historia argentina de la vda de interès social_parte 3_1943-1955 la vda de un proyecto nacional

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  • 7/23/2019 Historia Argentina de La Vda de Inters Social_Parte 3_1943-1955 La Vda de Un Proyecto Nacional

    1/10

    All lejos hace

    tiempo

    La

    vivienda de

    un

    Proyecto

    Nacional

    Mara Isabel de Larraaga,

    Alberto Petrina, arqs.

    Introduccin. Una curiosa laguna

    histrico-arqUitectnica

    Cuando diez aos atrs comenzamos a

    investigar la arquitectura producida por el

    Estado argentino durante la dcada que

    va desde 1945 a 1955, no pensbamos

    que su anlisis iba a presentar mayores di

    ficultades

    ni

    que nos

    tomara

    ms tiempo

    que el necesario para preparar un par de

    artculos que nos solicitara Marina Wais-

    man para la seccin de Historia de

    la

    Ar

    quitectura que, por aquel entonces, diri

    ga en la revista summal. Pues nos eauivo

    camos en lo uno y en lo otro.

    La falta casi total de antecedentes en

    materia de crticas

    o

    aun de simples cr

    nicas- hizo que nuestro trabajo debiera

    organizarse prct icamente a partir de cero

    y, por otra parte,

    el

    descubrimiento de

    datos paulatinamente reveladores nos

    mantiene hasta hoy en

    el

    estudio del te

    ma, ya con miras a una publicacin exhaus

    tiva sobre el mismo.

    La

    destruccin siste

    mtica o la interdiccin de gran parte de

    los archivos pblicos referidos a la poca

    por accin de la Revolucin "Libertado

    ra de

    1955,

    la

    persecucin poi tica sufri

    da por los funcionarios del gobierno cons

    titucional derrocado

    -condenados

    a la

    crcel o al

    exilio-

    y la maquinaria propa

    gandstica del rgimen neocolonial reins

    taurado mediante aquel golpe de Estado

    impidieron, a lo largo de muchos aos, to

    da posibilidad de informacin e investiga

    cin acerca de este perodo histrico fun

    damental para la comprensin de

    la

    Ar

    gentina moderna y de

    las

    luchas por la

    unidad y

    la

    construccin de la Patria

    Grande iberoamericana. Esta ltima es

    una de las principales razones por las que

    la mencionada ausencia de bibliografa es-

    pecfica sobre la arquitectura de

    la

    poca

    (salvo excepcionales referencias, como en

    los casos de Claudio Caveri

    2

    o Ramn Gu

    tirrez3 y, ltimamente, Pedro Sonder

    guer4) resulta llamativamente curiosa, da

    do que se plantean demasiados interro

    gantes sin respuesta

    de

    los que sealare

    mos slo algunos:

    l mo

    pudo haberse

    silenciado una obra de gobierno que pla-

    66

    .

    nific y construy 500.000 viviendas des

    tinadas al pueblo -un tercio de la canti

    dad total del parque habitacional enton

    ces

    existente-

    5

    , mientras que

    la

    Comisin

    de Casas Baratas produjo 1.095 unidades

    en 30 aos (desde 1915 a 1945)? lPor

    qu callar que el Banco Hipotecario Na-

    cional, desde su creacin en 1886 hasta

    1946 (60 aos), otorg crditos destina

    dos a la compra o a

    la

    construccin de

    20.000 unidades de vivienda, mientras

    que entre 1946 y 1950 (4 aos) lo hizo

    para 135.000?

    lOe

    qu modo obviar

    el

    dato de que en 1946

    el ~ t d o

    tuviese

    1.636 escuelas bajo su tutela y, entre ese

    ao y 1952, pasaran a depender del mis

    mo nada menos que 4.000 nuevos esta

    blecimientos6? En

    cuanto

    a la informa

    cin de que los centros sanitarios estatales

    contasen en

    1946

    con 2.507 camas y en

    1951, 5 aos despus, con 109.200

    -al

    bergadas, claro est, bajo los techos de

    flamantes hospitales-,

    lno

    habr sido

    pasada por alto debido a su irrelevancia?

    Pareciera ser que la contestacin a es-

    tas preguntas imprudentes hay que bus

    carla, desde que no nos la ofrecen los ma

    nuales de Historia de

    la

    Arquitectura Ar

    gentina, en motivaciones poi ticas. Expre

    samente, en las motivaciones que llevan a

    ciertos historiadores a sobrevolar sobre la

    primera -y, hasta ahora,

    nica-

    experien

    cia de arquitectura de masas en la Argen

    tina, y a detenerse en xtasis ante

    las

    deli

    cias de una cornisa o de un picaporte (lo

    que no es criticable por contraste entre

    ambos trminos sino, pura y simplemen

    te, por omisin del primero). Por todo lo

    apuntado,

    la

    historiografa liberal ha rele

    gado la produccin arquitectnica del pe

    rodo peronista a una situacin de conve

    niente olvido.

    Es

    que habra que recurrir

    a verdaderos malabarismos dialcticos pa

    ra poder presentar como negativo para los

    intereses del pas

    el

    hecho de que la can

    tidad de metros cuadrados construidos

    durante el breve lapso de una dcada igua

    le holgadamente -y , probablemente, an

    sobrepase- al metraje total producido

    desde 1880 hasta la fecha de inicio de la

    Revolucin liderada por el general Pern,

    es decir, la misma ifra giobal para

    10

    y

    65 aos de administracin, respectiva

    mente. Como no pudo aducirse otra cosa

    se acus al Justicialismo de que lo hecho

    era un mero rasgo demaggico del "R

    gimen". Y en lo especfico arquitectni

    co, se dijo que

    la

    cantidad obraba en des

    medro de la calidad. Sin embargo, nunca

    antes en

    la

    Argentina los intereses y

    la

    idiosincrasia cultural del pueblo fueron

    interpretados mediante una respuesta f

    sica tan respetuosa y digna como durante

    esos aos. La arquitectura incorpor

    la

    modalidad vital del hombre del comn y

    ste, naturalmente, se identific con ella.

    Pero no por eso

    se

    renunci

    -como

    pre

    tenden

    muchos-

    a volcar a esta experien

    cia los postulados tericos del Movimien

    to

    Moderno que eran esgrimidos, desde

    la

    derecha oligrquica a la izquierda cipaya,

    como argumentos de enfrentamiento con

    la

    obra realizada por

    el

    Gobierno. Y tan

    no se renunci a

    la

    inclusin de las nuevas

    pautas de diseo que

    la

    verdadera difu

    sin masiva de la arquitectura moderna, a

    escala nacional, se realizar desde las ofi

    cinas tcnicas del Estado durante la po

    ca de referencia.

