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ARZOBISPADO DE SALTA COMISIÓN ARQUIDIOCESANA DE LITURGIA Celebrar juntos Material para el estudio y la pastoral litúrgica Año V Nº 4 Marzo 2012 [email protected] www.saltaliturgia.com.ar NOTA : Se ha agregado a las direcciones de internet y a los títulos dentro del mismo documento, un hipervínculo para ir directamente a la página web o al contenido dentro del documento. Para esto, se debe colocar la flecha del mouse sobre el título, que aparece con color azul, y allí apretar la tecla Ctrl (control) haciendo, al mismo tiempo, un click en el botón izquierdo del mouse.

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ARZOBISPADO DE SALTA COMISIÓN ARQUIDIOCESANA DE LITURGIA

Celebrar juntos Material para el estudio

y la pastoral litúrgica

Año V Nº 4 Marzo 2012 [email protected] www.saltaliturgia.com.ar NOTA: Se ha agregado a las direcciones de internet y a los títulos dentro del mismo documento, un hipervínculo para ir directamente a la página web o al contenido dentro del documento. Para esto, se debe colocar la flecha del mouse sobre el título, que aparece con color azul, y allí apretar la tecla Ctrl (control) haciendo, al mismo tiempo, un click en el botón izquierdo del mouse.

EN ESTE NÚMERO…

Para formarnos

Ficha Formativa Nº 7: El servicio de acogida

Para celebrar

DOMINGO 4 DE MARZO DE 2012 GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) DOMINGO 11 DE MARZO DE 2012 GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA TERCER DOMINGO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012 GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA CUARTO DOMINGO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) DOMINGO 25 DE MARZO DE 2012 GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA QUINTO DOMINGO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) ORACIÓN DE LOS FIELES – SEMANA II, III, IV Y V DEL TIEMPO DE CUARESMA

Aportes pastorales

VÍA CRUCIS CELEBRACIONES PENITENCIALES LETANÍA DE LOS SANTOS EN LA CUARESMA

Para reflexionar y compartir

COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA DOMINGO TERCERO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA DOMINGO CUARTO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B) COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA DOMINGO QUINTO DE CUARESMA (CICLO LITÚRGICO B)

Para formarnos

FICHA FORMATIVA Nº 7

EL SERVICIO DE ACOGIDA

No se suele hablar mucho del servicio litúrgico de la acogida. Pero en bastantes comunidades se ha experimentado su conveniencia: puede ayudar a que la celebración dé comienzo con mayor clima de fraternidad y que las procesiones, por ejemplo la de entrada o la del ofertorio, se hagan ordenadamente. En un boletín de la Iglesia episcopalina de Estados Unidos aparecía el testimonio de una persona que ahora es deán de una catedral y que narra el inicio de su experiencia religiosa. A la vuelta del servicio en la marina, entró en una iglesia anglicana, con su joven esposa, y oyó cómo el sacerdote que presidía la celebración les daba la bienvenida, presentándoles por su nombre a la asamblea y pidiendo un aplauso para ellos. También recuerda en este escrito que ese mismo sacerdote-pastor tenía un estilo muy particular de presidir, pidiendo a la asamblea, por ejemplo, que repitiera una vez más el “amén” final, “a ver si derretían entre todos la nieve del tejado”, o para pedir a Dios que alejara todo mal de su ciudad, o sencillamente para expresar lo contentos que estaban (este sacerdote anglicano, por cierto, fue luego un celoso párroco católico en Andalucía).

“Existen también en algunas regiones encargadas

de recibir a los fieles a la puerta de la iglesia,

acomodarlos en los puestos que les corresponde

y ordenar las procesiones” (OGMR 106).

Saber empezar la

celebración

La finalidad de todos los elementos que

llamamos “rito de entrada” es crear

conciencia de comunidad entre los que han

acudido y prepararlos para lo que van a

celebrar en común, la Palabra y el

Sacramento (OGMR 46).

No es fácil que todos acudan a la reunión con motivaciones ricas, con una disposición espontánea de participar activamente, como miembros conscientes de la comunidad. Cada uno viene de “la calle”, de sus ocupaciones, de un clima de dispersión, por eso, hay que ayudarles, con la que se ha llamado la “pedagogía de los cinco primeros minutos”, a crear esta doble atmósfera de comunidad y de celebración sagrada, para que la Eucaristía no sea una suma de “monólogos” en presencia de Dios, sin una celebración comunitaria. A eso puede contribuir también al ministerio de la acogida. Uno de los factores a cuidar es que nadie se sienta forastero, sino que todos se vean acogidos

por la comunidad, evitando el anonimato y el clima impersonal de unos almacenes comerciales o de una sala de espectáculos. Los cristianos somos miembros de una misma familia, del Pueblo sacerdotal, que nos reunimos para celebrar, movidos por nuestra fe, los signos de la salvación de Dios. Es bueno que esto tenga una expresión adecuada en la acogida por parte de los demás, en particular de los ministros de la comunidad. Se trata de no generar un clima de hostilidad y de conseguir que la comunidad se reúna y no quede dispersa en la iglesia. La comunidad misma es el primer signo de la Iglesia y del misterio que se celebra.

No basta que haya, en la entrada de la iglesia, unas personas encargadas de acoger amablemente a los que llegan, sobre todo si son forasteros, sino que tal servicio debe insertarse en un clima de bienvenida y respeto. La primera manera de mostrar que se está tomando en serio la comunidad y a cada uno de sus miembros, es preparando bien la celebración y que lo fieles encuentren un espacio amable, acogedor, que les haga sentirse en casa, la “casa de la comunidad”, limpia, ordenada con gusto, con una iluminación adecuada, con una megafonía que funciona, con la temperatura ideal. Si al entrar, encuentran también un clima musical de ambientación, porque el organista les da la bienvenida o porque alguien ha puesto música suave de fondo, será un buen modo de preparar la celebración y crear el ambiente. En el atrio o pórtico, se favorece el paso hacia la celebración cristiana con los carteles, avisos y algunas alusiones a la fiesta o al tiempo litúrgico, además de hacer también posible que en ese espacio se cree un clima de saludo mutuo y de conversación. El oportuno ensayo de cantos y los avisos del monitor sobre alguna novedad que pueda haber en la celebración, contribuyen a corresponsabilizar a todos en lo que se va a hacer en común. El estilo de hablar y actuar del residente y de los demás ministros que dirigen la celebración (comentador, director del canto, etc.) debe ser a lo largo de la misma amable, paciente, aunque a veces tenga también que ser exigente o estimulante.

Una celebración toda

ella acogedora

La actitud

de

bienvenida

debe ser

para

“todos” los

que

participan

en la

celebración.

Dentro de un contexto así, es cuando tiene sentido que se digne a algunas personas “para el servicio de la acogida”. La actitud de bienvenida se debe tener para con todos los que vienen a la celebración. Cada uno es importante, hijo en la familia, miembro de la Iglesia. Naturalmente, las circunstancias son diferentes en unas ocasiones y en otras. En un grupo pequeño, el clima de acogida puede ser más personal que en una asamblea numerosa. Si cada vez vienen los mismos, es diferente la situación que si aparecen personas desconocidas, a las que lógicamente habría que atender de modo especial. En celebraciones de bautizos, exequias y bodas, se requiere una pedagogía pastoral distinta para con las personas “ocasionales” que se suman a la celebración. En una comunidad religiosa es evidente que cada día no habrá que ejercitar un ministerio de acogida y de presentaciones mutuas, aunque tampoco debería reinar un clima de frialdad o de silencio hierático. Hay personas a las que convendrá atender de modo particular. Por ejemplo, los niños, tanto en

las Misas en que ellos son más o menos protagonistas, como en las más generales: acogerles, saludarles, orientarles hacia sus lugares, etc., puede ser un primer gesto para que ellos también se sientan a gusto en la celebración de la comunidad. A veces se organiza un “jardín de infancia” junto a la iglesia, como sugiere el ritual del Bautismo de párvulos, en el caso de los niños que van a ser bautizados, para que sean allí atendidos durante la celebración de la Palabra, y los mayores pueden escucharlas tranquilos. Pero lo mismo podría decirse de los niños pequeños que acompañan a sus padres a la Eucaristía dominical; si no van a poder asistir pacíficamente a ella, se les puede entretener oportunamente, para

que los padres sí puedan celebrarla en paz. Los ancianos a veces requerirían la ayuda de alguien para situarse en su lugar o subir las gradas de la iglesia. Lo mismo puede ocurrir con los discapacitados, si les va a resultar difícil acceder al espacio de la celebración.

