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LA ÓRBITA DEL HOMBRE©
CONCIERTO PARA COSMONAUTA, CHAVA Y TRIÁNGULO
Víctor Weinstock
Víctor Weinstock
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para Mauricio Molina
La órbita del hombre
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Esta obra se estrenó en el Teatro Santa Catarina de México, D.F. en mayo de 1994, bajo la
dirección del autor, producción de la UNAM, diseño visual de Sairi Forsman, coreografía
de Kim Goldblat, y el siguiente reparto:
COSMONAUTA Iñaki Carrión
CHAVA Yazmín Barragán
Víctor Weinstock
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“Hay situaciones en que las personas están
condenadas a hacer teatro.”
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser
“Imagíname; no existiré si tú no me imaginas.”
Vladimir Nabokov, Lolita
La órbita del hombre
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ACTO ÚNICO
Caja gris. Al fondo a la derecha: una escalera de caracol, esbelta, sobria, color oscuro,
oxidada, aproximadamente 2 metros de altura. En el escalón superior está el Cosmonauta
dispuesto a bajar. Permanecerá inmóvil mientras entra el público a la sala. Es posible
sustituir la escalera por una trampa en el piso o alguna otra estructura más abstracta —
nunca una cápsula espacial. En todo caso es fundamental subrayar visualmente que el
Cosmonauta entra poco a poco a una realidad alterna. Justo en el centro del escenario hay
un pequeño baúl oxidado. El Cosmonauta parece una escultura de plomo. Tal vez está
desnudo, con la piel pintada; o bien, lleva puesto un vestuario plomado que estiliza, y no
imita al calce, los trajes espaciales. En proscenio, a la izquierda, deambula una Chava de
cabello lacio. La Chava lleva una túnica oxidada y alpargatas negras. Además sostiene un
triángulo percutido entre las manos. El Cosmonauta habla sin moverse casi, a menos que
se indique lo contrario. La Chava deambula por todo el espacio sin curso definido, aunque
a un ritmo regular y siempre evitando acercarse a la escalera. Cuando se indique una
Pausa, el Cosmonauta callará y la Chava se inmovilizará. Cada vez que la Chava toca el
triángulo, el Cosmonauta se mueve ligeramente, y entra paso a paso a su nueva realidad.
Víctor Weinstock
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Irrumpe la luz azul, inunda el escenario, y de ipso facto inicia la acción.
COSMONAUTA. Aún está despierto. Se resiste a abrir los ojos. Necesita mantenerlos
cerrados. Para soñar. Para seguir soñando. Para anhelar el silencio. Y el vacío. El
vacío total. Aún está despierto. Aún necesita. Ojalá no fuera así. Pensó. Así es. Al fin
no resiste. Al fin abre los ojos. Sin ganas.
Pausa de un segundo.
COSMONAUTA. Miro la pantalla de reojo. La mayor. Arriba. O abajo. Ya no hay lados. Miro
los números amarillos. Sin sentido. Quinientos tres… ¿días? Sin sentido. Cualquier
número, para el caso. Pensó. Cualquier distancia; cualquier reloj.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. Cualquiera.
La Chava toca el triángulo una vez.
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COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta.) Cualquier sentido. Otro huracán, dijo. Allá.
Más intenso que… ¿otros? Guarda silencio. Calla. De pronto. Piensa. Está bien.
Pensó. Pierde las ganas de tumbarse en la playa. Tumbarte en la playa. Tumbarme en
la playa. Resaca y resuello a lo lejos. Cerca, más bien. Coco en mano. Ginebra.
Cigarras. Y una luna viva, bermeja y poblada de espejismos. La Tierra es así. Allá.
Las cigarras, espejismos. También la ginebra. El coco. La mano. La Tierra es así.
Allá. Está bien. Pensó. Digo, está bien. Digo, pierdo las ganas de tumbarme en la
playa. Al menos eso. Al menos, pensó. Al menos, dijo, pierdo las ganas de tumbarme
en esa playa. Más bien extraño el grano de arena. Cerca. En mano. Extraño. Extraña
la arena. Quinientos tres.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. Aunque.
La Chava toca el triángulo una vez.
COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta.) En otra sí. En otra playa sin otro huracán. O-
Tre-Dad. Sí.
Pausa de siete segundos. La Chava toca el triángulo tres veces, a la vez que el Cosmonauta
empieza de nuevo su discurso.
