galeria interculturalidad

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Para las personas sensatas, la histo- ria es un infinito continuo de posibili- dades. A veces nos distraemos y olvidamos lo que somos, o nos dejamos con- fundir por voces que pretenden im- ponernos su versión de los hechos al decirnos que nuestros antepasados están muertos, que se perdieron con el paso de los años o que habitan las tierras silenciosas de los espíritus. Desde las resistentes raíces indígenas y con la fortaleza de la diáspora afri- cana y sus descendientes, nos nutre la savia humana que bombea el cora- zón de nuestras escuelas. La historia de Venezuela no es un re- cuerdo ajado: puede sentirse palpitar en las aulas, escucharse en el patio de recreo, encontrarse en las canchas experimentarse en los laboratorios, crecer en los huertos, escenificarse en los espacios culturales, volcarse en la comunidad… trascender. Somos el presente histórico de Vene- zuela. Somos Catia, Manucha, Judiba- na, José Caridad, Urquía, Luis Beltrán, Hipólita, Murachí, Jesús, Urimare, Juana Francisca, Tibaire, José Leo- nardo, Matea, Naiguatá, Argelia, Ya- racuy, Tibisay, Juana La Avanzadora, Nigale… y mucha más gente dispues- ta a continuar construyendo patria.

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Page 1: Galeria interculturalidad

Para las personas sensatas, la histo-

ria es un infinito continuo de posibili-

dades.

A veces nos distraemos y olvidamos

lo que somos, o nos dejamos con-

fundir por voces que pretenden im-

ponernos su versión de los hechos al

decirnos que nuestros antepasados

están muertos, que se perdieron con

el paso de los años o que habitan las

tierras silenciosas de los espíritus.

Desde las resistentes raíces indígenas

y con la fortaleza de la diáspora afri-

cana y sus descendientes, nos nutre

la savia humana que bombea el cora-

zón de nuestras escuelas.

La historia de Venezuela no es un re-

cuerdo ajado: puede sentirse palpitar

en las aulas, escucharse en el patio

de recreo, encontrarse en las canchas

experimentarse en los laboratorios,

crecer en los huertos, escenificarse

en los espacios culturales, volcarse

en la comunidad… trascender.

Somos el presente histórico de Vene-

zuela. Somos Catia, Manucha, Judiba-

na, José Caridad, Urquía, Luis Beltrán,

Hipólita, Murachí, Jesús, Urimare,

Juana Francisca, Tibaire, José Leo-

nardo, Matea, Naiguatá, Argelia, Ya-

racuy, Tibisay, Juana La Avanzadora,

Nigale… y mucha más gente dispues-

ta a continuar construyendo patria.

Page 2: Galeria interculturalidad

Soy un cacique, autoridad de mi pueblo ma-riche, habitante de la Cordillera de la Costa. Cuando los conquistadores llegaron a Vene-

zuela, combatí encarnizadamente primero contra Garci González de Silva y, luego, contra Diego de Lo-sada. Mis dotes de estratega me llevaron a cuantiosas vic-torias como la que obtuvimos en el valle de Los Gua-yabos. Más que el uso de las armas, mi buen carác-ter y habilidades para entablar amistades profundas es lo que me ha favorecido en las luchas. Me gusta enseñar a los más jóvenes. Muchos gran-des caciques de Venezuela, como Tiuna, aprendieron de mí no sólo el arte de la guerra sino también la hechicería, magia y artes curativas.Durante más de siete años el pueblo Caribe mantuvo a raya a los invasores españoles. Teníamos el domi-nio del territorio entre Maracay y Barlovento. Diego de Losada había intentado fundar en dos oportuni-

dades una ciudad en el Valle de Caracas y los ejér-citos indígenas la habíamos destruido otras tantas veces.Finalmente, en 1567 ó 1568, ocurrió la Batalla de Maracapana en la que, traicionados por algunos integrantes de nuestros pueblos caribes, arawak y cumanagotos, fuimos vencidos y sometidos por las fuerzas imperiales.Una de las parroquias más grandes de América lleva mi nombre; en ella se estableció en el año 2004 el primer Núcleo de Desarrollo Endógeno, el “Fabricio Ojeda”, como una de las formas en las que las co-munidades organizadas ejercen el Poder Popular y desarrollan las potencialidades de su región.

SOMOSCATIA

Soy Catia, piache y guerrero, ancestro del Poder Popular.

Page 3: Galeria interculturalidad

Soy mujer de cacao y caña. Soy cimarrona de Barlovento, específicamente de Mango de Ocoyta. En 1768 huí junto a Guillermo Rivas

desde la población de Capaya donde nos tenían es-clavizados y fundamos uno de los primeros cumbes (espacios liberados) que existieron en Venezuela: el Cumbe de Ocoyta.En Ocoyta tuvimos nuestros hijos, cultivamos la tie-rra, ejercimos nuestra libertad. Estos cumbes eran espacios clandestinos, huraños, donde nos refugiá-bamos los alzados, la población cimarrona, arroche-lada en sus querencias.En el cumbe volvimos a nuestros orígenes, revita-lizamos nuestras costumbres, nuestras creencias y manifestaciones culturales. En Venezuela prolifera-ron los cumbes en las zonas costeras y algunas par-tes de los Llanos, por eso hoy en día es allí donde se asienta la mayor cantidad de población afrodescen-diente.