A veces hay grupos ocasionales (jóvenes de paso, personas de visita) a los que a la vez vale la pena saludar de modo particular y hacerles ver que son bienvenidos a la celebración. El caso más repetido, sobre todo en grandes ciudades o lugares de turismo, son los grupos de turistas o forasteros. Muchos de ellos, naturalmente, son

creyentes, y acuden a la Celebración Eucarística del domingo.

A quién acoger

Decía la Introducción Eucharisticum Mysterium

de 1967: “preocúpense los pastores de ayudar

a los fieles que provienen de otras regiones con

medios oportunos a que puedan unirse a la

comunidad local” (n. 19).

Esto puede suceder en los períodos de vacaciones anuales, sobre todo en verano, pero también en muchas poblaciones de la costa o de la montaña, con los habitantes de las ciudades que buscan para su fin de semana un lugar más tranquilo, y que agradecen una comunidad cristiana con la cual poder celebrar la Eucaristía. Hacer ver a estas personas que se les recibe como de casa, que pertenecen a la misma Iglesia que nosotros, que celebramos lo mismo, es una buena ocasión de sentir nosotros, y hacerles experimentar a ellos, la universalidad y la “catolicidad” de la Iglesia. Una comunidad acogedora Ante todo, la comunidad misma. O sea, nos acogemos unos a otros, a la vez que nos vamos formando como asamblea celebrante. Acogemos a los hermanos conocidos y a los ocasionales. Empezamos la Eucaristía con una actitud de aceptación y respeto para todos, con sentimientos de fraternidad, siguiendo la consigna de Pablo: “acójanse mutuamente como los acogió Cristo para Gloria de Dios” (Rm 15, 7). Los “forasteros” que acuden a una celebración notan fácilmente la actitud de los “nativos”: si les reciben con cordialidad o bien con desconfianza o indiferencia. A veces, también en comunidades estables, en las que se reúnen normalmente los mismos, es conveniente crear un clima de acogida. Al menos con los de al lado. No es lógico que nos ignoremos, o que no nos atrevamos ni siquiera a darles los buenos días o una inclinación de cabeza o una sonrisa, o dirigirles brevemente la palabra para interesarnos por la salud de algún familiar. El “tabú” de que no debemos “hablar en la Iglesia”, que nos inculcaron desde pequeños, tiene una buena interpretación: no debemos estorbar el clima de adoración y paz al lugar sagrado. Pero sería exagerado si se practicara con absoluta falta de atención para con los vecinos, como si fuéramos desconocidos o indiferentes los unos con los otros. No creo que sea ninguna falta de respeto al lugar del culto si, además de saludar al Señor con una genuflexión al sagrario, saludamos también con afable sencillez al que está a nuestro lado. El presidente, signo de Cristo Buen Pastor

En concreto, el presidente de la celebración, como ministro de la comunidad y representante de Cristo, también le es encomendada la tarea de la acogida de todos los que acuden a la celebración. A veces el sacerdote, revestido o no, encuentra el modo de poder atender a los fieles, a la puerta de la Iglesia, saludarles e interesarse por ellos. O bien, al fin de la celebración, irlos despidiendo y tener con ellos unos momentos de encuentro.

Es encantador el gesto de algunos obispos que al finalizar una celebración solemne, se quedan tranquilamente, revestidos todavía, y sin prisas, saludando y hablando con los fieles en la misma iglesia.

Quién acoge

El que preside

la celebración

debe crear un

clima de

familia,

ayudando a los

presentes a

que se sientan

como en su

propia casa.

El ostiario (de

ostium=puerta)

se encargaba en

general de la

recepción y

acomodación de

las personas en

el recinto del

culto.

Pero aunque no le parezca oportuno el encuentro, el presidente tiene otros modos de mostrar en sus palabras y en su cara la acogida. El saludo bíblico con el que comienza la celebración debería sonar a “verdadero”, dicho desde dentro, mirando a los fieles y no al libro, abarcando en ese “con ustedes” a todos, conocidos o no, practicantes u ocasionales: que se note que como representante de Cristo está aceptando a todos. Además, el saludo bíblico se prolonga normalmente con unas palabras de introducción, adaptadas a las circunstancias. Con esta monición inicial -que es más propia del presidente que del comentador o monitor- puede ayudar a crear un clima de familia, de preparación inmediata, también humana, aludiendo a las circunstancias particulares, si las hay, o saludando a algún grupo que pueda haber acudido ocasionalmente a la celebración, y ayudando a que los presentes se sientan como en su propia casa por la amabilidad y la naturalidad de la acogida. El presidente debe además seguir con un talento acogedor durante toda la celebración. Representa a Cristo en una actitud de cercanía y aceptación, sin “reñir” en la homilía ni en ninguna otra ocasión, sintiéndose no dueño, sino servidor de todos, dando con amabilidad los avisos que haya que dar y despidiendo con tonos de esperanza y optimismo al final de la celebración. Dentro de esa comunidad acogedora, además de un presidente amable, puede muy bien actuar un equipo de acogida, sobre todo al principio de la celebración. Unas personas que se sientan corresponsables en el ministerio de la acogida, ayudando a otros a entrar bien en la celebración. Es la misión que durante siglos se había encomendado, en un sentido algo diferente, al “ostiario” (de ostium= puerta), o sea, al “portero”, que se encargaba, por ejemplo, de no dejar que entrasen en el lugar de la reunión los no cristianos, o de que los catecúmenos no asistieran a la segunda parte, reservada solo para los bautizados, o en general, se cuidaba de la recepción y acomodación de las personas en el recinto de culto. El ostiario era una de las órdenes menores, que se recibía antes del subdiaconado y las órdenes mayores. Ahora, desde 1972 (Pablo VI: Ministeria Quaedam), no existe este ministerio como tal orden menor. Pero sigue en pie la convivencia o no, según la sensibilidad de las regiones y de las circunstancias, de realizar su servicio sin necesidad de un ministerio estable.

Si hay diáconos o “acólitos instituidos”, sería muy propio de ellos. Pero también pueden los laicos en general hombres o mujeres, actuar la acogida. Personas que conozcan y sean conocidas, que atiendan a los habituales y ayuden a los nuevos. Personas que sean aceptadas en la comunidad, de carácter amable, de sonrisa fácil, que sepan estar al quite en todo momento para responder, para acomodar a las personas en el lugar que les corresponde, haciendo más humana la entrada a la iglesia. Cuando uno

Ministros de la

acogida

La calidez,

amabilidad

además de la

responsa-

bilidad e

intuiciones

oportunas

deben

caracterizar

al equipo de

acogida.

recibía antes la orden menor del ostiario, le daban como signo una llave y una campana, símbolos de apertura y de convocatoria amable. Ahora sin símbolos, pero sí con actitudes equivalentes, pueden muy bien ejercitar el mismo ministerio. Las personas encargadas de la acogida pueden desarrollar varias tareas, según las circunstancias: Ir saludando y dando la bienvenida a todos; con mayor naturalidad y

menos ceremonia cuando son las personas de siempre (no habrá necesidad de “hacerles los honores” cada vez), y con mayor atención a los nuevos;

Interesarse con naturalidad por diversas circunstancias que pueden resultar espontáneas: preguntar por un enfermo de la familia, si parece oportuno, o por los resultados de una iniciativa o de un viaje, etc.;

Responder a las preguntas y consultas que la gente pueda hacer sobre horarios, celebraciones, detalles de despacho sobre bautizos, etc., orientando e informando con amabilidad;

Repartir folletos, cantorales, hojas bilingües, etc., para el caso de los extranjeros puede resultar útil ofrecer algo en su lengua, si parece oportuno por el número significativo de su nacionalidad;

Situar u orientar a las personas hacia su lugar, según las características de la celebración;

Hacer algún pinito en lenguas, si hace falta, sirviendo de intérpretes para con los extranjeros; no estaría mal, en los lugares de turismo, destacando a personas que pueden desenvolverse en este terreno; y que el presidente pudiera saludar en lenguas más usuales;

A veces, sería un papel delicado, pero es necesario, en que el equipo de acogida lograra “retener” durante unos momentos a los que llegaran tarde, para que no avancen hacia los asientos de delante durante una operación o una lectura, distrayendo a los demás, sino esperar el momento más oportuno en que no molestan;

En uno de los documentos más antiguos en que

se habla de este ministerio, las Constituciones

Apostólicas (11,58), cuando se dice que atendía

de modo particular al pobre y al anciano que

acuden a la reunión , se manda que, si no se les

encuentra un sitio, incluso el obispo hará bien

en cederles el suyo.

