rebecca stratton - orgullo y pasión

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Orgullo y pasión Catherina era como una madre para sus dos hermanastros. Pero su padre, al morir, había dejado a los niños bajo la tutela de un pariente desconocido: su tío Stefan Medopolis. Catherina no podía soportar la idea de separarse de los niños, y su único consuelo era acompañarles en el viaje hasta la isla griega donde vivía su tío. Pero Stefan se proponía también gobernar la vida de Catherina, sin tener en cuenta sus sentimientos... A pesar del cariño que sentía por sus hermanos, ¿podría soportar aquella situación? Capítulo 1 Catherine Granger miró con tristeza el piso que había sido su hogar y el de sus hermanos durante los últimos tres años y medio, desde que vieran a su padre por última vez. George Granger acostumbraba pasar mucho tiempo en el extranjero, y no parecía que le importasen las crisis que pudieran surgir en la familia, pues siempre estaba ausente cuando se presentaban. Aunque siempre se calificaba a sí mismo como un patriota, vivió casi toda su vida en otros países, en climas mucho más cálidos que Inglaterra, y sin preocupaciones con respecto a la familia a la cual decía amar, pero con la que pasaba muy poco tiempo. Cuando la madre de Catherine falleció, hacía diez años, él se encontraba en algún lugar del este de Europa y regresó tan sólo el tiempo necesario para atender algunos asuntos, pues Catherine era, entonces una niña para resolverlos. Pero muy pronto desapareció de nuevo, dejando a Catherine, de once años, interna en una escuela que la niña detestaba. Sólo dos años después regresó a Inglaterra con una joven esposa griega, Maria, mujer amable y gentil. El tener una madrastra, hizo que Catherine pudiera abandonar la escuela que tanto odiaba y volver a su antigua vida. María la tomó bajo su protección y ambas se hicieron mutua compañía durante las prolongadas ausencias de George Granger. María hablaba bastante bien inglés, de modo que no existía el problema del idioma, pero pronto se dio cuenta de que hubiera estado mucho mejor con su propia familia en Grecia, que en un país extraño donde no conocía a nadie y con su esposo ausente la mayor parte del tiempo. Lo cierto era que George Granger veía a su segunda esposa tan poco como a la primera. Durante los primeros cinco años y medio de su matrimonio, María le dio a George dos hijos, a los que su medio hermana Catherine adoraba sin reservas. Por eso cuando

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Catherina era como una madre para sus dos hermanastros. Pero su padre, almorir, había dejado a los niños bajo la tutela de un pariente desconocido: su tíoStefan Medopolis. Catherina no podía soportar la idea de separarse de los niños, ysu único consuelo era acompañarles en el viaje hasta la isla griega donde vivía su tío.Pero Stefan se proponía también gobernar la vida de Catherina, sin tener en cuentasus sentimientos... A pesar del cariño que sentía por sus hermanos, ¿podría soportaraquella situación

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  • Orgullo y pasin Catherina era como una madre para sus dos hermanastros. Pero su padre, al

    morir, haba dejado a los nios bajo la tutela de un pariente desconocido: su to Stefan Medopolis. Catherina no poda soportar la idea de separarse de los nios, y su nico consuelo era acompaarles en el viaje hasta la isla griega donde viva su to. Pero Stefan se propona tambin gobernar la vida de Catherina, sin tener en cuenta sus sentimientos... A pesar del cario que senta por sus hermanos, podra soportar aquella situacin?

    Captulo 1 Catherine Granger mir con tristeza el piso que haba sido su hogar y el de sus

    hermanos durante los ltimos tres aos y medio, desde que vieran a su padre por ltima vez. George Granger acostumbraba pasar mucho tiempo en el extranjero, y no pareca que le importasen las crisis que pudieran surgir en la familia, pues siempre estaba ausente cuando se presentaban.

    Aunque siempre se calificaba a s mismo como un patriota, vivi casi toda su vida en otros pases, en climas mucho ms clidos que Inglaterra, y sin preocupaciones con respecto a la familia a la cual deca amar, pero con la que pasaba muy poco tiempo.

    Cuando la madre de Catherine falleci, haca diez aos, l se encontraba en algn lugar del este de Europa y regres tan slo el tiempo necesario para atender algunos asuntos, pues Catherine era, entonces una nia para resolverlos. Pero muy pronto desapareci de nuevo, dejando a Catherine, de once aos, interna en una escuela que la nia detestaba.

    Slo dos aos despus regres a Inglaterra con una joven esposa griega, Maria, mujer amable y gentil. El tener una madrastra, hizo que Catherine pudiera abandonar la escuela que tanto odiaba y volver a su antigua vida. Mara la tom bajo su proteccin y ambas se hicieron mutua compaa durante las prolongadas ausencias de George Granger.

    Mara hablaba bastante bien ingls, de modo que no exista el problema del idioma, pero pronto se dio cuenta de que hubiera estado mucho mejor con su propia familia en Grecia, que en un pas extrao donde no conoca a nadie y con su esposo ausente la mayor parte del tiempo. Lo cierto era que George Granger vea a su segunda esposa tan poco como a la primera.

    Durante los primeros cinco aos y medio de su matrimonio, Mara le dio a George dos hijos, a los que su medio hermana Catherine adoraba sin reservas. Por eso cuando

  • su madrastra muri, Catherine se qued con el corazn destrozado. La aoraba mucho ms que su padre.

    De nuevo George Granger volvi a casa para enterrar a su esposa, consolar a su hija a su manera algo indiferente, y salir otra vez de viaje a las pocas semanas. Ahora, le preocupaba an menos dejar a Catherine; ya tena sta dieciocho aos y se mostraba no slo deseosa, sino capaz de hacerse cargo de los dos pequeos.

    Su padre los instal en un piso caro y confortable con una sirvienta, y volvi a irse de viaje a la isla de Dakolis, tierra natal de su segunda esposa, donde posea una participacin en la compaa de navegacin y exportaciones, perteneciente a la familia de Mara.

    Ni Catherine ni sus dos pequeos hermanos le haban visto desde entonces. A Catherine no le sorprenda, pero s esperaba que l mostrara ms inters por sus hijos varones. Hacia tres semanas, haba llegado un telegrama, anunciando que George Granger se haba ahogado cuando navegaba por la costa griega. El telegrama iba firmado por Stefan Medopolis.

    Habra sido hipcrita por parte de Catherine fingir dolor por la muerte de su padre; le haba visto tan poco durante toda su vida, que prcticamente era un extrao, y en cuanto a los pequeos, ni siquiera recordaban su aspecto.

    No consider siquiera la posibilidad de asistir a los funerales. Se efectuaron stos en tan breve lapso, que le hubiera sido imposible buscar quien cuidara de los nios y organizar a la vez el viaje a Grecia. Una carta breve y muy formal, firmada tambin por Stefan MSopolis le explicaba las razones para celebrar el funeral a los pocos das, a la vez que expresaba sus condolencias de forma somera, ya que el remitente conoca las deficiencias de George Granger como padre.

    Catherine saba que Stefan Medopolis era el hermano menor de Mara, aunque su madrastra hablaba poco sobre su hogar por lo mucho que lo aoraba. Tambin saba, debido a una lacnica carta de su padre, recibida poco tiempo despus de la muerte de Mara, que su to estaba ansioso de tomar a los dos nios bajo su custodia, ya que como jefe de la familia consideraba su deber cuidar de los hijos hurfanos de su hermana.

    George Granger haba rechazado entonces la oferta, tal vez porque comprenda su responsabilidad y Catherine sinti gran consuelo de no perder a las dos criaturas que estaban a su cuidado.

    Pero, segn pareca, su padre reconsider antes de su muerte la cuestin de dejarle a Catherine el cuidado de sus hermanos menores. La carta que ella tena en sus manos, y que haba terminado de leer por centsima vez, era del abogado de Stefan Medopolis; en ella le informaba de que el padre de los nios se declaraba a favor de que su to les tomara bajo su tutela.

    Recibi una inmensa sorpresa al enterarse de que sus dos pequeos medio hermanos, a los que haba cuidado desde el fallecimiento de su madre, haca ya tres aos y medio, iban a serle arrebatados: se senta incapaz de aceptarlo.

    Los tres formaban un grupo unido y Catherine no se senta con el valor suficiente

  • para decirles que pronto se iran y que tal vez no se volveran a ver. Era algo que ella misma se resista a creer.

    Deba viajar con ellos hasta Nicosia y entregrselos a su to. Tendra que pensar en la forma de explicarles la situacin durante el viaje. Iba a ser difcil hacrselo comprender al pequeo Pal, a quien afectara mucho la separacin, sobre todo al darse cuenta de que nunca volvera a ver a su querida Catine. Ella era la nica madre que haban conocido. Pal slo tena tres aos y medio, y dependa mucho de ella. Alex, con cinco aos, se comportaba como si fuera todava un nio. Catherine no se atreva a pensar en lo que sucedera cuando supieran que iba a regresar a Inglaterra sin ellos, dejndoles entre gente extraa.

    Haba pagado y jubilado a la seorita Masn, la sirvienta, y la buena mujer estaba tan conmovida que tenia que contener las lgrimas al despedirse de los dos pequeos. Mir a Catherine y movi la cabeza con tristeza al pensar que ella tambin era casi una nia.

    Pal y Alex, por el momento, estaban muy excitados por lo que suceda; se les vea felices entre el montn de equipaje. Catherine, sentada en uno de los sillones de la salita, esperaba el momento de partir. Haba desaliento en sus ojos, aunque trataba de que los nios no lo notaran. Tena una forma serena de mirar que ocultaba su verdadera naturaleza; su cabello era de un profundo tono cobrizo y sus ojos enormes y verdes. La nariz pequea y graciosa y la boca amplia y suave sonrean con frecuencia. Era una muchacha que sola atraer las miradas, aunque haba desanimado a muchos pretendientes por su devocin hacia los pequeos.

    Era un da clido y el corto vestido verde plido que llevaba la haca parecer an ms juvenil y atractiva. Lanz un suspiro que pas inadvertido en medio de la ansiosa charla de tos nios. Sonri cuando Pal se dej caer sobre su regazo, brillantes los traviesos ojos oscuros.

    Era tan pequeo y tan parecido a su madre, que Catherine se consol pensando que, al menos fsicamente, encajara en el lado griego de su familia. Alexander era un poco menos trigueo, y tenia tambin unos grandes ojos oscuros, de mirada tan dulce como para derretir una montaa de hielo. Esperaba que su tutor fuera bueno con ellos, aunque la impresin que daba en sus cartas, era la de un hombre muy severo.

    Por un momento crey que Pal iba a comenzar de nuevo a hacerle preguntas y pens que era cobarde por alegrarse de escuchar el timbre de la puerta que anunciaba la llegada de quienes venan a buscarles.

    Ya era la hora de partir, pero todava tenia la esperanza de que ocurriese un milagro, algo que hiciera cambiar de idea a Stefan Medopolis, dejando a los nios con ella. Pareca increble que slo cinco horas atrs hubieran salido del aeropuerto Heathrow y que ahora estuvieran aterrizando en el de Nicosia. Un pas diferente, un mundo distinto, y todo tan impresionante y novedoso, que Catherine sinti elevarse su espritu, a pesar del propsito del viaje

    Se haba prometido unas vacaciones antes de regresar, una excusa tal vez para permanecer un poco ms cerca de los nios antes de volver a Inglaterra. Era una

  • forma optimista y un poco tonta de comportarse dadas las circunstancias, pero cuando vio la hermosura de Chipre, decidi que llevara a cabo su propsito.

    Era una tarde suave y clida, con un sol tan brillante como nunca lo haba visto. Se le antojaba ir a explorar por todas partes con los nios, aunque ellos estaban ahora un poco soolientos, cansados y poco conversadores despus del viaje.

