invención de la selva austral

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Revista de Geografía Norte Grande, 40: 5-22 (2008) La invención de la selva austral. Bosques y tierras despejadas en la cuenca del río Valdivia (siglos XVI-XIX) 1 Pablo Camus 2 , María Eugenia Solari 3 RESUMEN Este trabajo estudia las relaciones entre los bosques y las tierras despejadas en la región valdiviana entre los siglo XVI y XIX, entendiendo que esta interacción indica espacios antropizados que dan cuenta de poblaciones humanas interviniendo los bosques con el objeto de habilitar territorios aptos para realizar prácticas agrícolas y ganaderas. En la cuenca de río Valdivia, desde el Holoceno medio (3.000 A.P.) hasta mediados del siglo XIX, predominó el bosque como componente fundamental del ambiente. Desde la Conquista fue perceptible el aumento progresivo de los bosques en relación con las tierras despejadas dispuestas para la agricultura u otras activida- des humanas desde el río Toltén hacia el sur. No obstante, en el siglo XVI había menos bosque y más zonas despejadas y pobladas que en el siglo XIX y parte de la exuberante vegetación encontrada por los viajeros y exploradores de entonces tenía poco más de dos siglos de existencia, pues el descenso demográfico provocado por la conquista y colonización, sumado a un cambio en la estrategia de habitar el territorio, tanto por las comunidades autóctonas como alóctonas, habría permitido el avance de los bosques en la región durante los siglos XVII y XVIII. Palabras clave: Geografía histórica, historia ambiental, gestión de bosques. ABSTRACT This project studies the relationship between cleared forests and lands in the Valdivia region during the 16th and 19th century, understanding that this interaction indicates intervened spaces; human population intervening these forests with aims of making the territory suitable for agriculture and ranching. Since the middle Holocene until the middle of the 19th century, the Valdivia River basin had forests as a main component of its environment. Since the Conquista there was a progressive increase of forests in comparison with cleared lands arranged for agriculture or other human activities from the Tolten River towards south. Nonetheless during the 16th century there was less forest and more cleared and populated areas than in the 19th century and part of the exuberant vegetation found by the voyagers and explorers had less than two centuries of existence due to the demographic decrease forced by the Conquista and the coloni- zation. Moreover there was a strategic change in the form of inhabiting the territory not only by native communities but also by foreign ones, which would have allowed the increase of forests in the region during the 17th and 18th centuries. Key words: Historical geography, environmental history, forest management. 1 Esta investigación se inserta dentro del Fondecyt 1040326 “Dinámica ocupacional y ambiental de los bosques templados del sur de Chile: estudio interdisciplinario de la cuenca de Valdivia durante los periodos arcaico y transición formativo”. Una versión resumida de este trabajo fue presentada al XVI Congreso de Arqueología Chilena (Valdivia, octubre 2006) y aparecerá en sus actas bajo el tí- tulo de “Construyendo la Historia Ambiental de la Cuenca del Río Valdivia (SIGLOS XVI-XIX)”. Artículo recibido el 21 de agosto de 2007 y acep- tado el 6 de marzo de 2008. 2 Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Bio- diversidad. Universidad Católica de Chile (Chile). E-mail: [email protected] 3 Laboratorio de Arqueobotánica e Historia Ambien- tal, Instituto de Ciencias Sociales. Universidad Austral de Chile (Chile). E-mail: [email protected]

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5LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)Revista de Geografía Norte Grande, 40: 5-22 (2008)

La invención de la selva austral.Bosques y tierras despejadas en la

cuenca del río Valdivia (siglos XVI-XIX)1

Pablo Camus2, María Eugenia Solari3

RESUMENEste trabajo estudia las relaciones entre los bosques y las tierras despejadas en laregión valdiviana entre los siglo XVI y XIX, entendiendo que esta interacción indicaespacios antropizados que dan cuenta de poblaciones humanas interviniendo losbosques con el objeto de habilitar territorios aptos para realizar prácticas agrícolas yganaderas. En la cuenca de río Valdivia, desde el Holoceno medio (3.000 A.P.) hastamediados del siglo XIX, predominó el bosque como componente fundamental delambiente. Desde la Conquista fue perceptible el aumento progresivo de los bosquesen relación con las tierras despejadas dispuestas para la agricultura u otras activida-des humanas desde el río Toltén hacia el sur. No obstante, en el siglo XVI habíamenos bosque y más zonas despejadas y pobladas que en el siglo XIX y parte de laexuberante vegetación encontrada por los viajeros y exploradores de entonces teníapoco más de dos siglos de existencia, pues el descenso demográfico provocado porla conquista y colonización, sumado a un cambio en la estrategia de habitar elterritorio, tanto por las comunidades autóctonas como alóctonas, habría permitido elavance de los bosques en la región durante los siglos XVII y XVIII.

Palabras clave: Geografía histórica, historia ambiental, gestión de bosques.

ABSTRACTThis project studies the relationship between cleared forests and lands in the Valdiviaregion during the 16th and 19th century, understanding that this interaction indicatesintervened spaces; human population intervening these forests with aims of making theterritory suitable for agriculture and ranching. Since the middle Holocene until themiddle of the 19th century, the Valdivia River basin had forests as a main componentof its environment. Since the Conquista there was a progressive increase of forests incomparison with cleared lands arranged for agriculture or other human activities fromthe Tolten River towards south. Nonetheless during the 16th century there was lessforest and more cleared and populated areas than in the 19th century and part of theexuberant vegetation found by the voyagers and explorers had less than two centuriesof existence due to the demographic decrease forced by the Conquista and the coloni-zation. Moreover there was a strategic change in the form of inhabiting the territorynot only by native communities but also by foreign ones, which would have allowedthe increase of forests in the region during the 17th and 18th centuries.

Key words: Historical geography, environmental history, forest management.

1 Esta investigación se inserta dentro del Fondecyt1040326 “Dinámica ocupacional y ambiental delos bosques templados del sur de Chile: estudiointerdisciplinario de la cuenca de Valdivia durantelos periodos arcaico y transición formativo”. Unaversión resumida de este trabajo fue presentada alXVI Congreso de Arqueología Chilena (Valdivia,octubre 2006) y aparecerá en sus actas bajo el tí-tulo de “Construyendo la Historia Ambiental de la

Cuenca del Río Valdivia (SIGLOS XVI-XIX)”.Artículo recibido el 21 de agosto de 2007 y acep-tado el 6 de marzo de 2008.

2 Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Bio-diversidad. Universidad Católica de Chile (Chile).E-mail: [email protected]

3 Laboratorio de Arqueobotánica e Historia Ambien-tal, Instituto de Ciencias Sociales. UniversidadAustral de Chile (Chile). E-mail: [email protected]

6 R E V I S T A D E G E O G R A F Í A N O R T E G R A N D E

En las últimas décadas, la crisis ambien-tal global ha impulsado el estudio de la his-toria de las relaciones de los seres humanoscon la naturaleza con el objetivo de enten-der las raíces de los problemas que afectanactualmente a la biosfera y explicar los cam-bios por los cuales han atravesado los dis-tintos ecosistemas planetarios (Worster,1977; Glacken, 1996; Delort et Walter,2001; Camus, 2006). Donald Worster, unode los pioneros de la denominada historiaambiental, señala que la finalidad principalde este campo de investigación es compren-der cómo los humanos han sido afectadospor la naturaleza y cómo, a su vez, estoshan impactado el ambiente natural y conqué resultados (Worster, 1989: 290-291).

En este contexto, el objetivo del presenteartículo es comprender, en el tiempo, las in-teracciones entre los bosques australes y laocupación humana del territorio de la cuen-ca del río Valdivia. Tradicionalmente, la vi-sión que se tiene es que la región siempre es-tuvo completamente cubierta de densosbosques vírgenes de mar a cordillera y quesolo a partir de la colonización de mediadosdel siglo XIX se habría desbrozado por mediodel fuego estos territorios con la finalidad deobtener tierras donde practicar la agriculturaeuropea, provocando con ello una transfor-mación del paisaje sin precedentes.