    Ah

    estn, para probarlo,

    la

    admirable serie de edificios destinados

    a Correos y Telgrafos en las principales

    ciudades del pas;

    el

    conjunto de unida

    des sanitarias para el Noroeste;

    la

    Ciudad

    Universitaria y

    la

    Ciudad Hospital en Tu

    cumn; el Centro Cvico de Santa Rosa,

    en La Pampa; la Municipalidad de Crdo

    ba; el

    Teatro

    Municipal General San Mar-

    tn,

    la

    sede central de Telfonos o el

    Autdromo Municipal, en Buenos Aires

    y, fundamentalmente,

    el

    desarrollo de la

    tipologa del monobloque racionalista,

    multiplicada en numerosos conjuntos ha

    bitacionales construidos a partir del

    50

    en

    adelante. La actitud oficial result en este

    punto admirablemente flexible y pragm

    tica, y permiti que los mejores planteos

    de

    la

    arquitectura internacional del mo

    mento, convenientemente adaptados a las

    propias necesidades, sirviesen a las inten

    ciones sociales de su programa. No obs

    tante su

    importancia -o , precisamente, a

    causa de ella- todas estas contundentes

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    No podemos sentir

    amor por

    aquello

    que

    des

    F r a n ~ o i s

    Blondel

    Pero los olvidos de una generacin sue

    la que le sigue.

    lo

    entendemos muchos

    por

    eso an permanez

    campo virgen que

    otros no mereci la atencin de unas

    neas y que, a nuestro juicio, precisa de

    completo

    para ser expuesto.

    que,

    como

    en

    el

    caso de los icebergs,

    la

    la

    superficie

    es

    mnima respecto

    de la

    se halla oculta.

    arquitectura

    de

    un royecto

    Naciona

    A esta altura, resulta imprescindible

    el profundo

    la prctica en el terreno que nos ocupa

    la apasionante experiencia pero

    La Generacin del

    80

    -Mitre, Sar

    Jurez Cel

    haba, en su momento, resuelto el

    de brindar albergue fsico a las insti

    la

    Repblica (pala

    Bolsa de Comercio, de

    la

    Sociedad Ru-

    de

    los grandes peridicos,

    de

    los ban

    de

    las fir

    se desarrollaba el juego social

    la lite (tea tros 1 ricos, clubs exclusi

    hfltels privs .

    En pocas

    dar

    respues

    arquitectnica a las necesidades poi ti

    la clase di

    la cual formaba parte y para la

    gobernaba en exclusividad. En

    cuanto

    resto de la poblacin, qued librado a

    le des

    el

    conventillo; de su asistencia social

    la

    Sociedad de Beneficen

    con las limitaciones obvias y los pre-

    . .

    juicios de clase que es dable suponer; su

    educaci,n, en cambio, estuvo razonable

    mente atendida a partir de la sancin de

    la

    Ley de Enseanza obligatoria, laica y

    gratuita impulsada

    por el

    presidente Sar

    miento.

    En cuanto al problema social de la

    vi-

    vienda, entendido y resuelto como tal, ha

    br que esperar al advenimiento del caudi

    llo radical don Hiplito Yrigoyen para

    asistir a

    la

    creacin de

    la

    Comisin Nacio

    nal de Casas Baratas, generada para ocu

    parse del tema. Esta institucin,

    como

    ya

    sealramos, no alcanz a promover la

    construccin de un nmero significativo

    de unidades pero tuvo, sin embargo,

    el

    mrito de haber sido la primera dedicada

    a tal fin exclusivo.

    Es

    que ser precisa

    mente con Yrigoyen que la incipiente cla

    se

    media del pas -los hijos

    de

    los inmi

    grantes europeos nacidos en los conventi

    llos

    argentinos-

    acceder al manejo del

    Estado en

    1916,

    mediante la Ley de Votq

    universal, obligatorio y secreto promulga

    da en

    1912

    bajo

    la

    presidencia del

    doctor

    Roque Senz Pea.

    De ah

    que este tipo

    de preocupaciones surja recin entonces

    en la consideracin de la administracin

    pblica.

    Finalmente, ser

    el

    Movimiento dirigi

    do

    por el presidente Pern

    el

    que encare

    en forma integral y masiva la resolucin

    de las temticas sociales. No podra haber

    sido de

    otra

    manera

    si

    pensamos que

    aquel signific, por un lado,

    la

    irrupcin

    de los trabajadores en

    el

    Gobierno de

    la

    Nacin y su organizacin como estamen

    to social consciente a travs de la Confe

    deracin General del Trabajo y,

    por el

    otro, la

    voluntad poltica de encauzar

    ins-

    titucionalmente tal incorporacin. La pla

    nificacin impulsada por esta profunda

    revolucin

    comenz

    por revertir concep

    tualmente

    la

    anterior estructura organiza

    tiva del pas. Fue de este modo que duran

    te la dcada de gobierno del general Pern

    se desarroll un Proyecto Nacional para

    la

    Argentina, consustanciado con

    las

    tres

    banderas levantadas por el Movimiento

    Mara Isabel de Larraaga nace en Buenos Aires,

    ciudad en cuya Universidad Nacional se grada

    de

    arquitecta. Ex profesora. adjunta

    de

    Arquitec

    tura V en la F AU

    de

    la Universidad Nacional de

    La

    Plata, actualmente se

    desempea

    como profe

    sora adjunta de Historia de la Arquitectura y del

    Arte

    111

    en

    la

    F

    AU

    de

    la Universidad Nacional

    de Buenos Aires.

    En la

    funcin pblica,

    actu como asesora tc

    nica del Instituto de la Vivienda de la Provincia

    de

    Buenos Aires (1974-1975). Desde 1982 cons

    tituye una sociedad profesional con el arquitecto

    Alberto Petrina con quien,

    asimismo,

    realiza in

    vestigaciones

    en

    el campo de la Historia de la Ar

    quitectura

    desde 1976

    hasta

    la fecha.

    Alberto Petrina '] ce en Buenos Aires en 1945,

    gradundose

    como

    arquitecto en la Universidad

    Nacional de esa

    ciudad

    en

    1975.

    Ex

    profesor

    titu

    lar de Visin

    1

    en la Universidad

    Catlica de

    La

    Plata y

    ex profesor adjunto

    de Historia de la Ar

    quitectura

    en las Universidades de Morn y de

    Concepcin del

    Uruguay,

    acta en el presente co

    mo profesor adjunto

    de

    Arquitectura 1 a V en la

    F AU

    de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

    Ha

    publicado

    trabajos de cr1t1ca e Historia e ;.

    Arquitectura junto con la arquitecta u--,;.ll.i

    su socia

    desde

    1982.

    En

    1983

    obtu\o

    e

    : : ~

    :

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    3/108

    2

    3

    a

    coexistencia pacfica entre arquitectu-

    ra pintoresquista - mal llamada califor-

    niana - y arquitectura moderna en los

    conjuntos habitacionales construidos por

    el Gobierno fue una caracterstica perma-

    nente de los planes

    de

    vivienda popular

    instrumentados por el peronismo

    1/2/3

    Barrio uan Pern - oyBrigadier General

    Cornelio

    de

    Saavedra - Buenos Aires,

    7

    948/1949.

