niveles y registros del lenguaje

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NIVELES Y REGISTROS DEL LENGUJE 1.Introducción. Definición de lenguaje, lengua, habla y norma. 2. Variedades de una lengua. Variedades diafásicas Variedades diastráticas Variedades diatópicas 1

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NIVELES Y REGISTROS DEL LENGUJE

1. Introducción. Definición de lenguaje, lengua, habla y norma.

2. Variedades de una lengua.

Variedades diafásicas

Variedades diastráticas

Variedades diatópicas

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1. INTRODUCCIÓN. DEFINICIÓN DE LENGUAJE, LENGUA, HABLA Y NORMA.

Una vez que hemos visto los rasgos fundamentales de la comunicación y de los signos, podemos entender las características y diferencias que distinguen a los términos lenguaje, lengua, habla y dialecto.

Con el término lenguaje designamos la capacidad de comunicación a través de diferentes sistemas, entre los cuales se incluye el lenguaje verbal.

* El lenguaje verbal es una capacidad innata en la especie humana que cada comunidad lingüística concreta en un sistema propio, la lengua que utiliza : un hablante chino, uno marroquí y uno español, todos con la capacidad del lenguaje verbal, no llegarán a entenderse si sólo conocen su propia lengua.

* Lengua. Si el lenguaje es la capacidad del ser humano para comunicarse, cuando ejerce dicha capacidad y la manifiesta a través de un sistema de signos que también entienden los componentes de su comunidad lingüística, está utilizando la lengua. Se trata de un código colectivo y abstracto, a disposición de los hablantes, que sirve para establecer contactos comunicativos entre personas que lo conocen y utilizan. Según estudios recientes, se han contabilizado más de 3.000 lenguas en el mundo. Las más habladas son el chino, el inglés, el ruso y el español.

* Habla. Es la utilización concreta que cada hablante hace de su lengua. La lengua es la misma para una comunidad ; sin embargo, existen tantas hablas como individuos la utilicen. El hecho de ser un acto individual y concreto depende de múltiples factores : el tono, timbre, entonación... ; influyen también la edad, el aparato fonador, el lugar de origen, la cultura del hablante, su profesión...

Norma. Entre la lengua y los hechos de habla media la norma lingüística, que limita las posibilidades del sistema. La norma es el conjunto de usos comunes que son aceptados por una comunidad lingüística.

Dialecto. No debemos entender este término como una forma peyorativa o como un modo de hablar propio de personas con escasa cultura. Este concepto se suele utilizar para designar una noción histórica de la lengua ; así, cuando una lengua se fragmenta y da lugar a la aparición de nuevas lenguas, éstas son dialectos de la lengua de la que proceden.

Por una parte, las lenguas románicas (francés, italiano, portugués, castellano...) son dialectos porque proceden del latín. Poco a

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poco, estos dialectos fueron evolucionando y desarrollando una cultura propia, adoptada por sus hablantes, y se constituyeron en lenguas.

Por otra parte, el castellano, que, como acabas de ver, es a su vez un dialecto del latín, ha originado otros dialectos como el canario, el murciano..., los cuales poseen pecularidades propias (pronunicación, léxico, entonación...), pero sin llegar a afectar a la unidad del sistema de la lengua originaria. Muchos lingüistas prefieren designarlos con nombres como modalidad, variante, variedad...

2. VARIEDADES DE UNA LENGUA

El código de la lengua no es homogéneo para todos sus hablantes : factores como la situación de comunicación, el nivel sociocultural o la procedencia territorial condicionan diferentes variedades de uso.

Variedades diafásicas. Nuestra forma de hablar está condicionada también por la situación comunicativa (el contexto situacional).

