munera, alfonso el fracaso de la nacion

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El historiador cartagenero Alfonso Muñera Cavadia parece decidido en su reciente publicación, a ubicarse en el centro del debate sobre las dificultades para crear nación en los inicios del siglo XIX y a desafiar la idea, perezosamente aceptada, de la existencia de una comunidad imaginada hacia el siglo XIX. Muñera parte de considerar poco ajustados a una seria revisión histórica, los mitos que dieron origen a la nación y que fueron presentados en los años veinte del siglo XIX por José Manuel Restrepo: `que la Nueva Granada era, al momento de la independencia, una unidad política cuya autoridad central gobernaba el virreinato desde Santa Fe ... que la élite criolla dirigente de la Nueva Granada se levanta el 20 de julio de 1810 en contra del gobierno de España impulsada por los ideales de crear una nación independiente` y `que la independencia de la Nueva Granada fue obra exclusiva de los criollos. Los indios, los negros y las se aliaron con el imperio o jugaron un papel pasivo bajo el mando de la élite dirigente`). A juicio de Muñera, Restrepo creo unas `ficciones` sobre el origen de la nación que no han sido refutadas en la posterior historiografía colombiana, ni entre los extranjeros que se han ocupado de esos problemas de nuestra historia. Múnera le apuesta entonces a una revisión fundamental de esa historiografía, a partir, principalmente, de la historia de Cartagena, como cabeza de lo que el autor denomina un centro en el que `se configura una visión temprana, embrionaria si se quiere, de conciencia regionalista`. En este enfoque uno encontraría reminiscencias de la idea de Eduardo Lemaitre según la cual `la historia de Cartagena es, en cierto modo, la de Colombia... Hay largas épocas durante las cuales Colombia no tiene más historia que la de Cartagena`. La hipótesis central de Múnera señala `que la construcción de la nación fracasó porque la Nueva Granada como unidad política no existió nunca. Que al estallar la independencia no hubo una elite criolla con un proyecto nacional, sino varias elites regionales con proyectos diferentes` y `que las clases subordinadas tuvieron una participación decisiva, con sus propios proyectos e intereses, desde los orígenes de la revolución de independencia`. Entre los sectores subordinados, Múnera destaca el rol jugado por los mulatos durante la primera independencia de Cartagena (1811-1815), como fue el caso de Pedro Romero y Pedro Medrano

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  • El fracaso de la nacinRegin, clase y raza

    en el Caribe colombiano (17 1 7 -1 8 2 1 )

    A l f o n s o M n e r a

    BANCO DE LA REPBLICA / EL NCORA EDITORES

  • Primera edicin: Banco de la Repblica

    El ncora Editores Bogot, 1998

    ISBN 958-96201-5-9

    cultura L ibrePortada:

    diseo de Camila Cesarino Costa Ilustracin:

    litografa de Johann Moritz Rugendas Fotografa:

    Ernesto Monsalve 1998. Derechos reservados:

    Alfonso Muera Banco de la Repblica

    El ncora Editores Bogot, Colombia

    Preprensa digital: Servigraphic Ltda,Separacin de color: Elograf

    Impreso en los talleres de Formas e Impresos Panamericana Impreso en Colombia Printed in Colombia

  • C o n t e n i d o

    Introduccin 13

    Ca p t u l o I La N ueva G r a n a d aY EL PROBLEMA DE LA AUTORIDAD CENTRAL 29

    C a p t u l o I I E l Ca r ib e c o l o m b ia n o :AUTORIDAD Y CONTROL SOCIAL EN UNA REGIN DE FRONTERA 53

    Ca p t u l o I I I Ca r t a g e n a d e In d ia s :PROGRESO Y CRISIS EN UNA EX FACTORA DE ESCLAVOS 76

    Ca p t u l o IVLAS IMPLICACIONES ECONMICAS DEL ENFRENTAMIENTOe n t r e Ca r t a g e n a y S a n t a F e d e B o g o t 111

    C a p t u l o VL a lu c h a d e Ca r t a g e n a p o r la a u t o n o m a p o l t ic a 140

    Ca p t u l o V ILos a r t e s a n o s m u l a t o s y l a In d e p e n d e n c ia d e la R e p b l ic a d e Ca r t a g e n a , 1810-1816 173

  • C o n c l u sio n e s

    In d ic e o n o m s t ic o

    B ib l io g r a f a

  • A mis tres mujeres: Fita, Luca y Laura

  • A g r a d e c i m i e n t o s

    Este libro fue escrito en una primera versin como requisito de grado para obtener el ttulo de doctor en historia de la Universidad de Connecticut, Estados Unidos. Como estoy convencido de que jams lo hubiera escrito sin la presencia de mis consejeros de tesis, Hugh Hamill, Francisco Scarano y Paul Goodwin, a ellos mis primeros agradecimientos. El profesor Hamill merece ms que unas simples gracias. Solamente este distinguido maestro conoce cunto tiempo consumi respondiendo mis preguntas y corrigiendo mis manuscritos, y solamente yo s cun vital fue su apoyo intelectual y afectivo.

    Conocer a Francisco Scarano, asimismo, ha sido un verdadero privilegio. Una parte esencial de mi formacin en historia del Caribe se la debo a l, y si no hubiera sido por sus largas horas gastadas en mejorar mi escritura, nunca habra terminado la tesis de maestra ni la disertacin doctoral. En el profesor Goodwin, finalmente, siempre encontr sustanciales y valiosos consejos durante la preparacin del manuscrito.

    Debo reconocer tambin el apoyo que me brindaron los profesores William Hoglund y Karen Spalding y mis compaeros de estudio Juan Casillas, Ral Caldern, Javier Figueroa, Kori Kapitke y Javier Mathiew. Los empleados del Archivo Histrico de Cartagena, especialmente Moiss Alvarez, del Archivo General de la Nacin, Colombia, y del Archivo General de Indias, Espaa, fueron en extremo colaboradores en ayudarme a localizar los materiales sobre los cua

  • 12 El fracaso de la nacin

    les est basada esta investigacin. Robert Vrecenak y Lynn Sweet, del departamento de prstamos de la Biblioteca de la Universidad de Connecticut, merecen mis especiales agradecimientos por su cooperacin y paciencia.

    No quisiera pasar por alto la ayuda financiera del programa Fulbright, cuya beca me permiti realizar estudios de maestra en los Estados Unidos, ni la colaboracin que me prestaron el Departamento de Historia y el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Connecticut. Sin ellos no hubiera podido emprender el doctorado. Mis agradecimientos, por ltimo, a la Divisin de Fundaciones Culturales del Banco de la Repblica, sin cuya beca de investigacin me hubiera sido mucho ms difcil terminar este libro; a la Universidad de Cartagena, que me ha brindado a lo largo de los aos su total e incondicional apoyo, y a mi padre, mi crtico ms implacable, por sus comentarios y por todo lo dems.

  • In t r o d u c c i n

    Montada apenas la repblica comenz en la Gran Colombia la elaboracin de una historia nacional. En 1827 Jos Manuel Restrepo public en Pars la primera parte, en seis volmenes, de su obra mayor sobre las luchas de independencia de los Estados de Venezuela, Ecuador y Nueva Granada. En ella reconstruy detalle por detalle los eventos de la guerra contra Espaa considerados significativos por l. Dueo de una documentacin que envidiaran los historiadores modernos, y adems testigo excepcional en su condicin de dirigente poltico, Restrepo no se limitara a una simple descripcin. Por el contrario, en su Historia de la Revolucin de la Repblica de Colombia dejara fijados los mitos fundacionales de la nacin. Ciento sesenta y un aos despus algunos de ellos, quizs los ms sustanciales, siguen vigentes.1

    Tres de esos mitos en especial me parece que han sido de una u otra forma repetidos por generaciones de historiadores, a tal extremo que hoy son aceptados como verdades indiscutibles y constitutivas de los orgenes de la nacionalidad. El primero de ellos, punto de partida de la obra de Restrepo, predica que la Nueva Granada era, al momento de la Independencia, una unidad poltica cuya autoridad central gobernaba el virreinato desde Santa Fe. El segundo consiste en la 1

    1. Jos Manuel Restrepo, Historia de la revolucin de la Repblica de Colombia, 8 vols. (repr., Bogot: Talleres grficos, 3a edicin, 1942-1950).

  • 14 El fracaso de la nacin

    idea de que la lite criolla dirigente de la Nueva Granada se levant el 20 de julio de 1810 en contra del gobierno de Espaa impulsada por los ideales de crear una nacin independiente. Desgraciadamente, el genio del mal introdujo la divisin entre los criollos federalistas y centralistas, lo cual llev al fracaso la primera independencia, y la fortaleza militar y puerto comercial de Cartagena fue la mayor culpable de dicho fracaso al iniciar la divisin. El tercero sostiene que la independencia de la Nueva Granada fue obra exclusiva de los criollos. Los indios, los negros y las castas se aliaron con el imperio o jugaron un papel pasivo bajo el mando de la lite dirigente. Es decir, participaron en los ejrcitos y murieron tan ignorantes como antes. Slo por excepcin se registra la actuacin destacada de un mulato o de un mestizo.

    Es sorprendente, pero no hay una sola versin de la historia colombiana que contradiga estas ficciones creadas por Restrepo ms de siglo y medio atrs. En 1912 se public en Bogot la Historia de Colombia de Jess Henao y Gerardo Arrubla.2 Esta obra sera el texto bsico de enseanza de la historia nacional durante varias generaciones y la primera traducida al ingls. En sus apartes dedicados a la Independencia, los autores se limitaron a copiar casi que textualmente la narracin de Restrepo.

    En la primera mitad de este siglo hubo una explosin de estudios sobre la Independencia. Cientos de artculos y libros se publicaron en torno a la vida de los hroes criollos y a la gloria de sus batallas. La historia de las luchas contra Espaa devino en el mejor instrumento ideolgico en el esfuerzo por legitimar el gobierno de la lite,3 hasta cuando en 1964 el historiador Indalecio Livano Aguirre dio a conocer su obra revisionista, Los grandes conflictos sociales y econmicos de nuestra historia. En ella se introdujeron matices y variaciones a la

    2. Jess M. Henao y Gerardo Arrubla, Historia de Colombia (Bogot, 1912).3. De los primeros cuarentas libros publicados en la serie Biblioteca de Historia

    Nacional, al menos 30 se refieren al perodo de la Independencia. La Academia de Historia de Colombia comenz esta serie en 1902.

