la batalla del ebro

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Sgto. Al. Daniel Iniesta Vallverdú LA BATALLA DEL EBRO ANTECEDENTES 1. GENERALIDADES. Para tener una idea clara de lo que pasó en la gran curva del Ebro de Gandesa, entre el 25 de Julio y el 16 de Noviembre de 1938, es indispensable presentar brevemente algunos antecedentes. La batalla de Teruel fue una grave derrota del ejército republicano. Tan grave que, después de su terminación, en la 1ª decena de marzo de 1938, le fue posible lanzar al ejército nacional una gran ofensiva en Aragón que le llevó hasta el mar Mediterráneo, cortando en dos partes la zona republicana. Página 1 de 67

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Sgto. Al. Daniel Iniesta Vallverdú

LA BATALLA DEL EBRO

ANTECEDENTES

1. GENERALIDADES.

Para tener una idea clara de lo que pasó en la gran curva del Ebro de

Gandesa, entre el 25 de Julio y el 16 de Noviembre de 1938, es indispensable

presentar brevemente algunos antecedentes.

La batalla de Teruel fue una grave derrota del ejército republicano. Tan

grave que, después de su terminación, en la 1ª decena de marzo de 1938, le

fue posible lanzar al ejército nacional una gran ofensiva en Aragón que le llevó

hasta el mar Mediterráneo, cortando en dos partes la zona republicana.

Las fuerzas que habían soportado esta nueva derrota se replegaron, en

parte hacia Cataluña, y en parte hacia Valencia. Hacia Cataluña fue a parar por

orden del General Rojo, Jefe del Estado Mayor Central, la parte más combativa

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del ejército, encuadrada por mandos comunistas. Hacia Valencia se replegó

una masa mayor de combatientes aunque de una capacidad táctica

notablemente inferior.

La defensa de Cataluña era esencial y había que contar para ella con lo

mejor de las fuerzas combatientes. Y lo mejor eran las unidades nacidas del

que fue llamado 5º Regimiento, creado en Madrid por el comunista Castro

Delgado en los primeros tiempos de la guerra, y lo que quedaba de las

Brigadas Internacionales. Todas ellas fuerzas mandadas por hombres como

Modesto, Líster, Tagüeña y Valentín González (“el campesino”), entre otros.

El mismo día 15 de Abril en que se corta en dos la zona republicana, se

crea la que se llamó Agrupación Autónoma del Ebro, en la que se incluyen

estas unidades en período de reconstrucción. La misión que se les confía es la

defensa del Ebro desde Mequinenza hasta su desembocadura.

Como se acaba de señalar la misión de la Agrupación consistía en

“impedir absolutamente el paso del enemigo a la orilla izquierda del Ebro”, y de

momento defender a toda costa las posiciones que se mantenían y que

posteriormente se detallarán.

La composición exacta de cada Cuerpo de Ejército tardó unos cuantos

días en fijarse, debido al inevitable acoplamiento de las unidades, con

frecuencia deshechas, pero hacia finales del mes de abril la organización era

casi definitiva y será objeto de un apartado posterior.

2. CAUSAS DE LA BATALLA

El Ejército nacional, de acuerdo con lo que tenía previsto, continúa

desarrollando su ofensiva en Levante. El Ejército rojo de Cataluña se

aprovechó del respiro que se le concedía para reorganizarse y rearmarse

merced a la ayuda que recibía a través de la frontera francesa. De este modo,

dicho Ejército se encontró pronto en condiciones de adoptar una actitud

ofensiva con el fin de ayudar a las fuerzas propias que combatían en Levante,

atacando para ello objetivos sensibles que ofreciesen la posibilidad de influir

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moral y políticamente sobre la retaguardia enemiga, y así intentar unir las dos

zonas en que había quedado dividido el territorio republicano. Para ello contaba

con las unidades que replegaron hacia el norte y quizá la ayuda de una acción

procedente del sur, de las abundantes e ineficaces fuerzas que se habían

retirado hacia Valencia.

A primeros de Junio, con el conocimiento expreso de Negrín, Ministro de

Defensa republicano, se firma la primera directiva. Una operación difícil de

realizar a primeros de junio, y que se hizo imposible a mediados del mismo

mes, cuando los nacionales ocuparon la ciudad de Castellón, con lo que la

separación era excesiva para cualquier intento como el expresado del General

Rojo.

De este modo se proyectó el paso del Ebro por el Ejército de Cataluña,

amenazando las comunicaciones de las fuerzas enemigas que operaban en

Levante y paralizando su acción en este frente, debido a la casi imposible

opción de juntar las dos zonas republicanas.

Aunque, en un principio, pueda parecer que lo único que pretendían los

dirigentes rojos con esta poderosa diversión estratégica era ayudar a las

unidades empeñadas en la batalla de Levante, o ganar tiempo hasta que la

crisis internacional planteada por entonces acerca de la cuestión de los

Sudetes desembocara en el gran conflicto armado que se avecinaba, en

realidad todos los documentos secretos permiten suponer que se trataba de

tomar de revés la costa mediterránea ocupada por Franco, y caer en masa

sobre la retaguardia del Cuerpo de Ejército de Galicia. Para eso, una gran

masa de maniobra pasaría el río Ebro en diversos puntos, invadiría las zonas

de Amposta, Cherta, Pinell y Bot, se apoderaría de las comunicaciones con

Aragón y maniobraría hacia el mar y hacia los montes orientales del

Maestrazgo, provocando un verdadero desastre en la línea mantenida por las

tropas del General Aranda.

3. TOPOGRAFÍA DEL TEATRO DE OPERACIONES.

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La llamada Cadena Litoral catalana, que se extiende desde la frontera

hasta el Ebro, está continuada luego por una serie de sistemas orográficos, al

sur del río, los cuales presentan evidentes semejanzas con aquella cadena. En

realidad lo que hace el gran río es abrirse camino, “el Ebro rompe la Cadena

Litoral catalana, desarrollando su curso tortuosamente entre las montañas,

para extender luego, al amparo del relieve submarino y de falta de mareas

mediterráneas, un amplio delta”.

La repetida Cadena llega hasta las márgenes izquierdas del río por las

últimas estribaciones de la gran sierra de Montsant (alturas de hasta 1.000

metros). Pasado el Ebro, aparecen, como réplica a la sierra de Montsant, los

montes de Fatarella y, más al sur, las sierras de Águila, Picosa, Caballs y

Pandols. Estas son la avanzadilla de la gran masa montañosa del Maestrazgo,

que se eleva hasta la colosal serranía de Montenegrelo y los llamados Puertos

de Beceite, auténticas barreras prohibitivas a todo movimiento de fuerzas

armadas.

El Ebro discurre así, a lo largo de unos 40 kilómetros, entre tajos y

hoces, con bruscos meandros, obra todo de una violentísima y secular erosión.

Pasado el angosto desfiladero, luego de Cherta, el terreno se abre en una

dilatada llanura, cuyo horizonte final es el Mediterráneo, formándose el amplio

delta ya citado. El río alcanza en algunos puntos profundidades de hasta más

de cinco metros, con una media general de 3 a 3,5 metros, siendo su caudal de

250 metros cúbicos por segundo –el mayor de todos los ríos españoles- y su

velocidad media de unos dos metros por segundo. Ahora bien, si se abrían las

compuertas de los embalses situados en las cuencas del Gállego, Cinca, Alto

Ebro y Noguera Pallaresa, el caudal y la velocidad aumentarían

considerablemente rebasando todos los cálculos previstos.

La gran batalla se dio en el terreno que se extiende a partir de Fayón y

llega hasta Cherta. Un semicírculo en cuyo centro se encuentra Gandesa, y

que puede dividirse en tres sectores, según la descripción que Juan Modesto

Guilloto hace en el libro “Soy del Quinto Regimiento” y que paso a reproducir: “

El sector Norte, desde Fayón hasta Ascó (unos 30 kilómetros), abarca la sierra

de Fatarella, muy accidentada, con alturas superiores a los 400 metros,

pendientes pronunciadas, cubiertas de olivares, avellanos y almendros que,

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formando pequeñas terrazas, llegaban hasta el río. La comunicación

fundamental era un camino asfaltado, paralelo e inmediato al río, que unía a

Flix con Ascó. También había un camino de montaña utilizable que cruzaba la

Sierra de Fatarella. Los restantes eran estrechos accesibles solamente para

infantería y transporte a lomo. Aquí el río tenía una anchura de 150 metros, con

orillas altas y escarpadas. Los lugares más cómodos para su forzamiento

estaban en el sector Ribarroja-Flix, donde las orillas eran pendientes suaves.”

“El sector central, de Ascó a Miravet (20 kilómetros), fuertemente

accidentado y cruzado por la Sierra del Águila, arrumbada de Suroeste a

Nordeste, compartimentaba el terreno entre Mora del Ebro y Ascó. Las alturas

de este contrafuerte eran el vértice Águila en la parte Norte (487 metros) y el

vértice Picosa al Sur (496 metros). La comunicación fundamental era la

carretera que, prolongación de la de Flix-Ascó, pasaba al Oeste de la sierra del

Águila y en Venta de Camposines se unía a la carretera general que lleva de

Mora de Ebro a Gandesa, apta para toda clase de transporte. Ambas en los

flancos del Sector Central. Las orillas del río en la región de Ascó y al Sur de

Mora del Ebro eran pendientes suaves, cubiertas de olivos y frutales. La

anchura del río no pasaba de 100 a 120 metros.”

“El sector Sur, de Miravet a Benifallet (10 kilómetros), se caracterizaba

por la existencia en ambas orillas de alturas de 300 metros y más, que en la

occidental se van elevando hasta unirse a las crestas de Pandola, que

constituyen un fuerte baluarte en los accesos de Gandesa. Las orillas del río,

altas y escarpadas, sólo permitían el forzamiento en el sector de Ginestar. La

anchura de la corriente, igual que en el sector central. Del examen del terreno

inmediato al río, como del despliegue del enemigo, resaltaba como el más

conveniente para el forzamiento el Sector Central, en su parte Norte, al Sur de

Ascó. Y esa fue mi decisión, compartida con mi Estado Mayor. Esa era también

la del Estado Mayor Central. El curso de los acontecimientos justificó dicha

decisión”.

