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  • EL PRIMER FRANQUISMO DESDE LA PTICADE LA HISTORIA ACTUAL:

    CUESTIONES PENDIENTES YPROPUESTAS DE INVESTIGACIN

    JAVIER TUSELLUNED

    El presente texto no puede ser un examen pormenorizado acerca de la historio-grafa en torno al franquismo porque no cuenta su autor con el espacio necesario. Laparcialidad de este examen se explica tambin por la dedicacin del autor, especia-lista en Historia poltica y de las relaciones internacionales, por lo que en todo casoslo puede esperarse de l alguna originalidad en estas reas y no en otras. Pero, almenos, reviste el inters que deriva de que ya ha pasado casi un lustro desde elmomento en que pudo hacerse un primer balance del perodo franquista con ocasindel centenario del nacimiento de Franco'. Desde entonces no slo ha aumentadoconsiderablemente el nmero de las publicaciones sobre el perodo sino que, ade-ms, la impresin general acerca de las mismas es que hay parcelas, en el perodocronolgico anterior a 1960, en las que se ha avanzado ya lo suficiente como parapoder pensar que ser muy poco lo que podr modificar las conclusiones esencialesen aos futuros. Lo esencial de lo acontecido en los ltimos aos, desde 1992 hasta1996, consiste en el definitivo ingreso del primer franquismo en la historiografapropiamente dicha.

    As se comprueba examinando las actas de los dos Congresos celebrados enEspaa con ocasin del centenario del nacimiento de Franco 2 . Llama la atencin una

    Javier TUSELL, "La dictadura de Franco a cien aos de su nacimiento", en "Ayer", n 10, 1993.2 "Primer Encuentro de invertigadores del Franquismo", Barcelona, 5, 6 y 7 de noviembre de

    1992; Javier TUSELL, Susana SUEIRO, Jos Mara MARIN, Marina CASANOVA (eds), "El rgimende Franco (1936-1975). Poltica y relaciones exteriores", Madrid, Mayo de 1993.

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    coincidencia generalizada en la temtica a estudiar que por otro lado es la obvia, sinque permanezca ningn rasgo en el tratamiento que haga pensar en que estamostodava en un momento introductorio del tratamiento cientfico de este perodo cro-nolgico. Tan slo diez aos antes, por ejemplo, el perodo estaba colonizado engran medida por especialistas en ciencia poltica mientras que ahora slo la econo-ma parece colonizada por investigadores de otra dedicacin diferente a la Historiapropiamente dicha. Han desaparecido las polmicas en torno a la caracterizacin delrgimen y tambin las relativas a la ideologa. Incluso en los dos Congresos parecedemostrarse una identidad en cuanto a las cuestiones a investigar. Son las siguien-tes:el personal poltico, las instituciones y su funcionamiento, la represin, los movi-mientos de oposicin, en especial el Movimiento Obrero, el catolicismo y la culturay los medios de comunicacin.

    Bueno ser empezar por una referencia a la persona del dictador que nos servi-r, para aludir a continuacin, a algunas cuestiones de principio o de carcter meto-dolgico. En realidad los libros publicados en la dcada de los noventa obedecen obien a un propsito divulgativo o bien responden a una voluntad de investigacinparcial. Tan apropiada es esta distincin que en el caso de Preston creo que se puededecir que la primera parte la contiene mientras que la segunda est dirigida hacia elgran pblico'. En realidad Franco como personaje histrico, en su simplicidad, nosresulta sobradamente conocido;quiz lo que desconocemos ms es cmo afect alrumbo colectivo de la poltica espaola aquella etapa declinante de su vida personal,es decir, el tardofranquismo. Conviene, sin embargo, anotar dos hechos de impor-tancia, significativos de una situacin muy peculiar. En primer lugar no ha habido,con verdadera dimensin historiogrfica, un intento reivindicativo del personaje ode la poca que hubiera sido interesante aunque sin duda muy discutible. No se haintentado porque, aunque existan nostlgicos del general y de su rgimen, carecende entidad cientfica;quiz pasarn dcadas antes de que existan quienes estn dis-puestos a intentar tal propsito. Eso debiera hacer meditar acerca del abismo exis-tente entre la Historia acadmica y el debate pblico. Por supuesto no es buena estasituacin, en especial porque se daban las condiciones para un tipo de contraste deposturas semejante al que se ha dado en tiempos recientes en Francia acerca de larevolucin de 1789, Vichy o la depuracin de 1945 o en Alemania acerca delHolocausto. Se ha renunciado a l y se es un testimonio ms de esa falta de densi-dad y sobra de superficialidad de la sociedad espaola, un tanto deprimente tantopara el historiador como para el simple observador del escenario espaol.

    Se debe hacer mencin, en cambio, de una coleccin documental que quizpueda crear desorientacin. Se trata de los tomos que transcriben la documentacin

    3Paul PRESTON, "Franco, Caudillo de Espaa", Barcelona, Grijalbo, 1994. Stanley PAYNE,

    "Franco. El perfil de la Historia", Madrid, Espasa Calpe, 1992 obedece a ese propsito divulgativo comoes tambin el caso del de Bartolom BENNASSSAR, que no es investigador dedicado a la Historia con-tempornea espaola. Ver tambin Javier TUSELL, "Franco en la guarra civil", Madrid, Tusquets, 1992,que obedece a una voluntad de investigacin monogrfica.

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    contenida en el archivo de la Fundacin Francisco Franco4 . Por supuesto es exce-lente que estos tomos hayan sido publicados, como lo es tambin que en su da apa-reciera el libro de Luis Surez que se basaba de modo principal y casi exclusivo enesta fuentes . Sin embargo la intencin manifiestamente hagiogrfica, el desconoci-miento de la bibliografa y la falta de criterio a la hora de manejar la informacinhacen de esta serie documental un caso muy peculiar. Tiene importantes fallos, comopor ejemplo carecer de notas y en ocasiones los documentos estn mal fechados(segn uno de ellos la invasin alemana de Rusia se habra producido en fecha dis-tinta a la real) y muchos de ellos carecen de cualquier inters (y cabe dudar inclusode que el propio Franco los leyera). El profesional puede tener la impresin a prioride que en este archivo est lo esencial de la Historia poltica espaola de la poca,pero la conclusin a la que se llega es, por el contrario, que muy a menudo faltadocumentacin esencial, incluso emanada de Franco y escrita de su mano que un dapudo pertenecer a este archivo:si se contrasta con la existente en Presidencia deGobierno se apreciar que, aunque los escritos ms ntimos slo aparecen en lospapeles de la Fundacin Franco en el resto -la inmensa mayora- no hay diferenciacon respecto a Presidencia 6. Lo publicado por aqulla es a veces importante perosiempre fragmentario porque ni siquiera se trata de todo lo que pas por las manosde Franco sino tan slo de una parte de este tipo de documentacin. Parte de los tex-tos ya eran conocidos y el conjunto de ellos no proporciona ninguna revelacin esen-cial aunque s detalles muy interesantes:la reconstruccin de la crisis de mayo de1941 en todos sus matices slo puede hacerse acudiendo a esta fuente. Otra conclu-sin importante de la lectura de este tomo es que Surez hizo en su da un uso muyinsuficiente de estos fondos, lo que evidencia la necesidad de una publicacin basa-da en criterios ms cientficos aunque ms limitada en extensin.

