los trabajos de hercules

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0LOS TRABAJOS DE HÉRCULES AGATHA CHRISTIE 8NOTA PRELIMINAR DE LA AUTORA è El nombre de pila de Poirot me indujo irresistiblemente a escribir esta serie de historias cortas. Inicié el trabajo con gran entusiasmo, mas al poco tiempo perdí el ánimo ante el gran cúmulo de dificultades que no había previsto. Escribí sin titubear algunos de los episodios, tales como El león de Nemea y La hidra de Lerna. El toro de Creta, asimismo, salió de mi pluma con toda naturalidad; pero algunos de los «trabajos» eran un desafío a mi ingenio. El jabalí de Erimantea me tuvo en suspenso durante mucho tiempo, y lo mismo pasó con El cinturón de Hipólita. Y en cuanto a La captura del Cancerbero he de reconocer que me hizo perder todas las esperanzas. No podía imaginar ninguna acción apropiada a dicho título. Así es que durante seis meses no volví a ocuparme del asunto. Pero de pronto, subiendo un día las escaleras del «metro», se me ocurrió la idea. Pensé en ella con tanta excitación que subí y bajé las escaleras siete u ocho veces y por poco me atropella un autobús cuando, al fin, me dirigía a casa. El fregadero es el lugar más seguro y apropiado para planear mentalmente una historia. El trabajo meramente mecánico ayuda al fluir de las ideas y resulta delicioso encontrarse hechas las tareas domésticas sin acordarse de que una las hizo. Recomiendo de forma particular la rutina de los trabajos caseros a todas aquellas personas que pretendan crear una obra literaria. Ello no incluye el cocinar, pues en sí ya es una creación, mucho más divertida que escribir, mas, por desgracia, no tan bien pagada. INTRODUCCIÓN z El piso de Hércules Poirot estaba amueblado a la última moda. Los adornos de metal cromado, y los sillones, si bien tapizados confortablemente, eran de formas cuadradas y sólida apariencia. En uno de ellos se hallaba sentado Poirot, pulcramente, sin pasar de la mitad del asiento. Frente al detective, en otra butaca, estaba el doctor Burton sorbiendo con deleite un vaso de «Cháteau Mouton Rothschild» que le ofreció su anfitrión. La apariencia del doctor no era tan relamida como la de su amigo. Era regordete y desaliñado, con una cara rubicunda y bonachona que relucía bajo la enmarañada masa de blancos cabellos. Tenía una risa profunda y sibilante y había adquirido el hábito de esparcir la ceniza de sus cigarros tanto sobre él, como sobre todo lo que le rodeaba. Poirot perdía el tiempo rodeándole de ceniceros. 4El doctor Burton preguntó: X-Dígame, ¿a qué santo viene eso de Hércules? N-¿Se refiere usted a mi nombre de pila? z -Mal puede llamarse de pila, ya que es absolutamente pagano -objetó el otro-. Pero ¿por qué? Eso es lo que quiero saber. ¿Algún capricho de su padre? ¿Algún antojo de su madre? ¿Razones de familia? Si mal no recuerdo, aunque mi memoria ya no es lo que era, tuvo usted un hermano que se llamaba Aquiles, ¿no es cierto? ðPoirot repasó mentalmente los detalles de la carrera de Aquiles Poirot. ¿Ocurrió en realidad todo aquello?, se preguntó. L-Sólo por poco tiempo -replicó al fin. ”El doctor Burton eludió con prudencia mencionar de nuevo a Aquiles Poirot. Ò -Los padres debieran tener más cuidado con los nombres que ponen a sus hijos -reflexionó-. Vea usted; tengo varias ahijadas y una de ellas se llama Blanca, aunque es más morena que una gitana. Luego está Deirdre; Deirdre de los Dolores, y ha resultado ser más alegre que unas castañuelas. Y por lo que se refiere a Paciencia, hubieran hecho mejor llamándola impaciente -el viejo profesor de lenguas clásicas se estremeció-; pesa ahora ciento sesenta y ocho libras, aunque no tiene más que quince años. Dicen que es gordura infantil; yo Page 1 ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html 0LOS TRABAJOS DE HRCULES AGATHA CHRISTIE 8NOTA PRELIMINAR DE LA AUTORA El nombre de pila de Poirot me indujo irresistiblemente a escribir esta serie de historias cortas. Inici el trabajo con gran entusiasmo, mas al poco tiempo perd el nimo ante el gran cmulo de dificultades que no haba previsto. Escrib sin titubear algunos de los episodios, tales como El len de Nemea y La hidra de Lerna. El toro de Creta, asimismo, sali de mi pluma con toda naturalidad; pero algunos de los trabajos eran un desafo a mi ingenio. El jabal de Erimantea me tuvo en suspenso durante mucho tiempo, y lo mismo pas con El cinturn de Hiplita. Y en cuanto a La captura del Cancerbero he de reconocer que me hizo perder todas las esperanzas. No poda imaginar ninguna accin apropiada a dicho ttulo. As es que durante seis meses no volv a ocuparme del asunto. Pero de pronto, subiendo un da las escaleras del metro, se me ocurri la idea. Pens en ella con tanta excitacin que sub y baj las escaleras siete u ocho veces y por poco me atropella un autobs cuando, al fin, me diriga a casa. El fregadero es el lugar ms seguro y apropiado para planear mentalmente una historia. El trabajo meramente mecnico ayuda al fluir de las ideas y resulta delicioso encontrarse hechas las tareas domsticas sin acordarse de que una las hizo. Recomiendo de forma particular la rutina de los trabajos caseros a todas aquellas personas que pretendan crear una obra literaria. Ello no incluye el cocinar, pues en s ya es una creacin, mucho ms divertida que escribir, mas, por desgracia, no tan bien pagada. INTRODUCCIN z El piso de Hrcules Poirot estaba amueblado a la ltima moda. Los adornos de metal cromado, y los sillones, si bien tapizados confortablemente, eran de formas cuadradas y slida apariencia. En uno de ellos se hallaba sentado Poirot, pulcramente, sin pasar de la mitad del asiento. Frente al detective, en otra butaca, estaba el doctor Burton sorbiendo con deleite un vaso de Chteau Mouton Rothschild que le ofreci su anfitrin. La apariencia del doctor no era tan relamida como la de su amigo. Era regordete y desaliado, con una cara rubicunda y bonachona que reluca bajo la enmaraada masa de blancos cabellos. Tena una risa profunda y sibilante y haba adquirido el hbito de esparcir la ceniza de sus cigarros tanto sobre l, como sobre todo lo que le rodeaba. Poirot perda el tiempo rodendole de ceniceros. 4El doctor Burton pregunt: X-Dgame, a qu santo viene eso de Hrcules? N-Se refiere usted a mi nombre de pila? z -Mal puede llamarse de pila, ya que es absolutamente pagano -objet el otro-. Pero por qu? Eso es lo que quiero saber. Algn capricho de su padre? Algn antojo de su madre? Razones de familia? Si mal no recuerdo, aunque mi memoria ya no es lo que era, tuvo usted un hermano que se llamaba Aquiles, no es cierto? Poirot repas mentalmente los detalles de la carrera de Aquiles Poirot. Ocurri en realidad todo aquello?, se pregunt. L-Slo por poco tiempo -replic al fin. El doctor Burton eludi con prudencia mencionar de nuevo a Aquiles Poirot. -Los padres debieran tener ms cuidado con los nombres que ponen a sus hijos -reflexion-. Vea usted; tengo varias ahijadas y una de ellas se llama Blanca, aunque es ms morena que una gitana. Luego est Deirdre; Deirdre de los Dolores, y ha resultado ser ms alegre que unas castauelas. Y por lo que se refiere a Paciencia, hubieran hecho mejor llamndola impaciente -el viejo profesor de lenguas clsicas se estremeci-; pesa ahora ciento sesenta y ocho libras, aunque no tiene ms que quince aos. Dicen que es gordura infantil; yo

