filosofia

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¿Porque la filosofía? a. Cosmólogos presocráticos. Los registros de la filosofía griega más antigua consisten en especulaciones sobre la naturaleza de la realidad. Se les llamo presocráticos por referencia a Sócrates, el primer gran filósofo en la tradición occidental. Se les nombra así para indicar que estos trabajos iníciales se efectuaron antes de Sócrates y sentaron los cimientos sobre los cuales él, posteriormente, pudo construir su visión más compleja del mundo. A los primeros pensadores griegos, además de presocráticos, también se los llamaba cosmólogos, porque consideraron al mundo como un cosmos, es decir, como un todo comprensible y ordenado. La cosmología estudia los principios básicos del cosmos. A diferencia de los niños, esos primeros filósofos griegos llegaron con madurez y experiencia a la exploración de las cuestiones básicas sobre la realidad, el conocimiento y los valores. Las leyendas acerca de los orígenes de las cosas son tan antiguas como el lenguaje humano, y en la cultura griega pululaban fabulas de dioses y diosas que habían los seres humanos y que controlaban el mundo natural, al tiempo que luchaban entre ellos por el poder y la jerarquía. Al plantearse y resolver la pregunta básica, “¿no hay algo más?”, lo que Tales y los otros filósofos de la escuela de Mileto hicieron fue adoptar un enfoque nuevo y mas sistemático, el cual hizo nacer lo que hoy se conoce como filosofía.

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porque la filosofia

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Page 1: Filosofia

¿Porque la filosofía?

a. Cosmólogos presocráticos.

Los registros de la filosofía griega más antigua consisten en especulaciones sobre la

naturaleza de la realidad. Se les llamo presocráticos por referencia a Sócrates, el primer gran

filósofo en la tradición occidental. Se les nombra así para indicar que estos trabajos iníciales

se efectuaron antes de Sócrates y sentaron los cimientos sobre los cuales él, posteriormente,

pudo construir su visión más compleja del mundo. A los primeros pensadores griegos,

además de presocráticos, también se los llamaba cosmólogos, porque consideraron al mundo

como un cosmos, es decir, como un todo comprensible y ordenado. La cosmología estudia los

principios básicos del cosmos.

A diferencia de los niños, esos primeros filósofos griegos llegaron con madurez y experiencia

a la exploración de las cuestiones básicas sobre la realidad, el conocimiento y los valores. Las

leyendas acerca de los orígenes de las cosas son tan antiguas como el lenguaje humano, y en

la cultura griega pululaban fabulas de dioses y diosas que habían los seres humanos y que

controlaban el mundo natural, al tiempo que luchaban entre ellos por el poder y la jerarquía.

Al plantearse y resolver la pregunta básica, “¿no hay algo más?”, lo que Tales y los otros

filósofos de la escuela de Mileto hicieron fue adoptar un enfoque nuevo y mas sistemático, el

cual hizo nacer lo que hoy se conoce como filosofía.

Page 2: Filosofia

b. Los Sofistas

Como se recordara, la palabra filosofía significa, literalmente, “amor a la sabiduría”. El prefijo

fil aparece en la palabra filarmónica, orquesta que ama a la armonía. Y puesto que el griego

adelfi significa hermanos, puede entonces comprenderse por qué a Filadelfia se le llamaba a

veces “la ciudad del amor fraterno”. La segunda parte de la palabra filosofía proviene de la

palabra griega sofía, cuyo significado es sabiduría. De sofía procede también la palabra

estadounidense sophimore que significa estudiante de segundo año, bien de universidad o de

secundaria, aunque l sentido literal quiere decir “bobo sabio”. Los estudiantes de primer año,

parece, no saber nada y saben que no saben nada; por el contrario, los de segundo año (los

sophomores) aun no saben gran cosa pero piensan que saben mucho más.

Los sofistas son, en sentido literal, “los sabios”. Al igual que la segunda parte de la palabra

filosofía, su nombre deriva de sofía. No obstante, ser llamado “sofista” no era

necesariamente un cumplido. Al entregarse al individualismo y al relativismo, los sofistas

trastornaron la sociedad griega. Platón los culpo de la desintegración de valores que condujo

a la muerte de Socrate4s, su amigo y maestro. También los considero como un grupo

unificado, aunque de hecho se dividían en tres grupos como mínimo: los consagrados a la

cultura, como Protágoras y Gorgias, esforzados por estimular la mente de los jóvenes, los

enciclopedistas, como Hipias, dedicados a sistematizar y clasificar el conocimiento y la

información: y los erísticos o polémicos, especialistas en debates y disputas, y que

capacitaban a las personas para la vida pública y los litigios.

A diferencia de los cosmólogos presocráticos, quienes buscaban la sabiduría por amor a ella,

los sofistas polémicos sostenían que eran lo suficientemente sabios para enseñar todo lo que

cualquier persona quisiera, siempre y cuando estuviera dispuesta a pagarles las tarifas

establecidas. No obstante que Platón pensaba que los polémicos discutían para establecer el

tema, sin poner mucha atención a la verdad o falsedad y que no tenían o tenían poca

sabiduría verdadera que ofrecer, debe admitirse que la popularidad de los sofistas revela que

estos satisfacían una necesidad real en la sociedad griega.

Gracias a sus viajes de ciudad en ciudad (desde mediados del siglo quinto a mediados del

cuarto antes de la era cristiana), los sofistas a prendieron lo que nunca descubrirían quienes

permanecieron en casa, a saber: los habitantes de otras regiones pueden hacer lo mismo que

alguien o algún amigo suyo hace, pero de modo totalmente distinto, y poseen, respecto de la

conducta apropiada, supuestos muy diferentes de los de uno. Todas las personas tienden a

dar por sentado que en la forma en que ellas, sus familiares y amigos ven al mundo es la

única forma de hacerlo, o es por lo menos la correcta. Vivir con alguien de cultura distinta o

incluso de otra región del mismo país, puede ser la primera oportunidad para aprender lo que

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los sofistas aprendieron: es posible que no exista una sola manera correcta de hacer las

cosas.

Si ese fuera el caso, afirmaron los sofistas, entonces no puede haber absolutos de ninguna

clase. No puede decirse que siempre es correcto o equivocado hacer determinada cosa;

incluso es imposible hablar de cómo es algo, porque hacerlo supondría que ese algo posee

una realidad fija y absoluta. El hecho es, según decían ellos, que todo es relativo.

Los razonamientos de Demócrito y los demás atomistas respecto de la materia en

movimiento implican que un mismo objeto podría parecer distinto a distintas personas que lo

vieran desde ángulos únicos o en momentos diferentes. Los sofistas llevaron esta idea hasta

el extremo y aseveraron que carece de sentido de preguntarse: “¿Qué es realmente eso?”.

