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  • 8/7/2019 Poder - Leopoldo Munera Ruiz

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    Colombia Internacional 62, jul - dic 2005, 32 - 49

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    PODER

    (Trayectorias tericas

    de un concepto)

    Leopoldo Mnera Ruiz1

    recibido 20/03/06, aprobado 07/04/06

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    L eopoldo Mnera Ruiz

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    Introduccin

    La sinonimia mltiple deltrmino poder en el len-guaje cotidiano, guarda

    correspondencia con la indefinicin y

    ambigedad del concepto en la teorapoltica moderna y contempornea.Dominacin, violencia, potencia,podero, autoridad, influencia o potes-tad se amalgaman confusamente en unmismo significado, que por su amplitude imprecisin no parece apto para desa-rrollar las ciencias sociales o para deter-minar los lmites de un campo de

    conocimiento. No obstante, diferentescorrientes de pensamiento coincidenen que el poder es uno de los concep-tos esenciales para definir la especifici-dad de la ciencia y la teora polticas.Quizs porque el mismo proceso hist-

    rico de configuracin del concepto hadenotado lo que se quiere significarcon l. Desde el surgimiento de lamodernidad poltica en occidente, lasnociones de poder en Hobbes y depotencia en Spinoza, reflejaron inter-pretaciones antagnicas de la poltica,en una lucha incesante por determinarel sentido de la misma. Alrededor del

    La caracterizacin del poder presupone enfrentar las dos dicotomas bsicas que lo

    definen como uno de los conceptos fundamentales de la teora y las ciencias polticas:

    las constituidas por la fuerza y el consenso, y por la capacidad y la praxis. Sinembargo, emprender la tarea de asumirlas e intentar superarlas, implica participar del

    ejercicio mismo del poder en el que simblicamente se define la poltica. El debate

    sobre la determinacin del concepto del poder, inevitablemente hace parte del juego

    poltico que configura el mismo poder, y, por consiguiente, tales debates se presentan

    en este texto como un entramado de fuerzas intelectuales y culturales en permanente

    tensin, conflicto y contradiccin

    Palabras clave: teora poltica, poder, fuerza, consenso, capacidad, praxis

    The characterization of power presupposes confronting two basic dichotomies thatdefine it as of one the fundamental concepts of political theory and political science:

    force versus consent, and capacity versus praxis. However, understanding these

    dichotomies and eventually overcoming them requires participation in the very

    exercise of power in which politics is symbolically defined. Debate over defining the

    concept of power inevitably forms part of the political game configured by its

    exercise. In consequence, in this text such debates are presented as a complex array

    of intellectual and cultural forces that are in permanent tension, conflict and

    contradiction.

    Keywords: political theory, power, force, consent, capacity, praxis

    1 Profesor Asociado y Coordinador del Grupo de Teora Poltica Contempornea, Facultad de Derecho, Ciencias Polticasy Sociales, Universidad Nacional de Colombia

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    concepto de poder se fueron librandolas mltiples batallas del saber orienta-

    das a dominar dentro del campo teri-co de la poltica. La adopcin de unsignificado o de otro, implicaba latoma de posicin dentro de una bata-lla ideolgica,cargada de concepcionessobre la naturaleza de la sociedad y desu gobierno poltico. En ese juego defuerzas intelectuales, que se mantienehasta nuestros das, en ese desplieguepermanente de capitales culturales, dos

    dicotomas analticas han ido articu-lando el combate: las constituidas porla fuerza y el consenso, y por la capaci-dad y la praxis; a travs de ellas inten-taremos discurrir en este escrito,participando de la batalla.

    1. De la fuerza al consenso

    En 1922, cuando Economa ySociedad se edit por primera vez en

    alemn, Max Weber conden al con-cepto de poder a vivir dentro de lasciencias sociales como una categorasociolgicamente amorfa y poco perti-nente para comprender la sociedad.Unas lneas antes lo haba definidocomo la probabilidad de imponer lapropia voluntad, dentro de una relacinsocial, aun contra toda resistencia ycualquiera que sea el fundamento de esa

    probabilidad (Weber 2002: 43).Aunque consideraba la relacin socialcomo una conducta plural recproca-mente referida, con respecto al sentidoque encierra, que es orientada por talreciprocidad, redujo conceptualmenteel poder dentro de ella al resultado netode una imposicin unilateral, ms allde cualquier fundamento, y, por consi-guiente, neg uno o varios de los tr-

    minos de la relacin, los referentes aquienes sufren la imposicin de lavoluntad. Desfigur as la reciprocidad

    que constituye la relacin social y laremiti al concepto de dominacin, a

    la probabilidad de encontrar obedien-cia a un mandato de determinado con-tenido entre personas dadas (Weber2002:43),en el cual hay una correspon-dencia entre la voluntad (o el mandato)de uno o varios actores sociales y laobediencia de otro u otros. De all enadelante su sociologa de la dominacinse centrara en la comprensin de losmotivos de la obediencia voluntaria,

    inherentes a la dominacin legtima.La condena de Weber implicconsecuencias inmediatas para el estudiodel poder; pues lo ubic en el camposemntico de la violencia, de la imposi-cin pura y simple de la voluntad, y lomargin del anlisis de la legitimidad.No slo resalt como irrelevante el fun-damento de la probabilidad que locaracteriza, sino que excluy de su

    comprensin la obediencia de quienesquedan sometidos a la voluntad delpoderoso. Igualmente, transform elpoder en un acto unilateral de dominio,donde toda resistencia o intento deemancipacin es anulado en su origen, ylimit la aproximacin sociolgica almismo, contradictoriamente, al anlisisde la dominacin legtima. Finalmentedej hurfana a las ciencias polticas de

    un concepto que constituye parteimportante de su especificidad comocampo diferenciado del conocimientosocial.Aislado como fuerza pura y uni-lateral, imposible de ser sostenida polti-camente en el tiempo, el concepto depoder qued relegado a reflejar un esta-do pre-poltico que slo poda adquirirsu dimensin propiamente polticadentro de la dominacin legtima. Por

    consiguiente, el anlisis de las diversasformas de consenso que se pueden daren una sociedad determinada adquiri

