memorias de (la) radio · casas de la ciudad, sensible y alerta, un buen número de antenas de...
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SALA 1. Recordar no es neutral En los últimos 15 años, la cátedra Producción Radiofónica de la Licenciatura en
Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario recopiló gran cantidad de
testimonios referidos a las prácticas de escucha de radio. La aproximación al uso
social de la radio desde la historia oral permitió recabar la información directamente
del oyente –participante necesario en el hecho radial– a la vez que reveló otras
fuentes que refuerzan dicha aproximación, la incorporación de la radio a la
cotidianeidad y cómo ha impactado en aquellos que recuerdan.
Cada relato obra como espacio de memoria y significación con una temporalidad
que le es propia a cada individuo entrevistado sin correspondencia exacta con el
tiempo cronológico de los hechos recordados. Imbuido de la subjetividad del
entrevistado, supone un constante entrecruzamiento entre el pasado y el presente, lo
público y lo privado. Lo familiar y doméstico, elementos propios de un relato de tipo
costumbrista, se funden y entremezclan con dimensiones sociales o políticas. El
entrevistado, junto a la información buscada, manifiesta sus vivencias, juicios de
valor, puntos de vista, mitos, ideologías y conclusiones, brindando en definitiva
nuevas significaciones basadas en sus experiencias, que a su vez pueden remitir a
visiones sociales compartidas.
Basada en ese material sonoro, esta exhibición rescata los relatos construidos por los
oyentes acerca de sus propias experiencias de escucha desde el surgimiento de la
radio, su etapa de consolidación y esplendor hasta la llegada de la televisión en la
década del cincuenta.
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La mediatización del sonido Antes de que la radio se transformara en el medio de comunicación de masas por
excelencia en la primera mitad del siglo XX, hubieron una serie de artefactos
mediatizadores del sonido: comenzó con la invención del teléfono (Antonio Meucci,
1857), continuó con el fonógrafo (Thomas Alva Edison, 1876) y llegó al gramófono
(Emile Berliner, 1888).
‚Yo vivía en el campo y lo único que teníamos era una vitrola,
esas a cuerda, con cuatro o cinco discos que, te imaginás,
marchaban de la mañana a la noche. Una tarde llega don Francisco
Ferrero, era un vecino que estaba distribuyendo radios en el
campo. Te la dejaba por un tiempo para que la probáramos, si a uno
le gustaba se la quedaba y hacía un plan de pagos. Me acuerdo
como si fuera ayer, llegó en un auto. Te estoy hablando de la década
del 30. Mire Don Ramón le traigo esto, dijo Ferrero a mi papá que era
muy español. – ¡Pero qué es eso, hombre, qué me trae! le dijo mi
papá. – Le traigo una radio don Ramón. – Pero no, eso es difícil de
manejar…-Pero sí, mire. Y bueno, la dejó. Era a batería.‛
1… 2… 3, probando! Hacia 1873 James Clerk Maxwell formuló la teoría de las ondas electromagnéticas;
cuatro años después Heinrich Hertz descubrió las ondas de radio. Basados en estos
descubrimientos e investigando y desarrollando sus trabajos de manera
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contemporánea, Nikola Tesla, Guglielmo Marconi, Aleksandr Stepánovich Popov y
Julio Cervera fueron dándole forma a uno de los inventos más fascinantes del siglo
20.
Tesla en 1894 hizo su primera demostración en público de una transmisión de radio, en
ese mismo año Popov construyó su primer receptor de radio, al año siguiente
transmitió señales entre un barco y tierra firme a cinco kilómetros de distancia.
También en 1895 Marconi construyó el primer sistema de radio y logró, en 1901, enviar
señales desde Reino Unido a la otra orilla del Atlántico. Finalmente fue Julio Cervera
quien en 1902 logró transmitir la voz humana –y no señales- entre Alicante e Ibiza.
Así, sin poder atribuir la invención de la radio a una sola persona, la transmisión de
sonidos a través del éter fue una posibilidad técnica disponible desde mediados de la
década de 1910, explotada por una comunidad de aficionados a la radiotelefonía.