Acoger con estilo

Es también papel de estas personas el organizar las procesiones, por ejemplo, la de entrada, si se hace de modo más solemne, o luego de la presentación de dones;

A veces, en su lugar de procedencia, algunos veraneantes actúan de lectores, cantores, solistas…: sería intuición oportuna la del equipo de acogida el saberles incorporar a algunos ministerios litúrgicos oportunamente preparados;

También en las comunidades religiosas se dan circunstancias en que hay que ejercitar esta acogida; cuando viene, por ejemplo, la familia de una (a) religioso(a), al menos el primer día sería lógico que se les diera la bienvenida a las celebraciones de oración, si participan en ella; y siempre que haya otros fieles que acudan a la oración o a la Eucaristía de una comunidad religiosa convendría darles facilidades (cantorales, salterio, folletos) para que puedan participar plenamente en la celebración, igual que la comunidad.

No solo en la Eucaristía, también en otras celebraciones resulta a veces útil y con frecuencia, más que en la Eucaristía, el servicio de esta acogida litúrgica. En el Bautismo, atender a las familias, situarlas para la celebración, puede ser un primer signo de aceptación cristiana.

Además de la acogida oficial, con la asignación a los bautizados, puede haber otros factores, entre ellos el servicio del equipo acogedor, si parece oportuno, que favorecen el que todos se sientan en su casa.

En la celebración del Matrimonio hay dos posibilidades de organizar el rito de entrada y por tanto de acogida: a) que el sacerdote reciba a los novios a la puerta, los salude, y luego entre procesionalmente con ellos hasta el altar; b) que espere en la sede o en la entrada del presbiterio y los salude desde allí. En muchos lugares se opta por esta segunda forma, dejando que sean los padres o padrinos los que los acompañen en la procesión de entrada. Eso sí, no debe faltar nunca “el tono cordial y expresivo, capaz de crear el clima de comunidad reunida para celebrar el sacramento” (Ritual n. 43).

Celebraciones especiales

Como dice el mismo Ritual del Bautismo

de niños:

“el tono cordial, afectuoso y humano con

que el celebrante va acogiendo a los

fieles… contribuirá a crear un ambiente de

celebración comunitaria y favorecerá la

integración de los fieles a la misma”.

En las Exequias, además de los signos de respeto para con el difunto (el incienso, la aspersión con el agua como recuerdo bautismal, etc.), también será lógico que alguien ayude si hace falta en la entrada de las personas, y que el presidente le dirija oportunamente palabras de consuelo, personalizando la monición de entrada, y mostrando en todo momento el respeto al dolor de los seres queridos del difunto.

Hay veces en que al que se acoge es al propio obispo, en su visita a una parroquia, con un conjunto de signos y símbolos a la puerta de la iglesia. Otras, se recibe al párroco en la primera entrada a su nueva parroquia. Un último caso, bastante común, es cuando el sacerdote que preside la Eucaristía no es conocido por los fieles. Sería conveniente que alguien lo presentase, la primera vez, a la comunidad, motivando su presencia. Si nadie lo hace, no estaría de más que lo hiciera él mismo. No es indiferente que los fieles conozcan o no a quien preside una Eucaristía. Unas sencillas palabras de

motivación pueden facilitar al acercamiento.

La acogida puede ser para los fieles el primer signo de la presencia de Cristo Jesús: la comunidad, o alguien en su nombre, que les recibe y les hace sentir miembros de la asamblea.

Es un noble servicio el lograr que los fieles, cuando entran en la Iglesia, se sientan como en su casa. No somos una sociedad anónima. Somos un grupo de cristianos que van a escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía, sintiéndonos Pueblo de Dios. Los encargados de este servicio son más que ujieres, porteros, ordenanzas o acomodadores: son hermanos que saludan y dan la bienvenida a hermanos.

¡¡¡Naturalmente que es una tarea un tanto delicada!!!

Cuando se celebra personalmente el

sacramento de la Reconciliación, dice el

Ritual:

“el sacerdote acoja al penitente con caridad

fraterna y, si es oportuno, salúdele con

palabras de afecto” (nn. 16 y 83).

Actitud espiritual de los encargados de la acogida

Acoger es

recibir al otro

con cierta

naturalidad

familiar,

delicadeza,

atención y

respeto.

La acogida no tiene que parecer paternalismo, porque tanto el que recibe como el que llega pertenecen a la misma comunidad cristiana, y no se trata de resaltar ninguna superioridad, sino al contrario. No hace falta exagerar la amabilidad hasta convertirla en zalamería. No es cuestión de que nos pongamos casi como a dar gracias a cada uno por haber venido. Todos los cristianos tienen el derecho y el deber de acudir a la Eucaristía. Su presencia es bien recibida, pero con cierta naturalidad familiar, no con empalago.

Tampoco tendría que tener aspecto de inquisición ni control. Sería lo contrario de una buena acogida el que se hicieran preguntas indiscretas o el que se notara un cierto recuerdo de “la vuelta del hijo pródigo” en la actitud de los que reciben a alguien un tanto alejado de la práctica religiosa. La delicadeza supone atención y respeto para con todos. Algunos fieles preferirían un cierto anonimato en la recepción, en vez de un no deseado protagonismo o una excesiva personalización de su entrada en su Iglesia.

La carta de Santiago nos da una lección respecto del carácter universal y fraterno que debe tener la acogida, sin “acepción de personas”, como sería el privilegiar a los ricos o a los más afines a nosotros:

La motivación más profunda de la acogida fraterna a todos es que cada cristiano tiene su dignidad como persona y su dignidad de bautizado, miembro de la comunidad de Cristo Jesús. Niño o anciano, conocido o forastero, rico o pobre, cada cristiano forma parte de la asamblea que la fe ha convocado a la celebración. El que lo recibe a Cristo, y es a la vez un signo de

Sin acepción de

personas

“no haya acepción de personas… Supongamos

que entra en la asamblea un hombre con anillo

de oro y un vestido espléndido, y entra también

un pobre con un vestido sucio; y que dirigen su

mirada al que lleva el vestido espléndido y le

dicen: tú, siéntate aquí, en un buen lugar; y en

cambio al pobre le dicen: tú, quédate ahí de pie,

o: siéntate en el suelo a mis pies, ¿no es esto

hacer distinciones y juzgar con criterios falsos?”

(Stgo 2, 1-4).

Cristo que recibe a cada uno, y también ministro de la comunidad que le ha encargado este servicio litúrgico. Lo que en toda la vida deberíamos hacer, -“acójanse mutuamente como los acogió Cristo” (Rm 15, 7), porque “no hay judío ni griego, ni esclavo no libre, ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son de Cristo Jesús” (Ga 3, 28)-, lo hacen aquí, al comienzo de la celebración, las personas que han sido encargadas de la acogida. Estas podrían pensar con gozo en las palabras que en el juicio final puede decirles Cristo Jesús: “era forastero y me acogieron” (Mt 25, 35). Sería bueno que el equipo litúrgico de una parroquia o comunidad cristiana reflexionara la conveniencia o no de introducir o seguir promoviendo y mejorando el servicio de acogida. Es un ministerio que presenta evidentes valores. Pero depende también de la sensibilidad y de las circunstancias de cada lugar. Para con los forasteros, pero también para con los inmigrantes de otra lengua, en las zonas bilingües, o en general con todos los cristianos que acuden a la Eucaristía fuera de su comunidad, la acogida puede ser un signo de pertenencia eclesial y de fe común. Hay, además, otro aspecto a tener en cuenta para con los forasteros que han inmigrado y se han establecido entre nosotros: no sólo acogerles a la celebración a la que acuden, sino organizar celebraciones para ellos:

Todo ello fomenta el sentido de la comunidad, de tal modo que: “cada uno sienta que se une con los hermanos en la comunión de la Iglesia tanto local como universal” (ibíd. 18).

En una revista norteamericana “Rite” (Rito) aparecieron dos breves artículos sobre la atención que hay que prestar a los discapacitados también en la celebración. Resumimos sus ideas, que seguramente, al menos en parte, sirven también a la sensibilidad de otros países.

