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1 La Invención de la Tradición no solo se articuló a través de los textos escritos en el siglo XIX. "Recuerdos Históricos. Alzamiento de D. Pelayo. Año 716" En: "Semanario Pintoresco Español" Madrid, 25 de Junio de 1843. LA “INVENCIÓN DEL FUTURO” EN SUS ORÍGENES CONTEMPORÁNEOS Bernardo Riego (Universidad de Cantabria) En 1983, el historiador Eric Hobsbawm abrió una fértil línea de análisis historiográfico al plantear la necesidad de estudiar los fenómenos de “Invención de la Tradición” y analizar las funciones de identidad política y cohesión social que se derivaban de unas prácticas en las que se utilizaba el pasado para legiti- mar el presente. Hasta la aparición de aquella recopilación de trabajos, los historiadores apenas habían advertido el profundo significado ideológico que encerraban algunas prácticas culturales o políticas, muchas veces salidas de la literatura, y que con el paso del tiempo habían sido entendidas por la colectivi- dad como “naturales”, “espontá- neas” o “producto del pasado inme- morial”( ). 1 Esta propuesta de revisión de la cons- trucción del pasado emprendida por el historiador británico, junto a un selecto grupo de especialistas, puso de nuevo en evidencia la importancia de acometer la comprensión de la Historia, no como una sucesión de datos, acontecimientos y fechas en una visión exclusivamente secuencialista de lo acontecido, cada vez mas próxima a la información periodística, sino como la demostración palpable de que es necesario, en el trabajo historiográfico, interpretar motivaciones profundas e indagar valores latentes que se dieron en la sociedad, sobre los que la Historia, con sus instrumentos metodológicos, tiene plena capacidad para elucidar. Como es sabido, fruto de aquel punto de partida fueron apareciendo en los años sucesivos múltiples estudios que se han centrado en estudiar la construcción de los imaginarios nacionalistas o la conformación de la identidad regional de diversas comunidades, casi siempre desde la perspectiva de la utilidad que dichas construcciones han proporcionado, ya sea como herramientas movilizadoras que avalaban reivindicaciones políticas coyunturales, o bien como una estrategia defensiva ante el temor producido por los cambios y las transformaciones. En uno de estos trabajos, referido a la invención de la tradición en Cantabria, y cercano para mi por muchos motivos, Manuel Suárez Cortina, introducía una reflexión que me parece

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La Invención de la Tradición no solo se articuló a través delos textos escritos en el siglo XIX. "Recuerdos Históricos.Alzamiento de D. Pelayo. Año 716" En: "SemanarioPintoresco Español" Madrid, 25 de Junio de 1843.

LA “INVENCIÓN DEL FUTURO” EN SUS ORÍGENES CONTEMPORÁNEOS

Bernardo Riego(Universidad de Cantabria)

En 1983, el historiador Eric Hobsbawm abrió una fértil línea de análisis historiográfico al plantearla necesidad de estudiar los fenómenos de “Invención de la Tradición” y analizar las funcionesde identidad política y cohesión socialque se derivaban de unas prácticas enlas que se utilizaba el pasado para legiti-mar el presente. Hasta la aparición deaquella recopilación de trabajos, loshistoriadores apenas habían advertidoel profundo significado ideológico queencerraban algunas prácticas culturaleso políticas, muchas veces salidas de laliteratura, y que con el paso del tiempohabían sido entendidas por la colectivi-dad como “naturales”, “espontá-neas” o “producto del pasado inme-morial”( ).1

Esta propuesta de revisión de la cons-trucción del pasado emprendida por elhistoriador británico, junto a un selectogrupo de especialistas, puso de nuevoen evidencia la importancia de acometerla comprensión de la Historia, no comouna sucesión de datos, acontecimientos y fechas en una visión exclusivamente secuencialista delo acontecido, cada vez mas próxima a la información periodística, sino como la demostraciónpalpable de que es necesario, en el trabajo historiográfico, interpretar motivaciones profundase indagar valores latentes que se dieron en la sociedad, sobre los que la Historia, con susinstrumentos metodológicos, tiene plena capacidad para elucidar.

Como es sabido, fruto de aquel punto de partida fueron apareciendo en los años sucesivosmúltiples estudios que se han centrado en estudiar la construcción de los imaginarios nacionalistaso la conformación de la identidad regional de diversas comunidades, casi siempre desde laperspectiva de la utilidad que dichas construcciones han proporcionado, ya sea comoherramientas movilizadoras que avalaban reivindicaciones políticas coyunturales, o bien comouna estrategia defensiva ante el temor producido por los cambios y las transformaciones.

En uno de estos trabajos, referido a la invención de la tradición en Cantabria, y cercano para mipor muchos motivos, Manuel Suárez Cortina, introducía una reflexión que me parece

Bernardo Riego Amézaga
Referencia Bibliográfica
2009.- “La invención del futuro y sus orígenes contemporáneos”. En: LA CRÈATION ARTISTIQUE HISPANIQUE Á L’EPREUVE DE L’UTOPIE. (Marie-Linda Ortega Editora) Ed. Lansman. Toulouse 2009. Páginas 79-102. ISBN 978-2-87282-677-3
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especialmente oportuna y que tiene relación con el rumbo que va a tomar este texto en laspáginas que siguen:

“La tradición, real o inventada, es la respuesta que un sector de la intelectualidaddel siglo XIX ha utilizado para fortalecer identidades. Y estas podían deberse tantoa la necesidad de articular nuevos modos de integración/segregación ante loscambios experimentados en los ámbitos estatal/territorial/social/productivo, osencillamente, en el deseo de preservar identidades preexistentes. Es decir,mecanismos discursivos instrumentales en el paso de la comunidad tradicional ala sociedad moderna” ( ).2

Resulta paradójico que mientras está línea de análisis continua dando resultados tangibles, loshistoriadores seguimos ignorando un fenómeno paralelo que bien podía constituir el reverso dela misma moneda, y cuyas consecuencias podemos explorar en el mismo espacio temporal queel de la “Invención de la Tradición”. Me refiero a lo que he dado en llamar “La Invención delFuturo”, a cuyas características en el siglo XIX, y referidas al ámbito español me gustaríadedicar este texto, no sin antes hacer algunas reflexiones generales sobre su significado, su valormetodológico y su posible -y sin duda discutible- alcance historiográfico.

Es cierto que existe una tradición intelectual que se ha ocupado de estudiar y analizar elsignificado de las utopias literarias o filosóficas, arrancando, bien de la siempre citada obra deTomás Moro publicada en 1516 de la que la corriente toma el nombre, o remontandose a “LaRepública” de Platón, (hacia 380 A.C.), para posteriormente integrar en este análisis obras yautores utópicos que escribieron sus visiones y deseos antes de que se produjera la conformaciónde la sociedad liberal. De este modo se mencionan a los pensadores del mundo clásico, filósofosy moralistas de la sociedad tradicional, junto a los escritores visionarios próximos a las corrientessocialistas de la sociedad liberal como Edward Bellamy o H.G. Wells, o a los críticos de lossistemas totalitarios del siglo XX como Evgenii Zamiatin con su crítica a la dictadura bolcheviquea través de su impresionante novela Nosotros (1920)( ) o, el más conocido, George Orwell con3

su inquietante 1984 (publicado en 1949)( ) Todo este agregado de obras formaría parte de un4

mismo continuum, que comenzaría con los autores clásicos y, por el momento, terminaría conlas obras escritas en el siglo que acaba de terminar ( ).5

Pero esta línea clásica de interpretación de la tradición utópica se complica a partir del estudiode algunos autores que surgirán en el siglo XIX, con el nacimiento de un nuevo género literarioque se difundirá fundamentalmente a través de la novela y el artículo periodístico, y que aun siguesiendo muy denostado por algunos intelectuales que ven en él solamente superficialidad y escasacalidad. Me refiero, por supuesto, a la denominada ciencia ficción, en la que se superponentextos populares de escasísimo o nulo interés con obras de una gran altura literaria y conceptual.Un género literario en el que se mezclan extraterrestres de todos los colores y dimensiones, deaspecto clónico o actitudes agresivas -salidos en muchos casos del imaginario de la guerra fría-junto a seres y recreaciones de realidades que ponen a prueba los valores de las sociedadesmodernas, ya sea de modo metafórico, ya sea incrustando acontecimientos inventados en una

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Años antes de que Julio Verne publicase sus fantasías literarias, loslectores españoles ya habían contemplado grabados del fondo del mar.“Navegación submarina” En: “El Museo Universal”. Madrid 5-VIII-1860.

