grafopatologia de la psicosis
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I Jornadas Internacionales de Grafología – “La Grafología en el contexto interdisciplinario" –
4, 5 y 6 de junio de 2004, Argentina - Organizadas por el Instituto Superior Binet.
UNA VISIÓN GRAFOPATOLÓGICA DE LA PSICOSIS
María del Carmen DoyharzábalCopyright © María del Carmen Doyharzábal - Todos los derechos reservados.
Prohibida su reproducción sin autorización expresa.
El estigma de la psicosis
Pitágoras dijo - Si se os pregunta: “¿Qué es la muerte?” Responded:
“La verdadera muerte es la ignorancia” ¡Cuántos muertos entre los
vivos! Generalmente en la sociedad aquello que se ignora, tiende a ser
rechazado, y muchas veces discriminado.
Este estigma es el que han portado los pacientes psicóticos con el
transcurrir de los siglos y porque no decir, hoy aún, mucho más de lo
que nos gustaría admitir. Este rechazo está producido mayoritariamente
por el desconocimiento general del origen y de las posibilidades de
curación de muchas enfermedades mentales y genera una prejuiciosa
actitud no solo hacia los enfermos, sino también hacia sus familiares.
¿Pero por qué se produce este efecto? ¿Porque la psicosis es la
pérdida del juicio de realidad y de las fronteras del Ego, donde el sujeto
puede presentar diferentes síntomas que implican disfunciones
cognitivas y emocionales, incluyendo la percepción, el pensamiento y el
lenguaje entre otros? Su capacidad está menoscabada no
permitiéndole reconocer la diferencia entre la realidad y las
experiencias subjetivas y esta realidad se ve muchas veces sustituida
por sus delirios o alucinaciones y la marcada desorganización de su
personalidad lo incapacita para un efectivo funcionamiento social y
afectivo apropiado.
Etiopatogenia de la psicosis
Las psicosis pueden tener como origen diferentes etiologías. Algunas
escuelas las dividen entre las que tienen origen endógeno como las
psicosis maníaco depresiva, las psicosis esquizoafectivas y las psicosis
esquizofrénicas y las de origen exógeno que pueden ser exógenas
orgánicas – intracerebrales como las que se evidencian en la PGP, las
epilepsias del lóbulo temporal, las vasculopatías, las neoplasias, la
enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, las producidas por
virus, entre otras. Las exógenas extracraneales – intracorporales como
las producidas por deshidratación intensa, insuficiencia hepática, o
renal grave, anemias graves entre otras y las exógenas extracorpóreas
provocas por traumatismos encéfalo craneanos, alcohol, anfetaminas,
cocaína, LSD, entre otras causas.
Otras escuelas marcan sus diferencias entre las que pertenecen a
alteraciones anatomopatológicas específicas y que es posible
determinarlas a través de una autopsia sin conocimiento de la historia
clínica, como son las psicosis sifilíticas, la parálisis general progresiva,
la demencia senil, la encefalitis, las psicosis aterosclerósicas y algunas
formas de oligofrenias entre otras. Las que evidencian alteraciones más
o menos típicas que pueden no surgir al comienzo de la enfermedad,
pero si después de cierto período que puede ser relativamente largo
como el que se evidencia en algunas psicosis tóxicas o infecciosas de
curso crónico o la epilepsia y la esquizofrenia. Y las que no poseen
modificaciones anatomopatológicas comprobables como por ejemplo
las psicosis maníaco depresivas, las psicosis reactivas, las neurosis y
las psicopatías entre otras.
Podríamos así, seguir enumerando diferentes formas de clasificación,
orígenes y características que determinan a unas y otras, pero lo
destacable en todas ellas es que ante un primer episodio psicótico,
generalmente se hace muy difícil poder determinar exactamente de que
tipo de psicosis se trata.
La importancia de la detección precoz en la psicosis
Muchas veces en los inicios de una psicosis la actividad del proceso
puede estar tan encubierta que al médico psiquiatra le resulta difícil
poder diferenciar una psicosis de las perturbaciones neuróticas o
psicopáticas, sobre todo en los estadios de inactividad donde puede
producirse una superposición parcial entre síndromes neuróticos -
psicopáticos y las psicosis endógenas u orgánicas, incluso porque las
alteraciones neuróticas o psicopáticas pueden ser frecuentemente
estadios prepsicóticos que por muchos años precedan a un episodio
psicótico.