Gandesa era sensiblemente el centro del territorio en que iba a librarse

la batalla y la base de un sistema radial de comunicaciones (ya que desde la

antigüedad ha sido un cruce de caminos entre Cataluña, Aragón y la

Comunidad Valenciana), a la vez que la localidad de mayor importancia,

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cabecera de comarca de la Terra Alta, con unos 3.400 habitantes. Esta

población, situada a 368 metros de altitud, estaba dominada por elevaciones en

todos los sentidos. Al Norte estaba la Sierra de Fatarella, muy prolongada hacia

el Oeste, siendo aquí la altura más destacada el vértice Gaeta (548 metros); se

trataba de una zona muy revuelta, casi laberíntica. Por el sector Sur, Gandesa

y su término aparecían aún en más precaria situación: la Sierra de Caballs

(vértice Caballs, 650 metros) se prolongaba a través de la imponente Sierra de

Pandols, de acceso difícil por sus profundísimas cortadas, con el vértice Puig

Caballé (709 metros). El río Canaletas, que aparecía al Sur de esta Sierra,

significaba la presencia de una corriente de agua continua y escasa.

La economía tiene como base principal la agricultura y la ramadería. Los

cultivos más destacados son la viña, higueras, la aceituna y la almendra.

Paralelamente, buena parte de la población está empleada en industrias

transformadoras de papel, textiles, etc., contando con la fábrica de industria

electroquímica de Ascó.

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4. EL EJÉRCITO DEL EBRO (POPULAR).

La Orden General nº 1 de este Ejército, fechada el 30 de Mayo,

señalaba su organización en fase muy avanzada.

El teniente coronel Juan Modesto Guilloto seguía al frente de la Gran

Unidad, siendo su jefe de Estado Mayor el coronel de Ingenieros, diplomado,

don José Sánchez Rodríguez y jefe de Ingenieros el teniente coronel don

Ovidio Botella.

Su organización en lo que respecta a las unidades de maniobra es como

sigue:

- V Cuerpo (al mando del teniente coronel Enrique Líster): divisiones 11

(mayor Joaquín Rodríguez, brigadas I, IX, y C), 45 (Hans Khale, brigadas XII,

XIV y CXXXIX) y 46 (“El Campesino”, brigadas X, XXXVII y CI). El 25 de Julio

“el campesino” fue sustituido por Domiciano Leal.

- XV Cuerpo (al mando del teniente coronel Manuel Tagüeña): divisiones

3ª(mayor Esteban Cabeza, brigadas XXXI, XXXIII y LX), 35(mayor Pedro

Mateo Merino, brigadas XI, XIII, y XV) y 42 (mayor Manuel Álvarez, brigadas

LIX, CCXXVI y CCXXVII).

- XII Cuerpo (incorporado con posterioridad a los dos anteriores, al

mando del teniente coronel Estelvino Vega): divisiones 16 (mayor Manuel

Mora, brigadas XXIII, XXIV y CXLIX), 44 (mayor Ramón Pastor, brigadas CXL,

CXLIV y CXLV) más la brigada CXXXV, que serviría de base para formar muy

pronto la 56 División.

Como tropas y servicios entre múltiples unidades desde acorazadas

hasta de sanidad e intendencia es destacable, por el marco en que se

encuadra este trabajo, la presencia de un Batallón de Transmisiones, otro de

Pontoneros, un Grupo de Destrucciones, cinco Batallones de Obras y

Fortificaciones y dos Compañías de Caminos.

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En lo que respecta a la artillería, aunque la orden citada con anterioridad

no la menciona, otra de igual fecha señala que, a parte de la divisionaria, cada

cuerpo de ejército tendría tres grupos, figurando uno más como reserva de

ejército y tres, asignados eventualmente, formando una agrupación.

La orden primera (30 de mayo de 1938) señalaba que el ejército

defendía el frente desde Menarguens, en poder del enemigo al otro lado del

Segre, hasta el mar.

5. EL CUERPO DE EJÉRCITO MARROQUÍ (NACIONAL).

Mandado por Yagüe, con el coronel Riveras de la Portilla al frente de su

estado Mayor.

Defendía el terreno desde la unión del Segre y Noguera Ribagorzana (al

Norte de Lérida) hasta el mar.

Estaba integrado fundamentalmente, según la orden de organización de

03 de Julio de 1938 por las Divisiones 13, 40, 50 y 105, las cuales paso a

detallar a continuación:

- 13 División (mandada por el general Barrón): I Brigada (coronel Andrés

Hernández Cuevas); II Brigada (coronel Carlos Rubio). Unidades de infantería:

IV y VI banderas del Tercio; I, V y VI tabores de Melilla; batallón de tiradores de

Ifni; tabor de Ifni-Sahara; LXXIII batallón de Toledo; I de Mérida; III de La

Victoria; CCLXII de cazadores de Ceuta y IV Bandera de F.E.T. de Castilla.

Artillería: dos baterías de 75, dos de 100 y dos de 105 de montaña. Ingenieros:

dos compañías de Zapadores y una de Transmisiones.

- 50 División (mandada por el coronel Luis Campos Guereta): I Brigada

(teniente coronel Peñarredonda); II Brigada (teniente coronel Capablanca).

Unidades de infantería: batallones XXI de Zaragoza, IX de San Quintín, XIX de

Zamora, VII de Arapiles, V de Flandes, XVI y XVII de Mérida, XII de Bailén, IV

de Gerona, VII de Valladolid y XVI y XVII de Burgos.

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- 105 División (mandada por el coronel Natalio López Bravo). Batallones

numerados de CI a CXII. Artillería: dos grupos. Ingenieros: dos grupos mixtos.

De los batallones, los CIV, CV, CVI estaban combatiendo en otro frente. Las

dos Brigadas estaban a las órdenes de los tenientes coroneles Julio Iñigo

Bravo y Manuel Coco Rodríguez, que fue quien tuvo el mando directo de las

fuerzas que repelieron la infiltración enemiga.

Yagüe organizó el frente en tres sectores: el sector del Segre quedaba a

las órdenes del general Barrón que tenía en línea la 40 División, cubriendo el

frente desde su extremo izquierdo al Ebro; el sector de Gandesa estaba al

mando del coronel Guereta, jefe de la 50 División, sector que se extendía hasta

Cherta, excluido; desde aquí al mar se extendía el sector del Bajo Ebro

defendido por la 105 División, coronel López Bravo.

La 50 División tenía tres unidades de la 13 como reserva del sector: III

batallón de la Victoria (Corbera), V tabor de Melilla (Gandesa) y el tabor de Ifni-

Sahara en la carretera de Pinell. Esta División tenía su Cuartel general en

Gandesa.

6. EXPECTATIVA.

A partir de la estabilización del frente del Bajo Ebro, desde Mequinenza

al mar (2ª quincena de Abril) se crea una situación de estabilidad y de

pasividad. Los dos adversarios adoptan una aptitud de acecho, temiendo una

reacción contraria, bien para ser atacadas por la espalda las fuerzas nacionales

que avanzaban sobre Valencia, bien por la prosecución de la ofensiva nacional

hacia Cataluña.

Nadie puede distraerse y esta actitud se concretará en dos hechos

reales: la vigilancia y la fortificación.

Sin embargo un fragmento de un estudio de batalla hecho por el Estado

Mayor del Cuerpo de Ejército Marroquí señala lo siguiente: “Desde el momento

de hacerse cargo el Cuerpo de Ejército Marroquí de su nuevo frente, flota en el

ambiente una amenaza de ofensiva”.

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Ya el 4 de Julio de 1938 se supo ciertamente que varias Divisiones rojas

se estaban agrupando y adoptando posiciones favorables en la orilla izquierda

del río, entre ellas cuatro de las mejores: la 11, la 35, la 45 y la 46, todas ellas

calificadísimas por su intervención en cuantas operaciones importantes ha

llevado a cabo la masa marxista de maniobra.

Por los días de principios de julio era frecuente la evasión de los

soldados del Ejército Popular que pasaban el río a nado y que suministraban

informes varios, todos los cuales parecían indicar algo que el Cuerpo de

Ejército Marroquí recoge en su boletín del día 14 de Julio: “que hay un puente

preparado para el paso del río, en las proximidades de la Isla de Buda; que

hace unos días, el Batallón Divisionario de la 46 División realizó unos ejercicios

consistentes en lanzarse las fuerzas por escuadras a unas barcas varadas en

la playa, embarcar rápidamente, desatracarlas y remar con todo vigor”. Todo

ello confirma la sospecha de que los rojos preparan una operación de

forzamiento del Ebro.

Ese mismo día 14 se ofrece un nuevo dato: en aguas del río Ciurana se

ven numerosas barcas, que según luego se sabe, han sido traídas de

Barcelona. Los ingenieros han construido una presa para que en ella se

puedan hacer ejercicios especiales con las barcas aludidas. Una nota especial

dice: “la presa tiene por objeto obtener en ella un embalse suficiente a fin de

poder hacer prácticas de paso de ríos”.

Parece que el intento se iniciaría, de llevarse a cabo, de noche, pasando

primero un Batallón de choque, con bombas de mano, en medios volantes

(barcas, compuertas, etc.). Al amparo de estas fuerzas se procedería al tendido

del puente para el grueso de las fuerzas que, probablemente, serían las

Divisiones 11 y 46. No se identifican tropas de pontoneros.

El día 15 se señala: “se acentúa cada vez más la impresión de un

ataque próximo....”.

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El día 17 se sabe que “detrás de una pequeña islita, doscientos metros

aguas abajo del puente volado de Amposta, hay escondido un puente formado

a base de 18 bidones y tablas, e inmediatamente más abajo, 200 barcas”.

El día 19: “el enemigo, para dar comienzo a su ofensiva por el Bajo Ebro,

está pendiente de la llegada de nuevos elementos, tanto en hombres como en

material”.

El día 23 un prisionero dice que el ataque y paso del río debió haber

tenido lugar el día 22, pero por diversas razones se ha aplazado un poco, pero

asegura que tendrá lugar en plazo muy breve.