    La mencin a este libro nos lleva a una cuestin que constituye un rasgo dife-rencial del caso espaol con respecto a los de otros regmenes semejantes. EnPortugal el archivo de Oliveira Salazar fue entregado al parlamento que ha ido publi-cando sucesivos tomos, eso s anotados y precedidos de prlogos explicativos;enItalia la totalidad de los papeles de Mussolini estn desde hace mucho tiempo a dis-posicin de los historiadores en el Archivio Centrale dello Stato. En Espaa, en cam-bio, el archivo de Franco permanece en manos privadas que, adems, se lo hurtan ala investigacin de la inmensa mayora de los historiadores sin que exista el menorargumento que permita justificarlo. Es cierto que la transicin se llev a cabo sintraumas, pero eso no justifica lo sucedido:una porcin esencial del pasado inmedia-

    * "Documentos inditos para la Historia del Generalsimo Franco", Madrid, Fundacin NacionalFrancisco Franco, 1992-1994. Se han publicado los cuatro primeros tomos que abarcan hasta 1944 dete-nindose la publicacin a continuacin.

    s Luis SUAREZ, "Francisco Franco y su tiempo", Madrid, Fundacin Nacional Francisco Franco,1984, 8 vols. Es muy obvia la comparacin que puede hacerse entre este libro y el de Franco Nogueirasobre Salazar, pues obedecen ambos a criterios reivindicativos muy parecidos.

    6 El autor ha podido consultar, para el libro citado, cartas escritas por Franco durante este perodoque se encuentran en la coleccin de Jos Mario Armero. Estn escritas a mano y tienen un sello de laSecretara particular del Jefe del Estado.

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    to ha sido arrebatado al conocimiento de los historiadores espaoles y, por tanto,tambin a sus ciudadanos. Si hay algo meridianamente evidente tras la lectura de esacoleccin documental es que se trata de una documentacin de carcter pblico . Nohay casi nada de carcter ntimo y privado en esta recopilacin documental. Lo msoportuno sera intentar un acuerdo sin asperezas con los actuales propietarios de estafuente histrica, publicar la porcin ms interesante y aceptar la limitacin de la con-sulta a un perodo idntico al autorizado en los archivos pblicos, pero lo que resul-ta intolerable es el mantenimiento de una situacin como la existente. En realidadlos peligros que rondan a la Historiografa espaola en esta cuestin derivan no tantode una voluntaria renuncia al conocimiento del pasado como de una incoherencia enla poltica de la Administracin cultural que, por un lado, ha sido generosa a la horade permitir la consulta de los archivos pblicos pero no ha creado una institucindestinada al estudio de la Historia ms reciente, ni se ha llevado a cabo una labor sis-temtica de recuperacin de archivos privados, ni se ha conseguido clasificar de laforma conveniente la totalidad de los pblicos, ni, sobre todo, se ha tomado ningu-na postura decidida en el fundamental caso citado.

    Pero es hora ya de trascender la cuestin de las fuentes para entrar en un terre-no propiamente historiogrfico. Tambin en este aspecto merece la pena referirse alcaso de otro pas en el que se dan circunstancias parecidas a las de Espaa. Lo queocurri en Italia con la Historia del fascismo ha sido reproducido, con alguna sensi-ble diferencia, en nuestro pas;por tanto, no viene mal el paralelismo para tratar deapreciar semejanzas y diferencias'. La verdad es que hubo que esperar al menosquince arios desde el final de la segunda guerra mundial para que apareciera un librosobre el perodo fascista , del que fue autor el recientemente fallecido Renzo DeFelice, que, versando sobre la espinosa cuestin juda bajo el fascismo, abordara concriterios historiogrficos propiamente dichos lo que pareca hasta entonces destina-do a la pura discusin para o semipoltica. El propio historiador citado seal des-pus con toda razn que la historiografa sobre el fascismo haba estado en Italia"enferma de seguridad" y haba tendido a hacer generalizaciones insostenibles porel procedimiento de edificar "rascacielos sobre palafitos". El procedimiento de DeFelice consisti en aplicar a la Historia reciente y controvertida la buena tcnicapositivista tradicional del recurso a las fuentes;ya Croce haba escrito que l nuncahara la Historia del fascismo porque le repugnaba, pero, si en algn momento lle-gara a tener ese propsito, dira que se debera hacer "de forma precisa". Por supues-to una parte importante de las conclusiones de De Felice acerca de Mussolini y supoca pueden resultar discutibles, pero, en cambio, resulta indudable que el juicioque en ocasiones se hizo de su obra desde posiciones de izquierda carece por com-pleto de justificacin:no se trataba de disminuir la culpabilidad del fascismo o derehabilitarlo, sino de conocerlo, de saber sobre l. No bastaba para conseguirlo con

    Sobre el debate historiografico acerca del fascismo en Italia vase, G. AMENDOLA, "Intervistasull'antifascismo", Bari, Laterza, 1978, Renzo DE FEL10E, "Intervista sul facismo", Bari, Laterza, 1975y "Gli ebrei italiani sotto il fascismo", Torino, Einaudi, 1961; Emilio GENTILE; "Fascism in ItalianHistoriography: In search of an individual Historical Identitity" en "Joumal of Contemporary HistoryXXI, n 2, IV-1986, 179-208.

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    las fuentes orales o con la reivindicacin de la resistencia contra l; precisamente lamayor posibilidad crtica derivaba del conocimiento puntual de los hechos ms quedel recuerdo de los opositores. Historiar el fascismo supona algn esfuerzo com-plementario al de cualquier otro tema de estudio porque se trataba de elegir algo querepela y al mismo tiempo, descubrir alguna evidencia ingrata como la de que en undeterminado momento el rgimen de Mussolini tuvo capacidad para mantener uncierto consenso, todo lo superficial, pasivo e incluso forzado que se quiera, pero nopor ello menos indudable. Ya en los aos setenta actitudes como la de De Felice sehaban generalizado en sectores ideolgicos situados ms a la izquierda aunque, porsupuesto, eso no quiere decir que desaparecieran las crticas contra l o su obra. Yaen 1962 Nino Valeni haba postulado "comprender el fascismo", en el sentido de"decir cmo ocurrieron las cosas, entenderlas en su carcter nico y en su irrepeti-bilidad" y no en el de justificarlo. El propio Togliatti, al proponer "el arte de la dis-tincin" a las generaciones ms jvenes, haba predicado en contra del gnero desimplificacin generalizadora caracterstica de las interpretaciones iniciales acercadel rgimen de Mussolini. Amendola acab por liquidar cualquier tipo de argumen-to justificativo a la resistencia a tratar histricamente al fascismo por el procedi-miento de indicar que si treinta aos despus de su desaparicin no se pudiera hacersu Historia el resultado sera que deba haber afectado en exceso a los italianos. Estegnero de planteamientos han estado muy presentes en la labor como historiador delfranquismo del autor de estas pginas.

    La gran diferencia entre lo acontecido en Italia y en Espaa es que en nuestrocaso no ha sido necesario un plazo de quince aos para un planteamiento historio-grfico propiamente dicho sino que el perodo ha sido ms corto e incluso cabra pre-guntarse si ha existido propiamente algo parecido a un lapso temporal en el que laelaboracin de la Historia del rgimen dictatorial anterior haya pasado por una etapade titubeo por repugnancia moral, conciencia de una cierta incomodidad o imposibi-lidad de elaboracin de textos de verdadera relevancia por carencia de fuentes. Aslo podemos constatar si repasamos la cronologa de la produccin hecha con crite-rios historiogrficos propiamente dichos. Por supuesto entiendo por ellos los mismosque fueron empleados por De Felice en Italia:una voluntad inicial de comprenderdesde criterios que superan la denigracin o la exaltacin encomistica y una utili-zacin sistemtica de las fuentes de informacin accesibles, impresas o no'.