¿Alguna vez te has sentido nervioso al tener que hablar con una persona que está en sillas de ruedas? ¿Has evadido comunicarte con una persona sorda porque piensas que no sabrá cómo

“donde viven transeúntes de otra lengua o

emigrados en un número apreciable,

procuren los pastores que se les ofrezca

ocasión, al menos de cuando en cuando, de

participar en la misa según el modo

acostumbrado por ellos” (Instrucción

Eucharisticum Mysterium, 19).

Atención a los discapacitados

hacerlo? No es inusual tener estas dudas sobre todo cómo entablar una relación con personas discapacitadas. Es importante esta inquietud para poder practicar el tipo de hospitalidad que requiere de nosotros el compartir la Eucaristía.

Cristo llamó a todos a seguir el Evangelio y dio la bienvenida a todos a reunirse en la mesa. Como Iglesia de Cristo, deberíamos también nosotros acoger a todos. Una persona bautizada pertenece a la comunidad con los mismos derechos, no podemos tratar con altivez a los discapacitados. Al revés, deseamos practicar con ellos la exquisita hospitalidad del Evangelio. Ellos, por su parte, intentan prestar sus servicios a la sociedad de muchas maneras y también desean una mayor oportunidad de ser integrados en las actividades religiosas.

Trata a la persona discapacitada como cualquier otra

persona. Cuando estés comunicándote con ella, relájate

y tómate tu tiempo. Usa tu cortesía natural,

consideración y sentido común. Evita agitarte o irritarte

si surgen malos entendidos. Repite lo que hayas dicho si

ves que no se ha entendido, o pídele al otro que repita

lo que dijo si no has entendido tú.

“Cristo llamó a todos

a seguir el Evangelio.

Cristo invita a todos

a compartir su mesa,

sin acepción de

personas”

He aquí unas sencillas sugerencias o “mandamientos” oportunos para tratar con las personas discapacitadas:

Dirígete directamente a la persona discapacitada, no a su

asistente, intérprete o al miembro de la familia presente. Y

salúdale dándole la mano.

Sea cual sea la discapacidad, trata siempre a estas personas

como adultos, no como si fuesen niños. Si está en silla de

ruedas, ponte siempre a su nivel visual, para conversar

fácilmente.

Habla normalmente, sin exagerar o con énfasis innecesario.

No temas preguntarle acerca de su discapacidad.

Para facilitar la comunicación, ten cuadernos y lápices en todos

los salones de reunión parroquial. Úsalos cuando te sean útiles.

Si la persona tiene dificultad en hablar, préstale tu completa y

tranquila atención, y no intentes hablar tú por ella. En todo

caso, hazle preguntas breves, que requieran respuestas breves,

una aserción con la cabeza, una moción de mano o una

respuesta escrita.

Permite que las personas hagan las cosas por sí mismas cuando

lo deseen, aunque eso requiera más tiempo o no hagan del

todo bien. No siempre lo hagas tú por ellas.

Ofrécete a leer algo -el boletín parroquial- a una persona ciega.

O guíala verbalmente cerca de los escalones, puertas, escaleras

eléctricas… Pero, primero, identifícate.

Durante toda la reunión, da el tiempo necesario para que te

atiendan a sus necesidades personales y para que descansen. Sé

paciente.

Respeta su espacio privado y sus instrumentos de ayuda

personal, como la silla de ruedas. No juegues con el perro de

ayuda de una persona ciega. No trates de guiar por el brazo a la

persona, sino te lo pide.

Apoya siempre y motiva el que una persona discapacitada -de

acuerdo con sus dones y talentos- sirva como acólito en el altar,

sea ministro de la comunión, sea “ujier” y salude en la puerta,

colecte las limosnas, lleve los dones al altar, proclame las

lecturas, cante en el coro o dirija el canto…

Para celebrar

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B

Guión para la celebración de la Eucaristía

4 de marzo de 2012

CUANDO SE CANTAN LAS LETANÍAS: Introducción: Comenzamos la Eucaristía de este segundo domingo de Cuaresma invocando a Cristo y a sus santos con el canto de las letanías. Los santos son nuestros modelos en el itinerario de la vida de fe y en la práctica del camino cristiano. Que su testimonio y su intercesión nos acompañen en nuestro camino de conversión; para que, fieles al Evangelio de Jesús, podamos celebrar de verdad la Pascua. CUANDO NO SE CANTAN LAS LETANÍAS: AMBIENTACIÓN (opcional): Cuaresma es la oportunidad que nos regala el Señor para transfigurar nuestra vida a la luz de una sincera conversión, fruto de la oración, del ayuno y de la caridad.

Recibamos al sacerdote, que en nombre de Cristo presidirá esta eucaristía. Nos unimos al canto. ENTRADA: Continuamos avanzando en el camino de conversión que nos permitirá vivir la Pascua. Como pueblo de Dios nos disponemos a celebrar esta eucaristía. LITURGIA DE LA PALABRA: Dios habla a su pueblo, movido por su gran amor. Dejemos que nuestro corazón reciba esta Buena Noticia. ORACIÓN UNIVERSAL: A cada intención nos unimos rezando:

“Padre, escucha a tu pueblo” Por la Iglesia: Que continúe incansablemente su tarea evangelizadora en el mundo. Oremos. Por las diversas instituciones de nuestra sociedad: Que a través del diálogo puedan concretar acuerdos, proyectando un país más justo y solidario. Oremos. Por los necesitados: Que fortalecidos por el Espíritu de Dios, continúen con esperanza su lucha diaria. Oremos. Por las familias de nuestra comunidad: Que en esta cuaresma prioricen el valor de educar en la fe a sus hijos. Oremos. Por nosotros: Que con la asistencia del Santo Espíritu, lleguemos a la verdadera conversión. Oremos. PRESENTACIÓN DE LOS DONES: En la mesa del altar, con los dones para la eucaristía, presentemos al Señor el propósito de permanecer en el ayuno, la oración y la limosna.

COMUNIÓN: Jesús presente en la eucaristía nos espera para abrazarnos en el Amor. Vayamos con alegría a recibirlo en la Comunión. DESPEDIDA: Contemplemos a María Santísima: Ella nos enseña a contemplar a Cristo en fidelidad.

DOMINGO TERCERO DE CUARSMA

CICLO LITÚRGICO B

Guión para la celebración de la Eucaristía

11 de marzo de 2012

CUANDO SE CANTAN LAS LETANÍAS: Introducción: Comenzamos la Eucaristía de este tercer domingo de Cuaresma invocando a Cristo y a sus santos con el canto de las letanías. Los santos son nuestros modelos en el itinerario de la vida de fe y en la práctica del camino cristiano. Que su testimonio y su intercesión nos acompañen en nuestro camino de conversión; para que, fieles al Evangelio de Jesús, podamos celebrar de verdad la Pascua. CUANDO NO SE CANTAN LAS LETANÍAS: AMBIENTACIÓN (opcional): Recibamos al sacerdote que en nombre de Cristo presidirá esta Eucaristía. Nos unimos al canto. ENTRADA: Queridos hermanos: Bienvenidos a la casa de Dios. Una vez más, participamos de la eucaristía porque deseamos recorrer con Jesús este camino hacia la Pascua. LITURGIA DE LA PALABRA: Dejemos que la Palabra de Dios libere nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta en “tabernáculo viviente de Dios”. ORACIÓN UNIVERSAL: A cada intención nos unimos rezando:

“Te lo pedimos, Padre del cielo” Para que la Iglesia dé testimonio de entrega y servicio a los más necesitados. Oremos. Para que los que guían los destinos de las naciones busquen siempre caminos de paz a través del diálogo. Oremos. Para que los afligidos, los enfermos y los ancianos encuentren consuelo y fortaleza en nosotros. Oremos. Para que los niños y jóvenes abran su corazón a Dios y al prójimo. Oremos. Para que en esta Cuaresma tengamos el valor de despojarnos de todo aquello que enferma y contamina nuestro corazón. Oremos. PRESENTACIÓN DE LOS DONES: Como María presentó el don de su Hijo, presentamos nuestras humildes ofrendas.

COMUNIÓN: Después de habernos alimentado con el Pan de la Palabra recibamos también el Pan de Vida, verdadero alimento que nos fortalece y renueva en el amor. DESPEDIDA: Con el ejemplo, exhortemos a nuestros hermanos a practicar el ayuno, como un “remedio” que cura todo aquello que nos impide conformarnos a la voluntad de Dios.