    Vistas

    generales

    de

    diversas

    unidades

    de

    vivienda y de

    la

    escuela

    Nacional Justicialista

    que l

    lideraba: So

    berana Poltica, Independencia Econmi

    ca y Justicia Social, encuadradas dentro

    de una Tercera Posicin no alineada en la

    esfera internacional.

    El

    Proyecto

    se

    estructur por medio

    de dos Planes Quinquenales que abarca

    ban la planificacin regional

    -rural

    y ur

    bana- de la totalidad del pas y, en ese

    sentido, constituy el primer ejemplo

    ra-

    cional de integracin armnica del territo

    rio de la Nacin, en abierto contraste con

    el

    proyecto dependiente impulsado por

    la

    Generacin del

    80

    que, al concentrar las

    funciones y los servicios en

    la

    ciudad

    puerto

    de Buenos Aires, no hizo

    otra

    cosa

    que atender a los intereses britnicos, los

    cuales nos haban asignado

    el

    rol

    defacto

    ra agroexportadora

    dentro

    del esquema

    de distribucin internacional del trabajo.

    Por lo dems, debemos considerar que

    eran entonces muy pocos los pases peri

    fricos que

    se

    haban puesto a

    la

    tarea de

    planear su crecimiento y su destino. Tal

    pareca ser slo una preocupacin. exclusi

    va de las grandes potencias (recordemos,

    como al pasar, el New Deal de Roosevelt

    y los Planes Quinquenales de Stalin). Pe-

    rn tambin consider necesario seguir

    es-

    te camino, utilizndolo como una legti

    ma herramienta de afirmacin soberana y

    de desarrollo independiente.

    Fue as que un porcentaje inusualmen

    te

    considerable del presupuesto nacional

    se

    dedic a satisfacer necesidades sociales

    bsicas de las clases trabajadora y media,

    nunca antes contempladas en la accin de

    las

    administraciones liberales (hacia 1952

    se lleg a

    la

    cifra rcord de inversin

    en

    vivienda del 5 9 %del Producto Bruto

    In-

    terno ndice jams vuelto a alcanzar)

    7

    .

    Los grandes conjuntos habitacionales --i

    veces ciudades enteras, como Ciudad Evi

    ta, en las afueras de Buenos

    Aires-

    fue

    ron complementados con centros

    comuni

    tarios que atendan a todos los requeri

    mientos de la poblacin en ellos insta'a

    da: educacin, salud, deporte, culto,

    ''.'

    creacin, cultura, comercio.

    El

    Plan

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    4/10

    4 5

    Barrio Los Perales Buenos Aires 7948/

    7952. Vistas general

    y

    parcial de uno de

    los monobloques de vivienda colectiva

    cional de Salud

    -impulsado

    por el doctor

    Ramn Carrillo ministro del

    rea-

    cu

    bri el pas entero con una red de unida-

    des sanitarias hospitales urbanos ciu

    dades-hospital regionales que conforma

    ron

    la

    trama bsica del sistema

    8 .

    En

    mate

    ria educacional los planes abarcaron

    igualmente la totalidad del territorio na

    cional de los distintos niveles de ense

    anza. e propusieron

    y

    concretaron ade

    ms temticas inditas en Amrica Lati

    na: escuelas-taller hogares de ancianos

    de empleadas solteras hoteles colonias

    de vacaciones sindicales que abriran la

    era del turismo de masas. Muchas de estas

    obras fueron encaradas directamente por

    la Fundacin

    Eva

    Pern dirigida en for

    ma personal hasta su muerte por la mujer

    del presidente la mtica Evita.

    En

    cuanto

    a

    las

    obras pblicas stas abarcaron un

    es-

    pectro de amplitud nunca antes vista:

    puertos aeropuertos 1 neas frreas eleva

    dores terminales y de campaa para gra

    nos represas centrales hidroelctricas

    plantas siderrgicas fbricas de aviones

    laboratorios de investigacin de la energa

    atmica -los primeros del Tercer Mun

    do-

    obras de saneamiento gasoductos

    puentes autopistas nuevos edificios para

    las

    grandes empresas nacionalizadas por el

    Estado etctera.

    Ahora bien no

    se

    trata slo de puntua

    lizar la cantidad de

    lo

    construido sino y

    fundamentalmente-

    la calidad de las

    obras realizadas las precisas directivas im-

    partidas para

    la

    aplicacin de criterios ur

    bansticos integrales

    y

    de normas de habi

    lidad de una generosidad una dignidad

    desconocidas hasta entonces la recomen

    dacin de tipologas arquitectnicas

    res-

    petuosas de

    las

    preferencias de la psico

    loga de sus destinatarios la organicidad

    de todos los emprendimientos lanzados

    desde las oficinas del Estado; en fin

    la

    de

    fensa de la calidad de vida

    y

    la proteccin

    del hbitat humano en toda

    su

    compleja

    magnitud.

    Por

    lo

    dems

    es

    importante sealar

    aqu

    la definicin de un nuevo criterio

    4

    5

    9

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    5/10

    sobre

    la

    vivienda,

    el

    que coloc a

    la

    Ar

    gentina a la cabeza de casi todas las poi -

    ticas habitacionales aplicadas por aquellos

    aos internacionalmente. Este ser el con

    cepto

    de

    vivienda

    como

    una

    funcin ms

    totalizadora que

    la

    comprendida

    por la

    tradicional acepcin del tema, limitada

    meramente

    al

    techo.

    Las

    operatorias ofi

    ciales previeron expresamente la incorpo

    racin del equipamiento comunitario an

    tes enumerado, lo que vino a plasmar fsi

    camente

    la

    doctrina progresista y social

    mente integradora sustentada por el Go

    bierno. Es as que las familias de los obre

    ros y

    de

    los empleados a quienes se asig

    naban las unidades

    de

    vivienda en los con

    juntos

    planificados

    por el

    Estado

    podan

    complementar

    la necesaria intimidad e

    in-

    dependencia de la vida estrictamente fa-

    miliar

    con

    los roles sociales creadores

    de responsabilidad y solidaridad, virtudes

    imprescindibles para una prctica demo

    crtica. Ms

    all de las actividades propias

    de cada individuo y de cada familia en su

    espacio privativo - la vivienda-, se posibi

    lita de este modo el ejercicio de los ritua

    les que ofrecen a cada

    uno

    la conciencia

    de

    su valor social: la educacin

    comn de

    los chicos en las escuelas del

    barrio;

    las

    compras y la conversacin diaria en el

    mercado; los juegos y los deportes practi

    cados

    conjuntamente

    en

    el

    gimnasio;

    la

    espera

    compartida

    en la antesala de la uni

    dad sanitaria para

    la

    vacunacin obligato

    ria o la sesin odontolgica; las reuniones

    vecinales para

    tratar

    los problemas de

    la

    comunidad en el saln de actos el cual,

    adems,

    cumpla

    las funciones de cine

    teatro), y tantas otras actividades

    que

    po

    dan

    desarrollarse sin abandonar los 1mi

    tes de cada

    conjunto

    habitacional. Obvia

    mente, una concepcin muy diferente de

    la vivienda, como nueva respuesta a los

    , nuevos programas de una sociedad en pro

    ceso de transformacin.

