libro desmaterializacion- cap 2

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Alejandro Boada Ortiz Oksana Mont DESMATERIALIZACIÓN Sistemas Producto-Servicio una estrategia diferente de negocios UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Centro de Tecnología y Producción 2005

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Alejandro Boada Ortiz Oksana Mont

DESMATERIALIZACIÓN

Sistemas Producto-Servicio una estrategia diferente de negocios

UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

Centro de Tecnología y Producción

2005

Los autores desean manifestar su profundo agradecimiento a: La doctora Diana Cabrera de Peñalosa, decana de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado de Colombia. El doctor Fernando Herrera director del centro de Centro de Producción y Tecnología de la Facultad de Administración de Empresas. A todos aquellos empresarios y docentes que contribuyeron con sus comentarios y el generoso acceso a la información para la documentación de los casos que hacen parte de este texto. A nuestras familias por su apoyo incondicional, paciencia, crítica y sobre todo amor.

Oksana Mont De nacionalidad ucraniana, se graduó en 1992 en biología y química de la Universidad Estatal de Kharkiv de Ucrania. En su país alcanzó reconocimiento como investigadora en temas de salud pública para jóvenes. Posteriormente fue invitada por la Universidad de Lund en Suecia como investigadora. En 1997 obtuvo su maestría en Gestión Ambiental y Política en el International Institute of Industrial Environmental Economics – IIIEE. Instituto al cual se vinculó como investigadora asociada y profesora titular de cursos en eco- innovación y sistemas producto-servicio, desarrollando numerosos proyectos en el ámbito europeo. De 1997 a 1999 se desempeño como consultor internacional del programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Industria UNIDO, en temas de Desarrollo Sostenible e Innovación. En 2004 la Universidad de Lund le otorgó el título de doctorado (Ph.D) en Ingeniería. Actualmente es profesora titular e investigadora en el IIIEE y de la Universidad de Lund. En el año 2002 fue invitada por la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado de Colombia, para formar parte del grupo de profesores internacionales del programa de Especialización en Sistemas de Gestión Ambiental, del cual forma parte actualmente. Así mismo se desempeña como investigadora asociada del Centro de Tecnología y Producción de la Facultad de Administración en la línea de investigación “Gerencia de Materia y Energia” a cargo del Profesor Alejandro Boada Ortiz.

Alejandro Boada Ortiz Doctorado en Administración de Empresas en la Universidad de Newcastle Upon Tyne, en Inglaterra, y en la Escuela Superior de Commercio de Grenoble, en Francia.De nacionalidad colombiana, se graduó en 1991 de Ingeniero Agronomo de la Universidad Nacional de Colombia, obteniendo la distinción de mejor alumno graduado ese año y una beca de estudios de postgrado. Becado por Panamerican Institute viajó a Estados Unidos donde realizó cursos de Literatura y Ciencias Políticas en la Universidad de Notre Dame. Posteriomente se desplazó a Francia donde cursó estudios de Cultura y Civilización Francesa en la Universidad de la Sorbona, y en obtuvo su título de maestría en Administración de Empresas de Ecole Superieure de Gestion de Paris. En 1994 se vinculó al Ministerio del Medio Ambiente donde hizo parte del equipo asesor del despacho del Viceministro. Por invitación del gobierno Sueco de desplazó a la Universidad de Lund en 1996 donde obtuvo el título de maestría en Gestión Ambiental y Política en el International Institute of Industrial Environmental Economics – IIIEE. En 1998 regresó a Colombia para desempeñarse como consultor en temas de gestión y política ambiental. Simultáneamente fue docente de varias universidades del país en temas de desarrollo sostenible y medio ambiente. En 2002 se vinculó como profesor investigador a la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado de Colombia, de la cual ya era catedrático desde el año 2000. Desde entonces se ha desempeñado como docente de los programas de pregrado y postgrado en las áreas de gestión ambiental, eco-eficiencia y desarrollo sostenible; y es investigador titular y director de la línea de investigación en “Gerencia de Materia y Energía” del Centro de Tecnología y

Producción. En 2008 obtuvo su doctorado.

Boada Ortiz Alejandro y Mont Oksana. DESMATERIALIZACIÓN: Sistemas Producto-Servicio una estrategia diferente de negocios. Universidad Externado de Colombia. Facultad de Administración de Empresas. Centro de Tecnología y Producción. Mayo 2005.

TABLA DE CONTENIDO 1 INTRODUCCIÓN 2. LA DESMATERIALIZACIÓN 2.1. EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y EL FLUJO DE MATERIALES 2.2. APROXIMACIÓN TEÓRICA A LA DESMATERIALIZACIÓN 2.3. LA CURVA AMBIENTAL DE KUZNETS 2.4. SOSTENIBILIDAD Y DESMATERIALIZACIÓN

2.5. EL CARÁCTER ESTRATÉGICO DE LA DESMATERIALIZACIÓN DE FLUJOS DE MATERIALES.

2.6. CONCLUSIÓN 3. LA DESMATERIALIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN, EL PRODUCTO Y

EL CONSUMO 3.1. LA ECO-EFICIENCIA: LA DESMATERIALIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN 3.2. MIDIENDO LA ECO-EFICIENCIA 3.2.1. La contabilidad del flujo de materiales. 3.2.2. Contabilidad de flujos en la empresa 3.2.3. La contabilidad de flujos en la cadena de valor 3. 3. LA SOSTENIBILIDAD VISTA DESDE EL PRODUCTO Y SU DISEÑO

3.3.1. Los rasgos del actual “sistema producto” 3.3.2. Estrategias para alcanzar la sostenibilidad mediante el mejoramiento de

productos

3.3.3. Evaluación de estrategias existentes

3.3.4. El Sistema Producto Inteligente

3.4. LA DESMATERIALIZACIÓN VISTA DESDE EL CONSUMO

3.4.1. Los aspectos de sistema del consumo actual 3.4.2. Estrategias para alcanzar la sostenibilidad mediante la minimización del

consumo. 3.4.3. La evaluación de estrategias existentes en consumo

3.5. ENFOQUES DE DISEÑO PARA SISTEMAS SOSTENIBLES 3.6. CONCLUSIÓN

4. SISTEMAS PRODUCTO SERVICIO: DEFINICIÓN, CLASIFICACIÓN Y ELEMENTOS

4.1. ECONOMÍA FUNCIONAL 4.2. ¿QUÉ ES UN SISTEMA PRODUCTO SERVICIO? 4.3. PRINCIPIOS BÁSICOS DE LOS SPS 4.4. LOS ELEMENTOS DE UN SISTEMA PRODUCTO SERVICIO

4.4.1. Productos

4.4.2. Servicios

4.4.3. Infraestructura

4.4.4. Redes de trabajo

5. SISTEMAS PRODUCTO SERVICIO EN B2B Y B2C 5.1. PSS EN B2B 5.1.1. Gestión de la Demanda y Planeación de Costo Mínimo: El caso la Energía. 5.1.2. Servicios de productos químicos (SPQ)

5.1.3. Programas de renta de tapetes y alfombras

5.1.4. Recogida y remanufactura de fotocopiadoras e impresoras

5.1.5. Diseños funcionales y venta de electrodomésticos

5.1.6. Servicios de muebles

5.2. ESTÍMULOS Y BARRERAS PARA LAS SOLUCIONES ORIENTADAS A SERVICIOS

5.2.1. Estímulos Externos 5.2.2. Estímulos Internos 5.2.3. Barreras Externas 5.2.4. Barreras Internas 5.3. EXPERIENCIAS DE LAS EMPRESAS SUECAS EN B2B 5.3.1. Estímulos confirmados por compañías suecas.