De acuerdo a lo expresado por el catedrático José Luís Vázquez-
Barquero, de la Universidad de Cantabria, en la l Reunión Nacional
sobre las Fases Tempranas de las Enfermedades Mentales, se hace
relevante la investigación y asistencia en las fases iniciales de las
enfermedades mentales por un doble motivo “El primero está dirigido a
garantizar que la precoz identificación y tratamiento de estas patologías
mejore su pronóstico y curso evolutivo. El segundo propósito persigue
profundizar, desde sus primeras manifestaciones, en el conocimiento
de los procesos que pudieran estar implicados en el origen y curso
evolutivo de dichas enfermedades”.
Y si bien es de considerar que esto debe aplicarse a toda enfermedad
mental u orgánica, es de fundamental relevancia ante la patología
psicótica, ya que como indica el catedrático “Con respecto a ella, los
modelos etiopatogénicos preventivos y terapéuticos actuales insisten
en la relevancia de incidir sobre las fases iniciales de la enfermedad, y
de incorporar una perspectiva que incluya variables psicopatológicas,
neuropsicológicas y neurobiológicas, para identificar mejor la
enfermedad, prevenir el deterioro, facilitar la integración en la
comunidad y alejar el estigma”.
De todas las perturbaciones psicológicas conocidas, la esquizofrenia es
una de las psicosis mas estigmatizadora, devastadora e incapacitante
no sólo para quien la sufre, sino también para su grupo familiar ya que
generalmente ante el avance de la misma no sólo deben brindar al
paciente apoyo emocional y cuidados, sino también apoyo financiero
debido a su imposibilidad de valerse por si mismo y los altos costos que
implica no sólo el tratamiento, sino los que demandan las recaídas y
reinternaciones.
Sin embargo de alguna manera, esto no tiene porque ser así, ya que en
la actualidad la aplicación de un tratamiento adecuado en las fases
iniciales de la enfermedad, permite no sólo alcanzar una mayor
estabilidad psicopatológica de los síntomas, sino evitar el avance
deteriorante de la misma, reducir las recaídas y necesidades de
internación, brindándole al paciente y su familia una calidad de vida
mejor.
El quehacer del grafopatólogo
La pregunta es entonces, ¿cómo podemos colaborar los grafopatólogos
en la evaluación de estos pacientes? Y la respuesta es, que es aquí
donde el grafopatólogo, como auxiliar del médico psiquiatra, puede
contribuir con su conocimiento aportando datos relevantes que
permitan clarificar el panorama, acotando las posibilidades y ayudando
a establecer la identidad de la patología, acelerando las posibilidades
diagnósticas y evitando mayores dilaciones ante el avance de la
enfermedad.
Pero, ¿cómo nos orientamos para efectuar este análisis y poder
determinar cual es la enfermedad, alteración o trastorno por el cual nos
consultan? En síntesis podríamos decir que lo que hacemos a través de
un escrito, es seguir los mismos pasos que realiza un médico psiquiatra
para realizar un diagnóstico y esto es agrupar los signos con
significación semiológica, relacionarlos con un síndrome y ubicar ese
síndrome respecto de un grupo de pertenencia.
Para ello, procederemos a evaluar el escrito de acuerdo a la intensidad,
predominio positivo o negativo del nivel del grafismo, determinando los
aspectos y subaspectos gráficos de acuerdo a sus correspondientes
determinaciones.
Agruparemos los signos gráficos de significación patológica,
determinando o descartando – en cotejo con escritos anteriores – la
proyección emocional que el sujeto pudiese haber plasmado en el
escrito y las alteraciones gráficas que pudieran surgir en el mismo
como consecuencia de la influencia medicamentosa, o tratamientos que
le hayan sido aplicados. Cotejaremos si los signos detectados en el
escrito actual, ya estaban presentes en los anteriores y de ser así, si
han aumentado en intensidad.
Esto nos permitirá realizar una cronología de las modificaciones y
evolución de los síntomas y a la vez obtener un amplio panorama de
los trastornos de la consciencia en donde evaluaremos el grado de
claridad de la misma, la orientación temporoespacial, la memoria y la
afectividad, así mismo nos orientará respecto a los trastornos del
pensamiento y trastornos actuales del comportamiento.
