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9 L as piedras están tan asociadas a la cultura que los dos más largos periodos de la historia de la humanidad son designados en función de las tecnologías líticas de cada etapa: Paleo-lítico y Neo-lítico. Nada menos que hace 500.000 años ya eran utilizadas lascas de piedra por nues- tros primeros antecesores. Los ho- mínidos y las piedras han mantenido una relación intensa incluso antes de la existencia de nuestra especie: el homo sapiens. De hecho, es probable que la pie- dra haya tenido una importancia trascendental como herramienta en el proceso de hominización. Desde aquellos primeros chopper paleolíticos hasta la modesta sí- lice imprescindible para la infor- mática y la digitalización, las piedras han sido útiles para escar- bar, cortar, golpear...; las grandes rocas y sus oquedades han ser- vido como protección contra las inclemencias climáticas o contra las fieras (humanas o inhumanas) y las grandes montañas se han erigido en referencia espacial singular y en soporte de creen- cias e intensas vivencias espirituales. El valor simbólico de las piedras Los seres humanos han prestado especial atención a las pie- dras con características particuares: de color, transparencia, textura, dureza (o blandura), brillo, capacidad para hacer fuego u otras. Estas piedras pueden ser utilizadas como adornos o pueden coleccio- narse y, por tanto, son susceptibles de tener un valor simbólico. Otras piedras pueden tener un uso instrumental para el trabajo recolector o para la caza: lascas, hachas, raederas, etc.; son útiles y por la importancia de su utilidad pueden adquirir un valor simbólico, valor que puede su- brayarse y enriquecerse cuando se le añaden incisiones o pinturas decorativas. Además, hay piedras pequeñas o gran- des, incluso montañas que pueden sugerir por su forma la fi- gura de animales, personas o plantas, y entonces adquieren un especial valor simbólico ya que “representan” a otros ob- jetos, o propiedades singulares de los mismos. Con diversos nombres –piedras para ver, piedras artísticas, piedras objeto, etc.- las piedras singulares han sido apreciadas, colecciona- das, admiradas e incluso veneradas. Posiblemente ya los Ne- andertales coleccionaban conchas y piedras singulares. Y los homo sapiens supieron en- contrar (quizás porque lo busca- ron) ciervos y bisontes en los resaltes de las paredes de la ca- verna. Recreación de paisajes Los suiseki japoneses son pie- dras encontradas en la natura- leza que son susceptibles de sugerir paisajes –montañas, islas, costas, cascadas, lagunas, grutas-; objetos –casas, puentes, barcas-; animales –tortugas, pá- jaros, ranas-, personas y/o senti- mientos concretos. En la China de la dinastía Han (hace más de 2.200 años) algu- nos hombres sabios ya utilizaron grandes piedras-paisaje en sus jardines. Su objetivo no era simplemente decorativo, estas piedras representaban en miniatura las islas de los in- mortales (Penglai). El arte del bonsái surgió como necesario complemento de las piedras paisaje para la creación de Pen- jing, verdaderos paisajes en miniatura. El siguiente paso fue seleccionar piedras más pequeñas (gongshi) adecua- das para su uso en el interior de las viviendas, donde eran contempladas y utilizadas como soporte para la meditación. Las antiguas civilizaciones coreanas de Kokuria y Baekje importaron de China, junto con el taoísmo, las gongshi, hace unos 2.100 años. Allí se conocen con el nombre de suseok, donde su significa “longe- vidad” y seok significa “piedra”; por lo tanto suseok significa “piedra de larga vida” o, menos literalmente, “piedra con forma inmutable”. Se exhiben en soportes especiales de cerámica llenos de arena o agua (suban), o en soportes de madera cuidadosamente tallada (daiza). En la China de la dinastía Han, hace 2.200 años, ya había piedras-paisaje en los jardines Las piedras icono El arte milenario del suiseki se basa en la capacidad de evocación de las piedras Entre el 22 y el 24 de octubre, la sede del Instituto Cervantes de Alcalá de Henares acogerá por primera vez la Exposición de bonsái y suiseki organizada anualmente por la asociación complutense Círculo del Bonsái. La muestra, que este año celebra su duodécima edición, pretende dar a conocer las propiedades éticas, espirituales y ornamentales de dos manifestaciones artísticas ancestrales. Además, esta actividad pone de relieve el diálogo intercul- tural y la relación entre cultura y medio ambiente, dos de los ejes de actuación del Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes (CIDIC). Una veintena de suiseki y cuarenta bonsáis compondrán la exposición, en la que se ofrecerán explicaciones sobre las piezas exhibidas y los cuidados necesarios para su mantenimiento. Con motivo de la muestra, este artículo desvela algunas claves de los orígenes del suiseki y su evolución. Fechas: Del 22 al 24 de octubre. Horario: De 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas (días 22 y 23). De 10 a 14 horas (día 24). El día 22, a las 19 horas, se realizarán visitas guiadas (Inscripción: [email protected]). Acceso gratuito. Jesús Jiménez Segura Uno de los suiseki que se expondrán en el IC de Alcalá de Henares. Boletín del Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes (CIDIC) Nº 3 Octubre 2010 [email protected]