7. LAS FORTIFICACIONES DE LA ORILLA DERECHA.

Yagüe el 3 de Julio en Caspe, había dado unas instrucciones sobre

fortificación y defensa de la línea del Ebro:

1º.- La línea de vigilancia se pegaría lo más posible a la misma

orilla.

2º.- Se compondría de pequeños puestos de escuadra y como

máximo de pelotón, que cruzarían vistas y fuegos.

3º.- Se blindarán con rollizos y tierra contra el ametrallamiento, los

morteros y los cascotes de artillería, enmascarándose y cubriéndose con

ramajes y redes, y rodeándose de alambradas, a ser posible ocultas por

la maleza.

4º.- En los vados se pondrían alambradas que los desbordasen

50 ó 60 metros aguas arriba y aguas abajo.

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Apertura de brecha en alambrada de la orilla derecha con medios de circunstancias

5º.- Las reservas de tropas se situarían en sitios cubiertos a las

vistas, construyéndose refugios dispersos y cambiándose de día sus

emplazamientos.

6º.- Los observatorios estarán ocupados de día y de noche.

7º.- Las unidades de sostén y reserva se pondrán emboscadas en

sitios de paso obligado o paso probable.

El 13 de julio, Yagüe ordenaba a las divisiones 50 y 105 la construcción

de blokaus de cemento para pelotón y escuadra en las partes más peligrosas

del río, a fin de dar más solidez a la línea de vigilancia, en beneficio de su

defensa a toda costa, con el máximo de efectivos.

A la vez se procedería al estudio de una línea de detención, que se

fortificaría para cortar la posible penetración enemiga mediante elementos de

resistencia, susceptible de agruparse en puntos de apoyo y de impedir

envolvimientos.

Por su parte, Modesto extremó la vigilancia de la orilla derecha del Ebro.

Los partes de información de las unidades populares son muy completos y

detectan los menores movimientos de fuerzas en el otro lado del río

(nacionales), con los relevos correspondientes, concediéndose suma

importancia a las posibles intenciones de esas fuerzas de pasar o no pasar el

Ebro. Varias veces se repite esta frase: “por la actitud del enemigo no parece

desprenderse que inicie ninguna acción ofensiva”.

8. ESTUDIO DEL PASO.

El Ebro nunca fue considerado por el mando del Ejército Popular como

un obstáculo infranqueable.

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De una conferencia dada, quizá en alguna Escuela Popular de Guerra,

sobre paso de ríos, la cual tendría seguramente una relación muy estrecha con

la operación que se estaba preparando, se resaltan una serie de puntos:

1º.- La clave para el forzamiento de un río se centra en la neutralización

de las armas, las cuales convierten un obstáculo “pasivo” en “activo”.

2º.- Es necesario la “sorpresa” estratégica que impida al defensor el libre

juego de las reservas, y la táctica, que exige la utilización del medio técnico

adecuado.

3º.- El paso del río ha de hacerse por fuerzas ligeras, utilizando medios

discontinuos que permitan coger al enemigo desprevenido, a cuyo paso seguirá

la formación de una cabeza de puente. La operación se ejecutará siempre de

noche o con las primeras luces del amanecer.

4º.- Debe ser rápido, mediante el número de playas de embarque

necesario para transportar en el mínimo tiempo la mayor parte de las fuerzas

consideradas suficientes para alcanzar el objetivo previsto.

5º.- Hay que precaverse del “servicio de información” del enemigo que le

posibilitaría el envío rápido de las reservas y de las acciones de bombardeo de

la aviación. Todo obliga a que la 1ª penetración en el terreno adversario sea lo

más profunda posible a fin de que el tamaño de la cabeza de puente haga

posible el trabajo de los pontoneros en las mejores condiciones de seguridad.

La determinación exacta de los puntos de paso dependerá tanto de las

conveniencias tácticas como de las técnicas (medios disponibles).

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9. TRABAJOS DE INSTRUCCIÓN.

“La difícil maniobra a que nos habíamos aventurado tuvo una

preparación minuciosa”, escribió un día Vicente Rojo. “Ríos de sudor para

evitar gotas de sangre”.

Todos los cuerpos de ejército populares se embarcaron en una serie de

ejercicios de instrucción duros y frecuentísimos todos ellos orientados a

ensayar la maniobra inicial del paso del río. Para ello utilizaban barrancos

secos, tablones para simular barcas y las unidades costeras aprovechaban la

playa para tales propósitos. Tuvo una especial atención la preparación de cada

hombre, así muchos aprendieron a remar y millares a nadar.

Además de la instrucción se realizaron completos reconocimientos de la

cuenca, comprendiendo vados, perfiles del fondo, puntos de paso con barcas,

dónde se podían tender puentes, accesos a las orillas, zonas de concentración

y espera, zonas de dislocación de unidades a cubierto de los observatorios

enemigos y escalonamiento de los servicios de suministro y evacuación.

Los Ingenieros realizaron una intensa labor de reparación de caminos y

pistas y de construcción de otras nuevas que mejorasen las comunicaciones

con la orilla, así como construcción de pasaderas para infantería hechas con

toneles de una región vinícola.

Diariamente las unidades cruzaban ríos imaginarios y atacaban a un

enemigo fuertemente atrincherado. A la tropa no se les daba ninguna

explicación sobre dichas maniobras, pero no era necesario, así un veterano

con fingida perplejidad señalaba: “¡Aja! Vamos a cruzar un río, ¿qué río creéis

que puede ser?”.

Como parte de la preparación también se llamaron varios reemplazos,

hombres de 30 a 39 años y muchos de 40 a 42: tenían que cubrir bajas y poner

las unidades al completo de efectivos, los primeros para servicio activo en filas

y los segundos para trabajos de fortificación y misiones de retaguardia. Así

mismo se empezó a recibir armamento, munición y equipo. Tagüeña, jefe del

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XV cuerpo, señala a colación: “Las armas que recibimos eran en su mayoría

checoslovacas, quién sabe a través de qué caminos e intermediarios. Cuando

recibimos las primeras cajas de fusiles ametralladoras, quedamos admirados

de su ligereza y acabado”.

El ejército que pasó el Ebro estaba perfectamente armado y equipado

pero ¿cuál era su espíritu?.

Éste ejército era una fuerza comunista en sus mandos y comisarios, por

lo que se le presuponía una disciplina interior inherente. Sin embargo hay que

destacar su carácter popular, de tal manera que sus mandos hacía dos años

eran obreros, campesinos y estudiantes, y esto a la larga traería una

consecuencia inevitable: la derrota.

La moral no era la más adecuada y como se ha señalado con

anterioridad había numerosas deserciones. En relación a este tema hacer

mención a las declaraciones de un soldado, Cecil Eby, refiriéndose al tema de

la deserción en las Brigadas Internacionales: “a lo largo de la playa de

Tarragona los burdeles hacían el gran negocio con el frente tan cercano, pero

los permisos para pasar la noche fuera del campamento eran muy difíciles de

conseguir, porque con demasiada frecuencia servían para desertar”.

10. EL PROYECTO DEFINITIVO DE LA OFENSIVA.

La idea de maniobra era la siguiente:

- En el sector Centro, una División cruzaría el río por Ribarroja,

ocupando la sierra de Fatarella y el pueblo de este nombre, buscando el enlace

por su izquierda con las fuerzas de otra División que habría pasado el Ebro en

la región de Ascó, y que, tomando como eje la carretera de Flix a Gandesa,

ocuparían la Venta de Camposines, para continuar luego por la sierra de Lavall

de la Torre a establecer contacto con las fuerzas de V Cuerpo en el vértice

Caballs, de la sierra de este nombre. Otra División quedaría en reserva.

- Por el sector Sur una Brigada cruzaría el Ebro por Benifallet;

rápidamente ocuparía las alturas que dominan la orilla izquierda del Canaletas

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y la sierra de Vallplana, extendiéndose hacia el nordeste a buscar contacto con

las fuerzas de otra División, que habría pasado el Ebro por Ginestar y que,

tomando como eje de marcha la carretera de Gandesa a Tortosa, marcharía

hacia Pinell y luego remontaría la sierra de Caballs, para enlazar con el vértice

de este nombre con las fuerzas del XV Cuerpo. La columna de Ginestar,

además, llevaría fuerzas que envolverían Mora de Ebro, cortando la carretera

de Alcolea a Tarragona.

- La acción secundaria sería doble, y tendría lugar en los dos sectores

Centro y Sur. En aquel, fuerzas de la 42 División cruzarían el Ebro en el sur de

Mequinenza, para ocupar el Alto de Auts y cortar la carretera de Maella a

Fraga, dirigiéndose hacia el Norte, mientras otras fuerzas divisionarias pasarían

el Ebro hacia la orilla derecha del río Matarraña, cortando la carretera de Fayón

a Pobla de Masaluca.

- La otra acción secundaria se llevaría a cabo por el V cuerpo, donde

una Brigada intentaría pasar el Ebro hacia Amposta, a fin de cortar la carretera

de Valencia a Barcelona, por Santa Bárbara, procurando establecerse en

Montsianet.

El paso del río debería de hacerse de noche y por sorpresa, por fuerzas

ligeras utilizando medios discontinuos.

En los planes de la ofensiva, Vicente Rojo tiene como uno de los

objetivos de las fases finales la ciudad de Vinaroz. Sin embargo este objetivo

era demasiado para las fuerzas a las que había asignado su ocupación, las

correspondientes a la acción secundario del sector Sur. Es por esto por lo que

se deduce que el fin de unir de nuevo las dos zonas republicanas no era el real

de la ofensiva, y solamente lo que se pretendía era amenazar más que avanzar

en profundidad. Amenazar para conseguir distraer fuerzas de la ofensiva hacia

Valencia y así liberar a esa ciudad de una muerte casi inminente.

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Plan de Maniobra y direcciones de avance proyectadas

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11. MEDIOS DE PASO.

Los medios de paso de que disponía el Ejército del Ebro eran los

siguientes:

- Para el XV cuerpo, 100 barcas, cinco puentes sobre flotantes, dos

puentes de vanguardia, uno de madera para grandes cargas, un puente de

hierro y dos compuertas.