    Asimismo,

    se

    consider especficamen

    te

    la

    cuestin de las tcnicas constructivas

    y de los materiales a ser utilizados, los

    que respondieron plenamente

    al

    panora

    ma tecnolgico local, permitiendo

    la

    ab-

    70

    6

    sorcin de una enorme cantidad de mano

    de obra no especializada que sistemas

    constructivos ms sofisticados no hubie

    sen admitido.

    Todo

    ello

    se

    hizo, no obs

    tante,

    sin renunciar a

    la

    inclusin progre

    siva de tecnologas ms complejas y de los

    postulados tericos de la arquitectura mo

    derna los que fueron, de tal manera, pues

    tos al

    servicio de

    las

    -cambiantes necesida

    des de un pas que se modernizaba acele

    radamente.

    El estilo

    californiano . Los porqus.

    1 9 4 6 ~ 1 9 5

    A partir de la dcada del

    30

    comienzan

    a producirse en la Argentina grandes mo

    .vimientos internos de poblacin desde el

    campo

    hacia los centros urbanos, los que

    se agudizan hacia fines de los aos 40 co

    mo consecuencia de

    la

    enrgica poltica

    de industrializacin del pas p r ~ m o v i d

    por el peronismo. Esta gente, en general

    proveniente de medios culturales de fuer

    te arraigo hispanocriollo,

    con

    ancestrales

    tradiciones de paternalismo familiar y

    caudillismo poltico, traa consigo una

    imagen largamente aprehendida de sus lu-

    gares fsicos: vivienda, escuela, hospital,

    iglesia, cementerio. En muchos casos,

    cuando las regiones de origen eran aque

    llas de mayor acervo arquitectnico his

    trico -provincias del Noroeste, Crdo

    ba, Corrientes- dicha imagen inclua ine

    vitablemente el patio rodeado

    por

    galeras,

    las

    anchas paredes blancas,

    el techo

    de te

    jas a la espaola.

    Fue respecto de este

    punto,

    precisa

    mente, que se plante una encendida con

    troversia cuyos ecos an perduran. El pro

    blema

    por

    resolver, en realidad, no era

    nuevo, y era el siguiente: lSe proveera

    de

    techo

    a

    toda

    esta poblacin trasplanta

    da,

    no

    habituada al cosmopolitismo de

    las

    grandes ciudades industriales, ofrecindo

    les las

    imgenes que pudieran serie ms

    fa-

    miliares, ms reconocibles, ms aprehensi

    bles emocionalmente, ayudado de este

    modo

    a una de por s dolorosa adaptacin

    y considerando su idiosincrasia? se op-

    Las tipolog/as de monobloques de vivien-

    da colectiva tanto bajos como altos sea-

    lan claramente

    la

    adscripcin a las pautas

    de la arquitectura moderna. Los dos ejem-

    plos ms destacables del per/odo analiza-

    do estn constituidos

    por

    los barrios Los

    Perales y S.imn Bol/var respectivamente.

    Barrio Los

    Perales

    Buenos Aires 7948

    7952. Vista parcial de uno de los mono-

    bloques desde el jard/n comn.

    7/8

    Barrio SimnBol/var Buenos Aires 7949

    7955. Vistas parciales del conjunto.

    tara, en cambio,

    por

    una respuesta repu

    tada ms

    importante ,

    que

    contentara

    formalmente a

    las

    vanguardias profesiona

    les, aunque no llegase a penetrar tan pro

    fundamente en el

    mundo

    cultural del

    usuario? En otras palabras,

    lprimara

    el

    respeto por el destinatario,

    como

    persona

    con una historia y con preferencias espe

    cficas, o el gusto del arquitecto, impo

    niendo nuevos criterios acerca del modelo

    de vivienda? Finalmente

    y

    contra lo que

    sostiene la opinin generalizada, que sea

    la slo la primera de estas opciones-, se

    sigui un camino de sntesis entre ambas.

    Mientras pareci necesario,

    por

    una sim

    ple cuestin de responsabilidad y de sen

    sibilidad social, mantener todas aquellas

    caractersticas formales reconocibles por

    el usuario a quien en definitiva estaba des

    tinada

    la

    arquitectura que las

    contena,

    se

    ech

    mano

    a un lenguaje tal vez discuti

    ble, eclctico y emparentado slo exte

    riormente

    con las tipologas que consti

    tuan su probable origen, pero firmemen

    te aceptado por el hombre del comn.

    As fue que el estilo californiano impe

    r, casi sin excepciones, en

    las

    primeras

    realizaciones que en materia de vivienda,

    salud y educacin fueron llevadas a cabo

    a partir de 1946.

    Y, a propsito de lo de estilo califor

    niano , quisiramos dejar constancia aqu

    de nuestra discrepancia

    con

    tal denomina

    cin.

    En

    primer lugar, porque nos parece

    que encierra una intencin de confusin

    ideolgica

    al

    asimilar a este

    tipo

    de arqui

    tectura nicamente

    con la

    producida en

    aquella regin norteamericana cuando, a

    decir verdad, sus caractersticas bsicas

    son referibles

    -considerando

    su

    comn

    li-

    naje

    hispnico-

    a casi

    todo el

    mapa ar

    quitectnico iberoamericano (incluidos,

    claro est, los antiguos territorios espao

    les de California y Tejas). Por aadidura,

    dicha calificacin tuvo durante aos en el

    pas -y, para muchos, an lo tiene- un

    sentido peyorativo, generado sobre todo

    por los colegas bienpensantes que se hu

    biesen dejado

    cortar

    la mano derecha an-

    tes que incluir a estos inocentes chalets en

  • 7/23/2019 Historia Argentina de La Vda de Inters Social_Parte 3_1943-1955 La Vda de Un Proyecto Nacional

    6/10

    el Olimpo de la arquitectura local: es que

    eso - no era arquitectura; con muy bue

    na

    voluntad poda, a

    lo

    sumo, ser clasifi

    cido como

    construcciones . Natural

    mente, este fundamentado pensamiento

    no coincida con el de los habitantes de las

    casas que, ante las sucesivas encuestas de

    opinin, respondan invariablemente se

    alando su profunda satisfaccin por

    vi

    vir en tales construcciones . Posteriores

    encuestas nos han informado -todo lle

    ga-

    que se da

    el

    caso inverso respecto de

    los usuarios de

    la arquitectura

    creada

    por algunos de los hipercrt icos del cali

    forniano , los que daran no slo su ma

    no derecha sino, adems, varias otras par

    tes de su anatoma por escapar de tan in

    merecido destino arquitectnico. Pero

    es

    to

    ya es harina de

    otro

    costal, y nos aleja

    del anlisis de nuestro estilo. En todo ca

    so nosotros preferimos aplicarle, como.

