capital: no ser explotado. Indagan por algún capitalista disponible, que los pueda atar de nuevo a la noria capitalista. Al exigir que se les devuelvan las condiciones que se les han quitado expresan también su dependencia de ellas, la medida en que se les han convertido en condición de supervivencia.

La “tregua de clases”, la relativa estabilidad que se mantenía, surgía de un pacto social en que los trabajadores generaban la ganancia de los capitalistas, con su fuerza de trabajo, a cambio de que éstos generasen empleos. La tregua se ha roto. Los trabajadores generan más ganancias que nunca, mientras los capitalistas generan cada vez menos empleos.

En el actual camino al desastre se extiende la convicción de que no habrá empleos suficientes. Muchas personas no podrán volver a tener un empleo y otras, que nunca lo han tenido, descubrirán que es imposible conseguirlo. Esta circunstancia representa un auténtico drama para muchísimas personas, pero también aparece como oportunidad de emancipación. Otras muchas están descubriendo que en vez de un empleo esclavizante y agotador es posible realizar actividades creativas que generan dignidad e ingreso y permiten construir en autonomía una forma de vida diferente…que busca su definición más allá del capitalismo.

En todas las esferas de la vida cotidiana, en todas partes del mundo, se registran empeños que representan una transgresión cultural, iniciativas que se apartan del patrón normal, comportamientos disidentes. Realizarlos no es fácil. Dice bien el viejo dicho: Roma no se hizo en un día. La nueva sociedad, que está surgiendo como

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siempre en el vientre de la antigua es una construcción lenta y parsimoniosa, que avanza a su propio ritmo, sin pausa pero sin prisa. No es un gran evento repentino o un suceso espectacular lo que produce los cambios. La toma de la Bastilla o del Palacio de Invierno, la caída del muro de Berlín o el Grito de Dolores se convierten con el tiempo en símbolos de las revoluciones…pero no lo fueron. Muchos otros acontecimientos semejantes se perdieron en el vacío, se disolvieron en la nada. Sólo permanecen en la memoria aquellos que ocurrieron dentro del contexto del verdadero cambio, el que realizaron los hombres y mujeres ordinarios en su vida diaria. Por pequeño que sea, el avance cotidiano, el empeño limitado de todos los días, lo que inventamos o creamos con amigos y vecinos por razones de estricta supervivencia o en nombre de antiguos ideales, es lo que puede representar un cambio verdadero y profundo.

Decía Paul Goodman: “Supongamos que la revolución de la que hemos estado soñando y hablando haya ocurrido ya. Supongamos que nuestro lado ganó y que tenemos el tipo de sociedad que deseábamos. ¿Cómo viviría cada uno de nosotros, personalmente, en esa sociedad? ¡Empecemos a vivir así ahora! Y cuando nos topemos con obstáculos, cosas o personas que no nos permitan vivir de esa manera, entonces busquemos formas de pasar por encima o por debajo de esos obstáculos, o de hacerlos a un lado, y así nuestra política será concreta y práctica.”

La construcción zapatista no es, no ha sido nunca, una utopía. Utopía es lo que no tiene lugar en este mundo…y por eso se proyecta en el futuro. Los zapatistas han tenido siempre su lugar, aunque lo que hacen, en su vigoroso y

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Rebelarse desde el nosotrxs - Gustavo Esteva

valiente empeño cotidiano, no tenga aún el nombre que le corresponde.

Una de las dimensiones principales de la lucha actual se está librando en el ámbito de las palabras y las miradas. Somos las palabras que usamos. Según nuestras palabras, así vemos, así experimentamos la realidad. Pero no hay ya personas inocentes. No estamos como tabula rasa, como página en blanco: hemos sido sistemáticamente colonizados y nuestro vocabulario está lleno de palabras ajenas. Cabezas y corazones han sido moldeados desde afuera, en un troquel que al homogeneizar subordina y limita. Desde la Segunda Guerra Mundial, además, nuestro lenguaje fue invadido por palabras amiba, palabras sin denotación específica pero llenas de connotaciones, palabras que desplazan a las buenas y sólidas palabras del lenguaje llano y local con que nos hablamos e instalan en su lugar otras cuyo significado preciso ignoramos pero sospechamos que los expertos lo conocen y damos por ciertas sus innumerables connotaciones.

Todo un capítulo de nuestro lenguaje se ha construido en torno a la idea del individuo, del yo y el tú, de los átomos homogeneizados que se supone somos y que sólo forman un “nosotros” por su adscripción o afiliación a categorías abstractas: las de su sexo, nacionalidad, religión, ideología… Nosotras las mujeres, nosotros los mexicanos o los católicos o los marxistas… Como ese “yo” artificial y construido se pierde en las masas de átomos de esas categorías abstractas, como cada uno de los “yoes” parece condenado a existir en la condición efímera a estable del papel o condición en que se encuentra –pasajero 3B de un avión, estudiante o maestro, cajero o consumidor, trabajador o patrón, actor o espectador…-,

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se intensifica la necesidad de luchar por la configuración y reconocimiento de una identidad propia y única del individuo que consideramos ser, lo que inevitablemente se convierte en la batalla feroz del individualismo…

Podemos pensarnos como individuos, experimentar el mundo como individuos, poner la vida entera al servicio de ese individuo que creemos ser –al servicio de la salvación de su alma o de su acumulación de riquezas materiales o de prestigio…pero no podemos propiamente ser individuos. Somos nudos de redes de relaciones concretas: eso define nuestra condición existencial. Cada yo es un nosotros, aunque no lo sepamos o reconozcamos. Desde la sociedad individualista dominante, incluso en las sociedades que han llevado a su extremo esa condición, ha surgido el empeño de abandonarla radicalmente: se ha estado volviendo insoportable. Se busca ahora recuperar ámbitos de comunidad o crear otros nuevos, a fin de vivir cotidianamente en el “nosotros” que realmente somos. Los empeños se ubican en tres categorías diferentes:

• El cercado de los ámbitos de comunidad (the enclosure of the commons) que marcó el principio del capitalismo y continuó a lo largo de toda su historia nunca se completó: muchos ámbitos de comunidad resistieron el cercamiento y conservaron su condición física y social. Todos ellos se encuentran afectados por los embates sistemáticos del mercado y el Estado para disolverlos y por el virus del individualismo que afecta inevitablemente a sus integrantes. Su empeño actual consiste en la regeneración, en afirmarse en lo que todavía tienen, en hacer recuento de los daños y en repararlos, introduciendo elementos de renovación y enriquecimiento.

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• Numerosos grupos que perdieron sus tierras y territorios, en procesos de colonización o en los estados independientes, han estado encontrando ahora la oportunidad de recuperarlos y lo están haciendo en escala sorprendente. Muchos de los intentos pasan a menudo desapercibidos, a pesar de su magnitud e importancia: los pueblos indios de Perú, por ejemplo, han recuperado alrededor de un millón de hectáreas, una por una, silenciosamente, y actualmente producen 40% de los alimentos del país.

• Millones de personas de todo el mundo carecen ya por completo de ámbitos de comunidad y parecen confinados a la condición individual (e individualista) que se impone en las ciudades. En esos espacios, sin embargo, florece también un intenso movimiento para la creación de nuevos ámbitos de comunidad. Aunque la forma en que se toman y consolidan las iniciativas es muy diverso, se observa con frecuencia que la amistad es la argamasa, la materia, en la que puede asentarse un nuevo ámbito de comunidad. De amistades profundas y prolongadas emanan los impulsos que articulan formas de organizarse y vivir que definen una innovación sociológica y política que se extiende y reproduce en forma capilar por el tejido urbano.

Todas estas formas de resistencia, que se muestran actualmente como ebullición desconcertada, se convierten cada vez más en una forma de vivir. “Vivir es luchar”, dicen a menudo los compas en las comunidades zapatistas. Es como el aire que respiramos, una manera de estar en el mundo, que expresa simultáneamente la afirmación de la

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Tiempos de indignación, tiempos de reflexión

dignidad propia, un orden social compartido y autónomo creado por quienes lo forman- y el gozo de estar vivo. Cada vez más, se extienden y profundizan los esfuerzos de concertar esos empeños dispersos y heterogéneos que tienen abundantes denominadores comunes.

Quehaceres inmediatos

A partir del 21 de diciembre de 2012, cuando los zapatistas ocuparon pacíficamente los mismos espacios de las ciudades que tomaron durante su insurgencia del 1º de enero de 1994, anunciaron una serie de iniciativas en que de nuevo exponen todo lo que han construido y desafían radicalmente al sistema dominante. Una vez más, plantean prácticamente lo que significa el principio: “Para todos todo, nada para nosotros”. De este modo han quedado a la vista un conjunto de deberes que nos comprometen:

Primer deber: Defender el zapatismo

Defender el zapatismo, en la actualidad, es defender-nos. El zapatismo ha dejado de pertenecer a los zapatistas. Por una parte, existe hoy un conjunto de iniciativas, en el mundo entero, que han recogido el espíritu del zapatismo y a su propia manera, con su propio estilo, adoptan la postura de dignidad cuya expansión desafía a todos los regímenes políticos y económicos existentes. Tales iniciativas les pertenecen a quienes las toman, no a un grupo o una ideología. Por otra parte, la experiencia de los zapatistas en los Altos de Chiapas pertenece sin duda a quienes han puesto en ella la vida…pero se ha convertido también en un patrimonio común: es el símbolo de las luchas antisistémicas que han estado reconociendo el carácter

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Rebelarse desde el nosotrxs - Gustavo Esteva

pionero del zapatismo, que habría despertado a todos.Segundo deber: Actuar

Se trata, cada vez más, de un asunto de estricta supervivencia: necesitamos actuar, en la escala o la trinchera que a cada quien le corresponda, pero actuar. Y necesitamos hacerlo “a conciencia” – lo que significa tener claridad sobre el sentido de lo que se está haciendo, cuál es su implicación. Se trata de saber si los tomates que se cultivan en el techo o el patio trasero de una casa son tomates reaccionarios o tomates revolucionarios, o sea, si resultan estar al servicio del sistema y se ocupan de su reproducción, o representan una alternativa radical que lo desafía. ¿Se mantienen aún en el marco de la construcción individual/individualista? ¿Se trata solamente de seguir una moda o de ocuparse del propio interés? ¿Se mantienen en el marco de las relaciones sociales dominantes? Aunque sea valioso en sí mismo cultivar tomates en cada casa, aunque hacerlo puede tener múltiples efectos positivos en el ambiente, la sociedad y la cultura, los tomates nacidos de ese cultivo pueden ser reaccionarios o meramente conservadores. Cuando ese cultivo casero tiene un claro “nosotros” al cual referirse, cuando corresponde a la creación o recreación de ámbitos de comunidad, cuando contiene el impulso de afirmar una dignidad que desafía el sistema existente en la práctica concreta y cotidiana, los tomates podrán tener un claro potencial revolucionario, aunque no se atrevan aún a decir su nombre. La acción del día, lo que hoy necesitamos hacer, ha de tener un claro signo de resistencia, que por una parte defienda lo propio –tierra, territorio, cultura, vida…- y por otra parte tenga un carácter antisistémico por la medida en que instala en el presente un embrión de porvenir y es un anticipo material de la sociedad por venir que desmantela los cimientos del sistema político y económico aún dominante.

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Tiempos de indignación, tiempos de reflexión

Tercer deber: Signo antipatriarcal

El anticapitalismo es hoy antipatriarcado…y no puede ser de otra manera. El patriarcado no es un régimen del pasado ni algo que se resuelve con cuotas de falsa igualación entre personas de distintos sexos. Es patriarcal el sistema dominante. Ha sido patriarcal el diseño occidental de los últimos cinco mil años, que llega a su expresión suprema, la más dañina y peligrosa, con la modernidad y el capitalismo. Al plantearse hoy el colapso de la civilización occidental se plantea de manera central el colapso del patriarcado, que ha permeado cabezas y corazones, las mentes y los cuerpos, lo mismo de hombres que de mujeres.

Más allá de todo empeño igualitario ante la discriminación y opresión que han sufrido y siguen sufriendo las mujeres, se trata de reinventar la sociedad para dejar atrás el sexo económico y el principio de la escasez, a fin de fundar la nueva sociedad en otros principios. Como ha dicho Julieta Paredes, de la misma manera que la expresión “clases sociales” contiene una denuncia de la explotación de una clase por la otra, la palabra “género” expresa una denuncia de la opresión de las mujeres por los hombres. La nueva sociedad, más allá del capitalismo, necesita fundarse más allá de las clases sociales y del género. Hemos de construirla con otros fundamentos.

En medio del horror, cayendo aún por el abismo insondable al que se nos ha empujado, ha estado naciendo la nueva sociedad. Los primeros burgueses y proletarios murieron sin saber que lo eran: habían creado ya las relaciones sociales que definirían al capitalismo, pero sus cabezas estaban aún atrapadas en el régimen que estaban disolviendo. No

debemos permitir que nos ocurra algo semejante. De hecho, no tenemos esa oportunidad. Ante la caída del régimen dominante, por sus propias contradicciones y por nuestras luchas, se está intentando poner en su lugar otro aún peor. La única opción es abrir bien nuestros ojos y miradas, limpiar a fondo nuestras orejas, para poder ver-nos y reconocer-nos en el empeño de transformación que ha empezado a crear el mundo nuevo. San Pablo Etla, julio de 2013

Ya estamos en camino, haciendo otros mundos1

Jérôme Baschet

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Rebelarse desde el nosotrxs - Jérôme Baschet

“Nuestra lucha es pensamiento en acción y es pensamiento desde el suelo”

Abahlali base Mjondolo (Movimiento de los

“habitantes de las casas de cartón”, Sudáfrica)

“Las cosas difíciles de hacer en el mundo deben de emprenderse en el momento de su facilidad;

las cosas más grandes en el mundo deben de emprenderse en la fase

de su pequeñez” Mencio (discípulo de Confusio,

370-289 antes de nuestra era)

Ya hemos empezado. Ya estamos en camino.Nuestro NO al capitalismo, nuestro NO a la maquinaria enloquecida de la producción-para-la-

producción, que provoca destrucción, injusticia, ecocidio y nos despoja de la posibilidad de vivir humanamente ya es irremediable. Empezamos a traducirlo en actos, en actitudes, en formas de ser y compartir. Bien sabemos que el camino es largo y quizás ni siquiera logremos entender plenamente lo que abre ese NO a la sociedad capitalista, al mundo de la mercancía, al reino del dinero. Pero ya empezamos a caminar, sin certidumbre, preguntando, preguntándonos, con la convicción de que otros mundos pueden florecer y con la esperanza de que puedan sustituirse a la globalidad capitalista.

1 El texto que aquí publicamos es una versión ampliada de la ponencia presentada dentro del Tercer Seminario internacional de reflexión y análisis “...Planeta Tierra: movimientos antisistémicos”, San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 30 de diciembre de 2012 - 2 de enero de 2013.

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Ya estamos en camino, haciendo otros mundos

En este caminar, hay pasos más grandes, como los que los pueblos zapatistas han dado desde el 1 de enero de hace casi 19 años que nuevamente venimos a celebrar aquí, en Cideci-Unitierra; y hay otros más pequeños. Todos son importantes; ninguno puede ser despreciado, por ínfimo que sea. Quisiera hablar de esos pasos de distintos tamaños, empezando por los más modestos.

Lo que hacemos y podemos hacer es crear espacios liberados. No necesariamente son espacios físicos, ni tampoco son totalmente libres de la dominación capitalista. Pero están en proceso de serlo (o bien, de por sí, están libres y luchan para no dejar de serlo). Para empezar, es muy importante darnos cuenta de los espacios liberados (o libres, todavía) que ya tenemos. De hecho, para que la sociedad capitalista pueda reproducirse, ha sido necesario, por lo menos hasta ahora, que subsistan en ella relaciones sociales no capitalistas. Vivimos en el sistema capitalista, pero nuestros vínculos de compañerismo, de amistad, de amor, nuestra intimidad y nuestros sueños, no se rigen, por lo menos enteramente, por normas capitalistas. De no ser así, la vida en el mundo capitalista, que de por sí es insoportable, se volvería literalmente imposible. Si tomamos consciencia de eso, podemos identificar los lugares y tiempos en donde se dan estas relaciones no (totalmente) capitalistas para colocar ahí mentalmente la bandera “espacios libres”. Este gesto puede ayudarnos a tomar conciencia de la existencia de estos espacios, de su importancia, y así defenderlos con más energía, pues están en proceso de ser invadidos y colonizados por las categorías de la sociedad de la mercancía, por la angustia del trabajo (o de la falta de trabajo), por la preocupación del dinero (en este mundo, uno vale lo que gana), por las incitaciones a consumir, por las pantallas de la des-

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Rebelarse desde el nosotrxs - Jérôme Baschet

comunicación, por las reglas mortíferas de la competencia (adaptarse o desaparecer), por los estereotipos de vida, por el egocentrismo, la falta de atención a los demás, etc... Estos espacios que de por sí existen tienen que defenderse, pues se van contaminando y restringiendo, al igual que los espacios libres que los pueblos indígenas han sabido mantener, a través de cinco siglos de imposición colonial, en torno a sus prácticas comunitarias y sus cosmovisiones y que hoy en día son brutalmente agredidos por los avances del capitalismo depredador. El primer paso, entonces, es tomar consciencia de los espacios libres, no capitalistas o no del todo sometidos a la lógica de la mercancía, que todavía existen y asumirlos como la parte de nosotros a partir de la cual podamos resistir a la dominación capitalista y empezar a recuperar nuestra capacidad de hacer y nuestra libertad2.