- Para el V cuerpo, tres puentes sobre flotantes, dos de vanguardia, uno

de madera para grandes cargas, otro de hierro y una compuerta.

Se daba al Ebro una anchura de 150 metros. A los medios citados, que

eran de Ejército, hay que sumar los propios de los Cuerpos, y así Modesto

habla de hasta 282 barcas, de las cuales buena parte de ellas irían a parar al V

Cuerpo de Ejército. Sin embargo hay otras referencias al parecer más exactas

que hablan de 250 unidades, con una cabida media de diez hombres y ocho

minutos para el total del recorrido, lo que suponía una capacidad de transporte

de ocho mil hombres a la hora. Cita, además, cinco pasarelas ligeras, dos

compuertas, y puentes diversos –de vanguardia, de madera y de hierro- no

precisados en número. En el Anexo A se pueden observar las características

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de estos medios de paso. La orden a que se hizo referencia, al hablar de la

labor de los Ingenieros militares, dice: “Por la cualidad específica de la

operación, es preciso conceder a esta Arma toda su importancia”. Los mandos

de Cuerpo de Ejército, de acuerdo con los jefes de Ingenieros, regularían

“hasta el más mínimo detalle” las cuestiones referentes a aparcamientos,

lanzamiento de barcas, construcciones de puentes, circulación, posibles roturas

y reparaciones de averías, etc. Los jefes del Arma -seguía la orden- se

responsabilizarían, en cada misión, “del más estricto cumplimiento de todas las

disposiciones”.

El paso del Ebro

12. EL ATAQUE REPUBLICANO.

El 25 de Julio de 1938 a las 00:15 horas el Ejército del Ebro ataca a la

50 División nacional. Este ataque tiene un éxito notable y en menos de 24

horas profundiza más de 20 kilómetros y logra eliminar la resistencia de la

División que se le opone. El XV Cuerpo de Tagüeña lleva el esfuerzo principal

del Ejército, su objetivo principal era Fayón-Batea a enlazar con el V Cuerpo en

la Sierra de Pandols. El V Cuerpo de Líster tenía como misión ocupar las

Sierras de Cavalls y Pandols, con toda la zona sur del gran meandro. En

Mequinenza, el XV Cuerpo lanzaría un ataque de diversión a través del río,

haciendo lo mismo en Amposta el V Cuerpo.

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De esta forma el ataque republicano se lleva a cabo simultáneamente en

seis puntos:

- Al sur de Mequinenza ataca la 226 Brigada de la 42 División

republicana a una parte del 17 Batallón de Burgos. Dos compañías son

destrozadas y el resto se retira hacia Fayón y hacia Mequinenza. La 18

Bandera de la Legión, que estaba a unos cinco kilómetros a retaguardia,

detiene a la brigada atacante.

- Entre el río Matarrañas y Ribarroja estaba el 16 Batallón de Burgos.

Ataca la 3ª División republicana, que logra pasar el río y ocupar Ribarroja.

Parte del batallón consigue reagruparse para ser empleado, después, en la

defensa.

- Entre Flix y Ascó defiende la línea el 16 Batallón de Mérida, que resulta

atacado por la 35 División Internacional. El efecto es de aplastamiento. La

misión de la 35 División era alcanzar la Venta de Camposines para llegar

cuanto antes a Gandesa y ocuparla.

- En la zona de Miravet defiende el río el 7º Batallón de Arapiles. Por

aquí pasará la mayor parte del V Cuerpo de Ejército, la 11 División entera y dos

Brigadas de la 46. Si el efecto en Ascó fue de aplastamiento, en Miravet

sucede lo mismo. Este cruce fue el primero que llegó a conocimiento del

mando nacional. Este ataque atrae rápidamente las reservas de los batallones

19 de Zamora y 12 de Bailén y pronto, ante la importancia de las fuerzas que

realizan el paso, se manda a Venta de Camposines al 5º Tábor de Melilla, que

estaba en Gandesa como reserva del sector. Sin embargo los combates son

favorables a las fuerzas republicanas y se ordena la retirada de las fuerzas

hacia Gandesa a donde no llegan más de 1500 hombres.

- Más al sur, por Benifallet, cruza el río la Brigada 101 de la 46 División.

En su intento de defensa el 5º Batallón de Flandes es arrollado, así como el

Tábor Ifni-Sahara que estaba en la zona como reserva del sector.

El resultado general del combate no puede ser más desfavorable para la

50 División nacional. Sus pérdidas, según estadillo oficial se elevan a 3.325

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hombres, lo que representa un 37,8 % de la fuerza que tenía al iniciarse la

operación. La mayor parte de estos hombres cayeron prisioneros.

Ataque inicial republicano y máxima línea alcanzada

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13. LA REACCIÓN NACIONAL.

A poco de producirse el ataque, sobre las once de la mañana del mismo

día, el mando nacional adopta dos decisiones trascendentes y rápidas.

Demasiado rápidas según algunas fuentes, lo que ha llevado a pensar que

Franco ya tenía pensada la maniobra.

El hecho es que, poco después de la media noche del 24 al 25 de Julio,

se había iniciado el ataque republicano, y que, pasadas sólo doce horas, a las

12:15, se recibe en Caspe, en el Cuartel General del Cuerpo de Ejército

Marroquí, el siguiente telegrama, procedente de Burgos: “ S.E. el Generalísimo

ha determinado que se esfuerce V.E. en mantener la línea definida por los

siguientes puntos: Monte Rey, Punta Aliaga, Corbera, Villalba de los Arcos, a

enlazar con Fayón y Mequinenza, buscando el enlace con las tropas del sector

de Cherta”.

La otra decisión es la de paralizar las ofensivas que se estaban llevando

a cabo en Levante y Extremadura, a fin de que fueran mandadas al Ebro cinco

divisiones de probada capacidad táctica, para ser empleadas en la forma en

que conviniera. Si el General Rojo, Jefe del E.M.C. republicano, se había

propuesto con el ataque en el Ebro aliviar la tensión frente a Valencia y frente a

Almadén, evidentemente lo había conseguido.

En el cruce de Gilabert se encontraba la 18 Bandera de la Legión,

llegada dos días antes. Para defender Fayón, Pobla de Masaluca y Villalba de

los Arcos, bastaba con los restos de los batallones de la 50 División que habían

sido recuperados de la línea. Para la decisiva posición de Gandesa y el Puig

del Aliga, había tres batallones excelentes de la 13 División, dos de ellos

desgastados en los combates iniciales (Tábor Ifni-Sahara y 5º Tábor de Melilla)

y el 3er Batallón de la Victoria, sin emplear. Para la defensa del cruce de Prat

de Compte y el Vértice Rey estaba el 21 Batallón de Zaragoza de la 50

División, reforzado con dos compañías de Flandes, otras dos de ametralladoras

y una compañía de Ifni Sahara. Por la tarde se habían añadido a la línea dos

Banderas de la Legión. La 4ª de la 13 División, procedente del Bajo Ebro, que

se incorpora a Cherta, en el flanco derecho y la 16, independiente, del bajo

Segre, que llega a Gandesa. Por la noche había llegado ya la 1ª Brigada de la

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División de Caballería, procedente de la zona de Alcañiz, donde estaba de

reserva del Ejército norte. Uno de sus Regimientos, el 1º va a Gandesa, el 2º,

es enviado al cruce de Gilabert, en Mequinenza, en apoyo de la 18 Bandera de

la Legión.

Mientras esto sucedía en el bando nacional, en el republicano se

intentaba mantener abierto el paso del río, luchando contra tres enemigos: el

río, las resistencias nacionales surgidas y la ausencia de artillería que no había

podido pasar.

14. LA LUCHA POR EL DOMINIO DE LOS PASOS DEL RÍO.

Los botes fueron el primer medio empleado, y se encontraban junto a la

orilla, ocultos por la vegetación; muy próximo estaba el material de pasarelas.

Más a retaguardia, aparcados y enmascarados, las compuertas y el material

para los puentes de vanguardia y los pesados, bien de madera, bien de hierro.

Se carecía de puentes de pontones, aunque al final se dispuso de uno,

nacional, capturado en el pueblo de Corbera.Tras el empleo inicial de los botes

(la mayoría de los cuales fueron requisados en los pueblos de la costa) vino el

tendido de las pasarelas, de estructura muy ligera y manejable; algunas serían

pronto destruidas, pero otras no.

No hay que olvidar que, por supuesto, también se realizó el paso del río

por algunos tramos sin contar con medio alguno, es decir, a nado o incluso

andando, tal como relata un combatiente rojo: “el río lo cruzamos en barcas o

nadando. Muchos soldados, llenos de susto algunas veces, o heridos al acaso

por el tiroteo desde la otra orilla, se hundían en las aguas tranquilas clavando

en la madrugada sus gritos de agonía”.

Entre Mequinenza y Fayón se intentó en las primeras horas de la noche

establecer una pasarela, impidiéndolo las dificultades del terreno. Por Ribarroja

se montó otra, con grandes dificultades, no quedando terminada hasta las ocho

de la noche del 25, habiendo sufrido los soldados frecuentes bombardeos. Al

oeste de Flix quedó construida una tercera a las seis de la mañana, aunque

siendo pronto destruida. Cerca de Ascó y en desembocadura del río de Torre,

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se tendió otra a las diez de la mañana. Por Ginestar dos, en las primeras horas

también de la mañana, “en las que los ingenieros trabajaron activamente”.

En lo relativo a los puentes Líster señala que el primer día quedó

establecido en Ginestar uno de vanguardia, y otro en Benifallet. Tagüeña

precisa hablando del puente de Hierro de Flix, y otro de vanguardia en Ascó,

que se estaban montando al anochecer del 25, en que comenzaban, además,

los trabajos para establecer una compuerta de ocho toneladas de capacidad.

En cuanto a la apertura de las compuertas de los embalses (por parte del

bando nacional), se dio a las ocho de la tarde del día 25 la orden para que se

vaciara la de Barasona, subiendo el nivel de las aguas varios metros de altura.

“Se lanzaban al río minas de pólvora en su corriente, que al chocar con

cualquier objeto esparcían la muerte a su alrededor”.