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Page 1: Las piedras icono - cervantes.es. Las piedras icono.pdf · in- ang. Para los creyentes en el in- ang (in- o en ja-ponés), una piedra con un paisaje en miniatura sobre el agua simbolizaba

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Las piedras están tan asociadas a la cultura que los dos

más largos periodos de la historia de la humanidad son

designados en función de las tecnologías líticas de cada

etapa: Paleo-lítico y Neo-lítico. Nada menos que hace

500.000 años ya eran utilizadas lascas de piedra por nues-

tros primeros antecesores. Los ho-

mínidos y las piedras han

mantenido una relación intensa

incluso antes de la existencia de

nuestra especie: el homo sapiens.

De hecho, es probable que la pie-

dra haya tenido una importancia

trascendental como herramienta

en el proceso de hominización.

Desde aquellos primeros chopper

paleolíticos hasta la modesta sí-

lice imprescindible para la infor-

mática y la digitalización, las

piedras han sido útiles para escar-

bar, cortar, golpear...; las grandes

rocas y sus oquedades han ser-

vido como protección contra las

inclemencias climáticas o contra

las fieras (humanas o inhumanas)

y las grandes montañas se han

erigido en referencia espacial singular y en soporte de creen-

cias e intensas vivencias espirituales.

El valor simbólico de las piedras

Los seres humanos han prestado especial atención a las pie-

dras con características particuares: de color, transparencia,

textura, dureza (o blandura), brillo, capacidad

para hacer fuego u otras. Estas piedras pueden

ser utilizadas como adornos o pueden coleccio-

narse y, por tanto, son susceptibles de tener un

valor simbólico. Otras piedras pueden tener un

uso instrumental para el trabajo recolector o

para la caza: lascas, hachas, raederas, etc.; son

útiles y por la importancia de su utilidad pueden

adquirir un valor simbólico, valor que puede su-

brayarse y enriquecerse cuando se le añaden incisiones o

pinturas decorativas. Además, hay piedras pequeñas o gran-

des, incluso montañas que pueden sugerir por su forma la fi-

gura de animales, personas o plantas, y entonces adquieren

un especial valor simbólico ya que “representan” a otros ob-

jetos, o propiedades singulares de los mismos. Con diversos

nombres –piedras para ver, piedras artísticas, piedras objeto,

etc.- las piedras singulares han sido apreciadas, colecciona-

das, admiradas e incluso veneradas. Posiblemente ya los Ne-

andertales coleccionaban

conchas y piedras singulares. Y

los homo sapiens supieron en-

contrar (quizás porque lo busca-

ron) ciervos y bisontes en los

resaltes de las paredes de la ca-

verna.