A partir de ahí, se puede seguir empujando alrededor nuestro, para contener la presión de la realidad sistémica y ganar más “espacios liberados” (o liberar más profundamente a los que ya tenemos). En esto, hay múltiples escalas. La tarea empieza desde lo personal, lo familiar, los pequeños colectivos que podemos formar con algunos vecinos o compañeros.

Para quienes vivimos en las ciudades y estamos incitados a asumir patrones de consumo intensivo, podemos empezar a desapegarnos de muchas supuestas necesidades. El capitalismo necesita especialmente dos cosas de nosotros: trabajo y consumo; y podemos tratar de reducir nuestra cooperación en ambos registros. Buena parte de las grandes corporaciones nacionales o transnacionales realizan sus ganancias en base a los millones de gestos de los consumidores y nosotros

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podemos, por lo menos en parte, dejar de comprar sus productos, con más razón si nos damos cuenta que su producción y distribución resultan dañinas para el medioambiente y la salud humana. Podemos consumir de otra forma, haciendo más cosas por nosotros mismos en lugar de comprarlas, o comprando a productores locales y no a grandes empresas (lo que, además, reduce la contaminación generada por el trasporte de mercancía). Luchar en nosotros mismos y en nuestro alrededor (también inventando, en la medida de lo posible, formas más ofensivas y más originales que las tradicionales campañas de boicot) en contra de las formas de consumo que contribuyen a la reproducción del capitalismo es una parte importante – si bien insuficiente – de nuestro caminar hacia fuera de la sociedad de la mercancía3.

Como parte del mismo proceso, podemos explorar cómo reducir nuestro sometimiento a las formas de trabajo impuestas por el capitalismo y, más aún, deshacernos de la ideología del Trabajo, que nos hace creer que este es la única manera no sólo de sobrevivir sino de existir socialmente. Y podemos recuperar nuestra capacidad de hacer. Esto empieza con dejar de comprar refresco o jugo industrial y (volver a) hacer una agua de fruta; se expresa también con el hecho de cultivar algunos alimentos, inventando un espacio para eso, por pequeño que sea, incluso en las ciudades. Pero nuestro hacer no se limita a la producción de alimentos. También, podemos empezar a fabricar otros objetos y proponer servicios útiles para los demás. Quizás, como un primer paso, podamos mantenernos en parte en las relaciones laborales sistémicas e inventar otras actividades al lado de ellas. Hay muchos caminos para hacer por nosotros mismos y reducir poco a poco nuestra cooperación a la reproducción del capitalismo.

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La creación-defensa-expansión de nuestros espacios liberados inicia desde lo más pequeño y puede ampliarse a todos las formas de organización tal como las que ya existen en las comunidades, colonias, barrios, casas ocupadas, colectivos de medios libres, movimientos de resistencia para el uso de la luz, así como en muchas otras luchas que se están haciendo presentes a lo largo de este Seminario internacional. Y también podemos tejer redes más amplias, para compartir experiencias y aprender entre muchos, para conocernos mejor. Se trata también de prepararnos – es decir de ponernos bien listos, en todos los sentidos – para esos momentos en los cuales las dignas rabias contenidas se encuentran y se liberan, desmultiplicando la capacidad de acción colectiva y haciendo posible ganar o recuperar espacios liberados mucho más amplios.

Una cosa muy importante que hace el valor de nuestros espacios liberados es que permiten empezar a experimentar otras formas de vida y otras relaciones sociales. Se trata de fortalecer contra-conductas basadas en la igualdad de género, el sentido de la proporcionalidad, la cooperación y el respeto al colectivo. Es una tarea decisiva, pues uno de los mayores enemigos de los movimientos antisistémicos es interno y tiene que ver con los desastres que provocan subjetividades moldeadas por los valores de la sociedad capitalista : predisposición para las luchas de poder más que para la cooperación; actitudes de dominación/sumisión que fomentan formas de organización jerarquizadas, individualismo e hipertrofia de los egos, ansiosos por tener la razón sobre los demás más que preocupados por elaborar posiciones comunes. Entonces, ¿cómo construir un mundo otro con subjetividades tan conflictivas y

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competitivas? Es por eso que los espacios liberados, en la medida en que permiten alejarse de las formas de ser requeridas por la sociedad de la competencia y fortalecer subjetividades cooperativas, son propiamente determinantes para futuros avances. La lucha contra el capitalismo inicia en nosotros mismos, en nuestras maneras de relacionarnos, en nuestra forma de ser y hasta en lo más íntimo de nuestros conflictos interiores. Es una lucha, a la vez personal y colectiva, para descapitalizarnos.

***

Son necesarias dos aclaraciones. Primero, no se trata de crear islitas en donde se podría esperar vivir tranquilos, protegidos de los horrores del mundo actual. Hay experiencias de desapego al sistema que parecen ir en esta dirección, y pueden tener sus virtudes. Pero no se trata de crear refugios de vida cómoda (para quienes tienen los recursos necesarios) o nichos de supervivencia (para quienes no los tienen). Si no quieren perder su dimensión anticapitalista, los espacios liberados no pueden preocuparse únicamente por su propia construcción, sin ver que, en sus alrededores, la ofensiva de despojo y desposesión del capitalismo – la guerra contra la subsistencia – sigue avanzando, adueñándose de cada vez más territorios y recursos, para difundir los cultivos transgénicos, para ampliar la explotación minera, para desarrollar megaproyectos contra los cuales la resistencia va creciendo, con la conciencia de que no se trata solamente de defender un lugar de vida sino también de frenar la lógica productivista que el sistema capitalista necesita para reproducirse pero que resulta sin sentido (más allá de la mera búsqueda de ganancia).Entonces, no es posible elegir entre construir algo nuevo

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y luchar en contra de lo existente. Caeríamos en un falso debate al oponer una actitud que busca enfrentar al capitalismo (para resistir a sus avances y eventualmente destruirlo) y otra que sólo pretendería hacer florecer una realidad diferente, nuestra. De hecho, a menos de caer en la trampa de los nichos de sobrevivencia o de vida cómoda, los espacios liberados son espacios de combate, que han de ganarse y defenderse, y que dependen de las luchas que en todas partes resisten a los embates depredadores del capitalismo. Los espacios liberados no pueden mantenerse y crecer sin chocar, de una forma o de otra, con lo que les rodea. Construir (otra cosa) es intrínsecamente oponerse a, luchar en contra. La opción del “construir desde ya” mueve el tablero y abre nuevas opciones, pero no nos libra de la cuestión de la conflictividad. Pueden configurarse de diferentes maneras pero no pueden separarse las tres puntas del triángulo: resistir, enfrentar, construir.

La segunda observación es que nuestros espacios liberados no son del todo liberados. John Holloway ha insistido en esto: nuestras grietas no son puras y tienen severas limitaciones4.

Sufren hostigamiento y represión. Se debilitan por los conflictos que aviva la reproducción de formas de ser propias de la sociedad de la mercancía, tal como el individualismo posesivo, las actitudes competitivas, la incapacidad de escuchar, etc. Y, sobre todo, se enfrentan a la falta de recursos: falta de dinero para cubrir las necesidades, falta de producción para acceder a los mercados, falta de acceso a los mercados para los productos... Significa que los esfuerzos para crear, defender y dilatar espacios liberados tienen que luchar en permanencia en contra de la presión que ejerce sobre ellos, y adentro de ellos, la fuerza de la

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síntesis capitalista. En muchos casos, esta presión lleva al debilitamiento, al desánimo, a la implosión.

Es que hay un tope fuerte. Podemos descapitalizar en cierta medida nuestra mente y nuestra subjetividad. Podemos desapegarnos de varias adicciones capitalistas. Podemos recuperar nuestra capacidad de hacer por nosotros mismos. Pero no desaparece tan fácilmente la raíz de la heteronomía radical propia del capitalismo, es decir el hecho de que buena parte de los medios de producción de bienes y servicios, así como el control de una proporción creciente de los recursos naturales, están en manos de ELLOS. Es por eso que nuestro hacer encuentra límites; es por eso que nos faltan recursos y bienes que necesitamos. Es por eso que nuestros espacios liberados todavía no pueden serlo del todo.

¿Será, entonces, que tenemos que volver a plantear la cuestión de los medios de producción de bienes y servicios? Y ¿será posible hacerlo de manera en parte renovada? Por un lado, expandir nuestros espacios liberados implica reapropiarnos ciertos recursos y medios de producción: es el punto donde el choque con el sistema se intensifica y es el paso que sólo puede darse en base a una movilización colectiva muy amplia, si no es que en el marco de una situación de insubordinación generalizada (tal como fue el caso a principios de los años 2000 en Bolivia y Argentina). Sin embargo, hay diferencias claras con el modelo clásico de la Revolución, que se centraba por completo en el momento del choque frontal (de ahí también la centralidad del Estado como herramienta para recuperar los medios de producción, mediante la reforma agraria y la nacionalización de las industrias). Ahora, tratamos de ver y valorar el camino que es posible recorrer

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antes de llegar a este punto, avances más modestos pero que nos permiten experimentar nuevas capacidades de hacer que no son las de los grandes medios de producción controlados por ELLOS. Tenemos que preguntarnos cuáles son las capacidades productivas que la recuperación de nuestro hacer nos restituye, es decir que están de por sí en nuestras manos y, también, cuál es la parte de los medios de producción controlados por ellos que no queremos recuperar sino más bien desmantelar5. Estas observaciones son muy elementales pero bastan para indicar lo siguiente: podemos plantearnos la cuestión de los medios de producción de manera parcialmente renovada, pero no podemos dejar de plantearla6.

Finalmente, podríamos dejar de oponer guiones (y temporalidades) revolucionarios supuestamente incompatibles. Estamos entre dos mundos: ver sólo lo viejo que no termina de morir sería tan inapropiado como ver sólo lo nuevo que está naciendo. Decir que el nuevo mundo que queremos ya está es cierto (en especial en las montañas del sureste mexicano) y al mismo tiempo engañoso (si lo tomamos demasiado literalmente). Quizás resulte más pertinente considerar a la vez lo que ya estamos construyendo en nuestro devenir rebelde o revolucionario (de no hacerlo, caeríamos en la ceguera y la desesperación) y lo que todavía falta (de no hacerlo, estaríamos en riesgo de auto-ilusionarnos)7. Ya no podemos creer en la Gran Revolución en el futuro, pero tampoco encomendarnos únicamente a nuestro ser o hacer en el aquí y ahora. La temporalidad revolucionaria sólo puede ser múltiple, juntando la inmediatez de lo que se está construyendo, la inminencia de lo que se va preparando y la esperanza de lo que todavía no es. Hablé de espacios liberados de diferentes tamaños.

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Pero apenas mencioné, todavía, a lo que han logrado construir los pueblos zapatistas a lo largo de estos 19 años y es el ejemplo más notable de espacio liberado que conozcamos (conociéndose este espacio liberado bajo el nombre de autonomía). Como escribió Hugo Blanco, es “la zona liberada del neoliberalismo donde se gobierna la gente a sí misma”8, seguramente una de las más importantes a nivel planetario. Por eso, es referente y fuente de inspiración, desde hace 19 años, para muchos movimientos antisistémicos y para muchas personas en todo el mundo. Por eso, están agredidas las comunidades zapatistas de tantas maneras. Y no olvidemos que para construir y defender esta experiencia fue necesario un levantamiento armado: eso fue el precio para crear un espacio liberado, autónomo, de tal magnitud. Fue con el eco del fuego, con la inteligencia de la palabra y con la fuerza de la dignidad como se pudo defender y expandir a lo largo de 19 años, hasta la marcha de la gran serpiente del 13 Baktun (21 de diciembre), hasta hoy, hasta lo que sigue. Y también es de mencionar que los zapatistas no se han cansado de recordarnos que la autonomía no hubiera podido conquistarse sin la recuperación de los medios de producción, en este caso de la tierra9. Pero se puede añadir que la otra vertiente de la autonomía se construyó en base a la expansión de la propia capacidad de hacer, en especial en las tareas educativas, de salud, de comercialización, de comunicación, sin olvidar la de ser gobierno y ejercer la justicia, asumida de manera rotativa por las autoridades autónomas.

Es a partir de esta experiencia y los demás procesos autonómicos (en Cherán o en otras partes de México y Abya Yala10) como podemos replantearnos las preguntas que surgen a la hora de empezar – no en el futuro sino

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en el presente de nuestro caminar desde ya – a reflexionar colectivamente de qué manera puede organizarse una sociedad no capitalista11. No se trata de volver a trazar de antemano los planes de un mundo perfecto sino solamente de acordar algunos principios elementales que derivan del carácter no capitalista de lo que anhelamos y que abren hacia una multiplicidad de posibilidades concretas.

• Se trata de experimentar modalidades de auto-gobierno liberadas de la forma-Estado, para acordar las decisiones necesarias para la vida colectiva. La autonomía supone una organización que parte desde abajo, sosteniéndose fundamentalmente en las asambleas locales de comunidades, barrios, comunas, así como en su capacidad para coordinarse a distintas escalas supralocales. Esto es lo que están haciendo los municipios autónomos zapatistas, las Juntas de Buen Gobierno, y es lo que también podría hacerse a escalas más amplias.

• Si en la sociedad capitalista, el frío corazón de la “síntesis social” es la búsqueda de ganancia, la expansión del valor, el crecimiento sin límite de las actividades productivas, la centralidad de la economía que impone sus normas a todos los aspectos de la vida, romper con esto no puede limitarse a un cambio en el régimen de propiedad de los medios de producción ni a una repartición justa de los excedentes productivos12. Implica no sólo restringir el “lugar” y el impacto social de las actividades productivas, destruir el motor del productivismo capitalista que es la lógica de expansión del valor (y la ganancia) y el sometimiento generalizado al Trabajo, sino sobre todo obliga a redefinir los fundamentos de la vida social, sus principios y

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su razón de ser, por fuera de las determinaciones económicas. Es ahí donde el “buen vivir” para todos y en el respeto de la Madre Tierra, que proponen los pueblos indígenas de Abya Yala, constituye una aportación teórico-práctica de extraordinario alcance. Es una manera tremendamente pertinente de hacer de la elección en cuanto a la forma misma de la vida el corazón sensible de la organización colectiva. Plantea la autoinstitución de los colectivos ecosociales, en base a los principios de justicia, solidaridad y cooperación, en la simplicidad material y en la plena realización de las capacidades creativas, sentipensantes e interpersonales de cada una/uno de sus miembros. Esto implica, al opuesto de la cada vez más absurda y destructora expansividad productiva propia del capitalismo, una limitación de las tareas productivas, que tienen que acordarse y asumirse colectivamente en función de las formas de vida constitutivas del colectivo, respetando lo ecológicamente prudente y preservando uno de los bienes más valiosos de los seres humanos, el tiempo disponible, clave para la multiactividad creativa y la construcción del buen vivir.

Por lo tanto, en el proceso de construir un mundo no capitalista, no se trata tanto de tomar los medios de producción que se encuentran en manos de ELLOS sino más bien, por lo menos en buena parte, de desmantelarlos (así como Marx indicaba, en La guerra civil en Francia, que no se trata de conquistar el aparato de Estado sino de “destruirlo”). Se trata de reapropiarnos la parte de las capacidades productivas que pueden ser reorientadas hacia fines colectivamente asumidas como necesarias, mientras se abandone y destruya a las otras. Esta doble operación es importante no sólo en su dimensión de

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recuperación de ciertos medios de producción sino también en la medida en que implica disolver la captación de la fuerza de trabajo para tareas humanamente inútiles y ecológicamente dañinas, lo que permite reorientar la capacidad de hacer hacia actividades acordadas como pertinentes. • Se trata de “un mundo donde quepan muchos

mundos”, que rompa con la perspectiva unificadora de la totalidad, predominante en el sistema capitalista (también bajo la forma del Estado, el Partido, la Organización, etc.)13. Se trata de dejar florecer un mundo de la multiplicidad, de las diferencias que saben proporcionarse, respetarse y enriquecerse hasta de sus divergencias. Es, por primera vez desde los orígenes de nuestra especie, el mundo de la constitución intercultural de la humanidad. Un mundo de lugares recobrando sus particularidades, un mundo de memorias abriéndose a sus heterogeneidades. Un mundo de muchas formas de concebir y poner en práctica el buen vivir.