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html no lo creo. Diana! Queran que se llamara Helena, pero hice valer mis derechos. No poda hacer menos conociendo el aspecto de sus padres... y el de su abuela! Trat con todas mis fuerzas de que se llamara Marta o Dorcas, o algo que fuera razonable... pero no me sirvi de nada... perd el tiempo... Los padres son gente muy caprichosa. Empez a rer por lo bajo mientras su cara se arrugaba. Poirot lo mir inquisitivamente. t -Me estoy imaginando la conversacin que sostendran su madre de usted y la difunta seora Holmes, mientras cosan sus ropitas o hacan calceta: Aquiles, Hrcules, Sherlock, Mycroft... nPoirot no pareca compartir el buen humor de su amigo. -Por lo que veo, quiere usted decir que, fsicamente, no soy ningn Hrcules. p Los ojos del doctor Burton se fijaron en Poirot. Sobre su pulcra y diminuta persona, vestida con pantalones de etiqueta, correcta chaqueta negra y elegante corbata de pajarita. Recorrieron su figura desde los zapatos de charol hasta la cabeza en forma de huevo y el inmenso bigote que adornaba su labio superior. -Con franqueza, Poirot: no se le parece usted en nada -dijo Burton-. Supongo que nunca habr tenido tiempo para estudiar los clsicos -aadi. -As es. -Pues es una lstima. Una verdadera lstima. Se ha perdido usted algo bueno. Si de m dependiera, todo el mundo estara obligado a estudiarlos. :Poirot se encogi de hombros. - Eh bien! fPues yo he progresado sin tener necesidad de ellos. -Progresar! Progresar! No es cuestin de progresar. Ah es donde todos se equivocan. Los clsicos no son el trampoln para alcanzar un xito rpido, como los cursos por correspondencia. Las horas durante las cuales trabaja un hombre no son las que importan, sino sus horas de descanso. se es el error en que todos incurrimos. Pngase usted por ejemplo. Ha tenido muchos xitos en el curso de su carrera y ahora quiere dejar sus ocupaciones y vivir tranquilamente... Qu har entonces con sus horas libres? 8Poirot contest sin vacilar: T-Me dedicar... al cultivo de calabacines. >El doctor Burton se sorprendi. -Calabacines? Qu quiere decir? Esas cosas verdes e hinchadas que saben a agua? -Ah! -exclam Poirot con entusiasmo-. se es el punto ms interesante de la cuestin. Lo que hace falta es que no sepan a agua. -Vamos. Ya comprendo... Espolvorendolos con queso, con cebolla picada o con salsa blanca. -No, no. Est usted en un error. Me figuro que puede mejorarse el actual sabor del calabacn. Se le puede dar -puso los ojos en blanco- un bouquet... t-Por favor, tenga en cuenta que no se trata de un clarete. La palabra bouquet record al doctor Burton el vaso que tena a su lado. Bebi un sordo y lo palade. H -Es muy bueno este vino; tiene calidad -hizo un gesto de aprobacin con la cabeza-. Pero ese asunto de los calabacines... no hablar usted en serio? No querr decir... que est dispuesto a encorvarse... -con gesto de consternacin sus manos descendieron hasta su abultado estmago- a encorvarse para abonar esas cosas con estircol; alimentarlas con guedejas de lana empapadas en agua y todo lo dems que suele hacerse. -Al parecer, est usted muy enterado de cmo se cultivan los calabacines -argument Poirot. b -Durante mis estancias en el campo he visto cmo lo hacan los hortelanos. Pero, Poirot, vaya ocupacin! Compare eso -baj la voz hasta un tono insinuante- con un buen silln frente a una chimenea encendida, en una habitacin alargada y baja de techo, atestada de libros... debe ser una habitacin alargada, no cuadrada. Con muchos libros. Un vaso de oporto... y un libro abierto en la mano. El tiempo vuelve atrs cuando usted lee: 4De nuevo por su destreza,

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html @el vinoso mar el piloto endereza Vla rpida nave zarandeada por los vientos. Primero recit las estrofas en griego, con voz sonora, y luego las tradujo. -Desde luego al traducir, nunca puede uno llegar a compenetrarse con el verdadero espritu del texto original -coment. ^ Estaba tan entusiasmado que, de momento, se olvido de Poirot. Y ste, contemplando a su amigo, sinti una repentina duda... un remordimiento incmodo. Habra perdido algo? Le invadi la tristeza. S; debi trabar conocimiento con los clsicos... tiempo atrs. Ahora, por desgracia, era demasiado tarde. zEl doctor Burton interrumpi estos melanclicos pensamientos. -Y quiere usted decir que est realmente dispuesto a retirarse? -pregunt. -S. HEl doctor solt una risita apagada. &-No lo har -dijo. $-Le aseguro que... -No ser usted capaz de ello. Est demasiado interesado por su trabajo. n -No; de veras. Ya lo tengo todo dispuesto. Unos pocos casos mas; seleccionados especialmente, no todo lo que se presente, comprndame. Slo problemas que tengan un atractivo personal. 6El doctor Burton gesticul. -S; eso es lo que se dice siempre. Solamente un caso o dos; slo un caso ms y as sucesivamente. Su despedida no ser como la de una prima donna. Volvi a rer mientras se levantaba lentamente. Pareca un simptico enanito de pelo blanco. -Los de usted no son los trabajos de Hrcules -le dijo-. Son trabajos de su aficin. Ya ver usted como tengo razn. La apuesto lo que quiera a que dentro de dos meses est usted todava aqu y los calabacines no son ms -se estremeci- que simples calabacines. El doctor Burton se despidi de su amigo y sali de la rectangular y severa habitacin. | Paso por estas pginas para no volver a ellas. Solamente nos interesa lo que dej tras l; es decir, una idea. Porque despus de su marcha, Poirot volvi a sentarse y como en sueos, murmur :-Los trabajos de Hrcules... >mais oui, c'est une idee, a... Hrcules Poirot se hallaba al da siguiente repasando un grueso volumen encuadernado en piel y otros tomos ms delgados, a la vez que daba rpidos vistazos a varias hojas de papel escritas a mquina. La seorita Lemon, su secretaria, haba recibido instrucciones en el sentido de que hiciera acopio de referencias acerca de Hrcules. Y sin la menor muestra de curiosidad, porque era de las que no se extraan de nada, la eficiente secretaria haba llevado a cabo su trabajo. Poirot se zambull de cabeza en un revuelto mar de erudicin clsica referente en su mayora a Hrcules, clebre hroe que, despus de muerto, fue elevado a la categora de dios y recibi honores divinos. Hasta ah la cosa iba bien... pero despus no fue todo coser y cantar. Durante dos horas, Poirot ley sin descanso, hizo anotaciones, frunci el ceo y consult las notas escritas a mquina, as como los otros libros de referencia. Finalmente, se recost en su asiento y sacudi la cabeza. La disposicin de nimo que tuviera la noche anterior pareca haberse disipado. Qu gente! Hrcules, por ejemplo... un hroe! Y qu hroe! Qu otra cosa fue, ms que un tipo corpulento y musculoso, de escasa inteligencia e instintos criminales! Poirot se acord de un tal Adolphe Durand, un carnicero que fue juzgado en Lyon por el ao 1895; un individuo con la fuerza de un toro que haba asesinado a varios nios. La defensa aleg que su cliente padeca epilepsia, lo cual seguramente era cierto; mas a pesar de ello se discuti durante varios das si se trataba de grand mal o petit mal. Posiblemente