Sin embargo, la investigación realizadanos demuestra, más bien, que a la llegadade los españoles había numerosas áreas des-pejadas de bosques y una abundante pobla-ción indígena en la zona estudiada, lo cualpermitió a Pedro de Valdivia fundar la ciu-dad que lleva su nombre y explotar los lava-deros de oro allí existentes. En este sentido,la prodigiosa selva valdiviana que avistaronlos viajeros del siglo XIX no tendría más dedos siglos de existencia, y se habría formadoa partir del abandono de la región por partede los españoles luego del desastre de Cura-laba y del descenso demográfico indígenaprovocado por las enfermedades que traíanconsigo los conquistadores por cambios enlas estrategias adaptativas que significaronpor parte de las poblaciones indígenas la ex-plotación de la ganadería europea, por losduros trabajos a los que fueron sometidospara extraer el oro que había en aquellosparajes, entre otras razones. Esta situación

histórica habría permitido el avance de laselva austral durante los siglos XVII y XVIII.

Lo anterior nos permite afirmar, tal comolo señala Luis Otero, que los paisajes, aligual que las culturas, son dinámicos y cam-biantes, puesto que lo que hoy vemos en elsur del país no ha sido siempre igual (Otero,2006: 15). Asimismo, creemos que tampocopodemos asumir una historia lineal en lacual los bosques son destruidos sin miseri-cordia por las poblaciones occidentales. Setrataría, más bien, de relaciones sistémicasque se transforman en el tiempo de acuerdocon los niveles de ocupación y presión quese ejerce sobre el territorio, impactando ono los ecosistemas allí presentes.

Aun así, no podemos asimilar o compa-rar una lógica de tierras despejadas por gru-pos indígenas a la explotación del “recursobosque” y la limpieza a fuego generalizadade los períodos eurochilenos. Existe unapertenencia distinta al paisaje, mientras loalóctono presupone una forma de ver elbosque como lo contrario de lo civilizatorio,la cosmovisión mapuche-huilliche lo pueblade significaciones asociadas a sus aguas, es-pecies vegetales, a sus inicios como cultura.

Finalmente, pensamos que el ejemplode la cuenca del río Valdivia nos da lucesacerca de las interacciones dinámicas quese desarrollan al interior del medio ambien-te entre la sociedad y la naturaleza extra-humana, más allá del obvio impacto quehan tenido las sociedades industriales so-bre la naturaleza.

Bosques y tierras despejadasen el siglo XVI

La primera aproximación al problema esanalizar la descripción de los cronistas es-pañoles protagonistas de la conquista. Alrespecto, Gerónimo de Vivar señala que laexpedición de Pedro de Valdivia cruzó elrío Cautín en dirección a la cordillera dondese encontraron con un lago:

“[…] muy grande. De esta laguna proce-de el río de Toltén, y está una isla enmedio de esta laguna muy poblada degente, donde salieron en canoas a noso-

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7LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

tros. Aquí vio el gobernador un asientodonde poblar una villa, dieciséis leguasde la mar y XIII de la ciudad Imperial yde aquí dimos vuelta hasta la costa, yasentamos en un valle que se dice Mare-quina, muy poblado… Visto el goberna-dor tan buena comarca y sitio para po-blar una ciudad, y ribera de tan buen río,y teniendo tan buen puerto, fundó unaciudad, y la tituló la ciudad de Valdi-via… Esta ciudad de Valdivia está asen-tada en un llano hay al derredor de estaciudad muy grandes montes… Es muysenegoza toda esta tierra. Desde el ríoTolten es montuosa. Y estos árboles sonrobles y arrayanes y de los avellanos quetengo dicho. Hay gran cantidad de cañasmacizas… hay buena madera para ca-sas” (Vivar, 1979: 188-189).

Tal como se desprende del relato de Vi-var, al sur del río Toltén debió existir un tu-pido y denso bosque. No obstante, el textoseñala que el territorio estaba muy poblado,por lo tanto también debió haber tierras des-cubiertas al sur del río Toltén, por ejemplo,en Villarrica, Mariquina y Valdivia. La estra-tegia de asentamiento es de poblacionesocupando los valles en sectores aledaños acursos de agua (Bengoa, 2003).

Otro antecedente lo entrega Pedro Mari-ño de Lobera al señalar que luego de cruzarel Toltén “[…] descubrieron una gran llana-da con gran población de buenas casas”(Mariño, 1861: 128). Luego indica que en-traron “por una tierra muy llena de espesasarboledas, aunque no de manera que impi-diese el andar a caballo sin pesadumbre, yasí se pudo llevar adelante el viaje sin topargente de guerra ni aun de paz pues de nin-gún genero la había” (Mariño, 1861: 129).Asimismo, Lobera escribe que cerca de ladesembocadura del Toltén los españoles de-bieron pasar “unos cerros altos que estabansobre la mar llenos de arboleda”, para luegodescubrir “una comarca, muy fértil, llana, ydesembarazada de montaña” (Mariño, 1861:132). También señala que en las cercaníasde la ciudad de Valdivia la expedición espa-ñola encontró “unas grandes llanadas, tanllenas de poblaciones, cuanto abundantessementeras de maíz, frejoles, papas, quínoa,y otros granos y legumbres” (Mariño, 1861:136).

No obstante, de Valdivia al sur las tierrasboscosas ocupaban cada vez mayores exten-siones. Incluso en los sectores llanos habíabosque. Es así como las superficies de tie-rras despejadas llamaron la atención de loscronistas. Sobre esta región, Lobera plantea-ba que “la tierra es algo montuosa pero degrandes recreaciones; porque tiene cipresespequeños, y otros muchos árboles deleita-bles; sácase de ella mucha madera estrema-da para edificios, y gran fuerza de tablas an-chas como de cedro, de que van al Perúnavíos cargados” (Mariño, 1861: 139).

Vivar afirma que solo después de cami-nar siete leguas al sur de la ciudad de Valdi-via se encontraron con tierras “muy pobla-das y sin monte, porque en las siete leguascesa la montaña. Y esta tierra que he dichoque está sin monte, no hay árbol, si no espuesto a mano. Y es tres leguas de latitud ydiez y doce de longitud. Este compás queestá sin monte es tierra fértil de maíz y frijo-les y de papas. Luego dimos en otro río pe-queño que pusimos por nombre el de lasCanoas, y el otro que digo se llama río Hue-co. Y de este río de las Canoas vuelve elmonte en partes espeso y en partes claro”(Vivar, 1979: 198).

Mariño de Lobera escribe sobre una ex-pedición de Alderete en el año 1552, quienpartió desde Valdivia en dirección al sur y“lo primero que halló fueron unos llanos deocho leguas de largo y cinco de ancho, loscuales se llaman de Lirquino, tierra fertilísi-ma a maravilla, de todo lo que se puededesear para el humano sustento; y así esta-ba muy poblada de indios, que tenían allítodo lo necesario para sus personas queeran en grande número” (Mariño, 1861:140).

Al regresar de su expedición, el gober-nador Hurtado de Mendoza fundó en losllanos, que había atravesado en su marchaal sur, junto al río Canoas, la ciudad deOsorno:

“[…] y repartió caciques y principales detoda aquella comarca en sesenta con-quistadores […] esta ciudad está tres le-guas de la de Valdivia y quince leguasdel lago. Está seis leguas de la mar. Tie-ne muy gentil llano. Tiene cerca leña y

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madera para casas. Es tierra fértil, dasebuen trigo y cebada y se dará todas lassemillas y árboles de nuestra España quese pusieren” (Mariño, 1861: 249).

Estas descripciones nos plantean que ha-bía una mayor concentración de poblacio-nes y de tierras despejadas de bosques enlos márgenes de los ríos y lagos, como enToltén, Villarrica, Valdivia y Mariquina,como también en los llanos de Osorno. Ha-cia el sur de los llanos, aparentemente, lavegetación y los bosques se hacían más es-pesos. Respecto de Villarrica, Lobera afirmaque “por todos lados estaba la tierra pobla-da de indios en grande abundancia”. Porotra parte, señala que en Valdivia había unasentamiento “donde tenían sus viviendaslos naturales en razonables casas. Entraronlos nuestros por esta loma y viéronla todatan adornada de arboleda, sembrada amano, que parecía un paraíso” (Mariño,1861: 411).