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COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta.) Aunque también extraño las tormentas.
Aunque extraño más la gota. Lo pequeño. Aunque, dijo, nunca he estado en medio de
una gran tormenta. De un huracán, precisó. O sí. ¿Puede uno extrañar lo que nunca
ha vivido? Palpita en sus sienes aquella frase. Pregunta. Otra… otras veces. Otro
extraña. Acaso no uno.
Pausa de un segundo.
COSMONAUTA. O-Tre-Dad.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. Sí.
La Chava toca el triángulo una vez.
COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta.) Otras tormentas. ¿Se puede?, dijo, ¿extrañar
lo desconocido? ¿O lo no reconocido? Sí. Pensó. Digo, sí, enfático. He padecido más
huracanes; muchos más que nadie en ninguna playa. En Tierra. Uno en pantalla. Otro.
Tan lejos. Tanto. Tan lejos y sin huesos casi. Flotando en mi lata. Recuerda la
canción. La realidad. Flotando en mí, la lata. La imaginación. Pensó. Es que la
imaginación, dijo, se imagina a sí misma. La condena es condenar. Condenarse.
Pausa de un segundo. La Chava toca el triángulo una vez.
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COSMONAUTA. ¡Estoy muerto!, espetó. A quemarropa.
Pausa de dos segundos. La Chava toca el triángulo dos veces.
COSMONAUTA. (Fastidiado.) En realidad, si es que la realidad es una, vivo.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. (Casi alegre.) Si es que la realidad es otra. Pensó.
La Chava toca el triángulo tres veces.
COSMONAUTA. De nuevo se pregunta si acaso está muerto. Tal vez pregunta en voz alta.
¿Estoy muerto? Reflexiona. Suspira. Esta vez no suspira. Reflexiona. Siente ganas de
mear. A quemarropa. De pronto. Sí, respondió. Eso creo. Y basta con que yo lo crea.
Y hubiera querido reír al decir esto. Y no río. No puedo. Quiero orinar, luego vivo.
No estoy muerto. (La Chava toca el triángulo una vez por segundo hasta que el
Cosmonauta termina este discurso.) Anuncio. Deseo. Imagen. Pensó. ¡Está conmigo!,
gritó. Todavía, dijo en un aliento. Es verdad. Pensó. Tampoco la soledad es total.
Aunque eso no quiere. Estar solo. Aunque quiera.
Pausa de dos segundos.
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COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta.) Ya no importa desde cuando está conmigo.
Pensó. Estás, dijo en seguida. En la muerte, durante, el tiempo se derrumba. La
memoria también, claro; se derrumba durante.
La Chava se detiene a punto de tocar el triángulo. Muy despacio, la Chava y el
Cosmonauta se buscan la mirada mientras él dice.
COSMONAUTA. (Después de un silencio, neutro.) Hasta que las ganas de orinar lo sacaron
del pasmo.
La Chava toca el triángulo una vez.
COSMONAUTA. (Muy entusiasta.) Durante la muerte.
Pausa de un segundo.
COSMONAUTA. (Hosco.) Dijo. Se derrumba el tiempo. ¡No desaparece! ¡Tal vez sí! Al
revés. Revuelto. Pierde la paciencia. No se contiene. Quinientos tres. (Ahora habla
muy de prisa, y la Chava se mueve muy despacio.) Las palabras no llegan a puerto.
Bogan sin rumbo. Retazos de viento a la deriva. El sol las quema. O se congelan.
Palabras no muertas, no vivas. Soñadas quizás. Ya no importa. Bogan sin rumbo.
Cadenas de calcio en el vacío. Se repiten. Las repito. ¡Pesan más al inscribirse cual
fantasmas en los cuerpos que tocan! De. Fantasmas de los cuerpos que tocan. Tocar.
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Pausa de un segundo. De nuevo él habla y ella se mueve a ritmo natural.
COSMONAUTA. (Ligeramente más entusiasta; con verdadera curiosidad; sin angustia.)
¿Dónde están mis huesos? ¿Dónde mis palabras? ¿Donde los granos de lluvia?
¿Dónde las gotas de arena? Debo reír. Confusión accidental. O no. (Suspiro largo.)