Cuando tocó enfrentar al ejército español, me en-contraron dispuesta para la lucha. Me apresaron y condujeron maniatada a Caracas. Allí me interroga-ron, me torturaron atada a un potro hasta matar mi cuerpo. Mi ejemplo sigue vivo y anda revoltoso por los pueblos velando por la soberanía alimentaria.A casi 250 años de nuestra lucha, la agenda de las comunidades afro todavía sigue vigente. Exigimos re-conocer y desarrollar el tema afro en el currículo del sistema educativo bolivariano; consolidar un sistema de información estadístico de nuestras comunidades; elaborar una ley contra la discriminación racial e in-corporar la penalización del racismo y demarcar las tierras cimarronas.

SOMOSMANUCHA

Soy Manucha Algarín, dejo en herencia mi espíritu cimarrón.

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Soy princesa del pueblo caquetío, hija de Yana-ra y del cacique Manaure. Nací en el territorio que en 1527, se llamaría Coro. A mi hermana

Caubana la casaron con Juan Ampíes Ávila (muchos historiadores dicen que éste fue el primer matrimo-nio formal que se dio entre un español y una indíge-na). Manaure y mi familia hicieron un pacto con el invasor pero yo no.Yo opté por la dignidad y por eso me fui a Paragua-ná con mi esposo, Jurijurebo. Allí aprendí a cultivar la tierra, a protegerme del sol cubriendo mi piel con barro, adornarme con flores del cují negro y beber leche de las ubres de mis ovejas.Jurijurebo me acompaña en la búsqueda de la liber-tad para mi pueblo. Lo apresaron más logró escapar y huyó por las playas. Una jauría de perros le per-siguió, lo alcanzaron y destrozaron su cuerpo. Lloré mi soledad hasta que mis lágrimas formaron la la-guna de Guaranao, espejo de mi alma convertida en

humedal. Me hice dura como el palo del supi y fui a pelear contra los invasores. También me apresaron, me violaron y torturaron y cortaron las piernas: ja-más me doblegaron. Cada mañana renazco en el corazón de los cardena-les y turpiales que habitan en el estado Falcón. Aho-ra, Judibana es el nombre de una hermosa ciudad ubicada al borde de la Refinería de Amuay, una de las más grandes del mundo. Soy símbolo de resis-tencia: he vencido a los invasores españoles, a los Wesler de Augsburgo, a los imperialistas de la Creo-le Petroleum Corporation y al “Paro Petrolero” de 2002-2003.

SOMOSJUDIBANA

Soy Judibana, la primera heroína venezolana.

Page 5: Galeria interculturalidad

Cuando visites las tierras de La Perla de Falcón, podrás dejarte convencer por la solemnidad de mi espíritu libertario. Soy un africano congolés

traído esclavizado para la isla de Curazao. De allí huí y me vine surcando el Mar de las Antillas hasta des-embarcar en las tierras del gran cacique Cumarebo. Soy de los primeros pobladores no indígenas de la Provincia de Coro. Una familia jirajara me recibió en su hogar y allí conocí sus artes ancestrales para la medicina. Recorría las montañas hasta los afluentes de los manantiales Taica y Quiragua recolectando plantas, frutos y miel de abejas. Curaba, usando tin-tura de sábila y árnica, las heridas que los amos pro-vocaban a las personas esclavizadas.En varias oportunidades pude ir a República Domi-nicana y allí tener contacto con los ideales de la Re-volución Francesa. Fui educado y aprendí, además de mi idioma africano, el patuá de Curazao, el español y el francés.

Fui a España como apoderado de los negros loangos para gestionar ante el Rey el otorgamiento de los tí-tulos de propiedad de las tierras de Macuquita, en la serranía de Coro obteniendo una real orden para que el gobernador oyera nuestras demandas. Estando en España pude indagar sobre la real cédula de Carlos IV llamada Código de los Negros (1789) en la que se daba la libertad a los esclavos y que había sido ocul-tada por los amos.Al volver, organicé junto a José Leonardo la insu-rrección del cumbe La Guinea alzándonos en armas desde la Macanillas. En esa acción fui apresado y me ejecutaron en 1795.

SOMOSJOSÉ CARIDAD

Soy José Caridad González, lucha viva por la tierra que habitamos y producimos.

