mil años atrás una historia de amor quedó truncada por la

Milañosatrásunahistoriadeamorquedó truncadapor ladesgraciayunamaldición. Un poder tan maligno que había conseguido retener a susespíritusgeneracióntrasgeneración.Ymientrastanto,losamantesesperan,condenadosareencontrarseyaperderseporculpadeloscelosyelodio.Elcaballeroy ladama.Elguerreroy ladoncella.Hastaquetalvezundía, talvezennuestraépoca,siglosdespués,unpodersuperiorybenignoconsigaromperelmaleficio.

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EliaBarceló

CordelunaePubr1.0

Titivillus29.04.2018


EliaBarceló,2007

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2


Tengolasuertedesercapazdeinventarynarrarhistorias.Tengounasuerteaúnmayor:ladetenerunahija

quelasdisfrutaylasestimula.Alolargodelaredaccióndeestanovela,

ellameacompañó,fueleyendolaspáginasalvolverdeclase,segúnsalíandelaimpresora,

ymeimpusounrégimendetrabajodevastadorhastaqueestuvoacabada.

Duranteelproceso,fuimoscomentándola,puliéndola,disfrutandojuntasdesucreación.

Poreso,Cordelunaesparati,Nina,lamejorhijaquepudieradesear,lamejorquepudieraimaginarme.


EnelcorazóndeCastilla,enlaoscuridad,unpoderaguardaelmomento.

Hanpasadocasimilañosyeltiemposeacaba.Laslíneasdelpasadoconvergenhaciaelpresente

paraqueelfuturopuedaexistir.Unfulgorazulado,tanlevequeseconfundeconlaluzdelaluna,buscaentrelasgeneraciones,

siguiendoelcaminodelasangre.EndiferenteslugaresdeEspaña,ignorantesdequeformanpartedeunatramatrazadamuchos

siglosatrás,variosjóvenessueñanconloquelestraeráelverano.

Noeslaprimeravezquesucede,peroeslaúltimaoportunidad,aunqueellosnolosaben.

Ymientraslosprotagonistasactualesdelahistoriaquevaacomenzarvivensusvidascotidianas,

otrosprotagonistasqueyanotienennada,salvosuamorysuesperanza,aguardanenlastinieblasheladas

aqueseproduzcaelmilagro.Todoempezómilañosatrás.

Y,parabienoparamal,acabaráahora.


Eljovenjinetedetuvoelgalopedesucaballoy,yaalpaso, lo llevóporelsenderoempinado hasta la cumbre del cerro. Había cabalgado toda la noche y podíaconcederseunosinstantesparaverdesdelaalturaelpueblodelquehabíasalidocasitresmesesatrás.

Todo seguía igual que el día de su marcha, hermoso y en paz: el Arlanzóndiscurría como una perezosa serpiente plateada entre campos rubios ya de trigomaduro; las tenues columnasde humode todas las casas donde se cocía el pan seelevabanalcielo,deunazulclarísimo,conunfilorosadoaúnenelhorizonteporelqueelsolacababadedespuntar; la torrede la iglesia,asu izquierda,mostrabaconorgullo la fe de los habitantes de la villa, y el sólido y chato castillo de Vivarproclamabasuempeñodedefenderlacontracualquierataque, tantodemoroscomodecristianos.

Por un momento se le cerró la garganta de emoción frente a aquella belleza,regalodeDios,queconocíadesdeniñoyquenuncahabíaapreciadorealmente.Sinembargo, ahora que a la vuelta de su primer viaje fuera de la comarca había vistootroslugaresyteníaconquécomparar,lahermosuradesutierra,humildetalvezalladodeladelferazreinodeSevilla,leparecíamásesplendorosaquenunca:porqueerasuya,porqueeraallídondehabíaabierto losojosalmundocasidieciochoañosatrás,porqueallí,entreelamordesumadreylafirmezadesupadre,sehabíahechohombre,porqueallíestabansus recuerdosmásdulcesy laspersonasa lasquemásquería.

Sepersignó,dandograciasaDiosporhabervueltosanoysalvo,yduranteunosmomentos trató de imaginar cómo sería tener quedejar todo aquello para siempre,sabiendoqueunonuncapodríaregresar.

Le recorrió un escalofrío y, como era costumbre, sacudió los hombros paraespantarelmalaugurio,conloquesulorigalanzóuntintineocasirisueño.

Por fortuna, donRodrigo no le había enviado a traer lasmalas noticias, sino aavisardesullegada,hacialamediatarde,paraquetodoelpueblopudieraprepararsearecibiralossuyos.

Diounaúltimamirada,abarcandocampos,río,bosque,pueblo,iglesia,trigalesy,muy abajo, las lejanas murallas de Burgos, chasqueó la lengua contra el paladar,apretó con las rodillas los flancos de Durán y, siguiendo el sendero sesgado quecruzabaelcerro,bajóalcamino.

Prontofuedescubiertoporlosniñosdelpueblo,quesalieronentropelarecibirlodandogritos,silbidosypalmadasdealborozo.

—¡Sanchohavuelto!¡Sanchohavuelto!¡SanchoRamírez!SuhermanoMartín,unniñovivarachodeochoaños,ysutreshermanaspequeñas

—María,MencíayUrraca—seabalanzaronsobreéldandogritosdegozo,ySanchodecidiódesmontaryesperarlosapiefirme,antesdequeacabaranpisoteadosporloscascosdelcaballo.

Loabrazaronportodaspartes:Martíndefrente, lasdosmedianascogidasasus


piernas, una por cada lado, y la pequeña, que no encontraba por dónde colarse,terminóagarrándosealtahalídelaespada,conlacabezaapoyadaensusposaderas,demodoquelalevantóenbrazosyselacargóalhombromientrascaminabarodeadodeniñoshastalacasadesupadre.MartínllevabaaDurándelariendayelcaballodebía de haber captado ya el olor familiar de su pesebre porque, a pesar de lacabalgada nocturna, parecía haber cobrado nuevas fuerzas y venteaba, ansioso,lanzandocortosrelinchos.

Entraronalpatioy,trasunmomentodealgazaraymássaludos,estavezadultos,Sanchoseencontróabrazandoasumadre,Mencía,unamujerhermosayaúnjoven,casi tan alta como él, y de la que había heredado su pelo castaño claro, con tintesrojizoscuandobrillabaal sol,asícomoesasonrisaquecalentabaelcorazónde losquelarecibían.

Notóunobstáculoentreély sumadrey la apartó suavemente,mirándolaa losojos:

—¿Otrohermano,madre?Ellasonrió,mirándoseelvientrehinchado.—Tupadretendráunpedazodepiedemenos,Sanchico,peroparatodolodemás

esunhombreentero—dijounavozsonoradetrásdeél.Uninstantedespués,unamanorecialepalmeóelhombroyseencontróabrazado

alcuerpomacizodesupadre.—Bienvenidoacasa,hijo.Yateechábamosenfalta.—Pasa, pasa, ven a sentarte dentro; vendrás cansado —dijo la madre,

acariciándole lamejilla sucia de polvo y sudor—.Voy a decir que te traigan aguaparalavarte.

—Asuedadnocansacabalgarunas leguascon la frescade lanoche—dijo supadre,mirándolo,orgulloso—.Perovendrásconhambre.

Sancho asintió sonriendo y volvió a tomar en brazos a la pequeñaUrraca, queprotestabaasuspies.

—Martín—mandóelpadre—, llevaaDuránalestabloydileaRamiroquehallegado su hermano y que lo esperamos dentro. A ver qué noticias traes, Sancho.¿HabéisestadoenSevilla?

RamiroLáinez,elpadredeSancho,cojeabajuntoasuhijomientrascruzabanelpatio, siguiendo a las mujeres. Había sido herido de gravedad luchando en lasmesnadas del rey don Sancho y, aunque su natural fuerte le había permitidosobrevivir,habíaperdidovariosdedosdelpiederecho,loqueloinhabilitabaparalalucha.Acaballo seguía siendode temer, pero si el enemigo lograbadescabalgarlo,sus posibilidades eran escasas. Por eso su señor, don Rodrigo de Vivar, habíapreferidodejarloencasa,alcuidadodelpueblo,yhabíatomadoaljovenSanchoensulugar.

—¿Haquedado contento de ti nuestro señor donRodrigo?—preguntóRamiro,mientraselhijoselavabaenlacocina,frentealfuegodelhogar.


—Sí,padre,notengascuidado.—Un buen señor merece un buen vasallo, no lo olvides nunca. Tú tampoco,

Ramiro—añadiódirigiéndoseasusegundohijo,queacababadeabrazaraSanchoysehabíasentadoenelbanco,unpocoalejadodelfuego.

—Perounbuenvasallomereceunbuenseñor—dijoSanchoreflexivamente.—Sí,muchacho, sí.Todosvivíamosmás felices connuestro reydonSancho, e

incluso antes, con su padre, el gran don Fernando, pero ahora, muerto Sancho, lacoronadeCastillaharecaídoendonAlfonsoyesvoluntaddeDiosqueseanuestroseñor.

—Se dice que no ha sido voluntad de Dios, sino del enemigo, que movió elcorazóneinclusoelbrazodeAlfonsocontrasuhermanomayorenelsitiodeZamora—dijoeljovenRamiro.

—Nopermitiréenmicasacalumniascontranuestrorey—eltonodelpadreeratajanteylaconversaciónse interrumpiómientras lasmujeres traíandoshogazasdepan fresco, lonchas de tocino, puerco de olla, cebollas tiernas recién cogidas delhuertoyunajarradevinotinto.

UnosmomentosdespuésentróMencíaconuncuencodegachasendulzadasconmiel,quecolocódelantedesuhijo.

—Telasacabodehacer,comoatitegustan—lepasólamanoporelpelo,lediounbesoenlafrenteysesentóasulado.

—Diostelopague,madre.Tengounhambredelobo.¿DóndeestáLeonor?—Tuhermananoseencontrababienestamañana.Luegobajará.Poreltonoenquelodijoylaformadesupadredenoescucharloquesehablaba,

lequedóclaroquesólosetratabadeunacosademujeres,algosinimportancia,asíqueempezóacomeradoscarrillosbajolamiradadetodalafamilia.

—CuéntanoscómoesSevilla—apremióelpequeñoMartínconlabocallenadepan.

—Dejaquecomaprimero,hijo—intervinolamadre.Los ojos de Sancho saltaban de rostro en rostro y vagaban por la cocina

posándoseenlosobjetosfamiliaresalosquenuncahabíaprestadolamenoratención.Erahermosoestarencasa,perotambiénloerahabersemarchadoparapodervolverycontarlohabíavistoporelmundo.

Terminó las gachas, se limpió la boca con el dorso de la mano y sonrió a sufamilia.

—Luegooscontarétodoloquequeráissaber,peroantestengoqueentregarleunacartaadoñaJimenadepartedesuesposoyavisaralpadreEverardodequepreparelaiglesia.DonRodrigollegaráalcaerlatardeyquierequesereúnanloshombresenlaplazadespuésdemisa.

—¿Malasnoticias?—preguntóelpadre,poniéndoseserioderepente—.¿Hayquetemeralgúnataquedelenemigo?

Sancho negó con la cabeza y, disimuladamente, dirigió una mirada a los


pequeños.—Todos a vuestras faenas —dijo el padre, comprendiendo de inmediato el

mensaje—.Yaoscontarásusviajesestanoche,despuésdecenar.Mujer,llévatealoshijos.Ramiro,túquédateconnosotros.

La madre se levantó y, con expresión dulce, a pesar de la preocupación queempezaba a sentir por las extrañas palabras de Sancho, azuzó a los niños como sifueranocas,ysalióalpatio,dejandoalostreshombresenlacocina.

—Ahorapuedeshablar.Traesmalasnoticias,¿verdad?—Las peores —contestó Sancho, mirándolo a los ojos—. El rey Alfonso ha

desterradoadonRodrigo.—¡Diosnosvalga!—¡Miserable!—escupióRamiroeljoven,poniéndosedepie—.¿Cómoseatreve

atamañoultraje?—¿Dequéloacusa?—preguntóelpadre,pálidoyperplejo.Sanchotragósaliva.—Deladrón.—¡Noesposible!¿LadróndonRodrigo?¿Elmásnobleguerreroquejamáshan

vistolossiglos?—ElreyloenvióaSevillaarecogerlaspariasquepaganaCastillalosmorosde

esereino.Yoyotrosveinteguerrerosfuimosconél,recogimoslosarconesquenosmandaroncargar,regresamosatierrascristianassinmásqueunpardeescaramuzassin importancia, y los entregamos en León al propio rey. Esa noche hubo fiesta yalegríageneral.DespuéssedijoquefaltabanunosdinerosquedonRodrigosehabíaembolsado;elreyseenfureció,ydiolaordendedestierro.NuevedíasparasalirdeCastilla.

Elpadrehundiólacabezaentrelasmanosyquedóensilenciounosmomentos.—Esoesunavilcalumnia—dijoRamiro,airado.—Loes,hermano.Yomedejaríamatarpornuestroseñor;porqueséquenoesun

ladrón.PerolacortedeAlfonsoestállenadeserpientesquelehablanaloído:noblesleonesesquehacedosgeneracionesquenohanblandidounaespadayseperfumanyadornancomomujeres;noblesdeOviedoque secreen superioresa losvillanosdeCastillaynosabenquéinventarparahacernosdemenos.ElpeoreselcondeGarcíaOrdóñez,queesahoramuyprivadodelreyyodiaanuestroseñorporqueloenvidia.ÉlhaconvencidoaAlfonsodequeelreinoestarámejorsinelantiguoalférezdelreydonSancho.

—¡Víbora!¡Semerecelamuerte!—Sólo Dios da y quita la vida, muchacho—dijo el padre—. Ahora hay que

pensarquépodemoshacer.—Lo primero es llevar la carta que me ha encomendado don Rodrigo, padre.

Volveré lo antes que pueda—dijo Sancho, poniéndose de pie—. ¿Me acompañas,Ramiro?


Suhermanoasintióy,juntos,salierondelacasa.


CuandoSanchobajóadesayunaraldíasiguiente,despuésdehaberpasadolanocheensupropiapaja,bajoelpropio techo,conelcalorde sushermanos, sumadreyateníadispuesta lamesaapesardequeaúnnohabíasalidoelsol.Ungallocantabadesaforadamente en el corral y, poco a poco, el cielo se iluminaba de un tonoanaranjado.

Sancho siempre había sido un hijo cariñoso, pero aquella mañana, al ver a sumadre removiendo las gachas en la lumbre y darse cuenta de que en su pelo yabrillaban unas hebras de plata, sintió tal deseo de abrazarla que hasta ella sesorprendióunpocodesuimpetuosidad.

—Ea, muchacho—dijo riéndose—, suéltame ya, no se me vayan a pegar lasgachas.

—¿YporquénolashaceEncarnación?—Porqueparaunavezquetengoamihijomayorencasa,quieroservirloconmis

propiasmanos.¿Tevasair?—preguntó,despuésdeunapausa,sinmirarlo.Nohacíafaltadeciradóndeniconquién.Amboslosabían.—Padreiría,sipudiera.—Peronopuede,nidonRodrigolosufriría.Yahadichoquenoquiereobligara

nadie.Atitampocotepidequelesigasaldestierro,hijo.—SomosvasallosdedonRodrigo,madre:sudestinoesnuestrodestino.—Sí—asintióella—.Sudesgraciaesnuestradesgracia.—Perosuvictoriaseránuestravictoria,madre,siDiosesservido.Mencíasevolvióhaciaélconlosojosllenosdelágrimas.—Hasestadotresmesesfuerayhecontadolosdías,Sancho.¿Cómopodréahora,

sipartesaldestierroyquizánoregreses?Eldestierroes ladeshonra, lapérdidadetodo.DonRodrigonosólohaperdidoelfavordelrey,sinosuhonra,sustierras,sushaberes…No podrá volver jamás si el rey no lo perdona. ¿De qué viviréis, hijo?¿Quiénossocorrerácuandolohayáismenester?

—Diosnosayudará,madre.SomosguerrerosydonRodrigoeselmejorcapitándelacristiandad.Sihastalosmoroslollaman«Sidi»,queesuntítuloderespetoparaellos…Ganaremosun reinoynosharemos ricos,yaverás.Casaréamishermanasconunabuenadoteyvosotrosvendréisavivirconmigo,enelalcázarquemandaréconstruiralladodelmar.¿Túnoquieresverelmar,madre?

Mientras tanto,Mencía llorabayasin recato,aunque intentabaque las lágrimasnocayeranenelpucherodelasgachas,queseguíaremoviendosinverlas.

Sancho la abrazó por detrás y le besó la cabeza, intentando calmarla con supresencia,consucariño,comohabíahechoellatantasvecesconél.

—Notemas,madre,volveré.TelojuroporDios.—Nojures,hijo,nojuresloquenoestáentumano.Yorezaréporti.¿Selohas

dichoyaapadre?—Ayernoche,antesderecogernos,alvolverdelaplaza,ytengosubendición.—¿QuéseráahoradedoñaJimenaylosniños?


—DonRodrigolosdejaráenunmonasteriohastaqueencuentreunlugarsegurodondeviviry el rey lesdé licenciapara reunirse.Alvarón, aDiego, lomandaráabuscarcuandotengaedaddeempuñarlaespada.

—¡Pobremujer!—¿Pobre? Es una rica-hembra, noble, y sobrina delmismo rey—a Sancho le

parecíacasiescandalosoquesumadrellamarapobrealaseñoradeVivar.—Yo soymás rica que ella, porque tengo a mimarido en casa, con su honra

intacta,yaseisdemissietehijos.Yporqueelmayoresuncaballerolealasuseñor—añadió,sonriendoentrelágrimas.

EnesemomentoentróRamiroLáinez,cojeandoyconelpeloaúnmojado,yaqueerasucostumbredespejarsedelsueñometiendolacabezaenlaalberca.

—Buenos días nos dé Dios, mujer. Hijo, ven conmigo; quiero enseñarte algoantesdequetumadreteablandecontantalágrima.

Subieron al piso superior de la casa y entraron en el desván, que, como eraprincipiodeverano,estabayacasivacíodesucargahabitualdefrutapuestaasecarytinajasdeaceiteydeharina.

Al fondohabíaunarcónconherrajesnegrosqueSanchonohabíavistonunca.Ramiro se arrodilló, se quitó una llave que llevaba colgada del cuello y lo abrióreverentemente.

Dentro había un bulto alargado cubierto conun paño árabe de hermosa facturaquealgunamanofemeninahabíacristianizadodebidamente,bordándoleunascrucesamarillasquedestacabansobreelintensoazul.

Elpadrecogióelbulto,losacóconcuidadoylodepositósobrelatapadelarcón,queSanchohabíavueltoacerrar.Luego,conmanosfirmes,lodesenvolvió.

Eraunaespada.LaespadamásbellayextrañaqueSanchohubieravistojamás.La vaina era de cuero cordobés repujado con filigranas y la empuñadura brillabasuavementea laprimera luzdelalba.Elpadre lasacódesuvainay lemostróunahojafuerte,puliday,porloqueparecía,perfectamentecalibrada.Noeraunaespadacristiana,esoestabaclaro;nisiquieraárabe.

—EsCordeluna—dijoRamiroLáinezconunlevetemblorenlavoz—,laespadadenuestrosantepasados.Sellamaasíporqueenlahojatienegrabadoesteemblema,¿ves?,uncorazónyunalunaquelocruza.Ylaempuñaduratieneunapiedratanraraqueparecehechadelmismocorazóndelaluna.Mírala.

Sancho lacontempló, arrobado, sinatreversea tocarla: eraunapiedragrandeyovalada,deuncolorlechosocomolaluzdelalunallenasobrelasrocasblancasyensuinteriorparecíanmoverselentamentevolutasdehumodecolores.Sinquenadieselo explicara, sintió que era una piedra viva, una piedramágica. A los lados de laempuñadurabrillabanotrasdospiedrasiguales,máspequeñas,igualdemisteriosas.

—¿Hasidobendecida,padre?—preguntóSanchoconlabocaseca—.Nopareceobra de cristianos. Ni siquiera de mortales —continuó con una risa fingida paraocultarsuemoción.


—Hasidobendecidaenciencombates,hijomío.Cordelunavinodemuy lejos.Se laganóunantepasadomíoaunmoroqueveníademásalládePersia,deunasislasqueestánenelmardelfindelmundo.Siemprenoshaservidobien.Ahoraestuya.Siellateacepta.

Sancholevantólavistadelaespadaylafijóensupadre,sinatreverseahablar,sinatreverseapreguntarcómopodíaunbuencristianohablarasídeunaespada.

—Tómalaentumanoysientesupesoysufuerza.Sientesiestáishechoselunoparaelotro.

Alalargarlamanoparatomarlaespadaqueleofrecíasupadre,Sanchosintióquetodos sus músculos temblaban, como después de un gran esfuerzo. Casi tuvo queobligarse a blandir aquel arma, como si temiera que se revolviera por su propiavoluntad,peromirólapiedradelunayfuecomoperderlavistaenuncielodeveranosurcadopornubessutilesquedanzaranenloalto.

SumanosecerróenelpuñodeCordelunaylaalzófrenteaél.Deinmediato,sesintió recorrido por una fuerza desconocida que lo bañaba de la cabeza a los piescomounríocalienteypoderoso.Elprimerrayodesolhiriósusojosyrelumbróenelfilodelaespadayenlasotrasdospiedrasblancas,máspequeñas,queadornabanlaempuñadura.

—Cordeluna—susurróSancho,comosilareconociera.—Sédignodeella,hijo.Úsala conbienyparabien, amayorgloriadeDiosy

parahonordetuseñorydetulinaje.CuandovolvióaenfundaraCordeluna, aún sentíauncosquilleo recorriendo su

cuerpo,juntoconlasangre.TresdíasdespuéspartierondeVivar,haciaeldestierro.Más allá de Burgos, con el sol ardiendo despiadado sobre su cabeza y los

hombroscubiertosdehierro,SanchosepermitióalzarlosojosquehabíamantenidofijosenelcuellodeDurándurantelasúltimasleguas.SeleestrujabaelcorazóndepenacadavezqueveíaadonRodrigofirmeysombrío,acompañadoportanpocosdeloshombresqueduranteañoslehabíanservido.Élnohabíaqueridohacerusodesuderechoyhabíadejadoalavoluntaddecadacualladecisióndemarcharconélodequedarse. Y muchos habían decidido permanecer en Castilla sin que él se lorecriminara.Al finyal cabo, todos tenían familiasquemanteneryproteger,honraqueguardar,pequeñasposesionesquedefender,mientrasquedonRodrigo,queteníamásquecualquieradeellos,había tenidoquedejarlo todoatrásyesoera loque lehabía arrancado lágrimas y suspiros al partir de Vivar, aunque ahora se hubieransecadoyaparadejarel fuegoquesiempre lohabíamovidoyquecontagiabaa susmesnadas,queiríanalmismoinfiernoaunapalabrasuya.

Avanzaban en silencio, al paso, despidiéndose en su corazón de todo lo quedejaban.AdonRodrigo lequedabaaún lapeordespedidaenelmonasteriodeSanPedro,elmomentodedejarasuesposaysushijos,peroSanchonoestaríaallíparaverloporquesusórdeneseranadelantarseconotrosdiezcamaradas,pasarelDuero,y


montarunpequeñocampamentoenelquesuseñorselesreuniríadosdíasmástardeparainternarseentierrademoros.

Se separaron en una bifurcación de caminos y,mientras el sol bajaba hacia suocaso,trasdesusespaldas,Sanchosededicóapensarprimeroenloquedejabaatrásy luegoen loque le esperabaenel futuro.Detrás la infancia, lapaz, la seguridad;delante lamadurez, la lucha,el triunfo, lagloria,quizá.Perodemomento loúnicoque era suyo era el buen caballo de batalla quemontaba, lamisteriosa espada quependíadesuflancoylafuerzadesubrazo.Ysufe.Ysusrecuerdos.

Recordó la conversación que había mantenido con su hermano Ramiro el díaantesdemarchar,cuandolehabíacontadolafiestaquehabíadadoelreydonAlfonsopara honrar a don Rodrigo por su feliz regreso, antes de la acusación y de la vilcondenadedestierro.

Si se esforzaba un poco, el violento amarillo de los campos circundantes sedifuminabaparadejarpasoalsalóndeslumbrantedeantorchas,alasviandasqueleshabíanservido,alamúsicadelosmejoresjuglaresdelreino,alasgalasdelasdamasquesedeslizabanentre loshombres, tan lavadosypeinadosqueapenassiparecíanlosmismosguerrerosqueélconocía.

Sonrióalpensarenlamujerquelohabíaelegidocomoparejadebaile,apesardequeélerasólounmuchachoyellaunarica-hembra:doñaBrianda,lajovenviudadelconde de Peñalba, una mujer deslumbrante, de cabellos negros como plumas decuervoadornadosconunasartadeperlasárabes,delabiosrojosyojosverdesquelesonreíancadavezquesusmanosseencontrabanenladanza.

Si se hubiera quedado en Castilla, habría podido volverla a ver. Ella le habíapedidoqueentraraa su servicio, lehabía sugerido inclusoqueestababuscandounnuevocapitánparasushombres,ahoraque,muertosuesposo,teníaqueocuparseellamismadeesosmenesteres,peroantesdequeacabaralafiestasehabíacorridolavozdeloroquealparecerfaltabadelasarcastraídasdeSevilla,ylosguerrerosdedonRodrigohabíantenidoquesalirdelsalónaórdenesdesuseñor.

Sanchonosearrepentía;sulealtadestabaporencimadetodo,lahabíamamadocon la lechedesumadreysehabía fortalecidocon la reciamanodesupadre.Sinembargoahoraquenoteníayanadaquedecidiroqueperder,seentreteníapensandocómopodría haber sido su futuro de haber aceptado la propuesta de doñaBriandaque, incluso para unmozo inexperto como era él, conteníamás de lo que dejabantraslucirlaspalabras.Nuncahabríapodidoconvertirseensuesposolegítimo,siendocomo era un simple hijo de hidalgo, aunque fuera el primogénito, pero las damasviudaspodíanconcederuntipodefavoresquenoresultabannadadesdeñablesparaunmuchachojovenyfuerte,conambiciones.Podríahaberlocasadoconunadesusdoncellasyél,pocoapoco,porsuactuaciónenelcampodebatalla,podríahaberidomejorandodeposición.

Peronoeranmásqueensoñaciones.Sufuturo,faustoonefasto,estabajuntoasuseñor. Lo había decidido pensando en su honor, en la honra de los suyos y en la


lealtaddebidaadonRodrigo.Tenía labendicióndeDiosyde supadre.Lodemáscarecíade importancia.Lodemás,aunque fueran los jugosos labiosdeunahembraque estabamuy por encima de su estado y que aún le quemaban en los suyos alrecordaraquelbeso,nocambiaríajamásladecisiónquehabíatomado.EnelordendelascosasqueDioshabíafijadoalprincipiodelostiempos,lasmujeressiempreeranlassegundas.Inclusocuandoelmatrimonioconvertíaahombreymujerenunasolacarne, el marido seguía siendo la cabeza, y ningún varón que se respetara podíaalterar eseorden.Aunqueel amorpor la esposaypor lamadre era sagrado,habíacosasqueunhombredebíaponerporencimacuandolascircunstanciaslorequerían.

«Yelmundoestállenodemujeres»,pensóconunasonrisatraviesa.

***

«Elmundoestállenodemujeres»,pensóGloriapocoantesdesubiralmicrobúsquelosllevaríaaempezarlaaventuraenlaquetantohabíasoñadoalolargodelinvierno.Nadamás llegaralaparcamientode la facultadde filología,dondehabíanquedadopara reunirse, su padre ya había hecho un comentario jocoso sobre que aquelloparecía una excursión de las hermanas ursulinas. Despidiéndose de sus familias,habíaochoonuevechicas,mientrasqueloschicoseransólotres.

—¿NovaisaprepararunaobrasobreelCidylavidaenlaAltaEdadMedia?—preguntóGregorio,elpadredeGloria,conalgodesorna.

—Losabesperfectamente,papá.—Puessíqueesraroquehayatantachica,cuandoenaquellaépocaelmundoera

eminentementemasculino.Nopensarándisfrazarosdeguerreros,¿verdad?—Dejadetomarmeelpelo;yaestoybastantenerviosa.—Siquieresseractriz, tendrásqueacostumbrarte tantoaestarnerviosacomoa

quetetomenelpelo;yasabesqueesoformapartedelasunto.—Siguesinparecertebien,¿verdad?Gregoriohizouna inspiraciónprofunda,apretóambasmanossobreelvolantey

contestótrasunossegundosdepausa:—Sinomeparecierabien,telohabríaprohibido,comohanhecholospadresde

Valeria.Ysinembargo,aquímetienes,trayéndoteencocheparaquenotengasquearrastrar por elmetro elmaletón que llevas.No querrás que, además,me ponga abailarlajotadealegría.

—Pero¿quétienedemaloquequieraseractriz?—Nada,hija.Salvoqueesuntrabajoenormementeinestable,quenuncatendrás

ingresos fijos, que te pasarás la vida pendiente del teléfono, sufriendo porque hayposibilidadesdeconseguirestooaquelloy luego lacosanosale.Salvoqueenesaprofesiónsólotienenlasensacióndequehavalidolapenalosqueconsiguenllegaraun nivel de éxito muy grande, con lo cual todos los que se ganan la vidadecentemente como actores pero no llegan a estrellas sienten que son unos


fracasados…Yalohemoshabladomilveces,Gloria.—El que esté aquí ya significa algo, papá.Y, además, ni siquiera sé seguro si

quiero ser actriz, pero quiero probar y ésta es una oportunidad increíble. Me hanelegidoentremásdequinientasysólollevodosañoshaciendocursosdeteatro.

—Sí,esoyaesunéxito,claro,ysitumadreyyotehemosdejadoparticiparenelproyectoyeltalleresporquelosdospensamosqueparatiesimportanteyqueeresbuena en lo que haces. Pero nos da miedo que pienses que es muy fácil y queenseguida vas a conseguir fama, dinero y glamour… y que luego te des el grantrompazo.¡Mira,ahíllegaBernardino!

BernardinoZavala,unhombremenudo,fibrosoynomuyalto,eraeldirectordelproyecto.Irradiabaunaenergíaquesecontagiabaatodoslosqueteníanlasuertedetrabajarconély,aunqueeraexigente,nadiesequejabadeloquehubieraquehacerporque,cuandoBernardinoquedabasatisfecho,esquehabíanalcanzadoelmáximoquepodíandar.

Durante todo el curso se había ido pasando por los talleres de teatro de losinstitutos que colaboraban en el proyecto y dos semanas atrás había elegido a lostreintaestudiantes—chicosychicas—quetrabajaríanenelmontajefinal.Comoelproyectoeradenivelnacional,lamitaddelosparticipantessereuníanenMadridylaotra mitad en Barcelona, para luego encontrarse todos en su lugar de destino, unantiguo monasterio reconvertido, en la zona de Burgos, donde tendrían lugar losensayosdelaobradeteatroymástardelafilmacióndeldocumental.

Gloriaeralaúnicadesuinstitutoquehabíasidoseleccionadaparaelproyectoy,portanto,noconocíaanadieyseencontrabaunpocodesplazadajuntoasumaleta,esperandoqueelchóferlacolocaraenelvientredelmicrobús.Mirabadereojoalasotras chicas, tratando de decidir si la ropa que llevaba era la más adecuada y deimaginarsiunadeaquellasdesconocidasllegaríaaser,díasosemanasmástarde,unaauténticaamiga.

Al principio, todo le había parecido fabuloso y el haber sido elegida paraparticiparentretantasotrasquelohabíansolicitadolehabíahechosentirsecomounaauténtica estrella, pero ahora, rodeada de gente que ni siquiera sabía cómo sellamaba, ya no estaba segura de que fuera una gran idea sacrificar todas susvacaciones de verano para pasarlas en plena meseta ensayando y ensayando ytomando clases de literatura, dicción, improvisación y todo lo que fuera necesarioparallevarelproyectoabuenpuerto.Yademástodasaquellaschicasparecíanmásguapas,mássegurasdesímismas,ypodríajurarquelohacíantodomejorqueellaytendríanlosmejorespapeles.

Mientras Gloria caía, sin apenas darse cuenta, en las fantasías más negras, supadre charlaba con Bernardino de algo que, al parecer, los dos encontraban muydivertido.

—HaychicosdecasitodaEspaña—dijoBernardinoalacercarsealmaleterodelmicrobús,dondesehabíanconcentradolaschicas—.Noostendréisquedisfrazarde


hombre, os lo prometo. Por lo demás, no estáis a salvo de nada: doncellas,campesinas,moras,brujas…,loquehagafalta.

Todossoltaronlacarcajada,inclusolostreschicosque,instintivamente,sehabíanapiñadojuntoalapuertacomoparamarcarunpocoladistanciaentrelossexos.

A una señal deBernardino, todo elmundo empezó a despedirse de su familia.Gloriaabrazóasupadreylesusurróaloído:

—Esoquenoshaexplicadodeporquéhaytanpocoschicoshasidoporquelehaspreguntadotú,¿no?

—Puesclaro—Gregoriolucíaunasonrisaesplendorosa.—Perobueno,papá,¿tútecreesquelaschicasnopensamosmásqueeneso?—Nosé.Yo,a tuedad,nopensabamásqueenchicas, te lo juro.Ydosmeses

perdidoenmediodelanada,trabajandotodoeldía,sinlaperspectivadequehubieraalgoagradablequemirar…Tejuroqueyonomehabríaapuntadonimuerto.Pero,bueno,ahoraqueséquesoismásomenosmitadymitadyamequedomástranquilo.¿Tienestodoloquenecesitas?¿Móvil,cargador,dinero,latarjeta,elDNI?

—Detodo.Se abrazaron cariñosamente yGloria, agarrando lamochila, subió almicrobús

conuna sonrisa que, aunque seguramente nadiemás interpretaría como él, para supadre dejaba bien a las claras su inseguridad y a la vez la enorme ilusión que lallenaba.Gregoriolehizolaseñaldepulgaresarribaysediolavueltaparamarcharseantesdeempezaraponerseestúpidamentesentimental;suhijayanoeraningunaniñaylohabíaelegidoella,demodoque,siteníaquepasaralgúnmalrato,erapartedelprocesonaturaldecrecimiento.YestabasegurodequeseríaunveranomemorableparaGloria.

Dormitandoenelautobúsquelosllevabaalmonasteriodondepasaríanlaspróximasochosemanas,Sergio,sinpoderevitarlo,sonreíaparasímismorecordandolanocheanterior,enladiscoteca.Todoslosdesugrupo,procedentesdedistintasciudades,sehabíanreunidoenBarcelonay,despuésdeunacenatempranaybastanteinsípidaenun albergue juvenil, habían convencido a Bárbara, la monitora que los habíarecogido,parairabailarunratoantesderetirarse,apesardequesabíanqueteníanquelevantarsemuytempranoparallegaraBurgos.

Nohabían estadomás que un par de horas en la discoteca, pero había bastadoparaquelesucedieraalgoqueinclusoahoranopodíacreer:Bárbara,unaexcelenteactriz mucho mayor que él —debía de tener al menos veinticinco años— habíabailado con él y, con la desenvoltura propia de una mujer de su edad, lo habíaabrazadodeunmodoqueaúnlohacíatensarsepordentro.Selehabíaidopegandocada vez más mientras le hablaba al oído de los planes para el verano, le habíaacariciado la nuca mientras bailaban e incluso, al final, antes de separarse yaprovechandolaproteccióndeunacolumnaquelosocultabaalavistadelosdemás,


lo había besado apasionadamente. Luego, tras una última caricia, lo habíaabandonadoconunasonrisamisteriosaqueprometíamuchomás,dejándoloperplejo.

Ahora,conelsolpegandofuertecontraloscristalesdelautobús,todoparecíaunsueño,perosimovíaunpocolacabezapodíaverelpelodeBárbara,violentamenterojo, en el sillón del guía y una inquietud desagradable se le iba extendiendo pordentro.Élnohabía tenidoningunaculpa; jamásse lehubierapasadopor lacabezahacerunacosaasí.Eraella laque,sinqueconsiguieraexplicarseporqué, lohabíaelegido, y eso lo asustaba un poco porque estaba claro que sólo podía traerleproblemas.

Porotrolado,podíaserunasuerte,porqueelinterésdeBárbarapodríaayudarloaconseguirunbuenpapelenlaobra,queeraloquemásdeseabaenelmundo,loquellevaba meses deseando, desde que Matilde, su profesora de literatura, les habíahabladodelproyectoaprincipiosdecurso.Yahoraestabaaquí,habíasidoelegidoentretantísimoscandidatos,habíaleídomontonesdelibrossobrelaAltaEdadMedia,unaépocaquelehabíainteresadodesdesuinfancia,yhabíaconvencidoasuspadresde que le pagaran clases de equitación durante todo el año. La esgrima no eraproblemaporquellevabacasitodasuvidaenello,yaqueeraeldeportefavoritodesupadre, aunque ahora tendría que aprender, como todos los demás, a manejar unaespadagrandeypesada,dedoblefilo,comolasqueseusabanenelsigloXI.Ytodoesopodíaestarenpeligroahoraporhabersedejadoarrastrarporelatractivodeunamujermayor,queademáserasumonitora.¿Peroquépodíahaberhecho?¿Soltarsebruscamenteydecirlequeno?Además, sólohabía sidounbeso.No teníaningunaimportancia.SeguroqueparaBárbaranohabíasidomásqueuncaprichoestúpido.

Lomejorseríadejardepreocuparseporelasuntoyempezarapensarenelfuturo.

***

Después de haber cruzado el Duero por Navapalos, donde se le unieron máscaballerosquehabíandecididoacompañarlealdestierro,donRodrigocabalgóconsuhueste hacia la sierra de Miedes, ya en tierra de moros, para reunirse con laavanzadillaquehabíaenviadopordelante,delaqueformabaparteSanchoRamírez,ymandómontarelcampamento.Antesdequecayeselanoche,ordenórevistarasusgentes para saber de cuántos hombres disponía y, después de arengarlos yagradecerlessuvalor,lesexplicósusplanesdecabalgardenocheydescansardedíaparaevitaren loposiblequesesupieraadóndepensabadirigirse.Luegolosmandóretirarseadescansar.

Tumbadoensumanta,conlacabezaapoyadaenlasillayelcieloestrelladoportecho,rodeadodelostrescientoscaballerosqueacompañabanalCampeador,Sanchodio las gracias a Dios por estar vivo, por formar parte de la mejor hueste de lacristiandad,portenerunseñorvalienteygenerosoenelquepodíaconfiar,ytodounfuturoextendiéndosepordelante.


Sabíaqueleesperabanmuchossacrificiosyprivaciones,muchasescaramuzasybatallas, sangre y dolor. Ésa era la vida del guerrero y Dios había dispuesto quenaciera en ese estado, igual que podía haber decidido haberlo puesto en elmundocomomonjeocomo labrador; lahumildaddelhombreestabaenaceptareldestinoqueDioshabíadispuestoparaélyhacer todoloqueestuvieraensumanoparaserdignodeÉlydelaeternarecompensa.

ApenashabíandormidounashorascuandodonRodrigomandóensillar,yaquesecumplía el último día del plazo y eramenester cruzar la sierra para abandonar lastierrasdelreydonAlfonso.

Sinningún incidente, llegaronal cabodedosnochesa laspuertasdeCastejón,juntoalríoHenares,yallíelCampeador,queteníaquepensarenlamanutencióndetrescientoshombresdearmas,sereunióenconsejoconsubrazoderecho,donÁlvarFáñez, llamado Minaya, y sus más experimentados guerreros, y tomaron ladeterminacióndeenviardosterciosdelamesnadaalmandodeMinayaahostigaralosmorosdelosalrededoresparaconseguirlasprovisionesnecesarias,mientrascienhombrespermaneceríancondonRodrigoparaasaltarporsorpresalapequeñaplazadeCastejón.

SanchomarchócondonÁlvarydurantevariosdíassededicaronacorrerlatierraatacandoalosmorosdelosalrededores,hastalascercaníasdeGuadalajarayAlcalá,contanbuenafortunaqueapenassisufrieronbajas,ycuandoMinayadiolaordenderegresar al campamento sólo tenían tres heridos leves a cambio de un gran botín:grandes ganados de ovejas, algunas vacas y caballos, ropas y enseres de diversacondición.

Asuvuelta,donRodrigolosrecibióyadueñodeCastejón,quehabíanganadosinapenas derramamiento de sangre aprovechando el hecho de que los moros habíandejado laspuertasde laciudadabiertasal salira trabajaralcampo.ElCampeador,haciendogaladeunaenormegenerosidad,hizocontarelbotínobtenidoymandóasusquiñonerosquerepartieranlagananciaentretodosloshombres,tantocaballeroscomopeones.

A Sancho le tocaron cien marcos de plata, una auténtica fortuna que lo dejóperplejoporquenopensabahaberlosmerecido.SinembargoMinayalepusolamanoenelhombrocuandoélempezóasacudirlacabezatratandoderechazarlosyledijo:

—Te lohasganado,SanchoRamírez.Eresvalientey leal.DonRodrigoquiereque nadie lamente haber echado su suerte con él.No sufras; ya tendrás tiempo dehartartedelucharydebañarteensangrepornuestroseñor.Guardaesosdinerosenlabolsaynopermitasqueningúnmorotelosarrebate—continuóconunasonrisa—.SiDiosesservido,serásunhombrerico.

ApesardesuspalabrasaSancho,elmismoMinayanoquisoaceptarsupartedelbotíny,públicamente, jurónohacerlohastaqueen lasiguientebatalla lasangre lechorreara codo abajo. Fue una bravuconada, pero puso demuy buen humor a loshombres,queenseguidaseentusiasmaronconlaideadeabandonarCastejóncuanto


antes,nosinanteshabervendidoalosmoroselderechodevolveraocuparlaplaza,yseguircabalgandoenbuscadenuevosdesafíosyenfrentamientosconelenemigo.

TodossabíanquedonRodrigodeseabaseguiravanzandohaciaeleste,portierrademoros,paranotenerquelucharcontracristianos,yaqueeramuyprobablequeelreyAlfonsoenviarapartidascontraellossisequedabantancercadesureino.

Lascabalgadaserandurasyelcalorapretabaporque,estandoentierrasenemigas,teníanquevestirdehierro todoel tiempoy,aunquenormalmenteelyelmocolgabadelarzón,dejandolacabezalibre,lasropasseibanpegandoalcuerpoconelsudorque escurría y se iba empastando con el polvo levantado por los cascos de loscaballos.Elpaisaje reverberababajoelsoly,conformeavanzabanhaciaeleste,endirecciónaAlcocer, losbosquesraleabanyelcaminolos llevabapor terrenoscadavezmásáridos:unatierrarojacomosangresecaquesemanteníaensuspensiónenelaire quieto creando un velo carmesí por el que avanzaba la hueste con sus armasdestellandobajoelsol,llevandoeltemoraloscampesinosmorosquetrabajabansustierrasy seescondíanalpasode losguerreroscristianos rogandoa sudiosque losprotegieradesusataques.

—La verdad es que preferiría volver a cabalgar de noche—comentó un jovenguerreroalaizquierdadeSancho—.Estecalormeestámatando.

Sancho sonrió. La barba negra del otro brillaba, mojada, y por la frente leresbalabangruesasgotasdesudorqueseenjugabaconunenormepañuelodehilo.Eragrandey fuerte, conalgodeosoensupostura,anchoshombrosyunosbrazosquedebíandesertemiblesenbatalla.

—¿Dedóndeeres?—Soyasturianoycreoqueen todos losdíasdemividanohabíapasado tanto

calor.DaríacualquiercosaporunbañoenlasaguasheladasdelSella.MellamoLaínAnsúrez.

—YosoySanchoRamírez.Castellano.DelacasadedonRodrigo.LaíndescolgóunpellejodelarzónyseloofrecióaSancho:—Bebeconcuidado.Esfuerte.Sancho dio un trago, pasó el vino por la boca antes de engullirlo y volvió a

sonreir.—Síqueesfuerte.Yalgoáspero,peroestábueno.Gracias.¿Quéhacestúaquí

tanlejosdetutierra?—Buscarmelavida.Soyeltercerhijovaróndemipadreylastierrasnodanpara

todos.Además, nuncahe querido ser labrador.Un tíomío, canónigo,me regaló elcaballoymevinehaciaCastillaporquesabíaqueelreydatierrasalosquelesirvenextendiendo la frontera. Unos camaradas me dijeron que don Rodrigo necesitabahombres para su campaña y he venido siguiendo vuestros pasos hasta que os heencontrado.DonÁlvarmeaceptóanoche.Estoydeseandoentrarencombate.

—Parece que don Rodrigo piensa atacar Alcocer. Ahí tendrás lo que buscas.AlcoceresvasallodelreymorodeValenciaynocreoquesedejentomarlaplazasin


lucha.Silohacemosbien,tendremoshonrayfortuna.—Ymujeres—sonrióLaín.SanchopensófugazmenteenloslabiosrojosdedoñaBriandaysonriótambién.

***

ElautobúsdeMadridtardómenosdetreshorasenllegaraBurgos,conunapequeñaparadapara tomarcafé,que todosaprovecharonpara iral lavaboyparacomprarsealguna chuchería en el bar. La mayor parte había pasado el tiempo durmiendo,oyendomúsica o mirando sinmucho interés una comedia bastante antigua que elchóferhabíametidoenelvídeonadamássalirdeMadrid,yhastaelmomento,dabala impresión de que todos evitaban empezar una conversación, como si temierancomprometerse con alguien, antes de haber tenido ocasión de decidir con quiénqueríanrelacionarse.

Bernardinosabíaperfectamenteloquesentíanyhubierapodidocrearambienteenmenosdediezminutos,perohabíadecididodejarlosasuairehastaquesereunierantodosporquenoqueríaquesecrearaunadinámicade«losdeMadrid»frentea«losdemás»,almenosnohastaquenoestuvieranrepartidoslospapeles;entoncessíquele vendría bien esa toma de conciencia —vieja nobleza asturleonesa frente a losnuevos nobles castellanos—, pero quería que se produjera en la ficción, no en larealidad,demodoquesehabíapasadoelviajemirandoelpaisajeypensandoenladiferenciaquemarcabanlosmilañosqueseparabanelmundodeRodrigodeVivardelnuestro.Losaccidentesgeológicosseríanaproximadamentelosmismos—aunquelasmontañas se hubieran erosionado, hubieran desaparecido los espesos bosques ylos ríos hubieran modificado su curso—, pero todo lo demás era distinto. Ahoratrescientos kilómetros eran un paseo en un vehículo que se deslizaba por unasuperficielisa;elviajeroestabacómodamentesentadoenunsillón,resguardadodelviento por un cristal que no sólo dejaba pasar la luz sino que era totalmentetransparente, y protegido de la agobiante temperatura exterior por un sistema derefrigeraciónqueinclusolepermitíaelegirlosgradosqueleapetecíasentirenlapiel.Yademás,siquería,podíaescucharmúsica,recibirnoticiasoverhistoriasdeficciónenunapantallacontodosloscoloresylossonidosdelarealidad;ycomunicarseconsufamiliaparadecirlesdóndeycómoestabaosaberdeellos.

Avecespensabaqueseríaimposiblequeaquellosjóvenessedierancuentadeloquesignificabavivirenelaño1081,lafechadelprimerdestierrodelCid.Todaslascomodidadesdelasquegozabanlesparecíantanevidentesquenisiquierasedabancuentacabaldetenerlas.Poresoélhabíaqueridoquelasprimerassemanasdetallerse desarrollaran, no sólo en la zona natal de Rodrigo de Vivar, sino en unascondiciones lo más sencillas posible. Claro que había agua corriente, y duchas yváteres,yunacocinacontodosloselectrodomésticos,peroestabadecididoapedirlesquenousaranlaluzeléctricaenloposible,arequisarleslosmóviles,losiPodylos


MP3,yaintentarportodoslosmediosqueconsiguierancaptarsiquieraunvislumbredeloqueeralavidaaltomedieval.

PorsupuestoLuislesdaríaclasedehistoriaydeliteraturaytrataríadeexplicarlescómosentíalavidaunapersonadelsigloXI,yDiegoseocuparíadelapartereligiosa,tan importanteparael sentirmedieval,yFernandoenseñaría algodeesgrimaa loschicos,yLauralesdaríaclasedeequitaciónatodos,yAmyensayaríaconellosbailesdelaépoca,yélyBárbaratrabajaríantodoslosaspectosdirectamenterelacionadosconelhechoteatral,perosiluego,despuésdeunascuantashoras,volvíanalrapyaltecnoyalasdeportivasenlospies,perderíanenunosminutosloquehabíanganadoalolargodeldía.Queríahacerdeaquellassemanasunaauténticaexperienciavitalparalosestudiantes,nosólountallerquedesembocaríaenunascuantasrepresentacionesy en un documental; por eso había procurado elegir no sólo a los quemás talentotenían como actores, sino a los que entendían la profesión con mayor carga dehumildad. Naturalmente, cualquier aspirante a actor tiene una gran venaexhibicionistayvanidosa,pormuytímidoqueseconsidereasímismo;peroloshayqueestándispuestosatrabajarloquehagafaltaacambiodelprivilegiodeaprenderyactuar,mientrasqueotrossólobuscanelestrellatoporcualquiermedioasualcance,yBernardinonoeradelosqueseloponenfácilaesetipodepersonas.

Estabaprácticamentesegurodeque,alfinaldelaprimerasemana,almenoscincooseisdeelloshabríantiradolatoalla,cosaquedehechoestabamuybienporqueélsólo necesitaba de verdad a unos veinte, incluso menos, de manera que podíapermitirseverhastadóndeestabadispuestoallegarcadaunodeellos.

Glorianohabíavueltoadormirsedesdelaparadaenelbaryllevabayaratoatentaalpaisajeyalasdesviacionesqueibatomandoelmicrobús,cadavezporcarreterasmásestrechas,hastaqueel chófer enfilóuncaminode tierraquenoparecíaconducir aningún sitio en particular, entre campos amarillentos donde se perfilaba de vez encuandolasiluetaachaparradadealgúnárbolcuyonombrenoconocía.Ellasiemprehabía vivido en grandes ciudades: había nacido en Roma, cuando su padre estabadestinadoallí;alosochoañossehabíantrasladadoaLondresydesdelosdocevivíanenMadrid. Era una chica urbana y, ahora que empezaba a darse cuenta de que ellugaralquesedirigíanestabarealmente,perorealmenteenmediodelanada,sentíaunainquietudqueseparecíapeligrosamentealmiedo.Sihubierapodidohacerlosinperderladignidad,habríadadomediavueltaenaquelmismoinstante.

Seencontróconunamiradaquereflejabalasuyacomounespejo:—¡Jo,estoeselauténticoculodelmundo!—dijolachica,reproduciendoconsus

palabraslospensamientosdeGloria.—Esoestabapensandoyoenestemomento.Semiraronconincredulidadyseecharonareíralavez.—MellamoGloria.


—Yo,Tina.Elmicrobús aparcó delante de un edificio largo y bajo, de una sola planta, de

paredes de piedra y contraventanas de madera oscura algo maltratadas por laintemperie. Una torre maciza y cuadrada recortaba su silueta sobre un cielointensamenteazul.Másalláhabíaunpardecasaspequeñasyunaconstrucciónquepodríaserunestablo.Nohabíaningúnotrovehículo.

Detrásdeledificio,sebalanceabanenlabrisaunoscuantosárbolesmuyaltosyflexiblesqueocultabanparcialmenteunacolina.Elcalor,albajardelmicrobús, loshizoboquearcomopecessacadosdelagua.

—¡Québarbaridad!—dijounchicomoreno,congafasdesol—.¡Quécalormásbestial!

—Esqueescasimediodía—intervinounachicamuydelgaditayconelpelomuylargo.

—Pues si te parece que hace calor, espera a llevar puesta la loriga,Rafa.Y elyelmo.ApartedequeenelsigloXInohabíagafasdesol;osea,queyatelasestásquitando—dijoBernardino,conlasonrisadesiempre.

—¿Lodicesenserio?—Rafaestabaperplejo.—Claro que lo digo en serio. Luego os lo explicarémejor, cuando lleguen los

demás, peromientras vivamos aquí, vamos a tratar de sentir lo que podrían sentirnuestrospersonajesensuépoca.Másomenos,claro.Novamosallenarnosdepulgasypiojos,queeralonormalentonces.¡Venga!¡Cogedlasmaletasyvamosentrando!Dentronohayaireacondicionado,peroestaremosalasombra.Losotrosestaránalllegar.

Mirándose en silencio, los jóvenes fueron agarrando cada uno sus trastos ysiguieronaBernardino,quesólollevabaunabolsademedianotamaño.EnelampliovestíbulolosrecibióunaseñoraquesepresentócomoNievesyque,alparecer,eraquienseocuparíadedarlesdecomerydequelacasafuncionaracorrectamente.

—La cama os la haréis vosotros mismos. Yo limpio los cuartos una vez a lasemanaydejosábanas limpias.Delosbañostambiénmeencargoyoadiario,ydehacerlacompra,guisaryfregarloscacharros,aunquesialguienquiereecharmeunamano,no levoyadecirqueno.Sios tomáisalgopor lanocheoalguiensequierehaceruncaféocosasextra, loqueuséis lofregáisvosotros.Mimarido,Tomás,haido al pueblo a hacer unos recados y él es quien se encarga de arreglar lo que seestropea, entreotrascosas. ¡Ah!Enel cuartodedetrásdelpatiohayuna lavadora.También hay detergente y cuerdas para tender. Vuestra ropa es cosa vuestra. Y sialguienquiereplanchar,lepuedoprestarunaplancha.¿Todoclaro?Puesestaréenlacocina.Lacomida,dentrodemediahora.

Se oyó un coro de carraspeos y arrastrar de zapatos. Nieves semarchó con lasensación de que a aquellos niños bien nadie les había hablado nunca con tantaclaridad.

—Bueno, pues ya podéis ir dejando vuestros trastos—dijoBernardino—.Hay


cuartosdesobra;sonhabitacionesindividualesporquesetratadelasantiguasceldasde losmonjes.Quizá os llame la atención que las habitaciones no tengan llave nicerrojo,peroestacasaestápensadaparagruposdegentequetrabajaenunproyectocomún. Si tenéis algo de valor que no queráis arriesgar, hay una caja fuerte en laoficina.LallavelatenemosTomásyyo.Nosvemosdentrodequinceminutosenelcomedor.

Bernardino echó a andar por el pasillo de la izquierda y se perdió de vista aldoblarelrecodo.

Los demás, después de mirarse de nuevo en silencio, empezaron a dirigirse aderecha o a izquierda, leyendo las placas que adornaban cada puerta. Todas lashabitaciones tenían nombre de árbol, de flor o de planta, y había un dibujo o unamuestrajuntoalasletras.

Gloria fue dejando atrás las primeras habitaciones —Aliso, Fresno, Prímula,Saúco,Amapola,Olmo—y,sinsaberporqué,sequedóparadafrenteaunaquedecíaSerbal.

No tenía ni idea de qué era un serbal, pero había algo en ese nombre que leresultabaatractivo,asíqueabrió lapuertaauncuartomínimo,deparedesblancas,salvolaexterior,queeradepiedra,conunacamaestrecha,unamesitademaderasinpulir,yunaventanaquedabaalbosquecillo trasero.En lugardearmario,habíaunpercheroconvariosganchosdehierroforjado.

—¿Teimportaquemequedeaquíallado?—preguntóTinadesdelapuerta.—No,quéva.—Laverdadesquehabríapreferidocuartosdedos.—Podemospreguntarluegositodossonindividualesy,sihayalgunodoble,nos

loquedamos.—¡Genial!Lasdosdejaronlasmaletasjuntoalapared,dondemenosmolestaban,sacaronel

neceserysefueronjuntasabuscarelbañomáscercanoparalavarselasmanosantesdecomer.

***

EnlagransaladelcastillodePeñalba,doñaBriandamirabasinverloel fuegoquehabíapedidoqueleencendieran,apesardequeelmesdeagostoderramabasufulgorsobrelascabezasdeloslabradoresenloscampos;peroelcastilloerafrío,aunquelostapices que adornaban las paredes mitigaban un tanto el helor que exudaban lasparedes.

Acababadedespediralmensajerodelreyylainvitaciónrecibidaledabavueltasporlacabezadesplegandosusposibilidadesqueunasveceslahacíansonreirparasímismayotraslairritaban.

Por un lado, siempre era bueno recibir una invitación real, pruebadeque se la


tenía en cuenta incluso ahora que su marido ya no se contaba entre los vivos, ymuestradeque laamistaddedoñaUrraca, lahermanadel reyAlfonso,queellasehabía esforzado siempre en cultivar, seguía vigente. Por otro lado, sin embargo,aquellainvitación,aapenasdosañosdelamuertedelcondedePeñalba,sudifuntoesposo,podíasignificarquealguienhabíadecididoqueyallevabademasiadotiempolibre, disponiendo de su hacienda sin el control de un hombre, y que se estabanfraguandoplanesparaquelacondesaviudadejasedeserlo.Peñalbaeraunaposesiónapetitosayelreyteníaasuserviciomuchosvasallosqueestaríanmásquedispuestosacasarseconellaparaentrarenposesióndesutítuloysustierras.Yellanopensabaconsentirlo.Despuésdediezañosdematrimonioconunhombreviejoyachacoso,ahoraqueporfineralibre,noestabadispuestaavolverasometerseanadie,amenosque el elegido pudiera brindarle mucho más de lo que ya poseía, lo que no eraprecisamentefácil.

Se frotó las manos frente al fuego y, lentamente, se dirigió a la ventana quemiraba hacia el oeste: el sol bajaba ya hacia su ocaso pintando largas sombrasvioláceassobreelpaisajesolitario.Uncampesinoregresabadeloscamposazuzandoconsulargavaraunasnosobreelquemontabaunrapaz.

Podíaserbuenovolverareunirsecongentedesuestado,charlar,bailar,divertirsecon jóvenes guerreros que lamiraban con admiración y deseo, como el que habíaconocidoaprincipiosdeverano,Sancho,unhombredeRodrigodeVivar,quehabíasidotanestúpidocomopararechazarsuoferta,darlelaespaldaatodoyacompañarasuseñoraldestierro.

Sí,podíaserbuenovolverasentirseviva,noenterradaensusdominiossinnadieconquienhablar.PorqueGuiomarnoeranadie.

A pesar de que, cuando ella llegó a Peñalba recién casada, la niña sólo teníacuatroaños,nuncahabíantenidounarelacióndemadreehija.Guiomareracomoelpadre: alegre y bien dispuesta, pero irremediablemente tonta. Vivía como losanimalillosdelbosque,siemprealdía,sinpensarenelfuturo,sinhacercálculos,sinfijarseunametaparasuvida.Sequedabaprendidadelaspalabrasdecualquierjuglarque pasara por el pueblo y hasta había conseguido de su padre que le permitieraaprenderaleeryaescribir,loqueeraunescándaloyunaestupidez,peroelcondelaadorabaylehubieradadolicenciaparacualquiercosa.

A Guiomar, con sus dieciséis años recién cumplidos, ni siquiera le interesabahablardesuajuarnidesuboda.Cadavezquehabíaintentadoexplicarleque,siendodosmujeressolas,teníanquetrazarcuidadosamentesusplanesyelegirconaciertoasu futuroesposo, lamuyboba le contestabaqueyahabría tiempoyqueel respetodebidoasupadre le impedíapensarenesosasuntos. ¡Comosia losdieciséisañosunamujer pudiera permitirse retrasar el compromiso! Pronto tendría que competirconotrasmásjóvenesaunque,enlotocanteasudote,nohabíamuchasdoncellasqueselepudierancomparar.

La sala se fue oscureciendo mientras doña Brianda miraba la caída del sol y,


cuandosevolviódeespaldasalaventana,lanegruralepareciócasitotalysintióunescalofrío.

Hizo palmas violentamente y, cuando Brígida asomó la cabeza por la puerta,pidiólucesconvozdestemplada.

Aceptaríalainvitación.

***

Decaminoalcomedor,GloriayTinadecidieroncruzarporelclaustroqueocupabaelcentro del antiguomonasterio. El sol caía a plomo, sacando chispas plateadas delpequeñosurtidordelafuente,peronohacíatantocalorcomoafuera,porquevariosárboles extendían sus ramas sobre ellas. Era un lugar de paz, donde sólo se oía elchapoteodelaguayelgorjeardelosgorrionesentrelasramas.

Se sentaron un momento en uno de los cuatro bancos de piedra blanca ycontemplaron el claustro: las gráciles columnas, los capiteles románicos, todosdiferentes,lashierbasolorosasymedicinalesdelosarriates…Seestababienallí,sinhablar,sintiendoenlapielelpesodelosmilañosdeexistenciadeaquellugarporelquehabríapasadotantagenteconsuspenasysusalegríasysuspreocupacionesqueahorayanoeranmásquepolvo,comoloseríanlasdeellasmismasmilañosdespués.

—Megustanestossitiosporqueestánllenosdesímbolos—dijoTina,alcabodeunmomento.

—¿Símbolos?—preguntóGloria.—Sí. En la Edad Media era muy frecuente la representación de conceptos

complejos a través de símbolos, para recordarles a los fieles, y en este caso a losmonjesdurantesuspaseosporelclaustro,cosasdeladoctrina.Ytambién,simirasun poco con atención, encontrarás por todas partes las marcas de los diferentescanterosquetrabajaronenlaconstruccióndelmonasterio.

—¿Comoésadeahí,enelpiedelafuente?Gloria señalaba una marca profundamente grabada en la piedra y que

representabaunsolqueenelcentroteníaalgocomounaperlaounalágrima.LasdoschicasseacercaronyTinaseagachójuntoalafuenteparapoderpasarleeldedoporencimaalamarca.

—No —dijo una voz masculina detrás de ellas—. Ésa no es una marca decantero.

—Ah,¿no?¿Ytúcómolosabes?—preguntóTina,molestaporlaintromisióndeaquelchicoyporquelahubieradesautorizadodelantedesunuevaamiga.

Gloriamiróalreciénllegadoy,duranteunossegundos,tuvolasensacióndequeestabaapuntodeahogarse.Nopodíaverlelacaraporqueelsolestabajustodetrásdesucabeza,envolviendosupeloenunauradefuegoqueapenassepodíamirar,perohabíaalgoenél,ensusilueta,eneltonodesuvoz,ensusmanosfinasyfuertes,quela atraía conuna intensidad comonohabía sentido jamás en suvida.Ella siempre


habíapensadoqueesodelflechazoeraunaestupidezdenovelarosa.¿Cómoibaunaaenamorarsedeunperfectodesconocidoencuestióndesegundos,sinsabernadadeél, sin saber qué clase de persona era? Y sin embargo, aunque se lo negara a símisma, no podía evitar decirse que aquella estúpida trepidación que hacía que letemblaranlasmanoseraunenamoramientorepentino.Sabíaqueseibaapasartodaslassemanasquelesquedabanpordelantetratandodeverlo,deestarcercadeél,deque lamirara.Yesoerahorrible,absolutamenteespantoso,porquea juzgarpor lasúnicaspalabrasquehabíapronunciado,aqueltipodebíadeserunimbécilinsufribleyarrogante.

—Las marcas de cantero siempre representan, con más o menos libertad, lasinicialesdeunnombre,odeunnombreconsuapellido;nosonsímbolos,sinoletras.Yesoquetenemosaquí—elchicoseagachójuntoaTina,mirandofijamenteelpiedelafuenteyrecorriendoloscontornosconeldedo—tambiénrepresentaunnombre,pero de otramanera, poniéndolo en clave para que nadie pueda saber de quién setrata.Es decir, al revés que los canteros, que quieren que todo elmundo sepa quefueronellosquienestallaronesaspiedras.