No revientes, Tierra, dijo anhelante. Aún no. Pensó. La exaltación es cursi si no hay
siquiera un espejo. Lo hay. Pensó. Pero lo hay, dijo. Aún hay algo en que reflejarse.
Alguien. Aún es hombre. Soy hombre, dijo. Aún necesita… tocar.
Pausa de siete segundos. La Chava toca el triángulo tres veces, a la vez que el Cosmonauta
empieza de nuevo su discurso.
COSMONAUTA. Atracción de cuerpos. Fricción. La clave. La ventaja. El milagro. Sí. El
triángulo. Sujeto. Objeto. Encuentro. Eso es, dijo, en un aliento. Aunque ahora la
fricción parece cosa de ficción. Aunque ahora parece después. Aunque luego es fue,
dijo. Aunque calle totalmente y ya no piense. Pensó. El tiempo, me dijo alguna vez el
abuelo, no perdona. Pensó. Es decir, pensé en el abuelo. En la artritis. En la
incomprensión de niño con pelota, dijo. El esqueleto… los esqueletos se agotan. Se
desprenden del fastidio. Buscan el origen de las chispas más distantes. El primer
fuego. El fuego, Dios. El fuego. Dijo Dios. Hambriento. Dijo Dios. Pensó. Eso es…
en un aliento. Ahí está. Hecho migajas; el tiempo; fuera de contacto un instante con
otro. Nunca otro. Sin relación alguna. Sin anterior; ni siguiente. Guarda silencio.
Calla. De pronto.
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La Chava se detiene a punto de tocar el triángulo. Muy despacio, la Chava y el
Cosmonauta se buscan la mirada mientras él dice.
COSMONAUTA.(Después de un silencio, neutro.) Hasta que las ganas de orinar lo sacaron
del pasmo.
La Chava toca el triángulo una vez.
COSMONAUTA.(Sombrío.) Quinientos tres.
Pausa de un segundo.
COSMONAUTA.(Hosco.) No hay caso, dijo. No es posible recordar, ya no importa recordar,
ese instante cuando imaginé a la niña por primera vez. Ni siquiera importa. El espejo
me imagina tanto como yo a él. A ella. Como yo a ella. Como yo a ella.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. Recalcó.
La Chava toca el triángulo una vez.
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COSMONAUTA.(Ligeramente más entusiasta.) Es necesario inscribir ciertas frases en la
imagen para que no se derrumben. Las frases. La imagen. La niña. El encuentro. Es
necesario que no se derrumben. Pensó. Aún necesita. Aún necesita volver al sueño.
Aún desea. A sí mismo. A ella. Da igual, entonces. A ti; a mí. Anhelar es anhelar.
Pensó. Te quiero, te digo, ya soñando.
A partir de este momento, la Chava toca el triángulo a razón de una vez por segundo,
siempre que no hable. El Cosmonauta se mueve cada vez que ella toca, naturalmente.
CHAVA. Hola. Otra vez, hola.
COSMONAUTA. Cada vez que tocas.
CHAVA. Te mueves.
COSMONAUTA. Tocas.
CHAVA. Luego te mueves.
COSMONAUTA. No luego, ¿o sí? Durante. Al mismo-
CHAVA. Luego es fue.
COSMONAUTA. Yo lo dije.
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CHAVA. Yo lo dije.
COSMONAUTA. También.
El Cosmonauta llega al último escalón. Hay una pausa a discreción del director en que la
Chava amenaza con tocar el triángulo, se divierte a expensas del Cosmonauta, quien
suplica con la mirada que toque.
CHAVA. Yo lo dije.
COSMONAUTA. Está bien.
La Chava toca el triángulo una vez. El Cosmonauta baja el último escalón. A partir de
ahora él también puede moverse libremente. La Chava cuelga el triángulo en el aire, justo
encima del baúl oxidado. Hay un jugueteo breve en que él persigue a la Chava, quien lo
esquiva entre risas. Se detienen jadeando y sonriendo, cerca uno de la otra. De pronto se
miran fijamente. El reacciona con temor.
CHAVA. Nos entendemos.
COSMONAUTA. Eso creo.
CHAVA. Ah-ah. No es pregunta.
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COSMONAUTA. Nos entendemos.
CHAVA. ¿Te recuerdo la última jugada?
COSMONAUTA. No es necesario.
CHAVA. Eso está por verse.
COSMONAUTA. No me amenaces. Eres mi hija, al fin y al cabo. No debes-
CHAVA. ¿Mmmm?