    Seorita Granger? La pregunta, hecha en voz baja, hizo que Calherine se volviera rpidamente,

    asiendo a los dos nios. Asinti, mirando con sus ojos verdes oscurecidos al hombre joven

    que le sonrea. Era alto y trigueo. Le record a Mara de tal forma, que haba adivinado su

    identidad antes de que l le tendiera una mano, diciendo: Soy Gregori Medopolis, Catherine parpade, algo confusa por lo inesperado del encuentro. Saba que haba ms de un hermano, pero imagin que Stefan Medopolis ira a

    recibirles. No obstante, sinti cierto alivio: el hombre que tena ante ella era muy bien parecido y le daba la bienvenida sonriente, algo que no esperaba, a juzgar por el tono de las canas recibidas.

    Estoy muy complacida de conocerle, seor Medopoiis mir a los nios, que le observaban sorprendidos, agarrando con fuerza las manos de Catherine. stos son Alexander y Pal. Nios, ste es vuestro to Gregori. El hombre se inclin para saludar a los nios, estrechando sus pequeas manos con cierta solemnidad. Retuvo un momento ms la de Pal al notar el leve temblor de su labio inferior y que se le vea cansado.

    Te gustar vivir aqu le asegur. Yo tambin tengo hijos pequeos, pero son chicas las dos hizo un gesto como de resignacin. Los nios tienen aqu mucho que hacer, muchos lugares a donde ir; os gustar.

    Tambin Catine? pregunt Pal. Era inevitable la pregunta, se dijo la joven, y su corazn se estremeci cuando Gregori Medopolis la mir alzando una ceja.

    No estn acostumbrados a encontrarse solos explic, sintiendo que se echara a llorar si tena que seguir as, de pie y contestando preguntas.

    Ah, ya veo! Los oscuros ojos, tan parecidos a los de Mara y a los de los nios, mostraron

    simpata. Todo iba a ser mucho ms difcil de lo que supuso y Catherine dese haberse despedido en Inglaterra y no haber ido all.

    Cuanto ms tiempo dejara pasar, ms duro sera explicrselo. Yo... no he tenido todava oportunidad de... hacerles a la idea... comenz a

    decir moviendo la cabeza, pero GregoriMedopolis le apret suavemente un brazo, con gesto amable que la conmovi.

    Tal vez sea ms fcil dentro de unos das dijo l. Saldremos para Dakolis ahora mismo.

    Con una mano, indic el brillante avin que se encontraba sobre la pista; por un

  • instante, Catherine sinti que su estado de nimo mejoraba, pero agit la cabeza y se mordi los labios al pensar en las nuevas dificultades que surgiran si se quedaba con ellos, aunque fuera por una sola noche, en su nuevo hogar.

    No puedo ir con usted dijo con los ojos brillantes a causa de las lgrimas que pugnaban por salir. Apret los dedos alrededor de las dos pequeas manos, que no parecan dispuestas a soltar las suyas.Yo no estaba... no se supona que vendra tambin, quiero decir...

    De nuevo la mano gentil la tranquiliz y Gregori Medopolis sonri apaciblemente. Todo est arreglado, seorita Granger. Usted va a permanecer en la casa

    hasta que los pequeos se acostumbren. Stefan lo ha dispuesto as. Stefan lo haba dispuesto! Eso se acercaba ms al hombre que le haba escrito

    aquellas escuetas cartas y Catherine instintivamente se sinti molesta. Durante la mayor parte de su vida, nadie haba ejercido autoridad sobre ella; se haba manejado muy bien sin un hombre que trazara planes para su vida. No le gustaba que Stefan Medopolis hubiera decidido que se quedara con los nios hasta que se adaptaran, aunque esto pareca lo ms razonable, en realidad.

    Es... es muy amable por parte del seor Medopolis repuso con voz ronca, a causa de la emocin que amenazaba con ahogarla. Yo.. yo pens venir con ellos, pero.. de nuevo se mordi el labio y observ un clido destello de compasin en los ojos de Gregori Medopolis.

    Desde luego, no ser fcil. Por eso Slefan ha pensado... los amplios hombros se encogieron significativamente. El no es un hombre duro, seorita Granger, aunque a veces d esa impresin. Confo en que usted venga con nosotros.

    Catherine mir a Pal y Alex, dos pares de ojos grandes y oscuros que ahora no slo reflejaban temor, sino tambin un llanto contenido, como si comprendieran lo que pasaba, por lo que se aferraban a ella cada vez con ms fuerza.

    Gracias murmur. Gregori Medopolis sonri expresando su satisfaccin. Era un piloto experto, y a los nios les encant volar en un avin tan pequeo. Se

    haban emocionado ante el avin grande en el que haban llegado, pero esto era diferente. Ahora podan ver mucho ms y apretaban sus caritas contra las ventanillas, mientras el aparato se elevaba por encima de Nicosia y avanzaba sobre el mar.

    El cielo, a aquella altura, brillaba con reflejos dorados entre las pequeas nubes, que como gorriones de seda, se movan lentamente a la luz del atardecer. El mar calmado y suave, semejaba una gran amatista, resplandeciente bajo los rayos del sol que acariciaban su continuo vaivn.

    Es maravilloso dijo Catherine casi para s misma, y Gregori Medopolis volvi la cabeza y le sonri.

    Haba estado antes en Grecia, seorita Granger? Nunca. La verdad es que no he salido mucho. Mi padre era el viajero de la

    familia; los dems permanecamos en casa. Los oscuros ojos eran ahora perspicaces e inquisitivos. Catherine se daba cuenta

    de que para los griegos, con su cerrado y tradicional circulo familiar, la forma de vida

  • de su padre era incomprensible. Usted no conoci muy bien a su padre? pregunt l. Catherine movi la

    cabeza. No muy bien admiti. Le vi muy poco. Cuando nos visit por ltima vez, haca

    slo unas cuantas semanas que Pal haba nacido mir a los dos pequeos, absortos ante las ventanillas.

    Es una lstima! coment Gregori, moviendo su atractiva cabeza oscura, como si le fuera difcil imaginarse que un hombre dejara con tanta facilidad a sus hijos, sobre todo siendo dos nios tan pequeos y encantadores.

    Un hombre debe estar con sus hijos, verlos crecer, sentirse orgulloso de ellos. Su padre perdi mucho, seorita Granger.

    As lo creo convino Catherine. Pero... supongo que l no pensaba as. Parecen dos nios muy buenos. Se le notaba cierta envidia al dirigir a Pal y a Alex una breve mirada. Catherine

    comprendi sus sentimientos. Haba comentado que tena dos nias, y era evidente que senta resentimiento hacia su difunto hermano poltico por los hijos que haba tenido.

    Ha dicho usted que tena familia, seor Modopolis? le pregunt la joven, Tengo dos hijas. Pero varones an no. En opinin de Catherine se trataba de una forma de pensar bastante anticuada e

    injusta y estaba dispuesta a decrselo, a pesar de que acababa de conocer a Gregori Medopolis.

    De verdad le preocupa tanto que sean nias? No es cierto que todos necesitan mucho cario?

    Los oscuros ojos del hombre se volvieron hacia ella con curiosidad; despus esboz una sonrisa.

    Seorita Granger, usted no tiene los mismos puntos de vista que nosotros. Aqu an vemos a nuestros hijos varones con gran orgullo aunque, desde luego, amamos a nuestras hijas, como mi hermana debe haberle dicho.

    Catherine movi la cabeza con lentitud; sus ojos miraban abstrados. Yo quera mucho a Mara dijo y Gregori Medopolis hizo un gesto de tristeza. Nosotros tambin repuso. Es por eso por lo que Stefan desea tener

    consigo a sus hijos. La tarde haba cado por completo cuando el pequeo avin aterriz. Gregori

    ayud a los dos pequeos a bajar a tierra, dndole a ella la mano con caballerosidad, muy propia del viejo mundo, que la complaci.

    Hay slo una corta distancia en automvil hasta la casa dijo, llevando a Pal en sus brazos mientras atravesaba el tramo de verde csped que servia como aeropuerto. Estos Jvenes pronto estarn durmiendo en sus camas.

    Catherine no poda pensar siquiera en dormir, a pesar de encontrarse muy cansada despus del da que haba tenido. Se senta excitada como una colegiala y sujet con fuerza la mano de Alex mientras segua a Gregori hacia un coche que se encontraba cerca.

  • Para su sorpresa, l mismo condujo el reluciente vehculo. Pareca ser hombre independiente, que no necesitaba chofer ni piloto. Gregori acomod a los pequeos en el asiento trasero, sonriendo ante sus caras de sueo. Moviendo la cabeza, exclam con suavidad:

    Se parecen tanto a Mara... Es casi increble, tenamos miedosu voz se apag y mir a Catherine como disculpndose, mientras se sentaba a su lado.

    De que se parecieran a su padre? dijo ella, terminando la frase. Est bien, seor Medopolis, en las actuales circunstancias estoy contenta de que parezcan ms griegos que ingleses, ya que van a ser griegos.

    No quera ofenderla se excus l y Catherine sonri. Imaginaba que los hombres de la familia Medopolis no solan excusarse a menudo por nada que dijeran o hicieran. A pesar de su encanto y sus modales impecables, en Gregori Medopolis se adivinaban rasgos de dureza, que le hacan temer la misma inflexibilidad de carcter en su hermano mayor, aunque sin el mismo encanto.

    Se trataba de una familia muy rica. Posea la isla de Dakolis, adems de otra ms pequea, y sus negocios navieros les producan cuantiosos beneficios. Y si Stefan Medopois era la cabeza de tal imperio, era poco probable que fuera menos autoritario o duro que su hermano; antes bien, lo sera en mayor grado, a juzgar por los breves comunicados que le haba mandado.

    El camino desde el aeropuerto era sinuoso y ondulante como si rodeara una montaa, proporcionando unas vistas del mar y de la costa como para quitar el aliento, incluso a la difusa luz del atardecer.

    Era una costa rocosa, que semejaba una fortaleza, pens la joven, intranquila al observar las rocas altas y escarpadas, aunque en algunas pequeas playas, que suavizaban el litoral, el mar teja encajes sobre la arena.

    Haba tantas clases de vegetacin, que no hizo ningn intento por identificarlas, pero pudo reconocer palmas, naranjos y limoneros, hibiscos y jazmines. El aire embriagaba con sus aromas, hacindole olvidar, aunque fuera slo por unos momentos, la razn de su estancia en aquel pas.

    Es todo tan hermoso... musit mientras daban la vuelta por otra curva del sinuoso camino. Se dira... irreal.

    Le va a gustar esto asever Gregori y Catherine le mir con recelo. Posiblemente..., si me quedarareplic en voz muy baja para que los nios,

    semidormidos en la parte de atrs del coche, no la escucharan. Pero se quedar... por lo menos durante algn tiempo le contest Gregori con

    voz grave. Seor Medopoliscomenz a decir Catherine, pero una mano que se alz

    imperiosa le orden callar. Ya llegamos dijo Gregori con calma. Preferira que le hiciera sus objeciones

    a Stefan, seorita Granger. Es el jefe de la familia y como tal le har saber sus deseos.

    Sus deseos! A Catherine le invada ya la indignacin, cuando dieron otra vuelta y

  • pasaron por un camino bordeado de cipreses. En la oscuridad, apenas se distingua la casa entre el espeso follaje. La joven sinti que su corazn daba un vuelco; jams haba visto nada tan hermoso.

    La casa estaba construida en la parte ms alta de la isla, lo que le proporcionaba una vista del ocano desde todas las ventanas. Vastos jardines la rodeaban con abundancia de flores y rboles, la mitad de los cuales no reconoci.

    Catherine lo miraba todo con los ojos muy abiertos, impresionada. Cuando llegaron ante la casa, Gregori fren el vehculo y descendi dando despus la vuelta con pasos rpidos para ayudarle a bajar a ella. Sus maneras, como siempre, eran impecables.