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    la relevancia que en forma concomitan-te perdi el de la fuerza como origen y

    motor de la dominacin y el poder.Dos dcadas despus, en 1942,ao de su muerte, Guglielmo Ferrero,en su testamento intelectual, configuruna nocin diferente del poder.Convencido, como Burke, de que lafuerza y la violencia son temporales einsuficientes en lo atinente al poder2,reivindic la legitimidad, la obedienciavoluntaria, como un elemento conna-

    tural al mismo:En suma los principiosde legitimidad son justificaciones delPoder, es decir, del derecho a mandar.Entre todas las desigualdades humanas,ninguna tiene tanta necesidad de justifi-carse ante la razn como la desigualdadestablecida por el Poder. Salvo rarasexcepciones, un hombre vale lo queotro hombre: por qu entonces unostienen derecho a mandar y otros el

    deber de obedecer? () El poder vienede arriba: estamos de acuerdo. Se tratade una necesidad del espritu humanoexpresada por una constante histrica:el Poder viene de arriba, tanto en lademocracia como en la monarqua.Pero en las monarquas, como en lasdemocracias, la legitimidad viene deabajo. El poder no deviene legtimo yno se libera del miedo ms que cuando

    consigue suscitar el consentimiento,activo o pasivo, pero sincero,de aquellosque le deben obediencia (Ferrero1998: 81 y 325). En la obra de Ferrero,el concepto de poder adquiere lascaractersticas de una fuerza consentiday aceptada por los subordinados, perono en el sentido que le daba Etienne deLa Botie, como una servidumbre

    voluntaria derivada de la incapacidadpara asumir la propia libertad (De La

    Botie 1980), sino como un consensogenerado alrededor de un horizonte desentido histricamente compartido, quelleva a aceptar los mandatos como razo-nables y justos, tanto por los que man-dan, como por la mayora de los queobedecen (Ferrero 1998: 97).

    El contraste entre Weber yFerrero, entre la pura imposicin y laobediencia voluntaria como caracters-

    tica determinantes del poder, encierrauna de las dicotomas contemporneasen la definicin de este concepto: laexistente entre la fuerza y el consenso.A pesar de que al comienzo del cap-tulo dedicado a la sociologa de ladominacin,Weber, en forma ambiguae incluso contradictoria, describi ladominacin como un caso especial depoder (Weber, 2002: 695), obviando

    que en la definicin de este ltimoconcepto no haba dejado ningunalibertad al subordinado y por consi-guiente haba cerrado analticamentela posibilidad de la obediencia volun-taria, en el conjunto de su obra, elpoder es comprendido como unaaccin unilateral del poderoso; mien-tras en Ferrero es entendido como unarelacin social, en la cual existe corres-

    pondencia entre el mandato y la obe-diencia. En el primer caso la balanzaanaltica se inclina hacia la accin indi-vidual y la fuerza, en el segundo haciala relacin social y el consenso.

    Tanto Ferrero como Webercompartan el inters y el propsito decomprender y explicar la legitimidadpoltica en virtud del consentimiento

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    2 Al comentar la teora de Ferrero,Eloy Garca resalta este punto de la siguiente manera:La fuerza, por s sola, resulta insu-ficiente para sostener al Poder: la fuerza es un instrumento coyuntural de la dominacin no su principio estructural. Comoafirmara con su habitual agudeza Edmund Burke: el uso de la fuerza es slo temporal. Se puede sojuzgar por un momen-to, pero ello no elimina la necesidad de sojuzgar de nuevo. (Garca 1998: 30).

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    otorgado por quienes obedecen. Noobstante, la diferencia entre ellos no es

    puramente semntica. Escoger para talefecto el poder o la dominacin comocategoras analticas y como medioheurstico, implica restringir, en el casode Weber, o ampliar, en el caso deFerrero, la tensin permanente entre lafuerza y el consenso, las dos caracters-ticas bsicas del smbolo ms represen-tativo de la poltica en la modernidad:el centauro maquiavlico.Weber remi-

    ta la fuerza hacia el terreno amorfo delpoder, poco relevante, desde su puntode vista, para la sociologa, y dejaba elconsenso en el campo comprensivo dela dominacin legtima; Ferrero subor-dinaba el estudio de la fuerza al delconsenso, en el universo amplio delpoder.Ambos privilegiaban el anlisis dela legitimidad como el principal com-ponente para comprender las relaciones

    polticas en la sociedad; sin embargo,Weber enfatizaba la inter-subjetividadcomo el elemento comprensivo funda-mental, en contraposicin con Ferrero,que resaltaba la estructuracin de losreferentes objetivos de sentido, como eleje del anlisis poltico.

    Aproximadamente treinta aosdespus del trabajo de Ferrero y mediosiglo del de Weber, Hannah Arendt

    intentara radicalizar la tarea de ambosy excluir la fuerza y la violencia delmbito del poder. Acus a la cienciapoltica de estar en una suerte de esta-do de postracin analtica, por nolograr diferenciar los conceptos defuerza, violencia, poder, podero yautoridad, e incluirlos todos indiscri-minadamente como medios que sim-plemente emplea el ser humano para

    dominar a su prjimo (Arendt 1970:40-41). Limit el concepto de fuerza a

    la energa desatada por los movimien-tos fsicos y sociales, el de podero a lapropiedad inherente a una persona yel de autoridad al reconocimientoindiscutido por parte de aqullos aquienes se les exige obediencia. Sinembargo, su principal esfuerzo analti-co consisti en deslindar los conceptosde violencia, entendida como los ins-trumentos diseados y empleados a

    fin de multiplicar la fuerza naturalhasta llegar a sustituirla en la etapa finalde su desarrollo y de poder,la capa-cidad humana de actuar y de actuar enconcierto (Arendt 1970: 41-43).Culmin as el desplazamiento tericodel poder desde la fuerza hasta el con-senso, tomando la precaucin deadvertir que en el mundo real estosconceptos no corresponden a compar-

    timientos estancos, pues no hay nadams normal que la combinacin delpoder y la violencia, y nada menos fre-cuente que su manifestacin en formapura, es decir extrema. De all que sepueda concluir que la autoridad, elpoder y la violencia sean lo mismo(Arendt 1970: 44).