• Se trata (aspecto transversal al cual se dedican aquí pocas palabras a pesar de su carácter fundamental) de un mundo en donde la igualdad de género es plenamente realidad, en donde todas las posiciones de género pueden vivirse sin discriminación, de manera libre.

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Construimos. Creamos. Hacemos. Pero tampoco podemos sobrevalorar los alcances de nuestra acción. La idea según la cual podemos, mediante la fuerza de nuestro actuar, cambiar del todo la realidad es una visión típicamente occidental, que sería oportuno cuestionar. En el pensamiento chino, por ejemplo, la eficacia no tiene

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que ver tanto con los alcances de nuestra propia acción sino con la habilidad para captar la potencialidad de las situaciones, para aprovechar los procesos en curso en el devenir del mundo14. Esto no implica condenarse a la pasividad o a la resignación; más bien nos invita a articular nuestra acción con la comprensión de las dinámicas del sistema-mundo actual. Por eso, no podemos dejar de relacionar nuestro caminar con el análisis de la crisis que afecta al capitalismo, por debajo de la fuerza que este manifiesta en sus avances aplastantes. Si bien, lamentablemente, implica más pobreza, más desempleo, más sufrimientos para mucha gente, la crisis del sistema capitalista puede llegar, bajo ciertas condiciones, a ser nuestra oportunidad15.

Algunos analistas, en especial Immanuel Wallerstein, hablan de una crisis terminal del capitalismo, pues se agudizan contradicciones consideradas como insuperables. Pero este planteamiento parece indicar, de nueva cuenta, la predeterminación de un futuro ineluctable, como si conociéramos el final de la película (aunque haya bifurcaciones que dejan abiertas varias opciones posibles). Quizás implique subestimar la capacidad de metamorfosis y adaptabilidad del sistema capitalista y repetir una profecía que ha sido desmentida muchas veces desde los inicios del siglo 20. Otros plantean que el capitalismo llega a un límite, sea porque se trata de un sistema basado sobre un principio de crecimiento indefinido en un mundo finito (lo que suena imposible), sea porque el “pico petrolero” (y de las demás energías fósiles) implicaría el fin de las bases materiales de la “civilización” capitalista, sea porque los mecanismos de la acumulación capitalista están demostrando su agotamiento. Quizás sea así, pero ya no son de esas cosas

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que podamos afirmar a ciencia cierta. Por indispensable que resulte el análisis de las tendencias en curso (y por lo tanto de lo que parecen anunciar), nuestra capacidad de previsión y anticipación ya no puede atribuirse el carácter de certeza que alcanzaba cuando se creía en las leyes de la historia. Ya no hay certidumbre; ya no hay finales preestablecidos. Es verdad: hablar de una crisis terminal, de un límite absoluto, nos daría más confianza, más esperanza. Pero sería poco prudente pensar que el derrumbe del capitalismo es ineluctable, independientemente de lo que hagamos o no. De hecho, la cuarta de las tesis del subcomandante Marcos sobre los movimientos antisistémicos indica que “el capitalismo no tiene como destino inevitable su autodestrucción, a menos que incluya al mundo entero”, por lo que no “colapsará por sí mismo”16.

De cualquier manera, podemos analizar la crisis como una eventual oportunidad para nuestro caminar anticapitalista sin necesidad de asumir estas visiones. Basta, para eso, analizar la crisis como una intensificación de las dificultades que el capitalismo encuentra para reproducirse, es decir para generar una cantidad de valor y ganancia que este a la altura del crecimiento exponencial de los capitales que se mueven en busca de su valorización17. Las dificultades de reproducción del sistema (en su núcleo central que es la expansión del valor) sólo van superándose mediante “soluciones” que, a su vez, crean dificultades aún mayores, entre las cuales las que derivan del deterioro ambiental no son las menores. En pocas palabras, no podemos hablar con certeza de una crisis terminal, pero sí de una crisis sistémica profunda y multidimensional cuya contención provoca nuevos problemas cada vez más difíciles de resolver. Para

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nosotros, este diagnóstico resulta suficiente. Nos basta para entender cómo lo que hacemos para crear y ampliar espacios liberados puede insertarse en un proceso de debilitamiento progresivo de la reproducción del sistema capitalista.

Sería inútil volver a presentar aquí las características de la crisis iniciada en el 2007-2008 y todavía en curso18. Después de una breve recuperación en 2010, las perspectivas actuales de la economía mundial son de un crecimiento muy débil, sin hablar de la zona euro que, en su conjunto, ha estado en recesión en el 2012 y lo seguirá siendo en el 2013 (y esto es clara señal de que las cosas no van nada bien, pues el capitalismo no puede sobrevivir sin crecimiento)19. Otra dimensión de la crisis es la incapacidad para controlar las deudas de los estados, en especial en Europa y en Estados Unidos20. Esta es una característica estructural desde los inicios del neoliberalismo, pero asumió nuevas proporciones a raíz de la crisis, por los rescates de descomunal tamaño, con dinero público, de los bancos y las grandes empresas21. Existe por lo tanto un círculo vicioso entre el sobreendeudamiento cuya contención implica políticas de austeridad y el hecho de que estas políticas limitan la capacidad de consumo y acentúan las tendencias a la recesión. De manera más general, sólo se logra sostener la actividad económica gracias al recurso masivo al crédito, pero esto es precisamente lo que llevó a la crisis, pues las famosas “burbujas” terminan explotando unas tras otras, cuando resulta inocultable el carácter artificial de la dinámica de crecimiento alimentado por el crédito (una de la más peligrosas es actualmente la burbuja inmobiliaria en China, mucho más grande de la que detonó la crisis en Estados Unidos en 2007).

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Quizás la crisis indique el límite de un modo de acumulación propio del neoliberalismo, basado en bajos salarios y endeudamiento tanto privado como público; pero no tienen cómo salir de él22. Lo que puede vislumbrarse por debajo de esta contradicción es la incapacidad sistémica para generar la cantidad de ganancias suficiente para retribuir capitales en crecimiento exponencial23. Es impresionante ver cómo ni el tremendo aumento de la productividad en las últimas décadas, ni la tremenda presión sobre los salarios que fue uno de los objetivos centrales de las políticas neoliberales han sido suficientes para que la inversión en el sector productivo recupere una clara atractividad24. Esto indica una situación crónica de subacumulación y, más fundamentalmente, una dificultad cada vez mayor para generar el valor (de cambio) cuya fuente es el trabajo humano, pues la búsqueda de mayor rentabilidad y la competencia llevan a sustituirlo por maquinarias25. Entonces, existe una contradicción cada vez más evidente entre “la necesidad y la no necesidad del trabajo”26. Y esto implica una grave alteración del corazón mismo del capitalismo, es decir en la realización del valor y, por lo tanto, de la ganancia.

En fin, nuestra esperanza es una apuesta a que se dé una convergencia entre los esfuerzos que hacemos para potenciar desde ya nuestros espacios liberados y la crisis estructural que implica una descomposición de las categorías fundamentales del capitalismo27. Nuestra esperanza es que ambos procesos lleguen a entrelazarse y a fortalecerse mutuamente: que la multiplicación de nuestros espacios liberados avive las contradicciones sistémicas, mientras estas abran nuevas oportunidades para los espacios que vamos construyendo.

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Pero hay un factor más, y decisivo. Es el acelerado ecocidio provocado por la expansión del productivismo ciego del capitalismo. Bien sabemos los altos grados de contaminación del aire, los suelos, los ríos, mantos acuíferos y mares, provocados por los desechos tóxicos de las industrias, la extracción de recursos energéticos y la minería, las múltiples consecuencias de la diseminación de los transgénicos, la pérdida de biodiversidad (desaparecen entre 50 000 y 100 000 especies al año), la deforestación y la sobreexplotación de muchos otros recursos (por ejemplo, la sobrepesca)28. Pero quizás no alcancemos todavía a percibir la magnitud de lo que está a punto de provocar el calentamiento global, el cual ya no puede contenerse en los límites (“razonables”) de un aumento de 2 grados sino que se encamina hacia una trayectoria de por lo menos 4 grados más29. Esto significa una elevación del nivel de los mares de un metro o hasta dos (en promedio), dramáticas olas de calor30 y sequías cada vez más severas, lluvias torrenciales y huracanes más violentes, perdidas reiteradas de cosechas, enormes deslaves de terrenos y destrucciones de viviendas, desaparición de una tercera parte de las especies animales y vegetales, acidificación de los océanos y disolución de los corales, desaparición de la selva amazónica y colapso de muchos otros ecosistemas (manglares, bosques boreales, etc.) que sustentan la vida de pueblos enteros, escasez de agua, reducción de las tierras cultivables (combinada con la erosión de suelos provocados por el modelo agro-industrial), aparición de nuevas plagas, expansión de enfermedades tropicales a poblaciones sin defensas inmunitarias, millones de desplazados climáticos, aumento de la desigualdad, crecientes tensiones sociales, intensificación de los conflictos por el control del agua y los procesos de captación masiva de tierras cultivables por algunos países

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como China o Corea, etc... Y esto es sólo una versión bastante moderada de lo que pudiera ocurrir, ya que los fenómenos de concatenación, retroacción y aceleración no lineal de los efectos hacen del cambio climático un proceso sumamente complejo y en parte imprevisible. Todos estos factores podrían llevar, si no se da un rápido cambio de rumbo, a colapsos ecosistémicos en cadena, un calentamiento de 8 o 9 grados en el próximo siglo31, una desaparición completa de los hielos polares, una elevación del nivel oceánico de hasta 15 metros, una interrupción de corrientes marinas cuyo papel en la regulación térmica del planeta es esencial, etc...

No sobraría recordar también las consecuencias sobre la salud humana del productivismo capitalista y su incontenible sed de ganancias. No importa que los refrescos y la comida chatarra provoquen niveles alarmantes de obesidad, sobrepeso, diabetes y enfermedades cardiovasculares: ¿a qué no puedes comer o beber más todavía?, así que se siguen gastando millones en publicidad para aumentar aún más el consumo de estos productos. No importa que las empresas mineras contaminen aguas y suelos con cianuro y demás tóxicos. No importa que el uso prolongado de celulares desde temprana edad aumente el riesgo de tumores cerebrales. No importa que sustancias (como el bisfenol A) que alteran el sistema hormonal, presentes en pesticidas, alimentos y en los plásticos utilizados para contener alimentos (en especial los biberones) puedan provocar cánceres (en particular de la próstata y del seno), trastornos neurológicos (ansiedad, hiperactividad, etc.), malformaciones del sistema reproductor, así como una rápida disminución de la concentración de espermatozoides (que se ha dividido por dos en las últimas décadas)32. No importa que se sigan vendiendo productos que nos

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envenenan, que nos matan. Nada más lógico, pues en este mundo el crecimiento económico y las ganancias de las empresas constituyen el principio rector, que se impone por encima de todas las demás consideraciones. Esto es el capitalismo: un sistema en el cual la ganancia importa más que la salud, el dinero más que la vida.

Pero un nivel tan elevado de destrucción, de ecocidio y de ataques a la integridad humana difícilmente puede dejar de provocar reacciones. En primer lugar, lo que estas expresiones del productivismo capitalista empiezan a generar, en una escala cada vez creciente, es una reacción de la misma Madre Tierra. A las agresiones humanas, responde y responderá con ira y violencia, con huracanes y sequías, inundaciones y destrucciones, plagas y enfermedades, y muchos otros desastres más. Todo esto como consecuencia de un actuar humano insensato. Todo esto por lo que el chaman yanomami Davi Kopenawa llama, con impecable conciencia crítica, la enfermedad del “pueblo de las mercancías”, este pueblo cuyos miembros tienen la mente muy obscurecida, pues “no dejan de fijar su pensamiento en sus mercancías, como si fueran sus novias”33.

¿Será posible que, frente a esta insurrección de la Madre Tierra, los seres humanos no empiecen a reflexionar34? ¿Qué no vean que es necesario cambiar algo? ¿Que no lleguen a cuestionar al capitalismo? Ciertamente, estar confrontado a la rebelión de la Madre Tierra no lleva automáticamente a identificar en el productivismo capitalista la causa principal de tantos desastres. Por eso, se ubica aquí un terreno de lucha de suma importancia. Pues, mientras las instituciones y los medios se esfuerzan y se esforzarán en minimizar los hechos observables, en

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hacer creer que los problemas, por serios que sean, siguen bajo control y que la tecnología proveerá soluciones para contenerlos, nos toca hacer ver y entender que la ira de la Madre Tierra es consecuencia directa de la lógica capitalista de la producción-para-la-producción y de un modelo civilizatorio basado en la instrumentalización de la naturaleza. Y si se logra desvirtuar la fuerza de los anestesiantes oficiales (no pasa nada, no es tan grave; es inevitable que haya problemas, pero se van a resolver), puede ser que el instinto de sobrevivencia de la humanidad – afectada en sus condiciones de vida, si no es que en la posibilidad misma de su existencia – se vuelva un poderoso aliado en la lucha anticapitalista y en el caminar hacia un mundo no capitalista.

Finalmente, nuestra esperanza, nuestra oportunidad, podría ubicarse en la confluencia de tres fenómenos que bien podrían entrelazarse y fortalecerse mutuamente: a) nuestra capacidad para defender y expandir espacios parcialmente liberados, prefigurando así relaciones sociales y subjetividades no capitalistas; b) la intensificación de la crisis estructural del capitalismo, su creciente incapacidad para superar los obstáculos y las contradicciones que su propia reproducción genera; c) y finalmente la intromisión insurreccional de la Madre Tierra que grita la insostenibilidad del productivismo compulsivo y mortífero del capitalismo.

Ningún modo de producción ha sido destruido por la clase explotada: ni el esclavismo por los esclavos, ni el feudalismo por los siervos o demás dependientes. Ni puede serlo el capitalismo por la clase obrera. Siempre han sido fuerzas exteriores al antagonismo de clase principal las que han promovido la transición de un sistema a otro.

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Hoy, quizás sea el levantamiento de la Madre Tierra la fuerza principal capaz de llevar a la desagregación de la sociedad capitalista, al fin del reino de la Economía, al derrumbe de ese mundo que ya no es el nuestro.

Pero, por sí misma, la Madre Tierra, tan enojada como está, quizás sólo pueda destruir al capitalismo destruyendo al mismo tiempo a la especie humana. Por eso, nuestra esperanza es que una parte notable de la humanidad se alíe con ella para acabar con el capitalismo antes de que él acabe con nosotros.

Quizás sólo con la ayuda de la Madre Tierra lo podamos lograr. La lucha en contra del capitalismo es la lucha por la humanidad toda. Es la lucha de la biocomunidad humana y no humana por su supervivencia, por la preservación de sus condiciones de vida y por la alegre realización del buen vivir para todas y todos.

2En la sociedad capitalista, las relaciones y espacios de vida no plenamente capitalistas tienen una función sistémica (como espacios de reproducción de la fuerza de trabajo, como “tiempo libre” dedicado al consumo, etc.). Se trata de arrancar estos espacios a su funcionalidad sistémica para hacer de ellos una de las bases del caminar anticapitalista.

3En la mesa redonda “Frente al despojo capitalista, la defensa de la tierra y del territorio” (Cideci, San Cristóbal de Las Casas, 19 de julio de 2007), el subcomandante Marcos distinguió el anticapitalismo de consumo, el anticapitalismo de circulación y el que ataca a la propiedad de los medios de producción. Si bien el último es él que los zapatistas privilegian, indicó que todas las prácticas anticapitalistas son respetables e importantes.

4John Holloway, Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo, Buenos Aires, Herramienta, 2011, tesis 9.

5Es el caso, en especial, en el sector de los llamados servicios (que pueden más fácilmente reconstituirse en base a nuestra potencia de hacer y a una capacidad de organización colectiva). Algunos autores sugieren que, en el sistema productivo actual, que integra una creciente dimensión de conocimiento y creatividad, los productores se vuelven ellos mismos (con

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sus cerebros, sensibilidad, personalidad, etc.) los medios de producción (por ejemplo, Yann Moulier-Boutang, Le capitalisme cognitif. La nouvelle grande transformation, París, Éditions Amsterdam, 2007). Sin embargo, no hay que sobrevalorar estas evoluciones: son significativas en algunos sectores claves (comunicación, publicidad, informática, etc.), pero no alcanzan a transformar radicalmente las características esenciales de la fuerza de trabajo.

6Entonces, podríamos distinguir tres partes en el conjunto de los medios de producción : una que tenemos nosotros (en la medida en que tomamos conciencia y recuperamos nuestra capacidad de hacer); una que únicamente responde a la hipertrofia del productivismo capitalista y tiene que ser desmantelada (o en ciertos casos reconvertida); una que permite responder a necesidades humanas y sociales pertinentes y que tenemos que reapropiarnos (sin dejar de trasformar profundamente la organización de estos dispositivos productivos).