—¿Yentonces,paraquégrababanesossímbolos?—preguntóTina,interesadaasupesar.

—Eran un emblema de enamorados —el muchacho continuaba trazandodelicadamenteconeldedoaquellamarcamilenaria—.Cuandounchicoyunachicaseenamorabanperodebíanmantener suamoren secreto, él elegíaun símboloquecomenzara con la primera letra del nombre de su amada y ella hacía lo mismo.Entonces dibujaban los dos símbolos cruzados y sólo ellos sabían que ése era suemblema.Élpodíahacerlopintarensuescudoyellapodíabordarloenalgunaprendaquenoestuvieraalavista.

Mientras el chico hablaba y le explicaba a Tina todo aquello, Gloria se habíacolocado,tambiénencuclillas,detrásdelafuenteparapoderverlosinqueéllaviera.Teníaelpelocastañoclaroconreflejosrojizos,pómulosaltosyunaintensamiradadeconcentraciónensusojosdecolormiel.Estabadeseandoqueesosojoslamirarany,alavez,ledabamiedo.

—¿Estásseguro?—preguntóTina.—EsloqueunpardesiglosdespuéshicieronlosReyesCatólicos,¿notesuena?

Ella, para simbolizar la «F» de Fernando, eligió las flechas y él, para la «Y» deYsabel,elyugo.Nomedigasquenohasvistomilesdeveceselyugoylasflechasentodos los edificios que mandaron construir los Reyes Católicos. Están por todaspartes.

—Jo,macho,eresunpozodesabiduría—comentóunavozasusespaldas.—Loquemeextrañaunpocoesquehayaunemblemadeenamoradosenmedio

de un claustro benedictino —siguió hablando el muchacho, sin hacer caso alcomentariodesuamigo.

—A lo mejor era el emblema del rey que mandó construir el monasterio —


aventuróTina.—Supongo que nunca lo sabremos —dijo el chico, poniéndose de pie y

abandonandolamarcaenlapiedraconunaúltimacaricia.—Peropodemosimaginarcómosellamaban—insistióTina.—Claro,esosí.Unoteníaunnombrequeempezabapor«S»,poresoelsol;yel

nombredelotroempezabapor«G».—¿Por«G»?¿Noesesounalágrima?—Nocreo.Cuandorepresentabanlágrimassiempreponíanvarias.Yocreoquees

una gota. Una gota y un sol. Juntos, el arco iris. Si eso no es un emblema deenamorados…

Elmuchachoquehabíahechoelcomentariojocosoempezóaespecular:—SisebutayGumersindo.GodofredoySeverina.GerardoySilvana…—Vale ya, hombre—rió el chico—. Venga, vamos al comedor, que llegamos

tarde.Yya,depaso,podríamospresentarnos.ÉsteesQuiqueyyosoySergio.—YosoyTinayésta—sevolvióderepentebuscandoaGloria—,¿dóndetehas

metido?Gloriasaliódedetrásde lafuentefrotándoseunojocomosi lehubieraentrado

algunaarenilla.—ÉstaesGloria—terminóTina.Sergioletendiólamano,conunasonrisa,yenelmomentoenqueGloriaretiró

lassuyasdelacaraysecruzaronsusmiradas,sucedióalgoqueaQuiqueyaTinalespareciómuyextraño:duranteunossegundossequedaronquietos,comocongelados;élconlamanotendidayellaconlosdedosaúnapoyadosenlassienes.Mástarde,alhablardeello,losdostestigosnoconseguíanponersedeacuerdo.Quiquedecíaquesemirabancomosisereconocieran,peronosupierandequé,ocuándoydóndesehabíanconocido.Tinainsistíaenquesemirabancomosielotroguardaraunsecretovital,peroamboshubieranolvidadolaimportanciaquepodíatenerensusvidas.

Perolomásextrañosucediódespuésdeesalargamirada:conabsolutaseriedad,SergiohincóunarodillafrenteaGloria,inclinólacabezaylebesólamanoqueellalehabíatendidocomosilohicieraadiario.

Desde el corredor del claustro sonaron unas palmadas de aprobación. EraBernardino,queloscontemplabaconunasonrisa:

—Bien, chicos. Veo que vais entrando en ambiente. ¡Todos al comedor! Lacomidaestálista.

Al entrar al comedor, el antiguo refectorio de losmonjes, Quique, pasándole a suamigoelbrazoporloshombros—conciertadificultad,porqueSergioeraalmenosdiezcentímetrosmásaltoqueél—,loapartódelaschicasqueacababandeconoceryprácticamenteloforzóadirigirseaotrazonadelasala,loqueSergiointerpretócomoquequeríahablar conél a solasypor eso sedejó llevar,no sin antesdirigirleuna


miradaaGloriaquehizosonrojarsealachica.—¡Jo, macho, qué numerito!—dijo Quique en cuanto se hubieron alejado de

ellas—.¿Quétehadado?—No te lo vas a creer,Quique; ni yomismo lo entiendo.Ha sido…, no sé…,

comosimehubieraalcanzadounrayoderepente…—apoyóloscodossobrelamesayenterrólacaraentrelasmanosechándosehaciaatráselpeloqueyallevababastantelargo.

—¡Jo,tío!¿Quieresdecirquehasidounflechazo,comoenlaspelículashorterasyenlasnovelasbaratas?

—No,no,vamos,nocreo.Esquenoséquéhasido,nolopuedoexplicar.—Pero¿estásmejor?Porquetehabíaspuestocomounasábana…Sergio asintió con la cabeza y le indicó aQuique con lamirada que dejara el

tema,yaquelassillasdealladoempezabanallenarseynoleapetecíaenabsolutoquetodoelmundoseenteraradeloqueacababadesucederle.

Sepusoencolaparacogersuplatodegazpacho,volvióalamesa,selocomió,volvióalacolaparaelsegundoplato—merluzarebozada,conpatatasyguisantes—,sequedósentadomientraslosdemásibanatraerseelpostre,unaespeciedecremadechocolate, y durante todo ese tiempo, mientras fingía participar un poco en lasconversaciones, se esforzaba por ver a Gloria, que estaba al otro extremo delcomedor, con una expresión tan perdida como la de él, y por comprender qué leestaba pasando, tratando de analizar cuáles habían sido sus sentimientos y sussensacionesjuntoalafuentedelclaustro.

Habíasido…¿Cómohabíasido?Comoencontrarseconalguienquesóloexisteen la propia imaginación, como ver en la realidad la figura de un sueño, comorecuperar algo enormemente valioso que se creía perdido para siempre, como…¿Cómo enamorarse, sinmás?No. No podía ser. Algo le decía que aquello que leestabapasandonoeranormal,noeraalgoque lepasaraa todoelmundoalmenosunavezenlavida;seguroquenoeralomismoquevivieronsuspadres,niloquelehabíancontadolosamigosqueyahabíanpasadoporlaexperienciadeenamorarse.

LoqueélsentíaporGloria,apesardequenohacíanimediahoraquesehabíanconocido, era una sensación de estar acercándose a lo perfecto, un sentimiento dealivioesperanzado,comosihubieraestadocorriendotodasuvida,persiguiendoalgodesconocido,yahoraacabaradedarsecuentadequelametayaestabacercaypodríadescansaryserfeliz.¡Quépensamientomásidiota!,sedijo,unpensamientocomodeviejo, como de algo que no tuviera nada que ver con él. ¿Y ella? ¿Qué estaríapensandoella?¿Quésentiría?¿Seatreveríaaacercarseaellaypreguntárselosinmás,ocuandoterminarandecomerharíacomosinohubiesepasadonadayseretiraríaunratoasucelda,apensar?

Aún no había conseguido decidirse cuando Bernardino, viendo que casi todoshabían terminadode comer, se puso en pie y esperó con paciencia a que todas lasvocescallaranytodaslasmiradasconvergieranenél.


—Bueno,chicos,puesaquíestamos.Sonaron risas por todas partes. Sergio se obligó a centrarse en lo que decía

Bernardino y dejar de pensar enGloria, aunque sus ojos seguían como imantados,girándosehaciaella.

—Yaséquenohasidounamanerademasiadoelegantedeempezarmidiscursode bienvenida, pero ya me conocéis. Y, además, no hemos venido aquí a soltardiscursossinoatrabajar,ypodéiscreermequevamosatrabajarabasedebien:noslevantaremos todos los días, fines de semana incluidos, a las seis de lamañana—sonaron gemidos por la sala—, sobre la hora que los cristianos llamaban «prima»;luego directamente a la iglesia, para que vayáis entrando en ambiente y tengáisocasióndedargraciasporlasuertequetenéisdeestaraquí.Alassieteeldesayuno,yalassieteymedia,lasdiferentesclasesytalleres.Trabajaremoshastalauna;alaunaymediaelalmuerzo,pausahastalascuatroydelascuatroalasochomástrabajo.Lacenaalasnueveyalasonceretiradageneral.Lógicamente,novoyairdeceldaenceldaasegurándomedequetodoelmundotengalaluzapagadaonohayadecididopasarlanocheencompañía;yalesexpliquéavuestrospadresquenoestoydispuestoahacerde cangurodenadie.Demodoque loquehagáispor lasnoches es asuntovuestro,siemprequenomolestéisyquealdíasiguientepodáisrendircomovamosaexigiros.Porque,nonos engañemos,vamosa exigirosmucho,vamosa exprimiroscomolimonesparaquedeislomejorquetenéisdentro.Elquepienseolaquepiense,noquierosersexista,quenoeraesoloquebuscabaoquenoestádispuestoatantopuededejarloencualquiermomento.Nadieselovaareprochar.Estáisaquíporquequeréis y podéis marcharos cuando os parezca. Sólo quiero que los que decidanquedarsesepanqueésteesunproyectomuyserio,queestácostandomuchodineroyquetodosnoshemoscomprometidoaofrecercalidad.Cuandoestélisto,estemontajeteatral y el documental que se filmará en las últimas semanas será una excelentecontribuciónalosactosculturalesconmemorativosdeloctavocentenariodelPoemadeMioCid,tomandocomofechabaselaprobableredaccióndelmanuscritoen1207.Aunque,comosabéis,loshechoshistóricossucedieronentornoalaño1081,queesloquenosotrosvamosarecrear.Otracosa:notodoslosactoresdeunaobrapuedentener papeles de protagonista. Sé que lo sabéis, pero sé también que os sentiréisfrustradossinosoiselegidosparahacerelCid,doñaJimena,Minaya,elreyAlfonsoy las otras grandes figuras.Somosun equipo.Todos sois importantes.Recordad lafamosa frase de Stanislawski: «No hay papeles pequeños; hay actores pequeños».Todosvosotrossoisbuenosactores;futurosbuenosactores,paraserprecisos.Sino,noestaríaisaquí.Dadlomejorquetengáisenelpapelqueostoque.

Bernardino hizo una pausa, recorrió con la vista los rostros expectantes de laschicasychicosquelomirabanfijamenteysonrió:

—Bueno,puesbastadecháchara.Hoy,comoacabamosdellegar,haremosdentrodemediahoraunapequeñavisitaalmonasterioguiadaporLuis;acabamosdecolgarenlapuertadelacocinaelcartelconlosgruposdetrabajoparahoyymañana.Alas


cincoymediaempezamos.Levantó suvasoparabrindary toda la sala empezóaaplaudir, a silbaryadar

gritosde alegría.Bernardinodedicó a la concurrenciauna esplendorosa sonrisa, sesentó otra vez y empezó a charlar tranquilamente con sus colegas, dejando a loschicosquefueransaliendodelrefectorio.

Tinaselevantó.—Venga, Gloria, vamos, apenas tenemos media hora hasta la visita guiada y

necesitosalirdeaquí.Glorialasiguiódócilmenteconlacabezabaja,sinpoderevitarmirarhaciadonde

estabaSergioparaverquéibanahacerellos.QuiqueleestabadiciendoalgoySergiomiraba fijamente el tablero de lamesa.Con la barba clara y el pelo largo castañoparecíarealmenteuncaballeromedieval.

—Bueno—dijoTina cuando llegaron a su habitación—, yame estás contandoquétehapasado.

***

Habían acampado en un otero redondo, junto al río Jalón, en las proximidades deAlcocer,yelCid,comoempezabanallamarloyatantomoroscomocristianos,habíamandadomontaruncampamentoestable,congrandestiendassólidas,unbuenfosode protección contra los ataques enemigos y una herrería de campaña para poderreparar de inmediato las herradurasde los caballosdebatalla ymantener todas lasarmasenperfectoestado.Conesedespliegueylasfrecuentescorreríasqueordenabapor las tierrascercanas,donRodrigohabíaatemorizadoa losmorosde lacomarcahastaelpuntoenqueyahabíandecididopagarletributoacambiodemantenerlapazy,hacíaapenasunmes,valiéndosedeunengaño,habíaconseguidoentrarenAlcocereinstalarasushuestesenlaciudad.

Al hacerlo, había desafiado el poder del rey moro de Valencia, que habíalevantadounejércitodecasitresmilhombresparaaplastarelorgullodelCampeador;unpoderosoejércitoque,comandadoporlosdosmejoresgeneralesmoros—GalveyFariz—sehabía instalado frenteaAlcocercon la intenciónde sitiar laplazahastaqueelCidselesrindiera.

EntreloshombresserumoreabaquelametafinaldelCiderairsometiendopocoapoco todas las plazas que se encontraban en el largo caminohastaValencia paraacabarprecisamenteallí,juntoalmar,conquistarlagranciudad,invenciblehastaelmomento,yconellohallarseenunaposición lobastante fuertecomoparapedirelperdóndelrey,elrestablecimientodelasrelacionesdevasallajeylalicenciaparaquesumujerysushijospudieranreunirseconél.Unplanmuyatrevidoquecostaríaañosdeluchaysacrificios,peroquepodíaconvertirenhombresricosypoderososatodoslos que habían tenido que abandonar el reino de don Alfonso como pobresdesterrados,sinfortunaysinhonra.


Pero para lograr este sueño, primero tendrían que derrotar al ejército que lossitiaba y que había desviado el río tres semanas atrás con el objeto de que loscristianosdeAlcocertuvieranquerendirseporfaltadeagua.

Entradayalacuartasemana,donRodrigoreunióasusguerrerosenconcejoparapedirlessuparecersobrelasituación.

Yasehabíapuestoelsolcuandoloscaballerosfueronentrandoenlasalamayordel alcázar donde habían sido dispuestas dos docenas de teas encendidas y largasmesasconpanesdecenteno,guisadodecarneroyabundantesjarrasdelfuertevinodelaregión.Enlachimeneadelfondorugíaunbuenfuego,lasventanashabíansidocubiertasconpielesdeovejaytodoslosmorosymorasqueservíanlasmesasfueronechados del salón para que no pudieran enterarse de las deliberaciones de loscristianos.

—Caballeros—lossaludódonRodrigoconvozfirmeycálida—,todossabéisenqué situación nos encontramos: gracias al Dios de los cielos y con el esfuerzo denuestrobrazohemosganadoestaplaza,asícomomuchoshaberes,dinerosycaballos.Noobstante,el inviernoseacerca,elenemigonos tienesitiados, senosacaban lasviandas y casi no tenemos agua. Si fuéramos menos, podríamos intentar escapardurantelanoche.Sifuéramosmás,podríamossaliralcampoypresentarbatalla,perohaytresmorosporcadacristiano.Decidme,miscaballeros,¿quédeseáishacer?

MinayaÁlvarFáñez, el brazoderechodelCid, se puso enpie y solicitó ser elprimeroenhablar.

—Túmismolohasdicho,miseñor.Nopodemoselegir.NoesposibleregresaraCastilla,nopodemosquedarnosaquídetrásdeestasendeblesmurallasesperandoelmomento en que nuestra propia debilidad nos lleve a una rendición absurda ydeshonrosa. Tenemos seiscientos caballeros y otros tantos peones. Yo digo que, siellossonmás,nosotrossomosmejores.¡Salgamosalcampoalalba,enelnombredeDios,presentemosbatalla!

Todos losguerrerosempezaronagolpear lamesaconelmangodesusdagasycuchillos en señalde aprobaciónhastaque, auna señaldelCid, callarondenuevoparaoírsuspalabras.

—Calienta el corazón oírte hablar así,Minaya.No esperabamenos de ti ni detodos vosotros. Si, como parece, estamos todos de acuerdo, mañana haremos lospreparativosparalasalida.Pasado,alrayarelalba,dejaremosdospeonesparacerrarlas puertas de la ciudad y saldremos todos deAlcocer. Si vencemos, regresaremoscongranbotínygranhonra.Si,Diosnoloquiera,somosderrotadosymuertos,yanosentrarán.

UncorodevítoresacompañólaspalabrasdelCampeador.

Lanochesiguientealconcejo,cuandotodoenelcastillohabíaquedadolistoparalasalidacontralashuestesdeGalveyFariz,SanchoyLaínsetumbaronalairelibreen


el patio del alcázar junto a una fogata. Las noches eran cada vez más frías, perohabían cenado bien, les quedaba aún un pellejo de vino y preferían estar bajo lasestrellas antes que echarse a dormir en una de las atestadas salas del castillorespirando el sudor y las ventosidades de cien hombres de armas, oyendo losronquidos,losrezosylossuspirosdeloscamaradas.Elloseranaúnjóvenes,teníanpocaexperienciadecombateysesentíanfelices,fuertes,deseandoentrarenacción.Charlaron un rato sobre sus familias, intercambiaron relatos de viajes mientras sepasabanelvino,yluegoseenvolvieronenelmantoysedispusieronadormir.Asualrededor, otros guerreros roncaban ya y en las murallas los guardias patrullaban,velandoporlaseguridaddelosdurmientes.

Con la lunaya alta en el cielo, Sancho sintió que alguien lo zarandeabapor elhombroysesentódeinmediato,contodoslossentidosalerta.EraLaín.

—Sancho,tienesqueveresto.Yonomeheatrevidoatocarla.Siguió lamirada de su amigo y lo que vio lo dejó de piedra: enfundada en su

vainadecordobán,Cordelunarelucíaconunsuavebrilloazulado,comosiestuvierahechadeluciérnagasdelbosque.Lafogatasehabíaconsumidoy,enlacasicompletaoscuridad del inmenso patio de armas, el fulgor era blanco y frío, como si la lunahubierabajadoalatierra.

Ambossepersignaronsinsaberquédecir.—¿Dedóndehassacadoesaespada?—preguntóporfinLaínenunsusurro.—Meladiomipadre.Unantepasadonuestroselaganóaunmoroenbatalla.Yo

yasabíaqueeraespecial,aunqueesto…—Estoparececosadeldiablo,amigo.¿Hasidobendecida?Sanchoasintió.—Quizáseaunaespadamágica.Los juglarescuentancosasasíen las leyendas

querecitan.¿Túnohasnotadonadaalempuñarla?SanchorecordóloquehabíasentidoaquellamañanaenquetomóaCordelunaen

ladiestra:el flujode fuerza,depuropoderque recorriósucuerpo; lasensacióndequeaquellaespadaestabahechaparaél,queloreconocía,queloaceptaba.PeronopodíadecirleesoaLaín.Lohabríatomadoporlocooporhereje.Demodoquenegóconlacabeza.

ElbrillodeCordelunaeracadavezmás intenso,másclaro,ycuandolasnubesocultabanelastrode lanoche,su fulgorbastabaparaque las losasdepiedradesualrededorylosbultosdormidosdelosguerrerosquedaraniluminados.

—Escasicomosi…—comenzóLaín,mientrassumanoderechasecerrabasobrelacruzquependíadesucuello—.QueDiosmeperdone,Sancho,peroescomositeestuvierallamando,comosiquisieraqueladesenvaines.¿Nolonotas?

Porsupuestoquelonotaba.Lonotabaencadafibradesucuerpo.Laluminosidadperlada se iba extendiendo hacia él, y sus manos, sin concurso de su voluntad,setendíanhacialaespadaqueloreclamabacomosuyo.

Se levantó sin dejar de mirarla, se acuclilló a su lado y, con manos firmes,


desenvainólentamentelaespada.Alquedarfueradelavaina,todalahojabrillóuninstanteconunrelámpagovioletaquehizoqueloscaballosseremovieran,inquietos;luego,pocoapoco,sefueapagandohastaquenoquedómásqueelsuavefulgordelas trespiedrasde laempuñadura,que tambiénacabópordesaparecer, igualqueelhormigueodesusbrazosysuespalda.

—Usaesefuegofríomañanaenlabatalla,hermano—susurróLaín—.Nodejesqueteconsumaati.

***

Alahoraqueleshabía indicadoBernardino,sereunierontodosenelclaustroyunhombredeaspectodeportivodepelomuycortoygafassinmontura,quesepresentócomoLuis,comenzólavisita:

—Comonohabréisdejadodeobservar,porquesegúnmehandicho losactoresson buenos observadores, nos encontramos en un monasterio —sonaron algunasrisitas—;setratadeunafundaciónbenedictinadelaépocadelreydonAlfonsoVI,llamado el Bravo, más tarde el Emperador. Sí, el mismo que desterró al Cid deCastilla.Fueedificadaenestilorománico,claroestá,yenorigenllevabaelnombrede San Salvador de los Cerros. Sus primeros habitantes fueron, al parecer, unapequeñacomunidaddemonjesbenedictinos,losquevestíandenegroyvivíansegúnlaregladeSanBenito,haciendolostresvotosdepobreza,castidadyobediencia.Sulema era, como sin duda sabéis: «Ora et labora». Es decir, que no se dedicabansolamentealavidacontemplativa,sinoquerepartíansujornadaentreeltrabajoenelcampo,enel talleryenelscriptorium,y losrezos.Enalgúnmomentodebierondesufrir un ataqueque acabó con todos losmonjes y destruyó casi todo el convento,salvo la iglesia y el claustro, que apenas si han sufrido modificaciones desdeentonces. O sea, que aunque no nos consta que ni el Cid ni nadie de su entornoestuviera nunca en este claustro, si hubieran venido lo habrían encontradoprácticamente igual que lo vemos nosotros ahora.Durante unas décadas las ruinasestuvieron deshabitadas, hasta que en el siglo XIV una comunidad de franciscanosreconstruyó el monasterio y volvió a hacerlo habitable. Según la crónica defundación, los franciscanos le devolvieron el último nombre que había ostentado,SantaMaría de las Piedras, lo que resulta bastante extraño porque, comoya os hedicho,elnombreconelquesefundóenelsigloXIfueSanSalvadordelosCerros.Estacuestióndelnombrenoestáexplicadaenlascrónicas,peroloquesísediceesquelosfranciscanosencontraronunmanuscritoocultoenelpozodelclaustroenelquesedabalalocalizacióndelaestatuadelaVirgenMaríaqueahoraveremosenlaiglesia. Al parecer, cuando los benedictinos empezaron a temer un ataque moro,quitaronalaVirgendelaltarylaescondieronenunacuevamuycercadeaquíparaprotegerla.Sialguientieneinterés,puededarseunpaseodeapenasquinceminutos


haciaelsureste,cruzandoelriachuelo,yencontrarálacuevaenunaparedderocasmuy blancas que se ve enseguida porque se destacan claramente en el paisaje. Laestatuaesunatallademadera,románica,muyvaliosaymuybella,yalaveréisahoraenlaiglesia,ylosfranciscanoslacolocarondevueltaenelaltarmayor.Esloquesesuele llamar una Virgen de las batallas, porque tiene en la parte de detrás unapuertecilladondeseguardabanlashostiasparapoderdarlacomuniónalosguerrerospocoantesdeentrarencombate;demodoqueesalavezestatuadeNuestraSeñoraysagrario. Durante mucho tiempo se creyó que la Virgen de las Piedras otorgabafecundidadalasmujeresyaloshombresvalorenlasbatallas.Lógicamente,apartirdel siglo XIV, con la conquista de España a los árabes, en tiempos de los ReyesCatólicos, no volvió a salir de aquí, pero las peregrinaciones eran frecuentes,especialmente en el mes de junio, coincidiendo con la fiesta de san Juan. Vamosahoraaverlaiglesia.

Todo el grupo siguió aLuis por el claustro hasta una puertecillamuybaja quecomunicabaelclaustroconlanavelateral.

—Miraqueteníanqueserenanos—comentóQuiquealagacharseparapasar.Luissegiróhaciaélconunasonrisa:—La alturamedia eramenor que la nuestra, sí, tienes razón, pero no eran tan

enanoscomoparecería,ajuzgarporestapuerta.Erasólounaformadequetuvieranquehumillarlacabezaparapenetrarenelrecintosagrado.

Laiglesiaestabafríayoscura.Nohabíabancossobreelpisodelosasdepiedra;era solamente un espacio diáfano de tres naves separadas por recias columnas decapiteleshistoriados.Lasventanasdemediopuntoestabancubiertasporfinaslosasdealabrastroque filtrabanuna luz levementeanaranjada.Elaltar,muysobrioydepiedrablanca,sóloconteníalafiguradeNuestraSeñoradelasPiedras,conelNiñosentadosobresurodilladerecha.

Latallaerademaderaoscurayseadivinabaqueenalgúntiempoestuvopintadadecolores:vestidoazul,mantoescarlatayalgunosdetallesdeoro.Estabasobreunapeana, también demadera, con filigranas talladas y algunas piedras semipreciosasengarzadasencírculosdeoro,casialestilovisigodo.

Tenía lamano izquierda levantadacomosi sostuvieraalgoentre losdedosque,con el tiempo, se había perdido. Pero lo quemás llamaba la atención después deacostumbrarsealapenumbraerasuexpresión:laVirgensonreíadulcemente,comosirecordaraalgomuyhermosoyquisieracompartirloconelcontemplador.

—Separeceati,Gloria—susurróTinaaloídodesuamiga.—¡Vengaya!Gloria miró fijamente la estatua, tratando de encontrar algo concreto que le

permitieranegarlaafirmacióndeTina,perosusojossedesviaronaladerecha,dondeSergio,unpocoapartadodelgrupo,miraba también fijamente la tallade laVirgenparaclavarlosdespuésenella,comositambiénélestuvieracomparándolas.

—¿Quéllevabaenlamano?—preguntóunavozfemenina.


—No lo sabemos —contestó Luis—. A lo mejor las famosas piedras de sunombre. O le pusieron así por las piedras de la cueva donde fue encontrada. Seaceptan apuestas para la hora de la cena. Perome temo que se nos ha acabado eltiempo.BárbarayBernardinoquierenempezar con losgruposde improvisación,yAmyyFernandoseocuparánde losdebaileyesgrima.Primero,antesde reunirosconellos, idcadaunoavuestraceldayponeos las ropasqueencontraréis sobre lacama. Sin protestar y sin hacer cambios entre vosotros. ¡Ah! Y muy importante,poneos los zapatos que encontraréis allí y ni se os ocurra dejaros puesta la ropainterior.

—¿Quéeee?—fuecasiuncoro.—No pensaríais que en el siglo XI la gente ya llevaba bragas, sujetadores y

calzoncillos,¿verdad?¡Vamos,damasycaballeros,quesehacetarde!

***

Guiomar se había despertado temprano, antes de la primera luz, y durante unosmomentos sehabía sentidoconfusaen laoscuridad sin saberdóndeestaba.Pocoapoco,tranquilizadaporlarespiraciónregulardesucriada,Régula,quedormíaalospiesdesucama,empezóadarsecuentadequenoestabaensupropiahabitaciónenel castillo de su padre, sino en el Alcázar de León, y una vez tranquila, volvió aarrebujarseeneledredónqueolíadébilmenteamanzanillaynoaespliegocomolosdecasa.

Las cortinas de la cama estaban descorridas y desde la ventana le llegaba unvientecillosuaveque leacariciaba lasmejillasyhablabadelmundode frescorqueaúnexistíafueradelosmurosdelalcázar,antesdequesurgieraelsolporelhorizonteyempezaraacalentarlatierra.

Esoladecidió.Selevantósinhacerruido,secalzólaszapatillasdecuerofino,seenfundó sobre la camisa el vestido de diario, aunque no elmismo que se hubierapuestoenPeñalbaparaempezareldía,sinounomejor,verdeoscuro,másdeacuerdocon el entorno del alcázar que la acogía, y dudó unos instantes sobre si ponersetambiénelmantodeviaje,yaqueeraprobablequeenlamurallaaúnhicierafrío.Alfinaldecidióarriesgarseysaliósinmanto,cuidandodenohacerruidoconlapuerta.Régula era buenamuchacha, pero había sido aleccionada por su padre, el difuntoconde de Peñalba, y no la dejaba sola un instante, de modo que, para disfrutarmínimamentedelibertad,teníaqueprocurarqueellanolaoyera.

Avanzóporelpasilloenunaoscuridadcasicompleta.FrentealapuertadedoñaBrianda,Brígidaroncabatranquilamenteynolaoyópasar.

Subió las escaleras de caracol hasta lamuralla y, por unmomento, lamentónohabertraídoelmanto,porqueelvientoquesoplabaeracortanteapesardequeapenassi estaban a finales de septiembre. Pero pronto la vista que se le ofrecía desde lasalturas lahizoolvidar el frío: toda la ciudad seextendíaa lospiesdel alcázaryel


horizonte tenía ya un borde rosado; los gallos habían empezado a cantar y lasprimeras golondrinas volaban enloquecidas, como flechas negras cruzando el cielodelamanecer.

Acostumbradacomoestabaaldiminutopuebloquerodeabasucastillo,apenaslascuatrocasasdeloslabradoresquetrabajabanlastierrasdelseñoríoyseacogíanalaprotección de la guardia de Peñalba, León era una ciudad impresionante con sussólidasmurallas,callejuelas,plazas, iglesias,mezquitas,sinagogas, tabernas,baños,tiendasytalleresdetodoslosoficios.Ahoraqueempezabaadespertar,unamultitudde finas columnas de humo se escapaban de unamultitud de hogares y las callesprontosellenaríandegente.

LehabíacostadodecidirseaacompañaradoñaBriandaalasfiestasdelrey,perosealegrabadehaberlohecho.Inclusopodríaaprovecharparacompraren la juderíaalgúnpergaminooalgúncódiceparalaslargasveladasdelinviernoenlasoledaddesucámara,aunqueRégulalamiraraespantada.

Ytendríaocasióndeoírrecitaravariosjuglares,queeraloquemáslegustabaenelmundo.Ybailar,unahabilidadqueacabaríaperdiendosinolapracticaba.

Unguarda, haciendo su ronda, interrumpió sus pensamientos. Se acercó con lamanoenlaempuñaduradelaespaday,alreconocerlacomodamadealcurnia,inclinólacabeza.

—SoydoñaGuiomar,condesadePeñalba.Queríatomarunpocodeaire.—Señora—elguerrerosealejóporlamuralla,dejándolasoladenuevo.Enlosúltimosdíaselalcázarsehabía llenadodehuéspedes,desconocidospara

él,peronoresultabadifícilreconoceraunadamaalverla.Noyaporlacalidadoelcolordesusvestidos,sinosimplementeporlopálidodesupiel,porlafinuradesusmanos donde nunca faltaba algún anillo, por su porte erguido, por la manera dehablar, como si su lengua, a pesar de ser la misma, fuera otra más elegante, máspulida,hechaparadarórdenesynoparaacatarlas.

ElreydonAlfonsollevabaunatemporadademuybuenhumoryhabíadecididoinvitaraparientesyvasallosaunagranfiestaparacelebrarelDíade losDifuntos.Habríamisassolemnes,banquetes,justas,teatrosdetíteres,acróbatas,saltimbanquis,juglares y trovadores; la plaza del mercado se llenaría de música y de preciososobjetostraídosdetodoslosreinos,laciudadprontoseconvertiríaenunherviderodegentedetodacondiciónatraídaporlosfestejos,lanocheseiluminaríaconelfuegodecientosdeantorchasyelvinocorreríaaraudalesenlastabernas.

LascampanasdeSan Isidoroempezarona tocarprimayun revuelodepájarosexplotóenelairetransparentellenándolotodoconsusgritosygorjeos.

«¡Qué hermoso es el mundo!», pensó Guiomar. Lanzó una última mirada alpaisajey,notandoquesuestómagosehabíadespertadotambién,empezóabajarlasescalerastratandodeencontrarlascocinas.


Después de la misa, celebrada antes del alba, con el corazón confortado por elsacramento y el estómago por la comida y bebida que cada uno de los guerreroshubiera considerado necesaria para afrontar los rigores del combate, los mildoscientoshombresdelCid,entrecaballerosypeones,seaprestabanenAlcocerparalasalidaquelestraeríalavictoriaolamuerte.

Sancho y Laín habían montado ya y aguardaban las últimas órdenes de donRodrigo, que en esos momentos estaba entregando su estandarte a don PedroBermúdez.

—¡Mesnadas!—dijoelCampeadorconvozsonoraenel silenciodelamanecer—. Hoy vamos a ganarnos el pan y la honra. Sé que sois hombres valientes yesforzados. Luchad hasta el final, heridlos, por Santiago. Al que hoymuera en elcampo,Dios le dará Paraíso.Atacad sólo ami orden y quedaos juntos para podercubrirosunosaotros.DonPedroplantaránuestroestandarteenmediodelosinfielesylavictoriaseránuestra.¡Abridlaspuertas!¡YosoyelCid,RodrigoDíaz!¡Aellos!¡PorSantiago!

Sancho y Laín cambiaron una mirada y una sonrisa. Luego, como todos losguerreros, se afirmaron en las sillas, bajaron la visera del yelmo, se persignaron,embrazaron la lanza, envuelta con el pendón, y quedaron inmóviles, mirandofijamentelaspuertasqueseabríanfrentealcampoenemigo.

Losmoros,encuantosusvigíasvieronabrirlaspuertasysepercatarondequeloscristianosibanaatacar,empezaronahacersonarlostamboresdeguerra.Losgritosárabesresonabanhastaelpatiodelcastilloyelpolvolevantadoporloshombresquecorríanaprepararseempezóallenarelairequietodelalba.

Los cristianos fueron saliendo del castillo. PedroBermúdez, el portaestandarte,temblabadeemocióny,apesardelasórdenesdedonRodrigodeesperarasuseñalpara atacar, no pudo contenerse y, en cuanto se vio fuera de las murallas, picóespuelasysedirigióalgalopecontralasfilasenemigas.

—¡Seguidle,caballeros!—gritóelCid—.¡Valedle,porcaridad!Todoslosguerrerosselanzaronalgalopecuestaabajoconlaslanzasprestaspara

laconfrontación.Elprimerchoquefuetremendo.Casitrescientosguerreroscristianosimpactaron

contralaprimerafilamoraydescabalgaronasuscontrarios.Luegolabatalla,enuntorbellinodepolvo,gritos,sangreyredoblardetambores,sefueencarnizando.Loscaballossinjinetegalopabanenloquecidosaplastandoconsuspoderososcascosalosquehabíancaído,muchosluchabanyaaespada,montadosoapie.Enlavoráginedelaluchaeraavecesdifícildistinguiraamigosdeenemigosyloscapitanesgritabansunombreconstantementeparaquesushombressereagruparanjuntoaél.Portodoelcamposeoía:¡YosoyRodrigoDíaz!¡YosoyÁlvarFáñez!¡YosoyGustioMuñoz!¡YosoyMartínAntolínez!


Sancho,despuésdequebrarsulanza,desenvainóaCordeluna,que,sinquenadielo advirtiera porque el sol acababa de salir y derramaba su luz dorada sobre loscampos, emitió un destello azul; de repente, su dueño se sintió inundado por unafuerza desconocida. Lanzó un aullido que puso el terror en los corazones de losenemigosquelorodeaban,espoleóaDurán,yselanzóamatarcomoposeídodeunafuerzainacabable.

SanchoyLaínluchabanjuntoaMinayaÁlvarFáñezdandomandoblesadiestroysiniestro,enloquecidosenunfrenesídegolpes,fintas,paradasyestocadasmortales.ElcaballodeLaíntropezó,derribandoasudueño.Tresmorosselanzaroncontraél,ahora que había perdido la ventaja de ir montado. Pero Sancho descabezó a unenemigo,empujódeunapatadaelcadáver,agarrólasriendasdelcaballoárabeyseloofrecióenuninstante.

—¡Monta,Laín!Nopuedesmorirteya,hermano.Noshacesfalta.Con la ayuda de dos peones, y mientras Sancho y Minaya le guardaban las

espaldas,Laínseencontródenuevoacaballoysubrazovolvióahacerbrechaenlasfilasenemigas.

Labatalla seprolongóhastabienentrada la tarde.Los caballeros iban rojosdesangreylosmuertoscubríanelcampoenloquealcanzabalavista.

DonRodrigoconsiguióheriralgeneralFariz,emirdelossuyos,ycuandovioqueintentaba huir lo persiguió hasta que supo que no volvería y que, con su retirada,había confesado la derrota de su ejército. Martín Antolínez consiguió derribar aGalve,elotrogeneral,yapartirdeesemomentolospocosmorosqueaúnquedabanenpietuvieronquedarseporvencidos.

Cuandoelfragordelaluchasefuesosegando,LaínsediocuentadequeSanchoseguía peleando encarnizadamente contra todo lo que se movía en el campo,persiguiendoinclusoalosquehuían.Seacercóalgalope, tendiólamanoizquierdahacia las riendasdeDuránysofrenóelcaballodesuamigo,queresoplabacon losollaresdilatadosyespumaenlaboca.

—Déjalos,Sancho,déjalos,porcaridad.Hemosvencido.Sanchosedetuvocomoatontado.Tardóunosinstantesendarsecuentadeloque

ledecíaLaín,levantólaviseraylomiróconojosvidriosos.—¿Ya?¿Estásseguro?Laín indicó con la cabeza la poderosa figura de don Rodrigo, que acababa de

quitarseelyelmoy,conelalmófarechadoalaespaldaylacofiafruncidaaúnenlacabeza,ibasonriendoatodossusguerreros.

Sanchodesmontó,aúnconlaespadaen lamano.Searrodilló juntoaLaín,queacababadehacerlo,einclinólacabezaenunasilenciosaplegariadeagradecimiento.LuegolimpióaCordelunaenelmantodeunmorocaído,acariciólaspiedrasdesuempuñaduraylaenvainólentamente.

Apenasmetida la espada en la vaina, Sancho sintió de inmediato la fatiga delcombate, como si todos los músculos se le hubieran vuelto de agua, y le habría


gustado tumbarse allí mismo de cara al cielo, que empezaba a teñirse de rosa, ydormir.

—Vamos,compañero—losacudióLaín—.Vamosacasa.Mientras losguerreros regresaban, felicesy exhaustos, aAlcocer, que ahoraya

erasuyoporderechodeconquista,loscriados,escuderosymuchosdelospeonesselanzaban sobre el campamento enemigo para saquearlo y poner el botín a buenrecaudotraslasmurallasdelaciudad.

Sóloaldíasiguientesedieroncuentadelasriquezasquehabíanganado,cuandoterminarondehacerel recuento.Oro,plata, joyas,armas,algunosbuenosmuebles,infinidaddemantosytejidospreciosos…,ycaballos,cientosdemagníficoscaballosárabesentrenadosparalaguerra.UnbotíndignodeunemperadorquedonRodrigo,como era su costumbre, repartió generosamente entre los suyos, quedándose él laquintaparteque,comocapitándelejércitocristiano,lecorrespondía.

—Ahoranorechazarástuparte,Minaya—ledijoelCidsonriendo.—Ahorano,miseñor.Yaheprobadomivalía.—Tengoquepedirtealgo—añadió,satisfecho.—Loquegustéis.—QuisieraenviarteaCastillaconunosregalosparaelreyAlfonso.—¿Regalos,señor?Noshaechadodelatierra;somosunosproscritos.ElCidsonrió.—Siélnoquiereseguirsiendomiseñor,yosíquieroseguirsiendosuvasallo.Mi

familiaestáallí,enCardeña.Quieroquevayasalmonasterioadarlenoticiasnuestrasamiesposa,queledesalabadestosdinerosparaquepuedanvivirdignamenteyquedespuéshagaslosiguiente:primeroaBurgos.Allíentregarásestabotallenadeoroyplata para que diganmilmisas por nosotros en la catedral de SantaMaría. Luegobuscarás al rey, quizá en León, y le llevarás de mi parte treinta de los mejorescaballosconsussillasysusespadas.

—¿Pidiendoalgoacambio?ElCidvolvióasonreírsocarronamente:—Comoregalodelhombreaquiendesterró.Paraqueveaque,conlaayudade

Dios,recuperarémihonrayextenderélafronteradelreino.Minayaempezabaacomprenderelplandesuseñor:queríaqueelreyAlfonsose

dieracuentadequehabíacometidounerrordesterrandoasumejorguerreroyqueelCidnoestabadispuestoasoportarmuchotiempolafamadeladrónqueinjustamentele había caído encima. Además quería mostrarle su nuevo poder y su inmensariqueza. Y eso sin pedir nada a cambio por el momento; una muestra más de sugenerosidad.

—Loharédemuybuengrado,miseñor.—Llévate a los hombres que precises. Aquí la cosa está tranquila y podremos

celebrarenpazlafiestadelosDifuntos.No,Minaya,mejorllévateamáshombresdelosqueprecises.Quieroqueveanquenossobranguerreros,quepodemosprescindir


deellosduranteunassemanas.Elígelostambiénjóvenesyapuestos;quelasdoncellascasaderasveanqueloshombresquemesirvenmedranenmishuestes.

—¿Queréisquesalgamosdeinmediato?—Encuantoestéispresentables.Ycuando lleguéis a la corte, idprimeroauna

casadebañosyvestidvuestrasmejoresgalas,Minaya.Nopodemosdecepcionaralasdamas—terminóconunguiñodeojoquelohizoparecerdenuevoporunmomentoelapuestomuchachoquehabíasido.

En el alcázar de León, varias damas habían acudido con sus doncellas a lashabitaciones de la infanta doñaUrraca, la hermana del rey, para tejer y bordar encompañía.Ardíaunbrillantefuegoenlachimeneadepiedray,aunquelatardeestabafríaylluviosa,lasantorchasyloscandilesiluminabanlaestanciacomosielmismosol estuviese dentro. Todas ellas vestían trajes de diario, pero a Guiomar,acostumbradacomoestabaasupropiocastillodePeñalba,lasropasdelasdamasdela corte le parecieron lujosas con sus hermosos colores verdes, azules y amarillos.DoñaUrraca,ladamaprincipal,llevabainclusounsobrevestidorojoencimadeunatúnicadeazulprofundo,loqueindicabaalasclarassueleganciaysuposición.

Elambienteerarelajadoyalegre,comosisehubierareunidoallíunabandadadepájarosexóticos,yenelfondodelasaladosmuchachasárabestañíaninstrumentosdecuerdaparadistraccióndelasdamas,quecharlabanentresísinhacermuchocasoalamúsica.Enunamesajuntoalfuegohabíajarrosdeplataconvinopreparadoconagua,especiasymiel,yalgunospastelillosalgustomoro.

Lasseñorasestabansentadasensillastalladasdealtorespaldoylasdoncellasydamasmásjóvenessehabíanacomodadoenescabelesodirectamenteenelsuelo,alamoruna,sobregruesasalfombrastraídasdelalejanaPersia.

Doña Guiomar se había instalado junto a un grupo de jóvenes de su edad,mientras doñaBrianda lo había hecho junto a doñaUrraca, con la que conversabaanimadamente,sindarmásquedevezencuandounapuntadaalalaborquellevabaentremanos:unpañodealtarquepensabaregalaralaiglesiadeSanIsidoro.

EnelgrupodedoñaGuiomar, comonopodía serdeotromodo, sehablabadecasamientos.

—Leonornohapodidovenir—estabadiciendounamuchachagorditaalaquelefaltabandosdientes—porque,comosecasalasemanaqueviene,teníamuchascosasquepreparar.

—¡Quésuertehatenido!—decíaotraconunsuspiro—.NadamásynadamenosqueconelcondedeDosriberas.Vivirácomounareina.

—Sí, eso sí —dijo de nuevo la primera, y añadió bajando la voz—: pero suprometido tienecasicuarentaaños,escalvo,gordoy…Bueno,yameentendéis…,noesloqueunaseimaginaparalanochedebodas…

Todasseecharonareírsimultáneamente.


—Perounanosecasaparaeso—intervinounamuchachaalta,muypálidayalgorígida.

—¿Ahno?Sonaronmásrisitas.—El matrimonio está hecho para medrar. El hombre te da una posición,

protección, seguridad y respeto. Y la mujer le da hijos que puedan mantener sustierrasyhacerfamososunombre.Nohaymás.

—¿Yelamor?—preguntótímidamenteGuiomar.—Elamoresuninventodelostrovadores,tonta,porquesabenquenosgustaoír

esascosasenlaslargasnochesdeinvierno,despuésdelasfaenasdeldía.—Puesmispadressequerían—insistióella.—Porqueaveces—explicólaqueprimerohabíahablado,comosisupieramucho

delasunto—,alcabodeuntiempojuntos,elamorvaviniendo,comoloshijos.Sitetratabienyesunbuencristiano,antesodespuésacabasqueriéndolo.

—SedicequeadonRodrigodeVivar leestányendobien lascampañas—dijootra, cambiando aparentemente de tema—.Si obtiene unagranvictoria y el rey loperdona, pronto habrá muchos caballeros a los que el rey, en agradecimiento porextender las fronteras, otorgará doncellas para casarse. Y hay muchos guerrerosjóvenesensushuestes.

Todaslevantaronlosojosdelalaborysemiraronconojosbrillantes,apretandoloslabiossobrelosdientesparaocultarlasonrisa.

—A algunos de ellos, también les concederá títulos. Y, si sabemos esperar,seremosdamasricas.

—¿Cuántohabráqueesperar?Laqueparecíatanbieninformadaechóunvistazoporencimadelhombro,como

paraasegurarsedequelasseñorasmayoresnoestabanescuchando,seinclinóhaciasusamigasbajandolavozyleshizounaseñadequeseacercaran.Todascontuvieronelaliento.

—Silasnoticiassonciertas,elCidhaalcanzadounagranvictoriacontraelreydeValenciayhaenviadoalreydonAlfonsounadelegaciónquellegaráparalasfiestas.

Las muchachas se apartaron, suspirando. En sus cabezas empezaban a bullirplanesysueños.

—¿Cuántosvendrán?—preguntóuna.—Nosesabe.Peroyosupongoquealmenosunadocena.EnesemomentosealzólavozdedoñaUrraca.—Misdamas,yahemos trabajadobastanteporhoy.Venida tomarun sorbode

vinoyaalegrarmelosoídosconvuestrasjóvenesvoces.Lasmuchachas se levantaron presurosas, abandonando la labor, y se dirigieron

hacialamesa.Guiomartardóuninstanteenreunirseconellas.Ensumente,comounavisión,

acababadeaparecerlaimagendeunsueñoquelaacompañabadesdelainfancia:un


jovenguerrerodeojosdoradosquerendíasuespadafrenteaella.

***

Bárbara estaba en la puerta de la sala donde iba a empezar la sesión deimprovisaciones,asegurándosedequetodosloschicosychicasdelalistasehallaranpresentes.Bernardinoyaestabadentrosonriendoalosqueibanentrando,muchosdeelloscoloradosyconlacabezagacha,sintiéndosetotalmenteridículosvestidosconlasnuevasropasyelextrañocalzado.

Sergiofueelúltimoenllegary,antesdequepasaraalsalón,Bárbaraloretuvouninstantecogiéndolodelamanga:

—¿Todobien?—lepreguntóconunasonrisatraviesa—.¿Notecaesdesueño?Laverdadesqueanochedormimosmuypoco.

Él sacudió la cabeza y se forzó a dibujar una sonrisa natural, aunque se sentíaprofundamenteincómodo.

—Entoncesalomejorpodemosdarunavueltaporahídespuésdelacena,sinotienesotrosplanes.

Sergiosintióunasomodepánico,unrepentinonudoenlagarganta,peroantesdequepudieracontestaralgunaestupidez,seoyólavozdeBernardino,«¿Empezamosoqué?», demodo que se encogió de hombros con cara de disculpa y entró sin unapalabra.Bárbaralosiguióycerrólapuerta.

Seischicosyseischicas, todosvestidoscomoenelsigloXI, se encontrabanenunahabitacióndesnuda,sinmesas,sinsillas,sinnadaenlasparedes;nohabíanadaquedistrajeralaatenciónniningúnobjetodondeposarlavista,demodoquecuandosecansarondeesperarqueBernardinooBárbaratomaranlapalabraylesindicaranquéteníanquehacer,empezaronsimplementeamirarseunosaotrostratandodenosoltarlacarcajada.

Como de costumbre, los chicos se habían agrupado frente a las chicas y casiparecíandospequeñosejércitosapuntodeenfrentarse.

—Esoes—dijoporfinBernardinoalcabodeunosminutos—,seguidmirando,idreconociéndoos,estábienasí,queestéisseparados.Enaquellaépocaelcontactoentrelossexoseramínimoenambientescortesanos.Yahoraempezadacaminarporlasala,peroensilencio.

Pocoapoco,sinsaberbienparaquélohacían,empezaronamoverseysefueronmezclando.Laschicasprontosedieroncuentadequeconelcalzadoquellevabansemovíandeotramaneraytodasellaseranconscientesdelaausenciaderopainterior,loquelashacíasentirincómodasyvulnerables.

Los chicos, acostumbrados como estaban casi todos a llevar ropas anchas ypantalones de cintura baja, se encontraban también incómodos y ridículos con latúnicacortesanaestrechayelcinturónceñido,ysobretodoconlascalzasatacadas,unaespeciedemediasmuyajustadasquecubríanlapiernahastalaingleyseataban


alacinturadejandolibreeltriángulodeenmedio.Después de casi un cuarto de hora de mirarse y pasear, todos empezaban a

sentirsemásrelajadosyyanoseveíantanmalcomoalprincipio.Incluso,comolesusurróBárbaraaBernardino,estabanempezandoaentrarensituación.

SergioyGloriasemirabanuninstantealcruzarseyenseguidadesviabanlavista,comosilesquemaralamiradadelotropero,casisindarsecuenta,lospaseosporlasala los llevaban con frecuencia a encontrarse, aunque luego se separaban deinmediato.

—Bien —interrumpió Bernardino—. Cambio de tercio. Caballeros a un lado,damasaotro.

—¿Vamosabailar?—preguntóAndrés,unchavalsevillanomuyguasón,delargopelooscuroybarbacerradaapesardesujuventud,quellevabamesespracticandolafonéticacastellanaparaquenoselenotaraelacentoandaluz.

—No. Eso ya lo haréis con Amy. Ahora vamos a hacer unas improvisacionessobreelprimerencuentroentreJimenayelCid.Aunquenoestáprobado,diceunadelas leyendasqueJimena llegóa la Iglesiaeldíadesubodaparacasarseconun talRodrigoDíaz,conquiensutío,elrey,lahabíacomprometido.Habíaoídohablardeél,porsupuesto,perosegúnlaleyenda,nolohabíavistoenlavida.HaréisdeCidydeJimenapor turnos.Ellaesperaconsusdamas;él seacercaacompañadopor suscaballeros.Ellamiraaloshombrestratandodedescubriralquevaasersuesposo,temiéndose lopeor,por supuesto:queel elegidode su tíono leguste.Entonces élseadelantaunpaso,ellasedacuentadequeeselCidy,lomásimportante,queeselhombreaquienhabría elegido sihubiera sido librede escoger. Jimena le tiende lamanoyéllabesa.Findelaescena.¿Todoclaro?Osdaréiscuentadequeesunjuegode expresión, de tensión corporal y, finalmente y sobre todo, de ojos, demiradas.Tenéisquesentir loqueellos sientenparaquepueda reflejarseenvuestros rostros.AndrésyMaría.

Los que tenían que empezar cerraron los ojos un momento, esforzándose porentrarenlasituaciónpropuesta.Alcabodedosminutoshabíanterminado,despuésdehacerloqueleshabíapedidoBernardino.

—Críticas—pidió, como siempre—. Y ya sabéis, los que han actuado ni unapalabra.Noqueremosoírexplicacionesnijustificaciones.

Semiraronunosaotrossinatreverseaserlosprimerosenhablar.—No ha estadomal—dijo Lara, una chica rubia vestida de azul—, aunque a

María se la veía asustada todo el tiempo, incluso al final. Y Andrés…, bueno…,estabaactuando.

—Sí,chicos,losdosestabaisactuandoyyasabéisquenoeseso.QuiqueyTina.Esta vez tardaron un poco más porque lo hicieron más despacio, con más

concentración.—Ellahaexageradounpocolaaltivez.Siendosobrinadelreyestáporencimade

sufuturoesposo,peroalfinaltendríamosquedarnoscuentadequeelCidlegusta,y


no se ha notado mucho —Nacho hablaba rápido, como para acabar pronto—. YQuiquelohahechobastantebien,aunquenoparecequeestémuyentusiasmadoconella.

—Vamosaverotrapareja—propusoBárbara.—SergioyGloria—dijoBernardino.Parasuinmensavergüenza,Gloriasepusocoloradayhabríadadocualquiercosa

porsalirdeallí.Lesudabanlasmanosy tenía lasensacióndequenopodíadarunpasoydequenecesitabaurgentementeirallavabo.Desdedetrásdeella,Tinalediounapretónenelbrazoparainfundirlevalor.

Gloria se colocó en la posición requerida, rodeadade sus damas, y de repente,cuando su mirada se clavó en el grupo de hombres que se acercaba a ellas, todocambióensuinterior.Suvistasaltabadeunrostroaotro,inquieta,perosinperderlacompostura, sabiendo que fuera quien fuera el elegido no podía torcer su destino.Entoncessusojosencontraron losdeSergioque, tensoyserio,conunasombradedudaenlamirada,sedestacabadelgrupoparallegarhastaellafrentealaltar.

Unasomodesonrisaseinsinuóenlosdosrostros.Yanoestabanactuando,yanosedabancuentadequeestabanparticipandoenuna improvisación teatraldel sigloXXI.Sinsabercómo,sehabíanconvertidoenunaparejaaltomedievalquesentíaqueDioshabíasidogenerosoconellos.

Sergio, que ya no era Sergio, no podía apartar la vista deGloria, que se habíatransformado en una aparición celestial con su vestido verde pálido y su diademadorada,enlamujerqueDioslehabíadestinadoyqueahoraletendíalamanocomounareinaparaconvertirseenlaseñoradesualma.

Letomólamanoconinfinitadelicadezayseinclinóabesarlamientrassusojosbuscabanlosdeellaylesonreían.

Cuandoquisierondarsecuentadeloqueestabapasando,catorceparesdemanosaplaudíanconentusiasmo.

—¡Joé, tíos!—dijoAndrés,olvidándosedesuperfectoacentocastellano—.Lohabéisbordado.¡Quéenvidia,colegas!

—Venga, sin perder comba —dijo Bernardino, como si no hubiera estadoaplaudiendounmomentoantes—.Nosquedantresparejasaún.NadiayÁlvaro.

Elrestode lasesiónse lespasóenunsuspiro,sindarsecuentarealmentede loquesucedíaasualrededor,ycuandosalieronalpasillo,terminadoeltrabajo,Glorianoqueríamásqueencerrarseensucuartoyseguirsoñandoenloquehabíasentidomediahoraantes.

Sergio, al ver que se escabullía, quiso alcanzarla, pero Quique y Andrés loagarraroncadaunodeunbrazoyselollevaronalbardelmonasterio«acomentarlajugada», como decía el sevillano. Momentos después, con unas cervezas sobre lamesa,Andréslesexplicabaporquélehabíasalidotanmallaactuación:

—Esquenopodíadejardepensarquelastíasnollevabanbragas,colegas.Esoponenerviosoacualquiera,¿nocreéis?


***

El viaje desde tierras de Alcocer fue largo, pero libre de incidentes porqueatravesaban tierrasya recorridasporelCidy, aunque losmorosque trabajaban loscamposseescondíanalpasodelacomitivacristiana,pocoapocosefueextendiendolanoticiadequesetratabadeunadelegaciónqueelCampeadorenviabaaCastillaynodeunapartidadeataquede lasque tantodañoleshabíanhechoalcorrerde lostiemposy,ya cercade tierras cristianas,noera extrañoque incluso salierande susvillasyaldeasparasaludarlosyofrecerleshospitalidad.

Minaya había elegido treinta y cinco guerreros entre jóvenes ymaduros; unosparacumplirconeldeseodesuseñordeimpresionaralasdamasdelacorteyotrosporque, habiéndose destacado en la batalla, se habían ganado el regalo querepresentabavolveraCastillaavisitarasusfamiliasycompartirconellaslafortunaganadaencombate.

Todosestabandeexcelentehumorconcadapasoquedabanhaciasu tierrayelviajeselespasóentrebromasyrisas.

Unavezentierrascristianas,seaprestaronacumplirprimeroconlasórdenesdedonRodrigoacudiendodirectamenteaSanPedrodeCardeñaparavisitaralaesposadelCid,doñaJimena,ydarlenuevasdelascampañasdesumarido.Fueronrecibidoscomohéroesyenlapequeñaiglesiadelmonasteriosecelebróunamisaenaccióndegracias.Pocodespués,Minaya se encerró condoña Jimenay sólo al cabodeunashorassereunierontodosenlacocinadelmonasterioparaqueloscaballerostuvieranocasiónderelatarlabatallaalosmonjesyaloscampesinosquehabíanacudidodetodalacomarca.

Tuvieronque acortar suvisita porque elmesdeoctubre se acababay les urgíacabalgarparallegaratiempoalasfiestasdelrey;poresoalostresdíasdesullegadasalieron hacia Burgos a cumplir el encargo de don Rodrigo. A las puertas delmonasterio losdespidiódoñaJimena,altayserena,aúnhermosa,queconunbrillohúmedoenlosojossequedómirándoloshastaquelacomitivaseperdiótraslaúltimacurva del camino, pensando en cuánto tiempo le quedaría en aquelmonasterio, encuántosañostendríanquepasaraúnhastaquedonAlfonsoperdonaraasuesposoylepermitieravolverasustierrasoledieralicenciaparareunirseconél.

Después deBurgos,Minaya dio permiso aSancho para ausentarse durante dosdías junto con Laín para poder visitar a su familia, en Vivar. Cada uno de ellosllevaba un caballo de la brida, de los que les habían correspondido en el reparto,cargado de regalos: buenosmantos y ricas telas, dagas de hermosas empuñaduras,espadasárabes,especiaspreciosasyunapequeña joyadeplataconunapiedraazulqueSanchoqueríaregalarleasumadre.

Fueron dos días perfectos en los que volvió a sentirse querido entre los suyos,partedeunagran familia respetadaen toda la región, conel amorde suspadresy


hermanos, el afecto de sus vecinos y criados, las risas de los más pequeños, quedisfrutaban de las historias de Laín, que, con su fuerza de oso, losmontaba a susespaldasyfingíabatallascontralosmoros.Ypudotambiénconoceralmáspequeñodelacasa:sunuevohermanoFernando,quehabíanacidoapenasunassemanasatrás,porsanJerónimo,cosaqueeraunbuenaugurioporque,siendoelvarónmásjoven,tendríaquededicarsealaIglesiaytenerunpatróncomoelexcelsosantoleayudaríamuchoensucamino.

Yaapuntodemarcharse,Sanchollevóaparteasupadre.—Laespadaquemediste,padre—ledijocasisinatreverseamirarlo—,túsabías

queeraunaespadamágica,¿verdad?Elpadremetiólamanoenelabrevaderoyempezóaagitarelaguahastahacerla

brillar.—SabíaqueCordelunaeraalgoespecial,yatelodije—contestó,trasunsilencio

quealhijoselehizoeterno—.¿Hasnotadoalgoencombate?—Cordeluna manda, padre. Una vez desenvainada, ella te lleva y tienes la

sensación de ser invencible. No sé si me gusta. Es…, no sé explicarlo. Es casi…comoofenderaDios.

ElpadrebuscólosojosdeSancho.—Pero con ella haces el trabajo deDios. La usas paramatar infieles amayor

gloriadelaCruz;noescomosilaalzarascontrauncristiano.—CreoqueaCordelunanoleimportaría,padre.—Todaslasarmasestánhechasparamatar,Sancho.Erestúelqueelige.El joven guerrero sacudió la cabeza sin decidirse a darle la razón. Durante la

batalladeAlcocer,nohabíatenidolasensacióndequeeraélquienelegía.—¿Sabesalgodesuhistoria,delespaderoquelaforjó,delguerreroparaquiense

hizo?—Mi abuelo la ganó en combate a un moro que la había recibido de un

antepasado.Elmoro,aquienmiabueloperdonólavida,lecontóqueesaespadafueforjadaporunmaestrodegranpoderparacumplirunavenganza.

—¿Unavenganza?¿Contraquién?¿Porqué?—Parece una leyenda, hijo, como ésas que cuentan los juglares que vienen de

Francia: en un país muy lejano, un joven guerrero se enamoró de una mujer queestabamuyporencimadeély,comonuncahubieranconseguidolabendicióndesusfamilias,secasaronensecreto.Lospadresdeella,ignorantesdeesaboda,lacasaronconunseñormuyprincipalycuandoésteseenteródequesuesposayahabíadadoaotro sucorazóny sucuerpo, lamatópara limpiar suhonor.El jovenguerrerohizoforjaraCordelunayconellamatóalseñory,unotrasotro,atodossusparientesyacualquieraquehubieratenidoalgoqueverconlamuertedesudama.Cuandohuboexterminadoatodosulinaje,élmismoseclavósuespada,comodicenquehacíanlosantiguosromanoscuandoqueríanlimpiarsuhonra.Perosontodocuentosdeviejas,Sancho.Todaespadasepuedeusarparaelbienyparaelmal.Yoséquetúlausarás


conbien,amayorgloriadeDios.Yatehadadolavictoriaunavez,¿no?Ynohassentidoquefueraunaespadainfernal.

Sanchonególentamenteconlacabeza,tratandoderecordarconprecisiónloquehabía sentido al verla brillar en la oscuridad, al verla alzarse en su puño presta adescargarsecontralosenemigos.

—No.Noesinfernal,peroespoderosa.Yescruel.Estásedientadesangre.—Talvezlaapacigüeelamor,hijo.Aver,sácaladelavaina.Sancho desenvainó a Cordeluna y la sostuvo plana entre ellos. No hubo

relámpagoazul,nifulgormágico.Lashermosaspiedrasblancasbrillabaninocentesala luz del sol ocultando en sus profundidades lasmisteriosas volutas que parecíancambiardecolorantelavista.

—Ahoraestáenpaz.—¿Loves?Nohaynadaquetemer.Sanchosearrodillófrenteasupadre:—Dame tu bendición, padre. Pasará tiempo hasta que, si Dios quiere, nos

volvamosaver.Ramiro puso su mano sobre la cabeza del hijo, sintiendo un nudo apretado

cerrarlelagarganta.TrazóconsupulgarlaseñaldelacruzsobrelafrentedeSanchoy,sujetándoloporloshombros,loalzódelsuelo.Yaeracasiunacabezamásaltoqueél.

EnesemomentoaparecióLaínconlapequeñaUrracasubidaalhombro.—¡Mira,padre,mira!—gritaba lapequeñaempuñandounavaradeavellano—.

Soyunarica-hembraenmipalafrén.Loshombressoltaronlacarcajada.—Vamos, muchachos —dijo Ramiro con voz firme—, recoged de una vez

vuestrosavíos.Lasdamasdelacorteosesperan.

SanchoyLaíncambiaronunasonrisayunguiñodeinteligenciaalllegaralalcázardeLeónporquelaspalabrasdeRamirohabíanresultadocasiproféticas:efectivamente,las damas de la corte, todas vestidas con susmejores galas, comouna bandada depajarillosmulticolores,parecíanesperarsullegada.Desdelosbalconesquedabanalpatiodearmaslesllegabanmiradas,sonrisas,cuchicheosydestellosdesolbrillandoen las joyasqueportaban,en las redecillasdeoroqueadornabansuscabellos.Eradifícildistinguir rostros individuales,peroallíestaban todas, tratandodeespiarunamiradadelosjóvenesguerrerosque,reciénsalidosdelamejorcasadebañosdelaciudad, cabalgaban en formación sobre magníficos caballos de guerra reciéncepillados.