    Lo prueba, en efecto, un repaso a la produccin historiogrfica de mayor rele-vancia y perduracin. La biografa de Fusi, carente de investigacin pero que siguesiendo la ms ponderada para su nmero de pginas, data de 1985 9. Mis estudios deinvestigacin monogrfica en materias de historia poltica se adelantaron en algncaso a esta fecha'', pero eso no tena nada de excepcional sino que se produjo tam-

    Sobre el paralelismo entre el caso de la Historiografa italiana del fascismo vase mi artculoacerca de la muerte de DE FELICE, prximo a aparecer en la revista "Claves de Razn Prctica".

    9 "Franco. Autoritarismo y poder personal", Madrid, "El Pas", 1985.I "Franco y los catlicos", Madrid, Alianza, 1984; "Franco y Mussolini. La poltica espaola

    durante la segunda guerra mundial", Barcelona, Planeta, 1985, en colaboracin con Genoveva GarcaQueipo de Llano.

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    bin, incluso ms tempranamente, en poltica exterior, como se prueba por los reali-zados por Vias y Marquina a comienzos de los ochenta", y todava ms en el casode Historia econmica, desde fines de los setenta 12 . Claro est que en esta ltima, alhaberse producido un cambio sustancial desde finales de los cincuenta se haba podi-do iniciar una aproximacin a la historiografa cientfica en la propia fase final delrgimen. Si se observa con detenimiento la lista de autores que han sido citados apie de pgina se comprobar que la mayor parte de ellos haba tenido una obra his-toriogrfica anterior desde la que pasaron al estudio del franquismo de forma inme-diata (y tngase en cuenta que la fecha de publicacin viene precedida, en los casosde estudios monogrficos, por aos de investigacin). Fue, por tanto una generacinde historiadores espaoles situados en la actualidad alrededor de los cincuenta aosquien, en un tiempo muy corto, fue capaz de hacer la Historia del franquismo resol-viendo algunos de sus problemas ms graves. No tiene nada de extrao que se empe-zara por la Historia econmica y slo en un tercer momento se llegara a la poltica.Tan rpida conquista para la Historia puede dar lugar a un cierto orgullo colectivo eincluso puede considerarse como una faceta ms del modo, en general muy positi-vo, como se realiz la transicin cultural en Espaa. Pero, bien mirado, no es tam-poco un mrito tan grande. Si en Italia transcurrieron quince aos hasta que laHistoria result posible fue porque el fascismo haba concluido en una autnticaguerra civil. En Espaa la guerra era un recuerdo en los sesenta y ya en los aossetenta buena parte del profesorado universitario nada tena que ver con el rgimeny ste mismo haba optado por una propaganda "historiogrfica" ms flexible y conalgn mtodo, aunque no perdiera ese carcter esencial". Es de notar tambin que laconstruccin de una historiografa cientfica acerca del rgimen de Franco se hizopor historiadores espaoles y no hubo esa colonizacin, principalmente anglosajo-na, que, dicho en el mejor sentido del trmino, tuvo lugar en otros perodos de nues-tra Historia, como la Repblica o la guerra civil, sin que sea preciso hacer mencinde las causas, por ser bien conocidas. Aunque el estudio de conjunto ms recomen-dable acerca del rgimen de Franco quiz sea el de un norteamericano" la verdad esque las grandes cuestiones del perodo han sido investigadas por espaoles. Lasaportaciones monogrficas de historiadores de otras latitudes han podido ser impor-tantes, pero han solido tambin ser parciales y no se puede decir de ellas que hayanresuelto ninguna de las grandes cuestiones historiogrficas. De ninguna manera

    " Angel VIAS, "Los pactos secretos de Franco con Estados Unidos", Barcelona, Grijalbo, 1981;Antonio MARQUINA, "La diplomacia vaticana y la espaa de Franco, 1936-1945", Madrid, CSIC, 1982y "Espaa en la poltica de seguridad occidental, 1936-1986", Madrid, Ediciones Ejrcito, 1986.

    12 Manuel Jess GONZALEZ, "La economa poltica del franquismo, 1940-1970", Madrid,Tecnos, 1979; Jacint ROS HOMBRAVELLA, "Poltica econmica espaola, 1959-1973", Barcelona,Blume, 1979; Angel VIAS y otros, "Poltica comercial exterior en Espaa, 1931-1975", Madrid, BancoExterior de Espaa, 1979.

    13 Vase Javier TUSELL, "Gli storici spagnoli e la transzione alla democrazia" en GustavoCORNI(ed), "I muri della storia. Storici e storiografia dalle dittature alle democrazie, 1945-1990", Attidel convegno itemazionale, Trieste, 6-8 ottobre 1994.

    14 Stanley PAYNE, "El rgimen de Franco, 1936-1975", Madrid, Alianza, 1987.13 Un buen ejemplo de este tipo de estudios monogrficos, entre muchsimos otros que podran ser

    citados, es el libro de Denis SMYTH, "Diplomacy and strategy of survival. British policy and Franco'sSpain, 1940-1941", Cambridge University Press, 1986.

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    puede decirse, por tanto, que se haya producido algo parecido a lo que tuvo lugarcon la etapa de la Repblica o de la guerra civil en los aos sesenta y setenta. Si noha sido necesaria una reconquista del perodo por parte de los historiadores espao-les es porque desde un principio ha sido hecha principalmente por parte de ellos mis-mos.

    A pesar de todo lo expuesto no puede decirse que haya desaparecido por com-pleto una situacin parcialmente semejante a aquella que se dio respecto del fascis-mo en Italia. Para los historiadores espaoles no se plantea un problema que sueleaparecer con mayor frecuencia en la opinin pblica o incluso en sectores intelec-tuales no dedicados de forma profesional a la tarea de historiar, el de la posible obje-tividad del conocimiento histrico de un pasado tan reciente. Sin embargo s haexistido en algunos de ellos una especie de reparo a tratar de un personaje o de unrgimen que tiene para una buena parte recuerdos muy negativos incluso de carc-ter personal, como si hubiera contribuido a hacer inviables una parte de las posibili-dades vitales propias 16. Pero el gusto o el desagrado no es, por supuesto, el motivofundamental por el que se opta por un tema de investigacin histrica. Es obvio quepuede haber una parte de estos sentimientos porque resulta inevitable que en la obradel historiador se trasluzcan las posiciones personales, pero el criterio lgico a lahora de la eleccin de una temtica de investigacin no es el del gusto sino el de larelevancia. Si el primero jugara un papel tan decisivo es obvio que un espaol seencontrara con graves problemas a la hora de la eleccin de temas para investigarel pasado inmediato espaol. Un historiador del siglo XX no puede olvidar que nohay un perodo temporal ms largo en la centuria actual que la era de Franco, aun-que etapas como la de la segunda repblica tengan una superior densidad e interspor los propsitos de sus protagonistas. Adems hay tambin algo de aventura inte-lectual ante lo intocado o lo virginal en la tarea del historiador que se adentra en esteperodo cronolgico. Franco y su rgimen pueden ser prosaicos, traer malos recuer-dos o incluso provocar descubrimientos deprimentes (el vigor y la solidez del rgi-men mismo, por ejemplo) pero historiar el franquismo es absolutamente esencial sicreemos en la funcin social de la Historia o en aquello, ms simple pero de tras-cendencia semejante, de que la Historia, aunque no sea maestra de la vida, es por lomenos ejemplar, en el sentido de que nos permite conocer la naturaleza del serhumano, siempre ligada a la historicidad.