Una vez logrado esto podremos establecer si nos hallamos ante lo que
puede ser un trastorno actual de adaptación ante una experiencia del
momento o si se ha producido una modificación más profunda del
sistema de la personalidad y una patología del carácter, que es lo que
habitualmente se observa al comienzo y acompañando a las psicosis.
Luego, tomando en cuenta que muchos de los signos gráficos
detectados pueden ser un factor común a diferentes cuadros
psiquiátricos, procederemos a ubicarlos de acuerdo a las actuaciones o
alteraciones de orden psíquico o físico que representan, para ir
acotando las posibilidades hasta llegar a la identificación de la
enfermedad ubicándolos dentro de las patologías psíquicas o físicas
reconocidas por la psiquiatría, psicología o medicina.
Vemos entonces que a través de este método se diluyen
marcadamente las posibilidades de confundir patologías psiquiátricas
que a una primera impresión, pueden asemejarse a la esquizofrenia
como por ejemplo los desórdenes de la personalidad, el trastorno
esquizoafectivo, la depresión mayor, los desórdenes por pánico o el
trastorno bipolar.
Conociendo a la esquizofrenia
Hasta aquí hemos mencionado la necesidad enunciada por los
especialistas, de la realización de un diagnóstico temprano, como una
forma de evitar las consecuencias deteriorantes del avance del
desarrollo las psicosis y entre ellas las de la esquizofrenia.
Conozcamos entonces un poco más respecto de las verdaderas causas
y efectos de la misma y de las posibilidades que tenemos los
grafopatólogos de identificarla.
Lejos estamos ya del antiguo concepto de las posesiones diabólicas a
las que se atribuía la enfermedad. Hoy, gracias a los avances
científicos, sabemos que la esquizofrenia es una patología psiquiátrica
que se reconoce como principalmente genética, donde la transmisión
del riesgo de la enfermedad predispone al sujeto a padecerla, aunque
no en forma condicionante y en donde la influencia de los factores
ambientales y psicosociales desempeñan un rol importante en su
desarrollo.
En forma muy general diremos que a través de las técnicas de
neuroimágenes, sabemos que en la esquizofrenia se presentan
diferentes alteraciones estructurales del cerebro en las que se ven
involucrados principalmente el lóbulo frontal y el temporal y los
sistemas neuronales y neurotransmisores que regulan el
funcionamiento de estas áreas. Los estudios actuales sugieren que la
principal causa de estas anomalías estructurales se debe a una
alteración en el neurodesarrollo.
Pero para nosotros, más allá de las investigaciones neuropsiquiátricas
que no son nuestra especialidad, para poder determinar por donde
debemos empezar a investigar lo importante es saber, cómo puede
comenzar, qué es lo que sucede con el esquizofrénico, y por que actúa
y piensa en la forma en que lo hace. Para eso debemos remitirnos a los
inicios de la enfermedad, a esa etapa en donde no han surgido aún las
manifestaciones más claras como sería el delirio, porque como ya
decía Clérambaut, cuando aparece el delirio la psicosis ya es vieja.
El período de comienzo de la esquizofrenia está desprovisto de
especificidad. Sus formas de inicio pueden ser variadas evidenciándose
diferentes modos de ingreso a la misma.
Puede iniciarse en forma lenta e insidiosa, adoptando diferentes
modalidades evolutivas donde progresivamente se va instalando el
delirio. Otra forma de presentación es la que se denomina aguda,
donde se instala en forma abrupta, pudiendo evidenciarse a través de
estados melancólicos, estados hipomaníacos, estados catatónicos,
estados delirantes y alucinatorios. Comenzar de forma cíclica, donde
sobre una base esquizoide o esquizoneurótica la esquizofrenia va
evolucionando por medio de brotes agudos, hasta que generalmente
después del tercero se instala en forma crónica. O presentarse bajo la
denominada forma monosíntomática donde a través de
comportamientos impulsivos realiza actos criminales fugas, agresiones,
desenfrenos sexuales, tentativas de suicidio o autocastración para los
que el enfermo generalmente no tiene ninguna explicación.