realidad que se desea ex-plorar con la imaginaciónpara golpear la concienciade los lectores de un tiempoconcreto( ).Comenzando6

por el Frankenstein o elModerno Prometeo deMary Selley aparecido en1818, que se considera elprimer libro de ciencia fic-ción que se ha escrito, yque, a pesar de la desvia-ción que supone para elsentido original de la obrala influencia que ha tenido ennuestro tiempo la versióncinematográfica de 1931, su contenido literario constituye, sobre todo, una metáfora de la nuevahumanidad que está creando la revolución industrial ( ).La reflexiones sobre las consecuencias7

de la experimentación científica iniciadas por Shelley a comienzos del siglo XIX, se cierran, porel momento, con obras como Matrix (1999) donde (con un abuso de efectos especiales) se nosmuestra la falsa realidad (digital) que se encierra en un sistema informático implantando por unasmáquinas que dominan la Tierra destruida por la soberbia de los hombres. Lejos de nuestrotiempo y nuestros gustos quedan ya las predicciones optimistas de un Julio Verne que creía sinfisuras, como muchos de sus coetáneos, en los avances imparables del progreso científico,mientras los personajes del escritor francés exploraban el centro de la Tierra o la profundidadde los mares, y viajaban en un proyectil a la Luna. En el recorrido de estos tres hitos que hemosenumerado, existen toda una serie de discursos que atañen al mundo contemporáneo. A pesarde que nuestra historiografía tiende a desdeñar toda esta tradición por considerarla poco seriao digna de tener en cuenta, espero que el análisis de diversas fantasías escritas por autoresespañoles desde el siglo XIX o difundidas en el ámbito nacional, bien en libros o en la prensadiaria, comiencen a mostrar la emergencia de un territorio que es enormemente sugestivo, porcuanto nos permite, cuando menos, arrojar luz sobre otra evidencia que no podemos seguirignorando en unos momentos como los actuales en los que hemos comenzado a adquirir unacierta perspectiva respecto al impacto que la introducción de diversas tecnologías tienen en elcuerpo social, y las respuestas culturales que su presencia provoca. A pesar de que vivimos elespejismo de que solo ahora es cuando existen nuevas tecnologías, la realidad es obstinada ynos demuestra que desde las primeras décadas del siglo XIX, la sociedad española recibe yasimila diversas invenciones que enfrentan a sus hábitos cotidianos y los valores tradicionales conlos cambios que la socialización de la técnica provoca de manera ineludible a quienes la usan. Nose puede discutir que las velocidades de recepción de las tecnologías en España pueden ser, enalgunos casos, más lentas que las de otros países europeos, y que también fuera más débil lasocialización de la fotografía, del ferrocarril, del telégrafo, de la electricidad, del teléfono, delgramófono o del propio cinematógrafo, por enunciar algunas de las tecnologías que fueron

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transformadoras de la vida y la percepción de la realidad cotidiana en el siglo XIX( ). Pero su8

introducción en nuestro país tuvo lugar en la épocas de su apogeo internacional y susconsecuencias sociales y culturales, provocaron entre otras cosas, una sensación de autoestimanacional, al percibir las élites que gracias a su introducción, España estaba incardinada al dogmadel Progreso europeo( ). Las reacciones literarias que se dieron con la presencia de las múltiples9

tecnologías aparecidas, se expresaron, en algunas ocasiones, en forma de utopías o distopíasfuturistas, y su significado enlaza de algún modo, con las reflexiones que el profesor SuárezCortina hacía en su libro sobre la invención de la tradición en Cantabria que hemos citado másarriba. Los mecanismos discursivos instrumentales que miran hacia el pasado para buscarlegitimidad o se imaginan el futuro para afirmar (o criticar) los valores en los que se sustenta unasociedad decimonónica imbuida de la idea de Progreso, e inquebrantablemente fascinada por losconstantes avances de la ciencia y de la técnica tienen, en el fondo, la misma naturaleza, y losautores que utilizan la paradoja de la utopía o la complejidad de una realidad presenteproyectada en un futuro imaginado, permiten que ahora nos acerquemos, a través del artificioliterario, a las tensiones culturales que están latentes en un tiempo que no siempre reacciona tanexplícitamente a la presión del mundo moderno como lo hacía el autor de estas reflexiones en unarevista madrileña de vulgarización científica en 1853:

“¿Adonde vamos a parar? Mientras la Europa se prepara para la Guerra [deCrimea] la América amontona máquina sobre máquina, y se entrega a las masperegrinas invenciones. Un diario americano indica que existen en los USAmáquinas que hilan, tejen y cosen; máquinas que hacen botas, barnizan y danlustre. Relojes eléctricos que despiertan, dan las horas y encienden la luz. Loscigarros ya no se fabrican sino mecánicamente, una máquina corta el queso, limpialos cuchillos y las cucharas, lava la ropa y la vajilla. La caña de pescar se muevecon inteligencia para atraer a los peces. Sería cosa de nunca acabar si hubiéramosde enumerar la multitud de máquinas que funcionan en aquel país afortunado, endonde el hombre no tiene más trabajo que comer, dormir y pasear, rigorosamentehablando, podría dejar de existir. ¿No le han reemplazado ya las máquinas?"( )10

1. Utopías y distopías: formas de proyección para entender mejor el presente.

Las reflexiones anteriores reflejan la estupefacción de alguien que no ve utilidades inmediatas enla tecnología. Tal vez del mismo modo que, cuando hace unos pocos años comenzó ageneralizarse el teléfono móvil, muchos vieron en este instrumento un objeto inútil y pocopráctico. Posiblemente bastantes de los que así pensaban son los que ahora están estableciendonuevas pautas sociales y comunicativas con un artilugio que está transformando el concepto deintercomunicación en la ubicuidad frente al tradicional sistema de comunicación localizada queofrecían los teléfonos unidos a un cable coaxial. Pero en el texto que hemos citado hay una ideaque sobresale por encima de la sorpresa. La incertidumbre de si las máquinas acabaránsustituyendo a lo humano, y más profundamente, la cuestión de qué es lo que define lo humanopara ese autor y en ese momento histórico concreto.

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Portada de una de las versiones españolas de lanovela utópica “Looking Backward”. Obsérvese lafigura del guía, que es típica en estas obrasliterarias. (Biblioteca Nacional)

Ese es precisamente el momento donde mejoropera el terreno de las utopias o la literatura deciencia-ficción. Mientras que unos manifiestansu sorpresa, otros autores extrapolan suspreguntas construyendo una argumentaciónespeculativa en la que pueden experimentarcon facilidad adonde les pueden llevar susincógnitas o sus esperanzas. Este tipo de litera-tura se constituye así en una especie de labora-torio social imaginario, donde lo que menosle importa al historiador, cuando se acerca aestas fuentes, es la apariencia del escenario, olos recursos efectistas que el escritor ha desple-gado para atrapar la atención del lector. Loverdaderamente relevante, es que en un espa-cio más imaginativo y creativo como es ese, elautor puede probar sus ideas y transmitirlas aquien haga el esfuerzo de seguir su artificioliterario, sin las constricciones que el realismoimpone en muchas ocasiones y que impidesalirse de las reglas impuestas por la narrativatradicional.Fue Lewis Munford quien estableció que unaparte importante de los textos utópicos aludena una máquina cultural bastante eficaz a la quehemos dado en llamar ciudad, y lo que hacenmuchos de los autores utópicos es precisamen-te referirse al perfeccionamiento de este ingeniosocial ( ). Pero, sin duda, ha sido Norbert11

Elias quien nos ha proporcionado una de las más precisas definiciones de utopía:

“Una utopía (...) es la imagen fantástica de una sociedad que contiene indicios desolución para algunos de los problemas no resueltos, una imagen fantástica querepresenta soluciones, deseables o indeseables según el caso, a diversos problemas.La utopía puede contener tanto sueños como pesadillas, todo en uno. Las utopíasde las generaciones pasadas, por tanto, pueden servir a sus descendientes como unsensible indicador de esperanzas y de miedos, de sueños y de pesadillas queafectaban a conjuntos tales como clases sociales, naciones o grupos diferenciadospor la edad o por el sexo”( ). 12

Es cierto que algunas de las utopías son de una gran transparencia y muestran sin dificultad lo queéste sociólogo apuntaba. Por ejemplo, en 1840, en el diario progresista “El Constitucional”aparecía un artículo titulado “Barcelona en 1940" en el que el autor enumeraba muchas de las

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insuficiencias que él veía en su tiempo, deficiencias que estarían resueltas cien años después. Esteartificio literario le permitía referirse a cuestiones municipales, de urbanismo y organización de lavida cotidiana: “Barcelona por de[s]contado no tendrá murallas; (...) Londrés sera tangrande como Cataluña, y Barcelona sera ciudad dos veces más vasta y populosa que elLondres actual (...) Barcelona estará debidamente empedrada(...) Las pescaderías noecharán mal olor, y las pescaderas tendrán más crianza”. Pero lo más llamativo es cuandose refiere a cuestiones relativas al desarrollo del estado liberal, que aun estaba en una situaciónmuy embrionaria en aquellos años, en los que regía la Constitución de 1837, que, a pesar de sucarácter progresista, concitaba muchas críticas por su escasa implantación en la práctica:

“Barcelona en 1940, por lo que hace a política, participará de la suerte general delestado; el rey reinará y no gobernará, como dice Mr. Thiers y demás partidariosde la justa omnipotencia parlamentaria (cuando son ministros); las Corteslegislaran de verás, los ministros gobernarán(...) Habrá buenas leyes orgánicas, (...)se habrá perdido la memoria de los estados excepcionales, de las mayorías ficticias,de los jefes políticos que usurpan funciones judiciales, de las diputacionesprovinciales que entienden la imparcialidad al revés (...) Por último, la CONSTI-TUCIÓN sera una verdad”( )13

Poco importa tras leer el texto que nosotros sepamos que 1940 fue bien diferente a como esteperiodista se lo imaginó. Una utopía, aunque sea de tan poca entidad como la presente, nuncapretende ser una profecía. Su valor reside en que se convierte en la expresión de los deseos, lasnecesidades y las pulsiones de un momento concreto que se evidencia a los destinatarios muchomejor porque se ha trasladado a un hipotético futuro. Además en un texto como este, subyaceuna idea motriz que se aprecia a simple vista; la creencia ciega y optimista en que el futuro serámejor que el pasado, una de las consecuencias de la religión del Progreso, que comoacertadamente ha estudiado Rober Nisbet fue una de las constantes del siglo XIX, en el que aexcepción de unos pocos pensadores, prácticamente todos los intelectuales estuvieron deacuerdo, aunque discutieran los medios que eran precisos para hacer mejor ese futuro( ). El14

siglo XX, sin embargo, nos ha educado en la visión de un futuro pesimista que se reflejaconstantemente en la literatura utópica y de ficción, pero nuestro autor barcelonés de 1840, notiene ninguna duda que todos los males sociales y políticos que su tiempo padece, habrándesaparecido un siglo más tarde como consecuencia de ese ineludible Progreso al que lahumanidad está abocado.