Recreación de paisajes

Los suiseki japoneses son pie-

dras encontradas en la natura-

leza que son susceptibles de

sugerir paisajes –montañas,

islas, costas, cascadas, lagunas,

grutas-; objetos –casas, puentes,

barcas-; animales –tortugas, pá-

jaros, ranas-, personas y/o senti-

mientos concretos.

En la China de la dinastía Han

(hace más de 2.200 años) algu-

nos hombres sabios ya utilizaron grandes piedras-paisaje en

sus jardines. Su objetivo no era simplemente decorativo,

estas piedras representaban en miniatura las islas de los in-

mortales (Penglai). El arte del bonsái surgió como necesario

complemento de las piedras paisaje para la creación de Pen-

jing, verdaderos paisajes en miniatura. El siguiente paso fue

seleccionar piedras más pequeñas (gongshi) adecua-

das para su uso en el interior de las viviendas, donde

eran contempladas y utilizadas como soporte para la

meditación.

Las antiguas civilizaciones coreanas de Kokuria y

Baekje importaron de China, junto con el taoísmo,

las gongshi, hace unos 2.100 años. Allí se conocen

con el nombre de suseok, donde su significa “longe-

vidad” y seok significa “piedra”; por lo tanto suseok

significa “piedra de larga vida” o, menos literalmente, “piedra

con forma inmutable”. Se exhiben en soportes especiales de

cerámica llenos de arena o agua (suban), o en soportes de

madera cuidadosamente tallada (daiza).

En la China dela dinastía Han,

hace 2.200años, ya habíapiedras-paisajeen los jardines

Las piedras iconoEl arte milenario del suiseki se basa en la capacidad de evocación de las piedras

Entre el 22 y el 24 de octubre, la sede del Instituto Cervantes de Alcalá de Henares acogerá por primera vez la Exposición de

bonsái y suiseki organizada anualmente por la asociación complutense Círculo del Bonsái. La muestra, que este año celebra

su duodécima edición, pretende dar a conocer las propiedades éticas, espirituales y ornamentales de dos manifestaciones

artísticas ancestrales. Además, esta actividad pone de relieve el diálogo intercul-

tural y la relación entre cultura y medio ambiente, dos de los ejes de actuación

del Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes (CIDIC). Una

veintena de suiseki y cuarenta bonsáis compondrán la exposición, en la que se

ofrecerán explicaciones sobre las piezas exhibidas y los cuidados necesarios para

su mantenimiento. Con motivo de la muestra, este artículo desvela algunas claves

de los orígenes del suiseki y su evolución.

Fechas: Del 22 al 24 de octubre.

Horario: De 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas

(días 22 y 23). De 10 a 14 horas (día 24).

El día 22, a las 19 horas, se realizarán visitas

guiadas (Inscripción: [email protected]).

Acceso gratuito.

Jesús Jiménez Segura

Uno de los suiseki que se expondrán en el IC de Alcalá de Henares.

Boletín del Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes (CIDIC) Nº 3 Octubre 2010 [email protected]

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A diferencia de los suiseki japoneses, los suseok coreanos

no admiten ningún tipo de modificación sobre la piedra origi-

nal. Un auténtico suiseki japonés debe haber sido formado

exclusivamente por fuerzas de la naturaleza, pero se admite

algún tipo de intervención mínima que ayude a distinguir al-

gunos detalles.

Hace unos 1.400 años llegaron a Japón los primeros Penjing

y gongshi desde la corte imperial china. Estas piedras verti-

cales que representaban las impresionantes montañas y

acantilados de China se hicieron populares entre la aristocra-

cia nipona durante cientos de años. En Japón se desarrolló

un arte singular denominado suiseki, literalmente “piedra”

(seki) y “agua” (sui). Probablemente este nombre tiene que

ver con la filosofía china del

yin-yang. Para los creyentes

en el yin-yang (in-yo en ja-

ponés), una piedra con un

paisaje en miniatura sobre

el agua simbolizaba las dos

fuerzas del universo. La pie-

dra representaba las carac-

terísticas yang -la dureza, la

solidez, lo implacable, lo

seco, lo caliente, lo bri-

llante, lo fuerte, el carácter

y lo penetrante-; mientras

que el agua representaba

las características yin -lo

suave, el vacío, lo que

cede, lo húmedo, lo frío, lo

oscuro, lo misterioso, lo

débil, lo pasivo, lo delicado,

lo sensible y lo receptivo-.