De ahí, que los rasgos escriturales de los cuales partamos en la
investigación inicial en cronología, pueden ser variables pudiendo
presentar características esquizoides, o aparentemente histéricas,
depresivas, maníacas o psicopáticas entre otras.
Dentro de las cuatro formas de presentación clínica mas clásicas de la
esquizofrenia, la forma paranoide es una de las más típicas y
frecuentes. Aquí la presencia de los delirios y las alucinaciones
mayoritariamente auditivas y relacionadas con el contenido delirante
tienden a ser características si bien, en algunos casos, las
alucinaciones pueden faltar. El enfermo presenta mayoritariamente los
síntomas considerados positivos y poca tendencia a los síntomas
negativos, resaltando sobre todo las alteraciones intelectuales.
Existe otra forma clínica de presentación denominada esquizofrenia
simple que es crónica, insidiosa y lentamente progresiva. Aquí se
acrecientan las tendencias esquizoides que el enfermo ya evidenciaba
anteriormente y generalmente tiende a cursar sin los denominados
síntomas positivos como son las alucinaciones, delirios o síntomas
catatónicos, basándose fundamentalmente en un progresivo
empobrecimiento de la vida afectiva en primer lugar, para luego quedar
sometida toda la actividad psíquica en general.
Otra forma de presentación es la hebefrénica o desorganizada, de
comienzo más precoz y que en sus inicios pueden ser fácilmente
confundida con la psicosis maníaco depresiva o con trastornos
psiconeuróticos. Se caracteriza por la presencia de una pronunciada
alteración del pensamiento, una marcada regresión hacia un
comportamiento primitivo, desorganizado e inhibido, con un pobre
contacto con la realidad y un deterioro cognitivo manifiesto,
evidenciando alucinaciones e ideas delirantes mal estructuradas. Si
bien suele estar activo lo hace de forma no constructiva. Aquí, resaltan
al alteraciones afectivas, faltan generalmente los síntomas productivos
y la enfermedad avanza a través de brotes frecuentes pudiendo el
enfermo presentar una alternancia de hipo e hiperactividad, si bien lo
más común es que curse hacia una apatía progresiva con indiferencia.
La cuarta forma clínica es la esquizofrenia catatónica cuyo comienzo
tiende a ser más tardío que el de la esquizofrenia hebefrénica. En este
tipo de esquizofrenia predominan las perturbaciones psicomotoras y el
comportamiento del enfermo oscila entre la excitación y la inhibición,
alternando los períodos de hipocinecia y estupor con los períodos de
agitación motriz violenta. Las alteraciones sensoriales que puede
evidenciar son sobre todo las alucinaciones de tipo auditivo.
Si bien en la práctica real se observa la posibilidad de que cada
esquizofrénico durante el curso del proceso puede cambiar una forma
clínica determinada por otra, la predominancia de un tipo determinado
de síntoma sobre los demás es lo que permite efectuar el diagnóstico.
Los síntomas positivos y negativos
Como podemos ver las formas de inicio pueden ser heterogéneas y
particulares a cada uno, al igual que sus formas de evolución, donde
una vez instalada la patología pueden presentarse o predominar en
mayor o menor grado los denominados síntomas deficitarios o
negativos como son la pobreza afectiva, la alogia, la abulia y apatía, la
anhedonia, la asociabilidad, los problemas cognitivos de la atención; o
los denominados síntomas productivos o positivos como las
alucinaciones, las ideas delirantes que componen el delirio y el
trastorno formal del pensamiento. Otros síntomas positivos son los del
ámbito de los sentimientos como la angustia y la excitabilidad, los
síntomas positivos vegetativos como el insomnio, las palpitaciones,
sudores, mareos, trastornos respiratorios o gastrointestinales y los
trastornos positivos de la motricidad como el comportamiento agresivo
y /o agitado, la inquietud corporal, los movimientos extraños y
absurdos, y la conducta repetitiva que dan lugar al comportamiento
extravagante.
De todas maneras todos los esquizofrénicos presentan un punto en
común que es la ambivalencia, la extravagancia y la impenetrabilidad.
La irrupción de la esquizofrenia: ¿cómo reconocerla?