La única “respuesta” es que eso es “realmente” lo que me parece a mí, lo que te parece a ti,

lo que le parezca a cualquiera que lo vea. Si no hay nada absoluto y si toso es relativo,

entonces pueden sostenerse al mismo tiempo conclusiones opuestas. Algo es lo que a mí me

parece ser. En este sentido, los sofistas pusieron de cabeza la distinción entre apariencia y

realidad: las apariencias son la realidad; o por lo menos son la única realidad que alguien

puede conocer.

Protágoras, uno de los más conocidos sofistas consagrados a la cultura, sostuvo que “el

hombre es la medida de todas las cosas”. Dicho de otra manera, cada persona (y no alguna

realidad objetiva, como Dios o la naturaleza íntima del mundo) determina lo que es real. El

mundo realmente es amarillo para la persona enferma de ictericia, si es que Protágoras dice

la verdad al afirmar que: “el hombre es la medida de todas las cosas, de las cosas que son y

de las cosas que no son”.

Al rechazar la idea de una verdad objetiva, los sofistas adoptaron una postura, aunque

negativa, acerca de la naturaleza del ser (objeto de estudio de la ontología). No había más

que un solo paso de distancia entre esa postura metafísica y un enfoque filosófico distinto y

más practico: el relativo a que es un ser humano y en qué consiste vivir bien en este mundo.

Si según los sofistas no hay nada absoluto, todo es relativo, entonces no debería

desperdiciarse el tiempo discutiendo sobre la realidad última; mejor sería dedicarlo a

descubrir con tener éxito y ser feliz. De hecho, era esto lo que los sofistas enseñaban a sus

compatriotas.

Puesto que la cultura griega se basaba en la tradición oral, era habilidad para hablar bien la

causa de que una persona tuviera más éxito que otra. El éxito en los tribunales, en la política

y en la conversación intelectual (sal y pimienta de reuniones públicas y privadas dependía de

la destreza para emplear las palabras. (La ciencia de “hablar en público”, literalmente) podían

enseñar el argumento adecuado a la persona adecuada el momento adecuado. Todo el que

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pudiera pagar la colegiatura establecida y tuviera el deseo de trabajar con empeño podría

aprender a tener éxito. En manos de los sofistas, la lógica de los primeros filósofos se

convirtió en un práctico instrumento para progresar en el mundo.

Otros filósofos se sintieron ofendidos por lo que les pareció cruel mercantilismo. Pensaban

que el amor a la sabiduría era un llamamiento divino, algo digno de consagrarle la vida

personal, y no un truco barato mas para hacer que lo equivocado pareciera correcto y poder

ganar la delantera en el mundo. Hoy día, calificar a alguien sofista acusarlo de “sofisma”

equivale a considerarlo de engaño deliberado. Ejemplo de sofistica son las conferencias o

discursos que deslumbran y hacen vibrar de emoción a causas de sus expresiones retóricas,

por que examinados de modo critico, carecen de contenido real o están llenos de errores y

contradicciones.

Al aplicar los principios básicos de la metafísica a los problemas y retos cotidianos, los sofistas

exploraban también el campo de epistemología, la segunda de las tres principales ramas de la

filosofía. La palabra griega episteme significa “conocimiento”; entonces epistemología es

literalmente el estudio del conocimiento, o de cómo se conoce lo conocido. Al aseverar que

“el hombre es la medida de todas las cosas”, los sofistas estaban afirmando que cada persona

determina lo que conoce y lo que no conoce. No existen parámetros externos a los que

puedan o deban someterse las exigencias del conocimiento. Además las enseñanzas sofistas

condujeron a otros filósofos, incluyendo a Sócrates, a incursionar en la axiología, el estudio

de los valores, tercera rama de la filosofía.

c. Sócrates

Hasta donde se sabe, Sócrates nunca escribió una palabra de filosofía. Todo lo conoció acerca

de él ha llegado por su discípulo Platón, cuya forma favorita de expresión era el dialogo. Este

estilo de creación literaria, que incluye una discusión o un intercambio de ideas. En los

diálogos, platónicos participan por lo general Sócrates y una o más personas. Puesto que

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Platón, mucho después que su maestro muriera, continúo escribiendo diálogos que

caracterizan a Sócrates como el personaje principal, se considera que algunos de estos

diálogos exponen por boca de Sócrates las ideas propias de Platón. Sin embargo, por lo

menos en algunos de sus primeros diálogos Platón parece recordar y registrar las mismas

palabras e ideas de Sócrates. Se sabe que Sócrates, al tiempo que recorría las calles de

Atenas, ponía en entredicho lo aparentemente obvio y pedía, a cualquiera que se encontraba,

que le explicara las cosas más fundamentales. Esto le parecía era el mejor modo de descubrir

la verdad. El interrogatorio tenaz mostraría como falsas las ideas falsas y las derrotaría. A

diferencia de los sofistas, tanto Sócrates como Platón y Aristóteles estaban convencidos de

que era posible hacer afirmaciones acerca de cómo son realmente las cosas.

La madre de Sócrates era comadrona, y a él le encantaba presentarse como una especie de

comadrona intelectual. Mientas que su madre ayudaba a los que nacieran los niños, Sócrates

ayudaba al nacimiento de las ideas. Y tal como los niños ya existían en el vientre materno

antes de que la comadrona ayudara a la madre a traerlos al mundo, así también sostenía

Sócrates las ideas de una persona ya existen en su mente antes de que un hábil interrogador

la haga consciente de que posee ideas que ni siquiera supone tener. La dialéctica socrática, el

método con que Sócrates planteaba preguntas, estaba estructurado para invocar la verdad.

En el dialogo Menon, Plantón se vale de Sócrates para ejemplificar el valor de la dialéctica.

Sócrates procede de la manera siguiente: conduce a un muchacho griego, esclavo de Menon y

sin instrucción formal, a través de una demostración geométrica. Así le prueba a su amigo

Menon que “no hay enseñanzas, sino solo reminiscencias”, es decir recuerdos. Para ello,

Sócrates evita escrupulosamente el dar cualquier tipo de información al muchacho; solo le

plantea una serie de preguntas. El problema es: si un espacio de 2 por 2 pies en un cuadrado

de 4 pies, entonces ¿Cuáles deben ser las dimensiones de un cuadrado de 8 pies? Se prevé el

pensamiento que viene primero a la mente del muchacho: duplicando la longitud y la

anchura del primer cuadrado de obtendrá el cuadrado de 8 pies; sin embargo, cuando

Sócrates hace ver al muchacho que procediendo así ha obtenido un cuadrado de 16 pies, este

rápidamente aprende que la duplicación del largo y del ancho da como resultado el área

cuádruple y no doble.

Mediante nuevas preguntas, Sócrates hace que el muchacho razone que las dimensiones al

cuadrado pedido deben llamarse entre 2 y 4 pies, es decir, 3. Y aunque esta no es la respuesta

precisa, el muchacho -dice Sócrates a Menon- ha progresado, porque ahora se da cuenta de

que desconoce la solución y desea deducirla. He aquí un elemento clave en el método

socrático. Darse cuenta de la ignorancia personal es el primer paso para la obtención del

conocimiento o de la sabiduría. Mientras alguien confié en que conoce todo lo que hay por

conocer, no buscara la verdad e incluso puede permanecer felizmente en el error.