    Sealados los rasgos fundamentales de la conquista por la Historia de la era deFranco, vlidos para el conjunto del perodo cronolgico, podramos intentar un estu-dio de la evolucin ms reciente de la investigacin en el especfico perodo del pri-mer franquismo. Como es lgico se trata de ofrecer un panorama de carcter generalde modo que ser inevitable la existencia de alguna laguna bibliogrfica. Pero, almenos, cabe intentar sealar algunos aspectos generales de la evolucin de la histo-riografa y algunos campos de investigacin que podran resultar prometedores.

    16 De este desagrado se hacen eco, por ejemplo, los propios Juan Pablo Fusi y Santos Juli en susartculos publicados en "Claves de Razn Prctica", n 27, noviembre de 1992.

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    Si bien se mira un aspecto esencial del cambio producido en la historiografadurante los ltimos arios se refiere a la desaparicin de una actitud que podra serdenominada como "resistencialista". Por supuesto no debe entenderse en sentidopeyorativo este calificativo y hay que precisar, adems, su contenido. No debe pen-sarse, en absoluto, que carezca de lgica moral e intelectual la destruccin, median-te la utilizacin de criterios historiogrficos depurados, de la previa propaganda deun rgimen dictatorial. Esa resulta una tarea de moral colectiva, deseable e inevita-ble, pero tambin sustituible en un plazo de tiempo lo ms corto posible por un cri-terio ms depurado y de consumo menos inrnediato. En definitiva el resistencialismocomo empresa historiogrfica naci del deseo de contrapesar la posicin oficial dela dictadura y, si tuvo aspectos muy positivos, contribuy a hacer efmera gran partede la bibliografa espaola inicial sobre el franquismo de la misma manera que suce-dio con la italiana sobre el fascismo anterior a 1961. Durante los primeros arios dela transicin hubo una eclosin de estudios acerca de la oposicin al franquismo quetenan la ventaja de mostrar una cara oculta de la realidad histrica pasada, pero quepodan tambin inducir al error al dar la sensacin de que la Historia del perodotena como centro de gravedad la oposicin antifranquista. En cierta manera estomismo puede atribuirse a algn libro del autor de estas lneas''. Ha sido mucho loque se ha avanzado ya acerca de la historia de la oposicin al rgimen de Franco,que cada vez se ha hecho ms documentada y equilibrada, pero lo cierto es que estetipo de enfoque tiene sus obvios peligros de los que no consigue librarse por com-pleto ni siquiera con el transcurso del tiempo. Sabemos mucho ms a medida quepasa el tiempo de cada grupo de oposicin, en especial de los partidos que han man-tenido una continuidad en el sistema de partidos actualmente vigente, como lossocialistas, que tienen, adems, el mrito de haber reconstruido sus archivos histri-cos". Pero la Historia de la oposicin siempre est tentada, incluso cuando se inten-ta de una manera estrictamente profesional, por peligros bien evidentes. Puede, porejemplo, practicar el ajuste de cuentas interno" o tender a sobrevalorar la oposicinpropia tanto con respecto al resto de las existentes como eludiendo referirse a lospuntos de contacto con el rgimen". Siempre tendr sentido dedicarse a esta parce-la de la Historia de Espaa. Pero no ha de olvidarse que el valor moral de los opo-sitores, en algunos perodos no tan numerosos, no les convierte en protagonistas

    ' 7 Xavier TUSELL, "La oposicin democrtica al franquismo (1939-1962)", Barcelona, EditorialPlaneta, 1977. El libro, aunque siga teniendo valor objetivo, tena un propsito de consumo polticoinmediato: demostrar la existencia de una oposicin no comunista al rgimen.

    " Ver como modelo de investigaciones monogrficas de este partido Juan Antonio SACALUA,"La resistencia socialista en Asturias, 1937-1962", Madrid, Fundacin Pablo Iglesias, 1986 y CsarTCHACH y Carmen REYES, "Clandestinidad y exilio. La reconstruccin del sindicato socialista, 1939-1953", Madrid, Fundacin Pablo Iglesias 1986, pero, sobre todo, el de Abdn MATEOS, "El PSOEcontra Franco. Continuidad y renovacin del socialismo espaol, 1953-1974", Madrid, Editorial PabloIglesias, 1994.

    19 Gregorio MORAN, "Miseria y grandeza del Partido Comunista de Espaa, 1939-1975",Barcelona, Planeta, 1986.

    20 El peligro de las posiciones "resistencialistas" se aprecia tambin en algunos de los trabajosincluidos en Javier TUSELL, Alicia ALTED, Abdn MATEOS, "La oposicin al rgimen de Franco",Madrid, UNED, 1990.

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    exclusivos, ni siquiera en los ms importantes. La Historia de la oposicin debe serrectificada en sus planteamientos metodolgicos procurando incluir la relacin entreella y el poder poltico represivo como, por desgracia, no se ha solido hacer salvo encasos excepcionales' o admitiendo que los que se han presentado en otras ocasionescomo estudios de partido merecen en realidad el tratamiento historiogrfico msmodesta& la pura biografa poltica". De cualquier modo no cabe la menor duda deque en los ltimos tiempos se ha avanzado mucho en cada una de las reas polticasde oposicin al rgimen. Cuando, por ejemplo, se ha publicado un estudio acerca dela persecucin de la lengua catalana ha tenido una factura de autntico libro deHistoria". La publicacin del catlogo de la documentacin de un dirigente de laoposicin al rgimen como fue el nacionalista vasco Manuel Irujo se ha hecho de unmodo mucho ms aceptable desde el punto de vista cientfico que la de Franco". Hanaparecido nuevos aspectos de la oposicin como son los relativos a la femenina.Resulta muy curioso que sea la derecha opositora al rgimen, al tener un origenmixto, franquista y antifranquista, la que haya presenciado casos ms patentes defraude histrico 26 o de olvido del pasado. La excepcin podra estar constituida porla exaltacin de algn acontecimiento concreto como el llamado "contubernio deMunich" que, de todos modos, caera fuera ya de la etapa del primer franquismo".

    Otro aspecto del planteamiento "resistencialista" es el que se refiere a la repre-sin que acompa a la dictadura durante toda su existencia, pero de una forma muydestacada en su fase inicial. La verdad es que este fenmeno se conoce de maneramuy insuficiente pues, al margen de las ejecuciones de la posguerra, de las que nopodemos ofrecer ms all de una cifra global, muy difcil de determinar de maneraprecisa (Sol Sabat ha ofrecido la de 50. 000 personas) queda por estudiar la depu-racin en la Administracin en todos sus niveles. No cabe la menor duda de que enla Espaa oficial hubo tras la victoria de 1939 una decidida voluntad de no cerrar laherida causada por la guerra civil sino mantenerla abierta dividiendo a la poblacinentre vencedores y vencidos. Los trabajos monogrficos hasta ahora realizados danprueba cumplida de ello. Es posible que uno de cada tres profesores universitariosfuera depurado, condenado al exilio o hubiera sido eliminado durante la guerra y unode cada cuatro diplomticos sufri alguna sancin 28 . En la Administracin munici-

    " Flix FANES, "La vaga de tramves del 1951. Una crnica de Barcelona", Barcelona, Laia,1977.

    n Javier TUSELL y Jos CALVO: "Manuel Gimnez Fernndez, precursor de la democraciaespaola", Mondadori-Diputacin Provincial de Sevilla, 1990.