Generalmente lo que el esquizofrénico evidencia al comienzo es la
aparición en el campo de la consciencia de algo desconocido, es una
sensación de cambio, de que algo le sucede pero no puede saber de
que se trata, que no puede identificar, pero sabe que está.
Es por esto que los autores dicen “….irrumpen situaciones nuevas,
distintas, absolutamente no conocidas por el paciente…”
Y al igual de lo que sucedería con cualquiera de nosotros al
enfrentarnos a una sensación desconocida, el no saber le genera
incertidumbre y la incertidumbre le genera inseguridad, tensión y miedo.
Se produce aquí para él una doble incógnita, por un lado vivencia el
hecho de no poder determinar de qué se trata esto nuevo que le
sucede y por otro no puede ubicarse a si mismo frente a ello, esto es lo
que se denomina perplejidad. Surge entonces como consecuencia el
displacer como repercusión afectiva.
Por lo tanto, necesita buscar una explicación, algo que le permita saber
que es lo que le pasa o por lo menos, y eso es lo que hace, generar
una hipótesis tranquilizadora sobre eso nuevo que siente.
Por algún motivo desconocido el esquizofrénico, desde el primer
momento siente que no lo puede consultar con los otros, porque en la
esquizofrenia, desde el inicio, ya existe una básica desconfianza hacia
el otro, ya se ha producido la ruptura con el otro y por lo tanto se
produce lo que el Dr. Hugo Marietán llama el despegue del consenso,
porque al haberse roto el patrón de confianza hacia los demás, sabe
que no puede buscar una explicación en ellos y sale a buscar, él solo,
la respuesta a su incógnita, produciéndose aquí en él una
reverberación psíquica que lo lleva a estar tenso, introvertido y aislado
mientras busca una respuesta. La conducta de aislamiento se produce
entonces, para evitar el ingreso de nuevas informaciones y poder
elaborar su propia hipótesis sobre ésta situación nueva ante la que se
encuentra. Esta situación nueva e intranquilizadora, lo conduce a la
convicción de que algún peligro se cierne sobre él, lo que se denomina
la sensación de amenaza al Yo. Es aquí entonces donde la escritura
comienza presentar o a incrementar los rasgos regresivos indicando
con este movimiento de defensa, una actitud defensiva del Yo ante el
sentimiento de inseguridad o amenaza que presiente, marcando
también el comienzo o aumento de la introversión y la introyección. El
margen izquierdo retrocede por el aumento de la introversión, el
margen derecho retrocede como un indicador del alejamiento por parte
del sujeto de aquello que siente como amenazante y peligroso, de
aquello que no conoce pero presiente y que es generador de ansiedad.
Aquí el mayor o menor alejamiento, será indicador del mayor o menor
sentimiento de inseguridad que lo invade y del nivel de angustia
evidenciado, siendo al mismo tiempo significante del proceso regresivo.
La escritura contenida evidencia la inhibición y la introversión, la
escritura constreñida indica la reducción de la capacidad de
comunicación y ocultación de las cosas que observa y de la inhibición
producto de la ruptura con el consenso. La escritura suspendida marca
el freno y la inhibición producto de la angustia que lo invade. El
aumento de la angustia comienza a alterar la legibilidad de la escritura,
siendo esta tendencia a la ilegibilidad indicadora de la confusión mental
y del comienzo del proceso de disgregación del pensamiento. La
escritura se vuelve desigual por la discordancia entre lo que percibe de
su propio mundo interior y el entorno y la cohesión comienza a ser
desigual demostrando el caos interior, producto de las luchas internas
que sostiene sumergido en la duda, la vacilación y la pérdida de la
espontaneidad. La forma discordante denota el desconcierto o
perplejidad en lo que su Yo evidencia respecto a su relación con los
otros y con el mundo en general, marcando la falta de adaptación y de
equilibrio. La presión desigual con profundidad desigual y predominio
del trazado superficial indica las fallas de las defensas ante un medio
ambiente que le resulta angustiante. La tensión o flojedad en sentido
vertical con aumentos esporádicos de la tensión evidencia la
inseguridad del Yo, al no saber que actitud tomar y la incapacidad para
poder sostenerse, y los intentos de reafirmación y defensa de un Yo
claudicante, en cuyo caso el trazado puede presentarse inseguro y
torcionado por el deseo de protegerse frente a lo desconocido,
denotando la ansiedad y angustia que vivencia como producto de la
permanente lucha que sostiene consigo mismo. La escritura ligera y sin
presión demuestra las dificultades para enfrentar la realidad y una
voluntad que ya no se puede sostener. La escritura desnutrida, donde
se puede ver, afectada gravemente la tensión, la profundidad, el calibre
y el dinamismo del trazado, que en esos casos tiende a ser delgado,
denota el sentimiento de inseguridad que lleva al sujeto a ponerse en
guardia ante aquello que presiente como peligroso y la incapacidad
para enfrentar a la realidad. La dirección de líneas irregulares indica la
inestabilidad emocional, anímica y de la voluntad frente a los cambios
que experimenta y que afectan la vitalidad de su Yo. Las hampas
deformadas son indicadoras de la necesidad de defenderse de un
medio ambiente que considera hostil o peligroso. La escritura vacilante
es el reflejo de la vulnerabilidad interna y de la inseguridad y angustia
que lo invade. Las letras a /o pueden cerrarse con bucles en una
posición de defensa o reducir su tamaño original indicando la retracción
del medio.