    De esta manera, Hannah Arendtconvirti el poder en puro consenso,

    en una accin colectiva concertadaque le otorga legitimidad al apoyoactivo o a la obediencia voluntariadentro de una comunidad o asocia-cin3. Lo transform en la expresinde una voluntad y un sentido comunesorientados a conseguir objetivoscolectivos y a realizar intereses genera-les en una determinada sociedad.Realiz as el anhelo moderno de

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    3 Dentro de la teora poltica contempornea, la nocin de consenso hace referencia simultneamente a la construccinconcertada de un sentido colectivo y a la obediencia voluntaria que se deriva de ella.

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    concebir las relaciones polticas dentrode la sociedad como la confluencia

    pacfica alrededor de una causacomn, de la cual ha sido desterradapara siempre la violencia, y en la quela comunicacin se desliza de unos aotros en forma desinteresada. En con-secuencia, logr realizar una escisinasptica entre la violencia y el poder, yla fuerza y el consenso4, como jams selo hubieran imaginado Weber yFerrero, debido al contenido histrico

    de sus obras. En efecto, la historia dela formacin de los Estados moder-nos, como lo ilustraran aos despusautores totalmente alejados de la pr-dica de la violencia, como NorbertElas (1994: 333-446), Charles Tilly(1992: 109-148) y Michael Mann(1997: 525-578), impedira separar enforma tan tajante la fuerza (y la vio-lencia) del consenso, dentro del

    campo semntico del poder, sin caeren simples alegoras ideolgicas ten-dientes a justificar la democracia libe-ral. A pesar de ello, como ya lo habahecho con anterioridad Ferrero fren-te a Weber,Arendt rescat la pertinen-cia del concepto de poder comocategora analtica.

    2. Del consenso a la fuerza

    En uno de sus comentarios sobrela naturaleza del derecho y del Estado,

    Carlos Marx haba esbozado una mane-ra diferente de entender el poder que

    implicaba un retorno parcial a la teorade Hobbes y a su nocin de que el poderentendido como fuerza antecede al con-senso y lo condiciona: Si se ve en elpoder el fundamento del Derecho comolo hacen Hobbes, etc, tendremos que elDerecho, la ley, etc., son solamente elsigno, la manifestacin de otras relacio-nes sociales sobre las que descansa elpoder del Estado. La vida material de los

    individuos,que en modo alguno depen-de de su simple voluntad, su modo deproduccin y la forma de intercambio,que se condicionan mutuamente,consti-tuyen la base real del Estado y se mantie-nen como tales en todas las fases en quesiguen siendo necesarias la divisin deltrabajo y la propiedad privada, con abso-luta independencia de la voluntad de losindividuos.Y estas relaciones reales, lejos

    de ser creadas por el poder del Estado,son,por el contrario, el poder creador del. (Marx 1975: 386). No obstante,como acertadamente lo percibiHannah Arendt5,Marx no redujo la fuer-za que constituye el poder a la violencia,sino que la situ en el mbito de las rela-ciones de produccin y la entendicomo el dominio que una clase detentasobre otra u otras, dentro de campos

    sociales definidos por el conflicto y lacontradiccin, mediante la orientacin

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    4 Dentro de la misma lnea de anlisis de Hannah Arendt, pero resaltando las limitaciones del mismo, Habermas diferenciaentre poder comunicativo (el cual correspondera al caracterizado por Arendt), poder administrativo (el ejercicio mismodel poder dentro del sistema o jerarqua de cargos establecidos por las leyes, que implicara una lucha por las posicionesque facultan su uso) y el poder social (la fctica capacidad de imponerse que tienen los intereses privilegiados). No obs-tante, no establece una clara relacin entre poder social y poder poltico (poder comunicativo ms poder administrativo)que le permita a la teora poltica aclarar la tensin entre fuerza y consenso en la definicin misma del poder (Habermas1998: 214-218).

    5 Marx estaba consciente,por supuesto, del papel que haba despeado la violencia en la historia, pero ese papel le parecasecundario; no era la violencia sino las contradicciones inherentes en la vieja sociedad la causa de su derrocamiento. Laemergencia de una nueva sociedad estaba precedida, pero no causada, por la violencia; Marx la comparaba con los dolo-

    res del parto que preceden, pero no causan, el nacimiento orgnico. En los mismo trminos, consideraba al estado comoun instrumento de violencia en las manos de la clase dir igente; en cambio, el poder real de esa clase no consista de ni seapoyaba en la violencia: estaba definido por el papel que desempeaba la clase dirigente en la sociedad,o ms exactamen-te, en el proceso productivo. (Arendt 1970: 16).

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    del proceso productivo en funcin de susintereses especficos y de la produccin y

    reproduccin del capital y del proceso detrabajo que ste conlleva.A partir de las intuiciones polti-

    cas de Marx, quin nunca tom elpoder como objeto diferenciado deestudio o reflexin, ste hubiera podi-do ser interpretado como la moviliza-cin permanente de los medios socialesde produccin material y simblica dela vida social, para realizar los intereses

    de las clases dominantes y del capital engeneral. Es decir, como el ejerciciocolectivo de una fuerza social por partede una clase, para definir el sentido deuna formacin social dentro de unmodo de produccin determinado porese poder y por las luchas que lo cons-tituyen. A la luz de una interpretacinde este gnero, el consenso sera elresultado de la visin distorsionada de

    la realidad social por parte de las clasessubordinadas, ocasionada por la aliena-cin y la ideologa, y conducira a untipo de obediencia ms cercano a laservidumbre voluntaria que al libreconsentimiento. No obstante, en laciencia poltica marxista, o en la crticamarxista de la poltica, donde fue trata-do el tema del poder, el retorno aHobbes fue ledo literalmente, tal y

    como lo hizo Poulantzas. La nocinhobbesiana del poder como capacidadindividual, como facultad abstracta, fuetransformada en capacidad colectiva de

    una clase y las relaciones de fuerza enrelaciones entre facultades abstractas6.

    Por ende, el concepto de fuerza, praxiso accin social, fue desnaturalizado yreconducido hacia el terreno de unconsenso parcial en la sociedad, el quese da dentro de la clase dominante, lacual acta colectivamente en virtud desus capacidades como grupo socialestable.