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Hrcules sufra de lo primero. Poirot movi negativamente la cabeza. Si ste era el concepto que los griegos tenan de un hroe, no poda compararse con la idea que del mismo sujeto se tiene en los tiempos modernos. Le sorprendi, adems, el conjunto de modelos clsicos. Aquellos dioses y diosas parecan tener tantos alias como cualquier criminal de nuestros das. No haba duda de que eran tipos de tendencias delictuosas. Alcoholismo, libertinaje, incesto, rapto, saqueo, homicidio, trampas... Lo suficiente para tener constantemente ocupado a un *jugue d'instruction. Nada de vida familiar respetable. Ni orden ni mtodo. Hasta en los crmenes que cometan se apreciaba la falta de esto ltimo. -Vaya con Hrcules! -dijo Poirot con acento desilusionado mientras se levantaba. h Mir con aprobacin todo lo que le rodeaba. Una habitacin cuadrada con buenos muebles modernos y hasta una escultura constituida por un cubo puesto sobre otro y, encima de ellos, uno hilos de cobre geomtricamente dispuestos. En mitad de aquella habitacin, relumbrante y ordenada, l mismo. Contempl su figura en el espejo. Un Hrcules moderno... muy distinto de aquel desagradable tipo desnudo, de abultados msculos, que blanda una porra. All estaba l, con su persona pequea y maciza, vestida con un correcto traje de calle y con un bigote... un bigote que Hrcules no hubiera soado nunca en poseer... un bigote magnfico, aunque algo sofisticado por la modernidad de los tiempos. Y, no obstante, entre Hrcules Poirot y el Hrcules clsico existan puntos de semejanza. Sin lugar a dudas, ambos fueron tiles librando al mundo de ciertas plagas. Cada uno de ellos poda considerarse como benefactor de la sociedad en que haba vivido. Al marcharse, la noche anterior, el doctor Burton haba dicho: Los de usted no son los "trabajos" de Hrcules... Pero el viejo fsil se haba equivocado en eso. Podan volver a ejecutarse los Trabajos de Hrcules... de un Hrcules moderno! Una ingeniosa y divertida chifladura! En el perodo precedente a su retirada del oficio aceptara doce casos; ni uno ms ni uno menos. Y estos doce problemas los escogera l de forma que tuvieran cierto parecido con los doce trabajos que llev a cabo Hrcules. S; aquello no sera solamente divertido, sino artstico y espiritual. Poirot cogi el Diccionario Clsico y volvi a enfrascarse en la lectura de la mitologa. No tena la intencin de seguir puntualmente los pasos de su prototipo. Nada de mujeres, ni hablar de la camisa de Neso... Solamente los Trabajos. |El primero de ellos, por lo tanto, sera el del len de Nemea. -El len de Nemea -repiti, paladeando, saboreando con fruicin las palabras. Como era lgico no esperaba que se le presentara un caso en que tuviera que vrselas con un len de carne y hueso. Sera mucha coincidencia que la Direccin del Parque Zoolgico le encargase resolver un problema relacionado con un autntico len. No; tena que tratarse de una cosa simblica. El primer caso poda referirse a una clebre figura pblica, algo sensacional y de gran importancia! Un criminal de campanillas... o alguien que fuera como un len, para la opinin publica. Cualquier conocido escritor, o un poltico, o un pintor... y por qu no poda ser alguien perteneciente a la realeza? "Le gust la idea. ` No deba tener prisa... Esperara... esperara a que se le presentara aquel caso de tanta importancia que iba a ser el primero de los Trabajos que l mismo se haba impuesto. "captulo primero EL LEN DE NEMEA Tena plena confianza en la seorita Lemon. Era una mujer sin imaginacin,

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html pero posea un instinto certero. Cualquier cosa que ella calificaba como digna de consideracin, lo era por regla general. Haba nacido para ser secretara. 1 -Alguna cosa interesante, seorita Lemon? -pregunt Poirot cuando entr en su despacho a la maana siguiente. -No hay mucho, monsieur Poirot. Slo una carta que me figuro le interesar. La puse encima de las dems. T-De qu se trata? -pregunt el detective. -Es de un seor que le ruega investigue la desaparicin de un perrito pequins propiedad de su esposa. Poirot se detuvo con un pie en el aire. Lanz una mirada de profundo reproche a la seorita Lemon, pero ella no se dio cuenta. Haba empezado a teclear en la mquina de escribir y lo haca con la rapidez y precisin de una ametralladora. F Poirot estaba sorprendido; sorprendido y amargado. La seorita Lemon, la eficiente secretaria, le haba decepcionado. Un perrito pequins! Despus del sueo que tuvo la noche anterior, en el que se vio saliendo del Palacio de Buckingham, adonde fue llamado para recibir personalmente el agradecimiento real... Fue una lstima que su criado entrara en aquel momento en el dormitorio para servirle el chocolate matutino. Estuvo a punto de proferir unas expresiones satricas y mordaces. No las profiri porque la seorita Lemon no las hubiera odo, de todas formas, dada la rapidez y eficacia con que estaba escribiendo a mquina. " Poirot lanz un gruido de disgusto y cogi la carta colocada sobre el montoncito que su secretaria haba formado en uno de los lados de la mesa. S; era exactamente como haba dicho la seorita Lemon. Unas seas de la capital y una peticin concisa y ruda, en trminos comerciales. Su objeto: el secuestro de un perrito pequins. Uno de esos caprichos de ojos saltones que las damas ricas acostumbran mimar con exceso. Los labios de Hrcules Poirot se fruncieron al leer aquello. No era ninguna cosa desacostumbrada. Nada fuera de lugar, o... s, s; en un pequeo detalle la seorita Lemon tena razn. Haba algo que no era corriente. ` Poirot tom asiento y ley la carta con detenimiento. No era la clase de asunto que quera ni que se haba prometido l mismo. No era un caso importante bajo ningn aspecto; no revesta significacin alguna: No era... y aqu radicaba el punto crucial de su objecin... un apropiado Trabajo de Hrcules. V Pero por desgracia, senta curiosidad... Levant la voz hasta el punto en que la seorita Lemon pudiera orle por encima del ruido que produca con la mquina de escribir. -Telefonee a sir Joseph Hoggin -orden-, y pregntele a qu hora me recibir en su despacho. pComo de costumbre, la seorita Lemon haba tenido razn. -Yo soy un hombre sencillo, seor Poirot -dijo sir Joseph Hoggin. F El detective hizo un gesto comprensivo con la mano derecha. Con ella quera expresar, si as se prefiere, su admiracin por la vala de la carrera que haba hecho sir Joseph, al tiempo que apreciaba la modestia del caballero al describirse de tal forma. Tambin poda haber significado una elegante desestimacin de dicho calificativo. Pero en cualquier caso, no permita entrever el pensamiento que dominaba entonces en la mente de Hrcules Poirot. Sir Joseph, sin duda alguna era (utilizando el trmino en su sentido ms familiar) un hombre de lo ms sencillo. Los ojos del detective se fijaron en los abultados carrillos, en los diminutos ojos porcinos, en la nariz grande y bulbosa y en la boca de labios finos y apretados que posea su interlocutor. Todo el conjunto le recordaba a alguien; pero de momento, no pudo precisar. Un recuerdo le turbaba tenazmente. Haca mucho tiempo... en Blgica... algo relacionado con jabn...