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B

Guión para la celebración de la Eucaristía

18 de marzo de 2012

CUANDO SE CANTAN LAS LETANÍAS: Introducción: Comenzamos la Eucaristía de este cuarto domingo de Cuaresma invocando a Cristo y a sus santos con el canto de las letanías. Los santos son nuestros modelos en el itinerario de la vida de fe y en la práctica del camino cristiano. Que su testimonio y su intercesión nos acompañen en nuestro camino de conversión; para que, fieles al Evangelio de Jesús, podamos celebrar de verdad la Pascua. CUANDO NO SE CANTAN LAS LETANÍAS: AMBIENTACIÓN (opcional): La Cuaresma es un tiempo para procurar un mayor empeño en la oración con la Palabra de Dios, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Recibamos al sacerdote que en nombre de Cristo presidirá esta Eucaristía. Nos unimos al canto. ENTRADA: Queridos hermanos: En este cuarto domingo de Cuaresma nos disponemos a celebrar la Santa Misa, para que nuestro corazón se renueve y fortalezca. LITURGIA DE LA PALABRA: Preparemos nuestro interior para escuchar al Señor y así nutrirnos con su Palabra salvadora. ORACIÓN UNIVERSAL: A cada intención nos unimos rezando:

“Escucha, Señor, la oración de tu pueblo” Por la Iglesia: Que anuncie con alegría y fidelidad el evangelio a todos los pueblos. Oremos. Por nuestra Patria: Que guiada por el Espíritu Santo estreche lazos de fraternidad y solidaridad. Oremos. Por nuestra comunidad: Que fortalecida por la Eucaristía de testimonio de oración, limosna y caridad. Oremos. Por las necesidades de cada uno de nosotros: para que guiados por tu gracia, descubramos tu infinita misericordia. Oremos.

PRESENTACIÓN DE LOS DONES: Presentamos con los dones de pan y vino, nuestros propósitos personales y comunitarios de mortificar el corazón con la práctica del ayuno para abrirnos al amor de Dios y al del hermano. COMUNIÓN: La eucaristía nos transforma en aquello que recibimos. Que nuestras obras confirmen nuestras palabras. DESPEDIDA: Confiemos en la bondad y misericordia del Señor y cumplamos su voluntad, porque “él ve en lo secreto” (Mt 6, 18).

DOMINGO QUINTO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B

Guión para la celebración de la Eucaristía

25 de marzo de 2012

CUANDO SE CANTAN LAS LETANÍAS: Introducción: Comenzamos la Eucaristía de este quinto domingo de Cuaresma invocando a Cristo y a sus santos con el canto de las letanías. Los santos son nuestros modelos en el itinerario de la vida de fe y en la práctica del camino cristiano. Que su testimonio y su intercesión nos acompañen en nuestro camino de conversión; para que, fieles al Evangelio de Jesús, podamos celebrar de verdad la Pascua. CUANDO NO SE CANTAN LAS LETANÍAS: AMBIENTACIÓN (opcional): Finalizando el tiempo de Cuaresma, la penitencia se nos ha ofrecido como medio para recuperar la amistad con el Señor, cumpliendo su voluntad, confiando en su bondad y misericordia. Recibamos al sacerdote que en nombre de Cristo presidirá esta Eucaristía. ENTRADA: Este es el último domingo de Cuaresma, camino que hemos recorrido con dificultades, esperanzas, caídas, pero con la mirada puesta en el Padre Dios. LITURGIA DE LA PALABRA: Sabremos lo que Jesús quiere para nosotros si escuchamos atentamente su Palabra. ORACIÓN UNIVERSAL: A cada intención nos unimos rezando:

“Señor misericordioso, escúchanos” Para que la Iglesia, renovada en esta cuaresma, mantenga la unidad y la fraternidad. Oremos. Por los gobernantes, para que promuevan el bien común en estos tiempos tan difíciles. Oremos. Por los padres y los hijos, para que convivan en un hogar fortalecido por el diálogo y el respeto. Oremos.

Por los que sufren y son víctimas de la violencia, para que Tu misericordia los libere de los males que generan el odio y el deseo de venganza. Oremos. Por nosotros, para que mediante la práctica del ayuno, nos ayudes a evitar el pecado y todo lo que conduce a él. Oremos. PRESENTACIÓN DE LOS DONES: Al altar llevamos los dones de pan y vino. Presentamos también el compromiso de sembrar paz y esperanza en nuestro entorno. COMUNIÓN: Jesús presente en la eucaristía, es el alimento que nos fortalece para llegar a la Pascua. DESPEDIDA: Compartamos con los hermanos el amor que hemos recibido generosamente de Dios, en este tiempo de conversión y de reconciliación.

ORACIÓN DE LOS FIELES PARA LOS DÍAS DE SEMANA

“En la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres”. Así expresa la Introducción del Misal el sentido de este momento de la celebración (en la tercera edición, nº 69). Por eso, podemos decir que lo más importante de la oración de los fieles es cuando toda la asamblea, respondiendo a las intenciones que propone el lector, ora conjuntamente con la respuesta como pueblo sacerdotal que intercede ante Dios por la humanidad. TIEMPO DE CUARESMA SEGUNDA SEMANA LUNES II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por nuestro párroco y por los demás sacerdotes de nuestra diócesis. Para que vivan con mucha fe y confianza su servicio a la comunidad cristiana. OREMOS: 2. Por las organizaciones que en nuestro país trabajan al servicio de los pobres. Para que tengan nuestro apoyo y el de todos los ciudadanos. OREMOS: 3. Por los que abusan de los pobres, por los que no respetan los derechos y la dignidad de los demás. Para que se conviertan y descubran el camino de la verdadera felicidad. OREMOS: 4. Por nosotros. Para que sepamos ser compasivos como lo es Dios nuestro Padre. OREMOS: MARTES II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Para que los pastores de la Iglesia den siempre un buen testimonio del Evangelio con su sencillez y su espíritu de servicio. OREMOS:

2. Para que en todo el mundo se respeten los derechos humanos, y en todas partes se pueda vivir en paz y sin temor. OREMOS: 3. Para que las mujeres que son maltratadas tengan la protección que necesitan. OREMOS: 4. Para que los que sufren enfermedades incurables se sientan acompañados por la ternura de Dios que nunca los abandona. OREMOS: 5. Para que en este tiempo de Cuaresma nos esforcemos de un modo especial para superar las enemistades y tensiones que pueda haber con las personas de nuestro alrededor. OREMOS: MIÉRCOLES II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por todas las Iglesias cristianas: católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos. Para que llegue pronto el día en que podamos compartir el pan y el cáliz de una misma Eucaristía. OREMOS: 2. Por los que son perseguidos a causa del Evangelio. Para que el Espíritu del Señor les dé su fortaleza y su gracia. OREMOS: 3. Por los que sufren al ver que desfallecen sus fuerzas a causa de la vejez. Para que sean capaces de aceptar su situación sin perder la paz del espíritu, y sepan seguir adelante en el camino de la vida. OREMOS: 4. Por los más necesitados: los que pasan hambre, los que han tenido que marchar de su tierra, los que se sienten abandonados de todos. Para que puedan experimentar a través de nosotros el amor de Dios. OREMOS: 5. Por nosotros. Para que reconozcamos nuestras infidelidades al camino de Dios, y sepamos pedir perdón y convertirnos. OREMOS: JUEVES II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por los cristianos. Que demos siempre un buen testimonio de seguimiento de Jesús, de amor a los pobres, de servicio a los demás. OREMOS: 2. Por los ricos, por los que tienen dinero y una buena posición. Que no cierren los ojos ante el dolor y la pobreza, y compartan sus bienes. OREMOS: 3. Por los niños y niñas que tienen que trabajar ya desde pequeños y no pueden jugar ni educarse como es debido. Que sean liberados de esta situación dolorosa y puedan crecer felices. OREMOS: 4. Por los que viven hundidos en la droga o la delincuencia. Que encuentren la ayuda que necesitan para salir de su situación. OREMOS: 5. Por nosotros. Que sirvamos a Dios de todo corazón, porque en él se encuentra la felicidad verdadera y perdurable. OREMOS:

VIERNES II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Para que el Señor libre del pecado a su Iglesia. OREMOS: 2. Para que los que no creen en Jesucristo puedan descubrir la buena noticia de su Evangelio. OREMOS: 3. Para que los enfermos recobren la salud. OREMOS: 4. Para que la riqueza esté mejor repartida y todo el mundo pueda vivir con dignidad. OREMOS: 5. Para que los que nos hemos reunido en esta Eucaristía sepamos ayunar de verdad. Para que sepamos privarnos de algunas cosas para tener el corazón más abierto a Dios y a los demás. OREMOS: SÁBADO II A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por los niños que recibirán el bautismo durante este año, y por sus padres y padrinos. OREMOS: 2. Por la paz, la justicia y la fraternidad en todos los pueblos de la tierra. OREMOS: 3. Por nuestros compañeros y compañeras de trabajo; por aquellos con quienes compartimos asociaciones o grupos. OREMOS: 4. Por los que tienen que trabajar en trabajos duros y peligrosos. OREMOS: 5. Por nosotros, y por todos los cristianos de nuestra parroquia. OREMOS: TERCERA SEMANA Lunes III A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por nuestro obispo y por los obispos de nuestro país. Que en toda ocasión den testimonio de la Buena Noticia de Jesús, y ayuden a que crezca en todos los ciudadanos el espíritu de concordia y de fraternidad. OREMOS: 2. Por los que se preparan para el sacerdocio. Que vivan muy profundamente el amor a Jesucristo y el espíritu de servicio a la comunidad cristiana. OREMOS: 3. Por los que, en cualquier lugar del mundo, son perseguidos a causa de su compromiso por la justicia, tanto si son cristianos como si no lo son. Que el Espíritu de Dios les acompañe en su lucha y les dé su fortaleza. OREMOS: 4. Por los que tienen familiares enfermos. Que encuentren la fuerza necesaria para atenderlos lo mejor posible. OREMOS: 5. Por nosotros. Que en estos días cuaresmales dediquemos más tiempo a la oración y

vivamos más intensamente nuestro amor a Dios. OREMOS: Martes III A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Para que en este tiempo de Cuaresma nos dediquemos más intensamente a la oración, y tengamos a Dios muy presente en nuestras vidas. OREMOS: 2. Por los gobernantes, por los políticos, por los que tienen el poder económico. Para que no busquen su propio interés, sino que pongan todos sus esfuerzos al servicio de los ciudadanos. OREMOS: 3. Por los que están en la cárcel. Que puedan encontrar la fuerza y la ayuda necesarias para rehacer su vida. OREMOS: 4. Por nosotros. Para que la celebración de la Eucaristía nos ayude a perdonar como el Señor nos perdona. OREMOS: Miércoles III A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por los que creemos en Jesucristo. Para que, junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, trabajemos por la paz y la dignidad para todo ser humano. OREMOS: 2. Por los religiosos y religiosas. Para que con su labor al servicio de los demás sean un buen testimonio del Evangelio, y Dios les bendiga. OREMOS: 3. Por los jóvenes que tienen que trabajar en trabajos inestables y sin seguridad ante el futuro. Para que cambie esta situación que les impide mirar hacia adelante con ilusión y esperanza. OREMOS: 4. Por los que sufren enfermedades incurables. Para que en su dolor sientan la cercanía de Dios y el apoyo de los que están a su alrededor. OREMOS: 5. Por los que nos hemos reunido hoy en esta iglesia en torno a la Palabra y a la Eucaristía. Para que aprendamos a ser cada día más abiertos y generosos con los demás. OREMOS: Jueves III A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por el Papa, por nuestro obispo, por nuestro párroco, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana. OREMOS: 2. Por los que viven sin esperanza; por los que no encuentran sentido a su vida. OREMOS: 3. Por los que nos han ofendido o nos han hecho daño; por todos aquellos a quienes más nos cuesta amar. OREMOS: 4. Por nosotros, por nuestras familias, por nuestros compañeros de trabajo, por nuestros vecinos. OREMOS:

Viernes III A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Para que Dios nuestro Padre proteja con amor a su Iglesia, y la fortalezca en la fe y en la esperanza. OREMOS: 2. Para que los jóvenes y los adultos que se preparan para recibir el bautismo o la confirmación sientan muy cercana la gracia del Espíritu Santo que les acompaña. OREMOS: 3. Para que los que no creen en Jesucristo lleguen a descubrir la vida nueva que él nos trae. OREMOS: 4. Para que todas las personas mayores reciban el amor y la paciencia de sus familias. OREMOS: 5. Para que en esta Cuaresma seamos más generosos para con los pobres y necesitados. OREMOS: Sábado III Confiando en que Dios escucha siempre nuestra oración, digámosle con fe: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por las distintas Iglesias cristianas, y por todos los esfuerzos que se hacen al servicio de la unidad. OREMOS: 2. Por los misioneros y misioneras, por todos los que han dejado su tierra para trabajar al servicio de la promoción cristiana y humana en países lejanos. OREMOS: 3. Por todos aquellos que, en todo el mundo, recibirán el bautismo en la noche de Pascua. OREMOS: 4. Por los que sufren la enfermedad del sida, sobre todo en los países pobres y sin recursos. OREMOS: 5. Por nosotros, y por todos aquellos que hoy queremos recordar ante Dios. OREMOS: CUARTA SEMANA Lunes IV En nuestro camino hacia la Pascua, oremos con fe por nosotros y por el mundo entero. Oremos diciendo: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por nuestro párroco y por los demás sacerdotes. Para que vivan con mucha fe y confianza su servicio a la comunidad cristiana. OREMOS: 2. Por nuestro país. Para que recordemos que nuestra patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad, la cual debemos cuidarla y perfeccionarla. OREMOS: 3. Por los que abusan de los pobres, por los que no respetan los derechos y la dignidad de los

demás. Para que se conviertan y descubran el camino de la verdadera felicidad. OREMOS: 5. Por nosotros. Para que sepamos ser compasivos como lo es Dios nuestro Padre. OREMOS: Martes IV A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Para que los pastores de la Iglesia den siempre un buen testimonio del Evangelio con sencillez y espíritu de servicio. OREMOS: 2. Para que en todo el mundo se respeten los derechos humanos, y en todas partes se pueda vivir en paz y sin temor. OREMOS: 3. Para que las mujeres que son maltratadas tengan la protección que necesitan. OREMOS: 4. Para que los que sufren enfermedades incurables se sientan acompañados por la ternura de Dios que nunca los abandona. OREMOS: 5. Para que en este tiempo de Cuaresma nos esforcemos de un modo especial para superar las enemistades y tensiones que pueda haber con las personas de nuestro alrededor. OREMOS: Miércoles IV A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por todas las Iglesias cristianas: católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos. Para que llegue pronto el día en que podamos compartir el pan y el cáliz de una misma Eucaristía. OREMOS: 2. Por los que son perseguidos a causa del Evangelio. Para que el Espíritu del Señor les dé su fortaleza y su gracia. OREMOS: 3. Por los que sufren al ver que desfallecen sus fuerzas a causa de la vejez. Para que sean capaces de aceptar su situación sin perder la paz del espíritu, y sepan seguir adelante en el camino de la vida. OREMOS: 4. Por los más necesitados: los que pasan hambre, los que han tenido que marchar de su tierra, los que se sienten abandonados de todos. Para que puedan experimentar a través de nosotros el amor de Dios. OREMOS: 5. Por nosotros. Para que reconozcamos nuestras infidelidades al camino de Dios, y sepamos pedir perdón y convertirnos. OREMOS: Jueves IV Oremos a Dios, el Padre de la misericordia que tiene siempre los brazos abiertos para acoger a sus hijos, y digámosle: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por los niños que recibirán el bautismo durante este año, y por sus padres y padrinos. OREMOS: 2. Por nuestro país, que recupere el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.

OREMOS: 3. Por todos los jóvenes, en especial los que sufren las secuelas de la adicciones, que encuentren en sus familias el amor y la confianza. OREMOS: 4. Por los que tienen que trabajar en trabajos duros y peligrosos. OREMOS: 5. Por nosotros, y por todos los cristianos de nuestra parroquia. OREMOS: Viernes IV Con los ojos puestos en Jesús, muerto en la cruz para que tengamos vida, oremos diciendo: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Para que el Señor libre del pecado a su Iglesia. OREMOS: 2. Para que los que no creen en Jesucristo puedan descubrir la buena noticia de su Evangelio. OREMOS: 3. Para que los enfermos recobren la salud. OREMOS: 4. Para que la riqueza esté mejor repartida y todo el mundo pueda vivir con dignidad. OREMOS: 5. Para que los que nos hemos reunido en esta Eucaristía sepamos ayunar de verdad; para que sepamos privarnos de algunas cosas para tener el corazón más abierto a Dios y a los demás. OREMOS: Sábado IV A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por los cristianos. Que demos siempre un buen testimonio de seguimiento de Jesús, de amor a los pobres, de servicio a los demás. OREMOS: 2. Por los ricos. Que no cierren los ojos ante el dolor y la pobreza, y compartan sus bienes. OREMOS: 3. Por los niños y niñas que tienen que trabajar ya desde pequeños y no pueden jugar ni educarse como es debido. Que sean liberados de esta situación dolorosa y puedan crecer felices. OREMOS: 4. Por los que viven hundidos en la droga o la delincuencia. Que encuentren la ayuda que necesitan para salir de su situación. OREMOS: 5. Por nosotros. Que sirvamos a Dios de todo corazón, porque en él se encuentra la felicidad verdadera y perdurable. OREMOS: QUINTA SEMANA Lunes V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS.