    El reto analtico planteado porMarx, consistente en comprender y

    explicar el poder desde una perspecti-va que tiene como eje fundamental lafuerza y no el consenso, fue retomadopor Michel Foucault y PierreBourdieu, provenientes de corrientesgnoseolgicas y polticas diferentes,que no se limitaban al marxismo.Aunque Foucault manifest expresa-mente que el propsito de su trabajono era el de analizar los fenmenos

    del poder, ni el de elaborar los funda-mentos de tal anlisis, sino la histo-ria de los diferentes modos por loscuales, en nuestra cultura, los sereshumanos se convierten en sujetos(Foucault 1991: 51), probablementepara justificar la falta de tratamientosistemtico del tema, su obra gira fun-damentalmente alrededor de las diver-sas manifestaciones del poder en las

    sociedades modernas y contempor-neas. A partir del modelo de la bata-lla perpetua, de una intrincada red derelaciones siempre tensas y siempre en

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    6 La definicin del poder realizada por Poulantzas dice textualmente:Se debe entender por poder, aplicado a las clase socia-les, la capacidad de una o varias clases para realizar sus intereses especficos. El poder referido a las clases sociales es un con-cepto que designa el campo de su lucha, el de las relaciones de fuerzas y de las relaciones de una clase con otra: los interesesde clase designan el horizonte de la accin de cada clase con relacin a las otras. La capacidad de una clase para realizar susintereses est en oposicin con la capacidad (y los intereses) de otras clases: el campo de poder es pues estrictamente relacional. Elpoder de una clase (de la clase dominante, por ejemplo) no significa una sustancia que tenga en sus manos: el poder no esuna magnitud conmesurable que las diversas partes se repartan o intercambien segn la vieja concepcin del poder sumacero. El poder de una clase remite, ante todo, a su lugar objetivo en las relaciones econmicas, polticas e ideolgicas, lugarque abarca las prcticas de las clases en lucha, es decir, las relaciones no igualitarias de dominacin/subordinacin de las cla-

    ses ancladas en la divisin social del trabajo y que consisten a en relaciones de poder. El lugar de cada clase, y por tanto supoder, est delimitado, es decir, a la vez designado y limitado por el lugar de las otras clases. El poder no es, pues, una cua-lidad adherida a una clase en s, en el sentido de un conjunto de agentes, sino que depende y deriva de un sistema rela-cionista de lugares materiales ocupados por tales o cuales agentes. (Poulantzas 1979: 177-178).

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    actividad, considera al poder simult-neamente como el ejercicio de fuerzas

    dentro de las relaciones sociales ycomo una situacin estratgica com-pleja (Foucault 1986: 33-34). Por unaparte, el ejercicio de fuerzas implica lamodificacin de la praxis (conjunto deacciones) de uno o varios actoressociales por parte de la praxis de otrou otros, mediante su direccin ygobierno, en funcin del sentidoresultante de la dominacin en un

    determinado campo de relacionessociales (Foucault 1991: 83-86). Porotra parte, la situacin estratgicacompleja hace referencia a un entra-mado social compuesto por una mul-tiplicidad de relaciones de fuerza y aun juego incesante de tcnicas, estra-tegias y disciplinas, que desde orgenessociales diferentes se confrontan entres o se encuentran y apoyan parcial-

    mente unas con otras, dentro de undominio especfico, y van estructuran-do redes sociales jerrquicas y asim-tricas que pueden cristalizar endiferentes instituciones, en el Estado,en formas discursivas o en universosde sentido (Foucault 1987: 113).

    Foucault no define o caracterizalas fuerzas que en su ejercicio constitu-yen el poder, pero, en una respuesta

    implcita a Arendt, descarta que pue-dan ser limitadas al consenso o la vio-lencia: En s mismo el ejercicio delpoder no es violencia ni tampoco unconsentimiento que, implcitamente,sea renovable. Es una estructura socialde acciones posibles, incita, induce,seduce, vuelve ms fcil o ms difcil:en el lmite constrie o prohbe abso-lutamente; sin embargo es siempre una

    manera de actuar sobre un sujeto ounos sujetos actuantes en virtud de suactuacin o su capacidad de accin.

    Un juego de acciones sobre otrasacciones. (Foucault 1991:85). En tales

    trminos, el poder no supone de ante-mano ni la obediencia voluntaria, ni laservidumbre obligatoria; pues slopuede ser ejercido sobre sujetos libresque son a la vez constituidos y consti-tuyentes de las relaciones sociales, nitotalmente determinantes, como en elconsenso, ni totalmente determinados,como en la violencia (Foucault 1991:87). Para Foucault, al igual que para

    Marx, pero no necesariamente para elmarxismo, el poder no puede ser res-tringido ni al Estado, aunque pase porl, ni a la capacidad colectiva de unacomunidad para actuar en concierto;ya que encierra en s mismo una granvariedad de probabilidades polticas,dentro de la gama amplia que va de ladominacin a las resistencias.

    A pesar de ser muy sugestiva

    analticamente, la concepcin dual deFoucault sobre el poder, como ejerciciode fuerzas y como situacin estratgicacompleja, deja muchos cabos sueltos.Aparte de la indefinicin de las fuerzasque constituyen el poder,ya menciona-da, la utilizacin de tal concepto paracaracterizar simultneamente unasituacin y un tipo de praxis lleva acallejones analticos sin salida. Si el

    poder sirve para denominar una situa-cin estratgica compleja en la que seencuentran simultneamente la domi-nacin y la resistencia, no es posiblehablar de su ejercicio, pues no se ejerceuna situacin, ni tampoco pensar en susuperacin, pues la resistencia es cons-titutiva del poder; lo cual lleva a unirremediable fatalismo poltico, comobien lo anot Poulantzas, quien, sin

    embargo, al estar prisionero de sus pro-pios presupuestos tericos, confundiel poder y la dominacin en la obra de