Page 6: Galeria interculturalidad

A menudo me recuerdan como la compañera del gran guerrero Guaicaipuro más soy mu-cho más que eso: soy una cacica valerosa. Mi

nombre significa “Ojos de Águila”Soy flor de humanidad, seducción líquida que invi-ta a vaciar la vida de tristezas hasta que no queden más que anhelos. Soy capín melao de las lomas y amanecer que avanza ocupando el sitio de los pasos no dados.Cuando el cacique Catuche murió, el piache mandó a congregar 200 doncellas para entregarlas al herede-ro Guaicaipuro pero él, siendo la imagen de la fideli-dad en el amor de pareja, me prefirió a mi sola Cuando los españoles llegaron a mi región se rom-pió toda la tradición que en ella llevábamos: las he-rramientas de labranza se convirtieron en armas y los caballos de transporte se convirtieron en medios de guerra.Guaicaipuro pretendía que yo me quedara al margen

cuidando a nuestro hijo, Baruta. ¿Qué ejemplo hu-biera sido para él si no hubiese peleado por nuestra independencia? Domé los caballos y entregué cada uno a una indígena teque. Así conformamos la pri-mera caballería venezolana. Al morir Guaicaipuro me tocó investir de cacique a mi hijo Baruta diciéndole: “Sean estas tres plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de su pueblo que ha sido derramada por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor” Hoy le repito a diario: Aléjate del agua estan-cada de los imbéciles, del sigilo de las serpientes. Vamos a dos almas a construir una palabra muda, un trazo discente. Vamos a sellar el cariño con sa-liva, lágrimas y semen mientras el mundo se recrea alrededor nuestro.

SOMOSURQUÍA

Soy Urquía, alma pura hecha de valor.

Page 7: Galeria interculturalidad

Quien ha amado las cosas sencillas, no pue-de ir de paso por la vida; jamás puede darse de baja: la poesía es siempre necesaria en

las luchas sociales ya que inspiran a quienes tienen hambre o viven en precarias condiciones físicas o espirituales.Nací en La Asunción en 1902 y desde muy joven me dediqué a la política y a la enseñanza que son más dos aspectos claves para el vivir bien. Fundé la pri-mera federación de maestros y el Instituto Nacio-nal de Cooperación Educativa (INCE); fui Ministro de Educación durante el gobierno de Rómulo Gallegos. Estuve exilado por causa de mis ideales izquierdistas y al volver a Venezuela luego del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez me dedique a la la-bor educativa siendo jefe de misión ante la Unesco. Dediqué gran parte de mi vida a la escritura de li-bros sobre temas educativos o poesía y también co-laboré en muchos periódicos. Siempre apelé al re-

curso de un verso, caricia tácita para quien de amor palpita, y puse mis labios al servicio de las voces entonces desoídas del pueblo y dije mi palabra con la pasión propia de quien no se pierde el placer de escribir.Mi obra es el legado de quien se negó a sucumbir a la barbarie de dictaduras y supo convertir la tiza en alas literarias para guardar sus manos y evitar que se entumecieran y llenaran de nudos sino que fue-ran siempre ese nido de terciopelo que cobijara la ternura hacia nuestra tierra. Mi muerte sucedió en Caracas en 1993.Fui un orador implacable capaz de incendiar con fuego patrio los distintos lugares que ocupé en la política venezolana siendo uno de los líderes princi-pales del Movimiento Electoral del Pueblo.

SOMOSLUIS BELTRÁN

Soy Luis Beltrán Prieto Figueroa, Maestro de corazón abierto.

Page 8: Galeria interculturalidad

Mi pueblo natal, San Mateo, se mantiene vivo gracias al calor de su gente y la miel de la caña de azúcar. En la hacienda El Ingenio

viví en una de sus casas rústicas de paredes de ado-be con incrustaciones de madera que sirven de cofre para el misterio del conocimiento.Fui una de las personas esclavizadas que llegaron a Venezuela de forma brutal pero tuve la buena es-trella de pertenecer a la familia Bolívar de quienes no recibí malos tratos. Cuando en 1783 nació el Niño Simón Antonio de la Caridad, su madre me lo entre-gó para que lo alimentara con mi leche. Yo apenas tenía veinte años y estaba casada con Mateo Bolívar, también siervo de los Bolívar pero que habitaba en otra hacienda, en Caucagua.No solo alimenté el cuerpo del Libertador, también le inculqué valores patrios y rebeldía frente a las in-justicias. Fui la persona que lo acompañó durante toda su vida siéndole fiel, aconsejándolo, animán-

dolo en sus batallas mientras envejecía tejiendo sus hamacas y remendando los uniformes de sus ejérci-tos.Mis hijos dicen que ya yo estoy vieja para el tejido y quisieran que lo dejara. Yo les replico que quien vive con la dignidad bien puesta no requiere descanso para sus huesos ni amarre para su voz. Luego de la Batalla de Carabobo, Simón Bolívar dio la libertad a todos sus esclavos, incluyéndome pero jamás me alejé de su lado: de a ratos me tocó ser su conciencia mirándolo al filo de los recuerdos has-ta que parecía que el tiempo volvía de regreso a su infancia cuando le brindé la impronta de la integra-ción latinoamericana.

SOMOSHIPÓLITA

Soy Hipólita Bolívar, firme impulso para los sueños del Libertador.

