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Lo L~ C.-e.', r;J(rv N ~Q,., \j 1\ 2<-

Q~~~ \j\c ~cA~~""\(O

La compulsión a hacer el mal, es un articuloStanley Milgram'" publicado originalmente

prestigiosa revista Patterns of Prejudice y~--ce::-:n:-Tl-::ld·ice,revista del Centro de Estudios Sociales

de la D.A.I.A.Hemos decidido su inclusión en Ediciones del

CES por varios motivos, que nos interesa poneren conocimiento de nuestros lectores.

El primero de ellos, es el excelente nivel enque está tratado el problema de la obediencia alas órdenes criminales. Esta razón de por sí basta,a nuestro juicio, para avalar la publicación delartículo. Pero, además, el trabajo de Milgramapunta con suma agudeza al análisis de la rela-ción entre las actuaciones criminales de los indi-viduos y su pertenencia a organizaciones socialesburocratizadas, mostrando cómo esta relación dedespersonalización y el énfasis en la eficienciaque la acompaña pueden llevar a anular valoreshumanos a veces contrapuestos con los fines dela organización en sí.

Las consecuencias de esta postura son fácil-mente imaginables. La responsabilidad individualen la ejecución de actos criminales, como los ge-

e Stanley Milgram es profesor del Departamento deRelaciones Sociales de la Universidad de Harvard.

nocidios llevados a cabo por los nazis en Europa,en tanto están condicionados por la pertenenciaa organizaciones del tipo descripto, tienden a re-formularse en un problema mayor que no es elde la responsabilidad colectiva, sino el de la orien-tación de las instituciones actuantes. Esto abreuna nueva perspectiva sobre los condicionantes dela aparición del nazismo y sus manifestacionesinhumanas, que no es ya un fenómeno dado encircunstancias particulares en un país, sino unproceso pasible de repetición.

Lógicamente, y ésta es nuestra intención, estetrabajo despertará polémicas, tanto de tipo cien-tífico, p01'las pautas del experimento, como extra-científicas, por las consecuencias del mismo; detodos modos, y aun sin compartir enteramente lapostura del autor, hemos creído imprescindibledar a conocer esta contribución, ya que la difu-sión de estos temas hace a la función de Edicio-nes del CESo

La destrucción de los judíos europeos en1943-45 no se llevó a cabo como resultadode las proezas de un hombre que actuó so-lo. Ninguna persona es omnipotente eneste sentido directo. El poder, que incluyeal poder de destruir individuos, proviene,más bien, del control de las organizacionessociales donde participan muchos indivi-duos. Entre estas organizaciones se encuen-tran los partidos políticos, la burocraciaadministrativa y las ramas policiales y mi-litares del gobierno. El hecho que une acada una de estas unidades en una fuerzamonolítica capaz de llevar a cabo las direc-tivas emanadas de arriba, es la obedienciasegura de los participantes. La obedienciaencadena a los hombres individuales a sis-temas de autoridad, adosa la acción indi-vidual al propósito político.

y es al fenómeno de la obediencia don-de muchos comentaristas dirigieron la aten-ción con el fin de explicar el holocaustonazi. Miles de alemanes comunes -seña-lan- colaboraron con el diablo, y muchos

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lo hicieron por un sentido compulsivo deldeber. William Shirer afirma que la pro-pensión a obedecer la autoridad, sin límitesni interrogantes, es el defecto caracteroló-gico básico del pueblo alemán, y es el prin-cipal culpable de la complicidad de .mu-chos de ellos con el terror de Auschwitz yBelsen. C. P. Snow asevera que se cometie-ron más crímenes en nombre de la obe-diencia que por cualquier otra causa o ideo-logía.

El exterminio nazi de los judíos europeosconstituye la instancia más extrema de ac-tos inmorales y aborrecibles llevados a ca-bo por miles de personas en nombre de laobediencia. Es el caso más extremo debidoa: 1) la cantidad de víctimas implicadas, 2)el status no-combatiente de las víctimas,3) la inclusión de mujeres, niños y ancia-nos en el martirologio, 4) la naturalezainocente de las víctimas según toda nor-ma aceptada de justicia, 5) la naturale-za prolongada y calculada del programa:no fue una masacre impulsiva, sino un pro-grama sólidamente diseñado, que requeríauna organización y el empleo de muchaspersonas inteligentes que poseyeran cono-cimientos técnicos y capacidad ejecutiva,y 6) el increíble nivel de brutalidad e in-sensibilidad con que se trató a las víctimas.