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Sin dejar de preguntar. Sócrates guía al muchacho hacia la demostración indicada en el dibujo

del cuadrado de 16 pies de superficie y que contiene un cuadrado dispuesto en forma

diagonal. Al dividir diagonalmente por la mitad cada uno de los cuatro espacios del cuadrado

no sombreado (que equivalen a un área de 16 pies cuadrados), es posible obtener una

superficie de 8 pies cuadrados. “ahora, ¿Qué piensas, Menon?” – Pregunta Sócrates- “¿hubo

una sola opinión que el muchacho no haya expresado por si solo?”. Cuando Menon acepta

que Sócrates tiene razón y que nadie había enseñado geometría a su esclavo, Sócrates le

revela la teoría platónica del conocimiento. Si nadie le había enseñado geometría y si

Sócrates, con solo plantear las preguntas correctas, había podido evocar en el muchacho

aquel conocimiento geométrico, entonces debe suceder que el conocimiento ya debe

encontrarse dentro de la persona (al igual que dentro de la madre se halla el niño que la

comadrona ayuda a nacer). Respecto a las ideas que el esclavo revelo tener, Sócrates indica a

Menon: “si él no las adquirió en esta vida, ¿no es claro que las obtuvo y las aprendió en otro

tiempo?”

La conclusión parece ineludible. Si alguien que nunca ha escuchado siquiera la palabra

geometría puede ser guiado (mediante hábil interrogatorio) a resolver un problema

geométrico, entonces ya debían haber estado en el los conocimientos necesarios, aunque no

se hubiera dado cuenta de ello. Y si no los aprendió en esta vida terrena (cosa aseverada por

Menon), entonces tuvo que poseerlos desde siempre. De hecho, su epistemología conduce a

Platón al establecimiento de la inmortalidad el alma. Ni hay seguridad de que en este dialogo

platónico (uno de los posteriores en cierta forma) sea Sócrates (y no Platón mismo) que

afirme lo anterior.

No obstante, Platón sostiene que los hombres, por tener conocimientos que posiblemente no

aprendieron en su existencia terrena, debieron por necesidad traerlos consigo cuando

vinieron a este mundo. La pregunta de cómo se conoce l que parece conocerse lleva

directamente a las cuestiones de la metafísica, es decir, a las relativas a la naturaleza de la

realidad. Un ejemplo: ¿Qué podemos concluir acerca de lo que significa un ser humano, si ya

se demostró que la existencia humana empieza del nacimiento y lógicamente puede

continuar después de la muerte? Dentro del campo de la ontología no puede hablarse de lo

real sin tratar, al mismo tiempo, cuestiones de epistemología (¿Cómo pensamos que sabemos

la respuesta a esa o aquella pregunta?).

Su método servía a Sócrates para descubrir verdades esenciales y dejar al descubrimiento

injustificadas afirmaciones acerca del conocimiento. A consecuencia de la inflexible andanada

de preguntas a que Sócrates las sometía, la mayoría de las personas se mostraban ignorantes

por completo de cosas que afirmaban conocer y entender. Sucede algo parecido cuando uno

trata de explicar a otra persona el significado de conceptos como el de “verdad” o el de

Page 7: Filosofia

“justicia”; pronto se comprende cuán difícil es defender el punto de vista propio, en especial

si la otra persona no deja de comprobar todo lo que se le dice.

Como podrán imaginarse, en su búsqueda de la verdad, Sócrates conseguía meter en aprietos

a la mayoría de los ciudadanos preeminentes de Atenas, cuando cuestionándolos dejaba al

descubierto su ignorancia. Los jóvenes atenienses empezaron a seguirlo por las calles de la

ciudad, para gozar de aquel deporte de humillación intelectual; algunos de ellos empezaron

por su parte a cuestionar a los adultos. No paso mucho tiempo antes que se levantaran

acusaciones contra Sócrates: estaba corrompiendo a la juventud de la ciudad y deshonrando

a los dioses del estado.

A los 70 años, Sócrates fue llevado a un juicio ante el grupo de 501 ciudadanos (parte de un

grupo mayor de 6000 ciudadanos escogidos al azar para escuchar casos de manera alternada).

Los cargos fueron irreligiosidad y corrupción de jóvenes. La defensa que hizo de sus acciones

ha llegado hasta la actualidad en el dialogo platónico titulado la apología, término que

significa defensa filosófica.

En su defensa, Sócrates señalo que, a diferencia de los sofistas, no cobraba a camino de sus

enseñanzas. En verdad, consagraba su vida entera a una sola cosa: la búsqueda de la

sabiduría. Si hoy se encontraba ante los jueces, acusado de esos delitos, era por haber

alcanzado el éxito en dicha búsqueda. Aunque admitía parecer ególatra al llamarse sabio, les

contaría algo ocurrido a su amigo Querefonte en el oráculo de Delfos.

Recuerde que en el oráculo de Delfos había una sacerdotisa que según se creía, al caer en

trance hablaba en nombre del dios Apolo.

Muchos se acercaban al oráculo para hacerle preguntas; como frecuencia recibían respuestas

interesantes e inesperadas. Por ejemplo, Edito que do pasmado al escuchar que mataría a su

padre y desposaría a su madre; aunque hizo hasta lo imposible para evitar ese destino, las

circunstancias lo condujeron, sin él saberlo, a realizar exactamente esas dos cosas. Otro

ejemplo: un general pregunto qué pasaría si atacaba el ejército enemigo; el oráculo le

respondió: “será destruida una gran nación”; confiado en ello, el general emprendió la

batalla; la gran nación destruida fue la suya.

Las profecías del oráculo a menudo poseían ese carácter enigmático. Estaban enunciadas en

frases susceptibles de más de una interpretación. Fue así –narro Sócrates- que Querefonte

fue a preguntar al oráculo si había alguien más sabio que Sócrates y la sacerdotisa le

respondió que no. Habiendo aprendido a no tomar esas declaraciones en su valor nominal –

dijo Sócrates a los jueces-, me propuse probar el error del oráculo al encontrar alguien más

sabio que yo. Y cuando me acerque a quienes tenían reputación de sabios, tuve una extraña

experiencia.

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Cuando examine…. A uno de nuestros políticos… pensé que parecía sabio muchos y

principalmente a el mismo, aunque no lo era; trate entonces de mostrarle que el juzgaba ser

sabio, pero que no lo era. A causa de ello, tanto él como los que estaban allí se disgustaron

conmigo; pero partí pensando para mis adentros ser más sabio que ese hombre. De hecho,

ninguno de nosotros dos sabía algo hermoso y bueno, pero él creía saberlo aunque no lo

sabía; por mi parte, ni sabía ni pensaba saber; en consecuencia, soy más sabio que el gracias a

la simple trivialidad de que no pienso saber lo que no se.

