memorias de (la) radio · casas de la ciudad, sensible y alerta, un buen número de antenas de...

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1 SALA 1. Recordar no es neutral En los últimos 15 años, la cátedra Producción Radiofónica de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario recopiló gran cantidad de testimonios referidos a las prácticas de escucha de radio. La aproximación al uso social de la radio desde la historia oral permitió recabar la información directamente del oyente –participante necesario en el hecho radial– a la vez que reveló otras fuentes que refuerzan dicha aproximación, la incorporación de la radio a la cotidianeidad y cómo ha impactado en aquellos que recuerdan. Cada relato obra como espacio de memoria y significación con una temporalidad que le es propia a cada individuo entrevistado sin correspondencia exacta con el tiempo cronológico de los hechos recordados. Imbuido de la subjetividad del entrevistado, supone un constante entrecruzamiento entre el pasado y el presente, lo público y lo privado. Lo familiar y doméstico, elementos propios de un relato de tipo costumbrista, se funden y entremezclan con dimensiones sociales o políticas. El entrevistado, junto a la información buscada, manifiesta sus vivencias, juicios de valor, puntos de vista, mitos, ideologías y conclusiones, brindando en definitiva nuevas significaciones basadas en sus experiencias, que a su vez pueden remitir a visiones sociales compartidas. Basada en ese material sonoro, esta exhibición rescata los relatos construidos por los oyentes acerca de sus propias experiencias de escucha desde el surgimiento de la radio, su etapa de consolidación y esplendor hasta la llegada de la televisión en la década del cincuenta.

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SALA 1. Recordar no es neutral En los últimos 15 años, la cátedra Producción Radiofónica de la Licenciatura en

Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario recopiló gran cantidad de

testimonios referidos a las prácticas de escucha de radio. La aproximación al uso

social de la radio desde la historia oral permitió recabar la información directamente

del oyente –participante necesario en el hecho radial– a la vez que reveló otras

fuentes que refuerzan dicha aproximación, la incorporación de la radio a la

cotidianeidad y cómo ha impactado en aquellos que recuerdan.

Cada relato obra como espacio de memoria y significación con una temporalidad

que le es propia a cada individuo entrevistado sin correspondencia exacta con el

tiempo cronológico de los hechos recordados. Imbuido de la subjetividad del

entrevistado, supone un constante entrecruzamiento entre el pasado y el presente, lo

público y lo privado. Lo familiar y doméstico, elementos propios de un relato de tipo

costumbrista, se funden y entremezclan con dimensiones sociales o políticas. El

entrevistado, junto a la información buscada, manifiesta sus vivencias, juicios de

valor, puntos de vista, mitos, ideologías y conclusiones, brindando en definitiva

nuevas significaciones basadas en sus experiencias, que a su vez pueden remitir a

visiones sociales compartidas.

Basada en ese material sonoro, esta exhibición rescata los relatos construidos por los

oyentes acerca de sus propias experiencias de escucha desde el surgimiento de la

radio, su etapa de consolidación y esplendor hasta la llegada de la televisión en la

década del cincuenta.

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La mediatización del sonido Antes de que la radio se transformara en el medio de comunicación de masas por

excelencia en la primera mitad del siglo XX, hubieron una serie de artefactos

mediatizadores del sonido: comenzó con la invención del teléfono (Antonio Meucci,

1857), continuó con el fonógrafo (Thomas Alva Edison, 1876) y llegó al gramófono

(Emile Berliner, 1888).

‚Yo vivía en el campo y lo único que teníamos era una vitrola,

esas a cuerda, con cuatro o cinco discos que, te imaginás,

marchaban de la mañana a la noche. Una tarde llega don Francisco

Ferrero, era un vecino que estaba distribuyendo radios en el

campo. Te la dejaba por un tiempo para que la probáramos, si a uno

le gustaba se la quedaba y hacía un plan de pagos. Me acuerdo

como si fuera ayer, llegó en un auto. Te estoy hablando de la década

del 30. Mire Don Ramón le traigo esto, dijo Ferrero a mi papá que era

muy español. – ¡Pero qué es eso, hombre, qué me trae! le dijo mi

papá. – Le traigo una radio don Ramón. – Pero no, eso es difícil de

manejar…-Pero sí, mire. Y bueno, la dejó. Era a batería.‛

1… 2… 3, probando! Hacia 1873 James Clerk Maxwell formuló la teoría de las ondas electromagnéticas;

cuatro años después Heinrich Hertz descubrió las ondas de radio. Basados en estos

descubrimientos e investigando y desarrollando sus trabajos de manera

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contemporánea, Nikola Tesla, Guglielmo Marconi, Aleksandr Stepánovich Popov y

Julio Cervera fueron dándole forma a uno de los inventos más fascinantes del siglo

20.