Con excepción de los niños, algunos extranjeros y sujetos que hayan sufrido daños en la corteza cerebral, todos los hablantes tienen acceso a más de un estilo lingüístico, de un registro. La variación diafásica se inserta en un parámetro que va desde las posturas más coloquiales a las más formales, todo depende del grado de participación de la conciencia lingüística en el momento de hablar; si esta conciencia apenas está presente se suele producir el estilo más conversacional, pero a medida que esa presencia aumenta van apareciendo registros más formales, lo que dependiendo del sociolecto del sujeto, hará que se seleccione un vocabulario más refinado (o que se tenga por tal), unas estructuras oracionales más complejas, una pronunciación más cuidada, unos esquemas entonativos menos acusados, y una diferente estructura del discurso.

Humberto López Morales: La Sociolingüística.

Denominamos estilos o registros a aquellos conjuntos de diferencias en el código lingüístico que se relacionan con diferencias en la situación comunicativa. Hablar bien una lengua es saber utilizar el registro adecuado para cada situación comunicativa.

La variación diafásica está condicionada por tres factores: el hablante y el oyente, el marco en que se produce la intercomunicación y el tema de que se habla.

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El hablante y el oyente. La relación entre hablante y oyente determina en gran medida nuestra elección de una variante. Las lenguas poseen formas de expresar la mayor o menor formalidad de la situación. El español, por ejemplo, posee distintas maneras de dirigirnos a nuestro interlocutor. Sin embargo, no las utilizamos en las mismas circunstancias comunicativas. (Don o Doña, usted son formas de respeto, las utilizamos cuando no conocemos a nuestro interlocutor o cuando su posición social así lo exige. Sin embargo, cuando se generaliza un determinado uso se produce su desvirtuación como fórmula de tratamiento y pasa a ser despectivo, como sucedió con vos en los Siglos de Oro. Algo similar parece suceder hoy con usted, que puede indicar respeto, pero también distanciamiento o enfado con respecto a nuestro interlocutor.

El marco de la comunicación. No nos vestimos igual para ir a clase que para ir a una boda o a una entrevista de trabajo. Y lo mismo sucede con nuestra actividad verbal. Nadie se expresa de la misma manera –o no debe hacerlo si quiere tener éxito- en su casa, en clase o en una entrevista de trabajo. Con el término marco designamos el entorno de la comunicación como elemento de variación en el uso de la lengua.

Tema. Por último, nuestro uso lingüístico también está condicionado por el tema de que hablemos. No hablamos de igual manera de nuestra vida privada, nuestras aficiones, nuestro trabajo o nuestras ideas: la formalidad varía en cada caso. Esto sucede porque los temas de conversación suelen responder a situaciones comunicativas específicas y, en consecuencia, asociamos los temas con los niveles de formalidad (no hablamos de la misma forma de nuestro entretenimiento favorito, de nuestros problemas con las matemáticas o de nuestra forma de entender la amistad o el amor).

Atendiendo a estos factores distinguimos una variante formal de otra coloquial y de las jergas.

Variante o registro formal. Se aproxima a la lengua escrita y culta, pero puede darse en la oral en conferencias, exposiciones, clases magistrales... El estilo formal requiere mayor organización sintáctica y una cuidada selección léxica.

Variante o registro coloquial. Es característica de la lengua oral, pero puede aparecer en la escrita, en cartas familiares o amistosas o cuando se desea imitar el estilo oral (textos teatrales, diálogos entre personajes de una narración).

Variedades diastráticas. Este texto de Humberto López Morales habla de la variación social:

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Por primitiva u homogénea que sea una comunidad siempre se encuentran el ella algunos patrones de variación lingüística. Esta variación suele estar en función de ciertos factores extralingüísticos, fundamentalmente de carácter social. A medida que las sociedades se hacen más complejas, los individuos que las integran tienen la oportunidad de desempeñar en ellas una mayor cantidad de papeles diferentes, y ello puede dar pie a que se diversifique la lengua. De aquí que unas comunidades posean mayor variación que otras.

Humberto López Morales, La sociolingüística.

Ahora te propongo un ejercicio. Relaciona las siguientes expresiones con una de las posibilidades que te ofrecemos en las dos columnas contiguas. Expón las razones de tu elección:

Juan se ha pirao y no ha ido a clase.

EMISOR RECEPTOR

Alumno/a Alumno/a

Profesor/a Profesor/a

Padre/madre de Juan Padre/madre de Juan

Juan está exhausto de tanto estudiar.