La dificultad estribaba en que los poetas creían que su habilidad para componer versos los

hacía expertos también en otras materias. Asimismo, los artesanos suponían que las

habilidades en su oficio los capacitaban para hablar con sabiduría acerca de asuntos mayores.

La habilidad genuina en un área específica hacia que esos atenienses reclamaran para sí, con

arrogancia, no solo el conocimiento general sino incluso la sabiduría. El mismo fenómeno se

observa hoy día, cuando algunos atletas respaldan productos en nada relacionados con el

desempeño atlético, o cuando para promover determinados productos médicos los artesanos

dicen: no soy médico, pero desempeño un papel de medico en la televisión. “

Al poner de manifiesto que nadie es tan sabio como se cree, Sócrates se gano muchos

enemigos. Decía que quienes lo observaban lo consideraban sabio. De allí que cuando

jóvenes ricos e inactivos imitaban su ejemplo, eran capaces de encontrar muchas personas

que, creyendo conocer mucho, en realidad conocían poco o nada. Fueron ellas, las víctimas

de las preguntas socráticas, quienes enojadas contra Sócrates –dijo este a los jueces- lo

acusaban de dañar a la sociedad ateniense y de corromper a los jóvenes.

Aunque durante el juicio Sócrates insistió en que merecía un premio y no un castigo por ser

una especie de tábano asignado por un dios a la sociedad ateniense, acepto de buen talente

la sentencia que le impusieron: muerte por envenenamiento con una taza de cicuta. Su

hubiera propuesto alguna otra sentencia, Sócrates habría evitado fácilmente la muerte. Nadie

lo quería muerto, pero muchos deseaban que se callara la boca. Los jueces lo hubieran

absuelto casi con toda certeza, si hubiera aceptado cesar sus interrogatorios y vivir el resto de

su vida en el exilio y en el silencio.

Desafortunadamente para Sócrates, el silencio era la única condición inaceptable.

Especulando acerca de su propia reacción si el tribunal le ofreciera semejante convenio,

Sócrates afirmo solamente:

Si han de dejarme libre a cambio de tales condiciones, yo les respondería: “en verdad,

señores mucho les agradezco su gentileza, pero… nunca dejare de ser filosofo, ni de hablar en

mi forma acostumbrada a cualquiera de ustedes que encuentre, para exhortarlo, para

mostrarle lo que hay en mi….”

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En su búsqueda de lo verdadero y real, Sócrates no podía estar de acuerdo con abandonar sus

preguntas. Desde su punto de vista, “no vale la pena vivir la vida sin preguntarse nada”, lo

cual bien equivaldría a: no vale la pena vivir de modo inconsciente.

En el corazón de la especulación filosófica se halla la prosecución de lo que realmente

importa en la vida. Sócrates prefería beber la cicuta antes que dejar de filosofar. Para él, de

ninguna manera es vida, la que se vive “por piloto automático”, una vida en que las ideas y

opiniones sostenidas no son las de uno, sino las de sus padres, maestros y amigos. Eso es,

ciertamente, una clase de existencia, pero no una vida. Vivir significa marchar en busca de

aquello en que se cree y forcejear con cuestiones fundamentales.

d. Platón

Platón aborda de nuevo este tema en su largo dialogo la república, en el cual explora como

debiera ser una sociedad ideal. Este dialogo contiene muchas de las ideas platónicas

centrales. A semejanza de Sócrates, Platón creía que la mayoría de la personas vivía en la

ignorancia la mayor parte del tiempo. Lo peor de tal situación es que ellas no saben siquiera

que son ignorantes.

Para ejemplificarlo, Platón pide a sus oyentes imaginar una caverna, cuyos habitantes tienen

manos y pies encadenados y la cabeza fija en una sola postura, de modo que solo pueden ver

la pared que se halla en frente de ellos. En la pared aparecen sombras, que los prisioneros

suponen que son las realidad. ¿y qué otra cosa podrían suponer si todos, desde su

nacimiento, has estado dentro de la caverna? Son esas sombras la única realidad que han

conocido. Al explicar la alegoría, Platón aclara que las sombras corresponden realmente a

objetos transportados por arriba de una pared externar, por personas que transitan frente a

un fuego que arde a l entrada de la caverna.

Sus habitantes no se dan cuenta de que han tomado a las sombras por los objetos reales.

Piensan conocer la realidad, aunque de hecho están viviendo en la oscuridad, tanto en

sentido figurado como en el literal.

Enseguida, Platón pide imaginar que alguien entra en la caverna, quita los grilletes a un

prisionero y lo conduce fuera de la caverna, a la luz del sol. ¿Cuál cree que será la reacción

del prisionero liberado? Enceguecido por el brillo del sol, probablemente lo primero que hará

será correr hacia la seguridad de la caverna. Necesitara tiempo y paciencia antes de que los

ojos se acostumbren a la luz y a ver las cosas tal como realmente son. Sin embargo, una vez

que lo haya conseguido, el antes prisionero comprenderá con claridad que no era más que

pura sombra lo que había tomado por conocimiento.

Page 10: Filosofia

De regreso a la caverna, el prisionero explica a los demás la “realidad”. Seguramente

encuentra oposición. Sus antiguos compañeros continúan considerando que las sombras son

lo real. Ahora que escuchan una versión nueva y extraña sobre la realidad, quedaran

convencidos de que quien la expone ha enloquecido. “¿no dirá” se pregunta Platón “que en el

otrora prisionero, después de haber ascendido al exterior, regreso con los ojos tan arruinados

que ni siquiera valdría la pena intentar subir y salir de la caverna?”. Y “si pudieran, ¿no

apresarían y matarían* a cualquiera que tratara de liberarlos y sacarlos de lo hondo de la

caverna?”.

La vida ordinaria, sostiene Platón, equivale a la vida dentro de la caverna. De ella había

escapado Sócrates y a ella nunca quiso volver.

Los seres humanos son prisioneros, viven en un mundo de supuestos no comprobado, confían

en sus sentidos como fuentes de información acerca de la realidad, creen que es real sólo

aquello que pueden ver, oír, tocar, gustar y oler.** ¡Cuánto no han perdido! Así lo sugiere

Platón:

La región accesible a la vista debe equipararse con la morada de los prisioneros, y el fuego

ardiente con la luz del sol. Y no te equivocarías al pensar que el haber salido de la caverna y

haber visto las cosas existentes en la superficie equivale a la ascensión del alma al mundo

inteligible.

Quizá Platón también deseaba hacer notar cuán diferente es el poder del grupo sobre el

pensamiento del individuo. Si a todos los amigos de una persona les gusta o disgusta algo, si

todos sus compatriotas suponen lo mismo, si las pautas familiares le han convencido de que

solo hay una forma de hacer las cosas, entonces esa persona puede vivir muy a gusto con esas

preferencias, supuestos y pautas. Lo anterior es inofensivo cuando se trata de comer pavo la

noche de navidad o de no poner los codos sobre la mesa. Por el contrario, es verdaderamente

peligroso cuando se trata de confiar en los sentidos y no en la razón, si se acepta como real y

verdadero lo que se ve y lo que “todo el mundo dice” en vez de buscar la verdad por uno

mismo. Por eso Platón advierte: si las sombras se toman por la realidad, las certezas

obtenidas se habrán basado en información incorrecta e inadecuada.