    ms ajustado a la realidad de su nacimien

    to

    y desarrollo,

    el

    trmino arquitectura

    pintoresqu ista :

    No estar a de ms, por otra parte, citar

    aqu tres interesantes puntos de vista

    acerca del asunto, que sin duda echan luz

    sobre diversas facetas del mismo. El pri

    mero pertenece a Ramn Gutirrez y Fe

    derico Ortiz, que apuntan: Se conform

    as

    la

    mtica imagen del 'chalet california

    no' como smbolo de

    status, de prestigio,

    y como modelo. Inicialmente lo utiliza

    ron en sus variantes pintoresquistas las

    clases altas en las playas veraniegas; lo

    concretaron

    luego las clases medias en los

    suburbios de las grandes ciudades, en

    es

    pecial Buenos Aires, Crdoba, Rosario y

    La

    Plata, y lo reclamaban insistentemente

    los sectores populares para las viviendas

    que planificaba

    el

    Gobierno 9. Aos ms

    tarde, un equipo de investigadores de la

    temtica habitacional, encabezado por

    Horacio Baliero y

    Juan

    Manuel Borthaga

    ray, coincidir bsicamente con Gutirrez

    y Ortiz en su enfoque: El chalet estilo

    californiano cala ms hondo en las ape

    tencias de los que pugnan por incorporar

    se a laextensa clase media argentina a tra

    vs de su smbolo decisivo de prestigio:

    la

    7

    'casa propia' . Se configura de esta manera

    una fantasa deseable, llamada a alcanzar

    una vigencia de notable tenacidad .

    . .

    Alcanza a .tener tal persistencia hasta

    nuestros das que nos mueve a llamarlo,

    tal vez por sus connotaciones california

    nas,

    el Argentine dream

    . Mario Sabu

    go, a su turno, se lamenta por

    el

    dram

    tico abandono de la gran arquitectura po

    pular realizada, por ejemplo, en Ciudad

    Evita o en los barrios Saavedra o Esteban

    Echeverra

    adoptando, en cambio, los

    modelos racionalistas. Dicha arquitectu

    ra

    popular (an hoy bombardeada bajo

    el

    rtulo de 'californiana')

    -afirma- se li

    gaba estrechamente a una concepcin ur

    bana de ciudad-jardn y haba sido expre

    samente sostenida

    por

    Evita, en trminos

    tanto

    ticos

    como

    formales.

    En La

    Razn

    de mi Vida (Eva Pern) se refiere

    al

    temor

    de algunos de que los pobres, apropiados

    de tales viviendas y tales barrios, 'se acos

    tumbraran

    a vivir como ricos', transgre

    diendo as la

    tradicin oligrquica sobre

    la

    distribucin de espacio y arquitectura

    11

    .

    Pero quiz haya sido el ministro Carri

    llo quien diera

    la

    mejor explicacin sobre

    la

    adopcin de esta arquitectura oficial ,

    ya que

    l

    haba fijado claramente

    la

    acti

    tud

    del Gobierno

    al

    precisar los linea

    mientos ordenadores de

    la

    bsqueda de

    una expresin formal de valores trascen

    dentes en las obras encaradas por el Esta

    do:

    Los

    arquitectos

    -deca-

    debern

    concebir las formas no slo en funcin de

    su sentir personal, que es respetable, sino

    del sentimiento colectivo que perdura en

    tre

    todos

    y permite reconocer lo que es

    de

    todos

    12

    .

    En definitiva, una arquitec

    tura que resuma en

    s la

    sntesis de los

    espacios

    y

    materiales a los que

    el

    pueblo

    estaba ligado, sobre

    todo el

    sector prove

    niente de las migraciones internas a que

    hicimos referencia precedentemente.

    Por otra parte, Mario Roberto Alvarez

    a travs de los nuevos centros sanitarios

    para

    el

    Noroeste argentino por

    l

    proyec

    tados-

    y Eduardo Sacriste

    -mediante

    su

    8

    magnfica escuela del Barrio Jardn de

    San Miguel de

    Tucumn-

    demostraran,

    en la segunda mitad de la dcada del 40,

    la posibilidad real de coexistencia entre

    ls

    directivas oficiales en materia de es

    tilo

    y los condicionantes funcionales y

    tecnolgicos del tema en reas de tan

    fuerte especificidad como las de la arqui

    tectura para

    la

    salud o

    la

    educacin.

    Aquellas obras, de impecable diseo e

    inobjetable funcionamiento constituyen,

    hasta hoy, una de

    las

    mejores respuestas

    ante la caprichosa hipersensibilidad de

    muchos puristas de

    la

    poca, que fueron

    incapaces de efectuar un mnimo esfuer

    zo por lograr un balance entre el plano de

    la teora y las inexcusables exigencias de

    la realidad.

    La

    institucionalizacin de la arquitectura

    moderna. 1950-1955

    Una vez cumplida

    la

    necesaria adecua

    cin del hombre del interior a su nuevo

    medio ambiental y cultural, una vez asu

    midos

    -por

    lo menos en

    parte-

    los valo

    res de la comunidad a la que se integraba,

    enriquecindola con sus tradiciones y cos

    tumbres, pudo creerse llegado

    el

    momen

    to

    de introducir nuevas pautas normativas

    dentro del repertorio expresivo oficial.

    La

    1 nea divisoria entre

    el

    estilismo pintores

    quista y un lenguaje formal cada vez ms

    ajustado a

    la funcin, coincidente

    con

    una mayor rigurosidad tcnico-construc

    tiva,

    es

    posible detectarla hacia fines de

    los aos 40 o,

    si

    se prefiere, entre

    el

    pri

    mero y el segundo mandatos presidencia

    les del general Pern. Para ese momento

    han concluido ya o estn a punto de

    concluir-

    las obras de los grandes conjun

    tos habitacionales encarados por

    el

    Estado

    desde

    el

    inicio de esta gestin.

    Casi

    todos

    ellos estaban constituidos alrededor de u

    programa tipo de unidades

    de ,

    e ca

    unifamiliar y centros nucleador:s = =

    as

    diversas reas de servicios ce.-,_-

    :.=r = ~

    Dos ejemplos clsicos de ~

    ::.- ~

    rodo son los conjurr:os -1--::an:-s

    ::.:

    = -

    que Saavedra y

    de :;::a :

    =.

    -:_

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    7/10

    9

    10

    11

    72

    A partir de estas experiencias se verifi

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    8/10

    77/74

    Barrio Los

    Perales

    Buenos Aires 79 8

    7952. Vistas parciales de las galeras a las

    que

    se abren

    las

    unidades de vivienda.