Page 9: Galeria interculturalidad

Soy un cacique del pueblo mocotíe, vivo cerca del río Chama, en la Cordillera de Los Andes venezolanos. Me tocó luchar contra los espa-

ñoles que invadieron nuestras tierras al mando de Juan de Maldonado cuando en 1559 fundó la ciudad de Mérida.El mío es un pueblo de artesanos y artesanas, espe-cializados en el tejido de lana y fibras vegetales con las que confeccionamos mantas, cobijas, hamacas y abrigos que nos sirven para protegernos del frío de las montañas, elaborar las paredes internas de nuestras viviendas y los muebles y adornos de las mismas.También somos un pueblo minero: en Aricagua y Acequias poseemos minas ricas en oro que es la ma-teria prima para nuestros orfebres cuyas obras de elaboradas filigranas enjaezan nuestros cuerpos. Los invasores querían arrebatarnos nuestras riquezas y llevárselas lejos de nuestras tierras por eso tuvimos

que hacerles frente y luchar contra sus tropas supe-riores en número y armas sofisticadas que nosotros no conocíamos.Conocemos los secretos de los páramos, cada pico es una marca que nos guía; nos sabemos de memoria cada roca, cada cueva, cada acantilado. Sabemos ex-traer medicina del díctamo real y del frailejón; culti-vamos hortalizas y frutas coloridas.Somos un pueblo muy espiritual. Creemos que el Sol es nuestro dios al que llamamos Padre Ches a él cantamos en idioma mucu nuestras ansias de justi-cia, nobleza y dignidad. Nuestra madre es la luna a la que llamamos Chía; ella es cofre en el que ateso-ramos nuestra sabiduría ancestral.

SOMOSMURACHÍ

Soy Murachí, flamante guerrero de los páramos.

Page 10: Galeria interculturalidad

Nací un 25 de diciembre de 1938 y viví hasta el 30 de septiembre del año 2004. Mi mamá Eduviges, decidió ponerme por nombre Jesús.

Al igual que el Galileo, soy portavoz de buenas nue-vas para el pueblo: basta que uno tenga suficiente empeño, la pobreza extrema se puede derrotar.Crecí en barrios muy pobres de Caracas y Táchira para finalmente radicarme en la emblemática parro-quia 23 de enero. Si bien cursé todos mis estudios en centros públicos de enseñanza, mis mayores cono-cimientos los obtuve de forma autodidacta: siempre cuestionando lo que me decían, lo investigaba para tener acceso a conocimiento de primera fuente.Nunca estoy solo porque reconozco que nadie es un planeta sino una constelación; no una unidad sino un conjunto universal con muchos amigos dentro del diagrama de la vida. El tiempo no se cuenta en horas ni minutos, para mí el trabajo voluntario es como la poesía, más preciso que cualquier cronóme-

tro.Mi sueño fue siempre crear una Universidad Boliva-riana de Trabajadores y Trabajadoras; una universi-dad que uniera el conocimiento con el trabajo y así se revolucionara a sí misma cada día más. Aprendí a defender mi condición de hombre afrodescendien-te, a olvidar los rencores y la vergüenza de clase y construir una administración pública con el mínimo de burocratismo. Soy pionero en Venezuela de la metodología de la Investigación-Acción- Participativa, desarrollando con ella la oportunidad de aprender a investigar in-vestigando, aprender a conocer preguntándonos. Soy defensor de la solidaridad internacional y sé que el hogar de cada quien está en el corazón de lo que se ama.

SOMOSJESÚS RIVERO

Soy Jesús Rivero, la investigación transforma realidades.

Page 11: Galeria interculturalidad

Soy la Reina del pueblo chaima, habitantes del espacio que ahora se conoce como los esta-dos Monagas y Sucre. En la serranía de Caripe

existe una cueva muy grande llamada la Cueva del Guácharo la cual es territorio sagrado para nuestras comunidades ya que allí se refugian los espíritus de nuestros difuntos. En tiempos de la conquista, yo reunía a mis guerre-ros en la entrada de la cueva y les animaba para la batalla recordándoles que en nombre de nuestros antepasados debíamos defender nuestras tierras y costumbres. Escuchábamos los gritos de los guácha-ros (ese nombre en nuestro idioma significa el que llora y se lamenta) y jurábamos resistir los atrope-llos de los invasores.Una vez, llegaron muchos hombres armados a ca-ballo y destruyeron nuestros conucos, violaron a las mujeres chaimas y profanaron la cueva, tumba de nuestros ancestros. Junto a un puñado de jóvenes,

yo organicé la batalla, nos escondimos en las lomas y les atacamos por sorpresa venciendo a su primera avanzada. Sin embargo, nos sobrepasaban en núme-ro y fuerzas y pronto nos derrotaron.A mí me torturaron sometiéndome a sus perros, me ataron y llevaron prisionera hasta la ciudad de Cu-maná. Una vez llegada allí, me ahorcaron. Mi alma se convirtió en guácharo y volvió a las montañas de Caripe. Cuando cae la tarde, justo antes de que oscurezca por completo, salimos de la cueva en busca de fru-tos, semillas de palma y moriche, nuestro alimento. Para ello debemos volar a muchos kilómetros de distancia. Esta práctica cotidiana fortalece nuestros cuerpos y espíritus. Somos gente gregaria, siempre volamos y vivimos en grupo.