    Josep BENET, "L'intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya", Publicacions del'Abada de Montserrat, 1992.

    24 "Catlogo del Archivo de Manuel de 'rujo. Guerra y exilio (1931-1981)", San Sebastin, EuskoIkaskuntza, 1994.

    " Fernanda ROMEU, "Mujeres contra el franquismo", Oviedo, Grficas Summa, 1994.26 Luis Mara ANSON, "Don Juan", Barcelona, Plaza y Jans, 1994.27 Joaqun SATRUSTEGUI (ed), "Cuando la transicin se hizo posible. El contubernio de

    Munich", Madrid, Tecnos, 1993.

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    pal y provincial los porcentajes fueron semejantes o an mayores en puestos deespecial peligrosidad como pueden haber sido los de guardias municipales". Pero nohay que olvidar, adems, que la represin se tradujo tambin en un determinadoclima opresivo que ha sido muy bien recogido por una monografa loca1 30. La com-paracin con lo sucedido en Francia e Italia despus de la segunda guerra mundialestablece una diferencia sustancial con Espaa, lo que no es consecuencia del carc-ter espaol sino de la violencia de una guerra fratricida de tres arios de duracin.

    Oposicin y represin, que han sido temas preferidos de una historiografa"resistencialista", no deben ser abandonados sino que se debe avanzar en su conoci-miento lo ms exhaustivo posible. Lo que importa es no considerar esa temtica, tanimportante, como poco menos que nica. Esa actitud resistencialista era ya supera-ble a partir del comienzo de los aos ochenta cuando haban desaparecido las urgen-cias de la transicin y se haba ampliado el acceso a las fuentes de primera mano.Haba, adems, otra realidad, a estas alturas: el resistencialismo puede ser una acti-tud obligada en el momento inicial de un rgimen democrtico respecto del rgimendictatorial anterior, pero se convierte en una limitacin y una carencia de perspecti-va completa acerca del pasado cuando ya existe una situacin de normalidad demo-crtica asentada. En definitiva, el resistencialismo tuvo una duracincomparativamente corta, porque la propia sociedad espaola haba cambiado yaantes de que tuviera lugar el cambio poltico. Por eso, en realidad, cuando, en 1986,Josep Fontana prolog una recopilacin de estudios acerca del franquismo insis-tiendo en el carcter represivo del rgimen y en que haba supuesto un retraso deentre diez y quince aos en el desarrollo econmico, haca afirmaciones tan correc-tas como obvias, pero, sobre todo, conclua mucho ms una poca historiogrficaque abra el porvenir de los estudios histricos sobre el perodo 31 . Por otro ladoFontana, al pretender que la verdadera esencia del franquismo se encuentra en suetapa inicial, al que debe remitirse su carcterizacin como dictadura, hizo un plan-teamiento muy discutible. Si eso daba una visin demasiado fascista del rgimen deFranco en su conjunto, en cambio, de emplearse idntico criterio, hubiera dado unavisin menos totalitaria de Mussolini y el suyo.

    Ya entonces otros historiadores haban pedido un cambio de enfoque que lleva-ra a estudiar el franquismo "desde dentro" y en su globalidad". En gran medida las

    28 Javier TUSELL, "L'interminable guerre civile. L'echec de la reconciliation dans l'Espagnefranquiste", en "La guerre civile entre Histoire et mmoire", Ouest Editions, Nantes, 1994.

    29 Manuel ORTIZ HERAS, "Violencia poltica en la II Repblica y el primer franquismo",Madrid, Siglo XXI, 1996.

    30 Miguel DURAN, "Sicut oculi. Un tiempo pasado que no fue mejor. Vigilantes y vigilados en laMallorca de la posguerra, 1941-1945", Mallorca, Miguel Font, 1992.

    31 Josep FONTANA (ed), "Espaa bajo el franquismo", Barcelona, Crtica, 1986. En este libritose renen los trabajos recopilados con ocasin de un primer congreso sobre la Historia del franquismdcelebrado en Valencia en 1984.

    32 Angel VIAS, "Por una historiografa del franquismo desde dentro" en "Estudios de Historiade Espaa" en homenaje a TUON DE LARA, Universidad Internacional Menndez Pelayo, 1981, II,363-377 y Javier TUSELL, "Por una Historia del franquismo desde dentro", ponencia presentada en elCongreso de Valencia en 1984.

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    posiciones de quienes utilizaron estos trminos eran coincidentes, en especial res-pecto del talante con el que abordar la investigacin de este pasado reciente: se tra-taba de darle idntico tratamiento al de cualquier otra parcela cronolgica delpasado espaol. No haba que primar tan slo a la oposicin o la represin, ni ceir-se a las fuentes impresas, ni limitarse al estudio de las instituciones sino intentar loque en otras latitudes se haba demostrado posible respecto de la Historia del tiem-po presente. Por eso el debate que tuvo lugar durante 1992 en la opinin pblicaespaola acerca de la posibilidad o imposibilidad del conocimiento histrico delpasado lleg con ms de diez arios de retraso, pues ya haba sido planteado y sol-ventado por los historiadores con anterioridad.

    Un cambio importante que se ha producido durante estos ltimos arios ha sidoel abandono del debate acerca de la naturaleza del franquismo que result un tantomovido en la primera etapa del posfranquismo pero que se demostr tambin untanto estril, al menos como instrumento para progresar en el conocimiento concre-to y no empantanarse en una logomaquia indescifrable. La polmica naci de lacarcterizacin del rgimen como "autoritario" llevada a cabo por Linz a mediadosde los aos sesenta". No viene mal recordar, aunque sea muy evidente, que dichacaracterizacin se refera a un momento en la Historia del franquismo y no a etapasanteriores; era, adems, un instrumento de anlisis y, por tanto, careca de cualquierpropsito exculpatorio. Hay que tener en cuenta, en fin, que Linz afin en numero-sas publicaciones posteriores su propuesta interpretativa. A partir de un momento lautilizacin de expresiones como "despotismo moderno", "autoritarismo", "fascismoclerical" y otras varias tiene como resultado mucho ms la confusin que la verda-dera explicacin. En gran medida las diferencias interpretativas, aunque se preten-dan mantener con toda rotundidad, son en la actualidad de matiz dependiendo, porejemplo, del enfoque temtico que se intente o de la etapa cronolgica que se abor-de'. En el momento actual la verdad es que el peligro de la Historiografa del fran-quismo es ms bien que el exceso de coincidencia tienda a quitarnos a los que nosdedicamos a ella el estmulo intelectual del debate, mientras que los no profesiona-les o los que no actan como tales aparecen enzarzados en cuestiones de muy limi-tado inters, ya resueltas por los historiadores en el pasado. Ya nadie tratara dereducir el franquismo a tan slo una frmula vlida para todo el perodo de su dura-cin cronolgica. La afirmacin de Fontana de que sera necesario juzgar el rgimenpor lo que pretendi hacer en un principio corre el peligro de hacer incomprensiblenada menos que toda la etapa posterior a 1942: no se limit a cambiar ante el impul-so provocado por la sociedad sobre la que ejerca la direccin sino que testimonimayor flexibilidad de la esperable. Ya es muy escaso el nmero de los historiadoresque atribuyen un propsito exculpatorio a la admisin de que hubo un perodo de

    " Un debate sobre esta caracterizacin enfocado desde la perspectiva de la historia comparativaen Javier TUSELL, "La dictadura de Franco", Madrid, Alianza, 1988 donde se contiene la bibliografaa que dio lugar el debate.