    72/73

    Barrio General Paz La Matanza Buenos

    Aires 7948/7954. Vista parcial y detalle

    de la fachada de uno de los monobloques

    de vivienda colectiva.

    del Tercer Mundo

    -y

    en muchas reas,

    decididamente ubicado en el

    Primero

    debido a la profunda reestructuracin de

    su organizacin territorial y de su aparato

    productivo y al acelerado proceso de

    in-

    dustrializacin que

    le

    imprimiera

    la

    deci-

    sin poi tica del Gobierno, ins trumenta-

    da a travs de los Planes Quinquenales. Se

    hablaba -y con

    razn- de

    una Nueva Ar-

    gentina. Este proyecto general, revulsivo

    -en

    tanto liberador-

    respecto del disea-

    do

    por la Generacin del 80, implicaba la

    adopcin y adaptacin de nuevas tcnicas

    y nuevas modalidades expresivas, a tono

    con las grandes transformaciones que se

    estaban generando. La arquitectura mo-

    derna pudo ser incluida, precisamente en-

    tonces -en el momento justo y en el lu-

    gar preciso-, entre las decisiones llamadas

    a encarnar fsicamente la voluntad de

    cambio asumida por la Revolucin pero-

    nista. Por lo dems, no es exacto que se

    produjese esa brusca sustitucin de mo-

    delos denunciada por Sabugo. Contraria-

    mente, existen pruebas de una intencin

    de incorporacin gradual de los nuevos li-

    neamientos de diseo. Buenos ejemplos

    de ello, entre otros muchos, son el con-

    junto de monobloques Rastreador Four-

    nier y el Aeropuerto Internacional de

    Ezeiza, obras en las que la aproximacin .

    al lenguaje racionalista se ve comprometi-

    da todava por referencias a actitudes ar-

    quitectnicas anteriores. Aun as el Aero-

    puerto, inaugurado a principios de los 50,

    constituye uno de los hitos referenciales

    de esta metamorfosis estilstica ya que, a

    partir de all, comienzan a sucederse una

    serie de obras de progresivo y ascendente

    valor arquitectnico respecto del modelo

    elegido. En

    el

    complejo de Ezeiza puede

    entreverse ya un aire de clara racionali-

    dad, sobre todo en el concepto de obra

    integrade que ste posee y que lo colo-

    c, en su momento, entre

    los

    primeros

    conjuntos de este tipo construidos en el

    mundo (aeroestacin, aduana, hotel, espi-

    gones de acceso a

    las

    pistas, autopista de

    conexin con la ciudad). Otras obras

    im-

    portantes para mencionar desde este nue-

    vo enfoque son la serie de edificios de Co

    rreos y Telgrafos -es especialmente no-

    table el de la ciudad de Mendoza- y de

    elevadores terminales de granos, entre los

    que

    se

    destaca

    el

    del Puerto Nuevo de

    Buenos Aires por la gran calidad plstica

    de su volumetra. Pueden contabilizarse

    tambin algunas de

    las

    mltiples realiza-

    ciones dentro del campo deportivo, tales

    como

    el

    Autdromo y

    el

    Veldromo Mu-

    nicipales y los centros de deporte barria-

    les

    -por

    ejemplo el de Parque Chacabu-

    co-, todos ellos en la Capital Federal. Por

    ltimo, no podemos dejar de citar a una

    de las ms trascendentes obras de la po-

    ca: el Teatro Municipal General San Mar-

    tn de Buenos Aires, de los arquitectos

    Mario Roberto Alvarez y Macedonio

    Ruiz. Su envergadura visionaria y una

    re-

    solucin tcnica, funcional y formal fue-

    ra de serie lo colocan a la vanguardia de

    las bsquedas arquitectnicas de media-

    dos del 50, ya sobre el final de la segunda

    presidencia de Pern.

    Pero no queremos cerrar este captulo

    reivindicativo de la postura del Gobierno

    acerca de la arquitectura moderna sin

    ha-

    cer antes hincapi en aquello que lo dife-

    rencia bsicamente de

    las

    vanguardias

    racionalistas autctonas. Mientras que

    las

    ltimas mantuvieron un destemplado fa-

    natismo de sufragistas respecto de la difu-

    sin de los ideales del Movimiento Moder-

    no, excluyente de

    todo

    anlisis

    crtico

    y

    de toda posibilidad de traduccin local

    -actitud que seala siempre a los conver-

    sos recientes a cualquier culto, que se ven

    en la necesidad de mostrarse ms papistas

    que el Papa-, la posicin oficial, por el

    contrario, sostuvo

    la

    necesidad de adapta-

    cin y coexistencia con otras expresiones

    arquitectnicas. Es que su sensatez y

    pragmatismo le hacan percibir ntida-

    mente lo que escapaba a la ceguera de la

    intelligentsia: que no pueden adoptarse

    ortodoxias militantes en temas que no

    han sido formulados por uno mismo y

    que, por lo tanto, escapan al control de

    quien tan irreflexivamente

    los

    defiende.

    En pases cuya identidad cultural no est

    an consolidada el eclecticismo siempre

    resulta, a la postre, menos pernicioso que

    14

    7

    ,

  • 7/23/2019 Historia Argentina de La Vda de Inters Social_Parte 3_1943-1955 La Vda de Un Proyecto Nacional

    9/10

    15

    ~ < \

    '

    > \

    \

    los purismos a ultranza, sobre

    todo

    si

    s

    tos se enrolan en cruzadas ajenas. En un

    reciente artculo,

    el

    investigador rosarino

    Jos Jumilla se explaya precisamente so

    bre

    el punto

    refirindolo, adems, a

    la

    te

    mtica habitacional:

    Por otro

    lado

    -nos

    d i c e ~ el

    Gobierno surgido en las eleccio

    nes de 1946 brinda a

    la

    arCJ,uitectura mo

    derna una nueva posibilidad de difusin

    con

    el

    desarrollo de la construccin masi

    va en todos los temas de inters social: vi

    vienda, hospitales, escuelas, universidades,

    etctera. Luego de una primera etapa en

    la

    que prolifer ostensiblemente

    el

    cali

    forniano, surge otra donde sobresalen los

    conceptos formales del Movimiento Mo

    derno. Con estas nuevas caractersticas se

    realizaron obras de gran valor en

    todo el

    pas; en nuestra ciudad -habla de Rosa

    rio-

    tenemos

    el

    barrio de avenida San

    Martn al 4800, donde los bloques racio

    nalistas estn combinados con chalets ca

    lifornianos 15. Y continuemos con Pan

    cho Liernur, quien tambin agrega

    lo

    su

    yo sobre tan controvertido asunto cuando

    subraya el rol protagnico que adquiere

    la

    demanda popular a travs de una multi

    tud

    de nuevos canales y actores sociales ,

    as como la aparicin de

    la

    problemtica

    tcnica, ligada

    al

    desarrollo de

    la

    produc

    cin industrial local y desconocida o su

    perflua hasta entonces por haberse em

    pleado insumas importados . Pero, sin

    detenerse all, expone su

    conviccin de

    que el peronismo se hace cargo de las

    principales banderas del grupo ms cerca

    no a

    la

    Carta de Atenas, encara colosales

    programas de construccin popular y, en

    enunciado al menos, se pone al frente de

    la demanda de una planificacin generali

    zada 16.