5.3.2. Barreras identificadas por compañías suecas

5.4. SPS EN B2C 5.4.1. Esquemas de “Car sharing”

5.4.2. Lavanderías

5.4.3. Uso colectivo de herramientas

5.4.4. Conectividad al alcance de todos. 5.5. CONCLUSIÓN: FACTORES CRÍTICOS PARA DAR EL SALTO A

SOLUCIONES DE SERVICIOS EN LOS NEGOCIOS

6. ANÁLISIS DE VIABILIDAD DE LOS SISTEMAS PRODUCTO SERVICIO 6.1. ESTRUCTURA PARA ANALIZAR LOS CASOS DE B2C 6.2. CAR SHARING 6.2.1. Ámbitos institucionales

6.2.2. Estructura del SPS

6.2.3. Factibilidad del SPS 6.3. SERVICIOS DE LAVADO 6.3.1. Ámbitos Institucionales 6.3.2. Estructura del SPS 6.3.3. Factibilidad del SPS 6.4. USO COLECTIVO DE HERRAMIENTAS 6.4.1. Ámbitos institucionales

6.4.2. Estructura del SPS

6.4.3. Factibilidad del SPS

6.5. FACTORES CRÍTICOS Y CONCLUSIONES 6.5.1. Aspectos regulatorios 6.5.2. Aspectos normativos y cognitivos 6.5.3. Características del producto

6.5.4. Diseño y provisión del servicio 6.5.5. Infraestructura 6.5.6. Redes de trabajo 6.5.7. Viabilidad como negocio 6.5.8. Satisfacción del cliente 6.5.9. Conveniencia ambiental 7. LOS SISTEMAS PRODUCTO SERVICIO: SU IMPLEMENTACIÓN 7.1. INSTRUMENTOS POLÍTICOS Y DE REGULACIÓN EN LOS SPS. 7.2. LOS ACTORES 7.3. ARGUMENTOS PARA ESCOGER UNA SOLUCIÓN DE SERVICIOS 7.4. PRINCIPALES PRINCIPIOS EN FAVOR DE LOS SPS 7.4.1. El principio de la desmaterialización

7.4.2. La responsabilidad ampliada del productor (RAP)

7.4.3. El principio de los ciclos cerrados 7.4.4. Principio de “el que contamina paga” 7.5. PRINCIPALES POLÍTICAS EN FAVOR DE LOS SPS 7.5.1. Política Integrada de Producto (PIP) 7.5.2. Políticas para compras del estado 7.5.3. Políticas sobre información al consumidor 7.6 PRINCIPALES INSTRUMENTOS EN FAVOR DE LOS SPS 7.6.1. Instrumentos económicos

7.6.2. Los Estándares

7.6.3. Los indicadores

7.6.4. Los paneles de producto

8. EPILOGO REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. INTRODUCCIÓN

La idea de un desarrollo sostenible tiene su origen en el aparente conflicto que existe entre el crecimiento económico, tradicionalmente basado en el consumo de recursos, su impacto ambiental asociado y la idea de carácter finito de los recursos naturales (renovables o no). El ideal económico de un crecimiento ilimitado y la capacidad limitada del planeta de proveer materias primas y asimilar los desechos de la sociedad industrial pone en contraposición abierta los principios de la economía con los postulados de las ciencias naturales y el funcionamiento de los sistemas biofísicos. La anterior contradicción haría que dicho crecimiento o desarrollo económico esperado no se pudiese sostener de manera indefinida en el tiempo, ni mucho menos el estilo de vida relacionado a la idea de bienestar actual (WCED 1987). El concepto de sostenibilidad basado en los principios de una equidad y un equilibrio duradero entre las variables sociales, ambientales y económicas debe ser visto como el objetivo último del modelo de desarrollo capitalista (Stiglitz 2003), sin embargo, la situación actual del planeta y las tendencias en el desarrollo económico son consideradas por muchos insostenibles (Sachs 1999).

Bajo el paradigma económico actual de la teoría neoclásica, la prosperidad debe ser alcanzada bajo las bases del uso y distribución eficiente de los recursos (Simon 1998). Sin embargo, el concepto de desarrollo sostenible restringe el ansia de prosperidad a la capacidad de los ecosistemas naturales de proveer estos recursos, necesarios para lograrla. Algunos inclusive hacen extensivo el cálculo de esta capacidad no solamente a las necesidades de los habitantes actuales del planeta sino a generaciones venideras que requerirán una base natural mínima que garantice su bienestar cualquiera que sea el ideal de éste en tiempos futuros (Schütz and Welfens 2000).

De manera tajante los ambientalistas advierten que exceder los límites de los ecosistemas naturales no solo los degrada sino que los haría colapsar haciendo más difíciles y costosas las condiciones para mantener el sistema económico en lo que sería la crisis de nuestra sociedad capitalista. No obstante la idea de la insostenibilidad de un crecimiento económico ilimitado no es nueva; sus orígenes cercanos pueden ser trazados en la historia hasta pensadores como Malthus en 1798, Ricardo 1817 y Marx 1867 (Pearce 1994). Malthus estaba preocupado por los límites absolutos de la escasez debidos a la sobrepoblación y la disponibilidad de recursos. Ricardo resolvió el inevitable final de la teoría maltusiana mediante el principio de sustitución basado en el aumento de los precios debido a escasez o extinción de éstos. Mas adelante Marx puso en evidencia las posibilidades de límites al crecimiento del modelo capitalista en constricciones debidas la inestabilidad social.

En términos más cercanos al paradigma económico dominante, la sostenibilidad debe reflejar el estado de la interacción entre la sociedad y la biosfera, en la cual la creación de valor ocurre por el uso de los “intereses” derivados del uso del capital natural, pero nunca del capital mismo (Radermacher 2001). El término capital natural hace referencia a los recursos naturales renovables y no renovables vistos como medios para la producción. La idea final es la de ser eficientes en su uso para preservar y, de ser posible, incrementar dicho capital natural bajo la restricción de mantener un nivel

mínimo para necesidades de generaciones futuras (Withagen et al. 1998). La anterior premisa sugiere no permitir ningún crecimiento económico basado en la erosión de este capital con el único objetivo de lograr metas a corto plazo no duraderas.

El neoinstitucionalismo advierte que cualquiera que sea la aproximación económica a la naturaleza y sus recursos, ningún objetivo de sostenibilidad se logra únicamente por la mano invisible del mercado, se necesitan las políticas apropiadas, instituciones y acuerdos sociales que sigan y promuevan patrones sostenibles más allá de un simple bienestar inmediato. En el marco de estos acuerdos sociales el término “desarrollo sostenible” fue promovido y acogido como uno de los paradigmas del mundo contemporáneo por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización Naciones Unidas (ONU) (Brundtland 1987) y difundido a nivel mundial en la llamada “Cumbre de la Tierra” o Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro en 1992. Más recientemente, en el siglo XXI el desarrollo sostenible fue reafirmado como una necesidad inaplazable para la economía de mercado en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible organizada por ONU en Johannesburgo en 2002.

Bajo el concepto de desarrollo sostenible existen tres dimensiones generales que deben ser consideradas: la dimensión económica, la dimensión social y la dimensión ambiental (Hinterberger et al. 1998). La dimensión económica está relacionada con la competencia y la competitividad percibida como las estrategias a largo plazo de los países, sus sectores económicos y sus empresas; para la gestión de sus costos relativos, la productividad y el mantenimiento de la oferta ambiental. Desde una perspectiva dinámica y evolutiva esta dimensión económica es la capacidad de innovación de una empresa la que determina su desempeño y competitividad1 en relación con otras. Por otro lado, el desarrollo sostenible propende también por el desarrollo social – la dimensión social – que incluye un elemento clave: la generación de empleo. Sin embargo es arriesgado prever ex ante los efectos sociales de las innovaciones y políticas orientadas por variables ambientales y de sostenibilidad (Mallick et al. 2000). Ahora bien, el fracaso de la protección de la dimensión ambiental contraerá en el futuro peores entornos económicos por el incremento de los costos sociales y efectos externos debidos a problemas ambientales (Coase 1962) y, en últimas, menos empleos (Hinterberger et al. 1998). Los denominados problemas ambientales se relacionan a menudo directamente con las actividades económicas y su generación de contaminación, sobreconsumo de recursos y degradación del entorno natural (Spach 1995).