Semejantes a dichos prisioneros sugiere Platón, muchas personas consideran que el mundo

común y corriente de las experiencias sensoriales y de los juicios hechos a la ligera es lo real y

lo verdadero. Aceptar las cosas sin examinarlas, a menudo conduce a error. La heroína y la

cocaína producen gozo por un minuto y miseria por días; el placer sexual lleva consigo la

amenaza del sida; el dinero y el éxito no necesariamente llevan a la felicidad. En otras

palabras, lo que se percibe puede no ser lo real.

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Platón parece decir que muchas personas viven en prisiones autoconstruidas. Si alguien

permanece en una caverna, tendrá muchos compañeros. Muchas personas estarán de

acuerdo en que las sombras que él ve son la realidad. Le será difícil abandonar la caverna;

aunque haya quien lo guíe, tendrá que ascender solo. Fuera ya de la caverna, el sol le dañara

los ojos y al principio lo desorientara. Sin embargo, con paciencia y perseverancia, su

recompensa consistirá en ver las cosas tal como son. Ahora bien, si regresa a la caverna

deberá prepararse para una reacción hostil.

Por ello, Platón previene a sus oyentes: antes de reírse o sentir lástima por una persona que

parece decir disparates, descubran si viene del exterior de la caverna y si ha visto lo que

ustedes no han visto. El regresar de la claridad del sol a la oscuridad de la caverna desorienta;

también desorienta ascender desde la caverna hasta la luz del día. Los habitantes de la

caverna nunca están desorientados.

Comprenden a la perfección el mundo de la caverna y esto les da seguridad.

Desafortunadamente, aquel submundo solo es una sombra del mundo real. Si alguien parece

desorientado dice Platón, haríamos bien en descubrir la causa de su desorientación.

La alegoría de la caverna representa con fidelidad la concepción occidental clásica de

filosofía. Para Platón es totalmente claro que la filosofía no es un tema de estudio pasivo,

sino una actividad que se vive. Al igual que Sócrates, el filosofo debe cuestionar todo, incluso

o tal vez específicamente lo que parece obvio, aquello en que todos concuerdan. Una vida sin

filosofía es una vida de sombras, una vida vivida dentro de la caverna. Quizá alguien se sienta

feliz con ella, pero su precio es muy elevado: renunciar al mundo de la realidad que se

extiende a la luz del sol, fuera de la caverna. Se puede ser un excelente conocedor de las

sombras, y ser un ignorante respecto de los objetos que las crean.

Según Platón, hay un solo camino para conocer la realidad: confiar en la razón y no en los

sentidos, los sentimientos o las opiniones no comprobadas. La razón no engaña. Antes bien,

ayuda a distinguir entre lo real y lo aparente. En la república, Platón hace que Sócrates

describa cierta circunstancia en la cual una persona podría desear algo inducida por sus

sentidos, pero que rechaza con base en el conocimiento más verdadero suministrado por su

razón. La cuestión es esta: ¿Qué significa, con respecto a la naturaleza humana, el hecho de

que una persona experimente impulsos contradictorios, uno que la incita a realizar algo y el

otro a no efectuarlo? Imagínese un partido de volibol en un caluroso día de verano. En un

descanso, un jugador sediento ve que contiguo al terreno de juego corre un arroyo pequeño.

Sientes la tentación de beber en el cuenco de las manos un poco de aquella agua refrescante.

Nada parece mejor en ese momento. Pero alguien le advierte que el agua está muy

contaminada y que indudablemente se enfermará si la bebe.

Page 12: Filosofia

Sócrates explica el conflicto así:

¿No debe afirmarse que una parte de su mente pide beber y que otra parte pide no hacerlo…

que una de ellas es racional y la otra irracional y deseosa? La primera es causa de que el alma

pueda pensar racionalmente y la segunda…. De que pueda sentir codicia, hambre, sed y en

general de ser agitada por el deseo.

Según, Platón, la parte irracional de su naturaleza arrastra a los hombres hacia el mundo de

los sentidos, los urge a satisfacer sus deseos a cualquier precio. Afortunadamente, la parte

racional de la naturaleza humana puede avasallar y de hecho avasalla la parte irracional.

En el ejemplo del volibol, la razón del jugador lo convence de que es preferible renunciar al

placer momentáneo del agua helada y no padecer por su causa algún grave trastorno

intestinal posterior.

El ejemplo puede avanzar un paso más. Imagínese que el jugador, habiendo decidido no

beber el agua contaminada, se dirige al refrigerador y encuentra vacías todas las botellas y

latas de refresco. No hay nada que beber. Es probable entonces que el jugador se enoje o, en

términos platónicos, experimente coraje. Para Platón, esta tercera parte de nuestra

naturaleza es distinta de los deseos y apetitos, y de la parte racional. No obstante, el coraje

tiende a asociarse más con la parte racional que con la racional.

La característica especifica de los seres humanos dice Platón es poseer un alma tripartita, es

decir, formada por los tres elementos antes dichos. A veces los seres humanos parecen

perdidos en sus deseos, esclavizados por sus apetitos de comida, bebida y placer sexual.

Otras circunstancias despiertan en ellos el coraje presente en su alma y entonces se tornan

vigorosos o se encolerizan. Si desean ser plenamente humanos, entonces su razón debe

subyugar a las dos partes inferiores de su alma (a la irracional y al coraje).

Según la doctrina platónica, ser persona significa estar gobernado por la razón, y la actividad

llamada filosofía es “la autopista” de la razón. La filosofía libera de la caverna y muestra lo

real. También puede guiar a una persona para vivir su vida buena. Quienes amen la sabiduría,

como Sócrates la amaba, llevaran una vida en que la razón gobernara tanto a la parte

irracional como al coraje. Como Sócrates lo señala: “puesto que la parte racional es sabia y

está atenta a la totalidad del alma, ¿no le corresponde gobernar, y no corresponde a la parte

de los apetitos estar subordinada a ella y aliarse con ella?”

Como puede verse, en el pensamiento de Platón, la ontología (la teoría del ser) y la

epistemología (la teoría del conocimiento) se unen con la axiología (teoría de los valores,

especialmente la moral). Platón y Sócrates sostiene que existe un vínculo estrecho entre lo

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que una persona sabe y lo que hace. Por tal motivo, las cuestiones suscitadas por la

epistemología se vinculan con las planteadas en la axiología.