Tesla en 1894 hizo su primera demostración en público de una transmisión de radio, en

ese mismo año Popov construyó su primer receptor de radio, al año siguiente

transmitió señales entre un barco y tierra firme a cinco kilómetros de distancia.

También en 1895 Marconi construyó el primer sistema de radio y logró, en 1901, enviar

señales desde Reino Unido a la otra orilla del Atlántico. Finalmente fue Julio Cervera

quien en 1902 logró transmitir la voz humana –y no señales- entre Alicante e Ibiza.

Así, sin poder atribuir la invención de la radio a una sola persona, la transmisión de

sonidos a través del éter fue una posibilidad técnica disponible desde mediados de la

década de 1910, explotada por una comunidad de aficionados a la radiotelefonía.

¿Cómo sucede la radiocomunicación?

Es la tecnología que posibilita la transmisión de señales mediante la

modulación (frecuencia o amplitud) de ondas electromagnéticas. Estas ondas

no requieren un medio físico de transporte, por lo que pueden propagarse a

través del vacío.

Una onda de radio se origina cuando una partícula cargada (por ejemplo, un

electrón) se excita a una frecuencia situada en la zona de radiofrecuencia (RF)

del espectro electromagnético. Cuando la onda de radio actúa sobre un

conductor eléctrico (la antena), induce en un movimiento de la carga eléctrica

(corriente eléctrica) que puede ser transformado en señales de audio u otro

tipo de señales portadoras de información.

En el aire En 1920 la Argentina aún vivía bajo los efectos de la 1er. guerra mundial. Llevaba casi

cuatro años en la presidencia Hipólito Yrigoyen y el país apoyaba los pilares de su

economía en el modelo agroexportador establecido hacia finales del siglo anterior. El

teatro y el cinematógrafo mudo constituían los medios de esparcimiento típicos de las

salidas familiares en los centros urbanos, complementados por espectáculos

circenses en zonas no mucho más alejadas. Abundaban los cafés con orquestas, que

junto a los salones de baile, constituian un cuerpo heterogéneo. Dentro del hogar,

desde poco tiempo atrás, se contaba con el disco que permitía la reproducción de

temas musicales previamente grabados mediante el fonógrafo, popularizado como

Victrola, marca registrada por la RCA.

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En este contexto el 27 de agosto de 1920, se realizó la primera emisión argentina de

radiodifusión. El médico Enrique Telémaco Susini y César Guerrico, Miguel Mujica y

Luis Romero Carranza, los tres estudiantes de medicina, transmitieron con un precario

transmisor de cinco vatios desde la azotea del Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos

Aires y con un micrófono en la sala, la ópera Parsifal de Richard Wagner. Ejecutada por

la Orquesta del Teatro Constanzi de Roma y la Compañía Lírica del Teatro Municipal de

Río de Janeiro, bajo la dirección de Félix Weingartner y la actuación de la soprano

argentina Sara César y el barítono Aldo Rossi Morelli, llegó a apenas cincuenta

personas ya que la cantidad de receptores era mínimo y su totalidad estaba en manos

de aficionados a la radiotelefonía.

Sin saberlo, los locos de la azotea -como apodaron a los cuatro pioneros- dieron

inicio a la radiodifusión argentina y con ella a la radiodifusión mundial: dos meses

después se realizó de la misma manera en Estados Unidos una transmisión

experimental. Fue el nacimiento de un medio de comunicación con fisonomía propia y

con una capacidad de penetración inédita hasta ese momento.

“Es posible que mucha gente ignore una cosa simple, y al mismo tiempo

maravillosa. Disimuladas entre chimeneas, tubos de respiración, soportes de

hilos telefónicos y cables eléctricos, desparramándose por los techos de las

casas de la ciudad, sensible y alerta, un buen número de antenas de

radiotelefonía. Corresponden a otros tantos aparatos receptores y

transmisores de la onda marconigráfica, de uso particular y autorizados a

todos.