¿Cómo sucede la radiocomunicación?
Es la tecnología que posibilita la transmisión de señales mediante la
modulación (frecuencia o amplitud) de ondas electromagnéticas. Estas ondas
no requieren un medio físico de transporte, por lo que pueden propagarse a
través del vacío.
Una onda de radio se origina cuando una partícula cargada (por ejemplo, un
electrón) se excita a una frecuencia situada en la zona de radiofrecuencia (RF)
del espectro electromagnético. Cuando la onda de radio actúa sobre un
conductor eléctrico (la antena), induce en un movimiento de la carga eléctrica
(corriente eléctrica) que puede ser transformado en señales de audio u otro
tipo de señales portadoras de información.
En el aire En 1920 la Argentina aún vivía bajo los efectos de la 1er. guerra mundial. Llevaba casi
cuatro años en la presidencia Hipólito Yrigoyen y el país apoyaba los pilares de su
economía en el modelo agroexportador establecido hacia finales del siglo anterior. El
teatro y el cinematógrafo mudo constituían los medios de esparcimiento típicos de las
salidas familiares en los centros urbanos, complementados por espectáculos
circenses en zonas no mucho más alejadas. Abundaban los cafés con orquestas, que
junto a los salones de baile, constituian un cuerpo heterogéneo. Dentro del hogar,
desde poco tiempo atrás, se contaba con el disco que permitía la reproducción de
temas musicales previamente grabados mediante el fonógrafo, popularizado como
Victrola, marca registrada por la RCA.
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En este contexto el 27 de agosto de 1920, se realizó la primera emisión argentina de
radiodifusión. El médico Enrique Telémaco Susini y César Guerrico, Miguel Mujica y
Luis Romero Carranza, los tres estudiantes de medicina, transmitieron con un precario
transmisor de cinco vatios desde la azotea del Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos
Aires y con un micrófono en la sala, la ópera Parsifal de Richard Wagner. Ejecutada por
la Orquesta del Teatro Constanzi de Roma y la Compañía Lírica del Teatro Municipal de
Río de Janeiro, bajo la dirección de Félix Weingartner y la actuación de la soprano
argentina Sara César y el barítono Aldo Rossi Morelli, llegó a apenas cincuenta
personas ya que la cantidad de receptores era mínimo y su totalidad estaba en manos
de aficionados a la radiotelefonía.
Sin saberlo, los locos de la azotea -como apodaron a los cuatro pioneros- dieron
inicio a la radiodifusión argentina y con ella a la radiodifusión mundial: dos meses
después se realizó de la misma manera en Estados Unidos una transmisión
experimental. Fue el nacimiento de un medio de comunicación con fisonomía propia y
con una capacidad de penetración inédita hasta ese momento.
“Es posible que mucha gente ignore una cosa simple, y al mismo tiempo
maravillosa. Disimuladas entre chimeneas, tubos de respiración, soportes de
hilos telefónicos y cables eléctricos, desparramándose por los techos de las
casas de la ciudad, sensible y alerta, un buen número de antenas de
radiotelefonía. Corresponden a otros tantos aparatos receptores y
transmisores de la onda marconigráfica, de uso particular y autorizados a
todos.
Alguien tuvo la feliz ocurrencia de colocar en el alto del Coliseo un micrófono
potente. Y anoche, una onda sonora onduló vermicular, de las 21 a las 24 por el
espacio, como cubriendo con su sutil celaje de armonías, las más caprichosas,
ricas y grávidas de nobles emociones, la ciudad entera. Y por tres horas, no
sólo aquellos iniciados en el secreto, sino cuantos por razones de oficio o en
virtud de la casualidad –marinos de barcos que disponen de aparatos,
operadores de estaciones radiotelegráficas, esclavos todos de la escucha-
tuvieron el regalo de “Parsifal”, la obra maestra de Wagner, que se interpretaba
en el teatro precitado”
Miguel Mastrollane
Diario La Razón,
28 de agosto de 1920
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SALA 2.