SOMOSURIMARE

Soy Urimare, reconozco que la organización comunitaria puede vencer a cualquier enemigo.

Page 12: Galeria interculturalidad

A mí no me lo contaron, yo lo viví. En los años 1771 al 74, en Venezuela tuvo lugar un alzamiento rebelde contra los “grandes cacaos”, burgueses

terratenientes propietarios de las haciendas productoras de café y cacao. Las personas esclavizadas procurábamos mantener nuestros cultos y religiones, muchas veces perseguidas por los colonizadores españoles que nos impusieron la suya. También manteníamos nuestras costumbres, can-tos, danzas, gastronomía prácticas mágicas y el arte del buen querer.Las mujeres afro éramos víctimas de múltiples vejacio-nes y discriminaciones patriarcales, sexistas, raciales, de castas. Nos fortalecíamos en nuestros saberes: sien-do curanderas y comadronas poseíamos la sabiduría que cuidaba la salud de nuestras poblaciones. Al darse la insurrección, nos fuimos a los Cumbes con nuestros compañeros, hijos e hijas y junto a nuestras familias cul-tivamos la tierra y creamos espacios cálidos para vivir.

Personalmente me refugié con mi esposo, Guillermo Ri-vas en la población en tierras de Barlovento. Allí aprendí que el mayor enemigo de una es la indiferencia; también la flojera y, a veces, la falta de confianza en una misma. Pero sobre todas las cosas, la indiferencia. Que a una le dé lo mismo ir o venir o quedarse quietecita parada mi-rando al cielo viendo las nubes moverse sin que le pase nada por dentro. En el cumbe fuimos dueñas de nuestro trabajo. La so-ciedad colonial se había aprovechado de nosotras explo-tando nuestras capacidades en el arte textil, ceramista, de la agricultura y la preparación de alimentos. Ahora, todas estas cosas a nuestro libre albedrío, disfrutando la libertad de crear, producir y amar.Antes se aplicaba “la ley del vientre”: si una mujer era esclava, su hijo lo sería también. Por eso los hombres in-vasores nos preñaban en una suerte de procrear fuerza productiva esclavizada. En los cumbes, finalmente pudi-mos tener nuestros hijos e hijas que nacieron libres

SOMOSJUANA FRANCISCA

Soy Juana Francisca, no les pertenecemos a nadie sino a nuestra propia conciencia.

Page 13: Galeria interculturalidad

Soy una princesa jirajara, hija favorita del caci-que Quiepa. Siendo adolescente, uno de los guerreros de

mi padre se enamoró de mí y me llevó consigo para darme un hogar en los campos centrales de Vene-zuela. Yo era muy joven y me sentía confundida, rara. Sentía cómo mi cuerpo y mis intereses cambiaban sin que pudiera entender a ciencia cierta lo que me ocurría.Una tarde llegó un conquistador llamado Juan Fer-nández y me susurró palabras de amor al oído. Me enamoré de él y acepté ser su esposa. Nos casamos una mañana en el sitio donde ahora se erige la Ca-tedral de Valencia. Le tuve mucho cariño y tuvimos varios hijos.Sin embargo, el verdadero amor sólo lo es en con-diciones de igualdad. Fernández me trataba sin con-sideración: sin llegar a maltratarme físicamente, me ofendía al no valorar mis ideas. El matrimonio era

otra manera de conquistar y poseer: la avaricia de los invasores no tenía límite. No se conformaban con pisar la tierra, también pretendían pisar a las muje-res.Yo era una princesa muy romántica y tuve que con-vertirme en una persona pragmática para evitar que se me enredara la memoria. De tan femenina, me volví intrépida y mi grito de guerra fue “¡No me inva-das, compañero!” los cacharros de cocina y el telar vertical donde tejía fueron testigos de mi subleva-ción.Dejé de ser una mujer sometida y me convertí en ama y alma de la casa. Perdí el maquillaje de la su-misión y resucité entre los escombros de las causas que creía perdidas. Me atreví a besar la vida con la pasión inigualable de quien se sabe el ser más her-moso del universo.

SOMOSTIBAIRE

Soy Tibaire, ser mujer no es sinónimo de menos.