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html (Sir Joseph continu: -No me gustan las fiorituras ni quiero andarme por las ramas. Mucha gente, seor Poirot, ni se hubiera preocupado por este asunto. Lo hubiera anotado como un crdito incobrable y se hubiera olvidado de l. Pero Joseph Hoggin no es de sos. Soy un hombre rico... y, por decirlo as, doscientas libras ni me van ni me vienen... -Ya s que es usted una celebridad dentro de su profesin -observ sir Joseph con franqueza-. Hice unas cuantas averiguaciones y comprob que es usted el mejor hombre de que puedo disponer. Quiero llegar al fondo de esta cuestin y no me importa lo que valga. Por eso he acudido a usted. L-Ha tenido mucha suerte -dijo Poirot. L-Eh? -volvi a preguntar sir Joseph. -Muchsima suerte -prosigui Poirot con firmeza-. Puedo decir, sin pecar de inmodestia, que me hallo en la cspide de mi carrera. Quiero retirarme dentro de poco para vivir en el campo, viajar y ver mundo; y tambin, tal vez, para cultivar mi jardn y dedicar preferente atencin a mejorar la calidad de los calabacines. Son unas hortalizas magnficas... pero carecen de sabor. Mas sta no es la cuestin. Deseaba tan slo explicarle que antes de retirarme he de llevar a cabo cierta tarea que me he impuesto. He decidido aceptar doce casos... ni ms ni menos. Una especie de Trabajos de Hrcules, si me permite que se lo diga as. Su caso, sir Joseph, es el primero de los doce, y me atrae -suspir- por su sorprendente falta de importancia. J-Importancia? -pregunt sir Joseph. -No; dije por su falta de importancia. Mis servicios han sido requeridos para investigar asesinatos, muertes inexplicables, atracos y robos de joyas. Pero sta es la primera vez que se me llama para que emplee mi talento para aclarar el secuestro de un perrito pequins. NEl financiero lanz un gruido y dijo: -Me sorprende usted! Hubiera jurado que a causa de su profesin le haban importunado muchas mujeres con cosas de sus perros favoritos. -En eso tiene razn. Pero es sta la primera ocasin en que me llama el marido de una de esas mujeres para que me ocupe del caso. ~Los ojillos de sir Joseph lo miraron con expresin calculadora. -Empiezo a comprender las alabanzas que de usted me hicieron. Es usted un hombre muy sagaz, seor Poirot -dijo. *El detective murmur: n-Cunteme lo que ocurri. Cundo desapareci el perro? Tartamudeando ligeramente dijo: -He venido a verle, seor Poirot, para hacerle una peticin bastante extraa. Y ahora que estoy aqu, casi me inclino a no seguir adelante. Pues ahora me doy perfecta cuenta de que es un asunto sobre el cual posiblemente

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html nadie pueda hacer nada. -Respecto a ese punto, permtame que sea yo el que opine -observ Poirot. &Oldfield refunfu: H-No s por qu pens que tal vez... PCall y Hrcules Poirot acab la frase: -Que tal vez se le pudiera ayudar? Muy bien, quiz pueda ser as. Cunteme su problema. " Oldfield se irgui y Poirot se dio cuenta de nuevo de cuan preocupado pareca aquel hombre. Con un tono desesperanzado en su voz, Oldfield dijo: < -No sacara ningn provecho acudiendo a la polica... No podra hacer nada. Y sin embargo... cada da que pasa empeora la situacin. Yo... no s qu hacer... 0-Qu es lo que empeora? x -Los rumores... Es muy sencillo, seor Poirot. Hace poco ms de un ao muri mi mujer. Estuvo enferma durante algunos aos. Y ahora dicen... todos dicen que yo la mat... que la envenen! -Aja! -exclam el detective-. Y la envenen usted en realidad? r-Seor Poirot! -exclam el doctor Oldfield levantndose. & -Clmese. Tome asiento otra vez. Tenemos pues, que usted no envenen a su seora. Usted practica la medicina en un distrito rural, segn supongo... V-S. En Market Loughborough, en Berkshire. Siempre estuve seguro de que era un pueblo donde la gente se dedicaba en gran escala a la murmuracin, mas nunca llegu a suponer que llegaran a tal extremo -adelant un poco la silla en que estaba sentado-. No puede usted imaginar lo que he tenido que pasar, seor Poirot. Al principio no me di cuenta de lo que suceda. Notaba que la gente se mostraba menos cordial, que exista cierta tendencia a evitar todo encuentro conmigo..., pero todo lo achacaba a mi reciente desgracia familiar. Luego, la cosa se hizo ms patente. Hasta en la calle, la gente cambiaba de acera para no hablar conmigo. Cada da acuden menos pacientes a mi consultorio. Adonde quiera que vaya tengo la sensacin de que se habla en voz baja; de que ojos hostiles me vigilan, mientras las lenguas maliciosas van vertiendo su veneno mortal. He recibido una o dos cartas... repugnantes. BHizo una pausa y luego prosigui: f -Y... y yo no s qu podra hacer para evitarlo. No s cmo he de luchar contra esto... contra este tejido de mentiras y sospechas. Cmo se puede refutar una cosa que nunca se dice cara a cara? Soy impotente... no puedo encontrarle una salida a esto... y lenta y despiadadamente me estn buscando la ruina. HPoirot afirm con aspecto pensativo. n -S. El rumor es exactamente igual que la hidra de Lerna, que tena nueve cabezas y no poda ser destruida, porque tan pronto se le cortaba una de ellas, nacan dos para reemplazarla. P -Eso es -convino el doctor Oldfield-. No puede hacerse nada... nada! Vine a verle, contando con usted como ltimo recurso..., pero no creo que pueda hacer algo por m. Hrcules Poirot permaneci callado durante unos instantes y luego observ: h -No dira yo tanto. Su problema me interesa, doctor Oldfield. Me gustara destruir el monstruo policfalo. Pero antes de ello, cunteme algo ms sobre las circunstancias que dieron lugar a tan maliciosa murmuracin. Segn me ha dicho, su seora muri hace poco ms de un ao. Cul fue la causa de su muerte? *-Una lcera gstrica. 2-Se le hizo la autopsia? -No. Vena padeciendo de trastornos gstricos desde haca bastante tiempo. Poirot asinti. | -Y los sntomas de una inflamacin gstrica, y los del envenenamiento por arsnico son muy parecidos... Un hecho que todo el mundo sabe hoy en da. Durante los diez ltimos aos se han producido, por lo menos, cuatro sensacionales casos de asesinato, y en cada uno de ellos, la vctima ha sido enterrada sin que se sospechara nada, achacndose la muerte, en el certificado

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html de defuncin, a desrdenes gstricos. Su seora era ms joven que usted? B-No. Tena cinco aos ms que yo. b-Haca mucho tiempo que estaban ustedes casados? -Quince aos. >-Dej algunos bienes al morir? -S. Estaba en muy buena posicin econmica. Dej aproximadamente unas treinta mil libras. T-Una suma muy bonita. Se la leg a usted? -S. d-Estaba usted en buenas relaciones con su esposa? -Claro que s. 8-Nada de peleas ni escenas? L-Bueno... -Charles Oldfield titube-. Mi esposa era lo que se pudiera llamar una mujer de trato difcil. Estaba enferma y se preocupaba mucho por su salud. Por lo tanto, tenda siempre a enojarse y a no encontrar nada a su gusto. Haba das en que nada de lo que yo hiciera la complaca. DPoirot asinti de nuevo y coment: -S; ya conozco a esa clase de mujeres. Se quejara, posiblemente, de que no la cuidaba; de que se la despreciaba... de que su marido estaba cansado de ella y de que se alegrara cuando muriera. La cara de Oldfield reflej la verdad encerrada en las conjeturas del detective. l-Lo ha comprendido usted exactamente -dijo, sonriendo. "Poirot prosigui: -La cuid alguna enfermera? O una seora de compaa? O, tal vez, una criada de confianza? -Una enfermera fija. Una mujer muy sensata y competente. No creo que sea ella quien haya empezado las habladuras. - Le bon Dieu ha dado lengua hasta a las personas ms sensatas y competentes... y no siempre la emplean con cordura. No tengo ninguna duda de que la enfermera habl, de que hablaron los criados, y de que habl todo el mundo! Ah tiene usted todos los materiales que se requieren para iniciar un sabroso escndalo pueblerino. Y ahora le voy a preguntar otra cosa. Quin es ella? -No lo comprendo -el doctor Oldfield enrojeci a impulsos de su irritacin. 