psicología de la interculturalidad (reporte)

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Reporte – 4 30 de septiembre de 2015. Materia: Psicología de la Interculturalidad. Facilitadora: Verónica Marín. “La psicología social de las relacionesintergrupales: modelos e hipótesis” por V. Smith Castro. “La otra pregunta: El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo” por H. Bhabha. Luis Pablo Acevedo Caballero La primera lectura “La psicología social de las relaciones intergrupales: modelos e hipótesis” por V. Smith Castro hace un recorrido por diferentes conceptos y teorías que nos permitan leer el fenómeno de la hostilidad intergrupal, la autora comienza abordando a la psicología social de las relaciones intergrupales definida como “el área de la psicología que estudia las causas y consecuencias de las acciones y percepciones que tienen los individuos sobre sí mismos y los otros en tanto miembros de diferentes grupos sociales” en segundo término aborda el concepto de grupo social entendiéndolo como un conjunto de “personas que se clasifican a sí mismas como miembros de la misma categoría, se identifican con esta categoría y están dispuestas a actuar de acuerdo a las normas de tal categoría”. Tal a categorización se construye a partir de creencias religiosas, ubicación geográfica, orígenes étnicos, raza, género, nacionalidad, estatus socioeconómico, estatus legal y edad entre otros rasgos. Nuestra autora entiende al fenómeno de la hostilidad intergrupal constituido por tres expresiones particulares, estereotipos, prejuicio y discriminación. Los estereotipos son definidos como “creencias consensuales sobre los atributos (características de personalidad, conductas o valores) de un grupo social y sus miembros” cabe destacar la diferencia entre este concepto y el de estereotipia el cual se refiere al proceso cognoscitivo de atribuir ciertas características a las personas sobre la base de su pertenencia a tales categorías. V. Smith reconoce el consenso existente en cuanto que los estereotipos surgen de procesos cognitivos “normales” y naturales como procesos de categorización, no obstante es importante vislumbrar su carácter no neutral puesto que los resultados de distintas investigaciones muestran que “si bien existen estereotipos positivos, los estereotipos sobre los exogrupos y las minorías tienden a tener más connotaciones negativas que los estereotipos sobre los endogrupos y las mayorías”. La segunda forma de expresión de la hostilidad grupal es el prejuicio definido por Brown como la tendencia a “poseer actitudes sociales o creencias cognitivas derogatorias, expresar afecto negativo o presentar conductas discriminatorias u hostiles hacia miembros de un grupo debido a su pertenencia a ese grupo en particular”. Desde esta perspectiva se entiende al prejuicio como una actitud, por ello su estudio se ha dividido en tres componentes, a) las respuestas evaluativas negativas hacia un miembro de un grupo social ( componente afectivo-evaluativo) b) que están basadas en una particular estructura de creencias sobre los atributos de los miembros de ese grupo social (componente cognitivo) y c) que son susceptibles de concretarse en conductas hostiles (componente conativo). Sin embargo se ha visto que dichas construcciones responden superficialmente a cambios en las normas socioculturales que sancionan la expresión de formas tradicionales de prejuicio, lo que por otro lado da como resultado que el antagonismo se exprese en formas más sutiles, tales el racismo simbólico, el racismo ambivalente y el racismo aversivo o racismo moderno. Pettigrew y Meertens distinguen dos formas de expresión del prejuicio, por un lado el prejuicio directo se dirige a un rechazo de las minorías étnicas cuya base es un sistema de creencias abiertamente racista, por otro lado el prejuicio sutil parte de la exageración de las diferencias culturales, la defensa de valores tradicionales y la negación de emociones positivas hacia las minorías. Por último la discriminación o exclusión se define como negar o denegar el acceso a oportunidades (de empleo, salud, educación, vivienda, etc.) a un grupo social y sus miembros, con ello haciendo referencia a las instituciones, normas y prácticas sociales responsables de que se perpetúe y legitime la

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Reporte de las lecturas:“La psicología social de las relacionesintergrupales: modelos e hipótesis” por V. Smith Castro.“La otra pregunta: El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo” por H. Bhabha.Luis Pablo Acevedo Caballero

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Page 1: Psicología de la Interculturalidad (Reporte)

Reporte – 4 30 de septiembre de 2015. Materia: Psicología de la Interculturalidad. Facilitadora: Verónica Marín.