El esplendor e importancia alcanzadopor la ciudad de Valdivia en el siglo XVIpermaneció en la memoria durante los si-glos posteriores. El fraile Pedro González deAgüero escribe en el siglo XVIII:

“Los terrenos de Valdivia aseguran loshistoriadores que son abundantes de tri-go, legumbres y frutas: y sobre todoaplauden las riquezas de sus minas, conespecialidad las de oro y hay quien afir-ma que fue tan nombrado este preciosometal que su ley no bajaba de los 23quilates” (González de Agüero, MDCCX-CI: 133-134).

Todavía, durante el siglo XIX, admirado,Vicente Pérez Rosales indicaba que:

“Valdivia mereció de los conquistadoresla más constante solicitud; lo pruebanlos escombros de sus ciudades en lascuales se notan aún el ladrillo y la pie-dra canteada, el tamaño de ellas, la re-gularidad de su planta, los rastros de susmúltiples molinos, los socavones aún há-biles para conducir las aguas perforandolas colinas la tradición de sus muchos ybuenos caminos de los cuales solo seconservan algunas ramblas y tal cualvestigio al través de la espesura de los

bosques y las fortalezas del Corral, obramonumental en Chile y que costó tantosmillones a la península” (Pérez Rosales,1852: 6).

Conquista del territorio yfundación de ciudades

En la elección del emplazamiento deValdivia fue determinante el río, su navega-bilidad, su proximidad al mar y la calidadde su puerto, que lo hacía un sitio privile-giado para el comercio, el apresto de expe-diciones y el envío de socorro a las ciuda-des del interior (Figuras Nº 1 y 2).

Los 150 vecinos fundadores configuranuna muestra de las personalidades más im-portantes de la conquista de Chile, entreellos, el propio Pedro de Valdivia, ademásde los futuros gobernadores del reino Jeróni-mo de Alderete, Rodrigo de Quiroga, Fran-cisco y Pedro de Villagra. Esto ratifica la im-portancia y riqueza de la zona. GabrielGuarda señala, en este sentido, que lo máselocuente es el nombre otorgado al nuevocentro urbano. El historiador Diego de Rosa-les indica que, de este modo, el conquista-dor quedaba eternizado.

Desde esta ciudad emanó la conquistahacia los ricos territorios interiores (Villarri-ca y Osorno). El motivo de tanta premurapor levantar ciudades que ratificasen la con-quista de aquellos territorios son los hallaz-gos de oro realizados al sur del río Toltén.Todo este oro recibirá el nombre de Valdi-via por estar en esa ciudad la marca real.Lobera, al referirse al oro de Villarrica, diceque, por estar cerca de Valdivia, se llama“oro de Valdivia… el mejor que se saca entodo el reino de Chile”. En Lima se transaba“oro fundido y marcado de Valdivia”. Lasfuentes insisten en la riqueza aurífera delámbito geográfico valdiviano. El gran yaci-miento se encontraba en las fuentes del ríoPichoy, a doce leguas al norte de la ciudad(Guarda, 2001).

No obstante, más que la minería y eloro, en el largo plazo, el comercio fue laactividad económica más estable del sigloXVI en la región. Gabriel Guarda ha identi-ficado 137 mercaderes, lo cual indica un

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9LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

poco conocido, extraordinario y sorpren-dente movimiento comercial. Varios de losagentes comerciales de Valdivia son repre-sentantes de compañías mayores con sedeen Lima. La notable actividad económicade los territorios estudiados se refleja en eldesarrollo urbano alcanzado por las princi-pales ciudades, en el comercio con Perú yen la intensa labor de los armadores debarcos, pues, en los astilleros valdivianosdel siglo XVI se fabricaron las mayores em-barcaciones del reino de Chile. Entre 1553y 1603, existe un listado que identifica 79navíos, entre los que predominan los demayor tonelaje.

La conquista del territorio se concretarátambién en términos “ecológicos”. Condu-cirá a una infinidad de transformaciones enel ambiente valdiviano. En términos gene-rales, durante la segunda mitad del sigloXVI, los cultivos indígenas darán paso a los

cereales y el ganado hispano. La quínoa, elmaíz y la papa serán reemplazados por eltrigo, la cebada y los manzanos. Mariño deLobera señala que, entre 1554 y 1555,hubo tanta abundancia de cereal que no serecogieron 200.000 fanegas de trigo “porno haber quien las quisiese”. Este testimo-nio nos indica la existencia de buenas con-diciones climáticas en la región pues el tri-go necesita el calor de la primavera y elverano. Los vacunos y los equinos tambiénse adaptaron en forma rápida y fácil a lascondiciones ambientales de Valdivia. En1580, después de ciertas asonadas indíge-nas, los españoles lograron recuperar en lasinmediaciones de la ciudad 10.000 cabe-zas, lo cual podría implicar la existencia demuchas más. Diego Rosales señala que enlos llanos “los vecinos de la ciudad teníancopiosísimas sementeras de trigo, cebada,garbanzos, lentejas y otras legumbres” (Ro-sales, 1877-1878: 408). La Figura Nº 3 en-

Figura Nº 1CUENCA DEL RÍO VALDIVIA

Fuente: Elaboración propia.

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trega una perspectiva de la ocupación de laregión, diferenciando siglos, y la FiguraNº 4, por siglos y áreas.

Otro impacto de la conquista, todavíamás brutal y transformador del medio am-biente valdiviano fue la mortalidad indíge-na. Los españoles trajeron consigo una seriede enfermedades, epidemias y pestes quediezmaron, pronto y con mayor fuerza quelas armas, a la población indígena, sus cos-tumbres y creencias. Los cronistas coincidenen señalar la mortalidad generada por la vi-ruela y otras enfermedades desconocidashasta entonces en aquellos territorios. Enrealidad, la población indígena pereció máspor efecto de las enfermedades exógenasque por la superioridad de las armas de gue-rra hispanas. A ello habría que sumar lamortalidad causada por los trabajos forza-dos en los lavaderos y oro y otras activida-des productivas.

El esplendor urbano de Valdivia colonialculminó a fines del siglo XVI con el levanta-miento indígena iniciado en Curalaba en 1598.La ciudad desapareció por decenas de años.

El descenso demográfico indígena provo-cado por la conquista y la expulsión de losespañoles y criollos habría permitido elavance de los bosques hacia sectores antespoblados y cultivados. De este modo, aprincipios del siglo XVII, la caída y el des-poblamiento de las ciudades al sur del Bio-bío, sumado al desastre demográfico indíge-na provocado por la conquista, sus armas,enfermedades, pestes y trabajos forzados,permitió que los bosques avanzaran hacialos terrenos despejados, cubriendo de vege-tación zonas antes intervenidas por el Hom-bre, especialmente aquellas ocupadas porlos españoles pues para los indígenas no eraoportuno ni conveniente instalarse en aque-llos territorios.

Figura Nº 2OCUPACIÓN DE LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA POR PERÍODOS

Fuente: Elaboración propia.

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11LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

Figura Nº 3OCUPACIÓN POR SIGLOS

Fuente: Elaboración propia.

En este sentido, Miguel de Aguirre,miembro de la expedición que refundó laPlaza de Valdivia en 1645, señala que “or-denó el gobernador a su hijo, el capitándon Florián Gil Negrete, que con 120 hom-bres saliese a asegurar la campaña, recono-cer los sitios, montañas y asperezas queson muchas las que de árboles y ramas hancrecido a espesura de bosques, en aquelantiguo sitio que parece más que montañaáspera que humana habitación, que de laantigua han quedado muchas ruinas y pare-des viejas de edificios caídos por tristesmonumentos de los antiguos, y ricos sola-res” (Aguirre, 1647: 79).