    Si el exterior de la casa era magnifico, el interior lo era an ms. Calherine comenz a sentirse tan fuera de ambiente, que dese no haber consentido en ir, aunque ello hubiese significado no permanecer con los nios un poco ms.

    Un vestbulo enorme, con delgadas columnas y exquisito suelo de mosaico, le hizo pensar que aquello ms bien pareca un templo griego que un hogar, y se le encogi el corazn al imaginar el efecto que tendra sobre Pal y Alex, acostumbrados a su pequeo, aunque cmodo, piso de Londres.

    Los nios apretaban con fuerza las manos de ella. Se les vea soolientos y Pal pareca a punto de llorar; contemplando el extrao lugar en que se encontraba. Gregori, a pesar de su ansiedad por llevarles ante su hermano, le dedic algn tiempo al pequeo. Se inclin y le acarici la mejilla. Sus ojos brillaban con dulzura al advertir su miedo.

    Mira, pequeo, no pasar mucho tiempo antes de que te sientas aqu como en tu casa le dijo. Pero todo lo que deseas ahora es dormir, eh?

    Estoy cansado convino Pal, y se volvi para esconder su rostro en las faldas de Catherine. Vmonos a casa.

    Querido mio! ella se inclin y lo levant en brazos. Si aqu vas a estar muy bien, ya vers.

    Se le humedecieron los ojos al ver que el nio mova la boca en una triste sonrisa. Lo abraz con fuerza y le ofreci su hombro para que apoyara la cabeza. Dese que Stefan Medopolis llegara pronto, antes de que Pal se quedara dormido, para que no la encontrara as, con un nio durmiendo sobre su hombro y el otro aferrado a sus faldas luchando por no llorar.

    Sus ruegos fueron escuchados. Una de las puertas que daban al vestbulo se abri de pronto, y por ella sali un hombre que se detuvo al verles, mirndolos con un asombro que pronto cedi paso a una arrogante y firme expresin. Catherine se estremeci. Aqul deba ser Stefan Medopolis... el mismo que le envi aquella carta fra y concisa que an llevaba en su bolso.

    Seorita Granger? le tendi la mano al acercarse, pero no acompa el gesto con la sonrisa de bienvenida de su hermano. Sus rasgos eran tambin menos atractivos, y era mayor de lo que ella haba supuesto; deba tener ms de treinta aos.

    Algo en l le result vagamente familiar, aunque no hubiese podido decir en qu

  • consista. No era probable que hubiera conocido antes a Stefan Medopolis; de ser as, no le habra olvidado. Segn le haba contado Mara, nacieron dos hermanas entre Stefan y Gregori, ella y otra que falleci muy joven. Las hermanas Medopolis haban vivido poco.

    Stefan Medopolis, ms alto que Gregori, tena anchos hombros y un fsico que recordaba ms a un atleta que a un hombre de negocios. Algo en sus rasgos, que aunque ms llamativos, carecan de la clsica perfeccin griega de los de su hermano, evocaban a un halcn. Su cabello y ojos eran negros. Pero nada en su aspecto lograba convencer a Catherine de que pudiera resultar un tutor aceptable para sus hermanos .

    El rostro oscuro no suaviz su acerada dureza, ni siquiera al mirar a los dos nios. Un saludo breve a Catherine y a continuacin dijo con marcada frialdad:

    Los nios deben acostarse enseguida. Como si hubiera escuchado sus rdenes, una mujer de rostro oscuro emergi de

    las habitaciones interiores de la casa. Pero si yo siempre... comenz a decir Catherine, pero una mano poderosa se

    agit ante ella, hacindola callar. Le molest obedecer la silenciosa orden, pero no pareca haber alternativa.

    Alex mir asustado a la mujer y a continuacin ocult el rostro en las faldas de Catherine, aferrndose a ella. Pal no se despertaba y mantena la cabeza apoyada en su hombro.

    Creo que es mejor que vaya con ellos objet Catherine, resuelta a no ser callada de nuevo, pero al decirlo se senta incmoda, como si propusiera algo indebido. No obstante, insisti: Yo siempre les acuesto.

    No ser necesario repuso Stefan Medopolis, indiferente. Casia puede hacerlo; tiene mucha prctica.

    La mujer no era quiz tan imponente como le pareci al principio, y sus ojos negros miraron a Catherine con un tibio destello de comprensin. Se inclin y acarici el brazo de Alex, hablndote con dulzura en griego.

    Escuchar una lengua extranjera fue tan sorprendente para Alex, que sus ojos miraron curiosos a la mujer, pero sin soltar la falda de Catherine. De nuevo Casia habl en voz baja y Alex mir a Catherine y movi la cabeza.

    No quiero ir dijo y sus labios temblaban. Ven t tambin Catine. Catherine dirigi una rpida mirada al grave Stefan Medopolis, preguntndose si

    empezara ya sus deberes de tutor o si permitira que ella introdujera gradualmente a los nios en su nueva vida. La impaciencia se reflejaba en tos brillantes ojos negros y en la severa lnea de la boca, pero Catherine le mir suplicante.

    No creo que les haga ningn mal se aventur a decir. Slo por esta vez, seor Medopolis.

    Ya casi es hora de cenar, seorita Granger le inform l cortante. Y sin duda desea baarse y cambiarse de ropa. Deje que Casia les atienda!

    Se detuvo indecisa por un instante al sentir la pequea mano de Alex apretada contra la suya y el suave peso de Pal, que dorma recostado sobre su hombro. Ya no

  • controlara a los nios, Stefan Medopolis era ahora su guardin, pero despus del largo y cansado da que haban tenido, les ayudara que ella les acostara como de cos tumbre

    Por favor rog, comprendiendo que la splica sera ms efectiva en aquel momento que la ira. No me llevara mucho tiempo... y ser mejor.

    El no quera ceder. La joven se daba cuenta y not la mirada de asombro de Casia ante la temeridad de intentar cambiar la decisin de su seor, cosa que, tal vez, jams haba escuchado antes. Pareci muy sorprendida cuando l afirm con un breve movimiento de cabeza.

    Muy bien dijo con fra desaprobacin es su primera noche aqu y seguramente estarn muy cansados. Puede usted ir con Casia, pero le agradecer que no se tome mucho tiempo, seorita Granger. Tenemos muchas cosas que discutir despus de la cena.

    Se volvi sin ms ceremonias y regres por donde haba venido, evidentemente disgustado por su decisin. Catherine le observ de nuevo con aquella sensacin de haberle visto antes. Aunque, de haber sido as le recordara.

    Sinti la suave presin de una mano sobre su brazo; Gregor le sonrea, dndole nimos.

    Nos veremos para cenar le dijo, yndose despus tras su hermano. Catherine disfrut con la expresin de Casia, sorprendida todava por la

    desacostumbrada condescendencia de su patrn. Sonrea al seguirla, llevando consigo a Pal y Alex. Haba ganado la primera batalla, ante un hombre tan inflexible como Stefan Medopolis. Ella misma estaba asombrada.

    Captulo 2 Era increble el lujo que se apreciaba por todas partes, incluso para Catherine,

    que estaba acostumbrada a vivir bien. La riqueza de la Familia Medopolis era muy superior a lodo lo que su propio padre conoci y eso que gozaban de todos los lujos que su fortuna les proporcionaba. Los nios tenan cada uno su propia habitacin, novedad que les excit mucho y les hizo aorar menos su ambiente familiar, de modo que no estaban tan turbados como Catherine temi.

    Una joven sirvienta de sonrientes ojos oscuros la haba llevado a su habitacin, y Catherine invirti un buen rato en mirarlo todo mientras se baaba y se cambiaba de ropa. Stefan Medopolis le haba dicho que se apresurase, pero necesitaba cierto tiempo para admirar el maravilloso cuarto de bao de mrmol, as como los muebles, sedas y terciopelos que conferan a su habitacin un aire oriental.

    Su equipaje haba sido llevado a la habitacin y deshecho. Su escaso vestuario de vacaciones pareca curiosamente reducido en el enorme armario, proyectado para

  • albergar una cantidad mucho mayor de ropa. Decidi usar un vestido amarillo de fina y vaporosa seda, con amplias mangas y escote bajo, que mostraba parte de sus hombros y la suave piel de su cuello.

    Cuando sali de su cuarto y comenz a bajar las escaleras, los nervios la dominaron. No tenia idea de cuntas personas habitaban el hogar de los Medopolis y se hallaba desconcertada. Dese que alguien le tendiese una mano, aunque fuese de manera simblica.

    La escalera de mrmol era tan amplia y lujosa, que sinti como si estuviera descendiendo hacia un escenario. El enorme vestbulo estaba silencioso y vaco, pero de alguna parte le lleg el murmullo de voces. Se pregunt qu hara al llegar abajo y sus piernas vacilaron.

    Su rojo pelo brillaba como el cobre bajo las luces que iluminaban el vestbulo y sus ojos verdes miraban inciertos a su alrededor. No comprenda por qu se senta como si ya hubiera hecho aquello antes.

    Cheropoii! La voz, profunda y suave, interrumpi sus pensamientos. Volvi la cabeza,

    sobresaltada, y vio a un hombre muy joven, uno o dos aos mayor que ella que tenia veintiuno. Se trataba, sin duda, de un miembro de la familia Medopolis. Quiz fuese el hermano ms joven, Nikolas.

    Alto y moreno, como Gregori y Stefan, tena los mismos ojos negros. Como Gregori, era bien parecido y al sonrer dejaba ver unos dientes blancos y perfectos. Su sonrisa denotaba indudable aprecio por lo que vea.

    Se acerc a ella, que se encontraba al pie de la escalera y, cogindole una mano se la llev a los labios.

    Soy Nikolas Medopolis anunci en un tono bajo que pareca querer impresionar con su seduccin. T eres Catherine, no?

    As es de sbito se sinti menos tensa. All haba alguien que no tena reparos en tenderle una mano y no slo de manera simblica; alguien, as le pareci en el primer momento, que no se dejara intimidar por su impresionante hermano mayor. Sonri, aliviada.

    Estoy muy contenta de conocerle, seor Medopolis. Los negros ojos de l se posaron apreciativos sobre el rostro femenino y se

    detuvieron en los labios. Te vas a confundir si a todos nos llamas seor Medopolis le dijo, reteniendo su

    mano. De modo que llmame Nikolas o Niki, como prefieras. Lo dijo con solemnidad, pero su mirada sonriente le traicion y Catherine se

    sinti mucho ms a gusto. Gracias..., Nikolas. El bes su mano de nuevo, antes de soltarla. Hubiera querido ir a por ti y traerte volando a nuestra isla. Pero Stefan me

    ha... cmo te dira?... dejado en tierra! Comprendo...

  • Catherine no estaba segura de si deba continuar all, hablando con Nikolas Medopolis, aunque no le preocupaba hacer esperar a Stefan. Nikolas le caa bien; era galante, encantador y sin duda alguna divertido. A ello se aada la poca prisa de Catherine en volver a tratar a su hermano mayor.

    Soy una amenaza tanto para los de tierra como para los que vuelan conmigo dijo Nikolas, serio, y de nuevo le traicion el brillo burln de sus ojos. Eso me dice Stefan, y me ha prohibido que vuelva a salir en el avin hasta que tenga ms... control.

    Catherine pudo imaginarse el sermn y le tom simpata a Nikolas , aunque al mismo tiempo se pregunt si no se habra equivocado al imaginarle ms resistente que Gregori a la presin de su hermano. Todo indicaba que Stefan Medopolis no slo sujetaba el ltigo, sino que tambin lo usaba cuando era necesario.

    Siempre haces lo que te dicen? inquiri impulsivamente, y enseguida se arrepinti de haber formulado una pregunta tan personal.