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Sin embargo, aunque en un grado me-nor, este tipo de cosas suceden siempre: seordena a los ciudadanos comunes que des-truyan a otras personas. Lo hacen conven-cidos de que obedecer órdenes es su' deber.La obediencia a la autoridad, característicaque siempre fue valorada como virtuosa,adquiere un nuevo aspecto al servicio deuna causa malévola. Lejos de manifestarsecomo. una virtud, se transforma en un pe-cado atroz. ¿O lo es?

El problema moral de si uno debieraobedecer cuando las órdenes entran en con-flicto con la conciencia, fue discutido porPlatón, dramatizado en Antígona y llevadoal análisis filosófico en todas las épocas his-tóricas. Los filósofos conservadores sostie-nen que la estructura misma de la sociedadestá amenazada por la desobediencia, yque es preferible llevar a cabo un acto per-verso prescripto por la autoridad a dislocarla estructura de la autoridad. Hobbes vamás allá, y afirma que un acto de este tipode ninguna manera es responsabilidad dela persona que lo ejecutó, sino solamentede la autoridad que lo ordenó. Los huma-nistas, en cambio, sostienen la primacía dela conciencia individual en tales circuns-tancias, e insisten en que los juicios mora-les del individuo deben pasar por encima

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de 'laautoridad' cuando ambos entran enconflicto.

Los aspectos legales y ·filosóficos de laobediencia tienen una enorme' importancia,pero un científico con fundamento empí-rico llega al tema que desea dominar par-tiendo del marco del discurso abstractopara desembocar en la observación medu-lar de instancias concretas. A fin de adqui-rir una visión más precisa del acto de obe-decer, realicé un simple experimento enla Universidad de Yale. Más tarde.: el ex-perimento incluyó a miles de participantesy se repitió en varias universidades, pero al'principio la concepción fue simple. Unapersona entra al laboratorio psicológico' yle decimos que cometa una serie de acciones'que entran en conflicto con su conciencia.La pregunta fundamental es hasta dóndeaceptará el participante las instruccionesdel experimentador antes de negarse a se-guir ejecutando las acciones que se lesolicita.

Pero el lector debe saber unos pocos de'-talles más sobre el experimento. Dos per-sonas entran ,al laboratorio psicológico lis-tas a participar en un estudio de memoria'y aprendizaje. Se designa a una de ellas" f "1 " 1 "Elpro esor y a a otra, a umno. expe-rimentador explica que el interés del estu-

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dio son los efectos del "refuerzo negativo"sobre el aprendizaje. Conducimos al alumnoa una pieza, donde se lo sienta en una silla'le atamos los brazos para evitar los movi~mientos excesivos y se le conecta un elec-trodo a la muñeca. Se le instruye que debeaprender una lista de pares de palabras.Cuando cometa un error, recibirá el "re-fuerzo negativo". El estilo civilizado dellenguaje enmascara el simple hecho de queel hombre va a recibir unas dolorosas des-cargas eléctricas.

El verdadero foco del experimento es elprofesor. Después de observar que el alum-no queda ajustado al asiento, se lo conduceal principal ambiente experimental dondelo acomodan frente a un impresionanteap~rato generador de shocks. El rasgo sobre-saliente de este instrumento es una líneahorizontal con treinta interruptores quedescarg.an desde 15 voltios hasta 450 conincrementos sucesivos de 15 voltios' cadauno. Tiene también señales verbales talescómo "Shock Mínimo" o "Peligro, 'shocksevero". Se .le dice al profesor que admi-nistre la prueba de aprendizaje al hombreque está sentado en la otra pieza leyéndolela primera palabra de cada grupo de paresde palabras. Cuando el alumno respondecorrectamente, con la segunda palabra del

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par, el profesor pasa al par siguiente; cuan-do el otro hombre da una respuesta inco-rrecta, el profesor deberá suministrarle unshock eléctrico. Comenzará con el nivelmás bajo (15 voltios) e incrernentará el ni-vel cada vez que el hombre realice un error,pasando por los 30 voltios, los 45, y así su-cesivamente.