Alguien tuvo la feliz ocurrencia de colocar en el alto del Coliseo un micrófono

potente. Y anoche, una onda sonora onduló vermicular, de las 21 a las 24 por el

espacio, como cubriendo con su sutil celaje de armonías, las más caprichosas,

ricas y grávidas de nobles emociones, la ciudad entera. Y por tres horas, no

sólo aquellos iniciados en el secreto, sino cuantos por razones de oficio o en

virtud de la casualidad –marinos de barcos que disponen de aparatos,

operadores de estaciones radiotelegráficas, esclavos todos de la escucha-

tuvieron el regalo de “Parsifal”, la obra maestra de Wagner, que se interpretaba

en el teatro precitado”

Miguel Mastrollane

Diario La Razón,

28 de agosto de 1920

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SALA 2.

La radio, un vehículo de cultura Los oyentes de los primeros años de la radio relacionaron a este medio con la vitrola

(gramófono) y con el fonógrafo. Hablaban de “un vehículo de cultura”, un aparato que

“trae la música”, no de un medio de comunicación.

Con los años el proceso de apropiación se fue desarrollando de la mano de los cambios

técnicos, posicionando a la radio como antecesora de la televisión y ubicándola en el

campo mediático con la consiguiente transformación del oyente en audiencia.

‚La radio era interesante porque nos acercaba la

cultura, la música, todo te lo acercaba a tu casa, te lo

llevaba a tu casa, que hasta unos años atrás era

impensado eso, que me acuerdo que mi abuelo usaba

un fonógrafo, previo a la radio él tenía un fonógrafo y

una de las cosas que yo recuerdo es que mi abuelo se

ponía debajo de un árbol a escuchar los discos‛.

‚Lo que nosotros veíamos a esa edad eran las novelas,

la primera que me acuerdo era ‘La danza de la gitana’

y empezaba la música y nos poníamos locas, otra que

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me acuerdo es ‘El forastero que llegó una tarde’ (…)

después ‘El reporter Esso’, El reporter Esso, así le

decían (canta), cantaban así cuando venía el

informativo, después estaba un programa que era de

Palmolive (…) mucha cultura había en la radio, muy

cultural era, después había a la mañana Clarita y

Severito, era un programa de música, información,

todo en contacto con el público, muchos años estuvo

Clarita y Severito‛.

Los géneros radiales Las primeras transmisiones de radio fueron de carácter parasitario, es decir que el

contenido que se difundía no había sido pensado directamente para ese medio. Los

eventos deportivos y los acontecimientos políticos del país se transformaron en

contenidos fundamentales, la transmisión de estos hechos generaba efectos

inmediatos venciendo el tiempo y el espacio. El acto político dejó de estar limitado

exclusivamente a una plaza o a las calles, un evento deportivo no sucedía solamente

ante los espectadores, eran también un hecho radial.

Marcelo T. de Alvear se convierte en el primer presidente cuya voz sale por este medio

cuando la Radio Argentina transmite su asunción el 12 de octubre de 1922. Casi un año

después, entraba el deporte al mundo radial con la transmisión desde Estados Unidos

de la célebre pelea entre el campeón estadounidense Jack Dempsey y su retador, el

argentino Luis Ángel Firpo, el Toro salvaje de las Pampas. Al año siguiente, en el mes

de octubre debutaba el fútbol con un partido disputado por uruguayos y argentinos.

Más tarde, el país –mayoritariamente– se enteró por la radio del fallecimiento de Eva

Perón y siguió el fabuloso derrotero automovilístico de Juan Manuel Fangio en tierras

europeas, entre tantas noticias destacadas que brindaba este novel medio.

La transmisión en vivo generó en el oyente la sensación de proximidad y en los

ejecutivos radiales la necesidad de responder a esa sensación. Así, las publicidades

(principal sostén económico de las emisoras) se interpretaban en vivo desde el

estudio. Cada emisora poseía un salón auditorio desde donde se amenizaba

musicalmente con una orquesta típica o melódica en vivo. La grabación fonográfica

sólo se usaba para dar continuidad entre programa y programa.