  • Introduccin 15

    interpretacin de Restrepo, pero no cambios sustanciales. Livano, por supuesto, no habla del genio del mal sino de los intereses de las lites dirigentes de la Nueva Granada. No se refiri al pueblo para llamarlo estpido o ignorante, como lo hizo Restrepo, pero sigui convencido de que los indios, los negros y las castas no hicieron otra cosa que apoyar a los criollos buenos como Nario y rechazar a los malos, los oligarcas de Cartagena.4

    La llamada Nueva Historia Colombiana, de las dcadas de 1960 y 1970, estuvo demasiado preocupada por entender los grandes procesos sociales y econmicos, de tal modo que mostr poco inters por los asuntos de la poltica y la cultura. No hubo mayor discusin durante este perodo en torno a la formacin de la nacin, y casi que ninguna preocupacin por el tema de la Independencia. Quizs la excepcin ms importante la constituy la obra de Javier Ocampo Lpez, El proceso ideolgico de la emancipacin, en la cual intent por primera vez un estudio sistemtico de las ideas que dieron forma a las luchas de independencia. Para Ocampo, la ideologa nacionalista de la lite neogranadina domin las filas independentistas.5

    En las dcadas de 1980 y 1990 los estudios sobre el tema volvieron a cobrar alguna importancia. En 1986 Germn Colmenares edit un libro de ensayos sobre el impacto econmico y social de las guerras de independencia en la regin sur de Colombia, encabezado por un excelente anlisis de la obra de Manuel Jos Restrepo.6 No mucho antes Zamira Daz de Zuluaga haba escrito sobre la Independencia y las haciendas de Popayn, mostrando el efecto negativo de estas guerras sobre el desarrollo econmico de las reas rurales de la provincia caucana.7

    4. Indalecio Livano Aguirre, Grandes conflictos sociales y econmicos de nuestra historia (Bogot: Tercer Mundo, 1964).

    5. Javier Ocampo Lpez, El proceso ideolgico de la emancipacin (Tunja. Universidad Pedaggica y Tecnolgica de Colombia, 1971).

    6. Germn Colmenares (comp.), La Independencia: ensayos de historia social (Bogot: Instituto Colombiano de Cultura, 1986).

    7. Zamira Daz de Zuluaga, Guerra y economa en las haciendas. Popayn, 1780-1830 (Bogot: Talleres Grficos del Banco Popular, 1983).

  • 1 fracaso de la nacin16

    Ms recientemente Margarita Garrido ha publicado un estudio sobre las manifestaciones de la vida poltica de las pequeas localidades durante el perodo en cuestin, en el que intenta demostrar la existencia de una lite dirigente protonacional.8 A pesar de las novedades de sus temas y de sus importantes aportes a nuestro conocimiento de ese perodo, los trabajos antes mencionados dejan intacta la vieja mitologa nacional construida por las lites colombianas desde los albores del siglo XIX.

    Varios trabajos escritos por historiadores no colombianos han contribuido a reforzar la visin elitista de la Independencia y los orgenes nacionales de Colombia. En 1973 John Lynch public su muy conocida obra The Spanish-American Revolutions, 1808-1826, en la que se encuentran varias ideas que en lneas esenciales repiten a Restrepo y siguen dominando la historiografa colombiana. Primero, Lynch cree, lo mismo que Restrepo, que el virreinato estaba constituido como una entidad poltica con una autoridad central contra la cual se rebelaron los criollos, y por lo mismo piensa que los conflictos entre Santa Fe y Cartagena surgieron sbitamente con la revuelta del 20 de julio. Es interesante observar que autores como Lynch, que definen el virreinato como una aglomeracin de regiones, no tienen el menor inconveniente- en discutir a rengln seguido los fenmenos de la Independencia como si- la Nueva Granada se tratase de una unidad. Segundo, dice que la lucha por la independencia de la Nueva Granada se origin en Santa Fe y fue una consecuencia de los intereses polticos de la lite criolla, y tercero, Lynch reproduce la vieja idea de que los negros, los indios y los mulatos estaban ms inclinados hacia los espaoles que hacia los criollos*. En general, Lynch, a diferencia de lo que hace con Venezuela, no destaca en su anlisis de la Nueva Granada la participacin del pueblo. Simplemente se limita a sealar la simpata de este ltimo por el partido imperial.9

    8. Margarita Garrido, Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la poltica en el Nuevo Reino de Granada. 1770-1815 (Bogot: Banco de la Repblica, 1993), pp. 365,370.

    9. John Lynch, The Spanish-American Revolutions, 1808-1826 (New York: W.W. Norton and Company, 1973), pp. 227-265.

  • Introduccin 17

    Un ao antes, en 1972, Richard Graham haba publicado su sucinto ensayo sobre la independencia de Latinoamrica. En esta obra, Graham es ms explcito que Lynch, y sostiene sobre la primera independencia en la Nueva Granada: Los lderes del movimiento procedan invariablemente de las clases altas de Colombia. Afortunadamente para ellos, las tensiones sociales no salieron a la superficie. Las lites, sin embargo, se encargaron ellas mismas de arruinar su revolucin, y las fuerzas espaolas triunfaron fcilmente.10 11 Graham no advierte conflictos sociales durante la Independencia y, al igual que Lynch, piensa que se trat de un asunto exclusivo de lites inconformes contra el gobierno espaol. En otro conocido ensayo, David Bushnell fue ms lejos: Si no hubo una explosin del conflicto social y racial fue en gran parte debido a que las tensiones subyacentes no fueron puestas al frente por un proceso de rpido cambio socio-econmico como en la Venezuela del perodo colonial tardo, y debido a que la irregular naturaleza de la lucha por la independencia dej menos piso a la participacin popular.11 Y Anthony McFarlane public en 1983 el artculo titulado Comerciantes y monopolio en la Nueva Granada: el consulado de Cartagena de Indias, en el cual, influido por los escritos de Restrepo y Antonio Nario y limitado, en ese entonces, por su muy escaso conocimiento de la sociedad cartagenera de principios del siglo XIX, sostuvo que uno de los factores claves del origen de la Independencia haba sido el enfrentamien

    to. The leaders of the movement had invariabty been drawn from the upper classes of Colombia. Fortunately for them, social tensions had not surfaced. The elites, however, managed to undo their revolution all by themselves, and the Spanish forces had an easy time of it. Richard Graham, ndependence in Latn America. A Comparative Appmach (New York: McGraw-Hll, Inc., 2a edicin, 1994).

    11. If no outburst of social and racial conflict ocurred to threaten the revolution in New Granada it was in large part because underlying tensions had not been brought to a head by a process of a rapid socio-economic change as in late colonial Venezuela, and because the fitful nature of the independence struggle gave less room for popular participation. David Bushnell, The Independence of Spanish South America, in Leslie Bethell (ed.), The Cambridge History o f Latn America, vol. III (Cambridge: Cambridge University Press, 1985), p. 114,

  • 18 El fracaso de la nacin

    to entre la lite criolla progresista de Santa Fe y el monopolio reaccionario de los comerciantes espaoles de Cartagena.12 En 1993 apareci en ingls su ltimo libro, Colombia befare Independence, en el cual reafirma el mismo punto de vista, un tanto matizado. Este ltimo trabajo no duda en describir la Nueva Granada como un conjunto de regiones aisladas entre s; sin embargo, al momento de discutir la crisis econmica y poltica de finales del siglo XVIII y principios del XIX, lo hace desde la perspectiva de una inexistente lite protonacional.13

    En 1994 empez a circular en su versin espaola la obra del alemn Hans-Joachim Konig, En el camino hacia la nacin. Este es quizs el primer libro que se propone de una manera extensa discutir el tema de la influencia del nacionalismo en la formacin del Estado y de la nacin colombianos. La investigacin realizada por Konig lo lleva a concluir certeramente que los padres de la patria fracasaron en el objetivo de crear la nacin. No obstante, su anlisis de los orgenes de la independencia reproduce fielmente los mitos establecidos por Restrepo.14

    En las pginas que siguen me propongo demostrar la inexactitud de semejantes tesis y argumentar que la construccin de la nacin fracas porque la Nueva Granada como unidad poltica no existi nunca. , Que al estallar la independencia no hubo una lite criolla con un proyecto nacional, sino varias lites regionales con proyectos diferentes. Y por ltimo, que las clases^subordinadas tuvieron una participacin

    12. Anthony McFarlane, Comerciantes y monopolio en la Nueva Granada: el consulado de Cartagena de Indias, Anuario colombiano de historia social y de la cultura> vol. II (Bogot: Universidad Nacional, 1983), pp. 43-70.

    13. McFarlane, Colombia befare Independence. Economy, society and politics under Bourbon rule (Cambridge: Cambridge University Press, 1993), pp. 178*184, 324-346. (Acaba de salir la versin al espaol de esta obra, publicada por el Banco d la Repblica y El ncora Editores con el titulo de Colombia antes de la Independencia. Economa, sociedad y poltica bajo el dominio borbn).

    14. Hans-Joachjm Konig, En el camino hacia la nacin. Nacionalismo en el proceso de formacin del Estado y de la nacin de la Nueva Granada, 1750- 1856 (Bogot: Banco de la Repblica, 1994).

  • Introduccin 19

    decisiva, con sus propios proyectos e intereses, desde los orgenes de la revolucin de independencia. Durante los aos de la primera independencia de Cartagena (1811-1815), los mulatos fueron capaces de jugar un papel de liderazgo.

    En el desarrollo de la investigacin y la escritura de sus resultados, me he beneficiado de un conjunto de trabajos que han sido, unos ms que otros, fundamentales en el proceso de aclarar mi propia visin de los hechos. Para empezar quiero mencionar los de Jorge I. Domnguez, Brian Hamnett y John Tutino.15 Ellos han demostrado que, contrario a lo que otros estudiosos haban sealado antes, los inicios de la revolucin poltica de las colonias espaolas en 1808 no fueron el producto del trabajo de una ideologa nacional sino de especficas circunstancias de orden regional que propiciaron un gran nmero de conflictos entre las lites regionales y, a'su tumo, con Espaa.

    Los escritos de James Scott y Steve Stern sobre la capacidad de los sectores populares para resistir la dominacin me pusieron en la ruta de buscar documentacin sobre el silenciado papel de los negros y mulatos de Cartagena durante la Independencia.16 Trabajos posteriores terminaron de proporcionarme los instrumentos necesarios para indagar sobre el papel decisivo de las masas populares en los inicios de la frustrada revolucin. Por ejemplo, en 1992 Peter Guardino y Charles Walker escribieron un brillante ensayo sobre las relaciones

    15. Jorge I. Domnguez, Insurrection or Loyalty, The Breakdown o f the Spanish American Empire (Cambridge: Cambridge University Press, 1980); Brian Hamnett, Roots o f Insurgency. M exican Regions, 1750-1824 (Cambridge: Cambridge University Press, 1986); John Tutino, From Insurrection to Revolution in Mxico. Social Bases o f A granan Violence, 1750-1940 (Princeton: Princeton University Press, 1986).

    16. James Scott, Weapons o fth e Weak: Everyday forms o f Peasant Resistance (New Haven: Yale University Press, 1985); Steve Stern, Perus Indian People and the Challange o f Spanish Conquest. Huamanga to 1640 (Madison: The University of Wisconsin, 1982) and New Approaches to the Study of Peasant Rebellion and Consciousness: Implications of the Andean Experience, in Stern (ed.) Resistance, Rebellion, and Consciousness in the Andean Peasant World, 18th to 20th Centuries (Madison: The University of Wisconsin Press, 1987), pp. 3-25.