Dos siglos después, Vicente Pérez Rosa-les, refiriéndose a los manzanos europeos,plantea que “ha sido tal la rapidez con quese han propagado que en medio de los bos-ques de los cerros y hasta en las ciénagas sele ve aparecer frondoso y cargado de su ás-

pero fruto con el que se trabaja abundantesidra” (Pérez Rosales, 1852: 23).

Respecto de las parras, Pérez Rosales indica:

“[...] se me asegura aun que existen algu-nos parrones de extraordinaria madurez ycorpulencia cuyo fruto alcanza a madurary multitud de otros árboles frutales restosde antiguas fincas de los primeros pobla-dores que el trigo y las legumbres quesiembran los indios con mucha imperfec-ción se dan abundantísimos y de excelen-te calidad” (Pérez Rosales, 1852: 19).

Por su parte, también en 1852, RodulfoAmando Phillipi señala, respecto del fundoSan Juan de propiedad de su hermano Ber-nardo, que el antiguo propietario:

“[...] había obtenido del General Clarkecuarenta presidiarios y los había hecho

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trabajar en dicho fundo; […] se habíadesmontado una porción de terreno y sehabía sembrado trigo; se había plantadoárboles frutales y encontrado manzanos,membrillos, ciruelos, hasta dos higuerasy una parra y había más de ochenta ani-males vacunos, etc., en el fundo (Philli-pi, 1901: 357).

La pregunta es ¿cómo llegaron esos árbo-les europeos ahí? Es probable que, para po-der competir y adaptarse en aquellos territo-r ios, esos manzanos fuesen plantados,inicialmente, en tierras despejadas y ocupa-das por los españoles en el siglo XVI. Al res-pecto, a fines del siglo XVIII, Pedro deUsauro señalaba que:

“[...] por tradición sabemos que cuandolos primeros pobladores en tiempos dePedro de Valdivia fundaron esta, comoposeído de indios estaba todo sin bos-

ques y se experimentaba mejor tempe-ramento y menos lluvias, dando lugarque en los cerros más elevados se en-cuentren las tierras labradas y paredo-nes de caseríos y poblaciones” (UsauroMartínez, 1898: 89).

Por su parte, también en el siglo XVIII,Martínez de Bernabé también sostiene lateoría que a la llegada de los españoles “es-taba todo sin bosques” (Guarda, 2001: 57).Esto contradice completamente nuestrasimágenes de los territorios de Valdivia en elsiglo de la conquista.

Estos testimonios indican, al menos, quelo percibido por los colonizadores del sigloXIX no sería correspondiente con la situa-ción ambiental de la región en el siglo XVI,e incluso tampoco con los recuerdos impre-sos en la tradición y en los escritores de laépoca.

Figura Nº 4OCUPACIÓN POR SIGLOS Y ÁREAS

Fuente: Elaboración propia.

13LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

Bosques y tierras despejadasen los siglos XVII y XVIII

La expedición valdiviana de 1777, enbusca de la “Ciudad de los Césares”4, nosda cuenta de la pérdida del control españoly falta de conocimiento que, por casi dos si-glos, existió sobre este territorio después dela rebelión general desencadenada por elcombate o desastre de Curalaba en 1598 yla consecuente caída de las ciudades del surde Chile (Borri, 1995: 57-77).

No obstante, la expedición de 1777 nopuede considerarse como un enésimo capí-tulo de la leyenda de los césares sino, másbien, debe comprenderse e insertarse en elcontexto de la política expansiva llevada acabo por los Borbones en la segunda mitaddel siglo XVIII, que definió la colonizaciónde nuevos territorios como un propósito dela Corona y sus agentes. En este sentido, alintento de dominar los llanos de Osorno,que seguían siendo los más fértiles y propi-cios para la agricultura de la región, sesumó la idea de explorar y reconocer otrosterritorios, especialmente aquellos que con-trolaban las rutas de acceso a los pasos cor-dilleranos. Aquellos territorios seguían sien-do fértiles comarcas controladas por losdistintos caciques indígenas. Se puede decirque la mayoría de las toponimias indígenashacen referencia al lugar y también a la fa-milia que gobierna y administra esos territo-rios o “parcialidades”.

En realidad, lo que los españoles cono-cían de estos territorios era solamente Valdi-via y sus alrededores. Todavía a mediadosdel siglo XVIII el interior de la región era unvasto territorio desconocido y gobernadopor los “bárbaros”.

Después de Curalaba, a mediados del si-glo XVII, por ejemplo, Juan de Aguirre,quien estuvo en la refundación, tiene que

citar fuentes históricas para describir y ex-plicar:

“La benignidad apacible del clima, lafertilidad copiosa y apacible de sus cam-pos, y valles, la abundancia varia de fru-tos, la amenidad de su río, la salubridadde sus aguas, las arboledas hermosas desus montes, y bosques, la comodidad desu puerto, la facilidad de sus surgideros,la preciosidad inestimable de sus rique-zas en minas, metales, piedras, aguas,donde apenas hay río, apenas monte queno lave, y que no cubra granos y pepitasde oro califica a esta región como la másrica de las indias” (Aguirre, 1647: 13).

En 1645, por instrucciones impartidaspor el Virrey Pedro de Toledo y Leiva, mar-qués de Mancera, y luego de vencer las hos-tilidades y escaramuzas de los huilliches, seestableció en el antiguo asiento de la ciudadde Valdivia una plaza y presidio, ya no unaciudad. Su fundación se concretó luego que,en 1643, cinco naves holandesas intentaronpoblar aquellos territorios, rebelando a loscaciques de la zona y ocupando la ruta quepermitía el descanso y el abastecimiento delas naves que atravesaban el temido Estre-cho de Magallanes (Feliú, 1926). Todo ellosignificaba un peligro para el imperio espa-ñol. Desde Valdivia los holandeses podíaniniciar la colonización del resto de América(Aguirre, 1647: 5).

Para entender la magnitud del esfuerzopor consolidar Valdivia hay que pensar que,a mediados del siglo XVI, el ejército regulardel reino de Chile para toda la frontera deArauco era de 1.500 soldados y la dotaciónde la plaza austral ascendía a casi a la mitad.En el virreinato peruano, los preparativos in-volucraron una actividad sin parangón:

“Las fábricas de murallas, fortificaciones,trincheras, y fuertes de los puertos, surgi-deros, y astilleros, los bajeles aprestos, ydespachos de la armada, las fundicionesde artillería, armas, municiones, pólvora,pertrechos, y levas de gentes para tantasexpediciones que se han visto y admira-do desde el año cuarenta, no solo no sehabían visto en el Perú, pero ni aun secreían posibles para después” (Aguirre,1647: 5).

4 La leyenda señala que se había perpetuado porcasi tres siglos una ciudad al borde de una lagunacon habitantes blancos, iglesia, ritos religiosos,modos y atuendos occidentales. Se trataba de fugi-tivos de la devastación de Osorno, que en aquellapenínsula hallaron un lugar propicio para fortifi-carse, establecerse y reproducirse, además de ga-nados, grano y muchos piñones.

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De este modo y con mucho esfuerzo elvirrey intentaba cumplir con órdenes realesimpartidas hacía cuatro décadas sobre unamateria considerada como de la mayor gra-vedad e importancia para la conservacióndel imperio.

No obstante, los primeros años de la Pla-za de Valdivia fueron extremadamente difí-ciles en especial ante las vacilaciones de losgobernadores y vecinos de Santiago. Así,por ejemplo, en octubre de 1648, a tresaños de la refundación, habían muerto 240hombres y permanecían 130 enfermos,como consecuencia del consumo de la car-ne salada en mal estado enviada desde Val-paraíso.