“La psicología social de las relacionesintergrupales: modelos e hipótesis” por V. Smith Castro. “La otra pregunta: El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo” por H. Bhabha.

Luis Pablo Acevedo Caballero

La primera lectura “La psicología social de las relaciones intergrupales: modelos e hipótesis” por V. Smith Castro hace un recorrido por diferentes conceptos y teorías que nos permitan leer el fenómeno de la hostilidad intergrupal, la autora comienza abordando a la psicología social de las relaciones intergrupales definida como “el área de la psicología que estudia las causas y consecuencias de las acciones y percepciones que tienen los individuos sobre sí mismos y los otros en tanto miembros de diferentes grupos sociales” en segundo término aborda el concepto de grupo social entendiéndolo como un conjunto de “personas que se clasifican a sí mismas como miembros de la misma categoría, se identifican con esta categoría y están dispuestas a actuar de acuerdo a las normas de tal categoría”. Tal a categorización se construye a partir de creencias religiosas, ubicación geográfica, orígenes étnicos, raza, género, nacionalidad, estatus socioeconómico, estatus legal y edad entre otros rasgos. Nuestra autora entiende al fenómeno de la hostilidad intergrupal constituido por tres expresiones particulares, estereotipos, prejuicio y discriminación. Los estereotipos son definidos como “creencias consensuales sobre los atributos (características de personalidad, conductas o valores) de un grupo social y sus miembros” cabe destacar la diferencia entre este concepto y el de estereotipia el cual se refiere al proceso cognoscitivo de atribuir ciertas características a las personas sobre la base de su pertenencia a tales categorías. V. Smith reconoce el consenso existente en cuanto que los estereotipos surgen de procesos cognitivos “normales” y naturales como procesos de categorización, no obstante es importante vislumbrar su carácter no neutral puesto que los resultados de distintas investigaciones muestran que “si bien existen estereotipos positivos, los estereotipos sobre los exogrupos y las minorías tienden a tener más connotaciones negativas que los estereotipos sobre los endogrupos y las mayorías”. La segunda forma de expresión de la hostilidad grupal es el prejuicio definido por Brown como la tendencia a “poseer actitudes sociales o creencias cognitivas derogatorias, expresar afecto negativo o presentar conductas discriminatorias u hostiles hacia miembros de un grupo debido a su pertenencia a ese grupo en particular”. Desde esta perspectiva se entiende al prejuicio como una actitud, por ello su estudio se ha dividido en tres componentes, a) las respuestas evaluativas negativas hacia un miembro de un grupo social (componente afectivo-evaluativo) b) que están basadas en una particular estructura de creencias sobre los atributos de los miembros de ese grupo social (componente cognitivo) y c) que son susceptibles de concretarse en conductas hostiles (componente conativo). Sin embargo se ha visto que dichas construcciones responden superficialmente a cambios en las normas socioculturales que sancionan la expresión de formas tradicionales de prejuicio, lo que por otro lado da como resultado que el antagonismo se exprese en formas más sutiles, tales el racismo simbólico, el racismo ambivalente y el racismo aversivo o racismo moderno. Pettigrew y Meertens distinguen dos formas de expresión del prejuicio, por un lado el prejuicio directo se dirige a un rechazo de las minorías étnicas cuya base es un sistema de creencias abiertamente racista, por otro lado el prejuicio sutil parte de la exageración de las diferencias culturales, la defensa de valores tradicionales y la negación de emociones positivas hacia las minorías. Por último la discriminación o exclusión se define como negar o denegar el acceso a oportunidades (de empleo, salud, educación, vivienda, etc.) a un grupo social y sus miembros, con ello haciendo referencia a las instituciones, normas y prácticas sociales responsables de que se perpetúe y legitime la