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Con el tiempo, el teatro mutó en un nuevo género, completamente único y

fundamental en la programación radiofónica: el radioteatro. Las obras, generalmente

adaptaciones de libros y folletines, abarcaban desde el melodrama hasta las aventuras

basadas inicialmente en temáticas criollistas. La lógica se invertiría luego,

generándose historietas basadas en radioteatros como el de “Poncho Negro” e

inclusive obras teatrales donde los actores que protagonizaban los radioteatros salían

de gira por el país. Con la misma lógica fueron apareciendo los programas

humorísticos, llamados en su momento de ‚risas, bromas y chispa‛.

Todos alrededor de la radio Con la progresiva irrupción (al principio no todos accedían a una radio debido a su

costo) de la radio en la cotidianeidad se fueron transformando hábitos establecidos y

arraigando nuevas costumbres. Este “aparato de otro mundo” –tal como lo llamaron

algunos de sus asombrados primeros radioescuchas– comenzó a moldear a los

oyentes, a generar una necesidad de “conectarse” si no se podía a diario al menos

semanalmente.

El primer escollo que superaron fue el de asegurarse el suministro de energía para que

funcionara el “aparato”. La expansión del sistema eléctrico en las ciudades fue un

aliado de la radio, pero en las zonas rurales durante mucho tiempo se dependió de la

posibilidad de acercarse a los poblados para cargar la batería o de la carga directa de

la misma a través de los molinos. El hecho que las baterías tuvieran una determinada

cantidad de horas de vida útil hasta la próxima recarga hacía que se priorizaran

determinados programas y horarios de escucha. Así se volvía imprescindible para el

hombre de la casa poder contar con energía para escuchar los programas

informativos o el fútbol de los domingos. Para la señora y en general para toda la

familia se reservaba para el momento en que se transmitía el radioteatro.

Era en esos momentos donde la familia luego del día de trabajo encontraba un

momento de reunión antes o después de la cena. Y en muchas ocasiones la familia se

ampliaba con la visita de vecinos y amigos que llegaban a la casa del feliz propietario

radial, momento en que su hogar se transformaba por un rato en el auditorio de la

cuadra o del barrio.

Con la aparición de las pilas (baterías de menor tamaño y mejor rendimiento), con la

venta de radios usadas –ante la adquisición de un aparato más moderno – y con el

descenso en el costo de los mismos, la radio fue conquistando lentamente el diario

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vivir de la población, de tal manera que no tardó mucho en incorporarse como un

accesorio fundamental en el automóvil, otra invención que al igual que la radio dejó su

marca indeleble en la sociedad desde los inicios del siglo 20.

SALA 3.

El relato construido La construcción de cada relato lleva implícita la fascinación por la novedad técnica, el

recuerdo de las características del artefacto y el uso que se le daba. En las narraciones

de los entrevistados se oye el placer que les producía recordar los años de su infancia,

la valoración positiva y llena de adjetivos calificativos sobre lo que escuchaban, el

contraste entre un tiempo simple y modesto (el pasado) en comparación con el

presente, más complejo y menos austero, denotando la nostalgia por un tiempo

pasado irrecuperable y juicios de valor sobre el progreso. Y se aprecian, a modo de

inflexión en el testimonio, hechos puntuales de la vida personal o familiar que los

entrevistados imbrican en el relato.

El experimentador Los primeros años de la radiofonía tuvieron a este oyente –el bricoleur o

experimentador- como su figura emblemática. Fue el oyente que se relacionó

técnicamente con el nuevo medio, se interesó e investigó, obtuvo la forma y los

materiales para la construcción con sus propias manos de su propio aparato receptor.

Amparados en el saber cultural popular y en el aprendizaje práctico, los relatos nos

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hablan del armado casero de receptores, de las dificultades y peligros para obtener la

energía que los hiciera funcionar, las tácticas para lograrlo y los modos de conservarla.

Estas limitaciones técnica se tradujeron en la selectividad de lo que se escuchaba y en

la conformación del oyente, al menos hasta que la tecnología de los receptores

avanzó lo suficiente para hacerlos autónomos o que se pudiera acceder al tendido

eléctrico. Las posibilidades de superar estas limitaciones comenzaron a manifestarse

en los centros urbanos para más tarde alcanzar el ámbito rural.

Radio de galena

Se basó en un cristal semiconductor de sulfuro de plomo (galena), capaz de

captar señales moduladas en amplitud en la banda de onda media y onda

corta. Posteriormente se descubrió que también podían recibir señales FM.