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    Foucault7. Si, por el contrario, el poderdenomina el ejercicio de fuerzas den-

    tro de las relaciones sociales por partede mltiples actores, es necesario dife-renciarlo con claridad de la simpledominacin, que sera slo una de susposibles expresiones, labor que tampo-co realiza Foucault, y que , por ende, leimpide analizar las resistencias comomanifestaciones de poder, con unaestructura prctica que sin ser total-mente exterior a la dominacin, no

    tiene su misma gnesis, porque conlle-va el ejercicio de fuerzas diferentes a lasde quien domina. La ductilidad delanlisis de Foucault sobre el poderatenta contra la claridad conceptual delmismo y adems deja en la indefinicintotal las jerarquas entre las relacionesde poder que configuran a la sociedad,la cual haba tratado de ser resuelta porMarx con la primaca de las relaciones

    de produccin.Como si se tratara de una res-puesta a algunos de los vacos de la pro-puesta terica de Foucault, el anlisis dePierre Bourdieu parte por definir lasfuerzas que constituyen el poder comocapital en accin; es decir, energasocial en movimiento, trabajo acumula-do en forma de materia o en formainteriorizada dentro de diferentes cam-

    pos sociales y orientado prcticamentea aprovechar las ventajas a las que per-mite tener acceso. En su calidad decapital, el poder es simultneamenteuna relacin social, que slo generaefectos en el campo donde es produci-da o reproducida, y su producto, y elresultado de luchas por la apropiacin

    de trabajo vivo o cosificado; por ende,contiene la dinmica social que esas

    mismas luchas le imprimen, es el resul-tado complejo de las relaciones defuerza que las constituyen (Bourdieu1979:127; 2000: 131). Adems, la con-cepcin amplia de capital que desarro-lla Bourdieu, le permite clasificar lasenergas que conforman el poder eneconmicas: bienes materiales o inma-teriales convertibles en dinero; cultura-les: informacin y conocimiento;

    propiamente sociales: redes de cone-xin y grupos de pertenencia; o simb-licas: la legitimidad adquirida por lasotras formas de capital. Por tal razn, lanocin de fuerza adquiere una nuevaentidad, acorde con la visin materia-lista de Marx, pero con una compleji-dad explcita que evita cualquier tipode reduccionismo. De la misma mane-ra que en Foucault, en la obra de

    Bourdieu el poder se extiende al uni-verso de sentido en su calidad de podersimblico: fuerza que establece unorden gnoseolgico: el sentido inme-diato del mundo (y en particular delmundo social) y que, en conformidadcon Durkheim,supone un conformis-mo lgico, una concepcin homog-nea en el seno de la sociedad quepermite su integracin (Bourdieu

    2000: 91-92).En virtud de la naturaleza rela-cional del capital, el poder se desdoblaen dos dimensiones, prcticas y estruc-turales, como fuerza inherente a lasestructuras objetivas y subjetivas ycomo regularidad interna del mundosocial dentro de mltiples campos

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    7 Esta confusin constituye uno de los ejes de la crtica de Poulantzas: Pero las luchas pueden subvertir el poder sin sernunca, en efecto, realmente exteriores a l. Si en la concepcin de Foucault no es posible tal subversin no se debe a que

    sostenga, despus del marxismo y coincidiendo con l, que la naturaleza del poder es relacional y que las luchas-resisten-cias no estn nunca en exterioridad absoluta con respecto al poder, sino a razones diferentes.Los poderes y las resistenciasaparecen en Foucault como dos polos puramente equivalentes de la relacin: las resistencias no tienen fundamento. Porello el polo poder acaba por adquirir pr imaca. (Poulantzas 1979: 181).

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    sociales (Bourdieu 2000: 131). Enconsecuencia, el campo especfico del

    poder se convierte en un campo inter-seccin:El campo del poder (que nohay que confundir con el campo pol-tico) no es un campo como los dems:es el espacio de las relaciones de fuer-za entre los diferentes tipos de capitalo, con mayor precisin, entre los agen-tes que estn suficientemente provis-tos de uno de los diferentes tipos decapital para estar en disposicin de

    dominar el campo correspondiente ycuyas luchas se intensifican todas lasveces que se pone en tela de juicio elvalor relativo de los diferentes tipos decapital (por ejemplo la tasa de cam-bio entre el capital cultural y el capi-tal econmico); es decir, en particular,cuando estn amenazados los equili-brios establecidos en el seno delcampo de las instancias especficamen-

    te encargadas de la reproduccin delcampo del poder (en el caso francs, elcampo de las escuelas universitariasselectivas). (Bourdieu 2002: 50-51).

    La aproximacin terica deBourdieu al estudio del poder transfor-ma la nocin de fuerza en su principalelemento comprensivo y explicativo yllega hasta subsumir el consenso en suscaractersticas simblicas, cuando los

    actores tienen como referencia princi-pal el orden gnoseolgico dominante yel conformismo lgico que l supone.La transicin del consenso a la fuerzacomo eje analtico del poder queda asconsumada, mediante la superacin dela sinonimia entre violencia y fuerza, yel enriquecimiento conceptual de estaltima nocin8. Sin embargo, en ese

    trayecto, el poder termina siendo asimi-lado a la dominacin y al sometimien-

    to de los subordinados. No slo sedesdibuja completamente la obedienciavoluntaria o apoyo activo de HannahArendt y con ella la probabilidad de dela dominacin o el poder legtimospropuestos por Weber y Ferrero, sinotambin la probabilidades de resistenciay emancipacin de quienes a pesar deno salir victoriosos en sus respectivoscampos y de no apropiarse del trabajo

    vivo o cosificado de los otros actores,logran movilizar la energa social con-tenida en su propio trabajo y en suspropios recursos, para incidir en elorden dominante, o transformarlo. Enla obra de Marx ese poder provena delcarcter especfico y diferenciado delproletariado dentro de las relaciones deproduccin, de la fuerza que se des-prenda de su participacin activa en el

    proceso productivo como energa crea-dora de r iqueza social. La segundadicotoma del poder entre capacidad ypraxis probablemente ayude a com-prender la tendencia conceptual aencerrar el poder en la dominacin.

    3. Capacidades individuales

    y colectivas

    En los albores de la modernidad

    poltica en occidente, Hobbes definiel poder que tiene el ser humanocomo las facultades del cuerpo o lainteligencia, poder original, o losmedios e instrumentos para adquirirbienes futuros, poder instrumental(Hobbes, 1994: 90). En una poca dedesarrollo del capitalismo mercantil, talcaracterizacin puso el nfasis en la

    41

    8 Incluso la fuerza contenida en el capital econmico, cultural y social se transforma en capital simblico cuando logra sureconocimiento como poder legtimo, cuando adquiere las caractersticas del poder simblico.