1. Para que los cristianos sepamos perdonar como Dios nos perdona. OREMOS: 2. Para que los que están alejados de la fe sientan la llamada a compartir la alegría de Dios. OREMOS: 3. Para que los países que están en guerra sepan encontrar caminos de paz. OREMOS: 4. Para que los que están hundidos bajo el peso del pecado encuentren la ayuda necesaria para cambiar de vida. OREMOS: 5. Para que los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar la Eucaristía, nos preparemos muy intensamente para vivir los días santos de la muerte y resurrección de Jesucristo. OREMOS: Martes V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por la Iglesia. Para que dé siempre testimonio de servicio y de seguimiento fiel de Jesús que camina hacia la cruz. OREMOS: 2. Por los cristianos que han perdido el vigor de la fe. Para que vuelvan a sentir el deseo de vivir la unión con Cristo y la vida nueva de su Evangelio. OREMOS: 3. Por los enfermos. Para que en su dolor se sientan unidos a la cruz de Jesucristo y no pierdan la paz ni la esperanza. OREMOS: 4. Por los que, en cualquier lugar del mundo, son víctimas de la práctica inhumana de la tortura. Para que los que torturan u ordenan torturar, se conviertan y descubran la dignidad de toda persona. OREMOS: 5. Por nosotros. Para que, como Jesucristo, nos pongamos siempre de parte de los débiles, de los marginados, de los oprimidos. OREMOS: Miércoles V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por la Iglesia, para que dé siempre un buen testimonio de pobreza y de servicio a los pobres. OREMOS: 2. Por los ricos y poderosos de este mundo, para que escuchen la llamada de Dios y hagan posible que la riqueza y el bienestar lleguen a todos los hombres y mujeres de la tierra. OREMOS: 3. Por los que trabajan y se esfuerzan al servicio de la justicia y la igualdad en el mundo, para que Dios les bendiga con su luz y su gracia. OREMOS: 4. Por los que son mal vistos y despreciados, para que encuentren la consideración y el afecto que toda persona merece. OREMOS: 5. Por nosotros, para que pongamos nuestra esperanza en Jesucristo, y aprendamos a seguir su camino. OREMOS:

Jueves V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por el papa Benedicto XVI. Para que Dios le guíe siempre en su misión al servicio de la Iglesia. OREMOS: 2. Por todos los cristianos que, en el mundo entero, se preparan para celebrar los días santos de la muerte y la resurrección de Jesucristo. Para que estos días sean para todos un don abundante de gracia. OREMOS: 3. Por los que no tienen lo necesario para vivir. Para que los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad trabajemos desinteresadamente por ellos. OREMOS: 4. Por los que sufren por la muerte de una persona querida. Para que se sientan acompañados por el amor de Dios en estos momentos difíciles. OREMOS: 5. Por nosotros. Para que seamos capaces de reconocer nuestros pecados y nos esforcemos en acercarnos a Dios. OREMOS: Viernes V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Para que vivamos siempre en actitud de agradecimiento por la salvación que hemos recibido por la muerte y la resurrección de Jesucristo. OREMOS: 2. Por los religiosos y laicos consagrados. Para que sean para todos estímulo de fe y de vida cristiana. OREMOS: 3. Por los que sufren a causa de la enfermedad, de la violencia, de la injusticia, de la discriminación. Para que Jesucristo salvador les dé valor y fortaleza. OREMOS: 4. Por los que viven encerrados en el egoísmo y sólo piensan en sí mismos. Para que el Señor toque su corazón y les enseñe a amar. OREMOS: 5. Por nosotros, para que sigamos el ejemplo de Jesucristo en su entrega por amor. OREMOS: Sábado V A cada intención nos unimos orando: TE ROGAMOS, ÓYENOS. 1. Por la Iglesia. Para que ofrezca a todos acogida, comprensión y misericordia. OREMOS: 2. Por los que recibirán el bautismo en la noche de Pascua. Para que la gracia de Jesucristo les acompañe toda su vida y los sostenga en el camino de la fidelidad al Evangelio. OREMOS: 3. Por nuestros difuntos. Para que el Señor, que ha muerto para darnos vida, los acoja en su Reino. OREMOS: 4. Por todos nosotros. Para que el Señor nos conceda un profundo espíritu de conversión, y podemos celebrar la Pascua con sinceridad y verdad. OREMOS:

Aportes pastorales

VÍA CRUCIS

En la página de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia se pueden descargar los vía crucis

para rezar durante el tiempo de Cuaresma. Para esto, se debe colocar la flecha del mouse

sobre el título, que aparece con color azul, y allí apretar la tecla Ctrl (control) haciendo, al

mismo tiempo, un clic en el botón izquierdo del mouse:

Vía crucis de la paradoja (Mons. D. Bernacki)

Vía crucis por la paz

Vía crucis (P. Martínez)

Vía crucis de sanación (Mons. D. Bernacki)

Vía crucis en la intimidad (Mons. D. Bernacki)

Vía crucis del Corazón de Jesús (Mons. D. Bernacki)

CELEBRACIONES PENITENCIALES

En la página de la Comisión arquidiocesana de Liturgia se pueden descargar celebraciones

penitenciales para el tiempo de Cuaresma. Para esto, se debe colocar la flecha del mouse

sobre el título, que aparece con color azul, y allí apretar la tecla Ctrl (control) haciendo, al

mismo tiempo, un clic en el botón izquierdo del mouse:

Reconciliarse para la Pascua

Esquema de celebración penitencial

Celebración comunitaria del perdón con niños

LETANÍAS DE LOS SANTOS EN LA CUARESMA1

Dar personalidad al tiempo

Uno de los aspectos que se tendría que recuperar en la celebración del año litúrgico es la

incorporación de algunos signos celebrativos propios de cada uno de los diversos tiempos

litúrgicos. Aunque es cierto que los diversos tiempos se diferencian ya por las lecturas bíblicas

y por los textos eucológicos, esos signos requieren una cierta reflexión: por eso es necesario

añadir algunos otros que sean más sencillos, más “ambientales”, más “populares”, es decir,

más captables desde el primer momento celebrativo.

Sobre todo los llamados “tiempos fuertes” deben ir recuperando algunos signos propios que,

por un lado, respondan objetivamente al sentido diferenciado de cada ciclo y, por el otro, no

varíen de un año para otro, porque sólo bajo este presupuesto podrán ir sedimentándose como

“signos” propios y evocadores de cada ciclo concreto.

En muchas comunidades comienzan a recuperarse ya algunos de estos “signos” para

determinados tiempos: en la cincuentena pascual, por ejemplo, la aspersión del agua en lugar

del acto penitencial, en el Adviento el uso de la Corona de Adviento o la colocación destacada

de una imagen de María; estos “signos” resultan “populares” y expresivos e introducen

fácilmente en la profundización de los textos más densos y ricos, pero también más difíciles

con vistas a alcanzar una intensa vivencia del año litúrgico.

Un signo que puede ser popular y evocador de la Cuaresma es el que propone el Ceremonial

de Obispos (n. 261). Se trata de comenzar la misa dominical, durante este tiempo, con el canto

de letanías de los santos. Asociar el recuerdo de los santos el camino cuaresmal de la

comunidad será una manera de estimular nuestro propio esfuerzo de fidelidad al Evangelio,

siguiendo su modelo y ejemplo. Y comenzar cada domingo con este canto será una forma de

dar personalidad al tiempo cuaresmal: igual como ahora la imagen del tiempo pascual está

bastante asociada a la aspersión inicial, se trataría de asociar la Cuaresma a las letanías.

¿Cómo hacerlo?

Los santos de las letanías se pueden seleccionar teniendo en cuenta especialmente los que

pueden tener un mayor valor cuaresmal y algún significado especial en nuestro país. En cada

lugar se verá la posibilidad de añadir algunos más cercanos o de sustituir o modificar la lista.