  • 20 El fracaso de la nacin

    entre Estado, sociedad y poltica en el perodo de rompimiento con Espaa, en el cual sostuvieron que los cientficos sociales no deberan reproducir la incapacidad de las primeras lites republicanas para reconocer que miembros de las clases populares fueron capaces de desarrollar una concepcin de sus propios intereses y de actuar de acuerdo a ella.17 Y en Peasant and Nation: The Making o f Postcolonial Mxico and Per, un libro esplndido que pude leer cuando iniciaba la escritura de mi ltimo captulo sobre el papel de los negros y mulatos en los inicios de la repblica, Florencia Mallon ilustra esta tesis esencial: En la construccin de las naciones-Estadosy las luchas intelectuales, militares y polticas del pueblo latinoamericano, ya sea rural o no, fueron centrales en la definicin del xito y el fracaso.18 Y casi al tiempo con la publicacin de Peasant and Nation, Alie Helg dio a conocer su libro OurRight to Equal Share. The Afro-Cuban Struggle fo r Equality, 1886-1912, en el que seala cun dramtico y sangriento fue el fracaso de los negros y mulatos cubanos en sus intentos por redefinir la nacin cubana en los inicios de esta centuria.19

    Mallon y Helg demuestran que el proceso de imaginarse la nacin es mltiple, extendido en el tiempo y, adems, el resultado de intensos conflictos en los cuales los grupos subordinados han participado con sus propios discursos, pequeas victorias y grandes fracasos. De esta manera, ambas historiadoras han sido capaces de superar las lim itaciones de la comunidad imaginada de Benedict Anderson. Los trabajos de las profesoras Mallon y Helg han enriquecido la teora de la construccin de la nacin en las

    17. Peter Guardino y Charles Walker, The State, Society, and Politics in Per and Mxico in the Late Colonial and Early Republican Periods, Latn American Perspectives, vol, 19:2 (1992), p. 38.

    18. Florencia E. Mallon, Peasant and Nation. The Making o f Postcolonial Mxico and Per (Berkeley: University of California Press, 1995), p. 330.

    19. Alie Helg, Our Rightful Share. The Afro-Cuban Struggle fo r Equality, 1886-1912 (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1995).

  • Introduccin 21

    sociedades poscoloniales. Por otro lado, Partha Chattergee y Gyanendra Pandey haban ya estudiado, en el caso particular de la India, la participacin y el fracaso de los sectores populares en la tarea de construir la nacin.20

    El libro Imagined Communities:Reflections on the Origin and Spread o f Nationalism, de Benedict Anderson, contina siendo un indispensable punto de partida para la discusin sobre el proceso de formacin de las naciones latinoamericanas. Sin embargo, su tesis necesita ser discutida si queremos entender mejor la experiencia de la Nueva Granada. En el captulo sobre los pioneros criollos, Anderson parece indicar que las naciones americanas se formaron al iniciarse el siglo XIX como resultado de ser imaginadas por los criollos. Segn l, la experiencia de los criollos burcratas fue decisiva en la formacin de una conciencia americana. La prensa, por su parte, constituy un instrumento en la consolidacin de un sentido de comunidad. Anderson deja de lado la participacin de las masas populares en el proceso de la formacin de las naciones continentales, y en este punto, se puede notar con claridad la influencia que sobre l han tenido John Lynch y Gerhard Masur.21

    20. Partha Chatterjee, Nationalist Thought and the Colonial world. A Derivative Discurse? (London: The United Nations University, 1986); Gyanendra Pandey, Peasant Revolt and ludan Nationalism, in Ranajit Guha and Gayatri Chkravorty Spivak (ed.), Selected Subaltern Studies (Oxford; Oxford University Press, 1988), pp. 233-287. A lo largo de este libro he utilizado los trminos subalterno y lite tal y como han sido usados por el grupo de estudiosos hindes responsables de la publicacin de Subaltern Studies: Studies in South Asan History and Society. Ver especialmente Ranajit Guha, Preface y On Some Aspects of the Historiography of Colonial India, en Selected Subaltern Studies, pp. 35-44. Para una aproximacin crtica al trabajo del grupo de Subaltern Studies, ver, entre otros, Spivak, Subaltern Studies; Deconstructing Historiography, en Guha (ed.), Subaltern Studies IV, pp, 364-376; Gyan Prakash, Subaltern Studies as Postcolonial Criticism, American Historical Review, 99:5 (Dec. 1994), pp. 1475-1490; y Florencia E. Mallon, The Promise and Dilemma of Subaltern Studies: Perspectives from Latn American History, American Historical Review, 99:5 (Dec. 1994), 1491-1515)

    21. Benedict Anderson, Imagined communities. Reflections on the Origin and Spread o f Nationalism (London: Verso, 1991), pp. 47-65. Gerhard Masur, Simn Bolvar (Albuquerque: University of New Mxico Press, 1948)

  • 22 El fracaso de la nacin

    No es mi intencin discutir en detalle los problemas de la formacin de la nacin colombiana ni proveer una narrativa completa de los eventos de la independencia de la Nueva Granada. Mi propsito es ms bien el de mostrar que los mitos fundacionales de Restrepo no fueron ms que eso: mitos colocados en la conciencia de los colombianos. Para cumplir este objetivo he usado como eje central de la obra el anlisis de uno de los conflictos polticos de mayor importancia durante el perodo de la independencia: el conflicto entre sus dos ciudades principales, el puerto caribeo de Cartagena de Indias y la capital andina del virreinato, Santa Fe de Bogot.

    Al discutir la intervencin de los sectores populares en la revolucin independentista, tengo plena conciencia de que he dependido de fuentes que no son las ideales. Sin embargo, debo decir que, desafortunadamente, stas son las nicas que existen en el presente. Despus de la reconquista de Cartagena por los espaoles en 1815, uno de los actos del ejrcito triunfante fue quemar enormes cantidades de documentos de este perodo. La falta de inters de los burcratas profesionales, el clima y la plaga de comejenes, destruyeron casi por completo los restantes manuscritos. Para finales del siglo XIX, los historiadores Manuel Ezequiel Corrales y Jos Urueta recogieron y publicaron la mayora de los documentos del perodo de la Independencia depositados en los archivos de Cartagena y Santa Fe de Bogot. Aunque seleccionados, en su mayor parte, con la clara intencin de contribuir a la glorificacin de la lite criolla, muchos de los documentos as preservados contienen una informacin muy til sobre las actividades de las gentes del pueblo. Sin embargo, sobre los lderes populares, Pedro Romero y Pedro Medrano, hay muy escasas noticias, en particular sobre el ltimo. No se ha encontrado siquiera una descripcin fsica detallada de ellos. Sobre Medrano no conocemos casi nada, fuera de las imgenes vagas creadas por contemporneos criollos y por la historia tradicional de la presente centuria. Slo fragmentos esparcidos en documentos e historias oficiales se conservan sobre Romero, su esposa, sus hijos y su liderazgo. Lo mismo ocurre con los esclavos de Cartagena. Muy pocos detalles sobre su participacin en la lucha por la

  • introduccin 23

    independencia pueden ser reconstruidos, aparte de las constantes referencias de los lderes criollos sobre su presencia amenazante.

    Empero, al usar los mismos testimonios de los criollos, colocando juntos los diferentes fragmentos salvados del olvido, leyendo estos textos fragmentarios entre lneas, ha sido posible reconstruir un cuadro que muestra la importancia de los mulatos y negros libres en los eventos de la independencia.22 Hasta el punto que podra afirmarse que la dinmica racial como factor de anlisis en las luchas polticas de finales de la Colonia es central para la comprensin de sus caractersticas y resultados. Muchas cuestiones, por supuesto, permanecen todava sin respuesta. Encontrarla requerir la bsqueda paciente en los archivos y la imaginacin del historiador liberado de una excesiva servidumbre a las notas de pie de pgina.

    He organizado el resultado de la investigacin de la siguiente manera: en el primer captulo discuto el problema de la autoridad central durante el perodo colonial, mostrando cmo la geografa, el psimo estado de las comunicaciones, la pobreza del reino y, especialmente, una larga tradicin de autonoma regional, hicieron imposible el ejercicio de una autoridad central en la Nueva Granada.

    En el segundo captulo construyo una narracin sobre las caractersticas demogrficas y sociales del Caribe colombiano, especialmente sobre el problema de la autoridad y el control social en una regin de frontera como sta. Lo he considerado necesario debido a que la historiografa colombiana es, en muchos aspectos, un reflejo del predominio del mundo andino y de la paralela marginalizacin de su costa Caribe. Slo recientemente se han emprendido estudios centrados en el perodo colonial de las pro-

    22. Para examinar en detalle dos excelentes ejemplos de lectura del registro fragmentario sobre el colonialismo, ver Spivak, The Rani of Sirmur: An Essay in Reading the Archives,History and Theory, 24:3 (1985), pp. 247-272; y Ann Stoler, In Coid Blood: Hierarchies of Credibility and the Politics of Colonial Narratives, Representations, 37 (1992), pp. 151-189. Para un brillante y muy influyente ejercicio metodolgico, ver Guha, The Prose of Counter-Insurgency, en Selected Subaltern Studies, pp. 45-86.

  • 24 El fracaso de la nacin

    vincias caribeas. En particular, me interesa documentar la extrema debilidad del control de las lites sobre la poblacin y la vida de frontera que rein en la mayor parte de su territorio en contraste con la existencia de un centro urbano de gran importancia como Cartagena de Indias. Uno de mis objetivos es ilustrar hasta qu grado el mundo social del Caribe colombiano se aparta de la ms estructurada jerarqua de los Andes orientales.

    En el tercer captulo analizo las profundas transformaciones econm icas, sociales y po lticas sufridas por la ciudad de Cartagena de Indias en la segunda mitad del siglo XVIII y los inicios del XIX. Muestro el surgimiento de nuevas fuerzas sociales, la americanizacin de la lite de la ciudad y, en particular, el fortalecimiento de una nueva clase de negros libres y de mulatos artesanos. Igualmente, me ha parecido importante ilustrar el sentimiento de crisis que predispuso a los cartageneros a desafiar el poder virreinal y a buscar soluciones radicales.

    En el captulo cuarto examino los factores que hicieron inevitable el conflicto econmico y social entre Cartagena y Santa Fe de Bogot a finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, y en el captulo quinto sealo cmo la lucha de la lite de Cartagena por la autonoma poltica en la primera dcada del siglo XIX fue la consecuencia de la profundizacin de su conflicto con la lite santaferea. Adems, discuto la tesis de que esta ltima fue incapaz de crear durante la primera independencia un Estado-nacin debido a que no tena ni la hegemona ni la fuerza para imponerse sobre las poderosas lites regionales, tales como la de Cartagena.

    En el sexto y ltimo captulo me refiero en detalle a la vida poltica de la repblica independiente de Cartagena entre 1810 y 1815. Mi inters aqu es mostrar que para evaluar qu pas en la ciudad durante estos aos, es absolutamente necesario tener en cuenta qu fuerzas sociales diferentes de los criollos espaoles participaron en la formacin de su destino. Al menos en el presente estado de la documentacin, puedo afirmar que los mulatos y negros libres jugaron un papel crucial durante la primera rep-

  • Introduccin 25

    blica. Por otro lado, la derrota de Cartagena a manos del ejrcito reconquistador espaol en 1815 tuvo efectos duraderos para la historia poltica de Colombia. Despus de esta fecha Cartagena desapareci como centro de poder en el Caribe y la futura Repblica de Colombia pudo finalmente organizarse como una repblica andina. Todava ms, la destruccin de la ciudad en 1815 signific una violenta interrupcin en el proceso de consolidacin de un desarrollo social de gran importancia que haba tomado forma en los ltimos aos de la Colonia: la formacin de sectores vigorosos de comerciantes criollos y de artesanos mulatos y negros. Slo hacia finales del siglo XIX y principios del XX tendra Cartagena algo similar.