Otro mecanismo típico que tienen los escritores utópicos para poner frente a su tiempo losproblemas y las necesidades que se plantean es extrapolar las cuestiones a un futuro lejano y unespacio extraño y por lo tanto diferente del conocido. Las distopías se convierten así en unrecurso literario inmensamente atractivo y que permite al autor una enorme libertad creativa. Elmecanismo más habitual en este tipo de literatura para trasladarse a otra época futura o a otroespacio temporal es el sueño, algunas veces, la hipnosis. En 1851, la biblioteca del editor ÁngelFernández de los Ríos publicó en Madrid la novela de Emile Souvestre El Mundo tal y comoserá en el año 3.000 que había sido publicada por entregas entre 1845 y 1846 en París( ).15

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Souvestre es hoy un perfecto desconocido, pero fue el creador de un personaje decimonónicoque el cine resucitó en el siglo XX: Fantomas.

Para mostrar como era ese mundo futuro en contraste con su tiempo, Emile Souvestre creó unapareja de enamorados, Marta y Mauricio, que una apacible noche, mientras contemplan lasestrellas, formulan un deseo expresado por Mauricio:

“Yo quisiera conocer este hermoso porvenir, dijo con la curiosidad maravillada deun niño. ¿Porqué no se puede uno dormir por espacio de muchos siglos paradespertar en otro mundo más perfecto?... ¡No existe ya en la tierra ni un dios ni undiablo que sirva de intermediario entre el mundo real y el mundo invisible! Todoslos países y todas las edades habían tenido su genio protector. ¿Donde está elnuestro? ¿Quien es?”

Efectivamente, aparece ese mediador que les dormirá y les hará despertar en otro mundo biendistinto al que conocen y que se sitúa en el año 3000. Merece la pena que observemos ladescripción que hace el autor de ese mediador, que tiene la obligación de crear una figura quesea distinta de lo conocido en ese momento, pero a la vez tiene que tener claras ser referenciaspara que el lector entienda que es un ser que denota modernidad y proviene del futuro:

“Era un hombrecillo con un gabán de cautchou, sombrero mecánico, corbata demuelle y botas de paño inglés. Llevaba al cuello una enorme cadena dorada por elprocedimiento Ruolz, en la mano derecha un bastón de hierro hueco, y debajo delbrazo izquierdo una cartera de las que salían algunos cupones de accionesindustriales. Todas las prendas de su traje tenían la indispensable etiquetaPRIVILEGIO DE INVENCIÓN. En cuanto a su persona parecía un banqueroinjerto de notario. Iba cómodamente sentado sobre una locomotora inglesa, cuyohumo le envolvía en fantásticas nubes, y llevaba al hombro una cámara obscurade la fábrica de Chevalier”

Además de su extraña vestimenta compuesta de materiales tan exclusivos (y de restringido usotécnico en la época) como el caucho, aparecen dos instrumentos que eran en aquel momento deuna rabiosa modernidad: la locomotora inglesa y la cámara de Chevalier, es decir, un equipodaguerrotípico inventado apenas seis años antes de que Souvestre escribiera la novela y quedenotaba entonces tanta actualidad como lo han hecho hasta hace poco tiempo los artefactosde videocomunicación que las películas de ciencia ficción nos han mostrado con frecuencia, y enlas que todos reconocíamos sin dificultad la posible evolución de nuestro conocido teléfono.

El mediador les da una tarjeta en la que pone su nombre, se llama, Mr. John Progreso, y lesofrece dormir y despertar en el año 3.000. La prensa dará la noticia de que a Marta y aMauricio se les ha encontrado muertos en su casa. Se les entierra y los enamorados desde sutumba ven pasar los años y las transformaciones de las sociedades. Cómo Europa caía en lamiseria y América dominaba todos los elementos del mundo. Finalmente los enamorados

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despiertan en Tahití que en el año tres mil se llamaba la Isla del Negro Animal, y comienzan elviaje distópico visitando una sociedad que tiene el nombre de República de los Intereses, en laque todos son comerciantes, y cuya estructura conocerán a través de un guía, que les explicarála organización social ideal que pueden así confrontar con la que ellos (y el lector) conocen.

El rasgo distintivo de novelas como la de Emile Souvestre y muchas de las que se producirán enel siglo XIX, estriba en que aun cuando formalmente se pueden ubicar en la tradición de laliteratura utópica, contienen algo más, un elemento diferenciador que no está presente en las quese producen en el siglo XVIII o en los siglos anteriores. Me refiero a la presencia tecnológica,al impacto que la aceleración del ferrocarril, la fascinación de la fotografía o el orgullo de laimprenta, entre otras cosas, han provocado en la conciencia de estos autores que no solo piensanya en términos de mundo ideal o de futuro catastrófico o redentor, sino que tienen la necesidadde introducir, convenientemente deformadas, las herramientas que están cambiando su época.Así. en el año tres mil, los ciudadanos se transportan por el aire por medio de los cañonescorreos aunque todavía subsisten los coches de caballos, también hacen viajes en buques pormedios submarinos y gracias a los telégrafos transaéreos han entrado en contacto con loshabitantes de la luna.

Si retrocedemos un poco en el tiempo, concretamente a 1771, podemos apreciar mejor lasdiferencias entre dos novelas utópicas y la presencia del impacto de lo tecnológico en las que seproducen en el siglo XIX. En este año, Louis Sebastien Mercier publicó la primera edición desu: L’an Deux Mille Quatre Cent Quarante Rêve S’il En Fut Jamais. (El año dos milcuarenta, soñado como nunca ocurrió). A pesar de que se conserva un ejemplar en laBiblioteca Nacional de Madrid de la tercera edición, y hasta donde sé, nunca se tradujo alespañol( ). El libro es una utopía que anticipa y sobre todo define algunas de las ideas políticas16

que estarán vigentes durante y a partir de la Revolución Francesa, lo que en el prólogo de latercera edición le permite hacer una crítica a Mercier de como las profecías que él y otrosanticiparon para la Revolución, lamentablemente no se han cumplido. El mecanismo para lautopia es de nuevo el sueño. El autor duerme y se despierta casi 700 años después y seencuentra que ha envejecido, y en ese nuevo París se ve asimismo como “una mascara entrelosque pasean por las plazas espaciosas y ordenadas.”. Un París igualitario en el que todos vana píe por la calle y solo los más distinguidos por sus servicios o por su edad van en coche. Esaigualdad natural también se refleja en los hospitales, una de las instituciones mas degradadas enel tiempo que le tocó vivir a Mercier: “Los médicos sabios y caritativos no dictan sentenciasde muerte, pronunciando al azar preceptos generales, se toman la molestia de examinarcada enfermedad en particular, y la salud no tarda en reflorecer bajo su mirada atenta yprudente. Estos médicos son, en el rango de los ciudadanos, los más considerados”. ElParís ideal del futuro mantiene sin embargo valores tradicionales que se aprecian en el papelsocial que ocupan las mujeres en ésta extrapolación temporal: “dedicadas a los deberes de suestado, las mujeres se dedican al único cuidado que les impuso el creador, el de hacer hijos,y consolar a los que les rodean de las penas de la vida”

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Experiencias aéreas británicas publicadas por el "Sema-nario Pintoresco Español " en su número de 14 de Mayode 1843.

Es muy interesante también apreciar esa condición de laboratorio de las ideas políticas que eseespacio imaginado del futuro permite. Cuando explica la organización política de ese nuevomundo Mercier pregunta al lector: “¿Qué es un rey? La más ridícula obra del hombre ensociedad; y un rey hereditario, es el último término de la demencia humana” A continuaciónexplica que en ese futuro, el rey pasea por la calle como un ciudadano más, se ha abolido laherencia y aunque se castiga el crimen, siempre se deja una puerta abierta a la regeneración deldelincuente.

Es evidente que Mercier está poniendo en el futuro problemas que en su tiempo eranrevolucionarios, y que serán largamente discutidos en el plano político y social en el transcursodel siglo XIX. La eficacia de la utopía es evidente a lo largo de la obra. En los años que escribesu libro, la presión tecnológica es inexistente, y desde luego, eso se aprecia sin dificultad en lasdescripciones que hace de ese París imaginado. Su viaje al futuro a través del sueño, con todala carga ideológica que encierra, es, ante todo, un viaje moral y político, carente de lasdislocaciones perceptivas que las diversas tecnologías provocarán en el siglo XIX y que, dadasu importancia, estarán presentes en las descripciones de quienes se preocupan por explicardiversos aspectos de su tiempo a través de la invención de futuro.