Su principal ventaja fue su bajo coste y que no necesitaba alimentación

externa, ya que toda la energía la recibía de las propias ondas de radio. El

resultado fue un bajo nivel del audio que además variaba con el nivel de señal

que se captaba.

Si se quería mayor calidad en el audio y que la emisión pudiese ser escuchada

por varias personas a la vez era necesario dar un paso más y optar por

sistemas de recepción con algún tipo de amplificación.

La escucha selectiva Una constante en esta primera etapa de la radio es la disponibilidad de energía para

hacerlas funcionar. Es persistente el recuerdo del tamaño de las baterías o la duración

de la carga, una especie de primer eje sobre el que se realiza la selección de aquello

que va a ser o no ser escuchado.

‚De lo que yo más me acuerdo, porque antes en mi casa no había

radio, porque las radios funcionaban a batería, mejor dicho a

acumulador le llamaban, las de los autos, esas cuadradas. A partir

de los 8, 10 años yo me acuerdo que había una radio cuadradita,

como de la época así media alta y mi papá hacía cargar una

acumulador como le decíamos, por ejemplo en el pueblo. Yo vivía en

el campo, el pueblo estaba a 15 kilómetros de mi casa, cuando

vivíamos en ese lugar, después nos acercamos más, pero a partir de

ahí te digo mi papá llevaba el acumulador a cargar al pueblo,

después de tres o cuatro días volvíamos a buscarla y poníamos la

radio en funcionamiento, pero la radio no funcionaba todo el día

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porque había que guardar la carga para los partidos de fútbol,

que a mí papá le enloquecía o algún programa determinado, por

ejemplo en la noche que nos reuníamos así todos escuchábamos el

Glostora Tango club‛.

‚Mi papá sacaba las baterías más viejas del auto y las pasaba a la

radio y ponía una nueva en el auto. Estábamos lejos. Por ahí

teníamos un acontecimiento…que se terminaba una novela y se

nos terminó la batería. ¿Y sabés qué hacíamos? Nos llevábamos la

radio al auto, la conectábamos al acumulador del auto para poder

terminar de escuchar el final de un radioteatro. Nos pasaban esas

cosas…‛

Los oyentes Así como la escasez en la disponibilidad de receptores generó la aparición del oyente

que creaba su propia radio, en tanto artefacto, la conformación de los otros oyentes

estuvo forzosamente relacionada a la evolución técnica del aparato en sí mismo, la

disponibilidad dada por la producción en serie y las posibilidades económicas de

acceso a los mismos.

‚La primera radio que hubo en mi casa fue en el año 1932, 1933, era

una radio de tres cuerpos, usaba una batería, una pila grande de

nueve voltios (me acuerdo hasta del voltaje que tenía) y después

una pila de noventa voltios Eveready, norteamericana. Y para

sintonizarla era un poquitito…(no es como ahora, que con mover una

perilla…) tenías que sintonizar tres perillas para sintonizar una

estación. Esa fue la primera radio que recuerdo.‛

‚La radio estaba hecha con maderita, después vino con sus tres

botones, en el centro iba el botoncito que iba girando el dial, del lado

izquierdo estaba el botoncito que encendía las lámparas y vos tenías

que esperar un rato largo hasta que se encendían bien, del otro lado

había otro botoncito que daba más claridad o más gravedad al

sonido, así que tenías que utilizar las manos para tener una

transmisión pura.‛

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La radio, como objeto tecnológico, pasó de ser un cajón –conformado por un chasis

metálico y un gabinete de madera – que contenía los elementos técnicos de recepción

(válvulas, resistencias, capacitores y parlante) a ser una serie de artefactos de diseño

que se exhibían en la cocina o el living de los hogares y generaban un espacio de

reunión familiar y social a su alrededor. Con el tiempo se transformaron en verdaderos

muebles cuya disposición como elemento del hogar acentuaba su carácter de espacio

de encuentro real (con los que se compartía la emisión) y virtual (con quienes

desarrollaban la programación).

El impacto final sobre el oyente en cuanto a la evolución tecnológica disponible fue la

aparición de la radio sin cable y las posibilidades que esta deparaba.