Page 14: Galeria interculturalidad

Soy un zambo libre, hijo de una indígena y un esclavo. Canto bajito para fortalecer el ánimo sin que lo escuche Mandinga. El sangueo era

canto ceremonial en ritmo de madera y cuero para que éste simbolizara la libertad y no fuera que, enre-jonado, desgarrara la piel y alcanzara el hueso. Hoy sigue exorcizando espantos, sirviendo de apuntala-miento y llamado. Hoy, cuando el dolor acecha y la noche se hace larga, recurro a la memoria lejana y vuelvo a la gesta del Cerro Galicia y en la serranía falconiana me reconcilio con mis raíces afroindíge-nas. El 10 de mayo de 1795 marca el hito de la insurrec-ción, lucha librada en la hacienda Macanillas y cu-yas consignas fueron la eliminación de la esclavitud e igualdad de las clases sociales, la supresión de los privilegios y la concesión de la ciudadanía a los hombres afrodescendientes libres.Tampoco hoy nos calamos la esclavitud; las clases

todavía existen y aún hay poca conciencia de ellas; queremos, que la felicidad no sea un privilegio di-ferenciado en blanco y negro y exigimos el bien co-mún. Hoy a 220 años de la insurrección, transcribo el es-calofrío de mi piel al recordar el sufrimiento de la traición en Baragua, el horror del escarmiento, mi mirada viva observando desde los Valles de Aragua la ciudad de Coro que no alcancé. La Real Audiencia me condenó a la horca, me cortaron las manos y co-locaron una en Caujarao, la otra en Curimagua para que sirvieran de escarmiento pero sirvieron fu para mostrar el camino a seguir.

SOMOSJOSÉ LEONARDO

Soy José Leonardo Chirino, canto en tono creciente por la igualdad.

Page 15: Galeria interculturalidad

Me llamo Matea Bolívar. Siendo hija de una pareja de personas esclavizadas, adopté el apellido de mis amos, la familia Bolívar.

Después de la muerte de doña Concepción Palacios y Blanco, el Niño Simón quedó bajo mis cuidados. Yo creo que yo cuando nací, antes de llorar yo tuve que cantar. Yo me recuerdo que mi mamá cantaba. Mi abuela también cantaba, pero otras tonadas. Yo siem-pre canté. Para alegrarme, para curarme. Cuando me siento enferma o triste me pongo a tocar mi tambora y canto y enseguida me curo. Tuvimos una infancia muy inquieta: nos trepábamos a las mata de naranjas y mangos, lanzábamos piedreci-tas a los riachuelos, chupábamos tallos de caña en El Ingenio. Nos aprendimos la libertad de los azulejos, el ardor de las fogatas y la paciencia de las estrellas que alumbran el cielo aragüeño. Cuando “Mi Niño Simón” se hizo grande yo seguí sir-viéndole de compañía en sus momentos de dolor

como cuando se murió su esposa María Teresa del Toro o cuando sufría las vicisitudes de la guerra. Tam-bién celebré sus triunfos y cuidé con esmero sus re-cuerdos.Pasaron los años y vi el sacrificio de Ricaurte en San Mateo al enfrentarse a José Tomás Boves. En 1821, cuando Bolívar decreta la liberación de los esclavos, yo decidí quedarme junto a su hermana atendiendo a la familia. Yo no me siento vieja. Yo me siento como si estuviera volviendo a nacer cada día que me invento un canto. Cuando uno se empieza a poner triste, se empieza a envejecer. Y no sólo uno, porque uno tiene raíces en su familia, en su gente, en sus vecinos. Una siempre se tiene que mantener joven, alegre. La verdadera y única vejez es la amargura.Cuando tenía 113 años decidí irme con “Mi Niño Si-món”. Estoy descansando en la cripta de los Bolívar en la Catedral de Caracas.

SOMOSMATEA

Soy Matea Bolívar, fidelidad y cariño a toda prueba.

Page 16: Galeria interculturalidad

Soy un cacique del pueblo caribe que vivó en el siglo XVI en las montañas que sirven de escu-do contra los vientos a la ciudad de Caracas. Mi

nombre fue transferido al pico más alto de esa cordille-ra porque me gustaba explorar sus cuevas, sentarme en sus rocas a ver la grandeza del mar.Tengo el espíritu sosegado de quienes amamos la na-turaleza; soy pacífico, lo cual no quiere decir que tolere las injusticias. Sufro cuando alguien ocasiona daño a cualquier ser viviente sea humano, animal o vegetal.Uno de mis entretenimientos favoritos consiste en ob-servar el vuelo de las gaviotas y otras aves marinas. Imagino que voy con ellas y practico sus proezas aé-reas; juego a que soy un crucero del aire que puede desde las alturas comprender los misterios naturales.Una vez, un conquistador disparó su arcabuz contra una de mis gaviotas. Eso me enfureció y pedí al coman-dante de los españoles que me entregara al villano para castigarlo. Cuando iba a propinarle la muerte, un

nutrido grupo de gaviotas surcó el cielo haciendo ma-niobras sobre nuestras cabezas. Interpreté que el espí-ritu de la gaviota muerta me pedía que no me rebajara al nivel de su asesino. Le perdoné la vida y en su lugar le condené a limpiar de basura toda la costa para que las gaviotas pudieran bajar a pescar sin riesgo de mal-tratarse con los troncos depositados en las playas. La venganza jamás debe ser inspiración para nuestros ac-tos.Además de mi vocación ecologista, soy guardián de las tradiciones patrimoniales de mi pueblo. En vida fui el custodio de nuestras costumbres; fui piache, es decir, curandero. Le extraje la sabiduría a la naturaleza uti-lizándola para sanar, nutrir y prevenir enfermedades. Ahora habito en un pueblito del estado Vargas. Cultivo plantas aromáticas y medicinales y, en día de Corpus Cristi, me visto de diablo, uso máscaras de monstruos marinos y danzo al compás de los cencerros.