7Si bien nuestros espacios liberados son el oxígeno que nos evita ahogarnos en una completa sumisión a las normas de la sociedad de la mercancía y nos permiten adelantar transformaciones esenciales en las subjetividades y las relaciones intersubjetivas, difieren aún del otro mundo posible que anhelamos, un mundo por completo liberado del peso agobiante de la síntesis capitalista, del predominio del dinero, el trabajo y el valor.

8Carta « A quienes buscan un mundo libre », en el marco de la campaña Eco Mundial en Apoyo a l@s zapatistas, agosto de 2012.

9Subcomandante Marcos, « Ni el Centro ni la Periferia”, Primer Coloquio Internacional In memoriam Andrés Aubry « ...Planeta tierra : movimientos antisistémicos... », San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 2009.

10Las luchas de los pueblos indígenas son fuentes esenciales de inspiración y energía en los procesos antisistémicos actuales, pues tienen como base lo que, en sus trayectorias históricas propias y a pesar de las sucesivas formas de imposición colonial, han sabido mantener libre (o parcialmente libre) de las determinaciones materiales, culturales y subjetivas del capitalismo. Lo que sus experiencias de autonomía nos enseñan alcanza una dimensión sino universal por lo menos muy general y una de las razones de eso es que convergen de manera impresionante con las lecciones a las cuales nos puede llevar la autocrítica del modelo clásico de la Revolución, dominante durante el siglo XX (dos dimensiones que se entrelazan significativamente en el zapatismo).

11Si bien no hay que suponer una forma única de organización, las sociedades no capitalistas de las cuales se habla aquí son al mismo tiempo sociedades más allá del capitalismo. No podemos hacer como si el capitalismo no hubiera existido, a la vez por su capacidad de destrucción

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y alteración de todas las formas sociales contemporáneas, y también por algunos legados tecnológicos que podrían reorientarse positivamente en el marco de sociedades liberadas del capitalismo. Las sociedades más allá del capitalismo serán en buena medida formas de organización trasformadas respecto a todas las experiencias socio-humanas anteriores.

12Ver las importantes aportaciones (en especial la crítica a las definiciones del socialismo propias del marxismo tradicional) de Moishe Postone, Tiempo, trabajo y dominación social. Una reinterpretación de la teoría de Marx, Madrid, Marcial Pons, 2006, http://mhh.domainepublic.net/PROYECTOS%20EDITOR IALES/ T IEMPO,%20TRABAJO%20Y%20DOMINACION%20SOCIAL%20%28POSTONE%29.pdf

13Un mundo donde quepan muchos mundos ya no sería un sistema(-mundo). En este sentido, definirnos como antisistémicos implica nuestro no al capitalismo, pero también un no a la lógica unificadora de cualquier sistema.

14François Jullien, Tratado de la eficiencia, Madrid, Siruela, 1999 (de donde se tomó la cita inicial de Mencio).

15Gustavo Esteva, « La crisis como esperanza », ponencia en el Segundo Coloquio Internacional In memoriam Andrés Aubry « ...Planeta tierra : movimientos antisistémicos... », San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 30 de diciembre de 2009 – 2 de enero de 2010.

16Subcomandante Marcos, « Ni el Centro ni la Periferia. I. Arriba, pensar el blanco. La geografía y el calendario de la teoría », Primer Coloquio Internacional, op. cit., p. 32.

17David Harvey ha insistido en esto : si el tamaño de la economía mundial se ha multiplicado por 12 en los últimos 60 años, la cantidad de excedentes que buscan reinvertirse también crece de forma exponencial y tiene cada vez más dificultades para lograrlo (“¿Estamos realmente ante el fin del neoliberalismo?”, Herramienta, 41, 2009).

18Jean Robert, Crisis: el despojo impune. Como evitar que el remedio sea peor que el mal, San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 2009.

19Según el Banco Central Europeo (diciembre de 2012), el PIB de la zona euro se contrajo de 0.5% en 2012 y la previsión para 2013 es de - 0.3%. La recesión es aguda en Grecia, Portugal (- 3%), España e Italia y alcanza a Francia.

20El conjunto de las deudas en Estados Unidos alcanza 250 % del PIB.

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21François Chesnais, Les dettes illégitimes. Quand les banques font main basse sur les politiques publiques, París, Raisons d’Agir, 2011.

22Ibid. y, del mismo, “La lucha de clase en Europa y las raíces de la crisis económica mundial”, Herramienta, 49, 2012.

23La expansión del crédito y de la esfera financiera ha sido una de las respuestas para poder alimentar la sed de ganancias, pero también es lo que ha generado crisis recurrentes, hasta la que sigue en curso.

24Sergio Rodríguez Lascano, “Una vez más: la criatura se come a su creador”, Rebeldía, 79, 2012, p. 30-38. Otro factor importante en tiempos neoliberales es la intensificación de la competencia mundial (mientras en el capitalismo keynesiano, la competencia quedaba atenuada por las barreras comerciales nacionales). Ahora, la competencia mundial trae graves consecuencias para los trabajadores (permite la degradación de los salarios y las condiciones de trabajo) pero también serios problemas para las empresas mismas. Incluso en condiciones de oligopolios, la competencia generalizada impone una carrera a la productividad, un aumento del capital fijo y una contracción de los beneficios.

25Anselm Jappe, Crédito a muerte, Logroño, Pepitas de Calabazas, 2011. Se compensa por la ampliación de la producción mundial, la aceleración de la innovación y la sustitución de productos por otros, más nuevos. Pero sólo temporalmente.

26Moishe Postone (Tiempo, op. cit.) sugiere que se mantiene el tipo de trabajo que los hombres realizan bajo el imperativo del valor, mientras su carácter superfluo respecto a las exigencias de la existencia humana resulta cada vez más evidente.

27Un síntoma de esta descomposición es la perdida de consistencia de las categorías de la modernidad, tal como el progreso o el « naturalismo » (entendido como separación entre Naturaleza y Cultura). A pesar de seguir siendo parte de las representaciones dominantes, resultan cada vez más cuestionadas. En un proceso de transición, es comprehensible que las críticas de dichas categorías asuman formas parcialmente encerradas en los horizontes del universo capitalista, a la vez que prefiguran la revolución antropológica que implica el caminar hacia un mundo postcapitalista.

28Se puede ver, entre otros, Edgar Lander, Crisis civilizatoria y geopolítica del saber, San Cristóbal de Las Casas, Cideci-Unitierra, 2012. Concluye que “este patrón civilizatorio de acumulación, esta lógica capitalista de crecimiento sin fin en un planeta restringido, está llevando a sus límites la posibilidad de la vida en la Tierra... O se detiene este patrón depredador – que está sistemáticamente socavando las condiciones que hacen posible la vida – o

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nos enfrentamos a un colapso de estas condiciones y la imposibilidad de continuar la vida tal como la conocemos ».

29Esta es la hipótesis que asume el más reciente informe del propio Banco Mundial, Turn Down the Heat : Why a 4°C Warmer World Must be Avoided, World Bank, november 2012. Los datos que aquí se mencionan se basan en la hipótesis de un calentamiento de 4° en el 2100 (o 2060 en caso de acciones demasiado limitadas en contra del calentamiento). Es cierto que tenemos que desconfiar de lo que podría llamarse el “catastrofismo oficial”, que bien podría utilizar la amenaza del cambio climático para imponer medidas de control burocrático y autoritario (véase René Riesel y Jaime Semprun, Catastrophisme, administration du désastre et soumission durable, París, Encyclopédie des Nuisances, 2008). Sin embargo, podemos considerar que este informe del Banco Mundial, al mismo tiempo que asume una hipótesis bastante dramática, no peca por exceso de catastrofismo sino más bien minimiza factores cuyo enlazamiento podría implicar efectos aún más radicales.

30También con efectos severos (la ola de calor en Europa en 2003 provocó 70.000 muertos). 31Ibid.

32Se menciona una disminución de la mitad en 50 años y, en otros estudios, de una tercera parte en tan sólo 16 años (1989-2005) : Shaping Our Legacy : Reproductive Health and the Environment, University of California San Francisco, 2008 y J. Le Moal et alii, « Decline in semen concentracion and morphology in a sample of 26609 men close to general population between 1989 and 2005 in France », Human Reproduction, 2012, p. 1-9. Muchas otras sustancias químicas que alteran al sistema hormonal (ftalatos, glicol éter, etc.) están presentes en pinturas, barnices, perfumes, cosméticos, shampoo, juguetes para niños, etc. y hay otros que se liberan al quemarse plásticos y otros desechos (dioxina).

33Davi Kopenawa describe perfectamente esta enfermedad (que con otro vocabulario podría llamarse fetichismo de la mercancía) : este pueblo “no quiere perder mercancía, no quiere parar de destruir, no quiere dejar de fabricar. Fabrica más para vender más, para negociar más”. También narra: “Vi la tierra de los Blancos. Sus hijos se pusieron a fabricar mercancías y sus mentes empezaron a obscurecerse a causa de todos esos bienes sobre los cuales fijaban su pensamiento. Dijeron: vamos a volvernos el pueblo de las mercancías. Vamos a fabricar muchas y mucho dinero también! Es en este momento que perdieron por completo la sabiduría. Destruyeron su propia tierra para después ir a destruir la de otros, para aumentar sin cesar sus mercancías. Jamás pensaron: ‘Si destruimos la tierra, ¿será que podremos recrear otra?’. No dejaban de fijar su pensamiento en sus mercancías, como si fueran sus novias” (“Descobrindo os Brancos”, entrevista de Davi Kopenawa

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con Bruce Albert (1998), citado en Jean Tible, “Lutas cosmopolíticas : Marx e América Indígena (Yanomami)”, Lugar Comum, 2010, 30, p. 31-44 y también Davi Kopenawa y Bruce Albert, La chute du ciel. Paroles d’un chaman Yanomami, París, Plon, 2010).

34Algunos la nombran Gaïa : Isabelle Stengers habla de la “intrusión de Gaïa” como fuerza implacable que nos obliga a replantear todos los parámetros del pensamiento emancipatorio, así como a buscar de manera urgente prácticas y formas de organización nuevas (Au temps des catastrophes. Résister à la barbarie qui vient, París, La Découverte, 2009).z

La paz de los pueblos sin dueños1

Emmanuel Rozental y Vilma Rocío Almendra Quiguanás

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Rebelarse desde el nosotrxs - Rozental y Almendra

En Colombia no hay desplazamiento porque hay guerra. Hay guerra para que haya desplazamiento”

Este planteamiento de Héctor Mondragón señala el carácter y objetivo estratégicos del terror y de la guerra al servicio de la acumulación bajo el modelo

capitalista que se ha impuesto en Colombia. Entendemos que la guerra y el terror, vengan de donde vengan, son hoy, instrumentos de sometimiento y despojo contra los pueblos, para beneficio del capital transnacional en su afán de acceder a territorios, trabajo y riquezas.

1El contenido de este texto recoge en lo fundamental los aportes y posturas de comuneras y comuneros indígenas del Cauca, de colectivos de comunicación indígenas de diversas regiones de Colombia y de algunos representantes de procesos indígenas y populares. Los autores reconocen de manera especial los aportes colectivos de varios miembros del Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad y la Vida de la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca). La responsabilidad por el contenido final es

exclusiva de los autores. exclusiva de los autores.

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La paz de los pueblos sin dueño

Aspiramos a que las negociaciones entre la insurgencia armada (por ahora las FARC, pero muy seguramente pronto con el ELN) y el Gobierno de Colombia, concluyan rápidamente con la firma de un acuerdo que garantice el cese al fuego definitivo y permanente entre las partes.

El contexto, la correlación de fuerzas, las condiciones y los alcances reales de esta negociación y acuerdos y de quienes en ellos participan, deben examinarse frente a los objetivos estratégicos del capital global y sus dinámicas y contrapartes en Colombia, de una parte, y frente a las luchas indígenas y populares de otra, para ayudar a ubicarlos en el lugar que les corresponde e intentar con ello contribuir a evitar caer en una trampa que le permita al capital no solamente consolidar, legitimar y profundizar el modelo de despojo, esta vez a nombre de la paz, sino continuar además con el terror y la guerra por otras vías.

De manera esquemática, este texto esboza apenas unos argumentos en el espíritu de la “Minga de Resistencia Social y Comunitaria”2 cuando nos convocó a transformar “un país con dueños y sin pueblos, en un país de los pueblos, sin dueños”3.

El Modelo se blinda y establece las condiciones

Colombia es un “país producto”4con una enorme riqueza y una ubicación estratégica para los intereses del capital. En lo fundamental, el país existe en función de transferir valor hacia los grupos económicos que controlan el poder corporativo transnacional. La historia reciente y actual de Colombia es determinada por objetivos estratégicos del capital para abordar y superar la profunda crisis que lo

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Rebelarse desde el nosotrxs - Rozental y Almendra

afecta. El terror, la propaganda y las políticas de Estado, han sido diseñadas e implementadas de manera articulada desde y para el beneficio de grupos económicos globales y de las corporaciones transnacionales que los conforman.

La doctrina central que organiza este proyecto estratégico corporativo es la del “Libre Comercio”, que se ejecuta bajo el marco coordinado de los “Tratados de Libre Comercio” (TLC) y del “Plan Colombia” (PC). En esencia, a través de los TLC y del PC se ha conseguido convertir a las corporaciones transnacionales en sujetos de derecho y protegerlas de los derechos individuales y colectivos de ciudadanos y pueblos. Una combinación de biopolítica y geoestrategia5, someten la actividad económica y productiva, el imaginario social, los territorios y las instituciones al propósito de extracción “re-primarizada” de riqueza en condiciones de despojo y explotación sistemáticas de manera que las ganancias de procesos de producción, legales e ilegales, se transfieran a los grupos económicos transnacionales.

En las últimas 5 décadas, la agenda legislativa y los Planes de Desarrollo de gobiernos sucesivos, han ido generando un marco legal-institucional de ajuste que desmonta derechos y libertades para garantizar intereses extractivistas y corporativos en preparación para la firma y ratificación de los “TLC”. Ignorada y sometida la oposición creciente y sólidamente argumentada que demuestra sus efectos nefastos, los TLC suplantan la Constitución Política de 1991 por una serie de constituciones6 supra-nacionales que convierten a Colombia y a sus pueblos en un ámbito sometido de la conquista corporativa global.

Esta conquista jurídico-legal, no habría sido posible sin

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el sometimiento de todo el país a través de estrategias de coerción (terror) y consenso (propaganda). Selvas, campos, litorales y ciudades miseria dentro de las grandes ciudades, vienen siendo transformados en campos de concentración, de exterminio y de trabajo bajo el poder de grupos armados, mafias y violencia al servicio de la acumulación, bajo un estado de terror permanente. Con el pretexto de las guerras contra el narcotráfico y el terrorismo, coordinadas y dirigidas desde el Pentágono, se diseñan e implementan las diversas fases del PC, que orientan la guerra y se sirven de sus actores (estatales y para estatales, legales e ilegales) como instrumentos al servicio del “Libre Comercio” para provocar, entre otros impactos estratégicos, la extensión del conflicto armado y del terror a todos los rincones del país, el despojo, reclutamiento, sometimiento y desplazamiento masivo de la población en una de las mayores crisis humanitarias del mundo, la “liberación” y entrega de territorios, trabajo, ahorro y recursos a proyectos extractivos, especulativos y productivos transnacionales.

El terror y la violencia garantizan y orientan a la vez, el control político sobre el Estado desde ámbitos locales, para imponer la agenda legal-institucional del “Libre Comercio”, a la vez que resultan fundamentales para consolidar el control territorial-poblacional y de las dinámicas económicas ligadas a la acumulación de grupos globales. Una sofisticada estrategia de propaganda, encubre y legitima este modelo de conquista (“for export”), fabricando una versión falsa de país democrático y respetuoso de la ley, señalando, eliminando o aislando a quienes develan verdades y proponen alternativas y promoviendo resignación y consenso pragmáticos y “realistas” bajo este “Modelo Colombia”7, frente al

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que “no hay alternativas”. Una vez suficientemente consolidado este modelo de “país producto”, el poder del capital global se ha blindado contra resistencias y alternativas: las condiciones para la negociación con la insurgencia están dadas.

Es en este contexto, que “Alfonso Cano”, asesinado Comandante en Jefe de las FARC, envía una propuesta de paz que es, en lo esencial, la agenda de las negociaciones que se trabajó y se acordó entre las partes antes de instalarse en Oslo el proceso que hoy avanza en La Habana. Una agenda que, en lo fundamental, aborda temáticas en el marco del “Libre Comercio”, sin proponer, como condición esencial, la transformación de este modelo que concentra poder y beneficios para el capital transnacional. Retrospectivamente resulta evidente que mientras las FARC y el Gobierno negociaban la agenda, movimientos, organizaciones y procesos de resistencia, oposición y lucha indígena y popular, ajustaron visiblemente sus agendas en este mismo sentido. Se destacan la Minga de Resistencia Social y Comunitaria y el Congreso de los Pueblos al que diera nacimiento la Minga. La agenda original cuyo “Mandato”8 reconocía al modelo económico y al “Libre Comercio”, sus actores e impactos como el “desafío que nos convoca” quedó supeditado a otros temas similares y compatibles con los que se debaten en La Habana9. Todo indica que el modelo económico se blindó para hacer posible la negociación y condicionar sus alcances.

