fundamento_doctrinal oficial, actual.pdf

76
FUNDAMENTO DOCTRINAL Iglesia de Dios (7° día)

Upload: alvaro-hernandez

Post on 21-Dec-2015

23 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

FUNDAMENTO DOCTRINAL Iglesia de Dios (7° día)

EL CONTEXTO DEL DOCUMENTO DOCTRINAL

Aprendemos a vivir respondiendo a las preguntas como: ¿Por qué estamos en la tierra? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Para nosotros son insuficientes las respuestas fundadas en lo temporal, en especial las racionales, porque, ante el gran misterio de la vida, sus aportaciones terminan por decepcionar y rayar en lo absurdo cuando en su afán por negar toda referencia a lo eterno, hacen que los seres humanos ocupen el papel de dioses, sin ninguna otra instancia ante la cual hacerse responsables de sus actos; dioses tan frágiles y vulnerables como lo es cada ser humano. Nos queda claro, que las respuestas a las preguntas importantes de la vida solo pueden venir de Dios y no de la razón humana.

Buscamos respuestas trascendentes, y solo podemos tenerlas en un encuentro renovado con Jesucristo, que enriquezca nuestra comprensión del Evangelio, de la Salvación y vida eterna debidas a la fe. Por la gracia de Dios, tuvimos ese encuentro en sucesivos concilios que nos dio una compresión más amplia de estas realidades. Esta renovación nos impone la necesidad de revisar y reformular toda nuestra comprensión de Dios, la fe, la Iglesia, el hombre, el Reino, la vida eterna y otros aspectos más.

Buscamos una vivencia de la fe y una convivencia religiosa más libres por medio de la principal herramienta que tenemos: la acción de Dios; y por medio de nuestras herramientas, que son secundarias, a saber: nuestra comprensión del Evangelio, de la salvación por gracia y el estudio de la Biblia hecho con recursos que antes no teníamos. Herramientas que usaremos en medio de las circunstancias históricas que no ha tocado vivir.

Buscamos ser fieles a la voluntad de Dios en un mundo donde hay muchas creencias que afirman ser una expresión verdadera de ella; pero en realidad están motivadas por ideas, experiencias o intereses meramente humanos. Éstas deben ser desenmascaradas a la luz de la Palabra de Dios pues representan peligro para una fe saludable.

Contexto religioso en el que se reelabora nuestro credo.

1. Espiritualidad a la medida del ser humano

Es una espiritualidad subjetiva. La verdad se mide por la experiencia vivencial y subjetiva del individuo; ya no se busca la verdad religiosa que toca el entendimiento escritural sino la verdad interna del sujeto. La conciencia individual es lo que determina todo lo religioso. Es una espiritualidad emocional. Estamos en una época en donde prevalece el “emocionalismo”; hay una sobrevaloración de la afectividad, se da la primacía a lo sensible por encima de la razón y el pensamiento lógico. Esta emocionalidad considera a la intuición como un modo de conocimiento primario y fundamental.

En las comunidades emocionales prevalecen: la fuerte adhesión personal en torno de una figura carismática, se intensifica el vínculo afectivo interpersonal y se minimizan las implicaciones sociales de pertenencia y obligaciones, se desconfía ante lo dogmático y doctrinal y se manifiesta un localismo exacerbado en el sentido de que la legitimación recae sobre el propio grupo y sobre el portador del carisma. Es una espiritualidad tribal. Se considera a la comunidad como la fuente de todos los valores morales y espirituales porque en todo y todos lo demás hay un desmoronamiento de las estructuras institucionales. La comunidad se vuelve excluyente ya que suele calificarse como la única portadora de la verdad. Es una espiritualidad sincretista. El sincretismo posmoderno se manifiesta en la aceptación de elementos extranjeros, y en la revitalización de tendencias arcaicas, el florecimiento de la demonología, la astrología, las supersticiones, las creencias y prácticas teúrgicas (poder de los ritos). Por ejemplo, alguien puede ser cristiano y creer en la reencarnación o tener una religiosidad light que evade el carácter celoso de Dios, que empequeñece la gravedad del pecado, excluye del Reino toda referencia al dar cuentas a Dios y que predica a un Cristo solo en su aspecto de gloria, sin ninguna relación con el sufrimiento.

2. La necesidad de la ortodoxia doctrinal. Los integrantes de nuestra Iglesia tienen contacto frecuente con muchas ofertas del mundo religioso. Hay mil movimientos extraños que han surgido. Grupos evangélicos que se dividen más rápidamente de lo que se multiplican, muchos han tomado el evangelio como ganancia (hay congregaciones que parecen franquicias comerciales: un pastor extranjero, música profesional, un sistema educativo, y otros), cada día surgen nuevos movimientos que dicen llamarse cristianos pero que se apartan de lo que la Iglesia cristiana ha predicado y practicado a través de los siglos, prevalece un modelo pragmático de las estructuras de la Iglesia, se arrecian los fundamentalismos y la Iglesia tiene un pobre impacto en la cultura.

¿Cómo juzgar esos movimientos? Las doctrinas que sean pura mentira o moda no son motivo de preocupación, se desvanecerán por sí mismas, el verdadero peligro lo representan aquellos movimientos que a partir de una verdad, generan mentiras. Pero, por otro lado, existe la posibilidad de que una doctrina nueva sea realmente un movimiento de renovación y edificación para nuestra Iglesia. Entonces el reto consiste en distinguir entre una herejía y una mejor compresión o ampliación de una verdad bíblica:

“Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean

artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” Efesios 4:14-15

La verdad es de Dios no nuestra, servimos a esa verdad, no la poseemos de manera absoluta mucho menos la dominamos. Los grandes herejes eran personas que creían tener razón, estaban convencidos de sus ideas. Las herejías nos desafían a definir lo correcto de la fe cristiana, pero por otro lado, también son expresiones de la vitalidad de la Iglesia. En toda herejía hay evidencia de una verdad o verdades que se han dejado de practicar.

“Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A ésos hay que taparles la boca, ya que están

arruinando familias enteras al enseñar lo que no se debe; y lo hacen para obtener ganancias mal habidas” Tito 1:10-11

La doctrina es el tamiz por el cual se puede proteger a la Iglesia contra los peligros de las herejías. Y también la base para una reflexión que mejore la práctica de lo que creemos, sin perder de vista que lo más importante es en quién creemos.

3. Reconocimiento de la herencia de una fe bíblica

La Iglesia de Dios (7o día) (ID) como una organización cristiana ha tenido sus características que la identifican como denominación particular y la distinguen de las demás organizaciones similares. Hay elementos esenciales que prevalecen a lo largo de generaciones y que constituyen el núcleo fundamental del credo de la institución. Por otra parte, hay elementos complementarios de la época o la cultura en la que se insertó la fe, éstas son temporales o parciales.

4. Implicaciones pastorales del credo El credo es una directriz en la misión de la Iglesia, nuestra teología define nuestra pastoral, el centro de la fe y el reconocimiento de la dignidad humana. Nuestra comprensión sobre el hombre, Jesucristo, el Espíritu, la Palabra y la misión de la Iglesia marcarán el rumbo de las prácticas.

5. El desafío de elaborar un documento para nuestra generación. “No con nuestros padres hizo el Señor este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos” Deuteronomio 5:3. Cada generación tiene un encuentro personal con lo eterno, no se puede vivir de la fe de otros ni de la inercia, se hace obligado frente al momento de crisis. Hoy nos hallamos ante el futuro que Dios ha dispuesto para nosotros como una familia de creyentes que eligen ser obedientes hasta las últimas consecuencias.

El credo expresado en este Fundamento Doctrinal nos da una identidad colectiva, renunciamos a las interpretaciones y preferencias individuales para proyectar la razón de ser de toda una familia de fe.

Presentación Conscientes de nuestra responsabilidad histórica de cumplir la misión que Jesucristo nos ha encomendado, de: “Id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20), compartimos con usted el Fundamento Doctrinal de la Iglesia de Dios (7º. Día) en la República Mexicana; establecida en desde 1920. El presente Fundamento es herencia de muchos años de escudriñamiento celoso de la Palabra de Dios revelada a los seres humanos. La doctrina que históricamente ha predicado y que nos ha distinguido, se revitaliza a la luz de los recursos bíblicos con que hoy se cuenta; pero sobre todo, por la dirección de Dios, a quien acudimos una y otra vez para que por su Espíritu Santo nos guíe a toda verdad y a toda justicia. Este documento es resultado del trabajo del Concilio, órgano integrado por los

Ministros de la iglesia, el cual actualiza su posición bíblico teológica para

responder, a las necesidades de la comunidad de fe y del ser humano que sufre a

causa de la realidad del pecado.

No obstante del especial entendimiento bíblico que el Señor en su gracia nos

permite tener, consideramos nuestro Fundamento Doctrinal como un credo

abierto, ante la certeza de que el Espíritu Santo de Dios nos sigue iluminando y la

posibilidad de arribar a un mejor entendimiento de su Palabra, ya que ésta sigue

siendo fuente inagotable de verdad y vida. De hecho, tenemos otras creencias y

prácticas que no están incluidas en este documento por no ser consideradas de la

misma relevancia pero que forman parte de la enseñanza y experiencia de nuestra

iglesia

Sirva pues este Fundamento Doctrinal, para despertar en usted, el deseo de conocer más y mejor la Palabra de Dios y encuentre la plenitud de vida que Dios ofrece de acuerdo con su Palabra en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo, quien dijo: “Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado” (Juan 17:3)

Introducción Los creyentes en Dios necesitamos describir el contenido de nuestra fe

fundamentados en la Palabra Revelada. Dicho contenido se presenta en

afirmaciones razonables, breves y lógicas, buscando que sea confiable en sus

motivos y métodos y, pertinente con la situación del mundo. A cada una de estas

declaraciones, le hemos llamado “punto de fe” y el conjunto de ellas conforman el

credo de nuestra Iglesia. A este credo le hemos denominado “Fundamento

Doctrinal” porque en él se cimentan: el entendimiento, la enseñanza y la práctica

de la voluntad divina en la Iglesia de Dios (7° día).

Dividido en tres grandes secciones a saber: I. Fe y Salvación, II. Acción Cristiana y III. Estudio y Escudriñamiento, el Fundamento Doctrinal contiene 28 puntos de fe, iniciando cada uno de ellos con una declaración que expresa en términos generales nuestro entendimiento bíblico sobre dicho punto; en seguida, se ofrece una explicación detallada de su contenido, señalando las citas bíblicas correspondientes que el lector podrá revisar con facilidad. La comprensión adecuada y completa de cada uno de los tópicos se logra al ser analizados en su conjunto. La primera sección del Fundamento Doctrinal se llama “FE Y SALVACIÓN” porque en ella se agrupan los puntos de fe que fundamentan el entendimiento del Evangelio: Iniciando con la exposición del medio por el cual se conoce y predica (1. La Biblia) siguiendo con lo que de sí mismo ha revelado el Ser del cual procede el Evangelio (2. Dios) Se continúa con la declaración acerca del Ser por medio del cual se hace presente y opera el mensaje de salvación (3. EL Hijo de Dios) seguida de la declaración sobre el poder que acompaña al Evangelio (4. El Espíritu Santo) y la declaración sobre el ser a quien se dirige (5. El Ser Humano) y como punto culminante: la descripción propiamente dicha del Evangelio (6. El Evangelio) Para terminar la sección, se presentan las declaraciones sobre la realidad que el Evangelio crea a nivel personal (7. El Creyente) y a nivel comunitario (8. La Iglesia). La segunda sección se denomina: “ACCIÓN CRISTIANA” porque en ella se agrupan los puntos de fe relativos a las prácticas que se derivan de la aceptación del Evangelio y de la pertenencia a la Iglesia: En el primer punto de fe de esta sección se habla de lo que acompaña toda acción cristiana (9. La Oración) En los siguientes cuatro puntos se habla propiamente de la acción cristiana: Es una acción que se realiza por la auténtica libertad (10. Los Diez Mandamientos) Acción que también se realiza como un reconocimiento y guarda de lo santo (11. El Sábado y 12. La Ley de la Alimentación y la Misericordia) y en virtud de la dignidad que el propósito eterno de Dios les da (13. Las Buenas Obras) y como cierre de este grupo se desarrolla el concepto de paz hacia la cual está dirigida toda acción cristiana (14. La Paz de Dios)

En los últimos puntos de fe de esta sección se presentan las ceremonias que orientan y revitalizan la acción cristiana pues dichas ceremonias tienen la facultad de poner en contacto con lo eterno e invisible a todo aquel que las realiza por fe (15. La Cena del Señor; 16. El Lavamiento de los Pies; 17. La Unción de los Enfermos; 18. Diezmos, Ofrendas y Primicias; 19. El Matrimonio) La tercera sección se denomina: “ESTUDIO Y ESCUDRIÑAMIENTO” porque en ella se agrupan los artículos en los que la Iglesia consigna su esfuerzo interpretativo sobre el designio eterno de Dios para su creación. Esta última sección inicia presentando el papel que desempeña la profecía en la relación que tienen Dios y sus criaturas (20. La Profecía) para contrastarlo con el papel que desempeña Satanás como opositor de dicha relación (21. la Obra y Fin de Satanás). Establecida esta diferencia, se procede a expresar la comprensión de la Iglesia sobre los eventos importantes relacionados con el fin (22. El Retorno de Israel; 23. Los Mensajes de los tres ángeles; 24. Las Siete Últimas Plagas; 25 La Segunda Venida del Señor y 26. Resurrección y Castigo Eterno). Se cierra la tercera sección, y con ella todo el Fundamento Doctrinal, con los puntos de fe que expresan la realización del propósito eterno de Dios para su creación (27. El Reino de Dios y 28. La Nueva Creación).

Contenido

FE Y SALVACION

Punto de fe 1. La Biblia Punto de fe 2. Dios Punto de fe 3. El Hijo de Dios Punto de fe 4. El Espíritu Santo Punto de fe 5. El Ser Humano Punto de fe 6. El Evangelio Punto de fe 7. El Creyente Punto de fe 8. La Iglesia ACCION CRISTIANA

Punto de fe 9. La Oración Punto de fe 10. Los Diez Mandamientos Punto de fe 11. El Sábado Punto de fe 12. La Ley de la Alimentación y la Misericordia Punto de fe 13. Las Buenas Obras Punto de fe 14. La Paz de Dios Punto de fe 15. La Cena del Señor Punto de fe 16. El Lavamiento de los Pies Punto de fe 17. La Unción a los Enfermos Punto de fe 18. Diezmos, Ofrendas y Primicias Punto de fe 19. El Matrimonio ESTUDIO Y ESCUDRIÑAMIENTO

Punto de fe 20. La Profecía Punto de fe 21. Obra y Fin de Satanás Punto de fe 22. El Retorno de Israel Punto de fe 23. El Mensaje de los Tres Ángeles Punto de fe 24. Las Siete Últimas Plagas Punto de fe 25. La Segunda Venida de Cristo Punto de fe 26. Resurrección y Castigo Eterno Punto de fe 27. El Reino de Dios Punto de fe 28. La Nueva Creación

PRIMERA SECCIÓN

FE Y SALVACION

Punto de fe 1. La Biblia La Biblia es la Palabra de Dios. Es el único libro de inspiración divina y de valor eterno. En sus páginas se halla la completa revelación del Plan de Salvación y la voluntad de Dios para el hombre. La Biblia es la Palabra de Dios Creemos que toda la Biblia es Palabra de Dios, incluyendo aquellas expresiones que no provienen directamente de Él

1, pero que al ser parte del texto sagrado

sirven a su propósito. En la Biblia, Dios, se nos revela y por medio de ella aprendemos a relacionarnos con Él, con nuestros semejantes y con nuestro entorno. Al leer y recibir su mensaje con fe, Dios hace posible una vida renovada en comunión con Él

2.

1Job 42:2(Job); Job 42:7(Elifáz); 2Hebreos 4:12; 2 Timoteo 3:14-17; 1 Juan 1:3; Apocalipsis 1:1-3

La Biblia está compuesta por dos secciones conocidas como Testamentos, ambas son escritura inspirada por Dios y por lo tanto, de eterna vigencia y destinada para todos los seres humanos1. 1Romanos 15:4

El Antiguo Testamento, conformado por 39 libros, es palabra de Dios para todos los pueblos, Jesús basó en Él su mensaje y posteriormente, también sirvió como fuente para la predicación de sus discípulos. La comunidad cristiana comprendió que con la llegada del Mesías, lo anunciado en esta Escritura inició su cum-plimiento, traspasando los límites del pueblo hebreo y por ello la utilizó para proclamar el Plan de Salvación de Dios para toda la humanidad1. 1Lucas 24:27; Romanos 1:1-2; 2 Timoteo 3:15

Jesús y sus discípulos revelaron el sentido correcto del Antiguo Testamento. Sus enseñanzas y prácticas dieron lugar a nuevos escritos que conformaron el

segundo grupo de la Biblia: El Nuevo Testamento, conformado por 27 libros, el cual no invalida al Antiguo, sino que lo avala mostrando su pleno significado y observancia

1.

1Mateo 5:21-32; 15:1-9; Romanos 16:25-26

La inspiración de la Biblia Reconocemos la inspiración divina de la Biblia

1. En el proceso de redacción,

selección y conservación de los libros que la integran participaron seres humanos investidos del Espíritu de Dios

2.

12 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:20-21; 2Deuteronomio 29:29

Su contenido es normativo y está completo La Biblia por ser Palabra de Dios, es la instrucción completa de Dios1, instrucción que por su sentido hebreo: Toráh, es la Ley que incluye todo lo que el creyente necesita para vivir la mejor vida posible2. Así, en el sentido más amplio, la Biblia es la Ley de Dios y por lo tanto, tiene carácter normativo, está completa y es perfecta. Por esta razón, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha comprendido que no debe añadirle ni quitarle a su contenido3, y a no ir más allá de lo que el texto inspirado llega. En donde este guarda silencio, también lo hace la iglesia. 1Josué 1:8; 2Salmo 112; 3Deuteronomio 4:2; Proverbios 30:5-6; Apocalipsis 22:18-19

Tiene valor eterno La Biblia, en su carácter de Palabra de Dios, es eterna porque el mensaje que transmite será cierto siempre1 y por otro lado, porque su naturaleza es santa y pura. Este valor eterno la diferencia de cualquier otro libro o mensaje, pero en especial, la diferencia de la naturaleza humana; en razón de ello es que necesitamos la gracia de Dios para entenderla y vivirla2. 1Mateo 5:18; 2Salmo 119:34; Romanos 7:12-14

La Biblia es el criterio determinante para todas las creencias y prácticas cristianas de todos los tiempos; el bien y el mal no son cuestión de opinión, ni de época, porque no son conceptos culturales, sólo pueden ser identificados verdaderamente a la luz de la palabra de Dios

1.

11 Reyes 15:34; Salmo 51:4; Romanos 7:7.

La Biblia en su condición de obra literaria, fue realizada por comunidades de creyentes que tuvieron una autentica relación con Dios y que experimentaron su poder para transformar1. Fue escrita como un testimonio que tiene el propósito de despertar la fe de los lectores para que también ellos participen de esa relación y

ese poder2. No fue escrita con criterios ni propósitos científicos e históricos modernos. Los escritores relataron los hechos buscando trasmitir el valor espiritual que había detrás de ellos, haciendo uso libremente de los detalles, de manera que las comunidades captaran la verdad divina3. La verdad bíblica se refiere más a la forma de ser de Dios y a las intenciones espirituales propias del autor del texto, que a la precisión de los datos4. Por todo esto, se puede apreciar el por qué la principal exigencia de la Biblia es que la pongamos por obra5. 1Salmo 19:7; 2Santiago 1:21; 3Comparar Marcos 5:2 con Mateo 8:28; 4Salmo 25:10; 100:5; Juan 1:14; Efesios 4:15; 5Josué 1:6-9; Mateo 7:24; Santiago 1:22-25; Apocalipsis 1:3

El mensaje central de la Biblia es el amor verdadero La Biblia tiene como mandamiento central: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo1.” Este mandamiento describe lo que es el amor verdadero, amor que tiene como fuente a Dios y como meta al prójimo y que en la vida diaria nos lleva a luchar contra la tentación de adorar a otro ser que no sea Dios2 y luchar contra el deseo de poner al propio yo por encima de las necesidades de los demás. El mandamiento central, también sirve como eje interpretativo del texto bíblico. El Evangelio exige una obediencia radical a lo dicho por Jesús: “todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos”3, de esta forma corrige los malos entendidos sobre el amor a Dios, y el amor al prójimo. Cuando se capta realmente el mensaje de la Biblia las personas tienen como prioridad amar a Dios y como consecuencia, amar al prójimo4. Resistiendo la tentación de usar la Biblia con la pretensión de que Dios les sirva para alcanzar los deseos que rigen los reinos de este mundo5 y, con la misma fuerza, resistiéndose a usar la Biblia contra el prójimo6. 1Lucas10:27; 2Mateo 4:10; 3Mateo7:12; 4Marcos12:28-33; Romanos 13:10; 5Mateo 4:8-10; 6Proverbios 16:5-8

Punto de fe 2. Dios Dios es el creador de todas las cosas. Es el único ser digno de adoración, habita en las alturas, es cercano a sus criaturas y ama eternamente. Se ha dado a conocer expresando su amor y gracia: de manera general en la creación, de forma especial mediante su palabra escrita y su más grande revelación ha sido a través de su Hijo. La importancia de revelarse está en darnos a conocer su voluntad. Dios es el creador de todas las cosas El mundo es el resultado de una decisión soberana de Dios. Su creación fue sin competencia frente a un principio o poder malo. En su libertad y amor estableció el

orden sobre el caos y la nada. El mundo no es de su misma naturaleza, pero es su obra buena en la cual se regocija. El Creador está comprometido con su mundo: lo creó, lo sustenta y lo hará nuevo en el futuro

1.