Poner en marcha los objetivos de un desarrollo sostenible implica no solamente cambios en los modos de producción y los patrones de consumo, sino también la concepción de cómo se hacen los negocios en el mundo empresarial de hoy. Una de las herramientas que busca promover la idea de un menor uso de recursos naturales y un consumo más sostenible a la vez que se mantiene el objetivo empresarial de la rentabilidad, es la desmaterialización. La desmaterialización no es solamente la vieja idea de la productividad – hacer

1 Competitividad definida como un proceso dinámico que comprende el aprendizaje, la

adaptación y la innovación (Faucheux et al. 1997).

más con menos – reformulada con un nuevo nombre. La desmaterialización va más allá de mejoras productivas o rediseño de productos; abogando por una innovación funcional y del sistema mismo de producción – consumo (Figura No. 1) mediante cambios en la forma como concebimos las actividades económicas y el cómo aproximamos el consumidor hoy en día.

Figura No. 1 Tipos de cambios necesarios para alcanzar la sostenibilidad en el sistema productivo. Fuente: Brezet et al. 2001.

Desde un punto de vista empresarial, la desmaterialización está basada en una producción de bienes y servicios orientada por los resultados, con concepciones de competitividad muy cercanas al concepto mismo de la sostenibilidad. Las estrategias de desmaterialización están enfocadas a la reducción en cifras absolutas del uso de materia y energía mientras se satisface la necesidad del consumidor; en lo que se constituye en un reto de innovación para los empresarios de hoy.

En consecuencia, el sistema de producción y consumo en el que se desarrollan las actividades económicas de hoy debe medirse a si mismo bajo dos criterios muy importantes: los límites de los ecosistemas que soportan la vida humana y la búsqueda continua de nuevos modelos de sostenibilidad. Hasta ahora el empresario ha tenido en su mente la relación directa y positiva entre el crecimiento económico y el incremento de la producción, asumiendo el bienestar social como consecuencia directa de dicha relación. Sin embargo, el verdadero reto para alcanzar una sociedad más sostenible requiere un rompimiento radical con este paradigma, y el establecimiento de una nueva visión mas enfocada en los servicios que en los bienes mismos y su propiedad. Idea que tampoco constituye un revolucionario salto al futuro, sino un retorno a principios de la filosofía clásica.

Finalmente, este libro está dirigido a todos aquellos emprendedores,

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1990 2000 2010 2020

Tiempo (Año)

Mejoramiento en Eco-

eficiencia %

Tipo 1

Mejora de Producto

Tipo 2

Rediseño

Tipo 3

Innovación Funcional

Tipo 4

Innovación de Sistema

empresarios y académicos que deseen contribuir al ideal de un mundo más sostenible, pero a la vez con grandes posibilidades de innovación y creación de empresas rentables con nuevos modelos de negocios basados en los principios de la desmaterialización y en la aplicación de los conceptos de los Sistemas Producto Servicio (SPS).

2. LA DESMATERIALIZACIÓN

2.1. EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y EL FLUJO DE MATERIALES

En la década de los setentas Nicholas Georgescu-Roegen acuñó el término “Bioeconomía”, para designar un nuevo enfoque de la economía. El término pretendía poner en evidencia el origen biofísico de los procesos económicos, y de esta forma resaltar el conflicto de la existencia humana con un limitado conocimiento de la naturaleza y un inventario limitado de recursos accesibles (Growdy et al. 1998). Argumentaba Georgescu-Roegen que el objeto de estudio de la economía era más amplio que la simple descripción del mercado y sus fuerzas, así mismo que las recomendaciones sobre política económica estaban destinadas a fallar a menos que en su formulación estuviese implícito el entendimiento del contexto biofísico y social en que se dan las relaciones de producción y consumo. Desde una perspectiva bioeconómica, la segunda ley de la termodinámica2 es una metáfora de la actividad económica; la ley de la entropía puede ser vista como la ley más económica de todas las leyes de la naturaleza y como la última fuente de escasez. Muchos aspectos de la termodinámica como los cambios cualitativos, irreversibilidad, indeterminación o verdadera escasez; están en verdadera oposición el modelo mecánico de la economía neoclásica en el cual no hay impacto a los sistemas externos o sobre los recursos.

Un modelo basado en la segunda ley de la termodinámica, Figura 2, representa la economía como un sistema de procesamiento y transformación de materiales. Los materiales primarios útiles (recursos naturales) son introducidos en el sistema económico (producción y consumo) y sufren una serie de cambios en su energía y estado de entropía (menor calidad). Eventualmente, después de sucesivos intervalos las salidas productivas y no productivas del sistema pueden ser parcialmente recicladas (Craig 2001) y el material residual e inútil regresa al medio ambiente en varios puntos del proceso económico. Los materiales entran al sistema en estado de baja entropía y lo dejan en estado de alta entropía (emisiones de calor residual, gases, residuos sólidos industriales y municipales, aguas servidas, etc.) (Pearce et al. 1994). Esta entropía es una cierta propiedad de los sistemas la cual se incrementa en cada paso y de manera irreversible. El reciclaje no es cien por ciento efectivo y, de hecho, requiere materias primas y energía adicional generando materiales de calidad inferior y desechos (McDonuogh et al. 2002).

2 La primera ley de la termodinámica hace referencia a la conservación de la energía y la

materia. La segunda ley o ley de la entropía establece que la energía fluye de formas disponibles a formas no disponibles, así un sistema cerrado y organizado se convierte en uno menos organizado y la energía se disipa a formas no accesibles. (Spash 1995).

Figura 2. Modelo económico simplificado de balance de materiales. (Basado en el modelo de balace de materiales de Pearce et al. (1994)).

Una vez se toma la perspectiva del balance de materiales, es más fácil entender la eficiencia como la sociedad postmoderna y consumista maneja sus recursos y los impactos ambientales asociados. También nos permite ver cómo la calidad del medio ambiente afecta la economía y sus unidades productivas: las empresas. (Pearce et al. 1994).

La sostenibilidad de un modelo económico termodinámico se fundamenta en el equilibrio entre la disponibilidad de materiales, la eficiencia en su uso y mantener el daño ambiental a niveles tolerables que no desequilibren el ecosistema de manera irreversible amenazado los sistemas que soportan la vida humana. En este modelo se pone en evidencia el problema de la insostenibilidad a largo plazo de la economía con base en combustibles fósiles como petróleo, gas natural, carbón y uranio, debido a su agotamiento y sus efectos contaminantes como lo son cambio climático y la radiación en el caso de los desechos nucleares. Este equilibrio debe ser alcanzado después de siglo y medio de progreso industrial debido a que se ha asumido en la economía del mercado, la generosidad interminable de la naturaleza la cual ya da muestras de colapsar (Sachs 1999). Las crisis sociales y ambientales con que se empieza el siglo 21 son una herencia de este modelo de desarrollo sin límites que revela la escasez en la naturaleza (principalmente en la capacidad de procesar nuestros desechos) y la insostenibilidad de la taza de extracción con que el ser humano asume la gestión de los recursos naturales (Weaver et al. 2000).