    Algunas observaciones finales parecen pertinentes. El nombre de Nueva Granada es usado aqu para referirse al territorio {le la actual-Colombia. Para efectos prcticos, la Audiencia de Quito tena completa independencia en el manejo de sus propios asuntos. Con relacin a los trminos raciales de negro, mulato, pardo y zambo, los uso de la misma forma como se usaron en Cartagena durante la Colonia. Por ejemplo, un negro era tenido como una persona inferior, sobre la cual pesaban limitaciones legales, sociales y culturales severas, debido a su descendencia de ancestros africanos por ambos lados. Un mulato o pardo era aquel con ancestros europeos y africanos, reconocibles por el color de su piel. Un zambo era el producto de la mezcla de africano e indio. En ambos casos, la mezcla con negro y/o indio supona una valoracin social e ideolgica discriminatoria contra el sujeto que la padeca, la cual se expresaba tambin en exclusiones de distinto orden. En realidad, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, estos trminos son una simplificacin de la variedad de denominaciones raciales de uso en la Cartagena colonial. En su ms reciente trabajo, Peter Wade incorpora una muy til discusin sobre el significado de los conceptos raza y etnicidad. En uno de sus apartes seala que

  • 26 El fracaso de ta nacin

    ...identificarse uno mismo, o proceder a hacerlo con otro, como negro en muchos lugares del mundo occidental es invocar... una larga historia de encuentros coloniales, de esclavitud, discriminacin, resistencia, etc. Esto no significa que las historias tnicas puedan no ser conflictivas, pero pienso que es necesario destacar la historia de la raza, llamndola por su nombre.23

    En relacin con el trmino subordinados, lo utilizo en el mismo sentido expresado por Ranajit Guha en el prefacio de Selected Subaltern Studies, es decir, como ... atributo general de subordinacin ya sea que ste se exprese en trminos de clase, casta, edad, gnero o de cualquier otra form a.24 En su connotacin poltica se refiere a la gran masa, es decir, a aquellos que no pertenecen a las lites, a los grupos que detentan el poder poltico. A lo largo de este libro, los subordinados aparecen asociados a una condicin racial. Una buena parte de los negros y mulatos que se enfrentan a la lite cartagenera y hacen proclamar la independencia absoluta est compuesta de artesanos que sufren de distintas formas, al margen de su mayor o menor grado de respetabilidad, los efectos de unos patrones sociales y culturales racialmente discriminatorios, propios del orden colonial en el que viven. Es muy importante saber que en la documentacin privada y pblica cartagenera del perodo de la independencia las lites casi siempre nombran a las gentes del pueblo por el color de su piel. De modo que con frecuencia se les llama negros, mulatos y zambos como una forma precisa de reconocerlos.

    Por ltimo, un breve comentario sobre el uso del concepto de regin. Utilizo el trmino en la tradicin fundada por Luis Ospina Vsquez para darles sentido a los estudios modernos de historia de

    23. Peter Wade, Race and Ethnicity in Latn America (London: Pluto Presa1997), p. 21. 24. Ranajit Guha and Gayarti Chakravorty Spivak (ed), Selected Subaltern

    Studies (Oxford: Oxford University Press, 1988).

  • Introduccin 27

    Colombia. Su clasificacin del territorio nacional en grandes fajas es en mi opinin la nica forma vlida de estudiar no slo los fenmenos de la nacin sino la formacin colonial misma. Para Ospina las regiones son, inicialmente, el producto de una geografa que establece divisiones naturales, reforzadas posteriormente por circunstancias de orden econmico y sociocultural.23

    Segn Erick Van Young, es a las relaciones de mercado a las que deberamos mirar si queremos entender la naturaleza de las regiones geohistricas. De acuerdo con la clasificacin que propone este autor para el estudio de las tipologas regionales en el Mxico colonial y poscolonial, Cartagena de Indias como centro de una extensa regin en el Caribe colom biano com partira ra sgos de las llam adas regiones embudo y de olla a presin/ solar. Con las primeras se identificara por su condicin de centro de exportacin del oro, casi que como nico bien exportable de la Nueva Granada. Con la peculiaridad de que este bien no se genera en su hinterland. Con las segundas por ser desde muy temprano el centro de atraccin de la produccin regional, en un rea de escasa articulacin y de relativa autonoma de los mercados locales.

    Debo aclarar que mi inters en este libro no es el de reflexionar sobre la naturaleza econmica de las regiones de la Nueva Granada. El concepto de regin me interesa en su dimensin poltico-cultural. Es decir, el aspecto central que quiero destacar aqu es cmo a la par que toma forma, a finales de la Colonia, el conflicto econmico entre Cartagena y Santa Fe, las ciudades ms poderosas del virreinato y centros de poder regional, se configura una visin temprana, embrionaria si se quiere, de conciencia regionalista, entendida en los trminos propuestos por Van Young. Estas primeras manifestaciones estn, entre otros, en los 25

    25. Ospina Vsquez, Luis, Industria y proteccin en Colombia, 810-1930 (Bogot: Editorial Santa Fe, 1955).

  • 28 El fracaso de la nacin

    clebres escritos de Francisco Jos de Caldas acerca de la influencia del clima y la geografa sobre los seres organizados y en la respuesta de Jos Ignacio de Pombo a las especulaciones del cientfico payans en relacin con la superioridad del hombre de los Andes sobre el de las costas.26

    26. Eric Van Young, Haciendo historia regional: consideraciones metodolgicas y tericas, y Carol A. Smith, Sistemas econmicos regionales: modelos geogrficos y problemas socioeconmicos combinados, en Pedro Prez Herrero (comp.), Regin e Historia en Mxico (1700-1850). Mtodos de Anlisis Regional (Mxico: Universidad Autnoma Metropolitana, 1991), pp. 37-99. Ver, adems, entre otros, Oermn Colmenares, La nacin y la historia regional en los pases andinos, 1870-1930, (trabajo ledo en el coloquio patrocinado por el Programa de Estudios Latinoamericanos del Woodrow Wilson International Center for Scholars, Smithsonian Institution, Washington, D. C., abril 21 de 1982) y Regin-nacin: problemas de poblamiento en la poca colonial, en Revista de extensin cultural No. 27-28 (Medellfn: Universidad Nacional, 1991), pp. 6-15; Renn Silva (ed.) Territorios, regiones, sociedades (Bogot: Universidad del Valle-Cerec, 1994). Ver, carta de Jos Ignacio de Pombo en Hernndez de Alba, Guillermo (ed.). Archivo epistolar del sabio naturalista Jos Celestino Mutis vol. 4 (Bogot, 1985); tambin ver, Caldas, Estado de la geografa del Virreinato de Santa Fe de Bogot, con relacin a la economa y al comercio, y El influjo del clima sobre los seres organizados, en Francisco Jos de Caldas, Semanario del Nuevo Reino de Granada, 3 vols. (Bogot, 1942), vol. 1, pp. 1S>54 y 136-196.

  • C a p t u l o I

    L a N u e v a G r a n a d a y e l p r o b l e m aDE LA AUTORIDAD CENTRAL

    I

    La organizacin poltico-administrativa de los territorios comprendidos en el Virreinato de la Nueva Granada, establecido en firme en el ao de 1739, constituy un caso extremo de debilidad de una autoridad central, de ausencia de cohesin interna y de fragmentacin regional a lo largo del perodo colonial. Al estallar la crisis final del imperio, el virreinato era apenas una entidad poltica en vas de consolidacin. Su formacin era relativamente reciente y no exenta de obstculos graves, que actuaban poderosamente en contra de su estabilidad. El estudio de este aspecto clave de su historia es esencial para comprender el carcter de los acontecimientos que se desencadenaron en la Nueva Granada como consecuencia de la crisis poltica del imperio en los inicios del siglo XIX.

    Desde mediados del siglo XVI hasta 1739, el inmenso territorio que a partir de esta ltima fecha constituira el nuevo Virreinato de la Nueva Granada estuvo bajo la jurisdiccin del Per. Lo anterior no pasaba de ser una formalidad, una manera de resolver la corona el problema de la administracin de unos territorios que por su pobreza no permitan la creacin de un virreinato propio. Para el ejercicio de la autoridad, que no tena forma de materializarse desde Lima, por efecto de las grandes distancias y del psimo estado de las comunicaciones, Espaa estableci all un complicado sistema de gobierno que

  • 30 El fracaso de la nacin

    tena como ejes centrales a la^ presidencias de Santa Fe y de Quito, a las reales audiencias de Nueva Granada, Quito y Panam, sujetas al virrey del Per, y a los gobernadores-capitanes generales en las provincias ms importantes, dependientes de las reales audiencias.5

    En la prctica, las mencionadas presidencias y audiencias ejercan sus funciones con absoluta autonoma del virrey del Per y su comunicacin era directa con el rey y los organismos centrales de la corona. Cosa parecida suceda, aunque en menor proporcin, en el interior de las audiencias. Los gobernadores-capitanes generales de las provincias asuman una independencia en el manejo de sus asuntos que tenda frecuentemente a desconocer la autoridad de los oidores y a resolver sus asuntos directamente con la metrpoli. Naturalmente, en la vida diaria de estas colonias era imposible establecer desde Madrid algn tipo de control real sobre los anteriores funcionarios.

    Este complicado sistema, que pareci reflejar mejor que ningn otro las realidades del dominio colonial de Espaa sobre Amrica, y que aparentemente fue exitoso en proveer la estabilidad poltica, simbolizada en la sumisin de las colonias, promovi tambin una cultura que tena como rasgo dominante el permanente conflicto entre las distintas instancias administrativas y una relativa anarqua en la toma de las decisiones: la aceptacin de la autoridad del rey estaba mediatizada por un complejo y ambiguo sistema de jurisdicciones y tradiciones polticas que hacan del funcionario local una autoridad que negaba cualquier otro tipo de poder establecido sobre l en territorio americano.1 2 En 1734 el intendente general Bartolom Tienda de Cuervo entendi mejor que nadie la esencia de la poltica interna de la Nueva Granada: ...cada gobernador en su distrito, dice, sea o

    1. Una detallada narracin sobre la real audiencia de la Nueva Granada, anterior a la creacin del virreinato, se encuentra en Academia Colombiana de Historia, Historia extensa de Colombia, vol. III, ts. 1-4 (Bogot: Ediciones Lemer, 1965-67),

    2. Para una discusin ms detallada sobre este aspecto, ver John L. Phelan, Authority and Flexibility in the Spanish Imperial Bureacracy, Administrative Science Quarterly, V (June 1960), pp. 48-65; y Frank Jay Moreno, The Spanish Colonial System: A Functional Approach, Western Poltical Quarterly (June 1967), pp. 308-320).

  • El problema de la autoridad central 31

    no la jurisdiccin grande, con el carcter de Capitn general, es absoluto, y no conoce superioridad en otro para corregir sus yerros.3 Francisco Silvestre, fiscal de la real audiencia de Santa Fe, refirindose a los conflictos entre las distintas autoridades, anteriores a la creacin del virreinato, repeta con toda claridad: Cada gobernador era un Capitn general en su provincia, que se crea independiente.4 Probablemente en ninguna otra parte de Hispanoamrica tuvo esta anarqua manifestaciones ms extremas que en el territorio de la actual Colombia.