1Génesis 1:31-2:3; Job 38:4-38; Salmo 8; 19:1-6

Dios es el único ser digno de adoración: Es Santo Dios es Santo en sentido perfecto, porque Él es El Creador y no un ser creado que tenga principio y fin1. Está aparte de toda la creación y todas las criaturas2. Esta separación también se muestra en las acciones que realiza3, pues en todo lo que hace no hay inmundicia4 y resalta de manera especial su trato comprensivo a los arrepentidos5. 1Isaías 42:5; Hechos 17:24-25; 2Deuteronomio 26:15; 1 Samuel 2:2; Salmo 11:4; 3Isaías 35:8; 4Oseas 11:9; 5Isaías 57:15

Debido a su Santidad, solo Él es digno de ser adorado, pues adorar significa: El reconocimiento de que la vida sólo procede de Él1, la convicción de estar en sus manos2, y la rendición total a su señorío3. Esta es la verdad más importante sobre el ser de Dios4. 1Hechos 17:25; 2Salmos 23; 91; 3Deuteronomio 6:5; Mateo 4:10; Filipenses 2:11; 41 Crónicas 16:29; Mateo 4:10, Apocalipsis 4:11; 22:9

También la Santidad de Dios incluye características que ningún otro ser tiene o pueda tener: Dios es único1. Es Todopoderoso para hacer su voluntad sin cometer ningún tipo de injusticia2. Es Sabio sin comparación3. Y de una manera incompresible para nosotros, Él está presente en todos lados y en cada uno, con todo su ser”4. Es celoso, es decir, exige del hombre una conducta digna de la atención que Él le concede5. 1Deuteronomio 6:3-4; 1 Samuel 2:2; Juan 17:3; 1 Corintios 8:5-6; 2Éxodo 15:11; Job 37:23; Romanos 13:1-3; Apocalipsis 16:7; 3Salmo 147:5; Romanos 16:27; 1 Corintios 1:20-25; 4Jeremías 23:24; Salmo 139:7-12; 5Éxodo 20:5; Josué 24:19

Dios está en lo alto: Es Espíritu Cuando Jesús, en el evangelio de Juan, afirma que Dios es Espíritu1, nos revela que Dios habita en una dimensión inalcanzable para los seres humanos2, también que sus valores y conducta son de lo alto, en contraste con la habitación, valores y conducta de los seres humanos que pertenecen a la dimensión de abajo, es decir, terrena. 1Juan 4:24; 2Isaias 40:26; 57:15

También la afirmación: Dios es Espíritu, nos revela que Él no tiene las limitantes que tiene nuestro ser, en especial las de nuestros cuerpos. La mente humana no está en posibilidades de comprender y mucho menos de describir su ser personal. Dios no es una idea, o abstracción, no es energía pura, ni ningún otro sentido material o inmaterial pero se puede deducir que es espiritual en un sentido semejante al que Pablo plantea en 1 Corintios 15:44. Junto a la realidad de que Dios es espíritu, esta la realidad de que Dios es luz; esto significa que en su ser y en su manera de actuar no hay maldad alguna1; y que desde el principio de la creación ha estado y está por encima de ella2.

1Juan 3:19; Santiago 1:17, 1 Juan 1:5-7; 2Génesis 1:2; Juan 3:31

Dios está cercano a sus criaturas Dios está en una dimensión inaccesible, pero al mismo tiempo, está muy cercano a sus criaturas dándoles la posibilidad de adorarlo y de ser el centro de su vida1, pero sin ser controlado por medio de un lugar o de un rito2. La Biblia describe a Dios “caminando” junto a su pueblo, prometiendo acompañar a los que envía en la misión e interesado permanentemente en los suyos3. 1Isaías 57:15; Juan 10:10; 2Juan 4:21-24; 3Éxodo 3:12; Salmo 23:4; 145:18; Mateo 1:23; 28:20

Dios es amor. Ama antes de que lo amen Dios ama a los seres humanos desde antes de que estos lo conozcan; toma la ini-ciativa para salvarlos1 y se compromete a hacerlos sus hijos2 brindándoles un trato cálido y fiel3, dirigiéndose a sus corazones, porque es ahí, según el texto bíblico, donde está la capacidad para decidir4. Es ahí, en el corazón, donde se elige a quién y cómo amar5. 1Juan 4:9-10; 2Juan 1:12; 3Santiago 2:23; 4Génesis 6:5; Mateo 15:19; 52 Corintios 2:4; 1 Timoteo 1:5

El amor de Dios es más que un sentimiento, es un apego fundamentado en una decisión que se mantiene en todo tiempo, aún cuando los sentimientos y las cir-cunstancias de sus criaturas cambian. Un amor que perdura, incluso cuando los creyentes mueren, pues Él afirma que sigue siendo su Dios1 y que habrá de resucitarlos2 para que disfruten eternamente su presencia3. 1Mateo 22:32; 2Romanos 8:11; 3Apocalipsis. 21:3-4

Dios se relaciona con nosotros: La Gracia Desde los antepasados en la fe, pasando por su intervención en la vida de cada creyente y abarcando lo que hará por todos sus hijos1, Dios obra a favor de los

seres humanos sin que lo merezcan2, cuando lo necesitan y a través de su Hijo3. La gracia establece con el creyente una relación de confianza y gratitud que demanda nuestro mayor esfuerzo para vivir a la altura del favor recibido4, eliminando con esto toda jactancia personal que resulta de la búsqueda de méritos5. Pues la grandeza de Dios se manifiesta especialmente en su manera de tratar a los que le dan la espalda6. 1Romanos 5:15; 1 Corintios 15:10; Filipenses. 1:6; 2Romanos 5:8; 3Juan 1:17; 1 Corintios1:4; 4Efesios 2:8-10; Romanos 4:1-4,16; 11:6; 51 Corintios 4:7; 15:10; 6Oseas 14:4

Dios se ha revelado. La creación muestra al creador Dios se manifiesta a los seres humanos en la creación. Aunque por medio de los sentidos se puede apreciar la grandeza de la creación, sólo por la mirada de fe se puede reconocer la grandeza del Creador1, pues su existencia es una realidad inalcanzable por los medios y recursos terrenos2. Sólo la fe es el recurso que tiene el creyente para reconocer que el mundo, el lugar que hace posible la vida, fue hecho por Dios y es de Dios3. Su amor y justicia se muestran en la manera que la creación permite la vida para todos: buenos y malos4.

1Salmo 19:1; Hechos 14:15-17; Romanos 1:20; Hebreos 11:6; 2Isaías 40:28; 55:9; 1 Timoteo 6:16; 3Deuteronomio 10:14; Salmo 24:1-2; 4Mateo 5:45

Dios se ha revelado de manera especial en su palabra Dios ha querido revelarse de manera especial por medio de la Escritura, ella da testimonio fiel de su voluntad, carácter y propósito. Ningún otro documento posee esta categoría

1.

1Salmo 78:5-7; Apocalipsis 21:5

Dios se ha revelado de manera perfecta en su Hijo Dios, se ha revelado de manera perfecta en la persona de nuestro Señor Jesucristo; Él es la culminación del proceso de revelación de la voluntad, carácter y propósito de Dios en la historia, que ha pasado por lo general y especial a lo pleno y definitivo

1.

1Juan 1:14,18; 14:9-11; 2 Corintios 4:4; Colosenses 1:15-19; Hebreos 1:1-3;

Dios revela su voluntad Dios supera el abismo que lo separa de los seres humanos, haciendo posible que ellos lo conozcan, no en su plenitud1, pero sí lo necesario para que, por medio de la Biblia, comprendan su voluntad y la pongan por obra2. Para que la lectura de la Biblia tenga impacto en la vida, es requisito indispensable que el lector no sólo la

lea, sino que la escuche3, es decir, que crea en lo que está escrito, de no hacerlo así, el lector, no obstante que la escudriñe profundamente, puede no llegar a tener fe y rechazar la revelación de Dios4. 11 Corintios 13:12; 2Jeremías 9:24; 22:15-16; 3Romanos 10:17; Santiago 1:22-25; 4Juan 5:39; Apocalipsis 1:3; 2:7

Punto de fe 3. El Hijo de Dios Jesús es el Unigénito Hijo de Dios. Siendo Dios y participando de la gloria eterna de su Padre se hizo hombre como el Mesías prometido, revelando al Padre bueno. Es el Salvador del mundo por su vida sin pecado, su muerte y resurrección; y hoy vive glorificado como Señor, dando el poder de ser hechos hijos de Dios a todos los que creen en Él e intercediendo por ellos. Jesús es el Unigénito Hijo de Dios Jesús es el unigénito Hijo de Dios

1. Fue engendrado

2 por Dios en la eternidad

3, en

una realidad no determinada por el espacio y el tiempo propios de la naturaleza de las criaturas

4. El término “engendrado” implica que Jesús es, lo que Dios es.

Posee la misma naturaleza divina de su Padre. Fue engendrado sobrenaturalmente desde dentro de Dios mismo. La Biblia no explica cómo sucedió, simplemente declara que Jesús es el Unigénito Hijo de Dios. Es el único glorificado o exaltado por sobre todas las criaturas celestes y terrestres

5.

1Marcos 1:1,11; Juan 3:16; 1 Juan 4:9; 2Hebreos 1:5-6; 3Juan 1:1; 4Salmo 39:4-6; Eclesiastés 3:1; 5Juan 1:14,18; 3:16,18; 1 Juan 4:9

Jesús es Dios

1

El Hijo no sólo existía en la eternidad, sino que existía en la eternidad siendo Dios

2. La naturaleza divina de Jesús fue afirmada por el Padre mismo

3, respaldada

por sus obras4 y proclamada por los apóstoles

5. Jesús se asume como el “Yo soy”,

expresión característica de Dios en el Antiguo Testamento6. Se identifica

plenamente con el Padre7. Es adorado como Dios

8 pues participa de la gloria

eterna de su Padre9.

1Romanos 9:5; 2Juan 1:1; 3Mateo 3:17; Lucas 9:35; 4Juan 5:19-23; 14:11; 5Marcos 8:29; Colosenses 2:9; Tito 2:13; 6Éxodo 3:14; Juan 18:5-6; 7Juan 5:18; 10:30,33; 14:10; 8Mateo 28:17; Juan 20:28; Filipenses 2:10-11; Hebreos 1:6; Apocalipsis 5:11-13; 9Juan 17:5

La pre-existencia del Hijo de Dios El Hijo “era desde el principio”, cuando todas las cosas comenzaron, Él ya estaba

1. El Hijo trasciende la dimensión del tiempo

2. Fue la causa y razón de la

creación3. Tenía gloria eterna con su Padre “antes que el mundo fuese”

4. No es

parte de la creación, es decir, no es una criatura5, el término “primogénito de la

creación”6 hace referencia a la autoridad y preeminencia que tiene sobre ella

7,

como en el caso de Efraín que siendo el menor recibe la bendición del primogénito

8 y el reconocimiento de su primogenitura de parte de Dios

9.

1Juan 1:1-3; 2Juan 8:58; 3Colosenses 1:15-17; 4Juan 17:5; 5Juan 5:18; 6Colosenses 1:15-17; 7Colosenses 1:18; 8Génesis 48:14-19; 9Jeremías 31:9

Se hizo hombre como el Mesías prometido Fue declarado anticipadamente que el Mesías tendría ascendencia divina1 y en cumplimiento de esa expectativa, el Hijo de Dios se humanó2 naciendo de una mujer virgen, engendrado por el Espíritu Santo3. Se hizo real y plenamente humano y experimentó las mismas tentaciones de los seres humanos4, en especial, las mismas tentaciones como Adán en el huerto5 e Israel en el desierto6. Pero a diferencia de estos, Jesús no desobedeció ni desconfió de Dios, venció por su obediencia radical7 y no por medio de portentos o huestes celestiales. Haciendo el bien deshizo las obras del Malo8. Su vida no fue determinada por los valores y miedos del mundo9. Su ministerio adoptó el modelo de “El Siervo Sufriente”10, figura designada por Dios para el Mesías prometido y rechazó las expectativas triunfalistas de sus contemporáneos11. 1Juan 8:58; 2Juan 1:14; Filipenses 2:6-8; 3Mateo 1:23; Gálatas 4:4; 4Hebreos 4:15; 5Lucas 3:38-4:4; 6Mateo 4:1-4; 7Hebreos 5:8-9; 8Mateo 12:24-29; Lucas 10:18; Hechos 10:38; 1Juan 3:8; 9Mateo 16:21-26; Juan 16:33; Hebreos 12:2-4, Filipenses 2:5-8; 10Isaías 42:1-9; 49:1-7; Isaías 53; Hechos 2:22-36; 8:26-35; 11Mateo 16:21-23; Lucas 9:51-56; Juan 7:41,52

Revela con su vida al Padre bueno Jesús reveló a Dios como Padre bueno, su vida y ministerio de enseñanza, sanidad, liberación y predicación, manifestaron claramente el tierno amor del Padre por los oprimidos, los perdidos, los pecadores y por todos los que sufren, a quienes vino a buscar y a salvar

1.

1Mateo 9:35-36; Lucas 4:18; 19:10; Juan 16:27; Jesús estableció una relación familiar con sus discípulos y con todos los creyentes de manera que formaran una familia en donde Dios es padre, los creyentes son sus hijos y hermanos entre sí, y todos se pueden sentar a su mesa

1. La expresión

“Abba”, para dirigirse a Dios, comprende la calidez, ternura y accesibilidad que los creyentes gozamos con el Padre

2.

1Mateo 12:48-50; Marcos 2:15; Romanos 8:14-17; Gálatas 4:5-7; Hebreos 2:11; 2Lucas 15:20-32; Romanos 8:15

Tuvo una vida sin pecado

Jesús asumió plenamente la naturaleza humana, incluyendo su exposición a las tentaciones; sin embargo, su vida fue sin pecado. Su carácter resistió las pruebas que enfrentó: dijo no a las provocaciones del Adversario quien le puso frente a tres ofertas distorsionadas de la vida: la materialidad como fin en sí misma, la manipulación de la fe y la gloria inmediata

1, su vida se constituye en modelo a

seguir2

y su sacerdocio es solidario3.

1Mateo 4:1-11; 21 Pedro 2:21-22; 32 Corintios 5:21; Hebreos 2:18; 4:15

Jesús es el Salvador

Jesús es el mensajero y contenido de la buena noticia de que Dios ha venido a liberar su creación, de todo aquello que impide la plenitud de la vida, reconciliando consigo al mundo y haciendo posible la paz (el Shalom) mediante la sangre de su cruz

1. La salvación es liberación de todos los poderes que oprimen y limitan la

existencia humana. En la vida, muerte y resurrección de Cristo, Dios irrumpe con su reinado, venciendo a esos poderes y trayendo redención al mundo

2.

1Romanos 5:1-11; 2 Corintios 5:18-21; 2Efesios 2:1-10; Colosenses 1:13; 2:15

Jesús murió En el centro de la fe cristiana se halla la muerte de Jesús en la cruz, pues esta es la más grande expresión del amor de Dios. Él muere como consecuencia de su obediencia radical a Dios y a manos de los representantes de los poderes políticos y religiosos de la época, que lo sometieron a la ejecución destinada para lo más vil y despreciado de su sociedad. Jesús enfrenta la muerte con un profundo dolor, magnificado por su condición de Hijo cercano y obediente a su Padre, llegando a la experiencia de una absoluta soledad y abandono; incluso de Dios1. Sin embargo, muere con esperanza de retornar triunfante a una nueva vida2.

1Mateo 26:36-39; Lucas 12:50; 22:44; 2Marcos 14:25

Jesús Resucitó Según las Escrituras, Jesús resucitó al tercer día. La veracidad de ese acontecimiento sin igual en importancia y poder, movió el corazón de los primeros creyentes para que, confiados en la presencia de su Señor resucitado, enfrentaran el ambiente adverso a su proclamación. ¡Jesús venció la muerte!, dejó la tumba vacía. Por esta verdad y el poder que tiene este mensaje, los creyentes estuvieron dispuestos a dar la vida1.

1Hechos 5:30-32; Romanos 4:23-25; 6:4; 1 Corintios 15:1-20; 2 Timoteo 2:8

Tres días y tres noches en la tumba

Ante la incredulidad e insistencia de los judíos, Jesús les dio la que se conoce como “Señal Mesiánica”

1, la cual predice el tiempo que duraría en la tumba

después de su muerte: Tres días y tres noches; es decir, días completos, el mismo tiempo que el profeta Jonás estuvo en el vientre del gran pez

2.

1Mateo 12:38-40; 2Jonás 2:1

Considerando que: los judíos contabilizaban el día comenzando con la noche ya

que en la creación primero fue la oscuridad y después, la luz apareció como el

primer acto creativo de Dios: “Y fue la tarde, y la mañana un día”1 y que, el término

“víspera”* es una de las divisiones del día romano, que correspondía al crepúsculo

de la tarde; concluimos que la cita de Mateo 28:1-5 nos señala que la resurrección

de Jesús aconteció la tarde o fin de la parte clara del sábado semanal. A partir de

este hecho se puede contar hacia atrás y ver que “los tres días y las tres noches”

inician el miércoles por la tarde, día en que murió y fue sepultado el Salvador tal

como, en otro momento, Él mismo lo anunció2.

1Génesis 1:1-5; 2Marcos 8:31; *En latín “vespĕra”, de donde procede la expresión, vespertino

La frase: “y era día de la víspera de la pascua; y estaba para rayar el sábado”, en el Evangelio de Lucas

1, parece dar a entender que Jesús fue puesto en la tumba

el día viernes, pero es necesario tomar en cuenta que el Evangelio de Juan afirma que se trataba de “el Gran día de Sábado”

2; expresión que nunca se utiliza para

referirse al sábado semanal. Se trata, más bien, del primer día de la Fiesta de los Ázimos que los judíos habían unido como una sola fiesta con la Pascua, la más grande de las fiestas, pues en ella y en ese día se conmemoraba su liberación de Egipto. Aunque era jueves fue designado como “Gran día de Sábado” que por mandato de Dios quedó como el principal de los “Sábados Ceremoniales”

3, los

cuales podían tener lugar cualquier día de la semana, con excepción del séptimo día.

1Lucas 23:54; 2Juan 19:31; 3días festivos: Éxodo 12:12-17; Levítico 23:6-8,39

En resumen: Jesús fue puesto en el sepulcro durante el crepúsculo de la tarde del día miércoles y resucitó en algún momento antes de finalizar el sábado semanal siguiente. De esta manera, se cumplen cabalmente los tres días y las tres noches de “La Señal Mesiánica”. Hoy vive glorificado como Señor Por causa de su muerte y resurrección, Jesús vino a ser Señor de todo, trascendiendo todo dominio, potestad y señorío

1. Podemos entender la expresión

“El Señor” en dos sentidos, el primero se refiere a su identidad con el Dios de Israel, a quien, para evitar pronunciar y/o escribir su nombre se le llamaba: “El

Señor”*2 el segundo, para declarar su total autoridad sobre todo lo creado y

reconocerlo como digno de toda sujeción obediente y suprema adoración3.

1Romanos 14:9; 2Deuteronómio 6:4; 3Hechos 2:36; Efesios 1:20-23; Filipenses 2:11; Apocalipsis 5:11-14; 19:16; *En hebreo Adón o Adonai

Jesús da el poder de ser hechos hijos de Dios a todos los que creen en Él

A toda persona que cree en Jesús, que le recibe, le es otorgado el poder de convertirse en hijo de Dios. Esta filiación es dada por el Padre como un regalo de amor a quienes aceptan a Jesús, su Hijo, como Salvador

1. Un nuevo espíritu les

confirma la nueva relación de amor entre los creyentes y Dios su Padre; guiándoles a la plena obediencia de su voluntad

2.

1Juan 1:12-13; 1 Juan 3:1-3; 2Hechos 5:32; Romanos 8:14-17

Jesús Intercede por los creyentes Jesucristo aboga en favor de los creyentes. Su intercesión no terminó a la hora de su muerte, desde su nueva condición se constituyó en defensor de los pecadores. Como mediador del nuevo pacto es sensible a la realidad de las debilidades humanas y quien con sinceridad y arrepentimiento le busca, encuentra la consolación y el perdón divino

1.

1Hebreos 7:24-28; 1 Juan 2:1

Punto de fe 4. El Espíritu Santo Por el Espíritu Santo, Dios está presente de manera activa y vivificante en el mundo. Es poder de Dios que da vida nueva, hace de los creyentes hijos de Dios, les une en auténtica comunión y les hace capaces para ser testigos de Jesús hasta lo último de la tierra. Por el Espíritu Santo, Dios y su Hijo, actúan en el corazón de cada creyente dándole el amor genuino como fruto y tarea, que incluye el ejercicio de los dones que el mismo Espíritu reparte a cada uno. El Espíritu Santo hace posible experimentar la presencia y acción vivificante de Dios en el mundo En Jesús se manifestó la plenitud del Espíritu Santo, dejando ver la irrupción del Reino de Dios entre los seres humanos

1. Luego de la ascensión del Señor

resucitado, Dios continua, por medio del Espíritu Santo la obra de salvación2 y

prepara el corazón de las personas, aún antes de recibir la predicación del Evangelio

3.

1Lucas 4:18-19; Mateo 12:28; Hechos 10:37-38; 2Juan 16:7-8; 3Hechos 18:9-11

Explícitamente Jesús afirmó la procedencia del Espíritu Santo: viene de Dios1. Es

una realidad que se origina en Él y le pertenece2. El hecho de que el Espíritu

Santo venga de Dios, revela la gran verdad de que Dios está profundamente comprometido con sus criaturas, y busca que éstas lo experimenten como cercano, presente, atento y dispuesto a habitar permanentemente en ellas

3.