Extracción Procesamiento Básico Fabricación Consumo

Salidas no Productivas

Reciclaje

Medio ambiente como receptor de desechos y productor de materias primas

Daño Ambiental (Externalidades) una vez sobrepasada la Capacidad de Asimilación del Ecosistemas

Actividades de Modificación

I Q

I R/T WP

Is

Is

I R/T

I = Entrada primaria de material y energía WP = Residuos para disposición final

Is = Entrada de reciclaje secundaria Q = Salida productiva final

I R/T = Entradas primarias para reciclaje y/o procesos de modificación.

WP

WP

El principal problema de la aproximación del modelo termodinámico es la dificultad de calcular todas las externalidades. Sin embargo, hay posibilidades de progreso tecnológico, cambios en los métodos de producción y los patrones de consumo que podrían aliviar la presión sobe los recursos y reducir la externalidades sobre el medio ambiente. Consecuentemente, un país (o la humanidad misma) estaría en posibilidades de asumir trayectorias de sostenibilidad aún si parte de modelos insostenibles de desarrollo (Faucheux et al. 1995). No obstante hay que tener en cuenta que el progreso tecnológico y las mejoras en general no son suficientes, y traen implícitos otros problemas no vistos hoy, que pueden resultar en la acumulación insostenible de efectos menores de estos “inofensivos” progresos, o al la percepción pública de la presencia de nuevas fuentes de insostenibilidad (Matthews et al. 1999).

En general y en términos cualitativos, y desde una perspectiva totalmente neoclásica, los objetivos de un desarrollo sostenible pueden ser descritos como el aseguramiento de las condiciones esenciales para el mantenimiento del crecimiento económico, el bienestar del sistema social y la estabilidad de los ecosistemas (Hinterberger et al. 1998). Alcanzar estos objetivos implica atacar variables críticas y generar los indicadores para medir los avances en las trayectorias de sostenibilidad. Rocchi (2002) sugiere tres requerimientos a nivel macroeconómico para empezar desde la base del sistema productivo dichas trayectorias: Nuevos negocios desmaterializados y basados en los sistemas producto-servicio (SPS), nuevos valores en los patrones de consumo y nuevas tecnologías basadas en recursos renovables y bajo impacto ambiental y socialmente hablando (Figura 3).

La discusión sobre el desarrollo sostenible con base en el volumen físico de materiales y la energía que fluyen a través de la economía como causa primaria de los problemas ambientales, establece que la estructura y la intensidad de entrada de materias primas y la salida de productos determina el nivel de los problemas ambientales pasados, presentes y futuros (Meadows et al. 1972). Casi cualquier desplazamiento mecánico de materiales causa cambios ambientales directos, sin que necesariamente sus resultados deriven en toxinas, desechos o emisiones (Schütz et al. 2000).

En este orden de ideas, otro elemento importante a tener en cuenta es la calidad de los flujos de materiales, la cual juega un rol determinante en la estabilidad de los ecosistemas. La valoración cuantitativa de estos flujos debe ser vista como un indicador amplio y comprensivo de las intervenciones sociales en la naturaleza (Hinterberger et al. 1998). Lo anterior se evidencia en el caso del mercurio (Hg) y su alta eco-toxicidad en los cuerpos de agua, donde no es lo mismo comparar un gramo de esta sustancia con un gramo de sílice que es generalmente inerte. Sin embargo, sin importar la cantidad o la calidad de los flujos la reducción en términos absolutos de los mismos conlleva la reducción de sus impactos asociados.

Ahora bien, la tendencia del sistema actual de producción y consumo no es la de disminuir estos flujos, la demanda agregada de materias primas y energía crece cada día, sin tener en cuenta su disponibilidad futura disponibilidad y tasa de renovación. Esta aproximación a los recursos nos pone a usar el capital natural mismo (Barbier 2003); siendo este creciente movimiento de materiales a través de la economía o “throughput”, en lenguaje de gestión empresarial, la principal causa de los problemas y costos ambientales (Baccini et al. 1991).

Consecuencias directas de estos movimientos son, entre otras, el hueco en la capa de ozono el cambio climático, a contaminación de las aguas y las enormes toneladas de desechos sólidos que llegan a los vertederos diariamente. No obstante esas consecuencias no deben ser confundidas con las causa de los costos ambientales, son sólo los síntomas del fracaso del sistema económico en entender las variables biofísicas que lo sostienen (Bartelmus 1999).

Figura 3. El papel de la desmaterialización y la eficiencia de recursos como una herramienta para asegurar trayectorias de sostenibilidad en el modelo de desarrollo actual.

De otra parte, la reducción y/o el cambio, para reducir sus costos ambientales, de los volúmenes físicos de materia y energía que fluyen a través de la economía no están exentos de crear nuevos problemas económicos y sociales, creando conflictos de sostenibilidad (Simon 1998). Algunos economistas no han sido ajenos a la teoría de los flujos, Daly (1974) planteó un modelo conocido como el de la “economía de estado estable” o de sostenibilidad permanente en el cual se logra con un nivel de crecimiento cero, pero en que el bienestar está garantizado por la estabilización en la demanda y el consumo. Este modelo fue inicialmente formulado por J.S. Mill in 1857 (Pearce et al. 1994), bajo las premisas de un inventario constante e invariable en el capital humano (tasas de natalidad controladas y mantenidas a nivel de reposición), inventarios constantes de capital físico (maquinas, edificios, etc.) y una estricto control sobre el consumo (entendido como la relación entre población y el consumo de recursos per cápita). Este modelo es aún parte de las discusiones entre la

DIMENSIÓN SOCIAL

Equidad Inter. e intra generacional

Indicador amplio: empleo

New Values

DIMENSIÓN ECONÓMICA

Cambios estructurales, eficiencia de recursos y aumento en la productividad

Indicador amplio: PIB per capita

New Business

DIMENSIÓN AMBIENTAL

Preservación de los ecosistemas

Indicador amplio: Flujo de Materiales

New Technologies

DESARROLLO SOSTENIBLE

Desmaterialización y Eficiencia de

recursos

economía ambiental y la economía ecológica.

Pero el modelo de estabilidad de Daly implica una gran intervención del estado en el control de todas las variables. Este modelo aunque teórico, se aleja de la realidad actual donde las tasas de crecimiento poblacional están aun distantes de su nivel de simple reposición y el ideal de felicidad de la sociedad capitalista, que se globaliza, es el consumo ilimitado y opulento. Entonces, para separar la relación directa entre el crecimiento económico y el uso de materiales es necesario, entre otras condiciones, el incremento de la eficiencia con que se usan esos recursos (reducción de desechos) y la reducción en términos absolutos de las demanda de los mismos para la economía. Estas dos condiciones se constituyen en los principios fundamentales de la desmaterialización. Cuando la desmaterialización de la economía de hace teniendo en cuenta las restricciones y condiciones impuestas por los sistemas biofísicos del planetas, se convierte en una herramienta útil para alcanzar los objetivos de sostenibilidad (Heiskanen et al. 2000).