Losrecibióelalcaidedelalcázar,quelesdiolabienvenidaennombredelreyyles informó de que pronto serían recibidos y que,mientras tanto, se les invitaba aparticipar en todas las fiestas y juegos que se habían dispuesto para celebrar las


festividad de losDifuntos. Esamisma tarde habría juego de tablas con premios, yvariosconcursosdefuerzayhabilidad,yporlanocheunbanqueteseguidodebaile.

Losdosamigos,despuésdehaberdejadosusmonturasalcuidadodelosmozosdeestablodelalcázar,decidierondarunavueltaporelmercado,comeralgoenunatabernayregresardespuésparalosjuegosenlosquepensabanparticipar.

Laplazaestabamuyconcurridaycomo,apesardelfrío,lucíaelsol,todoteníaunaspectoalegre.Losvendedoresvoceaban sumercancía, losacróbatasy juglaresactuabanentodoslosrinconesparadeleitedeloscampesinosquehabíanacudidoalaciudadyhastaeldesagradableolordelascallesparecíaacogedordespuésdetantosmesesdecampaña.

Alpasarporunpuestodemonjesbenedictinosquehabíanvenidoavender losproductos de sus tierras, Sancho se llevó una agradable sorpresa.Entre losmonjesvestidosdenegroseencontrabaunhombrealtoyaúnjovenquelomirabaincrédulo,abriéndolelosbrazos.

—¡SanchoRamírez!—dijoconvozpotente—.¡AlabadoseaelSeñor!SeabrazaronconcariñobajolamiradainquisitivadetodoslosmonjesydeLaín.—Mira, Juan, éste es mi amigo y camarada Laín Ansúrez, asturiano, de la

mesnada de donRodrigo. Éste es el padre Juan,mi primo, delmonasterio de SanPedrodeMedinaceli.

—Yano,Sancho—dijoelmonjeconunaampliasonrisa—.Hacecasidosañosqueestoyaquí,enLeón,enSanIsidoro,yprontovolveréamarcharme.ElreydonAlfonsohamandadoconstruirunpequeñomonasterio,SanSalvadorde losCerros,del que ha tenido a bien nombrarme abad. Estos hermanos y yo nos instalaremosdespués de las festividades. Si el camino os lleva en esa dirección, siempre seréisbienrecibidos.

Conversarontodavíaunbuenratoy,trasofrecerlealpadreJuantomarconellosunvasodevino,propuestaquefuerechazadacomoyasetemían,sedespidierondelosmonjesyseencaminaronaunataberna.

—¿Crees que habrá venido doña Brianda? —preguntó Laín, cuando seacomodaron frente a una jarra de vino—.Ya sabes, la dama aquella de la quemehablaste.

Sanchosonrió.—SedicequeesmuyprivadadelainfantaUrraca,lahermanadelrey.Mefiguro

queestaráinvitadaalasfestividades.Peronocreoqueseacuerdedemí.—Siyofueramujer,nocreoqueteolvidaratandeprisa.Estoestállenodenobles

acicaladosquecasinomerecenllamarsehombres.—Bueno,Laín,nosotrostambiénvamosacicaladosylaverdadesquetú,limpio,

estásbastantepresentable.Soltaron la carcajada y volvieron a servirse vino, disfrutando de lamaravillosa

sensacióndeligerezaquedabaelnotenerqueirvestidosdehierroysaberque,porunosdías,estabanasalvodelaguerra.


Cuandoyasepreparabanparavolveralalcázar,dondesevestirían laarmaduraparalosjuegos,unacriada,evidentementedebuenacasa,selesacercó.

—¿SanchoRamírez?—Soyyo.LamujerlehizoseñasdequeseapartaraunpocodeLaínyledijoenvozbaja:—Miseñora,doñaBrianda,osdalabienvenidayesperaverosestanocheenel

baile.YosoyBrígida,sudoncella.Osesperoestanoche,altoquedemaitines,enlapoternaquedaalcaminodeAstorga.

Un segundo después, Brígida se había perdido entre las masas de gente quellenabanlaplazaySanchosevolvíahaciaLaínconunasonrisadeorejaaoreja.

—ParecequedoñaBriandatodavíaseacuerdademí.—¡Eresundiabloconsuerte!Anda,vamosavestirnos.Túyatienestusplanes,

peroyoaún tengoquedestacarmeante lasdamassinoquieroacabar lanocheporestascallesbuscandounamujerdeotracalaña.

Los juegos tenían lugar en la explanada, a las puertas de la ciudad. Se habíanlevantadocincotabladosqueloscaballerosderribaríanconsuspicasalolargodelatardeyunestradoparalosespectadores.Habíacompeticionesdeluchaaespada,deluchacuerpoacuerpoydedestrezaacaballo,justasdelanza,concursosdetrovaytodaclasedeentretenimientos,tantoparanoblescomoparavillanos.

Junto al río, en los bosquecillos que rodeaban la ciudad, se habían dispuestotambién tiendas para que las damas pudieran reposar y largas mesas atestadas deviandasyatendidasporcriadosdelrey.Lospendonesondeabanalvientecillode latarde, sonabamúsica por todas partes, el aire estaba lleno de deliciosos aromas decarneasadaconespeciasyLeóneraunafiestadecolores.

Enlascompeticiones,loscaballerosdelCidsedestacaroncomopocosyalgunohubo que llegó a reunir cuatro cintas de las que las damas concedían a losmejorespaladines.LaínconsiguióeltriunfoenluchacuerpoacuerpoySanchologróderribaruntablado,loquelevalióunpañuelitoyunasonrisaincandescentededoñaBriandaque,consusnegroscabellosencerradosenunaredecilladeperlasyunbrialdesedaroja,brillabacomounsolentrelasdamasprincipales.

Acabados los juegos, y poco antes de retirarse con Laín y el resto de suscamaradas a prepararse para el banquete, Sancho decidió acercarse a una de lastiendas a tomar un vaso de vino. Con el yelmo debajo del brazo y Cordeluna alcostado,bajólasuavependienteherbosaquellevabaalaorilladelrío,satisfechoporlo conseguido y con un aleteo de excitación en el estómago por las sorpresas quetraeríalanoche.Elsolseacercabayaalalíneadelhorizonteytodoelpaisajeestababañadoporunaluzcálida,colordemiel,quealargabalassombrasazulesyconvertíalahierbaenunricopañodeterciopelo.

Entonceslavio.Enunbosquecillode serbalesque,milagrosamente,aúnconservabansus frutos

rojos,pequeñasbolitasdel colordel fuegoquebrillabancomoel cristal, habíauna


joven dama que parecía sacada de un pergamino iluminado de los que losmonjespintabanensusscriptoria:erapequeñaydefigurafrágil;llevabaunvestidodesedaverde pálido bajo un granmanto rojo bordeado de armiño y sus cabellos castañosestabantejidosenunalargatrenzasalpicadadeperlasquelellegabahastalacintura.Elsolarrancabadestellosaladiademadoradadesufrenteyeracomosilaestrelladelatardecersehubieraposadojuntoalrío,compitiendoconsubrillo.

Sanchopensóquenuncaentodasuvidahabíavistounaimagentanhermosay,sin decidirlo, sintió que su corazón volaba hacia aquella doncella desconocida. Lehabríagustadollegarasualtura,hincarlarodillafrenteaellayofrecerlesuespada.Parasiempre.

Pero no se atrevió. Ella levantó los ojos de la vara con la que había estadojugandoysusmiradasseencontraron.Tenía losojosdulcesyserenos,delcolordelascastañasmaduras.

Durante unos instantes se quedaron así, separados por unos pasos, mirándose,comosisusojospudierandecirsemásdeloquehabríanpodidodecirsuslenguas.

Guiomarmirabaal jovenguerrerocomosi se trataradeunaaparición,comosifuera un arcángel que hubiera bajado a la tierra. Los últimos rayos del sol seestrellabancontrasu loriga,poníanunhaloensuscabelloscastañoclaroysacabanchispasdesusojosdelcolordelamiel.Sinsaberquiénera,suposinembargoqueerael hombre que había estado soñando toda su vida y que ningún poder del mundopodríaapartarladeél.

Antes dequepudierandecirse nada, unamuchacha salió de la tienda contigua,miró a Sancho con curiosidad, y tomó a la doncella de la mano para llevarla alinterior.

—¿Estaréisenelbaile?—seoyódecirSanchocomodesdelejos.Ellaasintióconunasonrisaquelohizoderretirsepordentroymantuvosumirada

clavadaenélhastaqueseperdiótraslascortinas.Olvidándosedesused,delvinoquepensabatomarydetodoloquenofueraella,

Sanchoechóacorrercolinaarribadandogritosdealegría.Sinqueél loadvirtiera,Cordelunabrillabasuavemente.

Sergioestabamuynervioso.NopodíadejardepensarenGloria,enloquelehabíasucedidoyadosvecesalverlayenlamisteriosasensaciónqueseadueñabadeélsóloconpensarenella.Lehabríagustadosaltarselacenayretirarseasucuartoatratardeaclararse y decidir cómo tenía que actuar a continuación, pero no podía hacerloporqueBárbaralehabíapropuestodarunpaseodespuésdecenary,comonoqueríadecirlequenoabiertamente,nopodíapermitirseestarsolo.Noteníamásremedioquerodearsedegentehastaelúltimominuto,hastaquetodoelmundosefueraadormir,siqueríaevitaresepaseoconBárbaraquepodíaacabarconvirtiéndoseenalgomásqueunsimplepaseo.


Noconseguíaentenderquéinteréspodíatenerenélunamujeradulta,queademáserasumonitora.Tampocosabíaquéhacerparadejarleclaro,porunaparte,queélnoqueríameterse en líos y, por otra, no ofenderla y tenerla en contra. Pensó por unmomentohablarconBernardino,peroledabademasiadavergüenza.Alfinyalcabo,no había pasado nada de importancia. Un beso cuando todos estaban eufóricos yhabíanbebidounpocomásdelacuenta.Perosiahoradabaesepaseoconella…

YtampocoqueríaqueGlorialovierademasiadoconBárbara.Aunquetodavíanohabíanadaentre ellos,Gloria le importabamuchoynoquería arriesgarse aque lorechazara.

Porotro lado,¿cómoeraposiblequele importara tantounachicaconlaquenisiquierahabíacambiadodosfrases,conlaquenuncahabíaestadoasolas,unachicaqueconocíadesdehacíaapenasseishoras?

—¿Teapuntasaunapartidademusdespuésdecenar?—lepreguntóAndrésenesemomento,sacándolodesuscavilaciones—.Tú,yo,QuiqueyNacho.

—Noséjugaralmus.—Yoteenseño.Paseó la vista por el refectorio, buscando a Gloria. No estaba. Su amiga Tina

estabaconotraschicasalextremodelamesa,peroellanohabíaacudidoalcomedor.—Bueno—dijoporfin—.Peroosadviertoquesoymuymaloencualquierjuego

decartasyquemequieroacostartemprano.LehabríagustadoescribirleunanotaaGloria,pero¿quéibaadecirle?¿Ycómo

se lo tomaría ella? A lomejor no eranmás que imaginaciones suyas y Gloria nosentía nada por él y, para evitar encontrárselo, había preferido no salir a cenar.Además, ni siquiera sabía cuál era su celda para echarle la nota por debajo de lapuerta.PodíapreguntarleaTina,peroasítodaslaschicasseenteraríandesuinterés.Las chicas no eran capaces de callarse nada y luego empezarían los codazos y lasrisitas.No.Eramejordejarlocorreryesperarquealdíasiguientesepresentaraunaocasióndequedarseasolasconella.

Sinsaberbienloquehacía,mientraslosdemásibanabuscarelpostre,empezóahacergarabatosenlaservilletadepapelhastaquesediocuentadeloquedibujabansusmanos: un sol y una gota, un sol y una gota, un sol y una gota. ¿Cómopodíahabersidotanimbécildenodarsecuenta?Elsol,la«s»;lagota,la«g».

SergioyGloria.Como si alguien, mil años atrás, hubiera sabido que ellos llegarían a aquel

monasterioyseencontraríanjuntoalafuente.Arrugó la servilletay se lametióenelbolsillo.Luegosacósuagenda,arrancó

unahoja,dibujódenuevoelemblemamedievaly,asegurándoseporelrabillodelojodequeBárbaraestabaocupadacharlandoconsuscolegas,saliódelcomedorconunaseña a los amigos, como si fuera al lavabo, y se perdió por el pasillomirando losnombresdelasceldas.Sinsaberporqué,estabasegurodequeadivinaríacuáleralasuya.


Aliso,Fresno,Prímula,Saúco,Amapola,Olmo…Los cartelitos ibandesfilandoantesusojos.NingunoeraelcuartodeGloria;nopodíaserlo.

Serbal.Eldibujomostrabaunashojasparecidasa lasde loshelechos, conunasbolitas

violentamenterojas.Serbal.Éseera.Teníaqueserése.Seplanteóduranteunossegundosllamaralapuertayentregárselaenmano.Así,

sisehabíaequivocadoynoeralaceldadeGloria,nadieleabriríaypodríavolveralcomedoryquizápreguntarleaTina.

Peroerasucelda.Estabacompletamenteseguro.Inclusoconlosojosabiertos,leacudía una imagen, como un recuerdo que no podía ser suyo, de una hermosadoncellamirándoloa losojos,debajodeunárbolconesashojasyesos frutos.Unserbal.

Seagachófrentealapuertaypasóelpapelitoporlaranura.—Buenasnoches,miseñora—murmuró,sintiéndoseestúpidoyfeliz.Luego salió a toda velocidad a encontrarse con sus compañeros, antes de que

Bárbarasedieracuentadesuausenciaysepusieraabuscarlo.

***

—Pero¿sepuedesaberquéhaces?Laín miraba entre divertido y perplejo el revoltillo de alforjas que Sancho

acababadederramarentrelosdosjergonesenlosquedormían.—Estoybuscandolamalditacadenaqueestoysegurodehabertraídoporsiacaso

meapetecíaponérmela.—¿Tevasaponerunacadenacomotodosesosinútilesdelanuevanobleza?Los

héroesnonecesitamosesastonterías.¿OesquequieresimpresionaradoñaBriandacontusnuevasriquezas?

Laínesperaba la famosasonrisa traviesadeSanchoysequedódepiedraalverquesubromanohabíasurtidoningúnefecto.

—DoñaBriandaesaguapasada,amigomío.Siquieresprobartusuerteconella,adelante.

—¿Yeso?—Laín,queacababadevolverdelpatiodelavarseelpolvoyelsudordetodalatardedelucha,seenfundólascalzaslimpiasyseciñólatúnicaconunricocinturónquelehabíacorrespondidoenelrepartodelbotín.

Sancho,acuclilladoentrelasprendasquecubríanelsuelo,levantólosojoshaciasuamigo.

—AcabodeencontraraladamaqueDiosmehadestinado.—Hummm.¿Yquiénesesaafortunadaseñora?—Notengoniidea.Ahorasísonrieronlosdos.


—Peromehadichoqueestaráenelbaile.Entoncesaveriguaréquiénes,aunquetejuroquemedaigual.

—Nojuresalaligera.Conociendotusgustos,podríaserunainfantadeCastilla.—Medaigual.Laarrancaríadelasmismasgarrasdeldiablo.Laínseagachójuntoasuamigo,sacóunagruesacadenayselaentregó:—Toma,ponteésta;esmejorque la tuya—leapretóelantebrazo,mirándoloa

losojos—.Sancho,eresmiamigoytengoquedecírtelo:noteolvidesdequiéneres.No puedes desafiar a la alta nobleza. Estás desterrado, no eresmás que un pobremuerto de hambre sin ningún derecho.No puedes cortejar a una doncella noble yhacerte ilusiones. Dentro de unos días volveremos al polvo, a la sangre, a matarmoros para ganar el pan. Todo esto que nos rodea esmuy hermoso, pero no es larealidad;noesparanosotros,hermano.Olvídala,ahoraqueaúnpuedes.

Sanchosacudiólacabeza,obcecado.—No,amigo.Nopuedo.Nopodréyanuncamás.¿Meayudarássilonecesito?—Sabesquesí.—Cuandolaveasloentenderás,Laín,teloprometo.Terminaron de arreglarse en silencio y, muy galanes, con sus ropas finas y su

mejorespadaalcinto,sedirigieronalgransalóndeltronodondeibaatenerlugarelbanquete.

Treslarguísimasmesashabíansidodispuestasenformade«u»,dejandositioenelcentroparaelbailededespués;bandadasdecriadossemovíanjuntoalasparedesllevandoytrayendoexquisitasviandas,yjarrasymásjarrasdevinoydehidromiel;docenasdecortesanos,damasyguerrerosibanaposentándoseensuslugaresy,pocoapoco,tambiénlamesacentralseiballenando,enesperadelallegadadelreyydesus allegados, mientras al fondo, sobre un estrado, un grupo de músicos habíaempezadoyaatocar.

Sanchoseacomodójuntoasuscamaradas,frenteaMinaya,sinapartarlavistadelapuertapor laque ibanentrandolos invitadosal festín, listopara indicarleaLaíncuál era lamujer que ocupaba sus pensamientos. Pero la sala se iba llenando y ladoncellanoaparecía.

—Ya sé que eres cabezota como una mula y que no vale la pena tratar decambiarteunaidea,pero,puestosaelegirporencimadenuestrasposibilidades,¿quémedicesdelaqueacabadeentrar,laquevavestidadeverdeyestásentadaentrelasdamasdelareina?

Sancho,quehabíaestadomirandolapuertadedelanteynosehabíapercatadodequelosnoblesdelentornodelreyentrabanporunapuertadedetrás,desviólamiradahacialamesaprincipal,dondeleindicabaLaín.Deinmediato,surostroseabrióenunasonrisa.

—Ésaes,amigo.—¿Ésa?Túestásloco,Sancho.Uncriadodepositóuna jarradevinoentreellosySanchoaprovechólaocasión


paraagarrarledelamanga.—¿Puedesdecirmequiénes lahermosadoncelladelvestidoverdeclaro, laque

estásentadacercadelareina?Elcriadomiróadondeleindicabaelguerrero.—EsdoñaGuiomar,lajovencondesitadePeñalba.Elcondemurióhaceunosdos

añosyahoralasdosmujeresestánsolas.Habránvenidoaqueelreylesbusqueunbuenesposo.Uncondadonopuedeestarenmanosdeunahembra.

—¿Quédosmujeres?—preguntóLaín.Sihabíadoscomoella,estabadispuestoacompartirlalocuraconsuamigo.—Laviudadelconde,doñaBrianda,ylajovendoñaGuiomar.—¿DoñaBriandaessumadre?—Sumadrastra.DoñaBriandanotienehijosvivos.Elcriadosealejóy losdosamigossequedaronmirándose,ajenosal ruidoque

empezaban a hacer sus camaradas, que se habían lanzado sobre las viandas en elmismomomentoenelqueelreydonAlfonsohabíacogidosucuchillodecomer.

—Metemoquetevasameterenunbuenlío,Sancho—dijoLaínmientrasalzabasuvaso.

***

Antesde retirarse,Tina llamóa lapuertade laceldadeGloriayasomó lacabeza.Tenía ya la luz apagada pero aún estaba despierta, a pesar del cansancio y lasemocionesdeldía.

—¿Estásbien?—lepreguntóTina,acomodándoseaunladodelacama.—Sí.Mehecomidounachocolatinaquemequedabayheestadopensando.—¿Enél?—Claro.Lasdosserieronbajito.—¡Para que luego digan que en la realidad las cosas no pasan como en las

películas!—comentóTinaconunsuspiro.—Es que esto no puede pasar, Tina. Esto no es normal. Yo nunca me he

enamorado de nadie, nunca he salido sola con ningún chico, ni siquiera me hagustado nunca nadie de verdad. Y ahora… No sé. Debe de ser este ambientemedieval,yelteatroytodoeso…,quelavuelveaunacursiyestúpida.¡Sinisiquierahehabladoconél!Nosécómopiensa,niquélegusta,nisiquieradedóndees.

—¿Yquépiensashacer?—¿Hacer?—Mujer,parecestonta.Quierodecir,quemañanaypasadoyalotro,cuandoos

veáisytal…,algotendrásquehacer,¿no?—¿Ysinolegusto?—¡Miraqueerespánfila!Claroquelegustas.Andaquenosenota.


—¿Yquépuedohacer?—Porlopronto,mañanaeneldesayunonossentamosasuladoyempezamosa

hablarnormalmente,nadadebesamanosycucamonas.Luegoyaseverá.—¿Ysitienenovia?—Notiene.—¿Cómolosabes?—Porquesoymáslistaquetú—hizounapausa—.Yporqueselohepreguntado

aQuique.Lasdosseecharonareír.—Vale, pero nome dejes sola con élmañana si no te lo pido.Anda, vamos a

dormir,quealasseisnosllaman.—BuenasnochesyquesueñesconelsigloXI.CuandoTinacerrólapuerta,Gloriavolvióaencenderlaluz,sacóelpapelitode

debajodelaalmohadaysequedómirandoelsolylagotahastaquetuvolasensacióndequelosllevabatatuadosenlamente.

***

Cuandoelreydiolaseñaldequepodíaempezarelbaile,lasdamasyloscaballerosquepensabanparticipar empezarona levantarsede sus asientosmientras lamúsicasubíadetono.

Ya colocados en la fila de hombres que enfrentaba a la demujeres, Sancho lesusurróaLaín:

—Luegotepediréungranfavor.—Loquequieras.Peroahoradéjamequemediviertaun rato.Nosoymásque

tercer hijo de hidalgo, pero mi buena madre me enseñó a bailar y piensoaprovecharlo.

Enelúltimoinstante,antesdelareverenciageneralquedaríacomienzoalbaile,Sanchosevolviódenuevohaciasuamigo.

—¿Quéledigo,Laín,quéledigo?NienlosmomentosantesdeunabatallahabíavistoLaínaSanchotanasustado.—Cualquiercosa.Loprimeroqueseteocurra.Nohaymásquevercómotemira

parasaberquedetodasformaslesonaráamúsica.No hubo tiempo para más. Los bailarines habían empezado a moverse y era

necesario mantener la concentración para no perder paso de la danza cortesana,muchomáscomplejaquelasquesebailabanenlasfiestasaldeanas.

Enelquintocambiodepareja, lamanodeSanchoalcanzó ladeGuiomaryderepentetodoelsalón,consusantorchasysusdanzantes,seevaporóparaellos.

—SoisunodeloshombresdelCidyestáistemblando,señor—dijoella,conunavozquesonabacomounarroyodeaguatransparentesaltandosobrepiedrasblancas.

—Esqueeslaprimeravezquebailoconunángel,doñaGuiomar.


Ellaseinclinóenlareverenciaquemarcabaladanzayenfrentólafilaopuesta.SanchosegirótambiényseencontróconlosojosverdesdedoñaBrianda.

—Estáismuyapuestoestanoche,SanchoRamírez—ledijo.—Señora—fueloúnicoqueconsiguiódecirél.—Paraserungranguerrero,soisunhombremuytímido.—Nuncahe frecuentadoambientes cortesanos, señora.No soymásquehijode

hidalgoyguerrerodelCid.Sancho intentaba dejar claro a aquella rica-hembra que no tenía sentido

interesarseporél,queladistanciaentreamboseraexcesiva,peroparalacondesaesoparecíatenerunatractivoespecialyseleacercabamásdeloquemarcabalaetiquetacortesanaenlospasosenlosqueelhombresecolocabadetrásdesupareja.

PorfinladanzalosvolvióasepararytrajodenuevoaGuiomarasulado.—Melleváisventaja,caballero.Vosconocéisminombre.—ElmíoesSanchoRamírez,señora.Cordelunayyoestamosavuestroservicio.—¿Cordelunaesvuestraespada?—Miúnicoamorhastaqueosheconocido.—Mentiresungravepecado,caballero.—Nomiento,señora.Miradmealosojos,silodudáis.Ella alzó los ojos unmomento y volvió a bajarlos, azarada, pero sin perder la

sonrisa. La danza volvió a separarlos e hizo que se encontrara con Laín y otrosdoshombres.Sanchoseacercóaloídodesuamigo.

—DileadoñaBriandaqueestanocheestoydeguardiaynopodréacudir.LuegosíguemediscretamentesivesquemealejocondoñaGuiomar.

Laínsoltóunbufido.—La criada de doña Guiomar es muy bonita —consiguió decir antes de que

tuvieranquesepararsedenuevo.Al cabo de unos momentos, vio a Laín hablando con doña Brianda y, por la

mirada que ella le lanzó, supo que había tragado el anzuelo.Ahora sólo tenía quearreglárselasparapoderestarunratoasolascondoñaGuiomar.

—Tenéis lasmejillas encendidas, señora—dijo cuando volvieron a reunirse—.¿Deseáisqueosescoltehastaelpatioatomarunpocodeairefresco?

Ella asintió con la cabeza baja y el color de susmejillas subió de tono.Era laprimera vez que le pasaba una cosa como la que había oído comentar a las otrasdoncellas.Eratambiénlaprimeravezqueibaaestarunosmomentosasolasconunhombre,aunqueRégulalosacompañaría,nopodíaserdeotromodo,ytampocosabíaquéhacerparaquitárseladeencima.

Terminóladanza,sehicieronlasreverenciasynuevosdanzantesocuparonlasalamientras los que se retiraban se dirigían a sus asientos a seguir charlando con susparejasdebaileoatomarunsorbodevino.

Sanchomaniobróelegantementeentrelosinvitados,escoltandoaGuiomarhacialasalidadelasala.Laín,viendoqueRégulaselevantabaparaseguirlos,fuetrasellos


yentablóconversaciónconlamuchacha,comoSancholehabíapedido.Una vez fuera, la temperatura bajó considerablemente pero ninguno de los dos

pareció notarlo. Respiraron profundamente el aire frío y, paso a paso, fueronalejándoseporelcorredorquedabaalclaustro.

—Señora —comenzó Sancho en voz ronca de emoción, cuando se hubieronalejadolobastanteytuvolaseguridaddequeLaínteníaaRégulaconvenientementeentretenida—,siyofuerauncortesanoypudieraatrevermeaaspiraravos, todoseharía conmás tiempoymás calma,perono soymásqueunhombrede armas, undesterradoporpropiavoluntadquehadecididoacompañarasuseñoralavictoriaoalamuerte.Séquenosoydignodevos,perosétambiénque,sinopuedoservuestro,jamásserédenadie.Tenedpiedaddemí.

—Caballero —dijo ella, conmovida—, sabéis quién soy y, por ello, sabéistambiénquenosoylibre,quenopuedodisponerdemí.

—En el corazón nadie manda, señora. Nos hemos conocido poco antes devísperas;séqueesabsurdoloqueospreguntoporqueseríaunmilagroquevosestéissintiendoyaloquesientoyodesdequeoshevistobajoaquelserbal,peromeatrevodetodosmodosapreguntaros:¿hayenvuestrocorazónunlugarparamí?

Guiomar miró de reojo al rincón donde, entre sombras de luna, adivinaba lassiluetasdesudoncellayelotrocaballeroqueconversabanenvozbaja.Podíahablarlibrementeaunquenosabíaadóndepodíanllevarlasuspalabrasporque,aunquefueraimposible,ellasentíalomismoporaquelguerrero,peronoerapropiodeunadamabien criada confesarlo a las claras. Si hubiera sido una simple aldeana, se habríalanzadoasusbrazossinpensarlounsegundo.

—¿Cuálessonvuestrasintenciones,donSancho?—preguntóporfin,tratandodeganartiempo.

—Serviros hasta la muerte, entregaros mi corazón, mi vida y mi alma, y mifortuna,cuandolatenga.Servuestroporsiempre,simeaceptáis.

Estabanenmediodelclaustro,juntoalafuente,mirándosedefrentebajolalunaquellenabadesombrasplateadaseljardín.

—Siestáenmimano—dijoellaporfinenunavoztanbajaqueSanchocreyóhaberimaginadosuspalabras—,serévuestraesposaanteDios.

Él sacó aCordeluna de su vaina, se hincó de rodillas a los pies deGuiomar yesperóaqueellaledieralicenciaparaalzarse.Luegopusolamanosobrelacruzdela empuñadura, que había empezado a relucir conun fulgor azuladoy dijo en vozserena:

—Por lacruzdemiespada,señora,porelDiosdenuestrospadres, juroaquíyahoraqueosamaré,oshonraréyosdefenderémientrastengavida.

GuiomarpusosumanosobrelamanodeSancho,enlaempuñaduradelaespada.—Porestacruzosconcedomimanoenpromesadematrimonioymeentregoa

voshastaqueDiosmelleveconsigo.Sancho dejó su espada sobre la fuente del claustro y abrazó a Guiomar. Un


instantedespuéssebesabandesesperadamenteiluminadosporCordeluna.—Es una espadamágica—dijo él al cabo de un tiempo, al darse cuenta de la

miradadeella—.Tieneungranpoderynosserápropicia.—Tenemos que volver dentro —suspiró Guiomar, separándose de él con

esfuerzo.—¿Cuándonosencontraremos?—¿Mañanadespuésdelaprimeramisa?—HablaréconelpadreJuan,deSanIsidoro.Esmiprimo.Élnoscasará.—Tengoquepedirlicenciaalrey.YadoñaBrianda.—Jamástepermitiránquetecasesconmigo,Guiomar.—Entoncesmeirécontigo.—¿Aldestierro?¿Avivir entrehombres?No,Guiomar,perderías tuhonray tu

heredad;loperderíastodo.—Tetendríaati.Élsonrióyvolvieronaabrazarse.—DoñaBriandaquierearreglarmeunabuenabodaconunnobleviejo.—Noscasaremosensecreto.Yovolveréconmiseñory,cuandoregrese, tendré

unagranfortunayquizáelreymeconcedauntítuloporhaberextendidolasfronterasdelreino.

—Yyo¿quéharémientrastanto?—Esperarme,miamor.Como laesposadelCid,como lasesposasde todos los

guerreros.Ysitevesamenazada,buscarefugioenSanPedrodeCardeña,condoñaJimena.DilequeereslaesposadeSanchoRamírezyellateprotegerá.OveaVivar,abuscaramispadres.Volverépronto,telojuro,conmásriquezasdelasquepuedassoñar.

LacampanadelmonasteriocomenzóatocarmaitinesypocodespuésRégulaselesacercótímidamente,seguidaporLaín.

—Señora,tenemosquevolver.DoñaBriandaestaráinquietaporvos.—Vetú,Régula.Dilequemeherecogidotempranoporquemañanaquieroirala

primeramisa.Lacriadadesaparecióentrelassombrasdelclaustroylosdoshombresescoltaron

aGuiomarhastaunapequeñapuertaquedabaaunaescalera.—Adiós,amormío.Hastamañana.—Buenasnoches,miseñora.Sebesaronunavezmás,mientrasLaínsevolvíahaciaelclaustroparadejarlesun

pocodeintimidad.Alcabodeunmomento,oyósilbaraSanchoyvolvióaacercarse.—Ahorameacompañarásaalgúnladoaquemetomeunosvinosquepagarástú

—dijoLaín.—Vamosadondequieras.Peronopodemosacostarnosdemasiadotarde.Mañana

tienesquesermipadrinodeboda.


Por una vez en su vida, Laín abrió la boca y la volvió a cerrar sin que se lehubieraocurridounapalabraapropiada.

***

Gloriaabriólosojosenlaoscuridady,porunmomentoquelallenódeangustia,nosupo dónde estaba. Había tenido una pesadilla espantosa que ya no conseguíarecordarconclaridad,peroestababañadaensudor,elcamisónselepegabaalcuerpoyrespirabacondificultad.Ledolíaterriblementelacinturaylanegruradelcuartolaahogaba.

Sesentóenlacamayencendiólaluzconunamanoqueaúntemblaba,peropormuchosesfuerzosquehacíanoeracapazderecordarquéeraloqueensusueñolahabía asustado tanto. Miró la hora: las tres y veinte. Se levantó y, tal como iba,descalza y en camisón, salió al pasillo buscando el baño. El monasterio estabadesierto, en completo silencio. Sólo las veladoras daban una luz amarillenta yproducíanunligerozumbido.Hacíauncaloropresivo,inclusofueradelacelda;esodebíadeserloquelehabíacausadolapesadilla:lafaltadeaireyelcalor.

Elbañoestabaalgomásfrescoyporunmomentopensóenducharse,perohabríatenidoqueencender las luces fluorescentesdel techoy temíaqueeso ladespertasedemasiadoynopudieravolverseadormir,demodoqueentróenunacabina,orinó,yluego fue a lavarse las manos y la cara y a mojarse la nuca. El espejo, en lapenumbra, reflejaba un rostro pálido, de ojos muy abiertos y cabellos húmedos ydespeinados,unrostrodeloca.

Seforzóasonreírylesacólalenguaasuimagen.Lachicadelespejo,obediente,lesonrióylesacólalengua.Sepusolasmanosdetrásdelasorejasyagitólosdedos,haciéndoseburla,tratandodereírsedelasituación,devolveralarealidaddesusiglo,alarealidaddesímisma,perohabíaalgoquelemolestaba,algosutilenelaire,comouna vibración, como si una ligera corriente eléctrica lo recorriera todo. Miró porencimadelhombroyasualrededor,inquieta.

Diezpuertasdecabinas,uncortopasilloquellevabaalasduchas,diezlavabos,diezespejos.Todovacío,abandonado,comounbuquefantasma.

La cintura seguía latiéndole, como si se la hubiera ceñido con un cinturón deortigas, pero con aquella luz no podía ver si era una alergia, un sarpullido que lehubierasalidodurantelanoche.Ylafrenteleescocía,comosiselahubierarascadocontraunapared,demodoquevolvióaecharseaguafrescayladejóescurrirporlacara,yaquenosehabíatraídolatoalla.

Allevantardenuevolacabeza,yadispuestaavolverasucuarto,sequedóheladamirandoelespejo,agarrandoellavaboconlasdosmanos.Alfondodelaimagen,enel trozodepasilloquese reflejabaen la superficiedecristal, lehabíaparecidoveruna figura: unamujer anciana de largos cabellos blancos, vestida de pardo, que lehacíaseñasperentorias.Parpadeóylaimagenyasehabíadesvanecido.


Sintió un ataque de pánico y tuvo que taparse la boca con las manos para nogritar.

¿Quiéneraesamujer?¿Quéhacíaallíaesashorasdelamadrugada?¿Quéqueríadeella?

Ahoratendríaquesaliralpasillosiqueríavolverasuceldayentonces…¿qué?¿Y si no había nadie? ¿Y si se lo había imaginado, o mucho peor, si era una

alucinación?¿Osi las imágenesdesupesadillahabíanempezadoacobrarvidayainvadirsurealidadcotidiana?

¡Memeces!¡Majaderíasdeadolescente!,comodecíasupadre.«Tenéiselcuerpollenodehormonasyluegopasaloquepasa».

Habría dado cualquier cosa por que Sergio estuviera allí, con ella; por podercogersedesumanoyenfrentarelpasillocondecisión.Oporquecualquieradelaschicassehubieradespertadoparairalbañoyahoraentrarayencendieralaluz.

Perotodoseguíaensilencio.Lo único que tenía eran las palabras de su padre, tantas veces oídas en tantas

nochesdemiedosinfantiles:«Lopeorestenerlemiedoalmiedo,Gloria.Elmiedoesunareacciónnaturaldel

ser humano hacia lo que no comprende o no conoce y cree que puede resultarlepeligroso.Noesmásqueunmecanismodedefensa,comosudarcuandotienescalory tiritar cuando tienes frío.Ahora estás asustadaporqueno sabes quépuedehaberahí, por tanto lo únicoque tienes quehacer es salir a averiguarlo.Si nohaynada,estupendo,falsaalarma.Sihayalgooalguien,sólopuedesvencerlosabiendoquéesyenfrentándoteaello».

Laspalabrassonabanclarasensucerebroysabíaqueeranciertasyrazonables,perolaideademoversededondeestabaysaliraverquéhabíaenelpasilloseguíadándole escalofríos. Sin embargo, estaba segura de que no había nada; aunquetambién estaba segura de que lo había habido. No había sido una alucinación. Laancianaquehabíavistoerarealyqueríadecirlealgo.

Inspiróprofundamente,separólasmanosdelaporcelanadellavaboy,conpasoresuelto, avanzó hacia la puerta.Allí, conmucho cuidado, sacó la cabeza hacia elpasillo.

No había nadie. El corredor se extendía a derecha y a izquierda en perfectasoledad.

Volviendo constantemente la cabeza por encima del hombro y casi corriendo,llegóhastasuceldaycerrólapuerta,lamentandoquenotuvierallave.

Por lamañana,contodoelmonasteriobullendodeactividad, laschicas lanzándoseenmontónalasduchasyelsoldelamañanaentrandoaraudalesporlasventanas,losterrores de la noche parecían cosa del pasado. Se le había calmado el dolor de lacintura,causadoprobablementeporlosnerviosdeldíaanterior,yenlafrenteapenas


si se descubrió una ligera mancha rojiza. Debía de haberse dado un golpe con laparedmoviéndoseen lacamamientrassufría la famosapesadillaquenoconseguíarecordar.

AntesdeentrarentropelalcomedorseenteraronporLauradequededicaríanlaprimerapartede lamañanaaclasesbásicasdeequitaciónyeso fuesuficienteparaponerlos a todos de buenhumor, porque el día era glorioso y aún fresco, y lo quemenos les hubiera apetecido era pasarlo dentro, haciendo ejercicios de respiración,concentración,dicciónydemászarandajasnecesarias,alparecer,paraconvertirseenbuenosactores.

TinayGloriasesentaronenlazonadelamesaqueyaocupabanQuique,Sergio,Andrés,yunachicapequeñaypálida,conelpelointensamentenegro,muyrizado.

—Hola,chicos—dijoTina,alegrecomosiempre—.¿Habéisdormidobien?—Comounapiedra—dijoQuique—.Sihubieracaídounabombaenelclaustro

nimehabríaenterado.Gloriaseplanteóporunsegundocontarlesloquelehabíapasadoydecidiócallar.

Noeraplanque,conociéndosetanpocoaún,empezaranapensarqueestabamaldelacabeza.Sergiolamirabasinatreverseasonreír,comoesperandoquelohicieraella,asíqueleregalóunasonrisaesplendorosaantesdelevantarseabuscaralgodecomer.Inmediatamente,élse levantótrasella,mientras losotrosescuchabanloqueestabacontandolachicadelpelonegro,algodeunahorriblepesadilla.

SergioyGloriaseacercaronalalargamesadeldesayuno,deseandodeciralgoysinsaberqué.

—¿Tomascafé?—preguntóélporfin.—Claro—dijoella—.MehecriadoenRoma.Yatienequesermalouncafépara

quenomelotomeallevantarme.—Nomedigasqueeresitaliana.—No.Soyespañola,peromipadreesdiplomáticoynoshemospasadolavidade

acáparaallá.Ahoratieneunpuestoenelministerioysupongoquenosquedaremosunosaños.YencuantotermineelBachillerato,quieroestudiarenMadrid.

—Vaya,asíqueeresunaniñabien—seleescapó.—Deesonada.Soyunachicadelomásnormalquehatenidoladesgraciadeir

dandosaltosporahísinpodertenernuncaamigosparatodalavida.—Perdona. Es que…, nada… que soy imbécil, que mi padre es profesor de

instituto,dematemáticas,ynuncahabíaconocidoaunachicadelcuerpodiplomático.—Elqueesdelcuerpodiplomáticoesmipadre.Perolomismodaríaquefuera

bombero,¿no?—SitequedasenEspaña,sí—seatrevió,ofreciéndoleunatazadecaféqueella

aceptó con una sonrisa—. Yo también quiero estudiar en Madrid. Mi familia esmadrileña,perovivimosenCádizdesdehaceunpardeaños.Porsuerte,aúnnosemehapegadoelacento,aunquepuedohablargaditanosiquiero,paraqueloscolegasnosemosqueenenelinstituto.


—A todo esto, Sergio—dijo Gloria sin mirarlo cuando ya volvían a la mesacargadosconcaféypanecillos—.Graciasporlodeanoche.

—¿Elemblema?Ellaasintióconlacabeza.—Medicuentadespuésdelacena.Sonnuestrasiniciales.Ellasehabíadadocuentamuchoantes,peronoquisodecirlo,asíquecontestó:—Y las de una pareja que debe de llevar mil años bajo tierra. ¿Cómo se

llamarían?—Sentaros,sentaros—lesapremióQuiquecuandollegaronalamesa—.Estatía

estotal;noshacontadounapesadillaquehatenidoyqueesunapuranovela.—A todo esto, os presento aSibila, una compañera demi instituto—intervino

Andrés.—¿Sibila?¡Vayanombre,chica!¿Oesunseudónimo?—Sergioestabaperplejo.—No.Esminombre.Mimadre es irlandesayquería llamarmeSybill, y como

vivimos en España, lo castellanizaron, pero os agradecería que os ahorraseis elchistecito. Lo de la Sibila de la Antigüedad, el oráculo y tal, ya sabéis. No hayprofesordelatínquenodélavaraconelasunto.

—Sí—seapresuróaañadirAndrésconlabocallena—,porquelacosatienesupunto.ResultaqueaquíSibilatienesueñosproféticosysabeecharlascartas.

—Mira que eres bocazas,Andrés. Te advertí que nome gusta nada que vayascontandoesascosas.

—Pero,mujer,sierestúquienhaempezadoconlodelapesadilla.Ellaselevantó,molesta,ysefueabuscarmászumodenaranja.—¿Dequéibalafamosapesadilla?—preguntóSergio.—Dicequehabíabatallasysangre,yunaespadaquerelucíayunosamantesque

teníanquesepararseyunterriblemagoqueinvocabaaSatányunamujermuybellade ojos verdes, vestida de rojo, y yo qué sémás… ¡Ah!Y una anciana de largoscabellosblancosquetratabadecomunicarleunmensaje.

—¡Quépasada!,¿verdad?—dijoTina—.Loqueyodaríaporsoñarcosasasí.—Pueselladicequehasidoespantosoporqueparecíaverdad.—Esa chica ha leído demasiadas novelas de fantasía heroica —dijo Sergio,

untandotranquilamentesupanconmantequilla.Gloriasehabíaquedadoinmóvil.SieraverdadloquehabíacontadoSibila,ensu

sueñoaparecíalamismaancianaqueellahabíavistoenelpasillo.Teníaquehablarconellacuandonoestuvieranlosotrosdelante.

—¡Eh!—dijoTina, agitando unamano delante deGloria—.Tierra llamando aLuna,TierrallamandoaLuna,¿meescuchan,Luna?

—Perdona,esquehedormidomal.Elcaloryeso.Sergio lesonrióderepente.Estabapensandoquequizánohubieradormidopor

culpadelanotaquelehabíapasadopordebajodelapuerta,yesoleponíademuybuenhumor.Él tambiénhabíadadomuchasvueltas en la camaantesde conseguir


conciliarelsueño.Desdeelpasillo,Bernardinoempezóadarpalmas.—Vengaya,dejaddecomer,tragones.¡Acabalgar!Antesdesalirdelcomedor,SergioseacercóaloídodeGloria:—¿Teapetecequedemosunpaseoenlapausadedespuésdecomer?

***

—Esunalocuraylosabesperfectamente,Sancho—elpadreJuancaminabaconpasososegadoporelclaustrodeSanIsidoro;aúnnohabíadespuntadoelsolylashojasdelasplantasestabancubiertasconunacapadefinaescarcha—.Entiendoquetehayasenamoradodeesadoncella; laconozcoyséqueesmuyhermosa,honestayalegre.Tambiénescondesayenormementerica,loqueya,desdeelprincipio,laponemuyporencimadenosotros.Nomeinterrumpas,porfavor.Puedollegaraentenderquetúlegustes;alfinyalcaboeresunodeloshéroesdelmomento,eresbuenguerreroybastantebuenmozo,peromeniegoaparticiparentodoeseasuntodebodassecretasaespaldasdelreyydesumadrastra.

—Esqueeslaúnicamanera,primo,¿noloves?Sufamilianolopermitirájamásporque, como bien dices, yo no soy nadie —Sancho se movía alrededor delpadreJuan,tratandodeconvencerlo.

—Piensacon lacabeza, rapaz.¿Paraqué teenseñéyo tantascosascuandoeraspequeño?—le acarició la barbilla con gesto paternal, como si le sorprendiera queaquelniñoaquienélhabíaintentadoenseñaraleerhacíaapenasunosaños,cuandoaún tenía esperanzasdeque se consagrara a la Iglesia, fuera ahoraunhombre conbarba—.NollevasniseismesesenlasmesnadasdedonRodrigoy,atuedad,yahasconseguidounafortunaquemuchosquisieranparasí.Tenunpocodepaciencia,sirvebiena tuseñor.SielCampeadorconquista tierrasa losmoros,haránfaltahombresquelasadministrenylasdefiendan.Elreyconcederátierrasytítulosa losquehanluchado bien y muchas doncellas podrán casarse sin desdoro con esos hombres.Tendrásalgoqueofreceratuamada,apartedeloqueestáalavista—terminóconunasonrisatraviesa.

Eranprimos,peroelpadreJuanteníacasiveinteañosmásqueSanchoporqueerahijodelhermanomayordesumadre.

—Nopuedoesperartanto,Juan.Yaestánhablandodecasarlaconunnoblequepodríasersupadreporque,alserhuérfana,nohayunhombrequellevelasriendasdelcondadodePeñalba.SiahoravuelvocondonRodrigo,cuandoregrese,Guiomarestarácasada.Yesoserámimuerte,sinomueroantesenbatalla.

—Dejándolaviudaalosquinceodieciséisaños…—Almenoshabremostenidounosdías—dijoSancho,bastantealicaído.—Esoes loqueme temíaprecisamente,que loúnicoque te importe seanesos

díasdeplacerconlamujerquedeseas.Omásbienesasnoches…,¿meequivoco?


—Teequivocasporcompleto,Juan—Sanchoestabarealmenteofendido—.Sinofuerasmonjeyprimomío,tendríasquedesenvainarparadefenderesaspalabras.

Hubounsilencio.ElpadreJuaneraconscientedehaberheridoasuprimo,peroestaba seguro de que habíamucho de verdad en lo que había dicho y no pensabadisculparseporpensarlo.Habíaconocidoademasiadosmuchachos impetuososquesehabíancasadoporunimpulsopasajeroyluegohabíanconvertidoenuninfiernolavida de sus pobresmujeres. Y tratándose de unmatrimonio tan desigual, tambiéntemíaquefueralavidadeSancholaquequedaradestrozada.

—Yolaamo,Juan,laamodeverdad,hastalamuerteymásallá.—Nohaymatrimonio en elmás allá,Sancho.En elmás allá seremos espíritus

puros,conlaayudadeDios.—Sólo quiero que entiendas que no es un capricho. Yo tampoco sé cómo es

posibleamarasíaunamujerqueayeraestashorasaúnnoconocía.PoresoveoenellolamanodeDios.GuiomareslamujerqueÉlmehadestinado.

—Notomessusantonombreenvano,hijo.—¿Quépuedohacer, Juan?Ella tambiénmequiere;me lodijoayernoche.Me

esperaahora,alasalidademisa.—Yohablaréconella.—¿Yquéledirás?¿QueSanchoRamíreznoseatreveamantenersupalabraya

oponerse al rey y a toda su parentela? ¿Que lo que le juré ayer fue debido a uncaprichorepentinoqueyaheolvidado?

—QueSanchoRamírez es un hombre de honor y la ama honestamente, y estádispuestoa lucharparaalcanzar sumanoa la luzdeldía,delantedeDiosyde loshombres.

—¿Yquépiensashacerparaimpedirquelacasenenmiausencia?ElpadreJuansefrotólasmanos,queselehabíanquedadoheladas,yloagarró

delbrazoparaquesiguieranpaseandoalabrigodelasarcadas.—Si los dos estáis de acuerdo, firmaréis un compromiso matrimonial ante

testigosyluegoosdarélabendiciónenlaiglesia.Asíestáisoficialmenteprometidosytenéislabendicióndivina.Losdossoismayoresdeedadparaelderechocanónicoylibresdedecidir.Aunque,porsupuesto,sicuandollegueelmomentodelmatrimonio,el rey no ha dado su consentimiento, ella lo perderá todo, porque don Alfonsoentregará el condado a quien estime conveniente.Demomento, podemos fijar unafechaparalascapitulacionesmatrimoniales.Esoledaráaellatiempoparaconvencera doñaBrianda y tratar el asunto con el rey, y a ti unosmeses en los que puedesmedrarenlashuestesdedonRodrigo.

Sanchoguardósilencio.Eramejorquenada,peronoeraloqueéldeseabaniloquehabíaimaginadoallevantarse.

—¿Quéfechapropones,primo?—Elveinticuatrode junio,díadesanJuanBautista,enelnuevomonasteriode

SanSalvadordelosCerros.Siparaentoncesnopuedeserdeotromodo,oscasaréen


secreto.—Elveinticuatrode junio—murmuróSancho—, lanochemágica, lanocheen

queseabrelapuertaentreelmundodelosvivosyeldelosmuertos.—Esosonsupersticionespaganas, impropiasdeuncristianocomotú.Lanoche

desanJuanesladeldíaveintitrés,ynoesningunanochemágica;eslanochedelafiestademigloriosopatrono,elquepreparóelcaminodelDios-HombreylobautizóenlasaguasdelJordán.

—ElquemuriódecapitadoporordendelreyHerodesporuncaprichodeSalomé.—Esonohacealcaso.¿Desdecuándoerestúteólogo?Semiraronalosojos,casidesafiantes.—¿Aceptaselplan?—¿Nohayotro?—Siquierescontarconmiayuda,nohayotro.Lecostóungranesfuerzopronunciarlapalabra,peroteníaquereconocer,apesar

desusdeseos,queelpadreJuanteníapartederazón.Almenosdeberíanintentarlo.—Acepto.—Pues voy a hablar con la dama. Tú,mientras tanto, puedes comprarle algún

dulce y venir aquí después a encontrarte con nosotros. Me figuro que, si hamadrugadotanto,esporquequiereverteati,noaunviejobenedictino.

Se separaron en la puertecilla que llevaba a la iglesia y, ya había dadoSanchounascuantaszancadasendirecciónalasalida,cuandolellególavozdelpadreJuan.

—Estoyorgullosodeti,jovenprimo.Hashechohonoralostuyosyatudama.VeconDios.

***

Lamañanaselespasóentrerisas,sustosycarreras.Lamayorpartedeellosnohabíamontadojamásy,apesardequeloscaballoserandóciles,lacosanoresultabafácil,pero como no se trataba de convertirlos de golpe en caballeros y amazonas sino,simplemente,dequecaptaranloquesignificabavivirencontactoconunanimalqueeraelúnicomediodetransporteposible,apartedelospropiospies,conpocobastaba.

Alcabodecuatrohorasdeclase,Lauralesconcedióunapausaantesdeempezarlasegundaparte,queconsistiríaendesensillar,cepillaryarreglarsusmonturas.

Durante la pausa, mientras unos se iban a la cocina a tomar algo y otros setumbabanalasombradelosárbolesquebordeabanelriachuelo,GloriaselasarreglóparaquedarseunpocoatrásconSibila.Nosabíabiencómoempezarlaconversación,peroteníapocotiempoyhabíaqueaprovecharlo.

—¿Puedohacerteunapregunta?—comenzó.—¿Aquelaadivino?Quieresqueteechelascartas,¿verdad?Yquetedigaque

estásapuntodeconoceralhombredetuvida.Glorianegóconlacabeza,sorprendida.Niselehabíapasadoporlaimaginación,


aunquenoleparecíamalaidea.—¿Entonces?—NoshadichoQuiquequeenelsueñoqueleshascontadosalíaunaancianade

largopeloblancoquequeríacomunicarteunmensaje,¿esverdad?—Sí.Sóloquemehedespertadoantesdequepudieradecirmenada.¿Porqué?

¿Crees que estoy loca?—Sibila contestaba siempre con aspereza, como si pensaraque estaba tratando de insultarla o de reírse de ella, peroGloria estaba demasiadoangustiadacomoparapreocuparseporeso.

—No.Laqueparecequeestálocasoyyo.SibilalamiródeprontoconinterésyGlorialecontóloquelehabíasucedidoen

elbaño.—¡Quécurioso!¿Cómoibavestida?¿Teacuerdasdealgúndetalle?Gloria hizo un esfuerzo de concentración; apenas la había visto dos segundos,

pero llevaba meses entrenándose con su monitora de teatro para agudizar lacapacidaddeobservaciónyestabaseguradequelehabríaservidodealgo.Cerrólosojostratandodeconjurarlavisión.

—Llevaba ropas pardas, entre grises y marrones, y una especie de chal o detoquillaporloshombros.Tambiénllevabaunsaquitodetelacolgadoenbandolera.Yelpelolargo,muyblanco,enmarañado,comounhaloalrededordelacabeza.

—Esella.Semiraronsindecirpalabra.—¿Qué efecto te causó?—preguntó Sibila por fin—.Quiero decir, ¿crees que

teníaunaurapositivaonegativa?Glorialopensóunmomento.—Yodiríaquepositiva,peromeasustétantoqueesdifícildistinguir.—Yoestoyseguradequeerapositiva.Elqueeranegativoeraelotro.—¿Quéotro?—sinpoderexplicárseloyapesardelcalorqueempezabaahacer,

Gloriasintióunescalofríodeslizándoseporsuespalda.—Unhombregrandeyflaco,denarizganchuda,cabelloblancoybarbalargay

negra.¿Aésenolohasvisto?Gloriamoviólacabezaenunanegativa.—Éseespeligroso.Muypeligroso.—Pero,Sibila,estamoshablandodesueños,¿no?¿Quépuedehaberdepeligroso

enunsueño?Sedetuvieronalasombradelosprimerosárbolesparanotenerquereunirsecon

losdemás,queestabanriéndoseychapoteandoenelriachuelo.—Lotuyonofueunsueño.Yentodocasonosetratadesueñosnormales.—¿Cómolosabes?—Créeme.—No,dimecómolosabes.Teprometonocontárseloanadie.Sibila empezó a enrollarse en el dedo un mechón de sus negrísimos cabellos,


comosiestuvierapensándosesiconfiarenaquellachicacasidesconocida.—Gloria,mira,yosoyunpocorara,lohesidosiempre;alparecerloheheredado

demimadre,quevienedeunagranfamiliademujeresraras.Supongoqueenotrostiemposnoshabrían llamadobrujasynoshabríanquemadoen laplazapública.Mimadreesherboristaytienepodercurativoenlasmanos.

—¿Ytú?—Aún no está tan claro. Yo, por lo pronto, sueño cosas que suceden o que

sucedieronyqueaúninfluyenennuestravida,yveocosasdelfuturocuandoecholascartas.También soymuynormal, no te creas, y sueño imbecilidades como todo elmundo,perosédistinguirunossueñosdeotros.Poresoséqueésteesverdad.

Secallóderepentecomosiestuvieraapuntodedeciralgomás.—Dímelotodo,Sibila,porfavor—apremióGloria—.Teguardaréelsecreto, te

lojuro.—Tú aparecías en el sueño. Sólo que no eras realmente tú. Y Sergio estaba

también.Eraélyeraotro.Fuetodomuyconfuso.—¿Yquénospasabaenelsueño?—preguntó,conlabocarepentinamenteseca.—Nomeacuerdo,Gloria.Sóloséqueeraterribleyesomedamiedo—hizouna

pausa—.Estamañana,alprincipionomehefijadoenvosotros,perocuandoSergioytúhabéisvueltoalamesajuntos…

—¿Qué?—Hetenidomuchomiedoporvosotros.Siguieroncaminandolentamentehaciaelrío,ensilencio.Elsolhabíaempezadoa

pegar fuerte, las cigarras cantaban enloquecidas y todo olía a hierbas silvestres, apolvocaliente,anaturalezasalvaje.

—¿Quépodemoshacer?—preguntóGloriacasiparasímisma.—Aúnnada.Esperar.Sideverdadhayalgoenelpasadoquequiereponerseen

contactoconnosotros,sucederá.—Meestásasustando,Sibila.—Tómalocomounaaventura.Mira,creoquevoyameterlospiesenelagua.Gloria se quedó inmóvil, bajo los árboles, dándole vueltas a aquella extraña

sensaciónque sehabía instaladodentrode ella.Sibiliavolvió sobre suspasosy lepusolasmanosenloshombros.

—Teayudaréenloquepueda,Gloria,perodemomentonopodemoshacernada.Yahorano tepreocupesyvena remojarteunpoco.Al finyal cabo, sonnuestrasvacaciones.

Bárbara también aprovechó la pausa para buscar a Sergio. Ella y los demásprofesores,exceptoLaura,habíanestadoreunidostratandodeempezararepartirlospapeles, almenosde formaprovisionaly, aunque se llevabanbieny todos estabanfascinados con el proyecto, inevitablemente cada uno tenía sus favoritos y sus


candidatospara algunospapeles.Ladecisión final estaba enmanosdeBernardino,que era el director del proyecto, y en menor medida en las de ella, que era laespecialistaenentrenamientodeactores.

Despuésdemuchohablarlo,habíanconseguidoponersedeacuerdoenprobarconSergioparaelpapeldelCid,enSibilaparahacerdebruja,enLarayTinapara lashijasdelCidyenAndrésparaMartínAntolínez,unodeloshombresprincipalesdedonRodrigo.ElpapeldeMinayaaúnnohabíasidoadjudicado,nisiquierademodoprovisional,ycondoñaJimenahabíantenidomuchosproblemasporqueBárbarasenegabadeplanoaquelohicieraGloria,comoqueríaBernardino.

—Esachicaesmedioboba—habíadichoencuantohabíasurgidosunombre—.Muymona,sí,perosinfuerza.

—No estoy de acuerdo—decía Bernardino—. Gloria es dulce, efectivamente,peropuededarmuchodesí.Ylaquímicaentreellosesperfecta.Bárbara,nopuedesnegarlo.Enlaimprovisacióndeayereran…¿Quéquieresquetediga,silovistetúmisma? Eran el uno para el otro. Los espectadores se derretirán. Porque esos doschavalesloviven,noloactúan.

Esoeraprecisamente loque, sin saberporqué, tantomolestabaaBárbara.Eraevidente que había algo entre ellos, algo que iba incluso más allá de un primerdeslumbramientojuvenil.Yesonolegustabaynopensabaquedarseochosemanasdebrazoscruzadosviendocómoaquellosdostortolitossehacíanarrumacos.Habíanvenidoa trabajar,aaprender,noacruzarsemiraditasbobasyapasearsedelantedelosdemáscogidosdelamanomirándosealosojos.Nopensabapermitirlo.

YnoesqueSergioleimportaraparticularmente.Alfinyalcabonoeramásqueuncríodemasiadodesarrolladoparasuedad,perohabíasidosudescubrimientoyeraellalaqueteníaque…¿Qué?,sepreguntó.¿Quéqueríaellahacerrealmente?

Porlopronto,apartarlodeGloriacomofuera.Luegoyasevería.Le había molestado profundamente que la noche anterior hubiera tenido la

desvergüenzadequedarsejugandoalascartasconsuscompañerossinacompañarlaadarelpaseoquelehabíapropuesto.Eraevidentequeestabaasustado,loquealfinyalcaboeranatural.Ellaerasuprofesora,unamujermayor,yaunquelegustara,deesoestabasegura,paraélnoseríafácildelantedesuscompañeros.

Bárbarasaliódelmonasterio,alaluzdeslumbradoradelasoncedelamañana,yechóunaojeadacirculartratandodelocalizarlo.Lovioporfinjuntoaloscaballos,acariciandoaunanimalquebrillabaalsol.Sergiotambiéneracomounpotrojoven,hermoso,llenodevida.Sumiradasedetuvoensuscabelloslargos,subarbitacorta,unpocomásclara,sushombrosanchosysuslargaspiernas.Conlasbotasaltas,lascalzasylatúnicademontareralavivaestampadeunjovenguerreroaltomedieval.

Echó a andar hacia él aparentando naturalidad y no se le escapó lamirada dealarma que echó Sergio a su alrededor cuando se dio cuenta de que estabanprácticamentesolos.Ellalesonrió.

—Eresdifícildelocalizar.Ayernochemequedéesperándote.


Éltragósalivaysiguiópasándolelamanoporellomoalanimal.—Bueno,meliaronparajugaralmusyyasabes,alfinalsehizotarde.—Puestienessuertedequemelohayatomadobien.Acabodevotarportiparael

papeldelCid.Provisional,demomento.ASergioseleescapóunasonrisadefelicidad.—Gracias,Bárbara.—Siquieresconservarlo,tendrásquetrabajarmuchoconmigo.Estoydispuestaa

preparartebien,perotienesqueestardecididoahacerloynopuedespensarennadamás.

—Trabajaréloquehagafalta.—Tendráquesercuandoacabenlasclasesnormales,despuésdecenar—ledijo

conunaentonaciónquesugeríamásdeloqueacababadeponerenpalabras.Sergiofingióquenolohabíanotado.—Vale.Cuandotúmedigas.—Ya lo hablaremos.Ahora dedícate a los caballos—Bárbara levantó lamano

para hacerle una caricia en el pelo, pero cuando vio que él se encogíaimperceptiblemente,ladesvióhaciaelanimal—.Nosvemos,jovenguerrero.

Sergiosequedómirándolahastaqueseperdiótraslapuertadelmonasterio.Sinsaberporqué,aquellamujerempezabaaproducirleescalofríos.Perodemomentolehabíandadoelpapel estrelladelproyectoynopodíaestropearlo.Ahora sólo teníaqueexplicárseloaGloriayesperarqueellalocomprendiera.

***

La pequeña ceremonia se llevó a cabo con rapidez y sin más testigos de losnecesarios:Laín,Régula,ydosmonjesdelacomunidaddelpadreJuan.

Sancho y Guiomar recibieron la bendición frente al altar después de habercambiado ante los presentes su promesa dematrimonio y poco después, tras rezarunasoracionesderodillassobrelaslosasheladasdelaiglesia,salieronaunamañanallena de sol, aunque muy fría. Se dirigieron enseguida hacia el mercado porque,confundidosentrelagente,resultabamásfácilhablar.

—¿VolverásparasanJuan?—preguntóGuiomar,fingiendointeresarseporunassedastoledanas.

—Volveréynoscasaremos,miamor—dijoélasuoído.—Yo intentaréconvenceradoñaBrianday,cuandoellaacepte,al rey.Sino lo

consigo,irédetodasformasaSanSalvadordelosCerros.Sinovoy,esporquemehanencerrado.

—Tesacarédedondesea.Asangreyafuego.—No,Sancho,nodigasesascosas.—¿Nopodemosiraotrositio,conmenosgentealrededor?—Esmejorquenosseparemos.Régulayyobajaremosadondenosconocimos


ayer.Teesperoallí.Losdosamigossequedaronunpocomásdandovueltasporelmercadoyconel

toque de Tercia se encaminaron hacia el río, como si tuvieran todo el tiempo delmundoynosupieranadóndesedirigían.

Desdelaventanadesucámara,enelalcázar,doñaBriandamirabacondesprecioel bullicio de los aldeanos en la plaza. Estaba inquieta. El rey don Alfonso habíacomentadoduranteelbanquetequevariosnoblessehabíaninteresadoporelcondadodePeñalbayporlahermosadueñaqueloregía.Noqueríadarleprisas,perodespuésdecasidosañosdelamuertedesuesposo,yaempezabaasermomentodepensarenescoger.Y la doncellaGuiomar estaba también entrando en la edad adecuada paracelebrarunmatrimonioventajoso,habíaañadido.