    Como podemos comprobar,

    el

    malicio

    so y extendido lugar comn -difundido

    por la crtica y la historiografa liberales

    de que

    la

    administracin peronista adop

    t

    una actitud reaccionaria frente a lasco

    rrientes arquitectnicas de avanzada

    es f

    cilmente rebatible, tan fcilmente que no

    podemos comprender cmo pudo creerse

    que tal mentira podra ser sostenida inde:

    finida e impunemente. Slo la soberbia de

    74

    ,.

    l l ~

    1.

    una postura excluyente,

    la

    ignorancia de

    liberada y despreciativa respecto de

    todo

    lo

    concerniente

    al

    perodo y

    la

    necedad

    de pensar que

    el

    tema no sera investigado

    algn

    da

    -resultado de atribuir a los de

    ms

    el

    propio

    desinters-

    pueden expli

    car semejante ligereza, impropia de un

    grupo que se ha preciado siempre de

    la

    rigurosidad cient fica de

    su

    produccin

    intelectual. Aunque quiz sea demasiado

    pedirle a estos enemigos irracionales del

    Gobierno popular que hayan tenido la ho

    nestidad de reconocer una verdad que iba

    en contra de sus intereses poi ticos y que,

    .a

    esta altura,

    es

    un hecho perfectamente

    demostrado: que

    la

    arquitectura moderna

    le

    debe al peronismo su popularizacin

    .y

    su institucionalizacin definitivas.

    Conclusiones

    Un

    equipo de investigacin de la tem

    tica habitacional expres, en un artculo

    aparecido hace tres aos, conclusiones que

    muy bien pueden constituir nuestra propia

    sntesis sobre

    el

    asunto: Observadas desde

    la perspectiva que dan los treinta y cinco

    aos transcurridos, aquellas decisiones

    a

    doptadas en materia de vivienda resultan

    hoy inobjetables (sobre

    todo

    si las compa

    ramos con los criterios de indignidad mise

    rable que rigieron en planes posteriores

    como, por ejemplo, el PEVE),

    tanto

    por

    la verdadera efectividad cuantitativa con

    que encararon este problema endmico de

    las sociedades semidesarrolladas como por

    la calidad de vida que proponan como me

    ta. Nunca se intent, bajo ningn concep

    to,

    construir 'casas baratas' o 'viviendas

    de inters social' para una poblacin de

    segunda clase.

    Se

    trat, en cambio, de pro

    veer de viviendas dignas, planificadas sobre

    la base de normas de habitabilidad dig

    nas, a seres humanos con iguales deberes

    y, por

    lo

    tanto, con iguales derechos que

    el

    resto de sus conciudadanos l 7.

    Finalmente, queremos cerrar esta nota

    con algunas precisiones a modo de colo

    fn. La primera ser acerca de la verdad. La

    bsqueda de

    la

    misma ha sido siempre una

    de las tareas inherentes -quiz la funda

    mental-

    al quehacer de esa comunidad

    El vuelco hacia

    un

    decidido lenguaje mo

    derno es bien perceptible a partir de los

    aos 50. En el caso

    aqu

    ilustrado esta

    conversin adquiere un carcter raciona

    lista casi cannico.

    75/76

    Barrio 72 de Octubre - hoy }os de San

    Mart/n - tambin conocido como Barrio

    Grafo

    Buenos Aires -1950/7953. Vistas

    parciales del conjunto.

    de pensamiento conocida como Univer

    sidad. La verdad que, salvo posiciones idea

    listas a ultranza, no

    es un

    concepto abstrac

    to,

    nico, de existencia propia e indepen

    diente, sino que coincide con

    la

    realidad,

    participando de sus diversos matices y con

    diciones. La

    nica verdad

    es la

    realidad

    y, para acercarse a ella, hay que conocerla,

    analizarla y discutirla desde todos sus ngu

    los. Las razones y las afirmaciones expues

    tas precedentemente son una parte de la

    verdad, de una verdad hasta hoy distorsio

    nada, silenciada, censurada por quienes

    no toleran

    otr

    modo de pensamiento

    que

    el

    propio.

    la siguiente consideracin es sobre

    la

    historia. La historia de un pas nunca es un

    cuento congelado; por el contrario,

    es el lu

    gar en

    el

    cual puede detectarse y estudiarse

    la impronta espiritual del hombre,

    la

    huella

    de

    todo

    un pueblo. Cuando tal alimento

    falta o cuando es interferido o falseado

    de alguna manera, cuando se lo castra y es

    camotea hasta

    el punto

    de desactivarlo

    do

    mo generador de

    conductas- el

    presente

    comienza a acusar graves deficiencias y

    el

    futuro peligra.

    El

    relato se vuelve incom

    prensible, los datos no se ajustan a la reali

    dad y, con datos equivocados, no puede

    actuarse eficientemente. No podemos

    admitir, en consecuencia, que nadie vuelva

    a arrancar ni

    una

    sola pgina del libro de

    nuestra historia.

    Por ltimo, una reflexin sobre noso

    tros mismos, los arquitectos.

    La

    compo

    sicin social de nuestra matrcula -y, en

    general,

    la

    de toda la poblacin universita

    ria-

    manifest un verdadero ensancha

    miento en su base de origen. Y esto pue

    de detectarse, ms acentuadamente que en

    otras, en nuestra Facultad. Esta pas de sus

    primeras camadas -en las que abundaban

    los apellidos de la alta burguesa terrate

    niente y

    su

    entorno ms

    prximo-

    a

    un

    mayor porcentaje de integrantes de la clase

    media, hijos de pequeos propietarios, co

    merciantes, profesionales y, a veces, de

    constructores o empresarios de

    la

    cons

    truccin. Hoy nadie podra negar que el

    ingreso irrestricto

    -irrestricto

    para quien

  • 7/23/2019 Historia Argentina de La Vda de Inters Social_Parte 3_1943-1955 La Vda de Un Proyecto Nacional

    10/10

    la carrera-

    ha democratiza

    el acceso

    al

    estudio de

    arquitectura. Pero esta avalancha no pla

    el

    medio ms

    la

    los

    australes, y con

    la

    perspectiva poco

    f r n ~ a uoa casi segura condena a la

    Pues bien, esta situacin no va a cambiar

    las

    del pas

    su

    conjunto. Nadie puede realizarse

    in

    se realiza

    -palabra

    menos- el

    presidente Pern. Esta

    Nacional que decida cmo, cundo y en

    in

    la

    deuda externa no habr fon

    s

    se

    reanime, no habr recuperacin algu

    la

    industria de

    la

    construccin,

    ni

    la

    actividad privada

    el

    el

    hombre quiere

    De nada

    le

    valdra a

    la

    actual generacin

    ---i:n quienes

    al

    escribir

    es

    lneas- reeditar viejos enfrentamientos,

    Su extraccin social

    es

    muy

    que

    la

    de aquellos que generaron, por

    los

    las

    devastadoras igno

    Y,

    desde que no poseen

    los

    mismos

    las an

    prebendas-, no nos parece lgico

    se

    dejen doblegar por

    los

    mismos fana-

    tismos. Ni de

    un

    bando ni

    del

    otro. Perda

    mos

    los

    prejuicios para mirar hacia atrs,

    hacia esta historia reciente que -tal

    vez

    por

    todo

    lo

    que acabamos de

    exponer-

    quisie

    ron ocultarnos mediante ese viejo e imposi

    ble ardid de intentar tapar

    el

    sol levantando

    las

    manos.