El "profesor" es un sujeto verdadera-mente ingenuo que ha asistido al laborato-rio para participar en un experimento. Elalumno, o víctima, es un actor que en rea-lidad no recibe shock alguno. El objeto delexperimento es simplemente el de ver hastadónde puede avanzar una persona en unasituación concreta y conmensurable cuan-do se le ordena infligir un dolor crecientesobre una víctima que protesta. ¿En quémomento se negará el sujeto a obedecer alexperimentador?

El conflicto surge cuando el hombre querecibe' el shock empieza a indicar que estáexperimentando molestia. Hasta el shockde 75 voltios no hay respuesta de protesta.A los 75 voltios, el alumno gruñe. A los120 voltios se queja verbalmente; a los 150exige que se lo libere del experimento. Susprotestas continúan y, a medida que losshocks van escalonándose, se tornan más

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vehementes y emocionales. A los 285 vol-tios su respuesta es un grito de agonía,

Los observadores coinciden en que el ex-perimento pierde un poco de su cua-lidad emotiva al describirlo por escrito.Para el sujeto, la situación no es un juego;el conflicto es intenso y evidente. Por unaparte, el sufrimiento manifestado por elalumno lo presiona a abandonar. Por laotra, el experimentador, una autoridad le-gítima con quien el sujeto ha contraídocierto compromiso, le ordena seguir. Cadavez que el profesor duda de administrar elshock, el experimentador aplica, en orden,cuatro fórmulas verbales: "Por favor con-tinúe", "El experimento requiere que us-ted prosiga", "Es absolutamente esencialque usted continúe", y finalmente, "No tie-ne otra elección que seguir adelante".

A fin de escaparse. de la situación, el su-jeto debe romper claramente con la auto-ridad. El objeto de la investigación era en-contrar cuándo y cómo la gente enfrentaríala autoridad ante un claro imperativomoral.

Es cierto que hay enormes diferencias en-tre cumplir órdenes emanadas de un oficialen tiempo de guerra y cumplir las órdenesde un experimentador. Sin embargo, laesencia de ciertas relaciones se mantiene ,

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pues uno puede preguntarse en un senti-do general: ¿cómo se comporta un hombrecuando una autoridad legítima le ordenaaccionar contra un tercero? De seguro, po-demos esperar que el poder del experimen-tador sea considerablemente menor que eldel oficial, puesto que el experimentadorno tiene poder para reforzar sus órdenes,y la participación en un experimento psi-cológico apenas crea el sentido de urgen-cia y esmero que surge en la guerra. A pe-sar de estas limitaciones, consideré que va-lía la pena iniciar la observación cuidadosade la obediencia en esta modesta situación,con la esperanza de que ahondaría el escla-recimiento y elevaría proposiciones gene-rales que podrían ser aplicadas a una va-riedad de circunstancias.

La reacción inicial del lector ante el ex-perimento puede ser: ¿por qué una personaen su sano juicio siquiera se molestará enadministrar los primeros shocks? ¿Por quésencillamente no se levanta y abandona ellaboratorio? Pero el hecho es que nadie lohace jamás. Desde que el sujeto fue al la-boratorio para ayudar a un experimenta-dor, ya tiene voluntad de empezar con elprocedimiento. No hay nada muy extraor-dinario en esto, particularmente porque lapersona que recibirá los shocks simula que

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dese~,cooperar, aunque con bastante apre-henSlO? ~o. sorprendente es hasta qué pun-to los individuos comunes siguen accedien-do a !as instrucciones del experimentador.Efectivamente, los resultados del experi-mento fueron tanto sorprendentes comoconst~rnantes. Pese a que muchos sujetosexperimentan una fuerte tensión, pese aque muchos le protestan al experimenta-dor, una gran parte de ellos continúa, has-ta suministrar el último shock del gene-rador. ..

