fenomenos poblacionales 3.3

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INTRODUCCIÓN La importancia de los elementos del medio ambiente en la evolución y sostenimiento de la vida en el planeta fue reconocida mucho tiempo antes de que se tomara plena conciencia de los posibles efectos negativos que su deterioro traería a la humanidad. Hasta mediados del siglo XX fue que el tema ambiental cobró dimensiones internacionales a partir del conocimiento y difusión de problemas asociados a la degradación del ambiente, como la muerte de aves y especies marinas por derrames petroleros, la afectación de lagos y bosques por la lluvia ácida y la creciente pérdida de especies debida a la destrucción de sus hábitat, por citar sólo algunos ejemplos. En México, ante el interés y reclamo de la sociedad por atender y solucionar los problemas ambientales, el gobierno se enfrentó con una realidad: la falta de conocimiento e información sobre la estructura y funcionamiento de los ecosistemas naturales que permitiera realizar evaluaciones objetivas, no sólo de los factores que los presionan, sino también de la respuesta de éstos a las acciones que se podrían tomar para tratar de revertir su deterioro. La complejidad de los ecosistemas naturales es tal que, por ejemplo, la respuesta de un bosque a la presencia de un contaminante puede ser muy diferente si se encuentra estresado por sequía o está afectado por plagas; o bien, la respuesta de un río a la incorporación de contaminantes depende, además de sus características hidrodinámicas y fisicoquímicas, de las comunidades bióticas que en él habitan. Una forma de abordar el tema ambiental, que además permite evaluar las acciones que se llevan a cabo para evitar su deterioro, es el esquema conocido como presión, estado,

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Page 1: FENOMENOS POBLACIONALES 3.3

INTRODUCCIÓN

La importancia de los elementos del medio ambiente en la evolución y sostenimiento de la vida en el planeta fue reconocida mucho tiempo antes de que se tomara plena conciencia de los posibles efectos negativos que su deterioro traería a la humanidad. Hasta mediados del siglo XX fue que el tema ambiental cobró dimensiones internacionales a partir del conocimiento y difusión de problemas asociados a la degradación del ambiente, como la muerte de aves y especies marinas por derrames petroleros, la afectación de lagos y bosques por la lluvia ácida y la creciente pérdida de especies debida a la destrucción de sus hábitat, por citar sólo algunos ejemplos.

En México, ante el interés y reclamo de la sociedad por atender y solucionar los problemas ambientales, el gobierno se enfrentó con una realidad: la falta de conocimiento e información sobre la estructura y funcionamiento de los ecosistemas naturales que permitiera realizar evaluaciones objetivas, no sólo de los factores que los presionan, sino también de la respuesta de éstos a las acciones que se podrían tomar para tratar de revertir su deterioro.

La complejidad de los ecosistemas naturales es tal que, por ejemplo, la respuesta de un bosque a la presencia de un contaminante puede ser muy diferente si se encuentra estresado por sequía o está afectado por plagas; o bien, la respuesta de un río a la incorporación de contaminantes depende, además de sus características hidrodinámicas y fisicoquímicas, de las comunidades bióticas que en él habitan.

Una forma de abordar el tema ambiental, que además permite evaluar las acciones que se llevan a cabo para evitar su deterioro, es el esquema conocido como presión, estado, respuesta. El presente Informe está organizado siguiendo –aunque no de manera explícita– este esquema en varios niveles. En cada capítulo, e incluso en las secciones dentro de los mismos, se exponen los temas de acuerdo con dicha estructura, que también fundamenta, en términos generales, el orden mismo de los capítulos. Así, los dos primeros versan sobre los principales factores que afectan al medio ambiente: la población y el uso del suelo. En los cuatro capítulos siguientes se describe el estado que guardan tanto los componentes abióticos –suelo, agua y aire– como los bióticos –biodiversidad– del ambiente. Los dos últimos capítulos muestran el manejo que se hace de la biodiversidad y los principales instrumentos de planeación ecológica que se aplican en el país.