EMISOR RECEPTOR

Alumno/a Alumno/a

Profesor/a Profesor/a

Padre/madre de Juan Padre/madre de Juan

Se me ha caído el boli.

EMISOR CONSIDERACIÓN SOCIAL

Persona con estudios Educado

Persona sin estudios Correcto

Vulgar

No lo hago porque no me sale de los c...

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EMISOR RECEPTOR

Hombre Hombre

Mujer Mujer

En cualquier comunidad se observan diferencias en la forma de hablar que se relacionan con características sociales de los miembros de la comunidad. Especialmente con la edad, el sexo y el nivel sociocultural.

La edad

En las sociedades industrializadas del mundo occidental, las diferencias entre el registro juvenil y el de los adultos no son tan marcadas como en otras culturas. Se aprecian, sin embargo, diferencias que podemos resumir en los siguientes puntos:

Menor conservadurismo lingüístico de los jóvenes en el empleo de tacos y palabras malsonantes.

Utilización de palabras más novedosas y tendencia a crear nuevo léxico por apócope (tele, cole, etc.) o por sufijación (litrona, bocata, etc.)

Uso abusivo de palabras de significado indefinido: tío, o sea, guay, etc.

Adopción del léxico del marginalismo: currar, papear, tragarse un marrón, etc.

Todas estas características responden, en definitiva, a la necesidad de los grupos de jóvenes de diferenciarse generacionalmente de sus mayores y de reforzar los lazos de cohesión grupal compartiendo una determinada forma de hablar. Por ello, algunas de estas diferencias son puramente léxicas y se abandonan cuando se llega a la edad adulta.

Es significativa la relación que se observa entre edad y prestigio lingüístico. Parece claro que los adolescentes y los jubilados utilizan formas menos prestigiosas con mayor frecuencia que los que se encuentran en el mercado laboral. Este hecho parece relacionarse con las propias presiones del mercado de trabajo, que exige, como norma de convivencia, la utilización de las formas más estandarizadas. Evidentemente, esas exigencias no afectan tan sólo a la forma de hablar, sino también a la forma de vestir, comportarse, etc.

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El sexo

La relación entre lengua y sexo es algo de lo que se habla con frecuencia sin rigor y sin considerar su enorme complejidad.

Es frecuente escuchar que la lengua discrimina a la mujer. Sería más adecuado, sin embargo, afirmar que la lengua refleja las discriminaciones sociales de la mujer. Así sucede, por ejemplo, en el caso del distinto significado que en español tiene secretario/secretaria, hombre público/mujer pública, coronel/coronela, etc.

Conviene no olvidar que, en muchas ocasiones, la inexistencia de variación genérica no es el resultado de una discriminación, sino de que la palabra no admite la variación, que se expresa a través del artículo, los demostrativos o la concordancia con el adjetivo. Por ejemplo, nadie diría *la estudiante o *el ciclisto.

Por otra parte, la mujer utiliza con mayor frecuencia que el hombre las variantes más prestigiosas y conservadoras, mientras que el hombre tiende a usar formas más vulgares. Este comportamiento lingüístico se relaciona con los estereotipos de masculinidad y feminidad. Sin embargo, las diferencias no son excesivas y no se pueden separar de la clase sociocultural y de la edad.

Donde sí suele observarse una diferencia mayor es en el tipo de estrategias conversacionales de hombres y mujeres. Estudios recientes revelan diferencias sustanciales en lo que atañe a los turnos de habla y de la edad.

Se ha observado que las mujeres respetan más los turnos de habla que los hombres, se quitan menos la palabra tanto en una conversación entre hablantes del mismo sexo como entre personas de distinto sexo. El varón admite que le interrumpa alguien de status social superior si es hombre, pero no si es mujer. Es también un mito la supuesta “verborrea” femenina. Los hombres suelen intervenir en las conversaciones más veces y durante más tiempo que las mujeres.