    No es

    difcil concluir que,

    cuando

    se

    procura esconder tan desespera

    damente

    las

    acciones de

    un

    determinado

    perodo de

    la

    vida nacional, quiz sea por

    que stas desmienten el discurso de quienes

    las escamotean.

    Es

    bueno ver

    las

    cosas

    ba

    jo

    la

    luz del da.

    Las

    sombras deformantes

    de

    la

    noche

    -de

    las

    supersticiones- crean

    monstruos donde slo hay acciones huma

    nas. Pero el sol ilumina por igual todas

    las

    cosas. Puede observrselas entonces objeti

    va,

    serena, imparcialmente. Y despus

    elegir.

    Notas

    1. Mara Isabel de Larraaga, Alberto Petrina y

    otros, La planificacin de

    la

    salud: el plan Ca

    rrillo y Anlisis crticq del diseo arquitect

    nico en el perodo 1 9 4 5 - 1 ~ 5 5 . Seccin Summa/

    historia,

    umma

    NO

    108,

    Buenos Aires, enero

    1977,

    pgs.

    71

    a 74 y umma NO

    109,

    Buenos

    Aires, febrero 1977, pgs. 69 a 72, respectiva

    mente. Ambos artculos fueron reproducidos

    ms tarde en el libro Documentos para una his

    torio de

    la

    arquitectura argentina,

    Ediciones

    Summa S.A., Buenos Aires, 1984, pg. 213 a 220.

    2. Claudio Caveri, Los sistemas sociales a tr6vs

    de la arquitectura. Organizacin popular y arqui

    tectura latinoamericana, Cooperativa TierraTru

    jui, Buenos Aires, 1976.

    3. Ramn Gutirrez, Federico Ortiz, La arqui

    tectura en

    la

    Argentina {1930-1970}, Hogar y

    Arquitectura

    _NO

    103, Madrid, 1973, y Concen

    tra, Buenos Aires, 1975.

    - 4. Pedro Sonderguer, Arquitectura y Moderni

    dad en la Argentina, Ficha CESCA (Centro de

    Estudios de la Sociedad Central de Arquitectos)

    NO 1, Buenos Aires, marzo 1986.

    5.

    La cifra se refiere a las unidades de vivienda

    consideradas de primer rango, es decir, a todas

    aquellas que llenaban los requisitos exigidos por

    las normas mnim as de habitabilidad de las opera

    torias de la poca -que ms tarde fueron notable

    mente reducidas en su alcance-, por lo que cita

    mos

    aqu

    algunas de sus caractersticas bsicas:

    las viviendas deban contar con provisin de serv

    cios de infraestructura (acceso pavimentado, agua

    potable, cloacas, electricidad, gas, etc. haber

    sido realizadas con materiales no perecederos

    (hormign armado, mampostera, etc.) y median

    te tcnicas constructivas que resolviesen apropia

    damente aspectos tales como las aislaciones hi

    drfuga y trmica; contemplar estrictas reglamen

    taciones acerca de las superficies mnimas totales

    por

    unidad y

    por ambiente, as

    como

    el

    cumpli

    miento de la relacin entre nmero de habitantes

    y cantidad de habitaciones; estar provistas de

    equipamiento comunitario cercano (ya hemos vis

    to

    que las directivas oficiales prevean dicho equi

    pamiento como parte integrante del concepto

    de vivienda y que, por lo tanto, cada conjunto

    construido contaba con el mismo dentro de

    sus 1 mites) y varios otros etcteras que, si hoy

    se

    planteasen como obligatorios para un progra

    ma de vivienda popular, seran tomados como un

    indicio de cierto desequilibrio mental por parte

    de quien lo hiciese. Sin embargo, hubo otra etapa

    de la historia de la Nacin

    -como

    la que aqu

    estudiamos- en que tales normativas eran parte

    de

    la

    realidad cotidiana.

    6. Estas

    4.000

    nuevas escuelas fueron cons

    truidas del siguiente modo:

    1.000

    por

    el

    Estado

    nacional; 2.000 por los Estados provinciales y

    1.000 por la Fundacin Eva Pern.

    7. Fuente: hasta 1970, SEDUV (Secretara de

    Estado de Desarrollo Urbano y Vivienda); hasta

    1979, SSEDUV (Subsecretara de Estado de

    De

    sarrollo Urbano y Vivienda); hasta 1983, estima

    do SSEDUV (valores 1980, 1981 y 1982: estima

    dos). Ver: Cuadernos. Desarrollo Urbano Y

    Vi-

    vienda. Informe

    NO

    1 CEDIE (Centro de Doc

    trina, Investigacin y Estudios) de las 62 Orga

    nizaciones Gremiales Peronistas, Movimiento

    Nacional ) usticialista, Buenos Aires, 1983.

    8. Ramn Carrillo, Teora del hospital, EUDE

    BA, Buenos Aires, 1974.

    9.

    op. cit.

    (3)

    1O. Horacio Baliero, ) uan Manuel Borthagaray y

    otros, Del conventillo al conjunto habitacional ,

    umma

    NO

    192,

    Buenos Aires, octubre 1 9 8 ~ ,

    pgs. 32 a 37.

    11. Mario Sabugo, Familia .y ciudad : casa y

    urbe , Revista FUNDAVI (Fundacin para

    el

    Desarrollo de los Asentamientos Humanos y

    la

    Vivienda) NO 2, Buenos Aires, marzo 1985, pgs.

    18a21.

    13. op. cit.

    1

    O).

    14. op. cit.

    11

    ).

    15. )os ) umilla, El Movimiento Moderno en

    la

    arquitectura rosarina (1930-1950) , Summa

    NO 230, Buenos Aires, octubre 1986, pgs. 42

    a 47.

    16. Pancho Liernur,

    El

    discreto encanto de

    nuestra

    arquitectura (1930-1960) ,

    umma

    N

    223,

    Buenos Aires, marzo 1986, pgs. 60 a 79.

    17.

    Nora Bricchetto, jorge Huarte, Guillermo

    Mrega, Rodolfo Morello, Alberto Petrina, Ro

    dolfo Sorondo, Celia Ursini, Carlos Viarenghi,

    La

    re-construccin necesaria' ,

    umma

    -.;o 192,

    Buenos Aires, octubre 1983, pgs. 35 a

    -B.

    75

    .....