Las letanías de los santos se pueden cantar en todas las misas o sólo en algunas.

Evidentemente, será necesario haber ensayado antes (el domingo antes de comenzar la

Cuaresma, por ejemplo las respuestas). Una buena manera de cantar las letanías será esta:

1) Antes de la salida de los ministros, un guionista introduce lo que se hará (proponemos dos

moniciones diferentes: una para el primer domingo y otra para los demás).

1 CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA, Hoja formativa de Cuaresma, Barcelona: 2005.

2) Se comienza el canto de las letanías mientras los ministros van en procesión hacia el altar.

El celebrante irá acompañado de algunos acólitos o asistentes, llevando la cruz, o el

leccionario, o ambas cosas. Conviene que haya al menos tres o cuatro acompañantes.

3) Acabada la lista de santos y antes de comenzar las plegarias penitenciales (“Muéstrate,

Señor, propicio…”) se hace otra breve monición.

4) Acabadas todas las invocaciones, se dice la oración colecta y la misma continúa con las

lecturas (por lo tanto, no hay ni saludo ni acto penitencial).

Si no se puede hacer así, o porque no es posible una procesión de entrada lo suficientemente

digna, o porque el que mejor puede cantar las letanías es el mismo celebrante, entonces puede

hacerse de la siguiente manera:

1) Entrada en silencio.

2) Cuando el celebrante llega al altar dice el saludo inicial (sin ninguna otra exhortación).

3) Seguidamente, el guionista lee la monición introductoria y se inicia el canto de las letanías.

4) Acabada la lista de santos y antes de comenzar las plegarias penitenciales (“Muéstrate,

Señor, propicio…”) se hace otra breve monición.

5) Acabadas todas las invocaciones, se dice la oración colecta y la misma continúa con las

lecturas (por lo tanto, no hay acto penitencial).

Para reflexionar y compartir

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA

El texto elegido por la Iglesia para este segundo Domingo de Cuaresma, si bien pone en escena el hecho de la “transfiguración” apunta analógicamente a la “conversión”. Dentro del clima cuaresmal, la palabra “transfiguración” apunta analógicamente a la “conversión”. Es la transfiguración una teofanía, donde la humilde humanidad de Cristo se transparenta y hace gloriosamente evidente su condición de Dios. Es un episodio que supera lo extraordinario del fenómeno en sí, y se convierte en verdadero anuncio del futuro pascual. “Él transformará el cuerpo de nuestra humilde condición y lo hará semejante a su cuerpo glorioso” (Flp 3, 20). Existe además un paralelismo entre la primera lectura y el Evangelio. Se trata en ambos casos de la ofrenda sacrificial del primogénito, del hijo tan querido. En el caso de Abraham, en su fe probada, recupera a la vida de Isaac. En Jesús, el amor del Padre, prueba su infinito amor al entregarlo en sacrificio por la muerte en Cruz. “Él que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Rm 8, 31). Isaac finalmente murió un día, generando generaciones de vivientes murientes, numerosas como las estrellas del cielo. Contrariamente el Padre probó que el amor es más fuerte que la muerte y con el grano de trigo en ella recuperó la vida de Cristo para siempre, es la gran victoria pascual. Verdad que no fue entendida, “…hasta que el Hijo del Hombre resucitará de entre los muertos” (Mc 9, 2). Durante la estadía en el desierto cuaresmal junto a Jesús orante y penitente, iremos logrando nuestra total transfiguración interior y así pascualizados podremos instalar la carpa en el cielo.

Pbro. Patricio Ocampo

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DOMINGO TERCERO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA

“Se acercaba la Pascua de los Judíos” (Jn 2, 13).

Es en nuestra Pascua donde el episodio de Jesús en el templo alcanza su total comprensión. En el misterio de la encarnación Dios unió definitivamente al hombre consigo. El decálogo (1º Lectura) que establece separadamente los deberes para con Dios y, por otro lado, con el hombre, se halla por la novedad evangélica, reducido a la indisoluble unidad del amor a Dios y al prójimo. No hay nada humano que a Dios no le sea propio “Tuve hambre y me diste de comer…” (Mt 25). El cumplimiento de los mandamientos pone un perfecto orden de relación con Dios y con los otros, siempre que exista la animación interior del amor que le da verdad y sentido, y supera los límites fronterizos de la pura letra y su formalidad. Por eso, los verdaderos adoradores lo hacen “en espíritu y en verdad”, en Dios mismo que es su propio templo. En la reconstrucción del templo de Cristo, que es su propio cuerpo, acontecida al tercer día de su muerte por su resurrección, alcanza a la vez allí el hombre la plenitud de su dignificación. Por el contrario, la gran profanación de Dios la padecen los seres vivos, los hombres, explotados y discriminados y que son sus hijos, verdaderos contenedores de su propia vida, templos del Espíritu Santo. La Pascua no es un fenómeno milagroso, manifestación del poder omnipotente de Dios ni encuentra lógica en la sabiduría humana. Es sólo la inexplicable locura de amor que hizo de la expresión más débil de Dios, su muerte en Cruz, la más perfecta definición de quién es Dios y quién es el hombre (2ª Lectura).

Pbro. Patricio Ocampo Salta

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA

Ya el desértico itinerario cuaresmal está llegando al final y aparece elevándose la Cruz en los albores de la Pascua, como anuncio del amor salvífico. “Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que crean en Él tengan Vida Eterna” (Jn 3, 14-21). El evangelista san Juan que había confesado, como discípulo amado, que “Dios es Amor”, ahora nos revela por la boca de Jesús confidente de Nicodemo cuáles son los alcances del amor. “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único…” (Jn 3, 16). Manifiesta que la medida del amor es el mismo Dios, ya que es el propio Hijo Único el que se entrega y así su misericordia para con el hombre es infinita.

“Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo”. El “Dios rico en misericordia” (2ª Lectura). Su misericordia garantiza como una premisa irrenunciable la oferta del perdón, antes que el pecador se mueva al arrepentimiento. Dios aparece siempre tomando la iniciativa en el amor y nuestros amores van detrás de su amor sólo como respuesta. Es más, la misericordia es pura gratuidad, y no se condiciona a obrar a la espera de reciprocidades. La misericordia divina como movimiento salvífico es irrenunciable, y por eso el deseo de salvación que siente Dios por el hombre es infinitamente superior al que el propio hombre desea para sí mismo. Todavía más, contando el hombre tan sólo como propiedad con sus pecados, Dios misericordioso hará pesar más su amor, sobre todos ellos. “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). La misericordia tiene la razón última sobre toda culpa. Bastará para salvarse “creer” en el amor de Dios Padre de misericordia. La misericordia es para creer. Cristo anuncia la Cruz como señal de vida y salvación, pues su misericordia descansa en ella. Quien cree en Él, no morirá, sino que tendrá la vida eterna. El binomio Cruz - Pascua se complementan y comulgan en la fe.

Pbro. Patricio Ocampo Salta

DOMINGO QUINTO DE CUARESMA

CICLO LITÚRGICO B COMENTARIO BÍBLICO DE LA LITURGIA DE LA PALABRA

Se acaba nuestro camino cuaresmal, donde nuestra hora final desearía haber alcanzado la hora de Cristo, que es hora de glorificación. “¡Sí para eso ha llegado esta hora!” (Jn 12, 27). Como el grano de trigo, después de este tiempo de enterramiento conversional, guardamos espigar resucitados. La muerte y la vida se reconcilian en el misterio del amor, donde la vida que se pierde en el desapego de la entrega, se conserva en la fecundidad de la vida eterna.

Cristo aunque era hijo de Dios, por su humilde sumisión, fue levantado en alto alcanzando la perfección y la salvación eterna a todos los que obedecen por la fe (2º Lectura Heb 5, 7). “Queremos ver a Jesús” (Jn 12, 21). Esa fue la razón fundante que nos llevó a acompañarlo en su estancia en el desierto y luego a seguirlo atraídos por la fuerza del que está levantado en alto sobre la tierra. Este tiempo de penitencia y purificación orante, nos llevó a restituir la alianza rota por nuestros pecados (1ª Lectura) y así crear en nosotros “un corazón puro” (Salmo 50). Restablecida por la gloria de la Cruz la alianza “Él será nuestro Dios y nosotros seremos su Pueblo” y por la fidelidad del milagro por un pacto imperecedero “Él es nuestro y nosotros somos suyos” en nuestra Pascua Salteña.

Pbro. Patricio Ocampo

Salta