Este repliegue sobre sÍ mismo, producto de la necesidad de poder
trabajar sobre la incógnita, lo observaremos en la escritura regresiva
que nos indicará el retorno o fijación de la afectividad hacia etapas
anteriores, La escritura concentrada denotará la reconcentración del
pensamiento, la desconfianza, la susceptibilidad y el recelo. La
escritura apretada nos indicará la reacción de defensa instintiva frente a
la angustia que le genera el mundo exterior. La escritura contenida
reflejará la inhibición, la introversión, la angustia y ansiedad que lo
llevan a sostener una actitud de coartación frente a los problemas
reales de la vida, señalando a la vez el freno excesivo de las pulsiones
instintivas. Los gladiolados serán los representantes de la disminución
de la energía en el momento de contactarse con el exterior, como así
mismo la depresión que por momentos lo invade. Y la escritura
arqueada puede en estos casos presentarse como una reacción de
defensa instintiva frente a la angustia que le genera el mundo exterior.
Esta nueva conducta y el alejamiento son las que hacen que los demás
lo vean como raro, diferente y digan que ya no es como antes, que
nada le interesa, que vive encerrado en su habitación, que se ha vuelto
poco sociable. Este alejamiento de la familia y de las amistades, el
abandono de los estudios o del trabajo o la realización de los mismos
con una marcada dificultad o distraídamente son los signos que mejor
reflejan las graves alteraciones de la conducta y de la actividad
psíquica.
La pronunciada alteración de la sociabilidad, que en el esquizofrénico
constituye un síntoma, muchas veces puede ser confundida, sobre todo
en los adolescentes, como una época de crisis ya que generalmente
después de los primeros cuatro o cinco meses el enfermo tiende a
recuperarse algo, sin embargo años después la esquizofrenia hace su
aparición con toda su virulencia conduciendo a pensar al mal
observador que ese es el primer brote, cuando en realidad el primero a
pasado desapercibido.