    La comprobada imposibilidad de ejercer control alguno desde Lima sobre estas vastas extensiones y los crecientes conflictos entre los presidentes y las audiencias de Quito y Santa Fe, y entre stas y los gobernadores de las provincias, actuaron como una de las causas principales de la decisin de separar las audiencias de Quito, Santa Fe y Panam de la jurisdiccin del Per, para conformar con ellas un nuevo virreinato.5 Lo anterior se acomodaba a uno de los objetivos centrales de la nueva poltica borbnica, cual era precisamente el de dotar a sus colonias americanas de mecanismos de poder y de administracin que permitieran una mayor eficiencia en el manejo de sus rentas y de su productividad econmica,6

    3. Memorias del Intendente Don Bartolom Tienda de Cuervo sobre el estado de Nueva Granada y conveniencia de restablecer el Virreinato, 1734, en Jernimo Becker y Jos Mara Rivas Groot, El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (Madrid, 1921), p. 208.

    4. Francisco Silvestre, Apuntes reservados particulares y generales del estado actual del Virreinato de Santa Fe de Bogot, 1789, en Germn Colmenares (comp.), Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada, vol. II (Bogot: Ediciones Banco Popular, 1989), pp. 37-38.

    5. Francisco Sivestre, fiscal de la real audiencia, consider que el establecimiento de una autoridad central fuerte fue la razn principal para crear el Virreinato de la Nueva Granada. Ibid., p. 38. Adems, la cdula real de 1717, que cre el nuevo virreinato, se refiri expresamente a la necesidad de una autoridad central para poner fin a los conflictos regionales. Ver Real Cdula de 1717 en Becker y Rivas Groot, Op. Cit., pp. 200-201.

    6. Una excelente sntesis de la poltica colonial borbnica hacia Amrica se encuentra en John Lynch, Bourbon Spain, 1700-1808 (Londres: Oxford, 1989), pp. 329-374.

  • 32 El fracaso de la nacin

    II

    El primer intento por establecer el Virreinato de la Nueva Granada en 1717 y su rpida supresin en 1723 constituyen un claro ejemplo de las insuperables dificultades que se abran al paso de los funcionarios espaoles para imponer una autoridad central en estos territorios. La principal razn esgrimida por Madrid para disolver el virreinato despus de slo seis aos de entrar en vigencia fue su excesivo costo en relacin con la generalizada pobreza de la regin. Todo parece indicar, sin embargo, que la supresin del primer Virreinato de la Nueva Granada ocurri principalmente por la imposibilidad del virrey para ejercer su autoridad sobre los gobernadores de provincia, especialmente sobre el de Cartagena. De acuerdo con el informe que el intendente general Bartolom Tienda de Cuervo present al rey en 1734, los gobernadores de las provincias martimas no aceptaron la autoridad del nuevo virrey y con sus acciones llevaron su gobierno al fracaso.7

    Restablecido el Virreinato de la Nueva Granada en 1739, se escogi como sede de su gobierno a la ciudad de Santa Fe de Bogot. La audiencia de Panam pas de la jurisdiccin de Lima a la de la Nueva Granada. Para efectos prcticos, Quito mantuvo su autonoma, tal y como la haba mantenido durante los dos ltimos siglos bajo el dominio del Per, de modo que la autoridad de los virreyes de la Nueva Granada se redujo desde el principio a los lmites de la audiencia del mismo nombre.8 No obstante, factores de orden natural e histrico volvieron en extremo difcil el ejercicio de su poder ms all de las provincias situadas en el oriente de los Andes. El resto de stas en particular

    7. Tienda de Cuervo, pp. 203-230. Ver tambin, Mara Teresa Garrido Conde, La primera creacin del Virreinato de la Nueva Granada, 1717-1723 (Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1965), pp, 95-102; Juan Marchena Fernndez, La institucin militar en Cartagena de Indias en el siglo XVIII (Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1982), pp. 216-220.

    8. Mediante la cdula real de 1717 se intent subordinar Quito a Santa Fe y Panam a Lima sin xito. Dicha cdula orden la supresin de las audiencias de Quito y Panam. Ver Real Cdula en Becker y Rivas Groot, Op, Cit., p. 201.

  • El problema de la autoridad central 33

    Cartagena, Popayn y Antioquia tendan de manera natural a funcionar como entidades autnomas, muchas veces en conflicto con la autoridad del virrey y de la audiencia.

    Por encima de las nociones expresadas en un orden administrativo, el relativo aislamiento y autonoma de las regiones, acompaados de la ineficiencia de las autoridades centrales, fue quizs la caracterstica ms notoria de la organizacin colonial de la Nueva Granada. En su configuracin, la geografa, al lado de otros aspectos, jug un papel esencial. El espacio geogrfico de la Nueva Granada no slo influy poderosamente en el establecimiento inicial de incipientes ncleos urbanos, sino que condicion el carcter de los cambios y desarrollos de los tipos de sociedades establecidas en sus diferentes regiones.

    Dos tercios de la difcil topografa de la Nueva Granada estaban constituidos por la extensa selva amaznica y los Llanos orientales, de muy difcil penetracin con los medios disponibles por la sociedad colonial y adems muy despoblados y carentes de metales preciosos. El otro tercio, al oeste de los Andes, dominado en su mayor parte por las tres cadenas en que se divida su sistema montaoso, dio asiento a las principales culturas indgenas, esparcidas de sur a norte en los altiplanos de las cordilleras y en los grandes valles que formaban entre las montaas sus caudalosos ros, sobre todo el Magdalena y el Cauca. En la bsqueda de oro y plata, y de mano de obra para trabajar las minas, los aluviones de los ros y la tierra para proveerse de alimentos, los espaoles fundaron ciudades y pueblos en el seno mismo de las cordilleras, en la profundidad de los valles tropicales, en las llanuras de la costa Caribe, separados unos de otros, muchas veces, por enormes distancias y por barreras insalvables de montaas. En un proceso lento de colonizacin que tuvo mucho de espontneo, pequeos grupos de hombres, contra la decidida oposicin de los pueblos indgenas en algunas de sus grandes reas, constreidos por la ausencia de una tecnologa avanzada y los enormes obstculos de la geografa, crearon, a lo largo de ms de dos siglos, asentamientos estables, en los cuales una intensa mezcla de razas y de diversidad de ocu-

  • 34 El fracaso de la nacin

    paciones produjo una clara diferenciacin social por regiones relativamente incomunicadas entre s.9

    Cuatro de estas grandes regiones daban albergue a ms del noventa por ciento de la poblacin de la Nueva Granada a finales de la Colonia, separadas en dos grandes sistemas, claramente diferenciados: el sistema dominado por los Andes, el cual se extiende a lo largo del territorio, desde su entrada al sur, en la provincia de Popayn, y el de las costas, Caribe al norte y Pacfica al occidente.10

    Las abruptas separaciones creadas por la divisin de los Andes en tres cordilleras determin de modo natural el establecimiento de regiones relativamente autosuficientes. La presencia de asentamientos indgenas pacficos y relativamente fciles de usar como mano de obra, la existencia de metales preciosos abundantes, la mayor benignidad del clima y fertilidad de los suelos para la agricultura, fueron los factores que, separados o unidos entre s, determinaron que en las zonas ms difciles de comunicacin con el mundo desarrollado del Atlntico, o sea, en las zonas montaosas de los Andes, se concentraran el mayor nmero de pobladores espaoles y de poblacin en general.

    Tres de las cuatro grandes regiones en las que se asentaba la mayora de la poblacin estaban situadas en las cordilleras de los Andes. La primera y la ms importante, cuyo centro ocup el antiguo pas de los chibchas, se extendi por la Cordillera Oriental. A finales del perodo colonial comprenda las provincias de Santa Fe y Tunja, adems de las de Girn, Neiva y Pamplona. Distingua a esta regin el hecho de ser la ms densamente poblada de la Nueva Granada, su casi total ausencia de explotacin de minerales, su alta produccin de

    9. Sobre la colonizacin de la Nueva Granada ver Germn Colmenares, Historia econmica y social de Colombia, 1537-1719, vol. I (Bogot: Editorial La Carreta, 1973), pp. 1-20.

    10. Para un anlisis de Colombia como un pas dividido por regiones ver Luis Ospina Vsquez, Industria y proteccin en Colombia, 1810-1930 (Bogot: Editorial Santa Fe, 1955), pp. 1-32; Jaime Jaramillo Uribe, Ensayos de historial social, vol. II (Bogot: Tercer Mundo Editores, 1989), pp. 59-90; y Anthony McFarlane, Colombia befare ndependence, pp. 31-70.

  • El problema de la autoridad central 35

    textiles mediante un sistema de artesana domstica y su abundante y variada agricultura. Sus numerosos pueblos, situados a diferentes grados de altitud, desde las cimas hasta los valles tropicales de la cordillera, permitan el cultivo de productos tan variados como el trigo y la papa, el algodn y la caa de azcar.

    Santa Fe de Bogot era la ciudad ms importante de la regin oriental. Sede de la real audiencia y, posteriormente, del virreinato, concentraba en ella los principales organismos de gobierno. Con una poblacin superior a veinte mil habitantes, era el centro urbano ms grande de la Nueva Granada. La mayor parte de su poblacin estaba compuesta por indgenas y mestizos, Pero en ella resida tambin el ncleo de pobladores blancos ms extenso. Adems de albergar la burocracia ms numerosa, Santa Fe era el centro de residencia de uno de los grupos de comerciantes y de hacendados ms poderosos del virreinato, lo que les permita controlar buena parte del escaso comercio interregional de las provincias andinas.11

    En segundo orden de importancia se encontraba Tunja, centro de la provincia ms densamente poblada de la Nueva Granada. Aunque en la segunda mitad del siglo XVIII entr en una especie de decadencia, segua siendo el eje de una rica produccin agrcola, en especial de trigo y papa. Al norte de Bogot se hallaban los poblados de Vlez, Socorro y Pamplona. Vlez era una importante ciudad comercial de tierra templada en cuya zona de influencia se cultivaba caa de azcar, tabaco y algodn. El Socorro se destacaba por su abundante produccin de textiles y por ser uno de 11

    11. No existe todava un trabajo mayor sobre Santa Fe de Bogot y su papel como capital de la Nueva Granada. Breves descripciones en este sentido sobre la ciudad colonial y la provincia de Santa Fe se encuentran en Francisco Silvestre, Op. Cit., pp. 55-64; Luis Ospina Vsquez, Op. Cit., pp. 1-23; Jaime JaramilloU., Op. Cit., vol. II, pp. 81-84. Un estudio ms completo de la sociedad del siglo XVIII aparece en Julin Vargas Lesmes, La sociedad de Santa Fe colonial (Bogot: Cinep, 1990). Sobre la provincia de Santa Fe, el mejor trabajo sigue siendo Juan Villamarn, Encomenderos and Indians of the Colonial Society in the Sabana de Bogot, 1537-1740, Ph.D. diss., Brandis University, 1973.