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    propiedad por parte del individuo desu propio cuerpo y de los bienes mate-

    riales o simblicos. Sin embargo, dichapropiedad no era entendida como unaapropiacin real, sino como la facultadabstracta de todos los seres humanos,destinada al dominio del mundo exter-no, en el que se inclua a los otros ereshumanos. Por tal razn, la riqueza, lareputacin, la amistad y hasta la buenasuerte, eran consideradas como partede esas facultades, de esas capacidades

    individuales de las que disponan a losseres humanos para la accin. La nicaconnotacin relacional y prctica en laconcepcin hobbesiana resida en ladefinicin del valor de cambio del serhumano como el precio que sera dadopor el uso de su poder (Hobbes 1994:92). Esta capacidad individual, en sucalidad de propiedad, poda ser sus-ceptible de una cesin abandono,

    mediante la realizacin de un contratosocial entre sus portadores, para trans-ferirla y crear una capacidad colectivaabsoluta, una facultad abstracta sobretodos los seres humanos y las cosas,queconstituira el fundamento ideolgicodel Leviatn y el Estado moderno(Hobbes, 1994: 172 y ss).

    El poder adquiri as la naturale-za de una virtualidad contingente, en

    cabeza de cada uno de los individuos oen cabeza del Estado y sus institucio-nes, que, sin embargo, en la prcticaslo poda ser realizada, sin restriccio-nes, por el Leviatn y por quienes efec-tivamente tuvieran acceso a los bieneso pudieran desarrollar sus facultadesfsicas e intelectuales. Este tipo de con-cepcin se vuelve durante toda la

    modernidad y hasta nuestros das unlugar recurrente dentro de las teoras

    del poder. Como capacidad colectivapodemos encontrarla en autores ideo-lgicos tan diversos como CarlSchmitt9, Hannah Arendt y MichaelMann, e, incluso, sin que perciba lainconsistencia con la propuesta deMarx, en Poulantzas, que la extrapola alestudio de las clases sociales, a pesar deinsistir en forma contradictoria en lanaturaleza relacional de su perspectiva

    analtica. No obstante es Parsons quienle da una nueva identidad, al redefinirladentro del mbito terico del estructu-ral-funcionalismo: El poder, entonces,es una capacidad generalizada para ase-gurar la realizacin de compromisosobligatorios por parte de las unidadesde un sistema de organizacin colecti-va, cuando los compromisos estn legi-timados por referencia a su relacin con

    los objetivos colectivos, y donde, encaso de actitudes recalcitrantes, hay unapresuncin de imposicin mediante laaplicacin de sanciones situacionalesnegativas,sea cual fuere la agencia actualque aplique dicha imposicin (Parsons1967: 308)10.

    De esta manera, tal como lo ilus-tra en forma acertada Barnes, mediantela analoga con el dinero, Parsons confi-

    gura el poder como un medio institu-cional que garantiza las transaccionespolticas e incluso permite su acumula-cin en los bancos de poder. Lo con-cibe como un medio material ysimblico que no puede ser reducido auna suma cero entre quienes obtienensu manejo, por no constituir una canti-dad fija distribuida proporcionalmente

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    9 La teoria decisionista de Carl Schmitt se concreta en el poder del soberano, en la capacidad colectiva del mismo para man-tener la unidad de un pueblo (Schmitt 2001: 23-42).

    10 Adopto la traduccin del texto de Parsons incluida en Barnes (1990: 34), por considerarla mas ajustada a la versin inglesa.La edicin en espaol en: (Parsons 1966).

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    en la sociedad, de tal forma que elaumento del poder en manos de un

    agente conlleve al detrimento en lasmanos de los otros agentes sociales(Barnes 1990: 34-40). Como ya habasucedido en la teora de Hannah Arendt,el poder es definido en forma simple yparcial como un medio para la integra-cin social, el cual supone la existenciade valores compartidos entre los asocia-dos y de alguna forma de consenso quesupedite la fuerza contenida en l a la

    obtencin de sus objetivos sociales.Adicionalmente, como facultad abstrac-ta inherente a la estructuras,no dependede los efectos que produzca dentro delsistema de relaciones sociales, sino de lasfunciones que permita implementarpara mantener el equilibrio estructuralde la sociedad. La identificacin entrepoder y capacidad, lo convierte en unaespecie de atributo metafsico y sistmi-

    co ajeno a las consecuencias materiales ysociales que origine.Ni siquiera los esfuerzos deses-

    perados de Barnes para salvar el con-cepto de poder como capacidad yobviar sus caractersticas abstractas einmateriales logran ponerlo a salvo.Cuando nos dice que el poder sociales la capacidad aadida para la accinque acumulan los individuos a travs

    del hecho de constituir una distribu-cin de conocimiento y, por lo tanto,una sociedad, ya empieza a moversehacia el terreno de la praxis social(Barnes 1990:85).En otras palabras estsosteniendo, como ya lo haba hechocon extraordinaria lucidez Spinoza enla poca de Hobbes, que la praxiscolectiva no puede ser reducida a lasumatoria de las praxis individuales,

    sino que debe ser comprendida comopraxis estructurada y estructurante, a lamanera de Bourdieu, que determinada

    otros tipos de praxis, en su calidad dualde fuerza, individual o colectiva, y de

    regulacin del ejercicio de las fuerzasen la sociedad: Consideremos ahorauna verdadera sociedad de individuos,que tienen y constituyen una distribu-cin de conocimiento y, sobre esa base,actan e interactan de un modocoherente. El poder total disponible seve as considerablemente aumentado; lacapacidad total para la accin es bastan-te ms amplia que la de tantos indivi-

    duos aislados; ahora, son posibles cosasque antes no lo eran; otras cosas pue-den hacerse con mayor rapidez ymenos esfuerzo. Una distribucin deconocimiento compartido confiereuna capacidad para llevar a cabo rutinasy ejecutar proyectos de forma concer-tada, lo que representa una capacidadaadida para la accin, que es el podersocial. (Barnes 1990: 85).