    Pero a Nikolas Medopolis no pareci importarte en absoluto. Slo hizo un gesto con la cara y encogi sus amplios hombros bajo el impecable traje blanco de etiqueta.

    Siempre es mejor hacer lo que dice Stefan; ya lo aprenders. No tengo la menor intencin de hacerlo repuso Catherine, quiz con excesiva

    acritud, pero la sugerencia le molestaba. Por qu todo el mundo se comportaba como si ella hubiera ido a aquella isla griega para quedarse?

    Ah!los ojos de Nikolas brillaron y volvi a cogerla de la mano. Eres violenta, no?

    Mirando el sedoso cabello de ella se ri un poco. Tal vez hagas que Stefan salte por el aro para cambiar, bella Katerina, pero

    vers que no es fcil! Mi hermano es el jefe de la familia, el rey de esta isla y nadie le desafa, ni tan siquiera una bella rebelde como t!

    Se sinti el ruido de una puerta que se abra tras ellos. Se volvieron sobresaltados, como si hubiera algo malo en haber estado conversando. Stefan Medopolis se detuvo por un momento, frunciendo el ceno al verles juntos y se adelant para reunirse con ellos. Catherine se not nerviosa y con el pulso alterado, como si le tuviera miedo, lo cual era bastante ridculo.

    Estamos esperando que nos sirvan la cena. Lo sabes ya, Nikolas. Nos estbamos presentando le inform Nikolas con tono desafiante y sus

    ojos brillaron picaros al mirar a Catherine. Entonces, si ya habis terminado, venid. Deseo presentarla al resto de la

    familia antes de cenar, seorita Granger. Siento haberles hecho esperar... A Catherine le molest escucharse decir aquella frase de disculpa y an ms su

    humilde actitud, pero algo en aquel hombre inspiraba si no servilismo, por lo menos obediencia. La mirada traviesa de Nikolas le record su decisin de no ser tan complaciente ante los deseos de Stefan como los dems.

    Venga! La orden terminante no pareci darle otra opcin ms que seguirle hacia el saln.

  • Nikolas camin junto a ella. Cuando Stefan abri la puerta para dejarla pasar, se dio cuenta de que haba tres mujeres, vestidas con trajes largos de noche y brillantemente alhajadas.

    El saln le produjo una sorpresa momentnea, como le sucedi con el vestbulo al llegar. Era un recinto alargado, de techos altos, profusamente iluminado por numerosas lmparas de oro que colgaban del techo. All tambin se advena el orientalismo que haba observado en su dormitorio. Entre tan esplendorosos adornos y mujeres tan ricamente vestidas, Catherine se sinti con su sencillo vestido amarillo como un canario en una jaula de pavos reales. Las damas le prestaron toda su atencin cuando penetr en el saln con Stefan y dese con todo su corazn haber estado vestida ms a tono con ellas.

    Stefan apareca impresionante con su traje negro de etiqueta y a Catherine le llam la atencin que su camisa blanca estuviera adornada con una estrecha franja bordada. El pantaln se le ajustaba a la perfeccin y con los pies ligeramente separados para presentarle a su madre, destacaba la longitud de sus musculosas piernas.

    La seora Medopolis, segn sabia Catherine por las informaciones de Mara, era turca. Posea una tez ms morena que cualquiera de sus hijos, excepto Stefan. Era de su madre, comprendi al fin de quien haba heredado aquella apariencia de halcn y sus rasgos casi orientales.

    Algo en la anciana seora le recordaba a Mara. Los intensos ojos negros bajo un marco de pelo gris, tena una mirada bondadosa, aunque inquisitiva. Se apreciaba en ella una serenidad que resaltaba ante el carcter apasionado de su familia, lo que complaci a Catherine.

    Inclin la cabeza al saludarla y acept la mano de Catherine, retenindola por un instante mientras la estudiaba.

    Me ha trado usted a mis nietos, seorita Granger le dijo con fina voz y marcado acento, que son como un susurro de seda en los odos de Catherine. Le estoy muy agradecida por ello.

    Catherine se mordi los labios, afrontando el hecho de que haba perdido a Pal y Alex en favor de tan dominante familia. Se mir las manos, pensando si tendra el control necesario para hablar sobre su separacin de los nios sin echarse a llorar.

    Espero que sean tan felices aqu como... como lo han como lo han sido conmigo, seora Medopolis dijo en voz baja Era evidente que su control disminua y la anciana seora extendi las manos para sujetar las suyas.

    No hay necesidad de que te sientas infeliz por tu cambio de hogar, hija ma. Estoy segura de que todos seris felices aqu.

    El silencio que sigui a sus palabras casi poda palparse. Catherine levant la vista hacia Stefan Medopolis, a tiempo de verle mover la cabeza hacia su madre con aire de reproche. Mir de nuevo a la anciana seora y la vio bajar la vista.

    Seora comenz a decir, no creo que usted... Venga!

  • Una firme mano, aprisionando su brazo, intentaba alejarla de la dama, pero Catherine se resisti, mirando a Slefan con el ceo fruncido.

    No entiendo que... De nuevo l la interrumpi, con voz autoritaria. Tenemos mucho que discutir. Pero creo que podemos ir a conocer al resto de la

    familia y dejar las discusiones para el momento apropiado. No haba mucho que hacer ante tal insistencia, excepto dar un espectculo, y

    esto era lo ltimo que ella hara en una reunin como aquella. Se encontr ante una mujer alta y delgada, una triguea de hermosos ojos oscuros aunque algo cansados, a pesar de su sonrisa.

    Helen, sta es la seorita Grangeranunci Stefan. Helen es la esposa de mi hermano Gregori, seorita Granger. Ella conoci a su padre.

    Tal vez fue producto de la imaginacin de Catherine, pero le pareci percibir algn oculto significado bajo las ltimas palabras y observ que Helen Medopolis se morda el labio inferior.

    Supongo que todos ustedes conocieron a mi padre dijo Catherine. Sinti pesar por Helen, aunque sin encontrar ninguna razn que lo justificara. Despus de todo era bella y adinerada y estaba casada con el encantador y galante Gregori. Nada en ella poda inspirar compasin..., a no ser el hecho de tener a Stefan Medopolis como cuado.

    Todos le conocimos convino ste, apandola de su cuada. La firme presin de la mano empezaba a molestarla. Catherine deseaba

    sacudrsela y poner al hombre en su hogar, pero con alguien como l era ms fcil pensarlo que hacerlo.

    Sonri al reconocer a Gregori, que se hallaba junto a una muchacha de aspecto frgil y triste. Pero sus ojos resplandecieron al ver a Stefan.

    Elena el mayor de los Medopolis haca la presentacin con voz fra y formal, sta es la seorita Catherine Granger. Seorita Granger, mi prima, Elena Andreas.

    Un chispazo ilumin la memoria de Catherine al escuchar aquel nombre. Aunque Mara nunca haba sido muy aficionada a hablar de su familia, recordaba haberle odo mencionar que una prima de su padre tena esperanzas de ver a su hija Elena casada con Slefan.

    En realidad era prima segunda, pero pareca que tales esperanzas no se haban materializado an, pues no llevaba anillo de compromiso. Elena tena en sus manos un vaso de ouw casi vaco y se notaba que haba bebido ms de la cuenta, lo que sorprendi a Catherine, conociendo lo estrictas que son las familias griegas con sus mujeres. Su mano temblaba al estrechar la de Catherine.

    sta apenas tuvo tiempo de saludarla, pues el apremiante Stefan la llev hacia la puerta, siguiendo al resto de la familia. La presin de su mano se mantuvo hasta que llegaron junto a Nikolas, quien sonri la joven alegremente.

    Nikotas te dijo Slefan, quiero que acompaes a la seorita Granger y

  • recuerda, por favor, que ella es husped de nuestra casa. Por supuesto! Nikolas te gui un ojo a Catherine a espaldas de Stefan y le ofreci su brazo. Pasamos al comedor? le pregunt cortsmente. De no haber sido por Nikotas. Catherine se hubiera sentido a disgusto en la

    cena, pues encontraba que el lujo que la rodeaba era sofocante. Sinti gran alivio cuando termin el ltimo plato, dando fin la comida con unos deliciosos higos frescos.

    Todo le pareca irreal a la joven inglesa. Las lmparas del comedor eran turcas, como las del saln. La pesada plata lanzaba destellos bajo la luz y el perfume de las llores dispuestas en jarroncitos de bronce sobre la mesa recargaba la atmsfera.

    Una larga mano se desliz sobre la suya mientras tomaba el ltimo de los higos. Alz la mirada y vio el rostro de Nikolas cerca del suyo sonriendo con aire travieso y misterioso.

    Dars un paseo conmigo por los jardines? Murmur cerca de su odo Catherine dirigi la vista hacia Stefan, recordando su advertencia de que ella era un husped. Pero, por lo visto, Nikolas no tena las mismas reticencias de su hermano, pues su invitacin haba sido hecha con naturalidad.

    Este es un lugar muy bello a la luz de la luna aadi. Estoy segura de ello Catherine sonri, sin darle importancia, Pero creo que

    no debo ir a pasear, pues tu hermano ha dicho que tena algo que discutir conmigo despus de la cena.

    Bah, nunca te preocupes por lo que diga Stefan! Nicols alz los hombros con sutil desprecio. El sabr dnde encontrarte cuando lo desee.

    El resto de la gente se levantaba ahora de la mesa, hablando en su propio idioma al ver que Catherine era atendida por Nikolas. Ella sonri a su acompaante.

    Tal vez me venga bien salir un rato convino y la expresin de l revel que esperaba esta respuesta Pareca hallarse acostumbrado a salirse con la suya, en especial con el sexo opuesto. La tom del brazo, apretndoselo suavemente.

    Era la ms bella noche que Catherine haba visto; serena, con una enorme luna que se reflejaba sobre el mar, de profundo color amatista y una lnea de rboles, que se perfilaban como siluetas de encaje negro contra el cielo luminoso. El aroma de los jazmines y los hibiscos perfumaba el aire quieto y suave. El efecto total era impresionante... y tambin peligroso en compaa de un hombre como Nikolas Medopolis.

    Pasearon por entre los rboles, a travs de cuyas ramas entrelazadas se filtraba la luz de la luna. Llegaba hasta ellos el murmullo suave del mar, que iba a apagarse en las arenas de la playa.

    Era todo tan hernioso, que Catherine sinti deseos de llorar, aunque no slo a causa de la belleza que la rodeaba, sino tambin por la fatiga de aquel largo y excitante da, que despertaba en su alma una mezcla de sentimientos opuestos.

    Se senta agradecida por la oportunidad de hallarse en un lugar como aqul, con un hombre tan encantador y atractivo como Nicols Medopolis, pero al mismo tiempo

  • recordaba que la triste razn de su estancia era entregar a los nios a su nuevo tutor. Ests triste? Nikolas le hablaba con suavidad al odo y Catherine neg con la cabeza, aunque l

    deba saber cmo se senta con respecto a la separacin de los nios. Puede alguien sentirse triste en un lugar como ste? Nunca so que

    existiera algo semejante. Observ el brillo de los blancos dientes de Nikolas al sonrer. Te gustara vivir aqu le dijo, y a Catherine le molest escucharle hablar con

    tal certeza, como si diera por hecho que ella se quedara con los nios. No lo entiendo... Por qu... por qu t y tu madre hablis como si yo me fuera a

    quedar aqu tambin? Le miraba inquisitivamente Porqu, Nikolas? Nikolas! La voz era inconfundible y Catherine sinti que su corazn saltaba de pronto. Se

    volvieron ambos para ver al recin llegado. Nicols apret los labios al darse cuenta de que ya no monopolizaba la atencin de la muchacha.

    Ya ves! exclam, rindose. Ya te he dicho que Stefan sabra dnde encontrarte cuando se lo propusiera!