Botín Colombia: La disputa por el poder

Las contrapartes nacionales de este modelo económico están constituidas por pequeños grupos exclusivos y

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excluyentes, necesariamente aliados y vinculados a la generación y transferencia de valor al capital corporativo global que los condiciona. Estos grupos constituyen y detentan el poder en Colombia, sustentado en el control sobre la riqueza: naturaleza, trabajo y ahorro. Son el Estado colombiano. Se trata de sectores que concentran privilegios asumiendo por principio que su bienestar es el bienestar de la nación y su codicia, es un derecho incuestionable. No se trata, en la actualidad, de un sector monolítico y homogéneo. La lucha por entrar a los ámbitos del privilegio y controlar para su beneficio la institucionalidad y los recursos de poder es dura y, en el caso colombiano, particularmente violenta y cruenta.

El dominio sobre territorios, el gobierno y la población requiere de altos niveles de coerción, a la vez que de estrategias de generación de sometimiento y consenso. Esta estructura de poder vertical, basada en el privilegio excluyente, ha establecido una permanente contradicción entre lo legítimo y lo legal, la criminalización de la lucha por la supervivencia y la legitimación de la violencia y de la criminalidad como mecanismos para acceder tanto a la supervivencia como al poder, a bienes y beneficios.

La estructura y dinámica sociales son violentas y promueven la violencia como condición tanto para mantenerse y proteger la concentración de poder como para lograr cambios. Los poderosos, a su vez, surgen y blindan su privilegio a través del apoyo corporativo-imperial, su afluencia económica, el terror, la propaganda y las políticas públicas para su beneficio. Las burguesías tradicionales, constituidas en “clases dirigentes” son dinastías hereditarias (Pastrana, Santos y otras) que se han visto obligadas a competir y hacer alianzas con clases y grupos emergentes (es el caso de Álvaro Uribe Vélez) que

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se abren paso controlando recursos, mercados (legales e ilegales), territorios y fuerzas (militares y paramilitares). Se consolidan mafias desde arriba y desde abajo, jerárquicas y verticalmente articuladas, con capacidad de someter entre sí al país y a su población dominada a su imagen y semejanza. Todo esto se encubre con discursos, rituales y hábitos que generan una apariencia de civilidad, democracia y respeto por la ley, el “honor” y el debate abierto de ideas y argumentos de modo que, los buenos modales y el respeto por las instituciones se constituyen en dispositivos de selección, inclusión excluyente y normas de sometimiento. Vale todo para llegar arriba donde el código de formalidades y las apariencias encubren-difícilmente, la corrupción y el terror. Sentarse a la mesa desde la que se controla el poder en el marco del país-producto del capital transnacional, es una disputa cruenta entre contradictores y enemigos hasta establecer equilibrios frágiles y temporales, según convenga más la alianza o la coexistencia que la eliminación del contrincante.

Tal es el ejercicio de la política y del poder en Colombia: la disputa por un botín entre unos pocos que manipulan bases para su beneficio, bajo toda clase de pretextos y argumentos (paz, democracia, desarrollo, progreso, etc.). Desde la perspectiva de estos grupos, la Mesa de Negociación con la insurgencia es simultáneamente, un intento de esta por acceder al poder a través de un acuerdo y una disputa entre quienes calculan que, al permitir a la insurgencia un espacio restringido, consolidan la institucionalidad y defienden (o incrementan) su parte del botín con el cese al fuego y quienes insisten en eliminarla con el mismo propósito.

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Re-legitimación con condiciones y grietas

La Marcha por la Paz del 9 de abril de 2013, día de las víctimas, ha sido convocada visible y desde el gobierno Santos y sectores políticos y económicos de la burguesía tradicional, así como por la insurgencia y sectores cercanos a la misma. Generan un hecho político, visible, para exhibir capacidad de convocatoria y así, una correlación de fuerzas en favor del proceso de negociación. Su éxito brinda el pretexto para la instalación de una mesa Gobierno-ELN10.

Los sectores fascistas, liderados por Uribe Vélez declaran su oposición a la marcha11 y a la negociación que señalan como un proceso que ofrece impunidad a “bandidos y criminales” promoviendo el terror y de la guerra. Probablemente, la mayoría de quienes marcharon a favor de la paz, no se identifican con quienes la convocan desde posiciones opuestas, sino con el fin del conflicto armado, evidenciando su limitada autonomía política. A pesar de las condiciones de privacidad y discreción establecidas, los diálogos han abierto espacios para el debate restringido de temas normalmente excluidos de la agenda política. El agro, la concentración de tierras, las “Zonas de Reserva Campesina”, la participación político electoral con garantías, los derechos de las víctimas del conflicto armado, el respeto a derechos y libertades que se vienen restringiendo y negando a medida que se consolida el poder transnacional-mafioso, entre otros.

Estas aperturas son beneficiosas, pero su alcance es limitado. Si el gobierno consigue controlar a las fuerzas de la ultraderecha incrementando la acumulación y garantizando estabilidad al régimen, mientras la insurgencia consigue un mínimo de garantías y reformas

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para su inserción formal en la dinámica institucional como organización político-electoral con una base de apoyo significativa, el resultado será una ampliación del ámbito del poder y del contenido del debate político, bajo el modelo actual del “Libre Comercio”.

El establecimiento se relegitima con la inserción e incorporación de nuevos actores, a cambio de reformas que no lo amenacen y, por el contrario, lo consoliden. La negociación aparece ante sectores de la sociedad como una oportunidad que debe aprovecharse para no quedarse por fuera. La paz se convierte en botín electoral y en opción de ascenso, pero también es una promesa distante e incierta, de realizar las postergadas transformaciones, desde dentro de la estructura de poder. Para otros esta es una amenaza intolerable. Las negociaciones se dan en medio de una guerra en la que el Estado, sin derrotarla, ha demostrado su efectividad para ubicar y eliminar altos mandos de la insurgencia.

La perpetuación del terror y de la guerra, el potencial desmantelamiento y descomposición de parte de los actores armados en bandas criminales y la consolidación de estructuras mafiosas locales y nacionales, establecen una cultura de coacción asfixiante que presiona a la población a exigir resultados y a aceptar con resignación los acuerdos posibles aunque estén lejos de ser los necesarios.

Las condiciones mínimas para que se firme un acuerdo de cese al fuego definitivo y permanente, desde el establecimiento, incluyen, por ejemplo, mantener o incrementar la inversión presupuestal post-conflicto en las fuerzas armadas12, re-lanzar la guerra con otros pretextos13,

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garantizar los intereses de las transnacionales y proteger los monopolios económicos, incluido el agro negocio y la inversión especulativa, a expensas de la redistribución y el incremento de la inversión social.

Procesos indígenas y populares que han venido movilizándose contra el modelo con independencia de los actores armados, optan por modificar sus agendas transformadoras para participar de las negociaciones con propuestas político-electorales, reivindicativas y de reformas. En estas circunstancias, el riesgo de transformar los acuerdos en una repartición del botín Colombia a cambio del cese al fuego, no debe perderse de vista. Riesgo ante el que las víctimas del conflicto han exigido sus derechos proponiendo mecanismos para que la verdad, justicia y reparación integral definan el resultado y los alcances de los acuerdos14.

Ni Estado ni insurgencia armada pueden construir la paz en nombre de Colombia

Las organizaciones de la insurgencia armada, surgidas en los últimos 50 años, son una respuesta al ilegítimo Estado colombiano y el régimen al que sirve. Las FARC-EP, nacen como ejército de campesinos, víctimas organizadas para para protegerse y proteger al pueblo de la violenta agresión de las fuerzas del Estado al servicio de terratenientes e intereses externos. Ejército que sufrió como y con los pueblos, además de los efectos de la política pública y de la propaganda, el terrible accionar de las fuerzas armadas y de los escuadrones de la muerte apoyados por el Pentágono, que vienen dejando huellas de terror e impunidad imborrables. Cabe recordar el exterminio del

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movimiento político Unión Patriótica, y las centenas de masacres cometidas contra el pueblo colombiano y sus procesos organizativos de oposición y resistencia, que son muestra de la forma en que el régimen masacra a quienes dejan las armas o asumen la lucha popular sin ellas.

Infortunadamente, este “Ejército del Pueblo”, desde décadas atrás, es víctima y victimario. Se convirtió en un agresor más, particularmente en los territorios donde tiene presencia. En la dinámica de la guerra y en su afán de reclutar y financiarse para acceder al poder, someten al pueblo colombiano a la ley de sus armas, a sus imposiciones, autoritarismo, sectarismo, crueldad y al terror, cuyos fines retóricos, contradicen con sus actos, en contraposición a las muchas propuestas y movilizaciones desde abajo y colectivas, de autonomía territorial, de gobiernos propios, de resistencia, transformación y alternativas al modelo. Rechazan la libertad ideológica y política y, a la vez que luchan contra las fuerzas del Estado, actúan contra procesos indígenas y populares.

Las FARC-EP, sujetas a las consecuencias de una guerra prolongada en circunstancias y dinámicas cambiantes desde la intolerancia inherente al rígido modelo y estructuras de guerra revolucionaria que les dio orígen en un contexto particular, señalan, persiguen, declaran objetivo militar y convierten en sus víctimas a quienes, por principio, deberían estar protegiendo: luchadores populares y comunidades empobrecidas. Lejos de proteger las iniciativas populares de transformación y resistencia, han pretendido someter al pueblo a su organización político-militar. Se transformaron por ello, en otro factor de terror contra los pueblos, generando uno de los pretextos de los que se sirven los intereses

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de control extractivista para acceder, a través del terror y de la represión a territorios y pueblos para su despojo y sometimiento al servicio del capital. Logra así el capital un objetivo estratégico: convierte la guerra, venga de donde venga, en un instrumento para el desmantelamiento de la resistencia popular y para la parálisis de la insurrección indígena y popular autónoma y transformadora, aplastada en medio del fuego cruzado de la insurgencia y del régimen. En consecuencia, los pueblos en resistencia, exigen que salga la guerra de sus territorios15 y la insurgencia ha perdido legitimidad como vocera de la lucha popular.

Son estos señores de la guerra: Estado colombiano mafioso y transnacional e insurgencia armada de las FARC (por el momento), los que están sentados negociando en La Habana, “la Paz de Colombia” bajo la condiciones del modelo del “libre comercio”. No tienen la legitimidad para hacerlo.

Nos robaron con la guerra. Que no nos roben la paz

Lo que deben negociar son las condiciones para el cese al fuego definitivo y permanente, para poner fin a la guerra entre ellos y contra los pueblos. Los acuerdos deben garantizar que los pueblos recuperen o no pierdan más espacios de lucha autónomos, restringidos ya por el modelo con el terror y la guerra y que ahora podrían limitar aún más con la “paz” del régimen. La solución del conflicto social y político que ha generado la guerra, supera la capacidad y legitimidad de quienes participan en las mesas, así como supera el alcance de los acuerdos. Ni el Estado ni la insurgencia tienen legitimidad para negociar la paz en nombre y representación

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del pueblo colombiano. Colombia, su transformación, sus pueblos y la paz no caben en esa negociación entre el Estado y la insurgencia. No puede ni debe negociarse el país en esas mesas, aún ampliando la participación a otros sectores, ya que estos y el futuro quedarían sujetos tanto a los actores armados y sus intereses, como a aceptar las condiciones estructurales impuestas por el modelo económico bajo las que se negocia. Así lo demostró el reciente Paro Cafetero16 que abarcó la mayor parte del país, poniendo en evidencia que ante la inviabilidad y crisis del modelo económico y del Estado, el camino de resistencia y transformación es autónomo y desde las bases, porque la paz es la libertad de los territorios con sus pueblos.

Los acuerdos de cese al fuego, una vez ratificados, deberían respetar y generar condiciones mínimas para promover procesos incluyentes, autónomos, participativos y amplios de construcción de una Colombia otra, retomando, por ejemplo, el camino propuesto inicialmente por la Minga de Resistencia Social y Comunitaria, el Congreso de los Pueblos y tantas otras luchas sociales y populares. En el marco de la movilización para la construcción colectiva de un país-otro, el Estado en proceso de transformación y la insurgencia, en tanto movimiento político, caben en Colombia. Por el contrario, pretender que Colombia quepa en las negociaciones entre la insurgencia y el Estado, en las condiciones actuales, o pretender meter la agenda del país-otro y a los sectores y luchas populares en la Mesa, no solo complicaría y estorbaría el proceso en curso sino que, muy seguramente terminaría legitimando al régimen, generando falsas expectativas y frustraciones, consolidando el modelo mafioso de terror y control político-territorial, repartiendo el país como un botín, a la vez que incorporando al proyecto de acumulación extractivista

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nuevas burguesías con discursos de transformación social y dando pie a que el sector fascista que se opone a las negociaciones tenga tiempo para reagruparse y actuar cerrando a sangre y fuego, una vez más, el camino al diálogo y la negociación.

El requisito que no puede cumplirse

La paz que exige la Colombia ultrajada y violada17, desde sus víctimas, reclama, primero al Estado pero también a la insurgencia, que cumplan con un prerequisito de respeto impostergable, en un gesto sincero de humildad, generosidad y grandeza que hasta el momento no parece caber en la agenda de negociación. Algún día tendrán que comprender y asumir sus crímenes y la consecuencia de sus actos, cometidos bajo la premisa patriarcal, egoísta y arrogante, pilar del orden social que nos somete y que debe transformarse: la misma que les ha llevado a usurpar, a esclavizar, a eliminar con el poder, lo colectivo, lo común; aún la vida y el territorio, para acumular sometiendo. Algún día, deberán estar dispuestos a pedirle perdón sincero a Colombia, para poder sumarse desde allí a la construcción colectiva de otro país. Comprometerse en serio con la verdad, la justicia y la reparación integral frente a cada una de las víctimas, para que el ¡Nunca Más! no vuelva a ser mentira y asuman las consecuencias. Esta es una condición fundamental para la paz y un resultado concreto de las luchas transformadoras. Los procesos indígenas y populares que luchamos contra este “País con dueños y sin pueblos”, por el “País de los Pueblos sin Dueños” defendemos desde esta perspectiva la negociación y el cese al fuego definitivo y permanente entre el Estado y la insurgencia, porque sabemos que la paz es colectiva, sin

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la explotación del capital y viene desde abajo.

Convocamos “a quiénes nos atrapan entre dos machismos que no quieren escuchar a la Madre Tierra. Un machismo que habla palabras y realiza acciones de guerra, de violencia, de fuerza y ayuda a reclutar para la muerte a nuestros hijos e hijas de la armonía. Otro machismo que nos condena a plegarnos ante el mandato de los poderosos con razones prácticas y afanes autoritarios y egoístas” , a escuchar a nuestros pueblos y pueblas y a nuestra Madre Tierra, para que esa otra palabra que está silenciada emerja desde la penumbra y se convierta en el camino que necesitamos para nuestra paz. Una vez más, les decimos que apoyamos la propuesta de cese al fuego que están negociando y que esperamos que los acuerdos se firmen pronto, para que este paso nos permita levantarnos en libertad a caminar palabra y acción emanada de la Madre Tierra sin patriarcados, corporaciones transnacionales, élites, vanguardias iluminadas, extractivismos, monocultivos mentales y territoriales y sin más agendas de muerte que privilegian la codicia. Exigimos el cese al fuego para hacer la paz de todas y todos.

Emmanuel Rozental y Vilma Rocío Almendra Quiguanás, 2013

2Los 5 puntos de la Minga de Resistencia Social y Comunitaria. Revista DESLINDE. No. 45. Noviembre-Diciembre de 2009, página 59. http://deslinde.org.co/IMG/pdf/MINGA.pdf . Consultado 2013-04-10. Para contrastar la agenda modificada ver abajo Vieira.

3País de los Pueblos sin Dueños gana Premio Documental.Ver http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2926-qpais-de-los-pueblos-sin-duenosq-gana-premio-nacional-documental . Consultado 2013-04-10

4Ver Acosta, Alberto. La Maldición de la Abundancia. Ediciones

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Abya Ayala, 2009 en http://www.extractivismo.com/documentos/AcostaMmaldicionAbundancia09.pdf . Consultado 2013-04-10.