    Sin abandonar la nocin delpoder como un medio de integracinen la sociedad y dentro de una concep-cin sistmica de la misma, NiklasLuhmann da el salto definitivo de lacapacidad hacia la praxis, como ele-mento caracterizador del poder; paratal efecto, diferencia dos mbitos deestudio: las condiciones genticas yestructurales para la constitucin del

    poder como potencialy las condicio-nes estructurales y situacionales para elejercicio del poder. (Luhmann, 1995:37).El primero sera el relacionado conlas capacidades, pero ahora vistas comoun elemento constitutivo de la praxis(el potencial) y el segundo sera el rela-cionado directamente con el poder: suejercicio y las condiciones que lo per-miten. Unas pginas atrs haba defini-

    do este concepto en trminosconcretos y prcticos,y no como facul-tades abstractas: Tal vez la diferencia

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    ms importante con respecto de lasteoras de poder ms antiguas, es que la

    teora de los medios de comunicacinconceptualiza el fenmeno del podersobre la base de una diferencia entre elcdigo y el proceso de comunicacin,y por lo tanto, no est en posicin deatribuir poder a una de las personascomo propiedad o facultad.El poder escomunicacin guiada por un cdigo.La atribucin del poder al poderosoest regulada en este cdigo por los

    resultados de amplio alcance que con-ciernen al refuerzo de motivacionesque cumplir, responsabilidad, institu-cionalizacin, dando una direccinespecfica a los deseos de cambio, etc.(Luhmann, 1995: 22-23).

    Dentro del juego complejo de ladoble contingencia parsoniana, dondehay un condicionamiento mutuo entrela praxis de los diversos agentes que

    intervienen en una relacin social,Luhmann opta por conceptualizar elpoder como la sugerencia sistmica deselecciones funcionalmente posiblesdentro de una sociedad, guiada por unaopcin binaria generalizada, la cual creauna disyuntiva entre dichas seleccionesy la alternativa de evitacin compuestapor una sancin negativa.Transforma elpoder en una praxis que orienta el sen-

    tido de la accin social hacia los obje-tivos sistmicos, por medio de lacomunicacin, vnculo social funda-mental, y simultneamente facilita laidentificacin de la disonancias dentrodel sistema, en su carcter de resisten-cias, las cuales exigen el desarrollo deuna funcin para reducir la compleji-dad del entorno catico (asistmico),asimilar el conflicto y permitir la evo-

    lucin de la sociedad. La comunica-cin, como relacin social, implicapraxis recprocamente referidas, que en

    trminos del poder van encarrilandolas selecciones por las vas sistmicas;

    por consiguiente, con respecto aParsons y Barnes, el poder conserva sucaracterstica de medio socialmentegeneralizado, de hecho es un medio decomunicacin en la terminologa deLuhmann, pero pierde su carcterfacultativo, para adquirir una naturalezafundamentalmente prctica.A pesar dehacer el trnsito del poder como capa-cidad al poder como praxis, Luhmann

    conserva la idea hobbesiana de conce-birlo en sus manifestaciones colectivascomo una funcin de integracinsocial que adquiere la forma de unadominacin con una legitimidad pre-supuesta, en el caso de Hobbes bajo lafigura del contrato y en el de Luhmannbajo la del sistema social.

    4. La praxis

    En la segunda mitad del SigloXVII, la nocin de potencia en BaruchSpinoza estaba en las antpodas de lanocin de poder de Hobbes.Paradjicamente, con relacin al signi-ficado contemporneo de los trminos,mientras para Hobbes el poder era unacapacidad, una facultad abstracta, comohemos visto con anterioridad, paraSpinoza la potencia era un concepto

    prctico; sintetizado con precisin alreferirse a Dios y a la naturaleza con-tenida en l: El vulgo entiende porpotencia de Dios una voluntad libre yun derecho sobre todas las cosas queexisten, y que son, por ello, comn-mente consideradas contingentes.Dicen, en efecto, que Dios tiene lapotestad de destruirlo todo y reducirloa la nada. Y comparan, adems, muy

    frecuentemente la potencia de Dioscon la de los reyes. Pero esto lo hemosrefutado [] hemos mostrado que la

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    potencia de Dios no es otra cosa que laesencia activa de Dios y, por tanto, nos

    es tan imposible concebir que Dios noacta como que Dios no existe(Spinoza 1987: 103-104). Tanto en elcaso de Dios como en el de los sereshumanos vistos como sujetos colecti-vos, la multitud, la potencia se diferen-cia del poder, de la misma forma que lafuerza activa productora de las cosas dela capacidad para producirlas (Negri1993: 318). La potencia es la capacidad

    hecha realidad, la capacidad en acto yno la facultad abstracta de actuar.Adems, constituye al mismo tiempo elfundamento del derecho natural y delderecho positivo, como divina y huma-na, y la condicin necesaria para liber-tad (Spinoza 1987: 84 y ss.) Estamanera de comprender la potencia noslo rompi la relacin necesaria queHobbes haba intentado establecer

    entre poder y dominacin, sino quedesvirtu la idea del poder-capacidadcomo una facultad abstracta sin con-crecin, ni materialidad. El poder, vistocomo potencia, slo poda ser entendi-do como una fuerza actuante que pro-duca resultados y que no poda serlimitada al gobernante, sino que por elcontrario se extenda a todos los sereshumanos como forma de realizacin

    individual y colectiva.Ms all de las consecuenciasinmediatamente polticas del pensa-miento de Spinoza,que lo convirtieroncontemporneamente en el referenteterico por excelencia de la democra-cia radical y del colectivismo, debido arelecturas como las de Deleuze yNegri, su concepcin de la potenciacoloc al poder en un nuevo horizon-

    te analtico: como praxis que produceresultados en los otros y en nosotrosmismos. Esa es la lnea terica de

    Foucault, cuando siguiendo aNietzsche, afirma que el poder no es

    algo que se pueda adquirir, arrancar,compartir, conservar o dejar escapar,sino una fuerza en ejercicio, inmanentea las relaciones sociales, que transformala praxis y el sentido de la misma de losotros sujetos y al sujeto mismo(Foucault 1987: 114-115). Tambin,como se puede inferir de lo ya visto,eneste mismo horizonte analtico puedenser ubicados Marx y Bourdieu, quienes

    igualmente comprenden el podercomo fuerzas activas en la produccinmaterial y simblica de la sociedad.