    Deseo hablar con la seorita Granger a solas dijo Stefan, sin preocuparse de lo que pensara su hermano. ste, apretando el brazo de la joven, sonri.

    Ya te ver en otro momento, Katerina! A Catherine le dio pena verle regresar a la casa, no slo porque disfrutaba de su

    compaa, sino porque le causaba cierta aprensin hallarse, a solas con Stefan Medopolis. No supona que l se tomara la clase de libertades que podran ocurrrsele a Nikolas, pero le hacia sentirse desvalida y extraamente inquieta, a pesar de encontrarse en aquel bello lugar baado por la luna, y esto la preocupaba.

    Preferira volver a la casa para hablar? le pregunt l. Catherine le mir, asombrada de que consultara su opinin. No, no es necesario repuso con voz algo entrecortada. Por un momento, l la mir con sus ojos oscuros, fijos y resplandecientes a la luz

    amarillenta de la luna. Ha empezado ya mi hermano a propasarse con usted? le pregunt con voz

    calmada. No, de ningn modo! repuso Catherine, moviendo la cabeza. Una dbil

    sonrisa se dibuj en la amplia boca del hombre, como si la vehemencia de ella le divirtiera.

    Si conociera bien a Nikolas dijo, no le defendera con tanto nfasis. Ella le dio la espalda, oscurecido el rostro por la sombra de los rboles. Su pelo

    rojizo pareca casi tan negro a la luz de la luna como el de Stefan Medopolis. Me es simptico su hermano dijo. Ha sido muy bueno conmigo. Por supuesto contest l con frialdad. Usted es una mujer joven y bonita...

    Ahora, si no tiene objecin, vamos a discutir algunos asuntos. Catherine se volvi a mirarle, esperando controlarse para no romper a llorar a

  • causa de la separacin de los nios, quedando como una tonta ante aquel hombre tan fro y prctico.

    No hay mucho que discutir, verdad, seor Medopotis? As lo pienso le hizo volverse cara al mar pero enseguida retir la mano, sin

    detenerse en demostraciones de afecto como Nikolas. Las olas murmuraban suavemente y las crestas de rizada espuma se extendan

    sobre la blanca arena sin hacer ruido apenas. Todo posea un extrao encanto que turbaba a la joven.

    Creo que ser mejor que nos quedemos aqu, si no le importuna dijo ella de pronto. Me siento... como...

    Su cansancio, unido a la pena de perder a los nios, fue demasiado para ella. Se mordi los labios, mientras las lgrimas empaaban sus ojos.

    Se siente cmo, seorita Granger? indag l con voz calmada. Catherine se pas la mano por los ojos e irgui la cabeza. Se haba prometido no

    hacer una escena cuando llegara el momento, y poda haberlo logrado, estaba segura, de no haber insistido Stefan Medopolis en discutir el asunto.

    Est llorando? Por un instante, inclin la cabeza para mirarla a los ojos, atisbando el brillo revelador de las lgrimas, y Catherine sinti en la mejilla el clido aliento de l.

    Haba decidido no llorar dijo con voz trmula. Voy a hacer mi maleta y a irme... sin mirar hacia atrs.

    Todo eso es melodramtico y por completo innecesario repuso l. Los rasgos de su cara parecan an ms duros y despiadados a la luz de la gran luna amarilla, que hacia brillar aquellos negros ojos profundos e insondables como la noche misma. Catherine estaba segura de que no entendera sus sentimientos, de que la despreciara por llorar.

    Tal vez no lo comprenda dijo con voz queda y tensa. Yo... quiero a Alex y a Pal, no slo por ser mis hermanos, sino tambin porque les he criado durante los ltimos tres aos y medio. Son... casi como mis propios hijos.

    Entonces, por qu piensa abandonarlos? Catherine parpade, preguntndose si haba odo bien. No... no entiendo dijo con voz dbil. Cre que ya lo habra entendido replic l, impaciente alejndose, reclin su

    figura en uno de los altos cipreses, que se alzaban sombros en la noche. Mi intencin es que usted se quede aqu con ellos.

    Hasta... que se acostumbren? No era eso lo que l quera decir, pero ya no saba qu creer. Senta que el

    corazn lata agitadamente en su pecho. Ignoraba si era el temor o la esperanza lo que le produca una molesta sensacin de vaco en la boca del estmago.

    Tengo entendido que usted no cuenta con ms parientes. Es demasiado joven para quedarse sola en el mundo, de modo que permanecer aqu con sus hermanos.

    Pero... Catherine movi la cabeza, aturdida No querr decir que... se va a

  • convertir tambin en mi tutor! No tiene sentido! Desde luego que no tiene sentido convino l. Pero usted necesita un hogar,

    y ya que ha sido como una madre para sus hermanos, la solucin ms simple es que se quede con ellos. Cuidaremos de usted y los nios se sentirn ms felices por tenerla cerca. He dispuesto que traigan el resto de sus cosas y s que encontrar aqu la vida tan placentera como en Londres... o tal vez ms.

    Catherine le mir, incapaz de imaginarse hasta qu punto cambiara su vida al vivir con la familia Medopolis, y preguntndose por qu crea que haca falta alguien que se preocupara por ella, como si luera de la misma edad de tos nios.

    No estoy segura de que deba hacerlo... dijo, y Stefan arrug el ceo. No veo ningn problema! Cathrine dio unos pasos por la playa, mientras la suave arena se le introduca

    por los zapatos abiertos. Habra problemas, y Nikolas no sera el menor de ellos. Ya Stefan Medopolis le haba advertido a su hermano que se comportara correctamente con ella y seguramente no aprobara que ambos intimaran ms lo que sin duda sucedera si se quedaba.

    Cathrine se volvi mirarle. Segua apoyado contra el tronco del ciprs. All, bajo la luz de la luna, pareca una estatua de bano. El era otra razn para no quedarse. Pero, al fin, se puso las dos manos sobre la cara y suspir.

    Me gustara quedarme con los nios musit, advirtiendo el breve asomo de una sonrisa en la cara del hombre, como si ste gozara con su rendicin.

    Entonces, no hay nada ms que discutir! Abandon el apoyo del rbol y pareci entonces ms alto entre las cambiantes

    sombras. Cathrine experiment de nuevo aquella sensacin de haberle conocido con anterioridad.

    Dnde le he visto antes? pregunt. Stefan Medopolis no contest en seguida Meti la mano en un bolsillo y sac un cigarrillo, que encendi.

    No creo que lo recuerde dijo, expeliendo el humo. El ao pasado fue usted a visitar la exposicin de arte griego en Birmingham, no es cieno?

    S, en efecto! ahora todo estaba claro, pero le sorprendi que l la recordase . Sal un da a pasear con una amiga y fui con ella a la exposicin mientras su madre cuidaba de los nios.

    Haba all varias obras de arte cedidas por m aspir el humo de su cigarrillo y la punta de ste brill. Usted tropez en la escalera y por poco se cae.

    Cathrine asinti, recordando las fuertes manos que la sostuvieron cuando tropez en la escalera del museo, y los morenos y fuertes rasgos del hombre que la sujet mientras ella recobraba el aliento. Su amiga, recordaba, haba bromeado sobre lo tonta que haba sido por no haber aprovechado aquella oportunidad.

    Yo no tenia ni idea de quin era usted murmur. Ni yo saba nada acerca de usted contest l y el corazn de Cathrine dio

    un vuelco repentino, cuando record la forma en que l se haba quedado mirndola al verla en el vestbulo de su casa.

  • Usted... me ha reconocido cuando he llegado? se aventur a preguntar. Tengo muy buena memoria para los rostros. Y su pelo rojo es algo especial. No lo es tanto en Inglaterraaclar ella con una sonrisaHay muchas

    pelirrojas en mi pas. Tal vez acercndose a ella la cogi de un brazo, para conducirla hacia la casa

    por el sendero entre los rboles. Pero no es slo el pelo rojo lo que la distingue a usted, seorita Granger.

    Cathrine no quiso indagar el significado de sus palabras. Sin saber por qu, el ligero roce de los dedos de Stefan Medopolis sobre su brazo le resultaba ms incitante que cualquier atrevimiento de Nikolas. Se pregunt de nuevo si habra obrado con cordura al aceptar quedarse all.

    Captulo 3 Catherine encontr que la perspectiva de quedarse en la casa de los Medopolis

    era bastante excitante, a pesar del temor que la invada. Iba a ser un cambio completo en su vida, y se descubri tan sorprendida y ansiosa como los nios cuando ayud a Casia a baarles y vestirles a la maana siguiente. Los pequeos hablaban sin cesar y se rean excitados ante la novedad de su nuevo ambiente, de modo que el espritu

  • festivo era general. Casia no aprobaba que Catherine le ayudara, pero ella no quiso dejar de atender

    a sus hermanos. Durante un tiempo, por lo menos, ellos necesitaran de su presencia para sentirse a gusto en el nuevo hogar.

    Ahora vais a conocer a vuestra abuela les dijo mientras cepillaba el abundante pelo negro de Pal. ste elev sus enormes ojos oscuros, algo preocupado.

    Es buena? le pregunt. Catherine le dirigi a Casia una rpida mirada para ver si haba comprendido sus palabras.

    Hasta el momento. Casia no haba dado muestras de que hablara ingls; de hecho haba hablado muy poco, excepto algunas palabras en su idioma, pero se sonrea a menudo y pareca encantada con las criaturas Tras la desconfianza inicial, los nios parecan haberse adaptado a ella, lo cual era una buena seal.

    S, es muy buena le dijo Catherine a Pal, La conoc anoche; estoy segura de que os gustar.

    Ms buena que la abuela Simmons? Catherine no pudo contener un gesto de pesar. Su abuela materna era la nica

    que haban conocido los nios, pero haba desaprobado tanto el nuevo casamiento de su yerno, que nunca ocult su desagrado hacia ellos.

    Mucho mejor que la abuela Simmons asegur Catherine con una sonrisa. Y le gustaremos nosotros? pregunt Alex, mientras Casia le cepillaba con

    vigor el pelo. Esta vez fue Casia quien, sorprendentemente, contest en ingls, con voz suave y fuerte acento, igual que la seora Medopolis.

    Tu abuela te querr mucho le dijo a Alex. Hace muchos aos que la seora espera tener un nieto.

    Catherine sonri, feliz de tener al fin una verdadera comunicacin, con la mujer. Y ahora va a tener dos nietos les dijo a sus hermanos. Os vais a portar

    bien, verdad? No me haris quedar mal cuando conozcis a vuestra nueva familia? Las dos pequeas cabezas negras se movieron, negando. Sin embargo, estaban

    indecisos acerca de conocer a varias personas a la vez, sobre todo Alex. Era algo nuevo para ellos, enfrentarse de repente a tantos extraos, y Catherine rog que no fuera demasiado para su corta edad. Estaba segura de que Stefan Medopolis no aprobara que ocultaran de nuevo el rostro entre sus faldas.

    Bueno! Catherine estaba cada vez ms alegre y les dirigi a cada uno una larga mirada al tiempo que les coga de la mano. Bajamos a desayunar?

    Los pequeos asintieron, y Casia murmur algo en su idioma al verles salir, aprobando con la cabeza. Catherine dese tener a Casia de su parte, pues se senta segura de que la mujer estaba en buenos trminos con su patrn y que podra hacer mucho en favor de los nios. La idea de que no le permitieran verles a menudo la haba mantenido largo rato despierta la noche anterior. Acostada en aquella habitacin decorada con un esplendor oriental, se preguntaba si no estara soando y si era cierta la increble sugerencia de Stefan Medopolis. Sugerencia no era la palabra exacta, pues haba hablado con plena seguridad de que ella se quedara all, limitndose a aadir que

  • las pertenencias de Catherine ya estaban en camino desde Inglaterra. Haba muchas cosas que deba considerar cuando tuviera tiempo de ordenar sus

    pensamientos, a fin de comprender con exactitud lo que significara vivir bajo la autoridad de Stefan Medopolis. Mientras tanto, sin importarle lo que l tuviera en mente, considerara su estancia all como unas vacaciones.