Platón estaba convencido, sin sombra de duda, de que si una persona sabia la verdad lo que

es bueno y lo que es correcto, los llevaría a la práctica. Por su propia naturaleza, todas las

personas buscan “lo bueno” o podría decirse la bondad perfecta nadie que aprehendiera la

idea de lo bueno la rechazaría voluntariamente. Si alguien hace algo incorrecto es porque

posee una visión incompleta o descarriada de lo bueno. Por su firme confianza en el poder de

la razón Platón sostiene que la inteligencia gobierna a la voluntad. Lo que una persona haga

estará determinado por lo que conozca. Se deduce entonces que si alguien actúa de manera

equivocada, amerita educación y no castigo y que actuara de modo correcto cuando haya

sido llevada a una profunda compresión de lo bueno y lo correcto. Hay que conducir a las

personas desde la caverna de la ignorancia hasta la luz del sol del verdadero conocimiento.

Solo así, el elemento racional presidir como debe ser, a los elementos del deseo y del coraje.

Dentro de la tradición occidental, Platón es el primer filosofo que se preocupo por unir e

integrar las tres ramas principales de la filosofía (metafísica, epistemología y axiología). Para

él, no son cuestiones separadas lo real, lo que se conoce y en la forma en que debe vivirse. La

especulación en alguna de ellas influye necesariamente en las otras dos. Las conclusiones

obtenidas deben ser congruentes entre sí puesto que estas tres aéreas se hallan demasiado

relacionadas. El pensamiento platónico ha ejercido enorme influencia en el mundo

occidental; para ello se citara en capítulos posteriores, por ejemplo, cuando se trata de la

experiencia estética, la filosofía política y la filosofía social.

e. Aristóteles

Cuerdas demasiado flojas están desafinadas; cuerdas demasiado tensas se rompas. Cuerdas

tensas de manera adecuada producen la nota correcta y crean armonía en la orquesta. Este

es el tema de la obra maestra de Aristóteles sobre la ética, la disciplina filosófica que trata del

vicio y de la virtud, de la rectitud o no rectitud de las acciones humanas. Por estar dedicada a

Nicomaco, hijo de Aristóteles, la obra ha llegado a conocerse como Ética nicomaquea. En ella,

Aristóteles describe la vida de moderación que la razón dicta a los seres humanos.

Esta formada por diez libros. En el primero, Aristóteles empieza al examinar que se entiende

por felicidad. Todas las actividades humanas dice se encaminan hacia algún bien. La felicidad

es aquel bien deseado por si mismo, y puesto que la consecución de los demás bienes no es

mas que un medio para conseguir la felicidad, esta por consiguiente es el bien supremo. Los

seres humanos piensa Aristóteles son los únicos capaces de experimentar la felicidad: una

vida de florecimiento humano. Como la felicidad es “uno de los dones mas divinos que los

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hombres poseen”, se sigue que, “no puede llamarse feliz a un buey, un caballo o cualquier

otro animal, porque ninguno puede participar de esta especie de reacción”.

La felicidad, o el florecimiento humano, esta vinculada de la virtud, que según Aristóteles

consiste en vivir de acuerdo con la habilidad humana más elevada: la habilidad para razonar.

“puesto que la felicidad es una actividad del alma realizada de acuerdo con la virtud perfecta,

debemos examinar la naturaleza de la virtud; tal vez así también podamos de mejor manera

formarnos un parecer acerca de la felicidad”, dice Aristóteles. Según el, las virtudes morales

se adquieren con la practica.*

Por ello, señala: “la bondad moral….es el resultado de un habito….llegamos a ser justos

realizando actos justos; moderados, efectuando actos de moderación; valerosos, mediante

actos de valor “. Nadie nace bueno o malo; antes bien, aprende a ser lo uno o lo otro por

medio de las actividades que realiza.

La ética nicomaquea, a semejanza de la carta de Teano a Calisto, es una guía práctica, basada

en el sentido común y el la moderación para tomar decisiones éticas. La vida buena exige

decisiones inteligentes tomadas en respuesta a problemas específicos. Sin embargo,

Aristóteles reconoce que las personas que no son racionales por completo, porque también

actúan movidas por pasiones, las cuales no pueden ignorarse ni eliminarse totalmente.

Rendirse por entero al deseo es descender al nivel del animal, pero negar las pasiones

equivale a un necio e irrazonable rechazo de la naturaleza humana.

La meta debiera ser evitar los extremos de conducta y escoger racionalmente el camino de la

moderación. Entre los extremos sostiene Aristóteles siempre existe un punto medio, llamado

el justo medio.

Dentro del sistema platónico, las normas de conducta ética se basan en la idea del bien, que

para Platón esta constituida por la bondad perfecta o la bondad en sí misma. Por su parte

Aristóteles sugiere que no es necesario conocer el bien universal para escoger lo bueno en

una situación práctica. Por ejemplo, para controlar a la servidumbre bastaría saber que tanto

una disciplina laxa como una sumamente estricta arruinaran la armonía.

H. D. F Kitto, profesor emérito de griego sostiene que la idea del medio es un concepto

característicamente griego. El modelo o el ideal es la cuerda afinada: no “es la falta de

tensión, no es la ausencia de pasiones, sino es la tensión adecuada la que produce notas

claras y correctas”.

Al hablar de cuestiones éticas, Aristóteles desea que sus oyentes comprendan que se refiere a

una sabiduría práctica y no a una sabiduría meramente intelectual dedicada a contemplar la

realidad inmutable.

Page 15: Filosofia

En el campo de la sabiduría intelectual (tal como la propuesta por Platón), puede ser posible

hablar de manera absoluta; sin embargo piensa Aristóteles, respecto a la toma de decisiones

éticas siempre deben considerarse los diversos aspectos de una situación particular.

Para él, dichas decisiones siempre se basan en las circunstancias que rodean al objeto de la

decisión. Es inapropiada hablar de moral en sentido puro y aislado; antes bien, debe hablarse

de verdad moral en armonía con el deseo correcto.

Al igual que para Perictiones y Teano, la meta es la armonía. Lo que Aristóteles defiende es la

acción correcta, emprendida de modo correcta, en el grado correcto, en el tiempo correcto y

con el motivo correcto. Si no se conocen los pormenores que rodean a una situación

particular, es imposible establecer por adelantado lo que alguien debería hacer. Por lo tanto,

el justo medio es el único principio fijo e inmutable. La meta siempre debe de ser la

moderación, la respuesta apropiada, la acción que se sitúa entre dos extremos.

He aquí uno de los ejemplos aristotélicos al respecto: “se llama temeraria a la persona cuya

confianza es grande en extremo, y cobarde a la que muestra un exceso de temor o una falta

extrema de confianza”. La temeridad y la cobardía son los extremos. La vida virtuosa, la que

conduce a la felicidad, es ajena a la cobardía y a la temeridad; por el contrario, se sitúa en el

punto medio éntrelos extremos, en la valentía.