SOMOSNAIGUATÁ

Soy Naiguatá, celador de las tradiciones de la Patria Buena.

Page 17: Galeria interculturalidad

Soy mujer en ejercicio. Afrodescendiente mili-tante de las causas justas. Filósofa, maestra, guerrillera. Fundadora de las Fuerza Armadas

Revolucionarias y miembra de la Federación Venezo-lana de Maestros, de la Junta Directiva de la Asocia-ción de Periodistas y Escritores de La Guaira.Soy defensora de la ecología y durante muchos años fui Secretaria de Organización de la Unión Nacional de Mujeres y de la Legión de Mujeres Nacionalistas. Conocí a muchas personas () quienes pusieron su autógrafo en la puerta de la revolución bolivariana y se fueron yendo. Nuestros ideales de libertad nos llevaron a la lucha, detención, tortura, encarcela-miento. Los y las poetas no creemos en pajaritos preñados, los preñamos para creer en ellos. No solo quedan los recuerdos de las acciones, también las canciones son testimonio de la historia.Soy una mujer de lengua y pluma inquietas; me he dado cuenta que una se descubre en la palabra a

medida que la nombra. Una aprende a escuchar las tonalidades de lenguas generalmente habladas en secreto, en la clandestinidad de una habitación o biblioteca, fuera del alcance masculino o de oídos mezquinos que las desprecie o desautorice. Una se descalza y las recoge, las acaricia y lame, aprende a darles también rima y métrica para que resuenen con fuerza en un espacio político, en tanto abierto. Y, de pronto, una se reconoce en la palabra que aca-ba de conjurar el miedo de ser más de lo que creí ser. Ser luchadora social es componer y descompo-ner líneas a través de inquietantes penumbras, de la oscuridad a la luz. Es darse generosamente, con altruismo para dejar constancia de las ideas y los hechos, para construir una identidad pública y sobe-rana.

SOMOSARGELIA

Soy Argelia Laya, todavía hay mucho qué enseñar y aprender.

Page 18: Galeria interculturalidad

Pertenezco a una estirpe de grandes guerreros: soy hijo de Chilúa y nieto del indómito Yare. Mi nombre, Yaracuy, significa “coger agua muy

lejos” aludiendo a las fuentes ancestrales que han de nutrirnos por siempre.En 1552, los invasores españoles comandados por Diego García de Paredes y Juan de Vargas, intenta-ron conquistar las tierras centrales. Junto con otros pueblos decidimos hacerles frente. Querían hacer-se del punto estratégico de El Tocuyo par desde allí apoderarse de las tierras fértiles. Los atrajimos hacia las montañas valiéndonos de nuestro conocimiento de las mismas. Muchos españoles perecieron extra-viados muriendo por la picadura de las serpientes o el ataque de las bestias felinas de nuestra región. Al cabo de unos meses de batalla lograron atrapar-me y llevarme al Castillo de San Felipe El Fuerte. Pude usar algunas artimañas y escapar pero fui per-seguido y asesinado por el fuego de los arcabuces.

Mi gente se indignó y arremetió contra la ciudad de San Felipe quemándola y destruyéndola. Lo poco que quedó de ella desapareció en el terremoto de 1812. Yaracuy es ahora el nombre de uno de los estados más verdes de Venezuela caracterizado por su exu-berante vegetación y flores hermosas. Yaracuy nos enseña que aunque lluevan tormentas, vengan ci-clones con olor a prehistoria, se tenga el pecho atra-vesado por la cicatriz más profunda de la ausencia, siempre habrá de buscarse atisbos de salud aún en la enfermedad más deprimente, agua bendita y piel de ángeles en las esquinas, eclosión de fugaces au-reolas y retazos siderales para exorcizar ese infierno. Es por ello que en lo más intrincado de nuestras montañas se realiza el ritual Baile en candela: car-bón, pólvora, cenizas, brasa ardiente sobre la cual danzamos sin códigos rígidos para agradecer.

SOMOSYARACUY

Soy Yaracuy, símbolo de esperanza y renacimiento.