4Poirot coment suavemente: -Yo creo que me ha entendido muy bien. Le estoy preguntando por la dama con quien su nombre se ha visto mezclado. El doctor Oldfield se levant. La expresin de su cara era fra y dura. R-No existe ninguna dama en el caso -dijo- . Siento mucho, monsieur Poirot, haberle hecho perder tanto tiempo. 6Se dirigi hacia la puerta. > -Yo tambin lo siento -observ Poirot-. Su caso me interesa. Me hubiera gustado ayudarle, pero no puedo hacer nada, a menos que me cuente usted toda la verdad. *-Ya se la he dicho... -No... HEl mdico se detuvo y dio la vuelta. -Por qu insiste en que hay una mujer relacionada con el asunto? -$Mon cher docteur, cree acaso que no conozco la mentalidad femenina? Las murmuraciones de los pueblos se basan siempre en las relaciones entre un hombre y una mujer. Si un hombre envenena a su esposa con el fin de poder hacer un viaje al Polo Norte, o para disfrutar de la paz que depara la vida de soltero... no hay cuidado de que sus convecinos se tomen el menor inters por l. Pero cuando estn convencidos de que el asesinato se cometi con el fin de que el hombre pudiera casarse con otra mujer, las habladuras crecen y circulan. Eso es psicologa elemental. @Oldfield replic con irritacin: -Yo no soy responsable de lo que piensen un hatajo de malditos murmuradores! (-Desde luego que no.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html "Poirot prosigui: -Por consiguiente, debe usted volver a tomar asiento y contestar a la pregunta que le hice antes. Lentamente, casi con repugnancia, el mdico volvi a ocupar su asiento. 8Ruborizado en extremo, dijo: -Me figuro que tal vez hayan hablado acerca de la seorita Moncrieffe. Jean Moncrieffe es mi ayudante; una muchacha muy agradable. \-Ha trabajado durante mucho tiempo con usted? -Tres aos. J-Le resultaba simptica a su esposa? >-Ejem..., pues no; no del todo. 0-Estaba celosa de ella? .-Hubiera sido absurdo! Poirot sonri. -Los celos de las mujeres casadas son proverbiales. Pero le dir algo ms. Basndome en mi experiencia puedo asegurar que los celos, por inmotivados y extravagantes que parezcan, siempre estn fundados en hechos reales. Existe un aforismo comercial que dice que el cliente siempre tiene razn, verdad? Pues bien, lo mismo ocurre con el marido o la esposa que sienten celos. Por pequeas e inconcretas que sean las pruebas, fundamentalmente siempre tienen razn. pEl doctor Oldfield replic con enrgico y seguro acento: -Simplezas! En ninguna ocasin le dije a Jean Moncrieffe cosa alguna que no pudiera or mi esposa. < -Tal vez. Pero eso no altera la veracidad de cuanto le acabo de decir -Hrcules Poirot se inclin hacia delante y con voz apremiante aadi-: Doctor Oldfield, voy a hacer cuanto pueda en este caso. Pero necesito que me sea usted absolutamente franco, sin preocuparse de las apariencias convencionales o sus propios sentimientos. No es verdad que dej de gustarle su mujer desde cierto tiempo antes de que muriera? @El mdico no replic en seguida. B -Eh... este asunto acabar conmigo -dijo al fin-. Pero debo tener esperanza. De cualquier forma, presiento que ser usted capaz de hacer algo por m. Ser sincero con usted, monsieur Poirot. Mi mujer no me gust nunca. Segn creo, fui para ella un buen marido, pero jams estuve enamorado. P-Y por lo que respecta a esa muchacha? XUn tenue sudor cubri la frente del mdico. -Le... le hubiera pedido que se casara conmigo hace tiempo, a no ser por todo el escndalo y las habladuras que se han producido -confes. @Poirot se recost en su asiento. x-Por fin hemos llegado a los hechos verdaderos! -coment-. Eh bien, doctor Oldfield: me encargar de su caso. Pero recuerde que lo que sacar a la luz ser la verdad pura y simple. >Oldfield contest con amargura: R-No ser la verdad lo que me perjudique! FTitube un instante y luego aadi: 2 -Sepa usted que estuve considerando la posibilidad de presentar una demanda por difamacin. Si pudiera atribuir una acusacin concreta a alguien, tal vez mi nombre fuera vindicado. Algunas veces he pensado en ello... mas en otras creo que tal proceder slo servira para empeorar las cosas; dar mayor publicidad al asunto y hacer que la gente dijera: No se ha podido probar nada, pero cuando el ro suena... Mir a Poirot. -Dgame, con franqueza, hay algn modo de poder salir de esta pesadilla? v-Siempre existe una manera adecuada -contest el detective. 2 |-Nos vamos al campo, George -dijo Hrcules Poirot a su criado. h-De veras, seor? -replic el imperturbable George.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -Y el objeto de nuestro viaje es destruir un monstruo de nueve cabezas. v-De veras, seor? Algo parecido al monstruo de Loch Ness? -No tan palpable como eso. No me refiero a un animal de carne y hueso, George. 0-No le comprend, seor. -Sera mucho ms fcil si el monstruo fuera un ser real. No hay nada tan intangible y tan elusivo como el origen de una calumnia. -Desde luego, seor. A veces es difcil precisar cmo empiezan esas cosas. -Exactamente. ` Hrcules Poirot no se hosped en casa del doctor Oldfield. Lo hizo en la posada del pueblo. A la maana siguiente de su llegada, tuvo su primera entrevista con Jean Moncrieffe. Era una muchacha alta de cabello cobrizo y de firmes ojos azules. Daba la sensacin de estar siempre vigilante y en guardia contra los dems. -De modo que el doctor Oldfield acudi a usted... Ya saba que pensaba hacerlo. Poirot pregunt tranquilamente: >-Tiene usted enemigos, seora? 2Ella lo mir sorprendida. .-Enemigos? No lo creo. VEl detective coment con aspecto pensativo: 2-Yo creo que los tiene... $Y luego prosigui: -Tendr usted valor, seora? Se prepara una gran campaa contra su marido y contra usted misma. Debe estar dispuesta a defenderse. -Pero lo mo no importa. Es solamente por Edward! -exclam ella.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -El uno incluye al otro, seora. Recuerde que es usted la mujer del Csar. Vio cmo la mujer palideca y se inclinaba hacia delante para preguntar: B-Qu es lo que pretende decirme? 3 6Percy Perry, el editor del X-ray News, Nestaba sentado ante su mesa de trabajo. JEra bajito y tena cara de comadreja. rCon voz suave y untuosa estaba diciendo en aquel momento: -Les vamos a sacar todos los trapos sucios. Estupendo, estupendo! Su segundo, un joven flaco que usaba gafas, pregunt intranquilo: 2-No est usted nervioso? -Por si emplean mtodos violentos? Ellos no son de sos. No tienen suficiente carcter. Y si lo hicieran no les aprovechara de nada. Es imposible, dada la forma con que lo hemos preparado todo, tanto aqu como en el Continente y en Amrica. "El otro contest: -Deben encontrarse en un buen apuro. No cree que intentarn algo? T-Mandarn a alguien para que parlamente... dSon un zumbador y Percy Perry cogi el auricular. l-Quin ha dicho? -pregunt-. Est bien; hgalo pasar. FDej el auricular e hizo una mueca. -Han contratado a ese polizonte belga. Vendr para llevar a cabo su parte en el programa. Querr saber si estamos dispuestos a negociar. Hrcules Poirot entr en el despacho. Iba elegantemente vestido y llevaba una camelia blanca en el ojal. -Encantado de conocerlo, seor Poirot -dijo Percy Perry-. Va usted al Royal Enclosure de Ascot? No? Perdone, me equivoqu. -Me lisonja usted -contest el detective-. Slo pretendo tener un buen aspecto. Eso tiene mayor importancia -pase la mirada por la cara del editor y su desaliado traje- cuando uno tiene pocas ventajas naturales. 8Perry pregunt con sequedad: 0-Para qu quera verme? Poirot se inclin hacia delante, se dio un golpe en la rodilla y dijo con alegre sonrisa: -Chantaje. L-Qu diablos quiere decir? Chantaje? 