He aquí otro ejemplo. Deben evitarse tanto la falsa modestia como la jactancia. Por ello, la

persona que siempre hace alarde de lo que ha hecho se halla tan lejos de la virtud como la

persona que no acepta un cumplido y que insiste en no atribuirse el merito de algo. En este

caso, la meta es la veracidad que indique con exactitud la contribución personal. Según el

sistema ético aristotélico, los extremos deben evitarse en general:

Así, hay tres posturas, dos de ellas viciosas (una por exceso y otra por defecto) y una buena,

el justo medio. De alguna manera, las tres se oponen entre si: los extremos se oponen entre

si y también al medio, y este se opone a los extremos…. Un hombre valeroso parece

temerario comparado con el cobarde, y cobarde comparado con el temerario.

Por lo tanto, en cualquier caso de acción virtuosa será de ordinario la que se ubique entre dos

extremos posibles. Algunos sistemas éticos sostienen que toda ira es mala; el aristotélico, sin

embargo, aprobaría cierta irá dirigida contra la persona correcta, en forma adecuada y por un

recto motivo. Si una persona que va antes de otra en la cola del a caja rápida lleva 11

artículos en vez de los 10 permitidos y otra, entonces, golpea a la primera en la cabeza con un

pavo congelado, su acción sería mala por el exceso. Por el contrario, sería mala por defecto se

acepta el abuso sin reclamar.

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Aristóteles estaba consciente de que es difícil alcanzar el justo medio. La vida virtuosa no es

para todos. En algunas circunstancias, la acción más normal posible tal vez equivalga a

escoger el menor de dos males. Es claro que también hay veces en las cuales no cabe la

moderación. Así, por ejemplo, el adulterio es ya una acción mala, en la cual no cabe término

medio. Aun así, el justo medio sigue siendo el ideal moral a la vida virtuosa no deja de ser el

camino la felicidad.

A semejanza de Platón, Aristóteles incursionó en cada rama de la filosofía. Aunque en este

capítulo se trato solo de sus puntos de vista en el campo de la axiología, Aristóteles se

intereso por todo. Sentó los fundamentos de la lógica formal occidental, que se empezaran a

examinar en los recuadros titulados “cómo funciona la filosofía”, incluidos en el capítulo 2.

Sus teorías relativas al arte y la literatura se tratan en el capítulo 7. Los experimentos de

embriología que dirigió se anticiparon a las preocupaciones de la biología. Su deseo de

clasificar y catalogar animales y plantas estableció la botánica y la zoología.

En el capítulo 3 se analizaran las teorías aristotélicas sobre la realidad y el conocimiento, las

cuales serán comparadas con las teorías platónicas respectivas.

f. Buda

Los sistemas filosóficos orientales y africanos difieren de la filosofía griega en los supuestos

que adoptan respecto de las tres ramas principales de la filosofía (metafísica, epistemología y

axiología). Los capítulos subsiguientes examinaran con pormenores algunas de esas

diferencias. El presente capitulo las considera de modo preliminar; para ello, comienza con

las ideas de Buda respecto de algunas de las mismas cuestiones que interesaron a los

primeros filósofos griegos.

Para empezar, nótese la similitud entre Siddharta Gautama, conocido como Buda, y

Aristóteles. Se ha insistido en la orientación práctica del pensamiento aristotélico: su hincapié

en que la virtud no debe ser considerada de modo abstracto, sino con el contexto de

situaciones morales reales, que siempre son concretas y no susceptibles de generalización.

Buda también adopta este punto de vista y lo recalca mucho más que Aristóteles. De hecho, a

Buda no le interesa la metafísica ni cualquier cuestión filosófica abstracta.

El mensaje budista se enfoca por completo en la situación humana; podría equiparársela con

la búsqueda aristotélica de la felicidad. Buda empieza por advertir que la vida se caracteriza

por el sufrimiento. Tarde o temprano, la vejez, la enfermedad y, finalmente, la muerte

visitaran a cualquier persona. Aunque la juventud, la riqueza y la salud pueden de manera

temporal cegarnos a estas realidades, nadie puede escapar de ellas. El temerlas en efecto,

nos hace infelices.

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La causa radical e la infelicidad o del sufrimiento personal (para emplear el termino budista)

es el apego a las cosas de este mundo (personas y objetos incluidos) y la creencia equivoca de

que ellas pueden producir felicidad. Se sufre porque se intenta detener el cambio el cual es la

realidad y porque uno se aferra a las cosas tal como son en determinado momento. Así, se

desea conservar la juventud o la salud, o se quiere que los hijos no crezcan. Peor aun, se

afirma que la felicidad consiste en la posesión de cosas o personas específicas.

“si solamente tuviéramos un BMW, o una casa de varios millones de pesos, o un trabajo que

anualmente me dejara una cuenta con muchos ceros a la derecha”, se dice con frecuencia,

“yo seria feliz”. Mas seductor es convencerse de que cierta persona será la causa de la

felicidad personal: “si me amara, todos mis problemas quedarían resueltos”. El problema

radica en que nadie ni cosa alguna puede ser causa de la felicidad. Se es feliz o desdichado

con uno mismo. Nada ni nadie sostiene Buda puede transformar mágicamente la infelicidad

en felicidad. Es posible engañarse uno mismo por un tiempo; cuando desaparezca la persona

o el objeto en que se fundo la felicidad, se habrá regresado exactamente al punto de partida:

al sufrimiento y a la infelicidad.

Buda y Aristóteles concuerdan en que la felicidad es el resultado de vivir virtuosamente, pero

se diferencian en las explicaciones que dan acerca de lo que es la vida virtuosa. Según Buda,

la única senda para dejar de sufrir es renunciar al pego personal hacia las personas y cosas.

Dicho de otra manera, se deja de sufrir cuando la felicidad no se busca fuera de uno mismo,

cuando se empieza a cultivar la felicidad siguiendo lo que Buda llamo la noble senda óctuple,

que consiste en: fe correcta, decisión correcta, palabra correcta, acto correcto, vida correcta

esfuerzo correcto, aspiración correcta, sumergirse uno en si mismo correctamente,

meditación correcta. Esto y solo esto conducirá a la supresión del sufrimiento. Sin embargo,

esa senda budista es también una vida de moderación, similar en cierta forma al justo medio

aristotélico.

Según el budismo, la felicidad solo puede alcanzarse tomando a la realidad tal como es y

aceptando la plena responsabilidad personal para vivir una vida conforme a la realidad y ser

feliz así, o bien intentar negar la realidad y prepararse entonces para el sufrimiento. Aunque

en esto Aristóteles podría no estar de acuerdo con Buda respecto e la naturaleza de la

realidad, ciertamente aceptaría la percepción budista de que la felicidad solo puede

alcanzarse solo si las cosas se aceptan tal como realmente son.

No obstante, la filosofía aristotélica descansa sobre el dualismo que subyace en toda la

metafísica occidental: yo soy ”yo” y tu eres “tu”; si tu haces algo que me enoje, mi objetivo

es responder con un enojo adecuado. El pensamiento budista rechaza ese dualismo. Por el

contrario, afirma que todos los seres humanos son uno, como toda la realidad es una unidad,

sin separación alguna. Es una ilusión lo que se manifiesta como una pluralidad o multiplicidad

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en las cosas o el las personas. Tal como lo hace Platón mediante ala alegoría de la caverna,

Buda insta a no tomar las apariencias como realidad.