    El desayuno fue servido en un patio adornado con mosaicos, en una mesa a la que daba sombra una enramada de buganvillas color prpura. Cuatro miembros de la familia se encontraban all ya, pero no haba seal alguna de Stefan, lo que le hizo exhalar un suspiro de alivio a Catherine, como si le hubieran concedido un respiro. Un joven sirviente llevaba una bandeja de panecillos calientes y mantequilla, junto con una jarra de caf recin hecho, cuya deliciosa fragancia despert el apetito de la joven.

    Gregori y Nikolas Medopolis, corteses, se levantaron a la vez cuando ella se acerc, seguida por los nios. Nikolas se apresur a disponer una silla a su lado, mientras lanzaba una mirada de aprobacin al vestido amarillo plido que llevaba puesto.

    Kalimera Katerina! le murmur al odo. Ests preciosa esta maana. No pareci advertir la presencia de Alex y Pal, porque no les habl ni les mir, y

    Catherine comprendi que Nkolas Medopolis slo prestaba atencin a quienes le interesaban personalmente.

    Gregori le lanz tambin una mirada de admiracin, aunque ms contenida, pero no dej de reparar en su vestido, con su tersa piel y en su brillante cabello cobrizo. Helen, su esposa, la salud con un movimiento de cabeza; sus ojos revelaron cierta curiosidad, velada por sus largas pestaas.

    Ignorando la invitacin de Nikolas para que se sentase junto a l, Catherine llev a los nios ante la seora Medopolis. Los ojos de la anciana se dirigieron a sus nietos, pero en seguida salud a Catherine, como exigan las buenas maneras.

    Gun aydin le dijo, pues le era ms fcil expresarse en su lengua nativa. Espero que haya dormido bien, seorita Granger.

    Muy bien; gracias, seora Medopolis Catherine le sonri. Mi habitacin es muy bonita y confortable.

    Yyidir. Estoy contena de que le guste sonri satisfecha y dirigi su atencin hacia los nios.

    Este es Alexander, seora dijo Catherine, acercndole a la dama. Alex, sta es tu abuela, la seora Medopolis.

    Alex murmur las atentas palabras que le haban ensenado y puso su mano en la que se le tenda, pero se resisti cuando la anciana quiso acercarle ms por lo que Catherine se apresur a presentar a Pal, que era menos tmido.

    La seora Medopolis, sujetando an a Alex con una mano, tom la de Pal, abrazndole despus. Calherine comprendi que era un momento emocionante para la anciana y observ las lgrimas que velaban sus expresivos ojos al abrazar a sus nietos por primera vez murmurndoles suaves palabras en griego. Despus de un momento. Pal sonri, inclinando la cabeza para escuchar con curiosidad las raras palabras que le

  • dirigan. Catherine exhal un suspiro de alivio. S Pal estaba dispuesto a aceptar a su nueva familia, Alex tambin lo hara... siempre era igual.

    Nikolas que haba contado con monopolizar la atencin de Calherine durante el resto de la maana, qued desilusionado cuando ella le comunic que deseaba explorar la isla con los nios. Fue tal su desencanto, que se puso de malhumor y no se ofreci para acompaarles, lo cual no dej de contrariar a Calherine. Encontraba muy atractivo a Nikolas Medopolis y confiaba en que las cosas entre ellos progresaran ms, despus del excelente comienzo de la noche anterior.

    El vestido amarillo, a pesar de su breve falda y de no tener mangas resultaba caluroso bajo el ardiente sol. Catherine lament no haber llevado un sombrero mientras caminaba con los nios por el camino que rodeaba la villa Medopolis. Sus hermanos correteaban felices y parecan sentirse a gusto en la isla. Iban a adaptarse mucho antes de lo que ella haba credo.

    El mar siempre pareca estar cerca en Dakolis, pero haba largos tramos donde daba la impresin de que se encontraba a varios kilmetros de distancia, sobre lodo en un verde claro al cual llegaron. Los hibiscos, acebuches y buganvillas destacaban coloreados y exticos entre las palmas, naranjos y limoneros. La mezcla de aromas y colores era tan fuerte, que Catherine tena la impresin de hallarse en un paraso, donde se perda la nocin del tiempo y se olvidaba uno de si mismo. Sobreponindose al embrujo, la joven mir su reloj, y por primera vez se dio cuenta de lo fcil que era perderse, incluso en una isla pequea. Dakolis era mucho mayor de lo que imaginara.

    Haba olvidado tambin tas gafas de sol, por lo que el resplandor le hizo cerrar los ojos por un instante. Sacudi la cabellera rojiza, que le cay sobre los hombros, y se ech hacia atrs, apoyando la cabeza sobre sus manos entrelazadas. El silencio slo era interrumpido por los sonidos procedentes de la vegetacin que la rodeaba.

    Se trataba de un paraje tan hermoso, que por primera vez Catherine dese permanecer en el mismo sitio indefinidamente. La vida all no presentara problemas y sus hermanos ya la estaban disfrutando. Abri los ojos de repente y se sobresalt. Ya no se escuchaban las voces de los nios. Rpidamente, se puso de pie y mir a su alrededor, con el corazn latiendo aceleradamente. Hasta en aquel pequeo paraso podra haber peligros.

    Alex! Pal! Su voz se perdi en la espesura. Ya no estaban cerca, pues de ser as le

    contestaran. La invadi el pnico al recordar la cercana del ocano y lo temerarios que pueden ser tos chiquillos cuando no se les est vigilando. Slo se haba distrado por breves instantes, pero haban sido suficientes para que desaparecieran entre los rboles, hacia la atraccin inevitable del mar. Les haba visto jugar entre la maleza, al lado opuesto del claro donde estaba sentada. Sin dudar, corri en aquella direccin, los ojos ansiosos y el corazn desbocado. En su desenfrenada carrera, tropez contra algo grande e inesperado que surgi de entre los rboles. No pudo evitar un grito y se cubri la boca con una mano mientras retroceda.

    Si Stefan Medopolis era un hombre de aspecto impresionante, montado en un

  • negro caballo rabe lo era an ms, y Catherine no pudo evitar mirarle con cierto temor mientras l dominaba al animal para que no la tirase al suelo. A plena luz del da, los oscuros y primitivos rasgos masculinos parecan an ms severos e implacables. Cmo se pondra cuando supiera que ella haba descuidado a los nios, aunque hubiera sido slo un momento?

    Catherine? tal vez debido a la decisin de ella de quedarse o a la causa de la sorpresa, la trataba con familiaridad.

    Su arrogante figura se ergua sobre el hermoso animal con el orgullo de un conquistador y por un momento, la ansiedad de Catherine por los nios cedi el paso a una nueva y turbadora sensacin, que agitaba su pulso con violencia y tea de color sus mejillas.

    Llevaba l unos pantalones color crema, que se ajustaban a la recia musculatura de sus piernas y una camisa tan ceida al amplio y bronceado torso, que al menor movimiento dejaba adivinar su esbeltez Al notar que frunca el ceo. Catherine volvi a la realidad.

    No s... dnde estn los nios confes y el fruncimiento de cejas de l se tom amenazador.

    Se han perdido? Me temo que s. Entonces debemos encontrarlos en seguida' Cmo has podido ser tan

    descuidada? Desliz una pierna sobre la montura del caballo y, ya en tierra. Imponente,

    pareci an ms severo al mirarla. Por supuesto, ella debi haberles vigilado en aquel lugar extrao y no tendra ninguna excusa si algo les suceda, pero Catherine no pudo evitar sentirse resentida ante su actitud, por lo que hizo un gesto de disgusto.

    No te das cuentapregunt l al notarlo de que a este lado de la isla hay muchas rocas en la costa y resulta peligrosa, incluso para un nadador experto? Dos nios tan pequeos no tendran la menor oportunidad de salvarse si se acercan al mar.

    No sabia que el mar estaba tan cerca! Pareca que estbamos a kilmetros de la orilla, muy tejos de la playa.

    Uno siempre est cerca del mar en una isla d este tamao le inform Stefan, despreciando su falta de conocimiento. Ven! buscaremos primero por el lado sur.

    No sera mejor que usted les buscara por un .lado y yo por el otro? plante Catherine no deseando la compaa de alguien que pareca considerarla estpidamente descuidada.

    No es necesario! Acabo de dar la vuelta por el camino del lado norte y no les he visto. Ven... estamos perdiendo el tiempo!

    No pueden haber ido muy lejos Slo he cerrado los ojos un momento... Stefan volvi la cabeza para mirarla mientras caminaba hacia los rboles. Muy bien! As que estabas durmiendo al sol en vez de vigilar a tus hermanos!

    No tendrs autorizacin para sacarles de nuevo, ya que no sabes cuidar de ellos!

  • Los ojos verdes de Catherine brillaron airados mientras se esforzaba, casi corriendo y con la respiracin entrecortada, para mantenerse al paso de l.

    No tiene derecho a hablarme as! objet, indignada. Los he cuidado durante ms de tres aos y no puede evitar que me los lleve conmigo cuando lo desee!

    l volvi a medias la cabeza para mirarla con arrogancia. Ya vers que s puedo hacerlo le record, tranquilo pero con firmeza. Soy

    su tutor legal. Y si yo digo que no los sacas a pasear, no lo hars, entiendes? Usted no es mi tutor legal! contest Catherine, herida por su falta de

    consideracin. Y si yo decido desafiarle, no hay nada que pueda hacer para evitarlo! Durante un instante Stefan se detuvo, mirndola con tal furia, que la joven sinti

    un estremecimiento recorriendo su espalda, al mismo tiempo que le temblaban las piernas.

    Hay muchas cosas que puedo hacerte, Catherine le dijo con voz reconcentrada. Ya lo sabrs si agotas mi paciencia. Nadie que me desafe escapa a las consecuencias! As que ya ests advertida!

    No tengo que permanecer en su despreciable isla! Comprendi que era un desafo infantil y se avergonz al verle contraer la boca,

    divertido ante los esfuerzos de ella por humillarle. Por supuesto que no le dijo, echando a andar de nuevo entre los rboles.

    Puedes regresar a Inglaterra cuando lo desees, pero te ser difcil explicarle a tus hermanos la razn de tu partida. Cmo podras, si t misma la desconoces?

    Catherine no respondi. Hubiera querido decir tantas cosas, pero se sumi en un silencio a la vez obstinado y desafiante. Trataba de mantener su paso al mismo ritmo que el de l; no era aqul el momento ni el lugar para provocar un enfrentamiento.

    De sbito apareci ante ellos la enorme profundidad del mar azul. Las olas no eran all tan suaves como en las cercanas de la casa, sino que rompan

    formando un encrespado encaje sobre la arena y fragmentndose en miles de gotas lanzadas como diamantes contra las grises rocas de la costa.

    A Catherine se le hel la sangre al ver lo peligroso que era aquel lugar para unos nios tan pequeos como Alex y Pal. Se vio forzada a reconocer cunta razn tena Stefan Medopolis al criticarla por su descuido.

    Ya los veo! exclam el hombre y Catherine exhal un suspiro de alivio al orle. Quera correr, llamarles, pero la mano de l la contuvo, apretndole con firmeza el brazo para impedir que gritara.

    Espera aqu! Voy a buscarles! Pero... Espera! La orden perentoria no le daba mucha ocasin de discutir, aunque sinti

    tentaciones de hacerlo, o por lo menos de seguirle mientras l avanzaba hacia Pau y Alex que estaban subindose a unas peligrosas rocas que se hallaban unos cincuenta metros ms adelante.