Muchos sujetos obedecerán al experi-mentador independientemente de cuán ve-hementes o insistentes sean las demandasde la persona bajo shock, sin importarlesel dolor de los shocks, independientementede los ruegos, aullidos o súplicas para quelo dejen en libertad. Este hecho fue corro-borado muchas veces durante nuestros es-tudios y se observó en varias universidadesdonde el experimento se repitió. Es la ex-tremada voluntad de los adultos de llegara cualquier ·dimensión bajo la dirección deuna autoridad lo que constituye el hallazgofundamental del estudio, y a la vez es elhecho que requiere explicación con másurgencia.

Una explicación que se ofreció a menu-do es que los individuos que llevaron el

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shock al más alto nivel eran monstruos, elmaro-en sádico de la sociedad. Pero si to-omamos en cuenta que casi las dos terceraspartes de los participantes caen en la cate-goría de sujetos "obedientes", y que repre-sentaban personas comunes e~traídas de ~asclases de trabajadores, ejecutivos, profesio-nales, el argumento se torna harto d~bil.En realidad, recuerda fuertemente la histo-ria que surgió a raíz del libro de HannahArendt, Eichmann en Jerusalén. Arendtsostuvo que el esfuerzo del fiscal de señalara Eichmann como un monstruo sádico fueequivocado en lo fundamental, pues ~stese asemejaba más a un burócrata poco 111S-

pirado que simplemente se sentaba en suescritorio y hacía su trabajo. Por mantenereste enfoque, Arendt se convirtió en objetode desprecio, y hasta de calumnia. De algu-na manera se sentía que los actos monstruo-sos realizados por Eichmann requerían unapersonalidad brutal, retorcida, sádica, en-carnada por el diablo. Después de ser tes-rizo de cómo miles de personas comunesseosometieron a la autoridad en nuestrospropios experimentos, debo deduci:- que laconcepción de Arendt de la banalidad delmal se acerca a la verdad más de lo que unose atreve a imaginar. La persona comúnque suministró la descarga eléctrica a la

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víctima lo hizo cumpliendo con un sentidode la obligación, una concepción del debercomo sujeto, y no a partir de tendenciasagresivas peculiares.

Esta es, quizá, la lección más importantede nuestro estudio: las personas comunes,las que trabajan y no tienen una hostilidadparticular, pueden convertirse en agentesde un terrible proceso destructivo. Aúnmás: cuando los efectos destructivos de sutrabajo se hacen evidentes, y se les solicitaque lleven a cabo acciones que son incom-patibles con las normas fundamentales demoralidad, .escasas personas tienen los re-cursos necesarios para resistir a la autori-dad. Entra en juego una gran variedad deinhibiciones contra el desacato a la autori-dad que mantienen exitosamente a la per-sona en su lugar.

Sentándose cómodamente contra el res-paldo de una silla, es fácil condenar lasacciones de los sujetos obedientes. Aquellosque condenan a esos sujetos, los miden se-gún su propia habilidad de formular pres-cripciones de alto contenido moral. Peroésa es una vara poco justa. Muchos sujetos,como cualquiera de nosotros, se sientenfuertes, a nivel de las opiniones, acerca delos requisitos morales de detener una ac-ción contra una víctima indefensa. Ellos

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también saben lo que debe hacerse, y pue-den expresar sus valores cuando la oportu-nidad se presenta. Esto tiene poco o nadaque ver con la conducta real bajo la presiónde las circunstancias.

Si se le pide a la gente que emita un jui-cio moral sobre lo que consistiría la con-ducta apropiada en esa situación, infalible-mente considerará que es correcto ser des-obediente. Pero los valores no son las úni-cas fuerzas que operan en una situaciónconcreta. Son apenas un estrecho marco decausas que agitan el espectro total de lasfuerzas que operan sobre una persona. Mu-chos individuos son incapaces de poner susvalores en práctica y se encuentran prosi-guiendo con el experimento pese a susprotestas.

La fuerza casual ejercida por el sentidomoral del individuo es menos efectiva quelo que el mito social nos quiere hacer creer.De seguro, tiene un efecto; pero éste apa-rece en un campo más amplio de determi-nantes que operan sobre el quehacer hu-mano. Si bien ciertos preceptos como "N omatarás" ocupan un lugar preeminente enel orden moral, no se sitúan en una posi-ción correspondiente en la estructura déla psiquis humana. Pocos cambios en lostitulares de los diarios; un llamado de 'la

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junta de reclutamiento, órdenes de unsujeto con charreteras, y los hombres sonllevados a matar sin mayores dificultades.Incluso un experimento psicológico reúnefuerzas especiales que pueden bliberar alindividuo de los controles morales. Es bas-tante fácil desplazar los factores moralesmediante la reestructuración calculada delcampo informativo y social.