2. Una novela de ciencia-ficción en la España Isabelina: anticipando el siglo XX.

Para poder entender mejor la presencia dealgunas utopias decimonónicas, es necesa-rio que el historiador comience por consul-tar la prensa ilustrada que tanta importanciatiene en la conformación del imaginario queexplica ese mundo moderno que está rom-piendo amarras con la sociedad tradicional.En nuestro país, revistas cómo el Sema-nario Pintoresco Español y sus sucesorasilustradas como El Museo Universal ( ),17

tienen presente en su esquema de difusiónmostrar en grabado en madera innovacio-nes, o experimentos de su tiempo que vana tener una enorme influencia en ese futurode Progreso y Felicidad en el que casinadie duda. Poco importa que las máquinasmostradas, o los ingenios que tanto impac-tan, apenas tengan un desarrollo efectivo.Lo interesante es que estimulan la imagina-ción de los lectores, refuerzan la sensaciónde estar en un mundo cambiante y acelera-do, y sobre todo, estas imágenes de tecno-logías futuribles cumplen su función com-

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plementaria con las que, en esas mismas publicaciones, están recreando el glorioso pasadohistórico de la nación, bien sea en forma de monumentos mostrados en grabado yconcienzudamente explicados en el texto, o bien a través de la síntesis visual en una imagen delas narraciones que articulan los hitos de la nueva historia liberal. Podemos apreciar en estatipología de fuentes decimonónicas, cómo la invención del pasado y las promesas tecnológicasde futuro habitan un mismo espacio mental propiciado por la fuerza de la imprenta.

Si nos centramos ahora en la etapa Isabelina, antes de que las obras de Julio Verne se tradujeranal castellano, lo que ocurrió muy tempranamente( ), los lectores españoles ya habían visto a18

través de grabados que el hombre podía volar con un artilugio cómo la Máquina de vaporaérea de Mr. Genson, que se explicó con detalle en el Semanario Pintoresco Español en1843, o que era posible navegar por el fondo de los mares tal y como se apreciaba en ungrabado de El Museo Universal en 1860. O que existían alternativas mecánicas al coche decaballos para viajar, por medio de la Locomotora Ribera para caminos ordinarios, mostradapor ésta misma revista ilustrada en 1861.

En ese contexto se comprende mucho mejor la que, a falta de otros descubrimientos de obrasen estos momentos olvidadas, constituye la primera novela de ciencia-ficción española del sigloXIX: Mañana o la Chispa Eléctrica en 1899 publicada en dos volúmenes que aparecieron en1863 y 1864, escritas por Antonio Flores como última parte de una ambiciosa trilogía quecomenzó en 1853 bajo el título genérico de: Ayer, Hoy y Mañana, o la Fe, el Vapor y laElectricidad. Cuadros Sociales de 1800, 1850 y 1899 ( ). Antonio Flores (1818-1865),19

periodista, y empleado del Palacio Real, encargado por la Reina Isabel de la dotación delimosnas en la campaña de los viajes propagandísticos que emprendió la Corona por todaEspaña, y en la que Flores participó en los viajes a Asturias y Galicia en 1858, Alicante y Murciael mismo año, e Islas Baleares, Cataluña y Aragón en 1860, viaje del que fue cronista oficial.Estamos ante un autor que, ante todo fue un hombre sometido a las contradicciones de su tiempo,sensible a las innovaciones tecnológicas que estaban tomando cuerpo en la sociedad isabelinay que supo analizar bajo una perspectiva crítica no exenta de escepticismo. Flores comprendíael mundo en el que vivía, y percibía que era un mundo en el que el tiempo había mutado sunaturaleza respecto al de la sociedad tradicional. Cuando comienza el relato como cronista regiodel viaje de la Corona a Baleares, Cataluña y Aragón en 1860, expresa de una manera muycontundente lo que debe ser un escritor de este tipo en ese preciso momento histórico que es elsiglo XIX: cuando el vapor y la electricidad absorben los espacios, haciendo el vacío en laatmósfera para que nada le impida al hombre llevar su persona a donde antes apenas leera dado llevar su pensamiento, no es posible hacer otra cosa que fotografiar rápidamentelos sucesos presentes, dejando en paz las sombras de lo pasado" ( ). Esa intuición de su20

época, que está ya dislocada de la plácida vida que era común en la sociedad tradicional, es unaconstante que aparece en otros momentos de su trilogía hablando del Hoy, lo que le hacereflexionar sobre como la velocidad había cambiado irremisiblemente la percepción del viaje,y así, en su ¡Ya no hay distancias!, contrasta el viaje en diligencia cansino y lento en el que elviajero iba viendo aparecer ante sus ojos cada uno de los pueblos que atraviesa, con el modernoviaje en ferrocarril en el que a través de la ventana los pueblos pasan ante la mirada del viajero

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a gran velocidad, esfumándose al instante, lo que le hace escribir: "hoy ya no viajamos, ahorasomos transportados". Respecto al telégrafo, que en 1862, año en el que publica Hoy, es unatecnología de comunicación que está viviendo su apogeo de socialización, y ha cobrado una granimportancia en las ciudades españolas como medio de transmisión en tiempo eléctrico de noticiaspolíticas y económicas, Flores no duda advertir que el nuevo medio: "conmueve y trastornaa media Europa anunciando que ha estallado una gran revolución en la otra media, y aldía siguiente se rectifica así propio diciendo que no ha existido semejante revolución.Asegura que ha habido una gran batalla en la cual han quedado vencedores los blancosy se refiere al considerable numero que han perdido los negros, y luego repite la noticiaenteramente a la inversa. El telégrafo es un rey constitucional verdaderamenteirresponsable". También comprendió el simulacro social que se encerraba en la moda de losretratos fotográficos, y fue muy agudo sobre el papel especular de la prensa, a la vez que dirigióuna de las revistas ilustradas españolas, El Laberinto, donde se publicarán, en 1843, algunos delas primeros ensayos españoles de información gráfica de actualidad en consonancia con laspautas más avanzadas de la prensa europea( ).21

Ayer, Hoy y Mañana pretendía ser ante todo una reflexión global del siglo XIX en España y delos grandes cambios que se habían producido desde los comienzos del siglo, y continuaríansucediendose, y que Flores creía vislumbrar ya en ese momento de reposo y esplendor delliberalismo español que constituyó el gobierno largo de O'Donell, estando en el poder la UniónLiberal. En 1853, la sociedad española era lo suficientemente anticuada pero lo convenientemen-te moderna para entender los cambios que la sociedad liberal había producido ya. En 1862,parecía el momento oportuno para hacer crítica social del momento y elaborar una proyecciónde futuro. Para este empeño Flores se sirvió de tres atributos. Dedicó al viejo mundo tradicionalel atributo de la Fe. Al momento en el que estaba en 1862, cuando el régimen Isabelino hacíagala en su propaganda oficial de ser adalid del progreso y de la innovación, el Vapor, y a esafutura España como el imaginó que sería a finales 1899, le otorgó el atributo de la Electricidad.En el prólogo a Hoy, Flores explica algunas de sus visiones sobre el tiempo que ha pasado y sucontraste con el que le está tocando vivir de manera acelerada. Sus palabras evocan algo delmito de la edad de oro, que reside en un pasado arcádico: "dichosa edad y felices tiemposaquellos en que el hombre venía al mundo con la precisa obligación de creerlo todo, vivíasin dudar de nada y moría en la seguridad de que cuanto le habían prometido era la puraverdad. ¡Dichosa edad, vuelvo a decir, y tiempos felices aquellos en que se cerraban losojos para ver y nadie se cuidaba de saber otra cosa que lo que buenamente llegaba a sunoticia, sin dar un paso adelante; por atrapar un secreto, y aun dando algunos atrás porevitar un desengaño!La Fe para ti, lector, y para mi y para todos nosotros es casi un artículo de lujo, y era paraaquellas gentes un artículo de primera necesidad.”

En 1862, cuando aparece Hoy, anuncia la inminencia de la tercera parte, Mañana, que verála luz en los dos años sucesivos, a tomo por año, y dedica la obra al rey consorte Francisco deAsís, que estaba muy interesado en su contenido y a quien Flores leyó personalmente algunospasajes antes de entregar el manuscrito a la imprenta ( ). 22

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¿Cómo se imagina Antonio Flores la España del siglo XX? Uno de los retos a los que se enfrentaun historiador actual es no caer en la tentación de hacer un mero repaso de las visiones en las queacertó en 1863. Ya al comienzo de Mañana, nos señala que las casas de Madrid tienen en 1899,luz eléctrica, agua fría y caliente y que la costumbre no es comer en casa sino ir a unoscomederos públicos donde uno puede elegir diferentes menús, comer de pie o sentado, que lesirvan unos autómatas, elegir luz eléctrica o natural, que por las paredes salga música mecánicay todo el establecimiento es una pieza de relojería resultado de la eficacia de la maquinizaciónfrente a la ineficacia de la individualidad típica del mundo anterior. Es una España en la quedomina la Industria, en el que la publicidad es omnipresente a través del “Árbol de laPublicidad”, un instrumento propiedad de una compañía privada que emite continuos anunciosy mensajes. Estamos ante una sociedad que ha evolucionado convirtiendose en un gigantescomercado en el que todo se compra, se vende y se asegura. Hay corredores electorales quenegocian los votos de los ciudadanos, votos que eligen no parlamentos políticos sino órganos depoder industrial. Los transportes urbanos son aéreos a través del globo-omnibus y subterráneoscon estaciones que recuerdan poderosamente a lo que será el metro en el verdadero siglo XX.La información es un espectáculo que se compra y que se vende, las uniones matrimoniales soncontratos privados exentos de romanticismos y existe un telégrafo de noticias frescas, que amodo de pantalla se encuentra en todos los domicilios particulares y organismos públicos, y enél se escriben a toda velocidad las noticias que acaban de ocurrir. La acción principal ocurre enMadrid, donde gracias a la luz eléctrica ha desaparecido la noche y por lo tanto han cambiadolas costumbres, ya que cada uno se acuesta y se levanta a la hora que quiere. Hay viajes rápidosque recorren Europa en ferrocarril en apenas tres horas, y a lo largo de las páginas el lector seencuentra con algunos hallazgos literarios más, que hoy nos causan sorpresa, como el anunciode una nueva ley por parte Ministerio de Estadística Universal en el Árbol de la Publicidad:

“La nación que posea una estadística perfecta será la más feliz. El gobierno de unpueblo que llega a tener empadronado su territorio, sus objetos, muebles einmuebles, sus individuos de todas especies, incluidos en los de la humana losafectos, las pasiones, los sentimientos de todas clases (...). Faltando la estadística,las leyes las ciencias, las artes y la industria no son más que un centón de mentirasperniciosas, porque la suma de los datos estadísticos es la luz de la legislación, delas ciencias y del comercio. El pueblo que más números hace, es el que suma mayorfelicidad”

Pero desde el análisis histórico es preciso profundizar más en un libro como éste, que tengoserias dudas que pueda ser ubicado en el ámbito de las obras utópicas, ya que en mi opinión,tiene mucho de obra de ciencia-ficción más que de recorrido moral por una sociedad ideal alestilo de sus predecesoras. Flores era un consumado escritor y en un libro tan difícil como éstedespliega todos sus recursos literarios. Aunque mantiene la estructura de los anteriores Ayer yHoy, en base a cuadros o dibujos a la pluma -en clara alusión al atractivo del grabado de laprensa ilustrada-, la estructura de la obra es más una novela que una reflexión de diversosaspectos de la sociedad. Hay cuadros dirigidos a los lectores y otros a las lectoras, mezcla unahistoria de amor entre dos seres que no se comprenden porque la mentalidad de la mujer es muy

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moderna y la del enamorado es tradicional. El guía que nos muestra la sociedad española de1899, es un personaje extremeño que aparece ya bien avanzada la obra, con un nombre un tantoridículo, Venancio Almendruco, y que no entiende nada de esta nueva sociedad que existe enMadrid, y en base a su incomprensión el lector va descubriendo entre los efectismos, lastecnologías que dominan ese mundo, y los avatares de un romántico en un mundo tan pragmáticoen el que los valores de la hipotética sociedad española de comienzos del siglo XX estándominados por el Comercio. Por tanto en su aspecto formal es muy diferente al viaje utópicoclásico; presenta además recursos literarios muy novedosos, como mostrarnos muchos aspectoscotidianos de la sociedad a través de pequeños sueltos de noticias y anuncios comerciales salidosdel Árbol de la Publicidad. Así, introduciendo una estructura de gacetillas y anuncioscomerciales, tan típicos del periodismo de la época, el lector se hace una idea rápida y muyextensa de aspectos variados que constituyen todo un cosmos distinto al mundo que conoce.

Pero habría en la obra otro nivel de análisis que reside en las ideas que subyacen en el fondo dela trama. Antonio Flores era un escritor adscrito a la ideología moderada, y una cosa es que lefascinasen las innovaciones de su tiempo, y otra bien distinta es que esto pueda confundirse conuna visión progresista de la realidad. Una lectura atenta del libro revela una profunda crítica a losvalores que defiende el ideario político progresista. En esa supuesta España de 1899, desprovistade principios morales, que todo se compra, se vende o se asegura, incluidos los aspectos másprivados, es una clara consecuencia de las ideas librecambistas, como también esa constante dehacer espectáculo en la prensa de los sentimientos más íntimos, tiene relación con la libertad deimprenta sin trabas que defienden con ardor los progresistas. Flores es lo suficientementeinteligente para no hacer un burdo discurso político, pero sus ideas afloran continuamente,aprovechando el choque conceptual que supone para el lector encontrarse ante las situacionesa las que se enfrenta constantemente el despistado Venancio y que le tienen que ser explicadaspara que las entienda él y de paso el lector. Flores defiende en un momento del texto que laHumanidad tiene un devenir cíclico: “La vida de la humanidad no es otra cosas que el flujoy el reflujo del mar. Hay signos de progreso y siglos de decadencia alternados como haymareas muertas y mareas vivas”. Esta reflexión contrasta poderosamente con la fe ciega enel Progreso que sostienen muchos intelectuales de la época, y en un futuro que casi nadie dudaserá mejor que el pasado gracias a la Ciencia. Una idea que en 1863 es ya un conceptoindiscutido en libros, artículos de prensa y conferencias. Basten como muestra las palabras deFelipe Monlau en la apertura del curso en la Universidad Central de Madrid, una década antes,en 1853:

"Para negar el Progreso científico sería preciso negar la Historia (...) Paralelo conel de las Ciencias ha corrido el progreso de las Artes,. La brújula, la pólvora, laimprenta, que parecían a nuestros abuelos el non plus ultra de las innovaciones,han tomado mil nuevas formas en los tiempos posteriores y recibido el poderosorefuerzo del vapor y de la electricidad. En el siglo pasado Franklin arrebató el rayoa las nubes (...) pero nosotros hemos hecho más; hemos cogido en nuestras manosaquel rayo, y lo vibramos inofensivo para transmitir instantáneamente elpensamiento de uno al otro confín de la tierra. (...) y no contentos con haber

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amansado el eléctrico, hemos mandado a la luz que puntualizase sus reflejos,excusandonos de errores y ensayos en la reproducción de las imágenes, y hemossido obedecidos; cualquiera de los primores fotográficos que(...)se vienensucediendo todos los días bastaría para inundar de gloria a todo un siglo" ( ).23

Y por último, el libro es una buena oportunidad que tiene Antonio Flores para dar un fuertevarapalo al espiritismo, que entonces era una moda en Madrid, donde contaba con innumerablesseguidores y que en los años del Sexenio se convertiría en un movimiento político que tendrámúltiples órganos de expresión, consiguiendo varios diputados en 1873 que el Congresoapruebe una enmienda por la que la enseñanza espiritista se impartirá en la Universidad ( ).24

Flores no duda en ridiculizar de un modo inteligente e implacable esa moda venida de Francia,y para ello, en lugar de recurrir al mecanismo del sueño típico para el transporte al futuro en estetipo de textos, lo que hace es utilizar un medium incorpóreo que a modo de escritura automáticahace relatar al autor todo lo que ha visto de la España de 1899. Antonio Flores crea la ficciónde que hay dos autores del libro, y ambos establecen una graciosa disputa al comienzo de laobra, por medio de dos introducciones y una réplica que el medium hace a esas palabrasescépticas sobre el espiritismo.

Este eclecticismo, es muy típico en Antonio Flores, que no desea ocultar su mentalidadconservadora pero a la vez abierta a su tiempo. Un dialogo que otros autores progresistas, comoÄngel Fernández de los Rios, Felipe Monlau, y tantos otros, resuelven por medio de la Feineluctable en el Progreso y el devenir de la Humanidad, que la tecnología demuestra de modoevidente, mientras que Flores siempre se queda en una visión dubidativa y escéptica aunqueprovista de fascinación hacia lo que supone su época.

3. Utopías (y decepciones) eléctricas y distopías socialistas para el año 2000

Si durante gran parte del siglo XIX la innovación tecnológica fue creando paulatinamente lascondiciones de una relación distinta con el entorno tradicional en el interior del nuevo ordenjurídico y político del estado liberal, en el último tercio del siglo y en las dos primeras décadasdel XX, se produjo una enorme aceleración y una transformación de los ritmos de la vidacotidiana por la aparición de nuevas tecnologías e instrumentos, una nueva escala de producciónindustrial, y desde luego, nuevas formas de comunicación política y social que dieron lugar a loque hoy conocemos como “segunda revolución industrial” y en el plano sociopolítico con elfenómeno de “sociedad de las masas”( )25

Aunque es evidente que España ocupó en estas transformaciones un papel secundario, y laseconomías de escala derivadas, así como los fenómenos de masas, tuvieron su propio ritmo yvelocidad y en el caso de los primeros solo comienzan a atisbarse en la época de la dictadura dePrimo de Rivera, cuando se crean monopolios como el telefónico que por sus dimensionesempresariales serán los que introduzcan las técnicas tayloristas en la producción. Es tambiénconstatable como desde el último tercio del siglo XIX determinados grupos sociales yprofesionales españoles no permanecieron ajenos a este nuevo mundo que estaba comenzando

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Alegoría de los nuevos tiempos sustentados por la electricidad en larevista madrileña “La Ciencia Eléctrica”.

a configurarse internacionalmente.Basta consultar las revistas técni-cas que se editaron en España,como “El Telegrafista Espa-ñol”, “La Ciencia Eléctrica”,“La Naturaleza”,” La GacetaIndustrial” y algunas otras, paracomprobar que los debates, lasnoticias y las reflexiones sobre losnuevos usos comunicativos queimpulsaba el teléfono en su supe-ración del concepto de conexióngeneral y unidireccional que per-mitía el telégrafo, las posibilidadeseducativas del gramófono, y laatención a tantas novedades quesurgían constantemente, estabancreando las condiciones intelec-tuales para percibir los cambiosque en la sociedad se estabanbosquejando y que tendría sucristalización en las primeras dé-cadas del nuevo siglo XX.En ese ambiente de excitaciónpor la innovación técnica e indus-trial, en la que figuras como Edi-son adquieren un protagonismocentral en la prensa española ydel que se publicarán fotografías, noticias sobre sus inventos y opiniones concluyentes sobre elfuturo que está llegando y se le citaba como una autoridad que explicaba siempre el significadode cada invento en las páginas de las revistas técnicas y de divulgación científica, lo que iráconformando una utopía en torno a la electricidad. Verdadero motor de toda esta innovación.