    34 Me parece que este es el caso de Carmen MOLINERO y Pere YSAS, "El rgime franquista.Feixisme, modernitzaci i consens", Vic, Eumo Editorial, 1992. En comparacin con mi libro citado enla nota anterior.

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    "consenso", es decir de aceptacin pasiva del rgimen, sin apenas oposicin 35 . Decualquier modo parece evidente que la definicin del franquismo como rgimen hade hacerse desde criterios histricos comparativos que lo pongan en relacin conotros regmenes existentes en el mismo tiempo cronolgico. El procedimiento de lautilizacin de modelos o "tipos ideales" sin tener en cuenta el criterio temporal se haconvertido a menudo en un abuso simplificador, producto de interpretaciones muchoms de los especialistas en ciencia poltica que de los historiadores. Si a stos siem-pre les viene bien ese gnero de criterios metodolgicos es tambin obvio el peligroque representan, al no tener a menudo lo suficientemente en cuenta la cronologa y,sobre todo, los materiales inditos de archivo que consideramos requisito impres-cindible los historiadores.

    Sentados todos estos puntos de partida vamos en las pginas siguientes a inten-tar un examen de la bibliografa de los ltimos arios -la dcada de los noventa- indi-cando, al mismo tiempo, cules han sido los campos en los que la investigacin haobtenido mejores xitos y cules aquellos otros que siguen quedando pendientespara posteriores estudios cuando su conocimiento resultara muy interesante.

    En los ltimos aos se han editado algunas de las que habrn de ser, sin duda,postreras memorias de los personajes que han vivido esa etapa inicial del franquis-mo. La verdad es que resultan, en general, muy decepcionantes aquellas que hansalido de la pluma de los polticos del Rgimen. Tanto las de Girn como las deFernndez de la Mora resultan muy inautnticas trasladando su postura de la actua-lidad a un pasado remoto y, sobre todo, con una ausencia radical de precisin y dedocumentacin. Resultan de bastante mayor inters, en cambio, las de aquellos pro-tagonistas de la poltica que tuvieron una significacin intelectual (Garca Escudero,Vegas Latapi....). A cambio de estas insuficiencias estn apareciendo buen nmerode autobiografas de intelectuales que transmiten, si no acontecimientos de primer-sima importancia s, al menos, un ambiente de la poca que muy pronto generacio-nes posteriores no podrn captar de modo directo por carencia de testigos directos.Las memorias de algn opositor significado completan este panorama. La angustiadel historiador consiste en el hecho de que, aunque en un plazo corto de tiempo sehaya difundido la literatura memorialstica en Espaa, sin embargo no se ha conse-guido que tenga la calidad requerida. Por desgracia los memorialistas no tienen msque una idea un tanto remota acerca de cmo escribir un libro de este gnero con lasprevisibles consecuencias en la calidad de lo escrito".

    35 Este, sin embargo, sigue siendo el juicio de Mara Encama NICOLAS en su prlogo a ManuelORTIZ HERAS, "Las Hermandades de labradores en el franquismo. Albacete, 1943-1977", Instituto deEstudios Albacetenses, 1992. Como contraste vase "Franquisme. Sobre resistencia i consensus aCatalunya (1938-1959)", Barcelona, Crtica, 1990.

    36 Gonzalo FERNANDEZ DE LA MORA, "Ro arriba. Memorias", Barcelona, Planeta, 1995; JosMara GARCIA ESCUDERO, "Mis siete vidas. De las brigadas anarquistas a juez del 23-F", Barcelona,Planeta, 1995; Jos Antonio GIRON DE VELASCO, "Si mi memoria no me falla", Barcelona, Planeta,1994; Torcuato LUCA DE TENA, "Franco s, pero...", Barcelona, Planeta, 1993; Eugenio VEGASLATAP1E, "La frustracin de la victoria. Memorias polticas, 1938-1942", Madrid, Actas, 1995.Memorias de intelectuales: Jos Manuel CABALLERO BONALD, 'Tiempo de guerras perdidas",

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    A idntico inters por lo individual cabe atribuir el desarrollo de la biografa his-trica. Muchos de los personajes de este perodo la merecen y gracias a archivos per-sonales sin duda pueden tenerla un da. El inconveniente puede ser que talesbiografas sean entregadas a quienes tienen una modesta preparacin para redactar-las, con lo que muy a menudo no se extraen todas las conclusiones pertinentes de ladocumentacin de la que se dispone. En otras ocasiones, por el contrario, la perso-na encargada de hacer una biografa dispone del utillaje metodolgico necesariopero le faltan las fuentes. Esto es lo que ha sucedido recientemente con una biogra-fa de Suances y otra del ltimo Camb respectivamente". Pero estas dificultades nodebieran impedir los avances en el desarrollo del gnero biogrfico.

    En el comienzo de la historiografa poltica sobre el franquismo , quiz porquegran parte de quienes se dedicaron a estos trabajos procedan del mundo de la cien-cia poltica, se hizo manifiesta la tendencia a elegir como tema de investigacinmucho ms las instituciones o su funcionamiento que la narracin cronolgica de unconflicto o de un perodo. As sucedio, por ejemplo, con los estudios llevados a cabosobre el partido nico y la organizacin sindical. Con el paso del tiempo se ha idoavanzando en este estudio de las instituciones pero, sobre todo, a nivel provincialpor ser ms accesibles las fuentes. En cambio apenas si hemos avanzado en el estu-dio nacional de las instituciones que encuadraban a la oposicin. Tan slo dispone-mos de trabajos acerca del Frente de Juventudes o, ms recientemente, del SEU quellegan a los arios sesenta, pero el estudio de mayor vala sobre el partido en su etapainicial se refiere tan slo a la provincia de Barcelona. En cuanto a la narracin cro-nolgica de la vida poltica, siempre difcil por la naturaleza misma del rgimen,sigue resultando muy parca en investigaciones. Slo se ha llegado a historiar elenfrentamiento entre falangistas y herederos de Accin Espaola en los arios del pri-mer franquismo".

    Quiz es en materia de poltica exterior en donde existan menos lagunas en lainvestigacin monogrfica realizada hasta el momento. En efecto son muchas lasnovedades aparecidas en los ltimos aos y, adems, la conmemoracin del cin-cuentenario de la segunda guerra mundial ha contribuido de forma poderosa a laaparicin de estudios de sntesis capaces de resumir el estado de la cuestin o a

    Barcelona, Anagrama, 1995; Camilo Jos CELA, "Memorias, entendimientos y voluntades", Barcelona,Plaza y Jans-Cambio 16,1993; Antonio MARTNEZ SARRIN, "Infancia y corrupciones. MemoriasI", Madrid, Alfaguara, 1993. Memorias de opositores: Manuel AZCARATE, "Derrotas y esperanzas. LaRepblica, la guerra civil y la resistencia", Barcelona, Tusquets, 1994.

    " Alfonso BALLESTERO, "Juan Antonio Suances, 1891-1977. La poltica industrial de la pos-guerra", Len, LID, Editorial Empresarial, 1993; Borja de RIQUER, "L'ultim Camb (1936-1947), Ladreta catalana davant la guerra civil i el franquisme", Vic, Eumo, 1996.