Ella había hecho lo posible por darle largas al rey, pero sabía que no podríaentretenerlomuchomás.Yelproblemaeraque,apartedequenoteníaningúninterésentomaresposo,noconseguíadecidirquéleconveníamás:sidejabaqueGuiomarsecasara,sumaridoseconvertiríaenelnuevocondedePeñalbayellanoseríamásquelacondesaviuda.Seacabaríasulibertady,aunqueladejaríanseguirviviendoenelcastillo,yanoseríaelamadesucasa,sinounasimpleparienteencasadeGuiomar.

Si,porelcontrario,respetabaeldeseodesuhijastradepermanecersolteraporelmomento,seríaellalaquenotendríamásremedioqueelegirmarido.Yesolimitaríaaúnmássulibertad,aunqueteníalaventajadequeseguiríamandando,almenosenloconcernientealacasa.Perosuesposoquerríaqueledieraherederosyellanosesentía con fuerzas de volver a pasar por otro parto para perder después al niño decualquier enfermedad, como le había sucedido con los cuatro que había traído almundo.

Sepreguntó, como tantas veces, por quéDios había impuesto ese castigo a lasmujeres, por qué, siendo como eranmás listas ymás fuertes que ellos, tenían queestarsiempresupeditadasalosvarones,pasandoporelhorribledolordelospartos;porelmáshorribletodavíadeperderlosaúnniños,oyaadultos,encombate;porlaespantosahumillacióndenopoderdecidirnuncasobresupropiavida:primeroatadasalpadre,luegoalmarido,luegoaunhijo,oaunhermano.

Brianda no creía que aquello hubiera sido una decisión divina. Aquel injustorepartodetareasnopodíaservoluntaddeDios.Yloqueresultabaevidenteeraque,aunquenuncapudieranlibrarsedeldolorquelesimponíalanaturalezadesucuerpo,todas las otras humillaciones eran una decisión masculina. Los guerreros eranhombres, los clérigos eran hombres, los reyes casi siempre eran hombres.Y todosellos temían a lasmujeres; por eso trataban demantenerlas en la ignorancia y lesrobabanlavozylavoluntad.

Teníanrazónentemeralasmujeres,aalgunasmujeresalmenos,pensó,conunasonrisatorcida.

Se apartó de la ventana porque, a pesar del gruesomanto, se estaba quedandohelada, y decidió enviar a Brígida a buscar a Sancho Ramírez. Su cuerpo podría


ayudarlaaentrarencalory,hastaquesevieraobligadaaelegiresposo,suvidaeraaúnsuyaycualquieraquesecruzaraensucaminosedaríacuentadequelacondesaviudadePeñalbaeradetemer.

Enlajudería,despuésdelratopasadoconGuiomarjuntoalrío,donde,ocultosenunbosquecillo,habíanpodidoabrazarsesinserdescubiertos,SanchoyLaínbuscabaneltallerdeunorfebrequeleshabíanrecomendado.

—¿Estás seguro de que quieres hacer eso?—le preguntó Laín con un deje depreocupación.

—Eslomásvaliosoqueposeo.—Sí,yalosé.Peromedamalaespina,Sancho.Esaespadaestá…,¿cómotelo

diría?Está…viva.Ysi lehacesloquepretendes,escomomutilarla.Puedetraerosdesgracia.

—AyernocheGuiomarmejurósuamorsobrelaspiedrasdeCordeluna,Laín.YoledimipalabradematrimonioyCordelunabrillóparanosotros.

—Sí,ya.Esoesprecisamenteloquemepreocupa.Sancholeechóelbrazoporloshombros.—Parecesunaviejaaldeana, amigomío.Mira,yahemos llegado,aquídebede

ser.Eltallerdelorfebreeraunacasitapegadaalamuralla.Yadesdelacalleseveíaal

hombretrabajandoenunamesabajadondedabaelsol.Levantólacabezacuandolasombra de los visitantes cayó sobre él. Era de mediana edad, con el pelo negrosembradodecanasyunapoderosanarizganchudaquedelatabasuorigen.

—¿EresMoshe,elorfebre?—Paraserviros,caballero.Sanchosacósuespaday lacolocó reverentementesobre lamesade trabajodel

orfebre,cuidandodenoestropearlalaborquellevabaentremanos.El hombre tomóaCordeluna, observó las piedras en silencio, volvió a dejar la

espadayalzólavista.—Hermosasgemas.Peroyonosoyespadero.Siqueréisasegurarosdequeestán

firmementemontadas, debéis acudir a la calle de los forjadores.Allí alguien sabráaconsejaros.

—No,Moshe.Noesesoloquequiero.—Osescucho,señor.Desde la calle, oculta en un portal, Brígida los vio hablar con el orfebre y se

marchóallevarlesurecadoadoñaBrianda.Podíaganarseunasmonedassiledababuenas noticias: que el joven caballero pensaba regalarle una joya. Pero antes dellegar al alcázar, decidió guardarse para sí lo que había visto porque, pensándolodespacio,lareaccióndeaquelguerrerofrentealacitaconlacondesanohabíasidoprecisamentedealegría.Eraposiblequelascosassalieranmal,yentoncesseríaella


la que pagaría, como tantas otras veces, y no estaba dispuesta a dejarse azotar denuevoporelcapitándelaguardiaporqueadoñaBriandalehubieransalidomallosplanes.

—Señora —dijo Brígida, haciendo la profunda reverencia que esperaba doñaBrianda—,eljovenguerreroacudiráavuestrallamadaaltoquedesexta.

Lacondesahizounamuecadecontrariedad.—¿Nolehasdichoquequieroverlodeinmediato?—Sí,señora,comomeordenasteis.Primeromehacostadounpocodarconély

luegomehadichoqueteníaunosasuntosquearreglarantesdepresentarseantevos.—¿Adóndeteníaqueir?¿Alacasadebaños?—seleescapóunasonrisa.Seríamuyinteligenteporsuparteacudirasullamadalavadoyperfumado.—No creo. Lo vi dirigirse hacia la judería, con ese amigo que siempre lo

acompaña.—Elpatándelnorte.ABrígidanoleparecíatanmalelotroguerrero,perosecuidómuchodedecirlo

delantedesuama.—Estábien.Esperemosquevalgalapenaelretraso.Déjamesola.Ycuidadeque

hayavinoyalgodecomer,ydequenadienosmolestecuandollegue.—Asísehará.Cuando se quedó sola, Brianda sacó una de sus más preciadas posesiones, un

espejoquehabíasidoregalodebodadesuesposo,yempezóapintarselosojosconkohltraídodeCórdoba.

***

Después de ducharse, ya que todos olían espantosamente a caballo, y de comer,SergiolehizounaseñaaGloriay,cadaunoporsulado,salierondelrefectorioparaencontrarsefueradelmonasterio.

Nadiemáshabíasalidoporquela luzyelcalorerantanaplastantesquetodoelmundohabíapreferidotumbarseunratooquedarseenlasalitajugandoalascartasoaldominóytomandouncafé.

SergioechóaandarhaciaelríoyGloriaselimitóacaminarjuntoaélensilenciohastaquellegaronalasombra.Allísedescalzaronymetieronlospiesenelagua.Laslibélulas,decoloresiridiscentes,volabanasualrededor,comosibordaraninvisiblesprimoresentrelosarbustosylasramasbajas.

Sergio, que llevaba toda la comidadándole vueltas almejormododedecirle aGlorialoquenoteníamásremedioquedecir,decidiólanzarsesinmás.Lecogióunamanoy,mientrasrecorríaconeldedolasvenasazuladasdesusuperficie,ledijo:

—Me ha dicho Bárbara que me han dado el papel del Cid. Provisionalmente,claro.

Gloria estaba aún temblorosa sintiendo sumano en la deSergio, pero contestó


sinceramente:—¡Cuántomealegro!Hanhechobien.Ereselmejor.LehabríagustadopreguntarlesisabíatambiénquiénibaaserdoñaJimena,pero

noseatrevíaporquenoqueríaquepensaraqueeraunaenvidiosa.—El problema es que Bárbara quiere entrenarme personalmente, quiere que

trabajemos juntos. Por la noche, después de cenar—añadió, tratando de que ellanotaraeneltonoloquerealmentequeríadecir,peroGlorianosediocuenta.

—Bueno,quéremedio.Esmuydeagradecer,¿no?—Sí,ya,claro.Loquepasaesqueyoteníaotrosplanesparalasnoches.—¿Ah,sí?Éllevantólavistadesusmanosylamiró.—Amímehabríagustadomásquepudiéramostenerunpocomásdetiempopara

nosotros.Paraconocernos…yeso.Gloriasintióqueseponíacolorada,asíqueliberólamano,lametióenelaguay

seremojóunpocolacara.—Podemosvernosunratocuandoacabes,siquieres.Volvieronamirarsealosojos,sonriéndose.Sergiohabríaqueridodecirleloque

temía:queBárbaraquisierahaceralgomásconélqueenseñarlearepresentarbiensupapel,peroledabademasiadavergüenza,demodoqueselimitóaacercarseaellaylabesóenloslabios,tímidamente,condulzura,comodándoleocasiónderetirarsesinoestabadispuesta.

Pero Gloria, que momentos antes pensaba que era tonta porque no teníaexperiencia en asuntosde chicosynunca lahabíabesadonadie, descubrióque eramuyfácilporqueloestabadeseandotantocomoél.

Pocoapoco,losbesossefueronhaciendomásurgenteseintensoshastaquelosdos,comodecomúnacuerdo,sesoltaronyseecharonareír.

—Erespreciosa,Gloria—dijoSergiocuandoconsiguieroncalmarse.Ella,sinsaberquédecir,se limitóapasarle lamanoporelpelo.Él lacogió, la

volvióporlapalmaylabesó.Después,selevantódeunsalto,letendiólamanoparaayudarlaaponerseenpieymirósureloj.

—¿Crees que nos da tiempo a acercarnos a esa cueva misteriosa dondeescondieronlaestatuadelaVirgenquesepareceati?

—¡Quétonteríasdices,Sergio!¿Cómosevaapareceramíunaestatuaquefuetalladahacemilaños?

Peroaldecirlo,algoseremovióensuinterior,recordandolaspalabrasdeSibila:«sialgoenelpasadoquiereponerseencontactoconnosotros,sucederá».

—Gloria,¿quétepasa?Tehaspuestopálidaderepente.—Seráelcalor.—Entoncesesmejorquevolvamosalmonasterio.Yaexploraremoslacuevaotro

día.Además,vamosmuyjustosdetiempo.Venga,teinvitoauncafé.Cogidosdelamano,volvieronadentro.


***

Cuando Sancho fue introducido en la cámara de doña Brianda, necesitó unossegundosparaquesusojosseadaptaranalapenumbraquereinabaenlasala.Paraahuyentarelfríoexterior,doñaBriandahabíahechocubrirlaventanaconpergaminoyespesoscortinajes,un fuegodeascuasardíaen lachimeneayunasgruesasvelasdesprendíanundulceperfumedemiel.

La condesa lo aguardaba junto al fuego, con su rico brial de seda roja y unadiademadeoroyperlassobrelosnegroscabellossueltosquecaíanenondasporsushombrosyespalda.Susojos,oscurecidosconafeitesmoros,brillabancomojoyasyenlamanopálidaqueletendíadestellabaunagruesapiedra,rojacomosuvestido.

—Bienvenido,caballero.Soisdifícildeencontrar.—Misdisculpas,condesa.Notengomuchasocasionesdevisitarunagranciudad

ysiemprehayasuntosqueresolver—dijoSancho,besándolelamanotendida.—Loimportanteesqueestáisaquí.¿Tomamosasiento?MientrasSanchosesentabaenunsillónquepodríahaberpertenecidoaun rey,

doñaBriandaseacercóaunamesayregresócondoscopasdeplatalabrada.—Bebamos, Sancho. Llevo mucho tiempo pensando en vos y en por qué

rechazasteismiofertadesercapitándemiguardia.Quizánoosofrecíbastante…—lelanzóunamiradamuyelocuenteentresusespesaspestañasysonrió.

Sanchopensóque,encualquierotromomentodesuvida,unamiradaasídeunamujer como ella habría sido bastante para arrojar la copa al suelo, tomarla en susbrazosyllevarlaallechodecortinascerradasqueseadivinabaalfondodelacámara.Sinembargoahorasumiradaysusonrisadefierahambrientano leproducíanmásqueinquietudydesagrado.

—Medebo ami señor. Si él tiene que abandonarCastilla,mi puesto está a sulado.

—Yano,Sancho.ElreymehadichoquepiensaperdonaratodoslosquehabéisvenidoahoratrayendolosregalosdedonRodrigo.Oslocomunicarámañana.Perotúyapuedessaberlo,sinoselodicesanadieaún.Desdemañanamismoereslibredeelegir,hasrecuperadotuhonrayposeesunamodestafortunaconlaqueestablecertedondelodesees.

Lasnoticiaseranbuenas,porquesignificabanqueelrey,aunqueaúnnoestuvieradispuesto a perdonar a don Rodrigo, quería mostrar su buena disposición. Sinembargo, aquel cambio del «vos» inicial al «tú» por parte de doña Brianda nopresagiabanadabueno.

—Siteofrezcoalgomásquelaúltimavez,¿tequedarásconmigo?Puedoinclusoarreglarteunabuenabodaparaacallarlosrumoresdelosqueunaviudajovennuncaestáasalvocuandoelcapitándesuguardiaesunapuestoguerrero.

—¿Convuestrahija,porejemplo?


LosojosdedoñaBriandaempezaronaecharchispasyeltonodesuvozperdiótodadulzura.

—¡Noesmihija,esmihijastra!Yestádemasiadoaltaparaqueungañáncomotúpuedarozarconsuslabioselbordedesuvestido.

Élnocontestó.Sabíaquehabíasidounaprovocaciónporsuparteyquelomásprobableeraqueestuvieracelosa,perosehabíaatrevidoparavercómoreaccionabaella.Ahoralosabía.DoñaBriandanuncaconsentiríaesaboda.

Derepente,lacondesaseechóareír.—Queríasprovocarme,¿verdad,demonio?—seacercóasuasientoyleacarició

elpelo,lamejilla,labarba—.Megustaqueseasasí:valiente,ambicioso,temerario.Ya no quedan hombres como tú. Haríamos una buena pareja. Pero yo tendré quecasarme con algún viejo de la antigua nobleza, y Guiomar se casará también,enfermaráde repugnanciaen lanochedebodasyseguramentemoriráenelprimerparto, como les pasa a todas las doncellas que han sido criadas entre sedas ybrocados,blandascomoelagua,estúpidascomoovejasquevenacercarselacuchilladelcarniceroyselimitanabalarsinmoversedelsitio.

SanchosintiócómosumanosedeslizabahacialaempuñaduradeCordeluna.Noestabadispuestoasoportarniuninsultomásdirigidoasudama.

—Dejémoslo—dijoentonceslacondesa—ydisfrutemosdelmomento.Ven—lotomódelamanoconlaevidenteintencióndellevarloasulecho—.Nopiensesmásahora.Aúntienesunosdíasparadecidirsiquieresunfuturoaseguradoconmigo,ounfuturoinciertoenlasmesnadasdelCid.

Sanchosoltólamanodelacondesa,sealisólatúnicaysearreglólaespada.—Graciasporvuestroofrecimiento.Lomeditaré.QuedadconDios,señora.—¿Nopensarásmarcharteahora?—suhermosavozeracasiunrugido.—Soyunhombredehonor,condesa.—¡Eresunpatánmalnacido!Nosécómohepodidorebajarmetanto.¡Fuerade

micámara!¡Vetedeaquíynovuelvasjamás!—Comoordenéis.—¡Brígida!¡Brígida!—empezóaaullardoñaBrianda.La criada entró, sobresaltada, y se encontró a su ama enfurecida y al caballero

sereno,conunalevesonrisaenloslabios.—Noosmolestéisenacompañarme.Sabrésalir.

***

Los días siguientes fueron convirtiéndose en una agradable rutina para todos losactoresdelproyecto.Eltrabajoeratanto,habíatantoquehaceryqueaprender,queterminabanagotadosporlasnoches.Lamayorpartedeellossehabíaacostumbradoacharlar apenas un rato después de la cena y a retirarse temprano porque, como nohabía televisión,nimúsica,y leshabíanrequisado todos losaparatosmodernos,no


quedabamásquedarunpaseoporlosalrededoresantesdequecayeralanoche,queera profundamente oscura, como nada que hubieran experimentado en su vida, ojugaralascartasyconversar.Intentaroncantarunanoche,peroselesagotaronmuypronto las canciones que todos conocían y nadie tenía ganas de jugar a cosas queestuvieranrelacionadasconlaactividadteatral,comoadivinarpalabrasporgestos,onarrarhistorias.

Todosparecíandormirbien,salvoGloria,queselevantabaconunfuertedolordecinturaqueibadesapareciendoalolargodeldía,Sergio,quehabíaempezadoatenersueñosangustiososqueluegoolvidabaaldespertar,ySibila,quecontinuabaconsuspesadillas aunquehabíadecididonocontar anadienadamáshastaqueellamismaconsiguieraaclararse.

LostemoresdeSergioconrespectoaBárbarasehabíanreveladovanosdesdeelmomentoenqueBernardinolesprohibiólasclasesextradedespuésdelacena.

—Todos trabajanbastante ya,Bárbara—lehabía dicho cuando le comentó susplanes—. Y me niego a que dé la impresión de que ya está todo decidido y hayactoresdeprimeraydesegunda.Siquierespracticarunratomásdespuésdelacenacon los voluntarios que se apunten, no tengo nada en contra, pero ni hablar de untratoespecialaSergioporsucarabonita.

Bernardinohabíautilizadounafrasehecha,peroBárbarapensóporunmomentoquesehabíadadocuentadelaobsesiónqueempezabaasentirporelmuchachoyseleaceleróelpulsodevergüenza.

Porque, aunque le costara reconocerlo incluso ante sí misma, lo de Sergioempezaba a ser una obsesión, una fijación malsana. No podía quitarle la vista deencimacuando se encontrabanen lamismahabitación, susojos lo seguían a todaspartes, se angustiaba cuando no sabía dónde se habíametido, hacía lo posible porestarcercadeélyenocasiones,duranteeltrabajo,habíaforzadoapropósitociertassituaciones para poder abrazarlo o tocarlo, aunque fuera delante de los demás,fingiendo que les explicaba cómo hacerlo de modo convincente para losespectadores.Y lomás preocupante era que había empezado a odiar aGloria, unachicaquenuncalehabíahechonadamaloyqueademáseraamableybuenaactriz.Perolehervíalasangrecuandolosveíajuntos,aunquenosetocaran,omuchopeor,cuando desaparecían discretamente y ella sólo podía imaginarse qué estaríanhaciendobajolosálamosdelrío.

Esonoeranormalenella.Ellaeraunabuenaprofesional,unamujermadurayformadaqueinclusoseguíateniendoexcelentesrelacionesdeamistadcontodossusnovios anteriores, que jamás le había montado una escena de celos a nadie, quesiemprehabíapensadoquecadapersonaeslibrededecidirconquiénquiereestarydurantecuántotiempo.

Ysinembargo,ahora…Ahoraeratododistintoynoentendíaporqué.Sihubierapodido,habríamandado

apaseoaquelproyectoysehabríaidoaFormenteraconunasamigasarecuperarla


cordura. Pero no podía. Tenía que quedarse allí, en medio de la estepa castellanacalcinadaporelsoldejulio,adisfrutardelespectáculodelprimeramordelchicoquehabríaqueridoparaella.

«Teestásvolviendoloca,Bárbara»,sedecíaporlasnochesalmeterseenlacama.«Sisiguesasí,acabarásperdiendoladignidad,queesloúltimoquepuedehacerunamujerqueserespete.Ytodoporunchavalalqueleimportasunpimiento».

Además, aunque no lo había comentado, había empezado a tener unos sueñospreocupantes. No llegaban a pesadillas porque en el sueño, aunque a veces lasituación era angustiosa, no había llegado a sentirmiedo de verdad. Ella nunca seveíaasímisma,peroveíaaSergio,queeraélya lavezno loera, riéndoseensucara,despreciándolamientrasellaestabaenelsuelo;sabíaquedebíadeestarenelsueloporqueéleramuyaltoyloveíadesdeabajo.Luegoestabaenunaespeciedecueva o de sótano, un lugar húmedo y oscuro, lleno de objetos desconocidos einquietantes, de hierbas puestas a secar y animales disecados, y un hombre alto yflaco, de pelo blanco y larga barba negra le sonreía con sonrisa de serpiente yentonaba una salmodia espantosa que la hacía temblar. Una niebla amarillentacomenzaba a formarse en el centro de la cueva, justo encima de unos símbolosextrañostrazadosenelsueloconalgoquepodíasersangre,yentrelaniebla,porunsegundoantesdedespertar,aparecíanunosojosrojizosquebrillabancomoascuasylamirabanfija,burlonamente.

Había tenido dos veces el mismo sueño y acababa de tomar la decisión detragarseunpardesomníferostodaslasnochesantesdemeterseenlacamaporqueledabaespantoqueserepitiera.

Aquel proyectoque la habíaocupadodurante el inviernoy elmonasterio en elque había pensado siempre como un paraíso para las vacaciones empezaban aconvertirseenuninfierno.

—¿Vienes a dar una vuelta con Luis y conmigo? —le propuso Bernardinodespuésdecenar—.Hepensadoquepodríamoshacerunaexcursiónundíadeéstos,nosé,aBurgos,oaCovarrubiasoaSigüenza…,algunaciudadmedievalbonitaparaexplicarlescosasaloschicos.Yqueríahablarloconvosotros.

—Vale.Déjamecogerunjerseyysalgo.Bárbarallegóasucelda,abriólapuertay,demomento,sequedóparadasinsaber

quéhacer.Olíaaalgoraro,aalgoquímicomezcladoconotroolor,comoahierbasdelmonte.Noobstante,todoestabaensusitio,igualquelohabíadejado.Seencogiódehombros,cogióelprimerjerseyqueencontróysaliódelcuarto.

Seencontróalosdoshombresfumandouncigarrilloalapuertadelmonasterio.Aúnquedabaunadébilluzenelhorizonte,perolanocheempezabaaadueñarsedelpaisajeasualrededor.

—¿Pasaalgo?—preguntócuandosehubieronalejadounosmetros.—Nada que no hubiéramos previsto —dijo Bernardino, y su voz sonaba

levementedivertida—.Álvaro,elguaperas,elquellevalocasaMartaysusamigas…


—SéquiénesÁlvaro.—PueshavenidohaceunmomentoavermeymehadichoqueélyMarcoslo

dejan.—¡Si les acabamos de dar provisionalmente los papeles de los infantes de

Carrión!—Sí—Bernardinosoltóunarisita,apuróelcigarrillo,loaplastóconelpieyse

metiólacolillaenelbolsillo—,deesosetrata,dequeseniegaahacerelpapeldeunseñorito presumido, mentiroso y cobarde. Dice que no tenemos ojo para repartirpapeles.

—¿Ytúquéhasdicho?—preguntóLuis.—Que mi ojo no puede ser mejor porque ha quedado claro que, aunque

posiblementenoseamentiroso,presumidoycobardesíes.Lostresseecharonareír.—Pero¿quélepasaaesechico?—dijoBárbaracasiparasímisma.—Puesquepensabaqueconsufacha,suscursosenelextranjero,eldinerodesus

padres y los dos anuncios de televisión que hizo a los siete años, teníamos quehaberle dado el papel del Cid o el de Minaya, por lo menos. Yo he tratado deexplicarle que pensaba que tenía dotes de actor y por eso le había dado un papeldifícil,comoesdonFernando,elyernodelCid,peronohaqueridosabernada.YsellevaaMarcos,queescomounperrilloquelosigueatodaspartesyquenuncaharánadacomoactorporquesedejaarrastrarporcualquieraynotienecriteriopropio;ydepasosellevatambiénaMarta,aLaurayaMaría,quepensabanqueestoibaasermásdivertido,ysobretodo,máschic.

—¿Yporquéquieresquevayamosdeexcursiónahora,antesdeloprevisto?¿Oeraunaexcusaparaquenadieseenteraradeloqueestamoshablando?

—HabíapensadoqueasílosdejamosenlacivilizaciónparaquepuedanvolveraMadrid.

—Puesyocreoquesemerecennoparticiparenlaexcursión—intervinoLuis—.QueloslleveTomásenlafurgonetayquetenganquemarcharsedelantedetodos.

—¿Noesunpocoduro?—preguntóBernardino.—No—contestaronlosdosalavez.Luisañadió:—Quierodecir,sí,claroqueesduro,mucho,peroesloquesemerecenytienen

queaprenderaserconsecuentesyaapechugarconsusdecisiones.—Entoncesestádecidido.Peroantesdevolver,hayotra cosaquemehadicho

Álvaroyesosíquehayquetomarloenserio.Dicequesenotaquehayfavoritismos.Claroqueyonocreoquetengarazón,peroesononoslopodemospermitir.

Bárbaraestabaseguradequeaquellohabía idoporella,peronocomentónada.Volvieronalmonasterioyunratodespuéssefueronadormir.

***


Se levantaron al amanecer porque el rey don Alfonso quería recibirlos antes deatender los demás asuntos del día. Se vistieron de nuevo sus mejores galas yacudieronalsalóndel tronocapitaneadosporMinaya,dispuestosamostrarlealreyque,apesardelasvictoriasconseguidasydequeeranmuycapacesdeganarseelpanpor su cuenta en tierra de moros, tanto el Cid como ellos mismos querían seguirsiendovasallossuyosyobtenersuperdón.

Laceremoniafuebreve.DonAlfonso lesmostrósuamorysurespetodesdeelprimermomento, aceptó los valiosos regalos que le enviaba donRodrigo desde eldestierroyanunciópúblicamentequetodosellosquedabanperdonadosyeranlibresdeentrarysalirdeCastillaasuantojo.

Sinembargo,elenojodelreyaúneratangrandequenoaceptóperdonaralCidpor el momento, cosa que no sorprendió a nadie, porque eso habría significadoreconocermuydeprisaquehabíacometidounerroraldesterrarlo.

ElcondeGarcíaOrdóñez,elmayorenemigodelCid,elqueconsuscalumniashabíaconseguidoquelodesterraran,escuchólaspalabrasrealesconcaradevinagre,como si representaran un castigo para él mismo, y todos notaron que tenía queesforzarseparanoperderlacompostura.

Terminada la ceremonia,ya en elpatio,Minaya informóa sushombresdequesaldríandevueltaaldíasiguiente,antesdelalba.

Cuandosequedaronsolos,Sanchosuspiróprofundamente.—Puesyomealegro,yaves—dijoLaín,levantandolacabezaparamirarelsol

defrente—.Estabaempezandoahartarmedetantacorteytantagalaydelomalquehueleestaciudad.

—Todas lasciudadeshuelenmal.Peroelcampodebatallanoesmuchomejor,Laín.YahorapasaránmeseshastaqueGuiomaryyovolvamosavernos.

—¡Por los clavos de Cristo, Sancho! No es más que una mujer. Hermosa, loconcedo, pero una hembra al fin y al cabo. Los hombres tenemos cosas másimportantesenquépensar.Además,yaestuya.Oshabéiscomprometido.

—Perosequedasolaconesafieradesumadrastra—recordólosojosenfurecidosde doña Brianda, los insultos que le había dedicado, el desprecio con que habíahablado sobre la joven condesa—. No tienes razón, Laín. No hay nada másimportante en estemundo.Nohaynadamás importante queGuiomar—repitió envozbaja.

Laín sacudió la cabeza, impaciente con lo que ya empezaba a parecerle unaestúpidaobsesióndesuamigo,leechóelbrazoporloshombrosybajaronalajuderíaarecogerelencargo.

Esamismanoche,despuésdetodaunatardedellevarytraerrecadosatravésdeRégula,consiguieroncitarsedenuevoenelclaustrodelalcázar;estavezeramuchomásdifícilporquesushabitantesyanoestabantodosreunidosyocupadosenbeberybailar. Sin embargo, era la última noche que Sancho pasaría enLeón y decidieron


arriesgarse.Habíanquedadopocodespuésdeltoquedecompletas.Laoscuridadenelclaustro

eracasitotal;sóloalcabodeuntiemposeibanacostumbrandolosojosylentamentepodíandistinguirse las sombras de los árboles,másnegras contra la negrura, y loscontornos de la fuente central, donde Sancho clavaba insistentemente los ojos,esperandodescubriraGuiomar.

Laínyélsehabíanapostado,separados,cercadelapuertaporlaqueellahabíadesaparecidolaotravez,ymanteníaneloídoalertaaposiblespisadasprocedentesdela escalera o de cualquier otra dirección. Pero eran guerreros. Sabían esperar ensilencioyestabanacostumbradosalanoche.

Sancho tocabaunayotravez labolsaque colgabade su cinturóny, devez encuando,acariciabalaempuñaduradeCordelunaysusurrabacomoenunaplegaria:

—Tráemela,Cordeluna,hazquevengaamí;tráemeamiGuiomar.Porfin,unruidometálicolesrevelóquealguienforcejeabaconelcerrojodela

puertayunosinstantesdespuéslosdosjóvenesseabrazabanentrelágrimasdeellaysuspirosdeél.

El suave fulgor de la espada los envolvía en unamisteriosa luz azulada comoaislándolosdelavulgarrealidadyLaín,arrebujándosebienensucapa,sealejóunospasosprocurandonohacerruido.

Se besaron sin palabras durantemucho tiempo.Luegoululó un búho, un perroladróenrespuestayellossesepararonparamirarsealosojosmientrasSanchosacabasuregalodelabolsa.

Ensumanotendidabrillabandospiedrasblancas,lechosasyfríascomolaluna,con unas extrañas volutas de colores que parecían moverse perezosamente en suinterior.Las dos brillaban dulcemente, iluminando sus rostros desde abajo. Sancholashabíamandadomontarenundelgadocírculodeoroparapoderlasllevarcolgadasconuncabodecuero.

—Toma,amormí—ledijoconvoztemblorosa—.Sonpiedrasdeluna,sacadasdelmismocorazónde la lunabajo laquenos juramosmatrimonio.Yo llevaréunasiemprecolgadaalcuello,túlaotra,silaaceptas.

Guiomarpusosumanosobreladeél,encerrandoentreambaslasdospiedras.—¿SelashasarrancadoaCordeluna?—habíaunligerotonodemiedoensuvoz.—Ella me las ha dado. Aún conserva la central, la más grande. Sólo hemos

quitado las dos de los lados. Cuando nos volvamos a ver, cuando podamos estarjuntos para siempre, se las devolveremos.Mientras tanto, las llevaremos colgadas,comosímbolodenuestraunión.

—Tendréquellevarlaocultabajolaropa.SidoñaBriandaseenteradequeesunaprendadeamor,sepondráennuestracontra.

Enesemomento,Sanchoestuvotentadodecontarleloquehabíasucedidoenlacámara de doña Brianda, pero no quería desperdiciar sus últimos momentos conGuiomar hablando más de lo necesario, entrando en una conversación que podía


resultarmuydesagradable,demodoquedecidiócallar.CogióunadelaspiedrasyselapasóporelcuelloaGuiomar.Ellahizolomismo

conél.—La llevaré con orgullo y con esperanza hasta que podamos reunirnos para

siempre.LanochedesanJuan—dijoellaasuoído.—Yolallevarésiemprealavista,paraquetodossepanquemidamameespera.

Irássiempreconmigo,porqueellaerestú.Volvieronaabrazarseyeltoquedemaitineslossorprendióaúnbesándoseenlas

sombras.Laínlanzóuncortosilbido.—Unúltimobeso—dijeroncasialavez.Luego, cuandoyaGuiomar seperdía, seguidadeRégula, en laoscuridadde la

escaleraquellevabaalosaposentossuperiores,Sancholedijo:—Salmañanaalbalcóncuandonosmarchemosymiraelescudoquehehecho

pintar.Adivinósusonrisaenlastinieblasycerrólapuertasilenciosamente,sintiendoya

eldolordedesgarroqueleproducíasepararsedeella.Aldíasiguiente,antesdelaprimeraluz,elpatiobullíadeagitación:loscaballos

piafaban y relinchaban, impacientes, las espadas chocaban contra las armadurasligerasquelosguerreroshabíanvueltoavestirparaelcamino,losmozosdecocinarepartíanlosúltimosencargosparaelviaje,losperrosladrabanentrepatasdecaballosypiernasdehombres,ysepronunciabanlasúltimasdespedidasentrebuenosdeseos,bendicionesyrecomendacionesdetodotipo.

Las damas, en alegre compañía, habían salido a los balcones a despedir a losguerreros y hasta elmismo rey apareció antes de que se abrieran las puertas paradesearlesqueDioslosacompañaraenelcamino.

Sanchomiraba hacia arriba buscando a la suya entre todas las damas, la únicaentretodasellasquebrillabacomoelsol.LadescubrióporfinjuntoadoñaBriandaque,cubiertaconsumantoazulprofundodecapucharibeteadaconpieldezorro,lomiraba,ceñuda.PerolosojosdeSanchosedesviarondeinmediatohacialadoncella,máspequeña,másfrágil, infinitamentemáshermosa,que lesonreíacomounángeldelSeñor.Ibavestidadeverdepálido,comocuandoseconocieron,yporuninstantelaviollevarselamanoalpecho,dondeocultabaelcolgante.

Él,entonces,levantósuescudoparaquepudieraverlo:sobrecampodecolorazulcielo,unsolrodeandounagota.SanchoyGuiomar.

Seabrieronlaspuertasyloscaballerosempezaronasalirdelalcázarderegresoatierrasenemigas.Lasdamasagitabanpañuelosdecoloresmientrasgritaban:«IdconDios,caballeros»,«QueDiososproteja»,«Volvedconbien».

Antesdeperderladevista,aún levantósuescudounavezmás.Ellaagitabaunpañueloazul,comountrozodecielodeverano.

***


Gloria agitóporúltimavez supañuelo azul, hizouna reverencia frente aSergioy,comotodaslaschicas,sequedóagachadaenfrentedesupareja,losojosbajos,todoslos músculos en tensión. Los chicos se inclinaron, les tendieron la mano paralevantarlas del suelo y se quedaron mirándose sonrientes, doce parejas vestidasdegala,jadeantesysudorosas,perosatisfechas.

Amy,conunasonrisadeorejaaoreja,sepusoaaplaudir,lesdijoquenosepodíapedir más, que la danza del pañuelo les había salido perfecta, y dio la clase porconcluida.

—Alasduchas,chicos.Luegoestáislibreshastalacena.Aúnenelpasillo,Gloria,Sergio,Tina,Sibila,QuiqueyAndrésdecidieronque,

aprovechando lo raro de la ocasión, podían acercarse paseando a la famosa cuevajuntoalríoyverconsuspropiosojosellugardondemilañosatrásfueescondidalaestatuadelaVirgendelasPiedrasparalibrarladesuposibledestrucciónamanosdelosenemigos.

—¿Vienes tú también? —preguntó Andrés a Bárbara, que pasaba en esemomento.

Estuvoapuntodedecirquesíporquelaverdaderaqueleapetecíahacerunpocodeejercicio,perocuandoechóunvistazoalgrupoysediocuentadequeGloriaySergiosemirabanembobados,improvisóunaexcusadiciendoquequeríacharlarunpococonAmyyquenopodíaacompañarlos.

—Espreciosoverloenamoradosqueestán,¿verdad?—dijoAmyencuantoloschicosseperdieronendirecciónalbaño.

Bárbaraseencogiódehombros,disimulandosumalhumorcongranesfuerzo.—Noparecequetehagamuchailusión—insistióAmy.—Esquenomepareceelmejormomento.Aquíhanvenidoatrabajaryadejarse

detonterías.—¡Si trabajanmuchísimo!Acabandehacerunadanzadelpañueloque tendrías

que haberla visto. Es increíble cómo van entrando en el espíritu de la época.Imagínatequeyanisiquieracombinanloscolorescomoennuestrosiglo.

—¿Quéquieres decir?—Bárbarano teníamuchasganasde conversación, peroeseúltimocomentariolahabíaintrigado.

—Puesquehoyendía,aningunamujervestidadeverdeseleocurriríaelegirunpañueloazulceleste,¿nocrees?YsinembargoesoenelsigloXIeranormal,porquelas cosas se elegían independientemente del conjunto.Un pañuelo hermoso era unpañuelo hermoso. Y el vestido bueno era el vestido bueno. Cuando una se poníaespecialmente elegante, se ponía lo mejor que había en su arcón, todo junto, sinpensarsicombinabaono.Ysilosúnicospendienteslujososqueteníaseranrojos,decoral,porejemplo,puestelosponíasconelvestidoverdeyelpañueloazul,sinmás.Yesohoy lohahechoGloriacon todanaturalidad.Luego lasotrassehan lanzadotambién.Y loschicos,quenormalmentehubieranhechoalgúnchistesobresiestán


ciegasoasí, lohanaceptadosinningúncomentario.Sergio, incluso,sehaquedadocomotraspuestoalveraGloriaagitandoelpañueloduranteladanza.Tienequehacerdoña Jimena, Bárbara.No entiendo por qué sigues votando en contra en todas lasreuniones.Empiezaaparecerqueletienesmanía,laverdad.

Amyerabuenaamigayunaexcelentebailarina,peroterriblementecharlatanayBárbara estaba empezando a cansarse de sus explicaciones. Sin embargo, aquellaúltimafraselahabíasacudido.

—¿Tantosemenota?—preguntóporfin.Amysequedódepiedraporlainesperadasinceridad.—Osea,quesíletienesmanía.—Nopuedoevitarlo,Amy.Debedeseralgoquímico.Séqueesbuena,notengo

quejadeella,peronolaaguanto.Tejuroquemeesfuerzo,deverdad,peroavecespiensoquesiellasequeda,tendréqueirmeyo.Oalrevés.

—Anda,vamosatomarnosunacervezaylohablamos.—Nohaynadaquehablar.Esasíypunto.—¿SelohasdichoaBernardino?—preguntóAmybajandolavoz.Bárbaranegóconlacabeza.—No lo entendería. Diría que ponga mi profesionalidad por encima de esas

estupideces.Y, como tiene razón, prefiero callarme.Loquepasa es quehayvecesquenopuedomás.

—Losuperarás.—Ojalá,Amy.Porqueniyomeaguantoamímisma.Estuvo tentada de contarle el último sueño que había tenido en el que se veía

dándoleabeberaGloria,quecomosiempreeraynoeraella,unacopaenvenenada.En el sueño, ella sabía que estaba envenenada y que la chica moriría en pocossegundos,peronosesentíacapazdetirarlaalsuelo.SabíaqueGloriateníasedyqueselabebería.Ylaidealallenabadesatisfacción.

SintióunescalofríoyseseparódeAmyconlaexcusadequequeríadescansarunpoco antes de la cena. La bailarina la siguió con los ojos, preguntándose si debíacontarleaBernardinoloqueacababandehablar.Peroalfinyalcaboeranamigas;nopodíahacerleeso;demodoquese fuesolaalbaraver sihabíaalguienconquientomarseunacañaycambiardepensamientos.

Loschicos,mientrastanto,habíanllegadoalacuevaacompañadosporDiego,elsacerdotedelproyecto,aquiensehabíanencontradojuntoalrío.

Se trataba de un agujero relativamente pequeño cuya entrada estaba oculta porunagranrocapelada.Dentro,comoeradeesperar,nohabíaabsolutamentenada.Lapareddelfondoestabacubiertaconunapiladerocasdemenortamaño,productodealgúnderrumbesiglosatrás.

—¡Quédecepción!—dijoAndrés—.Aquínohaynadaquever.—¿Quéesperabas,hombre?—Quiquenosehabíamovidodelaentradayestaba

depiemirandohaciaafuera,alosálamosquesemovíanlevementeenlabrisadela


tarde.—Nosébien.AlgoaloIndianaJones,mefiguro.Todosseecharonareíryfueronsaliendodelacortavueltaquehabíandadopor

elinterior.SergiosequedóunmomentomásenlapareddelfondoyllamóaGloriacon un chistido.Ella se giró hacia él, ya a punto de salir, y lomiró sin saber quéquería.Él lehizoseñasdequeseacercaray,cuandollegóasualtura, leseñalóunpuntoenlaroca,casieneltecho,dondeempezabaelmontóndepiedrascaídas.

Unúltimorayodesolanaranjado,queseibavolviendorojoconrapidez,iluminóelpuntoqueSergioseñalaba.Grabadosobrelarocaaparecíaelemblemadeaquellosantiguosenamorados:elsolrodeandolagota.

—¿Oshabéismuerto?—lesllegóunavozdivertidadesdefueradelacueva.—Yavamos,yavamos—contestóSergio,sinapartarlosojosdelemblema.Pero la llamada lehabíahechoperder la ideaque seacababade insinuaren su

cerebroy,encogiéndosedehombros,saliódetrásdeGloria.

***

Apenashuboperdidodevistaa lapartidadeguerrerosquesealejabahaciaeleste,doña Brianda, haciendo caso omiso de su hijastra, llamó a Brígida con vozdestempladay,juntas,bajaronalosestablos,dondemandóensillardospalafrenes.

Brígida estuvo tentada de preguntarle a su ama adónde iban, pero sabía porexperiencia que, cuando a doña Brianda le salían chispas por los ojos, la mínimaprovocaciónbastabaparaqueempezaranasalirleinsultosycastigosporlaboca,asíque se limitó a guardar silencio y a seguir el caballo de su señora que, a pasomesurado,avanzabaporlaciudad.Devezencuando,lafustadelamasedisparabacontraalgúncampesinooalgunamujerucaquesecruzabaensucaminooquenosehabíaapartadoconsuficienterapidez.

Unavezfueradelaciudad,tomaronporelcaminodelnorteyloqueprimeroeraun trote vivo pronto se convirtió en un galope desmedido, a pesar de que ambasmontaban caballos de dama. Brígida apretaba los muslos contra los flancos de sumonturayconlamanoqueledejabalibrelariendaseagarrabadesesperadamentealascrinesparanoperderdevistaasuama,quegalopabadelantedeellaconelmantohinchadoporelviento.

Conelsolyamuyaltoenelcielo,sedetuvieronenunencinarydoñaBrianda,conlasmejillasenrojecidasporlacarreraylosojossalvajes,desmontó,leentrególarienda de su palafrén y le ordenó que la esperara, advirtiéndole que podía tardarbastanteenvolver.

Brígida asintió en silencio y la vio alejarse entre los árboles en dirección a unoteroquesealzabaenlascercanías.¿Tendríaunacitadeamor?Noparecíaposibledespuésdelaescenaquehabíapresenciadoenelalcázar,cuandoeljovencaballerolahabíarechazado.Noconseguíaexplicarsequéhabíanidoahacerallí,enmediodel


campo,peroBrígidasabíamuybiencuálerasulugary,sielamadecíaquehabíaqueesperar,ellaesperaríahastalacaídadelatarde,sieramenester.

Elquenoparecíasabercuálerasulugarenelmundo,niloqueleconvenía,eraaquel Sancho Ramírez, que podía haberse labrado un futuro como capitán de laguardiadelamayhabíapreferidovolverseatierrademorosdespuésderechazaralamujermáshermosade todoel reino.Pero loshombressecreensiempremásde loquesonyporesosoncastigadosporsuambiciónysuorgullo.EsoeraloquedecíaelpadreOrdoñoenPeñalba,quecadaunohasidopuestoporDiosenel lugarque lecorrespondeyesde locosydeblasfemospretendercambiarelordennaturalde lascosas.Poresoenelotromundounosrecogeríanlarecompensaquesehabíanganadoenestevalledelágrimasyotrostendríanquesufrirelcastigoeterno.

Atólosdoscaballosaunasmatasdeenebroyseacuclillóconlaespaldaapoyadaen una gruesa encina. Hacía frío, pero el sol le calentaba la cara y, casi sin darsecuenta,sequedódormida.

Mientrastanto,doñaBriandacaminabaapasovivoendirecciónalacabañaquelehabíanindicado,unaconstruccióndepiedraymadera,pegadaalasrocasdelotero.Elhumodelachimeneaseelevabaverticalenelairequietodelmediodíay,salvolosruidosanimales,ungorjeoocasional,elchillidodeunaurraca,elrápidocorreteodeunconejo,todoestabaensilencio.

Llegó frente a la casa, se bajó la capucha, se alisó los mechones de pelo quehabíanescapadodelaredecilla,yllamótresveces.

Alcabodeunmomento, seabrió lapuertaaun interiorenpenumbrayporuninstantetuvolaimpresióndequenohabíanadiealotrolado,perounavozcavernosalasacódesuerror.

—¿Quédeseáis?Elquehablabaeraunenanocontrahecho,sucioygreñudo,quelamirabadesde

abajo,guiñandolosojosfrentealaluzexterior.—VengoaveralmaestroLudovicus.—Pasad.Osespera.—Nadiesabequeestoyaquí.—Él lo sabe.Me ha pedido que encienda el fuego en la sala para una ilustre

visitante.Pasad,seguidme.Elenanocerró lapuerta trasella, tomóuncandilquehabíasobreunarcóny la

precedióporunlargopasillo,tanlargoqueeraimposiblequepertenecieraaunacasatanpequeña.Apartóunacortinadericotejidoárabe,ladejópasaryseretiró.

DoñaBrianda se encontró de pronto en una amplia sala casi circular, de techobajo y paredes de piedra. Al fondo, en el hogar, ardía un brillante fuego queiluminaba toda laestancia.Dosaltos silloneshabíansidodispuestos frentea frentejuntoalachimeneayenunodeellos,porencimadelrespaldo,sedestacabalablancacabelleradelmaestro.

—Pasad,señora—dijounavozgraveycultivada—.Tomadasiento.


CuandodoñaBrianda,másnerviosadeloquehubieraquerido,llegóasualtura,el hombre se levantó. Era enorme, su cabeza casi rozaba el techo, y tan flaco quetenía lasmejillas hundidas y a ambos lados de la nariz ganchuda semarcabandosprofundossurcos.Subarbaera,encontrasteconelcabello, intensamentenegra; suedad,indefinida.

—Maestro—dijodoñaBrianda.Elhombrelamirófijamentealosojos,luegoletomólasdosmanossindejarde

mirarla y, por unos instantes, la condesa sintió como un hormigueo muy calienterecorriéndoletodoelcuerpo.

—¿Quémeestáishaciendo?—preguntóenvoztemblorosa.—Osestoyreconociendo.Quierosaberquéostraeamí.—Hevenidoadecíroslo.Élsoltóunabreverisa.—No lo dudo, señora, pero siendo quien sois y como sois, me diréis lo que

queráisdecirme,callaréisotrascosasymentiréissobreotrasmás.Yyoacostumbroahacermitrabajoamimanera.Sinoosconviene,podéisretiraros.

Doña Brianda sintió un impulso violento. ¿Quién se creía aquel fantoche parahablarasíalacondesadePeñalba?

—Soylapersonaquehabéismenester,señora—dijoélconnaturalidad,comosihubierapodidoleersuspensamientos—.Ynopenséisniporunmomentoqueestoypordebajodevos,puesdelocontrario,seríayoquienhubieraacudidoendemandadeayuday,sinembargo,soisvosquienhavenidohastaaquí.Sentaos.

Lacondesasequitólacapaytomóasientofrentealhombre.—Ostraeunasuntodeamor,porloqueveo.Ellaasintió,dubitativa.Élcontinuó,comosihubieraentendidoladudaqueella

nohabíaexpresado.—Omásbiendedespecho,sipreferísllamarloasí.LasorpresaaparecióenlosojosdedoñaBrianda.—Amáisaalguienquenooscorrespondeyvuestroorgullosesienteherido,¿no

esasí?Ellaasintióconlacabezaypreguntó:—¿Podéishaceralgo?ElmaestroLudovicovolvióareír,suavementeestavez.—Puedohacermuchascosas,nobleseñora.Dependedeloquedeverdaddeseéis.—¿Podéishacerquemeame?ElhombrelamiróconundespreciotanintensoquedoñaBriandaquisosalirde

aquellugarynovolvernunca.—¿Habéisvenido almaestroLudovico enbuscadeun estúpido filtrode amor,

comocualquieraldeanaconverrugasenlanariz?Ellaagachólacabeza,humillada.—Siesehombreestuvieraavuestrolado,podríafabricarosunfiltrodeamor,sí,


unodeesosbebedizosqueconquistanlavoluntaddeloshombres,sobretodocuandoelcuerpodelamujertieneparticularesencantosqueofrecer—paseólavistaporellacomosi fueraunaresenventa—.Peroelhombrequeoshahumilladoestá lejosyhayqueactuardemododistinto.Además,quieroquesepáisunacosa:yonopuedohacerquealguienseenamoredealguien.

—¿Estámásalládevuestropoder?—Nohaynadaqueestémásalládelpoderdelosamosaquienessirvo,peromis

amossonseñoresdelcaosyladestrucción,comosupongoquesabéis.Paraellosnoexisteelamor.Niparavos,condesa—añadióenvozpeligrosamentesuave.

—Vuestroamoeseldiablo,¿noescierto?—No, señora, os equivocáis. Mis amos son muchos y son anteriores a la

existenciadelÁngelCaído.Sonpoderosos,muypoderosos.DoñaBriandasechupóloslabiosresecos,sacóunpañuelitodelamangayselo

pasóporlabocaparaocultarsugesto.—¿Cuálessuprecio?—Vuestraalma,supongo.Ignoroparaquélaquieren.—¿Yelvuestro?¿Vuestroprecio?—Milmarcosdeplata.Yvuestro cuerpo—atajó sugestoofendido—.Por una

noche.—Esunaltoprecio.¿Quémedaréisacambio?—Loquemepidáis.—Lopensaré.—Esjusto.—Volverécuandolosepa.—Aquímeencontraréis,señora.DoñaBriandasepusoenpiey,aúntemblorosa,sedirigióalapuerta.—¿Nopuedoobtenersuamor?—preguntódenuevoantesdesalir.—Su amor no. Pero puedo entregaros su cuerpo, si tanto lo deseáis. O puedo

destruir su vida y la de todos los que lo amen. O puedo maldecirlo con terriblesenfermedades.Opuedo atar su alma a la vuestra para siempre.Nospondremosdeacuerdo,estoyseguro.

—Volveré.—Losé.Ycuandolohagáis,procurad traermealgoquehayapertenecidoaese

hombre,cualquiercosa.Ella asintió sin palabras, le dio la espalda almaestro Ludovico y, esta vez sin

compañía,recorrióellarguísimopasillooscurohastalasalida.

***

Eldíayahabíaempezadomal.Justo después del desayuno, mientras todos esperaban al autobús que debía


llevarlosdeexcursiónaCovarrubias,recibieronlasagresivasyarrogantesmiradasdeÁlvaro y los otros compañeros que abandonaban el proyecto; estaban también allíaguardandoaTomás,quelosllevaríaenelmonovolumen.Nadiehabíatenidotiempode hacerse realmente amigo de ellos, porque siempre habían formado un grupoaparte, y por esonadie se animaba a hablarles ahora, ni siquiera para despedirse ydesearles buen viaje y buen futuro. Los cinco que semarchaban se habían puestogafasoscuras,apesardequeaúnnoapretabaelsol,paraquequedaraclaroqueyanotenían que obedecer las órdenes de Bernardino, y todos llevaban los auricularescolgandodelcuello.

—Tecreesmuy listo,¿verdad?—ledijoÁlvaroaSergioenvozbaja,mientrasesperabanalapuertadelmonasterio.

—¿Cómodices?—¿TecreesquenonoshemosdadocuentadequetelomontasconBárbarapara

quetedéelmejorpapel?YlapobreimbécilesadeGlorianisiquierasehaenterado.Porquenoselohasdicho,¿verdad?Esascosasnoconvienedecirlas.

Sergiooscilabaentrelaperplejidadyunprincipiodefuriaquesentíacrecerensuinterioryqueseesforzabaporcontrolar.Nolepasabamuchasveces,perosialgúnproblemahabíatenidoalolargodesuvidaeranprecisamenteesosmomentosenquederepenteloveíatodorojoyyanopodíavolverseatrás.

—Mirapordónde—dijoÁlvarocomosiseleacabaradeocurrir—,creoquevoyahacerleunfavoralapazguata.Ahoracuandosalga,selodigo,averquépasa.

Sergioseencaróconél,luchandopornoalzarlavoz.—¡Niseteocurra,gilipollas!Ademásesmentira.—Sí, sí…, mentira. Cualquiera que tenga ojos en la cara se da cuenta de las

miradasqueteechaBárbaraydequehaceloposibleporquedarsesolacontigo.Ydequetúteaprovechas,claro.Aver,sino,cómohabríasconseguidoqueteelijanatiparaelpapeldelCid.¿Sabesloqueeres?Ungigoló,sientiendespalabraselegantes.Si no, tambiénpuedodecírtelo en castellano.Y tu novia, una putilla, yBárbara lomismo,perosindiminutivo.

Sindarsebiencuentadeloquehacía,Sergioleestampóelpuñoenlacara.Derepente,Álvaro se puso a aullar y todo se llenó de la sangre que lemanaba de lanariz. Sus amigas se lanzaron a ayudarlo y todo el mundo empezó a salir delmonasterioaverquéestabapasando.

Unmomento después, Nieves le había puesto a Álvaro un pañomojado en lanuca,alguienhabíasacadounasillaparaquepudierasentarsehastaqueseencontraramejor, y Bernardino miraba alternativamente a los dos chicos esperando unaexplicacióndelosucedido.

—Aver,¿alguientendríalabondaddedecirmequéhapasadoaquí?—preguntó,alverquenadiedecíanada.

—¿Esquenoestáclaro?—dijoÁlvaro,cambiándoseelpañodelanucaalanariz—.Eseanimalmehapegado.


—¿Así,sinmás?¿Sinprovocaciónportuparte?—Lehedichounascuantasverdades,perohaygentequenolasaguanta.Sergio se había quedado pálido y le temblaban todos losmúsculos. Su cerebro

dabavueltasymásvueltasaquépodíadecircuandoBernardinolepreguntaradelantedetodoelmundoquéverdadeseranésas.

—Venga,nodramaticemos—dijo el director al cabodeun instante—.Todoelmundoalautobús.Tú,Tomás,esperaaqueÁlvarosesientacapazdeviajaryllévatealosquesemarchan.Tú,Sergio,venconmigo.

—¿Y conmigo no piensas hablar, Bernardino?—dijoÁlvaro con insolencia—.¿Noteinteresanlasdosversiones?

—Yonosoytupadre,nitujuez.Losdossoisyabastantemayorespararesolvervuestrosconflictossinayuda.Amíloquemeinteresaeselproyectoyquetodoslosparticipantessellevenbien.Tútehasborradodelproyectoytevasdentrodecincominutos.Yanoeresasuntomío.

Se dio la vuelta, hizo un gesto a Sergio para que lo siguiera hasta el autobús,donde ya se habían instalado los demás, y se despidió de los que se marchaban,mientras Álvaro les dedicaba una impresionante sarta de insultos y repetía condistintaspalabrasloqueyalehabíadichoaSergio.

A unos metros del autobús, ya casi fuera del alcance de las voces de Álvaro,Bernardinosedetuvo.

—¿Lehaspegadoporesoqueestádiciendoahora?—Sí.Losiento.Nohepodidoevitarlo.Yahabíaempezadoaverrojocuandome

llamó…,yasabes,perocuandoinsultóaBárbarayaGloria…,bueno…—Vale.Vamosadejarloporelmomento.Peronoteolvidesdequeestamosenel

sigloXXIynoenelXI.Ahoracreemosenotrosmétodospararesolverconflictos.Caminaronlosúltimosmetroshaciaelautobús.—Oye,Sergio,esoquedicedeBárbara…¿Hayalgodeverdadenello,porpoco

quesea?Noquierometermeenloquenomeimporta,perosihayalgodeeseestilo,tengoquesaberlo,¿meentiendes?

Sergioagachólacabezayrascóelpolvodelsueloconlapunteradeladeportivaqueahora,despuésdecasitressemanasdellevarropaycalzadoantiguo,leparecíaunabendición.

—Nosé,Bernardino.Creoquelegustounpoco,peroellaesunamujermayoryyonosési…,alomejoresquesoysualumnofavorito…,nosé.LoquesíséesqueyosalgoconGloriayqueGloriameimportamásquenadie.

Se miraron unos instantes en silencio. Bernardino le dio una palmada en elhombroysubieronalautobús.

Apesardequetodosestabanansiososporobtenerdetallesdelosucedido,nadieseanimóapreguntar,porqueBernardinoenseguida lespidióaLuisyaDiegoquehicieran el favor de contarles la historia de la creación del condado deCastilla entiemposdeFernánGonzález,unsigloantesdelnacimientodelCid.


El día se les pasó volando; Covarrubias era un pueblo precioso, totalmentealtomedieval,yhabíamuchascosasporver.Pordesgracia,lafiestamedievalydelacerezahabíapasadoya,perotodoslosmonumentoshablabandelesplendorquehabíaalcanzadolaciudadenelañomil.

Sólohubodospequeñosincidentes:BárbaraselesperdióenalgúnmomentoynolaencontraronhastalahoradevolveralautobúspararegresaralmonasterioyGloriatuvounabajadade tensióncuando fotografiaban la torrededoñaUrraca.Tuvieronquellevarlaentrevariosalbarmáscercano,darleaireyalgosaladodecomerhastaquesesintiómejorypudieroncontinuarlavisita.

—Nohasidonada—decía,cadavezquealguiense leacercabaapreguntar—.Estecalor,supongo.Yquecasinohedesayunado.

PerocuandoseleacercóSibilaylesusurró«amípuedesdecirmelaverdad»,porunratodejódefingirylecontóloquehabíasentido.

—De repente he tenido la sensación de que en aquella torre había pasado algoterrible.Semehapuesto todonegro,yeldoloren lacinturayen la frenteera tangrande que he pensado que me iba a morir. He oído gritos, como si a alguien leestuvieranhaciendoalgoespantoso.Yalcabodeunsegundomehedadocuentadequeerayoquiengritaba.¿Nomehabéisoído?

Sibilasacudiólacabeza.—Sólotehaspuestoblancacomolaparedy,sinoteagarraSergioatiempo,te

caesalsuelo.—Entonces, ¿cómo sabías que me pasaba algo anormal? Vale, ha sido una

preguntatonta.Aceptoquetúsabesesascosas.¿Siguesconlossueños?—Sí. Cada vez más. Y creo que veo las cosas más claras, pero aún no estoy

seguradenada…Sóloséqueloqueseapasaráprontoya.Afinalesdeagosto,segúnmiscálculos.

—¿Porqué?ComosiemprequeSibilahablabatancrípticamente,Gloriasintióunescalofríoa

pesardelcalor.—PorqueesjustolamitaddeltiempoqueseparalanochedeSanJuandelade

TodoslosSantos.—¿Y?—Empiezoatenerlaseguridaddequehacemilañossucedióalgocrucialenesas

dosfechasyqueahoranosacercamosalmomentoenqueesepasadointentavolver.—¿Volver?¿Paraqué?Meestásasustando,Sibila.—Yo también tengomiedo,Gloria, y tampoco sé para qué.Únicamente intuyo

que hay cosas que quedaron incompletas en el pasado y que tienen una nuevaoportunidad.

—¿Parabienoparamal?—Metemoquenolosabremoshastaquepase.Yentoncestenemosqueprocurar

queseaparabien.


Se quedaron calladas un momento mientras se reunían con el grupo que,bromeando y haciendo aspavientos, se había detenido frente a la Casa de doñaSancha,unodelosmonumentosmásemblemáticosdeCovarrubias.

—Creoquetúyyosolasnovamosapoder,Gloria.Habráquedecírseloaalguienmás.

—¿A Sergio?—preguntó Gloria sonriéndole al verlo acercarse al grupo desdeunacallelateral.

Sibilamiróasuscompañerosunoauno.—Sí.YaTina.YaQuique.YaAndrés.—¿AAndrés?—Tieneimaginaciónysentidodelhumor.Yesmásbuenoqueelpan,ygrandey

fuerte,loquenuncavienemal.Estanoche,alvolveralmonasterio,nosencontramosjuntoalríoyoscuentolopocoquesé,¿deacuerdo?TúhablaconSergioyconTina.Yoselodiréalosotrosdos.

—¿Selodecimostambiénaalgunodelosprofes?¿ABernardino?…Sibilasacudiólacabezaconenergía.—Nada de profes. A lo mejor más adelante necesitamos a Diego, pero sólo

porqueescura.Ynomehagasmáspreguntas.Estanoche,más.SeapartódeGloriaparaevitarquesiguierainterrogándola,porqueloqueaúnno

sabía si quería contarle eraqueuna cosa era evidente en sus sueños:Bárbara, o lamujerquetantoseleparecía,erasuenemiga.

***

Elinviernohabíasidolargoyduro.GuiomarydoñaBriandasehabíanquedadoenLeón,conelreyAlfonso,suhermanaUrracayunagrancantidaddenoblesleonesesy asturianos que no tenían ningún deseo de volver a sus tierras del norte hasta lallegadadelaprimavera.

Loshombressehabíanpasadolosdíasdiscutiendolasposibilidadesdeunataquecontra Toledo, la joya junto al Tajo, y lasmujeres habían entretenido las largas yoscurastardeshilando,tejiendoybordando,planeandocasamientosymalmetiendoaunascontraotras.

Descontando las fiestasde laNatividad,quehabían sidobrillantesyalegres, elresto del tiemponohabía habidomásdistracciónque lamisamayor del domingo,algúnmonje predicador y un juglar que les había traído noticias de las victoriosascampañasdelCidentierrasmoras.

Sinembargo,apesardeltiempotranscurridodesdelamarchadeSancho,ningunadelasdosmujeressehabíadecididoallevaracabosusproyectos.DoñaBriandanohabíavueltoaacercarseporcasadelmaestroLudovicoyGuiomarnohabíahabladonicondonAlfonso,niconsumadrastradesucompromisomatrimonial.Eracomosiambasvivieranenuntiemposuspendido,alaesperadealgoquedecidieraporellas.


Brianda recordaba las palabras del hechicero, «el precio es vuestra alma», y seestremecíaalimaginarsedespuésdeestavidaterrenaentregadaalpoderdeaquellosdiablosparatodalaeternidad.Porque,apesardeloquedijeraelmaestroLudovico,cuando hablaba de «sus amos» sólo podía tratarse de demonios, de Satán y sushuestes, los únicos que aún tenían la osadía de enfrentarse a Dios. Sin embargo,cuandopensabaeneldespreciodeaquel jovenguerrero,cuyorecuerdo llenabasusnoches, sentía unamarea de odio subiéndole por dentro y deseaba vengarse de élcomofuera,alprecioquefuera.

GuiomartambiénpensabaconstantementeenSancho.Cuandoestabarodeadadeotraspersonas,teníaqueusartodasufuerzaparanollevarselamanoalapiedradelunaquecolgabadesucuelloyqueapretabaenlamanotodaslasnochesalmeterseenlacama.Porsumentepasabansinreposotodaslasescenasdelaspocasvecesquehabíanestadojuntos:elmomentoenqueseconocieronbajolosserbalescargadosdefrutosrojos;elbaileenelalcázar;lanochedesujuramentoenelclaustroyladesudespedida;el ratoque tuvieronpor lamañana juntoal río,haciendoplanesparasuboda; Sancho vestido de hierro en el patio de armas, alzando el escudo con elemblemade amor para que ella lo viera…Recordaba su voz cálida y urgente, susmanosfuertesciñéndolelacintura,sucuerpodurodeguerreroabrazandoeldeella,sus labios tansuaves,supeloqueolíaahumodehoguera…¿Cómopodíacontarletodo aquello a doñaBriandao almismo rey? ¿Cómodecirle que amaría aSanchoaunquenofueramásquepastordeovejas?Lacastigarían.Paradoblegarsuvoluntadlaencerrarían.Oalgopeor.ComoloquelehicieronadoñaUrracaenCovarrubias,precisamenteporhaberseenamoradodeunpastor.