2.2. APROXIMACIÓN TEÓRICA A LA DESMATERIALIZACIÓN

En 1988 Robert Herman, Siamak Ardekani, y Jesse Ausubel (1989) comenzaron a describir de manera preliminar el concepto de desmaterialización, considerándola en su forma más simple como el decrecimiento en el tiempo de la cantidad usada de materiales en la industria y productos terminados. Una de las primeras definiciones de desmaterialización, vista como una tendencia importantes para las economías y sus empresas, fue dada por Bernardini y Galli (1993): “la desmaterialización es la reducción en la intensidad de uso de materias primas (energía y materiales) en las actividades económicas, medida en términos de la razón del consumo en términos físicos de materia (o energía) por unidad de Producto Interno Bruto (PIB) en términos constante y con ajustes por inflación”. Más recientemente, Schütz y Welfens (2000) definieron la desmaterialización como la reducción absoluta y relativa el en el uso de la naturaleza por unidad producida. Sin embargo, el concepto en la literatura relevante es definido ampliamente como la reducción en el volumen de desechos por unidad de producto, en un relanzamiento del concepto de productividad pero con matices “ecológicos” (Herman et al. 1990). De acuerdo con Carrelli (1996), la desmaterialización tiene lugar siempre y cuando una unidad de un bien o servicio puede ser producida o consumida con menos materia que antes. No obstante, Sun (2000) extiende el concepto a su verdadera dimensión de largo plazo definiendo la desmaterialización como la reducción en términos absolutos de la intensidad de materia usada en las actividades económicas. Es así como la desmaterialización debe entenderse como un concepto de largo plazo, unido estrechamente a cambios profundos y duraderos en la naturaleza misma de la economía, la tecnología y la sociedad. Una especial atención de ser puesta en el discernimiento entre los verdaderos cambios a largo plazo y las mejoras coyunturales y transitorias de productividad3 debidas a ciclos comunes en el mundo empresarial.

3 La productividad se entiende en su forma más simple como la razón entre la cantidad producida y los insumos utilizados. Hoy en día se considera, que el mejoramiento de la

Entonces, una vez esclarecido que la desmaterialización no es un sinónimo de productividad, la discusión sobre desmaterialización también debe incluir una profunda preocupación por sus efectos sociales. Por una parte, la tendencia actual sobre eficiencia empresarial encierra una clase, por así decirlo, de “desmaterialización social”; donde se busca reducir la mano de obra (energía humana) empleada para la producción en términos eficiencia y de unidades producidas. Este efecto socialmente negativo se compensa con el esperado crecimiento económico donde se tiene la expectativa de generar más empleos. De otra parte, la reducción de los flujos contraería una contracción en los empleos principalmente en las naciones y las empresas extractoras y generadoras de materias primas (Sachs 1999), efecto que se espera compensar con una sociedad más orientada a los servicios, donde éstos absorberían la mano de obra desplazada del sector primario y generarían nuevos empleos.

Para entender mejor las diferencias entre desmaterialización e intensidad, J.W. Sun (2000) propone una estructura conceptual con el propósito de evitar malos entendidos, y establece la correcta relación entre desintensificación y desmaterialización.

Definición 1: Desintensificación / Intensificación se define como el decrecimiento o incremento del uso de materia por unidad producida en un periodo de tiempo dado. Este concepto también es conocido como desmaterialización débil.

Definición 2: Desmaterialización / Inmaterialización se define como el cambio real en el uso de materia y energía en un periodo de observación, siempre y cuando se observe una tendencia de disminución / aumento con base en periodos anteriores de observación. Este concepto también es conocido como desmaterialización fuerte.

De acuerdo con las anteriores definiciones, una desintensificación es causada por el decrecimiento en el uso de materia en un periodo dado debido a un desarrollo tecnológico. La desmaterialización es principalmente causada por la desintensificación, reflejando no solamente la tecnología, sino también la escala económica y la estructura social de un determinado modelo económico y su sociedad (Sun 2000). Aún sí la desintensificación es condición necesaria para asumir trayectorias de sostenibilidad, no necesariamente lleva a la desmaterialización. En muchos casos, la desintensificación fomenta el crecimiento económico teniendo un “efecto rebote” sobre la desmaterialización, debido a que las reducciones en intensidad se ven superadas por el crecimiento en términos totales. En otras palabras, puede ocurrir que mientras se demanda menor materia por unidad producida, se producen más unidades, todo esto a una escala tal que la demanda por materia (teniendo todas las unidades producidas) crece con respecto al periodo anterior a la

productividad es el motor que esta detrás del progreso económico y de las utilidades de la empresa. A nivel macroeconómico, un país que no mejora su productividad pronto reducirá su estándar de vida y su competitividad. La productividad implica la mejora del proceso productivo y aumenta cuando se da alguno de los tres casos siguientes:

Existe una reducción de los insumos mientras las salidas permanecen constantes.

Existe un incremento de las salidas, mientras los insumos permanecen constantes.

Existe una reducción en los insumos mientras incrementan las salidas.

desintensificación (Manzini 2001).

Entonces, medir la desmaterialización en términos macroeconómicos se hace con referencia al producto interno bruto (PIB). La relación entre la intensidad y el crecimiento económico es expresada por la ecuación:

T = I * PIB (Sun 2000)

En la ecuación la intensidad (I) está definida como la razón T/PIB, donde T es el total de materia usado por una nación. Si la intensidad (I) fuese las emisiones de CO2 por unidad de PIB, entonces T sería el total de las emisiones de dióxido de carbono del país. Esta ecuación revela que no necesariamente si I decrece, T decrece o cambia, puede incluso crecer dependiendo del comportamiento del PIB (Figura 4).

Se han realizado avanzados estudios acerca de la producción y del consumo para determinar y evaluar avances en desmaterialización a nivel de las empresas. Actualmente existen más de 56.000 empresas en el mundo certificadas bajo la norma voluntaria de sistemas de gestión ambiental (SGA) ISO 14001 (ISO 2003), este hecho sugeriría una creciente preocupación de los empresarios por los temas ambientales y la existencia de una tendencia de sostenibilidad debido a la reducción de flujos de estas organizaciones. Sin embargo, la realidad es parece ser otra, los aumentos en eficiencia en las organizaciones y la reducción en sus costos ambientales no se han visto reflejados en las tendencias y patrones de consumo que tienen un directriz creciente de inmaterialización (Masera 2002) que no ha sido reconocida abiertamente o aceptada por los que proclaman los avances de eco-eficiencia (también llamada desmaterialización de la producción) en el mundo los negocios (Simmons 2002). Los avances en desintensificación de las empresas ciertamente han reducido costos ambientales y han aumentado la productividad, pero han olvidado la variable “consumo” y, en términos de sostenibilidad, las cifras no parecen coincidir con los grandes esfuerzos que las organizaciones presentan en sus reportes ambientales. Lo anterior se debe a que la gestión ambiental se dedicó más a la productividad y a la prevención de los costos por contaminación (generando eficiencias locales) que a ver el problema ambiental desde una perspectiva holística y compleja más acorde con los principios de las ciencias naturales; este un ejemplo claro de insostenibilidad. (Valeva et al. 2003).

FIGURA 4. Relación entre la desintensificación, la desmaterialización y el desarrollo sostenible. Fuente: Sun (2002).

Como consecuencia, la desmaterialización implica cambios de largo plazo en la naturaleza del sistema de producción y consumo. Como resultado, la medida de la desmaterialización tampoco es la medida de la sostenibilidad. Todos los aspectos cualitativos y cuantitativos de las variables sociales, económicas y ambientales deben ser incluidos. La medida de la desmaterialización es simplemente una herramienta de un análisis mucho más complejo

conocido como Análisis Avanzado de Sostenibilidad (ASA) propuesto por Kaivo-oja et al. (2002)4. Así mismo la desintensificación o eficiencia de recursos no dice nada por si sola, debe relacionarse con las necesidades humanas como justicia y equidad en una perspectiva más amplia (Karl-Henrik 2000).

2.3. LA CURVA AMBIENTAL DE KUZNETS

4 Un ASA incluye: El análisis macroeconómico desde diferentes puntos de vista de la

sostenibilidad (explorativo ex -post); el análisis macroeconómico de escenarios desde diferentes puntos de vista de sostenibilidad (análisis de escenarios ex-ante); el análisis de la desmaterialización de la producción y la inmaterialización del consumo; el análisis de los efectos “rebote” del crecimiento económico; el análisis de los cambios estructurales necesarios; el análisis de la productividad en términos de bienestar del PIB; el análisis de los avances tecnológicos y sus efectos para la sostenibilidad, el análisis del crecimiento económico; el análisis de la separación del creciemiento económico y el bienestar del uso de la naturaleza y posibles tendencia de unión (Kaivo-oja et al. 2002)..