En el primer capítulo se examinan las tendencias demográficas y características socioeconómicas de la población mexicana. Además, se hace un recuento de las varias

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hipótesis propuestas acerca de cómo los cambios en el tamaño o características de la población humana afectan al entorno. En el capítulo dos se describen las tendencias en la forma como se ha venido usando el suelo en México y se analizan procesos tales como la deforestación, la degradación de la vegetación y su conversión hacia usos agropecuarios. En este mismo capítulo se examinan los factores asociados a estos procesos: los incendios forestales y el crecimiento de la población, entre otros. Asimismo, se exponen las medidas que se han tomado para aminorar los efectos negativos del cambio de uso del suelo.

El suelo y su degradación a lo largo del país es el tema analizado en el capítulo tres, con énfasis en las trasformaciones que tienen lugar en regiones especialmente frágiles, como son las montañas y las zonas áridas. Además, se detallan los principales procesos que degradan el suelo, como la erosión, y se examinan someramente algunos de sus factores causales. En este capítulo también se comentan las tendencias observadas en cuanto al problema de los residuos sólidos municipales y peligrosos.

En el capítulo cuatro se describe la situación del agua en el país, en términos de la calidad y cantidad de este recurso. Además se examina la cobertura de servicios de agua potable y alcantarillado, así como la infraestructura disponible para el tratamiento de aguas residuales.

El deterioro de la calidad del aire en las principales ciudades del país es una preocupación constante desde hace varios años, por lo que se han venido haciendo esfuerzos muy importantes para mejorarla. En el capítulo cinco se describen las emisiones de contaminantes a la atmósfera y la calidad del aire en aquellas zonas urbanas del país donde se cuenta con información. También se abordan los problemas derivados del cambio climático global y la reducción del espesor de la capa de ozono, ambos de relevancia mundial.

En el capítulo seis se revisa el tema de la situación de la biodiversidad en México y sus amenazas más importantes. Asimismo, se examinan algunas de las estrategias generales que se han implementado para proteger a la biodiversidad.

En el capítulo siete se hace una descripción de la forma en que se han utilizado los principales recursos naturales, así como los instrumentos disponibles para su manejo y conservación.

Finalmente, en el capítulo ocho se detallan los instrumentos de planeación ambiental existentes en el país: la evaluación de impacto ambiental, el ordenamiento ecológico del territorio y la evaluación del riesgo ambiental, además se incluyen algunas consideraciones sobre bioseguridad.

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La descripción de la situación del medio ambiente en México aquí presentada incluye, una visión retrospectiva con la finalidad de ubicar el fenómeno que se está describiendo en un contexto temporal, además se ofrece información sobre el mismo tema en el contexto internacional.

A lo largo del informe se ha incluido una serie de recuadros en los que se profundiza en algunos aspectos del ambiente de nuestro país que, por su importancia y complejidad, requieren de una explicación más detallada para su adecuada comprensión. Estos textos pueden omitirse en una primera lectura del informe sin afectar su continuidad, ya que están elaborados para revisarse en forma independiente por aquellos lectores que tengan intereses particulares.

En el informe, las estadísticas se presentan sintetizadas en forma de tablas, figuras y mapas, para facilitar al lector seguir, reafirmar o complementar lo expresado en el texto. Sin embargo, para el público interesado en consultar la información a detalle, también se incluyen ligas a cuadros, recuadros, mapas y figuras –las cuales aparecen subrayadas en el texto- que forman parte del Compendio de Estadísticas Ambientales 2002 y que pueden ser fácilmente examinadas con sólo pulsar el botón del ratón sobre ellas.

El proposito de este esfuerzo de compilación e integración de la información ambiental disponible resulte de utilidad para que el público en general pueda tener una visión más completa de la situación ambiental en México. También se busca que la información recopilada, tanto en el informe como en el compendio de estadísticas, sirva de materia prima a los académicos y personas interesadas en los temas ambientales para que, después de analizarla, contribuyan con sus ideas y propuestas, de tal forma que se tomen las mejores decisiones en beneficio del medio ambiente y del manejo sustentable de nuestros recursos naturales.