La clase social

La estructura sociocultural también condiciona nuestra forma de hablar. Resulta evidente que cuanto mayor sea el nivel cultural de una persona, mejor conocerá y aceptará la norma lingüística de esa comunidad. También está claro que determinadas profesiones exigen un mayor grado de formalidad a la hora de hablar. Por último, hay determinadas conductas sociales que se relacionan con diversos niveles de formalidad lingüística.

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Por ello, se suele denominar clase sociocultural a la relación que existe entre el nivel educativo, la profesión y los ingresos en una determinada comunidad. Se espera de los grupos sociales más altos comportamientos lingüísticos más correctos y se asocian las peculiaridades de los grupos sociales más bajos con lo vulgar y lo incorrecto.

La relación que existe entre clase social y uso lingüístico varía, sin embargo de unas sociedades a otras y depende, en definitiva, de la estructura social de cada comunidad. Aquellas comunidades en las que existen fuertes desequilibrios sociales, se suelen caracterizar por la existencia de fuertes diferencias en el uso lingüístico de los distintos grupos. Sucede lo contrario en aquellas comunidades en las que la distancia social no es tan aguda. Esto es así por dos razones distintas:

Por un lado, en las sociedades con una estratificación social aguda resulta difícil que los grupos sociales más desfavorecidos accedan a la educación o puedan mejorar su status social fácilmente. Por ello, su contacto con la norma lingüística estándar es inferior al que se observa en las sociedades de estratificación social suave.

Por otro lado, en esas sociedades de estratificación aguda, la forma de hablar se convierte en un signo de identidad intergrupal, por lo que se perpetúan las diferencias lingüísticas al actuar las peculiaridades subestándares de los grupos más bajos como norma encubierta para tales grupos. La desconfianza hacia los grupos más favorecidos se amplía así a su forma de hablar.

Por estas razones, existe una estrecha relación entre la clase social y otras variables, como son la raza, la etnia o el carácter rural o urbano de los hablantes. Normalmente, cuando una raza o una etnia utiliza una variedad distinta a la estándar es porque esa raza ocupa el lugar más bajo en la escala social (caso del negro americano de Estados Unidos) o porque siente la necesidad de diferenciarse como comunidad del resto de los hablantes (caso del yiddish de los judíos alemanes), o por ambos motivos a la vez.

Por otro lado, la diferencia entre lo rural y lo urbano suele reflejar diferencias en el acceso a la educación y, también, una mayor cohesión social de las sociedades rurales que favorece el mantenimiento de las propias peculiaridades lingüísticas como hecho diferencial.

Según estos factores distinguimos:

Nivel culto. El hablante culto dispone de mayor dominio y corrección fónica, morfosintáctica y léxica, que le permiten

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concretar más eficazmente las relaciones entre lenguaje y pensamiento.

Nivel coloquial. El hablante común presenta menor fluidez en el manejo del código ; ésta se refleja en el uso de muletillas y de otros elementos relacionados con la función fática del lenguaje, así como en la reducción del vocabulario y en la limitación en el uso de oraciones compuestas.

Nivel vulgar. En este nivel, se manifiestan ya dificultades en la relación entre lenguaje y pensamiento, que se traducen en titubeos, muletillas, uso de palabras comodín, o en problemas de construcción gramatical. En el registro vulgar, se producen frecuentes transgresiones de la norma de una lengua conocidas como vulgarismos.

Jergas. Los miembros de ciertos grupos profesionales utilizan un tipo de variantes difícilmente comprensibles para personas ajenas a su colectivo, que se conocen como jergas profesionales: la de los abogados, la de los médicos...

Con el término jerga también se conoce el habla de grupos marginales utilizadas para que no sean entendidas : el argot carcelario, el del mundo de la droga...

Variedades diatópicas. Las variedades diatópicas o dialectos están determinadas por la historia de un territorio. Son las realizaciones que una lengua adopta en las distintas zonas ; de este modo, todas las modalidades regionales son variedades diatópicas. Estas variantes constituyen normas de uso, aunque ciertos usos dialectales, válidos en una zona determinada, fuera de ésta se interpreten como vulgares.

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