8 -He odo... me lo ha contado un pajarito... que en ocasiones ha estado usted a punto de publicar ciertas manifestaciones verdaderamente perjudiciales en su spirituel @ peridico... aunque luego se ha producido un pequeo incremento en el saldo de su cuenta corriente y... al final no llegaron a publicarse tales manifestaciones. Poirot se recost en su asiento y movi la cabeza, como satisfecho por lo que acababa de decir. -Se da usted cuenta de que lo que ha insinuado representa una calumnia? HPoirot sonri con aire de seguridad. h-Estoy seguro de que usted no se ofender por ello. -Claro que me ofendo! Y respecto al chantaje, no existe ninguna prueba de que lo haya practicado con nadie. - No, no. Estoy seguro de ello. No me ha comprendido. No lo estoy amenazando. Quera tan slo llegar a una simple pregunta. Cunto? x-No s de qu me est usted hablando! -replic Percy Perry. `-Un asunto de importancia nacional, seor Perry. >Cambiaron una expresiva mirada. -Soy un reformador, seor Poirot -dijo el editor-. Quiero aclarar la poltica de este pas. Me opongo a toda corrupcin. Conoce usted el estado actual de la poltica? Exactamente igual que los establos de Augas. -Caramba! -exclam Hrcules Poirot-. Tambin usa usted la misma frase. -Y lo que hace falta -prosigui Perry- para limpiar esos establos es la

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html corriente impetuosa y purificadera de la opinin pblica. 0El detective se levant. @-Aplaudo sus sentimientos -dijo. Y aadi: Z-Es una lstima que no necesite usted dinero. BPercy Perry contest con rapidez: j-Oiga, espere un momento. Yo no dije eso exactamente. 8Pero Poirot haba salido ya. En vista de los hechos que sucedieron despus, su pretexto para obrar as, segn dijo, fue que no le gustaban los chantajistas. 4 Everitt Dashwood, el joven y alegre miembro de la redaccin del peridico The Branch, golpe Zafectuosamente la espalda de Hrcules Poirot. -Hay varias clases de basura, amigo mo -dijo-. La ma es basura limpia. z-No le estaba insinuando que fuera igual a la de Percy Perry. -se es un condenado chupptero. Una mancha en nuestra profesin. Si pudiramos ya lo habramos hundido. -Pues sucede -explic Poirot- que en este momento me encargo de un pequeo asunto consistente en aclarar un escndalo poltico. -Quiere limpiar los establos de Augas, eh? -le dijo Dashwood-. Demasiado pesado para usted. La nica forma de hacerlo sera desviando el Tmesis para que se llevara por delante el Parlamento. n-Es usted un cnico -repiti Poirot moviendo la cabeza. F-Conozco el mundo; ni ms ni menos. 2 -Creo que es usted el hombre que necesito -dijo el detective-. Es atrevido, tiene espritu deportivo y le gustan las cosas que se salgan de lo corriente. La joven contest de mala gana: -Hubo cierto revuelo acerca de unas ovejas... aparecieron con el cuello cortado. Oh, fue horrible! Pero todas ellas pertenecan a un granjero que tiene fama de tacao. La polica crey que se trataba de alguien que le tena ojeriza. :-No cogieron al que lo hizo? -No. >Y la chica aadi furiosamente: 8-Pero si piensa usted que... DPoirot levant una mano y observ: -No tiene usted idea de lo que estoy pensando. Dgame, consult su novio con un mdico? r-No. Estoy segura de que no lo hizo; me lo hubiera dicho. P-Acaso no era lo mejor que poda hacer? .Diana replic despacio: J-No quiere... Aborrece a los mdicos. -Y su padre? -No creo que su padre tenga mucha fe en ellos. Dice que son una pandilla de charlatanes y negociantes. -Y qu tal aspecto tiene el almirante? Se encuentra bien? Es feliz? >La joven contest con voz baja: P-Ha envejecido terriblemente en... en... -En un ao? j-S. Es una ruina... una sombra de lo que fue antao. Poirot asinti. D-Aprobaba el noviazgo de su hijo? * -Oh, s. Las tierras de mi familia lindan con las suyas. Hemos vivido all durante generaciones. Se alegr muchsimo cuando Hugh y yo nos prometimos. -Y ahora, qu dijo cuando se enter de que haba roto el compromiso? :La voz de la muchacha tembl.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -Le encontr ayer por la maana. Estaba mortalmente plido. Me cogi las manos entre las suyas y me dijo: Ya s que esto es muy duro para ti, hija ma. Pero el chico hace lo que debe... la nica cosa que puede hacer. h-Y, por lo tanto -coment Poirot-, acude usted a m. Ella asinti. b-Puede usted hacer algo? -pregunt desasosegada. -No lo s -replic el detective-. Pero, por lo menos, puedo ir all y verlo todo personalmente. 2 El aspecto fsico de Hugh Chandler fue lo que ms impresion a Poirot. Alto, magnficamente proporcionado, con un formidable pecho, anchas espaldas y cabellera de matiz leonado. Se vea que rebosaba fuerza y vitalidad. Al llegar Diana a su casa, junto con Poirot, telefone inmediatamente al almirante Chandler y a continuacin ella y el detective se dirigieron a Lyde Manor, donde encontraron el t esperndolos en la terraza, y con el t, a tres hombres. All estaba el almirante de pelo blanco, envejecido; con los hombros encorvados como si soportaran una carga excesiva; de ojos oscuros y angustiados. Su amigo, el coronel Frobisher, ofreca un fuerte contraste con l. Un hombrecillo reseco y fuerte, de pelo rojizo que blanqueaba en las sienes. Inquieto, irascible, arisco como un fox terrier, y con un par de ojillos en los que brillaba la astucia. Tena la costumbre de fruncir las cejas al tiempo que inclinaba y adelantaba la cabeza, mientras miraba con aquellos ojos sagaces a su interlocutor. El otro hombre era Hugh. h-Buen ejemplar, verdad? -dijo el coronel Frobisher. Habl en voz baja al darse cuenta de que Poirot contemplaba detenidamente al joven. El detective asinti con la cabeza. Estaba sentado junto a Frobisher. Los otros tres haban colocado sus sillas al extremo opuesto de la mesa y conversaban animadamente, aunque de una forma algo artificiosa. V -S; es magnfico -murmur Hrcules Poirot-. Magnfico... Un toro joven. Puede decirse que es el toro dedicado a Poseidn... Un perfecto ejemplar de vigorosa masculinidad. D-Parece bastante robusto, verdad? Frobisher suspir. Sus agudos ojillos se volvieron y contemplaron a Hrcules Poirot. Al cabo de un rato, dijo: J-S quin es usted y a qu se dedica. ,-No es ningn secreto. Poirot agit una mano con gesto majestuoso. Pareci dar a entender que no viajaba de incgnito, sino bajo su verdadero nombre. ZDespus de unos instantes, Frobisher pregunt |-Le ha trado la muchacha para que se encargue... del asunto? -Del asunto? -Lo del joven Hugh... S; ya veo que lo sabe todo. Mas lo que no acabo de comprender es por qu acudi la chica a usted... Tal vez no pens que estas cosas caen fuera de su esfera de accin; que un mdico estara mucho ms indicado. -Yo me encargo de todo lo que se presente... Se sorprendera usted si supiera de la diversidad de casos en que he intervenido. -Lo que quise decir es que no comprendo del todo qu espera ella de usted. r-La seorita Maberly es una luchadora tenaz -dijo Poirot. xEl coronel Frobisher hizo un caluroso gesto de asentimiento. -S; lo es. Una chica excelente. No se rinde jams; pero de todas formas, ya sabe usted que hay cosas contra las que no es posible luchar... tSu cara tom de pronto una expresin envejecida y cansada. pPoirot baj la voz todava ms y murmur discretamente : -Tengo entendido que se han dado casos de demencia en la familia, no es eso? El otro asinti. -Algn caso de vez en cuando -dijo-. Por lo general, media una generacin o