Dinámica de la población en México y el mundo

La población mundial experimentó un desarrollo sin precedentes durante la segunda mitad del siglo XX: el número de personas en el planeta se incrementó de 2 500 a 6 100 millones. Como resultado del acceso masivo a antibióticos, vacunas e insecticidas, las tasas de crecimiento poblacional alcanzaron cifras inéditas en la historia humana: entre 1965 y 1970 el aumento se mantuvo por encima del 2% anual. No obstante, los avances tecnológicos en materia de control natal, así como diferentes procesos sociales, han logrado revertir la tendencia en los últimos decenios, de modo que hoy en día la tasa de crecimiento poblacional mundial ronda el 1.2% anual y se prevén reducciones importantes en los próximos años (FNUAP, 2000).

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Una de las consecuencias generadas por los cambios sufridos en el último medio siglo es que heredamos un mundo donde el número de hijos por mujer se reduce constantemente y la esperanza de vida es cada vez mayor. Esto es, las tasas de natalidad y mortalidad están menguando. A este fenómeno se le conoce como transición demográfica. Los países más desarrollados viven estas transformaciones desde hace varias décadas, mientras que en el resto de las naciones es un fenómeno reciente.

México es el undécimo país más poblado del planeta y el tercero de América (después de Estados Unidos y Brasil). De acuerdo con el censo de 2000, en ese año habitaban nuestro territorio 98.872 millones de personas. Somos la nación que ocupa el duodécimo lugar por su contribución al crecimiento de la población del planeta. La tasa de crecimiento poblacional natural —que no toma en cuenta la migración— se encuentra en 1.68% (Conapo, 2001a), por arriba del promedio internacional de 1.2% y ligeramente superior al promedio para América Latina y el Caribe de 1.56%.

Nuestro país ha seguido los derroteros de la población mundial. Las máximas tasas de crecimiento, por arriba del 3% anual, se registraron entre 1960 y 1970. Si bien el número de mexicanos no ha dejado de crecer, la velocidad con la que lo hace se ha reducido sustancialmente desde entonces (Gráfica_I.1.1). La causa fundamental de este cambio ha sido la reducción en la natalidad (Figura 1.1, Cuadro_I.1.4); de otra manera la población del país sería un 52% superior a su número actual. Además, la esperanza de vida de los mexicanos se ha incrementado para alcanzar hoy un promedio de 75 años (Cuadro_I.1.5). En otras palabras, México ha entrado francamente en un proceso de transición demográfica, y se espera que hacia 2040 la población alcance su máximo histórico para después empezar a declinar.

Una de las consecuencias palpables de la transición demográfica es la modificación de la estructura de la población. La base de la pirámide de edades se ha empezado a reducir sensiblemente. Sin la reducción lograda en la natalidad, esta base sería tres veces más amplia (véase La transición demográfica en México, Cuadro I.1.3).

La población no está distribuida uniformemente en el país. Los estados del norte y de las penínsulas (con excepción de Nuevo León y Yucatán) cuentan con relativamente pocos habitantes, en especial en términos de su densidad (Mapas_1.1 y 1.2). La densidad poblacional más alta se encuentra en el Distrito Federal y sus alrededores. En términos de la transición demográfica tampoco encontramos una situación homogénea. Mientras que en el Distrito Federal, en

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el año 2000, la fecundidad global (número de hijos que se espera tenga una mujer a lo largo de su vida de conservarse las condiciones actuales) es menor a 2 en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y San Luis Potosí la fecundidad es alta (superior a 2.6, Mapa 1.3).