    Sin embargo, la visin prcticadel poder tiene expresiones que pier-den cualquier vnculo con Spinoza,como en el caso del empirismo, cuyoprincipal representante es RobertDahl. Su definicin del poder, que ensu formulacin clsica puede ser sinte-

    tizada de la siguiente manera: A tienepoder sobre B en la medida en quepuede conseguir que B haga algo quede otra manera no hara; siempre ycuando se trate de una tentativa coro-nada por el xito (Dahl 1957: 201-205; 1961), reduce la praxis social a lassimples conductas individuales y la des-poja de sus componentes relacionales yde estructuracin.Con la pretensin de

    hacerla observable y verificable, la con-vierte en simple accin e interaccin,generada en la movilizacin de losrecursos a disposicin de actores queviven en un sistema limitado a ser elcontexto o el escenario de susprcticas sociales. Su concepcin delpoder es totalmente ajena a la dobledimensin de la praxis, como fuerza yregulacin estructural de la misma, que

    sintetiz con precisin Bourdieu y queencerraba un desarrollo contempor-neo de la nocin spinoziana de la

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    potencia humana como particularidady universalidad.Adicionalmente, como

    tambin suceda en la teora deLuhmann, ignora la dimensin delpoder como praxis positiva o negativa,accin o inaccin, que inhibe las accio-nes individuales de los otros en su ori-gen, mediante la alteracin del sentidode su praxis o de la produccin de lamisma, tal como lo ponen en evidencialos crticos de su teora (Lukes 1985: 4-27;Mnera 1998: 97-119). No obstan-

    te, el pluralismo poltico de Dahl abrela posibilidad de pensar el ejercicio delpoder como una praxis social quepuede estructurarse en situacionespolticas asimtricas diferentes y serejercida desde la dominacin, la resis-tencia, la emancipacin o la negocia-cin. La ruptura definitiva de laidentidad simple entre dominacin ypoder permite entenderlo como un

    ejercicio de fuerzas sociales, de energ-as materiales o simblicas, que transfor-ma el sentido de la praxis de otrosactores en campos decisionales, relacio-nales o de produccin de sentido,mediante el empleo de estrategias depresin, represin (incluida la violen-cia) y legitimacin a favor o en contrade la dominacin o de la bsqueda delconsenso. Asimismo, facilita su estudio

    en relacin tanto con la obedienciavoluntaria como con la subordinacinimpuesta, y la superacin, por esta va,de la dicotoma entre fuerza y consen-so11. De Spinoza a Dahl, la visin prc-tica del poder reafirma su especificidad

    como categora analtica que le habanegado Weber y su centralidad en la

    teora poltica contempornea.

    5. Corolario

    La asuncin de la dicotomaentre la fuerza y el consenso como unatensin constitutiva de la poltica y nocomo un par de alternativas excluyen-tes, permite comprender la naturalezadinmica del poder en las sociedadesmodernas y contemporneas. La fuerza

    pura sin el consenso, tiende a desgastar-se en una guerra ininterrumpida, queen el devenir destructivo de la violen-cia hace imposible la existencia social.El consenso puro sin la fuerza se pierdeen la utopa racional del hombre sindeseo; la unidad y homogeneidad desentido que presupone llama necesaria-mente a una nueva batalla por la dife-rencia, en la cual la fuerza recobra su

    protagonismo. Por consiguiente, lapoltica no puede prescindir del ir yvenir entre la fuerza y el consenso, puesen l van tomando forma las diferentesmanifestaciones del poder. Es precisa-mente en la definicin social del tipode consenso constitutivo del poder yde la fuerza que debe respaldarlo dondese juegan las diferentes concepcionesde la poltica, o, desde otra perspectiva,

    en la definicin del tipo de fuerzas alre-dedor de las cuales se deben conformarlos consensos sociales. Siempre y cuan-do entendamos por consenso, la con-fluencia de fuerzas para alcanzarobjetivos comunes, y por fuerza, la

    46

    11 Este punto fue precisado en un texto anterior: La diferencia entre el poder y a dominacin no reside en la existencia ono de la obediencia, sino en el carcter permanente de sta para que la dominacin pueda ser tal; el estado de cosas delque habla Weber en su definicin. Si el poder de quienes resisten se vuelve habitual y contrarresta el poder de quienesdomina, la obediencia permanente se desmorona y la dominacin entra en crisis. Un proceso de emancipacin con res-pecto a ella empezara a andar. Si, por el contrario, esa resistencia slo alcanza objetivos puntuales o ninguno de los acto-

    res conquista el dominio en una relacin dada, estaramos frente a un proceso de negociacin, que en este ltimo caso ydependiendo de sus resultados puede dar origen a otro proceso de dominacin o de emancipacin.La dominacin, la resis-tencia o la emancipacin son procesos, y en cuanto tales, mecanismos que funciona movidos por relaciones sociales cuyomotor es el poder. Son los mecanismos del poder. (Mnera 1998: 114).

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    movilizacin de las energas socialescontenidas en las regulaciones estruc-

    turales y en los recursos para la praxisde los actores sociales, dentro de mbi-tos decisionales, relacionales y de pro-duccin de sentido, en los cuales sedisputa la orientacin de las relacionessociales.

    La dicotoma entre capacidad ypraxis social, en la configuracin delpoder, debe definirse, por el contra-rio, a favor de esta ltima dimensin.

    Es evidente que toda praxis presupo-ne la existencia de una capacidad parasu realizacin; es decir, que no puededarse la accin sin que exista la facul-tad para actuar. La praxis mismaimplica la materializacin de unafacultad para la accin. Sin embargo,la capacidad como facultad abstracta,individual o colectiva, independientede la accin, no tiene ninguna rele-

    vancia social, ni prctica ni analtica.

    Mucho menos si se hace referencia alpoder, el cual conlleva la modifica-

    cin real de una praxis o de su senti-do. Concebirlo como meravirtualidad, como substancia predis-puesta a la materializacin, es comoconcebir la vida como el espritu vitaldestinado a habitar el cuerpo biolgi-co. Pero la praxis que constituye elpoder no puede ser reducida a meraaccin o interaccin, pues conformaun conjunto de prcticas estructura-

    das y estructurantes, orientadas por ununiverso de sentido.Al ser estructura-das encierran facultades concretas enacto y al ser estructurantes, accionesque facultan y posibilitan otras accio-nes. El poder slo puede ser entendi-do como capacidad materializada enla praxis, de tal forma que la segundadicotoma se supere sin suprimir lostrminos que la conforman.

    Bogot, abril de 2006.

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