La radio, un vehículo de cultura Los oyentes de los primeros años de la radio relacionaron a este medio con la vitrola
(gramófono) y con el fonógrafo. Hablaban de “un vehículo de cultura”, un aparato que
“trae la música”, no de un medio de comunicación.
Con los años el proceso de apropiación se fue desarrollando de la mano de los cambios
técnicos, posicionando a la radio como antecesora de la televisión y ubicándola en el
campo mediático con la consiguiente transformación del oyente en audiencia.
‚La radio era interesante porque nos acercaba la
cultura, la música, todo te lo acercaba a tu casa, te lo
llevaba a tu casa, que hasta unos años atrás era
impensado eso, que me acuerdo que mi abuelo usaba
un fonógrafo, previo a la radio él tenía un fonógrafo y
una de las cosas que yo recuerdo es que mi abuelo se
ponía debajo de un árbol a escuchar los discos‛.
‚Lo que nosotros veíamos a esa edad eran las novelas,
la primera que me acuerdo era ‘La danza de la gitana’
y empezaba la música y nos poníamos locas, otra que
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me acuerdo es ‘El forastero que llegó una tarde’ (…)
después ‘El reporter Esso’, El reporter Esso, así le
decían (canta), cantaban así cuando venía el
informativo, después estaba un programa que era de
Palmolive (…) mucha cultura había en la radio, muy
cultural era, después había a la mañana Clarita y
Severito, era un programa de música, información,
todo en contacto con el público, muchos años estuvo
Clarita y Severito‛.
Los géneros radiales Las primeras transmisiones de radio fueron de carácter parasitario, es decir que el
contenido que se difundía no había sido pensado directamente para ese medio. Los
eventos deportivos y los acontecimientos políticos del país se transformaron en
contenidos fundamentales, la transmisión de estos hechos generaba efectos
inmediatos venciendo el tiempo y el espacio. El acto político dejó de estar limitado
exclusivamente a una plaza o a las calles, un evento deportivo no sucedía solamente
ante los espectadores, eran también un hecho radial.
Marcelo T. de Alvear se convierte en el primer presidente cuya voz sale por este medio
cuando la Radio Argentina transmite su asunción el 12 de octubre de 1922. Casi un año
después, entraba el deporte al mundo radial con la transmisión desde Estados Unidos
de la célebre pelea entre el campeón estadounidense Jack Dempsey y su retador, el
argentino Luis Ángel Firpo, el Toro salvaje de las Pampas. Al año siguiente, en el mes
de octubre debutaba el fútbol con un partido disputado por uruguayos y argentinos.
Más tarde, el país –mayoritariamente– se enteró por la radio del fallecimiento de Eva
Perón y siguió el fabuloso derrotero automovilístico de Juan Manuel Fangio en tierras
europeas, entre tantas noticias destacadas que brindaba este novel medio.
La transmisión en vivo generó en el oyente la sensación de proximidad y en los
ejecutivos radiales la necesidad de responder a esa sensación. Así, las publicidades
(principal sostén económico de las emisoras) se interpretaban en vivo desde el
estudio. Cada emisora poseía un salón auditorio desde donde se amenizaba
musicalmente con una orquesta típica o melódica en vivo. La grabación fonográfica
sólo se usaba para dar continuidad entre programa y programa.
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Con el tiempo, el teatro mutó en un nuevo género, completamente único y
fundamental en la programación radiofónica: el radioteatro. Las obras, generalmente
adaptaciones de libros y folletines, abarcaban desde el melodrama hasta las aventuras
basadas inicialmente en temáticas criollistas. La lógica se invertiría luego,
generándose historietas basadas en radioteatros como el de “Poncho Negro” e
inclusive obras teatrales donde los actores que protagonizaban los radioteatros salían
de gira por el país. Con la misma lógica fueron apareciendo los programas
humorísticos, llamados en su momento de ‚risas, bromas y chispa‛.
Todos alrededor de la radio Con la progresiva irrupción (al principio no todos accedían a una radio debido a su
costo) de la radio en la cotidianeidad se fueron transformando hábitos establecidos y
arraigando nuevas costumbres. Este “aparato de otro mundo” –tal como lo llamaron
algunos de sus asombrados primeros radioescuchas– comenzó a moldear a los
oyentes, a generar una necesidad de “conectarse” si no se podía a diario al menos
semanalmente.