  • 36 El fracaso de la nacin

    los pueblos ms prsperos de fines de la Colonia. Pamplona, situada en las tierras fras del extremo norte de la cordillera, funcionaba como centro poltico y administrativo de una extensa rea agrcola en los valles de Ccuta, productora de cacao y azcar.12

    Esta faja oriental reuna dos caractersticas principales. En primer lugar, tena el mayor nmero de habitantes de la Nueva Granada por lo menos el sesenta por ciento de la poblacin total registrada en el censo de 1778-1780 y era la nica regin densamente poblada en la colonia. En segundo lugar, desde los tiempos prehispnicos la Cordillera Oriental constitua una gran zona de trnsito, parte de un camino inmenso que una el norte con el sur de Amrica, lo cual significaba que la comunicacin era relativamente ms fcil entre sus distintos puntos, comparada con otras zonas del virreinato.13

    La segunda gran regin, cuyo centro se localizaba al sur de la Cordillera Occidental, comprenda la meseta de clima templado de Popayn, el valle tropical del Cauca, el valle clido del Pata y las tierras fras de Pasto. Separada hacia el sur de la faja oriental por tierras de casi imposible trnsito, por lo fragosas y en parte semidesiertas, y a todo lo largo de su extensin por la infranqueable muralla en que se converta la cordillera central, esta regin daba asiento a las importantes ciudades de Popayn y Cali. La primera era el centro administrativo y econmico de la regin. Con grandes latifundios ganaderos y explotaciones agrcolas de cacao y caa de mediana importancia, ejerca un fuerte control sobre las muy importantes zonas mineras del siglo XVIII localizadas en la provincia del Choc. La de Popayn fue, al lado de la de Cartagena, una de las sociedades esclavistas ms poderosas del

    12. F. Silvestre,Op. Cif.,pp. 92-95. Ver tambin Germn Colmenares,Laprovincia de Tttnja en el Nuevo Reino de Granada. Ensayo de historia social, 1539- 1800 (Bogot: Universidad de los Andes, 1970).

    13. Luis Ospina Vsquez, Op. Cit., pp. 28-29.

  • El problema de la autoridad central 37

    virreinato.14 Por otra parte, Cali adquiri gran importancia a comienzos del siglo XVI debido a un intenso comercio con Panam y Guayaquil a travs del puerto de Buenaventura y, en el siglo XVIII, al convertirse en centro social y econmico de los grandes hacendados esclavistas del valle del Cauca.15 La situacin administrativa de esta regin fue muy complicada y ambigua hasta finales de la Colonia. Formalmente perteneciente a la audiencia de Quito, tena parte de su territorio bajo los controles de la audiencia de Santa Fe, y en aspectos tan importantes como el del control fiscal de la minera fue objeto de permanentes conflictos entre las dos audiencias.16

    Dominada por las montaas de las cordilleras Central y Occidental, la ltima de estas grandes regiones andinas daba asiento a la provincia de Antioquia. Su terreno habitable estaba fragmentado en una serie de valles separados los unos de los otros por grandes elevaciones. Para finales del siglo XVIII, sobre sus mesetas de clima templado se haban desarrollado sus poblaciones ms importantes: Santa Fe de Antioquia, Medelln, Ro Negro y Santa Rosa de Osos.

    Basado su progreso en la explotacin del oro y en un comercio relativamente intenso, desarroll una actividad agrcola que, a diferencia de la de la Costa y Popayn, no estuvo dominada por la presencia de grandes haciendas trabajadas por mano de obra servil o semiservil. En Antioquia, al lado de la hacienda tuvo lugar un crecimiento importante de la pequea y mediana produccin. La extremada incomunicacin de su territorio trajo consigo un creci

    14. Sobre el papel de Popayn como el centro de la regin sur andina, ver Germn Colmenares, Historia econmica y social de Colombia, t. II: Popayn, una sociedad esclavista, 1680-1800 (Bogot, 1979); Peter Marzahl, Town in the Empire. Government, Politics, and Society in Seventeeth-century Popayn (Austin: Unversity of Texas, 1978); Zamira Daz Lpez, Oro, sociedad y economa. El sistema colonial en la gobernacin de Popayn, 1533-1733 (Bogot: Banco de la Repblica, 1994).

    15. G. Colmenares, Op. Cit., 1.1, p. 278. De este mismo autor ver tambin Cali: terratenientes, mineros y comerciantes, siglo XVIll (Bogot: Banco Popular, 1983).

    16. P. Marzahl, Op. Cit., p. 9; G. Colmenares, Historia econmica, 1.1, p. 253.

  • 38 El fracaso de la nacin

    miento poblacional muy pequeo hasta finales del siglo XVIII y una notable tendencia a encerrarse en una sociedad relativam ente autosuficiente.7

    Al norte de Antioquia, y separada de ella por una extensa y abrupta selva, se encontraba la regin del Caribe, casi toda conformada por las tierras llanas del litoral. El recorrido final del ro Magdalena la divida en dos grandes provincias: Cartagena y Santa Marta. Regin extensa y escasamente poblada, presentaba una vida institucional poco organizada, una poblacin muy dispersa, un desarrollo urbano reducido y una economa poco formalizada. En contraste, posea los puertos martimos comerciales ms importantes, Cartagena y Santa Marta, y a Mompox de Loba, uno de los centros comerciales de mayor movimiento y punto de unin del Caribe con el interior, lo que les imprimi a sus habitantes, sobre todo a los de sus puertos, rasgos particulares que los diferenciaban del resto del pas: una acentuada vocacin a cultivar la relacin con el exterior y una visin ms cosmopolita. El comercio, legal e ilegal, constituy su actividad principal, adems de ser, sobre todo en el siglo XVIII, importante zona de explotacin ganadera y agrcola. El intenso trfico de esclavos por sus costas y el consecuente desarrollo de grandes propiedades trabajadas con mano de obra esclava, contribuy a definir su imagen de sociedad esclavista, en donde lo negro fue un elemento esencial de su personalidad, pero a diferencia de la faja oriental, que funcionaba desde tiempos inmemoriales como un gran camino, el territorio interior del Caribe, abundante en selvas, pantanos y cinagas, era poco transitable hasta bien entrada la Colonia.17 18

    17. El mejor estudio de la economa y sociedad de Antioquia en el siglo XVIII se encuentra en Ann Twinam, Miners, Merchants and Farmers in Colonial Colombia (Austin: University of Texas, 1982).

    18. A pesar de sus problemas metodolgicos y de la inconsistencia de algunas de sus tesis, el estudio ms completo de la costa Caribe colombiana se encuentra en Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa, 4 vols. (Bogot: Carlos Valencia Editores, 1980-86).

  • El problema de la autoridad central 39

    Tal como mencionamos antes, adems de estas cuatro grandes regiones en las que se concentraba la gran mayora de la poblacin, dos tercios del territorio de la Nueva Granada estaban comprendidos por los Llanos orientales y las selvas amaznicas. En los primeros, los espaoles establecieron durante la Colonia la provincia de los Llanos, La penetracin de los colonizadores, sin embargo, no lleg a las selvas amaznicas, las cuales siguieron habitadas hasta bien entrada la repblica por grupos relativamente dispersos de indgenas. En las llanuras orientales la colonizacin se concentr en los territorios de Casanare y Arauca y, en mucho menor medida, en San Martn. Los obstculos de la naturaleza y la presencia de tribus indgenas dispuestas a defender su territorio imposibilitaron una penetracin masiva en esta extensa rea, aunque hay que anotar que a pesar de su muy reducida densidad demogrfica, en los llanos de Casanare y de Arauca tuvo lugar a finales del XVIII una prspera economa agrcola y ganadera emprendida por las rdenes religiosas, especialmente la de los jesutas. Al lado de lo anterior se estableci un comercio regular con Boyac y Santa Fe, todo lo cual trajo consigo el establecimiento de pequeos poblados de espaoles y m estizos.19

    Por ltimo, la costa Pacfica, situada en el litoral occidental del virreinato, daba asiento a la provincia del Choc. Su importancia resida exclusivamente en la produccin de oro, que lleg a ser la ms importante de la Nueva Granada durante la segunda mitad del siglo XVIII. Los rigores de su clima ecuatorial desestimularon el crecimiento de la poblacin, al igual que el impulso de actividades econmicas como la agricultura y el comercio. Adems, por el hecho de ser zona frontreriza y minera, estaba sujeta a una serie de limitaciones impuestas por la corona, tales como la clausura de la navegacin comercial por el Atrato. Su escasa poblacin estaba

    19. Jane Rausch, A Tropical Frontier: The Llanos o f Colombia. 1531-1831 (Albuquerque: University of New Mxico Press, 1984).

  • 40 El fracaso de la nacin

    casi toda integrada por negros esclavos e indgenas. A pesar de su riqueza aurfera, el Choc no lleg a desarrollar poblaciones de tamao considerable durante la poca colonial.20

    III

    Al mismo tiempo que la geografa ejerca una influencia preponderante en la conformacin de la Nueva Granada como un hbitat dividido en zonas relativamente aisladas, factores de orden econmico y social le imprimiran una distincin racial a las regiones, haciendo de ellas geografas culturales diferenciadas. El antroplogo Peter Wade ha llamado a este proceso la regionalizacin de la raza en Colombia.21

    Ha habido consenso en la historiografa colombiana al destacar que para 1770 la Nueva Granada se diferenciaba notablemente de las sociedades andinas de Quito y Per en el dinmico crecimiento de la poblacin mestiza y en la reducida presencia del elemento indgena. Tal unanimidad de criterio ha llevado al uso indiscriminado y sin cuestionamientos de ninguna especie del nico censo general de poblacin que tenemos del virreinato, realizado entre los aos de 1778 y 1780. Segn dicho censo, la poblacin indgena no exceda el veinte por ciento de la poblacin total, mientras que la de libres de todos los colores era de alrededor del cuarenta y seis por ciento.22

    La abundancia de mano de obra indgena en la regin oriental, su relativa inexistencia en la costa del Caribe, las necesidades de mano de obra esclava para las minas del Pacfico y Antioquia, la catstrofe demogrfica de la poblacin nativa, los patrones de migracin de los

    20. Dos libros excelentes se han escrito sobre el Choc colonial. Ver William F. Sharp, Slavery on the Spanish Frontier. The Colombian Choco, 1680-1810 (Norman: Oklahoma, 1976), y Robert C. West, Colonial Placer Mining in Colombia (Baton Rouge: Louisiana, 1952).

    21. Peter Wade, Blackness and Race Mixture. The Dynamics o f Racial Identity in Colombia (Baltimore: The John Hopkins University Press, 1993), pp. 51-59,

    22. A. McFarlane, Op. Cit,, p. 34.

  • El problema de la autoridad central 41

    espaoles, la influencia del clima y la dificultad de las comunicaciones, las valoraciones culturales en boga sobre la fuerza de trabajo indgena y negra, el hecho de ser Cartagena la principal factora de esclavos en las colonias hispanas durante los siglos XVI y XVII, fueron todos elementos claves que condicionaron la forma que tom el proceso de mezcla de la poblacin en las distintas regiones. Mientras que en las costas Caribe y Pacfica el elemento negro jug un papel definitorio en la conformacin de la poblacin mestiza, al mismo tiempo que la poblacin negra se mantuvo en un nmero importante, en la regin de los Andes orientales el mestizaje indio-blanco, conjuntamente con la presencia de ncleos numerosos de indgenas, defini su personalidad. En Antioquia, a pesar de tener un nmero grande de esclavos, la preponderancia de la poblacin blanca redujo notablemente la influencia del elemento negro. En el proceso de construirse imgenes de s mismas, a pesar de que en las costas del Caribe y del Pacfico haba una poblacin indgena relativamente grande, las tierras de los litorales se identificaron como de negros y mulatos en contraposicin con el interior andino. IV

    IV

    Los patrones regionales de asentamiento de la mano de obra negra e indgena y de los pobladores espaoles, lo mismo que las imgenes que se construyeron de cada una de las regiones, se cimentaron con el tiempo por la relativa ausencia de comunicaciones que limitaba la movilidad de los hombres aun radio de accin muy pequeo. En la Nueva Granada de finales del siglo XVIII, los medios de comunicacin se encontraban en sus formas ms rudimentarias y poco haba cambiado desde los aos iniciales de la Conquista. En la generalidad de los casos, los espaoles y posteriormente la sociedad criolla siguieron haciendo uso de los caminos y ros utilizados por los nativos. Al igual que en el pasado, los medios de transporte por tierra seguan siendo las muas y los hombres mismos; y por agua, las canoas y los champanes. Pocas mejoras e inno-