De este modo, la nueva etapa que seabre en 1645 deja completamente atrás laprosperidad del siglo XVI. “Centinela enmedio del vasto territorio que va del BíoBío al canal de Chacao” (Guarda, 2001:176). Valdivia ha perdido el esplendor delsiglo XVI. Hasta fines del siglo XVIII cesa elcomercio, las encomiendas y la explota-ción de las minas; no se transita gran partede los caminos y los bosques avanzan ha-cia suelos antes dedicados a la agricultura.En este contexto, surge un nuevo modelode asentamiento hispano en América. Nose trata de una ciudad, sino de una PlazaReal. Dispone de fortificaciones y de un si-tuado enviado desde Lima. En este sentido,desde el punto de vista del imperio espa-ñol, Valdivia pasa de ser una zona prósperaa ser “la más costosa de las indias” (Agui-rre, 1647: 3). Desde 1645 a 1820, la de-pendencia del virreinato se mantuvo prácti-camente inalterada. En este período, quecubre casi dos siglos, Chile completo ofre-cía a los adversarios del Imperio españolque atravesaban el Cabo de Hornos unamultitud de puertos y lugares de descanso yaprovisionamiento. Cualquier intento con-tra el virreinato exigía la ocupación de Chi-le, que era la “Llave del Pacífico”. En estecontexto, Valdivia era considerado como“el antemural por excelencia”. GabrielGuarda ha identificado trece proyectos deocupación extranjera y no excluye la pro-bable existencia de otros (Guarda, 2001:179).

Bosques y tierras despejadasen el siglo XIX

En 1835, en su excursión por el territoriovaldiviano, Charles Darwin observó “soloespesa selva”, hasta que, por la tarde, al lle-gar a la cima de una colina divisó el “admi-rable panorama de los llanos. La vista deesas inmensas llanuras sirve de verdaderoalivio cuando, desde tanto tiempo, se hapermanecido sepultado, por así decirlo, enuna selva perpetua, cuyo aspecto acaba porser monótono”. Los llanos formaban la parte“más fértil y la más poblada de este país,porque poseen la inmensa ventaja de estarenteramente desprovista de árboles”(Darwin, 1996: 189). No obstante, entre laselva y los llanos atravesó “algunas peque-ñas praderas donde no se encuentra sino unárbol o dos, como en los parques ingleses; amenudo he observado con sorpresa que, enlos distritos boscosos y ondulados, los árbo-les no crecen en las partes llanas... Cudicoes un distrito intermedio entre la selva y losllanos. Se ve un gran número de cottagescon campos de trigo y de patatas que perte-necen casi todos a indios” (Darwin, 1951:357 y 358).

Poco después, promediando el siglo XIX,al llegar a Corral por vía marítima, PaulTreutler señala que la bahía estaba “comple-tamente rodeada por serranías abruptas, quese elevan hasta unos mil pies, cubiertas des-de la cima hasta el río de selva virgen”(Treutler, 1958: 178). Remontando el ríoValdivia encontró sus orillas “cubiertas aambos lados por tan densas selvas vírgenes,que las ramas de los árboles se extendían amenudo hasta muy adentro del río. Los exu-berantes quilantos y colihuales formabanuna muralla impenetrable y solo se podíadesembarcar en las pocas partes donde loscolonos habían despejado el bosque, paraformar algunos campos y establecerse”(Treutler, 1958: 282).

En realidad, las vecindades del río Valdi-via y sus afluentes no tenían importancia al-guna como terrenos agrícolas. Los terrenoslabrados o cultivados eran muy reducidos yla producción escasa. Solo las maderas eranabundantes. Paul Treutler plantea que “gra-cias a las inmensas selvas que había en la

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DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

provincia de Valdivia y que se encontrabaninmediatas a la orilla del mar o junto a losríos navegables, uno de los principalesartículos de exportación eran las maderas, lascuales tenían excelente calidad, lo que favo-recía su comercio” (Treutler, 1958: 291).

El propósito de las exploraciones deTreutler era encontrar las riquezas auríferasde Valdivia, pues, como hemos visto, segúnlos mitos, las leyendas y los relatos de loscronistas, esta había sido una región dondeabundaba el precioso mineral. No obstante,Vicente Pérez Rosales, agente de la coloni-zación y conocedor de aquellos parajes, du-daba de la posibilidad de encontrar grandesyacimientos de oro en la región. Al respectoestimaba que había sido “en vano buscarlasy hasta ahora se alimenta el minero aquícon tradiciones. Oro hay en todas partes sinembargo pero en tan ruin cantidad que nopaga el trabajo de la extracción. El verdade-ro origen de la ponderada riqueza de Valdi-via en este metal precioso, solo lo encuentroen las leyes que regían a las regiones reciénconquistadas por los españoles en América.El sistema de encomiendas de indios daba acada encomendero multitud de brazos a loscuales se les imponía la obligación forzosade entregar a sus amos cada día una canti-dad determinada de polvo de oro. Hubohombre de estos que tuvo aquí según afir-man hasta 5.000 indios de encomienda; porpoco pues que cada individuo recogiese de-bía producir al patrón una monstruosa en-trada. De aquí la fama del mucho oro que seexportaba desde Valdivia y el motivo por elque en varios puntos de la provincia se en-cuentran aun colinas enteras trastornadas,terrenos hollados, y rastros de acequias queaparecen sin objeto entre los bosques (PérezRosales, 1852: 26).

Otro dato interesante que aporta VicentePérez Rosales es que, a pesar de los bos-ques, la región “no carece de ninguna de lasrazas de animales domésticos que posee elnorte. No abunda como antes en ellas quellegaron a ser un objeto de lucrativa especu-lación sobre Concepción; pero bastan a suescasa población y al abasto de la vecinaprovincia de Chiloé. El ganado mayor deasta se considera como el más sobresalientede Chile […] el trigo blanco, la cebada y elmaíz introducido por los españoles; la ave-

na y el centeno por los alemanes se cultivancon buen éxito en el interior y la papa pare-ce natural de estas regiones en todas partes”(Pérez Rosales, 1852: 27).

Asimismo, nos señala que había cultivosde frutos europeos especialmente de manza-nos. Todo esto nos indica que a mediadosdel siglo XIX la región estaba poblada y peseal avance de los bosques había numerososespacios despejados y propicios para loscultivos agrícolas. Rodulfo Phillipi, al narrarlas peripecias que vivió para definir los lími-tes de la propiedad de su hermano, nos dacuenta que, a pesar del posible avance delos bosques y de las tupidas selvas, había unprofundo conocimiento de aquellos territo-rios y sus deslindes. Al respecto señala que:

“Ramón Soto, cuyo terreno colindabacon el mío del lado poniente, pretendíauna porción de terreno en que estaba elrancho de su vaquero; los otros vecinoseran de parecer contrario; para zanjaresta dificultad se llamó a un viejo indio,llamado Bernardo que vino con dos in-dios más y rechazó la pretensión deSoto, que tuvo que conformarse con susentencia” (Phillipi, 1852: 358).

Ignacio Domeyko en su “Memoria sobrela colonización de Chile” señala que “la co-lonización de los terrenos baldíos medianteuna inmigración europea, es una de lascuestiones vitales para Chile”. Sin embargo,más adelante nos indica que “a cualquierpunto, pues, que se dirija el colono, cual-quiera que sea el lugar donde se trate de es-tablecer una colonia, hemos de topar nece-sariamente con propiedades ya ocupadas,con habitantes pertenecientes en cuerpo yalma a la familia chilena: por todo el territo-rio hallará el inmigrado sino caminos, a lomenos senderos trajinados desde la conquis-ta y t rechos de suelo desmontado”(Domeyko, 1850: 4).

Reafirmando lo anterior plantea la nece-sidad de una mensura exacta de los terrenosfiscales y “un cierto desengaño que el go-bierno debe haber sufrido respecto de la ex-tensión y el lugar de los terrenos baldíosque creía ser de propiedad fiscal. Una ligeraaveriguación del asunto ha hecho ver que,tanto los terrenos ubicados al interior del

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departamento de Osorno, especialmente alnoroeste de la laguna de Llanquihue, comolos de las márgenes del río Bueno, del ríoCruces, etc., tienen en gran parte dueños, yes de toda necesidad deslindar la propiedaddel Estado con la de los particulares” (Do-meyko, 1850: 8).