Hay que pensar que en 1891 ya había treinta capitales de provincia españolas que teníanempresas que suministraban luz eléctrica, al igual que está ocurriendo ahora con la fibra ópticay las nuevas tecnologías de la comunicación, en aquellos años finales del XIX, hubo capitales queinvirtieron en unos negocios que, como los eléctricos, se auguraban iban a transformar el sigloXX de una manera irreversible respecto a lo conocido hasta ese momento.

La electricidad era la nueva esperanza de un siglo XX que traería la paz, el desarrollo y laarmonía universal. Las nuevas tecnologías que se habían estrenado en el último tercio del sigloXIX y que se articulaban en torno a esta energía, propiciaban ya nuevos usos que se recogíanen la prensa técnica o de divulgación científica. En uno de los muchos artículos sobre el tema,

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La introducción de la luz eléctrica en los espacios tradicionales que se servíande las velas o de la luz natural, creará nuevas pautas de visión, y extenderá loshorarios de actividad. “La luz eléctrica en el monasterio del Escorial”.Grabado de "La Gaceta Industrial" Madrid. 10-II-1891.

titulado "El porvenirdel Fonógrafo”, sehabla de este inventocomo un medio con po-sibilidades inexplotadasque se desarrollarán enmuy poco tiempo. Sepiensa que el fonógrafopuede llegar a utilizarsecomo taquígrafo o co-mo medio de transmi-sión de noticias o perió-dico fonográfico, queserá capaz de repetirentrevistas, que servirápara escuchar novelassin necesidad de leerlaso como portero eléctri-co( ) Paralelamente el26

teléfono que en ciudadescomo Barcelona cuentaen 1890 con mil abona-dos está explorando nuevos usos que luego realizará efectivamente la radio, como losdenominados conciertos telefónicos o los servicios religiosos a través del teléfono( ). La prensa27

revela también la existencia de facetas inesperadas en la tecnología, como el caso de uncarpintero que pone un micrófono oculto en el confesionario de un sacerdote y escucha lossecretos de las mujeres que se confiesan. Aunque todos acusan al sacerdote, acaba descubrien-dose la fechoría por la falta de discreción del individuo. Aunque episodios como éste sirven paracontrapesar los recelos y conflictos que el control de alcoba a través de la confesión de lasmujeres provoca en una parte de la sociedad, permite poner también por primera vez enevidencia como la tecnología puede ser también intrusiva con las practicas socialesestablecidas( ).El 30 de Enero de 1896, inmediato a su anuncio internacional, se divulgará en28

España la importancia de los Rayos-X y muy poco después se harán los primeros experimentos,ante la sorpresa que para los intelectuales suponía el hecho de que era ya posible visualizar elinterior de los cuerpos como si fueran de cristal( ). Los rayos X y la anunciada y nunca lograda29

fotografía del pensamiento, inspiraron una deliciosa ficción escrita por Alfonso Pérez Nievatitulada “Las gafas mágicas” que se publicó en “La Ilustración Española y Americana” en1897. Se trata de un joven que recibe como regalo de su viejo profesor unas gafas con las quepuede ver el interior de las personas y leer sus pensamientos. Tras varios éxitos profesionales enel mundo diplomático con esa ventajosa prótesis, entra en un escepticismo general y un desapegodel mundo que le rodea, por lo que finalmente, opta por arrojar las gafas al río y convertirse enuna persona corriente( ). Apenas una década después, en los primeros años de implantación30

del cine los distribuidores y defensores del nuevo medio comienzan una intensa campaña en

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“La electricidad aplicada a la ejecución de criminales: experimentosefectuados en la escuela de minas del colegio de Columbia”. Grabadopublicado en portada en “La Ilustración” Barcelona 26-VIII-1888.

ciudades como Barce-lona en defensa de suutilidad como instru-mento educativo. Enesa campaña, que lle-gará hasta los años dela primera guerra mun-dial, que es promovidapor las revistas espe-cializadas del sector,se utiliza la autoridadcientífica y el prestigiode Edison utilizandouna frase a él atribui-da: “me propongover si [con el cine enlas escuelas] logrohacer innecesarioslos libros”( )31

Toda esta sensaciónde estar abriendo unmundo diferente al quehabía sido común en elsiglo XIX gracias a laelectricidad, un mundoque, forzosamente, iríaa mejor en los añossucesivos, sufrirá suprimera gran decep-ción cuando los numerosos utopistas eléctricos españoles descubren con espanto que en losEstados Unidos está comenzando a aplicarse la electricidad para las ejecuciones a la penacapital. En 1890 tiene lugar la primera ejecución por electricidad en Norteamérica sobre unconvicto llamado Kemmler, lo que provoca protestas por parte de los ingenieros españoles quesienten que la utopía eléctrica tiene una cara siniestra que hasta ese momento no habían advertido( ).32

En 1890, faltaban todavía unos años para que la Fe en el Progreso comenzara a tornarse enincertidumbre y más adelante en persistente pesimismo. Lo que Robert Nisbet ha definido consutileza como “El Progreso Acorralado” ( ), explicando sus orígenes, causas y autores que33

desde el pensamiento occidental contribuyeron a este cambio de percepción motivado entre otrascosas por la crudeza que supuso la primera guerra a escala industrial de la historia. La GranGuerra que comenzó en 1914 y finalizó dejando atrás todo un universo de valores propios delmundo decimonónico, que se habían esfumado cuando se firmó el Armisticio en 1918.

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Utopías telefónicas. Recreación de los futuros viajes aéreos, que en elpróximo siglo se harán a través de los postes telefónicos. Grabadopublicado en la revista madrileña, “El Telegrafista Español” en 1890.

En 1888, apareció en losEstados Unidos una de lasnovelas distópicas con máséxito del siglo XIX. Se tratade Looking Backward, deEdward Bellamy que fuepresentada como una utopíasocialista, y tuvo una difu-sión extraordinaria tanto enlos Estados Unidos comoen Europa, llegando a ven-derse más de cuatrocientosmil ejemplares de la obra enseis meses y fue sobre todoun libro tremendamente po-pular que se utilizó en lasescuelas norteamericanascomo libro complementario.Una parte de su éxito resi-día en la ingenioso del argu-mento, y, sobre todo, en elnervio que el autor supo imprimir a la narración. En España se publicó con el título de “El año2000" y conoció dos traducciones . La primera en Madrid en la colección de “La NovelaIlustrada” a partir de 1901, cuando era dirigida por el republicano Blasco Ibañez, reeditandoseen 1909 en una versión reducida. También en Barcelona se hizo en 1905, otra edición de“Mirando hacia Atrás” de la mano de José Esteban Aranguren . Con motivo de la efeméridesdel año 2000, se ha reeditado en castellano en una edición facsímil con alguna de sus másfamosas introducciones como la francesa de Teodore Reinach de 1891, así como un prólogo queen 1960 hizo Erich From a la edición inglesa, con una perspectiva del siglo XX que, desde luego,Reinach no podía poseer ( ). 34

El argumento es totalmente novelesco y contiene todos los ingredientes que son tradicionalesen la tradición de la literatura utópica. Un joven de Boston, Julian West, dormido por un sueñomagnético en 1887, se despierta en el año 2.000.y descubre que está en una nueva sociedad quese basa en dos principios:a) Se ha suprimido el capital individual, se ha abolido la herencia y el salario, y se ha concentradoen manos del Estado toda la actividad económica.b) Esta sociedad aplica a todos sus miembros el principio de servicio militar universal yobligatorio que es en realidad un servicio a la comunidad a cambio de todo tipo de ventajas.

Como consecuencia de estos dos principios, los particulares no pueden legar bienes a sus hijospor lo que no tienen interés en acumular capital que morirá con ellos. La nación forma unasociedad cooperativa de producción y consumo. El Estado abre a cada ciudadano un crédito

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correspondiente a su parte de producción anual en la nación. Con esta carta el ciudadano seprocura todos los bienes en las tiendas públicas ya que no hay paro ni ejercito ni huelgas ni todoslos costosos mecanismos de la antigua máquina social. La fortuna pública ha aumentado en cienaños en una proporción tan considerable que la vida es para todos muy agradable. No existe ellujo privado, pero el publico es magnífico y al alcance de todos. Todas las casas están dotadasde electricidad que da luz y calefacción gratuita, el teléfono distribuye a cada vivienda una músicaexquisita y los sermones religiosos más edificantes.

Este nuevo mundo del año 2000 al que se ha llegado tras ver, a comienzos del siglo XX que laguerra y el caos llevaban a la humanidad al desastre, se funda sobre el axioma de que lasociedad es un ejército y cada soldado-ciudadano debe un cierta suma de trabajo para tener unlugar en este mundo maravilloso. Hasta los 21 años los jóvenes son instruidos por el Estado enuna educación liberal que comporta el estudio teórico de diversas industrias. A los 21 años seingresa en el ejército del trabajo donde se permanece hasta los 45. Los tres primeros años eljoven está empleado en trabajos manuales como los de doméstico o camarero que no sonconsiderados como inferiores. A partir de ese momento entra en una profesión industrial o liberal.Hay una jerarquía militar y los cargos políticos elegibles se reservan a los trabajadores jubiladosque alcanzan los 45 años. La jubilación permite destinarse a las ocupaciones más nobles que hanestado constreñidas por la jerarquía laboral de los años precedentes.