Page 19: Galeria interculturalidad

Soy la hermosa hija de los guerreros del Mucu-jún. Mi comarca se haya en la Sierra Nevada de Mérida. Habito entre frailejones y riachue-

los fríos que con voz cantarina elevan sus himnos a Ches, el dios sol y a Chía, nuestra Madre.Me miro en el espejo de mi pueblo, que es más cris-talino que las aguas del río Chama, para encontrar en mis facciones los rasgos indígenas de los recios pobladores de Los andes: soy caña de maíz, oro de Aricagua, caracol que silba llamando a la victoria.De mí se cuentan muchos mitos: uno dice que mi pueblo muisca estaba enfermo y desalentado por las muchas batallas peleadas contra el invasor español. Entonces escuché la voz del viento que me invitaba a ir a buscar agua de la laguna sagrada de Mucubají. Me convertí en un águila blanca para que el enemi-go no me reconociera, volé por el cielo y traje agua que cayó como lluvia redentora sobre mi pueblo.Otra versión señala que al despedirme de mi esposo,

el guerrero Murachí, cuando murió bajo los cascos de los caballos del enemigo, lloré tanto que mis lá-grimas formaron los glaciales que cubren las mon-tañas andinas.Lo cierto es que cuando brillan las hogueras que velan la historia, cuando se tiene el corazón en la mano presto a entregarlo por las nobles causas, mi canto alegra la tierra, mi danza en sortilegio que conjura el mal y la traición, mi lealtad a nuestros ideales alumbra el camino a seguir: volver a las an-dadas y hacer con nostalgia y blondas de neblina un camino hacia el delirio; comprender la igualdad en la diversidad, la fertilidad en la esterilidad, la com-pañía en la soledad.

SOMOSTIBISAY

Soy Tibisay, semilla de un pueblo que danza en la espiritualidad que le convoca.

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“La Avanzadora”, me llamó el héroe Manuel Piar. ¡Avanzar! Esa habrá de ser la consigna de toda mujer venezolana.

Desde 1813, cuando me alisté en Maturín al movi-miento “batería de las mujeres”, peleo por la sobe-ranía de nuestra patria. Al principio pensaba que mi deber era alimentar a los ejércitos, curar a los heridos, remendar las banderas, apertrechar los ca-ñones. Pronto me di cuenta que la historia me exigía mucho más. Luché en defensa de la República al lado de los Ge-nerales José Francisco Bermúdez y José Tadeo Mo-nagas. Soy hija de una esclava manumisa de la fami-lia Ramírez. Por mis venas corre la sangre caliente de la libertad y dignidad. Mi vida no era fácil pero ahora está más complicada. Desde que en el año 1813, peleando en contra del ejército de Juan Domin-go Monteverde, en la batalla de Alto de los Godos, en Maturín, alcé la bandera y espada de un oficial

muerto y corrí delante de todos bajo una lluvia de balas, ese ha sido mi sino: desarmar al enemigo que nos acosa.Cada día que transcurre quiero trenzarme en discu-siones con raíces que, de tan profundas como las del vetiver, sostengan la geografía escarpada de nuestro momento político. Quiero penetrar tu suelo ideoló-gico y ramificarme en él; que cada palabra pronun-ciada tenga una extensión insospechada incapaz de romperse radicalmente.La presencia femenina en la guerra de Independen-cia es recurrente. Pese a que muchas veces seamos invisibilizadas, mujeres como Josefa Joaquina Sán-chez, Consuelo Fernández, Ana María Campos, Con-cepción Mariño entre otras, constituimos el tejido de la historia de Venezuela.

SOMOSJUANA

Soy Juana Ramírez, mujer de fuego de la historia venezolana.

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Nací en el año 1577 en la isla Zapara, en la cuen-ca del Lago de Maracaibo. Pertenezco al pue-blo añú, hoy en día en riesgo de extinción de

sus usos, costumbres e idioma. Fui esclavo del invasor Alonso Pacheco de cuyo yugo logré huir para organizar la resistencia de mi pueblo contra el dominio español.Atacamos los buques y fragatas españolar impidiendo el comercio con Gibraltar. Una vez más, en 1606, tran-camos todos los puertos de Maracaibo impidiendo el tráfico hacia otros asentamientos como Mérida, Trujillo y Guanare. Desde entonces la religiosidad y cosmogonía propia se mantienen pese al mestizaje y la disgregación. El pue-blo añú nace del agua, es el agua; todo su quehacer está en ella. Es una cultura de pesca, mangle y enea pero sobretodo de una laguna-espejo que permite re-conocerse.La casa no se habita, nos habita. Nuestra casa es más que vivienda, es el centro medular de referencia, es re-

cinto sagrado y familiar que debe ser quemado al ser violado y se transfiere (no hereda) cuando la mujer principal muere. Mantiene siempre la referencia origi-naria: cumbrera cupular como el árbol que le dio el ser y cual bóveda celeste que permite el ingreso de la co-munidad al giro universal.La lengua no se escribe, nos define. Hay que conversar sobre muchas cosas, incluso las que no se dicen pero que sabemos que estamos hablando de ellas. Todas las cosas están alrededor de nosotros por lo que jamás se debe pronunciar un improperio mucho menos referir-nos a algo o alguien con mentira ya que la palabra se revierte, no como maldición sino como mala acción.Ojalá todos y todas pudiéramos resistir como lo hace mi pueblo añú: sentir que nuestro país nos nace y se convierte en nuestra casa donde todo está alrededor de nosotros y por tanto lo nombramos con amor y respeto.

SOMOSNIGALE

Soy Nigale, freno a la depredación imperialista.