¿Qué impulsa, luego, a una persona aseguir obedeciendo al experimentador? Larespuest~ contiene dos partes. Primera: hayun conjunto de "factores encadenantes"que atan al sujeto a la situación. Son fac-tores como la cortesía, su deseo de mante-ner la promesa inicial de ayudar al experi-mentador y el compromiso de retirarse. Se-gunda: una cantidad de ajustes operan enla mente del sujeto que van socavándole sudecisión de romper con la autoridad. LbSajustes ayudan al sujeto a mantener la rela-ción con el experimentador, y simultánea-mente reducen la tensión originada en elconflicto experimental. Son los ajustes tí-picos de pensamiento que surgen en laspersonas obedientes cuando la autoridadles propone accionar contra individuos in-defensos

Uno de estos mecanismos es la tendenciadel individuo a ser absorbido por el estre-

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cho rol técnico de la tarea y perder de vis-ta las consecuencias más amplias de su ac-ción. La película "El Doctor Insólito" sa-tirizó brillantemente cómo la tripulaciónde un bombardero se absorbió en un pro-cedimiento técnico preciso y exacto dearrojar bombas nucleares sobre un país. Demanera similar, los sujetos de este experi-mento cayeron inmersos en el aparato, le-yendo los pares de palabras con una articu-lación exquisita y moviendo los interrup-tores con gran cuidado. Quieren desempe-ñarse en forma competente, pero demues-tran simultáneamente que la preocupaciónde orden moral se estrecha. El técnico esuna persona que tiene la competencia y ha-bilidad necesarias para realizar una acciónexitosamente, pero a quien no le incum-ben las consecuencias humanas más gene-rales. A su vez, el sujeto confía las tareasmás comprehensivas, de establecer objeti-vos y darlineamientos morales, a la autori-dad experimental que lo contrató.

El ajuste de pensamiento más difundidoentre los sujetos obedientes es el de mera-mente no verse como el responsable de suspropias acciones. Se despoja de la respon-sabilidad atribuyendo toda la iniciativa alexperimentador, a la autoridad legítima.Se visualiza a sí mismo no como una per-

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sana completa que actúa de una maneramoralmente responsable, sino como el agen-te de una autoridad externa. Durante laentrevista del posexperirnento, se preguntóa los sujetos por qué siguieron adelante, yla .respuesta fue: "No lo hubiera hecho porIr:I .cue,~ta. Hacía lo que se me pedía quehiciera . Incapaces de cuestionar la auto-ridad del experimentador, le atribuyen to-da la responsabilidad. Es la vieja historiade "cumplir con el deber", que se escuchórepetidas veces en las declaraciones de de-fensa de los acusados en Nüremberg. Seríaerróneo pensar que ellas constituyeron unafina conjeturación planeada para desemba-razarse de la situación. Es más bien un mo-do de pensar fundamental, común a un nú-mero grande de personas, que surge cuandose las encasilla en una posición subordina-da dentro de una estructura autoritaria.~a desaparición del sentido de responsabi-lidad es la consecuencia de mayores alcan-ces de la sumisión a un sistema de auto-ridad. 1

Las personas dotadas de autoridad reali-zan acciones que parecen violar los valoresde la conciencia, pero sería falso afirmarque el sentido moral desapareció realmen-te. El enfoque es totalmente distinto. Unavez que la persona entró en el sistema de

autoridad, no responde con sentimientosmorales a 'las acciones que realiza. En todocaso, su problema moral se traslada a con-sideraciones acerca de cómo satisfacer lasexpectativas que la autoridad tiene sobreella si cumple" eficiente o pobremente lastareas. En tiempos de guerra, un soldadono se pregunta si es bueno o malo bom-bardear una aldea; no experimenta ver-güenza o culpa por destruir un villorio;antes, más bien,' siente orgullo o vergüen-za por la manera" en que desempeñó la mi-sión asignada.