COSMONAUTA. No quiero que-
CHAVA. Es promesa. No amenaza.
COSMONAUTA. (Media risa.) Promesa. ¿Cuál?
El Cosmonauta se sienta sobre el baúl.
CHAVA. Te gusta ese sitio.
COSMONAUTA. ¿Por qué?
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CHAVA. Porque podría guardar… cosas. Porque está oxidado. Porque el deterioro… ese
deterioro te recuerda-
COSMONAUTA. ¿Por qué dices que me gusta?
CHAVA. Porque siempre que te… que amenazo con fastidiarte, te desplomas ahí… como
ahora. ¿Qué piensas que hay dentro? ¿Cocos, ginebra, cigarras? ¿Todas esas cosas?
¿Tus manos? No, no, no te levantes. Está vacío. Totalmente vacío. Lo sabes. No ha
cambiado la situación. Basta un pedazo de chatarra para que añores la Tierra.
Además, esta jugada ya pasó.
COSMONAUTA. La memoria-
CHAVA. No se derrumba. Eso quisieras.
COSMONAUTA. (A sí mismo.) Imagina a la niña del cabello lacio y túnica oxidada que a su
vez lo imagina para que no muera del todo. Eso es. Los sueños no mueren. Está visto.
Frase fuera de lugar… común, que termina por ser más verdadera que la verdad que
pretende. Pretendía. Soñar es un capricho. Para no vivir. Para no morir. (A la Chava.)
A veces, pareces más real tú que yo.
CHAVA. ¿Sólo a veces?
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COSMONAUTA. Siempre.
CHAVA. Esa jugada ya pasó. También.
COSMONAUTA. ¡Entonces juega de una vez por todas!
CHAVA. La exaltación-
COSMONAUTA. ¡Es cursi!
CHAVA. Oye, oye.
COSMONAUTA. (Media risa, más tranquilo.) Es cursi.
CHAVA. Si no hay siquiera un espejo.
COSMONAUTA. Pero lo hay.
CHAVA. Aún así.
COSMONAUTA. Juega ya.
CHAVA. Pero a mí no me toca… jugar. Yo jugué la última vez. Antes del último huracán.
Antes de que lo advirtieras, en todo caso.
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COSMONAUTA. (Se levanta.) ¡Juega!
CHAVA. Te abandonaron, papá.
COSMONAUTA. Me gusta tanto cuando dices “papá”.
CHAVA. Te abandonaron, Cosmonauta. Tal vez sucedió un accidente. Simple. Fatal. Tal vez
hay un motín en Tierra. Se levantaron en armas y te echaron fuera de borda. Más
bien, te dejaron fuera de borda. En órbita para siempre. Tal vez desmantelaron
tooodo el programa espacial para construir chozas, estufas y azadones. Tal vez está
por reventar tu querido planeta azul.
COSMONAUTA. Eres mala.
CHAVA. ¿Qué es eso?
COSMONAUTA. Eres perversa.
CHAVA. ¿Por qué?
COSMONAUTA. Tal vez… simplemente me abandonaron. Tal vez hay un complot en mi-
CHAVA. Eso quisieras. Pero no eres tan importante.
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COSMONAUTA. Tal vez se detuvo el tiempo, se curvó al infin-
CHAVA. Tú mismo podrías verificarlo. Lo haz hecho.
COSMONAUTA. Tal vez-
CHAVA. Mira, Cosmonauta, buscabas la inmortalidad, ¿no?
COSMONAUTA. La continuación.
CHAVA. Da igual. Aquí me tienes. Tu hija. Tu continuación. Pudiste haber imaginado un
varón. Pudiste haberme imaginado tu amante. Pudiste imaginar un perro.
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. (Avergonzado.) Te deseo.
CHAVA. ¿Por qué no me abrazas?
COSMONAUTA. Te abrazaría con todo el cuerpo-
CHAVA. ¿Con las manos y los brazos?
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COSMONAUTA. Sí.
CHAVA. ¿Con las piernas y los pies?
COSMONAUTA. Ajá.
CHAVA. ¿Con la panza también?
COSMONAUTA. Con todo el cuerpo.
CHAVA. (Risita.) ¡¿Con la nariz?!
COSMONAUTA. (Risita.) Sí. Tengo tantas ganas de tocarte.