  • 42 El fracaso de la nacin

    vaciones dignas de mencionarse tomaron forma durante la Colonia. Quizs la ms importante, destinada a comunicar a Cartagena con el ro Magdalena, fue la construccin del Canal del Dique. Sin embargo, ste fue ms el tiempo que estuvo cerrado que el que prest servicio al comercio de hombres y mercancas.23

    A diferencia de otras colonias de Amrica, no se avanz casi nada en la construccin de puentes, y pequeos progresos como el uso del carro de ruedas no se generalizaran como medio de transporte interregional hasta bien entrada la repblica. En realidad, la mayora de los caminos importantes de la regin andina difcilmente permitan el paso de las muas.24 En un territorio donde la naturaleza se impona sobre sus habitantes en forma dramtica, la rpida extincin de la poblacin indgena y el lento y muy escaso crecimiento de la sociedad criolla produjeron en zonas enteras la desaparicin de las vas construidas por los nativos, cubiertas de nuevo por la selva. Dos ejemplos son suficientes para ilustrar este punto: en reas como la del rico valle del Sin, en las llanuras del Caribe, un sistema de canales construido por los indios zenes, obra admirable de ingeniera hidrulica que permita el cultivo de ciento de miles de hectreas en medio de un gran equilibrio ecolgico, se perdi por completo con el hundimiento de la civilizacin que le haba dado sentido; en su lugar los espaoles heredaran una extensa zona de tierra anegadiza e intransitable durante la mayor parte del ao.25 Por otro lado, las selvas que

    23. Sobre los medios de transporte colonial y el Canal del Dique, ver Nicols del Castillo Mathieu,L llave de las Indias (Bogot: Ediciones El Tiempo, 1981), pp. 43.

    24. Una extensa literatura existe sobre los caminos del siglo diecinueve colombiano, escrita por funcionarios y viajeros contemporneos. Ver, por ejemplo, Joaqun Fidalgo, Expedicin Fidalgo en Antonio Cuervo, Coleccin de documentos inditos sobre la geografa y la historia de Colombia, vol. I, (Bogot: 1891); Augusto Le Moyne, Viajes y estancias en Amrica del Sur, la Nueva Granada, Santiago de Cuba, Jamaica y el Istmo de Panam, 1828 (Bogot, 1945); G. Mollien, Viaje por la Repblica de Colombia en i 823 (Bogot, 1944). Ver tambin Francisco Silvestre, Apuntes reservados, pp. 47.

    25. Clemencia Plazas, La Sociedad Hidrulica Zen (Bogot: Banco de la Repblica, 1993), pp. 9-28.

  • El problema de la autoridad central 43

    separaron durante la Colonia el Caribe del interior no parecen haber existido de la misma manera en tiempos prehispnicos.26

    Nada ciment tanto los sentimientos de autonoma regional ni dificult tanto el ejercicio de la autoridad central en la Nueva Granada como la tragedia que significaba comunicarse con Santa Fe de Bogot desde cualquier punto importante de las otras regiones del virreinato. Edificada en el corazn mismo de los Andes orientales, en una extensa sabana rodeada de montaas y a una altura de 2.600 metros sobre el nivel del mar, la sede del virrey y de la real audiencia se encontraba a 1.154 kilmetros de Cartagena, puerto martimo y plaza fuerte del virreinato y nico punto de contacto legalmente establecido con el mundo exterior. Ms importante que la cantidad de kilmetros por recorrer, eran las precarias condiciones de su recorrido. A juzgar por los relatos de funcionarios y viajeros, este viaje de la costa Caribe a los Andes era una pesadilla.27

    El funcionario o comerciante que llegaba a Cartagena de Europa despus de atravesar el Atlntico en un viaje relativamente tranquilo, que sola durar poco ms de un mes, o que vena de Cuba o de Jamaica, travesa que tomaba menos de una semana, tena que enfrentarse a la odisea que significaba subir hasta los Andes. En condiciones ideales el viaje duraba cuarenta das, pero era muy comn que debido a la infinidad de obstculos y dificultades tomse mucho ms. Tres etapas en extremo dolorosas tena que vencer el viajero, y si ste era un comerciante cargado de mercancas pronto se enteraba de los innumerables riesgos por los que atravesara su fortuna. El primer trayecto tena como objetivo el puerto ribereo de Mompox, al sur de la provincia de Cartagena. La va ms fcil era la de ir por el Canal

    26. L, Ospina Vsquez, Op. Cit., p. 25.27. Las mejores descripciones del viaje Cartagena-Santa Fe de Bogot se en

    cuentran en los diarios de los funcionarios y viajeros que hicieron dicha travesa durante las primeras dcadas del siglo XIX. Ver Expedicin Fidalgo, pp. 81-83; Augusto Lemoyne,Op. Cir.,pp.43-112 y 349-355; G .M ollien,0p. Crf.,pp. 25-58. Para una descripcin histrica reciente, ver Nicols del Castillo, Op. Cit., pp. 45-47.

  • 44 El fracaso de la nacin

    del Dique hasta Barranca y de all por tierra hasta Mompox, pero como el canal casi nunca estaba disponible, haba que subir por mar abierto hasta Bocas de Ceniza, en las inmediaciones de Barranquilla, para luego bajar por el ro hasta Mompox. En condiciones normales, es decir, si no haba dificultades con la entrada a Bocas de Ceniza, esta primera parte duraba cerca de catorce das. Alcanzado Mompox, el viajero tena que remontar el ro contra la corriente hasta llegar al puerto de Honda, en tierras del interior. Esta segunda etapa, en condiciones ideales, duraba veintids das; sin embargo, en ella cualquier cosa poda ocurrir: poda suceder que en los meses de invierno el ro, por las subidas del caudal, fuese innavegable, motivo por el cual el viajero tena que llenarse de paciencia y esperar en Cartagena o Mompox a que cediesen las lluvias; o por el contrario, una prolongada sequa poda reducir el caudal, de modo que en una operacin lenta, que duraba das enteros, los bogas tiraban literalmente de las primitivas embarcaciones desde las orillas. Tambin sola pasar con alguna frecuencia que los bogas, despus de iniciado el viaje, abandonasen el champn o la canoa, y entonces haba que esperar en cualquier pueblito perdido de la ribera la contratacin de nuevos trabajadores. Por ltimo, sin ser lo menos importante, el viajero estaba expuesto a las incomodidades ms terribles: al ataque inclemente de nubes de mosquitos, a picaduras de toda clase de insectos y a mordeduras de serpientes. Cuando al fin lograba llegar a Honda y suspiraba aliviado por haber dejado atrs las inclemencias del clima y de la travesa del ro, lo esperaba la subida casi vertical de los Andes para poder alcanzar las sabanas de Santa Fe. A pesar de que eran slo sesenta kilmetros, para recorrerlos se necesitaban con frecuencia hasta seis das, en los cuales el terror poda llegar a extremos no imaginados, a lomo de mua, bordeando precipicios de abismos sin fin.

    La comunicacin de la sede de los virreyes con Popayn y Antioquia era tambin en extremo precaria. El visitador Francisco Silvestre, en el relato de su visita a la provincia antioquea en 1775, cuenta el profundo horror que le produjo el trnsito por los estrechos caminos de las montaas. El viaje de Santa Fe a Medelln poda durar

  • El problema e la autoridad central 45

    meses, dependiendo de las lluvias, del estado de los caminos y de los ros.28 No menos terribles eran los caminos del Quindo y Guanacos que comunicaban la capital con Popayn. El primero fue descrito por el barn de Huinboldt,'quien lo atraves en 1801:

    La montaa d

  • 46 El fracaso He la nacin

    V

    Fragmentado el territorio de la Nueva .Granada por obra de la naturaleza y aisladas sus provincias por el psimo estado de las comunicaciones, los esfuerzos de los virreyes ilustrados por imponer su autoridad y una administracin eentfal que promoviera un mayor progreso chocaron adems con la bsoluta falta de recursos fiscales como consecuencia del estado de miseria en que se encontraba la economa del virreinato. En 1729, en su informe al rey, el presidente de la audiencia de la Nueva Granada haca referencia a su llegada al Nuevo Reino con las siguientes palabras: Hallle, seor, en la ltima desolacin: los vecinos principales y nobles retirados del lugar, los comercios casi ociosos, vacos los oficios de la repblica, todos abatidos y en una lamentable pobreza.32 Comentarios parecidos, que resaltan el atraso de la Nueva Granada, se encuentran en casi todos las Relaciones de Mando de los virreyes a lo largo del siglo XVIII. Todo parece indicar que la principal caracterstica de esta extensa rea del imperio espaol era la de ser una de las ms atrasadas. ,

    Diez aos despus de que el presidente Manso escribiera tan melanclica descripcin, la corona intent resolver el probleHl de la autoridad en estos territorios otorgndoles el rango de virreinato. Al hacer lo anterior, los funcionarios de Madrid tenk4 h ftiente superar el lamentable subdesarrollo de la Nueva Granada y cortar el escandaloso contrabando en sus costas caribeas para fortalecer sus ingresos y la seguridad exterior de Amrica del Sur. El comercio ilegal fue uno de los factores claves en determinar las polticas de la corona hacia el nuevo virreinato. Madrid lo consider como la causa principal de las dos caractersticas negativas

    32. Antonio Manso, Relacin hecha por el Mariscal de Campo, D. Antonio Manso, como presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada, sobre su estado y necesidades en el ao de 1729, en G. Colmenares (comp.) Relaciones e informes de los gobernantes, vol. I, p. 27.

  • El problema de la autoridad central 47

    ms sobresalientes de la Nueva Granada: su permanente escasez de recursos econmicos y la debilidad de sus defensas.33

    En la segunda mitad del siglo XVIII, la poltica borbnica enfatiz la necesidad de adelantar en sus colonias de Amrica reformas fiscales y econmicas para obtener un mayor control sobre el imperio, fortalecer la economa metropolitana y pagar con las ganancias de las colonias americanas las costosas reformas militares que se requeran para ponerle freno a la creciente amenaza de Inglaterra.34 En la Nueva Granada, sin embargo, la reforma fue un fracaso. No logr acabar, ni disminuir siquiera, el contrabando, y tampoco increment significativamente el volumen del comercio legal. Entre 1782 y 1796 las exportaciones legales de la Nueva Granada a Espaa fueron las ms pequeas del imperio, solamente el 3.2 por ciento de la exportacin total americana a Espaa,35 y esto a pesar del enorme territorio del virreinato, de ms de un milln de kilmetros cuadrados, y de su poblacin de ms de un milln de habitantes. Las reformas borbnicas tambin fracasaron al no poder fortalecer la produccin interna, cuyos impuestos estaban destinados a cubrir los gastos militares. Por el contrario, an a finales del siglo XVIII la Nueva Granada segua siendo incapaz de sostenerse financieramente y continuaba recibiendo un situado de 100.000 pesos de Nueva Espaa para pagar la flotilla de guardacostas de Cartagena.