El primer escollo que superaron fue el de asegurarse el suministro de energía para que
funcionara el “aparato”. La expansión del sistema eléctrico en las ciudades fue un
aliado de la radio, pero en las zonas rurales durante mucho tiempo se dependió de la
posibilidad de acercarse a los poblados para cargar la batería o de la carga directa de
la misma a través de los molinos. El hecho que las baterías tuvieran una determinada
cantidad de horas de vida útil hasta la próxima recarga hacía que se priorizaran
determinados programas y horarios de escucha. Así se volvía imprescindible para el
hombre de la casa poder contar con energía para escuchar los programas
informativos o el fútbol de los domingos. Para la señora y en general para toda la
familia se reservaba para el momento en que se transmitía el radioteatro.
Era en esos momentos donde la familia luego del día de trabajo encontraba un
momento de reunión antes o después de la cena. Y en muchas ocasiones la familia se
ampliaba con la visita de vecinos y amigos que llegaban a la casa del feliz propietario
radial, momento en que su hogar se transformaba por un rato en el auditorio de la
cuadra o del barrio.
Con la aparición de las pilas (baterías de menor tamaño y mejor rendimiento), con la
venta de radios usadas –ante la adquisición de un aparato más moderno – y con el
descenso en el costo de los mismos, la radio fue conquistando lentamente el diario
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vivir de la población, de tal manera que no tardó mucho en incorporarse como un
accesorio fundamental en el automóvil, otra invención que al igual que la radio dejó su
marca indeleble en la sociedad desde los inicios del siglo 20.
SALA 3.
El relato construido La construcción de cada relato lleva implícita la fascinación por la novedad técnica, el
recuerdo de las características del artefacto y el uso que se le daba. En las narraciones
de los entrevistados se oye el placer que les producía recordar los años de su infancia,
la valoración positiva y llena de adjetivos calificativos sobre lo que escuchaban, el
contraste entre un tiempo simple y modesto (el pasado) en comparación con el
presente, más complejo y menos austero, denotando la nostalgia por un tiempo
pasado irrecuperable y juicios de valor sobre el progreso. Y se aprecian, a modo de
inflexión en el testimonio, hechos puntuales de la vida personal o familiar que los
entrevistados imbrican en el relato.
El experimentador Los primeros años de la radiofonía tuvieron a este oyente –el bricoleur o
experimentador- como su figura emblemática. Fue el oyente que se relacionó
técnicamente con el nuevo medio, se interesó e investigó, obtuvo la forma y los
materiales para la construcción con sus propias manos de su propio aparato receptor.
Amparados en el saber cultural popular y en el aprendizaje práctico, los relatos nos
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hablan del armado casero de receptores, de las dificultades y peligros para obtener la
energía que los hiciera funcionar, las tácticas para lograrlo y los modos de conservarla.
Estas limitaciones técnica se tradujeron en la selectividad de lo que se escuchaba y en
la conformación del oyente, al menos hasta que la tecnología de los receptores
avanzó lo suficiente para hacerlos autónomos o que se pudiera acceder al tendido
eléctrico. Las posibilidades de superar estas limitaciones comenzaron a manifestarse
en los centros urbanos para más tarde alcanzar el ámbito rural.
Radio de galena
Se basó en un cristal semiconductor de sulfuro de plomo (galena), capaz de
captar señales moduladas en amplitud en la banda de onda media y onda
corta. Posteriormente se descubrió que también podían recibir señales FM.
Su principal ventaja fue su bajo coste y que no necesitaba alimentación
externa, ya que toda la energía la recibía de las propias ondas de radio. El
resultado fue un bajo nivel del audio que además variaba con el nivel de señal
que se captaba.
Si se quería mayor calidad en el audio y que la emisión pudiese ser escuchada
por varias personas a la vez era necesario dar un paso más y optar por
sistemas de recepción con algún tipo de amplificación.