5Ver Dávalos, Pablo. La democracia disciplinaria. El proyecto posneoliberal para América Latina. CODEU 2010. http://www.puce.edu.ec/sitios/economia/docs/pub/INDICE_La_democracia_disciplinaria.pdf . Consultado 2013-04-10

6Ver Robledo, Jorge Enrique. El TLC recoloniza a Colombia. PDF en http://www.moir.org.co/IMG/pdf/tlc.pdf . Consultado 2013-04-10

7Ver Rozental, Manuel. “Colombia: Todas las causas son nuestras. América Latina en Movimiento”, 2007-10-22. http://alainet.org/active/30914&lang=es . Consultado 2013-04-10

8Mandato Indígena y Popular. Santiago de Cali, 2004-09-18. http://www.nasaacin.org/mandato-indigena-y-popular . Consultado 2013-04-10

9Para contrastar la agenda de 5 puntos de la Minga modificada ver. Vieira, Constanza. Los 5 puntos de la agenda con Álvaro Uribe siguen vigentes. 2008-10-26. http://www.ips.org/blog/cvieira/?p=206 . Consultado 2013-04-10

10“Diálogo con el ELN más pronto que tarde”. El Espectador 2013-04-10. http://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-415022-dialogo-el-eln-mas-pronto-tarde . Consultado 2013-04-10

11“Francisco Santos, tal como Uribe, pide no marchar el 9 de abril”. El Espectador, 2013-04-07. http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-414514-francisco-santos-tal-uribe-pide-no-marchar-el-9-de-abril consultado 2013-04-10

12“La paz con las FARC costaría 18 billones de pesos”. RCN Noticias, 2013-03013. http://www.canalrcnmsn.com/noticias/ministerio_de_defensa_prepara_estrategia_si_se_logra_un_acuerdo_con_las_farc Consultado 2013-04-10

13“Santos anunció guerra contra “Ollas” del país”. El Tiempo, 2013-04-01. http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12719853.html . Consultado 2013-04-10

14MOVICE. “Propuestas mínimas sobre verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”. 2013-03-06. http://www.movimientodevictimas.org/images/archivos2/folleto1A_1_68.pdf . Consultado 2013-04-10Ver, González-Posso, Camilo. “Desde el Cauca, desarmar la guerra”. 2012-

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07-24. http://www.censat.org/articulos/10024-analisis/10519-desde-el-cauca-desarmar-la-guerra . Consultado 2013-04-10

15Montoya Suárez, Aurelio. “Las razones estructurales y coyunturales del Paro Cafetero”. Entrevista, equipo Desde Abajo. 2013-03-22. http://www.moir.org.co/Las-razones-estructurales-y.html . Consultado 2013-04-10

16Rozental, Emmanuel. “La crisis de ellos es en sentido inverso a la nuestra”. En Palabras para Tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo. Gutiérrez, Raquel Ed. Pez en el árbol. Septiembre de 2011. Páginas 179-202

17Almendra Quiguanás, Vilma. “La paz de Mama Kiwe en libertad, de la

mujer sin amarras ni silencio”. En Palabras para Tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo. Gutiérrez, Raquel Ed. Pez en el árbol. Septiembre de 2011. Página 146

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Cuenten con nosotros para la Paz... Nunca para la Guerra, le ratificamos desde el pueblo indígena Nasa del suroccidente colombiano, en el

departamento del Cauca, a todos los actores armados en conflicto que desde hace varias décadas nos asesinan y desplazan de nuestro territorio. Pensando en la paz y en el cese al conflicto armado que buscamos, quiero retomar las voces y sentires de compañeras y compañeros que viven a la merced de todos los bandos. De quienes sobreviven a una ocupación militar territorial que lo único que les trae a diario es el terror de una guerra prolongada para que el poder nacional y trasnacional acumule riquezas. De quienes sufrimos las consecuencias de las leyes de despojo que el congreso colombiano amañado a las élites económicas, hace y deshace para privilegiar a los ya privilegiados, mientras el pueblo es empobrecido,

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asesinado, desterrado, despojado, criminalizado, estigmatizado y señalado por reclamar sus derechos. De todas y todos los que protegemos y tejemos las conciencias, las palabras y las acciones con la de otras y otros, dentro y fuera de procesos, para seguir caminando con las comunidades y no dejarnos permear por la propaganda de todo nivel que usan los “poderosos” para cooptarnos, comprarnos, dividirnos y deslegitimarnos las resistencias y las alternativas de vida.

Quisiera empezar este relato hilvanando algunas de tantas historias de sufrimiento y de resistencia que hemos vivido desde siglos atrás y que en la actualidad se repiten. Aunque no son los mismos autores materiales que nos someten y destrozan, sí son las mismas estrategias de terror para aminoran nuestras luchas y propuestas políticas, y sí son los mismos autores intelectuales los que siguen vigentes: el modelo económico de muerte y sus beneficiaros. A lo mejor hilvanar sea innecesario, porque nuestras historias, experiencias, vivencias y prácticas cotidianas de tristezas y alegrías que alimentan y defienden nuestros Planes de Vida1, son ya tejidos de vida que se fortalecen entre sí, con otras y otros, para seguir siendo desde el territorio.

Es difícil decidir qué o cuál vivencia contar, porque no sólo la mayoría de indígenas, sino también campesinos, negros y sectores sociales y populares del país, hemos sido víctimas del modelo económico de muerte: Ya no tenemos el ranchito donde vivíamos dignamente y en comunidad. Estamos desplazados en las grandes ciudades pidiendo limosnas. Nos falta por lo menos un familiar, un amigo, un vecino, un compañero, porque fue asesinado por alguno de los actores armados o porque se entregó al amplio mundo de las drogas para escapar de

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esa “realidad”. No podemos caminar con tranquilidad y armonía en nuestro propio territorio. No podemos sembrar comida para nosotros porque las tierras están invadidas de monocultivos. No podemos disfrutar de los bienes comunes porque están privatizados por transnacionales. Nos señalan de terroristas si exigimos nuestros derechos y denunciamos la muerte. Vivimos en una terrible zozobra, esperando el día que nos toque como ya les ha tocado a muchos conocidos y desconocidos. Aun así, con todo lo que nos empuja a la muerte, seguimos resistiendo. Proponiendo y aportando a nuestras organizaciones, procesos y comunidades en medio de contradicciones, y nos plantamos en nuestra terquedad de seguir siendo y en la necesidad vital de equilibrar y armonizar la vida toda con la Madre Tierra, antes de que esta termine de desangrarse bajo los impactos de la tortura económica, social y política con la que siguen explotándola.

Así paso a contar algunos de tantos crímenes de lesa humanidad perpetrados por los escuadrones de la muerte agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia-AUC -más conocidos como los paramilitares-, no sólo desde lo que todas y todos ya conocemos en todo el país, sino referenciando la confesión de uno de los comandantes extraditados a los EE.UU. De otro lado, narro algunos hechos también violentos que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC, ejecutó en nuestro norte del Cauca. La mayoría de testimonios son desde las comunidades indígenas Nasa, que además nos cuentan cómo vienen resistiendo y creando alternativas de vida y qué significa para ellos el cese al conflicto armado y la paz, y también les comparto algunas reflexiones y voces de otros sectores sociales y populares que plantean cómo sueñan la paz con dignidad en Colombia.

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Actores y acciones terroristas al servicio del despojo

Recordemos el descuartizamiento de Tupac Amaru en el siglo XVIII cometido por ejércitos españoles para someter las rebeliones indígenas que él lideró, contra el virreinato que los esclavizaba y los masacraba para explotar las “riquezas” naturales. No sólo despedazaron el cuerpo de este indígena, sino que expusieron su cabeza atravesada por una lanza para que en Cuzco, todas y todos los rebeldes se aterrorizaran y desistieran el reclamo de sus derechos.

Con esta muestra de “poder” los españoles buscaban garantizar esclavos obedientes y sumisos, así como lo hicieron Chiquita, Dole, Del Monte y quién sabe cuántas corporaciones transnacionales más, para acabar con los sindicatos bananeros. Así lo confesó Ever Veloza, alias HH, jefe paramilitar extraditado a EE.UU junto con otros más, precisamente cuando empezaron a confesar verdades que ponían en descubierto a los beneficiarios finales de la guerra en Colombia. Fueron extraditados para ser juzgados sólo por narcotráfico y concierto para delinquir, pero no por todos los crímenes de lesa humanidad que cometieron en el país.

En las versiones “libres” que se realizaron bajo la Ley de Justicia y Paz que proclama sin sustento garantizar Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición de crímenes de lesa humanidad a las millones de víctimas en Colombia HH declaró que tanto empresarios como políticos y militares fueron quienes los apoyaron. Que cuando ellos llegaban a una región era porque ya habían hecho acuerdos y tenían además apoyo económico. Que el objetivo no sólo

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era acabar con la insurgencia armada, porque a lo largo de esta guerra fueron masacradas miles de personas inocentes, sino liberar los territorios para las inversiones de las élites económicas. Que las empresas bananeras estaban en quiebra por los largos paros de los sindicatos. Entonces tenían que actuar para mover esa economía 2.

Los paramilitares en Colombia siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad, ahora bajo el nombre de Bandas Criminales (Bacrim). Nombre con el que se les conoce a partir del gobierno de Uribe, porque supuestamente la desmovilización de estos grupos fue un éxito y ya no existen en el país. Estos grupos nominalmente ilegales, aunque fueran respaldados por el gobierno, coordinaran y actuaran con el ejército colombiano, cometieron más de 3500 masacres en todo el territorio nacional, dejando un número desconocido de huérfanas/os, viudas/os, desplazadas/os y muertas/os en vida que posiblemente perdonen, pero no olviden semejantes vejámenes cometidos contra la vida toda. Basta recordar las masacres de El Salado en Bolívar y del Naya en el Cauca, donde se dice que cegaron cerca de 100 vidas, pero aún no existe una cifra concreta de las asesinadas/os, decapitadas/os, degolladas/os violadas/os, descuartizadas/os, pues también hicieron y deshicieron con vivas/os y muertas/os. Tal vez fueron las masacres más llenas de sevicia, de terror y de odio, sumadas a cualquier cantidad de torturas, desapariciones y asesinatos selectivos en las regiones que luego se convirtieron en territorios de monocultivos y de industrias extractivas.

Los paramilitares y la fuerza pública históricamente sembraron terror en Colombia con todos sus métodos infames de tortura. Testigos cuentan que además tenían

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hornos crematorios para desaparecer los cadáveres, cuando ya no era rentable para sus estructuras dejar evidencia de tanta muerte. HH también confesó que los comandantes de la fuerza pública solicitaban deshacerse de los cadáveres, para evitar el aumento del índice de violencia que se registraba en sus regiones. El accionar paramilitar lo sufrimos en carne propia casi en todo el país, pero con mayor dureza en las regiones geoestratégicas de interés económico de las transnacionales. Entonces dónde ya se había identificado abundancia de oro, petróleo, coltan, litio, gas, carbón, agua y otros bienes comunes, fue donde mayor muerte y desplazamiento de instaló, pues en varias regiones, y en particular, el Cauca aún nos persigue el terror, la guerra y el miedo que se confronta con nuestros planes de vida, la esperanza y la terquedad en la defensa del territorio.

Recuerdo en 1991 la Masacre del Nilo en el resguardo de

Huellas Caloto, donde asesinaron a machete, hacha y bala a 20 comuneras/os Nasa que reclamaban su derecho a la tierra. No puedo olvidar la gigantesca “limpieza social” que se ejecutaba día a día en cientos de municipios, por ejemplo: en Santander de Quilichao entre el 2001 y el 2003 y entre el 2008 y este mismo año. Se publicaban listados en las calles y en el cementerio con los nombres de hombres y mujeres a asesinar. Asesinaron y desaparecieron a centenares de personas. Recuerdo a vecinas y a compañeras buscando a sus familiares, muchas de ellas se arriesgaban a ir hasta donde estaban los comandantes paramilitares para preguntar por sus hijos. En esa época me contó un amigo que su madre acompañó a su vecina a Lomitas en Santander de Quilichao, para preguntar por su hijo. El comandante las atendió, les dijo que no tenía idea quien era su hijo, pero que si lo habían ejecutado era por guerrillero, o ladrón, o drogadicto, o debía algo. Entonces

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las mandó a buscarlo a un lugar donde había un enorme hueco atravesado por una gran cuerda donde estaban amarrados los cadáveres más recientes. Fue una escena tenebrosa la que vivieron estas dos mujeres y hasta el sol de hoy no han encontrado al joven desaparecido. No me olvido tampoco del miedo que sentían compañeras y compañeros cuando bajaban de las montañas a hacer mercado a este municipio, pues muchos se quedaban haciendo compras de por muerte (porque sería falso decir de por vida), es decir, nunca regresaban a su hogar. Los paramilitares decían que todos eran guerrilleros, que lo que compraban de comida no era para ellos y que eran sapos de la guerrilla. Así otros cientos perdieron la vida. Lo paradójico era que algunas/os de los que regresaban a su resguardo sanos y salvos, eran acusados de ser informantes del ejército y por ende de los paramilitares, y eran “ajusticiados” por las Farc en las montañas.

Nosotros sabemos, entendemos y compartimos históricamente la necesidad de formar ejércitos del pueblo para defender a los desposeídos. Fue una de las formas de resistir y de evitar el robo de nuestro territorio a manos de grandes latifundistas, así evitábamos algunos abusos de los terratenientes. “Cuando iniciamos las recuperaciones de tierra en el Cauca, no las hicimos solos como indígenas, nos unimos con los campesinos y otros sectores empobrecidos. Hasta los actores armados nos ayudaron en ese camino, eso fue entre el 60 y el 70”, afirma con nostalgia, Jaime Díaz, dirigente del reguardo de Tacueyó en Toribío, porque desde hace varias décadas las Farc ya no son el ejército del pueblo. Aunque así se autodenominen, lo que vivimos, vemos y sufrimos en nuestro territorio nos ratifica que no nos representan, que la fuerza que ejercen con sus armas recrudece también

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la violencia, nos desplaza e intenta acallar nuestra voz y la fuerza de nuestras ideas, con la fuerza de sus fusiles. Claro que nuestras resistencias no son estáticas, pues aunque en décadas atrás nos apoyaron y hasta nosotros tuvimos el Quintín Lame, como brazo armado de nuestro movimiento, sabemos que ahora ni ética y estratégicamente la lucha armada es conveniente. No podemos defendernos del enemigo matándolo si proclamamos defender la vida toda. Es terrible el deterioro que en las últimas décadas ha sufrido la propuesta política que lideraban las Farc en nombre de las colombianas y colombianos. Obviamente entendemos que el vil golpe que le dieron a sus estructuras y figuras políticas - con cerca de 4000 asesinatos de miembros de la Unión Patriótica-, que sí le apostaban a los verdaderos cambios en el país por la vía civil, tienen que ver con lo que hoy no reconocemos en las Farc. Pero no entendemos cómo en el ámbito de nuestros territorios, también nos causan el mismo dolor y despojo que rechazan del modelo económico de muerte. En Colombia, y en particular en el norte del Cauca, las Farc no sólo nos han asesinado a nuestros líderes, sino que también han intentado infiltrar nuestras organizaciones para someternos a su control. Ellos al igual que los otros actores armados, también viven del narcotráfico, amenazan, asesinan e intimidan a nuestras autoridades indígenas y a comuneras y comuneros. No voy a hacer un listado de nuestras muertas/os a manos de milicianos de las Farc, pero si quiero contar de dos asesinatos cometidos en un mismo lugar de nuestro territorio, que en lo personal me dejaron impresionada, por lo parecido de estos hechos a las prácticas de los escuadrones de la muerte.

Mi familia y yo llegamos a vivir a Santander de Quilichao desde finales de los 80. Nos tocó salir del resguardo

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de Jambaló, porque mi mamá en uno de sus sueños descubrió a los asesinos de toda la familia de uno de sus compadres. Llegamos al barrio Belén a vivir en un rancho de barro que mi abuelo había construido. Allí conocimos tanto a personas que nos miraban con desprecio por ser indígenas, como a quienes nos tendieron la mano, porque habían salido de sus resguardos durante la época de la violencia (50s - 60s) y se habían logrado instalar en ese barrio. Allí crecimos con otras niñas y niños con quienes entablamos complicidades desde la pobreza. Recuerdo a uno de los amiguitos de mi hermano Cristian, le decíamos “Care Luna”, era el más juicioso de la cuadra, pues le gustaba estudiar, ayudaba y acompañaba a su mamá, era quien nos hacía morir de risa, era mimado y bien miedoso, era amable con las vecinas, respetuoso y bastante amiguero. Se metía con la gente que conocía, no tenía grandes problemas, excepto cuando corría por toda la cuadra sosteniendo sus pantalones, para que su mamá no lo alcanzara con la correa para castigarlo por prestar la moto o dejarla botada por irse a tomar algunas cervezas con sus amigos. Care Luna ya había terminado el colegio y últimamente le había dado por andar de baile en baile, aprovechando la moto que su mamá le había conseguido para hacer domicilios -uno de los trabajos informales más extendidos después de la venta de minutos de celular-. A mediados de 2009 le dio el arrebato de irse con un amigo que también hacía domicilios a las ferias de El Tierrero, una vereda del resguardo de Huellas Caloto. Cuentan que no regresó más a su casa. Su mamá desesperada decidió ir a hablar con uno de los comandantes de las Farc que opera en esa zona, porque le habían dicho que a su hijo se lo habían llevado unos milicianos. Dicen que ella se fue acompañada de su hijo mayor y logró que la atendieran en ese campamento. Que allá le mostraron un

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video donde habían grabado el interrogatorio a su hijo y a otros más: lo vio con las manos amarradas en la espalda diciendo que no era informante de nadie, que solo hacía domicilios, que vivía en el barrio Belén y que por favor no lo mataran. Tan sólo tres días después la vecina le pudo dar sepultura a su mi hijo menor. No me olvidaré nunca de la gran tristeza que mi hermano Cristian sintió en ese momento: “Él no merecía la muerte, ¿por qué si era tan sano? Mejor me hubieran matado a mí que no sirvo para nada y que solo les traigo problemas”. Me repetía mi hermanito por teléfono sin imaginar que un año más tarde las famosas bandas criminales le cegarían la vida en una de las esquinas del barrio, porque varios años después de instalarnos en Belén, sin oportunidades y sin mucho por hacer, él había caído en el oscuro mundo de las drogas, de donde nunca logró salir. Aunque ahora después de casi un año de duelo, siento que él se liberó y desde donde está nos acompaña y protege.