Si pudiéramos ver las cosas como realmente son, entonces sabríamos que no hay realmente

un “yo” separado ni un “tu” separado: ambos son parte del flujo perenne del ser mismo. El

ser no esta compuesto de distintas partículas diminutas y separadas (como los átomos o las

moléculas), que se combinan y recombinan para producir la variedad de las cosas. El budismo

rechaza por completo esa concepción sobre la realidad. Antes bien, la considera como una

telaraña de interconexiones. Todo depende recíprocamente de todo lo demás. Lo que

parecen ser piezas individuales discretas no son mas que puras gotas dentro del gran océano

del ser. Cada gota es el océano y cada una de ellas tiene sentido como parte del todo.

Parecida al océano, la realidad debe comprenderse como cambio, violento ahora por sus olas

que chocan, gentil después por sus olas que besan la playa; hoy frío y talvez congelado,

mañana de tibia evaporación a la luz del sol.

¿Puede una gota decirle a otra: me has agraviado y estoy enojada contigo? Eso es un absurdo.

Al igual que las gotas, los seres humanos no son más que parte de un gran todo. Lo que se

considera como “ego” es solo apariencia, solo una unidad temporal del cuerpo, emociones,

percepciones, predisposiciones y razonamientos…. Esa unidad se disolverá cuando la persona

muera y volverá a formarse en una nueva combinación cuando la persona nazca otra vez. Las

reacciones como el enojo solo refuerzan la ilusión de la separación y nos mantienen apegados

a las cosas y las personas. Es aquí donde se separan Buda y Aristóteles.

La comprensión griega de la realidad se basa en la racionalidad. El mundo, como surgió Tales

por vez primera, es un lugar racional y ordenado, y los seres humanos, como creaturas

dotadas de razón, tienen la capacidad de explicarlo. Sócrates, Platón y Aristóteles tienen esto

en común: consideran que la razón es la facultad humana más elevada. Mas aun, todos sus

argumentos dan por sentado que los seres humanos poseen un yo separado del mundo y del

yo de los demás. Ese yo permite a una persona ser un sujeto que estudia un mundo de

objetos y que emplea su razón para explicarlos.

El budismo rechaza las nociones anteriores. Si la idea de un yo individual es una ilusión,

entonces debe aceptarse la unicidad básica del yo con los que parecen ser otros “yo”

separados. Dentro de la epistemología budista, carece de sentido la idea occidental de que el

sujeto cognoscente “se aleja” del objeto o persona conocidos. El conocimiento debe ocurrir

de manera intuitiva y no racional imagínese una gota del océano “conociendo” a otra gota. Y

el conocer debe ser un proceso que actúe desde el interior y no desde el exterior. Para

comprenderlo, debería de pensarse en la forma en que conozco mis emociones y no en la

forma en que conozco de geometría.

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De igual forma, la ética budista se fundamenta en una ontología de la unicidad. Tal como

nadie puede dañar una parte de su cuerpo, mente, espíritu sin que los efectos se resientan en

todo el sistema, así también un daño a otro “yo” aparente es en realidad un daño hecho a

uno mismo.

En el capitulo 10 se explicaran las implicaciones de la ley del karma, en la cual se basa la

visión oriental de la metafísica y la axiología. Cualquier cosa que haga una persona, se la hace

a si mismo.

La ley del karma, elemento central de la ética budista, es absoluta e inexorable: nadie puede

eludir sus efectos. Toda persona experimentara, en esta o en otra vida, los efectos tanto de

una acción cruel o dañina que realice como los de una acción amable y caritativa. De hecho,

son las acciones voluntarias las que conducen a una persona hacia el samsara, es decir, al

ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.

La creencia en la reencarnación asegura la relación cusa- efecto entre lo hecho y quien lo ha

hecho. A semejanza de un bumerang, cualquier acción retorna solo a la persona que lo

efectúo.

Es posible engañarse creyendo que una dieta rica en grasas daña únicamente las terminales

nerviosas del gusto o tal vez al estomago. Sin embargo, la sangre transportara esas grasas por

todo el cuerpo, las cuales incluso podrán influir en las emociones personales. De igual modo,

una onda en cualquier punto de la unicidad del ser se sentirá en todo el estanque. Según el

budismo, una vida virtuosa debe tomar en cuenta ese elemento antológico. Solo respetando

la integridad del ser se puede ser feliz. Uno se libera de las cadenas del karma cuando se llega

a la iluminación, es decir, cuando la realidad es comprendida tal como es.

En verdad, soy libre; pero estoy encadenado mientras sea ignorante de la realidad. Lo

anterior parece paradójico. Si no existe un “yo” separado, ¿Cómo es posible que “yo”

continúe experimentando los efectos de mis acciones a consecuencia de la ley del karma? La

respuesta se encuentra en la epistemología budista. Tan pronto como el conocer se adecua a

la realidad y se comprende que todo es uno, desaparece la ilusión de un “yo” separado y, con

ella, desaparece también todo aquello que encadena el “yo” separado y, con ella, desaparece

también todo aquello que encadena el “yo” aparenta al samsara, el ciclo de nacimiento,

muerte, renacimiento. Estar liberado de la ilusión es lo mismo que haberse liberado del

karma. En el budismo, la metafísica, la epistemología y la axiología se hallan estrechamente

relacionadas.

Aunque el budismo rechaza el racionalismo occidental, si afirma el poder de la mente. Son los

pensamientos personales afirma Buda los que crean la realidad en que se vive. La clase de

vida que se lleve depende de que se hable y se actúe de modo puro o impuro:

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Somos lo que pensamos. Todo surge de nuestros pensamientos. Con ellos construimos el

mundo. Habla o actúa movido por una mente impura y la aflicción te seguirá como las ruedas

siguen al buey que tira la carreta… habla o actúa con una mente pura y la felicidad te seguirá

como tu sombra, inconmovible.

Millones de personas desde Hong Kong hasta el Tíbet, desde Birmania hasta Tokio, así como

por todo Estados Unidos se dicen budistas. Dentro del budismo, existen varias corrientes

doctrinales y practicas principales; sin embargo, en todas ellas es considerable la influencia de

Siddharta Gautama.

Al mezclarse con las ideas y costumbres existentes en las regiones por las que se ha

desplazado, el budismo ha sido una corriente de pensamiento enriquecedora y enriquecida.

Como lo sugieren las innumerables estatuas del Buda que medida y sonríe ligeramente, el

iluminado el que despertó y vio las cosas tal como son continua inspirando e intrigando a

muchas personas del mundo actual.

g. metafísica, epistemología, y axiología en el pensamiento africano

Además de explorar el pensamiento oriental, cada capitulo de este libro considera la forma

en que el pensamiento tradicional africano trata las principales preocupaciones de la

filosofía.