En estos casos la observación del escrito de la primera época y el
cotejo con otros anteriores, puede mostrar, además de los signos ya
señalados, los indicadores del verdadero inicio a través de una presión
desigual que en el movimiento horizontal señalará la inseguridad en la
relaciones sociales, y en el vertical evidenciará un Yo poco seguro,
demarcando a la vez, de acuerdo a las características del trazado, una
tendencia a la agresión explosiva. Si ésta presión desigual se presenta
con irregularidades en la profundidad, fuerza y relieve conformando un
trazado inestable nos confirmará los cambios de actitudes por
inexistencia de equilibrio interno. . La mayor desigualdad de los trazos
finales indicará la variabilidad de los comportamientos frente a las
diferentes personas o situaciones que debe enfrentar. La presión
vertical incrementada mostrará la obstinación e intransigencia que
registra en su necesidad de defenderse de los supuestos embates
exteriores. Las fragmentaciones del trazado serán indicadoras de la
desintegración de la personalidad. En la letra m la fragmentación total
de los tres arcos será representante de la dificultad para integrarse
socialmente y de la disociación que se produce entre el Yo del sujeto, la
familia y la sociedad; la separación del tercer monte indicará un Yo que
se recluye y su ruptura con el resto del mundo. En la letra a, la
separación del óvalo (representante del Yo) del trazo final (el nexo con
los demás) será la separación del Yo del mundo exterior inmediato
(familiar, social y profesional) y su tendencia al aislamiento. Mientras
que la fragmentación de la letra d como representante de los demás,
los deseos, la fantasía y la imaginación del sujeto, demuestra la
separación o elaboración, por parte del mismo, de un mundo aparte del
de la realidad que le toca vivir. Los barrados inútiles en los trazos
finales señalarán la tendencia a limitar o evitar los contactos con el
medio ambiente. La irregularidad del tamaño, la inclinación y la presión
irregular o desigual mostrarán el desajuste y desequilibrio pulsionar,
mientras que en cambio, la presencia en mayor o menor grado de una
escritura monótona marcará la mayor o menor tendencia a el
estancamiento y paralización de la sensibilidad emocional indicando la
tendencia al automatismo mental. La escritura pequeña o que se
empequeñece de acuerdo a la cronología será indicadora de la
reducción de la tendencia expansiva y de la comunicación, como
también de la introversión, siendo un indicador de la sociabilidad
compleja del enfermo. La inclinación que muchas veces tenderá a ser
invertida puede variar en los grados mostrando en caso de ser
moderada la dificultad para relacionarse socialmente, la angustia ante
la presión ejercida por el medio ambiente y su necesidad de refugiarse
en su mundo interior, replegándose en si mismo, en una posición de
retirada del mundo. A su vez marcará la tendencia a un pensamiento
subjetivo, tendencia que confirmaremos por la presencia de una
escritura condensada entre letras, los adosados, las letras
superpuestas, una escritura que tiende a ser desordenada y las barras
de la letra t instaladas altas. La inclinación invertida entre los sesenta y
cuarenta y cinco grados denotará la dificultad que presenta para
contactarse debido al aumento de la desconfianza y de la retracción,
siendo ya ésta indicadora de la dificultad de adaptación producto del
desequilibrio psicológico; en esta situación el sujeto ya no logra
integrarse al medio y su Yo se retrae derrotado frente de la realidad.
Cuando la inclinación invertida supera los cuarenta y cinco grados la
posición defensiva y la retracción son máximas y se siente impelido a
sostenerlas de cualquier manera, en éste caso la desconfianza hacia el
otro ya es muy intensa y la agresividad que hasta ese momento puede
estar reprimida podría en estas circunstancias orientarse incluso sobre
si mismo a través de actitudes suicidas si existen en el escrito otros
rasgos que lo confirmen. La velocidad se evidenciará lenta por la
limitada capacidad para relacionarse y su necesidad de vivir en su
propio mundo. El margen derecho se presentará en retroceso o muy
amplio marcando la disminución de la sociabilidad y la posición de
retirada para evitar la invasión del medio ambiente a su Yo, y en caso
de ser irregular indicará que la sociabilidad puede ser alterante y tener
reacciones imprevistas, mostrando a su vez que los mecanismos de
defensa del Yo comienzan a evidenciar fisuras importantes. El margen
izquierdo en retroceso confirmará la posición de retirada y de
presentarse en zigzag la lucha interior que sufre y que da origen a
cambios permanentes de conducta ante los demás, mientras que si es
inexistente mostrará la retracción, la total insociabilidad y la tendencia a
la apatía. Las letras mayúsculas independizadas de la letra siguiente
serán, en este caso, debidas a la desconfianza que siente hacia todos
los demás, marcando la introversión por la necesidad de analizar lo que
siente. La escritura que puede presentarse como seca o rígida será
indicadora del bloqueo de la sensibilidad, de la imposibilidad que
presenta de identificarse con los otros y de las actitudes inmodificables
respecto de su capacidad de compresión hacia las posiciones o
sugerencias de los demás. Las letras condensadas confirmarán la
dificultad de adaptación al medio por la imposibilidad de elaborar juicios
en forma objetiva. Pueden presentarse palabras crecientes o en
aumento que corroborarán la dificultad para adaptarse sobre todo a
situaciones nuevas o a cambios y la reticencia a relacionarse. Es aquí
donde el coligamento será una guía indicadora de las diferentes formas
que puede adoptar ante su problemática para socializar, el coligamento
en ángulo corroborará la marcada tendencia a aislarse y la tendencia a
oponerse y contradecir, mientras que si éste coligamento se acompaña
con movimientos lanzados la tendencia a oponerse será intensa, en
cambio si el coligamento en ángulo se presenta en conjunto con una
escritura apretada con inclinación recta señalará que el sujeto está
permanentemente analizando la situación. Los aumentos bruscos de
tamaño nos permitirán prever la tendencia a una marcada irritabilidad
que puede estallar a través de inesperadas pérdidas de control.