  • Al ver a Stefan, Catherine se dio cuenta, por la forma sbita en que se detuvieron, de que los nios comprendieron que estaba enojado por su culpa. Todava no saban hasta dnde llegaba la autoridad de Stefan Medopolis, pero no tardaran en averiguarlo.

    Desde donde se encontraba, la joven no poda escuchar lo que les deca, pero los vio bajar desde lo alto de la roca. Stefan les esperaba para ayudarles a descender, imponente por su estatura y la fuerza que de l emanaba. Se inclin y les dijo algo a cada una; Ella vio sus cabezas moverse; era evidente que estaban impresionados.

    Cuando divisaron a Catherine, Pal sali corriendo al instante. Pareca excitado, ansioso por comunicarle algo. Catherine sonri y extendi sus brazos hacia l. Pero el nio no haba avanzado ms de un par de metros cuando escuch la voz autoritaria de Stefan que le hizo detenerse.

    Pal se volvi a medias, alarmado por la orden, y Catherine pudo imaginar el asombro en sus enormes ojos oscuros, que miraron alternativamente a Stefan y a ella. Nadie le haba hablado nunca en un tono tan violento.

    Catherine se mordi los labios al descubrir las ideas disciplinarias del tutor de sus hermanos. Le dio pnico pensar que l fuera tan duro y cruel como pareca. Se propuso defender a los nios a cualquier precio.

    Olvid las instrucciones de Stefan y corri hacia ellos. Los nios iban cabizbajos Junto a su severo guardin. Cmo poda pensar en regresar y dejarles a su merced?

    Pal intent sonrer, con tanta cautela y con ojos tan suplicantes, que a Catherine se le hizo un nudo en la garganta.

    Nos hemos escapado dijo Pal simplemente, mirando el austero rostro de Stefan. Lo sentimos.

    Lo sentimos dijo Alex, como haciendo eco. Catherine comprendi que haban sido aleccionados para ofrecerte sus excusas Todos tenan parte de culpa, segn pareca, y Stefan Medopolis les haba echado a los tres el sermn.

    Oh, queridos...! comenz a decirles, deseando estrecharles entre sus brazos, confortada al verles a salvo, pero un par de grandes manos se apoder de ellos, alejndoles.

    Caminaron en silencio, algo tristes, aunque Catherine se dio cuenta de que sentan curiosidad al mismo tiempo que pena. La firme autoridad de un hombre era una experiencia tan nueva para ellos, que les provocaba cierta confusin y an no parecan entenderla del todo.

    No habr ms exploraciones de la isla a menos que vayis acompaados por alguien capaz de vigilaros les explic Stefan mientras avanzaban hacia el claro. Me habis entendido?

    Si, seor Med... Mop... los intentos de Alex por pronunciar su nombre fallaron; Pal ni siquiera lo intent.

    Soy vuestro to les dijo Stefan, sin librarles de sus poderosas manos, aunque ello significara inclinarse para nivelar la diferencia de estatura. Deberis llamarme to Stefan... Creo que podris hacerlo, no?

  • Su tono y actitud sorprendieron a Catherine, que not cierta comunicacin entre l y los nios que la exclua, lo cual le produjo una sensacin de soledad, sentimiento que trat de disimular arrancando un hermoso hibisco y retorcindolo entre los dedos.

    El magnifico caballo rabe golpeaba el suelo, impaciente. Los nios lo contemplaron admirados y Pal se volvi hacia Catherine, como instndola a compartir su placer. Ella sonri, no atrevindose a tocar la sedosa piel negra, porque el animal podra encabritarse a la ms ligera provocacin.

    No os acerquis demasiado les advirti. Stefan Medopolis se volvi con el ceo fruncido.

    No hay nada que temer de los caballos cuando estn bajo control dijo con cierta impaciencia Pero ellos no estn acostumbrados a verlos tan de cerca contest Catherine a la defensiva.

    Me lo tema. Y, por supuesto, ninguno de ellos sabe montar... Calherine tuvo que admitirlo. Pens que l volva a criticar su labor como

    educadora de los nios y esto le doli. Con ojos chispeantes, replic: An no tienen edad para ello. Yo comenc a montar cuando era ms pequeo que ellos. Har que les enseen

    cuanto antes. Y t, sabes montar? Catherine movi la cabeza. Le martilleaba el corazn con alarmante fuerza

    dentro del pecho. No murmur. Nunca he aprendido. Bien! Su aprobacin la sorprendi y le mir, desconcertada. No me gusta que las mujeres monten a caballo aclar l . Es un pasatiempo

    muy poco femenino. Realmente era el hombre ms arrogante que Catherine haba conocido! De verdad podremos aprender a montar, to... to Stefan?fue Alex quien

    hizo la pregunta y el hombre le mir con una ligera sonrisa. Por supuesto que aprenderis a montar dijo. Con los chicos es diferente. Catherine nunca supo qu la impuls, pero algn interno diablillo travieso le hizo

    llevarle la contraria. Levant la barbilla, mirndole a travs de sus espesas pestaas mientras l contemplaba a los nios.

    Me gustara aprender tambin dijo y not la desaprobacin en los negros ojos cuando l se dio la vuelta para verla.

    De momento no hizo ningn comentario; slo la mir en silencio, pero ella pudo apreciar la pequea vena que lata en su sien derecha.

    Slo por el placer de desafiarme? A Catherine le enfureci lo certero de su suposicin. Pero antes de que pudiera

    responder, l aadi: De todos modos, no aprenders mientras te encuentres en esta isla. Su reino! lanz las palabras impulsivamente, pensando herirle, pero para su

    sorpresa l sonri.

  • Mi reino convino. As lo describe Nikolas y ya veo que has decidido verme a travs de sus ojos.

    Yo formo mis propias opiniones declar ella con firmeza, determinada a no ceder.

    En tan poco tiempo? Se burl Stefan. Aunque ya tom la decisin de tenerte en mi casa, todava no he formado mi opinin definitiva sobre ti. Podras tener la cortesa de hacer lo mismo, en vez de formarte juicios apresurados, guindote por la opinin de mi hermano.

    Yo no estoy influida por la opinin de su hermano! neg Catherine, pero l slo se encogi de hombros y se alej. En mi pas las mujeres no discuten dijo con frialdad. Condujo el caballo a una distancia segura y subi a la silla con tal facilidad y

    gracia, que Catherine sinti un cosquilleo en el estmago. Los negros ojos la miraron con fijeza.

    Tienes que aprender muchas cosas, Catherine le dijo suavemente. Eres muy joven... hay tiempo.

    No dijo una palabra ms, ni a ella ni a los nios. Los tres le observaron cuando se alejaba a travs del claro. Las venas de Catherine comenzaron a latir con fuerza a la vista de aquella robusta espalda, de las fuertes piernas y las firmes manos morenas que controlaban al caballo con habilidad. No estaba segura de si era slo debido a la ira Ambos, hombre y animal, eran igualmente fuertes y poderosos; ambos confiados en su fortaleza, seguros de la admiracin que despertaban... La combinacin era sorprendente.

    Su vida en Dkolis no iba a ser muy sencilla, despus de todo. Pero se enfrent al hecho, sintindose dispuesta a aceptar cualquier reto que Stefan Medopolis le presentara. l tena razn: haba muchas cosas que deba aprender y una de ellas era a no alterarse ante la personalidad formidable de su anfitrin.

    Captulo 4 Haban pasado casi tres semanas desde que Catherine llegara a la isla y sus

    ocupaciones con los nios prcticamente haban terminado. No era que les tuviera menos cario, y ellos a su vez le confiaban sus aventuras cada da, como de costumbre, pero encontraban tantas cosas nuevas y excitantes, que apenas se daban cuenta de

  • que la joven iba quedando fuera de sus actividades. A Catherine, a veces, le dola que estuvieran tan dispuestos a salir con Casia y

    sus dos primitas, las hijas de Gregori. Aquel da. Casia se haba llevado a los cuatro nios a visitar una playa cercana y Catherine se encontraba en compaa de Helen Medopolis.

    No haba ninguna razn para que sta le disgustara, pero desde que Stefan las haba presentado la noche de su llegada, perciba cierta aversin en su actitud hacia ella. Era posible que sintiese celos por la evidente simpata que Gregori le demostraba.

    Haba en Helen un aire de infelicidad que to pareca tener explicacin. Era cierto que el trato de Gregori hacia ella era ms el de un amigo que el de un hombre enamorado de su esposa, pero parecan llevarse bien, y desde luego no tenan preocupaciones econmicas. Catherine se senta tan intranquila en su compaa, que escogi un tema de conversacin que no causara polmicas. Habl sobre la isla, del contraste que ofreca con el sitio donde viva antes; le pareci un tema adecuado, pero Helen pareca distante y falla de entusiasmo.

    Nunca he ido a Inglaterra repuso con voz inexpresiva cuando Catherine compar los climas. No puedo hacer comparaciones.

    Ha vivido usted aqu siempre? pregunt Catherine con algo de envidia. Qu suerte ha tenido!

    Suerte? As lo cree? en la ancha boca de Helen se dibuj un gesto amargo, y al fin se ri, con una risa seca y spera, exenta de humor. Me hubiera gustado viajar por el mundo, conocer otros pases, pero...Catherine, usted piensa que esta isla es un paraso. Es que no ha visto todava las rejas ocultas que lo aprisionan! Kademolis, la isla de la que provengo, es muy parecida a sta, y tambin es una prisin!

    Yo... lo siento. Catherine no sabia qu actitud tomar ante tal amargura y resentimiento, y no

    pudo evitar sentir piedad. Al mismo tiempo, se le ocurri pensar que dados los recursos que Helen Medopolis posea, podra haber hecho algo ms con su vida que convertirla en el infierno en que ahora pareca encontrarse. Los oscuros ojos seguan mirndola con el mismo brillo de desagrado.

    Porqu lo va a sentir usted? Usted no es su padre! Mi padre? Catherine se qued mirndola con una sbita sospecha. La mencin de su padre,

    tan inesperada, le hizo perder su estabilidad emocional y entonces record tas palabras de Catherine la noche de su llegada: Ella conoca a tu padre. Ya entonces haba percibido algo oculto en la alusin y, por lo visto, su intuicin haba sido correcta. Quiso indagar, preguntarle a Helen sobre el significado de sus palabras, pero entonces vio a Nikolas que caminaba por el patio hacia ellas y alz la mano para saludarle. La bienvenida no escap a la observacin de Helen, que ri burlona.

    Es intil que piense en Niki de esa forma le dijo con dureza. Su futuro est planificado, de la misma manera que lo fue el mi y el de Gregori.

    Y nadie cambia los planes de Stefan Medopolis! Gregori se cas conmigo y Niki se

  • casar con esa muchacha de la familia Pedopolous cuando llegue el momento. Con respecto a Stefan... se ri con aspereza. Quin sabe lo que decidir! l har lo que desee, pero aunque decida casarse con Elena Andreas, ella es una tonta si piensa que podr controlarle!

    Nikolas debi escuchar sus ltimas palabras, porque miro a su cuada con el ceo fruncido, pero no le dijo nada. Un momento despus, se inclinaba sonriente ante Catherine.

    Al fin te encuentro le dijo, ignorando por completo a Helen. No sabia que me estuvieras buscando repuso Catherine, sonrindote con

    alivio. A pesar de su curiosidad, tema cualquier confidencia de Heten, sin saber por qu razn.

    Los ojos de Nikolas brillaron al mirarla. Qu mala suerte. Soy slo el mensajero de mi hermano. Tenia esperanzas de

    que vinieras conmigo en el coche hasta el extremo norte de la isla para nadar, pero... Stefan dice que desea verte en seguida en su estudio.

    Y t tenas que obedecerle? no pudo resistir ser irnica y vio el resentimiento en los ojos oscuros.

    No se gana nada con desafiar a Stefan le dijo l, tomndole una mano y presionndosela con fuerza, como si la reprendiera. Tendrs que aprender eso, Katerina.