    38 Miguel Angel RUIZ CARNICER, "El Sindicato Espaol Universitario (SEU), 1936-1965). Lasocializacin poltica de la juventud universitaria en el franquismo", Madrid, Siglo XXI, 1996; Joan M.THOMAS, "Falange, Guerra civil, Franquisme. FET y de las JONS de Barcelona en els primers anys delregim franquista", Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 1992. Llama la atencin que no existe siquie-ra un buen estudio de la evolucin del Ejrcito. Alvaro FERRARY, "El franquismo: minoras polticas yconflictos ideolgicos, 1939-1956", Pamplona, EUNSA, 1993.

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    investigaciones complementarias destinadas a redondear el panorama de nuestrosconocimientos.

    En realidad ya no queda una parcela importante que investigar acerca de la posi-cin espaola ante la segunda guerra mundial, al haber aparecido en los ltimos aosmeritorios trabajos sobre la poltica bilateral con Alemania, las naciones hispanoa-mericanas y la Francia de Vichy, amn de otros trabajos de carcter ms monogrfi-co de los que se dio cuenta en su momento en un simposio dedicado a esta especficacuestin. Adems existen dos libros de carcter general acerca de la evolucin delrgimen de Franco en torno al conflicto en los que se transcriben opiniones muycoincidentes. Espaa estuvo a punto de intervenir en la guerra mundial en ms deuna ocasin y si no lo hizo en gran parte se debi a sus problemas internos, tanto decarcter poltico como econmico. Con cada pas se mantuvieron relaciones carc-terizadas por una peculiaridad marcada a la que aqu no se puede hacer mencin deforma detallada. De cualquier modo parece necesario recordar que, en contra de loque se ha asegurado durante mucho tiempo, en realidad el papel de Espaa no pudoser factor dirimente en la guerra mundial nada ms que por su posicin estratgicay durante muy poco tiempo. Durante la mayor parte del perodo la posicin espao-la estuvo determinada por la situacin del conflicto, lo que contribuye a explicar lasvariaciones producidas en la posicin adoptada por el rgimen".

    En cambio las lagunas son mayores en lo que respecta a la etapa posterior a lasegunda guerra mundial. En realidad tampoco existen grandes incgnitas y las quehay no parecen fciles de superar. Conocemos los motivos del aislamiento de Francoy las razones de su superacin merced en especial a los trabajos de FlorentinoPortero, a los de Angel Vias y Marquina sobre la relacin con los Estados Unidoso a los mos propios acerca de la relacin Iglesia-Estado. No parece que sea posibleavanzar mucho ms en lo que respecta a la definicin de la poltica exterior espao-la porque el archivo del titular de la cartera de Asuntos Exteriores -o lo que quedade l- ya ha sido utilizado. Sin embargo es muy posible que todava se pueda avan-zar bastante en el conocimiento de las polticas bilaterales de cada una de la grandespotencias. De hecho hay pendiente de publicacin una tesis doctoral relativa a lasrelaciones entre Espaa y Francia y han aparecido otras publicaciones sobre las rela-ciones entre la primera y Gran Bretaa e Italia. Las dos monografas existentes sobrela relacin hispano-portuguesa dan, lamentablemente, la sensacin de ser insufi-cientes. Falta, a todas luces, una buena investigacin acerca de los orgenes de laindependencia de Marruecos y tambin sobre los instrumentos de los que se sirviEspaa para romper el aislamiento internacional, es decir, la poltica hacia los pa-

    " "Espaa y la segunda guerra mundial", separata de "Espacio, Tiempo y Forma", 1994; RafaelGARCIA PEREZ, "Fraquismo y Tercer Reich. Las relaciones econmicas hispano-alemanas durante lasegunda guerra mundial", Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994; Massimiliano GUDER-ZO, "Madrid e l'arte della diplomazia. L'incognita spagnola nella seconda guerra mondiale", Firenze,Manet, 1995; Rosa PARDO SANZ, "Con Franco hacia el Imperio. La poltica exterior espaola enAmrica Latina, 1939-1945", Madrid, UNED, 1994; Matthieu SEGUELA, "Franco-Ptain. Los secretosde una alianza", Barcelona, Prensa Ibrica, 1994; Javier TUSELL, "Franco, Espaa y la segunda guerramundial. Entre el eje y la neutralidad", Madrid, Temas de Hoy, 1995.

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    ses rabes y hacia los hispanoamericanos, con la excepcin de Argentina. Tenemosya, en cambio, una buena publicacin acerca del origen del europesmo espaol'.

    La poltica exterior no es, en definitiva, sino una ms de las polticas especficasque aqu debiramos abordar someramente. La Historia econmica ha perdido elcarcter de avanzadilla que tuvo en su momento. Las investigaciones ms recienteshan reincidido sobre alguna cuestin que ya haba sido abordada con anterioridadcomo el INI y slo como excepcin han intentado un tratamiento conjunto durantetodo un perodo cronolgico. Hay alguna cuestin que debiera ser objeto de una pro-fundizacin mayor como, por ejemplo, la significacin de la entrada en el gobiernode Arbura". La poltica cultural en determinados aspectos singulares ha podido serconocida de forma suficiente merced al inters despertado por las artes plsticas dela posguerra". La prensa, en fin, ha sido objeto de monografas que no estn exen-tas de ofrecer una versin un tanto convencional al no ver el peridico desde su pro-pio interior".

    No es necesario recalcar la relevante significacin del catolicismo en la prime-ra etapa del rgimen de Franco. Hasta el momento se haba concedido un papel deprimersima importancia tanto al papel jugado por la Iglesia en la conformacin ide-olgica del rgimen como, ms en concreto, al desempeado como determinante deuna formacin bsica en la escuela. A eso habra que aadir alguna biografa de per-sonajes de primera fila en el episcopado espaol como es el caso de Herrera Oria.Ahora, ya en la dcada de los noventa, han aparecido un tipo de estudios que a par-tir de la obvia relevancia concedida a los movimientos obreros de inspiracin cat-lica, en la prctica ofrecen una vertiente muy distinta del colaboracionismo que

    40 Qastm AHMAD, "Britain, Franco Spain and the Cold War, 1945-1950", Garland PublishingCo, 1995; Mara Teresa LA PORTE, "La poltica europea del rgimen de Franco, 1957-1962",Pamplona, EUNSA, 1992; Luis de LLERA y Jos ANDRES GALLEGO, "La Espaa de la posguerra:un testimonio", Madrid, CSIC, 1992. Entre las tesis doctorales se debe citar la muy esperada de MartnezLillo. De las en curso conozco la de Carlos Collado (sobre la relacin con Alemania), Miguel AngelYuste (acerca de la poltica exterior de la Repblica en el exilio) y Fernando Termis (en relacin con losEstados Unidos), todas ellas en la UNED. La nica publicacin de nivel historiogrfico aceptable acer-ca de Marruecos y Espaa es Jos Ramn DIEGO AGUIRRE, "La ltima guerra colonial de Espaa.Ifni-Sahara (1957-1958)", Mlaga, Algazara, 1993, pero est en curso de redaccin una tesis doctoralsobre el particular elaborada por Concepcin Ibarra. Sobre la relacin con Portugal: Juan Carlos JIME-NEZ REDONDO, "Franco e Salazar. As relagoes luso-espanholas durante a guerra fria", Lisboa, Assirioe Alvim, 1996 y "El ocaso de la amistad entre las dictaduras ibricas, 1955-1968", Mrida UNED, 1996.Sobre la relacin con Argentina: Raanan REIN, "The Franco-Peron Alliance. Relation between Spainand Argentina, 1946-1955", University of Pittsburgh, 1993; Beatriz J. FIGALLO, "El protocolo Pern-Franco. Relaciones hispano-argentinas, 1942-1952", Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1992 y la tesisde Mnica QUIJADA leda en 1989 en la Universidad Complutense.