Otra fuerza psicológica que opera enesta situación puede ser denominada "con-tra-antropomorfismo' . Durante décadas,los psicólogos discutieron la tendencia pri-mitiva de los hombres de atribuir a objetosy fuerzas inanimadas las cualidades de laespecie humana. Una tendencia contrariaa ésta es, sin embargo, la de atribuir unacualidad impersonal a fuerzas que son esen-cialmente humanas por su origen y perdu-rabilidad. Algunos individuos actúan fren-te a los sistemas de origen humano comosi existieran más allá o más arriba de losagentes humanos, escapando al control dela voluntad o los sentimientos humanos.Detrás de las agencias e instituciones, elelemento humano desaparece. ASÍ, cuando

el experimentador dice "El experimentorequiere que usted prosiga", el sujeto sien-te un imperativo que trasciende su deseohumano. No se plantea la pregunta vero-símil de: "El experimento, ¿de quién?" o"¿por qué satisfacer al planificador mientrasla víctima sufre?" Los deseos de un hombre-el planificador del experimento- se en-carnan en un esquema que ejerce una fuer-za sobre la mente del sujeto y trasciendeel terreno personal. "Esto debe seguir. De-be seguir", se repite el sujeto. No se dacuenta que un hombre como él mismo de-sea proseguir. Para él, el elemento huma-no desapareció de la escena, y "El Experi-mento" adquiere un momentum imperso-nal propio.

El contexto domina el significado. Nin-guna acción tiene, de por sí, una cualidadpsicológica inmodificable. El significadode cualquier acto puede ser alterado porun contexto apropiado. Un periódico nor-teamericano citó recientemente el caso deun piloto que reconoció que los norteame-ricanos estaban bombardeando hombres,mujeres y niños vietnamitas, pero que sen-tía que el bombardeo era por una "causajusta". Luego, estaba justificado. De ma-nera similar, la mayoría de los sujetos en elexperimento ubican su conducta dentro de

un contexto más amplio que es benévoloy útil para la sociedad, como la búsquedade la verdad científica. Merced a su articu-lación con la sociedad mayor, el laboratoriopsicológico tiene carácter de legítimo y creaconfianza y seguridad en aquéllos que vana colaborar allí. Una acción como aplicarshocks a una víctima, que en forma aisladaparece mala, adquiere un significado total-mente distinto en este contexto. Pero per-mitir que un acto sea dominado por el con-texto, sin darle la debida consideración alas cualidades esenciales del acto que unodesempeña, puede ser peligroso en extremo.

Por último, un rasgo esencial de la si-tuación en Alemania no fue estudiadoaquí: la intensa desvalorización de la víc-tima antes de accionar contra ella. Duranteuna década o más, la propaganda antijudíapreparó sistemáticamente a la poblaciónalemana a aceptar la destrucción de los ju-díos. Paso a paso los judíos fueron exclui-dos de la categoría de ciudadanos, naciona-lidad, hasta que finalmente se les negó elpapel de seres humanos. La sistemática des-valorización de la víctima proporciona unamedida de justificación psicológica para eltrato brutal con ella, y ha sido el perma-nente .acompañamiento de las masacres, lospogroms y las guerras, A todas luces, nues-

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tras sujetos hubieran preferido suministrarshocks a víctimas retratadas de manera con-vincente, como criminales o pervertidosbrutales.

Es interesante destacar, sin embargo, elhecho de que muchos sujetos desvalorizanseveramente a la víctima como consecuen-cia de haber actuado contra ella. Se abrie-ron comentarios tales como: "Era tan es-túpido y caprichoso que merecía la descar-ga eléctrica". Una vez que accionaron con-tra la víctima, parecería que para muchaspersonas es necesario visualizarla como in-digna,' que merece un tastigo por sus pro-pias deficiencias de carácter e intelecto.