Noqueríapensarentodoaquello.PreferíahacerplanesparaburlarlavigilanciadedoñaBriandacuandollegaraelmomentoyreunirseconSanchoenelmonasteriodeSanSalvador.Lapiedrade luna ledabafuerzaparaesperary,cuando llegara laprimavera,seencontraríaconsuamorenelmonasterioyelpadreJuanloscasaría.Loquesucedieradespuésnoteníaimportancia.CuandoellaySanchoseunierananteDios,parasiempre,nadatendríaningunaimportancia.

ElmaestroLudovicoestabainquieto.Aunquecuandolacondesasaliódesucasaennoviembre, él sabía que tardaría envolver, estaba convencidodeque regresaría enprimavera,peropasabanlosdíasynohabíarastrodeella.Nisiquierahabíaenviadoanadieconlaprendaquelehabíapedido:algoquepertenecieraaljovenquedeseabaposeer.Aunqueesonoerademasiadoinconveniente.Élteníasusmétodosparaverloquenopuedeservistoyeldíadelsolsticiohabíarealizadounencantamientoquelehabíapermitidosaberdequiénsetrataba.Yloquehabíavistonolehabíagustado.

Aquel hombre, que ahora se hallaba lejos, en el campo de batalla, estabaprotegidoporunafuerzadesconocidaparaél;algoalmenostanantiguoypoderosocomolosseñoresalosqueélservía.


Cuando conjuraba sus visiones en el espejo de agua, aquel guerrero aparecíasiemprenimbadoporunaluzazul,signodeunpodertangrandequelaprimeravezqueloviopensóendecirlealacondesaqueloquedeseabanoeraposible.Luego,alcorrerdelosmeses,precisamenteesosehabíaconvertidoenunacicate.¿Seatreveríaadesafiaresepoder?¿Seríacapazdederrotarlo?Tendríaqueusartodasusabiduría,queeramucha,todasufuerza.Yelconjurotendríaqueserhechobajocondicionesextremasparaquelapotenciaqueacudieraasullamadafueraelmásterribledesusamos.

¿Yquéganaríaacambio?Milmarcosdeplataquerealmentenonecesitabayelcuerpo de una hembra que tampoco deseaba. Pero sería hermoso humillarla,doblegarla,obligarlaahacersuvoluntad.Se la imaginabasobreelsuelodepiedra,desnudacomoungusano,levantandolosojoshaciaél,suplicante,aterrorizada,ylaidealehacíasonreír.Seríaunalarganocheparalacondesa.

Estaba seguro de que a sus amos también les gustaría ser convocados paraenfrentarse a aquella fuerza desconocida y de que ellos sí le pagarían bien, conregalos que ninguna fortuna humana puede comprar: la salud, la longevidad, lajuventud,elpoderdetorcerlasleyesdelanaturaleza…

Esperaríaunosdíasmásy,silabellacondesanolograbadecidirse,leenviaríaasuestanciaunsueñoalquenosepodríaresistir,unsueñoquelaobligaríaaacudirasulado.

***

—Aversilohecomprendido—empezóAndréscuandoSibilaterminódehablar—:lo único que tenemos son sueños, ¿no?, pesadillas que estáis teniendo tú, Sergio yGloria.

Comocasinoseveíanya lascarasen laoscuridaddelrío,Sibilaasintióconlacabezayañadióun«sí»paraquequedaraclaroqueloestabaescuchando.

—Yentonces, ¿por quénarices sólo soñáis vosotros esas cosas queparecendepelículadesábadoporlatardeconpalomitas?

—Yosueñoporquesoycomosoy,esoyalosabes.—Sí,hija,sí;losédesdelaESO.¿Yellos?—Yatelohedicho,¡quédurodemolleraeres!Yocreoquehacemilañossucedió

aquíalgoespantosoydealgunamaneralosprotagonistasdeaquello,quienesfueran,que no lo sabemos, están tratando de comunicarse con nosotros para que losayudemos,paraquelosliberemos.

—Esonocontestaamipregunta—insistióAndrés.—Laverdadesqueno,Sibila—lavozdeQuiqueeraamable,comoparaqueno

seenfadara.—¿Vosotros tampoco lo entendéis? —preguntó volviéndose hacia Gloria y

Sergio,que,cogidosdelamano,escuchabanensilencio.


—Creoqueno—dijoGloriaporlosdos.—Vosotrossoisellos—contestóSibilaconunbufido.—¡Vengaya,tía!—seleescapóaAndrés—.Nonosvendrásahoraconelrollode

lareencarnaciónylatrasmigracióndelasalmas.—No hay otra explicación. Enmis sueños ellos son y no sonGloria y Sergio.

IgualqueBárbaratampocoesBárbara.—¡Ah!—hablóderepenteSergio—.¿Bárbaratambiénsale?Sibilasemordióloslabios.Noleshabíadichonada.Nopensabadecírselo,pero

ahorayaestabahecho.—Sí.Sale.Ynoprecisamentedeadorno.—Cuenta—pidióQuique.—Esqueno estoy segura.Por esonooshabíahabladode ella.Sólo séque es

muypeligrosayqueantesodespuéstendremosqueenfrentarnosaella.Yalotro.Almagoquelaprotege,eldelpeloblancoylabarbanegra,yasabéis.

—Pero aquí no hay nadie que pueda ser ese hombre, ¿no? ¿O también saleBernardinoentussueñosyresultaqueeselmalodelapelícula?

—Mira,Andrés—contestóSibilamuyofendida—,sitelovasatomaraguasa,lodejamos.Yoqueríaquetúparticiparasporque…,nosé…,porquetengoelpálpitodequehacesfalta.Perosivasareírtedemí,prefierodejarlo.Tejuroqueamíavecestampocomehaceningunagraciasercomosoy.

—Pues yo te encuentromuy bien—dijoQuique, aprovechando que estaba tanoscuroquenadiepodíaverquesehabíapuestocolorado.

—Gracias,Quique—Sibilaextendiólamanoylediounapretóncariñosoenelbrazo.

—Vale, vale, ya me callo. Perdona, chica. Y ahora ¿qué hacemos? —Andrésparecíahabersedisculpadoenserio.

—Tenemosquetenerlosojossiempreabiertos,nodejarnuncasolaaGloriaconBárbaraybuscarenelmonasterioalgoquepuedaayudarnos.

—¿Comoqué?—preguntóQuique.—Nolosé.Esoesloquemedesespera.Estoyseguradequeenesemonasterio

hayunmensajeesperandoqueconsigamosdescifrarloyseguirlo.NoesposiblequeelSergiodehacemilaños…Perdonaquelodigaasí,Sergio.Noesposiblequenonoshayadejadoalgunaindicacióndeloquepodemoshacersideverdadnecesitaqueloayudemos.

—Pues anda que después de mil años ya me contarás qué puede quedar delfamoso mensaje —Andrés no bromeaba y todos se dieron cuenta de que erarealmente muy difícil que algo hubiera sobrevivido y que ellos estuvieran endisposicióndeencontrarloyentenderlo.

—Comoseaunpergaminooalgoasí,lollevamosclaro.Amísiempremecarganellatín—suspiróQuique—.¿Algunodevosotrosesbuenoenlatínosabeleerlaletradeentonces,quenisiquieraeslamismaqueusamosahora?


Todosdijeronqueno,salvoTina,que,vacilante,dijoquepodríaintentarlo.—Puessíque…¡Menudoequipodeaventurerosestamoshechos!Andrésbostezóruidosamente.—Tíos,mevoyalcatre.Estoyhechopolvoyyo,cuandoestoyhechopolvo,no

soy capaz de pensar. ¡Qué pasada! ¡Qué oscuro está esto! Me voy a pegar untropezón.Yoesquedenochenoveounpepino.

—Anda,ven,dame lamano.Yo tengobuenosojos—Tina le tendió lamanoyempezaron a caminar en dirección almonasterio, donde sabíanque siempre estabaencendidaunabombillaenlaentradacuandohabíasalidoalguienadarunavuelta.

—¡Vámonostodos!Mañanamás—concluyóSibila.Quiquesepusoinmediatamenteasulado.—¿Vosotrososquedáis?—Ahoramismovolvemos—SergioyGloriaseabrazaron—.Dejadnosencendida

laluzdelapuerta.Cuandosehubieronapagadolospasosdesusamigos,Sergiopreguntó:—¿TúcreesloquediceSibila?Sincontestar,Gloriaseapretócontraély,cuandoSergioseinclinóparabesarla,

sediocuentadequeteníalasmejillasmojadasdelágrimas.

***

Sancho desmontó, se descalzó los guantes de hierro, se quitó el yelmo, se echó elalmófarhaciaatrás,sedesatólacofiay,agotado,sepasólasmanosporlacara,suciadepolvoydesudor.Teníaelbrazoderecho rojohastaelcodoy todasuarmaduraestabasalpicadadesangreespesaque,pocoapoco,seibaoscureciendo.SepersignóydiograciasaDiosyasudama.

Habían vencido.A su alrededor se extendían cientos de cadáveres demoros ycristianos,todosmezclados,igualesenlamuerte;cientosdevidasperdidasparasusmujeres, sus madres, sus amigos. Ahora empezaría el saqueo del campamentoenemigo,elrepartodelbotínquelosharíaricos,elreconoceralospropioscamaradasy enterrar a los muertos. Cada vez le producía menor placer la sensación de lavictoria. Desde que amaba a Guiomar, al final de una batalla no podía evitar elpensamientodequepodíaserélelqueyacieramuerto,conlosojosabiertos,entrelaspatasdeloscaballos;dequealgúnmoropodíameterlamanoensucamisadehiloyquitarlelapiedradelunaquelouníaaella,sinsaberloquesignificaba.

«Elamor teestávolviendotontoyblando»,decíaLaín,cuandodespuésdeunabatalla,yaaseadosyunpocomásricos,sesentabanadarbuenacuentade lacenaque se habían ganado. «Si el enamorarte te pone esa cara de bobo, prefiero noenamorarmeenlavida»,decíaentrerisas.Yalparecereraverdad.Laíndisfrutabadelas mujeres sin entregar su corazón, tratándolas sólo como lo que eran: hembrassuavesyplacenterasqueofrecíandescansoalosguerrerosvictoriosos.


Sinembargo,SanchonosehabríacambiadoporLaín.JamáshabríacambiadolasensacióndesaberqueGuiomarexistíaypensabaenél,aunquenopudieraabrazarla,por el simple placer de un rato con una desconocida. Ahora Laín le propondríaemborracharseconél,buscarunpardemujeresysentirasíqueseguíanvivos,quelosmuertoseranlosotros.

Casi no se había enterado de nada durante la batalla. Como siempre, en elmomentodedesenvainaraCordeluna,ellahabíatomadoelmandoysubrazolahabíaobedecido.Cuandolaempuñabanosólosesentíainvencible:erainvencible.Ypocoa poco los enemigos empezaban a repetir su nombre, espantados, y rehuíanenfrentarsealguerrerodelescudoazulconelsolylagota.

El inviernohabía sido largo, duro, llenodebatallas, peronohabía sufridomásquedosligerasheridasquehabíancicatrizadobien.Ahoralaprimaveraempezabaaadueñarse de los campos y pronto llegaría el momento soñado, el momento deemprenderelcaminoaSanSalvadordelosCerrosparaencontrarseconella.

Tal vez en los meses transcurridos hubiera podido convencer al rey de susproyectosdematrimonio,aunquenoleparecíamuyprobable,yaqueparacualquierseñordelaaltanobleza,serhijodehidalgo,inclusosiendoelprimogénito,nodabaderecho a nada, más que a luchar y a morir por extender las fronteras de lacristiandad.

Pero no tenía importancia. Estaba seguro de que, después de la prueba depacienciaytemplanzaquelehabíandadoesperandotantosmeses,elpadreJuannosenegaríaacasarlos.Yluego…,loquepasaradespuésyanoimportaba.SellevaríaaGuiomar si no había otra solución. La instalaría en un convento en el reino deNavarra,fueradelcontroldedonAlfonso,hastaquepudieraofrecerlealgomejor.

ProntotendríaquehablarcondonRodrigoypedirlelicenciaparahacerelviajehasta San Salvador, pero se había comportado con honor en el campo, habíacontribuido decisivamente a las victorias del Campeador, y él no le negaría elpermisodeausentarseunosdías.

LlevandodelariendaaDurán,loinstalóenelestablo,leacariciólasorejasyfuealavarseelpolvo,elsudorylasangre.Sobretodolasangre.

***

Eran las cuatro de la madrugada y Bárbara estaba despierta, sentada en la cama,tratandodesalirdelascenagosasaguasdeunaespantosapesadillaquenoconseguíarecordarperoquelehabíapuestolacarnedegallina.Respirabacondificultad,estabasudadayelpeloselepegabaalacabezacomosihubierametidolacabezaenaguacaliente.

Al despertar, unos minutos atrás, ni siquiera había conseguido saber dónde seencontraba.Duranteun tiempoque se le habíahecho eterno, habíamirado con losojosdilatadospor laangustia todoloquelarodeabasinencontrarnadaquetuviera


relación con su vida. No sabía qué era el objeto tirado junto a la puerta, ni quésignificaban los papeles que cubrían su mesa, ni qué clase de extraño calzado yvestidoseamontonabasobrelaúnicasilla.

Sehabíalevantado,espantada,ysehabíaasomadoalpequeñoespejoquehabíasobre la mesa para enfrentarse a un rostro pálido y desencajado que no lograbareconocer.

Sabíaque leestabasucediendoalgo terrible,peronosabíaqué.Sólosentíaqueera como si algo o alguien externo a ella fuera insinuándose en su menteconvirtiéndola en otra persona, en alguien que tenía esa mirada cruel, esos labiosfinosyduros,curvadoshaciaabajo,quehabíavistoenelespejo;alguienqueparecíacapazdematar.

Pocoapoco,supropiapersonalidadhabíaidoregresandohastaelpuntodequealversufirmaenunodelospapeleshabíareconocidosupropionombre,perolosojosse le quedaban clavados en laB, como si todo lo demás careciera de importancia,comosilasotrasletrasfueranunañadidoprescindible.

«Soy Bárbara», se había dicho varias veces. «Bárbara Menéndez. Actriz.Profesorade teatro.Veintisiete años.Vicedirectoradelproyecto teatral juvenil paralosactosconmemorativosdelPoemadelCid.MiúltimaparejaeraMiguel,bailarínycoreógrafo.Vivimosjuntoscasiunaño.Megustalacomidachina.Soyalérgicaalosmelocotones…».Montonesymontonesdedatosqueahorapodíarecordarperoque,duranteuntiempo,hastaquefueronasentándoseensucerebro,nosignificabannada,comosipertenecieranaunadesconocida.

Volcóelcontenidodesumochilasobrelacamaparaenfrentarseasuscosasyversilasreconocíaalprimergolpedevista,ahoraqueyasabíaquiénera:lacarteradeldinero, con las tarjetas y elDNI, todos a nombre deBárbaraMenéndez; su agendaroja;unpañuelopalestino,unpaquetedepañuelosdepapel,pastillasparaeldolordecabeza,elmóvil,lasgafasdeleer,lasgafasdesol,unabarradelabiosqueraramenteusaba, un peine, las llaves de su piso con el llavero del osito, tarjetas de visita,folletos turísticos, una bolsita de plástico con un polvo blanco —¿bicarbonato?,¿azúcar?—…,unapequeñapistoladejuguete.

Sequedómirandoaquellosdosúltimosobjetoscomohipnotizada.Aquellonoerasuyo;nopodíasersuyo.Ellanoteníaningúnrecuerdodecuándo,dóndeocómoloshabíaconseguido.Ni,sobretodo,paraqué.Noteníahijos,nisobrinos,niestabaencontactoconningúnniñoquehubierapodidometerallíaqueljuguete.

Acercólamanoalapistolacomosifueraamorderleylacogió.Erametálicaypesabamás de lo que se había figurado.No era un juguete; era de verdad.Aquelobjetopodíamatar.

Losoltóde inmediatoyserestrególamanoenelcamisónsudorosocomosielcontactolahubieramanchado.

¿Qué hacía aquello en su bolso?Porque si la pistola era de verdad…, quizá elpolvoblancofuera…


Ella había probado la cocaína una vez, en una fiesta, pero no estaba segura depoderreconocerlasiahorahacíacomoloscamellosdelaspelículasyserestregabaunpellizcocontralasencías.

Se abrazó a símisma, frotándose los brazos.Tenía que hablar conBernardino.Tenía que contarle almenos algo de lo que le estaba pasando. Pero ¿qué le iba adecir?¿Queseestabavolviendoloca,queestabaempezandoadejardeserellaparasersustituidaporotracosa,porotroser,comoenLainvasióndelosultracuerpos?Laencerraríanenalgúnpsiquiátricoysehabríaacabadosucarrera.

Miró el reloj. Las cinco.No le quedabamás que una hora para levantarse.Nopodía permitirse tomarse un somnífero ymeterse de nuevo en la cama. ¿O sí? ¿Odespuésdecasitressemanaspodíaquedarseensucuartoundíaquenoseencontrababien?Bernardinoseharíacargoyellapodríadescansaryquizáinclusoaclararseunpoco.Yelsomníferoimpediríalaspesadillas.

Volvió ameterlo todo en lamochila, se tragó dos comprimidos, garabateó unanotadedisculpa, ladejódelantedesupuerta,enelpasillo,ysemetióen lacama,rogandoporpoderdormirsinsoñar.

***

Guiomarsedespertóconlaprimeraluz,alegrecomounpájaroy,comosideverdadse hubiera conver tido en una criatura alada, se puso a cantar como ellos, sinimportarle sacarde su sueñoaRégula, queyanodormía a su lado, como siemprecuandoempezabanloscalores,sinoalospiesdesucama.

Nopodíacreerse lasuertequehabía tenido.DespuésdepasarsemesesdándolevueltasacómollegaraSanSalvador,burlandolavigilanciadedoñaBrianda,todosehabía puesto a su favor sin que ella hubiera tenido que hacer nada. Apenas unassemanas atrás, don Alfonso había decidido trasladar la corte a Burgos y durantevariosdíasLeónhabíasidounherviderodeactividadpara reuniryplanear todo lonecesarioparaelviaje.PerolomejorhabíasidoquedoñaUrraca,lahermanadelrey,había tomado la decisión de trasladarse primero a Zamora, la ciudad cuyo señoríohabíaheredadodesupadre,yhabíarogadoadoñaBriandaquelaacompañara,juntoaotrasdamasdecalidad.Luego, todas juntas,pasadoSanJuan,sereuniríancon lacorteenBurgos.

Alprincipiosumadrastrahabía insistidoenqueGuiomar fueraconellas,hastaque,misteriosamente,sinningunaexplicación,lehabíadadolicenciaparaacompañaral rey y a su séquito. «Quizá haya algún caballero de pormedio», pensó con unasonrisa. Desde que amaba a Sancho era tan feliz que deseaba que todo el mundoencontraraelamoryfueratandichosocomoella;inclusodoñaBrianda,quehastaelmomentosiempresehabíamostradocomounamujerfría,ambiciosaycalculadora.Quizá doña Urraca le hubiera sugerido la boda con un caballero que no ledesagradarayprefiriera llevar lasnegociacionesen secreto, lejosde lamiradayel


posible juicio de su hijastra. «Mejor así», pensó, «muchomejor».DesdeBurgos aSanSalvador,yasehabíapreocupadodepreguntarlealpadreJuanantesdequesemarcharaaocupar sunuevocargodeabaddelmonasterio,nohabíamásdecuatrohorasacaballo.Podíasalirtempranofingiendoquesóloibaadarunpaseofueradelasmurallas, sin necesidad, por tanto, de que la acompañaran dos guerreros de laguardia,yestarallíalmediodía.Ydespués…Temblabasólodepensarlo.Despuéslaesperaban losbrazosdeSancho, suboda tantosmesesaplazada,yuna larganochepordelanteparaestarporfinjuntosysolos,conlabendicióndeDios.

Lapiedravivaleshabíatraídosuerte;losprotegía.Lasacódesuescote,labesóapasionadamenteycomenzóapensarquémeteríaen lasalforjasparaquenadie sediera cuenta de que no tenía intención de regresar después de un corto paseo.Faltabansólodosdíasyhabíaquetenerlotodocalculado.

***

LaraencontrólanotadelantedelapuertadeBárbarayselallevóaBernardinoantesdedesayunar.Éllatomó,laleyóporencima,lediolasgraciasalachicaysellevóelpapelalclaustroparapoderestudiarlocontranquilidad,porquealgolehabíallamadopoderosamente la atención.Él conocía la letra deBárbara desde hacía años, desdeque había sido su profesor y ella aún entregaba trabajos escritos. Y aquellas treslíneastemblorosasnoparecíanhabersidoescritasporella.Teníaqueestarrealmentemuyenfermaparahabergarrapateadoasísumensaje.Laletrasehabíavueltopicuda,irregular,agresiva,retorcida.

Sintióunprincipiodeinquietud.¿Quénaricesestabapasandoallí?QueÁlvaroylosdemáshubieran tirado la toallaeraalgoqueesperaba; lapeleade loschicosnohabíasidoagradable,perotampocoeranadafueradelocorriente.Loqueempezabaaponerle nervioso era por un lado que los chicos del grupo de Sergio, a los queacababadeencontrarsehablandoensusurrosjuntoalaiglesia,parecíanteneralgúntipodepreocupaciónseriadelaquenolehabíanhablado,yqueBárbara,quesiemprehabía sido una mujer llena de energía, serena y razonable, estaba empezando acomportarsedeunmodomuyraro:suactitudnegativafrenteaGloria,quenisiquieralepermitíaverqueeralamejorparaelpapeldedoñaJimena;eltiempoquepasabaencerradaensucuarto;sumisteriosadesapariciónenCovarrubiasyahoraesto.«Unaindisposiciónpasajera»,lollamabaensunota.Comosifueraunadamiselaantigua.Lonormalhabríasidodecir:«Mehepasadolanocheenblancoyestoyhechapolvo;encárgate tú solo por hoy.Necesito dormir para reponerme».Y sin embargo habíaescrito con aquella letra picuda y vacilante lo de: «debido a una indisposiciónpasajera,me veo obligada a cancelar por hoymis obligaciones»…¿Qué rayos eraaquello?

Caminóapasovivohastasucelda,llamóalapuertay,alnorecibirningúntipoderespuesta,abrióconcuidadoyasomólacabeza.Elcaloreraagobianteyenelaire


flotabaunoloragrio,asudoryaalgoindefiniblequelerecordabaalazufre.Bárbaraestabadormida,envueltaenlasábanacomosituvierafrío,yconlafrentehúmeda.

Seacercóaella.Bajosuspárpados,losojossemovíandederechaaizquierdaatodavelocidad.Teníalasmanosengarfiadasenlasábanayjadeabacomosiestuvierahaciendoungranesfuerzo.

Bernardino lepuso lamanoen la frenteparacomprobar su temperatura: estabacalienteperonoteníafiebre.Lazarandeóunpocoporelhombrohastaquecambiódeposiciónypareció relajarse,peronosedespertó,asíque lealisó las sábanascomopudo, abrió la ventana y decidió dejarla dormir hasta que quisiera. Él tenía quereunirse con el grupoy empezar a trabajar en serio porque el tiempo se les estabaescurriendoentrelasmanos.

***

DoñaBriandahabíamarchadoaZamoraconsentimientosencontrados.Porunladolepreocupaba dejar sola a Guiomar porque a lo largo de todo el invierno se habíacomportado de unmodo poco frecuente en ella:muchos suspiros, largos silencios,miradas perdidas con la labor abandonada en el regazo…; indicios que, a su ojoexperto, sólo podían significar dos cosas: o que estaba enamorada, o que estabapensando en recluirse en un convento. Y ninguna de las dos le convenía,aunquefavorecíalaopcióndelconvento,que,almenos,laconvertiríaaellamismaendueña efectiva de todas las tierras y propiedades. Sin embargo, había vigiladominuciosamente a su hijastra durante los meses de frío y no había descubierto aningúnhombrequelamirarademodoespecialoquetrataradequedarseasolasconella. Si era un enamoramiento, debía de ser simplemente platónico. Por eso al finhabía decidido dejarlamarchar a Burgos junto con la corte. Si sus proyectos eranreligiosos, no le pondría dificultades. Por otro lado, los planes que le habíacomunicado doñaUrraca le parecían tan atractivos que no había podido negarse aacompañarla, ya que la hermana del rey le había propuesto nada menos que laposibilidaddecontraermatrimonioconelinfantedonPedro,hijodelmismoreydeAragónysucesorsuyo;loqueveníaasignificarque,sijugababiensuscartas,podríapasardecondesadePeñalbaaprincesay,alamuertedesufuturosuegro,areina.

Ni había visto nunca a don Pedro ni le importaban su aspecto ni su edad niningunadelascualidadesodefectosquepudieraposeer.Losmatrimonios,sobretodolosdeesacategoría,nuncasecontraenporamor.

Además,leresultabaparticularmentecuriosoelqueelreydeAragónsellamaraexactamentecomoeljovenguerreroquelateníaobsesionada:SanchoRamírezI.UnSanchoRamírezlaestabamatandodeansiedadyotropodíasersupuertaalarealeza.Ladecisiónestabaclara.

Ysinembargo,nopodíadejardepensarenelvasallodelCid,enelúnicohombredesuvidaquelahabíarechazado,quelahabíahumillado,yquetendríaquesufrirun


castigoejemplar.Pero había tiempo. Ahora sabía que, caso de necesitarlo, podía contar con los

serviciosdeunhombretemiblecomoelmaestroLudovico,ysiesperabaelmomentoadecuado, cuando fuera reina quizá podría arreglar un precio más bajo por susoficios.Podríaconcederleun títulodenoblezayentregarleunafortunaen lugardepagarconsualmacomocualquieraldeanadesesperada.

Lomaloeraquelaspesadillasnoladejabandescansar.Estabaconvencidadequeelhechiceroselasenviabatodaslasnochespararecordarleeltratoquehabíanestadoapuntode hacer, y ella no teníamás salida que tomar infusiones de adormidera yvalerianaparadescansarunpocoyhacerfrentealasvisionesqueseleibangrabandoenlamentedeunmodocadavezmásdoloroso.

En cualquier caso, lo primero era lo primero: había que tratar los términos delcompromisoconelinfanteyluegotodocambiaríaparamejor.

***

—Tíos—dijoenvozbajaAndrés,viendoqueBernardinoseacercabaporelpasillodelclaustroconunpapelentrelasmanos—,leheestadodandovueltasalasuntoycreoquenosestamospasandounpoco.Notenemosnadasólido.Unpardesueñosrarosporaquíyporallá,losmisteriosospálpitosdeésta…

—Éstatienenombre—interrumpióSibila,picada.—Vale.¿Yquémástenemos?Nadaentredosplatos.Muchafantasía.—YlosdoloresdecinturadeGloria—contribuyóQuique.—Esopuedeserdemontaracaballo,lafaltadecostumbre.—Puesnadiemáslostiene—dijoTina.—Y lavisiónde la ancianaque también saleen los sueñosdeSibila—insistió

Quique.—¿Túquédices,Sergio?—eraevidentequeAndrésseestabadandocuentade

queéleraelúnicoescépticodelgrupoynecesitabarefuerzos.—Yonoséquédecir,Andrés.Séqueno tenemospruebas,como túbiendices,

pero a la vez sé que pasa algo que no es natural. Lo siento aquí dentro —dijotocándoseelpechoconelpuño—.Heempezadoatenermiedoy,noesporchulear,pero os juro que yo no he tenido miedo en mi vida. Nervios sí, claro, comocualquiera,peromiedojamás.Yahorameestoyasustando.

Andréslediounapalmadaenelhombro:—Pero¿dequévasatenermiedo,hombredeDios,teniéndomeamí?Todos se rieron, pero la verdad era que comprendían a Sergio y a la vez les

tranquilizabalaideadeteneraAndréscerca,tangrande,consupintadeosobueno.—DequelepasealgoaGloria—contestóSergio,comosilarisanoloshubiese

interrumpido—.Yamí.Yatodosnosotros.—¡Jo,quéyuyu,tío!Mirad,aBernardinotambiénparecequelepasaalgo.Lleva


yaunratoahíenelbancodelclaustrodándolevueltasaesepapel.Aversinoshancortadolasubvencióndelproyecto—Andrés tratabadecambiardetemaporqueseestabaponiendomuynerviosocontantaseriedadytantohablardemiedo.

—Entonces—cortóSibila,despuésdeecharleunamiradaalreloj—,¿hacemosloquedijimosayer?

—¿Buscarelmensaje?—aclaróTina.Ellaasintiósinpalabras.—Hablaré con Luis, a ver si él sabe si en este monasterio hay pergaminos

guardados.Tú,Quique,podríashablarconDiego.Siencontramosalgo,cualquieradelos dos puede leerlos. Luis es medievalista y Diego es cura; juntos seguro queconsiguendescifrarlos.

—¿Yquéexplicaciónlesdamos?Semiraron unos a otros sin saber qué decir, pero antes de que a alguien se le

ocurrieraunaidea,oyeronlavozdeBernardinollamándolosparaempezarlajornada.

***

Lajornadahabíasidolarga,perohabíavalidolapena.Despuésdecabalgardurantecasi todoeldía,habíanllegadoporfinaSanSalvadorde losCerros,dondehabíansidorecibidoscongrandesmuestrasdealegríaporlapequeñacomunidaddefrailesy,sobretodo,porsuabad:elpadreJuan.

—Parecequevuestroseñor,donRodrigo,noostieneengranestima,sihapodidoprescindirdedosguerreroscomovosotros—dijoconsorna,despuésdelosabrazos.

—Noshacostadobastanteconvencerlo—dijoLaínsinperderlasonrisa—,peroparecequecomonuestroseñorestábiencasado,hapodidocomprender lasrazonesdeestebotarateenamorado.

—¿Sabes algo de Guiomar, Juan? —preguntó Sancho, inquieto por recibirnoticiasdeloquemásleimportaba.

—SéquelacorteestáenBurgosdesdehaceunassemanasyséquemañanaesdíaveintitresdejunio.Estoysegurodequevendrá.

Sanchonopudoevitarqueunaancha sonrisa le iluminara el rostro.Desdequehabían abandonado las huestes del Cid, todos sus pensamientos se habíanconcentradoenelmomentodevolveraverlayahorasólofaltabanhoras.

Don Rodrigo se había comportado como un auténtico señor: grande,comprensivo,magnánimo.Habíaoído sus razones en silencioy en el fondode losojosselehabíaencendidounaluz,comosirecordaraalgomuyhermosoqueyanoestaba a su alcance. Después le había dado licencia para ausentarse durante tressemanas,mássieranecesario,yparallevartambiénaLaín.

Al final de la entrevista, cuando ya se había levantado del sillón, le puso unamanoenelhombro,lomiróalosojosyledijo:

—Vuelveencuantopuedas,SanchoRamírez.Eresunodemismejoresguerreros,


unfuertebrazoyungrancorazón.Dejaatuesposa,conmibendición,enunlugarseguro y, cuando Dios tenga a bien mover la voluntad de nuestro rey, todos nosreuniremosconnuestrasmujeresypodremosvivirenpazyabundancia.Hashechohonoratuseñoryamivasallo,tupadre.¡QueDiostodopoderosoteproteja,hijo,yguíetucaminoconbien,paramayorgloriasuyayhonranuestra!

LuegosehabíanunidoaunapartidacapitaneadaporMinayaqueibaapacificaruna región ya atravesada por el Cid y de donde les habían llegado noticias dealtercados,ysehabíandespedidodeellos juntoa laermitadeSanSimeón,pasadoMedinaceli,juntoalDuero.Sinsaberporqué,aquelúltimoabrazodeMinayaÁlvarFáñezse lehabíaquedadomarcadocomounacicatriz,conel temordenovolveraverlo.

Luegohabíanpicadoespuelas,yasoloslosdosamigos,yelrestodelviajehabíasido como un sueño feliz, galopando hacia el oeste, al lugar donde lo esperabaGuiomar.

Ahora habían llegado y las horas que lo separaban del encuentro con ella leparecíanunatortura;sucabezanoparabadedarvueltasatodoloquepodríasuceder,a todo lo que podría salir mal, cuando ya estaban tan cerca de conseguir lo quedeseaban.

Estuvodistraídodurante lacenacon losmonjesydespués,en lacocina,dondeLaín los obsequió con el relato de sus campañas por las tierras de Teruel. Noconseguíaapartarlade sumentenidisfrutardenadade loque le rodeaba,nide lacomidaque,aunquefrugal,erasabrosa,nidelaalegríadelosfrailes,nidelosrelatosexageradosdeLaínsobreacontecimientosqueélmismohabíavividoyquenoerantan esplendorosos ni tan triunfales como él los narraba, ni siquiera del vino de lacomunidad.

Cuandoya estaban apuntode retirarse,Sancho lepropuso aLaín salir a cazartempranoparadistraerlaesperaysuamigo,cabeceando,acabóporaceptar.Demodoqueantesdelalba,ensillaronsuscaballosyseperdieronenelmonte,armadosconsendosarcos,porqueSanchoteníalasensacióndequesevolvería locosi teníaqueaguardar allí las horas que fuesen necesarias hasta que ella consiguiera llegar almonasterio.

Volvieron al atardecer, cansados y de buen humor, con unos cuantos conejoscolgados del cinturón de Laín, y ataron los caballos junto al abrevadero antes dellevarlosalestablodelosmonjes.

Nohabíaningunaotramontura.Sancho sintió que se le nublaba la vista y las rodillas le flaqueaban.No había

venido. El sol ya teñía los campos de rojo, los álamos se balanceaban con el airedoradodelatardeyellanohabíavenido.

OyólavozsonoradeLaín,peronopudoentenderloquedecía.Selimitóaentrardetrásdeéla la fríapenumbradeledificioy losiguióensilenciohastaelclaustro.Las espuelas de los dos guerreros repiqueteaban sobre las losas de piedra. Sancho


caminaba con los ojos clavados en el suelo, sintiéndose vencido, vacío, triste, sinvalor.Nopodíacreerquelohubieratraicionado,quesujuramentohubierasidofalso.Noeraposible.Teníanquehaberlaencerrado.Dealgúnmodosehabíanenteradodesusproyectosylahabíanencerradoensucámaracondoblevueltadellave.

TendríaqueiraBurgosysacarladeallí,comofuera,porencimadetodo.Omorirenelintento.

SetropezócontralasanchasespaldasdeLaín,quesehabíadetenidoenmediodelclaustro sin darle aviso, y estuvo a punto de emprenderla a puñetazos con él, peroentoncesLaínsehizoaun ladoconunasonrisasocarronay,haciendounaburlonamediareverenciafrenteaél,seperdióporelpasillolateral.

Donde el cuerpo de su amigo le había tapado la vista, en el centro exacto deljardín del claustro, que aún no había sido adornado con ninguna fuente,Guiomar,comounángeldelSeñor,vestidadeazulyconloscabellosdestrenzados,lesonreíadulcemente.

Avanzó como en un sueño los cuatro o cinco pasos que lo separaban de ella,hincóunarodilla,tomóconinfinitadelicadezaelbordedesusayayselollevóaloslabios.

Ellaletendiólamanoparaqueselabesara.—Miseñora—dijoconvozestranguladaporlaemoción.—Es la noche de San Juan, amormío—dijo ella, y su voz sonaba como una

campanadeplata—.Estanocheserétuesposa.Parasiempre.

Mientrasloscampesinosdelosalrededoressereuníanenlapequeñaaldeacercanaalmonasterio para celebrar con música, danzas y hogueras la noche de San Juan,Sancho yGuiomar celebraron sumatrimonio en la iglesia de San Salvador de losCerrosfrentealsencillocrucifijodemaderaquepresidíaelaltar.

Terminada laceremonia,Laíndecidióacercarsea la fiestade loscampesinos,atomarunosvasosdevinoyecharunamiradaalasaldeanas,yRégulaseretiróalapequeñahospederíaquelosmonjeshabíanpreparadoparalosperegrinosquepasaranporallíensucaminoaSantiago.

ElpadreJuan tomóunaantorchay,sonriendomisteriosamente, lespidióque losiguieranalexterior.

—Loscasadostienenderechoaunpocodeintimidadyyotengoquepensarenlainocenciademishermanos,asíqueoshearregladounlugardondepodéisestarsolos.Noesningúnpalacio,peroheoídodecirquelosenamoradosnonecesitanmásquesuamoryunpocodeairefresco—lesdijo,observando,complacido,queGuiomarseponíacomounacereza.

Lanocheeratibiayunalunallena,plateadayenorme,llenabaelmundoconsuluz. Caminaron en silencio hasta el río, lo vadearon y siguieron al abad por unestrechosenderopegadoalapareddelcerrohastaquelaantorchailuminóunagran


rocablanquecinaquetapabaunaentradanatural.Unavezdentrodelacueva,elpadreJuandiofuegoaunapequeñahogueraque

yahabía sidopreparada casi en la boca para que el humopudiera salir al exterior,sujetólaantorchaenunaargolladelaparedderocaylesmostrósusaposentos:unlechodepajareciéncortadacubiertoconpielesdeovejayunhermosomantoárabe,unamesitabajaconalgunasviandasyunjarrodevino,unavela,ydosescabeles.

—Somosunacomunidadpobre,hijosmíos,yestoeslomejorquetenemos.Sanchoabrazóa suprimo, conmovidopor tantagenerosidad.Elpadre Juan les

diosubendicióny,conunaúltimasonrisa,abandonólacueva,dejándolossolos.

***

Bernardino reunió al grupo en el refectorio, paseó unamirada complacida por losrostrosjuvenilesquelomiraban,expectantes,ylevantósuvaso:

—Enhorabuena por lo que habéis hecho, chicos. Sois buenos, muy buenos, yestamosorgullososdevosotros.

Luis, Diego, Amy, Laura y Bárbara, aún pálida y con el rostro desencajado,asintieronsonriendo.

—Tengoque informarosdeque lospapelesyaestánrepartidosdefinitivamente,aunquetodossois igualde importantesynecesarios;esoyanohacefaltaqueos lodiga.Enseguidaleerélalista.Todos,salvoloscuatropapelescentralesdelaprimerapartedelaobra,tendréiselfindesemanalibre.Podéisllamaravuestrospadres,sinovivendemasiado lejos, y encontraros con ellos enBurgos; los demás también iréisallíapasarelsábadoyeldomingoenelalberguejuvenil,cortesíadelproyecto.Yousaré el fin de semana para reunirme con el equipo de filmación con el queempezaremos a grabar los exteriores el lunes.Los que se queden en elmonasteriotrabajaránconBárbarapuliendoúltimosdetalles.Voya leerprimero la listade losquesequedan:elCid(Sergio),doñaJimena(Gloria),el reydonAlfonso(Andrés),Minaya(Quique).

Todosempezaronaaplaudiryasilbar.—Por supuesto, el que prefiera quedarse en elmonasterio y no pasar el fin de

semanafuera,tambiénpuedehacerlosinproblemas.Elautobússaleestatardealascuatro.Eldomingosobrelasnuevedelanochetodosaquídevuelta,¿estáclaro?

Bernardino volvió a sentarse y los chicos empezaron a armar jaleo, haciendoplanesparalosdosdíaslibres.

—Yomequedo—dijoSibila,mirandoasusamigos—.MispadresnovanavenirdesdeSevilla, nome apetece ir aBurgos y, además, creo que va a sermejor estaraquí,convosotros.¿Ytú,Tina?

—Yotambiénmequedo.Mifamiliaestádevacacionesen laCostaBravaynoquierodejarsolaaGloria.

—Hombre—dijoQuique—,solanoestá.


—Ya,peromequedoigual—seleescapóunamiradaaAndrés,queélagradecióensilencio.

—Puesentoncesnosquedamoslosseis.Ahoraloqueseríaidealesquepasaradeunavezloquetengaquepasar—SergioestabamuyserioymirabadevezencuandoaBárbara,que,concaradecadáver,ledevolvíaunamiradafijayextraña.

—Yo creo que aún es pronto, aunque si tuviéramos alguna pista, a lo mejorpodríamosverdeforzarlosacontecimientos—dijoSibila.

—Pueslaideaquehabíamostenidonovaafuncionar.LehepreguntadoaLuissobrelospergaminosymehadichoquelosfondosdelmonasteriofuerontrasladadoshaceunpardeañosaMadrid,alaBibliotecaNacional,cuandorestauraronestoyloconvirtieronencentrocultural.Aquínoquedayanada—informóTina.

—¿Notehapreguntadoporquéteinteresabasaberlo?—No.Luis sabe que seguramente acabaré estudiandoHistoria y le ha parecido

bastantenormalquemeintereseporloqueseguardabaaquí.Detodasformasmehadichoque,porloqueélsabe,noteníanmásquecrónicasdelaOrdenyunahistoriadeSanSalvador conmuchas lagunasypocas explicaciones.Por esono se sabenisiquieraporquécambióelnombredeSanSalvadordelosCerrosaNuestraSeñoradelasPiedras.

Hubounsilenciomientrascadaunodeellosintentabapensarenalgoquepudieraayudarlos.

—Escuchad —Sibila hablaba en voz muy baja—. Se me ha ocurrido que,aprovechandoqueestosevaaquedarcasidesierto,podríamosintentarponernosencontactoconlamujerdelasvisiones.

—¿Quéee?—variasvocesseunieronenlaextrañeza.—Nohayningunagarantía,claro,peropodemosprobar.—¿Cómo?—¿Paraqué?El«cómo»habíasalidodeSergio;el«paraqué»,deAndrés.Sibilaseencarócon

elsegundo.—Comoteconozcodesdequeteníamosdoceañosyséqueeresuntipo,digamos

práctico, lomejor esque tedigaque, cuanto antes consigamos resolver esto, antespodremos dedicarnos al proyecto sin estar todo el rato pensando en lo que puedepasar—contestóSibilacalmosamente—.El«cómo»esunpocomáspeliagudo,peroconsiderandoqueestanochehaylunallenayquemehepreocupadodeirrecogiendoennuestrospaseosunascuantashierbasquepuedenserútiles,voyaintentarunacosaquemeenseñómiabuela,sitodoscolaboráis.

—¿Quéhayquehacer?—preguntóGloriaconunhilodevoz.—Osloexplicarédespués—dijoSibila,viendoqueBernardinoseibaacercando

atodoslosgruposparadespedirseodarunasúltimasindicaciones—.Nosreuniremosamedianocheenlaiglesia.

—¿Túestásloca?¿Piensashacermagianegraenlaiglesia?—Quiqueestabacasi


escandalizado.—Noesmagianegra,idiota.Precisamentevamosahaceralgoparacontrarrestar

unainfluenciamaligna.EnesemomentollegóBernardino.—¿Soyyolainfluenciamalignadelaquehablabas,Sibila?Meparecemuybien

quetetomesenseriotupapel,perosinpasarte,caramba.Todosexplotaronenunarisaque,asuspropiosoídos,sonóforzada.

***

GuiomarllegófrentealasmurallasdeBurgosconlosojosinundadosenlágrimas.Ladespedida había sido terrible. Por primera vez en su vida había entendido porexperienciapropialafrasehechaquerepetíanlosjuglaresde«separarsecomolauñade la carne», un dolor de desgarramiento que sólo la presencia de Sancho podríacurar.Habíansidocuatrodíasmaravillosos,cuatrodíasen losquesehabíasentidocompleta,feliz,colmada,comosidespuésdeañosyañospensandoqueyaconocíatodo lo que la vida podía ofrecer, se hubiera dado cuenta de lo que significabarealmenteestarviva.Yahora tendríaquevolverapasarmeses sinverlo, temiendopor él, rezando día y noche para queDios lo protegiera y se lo devolviera sano ysalvo.

Habían dado muchas vueltas a la posibilidad de que ella se quedara en unconventoentierrasnavarrasesperandosuregreso,peroalfinalhabíanpensadoquelomejor era que ella volviera a su casa para que doña Brianda no le arrebatara supatrimonioyparaqueSanchotuvieraalgomásdetiempoparaenriquecerseyganaren honra y fama, con la esperanza de que el rey aceptara sumatrimonio e inclusollegaraaconcederleuntítulodenoblezaquefacilitaríaconsiderablementesuunión.Era una decisión lógica, que el padre Juan había encontrado sensata ymadura. Élmismoleshabíaprometidoestaraltantodeloquepudierasucederleaellayayudarlaen loque fueranecesariomientrasSanchoseguíaconsuscampañasal serviciodelCid.

Sinembargo,Guiomarestabainquietaporque,ademásdeldolordelaseparacióndelqueyaerasuesposo,ahoratendríaqueenfrentarseaBrianda,arriesgándoseauncastigo,obiencallarycorrerelriesgodequeellaquisieraarreglarleunmatrimonioconveniente,alignorarqueestabacasada.

Miró con envidia las golondrinas que planeaban sobre la ciudad, libres de iradondequisieran.Siellatuvieraalas,volaríahastaSanchoyloacompañaríahastaelfindelmundo.

Acariciólapiedradelunaqueseguíallevandoporqueaúnnopodíanestarjuntosy suspiró. La vida humana era una continua espera, un sufrimiento constanteaguardandolospocosinstantesdefelicidadquesederretíancomolanievealsol.Sinembargo,habíasidotanfelizconSanchoquetodovalíalapena.


Al llegar al alcázar se encontraron el patio revuelto, lleno de damas quedesmontaban de sus palafrenes y literas con la ayuda de docenas de mozos ydoncellas, bajo la mirada divertida de la polvorienta escolta de guerreros que noparecíancomprenderquelasseñorasestuviesentancansadasdespuésdeloqueparaelloshabíasidounacortajornadaconlafrescadelamañana.

Guiomar y Régula desmontaron también, entregaron las riendas a unmozo decuadray tratarondeescabullirseal interiorconfundidasenel revuelogeneral,peroantes de que pudieran escaparse, se encontraron con la mirada imperiosa de doñaBrianda, que, vestida de viaje y aún con la fusta en lamano, lasmiraba de arribaabajo.

—¿Sepuedesaberdedóndesalestúahora?—preguntó,agria.—Régulayyohemossalidoadarunpaseo.—¿Sinescolta?—Sólohemosbajadohastaelrío.—Sabesquenoaprueboqueunadoncellasalgadelasmurallassinprotección.—Aquíseviveenpaz,doñaBrianda.—Ya lohablaremosmásdespacio—sequedómirándola fijamente—. ¿Tepasa

algo? Te encuentro…, no sé…, distinta. Como si hubieras crecido en estas pocassemanas.

—Serálagalopada—Guiomarbajólavista,incómoda.No quería llamar la atención de su madrastra, no quería que empezara a

preguntarlehastaqueellaestuvieraseguradequéibaadecirle.—Veacambiarte.Elreynosesperaalahoraterciaparadarnoslabienvenida.Guiomarhizounareverenciaydesaparecióenelalcázar,enormementealiviada

dealejarsededoñaBrianda,quesequedómirándolaconlosojosentrecerrados.Esamismanoche,el sueñoenviadoporelhechicero fueespantoso.Se levantó,

aúnentinieblasapesardequeelsolenjuniosaletemprano,bajóalosestabloshechaunafuria,arrastrandotrasdesíaunaBrígidacasicompletamentedormida,ordenóagritosqueleensillaransucaballonegro,elmásveloz,ydespuésdeunaconversacióncompuestadegritos, insultosyamenazas,consiguióque loshombresdeguardia leabrieran la pequeña puerta lateral, ya que las grandes puertas de la ciudad todavíaestabancerradas.

Cabalgaron como endemoniadas hasta la cabaña del maestro Ludovico, dondeBrianda,tirándosedelcaballo,desgreñadayconlasmejillasenrojecidas,desapareciósinunapalabra,dejandoaBrígidaaterrorizadaysudorosa.

Lapuertaseabrióporsísola,lacondesarecorrióellargopasilloorientándoseporlaluzquebrillabaenlacámaradelfondoy,alapartarlacortina,seencontróconlosojosdelhechiceroquebrillabanconluzpropia.

—Bienvenida,condesa—dijoconvozsuaveyunamediasonrisaenelrostro—.Hacemuchoqueosespero.¿Unacopadevino?

Briandatomólacopaqueelhombreleofrecíaylavaciódeuntrago.


—Osprohíboquevolváisaenviarmeesetipodesueños,maestroLudovico.—¡Ah!¿Meloprohibís,señora?—Noestoyatadaavosporningunapromesa.Notenéisningúnderecho.El hechicero levantó las palmas de las manos con suavidad, encogiéndose

levementedehombros.—Lossueñosvienenyvan.Soncriaturasevanescentes,sinsustancia.Unamujer

comovosnodeberíaexcitarsetantoporunsueño.—¿Es verdad lo queme habéismostrado?—le temblaba la voz al preguntarlo

pero no quería mostrarse débil frente a aquel hombre y añadió—: ¿O es una devuestrassupercheríasparaobligarmeavenir?

—Encualquiercaso,hasurtidoefecto.Siempreesagradablerecibirvisitadeunahermosadama.¿Habéisdesayunadoya?

Estuvoapuntodetirárseleencimayarañarlelacara,perosediocuentadequeelhechiceroesperabaunareacciónsimilarysecontuvo.

—No.Prefierogaloparenayunas.El hombre hizo palmas y el criado deforme entró con una bandeja cargada de

ricas viandas; la depositó sobre unamesa y volvió a retirarse, después de haberlelanzadoalamujerunamiradasucia.

Comieron en silencio durante unosmomentosmientras Brianda notaba que sunerviosismoibahaciéndoseintolerable.

—¿Deseáis conocer la verdad? —preguntó por fin, al ver que ella dejaba elcuchillodecomeryapurabalacopa.

—¿Cómo?—Oslamostraré.Venid,señora.El maestro Ludovico la precedió por un pasillo cuya entrada, al fondo de la

cámarasehallabadisimuladaporuntapiz.Bajaronunasescalerasestrechastalladasenlarocahastadesembocarenunaestanciamáspequeñaquelasuperior,atestadadeobjetosextrañose inquietantes,manojosdehierbascolgadas, animalesdisecadosyvasijasdebarroconinscripcionesenlenguasdesconocidas.

Unosojosverdesbrillaronunsegundoenlaoscuridad,algorozólospiesdedoñaBrianda,provocándoleunescalofríoy, conunmaullido, el animal seperdióen lastinieblas.

—Notemáis.Essólomifamiliar—dijoelhechicero.Avanzóhaciaunamesaqueocupabaelcentrode laestancia,pusounprofundo

cuencodepiedrasobrelamesa,vertióaguadeunjarrodeplatayesperóhastaqueellíquidoquedóliso,reflejandoeltechocubiertodehierbassecas.

DoñaBrianda, a su lado, contenía la respiración. El hechicero puso lasmanossobrelasuperficie,sinllegaratocarla,yempezóaentonarunasalmodiaquehizoquetodoelvellodelamujersepusieradepunta.

—Mirad.Enelaguahabíancomenzadoaformarseimágenesborrosasquesecoagulabanen


formas reconocibles y se deshacían como las nubes en el cielo. Doña Brianda seinclinósobreelcuenco,fascinada.

Pocoapoco,lasimágenesfueronafianzándose:GuiomarySanchoenunaiglesia,frenteauncrucifijodemadera,sonriéndose,tomándosedelasmanos.Élponiéndoleunanillo.Luegodoscuerposblancos,jóvenes,enlazados,rodeadosporunaluzentreazulyvioleta.

Briandaoyóun jadeoquenopudo identificarydesvió lavistaunosmomentoshastaquesediocuentadequeeraellamismaquienloproducía.

Elespejosevelóyquedóciego.—Elsueñoeraverdad—dijoenunsusurro—.¡Sehancasado!—Es lomismoquepensáis hacervos, si nomeequivoco—lavozdel hombre

sonabadivertida,provocadora.—¡Mehanengañado!¡Esosdosbastardossehanreídodemí!¡Losmataré!¡Los

mataré!ElmaestroLudovicomirabaelataquederabiadedoñaBriandacomosemirauna

peleaentredospastoresdesconocidos,conunalevemuecaburlonaysinintervenir.Lacondesadabapuñetazosenlamesa,gritabaamenazasinconexasysentíaque

le estallaría el corazón si no hacía nada que pudiera calmar el odio que la llenabacomounríoembravecidollenauncañónderoca.

—Losmataréalosdos—repitió—.Losmatarélentaydolorosamente.—Conmiayuda,señora,podéishacermuchomás.Lamentaránhabernacido.Ellalomirócomosihastaentoncesnosehubieradadocuentadequeestabaasu

lado.—¿Quépodéishacer?—Losmaldeciré por toda la eternidad. Sufriránmientras vivan.No volverán a

teneruninstantededicha.Atarésusalmasaltormentoquenocesaylasentregaréamisamosparaquelasdesgarren.¿Estáisdispuestaapagarelprecio?

Sindudarlouninstante,ellaasintió.—Habéiselegidobien.Dadmevuestrobrazoparasellarelpacto.Lacondesasedesnudóelbrazoyseloofreciósinvacilar.Elhechicerosacóuna

dagadesuvaina,sehizouncortesuperficialenlamanoizquierday,conlasangreque goteaba en lamesa dibujó unpentáculo rodeado de símbolos extraños. Luegoacercólahojaalbrazodeella,trazóunalíneasobresusvenasqueinmediatamentesetiñó de rojo, y dejó gotear la sangre de la mujer en el espacio del interior de laestrella.

Acontinuación,buscóunospañoslimpios,vendólaheridaylesonrió.—Factumest,señora.Decidavuestradoncellaqueregresealalcázaryordeneal

capitándevuestraguardiaqueencierrealamuchachaensusaposentoshastavuestroregreso.

—¿Miregreso?—doñaBriandamirabafascinadalasangrequeseibacoagulandoenelpentáculo.


—Tenemosquellevaracabolaceremoniaydespuésdebéispagarmiprecio,¿lohabíaisolvidado?

Ella se estremeció. En el primer arrebato de furia había olvidado que debíaentregarseaaquelhombre.

—Yonuncaolvidomispromesas—mintió.—Entoncespodemosdisponerlonecesario.

***


A la hora de la cena Nuestra Señora de las Piedras parecía un cementerio; elrefectorio, que siempre estaba lleno de gente, de risas y de conversaciones, era derepenteenormeparalassietepersonasqueloocupabanylasparedesdevolvíanecosextraños.El entrechocar de platos y cubiertos sonaba exageradamente alto y todoshubierandadoalgoporteneruntelevisorencendidodiciendotonteríasquellenaranelsilencio.

Hasta Tomás y Nieves se habían ido a cenar fuera, dejándoles a ellos pan,fiambresyensalada.HabíaninvitadoaBárbaraairconellos,perodijoquellevabadíassindormirbienyquepreferíaquedarse, tomarseunpardepastillasyretirarsepronto; así que habían estado trabajando hasta las ocho, y a las diez ya habíanterminadodecenar.Loschicossepusieronabostezarostentosamenteparaconvencera Bárbara de que no tenían planes y también pensaban acostarse enseguida. Laconversación,estandoelladelante,eratrabajosa,conmuchaspausasyrisotadasquenoveníanacuento.Porfinsedecidióalevantarsedelamesaytodoslasecundaron,aliviados.

—¿Me acompañas unmomento, Sergio?—dijo Bárbara, tratando de aparentarunanaturalidadquetodossintieronfalsa.

—Ahoravuelvo—lesdijoalosdemás.—Teesperamosenlasalita.Alomejoraúnjugamosunasmanos.—Vale.Echaron a andar por el pasillo en dirección al cuarto de Bárbara. Él, con las

manoshundidasen losbolsillosdesuspantalonesmodernos,porqueera su tiempolibreysehabíacambiado;ellamordiéndoseel labioinferior,sabiendoqueestabaapuntodecometerunerrorysinpoderevitarlo.

Se detuvieron delante de la puerta. El pasillo se extendía, desierto, en las dosdirecciones.

—Sergio—dijoBárbaramuybajito,tantoqueéltuvoqueinclinarseunpocoparaoírla—.Noaguantomás.Heintentadoquitarmelaideadelacabeza,peronopuedo.Noduermobien,casinocomo,noséquémepasa.

Sergioempezóacambiarsupesodeunpieaotro.NoqueríasaberloqueBárbaraestabatratandodedecirle;sóloqueríasalircorriendoynoverlamás.

—Dime—siguió ella, al ver que él no estaba dispuesto a decir nada—, ¿quétienesconGloria?

—Somos…novios.Vamos,salimosjuntos.—¿Laquieres?—Sí.Había pensado por unmomento suavizar la respuesta y decirle que le gustaba

nada más, pero no valía la pena engañarla y engañarse. Además, habría sido unatraiciónaGloria.

—¿Yamí?—Bárbaraseestabamordiendoellabioinferiorhastasangrar.—¿Ati?Teadmiro,terespetounmontón,eresmiprofesora.


—Peronomequieres,¿verdad?Nomequierescomomujer.—Bárbara,porfavor.—¿Quépasa?¿Notegusto?¿Soydemasiadovieja?Lanochedeladiscotecasí

quetegustélobastante.—Eso…,esonoestuvobien,Bárbara.Losiento.—¿Que lo sientes? —estaba empezando a alzar tanto la voz que Sergio se

encogió—.Ahoraresultaquelosientes…Bárbaralovioencogerseycambiódetáctica.—Anda,ven,nohacefaltaenfadarse—loabrazóyempezóa frotarsecontraél

comounagata—.Estamoscasisolos.Dialosotrosqueteduelelacabezayquédateconmigoestanoche.Esnaturalquetengasunpocodemiedo,peroyaverásquenohayporqué.Notearrepentirás—ledijoaloído,mientrasleacariciabalaorejaconlalengua.

Sergiolediounempujónmásfuertedeloquepretendía.—Déjameenpaz,Bárbara.Nopuedo.Noquiero,¿entiendes?Noquiero.Eresmi

profesoraybasta.—¿Estuúltimapalabra?—susojosbrillabancomosi tuvierafiebreysurostro

habíaadquiridounaexpresióncasidiabólica.Élasintió,tratandodeparecerfirmeapesardequeletemblabatodoelcuerpo.—Tearrepentirás.Tejuroquetearrepentirásdeesto.Sergiosediolavueltayseforzóacaminarserenamenteporelpasillosabiendo

que la mirada de odio de Bárbara lo seguía, pero cuando ya en el recodo giró lacabeza,ellasehabíametidoensucuarto.

***

—Señora—elcriadocontrahecholamirabadesdeelvanodelapuerta—,elamoosrequiereensulaboratorio.

LlevabatresdíasencasadelmaestroLudovicosinquehubierasucedidonadaydoña Brianda tenía los nervios destrozados. No sabía lo que estaba pasando conGuiomarenelalcázar,nosabíaquéhabíaestadohaciendoelhechiceroentodoesetiempo; no había hechomás que esperar en la habitación que le habían destinado,pendiente de todos los ruidos, temiendo que en cualquier momento apareciera elhombreyledijeraquehabíallegadolahoradecumplirsutrato,agradeciendocadainstante que podía pasar sola y en paz, y a la vez deseando que terminara todo ypoderretomarsuvida.

Sealisóelvestidoysiguióalenanoporlasempinadasescalerasquebajabanalsótano.Olíaaalgonauseabundoyunhumoamarillentollenabalaestancia,dedondehabía desaparecido la mesa. En el centro del cuarto, sobre las losas de piedra, elmaestrohabíapintadounaespeciedelaberintollenodelíneasrojasentrecruzadasysímbolosdepoder.Elgatolaobservabasinparpadeardesdeloaltodeunaestantería


llenaderollosdepergamino.ElmaestroLudovico,vestidoconunatúnicanegrabordadaenoroconalgoque

parecíaunaescritura,laesperabajuntoalfuego.—Ha llegado el momento —dijo en voz solemne—. Las estrellas nos son

propicias.Losamosaguardan.Lainvocaciónvaaserpronunciada.¿Estáisdispuesta?DoñaBriandahizounainspiraciónprofunda,carraspeó,ydijoconlabocaseca:—Loestoy.—Colocaosahí,enelcentrodeesepentáculo,ynoosmováispaseloquepase.ElmaestroLudovicohizounaseñayelcriadoseacercóaellosllevandounbulto

envueltoentelasqueleentregóasuamo.Eraunbebéreciénnacido.DoñaBriandareprimióungrito.—¿Quévaisahacer?—preguntóconvoztemblorosa.—Unaofrenda.—¡No!—Elpactohasidosellado,condesa.Noesmomentodeecharseatrás.—Noesmásqueunbebé…—Todos nacemos para morir. ¿Qué importancia tiene que le llegue la muerte

ahora o dentro de treinta años? Todas las mujeres tienen hijos para la muerte,condesa.

DoñaBriandapensóenloshijosquehabíadadoaluzyquehabíanmuertoantesdehacersehombres.Silossuyoshabíantenidoquemorir,¿porquééseno?

ElmaestroLudovicosiguióhablando.—Sería más conveniente si se tratara del hijo de Sancho y de Guiomar, por

supuesto.Peroparaesohabráqueesperarhastaelinvierno.Entoncesrepetiremoselconjuroquelosdestruiráparasiempre.

—¿El hijo de Sancho y de Guiomar? —preguntó Brianda, sintiendo que lefallabanlaspiernasysusojossecubríanconunvelorojo.

—Ellosaúnno lo saben.Debéis cuidaryproteger a lamuchachamientrasestéencinta;luego,cuandodéaluz,traedmealacriatura.

Ellaasintióconlosojosdilatados,sinsaberyaquépensabaniquésentía.El hechicero cogió una larga daga adornada con piedras rojas, se colocó en el

centrodeldiseño,agarróalniñoporlaspiernecillasylosujetócabezaabajo.Elbebérompióallorar,desesperado.

DoñaBriandacerrólosojosysusoídossellenaronconlasalmodiadelbrujoquesubíaybajaba,ululandocomounlobomientras,entornoaella,losoloressehacíancadavezmásintensosyelfríoibainvadiendolaestancia.

Cuandovolvióaabrirlos,lasangrefluíadelalargaheridaquerecorríaelcuerpodel niño y llenaba el suelo de la habitación; el humo se espesaba por momentos,pasandodelamarillo,alnaranjayalrojo,yunsonidopoderosoydistante,comodeinmensasalasbatiendo,seibaacercandoatodavelocidad.

Depronto,unvientoheladolossacudió,unavaharadadeoloracarroñallenósu


olfato,yunpardeojosardientes,depupilasverticales,seabrieronentrelasvolutasdelhumoespesoquellenabalacueva.

—¡Amo!—dijoelhechicero,cayendoderodillas.DoñaBriandasearrodillótambiénporquelaspiernasyanolasostenían.Entonces el maestro Ludovico empezó a hablar en una lengua ronca que no

parecíaprocederdeunagargantahumanayseoyóunarisa.Uninstantedespuéslaapariciónsedesvaneció,latemperaturavolvióasubiryel

hedorempezóadifuminarse.El maestro se levantó pesadamente, tiró a un rincón el cadáver del niño y,

acercándoseaella,quesollozabaaterrorizadaenelsuelo,letendióunamanocubiertadesangre.

—Estáhecho,condesa.Venidconmigo.

***

En la iglesia, el silencio era sobrecogedor aunque todos notaban que aquél era unlugar positivo, donde se sentían a salvo de lo que fuera que los amenazaba. Porindicación deSibila no habían encendido la luz eléctrica, sino que cada uno habíatraído las velas que tenía en su cuarto, y ahora brillaban en el altar, debajo de laimagendelaVirgenquelessonreíadulcemente.

—Esverdadquesepareceati—dijoSergioaloídodeGloria—.CuandomelodijoTinanome loquería creer,perohevenidovariasvecesyesverdad.Comosifueraalguiendetufamilia.