Desarrollo Sostenible: Asumir las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de asumir las futuras. T

t < T. Siendo T la cantidad controlada total.

Si TT < T

Desmaterialización (Fuerte):

T

t

tt PIBII0

0 )(

en tanto que las emisiones del uso total de material (energía) corresponden a: T

t =I

t

PIBt en el tiempo t.

Desintensificación (Desmaterialización Débil): La disminución de la intensidad (I) en un período observado. It < I

0, 0 < t <= T

SI

NO

La Curva Ambiental de Kuznets (CAK) fue uno de los primeros acercamientos de la economía del siglo 20 para modelar la relación sistemática que existe entre el crecimiento económico y la calidad ambiental. La CAK se ha convertido en un punto de referencia corriente en las conversaciones técnicas sobre política ambiental y desmaterialización (<biblio>). Los análisis sobre la CAK son un elemento fundamental el entendimiento de la desmaterialización debido a que posee un sorprendente resultado: indicadores importantes de calidad ambiental como el contenido de dióxido de azufre (S02) en la atmósfera, mejoran de manera significativa cuando el nivel de ingreso y el consumo aumentan (Figura 5); es decir, entre más rica sea una sociedad, más limpia (Cairncross 1996). La curva es una propuesta con base en mediciones empíricas que establece que para un país cualquiera, existe una relación de U-invertida entre los niveles de contaminación y el crecimiento económico. Básicamente la esta relación expresa que el medio ambiente se contamina y de degrada de manera creciente mientras el país alcanza su nivel de máxima industrialización y consumo; luego, después de pasar un “punto crítico”, la contaminación y la presión sobre los recursos naturales decrece en la medida que la economía de esa nación se enfoca mas en los servicios, menos intensidad en el uso de materiales y mayor desarrollo de la prevención de los impactos ambientales de las industrias base. En este caso, la desmaterialización y la alta calidad ambiental es una consecuencia directa del desarrollo económico (Lomborg 2001).

Muchos estudios se han enfocado en la cuantificación de la entrada de materia a la economía y sus impactos ambientales asociados. Sin embargo, los resultados de esos estudios han sido limitados y contradictorios. Las discusiones sobre desmaterialización consideran la Entrada Directa de Materia (EDM) per cápita como la variable dependiente en la CAK y como variable independiente se mantiene el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Canas et

al. (2003) evaluaron de manera econométrica las versiones cuadráticas y cúbicas de la CAK usando un rango de datos entre 1960 y 1998 para 16 países industrializados. Sus resultados indicaron una fuerte y robusta relación, cuadrática y cúbica, entre la EDM y el PIB de los países involucrados en el estudio. El estudio sugiere que en la medida que las economías industrializadas crecen, la intensidad en el consumo de materia primero crece, pero eventualmente comienza a tener una tendencia decreciente después de que cierto nivel de ingreso es alcanzado. Como consecuencia la U-invertida propuesta por Kuznets se confirma aun si los rangos de PIB considerados por Canas et al., se encuentran en su mayoría en la parte creciente de la curva.

Figura 5. Curva Ambiental de Kuznets. Relación entre el crecimiento económico (PIB) y el las

emisiones de CO2.

Otros autores no encuentran razón para ser tan optimistas acerca de una “automática” desmaterialización una vez alcanzado el llamado punto crítico. Cole (2004) argumenta que la relación de U-invertida de la CAK puede ser explicada de muchas formas no necesariamente sostenibles. Específicamente Cole plantea la Hipótesis de los Refugios Ambientales (HRA) donde la “limpieza” de ciertas naciones puede estar dada por la migración de las industrias “sucias” de zonas desarrolladas a zonas en países en desarrollo. Cole evaluó la evidencia de la HRA usando detallados datos de los flujos originados en el comercio “Norte-Sur” para productos y procesos altamente contaminantes. En su estudio encontró evidencia de la existencia de estos refugios, aunque también el peso de la variable de migración industrial es muy reducido con respecto a otras variables tenidas en cuenta. Paradójicamente el desplazamiento de la industria manufacturera de sus antiguos sitios en el Norte a sitios seleccionados en el sur, especialmente Asia y Latinoamérica en busca de mano de obra barata y regulaciones ambientales más flexibles, es precisamente como más se ha desarrollado la

industrialización en estas regiones (Desai 2001). Esta migración industrial ha sido señalas como uno de los beneficios para los países menos desarrollados de los procesos de globalización, migración que necesariamente conlleva a la desmaterialización (reducción de la contaminación y presión sobre los recursos) en las economías industrializadas. De hecho, la HRA puede ser vista como el proceso e reproducción del capitalismo a una escala global con especialización industrial y en extracción de materias primas para los el Sur, mientras el Norte trata reestablecer la rentabilidad del capital y se orienta a una economía de servicios y conocimiento (Desai 2001).

Así mismo, en los estudios de defensores de CAK, ésta es estimada de manera que se convierte en una prueba que justifica la liberalización del comercio como elemento importante y deseable de una sana política ambiental global. Cole (2003) también señala, en su estudio sobre comercio y medio ambiente, que la relación de U-invertida de la CAK entre ingreso y emisiones es razonablemente robusta, pero que hay poca evidencia que sugiera que los patrones del comercio internacional tengan que ver con la forma de la curva, de otra parte un factor que parece ser más determinante para el autor es la regulación ambiental.

En conclusión, los resultados de los estudios sobre la CAK arrojan que la desmaterialización automática es un concepto muy discutible aún para las emisiones de dióxido de azufre (Perman et al. 2003), y problemático en términos

PIB

Curva Ambiental de Kuznets CAK

PIB

Emisiones de SO2

SO2

Punto Crítico

ideológicos (Jordi 2003). La anterior aseveración se fundamenta en las numerosas críticas en términos teóricos y empíricos acerca de los estudios de la CAK, cuyos resultados dependen de los supuestos hechos para el modelo y los métodos usados para el procesamiento de los datos (Millimet et al. 2003). Como resultado, la desmaterialización no puede asumirse como consecuencia directa y probada del crecimiento económico (Borghesi et al. 2003), más aún, si se acepta la CAK como un hecho confirmado, la desmaterialización automática y la reducción en la presión sobre los recursos naturales puede llegar muy tarde si la capacidad de asimilación del planeta y de los ecosistemas locales ha sido excedida en espera del desarrollo económico de las todas las naciones del planeta. En este caso, se hace necesario inducir la desmaterialización para que el desarrollo y la globalización no dependan los límites ambientales o, incluso, límites sociales cuando la sociedad se revele contra el experimento de

los mercados libres (Gray 1998).

2.4. SOSTENIBILIDAD Y DESMATERIALIZACIÓN

Como ya se ha explicado, para alcanzar la sostenibilidad es necesario saber los límites biofísicos de los ecosistemas locales como globales y la disponibilidad de recursos (renovables y no renovables) que se necesitan para alcanzar el bienestar esperado. De acuerdo con Weaver y Schmidt-Bleek (2000), las actuales tendencias en el uso de los recursos naturales requieren una reducción en términos absolutos de al menos el 50% en el uso de recursos, para sostener nuestro modelo de desarrollo. Además, para lograr el deseado bienestar y la equidad social de los llamados países en desarrollo; que son la mayoría en población, recursos y territorio; se necesita que los países industrializados, mientras asumen trayectorias de sostenibilidad, dejen recursos y medio ambiente disponible para aquellos que los van a necesitar. (Lopes 2002). Hoy en día los países industrializados constituye el 20% de la población del planeta y consumen el 80% de sus recursos (Masera 2002).