De hecho plantea que “el objeto de lacolonización en Chile no es poblar los terre-nos incultos sino introducir buenos hábitosy costumbres” (Domeyko, 1850: 10). Estonos indica, al menos, que, a pesar de un po-sible avance de los bosques hacia tierras an-tes despejadas, el territorio era perfectamen-te conocido, delimitado y apropiado. Porello, para el Estado y sus agentes el levanta-miento de un plano lo más exacto posiblede las provincias de Valdivia y Chiloé eraindispensable no solo para conocer aquellosterritorios sino también para su buen gobier-no y administración. Se trataba de un cono-cimiento básico e indispensable para la co-lonización y “tan esencial que, mientras nose efectúe, ninguna medida general y exten-sa podría tomarse para activar y atraer laemigración europea a Chile” (Domeyko,1850: 9).

En todo caso hay que tener en cuenta lasapreciaciones del agente de ColonizaciónVicente Pérez Rosales quien, en 1870, plan-teaba:

“Con la convicción en que aun estamos,de que el Estado posee en el sur inmensosy feraces campos, parece increíble quelas primeras dificultades que se opusiesena la mencionada colonia, tanto en Alema-nia como en el mismo Chile, naciesen dela carencia casi absoluta de tales terrenosfiscales en la República. El mismo aban-dono en que yacían los estaba entregandodesde tiempo inmemorial a la rapacidadde los poquísimos pobladores que ocupa-ban las despejadas orillas de un río, o lasplayas del mar sin poder penetrar másadelante se consideraran dueños de loque hasta ahora llaman CENTROS … esefue el motivo que dio origen a que se fun-dase en el lejano y casi desconocido terri-torio de Llanquihue la modesta colonia,cuya cabecera política, Puerto Montt, loes hoy de una provincia entera” (PérezRosales, 1870: 3).

Al respecto, citando un documento de laintendencia de Valdivia atribuido a PérezRosales, los autores de “Historia de la cons-titución de la propiedad austral”, Donoso yVelasco transcriben:

“Cuando algún vecino quería hacerse depropietario exclusivo de algunos de losterrenos usufructuados en común, escri-be en su ameno libro, no tenían más quehacer que buscar al cacique más inme-diato. Embriagarle o hacer que su agentese embriague junto al indio, poner a dis-posición de éste y de los suyos aguar-diente baratito y tal cual peso fuerte, ycon solo esto ya podía acudir a un ac-tuario público, con vendedor, con testi-gos o con informaciones juradas queacreditaban que lo que vendían era legi-tima propiedad del vendedor. Ningunoobjetaba este modo de adquirir propie-dades, cuyo valor se repartían amigables,el supuesto dueño que vendía y los ve-nales testigos que lo acompañaban porello de hoy por ti y mañana por mí. Laúnica dificultad que ofrecía siempre estafrágil y corriente maniobra era la desig-nación de los límites del terreno que laventa adjudicaba por que no era posiblehacerlo en medio de bosques donde mu-chas veces ni las aves encontraban suelodonde posarse” (Donoso y Velasco,1928: 109-110).

Según Francisco Vidal Gormaz, losafluentes del río Valdivia, es decir los ríosAngachilla, Cantera, Tornagaleones, Nagui-lan, Cutipai, tenían las riberas boscosas, cu-biertas de exuberante vegetación, notándo-se, no obstante, de trecho en trecho“algunas chozas, cuyos habitantes cultivanpequeños retazos de tierra i labran maderade varias clases (Vidal Gormaz, 1863: 274).La misma impresión nos deja Rodulfo Phili-ppi quien señala que remontando el ríoFuta:

“[...] apareció otra pampa a orillas delrío mucho más grande y ancha, con al-gunos ranchos al pie de las colinas, ha-bitaciones de los hogadores e inquilinosdel señor Jaramillo, quien tenía una teníauna casa bastante decente, al extremo dela pampa y situada como a ocho o diezmetros sobre el río” (Phillipi, 1852: 830).

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DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

Estos asentamientos, sumado a los liti-gios por deslindes citados más arriba, nosindican un territorio poblado en muchossectores. Debemos fijarnos también que sibien los viajeros describen bosques impene-trables, generalmente, a la vuelta de laloma, observan sectores más llanos, cultiva-dos y habitados, aunque sea por “miserableschozas”.

En su expedición hacia la Araucanía,Paul Treutler navegó aguas arriba por el ríoCruces. Su orilla occidental se encontraba alpie de la cordillera de la Costa y se hallabadensamente poblada de bosques. No obs-tante, la montaña formaba, “a trechos, ba-rrancos junto al río, o bien daban margenpara la formación de terrenos planos, en elque hay habitaciones y tierras bien cultiva-das, que se extienden hasta cerca de SanJosé. La orilla oriental, en cambio, es com-pletamente llana, con solo unas escasas co-linas bajas, y se hallaba cubierta por selvavirgen impenetrable, en la que solo se ha-bían descampado algunos paños de terrenopara cultivarlos” (Treutler, 1958: 301).

Más adelante, en un lugar denominadoTres Bocas, en la casa del señor Exss, un ale-mán comerciante de maderas, que estaba si-tuada a unos sesenta pies sobre el nivel delrío, Treutler observó que, en general, lo quepredominaba en la región era el bosque:

“Hasta donde alcanzaba mi vista, se ex-tendía la selva virgen e impenetrable. Ha-cia el oeste llegaba hasta la cima de lacordillera de la Costa y, de norte a sur,cubría un valle de unas 20 leguas de lar-go, que limitaba al este la cordillera delos Andes. En ésta se erguía el volcán Vi-llarrica, cuya cima cubierta de nieve ycoronada de humo y fuego dominaba laverde masa de árboles. La espantosa uni-formidad de la región solo era alterada unpoco por los grandes ríos que se unían enesa parte, los cuales serpenteaban en for-ma de anchas fajas plateadas a través dela inmensa selva virgen, describiendomeandros” (Treutler, 1958: 303-304).

Más al norte, en un sector denominadoChunimpa, el río dejaba de ser navegable.Se trataba del “primer lugar desde Valdivia,donde el suelo fértil permitía arrebatar ma-

yores superficies a la selva virgen, a fin dedestinarlas a la agricultura; pero tambiénaquí solo se encontraban algunas miserableschozas” (Treutler, 1958: 304).

Luego, siguiendo por la orilla del río,Treutler llegó a San José. Desde allí el terre-no se presentaba cada vez más fértil y ob-servó que iba en aumento la tierra cultivada.Pasó frente a los caseríos de Paico, Esperan-za, Cuncún, Calfuco, Huillín, La Chacra, As-que, Calchatué y Tapia, que comprendíansolo algunas chozas. Después de tres horasde cabalgata arribó a la misión de San José,a siete leguas de Valdivia. Desde allí se diri-gió hacia el poniente por un sendero planoy bien trazado a través del bosque, en direc-ción hacia la cordillera de la Costa. Despuésde dos horas llegó a un estrecho valle deno-minado Tres Cruces, donde se encontrabanalgunas chozas y campos cultivados y luegoprosiguió por un camino “tan estrecho, quelo podía usar solo un caballo, pues a amboslados se elevaba la selva virgen, impenetra-ble, cual muralla. Luego la vegetación eratan exuberante, que si nadie transitaba elsendero durante algunos días, se juntabande tal manera una infinidad de enredaderasy plantas parásitas que, para pasar, era pre-ciso despejar con el machete la red que for-maban” (Treutler, 1958: 315).