Gloria se removió, inquieta. Ella también lo veía, pero se negaba a admitirloinclusoparasímisma,porqueesoseríaadmitirtambiénqueSibilapodíatenerrazóny,dealgúnmodoquenopodíacomprender,ellaySergioeranelecodealguienquehabíavividoallímilañosatrás,alguienqueposiblementehabía servidodemodeloparaaquellaestatuaqueteníasumismorostro.

—Vamosaintentaralgoqueyonohehechonunca;osea,quenohaygarantíadequefuncione.Porfavor—lesdijoSibila—,lomásimportanteesqueosconcentréisenloqueosvoyapediryquenohayarisas,niburlas,nitonterías.¿Estáclaro?—Sibila les hablaba a todos, pero miraba fijamente a Andrés, que parecía más quenuncaunosoamaestrado,balanceándosedeunpieaotro.

Todosveíanqueestabadeseandosalirdeallíyque,sinolohacía,eraporquenoqueríafallarlesasusamigos.

—No hay que tenermiedo—continuó Sibila,muy seria—.La persona que hatratado de ponerse en contacto con Gloria y conmigo es buena, tiene una fuerzapositivayquiereayudarnos,peroesmuydébiloestámuylejos.

—¡Figúrate!—dijoAndréssinpoderevitarlo—.Sitienesrazón,estácomoamilañosdenosotros.

—¡Andrés,portupadre!—Quiqueseestabaponiendocadavezmásnervioso.


—Yamecallo,ya.Sibilaseagachó,sacóuntermodesumochila,llenóunosvasosdeplásticoque

habíaconseguidodelacocinayselosfueofreciendo.Andrésolisqueólabebidayarrugólanariz.—Nidecoña.Yonometomoeso.—Esuncocimientodehierbas;tejuroquenotevasaenvenenar.Andrésseguíasacudiendo lacabezay todos losdemás,sujetando losvasoscon

manosquehabíanempezadoatemblar,olíansuspicazmenteelbrebaje.—¡Gallina!—Sibilaselotomódeuntrago.TinamiróaAndrés, lesonrióysetomóelsuyo.Pocoapocolosdemásfueron

haciendolomismohastaquesóloquedóél.—¿Estásconnosotros?—preguntóSergio—.Sidicesqueno,nopasanada.Nos

esperasenlasalitaytelocontamos.Andréssentíaelpesodetodaslasmiradasclavadasenlasuyay,alaluzrojizade

lasvelas,todosleparecíanextraños,comosifueranmonstruosdisfrazadosdesereshumanos.Unmesatrásno loshabíavistoensuvida,menosaSibila,que ibaa sumismo colegio y que estaba loca de atar. ¿Y si aquello llevaba algún hongoalucinógeno? ¿Y si se envenenaban, precisamente ahora que estaban solos en elmonasterio?PorqueconBárbara,despuésdeloqueleacababadehaceraSergio,nosepodíacontar;sehabríatomadounpardesomníferosy,siaelloslespasabaalgo,podíanestarhorastiradossinconocimientoenlaslosasdepiedradelaiglesiahastaque alguien los encontrara. Nieves y Tomás se irían derechos a la cama cuandollegaran, porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría darse una vuelta por laiglesiaaversiestabatodobien.

Sacudiólacabezaenunalentanegativa.—Nopuedo.Losiento.Mepareceunalocura.Osesperofuera.Sinovenísdentro

deunahora,almenosquehayaalguienquepuedapedirsocorro.Todos semiraron, decepcionados,menos Sibila, que, extrañamente, le quitó el

vasodelamanoconmuchasuavidad,lediounapalmadaenelhombroysegiródenuevohaciasuscompañeros.

—Vamosaempezar.Andrés, desde la puerta del claustro, los vio formar un círculo, cogerse de las

manosycerrarlosojos.Sesentíaexcluidoporsupropiasensatez.Sesentíatambiéncobarde,ytraidorasusamigos,perosuspadreslehabíanenseñadoatenerelvalordedecir que no cuando quería decir que no, a no ceder a las presiones del grupo.AunqueenelgrupoestuvieraTinay lohubieramiradoconesaexpresióndolidaydefraudada.

Alguienteníaqueestarensujuiciosipasabaalgo,asíquedecidiónomoversedelapuerta,porsiacasohabíaqueecharunamano.

Al principio no pasó nada. Los cinco seguían cogidos de la mano, respirandoprofundamente,concentrándosecomoleshabíanenseñadoenlosentrenamientosde


teatro.LasvelaschisporroteabanavecesylaVirgenbrillaba,suavementeiluminada,regalándoles su sonrisa. Andrés se sentó en el peldaño de la entrada y apoyó lacabezacontralajambadelapuerta.

Yacasisehabíaquedadodormidocuandolodespertóunsoplodeaire,comosiunpájarohubieraaleteadocercadesucaraparaentrarenlanavedelaiglesia.

Los amigos seguían cogidos de lasmanos, balanceándose apenasmientras unavozmuydébil,quepodíaserladeSibila,canturreabaalgocuyaspalabrasnopodíacomprender.Peroalgohabíacambiado.

Ahoralaluzrojizadelasvelasestabaperdiendoterrenofrenteaunaluminosidadazul,comodeluna,queparecíanacerdelaimagendelaVirgenyseacercabacomounanieblasutilalcírculoquehabíanformado.

Andréssepusodepie sinsaberquéhacer.Aquellonoparecíanadamalo,perotampocoeranatural.¿Dedóndesalíaaquellaluz?¿Porquénadiesedabacuentadequeallíestabaocurriendoalgo?

Empezóaponersecadavezmásnervioso.Laluminosidadyahabíaalcanzadoasusamigosylosrostrosqueestabandefrenteaélbrillabanconunaluzfosfóricaqueparecía escurrirles por el pelo como si fuera líquida. Un extraño olor empezó ainvadir la iglesia, como a hierbas del monte, húmedas y amargas, como si noestuvieranenunlugarcerradosinoenalgúnbosquedelnorte.Peroallínadieparecíaenterarsedenadayélnosabíaquéhacer.

Pensóenponerseapegargritosydespertarlosdeltranceenelquehabíancaído,perorecordabaquealguienlehabíadichoquealossonámbulosyalagentequehasidohipnotizadanoconvienedespertarlosconbrusquedad.

Detodasformas,avanzóunpardepasoshaciaellos,conlavagaideadeponerleaTinaunamanoenelhombroyvercómoreaccionaba,peroenesemomento,algomásentróenlaiglesia.

En medio del círculo que formaban, arropados por la luz azul, se perfiló unaforma negra, envuelta en una niebla roja que olía a carroña. Un rugido continuo,comountruenolejano,tangravequelosentíaenloshuesosmásqueenlosoídos,seadueñódelespacio,ylatemperaturabajóhastahacersecasiinsostenible.

Andrésnosabíaquépodíaseraquello,peroloqueestabaclaroeraquesetratabadeunapresenciamaligna,algoquepodríadestruirlosatodosconsolopensarlo.Susamigosestabanprácticamente inconscientesyélestabadesarmadofrenteaaquello.Aunasí,nopodíadejarlossolos.

Diodospasosmásylabestia,sincambiardeposición,clavóenélsumirada:dosojosinmensos,rasgados,malignos,antiguos,antelosqueestuvoapuntodecaerderodillasaullandodeterror.Peronolohizo.Porque,derepente,sinsaberloqueestabapasando,unaancianaencorvada,queapenassilellegabaalacintura,envueltaenunadeslumbranteluzazul,apareciófrenteaélconunaenormeespadaentresusmanos,ofrecidacomosifueraunabandeja.Yeneseinstante,elmonstruoparecióvacilar.

Andréslacogióporinstinto,sinsabersiquieraquépensabahacerconella,ypor


unmomentosólofueconscientede lagranpiedrablancaquebrillabacomounojoabierto en su empuñadura, y de que la espada estaba incompleta. Supo en unrelámpago que, si conseguían que las tres piedras se unieran en ella, se habríansalvado.Nosóloellos,sinosobretodolosotros,losquellevabanmilañosesperandoel momento del reencuentro. Supo que para ellos era la última posibilidad, quedespués de mil años de penar aferrados a la tierra, sus espíritus serían por finliberadossiconseguían reunirse.Ysólopodrían reunirsesiaquellaespadavolvíaaseruna.

Cuandolevantólavistadenuevo,labestiahabíadesaparecido,comolaanciana,comolamismaespadaqueunmomentoanteshabíasostenidoentresusmanos.

Susamigosestabantiradossobrelaslosasdelsuelo,inmóviles,comomarionetasconlascuerdascortadas.Seabalanzósobreellosllorandodemiedo,rezandoporqueaúnestuvieranvivos,yelalivioestuvoapuntodehacerlodesmayarsecuandosediocuentadequeTinaseguíarespirando,igualquelosotros.

La luz azulada había desaparecido; las velas estaban a punto de consumirse ychisporroteaban ahogándose en su propia cera. Pronto las sombras invadirían laiglesia.

Entonces recordó el bendito interruptor de la luz eléctrica y, riéndose de purahisteria, encendió la lámpara central.No eramucho, pero eramuchomejor que laoscuridad.

Volvióconsusamigosyempezóatratardereanimaraloschicos,paraqueellosleayudaranconlaschicas.Quiqueseremovióunpoco:«déjamedormir,déjameenpaz»,repetía.Sergiosehabíaincorporadoysefrotabalosojos,depupilasdilatadas,comosinosupieraquiéneraodóndeestaba.

Pocoapoco,dejándolosaellos, fuedespertandoa laschicas tambiénabasedezarandeos y empujones y cachetes en las mejillas. Sólo quería sacarlos de allí,llevarlosalasalitaydarlescaféhastaqueporfinterminaralapuñeteranoche,salieraelsolytodoparecieraunasimplepesadilla.

—Vamos,Sibila.Vamos,levantaya.—Teníasrazón,Andrés—ledijocasiapuntodellorar—.Nohemosconseguido

nada.—Miraque estásmal de la bola, tía.Ahora te cuento.Venga, todos a la salita.

Estoyhartodehacerosdecanguro.Mediahorayunoscuantoscafésmástarde,Andrésleshabíacontadoloquehabía

sucedidoen la iglesiamientrasellosestabanen trance.Nadiepareciósorprenderse;estabanpálidos,mareados,ysusojoshabíanperdidoelbrillo.

—¿Vosotrosnohabéisvistonada?—preguntóalacabar.—Yo—empezóSergio—estabaenunbosque,muyhúmedo,entrelaniebla.Me

sentíaperdido,abandonadoy,aunquesueneridículodecirlo,eracomosimedolieraelcorazón,comosihubieraperdidolomásimportantedelmundo.Viunaluzazuladaquemellamabaparaconsolarme,paradecirmequeaúnhabíaesperanza,peroyome


alejabadeaquellaluzytodosevolvíaoscuroyfrío.Norecuerdomás.—Paramíhasidomuyparecido—contribuyóGloria,que,comoSergio,hablaba

mucho más despacio de lo normal y estaba tan pálida que parecía maquillada devampiro—.Oscuridad,frío,miedo,soledad.Unasoledadespantosa.Yungrandolorporalgoperdidoparasiempre.Algohorrible,oslojuro—seabrazóasímismahastaqueSergiolepasóelbrazoporloshombros.

—¿Yvosotros?—insistióAndrés,mirandoalostresqueaúnnohabíanhablado.—Tristeza.Oscuridad.Desesperanza—dijoQuiqueconlosojoscerrados.—Sí—añadióTina—.Yunalucecitaazulqueapenassidabaunpocodecaloren

lanegrura.—Yalgo rojizo, frío,maligno,acercándose,comosi rodearaelcírculoazul sin

poderentrarenél—dijoSibila.Losotrosempezaronaasentirdespacio,comosiacabaranderecordarlo.Luego

quedaronensilencioduranteunbuenrato,perdidosensuspensamientos,hastaqueAndréssesacudió,sepusodepieysirvióotrarondadecafésinpreguntaranadie.

—Bueno,pueshayquedormirunrato,porquesólotenemosmañanasábadoylamitaddeldomingoparaencontraresaespadaylaspiedrasquelefueronarrancadas,ponerlotodojuntoyversihaysuerteysedeshacelamaldiciónoloquesea.Venga,terminaroselcaféyadormir.

Tinaempezóasacudirlacabeza.—Yonomevoysolaamicuartoniloca.Tengodemasiadomiedoyademásaún

estoymareadayrara.—Perotenemosquedescansar—insistióAndrés,apesardequeaéltampocole

hacíamuchailusiónmetersesoloensucelda.—Puesnosquedamostodosaquí—propusoSibila,dándoleunpequeñoempujón

aQuique,queyaestabacasidormidoenelsillón—.Hayunpardesofás,butacasyelsuelo,claro.Cadaunoqueseacomodedondepueda.

Sinmás discusión, se fueron organizando,moviéndose como a cámara lenta, ycadaunose instaló lomejorquepudohastaqueterminaronporquedarsedormidoscontodaslaslucesencendidas.

***

Guiomar, con una mano apretada contra la piedra de luna y la otra acariciandosuavementesuvientrehinchado,dondeelbebéhabíaempezadoamoverse,mirabaconojosdesenfocadosporlaestrechaventanadesucámara,apesardelvientoheladoquesoplabatrayendoelolordelanievecaída.

Porterceravezdesdeel toquedeprima,sintióunpequeñoespasmoqueaúnnollegabaaserrealmentedoloroso.Silaparteranoseequivocaba,faltabapocoparaelalumbramiento y eso, que en otras circunstancias la habría hecho feliz, ahora lallenabadeangustia.


NohabíatenidonoticiasdeSanchodesdequesesepararon,pocodespuésdeSanJuan.

DoñaBriandahabíaregresadoaBurgosconaspectodecadáver torturadoy,sindarle explicaciones, antes incluso de que ella misma supiera que estaba encinta,habían abandonado el alcázar para recluirse donde estaban ahora: en el pequeñocastillodeArlanzón,quetambiénerapropiedaddeloscondesdePeñalba.

Sumadrastraibayvenía,sindecirleadónde,mirabaconodioelcrecimientodesuvientre,lainsultabaylelanzabaterriblesamenazasenlaspocasocasionesenquesedignabavisitarlay,porlodemás,susdíastranscurríantodosiguales,encerradaconllaveenlacámaradelatorre.

Régulaletraíadecomer,lehacíacompañíaenlaslargastardesyjuntascosíanlasropasquenecesitaríalacriaturaalnacer.Nohabíanadamás.Noselepermitíaveranadie,nose lepermitía leer,nioírmúsica,niparticiparenningunacelebración,nisiquieraasistirregularmentealosoficiosdivinos.

Dosdíasatrás,antesdequedoñaBriandasemarcharaaunodesusmisteriososviajes,Guiomarlehabíapedidoconlágrimasenlosojosquelepermitierarecibirelconsuelodeunsacerdote.

Sumadrastrasehabíareído,lahabíaclavadoconsumiradaverdeyalgoterribledebía de habérsele ocurrido, porque acabó diciéndole que sí, que ordenaría que leenviaranaalguien.Seguramenteaalgúntraidorasuservicioque trataríapor todoslosmediosdedestruirlaspocasesperanzasqueleibanquedando.

TeníamiedoporSanchoy,especialmente,temíaporsuhijo,yaquecadavezqueBriandalamiraba,podíaverelbrillomalignodesusojos.Yellateníaquesalvaralacriatura como fuera, tenía que sacar al bebé de allí para que sobreviviera, aunquefuerasinsumadre.Peroparaesonecesitabalaayudadealguienyeraevidentequeenaquelcastillotodosobedecíanciegamentealacondesaynohabíanadiedesuparte.

Si hubieran estado en Peñalba, los viejos criados que la habían visto nacerpodríanayudarla,aunquefueraensecreto,peroaquí…noteníamásqueaRégula…yRégulaeraunapobremuchachacasimásasustadaqueella.

Seabriólapuertay,comosihubieraoídopronunciarsunombre,Régulaentróenlacámaraconunasonrisaquetratabadeocultar.

Seacercóasuseñora,tapólaventana,laarrastródelasmanoshacialachimeneaysesentóasuspiesenelescabel,frentealfuego.

—Buenasnoticias,señora.Tenéisvisita.—¿Visita?¿YdoñaBrianda?—EstáenBurgos,nopaséiscuidado.Antesdequesemarchara,tuveelvalorde

preguntarle si podía encargarme de que viniera un sacerdote y, como si la cosa lehicieramuchagracia,medijoquesí,queparaloqueibaaservir…

Guiomar seguía las palabras de Régula sin terminar de comprender lo quesignificaban.

—Estáahífuera,señora.¿Lehagopasar?


—Sí,Régula,enseguida.Ladoncellafuealapuerta,laabriólojustoydejópasaraunhombrealto,vestido

conelhábitonegrodelosbenedictinosylacapuchaechadasobreelrostro.—Padre…Guiomar se puso en pie, con toda la dignidad que pudo reunir, y unmomento

despuésllorabadealegríaentrelosbrazosdelpadreJuan.—Basta,basta,criatura—ledijoelabadalcabodeunosmomentos—.Siéntate,

tenemosquehacerplanes.¿Cómonoseteocurriómandarmeavisoalmonasterio?—Estoy prisionera y vigilada, padre. Sólo tengo a Régula y ella está tan

prisioneracomoyo.—Bien, lo importante es que estoy aquí, pero no tenemos mucho tiempo. Yo

hablaréconlapartera;ellateatenderáymeentregaráalacriatura.—No,padre, porDios.Nome fíode esamujer.Laha elegidodoñaBrianday

siemprememiracomosi…,nosé.Medamiedo.—DoñaBriandahaperdido la razón; todoelmundo lodice.Yo también tengo

miedodequepuedahacerosalgoirreparableatioalniño.HeenviadounmensajeaSanchoparaquevengacuantoantes.No lehedichonadadelbebé.Sóloque tienequevenirasacartedeesteencierroyaproclamarvuestromatrimonio.Sipuedesalirdeinmediato,estaráaquíenunostreintadías.

—¡Treintadías!—exclamóGuiomarconvozdesmayada.—Es mejor que nada, ¿no crees? Al menos tienes algo que esperar y desear.

¿Cómotetratan?—Salvoquenopuedomovermedeestacámaraniveranadie,bien.Nopasofrío,

tengocomidaybebidaynadiemehacedaño.—Deogratias.Laparteradicequeyanofaltamucho.—Yaheempezadoatenerdolores,padre.—Laavisaré.Deaquíalalumbramientoyanomevoyamoverdeaquí.Vendréa

vertecuandopueda,peronodemasiadoparaquelaguardianoconcibasospechas.Encuanto esté la criatura en el mundo, me marcharé con ella, pero sabes dóndeencontrarme.Ocúpatedequeelniñollevealgoencimaconloquepodáisreconocerlomástarde.¿Quieresconfesarte,antesdequetengaqueirme?

—Sí,padre. ¡Loheechado tantodemenos!DoñaBriandamepermiteoírmisasóloalgunosdomingosdesdelacelosíadearriba,peronocomulgar.

—Todosearreglará,pequeña.Tenfe.

***

Bárbarase levantó temprano,sintiéndosefuerte,despejaday,alcontrariode loquehubieraimaginadodespuésdelaescenaconSergioenelpasillo,totalmentedueñadesí,comosidurante lanochehubiera tomadounadecisióndefinitivasobrealgoqueahora no podía recordar. Lo único que sabía con claridad es que había que actuar


deprisa,muydeprisa,queeltiemposeacababa.Fuealacocina,sehizouncaféyselollevóalasalitaparaponerenordenlas

ideasque,misteriosamente, ibanapareciendoensucerebrosinquemediaraningúnesfuerzoporsuparte.LoprimeroeraalejaraSergio.LuegoencargarsedeGloria.Elproblema hasta ese momento había sido que había pretendido hacerlo usando suspropiosencantosenlugardeusarsuinteligencia.Peroloquehabíaquehacerestabacadavezmásclaro.

Alentraren lasalita,sequedómirandoloscuerpos tendidosde losseischicos,sinningunasorpresa,comosiaquellotambiénformarapartedelplanquehabíasidotrazado.Se fue tomandoel café a sorbitosmientrasuna sonrisa se insinuaba en surostro. Dejó la taza en la cocina, fue a su cuarto, después a la celda de Gloria y,forzándoseenborrar la sonrisaquese lederramabaporel rostro, fueadespertaraNievesyaTomás.

Sus años de actriz se revelaron muy útiles. Hizo una inspiración profunda, seconcentróunosminutosyempezóagolpearlapuertacomosisehubieravueltoloca.

—¡Nieves!¡Tomás!¡Nieves!—suvozsonabatotalmentehistérica.Elmatrimonio salióde la habitación, aún enpijama, los dos alarmadospor los

gritosdeBárbara.—¡Loschicosestáninconscientestiradosporlasalita!—jadeó—.¡Diossabelo

quehabrántomado!YacabandellamaraSergioconunanoticiaespantosa:sumadrehatenidounaccidente,lahaatropelladouncoche;parecequeestámuymal.Hayquellevarlo a Madrid para que coja un avión, Tomás. Su padre quiere que vayaenseguida.

NievesyTomássevistieronatodaprisayacompañaronaBárbaraalasalita.—Yoestoyaloveíavenir—dijoNieves,meneandolacabeza—.Unapandillade

pijos,esoes loqueson,gentequenoha trabajadoensuvida; seguroquehastasedrogan.

—No,Nieves, no creo—dijoBárbara, poniendo en su tonoun ligeromatiz deduda.

—¿Queno?Mejuegoelcuello.Nolohabíaqueridodecirhastaahora,peroeltalÁlvaro, el que semarchó…, lo vi una vez con su pandillametiéndose algo por lanariz.NoledijenadaaBernardinoporquefuelanocheantesdequesemarcharanynoquiseestropearleelproyecto.

—Diosmío,Nieves.¿Quépodemoshacer?¿Túcreesque tendránalgunadrogaescondidaensuscuartos?—hacíatiempoqueBárbarasehabíadadocuentadequeNieves,siseladejabaactuarasumanera,podíaresultarmuymalbicho.

—Podríamosiramiraralasceldasdetodoslosqueestánahítirados.—¿Unregistro?¿Sinsupermiso?—Miraqueeresinocente,Bárbara.¿Túcreesquenosibanadarpermiso,antesde

esconderbienescondidoloqueguarden?Siqueremosasegurarnos,hayquehacerloahora,antesdequesedespiertendeltodo.


Mientras ellas estaban hablando en la puerta, Tomás había estado intentandodespertaraSergioparadarlelamalanoticiayquesearreglaraparasalircuantoantes.

—Tienesrazón,Nieves,vamos—antesdeirse,segiródenuevohaciaelhombre—.Tomás,dileaSergioqueno intente llamarconsumóvil;supadremehadichoqueenelhospital nohaycobertura, que loúnico importante esque sedéprisa enllegar.

Registraron primero la habitación de los chicos, sin encontrar nada de lo quebuscaban,paracontrariedaddeNieves.LuegopasaronporlasdeTinaySibila,yalfinal,porladeGloria.

Almeterlamanodebajodelaalmohada,Nieves,soltóunaexpresióndetriunfo:—Mira,Bárbara,miraloqueteníaaquílamosquitamuerta.—¡Diosmío!¿Quéseráeso?—Esunpolvilloblancocomolosquesevenenlaspelículas—Nievesmirabala

bolsitaaltrasluz—.Cocaína,heroína,algodeeso,¿no?Habráquellamaralapolicía.—No, Nieves, aún no. Mañana llega Bernardino; mejor nos esperamos a que

decidaél.Mientrastanto,lomássensatoesencerrarlaenalgúnsitioseguroparaquenoseescape.

—Ladespensatienellave.—Estupendo.—¿Selodicestúoselodigoyo?—preguntóNievesconlaesperanzadepoder

ocuparsedelasuntoasumanera.—Yo.Noteofendas,perosoysuprofesora.Creoqueesmejorasí.Damelallave,

anda.Porelpasillo,secruzaronconTomásyconSergio.Elchicoestabaanormalmente

pálido,teníalosojosvidriososyeraevidentequenohabíaacabadodeenterarsedeloqueestabapasando.

—Lo siento mucho, Sergio —dijo Bárbara—. Espero que no sea nada y quepuedasvolverpronto.

Elmuchacholamirócomosinolaconocierayseencaminóasuceldaarecogersuscosas.

En la salita, el resto de los chicos, pálidos y con ojeras, charlaba en voz baja.Todoslevantaronlavista,asustados,cuandoentróBárbara.

—Gloria,venunmomento,porfavor.Gloria, pensando que tendría que ver con Sergio, se levantó de inmediato y la

acompañóalclaustro.—Venconmigo.Llegaron a la cocina desierta, Bárbara abrió la puerta de la despensa y entró,

seguidadeGloria,queestabacadavezmásnerviosayperpleja.—¿Quépasa?¿Quéquieresdecirme?—Miraahíenlaestanteríadelfondo.Miraesesobrecitoydimesitesuena.GloriahizoloquelepedíaBárbaray,cuandoestuvolobastantealejada,lamujer


cerrólapuerta.—¿Qué es esto? ¿Qué haces?Yo no he visto ese sobre enmi vida, esmás ni

siquieraséquées.Bárbaracerrócondoblevuelta.Atravésdelapuerta,Gloriaaúnlaoyódecir:—Sitelotomastododegolpe,alomejornoesnecesarionadamás.Sino,yame

encargaré yo, no te preocupes.Yno temolestes en llamar aSergio; va camino deMadrid.

Luegooyósuspasosalejándose.

***

DoñaBriandaregresóalcastillodeArlanzónalanochecer,cansadaydemalhumor.EstabahartadelasinterminablesnegociacionesquedoñaUrracallevabaentremanosparaobtenersucompromisoconelinfantedeAragón,hartadefingirenlacortequesuhijastrahabíacontraídounasfiebresquelaobligabanaguardarcamadesdehacíamesesyqueporesoellanuncapodíapermanecermásdecuatroocincodíasseguidosenBurgos,hartadeaquellapreñezinacabablequenolepermitíaaúnconseguirloquemás deseaba: hacerse con el hijo de Sancho y Guiomar y entregárselo al maestroLudovicoparaquelosacrificaraasusterriblesamos.

Desde que ella misma había tenido que entregarse al hechicero, algo habíacambiadoensuinterior,haciéndosemásduroymáscruel.Eracomosillevaradentroun fuego que no se apagaba nunca, un fuego que la consumía y le iba robando lasaludylaalegríadevivir.Yalavezlehacíasentirunasedinacababledeplaceres,dehonoresyriquezasterrenas,porquesabíaque,despuésdesumuerte,yanadapodríasalvarladelhorrorqueleesperaba.

Peroelmaestrolehabíadichoquesusamostambiénrecompensabanalosquelesservían bien con una larguísima vida e incluso con la eterna juventud. Si ella,ofreciéndoles a aquella criatura recién nacida y dándoles la ocasión de destruir elpoderqueprotegíaaSancho,sehacíadignadelosamos,lapremiaríanpermitiéndolealcanzarloquedeseaba.

ElpartodeGuiomarnopodíaestaryalejos;luegotodoacabaríaypodríaolvidar.Subiólasescalerasabuenpaso,sacólallavequellevabacolgadaalacinturay

abriólacámaradelatorre.Laestanciaestabaenpenumbray,apesardelfrío,apenascombatidoporelfuegodelachimeneayunbraseroalospiesdelacama,elolorasudoryasangreeraintenso.

Guiomar dormía en el gran lecho con los cortinajes entornados y, junto a ella,Réguladormíatambién.

Se acercó de puntillas y observó los dos jóvenes rostros pálidos y agotados.Luegonotóquelasmantasquecubríanelcuerpodesuhijastranosecombabansobresuvientre,sinoquecaíanlisasdesdeloshombrosalospies.

Sinhaberlodecidido,soltóungritoquedespertóalasdosmuchachas.


—¿Dónde está la criatura? ¿Qué ha pasado?—su fusta de montar se estrellócontra lamejilladeRégulayabrióunsurcosangriento—.¿Dóndeestáelniño?—aulló.

—El niño nació muerto, mi señora —contestó Régula con voz temblorosa,protegiéndoselacaradeotroposiblefustazo.

Guiomar la miraba con ojos vidriosos, en los que brillaba la fiebre. Tenía loslabiosmordidosehinchadosylapielblanquecina,casiverdosa.

—¡Idiotas!¿Pensáisdeverdadquemelovoyacreer?¿Dóndeestálapartera?Sielniñohamuerto,quieroversucadáver.Silohaenterrado,lodesenterraré.

Guiomar lanzóungritoahogadoycayódenuevoentre losalmohadones.DoñaBriandaacercósurostroaldeellaysiseó:

—¡Ojalátemuerasdefiebres,perra!Peronoantesdequemedigasloquequierosaber.

Salió de la habitación sinmolestarse en cerrar con llave.Guiomar yRégula sequedaron quietas durante un momento, aterrorizadas, esperando que volviera conalgúnguardiadeespadadesenvainada,peropasabaeltiempoyelsilencioeratotal.

—Régula—susurróGuiomar—,esemozoqueconocesenelestablo,ésealquelegustas,¿creesqueteensillaríauncaballo?Aúnnoesdenocheynohabráncerradolaspuertas.

—¿Qué queréis demí, señora?—el dolor del fustazo de la condesa apenas ladejabahablar.

—Vete de aquí. Coge el mejor caballo y galopa como el viento hacia SanSalvador.DilealpadreJuanqueteescondadondemiesposoyyopasamosnuestranochedebodas;élsabrádóndedigo.DiletambiénquedoñaBriandaquierematarme;quetraigaaSancho,porDios,quetraigaaSancho…—selequebrólavozy,aunquesentíaquehabíavueltoasangrarentrelaspiernas,noquisodecirlenadaasudoncella—.Veteyquenuncateencuentren.Hazlopormí,Régula.Veteya,antesdequeseatarde.Sálvatetú.

Seestrecharonlasmanosconfuerza.Régulabesólafrentedesuamaysemarchóconunaúltimamiradadedesesperación.

Cuandosaliósudoncella,laúltimapersonadeaquelcastilloenquienpodíaconfiar,Guiomarsellevólamanoalcuelloy,alnoencontrarlapiedraquehabíasidotodosuconsuelo,seechóallorarconamargura.Ahoraestabarealmentesola.

Mientrastanto,doñaBriandahabíallegadoalacasuchadelapartera.Apartódeuna patada a un perro que le salió al encuentro y entró sin llamar.La vieja estabajuntoalfuego,revolviendoalgoenunpuchero.

—¿Dóndeestáelniño?—tronólacondesa.—Enelcastillo,señora.Yodejéalacriaturaenelcastillo,consumadre.—¿Viva?


—Sí,señora.Muypoquitacosa,peroconvida.—Nomemientas.DoñaGuiomardicequeelniñonaciómuerto.Laparteraesbozóunamediasonrisasiniestra.—Entonces lohabrámatadoella.Aningunacondesita soltera leconviene tener

unbastardoalrededorsileinteresahacerunabuenaboda.Conponerleunaalmohadaencima…

Doña Brianda quedó un instante en silencio. ¿Era posible? ¿Era remotamenteposiblequeGuiomarhubieradecididolibrarsedelniñoparacastigarlaaella?Peronopodíasaberloqueellapensabahacerconlacriatura.¿Osí?¿OeseextrañopoderqueprotegíaaSanchoydelqueelmaestrolehabíahabladosabíaalgodesusplanes?

Sacó la daga que llevaba a la cintura y se acercó despacio a la mujer que lamirabaespantada.

—Tematarésimemientes—ledijoponiéndolelapuntadeladagaenelvientre—.¿Quéhasidodelniño?

—Lo dejé en el castillo, con sumadre—tartamudeó la partera—. Lo juro porDios.

DoñaBriandasoltóunabrevecarcajada,comounladrido.—Entoncesyanotenecesitoparanada.Ladagaentróenelvientredelaviejasinapenasresistencia.Susojosseabrieron

desmesuradamenteycayófrentealfuegocomounsacodenabos.La condesa sacó la hoja, lamió la sangre caliente como el maestro le había

enseñado y luego limpió el resto en el delantal de lamujer antes de envainarla denuevo.Ahorasesentíamejor.

Noestabaconvencidadelamuertedelniño,peroeraGuiomarquientendríaquedecirledóndelohabíaocultado.Yarrancarleesesecretoseríamuysatisfactorio.

***

Enlasalita,despuésdequeGloriasehubieramarchadoconBárbara,ySergioconTomás, noquedabanmásqueTina,Sibila,QuiqueyAndrés, rodeados de tazas decaféusadas,cojinesysacosdedormir.

—EstoempiezaaparecerlosDiezNegritos—dijoAndrés,poniéndosedepie;viola mirada de incomprensión de los demás y añadió—: la novela esa de AgathaChristieenlaquehaydiezpersonasenunacasaaisladaypocoapocoalguienselosvacargandoatodos.

—¡Qué fantasíamás negra tienes, hijo!—dijo Tina,molesta—.Después de loqueacabadepasar,meparecedemuymalgusto.

—Oye,queyonoqueríadecirnadadelamadredeSergio,¿eh?Mereferíasóloaquenoshemosquedadocuatrogatos,literalmente.

—¿A vosotros no os parece muy raro lo de la madre de Sergio? —preguntóQuique—.Esodequehayan llamado aBárbarayque él tengaque salir corriendo


precisamenteahoraquesabemosloquetenemosquebuscar.—Bueno —dijo Tina—, es que no tenían ninguna otra forma de ponerse en

contactoconéldesdequenosrequisaronlosmóviles.—Ayer le devolvieron elmóvil a todo elmundopor si alguienquería llamar a

casayquedarconsuspadresenBurgos.Yomirémisllamadasperdidasyhabléconmihermanaparadecirlequeteníaquequedarmeelfindesemana.Luegolodevolví,pero si hubieran estado tratandode llamar aSergio, lohabríavisto en el buzóndevoz.

—Alomejorelaccidentehasidoestamadrugada—sugirióTina.AndrésySibilalosoíanhablar,interesadosperosinintervenir.—¿YquéhacíalamadredeSergioporahídemadrugada?¿Yporquésupadreno

hapedidohablardirectamenteconél,enlugardecontárseloaBárbara?—¿Insinúasquepuedehabérseloinventado?—Esunaposibilidad.—¿Paraqué?—Niidea.Paratenerlolejos,supongo.ÚltimamenteaBárbaraseleestáyendola

bola.—Bárbara ya no es ella del todo—dijo entonces Sibila—. Igual que Sergio y

Gloria tampocosonsóloellosmismos.Hayalgoenelpasadoquequedópendientehacemilañosyestátratandodevolver.Ynoesnadaagradable.

—¿Yquéhacemos?—preguntóQuiqueanadieenparticular.—Por lo pronto—dijo Andrés, frotándose las manos—, antes de que se vaya

SergioconTomás,echarleunamiradaasumóvil,aversiesverdadquesupadrehallamadoy,alnoconseguirlocalizarlo,hatenidoquellamaraBárbara.

—¿Ycómolovamosasaber?—Porquesihallamado,habráunallamadaperdidadondeponga«papá»o«casa»

oalgoasí.Entoncespodemosllamarnosotrosyenterarnosdeprimeramano.—PueshabráquepedirleaTomásquenosabralacajafuerte.—¡Cajafuerte!Acualquiercosalellamancajafuertehoyendía.Loquetienen

aquínoesmásqueunarmariometálico—dijoAndrés,despreciativo.—¿Ytúcómolosabes?—preguntóQuique,realmenteinteresado.—Porquemipadreescerrajeroyllevomediavidaayudándoleenlosratoslibres.

¿Ocreéisquemipadreesdeésosqueledaasuhijounsueldopornohacernada?Semiraron,inquietos.—¿NohabríaquepreguntarleprimeroaTomás?—dijoTina.Lostresmovieronlacabeza.—Nonosconvienequetodoelmundosepaloquepensamos—resumióQuique

—.¿Túcreesquepodríasabrirla?Andrésserió.—Yoséquepuedoabrirlaconunahorquilladelpelo.¿Opensáisdeverdadque

llevo más de un mes sin hablar con nadie de fuera de aquí?—terminó, con una


sonrisatraviesa.—Pues andando. Hay que darse prisa si queremos enterarnos antes de que se

vayan—animóSibila—.Atodoesto,¿dóndesehabrámetidoGloria?—DemomentonosconvienequeestéentreteniendoaBárbara.Yalabuscaremos

después.

***

Doña Brianda miraba el cuerpo exangüe de Guiomar, sostenido por dos de susguardias,ylaimagenlahacíasonreír.Nuncahabíasentidoningúncariñoporaquellaestúpidadamiselaqueeldestinohabíapuestoensuviday,ahoraquehabíatenidolaosadíaderobarlealhombrequeellahabíaelegidoyquehubierapodidosersuyodenohaberse entrometido aquella imbécil, tendría quepagar por ello y por todos losañosenlosquehabíatenidoquesoportarlaasulado.

Sehabíanegadoadecirlequéhabíasidodelniño,siestabavivoomuerto,quéhabíahechode él.Habíadescubierto en sumiradauna firmezade aceroqueno leconocíayesolahabíaconvencidodequenuncaselodiríasiprimeronolaablandabalo suficiente, perono tenía conquéhacerpresión sobre ella.Nopodía amenazar aninguno de sus seres queridos: su padre habíamuerto, no tenía hermanos, Sanchoestaba lejos y Régula había desaparecido. De modo que había optado por lo másdirecto:seríaellamismalaquerecibiríaelcastigohastaqueledijeraloquequeríasaber.Sehabíadesmayadoaldarsecuentadeloqueleesperaba,peroprontovolveríaensíyentoncesnohabríamásqueesperarlosuficiente,quenoseríamucho.Nadieaguantabamuchoaquelcastigo.

Los hombres habían terminado de fijar la argolla en el muro y la miraban,esperandoórdenes.

Hizo una seña a sus guardias, que arrastraron a Guiomar hasta la pared y lasujetaronmientraselcerrajeroleajustabaelarodehierroalacintura.Alsoltarla,supropiopesolahizodoblarseyesoladespertó.

—¡No,doñaBrianda!¡Porcaridad!¡PorDiososlopido,nomehagáisesto!—empezó a gritarGuiomarmientras los hombres, sin levantar la vista de su trabajo,ibancolocandofrenteaellalaspiedrasquelaemparedarían.

Lacondesasonrióconfalsadulzura.—Estáentumano,niña.Simedicesquéhashechodetuhijo,puedesvolveratu

lechoallorarenpaz.Guiomarsacudiólacabezaydejódegritar,aunquelaslágrimaslebajabanporlas

mejillasyleibanllenandoelpechodemanchashúmedas.—Comoquieras.Yamelodirás,tardeotemprano.Vendréavisitartecasitodos

losdías,hastaqueestésdispuestaahablar.—¿Porquénomeclaváisunadagaenelcorazón,sitantomeodiáis?—Porque con eso no conseguiría lo que deseo. Nunca has sido demasiado


inteligente,Guiomar,apesardeloquepensaratupadreyelmaestroqueteenseñólasletras.Yoloquequieroeseseniño.

—¿Paraqué?—Parasentirmeabuelaycantarlecancionesdecuna—rompióenunaestrepitosa

carcajada.EntoncessediocuentadequeposiblementeGuiomarnosabíanadadesuinterés

porSanchonidequeéllahabíarechazado,ydecidióusaresabaza.—¿Sabesporqué?Teloexplicaré.Porquehascometidolalocuradeinterponerte

enmicaminoyhasseducido,hastaelpuntodedarleunhijo,aunhombrequeeramío.

LosojosdeGuiomarseabrierondesmesuradamente.—Sancho no te lo había dicho, por lo que veo. Eres muy joven, querida, ya

aprenderásanofiartedeloshombresjamás.Ellosnosoncomonosotras,¿sabes?Aellosnolesimportanlosbesamanos,lamúsicadevihuelasylasnochesdeluna.Lohacensóloparaconseguirloquedesean.Ycuandolamujerseponepesadayquieremás,osehaceviejaypierdesulozanía,laabandonansinmiraratrás.¿Ohavenidoavertetucaballerodespuésdehabertehinchadoelvientre?

Guiomarsepasólalenguaporloslabioscortados.—Sanchovendráporquemeama.DoñaBriandavolvióareír.—Entrégameatuhijoyolvídatedeél.Esehombrenoesparati,Guiomar.Ese

hombretienedueña.Yosoysudueña.—Nunca—escupióGuiomar—.Antesmuerta.—Túlohasdicho.Mientrasellasestabanenzarzadasenlapelea,loshombreshabíanconstruidouna

paredqueyalellegabaalaalturadelacara.Entonces,dejandounhuecoporelquesepodríanpasarlosalimentosyhablarconlamujeremparedada,siguierontapiandohastaqueelmurollegóaltechodelatorre.

Guiomarapoyólafrentecontralossillaresreciéncolocadosyempezóasollozar.—Tendrásaguaypandosvecesaldía—dijolacondesaconnaturalidad,comosi

explicaralascostumbresdelacasa—.Notemolestesenintentarconvencerdenadaalcriado;essordomudo.Metemoque,cualquiernecesidadquesientas,tendrásquealiviarladepie.Puedesllorar,gritarodormir,comoprefieras.Noseenteraránadie.Ydevezencuandovendréahacerteunavisita.

Hizo una señal a los hombres y a los dos guardias para que abandonaran lahabitación. Luego ella se giró para marcharse y, ya en la puerta, añadió con vozfalsamentedulce:

—DoñaUrraca,lahijadelprimercondedeCastilla,tambiénfueemparedadaenCovarrubias hace cien años, pero como era una mujer inteligente, renegó de suabsurdoamorporunpastordecabras,seplegóalavoluntaddesupadreysalióvivadesuencierro.Recuerdaqueestáentumanoponerfinaestecastigo,hija.


Conunaúltimasonrisa,seperdióescalerasabajo.

***

—Puesyalotenemosclaro—dijoQuique,conelmóvildeSergioenlamano—.Lodesumadreesmentira.

Tinasepasólasmanosporelpelo,angustiada.—¿Yquéhacemos?SiselodecimosaTomás,nosvamosameterenunbuenlío

porhaberforzadolacaja,apartedequenonosvaacreeranosotrosporencimadeloque cuenta Bárbara. Si no se lo decimos, se marcharán, y estoy empezando apreguntarmeparaquéquieretenerlejosaSergiooinclusosilehadichoaTomás…—bajólavozominosamente.

—¿Qué?¿Queselocepilleenelbosque,comoaBlancanieves?¡Yluegoquientiene una fantasía macabra soy yo! —Andrés la miraba, disfrutando de suincomodidadporlasalvajadaqueacababadeocurrírsele.

—¿Nopodríasacompañarlostúconcualquierexcusa,Quique?—preguntóSibila.—¿Conquéexcusa?¿Yparaqué?¿QuéhagoyoenMadrid,conlafaltaquehace

que nos quedemos aquí y pensemos rápido en una forma de encontrar esamalditaespadaquelomismonisiquieraexiste?

—Existe—dijoAndrésmuyserio.—Vaya,hombre,hablóelescépticodelgrupo.—Esquetúnolahastenidoenlamano,comoyo.Esaespadaestáaquí,ynoestá

lejos.Sólohayqueencontrarlacuantoantes,juntarlaconlaspiedrasquelefaltan…—Quetampocosabemosdóndeestán—volvióaintervenirQuique.—Eso.Yterminardeunavez.—Mirad—dijo Sibila—, a lomejorBárbara no quiere sólo librarse de Sergio,

sino también de Tomás porque, si no, podían haber pedido un taxi para él solo.VamosaproponerlequeQuiquelosacompañey,siacepta,esquelevienemuybienqueseamosunomenos.Y,yapuestos,vamosadecirleque,dadaslascircunstancias,habíamos pensado pasar de ensayos y marcharnos a dar una vuelta por ahíllevándonosunpicnic.Sinosdicequevale,tenemoslaconfirmacióndequenecesitaquedarsesola.

—¿Yesoadóndenoslleva?—preguntóQuique,confuso.—Aque es probable que ella esté buscando lomismoque nosotros y tampoco

sepaaúndóndeencontrarlo.—Perosinosvamosporahíyledejamoselmonasteriolibreparaquebusque…,

podríaencontrarlaespadaantesquenosotros—dijoAndrés,preocupado.De repente, Tina sonrió sin que viniera a cuento. Todos lamiraron como si se

hubieravueltoloca.—IdahablarconBárbaraycontadlelodelpicnicylodequequieresacompañar

aSergio—dijomirandoaQuique,sinperderlasonrisa—.Yvepensandoquépodéis


hacerparadejarosaTomásenlacarreterayvolverlosdosaquícuantoantes.—Pero,pero…¿atiquétepasa,muchacha?—preguntóAndrés,perplejo.—Quecreoquesédóndepuedeestarelfamosomensaje.

***

Guiomarapoyólafrentecontraelmuroylaretiróconunrespingo.Dolía.Enalgúnmomento,sehabíagolpeado lacabezadepuradesesperaciónysehabíahechounaheridaqueescocía terriblemente.Además,eldolordecintura laestabamatando;elaroquelarodeabaseleclavabaenelcuerpocuandosedormíaylahacíadespertarseentregritos.

Nosabíacuánto tiempollevabaenaquelagujero,siempredepie,siempreen laoscuridad;alprincipiohabíaintentadocontarlasvecesquelavisitabaelcarceleroconelcuencodeaguayelmendrugodepan,perohabíaperdidolacuenta.Lepicabatodoel cuerpo, y la cabeza, donde sentía saltar los piojos entre los cabellos sucios yenmarañados. Su propio olor le producía náuseas y, debido al miedo y alagotamiento, laspercepciones se lehabíanagudizadohasta talpuntoquecualquiersonido,porlevequefuera,lehacíarechinarlosdientes.

Sentía que estabaperdiendo la razón, queno era capazdepensar con claridad,quelosplanesqueforjabaylasesperanzasquesurgíanensuinteriorerancadavezmásabsurdos.Nacían,crecían,cambiabandeformaydesaparecíancomolasgrandesnubes blancas del verano, sin dejar rastro de su paso. En cambio, sus sueños erancada vez más claros, más intensos, y aunque no duraran más que unos instantes,siempresehorrorizabaaldespertarydarsecuentadequenadahabíacambiado,dequeseguíaemparedada.

DoñaBrianda la había visitado varias veces, pero nunca le hablaba salvo parahacerlelamismapregunta:«¿Dóndeestáelniño?».

Laprimeravez le contestóquehabíamuertoyRégula lohabíaenterradoenelencinar,perolacondesasehabíareídoylehabíadichoqueestabadispuestaadejarletodo el tiempo que necesitara para darle una respuesta que pudiera aceptar.Desdeentoncesselimitabaarepetiresapregunta,esperabaunosmomentosysemarchabadenuevo.

Ella, mientras tanto, también se repetía la pregunta para sí misma. ¿Dóndeestaría? ¿Eraverdadquehabíamuerto?¿EraverdadqueRégulahabía enterradoelcuerpecillo en el encinar cercano?Nopodía recordar.Losmesesde su encierro, ellargoembarazo,elpartoquehabíaestadoapuntodematarla,loslargosytorturantesdoloresquehabíasentidoalprincipioenlospechoshinchadosdelechequesubebéno podía mamar…, todo se le desdibujaba y se le confundía para dejar sólo losrecuerdosluminosos:Sanchoacaballo,levantandoelescudoazulconelemblemadelos dos; Sancho frente al altar, deslizando en su dedo el círculo de oro quesimbolizaba su entrega eterna; Sancho en la cueva del río, sonriéndole, besándola


apasionadamente;Sancho,siempreSancho.Duranteuntiempohabíasufrido,pensandoenloquedoñaBriandalehabíadicho,

peroahoraestabaseguradequementía.Sanchonolatraicionaría;acudiríaasuladoencuantorecibieralanoticiaylasacaríadeallí.Sóloteníaqueserfuerteyesperar.Perodolíatanto…

A veces le gustaría sermás débil omás vieja y podermorir suavemente, paraescapardelmiedoydeldoloryesperaraSanchoenelotromundo.Sinembargosucuerpoaguantabay, aunque teníahambrey sedy fríoyestabaexhausta, sabíaqueaúnpodíaresistir.

***

Gloriaestabaacuclilladaenunrincóndeladespensa,enlaoscuridad,porqueBárbarahabíaapagadolaluzdesdefueraalencerrarla.Sehabíapasadounbuenratodandogritos y golpeando la puerta con los puños hasta que había decidido serenarse yesperar.Cuandosusamigosvieranquenoregresaba,labuscarían;noibanapermitirque la tuvieranencerrada.Enelpeorde loscasos,habríaque llamara lapolicíaydejarqueellosseencargaranderesolverlasituación.

Pero si en el sobrecito misterioso había alguna droga, iba a ser difícilconvencerlosdequeellanoteníanadaqueverconelasunto.¿YsicreíanlaversióndeBárbara sin más explicaciones? No. No era posible. Todos los que la conocíansabían que ni siquiera fumaba y apenas bebía. También podían hacerle análisis ydemostrarqueestabalimpia.ClaroqueBárbaratambiénpodíadecirqueladroganoeraparasupropioconsumo,sinoparavenderla,yentonces…

Se forzó a dejar de pensar tonterías que no llevaban a ningún sitio.Cuando lasacarandeallí,yasevería.

Se pasó la mano por la frente y soltó un grito. Se miró la mano por reflejo,esperando encontrarla llena de sangre, y como en la oscuridad apenas si veía loscontornos,selallevóaloslabiosconcuidadotratandodenotarlahumedad.Estabaseca; simplemente le dolía como si le hubieran dado una pedrada en mitad de lafrente.La cintura también había empezado a dolerle, con ese dolor intenso, sordo,constante,quetanbienconocía,comosilehubieranapretadouncinturóndehierroalcuerpo.

Odiándose por su debilidad, empezó a llorar bajito, con sollozos que se leescapabanyledabanvergüenza,peroquenopodíacontrolar.SiSergioestuvieraconella…,osupadre,osumadre,oinclusoalgunaamigaalaqueabrazarseyconlaquehacerplanes…,peroestabasola.Eldolorsehacíacadavezmásintensoyestabasolayasustada.YSergioiríacaminodeMadrid,pensandoensumadre,sinsaberqueellaestabaencerradaenlaoscuridad.¿Ylosotros?¿Dóndeestabanlosdemásyporquénoveníanasacarla?

Yloquemáslepreocupaba:¿dóndeestabaBárbara,quépretendíahacerconella


yporqué,sobretodoporqué?

***

Doña Brianda seguía yendo y viniendo entre Burgos y el castillo. Por un lado nopodía abandonar sus planes de matrimonio que parecían estirarse y complicarseconcada día que pasaba; por otro, necesitaba visitar al maestro Ludovico, que sehabíaconvertidoenuna influenciadecisivaen suvida,enunmentorque leestabaenseñandoelcaminoporelquellegaríaaconquistareldolorysometeralosqueseopusieran a su voluntad, y que le había prometido presentarla a sus terribles amosparaqueseentregaraaellos,silaaceptaban.

Guiomarestabaabuenrecaudoynolepreocupabademasiado;tardeotempranohablaría.LoúnicoquetemíaeraqueSanchovolvieradesuscampañasantesdequeellahubieratenidotiempodeconseguirlainformaciónquedeseaba.Lafamadelasconquistas delCid llegaba hastaCastilla y no sería de extrañar que elCampeadordesearahacerleal reyotro regalodebuenavoluntadparaobtener al fin superdón.Entonces Sancho regresaría y, por lo que había oído decir de él, a pesar de sujuventud era uno de los guerrerosmás temibles con los que contaban los ejércitoscristianos.A su llegada, buscaría aGuiomary, al no encontrarla, preguntaría hastaenterarsedesuparaderoydesusituación.Ysiconseguíaponerlafueradesualcance,jamásaveriguaríaquéhabíasidodelniño.

Por eso, para no estar enteramente a merced de lo que tardara Guiomar encontestarasupregunta,habíaenviadoaunodesushombresdisfrazadodeperegrinoalmonasteriodeSanSalvador,paraquetuvieralosojosabiertosylainformaradesilosmonjeshabíanrecogidoaalgúnniño,osihabíaalgunamuchachaescondida.Éstehabíaregresadodiciendoquelosfrailesllevabanunavidaabsolutamentenormal.Nohabía más que hombres entre ellos: ni bebés, ni doncellas; de modo que no lequedabaotroremedioqueesperar.Sinembargo,ahorahabíaenviadoaotrohombrealmonasterio,tambiénvestidodeperegrino.

Elmaestrohabíaintentadobuscaralacriaturapormediosmágicos,perosiempreseencontrabaconuna intensa luzazulque loocultaba todoy lo rechazabacuandointentaba acercarse. No se lo había dicho nunca con claridad, pero sin duda lepreocupaba la existencia de esa fuerza contra la cual ni siquiera los amos erancapacesdehacernada,yaveces incluso tenía lasensacióndequehabríapreferidoolvidarsedelasunto.Perohabíanselladounpactoconsupropiasangreynohabíavueltaatrás.Nielladeseabaque lahubiera.DestruiríaaSancho,aGuiomaryasuhijo,sivivía,sinimportarleelprecio.

—Señora—Brígidaestabaen lapuerta, temerosa,comosiempre—.NuñoDíazdeseaveros.

—Hazlepasar.Elhombre,aúnvestidodeperegrino,seinclinóanteella.Veníacubiertodepolvo


y todavía jadeaba por la caminata, lo que dejaba claro que había venido a toda lavelocidadquelepermitíanlaspiernas.

—¿Quénuevastraes?—apremiódoñaBrianda.—A la horade laudeshan llegado almonasterio dosguerreros delCid con los

caballos casi reventados.Querían salir de inmediato hacia acá, pero losmonjes noteníanmonturasderefrescoyelabadloshaconvencidodeesperarunashoras.Mehepuestoencaminoencuantosehaninstaladoenlacocina.

—¿Cuántocreesquetardaránenllegar?—Nocreoquepasedelmediodía.Elmásrubiodelosdosteníamiradadelocoy

nopodíaestarsequieto.«Sancho», pensó la condesa, sonriendo para símisma. «Por fin he conseguido

desatarsupasión,aunquenoseadelmodoqueyodeseaba».—¿Cuántoshombresdearmastenemosenelcastillo?—Seis,miseñora.Bastarán,notemáis.Ellossonsólodos.—Enesoconfío.Matadalgrandeencuantopodáis.Alotroloquierovivo.Elhombreseinclinó,segolpeóelpechoconelpuñoysaliódelaestancia.Doña

Brianda se quedó quieta en su sillón durante unos momentos, pensando. Era unalástima que hubiera acabado tan pronto la diversión, Guiomar llevaba apenas tressemanas emparedada, pero no tenía otra alternativa.No podía dejar queSancho laencontrara.

Abrió laarquetade las joyas, sacó la redomaqueelmaestroLudovico lehabíapreparado,cogióuncuencodebarroyunjarroconaguay,sinapresurarse,subiólasescalerasdelatorre.

***

Bárbara estaba en la salita con Nieves, tomándose un té. Los chicos acababan depedirle permiso para suspender las clases del día y salir de picnic y seguramenteestarían preparando las cosas que iban a necesitar. Quique, sorprendentemente, sehabíaofrecidoaacompañaraSergioy,deunmodoaúnmásmisterioso,ningunodelosdoshabíaexigidoquelesdevolvieranelmóvil.Eracomosiunpodermásalládesucomprensiónlaestuvieraprotegiendoparaquetodosalieracomodebíasalir.

«Estaveztodosaldrábien».Sesobresaltóencuantoelpensamientoaparecióensucerebro.¿Quéeraesode«estavez»?¿Quésignificabaaquellaideaque,sinsaberpor qué, no reconocía como propia? «Esta vez morirán los dos y se cumplirá lavenganza». Volvió a sobresaltarse, pero Nieves no pareció advertirlo. Estababostezandoruidosamenteylamirabaconexpresiónembobada.Bárbaralesonrió.

—¿Por qué no te tumbas un rato, Nieves?—le propuso—. Total, aquí no haynadaquehacer.Tomástardaráenvolver,loschavalessevandeexcursiónynohayque hacerle la comida a nadie. Seguro que ayer os acostasteis tarde y hoy habéismadrugadopormiculpa.


—No sé—contestó entre bostezos—. La verdad es que me estoy cayendo desueño.

—Anda,nolopiensesmás.—¿Ytú?¿Quévasahacerentodoeldía?—preguntó,poniéndosedepie.—Metumbaréalsolconunanovelay,sielcaloraprieta,meremojaréenelrío.

Llevamosunmestrabajandoatope;yocreoquemeheganadoundíavago.—Vale.Puesyanosveremos.Llámamesihagofalta.Laviosalir,casitambaleándose,ysonriódenuevo.Lossomníferosquelehabía

disuelto enel té ladejarían fueradecombatedurantediezodocehoras, suficientepara todo lo que tenía que hacer. El poder la guiaría para que encontrara lo quellevabamilañosbuscando,yluegotodoacabaría.

En elmonovolumen, sentado junto a Tomás, Sergiomiraba el paisaje, angustiado.Aún no tenía la cabeza clara. Aquellas hierbas que les había dado Sibila habíanpuestounaespeciedeveloentresuspercepciones,sussentimientosysusideas.Pocoapoco empezabavislumbrar que aquello no tenía ni pies ni cabeza: ¿por qué ibanahora a Madrid?, ¿cómo podía ser que su madre hubiera tenido un accidente demadrugadayquesupadrenohubierainsistidoenhablardirectamenteconél?,¿porquénolehabíandevueltosumóvilyéltampocolohabíaexigido?

Nohacíanitresminutosquehabíansalidodelmonasterioyyaestabaempezandoapensarquehabíahechomalenmarcharseantesdesabermásdelasunto.YGlorianosehabíaofrecidoaacompañarlonihabíasalidoadespedirlo.Sinembargo,Quiqueestabaahí,sinquevinieraacuento.¿Quéestabapasando?

Sintió un tirón en la camiseta y se giró hacia atrás, a ver qué quería Quique.Discretamente,porladerecha,lepasóunpapelitodoblado.TrasunamiradadereojoaTomás,paraversisehabíadadocuenta,loabrió:«Hayquehaceralgoparaquenosparemos justo antes de salir a la autovía. Tenemos que volver al monasterio, sinTomás.Yateexplicaré».

Quiquehabíasubrayado«sinTomás»,tresveces.¿Y ahora? ¿Qué estaba pasando ahora? ¿Cómo se figuraba Quique que iban a

dejaraTomástirado?Aquelloeraunalocura.—Parece que se prepara una tormenta —comentó el hombre—. Se están

amontonandolasnubes.Sergionosehabíadadocuentadequeelviolentosolqueloshabíaacompañado

durante todo el mes de julio había desaparecido, dejando paso a una extrañaluminosidadcadavezmásgris.

—Cuando lleguemos al aeropuerto, vamos a ver si Bárbara te ha conseguidobilleteparaCádiz.

—Enelmonasterionohayordenador,queyosepa—dijoSergio,cadavezmássuspicaz.


—Tendráellaunportátiloalgo.Peronotepreocupes,chaval;sinohayvuelos,tellevohastalamismapuertadelhospital.

—Gracias,Tomás.Quiquelepasóotranotita:«Alasalidaalaautovía,diqueestásfatal,quetienes

quevomitar,loquesea,peromuymal,paraqueélteacompañe.Eresactor,¿no?».El«muymal»estabasubrayadotresveces;el«queélteacompañe»,también.SegiróhaciaQuiqueconunamiradadeperplejidad;suamigo,fingiendoestara

puntode dormirse, entreabrió los ojos y le lanzóunamiradade urgencia absoluta.Sergioempezóahiperventilar,esperandoqueTomásnosedieracuentaaúndeloqueestabahaciendo.

—Tu amigo se está quedando sopa —comentó el hombre jocosamente—. ¡Asaberloqueoshabréismetidoestanoche!

—¡Para,Tomás!¡Para!—jadeóSergioentrearcadasnodeltodofingidas.—¡No se te ocurra vomitarme en el coche!—Tomás, ya saliendo a la autovía,

hizo una brusca maniobra a la derecha y detuvo el monovolumen en el arcén—.¡Venga,baja!

—Nopuedo;metiemblanlaspiernas.—¡Malditosmocosos!—rezongóelhombre—.¿Yatiquétepasa?—preguntóa

Quique—.¿Tambiénestásmalo?Elchavalnocontestó.Sóloseoíasurespiraciónagitada.—¡Tomás!—Sergio fingía unas náuseas tan terribles que estaba empezando a

sentirlasdeverdad.Elhombresaliódelcoche,diolavueltayayudóaSergioabajartambién.—¡Vengaya,vomitadeunavez!—Unpocomáslejos—murmuróSergio,comosiestuvieramuymareado—.Creo

quetambiéntengodiarrea.Rezongando,elhombreabriólaguantera,sacóunpaquetedepañuelosdepapel

y,sujetandoaSergio,quedejabacaersupesosobreloshombrosdeTomás,empezóaalejarse del coche en dirección a unas encinas rodeadas dematorrales. De vez encuandosedeteníanySergiosedoblabaconvulsivamente,aunquenohacíamásqueescupir.

Apenas los perdió de vista, Quique se inclinó hacia el asiento del conductor,cogiólasllaves,saliódelcoche,hizoloqueteníapensadoyvolvióatumbarse.

Alcabodeunosminutosvolvieron,Tomásgirólallaveenelcontactoy,despuésde un ruido sospechoso, como si se estuviera ahogando el motor, todo quedó ensilencio.Volvióaintentarloconelmismoresultado.

—Puessíque…¿Quélepasaahoraalmalditocoche?¿Porquénoarranca?Losdosjóvenessiguieroncomoestatuas,mediotiradosensusasientos.—YparamásINRI,nohaycobertura—dijo,mirandosumóvilconcaradeasesino

—.Ahora tendréque andarun ratohasta el próximo teléfonode socorro.Quedaosaquí.Ahoravuelvo.


Sergiosoltóunaespeciedegruñidoquepodríahabersidounaafirmación.—¡Menudo día!—oyeron decir a Tomásmientras se alejaba después de haber

colocadoeltriángulodeseñalizaciónydehabersepuestoelchalecoreflectante.Encuantoseperdiódevista,Quiqueseenderezó.—Venga,vámonos.Sólosondocekilómetros;mehefijado.Abuenpaso,endos

horasestamosdevuelta.Dejó sobreel asientodel conductorunanotaqueya teníapreparada:«Estamos

mejor.Teesperamosenelmonasterio.Graciasportodo».Echaronaandarconrapidez,mirandodevezencuandoporencimadelhombro

paraasegurarsedequeTomásnohabíavuelto,yprontoseencontraronacubierto,enunbosquecillodeálamosquecrecíanjuntoalcaucedeunriachuelocasiseco.

—¿Mepuedesexplicarquéestodoesto?—preguntóSergio.—Puesno,porquenotengoniidea.Perotodospensamosquelodetumadrees

uncuentochino,queBárbaraquierequedarse sola enelmonasterioparabuscar lomismoquebuscamosnosotrosyquenopodemospermitirquenosseparenahora.Anosotros también nos conviene que no esté Tomás.ConNieves ya se nos ocurriráalgooyalohabránsolucionadolosotros.

—¿Ycómovamosaencontraresamalditaespadasinotenemosniunasolapista?—Antesdeirnos,Tinahadichoqueellacreíasaberdóndeestabaelmensaje.—¿Dónde?—Nomediotiempoaenterarme.Teníaquehacertedecanguroyasegurarmede

quenoíbamosaningunaparte—seleescapóunasonrisatriunfal—.Eso,almenos,loheconseguido.

—¿Quélehashechoalcoche?—Lehedadoalgoquenohapodidodigerir.—¿Qué?—Loúnicoquehepodidoconseguirenelmonasterioconlasprisas.Azúcar.—¿Azúcar?¿Comoaloscaballos?—Sí—empezóa reírsesolo—.Loquepasaesque loscaballos loagradeceny

correnmás,ya losmotores les sienta fatalque lesmetanazúcareneldepósitodegasolina.