Con respecto a la aviación, la nacional empezó a actuar desde los

primeros momentos, inexplicablemente la Aviación republicana no protegía una

operación para la cual era vital el pleno dominio del aire. Con respecto a todos

estos temas de apertura de embalses y acciones de la aviación nacional, es de

gran interés un fragmento del libro titulado “La Batalla del Ebro” del autor Joan

Llarch y que paso a transcribir textualmente: “Las explosiones de las bombas y

granadas de artillería caídas en el cauce del río provocaban desniveles que

ocasionaban la inestabilidad de las pasarelas al bambolearse en la corriente

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alterada. La metralla desencajaba la escuadría de las piezas de los puentes en

montaje, dificultando su construcción y perfecto acoplamiento de los tramos.

Cuando una bomba hacía impacto solía destrozar de 12 a 14 tramos, lo que,

además de las roturas, repercutía con un retraso en el montaje equivalente a

tantas horas como tramos destruidos o averiados habían sido por el enemigo.

Una bomba de gran potencia alcanzó el puente de Ascó, por el que ya se había

conseguido el paso de camiones y de alguna pieza de artillería. El puente voló

por los aires totalmente astillado. En Flix, el puente de hierro hubo de posponer

su construcción debido a la velocidad de la corriente que no permitía trabajar a

los soldados e ingenieros. Pero cuando, por fin, los primeros tramos del puente

de Flix pudieron ser colocados, así como las pasarelas de tiro rápido en “La

Vall de Sant”, donde la anchura del río era inferior a los 150 metros, fueron

destruidos por la primera riada del mismo día 25. Por las pasarelas de “La Vall

de Sant” ya habían vadeado el río los batallones republicanos 131, 132, 133 y

134 de la Brigada Mixta cuya Jefatura era ejercida por el mayor Fidel Ruiz. Una

vez pasadas las fuerzas de infantería siguieron las compañías de

transmisiones, ingenieros y las de sanidad e intendencia.

EQUILIBRIO

El ataque del Ejército del Ebro, tras un brillante inicio, en la bien

estudiada operación de paso del río, tuvo una continuación más lenta en la

ocupación del terreno que se le había ordenado.

En la cabeza de puente de Mequinenza, la 226 Brigada presionaba

fuertemente a la 18 Bandera de la Legión y al 2º Regimiento de Caballería,

pero no había logrado dar un solo paso más adelante.

Según la Orden general de Operaciones nº3 del Ejército del Ebro la línea

ocupada por las unidades republicanas en la madrugada del día 26 era el

siguiente: Cruce de Gilabert - Sierra de Fatarella – Venta de Camposines – km.

5 de la carretera Miravet-Pinell – orilla izquierda del río Canaletas, desde el

puente del kilómetro 14 de la carretera Gandesa-Tortosa. Da como ocupados

los pueblos de Ribarroja, Flix, Ascó, Corbera y Miravet.

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En la orden más arriba citada, se dice a las unidades que prosigan su

avance para ocupar los objetivos señalados en la anterior Orden General, la

número 2: Fayón, Batea y Gandesa, no logrados el día 25, como se había

ordenado. Para conseguir estos objetivos la 42 División ordena a la 227

Brigada pasar el río, con el fin de atacar Fayón. La caballería lo impide,

ampliando hacia el Este el flanco de la 18 Bandera. La 3 ª División debía de

alcanzar Pobla de Masaluca y Villalba de los Arcos, para continuar después

hacia Batea. La toma de dichos pueblos la impide la 3ª Bandera de la Legión

de la 82 División, recién llegada.

En lo que respecta a Gandesa, la misión de conquistarlo era de la 35

División. Se produjeron importantes ataques sobre su pueblo y sus flancos. Por

el Norte presionaron los Batallones 58 y 59 sobre el 5º Tábor de Melilla, que

hubo de ser reforzado, aunque mantuvo de forma general sus posiciones. En el

centro, contra el casco urbano atacó la 13 Brigada, resistiendo en sus

posiciones la 16 Bandera de la Legión, reforzada con dos Escuadrones del 1er

Regimiento de Caballería, y más al Sur dos Compañías del 1er Tábor de

Melilla, una del Bailén y la 7ª Unidad de Pontoneros.

15. REFUERZO DE LA LÍNEA NACIONAL.

A lo largo de los días 25 al 30 de Julio, el Mando nacional va enviando

unidades a la zona de combate del Ebro. Con ello las posibilidades que el

Mando republicano tuvo en los dos primeros días de romper la línea, se

perdieron. El trasiego de unidades y el empleo que se hace de todos los

medios imaginables de transporte es impresionante. Se realizaron numerosos

refuerzos de pequeñas unidades, como ya hemos tenido oportunidad de ver,

llevándose a cabo también movimientos de grandes unidades con la

importancia que ello conlleva.

Se enviaron cinco divisiones y una gran cantidad de unidades de las

armas y los servicios. Todas las divisiones eran fuerzas escogidas, empleadas

hasta ese mismo momento en misiones ofensivas y por lo tanto veteranas. De

las fuerzas que estaban actuando en Extremadura, son enviadas dos

divisiones, una del Ejército Sur, la 102, y otra del Ejército del Centro, la 74. De

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las que atacaban en Levante, tres, todas ellas del Ejército del Norte: la 4ª, la 82

y la 84.

Cuando llegaran todas estas divisiones, el número total de los batallones

nacionales en la zona de combate iba a igualar o superar ligeramente a los

batallones republicanos que habían pasado el río Ebro. Como el movimiento

podría durar entre cuatro y cinco días, se podría adelantar que a primeros de

agosto las posibilidades de avanzar de los republicanos se habrían

desvanecido.

16. ATAQUES REPUBLICANOS.

En la orden General de Operaciones del Ejército del Ebro, dada a las

01:45 del día 27, se afirma que es preciso seguir avanzando. El Cuerpo XV

seguía dos ejes: uno de ellos Fatarella – Villalba – Batea; y otro, Venta de

Camposines – Gandesa – Calaceite. Todo ello además de Fayón. El Cuerpo V

habría de ocupar totalmente la Sierra de Pandols y sobre todo los cruces al

Este y al Oeste de Prat de Compte.

En los días sucesivos los esfuerzos republicanos por abrirse paso

aumentan en intensidad, especialmente en Mequinenza, donde actúan las tres

Brigadas de la 42 División, y en Villalba y Gandesa. Los días 29 y 30 en Villalba

y en Gandesa se lucha con una dureza especial. El Ejército republicano ha

conseguido ya pasar su artillería y sus carros a la orilla derecha del río. Pero el

mando nacional ha conseguido ya una continuidad en la defensa, difícil de

abordar.

A finales de julio las fuerzas en presencia se encuentran equilibradas a

un lado y otro de la línea de contacto. En total y tomando los datos de los

documentos de cada bando para sus propias fuerzas, el número de unidades

nacionales tipo batallón era 85; los de igual clase de su oponente, 84. En

artillería, el número de piezas republicanas, 130; el de nacionales, 198. Puede

hablarse de un equilibrio de fuerzas, con ligera superioridad artillera por parte

nacional.

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La Orden General nº 7 del Ejército del Ebro da las normas para su último

intento de ocupar Gandesa, con la particularidad de la asignación de artillería a

las diversas acciones. Para esta operación va a disponer el Jefe de la 35

División (al que se le asigna la misión) además de su Gran Unidad, de la 16

División, que ha pasado el río el día 29, y de dos brigadas del V Cuerpo de

Ejército: la 100 y la 101, la primera perteneciente a la 11 División y la segunda

a la 46. Dispone además de dos compañías de carros y dos más de blindados

del XV Cuerpo de Ejército.

Los combates que se producen en el Sector de Gandesa y de Villalba de

los Arcos, como consecuencia de esta orden, son muy duros, especialmente

para los atacantes. Las divisiones atacantes tiene severas pérdidas y tienen

que ser retiradas a retaguardia para su reorganización. Sin embargo las dos

divisiones que sufren el ataque, la 13 y la 74 siguen en el frente y solamente

necesitan reemplazos en algunas de sus unidades.

Se establece un equilibrio de fuerzas, como ya se ha señalado

anteriormente, y lo más importante es señalar que el Ejército Republicano no

puede seguir manteniendo el carácter ofensivo inicial puesto que sería suicida

teniendo en cuenta el nivel de fuerzas del oponente.

DEFENSIVA REPUBLICANA

El día 02 de Agosto, el Ejército Republicano emite su Orden General de

Operaciones nº 8, y en ella se decide: “Adoptar provisionalmente una actitud

defensiva.........”.

Al Norte queda el XV Cuerpo de Ejército con cuatro divisiones, 3, 16, 60

y 42, reforzado con un Regimiento de Caballería, dos Compañías de Carros y

dos de Blindados. Al Sur, el V Cuerpo de Ejército con las Divisiones 11, 27, 45

y 46, también reforzado con medios similares a los del XV Cuerpo. Sin

embargo, Gandesa, en lugar de quedar en la zona defensiva del primero, pasa

a cargo del segundo. Como reserva de Ejército se mantienen dos Divisiones, la

35 en la región de Camposines, y la 43 en Falset. En lo que respecta a los

apoyos de fuegos, se cuenta con cinco Grupos de Artillería de diversos calibres

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para el sector Norte, y siete Grupos y dos Baterías para el Sector Sur. Se

contaba con muy buenos observatorios del campo de batalla desde las sierras

de Cavalls, Pandols y Fatarella.

Pero posiblemente lo más interesante de la orden citada sea la

concepción general que hace de conservación del terreno, mediante el

establecimiento de una profunda posición defensiva organizada en tres líneas

sucesivas. La primera línea estaría constituida por las unidades en contacto, a

cuyo cargo correría su organización y defensa. La segunda línea estaría

constituida por una zona defensiva continua a todo lo ancho del terreno

conquistado y a retaguardia de la anterior, correría a cargo de las Grandes

Unidades de segunda línea integradas en los dos Cuerpos de Ejército. Estaría

fuertemente defendida por numerosas armas automáticas y sólidamente

fortificada con nidos de mampostería y protegida por triple alambrada. Por

último, la tercera línea, discontinua, estaría formada por dos zonas fortificadas,

de extrema retaguardia, para garantizar en todo caso las dos áreas más

favorables para pasar, sin presión enemiga, a la orilla izquierda del río, caso de

que fuera necesario. Una de esas zonas comprendía a Ribarroja, Flix y Ascó, y

la otra a Mora, Benisanet y Miravet. Estas dos zonas estarían organizadas por

el Ejército y ocupadas por aquellas unidades que se designasen.