Luego de avanzar cuatro horas por estecamino, Treutler llegó a un valle, cruzó elrío Lingue y después de media hora de via-je, llegó a una llanura con campos cultiva-dos, bosques de manzanos y algunas vivien-das: era el caserío de Mehuín. Luego,cruzando el estero Queule, después de unacabalgata por la arena, se encontró con elcerro Nihue, el cual debió escalar y no ro-dear, pues avanzaba mucho hacia el océanoy estaba tan poblado de bosques como elresto de los cerros. Finalmente al arribar alToltén, observó que un caserío habitado porunas 200 familias se extendía casi media le-gua a lo largo del río. El terreno “era plano yextraordinariamente fértil. Crecían muy bienel trigo, las habas y el maíz, y llamaba sobretodo la atención una papa alargada, conoci-da en todo Chile como papa tolteña. Magní-ficas praderas, pobladas por grandes reba-ños de caballos, vacunos y ovejunos, seextendían hasta el pie de la cordillera andi-na” (Treutler, 1958: 330).

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Es decir durante el viaje mismo, y másallá de la mirada general, Treultler describeuna buena cantidad de tierras despejadas yocupadas por “miserables chozas”, según surecurrente expresión.

En su segunda expedición hacia la Arau-canía, Treutler avanzó desde San José de laMariquina, hacia el noreste, con dirección ala cordillera andina. Después de una hora deavanzar por terrenos boscosos y por pastiza-les pasó por los caseríos indígenas de Chon-qui y Quechupulli, para llegar, luego, al deMarilef. Después cabalgó entre cerros cubier-tos de espeso bosque virgen, hasta llegar aun altiplano donde había una choza, grandesmanzanos y campos cultivados. Desde ahírealizó un largo recorrido remontando el ríoCruces y el Leufucahue, donde encontró va-rios caseríos indígenas y algunos trechos deselva. Finalmente, Treutler arribó al lagoTrailafquén, denominado ahora, Calafquén.Al dirigirse a Villarrica atravesó algunos es-pacios cubiertos por densa selva, pero, pordiversas circunstancias, no logró llegar a lasruinas de Villarrica, como era su objetivo. Lehabían dicho que a pesar que “un denso bos-que cubría el lugar de la antigua ciudad y susfortificaciones, restos de construcciones enpie le permitirían reconocer las calles y pla-zas, y los grandes edificios, como iglesias ymonasterios” (Treutler, 1958: 373).

En su tercera expedición a la Araucanía,Treutler se dirigió por el río Cruces a SanJosé, y de ahí hacia el norte, hacia Pitruf-quén. El camino, que era malo hasta Ni-guén, se convertía en intransitable más alnorte. Durante seis horas avanzó en mediodel denso bosque hasta que llegó a Pichi-Maquehua y luego a Quesquechán, que re-sultaron ser para su percepción dos agrupa-ciones de rucas abandonadas, derruidas yrodeadas por manzanos. Luego prosiguió elviaje por el bosque y avanzó “por el caminomás malo que jamás haya andado en todami vida”. Pasaba por una selva espesísima.El sendero tenía el ancho solo necesariopara que pasara apenas un caballo. Había,además, troncos de cinco a seis pies de diá-metro que estaban atravesados por el cami-no y que junto a las filudas quilas y las enre-daderas dificultaban extremadamente lamarcha. Empleó tres horas en avanzar solotres leguas, a lo largo de las cuales saltó más

de cien troncos de todos los tamaños. Final-mente salió del bosque y llegó a Quitratúedonde fue acogido por el cacique Lemunao.Al día siguiente después de avanzar unahora llegó al caserío de Cupe y luego decinco horas cabalgando por un bosque viouna gran planicie, al fondo de la cual se le-vantaba junto al río Toltén el caserío de Pi-trufquen, una de las aldeas más importantesde la Araucanía que contaba con unas cua-trocientas almas. El Toltén era atravesadodesde el mar hasta los Andes por terrenosagrícolas fértiles. No obstante podía advertirmuy bien como la “población había dismi-nuido, pues grandes trechos, antaño cultiva-dos, se encontraban ahora yermos o estabancubiertos en gran parte por arbustos, y hastapor árboles en los lugares abandonados pormás tiempo” (Treutler, 1958: 388).

En suma, de acuerdo con las descripcio-nes realizadas por Treutler, podemos señalarque inmediatamente al sur del río Toltén co-menzaba un espeso bosque. Solo se encon-traban algunos claros de diversas extensio-nes que en parte estaban poblados. Lacomunicación entre ellos se hacía por sen-deros difícilmente transitables en medio dela selva valdiviana. Solo en el sector delcurso medio del río Cruces había una mayorextensión de tierras despejadas: se tratabade la Mariquina. Aguas arriba las chozas in-dígenas en medio de grandes manzanos ycon sus campos de cultivo y pastizales, al-ternaban con los sectores boscosos.

De Valdivia al oriente, hacia la cordille-ra de los Andes, el lago Ranco estaba “ro-deado en su mayor parte de selva virgen”(Treutler, 1958: 433). No obstante, en direc-ción al lago existían poblados indígenas yplanicies de pastos separados entre sí por laselva. En general, la superficie despejada se-guía el curso de los ríos valle arriba y de laspampas que se formaban, donde se encon-traban los grupos indígenas. Entre los llanosy los lagos cordilleranos, debió dominar unespeso y cerrado bosque pues este sectorpermaneció inexplorado por largo tiempo.

En términos generales, un observador tanrespetado como Phillipi escribe:

“[...] la vegetación de esta provincia eratan vigorosa i lozana, que una pampa

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DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

abandonada a sí misma, en pocos añosse vuelve monte. Es lo que palpo todoslos años en mi fundo. Muchos lugaresque eran campos i cultivos al principiode este siglo, ahora están cubiertos deárboles grandes e impenetrables por laquila i otros arbustos; se conocen distin-tamente caminos distintos en el monteahora enteramente cerrados e intransita-bles, i aun en los ocho años que poseoeste fundo varias pequeñas pampitas sehan cubierto de monte nuevo” (Phillipi,1860: 625).

En este sent ido, Phi l l ipi planteaba:“debo tocar un hecho que ha llamado mu-cho mi atención i que merece tal vez fijarla atención del gobierno, i es que el monteinvade más i más la provincia de Valdivia.No puede caber la menor duda que estaparte de la República era sumamente po-blada cuando los españoles la descubrie-ron. D. Pedro de Valdivia i sus sucesoresencontraron ejércitos numerosos, i habíamiles de indios sitiando al mismo tiempolas ciudades de Valdivia i Osorno. Estos sealimentaban entonces únicamente de vege-tales, pues no conocían ningún animal do-méstico, i las vacas, ovejas, caballos no ha-bían tenido tiempo de multiplicarse i dellegar a ser un alimento de los más pobres.Esta circunstancia sola es una prueba evi-dente de que debían cultivar una extensiónmucho mayor del que se cultiva en el día”(Phillipi, 1860: 624-625).

Sobre el posible avance de los bosques,podemos encontrar testimonios notablescomo el de Francisco Vidal Gormaz, escritoen 1869:

“Al recorrer nosotros el territorio litoral iparte del interior, comprendido entre elrío Imperial y el archipiélago de Chiloépor el espacio de cuatro años consecuti-vos, hemos podido notar el incrementorápido de los bosques. Por todas partes,se notan vestigios de rucas e inmensosretoñales al paso que los desmontes mo-dernos o más propiamente contemporá-neos, son mucho más reducidos i limita-dos, fenómeno que hacer ver ladisminución de la población indígena icon ello el incremento de los bosques”(Vidal Gormaz, 1870).

En su cuarta expedición, esta vez haciael territorio huilliche, Paul Treutler, remontóel río Futa, al sur del río Valdivia, en direc-ción a las colonias agrícolas fundadas porlos alemanes en el interior. Después deocho horas de navegación llegaron a Futa,un villorrio de una docena de casas, situa-das en una llanura descampada y rodeadade altos cerros cubiertos de bosque virgen,que era el punto hasta donde se podía nave-gar el río. Desde allí el camino subía y baja-ba entre la selva por siete horas hasta quecomenzó a despejarse y a ambos lados delcamino aparecieron campos cultivados, vi-viendas dispersas y praderas. Al llegar a LaCentinela, antiguo puesto militar español,Treutler observó hacia el sur “la inmensaplanicie que alcanza desde el pie de la se-rranía hasta el golfo de Reloncaví. En primerplano había un gran número de chozas a lasombra de grandes manzanos y en medio decampos cultivados y praderas, donde pasta-ban numerosos rebaños. Una legua más alláse encontraban las casas dispersas del pe-queño pueblo de La Unión y más allá en elborde de la selva, se elevaban las torres dela antigua ciudad de Osorno. Hacia el oestela planicie estaba limitada por la cordillerade la Costa, que tenía una altitud de más de1.000 pies, y al este por el molo gigantescode la cordillera de los Andes” (Treutler,1958: 441).