‚…y una vez apareció un señor vecino, había ido a Buenos Aires y

compró una radio sin cables, para nosotros era algo de otro

mundo, entonces vino ahí donde estábamos jugando al tenis, la

puso en el suelo y la prendió. Nadie más jugó al tenis, todo el mundo

estuvo al lado de esa radio famosa, todo el mundo mirando eso

como una cosa extraterrestre. Parecía mentira que una radio

pudiera funcionar sin cable ni nada por el estilo.‛

Núcleo Estudio

‚Escuchaba El Glostora Tango Club, eran tangos, porque antes era lo

más visto (…) a esa hora estaba esa emisión, yo me acuerdo que me

gustaba mucho, con mi esposo, cuando todavía éramos novios

nunca nos perdíamos esa audición de radio porque era lindísima.

Televisión yo no tuve hasta el año sesenta y nueve, así que la radio

era nuestra única compañía y bueno, ahí escuchábamos las novelas

y nos daba risa, porque a veces nos decían cómo hacían los ruidos,

uno al lado del micrófono, uno hacía el caballo, otro hacía el relinche.

Si uno se ponía a pensar, era un sueño. Ridículo.‛

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LT3 Se fundó el 4 de octubre de 1923, funcionando bajo distintas denominaciones: F2, LOG

y LT3, siendo reconocida también como Radio Cerealista o Radio Montano (quien

fuera titular de la misma durante un período).

En sus comienzos tuvo como tarea primordial informar respecto a las cotizaciones de

productos agrícolas, utilizando para ello un código propio. Incorporó luego

programación de corte cultural, musical y espacios de noticias.

La radio tuvo distintas ubicaciones a través de los años, situándose finalmente hacia

los años 50´en el edificio que ocupa actualmente en calle Balcarce 840. Desde esos

años hasta la actualidad la radio fue primero parte de la red trasmisora de Radio El

Mundo de la Capital Federal, luego de propiedad estatal y finalmente de

administración privada desde finales de los ’80 hasta ahora.

LT8 Su origen se relacionó con la llamada Radio Colón (o Millelot), propiedad de Juan

Colón y Alberto Millelot. Algunos sitúan su nacimiento en 1927, otros en 1930, lo cierto

es que tomó su denominación –LT8 Radio Rosario – en el año 1931. A partir de 1935

situó sus estudios en calle Córdoba al 1800. En su auditorio actuaron importantes

músicos entre los que se destacó la presencia de Carlos Gardel.

A las trasmisiones de tango y música clásica se sumaron otros estilos como óperas,

zarzuelas y canzonetas, en correspondencia al estilo “culto” que imponía la cadena

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LR5 Radio Excélsior de Buenos Aires, de la cual LT8 fue parte durante un tiempo.

Hacia mediados de los 50´, sin embargo, la radio sería uno de los baluartes de la

cadena nacional de broadcasting de Radio Belgrano de la Capital Federal. Uno Medios

es en la actualidad quien ostenta la propiedad de la emisora, situando sus estudios en

el emblemático edificio del diario La Capital.

LT1 Fue fundada en julio de 1932 bajo la denominación Broadcasting del Litoral, aunque

también se la conoció como Radio Maliandi en referencia a su administrador, quien al

igual que muchos hombres de radio de la época poseía una venta de artículos afines.

En su programación primaban la música clásica, lo que llevo a darle una fuerte

impronta cultural.

Hacia los 40´ trasladó sus instalaciones a Córdoba 1331 donde continúa hasta hoy.

Buscando ampliar su funcionamiento, LT1 llegaó a tener estudios propios en la Capital

y conformó una cadena que unía distintas ciudades como Bahía Blanca, Córdoba y

Tucumán.

Una década después, en 1953, pasó a manos públicas, rebautizándose como LRA

Radio del Estado, hoy conocida como Radio Nacional.

LT2 Hija y sucesora de la Radio Stentor de la Capital Federal, LT2, también conocida como

Radio General San Martín, se creó en Rosario el 24 de mayo de 1942 como parte de la

red conformada por Radio Splendid de la Capital Federal. Originalmente ubicada en los

altos de Santa Fe y Corrientes, tuvo su torre de transmisión emplazada en el barrio

Fisherton. Destacaron en su programación radioteatros y programas como “Clarita y

Severito”.

Hoy en día la radio forma parte del conglomerado de medios perteneciente al Grupo

Televisión Litoral, bajo la denominación Radio 2.