El guía de este mundo utópico basado en el socialismo, es el doctor que ocupa la casa donde elprotagonista se quedo dormido en 1887 y donde ha despertado el 30 de Septiembre del año2000. A lo largo de las páginas vamos viendo los pormenores y complejidades de esa sociedadperfecta, en un texto vibrante que mantiene la atención hasta el final, y en el que se incluye unahistoria de amor entre el protagonista y la hija del doctor-guía, que el lector descubre que es ladescendiente de la novia del protagonista en 1887. Como ocurre en esta literatura, por debajodel artificio literario se encierra una indagación sobre los valores y desajustes que tiene elmomento histórico en el que la obra se escribió. Bellamy utiliza una estratagema literaria paragolpear la conciencia de los lectores de 1887.Por medio de un sermón religioso al que asiste elprotagonista se explica la bárbara historia del siglo XIX, las desigualdades y la falta de futuro deun mundo así. Cuando el lector piensa que solo queda ya el final feliz, y que los amantes de dossiglos acabarán juntos en esa sociedad perfecta, el protagonista se despierta y se encuentra enel Boston de 1887, todo parece haber sido un sueño. Apesadumbrado recorre la ciudad que tanbien conoce y con el recuerdo del mundo que ha conocido en sueños intenta convencer a suscoetáneos del error en que se encuentran. Posiblemente son los momentos más palpitantes dela novela, cuando el protagonista está siendo expulsado de su mundo y tratado cómo un loco,y con una clarividencia absoluta explica los males que aquejan a su tiempo, comparándolos conesa arcadia del año 2000. Es un momento en el que el lector tiene la sensación de que el finalserá pesimista. Pero Bellamy, de nuevo, hace una estratagema literaria y despierta a suprotagonista que está teniendo la pesadilla de que ha vuelto a su siglo. Todo ha sido un sueñosobre otro sueño. Es evidente que se encuentra en el siglo XXI y que ya no hay retorno al viejomundo que conoció y que es, como ha podido comprobar en su propio sueño, una pesadilla.

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Es evidente que a nosotros, tras haber asistido en el transcurso del verdadero siglo XX a lostotalitarismos, la sociedad perfecta de “El año 2000" de Bellamy con todo su ingenio literarioy toda la perfección que encierra ese mundo planificado y engranado donde no hay conflictos loque nos da hoy son escalofríos. Pero en 1887 y en los años que se publicó en España las utopíassocialistas en las que se sustenta este libro, eran todavía una esperanza para importantescolectivos de la sociedad. La Arcadia feliz que contiene es una mezcla de socialismo marxista yde utopía saint-simoniana, aderezado con elementos del mesianismo redentor cristiano. Tal vezlo más atractivo para los lectores de su época era ese equilibrio entre la continuidad de laestructura familiar y de costumbres que conocían y la eficacia en la distribución del trabajo y lariqueza, junto a los anhelos de paz y progreso que una organización social de este tipoauguraban. Entre el viejo mundo decimonónico y sin futuro y el arcádico año 2000 que Bellamypropone a los lectores, lo que parece haber existido es una evolución natural y lógica. Escomún en ésta literatura, al menos hasta el siglo XIX, que no haya disidentes ni críticos quequieran salirse del mundo feliz y perfecto que estamos contemplando, no parecen posibles...pero, inevitablemente, aparecerán en los textos que se escribirán durante el siglo XX.

4. A modo de resumen: conviviendo con la últimas utopías digitales:

Como hemos tenido ocasión de ver en las páginas precedentes, a lo largo del siglo XIX el génerode la ciencia-ficción y la literatura utópica, produjeron una serie de reflexiones sobre su tiempo,proyectando al futuro sus sueños, deseos y esperanzas El siglo XX continuó con esta tendenciade inventar el futuro, y sería necesario abordar la investigación de las obras que se produjeronen el ámbito español, hoy la mayoría desconocidas y que estimularon los ideales políticos ysociales de diversos autores y lectores de diversas ideologías. Tal vez en la utopía libertaria seencuentre una cantera interesante( ), como lo demuestra la existencia del libro que en 193235

escribió Alfonso Martínez Rizo titulado, El amor dentro de 200 años( ). Sin desdeñar la segura36

existencia de otras aproximaciones, no necesariamente de inspiración anarquista, que, bajo elsueño del futuro siguen dormidas en las estanterías de las bibliotecas.

Posiblemente este sea el momento en el que desde las ciencias humanas y sociales, hemosadquirido ya la perspectiva adecuada para abordar estos fenómenos proyectivos, que, comohemos visto en las páginas precedentes, forman parte de una interculturalidad que no tienefronteras nacionales definidas. Ahora, cuando estamos siendo influenciados por una nuevaUtopia, esta vez en forma digital, denominada Internet, que parece ser la garantía ineludible deuna sociedad del futuro donde la difusión de la información será universal, casi infinita, gratuitay accesible a todos. Una especie de esperanto a través de los ordenadores, que, sin embargo,los intelectuales que pensaron sobre el futuro en años tan cercanos como 1982, y no digamos en1967, no fueron capaces de preveer( ). Estoy convencido que hoy siguen teniendo vigencia las37

palabras que el físico François Arago pronunció en París en 1839, cuando presentó al mundola nueva invención de la fotografía: “Ante todo, debemos estar atentos a lo imprevisto”.

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1.- Eric Hobsbawm. “Inventing Traditions”. En: Eric Hobsbawm y Terence Ranger. (Editores) The Inventionof Tradition. Cambridge University Press. 1983. Páginas 1-13.

2.- Manuel Suárez Cortina. Casonas, Hidalgos y Linajes. La invención de la tradición cántabra. Ed.Universidad de Cantabria, Editorial Límite. Santander 1994. Página 7.

3.- Existe traducción española de esta obra de Evguenii Zamiatin. Nosotros. Plaza y Janés. Barcelona 1970.

4.- Sobre las motivaciones de este autor para escribir esta utopía pesimista véase el trabajo de T.R. Fyvel.George Orwell: vida y literatura. Ed. Alfa. El barco de papel. Barcelona 1984.

5. - Lo que ha dado lugar a recopilaciones clásicas como la de Frank E. Manuel. (Compilador) Utopías yPensamiento Utópico. Ed. Espasa Calpe. Madrid 1982. Es observable la ausencia de autores españoles en estetipo de análisis, salvo el Inca Garcilaso de la Vega a cuya Historia General de Perú (1617) se le aprecianconexiones con la obra utópica de Tomas Moro.

6.- Sin duda una de las obras mas sólidas y rigurosas que se han escrito sobre este genero literario desde unaperspectiva académica es el libro de Robert Scholes y Eric S. Rabkin. La Ciencia Ficción. Historia, ciencia,perspectiva. Ed. Taurus. Madrid 1982.

7.- Algunos estudios han puesto de manifiesto la importancia del espectáculo de barraca en la vulgarizaciónde la ciencia y de las innovaciones científicas a las capas populares. Véase: Ada M. Coe: Entertainments inthe little theatres of Madrid 1759-1819. Hispanic Institute in the United States. New York 1947. En losmismos años que Magendie aplicaba en la universidad la electricidad a tejidos muertos de ranas y otrosanimales, las barracas de feria mostraban a la población los mismos efectos envueltos en un aura de magia ymisterio. Una de estas exhibiciones fue la que sin duda inspiró a Mary Shelley la historia del doctorFranskenstein. Sobre la ciencia como espectáculo y divertimento, véase también el trabajo de Barbara MariaStafford. Artful Science. MIT Press. 1994.

8.- Recordemos la introducción de algunas tecnologías en la España decimonónica. La fotografía inventadaen Agosto de 1839, se experimentará en Madrid y Barcelona en el mes de Noviembre del mismo año. La primeralínea de ferrocarril estará activa en 1848. La red de telegrafía óptica se despliega por el territorio nacional apartir de 1845, comenzando a ser sustituida en 1852 por la red telegráfica eléctrica que culminará en la décadasiguiente. El teléfono patentado en 1876 en los Estados Unidos, se experimentará en Madrid y Barcelona alaño siguiente. Los Rayos X anunciados a mediados de 1895 se mostrarán en Barcelona en Febrero de 1896,lo mismo que el cinematógrafo y sus variantes que apenas medio año después estaban difundiendose por lasprincipales capitales del país. La socialización de estas tecnologías, su desarrollo industrial y la innovacióntecnológica son, sin ninguna duda, mucho más débiles en España que en otros países europeos de mayorcapacidad económica e industrial, lo que no fue un obstáculo para que los españoles conocieran de primeramano los instrumentos que configuraban la vida moderna.

9.- Basta leer las obras de autores decimonónicos cómo José de Castro y Serrano. España en Londres.Correspondencia sobre la Exposición Universal de 1862. Madrid 1867 (2ª edición) o el libro de EmilioCastelar. Un año en París. Madrid 1875, para apreciar esta sensación de las élites españolas de pertenecer almovimiento técnico-científico e intelectual europeo.

10.- “Revista Española De Ambos Mundos”. Madrid 1853.Página 680.

11.- Lewis Mumford. “La utopía la ciudad y la máquina”. En: Frank E. Manuel. (Compilador) Utopías yPensamiento ... Op. Cit. Páginas 31-53.

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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12.- Norbert Elias. ¿Cúal será en el futuro el papel de las utopías científicas y literarias? (Introducción deFrancisco Vázquez García). En: Revista de Filosofía. Nº 23. Sevilla/Barcelona 1997 Página 140. El artículocorresponde a la transcripción de una conferencia que fue pronunciada por el autor en 1982.

13.- Moralinto Rosca. “Barcelona en 1940" En: “El Constitucional” Barcelona, 10-V-1840. Nº 322. Páginas1 y 2. Hemos mantenido las cursivas y las mayúsculas que se encuentran en el texto original.