Sucesivas Ordenes Generales de operaciones y las Instrucciones

Particulares a determinadas unidades se refieren a las medidas de tipo

defensivo que es necesario adoptar, y citan constantemente las palabras

“vigilancia, resistencia, fortificación”.

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Así vemos que, tal como muestra la documentación roja, desde el primer

día, y pese a la victoria táctica alcanzada, se muestran desconfiados de su

propio éxito, inclinados a la defensiva, incapaces de explotar las ventajas

iniciales: “ante el peligro hemos de estar siempre atentos a toda maniobra

enemiga y evitar con nuestra continua vigilancia que se nos planteen casos de

sorpresa. A tal objeto insistimos nuevamente ¡vigilancia! ¡cuidado con las

sorpresa! ¡FORTIFICAD!.

Hemos visto hasta ahora la incapacidad de seguir la ofensiva por parte

republicana. Algo similar pasa en el otro bando, el nacional, debido a la

concentración de fuerzas de maniobra y apoyos de fuegos en la parte

republicana. Sin embargo una cosa es derrotar a todas las divisiones

republicanas que se encontraban en la zona y otra muy diferente permanecer

inactivos. Allí, en el Ebro, estaba lo mejor del Ejército republicano, lo único que

podría oponerse a un ataque a Cataluña. Allí estaba el único potencial ofensivo

del Ejército republicano, cuya destrucción sería un fin seguro de la guerra.

Ahora era de vital importancia el conocimiento de las verdaderas intenciones

del enemigo, de su interés en permanecer en la zona que defiende y de lo que

está dispuesto a perder en su defensa.

EL ATAQUE NACIONAL

La nueva actitud de defensa adoptada por el bando republicano obliga a

su adversario a reconsiderar a fondo su actitud. La posición defensiva

adoptada por los republicanos, además de estar sostenida por una nutrida

guarnición, tiene los dos flancos sólidamente apoyados en el mismo río, cuenta

con una muy buena observación del campo de batalla y el terreno favorece a

los defensores.

De acuerdo con los reglamentos de la época la única maniobra posible

era una ruptura frontal. Maniobra difícil, larga y costosa, pero que podía llegar a

ser eficaz si se conseguía con ella, no reconquistar el terreno perdido, sino

destruir en él a la fuerza armada que lo ocupaba y a la que pudiera venir en su

apoyo. Porque, sin la fuerza que estaba en la zona del Ebro, el Ejército

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republicano sería incapaz de seguir actuando de una manera efectiva, y la

guerra podría terminar con una victoria total. A este respecto el General García-

Valiño en su obra Guerra de Liberación señala que “continuar hasta el fin, con

todas sus consecuencias, fue el máximo acierto del Caudillo y la verdadera

clave de su victoria [final] rápida y definitiva”.

Ahora bien una maniobra de este tipo requiere un plan de actuación

complejo y difícil de poner en marcha. La condición esencial para una acción

de esta clase es conocer los propósitos del enemigo y, para ello, no hay otro

modo que emprender ataques parciales, en los que no se arriesgue demasiado

y se obtenga la información que se precisa.

Lo que va a llevar acabo el Ejército nacional en los meses sucesivos no

es más que resultado de la aplicación de los reglamentos para el empleo

táctico de las grandes unidades de 1930:

1º. Realizar una serie de combates de reconocimiento, a fin de

apreciar la verdadera fuerza del enemigo y desgastarle.

2º. Gracias a la información obtenida en los combates de

reconocimiento, crea un núcleo lo suficientemente fuerte como para

dislocar la línea enemiga y abrir una brecha, mediante costosos ataques

frontales donde convenga, con mucha sangre para ambos bandos.

3º. Dentro de la brecha conseguida por el núcleo fuerte,

establecer con la amplitud necesaria y en el máximo secreto, la base de

partida para un único ataque violentísimo, dirigido por sorpresa (en

dirección inesperada y con un apoyo de fuego sorprendente por su

violencia) contra el punto esencial del dispositivo enemigo, de manera

que rompa profundamente la posición.

4º. Explotar el éxito conseguido con toda la dureza y rapidez que

sea posible.

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17. LOS “COMBATES DE RECONOCIMIENTO”

Tres fueron los ataques de este tipo que se lanzaron contra la posición

defensiva, antes de adoptar una decisión final. Uno a la izquierda en

Mequinenza; otro en la derecha en la sierra de Pandols; y el último en el centro,

en Gaeta. Mequinenza.- El día 5 de Agosto da el Ejército del Norte la orden de

actuación. Se encargaría de ejecutar la operación la 82 División, muy reforzada

con una docena de buenos batallones y elementos de apoyo, pero, sobre todo

por una masa artillera de casi un centenar de piezas. El mando se le confía al

General Delgado Serrano, Jefe de la 82 División. La 42 División republicana

tenía desplegadas sus tres brigadas (226, 227 y 59) de oeste a este,

disponiendo de gran cantidad de armas automáticas, pero careciendo de

artillería. El día 06 se inicia el ataque, tras una fuerte preparación artillera y

aérea. Sólo se ataca la zona del vértice de Auts, que pronto pasa a manos

nacionales. El combate posterior es muy favorable a los atacantes, que a partir

de este momento disponen de buenos observatorios para su artillería y hacen

sentir su superioridad de fuegos. El día 07 termina la operación con la

ocupación total del terreno abarcado por la cabeza de Mequienza-Fayón. Un

informe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército Marroquí dice: “En las

primeras horas los Jefes de la División consiguieron imponerse a sus fuerzas y

oponer resistencia, pero bien pronto hasta los Mandos perdieron la moral y la

desbandada se inició en forma tal que el único puente de que disponían para

pasar a la otra orilla se rompió, exclusivamente por la aglomeración producida

por los milicianos que huían enloquecidos. El castigo sufrido por la 42 División

es enorme, hasta el punto que puede afirmarse que deja de existir como tal

Gran Unidad.” Se habían hecho 1626 prisioneros y enterrados 817 cadáveres,

entre los que figuran el jefe de una brigada y varios oficiales. Las bajas sufridas

oscilaban alrededor de las 200. Pandols.- Esta sierra es un macizo calizo, de

bella piedra blanca, de estratos de roca verticales sobre el vacío. Fue ocupada

el mismo día 25 por la 1ª y 100 Brigada de la 11 División del V Cuerpo de

Ejército, relevando a la 9ª Brigada de esta misma División por haber sufrido

numerosas bajas. Su ocupación facilitó la del Cerro de San Marcos y, con él, el

dominio de la carretera que sale de Gandesa hacia Pinell y Tortosa. La 84

División nacional había intentado desde el Sur, a partir del 01 de Agosto,

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ocupar este sierra sin éxito. El 08 de agosto se incorporan a la 4ª División los

batallones que habían actuado en Mequinenza y se releva con unidades de la

84 a los batallones de la 4ª que estaban en línea, a fin de dejar a esta División

en condiciones de continuar en esta zona la serie de los combates de

reconocimiento. El día 9 se firma la orden que encomienda a la 4ª de Navarra,

mandada por el General Alonso Vega, la misión de atacar la Sierra de Pandols

para ganar las alturas de Sta. Magdalena y extenderse hacia el Norte para

cortar la carretera de Gandesa a Pinell. La 4ª División va a atacar con una gran

cantidad de medios, que la 84 no disponía en sus primeros ataques a esta

sierra, y según la dirección oeste-este siguiendo un collado llamado Racó del

Abadejo. La 84 División había intentado ocupar la sierra mediante ataques

según la dirección sur-norte. El collado era de difícil acceso, pero para subir por

él no era necesario escalar rocas desnudas.

El día 10 se inició el ataque, con el apoyo de 30 baterías artilleras y una

masiva actuación de la aviación de bombardeo. La destrucción de los

defensores no se produjo, debido en gran parte a que todas las unidades se

dedicaron a trabajos de fortificación, realizando cientos de metros de trincheras

y colocando cerca de 1000 metros de alambradas, así como nidos de

ametralladoras. Cuando las tropas de la 4ª de Navarra llegaban a las

posiciones ocupadas por los hombres de la 11 División republicana, eran

rechazadas por un potente fuego de armas automáticas. Cada altura se

conquistaba, era contraatacada por el enemigo, sin descanso de día y de

noche, en uno de los combates más duros de toda la guerra. Los Mandos

marxistas insistían en la necesidad de fortificarse y hacer de sus posiciones

verdaderas fortalezas inexpugnables. VIGILANCIA... RESISTIR...

FORTIFICARSE... El día 14 se ocupó la cota más alta del sistema pero el tesón

de la 11 División, destrozada, se sobrepuso a la acción de la 4ª, no menos

destrozada. En las cumbres de Pandols, el heroico combate quedó en tablas.

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Los “combates de reconocimiento”

Gaeta.- Este fue el tercero de los combates de reconocimiento y el más

ambicioso de todos ya que pretendía, si fuera posible, cortar en dos la cabeza

de puente principal. Esta acción fue encomendada a un conjunto de tres

divisiones, la 82, la 74 y la 13, bajo el mando del General Barrón. Para la

preparación por el fuego se contaba con una gran cantidad de artillería, cerca

de 250 piezas.

El conjunto de unidades actuará con dos Divisiones en primer escalón

(la 82 y la 74) y la 13 como reserva. El objetivo teórico era echar al enemigo de

la cabeza de puente. El objetivo real se contentaba con que la 82 División

llegase a Fatarella y favoreciese el avance de la 74 hacia la Venta de

Camposines.

La 82 División llevaba el esfuerzo principal en un esfuerzo más de

reconocimiento, esta vez más a fondo, con más medios, pero en rigor, con una

sola división dotada con tres compañías de carros y un batallón de

ametralladoras. Se buscaba la determinación exacta de lo que el enemigo no

estaba dispuesto a perder de ninguna manera, su verdadera posición de

resistencia.