De Osorno al sur había un camino abier-to en la selva, que en diez horas de viajellevaba a la orilla septentrional del lagoLlanquihue. Este camino era tan pantanoso–excepto en un trecho de tres leguas dondeun gigantesco incendio había destruido laselva– que había sido “necesario colocarplanchadas a lo largo de muchas leguas afin de que no se hundieran los jinetes consus bestias”.

Al parecer, los llanos de Osorno y LaUnión, con sus casas diseminadas rodeadasde manzanos, sus trigales, sus dehesas conpasto y árboles intercalados, eran una ver-dadera isla de tierras despejadas en mediodel mar de árboles que rodeaban sus cuatrocostados.

Vicente Pérez Rosales describió esta pla-nicie de la siguiente manera: “El valle cen-tral encajonado por dos grandes selvas que

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constituyen una masa compacta de la máspoderosa vegetación es una bella llanuracasi enteramente desprovista de grandes ár-boles i apta para toda clase de cultivos delos países templados” (Pérez Rosales, 1859:304).

En coherencia con las teorías sobre la in-fluencia de los bosques sobre el clima ydando cuenta de la magnitud de los bosquesque observaba, Vidal Gormaz pensaba ensus conclusiones que en esta zona no era“la latitud la dificultad mayor que se oponeal desarrollo de la agricultura en la regióncomprendida al sur del río Imperial i quepodemos extenderla hasta el archipiélago deChiloé: son los inmensos bosques que tapi-zando el terreno temperan el clima estivalsin permitirle alcanzar el calor suficientepara que maduren los granos a tiempo opor-tuno i las frutas alcancen su desarrollo y sa-zón” (Pérez Rosales, 1859: 333).

No obstante, en 1859, el Ministro de Co-lonización Vicente Pérez Rosales, expresabaque de hecho la región seguía enteramentecubierta de extensas selvas, excepto enaquellos sectores donde se hacía sentir laacción de los colonizadores, en especial enel valle central. La forma más recurrida paralimpiar el bosque era el fuego: “así, los co-lonos que se han establecido allí no han ne-cesitado más que prender fuego a las male-zas y a las plantas sarmentosas y trepadoresque entrelazan los árboles, para procurarsehermosos campos de una fertilidad poco co-mún para los trabajos de agricultura” (PérezRosales, 1859).

Refiriéndose a la zona de Osorno, Gui-llermo Doll advertía en 1858 que “casi todala región, que antes presentaba un bosqueimpenetrable, ha quedado accesible y pre-sentada al cultivo por el gran incendio demonte ocurrido en el verano de 1851. Estefue tan violento en muchas partes que solohan permanecido en pie los restos de lostroncos más viejos”. Asimismo, es conocidoel relato de Pérez Rosales, en su obra Re-cuerdos del Pasado, sobre la acción del in-dio incendiario Pichi Juan en las selvas deChan Chan, entre La Unión y Osorno.

Se trata de las primeras evidencias de lacolonización de aquellas tierras cubiertas

por bosques pero esperando ser despejadasmediante el fuego del agricultor y el gana-dero, interesados en quemar los bosquespara obtener espacio donde realizar sus ac-tividades productivas. El bosque era visto,más bien, como un enemigo al que habíaque eliminar con el objetivo de hacer flore-cer el progreso en estos territorios.

Las dificultades del transporte, dadas porla existencia de caminos precarios, muchosde ellos transitables solo en verano, origina-ron una explotación de los recursos natura-les que fue creciendo en forma paulatina, amedida que se mejoraron las rutas de comu-nicación. De este modo, a fines del sigloXIX, el paisaje natural de la región ya pre-sentaba ciertas transformaciones como re-sultado de la ocupación y explotación delos colonos alemanes y chilenos del territo-rio (Bernedo, 1999).

La construcción del ferrocarril longitudi-nal sur hasta Osorno y Puerto Montt fue unfactor de modificación del medio naturalmás intenso puesto que permitió que losproductores regionales incrementaran susrelaciones comerciales con el resto del país.Las fuerzas económicas y productivas sevieron fuertemente estimuladas por la bajaen los fletes y del tiempo de traslado de susproductos. Como respuesta se explotó másla madera, se extendieron las áreas destina-das a la crianza de ganado vacuno y se am-pliaron los cultivos de trigo, cebada y pa-pas. El creciente desarrol lo de estasactividades productivas implicó despejarmuchas veces con fuego grandes extensio-nes de bosque nativo (Camus, 1997).

Consideraciones finales

El estudio realizado nos permite com-prender la dinámica histórica de los bosquesde la región valdiviana más allá de los pre-juicios tradicionales que sindican al hombreoccidental como el destructor de un paisajeprístino e intocado por la mano humana,reivindicando de ese modo el “mito delbuen salvaje” y, de paso, desconociendo lapresencia y los avances culturales de las so-ciedades indígenas. A partir de los testimo-nios e ideas expuestas, no es aventuradoplantear que en el siglo XVI había menosbosques en la cuenca del río Valdivia que

21LA INVENCIÓN DE LA SELVA AUSTRAL. BOSQUES Y TIERRAS

DESPEJADAS EN LA CUENCA DEL RÍO VALDIVIA (SIGLOS XVI-XIX)

en el siglo XIX. La numerosa población quehabitaba esta región permitió a los españo-les explotar los lavaderos de oro y fundartres ciudades que tuvieron una importantegravitación urbana en el siglo XVI. Asimis-mo, otro elemento que nos permite afirmarla existencia de tierras despejadas y ocupa-das es la introducción de cultivos europeoscomo el trigo que requiere de un cierto gra-do de calor para madurar y de árboles comolos manzanos que debieron ser plantados enespacios despejados de bosque, pues, deotro modo, difícilmente ambas especies po-drían haber prosperado en medio de la hú-meda selva valdiviana.

Las fuentes consultadas nos indican quecon la desaparición de las ciudades al surdel Biobío, después del desastre de Curala-ba y el descenso demográfico indígena pro-vocado por el impacto de la conquista, uni-do a un cambio en la estrategia de habitar elterritorio por los grupos mapuche-huilliche,que significó un énfasis mayor en una activi-dad móvil y extensiva como es la ganadería,los bosques avanzaron en la región de Val-divia ocupando en los siglos XVII y XVIIIbuena parte de las tierras que estaban des-pejadas en el siglo XVI. Lo anterior no im-plica que estos territorios no pertenecieran alas diferentes parcialidades indígenas y queformaran parte de sus paisajes e imaginariospatrimoniales, como lo prueban los numero-sos pleitos de tierras que se dieron duranteel siglo XIX, entre colonos eurochilenos yhabitantes indígenas.

Si bien exploradores y colonos del sigloXIX insisten en describir la región como prác-ticamente cubierta por bosques y con un esca-so grado de antropización, las fuentes tambiénseñalan la existencia de claros y de restos cul-turales indígenas en el bosque, lo cual nosplantea la persistencia de asentamientos hu-manos en la primera mitad del siglo XIX aun-que pensamos que en un grado bastante me-nor que en el siglo XVI. Es la imagen legadapor los viajeros del siglo XIX la que nos indu-ce a imaginar una región cubierta de bosquesen el siglo XVI, aun cuando a través de estainvestigación creemos haber demostrado quese trata de una falsa imagen pues buena partedel territorio sobre todo cerca de los ríos y la-gos se encontraba despejado de bosques y uti-lizado por sus habitantes.

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