La escucha selectiva Una constante en esta primera etapa de la radio es la disponibilidad de energía para
hacerlas funcionar. Es persistente el recuerdo del tamaño de las baterías o la duración
de la carga, una especie de primer eje sobre el que se realiza la selección de aquello
que va a ser o no ser escuchado.
‚De lo que yo más me acuerdo, porque antes en mi casa no había
radio, porque las radios funcionaban a batería, mejor dicho a
acumulador le llamaban, las de los autos, esas cuadradas. A partir
de los 8, 10 años yo me acuerdo que había una radio cuadradita,
como de la época así media alta y mi papá hacía cargar una
acumulador como le decíamos, por ejemplo en el pueblo. Yo vivía en
el campo, el pueblo estaba a 15 kilómetros de mi casa, cuando
vivíamos en ese lugar, después nos acercamos más, pero a partir de
ahí te digo mi papá llevaba el acumulador a cargar al pueblo,
después de tres o cuatro días volvíamos a buscarla y poníamos la
radio en funcionamiento, pero la radio no funcionaba todo el día
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porque había que guardar la carga para los partidos de fútbol,
que a mí papá le enloquecía o algún programa determinado, por
ejemplo en la noche que nos reuníamos así todos escuchábamos el
Glostora Tango club‛.
‚Mi papá sacaba las baterías más viejas del auto y las pasaba a la
radio y ponía una nueva en el auto. Estábamos lejos. Por ahí
teníamos un acontecimiento…que se terminaba una novela y se
nos terminó la batería. ¿Y sabés qué hacíamos? Nos llevábamos la
radio al auto, la conectábamos al acumulador del auto para poder
terminar de escuchar el final de un radioteatro. Nos pasaban esas
cosas…‛
Los oyentes Así como la escasez en la disponibilidad de receptores generó la aparición del oyente
que creaba su propia radio, en tanto artefacto, la conformación de los otros oyentes
estuvo forzosamente relacionada a la evolución técnica del aparato en sí mismo, la
disponibilidad dada por la producción en serie y las posibilidades económicas de
acceso a los mismos.
‚La primera radio que hubo en mi casa fue en el año 1932, 1933, era
una radio de tres cuerpos, usaba una batería, una pila grande de
nueve voltios (me acuerdo hasta del voltaje que tenía) y después
una pila de noventa voltios Eveready, norteamericana. Y para
sintonizarla era un poquitito…(no es como ahora, que con mover una
perilla…) tenías que sintonizar tres perillas para sintonizar una
estación. Esa fue la primera radio que recuerdo.‛
‚La radio estaba hecha con maderita, después vino con sus tres
botones, en el centro iba el botoncito que iba girando el dial, del lado
izquierdo estaba el botoncito que encendía las lámparas y vos tenías
que esperar un rato largo hasta que se encendían bien, del otro lado
había otro botoncito que daba más claridad o más gravedad al
sonido, así que tenías que utilizar las manos para tener una
transmisión pura.‛
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La radio, como objeto tecnológico, pasó de ser un cajón –conformado por un chasis
metálico y un gabinete de madera – que contenía los elementos técnicos de recepción
(válvulas, resistencias, capacitores y parlante) a ser una serie de artefactos de diseño
que se exhibían en la cocina o el living de los hogares y generaban un espacio de
reunión familiar y social a su alrededor. Con el tiempo se transformaron en verdaderos
muebles cuya disposición como elemento del hogar acentuaba su carácter de espacio
de encuentro real (con los que se compartía la emisión) y virtual (con quienes
desarrollaban la programación).
El impacto final sobre el oyente en cuanto a la evolución tecnológica disponible fue la
aparición de la radio sin cable y las posibilidades que esta deparaba.