CHAVA. ¿Entonces? Yo también quiero descubrir el tacto, la piel de otro, la tuya. Por favor,
¿sí?
COSMONAUTA. No quiero… no quiero darme cuenta que no… eres más que… fantasma.
CHAVA. No soy eso.
Pausa de dos segundos.
COSMONAUTA. ¿Quieres ser amante de tu padre?
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CHAVA. Y por qué no.
COSMONAUTA. (Angustiado.) ¡Te deseo!
CHAVA. Juega, pues.
COSMONAUTA. Podrías desvanecerte.
CHAVA. Ya ves que es tu turno.
COSMONAUTA. No pienso arriesgarte. No pienso estar solo, en vela, en duelo, quinientos
días más.
CHAVA. Ya habrás muerto para entonces, ¿qué te preocupa?
COSMONAUTA. (Sombrío.) Ya estoy muerto. Creo. Sólo tú… sólo por ti-
CHAVA. ¡Juega ya!
COSMONAUTA. ¿Que no entiendes?
CHAVA. No.
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COSMONAUTA. Podría suceder un desastre… algo peor-
CHAVA. ¿Peor que esto?
COSMONAUTA. Podríamos desintegrarnos al contacto… de inmediato… irremed-
CHAVA. No es cierto.
COSMONAUTA. ¡Ya no quiero estar solo, mi vida!
La Chava se acerca seductora. El Cosmonauta casi la abraza.
CHAVA. Tampoco yo.
COSMONAUTA. Y no quiero morir.
CHAVA. Una caricia aunque sea, ¿sí?
COSMONAUTA. Podrías estar hecha de… de antimateria.
CHAVA. Ah, recordaste la jugada.
COSMONAUTA. Podrías desintegrarte si te toco. ¡Y yo!
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CHAVA. Como se desintegraron la escalera y el baúl. ¡Y el triángulo, me imagino!
COSMONAUTA. El triángulo no lo he tocado yo.
CHAVA. Prueba entonces.
La Chava arroja la baqueta del triángulo a los pies del Cosmonauta.
COSMONAUTA. (Da un paso atrás.) Eres distinta.
CHAVA. ¿Sí?
COSMONAUTA. Estás viva.
CHAVA. ¿Sí?
COSMONAUTA. ¡Sí!
CHAVA. Sabes que todo eso es mentira. No puede haber antimateria entre nosotros. Ni en
nosotros. Lo sabes.
La Chava hace un intento de ir hacia el Cosmonauta, quien la detiene con la mirada. El
Cosmonauta comienza a subir por la escalera, sin prisa.
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CHAVA. No despiertes todavía.
COSMONAUTA. Ya jugué. No te toco, mi niña. No te toco.
El Cosmonauta sube cada vez más despacio; la Chava se apresura a coger el triángulo. El
Cosmonauta se detiene.
CHAVA. ¡Ya no puedo estar sola! ¡Yo también necesito tocarte!
Pausa de tres segundos.
COSMONAUTA. Aún está despierto.
La Chava toca el triángulo una vez. El Cosmonauta asciende por la escalera; un
movimiento cada vez que ella toca, igual que antes. La Chava se mueve con angustia.
COSMONAUTA. Control. Castigo. Moralidad. Soy un buen padre, dijo.
La Chava toca el triángulo varias veces. Se detiene al comprobar que el Cosmonauta no
deja de subir.
CHAVA. Dame un compañero, entonces. Imagínalo tan bien como a mí. Voz y cuerpo,
Cosmonauta. Con temores y deseos. Con voluntad propia.
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COSMONAUTA. No. Pensó.
CHAVA. Lo imaginaré yo entonces. Imaginaré a mi compañero. Dejaré de imaginarte a ti.
COSMONAUTA. ¡No!
El Cosmonauta corre escalera abajo, a tropezones; la Chava sube al baúl. El Cosmonauta
está a punto de abrazarla; la Chava arde en júbilo. Vemos este cuadro por diez segundos.
La Chava toca el triángulo una vez, y de ipso facto el
OSCURO FINAL.
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LISTA DE UTILERÍA
Baúl oxidado
Triángulo percutido
Escalera de caracol
Víctor Weinstock
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Cualquier asunto relacionado con esta obra favor de comunicarse con el autor al correo
electrónico [email protected] o a la Sociedad General de Escritores de México.
© 1994
© 2014 revisión