—¿Ytúcómosabeseso?—Porquemipadretieneuntallermecánico.Nievesestáempeñadaenquesomos

todosunpuñadodeimbécilesquenadanenpasta,peroenmicasoesmentira.—Yenelmío.Mispadressonprofesores.—El padre de Andrés es cerrajero; el de Sibila es conductor de autobús y su

madreherborista,yeldeTinatrabajaenunbanco.LoquenoséesquéhaceelpadredeGloria.

—Esdiplomático,oloera.Ahoraestáennoséquéministerio.—Osea,queconellatienerazónNieves.Esunaniñapija.—¿AtiteparecepijaGloria?


—Laverdadesqueno.—Pues eso.Y ahora vamos a callarnos un rato porqueme estoy quedando sin

alientoalpasoquellevas.—EsqueSibilanoshaestadometiendomuchaprisa.Diceque loquesea tiene

quepasarya.YAndrés,despuésdelodeanoche,estáconvencidotambiéndequelacosaurge.

Siguieron caminando durante un buen rato, callados los dos. El cielo ibaencapotándosey la temperaturaeracadavezmásasfixiante,sinunsoplodevientoque refrescara el día. Los árboles parecían pintados contra un paisaje entre ocre ygrisáceo;nosemovíaunahojaylascigarrascantabanenloquecidassobreunsilencioopresivo.

—¿Quiéncreestúqueseríanaquellaspersonas?—preguntóQuiquealcabodeunbuenrato.

Sergiononecesitóningunaaclaraciónparasaberaquiénsereferíasuamigo.—Unaparejaquefuemuydesgraciada.Esolosientodentro,noséexplicártelo.Y

sequeríandeunmodoquehaconseguido sobrevivir a cientosdeañosdehistoria,hastamuchodespuésdesumuerte.Hastallegaranosotros.

—¿TúquieresasíaGloria?Sergiosedetuvouninstante,miróaQuique,comodudando,yacabópordecir:—Séque suena idiota y novelesco, pero sí, la quiero de unamanera de la que

antesmehabría reído.Yni siquiera sébienporqué.Casinonosconocemosysinembargo es como si todami vida la hubiera estado buscando a ella; no a alguiencomoella,sinoaellaenconcreto.

—¡Jo,macho,daescalofríos!—Puesesloquehay.Losiento.¿TúquieresasíaSibila?Hevistocómoosmiráis

—dijo,respondiendoalapreguntanoformuladadeQuique.Élsetomósutiempoencontestar.—Sibilamegusta.Esrara,esdiferente.Siemprelahantratadomalporesoya

vecestetrataapatadas,paradefenderse;peromegustamucho.Yespreciosa.Sisedejaraelpelodesucolor,estaríaimpresionante.

—¿Setiñeelpelodenegro?—Sí. Pero no se lo digas a nadie. Es pelirroja, como todas las mujeres de su

familia,perodicequesiselodejaradesucolor,todoelmundolallamaríabrujanadamásverla,yasídisimula.Cosassuyas…

—Pero¿laquieres?—MataríaporunaCoca-Cola—dijoQuiqueabandonandountemaquelohacía

sentirseincómodo.—Esperemosque lodematarquedeparael sigloXI—contestóSergioconvoz

sombría,aceptandoquesuamigonoquisieracontestara supreguntaycayendodenuevo,casisindarsecuenta,enelasuntoqueloobsesionaba.

Luego apretó el paso en dirección al monasterio, que ya se perfilaba en la


distancia.

***

Laín galopaba detrás de Sancho a toda la velocidad que podían sacarle a susmonturas. Apenas se habían detenido unas horas, a las que no podía llamarsepropiamentedescanso,enSanSalvadorparaqueloscaballosserepusieranunpocoyparaenterarsedelasúltimasnoticias.HabíanhabladoconunpadreJuansombríoypreocupadoqueahoracabalgabacadavezmásatrás,siguiéndolosenunamula,yconuna Régula temblorosa, de ojos hinchados y enrojecidos que no había logradobalbucirmásqueunaspalabras:«Lamatará,señor,doñaBriandamataráamiama;lahabrámatadoya».ElmismoLaínhabíatenidoquesacarladelacocinaparaquesuspalabrasobsesivasnoacabarandevolverlocoaSancho.

Cordeluna había empezado a relucir nada más llegar a San Salvador, hasta elpuntodequehabíantenidoquecubrirlaconunpañoparanoinquietaralosmonjes,yelrostrodeSancho,normalmentefrancoysereno,habíaidotransformándoseenunamáscaradepiedra,comoladelasgárgolasdelascatedrales.

«Se dice que tiene tratos con un hechicero», les había confiado el padre Juan,quienporesohabíainsistidoenacompañarlos.PeroLaínestabapreocupadoporotracosamás terrenal: eran dos guerreros y un sacerdote contra una guardia castellanaquebienpodíaestarcompuestapordosdocenasdehombres.Apesardeello,Sanchono había querido ni hablar de perder tiempo desviándose a Vivar en busca derefuerzosentrelagentedesufamilia.

Cuandollegaronalavistadelcastillo,unapequeñaconstrucciónchatayfea,conla muralla casi derruida, llena de boquetes, seis hombres de armas, a caballo, losesperabandelantedelaspuertascerradas.

SanchonosedetuvomásqueeltiemponecesarioparadesenvainaraCordelunayembrazar el escudo azul que ponía el terror en los corazones enemigos; luego, sinavisar a nadie, se lanzó al galope contra el grupo armado.Laín tuvoque forzar sucaballo para llegar casi a la vez que su amigo y evitar así que toda la fuerza seconcentraraenSancho,querepartíaestocadasconunafuriasobrenaturalyyahabíapuestofueradecombateadosdeloshombresdedoñaBrianda.Mientrasluchabaconotros dos más, los dos restantes se enfrentaron a la vez a Laín. Pero no eranauténticos guerreros, probados en cien batallas campales, sino simple escoriareclutada en las tabernas de Burgos o León. Aun así, una estocada le pasópeligrosamente cerca del cuello y eso lo enfureció hasta tal punto que, de unmandoble, le segó la cabeza al enemigo y pudo enfrentarse al otro sin tener quecubrirselasespaldas.Sanchodespachóalossuyosysevolvió,poseídodeunalocuraqueLaínnoleconocíanidelaspeoresbatallas,buscandomásenemigosqueabatir.

CuandolosseishombresquedaronmuertosasuspiesySanchosediocuentadequehabíaterminadolalucha,empezóadarvoces:


—¡Guiomar!¡Guiomar!¡Abridlaspuertas,miserables!Desdearriba,unosrostrostemerososlosobservaban.—¡Abrid lapuertao todosmoriréis cuandoentre! ¡Lo juroporDios!—gritaba

Sancho.PerocuandoselesunióelpadreJuan,elcastilloseguíacerrado.—Ven, amigo —dijo Laín, tirándole del brazo—. Entraremos por ahí. Este

castilloestállenodeagujeros.Treparonporunaspiedrasderruidasyconsiguieronmeterseporunboquetehasta

alcanzar el pequeño patio de armas, que estaba desierto. Todos los criados habíandesaparecido.

—¿Pordónde?—preguntóSanchoalpadreJuan.—Latorre.Ahíestabacuandolaviporúltimavez.Subieronlasescalerasatropellándose,conelterrordellegardemasiadotarde,de

quetodossusesfuerzoshubieransidoenvano.LacámaradeGuiomarestabaabandonada,comosinadielahubieraocupadoen

muchotiempo.Unvistazolesbastóparadarsecuentadequenoestabaallí.Siguieronsubiendohastaelfinal,hastaunapequeñahabitaciónvacía.Sólohabía

unjarroenelsueloyuncuencodelrevés.Semiraronsinsaberquéhacer.—Hayqueregistrarelcastillopalmoapalmo—dijoLaín,yadispuestoasalirde

allí.ElpadreJuanlepusounamanoenelbrazo.—Espera.Sanchoestabainmóvilfrenteaunapareddeconstrucciónrecientedondehabíaun

agujerooscuroalaalturadesupecho.Derepente,unalaridosaliódesubocayselanzócontralapared,golpeandoconCordeluna,sacandochispasdelossillares.

—¡Guiomar! ¡Guiomar!, ¿qué te han hecho? ¡Soy yo, Sancho, responde,Guiomar!

Nohuborespuesta.Elpadre Juan loapartó suavemente, introdujounamanoenel agujeroy tanteó

tratandodeencontrarlacabezadelamuchachaparapoderponerleundedosobreelcuelloysentirsiaúnlatíalasangre.

Sancholomirabacomosonámbulo,iluminadoporlaluzdeCordeluna.—Hamuerto,hijo.Diosacojasualma.Laínestabaagachadoyolisqueabaelcuencocaído.—Lahaenvenenado.—Damesupiedra,Juan—dijoSanchoconunavozquesonabacomoelpolvo—.

Llevacolgadaalcuellounapiedracomoésta.Dámela.—Nolatiene,Sancho.Yateexplicaré.—Nohaynadaqueexplicar.Séloquetengoquehacer.Séquiénlatiene.Enuninstante,Sanchohabíaabandonadolahabitaciónysehabíalanzadoporlas


escalerasaullandoelnombredeBrianda.Susdosamigoslosiguieronparatratardeimpedirloquesabíanquequeríahacer.

Cuando Sancho llegó al patio, a la luz cegadora del mediodía, doña Briandatironeabadelabridadesucaballomientrasgritabaaunoscriadospálidosdemiedoqueleabrieranlaspuertasdelcastillo.

Alveralguerreroconlaespadadesenvainadaycubiertadesangre,sedetuvoysonrió.

—Llegas tarde, Sancho Ramírez. Siempre llegarás tarde ya. Una terriblemaldiciónpesasobrevosotros,eternamente.Túlohasqueridoasí.

Sincontestarunasolapalabra,aullandoderabiaydedolor,selanzóhaciaellaylaensartóconCordeluna.

Comosi lavozvinierademuy lejos,oyóalpadreJuangritarle:«¡No,Sancho!¡EnelnombredeDios,nolamates,notepierdas!»,peroBriandateníarazón,yaeratardeparatodo,inclusoparasalvarse.

Cordelunarelumbrabaconunaluzvisibleapesardelsoldelpatio,clavadaenelvientredelamujerqueaúnsonreíadespreciativamente.

Sancholasacó,lalimpióconlasfaldasdelacondesa,laenvainóysóloentoncesseagachójuntoalcadáveryempezóabuscarlapiedradeGuiomar,loúnicoquelequedabadeella.

—¿Qué haces? Tienes que huir—el padre Juan, cogiéndolo por los hombros,tratabadeapartarledeallí—.Elreytemataráporesto.Pondránprecioatucabezayteacosarántodoslosdíasdetuvida.Tienesquesalirdelreino,Sancho.

—Necesito lapiedradeluna,Juan.Tengoquerestituirla, juntoconlamía,paraqueCordelunaseainvencible,parapodermataratodoelquehayatenidoalgoqueverconesto.TodospagaránlamuertedeGuiomar—selequebrólavoz.

—Ahora tienes que marcharte. Yo me ocuparé de dar tierra a Guiomar.DescansaráparasiempreenSanSalvador,perotúhuye,hijomío,alsur,atierrademoros,dondenopuedanencontrartejamás.

—No—dijo Laín—. Al norte, a los bosques de Galicia. Allí no te buscarán.¡Galopa,Sancho!Teencontraré.

—Nopuedoirmesinlapiedra,Juan.Essualma.EselalmadeGuiomar.Lamíaylasuyadebenestarjuntas.

—Nosufrasporeso,Sancho.Esapiedraestáenbuenlugar.Latienetuhija.—¿Mihija?—Sanchosintióqueunanubenegraleocultabalavista—.¿Mihija?—Nacióhacecasiunmes.SellamaBlanca,comoquisoGuiomar.Ellalediola

piedraparapoderreconocerlacuando…,cuandollegarantiemposmejores.—¿Dóndeestá?—Oculta.Asalvo.AhoraquedoñaBriandayanopuededañarla,meocuparéde

quetengaunabuenafamiliaydequeRégulaestéasulado.Cuandopaseeltiempo,cuandotodoseolvide,vuelveaSanSalvador.Estaremosesperándote.

LaínseacercóllevandodelabridaaDurán.


—Tehepuestoalgodecomeryunpellejodevino.HuyeaGalicia,alosbosques.Yobuscaréaalgúncamaradaycabalgaréhaciaelsur,paraquepiensenquevamosjuntos.Dametuescudo.

—¿Miescudo?—Eseescudoesuna leyenda.Todoscreeránqueyo soy tú. ¡Vamos!Ydamea

Cordeluna;yatehatraídobastantesdesgracias.—¡No,Laín!Cordelunano.Espartedemí;denosotros.Gracias,amigo.Con un último abrazo, Sancho montó y salió al galope. Las lágrimas le

impidieronverelcaminohastaelanochecer.

Llevaba varios días vagando por el bosque, inquieto como un alma en pena,repasandounayotraveztodoloquepodíahaberhechodeotromodoparasalvaraGuiomar.SiselahubierallevadoconsigoaunmonasteriodeNavarra,ahoraestaríaviva,yélhabríapodidoiravisitarlayconocerasuhija.SinohubierainsistidoencasarseconellaporSanJuan,estaríaviva,quizácasadaconotro,peroviva,yantesodespuéspodríahaberacudidoareclamarla.SihubieraaceptadolapropuestadedoñaBrianda,podríahabervistoaGuiomartodoslosdíasyenalgúnmomentosehabríapresentadolaocasióndehuirconella,aunquehubierasidoatierrademoros,ymásadelante, cuandoel reyhubieseperdonadoa su señor, habríanpodido instalarse ensustierras,paradefenderlasycriarunafamilia.

PerodoñaBriandasehabíacruzadoensucaminocomounaserpientevenenosayhabía aniquilado toda su dicha, todo su futuro. Nada tenía vuelta atrás. Su vida apartirdeahoraseríaunpáramoyermodondenuncavolveríaacrecerunaflor,ysieraverdad lo que había dicho la serpiente antes de morir, ni siquiera le quedaba elconsuelo de reunirse conGuiomar en el otromundo. «Una terriblemaldición pesasobrevosotros,eternamente»,habíadicho.Unaterriblemaldición.Eternamente.

¿SignificabaesoqueGuiomarestabamaldita? ¿Que sualmadeángelnohabíaidoalcieloareunirseconelCreador?¿Quevagaríaperdidaporsiempresinalcanzarlapaz?¿Quenopodríanreunirseenelotromundo?

Sanchocaminabaporelestrechosenderoconlacabezabaja.Detrásdeél,sujetopor labrida,Duráncaminaba también,pasoapaso, aliviadodelpesodelguerrero,mordisqueandoaquíyallálasjugosashierbasquecrecíanportodaspartes.

Norecordabacómohabíallegadoaaquellatierraextraña,tandistintadelasuya.Los días pasados en la huída se le confundían en un delirio de sed y cansancio yagonía.

Debíadesercercadesextaporquelaniebla,antestanespesaqueapenasseveíalos pies, se había levantado hasta permitirle distinguir lo que se encontraba a sualrededor.Peroallínotocabanlascampanasynohabíanadaquever:árbolesymásárboles,casi todosdesconocidos;unavegetaciónmuyhúmeda, intensamenteverde,dondeyaempezabanaaparecerlasprimerasflores,comounaburlaalamuerteque


élllevabaenelcorazón;unsuelooscuro,mullidoalpaso.Porencimadesucabezaelsoljugabaconlashojas,espejeabaenelarroyoquesaltabaasuladoyseperdíaenlaespesura, luego su luz se ocultaba de nuevo tiñéndolo todo de gris, el color de sualma.Pequeñospajarillosquecasinopodíaversaltabanderamaenrama,gorjeando,felicesporlainminentellegadadelaprimavera.

Dosañosatrás,éltambiénerafeliz:formabapartedelacompañíadedonRodrigodeVivarensuviajeal reinodeSevilla.Sufuturoseextendía, radiante, frenteaél.Aún no había empuñado a Cordeluna, no había conocido a Guiomar, ni habíadespertadolaobsesióndelacondesaviuda.Desdeentonces,salvolaamistaddeLaínylospreciososdíasdesubodaenSanSalvador,ensuvidanohabíahabidomásquesangreymuerteydolor.Yahoradesolaciónydesesperanza.Parasiempre.

Sedetuvobajounviejoroblequeextendíasusramaspoderosassobreunpequeñoclarodondesaltabanlasardillas.

¿Qué hacía él allí?, se preguntó. ¿Adónde iba? ¿Qué pensaba encontrar quejustificaraseguirviviendo,seguirluchando?

SiGuiomarestabaenelcielo,eraabsurdoseguirapegándosealatierra,cuandolaúnica posibilidad de reunirse con ella estaba en lamuerte. Si Guiomar había sidocondenadaavagarsinsosiego,nopodíadejarlasola.

Nohabíallegadoacumplirlosveinteaños,perosuvidaenestemundoyanoeranecesaria.Habíacumplidosuciclo.Habíaencontradoalamujerdesuvida;lahabíaqueridomásqueasualma,sehabíacasadoconella,lehabíadadounahijaylahabíavistomuerta.¿Quémáslequedabaya?

Pasóporsumenteundestellofugazdelaimagendesumadre,desupadre,desushermanos,delapequeñaaldeadondehabíavistolaprimeraluz,ysusojossellenarondelágrimas,perohabíavividosiemprecomoguerreroyellossabríanquelamuertesiemprelehabíaandadocerca.

—Os pido perdón —musitó, mientras sacaba la soga de sus alforjas—.Perdonadmevostambién,Diosmío,yllevadmeconella.

Hizounnudocorredizoypasólacuerdaporlaramamásfuertedelroble.Metióla cabeza en el lazo y montó sobre Durán. Le acarició las orejas, se puso en pieencimadesucaballo,desenvainóaCordelunay,conellaenunamanoylaotrasobrelapiedraquellevabaalcuello,sedejócaer.

***

Después de buscarla por todo el monasterio, encontraron a Bárbara en el pasillo,cargadaconunamanta,unlibrogordoyunrefrescodelitro.

—He decidido irme un rato a leer bajo los árboles—les dijo, antes de que lepreguntaran.

—¿HasvistoaGloriaporahí?—preguntóSibila.—Pensabairseadarunavueltaparaaclararselasideas,segúnmedijo.Creoque


queríaestarsolaunrato.Aquí,aveces,somosdemasiados.—¿YNieves?Enlacocinanoestá.—Sehatumbado,aprovechandoquenoshemosquedadosolosyquevosotrosos

vaisdepicnic.Hadebidodedormirpocoymal.Volveréisparalacena,¿no?—Claro.Sólopensamosandarun rato, hasta el encinar seguramente, comernos

losbocatasyvolverahacerlasiesta,dependedesiseponealloverono.—Tomaroseltiempoquequeráis.Nohayprisa.Yatrabajaremosbastanteapartir

del lunes, cuando vuelvan los demás —Bárbara no se sentía con ánimos de darconversación, pero no quería que le notaran lo rara que se sentía; aquella bruja lamirabafijamenteyellanoacababadesaberquédemoniosestabapensando.

—Vale—dijoSibila—.Entoncesnosvamos,Tina,Andrésyyo.SivesaGloria,dile que hemos estado buscándola y que nos encontrará en el encinar o que nosveremosdespuésaquí.

—¿DóndeestáTina?—Enelbaño.Ahoraviene,mira.SevolvieronparaveracercarseaTinaconlamochilacargadaalhombro.—¡Venga,vamos!Seestáestropeandoeltiempoyhayquedarseprisa—dijosin

detenerse—.Paraunavezquenosdecidimosairdepicnic…Bárbara se quedó en la puerta viéndolos marchar en silencio, con las cabezas

bajas.Sinohubieseestadotanocupadaconsuspropiospensamientos,sehabríadadocuentadequenoteníanelaspectoqueunoasociaconunaexcursiónalcampo;peroteníaotrascosasenquépensar.

—¿Habéisnotadoloraraqueestá?—preguntóAndrésencuantoestuvieronlejosdelalcancedesuoído.

—Selehacambiadohastalacara—dijoTina—.Casidamiedo.—¿QuéhabráhechoconGloria?—intervinoSibila,bajandolavoz.—AlomejoresverdadquesehaidoadarunavueltaparaapartarsedeBárbaray

nos la encontramos de camino—sugirió Andrés—. Si no aparece, tendremos quevolverabuscarla.Atodoesto,¿adóndevamos?

—Alacueva—dijoTina,muybajito—.Peroporotrocamino,porsiBárbaranosestávigilando.

—¿Alacueva?Perosiallínohaynada.—Estoyseguradequeenesacuevaestánlaspiedrasolaespadaquebuscamos.

Heleídoelmensajequealguiennosdejóhacemilaños.AndrésySibilasemiraroncomosiTinahubieraperdidoeljuicio.—En elmonasterio no quedandocumentos, y no haymensaje que aguantemil

añosyquenosotrospodamosleerahora—insistióAndrés.—Si tú tuvieras que dejar un mensaje que durara unos cuantos siglos, ¿lo

escribirías en papel o en pergamino? ¿Algo que se destruye con el fuego o con elagua?

—Todosedestruyeconelfuegooconelagua.


Tinasonriómisteriosamente.—Todono.—Lapiedra—dijoSibila—.Loúnicoqueperduraeslapiedra.—Exactamente.Ahoraoscuento.

***

Abriólosojosaunaluminosidadrojizayvolvióacerrarlos.Unamanoleatenazabalagargantayelcuerpolepesabacomosiselehubieraconvertidoenpiedra.Aquellodebíadeser lamuerte,el infierno,el lugaradondevan lossuicidas,el lugardondevagaríaporsiemprepensandoenGuiomar.Élhabíaelegidolamuerteparaestarconella,paraarrancarsedelcorazóneldolorquelotorturaba,peroeldolorseguía,ylasoledad,ylaangustia.

Gimiódébilmente.Unmanofríayhuesudaseposóensufrentey,acontinuación,unpañohúmedo

quesabíaahierbasamargascayósobresuslabios.Lomordióparaextraerunasgotasdeagua.

—Sosiégate,hijo—dijounavozcascadaentonodulce—.Estásasalvo.Volvióaabrirlosojosyenlapenumbrarojadistinguióelrostrodeunaanciana

decabellosrevueltos,intensamenteblancos.—¿Dóndeestoy?—preguntóconunavozqueapenasreconociócomolapropia.—Asalvo.Enmicabaña.SoylamadreBibiana.Sosiégate.Vivirás.—Noquierovivir—dijocomounniñoenfurruñado,apartandolacabezahaciala

pareddetroncos.—Laelecciónnoestáentumano.Vivirás,porqueDiosasíloquiere.—Yono.Yoelegílamuerte.La mano de la anciana, como si fuera un puñado de hojas secas, siguió

acariciándolelafrente.—Ellatenecesita.Sanchoseincorporódegolpe,sobresaltandoalamujer.—¿Guiomar?¿Dóndeestá?Laancianatomóunescabelysesentóasulado.—Pesasobrevosotrosunapoderosamaldición.Ellanoalcanzaráelreposoy,sitú

mueresahora, todosehabráperdido.Vagaréis losdoseternamente, sinencontrarosjamás.

Aljovenguerreroseleescapóunsollozoysecubriólacaraconlasmanos.LamadreBibianaesperóensilencio,conlacabezagacha.

—¿Podéis deshacer lamaldición?—preguntó por fin Sancho, cuando se sintiócapazdehablar.

Laancianasuspiró,sepusoenpie,seacercóalfuegodelhogaryañadióunpocodeleña.


—No sé bastante, hijo. Entiendo de hierbas, puedo curar casi cualquierenfermedad,con laayudadeDiosyelpoderqueemanade la tierracreadaporÉl;veofragmentosdelpasadoyel futuro,yenocasiones tambiénveocosasqueestánsucediendoenotraspartesdelreino,peronosésimipoderserásuficiente.Siquieresqueintenteayudarte,tienesquecontármelotodo.Venaquíjuntoalfuego.

Sanchoselevantódeljergóndondehabíaestadotumbadoysediocuentadequeestaba desnudo, aunque la piedra seguía colgada de su cuello. Se vistióapresuradamente,mientraslaancianacontemplabaeljuegodelasllamasenelhogar,yseacercóasulado.Unpocomásallá,unhombredormíaenvueltoenunamanta.

—Esminieto,Mateo.Élteencontrócuandocazabaenelbosque.Yoloenviéabuscarte.

—¿Cómosabíais…?—Tudolor llegabahastaaquí.Poresovivoenmediodeestosbosques,porque

me llega el dolor de las gentes y no podría soportar vivir en una aldea o en unaciudad.

LamadreBibianalepusouncuencoentrelasmanosyvolvióasentarsefrentealfuego.

—Esuncocimientodehierbas; teayudará.Yahora, cuéntame.Pero tienesquedecírmelotodo,contarmetuhistoriacomosinofueratuya.

Sanchoempezóahablar,primerolentamente,buscandolaspalabrasjustas,luegocada vez más rápido, porque las palabras que tanto le había costado encontrar seatropellaban para salir de su boca. Se lo contó todo, salvo lo de la magia deCordeluna,porquetemíaquelaancianaledijeraqueteníaquedestruirlaoenterrarla.Yesonopodríasoportarlo.CordelunaeraloúnicoquelequedabadeGuiomar.

TampocolehablódeBlanca.Suhijaaúnnoteníaexistenciaparaél;nolahabíaconocidoynoqueríapensarenella,endóndeestaría,enquéclasedefuturoseríaelsuyo.EnsucorazónyensucabezanohabíalugarparanadiemásqueGuiomar.

Cuando terminó, los primeros rayos del sol entraban por el ventanuco de lacabañaylospájaroschillabanenloquecidosdealegríaporeldíaquecomenzaba.

—Ahoraloentiendomejor—dijolaanciana,suspirando—.Hasmatado,Sancho.—Claro que he matado —dijo Sancho, poniéndose de pie, enfurecido—. He

matadomuchas veces. Soy guerrero. Los guerreros nacemos paramatar; ése es ellugarqueDiosnoshadestinadoenelmundo.

LamadreBibiananegabaconlacabeza,lentamente.—TieneslasmanosteñidasdelasangrededoñaBrianda.—Ella mató a mi esposa. Primero la emparedó y luego, cuando supo que yo

llegabaasalvarla,laenvenenó.Esjustoquehayamuertopormimano.—No,Sancho,noloes.SóloDiostieneelpoderdehacerjusticia,dedaryquitar

lavida.Yelrey,ensunombre,algunasveces,aunqueyonocreoqueDiosautoriceanadie a matar. Tú has matado y eso te pone del lado de la condesa y refuerza lamaldición que ella y un hechicero han urdido contra vosotros. Si ambos fuerais


inocentes,podríaquizáayudarte.Peroahoraeresunasesino.—Entonces,¿nopodéishacernada?Laancianasacudiólacabeza.Surostroreflejabalatristezaquesentía.—Noquieroengañarte,hijo.Creoquenoestáenmimano,peropensaré,rezaréy

buscaréunamaneradeayudaros.SiDiosmeloconcede,algúncaminohabrá.—¿Qué va a ser de mí, mientras tanto? ¿Tendré que volver a matar moros,

mientras espero que Dios os ilumine?—la decepción y la impaciencia lo estabanvolviendoagresivoylohacíancaminardeacáparaalláenlacabaña.

—Haráspenitencia,hijo.Tusdíasdeguerrerohanpasadoya.Soportaráslavidalomejor que puedas.Vivirás aquí, con nosotros; rezarás, ayunarás, trabajarás, y siDiosquiere,serásliberado.

—Unavidademonje.—Tu otra vida acabó cuando murió tu esposa, cuando mataste a la condesa,

cuandoteahorcastedelroble.Hayquevivirconlasdecisionesqueunohatomado.—Yonodecidí…—seinterrumpiódepronto.Ellalomiróconunosojosqueparecíandeagua.—Sí.Talvezsí—dijoSanchoentredientes.Mateoacababadelevantarseymirabaalhuéspedcomocalibrándolo.—Veoquevivirás.Sanchoinclinólacabezaenseñaldeasentimiento.—¿Quésabeshacer?—Luchar,cabalgar…,soyhábilconlalanza,soybuenarquero.—Osea,nada.Sintióunaoleadadefuriapasarleporencima.—SoyunodelosmejoresguerrerosdelCid.—Aquí eso te va a servir de poco —dijo Mateo calmosamente, mientras se

alisabalabarba—.Nohaymorosenestastierras.Y,segúnlaabuela,nodebesvolveraempuñarunaespada.Tendrásqueaprenderaganartelavidadeotromodo,asíqueteenseñarémioficio.

—¿Cuálestuoficio?—Soycanteroy tallista.Esunbuenoficiopara tiporquehacefaltafuerza;con

eso te cansarás lo bastante y podrás dormir por las noches. Y también hace faltagracia.Silatienes,algúndíaconseguirástallarelrostrodetuamada.¿Hayalgodecomer,abuela?—preguntó,dandoporterminadalaconversaciónconSancho.

***

Sibila,TinayAndréssedetuvieronalaentradadelacuevaparaquelosojosselesadaptaranalaoscuridadreinante.Eldíaestabacadavezmásgrisysilavezanterior,conelsoldelatardeylacompañíadelosdemás,aquellugarnoleshabíaparecidomásqueunagujeroen la rocasinningún interés,ahora lesproducíaunasensación


inquietante,comosiestuvieranapuntodeinternarseenunlugarpeligrosoenelquelesaguardabaalgoquenopodíancontrolar.

Sibiladejócaerlamochila,sacóunjerseyyselopuso.—Esincreíblecómoestábajandolatemperatura.¿Nolonotáis?Losdosasintieronconlacabezaysepusierontambiénalgodeabrigo.—Venga,chicas—animóAndrés—.Cuantoantesempecemos,antesterminamos.Sedirigieronhaciaelfondo,llamándoseidiotasensufuerointernopornohaber

traídounalinterna.Lasrocasseguíanamontonadasdondehabíancaídoy,apesardelas explicaciones de Tina, que les habían parecidomuy lógicas, no había ningunaindicacióndesiaquellugareraelcorrectonidepordóndehabíaqueempezar.

—Todas juntasdebendepesaruna tonelada—dijoSibila,angustiada—.Ysólosomostres.

—Somosdos—dijoAndrés,mirandofijamenteelmontónquelesesperaba—.Yosoyunoyvosotrasmedioymedio.

—Túloqueeresesun imbécilyuncreído—dijoTina, furiosa,agachándoseaquitarlaprimeraroca.

—Vale.Soyuncreídopero,quitandolaspiedrassintonnison,loúnicoquevasaconseguir es que se te caigan encima, y nome gustaría verte aplastada como unacucaracha.Hay que hacerlo con sistema: primero las de arriba y así, poco a poco,hastallegaralsuelo.

Las chicas semordieron la lengua, reconociendo que Andrés tenía razón, y alcabo de unosminutos habían conseguido organizar una cadena de trabajo bastanteeficiente.Élquitabaunarocadeencima, lapasabaaSibila,que lapasabaaTinayéstaladejabaunosmetrosmásallá.

Alcabodehoraymediaelmontónsehabíareducidoalamitad, les temblabanlosbrazosporelesfuerzoysesentíancadavezmásestúpidosyagotados,demodoquedecidieronhacerunapausaparacomerselosbocadillosfueradelacueva.

Elpaisajesehabía transformadoenuna láminadeplomo.Todosehabíavueltogris;pesadasnubesvioláceascolgabanmuybajasenelairequietoylavisibilidaderaexcesiva,comositodohubierasidodibujadoaplumillasobreuncartón.Alolejos,lachispadeunrayobrillóunsegundoentrelasnubes;elruidodeltruenonolesllegó.

—Habráquedarseprisa—dijoTina—.Latormentaaúnestálejos,perocuandonosalcance,nopodremosvolver,ynomeapetecenadapasarlanocheenlacueva.

Bajaron al riachuelo a lavarse las manos, que se les habían puesto ásperas yestaban llenas de rasguños, comieron rápido y en silencio y volvieron adentro aseguirtrabajando.

—Sidespuésdeestapalizanoencontramosnada,mevoyacabrearseriamente—dijoAndrés,casisinaliento.

—Tenfe,hombre—loanimóSibila.—Pero ¿tú notas algo? —Andrés necesitaba desesperadamente que alguien le

dieraalgunaseguridad,peroellaselotomódeotramanera.


—Sí,hombre, insisteporahí.Comosoyrara…ybruja…yanormal…,deberíanotaralgo,¿no?

—No,Sibila,noteenfades,noqueríadecireso.—Ya,ya.Sonmuchosañosdeoírteatiyalosdemás.—Jo,Sibila,lotuyoyaesmanía.Yonomeheofendidocuandomehabéispedido

queabrieralacajafuerte,¿no?Siyosoyelúnicoquesécómova,eslógicoquelohagayo.

TinalepusounamanoenelhombroaSibila.—Tiene razón Andrés. Todos hacemos lo que podemos y entre todos

conseguiremosalgo.Venga,¿quiénmepasaotrapiedra?Sibila sehabíaquedadomuyquieta, con losojos cerradosy la cabeza ladeada,

comosiescucharaalgoquelosotrosnopodíanoír.—Tienesrazón,Andrés—dijomuybajito—.Hayalgoahí.Seestádespertandoy

nosllama.Hayquedarseprisa.Tienemuchafuerzayestáimpaciente.Llevamuchotiempoesperando.

TinamiróaAndrés,asustadaporprimeravez,yélleapretófuertelamano.—Sies la famosaespadade lavisión,ya lahe tocadounavez.Mereconocerá,

estoyseguro.Siguieronquitandorocascadavezmásdeprisahastaque,porfin,apareciódebajo

delmontónuna losa de piedra lisa. Sobre su superficie,muyborroso ya, pero aúnvisible,destacabaelemblemadelsolylagota.

—¡Lohemosencontrado!—gritóTina.—Másomenos—comentóAndrés,queestabainspeccionandolalosaportodos

loslados.—¿Cómo que más o menos? —Sibila, como siempre que se impacientaba,

resultabaagresiva.—Esqueestonolopuedoabrirconunahorquilladelpelo.Ysinoloabrimos,ya

mecontaréisquéhacemos.Enesemomento,unasombracayósobreellosylostressevolvieron,asustados,

hacialaentradadelacueva.Unafiguratapabalaluz.Surostroquedabaensombras.Duranteunosinstantesnadiedijonada.Lostresamigosseapiñaron,protegiendo

consuscuerposlalosareciéndescubierta.—¿Estánahí?¿Sonellos?—seoyólavozdeQuiquedesdeelexterior.Sergiodiounpasoylaluzmortecinalosiluminóaambos.—Casinosmatáisdelsusto—dijoAndrés—.¿Dóndeoshabíaismetido?Quique les contó cómo habían conseguido librarse de Tomás en la carretera y

cómo,después,habíanvueltoalmonasterioy,conmuchasprecauciones, loshabíanbuscado, tratando de evitar a Bárbara, que por alguna razón desconocida, estabaocupadatrasteandoenlaiglesia.DeGlorianoteníannoticias.

—Me he pasado el rato consolándome con la idea de que estaría aquí, convosotros.Peroahora…—dijoSergio—.Tenemosqueirabuscarla.Nomefíodelo


quepuedahacerleBárbara,silatieneella.—Primerohayqueacabarconesto—dijoSibila—.Estoyseguradequeestoes

precisamenteloqueBárbaraestábuscando.Sehicieronaunladoparaquelosreciénllegadospudieranverlalosaquehabían

descubiertoyentoncessucedióalgoincreíble:Sergioseacuclilló,pusolamanosobreel emblema y, de repente, la losa de piedra se rajó por el centro, de parte a parte,como si el contacto de sus dedos hubiera interrumpido el flujo de fuerza quemanteníajuntaslasmoléculasqueformabanlarocadelaquehabíasidotallada.Unsegundodespués,todalasuperficiedepiedraseresquebrajabacomosifuerahielo.

Entre todos quitaron apresuradamente los pedazos, que estaban calientes por lapartededentro,ydescubrieronunhoyo revestidodeplacasdepiedradondehabíaunacajademaderaoscuraricamentetallada.

SergioyAndrés,agachadosaambosladosdelhoyo,levantaronlatapa.Dentro,reposandosobreunlechodeterciopeloazulnocheyenunavainadecordobán,habíaunaespadacuyaempuñadurabrillabaconunaluzfantasmagórica,decoloríndigo.

—¡Cordeluna!—exclamóSergioconvozahogada.Nadiedijonadapero,sinsabercómo,todossupieronenesemismoinstanteque

Cordelunaera,efectivamente,elnombredeaquellaespadamágicayquellevabamilañosesperandoasudueño.

Sergio,comohipnotizado,adelantólamanoparasacarladelacaja,peroAndrésretuvosubrazoyloobligóamirarloalosojos.

—No.Nolatoques.Tedijequetetraeríadesgracia.Yolasacaré.Bibianamelapusoenlasmanos,¿recuerdas?Laotranoche,enlaiglesia.Tusdíasdeguerrerohanpasadoya,hermano.Hallegadoelmomentodelperdónydelreencuentro.

—¿Laín?—preguntóSergio,conlosojosllenosdelágrimas.—Sí,Sancho.También.Ytodavía.Andréssonrió,abrazóaSergioconfuerzay,alsepararsedenuevo,metiólamano

enlacaja,sacólaespadayselamostróalosdemás,quelosmirabanoscilandoentrelaperplejidadylacomprensión.

—Ya lo hablaremos todo cuando hayamos concluido —dijo Andrés, que, derepente,parecíamásgrandeymásviejo—.¡Vamosalmonasterio!

***

Sancholevantólavistadelbloquedemaderaqueestabatallando,sequedóunratocontemplandolosrayosdesolqueentrabanoblicuosyanaranjadosentrelosabedulesy sonrió, agradecido por la belleza del atardecer y por ser de nuevo capaz deapreciarla.

Nohabíaencontradolapaztodavía,peroenalgunosmomentosvolvíaasentirsecasifeliz,viviendoenaquelbosque,lejosdelmundo,delasbatallas,detodoloquehabíasidosuvida.


Vio aMateo acercarse por el senderoque llevaba a la cantera y, de improviso,algoensubarbaoensumanerademoverselehizopensarenLaínysucorazónseencogiódenostalgia.¿Dóndeestaríaahora?¿Quéhabríasidodeél?

AlolargodelosañoslehabíanllegadonoticiasdequeelreydonAlfonsohabíalogradoalfintomarToledo,unsueñolargamenteacariciadoporloscristianos,ysehabíaproclamadoemperadordelasdosreligiones;dequehabíansufridodespuésunagran derrota contra los almorávides en Sagrajas; de que el rey había perdido enbatallaa suhijoyheredero, el infantedonSancho,ya subrazoderecho,el condeGarcíaOrdóñez,elmayorenemigodelCid;dequedonRodrigo,elCampeador,habíaconquistado Valencia a los moros, se había establecido allí como señor y habíaobtenidoporfinelperdónreal.

Pero las noticias que realmente le habrían importado eran imposibles deconseguir:¿quéhabríasidodesuspadresysushermanos,deLaín,delpadreJuan,desuhijaBlanca,queyaseríaunahermosadoncelladedoceañosyviviría,ignorantedesuorigen,conunafamiliaquenoeradesusangre?

Miródenuevoelbloquedemaderaque,pocoapoco,ibatomandolaformadeuncaballodeguerraysintióunalágrimasolitariadeslizándoseporsumejilla.Cuandoloterminara,seríaunregaloparaelhijodeMateo, tambiénllamadoMateoytambiénaprendiz de cantero, aunque lo que el muchacho quería era ser guerrero, como lohabía sidoSancho.Muchas veces, al caer la tarde, se le arrimabade cara al fuegopara que le contara batallas y escaramuzas contra los moros y él narraba susrecuerdos,embelleciéndolos,apesardequeMateopadrenoaprobabaquelellenaralacabezadepájarosalrapaz.

—¡ConDios!—dijoelcanteroalllegaralaalturadeSancho—.¿Haydecomer?Traigounhambredelobo.

—BibianayElvirahanidoconelpequeñoMateoarecogersetas.Debendeestarpor volver y, si hay suerte, esta noche tendremos guisado. Pero de momento aúnquedapanyalgodetocino.

Mateolequitólatalladelasmanosylaobservóconojocrítico.—¡Eresbueno,diablos!Haypocosquepuedanmanejar tanto lapiedracomola

madera.Seaclarólagarganta,escupióaunladoyentróenlacabañaabuscarunvasode

vino; luego se sentó al lado de Sancho y empezó de nuevo a carraspear, lo quesignificabaquequeríadecirlealgoynosabíacómo.Sanchoselimitóadarletiempomientrasseguíaconelcaballodemadera.

—¿Creesquepodríasvolveratrabajarenunaobra?Endosocasiones,hacíayaunosaños,SanchohabíaacompañadoaMateopara

trabajarendosmonasteriosquehabíanconstruidoenlazonadeLugo.Laúltimavez,Sanchohabíadichoquenoqueríavolver aver anadieni avivir enuna aldea.Lagenteletraíamalosrecuerdosyledespertabamalosinstintos.Preferíaquedarseenlacabaña, haciendo de nieto de Bibiana, ayudándola en lo que pudiera necesitar y


defendiéndolasisehicieranecesario.—¿Quéobra?—preguntó,despuésdeunlargosilencio.—MehanllamadoparatrabajarenlanuevacatedraldeCompostela.Quierenque

leshagaunpórticodefiguras.—¿Notienenyauno?—No. Parece que quieren hacer algomás grande ymás hermoso, y ahora hay

dineroparaello.Elobispo,donDiegoGelmírez,haconseguidoqueelPapaUrbanotraslade lasedeepiscopaldeIriaFlaviaaCompostelayquierenhaceralgoqueseaúnico en la cristiandad. Yo tengo una idea para algo magnífico, pero no lo veréacabado.Siacasoloterminarámihijoominieto,peromegustaríaempezarloyoyqueloacabeotroMateodemisangre.Ynecesitobuenostallistas.

—No,Mateo.Yasabesporqué.—Lohehabladoconlaabuela.—¿Ah,sí?—Dice que podría ser bueno que fueras a Compostela, a postrarte frente al

apóstol,ypidierassugraciaysuprotección.ÉlintercederíaportiyporGuiomarsitrabajas en su templo, aunque sólo sea durante un tiempo. No tiene que ser parasiempre.

Sancho se puso en pie, abandonando la talla. De repente, la pequeña paz quehabíaexperimentadosehabíadiluidoconlosproyectosdeMateo.

—Lopensaré.—Elniñoyyonosvamosmañana.Luego,siencuentrodondevivir,mellevaréa

Elvira.—Hacesbien.Lamujerdebeestardondeestáelmarido.Yoyacometíeseerror.Mateoloviomarcharseconloshombrosdobladoscomosillevaraencimatodoel

pesodelmundoysemaldijoporsuestupidez,porsufaltadetacto.Peroélnoservíaparadecir lascosas finamente;esoeracosademujeres.Debíahaberdejadoque laabuelahablaraprimeroconél.Queríaayudar;queríasacardeSancho,aunquefueraagolpes, aquella amargura que lo devoraba, pero no había nada que hacer. Habíanpasadodoceañosyseguíasiendoelhombrevacíoqueéldescolgódelasramasdelroble, aunque a veces una sonrisa iluminara su rostro. Con su arte podría haberganadomuchosmarcosdeplata,podríahaberconseguidoacualquiermujeryhabertenidohijosquelealegraranlavidaylavejez;peroestabasecopordentro,sehabíaconvertidoenunpedazodepiedraconun rostro talladoen formahumana,yélnopodíahacernadaparaayudaraaquelhombrequehabíasidosudiscípuloyahoraerasuigualysuamigo.

Escupióaunladoelpolvodelacantera,echóuntragodevinoy,derepente,seleiluminóelrostroalveracercarseporelsenderoasuhijocogidodelasmanosdesumujerysuabuela.Sanchonuncaconoceríaaquellasensación.

***


Gloria,tensandotodoslosmúsculos,sepusodepiealoírquealguienmetíalallaveenlacerraduradeladespensa.Nosabíacuántotiempollevabaallí,enlaoscuridad,forzandoeloídoparadistinguiralgúnsonidoqueleindicaraquesusamigosestabanbuscándola. No comprendía que la hubieran dejado sola; a menos que Bárbara sehubiera inventado algunamentira convincente que les hubiese hecho creer que sehabíamarchadodelmonasteriosindespedirsedeellos.

Duranteuntiempo,alprincipiodesuencierro,eldolordecinturasehabíahechocasiintolerableydespués,sinningunarazón,habíadesaparecidoporcompleto,igualquelaquemazóndelafrente.Ahoraestabanerviosayasustada,perosesentíabien;dispuestaadefendersesieranecesario.

Tanteóporlasestanteríasqueteníamáscercaysumanosecerrósobreunbote.Noeraunarma,peroeramejorquenada.

Antesdequelapuertallegaraaabrirse,seencendiólaluzy,porunossegundos,parpadeóenloquecidamenteanteelresplandorquecegabasusojosacostumbradosyaalaoscuridad.

OyóprimerolarisadeBárbarayluegosuvoz,quesonabadistorsionada,ajena,comoalbordedelalocura.

—¿Pensabasmatarmeconunbotedetomate,imbécil?Gloriadesvió lavistahaciasumanoydejóelboteen laestantería.Ahora,con

luz,hastaaellamismaleparecíaridículo.—Esto,sinembargo,sípuedematar—Bárbara laencañonabaconunapequeña

pistola—. No hagas tonterías. Limítate a hacer lo que te diga. ¡Anda, sal de ahí!Necesitotuayuda.

—¿Paraqué?—seoyódecircomodesdelejos.—Paraquemedigasdóndeestáalgoquenecesitoencontrar.—¿Quées?—Niyomismalosé.Algoquebrillaenlaoscuridadconunaluzazulada.Enmis

sueñossehablade«piedrasde luna»,«piedrasdelcorazóndela luna».¿Sabesquéson?

Glorianegóconlacabeza.Bárbaraalzóelrevólverconlasdosmanosapuntandoalacaradelachica.

—Entoncesnomesirvesparanada.—¡Bárbara!¡Porfavor,nodispares!Simematasahora, tepasaráslavidaenla

cárcel.De un modo absolutamente incongruente, Bárbara se echó a reír hasta las

lágrimas,unassonorascarcajadasquehacíantemblarelarmaensumano.—¡Enlacárcel!—repetíaentrerisas—.¡Enlacárcel!¿Túsabesdóndehepasado

yolosúltimosmilaños?Era evidente que se había vuelto loca yGloria no sabía si tenía algún sentido

intentarhacerlaentrarenrazón.


—¡Bárbara,escúchame!—No me llames Bárbara, estúpida. Yo soy doña Brianda Núñez, condesa de

Peñalba,yhevenidoamatarte.AGlorialefallaronlasrodillasysedejócaeralsuelo.Labalaimpactócontrala

pareddedetrásyreventóunbotegigantedemelocotónenalmíbar.Ladespensasellenódeecosydeoloracordita.

ElestampidolahabíadejadosordayBárbarasehabíaconvertidoenunafiguraderostro inhumanamente pálido que se retorcía de furia abriendo y cerrando la boca,pronunciandopalabrasqueGlorianopodíaescuchar.

Lavioacercarseendoszancadas.Luego,laagarróporelhombroylasacódeladespensacomosifueraunamuñecadetrapo.Fuera,elaireeramásfrescoyolíabien,a libertad. Poco a poco fue captando las palabras de Bárbara, que la arrastraba aempujones por el pasillo, hacia el claustro, con el cañón de la pistola pegado a susien.

—Temataré,perra—ibadiciendo—.Temataré, comohiceenArlanzón, comohicedespuésenToledotrescientosañosmástarde,yenMadrid,cuandoerareyaquelpelelequefuemiamante.PeroestavezSanchotambiénmoriráyseoshabráacabadoeltiempo.Estavezelpoderqueentoncesosprotegióserámíoyosdestruiréatodos.Nadaninadiepodrásalvaros.Luegoofreceréamisamosesafuerzaacambiodemipropiasalvación.Ymivenganzasehabrácumplido.

Cruzaban por el centro del claustro a trompicones cuando Bárbara le dio unempujónquehizocaeraGloriaderodillasjuntoalafuente.Susojosseposaronenelemblemaquehabíasidoelprincipiodetodoydeprontocomprendió.

Allíestabaelmensaje.Allíhabíaestadosiempre,delantedetodos.Lohabíavistomilvecesynuncaselehabíaocurridoleerlo.

—¡Levántate,Guiomar!¡Vamosalaiglesia!Séquetienequeserahí.YestavezSanchotampocollegaráatiempo.

***

Sancho había acabado de meter en las alforjas sus pocas pertenencias. Echó unamiradacircularalapobrecabañadondehabíapasadolosúltimosquinceañosdesuviday,conunadolorosaopresiónenelpecho,sabiendoquenolavolveríaaver,salióal exterior, donde lamadreBibiana estaba colocando ramos de hierbas sobre unastablasparaquesefueransecando.

HabíapasadocasidosañosenCompostela,trabajandoenelpórticoconMateo,rezandotodoslosdíasalapóstol,purgándosedesuspecados,yahora,porfin,sabíacuálerasucamino:volveríaaSanSalvadordelosCerrosypediríaalpadreJuanqueloadmitieraensucomunidad.

—¿Estásdecidido?—preguntóBibiana,comosilehubieraleídoelpensamiento.Sancho lamiró con ternura.Había sidouna segundamadrepara él; le debía la


vidayahoraibaaabandonarla,sabiendoqueestabayatanviejaquenopasaríadelinvierno.Ellamismaparecíaunbrazadoderamassecas.

—Mehasdadotubendición.—Puesclaro,hijo.Haselegidobien.Sóloqueríasabersitequedabandudas.—No,abuela,notengodudas.—¿Hayalgoquequierasdecirmeantesdemarchar?SanchomiróaCordeluna,quehabíadejadoapoyadacontraelbancodepiedra,

juntoalapuerta.Nuncalehabíahabladodeella.Quizáeraelmomento.—Siempre lo sabes todo, abuela.Ven, siéntate ami lado. Sí que hay algo que

quierocontarte.LamadreBibianaescuchólahistoriadeSanchoconlosojoscerradosylacabeza

apoyadaen los troncosde lacabaña,dejándosebañarporel tibiosoldelotoño.Supiel era ya tan fina que se traslucían las venas azules, a pesar de las arrugas quesurcabansurostro.

Cuandoterminódehablar,laancianaletomólamanoyselabesóenlapalma.—Hijomío, ¡cuánto dolor podrías haberte ahorrado si me lo hubieras contado

antes!Peroyatedijequecadasertomasusdecisionesyluegotienequeaprenderavivirconellas.Nohablemospuesdelpasado.Dameesaespada.

—¿Paraqué?Incluso después de quince años en los que no había puesto la mano sobre

Cordeluna,lemolestabaquealguienquisieratocarla.—Dámela.Sanchocogiólaespadaconinfinitocuidadoyselapusoenlasmanosextendidas.

La anciana la sopesó durante un rato con los ojos cerrados, como si la estuvierareconociendo;luegolasacódelavainaylamirófijamente.

—Tieneungranpoder,Sancho.Esunpoderextraño,quenuncahabíaconocido.Noesnibuenonimalo.Sóloagrandaloquehayensuposeedor.Poresotuamoresdesmedido, como lo era tu valor en el campo de batalla y como lo fue tu sed devenganza.Peroestáincompletayesolequitafuerza.

Sanchometiólamanoensutúnicaylemostrólapiedra.—Sí,ésaesunadelasdosquefaltan.¿Dóndeestálaotra?Sanchorechinólosdientes.SeresistíaahablarledelaexistenciadeBlanca.No

queríaquesupieraquehabíavividoquinceañosconella,graciasaella,yquehabíaguardado siempre ese secreto, que no había confiado en ella lo bastante paracontárselo.

—LateníaGuiomar—dijoporfin,sinmentir,perosindecirtodalaverdad.—¿Fuesepultadaconlapiedra?Sanchonegóconlacabeza,notandounnudoenlagarganta.—Antesdemorir—dijoporfin,comosilecostaraunesfuerzocadapalabra—,

Guiomarselapusoa…laniña.LosojosdelamadreBibianaseiluminaronderepente.


—¿Avuestrahija?¿Tuvisteisunahija?—Blanca.—¡AlabadoseaDios,hijomío!Esocambialascosas.¡Esolocambiatodo!—¿Quécambia,quépuedecambiarelqueyotengaunahijadequinceañosala

quenohevistojamás?—Sanchoempezabaasentirsefurioso,comosiemprequenocomprendíaalgo.

—Todo,tedigo,todo.Simelohubierasdichoantes…Peroquizáaúnestemosatiempo…

—¿Atiempodequé?Guiomarestámuerta,Briandaestámuerta,mihijaesunadesconocida,yonosoynadaya.

—¿Recuerdasquetehablédeunamaldiciónquepesasobrevosotrosyqueyonopodía deshacer? —Sancho asintió sin palabras—. El hombre que la urdió, unhechicero al servicio de la condesa, hamuerto. Lo sé porque a veces viajo sinmicuerpoyveocosasquenadiepuedever.Desdequeteconozco,hebuscadomuchasveces,tratandodeencontrarunasalida.Esehombresellósupactoconlasangredeunreciénnacido.Arrebatóunavidaparadestruirlasvuestras.

Sancholamirabaconlosojosdilatadosporlasorpresayelhorror.—PerotúyGuiomartuvisteisunahijay,coneso,devolvisteisunavidaalmundo;

restablecisteiselequilibrio,¿entiendes?Túhaspurgadotuspecadosyestásdispuestoaseguirhaciendopenitenciamientrastedurelavida.YtenemosaCordeluna.

—¿Quiere decir eso que puedes deshacer la maldición? —Sancho casi no seatrevíaadejarnacerlaesperanza.

—No. No puedo deshacerla. Puedo aliviarla. Si Dios quiere, puedo hacer quetengáismástiempo…,otraoportunidad.

—Noteentiendo,abuela,noteentiendo.—Noesnecesarioquemeentiendas todavía,hijo.Vacía tusalforjas;nopuedes

irteaún.Mañanaalanochetenemosalgoquehacer.—¿Nopuedeserestanoche?—Mañanaeslunallena.Confíaenmí,Sancho.Mañana.

***

Alsalirdelacuevaestuvieronapuntodeserderribadosporunvientohuracanadoycalientequesoplabaconfuriadesmedida,haciendodoblarsealosálamosyabedulesque flanqueaban el riachuelo. Las nubes, grises hacia el este y moradas haciaponiente,volabanenloquecidasporelcielo,ylasviolentaschispasplateadasdelosrayos brillaban cada vezmás cerca del monasterio, acompañadas ya de un rugidolejano,precursordeunapoderosatormenta.

Con la cabeza agachada y lo más rápido posible, en silencio, se pusieron encamino hacia SantaMaría de las Piedras. De vez en cuando, Quique y las chicasechabanunamiradadereojoaSergioyAndrés,quecaminabanunoalladodelotroa


grandes zancadas, con un porte que no les conocían ni de sus mejoresimprovisaciones teatrales. De algún modo que apenas si alcanzaban a imaginar,tenían la sensacióndequesusdosamigos reflejabanconclaridad loqueSibila leshabía contado de las imágenes que veía en sueños: que eran ellos y a la vez eranotros.

Llegaron almonasterio cuando empezaban a caer las primeras gotas de lluvia,grandesyagresivas,levantandolatierraresecaalestamparsecontraelsuelo.

—¡Menuda tormenta! —comentó Quique, tratando de quitar solemnidad a lasituación;peronadiecontestó.

Entraron, echaron el cerrojo a la puerta principal y, sin consultarse ni con lamirada, se dirigieron al claustro, que estaba bañado en una luz extraña, violácea,comoenfermiza.

—Mirad—dijoTinaenvozbaja,deteniéndoseenmitaddelclaustro—.¿Veisloscapiteles de las columnas? Ya nos habló Luis de que en el románico tardío eranfrecuentesloscapiteleshistoriadosenlosqueel tallistarepresentabaescenasdelospasajesbíblicosmásimportantes,porque,comolamayoríadelagentenosabíaleer,erauna formade recordarles lasescenascruciales.Sios fijáis, algunos representanmomentoscomolacreacióndeAdányEva,laCrucifixióndeCristoycosasasí.Perohayotrosenlosque,siseencuentralasecuenciacorrecta,sepuedeleerunahistoriaquenotienenadaqueverconlaBiblia.

—Noperdamostiempo—dijoSergio,nervioso—.Yanoslocontarásmástarde.HayqueencontraraGloria.

Pocosminutosatrás,Gloriahabíaestadoallí,juntoalafuente,encañonadaporlapistoladeBárbara,peronoquedabaningunahuelladesupaso.

—Esquees importante—insistióella—.Porqueestamañana,pormiedoaquemepillaraBárbarayseleocurrieralomismo,nomehadadotiempomásqueaverdónde estaba enterrada Cordeluna. Pero estoy segura de que aquí también se dicedóndeestánlaspiedrasquelefaltan.

—Vamosa repartirnosengruposdedos.Elqueencuentrealgo,que lodiga—propusoSibila.

—Somoscinco—intervinoQuique.—Yobuscarésolo—zanjóSergiolacuestión.Sesepararonycomenzaronaestudiarloscapiteles.Eradifícil,porqueloquepara

unmonje o un simple fiel de la época era una guía y un recordatorio de historiasconocidas, para ellos, educados en colegios laicos y procedentes de familias pocoreligiosas,eramuchasvecesunaamalgamadefigurasdifícilmentereconociblesylescostaba mucho distinguir cuáles de los capiteles pertenecían a la historia deCordelunaycuálesalaBiblia.

—Mira—leestabadiciendoTinaaQuique—,aquíseveaunhombreconunaespadaenlamanofrentea laentradadeunacueva,¿ves?Esecapiteleselquemeabriólosojos.


—Enésteapareceuncaballeromatandoaunamujerquetienecuerpodedragón,cabezadepersonaylenguadeserpiente,bífida—lesllególavozdeSibiladesdeelotroladodelclaustro.

—Ése podría ser San Jorge matando al dragón —comentó Tina, después deacercarseaecharleunamirada—aunqueesodequetengacarademujeresraro,sí…

—Aquíhayunhombreyunamujercogidosdelamano.Enlaotramanotienenalgo…, no sé, como una pelota de ping pong —dijo Andrés, que al menos demomentoparecíahabervueltoasuser,apesardequeaúnsostenía laespadaen lamano.

—Enéstehayunachicamuertaalpiedeunaparedyunguerreroarrodilladoconla cabeza apoyada en la cruz de su espada—Sergio habló con voz estrangulada,comosilaescena,enlugardeseruncrudorelievedepiedra,fueralaimagendeunapelículaquerecordaradesuinfancia.

Sobre las dos figuras, acababa de ver, diminuto y casi borrado por siglos, elemblemadeamor.

—Yaquíseveaunamujerconunniñoenbrazosyunaespeciedehuevoenlamano izquierda.No, esperad, dos huevos pequeños, como los de codorniz. ¿Creesqueésenosinteresa,Tina?

—Aver…—Tina fuecorriendoalcapitelque indicabaQuique—. ¡Claro! ¡Ésees! No son pelotas, ni huevos de codorniz. ¡Son las piedras que le faltan a laempuñaduradeCordeluna!

—¿Ydóndeestán?—preguntóQuique,perplejo.—Noesunamadrenormalconsuhijo,¿noloves?EsunaMadonna,unaVirgen.

¡NuestraSeñoradelasPiedras!Todos semiraron sonrientes, felices por haber conseguido leer elmensaje que

alguien,milañosatrás,habíadejadoparaellos.—Pueslomismosoymemo—insistióQuique,despuésdehaberlopensadounos

segundosyapesardequelefastidiabaromperelencantodelasituación—,perosigosinsaberdóndeestánlasmalditaspiedras.

—¡Enlaiglesia,hombre,enlaiglesia!LastienelaVirgen.—LuisnosexplicóquenadiesabeporquéselallamalaVirgendelasPiedras,lo

que significa que nadie las ha visto hasta ahora. Si en algún tiempo las tuvo en lamano, ahora ya sabemos por qué la figura tiene lamano izquierda levantada; perotodos hemos visto que está vacía —le dolía estropear las ilusiones a los demás,peroparaélestabaclaroquenohabíanavanzadotantocomopensabanlosotros.

—Tienen que estar allí. ¡Vamos!—apremió Sergio, y todos se dirigieron a lapuertecillaquedabaalaiglesia.

—Estácerradapordentro—dijo,despuésdeintentarmoverlamanivela—.¿Quéhacemos?Nohayotraentrada.

—Dejadmeprobar—Andrésseagachóhastaquesuojoestuvoalaalturadelojodelacerradura.


—¿Vesalgo?—Hayluzdentro,peronolalámparaeléctrica.Pareceluzdevelas,amarillentay

temblorosa.¿Tienealguienundestornillador,unapalanca,algometálicogruesoylomásfuerteposible?Loquesea.Estoscerrojospesanmucho,perosonsencillos.

SergioyQuiquesalierondisparadoshacialacocinauno,yotrohaciaelcobertizodelpatiodondeTomásguardaba lasherramientas,yvolvierona lospocosminutoscargados con todo lo que habían podido encontrar. Sibila se quedó conCordelunamientras tanto. La espada desprendía una ligera vibración, como una corrienteeléctrica,queserpenteabaporsubrazoyseextendíalentamenteportodosucuerpo,dándoleunasensacióndeinminencia.

—Estáaquí—lesusurróaTina,mientrasloschicosseafanabanconlacerradura.—¿Quién?—preguntóTinaenvozapenasaudible,sintiendocómoseleponíael

vellodepunta.UntruenotremendoqueloshizodarunrespingoretrasólarespuestadeSibila.—Ella.Laanciana.¡Mírala!Estáahí,enelclaustro.¿Novescómobrilla?La luz había bajadomucho, casi como si se estuviera haciendo de noche.Tina

miróhaciadondeSibilaleindicaba,forzandolavista,peroallínohabíamásqueunarbolilloagitadoporelviento.

—Yaestá—dijoAndrés—.Unúltimotirónylotenemos.Preparaos.LapuertaseabriódegolpeylesllegóunavozqueeraynoeraladeBárbara:—¡Bienvenidos!Entraddeunoenunoyconlasmanosbienvisibles.Sialguien

intentapasarsedelisto,lamato.Bajoelaltar,Bárbara,cogiéndolaporelcuello,apretabaunapistolacontralasien

deGloria.—Graciasportraermelaespada.¡Sancho!Acércateydéjalaamispies.Todoha

terminadoparavosotros.

***

Erayanochecerrada cuando lamadreBibiana abrió lapuertade la cabañaydejópasar a Sancho. Había estado encerrada allí desde el día anterior, mientras él sedesesperaba caminando por el bosque, cortando leña para dejarle a la abuela unabuenaprovisiónparaelinviernoycazandotodoloqueseponíaatiroparaqueellapudierasalar lacarneynosemurieradehambreen los largosmeses fríoshastaelcomienzodelaprimavera.

Intermitentemente,habíavistosalirhumodelachimeneayhabíaoídoretazosdeplegarias,salmodias,einclusogemidosdedolorquehabíanestadoapuntodehacerleentrarenlachoza.Perolaabuelalehabíaprohibidoelpasohastaqueellamismaleabrieralapuerta,ynohabíatenidomásremedioqueobedecerlayesperar.

Ahora,porfin,parecíaquelamujerhabíaterminadodeprepararelritoydeseabacontar con su presencia. Sancho sentía la boca seca y el corazón estrujado. Hacía


tanto que vivía sin esperanza, que tenerla todavía le dolía más, como si alguienhubieraavivadoelrescoldodeunahogueraqueparecíahaberseextinguido.

—Ven, hijo, tengo algunas cosas que explicarte, antes de que hagamos lo quepuede ser hecho. Luego te marcharás hacia el sur y llevarás la vida que habíasdecididohastaquetelleguelamuerte.