1Juan 15:26; 2Mateo 10:20; 3Juan 14:16-17

El Espíritu Santo viene de Dios como respuesta a la necesidad humana de salvación, de dirección, de redención y de restauración. Es la expresión amorosa de Dios que continúa dándose en una relación íntima, de padre a hijo

1.

1Tito 3:4-7

El Espíritu Santo da vida nueva El Espíritu Santo hace nacer al creyente a la vida nueva que viene de Dios y le sustenta en ella

1. Esta vida nueva es un milagro de Dios que demanda del

creyente su disposición a la influencia del Espíritu Santo; que se traduce en una vida activa, responsable y anhelante de su plenitud

2.

1Juan 3:3-6; Romanos 8:2, 6, 10-11; Efesios 3:16; 2Romanos 8:23; Gálatas 5:16-25; 6:8; Efesios 5:17-20

El Espíritu Santo hace de los creyentes hijos de Dios Dios toma como hijo a la persona que cree en Jesús

1, y por el Espíritu Santo

trasforma su corazón para que experimente a Dios como Padre2 y esté dispuesto

a cumplir su voluntad como lo hizo Cristo3.

1Juan 1:12; 2Romanos 8:14-17; 3 Romanos 8:29; 1Juan 4:17

El Espíritu Santo une a los creyentes en auténtica comunión La transformación que realiza el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, no solo permite experimentar a Dios como Padre, sino a los creyentes como verdaderos hermanos

1 y miembros de un mismo cuerpo

2.

1Efesios 2:18-19; 4:1-6; 21 Corintios 12:13

El Espíritu Santo hace capaces a los creyentes para ser testigos de Jesús hasta lo último de la tierra El poder y la autoridad necesaria para la misión redentora a las naciones, emana del Espíritu Santo a los creyentes

1. De su fuerza reciben la capacidad para

testificar, superando el miedo y las limitaciones que intentan frenarlos, y ellos se convierten en expresión viva de ese mensaje hasta la muerte misma

2. Al

acompañarlos confirma y completa la obra de los enviados por Jesús3. De él nace

la compasión que deja ver y sentir la soledad, el dolor y la miseria que agobian la vida del ser humano

4.

1Juan 20:21-23; Hechos 1:8; 2 Corintios 3:4-6; 22 Corintios 4:16-5:5; Filipenses 1:27-30; Hechos 21:13; 3Mateo 10:19-20; Romanos 15:19; 4Lucas 4:18

El fruto del Espíritu Santo es el amor Por el Espíritu Santo, Dios y su Hijo actúan en el corazón de cada creyente, dándole el amor genuino como fruto y tarea, para apreciarlo, es necesario ver en paralelo Gálatas 5:22-23 y 1 Corintios 13:4-8; pues las características del amor en Corintios se corresponden y son enlistadas en Gálatas. La apertura al Espíritu Santo en la persona y en la comunidad, se manifiesta en el amor sincero que inspira la obediencia, el servicio y la preocupación por el bienestar de unos por otros

1, incluye el ejercicio de los dones que el mismo Espíritu reparte a cada uno

2.

El amor hace que el surgimiento, la búsqueda y el uso de los dones, sea para la edificación y el bien de los demás en el cuerpo de Cristo

3 teniendo como meta la

madurez y plenitud propias de Jesús4.

1Gálatas 5:13; Hebreos 10:24; 1 Juan 2:8-11; 4:7-9; 21 Corintios 14:1,12; Efesios 4: 7,11-13; 3Efesios 4:11-13; 4Colosenses 1:28-29

Punto de fe 5. El Ser Humano El ser humano, hombre y mujer, fue creado por Dios a su imagen y semejanza, para su gloria. Fue bendecido por Él para que, en obediencia, cuidara y fomentara la vida en la creación. El ser humano, por su libre decisión desobedeció, ocasionando la entrada del pecado, la corrupción de la vida en la creación, el dominio de Satanás y la irrupción del poder de la Muerte. Por el efecto del ser humano en la creación, tanto él como la creación misma, necesitan ser salvados. El ser humano fue creado por Dios a su imagen y semejanza para su gloria El ser humano fue creado por Dios en su tierno amor, para que tenga vida en comunión con Él. Su origen está en la soberanía de Dios y, al igual que la creación, fue hecho en gran manera bueno. El ser humano comparte con el resto de la creación: origen, sustancia y meta, pues fue formado del polvo; al mismo tiempo se distingue de ella, pues fue coronado de gloria y honra al ser creado a imagen y semejanza de Dios1. Recibiendo su bendición y el soplo de su mismo aliento que lo convirtió en un ser viviente, íntegro e indivisible2.

1Génesis 1:31; 2Génesis 1:27; 2:7; Salmo 8:5-8

La condición distintiva del ser humano lo faculta para tener una relación especial con Dios, es decir, una relación personal. Sus facultades le permiten hablar con Él,

escuchar su voz, hacer su voluntad y representarlo en la tierra para convertirse en motivo de su beneplácito e instrumento de su gloria1

1Éxodo 7:1; Números 7:89; Job 1:1,8; 2:3; Isaías 43:7; Efesios 2:10; 1 Pedro 2:12

El ser humano fue bendecido por Dios para que, en obediencia, cuidara y fo-mentara la vida en la creación El ser humano fue bendecido por Dios como ninguna otra criatura. Con su ben-dición, lo facultó para: ser fructífero y pleno; y para ser cuidador y mayordomo de la creación; desarrollando dominio y capacidad de gobierno, a fin de conservar el orden y fomentar la vida en la creación1.

1Génesis 1:27-28; Salmo 8

En cuanto a sus semejantes, el ser humano puede y debe mantener una relación de igualdad ya que fueron creados por el mismo Dios, tienen la misma imagen y semejanza. También, comparten la misma vida que proviene del soplo de Dios, recibieron la misma bendición, la misma tarea, las mismas facultades y responsabilidades, aún siendo de diferente género. Por ello, el ser humano fue llamado a establecer relaciones de justicia, de paz y de amor con sus semejantes y a considerarlos sus hermanos1.

1Hechos 17:26-29; Efesios 3:14-15; Hebreos 2:5-11

La caída del hombre El ser humano, por su libre decisión desobedeció. Fue creado en libertad y con ello capaz para decidir por sí mismo; esta libertad representa también, la opción de oponerse a Dios y alejarse

1. Haciendo uso de su libertad, los seres humanos

han querido, como lo hizo el primer humano Adán, ser como Dios2, decidiendo por

sí mismos lo que es bueno y lo que es malo3. Así, los seres humanos han decidido

construirse una vida según les dictan sus impulsos y no como Dios les dice4.

1Génesis 3:5; 6; Deuteronomio 30:14-15; Jeremías 2:17-19; 2Oseas 6:7; 3Nehemías 9:29-30; Romanos 1:21-23; 4Eclesiastés 7:29; Jeremías 2:13; Marcos 7:9

Por la desobediencia del ser humano entró el Pecado El pecado entró al mundo por la decisión del ser humano de separarse del camino de Dios, apoderándose de la vida humana, de tal forma que todos los seres humanos quedaron bajo pecado

1. Por el estado de pecado al que la humanidad

quedó sujeta, no se sacia de oponerse a Dios2.

1Romanos 3:9; 5:12; Gálatas 3:22; 1 Juan 1:8-10; 2Génesis 6:5,11-13; Salmo 69:5; Eclesiastés 7:20; Isaías 59:2,12; 64:15; Marcos 7:21-23; Juan 8:34; Romanos 3:9-23; 6:16; 7:15-21

El pecado consiste en separarse de Dios

1, obedeciendo a los deseos que se

oponen al bien que está definido por la ley de Dios, ya sea traspasando sus límites

2 o dejando de hacer lo que le pide

3. Por ésta razón, sólo se puede conocer

lo que es el pecado al conocer la ley de Dios4, la cual pide: Amar a Dios sobre

todas las cosas, con todo el corazón, con todo el entendimiento y todas las fuerzas

5 y, amar al prójimo como a uno mismo, tratándolo con respeto, justicia y

misericordia6.

1Isaías 30:1; 21 Samuel 15:24; Daniel 9:5; 1 Juan 3:4; 3Santiago 4:17; 4Romanos 3:19-20; 7:7; 5Éxodo 20:2-6; Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37-38; 6Deuteronomio 24:15; Miqueas 6:8; Mateo 7:12; 22:39; Romanos 13:7-9

Es por ello que en términos generales el pecado consiste en: a. Participar en la idolatría, que consiste en sustituir la adoración y el servicio al

verdadero Dios por elementos, imágenes, ideas o representaciones fabricadas por el hombre ya que estas, al otorgarles un poder que no tienen, esclavizan y anulan la posibilidad de la vida verdadera, que sólo en Dios se puede tener1

b. Realizar ceremonias ofrecidas a Dios como una manera falsa de mostrarle interés2

c. Hacer del propio ser un simple objeto al servicio de pasiones y deseos des-medidos3

d. Hacer del prójimo una cosa que se usa o desecha4 e. Perder la conciencia de que lo creado es de Dios y debe preservarse5 11 Crónicas 16:26; Salmo 97:7; Isaías 42:17, 45:22; Mateo 4:10; Romanos 1:23; 2Deuteronomio 23:21; 1 Samuel 2:17; Isaías 1:11-16; Jeremías 2:32-35, 7:1-5; 21-23; Amós 5:23; 3Salmo 24:3-4; Mateo 5:8; Romanos 6:12-13,19; 1 Corintios 6:18-20; Santiago 1:14-15; 4Levítico 19:13; Amos 2:6-8; 8:4-6; Santiago 5:4-6; 5Deuteronomio 10:14; 1 Samuel 2:8; 1 Crónicas 29:11; Salmo 24:1; Apocalipsis 11:18

Por la desobediencia del ser humano se corrompió la vida en la creación El ser humano, dominado por el pecado, corrompe la vida, pues pierde su facultad de darle plenitud y trascendencia, porque confía en el poder y esplendor que le otorga a las cosas materiales, olvidando que son fugaces y que no tienen el poder para permanecer

1.

1Salmo 20:7-8; 49:6-14; Marcos 10:24; Lucas 12:15; 1 Juan 2:16-17

La corrupción de la vida humana se manifiesta en todas sus relaciones, transformando lo que debiera ser para vida en muerte. Así, en lugar de relacionarse con Dios, se relaciona con los ídolos

1; en lugar de ejercer su

mayordomía en la creación, la explota, abusa y destruye al grado que la creación misma desea y anhela la redención

2; en lugar de establecer relaciones de justicia,

paz y amor con sus semejantes, les cosifica, violenta y asesina3 y, él mismo, se

hace ajeno a la vida plena entregándose a una vida reprobada4.

1Romanos 1:21-23; 2Romanos 8:19-21; 31 Juan 3: 11-12,15; 4Romanos 1:28-32; 2 Pedro 2:12-13

Por la desobediencia del ser humano se posibilitó el dominio de Satanás El ser humano, en su alternativa de elección, desoyó la orden de Dios y se dejó seducir por la voz del engañador. Esta decisión le acarrea la consecuencia de quedar sometido bajo el dominio de Satanás, construyendo un sistema de relaciones basado en la mentira, la injusticia y el egoísmo

1.

1Génesis 3:6; 4:6-7 comparar con 1 Juan 3:16; Mateo 4:8-9; Efesios 2:2; Juan 8:44; 10:10a; 2 Corintios 11:1-4; 1 Juan 5:19

Por la desobediencia del ser humano irrumpió el poder de la Muerte El ser humano se apartó del camino de Dios y así abrió la puerta al pecado y al mal; en consecuencia, no por la voluntad de Dios, la vida en la creación se corrompió y entró la muerte

1, perdiéndose con ello, la posibilidad de la

inmortalidad2.

1Romanos 5:12-21; 2Génesis 3:22; Romanos 8:19-21

La muerte, entendida desde la fe es, además del evento en que el ser humano deja de ser

1, un poder que corrompe la vida humana, porque hay una conexión

real entre el pecado y la muerte2. Por eso, al ser humano pecador aunque esté

vivo, se le considera muerto3.

1Génesis 3:19; 2Romanos 6:23; 7:13; Santiago 1:15; 3Juan 3:18; Efesios 2:1-5; Colosenses 2:13

El estado de los muertos La muerte es la cesación de la vida. Al morir, el ser humano queda en la inconsciencia, sus sentimientos y pensamientos dejan de ser; entra en inactividad, en el silencio; y así ha de permanecer hasta que venga su resurrección

1. La Biblia

no enseña la inmortalidad del alma o que al morir, las almas buenas van al cielo ni que las malas al infierno, sino que, del lugar en donde estén los muertos, de allí han de resucitar

2. Por ejemplo; Job espera en la tumba hasta que venga su

mutación (transformación)3, los hombres santos del pasado no han recibido

recompensa4 y nuestro Señor Jesucristo habló de la muerte comparándola con el

“sueño”5.

1Salmo 115:17; 146:4; Eclesiastés 9:5-6; Juan 5:28-29;

2Isaías 26:19;

3Job 14:13-

14; 17:13; 4

Hebreos 11:32-40; 5

Juan 11:11-14; Hechos 7:60

La necesidad de la salvación Por su estado de perdición, el ser humano y el mundo requieren ser rescatados y liberados del imperio de Satanás y de la muerte

1. El ser humano es incapaz de

lograr la salvación para sí mismo y para el mundo2, ni siquiera puede ver su propia

condición3. Aún sus mejores obras no pueden recuperar la vida y alcanzar la

plenitud que le habían sido entregadas4. Todo su esfuerzo acaba en el vacío, y

toda su pretensión y trascendencia terminan en la muerte5.

1Lucas 19:10; Juan 10:10b, Hebreos 2:14; 2Filipenses 3:7-8; 3Proverbios 16:25; Romanos 3:9-19; 4Isaías 64:6; Efesios 2:8; 5Proverbios 30:12

Ahora bien, el destino final del ser humano y el mundo no lo determina la muerte, sino el juicio de Dios. Él ha determinado un día en el cual todos los seres humanos comparecerán ante su presencia para dar cuenta de sus actos

1.

1Salmo 7:11-16; Mateo 13:47-50; 25:31-33; Hechos 17:30-31

Sin embargo, Dios otorga la salvación por el Evangelio, mediante el cual concientiza al ser humano de su necesidad de redención

1 y lo capacita para una

vida nueva en Cristo Jesús2, además de enjuiciar, por el mismo Evangelio, a

todos los poderes que lo oprimen3.

1Juan 16:8-11; Hechos 2:37-38; Efesios 2:2-5; 2Romanos 6:4; Efesios 1:17-23; Colosenses 3:3-4; 1 Juan 3:14; 3Juan 12:31; 1 Corintios 15:24-26; Apocalipsis 12:10-12

Punto de fe 6. El Evangelio El Evangelio significa buenas noticias, es poder de Dios que salva a quien cree en Jesucristo: crea que murió y resucitó por los pecadores, conforme a las Escrituras, para darles vida, aceptando que en Él se hizo presente el Reino de Dios. El Evangelio: Buenas noticias La palabra evangelio significa buenas noticias, su origen está en el anuncio que se hacía al haber ganado una batalla, en otras palabras, era la buena noticia de una victoria. Los cristianos llamaron al mensaje que recibieron y proclamaban de Jesús, El Evangelio; porque éste habla de la buena noticia de que Dios, en Cristo Jesús, ha intervenido en el mundo para liberarle de los poderes que le pierden

1.

Así, en Cristo, la intervención de Dios en la historia humana es buena noticia porque trae victoria, libertad, vida y gozo al que está oprimido, esclavizado y empobrecido

2.

1Marcos 1:14-15; Gálatas 4:4; 2Mateo 5:1-12; Lucas 2:8-11; 4:18-19

El Evangelio: Poder de Dios La buena noticia es palabra poderosa de Dios que crea nuevas realidades; donde hay muerte, el Evangelio trae vida; donde hay opresión, el Evangelio trae libertad; donde hay enfermedad, el Evangelio trae salud; donde hay malas noticias, el Evangelio trae Buenas Nuevas

1.

1Mateo 11:4-5; Colosenses 1:13-14

El Evangelio proclama la irrupción de Dios en la historia humana que, con la potencia de su gracia, perdona, restaura y puede recrear a toda la humanidad

1.

Potencia que también operó en Cristo Jesús para resucitarlo de los muertos, y que ahora opera en los creyentes para que anden en vida nueva

2.

1Romanos 1:16, Efesios 2:4-9; 22 Corintios 5:17; Efesios 1:19-23

El Evangelio: Amor de Dios El Evangelio es el evento histórico en el que Dios todopoderoso se hizo vulnerable por amor, asumiendo el precio de la reconciliación al enviar a su Hijo al mundo y permitir que muriese en la cruz del Calvario

1. Este evento, también es expresión

del amor de Cristo, quien renunció a su propia gloria, asumió condición humana, y como siervo obediente estuvo dispuesto a sufrir el rechazo y desprecio de los hombres, con tal de acercase y reconciliar al mundo

2. El Evangelio es la más

grande expresión de amor por los seres humanos. 1Mateo 1:21-23; Romanos 5:1; 8:32; 2 Corintios 5:19; 1 Juan 4:10; 2Juan 1:14; Filipenses 2:6-8; Colosenses 1:21-22; Hebreos 5:7-9

La vida, muerte y resurrección de Jesús, el Cristo, se convirtió en el contenido central del Evangelio

1 y aunque para los judíos haya sido tropiezo y para los

gentiles locura, para el que cree es poder de Dios para salvación2.

1Juan 3:16; Romanos 5:8,10; 1 Corintios 15:1-4; Gálatas 1:6-9; Hebreos 1:1-3; 2Romanos 1:16-17; 1 Corintios 1:18-24

El Evangelio: Mensaje de Salvación El Evangelio es la proclamación de que Dios, en Cristo Jesús, ha manifestado plenamente la vida, salvando a su creación y liberándola de los poderes de muerte que la dominaban. El mensaje de salvación tiene como meta la reconciliación plena de Dios con el mundo, pues por medio del sacrificio de Cristo en la cruz se han eliminado las barreras que separaban a los seres humanos de Dios y entre sí mismos

1.

1Romanos 8:18-24; Efesios 1:9-10; Colosenses 1:19-20; 2 Timoteo 1:8-10, Apocalipsis 7:10;

Dios reconcilió consigo al mundo: Buenas Nuevas para la creación Por medio de Cristo, Dios quitó la barrera de separación con el mundo, trayendo reconciliación. Dios se acercó y en consecuencia se restableció la comunión, haciendo posible la vida. La muerte perdió su poder

1, como las tinieblas sucumben

ante la luz. Así, la creación entera fue liberada de la vanidad y sujeta a la esperanza de la gloria

2.

1Romanos 5:17,21; 6:9; Hebreos 2:14; 2Romanos 8:19-22; 1 Corintios 15:55-56; Colosenses 1:20-21

Dios reconcilió al ser humano con Él: Buenas Nuevas para la humanidad Como resultado de la reconciliación se manifiestan la salvación y la vida eterna. Salvación y vida que el creyente disfruta desde hoy, y que son definitivas porque persisten más allá del tiempo y espacio que conocemos. El creyente recibe en el Evangelio la confianza de que Dios y su Hijo, por medio del Espíritu Santo, conviven con él en una relación de cercanía y simpatía

1. La realidad de la

salvación se hace visible en la nueva comunidad formada por Dios y dispuesta a vivir por la fe, la esperanza y el amor, en justicia, gozo y paz en el Espíritú

2.

1Juan 10:28; 17:3; 17: 22-23; Romanos 5:1; 8:38; 2Romanos 14:17, 1 Tesalonicenses 1:3

Perdón Para reconciliar al ser humano, Dios pasó por alto los pecados, restableciendo la paz con ellos, declarando a los creyentes sus hijos al darles su Espíritu Santo

1. La

muerte de Jesús hizo posible el perdón2. Por su gracia, Dios libra a los creyentes

de la condenación que pesa sobre ellos a consecuencia de las demandas de la ley

3.

12 Corintios 5:20; Romanos 8:15-16;

2Hebreos 9:11-12; 10:12-14;

3Romanos 5:8-

11 Justificación Dios ha tomado la iniciativa para que el ser humano pase de condenación a justificación. El ser humano es justificado gratuitamente por medio de Jesucristo cuando responde con fe a la invitación de Dios. El ser humano justo, es el que tiene fe, como la de Abraham, quién creyó a Dios y le fue contado por justicia

1.

Pero esta fe es única, es fe en Jesús; en sus palabras, su vida y en su obra a favor del ser humano

2.

1Romanos 4:23-25; 2Romanos 3:26; 5:1 Santificación

Dios, por medio de su espíritu, regenera al creyente y lo capacita para que se entregue al servicio de la justicia y no sirva más al pecado

1. El creyente responde

a la acción de Dios obedeciendo su palabra y en consecuencia, oponiéndose al pecado en cualquiera de sus manifestaciones y a toda intención de maldad, construyendo relaciones de amor sincero con sus semejantes

2.

1Romanos 6:18-22; Gálatas 5:16-24; 2 Corintios 10:3-5; 21 Juan 5:18; 2:9-11; 3:9,14

Dios reconcilió al ser humano con sus semejantes

La restauración de los creyentes los impulsa a vivir en comunión con su prójimo basado en el amor que recibe de lo alto. El amor de Cristo hace posible la aceptación del otro

1, el perdón y las relaciones profundas basadas en la entrega

sacrificial2.

1Romanos 15:7; 2Juan 13:35; 15:13; 1 Corintios 10:24,33; 13:4-7; Efesios 5:21-29; Colosenses 3:12-14

El ser humano es reconciliado consigo mismo por Dios El humano, en estado pecaminoso, es un ser en contradicción permanente, sujeto a una voluntad incapaz de hacer el bien para el que fue creado, y a la vergüenza de sí mismo por la culpa de no ser lo que debiera ser

1. Imposibilitado así, para

una vida plena. Al liberarlo del poder del pecado, Dios lo habilita para amarse y ser responsable de sí mismo, y por su Espíritu lo hace íntegro y lo vitaliza para una obediencia completa

2. Es decir; lo restaura, lo armoniza para que tenga la vida

abundante que fluye de sus promesas eternas3.