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html dos entre ellos. El abuelo de Hugh fue el ltimo. Poirot dirigi una rpida mirada hacia donde estaban los otros tres. Diana llevaba la conversacin, rindose y haciendo burla de Hugh. Cualquiera hubiera asegurado que ninguno de ellos tenan la menor congoja que los turbara. -En qu forma se presenta la locura? -pregunt suavemente el detective. -El abuelo se volvi loco furioso al final. Hasta los treinta aos no dio seal alguna de ello... era perfectamente normal. Pero luego empez a volverse loco. Hasta que la gente se dio cuenta de ello y gran cantidad de rumores empezaron a circular por ah. Despus ya se cont que estaban ocurriendo cosas que se trataba de ocultar. Bueno -se encogi de hombros-, acabo ms loco que un cencerro. Pobre diablo! Pero tena manas homicidas y tuvieron que encerrarlo. LHizo una corta pausa y luego continu: -Creo que vivi muchos aos... Eso es lo que teme Hugh. Por ello no quiere que le vea un doctor. Tiene miedo de que lo encierren para toda la vida. No lo censuro por ello, pues yo pensara igual si me encontrara en su situacin. F-Y qu dice el almirante Chandler? -Esto le ha destrozado por completo -contest Frobisher con sequedad. D-Est muy encariado con su hijo? ( -Por completo. Su mujer pereci en un accidente martimo cuando el muchacho tena solamente diez aos. Desde entonces no vivi ms que para su hijo. 6-Quera mucho a su esposa? -La adoraba. No solamente l, sino todos los que la conocan. Era... una de las mujeres ms agradables que he conocido en mi vida -call durante unos instantes y despus pregunt repentinamente-: Le gustara ver su retrato? -Me encantara. Frobisher empuj hacia atrs la silla y se levant. Con voz alta anunci: -Charles, voy a ensearle unas cuantas cosas al seor Poirot. Es un entendido en la materia. El almirante levant una mano con gesto vago. Frobisher cruz la terraza y Poirot lo sigui. La cara de Diana se despoj por un instante de su mscara alegre y pareci expresar una pregunta llena de congoja. Hugh levant tambin la cabeza y lmir fijamente al hombrecillo de los negros mostachos. El detective entr en la casa junto con Frobisher. Al principio le pareci todo tan oscuro, debido al sbito cambio desde la brillante luz del sol, que con dificultad pudo distinguir las cosas. Pero se dio cuenta de que la casa estaba llena de objetos antiguos y hermosos. El coronel Frobisher le condujo hasta la Galera de Pinturas. De las artesonadas paredes pendan los retratos de los Chandler desaparecidos haca ya tiempo. Caras austeras y alegres; hombres vestidos de etiqueta o con uniforme de marino. Mujeres engalanadas. xFrobisher se detuvo ante un retrato, al final de la Galera. P-Pintado por Orpen -dijo... speramente. j Representaba la figura de una mujer de alta estatura, que con una mano sujetaba el collar de un galgo. Tena el cabello de color castao claro y una expresin de radiante vitalidad. -El muchacho es su vivo retrato -coment el coronel-. No lo cree usted? ,-En algunas cosas, s. -El chico no tiene su delicadeza, desde luego... ni su femineidad. Es una edicin masculina... pero en todas las partes esenciales... -su voz se quebr-. Lstima que heredara de los Chandler la nica cosa sin la cual hubiera ido mejor... Ambos guardaron silencio. El aire alrededor de ellos pareca tener un hlito de melancola. Como si los difuntos Chandler lamentaran la tara que llevaban en la sangre y que sin saberlo se pasaba de unos a otros... J Hrcules Poirot volvi la cabeza para mirar a su acompaante. George Frobisher contemplaba todava a la hermosa mujer del cuadro. Y el detective dijo con tono suave: 8-La conoca ntimamente...? &Frobisher balbuce:

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -Siempre estbamos juntos cuando ramos nios. Luego me destinaron al Ejrcito en la India, como subalterno... Ella tena entonces diecisis aos, y cuando regres... se haba casado con Charles Chandler. 4-Lo conoca tambin a l? -Charles es uno de mis ms viejos amigos. Es mi mejor amigo y siempre lo ha sido. \-Despus que se casaron... los vea a menudo? -Sola pasar aqu casi todos mis permisos. Esta casa ha sido para m como un segundo hogar. Charles y Caroline siempre me tenan preparada una habitacin -enderez los hombros, y de pronto adelant la cabeza con aire belicoso- . Por eso estoy ahora aqu; para ayudar en lo que haga falta. Si Charles tuviera necesidad de m... Aqu me tendr. pLa sombra de la tragedia se cerni otra vez sobre ellos. v-Qu opina usted... acerca de todo esto? -pregunt Poirot. Frobisher se mantuvo erguido. Sus cejas se abatieron sobre los ojos. @ -Creo que cuanto menos se hable de ello, mejor. Y para serle franco, no s qu es lo que hace usted aqu, seor Poirot. No veo la razn de que Diana le trajera. -Est usted enterado de que ha sido roto el compromiso entre Diana y Hugh Chandler? "-S; ya lo saba. 8-Y conoce la razn de ello? >Frobisher replic con sequedad: -No tengo ni la menor idea. Los jvenes arreglan estas cosas entre ellos. No debe uno mezclarse. -Hugh le dijo a Diana que no tena ningn derecho a casarse con ella, porque iba a volverse loco. bVio cmo el sudor perlaba la frente de Frobisher. -Es que no hay ms remedio que hablar de este maldito asunto? -exclam el coronel-. Qu cree usted que puede hacer? Hugh se ha portado como deba. No tiene la culpa de ello; es herencia... grmenes embrionarios... clulas cerebrales... Pero una vez que el chico lo ha sabido, qu otra cosa poda hacer ms que romper el compromiso? Es algo que debe llevarse a cabo, tanto si se quiere como si no. V-Si pudiera llegar a convencerme de ello... :-Fese de lo que le he dicho. :-Pero si no me ha dicho nada. X-Ya le advert que no quera hablar de esto. -Por qu oblig el almirante Chandler a su hijo a que abandonara la armada de tan sbita manera? B-Porque no poda hacer otra cosa. ,-Pero, por qu razn? VFrobisher sacudi obstinadamente la cabeza. Poirot murmur: -Tuvo algo que ver con unas cuantas ovejas que aparecieron degolladas? DEl otro habl con acento colrico. H-Por lo visto ya oy hablar de ello. $-Diana me lo dijo. `-Esa chica hubiera hecho mejor cerrando la boca. V-Pues ella no cree que esto sea conclusivo. -No sabe nada. 0-Qu es lo que no sabe? \De mala gana y con enfado, Frobisher contest: -Est bien; ya que de todas formas ha de enterarse... Cierta noche, Chandler oy un ruido y pens que alguien haba entrado en la casa. Sali a ver qu ocurra y se encontr con que la luz de la habitacin de su hijo estaba encendida. Chandler entr y vio a Hugh dormido en la cama; profundamente dormido, sin desvestir. Tena las ropas llenas de sangre y el lavabo rebosaba de ella. Su padre no pudo despertarlo y a la maana siguiente se enter de que haban encontrado a unas cuantas ovejas degolladas. Pregunt a Hugh, pero el

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html muchacho no saba nada. No recordaba haber salido de casa, aunque se encontraron sus zapatos, manchados de barro, junto a la puerta trasera. No pudo explicar tampoco el origen de la sangre que llenaba el lavabo. No saba nada de lo que haba pasado. El pobre chico no estaba enterado entonces de lo que estaba ocurriendo. & Charles me vino a buscar y me lo cont todo -continu el coronel- Qu era lo mejor que se poda hacer? Luego sucedi otra vez... tres noches despus. Posteriormente... bueno; ya puede imaginrselo. El chico tuvo que abandonar el servicio. Viviendo aqu al lado de su padre, ste poda vigilarlo mejor. No poda arriesgarse a que causara un escndalo en la Armada. Era la nica cosa que se poda hacer. P-Y desde entonces...? -pregunt Poirot. >Frobisher replic con aspereza: -No voy a responder a ninguna pregunta ms. No cree usted que Hugh conoce mejor lo que le est pasando? Poirot no contest. Como de costumbre, no estaba dispuesto a admitir que alguien supiera una cosa mejor que Hrcules Poirot. 