Para los sintoístas, las pie-

dras especialmente configuradas por la naturaleza (así como

otros elementos, tales como el sol, la luna o los árboles sin-

gulares) servían de morada para los dioses o poderosas fuer-

zas espirituales (kami). Para los taoístas las piedras

simbolizaban Horai, el paraíso. Y para los budistas, las pie-

dras simbolizaban el Monte Shumi, una mítica montaña sa-

grada que se creía situada en el centro del mundo. Con la

influencia del budismo Zen, el suiseki más apreciado era el

más sutil frente al más obvio en su figuración, en consonan-

cia con las enseñanzas del budismo respecto a la austeridad

y la meditación.

Propiedades del suiseki

El suiseki clásico se caracteriza por tres propiedades básicas:

la expresividad, el color y el equilibrio. La expresividad es

esencial para distinguir el suiseki de calidad y se materializa

en su capacidad de evocación, ya sea de una escena, de ani-

males, etc. El color, por una parte sugiere la luminosidad de

los objetos representados y, por otra, puede ser portador de

un valor simbólico. Por último, el equilibrio es generado por

la relación dinámica y armoniosa entre sus componentes

opuestos y/o complementarios: cóncavo/convexo, suave/ás-

pero, amplio/estrecho, cla-

ridad/oscuridad, etc.

Existe una cuarta caracte-

rística, el yugen, impor-

tante concepto de la

estética japonesa aplicado

inicialmente a la poesía

waka y más tarde al teatro

Noh por su fundador

Zeami Motokiyo. Motokiyo

usaba imágenes de la na-

turaleza como una metá-

fora constante, por lo que

el yugen subraya el sentido

misterioso y profundo de la

belleza del universo. La

clasificación de suiseki se

hace en función de diver-

sas pautas: por su aspecto

formal, su color, su origen

geográfico, etc.

En cuanto a su percepción, o más bien interpretación, está

en gran parte determinada (o ayudada) por la palabra, por el

nombre con que se designa el suiseki. El recolector o colec-

cionista intenta traducir a palabras su percepción del suiseki

que, evidentemente, no es una percepción verbal. De esta

manera, el nombre dado al suiseki contribuye a anclar su en-

tidad, a simplificar la compleja experiencia no solo visual,

sino también táctil y espiritual, que supone la relación pro-

funda con el suiseki.

La Piedra Negra, reliquia musulmana que se encuentra en la esquina oriental de la

Kaaba, la construcción cúbica de piedra hacia la que los musulmanes se orientan para

orar, en el centro de la Gran Mezquita de La Meca. Ubicada en una hornacina de plata,

la Piedra Negra indica el punto de partida para la vuelta ritual alrededor de la Kaaba.

Seki significa “piedra”

y sui signifia “agua”

El uso de las piedras comenzó

hace 500.00 añosHace 1.400 años llegaron a

Japón las piedras-paisaje

¿Sabías que...?

Bonsái es un término japonés formado por los signos bon,

“maceta” o “bandeja”, y sai, “planta” o “árbol”. El arte de

los bonsáis se originó en China hace unos 2.000 años,

como un objeto de culto para los monjes taoístas. Para

ellos, el árbol simbolizaba la eternidad, un puente entre lo

divino y lo humano, entre el cielo y la tierra. Durante siglos,

la posesión y el cuidado de los bonsáis estuvo ligado a no-

bles y personas de la alta sociedad y se buscaba reproducir

estos árboles según los existentes en las altas montañas.

Llegó a Japón hace setecientos años y allí se desarrolló

hasta convertirse en el arte botánico actual.

Boletín del Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes (CIDIC) Nº 3 Octubre 2010 [email protected]