1Romanos 7:13-24 21 Corintios 2:11-13; Filipenses 2:13; 1 Tesalonicenses 5:23; Santiago 1:4; 3Mateo 5:3-12; Juan 10:10

Aceptando a Cristo El pecado del ser humano ha pervertido su camino, y con ello su vida porque se ha negado a poner su confianza en Dios y ha decidido depositarla en lo pasajero. En este error están implicadas su voluntad y su razón, por ello la fe comprende ambos aspectos, por un lado comprende un acto voluntario, que es “el creer que” y por otro lado, y de manera derivada, un acto de la razón que es “el entender que”, en otras palabras, tener fe en Jesús es creer que él puede salvar, pero también es entender su persona, su obra, y sobre todo, su voluntad

1.

1Marcos 12:33; Romanos 12:1-2; 1 Corintios 14:15; Efesios 1:18; 3:17-19; Colosenses 2:2

Aceptar a Cristo es mucho más que un acto intelectual, es depositar la confianza, abandonarse completamente y descansar en Él como fundamento, sustento y esperanza de la existencia

1. Creer en Jesús es también creerle a Jesús, confiar en

sus palabras, tomarlo como ejemplo de vida, aceptar su señorío y recibirlo como camino, verdad y vida plena

3. Para recibir los beneficios del Plan de Salvación que

Dios ha puesto al alcance de todos los hombres, cada persona tiene que aceptar que Jesucristo es su único y suficiente Salvador y Señor

3.

1Mateo 11:28-30; Juan 15:4-5; Colosenses 3:3-4; 2Lucas 9:23; Juan 14:6; 3 Hechos 4:12; Romanos 10:9-10; 1 Timoteo 1:15

La aceptación de Jesucristo como salvador personal implica el arrepentimiento de todos los pecados y el seguimiento de su ejemplo, en obediencia a su doctrina trazada como la auténtica voluntad de Dios. Esto es lo que se conoce como Conversión, Nuevo Nacimiento o Regeneración, que da lugar a un proceso por el cual el creyente experimenta la transformación de su antigua vida pecaminosa, viniendo a ser una nueva criatura en Cristo Jesús. Cuando esto se efectúa, el alma se renueva y desea ardientemente testificar de Dios, y de aquel que ha hecho posible su salvación

1.

1Hechos 2:38; 26:18; 2 Corintios 5:17; Efesios 4:22-24; Tito 3:4-5; 1 Pedro 2:21; 4:3

Aceptar a Cristo, también es creer en Dios y creerle a Dios

1, y por la comunión con

Él ser incluidos en su pueblo2, obedeciéndolo por el gran impacto de su amor

3, por

todo aquello que ya concedió al creyente y no tanto para buscar su favor4.

1Juan 12:44-50; 2Juan 10:16; 3Romanos 1:5; 16:26; 2 Corintios 9:13; 4Juan 3:15,16, 36; 5:24-25

Quien murió y resucitó conforme las Escrituras Para conocer quién es Jesús, es necesario aceptar el testimonio que ofrece la Biblia completa, pues las Escrituras Judías ya hablaban de Jesús antes de que apareciera en la tierra

1. Pero para reconocerlo, los judíos debían reconocer sus

señales; pues la vida, muerte y resurrección de Jesús se desarrollaron de acuerdo a lo que ya estaba escrito

2.

1Salmo 22; Oseas 6:2-3; Lucas 24:25-27; Juan 5:39;

21 Corintios 15:1-18

También ahora, para conocer a Jesús, el ser humano debe dirigirse y ser dirigido por la escritura, por medio de ella, podrá saber quién y cómo es él, su carácter y sus propósitos, y descubrirlo como el modelo que Dios desea desarrollar en cada persona, en cada comunidad y en toda la humanidad

1.

1Hechos 8:35; Gálatas 2:20; 4:19; Efesios 3:19; 4:13-15; Colosenses 3:11

Para dar nueva vida La vida que Dios ofrece es nueva; primero porque no es la vida que el hombre conoce, y después; porque en el Nuevo Testamento se describe como vida en

abundancia o vida eterna, que abarca tanto el aspecto temporal: larga vida o vida inmortal; como el aspecto de su calidad: es vida que proviene de Dios, por lo tanto acorde a sus valores, principios y prácticas. Es una vida restaurada y potenciada por el Espíritu

1.

1Juan 3:5-6; 5:24; 6:47; 7:38-39; Romanos 6:4-11; 8:13-15; Gálatas 6:8

La resurrección: victoria de la vida sobre la muerte Jesús quitó el poder a la muerte mediante su resurrección

1; porque antes de ésta,

la muerte terminaba con todo, pero a Jesús la muerte no logró retenerlo porque su

vida se ajustó perfectamente a la ley y no podía ser condenado2. ¡Ésta fue su

victoria! Así la vida venció a la muerte y los creyentes tienen la seguridad de que la vida habrá de continuar

3, pues para

ellos, la muerte será como dormir

4. Y no

solo esto; con su resurrección, Jesús venció también al diablo, que tenía el imperio de la muerte

5.

1Lucas 24:1-5; 1 Corintios 15:55-56; 2Romanos 6:9; 1 Corintios 15:57; 1 Pedro 2:22; 3Romanos 5:16-18; 6:8; 41 Corintios 15:18, 20-21; 1 Tesalonicenses 4:14; 5Hebreos 2:14-15

En Él se hizo presente el Reino de Dios La persona y las acciones de Jesús anuncian y hacen presente el Reino de Dios

1:

sus milagros de sanidad remiten al poder que vence la muerte2; los exorcismos

que realizó demuestran el dominio sobre los poderes del mundo3; su Palabra de

gracia y verdad refiere una realidad que está viniendo y que aunque comienza en pequeño, llegará a ser lo más grande

4; sus acciones de misericordia ante las

personas, especialmente los marginados e impuros, cuentan del profundo amor que motiva las decisiones de Dios

5.

1Mateo 4:17; Marcos 1:15; Lucas 4:18-19; Hechos 1:22 2 Mateo 4:23-24; 11:1-9; Lucas 9:6; 10:9-11; 3Mateo 8:29; Lucas 11:20; 4Mateo 13:31-35; 5Mateo 11:5; 18:10-14

Punto de fe 7. El Creyente Es la persona que al aceptar a Jesucristo por fe, reconoce su condición de pecado, se arrepiente, se vuelve a Dios, y es bautizado como expresión de la decisión de consagrar su vida a Él e integrarse a la Iglesia. Creer es una decisión personal Creyente es toda persona que acepta a Jesucristo por fe. Dios llama al ser humano a la comunión, y cada uno decide vivir con o sin Él. Su Palabra demanda una fe personal, no solo de herencia familiar o comunitaria. Así pues; tener fe en Jesucristo es una respuesta consciente de cada persona

1.

1 Marcos 16:16; Juan 14:23; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 3:20

Reconoce su condición de pecado Ante Dios, el ser humano se hace consciente de su pecado, reconoce su imperfección y toma distancia por el temor de perecer

1. La conciencia de pecado

le produce dolor y pena por no alcanzar las expectativas o la calidad de las respuestas exigidas

2.

1Job 42:5-6; Isaías 6:5; Lucas 5:8; 18:9-14; 2Romanos 7:24; 2 Corintios 7:9-11

Se arrepiente y vuelve a Dios El creyente acepta el llamado de retornar a Dios y elige vivir conforme a los propósitos de Él, para ser renovado hacia la plenitud de Cristo convencido de que Él es su identidad esencial y la mejor expresión de su persona

1.

1 Hechos 2:38; Efesios 4:13, 22-24; Colosenses 3:10; 2 Timoteo 2:25; 2 Pedro 1:4

El bautismo El Bautismo es la manifestación pública de la respuesta personal al Evangelio, de quien por fe se arrepiente y se convierte a Dios dispuesto a morir al pecado, para renacer y consagrar su nueva vida a Dios siendo integrante de la Iglesia

1.

1Hechos 2:38; 1 Pedro 1:3; 3:21

El bautismo bíblico es por inmersión. El bautismo es la participación en la muerte y resurrección de Cristo, el creyente se sumerge en el agua simbolizando la sepultura de su pasada manera de vivir y emerge como signo de su resurrección a nueva vida para Dios

1. Además de lo anterior, el bautismo

simboliza: purificación del pecado2; revestimiento de Cristo

3; renovación por el

Espíritu4; experiencia de salvación

5; salida de la esclavitud

6; liberación con miras

a una nueva humanidad en la que quedan superadas las barreras entre géneros, razas y situaciones sociales

7.

1Juan 3:5; Romanos 6:3-5,11; Colosenses 2:12; 2Hechos 22:16; 3Gálatas 3:27; 4Tito 3:5; 51 Pedro 3:20-21; 61 Corintios 10:1-2; 71 Corintios 12:13; Gálatas 3:27-28;

Punto de fe 8. La Iglesia La iglesia es la comunidad de creyentes en Cristo Jesús. Fue creada en el corazón de Dios desde la eternidad por lo que trasciende los tiempos. Es el Cuerpo espiritual de Cristo. El templo en el que Dios habita por medio de su Espíritu. Pueblo que por medio de la fe desciende de Abraham sin importar el origen étnico o nacionalidad de las personas. En el Nuevo Testamento se le denomina Iglesia de Dios, esta identidad y pertenencia la compromete a

vivir en Él, por Él y para Él. Su misión es formar discípulos de manera incluyente en todo el mundo. La iglesia es el Cuerpo de Cristo Los creyentes están relacionados con Cristo y entre sí, como lo están los diferentes miembros de un cuerpo, de modo que todos necesitan la participación de los demás, por lo que el estancamiento, ausencia o crisis de un creyente afecta a la comunidad completa, lo mismo sucede cuando algún creyente obra con protagonismo o individualismo

1.

1Romanos 12:3-21; 14:1-12; 1 Corintios 12:12-13, 25-26; Efesios 4:1-6; 5:30; Santiago 4:11-12

La Iglesia es el Templo de Dios La iglesia es el templo de Dios, esto significa que Él habita en la comunidad de

creyentes por medio del Espíritu1, no en el edificio donde ésta se congrega. Ser

Templo de Dios exige que cada creyente asuma lo que le corresponde hacer2

para fomentar la unidad y santidad; a fin de que, comunitaria e individualmente se

refleje la presencia de Dios3.

1Efesios 2:21-22; 21 Corintios 3:9-17; 31 Corintios 6:19-20; 1 Pedro 2:5; 2 Corintios 6:14-

18

La iglesia, por medio de la fe, desciende de Abraham Por medio de Cristo, la historia y testimonios del pueblo de Israel relatados en el Antiguo Testamento son para la Iglesia, historia y testimonio suyos, pues por la fe, ha sido incorporada a la descendencia espiritual de Abraham; constituyéndose así, en el Pueblo donde se realiza la promesa hecha al Padre de la fe

1.

1Romanos 11:1; Gálatas 3:7-9; 16-29; 1 Pedro 2:9-10

La misión de la Iglesia La Misión de la Iglesia es formar discípulos de Jesucristo por medio de la proclamación del Evangelio

1. Ésta consiste en ser testigo fiel del Señor

Resucitado, quien la envía hasta lo último de la tierra2 con el fin de liberar al ser

humano de la condición de pecado y enseñarle toda la doctrina de Jesucristo como forma de vida y no solo conocimiento intelectual

3.

1Mateo 28:19-20; 2Hechos 1:8 3Mateo 7:24-27; 23:1-10; 28:19-20; Hechos 9:2; 22:4; 24:14; Gálatas 2:6-10; Efesios 1:22; 4:15; 1:18; Filipenses 2:10-11; 1 Timoteo 1:3

El nombre: Iglesia de Dios (7º día)

El título: Iglesia de Dios, se debe al hecho de que los creyentes son sellados como propiedad de Dios y que la base de su vida y quehacer son por Él y para Él

1. Este

nombre propio identifica a la comunidad de creyentes2, los cuales son

congregados por el poder de Dios y para sus propósitos, a diferencia de otros grupos sociales que se unen para sus propios fines y realización de poder. La distinción de portar el nombre de Dios, de ningún modo debe ser motivo para arrogancia ante otros grupos, sino de saberse llamados y capacitados para ser bendición a los demás

3.

1Efesios 1:13; 4:30; 5:8-11; 21 Corintios 1:2; Gálatas 1:13; 1 Tesalonicenses 1:1; 1 Timoteo 3:5,15; 3Mateo 5:13-16; Marcos 12:31-33; 1 Corintios 10:32; 11:21; 1 Pedro 2:9; 1 Juan 4:11-12

El término: “7º día”

1, por no ser parte del nombre bíblico de la Iglesia, se escribe

entre paréntesis y se usa para distinguirla de otras Asociaciones Religiosas y para fines administrativos.

1Éxodo 20:11-12

La Iglesia de Dios (7º día), cuyo comienzo en México data de principios del siglo XX, es heredera de una rica tradición bíblica de diferentes comunidades de fe, que a lo largo de la historia ha expresado su amor a Dios obedeciendo de forma radical la Palabra, sus congregaciones están unidas siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva

1 y teniendo como Señor a Jesús Resucitado

4.

1Mateo 23:8-10; Hechos 2:42; Efesios 1:22-23; Tito 1:5;

SEGUNDA SECCIÓN

ACCION CRISTIANA

Punto de fe 9. La Oración

La oración es la comunicación del creyente con Dios a través de palabras o pensamientos, de todo corazón, con fe, guiado por el Espíritu Santo, en el Nombre de Jesús, y con la disposición de aceptar la voluntad de Dios.

La oración

El creyente ora a Dios porque esta práctica le permite: comunicarse con Él,

experimentar su compañía, expresar confianza en su bondad, aprender a

depender de Él y, de manera que no siempre comprende, hacer posible que

intervenga en su vida. Cuando el creyente ora rinde su ser a Dios, sabe que es

escuchado a pesar de que no le ve ni lo oye. No requiere informarle lo que

necesita pues Dios ya lo sabe antes de que se lo pida. No obstante, le resulta tan

necesaria esa experiencia que ora incesantemente.

La fe: indispensable para orar

Las Escrituras enfatizan que la fe es indispensable en la oración. Jesucristo

enseñó claramente esto: “Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis,

creed que lo recibiréis, y os vendrá”1. Es en este contexto el Señor ordena: “Tened

fe en Dios”2. Santiago instruye al creyente a pedir con fe3, y la Carta a los Hebreos

enfatiza “porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que

es galardonador de los que le buscan”4.

1Marcos 11:24; 2Marcos 11:22; 3Santiago 1:6; 4Hebreos 11:6

El Espíritu en la oración

En la oración, el Espíritu ayuda al creyente por causa de su debilidad para que

pida como conviene en el Reino de Dios. En el encuentro con Dios, el ser humano

se confronta con la verdad de ser infinitamente inferior a Él, imperfecto y limitado,

descubierto en sus intenciones reales. Su reacción natural lo puede llevar a evadir

esta verdad buscando hacer efectiva su oración mediante el manejo de una

técnica, o copiando un modelo, por ello requiere ser asistido por el Espíritu, para

que entre en una comunicación franca y confiada en la bondad de Dios; quien le

dará más de lo que pide, y hará que todas las cosas y situaciones resulten en

bendición para él.

1Hechos 15:7-11; comparar con Hebreos 4:12; 2Hebreos 10:21-22; 3Efesios 3:20; 4Romanos 8:26-28

En el Nombre de Jesús

Toda oración debe hacerse en “El Nombre de Jesús”, es decir, en la confianza de

su obra intercesora, en el reconocimiento de su Señorío y manifestando comunión

con Él. Decir “en el Nombre de Jesús” no es una contraseña, ni un conjuro con el

que se pueda respaldar todo tipo de peticiones, No es una fórmula mágica que

obligue a Dios a conceder todo lo que le piden1, como creyeron los hijos de

Sceva2, o como las personas que reprendió Santiago

3, pues el Señor no sólo dijo

a sus discípulos que pidieran las cosas al Padre en su Nombre, sino también dijo:

“si me amáis, guardad mis mandamientos”4.

1Santiago 4:3; 2Hechos 19:13-16; 3Santiago 4:6; 4Juan 14:13-15

El modelo de la oración

Jesús enseñó a sus Discípulos cómo orar, dejando un modelo didáctico para los

creyentes que incluye el reconocimiento de Dios como Padre, el deseo de su

exaltación, la santificación de su Nombre, la rendición a su voluntad y la petición

de que su Reino se haga realidad en el mundo; y peticiones relacionadas con las

experiencias cotidianas del creyente: por el pan de cada día, el perdón de los

pecados y la protección en las pruebas. El Señor no pretende que los creyentes

repitan siempre la misma oración, Él hizo otras oraciones en las que no siguió el

mismo modelo2, y otras en las que sus palabras fueron las mismas

3; enseñó a orar

con libertad, amor y respeto al Padre.

Jesús rechazó la oración que recurre al uso de posturas pretendiendo ser visto por

los demás o repeticiones y amplios discursos pretendiendo manipular a Dios y

ganar su favor.

1Mateo 6:5-13; 2Juan 17:1-26; 3Marcos 14:39

Las posturas corporales

También son importantes la actitud y la reverencia con que el creyente ora1. Las

posturas son la expresión corporal de los sentimientos, convicción y decisiones

que la presencia de Dios y su obra han provocado en su vida. Jesús, además de

orar postrándose2, lo hizo de rodillas3, de pie y con los ojos abiertos4. Pablo pidió

que oraran con las manos levantadas5 y Nehemías oró en el pensamiento sin

asumir ninguna postura especial para hacerlo6. La oración en voz alta es también

adecuada como en los casos de Ana7 y del publicano8.

1Salmo 24:3-6; 51:17; 63:1-8; 95:6-7; 2Mateo 26:39; 3Mateo 26:44; 4Juan 11:41-42; 51 Timoteo 2:8; 6 Nehemías 2:4-5; 71 Samuel 1:13; 8Lucas 18:10-13

Punto de fe 10. Los Diez Mandamientos

Los Diez Mandamientos son la ley moral de Dios para la vida de la

humanidad. Descubren las actitudes y conductas pecaminosas de todos los

seres humanos. Son principios para vivir la auténtica libertad y evitar el

comportamiento que la pone en riesgo. En virtud del testimonio bíblico,

reconocemos su vigencia. Su obediencia se realiza por amor a Dios y como

respuesta a su Gracia.

La ley moral de Dios para la vida

Los diez mandamientos son principios eternos y universales que reflejan el

carácter moral de Dios. Su propósito es posibilitar la vida de los seres humanos,

estableciendo normas sobre el valor de la vida, del individuo, la propiedad, el

honor, la justicia, los derechos del otro, lo santo, entre otros aspectos. La entrega

del decálogo comienza con la afirmación de la liberación que Dios hace por su

pueblo, posteriormente vienen las exigencias que sostendrán la nueva sociedad1.

1Éxodo 20:1-17; Deuteronomio 5:6-21; Salmo 19:7-11

Los Diez Mandamientos de la libertad

Cuando Israel recibió los diez mandamientos ya Dios lo había hecho libre1, pero,

debido a la servidumbre impuesta sobre él por varias generaciones, su

comprensión todavía era la de un esclavo. Los diez mandamientos reorientaban

su mente para que su conducta y valores no fueran los mismos que en Egipto.

Debía estar consciente de que si tenía otro dios, sería esclavo otra vez; si no

reposaba en sábado, también y así en cada mandamiento recibía una señal que le

permitía no sólo ser libre sino vivir como libre. Podía saber hasta qué punto su

libertad estaba segura y hasta qué punto se estaba comportando como si fuera

otra vez esclavo.

1Éxodo 20:2

El principal error del esclavo es pensar que en libertad no hay límites, pues la

auténtica libertad es aquella que tiene los límites adecuados, los que fija Dios. El

creyente, que ya es libre1, por un pacto que se da en el corazón

2, tiene mejor

comprensión de los mandamientos de la libertad, debido a la revelación que

hicieron el Señor Jesús3 y sus discípulos

4. Comprensión que hace de la

observancia una verdadera expresión de la libertad producto del amor a Dios5, del

deseo de dar una respuesta digna de la gracia de Dios6 y que responsablemente

obedezca a la fe en Jesús7.

1Romanos 8:21; 2 Corintios 3:17; Gálatas 5:1; Santiago 1:25; 2Jeremías 31:33; Mateo

26:28; 3Mateo 5:21-48; 4Romanos 13:8-9; 5Juan 14:15, 21; 6Hechos 13:43-44; Romanos

4:16; Colosenses 1:6-11; 72 Timoteo 2:19; Apocalipsis 12:17

La ley descubre el pecado

Los Diez Mandamientos reflejan la santidad de Dios, marcan los límites permitidos

en las relaciones personales y manifiestan la actitud que ha de mantener el

hombre en su relación con Él. Asimismo descubre el pecado, revelando lo oscuro

del corazón humano: sus ambiciones, celos, envidias, ira, su deseo desmedido de

poder, la búsqueda de satisfacer el placer de manera distorcionada1.

1Salmo 19:7-11; Jeremías 17:9-10; Romanos 7:7-13

Su observancia se realiza por amor a Dios y como respuesta a su Gracia

La gracia de Dios se ha manifestado al declarar su benevolencia para el ser

humano en los Diez Mandamientos y en otras normas para la vida, reveladas en

las Escrituras. Por tanto, el creyente observa el Decálogo como una respuesta a la

amorosa gracia de Dios1.