3 | Cuando llegaron al vestbulo encontraron al almirante Chandler que entraba en aquel momento. El hombre se detuvo en el umbral, su negra silueta recortada sobre la brillante luz del exterior. BCon voz baja y malhumorada, dijo: -Oh!, estaban ustedes ah... Quisiera hablar con usted, seor Poirot. Venga a mi despacho. < Frobisher sali a la terraza y el detective sigui al almirante. Tuvo la sensacin de que haba sido llamado al puente de mando para dar cuenta de la guardia. l El almirante le indic uno de los grandes sillones y tom asiento en el opuesto. Poirot haba quedado impresionado por la inquietud, nerviosismo e irritabilidad de Frobisher, signos evidentes de una gran tensin mental. Pero ante el almirante Chandler percibi una sensacin de quieta y profunda desesperacin. ^Lanzando un profundo suspiro, Chandler coment: -No puedo evitar mi desagrado por el hecho de que Diana le haya hecho intervenir en este asunto... Pobre chica! Ya s lo duro que esto es para ella. Pero... bueno... es una tragedia que slo nos incumbe a nosotros y creo, seor Poirot, que comprender usted perfectamente que no estamos dispuestos a permitir que los extraos se mezclen en ello. -Puede estar seguro de que comprendo a la perfeccin sus sentimientos. -La pobre Diana no lo puede creer... Tampoco lo crea yo al principio. Y ahora posiblemente no lo creera si no supiera... Se detuvo. *-Qu es lo que sabe? -Que lo llevamos en la sangre. Me refiero a esa tara hereditaria. \-Y a pesar de ello, aprob usted el noviazgo? BEl almirante Chandler se sonroj. x -Quiere usted decir que podra haberme negado entonces? S; pero cuando ocurri no tena yo ni la ms mnima idea de lo que pasara. Hugh se pareca en todo a su madre... Nada en l recordaba a los Chandler y yo esperaba que la semejanza con ella fuera completa. Desde su niez nunca dio muestras de anormalidad hasta ahora. Yo no poda saber que... la verdad es que existen indicios de demencia en casi todas las familias de rancio abolengo! -Le ech un gran remiendo al brazo. No era cosa seria. Luego, entre dos de los individuos empezaron a embaucarle y al final accedi a tomar un par de billetes de cinco libras y a olvidarse de lo que haba pasado. Al pobre diablo le arreglaron la noche. Tuvo un magnfico golpe de suerte. -Y usted? -Yo tuve que trabajar un poco ms. La seora Grace tena por entonces un agudo ataque histrico. Le di algo para calmarla y la mand a la cama. Haba otra chica que tampoco se encontraba bien... una muchacha joven a quien, asimismo, tuve que atender... Y entretanto, los dems empezaron a desfilar todo lo aprisa que podan. Hizo una pausa. -Entonces -coment Poirot- tuvo usted tiempo para recapacitar sobre lo que haba ocurrido. 6 -Exactamente -contest Stoddart-. Si se hubiera tratado de una pandilla de borrachines no me hubiera preocupado lo ms mnimo. Pero tratndose de drogas... T-Est usted seguro de que tomaron drogas? -Por completo. No poda equivocarme. Encontr restos de una cajita de laca;

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html pero lo que interesa es saber de dnde provienen. Recuerdo que hace unos das habl usted de un gran incremento que se observa entre los adictos de las drogas. >Hrcules Poirot asinti y dijo: `-La polica se interesar mucho por esta fiesta. `Michael Stoddart replic con acento intranquilo: .-Eso es precisamente... Poirot lo mir, como si hubiera despertado en l un sbito inters. -Pero a usted... no le conviene que la polica intervenga, verdad? -observ. "Stoddart murmur: -Hay gente inocente que se ve mezclada en estas cosas... y se encuentra en un verdadero apuro. l-Es la seora Grace por quien siente tanta solicitud? r-Vlgame Dios! No. sa sabe cuidar muy bien de s misma. -Entonces, es la otra... la muchacha... -dijo Poirot lentamente. -Desde luego -replic el mdico-. En cierto aspecto, tambin es una buena pieza. Es decir, ella misma se describe as. Pero, en realidad, es muy joven y un poco alocada... tan slo chiquilladas. Se ha mezclado con una pandilla como sta porque se ha figurado que ello es elegante, moderno, o cualquier cosa por el estilo. `Una ligera sonrisa asom a los labios de Poirot. -Tuvo ocasin de conocer a esa joven antes de ahora? -pregunt con suavidad. 4Michael Stoddart asinti. HPareca un colegial cogido en falta. -La encontr en Mertonshire, en un baile. Su padre es un general retirado, de los de Rayos y truenos, matadlos a todos!, un pukka sahib... 0 Ya sabe a qu tipo me refiero. Son cuatro hermanas; todas ellas un tanto indmitas... y yo creo que el padre tiene la culpa. El sitio donde viven no es de los ms convenientes; cerca de una fbrica de armamentos. Hay por all gente de dinero que no tiene ninguno de los sentimientos anticuados de la gente que vive en el campo. Ricos y viciosos por lo general. Las chicas se han encontrado con mala compaa. Poirot lo contempl pensativamente durante unos momentos y luego dijo: -Ahora me doy cuenta de por qu deseaba mi presencia. Quiere que me encargue del asunto? -Lo har? Creo que debe intentarse algo..., pero le confieso que me gustara mantener a Sheila Grant apartada de esto. v-Tal vez pueda hacerse algo. Me encantara ver a esa joven. -Venga por aqu. Salieron de la habitacin. Desde una puerta sali una voz quejumbrosa. |-Doctor... por amor de Dios, doctor; que me voy a volver loca. j Stoddart entr en el dormitorio y Poirot le sigui. El cuarto presentaba un aspecto catico. Polvos de tocador derramados por el suelo; tarros y botes de crema por doquier y ropas tiradas sobre los muebles. En la cama estaba tendida una mujer de cabellos rubios, teidos, y cara de aspecto estpido y vicioso. -Un milln de insectos me corren por el cuerpo... se lo aseguro -exclam-. Me voy a volver loca... Dme algo, por lo que ms quiera. El doctor Stoddart se situ al lado de la cama y habl con tono suave y profesional. Sin hacer ruido, Poirot sali de la habitacin. Ante l haba otra puerta. La abri. Era una pequea habitacin, modestamente amueblada. En la cama yaca una figura esbelta y juvenil. `Poirot avanz de puntillas y mir a la muchacha. Cabello negro; una cara larga y plida... s; joven... muy joven... Un destello blanco brill entre los labios de ella. Abri los ojos con expresin sobresaltada. La muchacha mir al intruso, se sent en la cama y sacudi la cabeza, esforzndose en apartar la espesa mata de pelo negro. Pareca un potrillo salvaje. Retrocedi ligeramente, como hace un animal montaraz cuando sospecha de un extrao que le ofrece comida. 2-Quin diablos es usted?

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html 0-No se asuste, seorita. @-Dnde est el doctor Stoddart? El joven entraba entonces en la habitacin y la muchacha dijo con tono de alivio: @-Ah! Ests ah. Quin es ste? Z-Un amigo, Sheila. Cmo te encuentras ahora? b-Terriblemente... Por qu tomara esa porquera? R-Yo, en tu lugar, no repetira la prueba. $-No... no lo har. 4-Quin se la proporcion? ~La joven abri los ojos y su labio superior se encogi un poco. -La trajeron... a la fiesta. Todos la probamos. Al principio fue una cosa estupenda. r-Pero quin la trajo? -insisti nuevamente el detective. .Ella sacudi la cabeza. -No lo s. Debi de ser Tony... Tony Hawker. Aunque en realidad no s nada de ello. -Es la primera vez que toma drogas, mademoiselle? -pregunt Poirot. (La muchacha asinti. -Sera mucho mejor que fuera la ltima -observ Stoddart con brusquedad. f-S... supongo que s... Pero fue algo maravilloso. V-yeme bien, Sheila Grant -dijo Stoddart-. Soy mdico y s lo que digo. Si empiezas a tomar drogas te encontrars cualquier da con sufrimientos que ahora te pareceran increbles. Las drogas arruinan a la gente en cuerpo y alma. El beber es un juego de nios al lado de ellas. Djalo desde ahora mismo. Creme; no es nada divertido! Qu crees que dir tu padre cuando se entere de lo que ha pasado esta noche? * -Pap? -la voz de Sheila Grant subi de tono-. Pap? -empez a rer-. Me imagino la cara que pondra! No debe saberlo. Ya ha tenido siete ataques.