En el esquizofrénico el comportamiento de la atención y de la
concentración es variable, La atención esta disgregada, es decir que a
veces la puede ejercer y otras no y que puede hacerlo con prontitud o
sin ella, es por eso que los rasgos de la escritura que determinan a la
misma pueden ir variando de acuerdo a los tiempos entre un escrito u
otro.
En los episodios agudos donde le resulta prácticamente imposible
sostenerla los puntos de letras i se ubican en diferentes lugares,
adquiriendo diferentes formas y tamaños demarcando la incapacidad
para poder concentrarse. Los puntos irregulares acompañando a letras
deformadas, desproporcionadas y una escritura agitada y movida
demarcarán las fallas de la atención y la dispersión.
Las fallas en la concentración se evidenciarán en la falta de puntos en
las letras i, y/o ausencia de barras en la letra t, pudiendo también
hallarse letras o palabras repetidas o faltantes, aumentos irregulares
del tamaño de las letras, y un aumento de la ilegibilidad sobre todo en
las zonas inconscientes del escrito.
Estas fallas que se presentan se deben a que el tiempo que puede ser
mantenida la concentración atentiva esta en relación al vigor psíquico
de la persona y tal como dice Ribot “la atención tiene siempre por
causa estados afectivos” y la esquizofrenia, precisamente, se
caracteriza por la desorganización de la vida afectiva del sujeto donde
las perturbaciones cuantitativas de la afectividad como la atimia (falta
de afectividad o indiferencia afectiva) y las perturbaciones cualitativas
como las paratimias o neotimias (formación de sentimientos nuevos o
aparición de sentimientos inadecuados) y la ambivalencia afectiva,
afectan profundamente la afectividad del enfermo.
Estas patologías de la afectividad la detectaremos de acuerdo a los
grados que presente la inclinación, cuya oscilación nos permitirá
evaluar el grado de sensibilidad del enfermo. Una inclinación vertical
rígida señalará una receptividad retardada, la falta de empatía y la
imposibilidad de poder comprender las emociones de los demás y de
reaccionar afectivamente. La inclinación invertida moderada indicará la
retracción afectiva, la inversión entre sesenta, y cuarenta y cinco
grados evidenciará la desconfianza y la resistencia al intercambio
afectivo, y las inclinaciones que superen los cuarenta y cinco grados
denotarán la insensibilidad absoluta.
En estos casos, la dirección de líneas será otro elemento orientador
respecto a la estabilidad psíquica y emocional. Una dirección horizontal
rígida confirmará la apatía y la indiferencia afectiva. Mientras que los
cambios del coligamento que puede ser discordante reflejará los
cambios de conducta irrazonados y el conflicto que evidencia en la
esfera afectiva.
Un aporte más a la ciencia
Estos y otros más, serán los signos gráficos orientadores, que
relacionados entre si nos permitan evaluar algunas de las
características que identifican los comienzos de una esquizofrenia.
De la misma manera nos será posible detectar las características de las
diferentes etapas, las alteraciones del curso del pensamiento, de la
afectividad y de las emociones, de la volición y del vivenciar del Yo, las
alteraciones de la sensopercepción y la motricidad, como así mismo
orientarnos respecto al subtipo clínico al que pertenecen.
Vemos entonces que los grafopatólogos con nuestros conocimientos y
como auxiliares del médico psiquiatra, podemos aportar un grano de
arena más a la exploración psicopatológica, que le permita acelerar los
tiempos diagnósticos que reditúen en beneficio de una mejor calidad de
vida del paciente.
O al menos esta es nuestra esperanza, ya que al igual que Lubbock
pensamos que “El hombre necesita ciencia, no sólo para asegurar su
vida, sino para vivir".
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