11 Juan 4:19; Juan 14:15, 23; 1 Juan 5:2-3; Romanos 13:10

La gracia hace que el creyente siga el modelo de Jesús, y comparta el amor de

Dios con los que están alejados de Él y con los necesitados, hace que el creyente

permanezca fiel, pues los principios morales del Decálogo son del todo pertinentes

a la problemática actual. El Decálogo ofrece la correcta comprensión de quién es

Dios1, del gran valor que poseen las personas unas frente a otras, en justicia y

equidad. Enseña a respetar el derecho humano, a evitar todo lo que trastorna y

desvía al ser humano de su propósito esencial. La observancia del Decálogo es

pertinente a la vida de creyentes y no creyentes, y habrá cambios muy

significativos en las familias y en la sociedad cuando se apliquen las enseñanzas

que ahí se vierten2.

1Romanos 7:12; 2Salmo 85:10; Isaías 32:17; 48:18

El sentido de la frase “el fin de la ley es Cristo” (Romanos 10:4)

La frase “el fin de la ley es Cristo” no anula la vigencia de los Diez Mandamientos,

pues la palabra “fin” tiene dos sentidos: término o consumación de algo y meta o

propósito. Es en este último sentido que Pablo la utilizó: toda la ley de Dios tenía

como meta o finalidad a Cristo1, en quien se manifestó plenamente la misericordia

de Dios.

1Romanos 10:4; comparar con Lucas 24:47 y Juan 5:39

Vigencia de la Ley en la actualidad

Jesús no vino a abrogar, abolir, invalidar o cambiar la ley; vino a cumplirla

sujetándose a ella1.

1Mateo 5:17-18; Gálatas 4:4

Los Diez Mandamientos se hallan en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”1.

1Éxodo 20:3

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Entonces Jacob dijo á su familia y á todos los

que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y

mudad vuestros vestidos”1.

1Génesis 35:2

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Entonces Jesús le dice: Vete,

Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás”1.

1Mateo 4:10

Segundo Mandamiento: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté

arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te

inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte celoso, que visito

la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que

me aborrecen, y que hago misericordia en millares a los que me aman y guardan mis

mandamientos”1.

1Éxodo 20:4-6

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Así dieron á Jacob todos los dioses ajenos que

había en poder de ellos (Figuras y estatuillas, ídolos), y los zarcillos que estaban en sus

orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina, que estaba junto a Sichêm”1.

1Génesis 35:4

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Siendo pues linaje de Dios, no

hemos de estimar la divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura

de artificio o de imaginación de hombres”1. “Hijitos, guardaos de los ídolos”

2.

1Hechos 17:29; 21 Juan 5:21

Tercer Mandamiento: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque

no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”1.

1Éxodo 20:7

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y dijo Dios más a Moisés: Así dirás a los

hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de

Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para

siempre, este es mi memorial por todos los siglos”1.

1Éxodo 3:15

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Todos los que están debajo del

yugo de servidumbre, tengan a sus señores por dignos de toda honra, porque no

sea blasfemado el hombre del Señor y la doctrina”1.

11 Timoteo 6:1

Cuarto Mandamiento: “Acordarte has del día de reposo, para santificarlo: Seis días

trabajarás y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo para Jehová tu

Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni

tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo

Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en

el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”1.

1Éxodo 20:8-11

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y acabó Dios en el día séptimo su obra

que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y bendijo Dios

al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda su obra que había Dios

criado y hecho”1.

1Génesis 2:2-3

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Y vino a Nazareth, donde había

sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y

se levantó a leer”1. “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”

2.

1Lucas 4:16; 2Hebreos 4:9

Quinto Mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen

en la tierra que Jehová tu Dios te da”1.

1Éxodo 20:12

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y Cam, padre de Canaán, vio la

desnudez de su padre, y díjole a sus dos hermanos a la parte de afuera. Y

despertó Noé de su vino, y supo lo que había hecho con él su hijo el más joven: Y

dijo: Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos”1.

1Génesis 9:22, 24-25

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Honra a tu padre y a tu madre,

que es el primer mandamiento con promesa”1.

1Efesios 6:2

Sexto Mandamiento: “No matarás”1.

1Éxodo 20:13

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y habló Caín a su hermano Abel: y

aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel,

y le mató. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi iniquidad para ser perdonado”1.

1Génesis 4:8,13

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Porque: No adulterarás; no

matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás; y si hay algún otro

mandamiento, en esta sentencia se comprende sumariamente: Amarás a tu

prójimo como a ti mismo”1.

1Romanos 13:9

Séptimo Mandamiento: “No cometerás adulterio”1.

1Éxodo 20:14

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y aconteció después de esto, que la

mujer de su señor puso sus ojos en José y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso y

dijo a la mujer de su señor:… ¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría

contra Dios?”1.

1Génesis 39:7-9

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Honroso es en todos el

matrimonio, y el lecho sin macilla; mas a los fornicarios y a los adúlteros juzgará

Dios”1

1Hebreos 13:4

Octavo Mandamiento: “No hurtarás”1.

1Éxodo 20:15

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “He aquí, el dinero que llevamos en la

boca de nuestros costales, te lo venimos a traer desde la tierra de Canaán;

¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?”1.

1Génesis 44:8

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “El que hurtaba, no hurte más;

antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar

al que padeciere necesidad”1.

1Efesios 4:28

Noveno Mandamiento: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”1.

1Éxodo 20:16

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “¿No me dijo él: Mi hermana es: y ella

también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de corazón, y con limpieza en mis

manos he hecho esto. Después llamó Abimelech a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos

has hecho? ¿y en qué pequé yo contra ti, que has traído sobre mí y sobre mi reino

tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo”1.

1Génesis 20:5,9

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “Por lo cual, dejada la mentira,

hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los

otros”1.

1Efesios 4:25

Décimo Mandamiento: “No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer

de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu

prójimo”1.

1Éxodo 20:17

Vigencia y observancia antes del Sinaí: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para

comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la

sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así

como ella”1.

1Génesis 3:6

Vigencia y observancia en el Nuevo Testamento: “¿Qué pues diremos? ¿La ley es

pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí el pecado sino por la ley:

porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: no codiciarás”1.

1Romanos 7:7

Punto de fe 11. El Sábado El sábado es el día que Dios reposó, bendijo y santificó para que los seres humanos reposen de su trabajo cotidiano y la creación sea renovada en el descanso. El reposo sabático restaura a los creyentes, los inspira a adorar a Dios y a congregarse para motivarse al amor, la comunión y las buenas obras, celebrando su libertad y la bondad de la creación de Dios. El sábado es el día que Dios reposó Al completar la creación, Dios reposa de su obra. El reposo de Dios no se comprende como fatiga sino como celebración. La creación no estuvo completa hasta incluirle el descanso para la contemplación y el mantenimiento del equilibrio. La intervención divina no consiste en acciones compulsivas interminables, más bien son los actos que preparan la plenitud de la creación

1.

1Génesis 2:2; Éxodo 20:11; Hebreos 4:4, 9-10

La importancia universal del mandamiento sobre el Sábado El primer relato de la Biblia está ordenado para resaltar las diferencias que hay entre el sábado y los demás días

1. En el principio la tierra estaba desordenada y

vacía, incapaz de albergar la vida. Dios, a lo largo de seis días, la ordena y la llena de vida, de manera que para el séptimo no hay más obra material que agregar. En ese día la tierra está libre y plena. El sábado es la corona de lo creado por Dios, creación en gran manera buena

2. Esta es la razón por la que el sábado fue

santificado, Dios lo puso aparte de los demás días y lo bendijo3, le dio poder para

fructificar, es decir, para producir una vida abundante, y liberar de toda atadura material y egoísta

4.

1Génesis 1:1-2:3; 2Génesis 1:31; 3Génesis 2:3; 4Génesis 1:22, 28; Éxodo 16:23-30

Tanto en Éxodo 20:3-17 como en Deuteronomio 5:7-21, el mandamiento sobre el sábado es el que más extensión ocupa. Su importancia es tan grande que cuando Dios reanuda la relación con su pueblo, durante el exilio, explícitamente menciona el sábado como una señal de su presencia en medio de ellos

3; y además anuncia

que es una bendición que no será cancelada o cambiada4, y no sólo para los

judíos, sino para toda carne5. El Señor Jesús lo observó

6; también sus discípulos

7,

y aún los gentiles8.

3Ezequiel 20:20; 4 Éxodo 31:16; 5 Isaías 56:5; 66:23; 6 Lucas 4:16; 6:6; 13:10; 14:1; 7Lucas 23:56; Hechos 13:14-16; 8 Hechos 13:44-48

Jesús Señor del sábado Jesús es el Señor del sábado

1 y con plena autoridad reveló el propósito de Dios al

ordenar la observancia de ese día: El sábado fue hecho para beneficio del hombre

2 pero la tradición judía, con sus múltiples prescripciones, lo había

convertido en una pesada carga para el ser humano. Pasaron de la prohibición divina de realizar actividades económicas en sábado

3 a negar la atención de un

enfermo, si este podía esperar hasta el final del día de reposo. Les preocupaba más el día que el ser humano. No tenían misericordia

4, aunque con ellos mismos

no eran tan severos5, su conducta era parecida a la de quienes habían convertido

el sábado en una carga para los pobres, misma que condenó el profeta Isaías6.

1 Mateo 12:8; 2 Marcos 2:27; 3 Nehemías 10:3; 13:15-21; 4 Mateo 12:7; 5 Mateo 23:4; 6 Isaías 1:13,17

El Señor observó el mandamiento del sábado conforme a la ley de Dios que tiene como meta esencial la vida abundante, y no la tradición de los rabinos

1. Usó el

ejemplo de David para enseñar que la ley de Dios tiene como prioridad la necesidad humana

2; y, con el ejemplo de los sacerdotes que infringían el

mandamiento por su actividad en el templo y no se les culpaba por ello mostró que

Él tiene una condición mayor para no inculpar a quien infringe el mandamiento por hacer un servicio a los demás

3. Esto significa que es lícito hacer el bien en sábado

conforme al principio mayor de la voluntad de Dios: la vida plena; y no, por capricho humano. Cuando algún creyente no sea libre para guardar el sábado, pedirá a Dios en oración por su pronta liberación, a fin de experimentar el gozo del reposo completo

4.

1 Juan 5:16-18; 2 Mateo 12:3-4; 3 Mateo 12:5-6; 41 Corintios 7:21

Jesús, con sus milagros realizados en sábado, lo recuperó como un espacio para el bien

1, con su presencia brindó el auténtico reposo

2 y con su autoridad declaró

que la observancia seguiría vigente incluso después de su muerte. No existe ningún mandamiento de parte de Jesús o del Padre sobre la necesidad de cambiar el día de reposo

3.

1 Mateo 12:11-12; Isaías 56:2; 2Mateo 11:27-28; 3Mateo 24:20

La observancia adecuada del sábado La observancia del sábado comienza reconociendo que Dios manifestó su voluntad respecto a ese día

1, creyendo que no está disponible para su trabajo

como lo están los demás días y llamarlo día de “delicias, santo, glorioso del Señor”

2. Como resultado de esta decisión Dios le hará experimentar bendiciones

que nada en el mundo le puede dar. La observancia del sábado es una bendición especial, basada en la presencia santificadora y restauradora de Dios, quien ha distinguido este día para su énfasis en la dimensión espiritual y el anuncio anticipado de la eternidad

3.

Por otra parte, al reposar en este día, el creyente: a. Imita a Dios quien fue el primero en reposar en este día y puede también

contemplar la bondad de su creación4.

b. Se congrega y enriquece su vida en la comunión con otros creyentes5.

c. Celebra comunitariamente el gozo de la salvación, ya que el sábado es señal de libertad de cualquier tipo de opresión

7.

d. Es edificado junto con otros creyentes por la enseñanza de la Palabra de Dios

8.

e. Ejerce sus dones sirviendo a los demás9 como una señal de la cercanía del

reino de Dios10

, siguiendo el ejemplo de las primeras congregaciones cristianas cuyo estilo de vida era lo que más impacto tenía en su misión

11,

eran auténticas embajadas del reino de Dios. 1Isaías 58:13a; 2Isaías 58:13b, comparar con Éxodo 20:9-10; 3Isaías 58:14; Hebreos 4:9; 4Éxodo 20:8-10; 5Levítico 23:3; Nehemías 8:10; 6Hechos 2:42; 7Deuteronomio 5:15; Nehemías 8:10-11; 8Deuteronomio 4:10; 31:12; Lucas 4:16-20, 31; Hechos 13:14-15; 9Mateo 12:5; 10Hebreos 10:24-25; 11Hechos 2:44; 4:32

Como podemos observar, el sábado no es un tiempo de descanso ocioso, sino de una labor responsable a favor de la salvación de los seres humanos, tal y como Jesús lo hizo: “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”

1.

1Juan 5:17

En su sentido literal, el sábado es un período de 24 horas en el que Dios reposó, y al que santifica y bendice, diferenciándolo del resto de los días de la semana. Esta condición sagrada, exclusiva del sábado no la puede cambiar el ser humano en ningún sentido, simplemente lo observa o lo profana

1.

1Ezequiel 20:12; 20; Lucas 23:26; Nehemías 13:16

La observancia del día de reposo inicia la tarde del día viernes y termina la tarde del día siguiente

1, debido a que al inicio de la creación primero estaban las

tinieblas y después resplandeció la luz2.

1Levítico 23:32; 2Génesis 1:5, 8, 13

Restauración de los creyentes El descanso sabático da a los creyentes fieles la experiencia de restauración. Los creyentes se abandonan en las manos de Dios por la convicción de que Él sustenta toda su creación. Se liberan de la ambición desmedida de pretender dominarlo todo y poseerlo todo, de la exigencia terrenal de “ser alguien” para descansar en la identidad de ser hijos de Dios. El descanso sabático es el tiempo de abandonar la sociedad de competencia para integrarse en la comunidad de los iguales

1.

1Proverbios 10:22; Mateo 6:25-34; Filipenses 1:6

Punto de fe 12. La Ley de la Alimentación y la Santidad La ley de la alimentación es una señal de la santidad de Dios en la vida cotidiana del creyente, que se observa cuando se consumen sólo los alimentos ordenados por Dios, y se comparten con el necesitado. La importancia del acto de comer en la Biblia Comer es un evento vital en la vida del ser humano: El mandamiento que desobedeció Adán fue sobre la comida

1. En el sacrificio de comunión, comer

ocupó un momento medular en el que Dios determinó lo que de la víctima podían comer los sacerdotes

2 y lo que correspondía a los demás israelitas

3. Para los

pueblos antiguos la comida era una forma de agradar y tener comunión con sus

dioses4. Incluso para Jesús fue tan importante la comunión en la mesa, que sus

detractores lo tildaron de comilón5.

1Génesis 2:16-17; 2Levítico 10:8-15; 3Levítico 11; Deuteronomio 14:3-21; Hechos 15:20; 4Jueces 9:27; 5Lucas 7:34

Al comer, se ponen en movimiento instintos básicos del ser humano: la supervivencia, ver por el propio bien, cumplir gustos y deseos, ignorar las necesidades de los demás. Estos instintos pueden llegar a dominar la voluntad humana al grado de ser considerados como un dios

1, pero también, en el acto de

comer se pueden manifestar los sentimientos más nobles provocados por acontecimientos importantes

2: la comunión con Dios

3 y la liberación

4; un nuevo

comienzo5, el reino de Dios

6, el nuevo pacto

7.

11 Corintios 6:13; Filipenses 3:19; 2Génesis 24:54; 2 Crónicas 29:22; 3Génesis 18:8; 4Éxodo 12:4-10; 5Éxodo 12:18; 6Mateo 9:10; 16:9-10; 7Mateo 26:17-29

La ley de la alimentación es una señal de santidad Desde el relato de la Creación observamos cómo Dios, manifiesta su carácter santo en lo cotidiano de los seres humanos, dándoles una dieta en base al fruto de la tierra

1. Posterior al diluvio, amplía la dieta incluyendo animales determinados

por Él como limpios2. En Levítico 11 y Deuteronomio 14 está la lista detallada de

animales puros e impuros donde establece las características que los distinguen. Prohíbe la ingesta de carne de animales impuros y la sangre de cualquier animal, igualmente restringe la carne de animales ahogados y lo mortecino

3. La santidad

de Dios, que abarca todos los ámbitos de la vida, es la razón de esta distinción. Así, su pueblo se santifica obedeciendo sus mandamientos, incluidos los que norman la alimentación. 1 Génesis 1:29; 3:18; 2 Génesis 7:2-3; 9:3; 3 Levítico 17:14; Deuteronomio 14:21; Hechos 15:20

Jesús y la ley de la alimentación Jesús observó la ley de la alimentación, pero no las tradiciones de los ancianos del pueblo judío sobre el lavamiento de las manos y las demás tradiciones de pureza ritual, porque estaban más allá de lo ordenado por Dios

1. Su interés era

hacer evidente que un alimento es inmundo; no por tener contacto con las manos sin lavar ritualmente, ni por una sustancia que contenga; es inmundo, únicamente porque Dios lo ha determinado. Desobedecerlo, es lo que realmente contamina al comensal porque la rebeldía sale del corazón manchando, no solo lo que come sino todos los aspectos de la vida, porque sobre todos ellos, Dios ha manifestado su voluntad. Con ello, Jesús muestra que se debe poner el mismo cuidado para seleccionar lo limpio de lo inmundo en la comida, que para seleccionar la clase de pensamientos, deseos y palabras que se dirigen a los demás

2.

1Marcos 7:1-8; 2Marcos 7:18-23

Jesús muestra que la sola observancia de la ley de la alimentación no tiene sentido alguno, a menos que vaya acompañada de un genuino amor por el hambriento

1.

1Isaías 58:7; Mateo 19:16-22; 25:35; Lucas 16:19-31; Santiago 1:27; 1 Juan 3:17-18

La iglesia primitiva y la ley de la alimentación

El apóstol Pedro tuvo una visión en la que se le pedía que comiera de lo que había en un lienzo, y ante su negativa oyó una voz que decía: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”

1. Para él, esta frase no significó que estaba abolida la ley de la

alimentación, pues al llegar a la casa de Cornelio2 dijo: “me ha mostrado Dios que

a ningún hombre llame común o inmundo”3.

1Hechos 10:10-16; 2Hechos 10:17-19; 3Hechos 10:26-29; 11:1-3

En la iglesia de Roma surgió un problema relacionado con los alimentos, porque había quienes comían solo legumbres creyendo que esa era la voluntad de Dios y condenaban a quienes comían carne; y éstos, creyendo que tenían un conocimiento superior de la voluntad de Dios, menospreciaban a los primeros

1. El

apóstol Pablo los exhortó a superar estas diferencias basados en: la tolerancia, el respeto mutuo, el reconocimiento de que solo Jesús es Señor y Juez de todos

2 y

la responsabilidad de las propias convicciones. Les mostró que lo importante en el Reino de Dios es no romper la comunión

3.

1Romanos 14:3; 2Romanos 14:6; 15:1-2; 3Romanos 14:17

En otras congregaciones de la Iglesia primitiva había amenazas externas por medio de doctrinas que se oponían a la voluntad de Dios, prohibiendo el matrimonio y algunos alimentos puros. La Iglesia, combatió estas herejías con su conocimiento de la palabra de Dios y la oración, afirmando que “todo lo que Dios crió es bueno, y nada hay que desechar, tomándose con hacimiento de gracias:

Porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”, elementos indispensables para saber realmente lo que es santo, tanto para la relación del hombre con la mujer, como para el tipo de alimentos que Dios ha dado a los que han conocido la verdad

1.

11 Timoteo 4:1-5

Lo santo en lo cotidiano del hombre La santidad de Dios es una realidad que el creyente debe tomar en cuenta en todos los ámbitos de la vida cotidiana, sin olvidar que ante Dios todo está visto y ordenado, no solo el espacio y tiempo del culto. Los alimentos diarios, en el marco

de la ley de la alimentación, deben ser reconocidos como don de Dios; y al tomarlos con acción gracias, el creyente se ubica en el ámbito de lo sagrado

1.

1Timoteo 4:4-5

El creyente es mayordomo de su propio cuerpo1, por tanto debe procurar la salud

2,

que en gran medida se determina por lo que come3. Entendiendo que la salud

tiene como propósito servir a Dios y al prójimo4.

11 Corintios 6:20; 23 Juan 2; 3 Éxodo 23:25; Daniel 1:8-15; 4Mateo 8:14-15

Punto de fe 13. Las Buenas Obras Dios, por amor, convierte a los creyentes en sus hijos, haciéndolos partícipes de su naturaleza, que se expresa a través de las buenas obras. El creyente realiza estas buenas obras como respuesta de gratitud al amor de Dios, manifestando una fe obediente y rechazando lo mundano. Partícipes de la naturaleza divina La relación de fe con Dios produce un cambio radical en la persona, propiciando una nueva manera de ser que encarna la vida de Dios. La esencia del creyente se manifiesta en una conducta acorde a los valores del Reino y digna de su nueva condición como hijo de Dios. Conducta que de otra manera no podría alcanzar

1.

12 Corintios 5:17; Gálatas 2:20; 2 Pedro 1:3-4

Las buenas obras Las buenas obras son de gran importancia porque por medio de ellas se manifiesta la fe, ya que como lo afirmó Santiago, “Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma”

1. Las buenas obras han sido preparadas por Dios

para sus hijos2, se hacen por amor a Dios y al prójimo, buscando la edificación

mutua3.

1Santiago 2:14-18; 2Efesios 2:8-10; Gálatas 5:6; 3Efesios 3:17-19; Santiago 3:13-18

Las obras no sustentan la salvación La salvación no se obtiene ni se mantiene por obras. En el Antiguo Testamento Dios perdonó a su pueblo en repetidas ocasiones

1, el pueblo fue salvado y se

mantuvo delante de Dios no por sus obras sino por su arrepentimiento y el perdón de Dios.

