escrito de la ponencia

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Ponencia Cordial saludo mi nombre es Harley Ortiz, y el de mis compañeras es Lizeth Uribe, Jessica Ospina y Angélica González, actualmente cursamos el semestre cuatro de la formación complementaria y en el día de hoy queremos compartirles el contenido de algunos documentos debatidos en el seminario de la ética del educador, dirigido por la orientadora Ángela Ruiz, para empezar compartiremos el primer documento llamado ‘’vale la pena ser maestro’’, escrito por Karina Rattero. 1. Ser maestro es una vocación que nace de corazón y se siente en el momento de vivir la experiencia, la educación es un derecho, como donación y posibilidad, en la cual maestro y alumno estamos en constante participación de construcción de mejoramiento, no vale ser mezquino y ser educador, porque cuando se trata de dar, ofrecer, brindar la posibilidad con ese valioso ser, es aquello que abre el pequeño mundo a otros paisajes y colores. La pedagogía a su vez ha sido una forma de la predicación entusiasta. Sin ese entusiasmo, esa terquedad o perseverancia que nos caracteriza a los educadores, sería difícil pensar esta tarea que se concreta en contra de la evidencia. Ser maestro es una experiencia, un arte de la existencia, una técnica de la vida: recuerdos, apegos, historias, razones y sinrazones por las que cada uno abraza este modo de vivir y donar el tiempo que es ser educador. Vale la pena más que nada por lo afectivo; es un trabajo con los afectos, de los chicos, con nosotros. Vale la pena por el hecho de entregarse y dar, por las caritas sonrientes, por el abrazo lleno de ternura, por la dulce caricia, por el dibujito realizado con cariño, por el ‘’te quiero’’ Los educadores sabemos de historias de amor, deseos que apuestan, insisten y continúan, de promesas y misterios desbordando el presente, tiempo de ilusión, de trabajo y de espera. 2. El humanismo abre la totalidad y, en consecuencia, introduce un saber fundamental para la vida, el humanismo tiene una formación básica en todos los saberes principales. Las disciplinas humanísticas buscan aficionar y desarrollar hábitos de captar lo verdadero, apreciar lo bello y encarnar lo bueno, mediante la presentación adecuada de contenidos y ejemplos fundamentales.

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Page 1: Escrito de la ponencia

Ponencia

Cordial saludo mi nombre es Harley Ortiz, y el de mis compañeras es Lizeth Uribe, Jessica Ospina y Angélica González, actualmente cursamos el semestre cuatro de la formación complementaria y en el día de hoy queremos compartirles el contenido de algunos documentos debatidos en el seminario de la ética del educador, dirigido por la orientadora Ángela Ruiz, para empezar compartiremos el primer documento llamado ‘’vale la pena ser maestro’’, escrito por Karina Rattero.

1. Ser maestro es una vocación que nace de corazón y se siente en el momento de vivir la experiencia, la educación es un derecho, como donación y posibilidad, en la cual maestro y alumno estamos en constante participación de construcción de mejoramiento, no vale ser mezquino y ser educador, porque cuando se trata de dar, ofrecer, brindar la posibilidad con ese valioso ser, es aquello que abre el pequeño mundo a otros paisajes y colores. La pedagogía a su vez ha sido una forma de la predicación entusiasta. Sin ese entusiasmo, esa terquedad o perseverancia que nos caracteriza a los educadores, sería difícil pensar esta tarea que se concreta en contra de la evidencia.

Ser maestro es una experiencia, un arte de la existencia, una técnica de la vida: recuerdos, apegos, historias, razones y sinrazones por las que cada uno abraza este modo de vivir y donar el tiempo que es ser educador. Vale la pena más que nada por lo afectivo; es un trabajo con los afectos, de los chicos, con nosotros. Vale la pena por el hecho de entregarse y dar, por las caritas sonrientes, por el abrazo lleno de ternura, por la dulce caricia, por el dibujito realizado con cariño, por el ‘’te quiero’’

Los educadores sabemos de historias de amor, deseos que apuestan, insisten y continúan, de promesas y misterios desbordando el presente, tiempo de ilusión, de trabajo y de espera.