Cálculos más específicos hechos por el Wuppertal Institute de Alemania (2002) sugieren que los países ricos deben desmaterializarse e incrementar su eficiencia de recursos por un factor de 10 (90% menos uso de recursos) en promedio. Este concepto es conocido como el “Factor X”, el cual no debe ser asumido como la respuesta matemática a la crisis ambiental y/o a la insostenibilidad del modelo económico: Un Factor 10, por ejemplo, es únicamente un objetivo de desmaterialización. Ahora bien, como objetivo es flexible el cual debe ser revisado y redefinido con la experiencia y con los cambio en los patrones de consumo (Weaver et al. 2000).

Sin embargo es necesario aclarar un punto crucial de la desmaterialización como concepto que contribuye a sostenibilidad: la desmaterialización funciona como estrategia de sostenibilidad únicamente opera en un alto nivel de innovación cuyo objetivo sea una sociedad basada en el conocimiento y la satisfacción más que en el consumo y la propiedad (Lehner et al. 1999). Por esto es importante si se buscan objetivos de Factor 4 (75% menos uso de recursos) de Factor 10. El factor 4 puede ser fácilmente alcanzable usando la tecnología y el conocimiento actuales, sin mayores cambios estructurales. El factor 10, en contraposición, constituye un fuerte reto al intelecto humano para la generación de nuevos conocimientos y nuevas tecnologías, que a la vez se constituyen como promotores de profundos cambios estructurales (Weizsäcker et al. 1997).

Los más importantes y determinantes agentes de la desmaterialización están basados en supuestos macro y macroeconómicos (Bernardini y Galli 1993), pero la necesidad de una desmaterialización inducida con objetivos de sostenibilidad requiere el involucramiento de factores biológicos como la capacidad de carga y asimilación de los ecosistemas y los efectos antrópicos sobre estas capacidades a largo plazo. Los cuatro principales agentes de la desmaterialización para la sostenibilidad son:

Cambios en la estructura de la demanda final. Incrementos en la eficiencia en el uso de materia. Substitución de materiales y fuentes energéticas Estimación de las capacidades de asimilación y carga.

No obstante, el proceso de desmaterialización no puede ser dejado únicamente a las fuerzas del mercado, es evidente que se necesita un enfoque regulatorio muy especial (Pearce et al. 1994). Este enfoque está soportado por el establecimiento de de normas y límites por una agencia gubernamental, con base en informaciones a nivel global, regional y local, que versarían directamente sobre los siguientes asuntos, entre otros: Los límites en términos de máxima descarga de contaminantes por fuente, los límites en términos de tasas de extracción de recursos, las especificaciones de entradas y salidas deseadas para procesos productivos y la existencia de esquemas comprensivos de

instrumentos para reducción de la contaminación (Brady 2002).

En consecuencia, una política de desmaterialización busca en términos generales los siguientes objetivos:

1. Reducción del flujo de masa: Muchos de los problemas (costos) con el

medio ambiente, (pasados, presentes y futuros) son causados por la forma como el ser humano usa la naturaleza y no tanto por los contaminantes y disrupciones causadas por nuestras actividades. La gestión ambiental tradicional se busca controlar las fuentes puntuales (empresas y actividades urbanas) de estos impactos ambientales, pero nuestro estilo de vida y nuestra concepción postmoderna de la naturaleza crecen como una fuente difusa e indetenible que en el mediano y largo plazo terminan por hacer vanos los esfuerzos de la eco-eficiencia. De hecho la contaminación y los impactos negativos al medio no tienen otro origen que nuestra necesidad de obtener energía y materias primas que por leyes termodinámicas, de alguna u otra manera siempre van a terminar en emisiones al medio ambiente, es decir todo lo que usamos tarde o temprano será un desecho sin importar que tan limpio haya sido su proceso productivo.

Bajo esta perspectiva la reducción en los flujos, tanto de materiales (materia y energía) es un imperativo si queremos mantener y hacer sostenibles los sistemas que soportan nuestra vida y nuestro bienestar. Aún más, gran parte de estos flujos, independientemente de los impactos que causan, provienen de recursos no renovables (minerales en su totalidad) que, al nivel de consumo actual y tendencias futuras, se agotarán; y los renovables escasearán violando el principio de equidad con generaciones futuras. Como ejemplo, a mayor consumo de cobre, hay una reducción en las reservas del mineral. Así mismo más cobre es extraído mayores serán el uso energético para su procesamiento y los

impactos generados en su cadena de valor. El los últimos cien años el contenido o tenor neto de cobre en el mineral bruto extraído ha bajado por un factor de 10 (de 5% a 0,5%) (ENVIRONMENTAL PROTECTION AGENCY OF GERMANY 1997). También el cobre, como los materiales de construcción, está cada vez más lejos de sus sitios de consumo, aumentado la demanda energética para su transporte. No importa si reciclamos gran parte de estos minerales, ya que en cada ciclado pierden calidad y la demanda posee un nivel creciente y constante.

2. Información sobre el estrés ambiental causado por productos: La

contabilización de los flujos económicos es un esfuerzo metodológico de suma importancia para alcanzar la sostenibilidad en la elaboración de productos complejos como los textiles, computadores y automóviles típicos y necesarios en nuestro estilo de vida actual. El comprador y el vendedor de una camisa de algodón, por lo general, no saben si la oveja, como el principio del ciclo de vida de la materia prima, contribuyó de manera sustancial a la degradación del suelo por altos niveles de sobre pastoreo en un ecosistema especialmente sensible; además desconocen los tipos y efectos de los productos químicos con que la materia prima fue tratada y la camisa misma fabricada. Mucho menos se conoce un balance de consumo energético total para la obtención de materias primas, fabricación, uso y disposición final de esta prenda de vestir. Solamente un adecuado conocimiento del ciclo de vida5 completo del producto y sus materias primas, desde la “cuna hasta la tumba” (SETAC 1993), puede proveer la información suficiente de cómo un producto afecta el medio ambiente y la sociedad. Generalmente las sustancias contenidas en cualquier producto representan una mínima parte del total de flujos de materia y energía que se usaron en su producción y suministro, sin tener en cuenta que este mismo producto generará más flujos (costos) en su fase de uso y desecho.

3. Políticas para administrar flujos: El conocer el ciclo de vida de los

productos y los flujos de materiales no es suficiente para tomar decisiones de sostenibilidad y establecer alternativas que alcancen las funciones deseadas y satisfagan las necesidades de consumo. En la mayoría de los casos, la construcción de alternativas se hace a través de la mejoras de los procesos teniendo en cuenta las varias etapas de la producción y el uso. La política para administrar flujos hace referencia

5 El análisis o evaluación del Ciclo de Vida de un producto. Es un procedimiento objetivo de

evaluación de cargas energéticas y ambientales correspondientes a un proceso o a una actividad, que se efectúa identificando los materiales y la energía utilizada y los descartes liberados en el ambiente natural. La evaluación se realiza en el ciclo de vida completo del proceso o actividad, incluyendo la extracción y tratamiento de la materia prima, la fabricación, el transporte, la distribución, el uso, el reciclado, la reutilización y el despacho final. El termino "carga ambiental" de un producto o proceso de producción se entiende como la cantidad de productos renovables o no, radiaciones, ruidos, energía, etc., que se extraen o emiten al medio, causando un efecto negativo sobre este, en forma real o potencial. (Guidelines for Life-Cycle Assessment: A 'Code of Practice', SETAC, Brussels, 1993)

específica a aquella política “que cubre todas las medidas de tipo político que se toman para influenciar la manera y el alcance de cómo los materiales son usados y consumidos, así como la manera en que estos son almacenados y desechados o dispuestos. El objetivo es el de asegurar la base de materias primas para el aparato productivo, bajo una visión de largo plazo, teniendo en cuenta el carácter limitado y finito de los recursos y la restringida capacidad de asimilación del medio ambiente” (ENQUETE COMISSION 1994). Si se piensa en la en alcanzar estos objetivos, los flujos deben ser reformados de una manera orientada por la responsabilidad, la integralidad y la eficiencia. Este tipo de enfoque es conocido como la “Gestión de Flujos” cuya herramienta principal está en la contabilidad de los mismos que cubre aspectos ambientales económicos y sociales.