1Ezequiel 20:44; Oseas 11:1-9

El hecho de que Dios perdona no debe ser ocasión para menospreciar sus mandamientos. Él exige respeto y espera verlo en su pueblo mediante el esfuerzo genuino para hacer obras dignas de la atención que Él les prodiga

1.

1Deuteronomio 7:6; comparar con Romanos 2:4

Toda la obra de salvación depende de Dios, quien la comenzó y la concluirá en los creyentes

1. Y es Dios quien produce tanto el querer como el hacer

2. Esto significa

que el papel del creyente consiste en no menospreciar lo que se ha hecho, hace y hará por él. Debe tomar con responsabilidad su salvación y llamado

3, obedeciendo

la perfecta voluntad de Dios viviendo en la esperanza segura de la resurrección4.

1Filipenses 1:6; 2Filipenses 2:13; 3Filipenses 1:27; 4Filipenses 3:10-11

En Filipenses 2:12 el apóstol Pablo afirma que deben ocuparse de su salvación con “temor y temblor” Esta declaración es realizada en el contexto de la obediencia de Cristo

1. Por lo tanto, la participación del creyente es creerle a Dios y

responderle con una vida de servicio, semejante a la de Cristo. La salvación es por gracia de Dios y no resultado de las obras del creyente

2.

1Filipenses 2:5-11; 2Filipenses 1:6; 2:13

Todo fiel creyente hace buenas obras, no para ser salvo ni para mantener la salvación, sino porque es salvo

1; como en el caso de Zaqueo

2. Las buenas obras

del creyente alegran a Dios, al prójimo y a sí mismo3.

1Mateo 7:16-20; 25:32-40; 2Lucas 19:8; 32 Corintios 9:11-13

Mundanalidad: Una amenaza para el creyente

El creyente es llamado a rechazar todas aquellas obras que no corresponden a su nueva condición, porque son expresión de una vida dominada por el pecado y producen sufrimiento, condenación y muerte

1.

1 Romanos 6:12-18

El creyente se encuentra entre dos fuerzas que batallan en su ser: Por un lado, la conciencia de que el pecado es inaceptable dada su condición de Nueva Criatura

1

y por el otro, el hecho de que el pecado aún está presente en su vida2. No darle la

importancia a cualquiera de estos dos aspectos no sólo afecta al testimonio del cristiano, sino su misma relación con Dios

3. No se debe consentir al pecado,

tampoco se debe negar el pecado del creyente. Todo creyente necesita continuamente del perdón de Dios

4, hasta que llegue el día en que Dios lo haga

incorruptible5 y ya no peque nunca más.

11 Juan 3:6; 8-9; 21 Juan 1:8-9; 3Hebreos 4:12-13; 10:29-31; 41 Juan 2:1-2; 51 Corintios 15:54-58; Filipenses 3:20-21

La salvación no produce un cambio mágico. El creyente sigue siendo vulnerable al poder del pecado y por lo tanto expuesto a la influencia de este mundo, por eso, en el Nuevo Testamento hay exhortaciones a mantener una conducta irreprochable

1, que se hacen debido a la nueva condición del creyente

2. Sin esa

condición dichas exhortaciones no tendrían sentido, porque quien no ha sido reconciliado con Dios no quiere ni puede hacer la voluntad divina

3.

1Toda la sección exhortativa de las Cartas del Nuevo Testamento; 2Romanos 13:13; 3Romanos 8:7-8

Mundanalidad: “Los deseos de la carne y de los ojos” Una expresión de mundanalidad son los deseos distorsionados de la carne y de los ojos. Aquí, los términos “carne” y “ojos” son paralelos, ambos se refieren a los impulsos perversos que dominan a la persona

y la llevan a transgredir los límites

que Dios puso al placer y la sensualidad, desarrollando hábitos que la oprimen, degradan y contaminan

1.

1Gálatas 5:19-21

En el caso del creyente, los deseos distorsionados también están presentes, pero gracias a su nueva condición puede dominarlos, respetando los límites que pone la Biblia

1 y amparado en su relación con Dios

2. Ahora puede dejar su pasado

dominado por los deseos3, ofrecer un buen testimonio

4 y corresponder al precio

sin igual que se pagó por su vida5.

1Colosenses 3:5-9; 22 Corintios 7:1; 3Romanos 13:13-14; 4Tito 2:12; 1 Pedro 4:3; 51 Corintios 6:20

El creyente sólo puede participar en actividades o reuniones, dentro y fuera de la iglesia, que edifiquen, reuniones en las que la honestidad, la vergüenza, la modestia y la selección de lo que se debe consumir, sean la guía para el trato de los participantes. Para él debe ser más importante el testimonio que ofrece a la sociedad y a la iglesia que sus propios apetitos

1. Debe ser capaz, incluso de

renunciar a lo que tiene derecho por el bien y conciencia de los demás2.

11 Corintios 6:19; Filipenses 4:8-9; 21 Corintios 8:9; Gálatas 5:13

El creyente debe recordar que el dominio propio

1 y el discernimiento

2 son signos

de su libertad. Por ello y aunque las cosas no sean malas en sí mismas, debe evitar las que causen daño a la conciencia de otros

3, por el peligro de que su

actitud sea un obstáculo para la misión de la iglesia en el mundo4.

12 Timoteo 1:7; 2 Pedro 1:6; 2Ezequiel 44:23; Hebreos 5:14; 31 Corintios 10:23; 4Hechos 2:47; 1 Corintios 10:32

Mundanalidad: La soberbia de la vida Otra expresión de mundanalidad es la soberbia de la vida, que se entiende cómo; jactancia, vanagloria, altivez. En el mundo, la búsqueda de un lugar de privilegio y de poder, se considera un valor fundamental, por eso, sin ningún cargo de conciencia, muchos tratan bien a los que consideran superiores y mal a los inferiores. Esta conducta está condenada por Dios

1.

1Isaías 13:11; Malaquías 4:1; 2 Timoteo 3:2; Santiago 4:6.

Hábitos impuros El creyente debe abstenerse de los hábitos impuros, enunciados en Gálatas 5:19-21 y Colosenses 3:5-9 porque de acuerdo a la Palabra de Dios, su cuerpo es templo del Espíritu Santo

1, por tal motivo debe conservarse en pureza y santidad

2.

11 Corintios 3:16; 21 Corintios 3:17; 6:19

Las festividades del mundo La sociedad tiene ceremonias cívicas, que no tienen implicaciones religiosas y que son parte de las obligaciones ciudadanas; pero también, tiene ceremonias cuyo origen o contenido es idolátrico: navidad, cuaresma, “semana santa”, domingo como día de reposo, posadas, Hallowen, días de adoración a las imágenes y otras más y, aunque “el ídolo nada es”

1, el creyente no debe participar

en ellas porque tiene la responsabilidad de cuidar la conciencia de sus hermanos2,

y no menospreciar la santidad de las ceremonias de la Iglesia en las que participa

3.

11 Corintios 8:4-6; 21 Corintios 8:7-12; 31 Corintios 10:19-22

La idolatría tiene, también, manifestaciones que pasan inadvertidas, como el egoísmo, el amor al dinero y al poder, pues los ídolos no sólo se presentan en imágenes o figuras, también en cosas materiales o inmateriales, que se convierten en su principal preocupación y ocupación

1.

1Lucas 16:13; 1 Corintios 10:14; Colosenses 3:5

Punto de fe 14. La Paz de Dios

La paz que Dios da es un estado de bienestar abundante basado en la

comunión con Él y que abarca todos los aspectos del ser de los creyentes y

sus relaciones. Ellos son portadores de esa paz y del ministerio de la

reconciliación, están comprometidos a construir un estado de armonía con

el prójimo y la creación, oponiéndose a la violencia en cualquiera de sus

manifestaciones.

La paz es un don

La paz es un don de Dios, basado en la comunión con Él1, produce un estado de

bienestar abundante2 que afecta todos los aspectos de la vida humana3: espiritual,

físico, mental, social, político y económico; así, como sus relaciones4: con él

prójimo y la creación.

1Isaías 48:17-19; 57:2; Juan 14:23-27; 2Isaías 9:6-7; 3Salmo 51:10-12; Jeremías 33:6-9;

Marcos 5:34; Romanos 8:6; Filipenses 4:7; 1 Tesalonicenses 5:23; 4Zacarías 8:16,17

La paz es la característica principal del Evangelio por su estrecha relación con la

salvación1. El creyente tiene como fruto del Espíritu la paz 2que gobierna su

corazón3 y sus pensamientos por lo tanto vive libre del dominio del temor, la ira y

el enojo4.

1Isaías 52:5-7; Lucas 2:10-14; Hechos 10:36; Efesios 6:15; 2Gálatas 5:22; 3Romanos

14:17; Filipenses 4:7; 4Juan 14:27; Colosenses 3:8,15

La paz es una tarea

Además de ser un regalo, la paz es una tarea que Dios encarga a sus hijos como

parte integral de su participación en el anuncio del Evangelio1. Los creyentes son

llamados a ser constructores de paz y esta tarea es una bienaventuranza2.

1Romanos 12:17-19; 2Mateo 5:9

Jesús otorgó la paz no solo con sus acciones y milagros también con el saludo

“Paz a vosotros”1, pues las veces que lo expresa a sus discípulos convierte su

angustia y sentimiento de desamparo en completa paz.

1”Shalom” saludo en hebreo que se traduce: “Paz a vosotros” en Lucas 24:36; Juan 20:19,

21, 26; Biblia Reina-Valera 1909

El “Paz a vosotros” es en realidad una bendición que convierte a los creyentes en

portadores de paz1, enviados por Jesús y respaldados por su autoridad. No es un

saludo o formulismo común ni una contraseña; porque al darlo, los creyentes

asumen un compromiso que los obligaba a construir un estado de paz entre ellos,

que incluye a sus enemigos2. Este saludo es entonces una bendición que le aporta

un don a la persona que lo recibe y un compromiso para quien lo da.

1 Mateo 10:12-13; 2 Mateo 5:44-45; Romanos 5:6-7

La paz se opone a la violencia

Jesús enseñó el amor a los enemigos1 y lo cumplió hasta las últimas

consecuencias2, heredando a sus discípulos su compromiso por la paz, mismo

que se puede apreciar en las exigencias que a su vez ellos dejaron a los creyentes

en sus cartas3. El Señor no recurrió a la violencia para realizar su ministerio;

defenderse4, ni en contra de los que lo rechazaban5.

1Mateo 5:44-45; 2Romanos 5:6-7; 3Colosenses 3:15; Hebreos 12:14 4Mateo 26:51-53;

Juan 18:36; 19:10-11; 5Lucas 9:51-56

El episodio de Jesús echando a los cambistas en el templo1 obedece a la profecía

del Salmo 69:9, y es una expresión de indignación santa, ante la injusticia y los

abusos de los administradores del templo.

1Marcos 11:15-17; Juan 2:13-17

El creyente reprueba la guerra porque al ser promotor de la paz y se opone a todo

tipo de violencia. Sin embargo, por su condición de ciudadano, participa solo en

servicios de ayuda humanitaria si es requerido por su gobierno en conflictos

armados.

Punto de fe 15. La Cena del Señor

La celebración de la Cena del Señor es un acto sagrado ordenado a la Iglesia

como memorial de la muerte de Cristo y anuncio de su venida. Al participar

en la mesa del Señor se revitaliza el pacto que en el bautismo se hizo con

Dios y la comunión de la Iglesia como cuerpo de Cristo. La comunión de la

Cena es la participación del pan ázimo y jugo de uva, como emblemas del

sacrificio de Jesús.

La Cena del Señor es un acto sagrado

La Cena del Señor, es la celebración Cristiana que se realiza cada año para conmemorar la muerte de Cristo y anunciar su venida1, mediante la participación comunitaria de los emblemas: pan ázimo y el jugo natural de uva. También es llamada “la Comunión de la Sangre y del Cuerpo de Cristo”2; “la Mesa del Señor”3 y “Acción de Gracias” (eucaristía del griego eúcaristesas)4. El pan es símbolo del

Cuerpo de Cristo y el jugo de uva es representación de su Sangre por medio de la cual hizo el Nuevo Pacto.5

11 Corintios 11:23-26; 21Corintios 10:16; 31Corintios 10:21; 41Corintios 11:24; 5Lucas 22:17-19

El pan ázimo y el jugo natural de uva son representaciones simbólicas que tienen valor sólo dentro de la realización de la liturgia. La fecha para su celebración, se determina de acuerdo al calendario hebreo pues Jesús la instituyó en el marco de la Pascua Judía, fiesta que comienza el día 14 de nisán, primer mes del año1, y que anunciaba el renacimiento de la vida y la misericordia de Dios que trae liberación y vida plena. 1Mateo 26:17-19

En la Cena del Señor se revitaliza el pacto

En la Cena del Señor los creyentes se unen espiritualmente con la muerte del

Señor y el pacto que selló con ella1. Por esto, los emblemas los motivan a la

reflexión y valoración de lo que hizo el Señor por ellos y que los llevó al bautismo

para convertirse en una comunidad de redimidos que espera su regreso2. El

llamado a la reflexión y valoración de la conducta tienen como fin, promover la

participación responsable de los Bautizados en la comunidad, invitando a quien se

sienta indigno, a modificar su conducta errada. Ningún creyente debe abstenerse

de participar de la Cena3.

Una vez terminado el culto, la función de los emblemas termina, el jugo de la uva y

el pan ázimo son otra vez producto de consumo ordinario puesto que no son

realmente la carne y la sangre del Señor, ni la contienen.

1 Mateo 26:26-30; 21 Corintios 11:25-26; 3 1Corintios 11:27-34; Jeremías 2:19

En la Cena del Señor se revitaliza la comunión de los creyentes

En la Cena del Señor se reflexiona acerca de la relación del creyente con Dios y también sobre el valor que tiene la Iglesia, en la que se participa todo el año, como Cuerpo de Cristo. Por eso, tiene mucha importancia que los creyentes se esperen unos a otros, y así, juntos, en comunión, participar de la Cena1 reafirmando su decisión de seguir a Jesús y esperarle en comunidad

11Corintios 11:33-34

Punto de fe 16. El Lavamiento de los Pies

El lavamiento de los pies es un acto litúrgico que se realiza entre los

miembros del Cuerpo de Cristo en el marco de la Cena del Señor, siguiendo

el modelo de Jesús, como señal de que todos tienen la misma importancia y

que están comprometidos permanentemente a servirse con humildad unos a

otros sin jerarquías y diferencias.

Institución del acto litúrgico

Los creyentes, se lavan los pies unos a otros como parte de la liturgia en la Cena

del Señor. Este acto es una ordenanza instituida por Jesús y se realiza siguiendo

su ejemplo de humildad, amor y servicio según lo describe Juan 13:1-17.

Significado del acto

En los tiempos de Jesús, sólo a los hombres libres se les lavaba los pies y

únicamente los esclavos realizaban este servicio, por eso, cuando va a lavar los

pies a sus discípulos Pedro se niega1. Con este acto, Jesús evidencia que todos

los creyentes tienen la misma dignidad; en Él todos son hombres y mujeres libres

para ponerse al servicio del prójimo.2 Al lavar los pies del otro, el creyente se

compromete a servirle, considerándole tan importante como él mismo3, en todo lo

que le sea posible y no solo en el culto; por tanto, quien no participa del acto con

dignidad, menosprecia a sus hermanos purificados y dignificados por Jesús.

1Juan 13:6-8; 2Gálatas 5:13; 3Filipenses 2:3-5

Punto de fe 17. La Unción a los Enfermos

La unción es parte del acompañamiento pastoral a los enfermos, consiste en

la oración en el Nombre del Señor y la aplicación de aceite en su frente, para

fortalecerlos en la fe, en la esperanza de sanidad, perdón de pecados y en la

seguridad de que su dolor y plegaria son compartidos por los miembros de

la iglesia.

La pastoral a los enfermos

El servicio pastoral a los enfermos consiste en el acompañamiento comunitario

encaminado a hacerles conscientes de la presencia salvífica de Dios y en su

Nombre fortalecerles espiritualmente frente a las enfermedades corporales y

emocionales1 Como parte importante del acompañamiento pastoral esta la unción

con aceite de oliva, a los enfermos.

1Salmos 20, 46 y 86

La unción con aceite de oliva

El aceite era usado como ungüento para tratar las heridas1, para aliviar el cuerpo

tras el viaje2. El enfermo recibía con el aceite cuidado amoroso del que lo unge. Es

un acto que quitaba al enfermo de su soledad y lo integraba a la compañía que

promovía su salud. Por eso la unción estaba vinculada a la santidad3.

1 Lucas 10:34; 2Lucas 7:44-46; 3Marcos 6:13

La unción a los enfermos en el Nombre del Señor

En la carta de Santiago se afirma que la oración de fe, en el Nombre del Señor,

acompañada de la aplicación de aceite al enfermo, le sana y perdona los pecados

que hubiere cometido1. La oración y la unción no tiene poder en si mismos, el

escritor mismo afirma que “el Señor lo levantará” La salud de los enfermos

depende exclusivamente de la soberanía de Dios, quien puede obrar más allá de

la mucha o escasa fe de los creyentes y sana con o sin unción.

1Santiago 5:14-15

El creyente puede confiar que Dios dará la respuesta que discierna como lo mejor

para él y esta puede ser que continúe enfermo, por eso la oración de fe también

brinda una capacidad espiritual para aceptarla, aun con sus momentos de temor,

soledad y dolor, y transmite el gozo comunitario que revitaliza1. Es importante

acompañar este acto con la lectura y reflexión bíblica para generar esperanza y

confianza en Dios.

1considerar Salmo 133

Los ancianos1 son los únicos autorizados para ungir

El acompañamiento debe ser comunitario, pero la unción es realizada solo por los

Pastores y Ministros, representantes de la congregación; así, el estado del

enfermo ahora es un interés de la Iglesia, como se puede ver en el pasaje de

Santiago 5:14-15, incluido en la sección 5:7-30, que pone el énfasis en que este

sea un acto que supere el aislamiento, la marginación y las divisiones.

1Pastores y Ministros

Punto de fe 18. Diezmos, Ofrendas y Primicias

Diezmar, dar las primicias y ofrendar, son expresiones de amor a Dios y

reconocimiento de su soberanía. El Diezmo es la décima parte de los

ingresos del creyente, pertenece a Dios y por esta razón lo entrega a la

Iglesia. Las primicias, son lo primero que el creyente gana en un periodo o

cambio de su actividad económica, las aporta para apoyo de su pastor. Las

ofrendas son aportaciones económicas que el creyente decide hacer como

un acto de adoración a Dios y de apoyo a la Misión de la Iglesia.

Diezmos: Mandamiento y vigencia

Los creyentes, a lo largo de la historia, han reconocido el señorío de Dios sobre su

actividad económica. Por amor y fidelidad han entregado el diezmo hasta la

actualidad.

Abraham, el padre de la fe entregó el diezmo al Rey-Sacerdote Melquisedec en

gratitud y reconocimiento por la bendición recibida1. Los Patriarcas entregaron sus

diezmos como expresión y reconocimiento al Creador2.

1 Génesis 14:18-20; Hebreos 7:1-8; 2Génesis 28:20-22

El Pueblo de Israel, entregaban a la tribu de Levi, sus diezmos por mandato de

Dios, como instrumentos de su gracia y cuidado por quienes Él escogió para su

servicio1.

El diezmo se apartaba de las cosechas y del ganado2, cuidando de no manipular

la porción que le correspondía a Dios3.

1Números 18:20-21; Hebreos 7:5; 2Levítico 27:30-32; Deuteronomio 14:22; 3 Levítico 27:33

Para el tiempo de Jesús, ya se diezmaba sobre toda actividad económica y no

solo sobre las ordenadas en el Antiguo Testamento. El Señor aprobó esta

ampliación haciendo notar que lo más importante de la ley es la justicia, la

misericordia y la fe para, en base a ellas, diezmar sobre toda actividad

económica1.

Esta aprobación de Jesús le da vigencia permanente al mandamiento de diezmar,

por eso los creyente de hoy lo entregan como un acto de fidelidad, amor5 y

adoración dentro del culto, aplicándolo a todos los ingresos por salario y/o por

negocio que hacen posible su nivel de vida.

1Mateo 23:23; 5 1Corintios 13:1-3

Su importancia para la fe

Al diezmar, el creyente, supera la tentación de amar las riquezas y el peligro de

convertirse en su siervo1; ubica al dinero en su correcto lugar, como un

instrumento al servicio del Reino; reconoce que todo los bienes que ha obtenido

en realidad son don de Dios2; confía en que Él lo sostiene y le llenará de

bendiciones que el dinero no puede comprar3; y actúa como su fiel mayordomo4.

1Lucas 16:9-14; 2Génesis 28:22; 1Crónicas 29:14; 3Malaquías 3:8, 10; 4Mateo 23:23-26;

Lucas 11:42

El destino de los diezmos

Es evidente que Dios no necesita de los Diezmos, pero, los pide y destina para la

obra que realiza por medio de su pueblo, preferentemente para sostener a los

creyentes que ha llamado a su servicio de tiempo completo.

La tribu de Leví, era la única que no contaba con recursos propios, no tenía tierra,

ni con que asegurar el porvenir de su descendencia. Dios no pasó por alto esta

situación y es precisamente a ellos a quienes destina los diezmos1, pero aún los

levitas diezmaban2, dando lo mejor de lo que recibían3 a los sacerdotes4.

1Números 18:21,24; 2 Números 18:26; 3 Números 18:29; 4Números 18:28; Nehemías 10:38

El sacerdocio del Antiguo Testamento fue sustituido por el de Cristo, que es según

el orden de Melquisedec1, y por él, se mantuvo vivo el principio de sostener con

los diezmos a los que sirven a Dios. Los creyentes que se dedican por completo al

Evangelio son sustentados, como lo fueron los levitas, con los recursos que los

demás creyentes aportan2 y al igual que ellos, de lo recibido, aportan su diezmo.