‚…y una vez apareció un señor vecino, había ido a Buenos Aires y
compró una radio sin cables, para nosotros era algo de otro
mundo, entonces vino ahí donde estábamos jugando al tenis, la
puso en el suelo y la prendió. Nadie más jugó al tenis, todo el mundo
estuvo al lado de esa radio famosa, todo el mundo mirando eso
como una cosa extraterrestre. Parecía mentira que una radio
pudiera funcionar sin cable ni nada por el estilo.‛
Núcleo Estudio
‚Escuchaba El Glostora Tango Club, eran tangos, porque antes era lo
más visto (…) a esa hora estaba esa emisión, yo me acuerdo que me
gustaba mucho, con mi esposo, cuando todavía éramos novios
nunca nos perdíamos esa audición de radio porque era lindísima.
Televisión yo no tuve hasta el año sesenta y nueve, así que la radio
era nuestra única compañía y bueno, ahí escuchábamos las novelas
y nos daba risa, porque a veces nos decían cómo hacían los ruidos,
uno al lado del micrófono, uno hacía el caballo, otro hacía el relinche.
Si uno se ponía a pensar, era un sueño. Ridículo.‛
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LT3 Se fundó el 4 de octubre de 1923, funcionando bajo distintas denominaciones: F2, LOG
y LT3, siendo reconocida también como Radio Cerealista o Radio Montano (quien
fuera titular de la misma durante un período).
En sus comienzos tuvo como tarea primordial informar respecto a las cotizaciones de
productos agrícolas, utilizando para ello un código propio. Incorporó luego
programación de corte cultural, musical y espacios de noticias.
La radio tuvo distintas ubicaciones a través de los años, situándose finalmente hacia
los años 50´en el edificio que ocupa actualmente en calle Balcarce 840. Desde esos
años hasta la actualidad la radio fue primero parte de la red trasmisora de Radio El
Mundo de la Capital Federal, luego de propiedad estatal y finalmente de
administración privada desde finales de los ’80 hasta ahora.
LT8 Su origen se relacionó con la llamada Radio Colón (o Millelot), propiedad de Juan
Colón y Alberto Millelot. Algunos sitúan su nacimiento en 1927, otros en 1930, lo cierto
es que tomó su denominación –LT8 Radio Rosario – en el año 1931. A partir de 1935
situó sus estudios en calle Córdoba al 1800. En su auditorio actuaron importantes
músicos entre los que se destacó la presencia de Carlos Gardel.
A las trasmisiones de tango y música clásica se sumaron otros estilos como óperas,
zarzuelas y canzonetas, en correspondencia al estilo “culto” que imponía la cadena
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LR5 Radio Excélsior de Buenos Aires, de la cual LT8 fue parte durante un tiempo.
Hacia mediados de los 50´, sin embargo, la radio sería uno de los baluartes de la
cadena nacional de broadcasting de Radio Belgrano de la Capital Federal. Uno Medios
es en la actualidad quien ostenta la propiedad de la emisora, situando sus estudios en
el emblemático edificio del diario La Capital.
LT1 Fue fundada en julio de 1932 bajo la denominación Broadcasting del Litoral, aunque
también se la conoció como Radio Maliandi en referencia a su administrador, quien al
igual que muchos hombres de radio de la época poseía una venta de artículos afines.
En su programación primaban la música clásica, lo que llevo a darle una fuerte
impronta cultural.
Hacia los 40´ trasladó sus instalaciones a Córdoba 1331 donde continúa hasta hoy.
Buscando ampliar su funcionamiento, LT1 llegaó a tener estudios propios en la Capital
y conformó una cadena que unía distintas ciudades como Bahía Blanca, Córdoba y
Tucumán.
Una década después, en 1953, pasó a manos públicas, rebautizándose como LRA
Radio del Estado, hoy conocida como Radio Nacional.
LT2 Hija y sucesora de la Radio Stentor de la Capital Federal, LT2, también conocida como
Radio General San Martín, se creó en Rosario el 24 de mayo de 1942 como parte de la
red conformada por Radio Splendid de la Capital Federal. Originalmente ubicada en los
altos de Santa Fe y Corrientes, tuvo su torre de transmisión emplazada en el barrio
Fisherton. Destacaron en su programación radioteatros y programas como “Clarita y
Severito”.
Hoy en día la radio forma parte del conglomerado de medios perteneciente al Grupo
Televisión Litoral, bajo la denominación Radio 2.