2.5. EL CARÁCTER ESTRATÉGICO DE LA DESMATERIALIZACIÓN DE FLUJOS DE MATERIALES.

Hay dos suposiciones básicas y poco precisas del modelo económico capitalista actual que toman especial relevancia hoy en día. Se asume, primero que el capital tiene una base inagotable de recursos y segundo que su capacidad de asimilación, oferta ambiental, es ilimitada. Esto fue cierto en la medida en que el mundo consumió y desechó a unos niveles en los cuales las reservas crecían a medida que se descubrían “nuevos mundos” y la contaminación era un problema local y los recursos afectados por ella eran de fácil sustitución. Hoy en día vemos que muchos de los límites han sido excedidos como lo evidencia el calentamiento global, la extinción masiva de especies, la creciente miseria o el hueco en la capa de ozono. Efectos debidos más a nuestro nivel de consumo y expectativas materiales de nuestro estilo de vida que a la población, hecho este que se refleja en que el 20% de la población de los países desarrollados consume el 80% del capital natural del planeta.

El carácter estratégico de la desmaterialización de flujos de materiales consiste en traducir los cambios necesarios en acciones reales para que nuestra sociedad mantenga un sistema de producción y consumo capaz de asegurar una mejor equidad, calidad de vida y bienestar ambiental para las generaciones de hoy y del futuro o como bien lo plantea el ideal de la Eco-eficiencia que se analiza en el capítulo 3.

Una estrategia de desmaterialización de flujos se desarrolla en cinco áreas principales:

1. Análisis integral del flujo de materia y su relación con los actores:

El consumidor deduce muy poco de la magnitud del flujo de materia detrás de los bienes y servicios que adquiere ya que entra en contacto

con ellos únicamente en la fase de uso. Los Eco-balances y los análisis de la línea de producto son los más deseables para determinar los flujos de materia y energía. Estas herramientas permiten a empresarios, autoridades y consumidores comparar opciones e identificar puntos débiles en la producción que generalmente se traducen en costos económicos. Los análisis empresariales individuales y por producto deben ser integrados a análisis del sistema de consumo, de los sectores y cadenas productivas. El análisis de la línea del producto supone un flujo linear y secuencial de procesos que culminan con el producto, esto parece correcto en primera instancia, pero en realidad la complejidad del aparato productivo sugiere una intrincada red de relaciones y procesos que no son ni simultáneos ni secuénciales para la mayoría del universo que rodea un producto. Es así como se establecen cadenas de tipo secundario como aquellas que proveen los fertilizantes de los cultivos de algodón en la industria textil, o sus empaques. Esta información compleja es de vital importancia en la gestión de flujos, que incluye información comercial y así mismo flujo de capitales.

2. Determinación y evaluación de estándares para la

desmaterialización de flujos de materiales: Para evaluar la sostenibilidad de los métodos de producción o de los estilos de vida de los flujos de materia es necesario definir los parámetros en los cuales dicha gestión está basada. Estos parámetros se establecen a partir de las metas que se tengan como política, por ejemplo la reducción en el uso de materiales tóxicos y peligrosos de manera actual o potencial. El uso de metas en valores de mg/m3 pueden no ser los mas convenientes si no se traduce en el factor específico a ser cambiado y con el máximo detalle de los actores involucrados en su generación y uso. En este caso las acciones para reducir la concentración del contaminante deben enfocarse tan cerca como sea posible al origen del mismo. Por ejemplo, el cadmio es un subproducto en la cadena de producción del Zinc y Fosfato; y mientras el nivel de consumo y uso del Zinc permanezca intacto o se incremente, la cantidad de cadmio desechada permanecerá constante o se incrementará proporcionalmente; o inevitablemente los esfuerzos en reducirlo (Producción más Limpia) en los procesos productivos se verán afectados negativamente por un aumento en la demanda del Zinc.

3. Alianzas para la innovación: La iniciativas de sostenibilidad pueden

ser alcanzadas cuando se integran las variables ambientales con la económicas y sociales, pero más que todo por un profundo re-pensar el rol de cada uno de los actores involucrados, sea empresas, estado y consumidores. Estas alianzas se manifiestan en iniciativas a nivel empresarial como lo son los análisis de ciclo de vida, los sistemas de gestión ambiental, las prácticas de eco-eficiencia, las auditorias ambientales. Pero aun así esto no es suficiente, la cooperación entre empresas no solo de manera vertical (proveedores y distribuidores), sino horizontal incluso con competidores es fundamental. Es allí donde las agremiaciones y asociaciones de industriales cobran un protagonismo

esencial. El objetivo general de estas nuevas formas de cooperación basadas en la desmaterialización de flujos es el de traspasar los obstáculos generados por el mercado, las barreras de información, por intermedio de la acción organizada de los actores. Como requisitos y estructura de condiciones para lograr esta cooperación se necesita:

a. Definir concertadamente las metas de sostenibilidad b. Sobrepasar las barreras de información, como mínimo se deben

conocer la relación entre las sustancias y los mercados. c. Adquirir el conocimiento sobre los puntos débiles en el ciclo de

vida de todas las actividades económicas, a nivel social, económico y ambiental.

d. Estar conciente de los obstáculos y tener las herramientas para superarlos.

e. Definir los criterios legales, políticos, sociales, ambientales, tecnológicos y económicos mínimos con los cuales se ha de emprender la gestión de flujos, las iniciativas voluntarias no suelen llegar lejos sin soportes legales e incentivos económicos.

4. Relaciones Internacionales: El flujo de materia y energía es un flujo

que traspone fronteras a través del mercado. Cada país tiene un contexto y una capital natural diferente, es así como reducciones en el flujo de cierto material puede afectar gravemente la economía de países en desarrollo que dependen altamente de la explotación de los recursos naturales. Esto implica la no imposición de estándares de países industrializados a países pobres, además de un adecuado y efectivo programa de transferencia tecnológica de tecnologías sostenibles.

5. Los consumidores: El papel del consumidor es fundamental. El

marketing y los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en los patrones de consumo y las futuras iniciativas que se desarrollen para influenciarlos a unos niveles de suficiencia sostenibles para todos y con equidad. Este concepto se conoce como “Demanda Sostenible” sobre “Productos Sostenibles.”

2.6. CONCLUSIÓN

Los esfuerzos por alcanzar la sostenibilidad de nuestra civilización están estrechamente ligados a la gestión de la materia y la energía que la sustentan. Sí como en la economía fluyen capitales, estos representan a su vez flujos de materia y energía del aparato productivo. Es así como nuestro sistema económico actual olvida las leyes de la termodinámica asumiendo que es posible un ciento por ciento de eficiencia (sin desechos ni externalidades) y que el capital natural es infinito. El Desarrollo Sostenible necesita no sólo de iniciativas individuales, sino también de herramientas como la desmaterialización de flujos que permitan dar un enfoque holístico a la forma como aproximamos la relación bienestar – economía - uso de la naturaleza; en busca de un modelo productivo acorde con la oferta ambiental del país y del planeta.