En el mismo sitio un año después, milicianos de las Farc torturaron y asesinaron a una joven indígena acusada de ser colaboradora del ejército. No es ni será el último asesinato, porque siguen creciendo las víctimas de las Bacrim, de la fuerza pública y también de las Farc, en todo el territorio y en particular desde este lugar:

“Zuleima Coicué, indígena Nasa, nativa de la vereda El Damián del Resguardo de Tacueyó, era madre soltera y tenía 21 años. Estudió hasta 5º de primaria. Trabajaba con su papá en una tienda donde se rebuscaba lo necesario para poder sostener a Juan David, su hijo de 4 años. Sus amigos y allegados la recuerdan como una muchacha alegre, trabajadora y hogareña, no acostumbraba mucho a salir de su casa. Sin embargo el sábado 10 de julio

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de 2010, durante las fiestas de El Tierrero, tenía muchas ganas de ir a bailar. Le pidió a su primo que fueran, pero ni él ni su papá querían que saliera, no porque temieran algo sino porque tampoco acostumbraban a salir a las festividades. Fueron a la feria instalada al pie de la carretera que se extendió hasta el amanecer. Hacia las cuatro de la mañana, su primo le dijo que regresaran a la casa, ella le sugirió que esperaran a que aclare un poco el día, él se quedó esperándola afuera, pero ya no volvió a verla. Al principio, y ante la demora, él dedujo que ella habría regresado con alguien más por lo que decidió salir solo. Hasta el mediodía se enteraron de que, no sólo, nunca regresó a la casa, sino que además, estaba en Caloto, muerta, con señales de tortura y de violación”3.

Algunos de los pocos que hablaron a pesar del temor a ser asesinados contaron que a Zuleima la sacaron arrastrada de la fiesta, que la llevaron como a un kilómetro de distancia. Ahí en un potrero todos la violaron y luego la ultimaron a tiros, para después dejarla tendida a la orilla de la carretera. Otros decían que cuando la encontraron le faltaba un seno, nadie habla de este horror. Solo se sabe que fue “ajusticiada” por los milicianos, quiénes al igual que los otros actores armados se creen dueños de la vida y por eso la arrebatan cómo les parece y cuándo se les viene en gana. La vía que de El Palo conduce al resguardo de Toribío, y El Tierrero, en los últimos años se han convertido en una de las vías más sangrientas del norte del Cauca. Allí semanalmente se recoge un sin número de cadáveres, varios que la comunidad logra reconocer y enterrar, y otros tantos que no se logran identificar y van a parar a la morgue de Caloto, Corinto o Santander de Quilichao.

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La guerra beneficia el extractivismo de bienes comunesSumado a esto, se presentan continuos enfrentamientos entre todos los actores armados para desplazar a los pueblos, pues como dice el compañero Héctor Mondragón, “en Colombia no hay desplazamiento porque hay guerra. En Colombia hay guerra para que haya desplazamiento”. Eso es evidente y se hace cada día más claro en nuestros territorios, porque todas las acciones violentas, incluidas las de quienes se hacen llamar “ejército del pueblo”, sólo benefician a los amigos de la codicia. Por ejemplo: La toma guerrillera perpetrada contra Toribío el pasado 9 de julio fue una acción demencial de las Farc, no sólo por las vidas que cegó y las familias que afectó psicológica y económicamente, sino también por su insistencia en atacar con sevicia el corazón de la resistencia pacífica en Colombia. Porque aunque insistan en declarar lo contrario, el ataque sí fue contra el pueblo, contra los civiles, contra los indígenas, contra la dignidad y la resistencia que se teje desde el norte del Cauca. “Nos sorprende que siempre que atacan dicen que es contra la fuerza pública, pero las casas destruidas son las nuestras. En el último ataque fuerte a Jambaló la mayoría del casco urbano nos desplazamos a los sitios de asamblea permanente –escuelas señaladas con banderas blancas- para dejarlos que pelearan entre ellos, y no pasó nada”, reclama un comunero de Toribío. Toda acción violenta de la insurgencia armada contra los pueblos, provoca más guerra y le sirve como pretexto al régimen, para consolidar nuestros territorios como teatros de operaciones militares.

La Asociación de Cabildos Indígenas del norte del Cauca-ACIN, en su reciente documento resultado de la Audiencia Pública después del ataque a Toribío, ratifica que “(…) ambos bandos comparten la misma estrategia,

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disparan, hacen estallar explosivos o bombardean indiscriminadamente, con la supuesta certeza de que los civiles muertos o heridos, por estar cerca de sus enemigos, también son blancos legítimos”4. Es claro que ningún actor armado nos protege, ambos nos utilizan como carne de cañón, mientras aseguran defendernos. Y lo peor de todo no es sólo que los civiles somos los que más perdemos en este conflicto, sino quiénes se benefician con esto, porque la consecuencia del ataque del 9 de julio fue la instalación acelerada del Batallón de Alta Montaña con miles de soldados en Tacueyó. Batallón que con seguridad será reconocido como la mayoría en el país, por sus constantes violaciones a las mujeres, robo de alimentos y animales a las comunidades, intimidación y abuso de poder con sus fusiles, y tal como lo hacen todos los actores armados: “usando nuestras casas como trincheras, porque tanto el ejército como la guerrilla se protegen con nuestras casas”, testimonia Walter Noscué, gobernador del resguardo de Toribío. Pero veamos lo que empezó a agudizarse en el norte del Cauca, después de que en Audiencia Pública realizada en Toribío tras el ataque de las Farc, exigimos la salida de las bases militares del Gobierno y de la insurgencia armada de las Farc de nuestro territorio. Al día siguiente de este encuentro colectivo en el que ratificamos nuestra posición de autonomía ante todos los actores armados, reiniciaron los asesinatos selectivos y las amenazas. No han parado de asesinar indígenas que han prestado servicio militar, aun estando fuera del servicio activo. Siguen asesinando trabajadoras sexuales, todas y todos acusados de ser informantes5. Una compañera me decía que cuando fueron a una de las comunidades a hacer un videoforo, se encontraron con una fiesta organizada por los milicianos, quienes con fusil al hombro y micrófono en mano vociferaban: “estos

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indios han dicho que nos tenemos que ir de aquí. Vamos a ver quiénes se van primero”. En otra comunidad me contaban que “las milicias han dicho que no responden por la gente que transite después de las 7:00 de la noche”. Mientras tanto recibimos una llamada amenazante a la sede principal de la ACIN, en la que nos daban un plazo de 24 horas para que desocupáramos todas las sedes de la organización6, y seguimos recibiendo amenazas de las Águilas Negras y Los Rastrojos, grupos paramilitares que el gobierno Uribe “desmovilizó” (porque en Colombia los 30 mil hombres que entregaron las armas siguen matando). Esto es solo una mínima muestra de lo que viven las comunidades en el norte del Cauca, ¿quién sabe cuántas más cosas pasan y se quedan acalladas en las montañas, por temor a represalias y a más muerte y dolor?Como decía antes y como bien lo expresó la ACIN hace pocos meses:

“(…) cada vez tenemos menos dudas de que la guerra es funcional al modelo de colonización minero-energético, de la expansión de los agrocombustibles y de la expropiación de los territorios indígenas y de los afrodescendientes y campesinos, impulsada por las transnacionales. Tanto la invasión de nuestros territorios por el Ejército oficial, como la ocupación de nuestras comunidades por la insurgencia armada, promueven un modelo territorial y económico extractivo y dependiente de las rentas de los bienes comunes, reproduciendo un sistema de despojo y aniquilamiento que los indígenas conocemos desde hace siglos” 7.

Y como claramente decía un Nasa en Toribío: “el supuesto control de la fuerza pública con la entrada del nuevo Batallón al territorio es para manejar el

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narcotráfico”, quien ve con malos ojos la entrada masiva de militares al norte del Cauca, seguramente, porque él como muchos otros, hemos sido testigos de que también los soldados y policías negocian con los narcotraficantes y hasta protegen las rutas claves para procesar y sacar la droga. Además es el control territorial que necesitan ejercer contra las resistencias y las alternativas de vida del movimiento indígena, para romper los procesos y abrirle camino a las transnacionales.

La guerra es para ellos. La paz es nuestra

“Señor presidente: la guerra no se termina con más guerra; eso ya está suficientemente demostrado en más de 50 años de confrontación armada en Colombia. Señor Alfonso Cano (comandante del secretariado de las Farc): su guerra popular hace rato se convirtió en una guerra contra el pueblo. Es hora de dialogar para encontrar una solución política a este conflicto que nos extermina”, fue el mensaje contundente que desde Toribío se les envío a los mandos de los dos actores armados, que pese a toda nuestra resistencia y alternativa milenaria, siempre terminan invisibilizándonos con sus actos de muerte. La necesidad de un diálogo en el país fue el llamado, pero no solamente entre actores armados, sino con la sociedad civil, que somos los principales afectados y despojados como consecuencia de esta guerra. Una guerra absurda para quienes la vivimos, pero clave para quienes se benefician del modelo económico de muerte.

En nuestras comunidades desde varios años atrás no sólo se ha hablado del conflicto armado, pues lo hemos vivido en carne propia, y por eso nos hemos visto

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obligados a resistirlo, a protegernos y a pensar en cómo hacer para defender nuestros planes de vida. Por eso nuestros esfuerzos se han enfocado en el fortalecimiento de nuestros cabildos, proyectos comunitarios, tejidos de vida, programas y acciones colectivas del proceso político organizativo.

En ese camino nuestro sueño y nuestra apuesta colectiva es consolidar una propuesta política que recoja todas las causas populares, no sólo nuestras reivindicaciones indígenas. Por eso desde hace casi una década revivimos la Minga8, como acción colectiva nacional, no sólo del hacer ancestral y cotidiano en nuestras comunidades. Sino un trabajo común, donde todos pudiéramos dar puntadas para fortalecer los tejidos de vida que nos configuran como indígenas, campesinos, negros y sectores populares, empujados a construir un “país de los pueblos sin dueños”.

Con una agenda de unidad nacional que respete nuestras particularidades, pero que luche por temas centrales que nos tocan a todos, como la transformación del modelo económico de muerte, en Planes de Vida desde y para los pueblos. Que el terror y la guerra sean superados por la armonía y el equilibrio entre todos los pueblos. Que la legislación del despojo sea suplantada por leyes que protejan tanto a los seres humanos como a la Madre Tierra. Que los acuerdos con el Estado sean de cumplimiento obligatorio sin chantajes y sin importar quiénes sean los gobernantes. Y que construyamos una agenda de los pueblos. Esas son las apuestas grandes y colectivas que queremos seguir tejiendo con todas y todos, pero también nos interesa fortalecer nuestras dinámicas desde adentro: la lucha por la defensa de la vida, por las culturas de nuestros pueblos; por la justicia y la armonía en nuestros territorios, por nuestra territorialidad económica

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ambiental, y por nuestra comunicación para la verdad y la vida. Son los ejes fundamentales de nuestro proceso y por los cuales tratamos de caminar la palabra pese a diversas dificultades internas y contradicciones permanentes, que como en todo proceso, se manifiestan en varios ámbitos para desafiarnos.

En tal sentido, una de las mayores dificultades que tenemos en términos del conflicto armado, es que muchas de nuestras hermanas/os indígenas han sido empujados a tomar partido en alguno de los bandos, ya sea por compartir cierta ideología, porque el mismo despojo los ha empujado a tomar las armas, o lo más común, por reclutamiento forzado y por violencia intrafamiliar. En la actualidad nos encontramos con muchos guerrilleros y milicianos que se adhieren a las filas solo para ejercer poder con un arma, para vengarse de quienes los han ofendido, para delinquir con mayor facilidad, son pocos los que sostienen una discusión política, pues lo que saben hacer es ejercer la fuerza de sus armas. Así, muchos de nuestros jóvenes y jovencitas también han abandonado las estructuras organizativas de sus comunidades porque tampoco encuentran espacios y ven que algunos líderes son tan autoritarios como los que rechazamos en el discurso. “Hay muchos jóvenes milicianos, pero ¿qué vamos a hacer si el control no empieza desde la misma familia?”, pregunta con angustia una maestra del reguardo de Toribío, porque ha visto cómo en los últimos años son jóvenes y niños indígenas los que engruesan las filas de las guerrillas. También Carlos Banguero, alcalde de Toribío, mencionaba con preocupación que “en la primera toma al municipio eran paisas, costeños y caqueteños los que atacaban al pueblo, pero ahora son nuestros jóvenes, nuestros niños, los que están atacando a su propio pueblo”.

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Es una situación muy complicada para las familias, para la comunidad, para la organización y para el movimiento indígena, por eso las bases comunitarias exigen a todos los actores armados salir del territorio. Simultáneamente se hace necesario “revisar la prepotencia de algunos líderes, nuestras estructuras, nuestras autoridades y nuestras acciones dentro del territorio, porque las asambleas se están mermando. Creo que otros nos están ganando gente”, manifiesta con preocupación otro comunero de Tacueyó, haciendo referencia a decisiones autoritarias de unos líderes que han roto los procesos de consulta con las bases. Aclara también que aunque no son todos, las decisiones y las acciones contradictorias de una sola persona en nombre del proceso afectan a todo el movimiento. “Los líderes y autoridades deben llegar y acompañar más a las comunidades. La consejería debe orientar más y tomar decisiones consultando a la comunidad. Revisemos la dignidad, la solidaridad, la igualdad, la equidad, la hermandad. Es una tarea que tenemos como urgente para recuperar la confianza en nuestro territorio”, convoca la gobernadora de López Adentro. Así, tenemos como prioridad volver a las bases, escucharnos, reflexionar y tomar decisiones colectivamente para fortalecer nuestro proceso político organizativo que viene siendo agredido no sólo por el modelo económico de muerte, los actores armados, las leyes del despojo y la propaganda, sino también por nuestra falta de coherencia al caminar la palabra.

Ser como Mama Kiwe con humildad por la vida

El movimiento indígena colombiano, impulsado desde el norte del Cauca, lugar donde nació el Consejo Regional

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Indígena del Cauca-CRIC, el 24 de febrero de 1971, se ha caracterizado por su resistencia y lucha permanente en la defensa de la Madre Tierra y la vida toda bajo las banderas de Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía. Como decía antes, en particular desde hace aproximadamente una década, se ha venido haciendo conciencia colectiva en casi todo el territorio para entender que ante nuestros planes de vida, se imponen los proyectos de muerte del capital transnacional. Aprendimos a reconocer que en cada época nuestro agresor material iba cambiando de máscara: españoles, terratenientes, estadounidenses, ahora transnacionales. Qué debíamos recrear no sólo nuestras luchas, sino nuestra propia vida para resistir. Qué el desafío que nos convoca a defender el territorio es el mismo que convoca a los demás sectores sociales. Que solos no podemos y que nos necesitamos mutuamente para resistir y pervivir en Colombia. Por eso desde la Minga que proyectamos al ámbito nacional, nos propusimos una agenda de los pueblos. Empezamos diversas acciones colectivas para defender la vida defendiéndola con otros y otras. En ese camino hermoso y lleno de alegrías por compartir con los otros pueblos, también nos encontramos con espinas que como seguramente en todas partes, también han fracturado nuestros tejidos de vida y buscan romperlos, si es que no fortalecemos propuestas políticas más allá de las reivindicaciones sectoriales.