El ataque se inicia el día 19 tras una preparación artillera de tres horas

de duración. Los defensores resisten con una gran determinación. La 82

rompió la primera línea con mucha dificultad, la 74 no se movió y la 13 no

actúa. En los días sucesivo s, el combate se complica, intervienen las dos

divisiones y resisten las posiciones defensivas, en general, muy organizadas y

bien guarnecidas. El desarrollo de la acción indica al mando nacional que está

ante una profunda y fortísima posición de resistencia. El desgaste es enorme

por ambas partes. El día 22 la 3ª Bandera de la Legión ocupa Gaeta y el 24 la

cota 544, pero Fatarella está aún demasiado lejos, y la 82 División agotada.

El sistema de defensa rojo estaba constituido por seis o siete órdenes de

trincheras, con abundantes nidos de ametralladoras. A parte de ello, se veía

favorecida la defensa por las condiciones del terreno: cubierto de bosque alto,

ondulado, en sucesión interminable de contrafuertes paralelos e idénticos,

terreno ideal para una defensa escalonada en profundidad. Puede decirse que

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se trataba de un verdadero campo atrincherado. Tagüeña habla de 8.000 bajas

sufridas por su Cuerpo de Ejército. Por parte nacional la suma arroja 3.143

bajas la cual debe ser estimada como muy inferior a la real.Las dos maniobras

emprendidas en Pandols y Gaeta habían fracasado al no lograrse los objetivos

propuestos, por lo que parece que no cabía otra opción que atacar por el

centro.

Oficiales del Batallón Británico en la “cota de la muerte”

LA RUPTURA

Por el centro, el valle del Río Sec, era una hondonada bajo alturas en

poder del enemigo. Tras el vértice Gaeta seguía el terreno dominando el valle

por Fatarella y más allá. Por la derecha las alturas cortadas a pico del cerro de

San Marcos se prolongaban por la sierra de Caballs, gran balcón sobre el valle

de unos 7 kilómetros de extensión. Al fondo estaba el gran tapón de las sierras

de Picosa y del Águila. Tras esta descripción del terreno era previsible que la

progresión de las fuerzas nacionalestendría que hacerse bajo penosas

condiciones.

Así se abrirá la fase más penosa de la Batalla del Ebro. Los meses de

septiembre y octubre supondrán la monotonía, la lentitud, el desgaste continuo,

el cansancio.

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Antes de que se diera por terminada la tercera de las acciones de

reconocimiento emprendidas, se crea el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo. El

día 25 de agosto se firma la primera orden de la nueva Gran Unidad.

El 31 de agosto, el General Franco señala la idea de maniobra general,

que debe comprender las siguientes fases: ruptura del frente, ocupación de la

sierra de Caballs, avance sobre la zona de Camposines, acción simultánea de

otras fuerzas por el norte y por el sur.

Ataque inicial de las fuerzas nacionales

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18. REORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS NACIONALES.

Las fuerzas van a reorganizarse en dos Cuerpos de Ejército: el Marroquí

y el Maestrazgo, éste último de muy reciente creación.

El Ejército del Norte reorganiza sus fuerzas asignando sus divisiones, en

esta zona, a los dos Cuerpo de Ejército, quedando como sigue:

- Cuerpo de Ejército Marroquí: Divisiones 4, 50, 82 y 152.

- Cuerpo de Ejército del Maestrazgo: Divisiones 1, 74 y 84.

- La División 13 quedaría como reserva del Ejército y la carretera de

Gandesa a la Venta de Camposines serviría de línea divisoria de los dos

Cuerpos de Ejército.

- La artillería, que estaba centralizada en la Gran Unidad Ejército, se

componía de 48 baterías, aproximadamente 200 piezas.

El día 3 de Septiembre comenzó el ataque. La 27 División republicana,

en línea frente a Gandesa, no pudo resistir el alud de fuego y la violencia del

asalto de tres Divisiones, la 1ª, la 4ª y la 13. La 11 División republicana viene

como refuerzo, pero el centro nacional se impone sobre las castigadas

unidades republicanas.

El día 5 se ocupa Corbera, el 6 se ocupa un buen observatorio en la

Sierra de Lavall y en la noche del 6 al 7 se intenta ocupar el vértice Caballs,

pero este intento es rechazado con violencia. El Jefe de la 1ª División intenta

repetir el ataque el día 7, pero no se le autoriza.

El ataque fue detenido, casi en seco, por lo contraataques de la 15

Brigada de la 35 División,frente a la cota 565 “La Aguja”, justo al norte del

vértice Caballs.

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19. LUCHA DE DESGASTE.

A todo lo largo de los meses de Septiembre y Octubre continuó la lucha

en una zona de unos siete kilómetros de profundidad por otros cinco a seis de

anchura. El objetivo del Ejército Nacional era, como una obsesión, la Venta de

Camposines. Las posiciones, aisladas en las alturas, eran atacadas, a veces

ocupadas, a veces contraatacadas, a veces perdidas, pero nadie cedía. El

combate por cada palmo del terreno era hosco y duro. Por parte republicana,

para cubrir bajas tienen que enviar un batallón de cada una de las brigadas que

estaban en la zona de Cataluña.

En este duro batallar, el 20 de Octubre, el Ejército Nacional logró

alcanzar una línea desde la que se batía por el fuego el famoso cruce de

Camposines, así como las carreteras que conducían desde él a Mora y a

Fatarella.

LA MANIOBRA DECISIVA

Antes de que se llegara a batir por el fuego la Venta de Camposines, en

el Cuartel General del General Franco, se firmó el 18 de Octubre, un

documento trascendente, en el que se ordenaba un cambio de dirección en el

esfuerzo nacional.

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Dado que todos los esfuerzos nacionales habían estado dirigidos en

dirección a la Venta de Camposines, el Ejército Republicano se había

esforzado en mantener en su poder esta zona y la que rodeaba sus flancos y

retaguardia. En ellas se volcó todo el esfuerzo de preparación del terreno para

el combate. En ellas estaban también todas las reservas utilizables. Debido a

esto pudo lograrse la sorpresa que en este caso consistió en un cambio de

dirección.

Estaba claro que los republicanos tenían una falta de fuerzas debido a

que los refuerzos se hacían, como se ha señalado, con batallones sueltos

procedentes de las brigadas de Cataluña. También puede deducirse como

síntoma de debilidad el hecho de que se hubieran impartido en el Ejército

Republicano órdenes draconianas sobre la dureza en el castigo a los que

abandonasen una posición.

Teniendo en cuenta todos estos síntomas de debilidad, parecía evidente

que había llegado el momento en el que un “núcleo suficientemente fuerte”

dislocara la “línea enemiga” y abriera “brecha en ella” como ya se había

indicado en uno de los puntos anteriores de este trabajo. Bastaba con cambiar

el objetivo, en lugar de Camposines, el General Franco señaló un collado de la

sierra de Lavall de la Torre, que constituía un paso relativamente cómodo, para

desde él dirigirse a la zona al Sureste de Miravet, sobre el mismo río.

20. LA MANIOBRA.

Para cumplir la misión, el Jefe del Ejército Norte dispone la realización

de una amplia maniobra a ejecutar por el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo.

Este Cuerpo de Ejército dispone sus acciones para que sucedan

aproximadamente como sigue:

Tras una preparación aérea y artillera, iniciaría la acción la 1ª División

que rompería el frente en la zona del vértice Caballs. Aprovechando la

conmoción, la 84 División ocuparía Pandols.

- La 74 se encaramaría en el Cerro de San Marcos.

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- La 82 aseguraría el paso ordenado, cruzando la sierra de Caballs, a la

izquierda de la 1ª, para avanzar hacia el Norte y el este, con la finalidad de

impedir el acceso a cualquier fuerza enemiga que pretendiera dificultar la

maniobra.

Como se iban a organizar tres ataques en sitios diferentes, se debían

organizar tres preparaciones artilleras especiales. Centrándonos en el asalto a

Caballs, según la Orden de Operaciones del Comandante Principal de Artillería

del Cuerpo de Ejército, la preparación se llevó a cabo con una masa de 60

baterías de diversos calibres. Duraría dos horas en un frente de 2000 metros.

Supone que aproximadamente cayeron un total de 10.000 proyectiles sobre la

zona elegida para el asalto. Aunque las posiciones tuvieran refugios a prueba

de artillería, que parece que sí los había, el aplastamiento tuvo que ser total.

Cambio de dirección en el ataque nacional

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La aviación, por su parte, va a actuar sobre el frente y sobre las zonas

de retaguardia que albergan objetivos interesantes. Se establecieron turnos

entre las Grandes Unidades aéreas para que el apoyo fuera continuo.

La defensa de la sierra de Caballs le estaba encomendada a la 43

División con sus Brigadas 72, 102 y 130. El vértice Caballs concretamente le

correspondía a la 130, con sus cuatro Batallones ( 517, 518, 519 y 520).

El día 30 de Octubre se produce la ruptura del frente en una operación

que ha retratado muy expresivamente un combatiente republicano: ¡la defensa

fue épica, a mediodía el jefe de la brigada y el comisario estaban muertos,

también habían caído todos los jefes de batallón, menos uno”. La brigada había

perdido un 70% de sus efectivos pero “no hubo retirada desordenada”.