    Ella le sonri con tristeza, solicitando su perdn y l pareci concedrselo pues de nuevo le apret los dedos, ahora con suavidad.

    Lo siento, Nikolas dijo la joven con ternura, percatndose de que Helen observaba la escena burlonamente. Catherine se preguntaba qu le haca ser tan intransigente.

    Ests perdonada! Nikolas bes sus dedos. Irs a ver a Stefan antes de que crea que me he olvidado de avisarte?

    Catherine asinti; su corazn lata con fuerza mientras miraba a Nikolas con un destello de ansiedad en los ojos.

    Sabes para qu desea verme? le pregunt. Nikolas se encogi de hombros. l no suele dar explicaciones. Pero no has de sentirte como si fueras ante un

    juez, querida! No tiene poderes de vida y muerte; puedes ir a verle tranquila. Es curiosidad, simplemente le asegur Catherine y Nikolas le sonri de nuevo

    mientras la tomaba por un brazo y la encaminaba hacia la casa. La mano de l se movi suave y acariciadora sobre su sedosa piel, producindole un raro cosquilleo que despertaba sus sentidos. Nikolas poda volverla loca si se lo propona, pens.

    Sin duda espera hablar de algo aburrido, como asuntos de negocios. Slo Stefan es capaz de desperdiciar as las oportunidades tom su mano y apret la palma contra sus labios, prometiendo: Te estar esperando cuando termines.

    Nikolas... Levant una ceja, curioso, pero Catherine movi la cabeza y se fue al estudio de

  • Stefan Medopolis. No haba tiempo de averiguar entonces nada sobre la relacin de Helen con su padre. Ms tarde, si surga la oportunidad, tratara de que Nikolas le aclarara si su padre tena algo que ver con la amargura de la esposa de Gregor.

    El estudio estaba situado en la parte de atrs de la casa; sus ventanas daban al sendero que Catherine y los nios tomaron en su exploracin inicial de la isla. Era tan impresionante el panorama que se vea desde all que Calherine pens que poda distraer la atencin del trabajo.

    El estudio tenia un aspecto masculino y curiosamente, sin nacionalidad. Podra haber sido el de un hombre de cualquier parte del mundo: estaba amueblado con amplios sillones de cuero, un amplio y tradicional escritorio y una silla giratoria. Las paredes estaban pintadas de blanco y la alfombra, de color rojo oscuro, tena un complicado diseo en oro; tal vez fuese de origen turco, como muchos objetos del resto de la casa.

    Cuando ella entr Stefan Medopolis estaba mirando por una de las ventanas, con las manos entrelazadas a su espalda... una figura alta y sombra contra la luz solar. Los pantalones grises cean sus piernas musculosas, prestas al movimiento gil. Llevaba tambin una fina camisa blanca, de sueltos pliegues.

    Catherine se detuvo un instante en el marco de la puerta, sintindose pequea y vulnerable con su vestido blanco, que caa vaporoso hasta sus rodillas. Sus sandalias de tacn bajo tambin eran impropias. Dese haberse vestido de otra manera para la entrevista, con el fin de no parecer una colegiala que acude al despacho del director.

    Stefan se volvi para recibirla y una dbil sonrisa cruz por sus oscuros rasgos, como para darle nimos.

    Sintate. Catherine dijo indicndole uno de los sillones frente al escritorio. l ocup la silla giratoria. Durante algunos segundos no dijo nada, pero la mir con fijeza. Su examen era tan intenso, que la oblig a romper el silencio con lo primero que se le ocurri:

    Nikolas me ha dicho que usted quera verme. Y... no me imagino por qu... a menos...

    A menos...? la mirada de los oscuros ojos la animaba a seguir, pero ella movi la cabeza.

    Para qu desea verme, seor Medopolis? l quiso retener su mirada, pero Catherine se senta muy incmoda en su

    presencia, pensando que tal vez las palabras de Nicols sobre las oportunidades que Stefan dejaba pasar, tuviesen algo que ver en el asunto.

    Para qu crees que puedo desear verte? le pregunt l resuelto a hacerle responder. La joven cruz sus manos sobre el regazo, procurando contener su temblor.

    Tal vez piense sugerirme que abandone la isla y regrese a Inglaterra repuso, aunque sabia que aqulla no era la razn.

    Ya le he dicho con toda claridad que deseo que te quedes aqu como parte de mi familia. Por qu te imaginas que he cambiado de opinin?

    Yo... Catherine se encogi de hombros, aadiendo: Realmente, no lo s, Pero

  • no se me ocurre ninguna otra razn para que quiera verme con tanta urgencia. Le pareci, por un momento, que l haba sonredo. Te he llamado para discutir las propiedades de tu padre en la compaa naviera

    Medopolis le dijo. Su compaa de navegacin? Catherine le mir, curiosa, sin poder imaginar por qu deba consultarla sobre tal

    asunto. Su padre haba adquirido una participacin en el negocio de la familia Medopolis al casarse con Mara, y era lgico que aquellas acciones pasaran ahora a Ales y Pal.

    El sonri ligeramente y movi la cabeza. La compaa Medopolis es un negocio de la familia le explic. No es ma

    solamente, Catherine. Pero usted es el gran jefe blanco sugiri ella con malicia, y la boca de l se

    apret, como si le disgustara el tono de su voz. Echndose hacia atrs en la silla giratoria, apoy la barbilla sobre sus dedos cruzados.

    Soy el accionista mayoritario convino. Y como tal, tengo el voto final sobre cualquier decisin importante, pero a pesar de eso es un negocio familiar. Debes creerme un dspota, no es as, Catherine?

    Ella no se haba sentido tan intranquila en su vida como en aquellos momentos y para empeorar las cosas, los latidos de su corazn se aceleraban ante la definida, innegable aura de masculinidad que brotaba de aquel hombre. Las fuertes manos morenas que apoyaban su barbilla, el tringulo de piel bronceada que asomaba por el cuello abierto de su camisa blanca... haba demasiadas cosas en Stefan Medopolis que la inquietaban. Cosas que le hacan ms peligroso que su hermano Nikolas. Un dspota; l mismo lo estaba sugiriendo y tal vez fuese cierto, pero era tambin un hombre muy atractivo y aquello, por el momento, la preocupaba ms.

    Acaso no lo es? le ret, tratando con todas sus fuerzas de no dejarse dominar por su personalidad enrgica y su atractiva presencia fsica.

    Por un momento l se qued callado. Despus se encogi de hombros, con un destello de diversin en los ojos.

    La palabra dspota viene del griego "despotes", que quiere decir amo. As que en cierto modo, supongo que lo soy; al menos en Dakolis.

    Su reino! le record ella y Stefan inclin la cabeza, conforme al parecer. Ya que compartes la opinin de Nikolas... s dijo suavemente. Su modo de ser tranquilo, que por nada se alteraba, le haca an ms inquietante.

    Catherine trat de recuperar la calma volviendo al asunto original. Todava no entiendo lo que usted quiere discutir conmigo sobre las acciones de

    mi padre le dijo. Ahora pertenecen a los nios y usted es su tutor. Stefan baj tas manos y se inclin hacia delante sobre el ancho escritorio que

    les separaba. Entonces ella pudo ver las finas arrugas que haba en los extremos de sus ojos, as como un destello gris en su cabello negro, sobre las sienes. Con voz lenta, dijo:

  • Tu padre te dej las acciones a ti, Catherine, no a tus hermanos. A... a mi? Se le qued mirando, incrdula, durante algunos segundos. En los

    ltimos aos, los asuntos legales de su padre haban estado en manos del abogado de los Medopolis de modo que Stefan los conocera bien. Probablemente, l sera uno de los ejecutores del testamento, si tal cargo exista en Grecia. La ignorancia de Catherine en cuestiones legales era completa

    No sabes por qu quiso dejrtelas? pregunt Stefan. Ella neg con la cabeza.

    No lo s... hacia tres aos y medio que no vea a mi padre dijo con voz queda. Nunca hubo... mucha comunicacin entre nosotros.

    Stefan asinti. Saba que era cierto porque l y los suyos haban visto a George Granger durante los ltimos anos de su vida ms que su propia familia.

    Lo comprendo dijo y una corriente de simpata acompa sus palabras, lo que afect a Catherine, que sinti un nudo en la garganta.

    Yo no... no sabia siquiera que fuera un hombre prspero explic, enfrentndose al hecho por primera vez. Realmente, no tena idea de qu herencia poda dejar su padre, sobre todo en lo que a ella se refera, ya que los nios eran ahora responsabilidad de Stefan.

    Por un momento, ste no dijo nada. Se arrellan de nuevo en el asiento y la mir con fijeza.

    El no era un hombre adinerado dijo con lentitud, como si tratara de encontrar tas palabras exactas. Pero... tena algo, por supuesto, y existen las acciones.

    El poseerlas... me hace ser accionista de la compaa naviera Medopolis? pregunt Catherine, comenzando a darse cuenta de lo que aquello poda significar.

    Stefan asinti y era evidente, por su ceno fruncido, que tal situacin no le satisfaca.

    Tu padre fue admitido en la junta directiva como esposo de mi hermana Mara aclar, y una suave inflexin de su voz puso en guardia a Catherine. Mara, por supuesto, no posea acciones.

    De modo que aqulla era la razn para mandarla llamar. A Catherine le complaca poder mortificar a Stefan Medopolis; era una oportunidad demasiado buena para desperdiciarla. Al mirarle, sus ojos verdes brillaban y su boca dibujaba una tenue sonrisa de satisfaccin.

    Por supuesto recalc, calmada Mara era mujer y en su mundo, seor Medopolis, las mujeres no tienen acciones en ningn negocio, no es cierto?

    l sostuvo su mirada triunfante por un momento. Despus se puso de pie con un rpido y gil movimiento, tan amenazador como para hacer que Catherine respirase agitada y se pusiera ms derecha en el silln. Stefan camin a travs de la habitacin y una vez ms qued de pie ante la ventana, en la misma postura de antes, las manos a la espalda y los pies separados.

    Parece que lo tomas a la ligera le dijo, sin volver la cabeza. Su voz era fra y

  • dura como si contuviese la ira con dificultad. Estoy tratando de resolver el asunto de las acciones de tu padre en beneficio de todos los interesados, pero t lo ves slo como medio para lograr una ridcula victoria femenina.

    Catherine apenas poda creer que se encontrase en posicin de poder manipular a un hombre como Stefan Medopolis de la forma que conviniera a sus intereses. Comprenderlo, le proporcion una sensacin momentnea de poder. Estaba claro que l deseaba aquellas acciones y crea que ella no estaba capacitada para retenerlas.

    Catherine pensaba, no sin cierta inquietud, en lo que hara l si las retena. No entiendo por qu me dice eso le contest con voz engaosamente

    humilde, cuando no me ha dicho todava qu me propone. El se dio la vuelta para mirarla inquisitivamente, luego avanz detenindose a su

    lado. Tal proximidad iba a alterarla y l lo saba. Catherine mantuvo los ojos bajos, tratando de calmar las palpitaciones de su corazn.

    Ests de verdad interesada en escuchar mi proposicin? Por supuesto, seor Medopolis. Eres tan formal en tu trato con mis hermanos? le pregunt l, cambiando

    inesperadamente de tema. Catherine parpade, sorprendida de que en aquel momento se preocupara por algo tan simple.

    Nunca estoy segura de cmo llamarle repuso. Acaso no conoces mi nombre? Catherine asinti y baj de nuevo la mirada. La movi un impulso travieso, como

    cuando le expres su deseo de aprender a montar a caballo. La tentacin de burlarse de l era irresistible.

    Nikolas y los dems le llaman Stefan. Los nios le llaman to Stefan. No estoy segura de en qu categora quedo yo, dadas las circunstancias.

    Alz los