2. El humanismo abre la totalidad y, en consecuencia, introduce un saber fundamental para la vida, el humanismo tiene una formación básica en todos los saberes principales.

Las disciplinas humanísticas buscan aficionar y desarrollar hábitos de captar lo verdadero, apreciar lo bello y encarnar lo bueno, mediante la presentación adecuada de contenidos y ejemplos fundamentales.

La formación humanística es la clave del buen funcionamiento de la sociedad, enseña a conocer y amar lo propio y lo de los demás, a comunicarse y enriquecerse interiormente en la cual le permita a la educación ser más humana y cristiana de calidad.

3. Hablar de ideas morales y éticas, necesariamente nos lleva a concretar la relación entre los valores y las acciones de los sujetos, de tal forma, que determinamos principios psicológicos como las acciones, porque el hombre se afana a construir la verdad, los juicios de valor, las ideas y el pensamiento en general, según el desarrollo de su conducta y la aceptación de la misma por parte de los otros.

Todo ello nos lleva a afirmar, que las ideas morales, creencias, actitudes y conductas configuran un sistema articulado, que racionalmente define el estilo y modo de vida del sujeto.

El ejercicio de reflexión que se recomienda para los educadores sociales debe estar integrado por dos dimensiones, la personal y la profesional, el punto de arranque del análisis debe estar situado en la búsqueda de coherencia entre ambas dimensiones.

Page 2: Escrito de la ponencia

El educador social debe en primer lugar, redescubrir sus valores como persona y luego, analizar la coherencia de sus actuaciones profesionales en base a esos valores racionalizados.

En resumen, vemos necesario para definir un modelo ético para educadores sociales, el partir básicamente de: conocimiento, asimilación, búsqueda, definición, ejercicio y análisis, mediante el cual el educador social desarrolla el sentido crítico dentro de la sociedad.

4. TRANSITO DE SAN FRANCISCO DE ASIS

De la Leyenda Mayor de San Buenaventura:

Acercándose, por fin, el momento de su tránsito, (Francisco) hizo llamar a su presencia a todos los hermanos que estaban en el lugar y, tratando de suavizar con palabras de consuelo el dolor que pudieran sentir ante su muerte, los exhortó con paterno afecto al amor de Dios. Después se prolongó, hablándoles acerca de la guarda de la paciencia, de la pobreza y de la fidelidad a la santa Iglesia romana, insistiéndoles en anteponer la observancia del santo Evangelio a todas las otras normas.

Sentados a su alrededor todos los hermanos, extendió sobre ellos las manos, poniendo los brazos en forma de cruz por el amor que siempre profesó a esta señal, y, en virtud y en nombre del Crucificado, bendijo a todos los hermanos tanto presentes como ausentes. Añadió después: «Estad firmes, hijos todos, en el temor de Dios y permaneced siempre en él. Y como ha de sobrevenir la prueba y se acerca ya la tribulación, felices aquellos que perseveraren en la obra comenzada. En cuanto a mí, yo me voy a mi Dios, a cuya gracia os dejo encomendados a todos».

Concluida esta suave exhortación, mandó el varón muy querido de Dios se le trajera el libro de los evangelios y suplicó le fuera leído aquel pasaje del evangelio de San Juan que comienza así: Antes de la fiesta de Pascua. Después de esto entonó él, como pudo, este salmo: A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor, y lo recitó hasta el fin, diciendo: Los justos me están aguardando hasta que me des la recompensa.

Cumplidos, por fin, en Francisco todos los misterios, liberada su alma santísima de las ataduras de la carne y sumergida en el abismo de la divina claridad, se durmió en el Señor este varón bienaventurado (San Buenaventura, Leyenda Mayor).