Desde el 30 de Octubre hasta el 16 de Noviembre se suceden los

combates que traen como consecuencia la destrucción y retirada de las fuerzas

del Ejército Republicano. Nada de lo que los nacionales conquistaron se le

entregó con facilidad. En la noche del 15 de Noviembre, las fuerzas nacionales

llegan a las alturas que se asoman sobre el río Ebro. Existen múltiples

referencias de parte de mandos republicanos de los últimos instantes de esta

batalla y de cómo se retiraron sus unidades a la orilla izquierda cruzando el

Ebro, destruyendo los medios de paso. De estas referencias hay una

especialmente interesante de Tagüeña: “La XI Brigada y parte de la XV,

pasaron por la pasarela de Ribarroja y el resto de la XV, por el puente de hierro

de Flix. Los últimos seis carros por la compuerta pesada. La 31 Brigada por la

pasarela al sur de Flix y la 33 por la Pasarela del norte de Ascó. No hubo que

utilizar las barcas, y las pasarelas fueron recogidas tranquilamente después de

concluido el paso de las fuerzas , que en todas las partes, siguiendo mis

órdenes, se hizo con toda calma y sin precipitación. No quedó en la orilla

derecha nada que pudiera ser utilizable por el enemigo. Al anochecer, cruzaba

el río por Flix, junto con el comisario Fusimaña y el consejero ruso Soroka, que

se había negado a cruzar el río antes de que yo lo hiciera. A las once de la

noche la 13 Brigada recibió la orden de replegarse sobre Flix y a las 4,30 de la

madrugada del día 16 de noviembre, terminaba de atravesar el puente, junto al

Jefe de Estado Mayor de la 35 División. Quince minutos después el armazón

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de hierro que nos unía aún con la orilla derecha, volaba por los aires. Después

de 113 días de intenso combate había terminado la Batalla del Ebro.”

CONCLUSIONES

Existen numerosas y diversas fuentes que arrojan números de ambos

bandos en lo relativo a las bajas recibidas. Algunas de ellas son más o menos

objetivas como parece que son las que aporta Tagüeña que contrastan con las

que arroja Líster debido sin duda al constante politicismo de éste último.

También tenemos las referencias del parte de guerra del ejército nacional del

16 de noviembre. Sin embargo no voy a relatarlas todas por lo extenso que

sería, voy así a referirme a un resumen que hace, aunque con muchas

reservas, el Coronel Martínez Bande en su obra “La Batalla del Ebro” en la cual

señala 60.000 y 70.000 para los Ejércitos de Franco y de Vicente Rojo,

respectivamente, pero por defecto.

Visto un resumen general de las bajas recibidas por ambos bandos,

vamos a entrar en las consideraciones de la necesidad de emprender la batalla

y en la de hacer frente y responder a esa agresión en la forma en la que se

hizo (bajas cuantiosas, dura lucha y pérdida de tiempo), debido

fundamentalmente al hecho de que pocas batallas levantarían críticas más

reticentes y francamente adversas en ambos bandos. Para el Ejército Rojo era

esencial, como ya hice referencia al comienzo de este trabajo, llevar a cabo

una gran operación si se quería salvar Valencia y no caer en derrota tras

derrota, así apunta Modesto: “En el orden militar, la ofensiva estaba destinada

a poner fin a los reveses que veníamos sufriendo en los frentes de batalla,

recuperar la iniciativa, y destruir los planes enemigos de invasión y conquista

de Valencia y su región”. Además también es conveniente señalar el aspecto

político, que como veremos más adelante, tendrá una repercusión importante

en la conclusión tanto de la batalla del Ebro como de la Guerra Civil en su

conjunto. En este ámbito Negrín se había hecho con el Ministerio de Defensa

de la República, el cual detentara Prieto hasta el mes de Abril. Por lo tanto

Negrín necesitaba demostrar a la opinión pública, española y mundial, de lo

acertado del citado relevo.

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Los republicanos habían concebido y ejecutado inicialmente la maniobra

con gran éxito, eligiendo adecuadamente el momento y lugar para iniciarla. El

momento, porque necesitaban paralizar las dos ofensivas nacionales que

amenazaban seriamente dos puntos fundamentales como eran Valencia y

Almadén. El lugar, porque no ignoraron el error nacional de otorgar al Ebro, en

estío, la categoría de obstáculo infranqueable y por lo tanto descuidar la

defensa de este frente. La ejecución táctica inicial fue excelente: cruce

nocturno del río seguido de un ataque fulminante y por sorpresa a las

posiciones de primera línea de la otra orilla por varios puntos distantes entre sí,

pero la explotación de este éxito momentáneo no pudo conseguirse, y desde el

mismo día 25, ni el mando, ni los ejecutantes, tienen fe en el triunfo de su

ofensiva. Además la reacción de las fuerzas nacionales no correspondió a la

que habían tenido en otras batallas, así la 50 División apenas ofreció

resistencia. La reacción de Franco no fue nueva, ya la había adoptado en otras

ocasiones, siguiendo el espíritu legionario de acudir al fuego allí donde esté.

Vicente Rojo declaró no esperar la aceptación de Franco en la forma y grado

en que lo hizo. Rojo esperaba que los nacionales se contentarían con fijar los

frentes en la línea de máximo avance republicana, para así iniciar cuanto antes

la ofensiva de Valencia. Rojo señala también que este fue el motivo por el que

sus fuerzas pasaron a la defensiva, aunque luego corrige esta afirmación

reconociendo que no podían continuar en profundidad la ofensiva para no

debilitar excesivamente el frente catalán, único del que podían obtener fuerzas.

La consecuencia de las dos decisiones –de Franco y de Rojo- fue una enorme

batalla de desgaste. Rojo justifica su decisión ya que al resistir los nacionales

no podrían utilizar sus fuerzas en otros frentes y si se veían obligados a

retirarse a la orilla izquierda del Ebro, tendrían su frente seguro, cubierto por el

río, exactamente como estaba el 24 de Julio.

Volviendo a retomar el tema de la escena política, es muy necesario, por

las importantes consecuencias posteriores, desarrollar aunque muy

brevemente este ámbito. La atención europea y mundial se olvida de la batalla

del Ebro el 15 de Septiembre, cuando Hitler convoca al primer ministro del

Reino Unido, Chamberlain, a su nido de águilas de Berchtesgaden, donde le

comunica prácticamente un ultimátum sobre el destino de Checoslovaquia.

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Berlín se mantiene puntualmente informado, así como Inglaterra y Francia,

sobre el desarrollo de nuestra guerra civil. El embajador von Stohrer envía el 19

de Septiembre un informe a Berlín: “La situación militar no es satisfactoria

aunque tampoco peligrosa”. Como única razón hipotética de la resistencia

suicida podía ponerse el hecho de prolongar la guerra a toda costa, pensando

en su empalme con una internacional, que hubiera traído a Cataluña divisiones

regulares francesas, haciendo variar la balanza. Busca Negrín por todos los

medios conseguir una mediación europea. Sin embargo, Franco interviene en

la escena internacional y tras una consulta formal de Inglaterra y Francia sobre

su actitud en caso de guerra europea (más que probable en las tensas vísperas

de Munich) responde abiertamente que España permanecería neutral. El Reino

Unido a través del duque de Alba, había dado entonces garantías de que en tal

caso no se produciría un ataque del Ejército francés en los Pirineos. El 29 de

Septiembre en Munich, Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier firman el

acuerdo que implica la desmembración de Checoslovaquia, lo que marcaría el

momento de máxima vergüenza en la crisis de las democracias europeas. Ante

el reconocimiento formal del Reino Unido y Francia de no intervenir en España,

la II República Española no tiene ya nada que hacer en la guerra civil. Ante la

pérdida de toda esperanza de ayuda exterior lo sensato era llevar a cabo un

inmediato, escalonado y bien organizado repliegue al otro lado del río, cosa

totalmente factible. Se habrían perdido así muchos menos hombres, sin que

posiblemente la moral se deteriorase hasta el máximo en Cataluña, la cual,

podría haber sido en el futuro mejor defendida.

Las consecuencias políticas de la batalla del Ebro excedieron todas las

predicciones. Algunos escritores de la época se han referido a tales

consecuencias en términos como “después de la retirada del Ebro los ánimos

de desmoronaron definitivamente”, o como “la república había perdido todo el

Ejército.“

Llegado a este punto cabe hacerse la pregunta, como señalan algunos

autores, de si Franco desde un principio pretendía la destrucción del Ejército

del Ebro, provocando de alguna manera el ataque republicano al desguarnecer

deliberadamente la zona defendida por la 50 División. De lo que no cabe

ninguna duda, como se ha señalado con anterioridad, es que el Ejército

nacional tenía numerosos indicios del inminente ataque republicano sobre la

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zona de la curva de Gandesa. De cualquier forma, el resultado final parece dar

la razón al General Franco en su decisión de destruir al enemigo

completamente, puesto que la destrucción del Ejército del Ebro llevó a la

ruptura del frente catalán (en Cataluña, hartos de la guerra, muchos se evadían

a la zona nacional), desmoronamiento total del Ejército republicano y

posteriormente a la finalización de la guerra civil en la segunda quincena del

mes de Abril de 1939. Al General Franco lo que le falló fue su previsión de la

dureza de la batalla, resultando ésta mucho mayor de lo que había esperado.

Finalmente señalar que tener un río a la espalda, como les sucedía a los

republicanos, resultaba tácticamente un factor extraordinariamente adverso,

pero ese río acabó soportando suficientes medios de paso, y ello aunque la

aviación los castigara constantemente lo que hizo que resultara encomiable el

trabajo y esfuerzo de las unidades de Ingenieros que mantendrían operativos

hasta el final los puentes necesarios para apoyar el repliegue final, eso sí, de

unos 15000 hombres del total de 100000 que atravesaron el río una

madrugada del mes de Julio.

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BIBLIOGRAFÍA

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Casas de la Vega, General de Caballería, Errores de la Guerra Civil Española.

Editorial San Martín

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Fénix

De La Cierva, Ricardo, Historia Total de España. Editorial Fénix

Martínez Bande, José Manuel (Coronel de Artillería) , La Batalla del Ebro.

Servicio Histórico Militar. MONOGRAFÍAS DE LA GUERRA DE ESPAÑA- Nº

13. Editorial San Martín.

Priego López, Juan (Coronel de Estado Mayor del Servicio Histórico Militar),

Historia Militar Contemporánea. Compañía Bibliográfica Española, S. A.

Manuel Aznar, Historia Militar de la Guerra de España (1936-1939). Ediciones

Idea, S. A.

Direcciones de Internet, entre otras:

www.ieszurbaran.net

www.galeon.hispavista.com

www.eroj.org

www.fut.es

Otros:

Biblioteca Encarta

Videoteca de Las Grandes Batallas del Mundo

Videoteca de la Guerra Civil Española

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