14.- Robert Nisbet. Historia de la Idea de Progreso. Ed. Gedisa. Barcelona 1981.

15.- Emile Souvestre. El Mundo tal y como será en el año 3.000. Madrid 1851. Existe una edición posterior deleditor valenciano Pascual Aguilar en la “Biblioteca Selecta” ( Valencia 1909)

16.- L[ouis] S[ebastien] Mercier. L’AN DEUX MILLE QUATRE CENT QUARANTE RÊVE S’IL EN FUTJAMAIS; SUIVI DE L’HOMME DE FER SONGE PAR L.S. MERCIER, ex Député à la Convention Nationalet au Corps Legislatif; Membre de L’Institut National de France. Tome Premier. Año VII. Paris.

17.- Sobre la distinción existente entre las revistas decimonónicas pintorescas e ilustradas véase de BernardoRiego: “Del “Museo” enciclopédico a la información gráfica: el grabado en madera y sus funciones enla prensa ilustrada nacional” En: Libro homenaje a José Altabella. Ed. Universidad Complutense deMadrid. Facultad de Ciencias de la Información. Madrid 1997. Páginas 235-251.

18.- En 1867 se publicó en español. “Cinco semanas en globo. Viajes de descubrimientos en África por 3ingleses redactado en vista de las notas del Dr. Fergusson” Madrid, Librería de Alfonso Durán. Entraducción de Federico de la Vega. La obra había aparecido en París en 1863, y el editor destacaba que era untipo de libros que podía darse sin reparo a la juventud, ya que “satisfacen a una necesidad general ya queresponde al interés por lo científico y en ese sentido son obras de divulgación científica” y advertía a losposibles lectores que “Estas novelas os divertirán como las mejores de Alejandro Dumas y os instruiráncomo los libros de François Arago”. Tras esta primera edición, el siglo XIX y el XX conocieron múltiplesversiones en español de las obras de Verne, en ocasiones con sugerentes ilustraciones.

19.- Ayer, Hoy y Mañana o la Fe, el Vapor y la Electricidad. Cuadros Sociales de 1800, 1850 y 1899Dibujados a la pluma por D. Antonio Flores. Madrid 1862, 1863, 1864. (7 tomos) Establecimiento de Mellado.Algunos de los artículos de Hoy aparecieron en revistas de la época como "La América"en 1863 con el finde promocionar la dos últimas partes de la obra.

20.- Antonio Flores. Crónica del Viaje de Sus Majestades y Altezas Reales a las Islas Baleares, Cataluñay Aragón en 1860. Escrita de Orden de su Majestad la Reina por ____. Madrid 1861.

21..- Véase al respecto de Antonio Flores y sus experiencias gráficas de actualidad en ”El Laberinto” el librode Bernardo Riego. La construcción social de la realidad a través de la fotografía y el grabado en madera enla España del siglo XIX. Ed. Servicio de Publicaciones Universidad de Cantabria. (En prensa)

22.- Aunque esta cuestión no es objeto del texto que nos ocupa, creo que la investigación histórica de laEspaña Contemporánea tiene una deuda pendiente con la figura historiográfica de Francisco de Asís como,sin duda, la tiene con la figura de Isabel II, a la que Isabel Burdiel dedicó un esplendido estudio cuandocoordinó un monográfico en la revista Ayer. (Nº 29, 1998). Una figura, la de la reina Isabel, que nosotroshemos analizado recientemente dentro de las tensiones de la tradición/modernidad en: “ImágenesFotográficas y estrategias de opinión pública: Los viajes de la Reina Isabel II por España (1858-1866) En“Reales Sitios”. Patrimonio Nacional. Madrid 1999. Páginas 2-13. Las reflexiones que sobre el rey consorteFrancisco de Asís hizo alguien tan poco sospechoso de adulación como el progresista Ángel Fernández delos Ríos en su Estudio Histórico de las Luchas Políticas en la España del Siglo XIX, escrito en el Sexenio,nos sugiere que estamos ante una figura cuya dimensión histórica es aun desconocida en estos momentos,

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y que, cuando por diversos motivos se acomete la consulta documental de su figura a través de los fondosexistentes en el Archivo del Palacio Real de Madrid, se vislumbra un personaje nada ridículo y dotado de unsentido de las responsabilidades del Estado muy acusadas.

23.- El discurso de Felipe Monlau: "Breves consideraciones sobre el estado de la civilización" fue leído enla Universidad Central de Madrid el 1 de Octubre de 1853, y el texto fue publicado posteriormente en la“Revista Española De Ambos Mundos”. Madrid 1853. Páginas 11-28.

24.- Así lo recoge el “Almanaque para el espiritismo para 1874” Madrid 1873 Imprenta de Folguera. El 16de Agosto de 1873 los diputados José Navarrete, Anastasio García López, Luis F. Benitex de Lugo y ManuelCordado introducen una enmienda para que el espiritismo sea introducida como asignatura en la enseñanzauniversitaria española. Entre las numerosas revistas que se publican en los años del Sexenio destaca “ElCriterio Espiritista” órgano de la Sociedad espiritista española. Que tenía el lema: "Hacia Dios por laCaridad y la Ciencia"

25.- Juan Pablo Fusi Aizpurua. La Edad de las Masas (1870-1914). En: “Historia Contemporánea” Nº 4.Vitoria 1990. Páginas 261-272.

26.- “El Porvenir del Fonógrafo” En: “El Telegrafista Español”. 1890. Página. 437.

27.- Cómo relata “El Telegrafista Español” en Febrero de 1890 (Página 104) “En Tumbridge se utiliza elteléfono para el servicio religioso; hay 16 abonados conectados con el púlpito de la Iglesia, Entre losabonados hay doctores, boticario, un procurador y algunos inválidos" Poco después da la noticia de que“En el City Hospital New York se usa por primera vez el teléfono para comunicar enfermos infecciosos consus familiares que hasta ahora permanecían aislados durante el tiempo de la enfermedad”.

28.- “Gaceta Industrial y Ciencia Eléctrica” 25-IV-1891. Páginas 201-202.Sobre el control de alcoba a travésdel confesionario véase de Philippe Ariès y Georges Duby (Editores) Historia de la Vida Privada. Taurus 1991.Tomo 8. Páginas 211.213.

29.- Una primera divulgación exhaustiva de los trabajos de Röntgen fueron hechas por el periodista científicoy catedrático de física y química Ricardo Becerro de Bengoa, en “La Ilustración Española y Americana” el30 de enero de 1896, bajo el título “La luz X del Dr. Röntgen” (Páginas 69-70). A este artículo siguieroninmediatamente otros más precisos en la misma revista, como el publicado el 8 de Febrero de 1896 por AntonioEspina y Capo, siendo en la Facultad de Medicina de Barcelona, el 24 de Febrero de este mismo año, dondese realizó la primera sesión pública de radiografía médica a cargo del Dr. César Comas. La historia específicade la radiología en España desde una perspectiva de innovación científica con utilidad en el campo de lamedicina ha sido objeto de un excelente y documentado libro del que es autor Felip Cid: La obra de CésarComas en el contexto de la Radiología Ibérica (1896-1950) Ed. Espaxs. Barcelona 1998.

30.- Alfonso Pérez Nieva: “Las gafas mágicas”. En “La Ilustración Española y Americana”. Madrid, 22-V-1897. Páginas 314-315.

31.- “El Cine. Semanario Popular de Espectáculos”. Barcelona 16-VIII-1913 página 3. Es muy significativoque este tipo de ideas se estén repitiendo ahora con los denominados “predicadores digitales” comoNicholas Negroponte cuyos textos y planteamientos repiten (con un aura de novedad e innovación) en lanueva sociedad de la información, muchas de las utopías que se dieron en la época del desarrollo de laelectricidad. Véase de este autor: El Mundo Digital. Ediciones B. Barcelona 1995.

32.- Es muy llamativo al respecto la reacción de estupor, desilusión y protesta de revistas como “ElTelegrafista Español” que percibe que toda la nobleza de las invenciones en torno a la electricidad hantomado una dirección inesperada. La noticia de la primera ejecución por medio de la electricidad la recogerágran parte de la prensa española, que en alguna revista había ya visualizado los experimentos previos de

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electrocución utilizando perros.

33.- Robert Nisbet. Op. Cit. Sobre estos aspectos véase el capítulo noveno. Páginas 438-454.

34.- Edward Bellamy. Cent Ans Aprés ou L’an 2000. Preface de Theodore Reinach. Paris 1891. Ediciónfacsimil en español.: El año 2000. Una visión retrospectiva. Ediciones Abraxas. Barcelona 2000.

35.- Cantera que en su faceta iconográfica se vislumbra en el estudio de Lily Litvak. La mirada roja. Estéticay arte del anarquismo español (1880-1913). Ediciones del Serbal. Barcelona 1988.

36.- Libro citado por Vicente Muñoz Puelles en: La ciencia ficción. Imaginación, Anticipación, Utopía.Editorial La Máscara. Valencia 1998.

37.- En 1967 la “Revista de Occidente” dedicó un número extraordinario sobre “El Futuro”. (Nº 56-57,s

Noviembre-Diciembre 1967) . Y más cercano a nosotros, en 1982, “Tiempo de Historia” dedicó su número 88a “La Historia del Futuro” (Hay que recordar que solo un año antes había aparecido el Personal Computero PC de IBM). Resulta revelador observar que en las predicciones de ambas revistas “La Sociedad de laInformación” con los perfiles de entusiasmo y utopía que ahora está adquiriendo, no estaban presentes enla mente de los intelectuales ni tan siquiera como remota posibilidad.