En otras palabras; los dedicados a la obra son sostenidos por Dios con el dinero

que le pertenece.

Es necesario recalcar que en la administración del diezmo se debe incluir, hacer el

bien a los necesitados3.

1Hebreos 7:12-17; 21Corintios 9:11-14; Gálatas 6:6; 3Deuteronomio 14:28-29

Ofrendas

Las ofrendas son aportaciones voluntarias que el creyente realiza además del

diezmo, son entregadas como parte del culto, para ser administradas en la ayuda

a los necesitados y el sostenimiento de la Misión de la Iglesia. El amor y la alegría

son los principales motivos de esta acción 2 y pueden ser de tal magnitud que el

creyente es movido a vender todo lo que tiene y entregar sus bienes para ser

repartidos entre los pobres2.

1Marcos 12:41-44; 2Corintios 8:14-15; 9:1-7; Efesios 4:28; 1 Timoteo 6:17-19; 2Hechos

4:34-37

Por otra parte, la Biblia exhorta a los creyentes a ofrendarse ellos mismos a

Dios1como lo hizo Jesús, mediante una vida santa entregada en amor y servicio al

prójimo, no solo dando dinero.

1 Romanos 12:1; 13:7-9

Las primicias

Las primicias eran una ofrenda que consistía en dedicar a Dios los primeros frutos

de la tierra y del ganado, y los primeros productos que se elaboraban con la masa

y otras materias primas1, reconociendo que Él era la fuente de todo su bienestar.

Se entregaban directamente a los levitas para su sustento2.

1 Éxodo 13:1-2; 34:19; Levítico 27:26, 28; Deuteronomio 15:19; 2 Deuteronomio 18:1-5;

Ezequiel 44:30

Hoy, el creyente también reconoce a Dios como la fuente de todo su bienestar,

ofreciendo las primicias de acuerdo su actividad económica: los primeros frutos de

la tierra y del ganado, o su equivalente económico; el primer sueldo de su nuevo

empleo, y a partir de aquí la ganancia del primer día de cada año, y/o la primera

ganancia al iniciar un nuevo negocio1; que entrega directamente a su pastor, quien

es, como los levitas, la persona consagrada al servicio de Dios.2

1Proverbios 3:9-10; Números 15:21; Malaquías 3:8; 2Deuteronomio 18:4; Levítico 23:20; 2

Crónicas 31:4,5

El sostenimiento económico de la misión de la iglesia

La Iglesia necesita recursos económicos para realizar su misión; el sustento de los

pastores, el acompañamiento pastoral, los programas educativos, la elaboración

de materiales, la evangelización, la difusión de la Biblia, apoyo a los creyentes y

simpatizantes en sus necesidades, recursos que, como administradora de los

bienes de Dios, recibe en los diezmos y ofrendas que los fieles, por amor y

desprendimiento, le confían1.

1Lucas 10:7; Romanos 15:26; 1 Corintios 16:1-2; 2 Corintios 11:8; 1 Timoteo 5:18

Punto de fe 19. El Matrimonio

El matrimonio es el propósito de Dios para la pareja, en el que un hombre y

una mujer se comprometen a unir sus vidas mediante un pacto de amor y

fidelidad. Inicia ante las autoridades civiles con testigos de la sociedad y es

bendecido por el Creador, ante la Iglesia, para que dure toda la vida, en un

marco de igualdad, tolerancia, respeto y apoyo mutuo, que honre a ambos.

El propósito de Dios en el matrimonio

El texto base para entender el propósito de Dios para la pareja humana: Génesis

2:18-24, usa las expresiones: “Dejar”, “Unirse” y “Ser una sola carne”, para indicar

que tanto el hombre como la mujer; dos seres completos, deciden dejar en

segundo término todo lo que eran y planeaban como individuos, para construir una

vida en común que sea señal de lo que Dios quiere para la humanidad entera.

Unirse en estas condiciones, será la razón y prioridad de su existir terreno, con

espacios para su individualidad pero con la conciencia que la relación personal

que cada uno tiene con Dios, a partir de su casamiento, se da desde su condición

de esposos pues ya son una sola carne. Es evidente entonces que el matrimonio,

según el propósito de Dios, es heterosexual y monógamo.

El “dejar”, significa asumir con madurez el compromiso de formar un nuevo hogar,

independiente de las familias de origen. También es la manifestación de una

relación sana con los padres quienes son honrados al ver que capacitaron a su

descendencia para iniciar su propia vida y a su vez ellos pueden dejarlos ir.

“Y allegarse ha á su mujer”. Debe entenderse en el contexto de esta otra frase:

“hueso de mis huesos y carne de mi carne” lo que significa tomar la decisión de

unirse a la pareja en virtud de ver en ella a la persona que efectivamente le saca

de la soledad, compartir con ella la vida y enfrentar juntos el porvenir.

“Y serán una sola carne”. Se refiere a la intimidad en la mutua entrega sin

reservas que incluye las emociones, los deseos, las aspiraciones y la vida sexual

dada por Dios para el goce de la pareja, y por medio de la cual, es posible la

procreación. El matrimonio, por ser una relación permanente, permite que la

pareja alcance su plenitud delante de Dios.1

1Malaquías 2:14-16, Mateo 19:5-6; Efesios 5:21-31

El matrimonio es una relación de igualdad

El propósito de Dios para el matrimonio ha sido desde el principio: la mutua

cooperación1, no la servidumbre2. Dios hizo a Eva como ayuda* idónea. La

soledad de Adán3 terminó con la presencia de ella y no por la, de los otros seres

que la antecedieron, seres que bien podían haber sido sus ayudantes o

sirvientes4. Su soledad realmente consistía en la necesidad de contar con un

aliado, de tener la compañía de un ser con el que pudiera estar cara a cara, un ser

distinto de él pero al mismo tiempo ni inferior ni superior. Dios hizo lo justo para él,

tomando a Eva del centro de su cuerpo5. Adán reconoció enseguida a su par al

decir: “hueso de mis huesos y carne de mi carne”6. A partir de ellos la esposa será

la compañía adecuada para el esposo, en una relación de apoyo mutuo, que los

abraza, protege, les da soporte en un reflejo de la frase: “Jehová, sé tú mi

ayudador” donde “ayudador*”7, es la misma palabra hebrea que se utiliza en

“ayuda”* idónea.

1Génesis 1:28; Mateo 19:8; 2Génesis 3:16; 3Génesis 2:18; 4Génesis 2:19-20; 5Génesis

2:21-22; 7Génesis 2:23; 5Génesis 2:24-25; 1 Samuel 7:12; Salmo 30:10 *La palabra

ayuda, es la traducción del vocablo hebreo <˓azar>, que significa, rodear, ayudar,

socorrer, proteger, circundar, y es la raíz de la expresión <eben-ezer>

El propósito divino para la pareja fue pervertido con reglamentaciones e

interpretaciones de la Ley de Dios que rebajaban la dignidad de la esposa al nivel

de una propiedad que, como tal, podía ser dejada por cualquier motivo para tomar

otra1. El Señor descubrió que detrás de esta pervertida interpretación de la

voluntad de Dios, esta la dureza del corazón que se niega a seguir el ejemplo de

Adán al recibir a Eva2.

1Mateo 5:28, 31-32; 19:3; 2 Mateo 19:4-9

La relación de igualdad en el matrimonio se rompió a partir de la caída1 como una

de las muchas consecuencias que trajo el pecado2. Jesús combatió esta condición

de desigualdad reafirmando el propósito de Dios para la pareja humana, al

declarar: “al principio no fue así”.3

1Génesis 3:16; 2Génesis 3; 3Mateo 19:8

Divorcio

De acuerdo con las Sagradas Escrituras, el matrimonio sólo se disuelve con la

muerte1, o por la excepción señalada por Jesús en Mateo 19:9, única causa

justificada para el divorcio.

1 Romanos 7:1-3; 1 Corintios 7:39

Matrimonio después del divorcio ilícito

Si una persona se divorcia, por razones distintas a las que la Biblia autoriza y

contrae nuevo matrimonio, comete adulterio1; y hace, que su nuevo cónyuge

también lo cometa2.

1Mateo 5:32; Marcos 10:11-12; 2Lucas 16:18

La ceremonia de bendición matrimonial

La autoridad civil tiene la facultad exclusiva para unir en matrimonio1, por eso los

contrayentes acuden primero ante las autoridades civiles para legalizar su unión

matrimonial. Posteriormente piden la bendición de Dios a través de su pastor o un

ministro, pues solo él Creador tiene el poder para unirlos en una sola carne2.

1 Romanos 13:1; 2Mateo 19:5-6

TERCERA SECCIÓN

ESTUDIO Y ESCUDRIÑAMIENTO

Punto de fe 20. La Profecía

La profecía es un mensaje que anuncia la voluntad de Dios, denuncia la

conducta contraria a ésta y proclama la llegada del Reino de Dios como

salvación o condenación, dependiendo de la respuesta a su mensaje. Como

característica, incluye un llamado a la conversión.

Los profetas

La palabra profeta es la traducción del término hebreo “Nabí”, que quiere decir: “el

vocero de Dios”1. El profeta era el mediador que recibía de Dios el verdadero

sentido de lo que pasaba en el mundo y lo transmitía en palabras comprensibles a

los seres humanos2. Exponía la evaluación divina sobre la conducta del pueblo y

daba a conocer el veredicto, ya sea de castigo o restauración3.

1Éxodo 7:1 compare Deuteronomio 18:14-22; 22Samuel 12:1-12; Ezequiel 3:22-27; Óseas

2:1-13; 3Isaías 1:1-4; Jeremías 1:2; Ezequiel 1:2

Los profetas anunciaban la voluntad de Dios y en consecuencia denunciaban las

acciones del ser humano y de la comunidad que se desviaban de ella. Ejercían su

actividad en contra del abuso del poder1 y sobre la conducta y motivaciones

injustas de las personas2. Un falso profeta era aquel que hacía pasar la mala

conducta del rey y del pueblo, como si fuera buena3, impidiéndoles con ello el

arrepentimiento.

1Isaías 1:4-8; Amós 2:6-8; 21 Corintios 14:24-25; 3Lamentaciones 2:14

El papel de la profecía

La profecía, tiene como función principal, llamar al arrepentimiento1 dando a

conocer el veredicto de Dios sobre su pueblo: Si no cambian, se ejecutará la

sentencia. Si se arrepienten y confían en Dios, los perdonará y tendrán esperanza,

pues tal vez, transforme sus circunstancias2 de acuerdo a su bondad que nunca

cambia 3 y conforme a su libertad para enjuiciar. No lo haría por capricho, como lo

hacen los seres humanos, sino de acuerdo a su Palabra4.

La profecía anuncia lo que Dios ha decidido hacer, no propiamente lo que va a

suceder; si así fuera, entonces el pueblo no tendría esperanza, porque estaría

invariablemente determinado lo que pasaría con ellos.

1Nehemías 9:26; 22Samuel 12:22; Oseas 14:1-3; Jonás 3:8-9; 1 Corintios 14:24-25; 3Isaías 30: 18; Jonás 3:10-4:3 4Números 23:19; Isaías 46:9-10; Amós 3:7;

En el Nuevo Testamento, la palabra profética, está vinculada al anuncio que hace

Jesús del Reino de Dios. Es un llamado al ser humano para que se vuelva de su

mal camino y espere con fidelidad la realización final de su Reino (horizonte

escatológico). La profecía pretende que el creyente, responsablemente,

permanezca fiel al testimonio de Cristo y esté vigilante esperando su retorno, que

puede ocurrir en cualquier momento1.

1Mateo 24:44; 25:13

En su función como profeta prometido1; Jesús buscó que el pueblo se convirtiera a

Dios2, reveló las verdaderas intenciones de la conducta humana3 y anunció las

consecuencias para quienes acepten4 y para quienes rechacen su mensaje5

1Deuteronomio 18:18; Juan17:7-8; 2Hechos 26:18; 3Juan 3:19; 4Mateo 10:41,42; Juan

6:40; 5Mateo 16:27

Jesús, el cumplimiento de la profecía

Los anuncios del Antiguo Testamento, respecto al futuro, fueron la expresión de la

confianza en que Dios actuaría definitivamente para establecer su Reino, no

pretendieron ser el diseño exacto ni mucho menos, la regla a la que Él tendría

que sujetar su acción final.

Solo que en algunos sectores del pueblo judío, esos anuncios proféticos fueron

concertándose alrededor de la esperanza de un Mesías rey y un reino judío de

alcance universal. De manera que cuando Dios actuó en Jesús, lo hizo de una

manera tan distinta a esa esperanza mesiánica que la desilusión se convirtió en el

principal obstáculo para que los judíos vieran en Jesús al Mesías de Dios. Para

tratar de salvar ese obstáculo los escritores del Nuevo Testamento

constantemente se refirieron a las acciones de Jesús como el cumplimento de lo

dicho por los profetas1, pero esa afirmación escandalizó a los jerarcas judíos

1Lucas 24:27, comparar con Juan 5:39

Jesús, además de cumplir la profecía del Antiguo Testamento, anunció realidades

nuevas del porvenir1 porque para él la predicación del Evangelio a todo el mundo

es un elemento determinante del fin2.

1Mateo 19:28; Mateo 24 y 25; 2Mateo 24 y 25; Marcos 13:10; 1 Pedro 3:9

Punto de fe 21. Obra y Fin de Satanás

Satanás se opone a que Dios sea reconocido y obedecido, tentando al ser

humano con un supuesto mejor destino que el Reino de Dios. Ha sido

derrotado por el poder de Cristo Jesús y será aniquilado al final de los

tiempos. Su labor se hace más peligrosa debido a la cercanía de su fin, pero

los creyentes pueden resistirle y vencerle al someterse a la soberanía de

Dios.

La fe de los creyentes está fundada en la persona y obra de Jesús, el interés que

se muestra en la Biblia es que el ser humano conozca a Dios y a su Hijo para que

tenga vida en comunión con ellos1. Esto explica porque existe poca información

acerca del origen y ser de Satanás, pues lo relevante para el creyente es que

conozca su obra2 a fin de que esté firme contra sus asechanzas y los resista

sabiendo que está vencido y que Dios lo ha sentenciado al aniquilamiento.

1Juan 17:3; 21Juan 3:8-10

La obra de Satanás

La Biblia, alerta al creyente sobre el peligro que Satanás le representa. Para dar

una comprensión más clara acerca de él, la Escritura utiliza varios nombres que

describen su obra:

Diablo (Calumniador) 1; Beelzebub (príncipe de los demonios)2; El Malo3;

Homicida4; Mentiroso y Padre de Mentira 4; Belial (vileza) 5; Dios de este siglo6;

Satanás (Adversario) 7; Príncipe de la potestad del aire8; Maligno9; Tentador10;

Abaddón o Apollyón (destructor)11; Serpiente Antigua y Gran Dragón12,

Acusador13.

1Mateo 4:1; 2Mateo 12:24-47; 3Mateo 13:19; 4Juan 8:44; 51 Corintios 11:14; 62 Corintios

4:4; 72 Corintios 6:15; 8Efesios 2:2; 9Efesios 6:16; 101 Tesalonicenses 3:5; 11Apocalipsis

9:11; 12Apocalipsis 12:9; 13Apocalipsis 12:10

Satanás, el enemigo de quien sirve a Dios1. Ofrece a quien duda, un camino

opuesto a los propósitos divinos2, tentándolo para que considere a la mentira que

daña, al homicidio, a la rivalidad y a la división, como recursos que están a su

disposición para conseguir los deseos de su corazón, con ello pone a prueba la

responsabilidad del creyente y su conciencia de que la libertad solo se encuentra

en Dios3.

1Job 1:8-11; Mateo 13:39; Lucas 22:31; 2Hechos 13:10; Efesios 2:2-3; 4:27; 3Mateo 4:8-

10; Juan 8:44; Hechos 26:18; Apocalipsis 12:9,12

El fin de Satanás

El poder y la autoridad de Satanás no se pueden oponer ni comparar con el poder

y autoridad de Dios. Ha sido vencido por Jesús, actúa sujeto a los límites que Dios

le fijó y será aniquilado en el lago de fuego y azufre1. Debido a que le queda poco

tiempo, Satanás puede tornarse sumamente peligroso2. Por eso, es necesario que

el creyente estreche la relación con Dios pues es la única opción que tienen para

resistir la tentación y al mal3, de lo contrario dará cabida a la obra de Satanás en

su vida.

1Mateo 25:41, Lucas 10:18; Romanos 16:20; Colosenses 2:15; Hebreos 2:14-15;

Apocalipsis 20:10; 2Apocalipsis 12:12; 3Lucas 11:4; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8

Punto de fe 22. El Retorno de Israel

Dios eligió a Israel como su pueblo para mostrar sus planes de redención

para el mundo, lo hizo objeto especial de su amor y le manifestó su poder,

preservando su existencia y convirtiéndolo en instrumento de bendición

para las demás naciones. Sin embargo, por su rebeldía, Dios permitió su

dispersión entre las naciones. El reconocimiento oficial del Estado de Israel

en 1948, confirma el designio de Dios a favor de su restauración. La

restauración de Israel, tanto en los tiempos bíblicos como en los actuales, es

paradigma de la del creyente.

La elección de Israel

Dios, en su soberanía eligió a un pueblo pequeño, vulnerable y débil, para mostrar

su misericordia y poder. Lo hizo crecer y lo sustentó a fin de constituirlo en

evidencia de su benevolencia para todas las naciones1.

1Génesis 12:1-3, Deuteronomio 7:6-9, Gálatas 3:8

La infidelidad de Israel

Dios hizo un pacto con Israel con el compromiso de bendecirlos, preservarlos y

darles prosperidad en todo tiempo, brindándoles su protección y defensa ante las

diferentes amenazas a las que estuvieran expuestos. Su promesa consistía en un

estado de completo bienestar* en medio de cualquier circunstancia1.

1Génesis 17:7; Deuteronomio 26:9; Isaías 41:10-20; *En hebreo Shalom=paz

Por su parte, Israel se comprometió a obedecer el pacto; sin embargo, no siempre

se mantuvo fiel. Practicó idolatría, divinizó elementos de la creación y pervirtió su

comprensión del carácter santo de Dios, incurrieron en injusticias contra su

prójimo. Por esto Dios, permitió para su corrección, que fueran llevados al exilio en

el siglo VII1 a. C. y después a la dispersión en el primer siglo de nuestra era.

1Éxodo 19:8; Deuteronomio 28:64; Ezequiel 5:7-17; Oseas 9:17; Amós 2:6-8; 5:26-27;

7:17

La fidelidad de Dios

Dios ha cumplido su Palabra, se ha mantenido fiel a pesar de la rebeldía de Israel.

En su gracia ha restaurado el hogar de sus padres, retornándolos a la tierra de la

promesa1.

1Isaías 12:1-6; Isaías 43:5-7; Jeremías 29:10-11; Oseas 11:1-11

El retorno del Israel disperso, comenzó a al inicio del siglo XX y se consolido en

1948 por la intervención bondadosa de Dios. Este suceso fue predicado con

anticipación por parte de nuestra iglesia. El retorno de Israel es un ejemplo para

los creyentes de la manera que Dios ama y de cómo, por su gracia, restaura a los

suyos a una vida plena en Él, manteniendo sus promesas a pesar de la infidelidad

y los errores humanos1.

1Lucas 15:10-32, Romanos 2:4; 8:31-39, 1 Timoteo 1:16; 1 Pedro 1:2

Punto de fe 23. El Mensaje de los Tres Ángeles

El mensaje de los tres ángeles constituye para la Iglesia el compromiso de

predicar: Un llamado al arrepentimiento afirmando la realidad de un solo

Dios creador quien debe ser adorado. Un anuncio sobre el final del sistema

político religioso que como una estructura de poder se autodenomina divina

e intenta someter a los hombres a su señorío. Una advertencia a la Iglesia de

Dios para resistir frente a los poderes idolátricos cualquiera que fuese su

representación guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesucristo.

Apocalipsis 14:6-13

Estos tres mensajes, que tienen como marco el inminente juicio de Dios,

constituyen una exhortación a perseverar en santidad, obedeciendo los

mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Santidad que salvaguarda al creyente de

una fe adulterada y deformada por las prácticas paganas del imperio.

El primer ángel anuncia con urgencia el propósito de Dios de que todos los

moradores de la tierra conozcan a través del Evangelio, que sólo hay un Dios

verdadero creador de todo lo que existe y que demanda reconocimiento y

adoración exclusivos, en virtud de su providencia, poder y amor para la

humanidad.

El segundo ángel proclama el juicio, como un hecho consumado, sobre todo poder

que pretenda ocupar el lugar de Dios, oprimiendo e influyendo a todas las

personas de manera destructiva con sus ideologías y prácticas.

El tercer ángel llama a resistir los poderes idolátricos y mantener la obediencia de

los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Es una fuerte advertencia a no dejarse

contaminar ni por la fuerza ni la seducción de aquello que no es verdaderamente

de Dios. Es un llamado a no dar lugar a los pensamientos ajenos a los valores de

Dios ni adoptar formas o prácticas que traigan éxito aparente o que sean

socialmente aceptables pero que no corresponden a la fe bíblica.

Punto de fe 24. Las Siete Últimas Plagas

El texto bíblico menciona siete últimas plagas en las cuales se evidencia que

el mundo y su destino están en manos de Dios. Por medio de ellas interviene

para acabar con el mal. Son juicios para el malvado y esperanza para los

justos. En éstas, Dios muestra la realidad vulnerable de la humanidad.