Otro de los fenómenos observados en materia de población en México es la tendencia hacia la urbanización. Mientras que en 1900 las cuatro quintas partes de la población del país habitaban el medio rural, en 2000 el patrón se revirtió por completo: el 74.6% de los mexicanos habitaba zonas urbanas (Figura 1.2, Cuadro_I.1.1). El crecimiento de la población rural no ha rebasado el 2% anual en ningún momento, mientras que en las ciudades se han observado tasas superiores al 5%. En el último lustro del siglo XX incluso se registró una incipiente reducción de la población en el campo (Figura 1.3).

Detrás de este crecimiento urbano está la migración interna. Durante varias décadas la ciudad de México fue el destino de decenas de miles de campesinos y otros centros atrajeron a la población rural en menor grado. Uno de los resultados de este proceso es la inmensa concentración de la población en muy pocas ciudades. La zona metropolitana de la ciudad de México cuenta con 18.3 millones de habitantes, seguida de lejos por las zonas metropolitanas de Guadalajara y Monterrey, con 3.8 y 3.3 millones respectivamente. Puebla-Tlaxcala, León y Toluca son las otras ciudades que rebasan el millón de personas (Cuadro I.6.1). El conjunto de estas seis ciudades aglomera el 47% de la población urbana de la República.

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La mayor densidad de ciudades se ubica en una franja que comprende el centro del país y el Bajío (Mapa I.6.1), lo cual no excluye que en otras zonas la mayor parte de la población se encuentre también concentrada en centros urbanos, como ocurre en el norte del territorio nacional y las dos penínsulas. Por el contrario, en los estados de Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, Tabasco y Zacatecas es donde la mayor proporción de los habitantes vive en zonas rurales (Mapa_1.4, Cuadro I.1.2).

Los mismos fenómenos migratorios que estructuraron semejante sistema de ciudades, hoy lo están modificando. El Distrito Federal se ha convertido en el más grande expulsor de población de la República, mientras que nuevos destinos se han convertido en polos de atracción, principalmente Quintana Roo y algunos estados que colindan con la frontera norte (Mapa_1.5 y Cuadro I.1.6, INEGI, 2001). Si bien la migración rural persiste, ésta se ha reducido sustancialmente, aportando apenas el 18% de la migración interna. En la actualidad, los movimientos migratorios más importantes ocurren entre zonas urbanas.

Las grandes metrópolis que en 1990 contaban con más de un millón de habitantes son las que menos han crecido, mientras que las ciudades intermedias de cien mil a un millón de habitantes muestran elevadas tasas de crecimiento poblacional (Figura 1.4; Cuadro I.1.6).

Entre las urbes que más crecieron en el decenio 1990-2000 se cuentan destinos turísticos de playa (Cancún, 9.1%; Ixtapa, 9.0%; Puerto Escondido, 8.53%; Cozumel, 5.78%), ciudades fronterizas (Ciudad Acuña, 7.5%; Tijuana,

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5.5%), poblados chiapanecos (Ocosingo, 7.6%; Palenque, 5.8%) y Purísima de Bustos, Jalisco (7.36%; Recuadro_I.6.1; Cuadro I.6.1).

La migración hacia Estados Unidos es un fenómeno que regula fuertemente el aumento poblacional del país. La tasa de crecimiento natural de la población mexicana de 1.68% anual se reduce a 1.38% gracias a la emigración. El fenómeno se observa actualmente en todo el territorio nacional, si bien en los estados de Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas más de la mitad de los municipios registran una intensidad migratoria alta o muy alta.

La franja que va del Estado de México al sur de Puebla, así como el norte de Guerrero y Oaxaca, también son tierras de emigrantes (Conapo, 2001a, Mapa_1.6). La natalidad, mortalidad y migración determinan el crecimiento demográfico de cada entidad. En ninguna de ellas la población ha disminuido; sin embargo, el crecimiento más lento se registra en el Distrito Federal, Durango y Zacatecas. Los mayores incrementos se presentaron en Quintana Roo, la península de Baja California, el Estado de México y Querétaro (Mapa 1.7).

 

http://app1.semarnat.gob.mx/dgeia/estadisticas_2000/informe_2000/01_Poblacion/1.1_Dinamica/index.shtml