Es evidente que cuando los procesos empiezan a consolidar sus tejidos en unidad, no sólo llega la agresión externa a romper sus hilos, sino que también las contradicciones internas empiezan a aflojarlos. Esa es nuestra experiencia, porque cuando nos vieron con una propuesta concreta y trabajando como hormigas, llegaron en paracaídas las ong´s a financiar nuestros

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procesos. El error que cometimos fue permitir que éstas financiaran lo que querían y no anteponer nuestros criterios y necesidades, pues muchas de estas que son bien funcionales al modelo económico, terminaron cooptando a algunos dirigentes y si no reconocemos estas falencias, es posible que terminen cooptando todo nuestro proceso organizativo. Con todo lo anterior, siento que se puede entender de manera muy general la época que estamos viviendo, o mejor, nuestro contexto actual desde el norte del Cauca.

Para continuar con este relato quiero compartir algunas incógnitas que nos invaden a muchos de nosotros y nosotras, ahora más que nunca, precisamente cuando se empieza a hablar de un diálogo entre los actores armados y el gobierno, y más aún, cuando algunos líderes ya han ofrecido nuestro territorio para esos diálogos:

¿Qué significa vivir en paz para nosotros los Nasa?, respondieron sin que se les preguntara, mayoras/es, jóvenes, niñas/os de diversos resguardos del norte del Cauca, durante las comisiones de trabajo previas a las Audiencia Pública de Toribío. La mayoría no se refirió a ofrecer el territorio para diálogos con los actores armados y con el gobierno, antes ratificaron su rechazo y exigencia a su salida del territorio. Pese a que ya tenemos la experiencia en diálogos con ambos actores armados, manifestaron ir a los campamentos, pero a arrebatar a las niñas/os y jóvenes que nos han robado. Reconocieron que tenemos grandes contradicciones y problemáticas que están resquebrajando nuestras organizaciones, entonces propusieron abordarlas para fortalecer nuestras estructuras y por ende los procesos.

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Nadie habló de ningún proyecto de Paz financiado por ong´s, sino de consolidar la autonomía territorial con todos los proyectos comunitarios para alimentar los planes de vida. Nadie habló de negociar nada con el gobierno de Santos, antes exigieron desobediencia civil a las leyes de muerte que impone. Nadie aseguró haber discutido ampliamente y estar de acuerdo con el ofrecimiento del territorio como zona de despeje, antes exigieron un análisis amplio y consulta con las comunidades. ¿Entonces cuando hablamos de paz a qué nos referimos?: pues a vivir en equilibrio y en armonía con la Madre Tierra; a que todas y todos volvamos a caminar con libertad la palabra de los pueblos; a transitar tranquilamente por la comunidad sin temer a la muerte; a estudiar en la escuela sin que esta se convierta en trinchera de los malos; a sembrar y a cosechar nuestros alimentos en nuestra parcela sin miedo a las fumigaciones; a volver a tomar el agua de los ríos y las quebradas; a ver reverdecer nuestras montañas envés de ver desiertos de tierra y químicos desechados por las mineras; a volver a sentarnos con suficiente tiempo y amplia participación en nuestras asambleas y tomar decisiones sin premura; a integrarnos más de lleno entre todos no para enterrar nuestros muertos, sino para celebrar el milagro de la vida; a tejer lazos de unidad con otros pueblos y procesos; a vivir, recrear y alimentar nuestros sueños y planes de vida. Esto fue lo que retumbó en varias comisiones, como resultado del cese al conflicto armado, pero también del modelo económico de muerte. Por todo lo anterior, comuneras/os exigieron:

“Reflexionar más ampliamente en la comunidad y con las autoridades sobre las implicaciones de declararnos territorios de paz y de autonomía”, y propusieron “declarar los territorios en resistencia y en desobediencia

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al conflicto armado y a las leyes del Estado. Realizar barridos veredales de información y de reflexión en todo el territorio. Que la fuerza pública y la insurgencia armada saquen sus males de nuestro territorio”9.

Propuesta que se convirtió en camino porque ya iniciaron desde el norte del Cauca, las Mingas de Resistencia por la Autonomía y Armonía Territorial y por el cese de la guerra, para la desmilitarización de los territorios indígenas y el freno a la militarización promovida por el ejército y las FARC. La ACIN con apoyo del CRIC encabezan estos recorridos de la mano de la comunidad y de todos los tejidos de vida de la organización. Precisamente el primer recorrido e instalación de controles territoriales se realizó en la vereda El Tierrero, allí desde el día 23 de agosto guardias indígenas acompañadas de comuneros y comuneras, hacen presencia controlando y trabajando pedagógicamente para explicar el objetivo del ejercicio de control y su presencia. La idea es hacer las Mingas de Recorrido Territorial en las 324 veredas de la Cxhab Wala Kiwe (el gran territorio Nasa del norte del Cauca). “Ahora si vamos a poder visitar a los conocidos que tenemos, recoger remedios en los páramos y mirar cómo está la gente porque vamos unidos, con mucha gente y alegres. Antes queríamos hacerlo pero no se podía porque la gente mala está por todas partes y a uno le da miedo andar solo”, puntualizó un mayor participante del evento en El Tierrero.

Ahora pensemos si ¿con el cese al conflicto armado tendremos paz en nuestros territorios? Muchos cansados de ver caer muertos día a día y no soportar más la sevicia de la guerra, aseguran que sí es suficiente, que serían felices si el territorio queda despojado de todos los militares y

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sus vidas vuelven a la “normalidad”. Otros manifiestan que el cese al conflicto armado es un paso importante y urgente, pero que no garantiza la paz, mientras el modelo del libre comercio y el extractivismo siga imperando. Y con razón porque el problema de fondo no son los actores armados, pues son simples instrumentos que utilizan para despojarnos y aterrorizarnos. Si cesa el conflicto armado, si todos los actores se desmovilizan, ¿qué van a hacer esos hombres y mujeres que se acostumbraron a la guerra?, ¿Si no hay oportunidades para los civiles, será que habrán para los desmovilizados?, ¿se ampliarán las llamadas bandas criminales en Colombia?, ¿Qué pasa si las leyes siguen siendo las mismas y nos siguen despojando del territorio y de nuestros mínimos derechos?, ¿Qué pasa si las trasnacionales siguen promoviendo el extractivismo de nuestra Madre Tierra?, ¿qué pasa si siguen oenegeizando y cooptando nuestros líderes y procesos?, ¿qué pasa si no reconocemos debilidades y contradicciones internas para fortalecer nuestro proceso?, ¿qué pasa si los políticos nos siguen engañando y sólo nos buscan para que les sirvamos de escalera para trepar?. ¿Será que el cese al conflicto armado es suficiente para vivir en paz en nuestros territorios y en toda Colombia?

Son decenas de preguntas que nos hacemos a diario todas y todos, porque nos da mucha desconfianza que el creador de los falsos positivos en Colombia y promotor de leyes más lesivas que las aprobadas por Uribe en sus mandatos, o sea el presidente Santos, sea quien ahora nos hable de Paz. Cómo sería imaginarnos el cese al conflicto armado o por lo menos evitar la muerte de múltiples víctimas que no hacen parte de esta guerra, digo sólo víctimas, pero no me atrevo a decir inocentes, no porque dude de su inocencia, sino porque no sé hasta dónde

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quienes mueren en combate son culpables. ¿culpables de no tener oportunidades?, ¿culpables de no tener tierra para trabajar?, ¿culpables de no tener acceso a la educación?, ¿culpables de no tener una vida digna?, ¿culpables de su reclutamiento forzado?, ¿culpables de solo saber manejar un arma?, ¿culpables de ser empobrecidos?, ¿culpables de la descomposición social que los envuelve?, ¿culpables de la riqueza de los poderosos?, ¿culpables de que sólo haya tierra para los monocultivos?, ¿culpables de la destrucción de la Madre Tierra? Siento que de todo eso sólo son culpables el modelo económico de muerte y todos sus beneficiarios, que usan a quienes están arriba nuestro legislando, trabajando y sentenciando a favor de sus intereses transnacionales y sólo les importa su codicia para acumular.

El modelo económico de muerte es el autor intelectual de nuestra destrucción y despojo. Creo que si tomamos solo la guerra como referencia, el cese al conflicto armado sería vivir en paz, pero si retomamos nuestros Planes de Vida, nos queda claro que el cese al conflicto armado es un anhelo, una esperanza y una apuesta colectiva que puede ser clave para garantizar la paz, pero si a la par no cohesionamos ni movilizamos una agenda política para la transformación, nuestra resistencia se va a reventar.

Entonces ¿cuál es la paz con dignidad que necesita Colombia? Hace poco se realizó un diálogo e intercambio entre organizaciones sociales y populares en Barrancajabermeja, Santander, donde se juntaron cerca de 30 mil personas en el Encuentro Nacional de comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas por la Tierra y la Paz de Colombia. En ese espacio reflexionaron sobre hechos que vienen afectando los territorios, como la

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agudización del conflicto armado que vive el país y también se preguntaron sobre cuál es la paz que necesitamos.

“Se está realizando este evento por la paz, pero ¿qué entendemos por Paz? Sí se plantea la paz como un cese al conflicto armado, puede ocurrir que el conflicto disminuya pero eso no significa paz. Para que exista paz, necesitamos tener autonomía, y la autonomía no se consigue negociando con el gobierno derechos por recursos económicos o que algún grupo armado deje las armas. La verdadera paz la construye la base”.10 “Para que exista tranquilidad ya que estamos hablando de paz, el gobierno no debe entregar la soberanía nacional. En la actualidad no podemos hablar de soberanía, ni de reforma agraria, porque no existe y a esto también hay que apostarle. Hay mucha tierra en pocas manos y muchas manos sin tierra para trabajar”11.

Expresaron algunos participantes de este gran evento que sin duda, hace un aporte importante a los caminos de paz que todas y todos anhelamos. Ese espacio no sólo sirvió para visibilizar las resistencias y alternativas que promovemos los procesos organizativos en Colombia, sino también para ratificar la guerra como instrumento de despojo y decirles a todos los actores armados que No nos representan y que estamos cansados de sus crímenes y mentiras. La Declaración Política que emanaron desde Barranca nos convoca a transformar el modelo económico de muerte, a continuar y articular las resistencias y esfuerzos alternativos en el país para construir nuestra paz: una paz con dignidad, no una paz para vendernos. Comparto dos puntos claves de dicha declaración:

“La democracia en nuestro país y la generación de mejores

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La paz de Mama kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios

condiciones para hacer efectivos y garantizar nuestros derechos demanda un nuevo modelo que posibilite el uso de nuestros recursos y riquezas, superando las profundas desigualdades económicas y sociales, en función del buen vivir de nuestra población”.

“Somos conscientes que la perspectiva de la solución política posee muchos enemigos, especialmente aquellos que se benefician del estado de cosas existentes y de la sociedad de privilegios que les sirve de sustento. Desactivar la guerra desfavorece, además, a quienes han hecho de ella un negocio lucrativo. Los colombianos tenemos el derecho a propiciar conscientemente la generación de nuevas condiciones para emprender el camino que pueda conducir a un trámite distinto del basado en el ejercicio de la violencia-de manera que los conflictos que le son inherentes a nuestra sociedad, puedan transitar por la vía del dialogo la justicia social y la paz”12

Comparto para alimentar el diálogo entre los pueblos y procesos desde Colombia, la paz que convoca y motiva al compañero Manuel Rozental:

“No más guerra: Paz, pero la paz de los pueblos que es sin Libre Comercio, sin leyes de despojo, sin terror y con verdad, justicia y reparación integral, con Estados que cumplan con sus obligaciones sin importar quienes los gobiernen y, sobre todo, con una agenda de los pueblos que no se puede ni ignorar, ni negar, ni suplantar por la paz de los de arriba. La paz de la Madre Tierra en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios, de la vergüenza convertida en espejo que nos mira sin clemencia y con ternura y consigue por fin el nunca más!”13

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Rebelarse desde el nosotrxs - Vilma Rocío Almendra Quiguanás

¿Entonces cuáles son los desafíos a que nos convoca este contexto, en el que no tenemos la misma fuerza que cuando nos movilizamos masivamente con otros en las calles y con propuesta política? Reconocer que desde afuera no sólo se están apropiando de los bienes comunes sino también de nuestra gente: a algunos jóvenes los reclutan los actores armados para sus bandos (guerrilla, fuerza pública, paramilitares); mientras que a varios dirigentes las ong´s, los gobiernos y hasta las mismas transnacionales los confunden para cooptarnos. Unos halan para un lado, otros para el otro, nosotros desde diversos espacios comunitarios, entre los que se incluye sin ánimo de protagonismo, el Tejido de Comunicación, seguimos pensando qué hacer y cómo actuar colectivamente para evitar que la resistencia se reviente y para avanzar con nuestros planes de vida. Nuestra resistencia no es infinita y es imposible seguir tambaleando entre bandos, mientras nuestra autonomía nos reclama libertad y emancipación. Si seguimos como vamos el proceso se va a reventar, pues siento que con unos halando para un lado y otros para el otro, la cuerda no va a aguantar. Es urgente volver a recorrer caminos como los que transitamos con el Congreso Indígena y Popular; en la Consulta Popular frente al Libre Comercio, en la Liberación de la Madre Tierra, en el Congreso Itinerante de los Pueblos, en la Visita por el País que Queremos y en la Minga de Resistencia Social y Comunitaria. Caminos necesarios para la cohesión, la movilización y para recrear los mundos de los pueblos sin dueños.

Siento la responsabilidad de hacer acá un llamado desde lo más arraigado de mi alma como indígena Nasa, como hija del territorio de mis ancestros. Es un llamado vehemente a quienes se equivocan, a quiénes nos atrapan entre dos machismos que dan la espalda a la Ley de Origen de la

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La paz de Mama kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios

Madre Tierra. Un machismo que habla palabras y realiza acciones de guerra, de violencia, de fuerza y ayuda a reclutar para la muerte a nuestros hijos e hijas de la armonía. Otro machismo que nos condena a plegarnos ante el mandato de los poderosos con razones prácticas y afanes autoritarios y egoístas. Ni uno ni otro son nuestro pueblo. Ambos silencian a nuestras abuelas y abuelos y no escuchan a la Mama Kiwe con humildad, pero reclamándoles mi derecho como mujer Nasa y nuestro derecho como pueblo libre y autónomo, les exijo respeto. Silencio. Que escuchen nuestras voces porque nos mueve la palabra colectiva y no somos ninguno de los machismos que nos quieren negar la vida. Siento que puede ser nuestra última oportunidad. Callar en este momento sería hacerme cómplice de algo inaceptable. Por eso estas palabras públicas no las pronuncio con rencor ni con ánimo de incomodar o generar malestar, me inspira la obligación de hacer un intento sincero y sentido por convocarlos a obedecer el mandato ancestral al que estoy dispuesta a someterme; a reabrir los espacios de diálogo y de reflexión colectiva ante la memoria de nuestros mayores; a que cambien para construir la paz de nuestros mandatos y no la de los intereses de muerte de nuestros opresores.

Vilma Almendra, septiembre de 2011

1Almendra (2009). “Palabra y Acción para la movilización”. Ver en: http://foros.uexternado.edu.co/ecoinstitucional/index.php/comciu/article/viewFile/1839/1645

2Lozano y Morris (2010). Documental Impunity.

3Tejido de Comunicación ACIN (2010), “Exhumar la memoria”. Ver en: http://www.nasaacin.org/editoriales-y-boletin-tejido-de-comunicacion/96-editorial-del-boletin-informativo-semanal/783-tejido-de-comunicacion-acin

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Rebelarse desde el nosotrxs - Vilma Rocío Almendra Quiguanás

4ACIN (2011). “Pronunciamiento de la Audiencia Pública de Toribío”. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2389-terminar-la-guerra-defender-la-autonomia-reconstruir-los-bienes-civiles-y-construir-la-paz

5Tejido de Comunicación ACIN (2011). “Asesinatos selectivos, pan de cada día en el norte del Cauca”. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2441-asesinatos-selectivos-pan-de-cada-dia-en-el-norte-del-cauca.

6ACIN (2011). “Cauca: Los guerreros le dan 24 horas a la ACIN para que abandonen las instalaciones de trabajo”. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2429-cauca-los-guerreros-le-dan-24-horas-a-la-acin-para-que-abandonen-las-instalaciones-de-trabajo

7Ibíd.8Tejido de Comunicación ACIN (2008). “La coordinación de la Minga debe

ser colectiva”. Ver: http://colombia.indymedia.org/news/2008/10/94422.php

9Tejido de Comunicación ACIN (2011). Pueblo Nasa: “Cuenten con nosotros para la Paz... Nunca para la Guerra”. Ver en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=132936

10Tejido de Comunicación ACIN (2011). “El cese del conflicto no es la paz”. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2534-el-cese-del-conflicto-no-es-la-paz

11Ibíd.

12Encuentro nacional de comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz de Colombia (2011). “Declaración final Encuentro de Paz Barrancabermeja”. Ver: http://ilsa.org.co:81/node/471

13Manuel Rozental (2011). “Machismo, Tierras y Paz para el Libre Comercio”. Ver: http://colombia.indymedia.org/news/2011/09/123275.php

Terminado de imprimir en Diciembre 2013,en Querétaro, México

por el ColectivoZapateándole al mal gobierno