Sobrelamesahabíaunzurrón;laabuelahabíabarridolacenizadelachimenea,todosloscacharrosquesolíanestaralavistahabíansidorecogidosyguardadosenelarcón,ylapobrecabañaparecíaderepenteunacáscaravacía,peroSanchoestabatanconcentradoensuspropiospensamientosyesperanzasquenosediocuentadeloqueaquellosignificaba.

—Déjameque te cuente lo que necesitas saber: hace unos dieciséis años, doñaBrianda se encaprichó de ti, como bien sabes. Eso no habría tenido demasiadaimportancia. Si tú no hubieras conocido a Guiomar, es posible que hubieraisdisfrutado juntosdeunosmesesounosañosy luego losdososhabríaiscasadoenvuestro propio estado y no habría sucedido nada más. Pero cuando encontraste aGuiomar,yateníasaCordeluna.Yalahabíasempuñadoyhabíasvertidosangreconella, alimentando supoder.Esa espada fue forjadapara cumplir unavenganzay lasangre la alimenta, aunque lo que de verdad hace, como ya te expliqué ayer, esaumentarlossentimientosdesuportador.

—Entonces—interrumpióSancho,muy agitado—, ¿quieres decir quemi amorporGuiomarnoeranatural,quenolahabríaqueridoigualsinCordeluna?

—Tuamorsiemprefueverdad,igualqueeldeella.Peroelpoderqueimpregnalaespada lo convirtió enunamor trágico, enuna repeticiónde lahistoria antiguaquellevóalaforjadeCordeluna.EllahizotambiénqueelcaprichodedoñaBriandaseconvirtiera en una obsesión tan terrible que la condujo a la locura y el crimen.Aunque Cordeluna sola no habría logrado hacerlo, si no hubiera sido por laintervencióndeesehechicerodelquetehablé.

—Siyohubierasabidodesuexistencia,habríaidoamatarlo,abuela.LamadreBibianachasqueólalengua,negandoconlacabeza.—Demos gracias a Dios de que lo ignoraras, Sancho. No creo que pudieras

salvartesihubierashechoeso.Porfortuna,esehombreyanovive.Lomatóalguienque tú conocías bien, en tu nombre; pero tú no eres responsable de ello.Ahora tuamigo, voluntariamente, se ha atado a la maldición que pesa sobre vosotros ytampocoencontrarálapaz.

—¿Miamigo?¿Laín?—aSanchonoseleocurríaningunaotrapersonacapazdeayudarleacumplirsuvenganzaporlamuertedeGuiomar.

—Unjovendetuedad,másmoreno,muyfuerte.Lovienunavisión.—Laín…,miqueridoLaín.¿Sabesdóndeestá,abuela?—No, hijo. No he vuelto a verlo. El caso es que ahora Laín, doña Brianda,

Guiomarytúestáismalditosporsiempreacausadelconjurodeesehechicero,queasumuertefuedevoradoporlaoscuridad.


Hizo una pausa y le pidió a Sancho un sorbo de agua, que él se apresuró aservirle.

—Sinembargo,nopudierondestruiravuestrahija.Yvosotros,alhaberledadolavida,conseguisteis restablecerelequilibrio,yalgomuchomás importante: tendréisdescendientesenestemundo.Cuandollegueelmomento,muchosañosenelfuturo,habráhombresymujeresdevuestrasangre.Atravésdeellos,si todosalecomoyoesperoysiDioslopermite,podréisalcanzarlapaz.

—¿Cómo,abuela?—Vuestrosespírituserrantes,cuandosedélaconjunciónpropicia,podránvolver

parcialmentealatierray,atravésdeotraspersonasjóvenes,repetiránvuestrahistoriayasítendréisotraoportunidad.PeronopuedodesligarosdelodiodedoñaBrianda.Ellavolverátambiéneintentarárepetirloqueyahahecho.Siconsiguesepararosdenuevo y matar a Guiomar, volveréis a vagar perdidos en la nada, esta vez parasiempre, o vuestras almas quedarán a merced de las tinieblas y los seres que lashabitan.Loúnicoquepuedoofrecerosesotraoportunidad.Creoquepodréalterarlamaldiciónparaque,enlugardequeseaeterna,nosdémilañosdeplazo.Enesosmilaños,tendréistresocasiones.Sifallanlasdosprimeras,sóloosquedaráelmomentofinal, el que se presentará en algún punto del siglo XXI, a principios del2000. Nopuedoprecisarmáslafecha.

—¿El año dos mil, abuela? Quizá ni siquiera exista la humanidad paraentonces…,quizáDiosdecidacastigarnosmuchoantespornuestrospecadosynosborredelafazdelatierra.

Ellasonriódulcemente.—No,Sancho,confíaenDiosyensubondad.Lahumanidadseguiráexistiendo

enelañodosmildeNuestroSeñor.Lohevisto—yletomólamanoparadarleunpocodeseguridad—.Duranteeltiempoquehepasadoaquídentroenlacabañadesdeayer, he viajadohasta allí.Hevisto a las personas quenos ayudarán a deshacer lamaldición.Teprometoquenosayudarán.Peromehacostadomuchaenergíaymesientomuydébil.Esperopoderresistirloparaacompañarosdentrodemilañosenesetrance final. En las otras dos ocasiones, tendréis que intentarlo solos, porque mifuerzanoessuficienteparaasistirostresveces.¿Estásdeacuerdo?

Sanchoasintió,conlosojosllenosdelágrimas.—¿HasvistoaGuiomar?—preguntócasisinvoz.LamadreBibianasonrió.—Sí,hijo,lahevisto;siguesiendohermosayteama.Sanchosintióqueseahogaba,queselenublabalavista,ylasangreenlosoídos

empezabaarugirlecomountorrente.—Y ahora escúchame. Cuando llegues a San Salvador, guarda a Cordeluna en

algúnlugardondepuedaestarasalvodurantemilañosybuscalamaneradedejarunmensaje a tus descendientes para que puedan hallarla cuando llegue el momento.Luegotienesqueconseguirquelasdospiedrasquelefaltanesténjuntas,peronocon


laespada.Cuandosecumplaeltiempo,ellos,losdelfuturo,lasreunirányelpoderde Cordeluna se enfrentará a doña Brianda y a la oscuridad y, si Dios quiere,venceremosyseremosliberados.

—Abuela—dijoSancho,repentinamenteangustiado—,¿noquerrásdecirquetútambién…?

—Sí,Sancho.Yotambién.Esnecesario.—Hashechoelbien toda tuvida; temereces ir derechaal cielo a sentarte a la

diestra del Padre. ¿Vas a condenarte a mil años de dolor y de tinieblas paraayudarnos?¿Porqué,abuela?

—Porquetequiero,hijomío.Porquehassidounnietoparamí,elapoyodemivejez,mialegría…Porqueyotedevolvíalavidaysoyresponsabledeti.Nopuedoabandonarte.

Sancho la abrazó sin palabras.Nohabía palabras que pudieran expresar lo quesentíaenaquelmomento.

—Vamos, muchacho. Pronto llegará la luna al cenit y tenemos que prepararlotodo.

—¿Adóndevamos?—AlclarodelbosquedondeteencontróMateoquinceañosatrás.Esunodeesos

lugaresdondeelequilibrioesperfecto,dondetodopuedecomenzar.Sanchocogióelzurróndelaabuela,ledioeltroncoqueélmismolehabíatallado

para que le sirviera de bastón, y la sostuvo suavemente por la cintura para que seapoyaraenél.Pesabapocomásqueungorrión.

—Me quedaré contigo todo el invierno, abuela. Ya habrá tiempo de volver aCastilla.Mequedarécontigohastaelfinal.

—Gracias,hijo.Notendrásqueesperarmucho.

***

Bernardinoestabainquieto.Habíaterminadodearreglarloshorariosconelequipodefilmacióny, desde el bar donde se habíametido para refugiarse de la lluvia, habíallamadovariasvecesalmonasterioparaexplicarleaBárbaracómohabíaidotodoyqueella le contara si los chicosyaestabanapuntocon suspapeles,peronohabíaconseguidocomunicarseconnadie.Nolecontestabannilosmóvilesnielfijo.

Alguien le había dicho que lo de los móviles era normal cuando había unatormenta tan fuerte como la que había pasado por Burgos y que ahora,probablemente, se estaba desencadenando en la zona de Nuestra Señora de lasPiedrasentodasuviolencia.Detodasformasnoestabatranquilo.Bárbarasehabíaestadocomportandodeunmodo tanraroen losúltimos tiemposque,ahora,con ladistancia que daba haber salido de la rutina delmonasterio, empezaba a pensar sihabíahechobiendejándolossolos.

PreguntóaldueñodelbarsihabíaenBurgosalgunaoficinadealquilerdecoches,


peroelhombreledijoquenoresultaríafácilensábadoporlatarde;alfinyalcabo,aquellonoeraMadridysóloteníanunpequeñoaeropuerto.

Demodoquepidióotracervezaysiguiódándolevueltasalasuntoporque,deunmodo que no conseguía explicarse, tenía la sensación de que hacía falta en elmonasterio.

***

En el bosque, la luz perlada de la luna iluminaba el claro, presidido por el roblecentenarioencuyasramas,quinceañosatrás,Sanchohabíapensadoacabarsuvida.NohabíavueltoapasarporallídesdequevivíaenlacabañadelamadreBibiana,apesardequenoestabaamásdemedialeguadecamino.

Ahora se extendía, fantasmal, frente a ellos, como unmudo recordatorio de lasoledadylastinieblasquelesesperaban.

Lanocheeraclarayfría.Enelcieloplateadoporlaluna,lasestrellasbrillabandistantes,indiferentes.

—Hazunapequeñahogueraahíenelcentro—lepidiólaabuela—ytráemeunjarro de agua del arroyo. Fuego, agua, tierra y aire. Los cuatro elementos sonnecesarios.Ynuestrafe.YCordeluna.

Cuandotodoestuvopreparado,laancianasevolvióunavezmáshaciaSancho.—No me interrumpas por nada. No hables. Limpia tu corazón de todo mal

pensamiento; arrodíllate y reza. Seguramente no verás nada, no sentirás nadaespecial,perocuandotodohayaacabado, losabrás.Entonceshaz loque tienesquehacer.

Antesdesepararse,lamadreBibianabesólafrentedeSanchoylehizolaseñalde la cruz.Luego, renqueante, apoyadaen subastón, secolocó juntoa lahoguera,regóelaguadeljarroentornoaella,humedeciendolatierra,dejócaersobreelfuegounpuñadodehierbasque inundaronelclaroconsu fraganciapungenteycerró losojos.

A sus pies, Cordeluna empezó a relucir, bañándola en una luz violeta quecompetíaconelresplandorrojizodelfuego.

Sanchocayóderodillasbajoelroble,sinapartarlavistadelaanciana.Deimprovisoselevantóunvientopoderosoycálidoquesacudiólasropasdela

mujer.ElbrillodeCordelunasehizotanfuertequeparecíaqueunaestrellahubieracaídoalospiesdelaanciana.Luego,ellamismaempezóabrillarsuavemente,comobañadaenperlas,yporunosinstantes,Sanchocreyóveralahermosadoncellaquehabíasidotantosañosatrás.

Elfuegolanzóunrugidocomosiunaramacubiertaderesinahubieseestalladoensuinterior;infinidaddegotasdeaguasealzaronalrededordelahoguera,suspendidasmágicamenteenelaire,queahoraerasólounabrisasuave:yentrela tierra,dondeapoyabalospieslamadreBibiana,ysusmanos,nacióunarcoiris.


Sóloduróunosinstantes.Entonces paró el viento, dejando una calma perfecta, el fuego se apagó,

Cordelunadejódebrillaryelcuerpecillodelaancianasedesmadejólentamenteenlaoscuridad.

Sancho se puso en pie y en dos zancadas se plantó junto a ella. Todo habíaacabado.Estabaseguro.

—¡Abuela!¡Abuela!—empezóasacudirlaparadespertarladesutrance.PerolamadreBibiananoreaccionó.Aunquesucuerpoaúnestabatibio,susojos

se habían convertido en dos cristales sin vida y toda la piel de su rostro parecíahabersealisado,comosihubieserejuvenecido.

Cuandosediocuentadequeestabamuerta,sesentójuntoalahogueraapagada,latomóensusbrazoscomosifueralahijaquenohabíallegadoaconocer,ylaacunóhastaelalba.

Cavóunatumbaalpiedelroble,laenvolvióenelúnicomantoquetenía,yqueella misma le había cosido, y la enterró, con el corazón destrozado de pena y deagradecimiento.

Amediodía, con la pobre campanadeuna aldea tocando la hora sexta,Sanchohabía dejado atrás los bosques frondosos que habían sido su hogar durante tantotiempo.

Apie,pobrementevestidoycalzado,sinmantoqueloresguardaradelfrío,yconun trozo de pan por todo viático, Sancho Ramírez, el que fuera guerrero del Cid,volvíaaCastilla.

***

Al volante de un coche diminuto que acababa de alquilar en el aeropuerto,Bernardino se adentraba en la tormenta que rugía a su alrededor. No podía evitarsentirse estúpido regresandoalmonasterio con tantaprecipitación, cuandono teníanadatangiblealoqueagarrarse,peroalavezalgoensuinteriorledecíaquedebíaacudir,queestabapasandoalgoimportanteyqueeranecesariasupresencia.

Apesardequenoeramásquemediatarde,eldíaestabaoscuroyextraño,comoamoratado. Los relámpagos iluminaban su camino, seguidos de unos truenos tanviolentosque todoel cochese sacudíacuandoestallabanporencimade sucabeza.Sinembargo,setratabadeunatormentaseca;nollovía,ylacargadeelectricidadquehabíaenelairelehacíasentirunlevetemblorinterno,comosiestuvieraconectadoaun cable de alta tensión, así que estaba deseando el alivio que traería la lluvia. Elcaloreraagobianteyaplastaba.

Devezencuando,aunqueconpocasesperanzas,volvíaamarcarelnúmerodelmóvildeBárbara,lodejabasonarhastaqueseconectabaelbuzóndevozycolgabasindejarmensaje.¿Quémensajeibaadecir?¿Queteníaelpálpitodequealgonoibabien?Mejoresperarahablarconellacaraacara.


Alsalirdelaautovíaparacogerladesviaciónquelollevaríaalmonasterio,viocon inquietud que se dirigía almismo centro de la tormenta, a un lugar donde losrelámpagosylosrayosparecíanconcentrarsedeunmodoqueyanoresultabanatural.PerouncocheesunacajadeFaraday,pensó.Nohaynadaquetemermientrassigaaquídentro.

***

ElhermanoSancho,unavez terminadas las laboresdeldía, se sentóenel claustrobajoelserbalquehabíaplantadoconsuspropiasmanosalpocotiempodepronunciarsusvotos.Miróhaciaarribay lavistade lasbolitas rojasque loadornaban lehizosuspirar. ¿Cuántos años habían pasado desde aquella tarde en que conoció aGuiomar?Unavida.Todaunavida.Perosurecuerdoseguíapalpitandoensuinterior,aunqueahora, aveces,yaeraundolorconocidoycasiagradable, comocuandosepasalalenguaporunlugarsensibledentrodelaboca.

Hacíamásdediezañosquehabía llegadoaSanSalvadorparaseracogidoconjúbiloycariñoporelpadreJuan,queahorayacíaensutumba,enlaiglesia,bajounalosatalladaporsusmanos.Desdeentonceshabíavividocomomonjebenedictinoenla comunidad, había trabajado en el huerto y en el scriptorium día tras día; habíarezadoconsushermanoseinclusohabíallevadoacabosuobramaestra:unatallaenmadera de Nuestra Señora, con los rasgos de Guiomar. Sólo Juan se había dadocuentadeello,peronosehabíaenojadoconél.Consuhumorcaracterístico,sehabíalimitado a decirle: «Ya me figuro que no habrás encontrado por los alrededoresningúnrostromejorquepudieraservirtedemodelo».

Mientras tanto, la imagen se había convertido enuna atraccióndelmonasterio;muchosperegrinossedesviabanunpocodesurutaparaverla,postrarseasuspiesypedir su protección. Incluso, sin que él supiera por qué, cada vez acudían másmujeresapedirlealaVirgenquelesconcedieralagraciadetenerunhijo.YbastantesguerrerospasabantambiénporelmonasteriodesdequesehabíacorridolavozdequeNuestra Señora concedía a los hombres valor en la batalla. Por eso, poco antes demorir, el padre Juan le había pedido que la convirtiera en un sagrario, para poderllevar la comunión al campo, donde esperaban los hombres de armas. Él lo habíahechocongusto,yaquesólosetratabadehacerunapequeñahornacinaenlaespaldadelatallaparaguardarallíelSantoSacramento.

Y en cuanto la hermosa imagen hubo ocupado su sitio en el altar, Sancho,solemnemente,yenpresenciadesushermanos,sehabíadesprendidodelapiedradelunaquelohabíaacompañadotodalavidayselahabíaofrendadoalaVirgen,quelasujetabaconlamanoizquierda,mostrándolaalosfieles.

Había pensado durante años dónde ocultar la piedra, en espera de que pudierareunirseconladeGuiomar,yalfinalhabíallegadoalaconclusióndequelamejorformadequenoseperdierajamáseraconsagrarlaaNuestraSeñora,paraquetodos


losmonjespresentesy futuros la consideraranpartede símismosy ladefendieranconsuvida,sifueranecesario.

Perolapiedraseguíasola,esperando,élseibahaciendoviejoytemíaquenolellegaralavidaparaverlasreunidas.

A Cordeluna la había enterrado tras el riachuelo, en la cueva que había sidotestigodesusúnicosdíasdeamor,marcandoel lugarconsuemblema.Allíestaríasegura. Lo que aún no había conseguido imaginar era cómo hacer para dejar unmensajealaposteridad,perosiDiossedignabailuminarlo,algúndíapodríadejarlotodolistoymorirenpaz.

Selevantódelbancoydecidiódarunavueltaporelhuertoantesdelacena.Enelcorredor del claustro vio venir en su dirección un pequeño grupo de damas,peregrinas sin lugar a dudas, conducidas por el hermano Lucas, y miródesesperadamenteasualrededorbuscandocómoescapardeencontrarseconellas.Aldarsecuentadequeresultabaimposible,seechólacapuchasobrelosojosybajólavista.

Pero algo había llamado su atención en la postura o elmovimiento de una deaquellasdamas,demodoquenopudoevitarmirarla.Susojossecruzaronylamujersepersignómientrassurostroseiluminabaconunasonrisa.

—¡DonSancho!—exclamó,alborozada—.¿Soisvos?Lasorpresafuetangrande,quecasinofuecapazdereaccionar.—Yano,Régula.AhorasoyelhermanoSancho—dijoporfin,sonriendo.—¡Qué alegría me da veros vivo, señor! ¡Cuántos años han pasado! ¡Cuántos

añoshemosrezadoporvos,creyéndoosmuerto!—Estuvemuertopordentro,Régula.Muchotiempo.PeroDiosmedevolvióala

vidaparaquelosirviera.¿Quéhacesporestasantacasa?—He venido conmi señora, la condesa deMedinaceli, a pedir la gracia de la

SantísimaVirgen.Miamallevanueveañoscasadaynohapodidoconcebir.—DilequelopidacontodasufeyEllaharáelmilagro.Sanchohizounmovimientodedespedida,paramarcharsecuantoantes.Teníala

sensacióndeque,alveralaquehabíasidoladoncelladeGuiomar,todaslasheridasquehabíancicatrizadovolvíanaabrirseensucorazónynocreíapodersoportarlo.

—Venid,donSancho—dijoRégula,sinhacercasodesusdeseos—.Tengoquemostrarosalgo.

CaminaronunospasosenlamismadireccióndelaquehabíavenidoyRégulaleindicóconeldedoellugardondeestabaplantadoelserbal.Bajosusramas,mirandolas frutillas rojas, había unadama jovenvestidadeverdepálido.Sobre subrial desedadestacaba, colgadadeuna cadenadeoro, la piedrade luna.Había algo en supostura, en lamanera de inclinar la cabeza o de sonreír a la vista del árbol que lerecordabadolorosamenteaGuiomar.

—Blanca—susurró Sancho, casi sin voz, mientras las piernas se le doblabanhastahincarlarodillaenelsuelo.


—Vuestrahija.Miama.—¿La condesa de Medinaceli es mi hija? —preguntó Sancho—. ¿Cómo es

posible?—¿NooscontónadaelpadreJuan?Diez años atrás, a su llegada almonasterio, suprimo le había dadonoticias de

todasufamilia:sumadrehabíamuertodefiebrestraselalumbramientodesudécimohijo,unvarónaquienhabíanpuestodenombrePedro;supadre,apenasunosmesesatrás, de una enfermedad del pecho. Sus hermanos estaban bien, aunque todos locreíanmuerto.

De Laín, no había vuelto a saber nada. Pero, a cambio, le había contado losucedido con su pequeña: al sacarla del castillo dondeGuiomar la había traído almundo,elpadreJuanlahabíallevadoaVivar,consufamilia.LamismaMencía,laabuela de Blanca, que acababa de dar a luz a su noveno hijo, una niña llamadaCristina,lahabíaamamantadoylahabíacriado.Régulasefuetambiénconella,paraserviralahijacomohabíaservidoalamadre.

ABlancaledijeronqueerahijadeSanchoRamírez,unvalienteguerrerodelCidquehabíamuertoenbatalla,ydeGuiomar,condesadePeñalba,muertadeparto.Leexplicaronque elmatrimoniode sus padres había sido secreto y por eso el reynotenía noticia de lo sucedido, por lo que tendrían que esperar hasta que fueraadultapara intentar reclamar su patrimonio. Nunca le habían dicho nada de lacrueldaddedoñaBriandanidelpactodiabólicoquehabíaatraídoladesgraciasobresuspadres.

CuandoBlancallegóaloscatorceaños,doñaJimena,laesposadelCid,decidiótomarlas a ellay aCristinacomodamas,y semarcharonaValencia.Ésas eran lasúltimasnoticiasqueSanchohabíatenidodesuhija.

—DonRodrigoysuesposa—leexplicóRégula—,seencariñaronmuchoconlasdosdoncellasy,cuandoeljovencondedeMedinacelipidióaBlancaenmatrimonio,ledieronunaespléndidadoteyvuestrahijavolvióaCastilla.Siemprehallevadolapiedra que su madre le puso al cuello al nacer. ¡Qué alegría se va a llevar ahoracuandoledigaquesupadrevive!

—No,Régula,no.Supadre,SanchoRamírez, el valienteguerrero cristiano,hamuerto.Murióhacemucho,enlosbosquesdeGalicia.MuriódedolorporlapérdidadeGuiomar.AhorasoyelhermanoSancho,unmonjecomotodoslosdemás.

—Yungrantallistayescultor,segúnheoído.Sanchoinclinólacabeza,conmodestia.—¿EsverdadquelaVirgentieneelrostrodedoñaGuiomar?—preguntóenvoz

baja.Élasintió.—Nopudeevitarlo,Régula.GuiomareraelángelqueDiospusoenmicamino.Sequedaronlosdosunosmomentosensilencio,contemplandoaBlanca,quese

habíasentadoenelbanco,bajoelserbal,yjugueteabaconlapiedra.


—Régula,tengoquepedirteungranfavor.—Loquesea,donSancho.—Dileami…,atuama,queofrendelapiedraaNuestraSeñora.—Lecostarádesprendersedeella.Estodoloquelequedadesumadre.—DilequeEllaobraráelmilagro.Peroesapiedradebeestaraquí.Telopidopor

loquemásquierasenelmundo.—Pormiesposo,queDiostengaasulado.Ypormiseñora.—Porellostelopido.Régulaasintiódespacio,conlosojosllenosdelágrimas.—¿Tieneshijos,Régula?—preguntóSanchoparasobrellevarelmomento.—Cinco,señor;todossanosybuenoscristianos.Mimaridonoveníamucho,pero

lo suficiente para que tuviéramos descendencia—añadió con una sonrisa—. Y alfinal,nosllevóconélaValencia.Fueronlosmejoresañosdemivida.

—¿AValencia?¿EraguerrerodelCid?—EraLaínAnsúrez.Sancholamiró,perplejo,ypocoapoco,empezóasonreír.—Huyó a tierra de moros durante un par de años; luego regresó a matar al

hechicero que os había echado la maldición y vino a visitarnos a Vivar. Vuestrospadres,Diosacojasusalmas,lorecibieroncomoaunhijoysefueconvirtiendoenunaespeciedetíofavoritodeBlanca.Ensusiguientevisitanoscasamos.

—¿Cómomurió?—Luchando,donSancho.LuchandocontralosmorosdeMarruecosenladefensa

deValencia—huboun silencio—.Fue un buenhombre, buen esposo, buenpadre,buencristiano.

Sacóunpañuelodehilodelamangadelvestidoyseenjugólosojos.—Buen amigo —añadió él, recordando todas las veces que Laín lo había

apoyado, consolado, defendido en batalla, y su sacrificio más terrible, cuando almataralhechiceroparavengaraGuiomar,sehabíaligadoporsiemprealamaldiciónquelosataba.

DoñaBlancasehabíapuestodepieymirabaasualrededor,comobuscandoasusdamas.

—Ve,Régula.Blancatebusca—laagarróporunplieguedelmanto—.¿Esbiencasada,Régula?¿Esfeliz?

—Salvoporlafaltadehijos,suvidaesplácidayhermosa.Esunagranseñora,comohabríasidosumadre.

—Graciasportodoloquehashechoporella,Régula;pornosotros.VeconDios.—Ostendréenmisoraciones,comosiempre,donSancho.—Yo también rezaré por ti. No olvides la piedra, por amor de Dios. De ella

dependenuestrasalvaciónyquevolvamosaencontrarnos.Régula se reunió con doña Blanca bajo el serbal y Sancho se quedó en la

oscuridaddelasarcadas,contemplandoasuhijaconunamezcladesentimientosque


agitabansualma:amor,orgullo,penaporeltiempoperdido,esperanzaparaelfuturoy,asupesar,unposoderabiaporloquehubierapodidoserynofue.

Blancaerabella,másaltaquesumadre,decabellomásclaro,másviejadeloquenuncallegóaserGuiomar.Peronoteníalagraciaangélicadeladoncelladelaqueélse enamoró casi veintisiete años atrás bajo el serbal, ni el brillo de sus ojos, ni susonrisa inocente. Sin embargo, verla era como ver el reflejo en un estanque de laúnicamujerquehabíaamadoensuvida,yhacíatantotiempodelaúltimavezquevioaGuiomarqueeracomohaberlaencontradodenuevo,comounanunciodeque,conlamisericordiadeDios,volveríanareunirsealgúndía.

***

Enlaiglesiaeltiempoparecíahabersedetenido.TodosmirabancomofascinadosalaquehabíasidoBárbarayqueahoraparecíaotramujer:másvieja,máshermosa,máscruel. Aunque llevaba ropa deportiva y tenía una pistola en la mano, algo en lacapucha, en la sudadera roja que le llegaba a las rodillas, sobre unos vaquerosestrechos,leconferíaunaspectomedievaly,porlaformaenquelamirabanSergioyAndrés, las chicas tenían la impresióndeque la reconocían conunodio antiguoyempecinado.

—¡Sancho!—volvióagritar,impaciente—.¡Laespada!Sergiohizounmovimiento,peroAndréslodetuvoporelbrazo.—Nolatoques—susurró—.SiempuñasaCordeluna,lohabremosperdidotodo.

¡Llévalatú,Sibila!Lachica,vacilante,sefueacercandoalaltarsindejardemiraraGloria,que,con

losojosdilatadosdemiedo,seguíasuavanceporlanave.—¡Alto!—gritóBárbara—.¡Déjalaahí,sobreelaltar!ElsuavebrillodeCordelunasefueintensificandohastaconvertirseenunfulgor

violetaquecasidañabalavista.—Ése era el poder del que hablaba elmaestroLudovico…—dijoBárbara con

expresiónsoñadora,perosinapartar lapistolade lacabezadeGloria—.Ydebedeser superior al de los amos, si ellos no pudieron salvarlo. Sólo es necesariorestablecerlaintegridaddelaespadaytodohabráterminado.¡Dadmelaspiedrasquelefaltan!

Loschicossemiraron,inquietos.—Notenemosniideadedóndeestán—dijoAndrés—.Nosabemossiquierasise

hanconservado.En un silencio entre dos truenos se oyó con claridad un clic procedente de la

pistola.—Sabéisquelamatarésinomedaisloquebusco.—Lamatarádetodasformas—susurróSibila,que,caminandodeespaldas,había

vueltoconsusamigos.


Quique,quedesdeelprincipiosehabíacolocadoalaespaldadelgrupoyhabíaidoadentrándoseenlassombrasdelfondodela iglesiamientrasBárbara lesexigíaque le llevaran la espada, se ocultó detrás de una columna y empezó a plantearsecómo llegar al abrigo de otra columna en el lado opuesto de la nave para tratardeacercarsealaltarporel lado izquierdode lamujer, elquecreía seguro.Unavezallí,noteníaniideadequépodríahacer,peroteníaqueintentarlo.Esperabaquesusamigosnosedierancuentadesurepentinaausenciaonoselesnotaralasorpresaporsudesaparición.

ElbrillodeCordelunaeratanintensoquetodalaiglesiaestabailuminada,salvolassombrasintensamentenegrasdelascolumnas.Todoslosojosempezabanaquedardeslumbradosporelfulgorquebrotabadelapiedrasobreelaltar,comounaestrelladeenormemagnitudcaídaalatierra.

Todos,menosQuique,quedesdesuposiciónlateral,yamuycercadelaltar,eraelúnicoquesedabacuentadeloquehabíaempezadoasuceder.

DesdelaestatuadelaVirgen,dondeantessólohabíaexistidounatallademadera,dosdelgadasserpientesdeluzazulclaroseretorcíancomonieblabuscandofundirseconelresplandordeCordeluna.

Quiquelassiguióconlosojos,buscandosuorigen,hastaquedetectóquesurgíandedos lugaressituadosa lospiesde la talla,en lapeanadondealguien,cientosdeañosatrás, lashabíaengarzadoencírculosdeoro, juntoconotramediadocenadepiedrasvulgares,paraquenadienotarasuimportancia.

Lostruenossesucedíancasiininterrumpidamente,comosiunalegióndecarrosde combate se arrastrara por el cielo, y la luz de los relámpagos, iluminandoviolentamente las láminas de alabastro que cubrían las ventanas de la iglesia,palidecía frente al fulgor de Cordeluna. El fragor de la lluvia era tan intenso queteníanquegritarparahacerseoír.

—¡Dadme las piedras! ¡Acabemos de una vez!—Bárbara disparó al aire parareforzarsuspalabrasylanavesellenódeecosquereverberabanenlapiedra.

Enelmismoinstante,Andrésgritó:—¡Detrásdeti,perra!AprovechandoelsegundoenqueBárbarasegiróamediasasuespalda,Sergiose

lanzóalacarreracontraellas,yQuique,sinpensarlosiquiera,seechóencimadelamujer, mientras Tina, que había seguido a Sergio, cogía a Gloria del brazo y laempujaba hacia un lado para quitarla del alcance deBárbara, que se debatía entreQuiqueySergio.

Lasserpentinasde luzhabíanalcanzadoaCordelunayparecíanfundirseconelresplandorqueirradiabadeella.

Sin que nadie se lo pidiera, Sibila desenvainó la espada y la sostuvo, alzada,frentea la imagende laVirgen,mientrasAndrés,despuésdehaberseaseguradodeunaojeadadequesusdosamigos teníanbiensujetaaBárbara, se lanzabahacia latalla,buscandolamaneradedesmontarlaspiedras.


Nofuenecesario.Al rozarlas con los dedos, la iglesia desapareció de su vista y se encontró de

prontoenelclarodeunbosquebajolaluna,enunanochefríaysilenciosa.Losoídoslezumbabanaúnporlareverberacióndeldisparoylosestallidosdelostruenos,peroallítodoerasilencio,paz,oscuridad,olorabosquehúmedo.

Se giró, perplejo, tratando de comprender qué sucedía, y se encontró con lamisma ancianaque le había puesto en lasmanos aCordeluna cuando ellos aúnnosabíandelaexistenciadelaespada.

Surostrosonreíayenelcuencodelamanotendidabrillabanlasdospiedras.Apenassintiósucontactofrío,lavisióndesaparecióyvolvióaencontrarseenla

iglesia, al piedeNuestraSeñora, preguntándosequé le habíapasadoy cómoharíapara pegar aquellas dos piedras en su lugar. Pero habían sucedido ya tantas cosasincomprensiblesquepensóquelomejorseríanopreocuparsedemasiadoyseacercóconellasalaltardondeSibilaseguíaesperandoconlaespadaenalto.

Bárbaraestabadesmayadaenelsuelo;SergioyQuique,acuclilladosjuntoaella,mirandoalternativamentea lamujercaídaya laespada, igualquehacíanGloriayTina,quepocoapocofueronacercándosetambiénalaltar.

Entonces, antes de que Andrés pudiera probar las piedras en el lugar que lescorrespondía,enelcentrodelanaveaparecióunagujerodetinieblasylatemperaturaopresiva de la tormenta de verano bajó de golpe mientras un olor a carroña seextendíaporlaiglesia.

Todos se quedaron petrificados contemplando la aparición de un serincomprensible,envueltoenunanieblaroja.Sólosusojosimpasiblesdestacabanenlamasa amorfa y cambiante que lo rodeaba y le conferían una apariencia que loscerebroshumanosasociabanconreptilesgigantesyalimañasterroríficasperdidasenlanochedelostiempos.

Era absurdo intentar luchar contra aquello. Todos sintieron el tirón en susentrañas;lanecesidaddearrojarsealsuelo,sollozando;eldeseodearrastrarsefrenteaaquelmonstruoypedirmisericordia.Peronolohicieronporque,apesardelterror,sabíanqueaquellonohabíavenidoabuscarlos.Buscabaalosotros,alosquehabíanvagadosindescansodurantemilañosyahoraconsumíansusúltimosinstantes,antesdelaeternaperdición.

Sinembargo, aunqueno sabíanquéhacerparaevitarloyaunqueno loshabíanconocido,nopodíanconsentirqueselosllevara.

—¡Seacabaeltiempo!—oyerondirectamentedentrodesucabeza,sinpalabras,sinacento,sinlenguareconocible.

Bárbara, que ahora ya era totalmente Brianda, se levantó como unmuñeco deresorte y, antes de que hubieran podido comprender qué estaba pasando, se lanzócontraGloriayleapretólasmanosenelcuello.

—¡Temataré,perra!¡Vendrásconmigo!SergiolearrebatóCordelunaaSibilaylablandiósobresucabezaparadescargar


todasufuriacontraBrianda,peroAndrésdesviósubrazoylahojadelaespadaseestrellócontralalosadelaltar,levantandounalluviadechispas.

—¡No la mates! —gritaba Laín, desesperado—. ¡No repitas la historia! ¡Nomanchestusmanosconsusangre,Sancho!¡Esnuestraúltimaoportunidad!

Mientras tanto,Quiquese lanzócontra lamujery,sinpararseapensarlo,deuncabezazoquesonócomoelchoquededoscocos,lapusomomentáneamentefueradecombate,obligándolaasoltarelcuellodeGloria.

Labestiasoltóunrugido lentoyprofundoquesonóporencimade los truenos,haciendovibrar loshuesosdelospresentes.Briandaempezóagemir,conlamentosagudosdeanimalcazadoenunatrampadehierro.

—¡Vamos,vamos!—urgíaSibila.—¿Qué?¿Quéhayquehacer?—TinaestabasujetandoaQuique,queseagarraba

la cabezamientras, apretando los dientes, trataba de no aullar de dolor—. Sergio,Gloria,¿quéhayquehacer?

SergioyGloriaestabanabrazados,mirándosealosojos,comosielmundoenterohubiese desaparecido para ellos. Cordeluna, que Sergio había abandonado tras laspalabras de Andrés, reposaba de nuevo en el altar. Sibila la cogió, levantó laempuñadura con las dosmanos a la altura de sus ojos y dijo en una voz firme ysolemnequenoparecíalasuya:

—Venidtodos.SergioyGloria,unoacadaladodemí.Andrés,ponlaspiedrasensulugarycolócatefrenteamí,enlapuntadelaespada.TinayQuique,unoacadalado,alrevésqueSergioyGloria.

Elrugidodelabestiasehabíaconvertidoenunsonidomonótono,constante,ysinembargoclaramentedistinguibledelostruenosylalluvia.Briandaseguíagimiendoyahora aullaba de tanto en tanto, como si algo la estuviera destrozando por dentro,lentamente.

Frente al monstruo de oscuridad, sin que lo hubieran advertido, una bolita deluminosidadperladahabíaempezadoatomarformay,ensucentro,comounafiguraencerradaenunpisapapelesdecristal,ibaapareciendoelcontornodelaancianadecabellosblancos.

—Bibiana—susurróSergio—. ¡Abuela!Hascumplido tupalabra;hasvenidoaayudarnos.

Andrés adelantó la mano con las piedras que había conservado fuertementeapretadas en el puño y, sin ningún esfuerzo, las colocó en sus lugares. Cordelunaparecióabsorberlasysubrillosehizoglorioso,insostenible,perfecto.

Eneseinstante,desdelapiedramásgrandedelaespadaqueSibilasosteníaalaalturadelpecho,conlapuntahaciaabajo,surgióunrayodeluzpurísimaqueparecíacontenertodosloscoloresdelarcoirisyatravesólabóvedarománicaparaperderseenelcielodetormenta,másalládeestemundo.

Yenlanavedelaiglesia,mientraslatemperaturaempezabaasubiryelagujerodeoscuridad secerraba lentamente llevándoseconsigoalmonstruoyal espíritude


doñaBrianda,uncoágulo rojonegruzcoqueaullabade terror, empezóa sonarunamúsicadevihuelaytodoscontemplaron,maravillados,quedeSergioyGloria,TinayQuique, Andrés y Sibila surgían unas volutas de niebla de colores que ibancoagulándosefrentealaltar.

Durante unosmomentos, todos pudieron ver con la claridad de los sueños quefrenteasusojosaparecíanlasformasdeunaspersonasquenohabíanconocidoysinembargo reconocían sin dificultad: Régula, joven y bonita, tendiéndole la mano aLaín, liberadoyade sucondena; elpadre Juan, sonriendocondulzura alver a susamigosdespuésdemilaños;SanchoyGuiomar,reunidosporfinparasiempre.

La voluta de niebla que había surgido de Sibila, de un blanco perlado, se fueacercandoalaesferaluminosadondelamadreBibianaesperabay,altocarse,ambasestallaronenunaniebladechispasazules,mientraslasotrasfigurasibanperdiendosus contornos y empezaban a difuminarse, girando perezosamente hacia el techo,comolaneblinadelanochealdespuntarelalba.

LosúltimosenmarcharsefueronSanchoyGuiomar,envueltosenunarcoirisqueiluminabaelvestidoverdedeellaylatúnicaazuldeél;abrazados,felices,unidosporfindespuésdemilañosdesoledadydesesperación.

Todos sintieron el agradecimiento, la alegría radiante de aquellos seres queacababandeserliberadosporsuintervenciónyquehabíanvividoatravésdeellossuúltimaoportunidaddesalvarse.

Cuando las luces hubieron desaparecido de su vista, la iglesia volvió a quedarvacía,enunapenumbraapenasaliviadaporlaspocasvelasqueaúnchisporroteaban,apuntodeextinguirse.Latormentahabíapasadoytodohabíaquedadoenunsilencioreparador,apenasperturbadoporelrumordelalluvia.

Cordeluna,denuevosobreelaltar,estabacompleta,intacta,reintegradaporfin.Porfinsólounaespada.Lentamente, fueron saliendo del estado de trance en que los había sumido el

reencuentro de aquellos espíritus liberados y adquiriendo conciencia de dóndeestabanydequéhabíasucedido.

SeagacharonjuntoaBárbara,quehabíacomenzadoagemirenvozbajayhabíarecuperado su aspecto de siempre, aunque tenía profundas ojeras y un rostro másafiladodelonormal.

Entre Quique y Andrés la ayudaron a levantarse y, paso a paso, salieron alclaustro,dondelessorprendióeloloratierramojadaylaclaridaddelcielodeverano.

Siguieronavanzandoporelpasillohastaelexterior,ensilencio,abrazados:SergioyGloria,TinaySibila,AndrésyQuiquesujetandoaBárbara.

Alabrirlapuerta,quedarondeslumbradosporlabellezadelmundoexterior:losálamosrelucientesdespuésdelalluvia,elcieloaúnazul,aunqueelsolseacercabaalocaso,laspiedrasblancasdelacolinadondeseabríalacuevaquehabíaocultadoaCordeluna durante mil años y, por encima de todo, abrazando la perfección delmundo,unrelucientearcoiris,redondoyperfecto.


Conlaportezuelaabierta,enuncochediminuto,fumandouncigarrilloyconcarade exasperación, Bernardino los miraba sin comprender que parecieran lossupervivientesdeunnaufragio.

—¡Yapodíaishabermeabiertolapuerta,caramba!Mehevueltolocollamando.Yatodoesto,admirovuestroentusiasmo,peroestáishechosunoszorros;nohacíafaltaensayartanto,criaturas;yasoisbastantebuenos.

Soltaron la carcajada y, en ese momento, con sólo una mirada, decidieron nocontarjamásloqueleshabíasucedido.

***

Fue una muerte extraña. Extraña por lo dulce. Porque, después de una vida deamargura,sufrimientoypenitencia,DiosTodopoderoso,ensu infinitamisericordia,sedignóconcederleloúnicoquenohabíapedidojamás:unabuenamuerte,tranquilaysinapenasdolor.

ElhermanoSancho,humildemonjebenedictinodelaabadíadeSanSalvadordelosCerros,sehabíadespertadoconunahogoenelpechopocodespuésdemaitinesy,apesardelaordendesuabad,queledispensabadeacudiralosprimerosrezosenrazóndesuedadydesuprecarioestadodesalud,habíaintentadoponersedepieysehabíadejadocaerdenuevoenelcamastro,sabiendoquenoloconseguiría.Setentaañoseranmuchos,demasiados.Demasiadosparaunhombrequellevabayamásdecincuentadeseandolamuerte,rezandoadiarioparaqueelAltísimoleconcedieralagraciadeabandonarestevalledelágrimasypoderalfinreunirseconsuesposaenelotromundo,esemundoenelquelamuertehasidoconquistadaynohayllanto,nidolor,dondeelamorbrillasobretodoslosseres.

Los oídos empezaron a zumbarle como si un arroyo de montaña corriera,embravecido, por su interior. Voces largo tiempo olvidadas llenaron de nuevo sucelda: la dulce voz de sumadre llamándolo demadrugada para que se levantara acomer sus gachas; la recia y poderosa de su padre explicándole cómo sujetar lasriendas; la ronca y cascadadel viejoAnselmodándole consejos para entrenar a suazor;losgorjeosdesushermanaspequeñaspidiéndolequelasmontaraalagrupaygalopara con ellas hasta el cerro, con el pelo azotándoles el rostro y las manitasengarfiadasensucintura;elsusurrodeGuiomar,elsonidomásdulcedeluniverso,queinclusoahorasoliviantabasucuerpomaltrechoyleacelerabaelcorazón.

Los olores del pasado invadieron sutilmente la celda, igual que fantasmas,filtrándoseporlasparedesdepiedra:lasmanzanasdelotoñollenandoloscestos,ellimofrescodelríodondehacíabatallasdejuncosconlosniñosdelpueblo,elguisodevenadode laabuelaquesólosecomíaunavezalaño,elhedorde labatalla—sangre, sudor, miedo—, y el perfume de la victoria, que era el mismo hedor,mezclado con humo de hogueras y con incienso de misas solemnes en acción degracias.


El corazón le latía enloquecido, a saltos como un caballo aterrorizado, pero sumenteignorabalasdolorosaspunzadasquelerecorríanelcuerpoyseprendíaalasimágenesquesurgíanantelosojosdesualma,brillantesyvivascomovidrierasdeiglesiacatedral,inundadasdeluz:elreflejodelsolenloscabellosdeGuiomar,que,cabalgando en su yegua blanca, volvía el rostro para sonreírle; la mirada dulce yfuertedelpadreJuan,suscálidosojosdecoloravellana; lapoderosasiluetadedonRodrigo,arrodilladoenlacumbredeuncerrodandograciasaDiosporlavictoria;elabrazo de oso de Laín al separarse cuando su vida acababa de ser destruida parasiempre,alamuertedeGuiomar;supropiamanojovenyfuerteestrechandolamanodeÁlvarFáñez juntoa laermitadel río,cuandosedespidieronporúltimavezyélaúnnosabíaquesufuturoestabaapuntodecambiaryquenuncaalcanzaríaaverelmar; el único ojo de Cordeluna brillando en su puño mientras una sangre roja yespesaleresbalabahastaelcodo;laoscuridaddelescondrijodondelaguardóparaelfuturo; las dos piedras vivas, símbolo de su amor, esperando el momento delreencuentro;loslargosañosquelellevótallarloscapitelesdelclaustro,sumensajeparaelfuturo,elresumendesuvida,desuamorydelamaldiciónquelosseparó,con la esperanza de que alguien de su sangre, mil años después, pudieracomprenderlo.

La presión en su pecho se fue haciendomás fuerte; sentía una losa de piedrabajandosobresucorazóny,coninfinitoagradecimiento,suspiróporelregalodelamuertequelellegabaporfin.

—Señorqueestásenloalto,túqueereselSeñordetodaslascosas—susurrócasisinvoz—,deshazlamaldiciónquepesasobrenosotrosyacógenosentuseno,SeñordelTiempo.Hazquenuestrasalmasnosepierdanenlastinieblas,SeñordelAmor.Oye la plegaria de tu siervo y no nos abandones en esta hora final sobre la tierra.Hágasetuvoluntad,Diosmío.Amén.

Lentamente, se fue desligando de su cuerpo mortal, dejándose llevar hacia elpasado,hacialamúsicadelasvihuelas,haciaelverdepálidodeunvestidodemujeren la penumbra del bosquecillo de serbales donde la vio por primera vez, hacia eltacto de seda de la piel de Guiomar que lo esperaba temblando bajo la luna a laentrada de la cueva, junto al cerro de los chopos, hacia su juramento eterno y suslabiosyelaromadelanochedeverano.

CuandoelhermanoMartínentróaversinecesitabaalgo,loencontrómuertoensucamastro,conlosojosabiertos,lamanosobrelacruzdemaderaquecolgabadesupechoyunasonrisaenloslabios.


EPÍLOGO

El taller de teatro tocaba a su fin.Durante largas semanas, todos habían trabajado,sufrido, disfrutado, para realizar un proyecto que se había revelado espléndido.Lafilmación del documental había salido bien, aunque todos estaban deseando ver lapelícula definitivamente montada para creerse que era tan buena como decía eldirector,ylaobradeteatroquellevaríanpordiferentesciudadesdeEspañaalolargode la temporadaotoño-inviernoestabaapunto.Bernardinosesentíamuyorgullosode los resultados y hasta Bárbara, siempre tan exigente y quisquillosa, les habíaconfesadoque,asujuicio,erainmejorable.

Luisestabaparticularmentecontentoporque,aunquehubierasidoensuausencia,habíanhechoeldescubrimientodelaespadayeldelahistoriatalladaenloscapitelesrománicos.LaespadayahabíasidotrasladadaaMadridparasuestudioy,porloquelescontóLuis,parecíaquesuinvestigaciónibaalevantarmuchorevuelo,porqueeraposible que se tratara en origen de un arma japonesa, reconvertida después en laépocamedieval,ynadieseexplicabacómoeraposiblequeenelsigloXuXIhubieraidoapararaCastillaunaespadatansimilaralascatanasutilizadasporlossamuráis.

LehabíantenidoqueexplicarmilvecescómoaTinaselehabíaocurridolaideadequeunode loscapiteleshistoriadospudieracontenerelmensajeycómohabíanido a quitar rocas a la cueva hasta encontrarla. Lo que no conseguía comprender,después de haber ido a ver la cueva con sus propios ojos, era cómo habíanconseguidoromperlalosaqueocultabalaespada;ellossehabíanlimitadoaafirmarquelalosayaestabarotacuandodespejaronlazonadelaspiedrasquelacubrían.

Todos tenían la impresióndequeniLuis, niBernardinoni ningunode losquehabíanidoaverelprodigioterminabadecreerselaversión,perohabíaninsistidoenellahastaquelosdejaronenpaz.

Loqueseguíapreocupandoalosseisamigoseraelasuntodelasdospiedrasdeluna que faltaban en la peana de laVirgen, aunque parecía que hasta elmomentonadiesehabíadadocuenta.

Eldíaantesdemarcharsedelmonasterio,elmismoLuissacóeltema:—Escuriosoquealguienhayaaprovechadolaausenciadecasitodoelmundoel

findesemanadelatormentaparallevarseesasdospiedrassinningúnvalor,enlugardeintentarrobarlatalla—lesdijodurantelacomida.

—¿Quépiedras?—preguntóQuique,haciéndoseelinocente.—Dos de las que adornaban la peana de laVirgen. Echadles unamirada a los

agujeros.Enlaobradereconversióndelmonasterio,paraconvertirloenelalbergueque es ahora, cuando vinieron los restauradores decidieron que era demasiadoarriesgadodejaraquíunatalladelsigloXIde tantovalor.Yaveisqueestonotiene


cerrojos,alarmasniproteccióndeningún tipo;demodoqueal final seoptópor lasalidamás práctica, aunque casi nadie lo sabe.Yomismono os lo dije a vosotroscuandovisitamoslaiglesia.

—¿Quéesloquenonosdijiste?—preguntóGloria.—Quelatallaquehayenlaiglesiaesunasimplecopiadeloriginal.Lapeanaes

auténtica, porque las piedras que tenía no eran demasiado valiosas una a una y anadie se le ocurriría robar una peana antigua cuando la talla no es la auténtica.Yahoraresultaquealgúnimbécilsehallevadodospiedrasque,porloqueyorecuerdo,son unos ópalos o unas piedras de luna, blancas en cualquier caso, yme preguntoparaqué.

Todos se encogieron de hombros, poniendo su expresión más inocente yangelical.

—Laverdadesquemehabríagustadohaberestadoaquíaquelfindesemana—dijo,mientrasyasemarchabahaciasumesa—.Tengolasensacióndequemeperdíbastantescosasquehabríanpodidointeresarme.

—¡Qué va!—contestó Andrés—. No hicimosmás que trabajar con Bárbara yaburrirnosmientrasesperábamosquevolvierais.

—También fue ese fin de semana cuando a Tomás se le estropeó elmonovolumen,¿no?CuandoloremolcaronhastaunagasolinerayluegoresultóquealguienlehabíapuestogasolinaSúperenlugardedieseloalgoasíyleestropearonelmotor…

—Esqueconesohayquellevarmuchoojo—informóQuique—.Anosotrosnospasóunavezconuncochealquilado.

—¿Esoospasóavosotros?—preguntóSergiocuandoLuissehubomarchado.—¡Vengaya!Mipadreesmecánico,¿cómonosibaapasaranosotros?Nieves salió de la cocina llevando una bandeja con los postres y les echó la

miradaincendiariaalaqueyaestabanacostumbrados.—Parecequenoselehapasadoelcabreo—dijoSibila.NuncahabíansabidodeltodoloquehabíasucedidoconNievesaquelfamosofin

desemana,peroBárbaraleshabíadichoquehabíahabladoconelmatrimonioytodoestabaarreglado.Sinembargo, lamujerseguíaconsiderándolosculpablesdealgoyellosseguíansinsaberdequé;porsuerte,prontolaperderíandevista.

Bárbarasehabíarecuperadodeltodoy,misteriosamente,apenasrecordabanadadelosucedido.Habíanintentadohablarconella,peroaldarsecuentadequeloúnicoque recordaba borrosamente eran los sueños que había tenido, decidieron dejar elasuntoynocontarlenadaqueellasolanopudiera,onoquisiera,recordar.

Terminarondecomery,cruzandoelclaustro,dondesedetuvieronunosinstantespara repasar los capiteles de la historia y contemplar una vezmás el emblema deamor,salieronalexterior,asentarseunratobajolosárbolesdelrío,comosehabíanacostumbradoahacerdespuésdelascomidas.

—Voyaecharmuchodemenostodoesto—dijoAndrésestirandolasmanospor


encimadelacabeza—.Nuncacreíquellegaríaaenamorarmedelpaisajecastellano.—¿RecuerdasaúnalgodecómotesentíascuandotambiénerasLaín?—preguntó

Sibilaenvozbaja.—Apenas.Cadadíamenos.Fíjate quenomegusta escribir y, sin embargo, he

escritoloqueaúnrecuerdoparaquenosemeborredeltodo…Tengolaimpresióndeque,antesodespués,loolvidaremos;nospareceráunsueño,comoaBárbara.

—¿Ospasaatodos?—volvióapreguntarSibila.Asintieron despacio y luego fueron confesando que, igual que Andrés, ellos

tambiénhabíanescritoloquerecordaban.—Algún día, cuando pasen diez o veinte años —propuso Tina—, podríamos

reunirnosotravezaquí,alomejoryaconnuestrasfamilias,yleernosunosaotrosloquehemosescritoesteverano.

—Amímegustaríamucho—dijoGloria.—Entoncesvendremos—concluyóSergio.—De todas formas —añadió Quique—, tampoco hay que ponerse trágicos y

hacercomosinofuéramosavernosnuncamás.Nosvamosahartardevernostodoelotoñoyelinvierno.PrimeroelestrenoenMadrid,queyametiemblanlaspiernas,yluegolagira.

—Peroparaentonces, lomismoyanonosacordamoscasidenada—dijoTina,preocupada.

—Laverdad—intervinoSibila—,amínocreoquesemeolvidemientrasviva.Ycomo me digas que eso en mí es normal porque soy rara y soy bruja —añadió,mirandoaAndrés—,teenteras.

Andréslamirómuyserio:—Nuncamás,Sibila,telojuro.Palabradehonor.Venaquíquetedéunabrazo,

chiquilla.Se abrazaron como hermanos, bajo la mirada emocionada de los demás, y se

separaronconunasonrisa.—Bueno—dijo Sergio, poniéndose de pie y tendiéndole la mano a Gloria—,

puesnosvemosparalacena.Se miraron y, sin tener que decirlo con palabras, se alejaron en dirección al

monasteriocogidosdelamano.Alcabodeunosminutos,TinayAndrésdijeronqueibanadarunavueltahastala

cueva.QuiqueySibilasequedaronjuntoalrío,mirandobrillarelagua.—¿Quécreestúquepasaráahora,Sibila?Ellaseencogiódehombros.—Para eso no hace falta tener poderes especiales.Que volveremos cada uno a

nuestra ciudad, a las clases, a la vida normal. Y luego nos veremos unas cuantasveces para las funciones…, y después…, ¿quién sabe?Unos irán a la universidad,otrosno;alomejorseguimosencontactoduranteunosaños.Ono.Osimplementenosolvidamosdeloquehapasadoesteverano,dejamosdecreerenlamagiayenel


amor,noscasamosconquiensea,noscompramosunpiso,pagamoslahipoteca,nosdivorciamos…,yoquésé…,lonormal,vamos.

—¿Túquiereseso?—¿Cómovoyaquerereso?Loquepasaesquesoyrealista.Sí,apesardeque

echolascartasysoyunpocobruja,soyrealista,yaves.—Peroloquenoshapasadoaquítambiénesreal.—Ya.Peroesdifícildecreerparaquiennolohavivido.—Túyyo lo hemosvivido.Y esonosuneunpoco, ¿no crees?Y, además, yo

vivoenCáceresytú,enSevilla.Tampocoestátanlejos.Ylosdostenemosmóvilysabemoschatear,¿no?

Sibilalesonrióysurostroparecióiluminarsedegolpe.—¿Meestásdiciendoquetegustounpoco?—¿Nosenota?—Perosisoyrara,ytengomalcarácterymetiñoelpelodenegro.Quique se echó a reír, se tiró encima de ella y la besó hasta que los dos se

quedaronsinaliento.—Laverdad,Quique,esqueeresunpococorto,hijo.¡Miraquedecidirteeldía

antesdemarcharnos!Quiquenocontestóylavolvióabesar.

Enlacueva,mirandoelmontóndepiedrasquehabíanretirado,Andréssuspiró.—¡Quépasadadetrabajohicimos!Perovaliólapena,¿nocrees?Tinaseacercóaélydejócaerlamanocercadelasuya.Llevabatodoelcamino

pensandoenhacerlo,peronoacababadeatreverse.AndrésselacogiócomosifueralomásnaturaldelmundoyTinatuvolasensacióndequeporunsegundosequedabasinvistaalcontactodeaquellamanotangrandeytanfuerte.

Élpareciónotarloporqueselaapretóligeramente.—Sonmanosdecerrajero,chiquilla,perotambiénsabensersuaves.Noolvides

quemi otro yo fue guerrero. Además, ¿sabes?, a lomejor no estudio después delBachillerato.Nosomosricosyhoyendíatenerunacarreratampocogarantizanada.

—Siempre es bueno…—dijo ella, que hubiera preferido no estar hablando deproyectosdefuturoprofesional—.YovoyaestudiarHistoria.

—Yalosé.Eresuncerebro.Semiraronsonrientes,sintiendocomounacorrienteeléctricapasardeunoaotro.—Aqueldía,enlaiglesia—dijoAndrés,poniéndoseserioderepente—,¿tediste

cuenta de que el espíritu que te habitaba a veces era el de Régula, la doncella deGuiomar?¿Aquellaespeciedenieblarosada…?

Ellaasintió.—¿RecuerdasquiéneraRégula,ademásdeladoncellayconfidentedeGuiomar?Tinasintióqueseponíacoloradaysegiróhacialaentradadelacueva,dejándose


deslumbrarporlaluzdelaentrada.Andréslepusolasmanosenloshombrosysiguióhablandosinintentarvolverladefrenteaél.

—Era lamujer de Laín—le dijo al oído—. Les costó darse cuenta de que sequeríanporqueelamorentreSanchoyGuiomarerademasiadointensoyborrabacasitodo lo demás, pero luego…, con el tiempo…Yo, seguramente, no soy lo que tehabías imaginado. Soy bastante bruto, muy vago en el instituto, no sé qué quierohacerdespués…Séquenoquiero ser un señoritodepelo engominado, eso sí.Megustasalira tomarvinoscon losamigos,megustael flamenco,soyun tío legal…,peronosoyunchicofinoyelegante,yatehabrásdadocuenta.

Ellaestuvoapuntodevolverseentoncesyabrazarlo,peroélsiguiósujetándolaporloshombros,sindejarlagirarsehaciaél;losdosmirandohacialaintensaluzdelsoldeveranodesdelaoscuridaddelacueva.

—Déjamehablarsinmirarte,anda.¿Quétedecía?Pueseso.Quemegustasdesdehacelatiradetiempo,precisamenteporqueerestanlista,tanelegante,aunquediganqueesoyanoestádemoda,porqueeresunabuenachica,buenaamiga.

—Tútambiénmegustas,Andrés—dijoella,cuandotuvolasensacióndequeélestabaesperandoqueellahablara—.Ytienesrazón,nosemehabíaocurridoquemeibaagustaralguiencomotú.Peroyonuncahesalidoconnadie;yonolesgustoaloschicos. Soy demasiado normal. Tengo amigos, pero no les gusto como…, comomujer,sólocomoamiga.

—Puesahoraseacabó.Lagiródefrenteaélylabesóenlaboca.—Eso sí, chiquilla, tendrás que acostumbrarte a la barba, porque no pienso

quitármelaenlavida.YanosexplicóLuisqueenlabarbaresidelahonradelhombre.

Enelclaustrodelmonasterio,SergioyGloriaestabanacuclilladosfrentealafuentedondesemanasatrássehabíanvistoporprimeravezy,coneldedoíndicetrazabanlaslíneasdesuemblema.

—¡Cuántomealegroporellos!—dijoGloria—.Milañosseparadosyporfin…—Yonisiquierasécómovoyaaguantarhasta finalesdeseptiembre,hastaque

nosvolvamosaver.Sergiosepusodepie,letendiólamanoysesentaronenunbanco,alasombra.—Nomepuedo imaginar noverte todos los días,Gloria.Tienesque conseguir

quetedejenvenirteunpardesemanasaCádiz.—Mifamilianomehavistoelpeloendosmeses…—Yalosé.Amítampoco,perotenemosquearreglarlocomosea.Siquieres,voy

yoaMadrid.—MispadresestánahoraveraneandoenHuelva.Esonoestámuylejos…Sesonrieronyseapretaronlasmanosensilencio.—Sergio—dijoellaalcabodeunosminutosenquesóloseescuchabaelrumor


delafuente—,¿túmequieresaún?—captólamiradacasiofendidadeélycontinuó—:Quierodecir, que semehaocurridoquequizánuestroamorera sobre todounreflejo del amor de Sancho y Guiomar, porque no me dirás que es muy normalenamorarse así, de pronto, sin conocerse de nada.Yque, entonces, al quedar ellosliberados,talveznosotrosyano…Quizánoseaparasiempre…

—Pormiparteesparasiempre,Gloria,sitúquieres.Ellalomiró,sintiendoquesederretíadepurafelicidad.—Esqueamipadrelevaaparecerpocorazonable—añadió.—Puesyaseirádandocuenta.Comomuytarde,cuandotengaquecomprarteel

vestidodenovia.—Nonospasaránada,¿verdad?ComoaSanchoyaGuiomar.—Tejuroqueno,miseñora—sepusoderodillasfrenteaella,letomólamanoy

se labesócomohubierahechoSancho—.Ysinospasara, robaríaaCordelunadelmuseodondelatenganylucharíaporti,yesperaríamilañossifueranecesarioparaquepudiéramosestarjuntos.

Metiólamanoenelbolsillodelosvaquerosysacóelpuñocerrado.—¿Te acuerdas de la excursión aCovarrubias?Me aparté un rato del grupo y,

casualmente,viaBárbaraenunbarbastantecutre.Estabahablandoconuntipomuyraro,conpintadedrogadicto,quelepasóunpaquetito.Yomeescondíparaquenomevieraymemetíenunatienda.

Entonces lemostró lo que tenía en el cuenco de lamano: dos anillos de platagrabadosconunmotivocelta.

Ellasellevólasmanosalasmejillas.—Eneltuyohayuna«S»grabada.Enelmío,una«G».Sonuncompromiso,silo

aceptas.Simeaceptáis,miseñora.—Lollevarésiempre—susurróella—.Siempre.Desde el corredor del claustro, sonrientes, Bernardino y Bárbara los vieron

intercambiarlosanillosyabrazarse.Ambossuspiraron.—¡Québonitoes ser tan joven!—dijoella, tirándoledelbrazoparaqueno los

vieran.—Aquíelúnicoquenoes tan jovensoyyo—refunfuñóél—.Perosí, el amor

siempreeshermoso.Aunquenodureparasiempre.—¿Túcreesquenopuededurarparasiempre?—Engeneral,no.Esosólopasaen la literatura,en lapoesía…oenelcine,en

esaspelículasdeHollywoodquetantolesgustan.—Puesmispadressequierendesdehacetreintaycincoañosoasí.—¡Menudasuerte!—No,Bernardino,nose trataúnicamentedesuerte;sólounpoco.Lodemáses

amor.Quequierasseguirqueriendoalapersonaquequieres.—Teestáshaciendounlío,querida.—Túmeentiendes…


—Sí,Bárbara—suspiróél—.Yoloqueaúnnoheentendidoesesodelaespadamisteriosaylaspiedrasquefaltan,yloscapitelesquecuentanunahistoriadeamorinmortal.¿Meloexplicastomandouncafé?


mil años atrás una historia de amor quedó truncada por la

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