Descripción de las plagas:

Primera Plaga

Es una plaga mala y dañosa que se origina con el derramamiento de la primera

copa del juicio de Dios sobre la tierra y que cae sobre los hombres que tienen la

señal de la “bestia” y sobre los que adoran su imagen1.

Segunda Plaga

Es una plaga que convierte el mar en sangre, causando la muerte de todo ser

viviente que se encuentre en él. Es originada con el derramamiento del la segunda

copa2.

Tercera Plaga

La tercera copa es derramada sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas

convirtiéndolas en sangre, para que la beban quienes derramaron la sangre de los

santos y de los profetas3.

Cuarta Plaga

Derramada sobre el sol, quemando a los hombres con su gran calor y haciendo

que blasfemen el nombre de Dios. A pesar de la plaga no se arrepintieron de sus

malas obras4.

Quinta Plaga

Derramada sobre el reino de la bestia, trayendo oscuridad y ulceras sobre los

hombres, quienes por el intenso dolor muerden sus lenguas y blasfeman el

nombre de Dios, pero, persistiendo en su negativa a arrepentirse de sus obras5.

Sexta Plaga

Se derrama sobre el río Éufrates, secando sus aguas y preparando el camino para

la invasión de los reyes de oriente. Al tiempo de esta plaga, tres espíritus

inmundos como ranas salen de las bocas; del dragón, de la bestia y del falso

profeta. Espíritus de demonios que hacen señales a todos los reyes del mundo,

congregándolos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso, en el lugar

llamado Armagedón. En medio de estos acontecimientos, el Señor, exhorta a los

creyentes a mantenerse vigilantes en virtud de su sorpresivo regreso6.

Séptima Plaga

Esta es la última plaga, se derrama sobre el aire y una gran voz desde el trono

que está en santuario celestial dice: “hecho es”. Hubo relámpagos y voces y

truenos y el terremoto más grande desde que los seres humanos existen, la

ciudad grande fue partida en tres partes, las ciudades de las naciones cayeron y

Dios juzgó a Babilonia la grande; desapareciendo las islas y los montes. Cayó del

cielo granizo del peso de un talento* que hizo que los seres humanos blasfemaron

contra Dios por lo grande de esta plaga7.

1Apocalipsis 16: 2; 2verso 3; 3 versos 4-7; 4 versos 8-9; 5 versos 10-11; 6 versos 12-16; 7

versos 17-21 *Medida de peso utilizada en la antigüedad que varía entre 30 a 60 kilos

El mensaje de las siete últimas plagas:

Cuando Dios liberó al pueblo de Israel de su opresión en Egipto, lo hizo a través

de diez plagas, en las que mostró el poder que tiene sobre la creación. Las plagas

fueron señal de castigo para el Faraón y su pueblo, que endurecieron su corazón

para que no se rindiera pese a las grandes maravillas que estaba presenciando.

Las plagas también fueron señales para el pueblo de Israel, pero en su caso, eran,

de libertad; anunciaban, y en ellas se realizaba, el rescate portentoso y amoroso

de Dios.

De una manera aparecida, pero, a nivel universal, Dios librará a los creyentes de

todas las naciones, del poder del mal ejercido por la triada blasfema: el dragón, la

bestia y el falso profeta.

Serán siete plagas, el medio por el cual realizará la liberación de su pueblo. Para

aquellos que adoran a la Bestia, serán plagas que endurezcan su corazón en la

rebeldía, y para los creyentes, serán el anuncio y la realización de su rescate final.

En las plagas Dios se mostrará como verdadero dueño de la creación, y también

como el Ser ante el cual los poderes del mal, no pueden oponer resistencia, el ser

humano podrá verlo ubicado en su pequeñez, pero lamentablemente, optando por

resistirse y blasfemar contra Dios1.

1Apocalipsis 16:1-21

Este juicio de Dios anuncia que el mal no es permanente. Toda estructura de

opresión, abuso e idolatría dejará de ser. Finalmente, Dios habrá de derramar su

ira sobre todo aquello que produzca dolor y muerte. El anuncio de las plagas

contiene un mensaje de esperanza para los justos. Durante ellas Dios les dará

protección. La maldad que los oprime no permanecerá para siempre, dejará de

existir1. Por ello el creyente debe tener cuidado en no solazarse en la suerte que

correrán los rebeldes porque sería caer en el mismo lazo de maldad2.

1Malaquías 3:18, Apocalipsis 15:4-5; 2Romanos 11:20, 22

Los eventos extraordinarios que describen las plagas valorados desde la fe, son

señales de una nueva era que está naciendo, mucho mejor que la actual. Son

como los “dolores de parto” de una mujer que está dando a luz1.

1Lucas 21:28 – 31, Romanos 8:22-25

Punto de fe 25. La Segunda Venida de Cristo

El regreso personal y definitivo de Cristo a la tierra será un evento

mundialmente visible en el que habrá de manifestarse su gloria plena. Su

segunda venida inaugura su reino milenial. El creyente lo espera confiado en

la comunión que tiene con Él y comprometido en la realización de su misión

en el mundo.

Jesús vendrá en forma repentina, personal y visible

La segunda venida de Cristo será visible para todos los que vivan en ese

momento1; así como sus discípulos lo vieron ir al cielo, el mundo lo verá regresar.2

Su gloria será manifestada plenamente resucitando a los que creyeron en Él3, y

transformando el cuerpo a quienes estando vivos, hayan sido fieles dándoles un

cuerpo espiritual4, para que juntos lo reciban y lo acompañen a la tierra5, lugar en

el que establecerá su reino milenial6.

1Mateo 24:30; Lucas 21:25-27; Apocalipsis 1:7; 2Hechos 1:9-11; 31 Tesalonicenses 4:16;

41 Corintios 15:51-52; 51 Tesalonicenses 4:17; 6Mateo 25:31

Las señales

La venida de Cristo está marcada por la sorpresa, vendrá de forma repentina y es

imposible de pronosticar. Los creyentes, que aman su venida1, lo esperan

comprometidos en la realización de su misión, confiados en que Él los

acompañará hasta el fin del mundo2, sin distraerse en averiguar el día y la hora en

que vendrá, pues este dato solo lo determina y conoce Dios4.

12 Timoteo 4:8; 2Mateo 28:20; 4Hechos 1:11

Por la inquietud de sus discípulos al entender que les había prometido volver,

Jesús les dio señales de su segunda venida, pero tanto Él, como los escritores del

Nuevo Testamento, mostraron la insuficiencia que tienen debido a la frecuencia

con que se repiten, por lo que los orientó a enfocarse en la misión como el apoyo

seguro para esperar su regreso1.

1 Mateo 24:44-51; Santiago 5:7,8

El principal tropiezo para el pueblo de Dios no es que ya regrese Jesús, sino que

se tarde y en esa espera el pueblo se descuide. Desde su primera venida ya

pasaron dos mil años, y solo Dios sabe cuántos falten para la segunda, pero

desde los primeros discípulos se vive con la certeza de que vendrá en cualquier

momento1. Esta seguridad promueve su perseverancia en la fe y el servicio, por

mucho que tarde el Señor2.

11 Pedro 4:7; 2 Pedro 3:8-10; 2Mateo 24:45-46; Tito 2:11-13; Santiago 5:7

Punto de fe 26. Resurrección y Castigo Eterno

La resurrección de los muertos será en dos momentos: Primero la de los

justos con la segunda venida de Cristo y mil años después, la de los injustos

para su castigo eterno, es decir, su aniquilación. Ambos acontecimientos,

designados por Dios, manifiestan la última etapa en la historia de la

humanidad y responden a un proceso de purificación de la creación.

El orden de la resurrección

El reino milenial de Cristo marca dos momentos para la resurrección1.

1Juan 5:28-29; Hechos 24:15

La primera resurrección se efectuará al venir el Señor Jesucristo1. Los santos de

todas las edades, se levantarán del polvo al mismo tiempo2 y los justos que

estuvieren vivos serán transformados. Ambos tendrán un cuerpo glorioso3,

recibirán vida definitiva, no sujeta al tiempo, ni participarán en la maldad y reinaran

con Cristo por mil años4.

11 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 20:6; 2Hebreos 11:32-35; 31 Corintios 15:51-53; 2

Corintios 5:1-4; Colosenses 3:4; 4Mateo 25:41; Apocalipsis 20:4

La segunda resurrección ocurrirá después del milenio1, y quienes se levanten en

ella serán destruidos completa y definitivamente. Esta es la muerte segunda2, es

un castigo eterno porque quienes la experimenten serán consumidos en “el lago

de fuego” para nunca más volver a la vida3.

1Apocalipsis 20:5; 2Apocalipsis 20:12-15; 3Mateo 18:8; Apocalipsis 20:14

Castigo eterno

El castigo eterno comprendido como un tormento que dura para siempre es

incompatible con la verdad bíblica por las siguientes razones:

a) Dios dará inmortalidad solo a los creyentes serán inmortales. Por carecer de

este don, los incrédulos no podrán ser atormentados permanentemente, serán

reducidos a nada, quedándose para siempre sin la oportunidad de volver a vivir.

En esto consiste lo eterno de su castigo.

b) El término “castigo eterno” se refiere al alcance de su efecto más que a la

duración. La comprensión de este concepto debe considerarse a la luz del amplio

vocabulario que en la Biblia es utilizado para referirse a la destrucción. Se

compone de palabras que califican lo eterno en función de la naturaleza y efecto

del medio por el cual se castiga y no por la duración de dicho castigo; los salmos1,

los profetas2, el Nuevo Testamento3 y principalmente la palabra “el fuego o el

infierno”*4. En este caso es iluminador el caso de Sodoma y Gomorra referido en

Judas 7, en el que la palabra fuego viene acompañada de la griega “eterno**” que

no obstante significar literalmente “que dura por los siglos”, es evidente que se

refiere al efecto del castigo y no a su duración, pues el fuego que destruyó a las

dos ciudades fue eterno, por sus resultados permanentes. La destrucción fue

completa y definitiva. Por eso el humo, evidencia de que el fuego ha hecho su

obra, es lo que “sube para siempre jamás”5.

1Salmo 2:9-12; 11:1-7; 34:8-22; 37:2,9-10,20,38; 58:6-10; 69:22-28; 145:17, 20; 2Isaías

1:28; Sofonías 1:15,17-18; Oseas 13:3; Malaquías 4:1-3; 3Mateo 13:30, 40; 13:48; 15:13;

Lucas 13:7; 17:27,29; 20:16; Juan. 15:6; 4Mateo 5:22,29-30; 18:8-9; 23:15,33; Marcos

9:43-44,46-48; 5Apocalipsis 14:11; 19:3 *En hebreo gehena; **Del Griego aionios, siglo,

era, eterno

c) No es posible un tormento continuo de realidades inmateriales e impersonales

como la muerte y el sepulcro. Juan, describe en Apocalipsis, el lanzamiento del

diablo, la bestia, el falso profeta, la muerte, el sepulcro y los impíos al lago de

fuego, que es “la segunda muerte”1.

1Mateo 25:41; Apocalipsis 20:6.10-14; 21:8; 2:11

d) El tormento eterno es contrario a la visión bíblica de justicia1 porque los

pecados cometidos en el lapso de una vida no se pueden comparar con un

tormento que duraría toda la eternidad.

1Mateo 16:27; Romanos 2:5-6

e) La presencia de multitudes sufriendo tormento permanente, sería incongruente

con la paz y la plenitud del nuevo mundo. La nueva creación sería defectuosa

desde el mismo comienzo, puesto que los pecadores permanecerían como una

realidad eterna en el universo de Dios1. ¿Cómo podrían estar en paz los redimidos

sabiendo de la existencia dolorosa de millones de personas? Resultaría

incompatible con su nueva naturaleza libre de maldad y hecha para el amor.

1Salmo 5:4-6

La purificación de la creación

La creación avanza hacia la consumación del propósito eterno de Dios para ella,

que incluye la redención del pecado, de la muerte y de la vanidad, lo que significa

que Dios hará algo nuevo y perfecto a partir de lo viejo e imperfecto, pasando de

lo temporal a lo eterno1.

1Apocalipsis 21:5

Dios destruye lo que se opone a la liberación de su creación, asegurándose de

que alcance su plenitud. Es en este contexto que debe comprenderse el lenguaje

bíblico que habla de destrucción, porque en realidad es una purificación1.

1Juan 15:1-6

Punto de fe 27. El Reino de Dios

El Reino, propiamente se refiere al Reinado de Dios manifestado en tres

etapas: En la persona y ministerio de Jesús, en virtud del cual y por su

gracia la iglesia ya lo experimenta en la fe y la esperanza. En el futuro

reinado milenial de Cristo, a través del cual Dios restaurará todas las cosas,

incluidos la tierra y los seres que la habitan. Finalmente en su Reinado

eterno cuando sea visible y haga que todo llegue a su plenitud.

La promesa del Reino de Dios

La certeza de que Dios es soberano de la creación desde y para siempre, ha sido

uno de los pilares de la fe para los creyentes de todos los tiempos; certeza, que ha

convivido dentro de ellos, con la necesidad que tienen de que ya no exista el mal

que aqueja a la creación1.

1Éxodo 15:18; Salmo 93

La presencia del mal se debe a las decisiones de los seres humanos que han

usado mal la libertad que Dios, sin dejar de ser soberano, les concedió. Dentro de

la realidad contaminada por el pecado la soberanía o reinado de Dios se convirtió

en el objeto de la esperanza de los seres humanos que desean una tierra libre del

mal1.

1Salmo 45:6

Esta esperanza tuvo una primera realización en el reino de Israel, pero debido a

que sus reyes no actuaron como instrumentos del gobierno de Dios1, el pueblo

albergó la esperanza de un Mesías que fuera la manifestación real del Reino de

los Cielos, que incluyera a todas las naciones2, convencidos de que ninguna forma

de gobierno humana, puede, o podrá proclamarse como si fuera el Reino de Dios,

pues sólo por intervención divina, el ser humano y la creación pueden gozar de

paz, justicia y gozo3. Dios prometió intervenir para instaurar su Reinado, promesa

que es la esencia del Antiguo Testamento y el motivo para el ministerio de Jesús.4

1Isaías 1:23-25; 2Génesis 12:3; 1 Crónicas 29:11; Salmo 117:1; 145:10-13; Amos 9:7;

Zacarías 8:20-22; 14:9; 3Romanos 14:17: 1 Corintios 4:20; 4Isaías 9:7; Ezequiel 34

El Reino de Dios por Gracia

Con el ministerio de Jesús inicia el cumplimiento de la promesa del Reino de

Dios1. Los creyentes participan ya “de los bienes que habían de venir”2. Al aceptar

la gracia manifestada en Él, tienen salvación y vida eterna para servir al Dios

vivo3.

1Mateo 12:28; Marcos 1:15; Lucas 11:20; 17:21; Colosenses 1:13; Lucas 10:9; 11:20;

17:21; 2Hebreos 9:11; 10:1; 3Hebreos 9:14; Hechos 15:11; 4Romanos 5:21

La obediencia a Dios es una característica fundamental en su reinado. Por esta

razón, el evangelio capacita al creyente para obedecer al señorío de Cristo como

uno de los bienes que ya puede disfrutar. Sin embargo, por el hecho de que el

creyente vive aún en esta realidad pasajera; ni el bienestar que disfruta es pleno ni

su obediencia es perfecta, necesita de la gracia que lo ampare y lo guarde para el

regreso del Señor; entonces, será plenamente transformado y en esa nueva

condición gozará de bienestar completo y obedecerá de manera perfecta1. De ahí

que la presencia actual del Reino y la Gracia sean dos aspectos del mismo

Evangelio2. Por esta razón, se experimenta como un reino de gracia.

11 Corintios 1:4-7; 2Evangelio y Reino: Mateo 4:23; Hechos 8:12; Evangelio y gracia:

Filipenses 1:7

Por gracia, el Reino está abierto en el presente para todos y la participación en él

es un don y no un logro1, es por fe y no por méritos como creían algunos “justos” y

“buenos”2. Don que ya disfruta la comunidad de creyentes3 que han decidido

obedecer a la ley de Dios, combatiendo los deseos impuros del corazón4, los

hábitos y las ocupaciones que les impiden una entrega total5.

1Romanos 3:9, Efesios 2:8-9; 2Lucas 18:9-14; Marcos 10: 23-27; 3Marcos 4:11 Lucas

8:10; Juan 3:3,5 Hechos 28:33; Gálatas 5:21; 4Marcos 9:47; 5Lucas 9:62; 16:16

El Reino Milenial de Cristo

Dios, por medio de Cristo, llevará a cumplimiento las promesas hechas a través de

los profetas1, un tiempo de paz y justicia bajo el Reinado del Mesías

2. Jesús

vendrá por segunda vez y establecerá su Reino3en la tierra durante mil años

4, los

santos de su pueblo reinarán con Él5 ejerciendo dominio sobre todas las naciones

de la tierra6, someterá a los poderes que se oponen y destruirá a la muerte

7; así, la

creación será regenerada8. Esto sucederá en el tiempo determinado por Dios que

solo Él conoce9.

1Daniel 7:27; Miqueas 4:1-3; Zacarías 14:9; 2Salmo 72:7; Isaías 2:4; 3Mateo 25:31;

Lucas1:32; 4Apocalipsis 20:4-6; 5Mateo19:28; Apocalipsis 2:26-27; 5:10; 6Apocalipsis11:15; 7Hechos 3:21; 1 Corintios 15:25-26; 8Mateo 19:28; Romanos 8:19-23; 9Mateo 24:36

El Reino Eterno de Dios

Después de que todo quede sujeto a Cristo; todo se sujetará al Padre1, para que

Él “sea todas las cosas en todos”2. Una vez que la tierra sea nueva, purificada por

el fuego3, sin ninguna clase de mal y sin la dimensión de lo temporal4 con cielos

nuevos y la justicia como su moradora5. Dios reinará eternamente en ella, visible y

luminosamente6.

11 Corintios 15:24-25,28; 21 Corintios 15:28; 32 Pedro 3:10-13; 4Apocalipsis 21:4-5; 52

Pedro 3:13; 6Apocalipsis 22:4-5

Debido a que la mente humana es finita, todo lo que pueda pensar o imaginar

respecto al milenio y a la eternidad está sujeto a limitaciones, solo puede referirse

a estas realidades por medio de lenguaje figurado. Por ahora el creyente ve “como

en un espejo”1, a partir del regreso del Señor tendrá la plenitud de la gloria con la

cual disfrutará la presencia directa de Dios2.

11 Corintios 13:12; 2Apocalipsis 1:3, 23; 22:4-5

Punto de fe 28. La Nueva Creación

El Reino de Dios apunta hacia la realización de una nueva humanidad,

nuevos cielos y nueva tierra, que significan el alcance de la plenitud de la

creación en su totalidad. La creación entera alcanzará su estado de gloria

por la presencia permanente de Dios, pasando de lo corruptible y temporal a

lo incorruptible y eterno, caracterizado por la vida abundante y el gozo

perfecto de los redimidos.

La nueva Humanidad

En Jesús, se ha revelado el tipo de Humanidad que Dios anhela crear. Adán es el

tipo del hombre viejo que requiere ser renovado1. El modelo de Jesús es el de un

ser humano pleno, que vive para Dios en amor, justicia y verdad. A partir de Él,

Dios está transformando a las personas2 para conseguir que todos lleguen estar

unidos por la fe en el propósito de ser como el Hijo de Dios, una nueva humanidad

plena, conforme a la medida que es Cristo3. En la nueva creación, la humanidad

alcanzará este propósito, por la gloriosa manifestación de Dios4.

1Romanos 5:14; 1Corintios 15:45; 2Galatas 4:19; 2 Corintios 3:18; 3Efesios 4:13;

Colosenses 3:9-11; 41 Corintios 15:22, 51-54; Filipenses 3:20-21

Cielo Nuevo y Tierra Nueva

Dios hará de la nueva creación su morada permanente. La habitará en su

totalidad, en consecuencia; ya no habrá lugar para el mal, imperará el bien que

produce su presencia, el Dios sublime y majestuoso se hará accesible a los

redimidos, no habrá separación ni ocultamiento. Dios será todo en todos1.

1Mateo 5:8, 1 Corintios 15:28, 1 Juan 3:2; Apocalipsis 21:22-27; 22:4-5

La creación entera será liberada de su condición vulnerable, temporal y

corruptible, pasando a un estado de glorificación y plenitud. Será el hogar perfecto

de los redimidos1 pues se tornará un bien permanente, con una tierra maravillosa

y generosa, en donde el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, la muerte y el pecado

no serán más2.

1Romanos 8:18-23, 2 Pedro 3:13, 21 Corintios 15: 54-55; Apocalipsis 10:6, 21:4-5

La nueva creación será la misma en la que ahora se vive solo que en un estado

imposible de comprender, debido a que pasará de lo temporal y corruptible a lo

eterno e incorruptible. El creyente, y con el toda la creación, seguirá teniendo

conciencia de ser él mismo, pero en un cuerpo glorioso. La creación del principio

no se perderá, se restaurará, no al estado original sino al que Dios desde la

eternidad la había destinado1.

1Apocalipsis 10:6; 21:1-5

La nueva Jerusalén

En la nueva Jerusalén es el ideal de la nueva vida: La ciudad donde está la

presencia de Dios de forma permanente y accesible, el río, el árbol, sus hojas para

sanidad. Todos ellos, símbolos de una vida que no disminuye ni se agota1.

1Apocalipsis 22:1-2

Justicia, Gozo y Paz

Esta nueva realidad, producirá la experiencia del mayor gozo posible; pues la

victoria sobre la muerte y el pecado llenarán de alegría y celebración el corazón de

los redimidos, la justicia reinará, la vida eterna se manifiesta plena de bienestar, el

Shalom será posible1.

1Romanos 14:17; Apocalipsis 7:9-10; 19:7; 21:2; 22:1-3