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exclusión o vulnerabilización de ciertos miembros de la sociedad en virtud de su pertenencia a una determinada categoría social. Más adelante la autora examina distintas teorías que intentan dar cuenta del fenómeno de la hostilidad intergrupal oscilando entre explicaciones eminentemente intraindividuales y propuestas que privilegian las causas contextuales de los estereotipos, el prejuicio y la discriminación. Las teorías individualistas e interindividuales examinan principalmente 3 variables en común a) las características de personalidad de los individuos, b) sus sentimientos de frustración y deprivación y c) los procesos de comparación social motivados por las necesidades psicológicas de justicia, control, conocimiento, autoafirmación y pertenencia. La autora destaca el concepto de error de atribución último tomado de Pettigrew que define como la tendencia a atribuir acciones negativas a causas internas (esencialismos) cuando la conducta es realizada por miembros del exogrupo y a causas externas (factores situacionales) cuando la conducta es efectuada por miembros del endogrupo. Para tener amplia visión de este fenómeno es importante reconocer el papel que juegan las variables individuales como predictores de la hostilidad intergrupal, sin embargo no hay que perder de vista el papel fundamental del contexto social en la regulación de las respuestas interindividuales. Muestra de ello en situaciones de conflicto real entre los grupos, la hostilidad se generaliza a tal punto que ésta no puede ser explicada exclusivamente en términos de las motivaciones individuales, sino como parte de las relaciones objetivas entre los grupos y las normas que reproducen dichas relaciones. Hacia el final del artículo la autora examina propuestas que centran su análisis en variables situacionales y mecanismos psicológicos que posibilitan el desarrollo de actitudes interétnicas positivas y solidarias. La teoría del contacto intergrupal propuesta por G. Allport es para nuestra autora uno de los modelos más influyentes en esta línea de trabajo. La TCI postula que bajo ciertas condiciones el contacto intergrupal puede contribuir a reducir la hostilidad intergrupal, desde esta visión G. Allport identifica cuatro condiciones necesarias para la estructuración de un contacto intergrupal óptimo a) la igualdad de estatus de los participantes en la interacción; b) la consecución de objetivos comunes; c) la cooperación intergrupal; y d) el apoyo institucional (en forma de normas, sanciones y regulaciones que faciliten el contacto óptimo). En mi punto de vista la autora pierde de vista el carácter histórico y el papel político que cargan los estereotipos, los prejuicios y la discriminación en su construcción y mantenimiento, tal visión es elaborada por H. Bhabha en el texto “La otra pregunta: El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo” según este autor un rasgo primordial del discurso colonial es la fijeza que es un modo paradójico de representación; connota rigidez y un orden inmutable así como desorden, degeneración y repetición, en tal ambivalencia descansa el valor funcional que ofrece al discurso colonial, pues asegura su repetibilidad en coyunturas históricas y discursivas cambiantes, conformando estrategias de individuación y marginalización. En cuanto a su carácter político menciona el autor que reconocer el estereotipo como un modo ambivalente de conocimiento y poder exige una respuesta teórica y política que desafíe los modos deterministas y funcionalistas de concebir la relación entre el discurso y la política. A partir de esto se entiende al discurso colonial como un aparato cuya principal función estratégica es la creación de un espacio para "pueblos sujetos" a través de la producción de conocimientos en términos de los cuales se ejercita la vigilancia y se incita a una forma compleja de placer/displacer. “El objetivo del discurso colonial es construir al colonizado como una población de tipos degenerados sobre la base del origen racial, de modo de justificar la conquista y establecer sistemas de administración e instrucción.”

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Bhabha analiza el discurso colonial en torno a una serie de conceptos prestados del psicoanálisis, creo que es importante cuestionarnos si tal base nos es útil para un análisis realmente crítico del discurso colonial, y si esta base (el psicoanálisis en las diferentes vertientes que utiliza el autor) no está ya sujeta y dentro de tal discurso colonial para terminar siendo una “crítica” a la colonialidad ciega a su propio carácter colonial y un discurso que cuestiona el sexismo suplantándolo por otro más sutil. De la primera lectura en cuanto a las explicaciones “individualistas” e “interindividuales” de la hostilidad intergrupal es inevitable pensar cómo en algunas ocasiones desde ciertos sectores de la psicología (y desde nuestro propio centro universitario) se tiene a individualizar a través de las motivaciones y esencializar a través de las psicopatologías fenómenos “cotidianos”, que a todas luces cargan con un vasto y complejo contexto social e histórico y que parecemos incapaces de ver, eximiendo de resposabilidades al sistema más amplio en el que estamos insertos e insertas. Un buen ejemplo (dentro de una multitud de ellos) es el de un hombre que agredía mujeres con un picahielos en la zona centro de Guadalajara a principios de este año, por nuestra parte, desde el grupo de psicólogas y psicólogos, los psicodiagnósticos DSMrianos como era de esperarse, abundaron. Indudablemente estamos atravesados por la colonialidad en nuestros discursos, si no podemos caer en cuenta de ello no podremos reconocer y visibilizar la hostilidad ejercida hacia otros grupos desde nuestro propio “quehacer científico”.