    Jordi CATALAN, "La economa espaola y la segunda guerra mundial", Barcelona, Ariel,1995: Pablo MARTIN ACEA, Francisco COMIN, "INI, 50 aos de industrializacin", Madrid, EspasaCalpe, 1991.

    42 Manuel CABAAS, "Poltica artstica del franquismo. El hito de la Bienal Hispanoamericanade Arte", Madrid, CSIC, 1996. Han resultado muy interesantes, aunque desiguales, las exposicionesorganizadas por la Comunidad de Madrid de las diferentes dcadas posteriores al final de la guerra civil.

    4' Ricardo M. MARTIN DE LA GUARDIA, "Informacin y propaganda en la prensa delMovimiento: 'Libertad' de Valladolid, 1931-1979", Universidad de Valladolid, 1994.

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    ofrecen los mencionados lneas atrs. De un inters muy grande son tambin losestudios sobre las figuras ms singulares del episcopado espaol de la poca (Pla yDeniel y Quiroga) aunque no han podido hacer uso de sus archivos privados. Peroes una lstima que nos falten las memorias de algunos de los personajes ms rele-vantes del mundo catlico de la poca. A la espera de la prxima aparicin de lasmemorias de Tarancn tenemos que conformarnos con las de Iribarren que pertene-cen a ese gnero de quienes sin haber desempeado un papel de primersima impor-tancia tienen, sin embargo, un inters que deriva de su condicin de observador deprimera fila".

    Un texto de las carctersticas del que el lector tiene en las manos debe concluircon la mencin a las nuevas fronteras que se le plantean a la Historiografa sobre esteperodo cronolgico. Por supuesto que la propuesta que aqu se va a hacer tienemucho de personal, pero en ella puede existir un grado importante de coincidenciaentre los especialistas en el perodo.

    Sin duda este ser el caso de la primera propuesta. Aunque se han celebradovarios congresos acerca del franquismo lo cierto es que hasta el momento no hahabido un apoyo institucional a la Historia del tiempo presente por las autoridadesdel Ministerio de Educacin y Cultura, a pesar de que los planes de estudios plante-an el estudio de la misma en el nuevo Bachillerato. Ese apoyo debera producirseahora no slo porque el conocimiento de la Espaa de la poca franquista es radi-calmente imprescindible para entender la del presente" sino porque, adems, es pre-ciso subsanar problemas que, si acaso tuvieron justificacin en el pasado inmediato,no lo tienen en el presente y constituyen un autntico testimonio de ausencia de con-ciencia histrica y de sensibilidad cultural. No se trata tan slo de solucionar el pro-blema de los archivos de Franco sino, por ejemplo, de empezar a publicar de formasistemtica los Documentos Diplomticos Espaoles, pues nuestro pas es uno de losescasos en Europa que no disponen de este instrumento de conocimiento del pasa-do, o de lograr que no se pierdan archivos particulares de personajes polticos,empresarios e intelectuales. Sin duda se nota a faltar en Espaa un Instituto deHistoria del Tiempo Presente como los que existen en otras latitudes que podracumplir esa funcin.

    Tambin es preciso extender nuestro conocimiento ms all del primer fran-quismo. El estudio de la poltica interna o de la exterior se suele detener en torno almomento en que tuvo lugar el gran cambio en la poltica econmica (1959), pero

    44Jess IRB3ARREN, "Papeles y memorias. Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado en Espaa,

    1836-1986", Madrid, BAC, 1992; Basilisa LOPEZ GARCIA, "Aproximacin a la Historia de la HOAC(1946-1981), Madrid, Ediciones HOAC, 1995; Jos Luis MINGUEZ GOYANES DE LA RICA, "DonFernando Quiroga Palacios y su proyeccin en la Iglesia gallega (1946-1971)", Tesis doctoral leda en laUniversidad de Santiago, 1996; Antonio MURCIA, "Obreros y obispos en el franquismo", Madrid,Ediciones HOAC, 1995; Glicerio SANCHEZ RECIO, "De las dos ciudades a la resurreccin de Espaa:magisterio pastoral y pensamiento poltico de Enrique Pla y Deniel", Valladolid, Ambito, 1994.

    45 Idea en la que insiste Ignacio SOTELO en "La significacin histrica del franquismo", "Revistade Occidente", n 53, X-1985.

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    esta situacin si, por ejemplo, ha permitido resolver alguna de las incgnitas msimportantes de este pasado inmediato (por ejemplo, la actitud del rgimen respectode la segunda guerra mundial) al mismo tiempo corre el peligro de ofrecer un pano-rama no slo incompleto sino tambin deformador de lo que realmente fue el rgi-men. Existe el peligro de creer que la biografa poltica de Franco concluy con losincidentes de 1956 como si, a partir de entonces, no se hubiera dedicado a otra cosaque a recibir audiencias individuales o colectivas. Tambin es posible que exista unaoportunidad magnfica en este momento de reconstruir, con los testigos todavavivos, la fase final del franquismo sin la que es imposible comprender la transicin.De momento, sin embargo, contamos con una dificultad aadida, que nace del hechode que las memorias hasta ahora publicadas corresponden a slo un sector de la pol-tica del rgimen, el tecnocrtico o el aperturista y no del falangista. La desunin dela clase dirigente del rgimen fue, sin embargo, un elemento decisivo para explicarel cambio posterior a 1975.

    Como en otros perodos histricos anteriores tambin en el franquismo laHistoriografa contempornea espaola se encuentra ante una opcin fundamental ala hora de elegir como parcela de anlisis el medio regional, provincial o local oalgunas de las grandes cuestiones de carcter nacional (o estatal, si as se prefiere).Lo cierto es que ya hay un buen conjunto de monografas de carcter local. Sinembargo nos encontramos en condiciones en los presentes momentos de evitar que,como ha sucedido en otras temticas y pocas, encarrilemos a los jvenes investi-gadores a la repeticin de un patrn que no hara sino repetirse de una provincia aotra sin aumentar de una manera significativa nuestro conocimiento real del pero-do. Eso no quiere decir que no deba hacerse historia regional, ni mucho menos. EnCatalua, donde el ritmo de avance en nuestros conocimientos ha sido mucho msrpido que en otras latitudes, disponemos ya de una Historia regional suficiente.Pero para conocer el franquismo en su globalidad debiramos hacer una seleccinde la temtica esencial antes de proceder a estudios locales o regionales, aun tenien-do en cuenta que stos a menudo ofrecen una panormica ms concreta y tambinms interrelacionada en sus diversos aspectos.

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    .6 Mara Encarna NICOLAS, "Instituciones murcianas en el franquismo, 1939-1962", Editoraregional de Murcia, 1982 y Ana Rosa FRIAS, "Instituciones sorianas durante el franquismo (1936-1959)", Tesis doctoral leda en la UNED, 1988. Vase tambin las comunicaciones de los congresos yacitados.

    47 Catalua cuenta con la nica Historia regional de la etapa franquista que resulte merecedora deeste nombre, merced a la previa publicacin de invertigaciones monogrficas. Me refiero a Borja deRIQUER, "El franquisme i la transici democratica, 1939-1988", en "Historia de Catalunya", VII,Barcelona, Edicions 62,1989.

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