    33. Pedro M endinueta, Expediente sobre contrabando, 1794, AGI: Santa Fe, legajo 960.

    34. J. H. Parry, El imperio espaol de ultramar (Madrid: Ediciones Aguilar, 1970), p. 298. Sobre las reformas econmicas Carolinas en la Nueva Granada, ver Miklos Pogonyi, The Search for Trade and Profit in Bourbon Colombia, 1767-1777, Ph.D. diss., The University of New Mxico, 1978; y A. McFarlane, Op. Cit., pp. 99-184. En relacin con las reformas militares, ver Alian J. Kuethe, M ilitary Reform and Society in New Granada, 1773-1808 (Gainesville. The University Press of Florida, 1978).

    35. John Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America in tke Era ofFree Trade, 1778-1796 (Liverpool: Center for Latn American Studies, University of Liverpool, 1985), p. 77.

  • 48 El fracaso de la nacin

    A pesar de ser una de las reas con mayor produccin de oro en el mundo, su impacto sobre las finanzas reales de la Nueva Granada no fue significativo.36 En 1776 el virrey Guirior se quejaba de que el oro que se extraa tena que ser inmediatamente enviado a la costa para pagar las mercancas provenientes de Europa.37 Aunque al final de la centuria la exportacin de productos agrcolas tuvo algn incremento especialmente algodn, cacao, cueros, quinas y palo de brasilete , el comercio legal de ultramar estuvo abrumadoramente dominado por el oro. En 1804 Jos Ignacio de Pombo sealaba que el oro equivala al 85 por ciento del comercio de exportacin de la Nueva Granada.38 Sin embargo, los ingresos fiscales derivados de la produccin del oro fueron insignificantes, a pesar de todos los esfuerzos por controlar la salida clandestina de este metal, que haban llevado al virtual cierre de casi todos los caminos y ros que facilitaban la comunicacin con el exterior.39

    Los monopolios reales de aguardiente y tabaco fueron las fuentes ms importantes de los ingresos virreinales a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. Entre 1767 y 1777 las rentas del aguardiente y del tabaco produjeron cerca de la mitad de los ingresos totales. No obstante, y a pesar de los esfuerzos puestos en su reglamentacin, durante este perodo el producto anual por concepto de los monopolios reales no lleg a los trescientos mil

    36. De acuerdo a Abel Cruz Santos, la Nueva Granada contribuy en una gran parte a la produccin mundial de oro a lo largo de la Colonia: 17.91 por ciento en el siglo XVI, 39.01 por ciento en el XVII, y 24.69 por ciento en el XVIII. En Abel Cruz Santos, Economa y hacienda pblica, en Historia extensa de Colombia, vol XV (Bogot: Ed. Lemer, 1965), p. 141.

    37. Ver Relacin del estado del Nuevo Reino de Granada que hace el excelentsimo Sr. D. Manuel de Guirior, 1776, en G. Colmenares, Relaciones e informes de los gobernantes, vol. I, p. 319.

    38. Jos I. de Pombo, Informe del Consulado de Cartagena sobre contrabando en el Virreinato de la Nueva Granada, 1804, AGI: Santa Fe, legajo 960. Sobre el comercio de ultramar de la Nueva Granada, ver tambin L. Ospina Vsquez, Op. C it, pp 62-63

    39. M. Pogonyi, Op. Cit., pp. 217-221.

  • El problema de la autoridad central 49

    pesos y los ingresos totales de la corona no alcanzaron la suma de ochocientos mil pesos, lo cual constituye el reflejo ms claro de la pobreza del virreinato.40

    El pequeo volumen del comercio ultramarino de la Nueva Granada tuvo una estrecha conexin con su escaso desarrollo productivo y con el atraso de sus comunicaciones. En el contexto de semejante estrechez econmica y del predominio de una poltica monopolstica, los virreyes reformistas mostraron una tendencia, proveniente de las ideas fisiocrticas entonces en boga, a fortalecer la agricultura del interior para promover el progreso del pas. En 1776 el virrey Guirior seal el predominio del latifundio inproductivo y la creciente conversin de las tierras en bienes de manos muertas como factores claves de la miseria rural. Guirior lleg a proponerle a la corona que se tomaran medidas para una reforma agraria radical que distribuyera los latifundios improductivos entre los campesinos sin tierra. Pensaba que tales medidas podan estimular la agricultura y reducir la terrible miseria del pas, pero nada funcion.41

    La proverbial pobreza de la Nueva Granada era tal a principios del siglo XIX que el ilustrado Jos Ignacio de Pombo se permita comparar con amargura su situacin con la de las pequeas islas del Caribe de la siguiente manera:

    Mientras Santo Domingo con slo 300.000 habitantes exportaba 40 millones de pesos anuales, Cuba con 400.000 exportaba 7 millones y Jamaica con 200,000 exportaba 8 millones; la Nueva Granada, con un territorio mucho ms grande que las tres islas juntas y con ms del doble de la poblacin tena un comercio exterior legal que a duras penas sobrepasaba los tres millones de pesos.42

    40. Ibid., pp. 154-200. De acuerdo con Pogonyi, el monopolio del aguardiente fue responsable de cerca de un tercio de los ingresos virreinales de este perodo. Para la primera dcada del siglo XIX, ver L. Ospina Vsquez, Op. Cit., p. 63.

    41. Ver Relacin del estado del Nuevo Reino de Granada que hace el excelentsimo Sr. D. Manuel de Guirior, 1776. en G. Colmenares, Op. Cit., Vol. I, pp. 298-299.

    42. Jos I. de Pombo, Informe sobre contrabando, 1807, AGI: Santa Fe, legajo 961.

  • 50 El fracaso de la nacin

    La labor del Estado colonial en la Nueva Granada, por lo tanto, fue tan insignificante como la calidad de sus ingresos. Una lectura detenida de los informes de los virreyes de 1739 a 1810 impresiona por la casi absoluta ausencia de referencias a obras de desarrollo material. Sencillamente, el poco dinero que sobraba despus del pago de la burocracia y de los gastos ms imprescindibles estaba hipotecado en las obras de defensa y dems gastos militares de la importante plaza militar de Cartagena.43

    La sociedad criolla y el gobierno central se encontraban a finales del siglo XVIII en una especie de callejn sin salida, agravada la situacin por la profunda crisis del imperio. En la medida en que ste se envolva cada vez ms en las guerras europeas, menos capacidad tena para sostener el rgimen monoplico impuesto sobre la economa de sus colonias, y la Nueva Granada pareca extraviarse por los caminos de la ilegalidad ante la asfixia que suponan las restricciones de toda especie, provenientes de una autoridad central que no tena cmo sostenerlas. El contrabando y los contrabandistas florecieron a lo largo de todo el reino: ms voluminoso y abierto en la costa Caribe, lo hubo tambin por el occidente, por el oriente y el sur, es decir, por los cuatro costados de la Nueva Granada.

    VI

    En el terreno de la cultura, la ausencia de vigor econmico reforz los viejos hbitos de la Conquista, en especial el particularismo de las ciudades, La colonizacin del territorio colombiano tuvo de todo menos de planeacin en su ejecucin. A lo largo de los siglos XVI y XVII, la conquista de nuevos territorios haba sido obra de los capitanes de guerra que, desde los centros urbanos ya establecidos, organi-

    43. Como veremos en detalle en el captulo tres, Cartagena consuma la mayor parte del sobrante econmico producido por las cajas reales provinciales en la Nueva Granada. Ver M. Pogonyi, Op. Cit., pp. 140-148.

  • El problema de la autoridad central 51

    zaban expediciones en busca del ansiado oro, expandiendo as sus fronteras. En este proceso de adueamiento del territorio por parte del conquistador surgieron las jurisdicciones, como situaciones de hecho ms que como concebidas por la razn y la ley,44 y por lo general el centro de estas jurisdicciones lo constitua una ciudad. Pero esa ciudad cumpla una funcin ms importante que la de ser la sede de los rganos de gobierno; era, por encima de todo, el smbolo del poder, en particular de aquel que se ejerca sobre el resto de la provincia o de la regin. De ah su preeminencia y los celos con que era defendida.

    La miseria del reino y la languidez de su comercio fortalecieron el poder de estas capitales regionales o provinciales. Las enormes dificultades para el intercambio entre las regiones y la ausencia de una economa que lo estimulara trajeron como consecuencia que los hombres que habitaban en una regin nacieran, vivieran y murieran sin salir de ella, y que por lo tanto su nica referencia concreta del poder fuese la gran ciudad instalada frente a ellos. Ella terminaba siendo el objeto de sus ms profundas lealtades y la imagen de su identidad. Lo ltimo resulta de una gran importancia porque es, como ya veremos al mirar en detalle la conformacin de la regin Caribe, lo nico que explica que regiones que se caracterizaban por una gran diversidad terminaran siendo unificadas en la imagen de su recinto urbano ms importante.

    Precisamente por el origen del poder de estas ciudades cuyo ltimo fundamento era la fuerza, suceda que una vez que otros centros urbanos de la regin adquiran importancia, estos ltimos tendan casi que naturalmente a conquistar su propia autonoma y a organizar su propio espacio de poder. Lo lamentable era que, como todo en el virreinato, la acumulacin de recursos de las ciudades se mantena en el mismo nivel de mediocridad, de modo que no haba una ostensible y definitiva superacin de unas por otras. As haba sido desde el descubrimiento mismo, y nada haba variado sustancialmente en la Nueva Granada como para que no siguiera siendo igual en el ocaso de la Colonia. Desde finales del

    44. Ver G. Colmenares, Historia econmica y social, vol. I, pp. 16-19.

  • 52 El fracaso de la nacin

    siglo XVI, Cartagena y Popayn empezaron a reclamar el reconocimiento oficial de sus autonomas ante Santa Fe; en la regin Caribe, Cartagena se impuso rpidamente sobre Santa Marta, lo cual esta ltima nunca le perdon, y en el siglo XVIII Mompox busc romper con la dependencia de Cartagena. En el sur, Cali empez a buscar ostensiblemente su autonoma en relacin con Popayn, mientras Buga haca lo mismo con respecto a Cali. En Antioquia, Medelln se impuso sobre Santa Fe de Antioquia, y en la regin oriental, Tunja siempre defendi su autonoma, al mismo tiempo que villas prsperas de finales del siglo XVIII como Socorro luchaban tambin por lograr la autonoma frente a Santa Fe de Bogot.

    En la vspera de los movimientos de independencia, la fragmentacin regional de la Nueva Granada, contra la cual nada haba podido la voluntad centralizadora de los borbones, segua siendo por obra de la naturaleza y de su historia la caracterstica central de su organizacin social y el factor determinante de su cultura.

  • CAPTULO II

    E l C a r i b e c o l o m b i a n o :AUTORIDAD Y CONTROL SOCIAL EN UNA

    REGIN DE FRONTERA

    I

    Jos Arcadio Buenda ignoraba por completo la geografa de la regin. Saba que hacia el oriente estaba la sierra impenetrable, y al otro lado de la sierra la antigua ciudad de Riohacha... En su juventud, l y sus hombres, con mujeres y nios y animales y toda clase de enseres domsticos, atravesaron la sierra buscando una salida al mar, y al cabo de veintisis meses desistieron de la empresa y fundaron a Macondo para no tener que emprender el camino de regreso.1

    A finales del siglo XVIII y principios del XIX las provincias caribeas de la Nueva Granada constituan un mundo cultural y social diferente del establecido en los Andes. En efecto, se podra argumentar que el proceso de hacer de las regiones costeras y sus gentes el otro fue parte esencial de la construccin de