Muchas de las personas estudiadas en elexperimento estaban, en algún sentido, encontra de lo que hacían al alumno, y mu-chas protestaron, aunque obedeciendo. Pe-ro entre los pensamientos, las palabras y elpaso crítico de desobedecer a una autori-dad malévola, se liga otro ingrediente, quees la capacidad de transformar las creenciasy los valores en acción. Algunos sujetos es-taban totalmente convencidos del error desus actos, pero no pudieron llegar a rom-per abiertamente con la autoridad. Algu-nos obtuvieron satisfacción con sus pensa-mientos y pensaron que, por lo menos ensu intimidad, estuvieron del lado de los

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ángeles. Lo qU1edejaron de analizar es quelos sentimientos subjetivos son poco impor-tantes en tanto no se transforman en ac-ción. El control político se ejerce a travésde la acción. Las actitudes de los guardia-nes en los campos de concentración son in-conSlecu~ntes.si, en la práctica, permitenel martirologio de personas inocentes de-lante de ellos. De manera similar, la llama-da "resistencia intelectual" en la Euronaocup.ada -:-por la cual un grupo de perso-n~s Imagmaron por un ajuste del pensa-miento, que habían desafiado al invasor-fue pura indulgencia para consolar los me-canismos psicológicos. Las tiranías se per-petúan gracias a la gente apocada que noposee el coraje de actuar según sus creen-c~as. Más de un~ vez los sujetos del =r=n.mento desvalonzaron su trabajo y no pu-dieron co.ncentrar los recursos internos pa-ra traducir sus valores en acción.

Una situación experimental posterior re-cogió un problema que 'es más común queel analizado arriba: se encuentran tres"profesores" frente al generador de shocks,s~ministrando descargas a la inquieta víc-tima. Dos de ellos están aliados con el ex-pe~imentador. El sujeto ingenuo no aprietael mterruptor que descargará el shock so-bre la víctima; desempeña el papel subsi-

diario de girar la llave maestra antes deque uno de los otros emita el shock. En es-ta situación, 37 de los 40 adultos del áreade New Haven prosiguieron hasta el nivelmás elevado del generador. Es evidente quelos sujetos justificaron su conducta dicien-do que la responsabilidad recaía sobre elhombre que efectivamente bajó el inte-rruptor. Este ejemplo ilustra una situaciónpeligrosa típica de la sociedad compleja:es psicológicamente fácil ignorar la respon-sabilidad cuando uno está inmerso en unacadena de acciones perniciosas, y se ericuen-tra lejos de las consecuencias finales de laacción. El propio Eichmann se enferma-ba al recorrer los campos de concentra-ción, pero para participar en la matanzamasiva bastaba con sentarse en el escrito-rio y garabatear los papeles. Asimismo, elhombre del campo 'encargado de arrojargas Cyclon-B en las cámaras puede justifi-car su conducta sobre la base de que sóloestaba cumpliendo órdenes de arriba. Asíse va fragmentando toda la acción huma-na; ningún hombre decide realizar unamala acción y enfrentar sus consecuencias.La persona que asume plenamente la res-ponsabilidad del acto se ha evaporado. Qui-zá ésta sea la característica más común del

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mal socialmente organizado en la sociedadmoderna.

El problema de la obediencia, por lotanto, no 'es totalmente psicológico. La for-ma y condición de una sociedad, y el modode desarrollarse, tienen mucho que ver.Hubo una época, quizás, en que los hom-bres fueron capaoes de proporcionar unarespuesta totalmente humana a una situa-ción; porque estaban totalmente inmersosen ella como seres humanos. Pero en cuan-to surgió la división del trabajo entre loshombres, las cosas cambiaron. Más allá decierto punto, la vertebración de la sociedaden gente que cumple trabajos muy estre-chos y especializados arrebata la cualidadhumana del trabajo y la vida. Una personano llega a visualizar toda la situación, sóloconoce una pequeña parte, y debido a ellono puede actuar sin algún tipo de direc-ción más comprehensiva. Para las eleccionesmorales importantes, pienso, el individuodebe reservar para sí mismo el derechofinal de decidir.

Desde luego, el área militar es un terre-no donde se espera obediencia. Sin embar-go, aun aquí, hay signos crecientes de quela obediencia no puede ser la regla últimade la vida. Hay dos ejércitos en el mundodonde se obliga al soldado por ley a deso-

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bedecer órdenes inmorales. Son los de Ale-mania occidental e Israel. Quizá los judíosy los alemanes, más que nadie, hayan te-nido la oportunidad de aprender que loshombres están condenados si actúan sólo através de las alternativas que ofrecen otros.

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